salmos de la meseta

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Salmos de la meseta Ángel Barja

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Extracto del libro "Salmos de la meseta" de Ángel Barja.

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Salmos de la mesetaÁngel Barja

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Salmos de la mesetaÁngel Barja

Salmos de la mesetaÁngel Barja

“No hay amor suficiente para cantar la tierra”

Es un verso que aparece en el salmo 7 de estos Salmos de la meseta.Ángel Barja lo reproduce en la parte inferior izquierda de un dibu-

jo propio que abre el cuadernillo en que recogió la serie publicada en su día en el suplemento Filandón del Diario de León. Y resume, a mi juicio intensamente, el espíritu que anima esta “muestra lírica admirable” que sintetiza “todos los elementos naturales en los que el poeta se apoya para ofrecernos su interpretación del mundo” *.

No es momento de hacer un análisis de la obra, que en su primer acercamiento nos ofrece el texto citado de Miñambres. Es hora de una lectura unitaria y definitiva, después de tres décadas desde su escritura. El Ángel Barja músico se complementa con el poeta, si es que puede di-sociarse. La sensibilidad, la reflexión, la capacidad o el intento de ver el mundo desde el interior de la condición humana no tienen fronteras.

Los Salmos de la meseta fueron publicados, como queda dicho, en for-ma de serie. La primera entrega, el 2 de febrero de 1986. Se decía entonces que se iniciaba “una serie de 17 reflexiones, más una introducción expli-cativa numerada con el cero [en esta edición no está numerada] sobre la meseta. Un paisaje y una experiencia íntima que penetran en los límites de la musicalidad y la poesía”. El último texto está fechado el 29 de junio.

* Nicolás Miñambres, Una lectura de “Salmos de la Meseta” de Ángel Barja. “Hay momentos viscosos como ciertas serpientes”. Suplemento Filandón, Diario de León, 15 de febrero de 1987.

Mi insistencia le llegó a convencer –aún tengo dudas, sustentadas en su humildad- de la conveniencia de su publicación en libro.

Los acontecimientos se precipitaron.Pasados tantos años, hoy siento, sinceramente, la serenidad que da el

haber cumplido un compromiso. El compromiso de la amistad siempre ha de vencer al tiempo. Como la poesía.

Esta es su palabra, lo único que ahora importa.

Alfonso García

Quizá esto es poesía de un tiempo intermedio,de un tiempo que no es hoy, ayer ni mañana,pero que permanece anclado en algún lugar del corazón.

La nostalgia es la flor de la melancolía.La melancolía, la visión de la caducidad.La tierra llana y la meseta guardan su dramática bellezapara devolver al pensamiento su total desnudez.

Aquí se siente la lentitud de las horas,el desamparo y la lejanía.Los ojos se pierden en la búsqueda sin fin.No hay cosas para tanto espacio,sólo puede llenarlo otra inmensidad:el corazón del hombre.

Es tiempo de cultura urbana, llena de puertas,pero el hombre añora el campo,al que no pueden ponerse puertas,porque, en el fondo,tenemos un alma rural.

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1

La noche en la meseta es un hervir de estrellas; como clavos de oro, sostienen una lona.Las estrellas lejanas gotean en el campo; no hay arriba ni abajo, ni cielo ni llanura.El hombre, adormecido, afila su mirada; un temblor lejanísimo estremece la noche.Mil islas titilantes bajo la carpa inmensa, la playa interminable de la noche de estío.Los hombres, entre tanto, duermen bajo las tejas, mientras la noche corre altísimos biombos.Caravanas de luces se extienden sobre el monte, millones de millones de fulgores lejanos.Hoy no sale la luna y las estrellas arden; las estrellas cincelan el cuerpo de la noche.Se mueven lentamente hacia el sur del deseo, el hombre no consigue contarlas hasta el alba.La noche es como un lago cubierto de luciérnagas: arriba está la barca y aquí abajo los remos.La meseta se calla ante tanto silencio, sostiene dulcemente el crespón de la noche.La noche en la meseta es un pozo de estrellas; el jarrón de la luna no consigue alcanzarlas.

13

2

Las esquilas puntean pesadamente el valle; una ausencia infinita gotea monte arriba.Río abajo, los mirlos afilan sus saetas; por el río cincelan sus silbidos de gozo.El calor del verano congrega las ovejas, el calor las reúne para sumar sus sombras.Sobre la tierra seca el labrador se inclina, va dejando en los surcos la esperanza lejana.Sobre la tierra seca el labrador camina, con sus pies polvorientos va pisando su cuerpo.La tarde es infinita sobre la gran llanura; el cansancio descansa en los ojos de los bueyes.El pastor sólo habla con sus fieles mastines, su lengua se perdió por los pozos del silencio.El gozo se derrumba cuando viene la noche: cae sobre los montes un terraplén de estrellas.Los caminos del pueblo se pierden en el campo: al volver, las ovejas los vienen recogiendo.Sobre el muro del prado medita la lechuza, en sus ojos redondos se ha bañado la Luna.¡Qué grande es la tristeza de la Luna redonda!Sobre su plaza un hombre va cortando un olivo.La tristeza retumba por todas las laderas cuando bajan los lobos a bañarse en el río.La ribera del Esla se llena de murmullos; sólo el agua parece no encontrar sosiego. ( ../.. )

14

Los erizos se ocultan bajo la madreselva; sus púas afiladas tejen rayos de luna.La noche se derrama como un agua profunda; en la meseta inmensa sólo quedan los búhos.

«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)»

© de los textos, herederos de Ángel Barja© de las ilustraciones, Amancio González © de la edición, EOLAS EDICIONES

Edición a cargo de Alfonso García

Diagramación: contactovisual.esISBN: 978-84-16613-19-9Depósito legal: LE-77-2016Impreso en España - Printed in Spain

ISBN: 978-84-16613-19-9