rolando rivas, taxista

48
ON Los grandes éxitos de la televlsiôn ahora en novelas ' ,'. '.'.. l'ltl $ "l{ I irl,,r: . .i :,i..1: r ri, .,1 '.ïh' r.\t, { o, I ' r :i ii ;it \. i ". .t. ',1..*,"1 -;*;**m Rolânndo R[uas taxisüa @*-.4/lertt> JfQÿr"A La apasionante historia de amor que protagonizaron Soledad Silveyra y elaudio Garcia Satur

Upload: legaucho2

Post on 09-Jun-2015

4.057 views

Category:

Education


14 download

DESCRIPTION

Adaptación de Alberto Migré de la telenovela “Rolando Rivas, taxista” protagonizada por Claudio García Satur y Soledad Silveyra y que fuera emitida en 1972 por Canal 13 de Buenos Aires, Argentina.

TRANSCRIPT

Page 1: Rolando Rivas, taxista

ON

Los grandes éxitos de la televlsiônahora en novelas

' ,'. '.'.. l'ltl $"l{ I irl,,r:

. .i :,i..1: r

ri, .,1 '.ïh' r.\t, {o, I ' r :iii ;it \. i

". .t. ',1..*,"1 -;*;**m

Rolânndo R[uastaxisüa@*-.4/lertt> JfQÿr"A

La apasionante historia de amor que protagonizaronSoledad Silveyra y elaudio Garcia Satur

Page 2: Rolando Rivas, taxista

.,1lle*ortrepO

Rolando Riuastaxista

coLEccloNiî"*Ë--r* Ëls*-t-i--*ë-j

Page 3: Rolando Rivas, taxista

ROLANDO RIVAS TÆ(ISÏA

PRELUDIOVerana del 72

n I edia tarde. El calor agrieta el asfalto, te seca la garganta, ha-

IYI * brotar constantes gotas de sudor, gordas, que te van inun-

dando desde el cuello a los tobillos, por m6s que lleves bajas las cua-

tro ventanillas del taxi que salis a manejar temprano. El laburo alloja

en enero, la ciudad recupera cierta calma, aliviada por la emigracidn

a playas y sierras, por eso en ciertos momentos del dia o de la noche

sentis que en lugar de trabajar vas de pa§eo'

i4e gusta lo que hago. L,o hago con alegria, arin en pleno bo-

lonqui de tr6nsito, baches y pasajeros mufados con la mala onda, que

suben puteantes y §e bajan carajeando. '

Si, sefror: ime gusta de alma este trabajo!

Quiero mi boliche con ruedas. No lo cambio por ningün otro y

si para àrr"ho., la mia es una profesidn cualunque, la vivo conforme

y orgulloso a partir del momento en que levanto la cortina con esa pa-

irbà f.brlota de la banderita que me proclamaLlBRD'

Si parezco un agrandado hago mias las palabras del poeta Ro-

«lolfo M. Thboada, en su milonga dedicada al gremio: aos tw sabés,

muchaclw,lo que se aprende guianào un tacha, aos no sabés, mi aiejo'

Lo que sejuna por el esPejo.- Yle agrego: la vida misma. La vida ITODA! Miedo y envidia'

Pasidn y soberbia. Miseria, traiciones, un parto, un asalto' Un llanto'

hasta un secreto' porque la confidencia mâs insospechada surye du-

Page 4: Rolando Rivas, taxista
Page 5: Rolando Rivas, taxista

Alberto Migé

bre, cuando querfa hacerla reir: *Me hacés sentir una princesa des-

terrada llam6ndome asi-. Thmbién cometia el afano de una silaba pa-

ra dejarlo simplemente en Tesa antes y después de darle un beso. Alpadre, don Félix, lo enfurecia nuestro noviazgo. No me podia ver Ha-cia lo imposible por separamos y ella mansa, obediente, respetuosa,

atenuaba sus arebatos pidiéndome paciencia. No queria caryar con

el remordimiento de matarlo de un disgusto.

-aQué apurc hay para casarnos, Rolo? Esperemos un poco. No

lo puedo dejar solo y vivir con él seria un infierno. No estâ nada biendesde que muri6 mamâ. Es injusto con nosotros y sin embargo me re-

sulta imposible contrariarlo.àEra eso, Tere? àO a pesar del carifro sincero, profundo que hay

entre nosotros, tu coraz6n y el mio no alcanzan a incendiarse con la ve-

hemencia de un gran amor? Teniamos el uno por el otro una inmensa

temura y aunque nunca lo hablamos por miedo a hacernos daÉo o porno saber decirlo concretamente, lo nuestro se parecia mâs a una par-ticular amistad; rarayez inllamada por caricias o abrazos. [.4 pasÏdn

que nos cambialavida, que nos levantados centimetros del suelo, que

nos marca para bien o para mal, no trastornaba aquellos momentos en

la penumbra de tu zaguân, ni en los asientos de mi auto. Y no éramos

tramposos, Tere. Eramos como podiamos. Como nos habian ensef,a-

do. Como se acostumbraba entonces. âHabremossido los riltimos de

aquella especie? Vos defendias tu virginidad a muerte hasta el mo-. mento de casarnos y yo buscaba en una aventura mi desahogo sexual.

Ni loco te faltaba el respeto, cuando por ser el m6s vehemente me ex-

cedia. Vos te imponfas parândome en seco. iMejor o peor a como fue

después? No sé. No creo que lo sepa nadie. [o que aprendi con el tiem-po es que un AMOR asi, con mayrisculas, es un privilegio de pocos.

Ayer lei en el diario qte "nuestra crecietüe incapoàd,ad, para rel,acia-

twfircs unas con otros estâ, ll,egandn a proporcioncs aterrad,oras". Quebuen articulo . Que: "proüo l,afamilia, integrad,a por la madre y el pa-dre seni çonsiderad,a urw ucepci,ôn. Y oiaieron siempre felices es unade l,as oracioræs mâs trôgicos d,e ln literatura. Es trd,gica, dcbida a que

afi,rma unafalsedad, sobre la uid,a y ha ll,atad,o a, innumcrables genn-

raciones a esperar algo d,e la existencin huma nague rw es dable espe-

ROLANDO RIVAS TAXISTA

rar sobre esta ti.errafrôgil, irnperfeaa y defectuosa".

-No me gustd el articulo que me trajiste -me comentd la Te-

re.-. [,o rompi. Una vive amargada por mil motivos como para amar-garse mds leyendo esas cosas.

Tere vive en la casa que est6 frente a la mia y es modista. Ade-rnds, cocina como los dioses y a cada rato se hace una escapada paraconvidamos algo rieo que prepar6. Noé comi6 a cuatro manos la ros-ca de reyes casera: -Esta es rica-rubric6 terminante dejando de cos-tado la otra.

Frené la bronca de Matilde ddndole un mate oportuno que ata-j6 cualquier otro comentario apelando a la remanida pregunta: iC6-rno est6? â[,e cambio la yerba?

Mate. Se me hizo agua la boca cuando la luz roja del semrifomrne detuvo en la esquina, sinpasajero a la vista todavîa. Pensé irme a

casa a tomarunos matungos cuando la verde me dé paso.

iVerano del72!Media tarde, calurosa a mds no poder. Sed. Cierto cansancio.

Cierta fiaca o desgano. Afforanza de darme un chapuzdn en el mar. El

Jrrcsupuesto no alcanza para tomarne vacaciones. Encendî un puchoy la radio. Carlos Paiva canta un tango a los tacheros: "En qü esqui-

tla enîontraré los sueiws Eæ perdî o ocaso m.até. To,xi libre y ya lo ae:

yo estoy en ln ciud,ad,... tan solo o m,âs qun usted,".

oblé por Entre Rfos para tomar después Independencia. Subiel volumen de la radio:" Cad,a posqj ero que consigo leaantares un libro qctraiw que yo aprenda a deletrearseres con su cielo, con su infi,erno

con su,s ganas d,e reîr a d,e llorar!!!"

-iTaxiiiiii!!!-Chau mate -frené obediente un poco mâ9 allâ, sin ver toda-

v[a a quien me iba a ocupar.

-ifuenales y Coronel Diaz, gracias!

-iChau mate!

Page 6: Rolando Rivas, taxista

Alberto Migré

Era tiempo de bajar la banderita y enseguicla marcar el reloj'

En e[ rato cle hacerlo el taxi se per{unr6 integrn. En fija aquella mina

se habia puesto encima el fiasco integro' La espié por el espejito' Me

pesc6 isonriéndose! Disimulé canchero -calor zeh? -Pufffff- y se se-

"6 lu tru.r.piracidn de la cara con un pafruelito; para encender ense-

guiàa un faso. Recogi6 la pollera y se cruz6 las piernas' No mâs pala-

lrraso pero cada vez que mis ojos la buscaban en el retrovisor, encon-

traba los suyos grandes, insinuantes, clavados en mi nuca, hasta que

pasaclo Congreso el trânsito se complic6 un poco y me distraje' Al do-

trla, pnr A.e,",ales su mano toc6 mi cuello provocândome un escal«rfrio:

-trrés el pelo largo --el tono era acariciante' -Si -ZQuerés que te Io

corle? Corto bien, soy buena peluquera.

Marrtuve un gesto descrlnfiado d,e: ime estd's cargando? y sin

ser cle aquellos que salen ajoder en lugar de a ganarse el mango, des-

cubri que cierto müsculo se insubordinaba entre mis piemas, dejan-

do de responder a sus mandos naturales' Zme explico? Bueno' Aqui

voy, cmzando Riobamba, averiguando: -ZD6nde? iCuândo? -se que-

d6 mirando la ventanilla, haciendo la distraïda. Linda mujer. cerca-

na a los iuarenta. Poco maquillaje, buena piel' El pelo suelto, cles-

peinado por el aire caliente y un dibujo de sonrisa enigmâtica, pro-

metedora, rejuveneciendo su cara y excitândome'

Otra pausa inc6moda, hasta llegar a destino' Me paga' Le al-

canzo el vuelto, susurra:-1,Querés bajar'? -no espera contestaci6n. -['i-jate si podés estacionar pegando la vuelta'

iEncontré lugar!

I departamento es chico, con balcdn a la calle que parece de ju-

guete. Me convid6 café frio con lirn6n, azttcar y hielo' Me cort6

el pelo franeleante. Yo estaba clecididamente excitado. Evité paranne

milntras le consulté: -âCuânto es? -Y nns reirnos nerviosos diez se-

gundos hasta que clio el precio del corte (sin un guita de recatgo)' sal-

cladu la deuja, nos rnetimos en la cama. Ftre bhrbaro y extraiio. Des-

pués. fumancio un cigarrillo a medias quise saber' -àPor qué y'o? -Rir-que me sustâste.- una rara mezcla de rentortlimiento y bienestar nre

t0 lt

ROLANDO RIVAS TAXISTA

re<:orrieron întegro. Se me cruz6 la Gre un segrrndo y enseguida la con-firmacidn de que algo anda faltando, esas incontenibles ganas de rea-lirmar la virilidad, mâs el desconcierto de que alguien ocasional te ha-ga sentir bien, aunque la sensacidn no dure demasiado. Cerré los ojosy escuché como en suefios: -iÏe querés duchar? -Negué con la cabe-za a lo que ella insistid para hacerlo juntos. Bajo la ducha tibia parecidmolestarme que yo no vnlviera a ponerrne en situacidn, que evidencia-ra cierta incomodidad por el juego que me proponia. -Andâ, zonzo, ves-

lite y andate, junto al teléfono hay algunas tarjetas con mi nrimero, lle-vate una y llamame cuando quieras, chau. -Después de un beso cortost: acumrcd en la bafiera... y se quedd ahi canturreando mientras yorne secaba y vestia despacio. Tomé una tarjeta como me lo habia indi-r:ix.lo y antes de cerrar la puerta volvi a dejarla en su lugar

-Que bien cortado tenés el pelo -ponder6 Noé, dândome el pri-nrer mate. -r,Ïè parece?, le contesto haciéndome el burro. Genial, me-jor tlue nunca, insiste ella entusiasmada. -iA qué peluquerîa fuiste?

-por...Coronel Diaz y Arenales. Aproveché que habia poco trabajo.

\I*r" Oel 72. Porentonces, segün el viaje que nos tocara en suer-

V te o por previo acuerdo, soliamos reunirnos en el Bar Palermorlc Las Heras y Paunero. En el Dilecto de Cdrdoba al mil cuatrocien-Ios. En el bar Ferrecio de Caseros y Montes de Oca o en La Tablita del )i rectorio esquina Curapaligüe.

Mi barra estaba integrada por el abuelo, un cincuentdn simpâ-tir:o que amenizaba los encuentros imitando a los mejores cantantesrle tângo, incluso a la mismisima Azucena Maizani (con el mayor delos respetos), segün sus propias palabras por el Flaco y Ratita, por el(.ir:atriz y Cortito, un petiso simpaticdn y buenazo que se habia con-vrrrlido en mi mejoramigo. El fue quien intem.rmpid una noche una re-ùirla partida de billar que disputâbamos en el café de Boedo y Esta-

rkrs Unidos para presentarme a Magoya, de quien jamâs supe su nom-l,rr: vcldadero. Alta, rubia, dicharachera, era Llna de las pocas muje-rrrs (lue se atlevfa a manejar un taxi, sabe Dios por qué revés senti-rrrttttal y econtimir:o. Aquella noche que nos conocimos una inquie-

Page 7: Rolando Rivas, taxista

Alberto Migré

tante noticia c:onmovîa a Buenos Aires'

-Tiempos duros tros esperan --{:oment6 con v()z rollca sumergi-

da en una preocupar:i6n que Ios demâs no compartieron' Celebrâba-

mos el cumpleaf,os cle Cortito tomando cerÿezay comiendo pizza' Un

g*po e*t.emista habia ocupado la sede del Banco Nacional de Desa-

loilo du.unte ocho horas, reduciendo al personal de vigilancia' Lle-

garon al tesoro, se llevaron quinientos rnillones de pesos y documen-

tos importantes.Bronca y tristeza, inclignaci6n general provocada entonces por

aquél pibe de veinte aiios, que causd estupor con el relato de sus on-

ce homicidios. Carlos Robleclo Puch atrapado' Y poco después Loc-

che perdiendo la corona ante Joe Frazer'

Era marzo. El calor se resistia al rltorio (:ercano. La gente vol-

via de sus vacaciottes, la ciuclad recobraba su enloquecedor ritmo ha-

bitual.En la casa, Ias cosas mâs o metros' Juanjo aprob6 clos mater-ias

y se qued6 con una previa' La pelea Noemi vs' Matilde bate records

â. .orn.l. sin que haya juez que consiga dar por terminado el rencor

que las enfrenta. Quique asegura que en ese clima es imposible estu-

iiu..n la casa. Se levanta tarcle, toma uttos mates, dice que va a la fa-

cultad o a la casa cle un compaiiero donde lo pasa nrâs «:(rmoclo' se bo-

rra hasta la noche tarde. Sus pt'omesas de rnejorar quedaron en poco

y nada. Nené empezd cuarto grado y quier-e estudiar piano' Segün No-

t*i, no ha,v que fmstrarla -Mirâ si resulta una Martha Argeric'h-' cla-

ro, hay que comprar un piano aunque sea cle segutrda o tercera mano

-Sé que'". un sacrificio, Rolo, lo podemos sacar a plazos' si te pare-

ce. -Vamos a ver, esquivo no muy convencido'

Hoy Teresa me confesd llorando que el paclre la quiere casar

con el ferretero de Carlns Calvo y Colotnbres' (lue se r1ued6 viutlo tlon

doshijoschicos._l.Yvos?_irrdagoaquelnal].()pel._Tètluieroav()S.y,o"ub.uruconmovida,tnientrasartrisenreettsatrchalacertezadeque son s6lo palabras' Asegura una cosa 1;ero ha«'e otra' Terrninalra ha-

cienclo siempre lo tlue quiere el padre'

N{e siento atrapado por una rutina agobiante' sin esperanzas

Concl.etasnielcachitocleoptimisnroyaleE.îairrrlrrest.irrrlill|espartr

12 13

ROLANDO RIVAS TAXISTA

salir a pelearla al clia siguiente' Toclos los clias me parecen iguales' has-

ta los sâbados y domingos en los que no me tomo franco para encanu-

tar la plata que haga posible la compra delpiano' Nené estâ muy ilu-

I;iuruà., no quiero que le falte el apoyo y Ia comprensi6n que yo no

tuveo cuando la vida me convirtid de un momento para el otro en pa-

dre y madre de todos mis hermanos'

Por aquellos dîas levanto un pasajero en Once que cargaba dos

pilas de cajas. Hubo que meterlas en el baril' [n llevé hasta Ezeiza mien-

,rr" ^" cÀent6 que fabrica calzado' que no le van bien las cosas y un

pariente que viajà a Miami periddicamente resolvi6 darle una mano

"o*p.an,lnl" aquello. pares' que a §u vez' revenderâ a buen precio'

Me quedé esperando mientras él resolvia con el familiar cômo

,lespacharian la mercaderia' Las cajas las dej6 en el baril a manera

de garantia, para que no creyera que se haria humo'

Se hizo humo, el muy cretino' Nunca volvî a verlo' Después de

una espera por demâs prudente abri moles,to la tapa y empecé a revi-

sar las cajas una por r.ru. La famosa picardia portef,a' Sdlo habia car-

tones y papel de àiario viejo dândoles cierto peso' cai como un chor-

tito. fa;e; todo aquello po, no pagar el importe del viaje' Estaba de-

colando un avi6n en el que seguramente se irïa contento de su haza-

iia, si me lo cuenta un colega no lo creo' La calle es siempre un asom-

bro. Puteo bajito, lo reputeo, mientras amago irme mortificado' un

maletero "*puj".,do sucarito repleto de valijas acaba con mi furia:

-Ligaste ,., ,iuj. de aquéllos, var6n-' Lo seguia una mujer despam-

pu,rîrrt", "r"o.,âidu

deirâs de unos inmensos anteojos ieqro3' Nola

hrbi"ra reconociclo. Por el changador supe que era Nélida Lobato' Se

desencontr6 con la persona que debi6 ir a buscarla' no hay mal que

por bien no venga. Èl ,i"jo refrân disipd mi mal humor' Mejor dicho

io disip6 Ia corJialidad, la sencillez, el encanto de los que ella hizo

gala durante el trayecto de Ezeiza hasta Palermo' A la propina que me

àin 1*uy suculenta) en el momento de pagarme agregô una tarjeta con

su nomlrre que clecia: "Vale por un palco para mi nueuo espectdculo en

El l\,lacionaL". Y allâ fui semanas después, con Noemi' Tere y Juanjo'

a los 4 nos deslumbrd su trabajo en el escenario' Nos dimos incluso el

lujo cle ir a saludarla al camarin -iiiiiUNA DIOSAII!!: actuando y per-

Page 8: Rolando Rivas, taxista

Alberto Migré

sonalmente- fue el comentario undnime. Teresa y Noemf comentaron

aquella noche hasta el cansancio con todo el barrio y otro tanto hizo

Juanjo con sus compafieros de estudio y del Club Social Boedo. Y yo

fui feliz por partida doble. Fue un gusto enorrne que una mujer de sus

kilates me distinguiera de semejante manera y un modo de revalori-zar mi simple profesidn de tachero. De ese momento tan hermoso cap-

té una melancolia especial en la diva que aparentemente Io tenia to-

do, fama, dinero, afectos y que sin embargo tantas veces adrnitiô en

sus reportajes sentirse sola.

toflo del 72.Unfrfo atardecer de mayo, al cabo de un dîa ago-

tador de trabajo, mi vida de tipo comtin, sin demasiados alti-bajos, con mâs bajones que picos destacados, iba a sufrir un cambio

fundamental.Para mîlacalle, no lo digopordecir, fue una formidable escuela

y una excelente facultad donde me recibi desentrafrando infinidad de

emociones. Un duro aprendizaje en el cual cre( gastados todos misasombros. No era asi. Para nada asi.

Alguien se meterâde prontoentu taxi y en tu vida sin pedirper-miso, Rolando. Dejé a una abuela deliciosa en Libertador y Maure.

Pitucona y simpatiquisima, volvia de cuidar a sus nietos. Sin que se

lo preguntara me cont6 que tenia 84 afios y vivia solita. Que la sole-

.dad no la angustiaba porque l0 nietos se disputaban su ternura. En-tre una y otra confidencia me pedia impaciente que apurara. La traïaa una velocidad prudente y me llamd la atencidn su estimulo para que

acelerara. Averigüé si se trataba de una emergencia y la grandfsima

picara me contestd (como fuera de cacho) si conocia el cuento de laovejita impaciente. Pensé que chocheaba. Qué esperanza. El cuento

era cortito y simpdtico como ella. Empezd a contarlo ligerito con voz

socruîona, mientras yo, obedeciéndola, aceleré. Una oveja blanca cru-za un prado precipitadamente y le consulta a otra que pasta:

-êNo sabés d6nde estâ el rebafio? -y la que estâ comiendo lecontesta preocupada: -ZTe perdiste? -iNo, me remeo! -Yo largué tal'carcajada. À lo que ella agreg6: -Esa es la cosa-.

14 15

RO1ÂNDO RIVAS TAXISTA

No paré de re(rme hasta que se baj6' Un viaje corto que me ne-

gué a cobrarle.Insistiô extendiéndome un billete desde la vereda' Vaya"'no

pierda tiempo...vea que no alcanzaelrehaiw' Escap6 como una mu-

"h""h", mientras me gritd un cristalino y risueflo: iGMCIAAAS! Me

quedé riendo hasta que desaparecid metirindose en una importante ca-

à de d"partamentos. Arranqué despacio', deseando volver a llevarla'

R"ru r", uno piensa eso cuando un paserjero se baja' En la mitad de

cuadra prdxima descubri un barcito y tu!'e ganas de tomar un café an-

tes de ir a casa. Paro, cuando simultâneamente alguien se meti6 en el

auto abriendo la Puerta tra§era.

-Aroyo y Suipacha -dijo la voz plepotente'

Sediovueltamolestoparacontestarlequetomaraotrotaxi'[,a entrevid en la penumbra. Era joven' Parecia agitada' Lleva-

ba un delantal de colegio en el brazo y u4 par de libros que acomod6

sobre su falda.Por no discutir no le hizo caso' Se tr)uso en marcha y se dedic6

a espiarla por el espejito retrovisor' I^

-âQ"" hace? -Duda, repitiéndose Ia pregunta mentalmente'

sin articular palabra-.

-âLlora?-fuivariascuadrashastâsonorizarelinterrogante-.-âLlora?-Ellaledevuelveunamiradarabiosaydesesperada.

[,a respuesta es un movimiento nervioso con el que abre Ia puerta del

coche en plena marcha y se le tira del taxi-'Fren6 violentamente unos metros nnâs aII6. corre a socorrerla

sorteando bocinazos, otras frenadas y alannas de los autos que pasan.

-âQue hizo? ZEs loca, Por qué hizq' eso?

Intent6levantarla.I,aindignacidnylaangustiaSeentremez.claban. Læ parecid que estaba muerta' Ya se acercaban los primeros

curiosos. -âQué Pas6? -àC6mo fue?

La carg6 a su pesar y se abri6 paso resuelto' La acost6 en eI

asiento trasero del taxi cuya Puerta quedd abierta' Entoncçs la eseu-

chd quejarse. -Vive, a Dios gracias' El Zqué pas6? y los Zcômo fue?

." huciar, mâs hostiles. -No lo sé. voy a llevarla al hospital mr{s pr6-

ximo.

Page 9: Rolando Rivas, taxista

,[lberto Migré

Algunos coches lo siguieron hasta la puerta del Fem6ndez y des-

pués de verlo entrar con ell.a en brazos siguieron su camino.

e fum6 todos los cigarrillos de un atado recién empezado, mien-

tras esperd m6s de unm hora gue aquella pesadilla terminara. Un

agente de policîa se acercd, a pedirle gue lo acompafiara hasta su taxi.

-iPor qué? âPara qué?

[a pasajera asegura tlue eerr6 mal la puerta y es necesario cons-

tatar si fue un descuido o nqgligeneia suya al no tenerla unidad en con-

diciones.

El agente abri6 y cemd las dos puertas traseras mris de diez ve-

ces. Desde afuera, por dentro. kob6 las trabas que funcionaban alpela reiteradamente. [,e sonrid aliviéndolo: -iZafaste!

Con todo, ella demord en salir de la sala de guardia media ho-

ra m6s. Cuando lo hizo, Rolando vio que tenia un par de moretones en

la cera y en la frente. Adernds renqueaba. Ie pareci6 una nenajugan-

do a la rayuela, aqueljuelo de las chicas dibujado con tiza en las ve-

redas y calles de los barrios donde agonizd con el Ant6n pirulero, el

Martin pescador, el pisa{risuela eolor de ciruela. Cudntas lindas co-

sas perdi6 en Buenos Aires. Entre ellas' los juegos de los chicos en la

calle.Rolando la esperalra con una p6lida sonrisa. Ella hizo un di-

minuto mohin con la naÀz y siguid de largo. Quedd desconcertado

cuando el médico le comentd gue Ia chiea se habia negado terminan-

temente a que avisaran a la familia. E inmediatamente lo comprome-

ti6: -âUsted la aeompaffa'l -Por supuesto.

Dio las gracias y fule tras ella: -i[a saqué barata!

Ya sabia su nombrer, Lo averigud mientras el agente probabalas

puertas del taxi, al rescatat'del asiento una carpeta de apuntes con una

etiqueta: Mdnica Helguera Paz. Quinto Afio A.

Por eso pudo alcanparla en la vereda del hospital por la,que se

alejaba maltrecha y llamarla: -Mdnicaaaaaaaaa-. Ella intentd esqui-

varlo. El reafirmd terminante que la acompafiarfa hasta la casa. Se lo

habfa prometido al médiero y cumpliria. La vio tan pâlida, sin fuerzas

16 17

ROLANDO RIVASTAXISTA

para contradecirlo. En ese momento decidid meterla en un café que

estaba a un paso, en lugar de exigirle que suliiera al taxi y le dijera

donde viüa.Mdnica tom6 eI café con gana§ perc sin mirarlo y Rolando sin

quitarle los ojos de encima descubrid que habia superado el fastidio

y ",

.r, .""*pl"r, una particular ternura lo invadia' Quiso saber si

estaba metida en atgun i(o. As( se enterd que se trataba de un aplazo'

Sin mr6s detalles ella buscd dinero en un bolsillo y se lo dio' -C6bre-

se el viaje, la espera y lo que estd en la mesa' Volvieron a pelear por-

que él aceptara uqrr"iniU"t". Se impuso la rotunda negativa: -iDe nin-

guna manera!

ra de noche cuando llegaron a la puerta de la casona imponen-

te. A Rolando le parecid e§tar en otro pais, en otm mundo' Es-

cucha un gracias diminuto y el chirrido de la puerta de la verja que

etla empuja con cierta dificultad. læ da una riltima ayuda y ella que-

da con sus libros, su guardapolvo, en el pequeffo parque' mientras él

cierra permaneciendo afuera, tomado de la reja sin poder evitar mi-

,*1", i'gu"l que si quisiera aprenderla de memoria para después pin-

tU". iîu., tr"go éf q,r" en su vida fue capaz de hacer el dibujo mds

simple! M6nià q,ri"bru el silencio incomprensible con un chau in-

significante y alltnzahacia la casa propiamente dicha varios metros

m"6s allâ. El la detiene con una media ÿoz grave y entrecortada por

una inexplicable emoci6n: -Tengo hermanas a las que por-nada del

mundo qri.i".u gue les pasara por Ia calle algo igual' Mdnica se de-

tiene asombradita y regresa después de un segundo con paso insegu-

ro. Ia voz es mâs grave y p"r,"J" y hs palabras huelen a café y taba-

co ricos. âGnto lio por una mala nota? âQuién no se sac6 una cuando

chico? [.a hace sonreir sin ganas -Vaya, haga el favor y cuénteselo a

la mamâ o al papd en lugar de ahogarse en un vaso de agua' Vaya y no

vuelva a querer ,r.rn"u Lâ" hacer unp cosa asî por un aplazo' Vaya'

Cante todo antes de decir buenas noches'

M6nica mantiene la sonrisa mientras piensa que e§ un tipo in-

creible.

Page 10: Rolando Rivas, taxista

Albeno Migré

Rolando se entusiasma, aconsejando y ya la tutea: -Vos entrâs

y lo larg6s de golpe. Viejos, soné en... (duda) mientras mezcla simprl-

tico -âEn qué sonaste?

-Matemâticas...-También...-Geometria del espacio.

-Nada menos. Los viejos lo van a comprender, No tengas miedo.

Estira un solo dedo. El indice y lo apoya sobre la nariz de ella.

M6nica apenas retrocede. -âTe asusté? -iNo! âCdmo te llamâs! -Ro-lando. Rolando Rivas. Y agrega bajito. -Servidor.

A Mdnica se le ensancha la sonrisa que de pronto contiene.

-ZNo estarâs pensando que soy un programa, no? Rolando se defien-de vehemente: -Ya tuviste que embarrarla, nena. Mdnica le retruca al-tanera -Tengo 17 aflos. Y él se asusta.

Simultr{neamente se encienden mâs luces. Se abre la otra puer-

ta y asoma una mucama que averigua: -ZEs usted, nifla M6nica? -iSi!Estoy entrando.-Apürese, su papâ estâ furioso.

Otro chau los separa. Ella desaparece, él vuelve a su auto. De-

mora en ponerlo en marcha. Se queda mirando la casa. Aquél es otro

mundo. Læ cuesta irse.

oy su calle le parece m6s oscura. No es que falte luz, es que

sin saberlo vuelve encandilado.

Sin bajar del taxi recién estacionado se queda mirando su casa y al ca-

bo decide gue este fin de semana repintan4 el frente y le darâ un barniz

a la puerta de entrada. La ventana de Teresa estâ entreabierta. Teresa

intemrmpe su trabajo calculando gue es la hora en la que él vuelve.

Trata de llamar su atenci6n con pequeflos chistidos insistentes. Nada.

Ensaya algunas seffas. ilo estarii haciendo en broma? Sale con una ex-

cusa cualquiera para no enterar a don Félix. Cruza r,âpida. Desearga

sus nudillos sobre el vidrio del auto. Rolando leacciona. Se encuentra

con un beso que a él se le congela en los labios. iLa pregunta de rutina!iEstr4s muy cansado? -Fusilado. -Pobre. Y escapa nâpida argumen-

tando: -Te dejo tranquilo. Después cruzo, cuando papâ se duerma.

18 19

ROLANDO RIVAS TAXISTA

Dese6 que don Félix tuviera insomnio aquella noche.

[.os dos entraron a su casa simultâneamente.

Ya en el patio de la suya, Rolo contuvo el grito habitual: -Ue-guéeeee- para colarse en Puntas de pie en la sala, igual que un rate-

ro. Consultd rdpido la gu(a telefdnica. No habia demasiados Helgue-

raPazy la direcci6n en que habia dejado a la nena que le ocasion6 el

problema, el teléfono funcionaba a nombre de Fernando Helguera Paz'

Lo anot6 n{pido en su agenda. âQué estaba haciendo?

-àQué hacés? -preguntd Noemi simultâneamente abriendo la

puerta- iPor qué no avisaste como siempre que habias llegado?

No supo qué contestar. Si, que se ahogaba de vergüenza'

Q" a..p"rt6 sobresaltado. Le habia costado dormirse. Encendid

)-).1 velador y la hora lo indign6. Apenas las dos de la maflana' 56-

lo habia descansado una hora. Decidi6 levantarse a ir a tomar unos ma-

les a la cocina. isolo! Libre de las quejas constantes de Noemi y los

pedidos: -Tildo est6 por las nubes. Carisimo. ZCuânto me podés de-

jar? Revisale el cuaderno a Nené, hoy tenia que resolver dos proble-

rnas muy dificiles. No puedo acordarme de la regla de tres compues-

ta. Tirale unos pesitos a Juanjo. Estâ haciendo buena letra. El no se

anima a pedirte. Matilde me rompid a propdsito otro plato del juego'

[']s una inritil. Una destrozona. Una mal nacida. -Tomar mate solo y

repensar ese encuentro que le habia movido el piso. Que los dejo pre-

,,cupado. ZPreocupado? ZNada mâs?

Al cruzar el patio un opaco resplandor le hizo pensar gue algo

se quemaba o alguien olvid6 el gas encendido en la cocina' iNo! Ma-

tilde, su cufrada estaba ahi a la luz de una vela hojeando una revista

y también mateando casi en penumbras. Se levant6 asustada cuando

lùrlando entr6 y alcanzd a ver que s6lo tenia puesta aquella enagua ne-

gra cortona y audaz. Dejd escapar un suspiro de alivio. -Me asustas-

tr:. Pronunci6 como atenuada la voz por una sordina. Rolando le ma-

rrifiesta incfmodo que evidentemente los dos tuvieron la misma idea.

Anraga irse. Pero ella no lo deja. Se para a cebarle un mate de la pava

irl)enas apoyada en el quemador de gas puesto en minimo. Repara en

Page 11: Rolando Rivas, taxista

Alberto Migré

que est6 descalza. -Tè vas a enfermar' Ella levanta los hombros como

asegurando que no le importa. Cae un bretel. Asi le alcanza el mate"'

aI que le puso cascarita de naranja. Como a él le gusta. Io acepta con-

trariado, lo toma por cumplido. àPara qué se habrâ levantado? -Lo que

me va a enfermar-dice ella- ies la vida que me da tu hermano!

Y apura: -iMe casé con el hombre equivocado! Rolando amaga

una defensa que resulta inütil. Ella lo acribilla con la frase: -àPor qué

no me habrâ tocado un tipo como vos? No es Ia primera vez que advier-

te las imprudentes insinuàciones de la Maty, sus miradas hümedas, los

calculados encuentros en el patio, tarde, cuando los demâs duermen y

ella se empefla en que parezcan casuales. Hacer como que no se da cuen-

ta de que se le estâ regalando. Pasar por buenudo como diria Noemi por

no increparle que su tolerancia es rayana con la boludez. Noe no diria

boludo nunca. Detesta las malas palabras' No es boca sucia.

Matilde se le queda cerca, casi agazapada. El termina el mate

a la muda y cuando se lo devuelve pone los puntos sobre las ies:

-l,os problemas con tu marido tenés que arreglarlos con él' -âYsi no hay areglo? -Sepârense. -ZAsi de fâcil? --encara ella. -Sé que

no es fâcil, âpero cuando no hây otro remedio? Ella se hace la mdrtir

acusando al Quique de arminarle la vida. Y agrega un rosario de pro-

testas. No me da un peso. Estamos viviendo de prestado. Yo no me chu-

po el dedo. Seguramente tiene otra. Lo que es a mf... hace tiempo no

me toca. No existo para é1. Y sigue -àSoy linda no? Soy joven y estoy

convirtiéndome en una neurasténica por estas ganas de hacer el amor

con quien sea.

Rolando, en su simplicidad nunca habia entendido por qué se

impuso la costumbre de llamar ào cer el amor a revolcarse en una ca-

ma o donde fuera con alguien sin que un solo beso, caricia o roce tu-

viera absolutamente nada que ver con el cariflo verdadero. Matilde

no sentîa el menor cariflo por é1. Buscaba una revancha, como él bus-

caba a veces a una mina con quien el antes parecia maravilloso y el

después insoportable. Pero qo era cuestidn de ponerse a explicar eso"'

ni el momento indicado. Le aconsejô sincerarse con Quique- Enten-

derse o terminar. Peg6 media vuelta e intentd salir de la cocina' Ma-

tilde lo abraz6 sorpresiva suplicândole que la ayudara. En ese momento

2021

ROLANDO RIVAS TAXISTA

aparecid Juanjo, en pijama a buscar un vaso de agua' Matilde sus-

pendid el abrazo. Juanjo lo habia salvado y al mismo tiempo lo eon-

den6 con una mirada m6s elocuente que cualquier reproche'

Rolando vuelve a su cuarto mortificado. Juanjo toma el agua'

Matilde se hace un mate y vuelve a hojear la revista. Juanjo espera una

palabra que ella no dirâ, entonces se despide con un cortante hasta

maflana, Matilde le responde con dulzura, ir6nicamente' -iQue des-

canses, lindo! El Juanjo se fue derechito al dormitorio de Rolando. En-

tr6 sin llamar. Lo encarf como vengândose de tantas felpeadas recibi-

clas. -zQué estâs haciendo? Rolando lo fren6 con cierta energia para

contestar mânsamente: -Aguantando hasta donde sea posible, por

Quique. -âY si no podés mâs? -Preguntâmelo entonce§' Y cuidadito

,:on contarle a Matilde lo que no es verdad. No caeria tan bajo' Juan-

jo no sali6 de ahi muy convencido. Es que secretamente necesitaba

pescar a Rolando, tan bueno y formidable siempre"' pescarlo en un

renuncio que aliviara aquella sensaci6n de que entre todos ellos, es-

taban jodiéndole la vida.

urmi6 otro poco y mal. El amanecer lo sorprendid con los ojos

abiertos, fumando un cigarrillo. Lo apagd enseguida' Estaba fu-

mando una barbaridad. se puso la bata de toalla que le hizo Teresa,

calzd las chinelas y fue a ducharse. Rob6 del patio una hoja de men-

ta que mordisqued durante el bafio para quitarse aquel gusto amargo

,le ia boca que no era s6lo asco por tanto cigarrillo. Era aquella rutina

rle noria que lo tenia agotado y alavez empezaba a sublevarlo'

Noemi ya estaba regando las plantas' Antes de darle los bue-

nos dias le preguntd si habîa secado el baflo, él prefiri6 mandarlaaa-

aa (tom6 aire) a ver, en lugar de consultarlo'

Matilde fue a lavarse la cara y los dientes' El bafio estaba im-

pecable. Reconoci6 ante el espejo orgullosa que el Rolo era un santo'

, Rolando busc6 el camino de la sala, no el de su dormitorio' pa-

ra vestirse.Descolg6 el auricular del teléfono y marc6 aquel nûmero sin

r:onsultar su agenda. Ya lo sabia de memoria' Le parecid la voz dor-

Page 12: Rolando Rivas, taxista

Alberto Migré

mida cle la nena que se tir6 de su taxi. âo eran sus ganas cle volver aescucharla o, de poder preguntarle si estaba mejor? No se anim6 ahablar. Del otro lado cortaron

Tere baldeaba la vereda cuando él sali6 a repasar el taxi que dor_mia en la calle. G aconsejo guardarlo en un garaje, insistia Quique deun tiempo a esta pâfie. Mirâ que las cosas estân cambiando-. Nà seastan confiado por mâs seguno y alarma que tengas. _Sac6 cuentas y nollegaba' Estaba ahorrando peLra er piano de Nené. El barrio era tran-quilo. Especialmente su cuadra, en la que era muy querido y donde unpar de vecinos jubilados le ofrecian la estima d" ci".tu ,igil"n"i". DonFélix tomaba mate en late*aza,vigilante también, po. lo"qr. G."ï;prudente en su saludo. Rolando se hizo cargo de l".itru"iin, dio 3 o 4plumareadas mr{s y dej6 que aquella contenida viaraza estallara al me_nos una vez. Plantd el plumero y saludando a don Félix a voz en cue_llo, fue derecho a quitarle a Tère la escoba de la mano.

-iNo!-isi!Gana é1. Don Félix se asom6 tanto para ver qué pasaba en su

vereda que casi se cae a Ia calle. Los 3 pareciu, "."uprdos

de unapelicula italiana. Tal cual. Rolando y Tbre forceje"ndo po. Ia escoba.-Dejâ que termine de bardearte ra vereda- mientras Tbre se resistianerviosa. De arriba lo que cay6 fue el mate y don Félix contuvo un in_sulto' Intentando bajar precipitadamente sà tuerce un pie en la esca-lerita angosta quedando maltrecho sentado

"n ,n

".""16r. Oy6 la risa

de Gresa entrando: -Papâ, Zes su mate, no? _Noooo. _âC6mo no?-iNoooo! Tère lo puso en la cocina de todos modos para superar er tran-ce volviendo a cebarle. Rolando entra er balde y lu

"."ob" mientras

anuncia: -Listoooooo. -Gracias, loco querido. _De nada. _Fue paraque algün vecino mal pensado deje de considerarme un feo tipo queno merece estar cerca tuyo.

Don Félix retrucd sin poder moverse del escaldn en el que es-taba sentado:

-Que lo reparid -pero bajito, no fuera cosa que aquel fulanode enfrente al no poder quitarle a Tere por las bu"nas to t,i"i"., fn.las rnalas.

22 23

ROLANDO RIVAS TAXISTA

Rolando vuelve a lo suyo mientras Tere ya estâ alcanz6ndole al

lradre (como si nada hubiera pasado) un mâte, -âVio lo que hizo Ro-lando? -le coment6 risuef,a. Se trataban de Ud., ültimos padre e hija,:on aquella distancia que hacia mâs dificil el carifro. Don Félix se to-rn6 su tiempo mientras pasaba el mate para salir con un domingo 7.

-Sabe que veo poco y mal. Tengo que operarrne de cataratas, diga querne da miedo y no me decido a hacerlo. -àPor qué lo odia tanto, papâ?

-Porque es taxista. -aPor eso nada mâs? -Porque uno de esos foraji-rlos se llev6 por delante a su mamâ, matândola en la maldita esquinar le Boedo y San Juan. Y Teresa qued6 callada por no contradecir al vie-jo terco y resentido de su padre. Hacerlo era peor. Lo ponia mâs furiosot intolerante.

En la calle Rolando termina de repasar su auto. Al sacudir una,L: las alfombras traseras del taxi, algo brillante rueda al suelo. [o re-toge enseguida. Es un prendedor de oro con la letra M en relieve. Lo;rpretô con alegria en su mano. Ahora tiene un motivo para llamar. Gm-lrién para volver a verte, M6nica.

T a niia no estâ. Fue a despedir a su papâ aùzeiza,habla Conza-I 'lo, el mayordomo. iQuiere dejar algo dicho?

llrrque no Ie cree cuelga. Noemi le pega el grito de que vaya a desa-yunar. Ahi estâ Nené esperando impaciente para que la acerque has-lir la escuela. Y con ella lleva en su taxi a cuatro compafleritas mâs has-trr el Maria Auxiliadora. Después empieza a laburar. Como tan bien locuenta el tango:

"Thxi libre ya lo sé...

aL banco Prouincialque h.oy uence el pagaré...

Taxi Libre... ya lo sé

uolando al hospitalque nace ya el bebé.

Th.xi libre... ya lo sé:

a la General Paz,

conozco ya ese hotel.

Page 13: Rolando Rivas, taxista

Alberto Migré

Thxi libre para Ud.

y usted nunca sabrd

que yo también lo sé".

Al mediod(a no pudo contenerse. En lugar de parar a tomar

una gaseosa y picar algo resolvid estacionarse a un paso de Arroyo y

Suipacha. La suerte estuvo a su favor y diez minutos después vio lle-

§ar a la nena en otro taxi. Se baja râpido y la alcanza cuando cruza Ia

verja. -Mdnica- ella gira para mirarlo incrédula. El pasa su brazo por

la reja mostrândole algo que el sol hace brillar en su mano. Reconoce

el prendedor. Le agradece el reintegro. A pleno dia Mdnica le parece

mâs chica pero a la vez mâs linda, con un encanto especial que [o per-

turba y atrae. Las manos se rozan cuando le entrega el prendedor, Ro-

lando late de la cabeza a los pies y ella recién descubre que es alto,

moreno, no lindo pero muy atmyente. lntenta darle una propina. -Meofendés. -56lo quiero agradecerte. -Okey. Invitame a tomar un café.

-ZAqui? -Donde quieras. Ella vacila un momento y resuelve:

-Estâ bien. Pasâ. El no cree lo que estâ oyendo. -iPreferis otro

lugar? Rolando dice a duras penas -No, no. De acuerdo. Y entra. La

casa lo cohibe. Lo asombra. El pensaba que vivîa en una casa grande.

Aqui caben 3... 4 de la suya. Cruzan un largo corredor que desembo-

ca en un pequeflo vestibulo. Ella abre otra puefia que da a un parque

amplio y fragante. Avanzan hasta una pileta de nataciôn bordeada por

mesas con sombrillas. No hace calor, pero Rolo transpira. Se sientan;

ella toma un teléfono sin cable que estÉ sobre la mesa y antes de ha-

blar lo consulta:

-ZCafé'? l.Una gaseosa? âO un vermouth con ingredientes? [,o

estâ sofland-o. No se despertd. Carraspea con la garganta secâ para con-

firmar un café. EIla oprime insistente una tecla que estâ en el auricu-lar y pide un café y un jugo de naranja. Cuelga. Se miran. Si, es un

sueiio, Demora etr reaccionar. -iEstâs mejor?- pregunta af6rricarnen-

te, sin conseguir componer su voz. -Mejoa gracias. Mrinica tiene los

ojos color avellana, un pequeiio rasguflo en la trariz chiquita, porque

mâs grande tro r:abria en ella. Labios mjos. sin pintar. Apenas rnaclui-

llada con una base suâve que atenüa los moretones causatlos por la ca-

îda. La mirada cle Rolando se clava incontenible en la blusa hajo la

24 25

ROI.ANDO RIVAS TAXISTA

<:ual los senos se insinüan como dos pequeflas palomas impacientes a

punto de volar. Apel6 a encender un cigarrillo para quitarle la vistarle encima.

Mdnica observd sus manos. Grandes, elocuentes, surcadâs porlres o cuatro venas que parecian un tatuaje sobrio, elegpnte. Las ma-

nos que la rescataron de.la angustia del dia anterior, como su papâja-rnâs lo hizo. Entonces volvid a expresarle su agradecimiento después

rlt: lo cutrl se par6 nerviosa poniéndose al sol. Comentd cambiante que(:râ un hermoso dia y lo invit6 a darse un chapuz6n. El sonri6 entu-siasmado e inmediatamente se excusa por la falta de ropa adecuada.z,(limo podia imaginarse esto? Ella le ofrece acompaflarlo hasta losvcstuarios (que estân a un paso) donde seguramente habrâ alguna que

kr venga bien.

Quitândose la ropa y probândose un par de shorts, Rolando se

1»rrrgunt6 qué estaba haciendo. Ya no era cuesti6n de echarse atrâs.

Sali6 del vestuario con timidez, descalzo, con una toalla al hom-l,rrr y aquel pantaloncito azul que parecia a medida -àC6mo me que-rla'/ A Mdnica un deleite inexplicable proveniente de los sentidos, la,rlrligd a admirarlo por primera vez. Le pareci6 otro tipo. Lo simplifi-cri lxrnderândole el buen lomo que tenia. Rolando se dio vuelta. ZQué

rrrirds'? Y él encarândola le explica que buscaba a la personacon quienclla estaba hablando, otro, que no podia ser é1. Se r(en un momento.

Sr, rniden. Se estudian. Pequef,as marchas y contramarchas que al se-

p,,rrnrlo de conocerse establecen entre varones y mujeres preferencias

v llt-<;hazos aparentemente incomprensibles, a menudo ajenos a la ra-z, rrable convenienr:ia.

Conzalo, que es alto como un jacarandâ, se aproximd a ellos lle-r:rnrlo una bandeja con lo que Mdnica pidi6 por el intemo. -Me per-rrrili agregar unas galletitas saladas- dijo con un vozarrdn que disi-rrrrrlalla la ternura y Ia preocupaci6n que M6nica le inspiraba. Rolan-r lo, rrrovido como por un resnrte dej6 la toalla y sin comentarios se zam-

l,rrllti. Conzalo aprovech6 para reprocharle a su nif,a de d6nde habia',,r,'iul«r a ese tipo. Quién es, etc, etc. -En ausencia de su papâ y de la,,'rr,rra Odile yo soy el responsable de todo. De usted principalmente.Nlrinica tampoco pudo traducir coh palabras que un gesto y una mi-

Page 14: Rolando Rivas, taxista

Alberto Migré

rada de ese desconocido terminaban de dictaminar la intensa rela-

ci6n que mantendrïa con Rolando de aqui en m6s'

Gonzalo se alejd advirtiéndole que esüaria vigilando a distan-

cia prudencial. Rolo sale del agua mr4s tranguilo. Mira hacia todas par-

tes. Ella no estâ. Saborea el café con gusto, enciende otro cigarrillo.

Mdnica llega casi corriendo desde uno de los vestuario§ con una ma-

lla lisa y un gorro de bafio, pasa n4pida por §u lado y se tira al agua

chillando un grito c6mico, ocurente. El deja el café para volver a zam-

bullirse. Juegan en el agua como dos criaturas, hasta que Gonzalo

asoma llevando una extensidn telef6nica para pasarle a M6nica; un lla-

mado urgente del profesor Acuffa. Mdnica se transfigura. Grita que

no esté, que ella le hablar,6 apenas vuelva. Gonzalo se va. Nada es igual.

§algamos <ye Rolandr. Ya te entretuve demasiado. Debenis seguir

"o. i. trabajo. Entiende que el suefio termin6. Fue corto pero lindo.

Aprueba y se encamina a vestirse. M6nica se tumba in una repo§era,

se quita el gorro, acomoda el pelo, deja que el sol Ia acaricie. El la be-

§a con los olos aI volveq mirrÉndola un momento. Luego le tapa el sol.

Ella mira impaciente. Lo descubre inuy cerca. -Te llamo un dia de

éstos (cancherea), cuando quisiera decirl etellamo despüs, epodcmos

aenws estarwclw?Ella extiende su mano sin pararse. El la toma entre las suyas'

estrujrândola un momento, se inclina, la besa' Ella oye violines' Cam-

parriias invisibles que el viento hace sonàr como si estuvieran colga-

à", d" los 6rboles. âPor qué le contesta aquella estupidez? -Me voy

unos dias a una estancia. No creo que me encuentres. Dejame tu nû-

mero. Te llamo yo. -No, no vas a llamarme- De todos modos se lo da'

Boedo M24. âse lo entrego anotado aI mayordomo? -No hace falta

me lo acuendo. Boedo 0424. {hau. {hau'Rolando camin6 diez pasos. Levantd una mano sin darse vuel-

ta. Ella confirmd que no se habia eguivocado' Sus manos era elocuentes

y hermosas. Debian ser una fiesta cuando acariciaban'

AI salir a la calle crey6 ver rpal, viendo a Cortito (su colega y

amigo) discutiendo con un agente que se empefiaba en hacerle una bo-

leta a su taxi mal estacionado. No hubo caso' Entre Ios dos no pudie-

ron conseguir que la anulara.

26ô44l

ROIÂirDo RtvAs ïAxtsTA

-Ese estaba buscando una coima Rolo, me extrafra. Con la mi-tad de Ia multa podias arreglarlo. Rolando le dio una sonoria palmadaon la nuca. -No pegués hermano, me estupidizo mds de lo gue soy. âSiem-pre lo mismo vos? §iempre. Soryresivamente Rolando le expresaba suafecto, su aprobacidn o su neproche de aquella manera invariable. Seva a encallar mi mano antes de que se dafie tu balero, Corto y vamos. Ginvito a comer algo. -Rolando hizo punta y el Corto lo sigui6.

Fueron a parar a [,a Perlita, en la costanera SurCorto comprendid enseguida que no lo habia llevado ahi para

(nmer. Rolo necesita hablar con éI. Hacerle alguna confidencia im-portante. Esper6 paciente que empezara a hablar. [.o conocia tanto yrr la vez lo desconocid efr este momento en el que su c.rra y su voz, losgestos, habîan cambiado.

Comieron en silencio, Rolando una ensalada completa, Corti-to unas papas fritasa caballo. Después Rolando pidid café y el Cortolxrrmiso para mandarse al buche un flan con crema. Jlengo que apm-veç[6y para ponenne al dfa, àno te parece? Se lo fes§d solo. Rolan-rlo ni siquiera sonri6. Estaba ahi nomr{s y sin embargo su amigo se dior:uenta de que el pensamiento vol6lejos. Se anima a preguntarle: -ih-nu algo grave hermano?

Rolando tarda en contestarle. Da la sensacidn de gue no boor-rlinara.

-Decf lo que sea. âDe qué se trata?

-No sé si es grave. Es hermoso y alavezimposible.*Ahi estâ la cosa. Esa me la sé. Casi todo lo hermoso para uno

,,n imposible. Sin ir mâs lejos me gustarfa cambiar la albdndiga querrrnnejo. ZCu6ndo? iü6mo? Cuando las ranas crfen pelos o las beren-l,,nas vuelen. Porgue imaginaté...

-Estoy enarnorado.

-àTe casr{s con la Gre?

-De una persona que conocî ayer

-i,Ayer? âTan pronto? Cheee... como dice el Pepito Marrcne.Sr:1d un embale. Una calentura.

El golpe en la cabeza inesperado fue mr{s fuerte. Rolando re-lriti<i categdrico.

Page 15: Rolando Rivas, taxista

Alberto Migré

-iEstoy enamorado! Ella tiene apenas 17 afios"'

-âQuéee?

-Doble apellido y la guita loca. Mucha. Toda. âQué tal?

-Un desastre loco. aQué te Pasa?

Y Rolando rubricd por tercera vez, ahora con los ojos hrime-

dos, sincera, profundamente: -iEstoy enamorado!

Cortito se disculpd con el mozo por devolver el flan' -taemeun café a mi también. Se habia nublado repentinamente y en la es-

quina de Florencio S6nchez y Belgrano se oyd el opaco eco de un true-

no remoto.

espués de conversar durante casi una hora... se acercaron al

muralldn a mirar al rfo. Cortito Io palmed cr{lidamente queriendo

consolarlo. aQuién no te dice que se te pasa como te agarri de la mis-

ma manera fulgurante?

Rolo mirando lejos le aplicd el chirlo consabido en Ia sabiola

confirmdndole que er8 una bestia para hablar y confundîa la palabra

fulgurante con la palabrafulminante. -El que tiene boca se equivoca,

ché. Pensé gue queria decir lo mismo' Para mi eran sin6nimos' -Ro-lo supo que esta vez, Cortito lo hacia a propdsito para sacarlo de aquel

éxtasis peligroso, de la sensacidn transtornante (vulgo-metej6n), en la

que todotipo cae al serflechado poruna minaque lejos de enamorarse

en serio no es m6s ni menos que una calienta pavas que lo usa para

divertirse un rato, de donde no solo ellas son objetos sexuales nues-

tras, macho. Guarda que se viene el cambio, Rolo. Las mujeres se es-

tdn tomando su revancha p'r lacantidad de affos que las venimos pos-

tergando yjodiendo. Aün tratdndose de eso, âqué le importa? Læ ha-

16 eljuego a la pituca de peluche, a esa mufrequita de lujo. Sacarâ su

partido divirtiéndose también. Siempre se tom6la vida demasiado en

serio, no vienen mal unos gramos de locura, un dedalito de joda' ZQue

va a joder a algrien él? Se miente. Siempre se dio pocos permisos pa-

ra dedicarse por entero a que los suyos sean felices, postergando su di-

cha y sus gusto§ personales. No se siente culpable por meterse en e§a

historia. -Estoy contento - Y empezd a repetirlo cadavez mâs fuerte,

28 29

ROTANDO RIVAS TAXISTA

husta convertirlo en un grito como para ser oido desde la costa uru-guaya, aunque en realidad Io hace para acallar cierto temor de haber-rxr metido en camisa de once varas, cuando él sabe muy bien que elrrnor que no da felicidad no vale. Ni siquiera de igual a igual, como lelxrsa con Tere. El amor que no da felicidad piende sentido. No sirve.

Se compran un helado para tomarlo ah( como dos muchacho-rres de colegio que se hicieron la rabona. Después vuelven a la reali-r lud recorriendo juntos la distancia que los separa del lugar donde que-rlarcn los taxis -qué tarde se nos hize y se despiden para seguir la-lrrrrando.

onzalo pregunta con dulzura mientras Mdnica prepara con des-gano un bolso -àPor qué se escapa a la estancia? -M6nica sa-

lx: que puede confiar en este abuelo postizo, como lo llama en los mo-rrrentos de mayor angustia. Gonzalo estâ al servicio de los Helgueralhz desde hace afios. Entonces vivia Mariana,la mamâ de Mdnica. Ellalo habia elegido y no se equivoc6. -Estoy üetida en un serio proble-rnu. Gonzalo arruga su frente. Se conmueve -iQué hizo? {omo ellarro atina a contesta6 insiste: -âEse hombre de recién? -Nada que ver

( irmo Helguera Paz y su segunda mujer permanecerdn 10 d(as en Eu-ropa Conzalo decide acompafiarla.

El mismo conduciré el auto hasta Los Cardales, encenderâ lachimenea, elegirâ esos temas de Juan Eduardo y Juan Marcelo (Juany Juan), que a su nifia le gustan. Tomardn una rica sopa alumbradospor un sol de noche, singular candelabro obligado por un corte de luz.

Después juganân chinchdn y hasta una loterfa. M6nica parecernris tranguila. Casi feliz. Cerca de medianoche, cuando a Gonzalo seIr: escapa un bostezo, ella suspende el juego para retomar la conver-sar:i6n intemrmpida antes de salir de la casa de Arroyo y Suipacha.

Quiso demostrarle al pap6 con qué clase de mujer reemplaz6 al serr:xtraordinario que fue la mamé. Odile no le llega a la sqela de los za-patos. Gonzalo aprueba muy pendiente de Io que estÉ por decirle. Setruta del profesor Acufla, a quien Odile (su madrastra) contratd para(lue se recupere en matem6ticas. Mdnica adivind desde el primer mo-

Page 16: Rolando Rivas, taxista

Alberto Migré

mento en el que fue a darle clases particulares que ese hornbre era

amante de Oàit . Que Odile tenia a espaldas de su padre toda clase

de aventuras de las que don Femando, consagrado a sus negocios' no

se enteraba. O lo sabia y hacia la vista gorda con tal de tener a su Ia-

do a una mujer mucho mâs joven que sin duda conocfa todos los se-

cretos para conformarlo en la cama' Lo grave o lo triste es que pêsa-

mos mâs tiempo en posici6n vertical que en posicidn horizontal' àcier-

to? Gonzalo nà terminaba de entender, a esta altura de Ia conversaci6n'

cuâl era el conilicto de ella con Acuffa, a Io que M6nica respondid con

cierta inconsciencia alarmante y graciosa -Conseguir que deje de ha-

cer comudo a papâ. -Gonzalo intentd reirse y no pudo' Su vozarrdn

indag6:-ZDequémanera?-Seduciéndolo-Fuelarespuesta'-Ticde estupor del viejo -âLo consigui6?

.Mrr"r" los perros ladraban escandalôsamente y §e escuch6 una

bocina. Gonzalo peg6 su cabezota contra el cristal de la ventana y vio

los faros encedidàs de un auto derâs del port6n' I-a mujer de don Lino'

"l "rp"t"r' "rr"argada de la casa, estaba llegando para anunciar que- el

p*fào, Ra,il Acuaa venîa de Buenos Aires porque necesitaba hablar

urgentemente con la niÉa M6nica' M6nica se abrazd a él angustiada'

D t ürtimo mate, le dice Rolando a Noemi cuando estâ cebando.

I t , -To*uste tres nom6s -saca la cuenta ella'

-Estâs raro, âqué

te pasa? -Cansancio

-es la respue§ta parca' Toma con cierto desga-

,ro y"rrdo y viniendo por la cocina espaciosa: -Voy a salir un rato a es-

tirar las pi"**. -Noemi se qued6 intrigada, queriendo saber por qué

hoy la llàmd hnta§ veces desde la calle para averiguar si alguien ha-

bîa telefoneado preguntando por é1' âQué llamado est6 esperando? Ter-

mina de lavar el mate, apaga la luz de la cocina y se queda escondida

en el patio simulando que se fue a dormir' Un momento después baja

Matilàe cautelosa con algunas revistas y una vela' Noemi esta noche

la pesca infraganti. Discuten. t

-No *"3odut. Ni siquiera gasto luz, traigo una vela'

-Pero el tarro de la yerba baja que da calambre' Y eI azricar ni

te cuento. Ademés dejâ a Rolando tranquilo'

30 3t

ROLANDO RIVASTAXISTA

-âCon qué chisme te llen6la cabeza el Juanjo?

-Ningun chisme. Es lo que yo veo. No me tomes por estripida

lx)rque no lo soy.

-ilo que sos es una harpia!

-iMorite!-iMorite vos primero!

n el eseritorio de laestancia que huele a bariles viejos Gonzaloen-cara aI profesorAcufla.40 afios, bienparecido, algo incdmodope-

rr) con voz seriena dândole una explicacidn que parece honesta: *No es

, rs i don Gonzalo, no es de rünguna manera asi. iY c6mo es? -intemrmpe( x»rzalo. Acufla ha querido quedar bien con Dios y con el diablo sin lo-

Hrirr una cosa ni la otra. Odile le pidi6 gue confundiera a M6nica para

lxxler quitdrsela de encima consiguiendo como consecuencia del mal

;,rr»cederde la muchacha gue el padre la ponga pupila en algun colegio

irnportante, fuera del pa(s. Después de conocerla, se sintid incapaz de

lrix:erle daf,o. Deseubrid que Odile es un ser desagradable y Eamposo

y Mdnica alguien que le pmvoca ldstima por el desampam y la falta de

,'rrriflo verdadero. hrece tener cuanto se le antoja pem la carencia de

un poco de buen Ermor nos desondena, nos hace tambalear. Es un mila-p,ro en los tiempos que comen que esa muchacha siga intacta. Ocurrer r r r silencio sepulcral. Quedan milindose. Gonzalo da un paso largo aproximrindose y recién pregunta: *ilntacta?-

io dos vueltas a la manzana a paso lento. La calle estaba despo-

blada. La luz de la ventana de'Iere encendida, se tom6 del bal-,'rin y trep6 un poco para espiar adentro. Rolando vio a don Félix y elfi'rretero jugando a las cartas, a Gresa sirviéndoles licor. Se solt6 y fue

, r I trcar el timbre. Teresa abri6 enseguida. Le pidi6 nerviosa que volviera

rrriis tarde. Intentd cerrar la puerta gue él trabd con su pie impidiéndes<,Io. Forcejearon un momento. Gana é1. Después avanza quedando am-

lxrs en la penumbra del zaguân -âDejar(as todo para casarte conmigo?

No puedo. -âNo podés o no guerés? Una pausa. Laten' -Vos tampo-

Page 17: Rolando Rivas, taxista

Alberto Migré

co dejarias a los tuyos en banda Zlrnos addnde? ZA vivir con ellos en-

frente? ZDejar a papâ para cargar con tu familia? -Otra pausa' La voz

;h;" rna. drl"" -Mirâ," vos y yo somos esâ raza casiextinguida de

O"..onu. que." preferimos renunciar a nuesEa dicha y nos contenta-

mos con vei dichosos a quienes nos rodean"' porque en definitiva al

fin de cuentas la mayor par"te de cuanto nos hace felices no es razona-

bi"--Lo *ut6. Se qued6 sin palabras' Dio media vuelta y se fue cerrando

la puerta. Gresa esper6 que Ia enmudeciera con un beso'

Rolando esperd "" la v"t"d" que ella saliera inmediatamente'

lo abrazara, lo besara' Tere entrd secândose una l6grima' El cruzd de-

salentado. Roto, anhelante todavia de que ella'lo alcance y como eso

,ro o"r.rr.", ya en el umbral de su casa' no se conformd nensl3do.1te

eran buenos' Porque por ser bueno no ser feliz es inmoral' Y entr6 a

., ""r" pregunt6ndot" âqtlé estaban hac-iendojuntos? àJuntos? To-

can el timbre. Demora en "t""d"''

Si es ella' tal vez se salve' Abre' Es

G;;equ" se olvid6lallave' Alcanzaaverunauto' Es el autodelpro-

fesor Valdeneu. Hay elecciones en la facultad' Quique estâ haciendo

Ia campaf,a para sacar adelante la lista azul' Se olvidd unos panfletos

;;;;" u'bu.".t' Rolando Ie quiere habiar de Matilde' -En otro

momento, Ias elecciones son el viernes' tenemos que ganar' La-nrôf-

ma semana voy a estar mâs tranquile" Entra y sale volando-llevan-

Jo*" ,rrr r.Iij6n' Rolando, sin enclnder la luz de Ia sala' alumbrândo-

se con .., ".c".d"dor, harâ un llamado de teléfono' La voz imperso-

nal contesta que la nifia M6nica se fue a la estancia -aPuede darme

el teléfono? -No- Y le cortan la comunicacidn'

se tir6 en la cama vestido. 'Iom6 aquel libro que el cansancio

de cada noche Ie impedia terminar de leer' Lo abri6 en cualquier par-

te sin respetar la marca: o'cad'a d'in es una aid'a en pequefi'o' cada d'es-

p"no, y "od,o

leuantarse un nacimiento en pequefin' cadafresca ma-

'nana una juaentud, en pequefto y cad'a a'costarse con' su noche d'e suefio

una nxuerte en peEæfio"' No pudo seguir' Esta vez l6grimas inconte-

nibles se lo impidieron' L"t "àtut

estabap como siempre' Y habia co-

nocido a M6nica' âPor qué aquel llanto sereno? àAquella tristeza pro-

funda imPidiéndole ser feliz?

32

ROLANpO RIVAS TAXTSTA

V" se lo digo -determina Gonzalo con autoridad de padre.I .-Po. favor -agrega Acufra extendiéndole la mano-. Después

r L r 1 1 11 s6rt6 apret6n se va. Conzalo entibia una copa de coflac y sube

ll rlorrnitorio de M6nica. Ella lo espera hecha un ovillito de miedo.(lrnzale se sienta en el borde de [a cama y aproximândole la copa le

rrroja loo labios: -Salud -deppués moja los suyos. -iPor qué brinda-rrros? -porque felizmente Acufra no es un miserable y ella se salv6

rrrnllando.*Fumé con él marihuana.

-No era mâs que un oigarrillo negro.

-Me volé, Gonzalo, e hicimos el amor.

-Usted no es una mujer fatal. Es un chiquilina estripida, nifla,,'urr rrl rlebido respeto. Se hizo la pelicula, la atolondr6 con un somni-

l,,r o. [)udo abusar de usted y se contuvo. Yino a explicar eso. No quie-I r: v('r(c envuelto en un escândalo y sabe que su relacidn con la seflo-

rrr ( )rlile Io arrastrar6 fatalmçnte a eso. Ha decidido borrarse. Desa-

I llll'll(:(:)I'.

Mâs que tranquilizarqe, Mdnica se siente ridicula, insignifi-i'rtttlrr' Nada'

T:tlïr",r, con la sef,ora odile. piense ".,

r.t"d. pi"r,-

,,r' lrir:r'r eligiendo a alguien qpe la quiera de verdad.- Deja de oirlo. Analiza Io estüpida que fue tirândose de aquel ta-

* r 1r,,r' nada. Hasta lleg6 a suqestionarse con que estaba embarazada,

r,rrlunc(rr$ recién el padre rep4rarîa en ella. Qué sola estâ. Cuânto ca-

r irro Lr {i1lta. Se acumrc6 contrâ Gonzalo. Llorar seria un desahogo y

r r, , ; ,r rcrle. La mujer de don Lino toca prudente la puerta de Ia habita-

l r,rr. ( )onzalo la atiende y vuelve. Le da el mensaje. Manda a pregun-

t,rr Mrrrlina, desde Buenos Aires, si puede darle eI teléfono de la es-

l,ur('i;r (le un sef,or Rolando Rivas que estd preguntando por ella y di-, ,, ,.,.r'rrrnigo.

f ,, t,,r,r"nta estallô al amgnecer. Rolando se qued6 dormido y no

l.Jt,, cnter6. Noemi lo despierta con mate a las siete menos cuar-

Ir. 'lixlrrvia estâ lloviendo y qos quedamos sin teléfono.

n,JD

Page 18: Rolando Rivas, taxista

Llevarâ como todas las maf,anas a Nené y sus amiguitas hasta

Maria Auxiliadora. Después a trabajar' Llueve tupido y despacio' Ha-

râ buena guita. -Taxiiii. Hoy se lo disputan' -

M6nica intent6 comunicarse con Boedo cero cuatro dos cuatro

inütilmente. La'lluvia arrecia aislândolos en la estancia' Ella quiere

volve! a Gonzalo Ie parece una locura con semejante temporal'-iQué

"p"-'fr.rl No. ,u-o. maf,ana' -âCuândo privatizarân los teléfonos

pi. t.rr", un buen servicio?- protesta Noemi después de l0 viajes a

la {loreria de la otra cuadra donde le permitieron llamar a reparacio-

nes. Gmbién llam6 Tere. Hoy no ten(a buena cara' -iCfianto hiciste?

iAh! Pas6 el {laco, p".u t""oidurte que no faltes maf,ana a la reuni6n

en el sindicato.Mdnica se impacienta' No para de llover' -Maf,ana' con tor-

menta y todo, nos vamos. Ignora que el amor nos hace hacer y decir

"o.". qr" ro podemos explicamos atin antes de saberque estamos ena-

morados.Amanece nublado pero la tormenta pas6' A las diez Gonzalo

no puede contenerla. El camino de tierra hasta la Panamericana estâ

intransitable. Fue un error dejarse convencer por la impaciencia de

ella. Casi quedan empantanadàs' Llegaron después del mediodia' Des-

de su casa, M6nica tampoco consigue comunicarse con el 0424 de Bo'

edo. Recurrid a la Gufa: encuentra la direcci6n'

Matilde estâ tomando mate en el umbral de la vereda' -Esa ye-

güa -rezotrgaNoemi mientras plancha -' Sabe que no me gusta y lo

hace a prop6sito,il,l6rri", se hizo acompaftar por su amiga Pola que ya maneJa,

Matilde estaba de espaldas a la calle cebândose un mate con el termo

qr" ,t"j" detrâs de la puerta' Le asombra esa chiquilina desenvuelta

q,r" nuju de la cupé süper moderna y la encara preguntândole por Ro-

Alberto Migré

Como es mala y retorcida tal como la juzga su cuflada' contes-lando.

ta que su marido estâ trpbajando y hoy vuelve tarde' M6nica' con to-

da su clase, ,ro ". ""pu,

de disimular cierta alteraci6n' su desencan-

to. Se va moftificada con la amiga' Gresa' que vuelve de la mercerfa'

alcanzaa verla. Desde su vereda pregunta quién es' Matilde se enco-

34.)aJJ

ROLANDO RIVAS TAXISTA

1i,' ,1.' hornbros. La goza. -No sé. Una que vino a preguntar por el Ro-l,r. Ser/r r:lienta *. Y se rfe. Retorcida y mala. Tiene raz6n Noemf. 'G-

r,'srr rlio un portazo. Don Felix pregunta con un grito. -eQué pasa? Se

[' csc;rpil la puerta, justifica, como disculpândose. Por qué no estalla.IVlrirrir:a jug6 tenis con Pola toda la tarde.

Rolando enganch6 una serie de buenos viajes.

7 de la tarde. Intenta comunicarse con su casa. Todavia no arte-

1il;rron el teléfono.Gonzalo le da a tomar un jugo de zanahorias y naranjas que es

, L' los preferidos de M6nica. -ZMe llamd alguien? -No.Once de la noche. Rolando vuelve contrariado de la reuni6n

. i r u I ir;al. Mucho ruido y pocas nueces. Es una profesi6n demasiado in-,lr'pr:ndiente, cuesta reunir a los tacheros. Sin embargo ya lograron,rlgrrnas conquistas. EI no pago de lucrativas, el no pago de patentes,

l;r rchabilitaci6n de tres mil coches que habfan sido dados de baja y,'l crrtendimiento con el problema tarifario, aunque la tarifa estâ muy

1r,r'dcbajo de las necesidades y el costo actual de vida.

A Noemi le dolia lacabezay se acost6 temprano. En la cocina('n(:uentra un plato con varias milanesas frias, una ensalada sin pre-

1,,rrar. Dos manzanas y una naranja en la frutera. Est6 desalentado yrr. tiene muchas ganas de comer, pellizca una milanesa. Amaga con-r lirrrentar la ensalada, aparece Matilde.

-Buenas. Hoy te vinieron a buscar.

-iQuién?-Una chica. No dijo c6mo se llama.

-Lo estâs inventando.

-Te juro.

-iCdmo era?

-No me fijé. Fuese un tipo, todavia. No soy lesbiana, che. -l)t:saparece. El sale al patio. Matilde ya estâ subiendo la escalerita,lt: caracol de lata. -ZEn serio? Matilde se rie dejândolo con la duda.

Vls debés ser uno; y aqui la vas de santo.

Desed con alma y vida que fuese M6nica. Y se llam6 a la iea-

lirlad convencido de que eso era imposible. Se durmi6 repitiendo esa

l,alabra para frenar aquel acelere que no podia terminar de otro mo-

Page 19: Rolando Rivas, taxista

Alberto Migré

do nrâs que estr.ellântlose t:on ulra realidad completarnetrte distinta a

su fantasia.

A t Oru siguiente aguant6 hasta la media tarde no telefonear a la

-fa"u., de'1,,., Helgîerâ Paz (âpara qué?). Sin enrbatg,, pasaclas

las citrco hizo ariic«rs su pesimisnto enfrentan{o un teléfono pûblico.

Atendi6 èlta. -âVolviste, nena? - y el tono sObrador result6 falso. -Ayer

- v enseguida le t:uenta que fue a buscarlo -r'Addnde? -A tu tlasa -'Se quiere morir: Matilde no minti6. Mônica diluye su alegria con cier-

ta agresividad. -l'Tu tnujer tro te dijo? -r'Mi qué? -z'Tï: mujer?

-Dios libre y guarde. Soy soltetu y sin apurrr' -Mentirosrl' -'Iernuestto el documento. -Serâ viejo.

-De este aiio, lo perdi y tuve que

renovarlo. -Brteno -ZBucno qué? -Quiero verlo -z'Cuândo? -Cuan-do puedas -iYa! -Te espero -Mird que voy' -Le cort6' Rolando se que-

d<i alelado durante varios segugdos rnâs sin poder har:er otro tatrto.

Ahor.a se âcerca al rnostrurlor. se toma de un saque una ginebra chi-

ca. Paga. Discute con un pasajero que estâ apurado y tluiere ocupar-

Io tle prepo.

Cinco rninutos rlespués estâ fretrte a la casa rle Aroyo -v Sui-

pacha aconrpafrailo por t,olosales rerlobles tle su t:oraztitr Como tnûsi-

ca de fondo -iChang-<rhangl(}nzal. abr.e la puerta y lo cleja esprerapcftr vllviénrl.la a <:etrat:

Ent,iencle un cigarrillo, lo querna mâs que h furna. Np ve llegar el re-

rnise.

Oclile es ulla puta cle lujo, curo t'efinamiento le perrniti6 en-

ganchar a Femando Helguera Paz. Se casri con él hace .] aflos. El to-

m«i sus precauciones. Fue en N'loptel'icleç. Y después, cotllo para .oll-

fonnarla, sabienr|r que no signifit:a[a garantia algutra. lg rct['irtnittrttt

en Las \,egas. atluel rlia rlut, él via.l6 s()[o para jugal rle [a rrtatlatra a la

no«'lte t' eIla lo t'ottvetrt'itl rluetiarse rtttls ltoras ttrâs'

, llelguera Paz rr0 estâ enarrrurrtclr rle ella. Le gttsta. Asi t:s rrtits

crirnttrlo. I)arle r,ielta legitirnitlatl a la rt'lacirirl le evita vcrla a es( ()n-

rli<las" Prlrrerle trn riepirt'talllelit().'lèrrcrlir a tllàllo t'tttttttlo sit st'rrl la

r.t'r.lanra. 'lànrlriérr evital el tlue tlirÉn. aull(ltle t[e su relat'irirl t'on Orli-

36 D1JI

ROLANDO RIVAS TAXISTA

1, ,,,, lrabla de todas maneras y no pt'ecisamente bien. Cuando Mirni-, ; r,

I r r i so hacérselo notaq él contestô que como Oclile es hermosa, la en-

, r,lr:r provoca maledicencia. Y punto.

Odile llega a la puerta de la casa antes que Conzalo haga pa-

,.rr ;r llolando. Ahi se encuentran. Ahi se reconocen. Ella sonriente. El

;,,rlirlo.*iLaura'/

-Ya no me llamo mâs asi, monsieurle ch<lffer, Odile si vous plait.lnmecliatamente y de manera simultânea se preguntan àqué es-

t,rn lruriendo ahi?

lil regreso cle Gonzalo les impicle contestarse.

llnir:a estÉ bajando velozmente la escalera «:uando Goriza[o la

ataja:

-iVolvi6 la seirora Odile!*iNoool

-Me quedé tan asombrado como usted. Su papâ tenia una com-

;,1i, ;ula gira de negocios que cumplir y después de dos dias en Parïs,

l,r llrt6 para acâ.

M<'rnica hace un gesto de fastitlio -âY Rolando Rivas? -Se que-,1,, lrrrlrlatrdo con ella.

Parece que se conocen -ilrnposiblelM6nica se precipita hacia la puerta. Se topa solo cott Odile. No

',, tirludan.

-àMiamigo?-No sé. Sube resuelta mientras indica a Conzalo que el t:hofer

r.tirr rnariana a primera hora su equipaje. Conzalo sube tras ella a bus-, ;rr'<'l tir:ket.

Rolando, corno pucsto en penitencia, se respaldd en el taxi ter-

rrrirrirnrl«r el t:igarrillo que habia encendi(lo. Todo habia cambiado en

,'ontirkls segundos. N{6nica mird hacia toclas pattes y al ubicarlo ca-

rrrirrri rlespacio hasta donde eslaba.

-Hola.-Hola.

Page 20: Rolando Rivas, taxista
Page 21: Rolando Rivas, taxista

Alberto Migré

dn Ete la satisfarciôn en el a,mor ind,iaid'unl rw pundc lograrse sin la ca'

poridod, d,e am,or al proiimo con humildad,, coraie,fe y d,isciplirw' En

unn cuhura en ln, cual esos cualidad,es son rarcË, tambün lw d'e ser ra-

ra la capadd,ad dc aman Quien rw la crea, qu,e se preguntq a si' tnisma

a cwiüas personas aerdadnranÊüe caPCLce§ d,e ama,r conace"'

Volvid a leerlo. Y lo releyd una vez mâs. Y otra. Como buscan-

do que aquellos renglones domesticaran una desaz6n, qn4 furia, unas

ganas de llorar y de salir corriendo para preguntarle a eee taxista âqué

estd haciendo ahi todav(a? àY si ya no estuviera? Mir6 el reloj' Contd

hasta tres y despeg6 de la cama. Cae una tenue llovizna. Las imrâge-

nes de la calle se ven brumosas. Estâ, maldito sea. No se çontuvo' Sa-

li6 como una tromba. La mala suerte quiso que el apuro l4 hiciera res-

balar sobre el pavimento mojado a pocos pasos de él donde cayd sen-

tada. La levant6 solicito sin el menor tic de sonrisa parq en lugar de

soltarla inmediatamente |a apret6 contra é1. [.a ahogd un olor a nafta

recién despachada, a piso encerado. A pan tostado, Pens6 que estaba

loca. Tom6 coraje y se lo preguntd: êQué est6s haciendo! -{ntonces,él resbal6 la mano, ella no se movi6. Quedaron uno contra otro salpi-

cados por la llovizna. Lavozfue como un abrigo de angQra protector:

-iTe quiero! -Yo no-. Pero no se separaron ni un tanto as(. -Porqueno me conocés. No se puede querer lo que no se conoce. No soy un

mal tipo. Un calentdn cualunque-' Le son6 a verdad. Lq tom6 la cara

entre las mano§, lo mir6 a los ojos. Desed besarlo o que la besara' Es-

taba temblando. El volvi6 a hablar para decirle -Maflana a las cinco

en Plaza fLancia. Si no vas, no volveré a molestarte. Si çstâs". yo voJ

a ser el tipo mâs feliz del mundo.

Quitd tas manos de ella de su cara. Dio medio paoo para subir-

se al auto. Ella esté inm6vil. El arranca mientras repitq un poco mâs

fuerte: iTE QUIERO! M6nica pensd que e§ta§ co§a§ s6|o ocurrian en

las peliculas, en las telenovelas. Puso en duda haber bajado realmente'

àNo se quedô dormida y es un suefio? âEste tipo no exirte o e§ un as-

tuto? Se las sabe todas y la estâ entçampando!

Dobla otro auto veloz salpicéndola. Se rie. Puedc reirse' ['a vi-

da es siempre una elecci6n y Mdnica opt6 esta noche por §entir§e fe-

liz. Algo que no era para nada habitual en ella, casi deçconocido'

40

41

ROTANDO RIVAS ÏÆ(!STA

INTERLUDIO

Dr"::x,i[:ii:iïff ï:il,lf :iiiï::"J.i"i:ï:ï#:rL: alcohol. Rolando la habia mareado. En segundos cambid su deso-hr«:i6n y su angustia por aguel flamante frenesi que borraba el pape-l6n de las caidas, su equivocado temor por el profesor Acuffa, hasta$rr rencor por Odile. Ahora solo le faltaba ser duefla del coraje y Ia ferlrre Eric Fromm menciona en el prefacio de su libro. Enfrentar al pa-rlrc cuahdo vuelva. Defender con madurez lo que ama. Sabe que ha-lrrri problemas, que don Femando se opondrd a la relaci6n por consi-r[rrar que el hombre que eligid no estâ a su altura. Como si Odile fue-*c un dechado de virtudes y mereciera ocupar el sitial de privilegiorlrr.: Helguera Paa le brind6.

todavia era tiempo, el riltimo quiz6s, de una época en que los

1»rrlres decidîan las vidas de sus hijos por completo. Estudios, senti-rrrir:nto$, imponian sus gustos y eostumbres, su voluntad hasta en losrk'tulles minimos, sin sospechar que muy poco después los hijos se

lonraridn la revancha de manejar a sus papâs como les venga en ga-rrns. Una revancha colosal y hasta excesiva. Como no tiene suefio ter-rrrinarâ deleerEl arte de ama,r en una de cuyas pâginas finales en-crrcntrâ aliento y seguridad: ser amad,o y amar requiere la aalentîa dert rihuit a ciertos ualoresfundam.erual importarciay d,e dar el saln apos-trrrulo tod,o a esos ualores. Apostarâ a Rolando. No esperaba este mila-

Page 22: Rolando Rivas, taxista

Albeno Migré

8ro. Va a cerrar el libro que termina t h": Cuando en la riltima pâ- I

îr" arra" figura la f""ü"à" i*presi6ny los talleres p4ficos que 1o

realizaron encuentra otras anotaciones de la madre que son otra pe-

*lill"*i;; de .i,dat N o i'dcalices nwwa o los dnmas' Ellos nun'ca po-

d,râ,n sæisfacer tus exryctatbas' Hay qn esperar la razonable' tn lo per'

fecn. Los rel.acioncs na son aterai itnpo'ti'ot' No hay qrtc lucha'r pa'

"rr-rti*, el control' Na'd'ie gorw en iste tipo ÿ contiendPs' Amar tw

es tenlr peûniso paro '*-Ç'i"' No es-t1nr1alo hacer algo qu'e prefe-

irîam,os na lncer si "onJilo

hoæmosfeliz al otro' No hay'ryn enamo-

rarse d,el amon Nos alwgarîa*os en iu complejid'a'd" El amor segûn se

Nnga en prd.ctica, pu'ed'e ser urt d'û'o o un dun'lo'

Se le cierran los ojos' apenas alcanza a terminar la riltima ano-

taci6n: No se tomc o 'ià*'*'a"masia'dn

en seri'o' pero jarnâs d"ju d"

toml,r en seio a la otra Persona'

Se durmi6.Rolando, en cambio, decidi6 esperar a Quique para ponerle cier-

tos l(mites. Ya no llovizna' Un viento suave seca el patio' No hace dema-

siado û(o. I.o e§pera recostado en el mecedor de mimbre que §eguramente

Noemi se olvidd de entrar' Era el preferid" 9: h madre y lo cuida como

a alguien mrÉs de l, f,"üil'anà incansable un grillo cencano y en el

reloj del comedor tocan iu" ""* cuando Qtliqo" recién da seflales de

"iJ* lftOa" no tendrâ razdn en muchas cosas' Pero en ésta"'

Al Quique ",,'id*tt*"nte le molesta que lo esté esperando'

Aceptade malaganas matearcon él enlacocina' Cuando Rolandoem-

;'#;;;;;;Ë hs clavijas le retruca cortante: -Par6' falta poco'

-l,Eso que sigrrifi"uZ -iNointendés castellano? Que falta poco-' -Gol-

;;i ;;;" ;bre tI mârmol de la mesada y se las toma sin decirle has-

ta mafran4. A Rolando le son6 como una amenÉrza no como la manera

de asegurarle qu" pto"io se recibir4' que con M*tT:-:-:Ï^",1Ï:

;#i"* à"i.:t' Nt"*i, en camis6n' parece un fantasma inespe-

rado -âNo estarlan p"r"u.râo vos y tu hermano, no? -No' Habl6ba-

,lo, ,i*pf"*"pt", hu"" mucho que no Io hac(amos -iAh! Bueno' por-

cue a mi, hoy, antes de irse *" àio un montdn de plata' Le nolemol

:ffi#:i;i"î,Ii"ï""u' -âDe dônde sac6 dinero? -!Ah! âQué sé

yo? Nunca aportd "" o;; Ia vez que lo hace voy a pedirle explica-

42 43

ROTAIUDO RIVAS TÆOSÏA

ciones. -Entonces liberame de que durante esta semana te siga en-

tregando. Me quiem comprarun poco de ropa-. Pensaba tan poco en

él siempre. Noemi se entusiasmd. -Te acompaffd. -No tengo mâs l0ahos. -Ya sé. Igual sos incapaz de pedir rebaja. Vas solo y terminr{s

pagando un disparate por cualquier cosa.

No, esta vez no. 116 al centro. Se comprar6 los mejores jeans,

una remera joya, un suéter gue sea un despelote. Estrf, seguro de que

Mdnica ir6 a la cita y quiere estar pintdn. Se sonri6 tan especialmen-

tc unticiprindose al encuentro de mafiana en plaza Firancia y Noeml lo

1xruc6 al vuelo. -Yos estds raro. àEn qué andâs?

adrugd dos horas antes de lo habitual. Sali6 tempranoy plan-

t6 el trabajo a las once para hacer las compras. Se fue a cam-

hiur a la pieza que alguila Cortito allâ por 24 de Noviembre y Chicla-

no. Se mird en el espejo manchado y mto del viejo ropero. Se gust6. ilorllrr! cs una buena pilcha! No seré Alain Del6n pero tengo lo mio.

T leg6 a Plaza Fiancia 15 minutos antes de lo convenido. Habia

L./bu"., sol. Chicos jugando, un par de abuelos arreglando el mun-

rh» y de abuelas tejiendo. Un cielo azul limpio de nubes. Por fin se lerlnlxrn todas. Acomodd el suéter controlando que no le abollara el ra-

rrrito de violetas que disimulô en el escote. No conforme busc6 camu-

llnrlo con la bufanda. Hasta las cinco le parecid gue pasd un siglo.

Cinco y un minuto descubri6 el vestido de lana del color de las

rrnnrnjas maduras, flameando en direccidn a éI. Corri6 a su encuentro

y Mdnica hizo otro tanto. Medio paso antes abrieron los brazos para

ru; rr.r:larse colosalmente, después él la levantd en el aire haciéndole pe-

Hlr rrna vuelta y entonces s(, la bes6 en la boca.

De la radio portâtil de una abuela pÉxima que los mira embo-

l rnr l t r x rmo si fueran Natalie Wood y Robert Wbgrrer o Sglva Alemr{n y

Ârlrrro Puig, se cuela aquella cancidn de Marilina Ross que empeza-

Irn rr nr:r un éxito feroz..l

"iQueremeeeeee! :

Page 23: Rolando Rivas, taxista

Alberto Migré

iComa la tierra quiere al d,gua!"Contratado especialmente, no salia mejor.

Se van abrazados mientras la abuela se queda mirândolos, su-

be el volumen de la radio que impide oir su propia letra: -iDios

los

bendiga!. Dios; debia estar muy ocupado en ese tiempo con los teje-manejes del pais. Un cono de sombra, un aguJero negro por el que laArgentina parece disociarse en pedazos. Atentados, rencor, rnuerte,

desaparecidos. Un dolor profundo, dif(cil de cicatrizar que rlos marc

a fuego modificando de manera definitiva el resabio de inocencia

Buenos Aires conservaba desde la época en la que fue aldea y no se

habia extinguido como ocurri6 después de aquel momento.

I odio también se habia acentuado entre Odile y M6nica. Odini remotamente calculd que Rolando se habia sincerado con

nica contândole el affaire que afros atrâs mantuvieron y que Odile itemrmpi6 ante la posibilidad de escalar posiciones sociales y

micas, arrimândose a Femando, a quien atrapd con astucia.Se le dio algo que parecia imposible, entonces, literal

mandd a Rolando a paseo, laméntando que él no transara en verse

tanto en tanto porque en la cama pocos como aquel tachero. Odile e

modelo y ten(a cierta popularidad. Canaba buen dinero. Su ambicile impidi6 ver que perdia a un ser humano valioso. El Rolo no ha

empezado a noviarcon Teresa. tuvo por Odile entusiasmo y confusi

Con ella conocid otros lugares, otra gente, con ella la intimidad no

nia limites. Odile lo desatd introduciéndolo en la lujuria. Un dfase borr6 sin siquiera despedirse y él estuvo mal, trist6n.,Perdido. Pe-

m rhinga de amorcomo puede admitirlo hoy con la cabezafrl.a.En

bio Odile, al volver a verlo, se enciende como un ascua, pretende re

memorar momentos apasionados como no tuvo otros. Ademâs le

sulta imperdonable esta vuelta de tuerca que lo arrima a ella,

estâ junto a M6nica.Tlata de amenazarlo pof teléfono llamândolo a su casa. Rolan

do nunca la atendi6. Le deja un mensaje que parece cifrado y Nanota inocentemente. -Si no sê comunica conmigo decile que habla

ROLANDO RIVAS TAXISTA

r'é con M6nica para contarle todo.

Rolando le gan6 de mano. No se inmuta. Ha conseguido quelVldnica crea en él y estâ conforme, sin vislumbrar lo que le costarâ con-('retar una felicidad duradera.

Cuando poco antes de llegar Fernando de su viaje discuten lainrposibilidld de que semejante tipo frecuente la casa de los Helgue-r a Paz, M6nica le da a entender que estâ al tanto de todo y toma la sar-ttln por el mângo, Odile se demrmba, se defiende mal: -Es un rufiân.U n vivivdor. Me sacaba plata. Lo mismo que quiere hacer con vos.

Mdnica no se altera. Le contesta de manera terminante que siiti{rega una palabra mâs le aclararâ a su padre por qué la presencia dellolando la indigtra.

En ese clima fue un milago poner a salvo el amor tan recien-tt:, debe ser verdad que es el ünico sentimiento que convierte en po-sible lo imposible. Mdnica y Rolando lo estân confirmando.

Femando Helguera Paz llegd 25 dîas después a Buenos Aires.l)ensd ir directaniente deEzeiza a la f6brica deZârate porque estabarrl tanto de cierta agitacidn obrera en reclamo de mejoras econ6micas.

Al ver a sü hija esperândolo, en lugar de alegrarse se molest6.Fllla se colgd de su cuello. Don Fernando la contuvo -Pedi que no vi-rriera nadie mâs que Isidro, el chofer, a buscarme -ZYo soy alguien,rro te parece? -Séguramente peleaste con Odile. -Quiero casarme.

Sonri6 con desagrado. Ya estaba alertado telef6nicamente porOdile. -Hace un tnes, cuando me fui no tenias novio ZQué nuevo ca-

lrricho es 6ste? Pens6 liberarse de ella enseguida, despacharla comorr una maleta y se vio obligado a invitarla a tomar café en la confiteria

1 »ri ncipal del aeropuerto.

-iBasta de locuras Moni!

-Me enamoré.

-El amor r1o es un arte de magia que hace palomas de pafiue-l,rs y paf,uelos de palomas. No ocurre en un segundo.

-Para mi fue un rayo fulminanqe.

-Tomaré precauciones para que ese rayo no termine destru-r r:rtrlote.

4544

Page 24: Rolando Rivas, taxista

5 ïAXISïA

Page 25: Rolando Rivas, taxista

ROTANDO RIVAS TAXISTA ROTANDO RIVAS TAXISTA

ïfiônica y Rolanda. Elfi.n d.e una etapallena d.e desencuentros y el comienzo delafelicidad,.

8f twuuttiettto

Page 26: Rolando Rivas, taxista

Albeno Migré

O :l;,rîff:ffiË::'ff:,'1ffi :i ** comba,e ! i Bas,a !Evidentemente M6nica no habl6 de mâs. Se disculp6 por la impru-dencia y bes6 a Femando. -No hay problema, fr"n"".u. Encontrà enItalia al hombre que enderezarâ a Monique. Le propuse trabajar con_migo. Asociarnos y aceptd. En agosto lo tendremos con nosotros.

-ZQuién es?

-se llama Juan Marcelo Echenique. Hijo deladministrador dela estancia. Le sali6 un as, el pendejo. Estudi6, hizo carrera, un num-ber one. Es siete aflos mayor que M6nica. cuando chicos peleaban enLa Esperaraa como perro y gato. Al cumplir Mdnica sus 13 aflos re_solvi festejarlos all6 y ni lerdo ni perezoso Juan Marcelo se le decla_16. Lo que va de ayer a hoy... eran dos cucos entonces, hoy en fija sevan a gustar. Cuando mi hija conozcaa Juan Marcelo no querrâ sabermâs nada con este taxista que te preocupa indebidamente. sé lo quedigo. Ponele la firma.

fæ dio una palmada en la cola despidiéndola. _Dejame trabajar.Odile volvid conforme.Mdnica teme que nunca vencerâ los prejuicios del padre.Un problema mucho mâs grave iba a separarlos dias después,

cuando Femando Helguera Paz dejara de tener voz y voto.Hubo antes de la tragedia varios dias de calma y alegria. Es que

odile y Fernando acordaron no contradecir a M6nica. s6lo le pidie-ron esperar un tiempo prudencial sin criticar que se hubiera fijado enalguien que no estâ a su altura en ningün aspecto. -Afiancen la rela-ci6n y luego hablamos, hija. Esperemos a septiembre, te lo ruego.

-Tu viejo tiene raz6n.

-Si oye que Ie decis viejo te lincha.Rolo baj6 la cabeza,le tom6 las manos. _âHabl6 mal, cierto?

-A mi me gusta como sos, solo te pido que cuando vayas a casa te es_meres un poco. -No te voy a defraudar,

-Ya sé que no.

De todos modos eran agua y aceite. Se puedenjuntar pero nose mez«:lan. Iban al cine. A bailar. A la plaza Francia y el parque Le-zama. A escur:har un .onciefto y a la cancha. si. Rolanrl' la llev6 un

46

ROLANDO RIVAS TA]XISTA

domingo a River. Jugaban River e Independiente. _âQué tal lo pasas_te, nenona? -No entendf nada pero es un espectÉculo alucinante. Meconmovi6.

Hoy ella le regala un libro. Ayer él le trajo el primer pimpollode un rosal que es la envidia del barrio. -No sabés la mano l.r" ii"n"mi hermana Noemi para las plantas, mejor dicho, el dedo verde. Ri-en, se emocionan. -iCuândo los voy a conocer? -pronto. El estâ evi-tando llevarla a su câsa. Lo asusta mâs eso que enfrentar a HelgueraPaz y volver a verse con Odile.

-iVos estâs peleado con Gresa, Rolo?Le cuesta admitir ante Noemi que hace bastante. -Operaron

al padre de cataratas. Se asust6 mucho. Tüvo una descompensacidn.Qued6 intemado. Es una buena oportunidad para que se reconcilien.

Fue, pero no a reconciliarse. Le dijo sencillamente que la que-ria mucho, pero que era necesario acepta_r que el amor entre ellos nohabia existido nunca. Solo la necesidad de acompaflarse. -Fijate queuna soledad m6s otra soledad, no da por resultado: compafiia. Sacâirien la cuenta y vas a ver clarito otro resultado: dos soledades-. Gre,J)ara que no la viera llorar fue a servirle un café. sin preguntârselo su-[)o que habia otra.

-No-, desminti6 categdricamente Noemi. -jDe d6nde sacâsr:so? -Es otro Rolando. ObserwalæA mi no me dijo una palabra y siem-[)re me lo cuenta todo. -Tal vez no pueda contarlo, todavia -Zpor quérro? -Debe ser alguien muy especial. Habla de otra manera. Hastat,nciende el cigarrillo de modo distinto. Se viste mejor, Siempre fue en-cantador y atractivo, pero cambi6 mucho para mejor.

Noemi queda apabullada. Intenta disimularlo con unâ bromalonta. -Seguro. Conoci6 a la Susana Giménez en un viaje. Es ella-. Ri6,krsafinadamente y escapd a su casa convencida de que Teresa no vol-v.ria a tocar el timbre de los Rivas con el pretexto de convidarres ras,',rsas ricas que sabia llevarles.

Esa noche, apenas Rolando llega. lo atajar6 en el patio. -ZConrlrrién estds saliendo vos? iPobre Tere!

Rolando lo neg6 reiteradas veces hasta tarde, Noemi se r:rlela,'tt stt rlormitorio para pedirle una aspirina volviendo a la.arga -Ll)rlr

47

Page 27: Rolando Rivas, taxista

Alberto Migré

qué no me decis con quien estâs saliendo? -Apart6 la sexta que esta-

ba leyendo y le pmpuso llegar a un acuerdo. -âCuâl? -Si. Estoy sa-

liendo con alguien. Estoy bien. Feliz. Ahora no me preguntes nadamâs.- [æ cost6 mucho no hacerlo. Cruzd hasta la cocina se tomd un va-

so de agua, Ia aspirina y calculd lo que podia pasar con Nené, Juanjoy ella si Rolando se casaba. -Quique y Matilde que se zrreglen, el po-

bre Rolo no puede cargar con todos de por vida-. Era una terrible ego-

ista ajena al amor. Un solo novio cuando jovencita, que la dej6 plan-tada. Y nunca mâs. Se estaba secando la Noemi Rivas. Habia seiialesinequivocas en su cara. No fue bonita a los veinte, ahora mucho me-

nos. Antes de acostarse rez(» para no perder a Rolando, como si Ro-

lando estuviera en peligro de muerte.

I on ulose vio obligado a despenar a Odile antes de la hora in-\7dicad". -Perddn estân llamando desde Zârale exlrafrados cle

que el sefior Fernando no haya llegado para la importante reuni6n que

tenian allâ a las nueve.

Odile contest6 semidormida -No sé... no entiendo... salvo que

hava tenido un serio inconveniente en el camino.[.o tuvo. Una hora mâs tarde kl r:onfirmaban krs noticienls de

las radios y la televisi6n: Se presume que el conocido indwtriul Fer-

nando Helguera Pozfue interceptado por dos desconocidos en lu pro-

ximidades del Paraje Cambaceres (ruta Panamericana) dondefue en-

contrad,o su uehîculo que testigos ocasiortales manifieslan abandoü porlafuena, cuando una Combi color gris interceptô su paso prtnocanda

una colisiôn de relatiuas conse<:uencias. En minüos ampli.aremos la in-

formaci.ôn.[.a misma mafrana que Rolando, al despertarse, encontr6 en el

piso de su dormitorio una nota <1ue el Quiclue le tinl por <lebajo de la

puena: Hennarw, nunca nos enktulimos demasiado. Es probable que

sientas alitio al enterane de que no uol»erenns a rcrnos por mucho tient-

po. De uts aprendî que uno tiene que hrrcer en la lida lo que le gu^sltt.

Lo que siente. Y comprometerse. .4,sî'comprometerse.signiftque perder co-

sc.s. .\b siempre el gusto es wt deleite. Puede ser un sacrificio. lio dejes

4B4.9

ROLANDO RIVAS TAXISTA

,'n kt <:alle a Matilde. Es una pobre infeliz. Los quiero a rni mo,nera. Ti:

,tlrtuu. Quique.En lugar de llevar el auto al taller como habia arreglado con el

'lirrro Anselmi (su mecânico) sali6 a los ponchazos rumbo a la facul-trul para tratar de ubicar al Quique. Aquella nota no le gustaba nada.'lirvo un feo presentimiento.

En la lacultad le informan que Enrique Rivas no concurrid a

rrna sola clase de este arlo. Nadie lo ve ni Io frecuenta desde diciem-l,rt: del 71.

La desesperacidn crece en la casona de Arroyo y Suipacha,'uantlo Gonzalo inlrrrnra a Mdrrica sobre la tlificil situacifin por la que

lrasa su papâ.

-alntervino la policia?

-si.-iQué dicen ellos'/

-No demasiado por ahora. La situaci6n es confusa, hay que es-

I xrrar.

-àC6mo esperar? Hay que hacer algo. Pagar, rescatarlo iCual-,1uier cosa!

M6nir:a se vista llorosa a los apumnes. Conzalo piensa que viverlistante tle un caos que se agiganta. Que mur:hos rle los secuestms co-

rrrttirhs hasta el rnornenlo fueron paplados ünicamente r:on la muefie.

M6ni«:a esquiva a Odile. Intenta r:omunir:arse r:on Rolando. No

l,r cnt'uentra. La atiende Juanjo y le conlesta mal.

-r,Qué pasâ esta rnariana?, in«laga Noemi barriendo el patio.

-No sé bien. Hay problemas entre Rolo v Quique me parece.

-l,Quién llam<'r por teléfono Juanjo?

-No dijo rle parte tle quien. Preguntaron por Rolando.

-âUna mujer'/

-Cr»r voz <le tretta.

Rolanrl,r vuelve rlesalentarlo v reüne en la crx-'ina a to<los nre-

rr,r; a Nené. rlue trxlar ia rro volvi6 rlel colegio. -Tèngo un rnal pâlpito.(.,rrr Qui«1tre pasa ulgo rarn. No lne Husta-. I)ejri esta n«rta muy lliettr..r'r'ita pero entre lineas huele algo feo.

l.t'e corr r'.rz r;uelrlarla.

Page 28: Rolando Rivas, taxista

Albeno Migré

Matilde baja la cabeza. Noé se apoya en Juanjo. l,a olla del pu-chero parece una locomotora sobre el gas sin que nadie se entere.

El mensaje pas6 de mano en mano. Noemf no termina de leer-lo, estalla en un sollozo. Matilde los mira, no hay dolor en sus ojos. Hayrencof,,

-Yo a la calle si no aparece àMe eguivoco?Rolando desgarra un: ITIENE QUE APARECER!

f or,rao le ciena el paso a Mdnica que intenta salir. -No la de-tr-]o. Usted solita no va a poder nada. No la dejo. No haga mâs lfonifla. Todo ird bien (le miente) -Tengamos confianza.

-âEn qué? âEn guién?

-En Dios, nifia.

-Esti{ tan alto y atareado, Gonzalo, qué hago si me quedo sinél àCon Odile, conmigo... qué hago?

Gonzalo le da un beso. Va a prepararle una tisana. Ella no so-pona la radio y la televisidn encendidas simultâneamente, con Odilependiente de las dos. Escapa como si la desaparicidn de su padre fue-se culpa suya"

En casa de los Rivas solo comi6 Nené, que no entiende biende qué se trata. Rolando camina por el patio cuando suena el timbre.Corre para abrir Es M6nica. Se abrazan. Læ'cuenta y él a ella. Aun-que entiende que el problema del hermano es menos grave. Mdnicalagrimea sin parar. No sabe c6mo consolarla. -No llores. -ZQué pue-do hacer? No sé qué hacer ni qué decirte. [o siento mucho yo... âQue-rés entrar? - Y ella acepta. Si, quiere entrar. Aunque parezca una im-prudencia, aungue no quede bien... ella guiere quedarse con é1.

Le pasa un brazo por sobre los hombros. Cierra la puerta. Cru-zanla cancel. Ella respira hondo, -Qué rico huele este patio. A ma-dreselva, menta y albahaca.

A él |e duelen los macetones antiguos, decolorados por lluviasy sol. l,as paredes descascaradas, la escalerita de lata. La cuerda conropa tendida. La llevarâ a la sala. La cubre de besos pequefios. Tim-bre. -Perdoname. -Sf. Rolando atiende. Es Cortito. -Como sé que te-

50 51

ROIâNDO RIVAS TAXISTA

nés el tacho en el taller vine a ofrecerte si querés hacer'unas horitascon el mio. -Grande, petiso. -âEn qué quedamos? âPetiso o grande?[æ explica economizando palabras lo que estd ocurriendo.

Esperando que vuelva, Mdniea descubre el teléfono. l,lama asu ca§,a. Atiende Odile. -âQué hiciste? iDdnde estris?

-Bien, no te preocupes. Novedades de pap6.*Un comunicado extremista dio plazo de 24 horas. Piden rein-

corporacidn de obreros despedidos. Libertad de cuarenta y dos gre-mialistas presos y 50 millones de pesos. Cuelga asustada. Rolando aso-ma para decirle que entienda que no es ldgico presentarla a su fami-lia ahora. En el patio estd esperando un compafiero para llevarla a sucasa. Se venin después. El ird a verla. iMe querés? -âTe cabe algunaduda? Cortito casi choca por mirarla en el espejo retrovisor. Es unamufieca. Tan fina, pero tan chica. No se la imagina casada con el Ro-lo. -Dios lo pendone. Para él la mujer del Rolo es'Teresa. No hablan.Ella le agradece regresarla a su casa.

M6niea encuentra noticias mds alentadoras. La policfa es op-timista en cuanto a los resultados de la pesquisa tendiente a localizarel paradero del industrial Helguera Paz.l,atele y la radio siguen en-cendidas simult6neamente. A las 6 de la tande los boletines informanque fue allanado el edificio de la imprenta ubicada en Castelli y Ve-raza de Loma Hermosa, en la que descubren pistas valederas. Hel-guera Paz habrfa sido trasladado a otro lugar. Fue capturado Jorge Ja-ramillo, argentino, estudiante de 24 aflos, solteroo y Ana EstherBrodsky, de 23, soltera, quimica.

Se hace la noche. A Rolando le resulta imposible ingresar a lacasona de los HelgueraPaz. Policîas, cameramans, micrdfonos. De-berâ conformarsie con llamarla desde un teléfono püblico.

-âCdmo estâs?

-Desesperada. âSe supo algo de tu hermano?

-Nada. Quise verte y no me dejaron entrar. Ib quiero.

-iG quiero!

Recién a la noche siguiente hay noticias positivas y concretas.M6nica se adormecid en un sill6n vencida por el cansancio. Gonzalola zamarrea con carif,o.

Page 29: Rolando Rivas, taxista

Alberto Migré

-No se asuste. Liberaron a su pap6..

-âSano y salvo?

-Con algunas heridas sin importancia. lo traen para acâ.10 de la noche. Rolando s6lo trabajd unas horas por la tarde.

Se enterd por la radio del taxi gue liberaron a Helguera Paz.

Cuando llega a su casa hay m6s noticias y son tremendas. Selas darâ Matilde desencajada, porque Noemf cayd en cama del dis-gusto. -Mataron a Quique. -âC6mo?

Se le caen las llaves del taxi que trae en su mano. Matilde com-pleta la escalofriante informaci6n. -Lo mataron. Era uno de los se-cuestradores de Helguera Paz.

F " la casa de Arroyo y Suipacha se descorcha una botella deI-lchampafra.En el patio de la casa de Rolando Rivas hubo un allanamiento.Después fue cayendo la barra en pleno. Cortito, Magoya, el Flaco, elAbuelo. Cicatriz. Y la Tere. Hasta don Félix para dar su pésame.

Rolando estâ arriba, en la piecita que ocup6 el hermano.Magoya se atreve a subir, Lo encuentra hecho bolsa. Con los ojos

rojos. Intenta un consuelo inritil. No hay palabra ni abrazo que valga.*ZY este desorden?

-Entraron a registrarlo todo, que lo pari6. Que los pari6. Die-ron vuelta la casa.

-aEncontraron algo?

-No.-Menos mal. Abajo estân los muchachos. Estd Tere. Gmbién

cruz6 don Félix.

-Rolando no la escucha. Àcomoda algunos libros y discos.

-Dej6.-Dejame. Nunca habfa tocado sus libros. Leia cada cosa difi-

cil. Y me decia: "Hay que d,esabotona,rse el cerebro tan segt4ido comola bragueta, Rolo", Me queria desasnar, Pero yo...tampoco entendiala müsica que le gustaba oir. iShostacovich! iMahler! Yo mera Pichu-co con el Polaco a todo lo que da. Se armaba cada bronca. -Bajâ esa

52

53

ROIANDO RIVAS TAXISTA

lata. "Sacd esa porquerta,,. _Ni una corbata o una camisa del Quiqueme prestd nunca. Qué cosa, Hoy por primera vez me doy "r"rrt"à" q,.r"

mi hermano era un desconocido.

-Andâ para abajo.

-iDos islas el Quique y yo! Capaz que nos pasâbamos dias sinhablamos. Cdmo me hubiera gustado hablar m6s con é1. Acompaûar-nos. Discutir sus ideas. Meterme en su,vida.

-Le diste mucho. Todo lo que podias.-Todo no pudo affastrarlo. jQuién era? Nos criamos en el mis-

mo barrio. Parecfamos iguales.

-Iguales no.

-ZQuién era? âC6mo es posible que de golpe entrara a querermatar gente hasta que lo mataron?

-zQué se yo? Es algo inexplicabre para mf. un dfa todo esruvotan encarajinado que Dios nos libre, Rolo. Seguramente no es culpade alguien en especial sino de varios. r

-àQué decfs? De todos. pero se tiene que terminar. iQue ter_minaaaar! iAh! Todos son buenos, Magoyita. Santos. Mirâ que À nues_tro laburo se oye gente hablando porài".

*Una chamuyeta infernal.

-Peronistas, comunistas, radicales, liberales, conservas, hastamilitares. No hay uno gue no diga lo mismo. Tenen lu pr""i.;;;;;que el pafs cambie y se levante. para que mejoremos. p"r. qr" t ryji"_nesta!, se terminen las coimas, bajen los precios, suban los .u"lârr,."exte_rmine la com.rpci6n...y la mar en oo*hu. hra que nadie esté des-conforme y ponga una bomba. hra gue no haya aÀmo ni desapareci_dos. kra que no falten buenos colegios y ho.iit"l"r, t6 que lo tir6 delas patas. Me caigo y me levanto. Errior""r, .i perr.u*o, igual, si esta-rnos de-acuer,do, porqué cuesta tanto entende.nàs y salir realmente ade_lante. iPor qu é? àPor qué? iQue alguien me conteste por gueeeeeee?

-iQuerido!-No estoy defendiendo a m,i hermano, lo estoy llorando, pero

rrl mismo tiempo engrêrno porque.i ho-br no avanz6 un comino co_rno se la crey6. Se yuelve lgco d3 orgullo porque lleg6 a la Luna perorulonde no lleg6 es a pisar bien h Tàrra,

" "onniri..

Page 30: Rolando Rivas, taxista

Alberto Migré

{almate.-No puedo. Hay mucha gente que no puede mâs y también de-

be preguntarse, àpor qué vivir en paz nos cuesta tanto?

A orf ." comi6 frugalmente. Ahora se toma un té fragante con ro-

-fa-iri* de lim6n. Algo mr6s calmo, don Fernando improvisa otro

pequeflo discurso para Mdnica y Odile' "Esrcy seguro dn ser un hom'

ire'd,e bian.lusto. Intaph,able. Ordenaré las cosa^s de talforma que na

quepa duda sobre mi cond,ucto. Despüs ln inmedinn y prud'ente serd

uoi;oi" qur nns ayudc a olai'd,ar el rnal murnerû'o"' Mdnica palidece''

-âUn viaje? Odile sonrfe' -ZEuroPa?

-Ya se ver6.

-hpâ...-Hay excelentes casas de estudio donde encontrarés la posi-

bilidad de terminar el secundario. 561o lamento que la violencia que

generan se hayawelüo contralos cau§antes' La polic(a mat6 a dos de

iri. .""uestr"dores. Mdnica se espants' Pide permiso para retirarse'

Besa aI padre. Se enciera en su habitaci6n con llave' Se pregunta si

est6 micompadecerse de los que agredieron a Fernando y pudieron

eliminarlo.

D*n ruæstro que esrd, en los ciel'os"'"

I Hace mucho qr" ,ro reza con la contricidn de este momento en

el que sin darse cuenta e§t6 creciendo a causa de un dolor que le per-

mita entender cosaÊ que de otro modo jamds hubiera comprendido'

"Pad,re ruæstro qun estd, en l,os cielos""'

Debe empezarlo,rn" y ofiavezporque sin querer se le mezcla

la parecida oracidn bella; pero profana de El Barud: "Pad're nunstro qun

"rrâ" ,n las cielos, qü leios est⧠d'e rwsotros pa'ra ser padre nu'estro"'

Finalmente lograrô concentrarse . o'Venga,a nasotros tu reirw' Hdgase

tu oolurnad, a.sî en la tiena cotî,'o en el cielo"' âSu voluntad? Se impo-

ne a continuar. .,'Y perünarws ruLe§trq's d'eud'as asî como twsotros Per'

donamosa...,, êpeàonamos? Fue un triunfo terminarlo completo, co-

54 55

RO1ANDO RIVAS TAXISTA

mo corresponde para continuar con el ave Marfa. ooRuega por noso§_tros pecad,ores, alwra y en la hora d,e nuestra, rnuerte. imén . siguidl":"{o m6s serena, por el padre, por su casa. por ella, por Rolaido.AI cabo, le parece extraflo no haber recibido entre todos ros ramadosde sus amigos uno del hombre que ama. Telefonearâ ella.

Aqui nadie parece escucharer timbre der teléfono. Teresa se se-para del padre y toma la decisidn de atender, âpor qué no? Ella ha si_do como de la familia hasta hace poco.

-Hable.-Rolando Rivas por favor,

-No sé si...un momentito voy a...âDe parte?

-M6nica Helguera Paz.

Silencio.

-iHola!-Creo que no podr6 atenderla, seÉorita.

-aNo est6?

Silencio.

-Hola. iNo est6? âQuién habla?

-[a...una vecina.

-Perddn. âHablo con la casa de Rolando?

-Rolando estd de duelo. Muü6 el hermano. Usted deberfa sa_berlo mejor que nadie.

-No le entiendo. jPor qué me contesta eso?I.e cuelgan el tubo. aQué significaba aquello?Se puso un abrigo y tom6la decisidn de ir a darle el pésame.

Aün le faltaba saber lo peor,Est{4n todos en el patio, menos el Rolo, que arin no baj6.M6nica se hizo acompafiar por una amiga, que le pidà discul,

l)as por no atreverse a entrar. Se queda esper6ndola en el auto.Da algunos pasos inseguros recorriendo el corto y angosto za_

gudn. LJeva en la mano una rosa blanca de tallo l"rgo. dn "l-patio.ror,abe un alfiler. Çs un apretado gmpo de vecinos y amigos qr" hubt*

en voz baja. Se ipeila paradita ahf, esperando descubrirlo con la mi_ruda. Susurros opacos, contradictorios, llegan a sus oidos. _Qué las_tirna. -iQué barbaridad!. -Pobre gente. -Nuncatuvo cab"r". _iqrié.,

Page 31: Rolando Rivas, taxista

Alberto Migré

iba a decirlo? -ilas cosas que pasan! -Yo lo conocia poco' 1o siento

por Rolando.Matilde, que no se pierde un detalle' la descubre' Se acomoda

un chal. Se le aproxima. -ZQuién sos y qué querés?

Lo manda a Juanjo pà'" qu" le avise a Rolando y Rolando ba-

ja finalrnente.Todos 1o abrazan, estrechan su mano. cortito, que es de los po-

cos que la conoce, aprovecha para acerc6rsele' -ZNo es mejor que se

vaya?

âC6mo le pregunta eso? Le cuesta entender' Cortito no es muy

elocuente, se lo Lxplica como puecle' Mônica también se muere un

po"o. Rol"ndo se abre p"to' Ei Corto se apalta' Ocurre una mirada

terrible. Se miran a través de lâgrimas'

-Lo suPe recién' No tengo Ia culPa'

-àYo si?

-Entendeme.-àA m(, quién me entiende?

-Yo, âPor qué creés que estoY aquf

-No sé.'

-Mi Padre Pudo morir también'

-Todos vamos a morirnos alguna vez' M6nica' Lâstima que no

aprendamos nunca a vivir, ni a morirnos' iQué lâstima!

-àPor qué tenemos que odiamos?

-No es odio.

-ZQué es?

-Dàlo.' Rabia. Diferencias' ZTe mand6 tu viejo?

-No tenés derecho a pensar eso de mi' Sos injusto' Thn injusto

como todo Io que Pas6'

-àQué pretendés de mi? isoy un ser humanol

-Un po"o de tolerancia' Un poco de comprensi6n'

-!Nada menosi Otro clîa, nena ieh? Otra vez' Dentro de mucho'

Hoy no puedo. Chaq.

Ella se parte en dos' lntenta darle la flor' El no la acepta' Mdni-

ca se va. Rolando pernanece en el zaguân' se apoya en unâ de las pa-

redes como un chico al que en el juego de la escondida Ie toca cofiar

56

ROLANDO RIVAS TAXISTA

Magoya, clespacito, recoge la flor, Apoya su mano en el hombro clel Ro-ln. - Perdoname si rne meto en lo que no me importa. Tengo algunosafros mâs que vos, mâs,penas encima. 'trbmâ esta rosa, guardala.

Rolando niega con la cabeza aunque en lo mâs profundo de sur:orazôn quiere aceptarla.

Magoya lo obligarâ a tomarla. -Guardala, aunque no te acuer-rles nunca en qué lugar la dejaste. Se me ocurre que te harâ bien guar-rlarla. Total, no es mâs que una flor.

..."Y perd,ônanos nuestras deudas asî como rwsotros perdonclntosa nuestros deudores. Y no nos dejes caer en la tentaci(tn, Mas lîbranosdel mal. Amén"

6nica regresd afiebrada. Al dia siguiente hubo que llamar almédico. Su crisis emocional postergô el inmediato viaje pla-

neado por don Fèrnando. Se refugiaron en la estirncia de Cardales.

-âQué dia es hoy?

Rolando tiene que volver a manejar su taxi aunque, esta ma-irana, Ievantar la banderita que es su escudo no lo hace sentir libre,ni acariciar el volante le provoca aquel perdido placer de manejar sutaxi. Hoy Buenos Aires le parece diferente. Otra ciudad. Es como sicrnpezara a vivir y naciera grande en lugar de pibito, con un cansan-<'io largo y un miedo ancho y profundo.

[,a barra fue muy solidaria con é1. Se tumaban para acompaflar-lo. También a la familia. Buscaban un pretexto para acercarse a la casa...lomar unos mates, contar alguna ocurrencia que los obligara a sonreir.

Rolando se dedic6 con esmero a reacomodar la piecita de arri-ba. Los libros y los discos del Quique. Descubrid textos nuevos que:rntes le costaba comprender y se familiarizd con la müsica que algu-rra vez consider6 dificil.

-ZQué dïa es hoy?

Recibe una carta sin remitente. Se inquieta. Lo que contiene,'l sobre es nada m6s ni nada menos que Ia simple oraci6n de San Fran-,'isco de Asis.

'ALli donde haya odio, que yo pongo, el amor. Alli. dond,e haya

,'» /

Page 32: Rolando Rivas, taxista

Albeno Migré

ofensa, EtÊ yo ponga el perün' Alli d,onde lwya discordia, que yo pon-

go to ui;ao. Allî d,ond,e haya error, que yo ponga la aerdad' y d'ond'e

twya d,ud,o, l.a Fe. Altî d,onde h,aya d,esesperariôn, que yo ponga la es-

perantza".

La mano crispa un momento aquella hoja que no termina de le-

er sabe, est6 seguro de quién se la mand6. M6nica. [a nombra con emo-

ci6n y carifio. Descubre que no le guanda rencoE con todo, resolverse

a llamarla por teléfono le cost6 un par de dias mr{s' *No hay nadie de

la familia en casa. Estân afuera. No puedo darle m6s informaci6n.

-âQué dia es hoY?

Est6n cenando en silencio en la cocina Noemi, Nené, Juanjo,

Matilde y Rolando.

-Qué rico te sali6 este guiso, Noé, -comenta Para romper el si-

lencio.Y Nené, inocente, deschava la verdad al hermano-'padre' -No

Io hizo ella. [-o cruz6 la Tere.

una olvidada ternura regreÊa al corazdn del Rolo. Al terminar

de comer, decide arrimarse a Ia ventana de enfrentà para dar las gra-

cias. Lo esté haciendo cuando lo detiene el timbre del teléfono.

*iQué Gonzalo?*El mayordomo de los Helguera Paz'

se le ensancha el alma, después de tantos dias puede sonreir.

-âQué dice?IÉinformar6laenfermedaddeM6nica.Loest6llamandodes-

de el teléfono de la pequefia estaci6n de ferrocarril. [a comunicaci6n

no es buena. Mdnica se moriÉ de tristeza si la sacan del pais y es lo

que est6n por hacer.

n y'f atilde lava los platos. Nené los seca' Noemi prepara el mate'

IYI EI ent a a la cotina transfigurado. Miente que lo llam6 un pa-

sajçro aI que Ie dio el teléfono por un viaje en el que puede gânarsg

buena plata. Tiene que salir ahora.

-Tom6 un mate Por lo menos'

58

ROLANDO RIVAS TAXISTA

onzalo lo estaba esperando en la pequef,a estacidn despoblada.Era medianoche y lo fue guiando. Después lo ingresd de con-

trabando a la casa principal. Subieron a oscuras una escalera. Rolan-do tropieza. Schhhh. Se detienen. Afuera ladran los perros. Contie-nen la respiraci6n, la pregunta opaca llega desde el escritorio. -ZEsusted, Gonzalo?

-Si, seffor. Tropecé como un tonto en la escalera por no encen-der la luz.

Toma a Rolando del brazo y siguen subiendo... en puntas de pie,sigilosamente, como dos delincuentes.

A Ia luz del velado4 M6nica se veia prâlida. Estaba escuchandomtisica con los auriculares puestos y los ojos cerrados. Pensd que era C,on-zalo quien se sentaba en el borde de su cama trayéndole un té de cedrdngue le gusta tanto y el tranquilizante para conciüar el sueflo. El le quitdsuavemente los auriculares. Ella evit6 abrir los ojos respirando un per-fume inconfundible. Aquel olor tan rico de la piel de Rolando. Enbeabridlos prârpados segura de gue iba a decepcionarse. Se le escapd un grito.

-iNoooo! El la enmudece con la punta de sus dedos. -iRolandooo!Dos que se hacen uno, tal es el abrazo. Dinân al mismo tiempo

Te quiero. Para intercambiarenseguida un mill6n de besos diminutosimparables hasta el tremendo y deleitoso beso que junta sus bocas.Al separarse, apenas, ella quiere saber -ZY ahora?

-Gngo que irme para no comprometer a Gonzalo. No es posi-ble hacerplanes aqui. âPodr6s ir mafiana a las cinco a Plaza Ffancia?

-Sirrr.No le importa otra cosa mâs gue é1. Nadie m6s que é1. No se-

guind a su padre a Europa. Se casar6 con él contra viento y marea. Sila separan de Rolando se muere, se va a morir

-Hablemos de la vida, mi amor, Yo también estoy dispuesto apelear por estar juntos.

Otro beso. iCuânto les cuesta alejarse! Y otroTe quicro aluni-sono. Qué bien lo definid Luis de Camoens: i'El amor esfuego que ar-d.e sin ard,er, urw heid,a quc d.uele sin lnmetüo; un gran coüentamicntosin contento. Un dolor que mahrata sin daler".

59

Page 33: Rolando Rivas, taxista

Alberto Migré

olo acelera por la Panamericana silbando bajito. Hasta consi-

gue canturre ar. "Seres con su cielo y con su infi,errw, con su,§ ga'rws dn reir o d,e llorar".

Vuelve a ser é1. El de siempre. El amor lo recupera.

Al estacionarfrente a su casa, la ventana de Teresa ya est6 apa-

gada.

Imagina a los suyos dormidos, pero en la cocina estÉ Noemi ma-

teando con el abuelo, aquel colega macanudo que se aparecid con la

guitarra y le canta bajito dulces valsecitos como Desd,e el almn, Ro-

tror,nÊe de banio, Caserôn d,e tejas. Conmovedor. La Noé tiene otra ca-

ra, otro 6nimo. Su hermano hasta la ve linda.

-Perdoname la atribuci6n gue me tomé, -se disculpa Liberti,que es el apellido del que Rolando recién se entera.

-No podias hacer nada mejor. Te lo agradezco. iAh! Y que se re-

pita.

-Si te parece bien, claro que si.

Pone llave a la puerta convencido de que las cosas pueden arre-

glarse. Claro que del dicho al hecho... El nunca tendrâ cabida entre

los Helguera Paz. Mdnica es todavia menor de edad para decidir su

vida y, aungue pudiera hacerlo, âel resto de los Rivas, la aceptarâ?

on Fernando recibid un llamado aprimerahora, de la rinica em-

pleada que qued6 como encargada en la casa de Aroyo y Sui-

pacha. Alli hay un seffor Etchenique, Juan Marcelo Etchenique, que

quiere comunicarse con é1. aQué hace? Las circunstancias lo habian

obligado a olvidarlo momentdneamente. Se disculpd sin entrar en de-

talles, se lo explicaria mejor personalmente. Ya estaba mandando a Isi-

dro con el auto para que fuera a buscarlo y lo trajera a la estancia. Re-

capacita luego que los planes que no se concreten en Buenos Aires

pueden llevarse a cabo en otra aparte. Etchenique lo ayudarâ a con-

vencer a Mdnica para que viaje. iSi supierq!

Mdnica se levantd al alba y est6 en el parque, tramando con

Gonzalo la manera de escaparse por la tarde para acudir a la cita en

Plaza Flancia.

60 61

ROLANDO RIVAS TAXISTA

-ïhl vez su papd dé autorizacidn para que salgamos a cabal_8ar.

-No me parece. A duras penas permite que nos alejemos de lacasa 20 metros. Es como estar presos.

- Conzalo le pide dos horas para armar un plan. Ella estâ segu-ra de que, llegado el momento, le crecerân alas y podrâ irse .,rolarrào.Propio de los afros que tiene, de su cabecita novelera, de lo romanti_cona que es, y ya con los pies sobre la tierra calcula cuânta distanciapuede correr sin cansarse,

A qué hora es conveniente huir hacia la estacidn, que no que_da cerca' Después de come4 cuando don Fernando hace la s'iesta, "u*-do Odile se tira al sol como un lagarto, cuando la custodia pu.ti"ul*del padre cabecea somnolienta por el vinito tomado durante el al-muerzo. -Son como cincuenta cuadras, nifra, va a cansarse. _No. _àysi se pierde? -Mi corazdn va a orientarme. Suena un poco cursi peroes cierto' En ese cabildeo los sorprende er terminante lramado d"bo,Fernando: -Mdnica, quiero hablar con vos. venf a mi escritorio.

M]-edo. -iQué, papâ? -Cambiate. Quiero que re pongas linda.Estâ por llegar una visita. No se cambi6 d" bu"n, gar,a pero le conve-nfa esta mafiana, como nunca, congraciarse

"on "l pajre. Mostrarse

mâs d6cil. Reaparece en el parque, preciosa, cuando Isidro hace so-ntu la bocina del coche en el que viene Juan Marcelo. Ve un tipo apues_

lo,-un galanazo transponiendo la puerta de fa casa acompafiado por

Odile y don Femando.

-iHola!No lo ubica.

-iHola! âQuién sos?

-Juan Marcelo Etchenique.

-ZVos?-Cambié. También vos sos otra.

-No lo puedo creer. àSï, papâ?

-Sf, hija. iQué pregunta!Se dan un beso incdmodo. Odile ordena el desayuno. _Hablen

tranquilos -los estimula don Fernando_, mientras yo hago unos lla_rrrados telefdnicos. A solas un momento. Si, él es ,n chrrrri bârbaro y

Page 34: Rolando Rivas, taxista

Alberto Migré

ella, nada que ver con aquella flaca, patitas de tero. -âNo eras pela-

do? Risas -Estaba haciendo la colimba, Mdnica. Més risas.

a conversacidn de don Fernando con el escribano Marquestd pa-

reci6 ligarse.

-Si, estâ ligado, Armando. Seamos breves. G espero aqui con

todos los papeles a las dos de la tarde. -Correcto. Después de cortar

volvi6 a levantar el auricular El teléfono estaba sin tono. Odile se aso-

m6 para decirle que todo marcha perfecto y vayPn a desayunar'

Medias lunas crocantes. Tostadas, manteca casera' el tambo

de la estancia. Un dulce de naranjas que es un manjar. Un montdn de

recuerdos. Infinidad de proyectos. Un desayuno muy agradable du-

rante el cual M6nica no deja de pensar que ahora serd mâs dificil su

encuentro con Rolando.Doce y media comen un suculento asado. Don Femando expli-

ca que entre las dos y las tres de Ia tarde estar6 ocupado por una en-

trevista de trabajo. E invita a Juan Marcelo y Mdnica para que vayan

a cabalgar, sin alejarse demasiado.

Ya estâ. Aunque sea quedar como la mona, cuando lo hagan,

allâ galoparâ inesperadamente rumbo a la estaciôn y asiJuan Marce-

Io la alcance no podr6 evitar que tome el tren.

Siesta. Odile desde una reposera vigila con disimulo. Mdnica

va a ponerse el traje de montar. -No puede §er tan imbécil de perder-

se a alguien como Etchenique. Qué fuerte estâ. Detrâs de los anteojos

oscuros achica los ojos codiciosos, regodedndose con la estatura del

muchacho, su pelo, los brazos musculosos. Se acuerda. Rolando no

se quedaba atr6s pero Rolando ya fue. Pas6 a ser historia. iEn qué ca-

beza cabe acordarse de él? Sonrie apenas. Quizâs lo esté afiorando con

otra parte de su cuerpo.

El capataz trae ensillados dos caballos. Poco después, M6nica

y Juan Marcelo se alejan flespacio llev6ndolos de las riendas' Odile

toma sol de espaldas y levanta la voz con un tono maternal poco con-

vincente: -Por aqui cerca nomâs, chicos.

Dos menos cuarto de la tarde. En el escritorio Femando revisa

62 63

el borrador de un testamento y varias instrucciones mâs que er escri-bano- Marquest, entregarâ ar abogado Arizaga. Herguera Ëaz tambiénestâ harto de sentirse preso. No ve la hora de saliràer pais. si M6ni-ca se resiste a viajar no le preocupa confi6rsela a EtcÀenique. Est6seguro de que terminarân casdndose. Es el mejor porvenir para su hi_ja.

ROIÂNDO RIVAS TAXTSTA

I auto en el que viaja el escribano Marquestd frena bmscamen_r--rl te a unos siete kil6metros de la estancia por ra encerrona queprovoca una camioneta negra con vidrios polarizados.

-iEstâs enamorada?, averigua Juan Marcelo mientras van aItrote lento por un camino bordeado de cipreses. Mdnica no vacila. _SiiY vos? -Tirdavia no. M6nica se adelanta. El no se esmera en alcan-zarla. -ZPor qué disparr4s? -Ella frena su caballo toduri" u, po"o n,à,allâ y se da vuelta. -Porquese hace tarde. El sonrie intrigaio -zparaqué? -G lo cuento en otro momento. clava sus talones y àr animar daun respingo para ponerse a galopar un segundo despuCs. A Juan Mar_celo se le borra la sonrisa' -iEsperdaaaaaa! -iya vuelvoooo! No mesigds -ZA ddnde vas? -Es una sorpresa. Juan Marcelo obedece d6cil"cQué se le habrd ocurrido?,,

Odile no se movi6 de donde estaba para ir a saludar al escri_bano Marquest6. La mujer del encargado pas6 corriendo por su Iadohaciéndole saber que habia llegado Jgo dà."o^puesto y lL iba a pre-ptuar un té de yuyos. Se desperezd disgustada por tener que salir delsol, ponerse una bata e ir a hacerre cierto rendezuou.. se d"-or6 unsegundo ante el espejo del espacioso vestibulo para comprobarque es_taba presentable. En ese momento tres dispÀs hicieron astillas elsilencio de la siesta. corre hacia el escritorio cuando er desconocidosale violentamente, se la lleva por delante tirândola al suelo.

El auto es una saeta contra el alambrado ilo aplasta y se alejalçvantando una polvareda!

Don Fernando est6 tirado en el piso del escritorio. Sangra. Oài_le grita. Todo pas6 en un segundo sinliempo para reaccion in,,iQuémierda dc corurol ejerce esa cwtod,ia?,, Después Ma.qrest6 estaba Àe_

Page 35: Rolando Rivas, taxista

a..,srfl, [nryr;

nazado de muerte. Que Io usaron de pantalla. "iAsesirws, tw ird'n le'

"7bs/" Si. Imposible alcanzarlos.

Desaparecieron. -iUn médico! iPara mi estâ muerto! - se san-

tigua la mujer del encargado. Odile pierde el conocimiento' Al reac-

cionar ve a Juan Marcelo.

-No hubo nada que hacer. Muri6 antes de que §e le pudieran

prestar los primeros auxilios -.-Que horror: âM6nica?

Etchenique no sabe qué conte§tar. Ignora qué suerte corri6 pe-

ro presume que puede tratar§e de algo similar a lo ocurrido con el pa-

dre. El mismo atentado. Una revancha.

eptiembre se insinüa en el brote de los ârboles. En el perfume del

aire, que parece de cristal, los gorriones sedientos alborotan en

tomo a un grifo de riego. Revolotea una mariposa azul, el césped rc-

cupera vendor, Rolando dio una tercera vuelta recorriendo Plaza Fban-

cia, mirando hacia todas partes. contmld su reloj, faltaban minutos es-

cEr§os pare las cinco y media, M6nica no habia llegado. Tal vez no lle-

gue.Y hasta es posible que no pueda volver a verla'

kocurd vencer su pesimismo. Como un pingo de calesita da

una cuarta vuelta. Son las 6 menos cuarto de la tarde. No vendr6' Ano-

che fueron unos ilusos. El ya no tiene edad para jugar a vivir' àQué

espera todavia? iPor qué no se mete en su taxi y raja? Hasta las 6 es-

pero. Si a las 6 no apareciô...

Ahora estâ sentado frente al volante del taxi que no se decide

a arrancar y son las 6 y cuarto. EI sol se apaga, el cachito de alegria

que habia recuperado también.

-iRolandooooooooooo!âQué es eso? aUna cargada? Busca con la mirada'

-iRolando!Ng ve nada especial. De todos modos se baja' Y sin temor al ri-

diculo grita también:

-âQuién es?

Gracias a eso Mônica, que lleg6 tarde, puede ubicarlo'

64 ob

iOLAilDO RIVAS TAXISTA

-iMi arnor!

Hay violencia y pasi6n en ese fundirse uno con el otro. Susto,ulegrfa, placer, congoja, parece imposible que algo, alguien pudierasepararlos.

Ya moderados ella le contarâ su peripecia para poder llegar. Ro-lando, el suplicio de imaginar que no se encontrarian.

Aqui estân. Refugiados en Ia intimidad de un bar despoblado,ignorando el café y el helado que pidieron. Tomados de las manos.Min{ndose. Thn en lo suyo, como escapados del mundo. Desconociendoel riltimo espanto que les espera. Haciendo planes descabellados. -Ue-vame a vivir con vos. -ZSin casarnos? -Casémonos. -Sos menor deedad, no me contagies tu locura. Seamos adultos. -En una de las ano-taciones que mamd hacia en los libros que leia, encontré: "En asu,n-tos dn amar, los locos son los que tienen mds experi,encia. De amor nohay que preguntarle nunca a los cuerdas. Los cuerd,os aman cuerd,a-ntente, qu,e es coûw tw haber amad,o nu,nra". -La literatura es una co-sa. La realidad, otra-. Es inritil explicarle que don Fernando no acep-tar6 que sean marido y mujer. Ella se apasiona proclamando que suvida le pertenece que no se dejarâ manejar Y que a la estancia no vuel-ve. -L,levame a tu casa. -Los mios también haran pelota nuestra feli-cidad-. Sabe que es cruel decirselo pero est6 seguro que Noemi, Juan-jo y Matilde le harân la misma guerra que Helguera Paz y Odile a é1.

Ella se planta. -âEntonces, qué? Y él no tiene una respuesta concre-ta. -Vâmonos a cualquier parte. A vivir en una pieza, en una cueva,donde sea. Perojuntos-. Tiene la edad de no comprender todavia queel contigo pan y cebolla desgasta el amor, lo vuelve dcido, amargo, im-posible. El evita defraudarla, tampoco quiere plegarse a un proyectoirealizable. ZQué hace? Estâ atado de pies y manos, lo humilla evi-denciar su pesimismo, su incapacidad inmediata para encontrar unasolucidn. -Tirl vez dentro de unos dias. -âQué? Desiste de seguir ago-biândola, de resentir el carifro aûn no estrenado. Respira hondo. -Ha-gamos una cosa. Volveremos juntos a la estancia.;iPara qué? -Paraque hable con tu pap6.

Page 36: Rolando Rivas, taxista

Alberto Migré

s de noche, y a medida que se van acercando el aminora la ve-locidad con la excusa de lo mal que estâ la ruta de tierra.

La policia los detendrâ un kildmetro antes. -Documentos-. Rolandoentrega los suyos. M6nica se pone altanera:

-Soy M6nica Helguera Paz-.La luz de la lintema la encegue-ce un momento. -Apague eso-. El agente se aparta para aproximarseal patrullero que cierra el camino angosto. Baja el comisario, Rolan-do intenta detenerla pero ella hace otro tanto diciendo arin m6s alto:§oy Mdnica Helguera Paz-. El comisario le responde con cierto afec-to: -ZEstâ al tanto de lo que pasd esta tarde, sef,orita?

Del otro lado del taxi el agente le pide a Rolando que tambiénse baje del vehiculo y si estâ vinculado al extremista Enrique Rivas ose trata solamente de una coincidencia de apellidos.

Mdnica supo comportarse cuando los separamn. De todos mo-dos se acerc6 a Rolando y lo bes6 largamente.

El queda detenido por averiguaci6n de antecedentes.

Ella llega a la estancia en el patrullero.

Juan Marcelo agradece que esté con vida. La toma por los hom-bros. Demora sus labios sobre la frente. Mônica no llora pese a saberque su padre est6 muerto. Con cuânta calidez le habla: -Ahora como

nunca soy tu amigo. Estoy aqui para quererte, para cuidarte, para ayu-darte a ser feliz.

olando recuperd su libertad a las cuatro de la maflana.Ibdos estaban en la vereda esperr{ndola.

-iAhi estâ!

-iAhi viene!

-iNeneeeeee!Noemi comiéndoselo a besos.

-No hagamos papelones, che. Vamos adentro.

-Después de lo que pasamos como para no preocuppmos. âPor

qué no avisaste nada por teléfono? ZTuviste algün problema?Adentro agradece el recibimiento, le da un beso a cada uno, Ma-

tilde incluida, y pide quedarse a solas con Noemf. Se instalan en la

66

ROL/\NDO RIVAS TAXISTA

cocina. La hace sentar y él prepara el mate.

-Lo hago yo. Quedate donde estâs.No empezar6 a enfrentarla con la verdad hasta después que él

y la hermana tomaron los mates del arranque.

-Estoy enamorado y me quiero casar.

Siempre fuera de lugar, Noemi explot6.

-âTe amigaste con la Tere?

-Ella es Mdnica Helguera Paz.

-No puede seq y busca confirmarlo como escupiendo la pre-gunta.

-aHelguera Paz ?

-l,a hija del industrial en cuyo secuestro intervino el Quique.-iNo sigas porque me da un ataque!

-No puedo seguir engaf,ândote. Me lo callé por prudencia. Ya

no es posible

-Iampoco es posible que quieras a la hija del hombre por elcual... Quique muri6.

-Quique se lo budc6.

-iQuique no era un delincuente. Peleaba por un ideal!

-Matilde, no quiero discutir, No nos pleguemos a la discusidnque est6 dividiendo al pais. 56lo te pido que entiendas que cuando nos

sentimos heridos, inmediatamente culpamos al otro, considerândo-nos victimasr por lo tanto tenemos derecho a exigir justicia. Creemosque se ha hecho justicia recién cuando conseguimos herir a quienesnos hirieron. àDe qué sirve exigir ojo por ojo, Noemî, si una vez quele sacamos el ojo a otra persona, nosotros continuamos teniendo unsolo ojo? Y antes que me contestes nada. Hoy a las dos de la tarde uncomando ingres6 a la quinta de Helguera Paz, en Cardales. [,o mata-ron. Noemi no movi6 un mrisculo de su cara. Retuvo el mate un mo-mento. Se par6. Cebd para entregârselo al hermano.

-No puedo impedirque hagas tu üda. Aunque me oponga no im-pediré gue te salgas con la tuya. Ahpri escuchame bien. Si te casâs con lapersoffl que nombraste...nosohos los Rivas, pendemos a un hermano m6s.

Inicia el corto recorrido hasta la puerta y antes de abandonarla cocina agregacon rencor.

67

Page 37: Rolando Rivas, taxista

ALberto Migré

-Sienrpre rne angr^rsti6 tlue tuvicras un acrricletrte tltt tr'ânsito'

Vivia rrort el coraz«in etr [a lrtxra por ese ntotivo. I)referiria eso altora, a

dejar de verte por esla otra razrin.

Golpe6 [a puerta al «rerrarla.

-No es justo, repiti6 Rolanrlo utt morttdtt tle veces seguidas,

amargas, impotente y ofendido. iNo es justo caracho!

atilde espia desde la escalerita caracol de lata. Algo alcanzd

a escuchar, palabras aisladas. Ahora se «lculta un poco mâs por

temor a ser descubierta. Lo ve en mitad del patio. ZTose o solloza? El

timbre del teléfono se lo lleva para Ia sala.

-Diga.Nunca la voz de M6nica se oy6 tan triste.

-Espero que sea la riltima prueba. No entendia como entiendo ahr»

ra tu dolor por Quique; ni el resentimiento de tu gente. [a vida acaba de

nivelarnos por fin. 'lbdo lo que haga de ahora en adelante estarâ contnrla-

do. Hay muchos intereses de por medio. Socios, abogados, hasta unjuez'

Este llamado es imprudente, de todos modos me arriesgo. No sé cuanto

pasan{ hasta que podamos esiarjuntos nuevamente. Porfavoq Rolando".

-éQué?

-Tiempo. Te pido tiempo. Pongamos un dia y una hora. Un lu-

gar para encontramos. Y si e[ milagro del reencuentro se repite serâ

' porque yo estaba en lo ciefto y es imposible separamos.

-Mi amor.

-No sé qué van a hacer conmigo. No sé qué va a pasar con vos.

Hasta ahora siempre pudimos ser mâs fuertes que cualquier obst6cu-

lo. Pase lo que tenga que pasar para mi serâs lo mejor de mi vida'

-Sos tan chica para decir eso...

-Dame una hora, un dia y un lugar. ZQuerés?

-Quiero.-àCuândo?-ZTe parece rnucho que sea después de las fiestas de fin de aio?

La falta de respuesta le hizo pensar que Ia comunicacidn se

habia cortado

68 69

ROLANDO RIVAS TAXISTA

-Hola M6ni«:a.

lntuy«i que hallia alguien rnâs en la lînea.

-Hola.-Perddn.-âEstâ Iigarlo?

-Puede ser.

-z.Ti. puedo llamar yo'/

-No. F-s <.onveniente cortur:

-Me debés una respuesta.

-Después de las fiestas estâ bien. La noche del 5 de enero.z,Puede ser?

-Me gusta. iEn qué lugar?

-Donde nos encontmmos siempre.

-Hecho. (Lavoz de ella habîa cambiado. Habia un inconve-niente, de lo contrario le preguntaria un mont6n de <:osas mâs).

-No te olvides de mi.

-Ni vos de m(.

-Espero no significar un problema cuando volvamos a vernos.No hice otra cosa mâs que complicarte la vida, hasta ahora.

-No. Mi vida sin vos era blanco y negro. Sin colores. Contrar:ualquier dificultad doy las gracias por haberte conocido. Hola.

Ahora si, la comunicacidn se cort6. Se queda mal. Ante la mag-nitud de Io que estâ ocurriendo, la promesa del encuentro acordadoes poca cosa, una esperanza endeble, un porvenir incierto. Lo ofendehaber aceptado. No estar acompafrândola, ser quien tome decisiones,rluien pelee de frente y la gane. Es que no tiene mâs que su amor pa-ra ofrecerle. ZCdmo la va a llevar a vivir a un departamentito de un am-biente? ZAcomodarla a lo que gana? Asi, de ültima, los suyos transenen aceptar que la traiga a esta casa, hay una diferencia tan grande en-tre lo que él puede y ella tuvo siempre. Ensimismado en ese anâlisisno se entera de la llegada de Cortih, a quien Matilde abriô la puertay le indica pasar a la sala.

-Che, qué macanazo. Me enteré por el diario, me enteré. -Ha-blâ bien. Con un solo me enteré es suficiente. -ZAhora te la dâs de fi-rroli, Rolo? -Soy el mismo de siempre. -Me parece que no la tenés

Page 38: Rolando Rivas, taxista

Alberto Migré

clara. âO ya resolviste coftar con la fulanita? - Me quiere y la quiero.Cortar âpor qué? -Yo, Zde quién aprendf que hay que diferenciar en-tre lo que se quiere y lo que se puede? Rolando, que no tiene un pro-yecto de vida concreto, que sabe estâ en desventaja con mil contras ysolo una a favor (el amor de M6nica, el mismo que él tiene por ella)estâ convencido de que no volverâ a bajar la guardia, a permitir quela vida le pase por encima. Asomarâ por fin la cabeza. Durante aflosse consagr6 a los demâs, sacrificando cosas, postergândose, ahora de-be pensar en él y en Mdnica. Sin pasarle una factura a los suyos por-que no se an'epiente de Io que hizo en el pasado ya que en definitivade Io que es vâlido arrepentirse es cle lo que no hemos hecho. -z,Quéte quedaste pensando hermano? hefiri6 no explicârselo. Pese a lo ami-gos que eran, estaba convencido de que Cortito, esta vez no lo enten-deria. Ademâs, tampnco queria estar sujeto a la aprobaci6n rle quie-nes lo rodeaban, con la suya era mâs que suficiente.

oy tira simb6licamente por la ventanilla de su taxi la culpa dequerer a M6nica. Si con ella ocurriera otro tanto durante el tiem-

po que falta para que se reencuentren.Est6 cnrzando Buenos Aires desde Cabildo y Nüflez hastaJuan

Bautista Alberdi y Donizetti cuando el Rotativo del aire le hace saberque recién al rlîa siguiente serâ el sepelio de Fernando Helguera paz.

en el Parque de Paz Miserere. Le pasa por la mente aquella rosa blan-ca de tallo largo que M6nica Ilevri para Quique, que se neg6 a aceptary Magoya recogi6 rlel suelo: -Guardala, aunque no te acuerdes nuncaen qué Lugar la dejoste. Si rlue se acuerda. En la piecita cle arriba, enuna pequeiia caja que puso entre los libros favoritos clel hermano. Ma-goya tenia razôn. Le hizo bien guardarla. De lo contrario no se le ocu-rliria llevar rrna purr:«:ida al ParrJue rle Paz Miserere.

onzrtlo,,1,,,,,,:. de los ültimos err relirarst: rlespuels <lel entierrn,('l'('('r'('('on()('ello. Se lo arlvt'rtirir a su niira Mrirrir,a corr Ia llnr-

rlcttlirr rlcl ,'irso r liunulol ri.rPirlt,z Potilrlr'. r\r'rrr los cjt,r.trtivos <le lrr fir-

7o 7t

ROI.ANDO RIVAS TAXISTA

brica acaparan a Odile y Juan Marcelo. No le resulta dificil apartarsede ellos, volver sobre sus pasos, sorprender el conmovedor gesto de Ro-lando. Se miran nada m6s y solo t uy ti"-po pïo un graciospequefii-to, después del que cada uno sigue su

"u*irro. jQuién fré

"iq;;;que amar es algo mâs que el deseo de estar juntos todo el tiemio?

I abogado Arizaga los reuni6 para enterarlos de algunas ins_trucciones precisas que Helguer a paz dej6 sobre su escritorioporque el encuentro con el es<'rib"no .,o se concret6. ocrire no lo pre-vi6. De saberlo hubiera clestruiclo arluel sobre que contiene la clesig-naci6n deJuan Marcelo Etchenique como apoclerado cle los bi"n"., qr."M.nica heredarâ casi en su totalidad. pu.obdil" ,.Ofo.f ,i rfn a" j.ïpiedad de un pequeiro clepartamento en bario Norte y algo de dine_:" EY furiosa. Harâ pleito. Lo ganarâ. Tiene también papeles a sufavor. Su casamiento e., U*guuyflas Vegas. p.lea.â con ufras y dien-tes para con seguir mucho mâs. ipeleari 7y .i a partir de ahora fuesemucho mâs inteligente Iacerse la vîctima, rlisculparse

"on n,fni"u,inspirarle compasidn a Juan Marcelo?

. Aqui, a un paso de Boeclo y San Juan, la cprdialidad y el en_trafiable afecto de los Rivas toc6 fondo y una profuncra correntada deagua turbia lo arrastrâ rejos. Noemi habr6 con los hermanos y uu..*Jnmâs aliados apel6, cosa increfbre, a su «:ufracra Matilcre. La unirin ha-ce la fuerza, ila sabés a ésa? y la Matilcle se ar.rirna hacia clonde r:a_lienta el sol. Quien por edad no entra en la componenda es Nené. Suhermann-padre es un fdolo para e,a. ZC6mo re va a tlecrarar un boi-cot a la muda? No lavarle ni plancharle la ropa. No cocinarle. Hablarlelo menos posible. A Noemi se le va la rn.ni f la lengua. _Que le co_cine la futura mujer' La serviaumbre cie su f,tu,, -uje.. A ver r:uii,t,le dura. Apuesto lo rlue no tellgo que seis rneses t s mucho tienrp«r. Vra volver at:ti con la cola entre las ;ria,rro. cuando se sepâren_.

[lstâ tan conven.irlir rle sei. jLrsta. tle rlue (,o. esa ar,titurl rle-lle,de al henna.o. cua.rro terrni,a ra reurri,irr se.rr<.ierra e. su rr,r.-rrtitori.. se l)olle de r,dilras fi'errte a ra firt.grariir rL, rrs ,irrrrr.s t1Lrt. tir,-ut'en lu rnesila rlt, lrrz. Llor.a.

Page 39: Rolando Rivas, taxista

Alberto Migré

-ZUstedes me entienden, no? Lo hago por su bien. Lo quiero

salvar de esa locura.

Una clase de mujer que como Tere se extinguiir. u,QuedaÉ algu-

na todavia? Vivieron tan equivocadas creyen<lo serduenas de la verdad.

Por la noche Rolando no encontr6 r:onrida, stilo un poco de fru-ta y algin tomate en la heladera. -Mafrana ni esr>, sentencir'r Noemi

antes de mandar a todo el rnundo a la cama y quetJarse agazapada en

la penumbra de su habitaci6n. No oyd a Nené que clescalza, tlesde Iaventanita de su dormitorio chist6 al hernrano que se iha a corner un

sanclwir,h por ahi. Aceptaba el des.rfio y no to<'aria un duraztro. una

nranzana, aquellas peras cle agua que le gustaban tanto.

-ZQué hay'. Nené?

-Veni, te guardé dos empanarlas que estân tnuy rir:as y un pla-

tazo rle arîoz oon atün. Los es<'onrli en la ten'aza por las durlas. Noe-

rni no sospecha-. Se alrraza a srrs pierrras. El se inclina para rlarle tres

lresos en el pelito revuelto.

-Nené. ZTè levantaste. vos'?

-Para hacer pis, Noem(-. Baja la voz. -Mejor andâ solo, yo vuel-

vo a acostarme.

Por no defraudarla va. Se es«:apan tres gatos que estaban ha-

r:iéndose un festin. Pobre Nené, rlejarlos ahî en la parrilla rlue har,e

tartto no se usa. Qué ingenua.

omiendo el sandwich <le jarnrin y queso en el bar de Carlos Cal-vo y Boe,1o, le pide a la barra rlatos v precios sohre un departa-

mentito de un anrbiente para alquilar por la zona. -l,Tè pensâs mudar.

pibe? -No, abuelo. Es para un arnigo. -iAhl Mirâ que estân difit:ilesIos alquileres. EI que no es oaro es fulero. Y no hav tnur'lro para ele-gin Una rnafia. habiendo tnotrt«rnes tlue esthn va«'ios v t:rnta gettte sin

lugar pala vir,ir. No sé r'uântri pretertrlett collt'ar para rlecirlirse a al-rpilarlos. iEste paisl i.{si no val

72 1tL)

ROTANDO RIVAS TAXISTA

dile r:ena en su halritaci6n.Ya estân nuevamente en la casa de Arnryo y Suipacha.

Gonzalo sirve dos supremas a la Kiev para M6nica y Juan Marcelo.

Quedan solos. Juan advierte que ella no tiene la menor intenci6n cleempezar a comer. Vuelca en la copa rle M6nica un chorrito de vino ru-bio. -A ver si te despierta el apetito-. Lo toma d6cil. Le sonrie r:on losojos empafladi16s.

-§e ss1és preocupada. No voy a defraudarte. -Hay

muchas cosas que no sabés. -Tu papâ se sinr:er.d conmigo cuando noserlcontramos en Italia. Me fui porque rlueria ser alguien para casarme(:on vos-. M6nica se inquieta. El lo advierte pero continrla. -Sé que elamor no se improvisa ni se inventa. Estoy seguro tle que llegué tarde.

M6nica toma la palabra y no para de hablarle rle Rolanr.lo Ri-vas. Al término de la perorata, durante la r:ual apenas r:«rmi6, Juan Mar-celo le asegura que la comprende y promete ayurlarla. []lla corre lasilla para estamparle en la mejilla un sonoro beso. Juan pide r:on to-cla seriedad que no vuelva a hacerlo.

nce de Ia noche. Eljazmîn clel pais balancea sus pequefras flo-res blancas y perfumadas, aroma que una hrisa câlida reparte

por toda la casa. Pronto serâ noviembre. Rolando cuenta los dias co-mri si fuese un preso rlue saldrâ en lihertad el cinr:o de enero. Habl6por teléflono <:on Mdnica un par de veces mâs. No qu iso apurarla, evi-t6 que fuera demasiado evidente que no sop«rrta ya la situaci6n. El boi-cot de los suyos perdi6 la eficacia inicial. Estaban equivocados perono eran mala gente. En resumidas cuentas, él sigue parando la olla,aunque ahora sdlo apoda lo indispensable, estâ ahorrando la mayorparte de lo que gana. Igual es po<:o. No alcanza. Se dio cuenta cuan-do M6nica menciona un viaje impres<:indible rlue debe ha«.er con Et-chenique para cancelar negrx:ios de su padre. Partir(an el l0 cle no-viembre para regresar antes de Navidarl. -iNo vamos a velrros antes?

-Como quieras. -t,\hs que rluerés? -A vos.

l)asti a buscarla por la casa cle Arr-ovo y Suipar:ha, sin entran Fue

raro el enouentro rnâs que grato. Parecian desconocerse. El sin con-sultarla la [er,ô a un guinclado de Palerrno y lonlar.on un pril'rle gase-

Page 40: Rolando Rivas, taxista

Alberto Migré

osas en el mismo auto. Hablar de Odile fue conversacidn obligada.

-Discuti6 con Juan Marcelo. Se fue de casa. Juan es fantâstico, meentiende y comprende a las mil maravillas-. Rolando se movi6 inc6-modo en el asiento ladeândose para enfrentarla. Fue agresivo. .âNo es-tards enamorândote de él? -iMerecés que te conteste que si!

-àQué me viste? âY por qué estamos procediendo tan estripi-damente, nena?

-La nena creci6, mirame bien. No sé qué hubiera pasado aque-lla tarde si te plegris a mi impulso y aceptâs llevarme a vivir con vos. 'Io-do pasa demasiado pronto. Dura nada. Hay dias en los gue pienso quevoy a cumplir 100 aflos. También nos ocurrid un dolor nada comün delgue no se sale asf porque si. Dejé que vos decidieras para no ser la rini-ca responsable de un fracaso. Para cualguierpareja no hay garantfa res-pecto a la felicidad. Hay que elaborarla dîa a dia; âme equivoco?

-iNo! Segui. àAlgo mâs?

-Quise evitar agresiones personales y ajenas por estar profun-damente lastimados los dos y quienes nos rodean. No quisiste deci-dir, Rolando, Z,Qué me reprochâs?

Rolando resbala la cabezota hasta el hombro de M6nica. Laapoya ahi para decir: -Nada. 56lo que me parecid una salvajada qui-tarte del lugar que tenés, porque te quiero, porque te necesito, porqueme gustâs. âCon qué derecho?

-Yo también te necesito, te quiero, me gustâs. Todo aquello,sin vos, no me sirve.

-Palabras, M6nica, palabras. Nos entrampan. N,os engolosina-mos con ellas usândolas y terminamos prometiendo lo que despuésno se cumple. Y cuando las palabras no coinciden con los hechos, ahiviene el lfo.

-àTe casarias conmigo maflana?

-si.-iEstâs seguro?

-isiii!âQuiere probarla o se estâ poniendo a prueba? Llama al mozo,

le devuelve los vasos sin que ella haya terminado de beberlo. hga.Arranca. Mdnica no harâ preguntas, queda a la expectativa. El taxi se

74 /5

ROLANDO RIVAS TAXISTA

detendrâ frente a la casa de ella.

-âSin fiestao sin traje de novia importante, en la mds sencillaintimidad?

-No tiene por qué ser asi, todo lo.que mencionaste estâ a mialcance.

-A mi alcance, no.

-âEso te enoja?

-Me humilla

-Estâs pareciéndote a un resentido social. Lo mio va a ser tuyo.

-No aceptaria un centavo.

-Entiendo. Un perfecto machista.

-ZPreferis un vividor? : '

-Por favor, Rolando. La'conversacidn se embarr6 por comple-

to, fue un error vernos. ZTe das cuetita? No debimos apurtlrnos.

-fal vez el error sea mâs grave. Haberte fijado en un tipo como

yo. Pensalo bien.Ella se muerde los labios para no decir una palabra mâs. Cuan-

do el silencio se hace insoportable, pregunta diminuta amagando ba-jarse del taxi: -âSigue en pie la cita del cinco de enero?

Rolando gira la cabeza lentamente, cierra los ojos y con voz de

chico enculado dice: -Yo pienso ir.

-Yo también-. Y sin darle un beso, desaparece.

unto al teléfono de la recepcidn, Mdnica encuentra una nota de

Gonzalo, avisândole que se comunique con Juan Marcelo. "Si ne'

cesita o,lgo despiéneme. Un beso".

El mismo dia que Odile se march6, Juan Marcelo se instald en

la habitacidn 301 del residencial City House, a escasas cuatro cuadras

de donde vive M6nica.

Mdnica lo llamd enseguida paradesahogarse con alguien' Ama-

blemente él se anticipa qdecirle que tiene absoluta libertad para ver-

se con quien quiera, pero que no se lo diga luego de salir, prefiere que

sea antes. -Fue una salida sorpresiva, Juan, no te enojes.

Mientras le cuenta toda la verdad, su voz se opaca. Etchenique,

Page 41: Rolando Rivas, taxista
Page 42: Rolando Rivas, taxista
Page 43: Rolando Rivas, taxista
Page 44: Rolando Rivas, taxista

Alberto Migré

seas gil, Rolo, aga.râ viaje. -con los cubiertos es mâs que suficiente.-Estds rompiéndote la cabeza para estirar la guita. pelândote las nalgasdieciséis horas diarias y algunas mâs, cosa que te permita clarte algunpar de lujitos durante la luna de miel. No vas a hacer justo ese viaje conuna mano gtrâs y otra adelante. Hubo que insistir mucho y al final acep-t6. Le vinieron tan bien aquellos pesos.

T iberti (el abuelo) hizo dos cosas por las que le estarâ enteramenteI /agradecido. En primer lugar entregarle u. rnanojo cle llaves. Son

de una casita que me compré en Mar det Tuyri, pibe, ya ni me acuerrlocuândo' No es un palar:io, pero la fui poniendo li,da. No es Bruilor:he niMar del Plata, pero lo van a pasar bien. La otra lue atreverce con Nrrcmi(que le dispensaba cierta simpatia de la cual el resto de [a ba.a no g.-zaba). con la ayuda de Juanjo y Nené consiguid meterse en aquer cr,r-mitorio convertido en su cuartel ge.eral. Debajo de Ia sâbana co. la quese tapd toda, Noemi casi se infarta. Liberti habl6 de la familia, de la.om-prensi6n y de la tolerancia de la que tanto hablamos y somos incapacesde poner en prâctica. Le habl6 serenamente, con esâ sabicruria populeLrcapaz de tocar la fibra mâs intima. l*r hizo llorar a rnares, pel.o se man-tenfa en sus tJece. Enton«:es, él perdid su ma,sedumbre, su pacie,cia,se apmxirnd mâs a la cama y de un tir,6n que ella no imaginaba la clesta-p6. Noemi habl6 mientras saltaba de la cama. -['uera rle arpri. r,Qué hi-zo'? El no contest6 otra cosa mâs que: -usted no puerle tener un r:<t*az.(tn

tan duro. iNo es posible que le haya hablado dos h.ras .l divi*o bot6n!se habia enojado, v que aouel hombre tan medido y (x)n.e.to se salieraasi de sus casillas. vaya a saber qué resorte consigui6 accionar en Noe-mi que empezd a reirse histéricamente y se sigui6 riencro por nrâs de unahora. se baii6, se visti6; el abuelo se fue, rlesrrrnr:ertrado, y ell. seguiariénrJose, ahora rxrn una risa chiçrita, entr err»tatl.. L Noenri le sentis bien'/Evir.lentemente estaba alg. rnejor: r,l)e qué te reis'/ r* Lr ex1;lit.«i. N, sa-bia expli.arlo. Aquellus ültirnirs,.<:e Palalrrus, por,o rlt:r,ir la tilrinra. lel)t'ovo(:irjr»r trna es1-rcr.ie rle s[ux:k inr:orrrPr.t'nsible: -',\i., ,t.s lx,siltle que k,lutyu habLrulo rhts h.Ltro^s oL dittirus lntrin'". [,s rlur: sirrrrrltiureanrt:rrtr. lrirlriarx:urrirlo algo,le Io rlur: rrr.rnca narlit: se «rrrlr:rri. Al tr.r.rrrirrur. ll fj.rrsr,. 1l

B2

ROLANDO RIVAS TAXISTA

pobre Liberti que jamâs levantaba la voz mâs que pam cantar, se le es-cap6 urr cuet(ao leroz que son6 como un estruendo dentro cle la pieza.

De todos m«rclos. Noemi no i16 al casamiento.

I padrino serâ Etchenique. La rnaclrina Magoyita; que se pudodar semejante gustazo gracias a la grandisima cabeza dura cle

Noemi. que hasta el final cle sus dias sigui6 riéndose cada vez que re-t:orrlaba aquella sonoridad del abuelo.

Rolando consiguiri alquilar un rlepartanrento de rlos amhierrtes,ittterno, con vetltanas (ple l,{.rmiten ver la plar:ita Martin Fier-r.o, don-rle deserrrboca la callecita Orulo, r:erca «.le su casil. Se [o rnclstrrj a Mrj-trica con tanto orgullo. M6nica lue a verkr a<:ornpairada pnr Gonzalo.

-Linclo. Es lindo. Muy linrle-. No le hnbia gustarlo. -Le hubiera cli-<:ho [a verclar.l, niûa. -Vos clejame hacer a nri. Después cle vivir un mes

ahi, lo t:onvenzo de irrros a r;asa.

Aquella nor'lre que se clurmi6, M6nica no ley6 un pâr rle ano-taciotres que [a maclre habîa hecho en Ia ültima pâgina cle El Arte cle

Amar: ''rVt, tema a los o,ltercados v discu^siones. Las tinicas personu\ qu.e

no di\cuten, son aqu,ello^s o Las que no les importo nada o est(tn ntuer-kLs. AsegLirese. de que se ha tlicho todo lo que se debïu clet.ir. a tiempo.l\o obligue nun(a e nadie a que haga algo por rrsted en nrntbre tlelatnor. No tk:ln negorittrse (;on eL onror".

tranjo sin rle<rir palabra se visti6 en hizo at'to cle presr:nt'ia en laceremottia serrcilla rleI Civil. Rolanrlo se lo agradeciri rnrrr'lro. -Por'

Iavor', que Not-mi r.ro se enlere. I-e dije qut: ilra a[ (]lub.

T"

n lealirlarl. rlrrrrrrrtt,'trxlos arlut'llos rlias Vlrinir,u r R,rlirrrrl,,.t'r'i,.-11)ll Iltil\ [){x'(}. ,

l'.r'a rniis t'l Iit'rrrpo rlrrc lralrlirlrrrn por tt'ltllorro pol lir rrrx,lrt.. lirr,Ir'- rlrrc los ntolntntos r.orttlliulitlos.

o.)lr.,

Page 45: Rolando Rivas, taxista

Alberto Migré

n la iglesia de Santa Rosa, Belgrano y Pasco, la bara de taxistasocupd el lugar de la familia. En el otro costado de la nave, las

amigas de M6nica con Gonzalo.Cuando estall6 la marcha nupcial, Mdnica avanz6, del brazo

de Juan Marcelo, hermosa como nunca. La mâs odiosa de su gmpo chi-ment6 bajito.

-Hace mejorpareja con el padrino que con... Un codazo de otracompafiera la hizo callar.

Rolando y ella se emocionaron hasta las lâgrimas al darse losanillos' El sacerdote los despidi6 con el capitulo l3 de la epistola deSan Pablo a los corintios, tan bella y sabia:

El amor es sufrido, no tiene enaitlia. No hace sin ro,zén, no es

injurioso, no busca lo suyo, no se irrita, no pieræa el mal. Todo lo sufre,todo lo cree, todo lo espera y lo soporta.

\/r. de los novios en el sal6n Bruselas, de Bernardo de IrigoyenY y Alsina. Altos de una vieja y tradicional confiteria remodelada.

Rolando baila con M6nica.Nadie la vio entrar, envuelta en aquel abrigo de verano oscuro.

Con un pequef,o sombrero a manera de casco y un tul que le cubria lacara. Se quedd mirando un momentn con las manos en los bolsillos,extrajo de uno de ellos su diestra cubriendo un pequeflo rev6lver pla-teado que gatill6 tres veces: revuelo, gritos. Un grupo de taxistas y demozos logran atraparla. Forcejean. Odile se habia trastomado. Quisomatar a M6nica. Rolando la cubri6. Estâ herido en el hombro. afortu-nadamente no de gravedad. Detienen a Odile y hubo que intem.rmpirla fiesta. De todos modos, Rolando y Mdnica, a las dos de la maflana,llegaron al Hotel Plaza Francia.

-âC6mo te sentis?

-Soy el tipo mâs feliz del mundo. Ademâs, si no pasa esto to-davia seguia la fiesta, andâ, apaber hasta qué hora. En cambio asi... tetengo para mi solo.

Mientras empezl a desvestirla despacito, como lo haria un pa-rire <,on la hija que estâ por acostar, la cubri6 de Ia cabeza a los pies

B4

ROLANDO RIVAS TAXTSTA

cor un pijamita de besos trâstomantes, deliciosos que los transporta-ron a otro mundo.

os semanas inolvidables. Playa y mimos. Son dos chicos, dosamantes, juegan en la arena, se levantan al mediodfa, se âcues_

tan al atardecer. Hacen el amor. cuentan estrellas, van a una discot-heque, se meten en un cine del que se van sin terminar de ver la pe-licula. Hacen el amor.

Mandan una postal. Juntan almejas en la playa, alquilan un jeepy se escapan a Villa Cesell. Hacen el amor por la mafrana y por la tarde,algrna noche en el mar. El Ie regala un caracor. Ella re escr.ibe una car-ta de amor: tmmposita, hay mris renglones de un verso de Julia prilutz§Farny que palabras de ella, de todos modos vale la intencidnl

'Ahora hay que aprend,er a no asombrarnos d,e habernos encon_trado que la aida puede estar de pronto en el silencio o la mirad,a. A serfelices sin extrafr,arnos de tener algo nuestro. Aprerur,er a no temernos,tw asustarnos, a estar seguros y d, na causo,rnos dafio",

NT"ne arma el arbolito1 \ rr* vuelve de Rosario.vida empieza ahora.

en unâ planta del patio., Mdnica y Rolando de Mar del Tuyü. La

Sorprendieron a Noemi barriendo la vereda. AL verlos tir6 laescoba de la mano, no atin6 a entrar.

-Aunque no te lo merezcas.- Rolando la abrazay Ia besa con-siguiendo desbloquear su coraz6n. Después sin soltarla la enfrenta aMdnica.

-Le trajimos esto -y la colma de pequef,os regalos que ella sos_tiene a duras penas.

-Gracias, Rolo (dice a regaiiadientes). A Mdnica también, gra_cias, esta chica. Yo... ipasan a tomar un mate?*. Rolando y Mdnica se ,miran, él Ie cabecea pidiéndole que si. Ella aprueba haciendo un mo_hin con su nariz que es un teroncito cle azücar.

M6nica tomando mate es un espectâculo.

B5

Page 46: Rolando Rivas, taxista
Page 47: Rolando Rivas, taxista
Page 48: Rolando Rivas, taxista