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Alumnos: Tomás Rivas y Marilina Salvatierra Asignatura: Producción Periodística Docente: Sergio Spinella Año: 2013

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Conocé una forma práctica y económica de recorrer, de punta a punta, uno de los países más impactantes del Sudeste Asiático

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BOARDING

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El reloj en forma de estrella marca las 3.25 y la humedad del agobiante verano vietnamita traspasa los vidrios del desvencijado micro. Son tres filas de dos camas cada una y llegar hasta las del fondo, entre pasajeros, mochilas y caños, resulta una experiencia tan extraña como complicada.

“Este tipo de cosas habría que contarlas”, escucha Tomás desde el asiento de arriba, entre el ruido del motor y los movimientos bruscos de un chofer acostumbrado a clavar los frenos religiosamente cada 200 metros.

-¿Cómo?

-Que hay que hacer algo con este tipo de cosas. Escribirlas, darlas a conocer. Escuchame, estamos cruzando un país de 2000 kilómetros por 30 dólares y encima nos dejan subir y bajar cuantas veces queramos. Conocemos lugares increíbles que no aparecen en ninguna guía… ¿Sabés cuánta gente valoraría este tipo de datos?

Así, de la cabeza de Marilina y en medio de una ruta perdida del Sudeste Asiático, nació Boarding. Una revista de viajeros poco frecuentes. Pero no por la cantidad de veces que emprenden aventuras, sino porque buscan caminos alternativos para llegar a su destino y, una vez allí, intentan descubrir los secretos mejor guardados de cada lugar.

Un surrealista caminata por la Riviera Maya entre caimanes y cenotes, un pueblo perdido y mágico en la Toscana italiana con las mejores y más económicas pizzas de todo Europa o un show erótico que roza la ciencia ficción en un callejón perdido de Bangkok. Todo forma parte del primer número de este desafío que intentará descubrir la forma más personal de recorrer el mundo.

Además, fechas clave para visitar distintos puntos y disfrutar sus costumbres y celebraciones. Relatos en primera personas de los que se animaron a dedicar su vida a recorrer el planeta y consejos para conocer, disfrutar, tomar y comer por la menor cantidad de dinero posible. Todo en clave de anécdotas, crónicas e imágenes.

Todo listo para iniciar un nuevo viaje. Bienvenidos a Boarding.

S t a f f

Director Periodístico: Marilina SalvatierraJefe de Contenidos: Tomás RivasEditores: Tomás Rivas, Marilina SalvatierraRedactores: Tomás Rivas, Marilina SalvatierraDiseño: Clara MartínezFotografía: Tomás Rivas, Marilina Salvatierra

B i e n v e n i d o S a B o a r d i n g

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S u m a r i o

04 Vietnam, de punta a punta por 30 dólares

11 Ping-pong show: la noche más bizarra de Tailandia

16 Montalcino, un rincón perdido en La Toscana

18 Cataluña, la región de las 1000 tradiciones

20 Tulum, el último rincón virgen de la Riviera Maya

24 Brasil más allá de las playas

28 Marrakech en fotos

32 Vivir de los kiwis

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Vietnam, de punta a punta por 30 dólaresRecorrer sus casi 2000 kilómetros es fácil con el “Open Ticket Bus”, una forma de ahorrar tiempo y dinero; te contamos los destinos más interesantes del circuito turístico off

Optimizar el tiempo cuando se recorre un país, es prioridad para el viajero. El costo de los traslados pesa bastante a la hora de decidir qué medio de transporte resulta mejor. Por eso, en función de las variables tiempo/dinero, el “Open Ticket Bus” pareciera ser el más indicado para recorrer Vietnam de norte a sur, o viceversa.

Este servicio de autobús, poco conocido -al menos en Occidente-, da la posibilidad de subir y bajar tantas veces como se quiera y en los destinos que se elijan. Además, un dato que el viajero de mochila no debiera pasar por alto es que este tipo de micros, en vez de asientos, tiene camas. No asientos reclinables, camas. Su doble rol de transporte y hotel saca de competencia a cualquier otra opción cuando se cuenta con no tan holgados recursos.

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Asia

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1 - Cuidad de Hanoi2 - El Puente Rojo de Hanoi3 - Sleeping Bus

Vietnam lo tiene todo. Ciudades multitudinarias y ruidosas, pueblitos silenciosos y algo aislados y hasta playas paradisíacas, campos de arroz y montañas gigantes.

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Tres hileras de camas, en dos pisos, es todo lo que se puede encontrar en su interior. Ah, y unas bolsas de nylon que son entregadas por el chofer (y que cuando el pasajero se baja tiene que devolver) para colocar los zapatos y colaborar así con la limpieza del bondi.

Vietnam lo tiene todo. Ciudades multitudinarias y ruidosas, pueblitos silenciosos y algo aislados y hasta playas paradisíacas, campos de arroz y montañas gigantes. Esos lugares pueden ser descubiertos por el viajero gracias a los buses que conectan los más diversos paisajes. La propuesta de recorrido que viene a continuación es desde Hanoi, en el norte, hacia Ho Chi Minh (la Antigua Saigón) en el sur, un

recorrido de casi 1700 kilómetros por tan sólo 30 dólares.

La aventura comienza en Hanoi, la capital vietnamita; clima húmedo en verano y en invierno. Lo primero que salta a los ojos del extranjero es la cantidad de motos en la ciudad. Infinitas. Vietnam tiene cinco veces la población de Chile en la mitad de superficie. Y encima, hay más motos que personas. Cruzar la calle se transforma en un gran desafío teniendo en cuenta que escasean los semáforos y que los motociclistas no sacan su mano del acelerador. El método para llegar al cordón de enfrente es caminar a una velocidad constante y dejar que los virtuosos conductores esquiven al peatón. Eso sí: no corras ni frenes. Es necesario adaptarse al movimiento continuo de la masa de gente, a pie y en dos ruedas.

Situado en el centro de la urbe, un grande lago embellece el paisaje atravesado por un puente de madera rojo que permite llegar a una Pagoda. Allí se pueden escuchar distintas historias sobre la Tortuga que habita en sus aguas.

Recorrer la ciudad en tuc tuc (al estilo de un sulky para dos personas, conducido y pedaleado por un vietnamita anciano y, muy probablemente, con anécdotas de la guerra) es una interesante opción para develar la mística del lugar. Por pocos billetes, se puede hacer un recorrido por las callecitas hanoienses a gusto y piaccere.Perderse entre la gente y los comercios, ir al Teatro de Marionetas de agua y recorrer en un coqueto crucero la imponente Bahía de Ha Long, son algunos de los circuitos turísticos más recomendables de Hanoi.El sleeping bus reúne a los pasajeros alrededor de las 7 de la tarde, siempre en la puerta de algún hotel o punto turístico pre acordado. Son18 horas por delante hasta llegar al próximo destino. Vianda en mano, o al menos una botella de agua, es todo lo que se necesita para seguir viaje.

Hoi An es un pueblo milenario ubicado en la costa del mar de la China Meridional, conocido entre otras cosas porque allí se pueden adquirir trajes y ropa de todo tipo hechos a medida y por muy poca plata. Un río divide la pequeña ciudad y unos pintorescos y antiquísimos puentes la unen. Sus noches son ideales para disfrutar. Cuando la luz del día desaparece, la magia se enciende. Sus farolillos de colores, con diversos diseños, no son comparables a ningunos otros. Encender una vela dentro de uno de estos farolitos y echarlo a andar por el río es tradición para cualquiera que visite el lugar, no sin antes pedir un deseo.

Visitar el Templo budista de Da Nang, a 40 kilómetros del pueblo, puede convertirse en

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Visitar el Templo budista de Da Nang puede convertirse en una experiencia alucinante.

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4 - Playa Nha Trang5 - Buda en Templo de Nha Trang

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una experiencia alucinante. No sólo por la espiritualidad o, si se quiere, la tranquilidad que se respira en el lugar sino porque la propuesta para llegar allí es hacerlo en un scooter. De esta forma, se pueden conocer una infinidad de paisajes, caminos rodeados por inmensos campos (probablemente de arroz), un mar enmarcado por playas agrestes y montañas gigantes que custodian el gran templo.

Estás listo para dejar Hoi An, reservas un lugar en el micro unas horas antes de la noche y partís hacia la próxima parada: Nha Trang.

Nha TrangLas playas paradisíacas de esta ciudad costera son un placer para cualquier viajante, más aún para los que traen sus mochilas pesadas con ropas compradas en Hoi An. Además, para los aburridos de la comida típica de Vietnam, aquí podrán disfrutar de la cocina italiana o de comidas más occidentales.

El acuario del lugar es muy conocido. Y la propuesta para llegar allí en un pequeño barco resulta tan tentadora como divertida. Incluye un paseo por mar abierto, comida, bebida (léase: mucho alcohol), música en vivo con un show de un chico transformista y una sorprendente barra de tragos acuática, momento en el cual todos los tripulantes se zambullen en las cálidas aguas.

Esta ciudad es un “parate” de la cultura oriental, donde la vida comercial y nocturna hacen que lo exótico de Vietnam se diluya, al menos, por unos días. Bares y bolichitos abiertos hasta tarde presentan sus encantos en las noches veraniegas, todo con vista al boulevard de la calle principal que corre en paralelo al mar y a aquellas playas de ensueño.

Ya algo más descansados, hay que levantar campamento para continuar el viaje. Siguiente parada: Ho Chi Minh. Con 12 horas de ruta por

delante, las expectativas y ansias de llegar a la Antigua Saigón crecen aún más.

Ho Chi Minh Histórica, la ciudad más grande de Vietnam se encuentra ubicada al norte del delta del río Me Kong y alberga una población de 9 millones de personas. Tan inmensa como caótica, presenta una infinidad de propuestas para aproximarse a su cultura, conocer su presente y su pasado.

El agobiante calor de la mañana hace que cualquiera que camine por la calle busque un techo para refugiarse. Conviene arrancar temprano en la mañana cuando el sol no es

tan fuerte. Las distancias son largas, por lo que hacer un recorrido en tuc tuc se convierte en una confortable opción y sobre todo barata. Pero ¡ojo!, caminar sus calles, inmiscuirse en los mercaditos y recorrer los parques es un tip obligado. La mejor forma de conocer un lugar es patear y hablar con la gente.

La visita imperdible es al Museo de la Guerra. Ahí no sólo se aprende acerca del pasado del país sino del presente. Muchos aún hoy nacen con malformaciones – de todo tipo – debido al agente naranja, el arma químico que los yanquis arrojaron en la sucia guerra hace poco más de 30 años. En la entrada se puede ver jóvenes afectados artistas. Angustia, conmoción, impotencia, tristeza, sorpresa, ganas de ayudar, y un disfrute culposo de su arte. Todo en cuestión de segundos.Hay algunos tanques, aviones y helicópteros estadounidenses que fueron capturados por el Vietcong (el ejército de Vietnam del Norte) y adentro se accede a una conmovedora exposición que pone en escena los crímenes de la guerra.

Las opciones turísticas son muchas y disímiles. Pero una recomendación para saborear con todos los sentidos es subir al piso 50 del edificio más alto del centro de la ciudad. Allí, hay una terraza que tiene un restaurant. Una barra circular, con luces de colores que cambian cada 5 segundos, una agradable atención de los mozos y meseras que ofrecen los más exquisitos platos y una música variada que acompaña la serenidad de la altura. Esto es todo lo que se necesita para hacer de la noche un momento inolvidable. Intenso, Vietnam en una palabra.

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Las playas paradisíacas de esta ciudad costera son un placer para cualquier viajante, más aún para los que traen sus mochilas pesadas con ropas compradas en Hoi An.

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Ping Pong ShowBangkok es probablemente una de las ciudades más atrapantes del mundo. Literalmente. Te atrapan sus calles, sus mercados, sus innumerables templos y el desquiciado bullicio de Khao San Road. Quien recuerde cualquiera de las escenas de la (maravillosa) segunda parte de “The Hangover” sabrá bien de qué hablo: Bangkok te atrapa.

un espectáculo atrapante

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“El sonido salía de la boca, al despegar la lengua del paladar con fuerza mientras se hace presión hacia adentro. ¿Qué quería decir?”

“Sería fácil decir que lo que vimos es inexplicable, que no se puede definir con palabras. Mentira. Se puede.”

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Cuatro días habían pasado desde el arribo a la ciudad y seguíamos intrigados por saber qué era ese ruido extraño que hacían algunos hombres al pasar cerca de los turistas. “Nnnaccc… Nnnaccc”. El sonido salía de la boca, al despegar la lengua del paladar con fuerza mientras se

hace presión hacia adentro. ¿Qué quería decir? Finalmente lo descubrimos. Un tan simpático como ebrio coreano nos explicó que una de las mayores atracciones de la capital tailandesa es el turismo sexual. Ya lo sabíamos. Era común ver todo tipo de prostitución. Desde bellas jóvenes hasta ancianas, pasando por travestis con bigote y niños de no más de 10 años. Aberrante.“Pero hay algo más -dijo el coreano-, el ‘Ping Pong Show’”. Una tradición de décadas en la

ciudad más promiscua de Asia. Se trata de un espectáculo erótico en el que señoritas hacen, literalmente, malabares con su vagina.Jamás, dijimos. Asistir a eso es hacerle el juego a la prostitución, a la explotación de menores, a la trata de personas. Idea descartada.Pero el último día algo pasó. Restaban algunas horas para abandonar Bangkok aquel domingo por la tarde y sólo nos faltaba conocer una de las tradiciones. Decidimos hacernos cargo del peso moral a cambio del compromiso de dar a conocer este tipo de situaciones. Denunciarlas donde podamos. Habíamos escuchado infinidad de anécdotas referidas al tema. Algunas, surrealistas. Teníamos que verlo.Y allá fuimos. Conflictos éticos a cuestas, nos dejamos convencer por uno de los promotores del simpático ruido. Ahora lo entendíamos. Era la onomatopeya de una pelota de ping pong. Nos convenció rápido. A cambio de 2 dólares, veríamos un espectáculo de 45 minutos y tomaríamos una cerveza cada uno. Parecía extremadamente barato. En Asia, todo lo es.Seguimos los pasos de nuestro guía. Vereda, callejón, pasillo, escalera, pasillo, pasillo, escalera, puerta, pasillo, puerta, escalera, pasillo. Las dudas eran inmensas, pero el tiempo de arrepentirse ya había pasado.Entramos finalmente a una especie de bar/prostíbulo. Encima de una barra con tres caños bailaban cuatro mujeres semidesnudas y una señora casi tan ancha como alta nos invitó a pasar en precario inglés. “Camín, Camín…”

Salvo por una mesa en el fondo, éramos los únicos en todo el bar. Nos asignaron un lugar diminuto, a un costado. Una especie de box, siempre con vista a la barra. Todo era bastante incómodo.Pasaron no más de 5 minutos y la misma señora que nos había atendido se nos acercó con dos cervezas… y dos wiskis. Intentamos hacerle entender que sólo queríamos cerveza. No hubo caso. Dejó los vasos. Mientras decidíamos no tocarlos, el show comenzó.Sería fácil decir que lo que vimos es inexplicable, que no se puede definir con palabras. Mentira. Se puede. Era una mujer de unos 30 años que pelaba una banana, tiraba la cáscara hacia un costado como si se tratase de un streap tease (?) y se introducía la fruta pelada en la vagina. Tras un breve baile, la mujer se recostó en el suelo, tomó aire, hizo cara de fuerza y expulsó la banana unos 6 o 7 metros, con tal puntería que fue a caer exactamente al lado del pie izquierdo de Marilina. En ese momento supe realmente lo que significa una mirada fulminante.

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1 - Bangkok, una ciudad que te atrapa2 - Los paseos en “tuk tuk”, un clásico de la ciudad3 - Khao San Road, el epicentro de Bangkok

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En seguida, la señora regordeta se acercó con una escoba y una palita, nos miró sonriente, recogió los restos de la fruta que estaban en el piso y se marchó. La mujer desnuda miraba hacia nuestro lado desde la barra como esperando un cálido aplauso y sus compañeras comenzaban con otra parte del show.Dos mujeres, algo más jóvenes, tomaron sus lugares en la barra y comenzaron a sacar pelotas de ping pong de sus bolsillos. Ya no resultaba difícil adivinar qué harían con ellas. Comenzaron a metérselas. Primero una, después dos, tres, cuatro… perdimos la cuenta. Y de repente, empezó la función. No podíamos creer lo que veíamos. Los disparos salían con fuerza. Algunas pelotas pegaban en el techo. Nos mirábamos y no lo podíamos creer. ¿Es físicamente posible lo que estamos viendo?Entonces pasó al frente otra. Desnuda y parada, como estaba, comenzó a sacar de su vagina lo que parecía un pañuelo. Sacó un pedazo, pero había más. Cuando la tela llegó al piso, la mujer seguía Tirando de ese género que no se divisaba bien, pero se sabía larguísimo. Todo estaba dentro suyo. Otra vez, ¿cómo es posible?Entonces, decidimos que era suficiente. La leyenda urbana contaba que pueden hacer acrobacias con botellas de gaseosas, vidrios y hasta cuchillos. Preferimos no verlo. Le hicimos señas a la señora grandota, que miraba todo desde un costado, y amablemente le pedimos la cuenta.Mientras se nos acercaba con el ticket ya percibimos algo extraño. Era un papel largo alumbrado por una pequeña linterna. Además, la mujer robusta no venía sola. Detrás suyo, dos mujeres parecían custodiarla.El total de la cuenta se leía clarísimo: US$ 250. Era exactamente lo que habíamos gastado en los últimos diez días, incluidos hostel, comida y

transporte. “No puede ser, el pibe de afuera nos dijo que eran dos dólares cada uno”, solté en perfecto porteño. La respuesta fue nula.Entre señas, inglés y una montaña de sentido común, traté de explicarles la situación, que nos habían prometido otra cosa y que no contábamos con ese dinero. Era inútil. Pasaban los minutos y no sólo el tono de la mujer crecía, sino que estaba cada vez más acompañada. Llegaron a ser cinco mujeres gritando contra nuestra mesa. Todas sabían una sola expresión en inglés: “You have to pay”.Pésima fue mi idea de sacar la billetera para mostrarles que, efectivamente, no disponía de esos dólares. En el acto una de las mujeres me la arrebató, sacó los US$ 50 que había dentro y me la revoleó de vuelta, siempre al grito de “You have to pay”.Un frío importante corrió por nuestras espaldas cuando finalmente nos dimos cuenta de la situación. Estábamos perdidos en el fondo de un edificio de una de las ciudades más alocadas del mundo. Nadie sabía de nosotros y estábamos, técnicamente, solos del otro lado del planeta. Teníamos un problema.En un momento, la que parecía la encargada del local nos hizo entender que si no pagábamos lo que faltaba iba a llamar al dueño del lugar,

mientras señalaba con su dedo al otro lado del bar. Alli había un hombre de unos 50 años y 150 kilos. Estaba sentado en una mesa y tenía una prostituta desnuda en cada rodilla. Desde que estábamos ahí no lo habíamos visto, pero definitivamente no teníamos ganas de lidiar con él.Entonces, se hizo la luz. La pequeña puerta por la que habíamos entrado se abrió y en un descuido de las mujeres saltamos de la mesa y empezamos a correr. ¿Una locura? Puede ser.Cinco pasillos, tres puertas, dos escaleras y un callejón más tarde estábamos nuevamente en la vereda, en busca de del mar de gente que haría de refugio. Otra vez a salvo.La angustia y el miedo duraron un par de horas. De a poco, fueron dando lugar a la anécdota más bizarra del viaje. La que sería contada una y otra vez en infinidad de sobremesas y generaría tantos chistes como insultos.Aprendimos algo. No siempre el mejor camino es conocer todas y cada una de las costumbres de los países que uno visita. ¿O sí?

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4- Frutas, verduras y algún que otro insecto en los mercados de Bangkok

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Europa

Montalcino, un rincón perdido en La ToscanaSobre la cima de una montaña, este pueblo escondido es el secreto mejor guardado de Italia; historia, paisajes y las pizzas más ricas del mundo

Italia es un país maravilloso para conocer. Las principales asociaciones que se hacen con esta nación son la gastronomía y su legendaria historia. Y en ese sentido, Montalcino no difiere… Salvo por una cosa. Es el secreto turístico mejor guardado del país de la bota.A 40 kilómetros al sur de Siena, a 100 kilómetros de Florencia y 250 de Roma, se localiza un pueblo de apenas 5.000 habitantes en plena Toscana italiana. Ubicado en la cima de una montaña, ofrece las mejores vistas de la región de campiñas. Dos o tres días son suficiente para recorrer y poder disfrutar del lugar.Dicen que viajar en auto por la ruta que conduce directamente a Montalcino es un placer o, más bien, un gustito que podrán disfrutar si la economía no es un factor condicionante en el viaje. Pero definitivamente hay una forma alternativa tan atractiva, por los paisajes que se ven, como barata. La partida es desde Roma, en su terminal de trenes. Allí se compra un boleto que permita

1- Vista panorámica de las campiñas2- La Fortaleza3- Una callecita de ensueños

hacer una combinación con otra formación que deja al pasajero en unos 15 kilómetros del lugar (preguntar en la estación la parada más cerca al pueblo y bajarse). Desde ese punto, hay que tomar un autobús que pasa con bastante frecuencia. Con viento a favor, todo esto toma tan sólo dos horas.En la Edad Media, Montalcino era un municipio independiente de gran importancia por su ubicación estratégica entre Florencia y Francia, pero poco a poco cayó bajo la influencia de Siena, primero, y bajo la de los florentinos, más tarde. En 1861, el Gran Ducado de la Toscana se unificó al resto de Italia y, con el paso del tiempo, muchas ciudades de las colinas medievales sufrieron un declive económico. Hoy, el pequeño pueblo construido entre murallas depende en gran medida del turismo. Pareciera haberse convertido en una perla histórica que entretiene a los amantes del pasado y a todos esos viajeros que buscan tranquilidad y aire puro en algún lugar del mundo.Sus callecitas de empedrado dan ese toque de distinción que retrotrae a cualquiera al siglo XIV, tiempo en el que se construyó la Fortaleza que aún hoy puede visitarse. Edificada en un punto privilegiado, presta fabulosas vistas y tiene, en su interior, una vinoteca y un patio con mesas y sillas para sentarse a disfrutar de los vinos más exquisitos. Importante: la entrada es gratuita.Además, un detalle nada menor de Montalcino es que tiene las pizzas más baratas y ricas de todo Europa. Porciones enormes, tal vez el triple de cualquier versión de la calle Corrientes, con infinidad de gustos elaborados con los mejores quesos de Italia, son entregadas en un pedazo de cartón al módico pecio de un euro. Una de estas porciones alcanza y sobra para almorzar o cenar.Es recomendable detenerse en esos locales al paso donde las venden, abastecerse de bebida y caminar hacia el patio trasero de alguna de las casas construidas a la vera de las colinas. Detalle: cualquiera de los habitantes abre la puerta para que los viajeros puedan sentarse a disfrutar del almuerzo, de los paisajes de la campiña y del silencio absoluto desde la altura.Además, una movida cultural de cine y bandas de música adopta el protagonismo por las noches. Los bares abren de forma rotativa cada día y el jazz copa el aire del lugar. De hecho, el festival del jazz y el vino es una tradición pueblerina imperdible para cualquiera que esté de paso. Comidas típicas pueden disfrutarse en alguno de los íconos históricos donde se organice el encuentro musical.Esta pequeña localidad italiana parece haber sido sacada de un cuento medieval. Sus rincones son imperdibles para cualquiera. Una delicia con sabor a oculto.

A 40 kilómetros al sur de Siena, a 100 kilómetros de Florencia y 250 de Roma, se localiza un pueblo de apenas 5.000 habitantes en plena Toscana italiana.

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Cataluña,una fiesta para cada gustoNo todo es fútbol en Barcelona y alrededores: la región autónoma más popular de España ofrece un enorme abanico de celebraciones paganas, algunas muy curiosas; un recorrido visual por algunas de ellas

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02/3Carnestoltes

23/4Saint Jordi

29/5La Patum de Berga.

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Cataluña es conocida como la región autónoma más popular de España. Cuna del arte europeo, cuenta también con una capital (Barcelona) entre las más buscada por los turistas de todo el mundo. Recostada sobre el mar Mediterráneo, muestra además una inmensa riqueza de paisajes, con clima templado y playas interminables rodeadas por calas. Y como si fuese poco, en su césped juega, algunas veces por semana, el mejor futbolista de todos los tiempos.Sin embargo, el cada vez más conocido universo catalán esconde también otros encantos. Impregnada de historia, Cataluña tiene durante todo el año un sinfín de celebraciones paganas, que van desde fiestas del fuego hasta encuentros con los muertos, pasando por niños que venden rosas y libros o una multitudinaria guerra de caramelos.Boarding te ofrece una recorrida visual por los principales festejos para ayudarte a decidir en qué fecha visitar este fantástico destino o para darte una mano a la hora de organizar tu viaje.

La palabra es rara, pero tiene una traducción conocida por todos: Carnaval. Como en todas partes del mundo, se celebra entre febrero y marzo (la versión 2014 comenzará el 02/03) y es la fiesta pagana por excelencia. Sin embargo, casi todas las cosas, en Catauña cobra un significado especial.El miércoles de Ceniza, el Rey Carnestoltes lucha contra la Vella Cuaresma. Siempre pierde la batalla, así que en toda la región se queman muñecos del Rey. En todo Cataluña hay distintas celebraciones, todas con carrozas, disfraces y mucha alegría. Pero la más sorprendente es, sin dudas, la fiesta de Villanueva y Geltrú. Allí asisten cada año unas 20.000 personas, entre catalanes y turistas, y se trenzan en una guerra de caramelos. Sí, caramelos. ¿Pensabas que esas cosas sólo ocurrían en tus sueños? Bueno, en Cataluña existe… y pasa una vez al año.

Es tal vez la celebración más tierna del año en Cataluña. Cada 23 de abril, se recuerda la muerte de San Jorge, patrón de Aragón y Cataluña. Pero además coincide con la “Feria de las rosas”, una vieja costumbre de la capilla Sant Jordi, donde ese día se les entregaba a las damas una flor en la misa, y con “el día del Libro”, que rememora la muerte de Miguel de Cervantes y William Shakespeare, ambos fallecidos un 23 de abril.

Es la fiesta de fuego y se celebra durante cinco días en honor al Corpus, a fines de mayo. Este año fue entre el 29 de mayo y el 02 de junio. El epicentro es la plaza de Sant Pere, en Berga, una pequeña localidad a 80 kilómetros de Barcelona. En 2005 fue declarada Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.El Patum es un animal ficticio que desfila por las calles en medio de miles de personas con gran cantidad de pirotecnia. Sin embargo, hay quienes sostienen que “Patum” es también la onomatopeya del sonido de los tambores, que durante los cinco días suenan constantemente. Una experiencia tan atrapante como peligrosa. El primer registro de esta celebración data de 1454. Osea, América todavía no había sido descubierta, pero esta fiesta sí.

Ese día no hay clases en la región y tanto niños como niñas pasan su día vendiendo rosas y libros en las esquinas de todo Cataluña. La tradición comenzó entre parejas, pero con el correr de los años se convirtió en una marca identitaria de Cataluña y por estos días nadie puede quedarse sin su obsequio. Familiares, amigos y compañeros de vida. Todos reciben sus libros y rosas.

25/6La Nit de San Joan

También conocida como “La noche del Fuego”, se celebra entre el 23 y el 24 de junio, una de las más cortas del año, pero sin dudas la más luminosa. Su origen es difuso, pero se cree que es uno de los tantos festejos paganos que, con los años, fue tomado como propio por el cristianismo, que se tomó el trabajo de anteponer un “san” a muchos festejos catalanes. Sin embargo, paradójicamente, se festeja en la noche más lejana al 25 de diciembre.La celebración comienza con reuniones familiares o con amigos. Se cocinan toda clase de platos, entre los que sobresalen la “Coca de San Joan”, una suerte de pan dulce que también tiene su versión salada, con ajo y chicharrones, siempre bien regados con vinos y cavas (un espumante difícil de olvidar). La mayor atracción se da más tarde, con las “Fogueras”, inmensas fogatas que se arman en plazas, parques y playas y que tienen como finalidad alejar lo más posible a los seres imaginarios malvados. El franquismo quiso eliminar esta tradición por considerarla pagana y alejada del cristianismo. Durante esos años se festejó igual, en forma clandestina, y eso sumó mística a La Noche del Fuego.

01/8La Castanyada

Se trata de una fiesta popular de todo Cataluña que se celebra en la noche previa al día de Todos los Santos, el 1° de noviembre. La creencia tradicional es que ese día, los vivos visitan a los muertos y el 2 de noviembre, los muertos visitan a los vivos.La comida tradicional son las castañas asadas, los panellets (pequeñas masas dulces) y la bebida clásica es el moscato. Se trata de todos alimentos energéticos, para afrontar con fuerza el día en que se recibirá a los antepasados. Un festejo tan raro como divertido y nostálgico. Sin dudas uno de los más simbólicos de la región.

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Tulum, el último rincón virgen de la Riviera MayaA pocos kilómetros de los puntos turísticos más explotados de México, se encuentra este paraíso de tranquilidad, belleza y aventuras

Uno de los últimos pueblos al sur de México es la ciudad que lleva el nombre de Tulum. Tal vez sea el último rincón de la Riviera que todavía no fue alcanzado por la vorágine turística de Playa del Carmen y Cancún, a unos 60 y 130 kilómetros respectivamente.El sol empieza a asomar en el horizonte y una brisa fresca sopla en la orilla. El naranja brillante ilumina la arena blanca. Tulum tiene de los mejores amaneceres que pueden verse. Definitivamente. A 60 metros del agua, unas pocas cabañas, con techo de paja, piso de arena y sin electricidad, se convierten en la opción ideal para pasar los próximos cuatro días del viaje. A nivel

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económico, el complejo “Copal” es la mejor oferta. Cerca, una barra de madera con un barman “buena onda” ofrece los tragos mejor inventados. Y algo más alejados unos baños comunitarios donde la posibilidad de bañarse no es otra que con agua fría. Nada grave.Los precios son inferiores en comparación con los lugares más populares y hay múltiples propuestas para disfrutar de este paraíso “semi virgen”. En bicicletas prestadas, caminando o haciendo dedo se llega a cualquier rincón que te interese conocer. Es muy común que los lugareños te acerquen de una punta del pueblo a otra si te ven caminando. También se puede tomar un remis, pero no es lo que buscamos.

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El atractivo más conocido de este pueblo son las ruinas, custodiadas por cantidades de iguanas de inimaginables tamaños y colores. Entre tanta vegetación y sobre un acantilado frente al Mar Caribe, se pueden apreciar varios edificios (públicos, cívicos y religiosos) dentro de esta ciudad “amurallada”, donde en la época pre-hispana vivían sacerdotes, astrónomos, matemáticos, arquitectos e ingenieros; dicen que la gente “común” vivía por fuera de las murallas. Los turistas más tradicionales visitan Tulum

sólo por unas horas para conocer las ruinas. Grave error: la comida es más rica, las playas son más grandes, más limpias y el agua es más transparente que en los destinos típicos, que además suelen estar copados por hordas de yanquis a los gritos. Sin el ruido de los All Inclusive y los “Coco Bongo”, en este pequeño pueblo todavía se puede disfrutar de atardeceres musicalizados únicamente por el sonido de las olas.Esta combinación deleitable entre el acceso a parte de la historia de la cultura maya y a las impactantes playas, tiene su punto máximo en los cenotes, reductos de agua dulce subterránea que encierran paisajes surrealistas y una gran cantidad de fauna. Los hay descubiertos y bajo cuevas. Para los mayas, los cenotes representaban un lugar sagrado. En ellos se puede nadar, esnorquelear, bucear y, dependiendo del tamaño, recorrer sus aguas arriba de una canoa. Explorar las cavernas que hay en los interiores de los cenotes es una propuesta fascinante teniendo en cuenta que no sólo se encontrarán con gran variedad de peces y tortugas sino también con vasijas y utensilios que utilizaban los mayas en antiguos rituales. Nota al pie: algunos cenotes fueron habilitados para los turistas hace apenas un año y todavía quedan muchos más por descubrir.A unos 4 kilómetros de la costa caribeña, se encuentra el pueblo que – con variadas ofertas de pequeños restaurantes y locales – sabe tener su encanto. Una propuesta alternativa es visitar cualquier sábado por la tarde el Jardín de Frida, un espacio al aire libre donde diferentes puesteros ofrecen verdura orgánica de la región, cosméticos naturales, cereales, licor de miel, granola y germinados. Conectar con lo simple, aprender a convivir con lo justo y necesario, disfrutar de la naturaleza, es lo que hace de Tulum un lugar distinto. Tan recóndito como alternativo, la estadía en sus confortables playas puede resultar más que sorprendente.

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1- Último rincón virgen de la Riviera Maya2- Atardecer en la playa de Tulum3- Cabaña, a 60 metros del mar4- Las ruinas de Tulum

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BRASIL, más allá de la playa

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Arena, olas en un mar cristalino, sol, caipirinha y fiestas interminables. No hace falta aclarar de qué país hablamos, ¿no? Históricamente, a la hora de planear las vacaciones los argentinos tenemos, entre nuestras prioridades, las playas cariocas.Sin embargo, mientras disfrutamos de esos cientos de kilómetros de agua cálida y milhos quentes, pasamos por alto una importante cantidad de otros atractivos turísticos de Brasil, el país más grande del continente y del que aprovechamos sólo sus costas.Un claro ejemplo de los puntos interesantes que pocos conocen es la región de Minas Gerais, al sur de Bahía. Su capital, Belo Horizonte, se ubica a unos 450 kilómetros al Oeste de Río de Janeiro y todo el estado tiene más superficie que Francia.Son tierras de una riquísima historia. Con sierras imponentes, pueblos soñados, una enorme cantidad de expresiones culturales y un circuito gastronómico con más de una sorpresa. Sus platos son, tal vez, el secreto mejor guardado de esta región. Gustos intensos, mezclas extrañas pero muy sabrosas y frutos dulces procesados que se funden en postres casi adictivos.El circuito turístico arranca, lógicamente, en Belo Horizonte. Para aprovechar esta región turística en pleno crecimiento, Aerolíneas Argentinas inauguró un vuelo directo desde Ezeiza. Son tres horas de viaje y, lo más importante, durante los próximos meses el pasaje saldrá sólo US$ 199.La Plaza “A Libertade” es el epicentro de esta ciudad, fundada en 1897. A su alrededor conviven edificios de todas las épocas y diversas vanguardias. Desde el Art Deco de los ’50 hasta estructuras pos modernas de las últimas décadas. En medio, infaltables, obras del legendario Oscar Niemeyer. Un edificio de departamentos en forma de trébol es la vedette de la plaza, que hasta hace unos años era el epicentro político de Minas Gerais.

Acertado, el gobierno local mudó la ciudad administrativa a un complejo (también diseño de Niemeyer) situado a 25 kilómetros. Esto posibilitó que los históricos edificios se transformen en un novedoso y pintoresco corredor de museos.Uno de ellos es el “Museo das Minas do Metal”, un espacio interactivo que cuenta la historia de la minería en la zona, la actividad económica por excelencia en la región que lleva en su nombre a esta cuestionada explotación. Allí pueden verse videos, simuladores y animaciones sobre la forma en que se recolecta oro y otros metales en Minas Gerais. Todo con el desinteresado (?) patrocinio de Vale, una de las mineras más grandes del mundo y que en esta región da trabajo a decenas de miles de brasileños.Antes de seguir la excursión, es casi una obligación pasar a visitar el restaurante de Doña Lucinha, a metros de la plaza. Lucinha tiene 80 años y con sus 11 hijos puso una fonda a mediados de los 70. Es muy barata y la atención es el fuerte. No hay mesa a la que esta mujer de ojos claros y piel curtida no se acerque a conversar en algún momento. Si lo que se busca es renovar energías, el plato obligado es el “Feijoao Tropeiro”, una comida inicialmente preparada para los antiguos transportistas que arrastraban sus carros. Frijoles, harina de mandioca, carne de cerdo, ajo, cebolla, panceta, huevo frito y chorizo colorado. Demoledor.La ciudad tiene varios puntos imperdibles. La Iglesia San Francisco de Asís, otra hermosura diseñada por Niemeyer a horillas de la laguna Pampulha, o el mítico estadio Mineirao, sede de la inminente Copa de las Confederaciones y del Mundial del año próximo.Sin embargo, los dos puntos más altos de la región de Minas están a unos kilómetros de Belo Horizonte. Cuesta creer que tan cerca de Río de Janeiro haya tan desconocidas maravillas como Inhotim y Ouro Preto.Arte y naturalezaInhotim se encuentra a unos 60 kilómetros de la capital regional y aparece, en medio de la montaña, como un oasis cultural que mezcla un paisajismo milimétricamente cuidado con las obras de arte contemporáneo más extrañas y atrapantes de la última década.Son 110 hectáreas parquizadas obsesivamente por el filántropo Bernardo Paz, un desquiciado ex siderúrgico que vendió parte de sus pertenencias y alzó este complejo de museos diseminados por la selva. Uno puede ir caminando, en medio de lagunas verde esmeralda y palmeras interminables, y sentarse a disfrutar del paisajes en bancos de 10 metros de

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A sólo 450 kilómetros de Río de Janeiro, la región de Minas Gerais ofrece una enorme cantidad de actividades turísticas; paisajes, cultura y un circuito gastronómico imperdible

“Techos de tejas naranjas y calles adoquinadas disfrazan de Toledo a este pueblo”

“En medio de Belo Horizonte, infaltables, obras del legendario Oscar Niemeyer”

“Pueblos soñados, expresiones culturales y un gran circuito gastronómico”

1- Inhotim, un lugar tan extraño como maravilloso2- La comida mineira, otra atracción imperdible

3- Ouro Preto, el Toledo brasileño4- Los diseños de Niemeyer, una marca registrada de Belo Horizonte5- Algunas de las tantas iglesias de Mariana

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largo, tallados sobre inmensos troncos caídos hace décadas.En medio de ese panorama, aparecen edificios de múltiples formas y colores, cual estaciones de Lost. En su interior, obras de artistas todo el mundo con un denominador común: la libre interpretación. Desde un laberinto de vidrios rotos y alambres de púa hasta una colección de antiguos autos de colores, pasando por una estructura de 5 kilómetros de hilo de nylon que forman una figura inexplicable entre luces y sobras y una habitación completamente roja, ambientada como un cuarto tétrico de Psicosis. Un lugar imperdible para los amantes del arte y la naturaleza.El Toledo brasileñoHacia el sur, camino a Río, se ubica la ciudad de Ouro Preto, una vieja localidad minera incrustada entre las sierras. Pendientes pronunciadas, techos de tejas naranjas y calles adoquinadas disfrazan de Toledo a este pueblo tan pintoresco como atractivo. Sus 13 iglesias hablan del arraigo religioso heredado de Portugal y sus numerosas celebraciones populares son las encargadas de recordar que la alegría es sólo brasilera. En Ouro Preto, todo es fiesta.La plaza principal cuenta con uno de los mayores atractivos de la zona. Una feria de artesanos dedicados a la “Piedra Jabón”, un mineral extraído en la zona (Estamatita) conocido por su maleabilidad y que permite la fabricación de los más diversos elementos. Desde cacerolas hasta juegos de ajedrez. En la zona, como en todo Minas, la comida es protagonista. Para donde se mire hay restaurantes coquetos o puestos callejeros para disfrutar de las tradiciones culinarias locales.A 15 kilómetros de allí, en Mariana, una antigua mina de oro se transformó hace algunas décadas en un interesante centro turístico. Todavía se puede hablar con algunos de los ya ancianos trabajadores que caminaron los túneles. La mina tiene niveles que alcanzan los 450 metros de profundidad.Hasta el quinto nivel, 150 metros bajo tierra, se puede acceder en un antiguo carro carguero devenido en tren turístico. Imperdible la experiencia de surcar esos oscuros, húmedos y sofocantes pasillos. Abajo, una inmensa laguna es el escenario ideal para una excursión de buceo. Muchos afirman que los minerales todavía pueden perjudicar la piel, pero lo cierto es que, entre charlas geológicas y culturales, los turistas pueden bañarse en aguas cristalinas una cuadra y media debajo del suelo.Estas son sólo algunas de las actividades que pueden hacerse en Minas Gerais, un estado poco conocido de Brasil, pero que tiene muchísimo para ofrecer más allá de las playas.

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MARRAKECH EN FOTOSUn recorrido visual a través de los ojos de un enviado especial de Boarding a la ciudad africana

Una callecita donde los puestos comerciales abundan. Nada tiene precio, todo se negocia. Allí no circulan autos, pero sí motos que el peatón tiene que esquivar.

A la noche, en la plaza principal, los puestos venden comida típica marroquí, desde tajin a cous cous y también menúes “europeos” para los que no se animan a probar.

Durante el día, la plaza principal, Jaam el Fna, está llena de puestos donde venden dátiles y frutos secos de todo tipo. Si te mostrás interesado, te dejan probar... siempre y cuando les compres!

Edificado a finales del siglo XVI por un sultán para celebrar la victoria sobre el ejército portugués. Una fastuosa construcción de 360 habitaciones de la que hoy se puede apreciar sus fascinantes ruinas.

#1Mercados

#3Jaam el Fna

#2Comidas

#4Palacio El Badi

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Es la entrada principal de la estación de tren. El reflejo del sol y el color de los vidrios tiñen todo el lugar de azul.

Es el nombre que reciben los mercados que tienen todo tipo de ofertas. Desde alfombras, ropa típica marroquí e imitaciones de auriculares al mejor estilo occidental.

A partir de las 23, las calles se vacían. Es una ciudad de nadie pero no hay problema con la seguridad. Se puede caminar tranquilo a toda hora.

Un jardín botánico creado en los ´30 por el pintor francés Jaques Majorelle quien, enamorado de las luces, colores, olores, ruidos y habitantes de la ciudad, creó un cuadro vivo que lleva su nombre.

#5Estación de trenes

#6Zoccos

#7Paseo nocturno

#8Jardín Majorelle

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Cuando las ganas de conocer Oceanía son grandes y el dinero es escaso, recolectar frutas es probablemente el camino más sencillo tanto en Nueva Zelanda como en Australia.

Levantarse a las 7 am, tomar un desayuno potente y dirigirse hacia el lugar de trabajo donde pasarás las próximas 10 horas del día. Su parecido con la rutina de cualquier trabajador de la ciudad de Buenos Aires, en lo que a cuestiones formales se refiere, es grande. “Un poco antes de las 8 de la mañana nos encontramos con Jasper, quien espera a todo el grupo para llevarnos al medio del campo”, cuenta Mauricio de 24 años, que hace tres se fue de Villa Urquiza.

“Tenemos un break de 15 minutos a media mañana si empezamos a trabajar temprano, sino directamente cortamos a la una para comer”, explica el ex estudiante de

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1- Nueva Zelanda, un lugar soñado2 - Uno de los campos de kiwis3 - Mauricio, en plena tarea

Vivir de los kiwisViajar trabajando es una forma que les calza a muchos, sobre todo a quienes el dinero no les sobra; conocé la historia de un joven que lo dejó todo por salir al mundo

Comunicación Social que decidió dar un vuelco a su rutina para salir a conocer el mundo.

Esos almuerzos a la sombra de los árboles, rodeados de verde, y acompañados por jóvenes provenientes de distintas partes del mundo, podrían ser el día ideal para cualquiera. Sin embargo, al acordarse de que a los 30 minutos hay que volver a recolectar kiwis de los árboles por no mucha plata, aquella postal queda desdibujada en algo no tan placentero.

Tomar velocidad es la clave del trabajo. Con una mano y otra en forma alternada, se van arrancando los kiwis de los árboles. Pero la delicadeza o el cuidado también es necesario a la hora de juntarlos. “Existen dos clases, el green kiwi, que de tan duro no se puede comer apenas lo sacás de la planta, y el gold kiwi, sin pelitos, bastante más grande, y que requiere más atención porque se daña fácilmente”,

enseña Mauricio convertido después de largos seis meses en un experto en el tema.

El oficio parece duro en los horarios y en las remuneraciones. Pero, cuando se trata de juntar efectivo conociendo lugares, personas y viviendo experiencias rebalsadas de condimentos atípicos es suficiente para entender por qué se está ahí.Mauricio se comunica una vez a la semana con su familia, porque aunque eligió irse de acá dice extrañar mucho. Pero no hay nada que se interponga a sus ganas de dar la vuelta al mundo.

Seguir recorriendo lugares de Oceanía es el objetivo de aquellos que eligen esta metodología de vivir en el extranjero. La recolección de kiwis puede ser más que un simple trabajo que reúne a muchos alrededor del gusto por viajar.

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