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Revista de Arte, Número 1

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A R TA

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NÚMERO DE REVISTA| 01 | Diciembre DIRECCIÓN Y PROPIETARIO | Valeria Cavallotti DISEÑO DE ARTE | Federico LastraEDITORIAL | Valeria Cavallotti y Mercedes Urquiza EDITORIAL DEL DOSSIER | Lucía Tebaldi DISEÑO GRÁFICO Y DE WEB | Juana Alvarez COLORISTA | Daniela IwaniukCORRECCIONES | Lorena Gall PRODUCCIÓN GENERAL | Lucía Cavallotti AGRADECIMIENTOS | Oliver, Claudio, Geraldine, Shila, Mono, Antonio, Melina, Leo, Agustín, Inés, Crimson, Tamara, Ramiro, Nico, Daniela, Dario, Paloma, Ariel, Marcelo, Alejandra, Miño, Cecilia, Gazz, Paula, Ga-briel, Marcelo Altmark, Ercilia, Rosario, Diego y Luis.La ira de Dios (www.lairadedios.com.ar)

Registro de propiedad intelectual Nº 1421 ARTA es una marca registrada. www.artarevista.com.ar

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CLAUDEENSAYO EN PROCESO | Geraldine Lanteri

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MORIR EN SOLEDAD

Esto es algo que le conté a alguien por mail:���

(...) te cuento que , a los 9 años, tuve un hámster - o sea, una ratarubia...-. Se llamaba Bidú. Lo amaba, lo metía en la cama conmigo paramirar la tele; me quemaba la cabeza el ruidito de su incansable ruedadurante las noches... me llamaba la atención la sensatez con la quealmacenaba semillas de girasol en su boca... pero una vez pasó algomuy raro... una mañana de domingo, yo me levanté para ir a “misa de�niños” - sí, lo confie�so... y creía en el rollo de la resurreccióny tal-. Resulta que cuando me levanto , lo primero que hago es ir abuscarlo a su jaula para liberarlo y jugar un poco con él antes de irme...pero él estaba

muerto... ay ¡por dios!, empecé a gri-tar. Mi abuela selevantó, y yo lloraba, desconsolada... Pero, de repente, a mi abuela sele ocurrió darle calor con la hornalla, y DE PRONTO, el animal- revivió... Eso sí, se le quemaron un poco los bigotes... Empezó acaminar lentamente por la mesada... yo no lo podía pensar... Ahora no creo en la resurrección y sí creo en que uno puede pasartemporadas enteras giran-do en una rueda - léase, “carburan-do”...- Mi hámster vivió más de lo esperado…Un día se arrancó un ojo con unalambre de la jaula, nefasto... Finalmente, “murió de soledad”... ja. Espe�ro que� e�n mi e�pitafio no diga eso, ¡mon dieut

noviembre 2005. wensday 9:���30 AM

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DOSSIER

Diario Intimo

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SUMARIO04|San Fransisco,USA, 28 de julio 200106|Confie�so que� he� bloggue�ado08|Mi mundo privado10|El banquete de Doris12|Buenos Aires, domingo 2 de junio 2007

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San Fransisco,USA, 28 de julio 2001 »Estoy corriendo como bola sin manija detrás de René, mi amigo chileno, por las calles empinadas del Castro, en San Francisco. René necesita “accesorios” para su fie�sta de� cumple�años: que� las bande�ritas chile�nas y arge�ntinas para clavar e�n el melón, que quiero comprar chanchitos de goma para regalarle a la gente como souvenir, que las copas de plástico son una rotería, que no tengo plata para veinte copas de vidrio, que quiero comprar un ángel de mármol sin cabeza para el jar-dín, que qué linda esa vasija japonesa, que para qué me preocupo por las copas si igual los platos del Mathew son un espanto, que dónde consigo vino chileno, que la barbacoa la preparo yo y después sirvo vino tinto con duraznos y vino blanco con… ¿con qué?, ¡por Dios!, ¿con qué sirvo el vino blanco?, que le dije al Mathew que no me haga su torta de piña que el cumpleaños pasado hubo más de tres con diarre�a, que� se� ofe�ndió, que� me�jor le� compro flore�s así nos re�conciliamos. Te�rmino de�trás de� Re�né cargando un gigante�sco ramo de� flore�s amarillas mie�ntras me explica cómo sus nuevos lentes de contacto marrones (“color miel”, corrige molesto) lo hacen más latino y cómo su nuevo color de pelo (rojizo) le da un touch irlandés. De pronto veo a unos diez metros, en mi misma vereda, a un tipo que creo reconocer. Está de frente a mí y habla con otro tipo que me da la espalda. ¿Quién es? Recorro mentalmente la lista de amigos, compañeros de trabajo, familiares, amigos de amigos... y ahí lo encuentro:��� es Frank, el mejor amigo de Jonathan, mi ex-novio. Y es Jonathan mismo (con el pelo más largo) el que está charlando con él, dándome la espalda. La última vez que lo vi fue hace tres semanas y estaba todo bien, pero de pronto, sin saber por qué, se terminó todo. Intenté maniobras de resucitación por email pero no sirvieron de nada.

04|FRAGMENTO DE DIARIO

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Ahora lo tengo a cinco metros y todo sucede en pocos segundos. Su amigo Frank me reconoce y titubea, no está seguro de si yo lo reconocí. Pero sí, lo reconozco, nos miramos y él baja la vista y le murmura algo a Jonathan que no llego a escuchar pero que en la versión subtitulada sería:��� “Ahí está Christian, no te des vuelta”. Frank me sigue oblicuamente con la mirada. Jonathan no se da vuelta pero noto apenas un pliegue en la espalda de su buzo. Adivino los músculos que se tensan, la columna que se endereza, la gota de sudor que baja resbalando entre las vértebras. La filosofía ze�n postula que� e�n e�l arte� de�l tiro con arco la única mane�ra de� dar e�n e�l blanco e�s ce�rrar los ojos y de�jar que� la fle�cha e�ncue�ntre� su rumbo e�n los se�cre�tos laberintos del aire. No pensar, no planear:��� estoy a centímetros de Jonathan, no hay tiempo para planes. Desenfundo entonces un gesto absurdo:��� sin desviarme de mi camino le apoyo la mano en el hombro, aprieto suavemente y sigo caminando. El gesto es breve, escalofriante en su perfección. Se clausura en sí mismo, pero eso no quiere decir que sus efectos no se expandirán como círculos concéntricos e�n las aguas de�l e�stanque� de� la cabe�za de� Jonathan: ¿Qué significa e�sa le�ve� pre�sión en el hombro, a mitad de camino entre el shiatzu y la caricia? ¿Arrepentimiento?, ¿re�ncor?, ¿cale�ntura?, ¿de�se�o de� re�conociliación?, ¿ce�rtificado de� de�función? Me despido de René en la esquina y vuelvo a eyectarme a la estratosfera; desde ahí veo por fin todo más claro:��� todos esos emails post-mortem me pa-recen superfluos y ridículos. Alcanzaba con cerrar los ojos, levantar el arco, vibrar apenas con la tensión de la cuerda, abandonar la flecha a la tiranía de la gravedad y… dar en el blanco.

//CHRISTIAN RODRÍGUEZ

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»“No soy linda, porque hasta mi na-riz es tiesa como una regla. A Joaqui-nito le parezco guapa, Thorvald pien-sa que soy un esqueleto de pescado y mamá no dice nada. Pero, no me atre-vo a reconocer que soy un monstruo porque el Diario dejaría de quererme”. La frase es de Anaïs Nin (1903-1977) y la escribió en su diario íntimo cuando cumplió trece años. Algo de esta mons-truosidad permitida bajo el amparo del anonimato aparece en postsecret.blogspot.com, un sitio estadouniden-se que recibe casi sesenta confesiones por día en forma de postal:��� ¿qué más apropiado para el siglo veintiuno que un confesionario virtual donde vomi-tar nuestro lado más vergonzoso? Es-tán el perverso, el cleptómano, el banal y hasta el más reprimido:��� “Tengo terror al sexo, por las caras que puedo poner mientras lo hago”; “Me estoy por reci-bir de Licenciada en Letras en la Ivy League School, pero dejaría todo por ser maquilladora de celebridades”; “A cada amigo le robo un objeto, así tengo algo de ellos cuando no están”.

Es inevitable sospechar que el dia-rio íntimo es interesante porque no fue concebido para ser profanado. Lo jugo-so e�s que� e�l autor se� confie�sa e�n su pro-pio acto de escritura. Anaïs lo llama-ba “escribir desde el útero”. Ella decía que cuanto más personal era su escritu-ra, más universal se volvía:��� “Le digo a la gente que no estoy escribiendo, pero sigo haciéndolo en el diario, subterrá-neamente, secretamente. Más que es-cribir, respiro”, confesaba. La escritora francesa inauguró su primer diario a los once años cuan-do fue abandonada por su padre, y lo siguió por el resto de su vida. “El diario empezó con una carta a mi pa-dre y después como carta al mundo, como comunicación con el mundo”. Lo que permanece en cada cuaderno es el tono confesional. Fue necesaria la insistencia de Henry Miller para que ella accediera a darlos a conocer. Quizás porque en su época aún operaba efectivamente la frontera entre lo público y lo privado, la versión no censurada recién se publicó después

06|CONFIESO QUE HE BLOGGUEADO

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de su muerte y la de su marido, para protegerlos. En la actualidad y de la mano de los medios masivos, esta fron-tera se torna cada vez más imprecisa. Los reality shows y los blogs íntimos son algunas de las marcas de este fenó-meno. ¿Es posible la intimidad públi-ca? Estos productos fusionan lo públi-co y lo privado y engendran un híbrido. Un monstruo inflado y gris que� pe�ca de� un mal corriente:��� es poco interesante. Sin embargo, el tono confesional se mantiene. En los reality, los participan-tes no pueden zafar de una autoridad ab-soluta (gracias a ella existen), siempre presente bajo distintas apariencias:��� un Gran Hermano, un detector de mentiras, una cámara que todo lo ve o el mismísi-mo público, que salva o condena. Aun-que, al revés del panóptico, este ojo sí se deja ver, y ahí están el truco y el error:��� ante la evidencia de su mirada, lo íntimo retrocede y se convierte en otra cosa. Lo cierto es que navegar en búsqueda de blogs íntimos vale la pena sólo si se tiene la suerte de encontrar tesoros es-condidos, esos casos raros en los que

la intimidad de otro nos toca y nos en-riquece. O nos acompaña. “Nada sabía de ti hace una hora pero me has he-cho sentir, en un momento en el que estaba radicalmente SOLO, como el que camina acompañado de un via-jero con el que no habla pero que lo hace sentirse aliviado por compartir un mismo de�stino” confie�sa un le�ctor agradecido en un blog que recibe más de setecientas visitas diarias. El 4 de octubre de 1927, en una pá-gina de su diario, Anaïs Nin escribía:��� “Sentimos que estamos vivos porque sentimos la red tirante, y sentimos que somos importantes solamente porque nuestra ausencia rasga la red. Esta red, para la mayoría de la gente, es una jus-tificación de� sus vidas y e�s la re�sponsa-ble de sus ilusiones. Para mí no signi-fica nada, e�xce�pto cuando se� comunica con Excepciones”. Navegando, a veces se encuentran. //LUCIANA GARCÍA MITRE

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»En la encrucijada del cine experi-mental y documental, la cineasta nor-teamericana Lynne Sachs no le teme al e�nsayo autobiográfico. Su e�stilo la convierte en una de las artistas audio-visuales más sorprendes y atípicas de los Estados Unidos.

¿Cuándo descubriste que tu obra es-taba atravesada por tu presencia, tu vida y tu familia?

Al observar mis veinte años como ci-neasta me doy cuenta de que, sin im-portar el tema o la idea que esté explo-rando, de�jo mi hue�lla autobiográfica e�n la obra terminada. Desde mis comien-zos cine�matográficos e�n 16 milíme�tros, tuve muchos años de tactibilidad. Mi piel tocó, digamos que abrazó, todos los fotogramas de mis películas, for-zándome a examinar ese momento con-gelado de 1/24 de segundo con una re-gularidad diaria, a veces dolorosa. De

ahí que, en un nivel físico, tuve una in-timidad con e�l proce�so cine�matográfico que no se diferenció de mis experien-cias previas en pintura y escultura. Durante un tiempo, mi familia me burlaba:��� me decía que nunca iba a po-der hacer una película sin mostrar (de manera fragmentada u oculta) algu-na parte de mi cuerpo… ¡generalmen-te desnudo! Eso no es completamente cierto, aunque se me puede encontrar en al menos seis películas. Por eso, esta danza entre una presencia espi-ritual y física se me hace ciertamen-te irresistible. En mi obra se torna evi-dente la intimidad que existe entre los diferentes aspectos de mi vida domés-tica, artística y profesional.Y ahora que tengo hijas, ellas también se invo-lucraron en el proceso. Supongo que esta suerte de mezcla borrosa de zonas tan distintas fue claramente inspirada en la obra de Stan Brakhage, el padre, por así decirlo, del cine de vanguardia

08|MI MUNDO PRIVADO: DOS PREGUNTAS A LYNNE SACHS

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norteamericano. Él nunca se permitió esconderse detrás de lo que hacía.

¿Por qué pensás que todavía hay cierto rechazo hacia categorías como “ensayo cinematográfico” o “docu-mental personal”, hacia las cosas que son subjetivas o ambiguas?

Bueno, esa es exactamente mi po-sición como cineasta, con los pies en dos comunidade�s cine�matográficas bastante distintas, incluso opuestas. Me� ide�ntifico al mismo tie�mpo con la aproximación experimental y la docu-mental al trabajar con imágenes y so-nidos, pero a la vez me siento muy in-cómoda ubicándome exclusivamente en una u otra. Muchas películas expe-rimentales son extremadamente her-mosas pero no se plantean incorporar un rigor conceptual que las transporta-ría a otro plano de conciencia artística. A su vez, la mayoría de los documen-

tales convencionales se apoyan por completo en el tema, sin permitirse metáforas visuales, invención estética o ambigüedad, ¡el momento en el que el espectador logra un mayor poder de interpretación! Como si los o las ci-neastas nunca considerasen las fantás-ticas posibilidades de expresión que residen justo ahí en el lente de sus cá-maras. Por todas estas razones, cuan-do descubrí la obra de Dziga Vertov, Chris Marker y Trinh T. Min-ha, me transporté a un nuevo estadio de ex-presión visual llamado “ensayo cine-matográfico”. Sí, e�stán e�sas pe�rsonas del cine de vanguardia que siempre se resistirán a usar la palabra. Y sí, están esas otras que no sienten ningún im-pulso por “volverse personales” en un documental, pero para algunas perso-nas como yo, éste es el territorio don-de crecemos con más fuerza.

//PABLO MARÍN

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Querido diario:���

»Estoy agotada. Hoy tuve que contes-tar muchas consultas amorosas, la gente está cada vez más necesitada. Por suer-te, uno que responde al seudónimo de Roberto Fortunatti está mejorando:��� invi-tó a salir a una mujer que le gusta desde hace mucho y ella aceptó. Estaba ner-vioso porque no quería meter la pata, y me escribió pidiéndome consejos para ganársela. Yo le dije que las primeras salidas son como la final de� un campe�o-nato de ajedrez:��� los hombres y las muje-res esperamos nuestros turnos para ha-cer las jugadas verbales, con la ilusión de que no nos digan jaque mate. El au-sente con aviso de estos partidos es la sinceridad:��� con tácticas distintas, am-bos participantes dan a entender que son más interesantes de lo que realmente son. Lo importante no es activar el de-tector de mentiras sino decir lo mejor y evitar lo peor. “No me creas, probalo”, les digo a todos mis consultantes. A Ro-

berto le cuesta retener las ideas, por eso le hice un resumen en forma de sí-no y se lo pasé por escrito. Acá va:���Esto sí: ¿Qué te gusta hacer?/¿qué cosas disfrutás? Esto no: ¿Cuáles son tus expectati-vas profesionales? El buceo, la fotografía o las empana-das caseras tienden a ser más interesan-tes que las conferencias telefónicas y los power points. A todos les digo lo mis-mo:��� no creo que quieran sonar como un gerente de Recursos Humanos.Esto sí: Qué linda que estás. Esto no: Qué bueno verte. (Se lo tuve que explicar mejor porque no entendía). No es que la segunda esté mal, pero la diferencia entre una y otra frase es la misma que entre una vainilla y un helado de Freddo. Con la primera mostrás más entusiasmo sin sonar babo-so o desesperado. Si sos práctico y segu-ro a la hora de piropear, ganás puntos.Esto sí: Conozco un restaurante que te va a gustar.

10|EL BANQUETE DE DORIS

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Esto no: ¿Qué tenés ganas de hacer? ¿Quién dijo que a las mujeres no nos gusta que nos elijan el restaurante o in-cluso la comida? Cualquier hombre se ve más sexy si toma la iniciativa. Esto sí: ¿Nos vemos el sábado? Esto no: ¿Y? ¿algo interesante que hacer este finde?¿Por qué ser cobarde? Los jueguitos de-jalos para la Play Station o para esos histéricos que tanto abundan en los am-bientes modernosos. Después tuve otra consultante que se hace llamar Elena Piñeyro, con un caso más complejo. Me contó que estaba sa-liendo hacía unos meses con un hom-bre que tenía un defecto despreciable:��� era tacaño. “Dejalo”, le dije. Como me contestó que lo había intentado pero no había podido, le escribí un mail con es-tos consejos, que sirven para tratar con casi cualquier defecto ajeno:��� «“En lu-gar de señalarle su falta, esforzate por hacer prender en él, muy gradualmente, la idea de que es generoso. No olvides

que los mejores reformadores son los que enfatizan la virtud, y no el vicio. Empezá con algunos comentarios sin énfasis, por ejemplo:��� “¡El novio de An-drea es tan tacaño! Si hay algo que de-testo, es a la gente mezquina. Gracias a Dios, ese no es uno de tus defectos. Ni siquiera hubiese podido quererte.” Si le importás, él va a tratar de no contrade-cir tu buena opinión. En criollo:��� va a aflojar la cue�rda de�l cocodrilo que� tie�ne� en la billetera. Poco a poco y con mu-cho tacto, elogialo por cada gesto gene-roso que tenga con vos o con el mozo, por más mínimo que sea. Te garantizo que con el tiempo, él va a aprender a vivir de acuerdo con su nueva imagen. Y vos, como su mentora, tendrás dere-cho a disfrutar del privilegio.”»

Querido diario:��� hasta la próxima.

PD:��� No me extrañes.

Consultoría sentimental. Lunes, 1 de diciembre de 2007

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Buenos Aires, Domingo 2 de junio, 2007 »La nuca apoyada sobre el sillón y el control remoto colgando de una mano. Voy pasando canal por canal. Paro. Arrancan los títulos de La intérprete. Buenísimo, no la vi, y encima aparece el nombre de Nicole Kidman. ¿Es necesario aclarar que envidio su piel cada vez más blanca? También actúa Sean Penn, mi fantasía onírica desde Río Místico. “¿Quién dijo que no pasan cosas buenas en el cable?”, pienso, y me voy estirando en el sillón. La película no arranca más… Doy una última vuel-ta de zapping. Para qué:��� engancho justo LA ESCENA de Cuando Harry conoció a Sally. Me quiero morir. Ahora no sé que hacer. No puedo contra el impulso de seguir mirando esta película que vi millones de veces y que siempre arranco a ver en el mismo lugar:��� Meg Ryan gime con las manos crispadas sobre la mesa de una confite�ría norte�ame�ricana a ple�na luz de�l día; Billy Cristal la mira cínico mie�ntras que los gritos de ella se multiplican al compás de los comensales que dejan de lado su almuerzo para mirar incrédulos el espectáculo. Cuando la blonda alcanza el fal-so clímax, una señora gorda sentada al fondo pide que le traigan lo mismo que pi-dió Sally. Brillante. Fundido encadenado y ahora pasan la secuencia donde Harry y Sally compran juntos los pinos navideños. La conozco de memoria, la retengo en la retina y busco rápido el canal de La intérprete para no perderme el principio y ver de qué va la película. Era obvio. Ya está bastante empezada. Y no entiendo nada. Nicole� inte�nta tocar (mal) una ¿flauta? y Se�an Pe�nn tie�ne� cara de� que�re�r to-marse el primer vuelo con destino a Irak. Mientras, trato de hilar cronológicamen-te las escenas de Cuando Harry… y calcular el tiempo que falta para que pasen mi escena preferida. Miro el reloj de la casetera. Me tiento como si tuviera enfrente una caja de alfajores Havanna y, con culpa, cambio de canal. ¡Sí! Sally recorre la

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habitación con una caja de Kleenex en la mano. Corro hasta el televisor eufórica y subo el volumen. Estiro la tela del pijama. Son las siete de la tarde, y sigo en pija-ma. Ella también, y despeinada y al borde de la locura. Tira los Kleenex por todos lados mientras abre los labios desesperada. Mastico compulsivamente sus frases crocantes en llanto:��� «“Me acaba de llamar… que quería verme, quería saber cómo andaba. Bien. ¿Y vos?. Bla bla bla. Sentada al teléfono pienso “No me importa, no me� importa más”, y de� golpe� dice� que� tie�ne� nove�dade�s. Ella trabaja e�n su oficina, es abogada, se llama Kimberley.”» Sally aprieta un Kleenex en lo alto:��� “¡La acaba de conocer!”, y lo deja caer. “Todo este tiempo estuve pensando que no se quería casar, pero la verdad es que no se quería casar conmigo. Él no me amaba.” Ya está, dijo lo que todos queríamos escuchar. Y ahora que Billy la besa con compasión siento asco de mi propio cuerpo. Y con razón, el pijama está hecho una mugre y es de lo más limpio que tengo. Pienso que debería aprovechar este tiempo muerto para:��� lavar la ropa, ir al Bellas Artes, andar en bicicleta, ver a mi abuela, ir al Planetario. Y aunque todo eso suene mejor, elijo una historia que sé exactamen-te cómo termina. Hay cierto placer en esta compulsión a volver a ver las mismas películas. Repetir siempre las mismas historias, como una especie de trauma que no termina nunca de digerirse. De la culpa del pelo sucio, paso a prepararme una bandeja llena de tostadas con dulce de leche. Todavía me faltan un montón de es-cenas memorables y no me quiero levantar por nada. Me envuelvo con la frazada y espero ansiosa lo que tiene que pasar una y otra vez. Quizás, Sally y Harry no terminen juntos en una noche de Año Nuevo.

//LUZ ORLANDO BRENNAN

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COLABORAN EN ESTE NÚMERO:Christian RodríguezLuciana Gracía MitrePablo MarínLuz Orlando Brennan

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