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LA LUCHA DE LA JUVENTUD CONTRA LA GRAN COSTUMBRE Reflexión y Crítica del Movimiento Estudiantil en Nuevo León de 1968 a 1973 Severo Iglesias José Luis Godínez

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PRIMERA PARTE

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Page 1: Reflexión y Crítica del Movimiento Estudiantil en N.L. (1968-1973). Iglesias y Godínez (1980) -1ra.-

LA LUCHA DE LA JUVENTUD CONTRA LA GRAN COSTUM-BRE Reflexión y Crítica del Movimiento Estudiantil en Nuevo León de 1968 a 1973

Severo Iglesias Jo-sé Luis Godínez

Monterrey, Nuevo León, México Marzo 1980

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A la Universidad Autónoma de Nuevo León

A Javier Barros Sierra

A José Revueltas

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ÍNDICEI. Advertencia

II. Nuevo León: El escenarioIII. Se trata de una vieja historia…

a) Monterrey, 1936b) Ideología de la Patronal en 1936c) Ideología del Gobierno Federal en 1936d) Política patronal respecto a los obreros

IV. La UNL en 1968a) Proyectos aristocratizantesb) Perspectivas del movimiento estudiantil

V. La UNL en 1969-1970a) El ideario de la UNLb) La autonomía

VI. La UNL contra el elitismoa) Dislocación de la dirección universitariab) El sabotaje a la representación democráticac) La imposición

VII. Después de la imposiciónVIII. La ideología de la violencia

IX. La política del gobierno del estado y la UANLX. Tras la intriga de mecánica, la mecánica de la intriga

XI. La tragedia del movimiento universitario en N.L.

Apéndices

I. UANL: Cronología generalII. La reforma: Documentos

III. Corrientes y opiniones en el movimiento universitario

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I. Advertencia.

“Parece que la victoria de la violencia es completa… pero ¿ha terminado la batalla?”

Bertold Brecht.

El presente material es una reflexión y una crítica del mo-vimiento estudiantil de la UANL de 1969 a 1973.

Se terminó de escribir en agosto de 1973. Lo publicamos 7 años después porque las consideraciones que se desprenden de este estudio, darán a los activistas la claridad necesaria para detener y enfrentar la embestida fascista que en estos momentos pretende acabar con cualquier signo de Democracia en nuestra Universidad.

Los forajidos que tomaron la Universidad en 1972, se han encargado de anestesiar la conciencia de los estudiantes y traba-jadores sobre las conquistas más importantes del movimiento universitario, mismas que aquí son analizadas desde una clara perspectiva marxista.

Viene pues este escrito a romper la “conspiración del si-lencio y la amnesia impuesta y autoimpuesta por quienes se han apoderado de nuestra Universidad.

Necesario es mencionar, que los autores no solamente se encargaron de escribir este libro, sino que participaron activa-mente en los movimientos que aquí se estudian asumiendo una posición honesta y valiente. Causa por la cual fueron expulsados de la Universidad y del Estado.

Por último, si este libro se lee con atención, constituirá, sin exageración alguna, el primer logro del movimiento que está

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por iniciarse para derrotar a la barbarie fascista que domina nuestra Universidad desde hace ya 7 años.

E.G.R.

II. Nuevo León: El escenario.

Los datos no significan nada separados de su contexto, es cierto; hemos de reaccionar contra el mito de la estadística, por su conducto se escamotean las concreciones, es cierto. También es cierto que sin el conocimiento general de la situación econó-mica no se puede actuar racionalmente sobre ella; también es cierto que en los ataques a la estadística escondemos muchas veces nuestra ignorancia. Es cuestión de aprender a leer los nú-meros.

1. Empresas y exenciones fiscales.

La industria de la transformación, que representa el 14% de la industria nacional1, en 1972 tenía:

Número de establecimientos 10,500Personas ocupadas 155,000Capital invertido (millones de pesos) 18,000Valor de la producción (millones de pesos) 20,970

Las sociedades mercantiles presentaban el siguiente pa-norama en 1969:

Giro Número Capital(millones de pesos)

1 COFIDE. Boletín 55, febrero 1973; SIC. Anuario Estadístico 1968-1969. Cuadros 15.57, 15.61.

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Total 416 500.2 Comerciales 87 63.4 Industriales 76 21.9 Otras 253 414.9

Las sociedades anónimas en 1969:

Giro Número Capital(millones de pesos)

Total 398 498.4 Comerciales 78 63.1 Industriales 73 21.6 Otras 247 413.7

El 29 de diciembre de 1964 se creó la Ley de Fomento Industrial y Desarrollo Económico que establece la formación de un “organismo público descentralizado”, la Comisión para el Fo-mento Industrial y el Desarrollo Económico (COFIDE), encarga-da de lograr todas las facilidades necesarias a los inversionistas, entre ellas las relativas a las exenciones fiscales. En el artículo 12 de la citada ley se asienta que toda empresa industrial que se establezca gozará de franquicia fiscal durante un máximo de cinco años en los siguientes renglones:

i. Reducción del 25% en los impuestos sobre ingre-sos mercantiles.

ii. Exención de impuestos en toda traslación de domi-nio (en la adquisición de inmuebles e instalacio-nes).

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iii. Exención de impuestos sobre derechos de inscrip-ción de bienes en el registro público de la propie-dad, de la estructura constituida o sus reformas.

Estas empresas tendrán franquicias adicionales si:

i. Transforman recursos de la entidad (25% adicional de la exención).

ii. Fabrican mercancías que no se produzcan en Nue-vo León (50% adicional).

iii. Establecen nuevos hoteles o centros turísticos (50%).

Según el artículo 16, cuando la industria no permita una operción “rentable” en los primeros cinco años, se le concederá exención por un tiempo mayor (no debiendo exceder de diez años), y estas empresas podrán ser beneficiarias de una reduc-ción de impuestos mercantiles que ascienda hasta el 75%.2

Para observar los efectos de estas medidas, apuntemos que en 1966 había 151 empresas exentas de impuestos, además de las 51 exportadoras que tradicionalmente han gozado de ese privilegio. Por estos conceptos, el Gobierno del Estado dejaba de percibir la suma de 50 millones de pesos (equivalente al 13% del presupuesto de egresos de 1966).

2. La población.

En 1970, la población total de Nuevo León era de 1,695,000 habitantes, de los cuales el 76.5% radicaba en zona urbana. En todo el Estado existían 491,00 trabajadores.

2 NAFINSA. Mercado de Valores. Tomo XXVI, No. 28, pp. 670.7

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Los trabajadores laboran en las siguientes ramas econó-micas:

Rama Número % del TotalTotal 491,829 100% De la Transformación 145,705 29.6% Servicios 110,255 22.4% Agricultura, ganadería, etc. 85,149 17.3%

Comercio 57,582 11.7% Construcción 33,493 6.8% Otras 23,936 4.9% Transportes 20,200 4.1% Gobierno 10,402 2.1% Extractiva 2,441 0.5% Energía eléctrica 1,784 0.4% Petróleo 882 0.2%

Posición de los trabajadores en el proceso productivo:

Posición Número % del TotalTotal 491,829 100% Obreros 309,360 62.9% Trabajan por su cuenta 70,847 14.4% Jornaleros 48,787 9.9% Patrones o empleadores 27,285 5.5% Ayudan familia sin retribu-ción 18,502 3.8%

Ejidatarios 16,698 3.4% Otros 350 0.1%

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Hacia 1966, el 87.4% de la población ocupada en Monte-rrey no tenía una escolaridad mayor de seis años y el 23% no tenía ningún grado de educación.3

3. Distribución del ingreso.

La distribución del ingreso personal aparecía así en 1969:4

Personas que declararon ingresos 464,604 100% Hasta 199 pesos mensuales 34,892 7.5% De 200 a 499 80,344 17.3% De 500 a 999 157,541 33.9% De 1,000 a 1,499 92,033 19.8% De 1,500 a 2,499 55,140 11.9% De 2,500 a 4,999 28,314 6.1% De 5,000 a 9,999 11,529 2.5% 10,000 o más 4,811 1.0%

Según el cuadro anterior, el 78.5% de los trabajadores no reciben ingresos mayores a 1,500 pesos mensuales. Además, los datos acusaban (hacia 1965) que el 23% de los trabajadores que reciben ingresos inferiores al mínimo son trabajadores margina-dos (ocupados en actividades casi improductivas y de manera eventual), el 39% de éstos eran obreros, el 24% empleados y el 12% trabajadores domésticos. En ese mismo rubro, el 71% de los trabajadores que tenían una edad menor de 20 años no ganaba el mínimo y el 59% de los trabajadores mayores de 50 años tam-bién estaba por debajo de él. El porcentaje de cesantías ascendía a 18 en la industria de la construcción y a 4.5 en la industria ma-

3 SIC. Anuario citado. Cuadros 2.23, 2.24; Centro de Investigaciones Económicas de la UNL. El Salario Mínimo en Monterrey. 1965 p.47.4 COFIDE. Boletín 32.

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nufacturera. La situación general no ha mejorado en los últimos años. Todo lo contrario, dada la desocupación, el incremento de los precios, los impuestos, la situación ha evolucionado en senti-do contrario a los ingresos de los trabajadores.5

En tanto, la productividad individual promedio en el esta-do era, 1966, de $36,260 anuales. Compárese con el salario anual de los trabajadores y se observa el monto de la plusvalía.6

Tomando como base la distribución del ingreso nominal, los economistas clasificaron en 1960 a la población de Monterrey en los siguientes términos:

Clase socio-económica Ingreso mensual %

IndigenteHasta 300 pesos mensua-les

1.4

Pobre De 301 a 750 pesos 21.6Pobre “en transición” De 751 a 1,000 11.4Media insolvente De 1,000 a 2,000 33.2Media solvente De 2,001 a 3,000 14.5Alta privilegiada Más de 3,000 17.9

4. La educación.

Del total de la población de 10 años de edad o más (1,150,643 habitantes), 10.6% son analfabetas. Asimismo, 401,605 niños estudian escuela primaria.

5 CIE, UNL. Op. cit. p.106 NAFINSA. Op. cit. p. 10

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La educación post-primaria presenta el siguiente cuadro (1969):7

Total 93,904 100% Secundaria 47,826 51.0% Profesional 13,665 14.6% Preparatoria 8,942 9.5% Comercial 8,820 9.4% Subprofesional 5,311 5.7% Normalista 3,606 3.8% Otras 3,428 3.7% Vocacional 2,248 2.4%

De la población en edad de cursar educación superior (de 18 a 24 años, 118,902 en 1965), solo el 8.7% tenían acceso al nivel profesional.

El acceso de las diferentes clases sociales a la educación media y superior, presentaba el siguiente cuadro en 1965:8

Clase socio-económi-ca

Bachillerato Profesional Normal

Total 100% 100% 100% Indigente 0.0% 0.0% 0.0% Pobre 0.0% 0.0% 0.0% Pobre “en transi-ción” 6,7% 3.6% 20.0%

Media insolvente 23.3% 14.3% 10.0% Media solvente 26.7% 21.4% 45.0%

7 CIE, UNL. Op. cit. p. 108 Rangel G., César. Nivel y formación de los recursos humanos en el área Metropo-litana de Monterrey. Un análisis cuantitativo del sistema escolar. CIE, UNL, 1967, p. 105; SIC. Compendio estadístico 1970. Cuadros 2,9, 2.10.

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Alta privilegiada 43.3% 60.7% 25.0%

5. La vivienda.

De un total de 292,153 viviendas, 162 012 eran ocupadas por propietarios y 130,141 por inquilinos. Los ocupantes de ellas se distribuían de esta manera:9

Casas por # de cuartos

Ocupantes

1 cuarto 104,993 572,5892 cuartos 83,149 494,6393 cuartos 42,731 256,0924 cuartos 29,288 174,0765 cuartos 13,621 80,0486 cuartos 7,497 44,8347 cuartos 4,276 26,0678 cuartos 2,488 16,0679 cuartos 4,110 30,277

De estas viviendas, contaban con agua entubada:

Agua entubada Viviendas OcupantesDentro de la vivien-da

152,400 873,546

Solo en el edificio 53,938 316,507Llave pública 31,074 191,696No tienen 54,741 312,940

9 SIC. Anuario citado. Cuadros 4.1 a 4.912

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III. Se trata de una vieja historia...

Una falsa fisura entre el gobierno federal y la “iniciativa privada” ha sido el índice que ha movido a varios grupos políti-cos a adoptar la lucha de presión; y ha sido el eje alrededor del cual se han acomodado las diversas tendencias de las corrientes universitarias, en una forma tácita o expresa. La simulación de falsas discrepancias en el poder, o la errónea interpretación que los movimientos populares han hecho respecto a la naturaleza de tales fisuras, han generado una de las técnicas preferidas de la provincia.

La izquierda ha hablado de “sectores” dentro del poder. Se les clasifica en relación con el imperialismo (burguesía proim-perialista, nacionalista, intermediaria), en relación con el régi-men político-económico mexicano (sectores democrático, progre-sista, reaccionario) e incluso se llega a hablar de fisuras por sim-ples diferencias personales o de grupo entre el presidente en turno y algún descontento con la repartición de posiciones en el gabinete. No es aquí el lugar para hacer un examen teórico y concreto de estos problemas. Los retomamos porque precisa-mente en el caso de Nuevo León se han entendido tradicional-mente las cosas así; los problemas universitarios son motivados por una contradicción entre un grupo industrial ultrareacciona-rio y el gobierno federal, representante de los intereses naciona-les. Cuando el movimiento sustenta su actividad sobre este es-quema, su táctica se convierte en el juego de “presionar-apoyan-do”: se apoya al grupo local para presionar al gobierno federal o se apoya al gobierno federal para presionar al grupo local. Un ejemplo de lo segundo ha sido el movimiento de 1971-1972. En cualquiera de los dos casos, la capacidad transformadora de los acontecimientos se ve minimizada al nivel de la presión y, mu-chas veces, desciende al plano inferior de la oposición guberna-mental.

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Por supuesto, el movimiento universitario no puede funda-mentar su actividad en tales fisuras, ni reducirse a la presión o la oposición. Sin embargo, descartando las falsas oposiciones basa-das en una clasificación de los sectores enunciada, es un hecho que ha habido períodos en que el grupo empresarial local ha te-nido discrepancias con el gobierno federal (bástenos recordar el movimiento de 1936, el movimiento de 1962 contra el libro de texto gratuito, y el movimiento actual dirigido contra la “estati-zación” de la economía, el supuesto “control de precios”, la se-mana de cuarenta horas, etc.). Tales diferencias, no precisamen-te las basadas en la clasificación de arriba, son las que, converti-das en índices, hacen al movimiento caer en simples tácticas de presión. Importa ver, entonces, la naturaleza de este fenómeno en virtud de la necesidad de explicar los condicionamientos so-cio-económicos que dan origen a una conciencia del movimiento castrada desde su misma raíz.

Se trata de una vieja historia. El desarrollo del capital en México a partir de nuestra separación de la corona española no se sustenta en manos de un grupo burgués revolucionario sino en un grupo conservador de la burguesía, creciendo ligado a la especulación con tierras, la usura, etc., en lugar de dirigirse ha-cia actividades productivas que impulsaran el desarrollo econó-mico (recuérdese los intentos de desarrollar la industria hacia 1830 con el Banco de Avío y la posición de Mora, para señalar el caso.

Los estímulos que el capital tenía eran pocos: en la prime-ra fase del México independiente la carencia de un proletariado que laborase en actividades industriales, los créditos privados otorgados al Estado, la desastrosa situación de las comunicacio-nes, el acaparamiento de la propiedad terrateniente, el sistema crediticio usurario, los hábitos de la iglesia para inmovilizar la

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riqueza social. Vendrán luego los problemas con Estados Unidos, la pérdida de la mitad del territorio; la Reforma provocará un desánimo en el desarrollo económico; la invasión francesa. En la República Restaurada algunas industrias ligeras recibirían un buen impulso pero los problemas del mercado interior y las co-municaciones obstaculizarán el despegue económico. En el fondo de este tortuoso proceso se despliega el régimen feudal que se fortifica cada vez más (con las características particulares que adopta en cada país o región) y la naciente burguesía prefiere dedicar su capital a actividades que le reportan grandes ganan-cias pero no crean riqueza social.

La salida que encuentra el Porfiriato a estos problemas es la inversión extranjera, dificultando más aún el desarrollo. El clima turbulento de la Revolución de 1910, las imprecisiones de la ideología manejada, la inestabilidad política de la primera épo-ca del México “revolucionario”, ahuyentan más todavía a los in-versionistas. México llegó a la revolución de 1910 con una clase burguesa sin la capacidad económica suficiente para acometer empresas al nivel de n régimen capitalista, y poco interesada en invertir productivamente el reducido capital con que cuenta; con una economía propia tan precaria que no bastaba siquiera para inyectar capital al campo y desarrollar la reforma agraria.

La lucha sindical, que había logrado cierta consistencia poco antes del mismo estallido armado de la revolución burgue-sa, fue vista por los patronos de aquella época como si fuese re-volucionaria y eso aumentaba más aún los temores hacia la in-versión; su miopía política les hacía creer que el artículo 123 constituía un ataque a la burguesía industrial y que el 27 violaba la propiedad privada.

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Mientras tanto, el Estado piensa por los patrones: la re-forma agraria era la mejor manera de desarrollar el capitalismo en el campo; su necesidad era urgente dado que el capital nacio-nal era reducido y estaba sometido a la competencia del capital extranjero, quedando solo el campo rural para desarrollar rique-za libremente; por otra parte, estaba la necesidad táctico-política de ganar a su favor a los campesinos, aumentando su fuerza frente a los obreros, la pequeña burguesía y los terratenientes feudales. Ese estado naciente veía a las libertades sindicales como una necesidad táctico-política dado el avance del movi-miento obrero, para someterlo a su control y era, además, una necesidad económica. De esa manera se aguijoneaba a quienes contaban con capitales para su inversión en actividades produc-tivas; recuérdese los problemas del contrato colectivo, el seguro social, la jornada de trabajo, etc., y las observaciones de los di-putados al congreso de 1917 respecto a esos derechos, señalan-do su repercusión positiva para el desarrollo de la economía. 10

Se trataba, sin duda, de una burguesía que, pensando como patrones y no como clase social que se sitúa dentro de una estructura en posición dominante, no reconoce al Estado que piensa por ella bajo la forma de “nación”. Privando esta situa-ción, se gesta aquella discrepancia que se dio en Nuevo León entre el gobierno de Cárdenas y la organización patronal.

a. Monterrey, 1936.

5 de febrero. Huelga en la “Vidriera Monterrey”. Desfila la patronal protestando porque la Junta Central de Conciliación y Arbitraje declaró “existente” el movimiento huelguístico. La Cá-mara de Comercio toma el acuerdo de manifestar al gobernador

10 Severo Iglesias. Sindicalismo y socialismo en México. Ed. Grijalbo, México, 1970. pp. 57-58, 85, 96.

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de Nuevo León acerca de la “situación caótica” de la economía regiomontana, “amenazar” con suspender las contribuciones, adoptar “medidas” con los funcionarios que despachan a favor de los obreros y nulificar su acción.

6 de febrero. Paro general del comercio y la industria. El Comité de Defensa Proletaria exige disolución de los “camisas doradas”, bandas fascistas que han implantado el “terror blanco” en Monterrey.

8 de febrero. Lázaro Cárdenas señala que “la petición formulada por un sindicato, seguida de un movimiento de huel-ga… no son hechos que rebasen el marco de nuestras institucio-nes”.

9 de febrero. Los sindicatos revolucionarios de Monte-rrey, realizan una manifestación contra la patronal.

11 de febrero. Cárdenas conferencia con el Centro Patro-nal de Monterrey.

14 de febrero. El Sindicato Único de Trabajadores de la Vidriera gana el recuento contra el grupo integrante de la CGT (vieja central obrera de origen anarcosindicalista que ahora mili-taba al lado de los patrones).

19 de febrero. Carta del Centro Patronal de Nuevo León al presidente.

27 de febrero. Dice Cárdenas: “Nada justifica la existen-cia de los grupos de ‘camisas doradas’, ni de cualesquiera otras asociaciones con que se pretende substituirlos para escudar una obra notoriamente antirrevolucionaria. En tal virtud ya me he dirigido a todas las autoridades ejecutivas del país para que im-

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pidan, dentro de la órbita de sus facultades, la labor disolvente de esos elementos”.

1 de marzo. El gobernador de Nuevo León, Morales Sán-chez, ordena cerrar las oficinas de los dorados.

11 de marzo. Memorial de los empresarios mexicanos a Cárdenas.

14 de marzo. Cárdenas contesta al memorial de los capi-talistas.

15 de marzo. Termina huelga de Vidriera. Los trabajado-res logran sus demandas.

b. Ideología de la Patronal en 1936.

“La clase patronal, por propaganda injusta y por criterio político que en muchos casos ha llegado a convertirse en siste-ma, ha sido excluida de los asuntos públicos…”

“Que existe propaganda comunista en México, es innega-ble; que los propagandistas del comunismo tratan de hacer pro-sélitos en nuestras masas, es lógico; que éstas, si no tienen apo-yo firme y resuelto de los poderes públicos que sostenga decidi-damente el régimen legal existente, están sujetas a ser víctimas de la propaganda, es seguro.”

“Y la gran mayoría del pueblo mexicano, que no comulga con estas ideas, porque son exóticas en nuestro medio…”

“…En nuestro sistema constitucional, el equilibrio entre el capital y el trabajo y la armonía entre los distintos factores de la producción se obtienen por medio de la legislación positiva en materia de trabajo… Cualquier agitación que desborde estos

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cauces, que ignore o ataque el sistema legal establecido, es es-encialmente comunista en sus tendencias y en sus propósitos finales.”

“Los industriales de Monterrey, señor Presidente, somos en gran mayoría mexicanos. Muchos de nosotros, la mayor parte quizás, hemos salido de las filas de los trabajadores. Hemos naci-do en esta tierra, aquí han nacido nuestros hijos. Por lo mismo tenemos un íntimo, un profundo interés por el porvenir de la pa-tria.”

Las organizaciones nacionales empresariales decían: “Una vez rota la disciplina, las masas son ‘elemento de la natura-leza’ que se desbordan ciegamente y no respetan autoridad ni gobierno, ni leyes ni instituciones… ¡Y quién sabe hasta dónde llegaría el movimiento anárquico, ya sin los frenos que todavía sujetan a las masas!”.

c. Ideología del Gobierno Federal en 1936.

“México no es comunista. En México no existe una sola manifestación de comunismo. La petición formulada por un sindi-cato obrero, seguida de un movimiento de huelga,… no son he-chos que rebasen el marco de nuestras instituciones.” (8 de fe-brero).

“El Gobierno de la República ha venido pugnando por el mejoramiento, ha venido señalando este mejoramiento y un ma-yor entendimiento entre el capital y el trabajo… sabe perfecta-mente que este movimiento solamente representa la lucha de carácter económico entre el capital y el trabajo…” (9 de febrero).

“La clase patronal está obligada a cuidar que sus activida-des no se conviertan en lucha política, pues eso sería conducir al

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país a una contienda armada… la exigua actividad de los comu-nistas no constituye peligro para la administración pública ni para el orden constitucional establecido.” (11 de febrero).

“El concepto moderno de la función del Estado y la natu-raleza misma de la legislación del trabajo, en amplitud universal, requieren que los casos de duda sean resueltos en interés de la parte más débil. Aplicar el criterio sustentado por ustedes, sería tanto como nulificar el derecho de huelga, mutilando así en la realidad de los hechos la Ley Fundamental del país, que expresa-mente ve en los movimientos de resistencia un medio de resta-blecer el equilibrio entre el capital y el trabajo.”

“Las huelgas son fenómenos propios del reacomodo de los factores de la producción. Se presentan cuando las justas aspira-ciones de mejoramiento que por una u otra circunstancia no se pueden expresar, encuentran ambiente propicio para transfor-marse en demandas concretas. Si se resuelven con espíritu com-prensivo y justiciero, a la postre producen beneficio a la econo-mía general.”

“No es deseo del gobierno que empresario alguno renun-cie a sus derechos y entregue los elementos de producción que posee. Pero debe considerarse que si bien esos elementos se encuentran bajo el dominio de personas determinadas, que los administran para su provecho, en un sentido más amplio y gene-ral, las fábricas, la propiedad inmueble, incluso el capital banca-rio, integran el cuerpo de la Economía Nacional; y el interés so-cial se lesiona cuando los propietarios se abstienen de ejercer correctamente sus funciones, escudados en un concepto anacró-nico de la propiedad. Es entonces cuando el Gobierno, legítimo representante de los intereses de la sociedad, debe intervenir para evitar perturbaciones en la economía nacional.”

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Respecto a la ley que establece la obligación de pagar el séptimo día (17 de febrero de 1936), “independientemente de los casos numerosos en que se ha tratado de eludir el cumplimiento de la nueva disposición, el comercio responde a un alza general de precios destinada a nulificar la importancia económica de la ley y a derogarla así prácticamente, obteniendo de paso un au-mento ilícito en las ganancias.” (14 de febrero de 1936)11

d. Política patronal respecto a los obreros.

La actividad económica, que por su propia naturaleza está vinculada a la iniciativa personal, no es de suyo función del Esta-do.

El lema “cooperación de clases”, fórmula de “convivencia social”, beneficia a patrones y trabajadores.

La organización sindical desvirtúa sus finalidades natura-les y se convierte en elemento nocivo cuando es usada como ins-trumento de la lucha de clases, o para fines políticos, o cuando lesiona derechos esenciales de la comunidad.

La posición de la religión (León XIII) contra el sindicalis-mo “violento” y “revolucionario” que intenta destruir las bases de la sociedad actual, conduce a la concepción del sindicato como un “instrumento de armonía” de los factores de produc-ción.

El desarrollo de la industria es obligación “patriótica” de todos y un deber de “justicia social”. El obrero debe poner “espe-cial interés al desempeñar su labor”. La causa básica de que no se dé a los trabajadores un “salario justo”, es la “poca productivi-dad” de los obreros.

11 Rosendo Salazar. Historia de las luchas proletarias. México, 1938. V. 2, pp. 179.21

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“El salario ha de ser igual a la subsistencia diaria de un obrero sobrio y honrado, ha de permitirle llevar una vida digna y humana y no ha de asegurarle sólo su propio sustento sino tam-bién el de su familia.”

No es el camino de la huelga el que conduce a lograr me-jorías en los salarios sino el de la cooperación, la dedicación en el trabajo y la legislación “positiva”.12

Se trata de una política patronal que no desea arriesgar ni un ápice de su poder, negándose a usar las tácticas burguesas del Estado mexicano, temerosa de cualquier movimiento que se produzca. Así, el burgués piensa como patrón, como “señor” de sus trabajadores, con un espíritu paternal-feudal que acepta dar concesiones si eso le reporta una mayor disciplina y obediencia de los trabajadores, pero no permite que se las arranquen (dis-frazando esa relación servil de una “obligación moral” e insis-tiendo en que la mejoría de los trabajadores no depende de la obligación constitucional sino de la moralidad del patrón). A ni-vel de la conciencia (no así en la realidad del trabajo industrial diario) subsiste la “prestación personal” del trabajo y se insiste en que los sindicatos y las organizaciones en general no han de abolir esa “individualidad” del obrero en la que, por otra parte, se basa su mejoría (por medio de los “incentivos” que el patrón da a los trabajadores que desempeñan mejor sus labores y au-mentan la productividad del trabajo con un rendimiento mayor). Tal es la política general de la patronal y tales son los motivos de la fundación de los sindicatos “independientes” controlados por el sistema empresarial.

Esos restos de una conciencia social correspondiente a formaciones económicas anteriores se proyectan sin el impedi-

12 Centro Patronal de Nuevo León. El Salario. Monterrey, 1961.22

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mento de una reforma agraria (que nunca ha habido en esta zona), ni conmociones revolucionarias anteriores que hubieran podido educar a los trabajadores durante el movimiento de la revolución burguesa de 1910 (como sucedió en algunas zonas agrarias del país o las regiones de los movimientos sindicales en la época de la revolución).

Después de la segunda guerra, el éxodo hacia la ciudad proporciona un ejército de mano de obra barata y sin conciencia, campesinos que por un bajo salario laboran conservando su ya ancestral enajenación a la propiedad rural, ven al patrón como alguien que les hace un “gran favor” al darles trabajo y a la ciu-dad como un nuevo mundo donde vivir, sin preguntarse sobre sus fundamentos y conservando las formas de pensar caracterís-ticas de la vieja situación rural.

De allí el localismo ya proverbial en todos los modos de vivir de los habitantes de esta zona, manifestado a nivel comer-cial en el “regiomontanismo” y el “orgullo” por la ciudad. Esta estrechez de miras regional se trueca incluso en una limitación de la visión geográfica del mundo, mostrada en el escaso interés que la población manifiesta respecto a los problemas que se ge-neran en otras partes del país o internacionalmente (excepto en grupos estudiantiles). En el trabajo cultural la estrechez de mi-ras conduce al encumbramiento de la mediocridad, haciendo publicidad a las personas que se dedican a la “creación” cultural (por lo demás casi inexistente en la región) no por el hecho de que no se considere la obra de un personaje como valiosa sino por el exclusivo criterio de que el autor es originario de la región o comulga políticamente con el grupo patronal o el organismo político que domina en un momento dado (esto incluso ha invadi-do el campo del movimiento de izquierda misma; es la forma pre-ferida de proyectar a los militantes del PCM). El localismo llega

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incluso a penetrar hasta en las formas más tenues de la psicolo-gía de la población; por ejemplo en el lenguaje, extraño a todo lo nuevo, (incluso los nombres propios que son tomados en el ex-tranjero y aplicados a los niños provocan mofa) los modos de vivir (al grado tal que mismo “snobismo” que se observa en otras ciudades del país, se cohíbe frente a la presión psicológica de una población que ve todo lo nuevo con una buena dosis de ex-trañeza), la presión de la moralidad, las formas del trato social, etc., integran toda una malla de formas de vida cotidianas que enredan la conciencia y le maniatan dentro del localismo carac-terístico de esta región. Y ese localismo (exceptuado en las sec-ciones sindicales que pertenecen a sindicatos nacionales, como los electricistas, mineros, ferrocarrileros y petroleros), hace ver todo lo extraño como “rojo”. Rojo es todo lo de afuera. De allí se nutre también la pobreza del espíritu creador e inventivo y la baja preparación de la intelectualidad, maniatados por un bajo poder de asimilación de los avances del pensamiento en otras partes.

Aunado a esto, aparece otra tendencia: la surgida por el nacimiento y la situación de la ciudad principal de Nuevo León. El dominio de la naturaleza de la zona, implicando un serio es-fuerzo, y el relativo aislamiento de ella respecto al resto de la república durante un considerable tiempo posterior a su funda-ción, encuentran su justificación y la base de su “valor moral” en el localismo de la conciencia, sus costumbres y actividades sepa-ratistas (agregando a esto las mismas prácticas sectarias de los colonizadores de la zona y su aislamiento de los grupos indí-genas, etc.). Una profunda enajenación a la posesión, al tener (por reducido que sea el monto de lo que tiene) constituye la base de esa actitud ante las cosas. Obsesiona un afán por tener cosas “que duren”, propiedades de valor económico, no bienes superfluos; no se arriesga para lograr algo, se contenta con con-

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servar lo que tiene y obtener un incremento por otros medios. El hombre “trabajador”, el que se “mata trabajando”; es el modelo ideal al que se aspira (en tanto los detentadores del poder econó-mico llegan a ver que eso cuadra perfectamente con sus intere-ses).

El espíritu pragmático, implícito en estas formas de vivir y pensar, condena todo trabajo teórico. En la política se reduce toda la actividad a la maniobra, la transacción y la practicidad, sin medir consecuencias históricas del hacer. El utilitarismo de esto conduce, por su parte, a la condena de todas las actividades “superfluas” que no producen resultados prácticos y utilizables amanualizadamente (el arte y el conocimiento teórico son vistos como actividades de “poca perspectiva”). Y esto no solo es priva-tivo del espíritu empresarial y el pragmatismo cotidiano, sino incluso dentro de la misma Universidad que mira los trabajos de las artes plásticas, de la filosofía y las letras como ajenos al pro-fesionalismo. Lo nuevo visto como algo que no encuentra de un golpe su aplicación práctica y espera su confirmación por la rea-lidad, es tenido, en este proceso del pensar pragmático como algo superfluo.

En el ambiente de la educación, la misma Universidad es vista solo como una productora de hombres “útiles” (incluyendo en esta postura a la gran mayoría del profesorado de la UANL). La profundización intelectual, el diálogo crítico, el examen se-reno y objetivo, se someten al “análisis” interesado, ya maniata-do por los requerimientos prácticos a los que va a servir. Se com-prende ahora por qué en el estudio profesional se descartan grandes temas de las ciencias en cuestión por el solo hecho de que no se ve la relación directa con el ejercicio práctico de la profesión. El profesionalismo, incluso, es maniatado por las nor-mas y usos del trabajo que se estilan en la empresa, la oficina, o

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la institución donde el egresado va a trabajar al terminar su ca-rrera.

El vacío de la vida que no se delimita frente al ser social ni frente a las tareas intelectuales, es llenado con “valores” que le permiten camuflagear la sordidez de su vida no distinta de aquel que no ha pasado por la Universidad. Así, el afán de com-petencia y la ambición monetaria del profesionista son disfraza-das bajo el objetivo de “legar algo a la familia”, justificando más aún el pragmatismo y el utilitarismo de pensar.

En tal virtud, la burguesía se conforma con defender sus intereses de “iniciativa privada”, y pensar como patrones. Su incomprensión, efectiva o encubierta, respecto al sindicalismo les conduce a sostener una conciencia de inmovilidad social y asustarse de todo cambio. Sienten pavor por todo intento de par-ticipación política de los trabajadores, reprimiendo todo intento de protesta u organización independiente de los obreros. Para asegurar su control fundaron los “sindicatos independientes”. En éstos, aparte del catolicismo, requisito previo para obtener una plaza en el trabajo, se somete a los obreros a un fuerte adoctri-namiento en las asambleas, el cursillismo y otras formas de pro-selitismo religioso.

Todo lo anterior, trasladado al terreno de la conciencia de los trabajadores, se traduce en una falta absoluta de conciencia de clase. El mismo movimiento espontáneo de los trabajadores, determinado por las condiciones económicas de su existencia, es controlado por esta conciencia que priva en la zona (el caso es que un gran porcentaje de los trabajadores del estado no recibe ingresos mayores del salario mínimo, pero esa situación no los empuja a la protesta y a la lucha por obtener una mejoría). La conciencia que “llega desde afuera de la clase” (la conciencia

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revolucionaria que debiera contenerse en un partido de los tra-bajadores), encuentra bloqueado el camino por el cerrojo de esa conciencia que ha perdido el “instinto” de rebelión (amén de que tal partido no existe y los partidos que se dicen revolucionarios, el Partido Comunista y el Partido Popular Socialista, no tienen ningún acceso a los trabajadores).

El predominio de valores sentimentales (moralidad del catolicismo) aunado a los valores económicos predominantes (individualismo competitivo exacerbado, predominio de los inte-reses familiares sobre los sociales, vigencia de sentimientos de autoridad y respeto sobre todo lo viejo y reaccionario), actúan de rechazo sobre la conciencia y la actividad de los trabajadores. En éstos prolifera fácilmente el envenenamiento por el dominio del oficio que se ejercita en el lugar de trabajo (característica del sentimiento gremial y resabio de una conciencia histórica ya su-perada en la mayor parte del sistema capitalista). Esta sobreva-loración por el oficio milita contra la aparición de una conciencia de unidad y organización (la unidad se da temporalmente solo a nivel de utilitarismo inmediato, cuando los intereses directos de los trabajadores se ven amenazados). Se trata de una conciencia retrasada, perteneciente a formaciones económicas anteriores, pero perviviendo en las formaciones e instalaciones industriales modernas. La primera fase de una conciencia obrera embriona-ria (la determinación frente a la máquina) no aparece siquiera, el trabajador cree dominarlas con sus herramientas y su fuerza.

Esta falta de conciencia obrera en los sindicatos controla-dos por la patronal llega a descender a límites insospechados. No hay conciencia de clase, ni de la estructura y la organización obreras, mucho menos conciencia histórica respecto a la función del trabajador en la sociedad. Más todavía, el trabajador no se autoconcibe como motor de la sociedad, llegando hasta ignorar

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que puede entenderse como un “factor” de la producción (como se define en la Constitución del país). Lejos de eso, al trabajador de esas empresas se le manipula su conciencia hasta hacerle pensar que es un “ente-nado” de la sociedad y ha de agradecer el favor del patrón al permitirle trabajar.

El darse cuenta de la explotación no llega fácilmente, (aunque no implicaría todavía la explicación respecto al saber cómo y por qué se explota al trabajador). El paternalismo y ese tipo de relaciones sindicales no permite definir los términos de las relaciones sociales y todo queda en un impulso nebuloso. La existencia de teorías y un movimiento de conciencia que permi-tiera llegar a eso ha sido impedida por el mismo movimiento de la izquierda de la localidad, esencialmente practicista y reacia a toda disputa ideológica seria.

Si a pesar de todo lo anterior, en algún grupo obrero se concretiza el impulso de protesta condicionado por las deplora-bles condiciones del trabajo, se proyecta la acción como un de-cir, un reducir la protesta al hablar; pero el paternalismo de un lado y la represión por otro caen con todo el peso de su concre-ción y se imponen prácticamente. Finalmente, todo conduce a un repliegue (si puede hablarse así, porque nunca ha habido un des-pliegue), a la petición sumisa, a solicitar la concesión graciosa. Los derechos contenidos en la misma Ley Federal del Trabajo son vistos por muchos como “exagerados” y por otros como fran-camente “socialistas”. Ante una protesta incipiente, con brotes constantes a lo largo de todas las empresas de la patronal, ro-deado por una realidad social hostil, el obrero prefiere ahogar “el darse cuenta” con tal de conservar el trabajo, interiorizando las condiciones de la conciencia atrasada por medio de la auto-rrepresión de todo impulso de protesta.

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Se trata de la pervivencia de formas de conciencia sorres-pondientes a formaciones socioeconómicas anteriores, coexis-tiendo con formas de producción y trabajo modernas (como la industria maquinizada), que no permiten examinar ni evaluar la conciencia de los trabajadores y de la misma burguesía con mé-todos y teorías simplistas, exigiendo un examen minucioso que se atenga a las condiciones concretas del problema.

Todo ese rodeo que hemos dado no permite aproximarnos al problema planteado: las discrepancias entre el sistema de do-minio de la patronal y del Estado Nacional tienen ese fondo de conciencia al que hemos esquematizado. No se descartan las discrepancias que surge entre un gobierno y una “iniciativa pri-vada” en virtud de una política financiera o de fomento económi-co que no complace absolutamente a los empresarios, tampoco se descarta la posibilidad de fricciones circunstanciales respecto a la repartición del poder. Pero no son éstos últimos aspectos lo que determina el ritmo a seguir en una política determinada; éstos son aspectos causales que se dan alternativamente a las condiciones socioeconómicas prevalecientes.

Finalmente, una aclaración de rigor: este esquema gene-ral es solo una aproximación al problema; se pretende apenas abrir el examen del asunto, no terminarlo. Además, como lo ha-bíamos dicho, la política universitaria no puede fundamentarse en coyunturas o aspectos circunstanciales de las condiciones. Se exige el conocimiento de los aspectos estructurales de las condi-ciones socioeconómicas y las formas de la conciencia que permi-tan edificar una línea política objetiva.

Para terminar, es fácil entender ahora la oposición de la iniciativa privada y la hostilidad que el ambiente presenta a la transformación de la Universidad, a la que no se le permite nin-

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gún cambio. Y, a la vez, se puede observar la importancia que la UANL adquiere para el desarrollo de la democracia en Nuevo León.

IV. La UNL en 1968.

El crecimiento de la protesta estudiantil en Nuevo León a partir de 1961, año en que comienzan a perfilarse las limitacio-nes al libre ingreso a la Universidad, alcanza su más alto nivel en 1968 (movimiento contra el Gobierno Federal en apoyo a la UNAM). En el lapso que va del ’61 al ’68, la lucha esporádica va dejando paso a una lucha relativamente organizada; la demanda económica, académica y administrativa, va cediendo su lugar a la protesta social y política.

a. Proyectos aristocratizantes del Gobierno del Estado.

Eduardo Elizondo, representante de empresa conectado a los altos

círculos económicos de Nuevo León, ocupa la rectoría de la UNL en 1965. Usándola como trampolín político asciende a la guber-natura en 1967. Hacia marzo de 1968, cuando ya se palpaba el ambiente detonante de la rebelión estudiantil del ’68, mide fuer-zas con la Universidad convirtiéndola en campo de experimenta-ción política.

Sabiendo que todo intento de aumentar los costos econó-micos de la educación universitaria provocaría la contestación

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inmediata de los estudiantes, propone un proyecto aristocrati-zante basado en el aumento de cuotas y un sistema de préstamos para los estudiantes. La “originalidad” y “conveniencia” del plan Elizondo no eran circunstanciales ni tampoco es cosa de una simple posición reaccionaria, sino producto de un plan preconce-bido por el sistema Bancos de Comercio. Manuel Espinosa Igle-sias, presidente de la citada organización, había ya propuesto el plan en el acto inaugural de la Universidad Anáhuac.

Mencionando los esfuerzos del gobierno en relación con las necesidades educativas, Espinosa Iglesias señalaba que era conveniente la intervención de los “particulares” en la educa-ción, dado lo pesado de esta tarea. “…Es preciso -decía- que la iniciativa privada intervenga en la forma más decidida posible”. El plan consistía en:

1. Anular la educación gratuita.

“Un buen principio -seguía diciendo Espinosa-, que mu-chos por fortuna ya siguen, es que las gentes de recursos cubran una porción razonable del costo de educar a sus hijos. No se jus-tifica que quien tiene posibilidades económicas pague doscientos pesos al año de colegiatura en los estudios profesionales, cuando a la universidad le cuesta quince veces más… Sería conveniente, por tanto, que las personas acomodadas con hijos en las univer-sidades privadas o planteles del Estado, pagasen no solo las cole-giaturas fijadas, sino el costo real de su educación”.

2. La participación censataria en la educación superior.

Después del malabareo con los “esfuerzos del gobierno”, las “personas acomodadas” y la pobreza de las universidades, habló de las “benéficas repercusiones” de su proyecto: 1) Redu-

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ciría la “brutal presión” sobre las instituciones gubernamentales, 2) El subsidio universitario favorecería a los “necesitados”, 3) Podrían perfeccionarse los canales actuales de comunicación entre estudiantes y autoridades universitarias, así como entre los estudiantes y el resto de la sociedad, en especial las empresas”.

3. La esclavitud por la vía del endeudamiento.

Otra de las medidas que reforzarían la educación supe-rior, a juicio de los banqueros, era el establecimiento de un siste-ma de préstamos para que los estudiantes costearan sus gastos. Los bancos privados, “con una garantía bastante alta” del go-bierno, darían créditos que se pagarían al terminar la carrera.

4. Las consecuencias del sistema crediticio.

El plan serviría para “inducir al estudio de ciertas profe-siones”, reduciendo el “desperdicio de talentos”. Sería un siste-ma de coexistencia entre instituciones particulares y públicas, apoyándose mutuamente. Las escuelas serían “genuinos” centros de “entrenamiento” y estudio, “remansos de la paz y el orden”13

En el caso concreto del Tecnológico de Monterrey, ese sistema de créditos es un buen instrumento para el control sobre los estudiantes, reporta intereses a los bancos y los empresarios obtienen trabajadores calificados en instituciones de enseñanza superior a quienes pagan sueldos bajos mientras se les obliga a permanecer en esos trabajos hasta pagar la deuda.

Elizondo hizo publicar el “Anteproyecto de ley que crea el Instituto de Préstamos para la Educación Superior”, acompaña-do de un reglamento. Sus puntos nodales eran: 1) La formación de un “instituto descentralizado” que centralizaría las finanzas

13 Véase “El Correo Económico”. Núm 111, junio 10 de 1968.32

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de la UNL y se encargaría de proporcionar créditos a los estu-diantes de bajos recursos; 2) El instituto sería gobernado por un consejo compuesto por once personas: El rector de la UNL (nom-brado por el gobernador), el Director de Educación Pública de Nuevo León, un representante del gobernador, dos de los campe-sinos, dos de los sindicatos obreros, dos del “sector popular” y dos del “consejo estatal de la ciudadanía”. Se consideraría “ele-gible para préstamo total a todo aquel solicitante que tuviera un ingreso familiar per cápita no mayor del 40% del salario mínimo” (artículo 5to. Inciso d).

Se buscaba que el estudiante cubriera todos los costos de la educación y se trataba de disfrazar el aumento de cuotas bajo la creación del mencionado instituto. El consumismo introducido en la UNL, con el lema bancario “estudie ahora, pague después”, pretendía anular la educación gratuita, someter al estudiante a una “esclavitud por deudas” y experimentar con su sistema cor-porativo de gobierno a través del cual la UNL era entregada a un aparato extraño a la Universidad. Los líderes sindicales (“blan-cos”, “rojos”, ¿cuáles?), los “representantes campesinos”, el “consejo estatal de la ciudadanía” (formado sin que siquiera los ciudadanos se dieran cuenta), el gobernador con tres votos (su representante, el rector y el Director de Educación), y los repre-sentantes del “sector popular” usurparían la función rectora que corresponde a los universitarios.

Si el “sector popular” es distinto al sindical y al agrario, “¿Qué es pueblo para usted, señor gobernador?”, preguntaban los estudiantes en 1968.

La manifestación estudiantil hizo retroceder al Gobierno. Los estudiantes rechazaron todo aumento de cuotas escolares (actualmente se pagan $45.00 por mes, y el proyecto Elizondo

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proponía se aumentasen a $365). Criticaron esta política aristo-cratizante señalando que el mismo sistema de préstamos resulta-ba inoperante dado que solo “gozarían” de él totalmente quienes no tuvieran un ingreso mayor del 40% del salario mínimo (en tal caso, una persona que tiene tal nivel de vida no tiene ninguna posibilidad de llegar siquiera a educación secundaria). Asimismo, puntualizaron sobre las falacias de la “autonomía económica” de la UNL, interpretada por el Gobierno como la total sustentación de las necesidades económicas de la Universidad por parte de los estudiantes y de sus familias. Resultaba, por demás, absurdo y contradictorio hablar de “autonomía” cuando el gobernador se reservaba la facultad de designar al rector y el citado instituto adquiría el rango de una empresa descentralizada. Al contrario de lo propuesto, los estudiantes entendían que la autonomía uni-versitaria presupone la dotación, sin condiciones, de suficientes recursos para la Universidad. En su contenido medular, esa ley restaba toda personalidad a la UNL al someterla a la tutela de un organismo ajeno a ella y se dirigía a impedir la entrada de los estudiantes de bajos recursos, regalando la Universidad a los “privilegiados” a quienes decía atacar.14

Este intento de privatizar la Universidad de Nuevo León justificó la apertura de tres universidades (La Universidad de Monterrey, formada por la agrupación de varios colegios católi-cos e institutos maristas, la Universidad Regiomontana, propie-dad de un exrector de la UNL que se ha dedicado a comerciar con la educación superior, y el Centro de Estudios Univrsitarios, de la misma filiación). Con ello se dio un golpe a la “función rec-tora” de la Universidad de Nuevo León respecto a la educación superior y media superior (como lo establece la Ley de Educa-ción de Nuevo León). Esas universidades, sin control de ningún 14 Presidium del Consejo Estudiantil de la UNL. Carta al gobernador Eduardo A. Elizondo, marzo 25 de 1968. Sucesos 1822, 4 de mayo de 1968.

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tipo, apoyan solapadamente todo intento de represión contra la UANL, esperando que sus aulas, “donde sí se estudia”, se llenen con los que desertan de ella.

b. Las perspectivas del movimiento estudiantil en 1968.

El movimiento de 1968 incorporó en Nuevo León al ochenta por ciento de los universitarios a las manifestaciones callejeras y las reivindicaciones universitarias. Pero, a la vez, el 2 de octubre, como en el movimiento estudiantil nacional, hizo cundir la desorientación política, a la vez que la clase en el poder comenzó a poner en práctica sus planes para aplastar la revuel-ta.

Dados los históricos acontecimientos de 1968, urgía una reflexión sobre los rumbos. Por entonces, Prometeo15, periódico de los estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras, insistía en lo siguiente:

“Los crímenes del 2 de octubre de 1968, en Tlatelolco, han marcado el cierre de una fase histórica en la lucha estudian-til. A los ojos de todos se demostró que el movimiento no podía continuar sin un plan a largo plazo, sin una táctica que sirviera de guía para la acción en el contexto de la correlación de fuerzas políticas y económicas del país. El 2 de octubre señaló que el estudiantado, con su sola fuerza, no puede conquistar las deman-das que abran la puerta de México al camino democrático; mos-tró que es necesaria su unificación con las clases y sectores so-ciales que tienen la capacidad económica y política para realizar no sólo las transformaciones democráticas que se necesitan sino las transformaciones estructurales que se van perfilando en la conciencia del movimiento”.15 Varios. Las perspectivas del movimiento estudiantil. Prometeo, Núm 4, febrero de 1969.

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“El programa del estudiantado no se ha terminado de ha-cer. Sus tradicionales intereses universitarios (laboratorios, bi-bliotecas, edificios, etc.) recibieron el impulso de nuevas deman-das (aumentar el cupo, abrir las puertas de la Universidad al pueblo, reducir cuotas, etc.) y se van integrando en la formación de un programa político (democracia, justicia, garantías indivi-duales, etc.). No se puede esperar que el programa esté confec-cionado terminantemente. Ningún programa que pretenda refle-jar la situación realmente existente y que responda a los intere-ses de los estudiantes, puede cerrar la puerta a nuevas consig-nas que van apareciendo en el movimiento mismo. Sin embargo, pese a estas consideraciones, se ha entrado en una fase donde es preciso determinar con algún rigor científico, atendiendo a las condiciones sociales, económicas y políticas del estudiante, sus métodos para llevar a cabo ese programa, su táctica de lucha. Conviene aclarar, de antemano, que distinguimos la “táctica” de las “formas” y las “medidas prácticas” de la lucha. Por la táctica, entendemos el método para llevar a cabo el programa; por “for-mas” entendemos las diferentes luchas que, de acuerdo con dis-tintas necesidades, se realizan (por ejemplo, la lucha académica por mejores planes, programas de estudio, etc.; las luchas por proyectar la Universidad hacia el pueblo, aumentar el cupo, etc.; la lucha económica por la reducción de cuotas, bajas tarifas ca-mioneras, cafeterías, etc.; la lucha política por la participación en el gobierno Universitario, por la autonomía de las sociedades de alumnos, por la democracia y la libertad en el país, la paz en el mundo, la liberación de México, etc.; y otras que son formas de una sola lucha estudiantil). Por las “medidas” entendemos las soluciones concretas y la elección de armas determinadas para la lucha (mitin, manifestación, huelga, “parlamentarismo”, vio-lencia, etc.).

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“Considerando los éxitos y fracasos del movimiento, inten-taremos precisar las bases de la táctica del estudiantado que le permitan proyectarse históricamente y darle forma a su acción para beneficio del pueblo, la patria y él mismo:”

“1. El éxito más importante del movimiento ha sido la apa-rición del estudiantado como sector social y político específico. Tradicionalmente se le había negado la capacidad de dirigirse por sí mismo (inclusive todavía en estos momentos, algunos par-tidos de derecha e izquierda siguen sosteniendo tal cosa). Se ha demostrado que sus dirigentes, en términos generales, poseen la capacidad de dirección suficiente para elevar las demandas de la base estudiantil al nivel de la protesta y esto es más valioso si consideramos que las direcciones estudiantiles son las únicas que se eligen democráticamente en el país, frente al control cha-rrista de la clase obrera y el campesinado. Está formado este sector por individuos reclutados de diferentes clases pero forma un sector que no deja de tener sus objetivos propios (como el sector campesino; no es una clase homogénea pero eso no le impide tener un programa propio). Sus demandas académica, sociales, y este programa político que se va perfilando acusan rasgos ideológicos especiales que es preciso explicitar. Esto, como decimos, ha sido rechazado por algunos partidos políticos y el gobierno. Sobre todo, a este último, le preocupa la forma-ción de esos “rasgos ideológicos especiales” y esa organización independiente, porque el estudiantado es el único sector social que no ha gozado de la “mexicana alegría” de la democracia, el mito de la “revolución mexicana” tampoco se ha convertido en credo juvenil y esto perturba la tranquilidad ideológica de la “na-ción”.

“En esto, el estudiantado no puede engañarse. Los llama-mientos a la unidad nacional que se han hecho últimamente por

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la burguesía y el gobierno no deben ser atendidos. La intención de estas consignas es conservar la “noche ideológica donde to-dos los políticos son pardos”, e impedir la proyección del movi-miento. Por otra parte, lo que es inadmisible es que la unidad nacional se trata de fundamentar con base en el terror y sin un previo programa de liberación nacional.”

“Su tarea táctica inmediata, a nuestro juicio, es la salva-guarda de esa independencia organizativa y la elaboración de ese programa ideológico que ya se perfila.”

“II. Pero ese triunfo logrado ha de asegurarse y determi-nar las maneras en que puede proyectar su poder. Ha de asegu-rarse sosteniendo la independencia de las sociedades de alum-nos respecto a las autoridades y los partidos políticos, que han demostrado no estar a la altura de las demandas que el pueblo exige.”

“La democracia existente en las sociedades de alumnos debe mantenerse y hacerse consciente de manera que la direc-ción tenga la participación de la base y ésta vigile estrictamente los actos de sus líderes.”

“Pero si bien es urgente asegurar esa independencia, es preciso entender cómo puede proyectarse históricamente y qué medidas tomar para ello. El estudiantado es un sector social que no puede ser presionado económicamente, no participa directa-mente en la producción sino que forma parte de los trabajadores intelectuales. Esa es la gran ventaja de que disfruta, pero esa es también su gran desventaja puesto que tampoco puede presionar en ese sentido a la “nación” (no se le puede correr del trabajo, aplicarle cláusula de exclusión; negarle el riego, la tierra, etc.; pero tampoco puede detener el proceso productivo con sus huel-gas). Su ventaja le permite proyectarse todo lo que quiera, su

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desventaja limita su lucha y lo obliga a determinarse respecto a las fuerzas que integran el eje de la política nacional. Solamente uniendo su lucha con la clase obrera, los campesinos y las capas medias, puede cobrar esa proyección porque eso le permitiría conectar su poder con la presión económica para sus objetivos inmediatos y, por otra parte, colaborará no en la presión sino en la revolución económica.”

“Es claro que algunos grupos del estudiantado, cuya ex-tracción de clase no está conectada al pueblo trabajador, no co-laborarán en esta tarea, pero en una mayoría se puede lograr eso. En este aspecto, su primer paso ha de ser, a no dudar, el pertrecharse de una teoría de vanguardia que le permita presen-tar soluciones a los problemas económicos, sociales y políticos de nuestra época.”

“Su segunda tarea es, pues, asegurar su triunfo tomando medidas para garantizar su independencia y proyectarse históri-camente, fundiendo su lucha con el pueblo trabajador como con-dición para lograr sus objetivos”.

“III. Su tercer tarea es, a nuestro modo de ver las cosas, rescatar la universidad para sus fines propios. La Universidad es el último reducto de la democracia en el país y es preciso asegu-rar ese valor tomando las medidas al respeto, fortificando o creando lazos de unión entre las partes del cuerpo universitario (los profesores y los alumnos), pero sobre todo, haciendo respe-tar la autonomía universitaria. Por supuesto, ésta incluye la auto-nomía académica que permite la libre determinación de planes y programas de estudio, la administrativa que determina su direc-ción o autoridad de por sí, la orgánica en cuanto que tenga la libertad de darse las leyes y reglamentos que considera pertinen-tes para sus fines y el respeto al recinto universitario, como per-

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sona moral que es, sujeto de derecho y como institución científi-ca y cultural”.

“Es claro que la autonomía por la autonomía misma no tendría sentido. Cobra valor en cuanto se consideran labores de investigación, formación de profesionistas, transmisión y fomen-to de la cultura y su labor social con el pueblo, como sus tareas básicas. La Universidad recibe la influencia directa de las empre-sas nacionales e incluso la intromisión del capital extranjero a través de “ayudas” de diferentes fundaciones. La preocupación de las autoridades es formar profesionistas aptos para trabajar, aumentar la productividad del trabajo, etc., descuidando la labor de investigación y desarrollo de la ciencia como tarea básica. Su labor social se ha restringido a la labor de los departamentos de extensión que no se dirigen a la finalidad para la que fueron creados: llevar la Universidad al pueblo (en labores culturales, ayuda médica, educativa, etc.). La labor humanista se ha ido per-diendo, el “humanismo” se ha reducido al estudio de algunas materias a las que se apellida “humanistas”, olvidándose que el humanismo universitario tiene un sentido eminentemente prácti-co dirigido hacia la elevación de la calidad humana, la ilumina-ción del camino del mundo hacia libertad con la ciencia y la cul-tura y el establecimiento de lazos de unión entre los hombres para lograr la paz”.

“La Universidad no puede ser la torre de marfil que han pensado muchos, ha de tener proyección social y ha de tener relación con la economía nacional también desde el momento en que de allí salen los profesionistas y los hombres que tradicional-mente han dirigido a la sociedad. Pero eso no significa que deba estar sometida a los intereses de los empresarios y se tergiversa su esencia como Universidad. Ni un aislamiento de la sociedad, ni tampoco un sometimiento a los intereses de la economía en

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turno, sino una adecuada conservación de sus finalidades pro-pias, una proyección social, un valor político como reducto de la democracia y uno económico como formadora de profesionistas. No nos pasa desapercibido el hecho de que una transformación radical de la Universidad no puede realizarse sin una transfor-mación radical de la sociedad; pero en este caso mucho se po-dría hacer si el estudiantado tuviese participación directa en los gobiernos universitarios, si las direcciones de las escuelas estu-viesen integradas por comisiones paritarias de maestros y estu-diantes. De nada serviría demandar el rescate de la Universidad y el cumplimiento de sus propios fines si no se tomaran las medi-das para llevar a efecto tales cambios”.

“La tercer tarea es, pues, rescatar la Universidad para los fines propios (desarrollo de la ciencia y la cultura, proyección social, sentido democrático y valor económico), tomando las me-didas que garanticen una verdadera autonomía universitaria”.

“IV. Siendo un poder, debe ejercer su fuerza para poner la balanza política a favor de las clases trabajadoras, de quienes puede esperar apoyo para la conquista de sus demandas y parti-cipar activamente en la formación de los gobiernos del país, así como en la construcción de una nueva sociedad”.

“No siendo una clase social sino un sector, no puede mo-ver la rueda de la historia, pero puede ayudar a desbalancear el poder. Se han vivido cincuenta años de un falso equilibrio de clases que sólo ha reportado beneficios a la burguesía. Basta echar un vistazo a la distribución del ingreso nacional, como a los acontecimientos políticos de esta época, para darse cuenta de ello. El estudiantado ha cobrado la virtud de desnivelar ese poder, de despertar la conciencia de algunos sectores de la po-blación y remover la anquilosada conciencia colaboracionista, así

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como sus posiciones han amenazado con terminar ese falso equi-librio internacional que ha sido llamado “coexistencia pacífica”, complemento de la “guerra fría”.

“Por otra parte, ese poder debe ejercerlo para colaborar en las tareas de formación de gobiernos que respondan a los intereses económicos, sociales y educativos del pueblo, como medio que permita la expansión de la Universidad hacia alturas superiores. Su participación en la discusión y formación de nue-vos tipos de sociedades es evidente si consideramos que, gozan-do de una relativa libertad académica y teniendo en sus manos la posibilidad de conocer la realidad de nuestro tiempo a través de la investigación científica, puede iluminar a los pueblos en algu-na forma para el trazo de los caminos hacia sociedades más li-bres”.

“Su cuarta tarea es el ejercicio de su poder para poner la balanza a favor de las clases desvalidas, en la formación de go-biernos democráticos y la transformación estructural de la socie-dad”.

“V. Si bien se debe rechazar todo intento de unidad nacio-nal fundamentada en las bayonetas, eso no implica que los inte-reses de la patria sean ajenos al estudiantado y deba sectarizar-se al grado de sentirse independiente de manera absoluta res-pecto al ser social.”

“Una autonomía respecto al ser social es absurda, quiera o no ésta es una sociedad determinada y es parte de ésta. Su existencia, su trabajo y su acción forman parte del ser social, y junto con los otros sectores integra la población que habita este territorio. Evadimos llamar a esta población con el nombre de “nación”, que la mayor parte de las veces ha sido un simple hom-bre porque si se supone que designa los intereses de una comu-

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nidad de hombres, eso no corresponde a la realidad de las cosas. Cada clase social vive de acuerdo con sus intereses y el país no ha cobrado una independencia económica y política que le per-mitan pasar a condiciones superiores en diferentes aspectos. Para nadie es desconocida la penetración del capital extranjero, la desigual distribución del ingreso nacional, etc., señales de que esa comunidad homogénea de intereses no existe. El estudianta-do no puede apoyar a una patria que no tiene y que no es defen-dida por quienes hacen el llamado a la unidad nacional. Pero ese mismo hecho le condiciona a ir a la búsqueda de una patria inde-pendiente y le obliga a unir sus intereses si no con una nación mítica sí con los sectores y clases sociales que deseen lograr esa liberación.”

“El intento de presentar a la lucha estudiantil como movi-miento al servicio de intereses extranjeros ha fracasado porque ninguna persona honesta (y es preciso que la población reconsi-dere que los niños y los jóvenes son lo menos maleado de nues-tro tiempo), para ninguna persona honesta, decíamos, existe po-sible disyuntiva entre servir a la patria o someterse al extranjero. La honestidad fuerza a tomar el camino de la patria y la discu-sión no cobra mayor importancia.”

“La quinta tarea es la integración de una comunidad que desee luchar por una patria independiente, rechazando los mitos tras los que se esconden los intereses extranjeros mismos.”

“VI. La siguiente tarea de importancia es remover organi-zadamente la conciencia del mundo. Es decir, ejercer el papel de inteligencia que ha comenzado a desplegar.”

“El mundo ha ido entrando en causes de “normalidad” donde las verdades más elementales se tergiversan, a una con-ciencia sometida a una tecnificación no científica, a una mecani-

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zación automatizante que no logra la liberación del hombre res-pecto a sus necesidades sino el soborno de los trabajadores para hacer presa su conciencia de la inseguridad en el trabajo, el bienestar, etc., y comprarla al mismo tiempo con algunas miga-jas. Se ha tratado de hacer aparecer al ejército y la policía en todos los actos de la vida pública para “normalizar” la conciencia y que la elevación de los ejércitos al poder no provoque sobresal-tos. Asímismo, se ha canalizado la protesta hacia cauces donde no solamente no se logra nada positivo para la solución de los problemas sino que se la usa como medio para fortificar el poder de las clases poseedoras.”

“Una conciencia vergonzante se ha ido apoderando de los hombres y las viejas generaciones. Cuando no se muestran inca-paces de resolver los problemas de la paz, del hombre, y la edu-cación del mundo, se muestran poco dispuestos a hacerlo, salvo honrosas excepciones. Los problemas del mundo no pueden ser resueltos con los métodos improvisados que se han usado. Es preciso que la conciencia científica y el pensamiento revolucio-nario se enseñoreen del mundo y el estudiantado representa el embrión de eso.”

“La conciencia enajenada se ha comenzado a subvertir y eso tiene una gran significación histórica. Los gobiernos de nues-tros países se fundamentan en el poder económico, político y militar de las clases poseedoras, pero también tienen una base importante en la conciencia de los hombres, en el apoyo incons-ciente dado por los hombres (en el voto fraudulento, en el silen-cio cómplice, en las traiciones del oportunismo que solo se movi-liza para obtener prebendas personales y de grupo, etc.)”

“El estudiantado está ejerciendo ese papel de inteligen-cia, frente a una intelectualidad que no acaba de comprender la

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gravedad del momento. Y no se conforma con desplegar esa ta-rea de manera académica (eso compete a sus tareas respecto a la Universidad) sino en forma práctica, en el movimiento social mismo.”

3 de octubre de 1968

V. La UNL en 1969-70

En septiembre de 1969 se inicia un movimiento de protes-ta contra la rectoría de la UNL, demandando la construcción de algunos edificios, y cambios administrativos en algunas escuelas. Para el 2 de octubre de 1969, inusitadamente, el gobernador Elizondo turna al congreso una reforma a la ley orgánica de la UNL, en la que se concede al Consejo Universitario la facultad de designar al rector que sería en adelante el representante de la Universidad; asimismo, se concedía que los directores fuesen electos por las Juntas Directivas de las escuelas. A esto se llamó pomposamente “autonomía” y el estudiantado que asistió a la manifestación del 2 de octubre volvió a su casa con la idea de que la UNL era autónoma. Para el 26 de noviembre, el congreso aprueba el decreto.

La maniobra parecía favorecer a todos los participantes en los problemas universitarios: al gobernador Elizondo, por sus pretensiones de ocupar un alto puesto en el gobierno federal, a los grupos universitarios militantes porque veían en esa “autono-mía” la posibilidad de maniobrar ilimitadamente dentro de la Universidad sin la tutoría del gobierno. Los militantes del PCM (Partido Comunista Mexicano) capitalizando las cosas a su favor se negaron a discutir proyectos de autonomía universitaria pre-sentados por directivas de varias escuelas, conviniendo en movi-lizar a los universitarios en apoyo del decreto elizondista. Mos-

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trando una incomprensión completa sobre el sentido del movi-miento del ´68, afirmaron que “el movimiento estudiantil lograba así una de sus primeras conquistas.”

Encerrar al movimiento en las cuatro paredes de la Uni-versidad, centrar su actividad en pos de la participación en la administración universitaria, aparecían como el “éxito” funda-mental frente a la victoria universitaria del ´68, reducida desde el ´69 a un “hecho del pasado” y contribuyendo así a iniciar el proceso de amnesia que padece el movimiento hasta la fecha. El resultado era fácil de prever: los militantes del PCM seguidos por “simpatizantes” que veían en la situación una posibilidad de “ascender” en la carrera por los puestos burocráticos, quedaron dueños de la situación. Y no es que la autonomía fuera, en sí, algo ajeno a los derechos estudiantiles. Pero dadas las condicio-nes y los términos de la maniobra significaba, indudablemente, sacar al movimiento del cauce político que tomaba. La segunda parte de la maniobra consistió en restar toda movilidad al estu-diante. Los mismos militantes del PCM, bajo consigna de “dar a la ‘opinión pública’ una ‘buena imagen’ de la UNL”, se opusieron a toda protesta reivindicatoria de los jóvenes, dirigiendo todo su esfuerzo hacia la “tranquilidad” y el apoyo irreflexivo a las “auto-ridades universitarias”.

El cerrojo se terminó de poner centrando toda la atención de los universitarios alrededor de un proyecto de ley orgánica que sería dirigida al Congreso local para su aprobación. Proyecto que racionalizaba definitivamente la necesidad de “no presentar problemas” para que, con la opinión pública ganada, el Congreso se viera obligado a aprobar la ley. La novedad sustancial del pro-yecto universitario era la integración de una Asamblea Universi-taria, compuesta por tres representantes maestros y tres repre-sentantes alumnos de cada escuela que fungiría como autoridad

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máxima de la UNL. Se asentaba también que las Juntas Directi-vas de cada escuela se compondrían por los maestros y un núme-ro de estudiantes igual al 50% de aquellos (en la vieja ley los estudiantes solo tenían 3 votos contra la totalidad de maestros); así como la obligación del gobierno del estado de no dedicar me-nos del 12% del presupuesto de egresos a la UANL.16

Para octubre de 1970, los dirigentes de la UANL presen-taban un cuadro de sus “realizaciones”: “reestructuración admi-nistrativa y académica de las escuelas”, el “inventario” de los bienes de la UANL, el “proyecto-presupuesto-programa” de in-gresos y egresos de la Universidad, “primeros pasos” para la construcción del Centro de Cálculo Electrónico, las “brigadas universitarias” de “beneficio rural”, el 2mejoramiento de la cali-dad del magisterio”, el “inventario de carreras técnicas de nivel medio”, instalación de la Preparatoria No. 9 y la construcción del edificio de la escuela de Matemáticas.17

El recuento de actividades de una Universidad gobernada por esa vieja izquierda no tendría mayor discusión si todo queda-ra en los “hechos” que enumeramos. Dos razones, sin embargo, nos obligan a hacer precisiones al respecto: primero, gran parte de los “hechos” son deliberadamente falsos y, segundo, dada esa imagen de la actividad universitaria dirigida por los grupos revo-lucionarios, se da el pretexto para un ataque reaccionario sin que la Universidad tenga ningún respaldo ni fuerza interior. Lue-go aclararemos esto.

La “reestructuración” administrativa y académica a la que aluden fue completamente inexistente. Las escuelas siguieron dominadas por los “directores” y éstos conservaron su misma

16 Véanse los artículos 11° y 39° del proyecto.17 Universidad. Órgano oficial de la UANL. No. 17, octubre de 1970.

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forma de organización del personal administrativo. ¿O quizá lla-maban “reestructuración” administrativa a la repartición voraz de los puestos de dirección universitaria como sucedió en los departamentos de la Torre de Rectoría, entre los militantes del PCM sin más razones que las de formar parte de un partido?, ¿O incluía la “reestructuración” del “chambismo” que se hizo proli-ferar en los simpatizantes de izquierda, conformados con aceptar trabajos de “maestros” en en escuelas sin otra meta que conser-var puntos de presión y presupuesto asegurado como sucedió en las preparatorias 1, 3, 9 y en la escuela de Filosofía? El soborno de que se hizo víctima a los líderes estudiantiles, otorgándoles concesiones y “chambas” acabó de consumar la “reestructura-ción”. Respecto a la “reestructuración” académica hemos de se-ñalar que en todo ese período no se hizo ninguna transforma-ción. Y más aún, en el caso de la escuela de Filosofía, se opusie-ron a una simple reforma al plan de estudios.

La construcción del edificio (Matemáticas), el inventario, el presupuesto, no dan motivo a discusión. Son actividades nor-males en toda universidad. El “mejoramiento” de la calidad del magisterio fue también, a todas luces falso. La UANL padece desde hace mucho tiempo por la falta de maestros bien prepara-dos y que dediquen su tiempo completo a la Universidad; prácti-camente no existe la investigación y, en general, el maestro es un simple repetidor de los libros de texto. Los “primeros pasos” del Centro de Cálculo no llegaron ni a gateos. Este se formó por la administración del Rector Leal Flores en 1972. La preparato-ria número 9, fundada en julio de 1970 para dar cabida a los nuevos aspirantes al bachillerato, fue establecida a instancias de una presión estudiantil. La administración universitaria intenta-ba formar una preparatoria nocturna “popular” para justificar así su oposición al aumento de cupo. Nunca se supo en que con-sistía su carácter “popular”, lo único que se dijo era que se for-

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maría con profesores honorarios, dado que no había presupuesto para pagarles. El Frente Estudiantil de Acción Preparatoriana, ajeno a la administración universitaria, construyó de hecho la escuela realizando la inscripción sin la anuencia de las autorida-des quienes no tuvieron otra salida que declarar formada la Pre-paratoria número 9.18

Respecto al inventario de las carreras técnicas a nivel medio, no hay gran cosa que decir. Se trata de un asunto que no compete directamente a la Universidad. La creación del Organis-mo Planeador de la educación en Nuevo León, a instancias de las autoridades de la UANL revela de cerca la voluntad de ayudar al gobierno a resolver los problemas que éste no ha querido afron-tar abiertamente. La Comisión de Planeación Educativa tendría las funciones siguientes: explorar y diagnosticar sobre las nece-sidades de técnicos y profesionistas en la región, diversificar las actividades educativas, creación de escuelas “técnico-medias” entre secundaria y preparatoria y entre ésta y la educación pro-fesional, diversificación de alternativas a nivel profesional, “aten-diendo a sus posibilidades e intereses ocupacionales”.19

Sobre las “brigadas universitarias”, éstas fueron más o menos “días de campo” a costa de la UANL; en los cuales se pre-suponía la distancia entre el “universitario” y el “hombre de campo”. Yéndose a las zonas rurales como turistas que van a “darse cuenta” de la miseria y la situación social de los campesi-nos.20

a) El ideario de la UANL en 1969-1970.

18 El mismo periódico oficial de la UANL informaba de estos hechos. Universidad. Número 12. Julio de 1970.19 Universidad. Número 12.20 Universidad. Número 7. Mayo de 1970.

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El ambiente que campeó en la Universidad en este perío-do fue, para la conciencia del grupo dirigente de la UANL, un ambiente de “transformación”. Por todos lados y en relación con todos los aspectos se hablaba de transformación.

Se consideró que la “Universidad no responde a las nece-sidades de la sociedad actual”. Era necesario transformarla a través de un “movimiento permanente” enunciado en la reforma administrativa y académica.

El contenido de esta reforma, decían, es la “democratiza-ción de la estructura orgánica”, entendiendo por esto “que los estudiantes y maestros participen activamente en los órganos de gobierno más altos de la Universidad”. “Por otra parte”, la refor-ma comprende la transformación de planes, programas y méto-dos de estudio “en consonancia con el desarrollo científico con-temporáneo”. El desarrollo de la investigación no ha de omitir “las necesidades que fija el desenvolvimiento material y cultural de nuestro país”.

La UANL debe “comunicarse” con la sociedad, realizar trabajos de “campo” e investigaciones “de aquellos planes y pro-yectos que la industria y el medio rural soliciten”.

Nótese la forma oficialesca de la siguiente declaración que esconde uno de los misterios fundamentales de la conciencia universitaria de este tiempo: “Es pertinente enfatizar -decían en el periódico oficial- que la Universidad debe sufrir una amplia transformación que acabe con aquella imagen de ser simplemen-te un medio difusor de cultura general, y, más tarde, un centro de creación de profesionistas. La Universidad debe pugnar por ser, a la vez una institución responsable de la salvaguardia de la cultura de la humanidad, la creadora del profesional capacitado que el desenvolvimiento de la sociedad exija”. La Universidad ha

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de “transmitir” los conceptos filosóficos y políticos que permitan al estudiante comprender que su “preparación” es “producto” de la sociedad y “debe poner su inteligencia al servicio de la mis-ma”.21

En casos más concretos, como en los cursos de verano, donde se invitó a los intelectuales del Distrito Federal, se dijeron cosas como éstas: “Los valores humanos han de ser restituidos, pero los verdaderos valores, no aquellos que están comprometi-dos con un sistema social o con una política de producción. No tiene justificación alguna la destrucción del hombre por el hom-bre. Es inhumana la explotación de los de abajo por los de arri-ba”. “Hablar de cultura, impulsar la cultura, hacer cultura, es humanizar al hombre, es emprender el camino hacia la reivindi-cación humana”. “La interrogación es: ¿Será sectaria una univer-sidad que acepta todas las corrientes del pensamiento?...¿Habrá intenciones aviesas al proyectar a la comunidad la voz de la cul-tura y un poco de humanismo?”.22

Se trataba, sin duda, de formar una universidad “contem-porizante”, en dos sentidos: primero, conformándose con ponerla a la altura de la ciencia y la técnica contemporáneas, una moder-nización y actualización de la UANL y, segundo, una contempori-zación, una transacción con la estructura de la sociedad actual. La conexión con la sociedad, incluso, se reducía en la conciencia de los dirigentes a su “practificación” poniéndola a trabajar con base en necesidades de la industria y el “medio rural”. La demo-cratización de la UANL fue reducida al “activismo” de los maes-tros y estudiantes y a la participación de éstos en los puestos y la responsabilidad de la Universidad. A una Universidad contempo-rizadora solo podía corresponder una participación transaccio-

21 Universidad. Número 1. Febrero de 1970.22 Universidad, Número 14. Agosto de 1970.

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nista y el estudiante se veía encerrado cada vez más dentro del claustro universitario, al hacerlo copartícipe del servicialismo en que se trataba de mantener a la UANL.

La necesaria determinación, clara y sin cortapisas, de la función y la misión de la Universidad fue reducida a la “comuni-cación” con la sociedad. De allí que la función haya sido reducida al servicio y éste se haya proyectado en la forma de brigadismo dominguero. Y la falta de perspectivas cobra proporciones estra-tosféricas cuando critican la Universidad que se conforma con transmitir cultura y formar profesionistas y proponen la creación de una Universidad que transmita cultura y forme profesionistas capacitados.

El pensamiento desplegado en círculo vicioso, caracterís-tico ya de esas posiciones partidarias, vuelve a aparecer cuando sostienen que la Universidad ha de transmitir conceptos (cosa que no altera ningún marco del pensar de la vieja Universidad, pues de los que se trata no es de transmitir sino de dar los ins-trumentos para llegar a los conceptos), que el estudiante ha de comprender su educación como producto social (ya ni siquiera presentan la perspectiva de comprender la socialidad de todo hacer humano), para llegar a encerrarse finalmente como un servidor de la sociedad (cosa que no altera nada la función que el profesionista actual cumple).

b) La autonomía.

Reducida la posibilidad de emitir un voto para designar al rector y los directores de las escuelas, la autonomía no era sino una caricatura de libertad. “Materializar” esa autonomía, decían los dirigentes, requiere de tres aspectos básicos: “libertad de

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enseñanza y expresión”, democracia en las “relaciones universi-tarias” y la legislación adecuada.23

Ninguno de los grandes problemas medulares de la liber-tad universitaria fue discutido en ese período. La autonomía del pensamiento fue reducida a la libertad de enseñar, y ésta fue usada como escudo del personal docente contra la impugnación estudiantil. La libertad de aprender no fue siquiera mencionada. La democracia en las “relaciones universitarias” es solo una fra-se confusa, de la que se deshicieron tan pronto como el proyecto de ley de los universitarios estuvo redactado (noviembre de 1970); en ésta se dejó al estudiante a expensas de los grupos magisteriales que, con los intereses económicos asegurados, y legalizado ahora su privilegio para sostener indefinidamente el poder en su escuela, veían toda transformación “estructural” de la UANL como atentatoria contra los “derechos” de las escuelas insulares. Así, la autoridad máxima (fuese el Consejo Universita-rio, la Rectoría o la Asamblea Universitaria) esa sólo una junta de intereses particulares, confederados y ayuntados únicamente por la conservación de las prebendas (los estudiantes conserva-ban sólo un tercio de la representación).

En este mismo sentido, el atraso y la ignorancia respecto al régimen universitario hacían pensar a una gran mayoría que la autonomía total sólo se lograría si la UANL llegara a tener finanzas propias y, por lo tanto, habían de darse los pasos nece-sarios para llegar a ello y “terminar con la presión del gobierno sobre la Universidad”. El mismo señor Manuel Barragán, presi-dente del Patronato Universitario (institución ajena a la UANL, pero que usa su nombre para realizar sorteos y rifas entre la población, allegarse fondos y sostener el estadio deportivo), de-cía sin ambages que la autonomía de la UANL “constituye una

23 Universidad, Número 17.53

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consoladora ficción y mientras nuestra Universidad no cuente con un patrimonio monetario -que por ahora o considero utópi-co-, suficiente para bastarse por sí sola, mediante los intereses anuales que tal patrimonio produzca, dicha autonomía no existe mas que en la imaginación de algunos de los universitarios”. “Por otra parte”, decía Barragán, “la autonomía de la Universi-dad debe estar subordinada a los intereses de la sociedad a la que debe servir”.24

Para enero de 1971, las presiones del Gobierno del Esta-do, sobre todo la negación de un subsidio suficiente, las presio-nes de los militantes del PCM a través de la Secretaria General, el inicio del porrismo en la escuela de Leyes, obligan a Oliverio Tijerina a renunciar. Es electo el ingeniero Héctor Ulises Leal Flores como rector.

La oposición sistémica del Gobierno contra la UANL se manifestó enseguida. De 30 millones que el Gobierno otorgaba a la Universidad en 1968, subió a 42 en 1969 y 44 en 1970. Para 1971, el Gobierno se cobra el aparente aumento del 70, que se hizo aparecer como un “préstamo no reembolsable”, reduciendo el presupuesto de 71 a 35 millones. Esto, aunado al crecimiento de la población escolar, significaba una asfixia de la UANL y con-vertía toda declaración sobre la autonomía en una farsa. (En 1970, el Gobierno dedicaba el 9.61% del presupuesto de egresos a la UANL, para 1971 esa partida representa el 6.93%). “¿Cómo debe entenderse la autonomía -decía Ulises Leal- si la Universi-dad tiene que pedir permiso para aceptar un alumno”?25

“Salir a la calle -decía el Rector Leal-, pedir y aún deman-dar lo que por derecho nos corresponde, es una lección de civis-

24 Universidad, Número 7.25 Universidad. Segunda época. Número 5. Marzo de 1971.

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mo, que los universitarios hemos aprendido, y deseamos comuni-car a todos los sectores de la población”. Tras la manifestación universitaria del 25 de marzo de 1971, el Gobierno lanza el guan-te el día 26, haciendo publicar la Ley Orgánica, con dispensa de trámites, por medio de la cual se entregaba la UANL a los em-presarios. Un organismo corporativo, de corte netamente fascis-ta, gobernaría la UANL y sería denominado “Asamblea Popular de Gobierno”. Se integraría ésta por diez representantes de los obreros y empleados organizados, cuatro de la Liga de Comuni-dades Agrarias, un representante del Patronato Universitario, uno del Patronato pro-laboratorios y talleres de la UANL, ocho de la prensa, la radio y la televisión, tres alumnos, tres maestros, un representante de la industria, uno del comercio, uno del Con-greso local y cuatro representantes de los “profesionistas organi-zados”. La patronal, los líderes charros y el resto de las institu-ciones burguesas controlarían la UANL. Se trataba de convertir la Universidad en la antiuniversidad. El cinismo del Gobierno llegó al grado de acomodar a un ventrílocuo, representante de locutores, como miembro de la Asamblea “Popular”). Al margen de cualquier principio del derecho positivo mexicano (pues inclu-so se le dan facultades ejecutivas al “poder legislativo”), la ley se impuso por medio de una violencia incontenible.26

El Consejo Universitario se opuso abiertamente a la ley el 29 de marzo. Comenzó la huelga y la resistencia contra la impo-sición. La solidaridad de las universidades del país se manifestó claramente. La misma manifestación del 10 de junio en México llevaba entre sus consignas el apoyo a la UANL. La Asamblea “Popular” nombra al coronel Arnulfo Treviño Garza como rector. Se presiona a los maestros y trabajadores en general reteniendo los salarios, se imponen directores a las escuelas nombrados

26 Periódico Oficial. T.CVIII, número 25, 25 de marzo de 1971.55

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directamente por la Asamblea. La policía toma Ciudad Universi-taria y Colegio Civil; arrestos y golpeados. Hacia el 29 de mayo, González Casanova, rector de la UNAM, da su apoyo público a la UANL. “Las Universidades son hoy el detonador de la dictadu-ras”, decía. Los enemigos de la UANL actúan “como si se quisie-ra, con toda esa violencia en el uso de la lógica y el derecho, ex-citar a los universitarios, y en particular a los jóvenes, para usar otros tipos de violencia”. La autonomía no es sólo la facultad de gobernarse a sí misma, la cual exige el respeto y la no interven-ción del Gobierno en sus asuntos, “así como de las empresas y corporaciones del sector público y privado, o de cualquier otra fuerza externa…” El 30 de mayo llega Bravo Ahuja, secretario de educación, como “mediador”. Se reúnen siete exrectores de la UANL, redactan un nuevo proyecto de ley que es aprobada el 5 de junio. El gobernador Eduardo Elizondo renuncia y augura a la UANL “una paz temporal que nada significa”, una “paz aparente y transitoria” que conducirá a la institución a “un abismo del que difícilmente podrán rescatarla las generaciones venideras”.

El Congreso local designó a Luis M. Farías como goberna-dor sustituto. Se promulgó la nueva Ley Orgánica de la UANL donde se establecía una Junta de Gobierno que surgiría del mis-mo Consejo Universitario (arts. 10 y 13). El Consejo Universita-rio tendría la misma composición (se integraría por el director, el consejero maestro y el consejero estudiante). Se dejó a este ór-gano la facultad de reglamentar el funcionamiento de las Juntas Directivas de las escuelas. De acuerdo con la ley, se eligió a Uli-ses Leal como rector de la UANL. Para septiembre, el Consejo determinó que “para fines eleccionarios” las Juntas Directivas serían paritarias (compuestas por un número de estudiantes igual al de los maestros).

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Desde el inicio de las gestiones de la nueva administra-ción se manifestó la oposición sistemática. El Consejo aprobó el pase directo de la Preparatoria a la Facultad. La escuela de Me-dicina se negó a recibir 600 jóvenes, lo cual determinó la forma-ción de las “Aulas Anexas” de Medicina. Pronto se sumaron esto los ataques del PCM en las preparatorias 1, 3 y 9, y las presiones de Ingeniería Mecánica. Para marzo de 1972, comienza el proce-so de reforma (preparatoria 2). Los grupos dirigentes de Mecáni-ca, Química y Civil desintegran el Área Común de Ingeniería (el Consejo determina la formación del Colegio de Ingeniería y Cien-cias). A partir de abril comienza el despliegue de fuerza de los grupos de choque armados, la persecución del Rector y su admi-nistración. Hacia agosto, pasan a la etapa de la imposición de “directores” (Preparatoria 2, Filosofía, Preparatorias 3, 6 y 7). A partir de septiembre se recurre abiertamente a la provocación, usándola como instrumento para despliegue de fuerza patronal en octubre. En diciembre se impone un “rector” y se fortifica su aparato de dominio.

* * *

El problema del subsidio y el patrimonio universitarios nos ilus-tra el tipo de presiones y enredos a que ha sido sometida la UANL por parte del Gobierno. El argumento usado preferente-mente en las presiones contra la Universidad, a nivel de la “opi-nión pública”, consiste en acusarla de “malos manejos” económi-cos. La UANL cuenta, aparte del subsidio del Estado y la Federa-ción, con un patrimonio formado por propiedades inmuebles do-nadas por la Federación. Tal patrimonio, del que los universita-rios no reciben ningún informe, es entregado a un “instituto des-centralizado” (integrado por el Gobernador, el presidente del Patronato Universitario y el Rector). Actualmente, la UANL no posee sino un diez por ciento de la totalidad de esas propiedades

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y no ha recibido más de dos millones de pesos anuales por con-cepto de sus ventas (mientras que los cálculos hechos por quie-nes conocen de ello indican que la suma total del beneficio ha-bría de ascender a 750 millones). Así como funciona ese “institu-to”, así funciona el Patronato Universitario y el Patronato pro-la-boratorios y talleres: la UANL no tiene ninguna injerencia en ellos, no rinden informes a la comunidad universitaria acerca de sus gestiones y por medio de ellos se realizan jugosos negocios. Como el mismo Ulises Leal lo manifestaba públicamente, parte de las presiones que se ejercieron en su contra se debieron a su negativa a enajenar las propiedades de la UANL.

Otro aspecto interesante respecto a los manejos económi-cos de la UANL, ha sido la intervención de fundaciones extranje-ras que con sus “ayudas” controlan la formación de profesiona-les. Durante los acontecimientos sucedidos en el Hospital Uni-versitario, los estudiantes tuvieron acceso al archivo y revisaron la correspondencia entre la Fundación Kellog y la dirección de la escuela de Medicina. A través de ella quea clara la entrega de la citada escuela a los consorcios de Estados Unidos.27

27 Véase Pólemos, periódico independiente, junio de 1972.En el texto de una carta de la Kellog dirigida al doctor Ugartechea, decía: “En tu carta del 21 de enero, tú informaste que habías ya recibido nuestro cheque No. 40181 de diciembre 21, por U.S. $20,000, pagable a la Universidad de Nuevo León, para una parte del costo de la instalación de la Unidad de Biología Repro-ductiva”. La respuesta contenía cosas como esto: “Nuestra Universidad está vi-viendo en este momento la peor de sus crisis políticas de toda su vida y nuestra escuela de Medicina es una de las más afectadas por esta crisis… el Rector de la Universidad ha tratado de imponer por la fuerza un incremento en los estudian-tes de primer grado… sin ninguna clase de selección razonable, también ha trata-do de imponernos un director… considerando el cheque que has enviado y que ha retenido el Dr. Ugartechea. Yo creo que en este momento no es conveniente por ningún motivo dar este cheque a la Tesorería de la Universidad, porque es un riesgo, dado que ese dinero podría ser retenido o usado para otros propósitos (sic).”

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VI. La UNL Contra el Elitismo.

“La Universidad es del pueblo y no es conducta universi-taria desoir su reclamo para tener un acceso a la educación su-perior… las limitaciones están latentes, pero en la medida en que reformemos académica y administrativamente nuestra institu-ción, en esa misma medida lo lograremos”.

“Una Universidad encerrada no garantiza el progreso y la solidaridad. La reforma universitaria debe iniciarse ya; la ciencia y la tecnología deben formar humanísticamente al hombre, y éste a su vez identificar su formación con los requerimientos populares”.

“Los estudiantes universitarios no deben permanecer aje-nos a los problemas que aquejan a la sociedad; su identificación con el pueblo debe establecerse a partir del momento en que se ingresa a las aulas universitarias”. Con estas palabras, Ulises Leal inauguraba la nueva época de la UANL.28

“El camino de los universitarios está trazado en la busca de la reforma universitaria, -insistía Leal-, ya que así podemos tener un contacto directo con la realidad social, pues entende-mos que esto permite participar en la transformación de las es-tructuras; quienes utilizan el seno de nuestra Casa para invitar-nos a estar con el pueblo sin hacer nada por él, los entendemos de dos maneras: o se trata de aquel que honestamente busca reivindicación, o son los mismos grupos que buscan oponerse a la reforma y al cambio sirviendo a los demás grupos reacciona-rios, haciendo uso, desde luego, de expresiones de un radicalis-

28 Universidad. Tercera época. Número 1. Septiembre de 1971.59

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mo que en nada compromete pero sí produce beneficios persona-les”.29

“Entendemos que la crítica destructiva es debida a una mentalidad de convencionalismos, y se supone que con ella se están poniendo escollos a un supuesto contrario que ni siquiera ha pretendido serlo. Si nos pronunciamos por el cambio, ello incluye nuestra enérgica oposición al concepto tradicional de considerar a la Universidad como un instrumento que permita satisfacer intereses políticos personales o partidistas. Esto ya lo hemos afirmado y ahora lo reiteramos: la Universidad debe ser independiente de la lucha política; su función no es facilitar el alcance de una posición, sino llevar la cultura al pueblo”.30

“En cuanto más se abra la Universidad al pueblo y luche por los intereses de los marginados, más se hace objeto de ata-ques por parte de quienes ven amenazadas sus posiciones de dominio. El Estado debe convertirse en defensor activo de la au-tonomía… Soslayar esa obligación por la fuerza de los intereses es dar carta de ciudadanía a la violencia… La violencia en las universidades no es un problema estudiantil, sino la crisis de la sociedad que se hace evidente en las universidades cuando in-tentan dejar de ser elitistas”.31

a) Dislocación de la dirección universitaria.

En los núcleos más importantes de la UANL se había afianzado la idea de la transformación de ésta. Para la reorgani-zación académica, en particular, llegaba a ser muy importante la administración, como medio idóneo para realizar aquella prácti-

29 Desplegado a la comunidad universitaria. 18 de abril de 1972.30 Desplegado a la comunidad universitaria. 8 de mayo de 1972.31 XIV Asamblea de Universidades e Institutos de Enseñanza Superior. Periódico Excelsior. 25 de octubre de 1972.

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camente. El primer paso que los grupos reaccionarios se propu-sieron dar para detener este proceso fue la desarticulación de la administración de rectoría.

Se dieron a la tarea de atacar a la persona y el cargo del rector Ulises Leal. Desde las más absurdas acusaciones políticas hasta los insultos y difamaciones más bajos se usaron para res-tarle estabilidad a la dirección de la UANL. Conociendo la ten-dencia antiautoritaria que se había perfilado en el movimiento estudiantil anterior que luchaba contra la imposición guberna-mental en la Universidad, se acusaba de “autoritarismo”, “despo-tismo”, etc.; sabiendo que la UANL había servido de trampolín político a varios rectores para llegar a la gubernatura del Estado (sobre todo en el caso de Elizondo), se bordó alrededor del rec-tor la farsa de su pretendida aspiración a tal puesto (llegándose a formar públicamente desplegados en la prensa para “desentra-ñar” sus “pretensiones”). Habiendo hablado Echeverría de la reforma educativa, era fácil que la transformación académica de la UANL fuera identificada dolosamente como un servicio al go-bierno federal y a la dirección universitaria como imposición del presidente. El asalto a la torre de rectoría en mayo de 1972, las constantes provocaciones, secuestros al personal de la adminis-tración, a los líderes del Sindicato, hicieron lo demás.

Esta táctica del antidemocratismo tuvo efectividad en la medida en que se cortó la relación de la base universitaria con la dirección de ésta. Sembrar el desconcierto, la desconfianza y el “grillerismo” heredado de situaciones anteriores, fueron los obje-tivos inmediatos de la reacción. Se estableció todo un sistema de “tabúes” y “prohibiciones” contra la conciencia de los universita-rios militantes y simpatizantes con la situación de la UANL. Se implantó un estado de amordazamiento de la conciencia y la ex-presión que impidió decir lo que realmente se pensaba (como el

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rechazo a todas las formas del “enfermismo” que ya se palpaba desde 1971 y que, sin embargo, no pudo ejercerse por una auto-represión de la expresión). Todo un enredo de malos entendidos servía de base a la confusión imperante en la conciencia. El caos “administrativo” era una débil manifestación de un profundo caos de la conciencia que sostenía las acciones antiuniversita-rias.

Una buena parte de la opinión universitaria vio a la direc-ción universitaria de Leal Flores sólo como un peón del “ajedrez presidencial”. Se pensó que Ulises era de derecha, dado que no había accedido a repartir su administración conforme a la distri-bución de los grupos políticos acostumbrados, (con su conocida actitud de “a la cabeza del movimiento o fuera de él”, el PCM había quedado fuera y se había parapetado en las preparatorias 1,3 y 9). Muchos simpatizantes de “izquierda” se alejaron. Se pensó que la dirección de la UANL y el movimiento del Sindicato de Trabajadores de la UNL eran la misma cosa; lo hecho o dicho por el STUNL se adjudicaba a rectoría, y visceversa. No hubo una definición clara de la dirección frente a los actos de provoca-ción de parte de grupos partidarios de una violencia “enfermiza” y se pensó en la connivencia de la dirección con tales grupos (igualmente sucedió con los “posesionarios” de tierras)

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