psiquiatria forense

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ASIGNATURA: PSIQUIATRÍA FORENCE. DOCENTE: Dr. ERIC CASTRO LATORRE. INTEGRANTES: -MADELEINMACIEL, HUAMANÑAHUI MORALES. -CAMACHO TORRES, JUAN CARLOS -LASTEROS ZEGOVIA, EXDISON - Transtornos de la personalidad segunda parte.

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Page 1: PSIQUIATRIA FORENSE

ASIGNATURA: PSIQUIATRÍA FORENCE.

DOCENTE: Dr. ERIC CASTRO LATORRE.

INTEGRANTES:

-MADELEINMACIEL, HUAMANÑAHUI MORALES.

-CAMACHO TORRES, JUAN CARLOS

-LASTEROS ZEGOVIA, EXDISON

-

-

Transtornos de la personalidad

segunda parte.

Page 2: PSIQUIATRIA FORENSE

DEDICATORIA

A todos los compañeros del curso

de psiquiatría forense, que

se encuentran en la ardua tarea

de formarse como futuros defensores

de la justicia y del estado de derecho

de nuestro país.

Page 3: PSIQUIATRIA FORENSE

PRESENTACION

Señor catedrático de la asignatura

Denominada psiquiatría forense.

Doctor de la UTEA, facultad de

Derecho y ciencias políticas.

Los respectivos alumnos del tercer ciclo, con

grata satisfacción de presentar a usted y a los

Compañeros del curso de psiquiatría forense,

como parte de las diferentes exposiciones

concernientes a la estructura del desarrollo

Curricular, el mismo que hemos desarrollado con

la mayor dedicación en el supuesto de que debe

comprender aspectos no siempre los más deseados

pudiendo ser incompletos y con algunos errores

de forma y alguno que otro de fondo. Finalmente

debo agradecer a usted por la oportunidad de

Investigar temas importantes y hacer extensivo

mi agradecimiento a mis compañeros y a usted,

con sus observaciones enriquecerán el enfoque

al presente trabajo.

Page 4: PSIQUIATRIA FORENSE

INTRODUCCION

El propósito del análisis del tema

transtornos de la personalidad

es el de servir como material

de consulta para los estudiantes

de la asignatura

“PSIQUIATRIA FORENCE”

Así mismo facilitar los conocimientos

Básicos de la PSIQUIATRÍA FORENCE,

A fin de propender al mejoramiento del nivel

Académico como estudiantes y finalmente

como, profesionales o personas responsables

en la sociedad.

Page 5: PSIQUIATRIA FORENSE

TRANSTORNOS DE LA PERSONALIDAD SEGUNDA PARTE

Los trastornos de personalidad son un conjunto de perturbaciones o anormalidades que se dan en las dimensiones emocionales, afectivas, motivacionales y de relación social de los individuos.

Los trastornos de personalidad se incluyen como trastornos mentales del Eje II en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría, y en la sección de trastornos mentales y del comportamiento en el manual CIE de la Organización Mundial de la Salud. Personalidad, que se define psicológicamente, como rasgos mentales y de comportamiento permanentes que distinguen a los seres humanos. Un trastorno de personalidad se define como experiencias y comportamientos que difieren de las normas sociales y expectativas. Las personas diagnosticadas con un trastorno de la personalidad pueden tener alteraciones en la cognición, emotividad, funcionamiento interpersonal o en el control de impulsos. En general, los trastornos de personalidad se diagnostican al 40-60% por ciento de los pacientes psiquiátricos, y representa el diagnóstico psiquiátrico más frecuente.

Estos patrones de conducta son típicamente asociados con alteraciones sustanciales en algunas tendencias de comportamiento de un individuo, por lo general involucran varias áreas de la personalidad, y casi siempre se asocia con perturbaciones significativas en la esfera personal y social. Además, un trastorno de personalidad es inflexible y se extiende a muchas situaciones, debido en gran parte al hecho de que tales comportamientos anormales son egosintónicos, en el que los elementos de la conducta, pensamientos, impulsos, mecanismos y actitudes de una persona están de acuerdo con el Yo y con la totalidad de su personalidad; y por tanto, se percibe como adecuados por el afectado. Este comportamiento puede suponer estilos de afrontamiento des adaptativos, que pueden conducir a problemas personales y alteraciones tales como ansiedad extrema, angustia o depresión. La aparición de estos patrones de comportamiento por lo general se remonta al principio de la adolescencia y el comienzo de la edad adulta y, en algunos casos, a la infancia.

Debido a que la teoría y el diagnóstico de los trastornos de personalidad se derivan de las expectativas culturales dominantes, su validez es cuestionada por algunos expertos, sobre la base de su invariable subjetividad. Ellos argumentan que la teoría y el diagnóstico de los trastornos de la personalidad se basan estrictamente en consideraciones de tipo social, socio-políticas e incluso económicas.

Page 6: PSIQUIATRIA FORENSE

TRASTORNO LÍMITE DE LA PERSONALIDAD

1.1)TRANSTORNO LÍMITE DE LA PERSONALIDAD.

El trastorno límite de la personalidad o borderline, también llamado limítrofe o fronterizo (abreviado como TLP), es actualmente definido por el DSM-IV (DSM-IV 301.831) como «un trastorno de la personalidad que se caracteriza primariamente por inestabilidad emocional, pensamiento extremadamente polarizado y dicotómico y relaciones interpersonales caóticas». El perfil global del trastorno también incluye típicamente una inestabilidad generalizada del estado de ánimo, de la autoimagen y de la conducta, así como del sentido de identidad, que puede llevar a periodos de disociación. Se incluye dentro del grupo B de trastornos de la personalidad, los llamados "dramático-emocionales". Es, con mucho, el más común de los trastornos de la personalidad.

El término borderline para referirse al trastorno está ampliamente extendido, incluso fuera del mundo anglosajón. Las razones son de índole histórica (véase Apartado I), debido a la popularización del concepto en psiquiatría por C. H. Hughes y posterior adopción por el psicoanalista Adolph Stern en 1938 para caracterizar afecciones psiquiátricas que superaban la neurosis pero que no alcanzaban la psicosis (muchos autores califican los síntomas del TLP como pseudopsicóticos). Bajo esta concepción se establecía un continuo gradual entre uno y otro extremo, situándose el trastorno en el "límite".

El concepto formal de Trastorno límite de la personalidad es relativamente nuevo en el campo de la psicopatología. No apareció en el Manual diagnóstico de los trastornos mentales (DSM) publicado por la Asociación Norteamericana de Psiquiatría hasta el 1980 (DSM-III). Es a partir de ahí, una vez logrado el estatus oficial de "trastorno de la personalidad", cuando se dispara el interés por esta patología. Esto se logró tras grandes controversias y disputas iniciadas en los años 1970. La nomenclatura oficial y criterios diagnósticos se acordaron mediante compromisos entre los diferentes modelos y atendiendo a datos empírico-descriptivos. Con esta definición se dejó atrás definitivamente la idea anterior de la afección como un fenómeno que fluctuaba entre la neurosis y la psicosis para constituir un cuadro con entidad propia y no un límite de un continuo entre otros dos.

Actualmente sólo conservan esta denominación el DSM-IV-TR y la 9ª revisión de la Clasificación internacional de enfermedades, pero ha sido cambiada en la 10ª revisión de CIE, que lo divide en dos apartados, denominándolo "Trastorno de inestabilidad emocional de la personalidad" con dos variantes según el síntoma predominante, llamadas de "tipo impulsivo" y de "tipo

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borderline". En las reuniones previas del grupo internacional asesor para la 11ª Revisión de CIE, cuyo borrador alfa se publicó en diciembre de 2008, se insiste en la armonización de los trastornos mentales con DSM, lo cual, dada la polémica a la que está sujeto el término, que se describe en este artículo y en el Apartado I, supondrá con toda probabilidad la desaparición del término "trastorno límite de la personalidad".

1.2) DIAGNÓSTICO

El diagnóstico del TLP se enfrenta a varios desafíos:

-Los rasgos de la personalidad también pueden estar originados por afecciones físicas. Para eliminar confusiones se realiza una evaluación inicial.

-Otros trastornos pueden tener síntomas similares, pero diferentes en cuanto a variables significativas (duración, percepción por el sujeto...). Por tanto, es necesario tener en cuenta las pautas de diagnóstico diferencial.

-Con muy alta probabilidad el paciente también padecerá, simultáneamente, otros trastornos de la personalidad, incluso aquellos para los que se necesita el diagnóstico diferencial para distinguirlos. Se dice que, en ese caso, existen comorbilidades.

-Por último, la personalidad límite es un "constructo", a veces muy discutido. Los profesionales emplean, convencionalmente, manuales y protocolos oficiales. Sin embargo, todos los pacientes son distintos, incluso a lo largo del historial del propio paciente varían las manifestaciones de la afección. Si esto es válido para otros trastornos, lo es mucho más para el TLP.

Por todo lo anterior, la diagnosis puede ser un proceso largo y complejo, que a menudo dura años y se efectúa tras diagnósticos anteriores erróneos o incompletos. Para establecerlo, el profesional se basa en las experiencias declaradas por el paciente, así como los marcadores del trastorno observados por un psiquiatra, psicólogo clínico u otro diagnosticador cualificado a través de la evaluación clínica. Este perfil puede ser corroborado o no por pautas de conducta a largo plazo, informes de familiares, amigos o compañeros de trabajo. El listado más utilizado de criterios que se deben encontrar para el diagnóstico suele ser el DSM-IV.

1.3) EPIDEMIOLOGÍA Y ESTADÍSTICAS

Se estima que las cifras de prevalencia e incidencia del trastorno límite de la personalidad serían las siguientes:

-0,2-1.8% de la población general.

-10-20% de pacientes ambulatorios.

-15% de pacientes ingresados. Podría ser del 20% y está creciendo rápidamente.8

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-50% de los pacientes ingresados por trastornos de la personalidad.

-76% son mujeres.9 Esto supone una prevalencia mucho mayor en mujeres que en hombres, en concreto 3:1, aunque las razones no son claras.10

-20-25% provienen de familias estructuradas.

-La tasa de incidencia estaría situada en torno a 1/1510 o bien el 0,07% anual.

Cabe la posibilidad, según estas fuentes, de que estas cifras sean inferiores a las reales debido a las reticencias que muestran los pacientes y al estigma social.

TRASTORNO HISTRIÓNICO DE LA PERSONALIDAD

2.1) TRANSTORNO HITRIONICO DE LA PERSONALIDAD

El trastorno histriónico de la personalidad es un trastorno de la personalidad del grupo B (desórdenes dramáticos, emocionales, o erráticos). Los individuos que lo padecen siguen un patrón general de excesiva emotividad y búsqueda de atención.

2.2) DESCRIPCIÓN

Las personas con trastorno de personalidad histriónica suelen expresar sus emociones de manera exagerada. Suelen ser vanidosas y egocéntricas, y se sienten incómodas cuando no son el centro de atención. A menudo son seductoras en apariencia y comportamiento, ya que les preocupa mucho no serlo. Buscan continuamente a alguien que les tranquilice, que apruebe lo que hacen, y pueden enfadarse cuando alguien no les atiende o halaga. Suelen ser impulsivos y poco tolerantes a la frustración.

Su estilo cognitivo es extremista, tienden a ver todo en términos de blanco o negro. Su discurso a menudo carece de detalles y es exagerado.

La mayor tasa de personas que sufren este trastorno son mujeres, lo cual hace pensar que la naturaleza de este trastorno y algunas características que lo definen son estereotipos de la mujer de la sociedad occidental.

2.3) CAUSAS

Hay poca investigación sobre las causas y tratamiento de este trastorno. Los antiguos filósofos como Hipócrates pensaban que la mayor parte de las enfermedades inexplicables que sufren las mujeres se debe al útero (histeria) que "erraba por el cuerpo".

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Existen hipótesis que relacionan este trastorno directamente con el trastorno de personalidad antisocial, ya que las características de personalidad coinciden mucho. En un estudio se vio que alrededor de 2/3 de la gente diagnosticada con trastorno histriónico cumple también criterios de trastorno antisocial. Por lo que se piensa que ambos trastornos tienen un origen común, y su manifestación depende del sexo (en hombre derivaria en un trastorno antisocial y en mujeres en un trastorno histriónico). Esto concordaba con la idea de que el trastorno se caracterice por una expresión exagerada de los estereotipos del sexo, en el caso de los hombres con violencia, y en el caso de las mujeres con dependencia.

2.4) CARACTERÍSTICAS

Según criterios DSM IV (El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales):

Un patrón general de excesiva emotividad y una búsqueda de atención, que empiezan al principio de la edad adulta y que se dan en diversos contextos, como lo indican cinco (o más) de los siguientes ítems:

1. no se siente cómodo en las situaciones en las que no es el centro de la atención.

2. la interacción con los demás suele estar caracterizada por un comportamiento sexualmente seductor o provocador.

3. muestra una expresión emocional superficial y rápidamente cambiante.

4. utiliza permanentemente el aspecto físico para llamar la atención sobre sí mismo.

5. tiene una forma de hablar excesivamente subjetiva y carente de matices.

6. muestra autodramatización, teatralidad y exagerada expresión emocional.

7. es sugestionable, por ejemplo, fácilmente influenciable por los demás o por las circunstancias.

8. considera sus relaciones más íntimas de lo que son en realidad.

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TRASTORNOS ANANCASTICO O TRASTORNO OBSESIVO-COMPULSIVO DE LA PERSONALIDAD

3.1) TRANSTORNOS ANANCASTICO

El trastorno de la personalidad obsesiva-compulsiva (TPOC) (conocido en inglés como Obsessive–compulsive personality disorder (OCPD)) es un trastorno de personalidad caracterizado por un patrón general de preocupación por el orden, perfeccionismo, control mental e interpersonal, a expensas de la flexibilidad, la apertura y la eficiencia.

Primero hay que diferenciar este trastorno de personalidad del TOC o trastorno obsesivo compulsivo. El segundo está tipificado como un trastorno de ansiedad pero podría tener entidad propia sin lugar a dudas. Veremos que pasa con el DSM-V.

La personalidad obsesivo-compulsiva se llamaba antes neurosis obsesiva, algunos nostálgicos mantienen la nomenclatura. Esta patología se relaciona con dificultades en la expresión de emociones, en llevar una vida ordenada, en ser meticulosos, pulcros y exactos en todo cuanto hacen, son personas que necesitan controlar todas las variables de sus vidas, no toleran dejar nada al azar, necesitan reaseguramiento. Son por tanto inseguros y buscan en el control externo el caos que existe dentro de su mundo interno. Son personas muy valiosas para emprender trabajos que requieran esfuerzos hercúleos y precisión, también para trabajos rutinarios. Son muy trabajadores, dedicados y precisos, en todo caso pueden invertir demasiado tiempo en tareas que otro resolvería antes. Son emocionalmente poco expresivos, no expresan sus sentimientos, expresan ansiedad y sus síntomas suelen ir en ese espectro de ansiedad-depresión.

Es una afección en la cual una persona está preocupada por las reglas, el orden y el control.

El trastorno de personalidad obsesivo-compulsiva tiende a darse en familias, así que los genes pueden estar involucrados y el patrón familiar. La niñez y el medio ambiente de la persona también pueden jugar su papel.

Esta enfermedad puede afectar tanto a hombres como a mujeres, pero se presenta con más frecuencia en los hombres.

3.2) SÍNTOMAS

El trastorno de personalidad obsesivo-compulsiva (TPOC) tiene algunos de los mismos síntomas del trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). Sin embargo, las personas con trastorno obsesivo-compulsivo tienen pensamientos indeseables, mientras que las personas con trastorno de personalidad obsesivo-compulsiva creen que sus pensamientos son correctos.

Las personas que tienen tanto el trastorno de personalidad obsesivo-compulsiva como el trastorno obsesivo-compulsivo tienden a ser altamente exitosos y experimentan un sentido de urgencia respecto a sus acciones. Pueden llegar a estar muy molestos si otras personas

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interfieren con sus rutinas rígidas, pero tal vez no sean capaces de expresar su ira directamente. En lugar de esto, las personas con trastorno de personalidad obsesivo-compulsiva experimentan sentimientos que ellos consideran más apropiados, como la ansiedad o la frustración.

Una persona con este trastorno de personalidad tiene síntomas de perfeccionismo que generalmente comienzan a principios de la edad adulta. Dicho perfeccionismo puede interferir con la capacidad de la persona para completar tareas, debido a que sus estándares son muy rígidos.

Las personas con este trastorno se pueden aislar emocionalmente cuando no son capaces de controlar una situación. Esto puede interferir con su capacidad para resolver problemas y formar relaciones interpersonales estrechas.

Algunos de los otros signos del trastorno de personalidad obsesivo-compulsiva son, entre otros:

•Excesiva devoción por el trabajo

•Incapacidad para deshacerse de cosas, incluso si el objeto carece de valor

•Inflexibilidad

•Falta de generosidad

•Negativa a permitir que otras personas hagan las cosas

•Falta de deseo por mostrar afecto

•Preocupación por los detalles, reglas y listas

Para el psicoanálisis, un síntoma es una manera de procesar un deseo intolerable para el sujeto. Un síntoma es una solución. Y esto no es mejor ni peor, es una manera, aunque también hay otras que producen resultados diferentes. En muchas ocasiones, los síntomas ayudan a los pacientes a llegar a la consulta de un psicoanalista, de un médico.

La principal diferencia entre ambas disciplinas es que el psicoanálisis piensa la salud como una producción, mientras que la medicina utiliza la enfermedad, sus síntomas, como método de estudio, para desarrollar un diagnóstico y su tratamiento.

Los síntomas, para la medicina, son fenómenos que revelan una enfermedad; el psicoanálisis estudia los síntomas como soluciones a una situación no tolerada por ese sujeto concreto.

La proliferación de síntomas es tan amplia, que el psicoanálisis no los lee como indicativos de un diagnóstico, sino más bien como una elaboración, estudiada y compleja, de lo que está en juego en ese paciente. Por eso, diagnóstico y tratamiento son simultáneos. Dicha elaboración resulta desconocida para el sujeto, que no sabe nada de ella, ya que, además de la conciencia,

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en el aparato psíquico conviven otras instancias: preconsciente e inconsciente; yo, ello y superyó. Así, la multiplicidad de relaciones intrasistémicas e intersistémicas, dan lugar a sujetos diferentes.

En psicoanálisis, no hay nada antes de la interpretación psicoanalítica, la cual se produce bajo el pacto analítico, y solamente en ese contexto.

En 1896, Freud enuncia que en la etiología de la neurosis obsesiva, igual que en la histeria, existe un componente sexual infantil que actúa como motor, como deseo. Hablamos de un deseo sexual infantil reprimido.

La diferencia entre ambas patologías es que, en la neurosis obsesiva, el componente sexual es vivido con placer, el sujeto goza de esta experiencia de manera tal, que toda su vida buscará la repetición, siendo imposible su realización. En cambio, para la histeria dicha experiencia es displacentera. En ambos casos hablamos de una experiencia vivida fantasmáticamente frente a la constitución de su propia sexualidad.

La culpabilidad y los reproches, en la neurosis obsesiva, están muy presentes. El sujeto se culpa por haber gozado y debe castigarse; el componente de satisfacción pulsional, queda inconsciente, por medio de la represión. El obsesivo se siente culpable de algo que desconoce, culpable de algo que no cometió. Este es el conflicto principal de la neurosis obsesiva.

La mayoría de los síntomas, en la neurosis obsesiva, son reproches transformados, que retornan de la represión y que se refieren a una situación sexual de la niñez ejecutada con placer.

Es muy importante discriminar que la neurosis obsesiva, junto a la histeria y la fobia (es decir, las neurosis de transferencia), nos hablan de un conflicto frente la sexualidad infantil, mientras que la neurastenia, la neurosis de angustia y la hipocondría (las llamadas neurosis actuales), se fundamentan en un conflicto frente a la sexualidad actual.

Los síntomas, tan abundantes en la neurosis obsesiva, se agrupan por su tendencia. Por un lado, están las prohibiciones, medidas preventivas y penitencias y, por otro, satisfacciones sustitutivas disfrazadas simbólicamente. Aunque el verdadero triunfo de la formación de síntomas ocurre cuando ambas tendencias se unen, cuando las prohibiciones, las medidas preventivas o las penitencias proporcionan una satisfacción al sujeto.

En los casos más graves se manifiesta, en los síntomas, la ambivalencia afectiva, apareciendo al lado de una significación afectiva, su contrario. Recordemos el caso de Freud en el que el sujeto mostraba dicha ambivalencia poniendo una piedra en el camino por donde iba a pasar el carruaje de su amada y, posteriormente, quitándola.

El neurótico obsesivo emprende, en sus síntomas, una defensa contra las exigencias libidinosas del complejo de Edipo. Una vez constituida la organización libidinal, alcanzada la fase genital de la libido, se produce una regresión a la fase sádica anal, que marcará un predominio del erotismo anal en el obsesivo.

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El periodo de latencia asegura, en la constitución sexual infantil de cualquier sujeto, la disolución del complejo de Edipo, la creación del superyó y la formación de los límites éticos en el yo. En el neurótico obsesivo, este periodo conlleva la regresión de la libido, la constitución de un superyó muy severo que otorga al yo sus límites éticos, obedeciendo a la severidad del superyó. Es por esto por lo que desarrolla formaciones reactivas en forma de hipermoralidad, compasión y limpieza excesivas.

En el periodo de latencia, igual que en cualquier otro periodo, el proceso es el mismo para un sujeto sano que para un sujeto enfermo, pero este último da un paso más, o bien, exagera en cualquier dirección su desarrollo.

Por eso, el miedo a la castración del neurótico obsesivo, por la amenaza de castración, queda amplificado. En la neurosis obsesiva es alcanzada la satisfacción en el síntoma, en forma de actos obsesivos, por ejemplo, se mete y se saca cuarenta veces el calcetín como metáfora de la masturbación.

La pubertad anuda el proceso de la enfermedad en la neurosis obsesiva, donde se despiertan los impulsos agresivos de la fase sádico anal, fase conquistada por la regresión de la libido y se unen, dichos impulsos, con los nuevos impulsos libidinosos que surgen en la constitución de la sexualidad adulta y que siguen los caminos trazados por la regresión, produciendo tendencias agresivas y destructoras. La regresión motiva, en este caso, que tanto las fuerzas defensivas como las fuerzas que deben rechazarse, se hagan más intolerables agudizando el conflicto de la neurosis.

La represión, en el obsesivo, es llevada a cabo despojando a la representación del afecto concomitante pero, a diferencia que en la histeria, la representación no queda olvidada, aunque sí desligada totalmente del afecto que, a su vez, se mantiene desplazado, es decir, va de representación en representación constantemente, produciendo las ideas o representaciones obsesivas. Mientras, la representación, queda desafectivizada para el sujeto, aparece como un recuerdo consciente para él, pero no tiene ningún sentido, ningún valor.

Ante la represión, el superyó sabe más del ello que el yo, por eso le expresa al yo sus impulsos agresivos y, aunque el yo se cree inocente, también experimenta un sentimiento de culpabilidad, sintiendo una responsabilidad que no puede explicarse. Las exigencias del superyó impulsan al yo a buscar la satisfacción en los síntomas.

Una de las características fundamentales de la neurosis obsesiva es la erotización del pensamiento por la sobrecarga psíquica a la que se enfrenta el yo, en relación a las exigencias impuestas por el superyó, la realidad y la conciencia. El yo, desde una posición obsesiva, desarrolla técnicas que favorecen la creación de síntomas: como deshacer lo sucedido y el aislamiento.

En la primera, vemos manifestada la ambivalencia amor-odio: deshace lo hecho como si el primer acto no hubiera sucedido, aunque también ha sucedido, ama exageradamente algo que odió previamente en su pensamiento. Acto, además, que se repite incesantemente, es la compulsión a la repetición, que nos muestra el obsesivo.

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Con respecto al aislamiento, diré que el sujeto, después de algo desagradable (un suceso, un pensamiento, por ejemplo), produce una pausa en la que nada debe suceder. Ya he mencionado que la representación, tras la represión, no es olvidada, pero al quedar despojada de afecto, queda aislada de la cadena de asociaciones, interrumpiendo la coherencia mental.

Este camino de la neurosis obsesiva perturba, entre otras cosas, el trabajo, debido a una continua distracción y a la pérdida de tiempo de las incesantes interrupciones y repeticiones.

El aislamiento representa, para la neurosis obsesiva, uno de sus mandamientos más importantes: el tabú del contacto. Si comparamos este proceso con el de los enfermos infecciosos dentro de un hospital, vemos una clara similitud, ya que estos son aislados para evitar el contagio con el resto de los pacientes. Esto mismo sucede en la neurosis obsesiva, pero a nivel de las asociaciones y conexiones del pensamiento.

El tocar, el contacto, el contagio, constituyen el fin más próximo de la carga de objeto, que puede ser agresiva o amorosa. En la neurosis obsesiva se escenifica un conflicto entre la libido del yo y la libido objetal. Además, la neurosis obsesiva persigue, en un principio, el contacto erótico y, luego, después de la regresión, persigue el contacto disfrazado de agresión. A través del aislamiento, suprime por completo la posibilidad de contacto. En este síntoma, se ve claramente que el obsesivo evita, en realidad, ser un mortal entre otros mortales.

Antes de terminar, me gustaría relacionar la formación de síntomas en general, y en particular en la neurosis obsesiva, con el desarrollo de angustia, y para ello lo más importante es señalar que la formación de síntomas es para eludir la angustia.

Si referimos el desarrollo de angustia a una situación peligrosa real, los síntomas son creados para librar al yo de tal situación. La situación peligrosa contra la cual se defiende el yo, por medio del síntoma, es el propio deseo.

En la fobia y en la neurosis obsesiva vemos cómo, tanto uno como otro, van desarrollando síntomas para no sentir angustia, es decir, que si impedimos que el obsesivo lleve a cabo sus rituales o sus abluciones o cualquiera de sus síntomas, entra automáticamente en angustia. En el fóbico, observamos cómo va cercenando su vida, para evitar el horror que le produce sentir angustia.

Por otro lado, agregar que la angustia en necesaria para el desarrollo y la evolución del sujeto, pero la angustia entendida como camino hacia el deseo. Cuando se siente en el cuerpo y, por tanto, se evita, hablamos de angustia neurótica.

Para concluir este recorrido por la neurosis obsesiva y sus síntomas, diré que el neurótico obsesivo no tolera las diferencias propuestas por la sexualidad, por eso, se encarcela allí donde ni es hombre ni es mujer, huyendo de todo aquello que le recuerde su mortalidad. Para ello, desarrolla síntomas tremendamente floridos que logren satisfacer su deseo, imposible, de inmortalidad.

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3.3) CARACTERÍSTICAS

-Falta de decisión, dudas y precauciones excesiva, que reflejan una profunda inseguridad personal.

-Preocupación excesiva por detalles, reglas, listas, orden, organización y horarios.

-Perfeccionismo, que interfiere con la actividad práctica.

-Rectitud y escrupulosidad excesiva junto con preocupación injustificada por el rendimiento, hasta el extremo de renunciar a actividades placenteras y a relaciones personales.

-Pedantería y convencionalismo con una capacidad limitada para expresar emociones.

-Rigidez y obstinación, con un intenso sentido del deber.

-Insistencia poco razonable en que los demás se sometan a la propia rutina y resistencia también poco razonable a dejar a los demás hacer lo que tienen que hacer.

-La irrupción no deseada e insistente de pensamientos o impulsos.

-Estilo de vida avaro muy por debajo de sus posibilidades económicas.

-Hiperexigencia hacia sí mismo y los demás.

-Sentimientos de frustración, rabia, irritabilidad y agresividad por no lograr las metas que se exige.

3.4) DIAGNÓSTICO

Un patrón general de preocupación por el orden, el perfeccionismo y el control mental e interpersonal, a expensas de la flexibilidad, la espontaneidad y la eficiencia, que empieza al principio de la edad adulta y se da en diversos contextos, como lo indican cuatro (o más) de los siguientes ítems:

1. Preocupación por los detalles, las normas, las listas, el orden, la organización o los horarios, hasta el punto de perder de vista el objeto principal de la actividad.

2. Perfeccionismo que interfiere con la finalización de las tareas (p. ej., es incapaz de acabar un proyecto porque no cumple sus propias exigencias, que son demasiado estrictas).

3. Dedicación excesiva al trabajo y a la productividad con exclusión de las actividades de ocio y las amistades (no atribuible a necesidades económicas evidentes).

4. Excesiva terquedad, escrupulosidad e inflexibilidad en temas de moral, ética o valores (no atribuible a la identificación con la cultura o la religión).

5. Incapacidad para tirar los objetos gastados o inútiles, incluso cuando no tienen un valor sentimental.

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6. Es reacio a delegar tareas o trabajo en otros, a no ser que éstos se sometan exactamente a su manera de hacer las cosas.

7. Adopta un estilo avaro en los gastos para él y para los demás; el dinero se considera algo que hay que acumular con vistas a catástrofes futuras.

8. Muestra rigidez y obstinación.

Es importante señalar que el Trastorno Obsesivo-Compulsivo de la Personalidad (eje II del DSM-IV-TR) no es equivalente al trastorno obsesivo-compulsivo, de la categoría de los trastornos de ansiedad (eje I del DSM-IV-TR). El TOCP está arraigado, valga la redundancia, en los rasgos de la personalidad, por lo cual el individuo se manifiesta en extremo inflexible y desarrolla ideas muy rígidas.

Por lo general, el diagnóstico suele darse de manera fácil durante la primera entrevista clínica, pues los síntomas o características suelen ser muy evidentes —tanto en lo que el paciente informa como en lo que se puede observar en el comportamiento durante la entrevista—. Esto así se entiende pues el TOCP es un trastorno de tipo "overt" (que da señales o síntomas observables), a diferencia de algún otro trastorno de tipo "covert" (síntomas internos).

3.5) TRATAMIENTO

El TOCP puede ser tratado con fármacos, los cuales trabajan regulando ciertos neurotransmisores en el cerebro, especialmente la serotonina; sin embargo, el método de tratamiento que más éxito tiene es el combinado, en donde se trata al paciente con fármacos a la vez que se le ayuda con psicoterapia.

3.6) COMORBILIDAD

El desgaste y sufrimiento que supone para el afectado este trastorno, conlleva el riesgo de desarrollar trastornos de ansiedad derivados, y desordenes depresivos y afectivos.

Page 17: PSIQUIATRIA FORENSE

TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD POR DEPENDENCIA

4.1) TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD POR DEPENDENCIA

El trastorno dependiente de la personalidad es un tipo de trastorno de la personalidad del grupo C (desórdenes ansiosos o temerosos). Estos individuos tienen una necesidad general y excesiva de que se ocupen de ellos (comportamiento de sumisión o adhesión), además de un gran temor de separación.

Consiste en una pauta de conducta dependiente y sumisa, y que es patente desde el inicio de la edad adulta.

Es una afección de salud mental en la cual las personas dependen demasiado de otras para satisfacer sus necesidades físicas y emocionales.

El trastorno de la personalidad dependiente generalmente comienza en la infancia y su causa se desconoce. Es uno de los trastornos de la personalidad más frecuentes y es igualmente común en hombres y mujeres.

Las personas que sufren este trastorno no confían en su propia capacidad para tomar decisiones. Es posible que se sientan devastadas por la separación y la pérdida de alguien y pueden hacer lo que sea, incluso sufrir maltrato, con tal de conservar una relación.

4.2) EPIDEMIOLOGÍA.

Es más común en las mujeres que en los hombres, se calcula una prevalencia del 2,5%, encontrándose datos que las personas que sufren una enfermedad crónica en su infancia pueden ser los más proclives al trastorno.

4.3) MANIFESTACIONES CLÍNICAS

Presentan dificultades para tomar decisiones cotidianas, respaldándose en consejos y recomendaciones de los demás, con los que están de acuerdo por miedo a sentirse rechazados. Soportan mal la soledad y temen ser abandonados. Este trastorno suele ser muy incapacitante a nivel laboral.

Estas personas tienden a fomentar o permitir que otras asuman responsabilidades importantes de su propia vida, subordinan las necesidades propias a las de aquellos de los que dependen, se resisten a hacer peticiones incluso las más razonables a las personas de las que dependen, presentan sentimientos de malestar o abandono al encontrarse solos, debido a miedos exagerados a ser capaces de cuidar de sí mismos. Tienen temor a ser abandonados por una persona con la que tiene una relación estrecha, temor a ser dejados a su propio cuidado,

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buscan siempre su reafirmación por parte de los demás. Cuando están solos les resulta difícil perseverar en sus tareas. Evitan los puestos de responsabilidad y responden con ansiedad a la petición de que asuman un papel de liderazgo. Es significativo como estas personas pueden soportar y tolerar un cónyuge abusivo, alcohólico o maltratador con tal de no romper su vinculación. Dentro de este trastorno se pueden incluir otras denominaciones como personalidad asténica, personalidad inadecuada, personalidad pasiva y personalidad derrotista.

4.3) DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL

Los rasgos dependientes suelen aparecer en gran cantidad de trastornos psiquiátricos, siendo muy frecuente en los de personalidad límite e histriónica, si bien no son tan manipulativos y la dependencia es da larga duración.

4.4) CURSO Y PRONÓSTICO

Al relacionarse casi exclusivamente con las personas de las que depende, su vida es muy limitada y su evolución estará en función de la calidad humana del protector. Pueden padecer trastornos depresivos de consideración si fracasa o se interrumpe su relación vincular. Con tratamiento su pronóstico suele ser favorable.

4.5) CARACTERÍSTICAS

Según criterios DSM IV (El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales):

1) Tiene dificultades para tomar las decisiones sin un excesivo aconsejamiento y reafirmación por parte de los demás.

2) Necesidad de que otros asuman la responsabilidad en las áreas fundamentales de su vida.

3) Tiene dificultades para expresar desacuerdo debido al temor a la pérdida de apoyo o aprobación.

4) Tiene dificultades para iniciar proyectos o para hacer las cosas a su manera.

5) Va demasiado lejos llevado por su deseo de lograr protección y apoyo de los demás.

6) Se siente incómodo o desamparado cuando está solo debido a sus temores exagerados.

7) Cuando termina una relación importante, busca urgentemente otra relación.

8) Está preocupado por el miedo al abandono y que tenga que cuidar de sí mismo.

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4.6) TRATAMIENTO

Psicoterapia: Son pacientes colaboradores y disciplinados. Terapias orientadas a la introspección, conductuales y asertivas, grupales y familiares suelen tener buenos resultados.

El paciente puede abandonar la terapia cuando el terapeuta propone la ruptura de su vinculo por considerarlo patológico. Esto es frecuente encontrarlo en muchas mujeres maltratadas durante largo tiempo.

4.7) FARMACOTERAPIA

Las benzodiacepinas y los serotoninérgicos son fármacos útiles para paliar los síntomas ansiosos y depresivos que estos pacientes presentan con frecuencia.

Pero Confiando en jesus todo es curable y posible.

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BIBLIOGRAFIAS:

-López-Ibor Aliño, Juan y Valdés Millar, Manuel (Dir.) (2002). DSM-IV-TR. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Texto revisado. Editorial Masón.

-García-Villamisar, Domingo y Álvarez Romero, Manuel (2007). El síndrome del perfeccionista: el anancástico. Almuzara.

- Millo, Teodoro & Davis, Roger D. Trastornos de la personalidad. Más allá del DSM-IV. Primera edición 1998. Reimpresiones 1999, 2000, 2003, 2004. Editorial Masón.

- Grossman, Sets & Millón, Carié y Meagher, Sarah & Ramnath, Rowena. Trastornos de la personalidad en la vida moderna. Primera edición 2001, segunda edición 2006. Editorial Masón & Elzevires.