prologo cuaderno de ideas

ESCRITURACREATIVACUADERNODE IDEAS

Ediciones y Talleres de Escritura Creativa fuentetaja

ndiceA modo de introduccinTalleres de escritura: una historia en construccin . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

CRISTINA CERRADATaller de novela: del deseo a la forma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53

MARA JOS DUELLa manzana annima de Newton y lo que de verdad expresan las historias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83

GLORIA FERNNDEZ ROZASEl grito de las cosas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103

ANDRS FISHERLas particularidades de la poesa (en la enseanza de escritura creativa) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119

VCTOR GARCA ANTNDe los cuentos y los pjaros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149

ANTONIO JIMNEZ MORATOLa cicatriz. Ciruga y narracin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169

RONALDO MENNDEZLa novela y el cuento, dos caras de distintas monedas . . . . . . . . . . . . . 205

MARA TENAEl armario infinito. Herramientas para escritores memoriosos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 225

MAGDALENA TIRADOSobre el deseo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 243

NGEL ZAPATALeer . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 265

Escritura Creativa: cuaderno de ideas

De cada texto su autorDe esta edicin Ediciones y Talleres de Escritura Creativa Fuentetaja

1 edicin: Febrero 2007

Ediciones y Talleres de Escritura Creativa FuentetajaC/ San Bernardo, 13, 3 izda. 28015 Madridtel./fax 91 5311509http://www.fuentetajaliteraria.comISBN: 9784 95079 49 6Depsito legal: Impresin: Infoprint S.L.Impreso en Espaa

A MODO DE INTRODUCCIN

TALLERES DE ESCRITURA:UNA HISTORIA EN CONSTRUCCIN

En este libro el primero de una serie que sepropone reunir el mayor nmero posible de temasvinculados con la enseanza de la escritura creativay sus distintas tradiciones hemos invitado a parti-cipar en primer lugar a los profesores que colaborancon Fuentetaja para que desarrollasen por escritosus ms recientes reflexiones inspiradas en las expe-riencias didcticas de los diversos talleres literariosque imparten. Se incluyen aqu las aportaciones dequienes aceptaron nuestra invitacin.

Los enfoques de estos artculos y la ambicinterica de cada texto son muy diferentes. Tambin lodilatado de la experiencia profesional del profesora-do: algunos forman parte de una generacin fun-dadora; otros se han incorporado recientemente alejercicio de esta disciplina y, dentro de este grupo,

despus, quienes la impartan deberan verse aboca-dos a reflexionar.

LA MADURACIN POR VENIR

No debemos descuidar la evidencia de que los ta-lleres literarios son un fenmeno todava por madu-rar en nuestro pas y que nos corresponde a todoslos que trabajamos con sus distintas materias llevaradelante una reflexin que dote de alcance y depleno sentido a la evolucin de sus contenidos, ascomo a la estrategia de su enseanza futura. Encomparacin con el nmero cada vez mayor de per-sonas que se sienten atradas por los talleres decreacin literaria por citar solo el caso de Fuente-taja basta recordar que se han acercado a nosotrosms de cincuenta mil personas en los ltimos veinteaos, se puede decir que la produccin de textosque se comprometan de forma rigurosa y originalcon los aspectos tericos y prcticos de la ensean-za de la escritura creativa es muy pobre. Con hon-rosas excepciones La prctica del relato, de ngelZapata, es un claro ejemplo, la produccin en Es-paa de textos propios y de cierta ambicin se puedeconsiderar casi irrelevante. Eso trae como efecto in-deseado una cierta parlisis en la sustentacin te-rica de las nuevas propuestas de talleres literariosque surgen por doquier, clonndose unas a otras y,

11ESCRITURA CREATIVA: CUADERNO DE IDEAS

algunos han sido antes aventajados alumnos de losprofesores ms antiguos. Cada coordinador de talle-res ha elegido un tema sin la obligacin de incardi-narlo en una obra conjunta o sistemtica, sino sloen funcin de sus inquietudes actuales. Con enteralibertad se han dedicado a escribir en artculos decontenida extensin cuestiones de relevancia, deprincipios, materias que se suelen deslizar, o se des-prenden, en la prctica de los distintos talleres queimparten. Se repasan aqu pues distintas concepcio-nes sobre la posibilidad del aprendizaje, as comodistintas respuestas a los interrogantes propios deesta actividad: los que son inherentes a su prctica ylos que rodean al taller literario provenientes de laortodoxia cultural o del intrincado mundo del libro.

Entre los objetivos al reunir estos textos est elpermitir un punto de vista ms amplio y a la vez msmatizado sobre el poco conocido mbito de puer-tas adentro de los talleres literarios, de forma quepueda evolucionar la idea que se tiene de ellos.

Por su parte, esta introduccin pretende alertar alos recin llegados de algunos peligros que sus auto-res detectamos al otear el horizonte a nuestro alre-dedor. En ese sentido debera ser considerada, si nocomo un artculo ms, s como un rpido repaso alos aspectos ms controvertidos que pueden concu-rrir en esta disciplina y respecto de los que, antes o

10 TALLERES DE ESCRITURA CREATIVA FUENTETAJA

Hasta ahora, para ser profesor de escritura crea-tiva slo era necesario demostrar amor por la litera-tura, pasin por la escritura misma y haber partici-pado de forma aventajada en algn taller literariocon un profesor de suficiente prestigio y experienciarequisito, por cierto, descuidado con frecuenciapor algunas plataformas de talleres al seleccionarsus profesores. En ese sentido, habra que reivin-dicar la labor de ngel Zapata, quien ha formado atoda una generacin de profesores que fueron pri-mero alumnos suyos, varios de los cuales firmanalgn artculo en esta recopilacin. Y, al menos en elmbito madrileo (el ms dinmico de nuestropas), habra que reconocer tambin la labor pione-ra de Clara Obligado y, aos ms tarde, la de Enri-que Pez. Los talleres de ambos han sido cantera devaliosos profesores, algunos de los cuales colaboranhoy con nosotros.

Sin embargo, nos parece que ha llegado la horade elevar entre todos el nivel de exigencia, con vis-tas a la madurez de ese taller literario por venir, yayudar as a que pueda defender su sentido tambindesde un compromiso decidido con la reflexin te-rica y una produccin suficiente de propuestas prc-ticas abiertas al debate colectivo.

Aunque, antes de sembrar el futuro, convieneechar una mirada atrs y lanzar un aviso para nave-gantes.


en general, sin aportar nada sustantivo en su estruc-tura didctica o en la novedad de sus contenidos oprogramas, tantas veces meros plagios de los que ve-nimos desarrollando desde hace ms de veinte aosen las plataformas ms antiguas. En nuestra propiainiciativa editorial nos vemos obligados a menudo aacudir a traducciones para suplir la falta de unaproduccin autctona de textos sobre escrituracreativa de suficiente rigor y originalidad. De hecho,la mayora de los libros de autores espaoles quehemos publicado han sido obras de encargo, sobrelas que hemos dado una orientacin previa con elobjetivo de suplir las principales carencias de la bi-bliografa en lengua castellana en cuyo mbito,slo en Argentina y, en menor grado, en Mxicoy Venezuela, se puede decir que existi en elpasado una cierta tradicin de publicaciones sobrela materia, aunque muchos ttulos se encuentranhoy agotados y otros tantos se resienten del paso deltiempo.

En ese sentido, los textos que este libro rene, in-cluida esta introduccin, no buscan, obviamente,sentar ctedra, sino, sobre todo, avivar el debate quepermita abrir el camino a la formacin de futurosprofesores de taller literario, de una forma ms sli-da de la que permite el momento presente.


DE LA FALTA DE TRADICIN A UNA ATROPELLADAECLOSIN

La disciplina de la Escritura Creativa1 ha evolu-cionado de forma un tanto catica en Espaa. Lacausa ms visible ha sido la falta de una tradicinque haya servido de referencia, y que hubiese per-mitido discutir y desarrollar los que pudieran habersido sus primitivos supuestos. Siempre ha sido lagran olvidada de la educacin artstica, no slo enlas escuelas, tambin en las universidades, incluso

14 15TALLERES DE ESCRITURA CREATIVA FUENTETAJA ESCRITURA CREATIVA: CUADERNO DE IDEAS

en las ms privadas o con titulaciones ms sofistica-das. No se debe olvidar que cuando los Talleres deEscritura Creativa Fuentetaja comenzaron, hacems de veinte aos, no haba ms que dos o tres pe-queos talleres de escritura en toda Espaa, cuyoalumnado apenas rebasaba el centenar de partici-pantes; sus primeros profesores llegaron de Argenti-na algunos procedentes de un reciente exilio yaportaban los fundamentos de una breve tradicin,la argentina, a aos luz por entonces del desintersque inspiraba aqu asumir la tcnica literaria comoun arte susceptible de ser transmitido dentro de unsistema didctico.

En aquel tiempo, participar en Espaa en un ta-ller literario era poco menos que una extravagancia.De hecho, la mayora de los escritores espaolesdesconocan por entonces lo que era un taller litera-rio. Es ms, las hemerotecas guardan declaracionesdesconcertantes de algunos escritores de renombredesdeando las primeras noticias del fenmeno, porentonces apenas incipiente. Ms de uno, con el tiem-po, no tuvieron escrpulos en cambiar su opinin ysumarse a la nueva tendencia, siempre que fueserespetado el cach de primera divisin que les adju-dicaba la fama que no la experiencia para impar-tir talleres. Devotos alumnos estuvieron dispues-tos a desembolsar vertiginosas cantidades de dinero

1 El uso del trmino Escritura Creativa entendida sta como una discipli-na que engloba toda la variedad de iniciativas didcticas que comnmente seconvocan bajo la denominacin de talleres de creacin literaria, talleres lite-rarios o cursos de escritura se remonta en Espaa a los primeros talleresliterarios en el comienzo de la dcada de los ochenta y es heredera del trmi-no anglosajn Creative Writing. El tiempo ha dotado al trmino de un matiz quelo distingue de su casi sinnimo Creacin Literaria en Fuentetaja, el primertaller originario tena esta ltima denominacin y, en general, en nuestros tex-tos usamos alternativamente uno u otro, pues consideramos ambos vlidos enel contexto en el que nos desenvolvemos, adems de que ayuda a no ser dema-siado repetitivos con el uso sistemtico de un solo trmino. Este matiz ponea la Escritura Creativa ms en relacin con la prctica de la enseanza. Esdecir, con aquella parte del oficio que se puede transmitir, siendo ms fre-cuente el uso de Creacin Literaria en las colecciones editoriales que publicanLiteratura. Se podra afirmar, y esto es una sugerencia que pueda quizs cola-borar al debate terminolgico, que cuando se estudia Escritura Creativa seacabar por hacer Creacin Literaria aunque tambin se pueda estar hacien-do mientras tanto. Calificar a algo como Literatura, est ms en manos dellector que en las del autor. En rigor, habra que esperar a que un texto seapublicado y juzgado desde los distintos cnones de la crtica y por el suficien-te nmero de lectores para ganar legtimamente esa categora. De ah quizsla conveniencia de, en el contexto didctico, mesurar el uso y abuso del trmi-no literario y tratar de inclinar la balanza hacia el trmino Escritura Creati-va, que es lo que decidimos cuando asignamos a nuestro proyecto el nombrede Talleres y Ediciones de Escritura Creativa Fuentetaja.

incontables talleres virtuales. Creemos que ste hasido nuestro principal mrito: la invencin y puestaen marcha de un mtodo a distancia que permita eltrabajo en grupo y que ms adelante se adaptaracomo un guante a las posibilidades del ciberespacio;sta ha sido posiblemente la mayor aportacin quehemos conseguido hacer desde Fuentetaja para ex-tender hasta los rincones ms remotos la posibilidadde participar en un taller literario.

En este rpido repaso al pasado reciente, convie-ne tambin recordar que la explosin del fenmenode los talleres literarios en nuestro pas tiene muchoque ver con que un buen nmero de iniciativas detalleres se agrupan, como es nuestro caso, en plata-formas con estructuras empresariales cada vez mscomplejas. Esto trae visibles ventajas ante la posibi-lidad de abarcar y profundizar en ms contenidos.Pero acarrea el inevitable inconveniente de tenerque lidiar con la lgica, por tantas razones proble-mtica, de la empresa.

Tambin creemos pertinente advertir sobre unconflicto terminolgico que se desencaden cuando,hace quince aos, una nueva empresa de cursos deescritura, para agruparlos, emple por primera vezen nuestro pas el trmino, a nuestro juicio cuantomenos poco prudente, de escuela. Para hacer es-cuela hay que tener detrs una slida tradicin que


sin quizs pararse a pensar demasiado qu estabanpagando. De repente, aprender escritura creativavala oro y haba gente dispuesta a desembolsarlopara contagiarse del brillo que emanaban los nom-bres de escritores famosos. Habra que advertir quetodava hoy aparecen peridicamente propuestasempresariales de talleres que juegan de forma expl-cita en su publicidad con este tipo de reclamos.

Ancdotas al margen, las cosas han cambiadodesde entonces en lo que fue el antao desierto de laescritura creativa en Espaa. En Fuentetaja, a pesarde la impericia y la improvisacin que dominaronnuestros primeros aos en la brecha, hemos colabo-rado a ello de forma determinante con una muy an-tigua estrategia de popularizacin de los talleres deescritura y con la laboriosa puesta a punto de unaestructura slida que permitiese el desarrollo de lainvestigacin en escritura creativa. Estructura en laque nuestra editorial, a pesar de las consabidas difi-cultades propias del mundo del libro, es una piezaesencial. La oferta de talleres de creacin literariaen nuestro pas es hoy ms numerosa que nunca;bienvenida sea.

En esa eclosin han tenido un papel determinan-te las iniciativas a distancia, de cuyo sistema hemossido pioneros con la creacin hace veinte aos de unmtodo que hoy se encuentra clonado en ofertas de


configuran escuelas, academias y similares, y consus distintos sistemas de evaluacin y titulacin, quetan mal casan con la libertad inherente a una aficina la escritura o con el insobornable oficio de escri-tor. Como reflexionaremos ms adelante, est porver que para escribir sea posible otorgar alguna li-cencia consagradora.

Al margen de controversias conceptuales quenunca hay que rehuir; al fin, una parte esencial deltrabajo en un taller literario obliga a meditar cadapalabra que se emplea y su porqu, habra que ce-rrar este punto remarcando que la actual eclosin,alimentada por la laberntica oferta de talleres enInternet, dibuja un panorama considerablementems optimista que hace veinte aos. Aunque, por loque venimos diciendo, quizs tambin ms confuso.

ES EL ESCRITOR EL MEJOR PROFESOR?

Paralelamente a la confusin de la que hablamos,en los ltimos aos se ha producido un fenmenoque quizs haya llegado la hora de analizar con unpoco ms de detalle. Cada vez ms escritores con laaspiracin de convertirse en profesionales esdecir, de vivir de la escritura han descubierto en elfenmeno de los talleres literarios una alternativanada desdeable para procurarse una independen-cia econmica sin alejarse de la teora y la prctica


legitime sus enseanzas, y los talleres literarios ca-recen todava de suficiente bagaje histrico en nues-tro pas para poder asignarse de forma legtima esacondicin y esto lo decimos desde la plataformaempresarial de talleres ms veterana. Sin tratarde minimizar por ello el esfuerzo que pueda aportaruna autodenominada escuela para colaborar aldesarrollo de la escritura creativa, pensamos que sise quiere apelar a lo acadmico el trmino es-cuela lo hace de forma explcita hay que cumplirunas reglas. Cuando se tiene delante un paisaje sinreglas, se debera imponer la cautela y la renuncia aluso de mscaras que oculten una inmadurez, la dela Escritura Creativa en general, que para poder co-menzar a remediar, hay primero que asumir explci-tamente, sin disfraces acadmicos de muy dudosorigor.

Queda un largo camino hasta que esta disciplinatermine por plantearse cmo asimilar (o asimilarseen) los conceptos digamos ms institucionales de laenseanza. Mientras tanto, la palabra taller, en suacepcin didctica, promete una coherencia dura-dera. En el taller, ms que estudiar, se trabaja, se in-tercambia, se discute, se crea. Crear es un procesonecesariamente abierto a la sorpresa y en buena me-dida a la improvisacin. El trmino taller abre asuna distancia con la rigidez de las estructuras que


respecto, se podra decir que algo esencial co-mienza a corromperse.2

Pensamos que se evitaran muchas confusiones sise aprendiese a entender que ser escritor no es ga-rante de ser profesor de escritura creativa, ni estoltimo garantiza ser escritor. Lo nico que de formainapelable podra licenciar al profesor de escrituracreativa es haberse formado como tal. El nmero enverdad exiguo de profesores que renen esa condi-cin y la alta demanda de talleres literarios en elpresente, produce a menudo un pintoresco uso delos conceptos meritorios que se manejan en la pre-sentacin biogrfica de los profesores de las distin-tas ramas de la escritura creativa, donde, porejemplo, la resea de los concursos literarios gana-dos aval muy cuestionable para ejercer esta profe-sin, a menudo trata de encubrir la falta de unapreparacin especfica en didctica de la EscrituraCreativa.


de su profesin. A la luz de esta novedosa revela-cin, surge a marchas forzadas un gran nmero deescritores que se postulan como profesores de talle-res literarios, blandiendo su posible prestigio comocarta de presentacin y aval suficiente que les habi-lita para la enseanza.

Es un intento legtimo, aunque sera importantealentar a una reflexin ms profunda sobre el fen-meno, as como recordar un conflicto paralelo: au-tores con una mnima obra a sus espaldas creen, anuestro juicio de forma errada, que su condicin decoordinadores de talleres literarios les termina porotorgar el estatuto de escritores, y como tales se au-topromocionan, a pesar de que la ambicin de suobra publicada no puede en muchas ocasiones con-siderarse ms que todava en el rango de las aficio-nes, por nobles y recomendables que stas se pue-dan considerar. A la par, otro problema surge cuan-do a veces una falta de pudor lleva a que algunos deestos profesores usen sus propios talleres comoplataforma publicitaria que colabore a difundir suapenas incipiente obra literaria. Algo que, a nuestrojuicio, incumple la deontologa bsica que deberapresidir esta profesin. Cuando los talleres literariosse convierten en sostenida plataforma publicitariade sus maestros sean ms o menos escritores re-conocidos es en realidad un hecho anecdtico a este


2 Esta prctica cada vez ms generalizada, si se medita con seriedad, resul-ta cuanto menos ticamente dudosa. En cierta medida, debido a un precipita-do deseo por complacer, fundado en la relacin amistosa que nos une connuestros colaboradores, en Fuentetaja reconocemos en nuestra falta habercolaborado a propiciar hasta ahora esta tendencia, aunque sea en su versinms atenuada en comparacin con otras plataformas. Confiamos en que elhecho de no rehuir aqu este delicado tema, pueda servir para que entre todosavivemos la reflexin sobre lo que nos parece una necesidad cada vez ms acu-ciante: la creacin de una deontologa consensuada que delimite de formaclara los lmites que nunca se deberan traspasar en el mbito de los talleresliterarios.

En Fuentetaja procedemos de una preocupacinmuy antigua centrada en lo pedaggico. En 1983, elprimer taller originario impartido por uno de noso-tros, Ramn Caelles, estaba dedicado a profesoresde Lengua y Literatura, con la vista puesta en la ido-neidad de su aplicacin en la escuela. Inspirados enesa antigua inquietud, siempre hemos defendido queel mejor profesor de escritura creativa no es necesa-riamente el escritor profesional que ha conquistadoun prestigio indiscutido con el conjunto de su obra.Por contra, dada la amplitud de la materia y la enor-me cantidad de tiempo que exige auto-formarse enlos objetivos, las exigencias y la lgica de los talleresliterarios, la vida profesional de un escritor de cier-ta ambicin, que de por s suele exigir una dedica-cin casi exclusiva al fin, ser escritor es funda-mentalmente una forma de vida, difcilmente sepuede conciliar con una especializacin rigurosa endidctica de la escritura creativa en su sentido am-plio. Como decamos, la gran mayora de los profe-sores son fundamentalmente autodidactas, a falta deescuelas que preparen especficamente para ser pro-fesor de escritura creativa. Lo que obliga, al menostericamente, a un esfuerzo y a un gasto de tiempomucho mayor que el que permitira una enseanzareglada.


Por su parte, estara por definir y nos resisti-mos a salomonizar al respecto cundo la obra deun escritor tiene suficiente entidad para poder ava-lar un saber de una originalidad tal que merezca sercompartido en un determinado entorno didcticobajo un sello que privilegia su nombre en lo que po-dra llamarse un taller de autor. Valga aqu unaacotacin en el sentido de que desde hace un tiem-po, en Fuentetaja, tratamos de diferenciar los talle-res genricos de los que nosotros llamamos talleresde autor. Los primeros estn dirigidos al pblico engeneral y versan sobre materias con suficiente im-plantacin en las ltimas dos dcadas, como parahaber constituido ya un cuerpo didctico que setransmite de unos profesores a otros y donde la au-tora personal es muy difusa, aunque cada profesorpueda realizar aportaciones puntuales e, inevitable-mente, dote de estilo propio a sus clases. Por suparte, los de autor son talleres ms especializados yestn pensados para personas con una vocacin msfirmemente asentada en el propsito de encaminaruna parte importante de su vida hacia la escritura.En estos talleres s suele ser determinante la perso-nalidad de quien los imparte y tienden a presentaruna aportacin de originalidad suficientemente con-trastada frente a los contenidos impartidos por otrostalleres.


incompatible con la condicin del escritor que es-cribe como prueba el ejemplo de un autor comoJohn Gardner.3

Sin embargo, es importante tener presente eneste debate que el hombre de pluma concentra su in-vestigacin y esfuerzo fundamentalmente en el de-sarrollo de un estilo propio. Un estilo en el que endefinitiva se cimenta su posible prestigio y que leavalar para transmitir su saber personal sobre lasapuestas tcnicas concretas en las que ha profundi-zado para construir sus obras: los recursos que elsentido comn y la intuicin han sealado como losms efectivos para los temas, el universo sensible yla recreacin del mundo que ha orquestado su ima-ginacin.

Por importante que sea su aportacin, no signifi-ca que se haya preocupado por estudiar todas lastcnicas alternativas, o directamente excluyentes, alas que l ha puesto en prctica. Algunos autoresms, otros menos. Arte e intuicin van demasiado dela mano para que el mero hecho de, por ejemplo,haber escrito excelentes novelas, implique necesa-riamente ser un estudioso de la tcnica de la novelaen todas sus dimensiones, algo que s debera avalar


Pensamos que el mejor profesor de escritura almenos en su nivel bsico, en el que cabe agrupar algrueso del movimiento de alumnado en los talleresliterarios es aquel que, amante incondicional de laLiteratura, aficionado a la escritura misma, sin re-nunciar a escribir, sacrifica parte de su carreracomo escritor o la alterna de manera casi dolorosamuchos profesores la sacrifican casi al comple-to y dedica una parte vital de su tiempo a profun-dizar e investigar en el vastsimo campo de ladidctica aplicada a la enseanza de la escrituracreativa, as como a la exploracin y seleccin de lastcnicas literarias que tiene sentido incorporar enlos distintos programas de sus mltiples ramas.

Ms que ser un escritor, el profesor de escrituracreativa debe tener la habilidad de saber leer comosi fuese un escritor. Es su condicin de lector, debuen lector que sabe descifrar todas las claves queun escritor cualquier escritor pone en juego enel texto, la que le acredita cara al alumno. An msimportante si cabe ser, conviene recordarlo, sucondicin de lector de intenciones, pues es lo que elalumno pretende (cuando no lo consigue), el frentede trabajo fundamental de la relacin profesor-alumno en un taller literario.

Por supuesto, una amplia preparacin en la di-dctica de la escritura creativa no es por definicin


3 Reconocido novelista estadounidense, profesor de creacin literaria(Raymond Carver fue uno de sus ms devotos alumnos) y autor de varios librosya clsicos sobre escritura creativa, entre los que destacan El arte de la ficciny Para ser novelista, publicados ambos por nuestra editorial.

oteado y ejercitado el suficiente nmero de posibili-dades, quien, en funcin de sus aspiraciones, esco-ger las miradas que ms le interesan para seguirprofundizando en la bsqueda de un estilo propio.

Paradjicamente, la enseanza de todo arte (encontraste con la enseanza de las ciencias, incluidaslas humanidades) cierra su ciclo formativo con unconsejo que a veces desconcierta al alumnado yque tanto contrara la autosuficiencia de las titula-ciones: ha llegado la hora de que olvidis todo loque se os ha enseado y os pongis a escribir a la luzesencial de lo que haya podido quedar depositado envuestra intuicin y de lo que a partir de ahora stasea capaz de iluminar por s misma; no permitisque un exceso de erudicin tcnica oscurezca la na-turalidad de vuestro plpito, pues es de ah de dondesurgir cualquier destello de verdad al que vuestroarte pueda aspirar.

MENTE CLARA Y CORAZN ABIERTO: TALLER LITERARIOY ESPACIO TERAPUTICO.

Adems de su capacidad para iluminar o revelar,con un fruto reseable, territorios nunca antes ex-plorados, o explorados de forma insuficiente, pensa-mos que lo que diferencia al escritor con estilo pro-pio del aficionado a la escritura o del mero artesanoo ingeniero de la palabra, es que su escritura fluye,


quien, por ejemplo, impartiese un taller introducto-rio a la novela.

El escritor con una madurada personalidad arts-tica es, en definitiva, especialista en sus propias tc-nicas (las elige o las encuentra, sin agotar el espec-tro) y son stas las que mejor puede transmitir a unpotencial alumnado, que sacar mayor provechocuanta ms afinidad sienta con la personalidad lite-raria de quien imparta el taller. Antes que repasartodas las miradas posibles, tender a educar unamanera de mirar en particular. Ensear esa determi-nada manera puede ser de un gran valor para elalumnado especialmente interesado en el estilo quegenera. Adems, compartir su recetario es un nota-ble acto de generosidad por parte de su patrocinador.

Sin embargo, la mayor responsabilidad de unbuen profesor de creacin literaria, ms all detransmitir su mayor o menor experiencia como es-critor, a nuestro modo de ver debera ser dar clavesa los no iniciados sobre buena parte de los caminosposibles para enfrentar el proceso creador, as comoadiestrarlos en el conocimiento y la prctica de lasdistintas tcnicas que se despliegan en el amplioabanico de los recursos literarios. Ese es, en defini-tiva, el objetivo esencial de una enseanza bsica,mixta y plural de la escritura creativa. Ser cadaprincipiante, con el paso de los aos y una vez


al relacionarse con un tema, que de malabarismostcnicos cuya ejecucin tan slo tenga como prop-sito provocar el asombro del lector. En el complejopaisaje de tcnicas a ejercitar, no es sencillo a vecespreservar el sentido de la enseanza ms bsica: elcamino de expresin ms eficaz, ms penetrante,suele ser la (difcil) sencillez. Una mente clara y uncorazn abierto sern, en ese sentido, las herramien-tas ms preciosas de cualquier potencial artista.

Este punto nos lleva a abrir una digresin quenos gustara cuanto menos apuntar, pues es un temaa menudo muy presente en el debate que los profe-sores de escritura creativa mantienen entre s: el ta-ller literario como espacio de terapia.

El taller literario tiene un frente de accin sutil yen ocasiones misterioso. En l, el alumno, ante tes-tigos crticos, abrir su mente y su corazn a travsde sus textos. Este delicado trance hace que a vecesse conciba al taller literario como un espacio tera-putico.

El grado de exposicin ntima que todo texto con-tiene sobre la persona que lo escribe puede ser muyvariable. Sin embargo, al hacerse visible ante un p-blico en un taller literario todos son actores y p-blico al tiempo; todos leen, escriben, escuchan, co-mentan y critican para todos siempre pone enjuego una parte de la autoestima de su autor. Sus


que no tiene que estar ingenuamente lastrado porlas dudas sobre el cmo porque ste ya est indiso-lublemente fundido con el qu. El rigor del oficio seconcentra ya por entero en poner toda la sensibili-dad y la inteligencia a plena disposicin de los ecosdel mundo que lo rodea. La tendencia del poeta,amn de puntuales forcejeos, no es la de pelearsecon las palabras con independencia de que el len-guaje, sobre todo en su calidad de medio que cola-bora en forma fundamental a objetivar socialmentela realidad, sea el verdadero campo de batalla de laliteratura. Al contrario, el escritor sensible man-tiene una relacin de permanente seduccin dedoble sentido con las palabras. Y la nica seduccinque funciona es aquella en la que el pulso no tiem-bla. Textos en los que el eco de la realidad transpirasincero, sin forzamiento, de forma sutil. En definiti-va, es a la sobrecogedora contundencia de la sutile-za a lo que comnmente llamamos poesa.

Quizs la labor ms frgil y en cierto modo para-djica de la enseanza en un taller literario es, sin re-nunciar a la inevitable fase del ejercicio (que podradesviarse hacia una complaciente tendencia al alar-de), cmo mostrar que el camino de la emocinobjetivo de todo arte es transitar la realidad en subusca para su posterior representacin dependems de la sensibilidad y del sentimiento que se ponen


artistas (no digamos de sus admiradores) en las quevan de la mano arte y locura. Cuntos poetas ma-duros vertieron en sus versos una desesperacin queacabara en suicidio! Cuntos Quijotes perdieron elsentido de la realidad cegados por mundos de fic-cin! A pesar de que parece estar de moda el conce-der al trmino locura un halo positivo est muyextendido un uso que lo connota de divertimento,nunca est de ms recordar que locura habla siem-pre de sufrimiento, del peor de los sufrimientos.

Un taller literario es un espacio de convivenciaque, por su propia naturaleza (ms que por sus dis-tintas estrategias teraputicas), puede ayudarmucho a sus participantes a organizar el pensa-miento, avivar el sentir y aliviar la soledad (ay, lasoledad quizs el fantasma neurtico ms amena-zador e insistente que se pasea por la mente del cre-ador). Sin embargo, nos inclinamos a pensar que ca-nalizar la aficin a escribir a travs de un taller yhacer terapia son acciones diferentes. Aunque pue-dan tener vasos comunicantes de hecho en algu-nos pases hay una antigua tradicin de talleres queexplora en profundidad esas conexiones, sus obje-tivos son distintos. Lo que, por cierto, no est encontradiccin con el hecho de que la escriturapuede ser tambin, a menudo, un proceso de exor-cismo, una forma de sacar fuera lo que nos daa, lo


miedos, sus carencias, sus lmites no aceptados,pueden hacerse evidentes y ser muy sensibles a unacrtica poco cuidadosa. Para el profesor puede noser fcil lidiar con este entramado a travs del quese pueden expresar, en ocasiones de forma muyclara, desde cotidianas neurosis hasta las ms diver-sas torturas del ser.

Para reflexionar y posicionarse frente a esa suer-te de confesionario de dolores ocultos que un tallerpuede llegar a ser, es natural que el profesor de es-critura creativa busque un apoyo de conocimientoen las tcnicas teraputicas que ofrecen las distintasramas de la psicologa, del mismo modo que se ejer-cita en tcnicas propias de la dinmica de grupos.Sin embargo, pensamos que educar una percepcinclara y un corazn abierto instancias esencialesde una mente saludable es algo que traspasa lasresponsabilidades que estn razonablemente en lamano de un profesor de escritura creativa. La pala-bra puede ser, no hay duda, curativa (cuando su malmanejo no la hace auto-punitiva), pero el corazn yla mente los educa ms la vida en general que la quese concentra tan solo en un taller literario (aunquesiempre se pueda echar una mano). Sin olvidar, porotra parte, que la literatura, reino de excepciones,resistencia a toda regla, inmuniza o infecta de formadifcilmente predecible. Son numerosas las vidas de


todo lo que est en la propia naturaleza de los talle-res literarios ofrecer a quienes sufren.

Para cerrar el tema y restarle dramatismo al uso(o abuso) de los talleres literarios como posible re-medio al sufrimiento ntimo habra que hablartambin del sufrimiento de los pueblos, pero esoabrira una digresin demasiado extensa para el es-pacio que se nos ha asignado, quizs merezca lapena recordar unas palabras pronunciadas en unaponencia celebrada en el marco de un Congreso detalleres literarios en Berln al comienzo de los aos90, por un psicoanalista y profesor de taller litera-rio: Tambin jugar al ftbol puede ser teraputico.

NO SLO EL ESCRIBIR HACE AL ESCRITOR

Quizs el objetivo teraputico que ciertamenteest en manos del coordinador de taller literarioenfrentar sin ambages, surge cuando la frecuentefantasa de ser escritor entorpece demasiado losprimeros pasos del camino del principiante en la afi-cin a la escritura.

Llegados a este punto debemos abrir unareflexin sobre el uso abusivo que en ocasiones sehace en la presentacin de los talleres literarios deuna palabra clave, escritor, usada desgraciada-mente cada vez ms a menudo como una suerte deanzuelo con la que atraer a una potencial clientela.


que nos consume. No es pues de extraar que enocasiones acudan a los talleres literarios algunaspersonas a quienes se lo ha sugerido un psiclogo.Psiclogos, por cierto, son una parte representativade los alumnos de los talleres literarios.

Al sacarlo fuera y compartirlo, lo que escribimosya no est en nosotros aunque sea nuestro. En cual-quier creacin, en cualquier elaboracin artstica,est la capacidad para compartir el peso de nuestradesesperacin y para, quizs, revelarnos posterior-mente un camino curativo, imposible sin accederantes al conocimiento de lo que nos enferma.

El problema radica en lo fcil que es engaarsetambin escribiendo (cuidado: no por el mero hechode escribir se accede a un conocimiento). De ahnuestras cautelas a la hora de dejar en manos delcoordinador de un taller literario responsabilidadescomo posible terapeuta. Asumirlas con ciertas ga-rantas le obligara a descender a los infiernos decada uno de sus alumnos, para contrastarlos luegocon sus escrituras. Tarea en s inabarcable y quecontradice una responsabilidad mucho ms certeray a su alcance: revelar el gozo de la escritura. Medirde forma fiable el alivio real que ese gozo puedatraer a cada uno es algo que en verdad est fueradel alcance del profesor de escritura creativa. Enconclusin: sera un posible alivio y no la cura


haber sido responsabilidad del sistema de ensean-za pblico habilitar en cada persona. Es decir, paranosotros estamos ante una cuestin de educacinbsica.

A nuestros ojos se hace evidente que en el ser hu-mano late la necesidad de contar historias muchoantes que la necesidad de las Matemticas o la Lin-gstica, disciplinas que se imparten a los niosdesde muy temprana edad, sta ltima en detrimen-to de lo que debera ser una asignatura menos teri-ca y ms centrada en el desarrollo real y creativo deluso del lenguaje. Los talleres Fuentetaja surgieron,valga la ancdota, de la decepcin que provoc ensu fundador, cuando transitaba como estudiante lastristes aulas de una Escuela de Magisterio madrile-a, el hecho de que el sistema escolar, por extensinel de formacin de los maestros, obviase la ense-anza de una asignatura que habilitase mejor paraintercambiar los relatos de nuestra experiencia y denuestra memoria colectiva. En aquella escuela uni-versitaria de futuros maestros, los alumnos no erancapaces de contar con un mnimo de detalle y colorsiquiera lo que les haba ocurrido el da anterior.

Volviendo al tema que nos ocupa, al margen deldeseo legtimo que cualquier persona pueda alber-gar por llegar a ser considerado escritor, no se debeconfundir a la gente y alimentar unas expectativas


Nuestro proyecto se ha inspirado, desde su fun-dacin, en una certeza: todos somos (potenciales)contadores de historias. Por pequeas que sean,todos necesitamos contar historias y en general, yan ms, que nos las cuenten. Otra cosa distinta,pensamos, es ser escritor: un proceso de conversin,de llegar a ser, un largusimo camino. En ese senti-do nos parece importante exponer la tesis que nosanim en Fuentetaja desde nuestros orgenes y queencontr una de las seas de nuestra identidad en ladiferenciacin de lo que es aprendizaje bsico de laescritura creativa y lo que es ms especficamente laformacin del escritor.

El querer ser escritor en la medida que esapalabra pueda tener un significado que distinga unoficio verdadero y se cargue as por tanto de un sen-tido pleno es algo que debera venir despus deadquirirse una mnima destreza y madurez en elejercicio creativo de la palabra, as como de las dis-tintas estrategias y caminos que existen para contarhistorias y reflexionar sobre la vida a travs de ellas.

Ese objetivo que acabamos de enunciar ese m-nimo que no por mnimo pretende ser poco es elque nosotros defendemos como el ms necesario,por tanto urgente, para ese vasto frente de la ense-anza que se agrupa bajo el concepto de EscrituraCreativa. Un objetivo que, denunciamos, debera


cios que una eleccin as puede acarrear a sus vidas.Al menos a poco que se tomasen con seriedad un ofi-cio para el que nunca se acaba de alcanzar la titula-cin definitiva la nica reseable la concede laposteridad, incluso en su versin de la eterna in-comprensin. Un oficio, en definitiva, tan difcilde ejercer sin determinadas concesiones; entre lasms usuales: a la comercialidad, al espectculo, alentretenimiento, a la repeticin, al plagio, al confortintelectual cuando no abiertamente a la autocom-placencia. Concesiones a cosas desgraciadamentetan comunes y que tan poco tienen que ver con laverdadera literatura.

Respetamos demasiado a la Literatura, y anms a las personas que se interesan por ella, parahacerle creer a todo el mundo que puede ser escri-tor por el mero hecho de escribir un cuento, publi-car una novela o pasar unos gratos e incluso prove-chosos aos en un taller literario. Todo eso, a nues-tro modo de ver, sera confundir gravemente lascosas. Por esa razn en Fuentetaja tratamos de serlo ms pudorosos posible en cuanto a las expectati-vas de publicacin de los ejercicios del taller, evi-tando frmulas de publicacin indiscriminada de laobra de los alumnos. Es justo reconocer la legtimasatisfaccin que los alumnos sienten al ver impresossus esfuerzos en el mbito de un taller. Sin embargo,


que pueden acarrear muchos malentendidos y gran-des frustraciones. Aprender a escribir de forma cre-ativa est al alcance de cualquier persona; de hecho,cualquiera puede sacar beneficios inequvocos deese aprendizaje. Hacerlo con talento, est al alcancede unos pocos. Y, al margen del aprendizaje realiza-do o el talento en ciernes, ser escritor en el senti-do que tratamos de defender para esa palabra:poner a la pasin por la escritura en el primer planode la vida, ser capaz de provocar en el lector emo-ciones profundas (y verdaderas), darle la clave deacceso a un conocimiento hasta entonces indito,ser escritor, decamos, es algo que requiere un gradode disciplina y dedicacin en su condicin de per-manente observador, abarca todas las esferas de lavida que est al alcance de muy pocas personasasumir. Y para lo que, por cierto, ninguna escuela oinstitucin podrn conferir el grado de licenciado.

Uno de nuestros empeos ms decididos es tratarde colaborar a que la Escritura Creativa se conside-re una disciplina de gran importancia en la forma-cin de la persona de cualquier persona, y a queen esta disciplina se diferencie de la forma ms nti-da y honesta posible un espacio aparte y bien deli-mitado en el que se podra considerar de forma seriala formacin de quienes opten por tratar de ser es-critores, asumido el riesgo de las penurias y sacrifi-


funda que colabore a delimitar mejor el sentido y loslmites de las distintas reas y niveles posibles de laenseanza de la Escritura Creativa.

La mayora del profesorado de los talleres de es-critura, al menos de quienes los imparten en Fuen-tetaja, suele estar alerta para evitar esta confusinque de forma tan nociva puede jugar con la ilusinde la gente: ser escritor parece haberse convertidoen un factor de prestigio deseado por cada vez mspersonas. No deja de ser una irona en unos tiemposen los que cada vez surgen menos escritores de ca-tegora con algo verdadero y original que aportar;tiempos en los que muchos clsicos no encontraraneditores (en su mayora ya meros ejecutivos de ven-tas) que publicasen hoy sus obras.

FERIA DE LAS VANIDADES

A nuestro modo de ver, la confusin conceptual yel uso indiscriminado de la palabra escritor fo-mentados ambos de forma determinante por la ig-norancia de los publicistas contratados y toleradospor la direccin de algunas plataformas de cursosde escritura en nuestro pas pueden daar deforma notable la natural evolucin de los objetivos,la didctica y los mtodos de la Escritura Creativa.


hay que ser muy cuidadosos para no crear falsas ex-pectativas sobre el valor real que este tipo de publi-caciones aportan al paisaje literario. Aunque enestas publicaciones puedan surgir ocasionalmenteobras de cierta originalidad y alguna vez puedan su-poner una aportacin indudable, su sentido no es elde descubrir talentos literarios sino el de gratificarun esfuerzo sostenido dentro de una disciplina deaprendizaje.

El objetivo ms urgente de los talleres literarios,aunque a muchos se les ha despistado su vocacinoriginaria y han inflado de pretenciosidad su fen-meno, es todava hoy, y lo ser cuanto menos du-rante varias dcadas ms, suplir esa inmensa lagunaque la educacin pblica no supo atender y que tar-dar mucho tiempo en comenzar a incorporar deforma fiable al sistema educativo bsico, con elmismo grado de profesionalidad y criterio pedag-gico que la Msica, la Historia o la Geografa. Aun-que a veces las fronteras puedan no ser claras ymuy lejos de nuestra intencin estara el abogar porel establecimiento de estrictas aduanas que exami-nen con desconfianza los pasaportes de quienes sonescritores y quienes no lo son, confundir ese obje-tivo con la formacin del escritor es algo que con-sideramos peligroso. Y es precisamente este peligrolo que nos convoca a alentar una reflexin ms pro-


culturalmente correcto, o no se someta a la exhibi-cin pblica de su persona, ser mejor que se pre-pare para recibir el rechazo sistemtico de los edi-tores. No hace falta ahondar en el dao tremendoque hace a la Literatura este tipo de escritor medi-tico que los tiempos promocionan cada vez conmayor impudicia.

Aunque muchos escritores reconocidos tienden ahacer declaraciones que sealan de una forma mso menos sesgada esa evidencia, a la hora de la ver-dad muy pocos actan en consecuencia y renuncianal protagonismo. Al contrario, muchos han descu-bierto que dar la cara por su obra es lo que en reali-dad puede ayudar ms a cultivar su prestigio perso-nal. Se convierten as en publicistas de s mismos,eglatras consumados.

A veces, pillados en falta, los autores se excusanen la necesidad de proteger a sus criaturas en eldespiadado mercado. Pero, si bien es cierta esa con-dicin implacable del mercado, tan a menudo injus-to y cruel, a poco que se analice, en qu consiste enrealidad esa piedad que movilizan los autores cuan-do salen a escena a defender su trabajo? En piedadpara los mismos autores, no estrictamente en justi-cia para la obra. Una piedad por ellos mismos quese opone a la propia dignidad de sus obras, pues eldestino implcito de esa criatura que es una obra


Debera ser obligacin de los talleres literarios fo-mentar la humildad. Algo que el propio profesorado,sea escritor o aficionado a la escritura de largoaliento, debera cuidar como valor esencial y sabertransmitir a su alumnado, no tanto con consejos pa-ternalistas como con su propio actuar; entre otrascosas renunciando a la autopromocin de su obraen su entorno docente. La vanidad, uno de los pre-cipitados ms complejos y difciles de manejar de laestructura mental del artista, es un tema importantetambin en el mbito de los talleres literarios. Noqueremos dejar de dedicarle aqu algunos comenta-rios que puedan servir de aviso a navegantes recinembarcados.

Es fundamental alertar de los peligros de la vani-dad que el star system cultural (la sociedad delespectculo que diran los seguidores de GuyDebord) promociona con una imagen del escritorque, al menos quienes dirigimos Fuentetaja, recha-zamos de plano: cada vez ms se pone por encima elprotagonismo de la persona sobre el valor real de laobra. Hoy prima ms que nada la apariencia del es-critor, convertido por la mercadotecnia cultural enun actor-vendedor. Jaleado por su editor, se ve obli-gado a repetir como un papagayo las mismas pala-bras mgicas que le respaldan o le recomiendanpara vender su obra. Como no sea poltica o


a que su rostro sea bandera a pgina completa deperidico en los anuncios que promocionan su lti-ma obra. Qu nos dice sobre su ltima novela elrostro del escritor famoso reproducido a toda pgi-na en un espacio de publicidad millonario? Noshabla de que el autor est dispuesto a poner su va-nidad cuando no su coquetera al servicio de unmecanismo de ventas poco escrupuloso. Pero nadanos dice sobre lo que ha escrito y hasta qu puntodebera merecer la pena ser ledo.

Al fin, sueos de grandeza concretados e infladosa paladas de dinero. Y su mayor dao, para noso-tros, es que estos sueos alimentan el deseo de milesde personas por ocupar ese trono de falso prestigiohecho de una fama hueca, alimentada por un poderfinanciero que apa a los escritores ms dciles conlos distintos regmenes o grupos, si alguien noquiere hacer lecturas tan extremas mediticosque, dueos de los altavoces, dominan de facto loque se puede y lo que no se puede decir en pblico.

Miles de personas que escriben en sus ratos libresy que no tienen tiempo suficiente para, adems,hacer un anlisis crtico en profundidad de la vidacultural que les rodea, albergan de forma ms omenos inconsciente esa ilusin disfrazada de anhe-lada fama cuando se acercan a un taller literario. Ycmo no van a hacerlo si incluso los escritores ms


literaria por extensin, artstica, no puede serotro que ser capaz de defenderse por s misma: paraeso se hace pblica. Cuando el escritor defiende suobra en pblico, no es exactamente por un acto depiedad. Se trata, casi sin excepcin, de un acto deauto-compasin: se ve reflejado en su criatura y, alhacerle el juego a esa confusin, transforma una su-puesta defensa en mera autojustificacin. Un acto,por lo dems, azuzado la mayora de las veces por lavanidad: el gusto del artista se inclina en general porel protagonismo. En esa tentacin tan poderosa, uti-liza a su obra a modo de presuntuosa insignia de suego. Un acto, en conclusin, que no consigue msque poner en cuarentena la dignidad de su criatura,a quien, por temor a que le pueda poner en ridculoo le condene a la incomprensin, su padre/madre noquiere o no se atreve a concederle la mayora deedad. Es ms cmodo al fin, est bien visto y esadems publicitariamente ms rentable seguir lle-vndola de la mano todo lo posible y, de paso, lucir-se un poco.

Dentro de los hbitos desmesurados con que seacompaan hoy los lanzamientos de las obras litera-rias y no slo literarias es, por ejemplo, cuantomenos cuestionable con qu facilidad (o, en casosaislados, es justo reconocerlo, con qu amarga resig-nacin) se prestan los escritores de cierto renombre


LA NECESARIA DIMENSIN SOCIAL DEL TALLER LITERA-RIO: HACIA UNA INTERVENCIN RELEVANTE

Tenemos que partir de que una educacin creati-va o artstica de los ciudadanos es algo en s objeti-vamente deseable, ms an si consideramos que,como es el caso de los talleres literarios, el dominiodel lenguaje ser la herramienta esencial de sus ejer-cicios: son las palabras y nuestra capacidad paramanejarnos adecuadamente con sus infinitas posibi-lidades, las que nos permiten desarrollar un conoci-miento verdadero y transmisible. Cuanto mejorsepamos manejar las palabras con rigor y, a la vez,con flexibilidad y saber bascular apropiadamenteentre estos dos extremos es tarea privilegiada delarte, ms dueos seremos de nuestro destino, mslibres y ms capaces de establecer el dilogo connuestros semejantes, no importa cun distintos pue-dan parecernos. Ah la creatividad se convierte enun elemento esencial: es la creatividad la que consi-gue que podamos acabar comunicando hasta conquien aparentemente pueda estar en las antpodasde nuestro pensamiento.

Esa formacin creativa que las grandes institu-ciones educativas rehuyen a veces lo intentan perosiempre de una forma casual, desorganizada, sinningn discurso slido detrs, que se resiente delamiguismo y la poca profesionalidad, implica una


lcidos y crticos con el sistema cultural imperantetienen que, si quieren ver su obra publicada, some-terse y hacerse signatarios de clusulas contractua-les que les imponen participar como actores en elespectculo publicitario del lanzamiento de su tra-bajo. Parafraseando y readaptando a los tiempos lafamosa frase de Antonin Artaud: la sociedad (del es-pectculo) reposa sobre un crimen cometido encomn.

Cul debera ser la posicin de los talleres lite-rarios ante estas tendencias tan enfermizas uno decuyos delitos ms visibles son esas novelas anuncia-das a bombo y platillo, en la tradicin ms perversay aniquiladora de la cultura publicitaria que hausado Hollywood para conquistar los hbitos deconsumo cultural en el mundo entero, tendenciasque, de una u otra forma, terminan por afectar y de-formar el propio deseo de quienes se acercan aellos?

La respuesta est todava en desarrollo enconstruccin, y debera ser colectiva, pero desdeluego nos toca adelantar nuestro punto de vistadesde la privilegiada plataforma de observacin quenos otorga la direccin desde hace casi un cuarto desiglo de una empresa pionera.


restringidos. Lo cual, paradjicamente, podra noser criticable, pues la publicidad es arte del gritoalharaca del dinero, imposicin por el estruendo,invasin sin permiso, mientras que toda obraseria y sensible, si quisiese preservar la dignidad, as-pirara a ser difundida con delicadeza: ese misteriocon que un valioso secreto se susurra de odo enodo con el deseo de provocar un descubrimiento.

Este alzar la voz, este arte del grito, significa el si-lencio de las opiniones mesuradas, la aniquilacinltima de la posibilidad del entendimiento. La pu-blicidad, epidemia incontenible de las sociedadesmodernas, crea y a la vez refleja la pobreza moral denuestro tiempo. El hecho de que incontables escri-tores, msicos, cineastas, tantos y tantos profesiona-les de las artes, se hagan cmplices de esta miseriano puede ms que transformar nuestra preocupa-cin en un rictus de inequvoco fatalismo.

SIN GENEROSIDAD NO HAY ARTE

En conclusin, al margen de la lectura ms pol-tica que entraa nuestra reflexin, la funcin paranosotros primordial de los talleres literarios, muchoms que la formacin del escritor algo que, valgala insistencia, debera representar slo la parte msavanzada de sus programas y distinguida de formaclara del resto, es completar la formacin de la


formacin paralela crtica con las elaboraciones cul-turales de nuestra sociedad. Es decir, a nuestro en-tender es un acto de carcter claramente poltico,participativo. Algo que a los poderes les asusta pro-piciar pues saben por experiencia que cuanto mayores el grado de independencia de criterio de la genteel buen criterio exige un uso cuidadoso dellenguaje, ms cuestionadas van a estar las estruc-turas dominantes. Sobre todo las que no estn regu-ladas democrticamente, como es el caso de losgrandes poderes financieros o mediticos que, lejosde someterse al comicio popular, son quienes defacto, tambin en nuestras presuntuosas democra-cias occidentales, refrendan a los polticos que su-puestamente debern representar a la gente.

Poderes financieros que, para completar la ecua-cin, hay que recordar que son los que entregan, agolpe de publicidad hija creativa y privilegiadadel dinero y, espiral enfermiza, frtil generadora dems dinero, los productos culturales con que pue-blan las plataformas de difusin cultural de mayorenvergadura. Poderes permisivos en general con lasobras marginales y crticas para no ser acusadosde liberticidas a veces hasta las publican, pero queno dudan en estrangular de facto, cuando no de fas-cio, con el fcil y efectivo recurso de no publicitar-las o hacerlo exclusivamente en mbitos muy


nual, pero creemos que es el nico realmente frtil.Los obstculos son incontables. Se dira que a me-nudo la sociedad se empea en evolucionar justo enla direccin contraria. No hay, sin embargo, que de-sanimarse. Es decir, no queda otra que rescatar alrictus de su fatalismo. El trabajo por hacer, y a pesarde algunas fatigas predecibles, es hermoso. Tanto losprofesores como los alumnos de un taller literariodisfrutan mucho, en general, con su desempeo.

En cualquier caso, nunca hay que olvidar que eltrabajo en un taller de escritura es una apertura almundo, y es necesaria una particular coherencia enel profesorado y en las plataformas de talleres paracanalizar con extrema dignidad esta curiosidad porla exploracin de la escritura que, de forma tancomprensible, cada vez ms personas sienten.

ESTE LIBRO: UNA INVITACIN ABIERTAEn la asuncin de que partir de una tradicin ine-

xistente supone un trabajo laborioso y de muy largoplazo, en Fuentetaja estamos decididos a incentivarentre nuestros colaboradores una reflexin activa yun compromiso intelectual real con las materias queimparten, de forma que se incremente sustancial-mente la produccin de textos en los que cristalicesu experiencia didctica y la exploracin en las tc-nicas que tratan de transmitir a sus alumnos.


persona en un contacto profundo y activo con lasposibilidades de la creacin literaria, del todo almargen a la feria de vanidades que puede despertarel sueo de ser escritor. En el conflicto que hay queresolver nos parece vital fomentar la educacin delsentido de la renuncia ante los cantos de sirena queun ego insatisfecho y sediento de atenciones suelemovilizar en el desarrollo de la personalidad artsti-ca. Un tipo de personalidad hacia la que, por lodems, cualquier persona puede sentir una ms quelegtima inclinacin. Todos somos, en sentido am-plio, potenciales creadores. Nadie otorga la facultadde crear: pertenece a la condicin humana.

Escribir debera ser compartir por cierto, nosatrevemos a afirmar que la nica terapia efectiva esensear a compartir. Es decir, un acto fundamen-talmente generoso que sepa preservarse lo ms po-sible de las tentaciones del narcisismo, del exhibi-cionismo, del comercio indiscriminado. Debido a lanaturaleza de trabajo en grupo, un taller literario esun contexto idneo para frenar esas tendencias oal menos para sacar poderosas conclusiones de suabierta confrontacin.

El terreno de nuestro trabajo puede ser ms omenos pedregoso, presentar un aspecto desnivela-do, que obligue a trabajar en jornadas de sol a sol oa alternar la maquinaria con la herramienta ma-


recibir las reflexiones de cualquier interesado quedesee hacernos llegar sus escritos sobre escrituracreativa para que estudiemos su inclusin en sucesi-vas ediciones de esta serie de cuadernos de ideas.

Ramn Caelles y Chema lvarezEdiciones y Talleres de Escritura Creativa Fuentetaja

14 de Enero 2007


Como ya hemos aclarado, nosotros no damosprioridad a escritores famosos para cubrir la tareade profesor en nuestros talleres genricos los msdemandados y tambin, como hemos aclarado, losms necesarios, sino a personas con una forma-cin suficiente y un compromiso, ms que con elhecho de ser escritores, con la investigacin en ladidctica y las tcnicas de la escritura creativa. Con-viene recordar que, entre otras razones debido albajsimo nivel general del conocimiento en los rudi-mentos de la escritura que acreditan quienes seinscriben en un taller literario, el estatus profesionalde la mayora de sus profesores se asemejara ms alque podra tener un profesor de literatura de ense-anza secundaria. Y quizs sea sta una generosaimpresin si se atiende expresamente a la formacindel profesorado actual de buena parte de los talleresy escuelas de nuestro pas.

De cualquier manera, confiamos que con el pasodel tiempo, libros como ste, que no debera ser msque un comienzo, una pequea muestra de lo queest por venir, terminen por asentar de forma msslida los cimientos de esta disciplina en gestacin acuyo progreso, desde Fuentetaja, hemos tratado decontribuir desde sus orgenes.

No queremos despedirnos sin recordar que,como editores, nuestras puertas estn abiertas para


prologo cuaderno de ideas

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