platón - diálogos vol. 5 [gredos]

617

Click here to load reader

Upload: je-est-un-autre

Post on 01-Jan-2016

1.103 views

Category:

Documents


39 download

DESCRIPTION

Tras la majestuosa cima filosófica y artística de los cuatro diálogos de plenitud (Fedón, Banquete, República, Fedro), la obra platónica posterior no desmerece, sino que ahonda, explora y cuestiona el amplio repertorio de concepciones originales que en ellos se despliega. Este volumen incluye cuatro obras íntimamente relacionadas, tanto por referencias mutuas como por su vínculo con la filosofía eleata, así como por el examen crítico al que someten a los diálogos anteriores.El Parménides es una transición entre los diálogos medios o de madurez y los tardíos. Cuestiona algunos aspectos de las Formas o Ideas y su relación con las cosas (la participación), y arroja algunas sombras sobre la deslumbrante brillantez que emite la Teoría en el Fedro y la República, en especial acerca del abismo que media entre el mundo inteligible y el sensible, así como el problema de la unidad (de la Forma) y la multiplicidad (de los particulares). El joven Sócrates debe defender ante los filósofos Parménides y Zenón, mayores que él, la teoría de las Ideas, y tiene que hacer frente a duras críticas.El Teeto, que toma el nombre de un famoso matemático ateniense, se ocupa de la naturaleza del conocimiento; rechaza una tras otra tres hipótesis (que sea percepción, opinión verdadera y explicación acompañada de opinión verdadera), pero sorprendentemente no menciona la teoría de las Formas, tal vez para mostrar que sin ellas no es posible el saber. En todo caso, se subraya que el conocimiento real debe ser conceptual, con lo que se rechaza el sensualismo subjetivo de un Protágoras y su corolario, el relativismo igualador de opinión y saber.En El sofista se replantea la estructura del ámbito de las Formas y se admite la existencia del no-ser, lo cual implica una nueva concepción del ser. En realidad se tratan varios temas, debido al carácter sintético de la filosofía platónica, y la crítica aún debate acerca de la unidad de la obra. En todo caso, coincide en señalar que aquí alcanzan su máximo desarrollo algunos conceptos platónicos (como la definición de la esencia por la identidad y la diferencia o la relación entre negación y falsedad) que han determinado la historia de la filosofía.El político, estrecha y explícitamente relacionado con el diálogo anterior, plantea una nueva definición del papel del legislador en la sociedad. Para alcanzar el ideal de hombre de Estado, se recurre a la dialéctica: primero se distingue la tarea de gobernar de todas las demás, inferiores, que se realizan en la sociedad, y se concluye que la primera labor se asemeja a la de tejer, pues se ocupa de la urdimbre y trama de la sociedad con arreglo a un patrón ideal, y que el verdadero político es el que posee el arte de gobernar, con independencia de que sea rico o pobre, de que disponga del consentimiento de sus súbditos o del respaldo de las leyes: la instancia suprema es el saber.

TRANSCRIPT

  • BIBLIOTECA CLASICA GREDOS, 117

    TRADUCCIONES, INTRODUCCIONES Y NOTAS POR

    M.' ISABEL SANTA CRUZ, ALVARO VALLEJO CAMPOS, NSTOR LUIS CORDERO

    EDITORIAL GREDOS

  • BIBLIOTECA CLASICA GREDOS, 117

    TRADUCCIONES, INTRODUCCIONES Y NOTAS POR

    M.' ISABEL SANTA CRUZ, ALVARO VALLEJO CAMPOS, NSTOR LUIS CORDERO

    EDITORIAL GREDOS

  • Asesor para la secci6n griega: CARLOS GARC~A CUAL.

    Segun las normas de la B. C. C., las traducciones de este volumen han sido revisadas por CIWLOS G m c CUAL (Parmhides) y FERNANDO GAR- c ROMERO (Teeteto, Sofista, Poltico).

    O EDITORIAL CREDOS, S . A.

    Snchez Pacheco, 81, Madrid, 1992.

    Las traducciones. introducciones y notas han sido llevadas a cabo por M.' Isabel Santa Cruz (Partnnda y Poltico), A. Vallejo Campos (Teefe- to) y N . L. Cordero (Sofita).

    Dep6sito Legal: M. 40049-1992.

    ISBN 84-249-1487-2. Obra completa. ISBN 84-249-1279-9. Tomo V. Impreso en Espaiia. Printed in Spain. Grlflens Chdor, S. A., Shchez Pacheco. 81, Madrid, 1992. - 6554.

  • Pgs .

  • Asesor para la secci6n griega: CARLOS GARC~A CUAL.

    Segun las normas de la B. C. C., las traducciones de este volumen han sido revisadas por CIWLOS G m c CUAL (Parmhides) y FERNANDO GAR- c ROMERO (Teeteto, Sofista, Poltico).

    O EDITORIAL CREDOS, S . A.

    Snchez Pacheco, 81, Madrid, 1992.

    Las traducciones. introducciones y notas han sido llevadas a cabo por M.' Isabel Santa Cruz (Partnnda y Poltico), A. Vallejo Campos (Teefe- to) y N . L. Cordero (Sofita).

    Dep6sito Legal: M. 40049-1992.

    ISBN 84-249-1487-2. Obra completa. ISBN 84-249-1279-9. Tomo V. Impreso en Espaiia. Printed in Spain. Grlflens Chdor, S. A., Shchez Pacheco. 81, Madrid, 1992. - 6554.

  • 1. Ubicacidn del dilogo

    El Parmnides marca una ruptura y, a la vez, sirve de transicin entre los dilogos medios o de madurez y los tardos. Marca una ruptura, porque en l se formulan una serie de objeciones a las Formas y a su relacin con las cosas, tal como han sido presentadas en los dilogos de madurez, particularmente en el Feddn y en la Repblica. Sirve de transicin, porque en l se ofrecen los elementos para la solucin de las dificultades planteadas, y se abre as el camino para el Sofsta.

    El Parmnides es el primero de un conjunto de cuatro dilogos -Parmnides. Teeteto, So f ~ t a , Poltico- que es- tn ligados por varias referencias cruzadas y por un nuevo inters en la filosofa eleata. Fue escrito por la misma po- ca que el Teeteto -con el que tiene una afinidad estilstica muy grande-, alrededor del 369/368 a. C. Es muy posible que la composicin del ParmPnides haya precedido a la del Teeteto, y, por lo dems, Platn mismo sugiere que sean ledos en ese orden l .

    ' Para la ubicaci6n cronol6gica del diogo resulta muy convincente el art. de S. P m ~ o i o ~ o u , 'be relative ordcr of Plato's Parmenides and Thaaetetum, C h . Philol. 76 (1981). 1, p@. 37-39. cuyas s u g e r e n ~ &o.

  • 1. Ubicacidn del dilogo

    El Parmnides marca una ruptura y, a la vez, sirve de transicin entre los dilogos medios o de madurez y los tardos. Marca una ruptura, porque en l se formulan una serie de objeciones a las Formas y a su relacin con las cosas, tal como han sido presentadas en los dilogos de madurez, particularmente en el Feddn y en la Repblica. Sirve de transicin, porque en l se ofrecen los elementos para la solucin de las dificultades planteadas, y se abre as el camino para el Sofsta.

    El Parmnides es el primero de un conjunto de cuatro dilogos -Parmnides. Teeteto, So f ~ t a , Poltico- que es- tn ligados por varias referencias cruzadas y por un nuevo inters en la filosofa eleata. Fue escrito por la misma po- ca que el Teeteto -con el que tiene una afinidad estilstica muy grande-, alrededor del 369/368 a. C. Es muy posible que la composicin del ParmPnides haya precedido a la del Teeteto, y, por lo dems, Platn mismo sugiere que sean ledos en ese orden l .

    ' Para la ubicaci6n cronol6gica del diogo resulta muy convincente el art. de S. P m ~ o i o ~ o u , 'be relative ordcr of Plato's Parmenides and Thaaetetum, C h . Philol. 76 (1981). 1, p@. 37-39. cuyas s u g e r e n ~ &o.

  • Este dilogo es, sin duda, uno de los ms difciles. Aun- que los argumentos estn perfectamente concatenados y, con una atenta lectura, pueden seguirse sin mayores tro- piezos, la gran dificultad radica en determinar qu relacin guardan entre s las diferentes secciones y cul es el prop- sito de cada una de ellas y de la obra en su conjunto. La tercera parte, en especial, ha sido objeto de mltiples y dispares interpretaciones y ha representado por siglos, al decir de A. Capizzi, la bestia negra de todos los estu- diosos de Platn 2. El dilogo es serio y los problemas en l planteados son de importancia capital. Comprender su alcance, significado y propsito exige leerlo como una unidad, y todo intento de examinar una u otra seccin por separado o de analizar un argumento aislndolo del resto parece condenado al fracaso. Pero, aun ledo unitariamen- te, ha sido y sigue siendo fuente de controversia y ambi- gedad. Tal es su riqueza que, como lo dice con acierto E. Wyler, el Parmnides tiene la extraordinaria facultad de reflejar la mente de quien lo interpreta. Cuando no se le plantea al dilogo ninguna pregunta, no da ninguna res- puesta; si se le plantean preguntas estpidas, nos responde estpidamente; si se lo interroga analticamente, responde analticamente (Ryle); si se lo interroga neoplatnicamen-

    Cf. L'uno e i molti nel pensiero di Platonen, Giorn. Mer4f. XI (1956), 1, pg. %.

    ' Mucho se ha discutido a propsito del caraaer del PannPnida. Desde nuestro punto de vista, parece insostenible que el dialogo sea, como lo expresa A. TAWR (Plato. The Man and his Work. Londres, 1926 [reimpr., 19631, pag. 351), un elaborado jeu d'esprit. Una exposici6n y crtica de las mas importantes lineas interpretativas pueden hallarse en el articulo de W. R m c m . citado en la bibliografa, ((Plato's Parmenida, en R. E. ALLEN (ED.). Studies in Plato's Metaphysics, Londres. 1965, reimpr. 1968, pgs. 149-184.

    te, responde neoplatnicamente (Speiser); si se lo interroga hegelianamente, responde hegelianamente (Wahl), etc. 4 .

    El estilo narrativo empleado es complejo y peculiar. Co- mo en el Banquete, el narrador no ha estado presente en la conversacin original. Pero, a diferencia del Banquete, el narrador est alejado en tercer grado de la conversacin que narra, a la manera del pintor que copia una imagen de la verdadera realidad. En efecto, Cfalo cuenta el relato que le hizo Antifonte, quien, a su vez, lo oy de Pitodoro, que estuvo presente en la conversacin mantenida una vez por Scrates, Zenn y Parmenides. El estilo narrativo no es casual, y Platn logra el efecto que, sin duda, se propor ne: situar la conversacin en un pasado remoto y darnos la impresin del mucho tiempo transcurrido desde aquel entonces en que, en Atenas, para unas Grandes Panate- neas, un Scrates muy joven y aun inexperto se enfrent con el anciano Parmnides, venerable y temible, y con su secuaz, Zenn. La conversacin es del todo ficticia; pero tambin es una ficcin literaria el encuentro en Atenas: a 61 se alude en Teeteto 183e y es recordado en Sofsta 217c, en trminos que s61o pueden referirse al dilogo Par- mnides y no a un hecho histrico. Cuatro son los perso- najes principales: Scrates, Parmnides, Zenn, y un Aris- tteles, de quien se dice que form parte de los Treinta y que, en el momento de la conversacin, era an ms joven que Scrates; su funcin se limita a acompafiar, con sus lacnicas respuestas, las trabajosas demostraciones que hace Parmnides en la tercera seccin del dihlogo.

    ' Two Recent lnterpretations of Plato's Parmenidm, Inquiry VI (1%3), 210.

  • Este dilogo es, sin duda, uno de los ms difciles. Aun- que los argumentos estn perfectamente concatenados y, con una atenta lectura, pueden seguirse sin mayores tro- piezos, la gran dificultad radica en determinar qu relacin guardan entre s las diferentes secciones y cul es el prop- sito de cada una de ellas y de la obra en su conjunto. La tercera parte, en especial, ha sido objeto de mltiples y dispares interpretaciones y ha representado por siglos, al decir de A. Capizzi, la bestia negra de todos los estu- diosos de Platn 2. El dilogo es serio y los problemas en l planteados son de importancia capital. Comprender su alcance, significado y propsito exige leerlo como una unidad, y todo intento de examinar una u otra seccin por separado o de analizar un argumento aislndolo del resto parece condenado al fracaso. Pero, aun ledo unitariamen- te, ha sido y sigue siendo fuente de controversia y ambi- gedad. Tal es su riqueza que, como lo dice con acierto E. Wyler, el Parmnides tiene la extraordinaria facultad de reflejar la mente de quien lo interpreta. Cuando no se le plantea al dilogo ninguna pregunta, no da ninguna res- puesta; si se le plantean preguntas estpidas, nos responde estpidamente; si se lo interroga analticamente, responde analticamente (Ryle); si se lo interroga neoplatnicamen-

    Cf. L'uno e i molti nel pensiero di Platonen, Giorn. Mer4f. XI (1956), 1, pg. %.

    ' Mucho se ha discutido a propsito del caraaer del PannPnida. Desde nuestro punto de vista, parece insostenible que el dialogo sea, como lo expresa A. TAWR (Plato. The Man and his Work. Londres, 1926 [reimpr., 19631, pag. 351), un elaborado jeu d'esprit. Una exposici6n y crtica de las mas importantes lineas interpretativas pueden hallarse en el articulo de W. R m c m . citado en la bibliografa, ((Plato's Parmenida, en R. E. ALLEN (ED.). Studies in Plato's Metaphysics, Londres. 1965, reimpr. 1968, pgs. 149-184.

    te, responde neoplatnicamente (Speiser); si se lo interroga hegelianamente, responde hegelianamente (Wahl), etc. 4 .

    El estilo narrativo empleado es complejo y peculiar. Co- mo en el Banquete, el narrador no ha estado presente en la conversacin original. Pero, a diferencia del Banquete, el narrador est alejado en tercer grado de la conversacin que narra, a la manera del pintor que copia una imagen de la verdadera realidad. En efecto, Cfalo cuenta el relato que le hizo Antifonte, quien, a su vez, lo oy de Pitodoro, que estuvo presente en la conversacin mantenida una vez por Scrates, Zenn y Parmenides. El estilo narrativo no es casual, y Platn logra el efecto que, sin duda, se propor ne: situar la conversacin en un pasado remoto y darnos la impresin del mucho tiempo transcurrido desde aquel entonces en que, en Atenas, para unas Grandes Panate- neas, un Scrates muy joven y aun inexperto se enfrent con el anciano Parmnides, venerable y temible, y con su secuaz, Zenn. La conversacin es del todo ficticia; pero tambin es una ficcin literaria el encuentro en Atenas: a 61 se alude en Teeteto 183e y es recordado en Sofsta 217c, en trminos que s61o pueden referirse al dilogo Par- mnides y no a un hecho histrico. Cuatro son los perso- najes principales: Scrates, Parmnides, Zenn, y un Aris- tteles, de quien se dice que form parte de los Treinta y que, en el momento de la conversacin, era an ms joven que Scrates; su funcin se limita a acompafiar, con sus lacnicas respuestas, las trabajosas demostraciones que hace Parmnides en la tercera seccin del dihlogo.

    ' Two Recent lnterpretations of Plato's Parmenidm, Inquiry VI (1%3), 210.

  • 2. Estructura y contenido del dilogo

    La estructura del dilogo es clara: un prlogo y tres partes netamente reconocibles y de extensin desigual. El hilo conductor que recorre todo el dilogo y permite co- nectar entre ellas las distintas secciones es, a nuestro jui- cio, el problema de la unidad y la multiplicidad.

    PR~LOGO (1 26a- 127d) CCfalo narra su encuentro con Antifonte y relata lo que ste

    oy contar a Pitodoro. Circunstancias del encuentro de Scrates con Zenn y Parmnides.

    P~lraa~iu PARTE (127d-13k) Scrates y Zenn. Dificultades de la multiplicidad.

    1) La paradoja de Zenn sobre la multiplicidad (127d-128e). 2) La solucibn de Srates a la paradoja de Zenn (128e-13%).

    SEGUNDA PARTE (1 30a- 135d) ParmCnides y Scrates. Dificultades de la multiplicidad y la

    unidad involucradas en: 1) La extensin del mbito de las Formas (130a-131a). 2) La relacin entre las Formas y los particulares:

    a) Participacin de los particulares en la Forma y pre- sencia de la Forma en los particulares (13 la-132a).

    b) La Forma como unidad sobre la multiplicidad de par- ticulares. El tercer hombre (132a-132b).

    c) La Forma como unidad conceptual de los particula- res (132b-132d).

    d) La Forma como paradigma y los particulares como semejanzas. El segundo tercer hombre)) (132d-133a).

    3) La no relacin entre las Formas y los particulares. Incog- noscibildad de las Formas (133a-135a).

    4) Conclusi6n: a) Necesidad de las Formas (135a-135c). b) Necesidad del entrenamiento dialkctico (135c-d).

    TERCERA PARTE (1 35d- 166~) Parmtnides y Aristteles. Dificultades de la unidad.

    1) Caracterizacin del mttodo dialtctico (135d-137b). 2) Desarrollo de las dos hiptesis sobre la unidad (137b-166c):

    1. Hipdtesis positiva: si lo uno es (137c-160b) A) Consecuencias para lo uno:

    1. si lo uno es (137c-142b) 2. si lo uno es (142b-157b).

    B) Consecuencias para los otros: 3. si lo uno es (157b-159b) 4. si lo uno es (159b-160b).

    11. Hipdtesis negativa: si lo uno no es (160b-166c) C) Consecuencias para lo uno:

    5. si lo uno no es (160b-163b) 6. si lo uno no es (163b-164b).

    D) Consecuencias para los otros: 7. si lo uno no es (164b-165e) 8 . si lo uno no es (165e-166c).

    111. Conclusin general de las dos hiptesis (166~).

    3. La pomdojo .de Zendn (127d-130a)

    El enunciado de la paradoja tiene una estructura vlida y su forma lgica es la del modus tollens: si hay multiplici- dad, las mismas cosas deben ser semejantes y desemejan- tes; es imposible que las semejantes sean desemejantes y que las desemejantes sea semejantes; en consecuencia, no hay multiplicidad.

    Zenn procede dialcticamente no slo para destruir la posicin, generalmente admitida, de que hay multiplicidad, sino tambin para probar que hay unidad. As entiende Scrates el propsito de Zenn, y as lo declara el propio Zenn: sus argumentos constituyen una defensa de la afir- macin parmendea, ridiculizada por quienes sostienen la

  • 2. Estructura y contenido del dilogo

    La estructura del dilogo es clara: un prlogo y tres partes netamente reconocibles y de extensin desigual. El hilo conductor que recorre todo el dilogo y permite co- nectar entre ellas las distintas secciones es, a nuestro jui- cio, el problema de la unidad y la multiplicidad.

    PR~LOGO (1 26a- 127d) CCfalo narra su encuentro con Antifonte y relata lo que ste

    oy contar a Pitodoro. Circunstancias del encuentro de Scrates con Zenn y Parmnides.

    P~lraa~iu PARTE (127d-13k) Scrates y Zenn. Dificultades de la multiplicidad.

    1) La paradoja de Zenn sobre la multiplicidad (127d-128e). 2) La solucibn de Srates a la paradoja de Zenn (128e-13%).

    SEGUNDA PARTE (1 30a- 135d) ParmCnides y Scrates. Dificultades de la multiplicidad y la

    unidad involucradas en: 1) La extensin del mbito de las Formas (130a-131a). 2) La relacin entre las Formas y los particulares:

    a) Participacin de los particulares en la Forma y pre- sencia de la Forma en los particulares (13 la-132a).

    b) La Forma como unidad sobre la multiplicidad de par- ticulares. El tercer hombre (132a-132b).

    c) La Forma como unidad conceptual de los particula- res (132b-132d).

    d) La Forma como paradigma y los particulares como semejanzas. El segundo tercer hombre)) (132d-133a).

    3) La no relacin entre las Formas y los particulares. Incog- noscibildad de las Formas (133a-135a).

    4) Conclusi6n: a) Necesidad de las Formas (135a-135c). b) Necesidad del entrenamiento dialkctico (135c-d).

    TERCERA PARTE (1 35d- 166~) Parmtnides y Aristteles. Dificultades de la unidad.

    1) Caracterizacin del mttodo dialtctico (135d-137b). 2) Desarrollo de las dos hiptesis sobre la unidad (137b-166c):

    1. Hipdtesis positiva: si lo uno es (137c-160b) A) Consecuencias para lo uno:

    1. si lo uno es (137c-142b) 2. si lo uno es (142b-157b).

    B) Consecuencias para los otros: 3. si lo uno es (157b-159b) 4. si lo uno es (159b-160b).

    11. Hipdtesis negativa: si lo uno no es (160b-166c) C) Consecuencias para lo uno:

    5. si lo uno no es (160b-163b) 6. si lo uno no es (163b-164b).

    D) Consecuencias para los otros: 7. si lo uno no es (164b-165e) 8 . si lo uno no es (165e-166c).

    111. Conclusin general de las dos hiptesis (166~).

    3. La pomdojo .de Zendn (127d-130a)

    El enunciado de la paradoja tiene una estructura vlida y su forma lgica es la del modus tollens: si hay multiplici- dad, las mismas cosas deben ser semejantes y desemejan- tes; es imposible que las semejantes sean desemejantes y que las desemejantes sea semejantes; en consecuencia, no hay multiplicidad.

    Zenn procede dialcticamente no slo para destruir la posicin, generalmente admitida, de que hay multiplicidad, sino tambin para probar que hay unidad. As entiende Scrates el propsito de Zenn, y as lo declara el propio Zenn: sus argumentos constituyen una defensa de la afir- macin parmendea, ridiculizada por quienes sostienen la

  • multiplicidad. La paradoja, que parece dirigida contra to- do tipo de multiplicidad, es elptica, y no se dice por qu, si hay multiplicidad, las mismas cosas deben ser semejan- tes y desemejantes, ni se aclara tampoco por que ello es imposible. En este argumento hay supuestos no explicita- dos, que pueden descubrirse a partir de la solucin que da Scrates a la paradoja. Si hay mltiples cosas, dado que son mitiples, debe haber entre elias diferenciacin, y, en tal sentido, son desemejantes. Pero, en la medida en que todas ellas son desemejantes, poseen todas una mis- ma afeccin -la de ser desemejantes- y, por ello mismo, son semejantes. Pero, por qu esto es imposible? Slo puede comprenderse la imposibilidad de la coexistencia de semejanza y desemejanza si se advierte el supuesto que aqu est en juego: la indistincin entre cosa y propiedad, entre sujeto y predicado.

    La solucin que ofrece Scrates apunta a destruir ese supuesto. No hay inconveniente alguno para que una cosa posea simultneamente propiedades contrarias, como la se- mejanza y la desemejanza, si distinguimos las cosas, las Formas y las propiedades que esas cosas poseen por parti- cipar de las Formas. Al trazar esta distincin, no resulta absurdo que una misma cosa pueda recibir propiedades contrarias, por participar de Formas contrarias. Unidad y multiplicidad no se excluyen mutuamente: yo soy simult- neamente uno y mltiple, y eso nada tiene de extraiio. S- crates subraya, s, lo prodigioso que sera que pudiera mostrarse que las Formas en s mismas admitieran mez- clarse y discernirse. Prodigioso, pero no imposible ni absurdo. La tercera parte del dilogo retorna esa dificultad.

    4. Las objeciones a las Formas (130a-135d) Parmenides formula una serie de objeciones, todas las

    cuales quedan sin respuesta. Todas ellas estn perfectamente encadenadas, y se hace preciso, en consecuencia, tratarlas unitariamente. La primera apunta a la extensin del mbi- to de las Formas. Las cuatro siguientes dan por supuesto que hay una relacin entre Formas y particulares, entre unidad y multiplicidad, y seiialan las dificultades que sur- gen cuando se trata de explicar en qu consiste tal rela- cin. La ltima, en cambio, da por supuesto que no hay relacin entre Formas y particulares, y exhibe las graves consecuencias que de ello se siguen.

    a) De qu hay Formas? Scrates admite que hay For- mas de semejanza, unidad, multiplicidad, etc. -es decir, Formas de mxima aplicabilidad-, as como de virtudes y valores, como bello, justo, etc. Tiene reparos en admi- tir que haya Formas de sustancias naturales, como hom- bre, fuego o agua, y niega directamente Formas de cosas insignificantes o indignas, como lodo o basura. La cues- tin queda sin resolver, a la espera de que Scrates gane en edad y experiencia. Y queda sin resolver, porque se est partiendo de una concepcin de las Formas -la que apa- rece en los dilogos medios- como universales y, a la vez, como paradigmas. Si las Formas son universales, la exten- sin del mundo eidtico ha de ser prcticamente irrestricta, puesto que deber haber Formas de todas aquellas cosas que puedan constituir una clase y recibir una misma deno- minacin por poseer las mismas propiedades. Si las For- mas son paradigmas, modelos perfectos, resulta difcil, si no imposible, sostener que haya Formas de cosas que son esencialmente corruptibles, que no poseen contrario, o que son esencialmente imperfectas o inacabadas. Ms all de

  • multiplicidad. La paradoja, que parece dirigida contra to- do tipo de multiplicidad, es elptica, y no se dice por qu, si hay multiplicidad, las mismas cosas deben ser semejan- tes y desemejantes, ni se aclara tampoco por que ello es imposible. En este argumento hay supuestos no explicita- dos, que pueden descubrirse a partir de la solucin que da Scrates a la paradoja. Si hay mltiples cosas, dado que son mitiples, debe haber entre elias diferenciacin, y, en tal sentido, son desemejantes. Pero, en la medida en que todas ellas son desemejantes, poseen todas una mis- ma afeccin -la de ser desemejantes- y, por ello mismo, son semejantes. Pero, por qu esto es imposible? Slo puede comprenderse la imposibilidad de la coexistencia de semejanza y desemejanza si se advierte el supuesto que aqu est en juego: la indistincin entre cosa y propiedad, entre sujeto y predicado.

    La solucin que ofrece Scrates apunta a destruir ese supuesto. No hay inconveniente alguno para que una cosa posea simultneamente propiedades contrarias, como la se- mejanza y la desemejanza, si distinguimos las cosas, las Formas y las propiedades que esas cosas poseen por parti- cipar de las Formas. Al trazar esta distincin, no resulta absurdo que una misma cosa pueda recibir propiedades contrarias, por participar de Formas contrarias. Unidad y multiplicidad no se excluyen mutuamente: yo soy simult- neamente uno y mltiple, y eso nada tiene de extraiio. S- crates subraya, s, lo prodigioso que sera que pudiera mostrarse que las Formas en s mismas admitieran mez- clarse y discernirse. Prodigioso, pero no imposible ni absurdo. La tercera parte del dilogo retorna esa dificultad.

    4. Las objeciones a las Formas (130a-135d) Parmenides formula una serie de objeciones, todas las

    cuales quedan sin respuesta. Todas ellas estn perfectamente encadenadas, y se hace preciso, en consecuencia, tratarlas unitariamente. La primera apunta a la extensin del mbi- to de las Formas. Las cuatro siguientes dan por supuesto que hay una relacin entre Formas y particulares, entre unidad y multiplicidad, y seiialan las dificultades que sur- gen cuando se trata de explicar en qu consiste tal rela- cin. La ltima, en cambio, da por supuesto que no hay relacin entre Formas y particulares, y exhibe las graves consecuencias que de ello se siguen.

    a) De qu hay Formas? Scrates admite que hay For- mas de semejanza, unidad, multiplicidad, etc. -es decir, Formas de mxima aplicabilidad-, as como de virtudes y valores, como bello, justo, etc. Tiene reparos en admi- tir que haya Formas de sustancias naturales, como hom- bre, fuego o agua, y niega directamente Formas de cosas insignificantes o indignas, como lodo o basura. La cues- tin queda sin resolver, a la espera de que Scrates gane en edad y experiencia. Y queda sin resolver, porque se est partiendo de una concepcin de las Formas -la que apa- rece en los dilogos medios- como universales y, a la vez, como paradigmas. Si las Formas son universales, la exten- sin del mundo eidtico ha de ser prcticamente irrestricta, puesto que deber haber Formas de todas aquellas cosas que puedan constituir una clase y recibir una misma deno- minacin por poseer las mismas propiedades. Si las For- mas son paradigmas, modelos perfectos, resulta difcil, si no imposible, sostener que haya Formas de cosas que son esencialmente corruptibles, que no poseen contrario, o que son esencialmente imperfectas o inacabadas. Ms all de

  • esto, el problema de determinar la extensin del mbito de las Formas est estrechamente unido al problema de determinar cul es la naturaleza de las Formas y cul su modo de relacin con las cosas y con las propiedades que las cosas poseen. La solucin a la primera dificultad plan- teada por Parmnides no puede hallarse mientras no se halle solucin a las restantes objeciones.

    b) Hay una relacin entre cosas y Formas que consis- te en que las cosas toman parte de las Formas y reciben de ellas los nombres y las propiedades que tienen. La par- ticipacin enfrenta a un dilema: cada cosa debe participar de la Forma en su totalidad o de una parte de la Forma, es decir, la Forma estar toda entera en cada cosa o bien parte a parte. La Forma es una; si est presente toda ente- ra en una multitud de cosas mutuamente separadas, estar separada de s misma y no ser una sino una multiplicidad; si, en cambio, una parte de la Forma est en una cosa y otra parte en otra, la Forma se fragmentar y ya no ser una. La nocin de participacin, tomada literalmente, en un sentido fsico y casi material, lleva, pues, a la multi- plicacin o a la fragmentacin de la Forma, que de una se vuelve mltiple. El dilema queda abierto. Ser preciso hallar otro modo de explicar la relacin entre la Forma y los particulares, que no sea la de participacin.

    c) Puesto que la participacin no ofrece la solucin al problema de la relacin entre particulares y Forma, Par- menides sugiere -y Scrates lo acepta- que, en lugar de afirmar que la Forma es una unidad presente en la multi- plicidad de particulares, puede admitirse que la Forma es una unidad sobre la multiplicidad de particulares. Al ver una multitud de cosas que poseen una misma caractersti- ca, que son, por ejemplo, grandes, advertimos que esa ca- racterstica les es comn, y eso nos lleva a afirmar la uni-

    dad de esa caracterstica y sostener que es una Forma. Tenemos, entonces, la multitud de cosas grandes y, junto a ellas, la Forma de lo grande, que es una y diferente de las mltiples cosas grandes. Las mltiples cosas son gran- des y la Forma es tambin grande. Si tomamos ahora las mltiples cosas grandes y lo Grande como un conjunto ho- mogneo de grandes, ser preciso hallar un nuevo ((gran- de, un tercer grande que d razn de la comunidad entre los mltiples grandes y lo Grande. El argumento lle- va a un regreso al infinito, porque, del mismo modo, se har preciso un cuarto grande para dar razn de la co- munidad existente entre las mltiples cosas grandes, lo Grande y el tercer Grande, todos los cuales son grandes. Cada Forma no ser ya una unidad, sino una pluralidad ilimitada. Esta objecin es la conocida como ((argumento del tercer hombre)), porque los acadmicos y Aristteles lo usaban recurriendo al ejemplo de ((hombre)), y sobre l se han escrito infinidad de pginas. Lo que este argu- mento est destinado a probar es que no puede explicarse la relacin entre Formas y particulares como relaci6n de unidad sobre la multiplicidad.

    d) Para evitar el ((tercer hombre)), Scrates propone considerar a la Forma como un pensamiento que slo se da en el alma y que, como tal, es de diferente naturaleza que los mltiples particulares que unifica. Parmnides arre- mete con una nueva objeci6n: cada pensamiento es uno y, en consecuencia, no puede ser pensamiento de nada, de algo no-uno, sino que debe ser pensamiento de algo, y de algo que es. Pero ese algo que es es algo uno, algo. que el pensamiento piensa presente en todas las cosas co- mo una unidad que es la misma en todas ellas; y eso es la Forma. La consecuencia es absurda: si las cosas partici- pan de las Formas, o bien toda cosa est constituida de

  • esto, el problema de determinar la extensin del mbito de las Formas est estrechamente unido al problema de determinar cul es la naturaleza de las Formas y cul su modo de relacin con las cosas y con las propiedades que las cosas poseen. La solucin a la primera dificultad plan- teada por Parmnides no puede hallarse mientras no se halle solucin a las restantes objeciones.

    b) Hay una relacin entre cosas y Formas que consis- te en que las cosas toman parte de las Formas y reciben de ellas los nombres y las propiedades que tienen. La par- ticipacin enfrenta a un dilema: cada cosa debe participar de la Forma en su totalidad o de una parte de la Forma, es decir, la Forma estar toda entera en cada cosa o bien parte a parte. La Forma es una; si est presente toda ente- ra en una multitud de cosas mutuamente separadas, estar separada de s misma y no ser una sino una multiplicidad; si, en cambio, una parte de la Forma est en una cosa y otra parte en otra, la Forma se fragmentar y ya no ser una. La nocin de participacin, tomada literalmente, en un sentido fsico y casi material, lleva, pues, a la multi- plicacin o a la fragmentacin de la Forma, que de una se vuelve mltiple. El dilema queda abierto. Ser preciso hallar otro modo de explicar la relacin entre la Forma y los particulares, que no sea la de participacin.

    c) Puesto que la participacin no ofrece la solucin al problema de la relacin entre particulares y Forma, Par- menides sugiere -y Scrates lo acepta- que, en lugar de afirmar que la Forma es una unidad presente en la multi- plicidad de particulares, puede admitirse que la Forma es una unidad sobre la multiplicidad de particulares. Al ver una multitud de cosas que poseen una misma caractersti- ca, que son, por ejemplo, grandes, advertimos que esa ca- racterstica les es comn, y eso nos lleva a afirmar la uni-

    dad de esa caracterstica y sostener que es una Forma. Tenemos, entonces, la multitud de cosas grandes y, junto a ellas, la Forma de lo grande, que es una y diferente de las mltiples cosas grandes. Las mltiples cosas son gran- des y la Forma es tambin grande. Si tomamos ahora las mltiples cosas grandes y lo Grande como un conjunto ho- mogneo de grandes, ser preciso hallar un nuevo ((gran- de, un tercer grande que d razn de la comunidad entre los mltiples grandes y lo Grande. El argumento lle- va a un regreso al infinito, porque, del mismo modo, se har preciso un cuarto grande para dar razn de la co- munidad existente entre las mltiples cosas grandes, lo Grande y el tercer Grande, todos los cuales son grandes. Cada Forma no ser ya una unidad, sino una pluralidad ilimitada. Esta objecin es la conocida como ((argumento del tercer hombre)), porque los acadmicos y Aristteles lo usaban recurriendo al ejemplo de ((hombre)), y sobre l se han escrito infinidad de pginas. Lo que este argu- mento est destinado a probar es que no puede explicarse la relacin entre Formas y particulares como relaci6n de unidad sobre la multiplicidad.

    d) Para evitar el ((tercer hombre)), Scrates propone considerar a la Forma como un pensamiento que slo se da en el alma y que, como tal, es de diferente naturaleza que los mltiples particulares que unifica. Parmnides arre- mete con una nueva objeci6n: cada pensamiento es uno y, en consecuencia, no puede ser pensamiento de nada, de algo no-uno, sino que debe ser pensamiento de algo, y de algo que es. Pero ese algo que es es algo uno, algo. que el pensamiento piensa presente en todas las cosas co- mo una unidad que es la misma en todas ellas; y eso es la Forma. La consecuencia es absurda: si las cosas partici- pan de las Formas, o bien toda cosa est constituida de

  • pensamientos y toda cosa piensa o bien, siendo todas pen- samientos, carecen del pensar. La objecin se ha hecho posible porque Parmnides ha operado un deslizamiento en el significado de pensamiento. Scrates sugiri que la Forma era un pensamiento seguramente en el sentido de lo pensado; Parmnides, en cambio, toma ((pensamien- ton en sentido activo, como acto de pensar, y, por ello, puede exigir un objeto de ese pensar, exterior al pensa- miento mismo. Nuevamente, Scrates no puede responder.

    e) Frente al nuevo fracaso, se ofrece un nuevo modo de explicar la relacin entre cosas y Formas, y una nueva objecin. Puede sostenerse que las Formas son paradig- mas, y las cosas, sus semejanzas o sus copias. La objecin asume la forma de un nuevo ((tercer hombre: si la cosa se asemeja a la Forma, sta debe asemejarse a la cosa, porque lo semejante es semejante a un semejante. Pero, si dos cosas son semejantes, es preciso que posean una ca- racterstica comn en virtud de la cual son semejantes, y esa caracterstica es la Forma misma. Se inicia as, como en el caso de la unidad sobre la multiplicidad, un regreso al infinito. La objecin se hace posible, porque se toma a la Forma como ejemplar perfecto y se hace de la seme- janza entre Forma y cosa una relacin recproca. Por la va del paradigma y la copia tampoco se ha logrado expli- car en qu consiste la relacin entre los particulares y la Forma.

    f) Ninguna de las soluciones propuestas para explicar la relacin que liga Formas y cosas ha salido airosa. La dificultad de hallar cul pueda ser el modo de relacin puede llevar a negar que tal relacin exista, y a sostener que For- mas y cosas constituyen dos mbitos separados por com- pleto, sin conexin de ningn tipo. Supongamos, en efec- to, que las Formas slo guardan relaciones mutuas y que

    las cosas tambin guardan slo relaciones entre s. El Se- Aor en si ser lo que es slo en relacin con el Siervo en s, mientras que el seor humano ser lo que es slo en relacin con el siervo humano. Si trasladamos la cuestin al caso de la Ciencia, habr que decir que la Ciencia en s lo es slo de la Verdad en si, mientras que nuestra cien- cia lo es s610 de nuestra verdad. Las Formas resultarn incognoscibles. sta es una consecuencia terrible; y ms terrible an es que, si suponemos que los dioses pueden participar de la Ciencia en s, pero nada tienen que ver con nosotros, ellos no podrn conocernos ni sern nues- tros amos. As pues, si, en razn de las dificultades que comporta explicar la relacin entre Formas y particulares, negamos que tal relacin exista, las consecuencias a las que llegaremos sern an ms terribles y absurdas.

    Qu hacer, entonces? Afirmando una relacin entre la unidad de la Forma y la multiplicidad de los particulares y negando esa relacin, en ambos casos, chocamos con serias dificultades. Pero eso no puede llevarnos a abando- nar las Formas, porque sin ellas, sean lo difciles de expli- car que sean, se nos vuelve imposible el conocimiento y el discurso. El problema reside, segn Parmnides, en que el joven Scrates ha pretendido caracterizar las Formas co- mo unidades, sin el debido entrenamiento dialctico. Le ser preciso ejercitarse tenazmente y, seguramente. podr dar solucin a las dificultades.

    5. Las hiptesis sobre la unidad (135d-166~)

    Hay que explicar en qu consiste la gimnasia a reali- zar. El procedimiento es similar al empleado por Zendn, con la salvedad de que habr que aplicarlo al plano de

  • pensamientos y toda cosa piensa o bien, siendo todas pen- samientos, carecen del pensar. La objecin se ha hecho posible porque Parmnides ha operado un deslizamiento en el significado de pensamiento. Scrates sugiri que la Forma era un pensamiento seguramente en el sentido de lo pensado; Parmnides, en cambio, toma ((pensamien- ton en sentido activo, como acto de pensar, y, por ello, puede exigir un objeto de ese pensar, exterior al pensa- miento mismo. Nuevamente, Scrates no puede responder.

    e) Frente al nuevo fracaso, se ofrece un nuevo modo de explicar la relacin entre cosas y Formas, y una nueva objecin. Puede sostenerse que las Formas son paradig- mas, y las cosas, sus semejanzas o sus copias. La objecin asume la forma de un nuevo ((tercer hombre: si la cosa se asemeja a la Forma, sta debe asemejarse a la cosa, porque lo semejante es semejante a un semejante. Pero, si dos cosas son semejantes, es preciso que posean una ca- racterstica comn en virtud de la cual son semejantes, y esa caracterstica es la Forma misma. Se inicia as, como en el caso de la unidad sobre la multiplicidad, un regreso al infinito. La objecin se hace posible, porque se toma a la Forma como ejemplar perfecto y se hace de la seme- janza entre Forma y cosa una relacin recproca. Por la va del paradigma y la copia tampoco se ha logrado expli- car en qu consiste la relacin entre los particulares y la Forma.

    f) Ninguna de las soluciones propuestas para explicar la relacin que liga Formas y cosas ha salido airosa. La dificultad de hallar cul pueda ser el modo de relacin puede llevar a negar que tal relacin exista, y a sostener que For- mas y cosas constituyen dos mbitos separados por com- pleto, sin conexin de ningn tipo. Supongamos, en efec- to, que las Formas slo guardan relaciones mutuas y que

    las cosas tambin guardan slo relaciones entre s. El Se- Aor en si ser lo que es slo en relacin con el Siervo en s, mientras que el seor humano ser lo que es slo en relacin con el siervo humano. Si trasladamos la cuestin al caso de la Ciencia, habr que decir que la Ciencia en s lo es slo de la Verdad en si, mientras que nuestra cien- cia lo es s610 de nuestra verdad. Las Formas resultarn incognoscibles. sta es una consecuencia terrible; y ms terrible an es que, si suponemos que los dioses pueden participar de la Ciencia en s, pero nada tienen que ver con nosotros, ellos no podrn conocernos ni sern nues- tros amos. As pues, si, en razn de las dificultades que comporta explicar la relacin entre Formas y particulares, negamos que tal relacin exista, las consecuencias a las que llegaremos sern an ms terribles y absurdas.

    Qu hacer, entonces? Afirmando una relacin entre la unidad de la Forma y la multiplicidad de los particulares y negando esa relacin, en ambos casos, chocamos con serias dificultades. Pero eso no puede llevarnos a abando- nar las Formas, porque sin ellas, sean lo difciles de expli- car que sean, se nos vuelve imposible el conocimiento y el discurso. El problema reside, segn Parmnides, en que el joven Scrates ha pretendido caracterizar las Formas co- mo unidades, sin el debido entrenamiento dialctico. Le ser preciso ejercitarse tenazmente y, seguramente. podr dar solucin a las dificultades.

    5. Las hiptesis sobre la unidad (135d-166~)

    Hay que explicar en qu consiste la gimnasia a reali- zar. El procedimiento es similar al empleado por Zendn, con la salvedad de que habr que aplicarlo al plano de

  • los inteligibles. Se trata de un procedimiento por hiptesis: se parte de la suposicin de que una cosa es -ya se trate de la unidad, la multiplicidad o la semejanza- y se sacan las consecuencias que de ello se derivan, tanto para la cosa misma como para las cosas otras que ella. Pero con esto no basta. Es preciso, adems, suponer que esa misma cosa no es y sacar las consecuencias que de ello se derivan, tan- to para la cosa misma como para las cosas distintas de elia.

    La extensa tercera parte del dilogo es una exhibicin de este procedimiento hipottico que lleva a cabo prolija- mente Parmhides, quien prefiere partir de su propia hip- tesis: si lo uno es, y sacar las consecuencias que de ello se derivan, tanto para lo uno como para los otros que lo uno. Luego, para completar el ejercicio, tendr que tomar la hiptesis negativa correspondiente a la que primero tra- baj: si lo uno no es, y sacar tarnbikn las consecuencias que de ello se derivan, tanto para lo uno como para los otros que lo uno. Parmnides postula, pues, dos hiptesis: una positiva -si lo uno es- y una negativa -si lo uno no es*, y, a partir de cada una de ellas, desarrolla cuatro argumentos, cuyo paralelismo no es exacto. En to- tal, en la ltima seccin del dilogo, hallamos ocho argu- mentos 5. Los cuatro primeros parten de la afirmacin de lo uno, y dos de ellos sacan las consecuencias para lo uno, mientras que los dos restantes sacan las consecuencias para los otros que lo uno. Los cuatro ltimos parten de la nega- cin de lo uno, y dos de ellos sacan las consecuencias para lo uno, mientras que los dos ltimos sacan las consecuen- cias para los otros que lo uno.

    Los argumentos son nueve, si se considera la seccin comprendida entre l5Se y 157b como un argumento independiente, y no, tal como nosotros creemos, como un aptndice que completa el segundo argumen- to. Cf. n. 143.

    Tanto la hiptesis positiva como la hiptesis negativa son ambiguas: el es y el no es pueden tomarse en sen- tido existencia1 o en sentido predicativo. La hiptesis de si lo uno es puede significar o bien que hay uno o bien que lo uno es; la de si lo uno no es puede significar o bien que no hay uno, o bien que lo uno no es. Los argu- mentos primero y cuarto correspondientes a la hiptesis positiva parten de la afirmacin de lo uno en un sentido absoluto, de un uno en el que no se distinguen sujeto y predicado, y llegan a concluir que nada absolutamente puede predicarse de lo uno ni de los otros que lo uno, es decir, de los mltiples. El segundo y el tercero, en cambio, par- ten de la afirmacin de un uno del que se predica que es, y concluyen que tanto lo uno como los mltiples son pasibles de recibir todos los predicados opuestos. Un es- quema anlogo se repite en el grupo de los cuatro argu- mentos correspondientes a la hipbtais negativa: dos de ellos, el quinto y el sptimo, parten de la negacin relativa de lo uno, es decir, de lo uno del cual se predica que no es, y concluyen que tanto lo uno como los mltiples reciben todos los predicados opuestos. El sexto y el octavo, en cam- bio, parten de la negacin pura y simple de lo uno, lo uno que no es de ningun modo (aquel del que Parmnides, segn Platn, hablaba), y concluyen en la imposibilidad absoluta de toda predicacin, sea para lo uno, sea para los mltiples. Por el camino eleata -que no distingue su- jeto de predicado, cosa de propiedad- toda predicacin -y toda participacin- se hace imposible. Pero tambitn los otros argumentos, los que parten de un uno del que se predica que es o que no es, llevan a consecuencias apo- rticas, porque hacen posible una predicaci6n -y una participacin- totalmente indiscriminada. Cul ha sido, pues, el sentido de esta gimnasia dialctica a la que Scra-

  • los inteligibles. Se trata de un procedimiento por hiptesis: se parte de la suposicin de que una cosa es -ya se trate de la unidad, la multiplicidad o la semejanza- y se sacan las consecuencias que de ello se derivan, tanto para la cosa misma como para las cosas otras que ella. Pero con esto no basta. Es preciso, adems, suponer que esa misma cosa no es y sacar las consecuencias que de ello se derivan, tan- to para la cosa misma como para las cosas distintas de elia.

    La extensa tercera parte del dilogo es una exhibicin de este procedimiento hipottico que lleva a cabo prolija- mente Parmhides, quien prefiere partir de su propia hip- tesis: si lo uno es, y sacar las consecuencias que de ello se derivan, tanto para lo uno como para los otros que lo uno. Luego, para completar el ejercicio, tendr que tomar la hiptesis negativa correspondiente a la que primero tra- baj: si lo uno no es, y sacar tarnbikn las consecuencias que de ello se derivan, tanto para lo uno como para los otros que lo uno. Parmnides postula, pues, dos hiptesis: una positiva -si lo uno es- y una negativa -si lo uno no es*, y, a partir de cada una de ellas, desarrolla cuatro argumentos, cuyo paralelismo no es exacto. En to- tal, en la ltima seccin del dilogo, hallamos ocho argu- mentos 5. Los cuatro primeros parten de la afirmacin de lo uno, y dos de ellos sacan las consecuencias para lo uno, mientras que los dos restantes sacan las consecuencias para los otros que lo uno. Los cuatro ltimos parten de la nega- cin de lo uno, y dos de ellos sacan las consecuencias para lo uno, mientras que los dos ltimos sacan las consecuen- cias para los otros que lo uno.

    Los argumentos son nueve, si se considera la seccin comprendida entre l5Se y 157b como un argumento independiente, y no, tal como nosotros creemos, como un aptndice que completa el segundo argumen- to. Cf. n. 143.

    Tanto la hiptesis positiva como la hiptesis negativa son ambiguas: el es y el no es pueden tomarse en sen- tido existencia1 o en sentido predicativo. La hiptesis de si lo uno es puede significar o bien que hay uno o bien que lo uno es; la de si lo uno no es puede significar o bien que no hay uno, o bien que lo uno no es. Los argu- mentos primero y cuarto correspondientes a la hiptesis positiva parten de la afirmacin de lo uno en un sentido absoluto, de un uno en el que no se distinguen sujeto y predicado, y llegan a concluir que nada absolutamente puede predicarse de lo uno ni de los otros que lo uno, es decir, de los mltiples. El segundo y el tercero, en cambio, par- ten de la afirmacin de un uno del que se predica que es, y concluyen que tanto lo uno como los mltiples son pasibles de recibir todos los predicados opuestos. Un es- quema anlogo se repite en el grupo de los cuatro argu- mentos correspondientes a la hipbtais negativa: dos de ellos, el quinto y el sptimo, parten de la negacin relativa de lo uno, es decir, de lo uno del cual se predica que no es, y concluyen que tanto lo uno como los mltiples reciben todos los predicados opuestos. El sexto y el octavo, en cam- bio, parten de la negacin pura y simple de lo uno, lo uno que no es de ningun modo (aquel del que Parmnides, segn Platn, hablaba), y concluyen en la imposibilidad absoluta de toda predicacin, sea para lo uno, sea para los mltiples. Por el camino eleata -que no distingue su- jeto de predicado, cosa de propiedad- toda predicacin -y toda participacin- se hace imposible. Pero tambitn los otros argumentos, los que parten de un uno del que se predica que es o que no es, llevan a consecuencias apo- rticas, porque hacen posible una predicaci6n -y una participacin- totalmente indiscriminada. Cul ha sido, pues, el sentido de esta gimnasia dialctica a la que Scra-

  • tes debera someterse para poder resolver las dificultades que presentan las Formas?

    6 . El propdsito del dilogo

    El dilogo, segn dijimos, debe leerse como una uni- dad, y su hilo conductor es el problema de lo uno y de lo mdrltiple. Desde un punto de vista eleata, la multiplici- dad, como quiere mostrar Zenn, es imposible. Unidad y multiplicidad se excluyen recprocamente. La imposibili- dad de la explicacin de la multiplicidad desaparece con la introducci6n de la Forma como unidad que da razn de cada conjunto de mltiples. Pero es preciso ahora expli- car quC relacin debe darse entre la unidad de la Forma y la multiplicidad de los particulares.

    Las objeciones de Parmtnides apuntan a mostrar que, si. la Forma se concibe como una e intrnsecamente simple, se la piense como inmanente o como trascendente a las cosas -y as, en efecto, la presentaban el Feddn y la Repdblica-, se toma extremadamente dificil indicar que relacin la vincula a las cosas. La Forma absolutamente una y simple, separada de las dems, no explica la multi- plicidad. La tercera parte del dilogo se ocupa precisarnen- te de las consecuencias que se siguen de la unidad, tanto para ella como para los mltiples. Si partimos de una uni- dad absolutamente una, todo camino se cierra. Si partimos de una unidad de la que todo se predica, que de todo par- ticipa, llegamos a conclusiones absurdas.

    Platn est aqu allanando el terreno sobre el que cons- truir el Sofsta. Para solucionar las dificultades plantea- das en Parmnides, Platn tendr que sacar a las Formas de su aislamiento y de su simplicidad, y reemplazad la concepcin de lo inteligible como un conjunto de unidades

    separadas y unas por un plexo de relaciones, donde cada Forma es y consiste en ser una combinacin unitaria de mltiples Formas. Tendr, adems, que mostrar que las combinaciones entre las Formas no son indiscriminadas, y que es preciso contar con la dialctica para reconocer las combinaciones lcitas y distinguirlas de las que no lo son. El Parmenides separa y une, a la vez, los dilogos medios y las grandes construcciones de la vejez de Platn.

    NOTA SOBRE EL TEXTO

    Para nuestra traduccin hemos seguido la edicin de J. Burnet, Platonis Opera, vol. 11, Oxford, 1901 (reimpr., 1976). Nos han resultado de enorme utilidad la edicin an- terior de C. Hermann, Platonis Dialogi, vol. 11, Leipzig (Teubner), 1851, y las posteriores, acompaadas de tra- duccin, de H. Fowler, Plato with an English Translation, vol. 111, Londres, Heinemann, 1925, y de A. Dies, Platon. Oeuvres Compl2ta, vol. VIII, 1 . a parte, Pars, Les Belles Lettres, 1956. En una serie de pasajes nos hemos apartado de la edicin de Burnet y preferido otras lecturas. Estos pasajes son los siguientes:

    Lneas Lectura de Burnet Lectura adoptada 126b5 a h @ 66 y&; 'Avri@v. aCr@ 66 y& 'Avri@v

    (TWY; HER~LANN; DES). 128~7 [rh ypppara] ra yptippara (DIES). 129d3 rahbv rafirh (HERMANN; DrEs;

    FOWLER). 129d4 r a a h a , d cp?aopsv roialha, cptjaopsv (HER-

    MANN; FOWLER). 130a4 (%v) okaeai oEEa0ai (HERMANN; DrEs).

  • tes debera someterse para poder resolver las dificultades que presentan las Formas?

    6 . El propdsito del dilogo

    El dilogo, segn dijimos, debe leerse como una uni- dad, y su hilo conductor es el problema de lo uno y de lo mdrltiple. Desde un punto de vista eleata, la multiplici- dad, como quiere mostrar Zenn, es imposible. Unidad y multiplicidad se excluyen recprocamente. La imposibili- dad de la explicacin de la multiplicidad desaparece con la introducci6n de la Forma como unidad que da razn de cada conjunto de mltiples. Pero es preciso ahora expli- car quC relacin debe darse entre la unidad de la Forma y la multiplicidad de los particulares.

    Las objeciones de Parmtnides apuntan a mostrar que, si. la Forma se concibe como una e intrnsecamente simple, se la piense como inmanente o como trascendente a las cosas -y as, en efecto, la presentaban el Feddn y la Repdblica-, se toma extremadamente dificil indicar que relacin la vincula a las cosas. La Forma absolutamente una y simple, separada de las dems, no explica la multi- plicidad. La tercera parte del dilogo se ocupa precisarnen- te de las consecuencias que se siguen de la unidad, tanto para ella como para los mltiples. Si partimos de una uni- dad absolutamente una, todo camino se cierra. Si partimos de una unidad de la que todo se predica, que de todo par- ticipa, llegamos a conclusiones absurdas.

    Platn est aqu allanando el terreno sobre el que cons- truir el Sofsta. Para solucionar las dificultades plantea- das en Parmnides, Platn tendr que sacar a las Formas de su aislamiento y de su simplicidad, y reemplazad la concepcin de lo inteligible como un conjunto de unidades

    separadas y unas por un plexo de relaciones, donde cada Forma es y consiste en ser una combinacin unitaria de mltiples Formas. Tendr, adems, que mostrar que las combinaciones entre las Formas no son indiscriminadas, y que es preciso contar con la dialctica para reconocer las combinaciones lcitas y distinguirlas de las que no lo son. El Parmenides separa y une, a la vez, los dilogos medios y las grandes construcciones de la vejez de Platn.

    NOTA SOBRE EL TEXTO

    Para nuestra traduccin hemos seguido la edicin de J. Burnet, Platonis Opera, vol. 11, Oxford, 1901 (reimpr., 1976). Nos han resultado de enorme utilidad la edicin an- terior de C. Hermann, Platonis Dialogi, vol. 11, Leipzig (Teubner), 1851, y las posteriores, acompaadas de tra- duccin, de H. Fowler, Plato with an English Translation, vol. 111, Londres, Heinemann, 1925, y de A. Dies, Platon. Oeuvres Compl2ta, vol. VIII, 1 . a parte, Pars, Les Belles Lettres, 1956. En una serie de pasajes nos hemos apartado de la edicin de Burnet y preferido otras lecturas. Estos pasajes son los siguientes:

    Lneas Lectura de Burnet Lectura adoptada 126b5 a h @ 66 y&; 'Avri@v. aCr@ 66 y& 'Avri@v

    (TWY; HER~LANN; DES). 128~7 [rh ypppara] ra yptippara (DIES). 129d3 rahbv rafirh (HERMANN; DrEs;

    FOWLER). 129d4 r a a h a , d cp?aopsv roialha, cptjaopsv (HER-

    MANN; FOWLER). 130a4 (%v) okaeai oEEa0ai (HERMANN; DrEs).

  • 130d7 riva BuMv cpkuapa~

    nvra p ~ y k a

    fipiv ~ a i

    Gui~oijoo 6Aov ppouq O ~ T E yhp

    bri v

    a6 tQv b v (FOWLER; HEINWRF).

    rtv' &PuOov cpkuapav (HERMANN; DrEs).

    ~ i 6 q dvai (TWY; DrEs). Ev ~ l v a i ; (Mss.; Dnh). n w a divyq pqXa

    (HERMANN; DIES; FOW- LER).

    a6roU ~i6ouq (HERMANN; FOWLER).

    fipiv Bori ~ a i (HERMANN; FOWLER; W S ) .

    OGT' &v fi (HERMANN; FOWLER; DrBs).

    tiroiiow (TWY; Dnis). ppoq 6kou (TWY; Dffis). oGra yhp Bv (YW; HER-

    MANN; FOWLER). perCxor (BTYW; HER-

    MANN). Bavtd (TWY; He-). a676 (BTWY; HERMANN). yp. (HERISANN; FOWLER;

    Drks). ov ptXhvroq (HER-

    MANN; FOWLER). &v ti T O ~ T O (DrEs). C K ~ C I T ~ (DtES). tartv (HERMANN; FOW-

    LER). 6 rr v (HERMANN; FOW-

    LER). 066~vbq ilvroq

    (DrEs). r ~ o U r 6 v (DtES).

    Bauroiq 6' EaurQv Uyor [~ivai] roU (pii) ~ b a i

    km t v & k h v

    a 6 ~ o i q (DrEs). 6.k a6rQv (DrEs). Uyei (TwY). dvai (HERMANN; Dnh). ro6 ~ i v a i (HERMANN;

    DIks). dvai pt( 6v (HERMANN;

    D&s). bvroq (HEWN;

    FOWLER). Unb r v W v (Mss.,

    DrEs). De las traducciones del Parmnides, adems de las de

    Fowler y Di& antes citadas, son relevantes las de J. Mo- reau, en Piaton, Oeuvres compl&tes, vol. 11, Pan's, La PlCia- de, 1950, y la de A. Zadro, en ~latone, Opere complete, vol. 111, Bari, Laterza, 1982. Mencin aparte merecen las traducciones de F. M. Cornford, Plato and Parmenides, Londres, Routledge & Kegan Paul, 1939 (5. ' reimpr., 1%4), y la de R. E. Allen, Plato's Parmenides, Oxford, Black- well, 1983, ya que, adems de la calidad de la versin, ambas estn acompaiadas de un extenso y valioso comen- tario sobre el dilogo. De las traducciones espaiolas, cabe mencionar dos: la de R. Agoglia, Pfatdn, Parmnides, Bue- nos Aires, Editora Interarnericana, 1944, con introduccin, notas y comentario critico, y la muy reciente de G. R. de Echanda, Plcrtdn, Parmnides, Madrid, Alianza, 1987, que lleg6 a nuestras manos cuando ya habamos dado fin al presente trabajo.

    Deseo agradecer la inestimable ayuda brindada por la profesora Mara Inks Crespo en la tarea de despliegue y cotejo de variantes de lectura, as como las agudas obser- vaciones que sobre la traduccin me hicieron las profeso- ras Graciela Marcos y Mara Luisa Femenas.

  • 130d7 riva BuMv cpkuapa~

    nvra p ~ y k a

    fipiv ~ a i

    Gui~oijoo 6Aov ppouq O ~ T E yhp

    bri v

    a6 tQv b v (FOWLER; HEINWRF).

    rtv' &PuOov cpkuapav (HERMANN; DrEs).

    ~ i 6 q dvai (TWY; DrEs). Ev ~ l v a i ; (Mss.; Dnh). n w a divyq pqXa

    (HERMANN; DIES; FOW- LER).

    a6roU ~i6ouq (HERMANN; FOWLER).

    fipiv Bori ~ a i (HERMANN; FOWLER; W S ) .

    OGT' &v fi (HERMANN; FOWLER; DrBs).

    tiroiiow (TWY; Dnis). ppoq 6kou (TWY; Dffis). oGra yhp Bv (YW; HER-

    MANN; FOWLER). perCxor (BTYW; HER-

    MANN). Bavtd (TWY; He-). a676 (BTWY; HERMANN). yp. (HERISANN; FOWLER;

    Drks). ov ptXhvroq (HER-

    MANN; FOWLER). &v ti T O ~ T O (DrEs). C K ~ C I T ~ (DtES). tartv (HERMANN; FOW-

    LER). 6 rr v (HERMANN; FOW-

    LER). 066~vbq ilvroq

    (DrEs). r ~ o U r 6 v (DtES).

    Bauroiq 6' EaurQv Uyor [~ivai] roU (pii) ~ b a i

    km t v & k h v

    a 6 ~ o i q (DrEs). 6.k a6rQv (DrEs). Uyei (TwY). dvai (HERMANN; Dnh). ro6 ~ i v a i (HERMANN;

    DIks). dvai pt( 6v (HERMANN;

    D&s). bvroq (HEWN;

    FOWLER). Unb r v W v (Mss.,

    DrEs). De las traducciones del Parmnides, adems de las de

    Fowler y Di& antes citadas, son relevantes las de J. Mo- reau, en Piaton, Oeuvres compl&tes, vol. 11, Pan's, La PlCia- de, 1950, y la de A. Zadro, en ~latone, Opere complete, vol. 111, Bari, Laterza, 1982. Mencin aparte merecen las traducciones de F. M. Cornford, Plato and Parmenides, Londres, Routledge & Kegan Paul, 1939 (5. ' reimpr., 1%4), y la de R. E. Allen, Plato's Parmenides, Oxford, Black- well, 1983, ya que, adems de la calidad de la versin, ambas estn acompaiadas de un extenso y valioso comen- tario sobre el dilogo. De las traducciones espaiolas, cabe mencionar dos: la de R. Agoglia, Pfatdn, Parmnides, Bue- nos Aires, Editora Interarnericana, 1944, con introduccin, notas y comentario critico, y la muy reciente de G. R. de Echanda, Plcrtdn, Parmnides, Madrid, Alianza, 1987, que lleg6 a nuestras manos cuando ya habamos dado fin al presente trabajo.

    Deseo agradecer la inestimable ayuda brindada por la profesora Mara Inks Crespo en la tarea de despliegue y cotejo de variantes de lectura, as como las agudas obser- vaciones que sobre la traduccin me hicieron las profeso- ras Graciela Marcos y Mara Luisa Femenas.

  • Adems de los importantes comentarios de Dies, Corn- ford y Allen antes citados, as como de las secciones dedi- cadas al Parmnides en las conocidas obras de A. Taylor (Plato. The Man and his Work, Londres, Methuen, 1926 [reimpr., 1%3], pgs. 349-370), P. Friedlander (Plato, vol. 111: The Dialogues, Second and Third Periods, trad. ingl., Princeton Un. Press, 1969, pgs. 190-218) y W. K. C. Cu- thrie (A History of Greek Philosophy, vol. V, Cambridge Un. Press, 1978, pgs. 32-61 -trad. esp., H. a de la filoso- fGa griega, vol. V, Madrid, Credos, 1992, pgs. 43-72-), nos limitaremos a mencionar algunos trabajos que nos pa- recen los ms interesantes y que se refieren al dilogo en su conjunto. Buena parte de la bibliografa figura en las notas que acompafian a la traduccih. M. BECK, ((Plato's Problem in the Parmenides, Journ. Hkt.

    Id. VI11 (1947). 1, 232-236. E. BERTI, Stmttura e significato del Parmenide di Platonen, en

    Studi arln'otelici. L'Aquila, Japadre, 1975, pgs. 297-310. T. BESTOR, Plato's semantics and Plato's Parmenides. Phrone-

    sk XXV (1980), 1, 38-75. A. CAPIZZI, ((L'uno e i molti nel pensiero di Platonen, Giorn.

    Metqf. Xi (1956). 1, 86-120. L. GBRSON, Dialectic and Forms in Part One of Plato's Porme-

    nides, Apeiron 15 (1981). 19-28. B. LIBBRUCKS, Plotons Entwicklung zur Dicrlektik, Francfort, Klos-

    termann, 1949, pgs. 169-255. J. MORRAU, Sur la signification du Parmdnide, Rev. Philos.

    CXXXIV (1944), 97-13 1 . A. PECK, PLATO'S Parmenides: some suggestions for its inter-

    pretation)), Class. Quart., N.S., 3 (1953). 126-150, y 4 (1954), 31-45.

    R. ROBINSON, Plato's Parmenides. C h . Philol. 37 (1942), 51-76 y 159-187.

    W. RUNCIMAN. ((Plato's Parmenides, en R. E. ALLEN (ED.), Stu- dies in Plato's Metaphysics, Londres, Routledge & Kegan Paul, 1%5, reimpr. 1968, pgs. 149-184.

    G. R ~ E , ((Plato's Parmenides)), en ALLEN (ED.), Studies.. .. pgi- nas 97-147.

    R. Scoo~. Plato's Parmenides)), Mind 51 (1942), 115-133. J . WAHL, Estudios sobre el Parmdnides de Platdn, trad. esp.,

    Madrid, 1929.

  • Adems de los importantes comentarios de Dies, Corn- ford y Allen antes citados, as como de las secciones dedi- cadas al Parmnides en las conocidas obras de A. Taylor (Plato. The Man and his Work, Londres, Methuen, 1926 [reimpr., 1%3], pgs. 349-370), P. Friedlander (Plato, vol. 111: The Dialogues, Second and Third Periods, trad. ingl., Princeton Un. Press, 1969, pgs. 190-218) y W. K. C. Cu- thrie (A History of Greek Philosophy, vol. V, Cambridge Un. Press, 1978, pgs. 32-61 -trad. esp., H. a de la filoso- fGa griega, vol. V, Madrid, Credos, 1992, pgs. 43-72-), nos limitaremos a mencionar algunos trabajos que nos pa- recen los ms interesantes y que se refieren al dilogo en su conjunto. Buena parte de la bibliografa figura en las notas que acompafian a la traduccih. M. BECK, ((Plato's Problem in the Parmenides, Journ. Hkt.

    Id. VI11 (1947). 1, 232-236. E. BERTI, Stmttura e significato del Parmenide di Platonen, en

    Studi arln'otelici. L'Aquila, Japadre, 1975, pgs. 297-310. T. BESTOR, Plato's semantics and Plato's Parmenides. Phrone-

    sk XXV (1980), 1, 38-75. A. CAPIZZI, ((L'uno e i molti nel pensiero di Platonen, Giorn.

    Metqf. Xi (1956). 1, 86-120. L. GBRSON, Dialectic and Forms in Part One of Plato's Porme-

    nides, Apeiron 15 (1981). 19-28. B. LIBBRUCKS, Plotons Entwicklung zur Dicrlektik, Francfort, Klos-

    termann, 1949, pgs. 169-255. J. MORRAU, Sur la signification du Parmdnide, Rev. Philos.

    CXXXIV (1944), 97-13 1 . A. PECK, PLATO'S Parmenides: some suggestions for its inter-

    pretation)), Class. Quart., N.S., 3 (1953). 126-150, y 4 (1954), 31-45.

    R. ROBINSON, Plato's Parmenides. C h . Philol. 37 (1942), 51-76 y 159-187.

    W. RUNCIMAN. ((Plato's Parmenides, en R. E. ALLEN (ED.), Stu- dies in Plato's Metaphysics, Londres, Routledge & Kegan Paul, 1%5, reimpr. 1968, pgs. 149-184.

    G. R ~ E , ((Plato's Parmenides)), en ALLEN (ED.), Studies.. .. pgi- nas 97-147.

    R. Scoo~. Plato's Parmenides)), Mind 51 (1942), 115-133. J . WAHL, Estudios sobre el Parmdnides de Platdn, trad. esp.,

    Madrid, 1929.

  • Cuando llegamos a Atenas desde nuestra ciudad, Cla- 1260 zmenas ', nos encontramos en el gora con Adimanto y Glaucn 2. Adimanto me dio la mano y me dijo:

    -Salud, Cfalo 3! Si necesitas algo de aqu que poda- mos procurarte, pidelo.

    ' Ciudad jnica, en la peninsula frente a la isla de Quos. Sin necesi- dad de llegar al extremo de Proclo (Com. al Parm.. ed. Cousm, 660, 33 SS.) -para quien la reuni6n en Atenas significa la conciliaci6n socrhtico- plat6nica de las vertientes itlica y jbnica-, es probable, contra lo que dice A U ~ N (pg. 63), que la eleccin de esta ciudad como patria de Ctfa- lo no sea accidental. Anaxgoras era natural de CI.zbmcnas, y su disct- pulo Arquelao fue maestro & Scrates. Como seala FRIEDLANDER (pa- gina 191). ~Platbn, como la naturaleza. nada hace en vano. Sobre la importancia de la figura de Anaxgoras en el desarrollo de Platn, cf. J. W m , &tu& sur le P a d n i d e de Platon. Parls, Vrin, 1951, pagina 54. Sobre el significado del lugar, tiempo, nombres y gemalogtas en el prlogo, cf. J. Les prologues du Ththbte et du Parmhiden, Rev. Mdtaph. et Mor. 1 (1971). 6-23.

    Hermanos mayores de Hat6n. hijos de Perictone y de Aristn. In- terlocutores de S6crates en h Repblica. ' De este personaje s61o sabemos lo que aqu se indica: que es un

    distinguido y respetado ciudadano de Clazrnenas, bien recibido en Ate-

  • Cuando llegamos a Atenas desde nuestra ciudad, Cla- 1260 zmenas ', nos encontramos en el gora con Adimanto y Glaucn 2. Adimanto me dio la mano y me dijo:

    -Salud, Cfalo 3! Si necesitas algo de aqu que poda- mos procurarte, pidelo.

    ' Ciudad jnica, en la peninsula frente a la isla de Quos. Sin necesi- dad de llegar al extremo de Proclo (Com. al Parm.. ed. Cousm, 660, 33 SS.) -para quien la reuni6n en Atenas significa la conciliaci6n socrhtico- plat6nica de las vertientes itlica y jbnica-, es probable, contra lo que dice A U ~ N (pg. 63), que la eleccin de esta ciudad como patria de Ctfa- lo no sea accidental. Anaxgoras era natural de CI.zbmcnas, y su disct- pulo Arquelao fue maestro & Scrates. Como seala FRIEDLANDER (pa- gina 191). ~Platbn, como la naturaleza. nada hace en vano. Sobre la importancia de la figura de Anaxgoras en el desarrollo de Platn, cf. J. W m , &tu& sur le P a d n i d e de Platon. Parls, Vrin, 1951, pagina 54. Sobre el significado del lugar, tiempo, nombres y gemalogtas en el prlogo, cf. J. Les prologues du Ththbte et du Parmhiden, Rev. Mdtaph. et Mor. 1 (1971). 6-23.

    Hermanos mayores de Hat6n. hijos de Perictone y de Aristn. In- terlocutores de S6crates en h Repblica. ' De este personaje s61o sabemos lo que aqu se indica: que es un

    distinguido y respetado ciudadano de Clazrnenas, bien recibido en Ate-

  • -Justamente por eso -repliqu- estoy aqu, porque debo haceros un pedido.

    -Dinos, entonces, qu deseas, dijo. b -Vuestro hermanastro, por parte de madre -pregunt

    yo-, cmo se llamaba? Pues no me acuerdo. Era un ni- no apenas cuando vine anteriormente aqui desde Clazme- nas, y desde entonces pas ya mucho tiempo. Su padre, creo, se llamaba Pirilarnpes 4.

    -As es -replic-, y l, Antifonte '. Pero qu es, realmente, lo que quieres saber?

    -Quienes estn aqu -respond- son conciudadanos mos, cabales filsofos, y han odo decir que ese Antifonte estuvo en frecuente contacto con un tal Pitodoro 6, allega-

    nas. No debe confundirse con el Ctfalo que aparece en d libro 1 de la Repblica. No se especifica dnde ni cundo hace -falo su relato, ni a quitnes lo dirige. Puede suponerse que a en Clazmenas o en alguna otra ciudad jnica, poco despus de su regreso de Atenas. La visita de Ctfalo a Antifonte debe suponerse, como seala Prodo. despus de la muerte de Scrates. Cf. T a n o ~ , pg. 352; G m , pg. 35, trad. ap.. pg. 4; ALLW, pg. 62. ' To y segundo marido de Perictione, madre de Plat6n. Sabernos.

    por alusiones de los poetas cbmicos y por PLUTARCO (Pericles 13). que fue allegado de Periclcs y que apoy su @ticp. PLAT~N lo menciona. en el Cdmidcs 158a. como to materno de W d c s y dice que ha paso- do por el hombre ms bello y & grande de Grecia, cada vez que iba como enviado al Gran Rey o a cualquier otro de los de Asia. Por su primer matrimonio. fue padre de Demo (cf. Gorgiar 481d). Nada sabe- mos de l dcsputs de la batalla de Delin, en el 424 a. C. Cf. TAYU>R. pecina 2. ' Hermanastro de Platn, hijo de Perictione y Pirilmpg. No sabe-

    mos cundo naci ni tenemos ms datos de tl. En este dilogo se lo presenta como un hombre ya no demasiado joven y dedicado a los caba- llos. Es el intermediario de la narracin de la convasaa6n. en la que no estuvo presente.

    Segun el Alcibiades, I 179a, Pitodoro. hijo de Idloco. tom un curso con Zedn, junto con Caiias. y pag por 41 cien minas. T a t o

    do de Zenn, y que se sabe de memoria la conversacin que una vez mantuvieron Scrates, Zenn y Parmnides, puesto que la oy muchas veces de labios de Pitodoro.

    -Es cierto lo que dices, dijo 61. -Esa conversacin -repliqu- es, justamente, lo que

    queremos que nos relate en detalle '. -No es difcil -dijo-, ya que cuando era un jovenci-

    to se empeil en aprenderla a la perfeccin; ahora, en carn- bio, tal como su abuelo y homnimo, dedica la mayor par- te del tiempo a los caballos. Pero, si es preciso, vayamos por l. Acaba de marcharse de aqui rumbo a su casa, y vive cerca, en Mlite '.

    Dicho esto, nos pusimos en camino. Hallamos a Anti- 1270 fonte en su casa, entregandole al herrero un freno para reparar. Ni bien acab con l, sus hermanos le contaron cui era el motivo de nuestra presencia; l me reconoci, pues me recordaba de mi anterior visita, y me dio la bien- venida. Cuando le pedimos que nos narrara la conversa- cin, en un primer momento titube -porque era un gran

    Pitodoro como Caiias fueron, ms tarde, comandantes a las rdenes de Pericles. T u h m ~ s menciona a Pitodoro como reemplazante de Laques en el comando de la flota ateniense en d invierno del 426 a. C. (111 115) y sehala que, m& tarde. los ateniensa lo exiliaron (IV 65). En 423 a. C.. Calias mandaba la amada ateniense en Potidea, y tanto Scrates como Alcibiades debieron de haber servido bajo sus rdenes. Segiin su- giere FRIEDLANDER (phgs. 191-192). todo esto deba de estar vivo en la mente de Platn -y tambitn. seguramente. m la de muchos atenienses- todavia en el momento en que escribi el Pamdnides.

    Sobre el estilo indirecto del dilogo, cf. DrEs @Ags. 7-8), quien lo califica de narracin en cascadas. La frmula completa de este doble discurso indirecto reaparece en 136e. Platn usa a t a tcnica consciente- mente. en contraste con la utilizada y enfatizada en el Teeteto 143b-c.

    Demo de la tribu Cecrpida; barrio & Atenas, al sudoeste de la ciudad.

  • -Justamente por eso -repliqu- estoy aqu, porque debo haceros un pedido.

    -Dinos, entonces, qu deseas, dijo. b -Vuestro hermanastro, por parte de madre -pregunt

    yo-, cmo se llamaba? Pues no me acuerdo. Era un ni- no apenas cuando vine anteriormente aqui desde Clazme- nas, y desde entonces pas ya mucho tiempo. Su padre, creo, se llamaba Pirilarnpes 4.

    -As es -replic-, y l, Antifonte '. Pero qu es, realmente, lo que quieres saber?

    -Quienes estn aqu -respond- son conciudadanos mos, cabales filsofos, y han odo decir que ese Antifonte estuvo en frecuente contacto con un tal Pitodoro 6, allega-

    nas. No debe confundirse con el Ctfalo que aparece en d libro 1 de la Repblica. No se especifica dnde ni cundo hace -falo su relato, ni a quitnes lo dirige. Puede suponerse que a en Clazmenas o en alguna otra ciudad jnica, poco despus de su regreso de Atenas. La visita de Ctfalo a Antifonte debe suponerse, como seala Prodo. despus de la muerte de Scrates. Cf. T a n o ~ , pg. 352; G m , pg. 35, trad. ap.. pg. 4; ALLW, pg. 62. ' To y segundo marido de Perictione, madre de Plat6n. Sabernos.

    por alusiones de los poetas cbmicos y por PLUTARCO (Pericles 13). que fue allegado de Periclcs y que apoy su @ticp. PLAT~N lo menciona. en el Cdmidcs 158a. como to materno de W d c s y dice que ha paso- do por el hombre ms bello y & grande de Grecia, cada vez que iba como enviado al Gran Rey o a cualquier otro de los de Asia. Por su primer matrimonio. fue padre de Demo (cf. Gorgiar 481d). Nada sabe- mos de l dcsputs de la batalla de Delin, en el 424 a. C. Cf. TAYU>R. pecina 2. ' Hermanastro de Platn, hijo de Perictione y Pirilmpg. No sabe-

    mos cundo naci ni tenemos ms datos de tl. En este dilogo se lo presenta como un hombre ya no demasiado joven y dedicado a los caba- llos. Es el intermediario de la narracin de la convasaa6n. en la que no estuvo presente.

    Segun el Alcibiades, I 179a, Pitodoro. hijo de Idloco. tom un curso con Zedn, junto con Caiias. y pag por 41 cien minas. T a t o

    do de Zenn, y que se sabe de memoria la conversacin que una vez mantuvieron Scrates, Zenn y Parmnides, puesto que la oy muchas veces de labios de Pitodoro.

    -Es cierto lo que dices, dijo 61. -Esa conversacin -repliqu- es, justamente, lo que

    queremos que nos relate en detalle '. -No es difcil -dijo-, ya que cuando era un jovenci-

    to se empeil en aprenderla a la perfeccin; ahora, en carn- bio, tal como su abuelo y homnimo, dedica la mayor par- te del tiempo a los caballos. Pero, si es preciso, vayamos por l. Acaba de marcharse de aqui rumbo a su casa, y vive cerca, en Mlite '.

    Dicho esto, nos pusimos en camino. Hallamos a Anti- 1270 fonte en su casa, entregandole al herrero un freno para reparar. Ni bien acab con l, sus hermanos le contaron cui era el motivo de nuestra presencia; l me reconoci, pues me recordaba de mi anterior visita, y me dio la bien- venida. Cuando le pedimos que nos narrara la conversa- cin, en un primer momento titube -porque era un gran

    Pitodoro como Caiias fueron, ms tarde, comandantes a las rdenes de Pericles. T u h m ~ s menciona a Pitodoro como reemplazante de Laques en el comando de la flota ateniense en d invierno del 426 a. C. (111 115) y sehala que, m& tarde. los ateniensa lo exiliaron (IV 65). En 423 a. C.. Calias mandaba la amada ateniense en Potidea, y tanto Scrates como Alcibiades debieron de haber servido bajo sus rdenes. Segiin su- giere FRIEDLANDER (phgs. 191-192). todo esto deba de estar vivo en la mente de Platn -y tambitn. seguramente. m la de muchos atenienses- todavia en el momento en que escribi el Pamdnides.

    Sobre el estilo indirecto del dilogo, cf. DrEs @Ags. 7-8), quien lo califica de narracin en cascadas. La frmula completa de este doble discurso indirecto reaparece en 136e. Platn usa a t a tcnica consciente- mente. en contraste con la utilizada y enfatizada en el Teeteto 143b-c.

    Demo de la tribu Cecrpida; barrio & Atenas, al sudoeste de la ciudad.

  • esfuerzo, segn nos dijo-, pero luego, sin embargo, aca- b por hacernos una exposicin completa.

    Pues bien. Refiri Antifonte que Pitodoro contaba que, en una ocasin, para asistir a las Grandes Panateneas ',

    b Uegaron Zenn y Parmnides. ~Parmnides, por cierto, era entonces ya muy anciano; de cabello enteramente ca- noso, pero de aspecto bello y noble. poda tener unos se- senta y cinco ai'ios. Zenn rondaba entonces los cuarenta, tena buen porte y agradable figura, y de l se deca que haba sido el favorito 'O de Parmnides. Ellos, dijo, se hos- pedaron en la casa de Pitodoro, extramuros, en el Cermi- co 'l. All tambin lleg Scrates, y con l algunos otros, unos cuantos 12, deseosos de escuchar la lectura de los es-

    Fiestas en honor a Atenea, protectora del Atica. Las Panateneas se celebraban todos los aaos en el mes de Targelin (mayo). Cada cuatro ailos, en el mes de Hecatombeon Cjulio), se hacan celebraciones ms solemnes, las Grandes Panateneas. que duraban de seis a nueve das y congregaban a gentes venidas de toda la Hiade. Como d relato del Ti- mco, tambitn el del Parmnides se sita durante las celebraciones, scgu- ramente para dar verosimilitud a la visita de Zenn y Parmhides a Atenas.

    'O paidikd, que tiene en griego el sentido fuerte de amante. ATENEO (IX 505F) reprocha a Platn haber hecho de Zenn, sin necesidad algu- na. el ufavorito~ de Parmnides. y lo considera algo falso y abominable. DI&- LAERCIO (IX 25) indica que. segun Apolodoro, Zenn era hijo adoptivo de Parmtnides. Segn G. VIASTOS, Plato's testimony concer- ning Zeno of Elean, Journ. Hell. Stud. 95 (1975). 137, n. 10, esto es posiblemente d esfuerzo de un escritor posterior para darle mejor cara al sentido del todo explcito de paidikd en Platn. En el mismo texto de Digenes Laercio, derivado seguramente de Platn. se dice tambitn que Zenn llegb a ser discpulo y paidik de Parmnides. Cf. N. LUIS CORDERO, Zenn de Elc... en Los filsofos presocrticos. 11. Madrid, Gredos. 1979, pg. 26, textos 7 y 8.

    " Barrio elegante, situado al norte de la ciudad. En su porcin fuera de los muros se hailaba el cementerio de los muertos por la patria.

    l2 p0110s. CORNFORD (pzig. 65, n. 3) sugiere, siguiendo a Taylor, leer (OU) polloS otros pocos, basndose en 129d, 136d y 137a, e indi-

    critos de Zenn, ya que por primera vez ellos los presenta- ban. Scrates, por ese entonces, era an muy joven 13. Fue el propio Zenn quien hizo la lectura, mientras Parmni- des se hallaba momentineamente afuera. 'Poqusimo fal- taba para acabar la lectura de los argumentos -segn dijo Pitodoro-, cuando l l4 entr, y junto con l lo hizo d Parmnides, y tambin Aristteles, el que fue uno de los Treinta 15. Poca cosa de la obra l6 pudieron ellos escuchar.

    ca que no pueden haber sido ms de dos, dado que en conjunto eran siete, despub de la llegada de ParmMdes. Aristbteles y Pitodoro. Sin embargo, ningn manuscrito presenta esta lectura y no parece haber ra- zn para la conjetura. Cf. ALLEN, pg. 301, n. 3.

    l 3 Sbcrata naci en 469 a. C. En el momento del encuentro con los eleatas era muy joven (cf. 130~; 135d) y podemos calcular que tena unos veinte amos, dado que Aristbteles era aun ms joven (137~). Este dato permite situar la conversacin en el 450 a. C., ano en el que se celebraron las Grandes Panateneas (cf. n. 9). De ello resulta que Parmhides habria nacido alrededor del 515 a. C. y Zenn en el 490 a. C. Esta cronologa no coincide con la transmitida por Digenes Laercio, quien, seguramen- te, toma de Apolodoro la Olimpiada 69 (504-501 a. C.) para fijar la madurez de Parmtnides, con lo cual Parmtnides habra naado entre 544 y 541 a. C. Es difcil decidir cul es la fecha ms aproximada y los inten- tos por conciliar las dos cronologias no resultan convincentes. Sobre este problema puede verse, por ejemplo, L. T U , Parmenides, Princeton Un. Press, 1%5, pg. 4. El encuentro entre Sha tes , Parmtnides y Ze- n6n es. seguramente, una ficcin literaria, como sostienen buena parte de los estudiosos. TAYLOR. ai cambio (pg. 352). supone que fue un he- cho real y, para los crculos filodficos, un hecho memorable.

    '* Pitodoro. '' Puede ser el hijo de Ticrates, mencionado por TucfDm~s (111

    105) como general ateniense en el 426 a. C. J m o m m se refiere a 61 como integrante de los Treinta. rCgimen olirquico que se instaur en Atenas despu& de la Guerra del Peloponeso (Heldnicus 111 3, 2; 11 3, 3, y 2, 46). No sabemos por qut Platn elige a este personaje. el ms joven de la rcuni6n (137~). pero no resulta verosmil la sugerencia de algunos autores, segn la cual Platn quera conectar a este personaje con su homnimo de Estagira. Cf. G ~ E . pg. 36, trad. esp., pg.

  • esfuerzo, segn nos dijo-, pero luego, sin embargo, aca- b por hacernos una exposicin completa.

    Pues bien. Refiri Antifonte que Pitodoro contaba que, en una ocasin, para asistir a las Grandes Panateneas ',

    b Uegaron Zenn y Parmnides. ~Parmnides, por cierto, era entonces ya muy anciano; de cabello enteramente ca- noso, pero de aspecto bello y noble. poda tener unos se- senta y cinco ai'ios. Zenn rondaba entonces los cuarenta, tena buen porte y agradable figura, y de l se deca que haba sido el favorito 'O de Parmnides. Ellos, dijo, se hos- pedaron en la casa de Pitodoro, extramuros, en el Cermi- co 'l. All tambin lleg Scrates, y con l algunos otros, unos cuantos 12, deseosos de escuchar la lectura de los es-

    Fiestas en honor a Atenea, protectora del Atica. Las Panateneas se celebraban todos los aaos en el mes de Targelin (mayo). Cada cuatro ailos, en el mes de Hecatombeon Cjulio), se hacan celebraciones ms solemnes, las Grandes Panateneas. que duraban de seis a nueve das y congregaban a gentes venidas de toda la Hiade. Como d relato del Ti- mco, tambitn el del Parmnides se sita durante las celebraciones, scgu- ramente para dar verosimilitud a la visita de Zenn y Parmhides a Atenas.

    'O paidikd, que tiene en griego el sentido fuerte de amante. ATENEO (IX 505F) reprocha a Platn haber hecho de Zenn, sin necesidad algu- na. el ufavorito~ de Parmnides. y lo considera algo falso y abominable. DI&- LAERCIO (IX 25) indica que. segun Apolodoro, Zenn era hijo adoptivo de Parmtnides. Segn G. VIASTOS, Plato's testimony concer- ning Zeno of Elean, Journ. Hell. Stud. 95 (1975). 137, n. 10, esto es posiblemente d esfuerzo de un escritor posterior para darle mejor cara al sentido del todo explcito de paidikd en Platn. En el mismo texto de Digenes Laercio, derivado seguramente de Platn. se dice tambitn que Zenn llegb a ser discpulo y paidik de Parmnides. Cf. N. LUIS CORDERO, Zenn de Elc... en Los filsofos presocrticos. 11. Madrid, Gredos. 1979, pg. 26, textos 7 y 8.

    " Barrio elegante, situado al norte de la ciudad. En su porcin fuera de los muros se hailaba el cementerio de los muertos por la patria.

    l2 p0110s. CORNFORD (pzig. 65, n. 3) sugiere, siguiendo a Taylor, leer (OU) polloS otros pocos, basndose en 129d, 136d y 137a, e indi-

    critos de Zenn, ya que por primera vez ellos los presenta- ban. Scrates, por ese entonces, era an muy joven 13. Fue el propio Zenn quien hizo la lectura, mientras Parmni- des se hallaba momentineamente afuera. 'Poqusimo fal- taba para acabar la lectura de los argumentos -segn dijo Pitodoro-, cuando l l4 entr, y junto con l lo hizo d Parmnides, y tambin Aristteles, el que fue uno de los Treinta 15. Poca cosa de la obra l6 pudieron ellos escuchar.

    ca que no pueden haber sido ms de dos, dado que en conjunto eran siete, despub de la llegada de ParmMdes. Aristbteles y Pitodoro. Sin embargo, ningn manuscrito presenta esta lectura y no parece haber ra- zn para la conjetura. Cf. ALLEN, pg. 301, n. 3.

    l 3 Sbcrata naci en 469 a. C. En el momento del encuentro con los eleatas era muy joven (cf. 130~; 135d) y podemos calcular que tena unos veinte amos, dado que Aristbteles era aun ms joven (137~). Este dato permite situar la conversacin en el 450 a. C., ano en el que se celebraron las Grandes Panateneas (cf. n. 9). De ello resulta que Parmhides habria nacido alrededor del 515 a. C. y Zenn en el 490 a. C. Esta cronologa no coincide con la transmitida por Digenes Laercio, quien, seguramen- te, toma de Apolodoro la Olimpiada 69 (504-501 a. C.) para fijar la madurez de Parmtnides, con lo cual Parmtnides habra naado entre 544 y 541 a. C. Es difcil decidir cul es la fecha ms aproximada y los inten- tos por conciliar las dos cronologias no resultan convincentes. Sobre este problema puede verse, por ejemplo, L. T U , Parmenides, Princeton Un. Press, 1%5, pg. 4. El encuentro entre Sha tes , Parmtnides y Ze- n6n es. seguramente, una ficcin literaria, como sostienen buena parte de los estudiosos. TAYLOR. ai cambio (pg. 352). supone que fue un he- cho real y, para los crculos filodficos, un hecho memorable.

    '* Pitodoro. '' Puede ser el hijo de Ticrates, mencionado por TucfDm~s (111

    105) como general ateniense en el 426 a. C. J m o m m se refiere a 61 como integrante de los Treinta. rCgimen olirquico que se instaur en Atenas despu& de la Guerra del Peloponeso (Heldnicus 111 3, 2; 11 3, 3, y 2, 46). No sabemos por qut Platn elige a este personaje. el ms joven de la rcuni6n (137~). pero no resulta verosmil la sugerencia de algunos autores, segn la cual Platn quera conectar a este personaje con su homnimo de Estagira. Cf. G ~ E . pg. 36, trad. esp., pg.

  • (No fue tal el caso de Pitodoro, pues l ya haba escucha- do una anterior lectura de Zenn.) Scrates escuch hasta el fin, y pidi luego que volviera a leerse la primera hip- tesis del primer argumento 17, y, una vez releda, pregunt:

    e -Qu quieres decir con esto, Zenn? Que si las

    - -

    47; FilraDLKnm~, pg. 192 y n. El Parmdnides fue escrito por la epoca en que Aristteles ingres en la Academia, a los diecisiete anos, y resulta difcil pensar que Platn pudo haberlo tenido en cuenta entonces como para hacerlo participar en un dilogo. El escrito temprano de Aristteles Sobre las Ideas, que puede reconstruirse a partir del comentario de Ale- jandro de Afrodisia al cap. 9 del lib. 1 de la Metqfhica, es, sin duda. posterior al ParmPnides (cf. D. ALLAN, Aristotle and the Parmenidm)>, en Difama-OWEN [eds.], Aristotle and Plato in !he mid- Fourth Century. Goteborg. I%O. pginas. 133-134). Un punto de vista diferente y una discusin sobre la cuestin pueden hallarse en D. FUK, The Arguments 'From !he Sciences' in Aristotle's Peri Ideon. Nueva York, Peter Lang, 1984, pgs. 9-11 y n. 13.

    t6 grmtmta. Es carente de significacin el uso de grmma o grm- mata, en singular o en plural, para referirse a la obra o los escritos de Zenn. Aqu. como unas lneas antes (127c), se usa el plural. Ms adelan- te. sin ninguna explicacin, se usa el singular (12b-b). Cf. VWTOS, Pla- t's ... n. pg. 136, n. 2. En pgs. 137-138, rene y ordena todas las afir- maciones que Platn hace sobre Zenn en este diiogo.

    " Idgos. Platn usa ldgos en un sentido amplio, que cubre cualquier tipo de discurso argumentativo: tanto un corto argumento nico, como una pieza extensa de argumentacin que contiene varios argumentos. En este pasaje, ldgos est usado en el segundo sentido. porque. de otro mo- do, sena redundante hablar aqui de la primera hiptesis del primer ar- gumento (cf. VLASTOS, ibid., pdg. 137. n. 6). Zenn tom, seguramente, el termino hiptesis de los matem8ticos. El significado de hip6tesis no parece coincidir exactamente en todos los pasajes. Aqu se refiere a una afirmacin tomada como punto de partida de un razonamiento y las consecuencias que de ella se derivan. Un poco ms adelante, en cam- bio, parece significar slo esa afirmacin. sin las consecuencias que de ella se desprenden (128d). Cf. VIASTOS. ibid.. p 4 . 137, n. 7; m, pgina 69.

    cosas que son son mltiples 18, las mismas cosas l9 deben ser, entonces, tanto semejantes 20 como desemejantes, pe- ro que eso es, por cierto, imposible, porque ni los deseme- jante~ pueden ser semejantes, ni los semejantes ser deseme- jante~? No es esto lo que quieres decir?

    -S, eso es, respondi Zenn. -En consecuencia, si es imposible que los desemejan-

    tes sean semejantes y los semejantes, desemejantes, jes imposible tambin que las cosas sean mltiples? Porque, si fueran mltiples, no podrian eludir esas afecciones que son imposibles ''. ES a t o lo que se proponen tus argu- mentos? Sostener enrgicamente, contra todo lo que suele decirse, que no hay multiplicidad? Y supones que cada uno de tus argumentos es prueba de esto mismo, y crees, en consecuencia, que tantas son las pruebas que ofreces de que no hay multiplicidad cuantos son los argumentos

    " ei pollii M i td dnta. La primera parte reproduce una sentencia de Zenn. El t6 dnta es seguramente una adicin de Platn, para aclarar. Cf. frs. 1 y 3 de Z E N ~ N , transmitidos por SIMPLICIO.

    l9 outd. Coincido aqui con AILEN en la traduccin. " homoia. Contra C o m m @Ag. 68), quien toma hdmoion con

    el significado de homogeneo. coincido con ALLEN (pg. 72). que lo entiende como asemejanten o similar. Asi esta usado el tkrmino en 132d-e (cosas semejantes son las que participan de una misma forma) y 139c y 148a (cosas semejantes son las que reciben una misma afeccin; definicin repetida por Aiusrdr~~zs, Mer. V 1018al5 $5.)

    21 Es muy posible que el argumento sea del propio Zenn. con algn aditamento de Platn, para hacerlo ms comprensible. Simplicio transmi- te dos de sus argumentos contra la pluralidad, cuya estructura es anioga al de ste: ambos comienzan con la hiptesis si hay multiplicidad, y ambos concluyen que. de ser as, las mismas cosas deben ser calificadas por opuestos (grandes y pequeas, limitadas e ilimitadas). Por lo dems, P L A T ~ N , en Fedro 216d, dice que Zenn us semejante y desemejan- te en sus argumentos. Cf. F. SOLMSEN. The tradition about Zeno of Elea re-examined~, Phronesk 16 (1971). 2. especialmente phgs. 117-1 18 y n. 9.

  • (No fue tal el caso de Pitodoro, pues l ya haba escucha- do una anterior lectura de Zenn.) Scrates escuch hasta el fin, y pidi luego que volviera a leerse la primera hip- tesis del primer argumento 17, y, una vez releda, pregunt:

    e -Qu quieres decir con esto, Zenn? Que si las

    - -

    47; FilraDLKnm~, pg. 192 y n. El Parmdnides fue escrito por la epoca en que Aristteles ingres en la Academia, a los diecisiete anos, y resulta difcil pensar que Platn pudo haberlo tenido en cuenta entonces como para hacerlo participar en un dilogo. El escrito temprano de Aristteles Sobre las Ideas, que puede reconstruirse a partir del comentario de Ale- jandro de Afrodisia al cap. 9 del lib. 1 de la Metqfhica, es, sin duda. posterior al ParmPnides (cf. D. ALLAN, Aristotle and the Parmenidm)>, en Difama-OWEN [eds.], Aristotle and Plato in !he mid- Fourth Century. Goteborg. I%O. pginas. 133-134). Un punto de vista diferente y una discusin sobre la cuestin pueden hallarse en D. FUK, The Arguments 'From !he Sciences' in Aristotle's Peri Ideon. Nueva York, Peter Lang, 1984, pgs. 9-11 y n. 13.

    t6 grmtmta. Es carente de significacin el uso de grmma o grm- mata, en singular o en plural, para referirse a la obra o los escritos de Zenn. Aqu. como unas lneas antes (127c), se usa el plural. Ms adelan- te. sin ninguna explicacin, se usa el singular (12b-b). Cf. VWTOS, Pla- t's ... n. pg. 136, n. 2. En pgs. 137-138, rene y ordena todas las afir- maciones que Platn hace sobre Zenn en este diiogo.

    " Idgos. Platn usa ldgos en un sentido amplio, que cubre cualquier tipo de discurso argumentativo: tanto un corto argumento nico, como una pieza extensa de argumentacin que contiene varios argumentos. En este pasaje, ldgos est usado en el segundo sentido. porque. de otro mo- do, sena redundante hablar aqui de la primera hiptesis del primer ar- gumento (cf. VLASTOS, ibid., pdg. 137. n. 6). Zenn tom, seguramente, el termino hiptesis de los matem8ticos. El significado de hip6tesis no parece coincidir exactamente en todos los pasajes. Aqu se refiere a una afirmacin tomada como punto de partida de un razonamiento y las consecuencias que de ella se derivan. Un poco ms adelante, en cam- bio, parece significar slo esa afirmacin. sin las consecuencias que de ella se desprenden (128d). Cf. VIASTOS. ibid.. p 4 . 137, n. 7; m, pgina 69.

    cosas que son son mltiples 18, las mismas cosas l9 deben ser, entonces, tanto semejantes 20 como desemejantes, pe- ro que eso es, por cierto, imposible, porque ni los deseme- jante~ pueden ser semejantes, ni los semejantes ser deseme- jante~? No es esto lo que quieres decir?

    -S, eso es, respondi Zenn. -En consecuencia, si es imposible que los desemejan-

    tes sean semejantes y los semejantes, desemejantes, jes imposible tambin que las cosas sean mltiples? Porque, si fueran mltiples, no podrian eludir esas afecciones que son imposibles ''. ES a t o lo que se proponen tus argu- mentos? Sostener enrgicamente, contra todo lo que suele decirse, que no hay multiplicidad? Y supones que cada uno de tus argumentos es prueba de esto mismo, y crees, en consecuencia, que tantas son las pruebas que ofreces de que no hay multiplicidad cuantos son los argumentos

    " ei pollii M i td dnta. La primera parte reproduce una sentencia de Zenn. El t6