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Félix Díaz antes de su regreso a La Primavera Cooperativa Ex Trabajadores del Diario Crítica bonsái Diciembre 2015 www.revistacitrica.com pág 8 pág 2 Tras la media sanción de Diputados, la expropiación del Bauen es una realidad a la vuelta de la esquina. Siempre y cuando, la sociedad siga acompañando esta lucha colectiva que tanto representa a los trabajadores autogestionados de todo el país Hotel nosotros pág 4 La crisis climática que (poco) importa

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Félix Díaz antesde su regreso a La Primavera

Cooperativa Ex Trabajadores del Diario Críticabonsái

Diciembre 2015 www.revistacitrica.com

pág 8

pág 2

Tras la media sanciónde Diputados,la expropiación del Bauenes una realidada la vuelta de la esquina. Siempre y cuando,la sociedad siga acompañando esta lucha colectiva que tantorepresenta a lostrabajadoresautogestionados detodo el país

Hotel nosotros

pág 4

La crisisclimática

que (poco)importa

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i alguien se para en la Plazole-ta del Quijote, en la intersec-ción porteña de Avenida de Mayo y 9 de Julio, mirando

hacia el sur, nada hay allí que le indi-que que en ese pequeño espacio hubo un acampe, durante nueve meses y veintidós días, de 48 comunidades originarias de Formosa nucleadas en la organización Qopiwini Lafwetes (el primer término del nombre refiere a los cuatro pueblos indígenas que la inte-gran -Qom, Pilagá, Wichí y Nivaclé-, y el segundo a una voz wichí que significa “raíz que está bajo tierra, esperando crecer a la superficie”). Sin embargo allí estuvieron y allí resistieron mujeres, hombres y niños, en las peores condi-ciones, la indiferencia de gobernantes, la naturalización de su estadía como parte del paisaje, los aprietes de fuerzas de seguridad, el clima -con sus calores y sus fríos extremos- y las enfermeda-des, el ruido del tránsito apenas a dos metros y, últimamente, la violencia de esos “progresistas” que los acusa-ron de “traidores” por haber acercado sus reclamos a un candidato ajeno al “modelo”. Si hasta una bomba molotov encendida, en un mediodía de abril,

Antes de su vuelta a Formosa, Cítrica dialogó con Félix Díaz sobre la actualidad y el futuro de los reclamos de las comunidades originarias que se encontraban en el acampe del centro porteño.

el retorno esperado

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tirada por un motociclista anónimo e impune, sobre el techo de una de las carpas, debió soportar la organización Qopiwini por exigir al estado, como dirá Félix Díaz a Cítrica, “el cumplimiento de las leyes que nos favorecen”.

Lejos de las lógicas dualistas de oficialismo/oposición, Félix Díaz, qaras-he (autoridad) qom de la comunidad Potae Napocna Navogoh “La Primavera”, propone la “autonomía de los pueblos indígenas”, pero sabiendo que es pre-ciso que “los pueblos indígenas estén presentes en la función pública” para poder “conocer cómo se manejan las instituciones”. Es que, tal como lo marcó recientemente Amnistía Internacional -en un mapeo que ha hecho de las dis-tintas problemáticas indígenas, y donde encuentra 183 casos representativos de conflictos territoriales, ambientales, de personería jurídica, violencia, desalojo y/o criminalización de las comunidades originarias-: “existe en Argentina una sig-nificativa distancia entre los derechos vigentes en leyes provinciales, naciona-les y tratados internacionales de dere-chos humanos y su efectiva aplicación”. Por ello Félix Díaz, que no solo se ha convertido en un referente de estas pro-

Tras la decisión de levantar el acampe, que generó una fuerte polémica, Félix advirtió: “Si no se resuelven nuestros problemas volvemos nuevamente a acampar”.

por horacio dall’ ogliofotos: federico imas

Félix Díaz

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blemáticas de la provincia de Formosa, sino que además conoce la realidad de muchos pueblos indígenas del país, cita de memoria el artículo 75 inciso 17 de la Constitución Nacional que reconoce la preexistencia de los pueblos originarios y “garantiza el respeto hacia la identidad cultural de los pueblos indígenas”. Pero Díaz enseguida agrega: “Entendemos que el respeto es abarcativo. Tenemos que tener respeto al tema de la salud, el trabajo, la vivienda, o sea, tiene que haber una garantía de que se aplique el derecho como corresponde, especial-mente sobre nuestros territorios que son lo que nos generó este conflicto por la inseguridad jurídica”.¿Cuáles son los problemas que tienen, por ejemplo, en relación con los títulos de las tierras?

La realidad es que la entrega de títulos que ellos dicen, son títulos que no tienen

validez para nosotros. La parte donde uno lee, dice: “se reconoce las tierras que tradicional-mente ocupan…”, y no se le pone a la comu-nidad como titular del territorio. Entonces, al no tener una garantía jurídica de su territorio el estado puede disponer cuando quiera de esas tierras, porque el estado es el dueño de esa tierra. Por esa razón le cedieron una parte al Parque Nacional Río Pilcomayo, una gran parte de nuestro territorio, a la Universidad Nacional de Formosa y a fami-lias particulares. Porque cuando hay un usurpador dentro de tierras indígenas es difícil sacarlo porque tenés que probarlo con la titularidad de las tierras para que la justicia actúe como corresponde. Enton-ces, la mayoría de los pueblos indígenas tenemos ese problema, la inseguridad jurí-dica. Por eso venimos a reclamar al estado que revea esta situación crítica que pasan los pueblos indígenas. Porque para noso-tros no están en discusión los logros del

estado en temas de vivienda, de centros de salud, escuelas, lo que está en discusión es la inseguridad jurídica de nuestras tierras. ¿Cuáles son sus expectativas respecto del diálogo con el nuevo gobierno nacional?

Ojalá que el nuevo gobierno tome en serio su compromiso de terminar esta indiferencia que venimos sufriendo, no con este gobierno que se va, sino con todos los gobernantes que pasaron: nos aislaron, nos persiguieron. Y hoy creo que estamos en

una etapa muy importante como pueblos indígenas. Logramos hacer comprometer al presidente Macri de dialogar con nosotros, y que nosotros tenemos que tener una propuesta para él, qué política queremos, cómo podemos incorporar en la agenda política nuestros derechos. Y creo que el pueblo indígena está haciendo una expe-riencia de madurez, de trabajar sobre una propuesta basada en el conocimiento pro-pio del pueblo indígena. Y esto es histórico para nosotros, y eso nos da mucha fuerza para seguir peleándola. ¿En qué consistió el compromiso que asumió Macri, siendo candidato, durante la campaña por el ballotage?

El compromiso que asumió Macri es recepcionar nuestro pedido, una propuesta de los pueblos indígenas de administrar la presidencia del INAI (Instituto Nacional de Asuntos Indígenas), y también hemos pedi-do que creara una secretaría de derechos humanos para los pueblos indígenas, y que también en los ministerios, de las diferen-tes áreas, tienen que haber un indígena trabajando para recepcionar los pedidos de los pueblos indígenas, en el ministe-rio de Salud, en el ministerio de Trabajo,

en el ministerio de Agricultura, en el de Medio Ambiente, en todos los ministerios, tenemos que tener gente ahí para poder ir recepcionando las inquietudes y buscando las soluciones a los problemas que enfren-tan los pueblos indígenas. Entonces, lo que comprometió Macri es eso, hacer que los pueblos indígenas sean partícipes en la bús-queda de solución de conflictos territoriales, sociales, para que los pueblos indígenas sean actores directos de una política que

integre a los pueblos indígenas.Al cierre de esta edición, Félix Díaz se

reunió con el nuevo secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj (funcionario pro-movido desde el mismo cargo en el gobierno porteño al ámbito nacional, y conocido por impulsar la “reconciliación de la sociedad” con la última dictadura cívico-militar), y que-daron en volver a encontrarse para que las comunidades le acerquen una propuesta al gobierno nacional, y se espera que antes de fin de año pueda definirse un encuentro con el presidente Mauricio Macri. El tiempo dirá si los acuerdos realizados por los Qopiwini con el gobierno nacional podrán superar las prácticas discursivas y se concretarán en una correcta aplicación de los derechos indígenas en Argentina. Por ello Félix Díaz recordó, el día que anunciaron su retorno a Formosa, en una conferencia de prensa junto Claudio Avruj y a Nora Cortiñas de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, que si bien no se trataba de desafiar a nadie, levantaban el acampe “voluntariamente por-que hay un compromiso con este gobierno nuevo que va a resolver nuestros problemas, pero si no se resuelve este problema volve-mos nuevamente a acampar”.

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a comunidad Potae Napocna Navogoh vive en la zona de Laguna Blanca, en Formosa,

desde antes de la colonización. En 1940 ese territorio fue denominado Reserva Indígena. En 1985, a través de un ordenamiento del terreno, se hizo una entrega incorrecta de las tie-rras a la comunidad, sin consulta pre-via. En el 2006, el 23 de noviembre, el Senado de la Nación promulgó la ley 26.160 que declaró la “la emergencia en materia de posesión y propiedad de las tierras que tradicionalmente ocupan las comunidades indígenas originarias del país”, y le exigió al INAI (Instituto Nacional de Asuntos Indígenas) realizar “un relevamiento técnico” de todas las comunidades indígenas. Paradójicamente, el 23 de noviembre pero de 2010, la comu-nidad “La Primavera” fue reprimida

por la policía formoseña en el corte de la ruta nacional 86, cuando lleva-ban cuatro meses allí reclamando la devolución de sus tierras usurpadas, y donde fue asesinado Roberto Ló-pez, un integrante de la comunidad. Recién en el 2014, después de un primer acampe en 2010 con huelga de hambre incluida, fue realizado el relevamiento en Formosa y se hizo sin tener en cuenta los reclamos las comunidades y, en el caso particular de “La Primavera”, dejando incluso fuera del relevamiento a 17 familias entre las que estaban la de Félix Díaz. El 14 de febrero pasado, las comuni-dades originarias volvieron a hacer un acampe en Buenos Aires, ahora nucleadas en Qopiwini, con el fin de visibilizar su problemática, pero no obtuvieron respuestas concretas del gobierno nacional.

L

“Hemos pedido que se creara una secretaría de derechos humanos para los pueblos indígenas y que en cada ministerio haya un indígena trabajando para recepcionar los pedidos de los pueblos indígenas.”

Breve historia de un olvido

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a historia empieza con la quiebra. Con los 35 trabajadores que resisten. Con el respaldo de los movimientos de empresas

recuperadas. Con más compañeros que se van sumando a la lucha. Con cantantes y grupos de rock que hacen recitales para defender los puestos de laburo cooperati-vo. Con políticos de distintos sectores que entienden al Bauen como un lugar al que hay que cuidar.

“Cuando el hotel cierra, el 28 de diciem-bre del 2001, quedamos en la calle. Pasamos más de un año intentando cobrar lo que nos adeudaban. Hasta que finalmente decidi-mos tomarlo pacíficamente y ponernos a trabajar”, rememora el inicio de la apuesta Horacio Lalli, socio fundador de la Coopera-tiva de Trabajo Buenos Aires Una Empresa Nacional. Él ingresó en 1999 y desde el inicio ya supo que las perspectivas eran desfavo-rables. El hotel tenía problemas por todos lados, nunca estaba lleno y el contexto no ayudaba. Así fue como en diciembre de 2001 -al igual que muchas otras empresas que luego serían recuperadas por sus pro-

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L pios trabajadores-, el Bauen había llegado a su fin.

Los diecinueve pisos del edificio situado en Callao 360 (a metros de Corrientes , en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, fueron recuperándose de a poco. “Cuando entra-mos al hotel después de la quiebra no había nada. Se habían llevado todo, estaba sucio, no había agua caliente, no había ropa de cama. Hicimos algunas reparaciones bási-cas para empezar a funcionar”, explican los trabajadores el inicio de la reconstrucción.

“En esa época, eran todos jóvenes llenos de ímpetu, había una alegría en el movimiento interno que en una empresa privada no existe, era como estar en un parque de diversiones dentro de un laburo. Ese fue el momento que más disfrutamos”, aseguran los trabajadores más veteranos.

Aquel tiempo de reconstrucción y sue-ños cumplidos no solo significó recuperar el trabajo y aclimatar al hotel a las necesidades de los clientes. También nutrirlo de una nueva identidad y de encuadrarlo legal-mente. Fue mucho más trabajo. “Tuvimos que encuadrar todo dentro del sistema

Cuando el Hotel Bauen cerrósus puertas, treinta y cinco de lossetenta trabajadores que laempresa tenía por aquelentonces tuvieron la voluntady las condiciones personalesy familiares para soportarlos primeros tiempos difíciles.Se la jugaron por resistir,y la apuesta funcionó.Esa convicción mantenida durante años dio unos frutos que, con la media sanción en Diputados a la ley de Expropiación –lograda el pasado 26 de noviembre–, quedaron a puntode madurar. El Senado finalmente no debatióla norma y ahora,con un nuevo gobierno, la familia del Bauendeberá insistir conun pedido que yano sólo es de ellos:todos los trabajadoressomos el Bauen.

NOTA DE TAPA

A un paso

por pablo bruetmanfotos: federico imas

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cooperativo, que era y es la figura legal que nos permite trabajar. No teníamos noción de lo que era una cooperativa y tuvimos que entender el funcionamiento. Y así fue como supimos que los responsables de todo lo que sucediera íbamos a ser nosotros”, cuen-ta Horacio con orgullo y responsabilidad.

Justamente de responsabilidades habla Armando Casado, especie de gurú o de viejo sabio que permanece para presentar batalla. “Hablen con Armando, él tiene una parla impresionante”, nos sugieren. Armando es un referente. Se bancó en los 90 servir a la alta burguesía: era maitre de eventos y banquetes. Con un cambio de administración se fue. Lo llamaron cuan-do se conformó la cooperativa para que fuera socio fundador pero no pudo. Menos de un año más tarde se sumó. Ahora es simplemente mozo. Y cooperativista, lo que implica una gran responsabilidad. “Cuando trabajás para un privado obedecés, acá no. Un hotel es distinto a otras empresas recu-peradas. Se trabaja con gente. El producto bruto terminado es un pasajero que se va contento. Tenés que afilar bien los sentidos para darle a ese pasajero lo mejor . Entonces el trabajo se hace, se obedece y la discusión tiene que quedar para después”, nos enseña Armando.

Y precisamente con la noción de responsabilidad, con la convicción de defender a un trabajo realmente colectivo, realmente propio y para toda la vida, los trabajadores pasaron de 35 a 133 y las habita-ciones de 10 a 400. Aunque el crecimiento también genera envidia y eso da dificulta-des. Vinieron los tiempos en los que algún juez, algún diputado trasnochado o algún gobierno ordenó un desalojo y propuso buscarle otros trabajos a los cooperativistas. Como si todos los trabajos fueran lo mismo. “Me podés reubicar en un restaurante que tenga filetes de oro en la puerta pero yo no me voy a sentir cómodo, esto con todas las falencias edilicias que tiene, y aún con pro-blemas internos, para mí sigue siendo algo especial. No es lo mismo que otro trabajo.

Acá yo tengo un sentido de pertenencia por tantos años de lucha. Más ahora que es nuestro. No me interesan las jaulas de oro”, dice Armando sentado en una de las mesas a las que todos los días le toca atender.

Como no es lo mismo este trabajo que cualquier otro, también se defiende de otra manera. Horacio explica las diferencias en-tre el trabajo cuando el hotel era regenteado y ahora que es autogestionado: “La parti-cipación es muy distinta, ahora todos los compañeros somos responsables de lo que pasa en el hotel, hay un consejo de adminis-tración pero las decisiones más importantes se resuelven en asamblea, donde cada com-pañero tiene una voz y un voto. Nosotros trabajamos de lo que producimos, nuestro sueldo es un retiro de utilidades. Y eso está condicionado por lo que hay que invertir en el edificio, porque cuando lo construyeron lo hicieron con fecha de vencimiento, así que hay que estar reparando cosas perma-nentemente”.

Desde que el Bauen es cooperativa ha crecido también como un espacio cultural. Ciclos y festivales de cine, Teatro x la Iden-tidad, debates y programas de radio han sido albergados por el auditorio del hotel.“El Bauen se transformó en un símbolo donde mucha gente lo utiliza para llevar adelante

otras luchas. La del sindicato del subte, o la de igualdad de género, son ejemplos. Y todos los partidos políticos han utilizado el auditorio y lanzado candidaturas. Tam-bién pasan universidades, organizaciones sociales”, destaca Horacio. “Durante su historia como empresa de capital el Bauen era un hotel de los sectores dominantes. Después del conflicto se transforma en su versión antagónica: es la casa del pueblo, no hay asamblea del mundo del trabajo o la economía social que no pase por acá”, rescata Federico Tonarelli, vicepresidente de la cooperativa.

Los últimos años fueron los más duros. Vaivenes judiciales, órdenes de desalojo, legisladores que los bancaron y otros que hasta redactaron leyes para perjudicarlos

y beneficiar a los antiguos dueños. “Lo más jodido fue el último tiempo: por la incerti-dumbre de no saber qué nos iba a pasar. No por mí, yo ya me jubilé y mis hijos ya están grandes. Pero por los otros chicos, que se van a quedar sin laburo a los 30 años. Ellos tienen sentido de permanencia. Discuten con el corazón. Si nos sacan de acá y aún si nos dan otro trabajo, sería nefasto desde el punto de vista espiritual. Nos desarraiga-mos, es como a los indios, les das un pedazo de tierra acá, otro allá…¿y de qué les sirve eso?”, interpela Horacio, como un padre que ve orgulloso como sus hijos toman la posta pero aún quiere quedarse a pelear con ellos.

Por eso la media sanción de la expro-piación –que si luego pasa por el Senado y es reglamentada por el presidente de la Nación Mauricio Macri le pondrá fin a todas las ordenes de desalojo e intentos de la Justicia y de los viejos dueños por impedir el normal funcionamiento de una empresa argentina que genera tra-bajo– fue festejada tan efusivamente: “No ganamos sólo nosotros: ganaron todos los que creen en este proyecto y nos dan fuerza día a día. Demostramos que los ne-gros pueden llevar una empresa adelante y es un mensaje a muchas cooperativas que necesitan fuerza para seguir”, fue el discurso victorioso de María Eva Losada, la actual presidenta.

La lucha ahora ha quedado a sólo un paso. Y no será fácil, porque como explica Horacio, unos trabajadores que ponen en marcha una empresa ponen al descubierto una contradicción: “Nosotros además de cooperativa somos empresa recuperada. Una empresa recuperada no surge del acuerdo de unos compañeros que tienen dinero para invertir en algo; surge de una crisis, de una quiebra, de quedar en la calle y tener que realizar cosas. Cuando sucede este fenómeno hay un sector que se siente molesto. Somos un mal ejemplo. Si todos defendiéramos la autogestión, ¿los que viven de los otros de qué vivirían?”

l hotel se construyó para el Mundial de fútbol de 1978. Le-jos de derechos y humanos,

un grupo de empresarios tomó crédi-tos a través del extinto Banco Nacional de Desarrollo (Banade) para levantarlo con préstamos que jamás se saldaron. En ese contexto, el hotel pasó a una empresa chilena que contrajo más deuda y se declaró en quiebra en 2001.El Bauen se recompuso hasta que en octubre de 2005 comenzaron las inti-maciones judiciales. A pesar de que en mayo de 2006 se aprobó oficialmente la suspensión de la orden de clausura la lucha no terminó.En 2007 el Poder Judicial emitió una nueva orden de desalojo en beneficio de Mercoteles S.A, una empresa acusa-da de fantasma debido a que no había presentado balances en la Inspección General de Justicia. Dicha firma está vinculada a la familia Iurcovich, la mis-ma que construyó el hotel a través del préstamo del Estado.Aunque antes de eso la voluntad de desalojar y beneficiar a los Iurcovich surgió de una ley presentada en la Le-gislatura porteña por Mario Morando, un desarrollista del PRO y admirador de Rogelio Frigerio pero que en este caso se opuso al desarrollismo con su negativa a una empresa nacional y au-togestionada. Aquella ley sancionada de madrugada después del repudio y la manifestación de todo el sector au-togestionado, perdonaba la deuda de los Iurcovich y disolvía la cooperativa. También se comprometía a buscarles trabajo a los cooperativistas, que por tanto dejarían de ser cooperativistas sin elegirlo. Como si todos los trabajos fueran lo mismo. La ley no salió porque después de la fuerte oposición, el por entonces jefe de gobierno Jorge Teler-man decidió no reglamentarla.

historiajudicial y política

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uando sacaba las manos eran como flechas. No necesitaba pensar una estrategia si fallaba. Porque no fallaba. Pero esta vez era distinto. Era la primera

vez que le pagaban por ajustar cuentas de otros, no era una golpiza más, no era a la trompadas.

Estuvo un rato largo pensando cómo hacer el laburo ¿Cuál era la mejor manera de bajar a los tres? Si hubiese sido un trabajito de los que él hacía, la típica sería entrar con un cross de derecha a la pera de uno y zapallazo de izquierda para el otro, para ir por el otro con otra derecha, con las piernas preparadas para empezar a las patadas con el que intente levantarse. Pero esto era otra cosa.

Mirando el ir y venir de la avenida desde el balcón, se dio cuenta de que no iba a poder decidir y encaró para el bar. En el camino se dio cuenta de que se iba a tener que guardar un tiempo y que no le iba a ser fácil. Necesitaba tomarse unos vinos.

A las cuatro horas, borracho, salió tropezando y bajó el cordón de la vereda para caminar por el medio de la calle, perdiéndose en la niebla de la madrugada. Solo se escuchaban los ecos de sus pasos sobre el frío y húmedo suelo adoquinado. Siempre se ponía a beber algún alco-hol barato que le abrasaba la boca sin placer y lo ponía a funcionar a todo tren. Se dio cuenta de que había hecho bien. Tenía la plata. Solo le quedaba llevarlo a cabo.

Empezó el proceso de concentración mientras ca-minaba. Se dio manija todo lo que pudo, repasó una y otra vez cómo lo haría, pero siempre dejando un espa-cio para la improvisación. Los músculos se le tensio-naron y comenzó a mover lo brazos para aflojar. Bajó al garage del edificio a buscar el auto y saludó con un ademán distraído al portero de la noche, que casi no lo miró para no apartar los ojos de la tele que tenía enfren-te. Embalado, antes de salir, tomó el cuchillo que lleva-ba en la guantera y decidió que lo mejor sería usarlo. Lo puso en el asiento del acompañante pero no lo miró hasta llegar al lugar. No se llevaba bien con la pólvora. Le gustaba lo artesanal de una muerte, así, provocada por su propia furia, de un elemento destructor con tracción a sangre. Sangre con más sangre.

La música de la radio le permitía sobrellevar la noche con fluidez. La guitarra de esa canción lo relajaba y lo lle-vaba a naufragar en los ríos de imágenes sexuales que era lo único que podía visualizar para relajarse con esa adre-

lectura

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En una habitación africana de algún hospital alejado de la metrópoli; en algún rinconcito del Zaire de facto del dictador Mobutu; un bebé nació.Asomó entre luces y sangres a este planeta, que se le presentaba como teóricamente nuevo…y cuando apenas fue iluminado su rostro morado por el abrasante sol del mediodía, el pequeño retoño enfocó las pupilas hacia su incipiente entorno. Y comprendió.Y lloró… de inmediato… desconsoladamente…

Las lágrimas de angustia le limpiaban la sangre materna en sus mejillas…Lloró en brazos de la partera,Lloró en brazos de su madre,Lloró en el regazo de su padre,Lloró en manos de las abuelas, de los abuelos, de los tíos…

Lloró incansablemente hasta caer rendido…Al despertar, volvió a llorar; tomó leche del pecho de la madre; y poco después regresó al llanto… En medio de las miradas sonrientes y emocionadas de sus

inaugurales parientes.Una paloma se posó en la cornisa de la ventana, y contempló la escena de bienvenida. Y en su propio idioma, le contó a otra paloma, que los niños lloran cuando nacen porque, apenas advierten que han reencarnado, una infinita tristeza los invade…Una tristeza que va desapareciendo con los años, a fuerza de tenacidad ante semejante adversidad, y valor… mucho valor… valor en demasía.

“Lo contó una paloma…”

CArtesano de la noche

nalina corriendo por su cuerpo. Llegando al lugar sintió hambre, después iría a comer a la parrilla, esa que está abierta toda lo noche; algo tranqui, unos chinchu y algo de vacío. Con una Pepsi en botella de vidrio, que ahí la tienen con el frío justo, siempre.

Cuando volvió en sí, se acordó de que tenía que vol-ver. Estaba sentado en el banco de madera de una plaza solitaria, con las dos manos apoyadas en las rodillas y pensando en el paso del tiempo. Las primeras luces del día reflejándose en un estanque frente a él le cortaron la ensoñación. No sabía bien cuánto tiempo había estado ahí pero por el frío que sintió, dedujo que había estado un rato largo mirando el agua, como dejando morir las horas, algo que solía hacer seguido últimamente. Prendió su último cigarro. Se le acercaron palomas mansas que sin prestarle atención buscaban algo que picotear cerca de su asiento mientras él, fumando sin apuro, pensaba en su su próximo paso. Notó que no tenía chance de gambe-tear la nostalgia. Aquella mañana, ni la ginebra en el desa-

yuno sirvió como remedio contra la melancolía. Tuvo un último intento de esperar con intención de que la fresca del parque le borrara las ideas pero al ver que nada fun-cionaba, se puso de pie y se alejó rápidamente en direc-ción a donde había dejado el auto.

Se paró frente a la puerta del conductor y notó que tenía una mancha de sangre en el pantalón. Subió lo más rápido que pudo y puso música en la radio. Se sorprendió de recordar dónde había estacionado y de no haber per-dido las llaves que estaban en el bolsillo agujereado de su campera. Miró por el espejo retrovisor y arrancó al ver la calle solitaria de autos. Agarró la avenida, en la tercera es-quina dobló y recorrió el camino de siempre. Sintió que el pie le pesaba y lo dejó libre. Cruzó las bocacalles aceleran-do, sin mirar si venía alguien por las intersecciones. En un momento soltó el pedal y dejó que el auto siguiera avan-zando por la inercia de la velocidad alcanzada. Sintió que el auto flotaba y se rascó los ojos tratando de darse cuenta si era un sueño o no.

minicuento por nicolás peralta

la yapa por diego pintos

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de bosques y selvas. Como consuelo emblemático, la ONU creó un programa para el Medio Ambiente ceñido a la sigla PNU-MA, con sede en un suburbio de la capital de Kenya (conoci-do como Gigiri) y solventado por aportes voluntarios de los países ricos, no por mandato de la Asamblea General. Así como las organizaciones mundiales sobre Salud, Trabajo, Educación, Cultura, Ciencia y Meteorología actuaban financiadas desde grandes ciudades europeas, el medio ambiente quedó confi-nado en un enclave del África oriental, como un primo pobre del campo.

Cabe destacar que la cumbre en Suecia fue un evento 100 por ciento occidental, pues al no reconocer la ONU como nación soberana a Alemania Oriental, casi todos los países del bloque soviético (salvo Yugoslavia y Rumania) no asistieron al even-to como acción de protesta. En cambio, China intervino noto-riamente. La vulnerabilidad de la declaración final incluyó un contrasentido, pues enfatizaba la toma de medidas para reducir la contaminación ambiental y asimismo impulsaba el desa-rrollo acelerado del proceso in-dustrial en los países del Tercer Mundo. Nadie se comprometió a nada en 1972.

Tampoco hubo resoluciones destacadas durante las siguien-

El eco-teólogo brasileño Leo-nardo Boff ha señalado que las sociedades globales continúan obsesionadas con el ideal de crecimiento ilimitado, medido por el PIB (producto interno bruto). Hablan de desarrollo, pero en realidad, lo que bus-can es el crecimiento material. El crecimiento pertenece a los procesos vitales, pero siempre dentro de unos límites. Un árbol no crece ilimitadamente hacia arriba ni nosotros crecemos indefinidamente. Llega un mo-mento en que el crecimiento se detiene y otras funciones to-man su lugar.Sucede que un planeta limitado y escaso en bienes y servicios no tolera el crecimiento ilimita-do. Nos hemos dado cuenta de sus límites insuperables. Pero el sistema no toma este hecho en consideración. El ser humano no se siente parte de la natu-raleza, sino su propietario que puede disponer de ella como le plazca. No cuida de ella ni se responsabiliza por los daños de la voracidad de un crecimien-to infinito. Entre las muchas consecuencias de esta lógica perversa está el calentamiento global que sigue creciendo. Ob-viando a los negacionistas, hay dos datos seguros, establecidos por la mejor investigación mun-dial: primero, el calentamiento es inequívoco; basta mirar alre-dedor para constatar los even-tos extremos que tienen lugar en todo el planeta; segundo: más allá de la geofísica propia de la Tierra que conoce fases de calentamiento y enfriamiento, este calentamiento es antrópi-co, hecho por el hombre, es de-cir, el resultado de la interven-ción humana ininterrumpida en los procesos naturales.

Auge delcalentamientoglobal

urante los últimos 33 años (desde la Cum-bre ECO 92 en Río de Janeiro) la crisis climá-

tica ha venido implantándose en el discurso político mundial, cada vez con mayor dramatismo y al mismo tiempo con creciente des-encanto por parte de los países más damnificados. En especial, las repúblicas isleñas situadas a nivel del mar. ¿Por qué? Porque nunca existió en las cúpulas de las naciones más poderosas una auténtica intención de remediar los procesos más destructivos, obvios pretextos para ofrecer asistencia material después de acaecidos los desastres ambien-tales, en vez de adoptar políticas preventivas.

Por cierto, la simulación de acuerdos ejecutivos co-menzó dos décadas antes, en 1972, con la primera asamblea ecológica de la ONU, realizada en Estocolmo (Suecia) bajo el emblema Cumbre del Ambiente Humano. Fue un cónclave que no desembocó en tratados internacionales y solo emitió una declaración cargada de lugares comunes y metáforas verdes, en base a un llamado “Plan de Acción” despojado de compromisos para neutralizar las lluvias ácidas destructoras

contratapa

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tes dos décadas, que se distin-guieron por macro eco-desastres como Bhopal (India), Love Canal (EEUU), Minamata (Japón) y Chernobyl (Ucrania). Por su parte, el PNUMA se definió como agencia catalizadora: solo publi-caba coloridos folletos y vistosos afiches cada 5 de junio (Día Mun-dial del Medio Ambiente).

Recién en 1992 se volvió evidente la necesidad de aplicar medidas regulatorias consen-suadas y la Cumbre de Río sobre Ambiente y Desarrollo emitió dos tratados vinculantes (uno sobre Cambio Climático y otro sobre Biodiversidad), más una simbólica Declaración sobre Bosques, y una frondosa agenda llamada Programa 21, con lineamientos más retóricos que realistas. Se olvidó velozmente. Y en vez de potenciar al PNU-MA como futuro maestro de ceremonias, los acuerdos de Rio se confinaron en una pequeña y burocrática oficina bautizada Comisión del Desarrollo Susten-table, en Nueva York.

Hacia 1995, cincuentenario de la ONU, dos políticos pro-minentes soñaron con institu-cionalizar al PNUMA: el vice-presidente estadounidense Al Gore propuso radicarlo en San Francisco, en tanto el presidente francés François Mitterrand lo imaginó establecido en París. Nada de eso sucedió. No hubo nunca quórum al respecto.

Para ser llevado a la prácti-ca, todo Convenio Marco de la ONU requiere la adopción de un protocolo que lo reglamente. Anualmente, las COP (confe-rencias de partes firmantes) se reúnen para debatir detalles y darle legitimidad a lo firmado. Para Cambio Climático recién se logró en 1997 durante la COP 3 llevada a cabo en Kyoto (Japón). Tal documento se dio como ex-tinto en 2015, sin haber funcio-nado jamás como compromiso real. Ahora, las nuevas metas de la ONU en la materia se proyec-tan a 2030.

Entretanto, 2015 –año de la COP 21– se ha perfilado como el año más caluroso de la historia, con mediciones superiores a los 49º en Irak e Irán. Las recientes conversaciones en París señala-ron que a menos que paremos nuestra adicción actual a los combustibles fósiles (petróleo y carbón), superaremos los 2 grados centígrados, límite supe-rior definido como tope para la habitabilidad del planeta.

La industria de los combus-tibles fósiles tiene otro proyecto: extraer y quemar cinco veces más carbón de lo que podemos permitirnos para no superar los mentados 2 grados. También, cada día de cada mes de cada año, se queman 90 millones de barriles de petróleo. La psicología tiene un nombre para este síndro-me recurrente: “suicidio”.

¿Por qué fracasan las cumbres ecológicas de la ONU?

Dpor miguel grinberg