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-INTERACCION: Interacción social
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INTERACCION
l. INTERACCIÓN SOCIAL II. INTERACCIÓN SIMBÓLICA
III. DRAMATISMO IV. INTERCAMBIO SOCIAL V. INTERACCIÓN y PERSONALIDAD
VI. ANÁLISIS DEL PROCESO DE INTERACCIÓN
1 INTERACCION SOCIAL
Talcott Parsons Guy E. Swanson
Kenneth Burke Peter M. BZau
P:7illiam C. Schutz Roberc F. Bales
Resulta casi puramente tautológico decir que los fenómenos humanos ({sociales)} son casos de ·interacción entre dos o más seres humanos concebidos como ({personas)}, ({organismos)} «yoS)} o ({actores». Puede llegar a considerarse, pot tanto, que 10 que significa e implica el concepto de interacción y su contexto teórico no es sino algo perteneciente al más simple sentido común. No obstante, no es así. Este conjunto teórico ha tenido una historia muy larga y complicada y las lineas que señalan su lugar en las ciencias sociales modernas, que es 10 que nos ocupa, han ido apareciendo solo de maneta gradual.
Si se reflexiona sobre ello, no debe resultarnos muy sorprendente. Después de todo, la ciencia no es mero sentido común; sus nociones teóricas y marcos de referencia más elementales se desarrollan a través de complicados procesos intelectuales que entrañan no solo interpretaciones de lo observado, sino también una conceptualización teórica y, en parte, filosófica. E:-~oceso ha resultado quizá especialmente arduo e caso de la aCCIÓn SOCIal hum~, ya que '"elLem.a está tan cerca de la experiencia inmediata que aislar de la matriz del sentido común un esquema cientificamente utilizable resulta particularmente dificil. En cualquier caso, para ~os limitados objetivos de este artículo nos parece conveniente comenzar con un bos'" quejo de los antecedentes históricos del problema.
La primitiva historia del concepto
Desde cierto punto de vista, la filosofía moderna (<comenzó con mal pie)} en cuanto al esclarecimiento de la naturaleza de la interacción humana mientras que, desde otro punto de vista, parece que, indirectamenre:, esto resultó fructífero a la larga. En cualquier caso, creo que existe un acuerdo general en que, de todos los puntos de que partió la filosofia moderna, el más pertinente para nuestro estudio es el del problema del conocimiento.
El esquema cartesiano. La primera formulación importante de este problema fue la del Discours de la méthode de Descartes. Esta obra se considera con toda justicia como la carta filosófica básica de la ciencia moderna, ya que fue la que planteó con mayor claridad el problema de la base filosófica del conocimiento empirico del mundo exterior. No obstante, la claridad se logró al precio de supuestos y predilecciones que resultaron restrictivos en dos direcciones, siendo ambas esenciales para nuestro problema.
La primera fue el tratamiento del (¡mundo externO l}
significativo como mundo físt"co. E~to era natural ya que, entre otras cosas, la ciencia le} momento, que acababa de lograr sorprendentes avances, era fundamentahnente la ciencia fIsica. En consecuencia, el objeto de conocimiento concebido por Descartes no '<co-_ .. -..... _---- ---
--;-- ---------nacía» ni «actuaba) (ya que los objetos físicos no actúan). Su formulación excluía el interés por la acción mutua de entidades que fueran tanto objeto como sujeto al mismo tiempo y) debido a ello, por la distinción analítica entre estos aspectos de los actores sociales.
La segunda, el ver el problema como solo un problema de conocimiento. Posiblemente para facilitarlo fue por lo que Descartes trató a su sujeto como dado--p. ej., en su famoso cogito ergo sum-en vez de analizarlo como una identidad estructurada. A este respecto, el cartesianismo no se aventuró más allá de afirmar la existencia del «pensador» y el hecho de su relación cognoscitiva con los objetos del mundo externo.
Por supuesto, podemos ahora afirmar, casi al nivel del sentido común, que Descartes se ocupó de un caso límite efe acción social. En primer lugar, excluyó el «in ter» de nuestra fórmula de la interacción, suponiendo que no habia ninguna «acción» en uno de los lados de la relación; es decir, que el objeto solo podía ser conocido y que el «ser conocido» no· representaba en absoluto un estímulo para que el objeto interviniese y posiblemente cambiase la relación con el conocedor. En segundo lugar, excluyó el análisis de la compleja naturaleza de la (<entidad que» conoce, que forma parte del sistema relacional básico de la relá.ción entre sujeto y objeto. Hoy en dia afirmaríamos que la cognición empírica es una actividad o «función» de las personas, que exige para comprenderla el análisis de las estructuras y procesos de las personalidades en virtud de los cuales una variedad de factores se organizan de manera que facilitan la «consecución del conocimientO» como un resultado-meta de los sistemas de personalidad. Además, al reconocer la complejidad de las unidades que constituyen los dos extremos de la re-
--- lación-se compliéa"'a coneeptUáliZáclOfi del m"Btte'Ío relacional entre ambas. Descartes consideró la relación simplemente como un flujo de «informacióm) del objeto al sujeto--resultando el consiguiente «entendimiento» o conocimiento-sin especificar apenas en qué medida y de qué modo exige ese entendimiento unos procesos distintos al de simple entrada de información.
Diferenciación del objeto cartesiano. El esque~ ma cartesiano puede considerarse como el punto primario de referencia para un proceso de diferenciación. Como se trata de un esquema relacional, su diferenciación afecta necesariamente a todos sus componentes:
. no solo el sujeto y el objeto, sino también el carácter de la relación entre ambos. Dado que nos ocupamos de la ciencia, resulta más fácil entender la diferenciación en cuanto al objeto, lo que significa dar el primer paso de alejamiento de la predilección más puramente fisicalista de Descartes.
El objeto humano pasó a ser considerado no simplemente como «conocedor», sino también como un organismo fisico que se «comportaba» (empleando un término posterior) en un medio ambiente y actuaba movido por deseos o necesidades-o, como las llamó Hobbes, «pasiones>}-que explicaban su acción. Esta diferenciación que apareció incluso en. el propio siglo de Descartes, el XVII, especialmente en los escritos de Hobbes y Locke, marcó el comienzo del utilitarismo, creó la base teórica de la economía y de una de las principales ramas de la psicología, y tuvo importantes repercusiones sobre el derecho, la ciencia política y la sociología.
INTERACCION: Interacción social -La diferenciacion utilitarista. El modelo cartesiano se mantenía en cuanto a suponer dadas las necesidades del individuo. Aunque se suponía también que dichas necesidades eran múltiples, no se trataba el problema de cómo esraban estructuradas y organizadas. No obstante, la preocupación analítica ya no se limitaba al conocimiento del mundo externo, sino que incluía la manipulación «(racional» del n1ismo mediante actividades dirigidas a un fin u objetivo. Primitivamente, el científico social moderno se concibe, pues, como un observador de objetos que son) al mismo tiempo, actores que intentan satisfacer sus necesidades por medio de la acción. Además, solo en un caso límite restringe el observador su observación 3. individuos aislados; por lo general, observa una pluralidad interactuante. El intercambio económico, por medio del trueque o de los sistemas de mercado más elaborados, se convirtió en prototipo de dicha interacción, pero los hombres del estado de naturaleza de Hobbes, que buscan «destruirse o subyugarse unos a otros), se consideraban también corno interactuantes en este sentido. Está claro que el intentar satisfacer necesidades o destruir a los demás entraña un tipo de acción no atribuible, p. ej., a los cuerpos celestes. Tales necesidades o pasiones se distinguen fácilmente de las actividades-término muy utilizado posteriormente por Alfred Marshall-destinadas a satisfacerlas. Adquieren aqui gran importancia los problemas relativos a la naturaleza de los sistemas de interacción generados por ía acción concebida dentro de este marco, y a las condiciones en las que pueden {(funcionar») tales sistemas. La naturaleza y el significado del {(propio interés\;, en el sentido clásico moderno, y la base del orden normativo en los sistemas sociales se hacen muy problemáticos dentro de este marco de referencia. __
Así, el marco «utilitarista» de referencl"al'pñ"ilU"co¡jd¡,.c,-,dd."'."iir¡-------se que ha surgido de la formulación cartesiana, me-diante la inclusión en el esquema de una especie de objetos que no son físicos y que mantienen interacción en un sentido en que no lo hacen los conocedores ni los objetos fisicos. Aunque es¡a concepción surge de la diferenciación en el lado del objeto del esquema carte-siano, plantea implícitamente la cuestión de la posición del observador. Está muy claro que el conocimiento de la situación, de las necesidades y actividades de los demás en el sistema de interacción, se convierte en si mismo en un factor de satisfacción de necesidades. El actor utilitarista, considerado como observador, es un {(conocedor» cartesiano, pero también mucho más. In-troducir este elemento adicional en la totalidad del esquema presenta problemas de gran importancia.
Diferenciación idealisra del sujeto. Como hemos señalado, Descartes dejó sin analizar la estructura de su sujeto: el «(yO), que piensa y que, por tanto, existe se supone dado. En términos rnuy generales, el movimiento idealista fue un intento de analizar el contenido de esta entidad dada. Especiahnente ·con Kant, adoptó como punto primordial el contenido del conocimiento. A diferencia del empirismo inglés, consideró el conocimiento modelado y organizado de acuerdo con los esquemas kantianos de intuición y con las categorías del entendimiento, y no derivable de las propiedades «(intrínsecas») del propio mundo de los objetos, tal como llegan al sujeto en forma de «impresiones de los sentidos» o--en términos de Locke-de {ddeas>~.
Como Descartes, los idealistas fijaban su atención en la comprensión científica del. m.undo físico. Ahora
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bien, ,de forma muy «relativizada»--en un sentido . ,,,pedal-porque la estructura principal del conocimiento empírico se atribuía no solo a la {(naturaleza) de los objetos conocidos, sino también a las «catego-tíaM en función de las cuales se los conoce. Estas categorías no se podían ubicar en los objetos de la cogpición, ·Qi se p09.í~n tratar básicamente como propiedades variantes de las personalidades de los ·conocedores. En tétminos más n10demos, constituían un matco c,ú!tura.l. de referencia que regía en parte todo el sistema. de acción, en la medida en que este dependía del conocimiento empírico. Esto planteaba un problema paralelo al utilitarista relativo a los actores que no s'on 8019 conocedores.
Es justo decir que tal diferenciación del sujeto cartesiano, paralela a la diferenciación utilitarista del objeto cartesiano, fue 'una de las principales consecuencias del análjsis de Kant. Así, la ({razón pura) concernía, esencia4nente, a ,la base epistemológica de la ciencia física, riljentras que la «razón práctica) se vinculaba a las otras preocup.aciones, especialmente las no cognoscitivas, de los «actores) humanos. El utilitarismo trataba las necesidades solo como dadas y analizaba las actividades principalmente proyectando un conocedor racional cartesiano en el papel del actor; de ahí la fórmula del interés propio racional. Kant consideró las necesidades prácticas, que creía predominantemente morales, como algo esencialmente dado, y descartó las posibilidades de resolver intelectualmente los problefiláS sub} aeestes. En esto se aproximó al punto de vista de que el imperatIVo moral es algo existencialmente dado.
El hegelianismo. El movuniento hegeliano intentó fusionar el componente cultural de la epistemología empírica de Kant, especialmente las «categorías», con la esfera de la razón práctica l desarrollando por tanto una metafísica idealista unificada, construida sobre el concepto clave del «espíritu objetivo) (objektiver Geist). Concibió, pues, toda la historia como el «despliegue) del espíritu universal, siendo la acción humana esencialmente una expresión o realización del contenido <ddeab del espíritu.
La tendencia primaria de, la fase cartesiana de este amplio desarrollo intelecIual fue quizá la de extraer el máximo posible de la naturaleza intrínseca de los objetos: la concepción de la «mente) como una tabula rasa, que es solo un recipiente de impresiones sensoriales, llevó esto a sus últimós extremos. Por contraste, el idealismo tendía a atribuir el máxiino posible a la actividad creadora de la mente. Por un lado, esto res;altaba la imp.ortancia de la acción de los agentes humanos individuales c.omo alg.o distinto de las circunstancias de sus situaciones. Pero, por otro, el problema de un -sistema cultural que trascendiese (en el estricto sentido kantiano) al actor individual, adquiría necesariamente una gran prominencia.
El marxismo. A medida que el masivo desarrollo de la ec.onomia y, posteriormente, de la psicología, las llevaba a transf.ormarse en ciencias sólidas, creando en el siglo XIX una vigorosa tradición intelectual que institucionalizó positivamente el reconocimiento de la diferenciación de necesidades y actividades dentro de los objetos humanos de las observaciones científicas, la concepción ideali~ta de un «despliegue)~ del espíritu o
_______ LG~e¡¡i,¡¡stt....l!fu~e..!d:!!eelj~ando de ser satisfactoria. Exigía una diferenciación paralela-aJ.a utilitarista entre las actividades y las necesidades. Tal formulación teórica surgió más
claramente c.on las concepciones de Marx, quien estableció un mundo de factores ('materiales» frente a los factores ('ideales" de la escuela hegeliana. El famoso aforismo de "poner a Hegel cabeza abajo" indica claramente, en mi .opinión, que, en lineas generales, Marx deseaba permanecer dentro de la línea idealísta. La categoría marxista de «material» no es, por tanto, idéntica' en modo alguno a la «física) que aparecía en Descartes e incluso en Kant. Se refería sobre todo a los aspectos de la situación humana que condicionan la consecución de objetivos O metas humanas. El viejo problema de la primacía, que es inherente al empleo de la conceptualización dicót.oma, se centró, en este caso, en si la primacía se encontraba en el terreno «ideab o en las condiciones necesarias para, su realización práctica. El materialismo de Marx consistia fundamentalmente en enfrentar a los (utópic.os>} con la necesidad de mostr.arse «realistas) al tomar en cuenta tales condicio- '( nes. Impor'ta destacar que su sistema «material>~ no fue simplemente un «despliegue del espíritu), sino un sistema social; en nuestr.os términos, un sistema de interacción, aunque inadecuadamente analizado.
Etapa moderna
Existen dos fronteras que limit¡tn el aspecto de "acción" de la condición humana: la biológica, concebida en términos de herencia y de medío ambiente, y la cultural, concebida como un sistema de orden simbólisru»ente definjdo) COP primacía llQpnativa, y !!L 'lue los seres humanos están obligados a ajustarse so pena de sanciones en este mundo o en el otro. Las dos tendencias principales de pensamient.o social se han visto presionadas hacia un reduccionismo basado en uno de eS1;Os dos límites o fr.onteras. En general, la utilitarista ha derivado hacia la biología, mientras que la kantiana se ha "hegelianizado»... si puede considerarse a Hegel como el extremo rdativo del reducci.onismo idealista. Al mism.o tiempo, consideraciones parecidas a las que dieron lugar a la rebelión marxista contra el hegelianismo han estimulado, dentro de ambas tradiciones, movimientos que han llevado claridad y definición conceptual a un punto equidistante de estos dos extremos.
Freud y la teoría de la personalidad. Por el lado utilitarista, el desarrollo de la ciencia biológica en la segunda mitad del siglo XIX y el florecimiento de distintas variedades del «darvinismo sociah> plantearon agudamente el problema de cómo podían tratarSe los componentes esenciales de la acción social humana de un modo que fuese realista acerca de la continuidad entre la «naturaleza humana) y el mundo orgánico. La figura individual más importante fue la de Freud que, como médic.o, comenzó con una c.oncepción del ser humano como organism.o per.o que, c.omo psiquiatra, se preocupó fundamentalmente del comportamiento de la persona y no del estado interno de sus órgan.os. Además, el método clinico desarrollado por Freud dio gran énfasis a las emociones, a los deseos y a los objetivos, en vez de a las cuestiones cogn.oscitivas.
Freud comenzó c.omo un «instintivista), en el conocido· sentido hereditarista, pero aunque nunca dejó de resaltar la importancia de las necesidades instintivas, desarrolló el concepto de instinto desde la idea más convencio.nal de un patrón hereditario de comportamiento, «despertado)~ por estimulas ambientales, a la de t:ttt llstema m.otivaCional generalizmto que entraña-una relación compleja entre la energía instintiva básica y los
mecanismos de su especificación de objetivos y su control. El núcleo erótico, el foco del "principio del placer') se 'convirtió en un complejo sistema que no era en absoluto dado y que estaba integrado de un modo muy complicado (o mal integrado, en muchos casos) con los c011lp1nleIltes no innintivos de la peISillIa1idad. .....--
Rel~tivamente pronto, Freud llegó a la conclusión de que la expresión de las necesidades instintivas estaba regulada por las normas morales de la sociedad-las cuales entraban con frecuencia en conflicto, aunque no siempre de una forma sencilla, con dichas necesidades instintivas-y de que esas normas se 'introyectaban en la propia personalidad, convirtiéndose en componentes de su estructura. La formulación fInal de su concepción cristalizó en la famosa idea del superyó. Posteriormente, esta modalidad básica de conceptualización se amplió al medio ambiente social, concebido muy en el sentido cartesiano-durkheimiano. El famoso «(principio de la realidad» llegó a centrarse en las (relaciones objetales», con las que Freud se refería a las relaciones con todas las demás personas-especialmente con los padres-consideradas como agentes de socialización. Pero ante tales objetos humanos no solo se daba una {(adaptación» en el senrido válido para los objetos físicos; también se introyectaban-o, como solemos decir hoy, se interiorizaban-para formar parte de la estructura de la personalidad, especialmente del yo, en el sentido que da Freud a este término.
De este modo, Freud llevó las propiedades distintivas del ambiente social-en cuanto distinto del fisico-de la acción del individuo, al primer plano de la consideración analítica, en dos conexiones, la de los estándares norma~vos y la de los aspectos más empíricos del mundo de los objetos sociales. De hecho, puede demostrarse que incluso el ello, el tercero de los subsistemas estructura:les primarios de la personalidad, según Freud, no es puramente «instintivo», sino que se encuentra organizado alrededor de los "precipitados de los objetos perdidos»), especialmente de los más destacados en las primeras fases de la experiencia de socializaciÓJl. de una p<:rrona (Parsons 1958) ~
DurkheiIn y el contenido de la cultura. Mientras Freud, desde un punto de arranque biológico, llegó al reconocimiento de las propiedades distintivas de los sistemas sociales, Durkheim comenzó con la convicción de que eran esenciales distinciones claras entre los sistemas sociales y personales; según su famo'sa frase, la sociedad era una realidad sui generis. No obstante, para basar esta teoría tuvo que escapar de las garras- del utilitarismo. Lo hizo volviendo al marco de referencia cartesiano, incluida la primada cognoscitiva. Su diferencia básica con Descartes reside en que se preocupó de explorar la categoria distintiva que denominó hechos sociales, los hechos del medio social del actor de referencia, pero reconoció asimismo la clara necesidad de considerar al actor como algo más que un «pensador». Además, como el medio correspondiente era social, en la medida en que incluia una pluralidad de actores individuales todos ellos eran unidades del mismo carácter que el actor de referencia, y se consideraban como -interacruantes con este.
Partiendo de esta base, Durkheim coincidió-' con Freud en tres puntos esenciales. El primero era la posición inicial de Durkheim, su análisis de la calidad distintiva del mundo de los objetos sociales; si combi~ Damos este análisis con el de Freud, podremos afirmar no solo su calidad distintiva frente al mundo físico en
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su sentido más estricto, sino también frente al orgánico. El segundo punto era la idea de que un aspecto esencial del medio social es que impone exigencias normativas al individuo y le sanciona según las satisfaga o no. El tercero, la aflrmació~ que la estructura de este medio social, especialmente suuiCc'Coii'mñllp'l!O;rnrle!tnnL:lOer------normativo, llega a quedar interiorizada en la persona-lidad del individuo. De lo contrario no se podria com-prender la autoridad moral de la «(sociedad» como agen-te de control de la acción individual, como agente constrictivo según la expresión de Durkheim. Aunque no' desarrolló una teoría técnica de la personalidad del individuo como sistema, está claro que la estructura de su esquema teórico se articu12 directamente con el tipo de teoria de la personalidad elaborado por Freud, y que incluso exige tal articulación para completarlo.
El tratamiento de Durkhcim de los componentes normativos de los sistemas sociales fue sin embargo mucho más lejos que el de Freud, en una dirección que le aproximaba a Kant. Su primaria preocupación por el sistema social (mientras que en Freud era solo residual o secundaria), lo hacía consciente de que los componentes normativos forman parte de un sistema cultural y, en este sentido, trascienden al individuo. Desarrolló este tema especialmente en su concepción de las «(representaciones colectivas», que expuso con más amplitud en su análi'sis de la religión en Les formes élémentaires de la vz·e religieuse, le systeme totémz·que -en Australie (1912). Dejó muy claro, a diferencia de Freud, que los sistemas de «representaciones»---que no constituían ya una modalidad cartesiana de expresión-eran básicamente simbólicos, dando así un paso muy importante hacia la concepción del contenido de la cultura como algo compuesto de sistemas simbólicos codificados, y hacia una comprensión general de su articulación tanto con los sistemas sociales como con las personalidades individuales.
Durkheim y Marx. Aunque este último aspecto de la obra de Durkheim le puso en contacto directo con el movimiento idealista, no era más idealista que Marx. Es interesante compararlos a ester-espee .. t9>-· .. bIlJ1~alIrx"-llre¡:;-'------presenta, por supuesto, una reacción especialmente notable contra el extremo hegeliano y, de hecho, su concepción de los sistemas sociales se aproxima más a la de Durkheim de lo que se ha solido creer. No obs-tante, puede decirse que Marx. se mostró muy ambiguo acerca de los componentes normativos del orden social. Esta ambigüedad se debió a que su esquema estaba incompletamente diferenciado en dos aspectos princi-pales. Ante todo, el aspecto ideológico-evaluativo no estaba claramente diferenciado del científico. Así, p. ej., en relación con el «capitalismo»), la condena moral de su estructura normativa tendía a infravalorar su impor-tancia empírica en un sentido analítico, sugiriendo que se limitaba a encubrir intereses explotadores. En se-gundo lugar, el pensamiento marxista compartía con las teorías hegelianas y con otras teorias posidealistas un compromiso con el historicismo. Esta postura' nega-ba la posibilidad, para el campo sociocultural, de una teoria analítica generalizada. La teoría de Marx es una teoría del desarrollo de una sucesión de sistemas so-cioeconómicos particulares enlazados dinámicamente, no una teoría analítica de la sociedad en general. Marx no emplea la teoría económica de Ricardo como una teoría económica en sentido general, sino como la teo-ría del proceso capitalista dentro de un sistema eco-nómico histórico.
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Durkheim no se dejó atrapar por estas dificultades. Como buen cartesiano, dio por supuesto que si los hechos sociales eran hechos, la metodología general de la ciencia, incluyendo la teoría analítica general, era aplicable a los mismos. Y al ocuparse del problema de los factores <ddeales» desde un punto de vista prehegeliano y de corte kantiano no se preocupó del supuesto dilema de si ({en último extremo» lo que determinaba la acción hU.mana eran los factores ideales o los materiales.
Max Weber y el acto!' individual. Si Durkheim evitó el dilema ideal-material, Max Weber, arrancando desde puntos de referencia pertenecientes a la tradición idealista alemana, se abrió paso a través del mismo, convergiendo directamente con la posición de Durkheim. Su referencia fundarnental era a 'los ({motivos de los individuos»; solo mediante una comprensión (Verstehen) de los significados de los motivos correspondientes a individuos reales y típicos podían servir los motivos para explica,. modalidades empíricas de actuación, en relación, por supuesto, con las condiciones de la situación de la acción. Tales motivos no eraD en absoluto lo mismo que las necesidades consideradas por los utilitaristas,· precisamente porque, en yez de darse por supuesta, su estructura era un asunto de gran intet=é.s. De hecho, los sistemas de significado cultural consti[uian un elemento primordial para Weber, tal como se ve claramente por sus esrudios de sociología de la religión.
Al mismo tiempo, la posición de Weber no es en absoluto un idealismo hegeliano o un «gestaltismo)} poshegeliano, al estilo de Dihb.ey. En estos últimos casos, la relación principal de un complejo de significados (Sz"nnzusammenhang) con la realidad material es simplemente l. de un «despliegue». Weber, por su parte, efectuó la deCIsiva aportacion de romper la rígida alternativa de utilizar o bien los sistemas ideales o los materiales como algo empíricamente cerrado, abriendo una vía para analizar las complejas interdependencias entre unos y otros. Así es como Weber llegó a ser eminente a la vez como «sociólogo de la cultura)} (p. ej., de la religión) y como sociólogo de los fenómenos políticos y económicos (especialmente de los primeros), siendo su análisis del significado social de la ley el principal enlace entre ambos campos (cf. Parsons 1965). De este modo, consiguió resaltar la completa realidad de los intereses «materiales» de hs personas y de los grupos, evitando la defectuosa suposición del modelo marxista de que estos mtereses con stituyen un sistema cerrado que solo puede alterarse nlediante una transformación revolucionaria total. En lo que se refiere al actor individual, Weber, en vez de tener que llegar a una concepción de interiorización-como hicieron los utilitaristas, al igual que Freud y Durkheim-la dio por supuesta, basándose en su posición teórica general.
Esta orientación solo puede detallarse mediante un análisis sistemático de la interacción. Deben analizarse los sistemas sociales unidad por unidad como mantenedores de intercambios entre sí, intercambios que constituyen actuaciones o sanciones según qué unidad el «(LIW1SBlis~ o el (Ireceptor)}-constituya el punto de referencia.~eber, más que ninguna otra figura surgida predominantemente de la tradición idealista, puso las bases y mostró el empleo del esquema más generalizado hacia el que habían ido confluyendo las escuelas de pensamiento que estamos estudiando. Las 'relaciones de la autoridad establecida con el uso
del poder, y' de la propiedad con los mercados y el intercambio fueron los focos principales de la amplia gama de sus estudios empíricos. Por supuesto, el poder y los recursos. económicos constituyen sanciones y recursos especialmente destacados en los sistemas de interacción más diferenciados, y la obra de Weber nos puede servir de base para analizarlos en función de un sistema social, en vez de en términos puramente económicos o politicos.
Un paradigma de interacción social. De los movimientos citados ha surgido el bosquejo general de las concepciones acruales de la interacción. Se centra en un sistema social generado y compuesto por la interacción de unidades que pueden ser «organismos con un comportamiento)}, personalidades o diversos niveles de colectividad. No obstante, las unidades actuantes se encuentran siempre involucradas en sistemas culturales que expresan, simbolizan, orderian y controlan las orientaciones humanas por medio de sistemas de significados estructurados, compuestos tanto de códigos de significados Goma de combinaciones específicas de símbolos en contextos concretos. Un sistema de interacción exige como mínimo cuatro aspectos o componentes analiticamente distinguibles: (1) un conjunto de~Qes» que mantienen interilcción unaLcQn ottas; (2) un conjunto de reglas o de ottos factores de (,codificación», cuyos términos estructuran tanto las orientaciones de las unidades como la propia interacción; (3) un sistema O proceso ordenado o modelado de la propia interacción, y (4) un medio en el que opere el sistema y con el que se produzcan intercambios sistemáticos. Puede verse que los diversos movimientos intelectuales revisados destacaron algún elemento o aportaron una combinación de componentes en este paradigma, pero que en su totalidad, solo surgió este en una etapa final.
El pragmatismo y la naturaleza, del yo. Antes de intentar una exposición, más completa del paradigma, debemos pr~star atención a otros dos movimientos, que contribuyeron menos a su delineación general que los ya vistos, pero que no por ello han dejado de ejercer bastante influencia en él. El primero es funaamentalmente norteamericano y puede considerarse como un aspecto del movimiento· pragmatista. En cierto sentido, James y Peirce hicieron caso omiso de la rigidez estructurada del pensamiento europeo de su época para dar un enfoque totalmente nuevo a todo el sistema del yo y el objeto. Especialmente a la vista de las tendencias «cientifistas» del pensamiento norteamericano, el pragmatismo planteó cuestiones sobre el yo de particular importancia. James introdujo un pluralismo claramente no-cartesiano en el concepto; aparte del yo que piensa existe un yo, un mí y otras formas o facetas posibles.
Interacción simbólica: Cooley y Mead. Una rama del movimiento pragmatista llevó a cabo una aportación especial a la teorja de la interacción social. Se trata de la rama representada por Charles Hartan Cooley y George Herbert Mead, que llegó a transformarse en una clase especial de psicología social. Fue Cooley el primt!!o que se LOlli6 en Sédó el carat:-rer auténtiéafñei!te indeterminado del yo como estructura independiente de los demás. Esto llevó a la idea de que el yo se desarrollaba en la interacción con los otros. Tal como dijo Mead, para Cooley el (,arra» pertenecía al mismo campo que el yo y, como este, era inmediatamente dado (Mead 1930).
Ahora bien: Cooley, a pesar de algunas brillantes ideas acerca de las características del yo (como la noción del (!yo-espejo») se adhirió a una concepción semiidealista y subjetivista de la <~mente) que, aunque IlO era ya individualista a la manera cartesiana o utilitarista, solo logró una visión truncada de los sistemas de inte:" racción. Mead, en cambio, dio el paso fundamental de tratar al individuo como sujeto y objeto al mismo tiempo y en el mismo sistema interpersonal. Además, fue mucho más cIaro que Cooley en su demostración de que la personalidad del individuo surge del proceso que denominamos ahora de socialización, precisamente por la acción mutua de estos aspectos subjetivos y objetivos. No se trata (como dirían los idealistas) de un proceso de ({despliegue» del espíritu individual o colectivo, sino que incluye vitaJmente la interiorización de los objetos.
Otra aportación muy destacada de Mead es su idea del otro generalizado. A través de la interacción simbólica, el individuo aprende a utilizar y desarrollar códigos generalizados que pueden interrelacionar una concepción del otro concreto con categorías y colectividades generalizadas. Esta es la base, en el proceso de socialización, de la interiorización de los sistemas culturales y sociales, que a su vez pueden llegar a diferenciarse unos de ·otros. Mead avanzó mucho más que Cooley en cuanto a introducir en la sociologia y en la
___ psicºIQgí~ social Pt~edimientos de investigacjÓn ~ técnicos en lugar de apoyarse únicamente en la intuición interpretativa.
Todo esto contribuía a la psicología social, en la medida en que se señalaba y analizaba la estrecha relación entre la personalidad y el sistema social indicando (de un modo conexo con el de Freud, pero distinto) que la personalidad no es algo que pueda llegar a ser comprendido independientemente de su articulación con la interacción social, incluida su participación genética. Además, y especialmente en Mead, que era una especie de «(behaviorista» sim.bólico, había una mayor consciencia que en Fre"ud de la continuidad evolutiva de los fenómenos entre los niveles humanos de la acción y los de la vida orgánica más en general. Mead también superó a Freud en que comenzó la exploración de los procesos auténticamente, simbólicos y en que levantó un puente entre la teoría del comportamiento y la lingüística. Ciertamente, se daba una convergencia impresionante entre esta versión de la teoría de la «(interacción simbólica» y las ideas tanto de Freud cómo de Durkheim acerca de la interiorización de los objet"os sociales.
La tradición existencialista. El pensamiento alemán o, más ampliamente, el pensamiento europeo ·continental, ha encerrado durante un considerable periodo de tiempo una rama que se ha destacado recientemente en el análisis de la interacción de un modo que se combina de manera básica, aunque todavia relativamente poco clara, con la tradición norteamericana de la psicología social. Quizá su origen se deba remontar a la fase kantiana del desarrollo del idealismo. La esfera de la «(razón práctica» de Kant estaba específicamente sin estructurar en cualquier sentido comparable a la estructuración del mundo fenoménico o fisico. Se trataba del mundo de la voluntad, de la individualidad y de
---lo q"ne-cabe considerar significados sociahlle~ organizados. Para nosotros tiene quizá una importan..,. cia especial el hecho de que esta tradición exper.imentÓ grandes dificultades para llevar a cabo la crucial
INTERACCION: Interacción social
discriminación entre los polos de referencia biológico-ambiental y cultural-cosmológico de los sistemas de acción. Ha tendido a fusionar los dos hablando de las necesidades humanas (mlás profundas» de motivaciones.
En la primera etapa, el intérprete de la tradición kantiana que más avanzó en este camino fue posiblemente Schelling. Posteriormente surgen otras orientaciones más o menos claramente «existencialistas», pero las de Kierkegaard y Nietzsche parecen las más destacadas. La fase más moderna y de mayor orientación sociológica está evidentemeo[e caracterizada por un continuo que abarca tres posiciones distintas.
En un extremo se encuentra Weber, que analiza conscientemente la interdependencia de los «significados queridos» y de la situación, la interacción y las sanciones, preocupándose mucho menos por el «destino» o «(suerte» de las fantasías y esperanzas subjetivas que por la naturaleza de ~os sistemas de. interacción generados por las complejas mc,dalidades de su realización (y por el fracaso en conseguirla).
En el punto medio se puede colocar quizá a Georg Simmel, que ha producido UD importante impacto en las ciencias sociales estadounidenses. Sirnmel intentó restringir la determinación (,fenoménica» a las (,formas» de la interacción, y consagró su inmenso talento inniitivo a la comprensión interpretativa .de los significados que infunden los actores individuares y,....,lee&s-'yg·.,., .. o .. ''-'ld'''":-______ _ acción en la interacción, creando de ese modo, en un. sentido muy amplio y general, el marco determinativo de dicha interacción. Es significativo que la influencia de Simmel se iniciara en Estados Unidos a través de la Universidad de Chicago, en donde enseñaba Mead. Las «(formas de relación sociah) de Sirnmel no eran tanto categorías explicatorias como un marco de refe-rencia para ensayos interpretativos (véase Naege-le 1958).
El tercer movimiento, el más alejado de Weber, se basa filosóficamente en la tradición fenomenológica de Husserl y, en parte, de Heidegger, y tiene importantes afiliaciones con el existencialismo. De forma menos inmediata está también ligado con el historicismo poshegeliano que fue el mayor defecto critico de Weber. Se centra fundamentalmente en las experiencias y sentimientos más Íntimos del individuo y, desde ese punto de arranque, se remonta a una crítica relativizadora de las estructuras más convencionales y más supuestamente «(superficiales» de la vida social. Al menos ciertos elementos del movimiento ponen tal acento sobre el individualismo que se. acercan a la anarquia filosófica, lo que va claramente en contra del tradicional énfasis sociológico en los cimientos del orden básico en la vida social. .
Erving Goffman es quiz:i. el autor más destacado de la sociología estadounidense actual influido tanto por el interaccionismo simbólico de Mead como por el punto de vista fenomenológico. La linea de pensamiento más distintivo en Goffman está constituida por un gran é.nfasis en las discrepancias entre la imagen de sí mismo que ofrece el actor a los demás en el proceso de interacción y sus actitudes y preocupaciones privadas subyacentes (Goffman 1956).
Enfoques empíricos. A partir~la l!!'~da gue-rra mundial se ha producido en Estado:'s"üñr. r.nii,~d~o"'s"u;;:n;,....------importante movimiento en favor del estudio empírico de la interacción, especiaJmente con las investigaciones sobre pequeños grupos. Se pueden mencionar tres as-
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INTERACCION: Interacción social
pectos del mismo. La denominada tradición de la «dinámica de grupo'> fue fundada por el psicólogo social Kurt Lewin (1939-1947; Lewin et al. 1944; Benne et al. 1950). Ha sido relativamente ecléctica, poniendo el mayor acento en la maleabilidad de los objetivos humanos a través de la interacción. Esta importancia concedida al medio o ambiente se ha asociado con una fuerte orientación a la «acción)}, es decir, a cambiar el comportamiento en direcciones que se juzgan con venienres mediante las experiencias de participación en grupos.
El segundo movimiento ha sido el del estudio experimest8:1 y de laboratorio, de la interacción en pequeños grupos, llevado a cii1!o por Bales y sus colaboradores (cf. Bales 1950) quienes se han centrado en los métodos técnicos, analíticos y de observ.ación y teóricamente han destacado el concepto de sistema social a este nivel, así como el de sistemas mayores; en este sentido, puede decirse que pertenecen a la tradición de la teoría de la acción.
El tercer tipo de trabajo es el de Homans, quien arrancó del estudio de la organización informal de la industria llevado a cabo por Elton Mayo y sus colaboradores (cf. Homans 1950). En su última obra, Homans (1961) ha intentado, dentro de lo que hemos denominado ampliamente marco utilitarista, derivar o extraer las principales características de 10 que llama «comportamiento social demental>), de la psicología experimental del tipo de la de Skinner, y de determinados postulados de la teoría del intercambio económico.
La interacción y el sistema social
El resto de este artículo intentará delinear sistemáticamente tanro los componentes. de un sistema de interacción como algunos aspectos destacados del propio proceso de interacción. Intentaré demostrar que los puntos principales en que se apoyan las teorías históricas anteriormente reseñadas se·encuentran comprendidos en un esquema más generalizado y más amplio en cuanto a la teoría. Este esquema más amplio es una «teoría de la acción», en el sentido en que la ha venido utilizando desde hace mucho tiempo el autor y también, en esencia, otros muchos, aunque su terminología pueda ser diferente.
El concepto de interacción es el paso de primer orden más allá del propio concepto de acción para formular el concepto de- sisu:w.a social. Al hablar de' acción, damos por supuestas unas motivaciones significativas y un encaminamiento a una meta u objetivo. Los motivos, las metas y demás elementos se expresan en, y debe por tanto interpretarse que incorporan, una forma simbólica a nivel cultural. Existen infraestructuras de todos los sistemas de acción que no están estructuradas simbólicamente, pero no existe ningún sistema de acción, en el sentido a que noS referimos, que no implique una simbolización cultural; por supuesto, primordialmente a través del lenguaje.
El concepto de interacción diádica es muy con ve. ente para clarificar ciertos aspectos fundamentales de
los fenómenos de interacción en general. Pero, como se trata de un caso límite hay que ser prudentes acerca de las deducciones generales que de él se obtengan. Esto es cierto en el mismo sentido en que, aunque el organismo uniceL .. .lar sirve para estudiar ciertos aspectos básicos de tOua la vida orgánica, por sí solo no puede
proporcionar pruebas adecuadas para una teoria de la evolución orgánica.
Los puntos fundamentales de referencia para analizar la interacción son dos: (1) que cada actor es tanto un agente de actuación como un objeto de orientación para sí mismo y para los demás; y (2) que, como agente actuante, se orienta hacia sí mismo y hacia los otros, y como objeto tiene significado-'para sí mismo y para los otros en todos los aspectos o modalidades primarios. El actor ~s un conocedor y objeto de conocimiento, un utiliz,~dor de medios instrumentales y un medio él mismo, vmculado emocionalmente a los demás y objeto de viD9tlasiÓll, 8valY3Qor y eaj@to de.araluación, \IR .intérprete de símbolos y él mismo un simbolo.
De estas premisas se deriva la proposición fundamental de la doble contingencia de la interacción. No solo es, al igual que para las unidades aisladas de comportamiento, sean animales o humanas, UD resultado meta contingente a la cognición y manipulación de los objetos del medio ambiente lograda por los actores, sino que como los objetos más importantes que participan en la interacción también actú::m., es asimismo contingente a su acción o intervención en el transcurso de los acontecimientos. La teoría de los juegos constituye quizá el análisis más perfeccionado de las implicaciones de esa doble contingencia. Por supuesto, el factor de contingencia se multiplica con cada adición al número de unidades interactuantes (para mis propias formulaciones anteriores, véase Parsons y Shils 1951).
La doble contingencia y las contingencias más complejas tienen un conjunto crucial de consecuencias. Por un lado, y tal como analizó desracadamente Hobbes, en un sistema de interacción las posibilidades de inestabilidad superan CaD mucho aquellas a las que están expuestas los actores aislados en relación con medios o ambientes que contengan solo no actores-p. ej., objetos fisicos--como objetos signíficativos. Por otro lado, si la autonooúa poseída por cada unidad actuante, en relación con su medio, se encuentra -integrada con la de los otros con los que interactúa, el sistema de interacción en su conjunto puede ganar mucha autonomía o libertad de acción. Además, en ciertas condiciones, esta mayor autonomía del sistema Ruede ser compartida por las unidades del mismo. En tal situación, una unidad del sistema ('organizado)} de interacción tiene mayor libertad para actuar autónomamente que una unidad con las mismas capacidade~, pero aislada en la relación con yt; medio físico, al estilo de Robinson Crusoe. Esta erlr ase analítica del «mdividualismo institucioñiiiZad~)} que Durkheim demostró claramente que no era sino una consecuencia de la división del trabajo, según él la entendia.
Condiciones de integración. La condición por sí sola ,más importante de la integración de un sistema de interacción es una base compartida de orden normativo. Como debe operar de modo que controle las potencialidades perrurbadoras (para el sistema de referencia) de la autonomía de las unidades, así como para guiar la acción autónoma por canales que, mediante un refuerzo mutuo, aumenten la capacidad de autonomía tanto del sistema considerado globalmente como de sus unidades miembros, tal·base"de ord'en ·debe' ser ·normativa·. Debe guiar la acción estableciendo algunas distinciones entre las lineas de actuación deseables y no deseables, que puedan servir para estabilizar la interacción en estos ~spectos fundamentales. Otro tema distinto es el de si el 'sistema estabilizado es «estático)} o «dinámica-
mente cambiante» en uno o más sentidos. Puede decirse que la teoría de los juegos ha demostrado que un sistema complejo de interacción sin reglas, pero en el que se supone que cada unidad está solamente «bus-
, cando racionalmente su propio interés»,' no pued-e ser estable en el sentido indicado. Se trata de un punto
---esenciir pára compreñder el puesto dé ta naciónaHCftJ({;) en el comportamiento social.
El concepto de una base compartida de orden normativo es básicamente el mismo que el de una cultura común o un -{(sistema simbólico». El prototipo de dicho orden es el lenguaje. Un lenguaje entraña un código, que consiste en las normas generalizadas que defmen el habla o escritura ((correctas), como base de la utilización de símbolos para formular y transmitir mensajes. Aunque existe una considerable_ desviación de orden secundario, el hecho masivo es que todos los que hablan un lenguaje «respetan)} las normas del"código-«se conforman) a ellas, si se prefiere decirlo asi-so pena de no ser comprendidos.
Cierto que el lenguaje no es un constituyente riormativo primario de los sistemas sociales en el sentido válido para la ley en los sistemas complejos, pero sí un constituyente normativo primario de sistemas culturales diferenciados. No obstante, el punto que deseo señalar aquí es que toda cultura representa un control normativo, o a una {(guía» de la acción. Este es un sentido en el que la díada constituye claramente un caso límite de interacción. Por muy aislada que esté una diada en otros aspectos, no puede' nunca generar la cultura común ramificada que posibilita una interacción significativa y estable. Una diada presupone siempre una cultura compartida en un sistema más amplio. Además, dicha cultura es siempre producto, de un pr~~eso {(histórico» que supera con mucho la duración de -una relación diádica concreta.
Tal como señaló claramente Durkheim, para los actores en interacción esta cultura normativa común tiene un doble significado. Por un lado, constituye para cada actor una parte' esencial de la situación o medio en el que desarrolla su acción. Su existencia y las formas en
--- que-~a.las accioa&& de los mjembros del s;st~ hechos sociales que el actor debe tener en cuenta. Estos heChos incluyen las probabilidades de imposición de sanciones contingentes a la acción en relación c9~ las normas: recompensas para la conformidad y sanciones negativas para la no conformidad. Por otro lado, la culmra normativa en los casos paradigmáticos, se ~nterioriza en las personalidades de los actores individua-o les-y se institucionaliza en las celectividades-pasando de este modo a controlar la acción, en parte, por autoridad moral. En la misma medida, la conformidad es voluntaria, por lo que entran en juego las sanciones internas.
El fenómeno de que las normas culturales sean interiorizadas por las personas y se institucionalicen en las colectividades constituye un caso de 'interpenetración de los, subsistemas de acción, en este caso el sistema social, el sistema cultural y la personalidad. Dado que esto.s subsistemas seo, deffuen analíticamep.te, y no concretamente, es ,comprerisible que ~,fr.ontera . !=oncreta de cualqtiíe'r subsis~eIIi';r p'ue~a, fut:litir ,es~eras o zonas .. que requiera:n, ün~_, int~gt:a.¿'ión,' especialmente intinla :con 'parte S!e.,.úno _,o ~.s,. ',de' ,,'o.t,r9S· subsistemas. Laproposi,ión críti9aes P'1rtantoque la ,cultura ':n()rm'~tiva inátituci.onáliZ._ada"",~onsl:lthye,:~a par'te' eS'el:'lci~l",d:e ·toiJo~ 1'os ·sist.~,Illas.: :establ~s.".de. ÍI).te-
INTERACCION: Interacción social
racción social. En consecuencia, el sistema social y la cultura deben integrarse de modos específicos en el área de su interpenetración.
El paradigma diádico de la interacción es asimismo un case limite especial en lo que se refiere al modo en que un sistema de interacción cons..ti¡yye una colectivi-
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dad. Merece la pena resaltar este punte. EEitllara:atltanl"n"iel.,,,,,t~8>------__ de la diada como caso tipico en vez de como caso limite tiende a perpetuar el punto de vista utilitarista de la interacción ya infravalorar tanto la solidaridad como el papel de la cultura normat.iva en favor' de las {(necesi-dades» de los individuos, o de cualquier otra versión de los (<intereses)) individuales. Cualquier relación diádica dada, al igual que cualquier «individuo» determinado, debe verse en el contexto de un sistema social más amplio, interpenetrándose con una cultura compartida, también más amplia.
El pluralismo de papeles y la personalidad. La relativa estabilidad de un nivel significativo de integración a lo largo del tiempo implica tanto la existencia de una cultura normativa común como la de unos criterios bastante definidos de estatus de pertenencia a la colectividad. Los miembres de ·.esta comparten un nivel de solidaridad que no resulta aplicable a las relaciones entre los miembros y los no miembros. La solidaridad exige cierta cualidad especial y nivel de confianza mutua y lealtad al interés colectivo, que presupone en ocasiones el sacrificio de los intereses de las unidades. En principio, una colectividad es capaz de una {(acción concertada», en el sentido de emprender una acción colectiva para alcanzar objetivos delmidos, en el proceso social, como de la colectividad, y de resistirse a las fuerzas centrifugas que podrían reducir los compromisos colectivos de los actores miembros al simple interés propio. De hecho, la posibilidad de tal acción suministra la base primordial para trazar las fronteras entre un sistema social y su medio ambiente, que se compone de los otros sistemas sociales y de otroS tipos de sistemas.
Los sistemas de interacCión diádica pueden constituir colectividades y mostrarse solidarios en un grado notable, pero no pasan de ser subsistemas de sistemas sociales más extensos. Una razón"Cte- ello;:;::e::s::;la';:f.nfe;:;c::;e;;s:;:i-;;-______ _ dad de una cultura común; así, p. ej., la interacción que resulta posible sin contar con un idioma común es de heCho sumamente limitada. U na segunda razón se re-fiere a la relación del sistema de interacción con las personalidades de sus miembros. Una díada, como heche;> empírico, no constituye nunca una sociedad in-dependiente; un miembro de tma díada nunca mantie-ne interacción solo con el otro miembro o componente de la misma. Por tanto, toda su personalidad, en la medida en que participa 'en una interacción social, nunca lo hace en una interacción diádica única. Así, aunque el matrimonio sea una relación diádica espe-cialmente importante, en todas las sociedades conoci-das las parejas casadas suelen tener hijos, y el papel de esposo es diferente del de padre; además, la familia núcleo constituye-siempre una colectividad más inclu-siva) en la que cada' miembro desempeña diversos pa-peles.
. El fenómeno del pluralismo de papeles o roles constituye una, característica fundamerital de todas las sod~d.ades humanas, tanto más importante cuanto más rl;iferenciada est'é la sociedad. En consecuencia" his esf~ra's' interactivas _ de ,individuos diferentes:, aunque- se sqlapa:n, e in~~IPenettan, 'no son idénticas. Cualquier individuo dado pal't!cipa en un número cOnSi,derable
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de sistemas específicos de ,interacción, de los cuales los más importantes y duraderos son las colectividades estables a las que pertenece. Por tanto, la .unidad de pertenencia a una colectividad no es el ,individuo en general, sino la persona en el desempeño de un papel.
De esto se derivan dos consecuencias. La primera es que, paralela a la interpenetración elltre los sistemas culturales y sociales anteriormente señalada, debe haber una interpenetración entre los sistemas sociales y las pefSOlIaHd.a~ Concretamente, al igual que la 'cultura,·-normativa se interioriza en, las personalidades .y se institucionaliza, debe haber expectativas institucionalizadas acerca de cada papel concreto en cada colectividad particular, que son también interiorizadas en la personalidad de quien lo desempeña. Desde luego, tipicamente, las expectativas interiorizadas de reciprocidad se transforman en diversos grados en alienación y propensiones a la desviación.
En segundo lugar, sin embargo, las especificaciones de la cultura normativa para las diferentes colectividades en las que participa el individuo y las expectativas acerca del comportamiento en los diversos papeles individuales deben integrarse unas con otras a nivel de la personalidad. La correspondencia paralela de las estructuras específicas de personalidades particulares y los requisitos de comportamiento de los papeles socialmente organizados se ve impedida por la diferenciación pluralista de las subcolec!Ívidades en el sistema social y por las participaciones en varios papeles por parte de los individuos. La razón sociológica de ello, que se combina con la razón genética, con la psicológica y con otros tipos de razones, es que' no existen dos personas que tengan la mis'ma combinación de participaciones en papeles, circunstancia muy acentuada en sociedades en que una elevada proporción de las participaciones en papeles no son adscriptivas y, por tanto, el desempeño de determinados papeles es en cierto sentido una elección voluntaria. (La afirmación de tal correspondencia entre las bases del sistema social y la integración de la personalidad ha sido una de las mayores falacias de muchas teorías de la «cultura y la personalidad,) y del «carácter nacional».)
Aquí .DOS encontramos de nuevo con el análisis de Durkheim de las relaciones dobles entre el actor y la cultura normativa. Desde la perspectiva del sistema social las personalicnn:tes de sus miembros son al mismo tiempo, en aspectos diferentes, tanto parte del sistema social, a través de la interpenetración, como parte de su medio ambz··ente. La zona de interpenetración es la de las expectativas acerca del desempeño del papel, ya que se encuentran institucionalizadas en el sistema social e interiorizadas en las personalidades individuales. Aquí resulta particularm,ente importante que, cuando los papeles que están asociados se encuentran diferenciados, las expectativas no son de actuaciones idénticas de quienes los desempeñan, sino diferentes, aunque complementarias. Así p. ej., se supone que el marido y la mujer, en sus papeles difere-rtciados en la familia, no actúan de forma' igual, SL.'"lO diferente, desempeñando cada uno de ellos un papel sexual distinto. Las diferencias entre los papeles, al igual que su solidaridad común, se encuentran legitirnizadas por los valores compartidos entre ellos.
El organisIllO y el medio. La personalidad del individuo, como un sistema de acción analíticamente defmido, constituye un parámetro de gran importancia, ligado al organismo vivo, encontrándose ambos,
según nuestra terminología, adscritos el uno al otro. Sin embargo, deben distinguirse analiticamente, debido a que la estructura y los mecanismos del organismo son fisicos, mientras que los de la personalidad son psicoculturales y aprendidos. Lo mismo que en el caso de la personalidad y el sistema social, no puede existir una correspondencia paralela en,re las propiedades de un organismo y el contenido de cultura normativa y expectativas de papeles sociales int~.ti9rizado eJ¿ll'!"'pSrsoin!liaiid. En ciertos contextos esto es algo bien sabido: asi, ningún experto afirma que en ningún sentido, salvo el ('programado», haya una estructura anatómica o fisiológica específica que distinga a los que hablan un lenguaje determinado de los que hablan otro ..
El organismo constituye el enlace entre los sistemas de acción y el mundo físico. Toda acción concreta es, en cierto aspecto, e11<comportamiento de organismos)), pero solo en ese aspecto. Así, toda comunicación, lingüística involucra los órganos del habla, el aparato auditivo y el cerebro (o los'mecanismos equivalentes, como en el caso de la lectura y de la escritura). Como los organismos se encuentran siempre ubicados en lugar,es· concretos en momentos determinados, todos "los sistemas sociales tienen un aspecto ecológico; es decir, existe una ubicación, un movimiento y una distribución de los organismos y de las actividades en el espacio. Está claro que el propio cuerpo de un individuo y los cuerpos de los demás son objetos decisivos de orien-. tación para él en una amplia variedad de formas.
Parece deducirse que el organismo debería incluirse en el medio físico de los sistemas de acción y, por tanto, de los sistemas sociales. A la luz de nuestras tradiciones de pensamiento, el medio fisico es claramente el menos problemático de los medios de los
, sistemas de interacción. No obstante, las viejas dificul-tades' acerca del sentido en que deberla incluirse en el concepto de sistema social el individuo en su totalidad (incluidos sus aspectos orgánicos) puede resolverse con la misma lógica que se,ha empleado para relacionar los sistemas sociales eón los sistemas de acción culturales y psicológicos.
Primero, hay una categoría de objetos que son solo físicos, tanto si son objetos «naturales» como si son artefactos. No pueden mantener una interacción, ni la,.!Dmtienen, en 108 sisKfilas sociales- humanos ("CtIn:stituyendo los animales un caso marginal). En este sentido, los organismos humanos no son solo fisicos, sino que se interpenetran con los otros 'sistemas de acción. Son objetos del medio y también, mediante la interpenetración, partes del sistema de acción (y de interacción).
No obstante, esta relación dual con la interacción no se aplica igualmente a todos los aspectos del organismo humano. El concepto de «organismo con un comportamiento» designa los componentes del organismo para los que es más importante la interpenetración con la personalidad, el sistema social y la cultura. Algunos autores (p. ej., H. A. Murray) han empleado el concepto de (<organismo vegetativo)) para designar aspectos que, como la mayoría de los procesos y mecanismos metabólicos, participan mínimamente en la acción. N o obstante, no debe suponerse que la línea es, empíricamente ,fija.; los fenómenos de la acción pueden pasar (mediante el estrés o la psicoterapia, p. ej.) a involucrar de manera bastante directa procesos orgánicos que normalmente están aislados de los mismos.
Ciertamente, la participación del organismo en la
<_.,
----------interacción comprende todas las modalidades de orientación y de objetos. El organismo tiene quizá una importancia especial como instrumento, pero el concepto de Freud de un narcisismo primario considera acertadamente el amor del niño por su propio cuerpo como un auténtico caso de amor. De fonna parecida, en todo subsistema de la orientación de los actores existe un aspecto orgánico que se interpenetra con los aspectos no orgánicos. Se han llevado a cabo' considerables investigaciones, p. ej., acerca de las (,bases) orgánicas de las emociones, comenzando con la conocida obra de Cannon (191 S).
La interacción como proceso
Podemos concluir con un breve bosquejo de la interacción como proceso. Ante todo, suponemos que cualesquiera que sean las etapas intermedias en la evolución desde el simple comportamiento animal a la interacción social humana, la segunda se apoya fundamentalmente en niveles simbólico-culturales, aunque tiene ciertamente diversas bases (fsubcuIturales». El proceso de la acción puede analizarse, pues, e'n dos fases: lo que ocurre dentro de cada unidad actuant:e (sea una persona que desempeña un papel o una colectividad) y lo que ocurre entre tales unidades. Parece ser que la terminología generahnente aceptada denomina al primer proceso (fdecisióo», y al segundo . (fcomunicación».
En los procesos de decisión, la información comunicada a la unidad decisora (este es el caso de la interacción, pero la infonnación ambiental puede ser también relevante) se «(procesa» a la luz de las «(disposiciones», objetivos, sentimientos, etc., de la unidad. Entonces'se lleva a cabo un acto..:t.o.9,ue consiste -normalmente ~
- comúnTcaCión a otras unidades del sistema. El que la comunicación sea o no verbal, constituye una cuestión sin precisar, ya que puede consistir, p. ej., en un gesto del tipo que Mead analizó con rauta claridad. Esta comunicación se convierte entonces en una «(entrada» para las unidades receptoras, incluyendo el promulgador, que puede encontrarse, según una frase muy usada en este tipo de situación, «(aterrado ante lo que acaba de decir».
Cada salida de comunicación representa atravesar una frontera, al igual que su recepción como entrada. Su significado debe interpretarse e introducirse -en un proceso combinatorio, junto con otras entradas y con aspectos de las estructuras y procesos internos de la unidad, tanto si esta es una personalidad como si es una colectividad. Este proceso interpretativo y combinatorio constituye una «(decisión», de la que emerge una nueva salida de comunicaci6n.
La «(salida» debe pasar también por un proceso q~e consta de un número indefinido de etapas antes que la comunicación llegue a la unidad, unidades o categorías de unidades que constituyen su objetivo. En una gran variedad de formas, este proceso implica medios de comunicación, que' exponen la comunicación a 'una serie de influencias; tales como modificaciones, distorsiones o mantenimiento de su «(mensaje» mediante medidas especiales. Por supuesto, tales mfluencias son el resultado de decisiones adoptadas por las unidades por las que pasa -la comunicaéión.
Medios generaliz'ados de interacción. De los muchos aspectos del proceso de comunicación en .. la interacción, se puede elegir uno para comentarlo.:.de
INTERACCIO~ Interacción social ----------------manera especial: el papel de los medios generalizados. Varias veces he señalado ya al lenguaje como el prototipo de medio. A nivel cultural se trata claramente de la matriz fundamental de todo el sistema de medios. No obstante, los sistemas sociales a gran escala contie-nen medios más especializados (o, si se prefiere, den-guajes) especializados), tales como el dinero, el poder y la influencia (véase Parson., 1963a; 1963b). Tales me-dios, como el lenguaje, controlan el comportamiento en los procesos de interacción. Sin embargo, lo hacen por medios simbólicos, es decir, presentando- a· un actor no un objeto intrínsecamente importante, tal como un objeto alimenticio, sino con UTIa «representación» sim-bólica de dicho objeto. Los simbolos pueden despertar la expectativa de que se sirva una comida; y por tanto preparan al receptor de la cOITlUnicación para la expe-riencia de una satisfacción alimenticia y, dentro de ciertos límites, llegan incluso 2. sustituir a esa experien-cia. A este respecto, el funcionamiento del dinero cons-tiruye el ejemplo mejor comprendido de un medio del sistema social. Tal como han dicho los economistas clásicos, no tiene ningún «valor de uso», sino solo «valor de cambio». La posesión de dinero concreta simbólica-mente las expectativas de, acceder a objetos satisfacto-rios, de utilidad, pero el dinero en sí no es uno de tales objetos.
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En la interacción humana existen diversos medios· parecidos. El «placer erótico» de que habló Freud constiruye claramente uno de ellos, al igual que los fenómenos a que se refieren los términos de «afecto» y «aceptación social», y lo que W. 1. Thomasdenominó «deseos) de respuesta y reconocimiento. La demostración de que las personas necesitan profundamente dichos medios a un nivel psicológico =stiruye una prue-ba excelente de los fenómenos de in;;t¡'¡e'Tr;;lO"'r"¡'7zira"C!l'Ió"¡;-¡ ------anteriormente analizados, y, en sentido más general, de la interpenetración. [A. L. c.] T ALCOTT PARSONS
[Ti'enen reladón dz·recta con este trabajo GRUPOS, ar. tículo sobre ESTUDIO DE LOS GRUPOS; INTEGRACIÓN;
NORM.AS; SISTEMAS, ANÁLISIS DE. Tambz"in ofrecen ,z·nformación de'interés LENGUAJE, artículo sobre LENGUAJE Y CULTURA; PERSONALIDAD; Sí MISMO, CONCEPTO DE; SOCIALIZACIÓN; UTILITARISMO; Y las biografías de CANNON; COOLEY; DESCARTES; DURKHEIM; FREUO: HEGEL; HOBBEs; HUSSERL; JAMES; KANT; LEWIN; LOCKE; MARSHALL; MARX; MAYo; MEAD; PEIRCE; SIMMEL; THOMAS; WEBER, MAX.]
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