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historia ~INFORMACION E HISTORIA, S L.PRESIDENTE: Isabel de AzcárateADMINISTRADOR UNICO: Juan Tomás de Salas.DIRECTOR: David Solar.SUBDIRECTOR: Javier Villalba.REDACCION: Isabel Valcárcel, José María Solé Mariñoy Ana Bustelo.CONFECCION Guillermo L10renteFOTOGRAFIA: Juan Manuel Salabert.Es una publicación ael Grupo 16.REDACCION y ADMINISTRACION Madrid. HermanosGarcia Noblejas, 41, 6.'. 28037 Madrid. Teléfonos4072700-40741 OO.Barcelona: Paseo de San Gervasio, 8, entresuelo.08022 Barcelona Teléfono 418 47 79.SUSCRIPCIONES: Hermanos Garcíá Noblejas, 41.28037 Madrid. Teléfonos 268 04 03 - 02.

PUBLICIDAD MADRID Pilar Tarija.IMPRIME Rivadeneyra, S. ADISTRIBUYE INDISA Rufino González, 34 bis.Teléfono 58631 OO. 28034 Madrid.ISBN 84-7679-271-9Depósito legal M-25847-93

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más avanzada.

CUADERNOS DEL

MUNDO ACTUALCoordinación:

Angel Bahamonde Magro, Julio Gil Pecharromán,Elena Hernández Sandoica y Rosario de la Torre del Río

Universidad Complutense

1. L~ historia de hoy.• 2~ Las frágiles fronteras de Europa .• '3. bá sociedad española de los años 40 .• 4. Las revolu·ciones científicas .• 5. Orígenes de la guerra fría.• 6. La España aislada .• 7. México: de Lázaro Cárdenas ahoy .• 8. La guerra de Corea .• 9. Las ciudades .• 10. La ONU.• 11. la España del exilio .• 12. El Apart-heid .• 13. Keynes y las bases del pen~amiento económico contemporáneo .• 14. El reparto del Asia otomana .• 15. A·lemania 1949·1989 .• 16. USA, la caza de brujas .• 17. Los padres de Europa .• 18. Africa: tribus y Estados, el mitode las naciones africanas .• 19. España: «Mr. Marslialb.. 20. Indochina: de Dien Bien Fu a los jmeres ro-jos .• 21. Hollywood: el mundo del cine .• 22. La descolonización de Asia .• 23. Italia 1944-1992 .• 24. Nas-ser .• 25. Bélgica .• 26. Bandung .• 27. Militares ypolítica .• 28. El peronismo .• 29. Tito .• 30. El Japón de McArt-hur .• 31. El desorden monetario .• 32. La descolonización de Africa .• 33. De Gaulle .• 34. Canadá .• 35. Mujer ytrabajo ..• 36. Las guerras de Israel. .37. Hungría 1956 .• 38. Ghandi. e 39. El deporte de masas .• 40. La Cuba deCastro .• 41. . El Ulster .• 42. La Aldea Global. Mass media, las nuevas comunicaciones .• 43. China, de Mao a la Re-volución cultural. • 44. España: la emigración a Europa .• 45. El acomodo vaticano .• 46. Kennedy .• 47. El feminis-mo. e 48. El tratado de Roma. e 49. Argelia, de la independencia a la ilusión frustrada. e 50. Bad Godes-berg .• 51. Nehru .• 52. Kruschev .• 53. España, la revolución del 600 .• 54. El año 1968. e 55. USA, el síndrome

I del Vietnam. e 56. Grecia, Z. e 57. El fenómeno BeatIes. e 58. Praga 1968. e 59. El fin del mito del Che. e 60. W.Brandt. e 61. Hindúes y musulmanes. e 62. Portugal 1975. e 63. El Chile de Allende. e 64. La violencia política en Eu-ropa. e 65. El desarrollo del subdesarrollo .• 66. Filipinas. e 67. España, la muerte de Franco. e 68. La URSS de Brez-nev. e 69. La crisis del petróleo. e 70. La Gran Bretaña de Margaret Thatcher. e 71. El Japón actual. .72. La transi-ción española. e 73. USA en la época Reagan. e 74. OJof Palme, la socialdemocracia sueca .• 75. Alternativos y ver-des .• 76. América, la crisis del caudillismo. e 77. Los países de nueva industrialización. e 78. China, el postrnaoís·mo. e 79. La crisis de los países del Este, el desarrollo de Solidarnosc en Polonia. e 80. Perú, Sendero Lumino-so. e 81. La Iglesia de Woytila. e 82. El Irán de Jomeini. _ 83. La España del 23 F. e 84. Berlinguer, el eurocomunis-mo. e 85. Afganistán .• 86. España 1982-1993, el PSOE en el poder. e 87. Progresismo e integrismo. e 88. El peligronucIear/la mancha de ozono. e 89. Gorbachov, la perestroika y la ruptura de la URSS.• 90. La sociedad postindus-trial. e 91. La guerra del Golfo.• 92. Los cambios en la Europa del Este: 1989 .• 93. La OTANhoy.• 94. La unifica-ción alemana .• 95. El SIDA. e 96. Yugoslavia .• 97. Hambre y revolución en el cuerno de Africa. e 98. Las últimas mi·graciones. e 99. Clinton .• 100. La España plural.

INDICE

6El cordón sanitario

8Guerra y paz

9La hora del reparto

10De aliados a adversarios

16El caso de Polonia

18Hungría y Checoslovaquia

20La Europa occidental

24Democracias y dictaduras

28La política de contención

30Un nuevo orden mundial

31Bibliografía

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"Arriba, los Tres Grandes: Churchill, Truman y Stalin, en la Conferencia de Potsdam (agosto de 1945). Aba-jo, los generales aliados Montgomery, Eisenhower, Zhukov y Delattre de Tassignyen Berlín (mayo de 1945)

Orígenesde la guerra fría

Por Gabriel JacksonHistoriador

Durante laSegundaGuerraMundial,a partir del momento de la invasión alema-na de la URSS en junio de 1941, hasta eltriunfo final y total sobre la Alemania nazien mayo de 1945, el Reino Unido, EstadosUnidos y la URSS cooperaron lealmente yde manera eficaz en el marco de la alianzamilitar que impidió que Hitier conquistaseEuropa. Los pueblos y los gobiernos de esostres países, y también los gobiernos en el exi-lio y diversos movimientos de resistencia delos países ocupados por el Eje, como Fran-cia, Polonia, Países Bajos, Dinamarca y No-ruega, todos ellos, esperaban que la alianzade tiempos de guerra contra el régimen másbrutal y agresivo de la historia moderna eu-ropea pudiera ser el preludio de una era depaz y cooperación entre las democracias oc-cidentales y la URSS.

Pero a los dos años de la victoria militar,la cooperación había acabado dando lugara una intensa desconfianza mutua, y a unavirtual ruptura de las conversaciones diplo-máticas sobre el futuro de Europa. Los cua-tro decenios que van de 1947 a 1987 hansido considerados, acertadamente, como laera de la Guerra Fría - fría más que calien-te por dos razones principales: el agotamien-to de las potencias beligerantes en las reciénterminadas hostilidades, y el temible poder

derivado de la recién inventada bomba ató-mica que había destruido las ciudades japo-nesas de Hiroshima y Nagasaki en agosto de1945. En 1949 los soviéticos experimenta-ron su primera bomba atómica y, a partir deese momento, la nada hipotética posibilidadde que una guerra entre la URSS y Occiden-te podría destruir la vida del planeta actuócomo un poderoso freno respecto a su hos-tilidad mutua. Iban a combatir con armaseconómicas e ideológicas; mantendríanalianzas militares opuestas (la OTAN y elPacto de Varsovia); gastarían mucho másdinero en espionaje que en cualquier otraépoca; pero se detendrían siempre a laspuertas de la guerra abierta. La Guerra Fríaterminó a fines de los años ochenta, cuan-do la flexibilización interna de la dictadurasoviética, la propuesta de desarme de MijailGorbachov, y la aceptación por parte de Ro-nald Reagan de tales propuestas, sustituye-ron la glacial hostilidad por una atmósferade cooperación.

Con el fin de comprender los orígenes dela Guerra Fría, y sobre todo la rapidez conque la cooperación bélica dio paso a la hos-tilidad del tiempo de paz, es importante ana-lizar las causas básicas a largo plazo y tam-bién los incidentes concretos del período1945-1947. En el primer párrafo me refería

a la leal cooperación y a las grandes espe-ranzas de colaboración futura suscitadas porla coalición militar de los años 1941-1945.Pero, en realidad, los regímenes capitalistasdemocráticos y el régimen comunista sovié-tico se habían mostrado muy activos en suhostilidad mutua desde el mismo instante dela victoria de la Revolución bolchevique ennoviembre de 1917 hasta, por lo menos,1936, cuando la amenaza del rearme ale-mán y la totalmente previsible agresión nazi,atenuaron lo que puede calificarse tambiénde guerra fría de los años 1917-1936. En laspáginas que siguen estudiaremos la natura-leza e importancia de esa hostilidad mutuaque precedió a los años de la lucha defen-siva común contra la máquina de guerranazi.

Cuando los bolcheviques, encabezadospor Vladimir Lenin, tomaron el poder en no-viembre de 1917, anunciaron que se trata-ba del primer paso en dirección a la revolu-ción mundial que habría convertido a laguerra mundial imperialista en curso (entrelos Imperios alemán, austro-húngaro y tur-co por un lado, y Gran Bretaña, Francia, laRusia zarista y los Estados Unidos por elotro) en una revolución comunista mundial,una revolución que habría puesto fin alcapitalismo y al imperialismo y a la explota-ción de la clase obrera industrial y de loscampesinos por medio de la destrucción dela burguesía y de la creación de una socie-dad sin clases. Los bolcheviques confiscaronlas propiedades de los capitalistas, rusos yextranjeros, se negaron a pagar la enormedeuda acumulada por el régimen zarista, yse retiraron de la coalición aliada.

Las potencias occidentales se considera-ron traicionadas en la lucha común contrala hegemonía de la Ale-mania imperial, y demodo totalmente naturalinterpretaron los planeshechos públicos por losbolcheviques como unaamenaza directa contrasus sistemas económicosy sociales. Tras la rendi-ción de Alemania en no-viembre de 1918 las po-tencias de la Entente en-viaron una notable ayu-da económica y peque-ños contingentes milita-res en apoyo de los ejér-citos contrarrevoluciona-

rios que luchaban para evitar la consolida-ción del régimen bolchevique. Por su lado,los bolcheviques instaro.n a sus seguidoresde los países occidentales a que se retirarande la Segunda Internacional de partidos so-cialistas y se uniesen a la recién creada Ter-cera Internacional formada por los partidoscomunistas, que deberían aceptar ellideraz-go indiscutido de Moscú.

A fines de 1920 los bolcheviques habíanderrotado a la contrarrevolución, pero entretanto, como resultado de la Conferencia dePaz de París, se había creado un conjuntode países independientes (Finlandia, Esto-nia, Lituania, Letonia, Polonia y Checoslo-vaquia) en el este de Europa. Una de las ra-zones declaradas, y legitimadas, de la crea-ción de estos Estados eran la de proporcio-nar una estructura estatal y soberanía a di-versas naciones que durante siglos habíansido gobernadas por los ahora difuntos Im-perios ruso, alemán y austro-húngaro. Perouna finalidad secundaria muy evidente eracrear un cordón sanitario de Estados no co-munistas con el fin de aislar a Rusia del Oc-cidente y que debería depender económicay militarmente de Gran Bretaña y Francia.

En los años veinte la Rusia soviética se ha-llaba demasiado ocupada con sus proble-mas internos como para constituir un peli-gro real para los occidentales, aunque pro-tegió y subvencionó a partidos comunistascuya meta declarada era la destrucción delos Estados capitalistas. Pero mientras la Ru-sia soviética era en realidad un Estado dé-

bil, la lentitud de su re-cuperación económicadespués de la PrimeraGuerra Mundial y la fra-gilidad política y econó-mica de los nuevos Esta-dos, llevó a las potenciasoccídentales a temer lainfluencia del ejemplo yde la propaganda sovié-ticos sobre su clase obre-ra. En 1923 las poten-cias occidentales dieronla bienvenida al régimende Mussolini, que decla-raba explícitamente quehabía salvado a Italia del

Los bolcheviquesconfiscaron las

propiedades de loscapitalistas rusos y

extranjeros y se negaron apagar la enorme deuda

acumulada por el régimenzarista

comunismo. Cuando, a lo largo del decenio,el sufrimiento económico, la inestabilidadparlamentaria y los numerosos problemassuscitados por las minorías nacionales fue-ron. minando la democracia en todos losnuevos Estados, las potencias oq::identalesapoyaron a las dictaduras militares o presi-denciales de derechas que se instauraron enPolonia, los Estados bálticos y Finlandia. En1933, al final de la Gran Depresión, acep-taron la instauración en Alemania de unadictadura que proclamaba abiertamente quesu fin era acabar violentamente con el co-munismoy con los países capitalistas demo-cráticos.

Dos importantes acontecimientos de losaños treinta parecieron generar esperanzasde que e-staspolíticas de hostilidad declara-da podían cambiar: la guerra civilespañolade 1936-39 y la crisis checoslovaca en la pri-mavera y el verano de 1938. En ambos ca-sos las potencias fascistas, con la Alemaniahitleriana en cabeza, seguida de la Italiamussoliniana, estaban decididas a destruirlos gobiernos democráticos pro-occidenta-les. La opinión pública en··Occidente eramuy favorable a la España republicana y aChecoslovaquia. En 1935 la InternacionalComunista había decidido que el fascismo .

era la verdadera amenaza para la URSS porser ésta la base de la esperada revoluciónmundial, y que la URSS debería tratar deformar una alianza defensiva con las poten-cias democráticas capitalistas. Propugnaron,para cada país, un Frente Popular que reu-niera a todas las fuerzas progresistas contrael fascismo, y, en el campo internacional,propugnaron una política de Seguridad co-lectiva, es decir, una alianza militar defensi-va que permitiese proteger a la URSS y a lospaíses democráticos occidentales de.la agre-sión germano-italiana.

Pero los gobiernos de Gran Bretaña y deFrancia, seguidos pasivamente por los Esta-dos democráticos menores y por .EstadosUnidos, decidieron apaciguar a las potenciasfascistas, en vez de enfrentarse a ellas. EnEspaña el temor al comunismo, y el deseode apaciguar, impidió que las potencias oc-cidentales ayudaran a la República. En Che-coslovaquia temían enfrentarse a Hitler mi-litarmente, y esperaban que sacrificandoesta república (que disponía del mejor equi-pado de los pequeñEls ejércitos europeos)podrían -dirigir las ambiciones militares deHitler hacia el Este, es decir, hacia la con-quista de la URSS. El Pacto de Munich deseptiembre de 1938 destruyó el Estado che-

coslovaco y puso fin a cualquier posibilidadde un eventual cambio en la política occi-dental hacia la República española. Los so-viéticos aprendieron la lección. La políticade Frentes Populares y de Seguridad Colec-tiva, había muerto. Stalin firmó un pacto deno agresión con Hitler, en agosto _de 1939.Ambos dictadores se repartieron también,en secreto, los territorios polaco y de los Es-tados bálticos, lo que liberaba a Hitler deuna guerra en dos frentes, y dirigía su má-quina de guerra hacia el oeste.

Guerra y paz

Entre septiembre de 1939 y junio de 1940Hitler conquistó Polonia, Dinamarca, No-ruega, Países Bajos, Bélgica y Francia. LaURSS y los partidos comunistas occidenta-les pretendieron creer que estas conquistaseran meros incidentes en el contexto de unaguerra imperialista en la que la clase obrerano tenía ningún interés. Sólo cuando Hitlératacó a la URSS en junio de 1941, los so-viéticos, de repente, interpretaron la guerracomo una defensa de todas las fuerzas pro-gresistas contra la barbarie fascista. Las vic-torias de Hitler habían dejado como únicabase de resistencia de Occidente contra Ale-mania al Reino Unido, y las potencias an-glo-sajonas enviaron ayuda para rescatar. auna URSS cercada que, repentinamente, losmedios de comunicación calificaban de fir-me y honorable aliado de la democracia. Elpueblo soviético se convirtió en combatien-te por la libertad y el dictador que había lle-

Josif Stalin

vado a la muerte a millones de sus ciudada-nos en las purgas de 1936-39 fue pintadocomo un estadista sabio, bondadoso y fu-mador de pipa. En la práctica, las políticasde Frentes Populares y de Seguridad Colec-tiva que deberían haber parado a Hitler an-tes de la guerra, se aplicaban ahora a la de-sesperada para contrarrestar sus victorias, ysu aplicación originó una fuerte corriente debuena voluntad y de esperanzas para el fu-turo durante los años 1941-45.

De todos modos, como hemos visto, losantecedentes de estos años de cooperaciónbélica consistieron en una historia de hosti-lidad y traiciones poco usuales incluso en eldesarrollo normal de la diplomacia interna-cional. Esta historia incluía la intervencióninternacional contra la revolución bolchevi-que, la propaganda de la III Internacional,el apoyo a las dictaduras antisoviéticas de laEuropa oriental, la política de apacigua-miento del fascismo y la consiguiente des-trucción de las repúblicas española y checos-lovaca, los intentos de dirigir a la Alemanianazi contra la URSS, y el brillante desquitede Stalin al dirigir a Hitler contra los paísesoccidentales, seguido de la desesperadaalianza de circunstancias (junio de1941-mayo de 1945) entre la URSS y Occi-dente con el fin de salvarse de la conquistaalemana.

Trataremos ahora de l6s orígenes de laGuerra Fría de 1947-87, en realidad, la se-gunda guerra fría si tenemos en cuenta losacontecimientos acaecidos entre 1917 y1941, que hemos visto anteriormente. EnYalta, en febrero de 1945, los dirigentes delos Tres Grandes -el presidente Franklin D.

Nació en Gori, Georgia, en 1879, en el seno de una familia humilde. Es-tudiante en el seminario, muy pronto sus actividades revolucionarias lellevaron al destierro en Siberia. En vísperas de la Revolución ocupó des-tacados cargos y, tras los hechos de Octubre, fue Comisario de las Na-cionalidades y secretario del Comité Central del Partido Comunista.Tras la muerte de Lenin su ascenso fue imparable y en 1927 tenía en susmanos el poder. Impulsó los planes quinquenales e implantó una dicta·dura del partido extremadamente rígida. Entre 1936·38 las purgas quedirigió acabaron con toda posible disidencia entre sus compañeros departido. Decidido a ganar tiempo, pactó en 1939 con Hitler, aliado con·tra natura. La invasión alemana de 1941 inició la Gran Guerra Patria yle convirtió en mariscal y padre de la patria. Con la guerra fría fue el ver·dadero demonio de los occidentales. Sus últimos años conocieron un re-crudecimiento de los métodos dictatoriales. Murió en 1953.

Roosevelt de Estados Unidos, el primer mi-nistro británico, Winston Churchill, y el dic-tador soviético Josif Stalin- se reunieronpara discutir el futuro de Alemania y de laEuropa oriental. La guerra no había termi~nado todavía con la victoria aliada, aunqueestaba claro que faltaba poco para su fin. ElEjército Rojo había liberado todo el territo-rio soviético y la mayor parte de Polonia,Checoslovaquia y Hungría de la ocupaciónalemana; y los aliados occidentales habíanliberado la mayor parte de Francia y Bélgi-ca.

Roosevelt esperaba sinceramente que seestableciese una cooperación a largo plazocon los soviéticos y, de manera algo inge-nua y en contraste con la historia, pensabaque Estados Unidos y la URSS eran poten-cias no-imperialistas que se mostraban másinclinadas a tomar en consideración las ne-cesidades de las naciones jóvenes que elReino Unido o Francia. Churchill se mostra-ba más escéptico respecto a las motivacio-nes soviéticas, y mucho más partidario queRoosevelt de mantener la influencia occi-dental en la Europa meridional y oriental.Stalin creía que el futuro político-económi-co de los países europeos dependería de quéejército ocupase cada territorio. Combinabauna ya prolongada convicción de que los re-gímenes comunistas y capitalistas no podíancoexistir en última instancia, con una caute-la personal y una predisposición a llegar aacuerdos con Estados Unidos al ser, obvia-mente, el Estado más poderoso del mundoen 1945.

La hora del reparto

En Yalta se tomaron decisiones crucialespor lo que respecta al futuro de los distintosterritorios. Polonia vería trasladar sus fron-teras hacia occidente, y la URSS recibiría lasprovincias orientales de este país, que teníanuna población mixta polaco-ruso-ucrania-na; Polonia adquiriría la Silesia, Poznan,Danzig (hoy Gdansk) y buena parte de laPrusia oriental, cuya población, en todas es-tas provincias, era en gran medida alema-na. La decisión se tomó, naturalmente, sinconsultar a los habitantes de esas regiones,todas ellas ocupadas a la sazón por el Ejér-cito Rojo. En el este el cambio fronterizo sejustificaba incluso para los propios aliados.Ya en 1919 habían realizado un verdadero

esfuerzo para determinar, casi aldea a aldea,dónde la mayoría era polaca o dónde erarusa o ucraniana. La idea era trazar la nue-va frontera soviético-polaca de acuerdo, lomás posible, con esas complejidades étni-casoPero un año más tarde, cuando los oc-cidentales sólo se preocupaban de aislar ala Rusia bolchevique del resto de Europa,trazaron la frontera varios cientos de kilóme-tros hacia el este. Stalin se basó en esta rea-lidad histórica para reclamar la denomina-da Línea Curzon (del nombre del diplomá-tico británico que había sido presidente delcomité para el trazado de fronteras).

Pero Polonia debía ser compensada, y asíse le ofreció territorio en gran parte alemán.Dado que Polonia había sido víctima de laagresión nazi, y que nadie, en Yalta, estabadispuesto a echar a perder la atmósfera exis-tente sacando a relucir la partición nazi-so-viética de Polo-nia de 1939, seconsideró per-fectamente justotrazar la nuevafrontera sobre lalínea Oder-Neis-se (en polacoOdra-Nysa). ElReino Unido yEstados Unidosestipularon quese trataba sólode un arregloadministrativotemporal, pen-diente de la fir-ma de un tratado de paz. Pero la URSS, ytodos los posteriores gobiernos polacos,consideraron las nuevas fronteras como de-finitivas. Además, tal decisión significó que,una vez llevada a cabo por los soviéticos alo largo de 1945, varios millones de alema-nes se vieron expulsados por la fuerza de sustierras históricas y se vieron constreñidos,después de la guerra, en una Alemania cuyoterritorio había disminuido.

Además de las decisiones específicas so-bre Polonia, los Tres Grandes hicieron pú-blica, en Yalta, una Declaración sobre la Eu-ropa liberada por la que se comprometían aestablecer autoridades gubernamentales in-terinas ampliamente representativas por loque respecta a los elementos democráticosde la población, y propugnaban una instau-ración, lo más pronto posible, a través deelecciones libres, de gobiernos sensibles ante

En Ya/tal en febrerode 19451losTres Grandes

-CbllrcbilllRoosevelt y Stalin-

discllten el futurode Alemania y de la

Ellropa oriental

Taldecisión significó quevarios millones dealemanes se vieron

expulsados por la fuerzade sus tierras históricas yse vieron constreñidos en

unaAlemania cuyoterritorio era menor

la voluntad popular. Según las memorias delos presentes en las conversaciones, no hubomuchas discusiones antes de adoptar la de-claración. Sin duda, Roosevelt y Churchillconsideraron esto como una garantía deelecciones libres en el sentido occidental dela expresión. Stalin, en aras de la futura coo-peración, prefirió, temporalmente, tener ele-mentos progresistas no comunistas en lavida política de los países ocupados por susejércitos.

En el momento de la victoria militar demayo de 1945, los tres principales aliadoscompartieron lo que era su principal preo-cupación: el futuro de Alemania. Mientrastodavía se combatía en diversos frentes, losaliados no habían tenido dificultades enponerse de acuerdo sobre varios puntos:había que· convertir aAlemania en una poten-cia militarmente débilpara los años venideros;la influencia soviéticadebía ser preponderan-te en la Europa orientaly en los Balcanes (ex-cepto en Grecia); y lainfluencia occidentaldebía ser la dominanteen Francia, Italia y lospaíses del Benelux.Pero Alemania era elpaís en el que, inevita-blemente, iban a com-partir las responsabili-dades de la administración diaria.

En Valta se había dividido a Alemania, yaa punto de ser derrotada, en cuatro zonasque deberían ser ocupadas por los ejércitosbritánico, francés, estadounidense y soviéti-co. Los cuatro comandantes de las fuerzasde ocupación deberían constituir un ejecuti-vo que se suponía debía cubrir toda Alema-nia, y cuyas decisiones deberían ser unáni-mes. En la Conferencia de Potsdam deju-lio-agosto de 1945 quedaron confirmadaslas ideas de unanimidad, y el trato a dar aAlemania como unidad económica. Elderrotado Estado nazi, a causa no sólo desu agresión, sino también de su explotacióndespiadada de los territorios que ocupó du-rante la guerra, debía pagar reparaciones asus víctimas. La URSS, al ser el país que,con enorme diferencia, más había sufrido endestrucciones bélicas y pérdidas humanasen comparación con el Reino Unido o Fran-cia, debía ser, por consenso común, la prin-

cipal beneficiaria de las reparaciones. TalesreparaCiones tomaron la forma de equipa-miento industrial y de recursos naturales.

Los soviéticos transportaron, desde suzona, fábricas enteras a la URSS. Tenían yabastante experiencia en este tipo de trasla-dos, adquirida cuando habían evacuado suspropias fábricas de la Rusia europea y Ucra-nia a emplazamientos que se hallaban másallá de los montes Urales, en 1941, con oca-sión de la retirada ante la invasión alema- 'nao Además de las fábricas transportarongrandes cantidades de vías, vagones de mer-

cancías, locomotoras, yequipo eléctrico y mecá-nico de todo tipo. Deacuerdo con sus aliados,debían recibir una cuar-ta parte del equipo in-dustrial existente en lasregiones occidentales, ygrandes cantidades decarbón y acero del Ruhr.

En un primer momen-to, la enorme cantidadde reparaciones en be-neficio de la URSS noprovocó conflictos. Losfranceses estaban muycontentos de ver cómo la

capacidad industrial alemana había sido re-ducida de forma drástica y permanente. Asi-mismo, los Estados Unidos apoyaban firme-mente el Plan Morgenthau (así llamado porel nombre del secretario del Tesoro de la ad-ministración Roosevelt), que consistía en re-ducir a Alemania a un país de economíafundamentalmente agrícola. Los aliados ha-blaron también, en los primeros meses, deque no había que permitir que el nivel devida de Alemania alcanzase al de sus veci-nos y ex víctimas. Estas ideas reflejaban larevulsión moral que había invadido a losaliados cuando se habían conocido loshorrores de los campos de concentración yel genocidio en toda su enormidad; y todoesto explica muy bien la inicial disposiciónde Occidente para aprobar unas reparacio-nes tan gigantescas en beneficio de la URSS.

Pero pronto se puso de manifiesto que elproblema no era determinar si Alemania de-bía o no alcanzar un nivel de vida más alto

que sus vecinos: el problema real era si po-día llegar a ser mínimamente autosuficientesi continuaba el desmantelamiento total desu industria e infraestructura. Las inmensasreparaciones significaban, a su vez, que elReino Unido y Estados Unidos se iban a verayudando eternamente a la recuperaciónsoviética, dado que ellos no tenían demasia-dos problemas de reconstrucción en sus pro-pios países.

Se hizo evidente también, a los pocos me-ses del fin de las hostilidades, que las ideasde la URSS en política y en economía erancompletamente diferentes de las de los alia-dos occidentales. La regla de la unanimidadsignificaba, en la práctica, que casi todas lasdecisiones importantes habían de ser pos-puestas debido a las diferencias entre occi-dentales y soviéticos. En mayo de 1946 elgeneral Lucius Clay, comandante estadou-nidense de la zona, cogió al toro por loscuernos y decidió poner fin unilateralmentea la entrega de las plantas industriales de lazona occidental a los soviéticos. Las autori-dades soviéticas respondieron confiséandounilateralmente unas 200 fábricas y suspen-diendo la entrega de alimentos de su zonaa Occidente.

Los acuerdos de Potsdam de agosto de1945 habían estipulado asimismo que losministros (feAsuntos Exteriores de la URSS,Reino Unido, Francia y Estados Unidos sereunirían periódicamente para estudiar losconflictos entre las autoridades militares,para garantizar que Alemania fuese tratadacomo una única unidad económica, y parapreparar un tratado de paz. Pero ya desdesus comienzos las reuniones terminaron en

un callejón sin salida. En abril de 1946 el se-cretario de Estado norteamericano, JamesF. Byrnes,trató de romper el punto muertoy propuso un calendario para la retiradaprogresiva de todas las tropas extranjeras deAlemania en un par de años. La propuestareflejaba el persistente optimismo del presi-dente Truman que creía que todavía se po-dría cooperar con Old Joe (el Viejo Pepe,como se llamaba en privado a Stalin), ytambién el muy fuerte deseo de Estados Uni-dos de retirarse lo más rápidamente posiblede sus obligaciones militares en Europa.

Molotov, ministro soviético de AsuntosExteriores, que era uno de los pocos viejosbolcheviques que había sobrevivido a laspurgas stalinianas de los años treinta, y queera un servidor testarudo e incondicional deStalin, se negó a discutir una retirada gene-ral de tropas e indicó que la URSS no teníaprisa en firmar los tratados de paz con Ale-mania y Austria. Un mes más tarde (mayode 1946) se reanudó la guerra civil en Gre-cia, país que había sido asignado a la esferade influencia occidental. Estaba claro quelos soviéticos apoyaban la rebelión izquier-dista griega, y tras el verano de 1946 las reu-niones de los ministros de Asuntos Exterio-res se hicieron menos frecuentes y se con-virtieron principalmente en un foro de acu-saciones mutuas de mala fe entre los diplo-máticos soviéticos y los occidentales.

El destino de la Europa del Este fue tanimportante como el de Alemania para el co-mienzo de la Guerra Fría. Los países másdesarrollados del Este, Polonia, Checoslova-quia y Hungría, miraban hacia el Occidentepor lo que respecta a sus ideales políticos y

Harry S. TrumanNació en Lamar, Estados Unidos, en 1884. Senador democráta desde1934, fue miembro de la iglesia Baptista y de la masonería. Elegido vi-cepresidente con Roosevelt en 1944, asumió la presidencia en 1945 aJa muerte de éste y participó comonno de los grandesoel1la conferencia 00

de Potsdam. En agosto de 1945, desoyó los consejC)sde IQscientíficosy aceptó los argumentos deJos jefes militares,ordenando ellanzamien-to de bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki.En 1947 personificó en la llamada Doctrina TrumilDla política de con-tención contra eheciente aliado sól(iéticó. Impulsor del Plan Marshall,su obsesión por el comunismo' acabó favoreciendo la intoleranciao delmacarthysmo, que en los últÍmos tiempos de su presidencia impuso lacaza de brujas. En 1951 destituyó al general McArthur, cuandó éste pre-tendió extender a China el"éÓnflietocoreano. Retirado de la política en1952, murió veinte años más tarde.

culturales. La mayoría de sus poblacionesera católica, y había notables minorías deprotestantes cuyos antepasados espiritualeseran Lutero y Calvino. Sus economías noeran tan prósperas como las de Occidente,pero sus métodos industriales, agrícolas ycomerciales eran los de la Europa capitalis-ta. Las diferencias entre ricos y pobres eranmayores que en los países occidentales, perolos niveles educativos y artísticos eran tan al-tos como los de Francia o el Reino Unido,y la población tendía a admirar a Occidentey a despreciar a los rusos, a quienes consi-deraban culturalmente inferiores.

En los años de entreguerras, en los trespaíses, con la excepción parcial de Checos-lovaquia, la democracia parlamentaria deestilo occidental se había visto minada poruna combinación de conflictos de clase yproblemas minoritarios graves. Polonia tra-taba de asimilar por la fuerza a sus minoríasjudía, lituana y ucraniana. La mayor partede los puestos clave en la economía y en lapolítica en Checoslovaquia estaba ocupadapor checos, no por eslovacos, y la minoría

húngara era maltratada por ambas naciona-lidades mayoritarias. Hungría estaba preo-cupada por el status de inferioridad en quese hallaban los húngaros en Rumania, Yu-goslavia y Checoslovaquia.

Tanto las clases conservadoras gobernan-tes como los campesinos húngaros eran másbien antisemitas. En los tres países los cam-pesinos estaban fuertemente apegados a susexiguas propiedades rurales, y en políticaeran derechistas y xenófobos. Se oponíanfirmemente a las colectivizaciones que se lle-vaban a cabo en los países vecinos del este,y por tanto eran anticomunistas. Todosellos, salvo los checos, eran antirrusos en susreacciones espontáneas y culturales.

La diplomacia occidental había explota-do estos sentimientos anticomunistas y an-tirrusos durante el período de entreguerras.En aquellos años, al contrario de lo queocurre hoy, no había una conciencia gene-ral tan desarrollada sobre los derechos hu-manos, y los gobernantes occidentales noconsideraban que los conflictos étnicos y elantisemitismo en esos pequeños y remotos

países fuese un problema que les concer-niese. Los soviéticos, comunistas o no, eranperfectamente conscientes de la despectivaactitud de los países del este de Europa ha-cia ellos. Sabían, además, que en el veranode 1941 una buena parte de los polacos yucranianos acogió, en un primer momento,a los invasores alemanes como liberadores,y que un número no pequeño de ellos ha-bía colaborado con la administración alema-na en los territorios ocupados. Checoslova-cos y húngaros se habían mostrado más es-cépticos respecto a los alemanes, pero nohabían. ofrecido ninguna resistencia signifi-cativa.

En 1944-45, cuando el Ejército Rojo libe-ro estas regiones, fue recibido como si las li-berase de los ahora odiados alemanes, pero .por desgracia, el comportamiento de unaparte de las tropas soviéticas revigorizó losviejos prejuicios. El Ejército Rojo saqueó larelativamente poco bombardeada ciudad deBudapest, confundiendo los bloques deapartamentos de. la clase obrera con casasde la burguesía. Y cuando llegaron a la pro-

pia Alemania, las violaciones y los lincha-mientos quedaron impunes, como vengan-za natural contra el invasor que además ha-bía desencadenado la guerra.

Durante la guerra el régimen de Stalin sehabía comportado de manera menos dog-mática en el interior. Implícitamente recono-ció que sus súbditos habían sido más nacio-nalistas que comunistas cuando se refería ala lucha llamándola la Gran Guerra Patrió-tica. Pero en'cuanto se consiguió la victoriarestableció todo su dogmatismo y todo elterror del régimen de los últimos años trein-ta. Miles de soldados que volvían a la URSSquedaron automáticamente bajo sospechaal haber tenido la oportunidad de ver Occi-dente directamente. Típico fue el caso delluego famoso escritor Alexander Solzhe-nitsyn, que cometió el error de escribir unacarta a su casa en la que vertía algunas ob-servaciones favorables sobre Alemania ymenos favorables sobre el régimen soviéti-co; la carta le costó ser detenido y pasar undecenio en el gulag.

Los militares y diplomáticos británicos y

Una utopía para AlemaniaEn el verano de 1945, bri-

tánicos, norteamericanos y so-viéticos pactan en Potsdam elreparto de la Alemania derro-tada. Poco más tarde unaFrancia que se ha sabido su-bir al carro de los vencedoresobtiene también su porción deterritorio germano. Es unacompensación a la permanen-te amenaza y agresión lanza-das desde la otra oriJJadel Rindesqe varias generacionesatrás. Y Franciaserá, debido auna extendida reacción emo-cional de compensación, elpaís que en los próximos añosplantee más trabas a la inelu-dible solución del caso ale-mán.

Contra todo 10 que pudieraparecer, dadas las grandesdestrucciones que aparecíanpor doquier, los masivos bom-bardeos aliados no habíansido capaces de afectar de for-ma irremediable a ningunainstalación vitalpara la econo-mía del derrotado. El sector

que más había sufrido era elde las comunicaciones, objeti-vo principal de los bombar-.deos. Pero Alemania seguíaconstituyendo en 1945 unaformidable potencia industrial,conservando intacta o en esta-do de uso la mayor parte desu entramado de producción.

Esta comprobable realidades 10 que JJevóa hacer pensara muchos en el riesgo que su-ponía -para dentro de muypocos años- la existencia deuna Alemania renacida, sus-ceptible de erigirsenuevamen-te en amenaza para la paz.

De entre todas las propues-tas lanzadas al considerar estacrucial cuestión, destaca la deHenry Morgenthau, secretarionorteamericano del Tesoro.Este efectivo colaborador delpresidente Roosevelt, verdade-ro señor rural de Nueva Ingla-terray tratadista teórico de sis-temas de cultivo, aportó unaidea que cuanto menos mere-ció el calificativode original.

El denominado Plan Mor-genthau contemplaba la dis-gregación del territorio ale-mán en una docena de Esta-dos de base agraria. Ello con-JJevaba la necesidad de des-mantelar o inutilizar los miJJa-res de instalaciones industria-les, muchas de eJJasmodélicasen su género, que habían con-vertido a Alemania en el prin-cipal país del continente.

Una idea muy difícilmentepracticable, altamente reac-cionaria e incluso podría de-cirse que utópica, que la razónarrumbó entre tantos otrosproyectos reñidos con la reali-dad de los tiempos. Por aque-llós mismos momentos, Wins-ton Churchill sostenía la ideade separar a Prusia -símbolodel militarismo alemán - ycrearal sur y alrededor de Vie-na una Alemania católica, he-redera de los principios deaquel Sacro Imperio, eje du-rante siglos de la historia deEuropa ...

Arriba, patriotas polacos durante la insurrección de Varsovia en agosto-septiembre de 1944. Abajo, cartelalemán aparecido en la Francia ocupada sobre la matanza de oficiales polacos en el bosque de Katyn

Tomemos el ejemplo específico del mayory más importante país de la región, Polonia,que ocupa un territorio de llanura casi en sutotalidad, entre Alemania y la URSS.

estadounidenses en las conferencias de Yal-ta y Potsdam no estaban al corriente de lamayoría de los hechos narrados en lospárrafos anteriores. Conocían muy poco so-bre la historia de la Europa oriental, y esta-ban predispuestos a admirar al mariscal Sta-lin como gran líder de los pueblos que máshabían hecho para derrotar a los nazis. Sa-bían por la práctica que las tropas de aquélse hallaban en todos los países liberados dela Europa centro-oriental, excepto en Yu-goslavia y Grecia. Sabían asimismo que losEstados Unidos deseaban poner fin a la ayu-da econqmica lend-lease y repatriar a sustropas lo antes posible. 'Pero los hechos re-lativos a la Europa oriental y el esperanza-do optimismo respecto a la cooperación delos Tres Grandes son elementos importantespara comprender el comienzo de la GuerraFría.

El Reino Unido y Francia habían declara-do la guerra el 3 de septiembre de 1939 so-bre todo para salvar a Polonia de lo que encambio se había permitido en el caso deChecoslovaquia. Aun cuando se vieron im-posibilitados para impedir la victoriosaBlitzkrieg alemana y la división de Poloniaentre Alemania y la URSS, acog~eron a ungobierno en el exilio polaco en Londres. Lospolacos de Londres representaban a la dic-tadura militar derechista y virulentamente

Los orígenes de la OTANEn 1947, en la simbólica

ciudad de Dunkerque, los go-biernos de Francia y GranBretaña firman un tratado dedefensa mutua con una vali-dez de cincuenta años. Mesesmás tarde, se decide en Bru-selas un acuerdo que extiendeaquel tratado a Bélgica, Ho-landa y Luxemburgo. Son losmomentos en que se plasmaen la práctica la división delcontinente según los planes delos vencedores en la guerra.Polonia es entregada al cam-po oriental, a cambio de lapermanencia en el occidentalde una Grecia que se desgarraen sangrienta guerra civil.

Mientras el resto de los paÍ-ses balcánicos pasa a organi-zarse según modelos colectivis-tas, la ya abierta situación deguerra fría y la consolidaciónde las posiciones hegemónicasobligan a una adecuada tomade posiciones. En lo que lospropagandistas norteamerica-nos denominan ya mundo li-bre, se plantea una vertebra-ción de fuerzas de posible opo-sición a una agresión proce-dente del reciente aliado.

El Tratado de Washington

de 1949 consagra el nacimien-to de la Organización del Tra-tado del Atlántico Norte, queanuncia como su objetivo bá-sico la defensa colectiva de laslibertades democráticas a tra-vés de una estrecha colabora-ción política y económica. Lospaíses firmantes son, ademásde los Estados Unidos y Cana-dá, Gran Bretaña, Francia,Italia, Bélgica, Holanda,Luxemburgo, Dinamarca, Is-landia, Noruega y Portugal.Más tarde, todavía dentro delperíodo de guerra fría, seagregarán Grecia, Turquía y laRepública Federal de Alema-nia. La adhesión de Españaqueda ya fuera del espacio detiempo tratado.

La OTAN, autoproc1amadaescudo y lanza de Occidenteademás de defensora de losprincipios de la democracia,no tuvo reparo alguno en ad-mitir en su seno a una dida-dura abierta como la portu-guesa y, más adelante, tampo-co pondrá objeciones al régi-men de los coroneles griegoso a los sucesivos gobiernos defuerza que se sucederán enTurquía. Lo importante era,

en definitiva, la contención delposible expansionismo comu-nista al precio que fuese.

En el momento de la crea-ción de la OTAN, la Unión So-viética solicitó -lo que puedeparecer altamente sorpren-dente- el ingreso en la mis-ma. Solicitud ésta que le fuedenegada. Algunos tratadistashan apunmdo m po~bilidadde que esta intención, real-mente antinatural, tendría porfinalidad organizar desde el in-terior un sistemático boicot delfuncionamiento de sus estruc-turas. Al no ver aceptado supaís, el representante soviéticoante las Naciones Unidas acu·só a la OTAN de constituirunaamenaza para la paz y de seruna alianza agresiva.

Para entonces, ya el PlanMarshalJ estaba contribuyi:m-do decisivamente a la recons-trucción de los países de la Eu-ropa occidental, a excepciónde la España de Franco. Mien"tras, las autodenominadas de-mocracias populares se estan-caban en situaciones negati-vas que cuatro décadas dedictadura comunista no ha-rían más que agravar.

De izquierda a derecha, el general Giles, el secretario de Guerra, Stimson, .v el general Marshall acuden ainformar a Truman sobre Japón (1945). Marshall fue el principal impulsor del Plan que llevó su nombre

anticomunista (y antidemocrática) que ha-bía ocupado el poder durante varios añosantes de la invasión alemana. Entre ellos es-taba el líder del mayor partido parlamenta-rio polaco de preguerra, el Partido Campe-sino, de Stanislaw Mikolajczyk. Este gobier-no en el exilio organizó unidades militaresque jugaron un papel significativo en lacampaña aliada de Italia.

Dos incidentes ocurridos en los años deguerra hicieron literalmente imposible quelos polacos de Londres pudiesen colaborarcon los soviéticos. Uno de ellos fue el des-cubrimiento, efectuado por los alemanes, en1943, de las fosas comunes en que se halla-ban enterrados más de 14.000 oficiales delEjército polaco, de cuyas muertes violentasacusaron a los soviéticos, en el bosque deKatyn, cerca de Smolensk. Los soviéticosanunciaron, con justa indignación, que setrataba ni más ni menos de una ultrajantementira como otras muchas propagadas porlos nazis. El Gobierno polaco en el exilio exi-gió una investigación internacional de laCruz Roja. Los desconcertados británicostrataron de silenciar el asunto, argumentan-do que nadie puede hacer resucitar a losmuertos. Stalin aprovechó la ocasión pararomper relaciones con los fascistas polacos,y formó un gobierno comunista fantoche al

que reconoció como legítimo una vez que elEjército Rojo hubo liberado una parte delterritorio polaco.

A lo largo de la guerra y de las negocia-ciones diplomáticas posteriores, nadie podía

- esperar hablar en favor de Polonia a menosque aceptas e la versión soviética, es decir,que quienes habían asesinado a los 14.000polacos habían sido los alemanes. Y ello,pese a que los hechos habían ocurrido másde un año antes de la invasión alemana dela URSS. Casi cincuenta años más tarde elgobierno de MijauGorbachov reconoció queStalin había sido quien había ordenado lasejecuciones con el fin de diezmar al cuerpode oficialespolacos, hacia el que siempre ha-bía sentido un odio patológico (y viceversa).

El segundo incidente que envenenó las re-laciones entre polacos y soviéticos fue la in-surrección de Varsovia de agosto-septiem-bre de 1944. A fines de julio el Ejército Rojohabía alcanzado ya el río Vístula, al otrolado del cual se halla la capital polaca. Elejército clandestino polaco, que seguía lasdirectrices del gobierno en el exilio de Lon-dres, había organizado una insurrección queesperaba coordinar con la llegada de lasfuerzas soviéticas; y los soviéticos, por me-dio de la radio, habían instado a la pobla-ción a levantarse contra el ocupante ale-

mán. Pero cuando la población de Varsoviainició sus ataques contra los ocupantes, elEjército Rojo no hizo ningún intento de cru-zar el río, y dejó que las guerrillas urbanasse desangrasen hasta morir. Según los so-viéticos, la insurrección se había iniciado sinsu aprobación y se pretendía con ello situar-los ante el hecho consumado una vez quehubiesen penetrado en Varsovia. Según lamayoría de los observadores occidentales,Stalin había alentado deliberadamente la in-surrección que dio lugar a la destrucción porparte de los alemanes de la resistencia nocomuni?ta partidaria del Gobierno en el exi-lio de Londres. Pero, como en el caso delbosque de Katyn, los aliados no pudieronexpresar públicamente ninguna duda res-pecto de las razones soviéticas.

Una vez instaurado un gobierno interinopolaco controlado por los soviéticos en Var-sovia, Stalin permitió que el líder del Parti-do Campesino polaco, el conservador Miko-lajczyk, volviese a Polonia. Las primeraselecciones demostraron que su partido teníamucho más apoyo popular que los comu-nistas, tras lo cual la policía, controlada poréstos, hostigó a Mikolajczyk hasta que éstese vio obligado a abandonar Polonia en oc-tubre de 1947.

Desde la perspectiva de los aliados occi-dentales, el dominio soviético sobre Polonia,aunque fuese una desgracia desde el puntode vista de los polacos, era comprensible de-bido a su situación geográfica. Además,aunque los soviéticos intimidaban a los par-tidos no comunistas y reservaban todos loscargos importantes en el Gobierno y en el

Partido Comunista aestalinistas completa-mente fieles, no purgaron físicamente a losopositores y no intentaron colectivizar com-pletamente la economía polaca.

Más duro fue el destino de Hungría y Che-coslovaquia, el primero ex enemigo, el otroel país más pro-soviético de la Europa cen-tro-oriental. Hungría había experimentadoquizá las más radicales formas de hostilidadentre los soviéticos y Occidente en el perío-do de entreguerras.

Hungría y Checoslovaquia

Había conocido una breve y ajetreada re-volución comunista en 1919, seguida poruna serie de dictaduras de derecha. Hasta1944, cuando Hitler ya no podía ganar laguerra, el gobierno húngaro había colabo-rado con Alemania. Cuando trató de zafar-se de la colaboración, los alemanes ocupa-ron el país, e infligieron fuertes pérdidas alEjército Rojo antes de retirarse. Por ello,para los soviéticos, Hungría era un país ene-migo, al que había que exigir reparaciones.Además era un país cuya lengua no teníaninguna relación con las lenguas eslavas, ycuyos terratenientes y gitanos se considera-ban, todos ellos, culturalmente superiores alos eslavos.

La mayor organización política era el Par-tido de los Pequeños Propietarios, de ten-dencia conservadora, formado por campe-sinos y notables municipales, y dirigido porFerenc Nagy. El Partido Comunista, ilegal

Klement GottwaldKlementGottwald (Dedice, 1896-Praga, 1953). Político checoslovaco.Descendiente de campesinos, trabajó como carpintero y se afilió al Par-tido Socialdemócrata en 1912. Movilizado por el Ejército austriaco du-rante la Gran Guerra, desertó. En 1921 se adhirió al nuevo Partido Co-munista checoslovaco y dirigió su órgano de prensa. Secretario generalen 1927, dos años después fue elegido miembro del Parlamento. En1935 fue miembro del presidium del VII Congreso de la Komintern. Trasla ocupación nazi de Checoslovaquia, se refugió en la URSS. Vicepresi-dente del Gobierno checo en el exilio, a su vuelta a Praga en 1945 con-tinuó ostentando el cargo en el Gabinete de Unión Nacional. En julio de1946, tras el triunfo electoral de los comunistas, se convirtió en jefe delGobierno, cargo desde el que p.reparóel establecimiento de un régimencomunista. Rechazó el Plan Marshall y en febrero de 1948 dirigió el gol·pe de Praga. Elegido presidente de la República tras la dimisión de Be-nes, trabajó para convertir a Checoslovaquia en un Estado socialista.Murió poco después de asistir a las exequias de Stalin.

Casi cincuenta añosdespués el gobierno de

Mijaíl Gorbachovreconoció que Stalin

había sido quien habíaordenado las ejecucionespara diezmar al cuerpo de

oliciales polacos

desde 1919, estaba dominado completa-mente por el grupo de exilados llegados deMoscú para dirigirlo a fines de 1944. Antesde que se celebraran elecciones los comu-nistas, conscientes de su falta de apoyo po-pular, alentaron la formación de un PartidoNacional Campesino rival de los PequeñosPropietarios; y formaron un frente unidocon los socialdemócratas. Y propugnaronuna rápida reforma agraria que afectaba alos latifundios que habían dominado la vidarural húngara durante siglos; y el EjércitoRojo distribuyó semillas y aperos para lasiembra de primavera.

Dado que la reforma agraria, junto a lademocracia, había sido también la principalexigencia de los Pequeños Propietarios, ydado que el Partido de los Pequeños Pro-pietarios estaba minadopor el faccionalismo, delque se aprovecharon loscomunistas, estos últi-mos esperaban ganar laselecciones que, debido alos acuerdos de Yalta,estaban obligados a ce-lebrar. Pero en las muni-cipales de Budapest deoctubre de 1945, la listacombinada Partido Co-munista-Partido Social-demócrata obtuvo el 43por 100 de los votos,mientras que los Peque-ños Propietarios obte-nían el 50 por 100. El mes siguiente, en laselecciones más libres de la historia húngara(gracias a la insistencia de los miembros bri-tánicos y estadounidenses de la AutoridadAliada de Ocupación) los Pequeños Propie-tarios obtuvieron el 57 por 100 de los votosy el Partido Comunista el 17 por 100.

Así pues, los soviéticos aceptaron un go-bierno en el que Ferenc Nagy era primer mi-nistro, pero insistieron en obtener el Minis-terio del Interior. El control de la policía lespermitió hostigar los mítines ajenos y chan-tajear a los dirigentes de los partidos no co-munistas. El gobierno de Nagy emprendióla reforma agraria y la nacionalización de lasminas y de las comunicaciones que, prácti-camente en todos los países, tanto del Estecomo de Occidente, parecía tener sentidodesde el punto de vista económico despuésde la guerra. Pero también insistieron en elestablecimiento de libertades políticas detipo occidental, en una educación religiosa

tradicional (católica y luterana) y en la con-tinuación en términos generales de un siste-ma económico capitalista.

Los comunistas establecieron un ConsejoEconómico Supremo, para el que nombra-ron a sus partidarios. Por medio de unacombinación de experiencia técnica y miti-ficación, apoyo soviético al Consejo, y con-tinuas críticas y amenazas personales a va-rios miembros del gabinete, acabaron inti-midando al gobierno de Nagy y obligándo-lo a aceptar un grado mucho mayor de so-cialización de lo que ellos o sus votantes ha-brían aprobado nunca voluntariamente.Cuando el presidente del Partido NacionalCampesino, considerado pro-soviético, BelaKovacs, se resistió a algunas de las peticio-nes comunistas, los soviéticos lo secuestra-

ron en febrero de 1947 yacabaron llevándolo a laURSS.

En mayo de ese año elprimer ministro FerencNagy marchó a Suizapara unas breves vaca-ciones, en gran partepara escapar a las pre-siones de las acusacio-nes constantes en laprensa contra él parapreparar su anunciadadefensa contra tales acu-saCiones. Algunos ami-gos le aconsejaron queno volviese a Budapest,

pues podían detenerlo. Almismo tiempo, te-nía un hijo adulto en la capital, y estabapreocupado por su futuro. En negociacionescon la policía, controlada por los comunis-tas, accedió a anunciar su dimisión y su sa-lida voluntaria del país a cambio de ver li-bre a su hijo, que había sido detenido. Alcabo de unos meses, y sin pretensiones delegitimidad parlamentaria, el Partido instau-ró una dictadura en la persona del leal pro-soviético Matyas Rakosi (inventor de la fa-mosa frase sobre la técnica del salchichónpara describir la toma del poder en gobier-nos de coalición).

Checoslovaquia era el país que ofrecía lasmejores- posibilidades para que los soviéti-cos establecieran unas relaciones verdadera-mente cordiales con un vecino al que aca-baban de liberar. Tradicionalmente, por lalengua, la literatura y el arte, los checoslo-vacos se habían mostrado más amigablesque otros países del este de Europa con los

Comunismo en los BalcanesCuatro países balcánicos

entran en la guerra fría inclui-dos, además de los tratados enel texto, en la órbita soviética.Pueden ser clasificados dentrode dos modelos de diferentescaracterísticas.

Yugoslavia y Albania confi-guran el primero. Estos dospaíses vivieron su transiciónde un modo que puede ser ca-lificado de autónomo. En ellosel papel del Ejército Rojo fue

muy reducido, en compara-ción con el protagonismo quetuvo en sus vecinos. JosipBroz Tito y Enver Hoxha ha-bían sido capaces de conser-var bajo su mando a la prác-tica totalidad de las fuerzas dela resistencia y, llegada la horade la liberación, fueron reco-nocidos por la poblacióncomo sus únicos salvadores.Albania, donde la retirada delos alemanes produjo un vaCÍo

soviéticos. No olvidaban que éstos se habíanofrecido a defenderlos en 1938 cuando losaliados occidentales estaban preparando lainfame traición de Munich. El presidenteEduard Benes, del gobierno en el exilio ins-talado en Londres, había viajado hasta Mos-cú en 1943 para firmar un tratado de amis-tad por veinte años con la URSS. Los che-coslovacos habían recibido bien al EjércitoRojo. El presidente del Partido Comunista,KIement Gottwald, fue miembro del primergobierno posbélico, y a cambio de lo queparecía ser una genuina predisposición delos comunistas para aceptar las reglas demo-cráticas, una vez restaurado el gobierno Be-nes, éste aceptó nacionalizaciones a gran es-cala, la reconversión del comercio checoslo-vaco del Occidente al Este, y tina purga, di-rigida por los comunistas, contra los colabo-radores en la Administración.

En las elecciones parlamentarias de la pri-mavera de 1946, los comunistas obtuvieronel 38 por 100 de los votos. Al ser, con mu-cho, el partido más votado, un comunistaocupó el cargo de primer ministro, y con lacooperación de una buena parte del Parti-do Socialista, se hallaban en la situación idó-nea, conseguida democráticamente, parallevar a cabo una rev,plución socialista. Peroen el verano de 1947 el gobierno de Gott-wald acogió favorablemente el Plan Mars-hall, patrocinado por Estados Unidos, plande recuperación económica que, por defini-ción, estaba abierto a todos los países de Eu-ropa. Pero Stalin obligó a Gottwald a cam-biar su postura ya rechazarlo, tras lo cual elprimer ministro comunista checoslovaco es-timó que era necesario ser muy cuidadosocon los deseos de los soviéticos.

de poder en octubre de 1944,no conoció siquiera un perío-do de transición hasta la insta-lación del nuevo régimen, quese llevó a efecto de forma in-mediata. Yugoslavia, por suparte, no necesitó más que uninterregno de seis meses hastaque el provisional Gobiernode coalición fuese sustituidopor el control de los jefes par-tisanos. Dos sistemas que Sta-lin no podría controlar.

Para fines de 1947 Polonia, Hungría, Ru-mania y Bulgaria habían todos ellos comple-tado la técnica del salchichón al convertircoaliciones democráticas en dictaduras do-minadas por los comunistas, denominadascínicamente democracias populares. Ya acomienzos de 1948, los comunistas checos-lovacos presionaban para que abandonasenel Gobierno los ministros no comunistas quequedaban. El presidente Benes se negó aaceptar las dimisiones, y la policía, contro-lada por los comunistas, realizó incursionesen los cuarteles generales de los demás par-tidos parlamentarios y anunció haber en-contrado documentación sobre traicionerasconspiraciones (traicioneras según el dicta-do paranoico de Moscú).

En mayo deberían haberse celebradoelecciones, y el Partido Comunista temió,quizá con razón, que sus votos iban a dis-minuir. Para evitar esta posibilidad precipi-taron una crisis de gobierno. Gottwaldanunció la composición del nuevo gobierno,formado por comunistas y socialistas de lafacción pro-soviética, que, juntos, habíanobtenido el 51 por 100 de los votos en 1946.Benes no se pronunció (tanto él como Gott-wad estaban enfermos del corazón), no re-sistió ni aprobó, pero el golpe de febreroacabó con el sueño de una revolución legaly con el papel de Checoslovaquia comopuente entre el Este y Occidente.

La Europa occidental

El golpe checoslovaco acabó con la pocafe que quedaba en las buenas intenciones

soviéticas, y en la posibilidad de una coope-ración real entre comunistas y no comunis-tas en la Europa posbélica.

Los acontecimientos en Francia y en Ita-lia no fueron tan dramáticos como en lospaíses situados en la esfera de influencia so-viética. En ambos países los comunistas go-

zaban de buen nombre y eran admiradosdebido a su papel dirigente en los movi-mientos de resistencia desde junio de 1941.En los dos países habían obtenido entre uncuarto y un tercio de los votos en las prime-ras elecciones posbélicas. En ambos paísesla opinión pública era favorable a la nacio-

nalización de numerosas industrias clave. Yen ambos países las administraciones muni-cipales comunistas habían proporcionadoservicios locales honrados y eficaces.

Pero en el ámbito de la política nacional,la opinión pública no aceptó elliderazgo co-munista. Esto se hizo evidente durante lasdiscusiones sobre la nueva Constitución. Enoctubre de 1945 los comunistas eran la de-legación más numerosa en la Cámara de losDiputados, y esta cámara preparó unaConstitución que podía dar el poder a un le-gislativo con mayoría comunista. Pero laopinión ·pública rechazó el borrador de laConstitución en mayo de 1946, y en laselecciones de junio se dio un apoyo mayo-ritario a un partido católico centrista, elMouvement Républicain Populaire (MRP)de Georges Bidault, que había sido uno delos más importantes dirigentes de la Resis-tencia. El MRP Y el Partido Socialista, par-lamentario, cooperaron en redactar unaConstitución que fue aprobada en octubre yque dio el poder a una mayoría de centro-izquierda, pero no a los comunistas. .

Los años entre 1945 y 1947 fueron añosdifíciles de búsqueda de sí mismos por par-te de los franceses. Existía un sentimiento si-lencioso, pero no por ello menos poderoso,de vergüenza por el recuerdo de la fulmi-nante derrota de 1940 y por la pasividad dela gran mayoría durante la ocupación ale-mana. Varios miles de colaboradores fueronasesinados por los grupos resistentes victo-riosos, sin que se llevase a cabo algún tipode juicio. Francia había considerado siem-pre a la URSS como su aliada principal con-

tra la amenaza de una dominación alema-na, combinado esto con la admiración porla victoria soviética y por el papel de los co-munistas en la Resistencia francesa. PeroFrancia estaba agradecida también a los Es-tados Unidos por la liberación, que no ha-bría sido posible sin la ayuda económica ymilitar estadounidense en los años1941-1945. Por si fuera poco, la leche enpolvo, la carne y los vegetales enlatados, ylas vacunas que salvaron a millones de per-sonas de morir de desnutrición o de enfer-medades graves, provinieron casi en su to-talidad de Estados Unidos.

Francia no había enviado tantos emigran-tes al Nuevo Mundo como habían hechootros países europeos, pero para el francésmedio, lo mismo que para otros europeos,los Estados Unidos eran la tierra de la opor-tunidad para el hombre de la calle. Al mis-mo tiempo, los intelectuales tenían una largatradición de desprecio hacia los Estados Uni-dos, considerados el país en que los capita-listas sin escrúpulos podían hacer millones, ydonde los valores culturales del pasado eu-ropeo estaban completamente ausentes.

Pero a medida que se iba consolidando elpunto muerto entre las cuatro potenciasocupantes de Alemania, y que los partidosno comunistas iban siendo eliminados de losgobiernos de la Europa del Este, la mayoríade los intelectuales franceses interpretabalos acontecimientos de manera favorablepara los soviéticos. Si los Estados Unidospresionaban para que se restringiesen las re-paraciones a la URSS, esto se interpretabacomo un intento imperialista para detener la

Palmiro TogliattiPalmiro Togliatti (Génova, 1893-Yalta, 1964). Político italiano. Miem-bro del Partido Socialista, colaboró en Avanti y Ordine Nuovo, fundadopor Gramsci. Tras el congreso de Liorna (1921), se separó del PartidoSocialista para fundar el Partido Comunista italiano. Detenido en variasocasiones durante el fascismo, en 1926 huyó a Francia. Secretario ge-neral del pel desde 1927, fue uno de los secretarios del Komintern, ac-tuando en España bajo los seudónimos de Alfredo y Ercole Ercoli. En1940 se estableció en Moscú, desde donde dirigía emisiones radiofóni-cas a la resistencia italiana. En 1941 regresó a Italia, formando partedel Gobierno Badoglio (1944). Ministro de Justicia en los GobiernosParri y De Gasperi hasta su exclusión, en 1947. Un año más tarde sufrióun atentado del que salió ileso. En 1950 se enfrentó a Stalin, que pre-tendía hacerle presidir una Kominform renovada. Aunque apoyó la in-tervención soviética en Hungría, fue el primer comunista occidental quepropició la conquista del poder por medios pacíficos. Murió mientras seencontraba de vacaciones en la URSS.

recuperación soviética. Allí donde los sovié-ticos se negaban a cooperar con los parti-dos campesinos mayoritarios, como en Po-lonia o en Hungría, se afirmaba que estospartidos no eran partidos democráticos debuena fe, sino que en realidad tramabanconspiraciones fascistas con el fin-de defen-der los privilegios de las antiguas clases'terratenientes gobernantes. Sin duda habíaun elemento de verdad en tales interpreta-ciones, pero por término medio mostrabanuna tendencia clara a atribuir todos los de-sacuerdos a los Estados Unidos y a apoyarla interpretación comunista sobre quién me-recía o no ser considerado democrático oprogresista.

Por otro lado, la mayoría de los agricul-tores y empresarios franceses independien-tes no compartía los prejuicios de los inte-lectuales en contra de la cultura estadouni-dense. Además, los Estados Unidos carecíande un. partido político que defendiese direc-tamente sus intereses de la manera en queel Partido Comunista defendía los de laURSS. La influencia estadounidense sé sen-tía más bien en términos económicos .. En1947 el Plan MarshaJI de créditos e inversio-nes para la reconstrucción de las maltrata-das economías de Europa se pensó para to-dos los países, y sin ninguna de las estrictascondiciones impuestas por los soviéticos enla Europa del Este. Pero, naturalmente, los

empresarios, diplomáticos y congresistas es-tadounidenses dejaron claro que EstadosUnidos invertía en el futuro de una Europademocrática capitalista, o al menos social-demócrata, pero no en su comunistización.Los Estados Unidos estaban dispuestos aaceptar alcaldes comunistas en las ciudadesfrancesas, pero no la participación comunis-ta en el gobierno de la nación.

A partir de mediados de 1947 ya no ha-bía ministros comunistas en el gobierno.Francia se unió a los fundadores de la UniónEuropea Occidental en 1948; se trataba deuna alianza defensiva formada por el ReinoUnido, Francia y los países del Benelux. Loscomunistas continuaron obteniendo aproxi-madamente el 25 pór 100 de los sufragiosen las elecciones generales, pero una nuevaley electoral de 1951 redefinió los distritoselectorales de tal manera que redujo muchoel número de diputados comunistas.

Democracias y dictaduras

Italia era claramente un país más pobreque Francia o que el Reino Unido. Era unpaís en el que la democracia parlamentariano había funcionado nunca muy bien, ydesde 1922 a 1943 había vivido bajo la dic-tadura fascista de Mussolini. Además, era un

El caso de BulgariaEl segundo modelo es el

que presentan Bulgaria y Ru-mania. En la primera, aliadade Alemania pero sin cortarnunca relaciones con Moscú,un Gobierno de Frente Patrió-tico l1egó al poder mediantegolpe de Estado en septiem-bre de 1944. Formado por so-cialdemócratas, agrarios y co-munistas, obtuvo una granvictoria en las elecciones denoviembre de 1945, tras ha-ber procedido a la depuraciónde los elementos colaboracio-nistas con el viejo régimen. Enotoño de 1946, un referén-'tium decidió -por el 92 por100 de los votos- la aboliciónde la monarquía. Simeón, el

país - y llego a decidir la eje-cución, acusado de traición,de su máximo dirigente.

La Constitución de Dimi-trov -4 dé diciembre de1947- se inspiró en la sovié-tica de 1936 y sentaba las ba-ses para la reconstrucción delEstado sobre fundamentos co-lectivistas. Muy pronto, la po-blación en todos sus sectorescomenzaría a conocer los efec~tos de la nueva situación. Lapersecución, las presiones, losencarcelamientos y ejecucio-nes, la permanente delación.,..todo el10pasó a ccmfjgurar lavida cotidiana del pueblo búl-garo, que empez,aba a despe.:J...r-tar de un secular letargo. . .------------_.- ~~_-~~

rey niño, debió abandonar elpaís.

El 15de septiembre fue pro-clamada una República Popu..:lar, de la que la legendaria fi-gura de Georgi Dimitrov eraindiscutida cabeza. Fiel segui-dor de las directrices de Stalin,no tardó en apartar de lospuestos de gobierno a.los ele-mentos progresistas no comu-nistas. La puesta en prácticade un inicio de reforma agra-ria había granjeado al partidocomunista un señalado apoyoentre la población, pero cuan-do controló ya todo el poderno tuvo reparo alguno en pro-ceder contra el partido agrario-el más importante del

país de sentimientos pro-estadounidensesmuy fuertes. Los italianos habían sido unode los grupos más numerosos y exitosos en-tre los que habían emigrado a Estados Uni-dos desde fines del siglo XIX en adelante. Susintelectuales, como la mayoría de los inte-lectuales europeos, mostraban una actitudcondescendiente respecto a Estados Unidos,pero no manifestaban un antiamericanismotan acentuado como los franceses.

Los ejércitos aliados se abrieron caminocombatiendo a lo largo de la península ita-liana, en dirección norte, en los años1943-1944, confraternizando con una po-blación -a la que también hubieron de ali-mentar- que nunca se había mostrado de-masiado entusiasta de la alianza con la Ale-mania nazi. El gobierno provisional posfas-cista de la primavera de 1944 incluía al filó-sofo de renombre internacional y antifascis-ta Benedetto Croce, al pro-demócrata y di-plomático antifascista exilado conde Sforza,y al presidente del Partido Comunista Italia-no, que había llegado recientemente deMoscú, Palmiro Togliatti.

La .aplastante mayoría de los partisanositalianos habían sido comunistas o socialis-tas. El Partido Comunista Italiano era el ma-yor de Europa, y a fines de los años cuaren-ta había gozado de la cooperación parla-mentaria de los socialistas de izquierda dePietro Nenni. La experiencia de Nenni enlas Brigadas Internacionales durante laguerra civil española había producido en éluna admiración sincera y no dogmática ha-cia la democracia política. Togliatti, que erafuncionario de la III Internacional, se habíavisto involucrado directamente en las purgasestalinistas en el seno de las Brigadas, perosu comportamiento en el período posbélicodemostró que valoraba la alianza con los so-cialistas democráticos y no permitió que eldogma estaliniano aislase a los comunistasitalianos de la izquierda democrática. QuizáTogliatti tenga la rara particularidad de ha-ber sido el único dirigente comunista quemantuvo su autoridad en el partido sin serun estalinista ciegamente dogmático.

Como en el caso francés, en Italia los Es-tados Unidos estaban dispuestos a aceptar

alcaldes comunistas, diputados comunistas,líderes sindicales comunistas, una prensa co-munista, pero no dirigentes comunistas enel gobierno de la nación. La opinión públi-ca, al igual que en Francia, estaba agrade-cida a los Estados Unidos por su ayuda eco-nómica, y prefería un sistema democráticoparlamentario a una democracia popularcomo las impuestas en el Este por los sovié-ticos. El propio partido, bajo la dirección deTogliatti, se comprometió a emplear méto-dos de acción no revolucionarios, sino par-lamentarios.

Una 'Característica especial, y difícil, de lasituación italiana era el hecho de que el Va-ticano, centro mundial del catolicismo, esta-ba ubicado en Italia. El Papa del momento,Pío XII, era un aristócrata romano archicon-servador que, como jefe de la diplomaciavaticana, había negociado el Concordatocon Alemania de 1933, el primer tratadoque había dado respetabilidad internacionalal régimen nacionalsocialista recién instau-rada. La Iglesia había sido tratada de malamanera· por los nazis en diversos casOs enlos años siguientes, pero Pío XII,que se con-virtió en papa en 1939, nunca adoptó pú-blicamente una postura antinazi clara a lolargo de la guerra. Ahora era pro-estadou-nidense; pero sin ser mínimamente demo-crático.

Para el Vaticano, el comunismo habíasido siempre una amenaza peor que el fas-cismo o el nacionalsocialismo. La jerarquíade la Iglesia nunca compartió, ni remota-mente, las esperanzas democráticas de los

occidentales en cuanto a una extensión dela cooperación del tiempo de guerra a laposguerra. Los soviéticos le devolvieron lahostilidad de manera cumplida. En Checos-lovaquia oriental y en partes de Polonia yde Ucrania existía una importante Iglesia,conocida por Iglesia Uniata, cuyo ritual erael de la Ortodoxa, pero que reconocía al Va-ticano como centro de la Cristiandad. En1946 Stalin obligó a la Iglesia Uniata a tras-ladar su lealtad del Vaticano al Patriarca deMoscú. Ese mismo año, el régimen comu-nista (y por esas fechas plenamente estali-nista) de Yugoslavia sometió a juicio y en-carceló al arzobispo católico de Croacia: noestaba demostrado que el obispo Stepinachubiese apoyado activamente al régimenfascista ustacha, tal como decía la acusa-ción, pero en última instancia nunca habíacriticado abiertamente sus atrocidades, nihabía intentado limitarlas.

En Hungría, entre 1945 y 1949, el Prima-do, cardenal Jozsef Mindszenty, desarrollóuna activa resistencia contra el Partido Co-munista. Pidió a los creyentes que votasena los Pequeños Propietarios, y alentó a lasescuelas católicas a hacer huelgas contra lossistemas de enseñanza impuestos por losmarxistas ateos. Después de la dimisión-exi-lio forzado de Ferenc Nagy y el estableci-miento de una dictadura comunista sin ta-pujos, prohibió el repicar de las campanasde las iglesias mientras Hungría estuviesegobernada por los excomulgados. A co-mienzos de 1949 fue detenido y procesadopor varios presuntos delitos. No había ver-

Maurice ThorezMaurice Thorez (Noyelles.Godault, 1900-Mar Negro, 1964). Políticofrancés. Minero desde los doce años, se afilió primero al Partido Socia-lista y más tarde al Partido Comunista, desde el momento de sU cons-titución en el Congreso de Tours (1920). Miembro del Comité Central(1924), fue elegido secretario general en 1930. Diputado en 1932 y1936, fue uno de los artífices del Frente Popular francés. Llamado a fi-las en 1939, huyó a Moscú, por lo que fue juzgado en rebeldía, conde-nado a muerte y privado de la nacionalidad francesa. Regresó a Franciaen 1944, siendo elegido diputado en la Asamblea Constituyente de1945. Ministro con De Gaulle (1945-46) y vicepresidente del Consejoen los Gobiernos tripartitos de Bidault y Ramadier (1946-47). Se opu-so al Plan Marshall, siendo excluido del Gobierno, al igual que los de-más ministros comunistas (1947). En 1956 consiguió que el PCF apro-base una resolución favorable a la desestalinización. En 1958 fuer,ee-legido diputado, aunque renunció poco después por motivos de salud.Cuando realizaba un viaje de Marsella a Odesa, murió a bordo del tran-satlántico Litva.

daderas pruebas contra él salvo sus contac-tos ilegales con el embajador estadouniden-se y cierta utilización oscura por parte de laIglesia de contribuciones financieras extran-jeras. Fue condenado a cadena perpetua, li-berado por los revolucionarios de 1956, yse refugió en la embajada estadounidensecuando los tanques soviéticos penetraron enBudapest a fines de octubre. El cardenal era

realmente un reaccionario beligerante, yuna persona a la que incluso sus defensoresencontraban de trato difícil, pero en ningúnrégimen democrático podría haber sido acu-sado, ni siquiera remotamente, de delitosque mereciesen la cárcel.

En Checoslovaquia, después del golpe delos comunistas de febrero de 1948, el Vati-cano amenazó con excomulgar a todo cató-

lico que cooperase con el régimen comunis-ta, y el gobierno checoslovaco, por su lado,amenazó con procesar por traición a todosacerdote que llevase a la práctica el decre-to. El clero checoslovaco no intentó desafiaral gobierno, pero los dos decretos simboli-zan el estado de hostilidad constªnte entrela Iglesia católica y el régimen comunista.

Lapolítica de contención

En Italia, el Partido Democristiano era elmayor partido parlamentario, seguido porlos comunistas. El Vaticano apoyaba a losdemocristianos, y en las elecciones de 1948,un año después del Plan Marshal1,los Esta-dos Unidos pidieron alos italo-norteamerica-nos que escribieran a Ita-lia a sus parientes, y quelos pusiesen sobre avisopúblicamente diciéndo-les que la ayuda econó-mica estadounidensepodría terminar si el Par-tido Comunista obteníala mayoría en las eleccio-nes. Los democristianosobtuvieron el 49 por 100de los sufragios, y los co-munistas, junto a los so-cialistas de izquierda dePietro Nenni, obtuvieronel 31 por 100. Estas elecciones iniciaron unperíodo que durará tres decenios durante elcual los democristianos dominarán el go-bierno del país; los comunistas serán la se-gunda fuerza política en el Parlamento y go-bernarán también algunas de las ciudadesindustriales del norte.

En el Reino Unido, el comienzo de laGuerra Fría tuvo muy poco que ver con lapolítica interior. Existía mucha admiración ybuena voluntad hacia. el aliado soviético, yse había llegado a un amplio consenso so-bre la necesidad de crear un Estado de bie-nestar que incluyese la nacionalización delBanco de Inglaterra, de los servicios médi-cos, las minas de carbón, y las industrias si-derúrgica, eléctrica y de comunicaciones. Elgobierno laborista ofreció ampliar a cin-cuenta años la alianza defensiva firmadacon la URSS en 1942. Los británicos políti-camente conscientes no eran en absolutoantinorteamericanos, pero no les gustaba el

anticomunismo estridente de la eramaccarthyana (1948-1952) y solían sospe~char de los gobiernos francés, alemán fede-ral, italiano y belga, todos ellos gobernadospor partidos católicos, aunque democráti-cos. Pero los conflictos entre las fuerzas deocupación en Alemania, la' estalinizaciónforzada de la Europa del Este y la depen-dencia económica de Estados Unidos, lleva-ron al Reino Unido a la Guerra Fría, en ca-lidad de aliado de Estados Unidos.

En los primeros dos años tras la rendi-ción de Alemania, de mediados de 1945 amediados de 1947, los Estados Unidos ca-recieron de una interpretación coherentede sus dificultades con la URSS en Alema-nia y en la Europa oriental. Los soviéticos,¿eran brutales sin más en su esfera de in-

fluencia? ¿Creían deverdad en su propiapropaganda según lacual las minorías comu-nistas y sus aliados in-condicionales se habíanconvertido en las únicasfuerzas realmente de-mocráticas en esas re-giones? ¿Podría habér-seles permitido partici-par en la vida política delas democracias occi-dentales, o habrían in-tentado tomar el poder'en un determinado mo-mento elegido por ellos,

como habían hecho en Checoslovaquia?Tales temores pueden parecer exagera-

dos, y tales preguntas, ingenuas, cuarentaaños después, pero en 1945 los Estados Uni-dos tenían muy poca experiencia de la po-lítica mundial. Los soviéticos habían sido losmalos cuando predicaban la revoluciónmundial en el periodo de entreguerras, y ha-bían sido los buenos cuando habían llevadoa cabo la principal contribución en vidas yesfuerzo para derrotar a la Alemania nazi.La mayoría de los estadounidenses, sin ex-ceptuar a los diplomáticos profesionales, nosabía nada de la historia de Rusia ni de lasituación y el pensamiento político en laUnión Soviética. Pero en junio de 1947, unode los pocos diplomáticos y estudioS06 esta-dounidenses que conocía la lengua y la his-toria rusas publicó un artículo que conteníalos principales razonamientos que iban a ca-racterizar desde entonces a la política esta-dounidense, desde ese momeoto hasta las

Debido a la teoríacompletamente errónea

sobre la inevitabilidad dela revolución comunista,la política internacionalde los años 1947-1987estuvo dominada por la

Guerra Fría

reuniones en la cumbreentre Gorbachov y Rea-gan, que pusieron fin ala Guerra Fría.

El anónimo Mr. X,identificado luego comoGeorge Kennan, pensa-ba que, por un lado, lossoviéticos creían, comomarxistas científicos, quela historia estaba de sulado, que inevitablemen-te el capitalismo mundial.daría lugar al comunis-mo mundial. Pero, porotro lado, tenían un sa-ludable respeto por el poderío estadouni-dense, y no deseaban correr riesgos que pu-diesen desencadenar la tercera guerra mun-dial. Dejando a un lado las ambiciones teó-ricas, la URSS siempre había evitado provo-car una guerra real contra sus contrarios ca-pitalistas. Su fe en la inevitabilidad de la re-volución significaba que no tenían qUE3dar-se prisa. En todo caso Stalin siempre se ha-bía mostrado más cauto y más racional queHitler y Mussolini. Kennan recomendabapor ello que se adoptase una política de con-tención, que Occidente debería estar prepa-rado para emplear la fuerza militar o econó-mica donde fuese necesario para preveniruna ulterior expansión del Imperio soviéti-co, y que bajo tales circunstancias la URSSno sería agresiva. A la larga, decía, la URSS,ante los hechos, dejaría a un lado su fe me-siánica, y podría acabar disolviéndose sinmás; reflexión que ha resultado ser una ex-traordinaria anticipación de lo que realmen-te ocurrió en 1991.

Pero todavía no hemos acabado de con-tar historias de horror. En todos los paísesdel Este de Europa, pero de manera másdramática en Hungría y Checoslovaquia, lainstauración plena de los regímenes comu-nistas fue seguida de purgas en el seno delos gobiernos comunistas. En septiembre de1949 Laszlo Rajk, viejo comunista, veteranode las Brigadas Internacionales, ex ministrodel Interior, principal hostigador del gobier-no Nagy, y perseguidor legal del cardenalMindszenty, fue procesado por traición yahorcado. Como los acusados de los proce-

sos de Moscú de1936-1938, confesó crí-menes increíbles contrael glorioso liderazgo deStalin. Su principal deli-to real fue el hecho deque no había vivido enMoscú durante la Segun-da Guerra Mundial y noformaba parte, por ello,de la facción estalinistadel Partido.

En noviembre de1951, en Checoslova-quia, Rudolf Slansky, exsecretario general del

Partido Comunista, fue juzgado y ejecutadopor alta traición. Se trataba de un judío lai-co que siempre había sido enemigo del sio-nismo, pero ahora confesó su crimen sionis-ta: la confesión no reflejaba sino el crecien-te antisemitismo de Stalin en sus últimosaños.

La primera impresión- que se recibía delya anciano dictador soviético por la enormi-dad de tales purgas era simplemente de lo-cura, y de temor y misterio por su evidentehabilidad para obtener tan increíbles confe-siones no sólo de sus adversarios burgueseso curas, sino de veteranos y duros revolu-cionarios comunistas.

Pero, desde el punto de vista del desarro-llo de la Guerra Fría, más importante es lasensación de irreversibilidad. Si, en nombrede la democracia popular, y ante la impo-tente mirada de los diplomáticos y periodis-tas occidentales, los secuaces de Stalin po-dían primero apartar a todos los represen-tantes de la izquierda no comunista, luegopurgar a todos los comunistas consideradosno totalmente leales a Stalin, luego naciona-lizar toda la economía y eliminar a todas laspersonas con experiencia como empresarioso comerciantes capitalistas, ¿cómo podía serreversible una revolución así?

En Occidente, muchos estudiosos y co-mentaristas comprometidos con la democra-cia y con el pluralismo que debería ser par-te de cualquier democracia significativa, co-menzaron a creer que las dictaduras de laEuropa del Este eran peores que las nume-rosas y terribles dictaduras militares queeran una plaga en Latinoamérica, Africa, In-donesia, etcétera. Y el argumento era quelas dictaduras fascistas o militares de dere-chas, al menos, eran reversibles. Tales dic-tadores explotaban brutalmente a sus pue-

blos y torturaban y asesinaban a sus adver-sarios políticos. Pero no destruían delibera-damente a toda una clase de personas queposeían la capacidad de organizar y admi-nistrar una economía de mercado; y care-cían de la voluntad de Stalin, y del poder deuna policía organizada, para acabar con to-das las manifestaciones de opinión que nofuesen las del marxismo-leninismo tal comola predicaba el Amo. Aquellos que criticanduramente a Estados Unidos por su apoyoa dictaduras de derechas (como ocurrió conla de Franco) deberían intentar comprenderlo que significaba tratar con un enemigo po-líticocuyas victorias eran claramente irrever-sibles.

Una última contribución a la Guerra Fría,más difícilde valorar que los aspectos diplo-mático o político, la hizo lo que el presiden-te republicano conservador Dwight Eisenho-wer llamó el complejo industrial-militar. Laproducción, pruebas y almacenamiento se-guro de bombas nucleares y misiles es algomuy caro. Las armas químicas y biológicasson más baratas, pero igualmente caras entérminos de investigación científica, pruebasy almacenamiento. La capacidad para llevara cabo una guerra nuclear, que ya poseíanla URSS y Occidente en 1949, condujo auna costosa carrera de armamento que re-flejó las tensiones de la Guerra Fría y au-mentó los temores mutuos de los soviéticosy de los occidentales. En los Estados Uni-dos, el físico Edward Teller, nacido en Hun-gría, fue tan sólo el más importante de loscientíficos que alentaban a Estados Unidosconstantemente para que fabricase y proba-se nuevas armas. Sin duda había tambiénen la URSS muchos físiCosque alentaban a

su gobierno a hacer otro tanto. Las grandesinversiones públicas y privadas que exigía laproducción de tales armas, cuyo uso únicoy exclusivo era la muerte masiva a una es-cala desconocida hasta la fecha, crearon unconjunto poderosísimo de poderes fácticos,tanto en Estados Unidos como en la URSS,interesados en el mantenimiento de las ten-siones de la Guerra Fría que, por sí sola, po-día justificar los costes de la carrera de arma-mentos.

Finalmente, para concluir este ensayo so-bre los orígenes de la Guerra Fría creo quemerece la pena destacar lo perjudiciales, yerróneas, que fueron las bases ideológicasde esa guerra. Muchos historiadores, desdelos más variados puntos de vista políticos,han apuntado que en términos geográfico-estratégicos, no ha habido casi razones parala hostilidad existente en las relaciones en-tre soviéticos y estadounidenses. Ambos paí-ses disponían de enormes cantidades de ma-terias primas y de grandes mercados inter-nos. No tenían fronteras comunes ni mino-rías insatisfechas de ciudadanos del otropaís. En las dos guerras mundiales de este si-glo compartieron el objetivo común de im~pedir que los alemanes conquistasen el con-tinente europeo. Pero debido a una teoríacompletamente errónea sobre la inevitabili-dad de la revolución comunista, contenidaen la versión soviética del marxismo, y de-bidoa un temor igualmente irracional sobrela expansión del comunismo en los paíseseconómicamente avanzados de Occidente,la política internacional de los años1947-1987 estuvo dominada por la GuerraFría.

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