nolte - el nietzscheanismo hasta 1914

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El nietzscheanismo hasta 1914 ERNST NOLTE Publicado en Ernst Nolte Nietzsche y el nietzscheanismo, Alianza Universidad, versión castellana de T. Rocha Barco, Madrid, 1995 Discípulos y seguidores en el entorno del Archivo Nietzsche «Nietzscheanismo» en el sentido más normal de la palabra significa entusiasmo y admiración por Nietzsche; en casos extremos, seguimiento fanático suyo. El centro del entusiasmo nietzscheano fue desde 1894 el Archivo-Nietzsche, que fundó su hermana Elizabeth Förster-Nietzsche a su retorno de Paraguay y cuya sede fue primero la casa materna de Naumburg y después, desde 1896. la «Villa Silber-blick», situada por encima de la ciudad de Weimar. Nietzsche, por tanto, vivió enajenado durante seis años en el mismo edificio del que partía la «propaganda» de su obra. Puede hablarse perfectamente de propaganda, en efecto, puesto que Elizabeth Förster-Nietzsche, con energía inagotable, preparó allí junto son sus colaboradores la publicación de las obras de Nietzsche en la editorial C. G. Naumann de Leipzig; allí compuso varios escritos sobre la biografía de su hermano; desde allí envió artículos y declaraciones a algunas de las publicaciones alemanas más importantes, sobre todo a la revista Zukunft de Maximilian Harden; de allí salieron para la imprenta los escritos de los colaboradores. Entre estos colaboradores, como coeditores de las obras, se contaban sobre todo Fritz Kögel Ernst y August Horneffer, Peter Gast, Arthur Seidl, Otto Weiss, Eduard von der Hellen. A ellos hay que añadir también una serie de hombres y mujeres que se mantuvieron en la proximidad del Archivo, bien por un período corto de tiempo o por uno largo, como fueron Rudolf Steiner, Meta von Salis-Marschlins, Max Zerbst y otros. No se trataba en modo alguno de un grupo compacto de personas que congeniaran unas con otras. La fundación y la pervivencia del Archivo se caracteriza más bien por una serie de luchas, en parte personales, pero en parte también objetivas y científicas. Elisabeth despidió al primer editor, Fritz Kögel, con graves reproches a su capacidad científica; Arthur Seidl atacó duramente a Rudolf Steiner en la revista Gesellschaft de Michael Georg Conrad; Rudolf Steiner hizo lo mismo, a su vez, con Arthur Seidl y de paso incluyó también a Elisabeth en sus ataques; hubo enfrentamientos permanentes entre los editores y los amigos de Nietzsche con respecto al mejor modo de publicar el legado póstumo, etc. No fue el caso, ni mucho menos, que todos los amigos de Nietzsche mostraran su adhesión al Archivo y a su hermana; más bien había un distanciamiento profundo en ese grupo de amigos. Franz Overbeck, sobre todo, estaba del otro lado: le desagradaba el modo y manera en que se

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Nolte - El Nietzscheanismo Hasta 1914

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El nietzscheanismo hasta 1914

ERNST NOLTE

Publicado en Ernst Nolte Nietzsche y el nietzscheanismo, Alianza Universidad, versin castellana de T. Rocha Barco, Madrid, 1995

Discpulos y seguidores en el entorno del Archivo Nietzsche

Nietzscheanismo en el sentido ms normal de la palabra significa entusiasmo y admiracin por Nietzsche; en casos extremos, seguimiento fantico suyo. El centro del entusiasmo nietzscheano fue desde 1894 el Archivo-Nietzsche, que fund su hermana Elizabeth Frster-Nietzsche a su retorno de Paraguay y cuya sede fue primero la casa materna de Naumburg y despus, desde 1896. la Villa Silber-blick, situada por encima de la ciudad de Weimar. Nietzsche, por tanto, vivi enajenado durante seis aos en el mismo edificio del que parta la propaganda de su obra. Puede hablarse perfectamente de propaganda, en efecto, puesto que Elizabeth Frster-Nietzsche, con energa inagotable, prepar all junto son sus colaboradores la publicacin de las obras de Nietzsche en la editorial C. G. Naumann de Leipzig; all compuso varios escritos sobre la biografa de su hermano; desde all envi artculos y declaraciones a algunas de las publicaciones alemanas ms importantes, sobre todo a la revista Zukunft de Maximilian Harden; de all salieron para la imprenta los escritos de los colaboradores. Entre estos colaboradores, como coeditores de las obras, se contaban sobre todo Fritz Kgel Ernst y August Horneffer, Peter Gast, Arthur Seidl, Otto Weiss, Eduard von der Hellen. A ellos hay que aadir tambin una serie de hombres y mujeres que se mantuvieron en la proximidad del Archivo, bien por un perodo corto de tiempo o por uno largo, como fueron Rudolf Steiner, Meta von Salis-Marschlins, Max Zerbst y otros.

No se trataba en modo alguno de un grupo compacto de personas que congeniaran unas con otras. La fundacin y la pervivencia del Archivo se caracteriza ms bien por una serie de luchas, en parte personales, pero en parte tambin objetivas y cientficas. Elisabeth despidi al primer editor, Fritz Kgel, con graves reproches a su capacidad cientfica; Arthur Seidl atac duramente a Rudolf Steiner en la revista Gesellschaft de Michael Georg Conrad; Rudolf Steiner hizo lo mismo, a su vez, con Arthur Seidl y de paso incluy tambin a Elisabeth en sus ataques; hubo enfrentamientos permanentes entre los editores y los amigos de Nietzsche con respecto al mejor modo de publicar el legado pstumo, etc.

No fue el caso, ni mucho menos, que todos los amigos de Nietzsche mostraran su adhesin al Archivo y a su hermana; ms bien haba un distanciamiento profundo en ese grupo de amigos. Franz Overbeck, sobre todo, estaba del otro lado: le desagradaba el modo y manera en que se converta a Nietzsche, todava en vida, en objeto de museo[i] adems Elisabeth le haba criticado virulentamente por el supuesto poco cuidado que haba puesto en el trato de los papeles de Nietzsche que quedaron al principio en Turn. Con mayor virulencia an Elisabeth llev a Lou Andreas-Salom ante los tribunales, acusndola de haber ofrecido en diferentes publicaciones sobre Nietzsche, y sobre todo en su libro Friedrich Nietzsche en sus obras, una imagen falsa de su fallecido hermano, as como de inventarse cartas y conversaciones enteras. Pero tambin ella misma, Elisabeth, hubo de soportar muy pronto y desde diversos lados reproches parecidos (en parte justos, como se ha demostrado despus); reproches que, por lo tanto, no comenzaron ni mucho menos despus de 1945. De parte de Overbeck se puso principalmente Carl Albrecht Bernoulli, cuya obra en dos tomos, Franz Overbeck y Friedrich Nietzsche. Una amistad (1907)[ii], ofreca una imagen de Nietzsche totalmente diferente de la de Elisabeth. Esta, por su parte, en la biografa que escribi del hermano dibujaba la figura de Overbeck no precisamente con colores claros; y la de Lou, desde luego, en negro sobre negro. Su escrito de 1907, El Archivo Nietzsche, sus amigos y enemigos, ofrece una panormica viva, aunque no precisamente agradable, de todos esos enfrentamientos; y aporta tambin detalles importantes: por ejemplo, que el depsito de manuscritos del Archivo, aparte de aproximadamente 1.200 cartas manuscritas de mi hermano, se compone de 17 manuscritos para la imprenta, de algunas docenas de carpetas llenas de hojas sueltas, y de 160 cuadernos en tamao octavo, cuarto y folio; entre ellos, 44 libros de notas y de bolsillo, 51 cuadernos con cursos y estudios filosficos, as como otros 65, encuadernados, con anotaciones y bocetos de contenido filosfico general.[iii]

El que se resalte la importancia del Archivo-Nietzsche no ha de dar la impresin de que el entusiasmo por Nietzsche comenz con l. El propio Nietzsche ya en 1877 supo de la existencia de un crculo de admiradores en Viena, al que pertenecan una serie de personalidades que ms tarde se haran un gran nombre en el mundo intelectual y poltico, como Victor Adler, Heinrich Braun y Engelbert Pernerstorfer entre otros. El intermediario principal era Siegfried Lipiner, cuyo drama sobre Prometeo apreci sobremanera Nietzsche durante algn tiempo. Tambin Richard von Kralik se senta prximo a este grupo, como confiesa en sus memorias. Por esa misma poca exista un crculo en Berln, del que formaba parte sobre todo Bernhard Frster, el futuro cuado de Nietzsche, un wagneriano entusiasta y colaborador de las Bayreuther Bltter. Por esa poca tambin Nietzsche haba recibido ya una carta entusiasmada de Ludwig Schemann, que se convertira ms tarde en el propagador ms importante en Alemania de las ideas del conde de Gobineau. A mitad de los aos ochenta se form un nuevo crculo en Berln en tomo a Paul Re y Lou Andreas-Salom, al que pertenecan, entre otros, Georg Brandes, Heinrich Romundt y Ferdinand Tnnies. Hay numerosos testimonios de que Nietzsche causaba una profunda impresin en mucha gente, como por ejemplo en el poeta Michael Georg Conrad y en Hermann Conradi; del propio Nietzsche procede tambin un buen nmero de manifestaciones crticas y defensivas con respecto a los nietzscheanos. Ms adelante volveremos sobre no pocos de ellos.

Quien guste de detalles y quiera familiarizarse con algunos nombres encuentra un material casi inagotable en la obra monumental en dos tomos de Richard Frank Krummel, que pretende recoger todos los libros escritos sobre Nietzsche, muchsimas recensiones de sus obras e incluso algunas de libros dedicados a l. De especial inters resulta un plan que desde 1911, contra la oposicin de otros amigos de Nietzsche, proyectaron dos nietzscheanos cercanos al Archivo-Nietzsche, el arquitecto Henry van de Velde y el diplomtico Harry, conde Kessler. Se trataba del proyecto de un recinto monumental conmemorativo que haba de ocupar un gran terreno por encima de Weimar con calles pavimentadas parque, templo, y estadio. Delante del templo ira una figura de adolescente de Maillol, encarnando el principio apolneo. Dentro del templo, en el lugar que en las iglesias cristianas ocupa el altar, se colocara un gran Nietzsche-Hermes. En el estadio se celebraran anualmente competiciones de todo tipo, en las que pudieran manifestarse la belleza y fuerza del cuerpo, que Nietzsche, el primero en esto entre los filsofos modernos, volvi a poner en conexin con los objetos espirituales ms elevados. Este recinto podra haberse convertido, en efecto, en el centro de un movimiento nietzscheano, al igual que el teatro de Bayreuth se haba convertido en el centro del wagnerianismo. Al comit preparatorio pertenecan personas con nombres ilustres como Gabriele D'Annunzio, Maurice Barrs, Anatole France, Andr Gide, Gerhart Hauptmann, Hugo von Hofmannsthal, Gustav Mahler, Walther Rathenau, Richard Strauss o H. G. Wells, entre otros. El estallido de la Primera Guerra Mundial puso fin a estos planes internacionales, europeos buenos, filohelnicos y neopaganos.[iv]

Teniendo en cuenta todas estas cautelas, limitaciones y posibles aadiduras, en lugar de seguir enumerando gentes sera aconsejable analizar tambin aqu a modo de ejemplo algunos autores y obras concretos, o algunas tomas de posicin frente a Nietzsche.

Si alguien puede preciarse de haber sido el primero, el ms fiel y durante mucho tiempo el nico discpulo, de Nietzsche, es Heinrich Kselitz msico procedente de Annaberg, en los Montes Metlicos, a quien Nietzsche puso el nombre artstico de Peter Gast y al que proclamaba como el nuevo Mozart. Desde el verano de 1875, en que fue alumno de Nietzsche en Basilea, permaneci a travs de los aos como amigo y seguidor abnegado suyo a pesar de que llevaba la vida atormentada de un artista libre y con poco xito, la mayor parte del tiempo en Venecia. Tras la muerte de Nietzsche trabaj con Elisabeth hasta que rompieron una primera vez, edit y coment entonces algunas obras de Nietzsche, y despus de 1900 volvi al Archivo, donde no siempre con buena conciencia se puso de lado de Elisabeth en sus disensiones con Overbeck. Sus cartas a Nietzsche son el primer testimonio de un genuino y permanente entusiasmo nietzscheano. Desde 1875 hasta 1889 no se dirige a Nietzsche sino como Respetado Sr. Catedrtico y firma la mayora de las veces como Su agradecido alumno o con otra frmula semejante. Ya en 1878 le escribe a Nietzsche dicindole que trozos como El caminante o Entre amigos no tenan par en la literatura hasta entonces, que nunca se haba llegado a ese modo radioscpico de observacin y sensibilidad, a no ser, en todo caso, Goethe, que tambin tena mucho de esa sabidura potica.[v] En una carta que le envi Peter Gast en abril de 1887 Nietzsche pudo leer: Por cuanto es capaz de expresar esas cosas de un modo tan impresionante, habindolas visto claramente ya desde la primera vez, es usted equiparable a Napolen. Alabo su existencia[vi]. El 9 de enero de 1889 responde a una de las llamadas notas de locura de Nietzsche: Han de ser grandes las cosas que le suceden! Su entusiasmo, su salud y todo lo que con cuerpo puro y con sentido sagrado ha hecho o deja entrever que ha hecho, tiene que animar tambin la mayor postracin; usted es una salud contagiosa; la epidemia de salud que usted dese una vez, la epidemia de su salud ya no puede tardar mucho... Lleno de alegra y placer por sus triunfos, respetuosamente... [vii]. Por eso fue lo ms adecuado que Peter Gast en el entierro de Nietzsche el 28 de agosto de 1900 en Rcken se acercara el ltimo a la tumba. He aqu algunas frases de aquella oracin fnebre: Cmo pudimos ser amigos tuyos? Slo porque nos sobreestimaste! Todo el mundo sabe cmo tu espritu conmova al mundo; cada una de tus ideas pregona tu cordialidad como hombre... Lo que deca la mirada de tus ojos o tu dulce boca rebosaba deferencia y bondad, era como un encubrimiento de tu majestad... No queras avergonzamos... Fuiste uno de los hombres ms nobles, ms puros, que han pasado nunca por esta Tierra... Paz a tus cenizas, bendito sea tu nombre por todas las generaciones futuras[viii].

Salta a la vista la intencin de convertir a Nietzsche en un nuevo Jesucristo. Algo semejante apareca ya en la alocucin que Kurt Breysig al que habremos de volver en otro contexto mantuvo dos das antes en las honras fnebres en el Archivo. Entre otras cosas dijo: He ah un aspirante a la corona de rey de la humanidad. Slo los grandes educadores del gnero humano de quienes habla la historia de la religin, slo Buda, Zaratustra y Jesucristo aspiraron a semejante grandeza... Quin se atreve a decir cunto durar el fuego que encendieron las manos de este nuevo iluminador?... Y as se convirti en un hombre de grandes, de los ms grandes hechos, a pesar de que nunca abandon el puesto de pensador, sus solitarias pendientes... Nuestro orgullo consiste en que se nos permita rendirle un homenaje -aunque sea el ltimo- a l, el grande[ix].

Es verdad que en esta alocucin no falta distanciamiento, ni siquiera crticas, pero son frases como stas las que ms impresionan.

Entre los artculos necrolgicos dedicados a Nietzsche quiero citar el de alguien, Ferdinand Avenarius, que como editor de la revista Der Kunstwart, muy proclive a Nietzsche, se puede contar asimismo en sentido amplio, entre los entusiastas de Nietzsche y entre las personas del entorno del Archivo-Nietzsche. Tambin l adopta primero un tono de loa y culto: Haca ms de un decenio que su espritu no estaba ya entre nosotros. Su cuerpo reposaba inmvil, distendido; su alma, en algn lugar lejano... se peregrinaba hasta l, casi como se hace al templo de un dios... y si se mostraba, apareca con l una imagen conmovedora y silenciosa. Pero despus Avenarius restringe la importancia de Nietzsche refirindola sobre todo a la del artista, a la del poeta y a la del hombre noble sealando al final con leve irona la paradoja de que tambin a l, que odiaba como ninguno todo lo relativo al rebao, le sigue una manada de don nadies, cada uno de los cuales se siente un pequeo superhombre[x].

En las biografas del hermano que escribi Elisabeth Frster-Nietzsche no hay distanciamiento ni crtica alguna; ni en la de tres tomos de 1895 y 1904, ni en las versiones refundidas y populares El joven Nietzsche[xi] y El Nietzsche solitario[xii]. En ellas se habla siempre de mi hermano; y ese hermano es siempre el genio ms noble, el hroe, el ms solitario de los solitarios, alguien a quien una prfida raza de enanos, de pequeos, que odian todo lo grande y sobrehumano, auguran una decadencia demasiado rpida e inmerecida; entre ellos, una chica extranjera, malintencionada, es decir, Lou Andreas-Salom[xiii]. No obstante la biografa grande, sobre todo, fue de gran valor para sus contemporneos, ya que en ella aparecan diseminadas buen nmero de citas de fragmentos inditos, entre ellos del Ecce homo; hoy esos libros son nada ms que fuentes que hay que utilizar con sumo cuidado.

Una fuente, muy limitadamente informativa y que despierta menos recelos por cuanto reproduce slo conversaciones entre Nietzsche y la autora, es el libro de Meta von Salis-Marschlins Filsofo y noble. Una aportacin a la comprensin de Friedrich Nietzsche[xiv]. La noble seorita de Graubnden ve en Nietzsche, sobre todo, un noble aristocrtico que sale al paso de la gran ola de lodo de la democratizacin que ha aparecido a comienzos de nuestro siglo y casi ha inundado ya a Europa[xv], y que pone en marcha la contraola de la aristocratizacin. Por eso polemiza con los partidarios y discpulos que avillanan sus ideas y presentan como moral de seores algo que nada tiene que ver con la aristocracia genuina.

No estaba muy lejos de este punto de vista un libro publicado apenas diez aos ms tarde por uno de los editores que trabajaban en el Archivo-Nietzsche y que tambin lleg a pelearse con Elisabeth: Conferencias sobre Nietzsche de Ernst Horneffer[xvi].

Segn Horneffer, Nietzsche, el filsofo y profeta, deseaba una humanidad completamente nueva[xvii]. No era exactamente lo que se dice un fundador religioso pero tampoco entenda la filosofa como mera ciencia, como mera instruccin de la gente, sino tambin como gua, direccin, modelamiento, cultivo y creacin de gente[xviii]. Por eso era un poderoso destructor pero tambin un constructor, un creador, un amante. La doctrina de la voluntad de poder sirve para elevar la vida, pero la vida slo puede elevarse o crecer mediante el crecimiento de los hombres concretos; por eso no hay nada tan funesto, como la horrible doctrina de la igualdad de todos los hombres, de la equivalencia de todas las prestaciones humanas[xix]. Por eso, en lugar de la corona de espinas que hasta llevaba encima la humanidad Nietzsche le regala una corona de rosas como smbolo de alegra y felicidad. As pues, para Ernst Horneffer el autntico Nietzsche es el heraldo del progreso haca el individualismo y hacia una humanidad superior.

Menciono a continuacin tres personalidades que tienen relevancia cada una por s misma, por supuesto, pero que en sentido amplio se les puede contar entre los entusiastas de Nietzsche en el entorno del Archivo.

Julius Langbehn se comprometi en 1890 a curar a Nietzsche y durante un tiempo goz de la fe y la confianza de Franziska Nietzsche. Ya entonces era el autor del libro que hara muy conocido y famoso su nombre al aparecer en 1907, tras su muerte, no ya de forma annima sino con su nombre: Rembrandt como educador Sobre un alemn. El Rembrandt alemn ejerci un influjo difcilmente comprensible hoy; la poca reclamaba obviamente interpretaciones alegricas y Langbehn acometi la empresa de interpretar el presente y el pasado desde el espritu del bajo germanismo al que asign un significado tan amplio que a l pertenecan tambin Rembrandt y Shakespeare. Desde este punto de vista hace una crtica del afn especialista de la poca y del espritu democratizante, nivelador y atomizador del siglo[xx]. Con todo, la palabra mgica es la de individualismo, que Langbehn, sin embargo, pone en conexin con el terruo de cada uno y con la sensualidad inocente, as como con una demanda de superacin de la socialdemocracia por una socialaristocracia. Con la crtica al rudo culto del dinero al estilo norteamericano y judo malo va de la mano la reivindicacin de que la plebe sin propiedades y sin paz se convierta otra vez en pueblo[xxi]. Propiamente, las influencias de Nietzsche apenas son reconocibles; a lo sumo se puede hablar muy en general de ciertos paralelismos crticoculturales en los puntos de partida.

La relevancia personal de Lou Andreas-Salom reside ya en el hecho de que no slo fuera muy importante durante un tiempo para Nietzsche, sino an ms para Rainer Maria Rilke despus, y finalmente tambin para Sigmund Freud. Su libro Friedrich Nietzsche en sus obras (1894) fue reeditado despus de la Segunda Guerra Mundial, seguramente porque Lou fue la primera que present a Nietzsche como hombre religioso, como buscador de Dios, como un hombre que hizo de la autodeificacin su destino.

Rudolf Steiner, austriaco y coeditor al principio de los escritos cientficonaturales de Goethe en la Sophien-Ausgabe de Weimar, fue durante algn tiempo un buen amigo de Frizt Koegel y dio clases particulares a Elisabeth Frster-Nietzsche sobre la filosofa de su hermano. Ms tarde se pele con ambos y fund, como es sabido, la antroposofia, las escuelas Waldorf, la Euritmia y el Goetheano de Dornach. En los aos noventa, como redactor de Magazin fr Literatur, public varios artculos sobre Nietzsche, pero la mayor importancia hay que asignrsela a su libro Friedrich Nietzsche. Un luchador contra su tiempo. En l no reivindica para s, ni mucho menos, ser un nietzscheano, sino el haber llegado ya en 1886 por s mismo, en su libro Teora del conocimiento de la cosmovisin goetheana, a ideas parecidas a las de Nietzsche. Nietzsche no es para l precisamente un mesas o un fundador religioso. Lou Andreas-Salom habra hecho injustamente del superhombre un monstruo mtico; para Steiner, el superhombre es ms bien el individuo soberano, la persona dependiente de s misma, que crea slo desde s misma[xxii].

Esto suena a El nico y su propiedad de Max Stirner, y en esa medida puede que Steiner represente el trnsito apropiado hacia un grupo que Nietzsche haba criticado con especial dureza y al que pertenecan sin embargo algunos entusiastas nietzscheanos: el de los anarquistas y socialistas.

Socialistas, anarquistas, feministas

Si uno tiene presente las duras afirmaciones de Nietzsche sobre el socialismo, entonces nada extraa menos que el que los portavoces del Partido Socialdemcrata reaccionaran a ellas con indignada vehemencia. El rgano intelectual ms importante del partido era Neue Zeit, y ninguno de los colaboradores de la revista dirigida por Karl Kautsky escriba en ella tan a menudo como Franz Mehring que en un tiempo haba sido burgus y liberal (tambin por odio al sistema germano-prusiano) y se haba convertido despus en socialista y paladn del proletariado. Con su aguda pluma tom posicin varias veces en relacin a Nietzsche; y al hacerlo, siempre haca referencia tambin a determinados fenmenos de fuera e incluso de dentro de su partido o corriente, como veremos.

Ya en 1891, en su libro Capital y prensa, hizo aquella precisin sobre Nietzsche que en su partido llegara a ser la dominante y que pervive todava hoy en muchos sitios: Nietzsche no sera el filsofo social de la aristocracia, como afirmaba Georg Adler, sino el filsofo social del capitalismo[xxiii]. Nietzsche habra sido siempre un discpulo fiel de Schopenhauer en lo que se refiere a los ataques a Hegel y a la conciencia burguesa de clase, pero habra dado un paso ms all de su maestro al coronar con sus laureles, no ya la renta burguesa, sino el gran capital explotador. Eso que haca pasar por nuevo, la superacin de la moral, ya lo habran conseguido haca mucho tiempo Marx: y Engels, quienes habran mostrado que nuestros conceptos slo son las figuras de las cosas reales y que los hombres tienen que comer, beber y vivir en alguna parte antes de poder pensar y poetizar. Con ello se habra establecido el primado de las relaciones materiales en cada caso y abandonado la teora moral de validez absoluta. La concepcin nietzscheana de la historia no sera sino una grosera brutal y sin espritu, mientras que la concepcin materialista de la historia de Engels y Marx volvera a festejar un nuevo triunfo cuando la filosofa que menospreciaba las condiciones de la vida real se diera un batacazo contra la materia, precisamente all donde sta se encontraba ms repugnante y sucia. El punto de partida de la filosofa de Nietzsche sera la liberacin de la moral de clases capitalista de las barreras que todava quedaban como residuos de niveles anteriores de desarrollo; por ello esa moral de clases aparecera ahora en toda su inhumanidad y horror. Mehring tiene que constatar en este captulo, a pesar de todo, que algunos de los que se llaman socialistas autnticos estaban locos por Nietzsche; y cita al seor Brahm con su Freie Bhne.

Cuando tres aos ms tarde Mehiring vuelve a tomar posicin frente a Nietzsche en el Neue Zeit, se refiere a las personas aludidas mucho ms claramente, con nombres; y ya por el ttulo de su artculo, Lo anarquista-burgus, puede reconocerse que el tema no era la supuesta complacencia de Nietzsche para con los capitalistas. Mehring ataca a personas que cuenta entre los enfermos mentales y gentes con instintos perversos, de los que produce a cientos una sociedad degenerada: los estudiantes y literatos contagiados por Nietzsche, que de palabra y por escrito se dedican a la propaganda anarquista[xxiv]. El anarquista, de cuya condena a pena de crcel parte el artculo y que Mehring preferira ver en un manicomio en lugar de en la prisin, haba publicado haca poco en Freie Bhne un artculo furioso contra el partido de los trabajadores con conciencia de clase, y esta revista con su diotez anarquista-burguesa es para Mehring un particular motivo de escndalo, ya que infectada por Nietzsche coquetea con el anarquismo y hace cosquillas a todos los instintos burgueses corruptos mientras intenta araar al proletariado con conciencia de clase. Tambin se distinguira por su nietzscheanismo el literato Bruno Wille, que acta de homicida de socialistas al construir una filosofa del medio puro. Al final, Mehring seala precavido que Freie Bhne no se dirige slo a enfermos mentales y a gente con instintos perversos, sino que est escrita y editada para otros fines muy diferentes.

Ms tarde habremos de referimos brevemente a la Freie Bhne y al crculo de poetas de Friedrichshagen reunido en tomo a Bruno Wille y a los hermanos Hart. Baste decir por ahora que el artculo de Mehring significa una reaccin tarda a la guerra de los jvenes contra los viejos dentro del Partido Socialdemcrata, guerra que en 1890 y en los aos siguientes haba revuelto al partido y frente a la que se manifest tambin Friedrich Engels, calificndola de una revuelta de literatos y estudiantes. Uno de los paladines principales de esos jvenes, Paul Ernst haba criticado en 1890 muy dura y ortodoxamente a Nietzsche precisamente aqu, en la Freie Bhne, considerndolo como miembro de la clase de los burgueses decadentes. Cuando al ao siguiente Julius Hart rechaz un ataque socialdemcrata a la Alemania ms joven, su argumentacin no era filosfica o poltica sino puramente esttica: es verdad que todos esos socialistas, con Liebknecht a la cabeza, eran revolucionarios en el mbito poltico, pero en el esttico coincidan plenamente con los conservadores burgueses en su falta de comprensin para con el arte vanguardista. La filosofa del medio puro de Bruno Wille no era otra cosa que una ms de las nuevas formulaciones que sobre la base de la corriente anarquistarousseauniana de la Ilustracin oponan moral y Estado a razn, de modo que Wille calificaba a sta como medio impuro. Tambin califica al impulso gregario de enemigo de la razn y se manifiesta contra el fanatismo por las revoluciones que slo se queda en lo superficial. Esto hubo de suponer un motivo ms que suficiente para despertar la clera de Mehring. Pero lo que s supuso ya una autntica alarma fue un artculo de Franz Servaes, quien en 1892, en la misma revista, declaraba que Nietzsche tena ms de un partidario -aunque la mayora de ellos confusos- entre los socialdemcratas ms jvenes, a la vez que pona al mismo nivel a Nietzsche y al socialismo como dos fenmenos con gran porvenir.

De hecho, pues, la autntica pregunta es esta: cmo el supuesto filsofo del capitalismo pudo ejercer influencia tambin sobre los socialistas? Una de las posibles respuestas es la que ofrece Kurt Eisner, quien en 1891 public, primero en la revista Gesellschaft y despus como libro, un trabajo titulado (en la edicin como libro): Psychopatia spititualis. Friedrich Nietzsche y los apstoles del futuro. Entresaco algunas frases suyas: [Nietzsche] es un seductor, porque es uno de los grandes... el nico en Alemania, al parecer, lo suficientemente fuerte para saltar las fronteras nacionales y temporales... El Zaratustra es equiparable a la obra capital de Goethe... El Zaratustra significa en la literatura alemana y universal una cumbre solitaria y eminente en la lrica del pensar.. Nietzsche, el pensador, es -y esto significa inters por la educacin del pueblo- un sincero pregonero de sus convicciones, que tiene el coraje y los temas para decir todo sin consideracin a la moralidad, a la ascendencia, a la opinin pblica, a la polica, al cdigo penal, a la correccin, a la demostracin y a la demostrabilidad... Nietzsche es un caballero-bandido en lo espiritual, que a nosotros, pobres y pequeos tenderos del pensamiento, nos priva de nuestro ltimo acopio de confianza, fe, tranquilidad y autosatisfaccin ... [xxv]. Es verdad que luego, en el transcurso del libro, Eisner critica duramente a Nietzsche y le hace derivar del Romanticismo, por contraposicin al racionalismo anterior y al socialismo de entonces. No obstante, el ataque fundamental va dirigido a los nietzscheanos y, en un curioso giro, al antisemitismo de Stcker y Dhring. Tampoco Mehring sale muy bien parado: Eisner dice de l que se comporta como si quisiera conseguir el ttulo de campen de insultos de Alemania del Norte[xxvi].

El Partido Socialdemcrata de los noventa no slo hubo de luchar contra los anarquistas, que en parte haban salido de sus propias filas, sino que hubo de ocuparse tambin de su divisin interna. Ya haba revisionistas antes del famoso libro de 1899 de Eduard Bernstein.

Estos revisionistas tenan un rgano de expresin propio, los Sozialistische Monatshefte, que diriga Josef Bloch, donde aparecan opiniones incompatibles con el marxismo revolucionario de Mehring, pero que sin embargo enraizaron en el seno del partido. A ese revisionismo temprano hay que adscribir, entre otros, a Heinrich Braun, cercano al Crculo de Viena y que despus se atrevera a hablar del rgimen terrorista que Mehring haba impuesto en el partido[xxvii]. En los Sozialistische Monatshefte apareci en 1900 un artculo de Ernst Gystrow (= Willy Hellpach) con el ttulo Algunas cosas sobre Nietzsche y nosotros, los socialistas en el que criticaba a Mehring no con menor dureza que lo hiciera Braun: Un becerro de oro como lpida para Nietzsche: ste es el sueo de esa extraa gente que Hermann Bahr llam una vez marxistas; esa sabidura programtica pseudomarxista se habra agotado en el filsofo del capitalismo Pero tambin argumentaba contra Eisner diciendo que Nietzsche slo haba sido un romntico en un sentido superficial; en un sentido profundo no lo habra sido en absoluto. Que Nietzsche no haba entendido nada del capitalismo, y por eso no poda ser su filsofo. Pero que dentro de la cuestin social haba suscitado la cuestin aristocrtica, que ya estaba resuelta por los socialistas previamente, por cuanto Lasalle era un genio del poder par excellence y Marx posea un fuerte sentimiento de dictador, con otras palabras, por cuanto en el socialismo no era todo, ni mucho menos, simple democratizacin. Que la democratizacin econmica entendida correctamente no era otra cosa que aristocratizacin espiritual de la masa, y que un da la palabra trabajador asalariado sera tan equvoca como entonces la de burgus. Que un socialismo liberado de viejos dogmas, como el de la desgraciada doctrina del hundimiento del capitalismo y el de la utopa de la meta final, podra decir: El fue de los nuestros... El predijo sin ms lo que nosotros hubimos de esforzamos por entender a base de trabajo: que el valor de la humanidad reside en el hombre, y que todo autntico paso hacia lo alto tiene un sentido aristocrtico. Y esa idea es eterna, constituye un poder que nunca puede morir ni envejecer[xxviii].

Pero lo que hubiera debido intranquilizar todava ms a Mehring es el hecho de que en 1914 apareciese un libro que contena una serie de manifestaciones sobre Nietzsche hechas por trabajadores en contestacin a una encuesta, y que confirmaba que en las bibliotecas pblicas los libros de Nietzsche eran mucho ms solicitados que los de Marx[xxix]. Tres frases de trabajadores: (un cerrajero) Nietzsche es un gigante solitario... Nietzsche lleva en la frente con todo derecho el orgulloso sello de la eternidad; (un tintorero) He ledo muchos libros, y entre ellos haba obras de autores renombrados, pero ninguno me ha conmocionado tanto hasta ahora, ninguno me ha hecho reflexionar tanto como As habl Zaratustra, la obra fundamental de Nietzsche; (un tejedor) Marx no slo muestra el cambio de las opiniones morales, sino tambin sus causas econmicas. Pero nunca pregunt por el hombre; los hombres eran para l slo cifras[xxx].

No es fcil reconocer quines de esos trabajadores se haban declarado socialdemcratas y quines anarquistas. Es obvio por qu Nietzsche pudo encontrar aceptacin entre los anarquistas: para ello no se necesitaba ms que poner el acento en sus manifestaciones contra el Estado como el ms fro de los monstruos fros, en su individualismo y en su lucha contra la enfermedad. de las cadenas. En el fondo el anarquismo no es otra cosa que el socialismo originario todava intocado por la economa poltica y la filosofa de la historia. Desmontaje de cualquier desigualdad institucionalizada, remocin de todo aparato impersonal, recuperacin de una vida sencilla y humana: estas son sus reivindicaciones fundamentales, probablemente eternas en un grado mucho ms alto que las doctrinas especficas del marxismo. Elijo como ejemplo a Gustav Landauer, que en 1899, en Neue Zeit, hablando de Nietzsche se haba manifestado todava relativamente ortodoxo, despus entr en el mbito de los jvenes y al final se acerc al movimiento de reforma de la vida, pero que siempre sigui siendo un socialista temprano o un anarquista socialista. Esto no le impidi abrirse parcialmente -antes del violento final de su vida a la idea sionista y manifestar con anterioridad an la conexin ntima que vea entre el judasmo y la idea de humanidad, dado que la perspectiva mesinica que haba determinado todos los movimientos igualitarios hasta muy entrada la Modernidad era una herencia del Antiguo Testamento. La meta ltima sigui siendo para l reconducir a su concrecin humana el mundo abstracto, autocreado de la Modernidad; y la oposicin -que va necesariamente unida a ello a la razn instrumental le proporciona muchas ocasiones de referirse a Nietzsche o de expresarse en el estilo nietzscheano: devaluando, por ejemplo, la conciencia frente al sentimiento, o valorando sobremanera la fuerza mitologizante del hombre. De ah proviene tambin su polmica extremadamente agria contra el marxismo, que hace de la abstraccin moderna la condicin previa del socialismo en lugar de orientarse a las formas de vida conseguidas en la Edad Media. As, con mayor claridad que nadie, opone el marxismo al socialismo y le dice a aqul que es la peste de nuestro tiempo y la maldicin del movimiento socialista porque es amigo de lo masificado, ancho, centralizado, abstracto, porque cree poder mofarse de las ciudades-repblicas de la Edad Media o de unos simples prados de pueblo y desprecia al ms grande de todos los socialistas, Proudhon. Y de hecho suena a Proudhon, aunque tambin a ciertas manifestaciones de Nietzsche, lo que dice Landauer: Somos mendigos, somos necios y estpidos porque el dinero se ha vuelto Dios, porque el dinero se ha convertido en un canbal[xxxi].

Los marxistas revolucionarios, los revisionistas y los anarquistas se consideraban todos ellos oprimidos (o bien portavoces de los oprimidos) y todos ellos atacaban a la burguesa, al Estado y a los gobernantes. Pero no exista el gran movimiento de la inmensa mayora de la clase social de los proletarios; lo que suceda ms bien era que los partidos (o las tendencias dentro de ellos), que obviamente eran imprescindibles como portavoces y organizadores, estaban muy enfrentados entre s, hasta el punto de que unos a otros se consideraban en gran medida como peores opresores -potenciales- que los propios enemigos. (Exactamente igual que suceda con la burguesa que nunca haba conformado una fuerza unitaria.) Otro movimiento que consigui dividir al ejrcito de los explotados y oprimidos fue el movimiento de liberacin de la mujer.

Est claro que las mujeres como grupo sociolgico homogneo no existe en absoluto; la mujeres comparten y representan todas las capas y desigualdades sociales: entre la reina, o las emancipadas en general, y la viuda fregona haba una gran distancia y existan numerosos escalones intermedios. Tampoco era correcto decir que las mujeres nunca haban tenido poder; posiblemente jams hasta hoy las mujeres han vuelto a ejercer mayor poder que bajo el Ancien rgime francs. Nada sera ms necio que afirmar que las mujeres no haban tenido derechos polticos; la reina Victoria posea una gran cantidad de derechos polticos de la mayor importancia. Pero es verdad que ninguna mujer gozaba de derecho de voto (como durante mucho tiempo la mayora de los hombres), y que identificando el concepto de derecho poltico con el de derecho de voto poda decirse que las mujeres constituan un grupo sin derechos y con menos privilegios que los hombres. Luchar por la igualdad de derechos para la mujer, en este sentido, era el objetivo de las pioneras del movimiento de liberacin de la mujer, que luego se llamaron sufragistas en Inglaterra y contaron, con satisfaccin por su parte, con el apoyo de un hombre tan significado como John Stuart Mill.

Por el contrario, Nietzsche se haba manifestado duramente contra la emancipacin de las hembras. En la parte proletaria del movimiento de liberacin de la mujer, unida estrechamente al Partido Socialista Alemn (SPD), no se juzgaba a Nietzsche de otro modo que como lo haca la totalidad del partido, y no me consta que ninguna compaera del partido se rebelara, apelando a Nietzsche, contra el patriarcalismo del que no estaban libres en absoluto sus dirigentes masculinos por mucha que fuera su adicin verbal al movimiento de liberacin de la mujer. La parte burguesa del movimiento estaba organizada en la Asociacin General Alemana de Mujeres (Allgemeiner Deutscher Frauenverein), a cuya cabeza se encontraba Helene Lange. En esta asociacin no fueron pocas las veces en que se le hizo responsable a Nietzsche de que en otro grupo mucho ms orientado hacia la izquierda, la Liga para la proteccin de la madre (Bund fr Mutterschuzt), se sobrepasaran a menudo los lmites de un desarrollo civilizado de la individualidad femenina y de la formacin esttica de las mujeres jvenes, en favor de reivindicaciones tan dudosas como el reconocimiento de las relaciones extramatrimoniales, la equiparacin de los hijos ilegtimos a los legtimos y la libertad de aborto. De hecho, el filsofo del capitalismo gozaba de mucho aplauso precisamente aqu, en las izquierdas, y la dirigente de la liga, Helene Stcker, comparta su entusiasmo por Nietzsche con su amigo, el socialdarwinista Alexander Tille, del que hablaremos an. Tambin para ella el presupuesto de una consecucin de estadios ms altos de desarrollo de la humanidad habra de ser un orden social y sexual nuevo. Ella pensaba que nadie que pretendiera apresar intelectualmente su tiempo poda prescindir de Nietzsche: sera lo mismo que querer entender a los griegos sin Platn[xxxii].

Pero tambin la juventud puede sentirse oprimida, porque para ella vale fundamentalmente lo mismo que para las mujeres. De hecho, un prncipe heredero puede sentir que su padre le impide el desarrollo de sus capacidades, de igual modo que un aprendiz lo siente en relacin a su maestro, o un joven trabajador con respecto a los bonzos del sindicato. La opresin de la que quera deshacerse ante todo el Ave migratoria (Wandervogel) como parte del movimiento juvenil era la de lo artificioso y no natural, y consecuentemente buscaba la liberacin en la abolicin de convenciones burguesas mediante el uso de una vestimenta especial, el uniforme, as como en la superacin de lo insalubre de la ciudad mediante la emigracin al campo. Para el Ave migratoria Nietzsche significaba poco, pero otra cosa suceda con la Juventud libre alemana (Freideutsche Jugend), fundada slo poco antes de 1914, en la que tanto el pedagogo reformador Gustav Wyneken como el escritor y editor Eugen Diederichs, miembros suyos, estaban profundamente influidos por Nietzsche. Para ambos Nietzsche significaba el liberador de la presin del espritu conformista y de la coaccin de la obediencia, el superador de la moral. A pesar de todas las diferencias que mediaban en puntos esenciales, todos los oprimidos, a excepcin de los marxistas revolucionarios, coincidan plenamente en considerar a Nietzsche como una fuerza revolucionaria, como una fuerza de izquierdas. Curiosamente, apenas era diferente el caso de los filsofos y cientficos, que casi sin excepcin no se contaban entre los oprimidos.

Nietzsche en la filosofa y en la ciencia

Los aos setenta y ochenta del siglo XIX no fueron una gran poca para la filosofa alemana. Se haban agotado tanto la izquierda como la derecha hegelianas, Hermann Lotze muere en 1881, Wilhelm Wundt Y otros pensadores parecan acercarse cada vez ms a una psicologa entendida cientficamente, el neokantismo estaba todava en los comienzos de su desarrollo y se presentaba, adems, como una teora cientfica. Whilhelm Dilthey fue el primero en dar un impulso a las ciencias del espritu; Eduard von Hartmann y Eugen Dhring estaban al margen de la filosofa acadmica.

Nietzsche slo conoci muy selectivamente a los filsofos contemporneos suyos. Se refiere muy a menudo a Hartmann y a Dhring, y seguramente les debe ms de lo que permiten reconocer sus manifestaciones, casi siempre polmicas. Por lo que se refiere a los dems, hasta ahora nos hemos topado con los siguientes: Friedrich Albert Lange, cuya Historia del materialismo Nietzsche estudi tempranamente; Gustav Teichmller, colega de Nietzsche en Basilea durante breve tiempo, cuyo libro El mundo real y el aparente influy en su perspectivismo; African Spir, quien con su gran insistencia parmendea en lo absoluto, slo accesible al pensar, que no puede encontrarse en ninguna parte en el mundo perceptible, influy en ese mismo sentido.

Por su parte, Nietzsche durante su vida slo fue tenido en cuenta por la filosofa acadmica de forma muy limitada, y nicamente despus de que le asaltara la locura. Pondr tres ejemplos de filsofos genuinos, es decir, significados por aportaciones propias, que estn en plena madurez en el ltimo decenio de la vida de Nietzsche o inmediatamente despus de su muerte.

En 1896 Georg Simmel publica en el Zeitschrift fr Philosophie und philosophische Kritik un artculo sobre Nietzsche con el subttulo de Un perfil filosficomoral. Ciertamente no fue mera casualidad que el outsider Nietzsche fuera descubierto tan pronto por otro outsider como l, Simmel; porque, aunque Simmel era catedrtico no numerario de filosofa en Berln, estaba al margen del cuerpo profesoral no slo por su condicin de judo, sino tambin porque era un hombre de ingenio inusual, dedicado a temas inusuales. El citado artculo comienza con la afirmacin de que la seriedad de Nietzsche estaba demasiado escondida bajo el atractivo de una expresin fcil, brillante, sensiblemente cautivadora, como para penetrar en el odo de los filsofos alemanes, y que no se le toma en serio entre los pensadores profesionales precisamente porque era capaz de ms que de ser serio[xxxiii]. Deca Simmel que incluso sus partidarios asignaban injustamente a Nietzsche un lugar fuera de la filosofa al hacerle causa sui. Que la idea fundamental de Nietzsche era que en el transcurso de la historia la mayora compuesta por los dbiles e insignificantes haba conseguido el poder sobre la minora de los fuertes, distinguidos y originales. Que de ah resultaba necesariamente para l la mediocrizacin del tipo general de hombre. La obra de Nietzsche sera, pues, una teora de los valores, y su ncleo, la conviccin de la distancia natural de los hombres unos con respecto a otros. Sin una jerarqua de los individuos de acuerdo con los valores no sera realizable el progreso hacia un ideal superior de hombre. Segn Nietzsche, lo que importa no es que un determinado valor se realice lo ms a menudo posible, sino slo que alcance un grado mximo, aunque nada ms sea en un nico individuo. Y los frutos superiores de la realizacin del ideal slo podran surgir, para Simmel de una estricta crianza y seleccin. Habra aqu una clara analoga con Platn. Se tratara de un personalismo tico opuesto a todo mero egosmo o eudaimonismo. Tampoco sera epicureismo o cinismo. Nietzsche habra realizado ms bien un giro copernicano: por primera vez en la tica moderna el crecimiento de la fuerza, de la belleza, del distanciamiento entre hombre y hombre se convierte en un fin en si mismo que no necesita justificarse por ninguna utilidad social. Habra cambiado el patrn de medida: la finalidad y el sentido ltimo de la vida, en general, no lo constituyen muchos o todos los hombres, como en casi toda la tica tradicional, sino los pocos hombres superiores que existen. Como ltimo principio, esta mxima no puede demostrarse ni refutarse, requiere un rechazo o una aceptacin en el nivel de la voluntad. El que Nietzsche se calificara a s mismo de decadente es sin duda una alusin a una divisin interna, a un autntico desgarramiento interior incluso, que quiz permite afirmar que su cuerpo sucumbi ante sus ideas[xxxiv].

Un ao ms tarde, en 1897, Alois Riehl, catedrtico de la Universidad de Friburgo y neokantiano, public un librito con el ttulo de Friedrich Nietzsche. El artista y el pensador. La tesis central de Riehl es que Nietzsche es el filsofo de la cultura; pero la cultura no consiste slo en su meta, la elevacin del tipo de hombre, sino que primero es arte, es decir, unidad del estilo artstico en todas las manifestaciones vitales de un pueblo; y tambin es conocimiento; la determinacin propia del filsofo consistira en crear cultura. Nietzsche siempre se habra mantenido fiel a esa determinacin prctica de la filosofa, pero en su segunda poca habra abandonado la idea de una autosalvacin por el arte, aferrndose a partir de entonces al nico ser dado, el que el metafsico llama representacin y que constituye un mundo de error. Pero eran precisamente las cosas caras a la representacin, incluida la materia, las que Nietzsche quera disolver en movimiento y accin[xxxv]. As que ni siquiera como librepensador se convierte Nietzsche en positivista, sino que sigue siendo artista. Como artista y filohelnico ve en el odio, la envidia y el ansia de poder afectos condicionados por la vida, y en el lugar de la vuelta a la naturaleza de Rousseau pone l su arriba, haca la naturaleza. Precisamente esta reivindicacin no se correspondera, para Riehl, con la cultura moderna, que minimiza cada vez ms al hombre y abandona el camino del desarrollo superior, sealado, por la naturaleza. As pues, Nietzsche no sera en absoluto un escptico de la moral, y demostrara falta de capacidad de discernimiento equiparar a Nietzsche con Stirner el involuntario parodista de Fichte. Con todo, Riehl no quiere, evidentemente, que se le considere como un nietzscheano, y a modo de crtica dice que Nietzsche, el pensador ms radical, es a la vez el ms reaccionario. El acento que Nietzsche pone en los instintos vitales agresivos, de desunin, en perjuicio de los simpticos y unificadores sera algo parcial; la moral de los seores se basara en un sobretensionamiento de la diferencia de rango entre los hombres. Tampoco la voluntad de poder sera un principio moral creador, puesto que es ciego y no tiene una unidad esencial. Nietzsche, por tanto, malograra el concepto kantiano de voluntad, que descansa sobre la razn, y se apartara con ello de la tendencia ms positiva de la filosofa, que para Riehl, como para todos los neokantianos, consiste en la vuelta a Kant.

Volver a Kant es tambin lo que quera Hans Vaihinger, quien como catedrtico en Halle fundara ms tarde los Kant-Studien y desarrollara una filosofa del como-si, que suena de todo a Nietzsche cuando acenta la importancia de las ficciones del poetizar y falsificar en el proceso de cocimiento, pero que fue concebida independientemente de l. Sin embargo en el librito Nietzsche como filsofo, publicado en 1902, no se hace an un incapi especial en ese paralelismo terico-cognoscitivo (lo hara ms tarde en el apndice aadido a la tercera edicin de 1904): Vaihinger slo quiere ofrecer aqu una visin de conjunto. Tras rechazar algunas objeciones (como que Nietzsche era un filsofo de moda, un enfermo mental o que no era sistemtico) y hacer algunas consideraciones acerca de su estilo, distingue siete tendencias caractersticas fundamentales en su obra: la antimoral, la antisocialista, la antidemocrtica, la antifeminista, la antiintelectualista, la antipesimista y la anticristiana. Ya las primeras frases son caractersticas de la amplia perspectiva de Vaihinger: Friedrich Nietzsche es hoy uno de los fuertes de la literatura. Sus escritos se leen con avidez no slo en Alemania sino tambin en el extranjero... Slo necesito nombrar entre los escritores alemanes a Gerhart Hauptmann, Sudermann y Halbe, entre los artistas a Klinger, por no hablar de escritores extranjeros como Maeterlinck y Gabrele d'Annunzio, como Strindberg y Brandes. Vaihinger cree poder deducir las siete tendencias citadas de un nico principio fundamental de Nietzsche, que formula as: La doctrina de Nietzsche es un schopenhauerianismo en positivo. Y esta transformacin (o, si se quiere, transvaloracin) de Schopenhauer se produjo por influencia del darwinismo![xxxvi]. El giro dado a la filosofa de Schopenhauer se habra producido porque la lucha entre los diversos centros de la voluntad ya no se identificara ahora con el mal en el mundo, del que hubiera que salvarse por el arte y la ascesis, sino precisamente con el principio del desarrollo de toda cultura[xxxvii]. El camino hacia la cultura suprema conduce necesariamente para Nietzsche, siguiendo el ejemplo del darwinismo, al exterminio de todos los dbiles, impotentes. Muerte a los dbiles, sera la consigna expresa de Nietzsche[xxxviii].

Vaihinger se acerc por tanto al concepto de partido de la vida, pero estuvo muy lejos, naturalmente, de dar su asentimiento al darwinismo, aunque nada ms fuera. Slo en un sentido muy restringido puede decirse que antes de 1914 hubiera algn filsofo nietzscheano; se necesitaba obviamente la experiencia de la guerra mundial para que con pensadores como Ludwig Klages y Alfred Baeumler pasaran a primer plano hombres que tenan una relacin existencial con Nietzsche: slo hacia 1933, grandes filsofos como Karl Jaspers y Martin Heidegger presentaron una interpretacin filosfica global, en sentido estricto, de Nietzsche.

Si se aconseja precaucin con respecto a los filsofos, lo mismo puede decirse con respecto a los cientficos. Se necesitara seguramente un libro entero para seguir todas las influencias de Nietzsche en cientficos de las especialidades ms diversas, de los que per definitionem, como tal cientfico, ninguno poda ser nietzscheano. Elijo como ejemplos a tres importantes cerebros que con mayor o menor xito intentaron fundar ciencias especiales y pueden, por ello, parangonarse en cierto sentido con Nietzsche.

Ferdinand Tnnies, al que puede considerarse el padre de la sociologa alemana, fue en su juventud algo as como un genuino nietzscheano. En sus memorias, escritas en 1923, escribe lo siguiente: De mi primer semestre mencionar todava un hecho. En el escaparate de la librera Doebereiner vi un librito cuyo ttulo me impresion mucho: El nacimiento de la tragedia del espritu de la msica de Friedrich Nietzsche.... Lo le con gusto, casi con el sentimiento de una revelacin[xxxix]. Poco ms tarde se top con las dos primeras Consideraciones intempestivas; la segunda sobre todo le conmovi profundamente. Es verdad que en 1897 publica un escrito sobre el culto a Nietzsche enel que, desde un punto de vista fuertemente influido por Marx, crticaduramente no slo a los entusiastas nietzscheanos, sino tambin al autor mismo: El sistema es slo un aquelarre de ideas, exclamaciones y declamaciones, de exabruptos de ira y de afirmaciones sin derecho a rplica, y en medio, muchos relmpagos geniales centelleando y deslumbrando[xl]. Pero en 1900, tras la muerte de Nietzsche, dirige una carta a Elisabeth Frster-Nietzsche en la que aparece esta frase: Le quise desde muy temprano[xli]. La cuestin decisiva, sin embargo, es si en la obra principal de Tnnies Comunidad y sociedad. Conceptos fundamentales de la sociologa pura, de 1887, son reconocibles y considerables las influencias de Nietzsche. Tnnies distingue en ella dos tipos ideales de convivencia humana (como se podra decir, usando el trmino de Max Weber), que para l son a la vez realidades y fases histricas: la comunidad, que se distingue por caractersticas como la voluntad de esencia, la mismidad, la propiedad, los bienes races, el derecho familiar; y la sociedad, caracterizada a su vez por la arbitrariedad, la persona, el capital, el dinero, el derecho obligatorio. Comunidad es lo contrario de sociedad, a saber, un gnero de convivencia en el que domina lo comn, que es aceptado voluntariamente por cada individuo particular: la vida de familia, la vida aldeana, la vida ciudadana, la armona, la tica, la Iglesia. La instancia determinante en la sociedad es el individuo que se emancipa; convencin, contrato, intercambio y competencia son las caractersticas de la vida de la gran ciudad, de la vida estatal, cosmopolita en definitiva. As pues, la sociedad vista desde la comunidad es disolucin y disgregacin; aunque, segn Tnnies se encuentra en camino hacia el socialismo estatal e internacional, que es una forma superior de la comunidad.

Estos tipos ideales y la imagen de este movimiento histrico se podran deducir con facilidad, evidentemente, de las obras de Marx, aunque ste no ofreciera una descripcin sistemtica de ellos, pero tambin encuentran un modelo en la descripcin que hace Nietzsche de la comunidad dionisaca, o apolneo-dionisaca, que se presenta como unidad religiosa y de culto, as como en la que hace de la cultura tarda del alejandrinismo racionalista en disolucin, fundada por Scrates y Eurpides. Aunque la diferenciacin entre las formaciones sociales orgnicas y mecnicas ya exista antes de Marx en Adam Mller y Saint-Simon, son las propias manifestaciones que hemos aducido de Tnnies las que fundamentan el supuesto de que tambin el influjo de Nietzsche fuera aqu esencial.

Max Weber, algunos aos ms joven que Tnnies y no propiamente el padre, sino el fundador directo ya de la sociologa en Alemania, cita a Nietzsche relativamente pocas veces, Sin embargo, su leccin inaugural en Friburgo, en 1895, sobre el Estado social y la poltica econmica nacional fue acogida con temor por los oyentes, temor del que quiz podra decirse que consista en un sentimiento de verse abocados al nietzscheanismo del haceos duros. A primera vista la alocucin parece maltusiana, promotora del poder estatal, incluso racista, en tanto que pretende ofrecer razones de por qu en el Este de Alemania los polacos ganan terreno mientras los jornaleros alemanes emigran desde las grandes posesiones hacia Alemania occidental. El motivo de ello no es la gran eficiencia de los polacos en la lucha por la existencia, por ejemplo, sino el bajo nivel de su cultura, su frugalidad y su rpido crecimiento. Los jornaleros alemanes, por contra, perciben la llamada de la libertad y consideran su existencia en la patria como una servidumbre que no les proporciona ni a ellos ni a sus hijos ninguna perspectiva de futuro. As que la seleccin en el libre juego de las fuerzas no redunda, como piensan los optimistas, en favor de la nacionalidad ms desarrollada econmicamente o ms predispuesta a ello: El pequeo labrador polaco gana terreno porque en cierta medida come la hierba del suelo, no a pesar de, sino a causa de sus costumbres fsicas y psquicas de vida, profundamente acendradas[xlii]. La consecuencia que Max Weber saca de ah es la siguiente: No son la paz y la felicidad humana lo que hemos de transmitir a nuestros sucesores, sino la lucha eterna por la conservacin y acrecentamiento de nuestro carcter nacional[xliii]. Esto suena completamente darwinista, pero lo que hay que preguntarse es si Weber hubiera elegido esta formulacin sin un conocimiento previo de Nietzsche. Y cuando prosigue hablando de la guerra civil, de la aristocracia rural, de Bismarck y de la aristocracia de los trabajadores de un modo ms concreto que como nunca lo hiciera Nietzsche, ste vuelve a estar plenamente presente en ello, as como en la apelacin final de Weber a la juventud y en su evocacin de las grandes pasiones y de los grandes instintos.

Aunque tcitamente la mayora de las veces, Nietzsche tambin est presente a menudo, casi tan presente como Marx, en la magna obra completa de Weber. Suena ms a Nietzsche que a Marx lo que Weber escribe durante la guerra mundial: que las generaciones futuras nos haran responsables si el poder mundial -lo que significa: la decisin sobre el tipo de cultura del futuro- fuera repartido sin lucha entre los reglamentos de los funcionarios rusos, por una parte, y las convenciones de la society anglosajona, por otra, quiz con un matiz de raison latina[xliv]. A primera vista es una vez ms a Nietzsche a quien parece escucharse cuando Weber habla de la necesidad de dar a los sanos y fuertes una representacin autoconcienciada de sus intereses[xlv]. Ms significativa an es, con todo, la relevancia que Weber asigna a los gneros humanos (en contraposicin a las abstractas relaciones econmicas), la caracterizacin que hace del presente como alejado de Dios y sin profetas, la alta consideracin de la lucha como esencia de la vida, la importancia del concepto de ascesis y de resentimiento como fundamentos del desencantamiento cristiano del mundo, y sobre todo su concepcin del racionalismo occidental como algo que encierra al final a los hombres en un frreo sistema de dependencias. Para Weber, el mundo y la historia son trgicos, como para Nietzsche. Pero tambin las diferencias entre ellos son grandes: Weber est muy lejos de pensar en hacer una doctrina de la aniquilacin en provecho de la salvacin del mundo, y en Economa y sociedad enfrenta el culto de Dioniso, el cantobaile ritual, el xtasis dionisaco al elegante modo de vida de la nobleza con un tono inconfundible de menosprecio[xlvi]. Tampoco Max Weber era, pues, un nietzscheano. Pero sin Nietzsche quiz no hubiera llegado a ser el pensador original e importante que fue.

Entre los cientficos que hay que nombrar aqu, Kurt Breysig fue seguramente el ms nietzscheano. Ya hemos aludido a su entusiasta oracin fnebre en el Archivo-Nietzsche. Como Simmel, tambin l era un outsider entre los docentes de la Universidad de Berln. Aunque era discpulo de Gustav Schmoller y un reconocido especialista en la historia de los estamentos de Prusia oriental y de la Administracin de Hacienda de Brandenburgo, se desplaz hasta los mrgenes de su especialidad, porque pronto lleg a plantearse cuestiones trascendentales de tipo histrico-social e histrico-universal; entre otras, anlisis comparativos de la figura del salvador y obras ambiciosas para la construccin escalonada de la historia universal. C. H. Becker fue quien le hizo al fin catedrtico ordinario; despus de 1945 su obra qued en la sombra porque, aunque estaba casado con una juda, en sus ltimos aos de vida haba dejado traslucir su simpata por el nacional-socialismo. Pero esa simpata ya se haba anunciado antes en su rechazo de la idea de igualdad, de la democracia del voto y en su concepto de nobleza de los eficientes, as como tambin en su reivindicacin de un puesto dirigente para Alemania dentro de la humanidad. Su concepto de vida como subsuelo creador de todo devenir estaba determinado evidentemente por Nietzsche. Cuando quiso ofrecer una historiografa filosfica[xlvii] fue mucho ms all que Nietzsche, es cierto, pero lo hizo dentro de los cauces predeterminados por Nietzsche. Ms interesante que su amistad de aos con Elisabeth Frster-Nietzsche o que su muy estrecha relacin de cuando en cuando con la revista Zukunft de Maximilian Harden, fue su trato personal con Stefan George y su admiracin por el poeta. De hecho, suena ms georgiana que nietzscheana esta expresin de Breysig: Arte es el juego de las muchachas y muchachos ligeros de ropa; el supremo tanteo de la danza de espadas de los hombres que no temen la punta, el filo del nudo acero[xlviii]. Por eso desde Breysig es fcil el paso a las influencias de Nietzsche en la literatura.

Influencias de Nietzsche en la literatura

Esta cuestin viene rodeada de considerables dificultades. Dnde poner el lmite entre literatura y ensayo, asunto al que habra que dedicar una leccin entera? Un hombre como Michael Georg Conrad, por ejemplo, el fundador y editor de la revista Gesellschaft qu era primordialmente: un poeta, un escritor o un publicista? Hay un lmite claro entre esas adjetivaciones? Basta con reunir alusiones a Nietzsche para poder concluir sobre la realidad de su influjo? Incluso en la Freie Bhne, que pasaba por ser el rgano fundamental del influjo de Nietzsche, se cita ms a menudo a Tolstoi que al propio Nietzsche. Se pueden aceptar otras caracterizaciones adicionales al valor del hecho mismo de ser nombrado? Max Halbe, que en 1893 consigui gran xito con su drama naturalista Juventud, escriba ms tarde en su autobiografa: El gran acontecimiento secular de aquella poca fue Nietzsche... Pienso sobre todo en el Zaratustra, del que durante un tiempo recib una influencia enorme[xlix]. El viejo Gottfried Benn dijo retrospectivamente que Nietzsche haba sido para su generacin el terremoto de la poca y el mayor genio lingstico desde Lutero[l]. Kurt Hiller lleg a decir incluso en su autobiografa que Nietzsche fue el hombre ms grande de los ltimos dos milenios[li]. Se puede hablar, sin ms, de influjo de Nietzsche cuando determinados escritores proyectan el ideal renacentista de una vida llena de belleza y embriaguez, como por ejemplo Heinrich Mann en su triloga Las diosas? (Es sabido que no fue Nietzsche, como recordaremos, el primero que tematiz el Renacimiento, sino Burckhardt, Gobineau y otros.) Un indicador fiable de la influencia de Nietzsche es seguramente el uso de trminos como dionisaco, Zaratustra, superhombre, evoh, etc., pero puede que se trate slo de un influjo muy superficial

Decidiremos estas cuestiones haciendo que lo determinante sea la pretensin de los autores de hacer una cosa u otra, literatura o publicstica. M. G. Conrad, por ejemplo, pretenda ser un escritor, e incluso un poeta; Maximilian Harden o Ludwig Klages nunca reivindicaron esas pretensiones (o por lo menos nunca las hicieron en serio); para nosotros las manifestaciones coetneas sern ms importantes que las calificaciones posteriores; los poetas de la alegra pagana de vivir o tambin del oscuro pesimismo cultural slo pasaran por mfluidos por Nietzsche si se refieren directamente a l en las notas de sus diarios, al menos, o en algn sitio similar. Lo mismo vale en general para las menciones de Nietzsche.

Algunos contemporneos dibujaron pronto cuadros muy negativos sobre las influencias de Nietzsche en la literatura y en el mundo literario. As, en el librito de Leo Berg, El superhombre en la literatura (1897), puede leerse lo siguiente: Despus de que Nietzsche pronunciara su palabra mgica, en Alemania todo se convirti de repente en superhombre o bien cada uno le quiso dar a luz por s mismo tanto literaria como humanamente; y, vanidosa y pequea como es nuestra raza de poetas, siempre se relacion lo del superhombre directamente con uno mismo en persona. Cada uno insista en sus derechos particulares, el uno como artista, el otro como ertico. Se contraan deudas, se seducan muchachas y se emborrachaba uno: todo en honor de Zaratustra[lii].

De hecho, algunas de las influencias directas de Nietzsche en la literatura pueden parecer ms bien curiosas al lector de hoy As por ejemplo, el joven poeta Hermann Conradi, muerto en temprana edad, que en 1886 se haba dirigido directamente a Nietzsche provocando una manifestacin muy desdeosa suya, en 1887 public en Coplas de un pecador un poema con el ttulo de Triunfo del superhombre:

Si miras a las estrellas te olvidars de los seresinnumerables que hormiguean a tus pies:Bajo cielos eternos, de bronce,el reino de las sombras te curar,oh t, encorvado por el destino,destinado al polvo!.............................

Mortal! Habla con la eternidad!Las estrellas te escoltan,se van consumiendo sobre tu coronilla,derraman bendicin a raudales:La alegra de vivir levanta los prpados,eleva los sillares del nuevo edificio!....................................................

En el poema Zaratustra (1899) de Michael Georg Conrad se dice lo siguiente:

..................................

Sangrando, como entre las garras del guila,y roto, lleno de la hermosura del superhombrey de la gloria del Salvador,flota tu cuerpo de hroe prometeicomayestticamenteen corros de estrellaspor la noche azulen lo alto.Debajo de ti, en lo profundo, tu Glgota.Pero a ti te rodean los murmullos de las armonas de las esferas,rugen en torno a ti los himnos olmpicos como en un sueo,los ditirambos. Oh Dioniso! Evoh!Arriba, arriba![liii]

Entre las primeras revistas literarias, la Freie Bhne, ya citada varias veces, fue uno de los rganos principales de penetracin del influjo de Nietzsche, pero uno de sus autores ms importantes, Julius Hart, aunque en su libro El nuevo Dios entonara verdaderos himnos en prosa al nuevo mundo dionisaco del sentimiento de total unidad entre hombre y mundo, criticaba tambin duramente, sin embargo, al poeta y pensador Nietzsche. Sobre el impulso natural y naturalista de esa Alemania joven o la ms joven o verde incluso, reunida en torno a Bruno Wille, los hermanos Hart y Wilhelm Blsche, nos habla de modo tan divertido como chauvinista (polaco-chauvinista) otro nietzscheano, el polaco Stanislaw Przybyszewski, en sus Recuerdos del Berln literario. Estos Strmer und Drnger, que residan en su mayora en Friedrichshagen, cerca del Mggelsee, formularon su manifiesto a comienzos del quinto ao de existencia de su revista, en la que escriban: Cuando estall la lucha por el nuevo arte y ms ardorosa era la disputa entre lo joven y lo viejo, precisamente entonces se fund el semanario Freie Bhne, que se convertira en el pendn de guerra de los jvenes en esa lucha. Se reunieron en su entorno los mejores y los ms serios de aquellos que bajo el signo de la veracidad crean en el resurgimiento de un arte joven, audaz, acompasado al tiempo, que fuera ms apropiado a nuestra sensibilidad, ms cercano a nuestros corazones, ms prximo a nuestros ideales que el de los epgonos de la tradicin, asentados todava en ella. A continuacin se proclama la victoria y se subraya la grande, saludable y creadora conviccin en el gran derecho fundamental del artista al desarrollo libre de la personalidad, as como se acenta la interna conexin entre arte y vida. A Nietzsche no se le cita nominalmente y el final lo compone el grito de la vendimia: Los espritus han despertado, es un placer vivir[liv].

Bastante ms literaria, nietzscheana y dirigida a la vez a las otras artes era la revista Pan, fundada por O. E. Hartleben, que en su primer ao comenz publicando extractos de las obras de Nietzsche y que todava en su ltimo ao de existencia concedi la palabra a Elisabeth Frster-Nietzsche, para narrar algunas cosas de nuestros antepasados. Con los autores que escriban en ella -junto a Hardeben, O. J. Bierbaum, Richard Dehmel, Johannes Schlaf, el conde Harry Kessler y muchos otros- se podra escribir casi una historia de la literatura del cambio de siglo. Habra que citar el Adis a Nietzsche de Richard Dehmel, as como el extenso escrito de Schlaf: El caso Nietzsche. Una superacin.

Pero me voy a limitar a seguir con mayor detenimiento a tres escritores: Georg Heyrn, Stefan George y Thomas Mann.

Georg Heyrn -el poeta que a la edad de 25 aos, en 1912, se ahog al patinar sobre el hielo del Wannsee-, uno de los fundadores del expresionismo literario, parece a primera vista que encarna slo aquella forma sombra de expresin del espritu del tiempo, que, aunque mucho ms joven, comparta con Nietzsche. Su poema La guerra se interpreta en general como un presentimiento de lo ms pattico de los horrores de la guerra. Pero la cuestin es si Heym se limita a describir el horror venidero o si lo predice aprobndolo, cosa sta que podra suceder muy bien debido a su profunda aversin a la monotona y trivialidad de una paz que no ofreca espacio alguno para la grandeza humana. El testimonio ms considerable de ese estado de nimo es el poema que en su segunda versin recibi el ttulo de Plegaria:

Oh t, Eolo, que te asientas sobre los grandes tubos de guerra,t, el de infladas mejillas, que mastica el aliento de la peste,deja salir a la muerte como sale la tempestad por la maana,envanos lluvia, seor, inviernos fros y hambruna,nos asfixiarnos, seor, porque estarnos gordos y enfermos,nuestra sangre mana encerada y gotea plida...............................................Deja que veamos muertos en las barricadas,muertos que entregaron su vida por un reino de ideas,de modo que volvamos a honrar la muerte y a temblar frente a ella,que la veamos, lvida, brincar sobre los cuerpos.Deja que veamos el fuego de la guerra y naciones ardiendo,de modo que nuestro corazn vuelva a dispararse como un arco,cuando el trueno de la batalla ruja sobre un campo extensoy retumbe la carcajada infernal de los caones;de modo que como antorchas ardan de noche para ti los bosquesy cuando avances, gigante, sobre el ocasorojo-sangre de esos das te resuene, ardiente,el canto de alabanza en los fretros de miles de moribundos[lv].

La Primera Guerra Mundial no fue una mera invasin exterior, como tampoco lo fueron las revoluciones que la siguieron: estaba ya preparada en el interior de las personas; y se poda citar a Rilke, que en 1914 escribi: Slvame, que veo prisioneros. Y la mirada nostlgica de Heym hacia aquellos que entregaron su vida por un reino de ideas recuerda muy vivamente al postulado de Nietzsche de ayudar a que venza la idea suprema. Pero con toda probabilidad no se trata de un mero paralelismo, ya que de los diarios de Heym se sigue indiscutiblemente que la lectura de Nietzsche le haba causado una profunda impresin y que deseaba cambiar ahora m vida de modo que me convierta en una flecha hacia el superhombre[lvi].

La misma animadversin profunda hacia la mediocridad, la decadencia, el aburrimiento y la rutina del presente fue tambin para Stefan George un factor determinante de su modo de sentir y de crear, pero l consigui lo que no haba conseguido Nietzsche: la construccin de un convento mundano, es decir, de una comunidad de gentes animadas por los mismos sentimientos, cuyo punto de encuentro eran las Blter fr die Kunst. Al comienzo de la quinta entrega de las Bltter (1900/1901) se encuentran algunas manifestaciones programticas. En ellas se resalta la importancia del sentimiento vital propio de pequeos crculos unidos por convicciones y pareceres comunes, adems de la importancia del esfuerzo por conseguir pureza en la forma y del rechazo del prusianismo como de un sistema enemigo de todo arte y cultura. Se critica a la burguesa por el deterioro y perversidad de su gusto, y se evoca la figura del poeta, que ha sido sustituida en el presente por la del funcionario culto escritor de poemas.

Segn ellos, la juventud permite creer en un futuro prximo con un concepto superior de la vida, un comportamiento ms noble y una aspiracin ms profunda a la belleza. Inmediatamente despus de esto aparece el primer poema de George dedicado a Nietzsche, que fue incluido despus en el Sptimo anillo. Parte del recuerdo de una visita a Weimar y atribuye a la gloria de Nietzsche, con todo, un mero papel precursor:

Salvador t! T mismo, el desgraciado,cargado con el peso del destino.Nunca has visto sonrer la patria de la nostalgia?... habra tenido que cantar,y no llorar, esta alma nueva.

Tras esto viene un poema de K. W (Karl Wolfskehl?) con el ttulo de Zaratustra. Pocos aos ms tarde aparecieron las Proclamaciones de Ludwig Derleth, el discpulo nietzscheano de George, un catlico piadoso, que se recreaba en visiones truculentas: A todos los regimientos, almacenes y talleres del mundo. Nosotros diezmamos... Levantar diques csmicos contra la locura de la razn no es obra lgica alguna... Con vosotros vuelvo a instaurar en un cuerpo entumecido el movimiento salvador -rojo como la sangre- de la tctica sagrada, reconducindolo a la lucha del individuo concreto contra el enemigo masificado, y cambio la caridad cristiana por la guerra santa... Pero al vivo le traemos la vida, en cuyo nombre al organizador le est permitido borrar de la historia, hasta su ltimo hombre, a todo un pueblo... Pronto celebrarn las grandes dionisacas. La guerra es el lagar.. Soldados, os entrego el mundo para su saqueo[lvii].

Pero las frases ms penetrantes con respecto a la crtica del momento y al tratamiento de Nietzsche proceden de George mismo y se encuentran en la Estrella de la alianza (1914):

Construs rompiendo medidas y lmites:lo que es alto puede serlo ms! pero ningn invento,ningn apoyo ni chapuza vale ya... la obra se tambalea.......................................el [cielo] re: demasiado tarde para parar y curarse,a diez mil ha de atacar la locura sagradaa diez mil ha de arrebatar la peste sagradaa diez mil la guerra santa

Nietzsche mismo se convierte en tema poco despus, lo que no es sino otra muestra de ese mismo gesto enjuiciador (que tampoco era extrao a Nietzsche, el enemigo precisamente de todo "tribunal del ser)

Surgi alguien que cortante corno el rayo y el aceroabri los abismos y dividi los campamentoscre un Ms All invirtiendo vuestro Aqu...que tanto tiempo grit vuestra locura en vosotroscon tanta fuerza que se le revent la garganta.................................se fue el amonestador... a la rueda que giraen el vaco ningn brazo la sujeta ya por los radios[lviii]

Thomas Mann, en 1918 en las Consideraciones de un apoltico y despus con mucha frecuencia, se refiri a Nietzsche colocndole como uno de sus maestros al lado de Wagner y Schopenhauer; a la vez sin embargo, en la mayora de las ocasiones guarda cierta distancia con respecto a l; en el Dr. Fausto llega incluso a hacer de Nietzsche en la figura del compositor alemn Adrian Leverkhn el smbolo del destino alemn en este siglo, cuando le hace firmar un pacto con el diablo. Antes de 1914 son menos claros tanto los influjos como los desacuerdos pero no por ello pueden pasar desapercibidos ambos. En una de sus narraciones ms tempranas, La voluntad de felicidad de 1896, el personaje principal es un escritor, -Paolo Hoffmann hijo de un alemn y de una sudamericana, cuya actitud para con sus compaeros (de clase ya desde la primera pgina viene caracterizada por el concepto de pathos de la distancia; se trata de alguien enfermizo desde pequeo, que ms tarde se hace escritor en Munich. All se enamora de una joven irresistiblemente hermosa hija de un banquero alemn y de una fea y pequea Juda; al ser rechazado por el padre se marcha durante varios aos, sin dejar su direccin, a Italia donde vuelve a encontrarle por fin el narrador. Ya que la amada sigue ciegamente enamorada de l, el padre cede finalmente y se celebra la boda. Pero slo la voluntad de felicidad haba mantenido en vida al enfermo de muerte hasta entonces, que muere precisamente cuando la felicidad se ha realizado, a la maana siguiente de la noche de bodas.

Aqu puede reconocerse ya claramente uno de los temas fundamentales de Thomas Mann la relacin antagnica entre vida y arte, la afinidad entre vida y salud, por una parte, y entre arte y enfermedad o decadencia, por otra. El tema vuelve a aparecer de manera clsica y mucho ms extensa en 1903 en Tonio Krger, el hijo de artistas, de padre hansetico y frvola madre surea que ama nostlgicamente a las personas sanas, rubias y de ojos azules, como Hans Hansen e Inge Holm (que aunque permanecen eternamente extraos a l son los nicos que dan categora y grandeza a la lejana vital de su genio artstico), porque l no es un gitano en un carro verde, sino un ciudadano desorientado que por eso mismo justamente se distingue de la masa de los simples literatos. Las expresiones tpicamente nietzscheanas son fciles de identificar: Pero en la misma medida en que su salud haba empeorando se acrecent su arte, se hizo ms escrupuloso distinguido, valioso, sutil, susceptible frente a lo banal, y extremadamente sensible en cuestiones de tacto y gusto. El Sentimiento, el clido y cordial sentimiento es siempre banal e intil; artsticas son slo las susceptibilidades v los xtasis fros de nuestro sistema nervioso perverso de artistas Es el artista siquiera un hombre? Que se le pregunte a la mujer por ello. De todos modos, tambin puede percibirse cierta distancia con respecto a Nietzsche, por ejemplo cuando Tonio dice a su amiga Lisaweta No piense en Csar Borgia o en alguna filosofa que le ensalce[lix].

La mas nietzscheana de, todas las obras primeras de Thomas Mann pasa por ser su nico drama, de 1904, que trata de la lucha por Florencia entre el vital Lorenzo el Magnfico, a pesar de ello un tullido, la bella Fiore, su amada encarnacin de la plenitud vital, y el prior Girolamo Savonarola, quien odia el mundo pagano de la hermosura, quien insulta a Fiore ante todo el pueblo llamndola puta porque llega tarde a su misa acompaada de un ostentoso sequito, y cuya santidad no proviene sino del resentimiento, puesto que de joven en Ferrara haba deseado apasionadamente a Fiore , y ella le haba rechazado con burla. Las lecturas que Thomas Mann haba hecho de Nietzsche se palpan con las manos cuando hace decir a Savonarola, en uno de sus sermones dirigidos a los pobres, atropellados, enfermos y despreciados, las siguientes palabras de consuelo: No proclam Santo Toms de Aquino que los bienaventurados contemplarn desde el cielo las penas de los condenados para que su bienaventuranza sea mayor? La imagen positiva contraria aparece cuando Lorenzo, poco antes de su muerte, recuerda con beneplcito los tiempos en que Florencia se rindi ante el dios, y la dignidad de los hombres y el pudor de las mujeres se tambalearon unidos en un apasionado evoh cuando ese sagrado bramido prendi incluso en los nios y antes de tiempo encendi sus sentidos para el amor .. . En el umbral de la muerte se defiende an con todas sus fuerzas contra el predicador, que quiere sucederle en el poder: La muerte es eso que t proclamas como espritu, y la vida de toda vida es el arte[lx]. Pero l muere y triunfa Savonarola. Aunque Fiore acabar teniendo razn con su profeca: Abstente. El fuego que atizaste te consumir a ti mismo, para purificarte a ti y para purificar al mundo de ti... Deja de querer, en lugar de querer la nada. Desiste del poder. Renuncia! S un monje. Pero el prior estaba lleno de voluntad de poder (habra que decir), de un poder oscuro y enemigo de la vida; por eso precisamente prefiere antes la ruina que la abstencin que predica.

Como todo el mundo sabe, no hay una lnea divisoria clara entre el Thomas Mann escritor y el ensayista y publicista. Esto no slo puede decirse de l, sino tambin en un sentido ms general.

Nietzsche en el extranjero

El ttulo de Nietzsche en el extranjero podra interpretarse de modo que la respuesta oportuna a esa cuestin fuera sencillamente esta: desde los veinticinco aos Nietzsche vivi en el extranjero y all permaneci durante toda su vida como pensador. De hecho, este punto de vista no carece de todo sentido: no puede imaginarse realmente cmo habra cambiado la obra de Nietzsche si en lugar de recibir la llamada de la Universidad de Basilea sta le hubiera llegado de la de Greifswald o de la de Gttingen. Basilea y Suiza, por otra parte, pertenecan al mbito lingstico y cultural alemn; adems, en sus largas estancias en Italia, Nietzsche viva en un entorno completamente alemn: Malwida von Meysenburg en Sorrento y en Roma, y Peter Gast en Venecia. A Lou AndreasSalom se la llamaba rusa, es verdad, pero de hecho era una alemana. El conocimiento de Nietzsche de las lenguas extranjeras era muy limitado, slo lea el francs mejor que el alemn medio culto y, como sabemos, hasta comienzos de su segunda poca fue un paladn de lo que se podra llamar el renacimiento alemn desde el espritu griego (antiguo). Pero en ese segundo perodo su buen europeismo se qued en algo ms bien terico, y slo en el ltimo lustro de su vida ley escritos franceses en gran cantidad, alab a Bourget y a Taine, y descubri a Stendhal. Inmediatamente antes de su desmoronamiento mantuvo un contacto efmero con August Strindberg, pero ningn hombre o mujer de habla no alemana perteneci nunca a su crculo personal.

Ms claro que en el contexto alemn se ve mirando al extranjero cmo las coincidencias no tienen por qu basarse en influjos mutuos, sino que realmente existe un espritu del tiempo, que traspasa las fronteras de los Estados nacionales y puede constituir algo as como la raz comn. La crtica de Nietzsche a la moral todava no estaba elaborada cuando Henrik Ibsen en 1881, en los Fantasmas, hace decir a la seora Alving: Oh, s, ley y orden!... esas cosas son las que provocan todas las desgracias en el mundo; o Casi llego a creer que todos nosotros somos fantasmas!... viejas opiniones muertas, toda suerte de viejas creencias muertas: ellas mantienen prisionera la vida y reprimen aquella fuerza indomable y alegra de vivir que le son inherentes por naturaleza. Tampoco August Strindberg necesit a Nietzsche en 1888 para mostrar, en la Seorita Julia, que el impulso natural del ser humano se impone a las convenciones y en una noche de verano es capaz de llevar a la noble seorita hasta los brazos del criado, pero cmo despus, tambin, vuelve a prevalecer la convencin y la moral, que arrastran al pecador (o a la pecadora) hasta la muerte.

En muchas partes de Europa Nietzsche fue descubierto ya en los aos noventa, al igual que sucedi en Alemania; hasta se podra decir que se le descubri en Alemania a travs del extranjero. Como hemos visto al comienzo de estas clases, los cursos que sobre Nietzsche imparti Georg Brandes en la Universidad de Copenhague fueron para el propio Nietzsche la primera y tambin la ltima seal de la fama internacional que le esperaba, a la vez que un importante impulso al inters por Nietzsche en Alemania: en el ao 1890 apareci en Deutsche Rundschau un artculo de Brandes, respecto a cuyo ttulo, Radicalismo aristocrtico, Nietzsche mismo pudo todava manifestar expresamente su aplauso. En Francia se podan leer poco despus ya artculos sobre Nietzsche en la Revue des deux mondes y en el Mercure de France; de todos modos, desde Francia tambin, Max Nordau, en 1892/93, en un libro de mucho xito sobre la degeneracin lanz uno de los ataques ms virulentos contra Nietzsche y en general contra el arte y la literatura modernos. En Italia Gabriele D'Annunzio haca expresas referencias a l; en Rusia hasta 1913 aparecieron no menos de 18 ediciones del Zaratustra (es verdad que la 18 sera por muchos decenios la ltima!), mientras que la Voluntad de poder, sin embargo, no fue permitida por la censura: por eso mismo no es extrao que Nietzsche gozara del favor de marxistas legales como Peter Struve y Nikolai Berdiajew, as como del de Mximo Gorki durante algn tiempo, y que Anatoli Lunatscharski intentara incluso hacer una sntesis entre Marx y Nietzsche. En Inglaterra tard ms tiempo en penetrar este nuevo influjo continental y con l la referencia expresa y positiva a Nietzsche de escritores como George Bernard Shaw y William Butler Yeats. Entre los escandinavos hay que citar en primer lugar a un escritor hoy completamente olvidado, Ola Hansson, que vivi mucho tiempo en Alemania y contribuy en gran medida a dar a conocer a Nietzsche en Alemania precisamente, por ejemplo a travs de su librito de tono panegirista Friedrich Nietzsche. Su personalidad y sistema, publicado en tomo a 1890, en el que se dice al final: A los grandes individualistas [proclama Nietzsche], a las naturalezas orgullosas, independientes, se les abrira un campo de juego diferente al de hasta ahora. En esto consiste el mayor gesto de Nietzsche; su esfuerzo constituye la mayor revolucin de la historia de la moral desde la lucha del cristianismo contra la Antigedad[lxi].

A continuacin quiero hablar con mayor detenimiento otra vez de obras concretas, incidiendo a martillazos, por as decirlo, en la influencia de Nietzsche. Elijo una serie descendente de ellas: en la primera obra se habla de Nietzsche expresamente, en la ltima su nombre slo aparece citado al margen pero ella sirve de puente hacia una personalidad tambin extranjera, un poltico, que ser el objeto de nuestro ltimo tema.

En 1894 Gabriele D'Annunzio puso, en alemn original, al comienzo de su novela El triunfo de la muerte un motto sacado de Ms all del bien y del mal, y en la ltima frase del prlogo dice: Brindamos nuestro odo a la voz del magnnimo Zaratustra... y preparamos en el arte con gran fe la llegada del superhombre, del superuomo. El hroe de la novela, dicho sea de paso, se parece a primera vista mucho ms a un decadente que a un superhombre, y el contenido de ella es una especie de psicodrama que se desarrolla esencialmente slo entre dos personas:

Giorgio Aurispa es un joven de rancio abolengo al que una herencia le permite llevar una vida sin preocupaciones materiales en Roma, lejos de su casa paterna de la provincia; en Roma mantiene una relacin con Ippolita, una mujer muy atractiva pero no muy culta, que acaba de salir de un matrimonio infeliz. l teme perderla un da por culpa de un amante vulgar, aunque sea slo despus de su muerte; la muerte est presente constantemente en su pensamiento y la percibe en su entorno por todas partes, sobre todo en Roma, una ciudad donde slo se puede morir. Por eso cada vez siente ms cercana la idea del suicidio, a pesar, o tambin a causa, de la felicidad que le proporciona su amor; pero en el relajamiento de su cmoda vida no encuentra la energa suficiente ni siquiera para trazarse un plan en serio. Los finos detalles psicolgicos, el continuo arriba y abajo de esa muy sensual relacin slo se interrumpen dos veces: la primera, por una estancia en la casa paterna, donde ha de enfrentarse a toda la lobreguez de una vida diaria miserable; la segunda, cuando pasa unas vacaciones en el mar, a solas con su amada, y en una excursin vive la experiencia de peregrinar a un santuario: una verdadera danza de brujas de una supersticin miserable, que D'Annunzio describe con toda la fuerza de la repugnancia que le causa la mezcla del fanatismo de los pobres y la codicia de los sacerdotes, mezcla que para l representa perfectamente al catolicismo italiano. Por eso, no resulta extrao que aparezca ante su espritu una imagen contraria: la de la vida dionisaca tal como Friedrich Nietzsche la ha visto intuitivamente-, que ciertamente incluye tambin lo terrible, la destruccin y la muerte. En esa imagen conceptual el proceso individual y el csmico son idnticos: lo que celebran las dionisacas no es otra cosa que el secreto de la fertilidad sexual y de la muerte que necesariamente le corresponde. As, Giorgio Aurispa hace suyas las palabras de aquel hombre, Nietzsche, que le parecen las ms varoniles y nobles que hayan podido ser formuladas jams por un poeta o un filsofo en la poca moderna. Pero precisamente su amor es infecundo, ya que Ippolita no puede tener hijos; l se hace dao luchando contra lo imposible, puesto que se da cuenta cada vez con mayor claridad de que la amante sigue sindole extraa en su fuero ms interno; llega as a considerar como enemiga a aquella misma que le abraza apasionadamente, a la que sin embargo no entregara a otro hombre y a la que, por ello, quiere llevar consigo en la muerte. El final de la novela es un suicidio y un homicidio a la vez: en el ltimo instante, cuando al borde del precipicio Ippolita se defiende con todas sus fuerzas de Giorgio y grita llamndole asesino, el amor se ha convertido por ambas partes en el odio ms extremo entre enemigos irreconciliables y el triunfo es para la muerte, a la que ambos se precipitan juntos.

La unin de los sexos se basa en un hondo fundamento de extraeza y odio: as podra formularse tambin la idea fundamental del drama de Bernard Shaw Hombre y superhombre; pero el que la mujer en medio de todas sus debilidades fingidas sea, sin embargo, la que propiamente manda, mientras que los hombres son los dbiles, los necios, que caen en sus redes olvidando la centralidad de la procreacin eso es lo que marca la diferencia de Shaw con respecto a D'Annunzio. Al hroe, John Tanner, se le presenta como un Don Juan, que no es el cazador, sino la presa, y que finalmente se somete a la voluntad de Ann, que sabe muy bien lo que quiere. La obra, que parece en principio una comedia de sociedad tpicamente inglesa, pero que despus, antes de que vuelva a convertirse otra vez en eso, experimenta un cambio en el que Tanner, como si fuera Don Quijote, conversa con Donjuan y con el demonio, es muchas cosas; y entre ellas, no en ltimo trmino, una autocrtica inglesa y el esbozo de un socialismo hoy como ayer anticapitalista, pero ya no democrtico sin embargo, dirigido al cultivo superior de la humanidad y a la generacin del superhombre. A dar la impresin de un caos burlesco (diramos) contribuye el hecho de que Shaw ponga una larga introduccin al libro en forma de una carta a Arthur Walkley y como eplogo le coloque el escrito del que parte la accin, El catecismo y el libro de bolsillo del revolucionario por John Tanner, miembro de la rica clase de los holgazanes. En este escrito el superhombre constituye un tema principal y en l se dice que el grito en favor del superhombre no comenz con Nietzsche, ni acabar cuando Nietzsche deje de estar de moda. Este superhombre futuro presenta aqu dos caras: mira, por una parte, al futuro convencional de los socialistas, en el que queda completamente liquidada la propiedad privada, pero tambin tiene un rostro muy inconvencional y darwinsta por cuanto se le convierte en resultado de una seleccin por la cual la mayora contaminada ha de mejorar en salud separando completamente la procreacin de las inclinaciones individuales. El objetivo propio ya no es una planificacin consciente de la economa sino la planificacin de una fertilidad consciente, vigilada y razonable; y suena muy ambiguo cuando se dice de los judos que fueron ellos los que estimularon todas las revoluciones desde Moiss hasta Marx y Lasalle, sin que hasta ahora se haya producido ningn cambio esencial de la naturaleza del hombre[lxii]. Parece que habla el propio Nietzsche cuando se dice: Hemos de exterminar a la plebe o su voto arruinar el Estado y la sociedad burguesa[lxiii]. Ciertamente no se sabe muy bien, como sucede siempre con Shaw, lo que est dicho en broma y lo que est dicho de verdad, pero su manifestacin ms curiosa, como en Nietzsche, no es un dogma sino una prediccin que se encuentra nada ms comenzar la introduccin: Si compro el Times y le encuentro a usted en l, mi odo proftico escucha el rechinar de los carros de los verdugos del siglo XX[lxiv].

Tambin Dimitri Mereschkowski cierra con una profeca sombra y con una simple esperanza muy indeterminada su novela de 1895, Juliano el apstata, en la que no se cita expresamente a Nietzsche. Tampoco es necesario hacerlo: la influencia de Nietzsche sera palpable aunque no supiramos por la biografa de Mereschkowski que este cofundador del simbolismo ruso haba realizado en 1891 un viaje a Italia y Grecia, unido ya a la lectura de Nietzsche, y que precisamente en estos aos de 1894-96 era cuando ms influido estaba por Nietzsche, antes de volver a alejarse de l por culpa de su intento de conseguir una conciliacin entre Modernidad y cristianismo[lxv].

La novela describe la baja Antigedad en el paso del paganismo al cristianismo, es decir, en la poca de la generacin siguiente a Constantino el Grande.