miercoles de ceniza
DESCRIPTION
Homilia de la celebración del miercoles de ceniza con las cofradias y hermandadesTRANSCRIPT
MIÉRCOLES DE CENIZA
AÑO B
PARROQUIA EL SALVADOR DE BAEZA
D. MARIANO CABEZA PERALTA
Queridos hermanos,
Comenzamos el tiempo de Cuaresma en esta noche de miércoles de
ceniza.
Cuaresma en la Iglesia es un tiempo de preparación para la Pascua del
Señor muerto y resucitado. Pero Cuaresma en Baeza supone poner en
movimiento a mucha gente en sus distintos grados de creencia.
Al término de este primer día cuaresmal se convoca a bandas, cuadrillas
de costaleros, aprovisionadores de la semana santa, vestidores, personas
que colaboran en las casas de cofradías para lo que hagan falta,
redactores y críticos de boletines, curiosos y paseantes ávidos de
escudriñarlo todo.
Baeza es otro mundo desde el miércoles de ceniza al lunes de pascua.
Podría decirse que es la época del año donde se vive más intensamente
desde dentro de las cofradías y desde fuera.
Precisamente, la reflexión que os ofrecí ayer, como pórtico del tiempo
cuaresmal, quería plantear esta cuestión, ¿cómo nos ven desde fuera? Y
el texto que os presenté sobre la religiosidad popular no era un texto
cualquiera porque es la Palabra de Dios, aunque muy crítica y dura.
Quedarse sólo en lo externo, en lo que se ve, sin trascender el signo
religioso conlleva el peligro de caer en lo ridículo.
Nuestras imágenes sagradas son “signos religiosos” que pretenden
llamarnos al encuentro con lo que ellas significan.
Por eso, en la segunda parte de la reflexión os llevé a la aplicación de la fe
en la vida, a una fe madura que trasciende la “imagen” para encontrar a
Dios en la realidad cotidiana, especialmente la más dolorosa.
El evangelio de San Mateo de este día va en la misma dirección cuando
afirmaba: “Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres
para ser vistos por ellos”
Porque quien hace esto no busca la gloria de Dios sino la propia gloria, no
busca a Dios mismo sino satisfacer su propio ego, engordar la propia
vanidad.
La recompensa en estos casos no la da Dios, sino el hombre al propio
hombre alabándose mutuamente, dirigiéndose parabienes y palabras
elogiosas.
Queridos hermanos mayores, como responsables últimos de vuestras
cofradías os pido una reflexión seria y sin apasionamientos.
Cuando en estos cuarenta días cuaresmales podemos ver a tanta gente
implicada de distintas edades, sacando tiempo, haciendo esfuerzos,
preparando la Semana Santa, ¿por qué lo hacen?
Cuando cualquiera de nuestras cofradías prepara con tantísimo esmero su
estación de penitencia ¿por qué lo hace?
Cuando una banda, de las que tenéis a porhijadas en vuestras casas de
cofradías, ensaya, ensaya y ensaya, ¿por qué lo hace?
¿Es la búsqueda de Jesucristo al que representa su “sagrada imagen”?¿es
el amor al Señor representado en su “sagrada imagen”?¿es un camino
concreto para vivir la vida cristiana desde una asociación de la Iglesia
como es una cofradía?
Este sería el enfoque correcto y es el motivo, naturaleza y origen de las
cofradías y hermandades.
Pero nos podemos dejar engañar, porque no somos perfectos. Si en el
fondo subyace la competitividad, el aplauso, las ovaciones de unos y de
otros que encumbran o hunden según las estéticas y no el espíritu. Si lo
hacemos de cara a la galería como señal de poderío y tronío, el evangelio
de hoy es muy claro: “No tendréis paga de vuestro Padre celestial”. Lo que
cosechéis será solamente desde vosotros y para vosotros.
Sería caer en esa hipocresía que tanto criticó Antonio Machado, en este
año machadiano, encarnada en su poema dedicado a Don Guido:
“Gran pagano, se hizo hermano, de una santa cofradía, el jueves santo
salía, llevando un cirio en la mano, ¡aquel trueno!, vestido de nazareno”
Una cofradía no es para paganos, ni para truenos vestidos de nazarenos,
sino para creyentes que quieran imitar y vivir a nuestro Señor Jesucristo
desde los distintos misterios de su pasión, muerte y resurrección. Y
quieran hacerlo viviendo y compartiendo en comunidad de fe y vida, es
decir como Iglesia del Señor y en el seno de la Iglesia.
Aquí debe de estar nuestra labor y nuestro empeño empezando por los
primeros (hermanos mayores y juntas de gobierno) y acabando por los
últimos (los niños de nuestras cofradías).
Tenemos toda una Cuaresma por delante para llenarla de contenido, para
vivirla con profundidad, para preparar lo externo sin descuidar lo interno.
Aprovechemos todos los momentos a nuestro alcance para hablar con
caridad y con claridad a todos, para potenciar lo que se hace bien pero
para corregir y podar, aunque sea doloroso, lo que no busca la gloria de
Dios.
Encomendémonos unos a otros como agrupación que somos de cofradías
y hermandades y que la gracia de nuestro Señor nos acompañe en este
tiempo de preparación y bendición.
Que así sea.