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La Sana Doctrina La Sana Doctrina Mayo Mayo - - Junio2014 Junio2014

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La Sana DoctrinaLa Sana Doctrina

MayoMayo--Junio2014Junio2014

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2 La Sana Doctrina

Revista bimestral publicada por asambleas

congregadas en el Nombre del Señor Jesucristo

en Venezuela.

Año LV Nº 331 Mayo-Junio 2014

Redactores:

Guillermo Williams (Fundador: 1958-61)

Santiago Saword (1961-76)

Santiago Walmsley

Andrew Turkington (Redactor)

Tlf. (0416) 4373780

E-mail: [email protected]

Suscripciones: Joseph Steven Turkington

a/c Carrera 6ª Nº12-61,

San Carlos, Cojedes, Venezuela.

Teléfono: (0416) 3020889

E-mail: [email protected]

Suscripciones para 2014

La suscripción es anual (seis revistas), y se

paga por adelantado.

Para Venezuela: Bs. 75,00

Las suscripciones se hacen por asamblea, y

pueden cancelarse mediante un depósito o

transferencia a la cuenta de ahorros No. 0105-

0101-61-0101-10778-1 del Banco Mercantil a

nombre de Joseph Steven Turkington, C.I.

17.890.560. Avisar por teléfono o utilizar el

código explicado en el Directorio de asambleas.

Para el exterior: Se puede suscribir a la revista

electrónica en la página web:

www.sanadoctrina.net

Y se le enviará un correo electrónico cada vez

que se carga una nueva revista en la página.

Impreso por: OMEGA, C.A.

Tlf. (0243)2361254

DEPOSITO LEGAL pp: 195702DF52

Artículos:

Notas (9) ....................................... 3

Los Juicios Finales (cont.) Santiago Walmsley

La Doctrina de Cristo (1) .............. 6

Samuel Rojas

Hambre (6) .................................... 9

(En los tiempos de Claudio) Gelson Villegas

La Predicación del Evangelio .... 11

Utilizando la Radio y la

Televisión -- ¿Qué dicen

las Escrituras? E. L. Moore

El Pecado (cont.) ......................... 15

La Gloria de Su Gracia (2) James Paterson Jr.

Una séptima exploración de

nuestro himnario ......................... 20 Donald R. Alves

Lo que preguntan ....................... 22

¿No es la vestimenta de la mujer

virtuosa en Proverbios 31 eviden-

cia de ostentación?

Página Evangelística ................. 24

Reservado para Pecadores Andrew Turkington

Portada: De: pixabay.com

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La Sana Doctrina 3

NOTAS (9) SANTIAGO WALMSLEY

E l desarrollo en forma escalada de

los veintiún juicios del Apocalip-

sis, va destruyendo la infraestruc-

tura de las naciones (comp. Ex.10:7). En

efecto estos son los últimos juicios (el

ardor de su ira) antes que el Señor inter-

venga personalmente, según los términos

de 2 Tes.1:6-12, etc. El gran terremoto,

cual no lo hubo jamás, Ap.16:16, trae

como consecuencia la caída de las ciuda-

des de las naciones. Estos centros de

gobierno, de religión, de educación, etc,

serán totalmente destruidos por el terre-

moto y por el enorme granizo, cuando

cada grano pesa un talento

(aproximadamente 20 kilos), verso 21.

El juicio de la séptima copa,

Ap.16:17, está estrechamente asociada

con los resultados de la sexta copa, verso

16, en que se nombra Armagedón. Los

ejércitos de las naciones serán represen-

tados en aquella batalla. Del oriente (el

nacimiento del sol) probablemente inclu-

yendo el Japón y las naciones chinas, los

millones de India, etc, en número de

doscientos millones, Ap.16:15. Del nor-

te, Ezequiel 38, 39, Persia, Etiopía, Li-

bia; verso 5, Dan.11:43, Turquía, etc.;

las regiones del norte, verso 15, 39:2.

Del sur: Egipto, con sus aliados. Del

occidente: se hace referencia a Grecia,

Zac.9:13, como parte integral del impe-

rio Romano. Cuando se reúnan tantos

millones de combatientes en el país, se

cumplirá la profecía de Is. 28:21. En el

monte Perazim Dios intervino directa-

mente, y también en el valle de Gabaón

cuando todos los reyes de los Amorreos

se habían unido contra Josué, Josué 10.

Compare Jos. 10:11 con Ap.16:21. En

varias ocasiones Dios permitió que las

naciones se reunieran con el resultado

que todas fueron destruidas juntamente.

Por su intervención personal, el Se-

ñor llevará a cabo el juicio de “segar la

tierra”, figura de juicio discriminante,

separando los frutos de la tierra de la

paja que será quemada. También “pisará

el lagar”, Ap.14:20, Is. 63:1-6, figura de

juicio indiscriminado. Como consecuen-

cia correrá la sangre hasta los frenos de

los caballos en todo lo largo de la tierra

prometida, Ap.14:20. “Yo pongo a Jeru-

salén por copa que hará temblar a todos

los pueblos; todos los que se la cargaren

serán despedazados, bien que todas las

naciones de la tierra se juntarán contra

ella”, Zac.12:3. La batalla vendrá des-

arrollándose desde la parte norte,

acercándose a Jerusalén, de manera que

será revivida la experiencia contada en

Is. 10:28-32. Luego “la ciudad será to-

mada y la mitad de la ciudad irá en cau-

tiverio, mas el resto del pueblo no será

cortado de la ciudad. Después saldrá

Jehová…y se afirmarán sus pies en

aquel día sobre el monte de los Olivos,

etc., Zac.14:1-14. Después de aquellas

grandes batallas se cumplirá la profecía

del Señor, Mt. 25:31-46, cuando todo ser

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4 La Sana Doctrina

humano sobreviviente de aquellos tiem-

pos será llevado delante del Señor senta-

do en su trono en el valle de Josafat. Los

malditos irán al fuego eterno, verso 41, y

los benditos a la vida eterna, verso 46.

Algunos opinan que los condenados en

este juicio no volverán a aparecer en el

juicio del gran trono blanco. El que es-

cribe no comparte este criterio.

Como consecuencia de aquellas bata-

llas la nación de Israel estará ocupada

siete meses enterrando a los muertos, y

siete años lim-

piando su país,

Ez. 39:12 y 9.

Esto, con la

construcción del

templo, proba-

blemente sea el

preludio al reino

milenial del Se-

ñor.

Seguramente hay

muchos que cre-

en que el reino

milenario integrará

las condiciones que conocemos ahora en

el mundo: televisión, telecomunicacio-

nes, viajes aéreos, la revolución indus-

trial, etc, etc., o sea, los así llamados

avances de la ciencia. No faltan los que

creen que estas condiciones formarán a

lo menos una buena parte del imperio

establecido por el Señor. El que escribe

este artículo cree firmemente que ningu-

na de estas condiciones formará parte

del reino milenario del Señor. ¿Hay al-

guna Escritura que arroja luz sobre esto?

Cada uno de los cuatro imperios des-

critos en el libro de Daniel reflejaba la

gloria e importancia del ser humano.

Esto se ve claramente revelado en las

palabras de Nabucodonosor, “No es esta

la gran Babilonia que yo edifiqué para

casa real con la fuerza de mi poder, y

para la gloria de mi majestad”,

Dan.4:30. Además, el siglo presente con

todo lo que abarca se llama “este siglo

malo”, Gál.1:4, y algunos quedarán sor-

prendidos al leer que “el mundo -

ENTERO está bajo el Maligno”, 1 Jn.

5:19, por lo tanto nos exhorta a “no amar

al mundo”, 1 Jn. 2:15. Del mundo y su

gloria, Satanás dijo, “a mí me ha sido

entregado, y a quien quiero la doy”,

Luc. 4:6.

El cuadro que se presenta en la pala-

bra de Dios acerca del reino milenario

del Señor es de lo más sencillo: “se sen-

tará cada uno debajo de su vid y debajo

de su higuera, y no habrá quien los ame-

drente”, Miq. 4:4. Se trata de una escena

rural de paz, tranquilidad y abundancia.

De la abundancia de aquellos tiempos

hay pleno testimonio en la palabra de

Dios. “Vienen días en que el que ara

alcanzará al segador, y el pisador de las

uvas al que lleva la simiente: y los mon-

tes destilarán mosto, y todos los collados

se derretirán”, Am. 9:13. Natanael, Jn.

1:45-51, tipo elocuente del remanente

que abandona su inicial incredulidad

para luego confesar “tú eres el Hijo de

Dios, tú eres el Rey de Israel”, no per-

derá tiempo entretenido con televisión.

Estará viendo cosas que jamás se han

presentado en los programas televisivos.

De aquellos tiempos el Señor dijo,

“Cosas mayores que estas verás. De cier-

to, de cierto os digo: De aquí adelante

veréis el cielo abierto, y a los ángeles de

El reino establecido

por el Señor no in-

corporará nada de

las civilizaciones

pasadas, ni de las

presentes, ni siquie-

ra vendrán ellas a

la memoria.

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La Sana Doctrina 5

Dios que suben y descienden sobre el

Hijo del Hombre”, Jn. 1:50,51.

De la completa revolución de vida

que traerá el Señor, el libro de Daniel

nos informa que su venida será cual pie-

dra cortada “no con mano”, y caerá so-

bre los imperios que este mundo ha co-

nocido, desmenuzándolos. Siendo como

tamo de las eras del verano se los llevará

el viento “sin que de ellos quedara ras-

tro alguno”, Dan.2:35. La versión ingle-

sa reza, “no se halló lugar para ellos”.

El reino establecido por el Señor no in-

corporará nada de las civilizaciones pa-

sadas, ni de las presentes, ni siquiera

vendrán ellas a la memoria. “Porque he

aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva

tierra; y de lo primero no habrá memo-

ria, ni más vendrá al pensamiento”,

Is.65:17. Las civilizaciones actuales im-

presionan mucho a las nuevas generacio-

nes, pero ninguna faceta de ellos formará

parte del imperio cuando el Hijo de Dios

reine en la tierra. Efectivamente, “de

ellos no quedará rastro alguno”. Aquel

tiempo es cuando “la creación misma

será libertada de la esclavitud de co-

rrupción, (es digno de notarse la manera

como Dios se refiere a estos tiempos que

vivimos) a la libertad gloriosa de los

hijos de Dios”, Rom.8:21.

Para aquellos que habitarán la tierra

en plena bendición, las condiciones de la

vida tal como se conocen ahora serán

para ellos, lo que es para el creyente su

vida anterior, sin Cristo, cuando andaba

a la deriva, en la ignorancia, sin conocer

a Dios. El mundo entero, bajo el mando

benéfico del Hijo de Dios, mantendrá

sepultados estos tiempos, como si las

circunstancias actuales de la vida consti-

tuyeran una pesadilla horrorosa, y nadie,

pero nadie, tendrá ganas de darles resu-

rrección, ni siquiera en sus conversacio-

nes privadas. (a continuar D.M.) §

Una Pequeña Locura

Una noche después del culto, un hermano

que daba la clase bíblica de los jóvenes en la

Escuela Dominical, me pidió que me quedara

para hablar un poco con él. Nunca he visto un

hombre tan quebrantado. Después de llorar

un buen rato, me tartamudeó: “Hermano,

tengo que renunciar mi clase bíblica. Cometí

un error que ha arruinado mi utilidad como

maestro.”

Me mandaron a Nueva York a una con-

vención en mi empleo. Estuvimos encerrados

por dos días desde la mañana hasta la noche

trabajando duro. Al terminar el último día, un

compañero de trabajo de otra ciudad me in-

vitó: ‘Vamos a tomarnos una taza de café y un

pedazo de torta.’ Nos relajamos un poco, y

después él sugirió que fuéramos a ver una

película. Al pararnos frente al cine, comencé a

decir a mi amigo que yo nunca había entrado

en un cine, y que no era el lugar para un cre-

yente. Pero de todos modos, compramos los

tickets y entramos.

Habíamos estado allí como media hora,

cuando alguien detrás de mí me tocó sobre el

hombro. Cuando volteé, una voz acusadora

me dijo: ‘¡Qué raro encontrarte aquí! Nunca

esperaba verte en un cine.’ Era un miembro

de mi clase bíblica”.

El maestro lloró en silencio por un rato y

entonces dijo: “Estaría dispuesto a dar mi bra-

zo derecho si pudiera vivir esa noche otra

vez.” Pero todos sabemos que el tiempo no se

puede retroceder.

“Las moscas muertas hacen heder y dar

mal olor al perfume del perfumista; así una

pequeña locura, al que es estimado como sa-

bio y honorable.” (Ec. 10:1)

Adaptado

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6 La Sana Doctrina

La Doctrina de Cristo (1)

Samuel Rojas

L a expresión “la doctrina de Cris-

to” aparece, como tal, dos veces

en el Nuevo Testamento: en

Hebreos 6:1, donde se usa para mirar al

pasado, a las cosas previas y preparato-

rias a Su primera venida, pero de las

cuales hemos de progresar abrazando la

final revelación de Dios en Hijo. Y, en

2ª Juan, v.9, donde se mira al futuro

inmediato a Su primera venida, cuando

ya se manifestaba el desvío de algunos

y la apostasía. Allí quiere decir, no solo

la enseñanza en relación con la Persona

de Cristo, sino lo que El enseñó a Sus

discípulos, y les mandó que lo guarda-

sen y lo enseñasen a otros. Empero, en

esta serie de escritos, la usamos para

referirnos a todo lo revelado acerca

de EL en las Sagradas Escrituras

(en La Biblia, la Palabra de Dios escri-

ta).

Una completa consideración de la

Persona del Cristo de Dios, y una ex-

tensa exposición de cada aspecto de Su

doctrina, ¡adquirirían proporciones de

inmensidad e infinidad! Aunque es muy

restringida la presente consideración,

en espacio y en propósito, menciona-

mos los siguientes temas, los cuales son indispensables para abarcar todo lo que

aparece escrito en el Texto Santo acer-

ca de Él:

Su Deidad Esencial,

Su Filiación Eterna,

Su Nacimiento Virginal,

Su Humanidad Impecable,

Su Ministerio Público,

Su Muerte Propiciatoria,

Su Resurrección Corporal,

Su Ascensión y Oficio Actual,

Su 2ª Venida y Su Reino Eterno.

Importancia Fundamental

Por Mateo 16:15-18 aprendemos

que el fundamento de la Asamblea

(iglesia) de esta Dispensación, “la igle-

sia la cual es Su Cuerpo” (Ef.1:22,23)

es ÉL MISMO. Pedro, por revelación directa de Dios, había dicho: “Tú eres

el Cristo, el Hijo del Dios viviente”.

Entonces, Él informó que sobre esta

“roca”, Él iba a edificar Su Iglesia, y

“las puertas del Hades no prevalecerán

contra ella”. Lo que Pedro dijo de Él,

describiendo a Él Mismo, es la base

sólida de la Iglesia.

Y, por 1 Cor.3:10-11, comprende-

mos que el fundamento de la asamblea

local es precisamente Él Mismo,

“Jesucristo”. El Señor, pues, está edifi-

cando Su Iglesia precisamente sobre

esta doctrina. Además, toda iglesia lo-

cal se construye sobre esta doctrina, la

cual se presenta en la predicación del

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La Sana Doctrina 7

Evangelio y en la enseñanza posterior a

los nuevos creyentes.

El apóstol Juan (2 Juan) advierte a la

hermana y a sus hijos, de 3 pecados

muy graves que se pueden cometer

contra esta doctrina. Hay el “que se ex-

travía y no persevera en la doctrina de

Cristo” (v.9): es el que va más allá de

“lo que está escrito” acerca de Él. Esto

demuestra que nunca fue salvo, no es

salvo y nunca será salvo, “no tiene a

Dios”. El verdadero creyente nunca se

extraviará, siempre perseverará creyen-

do y proclamando la verdad de Dios

revelada en Su Palabra. Esto demuestra

que es verdaderamente salvado, es un

verdadero hijo nacido de Dios: “ese sí

tiene al Padre y al Hijo” (v.9).

Hay otro que puede “venir” a los

creyentes, “y no trae esta doctri-

na” (v.10): uno que nunca ha aprendido

la doctrina escrita; tiene, y trae, otra

doctrina. Debe mantenerse “fuera”, to-

talmente, tanto de la Asamblea como de

las casas de los creyentes: “no lo recib-

áis en casa, ni le digáis

¡Bienvenido!” (v.10). Decirle

“¡Bienvenido!” es lo mismo como des-

earle la bendición de Dios a su venida, a su enseñanza, a su actividad diabóli-

ca. Y, acá es donde hay la posibilidad

de que un tercer pecado pueda ser co-

metido: “el que le dice ¡Bienvenido!

participa en sus malas obras” (v.11).

Corroer la base, es exponer la casa a la

destrucción. No se debe tolerar la más

mínima medida de falsa doctrina ni en

la Asamblea, ni en nuestras vidas. Cui-

demos nuestros hijos, nuestras casas:

que todos andemos en la verdad.

Información Fenomenal

El Señor Mismo tuvo que alabar al

Padre por dar a conocer estas cosas tan

sublimes a los creyentes, en Mateo

11:25-27. Allí afirmó que “nadie cono-

ce al Hijo sino el Padre”: solo Dios

puede conocer a Dios. Nuestras mentes

finitas jamás podrían aprehender al In-

finito. No obstante, Dios se ha dignado

darnos por escrito tal, inmensa y subli-

me, revelación de Su Hijo Amado.

Veamos el privilegio que se nos ha da-

do y procuremos, reconociendo nues-

tras limitaciones, descubrir y disfrutar estos tesoros divinos. ¡Enorme este pri-

vilegio!

No podemos sacar el cuerpo, o tratar

de excusarnos. El retó a Sus mismos

discípulos: “Y vosotros, ¿Quién decís

que soy Yo?” El quiere que nos expre-

semos; que expresemos el concepto que

tenemos de Él. Con razón, el apóstol

Pedro en su última Carta, exhorta a los

creyentes a crecer “en la gracia y en el

conocimiento de nuestro Señor y Salva-

dor Jesucristo” (2 Ped. 3:18). No se

trata de un mero ejercicio intelectual,

frio y seco, sin efectos prácticos en la

vida diaria. Es la respuesta lógica de un

corazón constreñido por Su amor y de

una mente impactada por Su majestad:

“Y ciertamente, aun estimo todas las

cosas como pérdida por la excelencia

del conocimiento de Cristo Jesús, mi

Señor, por amor del Cual lo he perdido

todo, y lo tengo por basura, para ganar

a Cristo...a fin de conocerle, y el poder

de Su resurrección” (Fil.3:8,10).

¿Cuánto conocemos de Él? Mientras

más Le conozcamos, más seremos ben-

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8 La Sana Doctrina

decidos, y más seremos de bendición.

La eternidad en su aspecto futuro para

nosotros, la ocuparemos con Él,

adorándole. Debemos desarrollar, desde

ya, aquí y ahora, nuestra capacidad de

adorar.

Impartición Final

El mismo galardón que recibiremos

de Él, en aquel día de recompensa, será

completo si guardamos la fe. “Mirad

por vosotros mis-

mos, para que no

perdáis el fruto de

vuestro trabajo, sino que recibáis

galardón comple-

to” (2 Juan, v.8).

Hay muchos que

piensan que lo

más importante es

que nos ocupemos

en ganar almas

para Cristo. Que “la

doctrina” –conocerla, obedecerla, guar-

darla celosamente, no es tan importan-

te: concepto totalmente equivocado. En

el Tribunal de Cristo, el Señor tomará

en cuenta lo que hicimos con la doctri-

na. Qué bueno sería que pudiésemos

decir, como el apóstol Pablo, al final de

nuestra vida: “he peleado la buena bata-

lla, he acabado la carrera, he guardado

la fe” (2 Tim.4:7).

“La fe” es, en este caso, la doctrina

que creemos. Es la fe “una vez (por

todas) dada a los santos” (Judas, v.3).

Debemos combatir ardientemente por

esta fe. La Asamblea local es el lugar

de Su descanso en esta cristiandad pro-

fesante, donde no se hace “lo que Él

manda” en Su Palabra. Debemos man-

tener esa vigilancia de aquellos 60 va-

lientes que cuidan el reposo de Sa-

lomón, en El Cantar 3:7-8. Son valien-

tes, están alertas, son habilidosos en el

uso de la espada, están prestos para

usarla efectivamente.

Esta actitud se ve claramente en el

gran apóstol Pablo: mira cómo usa

habilidosamente la “espada del Espíri-

tu” para cortar la contaminación de la

casa espiritual del Señor (1Cor.5), para

corregir las fallas en el reconocimiento

de Su autoridad como Cabeza

(1Cor.11:2-16), exponiendo eficiente-

mente las señales de nuestra sujeción a

Su autoridad (cabello sin cortar en la

mujer y cabeza cubierta; cabello corta-

do en el varón y su cabeza descubierta).

Mira cómo usa “la espada” para demos-

trar Su resurrección corporal (1Cor.15);

para restaurar Su libertad dada a los

santos, ganada por Su muerte en cruz,

gravemente atacada por los de la cir-

cuncisión, en la Epístola a los Gálatas.

Mira la magistral exposición de Su ma-

jestad y sublimidad en la Carta a los

Colosenses, para contrarrestar esa filo-sofía vana que estaba afectando a los

creyentes en Colosas.

Mientras más conozcamos Su doc-

trina, mejor seremos preservados para

Él. El estima nuestra sincera fidelidad a

Él. No podemos coquetear con “otros

cristos”, otras doctrinas que Lo rebajan

a Él y preparan el camino al anticristo.

¡Que recibamos galardón completo!

En el Tribunal

de Cristo, el Se-

ñor tomará en

cuenta lo que

hicimos con la doctrina.

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La Sana Doctrina 9

Hambre (7) (En los tiempos de Claudio)

Gelson Villegas

H echos 11:21 da cuenta de gran

número de personas creyendo y

convirtiéndose al Señor en An-

tioquía. Es decir, dieron crédito a la pa-

labra y esto los llevó a volverse a Dios.

Luego, verso 24, una gran multitud fue

agregada al Señor y nos encontramos

con dos fieles ministros (Bernabé y Sau-

lo) quienes durante un año se ejercitaron

en la enseñanza hacia aquellos nuevos

convertidos (v. 26). Es, pues, en este

ambiente que descienden profetas desde

Jerusalén, y uno de ellos, Agabo, “daba

a entender por el Espíritu, que vendría

una gran hambre en toda la tierra

habitada; la cual sucedió en tiempo de

Claudio” (Hch. 11:28).

Ahora, uno esperaría que el Espíritu

Santo se ocupara en usar al profeta Aga-

bo para referirse a temas espirituales o a

los peligros de las estratagemas del ene-

migo (como, por ejemplo, en 1 Tim.

4:1), pero, contrariamente, vemos la pre-

ocupación de Dios por el Espíritu acerca

de la necesidad material que viene para

los creyentes en un tiempo cercano. Sin

duda, esta es una manifestación de los

tiernos cuidados del Padre Celestial

hacia sus hijos, aún en cosas materiales.

Ciertamente, “Si él cuida de las aves,

cuidará también de mí”, puede decir

confiado cada salvado.

También, creemos que Dios anticipa

la noticia de la calamidad que viene para

que los creyentes se comporten previsi-

vamente y, sin duda, ellos responden a

Dios con inteligencia espiritual y espíritu

de amor fraternal hacia sus hermanos

que habitaban en Judea, quienes, por

alguna causa serían los más golpeados o

vulnerables ante el hambre anunciada.

Es por ello que leemos: “Entonces los

discípulos, cada uno conforme a lo que

tenía, determinaron enviar socorro a los

hermanos que habitaban en Judea; lo

cual en efecto hicieron, enviándolo a los

ancianos por mano de Bernabé y de Sau-

lo” (Hch. 11:29,30).

Creemos que la referencia a este des-

pliegue de comunión práctica, está en

nuestras Biblias con toda la intencionali-

dad (de parte de Dios) para que aprenda-

mos de ella. Así, por ejemplo, los discí-

pulos “determinaron” enviar socorro a

los hermanos. No esperaron que algún

líder propusiera e insistiera en cuanto a

una colecta. El asunto fue una expresión

espontánea y voluntaria de sus corazo-

nes.

“Cada uno conforme a lo que tenía”

indica que allí los creyentes no creían en

“dadores potenciales”, sino reales y

efectivos, según lo poco, mediano o mu-

cho que cada uno tuviese. Al respecto, es

muy triste oír el “si yo tuviera bienes

como el hermano X, yo daría”, pues está

demostrado que quien no da de lo poco

que tiene, igualmente no dará si llegase a

tener. La capacidad de dar está más en el

corazón que en el bolsillo y en el Tribu-

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10 La Sana Doctrina

nal de Cristo no se tomará en cuenta lo

que hubiésemos dado si hubiéramos te-

nido, sino lo que dimos, aun cuando fue-

ra poco lo que teníamos.

Aparte de lo dicho, estamos notando

que los hermanos que habitaban en Ju-

dea, distaban aproximadamente unos

500 Kms hacia el sur desde Antioquía.

Esto nos hace pensar que los creyentes

en Antioquía pudieran haber usado esos

recursos en necesidades más inmediatas

en el ámbito regional. Evidentemente no

actuaron bajo un

espíritu de regiona-

lismo, sino acatan-

do la direccionali-

dad del Señor, para

ser canales de ben-

dición a otros

según la guía de

Dios.

El socorro fue en-

viado “a los ancia-

nos por mano de Bernabé y Saulo” (v.

30), hecho demostrativo que estos fieles

ministros habían ganado la plena con-

fianza de la iglesia en Antioquía. Mucho

ha sufrido la obra por no entender que la

administración de las cosas del Señor, en

cualquiera de sus áreas, requiere ser

puesta en manos de hombres de probada

fidelidad a Dios y manifiesta honestidad

hacia el amado pueblo de Dios.

Más adelante leemos que Bernabé y

Saulo “cumplido su servicio, volvieron

de Jerusalén…” (12:25). Llevar aquel

donativo no era algo liviano para ellos,

por eso el Espíritu Santo usa la palabra

“diakonía”, que Reina-Valera traduce

por “servicio” y la versión llamada del

rey Jaime vierte por “ministerio”.

Tenemos, pues, en esta última refe-

rencia al tema del hambre que hemos

considerado, un hermoso ejemplo de

abnegación cristiana. Los santos de An-

tioquía al oír la profecía de hambre cer-

cana, no pensaron, al menos inicialmen-

te, en su propia necesidad, sino en sus

queridos hermanos en Judea, desde don-

de procedía el evangelio que había sacia-

do su hambre espiritual. En este particu-

lar, y más adelante, Pablo va a sancionar

como correcta la conducta de los santos

de Antioquía (señalando a otros el cami-

no a seguir): “Porque Macedonia y Aca-

ya tuvieron a bien hacer una ofrenda

para los pobres que hay entre los santos

que hay en Jerusalén. Pues les pareció

bueno, y son deudores a ellos; porque si

los gentiles han sido hechos participan-

tes de sus bienes espirituales, deben

también ellos ministrarles de los mate-

riales” (Rom. 15:26,27).

La capaci-

dad de dar

está más en el

corazón que

en el bolsillo

Mi regla para la vida Cristiana

La regla que gobierna mi

vida es esta: cualquier cosa

que opaca mi visión de Cris-

to, o me quita el apetito por

estudiar la Biblia, o hace

menguar mi vida de oración,

o estorba mi servicio para

el Señor, es malo para mí, y

debo, como Cristiano, apar-

tarme de ello.”

Dr. Wilbur Chapman

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La Sana Doctrina 11

La Predicación del Evangelio Utilizando la Radio y la Televisión --

¿Qué dicen las Escrituras? E.L.Moore

[Este estudio es la respuesta a la petición de

un hermano anciano de cierta asamblea anti-

gua de la Argentina. Las consideraciones

expuestas están relacionadas principalmente

con las redes de programas (a nivel nacional

e internacional), y también con las emisoras

evangélicas dirigidas por grupos de herma-

nos y asambleas de creyentes.]

I. Consideraciones Respecto a la Predicación del Evangelio por Radio (y Televisión).

1. El Mandato del Señor -

“Id” (Mateo 28:19, Marcos 16:15)

Si hemos de cumplir cabalmente este

mandato, tendremos que ir hasta donde

se encuentra la gente necesitada. Y no

se puede mejorar ni reemplazar este

método antiguo, el cual tiene el respaldo

del Mandato Divino. Es cierto que al

dirigirse a algún pueblo para predicar,

uno pasa por tantos otros pueblos que no

tienen un testimonio al Nombre del Se-

ñor. Lo mismo sucedió en los tiempos

apostólicos, e incluso, el Espíritu Santo

no permitió la entrada a ciertas regiones

- ver Hch. 16:6-7. Respecto a aquellos

pueblos donde no hay testimonio, se

puede orar que a su debido tiempo el

Señor abra puertas, preparando los cora-

zones para el inicio de una obra nueva.

NOTA: En términos generales, ciertas

sectas netamente falsas (Testigos, Mor-

mones, etc.) han tenido mucho éxito en

su labor personal casa por casa. No hay

duda de que tienen las huestes de maldad

a su favor. Sin embargo, su diligencia y

perseverancia a través de los años han

servido para hacer un impacto en la gen-

te; y todo esto se hace sin recurrir a la

radio o la televisión.

En cambio, los “evangélicos” han

invertido muchísimo dinero y esfuerzo

en sus programas de radio y televisión, e

incluso han instalado sus propias redes

de emisoras. Para hacer más atractivo el

mensaje del Evangelio, han introducido

lo novedoso y lo espectacular (el

“show”) en sus programas. A la vez,

han echado sus “perlas” (Mt. 7:6) de

verdades Bíblicas delante del mundo

impío e irreverente. No hay duda de que

algunas almas han sido rescatadas, con-

forme a las Promesas Divinas en Is.

55:11, etc. Pero algunos programas

“evangélicos” han terminado en escán-

dalos de proporciones, produciendo bur-

la y desprecio de parte de los televiden-

tes. Lamentablemente, el Evangelio y el

“show” han llegado a ser casi sinónimos

para las multitudes. Parece que los es-

fuerzos en servir las verdades de la Pala-

bra de Dios en un plato atractivo al pala-

dar del mundano (e impío) han fracasa-

do.

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12 La Sana Doctrina

2. El Testimonio del Evangelista en

Persona

Junto con su mensaje está la vida del

predicador, desplegada delante de los

oyentes, entre quienes él sigue predican-

do y enseñando hasta ver establecido un

nuevo testimonio al Nombre del Señor.

El apóstol Pablo alude a lo mismo:

“como bien sabéis cuáles fuimos entre

vosotros por amor de vosotros” (1 Tes.

1:5). Así, el predicador vive el Evange-

lio, y las almas son alcanzadas por el

mensaje verdadero del Evangelio, siendo

este mensaje respaldado por la vida del

que predica.

3. El Plan Divino para esta Dispen-

sación

Sin duda, la Voluntad Divina es que

todos lleguen al arrepentimiento - ver 2

Ped. 3:9. Y tenemos la responsabilidad

de testificar “a toda criatura” (Mr.

16:15); es decir, a cada uno con quien

tenemos contacto diario, además de

hacer esfuerzos especiales en la predica-

ción del Evangelio.

Pero el Plan Divino abarca mucho

más que la predicación del Evangelio.

Aunque muy importante en sí, la predi-

cación del Evangelio es solamente una

parte de la Gran Comisión. El resto de

la Gran Comisión forma parte integral

del Plan Divino, de llamar fuera un

“pueblo para Su Nombre” (Hch. 15:14).

Pero ¿fuera de qué? La respuesta se en-

cuentra en Heb. 13:13: “Salgamos pues,

a Él, fuera del campamento, llevando Su

vituperio.” En el día de hoy, este

“campamento” abarca todos los sistemas

religiosos en el mundo, sean estos de

carácter sectario, interdenominacional o

ecuménico, con su correspondiente co-

rrupción eclesiástica y confusión babiló-

nica. Si hemos de salir, ¿a dónde, o a

quién? La respuesta es muy sencilla –

“a El”. Pero hay un precio que pagar –

“Su vituperio”, en nuestra separación del

mundo religioso.

4. La Aprobación Divina del Méto-

do

El mundo secular y religioso opera

bajo una filosofía popular –el fin justifi-

ca los medios. Pero esta filosofía no se

ajusta a los Propó-

sitos Divinos; al

contrario, se opo-

ne. Delante de

DIOS, los métodos

y medios son tan

importantes como

los resultados, y

tienen que some-

terse al escrutinio

de las Escrituras.

“Mira, haz todo

conforme al mode-

lo que se te ha

mostrado” (Heb. 8:5, etc.) fue el Manda-

to Divino dado a Moisés. En el comien-

zo de esta dispensación, los apóstoles,

comisionados por el Señor Jesús y en-

viados por el Espíritu Santo, salieron a

testificar para Cristo, primeramente en

Jerusalén, y finalmente, “hasta lo último

de la tierra” (Hch. 1:8). Y los mismos

apóstoles procuraron cumplir cabalmen-

te las últimas palabras del Señor, porque

Tomás llegó hasta la India, y Simón Ze-

lotes hasta Bretaña. El método que utili-

zaron los apóstoles es señalado en

Mr.16:20, aunque algunos podrían cues-

tionar la Inspiración Divina de los últi-

Delante de DIOS,

los métodos y me-

dios son tan im-

portantes como

los resultados, y

tienen que some-

terse al escrutinio

de las Escrituras

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La Sana Doctrina 13

mos cuatro versículos de Marcos 16.

Pero no se cuestiona la realidad del testi-

monio de los creyentes perseguidos, en

su predicación de Cristo. Así lo experi-

mentaron los creyentes de Jerusalén,

siendo asolados por Saulo de Tarso -

léase Hch. 8:1-6. Más tarde, este oposi-

tor de la verdad fue salvado, llamado y

enviado a anunciar el Evangelio en “los

lugares más allá” (2 Cor. 10:16).

La respuesta de los Tesalonicenses a

la predicación de Pablo ilustra el método

(o medio) aprobado por Dios. Desde allí

se divulgó la Palabra del Señor en las

regiones contiguas de Macedonia y Aca-

ya - léase 1 Tes. 1:6-10. El testimonio

vivido en la persona salvada, como la

evidencia de la Gracia de Dios operando

en su vida, es lo que impresiona más que

nada a su círculo de conocidos. Y así

debe ir propagándose el mensaje del

Evangelio, primero predicado y luego

vivido en los convertidos, extendiéndose

de círculo en círculo entre sus familiares

y conocidos.

Algunos hermanos han apelado a 1

Cor. 9:22 para defender su “derecho”*

de utilizar métodos y medios que otros

hermanos cuestionan. Pero en el contex-

to de 1 Cor. 9:22, Pablo se refiere a su -

actitud y manera de conducirse, y no a

sus actividades ni menos aún a unos

métodos de evangelización, ideados a

nivel humano aparte de la Revelación

Divina entregada. Además, los

“débiles” en el texto son los mismos que

figuran anteriormente, en 1 Cor. 8. Se

puede afirmar que Pablo, aunque dis-

puesto “de todos modos” a hacerse acce-

sible a las multitudes que se encontraban

sin Cristo, jamás estuvo dispuesto a sa-

crificar los Principios Divinos de obe-

diencia, separación y unidad.

El “carro nuevo” de David, junto con

la temeridad manifestada por Uza (2

Sam. 6:3-7), produjo muerte y tristeza de

alma en vez de bendición. Este método

“progresista”, inaugurado anteriormente

por los filisteos (1 Sam. 6:7-13), no fue

aprobado para el pueblo de Israel, santo

y apartado para Jehová.

*NOTA: Como ejemplo de un

“derecho”, en la Copa Mundial de Fútbol -

1994 - se repartió una cantidad masiva de

literatura muy atractiva (de carácter casi

completamente futbolístico), junto con algún

entrenamiento de menores en el fútbol, bajo

el lema improvisado -- “Me he hecho un

fanático de fútbol a los fanáticos de fútbol,

para ganar a los futbolistas; a todos me he

hecho de todo, para que de todos modos sal-

ve a algunos.” Se ha utilizado esta misma

estrategia en los Juegos Olímpicos y otros

eventos deportivos.

5. Una Obra Sensacional

No se puede negar que la idea de te-

ner una obra radial (y aun más una tele-

visada) es sensacional y fascinante. Pa-

rece ser un método sabio, y el predicador

radial se siente importante y útil, con

una audiencia potencial de miles de

oyentes, y tanto más si utiliza una red de

emisoras. ¿Pero es esto lo que el Señor

ha mandado? El apóstol escribió - “Pues

ya que en la sabiduría de Dios, el mundo

no conoció a Dios mediante la sabiduría,

agradó a Dios salvar a los creyentes por

la locura de la predicación” (1 Cor.

1:21). No tenemos libertad delante del

Señor para suavizar o aminorar el repro-

che y oprobio de la Cruz, apelando a

métodos modernos más aceptables a las

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14 La Sana Doctrina

masas. Hay que reconocer que el procu-

rar mantener limpio y recto el testimonio

al Nombre del Señor año tras año no es

atractivo, sino algo “monótono” y sin

brillo, en algunos sentidos. Y nos obliga

a “menguar” (Jn. 3:30), en nuestra pro-

pia estimación.

6. La Organización (o Entidad)

Fundada para Este Ministerio

En la Palabra de Dios no se reconoce

ninguna organización ni institución te-

rrenal de carácter espiritual. Solamente

se reconoce a la iglesia local, o asam-

blea, bajo el gobierno de los ancianos

locales, quienes deben desempeñar su

obra en el temor del Señor, conforme a

Su Palabra. Sin embargo, es probable

que el que dirige una obra radial actúe

independientemente de la asamblea en la

localidad donde se transmite (sobre todo

si es parte de una “cadena” de programas

que se producen en otro lugar), sin sen-

tirse obligado a sujetarse a los ancianos

locales y quizás sin considerar las obje-

ciones de algunos de ellos.

7. El Nombre Sobresaliente

Generalmente, en un programa radial

figura en primer plano el nombre del

programa y el del predicador. (También

se destacan los músicos si es que se usa

música en el programa.) La iglesia lo-

cal figura en plano inferior, siendo rele-

gada a un aviso acerca de la dirección

del Local, al final del programa. En las

Escrituras, Cristo es el Centro, y se en-

cuentra en medio de Su pueblo, la iglesia

local. Desde ella deben emanar las bue-

nas noticias del Evangelio. Léase 1 Tes.

1:8, etc.

8. El Entretenimiento (música, etc.)

La música significa una parte impor-

tante de la mayoría de los programas.

Frecuentemente ocupa la mayor parte

del tiempo asignado para el programa, y

el mensaje está relegado a una parte in-

ferior. Aunque reconocemos el valor de

los “salmos, himnos y cánticos espiritua-

les” (Ef. 5:19), y el lugar que éstos pue-

den tener en nuestras vidas, en el fondo,

no estamos aquí en el mundo para entre-

tener a la gente con música “cristiana” ni

con otra cosa

atractiva Más

bien, nuestro papel

es representar a

Cristo, siendo lu-

minares en medio

de las tinieblas

espirituales.

Además, hoy día

hay muchos him-

nos y coros canta-

dos e instrumenta-

dos que en reali-

dad deshonran al

Señor y Su Nombre.

9. Temas de Controversia.

A través de los años la predicación

por radio ha sido un tema de controver-

sia entre hermanos. Y las facetas del

tema son múltiples. Para algunos, el uso

de la radio está proscrito, incluso para

dar avisos acerca de reuniones especiales

en el Local. Hay otros que piensan que

la radio se presta para predicar el Evan-

gelio, pero no para enseñar doctrina para

creyentes. Y muchos de los que aprue-

ban el uso de la radio no comparten los

mismos pensamientos respecto a la tele-

¿Cuál debe ser

la respuesta sa-

na, a la luz de

la Palabra de -

Dios y en vista del Tribunal de

Cristo?

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La Sana Doctrina 15

visión. Por supuesto, cada hermano ofre-

ce sus argumentos para justificar su pun-

to de vista. Pero al fin y al cabo, la co-

munión entre hermanos está siendo per-

judicada. ¿Cuál debe ser la respuesta

sana, a la luz de la Palabra de Dios y en

vista del Tribunal de Cristo? En cual-

quier asunto que hace surgir dudas o

cuestionamientos, la conciencia del her-

mano débil está siendo herida. Segura-

mente un consejo de Pablo, que se trata

en 1 Cor. 8:9-13, tiene cierta relevancia

en el asunto. Conviene aclarar que sólo

están siendo cuestionados los métodos y

medios utilizados para evangelizar. La

predicación del Evangelio “a toda criatu-

ra” (Mr. 16:15) es un Mandato del Señor

que nadie puede impedir.

10. El Éxito Medido, con Estadísti-

cas y Resultados

Algunos (quizás la mayoría) de los

predicadores de la radio (y la televisión)

miden su popularidad y efectividad por

medio de la correspondencia y las llama-

das telefónicas recibidas. Esta práctica

tiende a generar una actitud de compe-

tencia, crítica y envidia. Debido a los

muchos predicadores populares y a la

multiplicidad de emisoras evangélicas,

un hermano que predica sólo el Evange-

lio se encuentra en competencia desfavo-

rable con otros predicadores populares

que ofrecen tantas novedades de carácter

carnal y mundano en sus programas.

En el día de hoy son muy pocos los

que responden al Evangelio verdadero.

Pero lo mismo sucedió durante el minis-

terio público de Jesús (Lc. 13:22-24).

¿Qué ha de hacer el predicador de la ra-

dio, quien sigue dirigiendo sus mensajes

mes tras mes, año tras año, con muy po-

ca respuesta de parte de los oyentes?

¿Cómo puede justificar su inversión

grande de tiempo y dinero? Y ¿si algu-

nos hermanos piden “estadísticas” para

clasificar la efectividad de su ministerio

radial? Con el paso del tiempo, algunos

van a modificar el contenido de su pro-

grama, para que éste sea más atractivo.

Otros van a presionar a los oyentes para

que “acepten” a Cristo.

Quizás alguien pregunte: ¿Para qué

seguir predicando a Cristo si la gente no

responde? A esta pregunta tenemos que

responder: porque el Señor lo mandó, y

nuestro amor hacia Él y para con nues-

tros hermanos se mide con respecto a

nuestra obediencia a Sus Mandamientos

(1 Jn. 5:2-3). Además, tenemos que ase-

gurar que las multitudes que rechazan la

verdad queden sin excusa en el Día del

juicio. No podrán decir que no fueron

advertidos, siempre que quede un

“atalaya” fiel (Ez. 3:16-21, 33:1-9).

II. Consideraciones Respecto a la Afiliación de una Iglesia Local con Una Organización Funda-mentalista de Radio o Televi-sión.

1. Congregados en Su Nombre. Al

identificarnos con hermanos congrega-

dos en el Nombre del Señor, tenemos

que salir “fuera del campamento” (Heb.

13:13), para no echar a perder la base de

principios Bíblicos. El “campamento”

se refiere a todo lo que es una mezcolan-

za de principios y prácticas, sea ésta de

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16 La Sana Doctrina

carácter sectario, interdenominacional o

ecuménico.

2. Los predicadores y enseñadores

respetados (incluyendo a hombres de

renombre como Billy Graham, etc.) no

tienen un aprecio del “Lugar de Su

Nombre”, ni de la enseñanza específica

en las Epístolas para la iglesia local (la

manera de reunirse, la Cena del Señor, el

lugar y la apariencia de la mujer, etc.), y

algunos han hablado públicamente en

desmedro de los “hermanos” congrega-

dos en Su Nombre. Además, quizás la

mayoría afirme que el creyente debe me-

terse activamente en la política, con el

fin de mejorar el estado moral de la na-

ción.

3. En general, los predicadores y

enseñadores populares (de los programas

evangélicos de la radio y televisión) no

son del todo sanos. En lo espiritual, mu-

chos guardan conceptos errados acerca

de la Persona y la Obra de Cristo. En lo

moral, algunos dejan mucho que desear.

4. La Red de Radio difusión Bíblica

(RRB, o BBN), con su sede principal en

el Sur de los Estados Unidos, se declara

“fundamentalista y conservadora”. Pero

es interdenominacional, con muy pocos

principios Bíblicos definidos, y algunos

de sus programas provienen de hombres

y organizaciones que no son fundamen-

talistas, ni siquiera en cuanto al Evange-

lio.

III.Consideraciones Prácticas Res-pecto a la Operación de Una Emisora Radial Propia.

1. La Programación: será sumamente

difícil programar un día entero, siquiera

unas horas, de programas que serán de

provecho espiritual para los oyentes, sin

incluir mucho relleno (de entretenimien-

to musical, comentarios de poco valor,

etc.).

2. El Director: si es un hermano es-

piritual, procurará orientar la programa-

ción para provecho espiritual. Pero si es

de carácter carnal, se notará su tendencia

hacia la música “cristiana” popular, el

deporte, etc.

3. La Música: la “música cristiana”

del día de hoy deja mucho que desear, y

el “rock cristiano” significa blasfemia

contra el Nombre y la Persona de Cristo.

Algunos (quizás la mayoría) de sus can-

tantes son impíos, inmorales y sin Cris-

to, según reportajes serios preparados en

los Estados Unidos. Lamentablemente,

tantos cantantes de la “música cristiana”

son ateos declarados, quienes sólo la

cantan porque les da ganancias moneta-

rias.

4. Participación de Inconversos: es

probable que participen activamente al-

gunos inconversos en el manejo de los

programas. Esto, sin duda, será la reali-

dad en el caso de una emisora secular.

5. Los Fondos para el mantenimien-

to: a la luz de la Palabra de Dios, es difí-

cil justificar el uso de los fondos de la

asamblea para mantener una emisora

radial, con todo su equipo electrónico,

etc. Y es probable que, frente a una si-

tuación financiera aguda, los directores

acudan a ciertas fuentes cuestionables:

“cristianos” cuyo testimonio y vida mo-

ral dejan mucho que desear, inconversos,

y hasta dinero proveniente de institucio-

nes del gobierno. §

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La Sana Doctrina 17

El Efecto del Pecado

El Efecto del Pecado en el Sobe-

rano

En esencia, el pecado es maldad. Es con-

traria a la santidad de Dios, porque Dios es

santo. “Dios es luz, y no hay ningunas tinie-

blas en Él” (1 Jn. 1:5). Su santidad implica

que Él mismo no puede pecar, ni hacer que

cualquier otro peque. Él no manda que sea

cometido pecado, porque eso sería contrario

a Su naturaleza. Él no aprueba el pecado de

ninguno cuando es cometido; de hecho, Él lo

aborrece con uno santo aborrecimiento.

“Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni

puedes ver el agravio” (Hab. 1:13). Por tan-

to, el pecado es contrario al mismo carácter

de Dios y a Su santidad. Y si lo aborrece, lo

tiene que castigar; por tanto debe quitarlo de

delante de Su vista para siempre. Aparte del

sacrificio de Cristo, Dios no puede tratar con

el hombre pecador, sino solamente echarle

de Su presencia eternamente al lago de fue-

go.

El Pecado hace sufrir a Dios

trayéndole dolor por causa de Su

carácter santo

Dios muestra su aborrecimiento del peca-

do al advertir que lo va a castigar severa-

mente. Dios dijo a Adán: “no comerás; por-

que el día que de él comieres, ciertamente

morirás” (Gén. 2:17). El pecado de la des-

obediencia fue tan serio en los ojos de Dios,

que emitió una advertencia muy severa, y la

sentencia fue ejecutada inmediatamente que

el hombre pecó. En ese momento el hombre

se separó de Dios y fue expulsado del Huer-

to. Qué dolor para Dios el Creador ver a Su

criatura arruinado por el pecado y exiliado

de Su presencia. En el tiempo del diluvio fue

la maldad del hombre que causó tanto dolor

a Dios que se arrepintió de haber hecho la

humanidad. “Y se arrepintió Jehová de haber

hecho hombre en la tierra, y le dolió en su

corazón” (Gén. 6:6). Se usan cuatro palabras

para enfatizar la condición del hombre que

causó tales sentimientos en el corazón de

Dios. “Y vio Jehová que la maldad de los

hombres era mucha en la tierra, y que todo

designio de los pensamientos del corazón de

ellos era de continuo solamente el

mal” (Gén. 6:5). Así era la depravación de la

humanidad por causa del pecado, y el dolor

de Dios se manifestó en el diluvio que vino a

continuación. Nunca debemos olvidarnos en

este contexto de la paciencia de Dios, aun en

un mundo de tanto pecado. Mientras que

vivía Matusalén, el hijo de Enoc, el mundo

estaría seguro y Dios detendría Su mano.

Novecientos sesenta y nueve años, ¡qué de-

mostración de la misericordia de Dios!

El Pecado hace que Dios busque a

los pecadores

La posición de Dios es la de buscar al

pecador. No puede ser de otra manera. “No

hay quien busque a Dios” (Rom. 3:11). No

fue Adán que buscó a Dios, pero Dios buscó

a Adán: “¿Dónde estás tú?” (Gén. 3:9). Fue

Dios que buscó y llamó a Abram cuando aún

era idólatra (Gn. 12:1). Cuando Moisés esta-

ba en Madián, le llamó de en medio de una

zarza (Ex. 3:4). Cristo buscó a los discípulos

La Gloria de su Gracia (Assembly Testimony) (2)

El Pecado (cont.) James Paterson Jr. (Escocia)

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18 La Sana Doctrina

en los diferentes lugares donde estaban, y

nos buscó a todos, hasta que vinimos a Él.

“Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y

a salvar lo que se había perdido” (Lc. 19:10).

De manera que él puede decir: “No me ele-

gisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a

vosotros” (Jn. 15:16). Pero aunque Dios es el

que busca, el hombre todavía es responsable

de responder a las ofertas de Dios.

El Pecado hizo que Dios proveyera

un Salvador

Escribiremos más sobre este Bendito Ser,

el Salvador, el Señor Jesucristo, pero no po-

demos dejar de mencionar Aquel que es

Dios, pero que vino de Dios: “Cuando vino

el cumplimiento del

tiempo, Dios envió a

su Hijo, nacido de

mujer y nacido bajo

la ley” (Gál. 4:4). El

propósito de esa

venida, como vere-

mos en más detalle,

fue “quitar de en

medio el pecado”

“por el sacrificio de

sí mismo” (Heb.

9:26). De nuevo en 1

Tim. 1:15, Pablo se

emociona con el

propósito de Dios al proveer a Aquel:

“Palabra fiel y digna de ser recibida por to-

dos: que Cristo Jesús vino al mundo para

salvar a los pecadores”.

El Efecto del Pecado en el Peca-

dor

La Presencia del Pecado

Después que pecó Adán, fueron abiertos

los ojos tanto del hombre como de la mujer,

y se vieron en la condición en que su des-

obediencia les había dejado, desnudos y

avergonzados. Habían sucumbido a la tenta-

ción de Satanás y a la idea de llegar a ser

como Dios, que más bien les llevó a las pro-

fundidades de la destrucción. ¡Qué sentido

de vergüenza debían haber sentido! Su pri-

mer pensamiento fue cubrir su desnudez con

delantales de hojas de higuera. Sin embargo,

este intento de restaurar su pureza fue un

sustituto inútil para aquel estado en el cual

fueron creados. No solamente sintieron ver-

güenza, sino que entendieron por primera

vez que eran culpables de haber desobedeci-

do a Dios. La verdadera culpa surge de una

transgresión conocida de las leyes de Dios.

La desobediencia fue el pecado que hun-

dió la humanidad en el pecado. Demostró

que el hombre no es capaz de decidir qué era

lo bueno y lo malo, sino que debía confiar en

Dios en el asunto.

Siendo Dios el Creador, Él tiene derecho

de establecer leyes, tanto en lo espiritual

como en lo material. El hombre con su libre

albedrío puede guardar o quebrantar estas

leyes. En este primer caso, el hombre esco-

gió desobedecer la Ley de Dios. Entonces

tuvo que sufrir las consecuencias.

Inmediatamente al pecar, se evidenció el

efecto del pecado, primeramente en su cono-

cimiento, luego en su separación de Dios

(Gn. 3:8-10). Cuando Dios vino al aire del

día, como era Su costumbre, el hombre se

escondió. El efecto del pecado no fue que

Dios quitó Su presencia del hombre, sino

que, más bien, el hombre mismo se apartó de

Dios. “Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo,

porque estaba desnudo; y me escondí” (Gn.

3:10). Está claro que el hombre no se puede

divorciar de su Creador. El pecador entrando

en contacto con Dios cara a cara queda sin

defensa alguna: “Entonces dije: ¡Ay de mí!

que soy muerto; porque siendo hombre in-

mundo de labios, y habitando en medio de

pueblo que tiene labios inmundos, han visto

mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos” (Is.

6:5).

El efecto del peca-

do no fue que

Dios quitó Su pre-

sencia del hom-

bre, sino que,

más bien, el hom-

bre mismo se

apartó de Dios.

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La Sana Doctrina 19

El Problema del Pecado

- Los Resultados del Pecado

Los resultados del pecado se ven tempra-

no en la historia del hombre. La primera

mención del temor, Gn. 3:10; la auto-

justificación, 3:12,13; la multiplicación del

dolor para la mujer aun en dar a luz hijos,

3:16; la sujeción de la mujer al hombre de-

cretado por Dios; el dolor también para el

hombre al labrar la tierra, 3:17-19; el hombre

es expulsado por Dios de ese jardín original,

3:24; y la resultante separación que no sola-

mente durará por todos los tiempos, sino por

la eternidad, a menos que se haga reconcilia-

ción.

- La Rienda Suelta del Pecado

Esta se ve en el despliegue de la mente,

la boca y el intento moral del corazón: “Pero

lo que sale de la boca, del corazón sale; y

esto contamina al hombre. Porque del co-

razón salen los malos pensamientos, los

homicidios, los adulterios, las fornicaciones,

los hurtos, los falsos testimonios, las blasfe-

mias” (Mt. 15:18,19). De hecho, las faculta-

des físicas del hombre están ocupadas en la

práctica del pecado. El hombre maldice con

su voz, engaña con sus acciones, mira con

concupiscencia, tiene soberbia en su co-

razón, cierra sus oídos a la Palabra de Dios,

comete hechos malvados con sus manos,

anda en sendas malignas con sus pies. La

descripción dada en Rom. 3:10-18 es con-

tundente: “Como está escrito: No hay justo,

ni aun uno; no hay quien entienda. No hay

quien busque a Dios. Todos se desviaron, a

una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo

bueno, no hay ni siquiera uno. Sepulcro

abierto es su garganta; con su lengua enga-

ñan. Veneno de áspides hay debajo de sus

labios; su boca está llena de maldición y de

amargura. Sus pies se apresuran para derra-

mar sangre; quebranto y desventura hay en

sus caminos; y no conocieron camino de paz.

No hay temor de Dios delante de sus ojos.”

Cuando Pablo escribe acerca del antinomia-

nismo en Fil. 3:19, dice: “el fin de los cuales

será perdición, cuyo dios es el vientre, y

cuya gloria es su vergüenza; que sólo pien-

san en lo terrenal.”

- La Repulsión causada por el Pecado

Vemos esto a todo nuestro alrededor. No

necesitamos entrar en detalle para describir

cuán aborrecible es el pecado en el mundo,

practicado y disfrutado por el hombre. La

falta de estándares morales en el mundo es

una evidencia del pecado rampante y la com-

placencia del hombre con tal condición. La

actitud de este siglo

preocupa al verdade-

ro creyente, pero

cuánto más Dios se

siente repulsado por

el pecado tan abier-

tamente practicado.

Rom. 2:21-32 des-

cribe cabalmente el

carácter reprobado

del hombre, llegando

a su colmo en el v.

32: “…no sólo las

hacen, sino que tam-

bién se complacen con los que las practi-

can.” Nada puede ser peor que esta afirma-

ción que finaliza la lista que la precede. Los

hombres disfrutan el pecado sencillamente

porque es malo, y se deleitan en ver a otros

en la misma condenación que ellos mismos.

“Que se alegran haciendo el mal, que se

huelgan en las perversidades del vicio” (Pr.

2:14). “Porque el malo se jacta del deseo de

su alma, bendice al codicioso, y desprecia a

Jehová” (Sal. 10:3). En los evangelios se

utiliza el cuadro del leproso para mostrar la

naturaleza repulsiva del pecado. Era una

condición que requería del poder purificador

del Señor Jesús, señalando la obra de santifi-

cación que Él mismo llevaría a cabo. La im-

portancia de la purificación será desarrollada

...cuánto más

Dios se siente

repulsado por

el pecado tan

abiertamente practicado.

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20 La Sana Doctrina

más adelante en el libro. Sin embargo, en

nuestros días, vale la pena preguntar si es

posible que una persona que lleva una vida

de prácticas impuras, haya tenido una expe-

riencia de santificación inicial.

- La Remota Posición del Pecador

Esto se vio primero, como ya se ha hecho

mención, en el Huerto cuando Adán se es-

condió de Dios (Gn. 3:10). Pablo se refiere a

aquellos que han “sido hechos cercanos” o

reconciliados, pero que en otro tiempo esta-

ban lejos (Ef. 2:13). La distancia de Dios no

solamente se debe al pecado del hombre,

sino a la ira de Dios en contra del pecado.

“Dios está airado contra el impío todos los

días” (Sal. 7:11). De modo que el resultado

del pecado es que los pecadores son separa-

dos de un contacto íntimo con Dios. Puede

haber reconciliación por medio del arrepenti-

miento del pecado y la fe en el Señor Jesu-

cristo, pero fuera de Cristo, el pecado corta

cualquier relación del hombre con Dios.

- La Recompensa al Pecador

La recompensa del pecado es la triste

realidad de la muerte. Ya hemos visto que el

pecado trae muerte. Esta muerte es tanto

espiritual como física. Cuando el hombre

pecó, murió espiritualmente, siendo separado

de la fuente de la vida, que es Dios. Con el

tiempo el pecado sigue su curso y eventual-

mente todos los hombres mueren. “Porque la

paga del pecado es muerte” (Rom. 6:23).

Después de la muerte viene el juicio de Dios

porque “está establecido para los hombres

que mueran una sola vez, y después de esto

el juicio” (Heb. 9:27). Este juicio realizado

bajo la justa contemplación de Aquel que se

sienta en el trono (Ap 20:11), es seguido por

la “muerte segunda” (Ap. 20:14), que es una

pérdida eterna, separado de Dios y de todo lo

que es bueno, sufriendo en el lago de fuego.

Sin embargo, en otro sentido, la práctica

continua de hechos pecaminosos y las adic-

ciones resultantes, traen una recompensa en

la vida del hombre. La repugnancia del peca-

do se ve en las vidas de tantos que han re-

chazado la misericordia de Dios y se revuel-

can en los pecados de la carne, lo cual ha

resultado en su destrucción física.

El Progreso del Pecado

El pecado en la raza humana se evidenció

prontamente en la próxima generación. El

pecado de Caín comenzó como comienzan

todos los pecados, con una actitud hostil

hacia Dios. Cuando Caín vio que Abel esta-

ba adorando a Dios correctamente, se enojó

y tuvo envidia. Aborreció a su hermano y le

mató (1 Jn. 3:12). Su lamento fue remordi-

miento, no arrepentimiento verdadero, y fue

el resultado de egoísmo y temor de venganza

(Gn. 4:15).

Cada generación pasó y el pecado

abundó por todas partes. “Y vio Jehová que

la maldad de los hombres era mucha en la

tierra… porque toda carne había corrompido

su camino sobre la tierra” (Gn. 6:5,12). Así a

través de 6000 años el pecado ha progresado,

afectando y manchando todo, “por cuanto

todos pecaron” (Rom. 3:23), y trayendo la

muerte sobre todo, “así la muerte pasó a to-

dos los hombres” (Rom. 5:12), hasta que al

fin habrá un juicio, “y después de esto el

juicio” (Heb. 9:27). Vea también Ap. 20:15.

El tema del juicio sobre el pecado también se

puede trazar a través de las Escrituras, desde

el huerto, a través del diluvio, en las llamas

que consumieron las ciudades de la llanura,

y así muchos ejemplos, incluyendo juicio

sobre creyentes que pecaron, Hch. 5:1-11; 1

Cor. 11:30, hasta que al fin la muerte, el

infierno, el incrédulo y Satanás mismo son

lanzados al lago de fuego, como ya hemos

descrito. “Y el pecado, siendo consumado,

da a luz la muerte” (Stg.1:15). Esto es, al

final, La Pena por el Pecado. §

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La Sana Doctrina 21

E n un estudio bíblico en un peque-

ño país al otro lado del Atlántico,

un hermano le dijo a otro: “Lo

que usted acaba de decir es una idea algo

común entre nosotros, pero en realidad

no está en la Biblia”. El otro respondió:

“Pues, no sé si está en la Biblia, ¡pero

está en el himnario!”

¿Y no será que algunos de nosotros

nos basamos en el himnario a expensas

de la Biblia? Al orar en la cena del Señor

y al predicar el evangelio, ¿usted cita

más las estrofas de himnos que el texto

de las Sagradas Escrituras? No vamos a

despreciar el himnario, sino dar gracias a

Dios por el excelente acervo de himnos

que tenemos, libre de graves errores doc-

trinales.

Esta Exploración, entonces, es para

aquellos que se adhieren a 1 Tesaloni-

censes 5.21: “Examinadlo todo; retened

lo bueno”. Veamos algunas cositas.

Sólo una mente como la mía que se

ocupa de pequeñeces podría cuestionar

“En el monte Calvario estaba una cruz”.

Pero ni la Biblia ni la mitad de los estu-

diosos de arqueología e historia afirman

que el Calvario estaba ubicado en un

cerro. La otra mitad opinan que sí, y los

guías llevan a los turistas a una colina en

Jerusalén donde, dicen, Jesús fue crucifi-

cado.

Una palabra que sí amerita atención

es redil. Una docena de himnos que can-

tamos yerran al referirse al redil como

los salvos del Señor. Por ejemplo, en la

serie La Biblia Enseña el señor Norman

Crawford recalca que el himno Noventa

y nueve ovejas son las que en el prado

están “ha perdido todo el argumento de

la parábola. Las noventa y nueve ovejas

eran los fariseos y escribas que no sabían

que estaban perdidos. Estaban en el redil

judío, pero no a salvo bajo la protección

del Pastor, de modo que son dejadas en

el desierto”.

El Buen Pastor no quiere llevarnos al

redil, al encierro, del judaísmo, y de esto

trata el capítulo 10 del Evangelio según

Juan. Él está formando más bien un re-

baño. Aquellas ovejas que salen del redil

y nosotros, las “otras ovejas que no son

de este redil”, somos el rebaño que Él

reúne y cuida. Por esto es acertada y be-

lla la línea de otro himno bien conocido:

“para nunca más separarnos, un redil con

nuestro buen Pastor”. El cielo sí es un

encierro; no saldremos y ningún profano

entrará.

Multitudes de verdaderos y aprecia-

dos creyentes fusionan la venida del Se-

ñor al aire por los suyos y su posterior

venida a la tierra con los suyos. Encon-

tramos esta confusión en la mayoría de

los himnarios evangélicos. Los autores

de Himnos del Evangelio estaban mejor

orientados, y casi nunca dejan de distin-

guir.

Donald R. Alves

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22 La Sana Doctrina

Pero, volviendo a nuestra búsqueda

de letras que uno debe ver con lupa, hay

el himno − y es bueno − que comienza

“Viene otra vez nuestro Salvador”.

Habla de la venida por los santos y de la

venida con los santos, pero salteando

entre los dos aspectos. Léalo línea por

línea, y verá. Es extraña la línea,

“Multiplicadas señales hay”, inmediata-

mente después de, “todos velando”.

Pues, señales puede haber, pero no de la

venida de un momento a otro que esta-

mos velando. De ella no se da señal al-

guna, sino de la segunda fase, cuando,

como dice el himno, Él vendrá “para

reinar con poder”.

Pero vamos a cerrar con un error que

no está en Himnos del Evangelio, como

exhortación a tener cuidado con muchos

himnarios de corte popular.

Cuando Isaac Watts, allá en el siglo

18, dio inicio al tipo de himnología que

conocemos y escribió letras excelentes,

él dejó también algunos al estilo de Des-

ciende, Espíritu de amor ... desciende a

mí, juntando la venida del Espíritu al

mundo y su presencia en el creyente. Él

no fue el último; una legión de himnólo-

gos ha hecho lo mismo, pidiendo que Él

nos visite.

Es verdad que el Señor enseñó, “¿...

cuánto más vuestro Padre celestial dará

el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”

Lo dijo a los discípulos en su carácter de

representantes del pueblo de Israel, y lo

dijo antes de Pentecostés. Conforme con

el plan divino desde la eternidad, el

Espíritu sí vino un poco después, y mora

en nosotros que somos salvos. Nuestro

afán no es que venga, sino que no lo

contristemos ni lo apaguemos.

Disponemos, por ejemplo, de un him-

no que nos enseña bien (¡o nos recuerda

de lo que la Biblia enseña!) acerca del

Espíritu Santo, que comienza:

Nuestro admirable Redentor,

los suyos al dejar,

nos prometió un Consolador

aquí a morar.

Lo que preguntan Gelson Villegas

Frecuentemente, se enseña que la

mujer virtuosa de Proverbios 31 consti-

tuye el ideal de una mujer cristiana.

Pero, entre muchas otras cosas, leemos

de esta mujer que “De lino fino y

púrpura es su vestido” (31:22), ¿no es

esa vestimenta, acaso, en el Nuevo Tes-

tamento evidencia de ostentación? ¿No

era, acaso, de esta especie el vestir del

hombre rico de la historia de Lucas 16?

Sin duda, es esta mujer un enorme

ejemplo de piedad, honestidad y laborio-

sidad pero, en un sentido estricto y doc-

trinal (atendiendo a lo que Dios ha dis-

puesto para La Iglesia neo-

testamentaria) el atavío de la mujer cris-

tiana es tratado a través de Pablo y Pedro

en porciones muy específicas (1. Tim.

2:9; 1 Ped. 3:1-5).

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La Sana Doctrina 23

Ahora, en cuanto a esa mujer virtuosa

del proverbio, es poco probable que en

ese contexto el vestido de lino fino y

púrpura sea una manifestación de osten-

tación y vanidad. No, pues “Fuerza y

honor son su vestidura” (v. 25) moral.

Por otra parte, ha de entenderse que

ese vestido tan especial era, precisamen-

te, para ocasiones especiales, pues es

impensable que las duras tareas del

hogar las efectuara en traje de gala y no

en sus ropas normales de la diaria faena.

Contrariamente, el ricachón mencionado

en Lucas sí vestía habitualmente así y,

además, su vestuario estaba ligado a la

vida dispendiosa que llevaba, haciendo

cada día banquete con esplendidez.

El decoro en el vestir no estaba limi-

tado a ella, pues “… toda su familia está

vestida de ropas dobles (Lit. “ropas es-

carlata”).

También, no puede descartarse el

elemento simbólico en el pasaje, pues,

como ya se ha citado, ella lleva vestidu-

ras de fuerza y honor, al igual que se

mencionan sacerdotes vestidos de justi-

cia (Sal. 132:9) y vestiduras de salvación

en Isaías 61:10.

En un sentido espiritual, todo creyen-

te debería tener vestido de lino fino y de

púrpura, pues “el lino fino es las accio-

nes justas de los santos (Ap. 19:8) y la

púrpura apunta a la verdad de que somos

un real sacerdocio, llamados para anun-

ciar las virtudes de aquel que nos llamó

de las tinieblas a su luz admirable (1

Ped. 2:9).

los pecadores recibe, y con ellos co-

me” (Lucas 15:2).

Las bendiciones espirituales para los

que entran en el compartimiento

“RESERVADO PARA PECADORES”,

fueron adquiridas a un precio muy eleva-

do: la sangre preciosa de Cristo. “Al que

no conoció pecado, por nosotros (Dios) lo

hizo pecado, para que nosotros fuésemos

hechos justicia de Dios en él” (2 Corin-

tios 5:21). El Señor, siendo impecable,

fue “contado con los pecadores” (Isaías

53:12) cuando le crucificaron entre dos

malhechores.

Pero los pecadores que desean entrar a

disfrutar las bendiciones de Dios en este

compartimiento, no pueden entrar con su

bagaje de pecados. “Deje el impío su ca-

mino, y el hombre inicuo sus pensamien-

tos, y vuélvase al Señor, el cual tendrá de

él misericordia, y al Dios nuestro, el cual

será amplio en perdonar” (Isaías 55:7).

Hay bastante lugar en el comparti-

miento “RESERVADO PARA PECA-

DORES”, porque son pocos los que están

dispuestos a reconocer su verdadera con-

dición ante Dios. Hace años yo me vi co-

mo era en verdad, un pecador perdido y

culpable, y entendí que tenía el “derecho”

de entrar en este compartimiento. No la-

mento haberlo hecho, porque el Señor me

ha salvado y bendecido con toda bendi-

ción espiritual. Y tú, apreciado amigo,

¿no tienes derecho de entrar también?

Andrew Turkington

RESERVADO PARA

PECADORES

(viene de la última página)

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E n muchos sitios de reunión se

reservan asientos para personas

importantes. Ningún otro se atre-

ve a sentarse en esas sillas privilegiadas,

porque tienen el aviso: “Reservado”.

Dos hombres caminaban juntos para

tomar el tren. Uno era predicador

del Evangelio, que necesitaba

estar sólo en el viaje para prepa-

rar el mensaje que iba a dar al

llegar a su destino. Su compañe-

ro le dijo: “Si quiere estar solo

para poder leer y meditar, yo le

arreglaré la manera, pues tam-

bién yo quiero estar sólo con

usted un rato. Cuando Ud. termi-

ne de preparar su mensaje, quie-

ro que me hable de la salvación,

porque estoy preocupado por mi

alma.”

Mientras hablaba, el compañero sacó

de su bolsillo un libro, del cual quitó la

tapa para fijarla en la puerta del compar-

timiento del tren. Los demás pasajeros

iban y venían por el pasillo, pero ningu-

no se atrevió a entrar. ¿Por qué? ¿Puedes

adivinar lo que estaba escrito en la tapa

del libro? Estas simples palabras:

“RESERVADO PARA PECADORES”.

Todos los pasajeros se creían personas

honradas que no estaban en la categoría

para la cual estaba reservado el compar-

timiento.

En los propósitos de Dios hay un

compartimiento donde el hombre puede

encontrar descanso para su alma, y mu-

chas otras bendiciones espirituales muy

grandes. Pero ese compartimiento tiene

un aviso en la puerta: “RESERVADO

PARA PECADORES”. Solamente los

que admiten estar en esta categoría pue-

den entrar allí.

Muchos piensan que la salva-

ción de Dios es para los bue-

nos, pero la Biblia dice:

“Palabra fiel y digna de ser

recibida por todos: que Cristo

Jesús vino al mundo para sal-

var a los pecadores” (1 Timo-

teo 1:15). El mismo Señor

Jesucristo dijo: “No he venido

a llamar a justos, sino a peca-

dores al arrepentimien-

to” (Lucas 5:32). ¡Pero cuán

difícil es humillarse para en-

trar en esa categoría!

El que dice que “no tiene de qué arre-

pentirse”, está engañándose a sí mismo,

porque Dios dice: “No hay justo, ni aun

uno; no hay quien entienda. No hay

quien busque a Dios. Todos se desvia-

ron, a una se hicieron inútiles; no hay

quien haga lo bueno, no hay ni siquiera

uno…Porque no hay diferencia, por

cuanto todos pecaron, y están destituidos

de la gloria de Dios” (Romanos 3:10-

12,22,23).

El que está dispuesto a tomar su lugar

como un pecador culpable ante Dios,

será bienvenido en este compartimiento,

porque aun los enemigos del Señor dije-

ron acertadamente acerca de Él: “Éste a

RESERVADO

PARA

PECADORES

(Continúa en la pág. 23)

RESERVADO PARA PECADORES