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L A IDENTIDAD GAY es de aparición reciente y ha per- meado las sociedades a nivel global. Lo gay es algo más que hombres o mujeres que sostienen relaciones sexuales con individuos de su mismo sexo, es todo un entramado que abre la puerta para reflexionar sobre el género y las construcciones sociales que se han armado en torno a las homosexualidades. Utilizo el tér- mino en plural, pues como veremos en esta exposición, la homosexualidad puede operar en formas diferentes y diversas, de modo tal que lo gay corta el mundo homose- xual, tomando como referente una parte de éste y mos- trándonos sus múltiples caras. En este ensayo propongo una alternativa teórica para comprender las homosexualidades. Para ello, centro mis reflexiones en el surgimiento de la identidad gay como una categoría autoadscrita de los homosexuales para con- frontar colectivamente sus espacios y territorios. Mi in- tención es mostrar cómo la identidad gay puede operar en la representación de un espacio simbólico que se cir- cunscribe en un campo social de “lo sexual”. EL GÉNERO COMO UNA CONSTRUCCIÓN SOCIAL. ¿ERES HOMBRE O MUJER? Jeffrey Weeks () dice que atribuir los significados sexuales y las relaciones sociales a las diferencias bioló- gicas y genéticas es caer en el esencialismo, pues resulta La identidad gay: una identidad en tensión Una forma para comprender el mundo de los homosexuales César Octavio González Pérez : Licenciado en Comunicación Social de la Universidad de Colima y candidato a maestro en Antropología Social por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social-Unidad Occidente (CIESAS). Vistiéndote, Jorge Acevedo

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Page 1: La identidad gay:una identidad en tensión - SciELO · En este ensayo propongo una alternativa teórica para ... La homofobia, constructora de la idealización de la he-terosexualidad,

L A IDENTIDAD GAY es de aparición reciente y ha per-meado las sociedades a nivel global. Lo gay esalgo más que hombres o mujeres que sostienen

relaciones sexuales con individuos de su mismo sexo, estodo un entramado que abre la puerta para reflexionarsobre el género y las construcciones sociales que se hanarmado en torno a las homosexualidades. Utilizo el tér-mino en plural, pues como veremos en esta exposición,la homosexualidad puede operar en formas diferentes ydiversas, de modo tal que lo gay corta el mundo homose-xual, tomando como referente una parte de éste y mos-trándonos sus múltiples caras.

En este ensayo propongo una alternativa teórica paracomprender las homosexualidades. Para ello, centro misreflexiones en el surgimiento de la identidad gay comouna categoría autoadscrita de los homosexuales para con-frontar colectivamente sus espacios y territorios. Mi in-tención es mostrar cómo la identidad gay puede operaren la representación de un espacio simbólico que se cir-cunscribe en un campo social de “lo sexual”.

EL GÉNERO COMO UNA CONSTRUCCIÓNSOCIAL. ¿ERES HOMBRE O MUJER?

Jeffrey Weeks (!""#) dice que atribuir los significadossexuales y las relaciones sociales a las diferencias bioló-gicas y genéticas es caer en el esencialismo, pues resulta

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La identidad gay: una identidad en tensiónUna forma para comprender

el mundo de los homosexuales

César Octavio González Pérez

!"#$% &!'$()& *&+,-./, 0"%/,: Licenciado en ComunicaciónSocial de la Universidad de Colima y candidato a maestro enAntropología Social por el Centro de Investigaciones y EstudiosSuperiores en Antropología Social-Unidad Occidente (CIESAS).

Vistiéndote, Jorge Acevedo

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exagerado culpar a las hormonas y a los cromosomas detodas las prácticas sociales realizadas por los humanos.Si las personas actuaran según un mapa genético, ¿cómoexplicaríamos las diferencias culturales entre las socieda-des e, incluso, entre los mismos individuos?

Las hormonas y la genética determinan la anatomía yfisiología de los seres vivos pero no son decisivas en laconfiguración de las diferencias sociales. La familia, el ma-trimonio y, en especial, el erotismo, no pueden reducirsea perspectivas biologizadas y reproductivas. Por ejemplo,el matrimonio no es exclusivamente heterosexual y mo-nógamo. Sin detallar las diferentes formas de matrimoniopoligámico o poliándrico que existen en culturas dife-rentes a las que concilian con la tradición judeocristiana,basta mencionar que, entre los “nuers”, las mujeres se ca-san con mujeres.

La socialización erótica es versátil y no delimitada a ungen. En este sentido, Jeffrey Weeks (!""#) establece quela sexualidad existe como una presencia social e históri-ca, donde las posibilidades biológicas y mentales se amal-gaman. La sexualidad, por el hecho de tratarse de algosocial, sufre cambios. Los seres humanos no por contarcon un pene o con una vagina están determinados ensus prácticas sociales y/o eróticas: la verdad es que los se-res humanos no sostienen relaciones sexuales sólo con elfin de procrear. Por ende, el sexo no determina los atri-butos sociales, al contrario, es la cultura la que ayuda adeterminarlos. Es decir, lo que significa tener “un pene”o “una vagina” lo determinan las sociedades y, por con-siguiente, las culturas.

A las formas de significar culturalmente el sexo en losindividuos se les llama género. En la tradición judeocris-tiana, el ser de “género masculino” se atribuye a aquelindividuo que posee un pene, mientras que el ser de “gé-nero femenino”, a quien posee una vagina. El géneroconcebido como “lo masculino” y lo “femenino” no estádado por la naturaleza, es una construcción social. Sal-vatore Cucchiari (!""4) sostiene que hubo una etapa enel desarrollo evolutivo del hombre donde no existía lanoción de género, y que ésta se fue consolidando hastallegar a posicionarse jerárquicamente, de modo tal quela dicotomía biológica o sexual es más un producto de laideología de género que de lo contrario. Esto significa

que los individuos no nacen mujeres o varones —cultu-ralmente hablando—, sino son construidos gracias a unaserie de prescripciones, regulaciones y tabúes creados porlos hombres y para los hombres y mujeres. En conse-cuencia, Cucchiari argumenta que la idea de la hetero-sexualidad responde más a los esquemas culturales quea la biología misma de los genitales; para ello dice que lospueblos han configurado el género de lo imaginario eró-tico de manera plástica:

Hay mucha variación entre una cultura y otra en el ámbitoerótico, al igual que en otros aspectos de sistema de género(Pomeroy, !"4": 5-4; Marshall y Suggs, !"$!: 234-2!$). Lagama abarca desde los pueblos como los etoro de NuevaGuinea, que de mala gana recurren al sexo heterosexual(Kelly, !"$4), hasta la tradición judeocristiana, que insistefóbicamente en él. La variación en el registro etnográficosugiere que la sexualidad humana es plástica y no está suje-ta a patrones genéticos u hormonales rígidos, sino determi-nada por las áreas simbólicas y del aprendizaje del cerebro(Cucchiari, !""4: !"5).

Si “los etoro… de mala gana recurren al sexo heterose-xual”, ¿cómo explicamos que la heterosexualidad sea elmodelo ideal en las sociedades contemporáneas en Oc-cidente? El heterosexismo es “la creencia en la inherentesuperioridad de un modelo para amar y, por consiguien-te, su derecho de ser impuesto” (Lorde, !"#5: 56). El hete-rosexismo genera la homofobia, la cual entiendo comoel poder de unos para nominar a los otros que se escapandel modelo heterosexista y hacer operativas acciones quebuscan la supresión de esa diferencia.

La homofobia, constructora de la idealización de la he-terosexualidad, se fue gestando poco a poco. Dentro dela historia de la sexualidad en Occidente encontramosque en torno a la homosexualidad se ha tejido una seriede discursos que han tenido una tendencia: la de hacer dela heterosexualidad un modelo superior de relaciones se-xuales entre géneros —masculino y femenino— e, in-cluso, de que la identidad de género debe conformarsecon cualidades y características dicotómicas y culturalesasignadas según los genitales. Es decir, que tanto “hom-bres” como “mujeres” tienen, por su condición biológi-ca, una serie de atributos culturales que se manejan bajoel supuesto de ser otorgados por la “naturaleza”.

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Sin embargo, cabe aclarar que el orden social no formaparte de la naturaleza de las cosas y no puede derivarsede las leyes de la naturaleza (Berger; Luckmann, !""#).Pues el orden social humano existe solamente como pro-ducto de la actividad social de las personas y éste cam-bia según las culturas y las sociedades.

La homofobia no apareció de un día para otro en Oc-cidente. En la Grecia antigua, Platón y Safo elogiaban alos homosexuales (mujeres y hombres) y escribían sobrelos amores y desamores entre los individuos de un mis-mo sexo. Entonces, ¿por qué hay un discurso que estig-matiza a los homosexuales? John McNeill (!"$") estable-ce que el argumento de la Iglesia cristiana tuvo muchopeso en la configuración de la homofobia. La Iglesia seapoyó en el supuesto de que las relaciones homosexua-les eran antinaturales, pues no producían una semilla

fértil; para ello se argumentó tomando como referencia laconfirmación divina en el mito de Sodoma y Gomorra.

El hecho de que a las mujeres y a los varones se lesexhorte a conducirse según una dicotomía sexual y deexpresiones culturales binarias no es cosa del azar, al con-trario, es producto de una normatividad institucionalinfluida por el cristianismo que se difundió en Occiden-te. Sin embargo, ésta no fue lineal; la imposición del or-den social sobre el otro —homosexual— fue dándose enprocesos graduales y no con presupuestos uniformes,sino ambiguos y contradictorios. La homofobia inicial-mente fue avalada por la Iglesia cristiana, no obstante, supoder ideológico y coercitivo permeó a otras estructurasde poder. La religión cubrió las diferentes conciencias delos individuos al punto de imponerse el heterosexismoen otros espacios fuera del dominio religioso.

Por consiguiente, las taxonomías creadas para com-prender lo que encerraban los mundos, los “propios” ylos de los “otros”, quedaron impregnadas por la visiónheterosexista. Así resulta que a los homosexuales se lesaludía como sodomitas, hermafroditas, afeminados, pe-derastas, etcétera.

LA HOMOFOBIA. ACCIONES PARA SUPRIMIR LA DIFERENCIA

En el siglo XIX las expresiones de la sociedad conside-radas como vicios o desviaciones se encontraban en lajerga de los hombres de ciencia. Carmen Núñez (!""4)explica que los antropólogos criminales tuvieron un pa-pel importante en la investigación genética de los viciossociales, en este sentido, se argumentó que la homose-xualidad era una anomalía, una enfermedad.

El estudio positivista sobre la homosexualidad se re-monta a la segunda mitad del siglo antepasado. La palabrahomosexual se acuñó en !#4" (Miller, !""6). Las ciencias,con sus estudios para categorizar y buscar la cura de laanormalidad que llevaba a los hombres a sostener rela-ciones sexuales con otros de su mismo sexo, motivaronel uso del concepto. Pero vale decir que en el lenguaje dela ciencia positivista, antes y a la par de la acuñación delconcepto de homosexual, se comenzaron a usar varios

Sin título, Ricardo Ramírez Arriola

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términos y cualidades para aludir a los individuos quesostenían relaciones sexuales con otros de su mismo se-xo, tales como:

– El término de pedófilo (de pedofilia:1 amor por losmuchachos) empleado por Claude François Michéa(!#5") para definir a los practicantes de esta “perver-sión” como “hombres afeminados” que buscaban re-laciones sexuales con individuos de su mismo sexo.2

Para el doctor Ambroise Tardieu (!#6$),3 miembro delcuerpo consultivo de higiene pública francesa, los pe-derastas contravenían la higiene y su morfología per-mitía al médico reconocerlos: el ano, las nalgas, el pene,

llevaban las marcas de su degenere y pertenencia a esaespecie; los pederastas copulando los asociaba a losperros, al excremento. Asimismo, el amaneramientode sus movimientos y características negativas feme-ninas como el chismorreo, la vanidad, su sentimenta-lismo, pasividad y el apetito sexual por los hombres,eran cualidades que marcaban la personalidad de lospederastas.

– El concepto uranista,4 propuesto por el abogado KarlH. Ulrich [!#43] para describir a los varones que te-nían, de manera congénita e irreductible, un alma demujer dentro del cuerpo masculino, y que sólo po-dían conocer el deseo y el placer de la pasión por los

1 En la actualidad este concepto se usa para referirse a los individuosque sostienen relaciones sexuales con menores de edad.2 Citado por Hekma (!""4: 2!6).3 Citado por Carlier (!"#!), citado por Núñez (!""4: !6!).

El sueño del mecánico, Jorge Acevedo

4 Derivado de la palabra “Venus Urania, diosa griega de los aspectosdivinos o celestiales del amor” (Guasch, !""!: $4). Los sacerdotes queveneraban a Venus se vestían de mujeres (Cardin, !"#": !5#).

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hombres viriles (Lantéri-Laura, citado por Mirabet,!"#5: !7!).5

– El calificativo de pervertido sexual que fue usado porRichard von Krafft-Ebing en Psycopathia sexualis (!##4)y cuya taxonomía realizada sobre la homosexualidadcomprendió desde la bisexualidad hasta la metamor-phosis sexualis paranoica (un cierto tipo de transexua-lismo), influyendo así la sexología con un modelo dela homosexualidad como una forma de perversión se-xual, “contraria al sentimiento sexual”.6

Núñez (!""4) manifiesta que durante el siglo XIX, en lacompilación exhaustiva de perversiones y delitos sexua-les, la homosexualidad ocupaba un lugar más silenciosoen comparación con la incontinencia, el autoabuso (lamasturbación) y la fornicación. Ella explica que los bur-gueses y los hombres de ciencia prefirieron guardar si-lencio como una estrategia para no confrontar la homo-sexualidad en sus esferas y evitar hacer una pedagogíapara prevenirla; con esto se fomentó que los homosexua-les guardaran las apariencias y vivieran más tranquiloscomo “hijos de familia”. En cuanto al safismo, Núñez di-ce que éste ante las autoridades sólo era un mal de loshospitales, las cárceles y el lupanar, es decir, de mujeres en-fermas, ociosas y promiscuas. En consecuencia, el safismono sería un problema de las mujeres esposas, madres e hi-jas de familia. También menciona que el discurso de laciencia médica veía a las lesbianas como mujeres concualidades masculinas. Aquí vale recalcar que muchosautores hacen mención de la ausencia de informaciónsobre el safismo en las sociedades de los siglos pasados.Quizá esto se deba al grado de coerción, devaluación ynormatividad social a la que era sometida la mujer, porlo tanto, las lesbianas prefirieron vivir una vida más clan-destina que la de los varones homosexuales, incluso, mearriesgaría a especular que varias de ellas optaron porreprimir sus orientaciones homoeróticas.

Con el positivismo, las ciencias usaron a los homose-xuales y otros grupos discriminados para estudiarlos; las

examinaciones corporales a las que se les sometía eranhumillantes. En el siglo XIX, las ciencias y las leyes se con-jugaron para imponer visiones de mundo permeadascon el modelo heterosexista, prueba de ello es el mismoconcepto de homosexual y la devaluación a la que erasometido el individuo que sostenía relaciones sexualescon otros de su mismo sexo.

Desde la problematización del género como una dico-tomía cultural, lo que resulta especialmente interesante,por haberse creado relacionalmente con el género feme-nino, es la cualidad otorgada al homosexual varón, quehasta el día de hoy tiene vigencia: la de afeminado. Y en elcaso de las lesbianas, el vérselas como masculinizadas oamachadas. Ambos casos ejemplifican que tanto a los ho-mosexuales como a las lesbianas se les ha visto como in-dividuos que cruzan las fronteras de la identidad genérica.

Es errático considerar las etiquetas afeminado y ama-chada como cualidades de los homosexuales y lesbianas,respectivamente, pues no las son de todos. Pero, es váli-do hablar de cómo se relaciona al homosexual con lo fe-menino, y al hombre afeminado con el ser homosexual,y de manera similar, pero en un sentido inverso, estoaplica para las lesbianas. La palabra homosexual alude auna práctica sexual, la cual tiene que ser ejercida por elindividuo para adjudicarse esa categoría, no obstante, losmecanismos y procesos taxonómicos, en el caso de los ho-mosexuales y hombres afeminados y mujeres amacha-das, han sido impuestos. Desde esta perspectiva, tantohomosexual como afeminado y amachada resultan espa-cios separados, pero es en el imaginario de las sociedadesoccidentales contemporáneas donde se han construidocomo traslapados.

Hasta antes de la segunda mitad del siglo XX, los pro-cesos de la adjudicación de categorías para los homose-xuales eran dinámicas de construcción social creadas porlos otros y no por el nosotros colectivo-homosexual. En losdiscursos prevalecientes sobre los homosexuales, hastalos principios del siglo XX, se refleja la no-existencia deuna identidad homosexual autoconcebida; lo que se ope-racionalizaba sólo eran categorías y una sola identidadclaramente definida: la del heterosexual, la cual se reifi-caba con la ayuda de los otros que eran vistos como anor-males: los homosexuales.

5 Citado por Guasch (!""!: $4).6 (Cfr. Hekma, !""4: 2!$-224).

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Castells (!""") dice que las identidades pueden origi-narse en las instituciones dominantes, y sólo se conviertenen tales si los actores sociales las interiorizan y constru-yen su sentido en torno a esta interiorización. Sin em-bargo, hasta lo que hemos visto, los homosexuales nohan contado con una “identidad autoconcebida”, única-mente han poseído “estigmas”. Pero, ¿cómo puedo afir-mar que los homosexuales no poseían una identidad?Simplemente, porque ellos todavía no se habían construi-do para “sí mismos”. De hecho, el “homosexual” sirvióde apoyo en la construcción de la identidad del “hetero-sexual”, la cual existía —y existe todavía— como una“identidad legitimadora”, la que Castells (!""") definecomo aquélla introducida por las instituciones domi-nantes para extender y racionalizar su dominación fren-te a los otros actores sociales.

La “identidad heterosexual” ante los “otros-homo-sexuales” se ha evidenciado en la medida que ha podido

fructificar en taxonomías peyorativas sobre los homose-xuales, pero en ningún momento hay indicios de que loshomosexuales se hayan sentido identificados con ellas.Por consiguiente, los homosexuales, hasta antes de losaños cincuenta, solamente tenían estigmas legitimadoresde la identidad heterosexual. En este sentido, Goffman(!"#4) habla de dos categorías identitarias: la identidadvirtual y la identidad real. La primera responde a los atri-butos que supuestamente posee un individuo; mientrasla “identidad real” hace alusión a los atributos que, de he-cho, pertenecen a la persona. Entonces, aplicando la ló-gica goffmaniana, los homosexuales, hasta ese entonces,eran concebidos con una “identidad virtual” y, de ante-mano, estigmatizada por ser desviante al heterosexismo.

En lo cotidiano, las percepciones devaluatorias de larealidad de los otros homosexuales no se han quedado ensimples taxonomías sin más fines que la representacióndel orden social. Se han generado estrategias pragmáticas

Carga femenina, Jorge Acevedo

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para poder conseguir ese orden, donde se ha llegado, in-cluso, a castigar al otro por ser lo que es. Un ejemplo radi-cal de castigo fue el asesinato de miles de homosexualesen Alemania durante la efervescencia del nazismo, ideo-logía encabezada por Hitler.7 El nazismo, con base enuna postura etnocéntrica, buscó la protección de la razapura, eliminando a los homosexuales de la misma. Estonos da una doble lectura; por un lado, la de los “homo-sexuales” como cuna de la contaminación de la raza; ypor otro, la de los “homosexuales” como individuos queno pueden fomentar la reproducción de la raza. En po-cas palabras, una visión heterosexista, en esencia, biologi-zada y reproductivamente sexualizada.

Este ejemplo de finales de la primera mitad del siglo XX

sirve para plantearnos las diferentes formas en cómo lahomosexualidad era vista y vivida, y que la informacióncientífica conjugada con las legislaciones no tenía otropropósito que el de justificar los fines de unos sobre losotros: los anormales. Había más censura que averigua-ciones o contenidos serios sobre la homosexualidad. In-cluso en países como Suecia,8 a mediados del siglo XX lahomosexualidad era un delito (RFSL, !""4). Por otro lado,cabe enfatizar que la ciencia en ese entonces seguía vien-do a la homosexualidad como una enfermedad.9 Desdeesta lógica ambigua, ¿era un delito estar enfermo?

Tratar de dar una explicación a las ambigüedades enlas argumentaciones que se han hecho en torno a la re-gulación de la homosexualidad es una tarea ardua, noobstante, lo evidente es que estas ambigüedades se ha-llan favorecidas por la silenciación de los estigmatizadosy por los vacíos jurídicos que motivan esa regulación. Alrespecto, Taylor (!""7) dice que la mayoría de los discursospolíticos en las naciones que buscan el reconocimiento

jurídico de sus ciudadanos, otorgándoles garantías so-ciales y protección legal, resultan excluyentes. Pues en losdiscursos políticos generalizantes que se han pregonado,el reconocimiento de los individuos que son diferentes alcomún de la población pasa por alto; en otras palabras,este no-reconocimiento se objetiva en la exclusión. En elcaso de los homosexuales, su exclusión se argumenta condiscursos biologizados y dicotómicos de género, mismosque se hacen tangibles con la biopolítica, forma en queFoucault (!"#") alude a ese campo de la intervención delpoder en la vida de la población de una nación, con elpropósito de brindarle apoyo para que ésta perdure. Laintervención se ha orientado a la reproducción de la es-pecie y a favorecer la familia —como un núcleo hetero-sexual— como la base de la sociedad, lineamientos queen gran medida eran buscados también por la Iglesia cris-tiana y que en cierta manera se hallan reproducidos porlas leyes y las prácticas políticas y sociales. Por lo tanto, albosquejar estas miradas homófobas, la biopolítica hastala primera mitad del siglo XX tuvo un papel muy impor-tante en algunas sociedades occidentales, pues no sóloexcluyó a los homosexuales de los derechos que les fue-ron otorgados a los heterosexuales, sino también atentócontra su integridad física y moral.

LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX.EL FLORECIMIENTO DE LOS MOVIMIENTOSSOCIALES CRÍTICOS

La segunda mitad del siglo XX fue cuando se formularonserios cuestionamientos a los tabúes del género y la se-xualidad. Asimismo, se puede afirmar que en esta etapa,dentro de las esferas de la sexualidad hubo un reposiciona-miento en las ciencias, especialmente un replanteamien-to de la forma en que se concebía la homosexualidad. Enel siglo XIX, Weeks (!""#) dice que comenzó una “secula-rización del sexo”, es decir, un alejamiento progresivo delos valores sexuales respecto de los valores religiosos; sinembargo, fue en el siglo XX cuando la “secularización” seacentuó en las sociedades occidentales. El nombre deAlfred Kinsey marcó un hito en este sentido. Kinsey nofue el primer científico que hizo notar que la sexualidad

7 McNeill (!"$": !26) habla de más de 223 mil homosexuales asesina-dos en los campos de concentración, bajo un decreto que Himmlerpromulgó en !"74: “Al igual que hemos vuelto a la antigua posturagermana respecto a los matrimonios interraciales, en nuestro juiciode la homosexualidad (síntoma de degeneración que podría destruirnuestra raza) hemos de volver al principio nórdico de exterminio delos degenerados.”8 En la actualidad, Suecia reconoce legalmente a las parejas homo-sexuales con atributos similares a las de los heterosexuales.9 Hasta los años setenta se quitó la homosexualidad de la categoríade las “enfermedades mentales”.

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se manifestaba con prácticas diversas, sin embargo, laayuda de los medios masivos para difundir sus informes—Kinsey— a principios de la segunda mitad del sigloXX, sirvió para que se echara por la ventana muchos delos tabúes del género y la sexualidad.

Kinsey (!"5#) concluyó sus investigaciones manifes-tando que el 63 por ciento de la población era exclusiva-mente heterosexual, mientras que el resto había estado,de una u otra forma, involucrado en experiencias homo-eróticas, estableciendo que la bisexualidad estaría más di-fundida si no existieran las restricciones sociales. Entreotras innovaciones de Kinsey se hallan el no haber bus-cado las causalidades de la homosexualidad y el sí haberencontrado la normalidad de la satisfacción y el placersexual para los dos sexos, tanto en las prácticas sexualesheterosexuales como en las homoeróticas (cfr. Hooker,!"$4; Núñez, !""5; Johnson; Kolodny; Masters, !"#$).

Sin embargo, las investigaciones de Kinsey no fueronlas únicas críticas de las restricciones sociales, tambiénhubo condiciones contextuales que favorecieron éstas, es-pecialmente en Estados Unidos y Europa. La integraciónmasiva de las mujeres al mercado laboral durante la se-gunda guerra mundial y su establecimiento definitivo enél durante la posguerra llevó a intensos cuestionamien-tos la cultura patrística. Las mujeres lanzaron consignascontra las costumbres que involucraban las perspectivasde género, especialmente aquellas que se abocaban a ver-las como objetos sexuales y de reproducción. Por otraparte, el hippismo, movimiento social encabezado porjóvenes que reaccionaban ante la sociedad reprimida ybeligerante —pero igual de crítico que el movimientode las mujeres— inició junto con éste sus reclamos so-bre la liberación sexual, con el propósito de quitarle laetiqueta de “lo prohibido” a los tópicos sexuales y, porconsiguiente, derrumbar las exclusiones y subordinacio-nes de las que eran objeto los individuos por ser de de-terminado sexo, tener equis preferencia sexual, o por sercontrolados en el ejercicio de su sexualidad.

En esta efervescencia de movimientos sociales, sur-gieron otros que, de igual manera, alzaron la voz con se-rias críticas y cuestionamientos a las instituciones quenormaban a los individuos. Al igual que las feministas ylos hippies, aparecieron en escena las minorías raciales

y los homosexuales, mostrando cada grupo sus respectivosintereses sociales y políticos. La dispersión por el mun-do de estas corrientes de liberación y reconocimiento delos excluidos se contextualizó dentro de las décadas de loscincuenta y, fundamentalmente, los sesenta, época enque los medios masivos de comunicación cobraron au-ge dentro de las sociedades occidentales. Las sociedadesque se imaginaron homogéneas y con problemáticas es-pecíficas, a través de estas nuevas alternativas de difu-sión se percataron de lo heterogéneas que eran y de losdesniveles que en ellas se gestaban, sentimientos de desi-gualdad que no fueron compartidos sólo por una socie-dad en específico —“la norteamericana”—, sino queencontraron eco en los individuos que habitaban másallá de esas fronteras y que se sumaron a este proyectopor una vida más justa.

LA APARICIÓN DE LOS GAYS

La primera ocasión en que la palabra gay salió con ím-petu a la luz pública fue en !"4", cuando a nivel interna-cional se difundió la rebelión de Stonewall, encabezadapor un grupo de travestis que se lamentaba por la muer-te de Judy Garland, en el Stonewall Inn (bar gay en Chris-topher Street, Nueva York). Este movimiento fue unaprotesta, un acto de resistencia civil contra la represiónpoliciaca. Los disturbios, que duraron tres días, dieron lavuelta al mundo y sirvieron para darle fuerza a un mo-vimiento internacional de lucha por el reconocimientode los derechos civiles de los homosexuales (Usabiaga,!""6). Fue así, en recuerdo a este incidente, que el 26 dejunio se nombró el Día Internacional del Orgullo Gay.Los homosexuales, o mejor dicho los gays, se sumaron aotros movimientos sociales para quedarse.

La palabra gay surgió como un mecanismo de auto-adscripción de los homosexuales para escapar de las tax-onomías peyorativas que para ese entonces les eranimpuestas. Sin embargo, desde un principio el ser homo-sexual no implicó el ser gay, no obstante, el ser gay síimplicaba el ser homosexual. El gay tuvo como propósitoinicial el reconocimiento de los otros, resultando ser unaminoría social más que buscó un trato igual al de ellos.

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La palabra gay se usó para borrar el estigma ocasionadopor muchas otras de las palabras y sus connotaciones conlas que se aludían a los homosexuales, las cuales precon-cebían la interpretación de los sujetos que se orientabana sostener relaciones sexuales con individuos de su mis-mo sexo. Los homosexuales, con la palabra gay, se hicie-ron de una identidad.

En la identidad gay se reconocen dos niveles que Cas-tells (!""") alude en el proceso de construcción de lasidentidades, pero que en la identidad gay se dieron enforma intersectada: una es la “identidad de resistencia”,generada por aquellos actores que se encuentran en po-siciones / condiciones devaluadas o estigmatizadas porla lógica de dominación, por lo que construyen trinche-ras de resistencia y supervivencia basándose en principiosdiferentes u opuestos a los que impregnan las institucio-nes de la sociedad; y la otra es la “identidad proyecto”, queemerge cuando los actores, basándose en los materiales

culturales de que disponen, construyen una nueva identi-dad que redefine su posición en la sociedad y, al hacerlo,buscan la transformación de la estructura social.

Los homosexuales, como parte de un movimiento po-lítico que buscaba la reivindicación de sus derechos, de-jaron entrever su “identidad proyecto”, sin embargo, el“ambiente”10 o “gay scene”, como un espacio social, se haconfigurado como una “identidad de resistencia”. Dichoespacio, si no de forma cabal, se halla organizado insti-tucionalmente, contando con un reconocimiento legiti-mado por sus actores y conformado por conjuntos deagentes, espacios y productos que circulan en sus mer-cados, lo cual permite ver en sus relaciones su colectividad:la gay —quizás para muchos ignorada, pero presente.

Limpieza general, Jorge Acevedo

10 Palabra en jerga gay para aludir al espacio social homosexual. Porejemplo: ¿eres del ambiente?, ¿una disco de ambiente?, ¿eres nuevoen el ambiente?, etcétera.

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La tecnología mediática no sólo fue el motor de la di-fusión de la problemática de los homosexuales en Esta-dos Unidos durante los años sesenta, sino que tambiénincentivó para que en otras naciones se adoptara esaidentidad como una forma de reivindicación política, so-cial y cultural de los homosexuales. Un año después dela rebelión de Stonewall comenzaron a organizarse endiferentes puntos geográficos manifestaciones públicasgay. El impacto que ha tenido este movimiento se ha ex-tendido. En la actualidad, estas marchas se realizan en po-co menos de 233 ciudades alrededor del mundo, y en másde 73 países. En el continente americano, los países dondese lleva a cabo esta manifestación son: Estados Unidos,Canadá, Chile, Brasil, Colombia, Perú, Puerto Rico, Uru-guay, Paraguay y México (Interpride Organization, !""").

Sin embargo, la aparición de los espacios de los gaysha sido gradual. Se dice que mucha de su organizaciónsocial homosexual se debe a una red de información es-

tablecida en constante negociación entre los que se hacenreconocer como homosexuales. Las negociaciones son de-bido al marco de hostilidad en el que se han desenvueltolos homosexuales por hallarse inmersos en un ambienteheterosexista.

El espacio ganado por los gays todavía muestra etique-tamientos que se dan fuera de ese espacio, imponién-doseles ejercicios, acciones y taxonomías devaluatoriasque forman parte de las visiones de mundo que se hanheredado y transmitido a los individuos, lo que lleva alos otros —heterosexuales— a ejercer su poder de censuracontra los homosexuales. El rechazo hacia los homosexua-les se ha hecho explícito a través de redadas violentas yataques realizados por las autoridades y por algunos gru-pos ciudadanos. La censura se ha presentado como unaforma de devaluación hacia las prácticas de los gays, yen-do desde la prohibición hasta las argumentaciones repro-batorias sobre los estilos de vida de los homosexuales.

Danzón, Jorge Acevedo

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Estas acciones se han realizado por algunos sectores dela población, representantes del Estado y medios masi-vos. En la búsqueda de la imposición de la visión demundo heterosexista se ha atentando contra los homose-xuales, excluyéndolos de proyectos políticos que buscanla democracia y la igualdad de garantías tanto socialescomo individuales, exclusiones que han llevado a estosindividuos a “cohesionarse” bajo el referente “gay” comouna identidad.

La identidad gay es una importación para México, sinembargo, ésta ya se encuentra en otros países, es decir, sehalla en un mundo globalizado, donde ha sido usada, ypor lo tanto asumida, de forma diferenciada y con proyec-tos muy concretos en algunos países. Por consiguiente,el ser gay se vive distintamente en cada contexto y situa-ción geográfica. De esta forma, la vida de los homosexua-les se configura adquiriendo una frontera que los separade los heterosexuales, pudiéndose hablar de una comuni-dad de estigmatizados, misma que Goffman (!"#4) definecomo aquélla donde se hallan integrados individuos co-mo grupos culturales que comparten un mismo tipo dedevaluación ante los otros considerados como normales.

La separación entre los homosexuales y heterosexua-les nos permite apreciar dos formas de vida, de ser, enotras palabras: dos mundos. El mundo homosexual selevanta como paralelo al heterosexual. Sin embargo, lainterrogante es: ¿cómo podemos aprehender el mundode los gays?

El mundo gay, adecuándolo a la propuesta de RenatoOrtiz (!""4), existe en la medida en que es vivido, pero noguarda referentes que lo ubiquen en un milieu. Sin embar-go, esto no significa que se halle completamente deste-rritorializado; en todo caso, el mundo gay está atravesadopor realidades locales, nacionales y mundiales, hallándo-se “tensionado por líneas de fuerza”, lo que llevaría a estaidentidad —“la gay”— a ser negociada, es decir, a delimi-tar su territorio simbólicamente, tomando en conside-ración la multiplicidad de actores en competencia.

La metáfora de “mundo gay” y, de manera especial laidentidad gay, se ha venido fragmentando en identida-des más específicas, que se engloban dentro de esta mis-ma, lo que da a recordar que las identidades colectivastienen como característica principal su heterogeneidad.

La identidad gay sólo se concibe en el imaginario de lossujetos, como un referente para, a partir de éste, actuar ypoder negociar más identidades. Para ilustrar esto, laMarcha del Orgullo Gay (!""") en la Ciudad de México,se nombró Marcha del Orgullo Lésbico-Gay; en ella parti-ciparon lesbianas, travestis, transexuales, transgenéricosy colectividades más concretas como la de los leathers11 yla de los indígenas gay (los del Colectivo Gay de Juchi-tán, Oaxaca). Marinella Miano (!""#), quien realizó unainvestigación sobre el travestismo en Juchitán, decons-truiría esa colectividad gay y agregaría la presencia deotras colectividades más específicas: la de los chichifos,los tapados, los mayates, las vestidas, los muxe… Yo agre-garía, en el caso particular de Colima —y con mucha se-guridad, en otros lugares circundantes— la de las bucho-nas, las obvias, los buchones, las chanclas, etcétera.

En este juego de los actores dentro de las colectivida-des, lo que se evidencia es la necesidad de los espacios ylas negociaciones de los mismos y de las identidades queéstos soportan. Para hablar de negociaciones se requierede la presencia de líneas de fuerza, como nos asegura Re-nato Ortiz (!""4), pero yo concretaría aún más la visiónde líneas de fuerza al enmarcar la identidad gay en uncampo, un campo de fuerza…

UNA REFLEXIÓN FINAL: LA ESTRUCTURACIÓN DE UN CAMPO DE FUERZA Y LA IDENTIDAD GAY

Una constante que es visible en las percepciones en tor-no a los homosexuales, al menos hasta la primera mitaddel siglo XX, es la silenciación que hay de éstos, quienesal parecer no tenían la fuerza ni el apoyo social para ellosmismos adscribirse categorías ajenas a los otros. De estaforma, alrededor de la homosexualidad se han elaboradodiscursos y prácticas cuya legitimidad defiende el he-terosexismo, de modo tal que se haga de él algo normal,es decir, que todo aquel que se oponga a ello pasa al nivel

11 Gays vestidos con ropa de cuero negro y cadenas, moda tipo sádi-ca. Con su imagen tratan de defender la hipermasculinidad comoparte de su identidad.

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de lo anormal o desviante, esto por no entrar en la catego-ría normativa de la heterosexualidad y del género mismo.

Bourdieu (!""3) hace alusión al campo social como unespacio multidimensional de posiciones donde agentesy grupos de agentes se han distribuido, cada uno ocupan-do una posición jerarquizada. La jerarquía es el productode los capitales que sean valorados en ese campo, capi-tales tan tangibles como los materiales y tan intangiblescomo el simbólico o del prestigio. Alrededor de la sexua-lidad humana y el género se ha configurado un campo so-cial que inmiscuye la percepción de la homosexualidad,donde diferentes agentes (instituciones, lesbianas, traves-tidos, varones homosexuales, etcétera) se han posicio-nado gracias a una polifonía de expresiones y prácticas.Lo que hace el campo dinámico son las luchas simbóli-cas que se gestan en él, las cuales tienen el propósito deimponer la visión de mundo de unos agentes sobre losotros. Es así, con estos mecanismos, que este espacio es,en realidad, un campo de fuerza. La homosexualidad haaparecido —por lo menos después del cristianismo—como una práctica social que ha sido devaluada porciertos agentes que buscan imponer una visión de mun-do como la mejor para todos: la heterosexualidad.

Para Bourdieu (!""3) este panorama de las valoracio-nes de las prácticas tiene su origen en las percepcionesdel mundo social. Sin embargo, las percepciones son cul-turales y no responden ni a la genética ni al orden de lo“natural”. Si se estigmatizó al homosexual, mucho se ledebe a los defensores del cristianismo, quienes crearon ymotivaron los estigmas sobre los “otros-diferentes”.

La creación de los estigmas sobre un “otro” tiene la fi-nalidad de reducir la identidad del mismo y exaltar, a suvez, la identidad de quien imputa el estigma. Es decir, el“otro-estigmatizado” es todo lo que el “yo-mismo” nodesea ser. Estos mecanismos de negación y/o reduccióndel “otro” se han presentado en múltiples discursos ela-borados en casi dos mil años de homofobia —desde lasupuesta confirmación divina del mito de Sodoma yGomorra hasta nuestros días. La imposición del hetero-sexismo sirvió para formar en las conciencias de losindividuos formas de percepción del mundo muy arrai-gadas, que han generado prácticas de rechazo, hasta hoyen día, hacia el considerado “anormal”.

Como se vio, los homosexuales hasta antes de los añoscincuenta únicamente contaban con una “identidad vir-tual” formada con estigmas. Por esta razón, en los añossesenta los homosexuales se autodenominaron comogays, lo que sirvió no sólo para construirse un proyectopolítico, sino también para romper con una serie de ta-xonomías peyorativas que les habían sido imputadas.Con estas acciones reinvindicativas, los gays dejaron verun espacio social construido por ellos mismos y, a su vez,una identidad.

Los gays han dado la cara en búsqueda de la reivindi-cación de sus derechos legales y garantías sociales y/o sureconocimiento cultural, y lo que han guardado en co-mún son sus negociaciones constantes que realizan antela homofobia, una forma de “violencia simbólica”. ParaBourdieu (!""3), la “violencia simbólica“ es toda aque-lla estrategia que trate de imponer una visión de mundocomo la mejor para los “otros“ y que adquiere diferentesmatices en nuestra sociedad: la imposición de estigmas,la segregación, la misma exclusión física y legal. O comoBourdieu dijo en una ocasión para el caso de los homo-sexuales: recibir un “trato diferenciado”, inequitativo,por el hecho de preferir una orientación sexual diferentea la de la mayoría:

recibí [una carta] de un homosexual que trabajaba en AirFrance: “¿Si a mis colegas heterosexuales les hacen descuen-tos cuando salen de vacaciones con sus compañeras —pro-testaba—, por qué debo pagar una tarifa completa cuandoviajo con mi compañero?” Los homosexuales son, de hecho,ciudadanos de segundo nivel. Entonces, cuando alguienenarbola la amenaza del “comunitarismo” para rechazarsus demandas, me cuesta trabajo ver en ello algo más queuna auténtica mala fe, producto de un resabio católico, amenudo inconsciente y mal asumido, que autoriza una for-ma de discriminación. No hay para mí equívoco alguno. Escomo si a los homosexuales se les negara asistir a la escue-la. Es algo del mismo orden (Bourdieu, !""#).12

12 Bourdieu en entrevista por Portevin, Catherine; Pisanias, Jean Phi-lippe (trad. Carlos Bonfil), “La transgresión gay. Entrevista con el so-ciólogo francés Pierre Bourdieu”, en Letra S (suplemento sobre salud,sexualidad y sida del diario La Jornada), núm 5$, ! de junio, 2333 (to-mado de la revista Telerama, !2 de agosto, !""#).

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La homofobia no se ha gestado de la noche a la mañana.Los discursos y, en general, los mensajes con los que se hanformado las conciencias de los individuos a lo largo dedos mil años, han generado un habitus “homófobo”. Elhabitus es un sistema de disposiciones adquiridas pormedio del aprendizaje implícito o explícito que funcionacomo un generador de estrategias, pudiendo estar objeti-vamente conforme a los intereses de sus autores sin habersido concebidos expresamente para este fin (Bourdieu,!"##). En este sentido, las ideas de “ser heterosexual”se hanincorporado tan extremadamente bien en los habitus delos individuos que han motivado situaciones de fragmen-tación y exclusión, presentadas tanto entre las colectivida-des de homosexuales como en las esferas heterosexuales.

Retomando la noción de habitus es posible, en parte,explicar las consensos y disensos que existen entre losindividuos al momento de valorar una práctica socio-sexual. Cuando los individuos que comparten un mismoestigma se encuentran los unos con los otros, se marcanrecíprocamente su habitus, mismo que los hace sentirseunidos; es decir, los homosexuales se unen bajo el refe-rente gay tras un proceso de aprendizaje que ayuda a co-hesionarlos e incorporarlos en el mundo de los gays. Porotra parte, también el habitus sirve para comprender laseparación de los gays en colectividades específicas: supertenencia al mundo gay los hace sentirse identificadoscon esta identidad reivindicatoria, pero su habitus, mol-deado por otras estructuras normativas externas y tras-lapables al espacio de los gays, los lleva a congeniar con osepararse de otros gays. Tal sería el caso donde lo racial,el sexo o la misma imagen sirven para generar vínculossocio-afectivos con una determinada colectividad gay: latravesti, la leather, la lésbica, etcétera. En cuanto al restode los individuos que devalúan a los homosexuales, engeneral, sus prácticas tienen su origen en la mediaciónde su habitus eminentemente permeado por la ideologíaheterosexista y dicotómica de género.

Así, resulta que es en un campo social de “lo sexual”donde la visión de mundo que domina es la de sostenerel heterosexismo como una práctica bien cotizada, don-de los homosexuales tratan con sus prácticas y expresio-nes de hacerse de un reconocimiento, ganarse un lugary conservar el mismo.

La identidad gay ha buscado su reconocimiento antelos otros. Independientemente de las particularidades enque se deconstruya esta identidad, al final de cuentas suintención primordial bien se conjuga con la insignia po-lítica y social dentro del contexto donde surgió en uninicio: la reivindicación de los sujetos excluidos: “los ho-mosexuales”. En consecuencia, al poner de manifiesto unareflexión analítica sobre esta identidad será necesariouna visión multidimensional, donde lo gay ya no quedadibujado solamente por la localidad, sino que guarda susreferentes en otras dimensiones que no se hallan, en al-gunos casos, terrritorializadas, sino que se ubican en elimaginario de los individuos homosexuales que a diarioconfiguran y crean —retomando las palabras de Bergery Luckmann (!""#)— su microuniverso simbólico: jun-tos se ayudan a ganarse un espacio bajo el resguardo dela construcción dialéctica de su identidad social gay.

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Reflejo, Jorge Acevedo

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La homosexualidad, como hemos visto, es más comple-ja que la relación coital o sexual-erótica entre individuosde un mismo sexo. En realidad, en ella se juegan muchasmás identidades que abren un entramado, un mosaico deformas plásticas que puede conducirnos a adentrarnos almundo de las homosexualidades y de los gays. Al margende los tabúes, los aportes de la ciencia social para refle-xionar sobre la sexualidad nos harán más sensibles a esasidentidades estigmatizadas, consideradas por error con po-ca presencia política dentro de nuestras sociedades.

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