la enfermedad de la tiroides

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GLÁNDULA TIROIDES Embriología La glándula tiroides aparece en forma de proliferación epitelial en el suelo de la faringe, en el sitio que en etapas posteriores corres- ponde al agujero ciego. Continúa por delante del intestino farín- geo en forma de un divertículo bilobulado, durante esta migración va unida a la lengua por el conducto tirogloso que se hace macizo y desaparece. Al continuar su crecimiento, la glándula tiroides desciende por delante del hueso hioides y los cartílagos traqueales, a la séptima semana adopta su posición normal que es por delante de la trá- quea, para entonces presenta un istmo estrecho en la parte media y dos lóbulos laterales. La glándula tiroides comienza a funcionar aproximadamente ha- cia el final del tercer mes, momento en el cual podemos observar los primeros folículos que contienen coloide. Histología La glándula está incluida en una cápsula de tejido conectivo que se continúa con la aponeurosis cervical profunda, por debajo de ella se continúa con una cápsula verdadera que es más delgada y que se adhiere íntimamente a la glándula; prolongaciones finas de la cápsula interna se extienden en forma de tabique y la dividen en lóbulos y lobulillos pocos precisos. El folículo es la unidad estructural de la glándula tiroides, el cual compone a los lobulillos; estos folículos contienen en su interior una gelatina espesa denominada coloide, éste tiene abundantes mucoproteínas, enzimas y tiroglobulina. La forma de las células componentes varía, pero suele ser cúbica, el citoplasma es fino, granulosos y básofilos, el aparato de Golgi y los centriolos están situados por encima del núcleo; además de las células principales de los folículos, existe una pequeña cantidad de células parafolícu- lares (células C o células claras). Anatomía Quirúrgica La glándula tiroides pesa en promedio 20g., está constituida por dos lóbulos laterales, unidos por una porción central llamada istmo. Se localiza en el compartimiento anterior central del cuello, por delante de la tráquea, la cual se encuentra unida por tejido fibroso. Los lóbulos laterales se encuentran situados en un espacio com- prendido entre la tráquea y la laringe medialmente, las dos vainas carótidas y los músculos esternocleidomastoideos lateralmente. La tiroides tiene una cápsula fibrosa que la cubre totalmente y envía tabiques interiormente que le dan el aspecto lobuloso a su parénquima. Además la aponeurosis cervical profunda se divide en dos capas cubriendo a la tiroides en sentido anterior y posterior dándole un aspecto de pseudocápsula, que es el plano de disec- ción usado por los cirujanos. En sentido anterior se encuentra en relación con los músculos in- frahiodeos, a través de los cuales se entra al compartimento visce- ral del cuello. En sentido posterior se encuentran las paratiroides dentro de la llamada cápsula quirúrgica (cápsula de tejido conectivo que rodea a la tiroides) los nervios laríngeos recurrentes, que en la parte baja se encuentran en el surco traqueoesofágico, pasan por debajo de la arterias tiroideas inferiores y luego ascienden para introducirse a la laringe a través de la membrana cricotiroidea. Es de fundamental importancia, la conservación de esta estructura en cirugía ya que su lesión puede ocasionar hipoparatiroidismo temporal o permanente en un caso, y parálisis de las cuerdas vo- cales en otro, con disfonía permanente y en caso de ser bilateral puede producir obstrucción respiratoria a nivel de la glotis que obligará a realizar traqueostomía. La tiroides tiene un abundante riego sanguíneo con un flujo nor- mal de 5ml/mg. x minuto. Las arterias que la irrigan son: las tiroi- deas superiores, rama de la carótida externa que entran a la glán- dula por el polo superior; las tiroideas inferiores, ramas del tronco tirobicervicoescapular que entran por la porción lateral del polo inferior, existe además de manera rara la arteria tiroidea media. Un rico plexo venoso subcapsular se junta para formar las venas tiroideas superiores que siguen el trayecto de la arteria y drenan en la vena yugular interna a través del tronco tirolingofaringofacial. Las venas tiroideas inferiores son variables en número y desembo- can en la vena innominada.

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Page 1: La enfermedad de la Tiroides

GLÁNDULA TIROIDES

Embriología

La glándula tiroides aparece en forma de proliferación epitelial en

el suelo de la faringe, en el sitio que en etapas posteriores corres-

ponde al agujero ciego. Continúa por delante del intestino farín-

geo en forma de un divertículo bilobulado, durante esta migración

va unida a la lengua por el conducto tirogloso que se hace macizo

y desaparece.

Al continuar su crecimiento, la glándula tiroides desciende por

delante del hueso hioides y los cartílagos traqueales, a la séptima

semana adopta su posición normal que es por delante de la trá-

quea, para entonces presenta un istmo estrecho en la parte media

y dos lóbulos laterales.

La glándula tiroides comienza a funcionar aproximadamente ha-

cia el final del tercer mes, momento en el cual podemos observar

los primeros folículos que contienen coloide.

Histología

La glándula está incluida en una cápsula de tejido conectivo que

se continúa con la aponeurosis cervical profunda, por debajo de

ella se continúa con una cápsula verdadera que es más delgada

y que se adhiere íntimamente a la glándula; prolongaciones finas

de la cápsula interna se extienden en forma de tabique y la dividen

en lóbulos y lobulillos pocos precisos.

El folículo es la unidad estructural de la glándula tiroides, el cual

compone a los lobulillos; estos folículos contienen en su interior

una gelatina espesa denominada coloide, éste tiene abundantes

mucoproteínas, enzimas y tiroglobulina. La forma de las células

componentes varía, pero suele ser cúbica, el citoplasma es fino,

granulosos y básofilos, el aparato de Golgi y los centriolos están

situados por encima del núcleo; además de las células principales

de los folículos, existe una pequeña cantidad de células parafolícu-

lares (células C o células claras).

Anatomía Quirúrgica

La glándula tiroides pesa en promedio 20g., está constituida por

dos lóbulos laterales, unidos por una porción central llamada

istmo. Se localiza en el compartimiento anterior central del cuello,

por delante de la tráquea, la cual se encuentra unida por tejido

fibroso.

Los lóbulos laterales se encuentran situados en un espacio com-

prendido entre la tráquea y la laringe medialmente, las dos vainas

carótidas y los músculos esternocleidomastoideos lateralmente.

La tiroides tiene una cápsula fibrosa que la cubre totalmente y

envía tabiques interiormente que le dan el aspecto lobuloso a su

parénquima. Además la aponeurosis cervical profunda se divide

en dos capas cubriendo a la tiroides en sentido anterior y posterior

dándole un aspecto de pseudocápsula, que es el plano de disec-

ción usado por los cirujanos.

En sentido anterior se encuentra en relación con los músculos in-

frahiodeos, a través de los cuales se entra al compartimento visce-

ral del cuello.

En sentido posterior se encuentran las paratiroides dentro de la

llamada cápsula quirúrgica (cápsula de tejido conectivo que rodea

a la tiroides) los nervios laríngeos recurrentes, que en la parte baja

se encuentran en el surco traqueoesofágico, pasan por debajo de

la arterias tiroideas inferiores y luego ascienden para introducirse

a la laringe a través de la membrana cricotiroidea.

Es de fundamental importancia, la conservación de esta estructura

en cirugía ya que su lesión puede ocasionar hipoparatiroidismo

temporal o permanente en un caso, y parálisis de las cuerdas vo-

cales en otro, con disfonía permanente y en caso de ser bilateral

puede producir obstrucción respiratoria a nivel de la glotis que

obligará a realizar traqueostomía.

La tiroides tiene un abundante riego sanguíneo con un flujo nor-

mal de 5ml/mg. x minuto. Las arterias que la irrigan son: las tiroi-

deas superiores, rama de la carótida externa que entran a la glán-

dula por el polo superior; las tiroideas inferiores, ramas del tronco

tirobicervicoescapular que entran por la porción lateral del polo

inferior, existe además de manera rara la arteria tiroidea media.

Un rico plexo venoso subcapsular se junta para formar las venas

tiroideas superiores que siguen el trayecto de la arteria y drenan en

la vena yugular interna a través del tronco tirolingofaringofacial.

Las venas tiroideas inferiores son variables en número y desembo-

can en la vena innominada.

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Es muy importante tener un conocimiento claro sobre el dre-

naje linfático de la glándula tiroides. La alta frecuencia de

metástasis ganglionar de los cánceres tiroideos producen

polémica sobre que constituye una operación radical eficaz

en el tratamiento de estas neoplasias.

Los linfáticos que drenan la tiroides son abundantes, van ha-

cia los ganglios del compartimento central pudiendo llegar

incluso a ganglios yugulo-carotídeos medios y bajos.

El drenaje linfático de la glándula tiroides es muy amplio;

puede extenderse verticalmente alcanzando por arriba la

parte superior del cuello y por abajo el mediastino, horizon-

talmente hasta la parte lateral del cuello penetrando en la

región retrofáringea o en el lado opuesto.

Fisiología

Su función es sintetizar y secretar la hormona tiroidea que es

necesaria para regular el metabolismo basal.

El funcionamiento de esta glándula se basa en varios proce-

sos como son: metabolismo del yodo; producción, almace-

namiento y secreción de hormona tiroidea.

El yodo es extraído de la sangre, oxidado y acoplado intra-

molecularmente con radicales de tirosina para formar tirog-

lobulina, la cual es una mezcla de yodotirosina, triyodotiro-

sina (T3) y tiroxina (T4) almacenada en forma de coloide en

la luz del folículo.

La T3 y T4 plasmáticas están unidas a la albúmina y globulina,

una parte de T4 es transformada a T3 en la sangre periférica

y esta hormona ejerce marcada influencia sobre: desarrollo

y metabolismo celular, consumo de oxigeno, producción de

calor y crecimiento.

La hormona estimulante de la tiroides (TSH) actúa sobre to-

dos los procesos que controlan la síntesis y liberación de la

hormona tiroidea, también actúa aumentando la celularidad

y vascularización de la glándula.

La TSH está regulada por la concentración de hormona tiroi-

dea libre en sangre periférica por un mecanismo de retroali-

mentación negativa.

La concentración de yodo intratiroideo tiene un efecto auto-

rregulador de la función tiroidea, la cantidad total de yodo

orgánico ejerce un efecto inverso sobre los mecanismos de

transporte de yodo (atrapamiento de yodo) y la respuesta

tiroidea a la TSH; en consecuencia, cantidades elevadas de

yodo reducen la velocidad de síntesis y liberación a la sangre

periférica de la hormona activa.

BOCIO SIMPLE

Se denomina bocio a todo aumento de tamaño de la glán-

dula tiroides. No obstante, habitualmente se definen como

bocio sólo al agrandamiento de la glándula producido por

un aumento de producción de TSH, como consecuencia de

un defecto de la secreción de hormonas tiroideas. Este papel

central del incremento de la TSH en la génesis del bocio es

cierto en la mayoría de las ocasiones, aunque con frecuencia

resulta difícil de objetivar. Además, como se verá más ade-

lante, otros factores de crecimiento pueden desempeñar un

papel importante en el desarrollo de algunos bocios.

Se aplica la denominación de bocio simple al aumento de

tamaño de la glándula sin presencia de hipertiroidismo, hi-

potiroidismo, procesos inflamatorios o neoplásicos. Es la en-

fermedad más común del tiroides.

La frecuencia del trastorno varía según las diferentes series y

según se estudie en zonas con endemias del 4% al 7% con

un predominio en la mujer de 7-13:1. En cualquier caso, la

nodularidad y el peso del tiroides aumentan con el paso de

los años de forma que en la octava década de la vida casi

todas las personas tienen varios nódulos tiroideos.

Estos se encuentran, según los estudios necrópsicos, en el

15% a 50% de las mujeres mayores de 50 años. En las zonas

con endemia la frecuencia es mayor y cuando la endemia es

grave, la prevalencia se iguala en ambos sexos y la enferme-

dad suele aparecer en la infancia.

Fisiopatología

En la inmensa mayoría de los casos, la base fisiopatológica es

la secreción insuficiente de hormonas tiroideas. Este déficit

hormonal produce un aumento de la secreción de TSH que

ocasiona hipertrofia e hiperplasia de las células foliculares ti-

roideas y determina el crecimiento de la glándula.

En muchas ocasiones, el aumento del tejido tiroideo con-

sigue la secreción de una cantidad suficiente de T4 y T3 y

se normalizan los niveles de TSH. El paciente está entonces

eutiroideo y presenta bocio. En algunos casos y pese al me-

canismo compensador persiste el déficit de función tiroidea.

Al conseguir el eutiroidismo, pueden desaparecer la hipertro-

fia y la hiperplasia de las células y producirse acumulación de

coloide en los folículos (bocio coloide).

Si el trastorno de la hormonosíntesis es de corta duración

el tamaño de la glándula puede volver a la normalidad de

forma espontánea. En cambio, si la alteración ha sido du-

radera o es permanente la glándula queda definitivamente

aumentada de tamaño.

Page 3: La enfermedad de la Tiroides

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Ciclos sucesivos de hiperplasia e involución de los folículos

originan la formación de los distintos nódulos que caracteri-

zan al bocio multinodular.

Etiología

Los factores etiológicos del bocio son múltiples y en ocasio-

nes pueden asociarse dos o más de ellos.

Déficit o exceso en el aporte yódico. Aumento del acla-

ramiento renal de yodo. El déficit de aporte yódico es el

factor etiológico más importante del bocio simple y consti-

tuye la causa fundamental, y muchas veces única, del bocio

endémico. El bocio endémico se define cuando más del 10%

de la población general de una determinada zona geográfica

presenta bocio.

Desde la introducción de los programas de profilaxis yódica,

en muchos países desarrollados, la prevalencia del bocio en-

démico ha declinado mucho y en algunas áreas casi ha desa-

parecido. No obstante, la endemia bociógena se halla aún

ampliamente difundida en el mundo, en particular en zonas

subdesarrolladas de América del Sur, África y Oceanía.

La situación inversa, el exceso de aporte yódico también

puede originar la formación de bocio, aunque esta etiología

es infrecuente.

Otro factor bociógeno importante es el aumento del aclara-

miento del yodo por el riñón que puede observarse en la

pubertad, el embarazo, la lactancia y el climaterio, especial-

mente cuando estas situaciones se asocian con cierta insufi-

ciencia en la ingesta de yodo. Estos hechos pueden explicar

en parte la mayor prevalencia de bocio esporádico en el sexo

femenino.

Ingesta de Bociógenos. Los bociógenos son sustancias

capaces de producir experimentalmente bocio por interferir

en alguna fase del metabolismo de las hormonas tiroideas

y que pueden intervenir en la bociogénesis como cofactor,

cuando se suman a un déficit parcial de la ingesta yódica o

algún defecto de la biosíntesis hormonal. Los bociógenos

pueden alterar la captación tiroidea del yodo, su organifica-

ción intratiroidea, interferir en la liberación de las hormonas

o aumentar la excreción fecal de tiroxina.

El tiocianato y otros aniones monovalentes como el perclo-

rato, los glucósidos cianogénicos y la linamarina que se en-

cuentra en la mandioca son bociógenos que actúan disminu-

yendo la captación tiroidea del yodo.

Los fármacos del grupo tiouracílico, como el propiltiouracilo,

el metimazol y el carbimazol, tan utilizados en el tratamiento

del hipertiroidismo, producen un déficit en la organificación

intratiroidea del yodo y pueden causar bocio.

El consumo de harina de soya, nueces y sus aceites así como

el aceite de girasol, cacahuate y algodón puede aumentar la

excreción fecal de tiroxina y producir bocio.

Defectos congénitos de la hormonosíntesis tiroidea.

Se conoce una serie de defectos congénitos y genéticamente

determinados de la hormonosíntesis tiroidea que pueden

originar la aparición de bocio, acompañado o no de hipoti-

roidismo. Así tenemos: defectos en la captación tiroidea del

yodo y en la organificación tiroidea, que se producen por

dificultad del sistema enzimático de las peroxidasas.

Fenómenos autoinmunes. Varios datos apoyan la posibi-

lidad de que alteraciones autoinmunes desempeñen un pa-

pel coadyuvante en el desarrollo del bocio simple. Entre ellos

destacan: el hallazgo en el suero de algunos pacientes tanto

de anticuerpos antitiroideos como de la existencia de infiltra-

ción linfoide (tiroiditis linfocitaria focal) en algunas glándulas

y la mayor incidencia de este tipo de lesiones en familiares de

individuos con enfermedades tiroideas autoinmunes.

Cuadro Clínico

El bocio simple esporádico o endémico no suele dar sinto-

matología, excepto la relacionada directamente con la com-

presión de estructuras vecinas. En ocasiones puede aparecer

dolor secundario a hemorragia local.

En las fases iniciales de la enfermedad, el bocio es difuso y de

consistencia firme. En fases más avanzadas se hace nodular,

con zonas más o menos duras, pudiendo alcanzar un tamaño

extraordinario y ocasionar molestias locales. Ver fig. N:1 El

crecimiento intratorácico es relativamente frecuente y puede

causar a veces signos y síntomas de compresión.

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Figura N.1 A, B y C: BOCIO NODULAR COLOIDE,se observa

el crecimiento exagerado de la glándula con presencia de

nódulos

Diagnóstico

En general, el diagnóstico del bocio simple no plantea difi-

cultades. El tamaño y las características del bocio se determi-

nan fundamentalmente por palpación y para su clasificación

resulta útil el método aceptado por la OMS (cuadro 1).

Cuadro 1. Clasificación del Bocio, según la OMS.

Oa) Glándula palpable pero de menor tamaño que la

falange del dedo pulgar del explorado (gradualmente

no se considera bocio).

Ob) Constituido por un tiroides palpable y no visible,

ni siquiera con el cuello en extensión.

I- Puede palparse, pero solo resulta visible con el cuello

en extensión.

II- Es el que puede verse con el cuello en posición nor-

mal.

III- Es el bocio de gran tamaño.

La práctica de una ecografía cervical resulta de gran utilidad

en el diagnóstico del bocio simple ya que proporciona infor-

mación tanto sobre su tamaño como sobre las características

de las glándulas y permite identificar los posibles nódulos así

como clasificarlos en sólidos o quísticos.

En algunos pacientes puede ser útil realizar gammagrafía ti-

roidea, que mostrará la existencia de un bocio difuso en las

fases iniciales o de una captación heterogénea del trazador

con áreas de hipocaptación e hipercaptación en casos de

multinodularidad. Mediante esta exploración puede detec-

tarse también la existencia de prolongación endotorácica del

bocio.

Raras veces es necesario practicar una TAC cervicotóracica

para precisar la existencia de prolongación endotorácica.

El estudio citológico del material aspirado mediante PAAF

(Punción Aspiración con Aguja Fina) debe realizarse en todos

los casos del bocio, punciones múltiples sobre los diferen-

tes nódulos, cuando existe multinodularidad. El diagnóstico

citológico más frecuente en estos pacientes es el de bocio

coloide, que se basa en el hallazgo de abundante material

coloide y escasa celularidad; en algunos casos pueden de-

tectarse también mediante la citología aspirativa, áreas de

tiroiditis linfocitaria focal.

La determinación de los niveles circulantes de TSH y T4 libre

permite confirmar la normofunción tiroidea característica del

proceso o detectar las infrecuentes alteraciones que pueden

acompañarlo, tanto en el sentido de hipertiroidismo como el

hipotiroidismo. En los pacientes con bocio endémico puede

ser útil la determinación de la yoduria para confirmar la in-

gestión insuficiente de yodo.

Los anticuerpos antitiroideos, en especial, las antiperoxida-

sas, pueden ser positivos a títulos bajos en algunos pacientes

portadores de bocio simple, tanto en la fase de bocio difusión

como en la del bocio multinodular, y suelen correlacionar

con la intensidad de la tiroiditis linfocitaria focal. También

se han hallado en estos enfermos, inmunoglobulina T (TGI)

circulantes.

Tratamiento

La conducta terapéutica frente al bocio simple no puede es-

tandarizarse, en la actualidad la actitud expectante se con-

sidera una buena opción para aquellos pacientes que por la

fase evolutiva en que se encuentran ya no son candidatos

de tratamiento médico y no presentan una clara indicación

quirúrgica.

El tratamiento médico del proceso se basa en la supresión

de la secreción de TSH mediante la administración de dosis

subtóxicas de levotiroxina sódica.

La cantidad de hormona tiroidea que se utiliza oscila entre

Page 5: La enfermedad de la Tiroides

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150 y 200 ug /día y en cualquier caso debe ser suficiente

para mantener inhibida la secreción de TSH.

El tratamiento para conseguir su máxima eficacia debe pro-

longarse durante 6-12 meses. En los casos en que existe

respuesta, el bocio no suele recidivar tras la supresión de la

levotiroxina, excepto cuando persiste una clara situación bo-

ciógena.

El tratamiento quirúrgico del bocio simple se indicará en las

siguientes situaciones:

1.Cuando exista compresión de las estructuras vecinas, cervi-

cales o mediastínicas, en los casos en que presenten progre-

sión retroesternal.

2.Los bocios de gran tamaño constituyen una indicación re-

lativa para la cirugía que debe valorarse junto con otros fac-

tores como la edad, sexo e incluso el deseo del paciente.

3.La evolución a bocio multinodular tóxico es una indicación

para la cirugía, si bien actualmente en algunos de estos pa-

cientes portadores de bocios de pequeño tamaño se realiza

tratamiento con radioyodo.

4.Cuando se observa crecimiento importante y/o aumento

de consistencia de alguno de los nódulos de un bocio multi-

nodular, puede plantearse la sospecha de malignidad.

En estos casos debe procederse a una evaluación cuidadosa

del paciente valorando la edad, el sexo y las características

del bocio y del nódulo en cuestión mediante la palpación, la

ecografía, la gammagrafía y muy especialmente la citología

aspirativa. En la mayoría de los casos la práctica de todas

estas exploraciones permite establecer el diagnóstico con se-

guridad. Si ello no es posible debe indicarse el tratamiento

quirúrgico para el posterior estudio histopatológico de la

glándula.

El tipo de intervención indicada en el bocio simple es la ti-

roidectomía subtotal y como en toda cirugía tiroidea resulta

indispensable que la efectué siempre un cirujano experto.

Como complicaciones postquirúrgicas pueden presentarse

hipotiroidismo, hipoparatiroidismo transitorios o definitivos

y raras veces, recidiva del bocio. Para evitar esto, algunos au-

tores recomiendan la administración de levotiroxina después

de la cirugía de forma indefinida en todos los pacientes.

NÓDULOS TIROIDEOS

ADENOMA TÓXICO

Se define como adenoma tóxico la presencia de un nódulo

tiroideo único, gammagráficamente caliente, con caracterís-

ticas de autonomía funcional, que origina una inhibición del

resto del tejido tiroideo. El nódulo autónomo puede produ-

cir una secreción excesiva de hormonas tiroideas y ocasionar

hipertiroidismo.

Etiología

La etiología del adenoma tóxico no es bien conocida. La

teoría clásica se basa en admitir, como factor inicial, la acción

estimulante de la TSH sobre una parte del tiroides especial-

mente sensible al efecto de la hormona tirotropa. De hecho,

la heterogeneidad funcional del tejido tiroideo es bien cono-

cida y se pone de manifiesto sobre todo en el caso del bocio

simple en cuya historia natural existe una evolución ineludi-

ble hacia la nodulación.

Modernos estudios han aportado nuevas ideas basadas en la

existencia de clones de células foliculares tiroideas autóno-

mas y de otros factores de crecimiento que pueden ayudar a

comprender la etiopatogenia del adenoma tóxico.

La ausencia de inmunoglobulinas estimulantes del tiroides en

el suero de estos demuestra que su etiología no guarda rela-

ción alguna con la de la enfermedad de Graves-Basedow.

Estadios Evolutivos

ESTADIO 1. El nódulo activo es isofijante y no inhibe el resto

del parénquima tiroideo. El estudio gammagráfico no per-

mite fijar los límites del nódulo palpable. En este estadio

tiene gran importancia diagnóstica la prueba de la T3, que

consigue delimitar en la gammagrafía del nódulo autónomo

como única parte del tejido tiroideo que persiste activa tras

la administración de aquélla.

ESTADIO 2. El nódulo activo inhibe parcialmente el resto del

parénquima tiroideo. La prueba de la T3, que completa la

inhibición del tiroides parcialmente inhibido, y la de la TSH,

que consigue la estimulación de este parénquima, permiten

estudiar la situación funcional del adenoma tóxico.

ESTADIO 3. En esta fase, el resto del parénquima tiroideo no

nodular está completamente inhibido. En la gammagrafía

se aprecia sólo la imagen del nódulo activo. La estimulación

con TSH permite poner en evidencia el parénquima inhibido

por el nódulo. En este estadio, lo mismo que en los anterio-

res, no puede objetivarse signo alguno de hipertiroidismo ni

por la exploración clínica ni por la funcional.

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ESTADIO 4. Este estadio es parecido al anterior, pero en él la

secreción de hormonas tiroideas por el nódulo es excesiva y

pueden observarse signos discretos de hipertiroidismo.

ESTADIO 5. Se caracteriza por la existencia de un cuadro flo-

rido de hipertiroidismo producido por un adenoma tóxico.

El estudio gammagráfico y la respuesta a la prueba de la TSH

son iguales a los de los estadios 3 y 4.

Cuadro Clínico

El cuadro clínico del adenoma tóxico es muy variable según

el momento evolutivo en que se explore al paciente. Los

estadios 1 y 2 pasan con frecuencia inadvertidos, pues cur-

san con eutiroidismo. La exploración clínica revela sólo la

existencia de un nódulo tiroideo de pequeño o mediano ta-

maño, situado en cualquiera de los lóbulos o en el istmo,

indoloro y de consistencia firme, pero no dura.

Dado el tamaño moderado del nódulo, así como la ausencia

de síntomas locales y generales, el diagnóstico en estas fases

iniciales del proceso es casi siempre casual con motivo de un

reconocimiento médico. En el estadio 3, que asimismo cursa

con eutiroidismo, el tamaño del adenoma alcanza ya los 3

cms. de diámetro y su volumen explica que, a menudo, sea

descubierto por el propio paciente. Es, por tanto, en este

estadio y en los 4 y 5, en los enfermos menos observadores,

en los que se realiza mayor número de diagnósticos. En el

estadio 3, la sintomatología se limita a la presencia del nó-

dulo que es indoloro, de contorno liso y consistencia firme,

pero no dura. El resto del parénquima tiroideo casi nunca

es palpable.

En los estadios 4 y 5 la existencia del nódulo tiroideo se

acompaña de síntomas y signos de hipertiroidismo de menor

a mayor intensidad. Debe destacarse que a diferencia de lo

que ocurre en la enfermedad de Graves-Basedow nunca se

observa oftalmopatía infiltrativa o mixedema pretibial. Con

frecuencia el hipertiroidismo del adenoma tóxico adopta una

forma de presentación en la que predominan los síntomas

cardiocirculatorios. No es frecuente que sea el cardiólogo

que atiende una taquiarritmia con insuficiencia cardíaca o sin

ella, difícilmente corregible, quien descubra la situación de

tirotoxicosis que ha originado el trastorno.

Diagnóstico

El diagnóstico del adenoma tóxico es fácil en cualquiera de

sus fases, siempre que se cuente con la ayuda de la gamma-

grafía y de las pruebas funcionales.

En los estadios 1, 2 y 3, en los que existe normofunción ti-

roidea, el diagnóstico se orienta tras la palpación del nódulo

tiroideo al descubrir la gammagrafía que se trata de un nó-

dulo isofijante o caliente. Las pruebas de inhibición y estimu-

lación permiten completar el diagnóstico.

En los estadios 4 y 5, el diagnóstico plantea todavía menos

dificultades, ya que existen signos y síntomas de hipertiroi-

dismo más o menos patentes, que una determinación de los

niveles circulantes de T4 y T3 confirma.

La existencia de una neoplasia en el seno de un nódulo

caliente es una eventualidad muy improbable. Es precisa-

mente la característica gammagráfica hiperfijante (caliente)

la que prácticamente asegura su benignidad. Aunque se

han descrito algunos casos en los que el estudio histológico

de la pieza descubrió un carcinoma en el seno del adenoma

tóxico, ello no invalida la regla general citada ni ensombrece

el pronóstico.

Tratamiento

En general, se considera que el tratamiento más aconsejable

del adenoma tóxico es su exéresis quirúrgico. No obstante,

en los estadios 1 y 2 de la afección, en que es posible la

detección del proceso, parece lógico adoptar una actitud

expectante controlando la evolución. En el estadio 3 tam-

bién cabe esta actitud, sobre todo teniendo en cuenta re-

cientes informes relativos a la posible remisión espontánea

del nódulo tras fenómenos de hemorragia o necrosis. No

obstante, la intervención quirúrgica es quizá la decisión más

adecuada, que en ocasiones se halla asimismo justificada por

motivos estéticos. Finalmente, en los estadios 4 y 5 el nódulo

debe eliminarse por cirugía o por radioyodo.

En caso de escoger la intervención quirúrgica, debe estar

precedida del correspondiente tratamiento con tioderivados,

con propanolol solo o con propanolol y yodo.

La intervención debe limitarse a la hemitiroidectomía del

lado afecto, si la exploración quirúrgica demuestra la indem-

nidad macroscópica del lóbulo contralateral.

El adenoma tóxico puede también destruirse mediante la ad-

ministración de I131, pero la dosis son 2 o 3 veces mayores

que las utilizadas en la enfermedad de Graves-Basedow.

Pese a que el tratamiento es eficaz, la mayoría de los autores

consideran que el tratamiento de elección es el quirúrgico,

reservando la terapéutica con radioyodo para los casos en los

que la cirugía está contraindicada.

Tras la exéresis del adenoma o su destrucción con I131, el

paciente debe seguir sin tratamiento y bajo control médico,

en espera de que la secreción endógena de la TSH active el

resto glandular inhibido y se normalice la función tiroidea.

En esta situación puede tolerarse un hipotiroidismo leve sin

tratamiento, porque la instauración de que la medicación

sustitutiva equivale a renunciar a que el paciente consiga es-

tablecer el eutiroidismo por si mismo.

Page 7: La enfermedad de la Tiroides

7

Tras la exéresis, el resto del parénquima recupera su función

en un plazo relativamente breve estimulado por la TSH endó-

gena, de modo que apenas suele aparecer hipotiroidismo.

Sólo en casos excepcionales la recuperación puede tardarse

hasta un año o más, y durante este tiempo el paciente puede

presentar signos y síntomas de hipotiroidismo.

Recientemente se han llevado a cabo intentos de tratar el

adenoma tóxico mediante inyecciones percutáneas de eta-

nol, consiguiéndose la remisión del hipertiroidismo.

BOCIO MULTINODULAR TÓXICO

Se denomina bocio multinodular tóxico al hipertiroidismo

que puede aparecer en la fase nodular del bocio simple

cuando uno o más nódulos se hacen “calientes”, es decir,

hiperfuncionantes, porque secretan una cantidad excesiva

de hormonas tiroideas.

Más del 50% de los casos aparecen en enfermos portadores

de un bocio endémico.

La enfermedad, predomina en las mujeres con 90% - 95% de

los casos. Aparece sobre todo a partir de los 50 años.

Este predominio en edades avanzadas está relacionado con

el hecho de que la nodularidad representa la última fase en

la historia natural del bocio simple. Ver Fig. n.2.

Figura N. 2: BOCIO MULTINODULAR TÓXICO. Mujer

embarazada de 38 años con presencia de signos clínicos de

hipertiroidismo

Etiopatogenia

Como ya se ha expuesto en el apartado del bocio simple, los

episodios sucesivos de hiperplasia e involución conducen a la

tercera fase evolutiva o fase de nodularidad del bocio simple.

Algunos de estos nódulos son “fríos” y corresponden a zonas

involutivas y funcionales del bocio, así como a quistes o a zo-

nas de fibrosis o hemorragia. Por el contrario, otros nódulos

son calientes, correspondiendo a nódulos pseudoadenoma-

tosos con una rica vascularización.

El exceso de aporte yódico y otras causas no conocidas pro-

ducen el aumento de función de uno o varios de estos últi-

mos nódulos, lo que origina hipertiroidismo. En esta fase, la

actividad de los nódulos es independiente de la regulación

por la TSH endógena, y la hipersecreción de hormonas tiroi-

deas por aquellos produce una inhibición de la secreción de

la TSH, que origina el reposo funcional del resto del parén-

quima tiroideo.

Cuadro Clínico

Está centrado en las características que ofrece el hipertiroi-

dismo del bocio multinodular tóxico. No obstante, rara vez

se produce la tirotoxicosis florida descrita en la enfermedad

de Graves-Basedow.

La pérdida de peso suele ser moderada y con cierta frecuen-

cia no se observan diarrea, hipersensibilidad al calor y su-

doración caliente. En cambio a menudo se comprueban

aumento del nerviosismo, tendencia al insomnio y temblor

moderado.

Un signo clínico constante es la taquicardia, que con fre-

Page 8: La enfermedad de la Tiroides

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cuencia se acompaña de arritmia por fibrilación auricular y

de otras manifestaciones de la terrible cardiopatía tirotóxica.

Una de las formas clínicas poco llamativas que puede adop-

tar el hipertiroidismo en estos pacientes es la forma apática

de Lahey, ya que ocurre también en la enfermedad de Gra-

ves-Basedow. En ella los fenómenos circulatorios suelen estar

ausentes, destacando la apatía y la indiferencia del enfermo,

la notable pérdida de peso y la aparición de una miopatía

tirotóxica.

La ausencia de oftalmopatía infiltrativa y de mixedema preti-

bial es un hecho constante, de modo que su presencia obliga

a excluir el diagnóstico de Graves-Basedow.l

Diagnóstico

Si la clínica de hipertiroidismo es importante, su diagnóstico

no ofrece dificultad alguna, una vez comprobada por palpa-

ción la existencia de un bocio multinodular.

Si los síntomas y signos de tirotoxicosis son poco aparentes,

el diagnóstico puede pasar fácilmente inadvertido si no se

piensa en él. Al realizar las obligadas determinaciones hor-

monales éstas no deben limitarse a la concentración sérica

de T4 sino que deben incluir la de T3 ya que no son raras en

esta entidad las formas de T3-tirotoxicosis.

El estudio gammagráfico pone en evidencia una notable he-

terogeneidad en la captación del isótopo. Existen nódulos

calientes y casi siempre otros fríos, mientras que el resto del

parénquima está total o parcialmente inhibido. Ver figura

N.3

Figura N.3 Gammagrafía de Tiroides. Se observa la presencia

de nódulos captantes y el parenquima tiroideo inhibido

En raras ocasiones, la enfermedad de Graves-Basedow puede

asentar sobre un bocio preexistente, originando dificultades

de diagnóstico diferencial con el bocio multinodular tóxico.

En caso de duda, casi siempre por existir algún signo de oftal-

mopatía infiltrativa, puede ser útil la prueba de estimulación

con TSH que no modifica la gammagrafía de la enfermedad

de Basedow y, en cambio, evidencia las zonas inhibidas en

el bocio multinodular tóxico.

También puede resultar útil la determinación de los anticuer-

pos antitiroideos, ya que en el bocio multinodular tóxico son

negativos o positivos a títulos bajos y en la enfermedad de

Basedow es frecuente títulos elevados, pero la prueba de ma-

yor utilidad es la determinación de anticuerpos antirecepto-

res de la TSH, ya que si su hallazgo es positivo resulta decisivo

para el diagnóstico de la enfermedad de Graves-Basedow.

Tratamiento

El tratamiento de elección es la tiroidectomía subtotal. La

preparación para la intervención quirúrgica puede seguir

cualquiera de las pautas indicadas para el adenoma tóxico.

El tratamiento con yodo 131 es factible teóricamente e in-

cluso algunos autores lo defienden como terapia de elec-

ción.

No obstante, el control del hipertiroidismo con radioyodo en

esta afección no es fácil de conseguir, porque incluso utili-

zando inicialmente dosis elevadas (50mCi) la remisión solo se

consigue en la mitad de los pacientes, debiendo proseguirse

en la otra mitad con dosis adicionales de yodo 131.

Por tanto, el tratamiento con radioyodo de bocio multino-

dular tóxico quedaría reservado para los casos en que, por la

causa que fuere, no puedan ser intervenidos.

VALORIZACIÓN DE UN NÓDULO TIROIDEO

Historia

Quizá el hecho más importante es un antecedente de radia-

ción externa en cabeza o cuello, ya que cuando existe un

nódulo tiroideo aislado o múltiple, un 35% a 40 % de los

pacientes presentan un carcinoma de la glándula. Con fre-

cuencia, el cáncer no se presenta en el nódulo palpable.

También es muy importante el tiempo de inicio. Por ejemplo,

un nódulo que se ha presentado en fecha reciente o está cre-

ciendo preocupa mucho más que otro que no ha cambiado

en muchos años.

También son críticos la edad y sexo del paciente. Cualquier

nódulo que se desarrolla en un niño o un adolescente es in-

quietante y es probable que sea cáncer. Un nódulo nuevo en

un varón mayor de 40 años de edad o en una mujer de más

de 50 años también causa inquietud.

Los varones tienen menos nódulos benignos que las muje-

res. En consecuencia, cualquier nódulo debe preocupar. No

hay que olvidar que la presencia de voz ronca puede indicar

deterioro de la función del nervio laríngeo recurrente por un

tumor. La disnea y disfagia pueden deberse a compresión

traqueal o esofágica por un nódulo grande o con menor fre-

cuencia representar la invasión cancerosa de estas estructu-

Page 9: La enfermedad de la Tiroides

9

ras.

Examen Físico

En general, un nódulo solitario tiene mayor riesgo de ser can-

ceroso que los múltiples. La excepción son los pacientes con

antecedentes de radiación externa de cuello, en quienes el

riesgo de cáncer es igual con nódulos múltiples o únicos.

Pruebas de función tiroidea

No son muy útiles como estudios diagnósticos ya que la

mayoría de los pacientes con cáncer de tiroides, son eutiroi-

deos. Cuando existe hipertiroidismo es menos probable que

un nódulo sea canceroso.

Gammagrama de la Tiroides

Los estudios de centelleo localizan el sitio de acumulación de

yodo radioactivo o pertecnetato en la glándula tiroides o en

tejido tiroideo ectópico.

Los nódulos tiroideos pueden clasificarse como hiperfun-

cionales o “calientes”, es decir con mayor radiactividad de

la usual con la tiroides normal suprimida; funcionales o “ti-

bios”, o sea, nódulos que concentran radiactividad igual que

el resto de la glándula o, por último, hipofuncionales o nódu-

los “fríos”, con menor actividad que el resto de la glándula.

Casi todos los carcinomas se presentan como un nódulo

“frío” sin embargo, sólo un 10% de todos los nódulos fríos

aislados y la mayor parte de los múltiples son benignos (nó-

dulos coloides, adenomas, tiroiditis localizada o quistes). En

consecuencia, operar todos los nódulos “fríos”, como se lle-

vaba a cabo con frecuencia, origina casi un 90% de ope-

raciones por lesiones benignas. En ocasiones se observan el

carcinoma medular de la tiroides o sus metástasis en una cen-

telleografía con talio 201 (201 TI).

Imágenes de Tomografía por Computadora y Reso-

nancia Magnética.

Estas modalidades definen con claridad la anatomía de la

masa tiroidea, metástasis a ganglios linfáticos cervicales, la

relación del nódulo con estructuras anatómicas de cuello y

tórax y definen muy bien la compresión traqueal.

Biopsia por aguja

Las biopsias por aguja Vim Silverman o Tru-Cut, proporcio-

nan un núcleo pequeño de tejido que puede examinarse al

microscopio y pueden ser muy útiles como un medio diag-

Cuadro N. 2 Clasificación Histológica de los Nódulos

Tiroideos

Diagnóstico Frecuencia aproximada %

Nódulo coloide 65

Hojas de células foliculares 20

Maligno 5

No diagnóstico 10

Todos los pacientes con citología deben operarse, rara vez

hay un diagnóstico positivo falso. Quienes presentan hojas

de células foliculares también se operan. En la mayor parte

de los nódulos en que se encuentran estas últimas el exa-

men citológico comprueba que son adenomas foliculares

benignos; sin embargo, los cánceres foliculares muestran la

misma citología y no pueden diferenciarse con esta técnica.

Sólo el examen histológico cuidadoso después de la extirpa-

ción quirúrgica permite diferenciar entre carcinoma folicular

y adenoma.

La regulación del crecimiento de la glándula tiroides y de

los tumores tiroideos fue estudiada primordialmente a la luz

del impacto del yodo y de la hormona estimulante del cre-

cimiento tiroideo (TSH). Estudios posteriores han incluido

los factores de crecimiento de actividad local tales como

el factor de crecimiento epidérmico (egf siglas en inglés), el

factor de crecimiento similar a la insulina (igf siglas en in-

glés) y los factores de transformación del crecimiento tisular

alpha y beta (tgf – alpha, tgf- beta ). Estudios adicionales

sobre la regulación del crecimiento por diferentes factores

de crecimiento, principalmente en tirocitos normales sobre el

impacto de mutaciones tumorales específicas en oncogenes

y en genes supresores han demostrado cambios definidos

en cuanto a especificidad y sensibilidad tisular a estímulos

externos.

Tomado de Schwartz, Shires & Spencer 1996.

nóstico. En ocasiones es difícil hacer una “biopsia de núcleo”

y puede acompañarse de cierta morbilidad, en especial si el

nódulo tiroideo es pequeño. Por esta razón la mayoría de los

endocrinólogos prefieren hoy en día la aspiración por aguja

fina del nódulo con examen citológico.

Se inserta en el nódulo una aguja número 1� a 22 con una

jeringa y se aspira tirando del émbolo. Se pasa la aguja por

varios sitios dentro del nódulo; se deja de aspirar, se extrae la

aguja del nódulo y se vierte el material aspirado en un porta

objetos para un frotis y examen microscópico. Este estudio es

rápido, tiene, pocos riesgos y puede repetirse con facilidad.

En manos de un citólogo de tiroides es posible clasificar his-

tológicamente de manera correcta 90% o más de los nódu-

los. (Cuadro 2).

Page 10: La enfermedad de la Tiroides

10

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El aumento en el conocimiento de los procesos regulatorios

puede conducir al desarrollo de nuevos enfoques terapéuti-

cos específicos sobre el tumor y el paciente, en especial en

lo referente a la prevención de la recurrencia de un bocio

benigno y al tratamiento del cáncer folicular y papila.

Los avances en biología molecular, patología y genética de

la enfermedad tiroidea deben conducir en el siglo XXI a en-

foques mas individualizados. El adiestramiento actual de los

residentes de cirugía tiroidea y en otros tipos de cirugía en-

docrina es muy variado, lo cual puede contribuir a mayores

tasas de complicaciones y a un número indebido de opera-

ciones secundarias.

El liderazgo en cuanto a analizar tales diferencias y a promo-

ver un estudio más organizado del manejo de las enfermeda-

des tiroideas debe provenir de las asociaciones nacionales de

cirugía endocrina y de sus líderes.

Es obligación de los cirujanos endocrinos mantener un papel

central en el manejo de muchos aspectos de la enfermedad

tiroidea. La organización de equipos de especialistas en cen-

tros de tiroides (centros de excelencia) llevará a:

1.Mayor eficiencia

2.Mejor calidad de atención

3.Disminución de costos

4.Estímulos hacia un enfoque más individualizado de la ci-

rugía

5.Menores tasas de complicaciones

6.Impulso a la innovación tecnológica en el manejo de la

enfermedad.

La mayor parte de estas masas solitarias resultan ser nódulos

dominantes dentro de un bocio nodular, por lo cual, en sín-

tesis podemos decir lo siguiente:

Es más probable que un nódulo solitario sea neoplásico que

un nódulo múltiple.

Los nódulos funcionantes que captan yodo radioactivos apa-

recen calientes en la gammagrafìa y es más probable que

sean benignos.

Cuanto más joven sea el paciente (< de 40 años de edad)

mayor es la probabilidad de neoplasia, por que la nodulari-

dad no neoplásica, como puede ser producida por la tiroidi-

tis de Hashimoto, o el bocio multinodular suele aparecer en

personas ancianas.

Un nódulo en un hombre es más amenazador desde el punto

de vista de mortalidad que en una mujer aunque la mayor in-

cidencia de los trastornos neoplásicos tiroideos corresponde

a las mujeres.

TUMORES TIROIDEOS

Para empezar a estudiar los tumores de la glándula tiroides

es conveniente primero conocer la clasificación histopatoló-

gica de las neoplasias benignas y malignas. (Cuadro 3).

Cuadro N. 3 Clasificación Histopatológica. (WHO)

I. Tumores Epiteliales

A) Benigno:

Adenoma folicular

Adenoma papilar

Otros

B) Malignos:

1. Carcinoma folicular

a. Encapsulado

b. Invasivo

2. Carcinoma papilar

3. Carcinoma de células escamosas

4. Carcinoma indiferenciado (Carcinoma anaplásico)

a) tipo spindle – cell

b) tipo de células gigantes

c) tipo de células pequeñas

5. Carcinoma medular

II.Tumores no epiteliales

a) benigno

b) maligno

1. fibrosarcoma

2. otros

III. Tumores varios

1.- Carcinosarcoma

2.-Hemangioendotelioma maligno

3.- Linforma maligno

4.- Teratoma

IV. Tumor secundario

V. Tumor no clasificados

VI. Lesiones pseudotumorales

-Quiste hidatídico o equinocococis

Cuadro 3. Tomado de Hedinger C. Histological typing of

thyroid tumours:WHO international histological classifi-

cation of tumours, 2nd ed. Berlin-Heidelberg-New York:

Springer-Verlag 1988.

Page 11: La enfermedad de la Tiroides

11

TUMORES BENIGNOS

Los adenomas son neoplasias benignas con una estructura

glandular dentro de una cápsula, estos adenomas se presen-

tan como masas discretas solitarias.

En las áreas geográficas donde no existe deficiencia de yodo

4% - 7% de la población exhiben anormalidades en la glán-

dula tiroides.

Los tumores benignos se clasifican en:

Adenoma folicular.- El adenoma folicular tiene un diá-

metro de 3 cms. (algunos mucho mayor de 10 cms.), son

blandos y carnosos y están completamente encápsulados,

los adenomas son muy bien diferenciados, son los más fre-

cuentes y los que mejor simulan la función del tejido tiroide

normal aunque a veces responden a la estimulación con TSH,

en general se diferencia del tejido tiroideo normal por su au-

tonomía, es decir, por que su actividad basal no depende

de la estimulación con TSH. Este tipo de adenoma suele ser

unifocal y se manifiesta como un nódulo solitario.

Histopatologicamente muestra una cápsula fibrosa rodeada

por una zona de parénquima tiroideo comprimido, los ade-

nomas foliculares están compuestos por folículos llenos de

coloides separados por cantidades variables de estroma.

Se clasifican en tres tipos

a) Adenoma coloide: este tiene semejanza histológica con los

nódulos múltiples que aparecen en el bocio multinodular.

b) Adenoma fetal: se aplica este término cuando el adenoma

está integrado totalmente por folículos pequeños

c) Adenoma embrionario: cuando las células están dispuestas

en cordones sólidos

Variante de células Hurthle: contienen células con agran-

damiento diverso, hipercromasia nuclear, citoplasma granu-

lar que se tiñe fuertemente con eosina. Este agrandamiento

de células eosinófilas y granulares son idénticas en las encon-

tradas en las tiroiditis de Hashimoto.

Papilar: no se ha dilucidado si el adenoma papilar es una

entidad independiente o si habría que considerar a todos los

tumores papilares como carcinoma. Ciertos anatomopató-

logos consideran que unos cuantos tumores papilares son

adenomas benignos mientras que para otros suelen ser ma-

lignos.

Teratomas: son raros y por lo regular se los identifican en la

lactancia, suelen ser benignos como pueden ser malignos.

Otros tumores benignos son los lipomas, quistes dermoides,

hematomas.

Los quistes del canal tirogloso: Constituyen la mayoría

de los anomalías congénitas del cuello, ocurre en cualquier

sitio del trayecto de emigración de la glándula tiroides y se

presentan clínicamente como una masa suprahioidea, indo-

lora y ubicada sobre la línea cervical media. No representan

problemas de diagnóstico.

Manifestaciones clínicas

Los pacientes suelen presentar antecedentes de una masa de

crecimiento lento, que debe alcanzar 1 cm. de tamaño para

ser palpable, estas lesiones crecen lentamente y por lo regu-

lar, son asintomáticos.

Esta masa puede aumentar bruscamente debido a hemorra-

gias intralesionales. En raras ocasiones sintetizan T3 – T4 y

causan hipertiroidismo, el cual puede ser leve y no asociarse

con oftalmopatía.

La mayor parte de los adenomas son fríos, pero algunos aso-

ciados con hiperfunción acumulan el radio yodo y aparecen

calientes en las gammagrafías.

A medida que el nódulo crece de tamaño aumenta su fun-

ción de modo que al final se suprime la TSH. En ocasiones,

la tirotoxicosis es producida por un gran adenoma funcional,

mayor de 3 cms., y en esta situación es muy remota la pro-

babilidad de cáncer.

Diagnóstico

El diagnóstico de un nódulo tiroideo ya fue descrito en los

enunciados anteriores, sin embargo, podemos mencionar lo

siguiente:

1. Ecosonograma para ver los lóbulos de la tiroides.

2. Estudios gammagráficos con isótopos.

3. El ABC (aspirado, biopsia y citología).

Tratamiento

Una vez confirmado de que sea adenoma benigno, el pa-

ciente debe someterse al tratamiento supresor con hormonas

tiroideas. La dosis debe ser bastante grande para suprimir

la TSH pero no tanto como para producir hipertiroidismo.

En caso de que siga creciendo el adenoma se recomienda

la resección quirúrgica. Se puede hacer una lobectomía con

extirpación del istmo y también resección total del lóbulo

contralateral.

Page 12: La enfermedad de la Tiroides

12

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TUMORES MALIGNOS

El cáncer tiroideo es poco frecuente; según las estadísticas

mundiales, en una ciudad como Rosario (Argentina) de

1´000.000 hab. aparecerán 40 nuevos casos de cáncer por

año y sólo 6 casos morirían por su enfermedad. La incidencia

clínica de cáncer de tiroides es de 36-60 nuevos casos por

millón de habitantes al año mientras que la mortalidad de

esta neoplasia asciende a 9 casos por 1´000.000 de personas

al año. Es más frecuente en mujeres que en hombre 3/1 y

su incidencia aumenta con la edad y por antecedentes de

radioterapia cervical. La máxima incidencia ocurre entre los

60 y 70 años de edad y los pacientes suelen tener metástasis

en los linfáticos cervicales.

Etiología

Se piensa que una parte significativa representa la conse-

cuencia de prácticas por radiaciones en la cabeza y áreas cer-

vicales para muchas afecciones benignas, como la hipertrofia

amígdalina o tímica, el acné y otros trastornos. La irradiación

durante las 2 primeras décadas de vida es carcinogénica para

el tiroides. Entre el 4% y 9% de los lactantes irradiados han

desarrollado carcinoma tiroideo tras un período de latencia

medio de 10 – 20 años o hasta 40 años. La incidencia de

cáncer aumenta con la dosis de radiación que ha recibido la

glándula pero cuando se supera los 200 rads, la carcinogé-

nesis disminuye.

El tratamiento con yodo no favorece la aparición de cáncer ti-

roideo. Sin embargo, varios estudios realizados en zonas con

bocios endémicas antes y después de la práctica de la profi-

laxis yódica, no han podido demostrar la existencia de rela-

ción entre el estímulo bociógeno y el cáncer tiroides, aunque

no puede negarse que los niveles altos de TSH desempeña

cierto papel en el desarrollo de algunas neoplasias tiroideas

en particular de tipo folicular como carcinomas hallados en el

seno de bocios dishormonogenéticos.

Algunos datos han ganado terreno en cuanto a los posibles

orígenes genéticos del carcinoma tiroideo papilar. Sin duda

todos son monoclonales y la activación de un nuevo onco-

gen denominado PTC (carcinoma papilar tiroide), se ha iden-

tificado un 20% a 30% de estos tumores. El PTC parece ser

producto de la recombinación de un dominio de tirosina del

protooncogen RET del cromosoma 10 con un gen no carac-

terizado para crear una secuencia híbrida RET/PTC.

Al protooncogen RET también se lo ha implicado en la gé-

nesis de carcinoma tiroideo medular y feocromocitoma que

se presenta en el síndrome IIa-de NEM (Neoplasia Endocrina

Múltiple) familiar. El oncogen RET tiene un rol establecido en

lo pertinente al desarrollo tanto del carcinoma papilar (CPT)

como el carcinoma medular (CMT) de la tiroides.

El receptor de tirotropina (TSH- R), y el Gs-alpha se hacen on-

cogénicos mediante mutación puntual (aquella que resulta

del cambio de un solo par de bases en la molécula de ADN)

y se hallan asociado con el desarrollo de adenomas tóxicos.

El oncogén RAS está implicado en las etapas iniciales del de-

sarrollo de varios tipos de tumores tiroideos.

El P53 parece estar involucrado en el proceso de transforma-

ción al fenotipo anaplásico y en el gen PTEN en el desarrollo

de adenomas foliculares pero no de carcinoma. Estudios so-

bre la pérdida de heterogenicidad han permitido la identifi-

cación de genes supresores y sus resultados también sugie-

ren diferencias en la patogénesis de los CPT, en comparación

con los cánceres foliculares, el H – ras, N ras tienen algunas

demostraciones incluyendo en cáncer médular de tiroides.

En conclusión, el 20% de los carcinomas medulares tienen

un mecanismo de transmisión hereditaria, que es de tipo au-

tosómico dominante con un elevado nivel de penetración y

puede originar la aparición de carcinoma medular familiar

aislado o en el contexto de neoplasia endocrina múltiple-

MEN tipo 2.

También se ha podido demostrar que el síndrome de Gard-

ner y la enfermedad de Crowden se pueden asociar entre sus

manifestaciones con el carcinoma de tiroides.

También se ha asociado la aparición de cáncer con otras en-

fermedades tiroideas como son:

-El bocio simple esporádico y endémico

- Enfermedad de Graves – Basedow y varias tiroiditis.

- Otras causas: Las inorgánicas como el carbonilo de ni-

quel, cadmio, asbesto, plomo y orgánicas como son el humo

del petróleo, alquitrán, hollín otras como colorantes azoico

como son el dimetilaminoazobencena (cuadro 4).

Page 13: La enfermedad de la Tiroides

13

Resumen de los factores de riesgos para cáncer de Tiroides

Factor de Riesgo Comentario

Radiación Radiaciones durante la niñez por un tiempo largo.

Dieta La deficiencia y el exceso de yodo puede causar Cáncer de Tiroides.

TSH TSH elevada se asocian al crecimiento de la Tiroides y posiblemente al Cáncer de Tiroides.

Paridad y Aborto Una asociación débil entre la paridad y el aborto con el Cáncer de Tiroides.

Síndromes

Familiares

El cáncer de Tiroides ocurre como parte del Síndrome de Gardner, la enfermedad de Crowden y MEN

I y II.

Oncogenes Las mutaciones: la expresión anormal o a la amplificación de los ras, PTC-ret,c-myc y c-fos.

Cuadro 4. Tomado de Cáncer, Epidemiology and Prevention. 1996

CARCINOMA PAPILAR

Es el más frecuente de los cánceres de tiroides y tiende a

ocurrir generalmente en personas jóvenes. La edad promedio

de este grupo de paciente es de 43.10 + 16.34 años, rango

= 12-�7 años. Son más frecuentes y se encuentran entre el

50% y 60% en adultos y �0% en niños.

Estos carcinomas son más frecuentes en las mujeres de 2 a 3:

1que en hombres y se lo encuentra con más frecuencia entre

los 30 y 50 años de edad.

La mayoría de estos pacientes son eutiroideos y presentan

una masa indolora en la glándula que con frecuencia se

acompaña de ganglios linfáticos crecidos en cuello, en espe-

cial en personas jóvenes.

La presencia de disfagia y ronquera son signos de afección

avanzada. Este tumor no tiene relación con el bocio nodular.

Su crecimiento parece estar estimulado por la TSH. El 40%

de los carcinomas contienen cuerpos de psamomas, que son

estructuras calcificadas concéntricas también llamadas cal-

cosferitas o microlitas.

Este tumor se disemina primero a los ganglios linfáticos del

compartimento central que incluye el espacio entre las dos

arterias carótidas y también el mediastino superior y gan-

glios yugulares del triángulo cervical lateral, y a pulmones,

huesos y otras partes; también pueden invadir la tráquea y

el esófago.

Existen algunas variaciones del CPT como son: el llamado

resto tiroideo aberrante lateral casi siempre es un carcinoma

papilar que ha reemplazado a un ganglio en cuello.

El carcinoma papilar oculto se refiere a lesiones primarias me-

nor de 1.5 cms de diámetro y con frecuencia no se palpa,

signo característicos de éstas neoplasias son: núcleos hipo-

cromáticos ¨vacíos¨ desprovistos de núcleo (ojos de huér-

fanos de Annie), también presenta hendiduras nucleares,

inclusiones intranucleares, eosinófilos que representan inva-

ginaciones del citoplasma.

CARCINOMA FOLICULAR

Comprende del 10% – 20 %. Se lo observa en regiones de

bocio endémico donde hay gran prevalencia de bocio no-

dular, este carcinoma es más común en áreas de deficiencias

de yodo; la incidencia se incrementa un 25% y 40% en esta

zona.

Este cáncer ocurre con mayor frecuencia en una edad más

avanzada que el papilar.Su incidencia máxima está entre los

50 años de edad con predominio en mujeres.

La diferenciación entre el carcinoma folicular y el adenoma

folicular es difícil pero el criterio fundamental de diferencia-

ción son los signos de invasión capsular y de vasos sanguí-

neos.

También existe una diferenciación entre el CPT y CFT ya que,

por lo general, el primero tiende a extenderse a los ganglios

linfáticos del cuello y mediastino mientras que el segundo

tiene mayor frecuencia a producir metástasis ósea, pulmonar,

cerebral, hepática por vía hematógena, y también linfática

o regional.

Es importante mencionar que entre el 70% y �0% de los cán-

ceres foliculares y papilares pueden captar yodo radioactivo.

CARCINOMA DE HURTHLE

Los tumores de células de Hurthle contienen hojas de células

con citoplasma eosinófilo, que en la microscopía electrónica

se observa lleno de mitocondrias. Muchos autores piensan

que los tumores de células de Hurthle son variantes de las

neoplasias foliculares. Es más difícil tratarlos que a estas úl-

timas porque:

Page 14: La enfermedad de la Tiroides

14

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a) La frecuencia de carcinoma varía de 5,3 a 62% en diferen-

tes series clínicas.

b) Los tumores de aspectos benignos en la histología han

dado metástasis posteriormente en un 2,5 a 11,5% de los

pacientes.

c) Es mucho menos factible que los cánceres de células de

Hurthle concentren yodo radiactivo que las neoplasias folicu-

lares usuales lo que dificulta en particular el tratamiento de la

enfermedad metastásica.

Factores que influyen en la sobrevida: depende de di-

versos factores, del tipo histológico y el tamaño del tumor, el

estadio de la enfermedad, la edad y el sexo.

Histología del Tumor

El cáncer papilar es el tipo histológico que tiene mejor pro-

nóstico mientras que el carcinoma folicular tiene el peor pro-

nóstico. En las experiencias estudiadas muestran que 3.7%

de los pacientes con cáncer papilar fallecieron, comparado

con el 21,4% con carcinoma folicular.

Estadio de la Enfermedad

• Estadio 1: los pacientes con carcinoma diferenciado, clíni-

camente localizados en la glándula tiene buen pronóstico,

sobre todo cuando su tamaño no excede de 1.5 cm.

• Estadio 2: las metástasis en ganglios son comunes en carci-

nomas papilares y son más frecuentes en jóvenes (�0%) que

en adultos (10 a 20%).

Edad y sexo

La edad y el sexo son factores importantes en el pronóstico

de sobrevida. Los pacientes con carcinoma folicular tienen

un promedio de 10 a 15 años más que aquellos con carci-

noma papilar.

CARCINOMA MEDULAR (CMT)

Fue descrita por Hazard y col. en 1959. Constituye el 3.6%

al 10% de los cánceres de tiroides. También se lo ha llamado

carcinoma sólido de estroma amiloidea.

Son neoplasias neuroendócrinas de origen de células parafo-

liculares (células C). Este tipo de neoplasia tiene 3 categorías

importantes:

1) La mayor parte secreta calcitonina

2) Mucho de estos tumores tiene un estroma amiloideo ca-

racterístico

3) El 20% a 25% se asocian a los síndromes de MEN IIa y IIb;

con menos frecuencia estos tumores pueden producirse tam-

bién con otros patrones familiares. Puede estar asociado con

la enfermedad Von Hippel – Lindau y neurofibromatosis.

El CMT puede elaborar una gran variedad de productos en-

tre estos la somatostatina, prostaglandina, serotonina, ACTH,

antígeno carcigeno embrionario, enolasa específica de

neuronas, histaminasa, etc.

Los picos de incidencia están entre los 40 y 60 años de edad;

los síndromes de MEN se dan a los 30 y 40 años de edad.

Este tumor se origina en las células C, que derivan de la cresta

neural, o como se postula recientemente del cuerpo último

bronquial lo que explicaría las formas mixtas; integran el

sistema APUD (Amine Precursor Up Take Descarboxylation),

estas células se caracterizan por presentar una elevada ac-

tividad biosintética, así mismo almacenan y secretan una

amplia variedad de péptidos hormonales derivados de la

procalcitonina (PDN-21 y PAS-57).

El descubrimiento de que las mutaciones en el protoonco-

gen RET, se asocian con los síndromes MEN 2, fue de alta

significación por cuanto se demostró clara relación con el

fenotipo y lo más importante es que a través de éste método

se puede identificar los familiares en riesgo por el análisis di-

recto del ADN.

Los pacientes con MEN 2A, y MEN 2B desarrollan CMT y por

lo tanto hay clara indicación de practicar tiroidectomía tan

pronto como se haya identificado la mutación RET. Debido a

que el CMT parece ser mucho más agresivo en pacientes con

MEN 2B se debe practicar la tiroidectomía en el primer año

de vida. En tanto que en los pacientes con el MEN 2A donde

el tumor es más indolente se puede aplazar la tiroidectomía

hasta la edad de 5 años. Para continuar es necesario conocer

las características del Síndrome MEN 2:

El MEN 2 esta relacionado con el carcinoma medular del ti-

roide (CMT):

• MEN 2A existe una hiperplasia de célula C, CMT, feocromo-

citoma y de hiperparatiroidismo primario. Los pacientes con

MEN 2A se diagnostican tardíamente.

• MEN 2B también llamado fenotipo de ganglio neuroma

contiene: CMT, feocromocitoma, neuronas múltiples de

mucosa (lengua y/o labio) características marfoanoides (sín-

drome de Marfán). El MEN 2B se diagnostica en la niñez.

Page 15: La enfermedad de la Tiroides

15

Manifestaciones clínicas

El CMT se presenta en forma esporádica y familiar, y consti-

tuye la segunda, el 25% de los casos

Esporádico

La edad promedio es entre 45 y 55 años, en relación al sexo

la relación varón /mujer es de 1/ 1.4 o sea menor que en los

de estirpe molecular.

Estos pacientes presentan un nódulo aislado o múltiples nó-

dulos en la tiroides. El 15% al 20% tienen adenopatía cervical

cuando se diagnostica por primera vez, 10% tiene ronquera

y/o disfagia y un 30% presentan diarrea.

Es el único tumor de la tiroides que se asocia a síndrome de

Cushing, ya que en un 2% a 4% de los pacientes con CMT

hacen hiperplasia cortico suprarrenal con secreción excesiva

de cortisol.

De acuerdo al MEN asociado van a presentar las característi-

cas clínicas respectivas.

Carcinoma anaplásico

Constituye el 10% de los tumores malignos del tiroides y

ocurre después de los 50 años, el 50% se encuentra entre los

70 y �0 años de vida con edad promedio de 66 años. Este

tumor suele crecer muy rápido y puede extenderse amplia-

mente fuera de los límites de la glándula e invadir las estruc-

turas vecinas.

Se divide en 2 tipos:

- Tipo de células pequeñas, que son en realidad linfomas y

deben de tratarse como linfomas.

- Tipo de células grande.

Los pacientes suelen presentar un crecimiento doloroso de

la tiroides que a menudo está fija y se mueve poco durante

la deglución. Existen metástasis pulmonares más que óseas;

estos pacientes pueden tener fiebre, debilidad y síntomas sis-

témicos. Esta enfermedad es de evolución rápida y general-

mente son masas grandes.

Linfoma

El 5% de los casos ocurre en mujeres de edad avanzada,

son de crecimiento rápido y por lo general indoloro, duro y

firme. Prácticamente en todos los casos se debe a un linfoma

no Hodgkin, la diseminación extratiroidea del tumor por

invasión directa de tejidos blandos o afección de ganglios

linfáticos regionales. Tiene un efecto adverso preciso en el

pronóstico.

Hoy en día se acepta que no se obtiene ninguna ventaja con

la resección quirúrgica y radioterapia en el tratamiento de

linfoma.

Carcinoma Metastásico

En los pacientes que mueren de afección maligna, se encuen-

tran metástasis de la tiroides en un 2% a 4%. Los carcinomas

broncógenos causan 20% de metástasis tiroides.

Los carcinomas metastásicos ocurren especialmente a partir

del cáncer de mama, pulmón, esófago, estómago y de me-

lanomas malignos.

Diagnóstico

Los datos clínicos como ocurren en el caso del carcinoma

medular pueden ser útiles, la historia familiar o la existencia

de un cuadro diarreico. La forma de presentación clínica

de las neoplasias tiroideas es la aparición de un nódulo

cervical, y ocurre en un 75% de los casos. La exploración

física resulta diagnóstica de malignidad ante un nódulo

tiroideo. Los antecedentes de radiación de la cabeza siempre

es bueno preguntar debido a que esto influye en el génesis

del carcinoma tiroideo.

EXAMENES DE LABORATORIOS

Marcadores tumorales

Para el carcinoma papilar y folicular, el marcador tumoral de

elección es la tiroglobulina (TG), que debe hacerse segui-

miento de la detección de niveles postoperatorios que indica

la persistencia tumoral o metástasis e inclusive, toda la vida

ya que puede haber recidiva hasta 30 años después.

Para el carcinoma medular de tiroides (CMT), el marcador de

elección es la calcitonina (CT), cuando hay CMT existe una

hipersecreción de CT, la sensibilidad aumenta mediante la es-

timulación de secreción de calcio. Otro marcador que puede

hallarse elevado es el antígeno carcigenoembrionario (CEA).

Otras pruebas que se utilizan son la radiografía de partes

blandas del cuello, ecografía tiroidea, la gammagrafía tiroi-

dea y el ABC. Aspirado con aguja fina (ACAF). Este indica un

gran porcentaje de malignidad. También tenemos la biop-

sia intraoperatoria por congelación y la citología, que son

métodos muy buenos para el diagnóstico de carcinoma de

tiroides.

PAAF: Se diagnostican un 95% de los casos, puede ser te-

rapéutica ya que consigue hacer desaparecer entre 20% y

65% de lesiones quísticas. El PAAF es el mejor método que se

Page 16: La enfermedad de la Tiroides

16

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dispone en la actualidad para el diagnóstico de los nódulos

tiroideos y para el carcinoma tiroideo.

Cuando se diagnostica un carcinoma medular deben rea-

lizarse siempre el estudio familiar para determinar la calci-

tonina basal y tras estimulación con pentagastrina y calcio,

con el fin de efectuar el diagnóstico precoz de otros posibles

familiares afectos. Igualmente en los casos de MEN2, deben

practicarse exploraciones necesarias y diagnosticar los posi-

bles tumores asociados.

Otros métodos importantes tenemos:

Centellografia con Tc + metoxiisobutilsonitrilo (MIBI), es

útil para la ablación tiroidea

Otro método importante es T1- Tc, Tc tetrofosmin, estos son

útiles en casos de metástasis no yodo captantes.

SPECTL (Tomografía computarizada con emisión de fotones

únicos) es útil en paciente con tiroidectomía total por carci-

noma medular.

PET (Tomografía por emisión de positrones)

ECO DOPPLER COLOR (Para patologías cardíacas en caso

de que exista un soplo)

TAC: Es para ver calcificaciones de masas tiroideas

En conclusión, teniendo en cuenta la metodología diagnós-

tica realizaremos un algoritmo de estudio para un nódulo

tiroideo: se debe realizar ecografía tiroidea ante la sospecha

de patología tiroidea nodular; si es positiva, se debería con-

tinuar con la centellografia tiroidea para evaluar si el nódulo

ecográfico es frío o caliente. En el caso de un nódulo frío, se

puede proseguir con punción biopsia con aguja fina guiada

por ecografía para determinar la naturaleza histológica del

nódulo. La TAC y la RMI deberían realizarse en aquellos ca-

sos en que se desea determinar la extensión extra glandular

del tumor, en metástasis pulmonares o ganglionares y para

evaluar la recidiva si no se obtuvieron resultados con los otros

métodos. (Cuadro 5).

Grupos de riesgo basados en los factores pronósticos

Memorial Sloan Kettering Center. Nueva York

Factores Pronósticos Bajo Riesgo R. Intermedio Alto Riesgo

Edad (años) <45 <45 >45 >45

Tamaño Tumor(cm.) <4 >4 <4 >4

Extensión extratiroidea Ausente Pres. o Aus Presente

Metástasis Distantes no M si M no M si M

Grado Histológico Papilar Folic. y-o Pap Folic.y-o Pap.

Alto grado Alto grado

Cuadro 5. Tomado de Oncología Órgano Oficial de Comunicación del Instituto Oncológico ¨Dr. Juan Tanca Marengo¨ (ION SOLCA) Dic.1999

Antes de iniciar a comentar sobre los diferentes tratamientos

para las neoplasias de la glándula Tiroides es necesa-

Cáncer de Tiroides TNM

T Tumor primario

Nota: Todas las categorías deben ser subdivididas en: a) Nódulo solitario, b) Tu-

mor multifocal (el más grande determina la clasificación)

TX tumor primario no diagnosticado

T1 Tumor de 2 cms. o menor limitado al tiroides

T2 Tumor mayor de 2cm. pero no màs de 4cm. limitado al tiroides

T3 Tumor mayor de 4cm. limitado al tiroides o cualquier tumor con mínima extensión extratiroidea (por ej.: extensión al

músculo esternotiroideo o tejidos blandos peritiroideos)

T4a Tumor de cualquier tamaño extendido fuera de la cápsula tiroidea e invade tejidos blandos subcutáneos, laringe, trá-

quea, esófago o nervio laríngeo recurrente.

T4b Tumor que invade fascia prevertebral o engloba a la arteria carótida o vasos mediastínicos.

Todos los carcinomas anaplásicos son considerados T4.

T4a Carcinoma anaplásico intratiroideo – Quirúrgicamente resecable

T4b Carcinoma anaplásico extratiroideo – Quirúrgicamente no resecable

rio conocer los Estadios según el TNM. (Cuadro 6).

Page 17: La enfermedad de la Tiroides

17

Carcinoma anaplásico

Todos los carcinomas anaplásicos son considerados Estadio IV

Estadio 4ª T4a cualquier N M0

Estadio 4b T4b cualquier N M0

Estadio 4c Cualq. T cualq. N M0

INDIFERENCIADO

Todos son estadios 4

Estadio 4 cualquier T cualquier N cualquier M.

ESTADIOS

Papilar y Folicular

Bajo 45 años MEDULAR

Estadio 1 Cualquier T cualq. N M0

Estadio 2 Cualquier T cualq. N M1

Estadio 1 T1 N0 M0

Estadio 2 T2 N0 M0

Estadio 3 T3 N0 M0

T1 N1a M0

T2 N1a M0

T3 N1a M0

Estadio 4a T4a N0M0

T4a N1aM0

T1 N1bM0

T2 N1b M0

T3 N1b Mo

Estadio 4b T4b Cualq. N M0

Estadio 4c Cualq. T Cualq. N M1

Papilar y Folicular

45 años o más

Estadio 1 T1 N0 M0

Estadio 2 T2 N0 M0

Estadio 3 T3 N0 M0

T1 N1a M0

T2 N1a M0

T3 N1a M0

Estadio 4a T4a N0M0

T4a N1aM0

T1 N1bM0

T2 N1b M0

T3 N1b Mo

Estadio 4b T4b Cualq. N M0

Estadio 4c Cualq. T Cualq. N M1

N Ganglios regionales

NX Ganglios no diagnosticados

N0 No metástasis ganglionar

N1 Ganglios metástasicos

N1a metástasis a Nivel VI (pretraqueal, paratraqueal y prelaríngeo/nódulos linfáticos delfianos.

N1b metástasis unilateral, bilateral medial o contralateral cervical o ganglios mediastinales superiores.

M Metástasis a distancia

MX No diagnosticadas

M0 No metástasis

M1 metástasis a distancia

Page 18: La enfermedad de la Tiroides

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linfáticos del compartimento. Se recomienda su disección

profiláctica.

Siempre se deben revisar los ganglios del compartimiento

lateral y si están afectados practicar la linfadenectomía.

En el anaplásico y el linfoma, la cirugía resulta inútil y resulta

mejor las intervenciones paliativas (quimioterapias).

En las lesiones de 2 cms. o de menor tamaño o multicéntricas

sin metástasis, algunos recomiendan la lobectomía parcial

contralateral. Pero por lo general, se prefiere la tiroidectomía

subtotal.

El carcinoma folicular requiere una tiroidectomía completa

debido a su tendencia a producir metástasis a distancia.

La clave de la cirugía tiroidea efectiva se basa en una ade-

cuada capacitación y una buena comprensión de la anatomía

y patología de la glándula tiroides. La disección capsular de

la tiroides fue descrita por primera vez por Halsted en 1907

y se mantiene como fundamento de seguridad de la técnica

quirúrgica mediante técnicas apropiadas como son la lobec-

tomía total o tiroidectomía total (que es simplemente una

lobectomía total bilateral realizada en el mismo acto opera-

torio).

La necesidad de ablación del resto del tiroides en el posto-

peratorio y de gammagrafías periódicas subsiguientes con

radioisótopos en busca de enfermedad residual o recidivante

varía en función del tipo anatomopatológico del tumor y del

tamaño de la lesión o de la presencia de metástasis.

La retracción de la glándula hacia la línea media permite la

disección del aspecto lateral del lóbulo tiroideo. La debida

protección de los nervios laríngeos recurrentes y de la irri-

gación de las glándulas paratiroideas se logran mediante la

técnica de disección capsular, ligando la ramas terciarias de

la arteria tiroidea inferior sobre la superficie de la glándula.

Cuando no sea posible preservar una glándula paratiroides,

o cuando resulte isquémica luego de disecarla de su pedículo

vascular, ésta debe ser seccionada de inmediato y autotrans-

plantada en el músculo esternocleidomastoideo ipsilateral.

La tiroidectomía minimamente invasora utilizando técnicas

endóscopicas puede modificar la práctica de la cirugía tiroi-

dea a futuro.

PROCEDIMIENTO DE LA TÉCNICA QUIRÚR-GICA

CIRUGÍA DE LA TIROIDES

Intervención

En los pacientes sometidos a intervenciones del tiroides por

Además tenemos otra clasificación que nos determina el

riesgo del paciente para el índice de mortalidad:

BAJO RIESGO (2% de mortalidad)

a) Todos los pacientes sin metástasis a distancia, mujeres me-

nores de 50 anos y hombres menores de 40 anos

b) Todos los pacientes mayores con :

-Carcinoma Papilar intratiroideo o tumor mínimo

-Tumor primario menor de 5 cm.

-Carcinoma Folicular sin invasión vascular, ni capsular, ni

linfática.

ALTO RIESGO (40% de mortalidad)

a) Paciente menores de 45 años

b) Cáncer primario mayor o igual a 5 cms.

c) Extensión extratiroidea y toma la cápsula (Ca.Folicular in-

vasivo )

d) Metástasis a distancia

Tratamiento

El tratamiento de elección es la cirugía, después de la cirugía

se administra a los pacientes yodo radioactivo por vía oral.

Este tratamiento no se usa en el tratamiento medular ana-

plásico porque no concentra este radioisótopo. La quimiote-

rapia se usa solamente para el tratamiento del cáncer tiroideo

avanzado y los resultados no son prometedores.

Los pilares del tratamiento son:

1. La cirugía

2. El radioyodo

3. Medicación con hormonas tiroideas

4. La quimioterapia

La cirugía: Constituye el pilar básico de la terapéutica del

cáncer de tiroides y su finalidad fundamental consiste en ob-

tener la excéresis de la totalidad del tejido neoplásico.

En el cáncer papilar y folicular, el tratamiento de elección es

la tiroidectomía bilateral. Esta técnica respeta una cantidad

mínima de tiroides.

En el carcinoma medular es prácticamente obligada a hacer

la tiroidectomía total ya que constituye la única posibilidad

de curación ya que ni el tratamiento con yodo radioactivo

ni la TSH ayuda a controlar la enfermedad debido a que la

incidencia aumenta un 50% de afectación de los ganglios

Page 19: La enfermedad de la Tiroides

19

la patología oncológica en general, no hace falta ninguna

terapia médica preoperatoria porque por lo general se trata

de nódulos normofuncionantes o hipofuncionantes. Única-

mente en las formas tóxicas se debe hacer un tratamiento

médico adecuado para que el paciente llegue al quirófano

en condiciones endocrinológicas óptimas. La omisión de esta

regla en estos casos puede causar graves accidentes intrao-

peratorios o postoperatorios que van desde la aparición de

una crisis tirotóxica hasta temibles hemorragias del tejido ti-

roideo, que en estas situaciones siempre es muy friable ya

que está abundantemente vascularizado.

La operación se hace bajo anestesia general con intubación

orotraqueal. Se coloca al paciente sobre la mesa operato-

ria en decúbito dorsal con el busto elevado unos 25 grados

sobre el plano en la mesa y la cabeza en línea con el tronco

moderadamente hiperextendido. Con campos estériles se

delimita un campo que va desde el borde de la mandíbula

hasta la clavícula y se prolonga hacía atrás hasta el borde

posterior de los esternocleidomastoideos, a nivel de los cua-

les los paños se fijan con dos puntos de seda o de lino. El

cirujano suele colocarse del mismo lado que el lóbulo que

opera, el ayudante se pone enfrente y el asistente está detrás

de la cabeza del enfermo.

Incisión Cutánea y Preparación de los Colgajos.

En la hemitiroidectomía y en la tiroidectomía total, la incisión

clásica es a nivel del “collar” de Kocher. Esta es una incisión

cutánea transversal curvilínea de ligera concavidad superior,

trazada entre ambos músculos esternoicleidomastoideos dos

dedos por encima de la fosa supraesternal. Al hacer el corte

se debe procurar al máximo que la incisión coincida con uno

de los pliegues cutáneos que existen a ese nivel porque así se

garantiza mejores resultados estéticos a largo plazo.

Si los nódulos son grandes se pueden desviar hacia arriba el

extremo de la incisión para facilitar así el acceso a los pedícu-

los superiores, pero esta eventualidad es rara en oncología.

La incisión interesa el plano cutáneo y el músculo cutáneo

subyacente y se extiende por encima de la fascia cervical su-

perficial. Desplazando hacia arriba el borde superior con una

compresa sostenida con la mano izquierda, se puede iniciar

la preparación del colgajo cutáneo superior. Esta maniobra se

facilita por laxitud de los tejidos a este nivel, que se pueden

disecar con bisturí incidiendo un plano prácticamente. Los

pequeños vasos se controlan mediante electrocoagulación.

El colgajo se libera hasta llegar arriba al cartílago tiroides y

por fuera al cuerpo muscular de los esternocleidomastoideos

y luego se fija su superficie profunda a los bordes del campo

con dos suturas de lino.

Luego se desprende el colgajo inferior para llegar a la fosa

supraesternal. Este borde se suele dejar libre y separado du-

rante toda la intervención.

Incisión de los Planos Fasciales Musculares

Para poder llegar al tiroides en este punto, se incide longi-

tudinalmente con el bisturí la línea blanca cervical desde

el extremo superior hasta el inferior del campo operatorio

mientras el cirujano y el ayudante la evidencian y la tensan

estirando hacia fuera los músculos pretiroideos de los lados.

La incisión del rafe medio formado por la superposición de la

fascia cervical superficial y media a este nivel, permite hacer

una penetración rápida y totalmente exangüe en el espacio

peritiroideo. Una medida importante es tratar de seccionar

previamente entre dos ligaduras la rama venosa anastomó-

tica que a menudo une a las dos venas yugulares anteriores

en el espacio de Gruber.

Para obtener una buena exposición de la glándula y de sus

pedículos hay que penetrar en el plano comprendido entre la

vaina peritiroidea y el músculo esternotiroideo.

En algunos casos la extirpación de los lóbulos puede obte-

nerse simplemente tomando y separando lateralmente a los

músculos desprendidos de la superficie glandular con un pe-

queño separador de Farabeuf, pero cuando se quiere obtener

una visualización completa de los pedículos vasculares o si el

nódulo es grande, es preferible seccionar transversalmente

las diversas estructuras musculares procediendo por planos

desde la superficie hacia la profundidad.

Para este fin, antes de incidir el músculo esternohioideo se

aísla y se secciona entre dos ligaduras la vena yugular an-

terior, que corre sobre el músculo en el espesor de la fascia

cervical superficial. Luego, el esternohioideo se puede sec-

cionar con tijera o electrobisturí, con preferencia en la unión

del tercio superior.

Habiendo incidido y separado el plano muscular superficial,

se evidencia el músculo esternotiroideo, el cual, como se ha

dicho, entabla relaciones muy íntimas con la fascia peritiroi-

dea.

Es un requisito importante para hacer una exposición co-

rrecta del lóbulo.

Una vez seccionado también este músculo y separado, se ob-

tiene una visualización óptima de la glándula y, en particular,

del pedículo vascular superior.

Ligadura de los Pedículos Vasculares

Se inicia ligando el pedículo vascular superior, que debe ser

precedido por un aislamiento exacto del pedículo.

Una torunda despega progresivamente el polo superior de la

glándula respecto de las estructuras circundantes a las cuales

Page 20: La enfermedad de la Tiroides

20

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se haya adherido laxamente.

El pedículo se aísla cuidadosamente y en forma completa en

todo su contorno.

La ligadura por lo general doble, es de seda y vicryl arriba, y

simple y de vicryl abajo, y la sección del pedículo entre am-

bas, debería efectuarse en correspondencia con el polo supe-

rior del lóbulo tiroideo evitando en la medida de lo posible la

ligadura directa del tronco de la arteria tiroidea superior más

arriba para no desvascularizar demasiado las paratiroides y

para reducir el riesgo de lesionar la rama motora del nervio

laríngeo superior, que corre por dentro de la arteria, aunque

por lo general a una distancia tal que es imposible que se la

seccione.

De esta manera se puede tomar el polo superior de la glán-

dula con una pinza para traccionarlo hacia adentro mientras,

por lo general, el muñón superior se retrae algunos milíme-

tros hacia arriba.

En este momento el lóbulo tiroideo, liberado arriba, puede

ser elevado y estirado medialmente por el ayudante para evi-

denciar en la cara lateral de la glándula la emergencia de la

vena tiroidea media, por lo general, de pequeño calibre, a la

cual se liga y se secciona.

Desprendiendo el pedículo medio se puede luxar después

hacia adentro y adelante la glándula para encontrar el espa-

cio cóncavo comprendido entre la arteria carótida y la trá-

quea, ocupado por la propagación fibrosa que une a la vaina

vascular con la fascia peritiroidea. Una vez aislada la arteria,

se la secciona entre dos ligaduras de seda.

También se puede ligar sus ramas una por una, más cerca

de la glándula en caso de que se aíslen oportunamente en el

tronco, pero en este caso se corre mayor riesgo de lesionar

el nervio laríngeo inferior por las intimas relaciones que estas

ramas arteriales entablan con el nervio mismo.

La liberación del lóbulo hacia abajo se completa aislando y

ligando con vicryl y seda las venas tiroideas inferiores y even-

tualmente la arteria tiroidea media, si está.

Estos vasos, tributarios directos del tronco venoso braquio-

cefálico izquierdo, se buscan y se ligan prestando extrema

atención porque a veces pueden tener dimensiones impor-

tantes y su lesión accidental, si no se la detecta inmediata-

mente, produce copiosas hemorragias.

Aislamiento del Nervio Recurrente

La medialización ulterior del lóbulo después de haber seccio-

nado todo el pedículo vascular permite poner en descubierto

el ángulo diedro comprendido entre el esófago cervical y la

tráquea, que constituye el área donde el nervio laríngeo infe-

rior corre hacia la laringe.

Como se dijo a la derecha el nervio tiende a seguir una tra-

yectoria oblicua desde afuera hacia adentro y desde abajo

hacia arriba en comparación con el nervio izquierdo, que

encima de la cual el dedo lo puede palpar como una fina

elevación codiforme.

Su aislamiento empieza entre el lóbulo tiroideo ya amplia-

mente luxado y la tráquea, empleando pinzas delicadas que

sirven para separar las estructuras fibrosas paratraqueales

hasta que se lo llega a reconocer claramente. En este punto,

con una pinza unida a una torunda se lo desprende, pro-

cediendo desde abajo hacia arriba, respecto de la cápsula

tiroidea.

De esta manera se lo puede aislar en todo su recorrido hasta

su ingreso en la laringe, es indispensable disecar minuciosa-

mente su extremo superior detrás de la articulación entre el

cartílago cricoides y el asta inferior del cartílago tiroides, para

evitar lesiones accidentales del tronco en este punto, donde

sus relaciones con la fascia peritiroidea son muy íntimas.

Únicamente después de haber evidenciado por completo el

nervio se puede aplicar pinzas en tejidos vecinos para ase-

gurar la hemostasia y completar el desprendimiento de la

glándula respecto del plano traqueal.

Cierre

Durante la lobectomía por adenoma el parénquima se sec-

ciona a nivel de la unión entre el istmo y el lóbulo. Pero si

se opera por un carcinoma tiroideo diferenciado y se puede

hacer una cirugía conservadora, a la extirpación del lóbulo

enfermo se le agrega también la del istmo, seccionando el

tejido entre este último y la base del lóbulo contralateral.

Para este fin es útil realizar el desprendimiento completo del

parénquima tiroideo respecto del plano traqueal, electrocoa-

gulando los pequeños vasos que aparecen progresivamente

y seccionándolos. De esta manera se puede medializar y re-

batir con facilidad la glándula para exponer su cara posterior.

Una vez evidenciado el punto del tejido sano en el cual rea-

lizar la sección, se coloca una pinza hemostática más allá del

plano de la incisión y se desprende la pieza operatoria.

El muñón ístmico se liga con un punto de transfixión que

contornea completamente el margen de modo que controla

el sangrado proveniente de los vasos supraístmicos y subíst-

micos, además de los parenquimatosos.

Luego se debe controlar minuciosamente la hemostasia de

toda el área cruenta realizando pequeñas ligaduras y electro-

coagulación de los puntos sangrantes.

Es necesario colocar un fino tubo de drenaje que sale por

una pequeña contraincisión debajo de la herida porque así

se pueden reconocer inmediatamente las pérdidas de sangre

en el postoperatorio. El drenaje se puede sacar al segundo o

Page 21: La enfermedad de la Tiroides

21

tercer día porque en este sitio los derrames serosos siempre

son muy escasos. Luego se reconstruye con puntos con vi-

cryl o catgut.

También en relación con la línea cervical media se ponen al-

gunos puntos de aproximación en los márgenes musculares

para separar el comportamiento tiroideo del plano cutáneo.

En este punto se puede colocar la cabeza del paciente en el

plano del tronco eliminando la moderada extensión que se

había utilizado para evidenciar mejor la región.

De este modo se reduce la tensión en los bordes de la sutura

en el plano cutáneo, que han sido seccionados transversal-

mente.

El subcutáneo se sutura con algunos puntos de catgut fino

simple distanciados el uno del otro más o menos 1cm.

Estos márgenes se suturan con puntos separados o por me-

dio de una sutura intradérmica que se retira al cabo de cinco

a seis días, en 3 a 4 días el paciente puede egresar del hos-

pital.

TIROIDECTOMÍA TOTAL

La extirpación total del tiroides por vía extracapsular está in-

dicada en todos los casos de tumor tiroideo que no perte-

necen a los altamente diferenciados localizados en un solo

lóbulo (T1, T2 de la clasificación TNM - cuadro 6-). Ver fig.

#4

Como esta operación se hace por patología maligna de la

glándula, junto con la pieza operatoria se extirpan el tiroides

y por vía extracapsular todos los elementos adyacentes que

pueden presentar signos de infiltración, como los músculos

subhioideos.

Raras veces debe recurrir a la resección de partes de la pared

traqueal o esofágica donde ha penetrado el tumor (tiroidec-

tomía ampliada).

Reintervenciones en este sitio significa mayor peligro de le-

Fig. # 4 Tumor tiroideo. Macroscopia

Figura # 5. Bocio Retroesternal Gigante. Macroscopia

Las ventaja de esta cirugía es que se pueden realizar con

yodo radiactivo en el postoperatorio para detectar y tra-

tar el tejido tiroideo residual normal y metástasis a distancia,

en el seguimiento los niveles séricos de tiroglobulina son un

marcador más sensible de enfermedad persistente o recu-

rrente cuando todo el tejido tiroideo ha sido resecado.

La tiroidectomía total o casi total combinada con ablación

con 131-yodo y terapia de supresión de TSH resulta una me-

jor supervivencia y menor tasa de recurrencia.

TIROIDECTOMÍA SUBTOTAL

Está indicada en los bocios hiperfuncionantes multinodula-

res, carcinomas diferenciados localizados en el istmo o en los

adenomas múltiples bilaterales, que son poco frecuentes.

La intervención contempla la extirpación subtotal de la glán-

dula, la cual se secciona en ambos lados siguiendo un plano

oblicuo en sentido antero-posterior y de afuera hacia aden-

tro.

Se extirpa gran parte del parénquima tiroideo y se deja in situ

la parte más posterior de los lóbulos en un espesor de más

sionar los elementos adyacentes como el nervio recurrente y

las paratiroides.

Estas pueden estar indicadas en las formas de tumor tiroi-

deo indiferenciado cuyo pronóstico siempre es malo a largo

plazo.

La extirpación de la tiroides puede constituir una necesidad

en casos de tumor diferenciado con metástasis a distancia en

los cuales la tiroidectomía permite efectuar una terapia meta-

bólica de remanentes de tejido tiroideo funcionante.

En los casos de bocio retroesternal gigante que producen

compresión, la extirpación total de la tiroides es lo más reco-

mendado. Ver Fig. #5.

Page 22: La enfermedad de la Tiroides

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o menos 1cm.

Este tipo de resección en cuña ofrece las ventajas de que

evita un estado de hipotiroidismo postoperatorio, porque el

parénquima residual alcanza para mantener el eutiroidismo,

pero en particular permite evitar el riesgo de lesionar el ner-

vio recurrente y las paratiroides, que yacen en un plano pos-

terior respecto del tejido tiroideo residual. La sección del te-

jido en todo el espesor obliga a realizar una serie de ligaduras

y de hemostasias mediante electrocoagulación en toda la

superficie de sección evitando una pérdida de sangre mucho

mayor que la observada en las intervenciones más “anatómi-

cas “(hemitiroidectomía).

RESECCIÓN ISTMICA

La resección del istmo es el tratamiento de elección para los

quistes y los adenomas pequeños de la región istmica.

La incisión, corresponde a la de Kocher para la hemitiroidec-

tomía y se profundiza hasta el plano fascial. Llega al espa-

cio peritiroideo y se aísla la glándula separando el margen

inferior y superior respecto al plano traqueal mediante una

cautelosa disección. Liberado así el istmo a lo largo de toda

la cara posterior, se ligan y se cortan las ramas de los vasos

tiroideos que corren a lo largo de sus márgenes.

Luego se secciona el parénquima en todo su espesor a nivel

de la base de los dos lóbulos y las dos superficies de sección

se ligan con puntos de transfixión de cátgut para asegurar la

hemostasia de los vasos marginales y parenquimatosos.

El cierre se hace con las mismas modalidades que en la he-

mitiroidectonía y por lo general no hace falta dejar ningún

tubo de drenaje.

Complicaciones

La mortalidad por tiroidectomía ha disminuido en los últimos

decenios, en la actualidad se la calcula en un 1%.

Las complicaciones más graves de la tiroidectomía se relacio-

nan en gran medida con la posición que esta glándula ocupa

en el cuello y las relaciones con importantes elementos ner-

viosos y glandulares.

Las complicaciones pueden distinguirse en:

a.)Tempranas cuando se presentan en el postoperatorio in-

mediato

b.)Tardías si aparecen en las semanas consecutivas a la in-

tervención

Complicaciones tempranas.- El sangrado arterial puede de-

berse a un aislamiento o ligadura incorrecta de algún pedí-

culo vascular de la glándula.

Los sangrados de origen venoso, a menudo provienen de las

venas tiroideas inferiores, cuya lesión accidental intraopera-

toria puede pasar inadvertida si la pared venosa tiende mo-

mentáneamente a colapsarse o a retraerse hacia abajo por

debajo del plano esternal.

Todos estos sangrados son muy terribles por la compresión

que la acumulación de sangre ejerce poco después sobre la

tráquea. Ni siquiera la presencia de un drenaje en el área de

la intervención permite adquirir una noción exacta del ca-

rácter real del sangrado actual porque la cantidad de sangre

que sale al exterior muchas veces es una pequeña parte de

la que se ha perdido.

La otra complicación grave, puede presentarse después de

una tiroidectomía total y es una intensa disnea postoperato-

ria que suele deberse a la lesión accidental de los dos nervios

recurrentes. La lesión unilateral del nervio laríngeo inferior

no suele acarrear consecuencias funcionales importantes,

pero si se lesionan los dos troncos nerviosos se puede correr

el riesgo de que aparezca un grave cuadro agudo de insu-

ficiencia respiratoria. Es una buena regla solicitar siempre

que el anestesiólogo controle el estado de las cuerdas vocales

en el momento de la extubación, en particular, en los casos

en que a causa de las condiciones anatómicas locales no se

ha podido aislar, ni visualizar claramente el tronco de los dos

nervios laríngeos.

Complicaciones tardías.- Existen dos: la disfonía posoperato-

ria que puede ser transitoria cuando hay microtraumatismo o

edema del nervio recurrente. Cuando la lesión es por sección

de uno de los troncos nerviosos o de ambos nervios puede

provocar graves consecuencias sobre la fonación o sobre la

capacidad respiratoria del paciente.

El otro tipo de complicación tardía debida a intervenciones

en esta localización está representado por el hipoparatiroi-

dismo, que se debe a la extirpación en bloque, junto con el

tiroides, de todas las glándulas paratiroides que suelen estar

distribuidas a lo largo de los bordes posteriores de los lóbu-

los. Por lo general, hay que conservar por lo menos una para

asegurar una secreción suficiente de hormonas paratiroideas.

A veces a estas glándulas se las extirpa accidentalmente por-

que se las suele confundir con pequeños lobulillos de tejido

adiposo.

Muchas veces estas situaciones son transitorias porque la

presencia de paratiroides supernumerarias, en particular me-

diastínicas, permite compensar en poco tiempo un cuadro

de hipofunción glandular. De todas maneras, a todos los

pacientes sometidos a tiroidectomía se los debe controlar

atentamente en el postoperatorio para detectar a tiempo los

signos clínicos de una hipocalcemia progresiva.

El hipoparatiroidismo persistente, por fortuna más raro,

es una complicación grave porque muchas veces no se lo

puede controlar bien y se acompaña de una serie de sínto-

Page 23: La enfermedad de la Tiroides

23

mas sistémicos perturbadores para el paciente.

LINFADENECTOMÍA LATEROCERVICAL

Reparos Anatómicos

El territorio de drenaje linfático del tiroides comprende una

región anatómica muy vasta que va desde el mediastino

hasta la región laterocervical y supraclavicular.

En esta área existen numerosos grupos linfoganglionares en

los que puede alojarse metástasis de carcinoma tiroideo. Los

grupos más numerosos están distribuidos en dos áreas late-

rales más o menos triangulares que están delante y detrás de

los troncos vasculares del cuello.

El triángulo posterior corresponde a la fosa supraclavicular

propiamente dicha y contiene los ganglios linfáticos espina-

les y supraclaviculares que están distribuidos paralelamente

al trayecto del nervio y los vasos homónimos.

El área anterior, más pequeña, contiene el grupo de los gan-

glios linfáticos subdigástricos y está en relación con el tronco

tirolingofacial.

Entre estas dos regiones corren la arteria carótida primitiva,

sus ramas y la vena yugular interna, de las cuales son satéli-

tes los ganglios del grupo yugulocarotídeo, que se extiende

desde la base del cráneo hasta la confluencia de la vena con

el tronco subclavio.

La linfadenectomía laterocervical para tumores tiroides inte-

resa a todos estos grupos linfoganglionares que se extir-

pan, conservando si es posible, las estructuras anatómicas

nerviosas y vasculares a las cuales están adheridos al músculo

digástrico, porque es poco probable encontrar metástasis lin-

foganglionares más arriba de este sitio.

Dos grupos linfoganglionares peculiares son los representa-

dos por los ganglios linfáticos mediastinales, paratraqueales,

localizados en el sector anterosuperior del mediastino, que

pueden afectarse en la patología tumoral maligna de origen

tiroideo, y por los ganglios linfáticos recurrenciales. Estos

últimos son un pequeño grupo de ganglios (como termino

medio 3 a 6) dispuestos a lo largo del nervio laríngeo en su

porción subtiroidea. Por lo general, se los aísla con facilidad

del tronco nervioso y siempre se los extirpa durante la tiroi-

dectomía porque es frecuente que alojen metástasis.

La red linfática tiroidea suele ser tan vasta y anastomosada

que permite amplias comunicaciones entre los sistemas de

los dos lados, lo cual explica la posible aparición de metásta-

sis clínicas en el lado contrario al tumor primario, incluso en

pacientes operados mucho antes.

Técnica Quirúrgica

El principio básico que debería guiar al cirujano en la ejecu-

ción de una linfadenectomía por tumores malignos de ori-

gen tiroideo, consiste en extirpar todas las estructuras linfáti-

cas afectadas por la enfermedad, evitando en la medida de lo

posible, la resección de los órganos que las rodean (“cuello”

conservador). Esto se hace teniendo en cuenta la agresividad

biológica relativamente limitada de estas neoplasias y la ju-

ventud de los pacientes sometidos a esta intervención.

La disección laterocervical se puede hacer junto con la extir-

pación del tumor primario o bien después, en ocasiones al

cabo de algunos años. La reparación se hace bajo anestesia

general con intubación orotraqueal.

Incisión Cutánea y Preparación de los Colgajos.

En caso de disección metacrónica respecto a la intervención

en el tumor primario, la incisión más indicada se hace desde

la mastoides a lo largo del borde posterior del esternocleido-

mastoideo hasta las cercanías del tercio inferior de éste.

En la incisión interesa el plano cutáneo, subcutáneo y el mús-

culo cutáneo del cuello. De esta manera, se preparan los

colgajos cutáneos anterior y posterior hasta descubrir la línea

media por delante, el músculo trapecio atrás y afuera, el

músculo digástrico adelante y adentro.

Los colgajos preparados de este modo se pueden rebatir y

fijar en los bordes del campo operatorio para no ejercer sobre

ellos tracciones excesivas que comprometan su vasculariza-

ción.

Disección Laterocervical

La disección laterocervical consiste en extirpar todo el tejido

adiposo y conectivo de la región y todas las estructuras linfá-

ticas contenidas en él.

Sus límites están representados abajo por la clavícula, arriba

por la apófisis mastoides y el vientre del músculo digástrico,

adelante y adentro por la línea media y atrás por el borde

anterior del músculo trapecio.

Al llegar al tercio inferior del borde del músculo trapecio

se debe prestar mucha atención para reconocer y aislar el

tronco del nervio espinal, que por lo general, entra en el

músculo a este nivel, se logra separar el nervio en todo su re-

corrido hasta el borde posterior del esternocleidomastoideo.

Durante estas maniobras se suelen sacrificar algunas ramas

nerviosas sensitivas del plexo cervical que corren por esta

área y vasos cervicales transversos, a los cuales se aísla, se liga

y se extirpa junto con los ganglios linfáticos satélites justo por

encima de la clavícula.

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En este sitio se encuentra y se secciona el vientre posterior

del músculo omohioideo y así se puede exteriorizar después

la pieza quirúrgica.

En este momento la disección ha llegado al borde poste-

rior del esternocleidomastoideo, se utiliza el separador de

Farabeuf para desplazarlo hacia adelante y visualizar de esta

manera el músculo escaleno anterior, a lo largo de cuya cara

anterior transitan el nervio frénico y el tronco de la vena yu-

gular en todo su recorrido .

El vientre muscular del esternocleidomastoideo se debe aislar

minuciosamente de los elementos circundantes para poderlo

enganchar y traccionar hacia atrás.

El cuerpo muscular se separa de su fascia propia y después de

haber salido de la base del cráneo, lo atraviesa oblicuamente

para emerger a nivel del tercio medio de su borde posterior.

En esta fase se debe ligar la vena yugular externa, que pasa

sobre la superficie del músculo y que abajo cruza su borde

posterior para desembocar en la yugular interna.

La disección continúa con externa delicadeza a lo largo de

la pared venosa, de la cual se puede separar toda la cadena

linfoganglionar yugulocarotídea incidiendo la túnica adven-

ticia con el bisturí

Disección Recurrencial

La disección de los ganglios linfáticos recurrenciales, se la

suele hacer durante la intervención para el tumor primario

junto con el aislamiento del nervio laringeo inferior. Los gan-

glios linfáticos que pueden existir en este nivel siempre se

pueden desprender del tronco nervioso con una pinza que

separe delicadamente la cadena linfoganglionar de los teji-

dos contiguos.

Cierre

Antes de cerrar el plano cutáneo se emprende una hemosta-

sia exacta de las áreas cruentas en todo el campo operatorio.

Si se ha hecho la linfadenectomía a la izquierda, préstese

gran atención para controlar la presencia o no de linforragias

en el área supraclavicular. Esto puede ser un signo de lesión

accidental del conducto torácico ocurrida al disecar a lo largo

del tronco venoso yugular. La piel se sutura con puntos sepa-

rados. Se aplica un apósito moderadamente comprensivo y

no se requiere de antibioticoterapia postoperatoria.

Tratamiento con Yodo Radioactivo

De las enfermedades residuales conocidas asociada a una

mejoría clínica y de reducción del índice de recidiva, los tu-

mores menores de 5 cm tienen un pronóstico excelente (car-

cinoma papilar).

El carcinoma folicular y papilar son capaces de captar yodo.

Esta capacidad se la utiliza para realizar la denominada abla-

ción del resto de tejido tiroideo después de la cirugía, lo cual

constituye el segundo paso en el tratamiento de este tipo de

neoplasias.

Para que el tratamiento con yodo sea más eficaz, es conve-

niente que las células foliculares estén estimuladas por TSH.

La dosis que se administran de Yodo radioactivo son :

En el carcinoma papilar intratiroideo (estadio 1) se manda

yodo radioactivo de �0 a 50 mci.

En el carcinoma folicular estadio 1 la dosis es de �0 a 100

mci.

En el estadio 3 y 4 la dosis es de 90 a 110 mci.

En el estadio 4 la dosis es de 120-150 mci.

El tratamiento con yodo radioactivo no resulta útil en el trata-

miento de los carcinomas anáplasicos o medular ni tampoco

en el linforma tiroideo.

Tratamiento con Hormona Tiroidea

La administración de levotiroxina es obligada tras la excéresis

de la glándula tiroides. En las neoplasias capilar y folicular, el

tratamiento con levotiroxina se utiliza para suprimir la secre-

ción hipofisiaria de TSH por lo que se la administra a dosis su-

periores a 200 microgramos por día. La hormonoterapia se

inicia después de finalizado el tratamiento con yodo. Existen

otros tratamientos como las quimioterapias que se utilizan

como fines paliativos como ocurre en el linfoma.

Se debe revisar a los pacientes aproximadamente a los seis

meses de la intervención inicial y al menos cada seis meses

durante algunos años. Se debe palpar el cuello para descartar

la recidiva de las metástasis. Debe efectuarse generalmente

un rastreo gammagráfico de control al año de la cirugía.

El resumen de las pautas terapéuticas es así:

Carcinoma papilar y folicular: tiroidectomía casi total, admi-

nistración de yodo, levotiroxina (a dosis superiores de TSH) 3

a 4 semanas después de la cirugía.

Carcinoma anaplásico: la radioterapia externa asociada con

dosoxorubicina u otros citostàticos. Este tratamiento es pa-

liativo.

Carcinoma medular: siempre debe practicarse la tirodecto-

mía total con excérisis ganglionar. En caso de que la cirugía

sea insuficiente se puede utilizar radioterapia externa y qui-

mioterapia.

Page 25: La enfermedad de la Tiroides

25

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