ENTREVISTAL A C A R T E L E R A 4

ANTONIO M. SÁNCHEZFOTOS DE L. C.

L a obra habla de un hombre muy neurótico,que conoce a una mujer también muy neu-rótica, y ambos intentan pasar al lado más

luminoso de la vida, intentan huir del continuo pe-simismo en el que viven. El protagonista masculinoempieza entonces a sobrevivir. Tiene la figura deHumphreyBogartenCasablancacomoladelhom-brecool,elhombrequesabesiemprequéhacer,cómotratar a lasmujeres, el hombre que nunca pierde lospapeles...».Así resume Tamzin Townsend (Liverpool,

1967) Tócala otra vez, Sam, el gran texto deWo-odyAllen (versionadopor Juan José deArteche)que ella ha dirigido ahora con la misma pasión yprofesionalidad que le viene haciendo cosecharun éxito tras otro a lo largo de su fecunda carre-ra. Así es, hasta el punto de que alguien la llamó

ensudía la reinaMidasdel teatroespañol,unapo-doquequizáparezca algo exagerado,peroquenose aleja tantode la realidad si reparamos en los re-sultados obtenidos con montajes como Días devino y rosas;Un dios salvaje;Gorda, o El métodoGrönholm,por citar tan sólo algunos títulos espe-cialmente sonoros.Quede claro, eso sí, que Tóca-la otra vez, Sam, es una comedia.—¿Una comedia de sonrisa o de carcajada?—De carcajada. La gente se ríe mucho, porqueademás se siente muy identificada con ese pobrehombre y su lucha por estar mejor.El pobre hombre al que se refiere la directora

británica, aunque afincada en España desde haceaños,esAllan (LuisMerlo),un críticode cinequesostieneconversaciones imaginarias conHumph-rey Bogart (Francisco Nortes). Cuando su espo-sa(BeatrizSantana) leabandona,susamigosFrank(José Luis Alcobendas) y Linda (María Barran-

co) tratan de ayudarle a encontrar pareja.—Sinosidentificamosconél,esquetodosseremosun poco neuróticos...—Yocreoquesí,quetodoslosomosunpoco.Qui-zá no tanto como él,pero sí que la vida diaria noslo pone un poco difícil. Y hay que saber que nopuedes quedarte ahí, lamentándote, sino que hayque intentar mirar al otro lado. Es una obra real-mentemuy divertida.—WoodyAllen daba perfecto en ese papel de hom-brecilloneurótico,peroLuisMerlonoseparecenadaaWoody Allen...—He intentado cambiar esa imagen de hombrepequeñito,conelpelo rizadoy las gafasdepasta...Por eso está Luis Merlo, un hombre de metroochenta,guapísimo...,aunque en la obra sale bas-tantedesfavorecido.Peroesque no tienesque ser

TAMZIN TOWNSEND

Tamzin Townsend cuenta sus trabajos por éxitos. (Días de vino y rosas,Gorda, El método Grönholm...).Ahora busca uno más con la gran comedia deWoody Allen Tócala otra vez, Sam, que se representaen el teatro Olympia desde ayer, jueves, con Luis Merlo y María Barranco en los principales papeles

«Soy un poco morbosa y me gustan lascomedias negras con mucha mala leche»

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unWoodyAllen para que te pasen todas esas co-sas, y tampoco quería hacerle una especie de ho-menaje, buscaba algo diferente.—Un guapo con problemas. ¿Es sumanera de de-cirle a esta sociedad de la apariencia que todo elmundo sufre?—Sí,y tambiénunmododedecirle a la gentequenonecesitamospensarsiemprequelosdemássonmejores que nosotros. Ese hombre tan perfecto,que lo domina todo, ese Humphrey Bogart noexiste en realidad,es unmito.La fuerza está en elinterior, y de esto trata finalmente la obra.—Una obra que si Woody Allen la escribió para símismo [también la llevó al cine con Diane Keaton],tiene un tremendo protagonista masculino. ¿Peroqué peso tiene el principal personaje femenino?—Bueno, en nuestra versión tiene mucho peso.Tiene un monólogo muy largo.Y, en realidad, esasí porque no estamos ante unproblema exclusi-vamente masculino, ni mucho menos. Ella tienesu propia lucha con la edad, con el físico y todoeso.—¿Pero no le parece que hoy en día el inadaptadoes el hombre, que es más cobarde y menos lucha-dor que la mujer... O es que ustedes se escondenmejor?—Puede ser...Quizá es que lasmujeres ahora es-tamos muy acostumbradas a hacer mil cosas a lavez, ¿sabes? Estás en el trabajo, y pensando en lalista de la compra, y con los niños... Llevamos unestrés impresionante.—¿Por qué no se rebelan?—Ya, ¿y cómo crees tú que hay que rebelarse?—¿Mandando a la familia a hacer gárgaras...?—Ya, no creas que no lo pienso. Lo pienso todoslos días.Me digo queme vuelvo a Inglaterra y ahísequedantodos.No,enserio,laobrahablaunpocodetodoestotambién,perobásicamenteesunejer-cicioactoraldivertido,paraque lagentese ríamu-cho.Es unaobramuy ágil,muy ligera.La gente selo pasará muy bien y admirará muchísimo a losactores, porque están estupendos.Al final, dirán:¡Qué fuerte, ya ha pasado una hora ymedia!—Hoy todo ha de pasar deprisa, incluso el ocio...—Bueno, ahora la gente ya no tiene aguante conel teatro, no como cuando yo era pequeña e íba-mosaverobrasdeShakesperareodeGeorgeBer-nardShaw,queduraban treshorasy tú sabíasqueibas a estar allí,sentadodurante treshorasporquesí. No, ahora es muy difícil hacer una obra queduremás de una hora y cuarenta minutos.—Usted se declara partidaria de la comedia, aun-quehahechobastanteseimportantesdramas.¿Estegénero ya no vende?—No, no creo. Se puede vender bien una trage-dia, siempre que esté muy bien hecha.Días devino y rosas, conCarmelo Gómez y Silvia Abas-cal, fue escandalosamente bien, pero, ¡dios mío!,la gente salía muy tocada. Eso, realmente, ¡uf!,cuesta.Y a mí, personalmente, me gusta muchomás oír a la gente reír, siempre que se trate deunarisa inteligente. Me refiero a la risa como conse-cuencia del reconocimiento de uno mismo, o elde otra persona a la que conoces mucho. Por esoprecisamentemegustómuchoUndiossalvaje[deYasmina Reza, conAitana Sánchez-Gijón,Mari-bel Verdú, Pere Ponce y Antonio Molero], por-que en esa obra tú te ríes,pero estásmuy cerca delo que sucede en el escenario.

—Al fin y al cabo, la vida es tragicómica, ¿no?—Bueno, desde luego, la tragicomedia, lo que yollamo comedia negra, es el género que más megusta: Si puedes hacer que alguien se ría durantepoco tiempo, ¡jo, qué ideal!—Géneromuy cercano a la tradición inglesa...—Sí, sí, porque yo también tengo ahí a mis dio-ses, como RowanAtkinson, los Monty Python...Mi mundo es éste, el de la tragicomedia, el de lacomedia negra. Las historias simples y felices nomeinteresanmucho,laverdad.Soyunpocomor-bosa,megustaobservara lagente,estudiar lasbar-baridades que dice y por qué, porque luego des-de la indignación al humor hay un pasomuy pe-queñito. O sea,queme gustan las comediasmuynegras, conmuchamala leche.—¿Haymala leche en Tócala otra vez, Sam?—No,esta no la tiene.Es divertida y bonita, y ex-plica una historia que está bien.—Al hilo de la conexión con el cine de esta obra,dice usted que el cine ha influido mucho en todosnosotros. Y entiendo que lo dice en un sentido posi-tivo.Teniendoencuenta loque,engeneral, sehaceahora, ¿querría que influyera de igual modo en lasnuevas generaciones?—Desde luego, cuando yo dije eso estaba refi-riéndome a las películas demi infancia ymuy an-teriores, a las de la infanciademimadre,digamos.Ahora es totalmente diferente,con los efectos es-peciales, la tremenda velocidad a la que ha de irtodo, el que sea imprescindible una persecuciónde coches... La necesidad del espectáculo. En elmejor de los casos, viendo esto puedes decir algoasí como ¡haaala, qué fuerte!, o quizá te hará su-bir la adrenalina. Desde luego, personalidadescomolasdeJoanCrawford,HumphreyBogart...,bueno, ahora sonmuy difíciles de encontrar,por-que hemos cambiado la visión.Amí me gusta elteatro simple, pero que cuenta mucho; historiasquecuentanunacosasencilla,perotienenungranfondo.ElotrodíafuiaverOrigen[Inception.Chris-topher Nolan, 2010], una película supongo quemagnífica, pero en la que yo, sinceramente, meperdí. Sí, sí, dije: ¡Bueno, qué película! Pero teníatantas capas, tantas subcapas, que me perdí. Yocreoque la gentequiere que se le cuente unahis-toria sobre personas bien contada,y si además lespuedes hacer reír, genial, y si en otro momento

puedes hacer que salte una lágrima, también ge-nial.—¿En el teatro español se están haciendo bien lascosas en este sentido?—Hayde todo,¿no?Y también creoquehaybas-tante diferencia entre el público y el privado. Enel privado,realmente,quieres que la gente vaya alteatro y que funcione,mientras que en el publicohaymásposibilidadesdehacerotrotipodeapues-ta.Pero,bueno,yosoymuysimpleenesto,megus-ta hacer historias sobre personas.—¿Hasta dónde está usted presente en Tócala otravez, Sam?—Mucho,mucho.Creoque tienemi sellopor to-das partes.—¿Y cuál es ese sello?—Me gustaría pensar que consiste en hacer unacomediabienhecha,nadapasadadevueltas,muycontrolada,muy fluida, conmucho ritmo ymuyelegante.Todo bien contado, sin cosas raras.—Ese será, pues, el tan buscado secreto del éxito,si atendemos a su impresionante trayectoria.—Bueno, a veces. El éxito necesita otras muchascosas además de eso.Tiene que haber actores co-nocidos, el productor tieneque confiar yponer loque pide el director... Es un negocio muy com-plicado.—Hablando de actores, tiene fama de sermuy exi-gente con ellos.—Sí. Normalmente, repito mucho con los acto-res. Esta es la segunda vez que trabajo con LuisMerlo, y creo que la séptima vez que trabajo conlos Larrañaga como productores. Son gente conla que te entiendes: ya hay un código. Igual quemiequipo:escenógrafos,ayudantes...Novoycam-biando; para qué, si nos entendemos perfecta-mente.—Vino usted de Inglaterra hace años, con Shakes-peare en vena. ¿Qué pasa con los clásicos españo-les, no ha conectado con ellos?—Bueno... He hecho un Don Juan Tenorio y meencantó. ¿Pero quéme pasa?Amí los clásicos es-pañoles me cuestan más.Yo puedo leer a uno delos míos, o textos contemporáneos complicados,y los entiendo muy rápidamente. Los leo, los en-tiendo y veo cómo tiene que ser ese espectáculo,lo hago y casi siempre sale bien.Pero puedo estarel día entero leyendo a un clásico español, con eldiccionario al lado, yme resulta difícil.A Shakes-peare lo conozco, el trabajo está hecho. Si tú medices una acotación suya,creo que podría decirtela obra, el personaje y la escena, y eso no puedohacerlo con Lope deVega.—Osea,quecuandocogeunaobraesporquehapo-dido bebérsela de un trago.—Verás, a mí tendrían que venirme con uno deesos textos y decirme:mira, vamos a hacerlo portodo lo alto; léelo y dime qué piensas. Entoncesyoloharéencantada.Pondréla imaginaciónatope,igual que lo hice conDon Juan, que meme pasédos días viendo montajes de hace mil años, mepuse a hacer unmaster... Eso me tendría que pa-sar.—¿De dónde arranca su conexión íntima con esteuniverso?—Soy muy cotilla, me fascinan los personajes,siempre estoy prenguntando por qué dicen estoo hacen aquello. Es una curiosidad innata. Creoquevienedecuandoerapequeñayvivía sola,conmi madre, y nos pasabamos muchas temporadasen Grecia. Entrábamos en una taberna y ella me

EL SELLO TOWNSEND«Me gustaría pensar que mi selloconsiste en hacer una comedia bienhecha, muy controlada, muy fluida,con mucho ritmo y elegante»

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hacía observar a una pareja; entonces, me pre-guntaba qué relación creía quehabía entre ellos yyo dejaba volar la imaginación. Una mirada, unapareja tomando un café puede ser el principio decualquier fantasía. Yo soy así y eso es lo que megusta, por eso creo que tengo suerte de dedicar-me al teatro.—Ycon esa facilidad para imaginar y construir his-torias, ¿por qué no hay una Townsend autora?—Bueno, igual un día lo...—¿No le apetece?—No tengo tiempo.Estoy en unmomento terri-ble. Tengo 40 años, dos niñas pequeñas, doy cla-ses,dirijoobras,tengomuchasobrasque leer...Detodosmodos, creo que estemomento pasará,queun día tendré tiempo y las cosas cambiarán. Peroahora el día se me ha ido antes de empezar: vivo

como unamujer de hoy.—En qué está trabajando ahora.—Estoy con una obra que yo dirijo en elGoya deBarcelona, Fugadas [de Pierre Palmade y Chris-tophe Duthuron], con María Galiana y BertaOjea.DespuésvuelvoaMadridyvoyadirigirunaobrade JordiGalceránque se titulaFuga,quemehace muchísima ilusión, y después voy a dirigirotra quemehacemuchísima,muchísima ilusión,unproyectoenelqueestoytrabajandodesdehaceun año ymedio, y que es sobre el caso deAuroraRodríguez,quematóasuhija,Hildegart,en1933.—¿También en clave de comedia...?—¡Nooo.No, hombre, nooo! No sé si has visto lapelículadeFernánGómezMihijaHildegart.Pueseso, pero un texto nuevo. Estoy enloquecida coneste proyecto.Ymientras tanto tenemos el estre-

no de Sam... enValencia, que tengo muchas ga-nas de ver qué pasa.—Desde luego, no tiene ustedmucho tiempo.—No,desde luego.Undía cogeréunasvacacionesyosola,mellevaréunalibretayescribiré.Perobue-no, tambiéncreoquetengomuchasuerte,porquellegué a España en 1989 con una mochila y paraquedarme un par de semanas después de termi-nar mis estudios, y mira.—Creo que en eso también tuvo mucho que ver elamor...—Sí, tenía 21 años ymi noviome dijo:Vámonosa España. Y yo le dije: Pues vámonos. El queríaMadrid y yo Barcelona, por el mar.Tiramos unamoneda al aire y gané yo.—Pero ahora vive enMadrid...—Sí. Estuve viviendo en Barcelona 15 años y estodavíami casa,pero vivo enMadrid porque haymucho trabajo ynopodía estar con las nenas arri-ba y abajo.�

Tamzin Townsend asegura que ocala otra vez, Sam es una comedia para reírse a carcajadas y en la que «elpúblico se identificará con ese pobre hombre y su lucha por estar mejor».

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