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  • PABLO CERVERA BARRANCO

    JUNIO: MES CONSAGRADO

    AL AMOR ENCARNADO DE DIOS,

    EL CORAZN DE JESS

  • LA DEVOCIN AL SAGRADO CORAZN DE JESS

    La devocin al Corazn de Jess ha existido desde los primeros

    tiempos de la Iglesia, cuando se meditaba en el costado y el Corazn abierto de Jess, de donde sali sangre y agua. De ese Corazn naci la Iglesia y por ese Corazn se abrieron las puertas del Cielo. La devocin al Sagrado Corazn est por encima de otras devociones porque veneramos al mismo Corazn de Dios. Pero fue Jess mismo quien, en el siglo diecisiete, en Paray-le-Monial, Francia, solicit, a travs de una humilde religiosa, que se estableciera definitiva y especficamente la devocin a su Sacratsimo Corazn.

    El 16 de junio de 1675 se le apareci Nuestro Seor y le mostr su Corazn a Santa Margarita Mara de Alacoque. Su Corazn estaba rodeado de llamas de amor, coronado de espinas, con una herida abierta de la cual brotaba sangre y, del interior de su corazn, sala una cruz. Santa Margarita escuch a Nuestro Seor decir: He aqu el Corazn que tanto ha amado a los hombres, y en cambio, de la mayor parte de los hombres no recibe nada ms que ingratitud, irreverencia y desprecio, en este sacramento de amor. Con estas palabras Nuestro Seor mismo nos dice en qu consiste la devocin a su Sagrado Corazn. La devocin en s est dirigida a la persona de Nuestro Seor Jesucristo y a su amor no correspondido, representado por su Corazn. Dos, pues son los actos esenciales de esta devocin: amor y reparacin. Amor, por lo mucho que l nos ama. Reparacin y desagravio, por las muchas injurias que recibe sobre todo en la Sagrada Eucarista.

    Aparicin del Sagrado Corazn de Jess a Santa Margarita Mara de Alacoque (1888)

    Antonio Ciseri (1821-1891) Iglesia del Sagrado Corazn. Florencia, Italia.

  • PROMESAS DEL SAGRADO CORAZN DE JESS

    Las Promesas de Nuestro Seor a Santa Margarita Mara Alacoque en favor de aquellos que son devotos a su Sagrado Corazn:

    1. Otorgar las gracias necesarias en vida. 2. Llevar paz a sus hogares. 3. Los consolar en sus aflicciones. 4. Ser su seguro refugio en vida, y sobre todo, en la muerte. 5. Bendecir todas las acciones emprendidas. 6. Los pecadores encontrarn en mi Corazn un oceno infinito de misericordia. 7. Las almas tibias se tornarn fervientes. 8. Las almas fervientes se elevarn a la perfeccin. 9. Bendecir los lugares donde se honre Mi Sagrado Corazn. 10. A los sacerdotes les dar la gracia de tocar los corazones endurecidos. 11. Aquellos que propaguen mi devocin tendrn su nombre escrito en mi corazn y no sern borrados. 12. Prometo por medio de mi gran misericordia y mi grandioso amor, que aquellos que comulguen los nueve primeros viernes de mes recibirn la gracia de la penitencia final; no morirn en desgracia ni sin recibir los Sacramentos; mi Divino Corazn ser su refugio seguro en este ltimo momento.

  • DEVOCIN DEL PRIMER VIERNES AL SAGRADO CORAZN DE JESS

    La oracin de la Iglesia venera y honra al [Sagrado] Corazn de

    Jess, como invoca su Santsimo Nombre. Adora al Verbo encarnado y a su Corazn que, por amor a los hombres, se dej traspasar por nuestros pecados1.

    La devocin al Sagrado Corazn de Jess es muy antigua en la Iglesia; sin embargo, fue Santa Margarita Mara de Alacoque quien la populariz. Jess se le apareci durante la octava de la fiesta de Corpus Christi y le dijo:

    Mira este corazn mo, que a pesar de consumirse en amor abrasador por los hombres, no recibe de los cristianos otra cosa que sacrilegio, desprecio, indiferencia e ingratitud, an en el mismo sacramento de mi amor. Pero lo que traspasa mi Corazn ms desgarradoramente es que estos insultos los recibo de personas consagradas especialmente a mi servicio2.

    Nuestro Seor hizo grandes promesas a aquellos que le demuestran

    su amor y hacen expiacin por los pecados propios y ajenos: Yo prometo en la excesiva misericordia de mi Corazn, que mi amor todopoderoso conceder a todos los que comulguen los nueve primeros viernes consecutivos la gracia de la perseverancia final: no morirn en mi desgracia ni sin recibir los sacramentos, hacindose mi Corazn su asilo seguro en aquella ltima hora3.

    La gran promesa del Sagrado Corazn de Jess es muy consoladora: la gracia de la perseverancia final y el gozo de encontrar en su Sacratsimo Corazn un refugio seguro de misericordia en nuestra ltima hora. Para ganar esta gracia debemos:

    Recibir sin interrupcin la Sagrada Comunin durante nueve primeros viernes consecutivos. Tener la intencin de honrar al Sagrado Corazn de Jess y de alcanzar la perseverancia final. Ofrecer cada Sagrada Comunin como un acto de expiacin por las ofensas cometidas contra el Santsimo Sacramento.

    1 Cf. CEC, 2669.

    2 Cf. SANTA MARGARITA MARA DE ALACOQUE, Autobiografa.

    3 Ibidem.

  • Oracin Oh Dios, que en el corazn de tu Hijo, herido por nuestros pecados, has depositado infinitos tesoros de caridad; te pedimos que, al rendirle el homenaje de nuestro amor, le ofrezcamos una cumplida reparacin. Por Jesucristo nuestro Seor. R. Amn. LECTURA BBLICA Juan 19:31-37 Los judos, como era el da de la Parasceve, para que no quedasen los cuerpos en la cruz el da de sbado, por ser da grande aquel sbado, rogaron a Pilato que les rompiesen las piernas y los quitasen. Vinieron, pues, los soldados y rompieron las piernas al primero y al otro que estaba crucificado con l; pero llegando a Jess, como le vieron ya muerto, no le rompieron las piernas, sino que uno de los soldados le atraves con su lanza el costado, y al instante sali sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; l sabe que dice verdad para que vosotros creis; porque esto sucedi para que se cumpliese la Escritura: No romperis ni uno de sus huesos. Y otra Escritura dice tambin: Mirarn al que traspasaron.

    Consideraciones de san Josemra Escriv, sobre el Corazn de Cristo4 1. El amor se nos revela en la Encarnacin, en ese andar redentor de Jesucristo por nuestra tierra, hasta el sacrificio supremo de la Cruz. Y, en la Cruz, se manifiesta con un nuevo signo: uno de los soldados abri a Jess el costado con una lanza, y al instante sali sangre y agua. Agua y sangre de Jess que nos hablan de una entrega realizada hasta el ltimo extremo, hasta el consummatum est, el todo est consumado, por amor.

    La plenitud de Dios se nos revela y se nos da en Cristo, en el amor de Cristo, en el Corazn de Cristo. Porque es el Corazn de Aquel en quien habita toda la plenitud de la divinidad corporalmente. Por eso, si se pierde de vista este gran designio de Dios la corriente de amor instaurada en el mundo por la Encarnacin, por la Redencin y por Pentecosts, no se comprendern las delicadezas del Corazn del Seor. 4 SAN JOSEMARA ESCRIV DE BALAGUER, Extractos de la homila El Corazn de Cristo, Paz de los

    Cristianos, en Es Cristo que Pasa.

  • 2. Tengamos presente toda la riqueza que se encierra en estas palabras: Sagrado Corazn de Jess. Cuando hablamos de corazn humano no nos referimos slo a los sentimientos, aludimos a toda la persona que quiere, que ama y trata a los dems. Y, en el modo de expresarse los hombres, que han recogido las Sagradas Escrituras para que podamos entender as las cosas divinas, el corazn es considerado como el resumen y la fuente, la expresin y el fondo ltimo de los pensamientos, de las palabras, de las acciones. Un hombre vale lo que vale su corazn, podemos decir con lenguaje nuestro.

    Por eso al tratar ahora del Corazn de Jess, ponemos de manifiesto la certidumbre del amor de Dios y la verdad de su entrega a nosotros. Al recomendar la devocin a ese Sagrado Corazn, estamos recomendando que debemos dirigirnos ntegramente con todo lo que somos: nuestra alma, nuestros sentimientos, nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestras acciones, nuestros trabajos y nuestras alegras a Jess.

    En esto se concreta la verdadera devocin al Corazn de Jess: en conocer a Dios y conocernos a nosotros mismos, y en mirar a Jess y acudir a El, que nos anima, nos ensea, nos gua. No cabe en esta devocin ms superficialidad que la del hombre que, no siendo ntegramente humano, no acierta a percibir la realidad de Dios encarnado. 3. Jess en la Cruz, con el corazn traspasado de Amor por los hombres, es una respuesta elocuente sobran las palabras a la pregunta por el valor de las cosas y de las personas. Valen tanto los hombres, su vida y su felicidad, que el mismo Hijo de Dios se entrega para redimirlos, para limpiarlos, para elevarlos. Quin no amar su Corazn tan herido?, preguntaba ante eso un alma contemplativa. Y segua preguntando: quin no devolver amor por amor? Quin no abrazar un Corazn tan puro? Nosotros, que somos de carne, pagaremos amor por amor, abrazaremos a nuestro herido, al que los impos atravesaron manos y pies, el costado y el Corazn. Pidamos que se digne ligar nuestro corazn con el vnculo de su amor y herirlo con una lanza, porque es an duro e impenitente. Pero fijaos en que Dios no nos declara: en lugar del corazn, os dar una voluntad de puro espritu. No: nos da un corazn, y un corazn de carne, como el de Cristo. Yo no cuento con un corazn para amar a Dios, y con otro para amar a las personas de la tierra. Con el mismo corazn con el que he querido a mis padres y quiero a mis amigos, con ese mismo corazn amo yo a Cristo, y al Padre, y al Espritu Santo y a Santa Mara. No me cansar de repetirlo: tenemos que ser muy humanos; porque, de otro modo, tampoco podremos ser divinos.

  • Si no aprendemos de Jess, no amaremos nunca. Si penssemos, como algunos, que conservar un corazn limpio, digno de Dios, significa no mezclarlo, no contaminarlo con afectos humanos, entonces el resultado lgico sera