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Artículos DE LA ARQUEOASTRONOMÍA A LA ASTRONOMÍA CULTURAL Juan Antonio Belmonte Avil´ es [email protected] Resumen Este art´ ıculo de revisi´ on presenta un acercamien- to novedoso y certero a la investigaci´ on sobre una disciplina, la arqueoastronom´ ıa, que, aunque con- trovertida en ciertos c´ ırculos acad´ emicos, no deja de ser extremadamente interesante e importante como materia auxiliar de ciencias sociales como la arqueolog´ ıa, la antropolog´ ıa o la historia, y en que el empirismo y la metodolog´ ıa de una ciencia ex- perimental, como la astronom´ ıa, juegan un papel determinante. Este acercamiento se produce gra- cias a m´ as de una d´ ecada de experiencia del autor en el campo que le han llevado a investigar, des- de su base originaria en las Islas Canarias, lugares cercanos como el Magreb, la Pen´ ınsula Ib´ erica o las islas del Mediterr´ aneo occidental, a otros m´ as distantes como Egipto, M´ exico, Per´ u o la isla de Pascua. Abstract In this review paper, a new and sharp approach to archaeoastronomy is presented. This is a very interesting but controversial discipline which ser- ves as an auxiliary subject to social sciences such as archaeology, anthropology or history, where the tools and methodology of astronomy play a most relevant role. This approach is performed thanks to the long lasting experience of the author in the subject after more than a decade of intensive re- search in the field from his original base in the Canary Islands. The paper presents acute and ac- tualised information about several places, and cul- tures, from Western Europe to Easter Island, in- cluding ancient Egypt and Pre-Columbian Mexico or Peru. Introducci´ on Uno de los temas en que la astronom´ ıa siempre ha jugado un papel determinante, casi en cada lugar y en cada ´ epoca, ha sido en la determinaci´ on de un calendario con el que gobernar los ciclos del tiempo, ya fuesen ´ estos de car´ acter econ´ omico, so- cial, pol´ ıtico o religioso. Hace ya alg´ un tiempo de- tect´ e una curiosa extravagancia de una de las for- mas de medir el tiempo m´ as com´ un en nuestros ıas pues, no en vano, es por la que rigen sus asun- tos sociales y religiosos nada menos que un quinto de la humanidad. Una de las caracter´ ısticas del calendario musulm´ an es su car´ acter puramente lunar, por lo que sus me- ses se desplazan a lo largo de las estaciones. Otra es que los meses lunares deben empezar con la ob- servaci´ on real del primer creciente seg´ un reza el Cor´ an. Por tanto, el mes sagrado del Ramad´ an de- biera comenzar, en un lugar determinado, cuando se vea el creciente en dicho lugar, independiente- mente de la orograf´ ıa o la meteorolog´ ıa. Esto causa no pocos problemas a las sociedades isl´ amicas y es un tema de continuo debate en su seno. Qu´ e me- jor que usar las palabras de un intelectual mu- sulm´ an de reconocido prestigio, el tunecino Moha- med Charfi, escritas en su libro Islam y Libertad (2001), para acercarnos al problema: ... cuando el Cor´ an dice en el vers´ ıculo 185 de la azora II “Aquel de vosotros que vea la nueva lu- na, que ese mes ayune”, se dirige a las tribus de Arabia que no ten´ ıan un calendario preciso y que adoptaban los meses lunares que empezaban cuan- do “se ve con los ojos”el creciente del nuevo mes. Por respeto a pr´ acticas milenarias y por apego a la interpretaci´ on literal de los textos sagrados, el mundo musulm´ an padece todav´ ıa la imprecisi´ on de su calendario. Se saben los d´ ıas de fiesta, as´ ı como el inicio y el final del mes de Ramad´ an solamente algunas horas antes. Como si fuera imposible hoy ıa para los musulmanes calcular los d´ ıas y las ho- ras de la conjunci´ on del sol y de la luna mientras “otros”saben enviar sondas espaciales en torno a upiter y a Saturno. A decir verdad, es un hecho constatado que las fiestas se celebran a veces en instantes diferentes para pa´ ıses distintos y, en algunas ocasiones, inclu- so en diversas ´ areas de un mismo pa´ ıs, lo que, en cierto sentido, quiebra el car´ acter de una ´ unica co- munidad de creyentes que Mahoma hab´ ıa querido crear. Es obvio que esta circunstancia causa cier- to malestar por la aparente inferioridad cient´ ıfica Boletín de la SEA, número 15, invierno 2005-2006 23

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Artículos

DE LA ARQUEOASTRONOMÍA A LA ASTRONOMÍA CULTURAL

Juan Antonio Belmonte [email protected]

Resumen

Este artıculo de revision presenta un acercamien-to novedoso y certero a la investigacion sobre unadisciplina, la arqueoastronomıa, que, aunque con-trovertida en ciertos cırculos academicos, no dejade ser extremadamente interesante e importantecomo materia auxiliar de ciencias sociales como laarqueologıa, la antropologıa o la historia, y en queel empirismo y la metodologıa de una ciencia ex-perimental, como la astronomıa, juegan un papeldeterminante. Este acercamiento se produce gra-cias a mas de una decada de experiencia del autoren el campo que le han llevado a investigar, des-de su base originaria en las Islas Canarias, lugarescercanos como el Magreb, la Penınsula Iberica olas islas del Mediterraneo occidental, a otros masdistantes como Egipto, Mexico, Peru o la isla dePascua.

Abstract

In this review paper, a new and sharp approachto archaeoastronomy is presented. This is a veryinteresting but controversial discipline which ser-ves as an auxiliary subject to social sciences suchas archaeology, anthropology or history, where thetools and methodology of astronomy play a mostrelevant role. This approach is performed thanksto the long lasting experience of the author in thesubject after more than a decade of intensive re-search in the field from his original base in theCanary Islands. The paper presents acute and ac-tualised information about several places, and cul-tures, from Western Europe to Easter Island, in-cluding ancient Egypt and Pre-Columbian Mexicoor Peru.

Introduccion

Uno de los temas en que la astronomıa siempre hajugado un papel determinante, casi en cada lugary en cada epoca, ha sido en la determinacion de

un calendario con el que gobernar los ciclos deltiempo, ya fuesen estos de caracter economico, so-cial, polıtico o religioso. Hace ya algun tiempo de-tecte una curiosa extravagancia de una de las for-mas de medir el tiempo mas comun en nuestrosdıas pues, no en vano, es por la que rigen sus asun-tos sociales y religiosos nada menos que un quintode la humanidad.

Una de las caracterısticas del calendario musulmanes su caracter puramente lunar, por lo que sus me-ses se desplazan a lo largo de las estaciones. Otraes que los meses lunares deben empezar con la ob-servacion real del primer creciente segun reza elCoran. Por tanto, el mes sagrado del Ramadan de-biera comenzar, en un lugar determinado, cuandose vea el creciente en dicho lugar, independiente-mente de la orografıa o la meteorologıa. Esto causano pocos problemas a las sociedades islamicas y esun tema de continuo debate en su seno. Que me-jor que usar las palabras de un intelectual mu-sulman de reconocido prestigio, el tunecino Moha-med Charfi, escritas en su libro Islam y Libertad(2001), para acercarnos al problema:

... cuando el Coran dice en el versıculo 185 de laazora II “Aquel de vosotros que vea la nueva lu-na, que ese mes ayune”, se dirige a las tribus deArabia que no tenıan un calendario preciso y queadoptaban los meses lunares que empezaban cuan-do “se ve con los ojos”el creciente del nuevo mes.Por respeto a practicas milenarias y por apego ala interpretacion literal de los textos sagrados, elmundo musulman padece todavıa la imprecision desu calendario. Se saben los dıas de fiesta, ası comoel inicio y el final del mes de Ramadan solamentealgunas horas antes. Como si fuera imposible hoydıa para los musulmanes calcular los dıas y las ho-ras de la conjuncion del sol y de la luna mientras“otros”saben enviar sondas espaciales en torno aJupiter y a Saturno.

A decir verdad, es un hecho constatado que lasfiestas se celebran a veces en instantes diferentespara paıses distintos y, en algunas ocasiones, inclu-so en diversas areas de un mismo paıs, lo que, encierto sentido, quiebra el caracter de una unica co-munidad de creyentes que Mahoma habıa queridocrear. Es obvio que esta circunstancia causa cier-to malestar por la aparente inferioridad cientıfica

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que supone para la sociedad musulmana cuando,curiosamente, fue esa necesidad de aplicar correc-tamente los preceptos coranicos, como es el caso dela correcta orientacion de las mezquitas (Figura 1)o el calculo de las horas de oracion, lo que produ-jo el despertar de la astronomıa en los territoriosdel Islam (King 1999, Rius 2000, Belmonte y Hos-kin 2002) mientras una buena parte de Europa sesumıa en la barbarie.

Figura 1 — La orientacion correcta de las mez-quitas musulmanas siempre planteo un problemadebido a la dificultad que supone el calculo de lalongitud. Por ello, numerosos edificios se orienta-ron no “hacia” la Qaaba, como prescribe el Coran,sino “como” la Qaaba (King 1995). Este es el casode la Kutubiya de Marraquesh, cuyo plano fue mo-dificado (trazo oscuro) en el siglo XII para orien-tarla correctamente al orto de la estrella Canopoaunque eso significase una orientacion peor haciaLa Meca.

Sin embargo, es otra caracterıstica del precepto re-ligioso islamico con respecto al ayuno el que creael problema mas curioso y extravagante que se co-mentaba anteriormente. El libro sagrado dice quese debe ayunar desde la salida a la puesta del sol(en realidad entre los dos crepusculos). Desde quecomenzamos a estudiar los conceptos astronomi-cos de la religion islamica nos dimos cuenta de queeste precepto planteaba un serio problema pues

¿que debiera hacer un musulman en las regioneshabitadas de la Tierra cercanas al cırculo polarartico, por ejemplo, en junio del ano 2016? Ni lapregunta, ni la respuesta son baladıs pues en eseano, el mes de Ramadan, debido al caracter unica-mente lunar del calendario musulman, estara cen-trado mas o menos en la fecha del solsticio de ve-rano, el 21 de junio, por lo que en las regiones arti-cas nunca se pondra el sol. Por tanto, un creyenteque se encuentre por estas latitudes estara obli-gado a faltar a uno de los cinco pilares basicosdel Islam, a emigrar o a morirse de inanicion. Sibien es cierto que el propio Coran pudiera tenerla solucion en una lectura laxa del mismo, pues nohabrıa mas que postergar el ayuno a fechas masviables, el problema se planteo no hace mucho a lacomunidad musulmana, que decidio adoptar unasolucion salomonica no exenta de serios problemasde ındole teologica. Sigamos las propias palabrasde Charfi para acercarnos al problema desde unaperspectiva islamica:

A principios del siglo XX, con el envıo de emba-jadores y los viajes de musulmanes a los paısesnordicos, se les planteo a los ulemas el problemadel horario de ayuno del Ramadan. Abstenerse debeber y de comer entre el amanecer y la puesta desol es soportable para los habitantes de las zonasecuatoriales, tropicales y templadas. ¿Que ocurreen cuanto a los habitantes de las zonas polares don-de los dıas en el verano son interminables? Segunel dictamen (fatua) pronunciada entonces, los di-plomaticos podıan ayunar en funcion del horariode su paıs de origen. Es un remedio para salir delpaso, porque olvida que puede haber suecos o no-ruegos atraıdos por el Islam y para los cuales lareferencia al paıs de origen no funciona.

Mas recientemente, unas asambleas de ulemas deHaidarabad y de El Cairo decidieron que los hora-rios de la salida y de la puesta de sol del paralelo45! debıan extenderse hasta el polo en cada hemis-ferio. En otras palabras, de Helsinki a Oslo, loshorarios del ayuno seran los de Burdeos.

Este criterio parece una solucion razonable, y hu-mana. Sin embargo, como hemos podido compro-bar, el Coran afirma taxativamente que se debeayunar mientras haya claridad en el cielo, por loque o Mahoma no entendio bien el sentido de la re-velacion coranica, o Dios se comportaba como unpesimo astronomo. Curiosamente, esta es una deesas rarısimas ocasiones en que el “sentido comun”ha imperado por encima de la propia palabra di-vina, revelada al Profeta, y podemos afirmar, pa-rafraseando nuevamente a Charfi, que esta es unaclara e irrefutable prueba de que el Coran hablo el

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lenguaje que entendıan los habitantes de Arabiahace catorce siglos, y que ademas, mas alla de esascircunstancias, su texto esta a menudo inadaptadoy, a veces, es totalmente inaplicable.

Afirmaciones como esta no son nuevas en la cien-cia islamica pues, ya en el siglo XII, Averroes seatrevıa a afirmar categoricamente que allı dondehay una contradiccion entre el resultado de la de-mostracion, o de la especulacion racional, y el sen-tido aparente de un enunciado del texto revela-do, este debe ser interpretado. Curiosamente, Ave-rroes, derrotado en los cırculos academicos y jurıdi-cos islamicos por los seguidores de Al Gazali y suIncoherencia de los Filosofos, serıa maldito y olvi-dado en el mundo musulman, pero no ası en Euro-pa donde sus especulaciones calarıan hondo, per-mitiendo a la astronomıa convertirse en al puntade lanza de la Revolucion Cientıfica que cambiarıapara siempre nuestra vision del mundo. Por el con-trario, la ciencia y la tecnologıa musulmanas, y porende la sociedad islamica, aun no se han recobradode aquel error.

Sin embargo, no podemos olvidar otra conclusionclarificadora de la situacion que acabamos de des-cribir. Como hemos podido comprobar, los docto-res de la ley (los ulemas), buenos conocedores dela miqat (la ciencia astronomica) e interpretado-res de la ley divina, se han situado por encima delpropio Dios al proponer soluciones logicas a pro-blemas planteados por el texto sagrado. Como po-demos imaginar, esto significa de hecho un poderenorme.

La astronomıa, en el sentido amplio del termino,ha jugado pues un papel siempre predominante enla mayorıa de las culturas que en el mundo hansido. Aun hoy, en nuestra civilizacion tecnologicadonde la ciencia juega un rol bastante determinan-te, la astronomıa es capaz de inflamar las mentesde millares de personas mas por su papel cultu-ral, en tanto en cuanto indaga en las respuestas alas preguntas que intentan situar a la humanidaden el Cosmos, que por su propio rol, como cienciaempırica, en el desarrollo cientıfico y tecnologico,aunque esto puede ser una opinion personal y portanto cuestionable.

La intencion de este artıculo es reflejar ese rol sin-gular de la astronomıa con un cierto numero deejemplos elegidos adecuadamente donde se ilustracomo una disciplina, a la que denominamos habi-tualmente arqueoastronomıa, se acaba convirtien-do en otra de sentido y miras mas amplias comoes la astronomıa cultural.

Estado de la Cuestion

Hace poco mas de una decada que un grupo decientıficos entusiastas del Instituto de Astrofısicade Canarias pusieron en marcha una lınea de tra-bajo que era pionera en la investigacion espanola,no ası a nivel europeo o mundial, y que al pocotiempo darıa sus primeros frutos en un libro Ar-queoastronomıa Hispana (Belmonte 1994). Sin em-bargo, desde entonces, muchas cosas han cambia-do en esta disciplina y una de las mas importantesha sido sin duda la sustitucion del lenguaje “as-tronomico” por otro mas proximo desde el puntode vista epistemologico al de las ciencias sociales.

No nos enganemos, la arqueoastronomıa no es unalınea de investigacion mas dentro de la astrofısicamoderna, ni sirve a su fin fundamental cual es elavance del conocimiento fısico del Universo. Hoy,por el contrario, la arqueoastronomıa es una espe-cialidad que se enmarca de lleno en los estudiosantropologicos, al servicio de disciplinas como laarqueologıa del paisaje (en el sentido totalizadordel termino paisaje), la historia de las religioneso, lo que viene a ser casi lo mismo, la arqueologıadel poder. Por tanto, un astronomo formado uni-camente y principalmente como fısico o matemati-co difıcilmente podra encontrar una respuesta a lamayor parte de las preguntas que se han de plan-tear o sera incluso incapaz de llegar a plantearselas.

En realidad, el tan cacareado caracter interdisci-plinario de la arqueoastronomıa se debe a la nece-sidad de dominar una serie de tecnicas difıcilmenteaccesibles a los antropologos, arqueologos e histo-riadores, como son la astronomıa de posicion o lamecanica celeste, cuyas bases epistemologicas, aligual que las del metodo cientıfico, o herramien-tas basicas (como la trigonometrıa esferica), estosespecialistas en su mayorıa desconocen.

Siempre se ha argumentado, incluido el que sus-cribe, que la colaboracion entre arqueologos yastronomos es necesaria para llevar adelante unainvestigacion adecuada en el marco de la arqueoas-tronomıa. Mi opinion actual, despues de mas deuna decada de experiencia en el campo, y la demuchos de mis colegas, es que lo que en realidadhace falta es un reciclaje casi completo del astrono-mo o del antropologo de turno que debera conver-tirse en un verdadero arqueoastronomo, olvidandomuchas de las referencias epistemologicas aprendi-das en sus largos anos de formacion y aprendien-do otras nuevas que le eran completamente des-conocidas. Eso no quita para que, en momentospuntuales, un astronomo reciclado pueda recurriral consejo de un colega arqueologo o historiadorque pueda ayudarle a responder alguna cuestion

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de difıcil solucion, o, por el contrario, que un an-tropologo reciclado pueda acudir a un astronomopara que le solucione algun problema tecnico es-pecialmente complicado. Pero, no por ello, todo loque se estudia en arqueoastronomıa ha de tenernecesariamente el marchamo de interdisciplinarie-dad.

La arqueoastronomıa tiene otro problema impor-tante y es el quedar definida en esa especie de tierrade nadie en que ni los astronomos, o astrofısicos,la reconocen como propia (aunque esto, afortuna-damente empieza a cambiar), ni los arqueologoso historiadores acaban de comprender muy biencual es su utilidad, salvo en casos muy puntuales,al contrario de lo que ocurre con otras facilidadesde las ciencias experimentales como, por ejemplo,el uso del C14 en la datacion, que son ampliamenteaceptadas. Por este motivo, la arqueoastronomıa esquizas la unica disciplina cientıfica cuyo tıtulo (elde arqueoastronomo) pueden arroparse sin ruborsupuestos investigadores de todo tipo que usan,y abusan, de sus poderosas herramientas fısicas ymatematicas para proponer teorıas historicas abso-lutamente descabelladas, para horror de arqueolo-gos y antropologos, y para nuestra desesperacional comprobar como nuestros esfuerzos por obtenerun cierto grado de reconocimiento pueden quedaren agua de borrajas por unos pocos miembros des-tacados del “lunatic fringe”.

Por ello, en el congreso anual de la Sociedad Eu-ropea para la Astronomıa en la Cultura (SEAC)celebrado en Estocolmo en el verano de 2001 pro-puse un marco de actuacion del tipo de trabajode investigacion que se puede llevar a cabo en ar-queoastronomıa. Esta marco se divide un cinco ni-veles o categorıas que, de mayor a menor credibili-dad, serıan las siguientes: trabajo formal, especu-lacion seria, especulacion simpatica, especulacionsalvaje y un ultimo nivel que, por su mejor carac-terizacion, sigo nombrando en lengua inglesa como“making money”.

La frontera entre lo que es ciencia y lo que no,se podrıa situar en algun punto entre la especula-cion simpatica y la especulacion salvaje mediantela aplicacion de reglas tan basicas como la Nava-ja de Ockham o el Principio de Economıa que, sinembargo, hemos de reconocer que no son de apli-cacion universal, como veremos mas adelante.

Entrando ya de lleno en los objetivos de este artıcu-lo vamos a ver como se ha desarrollado, en estosultimos anos, la investigacion en arqueoastronomıao, mas general, en el marco de la astronomıa cul-tural, para aquellos a los que el termino arqueoas-tronomıa pueda inducir a error, a disgusto o sim-

plemente lo consideren inadecuado por no incluirareas tan significativas de la investigacion comopueden ser la etnoastronomıa o la propia historiade la astronomıa. Para ello nos ceniremos al marcoreferencial establecido (el de los cinco niveles) y so-bre todo a aquellas regiones, referentes o culturasque conocemos mejor, bien por haberlas investiga-do directamente, como puede ser el fenomeno me-galıtico, las culturas insulares o el Egipto antiguo,o por haber sido trabajadas por investigadores deconfianza cuyo trabajo conocemos y valoramos po-sitivamente.

En realidad, el rango geografico y temporal de ac-tuacion de la arqueoastronomıa es tan amplio quecreemos necesaria esta restriccion. De hecho, pode-mos catalogar de arqueoastronomıa cualquier es-tudio de las practicas de observacion del cielo confines culturales (religion, adivinacion, arquitectu-ra, decoracion, pintura, planificacion de ciudades,medida del tiempo, navegacion, etcetera) en cual-quier region del planeta que no se consideren unacontribucion directa al estudio de la historia de laciencia astronomica moderna y, aun en este caso,la frontera quedarıa muy difuminada.

Ası por ejemplo, en el caso Europeo, tradicional-mente se considera arqueoastronomıa el estudio delfenomeno megalıtico, pero tambien de las practicasastronomicas de las sociedades cristianas medieva-les (McCluskey 1998) o incluso de las sociedadesagrarias modernas (vease, por ejemplo, Belmon-te y Sanz de Lara 2001), aunque aquı el termi-no mas adecuado serıa quizas etnoastronomıa. Enrealidad, la presencia de textos escritos, como enel caso del antiguo Egipto o China, tampoco im-plica necesariamente un cambio de paradigma puesen muy contadas ocasiones esos textos “astronomi-cos” contribuyen al estudio de la astronomıa comociencia mientras que, por el contrario, pueden serextremadamente utiles para entender el marco cul-tural en que se han desarrollado.

Esta peculiaridad queda reflejada en las dos revis-tas de mayor prestigio en este campo de investi-gacion: Archaeoastronomy: the Journal for Astro-nomy in Culture, editada por la Universidad de Te-xas, que publica artıculos “clasicos” de la discipli-na, y Journal for the History of Astronomy, edita-da por la Universidad de Cambridge que hasta ha-ce poco (2002) publicaba un suplemento anual lla-mado propiamente Archaeoastronomy con artıcu-los especıficos, pero que en la actualidad publica in-distintamente artıculos de astronomıa cultural enel sentido mas amplio del termino que se mencio-naba con anterioridad.

Finalmente, antes de comenzar, vamos a mencio-

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nar un principio que nos parece muy util a la horade hacer afirmaciones categoricas sobre una deter-minada investigacion. Este principio se resume enuna frase que en latın reza Testis Unus, Testis Nu-llus, o lo que es lo mismo, que un unico caso dealgo (un ejemplo, un experimento, una prueba) noes indicio suficiente para elaborar una hipotesis y,mucho menos, una teorıa puesto que no es falsa-ble. Este principio, que como veremos tendra im-plicaciones curiosas en nuestra discusion, debieraaplicarse de hecho a cualquier tipo de actividadcientıfica. Por ejemplo, es probable que de no ha-bernos empenado durante decadas en que todos lossistemas planetarios debıan ser similares al nues-tro (un unicum), no hubieramos tenido que espe-rar a la deteccion de 51 Pegasi (Mayor y Queloz1995) para poder confirmar la existencia de exo-planetas en torno a otras estrellas de tipo solar,pues existıa desde hacıa tiempo la tecnologıa ade-cuada para detectarlos, especialmente mediante elsencillo metodo de los transitos (Alonso 2005).

De la especulacion simpatica a lasalvaje

Como hemos comentado en los parrafos anterio-res, una especulacion simpatica siempre cabalga enel filo de la Navaja de Ockham. Desgraciadamen-te son muchos los campos de las ciencias socialesen que las incertidumbres son mucho mayores quelas certezas. La arqueoastronomıa, como discipli-na auxiliar de estas sufre exactamente los mismosinconvenientes.

Ahora, en primer lugar vamos a mencionar un tipoespecıfico de estudios en que este problema quedapatente. Se trata de la interpretacion astronomi-ca del arte rupestre, en especial de las elaboradasmanifestaciones del Paleolıtico, de interpretacionbastante problematica en la mayorıa de los casos(vease, por ejemplo, Antequera 1994 o Rappen-glueck 1999) o los cientos de grabados y pinturasfechados en el Neolıtico o en la Edad del Broncede los que desconocemos practicamente todo, bienpor estar muy lejanos en el tiempo, por la falta deun registro arqueologico importante o por carecerde escritura los pueblos que los elaboraron. Un ca-so particular y diferente es el del arte “paleolıtico”de los aborıgenes australianos, pues los descendien-tes directos de los artistas siguen viviendo hoy endıa y no hace mucho que su cultura se adhirio ala modernidad. En este caso las fuentes etnoas-tronomicas (Haynes 2000) pueden ser, y de hechohan sido, de un gran valor a la hora de interpre-tar correctamente muchas de las manifestaciones

rupestres.

El arte rupestre del Neolıtico y de la Edad delBronce, sobre todo en Europa y la cuenca me-diterranea, se nos muestra especialmente pro-blematico con sus variadas y multiples manifes-taciones y figuras muy estilizadas, entre las quepodrıa encontrarse el primer reloj de sol elaboradopor el hombre, grabado en una de las piedras quecircundan el tumulo de Knowth (Kelley y Milone2005), o la primera representacion de la luna llenaincisa en las rocas del Alto Atlas (Belmonte y Hos-kin 2002). La interpretacion astronomica de otrasrepresentaciones, como el caso de las frecuentes es-pirales y cırculos concentricos, son siempre difıcilesde verificar y aceptar.

Mucho mas problematico, sin embargo, es quererver representaciones realistas de un sector del cieloen un determinado momento, como por ejemplo uneclipse de sol o de luna, el paso de un determinadocometa o la explosion de una supernova, en cente-nares de paneles mas o menos complicados de gra-bados rupestres (vease, por ejemplo, Henriksson,1999). Desafortunadamente, estas hipotesis rayanen su mayorıa en el marco de la especulacion sal-vaje.

En este mismo sentido, un caso especialmentedifıcil es el de las cazoletas. Este tipo de manifesta-cion rupestre, en que un numero indeterminado dehoyos, que puede ser desde uno hasta varios cente-nares, son esculpidos en la roca, se encuentra distri-buida por todo el orbe pero son excepcionalmenteabundantes, de nuevo, en las fachadas atlanticasde Europa y Africa. Muchas de ellas se encuentranen paneles horizontales y asociadas a redes mas omenos complicadas de canales y canalillos, por loque frecuentemente son relacionadas con cultos ala fertilidad, siendo su supuesto fin la realizacionde libaciones rituales. En otros casos, su lectura esmucho mas prosaica, al ser funcionales como capta-dores de agua en areas singularmente aridas comopudiera ser el caso del Archipielago Canario, dondelas estaciones de canales y cazoletas son especial-mente abundantes. Sin embargo, tambien es ciertoque algunas de estas cazoletas se encuentran enpaneles verticales. Igualmente, son numerosos losmonumentos megalıticos, como los dolmenes de Al-berite o Soto en la Penınsula Iberica, que incluyencazoletas entre la decoracion de sus ortostatos o desus piedras de cubierta, muchas de ellas boca aba-jo y, por tanto, no funcionales en la mayorıa de loscasos. Esto ha llevado a pensar que estas cazoletaspodrıan haber tenido mas de una lectura aunque,nuevamente, se las suele relacionar con cultos a lafertilidad.

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En el marco que nos ocupa, ademas de la ideade que las cazoletas puedan ser un tipo de reglamnemonica para recordar ciertas cifras importan-tes asociadas a ciertos ciclos astronomicos (una ex-plicacion recurrida y recurrente), una de las hipote-sis que con mas frecuencia se ha escuchado en es-tos ultimos anos es que las cazoletas representanestrellas. Por tanto, un conjunto pequeno de cazo-letas representara un asterismo o una constelaciony un gran panel toda una region del firmamento,es decir, una especie de planisferio celeste. Estaexplicacion posee muchos atractivos pero, a su vezgenera no pocos inconvenientes. Se pueden encon-trar ejemplos tanto a favor (muy pocos) como encontra de la hipotesis y si, en algunos casos, losconjuntos de cazoletas puede ser meros captadoresde agua, hay otros casos, documentados etnografi-camente (por ejemplo en el Sahara central, Bel-monte y Hoskin 2002), en que un cierto conjuntode cazoletas representa con seguridad a una ciertaconstelacion. Como siempre, debemos aplicar lasreglas de las que nos hemos dotado y ser extrema-damente cautos.

La relacion entre las estrellas y los cultos de la fer-tilidad es muy antigua en el Mediterraneo. No envano, el Lucero Vespertino ha sido asociado pornumerosas culturas a su diosa de la fecundidad,llamese Astarte, Afrodita o Venus, y asterismossingulares, como las Hıades entre los antiguos grie-gos o las Pleyades entre los arabes preislamicos(Forcada Nogues 1994), han sido frecuentementeasociados a la lluvia. En realidad, parte de estatradicion ha pervivido hasta hoy tal como se ha po-dido constatar en la investigacion etnoastronomicarealizada en el Archipielago Canario (Belmonte ySanz de Lara 2002) donde el Lucero Vespertino esasociado reiteradamente a la llegada de la estacionde las lluvias en todo el archipielago. Por tanto,quizas, en una primera aproximacion, serıa posi-ble presuponer que al menos algunos conjuntos decazoletas pudiesen representar imagenes plasticasde determinadas regiones del cielo o de constela-ciones.

Sin embargo, lo que sı que es una locura es tratarde reconocer patrones estelares en los centenaresde conjuntos de cazoletas que se encuentran pues,aun en el caso, bastante improbable y, desgracia-damente, harto indemostrable de que fuera cier-ta la hipotesis de que algunas de ellas representanestrellas, en el conjunto analizado no debieramosver mas que una representacion plastica de la vi-sion del cosmos de la poblacion que las labro. Enningun caso creo que debamos buscar un mapa delcielo, tal y como lo entendemos hoy en dıa. Ir mas

alla nos situa de lleno en el campo de la especu-lacion salvaje y el investigador que la lleva a cabopuede estar sufriendo un caso paradigmatico depareidolia (Esteban, comunicacion privada), acti-vidad por la que nuestro cerebro trata de identifi-car patrones reconocibles, normalmente asociadosa la cultura propia del investigador, en figuras oimagenes naturales o distribuciones aleatorias deelementos que, de otra manera, carecerıan comple-tamente de sentido.

Figura 2 — El templo del sol en Machu Picchu.Esta estructura fue conocida primero como el “to-rreon”, y la defensa su supuesta razon de ser,en los ochenta, arqueoastronomos norteamericanosestablecieron conexiones razonables entre su orien-tacion y la colocacion de algunas de sus ventanascon el orto de las Pleyades y la salida del sol en elsolsticio de junio. En fechas recientes se ha conver-tido en uno de los lugares de culto de aquellos quereconocen en esta singular ciudad un foco de ener-gıas cosmicas donde los astros se conectan con latierra, imagen favorecida desafortunadamente porlos guıas locales que ven piramides donde no lashay, energıas manando de la Intihuatana, morteroscomo instrumentos astronomicos o piedras levitan-do de unos lugares a otros.

Por ello, lo que esta ocurriendo en los monumen-tos incaicos del Peru, especialmente en el area deCuzco, puede llegar a poner los pelos de punta. Losguıas locales, influenciados por publicaciones es-purias (vease, por ejemplo, Sanchez Macedo 2000,Elorrieta y Elorrieta 2002), que en algunos pocoscasos muestran informaciones curiosas, han con-vertido la arqueoastronomıa en una disciplina alservicio de las especulaciones mas salvajes que, porejemplo, en Machu Picchu (Figura 2), hacen dela Intihuatana (“el lugar donde se amarra el sol”,ası bautizado por el descubridor del lugar) un lugarpara captar las energıas cosmicas o de una simplecocina, con dos morteros labrados en la roca, unobservatorio con sofisticados dispositivos (los pro-

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pios morteros) para la observacion de las estrellas.

Sin embargo, llegar a un determinado emplaza-miento arqueologico, o a veces incluso natural (he-mos encontrado casos espectaculares presentadosa congresos que luego, afortunadamente, no fue-ron plasmados en la publicacion de las memorias),y empezar a trazar lıneas en todas direcciones enbusqueda de alineamientos astronomicos es paramı el ejemplo mas claro de especulacion salvaje.Como es obvio, la probabilidad de encontrar unalineamiento solar o lunar o, en su defecto, a unaestrella brillante en una cierta epoca debido a laprecesion es bastante alta.

Aun a pesar de que pueda parecer chocante amuchos de los lectores, que en su mayorıa seranastronomos, eso es precisamente lo que ha ocurridodurante decadas en el caso particular de Stonehen-ge. Desde la publicacion de Stonehenge Decoded(Hawkins 1965), donde se afirmaba la existenciade decenas de alineamientos astronomicos e inclu-so la capacidad de la construccion de funcionar co-mo predictor de eclipses, numerosos libros de as-tronomıa mencionan que este singular monumentomegalıtico del sudoeste de Inglaterra es un “obser-vatorio astronomico” y algunas obras importantesse atreven a afrontar el estudio de la cosmovisionde la humanidad neolıtica con el gran cromlech co-mo referente (North 1996). Sin embargo, despuesde decadas de incansables debates, la mayorıa delos expertos en el tema (vease, por ejemplo, Ru-ggles 1999) estan de acuerdo en aceptar como mu-cho uno, o a lo sumo dos, de los alineamientos as-tronomicos como presumiblemente funcionales y alpropio Stonehenge mas como un monumento fu-nerario que como cualquier otra cosa (Figura 3).De hecho, hasta el alineamiento solsticial principalpodrıa ser cuestionado si aplicamos la regla testisunus, testis nullus al no existir otro monumento decaracterısticas parecidas dentro del mismo marcocultural, ¿se imaginan por un momento donde que-darıa toda la parafernalia en torno a Stonehengesi se descubriese otro monumento similar que nomostrase los mismos alineamientos astronomicos?

Sin embargo, nadie esta libre de caer en la es-peculacion salvaje y es especialmente curioso vercomo reputados astronomos, matematicos o inge-nieros que aplican el Principio de Economıa, laNavaja de Ockham o el Metodo Cientıfico en lostrabajos de investigacion de su propia disciplina,pierden completamente los papeles cuando se me-ten a arqueoastronomos sin contar con las debidasherramientas epistemologicas ni los conocimientosnecesarios.

Figura 3 — El eje principal de Stonehenge mos-trando su posible orientacion bien a la salida delsol en el solsticio de verano o a su puesta en elde invierno. Este singular monumento funerario esun unicum en su genero y por tanto, aplicando laregla “testis unus, testis nullus”, cualquier espe-culacion sobre su significado astronomico debieraconsiderarse con suma cautela.

En este caso particular, se escribe con conocimien-to de causa porque esto le ha ocurrido al propioautor de este artıculo cuando hace algunos anos,cuando aun era un investigador bisono en el cam-po, creyo identificar un “observatorio” prehispani-co en un cierto conjunto de majanos de piedra dela montana de Izana, donde se encuentra el Obser-vatorio del Teide, y que luego resultaron ser sim-ples amontonamientos recientes de piedra para laconstruccion de carreteras (Figura 4). Otro buenejemplo de ello serıa el caso del disco de Nebra(Figura 5), un supuesto mapa estelar y dispositivoastronomico de la Edad del Bronce del que se hanpublicado variadas hipotesis por parte de reputa-dos astronomos y arqueologos, a decir verdad sinmucho fundamento (Gonzalez Garcıa 2004), cuan-do, en realidad, algunos especialistas aun dudanincluso de su propia autenticidad.

En realidad, la entrada a este nivel suele ser mo-tivada por la huida hacia delante de ciertos plan-teamientos indemostrables que llevan al investiga-dor a un callejon sin salida, por lo que, en vez derectificar, se realizan nuevas propuestas cada vezmas fantasticas e increıbles que las anteriores. Elresultado final es que, gracias a una especie de re-velacion, se genera un gran “misterio” por la exis-tencia de asombrosos conocimientos astronomicosen un cierto marco cultural de los que no se tenıanoticia con anterioridad hasta que la arqueoastro-nomıa fue capaz de desvelarlos (vease, por ejem-plo, Ochoa de Zabalegui 1998 para el contexto delimaginario vasco).

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Figura 4 — Plano de conjunto de unos supues-tos majanos de factura aborigen de la montanade Izana, en la isla canaria de Tenerife (en reali-dad una cantera de piedras para la construccionde carreteras). Como se pudo comprobar, existıannumerosos alineamientos astronomicos entre ellos,tanto solares como lunares y estelares (solo se re-presentan algunos de ellos para no enmaranar laimagen) e incluso representaciones sobre el terre-no de ciertas constelaciones (en la figura, en lıneade trazo grueso, Casiopea). Hoy sabemos que todoello eran falacias sin ninguna base cientıfica. Afor-tunadamente, nunca se publico semejante barbari-dad aunque por unos dıas, debido a una mas queevidente falta de experiencia y de criterio, se lle-gara a creer en los resultados.

Un resultado posible de esa huida hacia delante,que mencionabamos con anterioridad, es el quintonivel de la clasificacion, la capacidad para hacerdinero, es decir, el “making money”.

De la especulacion salvaje al “makingmoney”

He preferido usar la expresion inglesa para definireste termino porque, quizas por el nivel de vidamas elevado de sus ciudadanos, se da mas en lassociedades anglosajonas que en el resto del mun-do. Este nivel es en algunas ocasiones el corolario ola consecuencia inmediata del anterior por el sim-ple motivo de que los “misterios” venden bien y,mas todavıa, si estan recogidos en forma de un li-bro con un tıtulo atractivo, como por ejemplo ElMisterio de Orion (Bauval y Gilbert 1995), unaportada sugerente, a ser posible que muestre unaimagen de las piramides de Egipto o de Stonehen-ge, aunque en esto no es difıcil caer (vease, porejemplo, la portada original de ArqueoastronomıaHispana), y bellamente ilustrado con hermosas fo-tografıas y elaborados graficos, como por ejemplo

el libro Heavens Mirror de Hancock y Faia (1998).La categorıa de best-seller, con decenas, e inclusocentenares de miles de ejemplares vendidos esta ca-si garantizada.

Figura 5 — Esquema del controvertido Disco deNebra, joya de la arqueoastronomıa reciente ale-mana. Primer mapa celeste elaborado en Europao simple falsificacion? Algunos especialistas creenreconocer en el diagrama a las Pleyades, la lunao el sol, ası como los arcos del horizonte de saliday puesta de este ultimo para la latitud del lugardonde se encontro. Estamos de nuevo ante un casounico y sumamente controvertido.

Por el contrario, la ciencia pura y dura e inclu-so la divulgacion cientıfica seria, especialmente enel caso de la arqueoastronomıa, no suele rebasarediciones de unos pocos miles de ejemplares, salvohonrosas excepciones como pudieran ser alguno delos libros del arqueoastronomo Edwin Krupp comoEchoes of the ancient Skies (1983), recientementereeditado por Dover, o Beyond the Blue Horizon(1991), por citar solo un par de ejemplos.

El caso de El Misterio de Orion es especialmenterepresentativo pues todo comenzarıa como una es-peculacion simpatica (las piramides de Guiza estanorganizadas segun un patron dictado por la distri-bucion de las estrellas del cinturon de Orion, Figu-ra 6), idea que serıa publicada en ciertas revistasde egiptologıa (Bauval 1990). Despues seguirıa elpropio libro (Bauval y Gilbert 1995), que contienegrandes dosis de especulacion salvaje y que, a suvez, fue recibido con enormes dosis de escepticis-mo, cuando no confrontacion abierta, por la comu-nidad cientıfica. Finalmente, Bauval emprendio su

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particular huıda adelante, convirtiendose en autoro coautor de una cadena de best-sellers y guru deuna cierta comunidad que lo reverencia casi comoa un nuevo profeta, lo que explica ciertamente suentrada en el quinto nivel.

Figura 6 — Un ejemplo de especulacion salvaje quese ha hecho especialmente famoso es la “teorıa dela correlacion de Orion” que relaciona la necropo-lis de Menfis (Egipto) con la region celeste de laconstelacion de Orion. Es curioso que el origen detodo fuese una especulacion simpatica: que las trespiramides de Guiza podrıan representar al cinturonde Orion, lo que no de deja de ser curioso pero estotalmente indemostrable.

Desgraciadamente, parece existir en la actualidadun autentico resurgir de este tipo de “investiga-ciones” que parece no ser mas que la resurreccionde un fenomeno recurrente, aunque hoy las herra-mientas tecnicas y matematicas, sobre todo con losnuevos programas de software astronomico, se hansofisticado de tal manera que es muy difıcil evaluarel grado de especulacion salvaje de una cierta pro-puesta, sobre todo para un profano que esta tra-tando de informarse con la mejor intencion sobreuna disciplina que a muchos apasiona. Afortuna-damente, son mayorıa aun aquellos que dedicansus esfuerzos a investigar en el lado correcto de laNavaja de Ockham.

De la especulacion seria al trabajoformal

Quizas no serıa necesario realizar el esfuerzo de es-cribir esta seccion del artıculo, haciendo referenciaal reciente Exploring ancient skies: an encyclope-dic survey of Archaeoastronomy (Kelley and Mi-

lone 2005) si no fuese porque, desgraciadamente,esta supuesta busqueda enciclopedica del saber ar-queoastronomico no ha nacido con buen pie. Loque pudiera haber sido un buen libro de referencia(y quizas lo sea a nivel historico) es completamen-te ineficaz a la hora de describir la investigacionmas puntera que se viene desarrollando en el cam-po de la astronomıa cultural en los ultimos anos.La obra, escrita a mediados de la decada de los no-venta, como se detecta claramente nada mas ojearsu extensa bibliografıa, no recoge, salvo honrosasexcepciones, practicamente ninguno de los traba-jos que se han desarrollado en la ultima decada yque han revolucionado la disciplina. En numerosasregiones y ambitos culturales, la arqueoastronomıaha avanzado mas en los ultimos diez anos que entodo el siglo anterior, desde los tımidos esbozos delos primeros trabajos arqueoastronomicos a fina-les del siglo XIX (Lockyer 1884). Esta obra es, portanto, desde mi punto de vista, bastante inutil si sequiere estar al dıa de los ultimos avances en el cam-po. A modo de ejemplo, citare que Exploring an-cient skies no menciona, por ejemplo, ni una sola delas diez actas de congresos de la SEAC publicadoshasta la fecha (vease www.archeoastronomy.org)y que recogen una parte sustancial de la tarea in-vestigadora realizada en Europa (aunque no solode culturas europeas) en los ultimos tres lustros.

A este artıculo le quedarıa pues la ingente tareade discutir y analizar la veintena de libros y lasdecenas de trabajos que se han publicado ultima-mente en el campo. Esta no es una tarea sencillapor lo que, como ya se ha comentado, nos vamosa restringir a una serie de lıneas de investigacionque conocemos bien y que se pueden enmarcar cla-ramente en el nivel de la especulacion seria o, di-rectamente, del trabajo formal.

Sin embargo, antes de entrar en detalles debe-mos mencionar algunas buenas obras recopilato-rias, que recogen artıculos especializados para di-ferentes marcos culturales, como pudieran ser As-tronomies and cultures (Ruggles y Saunders 1993),Astronomy before the telescope (Walker 1996) o elespecialmente interesante Astronomy across cultu-res (Selin 2000) que se ocupa de aquellas regionescuyo marco cultural no es frecuente encontrar enotros libros como el Africa Subsahariana, Australiao Extremo Oriente. Por otra parte, buenos artıcu-los sobre metodologıa pueden hallarse en Iwanis-zewski (1997) o Ruggles (2001).

Vamos a comenzar nuestro periplo por el continen-te americano. Aquı nos encontramos con una am-plia variedad de trabajos que se concentran sobretodo en las dos regiones culturales clasicas de este

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continente, Mesoamerica y la region de los Andes.En la primera nos encontramos con el ya clasicoObservadores del Cielo del Antiguo Mexico (Ave-ni 1991, vease tambien Aveni 2003), obra que hasido reeditada y revisada en varias ocasiones pe-ro que sigue siendo un magnıfico referente, o laobra Arqueoastronomıa en la America antigua, delastronomo mexicano Jesus Galindo (1994). Sin em-bargo, en la ultima decada se han llevado a caboavances muy significativos.

Figura 7 — Algunos glifos mayas representando“guerras estelares”. En ellos se puede ver el gli-fo de Venus (la w con los dos ojitos) asociado alderramamiento de sangre. Estas verdaderas “star-wars” tenıan lugar cuando este planeta alcanzabaciertas posiciones significativas durante su periodosinodico.

A modo de ejemplo citarıa las investigaciones delarqueologo esloveno Ivan Sprajc quien postulo amediados de la decada pasada una teorıa muy inte-resante sobre la existencia entre los antiguos mayasde un especial marco mental, al que el denomino elcomplejo Venus-Lluvia-Maız (Sprajc 1996a), segunel cual los movimientos del planeta Venus se usa-ban para predecir la estacion de las lluvias quea su vez se relacionaba con la cosecha del maız,todo ello a traves de un complejo entramado derelaciones entre astronomıa, meteorologıa, mito-logıa y practicas agrıcolas. Igualmente interesanteseran las denominadas “guerras estelares” (Sprajc1996b, ver Figura 7), enfrentamientos belicos queregidos nuevamente por los movimientos de Venusenfrentaban a unas ciudades mayas con otras enguerras de conquista y aniquilacion, como la queen la fecha de la cuenta larga 9.15.4.6.8 8 Kan 17Muan enfrento las ciudades aliadas de Aguatecay Dos Pilas con la ciudad de Seibal, cuyo rey fuecapturado, al producirse la primera aparicion delplaneta como Lucero Vespertino en la tarde el 3 dediciembre del ano 735.

Este mismo investigador (Sprajc 2001 y 2005) hallevado a cabo una investigacion exhaustiva sobrelas orientaciones astronomicas del centro de Mexi-co, replanteando hipotesis antiguas y analizandolas posibles conexiones entre estas, la cosmovisionde los constructores y los calendarios de la region,en particular a la hora de interpretar la llamadafamilia de los 17!, que agrupa a numerosos con-

juntos arqueologicos, cuyo ejemplo mas significa-tivo es Teotihuacan, cuyos ejes principales estandesviados entre 15! y 19! al este de la meridiana.Recientemente, estas investigaciones se han exten-dido a la region maya.

Estos trabajos se complementan con aquellos deantropologıa o arqueologıa en que la montana seconvierte en un referente singular del paisaje ri-tual bien per se o porque sobre ella se produjesenimportantes eventos astronomicos (Broda, Iwani-zewski y Montero 2001). Otro aspecto importantede la antigua astronomıa mesoamericana es el es-tudio de la iconografıa. En este sentido, se debie-ra resaltar el trabajo novedoso y controvertido dereinterpretacion de la famosa Piedra del Sol y suposible relacion con los eclipses (Lebeuf 2003), o elya clasico sobre iconografıa, etnografıa y cosmovi-sion en la cultura maya (Freidel, Schele y Parker1999).

Como se pudo comprobar en un reciente simposiocelebrado en Santiago de Chile (Boccas, Broda yPereira 2004), la investigacion en el area andina, yen Sudamerica en general, avanza con gran esfuer-zo, por la falta de medios, pero con un renovadointeres. Sobre la astronomıa en el Imperio Inca hayun clasico (Bauer y Dearborn 1998) que se apar-ta de las locuras descritas en la seccion anterior.Afortunadamente, tambien se puede mencionar elintento de contextualizar la astronomıa inca parael enclave de Machu Picchu (ver Figura 2), en unmarco de referencia serio de arqueologıa del paisa-je (Reinhard 2002). Mas recientemente se siguenllevando a cabo pequenos avances en la compre-sion de esta cultura como, por ejemplo, el esfuerzopor entender su peculiar forma de “escribir”, llevarla contabilidad, registrar acontecimientos o medirel tiempo: los registros de nudos o quipus (Urton2003).

Tanto el trabajo de Bauer y Dearborn como el deReinhard hacen una lectura de la astronomıa inca,a traves de su sistema de ceques o lıneas de refe-rencia en el paisaje ritual o sagrado, que se podrıaextrapolar al otro gran misterio arqueologico de laregion, las espectaculares lıneas de Nazca (Rein-hard 1997). La obra Nasca, eighth wonder of theworld? (Aveni 2000) se puede entender como elmejor acercamiento, por ahora, al entendimientode este complejo sistema de lıneas y geoglifos. Pa-ra ello, las nuevas investigaciones se han servidodel estudio de las practicas etnograficas llevadas acabo aun hoy dıa por diversos grupos indıgenas dela region.

Curiosamente, estas mismas fuentes de informa-cion etnoastronomica, han servido para realizar

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una nueva lectura de las posibles orientaciones as-tronomicas de los monumentos de la Isla de Pas-cua (ahus y moais, Figura 8) en terminos estelares(Edwards y Belmonte 2004) frente a la interpreta-cion clasica de varios de estos monumentos comoobservatorios solares (Liller 1993).

Figura 8 — Los siete moais de Ahu a Kivi (los uni-cos que miran al mar en la isla de Pascua) orienta-dos hacia la puesta heliaca de Tautoru (el cinto deOrion) a principios del ano rapanui. Este es unode los ejemplos mas significativos de orientacionastronomica que se pueden explicar de forma razo-nable mediante el uso de informaciones etnografi-cas pertinentes. (De Edwards y Belmonte 2004).

Volviendo al Viejo Mundo, nos vamos a ocupar dedos marcos culturales de especial relevancia paralos estudios arqueoastronomicos. Uno es un clasi-co de la disciplina, el fenomeno megalıtico, que yadiscutimos para el caso de Stonehenge. El otro esel estudio de la astronomıa de Egipto antiguo queha sufrido un renacer espectacular en esta ultimadecada. Al elegir estos dos aspectos sabemos queestamos dejando de lado otros marcos culturaleso regionales de importancia, pero un estudio si-quiera somero de todos ellos excederıa con creceslas posibilidades de este artıculo. Sin embargo, nose puede dejar de mencionar ciertos trabajos espe-cialmente interesantes como la reinterpretacion delculto de Mitra en un contexto puramente astrologi-co (Ulansey 1989) o el papel de la astronomıa comoreferente cultural en la Europa de la Edad Media(McCluskey 1998).

Tampoco hablaremos de Mesopotamia, donde pa-so a paso se siguen realizando pequenos avancesen analisis novedosos de datos ya conocidos y es-tudiados (vease, por ejemplo, Steele 2005), aunqueaun son centenares las tablillas con informacion as-tronomica por descifrar, y donde, por supuesto, el

trabajo de campo es una tarea imposible siquierade imaginar hoy en dıa por motivos obvios, lo queno deja de ser frustrante. Otro acercamiento globala la region, aunque de caracter divulgativo, puedeencontrarse en Belmonte (1999).

Podemos afirmar sin temor a equivocarnos quela arqueoastronomıa europea surgio al estudiar la“astronomıa” del fenomeno megalıtico. Por estenombre entendemos a toda una serie de regionesy ambitos culturales distantes en el espacio y en eltiempo en las que, sin que hubiese mediado necesa-riamente contactos entre ellos, se tuvo la costum-bre de construir monumentos con grandes piedras,a veces de enorme tamano. El megalitismo masfamoso es por supuesto el de Bretana y la IslasBritanicas, pero los monumentos de otras regionescomo la Penınsula Iberica, Escandinavia, el nortede Africa o las islas del Mediterraneo (donde se ha-bla de monumentos ciclopeos) son igual o inclusomas interesantes desde el punto de vista arqueoas-tronomico.

Ruggles (1999) ha realizado una relectura comple-ta de las implicaciones astronomicas de los mo-numentos megalıticos de las Islas Britanicas. Suformacion original, como astronomo y matematicole permitieron aplicar procesos estadısticos seriosy elaborados a las hipotesis mas o menos funda-mentadas de los investigadores de la generacionanterior (como, por ejemplo, las del ingeniero Ale-xander Thom). Estos nuevos procesos de falsacion,aun reconociendo el merito de muchas de estasteorıas, han permitido recontextualizar algunas deesas hipotesis o simplemente eliminar muchas deellas. Entre los hallazgos mas singulares se ha dedestacar, sin lugar a dudas, la orientacion, casi contotal seguridad astronomica, de los llamados re-cumbent stone circles del centro de Escocia. Enrealidad, solo nos faltarıan textos o informacionetnografica que lo confirme, en uno de los ejem-plos mas claros de especulacion seria que podemosimaginar. Ası estos peculiares cırculos de piedraestarıan disenados y orientados en su mayorıa avisiones muy llamativas de la luna llena que sigueal solsticio de verano, cuando esta tiene su decli-nacion mınima dentro del ciclo de regresion de lalınea de los nodos.

Ha sido otro investigador britanico, Michael Hos-kin el que ha realizado una labor titanica, sobretodo durante la decada de los noventa, que le hapermitido medir la orientacion de mas de tres mi-llares de monumentos megalıticos, dolmenes en sumayorıa, en la cuenca del Mediterraneo occidental(Hoskin 2001 y referencias especıficas, Belmonte yHoskin 2002). Hoskin y sus colaboradores han de-

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mostrado que los monumentos megalıticos de estaregion seguıan patrones bien determinados, que enla mayorıa de las ocasiones solo pueden explicar-se en un contexto astronomico. Los casos de lastombe de giganti sardas, los tholoi de Los Milla-res (Figura 9) o las antas alentejanas, de las quela totalidad de sus 180 ejemplares medidos tienenorientaciones comprendidas en el arco del orto so-lar, se cuentan entre los mas llamativos.

Figura 9 — Diagrama de orientacion de los tholosde Los Millares (Almerıa), datados hacia el 2300a.C. Como se puede comprobar, la gran mayorıa(> 90 %) estan orientados hacia la salida del solen algun momento del ano, con el solsticio de in-vierno como singular punto de corte. (De Hoskin2001).

Hoskin (2001) explica la mayor parte de los patro-nes encontrados en un contexto astronomico muysimple, mediante cuatro costumbres que el deno-mina sunrising, sunrise-sunclimbing, sunsetting ysunset-sundescending, todas ellas con el sol co-mo referencia que lo convierten en un “solarista”convencido. Es cierto que, aplicando la Navaja deOckham o el Principio de Economıa, en diversasocasiones alguna de estas costumbres ofrece la ex-plicacion mas sencilla y razonable (vease Figura9). Sin embargo, en muchas otras, este no es elcaso.

Puesto que la luna sigue un patron de comporta-miento similar al del sol, pero bastante mas compli-cado y elaborado, ha surgido un grupo de “lunati-cos”, en el sentido positivo del termino (GonzalezGarcıa et al. 2005), que tratan de encontrar unaexplicacion a muchos de los patrones encontrados

que refleje un posible caracter lunar. La Figura 10muestra uno de esos patrones (el de los dolmenesde tipo BR del Mediodıa frances) en que tanto losmaximos de la distribucion como sus anchuras re-lativas se pueden explicar de manera simple me-diante la observacion de los crecientes lunares aso-ciados al Equinoccio de la Primavera y al Solsticiode Invierno, mientras que ninguna de las hipote-sis “solaristas” ofrecıa una respuesta adecuada alproblema.

Figura 10 — Histograma de orientacion de losdolmenes neolıticos de tipo BR de Provenza y Lan-guedoc, comparado con tres modelos que estan ba-sados en la vision del primer creciente lunar en tresfechas significativas a lo largo del ciclo estacional.El histograma se explicarıa de forma razonable me-diante un interes especial de los constructores, ala hora de orientar dichos dolmenes, por los pri-meros crecientes de invierno y primavera. Este esun buen ejemplo en que la explicacion “lunatica”es mas razonable que la “solarista”. (Cortesıa deCesar Gonzalez).

Con todo, a la hora de interpretar los resultadosindividuales o los patrones generales de orientacionque se obtienen al estudiar el fenomeno megalıti-co es bastante habitual circunscribirse a interpre-taciones solares y lunares (o estelares en algunospocos casos como el que se discutira adelante). Sinembargo, hay otra serie de objetos celestes que po-seen una cierta importancia, que son referentes enotras regiones, como el caso ya discutido de Me-soamerica, y que nunca se tienen en cuenta en estecaso particular. Nos referimos a los planetas.

En este sentido, puede que en el entorno del Gol-fo de Morbihan (Bretana) nos encontremos anteuno de esos pocos ejemplos. Se trata de los es-

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pectaculares dolmenes de Gavrinis y Le Table desMerchands, fechados en torno al 3300 a.C. Ambosmonumentos poseen, como losa de cobertura, losdos fragmentos mas grandes de una gran estela mo-nolıtica decorada mas antigua por lo que estan cla-ramente relacionados. Ademas, ambos monumen-tos tienen exactamente la misma orientacion. Sinembargo, el primero (Figura 11) tiene un disenointerior tal que, con esa orientacion, la luz del solnunca penetra en su camara mas interna y la lu-na en su salida mas meridional posible (el lunas-ticio mayor sur) ilumina un elemento singular delcorredor (una piedra de cuarzo blanco de gran ta-mano) pero tampoco penetra hasta la camara. Sinembargo, el eje del corredor sı que esta orientadode forma bastante precisa a la posicion mas meri-dional de salida del planeta Venus. Curiosamente,esta orientacion parece repetirse en otros monu-mentos de Bretana como la Roca de las Hadas (eldolmen mas grande de la region) por lo que quizasnos podrıamos encontrar ante una costumbre deorientacion de caracter “venereo”.

Figura 11 — El cairn de Gavrinis, en Bretana, cu-bre uno de los dolmenes mas singulares y bellamen-te decorados de toda la fachada atlantica europea.Quizas, este sea tambien uno de esos pocos ejem-plos especiales en que el monumento no esta orien-tado ni al sol ni a la luna, sino a la salida masmeridional posible del planeta Venus.

Para discutir posibles alineaciones estelares nadamejor que dirigirnos a dos de los lugares mas be-llos y singulares del Mediterraneo occidental, lasislas de Menorca y Cerdena. Ambas son autenti-cos museos al aire libre donde sus pobladores, so-bre todo durante la Edad del Bronce local (Cul-turas Nuraghica en Cerdena — h. 1500 a.C. — yTalayotica en Menorca — h. 1000 a.C. —) perotambien en el Neolıtico, edificaron centenares demonumentos ciclopeos de todas las categorıas: fu-nerarios, como los dolmenes y tombe de giganti de

Cerdena o los sepulcros megalıticos y navetas deMenorca; cultuales, como los templos nuraghicosde Cerdena o las taulas de Menorca (y quizas lostalayots cuadrados, en este caso, de Mallorca); ode finalidad desconocida como las nuraghas sardaso los talayots de Baleares que dan nombre a susculturas respectivas.

No vamos a entrar en detalle a analizar los po-sibles patrones astronomicos de orientacion de lamayorıa de estos monumentos (la mayorıa deta-llados en Hoskin 2001 o Zedda 2004) sino que nosvamos a restringir a aquellos que quizas reflejen unpatron estelar. A pesar de la similitud formal apa-rente entre nuraghas y talayots y de la similitudarquitectonica entre las tombe de giganti y las na-vetas, sus patrones de orientacion, completamentediferentes y que parecıan seguir los patrones ori-ginales de sus respectivos monumentos megalıticos(dolmenes y sepulcros), sugerıan un origen diferen-te para las culturas de ambas islas. Sin embargo,recientes investigaciones llevadas a cabo en las nu-raghas (Zedda y Belmonte 2004) parecen indicarque estas se orientaban quizas hacia el asterismoformado por la Cruz del Sur y las dos lucidas dela constelacion del Centauro (Alfa y Beta), el mis-mo grupo estelar que, segun Hoskin (2001), justifi-ca de manera singular la orientacion de las taulasde Menorca. Incluso, interpretaciones recientes desu patron de orientacion parecen apuntar a quelos talayots cuadrados de la isla de Mallorca, cuyaorientacion fue interpretada de manera preliminaren terminos lunisolares (Aramburu-Zabala y Bel-monte 2002), pudiera explicarse de una forma massimple y quizas mas adecuada mediante la orien-tacion de la diagonal de estas estructuras hacia lasalida o la puesta de este mismo asterismo.

De estas ideas podrıamos obtener las siguienteshipotesis de trabajo a nivel antropologico, demos-trando la utilidad de la arqueoastronomıa comodisciplina auxiliar de la arqueologıa: por un la-do que las nuraghas y los talayots cuadrados nodebieron ser solo (si es que lo fueron en absolu-to) construcciones defensivas (raramente se justifi-ca la orientacion astronomica de una fortaleza) y,por otro, que pudo existir algun tipo de conexiontardıa entre las culturas nuraghica y talayotica quepodrıa explicar esa especial predileccion de ambaspoblaciones por una orientacion astronomica tanpeculiar y poco frecuente.

El eslabon mas singular, aunque no suele ser iden-tificado como tal, del fenomeno megalıtico es elEgipto antiguo. Durante casi medio siglo los estu-dios de astronomıa egipcia fueron mınimos y estu-vieron practicamente dominados por la publicacion

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por Neugebauer y Parker, entre 1960 y 1969 de sumagna obra Egyptian Astronomical Text (EAT) y,por el propio Parker (1950), en la decada anterior,de su Calendars of ancient Egypt. En esta ultimaobra se defendıan ciertas teorıas sobre el calendarioque ha costado erradicar (Belmonte 2003a), mien-tras que en la anterior se reflejaba todo un corpusde informacion sobre relojes estelares, diagramase instrumentos astronomicos, listas de estrellas yconstelaciones, los planetas, etcetera, tratado deuna manera lucida, sistematica y academica perodonde se partıa de una serie de premisas y se ex-ponıan una serie de dogmas, mas que conclusiones,que hacıan practicamente imposible todo avanceposterior.

Hay que esperar a mediados de la decada de losnoventa para que el segundo volumen de Clagett(1995) sobre la ciencia egipcia, dedicado entera-mente a la astronomıa, ofrezca un manual facil-mente accesible a los especialistas, donde se dis-cutıan y analizaban propuestas antiguas, incluidaslas de los EAT, se proponıan alternativas y se sen-taban las bases para plantear una serie de cuestio-nes que quedaban por resolver sobre varios temascruciales, como los calendarios o los relojes estela-res. Curiosamente, por el contrario, un tema claveen arqueoastronomıa como es la orientacion de losedificios practicamente ni se menciona. La revolu-cion en este tema se produce gracias a la publica-cion en el ultimo numero del siglo XX de la revistaNature de un artıculo de Kate Spence (2000) sobrela orientacion de las piramides que hace resucitarun tema maldito y casi olvidado, salvo en algunaspublicaciones contadas de las decadas anteriores(vease, por ejemplo, Hawkins 1973 o Krupp 1989).

El autor ha contribuido en cierta manera al exi-to de dicha revolucion con tres lıneas de traba-jo abiertas sobre los aspectos mencionados. Ası enBelmonte (2003a) se realiza un ensayo crıtico sobreuna serie de cuestiones abiertas sobre el calendarioegipcio que aun no habıan obtenido una respues-ta satisfactoria, concluyendo, entre otras cosas, quela hipotesis tradicional de que los antiguos egipciosusaron mas de un calendario (la postura defendi-da desde la publicacion de los Calendars de Parkerhace mas de medio siglo) es erronea y carece defundamento. Igualmente se propone un origen so-lar para el calendario egipcio, y, mas recientemen-te, un hipotetico sistema de verificacion del mismoque tendrıa que ver con la historia constructiva delas piramides (Belmonte y Zedda 2005).

Un punto especialmente oscuro de la astronomıaegipcia es la identificacion de sus estrellas y cons-telaciones. Ejercicio maldito desde la publicacion

de los EAT, hay que esperar a fechas muy recientespara que se produjesen algunos avances significa-tivos. Las estrellas y constelaciones egipcias apa-recen frecuentemente mencionadas en los escritossagrados del Egipto antiguo, como los textos delas piramides (Krauss 1997) o los de los ataudes(Wallin 2002). Ademas, aparecen en forma de dis-positivos para medir el tiempo (relojes estelares)en ataudes del Reino Medio y del Primer PeriodoIntermedio (relojes triangulares), y en los techos delas tumbas y cenotafios del Reino Nuevo (relojesde transito decanal y relojes ramesidas). Tambienaparecen en los llamados techos astronomicos, in-cluidos los famosos zodiacos como el de Dendera,de los que el mas antiguo, y el mas complicado deinterpretar, es el de Senenmut (Belmonte y Shal-tout 2005). Estos han sido los elementos usados enlas diversos intentos de identificacion de los que, ami modo de ver, algunos son totalmente equivoca-dos, a pesar del singular esfuerzo realizado (Leitz1995) y otros proponen soluciones ciertamente ra-zonables en algunos casos (Locher 1983, Belmonte2003b, Lull 2004). De la comparacion de estas po-demos estar casi seguros, a pesar de ciertas incerti-dumbres, de ciertas identificaciones, como la de elcinto y la daga de Orion con el asterismo llamadoSah, la de las Pleyades con el grupo llamado LasMiles (o El Rebano) o la de la constelacion egipciadel Leon con nuestro Leo. En Belmonte (2003b) sepropone, a modo de hipotesis, un planisferio celes-te completo del firmamento del Egipto antiguo.

La arqueoastronomıa propiamente dicha acaba deentrar en una nueva fase mas prometedora. La pro-puesta de Spence (2000) del transito simultaneo dedos estrellas por el meridiano como referente paraorientar las grandes piramides del Reino Antiguofue recibida con entusiasmo en ciertos cırculos (enBelmonte 2001 se apoya la idea dandole un ma-tiz ciertamente diferente, Figura 12), desden enotros muchos y la indiferencia de la mayorıa delos egiptologos. Precisamente para quebrar esa in-diferencia se ha puesto en marcha una mision delConsejo Supremo de Antiguedades de la RepublicaArabe de Egipto con el fin de estudiar la astro-nomıa antigua de este paıs y que, entre otros, seha marcado como objetivo medir sistematicamen-te la orientacion de la gran mayorıa de los tem-plos antiguos, con el fin de poder realizar estu-dios estadısticamente significativos que nos permi-tan concluir de forma razonable, y de una vez portodas, si hubo o no orientaciones astronomicas enel Egipto antiguo, una labor que, aunque resulteextrano, nunca se habıa llevado a cabo salvo paracasos aislados y puntuales.

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Figura 12 — Un posible ejemplo de trabajo for-mal. Alineamiento de la piramide de Kefren haciala culminacion inferior simultanea de las estrellasPhecda y Megrez, de la constelacion egipcia deMesjetiu (nuestro Carro), hacia el ano 2545 a.C.Esta hipotesis esta basada en datos astronomicosy en la evidencia dada por los textos jeroglıficosegipcios, aunque, no por ello deja de ser bastantecontrovertida. c! SMM/IAC.

Shaltout y Belmonte (2005) recogen los resultadosde la primera campana llevada a cabo en el Al-to Egipto y donde se demuestra sin lugar a dudasque los templos egipcios se orientaban de acuerdoal paisaje que los rodeaba. Pero, en primera ins-tancia ese paisaje esta dominado por el Nilo y es,por tanto, el rıo el que dicta la orientacion de ma-nera significativa. Sin embargo, los datos tambienmostraban (Figura 13) que el paisaje celeste tam-bien podıa jugar un papel relevante, con una espe-cial predileccion por las orientaciones solsticiales.En algunos casos, incluso se podrıa producir unacombinacion de ambos, si bien no quedaba clarocual era el factor que dominaba, el topografico oel astronomico. Una segunda fase del proyecto haconsistido en tratar de falsar los resultados ante-riores. Para ello se ha elegido como campo expe-rimental un lugar donde no haya un rıo que do-mine el paisaje (los oasis del Desierto Occidentalegipcio). Los resultados preliminares (Belmonte yShaltout 2006) muestran que allı donde no hay Ni-lo, las orientaciones tienen un caracter marcada-mente astronomico. Nuevas fases del proyecto seestan planeando para el futuro inmediato y se es-pera que cuando la muestra este completa (unos250 templos de los que se han medido ya 190) lacontroversia quede zanjada definitivamente.

Figura 13 — Esta grafica muestra la primera evi-dencia estadısticamente probada de alineamientosastronomicos en los templos del antiguo Egipto. Elpico mas importante y ciertamente significativo delhistograma se asocia a la declinacion del sol en elsolsticio de invierno, fecha que debio revestir unaimportancia singular en el marco del antiguo cultosolar. (De Shaltout y Belmonte 2005).

Donde sı que no cabe duda de la especial relevanciade las orientaciones astronomicas en la cultura lo-cal es en los estudios realizados por nuestro grupode investigacion en diversos lugares de Espana yde nuestra inmediata vecindad africana (Belmontey Hoskin 2002, Esteban 2003). En trabajos recien-tes sobre la cultura iberica, Cesar Esteban (2002,2003) ha demostrado la singular importancia delequinoccio, sea la que sea la definicion que enten-damos para dicho termino, para este marco cultu-ral (Figura 14). Esta singularidad quedarıa refleja-da tambien en nuestros vecinos paleobereberes delnorte de Africa, sus ancestros pobladores del Saha-ra (Gauthier y Gauthier 2003) y sus herederos delArchipielago Canario (vease, por ejemplo, Estebany Delgado Cabrera 2005).

Fue en Canarias hace poco mas de una decada don-de un pequeno grupo de astronomos y arqueologosinicio en Espana, mediante el estudio prıstino dela orientacion de las piramides de Guımar (Bel-monte et al. 1993), una lınea de investigacion pio-nera en nuestro paıs. Es aquı donde se ha desa-rrollado una enorme cantidad de trabajo formalen que se ha mezclado el estudio de las cronicasde la conquista (Jimenez Gonzalez 1998) y de lasinscripciones aborıgenes con el trabajo de campoarqueoastronomico (Belmonte y Hoskin 2002 y re-ferencias especıficas) y el analisis de las tradicionesastronomicas del campesinado local (Belmonte ySanz de Lara 2001). Sin embargo, relatar todo esemutuo influjo entre astronomıa y cultura serıa, sin

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lugar a dudas, otra historia.

Figura 14 — Salida rasante del sol en el equinocciosobre el borde norte de Montana Chinar, tal comose observa desde el santuario iberico de El Amare-jo (Albacete). Fenomenos como este son frecuentesen los santuarios ibericos, los templos del norte deAfrica y los santuarios aborıgenes de las Islas Ca-narias. (Imagen cortesıa de Cesar Esteban).

Agradecimientos

Es ingente el numero de personas que a lo largo deestos anos han contribuido de una u otra forma aldesarrollo de la arqueoastronomıa en nuestro paısy en nuestro entorno; sin embargo, no podemos de-jar de agradecer, la colaboracion y el apoyo pres-tado en los mas diversos ambitos, a Antonio Apa-ricio, Javier Aramburu, Fernando Atrio, Jose Ri-cardo Belmonte, Edmundo Edwards, Cesar Este-ban, Cesar Gonzalez, Giorgia Fodera-Serio, Mi-chael Hoskin, Jose Juan Jimenez Gonzalez, Sta-nislaw Iwanizewski, David King, Rolf Krauss, Ed-win Krupp, Rita Marrero, Miguel Angel Molinero,Marıa Antonia Perera, Clive Ruggles, MargaritaSanz de Lara, Mosalam Shaltout, Rosa Sluether,Antonio Tejera, Mauro Zedda y, particularmente,a nuestro maestro, ya fallecido, el Profesor Car-los Jaschek, a quien va dedicado este trabajo. Esteartıculo es el fruto de la labor desarrollada bajo elmarco de los proyectos P7/93 “Arqueoastronomıa”del IAC y AyA2004-0110 “Orientatio ad Sidera”del Plan Nacional de Astronomıa y Astrofısica delMEC.

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Juan Antonio Belmonte Aviles es investigador delInstituto de Astrofısica de Canarias, IAC.

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