imperialismo, pericles y la peste de atenas una propuesta a la interpretación trágica de la...

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1 Imperialismo, Pericles y la peste de Atenas: Una interpretación trágica de la Historia de la Guerra del Peloponeso de Tucídides Por Juan Pablo Prieto Iommi* Resumen: Atendiendo a una vieja interrogante en torno a la significación trágica de la Historia Tucidídea y sus argumentos, este articulo busca revitalizar esta problemática al proponer un examen del teatro trágico y la obra historiográfica de Tucídides bajo una impronta cultural distinta, que centra el estudio en torno a la interpretación del conflicto ético trágico como la pauta funcional de ambas manifestaciones culturales, dando cuenta de una lectura eminentemente trágica del imperialismo ateniense del siglo V a.C. de parte del historiador griego. Con tales pretensiones es que se examinan en detalle los eventos narrados en el Libro II, desde el capítulo 35 al 65, es decir, el discurso fúnebre, la peste de Atenas del 430 a.C., la defensa de Pericles y el breve examen apologético de su persona por parte de Tucídides. Palabras claves: Tragedia, Composición, Conflicto ético, Imperio, Epidemia, Pericles. I. Introducción. II. Tiempo y Lugar de la Tragedia y la Historia. III. Una Composición Trágica. IV. Tucídides y el Conflicto Trágico. V. Conclusiones. El presente artículo se propone aportar argumentos en vistas a responder una pregunta en concreto: ¿Es la tragedia ática del siglo V a.C. un fenómeno cultural coincidente con la forma Tucidídea de hacer historia, al nivel de evidenciar y compartir una misma forma de percibir el mundo? Con tal fin, nos hemos avocado a estudiar el problema desde una multiplicidad de nociones que remiten a la Hermenéutica filológica 1 y a la Historia cultural 2 . Nuestra investigación *Alumno de segundo año de Licenciatura en Historia con mención en ciencias políticas y Pedagogía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. 2010. 1 La Hermenéutica, en su acepción primitiva, se entiende como la interpretación de los textos para establecer el significado exacto de las palabras usadas en la elaboración de un pensamiento escrito; ahora bien, como producto de la reflexión epistemológica decimonónica - representada por Schleiermacher se hace patente la diferencia histórica entre intérprete e interpretado y se muestra la necesidad de remontar las proposiciones y los significados al contexto vital de la época en que surgieron; descubriendo así, por un lado, el conjunto de aquella experiencia del mundo y, por otro, las aserciones particulares condicionadas por

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    Imperialismo, Pericles y la peste de Atenas: Una interpretacin trgica de la

    Historia de la Guerra del Peloponeso de Tucdides

    Por Juan Pablo Prieto Iommi*

    Resumen: Atendiendo a una vieja interrogante en torno a la significacin trgica de la Historia Tuciddea y sus argumentos, este articulo busca revitalizar esta problemtica al proponer un examen del teatro trgico y la obra historiogrfica de Tucdides bajo una impronta cultural distinta, que centra el estudio en torno a la interpretacin del conflicto tico trgico como la pauta funcional de ambas manifestaciones culturales, dando cuenta de una lectura eminentemente trgica del imperialismo ateniense del siglo V a.C. de parte del historiador griego. Con tales pretensiones es que se examinan en detalle los eventos narrados en el Libro II, desde el captulo 35 al 65, es decir, el discurso fnebre, la peste de Atenas del 430 a.C., la defensa de Pericles y el breve examen apologtico de su persona por parte de Tucdides.

    Palabras claves: Tragedia, Composicin, Conflicto tico, Imperio, Epidemia, Pericles.

    I. Introduccin.

    II. Tiempo y Lugar de la Tragedia y la Historia.

    III. Una Composicin Trgica.

    IV. Tucdides y el Conflicto Trgico.

    V. Conclusiones.

    El presente artculo se propone aportar argumentos en vistas a responder una pregunta en concreto: Es la tragedia tica del siglo V a.C. un fenmeno cultural coincidente con la forma Tuciddea de hacer historia, al nivel de evidenciar y compartir una misma forma de percibir el mundo? Con tal fin, nos hemos avocado a estudiar el problema desde una multiplicidad de nociones que remiten a la Hermenutica filolgica1 y a la Historia cultural2. Nuestra investigacin

    *Alumno de segundo ao de Licenciatura en Historia con mencin en ciencias polticas y Pedagoga de la Pontificia Universidad Catlica de Valparaso. 2010. 1 La Hermenutica, en su acepcin primitiva, se entiende como la interpretacin de los textos para establecer el significado exacto de las palabras usadas en la elaboracin de un pensamiento escrito; ahora bien, como producto de la reflexin epistemolgica decimonnica - representada por Schleiermacher se hace patente la diferencia histrica entre intrprete e interpretado y se muestra la necesidad de remontar las proposiciones y los significados al contexto vital de la poca en que surgieron; descubriendo as, por un lado, el conjunto de aquella experiencia del mundo y, por otro, las aserciones particulares condicionadas por

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    adquiere pleno sentido en la medida de que tomamos conciencia del valor que tiene el remitirse al estudio profundo de los primeros Historiadores griegos. Son ellos el modelo a partir del cual la Historiografa Romana y Bizantina articularn los hechos que desean rescatar del olvido y extraer de ellos sus leyes imperecederas para la naturaleza del hombre. De Polibio a Procopio, de Dionisio de Halicarnaso a Juan Malalas, todo el debate historiogrfico de la Antigedad parte de la posibilidad de cada poca para comprender los problemas percibidos por los hombres de la democracia ateniense3.

    Nuestro aporte, en busca de la respuesta a la pregunta planteada , reside en comprobar, a partir de un examen profundo de un segmento en particular significativo de su Historia ( II, 35-65), que la obra historiogrfica de Tucdides propone un conflicto tico profundamente arraigado en la nocin de imperio e imperialismo, que comparte sus pautas funcionales con el conflicto tico de la tragedia griega y que incide, en razn de dicha relacin, en la forma y estilo con que Tucdides articula y explica los eventos de la guerra del Peloponeso.

    Con el propsito de demostrar nuestra afirmacin, segmentaremos nuestro trabajo en cuatro grandes secciones. Una primera, dedicada a introducir a los conceptos propios de la tragedia azar, fortuna, lo irracional-, su contexto y las posiciones en torno a su valor en la obra de Tucdides; una segunda, con el fin de ofrecer una breve conjetura espacio-temporal que nos permita localizarnos en nuestro estudio; una tercera, avocada a examinar tres caractersticas compositivas de la Historia de la Guerra del Peloponeso deudoras de los desarrollos logrados por la Tragedia; una cuarta, en la que expondremos nuestra interpretacin del conflicto tico Tuciddeo como un conflicto trgico y sus consecuencias en la elaboracin de su obra,

    sta. A su vez, Wilhem Dalthey establecer el rango filosfico del trabajo hermenutico. Propone que el sujeto concreto del conocimiento histrico, por la identidad de la vida y la posibilidad de tener una vivencia en ella en su propia actualidad, se encuentra en un vnculo previo con el pasado interpretado. En ese sentido, toda individualidad es manifestacin de la vida del conjunto, lo cual facilita el esfuerzo de comprensin. De esta forma, podemos confiar en que la Hermenutica nos ofrece el bagaje filosfico y conceptual esencial para trabajar la obra Tuciddea en relacin a la tragedia tica del siglo V a.C. Nos autoriza para acercarnos al concepto y su significante originales, ponindolos en consonancia con las manifestaciones colectivas, a su vez que determinando aquellas condicionantes individuales.

    2 La Historia cultural permite al historiador acercarse a los silencios de los testimonios y poder examinar lo

    que los hombres del pasado nos decan sin saber que lo decan. Su nfasis en las culturas como totalidades ofrece un remedio para la fragmentacin de los estudios en especialidades cada vez ms acuciosas pero a la vez ms aisladas. Ahora bien, si la Historia cultural pretende adoptar el papel de aglutinante disciplinario, su principal desafo es definirse en cuanto lo cultural, ya que se trata de un concepto tan amplio como ambiguo, que bien puede ejercer un mero papel de falacia argumentativa o lugar comn. Por ello, entendamos cultura en este marco terico y en esta investigacin que adopta la Historia cultural como su paradigma Historiogrfico - como lo hace Clifford Geertz en cuanto un patrn histricamente transmitido de significados encarnados en smbolos, un sistema de concepciones heredadas expresadas en formas simblicas mediante las cuales los hombres se comunican, perpetan y desarrollan su conocimiento de la vida y sus actitudes hacia ella( Editorial Gedisa, Barcelona, Espaa, Pp. 89. ). Esta definicin nos facilita el acercarnos al pasado en trminos simblicos, tanto al nivel de la alta cultura como al de la vida cotidiana. 3 Plcido, Domingo. La sociedad ateniense. La evolucin social en Atenas durante la guerra del Peloponeso.

    Editorial crtica. Barcelona, Espaa. 1997. Pp. 269.

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    particularmente en el discurso fnebre, la peste de Atenas y la defensa y muerte de Pericles. Finalmente, presentaremos las conclusiones de nuestro estudio.

    I. Introduccin a los conceptos trgicos

    1. La conciencia trgica.

    Cuando el hroe es puesto en tela de juicio ante el pblico, es el propio hombre griego quien, en el siglo V ateniense, en y por el espectculo trgico, se descubre problemtico4

    Es evidente que un pensamiento crtico existe previamente al teatro tico - Jenfanes y su reflexin en torno a los dioses sea quizs el ejemplo ms certero y ejemplificador de la reflexin Jnica para el caso5-, pero no se trata de un fenmeno amplio y general, al grado tal de ser introducido en una expresin artstica pblica que involucrara la participacin activa del demos. La tragedia es, por el contrario, la ciudad que se hace teatro6, en la medida que su origen est en las tendencias populares de los tiranos Pisistrtidas, quienes permiten al concurso trgico una forma de desenvolvimiento cvico, al someterla a la competencia, a la eleccin y el debate por parte de la comunidad cvica. En palabras de Werner Jaeger: Las cortes de los tiranos griegos, al finalizar el periodo arcaico, son algo parecido a las de los primero Mdicis. Tambin ellos concibieron la cultura como algo separado del resto de la vida, como la crema de una alta existencia humana reservada a pocos, y la regalaban enteramente al pueblo que era enteramente ajena a ella7. Pronto, aqul regalo se trasformar en una propiedad.

    Ahora Qu es aquella conciencia trgica? A grandes rasgos, la conciencia trgica podemos entenderla como la ntima comprensin de que el hombre y sus actos no implican una realidad estable, sino un gran enigma por descifrar; una interrogante en torno al lugar del hombre frente a la irremediable fuerza de aquello superior a l, lo sobrenatural, la Fatalidad divina8. Sin embargo,

    4 Vernant, Jean- Pierre/ Vidal-Naquet, Pierre .Mito y tragedia en la Grecia antigua II, Edit. Taurus, Espaa,

    Madrid, 1989, Pp. 24. 5 "Pero si los bueyes, caballos y leones tuvieran manos o pudieran dibujar con ellas y realizar obras como los

    hombres, dibujaran los aspectos de los dioses y haran sus cuerpos, los caballos semejantes a los caballos, los bueyes a bueyes, tal como si tuvieran la figura correspondiente a cada uno". DK (21 B 15), http://www.galeon.com/filoesp/Akademos/contexts/jpc_jeno.htm 6 Vernant, Jean- Pierre/ Vidal-Naquet, Pierre.Mito y tragedia en la Grecia antigua II, pp. 23.

    7 Jaeger, Werner. Paideia: los deales de la cultura griega. FCE, 2006, Mxico, Ciudad de Mxico. Pp. 219.

    8 Entendemos que la palabra Fatalidad alude ms bien al sentido del Fatum latino. Por ello, nos remitimos al

    trabajo de Cornelius Castoriadis donde explica: es que la Moira no es en el sentido habitual del trmino, en el sentido de fatum, de una predeterminacin y de una predestinacin absoluta. Pues si la Moira fija lmites, dentro de estos lmites, en cierto sentido, los humanos deciden libremente. Ms precisamente, deciden transgredir o no.- Castoriadis, Cornelius. Lo que hace a Grecia 1: De Homero a Herclito. Seminarios 1982-1983. FCE. Buenos aires, Argentina. 2006. Pp.134.

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    esto no basta para definirla. La clave su eje central- se encuentra en el vano intento por alcanzar el sentido vedado a la comprensin del hombre, una bsqueda tan solo premiada con el sufrimiento, el sufrimiento de un alma capaz de sufrir grandemente9. Se trata de un muro, si podemos utilizar la metfora empleada Festugire en su libro La esencia de la tragedia griega10, frente al cual cada trgico griego busc una grieta, una explicacin, un consuelo.

    De este modo, la mimetizacin a travs de los hroes picos que la tragedia produce con su pblico - transmutando el sufrimiento individual en un hecho de significacin universal del ser humano- es el origen de una problematizacin en torno a la vida humana de la cul Tucdides no puede sino considerarse partcipe y heredero cultural. La pregunta en torno a las causas del choque entre las hegemonas ateniense y espartana; el examen profundo y racional sobre el valor del poder para un Estado y su sistema constitucional -y un largo etctera-, son el producto tambin de aqul mismo afn por examinar la significacin del hombre griego que el teatro tico encarna, esa desgarradora y conmovedora lucha en busca de identidad, orden y sentido. As, las palabras de Alfonso Gmez Lobo sobre el papel que el miedo y la pasin juegan en las decisiones polticas para Tucdides nos permiten apuntalar la necesidad de cotejar en profundidad las experiencias trgica y Tuciddea: el ms racional de los escritores del siglo V termina incluyendo en su historia algunas de las pginas ms tristes y patticas de la literatura de todos los tiempos.11

    2. Optimistas y Pesimistas

    En lo que respecta a los trabajos realizados en torno a Tucdides y su significacin trgica, podemos establecer dos grandes escuelas de pensamiento. En ambos casos, la valoracin de la es el elemento central de conflicto y quizs el factor ms complejo a la hora de llevar a cabo una correcta compresin de la obra del historiador ateniense.

    Por un lado, nos encontramos con la llamada escuela optimista. Esta considera que en la Historia de Tucdides se evidencia que los hombres han elaborado una imagen de la (fortuna) como una forma burda de disculpar su ignorancia, pues solo en casos muy particulares aquella choca con la inteligencia , o , reinando en lo cotidiano una clara racionalidad. Se hablara entonces de un factor irracional interno, pues si el azar es la objetivacin del error irreflexivo del hombre, aqul yacera dentro de su propia .

    Tal caso es el que se puede interpretar de la palabras de Pericles es su discurso fnebre, donde parece poder controlar aqul azar gracias a un correcto ejercicio del . De modo que la postura de Pericles resultara muy semejante al pensamiento que Demcrito expresa en los

    9 Hamilton, Edith .El camino de los Griegos. Edit. FCE, 1930, Pp. 214.

    10 Festugire, Andr-Jean Edit. Ariel Filosofa, Barcelona, Espaa.

    11 Seleccin de textos histrico-polticos de Tucdides, www.opendoar.org, Pp. 231.

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    fragmentos B1 19 y B58, donde dice que el azar se contrapone a la sabidura () y que los hombres se han forjado una imagen del azar para justificar su propia irreflexin.12

    Y as, por lo tanto, se deduce que un hombre inteligente, visionario y previsor, podra dirigir con total xito el destino de sus asuntos, siempre y cuando a su accin le antecediesen rectas y mesuradas cavilaciones o, en el caso del mundo poltico, debates o discusiones pblicas.

    Los optimistas tienden as a restringir el papel de la fortuna y todos los conceptos de connotaciones trgicas -tales como pleonexia, ley divina catarsis o hybris- al plano de meros recursos estilsticos o decorativos en el gran panorama de su trabajo compositivo. A esta opinin pertenecen, en mayor o menor grado, autores como John H. Finley13, Jacqueline de Romilly14, Jos Alsina15 y H. Herter16.

    Por otro lado, existe la escuela pesimista o trgica. En este caso, se considera que la , para Tucdides, se demuestra superior a cualquier tipo de previsin que no la incluya y la respete. Se habla de un factor irracional externo, ya que el error viene dado, no tanto por no prestar atencin a la , sino por restringir aquella al plano humano y no considerar otros factores externos como integrantes de ella. Si aquello fuese cierto, Tucdides narra el declive de Atenas como una tragedia, en cuanto toda representacin trgica del mundo presupone la presencia de limites naturales que determinan los confines adecuados de la conducta humana17

    En tal caso, se presta especial atencin a los eventos de la plaga de Atenas y la expedicin a Sicilia como los sucesos claves en la articulacin trgica de la obra Tuciddea, y se pone especial nfasis en entender la estructura de la Historia de la Guerra del Peloponeso como un conflicto que, en ltima instancia, tiene al exceso o desmesura como causa. Primaran entonces conceptos como , y .

    Participaran de esta opinin autores como Hans-Peter Stahl18, Virginia M. Llamosas19, Lowell Edmunds20, David Bedford y Thom Workman21.

    12

    Muoz Llamosas, Virginia. El plano irracional externo en Tucdides: , , , , , . Revista Gerin, 2001, n 19. Pp. 293 311. Disponible en: http://revistas.ucm.es/ghi/02130181/articulos/GERI0101110293A.PDF. Accedido el 20/08/2010 a las 15.35. 13

    Finley Jr., John H. Euripides and Thucydides. Harvard Studies in Classical Philology, Vol. 49 (1938). Pp. 23 68. Publicado por: Departament of the Classics. Harvard University. Acceso en: www.jstor.org/stable/310699. 24/08/2010 a las 18:28 14

    De Romilly, Jacqueline. Histoire et raison chez Thucydide. Serie Collection d'Etudes Anciennes. Les Belles Lettres. Pars. Francia. 1955. 15

    Alsina, Jos. Un modelo literario de la descripcin de la peste de Atenas?. Emerita, 55, (1987) p. 1. 16

    Freihet und Gebundenheit des Staatsmannes bei Thukydides, Klio, No 93 (1950), Pp. 139. 17

    Workman, Thom y Bedford, David. The tragic reading of the Thucydidean Tragedy. Review of International Studies, Vol. 27, No 1 (jan 2001), Pp. 51 67. Disponible en: www.jstor.org/stable/20079590 . Accedido en: 26/08/2010 a las 03:23. 18

    Thukydides. Die Stellung des Menschen im geschichtlichen Prozess. Classical Philology Review, Vol. 48. Pp. . 1968. 430 493. Acceso en. www.jstor.org/stable/268655 el 18/7/2010 . a las 19:03 19

    Muoz Llamosas, Virginia. El plano irracional externo en Tucdides 20

    Chande and intelligence in Thucydides, Published by the University of Cambridge, Mass., 1975. Acceso en www.jstor.org/stable/800657. 20/08/2010 a las 23.10. 21

    David Bedford y Thom Workman. . The tragic reading of the Thucydidean Tragedy.

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    II. Tiempo y lugar de la Tragedia y la Historia.

    Un primer paso, para descubrir las directrices trgicas de la obra Tuciddea, es el explicitar la convergencia tiempo-espacial de la vida de Tucdides y la representacin de la tragedia tica.

    Quizs el hecho ms revelador sea el ingreso de Tucdides al colegio de estrategas el verano del 424 a.C.; tal cargo implica que se trataba de un hombre, no slo con el ascendiente econmico como para financiar los costes de una vida poltica, sino con el ascendiente necesario como para ganar la confianza militar de sus pares ciudadanos22.

    Aceptando su fecha de muerte como la estimada entre los aos 399- 404, su destierro tras el fallido auxilio a la ciudad de Anfpolis a partir del 424, y siguiendo los datos aportados por Robert Mitchell- Boyask23, podemos determinar con gran certeza la presentacin de las siguientes obras trgicas en Atenas durante la vida de Tucdides:

    Autor Obra Ao estimado24

    Sfocles Antgona 442 - 438 Edipo Tirano 429 - 425 In 418 - 412 Edipo en Colono 406 Eurpides Medea 431 Alcestis 438 Hiplito 428 Andrmaca 425 Heracles 422 - 416 Electra 417 - 415 La troyanas 415 Helena de Troya 412 La Bacantes 407 - 406 Ifigenia en Aulide 407 - 406

    22

    Aristteles. Constitucin de los atenienses. Editorial Gredos. Madrid, Espaa. 2002. V. 31, 2; 43, 4;61. 23

    The plague and the athenian imagination, Cambridge University press, 2008, pp. 29. Disponible en: www.cambridge.org/9780521873451, Accedido el 7/9/2010 a las 15:55 24

    Nos hemos abstenido de agregar otras obras de fechas ms dudosas ante lo delicado de este punto para la argumentacin.

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    Tomando la fecha del 424 a.C. como merecedora de confianza, podemos conjeturar que Tucdides pudo estar efectivamente presente en Atenas hasta sus treinta y un aos de edad, tiempo ms que suficiente para haber presenciado estas obras trgicas.

    Constatar este hecho es esencial a la hora de emprender un anlisis profundo de la tragedia y la obra de Tucdides, y abre la posibilidad de la que ya John H. Finley estaba consciente:similitudes en el pensamiento entre las obras de Eurpides y partes de la Historia [De la Guerra del Peloponeso], adems de los discursos, podran sugerir que Tucdides estaba l mismo influenciado por ideas actuales en Atenas antes de su exilio.25

    III. Una composicin Trgica.

    Tres puntos deben ser desarrollados para entender el valor de la composicin de la Historia de la Guerra del Peloponeso en nuestro objeto de estudio: La composicin unitaria de la obra, los grados de abstraccin implicados en el lenguaje Tuciddeo en relacin con la mmesis del teatro griego, y la predicacin antinmica.

    1. Aspectos compositivos

    La Historia de la Guerra del Peloponeso es una obra inconclusa26, pero no carente de una composicin unitaria. Al narrar, se est refiriendo lingstica o visualmente una sucesin de hechos que se producen a lo largo de un tiempo determinado y que, normalmente, dan como resultado la variacin o transformacin, en el sentido que se pretende de parte del hablante, de la situacin inicial. Componer es ms que aquello: es el ajustar u organizar los eventos, no solo en base a su secuencia temporal de ocurrencia, sino en vistas a un plan u orden referido a criterios de mayor abstraccin27en este caso:

    ofrecer a cuantos quieren tener un conocimiento exacto de los hechos del pasado y de los que en futuro sern iguales o semejantes, de acuerdo con las leyes de la naturaleza humana, si estos la considera til () una adquisicin para siempre28

    Pero tal criterio implica un salto inusitado, pues la causalidad se hace compleja, sobre todo porque pierde esa simplicidad tan individual. En lugar de enlazar un acontecimiento con otro por un hilo conductor nico, definido por una reaccin psicolgica, Tucdides busca, a fondo, causas mltiples que se combinen (...) su deseo en avanzar siempre en la explicacin hace que cada

    25

    Finley Jr., John H. Euripides and Thucydides. 26

    Mejor ejemplo externo se encuentra en la frase final de su obra Cuando acabe el invierno que sigue a este verano, se cumplir el ao vigsimo primero- Tucdides, VIII. Pg. 343. Frase que nos da luces sobre la perspectiva de continuar la obra, pero no pudindose realizar debido probablemente a su muerte sbita. 27

    Uitti, Karl D. Teora Literaria y Lingstica. Ediciones CTEDRA. Madrid, Espaa. 1977. 28

    Tucdides, I, 22, 4.

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    acontecimiento se convierta en una especie de campo de fuerzas donde las voluntades y las circunstancias se renen y se coordinan unas con otras.29

    Por ello, sin definir la naturaleza humana de forma esttica y esencialista, la entiende como impulsada por una insesante interaccin entre razn y deseo, que es afectada de manera parecida en circunstancias similares en el tiempo (III, 82,2)

    Si bien la narracin de los eventos es interrumpida abruptamente en el libro VIII, Tucdides ya haba elaborado para entonces, y de forma acabada, un planteamiento etiolgico coherente y conciso que define la composicin de su Historia. A modo de ejemplo tenemos el contraste estructural de los libros I y VI que H. R. Rawlings nos propone30:

    Libro I Libro VI Introduccin y arqueologa de Grecia ( 1.19) Introduccin y arqueologa de Sicilia ( 1- 5) Metodologa y motivo ms verdadero (20- 23)

    Motivo ms verdadero ( 6-7)

    Cuestin de Corcira (24 55) Cuestin Siciliana ( 8 26) Atenas debe aliarse con Corcira (56 66) Atenas debe ayudar a Segesta Conferencias y discursos (89 125) Conferencias y discursos (33 41) Pericles acusado ( 126 134 ) Alcibades acusado (53 61) Comienzo de la primera guerra ( I, 145- II, 1) Comienzo de la segunda guerra ( VI, 93)

    Examinando estos elementos puede verse que el historiador utiliza prcticamente el mismo vocabulario () y en los dos casos se critican las opiniones vulgares en torno a la importancia de la guerra del Peloponeso31. Esto nos revela una clara visin de conjunto y un esfuerzo por articular conceptualmente la obra. Busca que los lectores extraigan consecuencias, y que de la comparacin de los hechos se logren lecciones irreductibles, siempre bajo la premisa de que el conocimiento del pasado servir para entender mejor el futuro. Por ello es que Tucdides segmenta la guerra en dos partes simtricas y correlativas, de modo que el lector tienda a comparar y contrastar.

    Sin embargo, tal unidad compositiva evidenciada en la elaboracin conceptual-causal, no nos priva de admitir - a la luz de la ausencia de conclusin narrativa de su Historia de la Guerra del Peloponeso- la existencia de distintos niveles de trabajo sobre los variados eventos de la guerra. De modo que si bien es una composicin unificada, no es homognea.

    Por ello, y siguiendo a Nicholas G. Hammond32, aceptamos considerar la existencia de tres etapas distintas de trabajo compositivo : Una primera, formada por notas de la totalidad de los veinte y siete aos de guerra; una segunda, de narracin continuada, sin discursos o terminaciones estilsticas, desde el 424 d.C al 411 d.C. que no incluye la expedicin a Sicilia; y una tercera, que

    29

    De Romilly, Jacqueline. Por qu Grecia?. Editorial debate. Madrid, Espaa. 1997. Pp. 147. 30

    Rawlings, H. R. III, The Structure of Thucydides History. Princetons University Press. 1981. Pp. 58 - 125 31

    Lpez Frez, Juan Antonio. Tucdides: Un panorama actual. Anejos de Gerin, II. Madrid, Espaa. Universidad Complutense. 1982. Pp. 192. 32

    Hammond, Nicholas. The composition of Thucydides History. The classical quarterly, Vol. 34.No. (Jul. Oct., 1940 ) pp. 146 152. Publicado por: Cambridge University press a nombre de The classical Association. Acceso en: www.jstor.org/stable636662. 24/08/2010 18:36.

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    contiene un trabajo estilstico terminado, con toda la guerra Arquidmica y la expedicin a Sicilia, con sus discursos de mayor esmero y contenido.

    As entendido, el discurso fnebre, la peste de Atenas, la defensa de Pericles, y su breve apologa desde el captulo 35 hasta el 65 del libro II- se insertan en esta tercera y ltima etapa de elaboracin. Ahora bien, examinemos la interrelacin de cada una de estas secciones.

    Por qu Tucdides inserta, justo antes de la descripcin de la epidemia que hara tambalear a la ciudad y se llevara a su lder ms notable, la alabanza ms grande jams hecha hacia la ciudad de Atenas y los principios que profesaba? Por qu aqul hombre debe, arreciada la peste, defenderse a s mismo y a su proyecto poltico haca pocas pginas celebrado? Y, an ms Por qu a su muerte sigue inmediatamente una breve pero concisa alabanza al lder ateniense y un resumen del resto del conflicto?

    Existe una respuesta banal: as se sucedieron los hechos y Tucdides tan solo rinde cuenta de ello. Pero claro que no puede aquella primera mirada tentar ms de algunos momentos. Est de ms afirmar que no podemos ver en la narracin Tuciddea una mera pauta o cronologa de hechos notables. Como dice Alsina: Escoge un hecho concreto no por su importancia objetiva, sino porque su pensamiento lo concibe como lleno de un sentido especial y concreto. No hay ms que pensar en la importancia que ha concebido en el asunto de Melos. Se trataba, sin duda, de un hecho secundario, pero el pensamiento dialctico de nuestro historiador ha querido dotarlo de un significacin trascendente.33

    Por lo tanto, la composicin y articulacin del conjunto de estos sucesos histricos es el fruto maduro de una manifiesta premeditacin a la hora de organizar su narracin, resaltando aquellos eventos y dichos de mayor expresividad para entender las fuerzas universales que actan en la Historia.34

    De este modo, los eventos tratados aqu adquieren otro carcter compositivo bastante menos banal: A la gloria del ateniense y su proyecto poltico, que Pericles encarna y defiende, le sigue una dolorosa cadala peste, con su irracionalidad, su desfortuna y su ultraje a las leyes no escritas de los antepasados- que socaba los fundamentos sobre los que el proyecto imperialista ateniense se levantaba; acto seguido, el gran hombre se ubica en el sitial de los acusados, admitiendo el poder de lo inefable, pero sin capitular en la necesidad de un poder desmedido para un estado hegemnico ante el riesgo constante de la servidumbre y la destruccin; poco tiempo despus muere producto de la peste, y Tucdides vela su cuerpo y su obra como hombre moderado en la paz y previsor en la guerra.

    A partir de esto, nos preguntamos: No es esta una sucesin eventual que remite a una secuencia trgica de los eventos?

    33

    Alsina, Jos. Un modelo literario de la descripcin de la peste de Atenas?. Emerita, 55 (1987) p.1. Obtenido en: http://www.uni-hamburg.de/Alumni/index_e.html. Accedido el 23/8/2010 a las 19:38. 34

    En ese mismo sentido se comprende la elaboracin del discurso fnebre, un acto que de por s era una costumbre y se realizaba durante toda la guerra, cada vez que se present el caso, siguiendo la costumbre, II, 34, 7. De modo que el nfasis que Tucdides pone en aqul no responde a lo extraordinario del hecho en s mismo.

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    Cul Edipo o Electra de Sfocles, Atenas y su hombre predilecto actan movidos por un impulso interior, un afn de gloria ciudadana que el imperialismo alimenta, al punto de insuflar una ambicin desmedida (pleonexia) que, -por un destino inmanejable y tan solo abierto a la mirada del hombre como una azarosa fortuna inaprensible- lo condena irrevocablemente a la cada. Aquella catarsis, es cierto, no se manifestar sino hasta la expedicin Siciliana largos aos despus; pero, en aquellos treinta captulos del libro segundo, Tucdides nos narra el auge y cada del hombre quien encarna las fuerzas humanas que, enfrentadas a la impenetrable complejidad de la realidad siempre mutable, aspira al poder y a la gloria desmedidas de su polis fundada en la palabra y en la accin pblica, en el sencillo amor a la belleza y al saber incansable. Despus de todo No fue Pericles culpable tambin del comienzo de la guerra cuando, como Alcmenida, se niega a aceptar el ultimtum espartano que demandaba la purificacin del crimen Cilnico?35

    La triple faz de la situacin trgica, como lo son el de la ineludible eleccin del hroe, el de su inevitable abatimiento, y el de su cada en desgracia como el paroxismo de su valor, convergen en lo hecho y lo dicho por Pericles y por ende en Atenas-, de tal modo que: El epitafio que pronuncia Pericles, no es, en ltima instancia, sino el reconocimiento de que, pese a su derrota, a su humillacin, a su cada, los valores por ella acuados *Atenas+ tendrn eterna vigencia?36

    2. La mmesis discursiva

    En segundo lugar, es necesario observar la relacin entre la mmesis trgica y la construccin del discurso en la obra de Tucdides.

    Desde el comienzo Tucdides nos revela sus razones y su mtodo para elaborar los diversos discursos en su Historia:

    En cuanto los discursos que pronunciaron los de cada bando, bien cuando iban a entrar en guerra bien cuando ya estaban en ella, era difcil recordar la literalidad misma de las palabras pronunciadas, tanto para m mismo en los casos en los que haba escuchado como para mis comunicantes a partir de otras fuentes. Tal como me pareca que cada orador habra hablado, con las palabras ms adecuadas a las circunstancias de cada momento, cindome lo ms posible a la idea global de las palabras verdaderamente pronunciadas, en este sentido estn redactados los discursos de mi obra.37

    Esto explica porqu, si bien su intencin es siempre la de rescatar la esencia de lo dicho en cada ocasin, todos sus oradores hablen en el mismo lenguaje, idiosincrtico y sofisticado, exhibiendo una variedad de anomalas para las cuales la mejor explicacin es atribuirlas a un nico estilo narrativo creador. Entonces, admitiendo su mano detrs de cada discurso Por qu hablar de un carcter mimtico?

    35

    Este era un sacrilegio cuya expiacin exigan los lacedemonios; ante todo, segn decan, para vengar a las diosas, pero en realidad porque saban que Pericles, hijo de Jantipo, estaba implicado en el sacrilegio por la parte de su madre. Tucdides, I, 127. 36

    Alsina, Jos. Tucdides: Historia, tica y poltica. Edit. Rialp S.A. Madrid, Espaa. 1981. Pp. 54. 37

    Tucdides, Libro I. Pp. 56-57. V. 22, 1.

  • 11

    La tragedia ha representado un papel decisivo en la toma de conciencia de lo ficticio propiamente dicho; entre los siglos V y IV, permiti al hombre griego aprehenderse a s mismo en su actividad de poeta, como puro imitador, como creador de un mundo de reflejos, de falsas apariencias, de simulacros y fbulas que constituyen, al lado del mundo real, el de la ficcin. Platn y Aristteles trataron de fijar el estatuto, el lugar y la funcin de lo que actualmente se denomina arte o imaginario, para ello elaboraron una teora de la mmesis, de la imitacin, estrechamente asociada a la nueva experiencia del espectculo griego.38

    A partir de esta propuesta de Jean Pierre Vernant y Pierre Vidal-Naquet, nos preguntamos: Puede considerarse la elaboracin del discurso por Tucdides, afectado por una irreflexiva transferencia de su punto de vista a los personajes de su narrativa39, como un paso intermedio de la divisin entre lo ficticio y lo real del teatro y la posterior elaboracin filosfica de la distincin entre mmesis y digesis?

    La composicin de la Historia Tuciddea se constituye a partir de la utilizacin de un cierto lenguaje abstracto que permite aprehender aquellas leyes universales y eternas detrs de los hechos en constante transformacin40.

    En su trabajo sobre el uso del lenguaje abstracto en Tucdides, Adam Parry propone la distincin entre cinco etapas de abstraccin que englobaran su evolucin a lo largo de la Historia griega: La abstraccin concreta casi un oxmoron, representada por la ausencia total de la misma, como sera el caso de Homero; la abstraccin proverbial casos como los de Hesodo, Pndaro, Esquilo o Herdoto, donde las palabras adquieren un efectivo carcter abstracto, aunque limitadas a sentencias o refranes; la abstraccin social donde las palabras abstractas adquieren plena libertad y son capaces de explayarse a lo largo de pasajes enteros, pero siempre implicadas a un definido estado humano o forma de conducta social ; la abstraccin dogmtica donde la abstraccin es tal que ya no se encuentra atada a ningn comportamiento o estado humano, es decir, las palabras son una realidad en s mismas, siendo Aristteles su mejor ejemplo; y, por ltimo, la abstraccin tentativa cuando la confianza de la antigua filosofa se ha estremecido y ya nada puede ser reducido a una terminologa segura, y el lenguaje abstracto se halla tan expandido que ya no se puede uno desenvolver socialmente sin l. 41

    A grande rasgos, Adam Parry localiza a la obra de Tucdides en la tercera etapa y a la tragedia en la segunda, si bien con gradaciones y procesos de perfeccionamiento que se superponen. Esto se aprecia con un ejemplo atingente a nuestro caso.

    En el discurso fnebre, Pericles dice:

    38

    Vernant, Jean Pierre y Vidal-Naquet, p. Cit. Pp. 90 91. 39

    Gomme, A. W. A Historycal commentary on Thucydides. Book VIII. Oxford University Press. New York, U.S.A., 1981. Pp. 384. 40

    Hammond, Nicholas. Op. Cit.; Lpez Ferez, Juan Antonio. Op. Cit.; Alsina, Jos Op. Cit.;. Gmez-Lobo, Alfonso Op. Cit. Parry, Adam. Thucydides use of abstract language. Yale French Studies, No. 45, Language as action (1970), pp. 3 20. Published by Yale University Press. Disponible en: www.jstor.com/stable/2929550. Accedido en 24 /08/ 2010 a las 18:39. 41

    Parry, Adam. Thucydides use of abstract language. Yale French Studies, No. 45, Language as action (1970), pp. 3 20. Published by Yale University Press. Disponible en: www.jstor.com/stable/2929550. Accedido en 24 /08/ 2010 a las 18:39.

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    As es como estos hombres se mostraron dignos de nuestra ciudad; y es menester que los que quedan hagan votos por tener frente al enemigo una disposicin que apunte a un destino ms seguro sin consentir por ello ninguna prdida de audacia.42

    Por su parte, Sfocles escribe en su obra yax:

    Oh hijo, ojal alcances a ser ms feliz que tu padre y semejante a l en las dems cosas, y no seras un cobarde!43

    En ambos casos el mensaje es el mismo. Sin embargo es evidente cmo este apunta a un receptor distinto en cuanto nmero y, en el caso de yax, semejante exclamacin es antecedida por una serie de acciones concretas el nio sostenido por la madre es alzado en medio de la carnicera de la tienda de su padre-, mientras que en el caso de Pericles, la mencin al valor y su transmisin se encuentra inserto en un vasto discurso, importando no por la sangre, sino por el carcter ciudadano de la empresa heroica de la polis embarcada en una guerra, donde la directa mencin al actuar de los muertos en la guerra se restringe a su ltimo tercio, antecedido por la exposicin de los elevados conceptos que encarna el ateniense para Pericles.

    De este modo, se demuestra cmo, si bien ambos fragmentos aluden a la misma idea de fondo, el proverbio acta en el caso de yax en contraste con el lenguaje de abstraccin social en boca de Pericles, evidenciando un sutil y superpuesto proceso evolutivo del lenguaje, tal como Adam Parry categoriza.

    Conviene an, para reforzar nuestro apoyo a la idea de una abstraccin social Tuciddea y su relacin con la abstraccin proverbial trgica, exponer otros ejemplos.

    Tucdides

    Tragedia44

    y consolaos *Padres+ con el renombre de estos muertos. El amor a la gloria es, en efecto, lo nico que no envejece. II, 44, 4.

    Pues, Qu honor es para los hijos mayor que la buena fama de un padre cuando est en plenitud de bienestar, o qu es ms importante para un padre que lo que viene de los hijos? Sfocles, Antgona, 700 705.

    lo que es repentino e imprevisto y ocurre contrariamente a todo clculo abate el coraje; y esto es lo que ha ocurrido entre nosotros.- II, 61,3.

    Pero a qu recordar eso? Hay que soportar lo que nos deparan los dioses - Eurpides, Fenicias, 382

    La envidia de los vivos, en efecto, se enfrenta a lo que se les opone, pero lo que no les supone ningn obstculo es respetado con una

    Pues no es un baluarte la riqueza para el varn que por buscar la saciedad da un puntapi al grandioso altar de la Justicia, para hacerla

    42

    Tucdides, II, 43, 1. 43

    Sfocles. yax. Editorial clsica Gredos. Madrid, Espaa. 2007. Pg. 36. verso 550 551. 44

    Ejemplos extrados de las versiones traducidas al espaol por la Editorial clsica Gredos S.A. Correspondientes todas a la reimpresin del ao 2006 en Madrid, Espaa.

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    benevolencia sin oposicin II, 45, 1.

    desaparecer. Esquilo, Agamenn, 380 382.

    te convertirs [Prtano] en el mdico de esta ciudad, que ha tomado una decisin equivocada VI, 14.

    Por lo que toca a la ciudad y los dioses lo habremos de tratar en la asamblea, en pblico debate, procurando que lo que es bueno se prolongue, y si algo exige aplicar duros remedios, hemos de procurar, con gran cuidado, expulsarlo, quemando o bien cortando.- Esquilo, Agamenn, 844 y ss.

    Por lo tanto, si entendemos a la obra Tuciddea como una tercera etapa en la evolucin del lenguaje abstracto al modo de Adam Parry -, existira entonces en su argumentacin el uso abundante de abstracciones, pero siempre con una profunda referencia dramtica y humana (social)45. As, casos como el de la famosa expedicin a Sicilia adquieren un sentido emocional que bordea un patetismo y una transmutacin del sufrimiento, que logran traspasar la descripcin causal y racional de la desestabilizacin militar y poltica de una Atenas forzada por el poder, para llegar a la significacin del dolor trgico; aqul profundo dolor ante lo intil de la resistencia humana frente al irreversible esquema que escapa a la plena inteligencia del hombre. Esta reflexin nos permite concordar con Albin Lesky, cuando afirma: Debajo de su sereno desapego y lcida objetividad, se encuentra la agitacin de un espritu apasionado y atormentado46 . De forma que podemos atrevernos a pensar en la existencia de una relacin de continuidad entre la realidad-ficcin de la tragedia y la construccin discursiva de Tucdides, en cuanto la recreacin o imitacin de una interioridad expresada en el acto poltico concreto.

    3. La predicacin antinmica

    En ltimo lugar, debemos prestar atencin al elemento sofista dentro de la estructura sintctica y retrica de la composicin Tuciddea.

    Conviene, al relacionar a Tucdides y a la sofstica, aludir primero a las categoras de abstraccin propuestas por Adam Parry que hemos explicitado ms arriba. Ambos, el historiador y la profesin, comparten esta clasificacin:

    45

    A este respecto conviene mencionar, a modo de avalar la categora implementada por Parry, las palabras de Jacqueline de Romilly, Op. Cit. Pp. 147: Tras lo universal de los sentimientos y de las emociones, descubrimos lo universal de la experiencia prctica, y los casos descritos de ese modo indican una nueva conquista del espritu de abstraccin, aunque sean, aqu tambin, legibles a lo largo del relato concreto de acontecimientos especficos. 46

    Gomez, Lobos, Alfonso. Seleccin de textos histrico-polticos de Tucdides, p. cit. Pp. 231.

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    La nueva sensacin del poder que implicaba la prosa abstracta, no solo como un medio de persuasin, sino ms an como una forma de ver y controlar el mundo, es lo que encontramos en Gorgias y Tucdides, y ningn escritor del siglo VI o del siglo IV a .C lo tiene.47

    Ahora bien, atendamos en trminos ms concretos a esta relacin en la utilizacin del lenguaje antittico, es decir, en el implementar retricamente la contraposicin de argumentos o afirmaciones para explicar o resolver un problema en discusin. En el caso de Tucdides, tal metodologa se observa fcilmente en la distribucin pareada de sus discursos, donde uno se opone al otro, ofreciendo anlisis contrastados de un mismo problema o hecho; miden estos sus fuerzas entre s, y la resolucin de los hechos acabar adjudicando el xito pstumo a uno de aquellos.

    Sin embargo Es aplicable tal esquema o predicamento antinmico a la sucesin de los eventos entre el discurso fnebre y la defensa de Pericles?

    Esta seccin de la obra falla en cumplir aquella lgica discursiva. Primero, no existe el discurso pareado. Lo que se nos presenta son dos discursos emitidos por el mismo hombre Pericles- que, lejos de ofrecer aspectos antinmicos, revelan constataciones y sutiles pero esenciales declaraciones que se oponen por efecto de la peste, pero en ningn caso ofrecen una dicotoma como la de Alcibades y Nicias en el libro VI. Segundo, el epitafio de Pericles rene de forma nica en la obra elementos normalmente disociados o desiguales, que son encarnados de tal forma en uno u otro discurso, por ejemplo el actuar y el hablar que Atenas sabe equilibrar de forma nica a diferencia de los enemigos. Y tercero, el veredicto de los hechos que debiese acontecer prontamente, se halla dislocado. De un lado, la peste de Atenas pone en duda todo aquello alabado por Pericles prrafos antes; por otro, la breve apologa de Tucdides a Pericles proyecta casi a la totalidad de los sucesos posteriores las consecuencias de no seguir la poltica y las ideas vertidas por el lder en su discurso fnebre y en su defensa. De modo tal que la constatacin factual de la fuerza y debilidad del discurso pareado no se halla en ningn momento claramente propuesta.

    En definitiva, si bien el lenguaje antinmico es compartido por Tucdides y los sofistas en cuanto una nueva herramienta en la elaboracin de ms complejos y extensos enunciados abstractos en prosa en el siglo V a.C., los eventos narrados en el libro segundo, desde el captulo 45 al 65, demuestran que Tucdides, si bien implementa en extenso este sistema de argumentacin y construccin discursiva, este no determina la estructura narrativa. Hemos ya evidenciado que en este caso se trata de una estructura narrativa que responde ms a pautas trgicas de desenvolvimiento.

    En resumen a los tres puntos expuestos, podemos ahora evidenciar la existencia de un carcter trgico en la composicin de la Historia de la Guerra del Peloponeso, por cuanto el nfasis dado a los hechos propuestos en esta seccin de su obra -y la misma intervencin que el historiador griego realiza en II, 65 - demuestran el predominio de parmetros trgicos en su ordenamiento, el uso de un lenguaje abstracto cuya evolucin remite directamente al lenguaje teatral de la tragedia tica del siglo V a.C. y la existencia de una estructura narrativa que , al no responder en

    47

    Parry. Adam. Op. Cit. Pp. 15.

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    esta seccin estudiada claramente a la predicacin antinmica sofista, adquiere pleno sentido si se acepta la existencia de una faz o directriz trgica. Sin embargo, habiendo constatado todo lo dicho, falta an nuestra tercera arista de anlisis.

    IV. Tucdides y el conflicto trgico

    En este apartado de nuestro artculo trabajaremos los siguientes puntos: Primero, una exposicin de la nocin de conflicto trgico. En segundo lugar, comprobaremos la existencia de un conflicto tico en el imperialismo ateniense mediante el anlisis de la sucesin de los argumentos en los discursos de Pericles. Tercero, constatado aqul conflicto tico inmanente al imperio, indicaremos las caractersticas conceptuales, morfosintcticas, narrativas y estructurales de los discursos y la peste de Atenas que nos permitirn comprobar la existencia de un conflicto propiamente trgico en Pericles y la guerra del Peloponeso, atendiendo con particularidad a los captulos 35-65 del Libro II.

    1. El conflicto tico trgico

    Mucho de lo hasta ahora tratado no es nuevo. El influjo de caracteres trgicos en la composicin de la Historia de la Guerra del Peloponeso es un hecho ampliamente reconocido en mayor o menor grado por los autores. Sin embargo, es en el apuntalar que existe efectivamente una directriz o directrices de origen propiamente trgico en su concepcin Historiogrfica donde el debate se vuelve indeciso, debido, en especial, a dos problemticas esenciales a la hora de tratar positivamente tal propuesta.

    Por un lado, semejante posicin se ha visto mermada en sus fundamentos con Francis M. Cornford y su Tucdides Esquiliano48, pues el trabajo crtico de la filologa e historiografa posterior a rebatido sus argumentos reiteradas veces. Su nfasis responde a los inicios del siglo XX, donde la valoracin positivista y racionalista del historiador ateniense era excesiva; de modo que los trabajos en esta direccin han restringido sobremanera sus conclusiones al perder asidero de manera casi terminante. Por otro lado, y a consecuencia de lo primero, los argumentos que se llegan a esgrimir a favor de esta propuesta tienden a restringirse a los argumentos estructurales y

    48

    Cornford, F. M. Thucydides Mythisctoricus. Edited by Edward Arnold. London, UK. 1907. Accedido en:www.archive.org/stream/thucydidesmythi00corngoog#page/n9/mode/1up el 15/8/2010 a las 23:20.

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    compositivos, sin profundizar en una concepcin trgica del conflicto y la poltica, hacindolos presas fciles a los contra-argumentos que defiendan una mirada asctica y racional.

    As, por lo tanto, el defender una Historia Tuciddea trgica requiere proponer un enlace original entre la tragedia tica y la obra del ateniense; una que incluya los elementos compositivos, pero que a su vez sea matizada en relacin a las propuestas del pasado. En tal sentido es que la filsofa estadounidense Martha C. Nussbaum nos ofrece una nueva arista de trabajo.

    Nussbaum, en su esfuerzo por analizar la aspiracin a la autosuficiencia racional en el pensamiento tico griego caracterizado por el deseo de poner a salvo el bien de la vida humana de la fortuna mediante la razn , estudia con gran meticulosidad el sentido que la tragedia griega adquiere en este empeo49. Con tal fin, al examinarla distingue tres caractersticas irreductibles de la tragedia griega clsica:

    - Exponer cmo personas buenas son arrastradas a la ruina debido a eventos que estn ms all de su control;

    - Mostrar a personas excelentes realizando acciones malvadas, que, bajo otras circunstancias, nunca realizaran en vistas de su carcter y compromisos morales;

    - La presentacin de un conflicto trgico, donde hay plena conciencia, y la coercin viene dada de las circunstancias que imposibilitan la satisfaccin simultnea de dos exigencias ticas vlidas.

    Es en la tercera calificacin en la que debemos enfocarnos. Este conflicto trgico es esencial para entender la concatenacin de la obra Tuciddea con la tragedia, pues nos ofrece una solucin de continuidad y contemporaneidad entre ellas. La tragedia ,desde este punto de vista, no sera solo una manifestacin artstica sublime que no ofrece sino consuelo ante la imposibilidad de sus categoras ticas primitivas de ofrecer nuevas soluciones racionales a un mundo bajo acelerados cambios, como lo es el siglo V a.C., sino, muy por el contrario, una primera y profunda reflexin en torno a la posibilidad del ciudadano de aprender del conflicto y de prevenir el desgarro social () generado por la presencia simultnea de obligaciones opuestas: El padre se confronta con el rey en Agamenn e Iphigenia, el hermano con el defensor de la polis en Polinices y Eteocles, y la ley de los dioses colisiona con la de la ciudad en Antgona y Creonte. Es la experiencia de la eleccin, en donde, mediante la representacin y expectacin teatral, se hace hincapi en el sincero esfuerzo de hacer justicia a todos los aspectos de una situacin difcil; por observar y sentir en carne propia todas sus facetas encontradas, mejorando la calidad de la deliberacin para circunstancias venideras.

    Se comprueba que un conflicto contingente entre dos exigencias ticas no debe tomarse necesariamente por una contradiccin lgica; y que la incoherencia` entre libertad y necesidad puede ser interpretada como una descripcin correcta del modo en que las circunstancias naturales restringen las posibilidades de eleccin50

    La complejidad de las exigencias y obligaciones que la tragedia propone mediante la profunda conmocin del sufrimiento trgico, implican la contemplacin potica del sentimiento y la razn,

    49

    Nussbaum, Martha, C. La fragilidad del bien y el mal. Fortuna y tica en la tragedia y filosofa griega. Editorial Visor. Espaa, Madrid. 1995. Publicada originalmente en Ingls por Cambridge University Press, 1985. 50

    Nussbaum, Martha C. Op. Cit. Pp. 82.

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    al punto de ser casi imposible distinguirlos; Es aquella indistincin la que permite entender cmo puede su reflexin calar tan profundamente en la audiencia ciudadana y permitirle interiorizar su mensaje. Con demasiada regularidad se tiende a olvidar que aqul siglo V fue una poca tanto de profundas revoluciones intelectuales como de intensos sentimientos tradicionalistas, arcanos y mistricos; la misma ciudad que vio nacer, dialogar y luchar a Scrates, es la misma que poco despus lo ejecutar por atentar contra la juventud y los dioses de la ciudad.

    El intento de solucin al conflicto prctico no es ajeno a la tragedia ni debe considerarse competencia de alguna extraa secta profesional. Se halla presente en el seno de la obra trgica como una posibilidad humana ms; as lo vemos en las deliberaciones de Agamenn y en las estratagemas de Eteocles.51

    Por lo tanto, el partir de un criterio racionalista niega la naturaleza y percepcin que el griego del siglo V tena del conflicto, tanto a nivel individual como colectivo, fuese blico o no. La distincin racionalizada entre una causa o fundamento, un origen o nacimiento y un motivo o razn para el conflicto se la debemos a la Historiografa y al mismo Tucdides en no menor grado. Sin embargo, en palabras de Arnaldo Momigliano52: Ni l ni sus seguidores sacaron frutos muy sobresalientes de su modo de considerar las causas de la guerra () Mientras Tucdides es demasiado genrico, vago, Polibio es demasiado simple.53. Y, en un mismo sentido, Robin G. Collingwood concluye: Resulta, pues, que la historiografa grecorromana era incapaz de mostrar de qu modo haba surgido algo; precisaba suponer que todos los agentes que aparecen en el escenario histrico estaban ya hechos con anterioridad a la historia, y su conexin con los sucesos histricos es igual a la conexin entre una mquina y sus movimientos.54

    De modo que la explicacin racional al conflicto termina por ser insatisfactoria, parcial, o a lo menos confusa.

    Queda en evidencia, entonces, que el conflicto trgico es una percepcin del conflicto propia de la mentalidad griega del siglo V, y que no se entender la obra Tuciddea si no aceptamos en ella tantos factores racionales y lgicos como irracionales.

    Ahora bien, los trgicos nunca logran encontrar una salida definitiva al conflicto, si bien lo exponen con un arte, una fuerza y un sentido inigualables. Al final del da, prevalece el soportar la fortuna que los dioses nos asignan. Sin embargo, si los hombres pueden quizs organizar su vida con miras a evitar comprometerse en conflictos que los arrastren a la mala fortuna es posible escapar as, en algn grado al menos, de aqul sino trgico?

    Un modo posible sera simplificar la estructura de los propios compromisos valorativos, desvinculndose de aquellos que generen normalmente exigencias encontradas () Tal concepcin era ya conocida en la Atenas del siglo V.55

    51

    Nussbaum, Martha C. Op. Cit. Pp. 87. 52

    En un mismo sentido se encuentra la negativa de la filosofa platnica en torno a que la oposicin o colisin de obligaciones morales opuestas repugnan a la razn. 53

    Momigliano, Arnaldo. La Historiografa griega. Editorial Crtica. Espaa Barcelona. 1984. Pp. 158 159. 54

    Robin George, Collingwood. Idea de la Historia. FCE. Ciudad de Mxico, Mxico. 2004. Pp. 107-108. 55

    Nussbaum, Martha C. Op. Cit. Pp. 89.

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    Quizs el mejor ejemplo lo hallamos en el personaje de Creonte, elaborado por Sfocles para su tragedia Antgona. El nuevo rey de Tebas, hermano de la infeliz Yocasta, prohbe los ritos fnebres para Polinices por haber atentado contra su propia ciudad en el intento por recobrar su ttulo de regente de manos de su hermano, muerto a manos suyas en el combate. Desde su punto de vista, si el hombre no dirige sus fuerzas hacia el bien de la ciudad, no es digno de nada.

    Pues yo spalo Zeus que todo lo ve siempre- no podra silenciar la desgracia que viera acercarse a los ciudadanos en vez del bienestar, ni nunca mantendra como amigo a una persona que fuera hostil al pas, sabiendo que es este el que nos salva y que, navegando sobre l, es como felizmente haremos los amigos. Con estas normas pretendo yo engrandecer la ciudad.56

    El barco es una metfora recurrente en el pensamiento poltico griego. El barco es una herramienta creada por el hombre para someter el azar y la naturaleza, pero es frgil y susceptible; as es la polis. El barco-polis es una proteccin contra las amenazas inclementes de un mundo que salvajemente atenta a cada momento contra su conformacin, sea a manos de los dioses, los hombres, o ambos. La ciudad es as en gran medida la mayor creacin en la que el hombre participa para desterrar el azar incontrolable de la existencia. Creonte encarna esta nocin y, ms importante an, la totaliza. Cree, junto al coro, que la salvaguarda humana de este preciado instrumento poltico que es la polis podr superar toda amenaza y contingencia siguiendo dos pautas de conducta: (1) El bien de la polis propia habr de ser el nico y el fin ltimo, sin albergar en su interior conflicto u oposicin alguna y (2) Aquel fin bienhechor de la polis deber siempre afectar todo valor e inters individual, relacionndose con l al punto de ser inseparables.

    De este modo, Creonte simplifica el conflicto tico: El valor de la polis es el valor ltimo; pero ha errado mortalmente, pues relega sin consideracin la piedad religiosa que Antgona convierte en su nico deber. El plan tico de Creonte es conducente a una visin agresiva, sesgada y desconsiderada para con la fortuna de los dioses y su debido respeto.

    Creonte: Sbete que entre los hombres las voluntades en exceso obstinadas son las que primero caen () y s que los caballos indmitos se vuelven dciles con un pequeo freno.57

    Sfocles terminar por demostrar que la simplificacin del conflicto tico de Creonte es un fracaso. Se debe siempre considerar al mundo en toda su complejidad, multicausalidad y polivalencia humana y divina Cmo aprehender aquello? Cmo entenderlo? No es posible, hay que inclinar la cabeza ante la nica nocin que ofrece consuelo y algo de certeza: El castigo divino y la fortuna adversa; ineludibles, indescifrables. No es razonable para el hombre griego de la polis restringir su marco tico al simplificar su interpretacin del conflicto, resulta evidente que cada uno *Antgona y Creonte+ revela valores importantes que el otro rehsa tomar en consideracin58 y que, en definitiva:

    La flexibilidad en la respuesta al mundo define un modo de vivir que brinda un grado de aceptable de seguridad y estabilidad, al tiempo que permite reconocer la riqueza de valores existentes. La simplicidad del thos de Creonte no es solo poco inteligente, tambin se revela empobrecedora y

    56

    Sfocles. Antgona. Editorial clsica Gredos. Barcelona, Espaa. Pp. 144, v. 184-193. 57

    Sfocles. Op. Cit. Pp. 154, v. 473-480. 58

    Nussbaum, Martha C. Op. Cit. Pp. 111.

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    llena de fealdad. Naci como instrumento civilizador, pero al final se transforma en un recurso manifiestamente incivilizado59

    Hemos entendido hasta aqu la estructuracin paradojal del conflicto trgico y su rechazo, en ltima instancia, hacia la simplificacin de las pautas ticas en la organizacin social de la polis. Ahora bien En qu medida es la obra de Tucdides sensible a esta explicacin trgica del conflicto tico en el mundo griego del siglo V a.C.?

    En resumidas cuentas, proponemos que la obra de Tucdides integra la madurez conceptual y circunstancial sobre el conflicto lograda por la tragedia tica, pero, al ubicar en el centro de su examen a la guerra entre las potencias de Atenas y Esparta, y acusar los efectos del imperialismo en la estructura de la polis y su armona social, se aleja del herosmo trgico y su catarsis individualizada y proverbial , abstrayendo su utilizacin no omitindola ni relegndola- al conjunto del cuerpo social de la polis y sus proyectos poltico-militares. Esta transformacin responde al tiempo de nuestro historiador, donde los valores culturales que haban constituido al griego de maratn, de Salamina y de Platea, que haban dado a la construccin del sistema poltico-institucional de la polis un equilibrio y armona delicadas pero vitales, que haban permitido el nacimiento de la reflexin filosfica, eran puestos en entredicho por la guerra sin cuartel y la violencia civil. En palabras de W. Jaeger:

    Cuando el Historiador escribi estas pginas haba llegado ya a la conciencia histrica paradjica a que estaba destinada su generacin: a la conciencia de que todo armazn de poder terrenal, por slida que sea, es siempre precaria, y de que solo las flores frgiles del espritu son perdurables e imperecederas.60

    Semejante reconocimiento est cargado de un gran sentido trgico, y Tucdides lograr extraer la esencia de aqul conflicto gracias a la conciencia trgica conformada antes y durante su propia vida, adecundola a la contingencia de su tiempo, a sus preocupaciones y al futuro. Es as que las meditaciones en torno al conflicto humano personal, que por primera vez propusieron a un pblico extenso, adquirieron en s mismas una dimensin amplia, abstracta pero directa, identificando al pblico con el conflicto indisolublemente y ms all de un sentido mimtico.

    Si adoptamos semejante conclusin, de pronto todos los recursos estilsticos y narrativos que rememoran a la tragedia, mencionados ms arriba, adquieren pleno sentido. Se trata de reminiscencias propiamente trgicas que se implementan en el camino a buscar aquellas leyes de la naturaleza humana en la poltica, en el conjunto de la maltrecha estructura de la organizacin social.

    Para evidenciar la existencia del conflicto trgico, la mejor opcin es examinar los eventos narrados desde el discurso fnebre de Pericles hasta su muerte el 429 a.C., por ser aquellos algunos de los momentos ms importantes de toda su obra historiogrfica por sus efectos y su significacin para el resto de la guerra.

    59

    Nussbaum, Martha C. Op. Cit. Pp. 126. 60

    Jaeger, Werner. p. Cit. Pp. 381.

  • 20

    2. El imperialismo ateniense

    Es posible hablar de un imperialismo ateniense? Si bien examinar en profundidad esta pregunta nos desviara demasiado de nuestro propsito, creemos que si por imperialismo entendemos una poltica estatal que apunta a tener a ciertas poblaciones o estados bajo su dependencia poltica y/o econmica, no atentamos contra las caractersticas efectivas del poder ateniense en Grecia antes y durante la guerra del Peloponeso.

    En torno a la nocin de poder que el imperialismo implica, hallamos tres conceptos utilizados por Tucdides para expresarla: , y . fuerza, poder, capacidad- y adv. de mgas: fuerte, sobresaliente, poderoso- se usan indiferentemente para referirse a una situacin de poder61 , el poder de la polis62 o potencia63. , en cambio, presenta un carcter muchsimo ms particular.

    El concepto traducido al espaol como imperio es en origen el griego -comienzo, origen, el primero, el que lidera, el mando, la autoridad, el imperio- y, por extensin, el verbo iniciar, comenzar, liderar, gobernar- . Dichas palabras provienen de la raz -, una contraccin de la partcula , que significa enumerar o concatenar sucesos (luego, enseguida, entonces, porque, etc.) y nos remite, a su vez, al verbo tomar con violencia, robar, pillaje- como palabra ms antigua y predecesora a la de .

    Todos estos conceptos extrados de la voz aluden a la accin violenta primera que sustenta el carcter de imperio ateniense. La causalidad o enumeracin de los actos (), implica la existencia de un hecho inicial, uno que da partida a los sucesivos (), es decir, el primero o el origen (). Ahora bien, dicha accin originante es imprevista, nada le antecede, de tal forma que, por extensin, se entiende como acto violento, rupturista y sbito, que toma lo ajeno () sin previo aviso ni legitimidad, pues tiene su voz sustantiva en pillo, rapaz, ladrn- que a su vez nace de , un tipo de hoz o guadaa: un instrumento filoso y cncavo que arrebata de la tierra, que despoja a la tierra de sus regalos para el hombre, su sustento vital. Recordemos que Grecia es tierra montaosa y estrecha, siempre ingrata al cultivo y que demanda tenacidad para tomar, casi por la fuerza, beneficios de su tierra; o que salir al mar en busca de comercio exige una mente gil, grandes fuerzas de nimo y hasta la violencia del pillaje y la rapia del pirata.

    De este modo, damos cuenta de un sentido etimolgico violento en la palabra , pues el que lidera, el que va primero y manda a los dems, lo ha hecho gracias a un acto violento inicial y que, para salvaguardar su estatus, debe mantenerlo vivo en la memoria o en el ejercicio mismo de su

    61

    Tucdides. Op. Cit. Libro II, 36,4; 62

    Tucdides Op.cit. Libro II, 43, 1. 63

    Tucdides. Op. Cit. Libro II, 64,3.

  • 21

    posicin de mando. Es por ello que la palabra goza de un uso acotado y sumamente significativo en Tucdides64.

    Ahora bien, esta ley de la fuerza, propia de un Imperio, se contrasta con las palabras de Pericles en su discurso fnebre, donde argumenta que la fuerza expansiva del mando ateniense es la que promueve la seguridad, la paz, la felicidad y la gloria de su polis.

    Tenemos juegos y fiestas durante todo el ao, y casas privadas con esplndidas instalaciones, cuyo goce privado aleja la tristeza (), todo tipo de productos de toda la Tierra son importados [] Nos servimos de la riqueza ms como oportunidad para la accin que como pretexto para la vanagloria () entre las ciudades actuales, la nuestra es la nica que, puesta a prueba, se muestra superior a su fama65

    y no tendremos ninguna necesidad ni de un ningn poeta que deleite de momento con sus versos, aunque la verdad de los hechos destruya sus suposiciones sobre los mismos; nos bastar con haber obligado a todo el mar y a toda la Tierra a ser accesibles a nuestra audacia, y con haber dejado por todas partes monumentos eternos en recuerdo de males y bienes.66

    As, la gloria resulta ser el bien comn o valor supremo de la ciudad que se perfecciona mediante la accin expansiva de las equilibradas aptitudes fsicas y mentales del ateniense. De forma que la ley de la fuerza adquiere una faz totalmente diferente desde la perspectiva de Pericles, no siendo sino una fuerza inusitada que responde a capacidades y cualidades positivas inusitadas.

    Sin embargo, el discurso de Pericles es un tanto artificioso; embellece a su ciudad, habla desde ella y para ella en su momento de mayor apogeo. Pero, poco despus azotada por la peste y puesto en duda el mando de Pericles, despojado de sus bellos ropajes y giros retricos, Pericles confiesa:

    No pensis que luchamos por una sola cosa, esclavitud o libertad, sino que tambin est en juego la prdida de un imperio y el riesgo de sufrir los odios que habis suscitado en el ejercicio del poder () Este imperio que poseis ya es como una tirana: conseguirla parece ser una injusticia, pero abandonarla constituye un peligro.67

    Ser odiados y resultar molestos de momento contina Pericles, a modo de ley natural- es lo que siempre les ha ocurrido a todos los que han pretendido dominar a otros.68. El imperio revela su faz exterior real. La contrapartida a la gloria de la propia polis es la tirana y opresin de las otras. La polis de Atenas, ejemplo para Grecia, resulta ser su peor tirana, su expoliadora, que con violencia toma sin legitimidad de la tierra extraa. Es la prosperidad, la libertad y la seguridad internas enfrentadas a la tirana, la opresin y la violencia externas; es este el gran conflicto tico que atraviesa el imperialismo ateniense y que los Melios, en una simple y concisa pregunta, logran resumir:

    64

    En la seccin de La Historia de la Guerra del Peloponeso que trabajamos en profundidad aqu, hallamos la palabra usada en cinco ocasiones (36, 2; 62, 1; 62, 2; 63, y 1; 64, 5.), todas en boca de Pericles. 65

    Tucdides. Op. Cit. Libro II, Pp.345 y 347. V. 38,2 y 40 y 41, 2.. 66

    Tucdides. Op. Cit. Libro II, Pp. 350. V. 41, 4. 67

    Tucdides. Op. Cit. Libro II, Pp. 383. V. 63, 2-3. 68

    Tucdides. p. Cit. Libro II, Pp. 385. V. 64, 5.

  • 22

    Y cmo puede resultar til para nosotros convertirnos en esclavos, del mismo modo que para vosotros lo es ejercer el dominio?69

    Haca no mucho que Herdoto haba narrado la lucha contra el Persa en trminos de esclavitud y libertad, pero es al finalizar su obra cuando el problema imperialista empieza a dejar de ser el que se identifica con las relaciones entre griegos y brbaros para iniciarse una nueva relacin de poder, entre griegos.70. Es all donde Tucdides recoge la pluma. Ahora la esclavitud del gran Rey da paso a la esclavitud frente a la polis ateniense, la ciudad salvadoraesclavizadora. Entre griegos, entre las polis y sus colonias, la fuerza y violencia desmedidas adquieren una ambivalencia insalvable, que conducir a los atenienses hasta el fin de su podero con la derrota frente a Esparta, pues el miedo a las represalias de los dominados- hijo de la pavorosa fragilidad tica de un imperio- velar el clculo y la palabra medida, dando paso a la accin descontrolada y fundada, cada vez en grado mayor, en la vana esperanza () en una democracia desmedida y demaggica.

    Ningn lder ateniense se plantear una solucin a la paradoja tica del imperialismo, pues Tucdides nunca vio alguna. Cada gran personaje de su Historia, Pericles incluido, choc sin esperanza contra aqul muro insalvable del conflicto tico del imperialismo. Se trat, cmo lo demuestran los hechos y lo sugiere el examen etimolgico, de un mando fundado en la violencia, en el pillaje del mundo exterior a favor del mundo interior71; un oscuro dilema que, al final de cuentas, la ausencia de nuevas ideas que configuraran un sistema institucional ms eficiente y extensivo, una gran idea nacional y una organizacin poltica de carcter representativo, conden al mundo de la ciudad-estado griega a la decadencia definitiva.72

    3. La tragedia del conflicto tico imperialista

    Establecer un conflicto tico, identificado con el imperialismo ateniense, acta como condicin fundamental para nuestro propsito, pero no basta. Debemos exponer y examinar la existencia de caractersticas particulares en trminos conceptuales, morfosintcticos, narrativos y estructurales, entre el verso 35 y 65 del libro segundo, que nos permitan hablar de un conflicto tico esencialmente trgico.

    Desde un principio, hemos acordado que la obra de Tucdides no es teatro trgico. Esto porque, obviamente, carece de sus caractersticas morfolgicas y los elementos que constituyen un arte escnico: Dilogos en primera persona, actores, escenas, coros, decorado, etc. Sin embargo, si nos enfocamos en los componentes conceptuales de la tragedia, desligada del arte teatral,

    69

    Tucdides. Op. Cit. Libro II, Pp. 144. V, 92. 70

    Plcido, Domingo. p. Cit. Pp. 270. 71

    Vernant, Jean-Pierre. Mito y Pensamiento en la Grecia Antigua. Edit. Ariel. Barcelona, Espaa. 1986. 72

    Todo lo cual no quita el hecho de que lo que Grecia perdi en el mbito de la poltica lo recibi por duplicado en el dominio del espritu: Platn y Aristteles fundaron en el siglo IV la hegemona mundial del espritu griego.- Bengtson, Herman. Historia de Grecia. Desde los comienzos a la poca imperial romana. Editorial Gredos. Madrid, Espaa. 1986. Pp. 185.

  • 23

    comprobamos, concordando con Martha Nussbaum, la existencia de un conflicto trgico, es decir, una situacin donde convergen circunstancias que imposibilitan la satisfaccin simultnea de dos exigencias ticas vlidas. Ahora bien, adems de esto ltimo, podemos agregar la existencia de ciertos elementos que nos permiten argumentar la presencia de las otras dos caractersticas irreductibles a la tragedia: La inversin de los caracteres y compromisos morales de sus protagonistas y la ruina a partir de eventos ms all del control humano.

    Hemos concluido que el conflicto tico inherente al imperialismo carece de solucin alguna. Sin embargo, semejante tensin es conducida naturalmente hacia una emocin primordial que escapa de la razn: El miedo o o. De la misma manera que el teatro trgico nos ofrece la digna resignacin del hroe ante lo ineludible de la Moira y la justicia de los dioses, Tucdides nos propone al miedo como el producto natural de las inefables fuerzas humanas y extra-humanas en movimiento que amenazan con extirpar del griego uno de sus rasgos ms esenciales: la libertad. Por ello, para Tucdides, la causa de la guerra es el temor, no solo porque todos teman caer en una forma de esclavitud bajo el poder de Atenas, sino porque los mismos atenienses, en el desarrollo inmediato del conflicto interno, temen que la derrota en la guerra represente la cada en la verdadera esclavitud.73.

    En virtud de lo anterior - el profundo temor existente entre dominador y dominado a partir del conflicto tico irreductible- la previsin () pierde rigor, y surge una tendencia natural a simplificar artificiosamente los esquemas ticos, omitiendo en el proceso los factores de irracionalidad, de azar y de fortuna que coexisten como pilares culturales en el desenvolvimiento poltico de la ciudad-estado; necesarios para comprender y llevar a cabo la mejor respuesta circunstancial a los problemas del poder al modo de Creonte y Antgona. Ignorar su papel fundamental en la toma de decisiones polticas ciudadanas, y en su consecuente aplicacin, conduce, tarde o temprano, a la catstrofe. Es este el caso que creemos poder evidenciar en la narracin, composicin y nfasis que Tucdides imprime en torno a la figura de Pericles y la peste de Atenas.

    Por ello, consideramos que la simplificacin tica, nacida del miedo originado en el conflicto tico imperialista, orienta a Atenas en el camino de la excesiva ambicin de gloria (pleonexia), lo cual enceguece sus previsiones (prognosis) y lo conduce a la catstrofe. Desarrollemos esta perspectiva a partir de su tratamiento en Tucdides

    3.1 El discurso fnebre de Pericles

    Debemos partir constatando que la insercin del famoso discurso fnebre o epitafio es un hecho tardo en la elaboracin de la Historia de Tucdides. De esto, se deducen dos cosas: Primero, que dicha inclusin evidencia una composicin de conjunto de su obra antes de su muerte; y, segundo, que esta alteracin en la narracin debe ser explicada atendiendo a los eventos que le rodean,

    73

    Plcido, Domingo. p. Cit. Pg.271.

  • 24

    pues semejante agregado ha de responder a conceptos y finalidades propias a su mtodo de hacer Historia.74

    El discurso fnebre en honor a los muertos por la guerra se trata de una ceremonia acostumbrada y regular en la vida ateniense como el mismo Tucdides nos lo explica75. Sin embargo, el contenido de las palabras de Pericles convierten al epitafio en una apologa de la ciudad de Atenas, de modo tal que antes de hablar de los soldados cados, Pericles explica los principios, el rgimen poltico y los modos de conducta social con los cuales su polis ha llegado a aquella situacin de poder privilegiada (, )76: Una legislacin modlica, una mritocracia en democracia, obediencia a leyes y sus representantes, una valerosa apertura al mundo, celo en los asuntos privados como pblicos, audacia de la mano del clculo, ofrecer ayuda con confianza y libertad y, en definitiva, ser un pueblo superior a su fama. Tras la caracterizacin idlica de la polis, Pericles vuelve finalmente de nuevo la vista a los soldados muertos y los considera la expresin ms viva ms an, su origen- de las excelencias de Atenas

    lo principal de este elogio ya est dicho, dado que las excelencias por las que he ensalzado nuestra ciudad son el ornamento que le han procurado las virtudes de estos hombres77

    Y, ya finalizando sus palabras

    las ciudades donde estn establecidos los mayores premios al valor son tambin aquellas donde viven los mejores ciudadanos.78

    De este modo, el epitafio est estructurado en tres secciones: Una introduccin, dirigida a fundamentar y contextualizar sus palabras (35,1-3), un desarrollo de las cualidades atenienses (36 42, 1.) y una conclusin que acredita aquellas excelencias en los cados y un encomio a los ciudadanos por seguir su ejemplo (42, 2. 46).

    Esto en cuanto la estructura del discurso fnebre. Ahora bien, atendiendo a su sentido ms profundo y en relacin al conjunto de la obra, podemos ahondar en sus caractersticas y su pleno significado.

    El discurso se introduce cuando Atenas ha empezado a sufrir los primeros embates de la guerra, con el general espartano Arquidamo saqueando regularmente la regin del tica y la poblacin apiada tras los muros largos. Pero, y ms importante an, Atenas ha dado cuenta ya de su verdadera naturaleza () como imperio, con particular nfasis en el debate de su embajada en Esparta ante los Corintios:

    As, pues, nosotros no hemos hecha nada extraordinario ni ajeno a la naturaleza humana si hemos aceptado un imperio que se nos entregaba y no hemos renunciado a l,

    74

    Trabajado en profundidad en el libro de A. W Gomme y los artculos de Nicholas Hammond y Juan Antonio Lpez Frez citados todos previamente en este artculo. 75

    Tucdides, Libro II. V. 34 y ss. :En el mismo invierno, los atenienses, siguiendo la costumbre ancestral, celebraron oficialmente los funerales de los primero muertos de esta guerra. Tambin al sofista Gorgias se le atribuye un discurso fnebre (Sofistas, Edit. Gredos. Barcelona, Espaa. 2007. Pp. 104, v. 5a.) 76

    Tucdides. L. II, V. 36, 4. 77

    Tucdides, Libro II, Pp. 343. V. 42,2. 78

    Tucdides, Libro II, Pp. 356. V.46, 1-2.

  • 25

    sometindonos a los tres motivos ms poderosos: El honor, el temor y el inters () ha prevalecido la ley de que el ms dbil sea oprimido por el ms fuerte.79

    De esta forma, al haber expuesto de manera somera las fuerzas contradictorias que mueven un imperio honor, temor e inters no son compatibles- y su simplificacin tica de la primaca de la fuerza, el epitafio parece adquirir un sentido anacrnico No ha Atenas negado explcitamente, poco antes, su carcter modlico, su ayuda benefactora y desinteresada a los dems? A la vista de este hecho evidente, las palabras elogiosas hacia Atenas esconden un significado ms profundo que Domingo Plcido logra identificar parcialmente al afirmar que, en relacin a las inversiones que Tucdides identifica en el comportamiento del podero ateniense, la confianza del discurso fnebre se ha vuelto violencia y represin, en un proceso de cambio gradual80; Es posible ampliar esta afirmacin y entender al epitafio no como el punto de partida neutro o hasta positivo de aquella degradacin, sino como el primer paso hacia la constatacin del error trgico inevitable, inefable- al que el imperialismo ateniense conduce.

    Aquella constatacin, entendiendo que las palabras atenienses anteriores ya han evidenciado al honor, el temor y la fuerza como motores de su actuar, se expresa momentos despus de explicar los elementos del pasado que han hecho grande a la ciudad, cuando Pericles nos dice la meta de aqul excurso:

    Por esto precisamente me he extendido en lo relativo a la ciudad, a fin de haceros entender que la lucha no tiene el mismo significado para nosotros y para aquellos que no disfrutan de ventajas similares a las nuestras, y, al mismo tiempo, a fin de esclarecer con pruebas el elogio de aquellos en cuyo honor estoy hablando.81

    De tal manera que el elogio tiene un sentido concientizador de la particular situacin de poder preponderante de Atenas; se le hace saber a los ciudadanos y al lector, se entiende- que los beneficios que vienen con la libertad del dominador no pueden ser apreciados por el dominado, y que vale la pena luchar por ellos. Es una lectura positiva del imperialismo, en cuanto reniega de los efectos perjudiciales al exterior y se enfoca en las gracias que ofrece al interior. Es una mirada, por lo tanto, sesgada, donde la valoracin de lo religioso y lo azaroso es opacada por el coraje y la accin en la bsqueda de la gloria cvica al punto de ser una ambicin desmedida (pleonexia) que, sin embargo, Pericles avala (II, 41, 4), pues es necesaria semejante potencia, semejante movimiento precipitado y desmedido de palabras y acciones para sostener al imperio. De lo contrario, sus contradicciones terminarn-como lo hicieron- por destruirlo.

    El hecho de que Tucdides es consciente de este fatal error en el clculo ateniense lo encontramos en las sutiles palabras que pone en boca de Pericles hacia el fin del discurso:

    79

    Tucdides, Libro I, Pp. 139. V. 76, 2 80

    Plcido, Domingo. De Herdoto a Tucdides. Publicado por la Editorial de la Universidad Complutense de Madrid en la Revista Gerin, 4. 1986. http://revistas.ucm.es/ghi/02130181/articulos/GERI8686110017A.PDF Accedido el 10/08/2010 a las 16:40. 81

    Tucdides, Libro II, Pp. 350, V. 42, 1.

  • 26

    No son, en efecto, los desgraciados, para quienes no existe la esperanza () sino aquellos que, al seguir viviendo, corren el riesgo de un cambio de fortuna desfavorable y para quienes, en caso de fracaso, las diferencias son enormes82

    Por lo tanto, entendiendo su ubicacin e insercin intencionadas, la apologa de Atenas tiene por finalidad, adems de la protocolar alabanza de los muertos, explicar las nociones que el propio ateniense tiene de su imperio, que son sesgadas () y desmedidas (); las cuales, con la desafortunada llegada de la peste, desatarn la inversin de las caractersticas y compromisos morales que engrandecen a la ciudad y, ms tarde, su ruina.

    3.2. La peste de Atenas

    Mucho se ha dicho en torno a la peste que azot a Atenas en el verano del 430 a.C.83 Sin

    embargo, nuestro objetivo aqu no es aportar al examen de la enfermedad en s misma, sino

    descifrar qu hay al origen del inters por integrarla con tal esmero a la Historia de la Guerra del

    Peloponeso.

    Sin duda que la peste merm la fuerza militar y los nimos atenienses, pero slo por un tiempo

    determinado de la guerra. Donde encontramos quizs el efecto ms daino fue en la muerte de su

    principal lder, Pericles; sin l, la democracia adoptara vicios y desenfrenos que se haban

    mantenido bajo relativo control (65, 7-8). Figuras posteriores como las de Clen y Alcibades

    basten para demostrarlo. Pero entonces, admitiendo que Tucdides enfatiza la prdida de un

    hombre por sobre sus efectos materialeshombres, armamento, etc.- resulta claro, ms all de la

    incuestionable influencia Hipocrtica en su trabajo descriptivo y conceptual, que el inters

    primordial en la peste viene dado por sus efectos poltico-morales para el total de la guerra, es

    decir, sus efectos en la naturaleza humana sometida al conflicto imperialista ateniense. Como

    concluye Thomas E. Morgan:

    Elabor acaso Tucdides la descripcin de la epidemia para que fuese a la medida de los

    propsitos de su Historia? Yo creo que as fue y que hayamos la evidencia para sostener tal punto 82

    Tucdides, Libro II, Pp. 350, V. 43, 4. 83

    Cochrane, C. N. Thucydides and the science of History. Oxford University Press. London, UK. 1929; Finley, H. L. Thucydides Harvard University Press. 1942 McArthur, W. P. The Athenian Plague: A medical note. The Cambridge University Press. Cambridge, England, UK.1954; Hooker, E. M. Buboes in Thucydides? The Journal of Hellenic Studies, Vol. 78 (1958); Finley, M. I. Aspects of antiquity. Chatto & Windus. London, UK. 1968; Scarborough, J. Thucydides, greek medicine and the plague at Athens: A summary of possibilities.. Episteme. Jan-Mar;4(1):77-90. 1970; Longrigg, J. The great plague of Athens. Hist. Science 18: 209-25. 1989; Pearcy, L. T. Diagnosis as Narrative in Ancient Literature. AJP 113: 595-616. 1992 Winter;113(4):595-616 (1992); entre muchos otros.

  • 27

    de vista en la eleccin que Tucdides hace de los verbos y en el estilo de presentacin de la

    enfermedad, al describirla en comparacin con el resto de su Historia. Si Tucdides hubiese seguido

    a los Hipocrticos en la descripcin del curso de la epidemia, l hubiese sido telegrfico, conciso y

    simple. En comparacin, su descripcin es literaria y completa.84

    Si tal es el caso, el historiador ateniense nos hace testigos de cmo este fenmeno ajeno a

    cualquier previsin racional invalida las leyes tanto humanas como divinas, cmo invierte los

    valores que haban sido admirados hasta haca poco. Semejante efecto escapa a los exmenes

    hipocrticos y a las valoraciones racionales de los hechos

    La naturaleza de esta enfermedad fue tal que escapaba sin duda a cualquier descripcin;

    atac a cada persona con ms virulencia de la que puede soportar la naturaleza

    humana.85

    Y, ms importante an, el temor y la desesperacin ante lo azaroso de la enfermedad que bien

    recuerda al flechero Apolo y su pestilencia enviada contra los Aqueos en la Ilada- desencadenan

    una inversin de las costumbres y leyes. El noble se vuelve inmoral, el pordiosero se apodera de

    los bienes del enfermo y se enriquece, el honorable se entrega a los vicios; los eventos, superiores

    a su control, han nublado la razn () e invertido y trastocado sus caracteres morales y

    compromisos sociales, al modo de un Agamenn, una Medea o un Edipo.

    Lo que resultaba agradable de inmediato y lo que de cualquier modo contribua a ello,

    esto fue lo que pas a ser noble y til. Ningn temor de los dioses ni ley humana los detena

    () penda sobre sus cabezas una condena mucho ms grave que ya haba sido

    pronunciada86

    Tucdides enfatiza la desgracia (pathos) a la que los atenienses se ven sometidos y logra hacer casi

    palpable el terror de un mundo amenazado en su misma raz por un mal inasible, inexplicable e

    incuestionable. Nos hallamos al extremo opuesto de las palabras elevadas de Pericles en el

    epitafio, donde la ineficacia total de la techn y el intil resultado de la dianoia (razn discursiva)

    forman una terrible anttesis a la confianza de Pericles en la techn y la gnom87

    84

    Morgan, Thomas, E. Plague or poetry? Thucydides on the epidemic at Athens. Transactions of the American Philological Association. Vol. 124 (1994), pp. 197-209. Publicado por The Johns Hpkins University Press. Acceso en: www.jstor.org/stable/284291, el 17/10/2010 a las 15:04. Traduccin propia. En este punto concuerda tambin Jos Alsina cuando dice: En nuestro Historiador *Tucdides+, hay una intencin literaria que se halla presente por doquier. Y utilizamos el termino literario con toda intencin.- Alsina,Jos. Art. p. Cit. Pp. 4. 85

    Tucdides, Libro II, Pp. 367. V.50, 1. 86

    Tucdides, Libro II, Pp. 371, V. 54, 4. 87

    Allison, June W. PericlesPolicy and the Plague. Zeitschrift fr Alte Geschite, Vol. 32, N1 (1st

    Qtr., 1983) Pp. 14-23. Publicado por Franz Steiner Verlag. Accedido en: www.jstor.org/stable4435829, el 24/08/2010 a las 18:52.

  • 28

    Sumando a esto que Jos Alsina logra establecer el paralelismo poltica-medicina como integrado

    en el lxico Tuciddeo gracias a su empleo en la tragedia, con especial nfasis en los aspectos

    sofocleos y su descripcin de la peste en Edipo Rey, concluye afirmando: Que Pericles es, como

    Edipo, una figura trgica, es una idea que surge de la comparacin de esta tragedia con el destino

    del estadista Tuciddeo88

    Estamos, por lo tanto, en presencia de un contraste trgico entre la perspectiva imperialista

    ateniense, que ha simplificado el conflicto tico de su poder desptico, y la complejidad de una

    realidad que no tolera semejantes disminuciones. Es, por lo tanto, descrito y vivido por Tucdides

    mediante una sensibilidad, un lxico y un sentido que apuntan al castigo trgico del teatro tico.

    Sin embargo, nuestro historiador an habr de enfatizar la tragedia de Atenas en un momento

    siguiente: El discurso de defensa de Pericles contra las acusaciones de haberlos persuadido a

    hacer la guerra y de ser el responsable de que hubieran cado en desgracias89.

    3.3. La defensa de Pericles

    El pueblo ateniense se halla golpeado fsica y espiritualmente. La desesperacin los ha

    conducido a acusar a Pericles de sus males por haber sido l, supuestamente, el gestor de la

    guerra y, por ende, de todos los males que se han sucedido, entre ellos la peste como el ms

    horrendo.

    Sin embargo, ante semejante estado de nimos Pericles no se siente amilanado, sino, por el

    contrario viendo que estaban exasperados por aquella situacin y que hacan todo lo que l

    mismo haba previsto, convoc una asamblea. 90

    Aqul breve discurso evidencia dos movimientos en la poltica profesada por Pericles. Por un lado,

    un encomio a continuar la lucha bajo las misma premisas dadas en su epitafio de un honor

    colectivo logrado mediante la accin y el dominio de un imperio bien merecido ( 62,1 -4); pero,

    por otro, observamos un cambio importante en torno al valor de la fortuna.

    La fortuna ahora aparece en gran parte de sus argumentos, reconocindosele un lugar

    preponderante en el accionar humano

    Porque lo que es repentino e imprevisto y ocurre contrariamente a todo clculo abate el

    coraje, y esto es lo que ha ocurrido entre nosotros, sobre todo, encima de los otros males,

    con la epidemia91

    88

    Alsina, Jos. Art. p. Cit. Pp. 12. 89

    Tucdides, Libro II, Pp. 377, V. 59, 2. 90

    Tucdides, Libro II, Pp. 377. V. 59,3.

  • 29

    Desde ahora el azar y la fortuna ocupan un lugar preeminente en la causalidad del conflicto blico

    del imperio, cuando haca un tiempo atrs no hallaba un lugar entre el coraje, la audacia y la gloria

    cvica del imperio ateniense. Pericles aplica un discurso ms austero y directo, usa palabras

    necesarias, no elocuentes, para insuflar vida a