hernan venegas

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  • Departamento de Historia Universidad de Santiago de Chile

    Revista de Historia Social y de las Mentalidades

    N 7, Vol. 2, 2003: 45-69 ISSN: 0717-5248

    EL PARTIDO COMUNISTA DE CHILE: ANTECEDENTES IDEOLGICOS DE SU ESTRATEGIA

    HACIA LA UNIDAD POPULAR (1961-1970)1

    HERNN VENEGAS VALDEBENITO2

    RESUMEN En este trabajo, se entregan antecedentes de los postulados ideolgicos y program-

    ticos que el Partido Comunista de Chile (PCCh) plante en funcin de concertar alianzas sociales y polticas amplias. El

    partido asumi la tesis de va pacfica como una forma de alcanzar el socialismo,

    dentro del marco de una democracia en expansin. Se indaga sobre las propuestas

    del PCCh en la dcada del sesenta, sus iniciativas para alcanzar la Unidad Popu-

    lar y sus definiciones polticas centrales para iniciar el trnsito al socialismo.

    ABSTRACT This research concentrates in the his-tory of the ideological and pragmatic propositions that the Chilean Commu-nist Party developed in order to estab-lish wider social and political alliances. The Communist Party assumed the thesis of the pacific way as a mode to reach socialism within a democratic expansion. This work also study the party s proposals during the 60 , its initiatives to build the Unidad Popular and its major political definitions to begin the socialism s way.

    EL PARTIDO COMUNISTA DE CHILE Y LA COYUNTURA ELECTORAL DE 1970 1 Este artculo forma parte de los resultados del proyecto DICYT N 03-0151VV,

    titulado El Partido Comunista de Chile, un actor de la transicin. Del Frente An-tifascista a la poltica de Rebelin Popular de Masas. 1974-1989.

    2 Acadmico del Departamento de Historia de la Universidad de Santiago, USACh. El autor agradece la colaboracin, comentarios y sugerencias del profesor Pablo Rubio A.

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    EL AO 1969 FUE de gran trascendencia para reconocer la postura del PCCh, en relacin con la estrategia que deba asumir la izquierda chilena en su cami-no al socialismo. Ese ao fue particularmente importante, pues en el mes de noviembre se convoc al XIV Congreso de la colectividad donde se insisti en su propuesta de Unidad Popular, y se defini en forma ms clara la que sera la estrategia poltica del partido tras un eventual triunfo en las eleccio-nes presidenciales de 1970. En sta se reafirmaban las tesis aliancistas levan-tadas ya desde la dcada de 1930. En ambas instancias, se insista en la nece-sidad de reforzar la lucha frente al imperialismo y la oligarqua nacional, considerados los principales adversarios de la causa popular.

    En su informe al XIV Congreso Nacional del Partido Comunista, el Secretario General de la colectividad, Luis Corvaln, reafirm estos plantea-mientos, poniendo de relieve la necesidad de generar la llamada Unidad Po-pular para conquistar el poder.

    De acuerdo a la autoridad partidaria, la nica posibilidad de resolver la cuestin del poder en favor del pueblo era creando una slida alianza que convocara a las fuerzas polticas representadas por los dos partidos con mayor adhesin ciudadana dentro de la izquierda, es decir, el propio PCCh junto al Partido Socialista (PS).3 No obstante, y a diferencia de lo que haba sido la experiencia anterior del Frente de Accin Popular (FRAP), se deba avanzar en el sentido de integrar a otras fuerzas sociales y polticas capaces de asegurar una base de sustentacin ms slida para un futuro gobierno po-pular. Una alianza que estuviese dispuesta a asumir las transformaciones ne-cesarias para profundizar la democracia e iniciar el camino al socialismo. En definitiva, de lo que se trataba era que, adems de la clase obrera y los secto-res populares, las dems clases y capas sociales progresistas y sus expresio-nes polticas tengan y asuman las responsabilidades correspondientes.4

    En concreto, el llamado que haca el Partido Comunista de Chile, en la voz de su Secretario General, era a la generacin de un Comit Coordina-dor de las colectividades de izquierda para elaborar una propuesta en comn y generar una plataforma para enfrentar las elecciones presidenciales de 1970.

    La invitacin estaba dirigida al Partido Socialista con el fin de afianzar una estrategia que, siguiendo las ya tradicionales tesis del PCCh, se estableca en trminos antiimperialistas y antioligrquicos pero aceptaba, quizs en fun-

    3 En 1969, en las elecciones parlamentarias de ese ao, la votacin agregada de los

    Partidos Comunista y Socialista equivala al 28,1% del electorado nacional. 4 Luis Corvaln L., Camino de Victoria, Santiago, 1971, p. 321.

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    cin de influir en la decisin del PS, la perspectiva socialista de la revolucin, aunque sin ahondar mayormente en el tema. La iniciativa de Unidad Popular se constituy en el eje central de la poltica de la izquierda parlamentaria durante los casi cuatro aos que sepa-ran el perodo de la campaa electoral de 1970 y el golpe de Estado de 1973. La tesis de unidad fue respaldada adems por la propia figura del futuro pre-sidente Salvador Allende, entonces senador de la Repblica y, en gran medi-da, artfice de que el PS abandonara transitoriamente sus propuestas ms ra-dicales.5 Estas haban sido levantadas recientemente como conclusiones de su XXII Congreso General celebrado en Chilln en 1967, donde se aceptaba que la lucha por el poder deba asumir inevitablemente el carcter de conflicto armado.6

    El objetivo de crear la Unidad Popular era, de acuerdo al Partido Co-munista, alcanzar el poder en las siguientes elecciones y hacer la revolu-cin. En ambos casos, los conceptos ameritaban una interpretacin particu-lar. Lo que estaba en juego en 1970 era slo una parte del poder, pues la lu-cha estara centrada exclusivamente en la eleccin del cargo de Presidente de la Repblica, que en el mejor de los escenarios poda significar la posibilidad

    5 Salvador Allende Gossens (1908-1973), de profesin mdico y oriundo de la ciu-

    dad de Valparaso, fue uno de los fundadores del Partido Socialista de Chile en 1933. En representacin de esa colectividad fue diputado en 1939, senador en va-rios perodos, ministro del gobierno de Pedro Aguirre Cerda, y Secretario General del partido en 1943. Fue candidato presidencial en cuatro oportunidades: por el Frente del Pueblo en 1952, por el Frente de Accin Popular en 1958 y 1964, y en 1970 por la Unidad Popular, siendo elegido primer mandatario este ltimo ao. Su pensamiento poltico inclua como postulados principales el trnsito institucional o la va pacfica al socialismo y la unidad de la izquierda. Para profundizar sobre su vida y obra vase, entre otros, El Pensamiento poltico de Salvador Allende, Santiago, Editorial Quimant, 1971; Salvador Allende, Nuestro camino al socia-lismo la va chilena, seleccin de Joan Garcs, Ediciones Papiro, Buenos Aires, 1971; y Toms Moulin, Conversacin interrumpida con Allende, Ediciones LOM, Santiago, s/f.

    6 En aquella ocasin el Partido Socialista afirm: La violencia revolucionaria es inevitable y legtima. Resulta necesariamente del carcter represivo y armado del estado de clase. Constituye la nica va que conduce a la toma del poder poltico y econmico... Las formas pacficas o legales de lucha... no conducen por s mismas al poder. El Partido Socialista las considera como instrumentos limitados de ac-cin, incorporados al proceso poltico que nos lleva a la lucha armada, en Julio Csar Jobet, El Partido Socialista de Chile, Editorial Prensa Latinoamericana, 2 Volmenes, Santiago, 1971, p. 130.

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    de un control parcial del poder poltico.7 El carcter de la revolucin estaba dado por una concepcin etapista de la misma que, en consonancia con viejas tesis de la izquierda chilena y particularmente las suyas, el PCCh sostena como apropiadas para pases que no haban alcanzado un gran desarrollo de la democracia burguesa, y en los cuales las transformaciones econmicas oca-sionadas por la profundizacin del capitalismo eran ms bien limitadas.

    De acuerdo a los comunistas chilenos, el carcter de la revolucin es-taba determinado por la realidad, y no poda estar sujeto a propuestas subje-tivas y artificiales. Se relevaba entonces el anlisis cientfico de la realidad histrica, a partir del cual deban establecerse las definiciones y asumir las estrategias que de ella se podan derivar.

    El Partido Comunista, en el marco de su XIV Congreso de 1969, co-locaba nfasis en definir el carcter de la revolucin chilena y, por ende, los objetivos de la Unidad Popular en la perspectiva del socialismo, sin enfatizar en el carcter socialista propiamente tal, del proceso que se estaba intentando desplegar. Sin duda, esta elaboracin no era nueva; sus antecedentes es posi-ble rastrearlos con muchos aos de antelacin y ciertamente en la dcada de 1960. ALGUNOS ANTECEDENTES HISTRICOS DE LA PROPUESTA COMUNISTA

    La propuesta de alianza amplia para la conquista de poder era una ini-ciativa que el partido haba hecho suya, con bastante autonoma, a partir de su Conferencia Nacional de 1933, pero reafirmada por las resoluciones del VII Congreso de la Internacional Comunista, en que se impuso la tesis de los Frentes Populares de naturaleza antifascista, que dicha organizacin estimul en diversos espacios polticos, incluyendo Latinoamrica.

    Dos dcadas despus la estrategia aliancista recibi un nuevo impulso, que en el plano externo estuvo representado por las transformaciones post XX Congreso del PCUS en 1956 y la revisin Kruscheviana, y en el mbito nacional por las conclusiones del X Congreso de la colectividad celebrado ese mismo ao, ratificado ms adelante por la fundacin de Frente de Accin

    7 Esto porque la representacin de la izquierda marxista en el parlamento era mino-

    ritaria, lo cual limitaba ampliamente sus posibilidades de llevar a cabo un progra-ma revolucionario, dentro de los cauces institucionales.

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    Popular.8 Esta alianza integraba como sus ejes centrales a los Partidos Comu-nista y Socialista.

    En el plano concreto, despus del fracaso que haban representado los resultados en las elecciones presidenciales de 1958, el Partido Comunista chileno gozando de plena legalidad haba profundizado su camino de entendimiento con otras fuerzas sociales. A partir de entonces, debi asumir un doble juego hacia la izquierda y hacia el centro tratando, por un lado, de interesar a sus aliados socialistas y, por otro, de legitimarse ante los posibles aliados radicales con los cuales se reeditara el ejercicio de las alianzas de centroizquierda de los aos cuarenta, pero esta vez con la hegemona de los partidos populares, particularmente de aquellos que integraban el FRAP.9

    En la dcada de 1960 los comunistas chilenos hicieron una serie de declaraciones para reafirmar esa lnea de accin. Queda claro que su estrate-gia de Frente de Liberacin Nacional, elaborada en la dcada anterior, impli-caba la ampliacin de la convocatoria social que iba de la mano de un discur-so democratizador y de respeto al funcionamiento institucional. Lo anterior tambin qued demostrado en los hechos. As ocurri, por ejemplo, en el perodo en que los comunistas fueron proscritos a travs de la Ley de Defen-sa Permanente de la Democracia entre 1948 y 1958, etapa en que debieron sumarse a las estrategias socialistas para seguir activos en los espacios pbli-cos de la poltica nacional.10

    8 El rgano oficial del Comit Central del PCCh public a lo menos tres artculos

    relacionados con el XX Congreso del PCUS. Dentro de ellos es posible sealar: El XX Congreso del Partido Comunista de la Unin Sovitica, por Principios, marzo-abril 1956, N34, pp. 20-21; El XX Congreso del Partido Comunista de la Unin Sovitica y el estudio de la Historia del Partido, Editorial, Noviembre 1956, N 38, pp. 13-20 y Csar Godoy Urrutia, Coexistencia y emulacin pacfi-cas, noviembre 1959, N 63, pp. 5-16.

    9 Para las posiciones del PCCh en la dcada de 1950, vase el Informe del Comit Central del Partido Comunista de Chile, rendido por el Secretario General, cama-rada Galo Gonzlez. Conclusiones del X Congreso Nacional del Partido Comu-nista de Chile, 1956, s/e, y el Informe del Comit Central al XI Congreso Nacio-nal del Partido Comunista de Chile, rendido por su Secretario General, Luis Cor-valn, Diario El Siglo, 19 de noviembre de 1958. Sobre las posiciones ideolgicas de la izquierda en el perodo, vase, Pablo Rubio A., La Izquierda chilena en la dcada de 1950: socialistas, comunistas y sus contradicciones, en Revista electrnica Palimpsesto, N1, Departamento de Historia, Universidad de Santiago de Chile.

    10 El PCCh rpidamente neutraliz las salidas extrainstitucionales a su situacin de clandestinidad. En el marco de su IX Conferencia Nacional, en 1950, se enfrenta-

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    Desde comienzos de los aos sesenta, los comunistas insistieron en la formacin de coaliciones amplias entre las clases trabajadores y actores socia-les y polticos de centro. Por otra parte, trataron de definir, seguramente por su afn anterior, su estrategia de lucha por el poder como va pacfica. En 1961 en un artculo publicado por la revista Principios rgano oficial de difusin del Comit Central, se sostena una serie de argumentos para defi-nir el significado del trmino y para plantear por qu era posible, entonces, hacer proposiciones en esa direccin.11

    Como en buena parte de su trayectoria como partido, la organizacin comunista chilena se haca eco de los planteamientos del PCUS, en este caso especial de lo manifestado por ese rgano del comunismo internacional en su XX Congreso, celebrado en 1956. De acuerdo a la publicacin, el XX Con-greso del Partido Comunista de la Unin Sovitica haba tenido el mrito de restablecer la validez de la tesis acerca de la va pacfica.12 A partir de ese momento, indicaba Corvaln, poda afirmarse que,

    ron en la Comisin Poltica dos posturas para enfrentarla: en primer lugar, la sus-tentada por Luis Reinoso, quien propugn una salida rupturista de la llamada dic-tadura de Gonzlez Videla, propuesta que dejaba entrever un quiebre del rgimen institucional y de las garantas democrticas, de las cuales el PCCh afirmaba ser defensor. En segundo lugar, la propuesta del Secretario General, Galo Gonzlez, que recoga dicha tradicin institucional. La fraccin reinosista, despus de un breve debate, fue expulsada del partido. El X Congreso de 1956 inform al respec-to: El Partido tuvo que afrontar... a un agente del enemigo que se introdujo en nuestras filas, el traidor Luis Reinoso, que form una fraccin dentro del Partido con el propsito de dividirlo... Reinoso pretendi arrastrarnos a una poltica aventurera, de accin directa, para aislarnos de las masas en Informe del Co-mit Central del Partido Comunista de Chile, rendido por el Secretario General, camarada Galo Gonzlez. Conclusiones del X Congreso Nacional del Partido Comunista de Chile, op cit., p. 23.

    11 Luis Corvaln L., Acerca de la Va Pacfica, en revista Principios N 77, enero de 1961.

    12 Durante la misma dcada el tema fue abordado en forma reiterada. Vanse los siguientes artculos: Luis Corvaln L., Aseguremos el camino pacfico, en revis-ta Principios, mayo-junio de 1964, N 101, pp. 111-129; Orlando Millas, La lu-cha por la aplicacin de la lnea poltica, en revista Principios, noviembre-diciembre de 1965, N 110, pp. 36-52 y Luis Guastavino, Nuestra lnea revolu-cionaria, en revista Principios, noviembre-diciembre, 1966, N 116, pp. 27-39.

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    la tesis marxista-leninista acerca de la posibilidad de la revolucin por la va pacfica ya no es considerada como algo tan excepcional, sino como la forma ms probable del trnsito del capitalismo al socialismo en una serie de pases.13 Esto poda ser posible sin apelar al expediente de la guerra civil, esta-

    bleciendo formas de acuerdo y colaboracin entre distintos actores sociales, asegurando as la transferencia de los medios de produccin ms importantes al control popular.

    De acuerdo al examen del partido, esto era reforzado, adems, por las grandes transformaciones que se haban producido en el contexto internacio-nal. Seguramente sostenan esta afirmacin en virtud del impulso de la llama-da coexistencia pacfica, planteada en el mismo Congreso del Partido Co-munista Sovitico y reafirmada durante toda la dcada de 1960.

    El partido se haca parte de la confianza en los logros del bloque so-cialista, y de su capacidad para equilibrar el liderazgo mundial. Esto era ava-lado tambin por el notable xito electoral y de militancia de los partidos co-munistas de Europa Occidental, que alcanzaban a millones de adherentes, y la consolidacin de aquellas organizaciones en Amrica Latina.

    Contra el argumento de que, en la prctica, aquella va no haba sido implementada en ningn lugar del mundo y, por lo tanto, no haba experien-cias que citar, el PCCh responda que aquello no constitua prueba de invali-dez. Acaso los clsicos del marxismo haban tenido posibilidad de realizar sus planteamientos a partir de alguna experiencia emprica?

    La alternativa de la va pacfica, en todo caso, estaba planteada como posibilidad en determinados pases. Siempre considerando la tesis leninista y el marxismo que rechazaban la accin poltica como el resultado de una mera abstraccin. Por el contrario, las formas de lucha y sus especificaciones deb-an estar fuertemente asentadas en la realidad histrica de cada pas.

    A lo largo de toda la dcada del sesenta el Partido Comunista de Chile volvi insistentemente sobre el tema. Con nfasis en los perodos preelectora-les y en concordancia con las definiciones que en ese sentido se hacan en el plano internacional. Durante el perodo, debi agudizar este discurso frente a las tesis ms radicales de sus aliados socialistas.14

    13 Acerca de la va pacfica, op. cit., p. 8. 14 Discusiones ms radicales son las que sostiene el Partido Comunista, a partir de

    1965 frente al pequeo pero ultrista Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Vase, por ejemplo, el texto de Jos Rodrguez Elizondo, Mitologa de la Ultraizquierda. Editorial Austral, Santiago, 1971. Adems, vanse dos artculos de Jorge Texier, El izquierdismo slo favorece a la derecha, en revista Princi-

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    La propuesta de los comunistas a lo largo de esos aos manifest una gran coherencia. Enfatizando, entre otros aspectos, lo complementario que podan ser los esfuerzos por alcanzar una transformacin democrtica y la revolucin socialista. As, la va pacfica como mecanismo de transformacin poda ser una estrategia legtima en los dos momentos del proceso de libera-cin de los pueblos.

    En todo caso el PCCh planteaba que esa posibilidad, la va pacfica, no necesariamente era extensiva a todas las situaciones y, adems, poda de-venir en va violenta si la coyuntura histrica as lo ameritaba. Todo ello en funcin de lo que definan como condiciones objetivas.

    Sin embargo, dada la realidad chilena en la dcada de los sesenta, de acuerdo a los comunistas, ese era el camino a seguir. Tres hechos reforzaban esa postura. En primer trmino, la derogacin de la Ley de Defensa Perma-nente de la Democracia (1958); en segundo, el perfeccionamiento del sistema electoral con la introduccin de la cdula nica, que entre otras cosas permit-a asegurar el carcter secreto de la votacin y, por ltimo, la amplia votacin alcanzada por Salvador Allende en las elecciones presidenciales de 1958, en que estuvo cerca de 30.000 del candidato que se alz con el triunfo.15 En este panorama, los comunistas afianzaron su tesis aliancista y su vocacin institu-cional para alcanzar el poder.

    Bajo estas condiciones, el Partido Comunista de Chile desestim una vez ms la necesidad de preparacin para la va violenta. En relacin con ello Corvaln seal a inicios de dcada:

    la preparacin para la alternativa violenta no consiste, donde hay posibilidad de la va pacfica, en empeos como el de crear ya destacamentos armados. Esto con-ducira en la prctica a tener una doble lnea, a marchar simultneamente por dos caminos, con la consiguiente dispersin de fuerzas, y podra exponer al movimien-to popular, o a una parte de l, a la aventura, a la provocacin putschista, a una lnea de izquierda y sectaria.16

    pios, noviembre-diciembre 1967, N 122, pp. 24 37, y La herencia de Lenin en la lucha contra el ultraizquierdismo, en revista Principios, abril-mayo 1970, N 134, pp. 87-96.

    15 Los resultados de las elecciones presidenciales de 1958 fueron los siguientes: Jorge Alessandri, 389.909 votos (31,56%); Salvador Allende, 356.493 votos (28,85%); Eduardo Frei, 255.769 votos (20,70%); Luis Bossay, 192.077 votos (15,55%), y Antonio Zamorano, 41.304 votos (3,34%). Datos en Julio Csar Jobet, El Partido Socialista de Chile, Tomo II, op. cit., p. 49.

    16 Acerca de la va pacfica, op. cit., p. 8.

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    Otro aspecto que se trat de despejar, por una parte, fue la caracteri-zacin de la va pacfica y su relacin con el uso de la violencia. Por otra, el nexo existente entre la definicin democrtica de la revolucin y el uso de acciones ms radicales. Seguramente previniendo un cambio, en el sentido de la necesidad de asumir etapas de corte insurreccional en algn momento del trnsito del capitalismo al socialismo, tal como haba ocurrido con la madre de las revoluciones socialistas.

    El PCCh intentaba fortalecer el carcter revolucionario de la va pac-fica y as desmentir las acusaciones de reformistas y revisionistas, provenien-tes de los sectores ms radicales de la izquierda nacional.

    En su definicin de la va pacfica, los comunistas chilenos, en pala-bras de su Secretario General, hacan las siguientes precisiones. En primer trmino, identificar la estrategia solamente como una alternativa electoralista, constitua un error. Si bien admitan que los procedimientos electorales para alcanzar el poder jugaban un rol central, no era menos cierto que una tesis como sta admita importantes cuotas de ruptura. Corvaln argumentaba del siguiente modo su proposicin:

    Partidarios como somos de la va pacfica, queremos al mismo tiempo que el mo-vimiento obrero y popular rompa con el lastre del legalismo y se gue, antes que por las leyes y la Constitucin dictadas por la burguesa, por sus propios intereses de clase, considerando la situacin concreta de cada momento.17 En el caso particular de Chile, en que el poder ejecutivo gozaba de

    amplias prerrogativas, la va electoral apuntaba directamente a la necesidad de alcanzar el control de este poder del Estado y desde all iniciar el proceso de transformaciones. Ms adelante, el dirigente comunista plante que la va pacfica no se limitaba a la lucha electoral. Como va revolucionaria precisaba de la movilizacin activa de las masas y, por lo tanto, relevaba como ineludi-ble el contenido clasista que tena dicha movilizacin. La alianza obrera- campesina ocupaba un rol protagnico, y si bien se pronunciaba por una alianza social que incluyera sectores medios y an de pequea burguesa, el PCCh se esmeraba en desmentir el carcter conciliador de clase de la alterna-tiva de va pacfica. Frente a las acusaciones de reformismo, defenda las posturas revolucionarias que suponan las transformaciones desde el capita-lismo al socialismo.

    En este sentido, la va pacfica, insista Corvaln, no descartaba de plano el uso de ciertas cuotas de violencia. Si bien se exclua de plano la insu- 17 Op. cit., p. 13.

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    rreccin armada del pueblo o el desarrollo de un enfrentamiento general bajo la forma de una guerra civil, otras formas de accin poltica que incorporaban instancias de conflicto y enfrentamiento gozaban de plena validez.

    De este modo, el Partido Comunista de Chile estimaba que no haba contradiccin en su definicin de va pacfica con la poltica de movilizacin y lucha de masas que se empeaba en alentar. Es ms, esta era la prueba, segn Corvaln, del carcter revolucionario de la lnea del PCCh. As, las huelgas en la regin del carbn, los conflictos y paros de los trabajadores de la salud, de los profesores, de los ferroviarios, de los obreros del salitre y del cobre se constituan en seales claras de que la movilizacin de masas y la lucha elec-toral por el control del poder no eran contradictorias.

    De esta manera afirmaba el dirigente comunista se demuestra en la prctica que nuestra lnea es combativa y revolucionaria, y que el hecho de pronunciarnos en favor de la va pacfica no tiene nada que ver con la pasividad, el reformismo, el legalismo o la conciliacin de clases.18 Con todo, la lucha electoral, se convirti en la pieza central de la pro-

    puesta comunista y quizs una de las reas, junto con la sindical, donde al-canz un xito significativo. As, por ejemplo, en las elecciones parlamenta-rias de 1961 el FRAP pas de veinticinco a cuarenta diputados, mientras que el nmero de senadores se elev a 9. El Partido Comunista de Chile pas de 7 a 16 diputados, alcanzando a 4 senadores.19

    La discusin acerca del contenido de la va pacfica fue continuada a lo largo de toda la dcada, aunque relativamente silenciada luego de la crisis que signific la derrota en las elecciones presidenciales de 1964.20

    En numerosas ocasiones el partido se interes por plantear las tesis de la va pacfica en toda su vastedad y profundidad, afirmando que para

    18 Op. cit. p. 17. 19 En su conjunto, la izquierda obtuvo un 31% de los votos totales, y el 27,5% de los

    escaos de la Cmara de Diputados. Datos en Germn Urza Valenzuela, Historia poltica de Chile y su evolucin electoral, 1810-1992. Editorial Jurdica, Santiago, 1992, y Federico Gil, El sistema poltico de Chile. Editorial del Pacfico, Santiago, 1967, p. 100.

    20 El FRAP sufri ese ao una aplastante derrota, la que se debi principalmente al apoyo incondicional que le brind la derecha al candidato democratacristiano. Los resultados fueron: Eduardo Frei (DC), 1.409.012 votos (55,67%); Salvador Allende (FRAP), 997.902 votos (38,64%), y Julio Durn (PR), 127.233 votos (4,95%), en Germn Urza, Historia de Chile y su evolucin elec-toral, op. cit. p. 603.

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    alcanzar el poder era posible la coexistencia de mltiples formas de lucha, a excepcin de la guerra civil y la insurreccin armada. Bajo las caractersticas de la realidad institucional de un pas como Chile, lo ms probable era que la implementacin de esa va tendra su manifestacin, a travs de la va electo-ral, aunque se admitan otros mecanismos incluidos en la expresin ms am-plia de lucha de masas. El camino entonces, de acuerdo al postulado co-munista, consista en conquistar el Poder Ejecutivo y desde all avanzar en las modificaciones que permitieran el establecimiento de un rgimen parla-mentario, tal como quedaba expresado en el Programa de la colectividad.

    Todava en 1961, el PCCh debi dedicar tiempo y pginas para acla-rar su postura frente al uso de la violencia como estrategia de accin poltica, frente a los alcances de la Revolucin Cubana y a lo que consideraba posi-ciones aventuristas. Aunque no siempre con la claridad que se poda esperar, en sendos artculos publicados en Principios en los meses de enero y octubre de 1961, se refera en trminos algo confusos en relacin con el uso de la violencia y a la necesidad de crear destacamentos armados, al menos como autodefensa ante un eventual cambio de situacin. Es muy probable que ello tuviera que ver con la reciente experiencia de clandestinidad por la que haba atravesado el partido. Lo que indudablemente lo haca asumir posiciones ms cautelosas. As, por lo menos, se desprende del siguiente texto:

    ...cuando hablamos de prepararse para cualquier cambio de situacin y, por tan-to, para emprender, si llega el caso, la va de la violencia, nos estamos refiriendo sobre todo a la necesidad de tener claridad ideolgica y poltica, al estudio del arte de la revolucin en cualesquiera de sus formas, a la labor del Partido en relacin a los cuerpos armados, y tambin a la conveniencia de que el Partido comprenda que, aun habiendo conquistado su legalidad, no tiene que mostrar todo el cuerpo, y su trabajo debe continuar en su triple aspecto de legal, clandestino y secreto.21

    Sin embargo, los comunistas se declaraban convencidos del singular

    camino que adquirira la transformacin poltica chilena, y este no era otro que la va pacfica. Aunque precisaban que si las clases dominantes asuman la violencia como forma de accin poltica, el movimiento popular poda re-currir a la lucha armada como mecanismo de defensa y de accin revolucio-naria.

    No obstante, el reconocimiento de la validez de la Revolucin Cubana (se debe recordar que ya haban pasado dos aos del inicio de la misma); el

    21 Luis Corvaln L., La va pacfica y la alternativa de la va violenta, en revista

    Principios N 86, octubre de 1961, p. 12.

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    rol dirigente jugado por la burguesa revolucionaria y la posibilidad de alcan-zar el poder a partir del desarrollo de un foco guerrillero, se adverta acerca de la imposibilidad de trasladar aquel modelo en trminos reduccionistas a otras realidades del continente.22

    En Chile, afirmaba el vocero del partido: ...de abrirse paso la revolucin por una va violenta, empezara tal vez en las ciu-dades, se expresara a travs de un levantamiento del proletariado con una combi-nacin de paros generales o parciales, con luchas callejeras armadas y, natural-mente, con apoyo de masas en el campo, y no durara sino algunos das o semanas a lo sumo.23 Esto en funcin del anlisis que los comunistas hacan de la realidad

    chilena, de sus instituciones y de la naturaleza del movimiento popular. Dicha apreciacin tiene que ver con la secreta aspiracin y necesidad de los comu-nistas de identificar la va pacfica con una actitud revolucionaria y no refor-mista, dotando de mayor sentido al movimiento de masas que venan prego-nando a lo largo de toda su historia. Se trataba ms bien de conciliar ambas vas por un nexo en comn, y atraer de algn modo la voluntad de quienes an los tildaban de reformistas dentro de su propio campo poltico.24

    Hacia el ao 1963 trataba de precisar el carcter revolucionario de la propuesta de va pacfica, buscando los lazos que comunicaban esa estrategia con aquella que colocaba su acento en el uso de la violencia. Entonces, en un documento denominado La va pacfica es una forma de revolucin, adems de enfatizar su propuesta de movilizacin de masas, su opcin pacfica y sus alusiones a la realidad concreta, busc conciliar ambos caminos:

    Hoy es claro que la diferencia entre la va pacfica y la armada slo est en el empleo o no de las armas como medio dominante de lucha. Dentro de una va ca-ben elementos de la otra y, lo que es tanto o ms importante, para uno u otro caso rigen los principios comunes acerca del papel de las masas, del rol de la clase obrera, de la alianza obrero-campesina, etc.

    22 En relacin con la Revolucin Cubana, ver Orlando Millas, La Revolucin Cu-

    bana sigue avanzando, en revista Principios, diciembre de 1959, N 64, pp. 13-22, y de Anbal Escalante, Naturaleza y carcter de la Revolucin Cubana, en revista Principios, agosto de 1961, N 84, pp. 27-52.

    23 Luis Corvaln L., La va pacfica y la alternativa de la va violenta, en revista Principios, octubre de 1961, p. 15.

    24 No est de ms recordar que un importante sector del PCCh entendi en la dcada del ochenta que esa era la estrategia que impregnaba la PRPM, y no la alternativa guerrillera y de enfrentamiento armado de carcter frontal.

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    Del mismo modo, est claro que en el curso del proceso revolucionario puede re-sultar imperativo y conveniente pasar de una a otra va. De ah la necesidad de es-tar preparados para cualquier viraje en la situacin y de dominar todas las formas de lucha.25 Sin embargo, una cosa era el discurso y los afanes de conciliar todos

    los caminos posibles, y otra la de secundar las palabras con acciones concre-tas. En este ltimo plano, el PCCh estaba a bastante ms distancia de formu-lar un plan de accin que incluyera la preparacin para la va armada en trminos adecuados. S lo hizo en el plano de insistir en las frmulas de acuerdos tanto hacia la izquierda socialista como hacia el centro burgus, en su afn de constituir una amplia alianza electoral y de clases.

    En los aos siguientes, el partido sigui refirindose al tema poniendo al centro del debate la idea acerca de que la va pacfica tena como condi-cin necesaria perfeccionar la capacidad de generar alianzas amplias entre los grupos revolucionarios y los de carcter progresistas de la sociedad chilena. No bastaba con la unidad del pueblo, era imperativo, sobre la base de un pro-grama de reformas democrticas, ampliar la plataforma de apoyo y establecer alianzas sustantivas con otras clases y capas sociales.

    Luego de la derrota electoral de 1964, el PCCh dirigi su discurso a otros aspectos de sus definiciones polticas. Con otro tenor, entonces ya no centr la discusin en el tema de la va para alcanzar el socialismo que des-cuid temporalmente y traslad su inters hacia el tema de la unidad de la izquierda, seriamente resquebrajada luego del triunfo de la Democracia Cris-tiana (DC) y por las crticas vertidas, en especial desde la izquierda socialista, que cuestionaban la validez del camino electoral para alcanzar el poder. EL CAMINO COMUNISTA A FINES DE LOS SESENTA: UNIDAD POPULAR

    En 1967, dos aos antes de la creacin del Pacto de Unidad Popular, el PCCh, nuevamente en las palabras de su Secretario General, hizo una serie de planteamientos, en que retomaba viejas propuestas que haban sido traba-jadas como se recordar a principios de la dcada.26 En primer trmino,

    25 Luis Corvaln L., La va pacfica es una forma de revolucin, en Nuestra po-

    ca, diciembre 1963, incluido en Camino de Victoria, pp. 59-60. 26 Corvaln, Luis L., Unin de las Fuerzas Antiimperialistas, en Revista Interna-

    cional Nuestra poca, N6, junio de 1967, incluido en Luis Corvaln L. Camino de Victoria, op cit.

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    defini el carcter de la revolucin con un alto sentido de historicidad, afir-mando que:

    En el marco general del subdesarrollo de Amrica Latina hay diferencia entre los pases que la componen, en cuanto a grado de desenvolvimiento econmico, pol-tico y social. Esto determina el carcter de las revoluciones del continente la diver-sidad de las formas y la diferencia de tiempo en la liberacin de los pueblos lati-noamericanos.27 Por lo mismo, si bien reconoca la necesidad de plantear el carcter

    continental de la revolucin y de la obligacin de establecer un frente comn ante la agresin imperialista, planteaba que el triunfo de la clase obrera dependera de su capacidad para batir al enemigo principal en el marco de su propia realidad histrica. En su ya tradicional adhesin a los clsicos marxis-tas, Corvaln citaba al Manifiesto Comunista

    Por su forma, aunque no por su contenido, la lucha del proletariado contra la burguesa es primeramente una lucha nacional. Es natural que el proletariado de cada pas debe acabar en primer lugar con su propia burguesa.28 En este sentido, el planteamiento del alto dirigente resaltaba la idea

    del carcter particular que deba asumir el camino hacia el establecimiento del socialismo. Este era el mejor argumento para defender lo que despus fue dado en llamar Va Chilena hacia el Socialismo, que supona construir el trnsito al socialismo, en el caso chileno, utilizando para ello la institucionali-dad burguesa.

    Convencidos de estar en el camino correcto, los comunistas chilenos intentaron reiteradamente profundizar la legitimidad de esa estrategia, sobre todo en un momento en que la radicalidad de las posiciones estaba siendo estimulada por el xito de la Revolucin Cubana, y por la aparicin de mo-vimientos guerrilleros a lo largo y ancho del continente.29 Enfatizando la naturaleza histrica de la revolucin, Corvaln afirmaba:

    27 Op. cit., p. 194. 28 Op cit., p. 196. 29 Sobre la influencia de la Revolucin Cubana en Amrica Latina, vanse, entre

    otros, Jorge G. Castaeda, La utopa desarmada, intrigas, dilemas y promesas de la izquierda de Amrica Latina, Ediciones Ariel, Buenos Aires, 1993, y Jos Rodrguez Elizondo, Crisis de las izquierdas. De la Revolucin Cubana a Chia-pas, pasando por el caso chileno, Editorial Andrs Bello, Santiago, 1994.

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    La Revolucin Cubana ha sido una demostracin palpable de cmo la vida rompe los esquemas, de que no se puede generalizar ninguna experiencia en lo que tiene de singular. Al mismo tiempo, de este principio no se puede extraer la conclusin de que lo singular de una revolucin, y en este caso de la Revolucin Cubana, no pueda tambin darse en otro lugar, aunque no exactamente de la misma manera. En este sentido, creemos que en algunos pases de Amrica Latina la llama de la revolucin podra prender como ocurri en Cuba, con la creacin de un foco gue-rrillero.30 Est claro que el discurso del Partido Comunista ya ha empezado a

    jugar con la estrategia pragmtica y de relativa apertura que lo caracteriz en su trayectoria de varias dcadas.

    Citando a V. I. Lenin, Luis Corvaln adverta contra los peligros que supona una errnea lectura de la realidad y el aventurismo izquierdista, pero al mismo tiempo asenta la necesidad de la audacia creadora que en el caso de su propuesta consista en establecer contra la corriente ms radical, aun-que en consonancia con la de su mentor ideolgico (el PCUS), una va pacifi-ca de trnsito hacia el socialismo.

    Por ello, no se puede rechazar de plano ni aceptar a fardo cerrado ninguna forma de lucha. Lo esencial es tomar el camino del combate, tratando de evaluar lo mejor posible la situacin, tanteando el vado, sometiendo la tctica a la prueba de la prctica, hallndonos dispuestos tanto al avance como al repliegue, siempre en busca de la coyuntura que permita abrirle paso a la revolucin.31 Estas palabras grafican muy bien la conducta del partido en los aos

    siguientes, aunque est claro que durante todo el perodo de la Unidad Popu-lar, e incluso despus de iniciada la dictadura militar, las acciones de los co-munistas fueron muy cautas y de acuerdo a la lnea planteada en estos aos.

    Con todo, en la antesala de la creacin de la alianza de la Unidad Po-pular a fines de los 60, el PCCh debi clarificar y defender los aspectos cen-trales que haran posible la viabilidad de un conglomerado de ese tipo. En un primer trmino, argument la existencia de caminos alternativos, y si bien se reconoca la posibilidad de vas ms radicales como el uso de la violencia, por ejemplo, esta slo poda ser validada en funcin de su historicidad. El partido se esmer entonces, en reconocer la legitimidad de la Revolucin Cubana como va de accin poltica, aunque slo despus de una fase inicial de defi-nido escepticismo. Sin embargo, aquel reconocimiento era bastante menos

    30 Corvaln, op. cit., p. 196. 31 Op. cit., p. 197.

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    ntido del que sustentaban quienes crean que esa va era posible en un pas como Chile, en las condiciones ofrecidas por la dcada de los sesenta.

    Otro aspecto relevante que el Partido Comunista debi discutir fue el carcter multiclasista de la alianza que estaba patrocinando. En el mismo art-culo de 1967, Corvaln asegur que las fuerzas sociales de la revolucin constituan un agregado de actores mltiples. El nudo central lo constituan los componentes del proletariado nacional, pero al cual se unan los campesi-nos (esta vez actores mucho ms centrales en las transformaciones sociales y polticas por las cuales atravesaba el pas), pero tambin los estudiantes, las capas medias y algunos sectores de la burguesa nacional.32 El PCCh admita que la nica posibilidad de generar una base de apoyo sustantiva para el pro-yecto popular era estableciendo una plataforma de acuerdo con estos ltimos sectores, aunque ello representara una medida transitoria para generar una correlacin de fuerzas favorables. Esto obedeca, adems, a su estrategia de aislamiento del enemigo principal, que se constitua en la tesis central para el triunfo de los sectores populares y el proletariado.

    La lucha principal, segn la organizacin izquierdista, se planteaba frente al imperialismo norteamericano y las oligarquas, y en ella confluan los intereses de grupos diversos, por lo tanto, haba que fortalecerla en esa direc-cin. Con todo, en palabras de Corvaln el xito de la estrategia resida

    En la aplicacin de nuestra lnea en favor de la unidad de accin de las ms am-plias fuerzas antiimperialistas y antioligrquicas, los comunistas partimos siempre de la idea de que la alianza de la clase obrera con el campesinado, la alianza del proletariado con los sectores populares no proletarios, es la mejor garanta de la constitucin de un slido y combativo frente nico.33

    32 El movimiento campesino chileno alcanz una notoria relevancia en el contexto

    electoral, poltico y social de la dcada de 1960. Las reformas de fines de los cin-cuenta ayudaron a la integracin poltica del campesinado, adems de provocar una notoria masificacin electoral. En los sesenta, la sindicalizacin campesina creci sustantivamente, a menudo impulsada por la Democracia Cristiana y la misma Izquierda. A modo de cifras, segn datos proporcionados por el cientista poltico Timothy Scully, hasta el ao 1965 haba 33 sindicatos rurales con 2.126 afiliados, mientras que en 1969 esa cifra haba aumentado a 423 sindicatos que agrupaban en total a 104.666 campesinos. Datos en el texto de Sofa Correa et al. Historia del Siglo XX chileno, Editorial Sudamericana, Santiago, 2001, p. 249.

    33 Luis Corvaln, Unin de las Fuerzas Antiimperialistas, en Camino de Victoria, p. 200.

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    El partido confiaba en la capacidad rectora del proletariado, toda vez que la economa del pas estaba manifestando un interesante crecimiento de la oferta industrial a partir de los aos cuarenta, con el consiguiente crecimiento del nmero de trabajadores en el sector y el aumento de su importancia de-ntro de la estrategia econmica. Al mismo tiempo, el proletariado minero tena una tradicin de organizacin y lucha desde principios de siglo, estando vinculado directamente con aquellas actividades en que el capital transnacio-nal se haba hecho dominante.34

    Sin embargo, para la hora presente la organizacin se encontraba fren-te al hecho objetivo de la actitud revolucionaria de algunos sectores de la pequea burguesa. Con esto, se abra la necesidad de integrar a esas fuerzas en una corriente revolucionaria capaz de sintetizar un proyecto de naturaleza incluyente. El mensaje iba claramente dirigido a reconocer las posibilidades de entendimiento con algunos sectores al interior de la Democracia Cristiana.

    As como existen miembros de la pequea burguesa que se descuel-gan de su clase de origen y se enlistan en las filas del Partido Comunista, ar-gumentaba Corvaln, existen ncleos de pequea burguesa capaces de levan-tar sus propias organizaciones y, en consecuencia, al PCCh le corresponda la tarea de ganarse esas instancias para la causa revolucionaria. Se trataba de asumir una actitud ms flexible y no caer en lo que posiblemente los comunis-tas definiran como un error de izquierda, es decir, en el sectarismo y la ex-clusin. De paso, no est de ms decir que esta actitud es la que los comunis-tas fortalecieron para posibilitar la alianza con sectores disidentes de la DC, con las fracciones ms importantes del radicalismo y con otros ncleos meno-res de representacin mesocrtica. Adems, se debe recordar que en numero-sas ocasiones, a pesar de las diferencias, en el mbito de los conflictos sindi-cales y huelgusticos los comunistas estimularon la generacin de acciones comunes entre trabajadores de filiacin radical y an democratacristiana, ms sus propios militantes.

    Dando cuenta de sus errores del pasado, Corvaln manifestaba en-tonces 34 Existe una amplia bibliografa dedicada al movimiento obrero chileno en autores

    como Hernn Ramrez Necochea, Jorge Barra, Julio Csar Jobet, Crisstomo Pi-zarro, entre otros. Para profundizar sobre esto, se recomienda el artculo de Jorge Rojas, Los trabajadores en la historiografa chilena: balance y proyecciones, en Revista de Economa y Trabajo N10, Programa de Economa del Trabajo, PET, Santiago, 2000, pp. 47-117. En l se revisan extensamente las producciones histo-riogrficas dedicadas al mundo del trabajo.

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    Durante varios aos los comunistas chilenos sustentamos la consigna de instau-racin inmediata de la dictadura del proletariado, de la constitucin del Poder So-vitico. Esta posicin sectaria no ayud a la ampliacin de nuestras filas. Al aban-donar esa consigna, pasamos a concebir la revolucin chilena como democrtico-burguesa.35 Para los comunistas esto supona el fortalecimiento de la accin

    comn con otras fuerzas polticas y sociales no populares, lo que, para el perodo avanzado de la dcada del sesenta, le permita matizar su postura frente a la DC y al gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964-1970). Sin em-bargo, la posibilidad de acuerdos con esa colectividad nunca pudo prosperar, por las reticencias de la DC, por las distancias ideolgicas que los separaban y porque ambos partidos competan entonces por un espacio social que esta-ba en disputa.36

    A pesar de lo anterior, el PCCh asuma la necesidad de la creacin de una base social amplia, pues a sus dirigentes les asista el convencimiento de que la

    ...colaboracin en la lucha entre las fuerza revolucionarias del proletariado y de la pequea burguesa puede llegar muy lejos, incluso a la constitucin de un solo partido revolucionario marxista-leninista all donde ambas corrientes tienen hoy sus propios partidos.37

    Adems, aseguraba Corvaln, los partidos que serviran de eje a la

    alianza popular ya contaban con puntas de lanza entre los sectores de la pe-quea burguesa, y en eso el Partido Socialista pareca estar ms aventajado. El aserto estaba dirigido claramente a convencer a los socialistas de la posibi-

    35 Unin de las fuerzas antiimperialistas, en Camino de Victoria, p. 203. 36 Adems, otro motivo del impedimento para las alianzas PCCh-DC fueron las

    distintas visiones sobre el carcter de la Democracia Cristiana en el seno de la propia izquierda, con lo cual se pona en riesgo el eje socialista-comunista. El PCCh, por un lado, defini en un primer momento al gobierno democratacristiano como socialmente contradictorio, debido a la heterognea composicin social de la colectividad. Por otro lado, en el PS un conocido dirigente afirm que al go-bierno de la DC se le negara la sal y el agua. Los socialistas, confirmando esta negativa visin, en el marco de su XXI Congreso (1965) calificaron a la Democra-cia Cristiana como: ...reaccionaria y antisocialista en cuanto pretende el afian-zamiento de la burguesa como clase reformista y paternal en cuanto necesita el apoyo de las masas para sus propios fines de representante de la clase capitalis-ta, en Julio Csar Jobet, El Partido Socialista, op. cit., p. 108.

    37 Luis Corvaln, Camino de Victoria, p. 205.

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    lidad de establecer acuerdos hacia el centro poltico. Para entonces exista la conviccin de que el PCCh era una organizacin esencialmente obrerista, mientras que el PS admita en su seno una amplia gama de trabajadores ma-nuales e intelectuales que le daba a su base social un matiz verdaderamente ms heterogneo.38

    En concreto, y en una situacin que guarda algn grado de compara-cin con lo que haba sucedido en los orgenes del Frente Popular en los aos treinta, los comunistas proponan inicialmente un acercamiento hacia aquella parte del centro poltico que estaba representada por el Partido Radical. Si bien este ltimo ya no era la fuerza hegemnica del sistema de partidos pol-ticos chileno, conservaba una adhesin electoral que en una competencia de tres tercios podra hacer la diferencia entre el triunfo y la derrota en la futura contienda por la presidencia.39 Lo anterior queda expresado en el siguiente cuadro: 38 Desde su nacimiento como organizacin el 19 de abril de 1933, el Partido Socia-

    lista de Chile se distingui por tener una composicin social bastante ms diversa que los comunistas, ya que inclua un amplio sector de clases medias de provin-cias, intelectuales, estudiantes, empleados, y una importante base trabajadora ur-bana. Consecuentemente con esto, esta diversidad social devino en constantes dis-putas ideolgicas y polticas que los socialistas han manifestado con ms regulari-dad que el PCCh durante su desarrollo histrico. Para profundizar sobre la compo-sicin social del PS, vanse, Julio Fandez, Izquierdas y democracia en Chile, 1932-1973, Ediciones BAT, Santiago, 1992, pp. 88-96; Federico Gil, El sistema poltico de Chile, op cit. pp. 309-311; Paul Drake, Socialismo y populismo en Chi-le 1936-1973, Instituto de Historia Universidad Catlica de Valparaso, Valpara-so, 1992, pp. 131-142.

    39 El Partido Radical fue fundado en la segunda mitad del siglo XIX por un grupo de oligarcas de la regin de Atacama, ubicada en el norte de Chile. Durante el siglo XX, los radicales representaron en una buena parte los intereses de las capas me-dias, incluyendo en sus filas sectores como empleados, profesores, funcionarios pblicos, adems de ciertos segmentos oligarcas. Polticamente los radicales fue-ron el partido de centro predominante hasta la dcada de 1960, caracterizndose por su comportamiento extremadamente pragmtico, ya que entabl alianzas con todos los grupos polticos, desde los liberales hasta los propios comunistas. En ge-neral los radicales se destacaron por su vocacin reformista de clase media, pero con importantes segmentos anticomunistas. Para profundizar vanse: Federico Gil, El sistema poltico... op. cit., pp. 277-286; Florencio Durn, El Partido Radical, Editorial Nacimento, Santiago, 1958; Germn Urza, La democracia prctica. Los gobiernos radicales, Editorial Melquades, 1987 y, del mismo autor, Los par-tidos polticos chilenos: las fuerzas polticas. Ensayos de insurgencia poltica, Editorial Jurdica de Chile, Santiago, 1968; Alberto Edwards y Eduardo Frei, His-toria de los partidos polticos chilenos, Editorial del Pacfico, Santiago, 1949;

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    Cuadro I

    Evolucin electoral Partido Radical: Elecciones parlamentarias Ao eleccin Votacin Partido Radical 1953 13,3% 1957 22,1% 1961 21,4% 1965 13,3% 1969 13%

    Fuente: Julio Fandez, op. cit., p. 293.

    En este sentido, un virtual entendimiento entre radicales y las fuerzas del FRAP podra conducir a que, por primera vez en la historia de Chile, una coalicin con la hegemona de los partidos de la izquierda marxista conquista-ra el Poder Ejecutivo y eventualmente una mayora parlamentaria, aunque eso era ms difcil de alcanzar.

    A comienzos de ao un todava progresista Alberto Baltra importante figura del Partido Radical, haba sostenido que

    el mundo marcha inevitablemente hacia el socialismo y que es perfectamente concebible una alternativa viable lo suficientemente socializada como para permi-tir una planificacin eficaz, preparar el cambio del sistema capitalista, extirpar los monopolios, debilitar la influencia imperialista y facilitar la acumulacin y movi-lizacin de los cuantiosos recursos que se necesitan para acrecentar la capitaliza-cin nacional y, por ende, el ritmo de desarrollo de Chile.40 Estas apreciaciones fueron planteadas por Baltra en el marco de las

    elecciones municipales de 1967, una contienda que estableci el peso espec-fico de los distintos campos polticos y de cada partido, particularmente en trminos de su adhesin ciudadana. Se debe recordar que para esta poca ya estaban en plena vigencia los cambios introducidos al sistema general de elecciones, que le haban dado mayor limpieza a los actos electorales, y que permiti, adems, el ingreso masivo de la poblacin al ejercicio ciudadano.41

    Sergio Guilisasti, Partidos polticos chilenos, Editorial Nacimento, Santiago, 1964. Para una visin crtica, vase el importante estudio de Norbert Lechner, La democracia en Chile, Ediciones Signos, Buenos Aires, 1970.

    40 Alberto Baltra citado por Luis Corvaln en Camino de Victoria, p. 206. 41 En este perodo se materializ una transicin de un electorado de clientelas a uno

    de masas, ngel Flisfisch, Seminario La Unidad Popular, 30 aos despus, Uni-versidad de Chile, mayo de 2003. En 1958 se dict la ley electoral que creaba la

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    Sin embargo, la competencia que estableci la pauta de los conflictos futuros del sistema de representacin fueron las importantes elecciones par-lamentarias de 1969. Los resultados finales se muestran en el siguiente cua-dro:

    Cuadro II

    Elecciones Parlamentarias 1969: Principales fuerzas polticas

    Partidos Votacin (porcentaje) Comunista 15,9 Socialista 12,2 Democracia Cristiana 29,8 Nacional 20,0 Radical 13,0 Fuente: Direccin Registro Electoral, citado en Arturo Valenzuela, op. cit., p. 106.

    Esta distribucin electoral convenci a los comunistas de la necesidad

    de fortalecer su unidad con el Partido Socialista, pero al mismo tiempo la de intentar el acercamiento con los radicales, que aunque en declinacin eran la nica fuente electoral disponible hasta ese momento. Se debe recordar que el Movimiento de Accin Popular Unitaria (MAPU) cristaliz solamente el ao sesenta y nueve.42

    cdula nica, lo cual priv la prctica del cohecho en las zonas rurales y permiti mayor libertad de accin de los ciudadanos. En 1962, por otro lado, se declar la obligatoriedad en la inscripcin en los registros electorales. Ambas medidas pro-vocaron un aumento explosivo de la participacin, llegando a alcanzar un 29% de la poblacin total. Por ejemplo, entre las elecciones presidenciales de 1958 y las de 1964 el nmero de votos aument de 1.250.350 a 2.530.697. Los datos se extraje-ron de Norbert Lechner, La democracia en Chile, op. cit., p. 120. Desde el ao 1970, el electorado continu en expansin, debido a la inclusin al ejercicio ciu-dadano de los analfabetos, no videntes y menores de 21 aos.

    42 El MAPU fue un partido nacido de una escisin hacia la izquierda del Partido Demcrata Cristiano. Estuvo compuesto sobre todo por importantes segmentos de la juventud del partido y algunos militantes histricos, como Jacques Chonchol y Rafael Agustn Gumucio, adems de sectores del campesinado. Esta organizacin surgi como consecuencia del descontento hacia el gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964-1970), en tanto abogaba por la radicalizacin de sus reformas es-tructurales. Por ello, deriv progresivamente hacia la izquierda marxista, partici-pando en la formacin de la Unidad Popular en 1969 y durante todo el gobierno de Salvador Allende. Para una discusin de sus bases ideolgicas, vanse la entrevis-

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    En funcin de lo anterior, el PCCh enfatiz la necesidad de accin comn y por lo mismo procur establecer propuestas que empatizaran con los intereses de los posibles nuevos asociados, aunque al pasar dej de mani-fiesto la transitoriedad que poda llegar a tener dicha colaboracin. Entonces coment Corvaln:

    Los comunistas siempre hemos planteado que existen dos tipos de aliados de la clase obrera: permanentes y transitorios. Este es tambin un hecho objetivo. La historia no se detiene. Una vez que se alcanzan tales o cuales metas, la sociedad se plantea nuevos pasos hacia adelante. Y en ese momento surgen nuevas contradic-ciones y nuevas tareas y, en relacin a ellas, se producen cambios en las posiciones polticas, se crea una nueva correlacin de fuerzas, algunos pasan a posiciones re-accionarias, mientras los ms quieren seguir y seguir adelante.43 La propuesta comunista de alianza amplia supona afrontar la fase de

    profundizacin democrtica, y en ella todos los involucrados parecan tener intereses en comn.

    El proyecto comunista y luego el de la Unidad Popular necesitaban poner en claro avanzar en la democratizacin como paso inicial en el camino al socialismo, y eso supona el mayor respeto posible a la diversidad poltica, a la libre expresin de las ideas, a la confrontacin de las mismas y al privile-gio de salidas negociadas. Por esta misma razn, el partido fortaleci su viejo discurso y repiti insistentemente algo que ya haban anunciado en todas di-recciones: el carcter pacfico de la va que se estaba proponiendo, que con-templaba la movilizacin de masas, pero no haca de lo militar un constitu-yente esencial de la opcin y que, por lo tanto, relativizaba el uso de la vio-lencia, en el sentido que no haca de ella una necesidad imprescindible. Por otra parte, conceba su utilizacin como una respuesta a la violencia reaccio-naria proveniente del imperialismo, de la oligarqua y de la institucionalidad burguesa.

    ta a Rodrigo Ambrosio, primer Secretario General del MAPU, en la serie de do-cumentos, El primer ao del gobierno popular, Unidad Proletaria N1, marzo 1972, pp.17-28. Para complementar sobre las posiciones del MAPU durante el go-bierno de la Unidad Popular; la entrevista a Jaime Gazmuri, en El segundo ao del gobierno popular, Unidad Proletaria N2, noviembre 1972, pp. 314-352. Sobre la discusin Democracia Cristiana-MAPU, vase Jaime Castillo Velasco, Teora y prctica de la democracia cristiana chilena, Instituto de Estudios Polticos, Edito-rial del Pacfico, Santiago, 1973, pp. 411-438.

    43 Luis Corvaln L., Camino de Victoria, p. 209.

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    En segundo trmino, enfatizaba el carcter multipartidista del sistema de representacin. Esto es interesante, porque una actitud como sta muestra un punto de inflexin entre la postura del Partido Comunista de Chile y la ortodoxia difundida por el PCUS, cuyo modelo estaba sustentado en la con-viccin de la existencia de partido nico. En todo caso, una decisin como esa es la que le ha dado al comu-nismo chileno una base de sustentacin para reivindicar su carcter de partido democrtico, a pesar de sus adhesiones al movimiento comunista internacio-nal. En la ocasin, el Secretario General del PCCh defendi la tesis multi-partidista para el modelo de transicin al socialismo.44 Para ello, apel a las que estaban siendo posturas disidentes respecto a la ortodoxia sovitica, llevadas adelante por los partidos comunistas en pases como Italia y un poco ms tarde en Francia, realidades en que se encontraba mucho ms enraizada la institucionalidad liberal y que, adems, haban pasado por la experiencia traumtica del fascismo y la ocupacin nazi.

    Como se sabe, el germen de lo que despus se ha dado en llamar eu-rocomunismo se materializ, inicialmente, en el voto a favor de una represen-tacin multipartidista y un cuestionamiento a la existencia de partidos nicos. Adems, introdujo el concepto de policentrismo, por el que se reconoce la existencia de varios focos de articulacin del movimiento comunista interna-cional. La propuesta de Luis Corvaln se hizo pblica cuando seguramente ya eran conocidas las divergencias entre Palmiro Togliatti, Secretario General del Partido Comunista Italiano, y las tesis emanadas desde Mosc.45 44 En relacin al multipartidismo revisar los artculos de Sergio Vuskovic, editados

    por revista Principios: Construccin pluripartidista del socialismo, marzo-abril, 1968, N 124, pp. 7-23; Pluripartidismo poltico, enero-febrero 1971, N137, pp. 6-14 y, Pluralismo ideolgico, septiembre 1971, N140, pp. 43-52.

    45 As, el ao 1964 Palmiro Togliatti, Secretario General del Partido Comunista Italiano, lleg a declarar: Las formas y condiciones concretas de avance y victo-ria del socialismo sern hoy y en el futuro prximo muy diferentes de lo que han sido en el pasado. Por eso cada partido debe moverse de un modo autnomo. No-sotros nos opondremos, pues, a cualquier propuesta de crear de nuevo una orga-nizacin internacional centralizada. Somos fomentadores tenaces de la unidad de nuestro movimiento y del movimiento obrero internacional, pero esta unidad debe realizarse en la diversidad de las posiciones polticas concretas. En Bernardo Valli, Los eurocomunistas, Editorial Dopesa, Barcelona, 1977, p. 31. Opiniones del PCCh sobre sus pares italianos se encuentran en Jorge Insunza, El Congreso de los comunistas italianos, en revista Principios, mayo-junio 1966, N113, pp. 56-80. Durante el gobierno de la Unidad Popular, vase el saludo de Volodia Teil-

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    En el ao 1967 los comunistas chilenos expresaron abiertamente su adhesin a un modelo de representacin multipartidista, tratando de asegurar, de esa manera, la confianza de aquellos partidos y sectores sociales compro-metidos con la democracia tradicional.

    El Partido Comunista de Chile, al reconocer la necesidad de un siste-ma de participacin plural, debi subordinar, aunque sin abandonar, la tesis de la Dictadura del Proletariado, por lo menos en los textos de sus definiciones polticas y estatutos partidarios. En la etapa siguiente, y durante el desarrollo de su experiencia de la Unidad Popular debi enfatizar el concepto de van-guardia poltica. Es decir, su apoyo a la convocatoria para la conformacin de una alianza amplia supona al mismo tiempo fortalecer la capacidad de lide-razgo de las clases trabajadoras y sus organizaciones polticas. Citando a V. I. Lenin, Corvaln trataba de dar ms autoridad a su propuesta:

    ...no basta con llamarse vanguardia y destacamento avanzado; hay que obrar de tal manera que todos los dems destacamentos vean y no puedan por menos de re-conocer que marchamos adelante. 46 La estrategia sustentada por el PCCh invocaba una alianza amplia,

    pero con el liderazgo claro y ntido en las manos de la unidad comunista-socialista, los dos actores ms importantes de la izquierda chilena. Una direc-cin difcil de resolver, toda vez que el Partido Socialista se encontraba en camino de asumir una postura ms radical, que anunciaba la difcil relacin entre las colectividades de la izquierda marxista despus del triunfo de 1970. CONCLUSIONES

    El Partido Comunista de Chile mostr una notoria continuidad discur-

    siva, sino a partir de su nacimiento, al menos desde la temprana dcada de 1930. As, es interesante constatar el esfuerzo realizado por la colectividad, en el sentido de asentar un conjunto de ideas y bases programticas. Esto lo llev a propiciar, en un primer trmino, su integracin al sistema institucional, y luego su participacin en alianzas de naturaleza poltica con un claro senti-do incluyente. De un modo general, es posible afirmar que las tesis enarbola-das por el PCCh hunden sus races en un largo perodo de tiempo y con una notable continuidad histrica. La bsqueda de acuerdos y compromisos con el centro radical y luego con la izquierda socialista, abri una ruta que sera

    telboim, Nuestra palabra en el XII Congreso del Partido Comunista Italiano, en revista Principios, enero-febrero, 1972, N144, pp. 129-143.

    46 Lenin, citado por Luis Corvaln L., Camino de Victoria, p. 212.

  • Hernn Venegas Valdebenito

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    reeditada por el partido en los aos cincuenta y sellada definitivamente con su proyecto de Unidad Popular hacia fines de la dcada siguiente.

    En ese camino la organizacin demostr una importante coherencia, reafirmada constantemente en su adhesin a una concepcin etapista de la revolucin y refrendada, primero, por su tesis de va pacfica, y en segundo trmino, con un relativo alejamiento de la ortodoxia, avalando la existencia de un rgimen multipartidista inscrito en los marcos de la democracia represen-tativa.

    A pesar de ello, es importante sealar cmo el PCCh realiz una lec-tura permanente de los clsicos marxistas y trat de justificar sus lneas de accin invocando con frecuencia a V. I. Lenin. En este sentido, la tesis de la va pacfica tuvo su sustento ideolgico en el carcter pragmtico e historicis-ta del lder de la revolucin rusa. As, los comunistas chilenos otorgaron un lugar privilegiado al anlisis de las condicionantes objetivas de la realidad, asignando de paso un aura cientificista a sus proposiciones. Esto es lo que los convenci poderosamente de la rigurosidad de sus conclusiones.

    Su constante referencia a las variables histricas de los movimientos polticos les permiti tomar distancia, al mismo tiempo, de fenmenos como la Revolucin Cubana y suscribirse a las tesis del PCUS, con el cual mantuvo un alto grado de consonancia ideolgica.

    Sin embargo, el PCCh, al igual que los dems componentes del siste-ma poltico, debi alternar esta necesidad de mantener una lnea ideolgica con su pretensin de ocupar y mantener posiciones al interior del sistema poltico. Esto fue lo que lo llev a buscar frmulas de acuerdo con otros sec-tores de la izquierda, cuya posicin fundamental frente a los que deban ser los caminos de la revolucin estaban, en algunos casos, a bastante distancia de los postulados de la organizacin. En el afn de acortar distancias, es po-sible explicar por qu el PCCh debi matizar su discurso. Por una parte, de-bi profundizar el carcter revolucionario de su accin, buscando legitimidad antes sus aliados ms radicales. Entonces enfatiz sus llamados a la lucha de masas, y otorg a ellas un contenido revolucionario, aprobando incluso nive-les de violencia que las mismas podan llegar a representar.

    Por otra, esta actitud relativiz su imagen de partido sistmico, de al-guna manera contamin su pretensin legalista en el sentido de su respeto a la institucionalidad burguesa, y termin por despertar la desconfianza de los actores comprometidos con la defensa del statu quo, pero tambin de aquellos que, aun queriendo introducir cambios, sentan el peso de la deno-minada amenaza comunista.