“guerra, y paz”

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Guerra, y paz” Miguel-A. 149 seg. (Miguel Gila)

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Miguel-A. “Guerra, y paz”. 149 seg. (Miguel Gila). - PowerPoint PPT Presentation

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Page 1: “Guerra, y paz”

“Guerra,y paz”

Miguel-A.

149 seg.(Miguel Gila)

Page 2: “Guerra, y paz”

Aunque vaya por libre, me considero tan pacifista como el que más. No me apunto méritos: el padecer una enfermedad degenerativa (vivir como de prestado), tener una pensión y una familia que me cuida, y ni siquiera hijos a quienes dejar herencia... me permiten mandar a la mierda la más mínima búsqueda de dinero y de poder. Me siento exento de tales debilidades humanas.

Aunque me declaro pacifista, no estuve ni a favor ni en contra de la llamada guerra de Irak. Pero no por la guerra en sí (claro que deploro la guerra), sino por toda la serie de cosas que concurrían en torno al tema.

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La política es necesaria, pero las más de las veces una puta mierda movida por políticos gilipollas interesados en sustituir el razonamiento del ciudadano por filias y fobias. A tales políticos no les interesa que el ciudadano razone, buscan que crea, a pies juntillas, en ellos (filias), y odie al adversario político (fobias).

Lo cierto, es que Sadam me parecía un “mal bicho”, incluso para su propio pueblo. Había que quitarle de su puesto. ¿Pero cómo? ¡He ahí el dilema! Tan culpables fueron quines llevaron el órdago a la guerra, como quienes intentaban sabotear el órdago que hubiera evitado la guerra. Y la llamada guerra de Irak se convirtió en lo que el asunto, de antemano, querían los políticos que fuera: filias y fobias (proamericanismo y antiamericanismo).

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Está Sadam en uno de sus palacios de Bagdag sentado en su oficina un día pensado cómo tomarles el pelo a los inspectores de la ONU una temporada más, cuando suena el teléfono:

- ¡Buenos días, Sr. Hussein! -dice una voz con un fuerte acento de Bilbao-. Soy Gaizka, propietario del bar-resraurante Txiqui en Bilbao. Le llamo para informarle de que hemos decidido declararle oficialmente la guerra.

Page 5: “Guerra, y paz”

- Bien, Gaizka -responde Sadam-. ¡Qué noticia más interesante!. Ya me estaba aburriendo. Te aseguro que será la madre de todas las batallas. ¿Y de cuántos soldados disponéis, si puede saberse?.

- Por ahora, somos yo, mi primo Patxi, su vecino Txetxu, y el equipo completo de pelotaris del barrio. ¡En total ocho!.

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- Amigo Gaizka, creo que te has equivocado. Debería informarte que tengo 2 millones de hombres en mi ejercito esperando mis ordenes para atacar, y dispuestos a morir si fuera necesario.

- ¡Áivalostia! -exclamó Gaizka-. Nos retiramos a deliberar. Creo que le tendré que volver a telefonear mañana. ¡Hasta luego!.

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Al día siguiente, Gaizka llama otra vez:

- Señor Hussein, ¡nuestra declaración de guerra sigue en pie! Hemos conseguido algunos refuerzos y algo de armamento de infantería.

- ¿Y de que tipo de armamento estamos hablando si puede saberse, Gaizka? -pregunta Sadam-. ¿Son armas convencionales?.

- Bueno, tenemos la furgoneta, el R5 de Patxi, la bicicleta de Txetxu, y una grúa que le hemos robado a la policía municipal.

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- Una vez más -dice Sadam-, me parece que no has medido la diferencia de armamento. Creo que debería informarte que tengo 16.000 tanques y 14.000 vehículos blindados para el transporte de tropas, 80 barcos de guerra, y dos mil aviones bombarderos.

- ¡Áivalostia! -exclamó Gaizka-. Le tendré que llamar mañana otra vez. ¡Hasta luego!.

Page 9: “Guerra, y paz”

Una vez más, Gaizka llama al día siguiente.

- Señor Hussein, mi declaración de guerra sigue firme. Hemos conseguido extender nuestras fuerzas por mar y aire. Hemos conseguido atar un torpedo a la tabla de surf de Joseba y puesto un par de metralletas a un ultraligero que teníamos a mano. Además, se nos han unido cuatro chavales aizcolaris, con hachas y todo. ¡Ni madre de las batallas, ni chorras! ¡Esto es pan comido!.

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- Gaizka, por tu bien, te tengo que informar que tengo 2.000 aviones de combate. Y mi residencia está bunquerizada, y rodeada de láseres antimisiles.

- ¡Áivalostia! -exclamó Gaizka-. Creo que mañana le volveré a llamar.

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Como ya venía siendo costumbre, Gaizka llama al día siguiente:

- Buenos días, Señor Hussein. Siento informarle que vamos a tener que cancelar la guerra. Retiramos nuestra declaración.

- Vaya, lo siento, Gaizka. Echaba de menos un poco de jaleo. ¿Pero a qué se debe el cambio de opinión? ¿O es que tienes miedo?.

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- ¿¡Miedo yo!? -exclama Gaizka-. ¡No es eso! Bueno, la verdad es que lo he comentado todo con los chavales en el bar-restaurante, y hemos pensado que estamos obligados a cumplir las normas de la Convención de Ginebra. Y ni de coña vamos a ser capaces de dar de comer a dos millones de prisioneros de su ejército. Lo más que conseguimos en el restaurante es dar un centenar y medio de comidas diarias.