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8/17/2019 Gidi - Mujeres Dramaturgia XX http://slidepdf.com/reader/full/gidi-mujeres-dramaturgia-xx 1/21 Claudia Gidi Jacqueline Bixler [Coordinadoras J Las mujeres y la dramaturgia mexicana del siglo XX Aproximaciones críticas EDICIONES EL MILAGRO 1 UNIVERSIDAD VERACRUZANA UNIVERSIDAD DE SONORA 1 UNIVERSIDAD DE VIRGINIA TECH

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Claudia G idi

Jacque line B ix le r

[Coordinadoras J

Las mujeres

y la dramaturgia

mexicana del siglo

XX

Aproximaciones críticas

EDICIONES EL MILAGRO 1 UNIVERSIDAD VERACRUZANA

UNIVERSIDAD DE SONORA 1 UNIVERSIDAD DE VIRGINIA TECH

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ÍNDICE

Presentación

CLAUDIAGIDI

La dramaturgia femenina

mexicana, I900-I940

OLGAMARTHA PEÑA DORIA

Miel que cura, miel mortal ...

Lectura de un texto dramático

de Leonora Carrington

NIDIA VINCENT

7

I7

59

No ser héroes

Apuntes en torno a la pieza

en algunas clasesde teoría

dramática de Luisa Josefina Hernández

CONSUELO GARRIDO

97

La estética desenmascaradora de

la farsa en El eternofemenino

de Rosario Castellanos

DAHLIA ANTONIO ROMERO

Un teatro sólido: Elena Garro

DAVID OLGUÍN

  9

163

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Del psicoanálisis al teatro:

la locura de las mujeres

 Fe li z nuevo s ig lo,dok tor Freud)

CLAUDIA GIDI

201

De amores

y

amarres:

el teatro mexicano de mujeres

JACQ_UELINEE. BIXLER

237

El fin de la simulación:

comentarios al cabaret

masivo de Jesusa Rodríguez

y Liliana Felipe

GASTÓN ALZATE

  9

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Primera edic ión, ju lio de 20II

©

Claudia Gidi

© Arte y Escena Ediciones

Milán 18/colonia Juárez / 06600 México, D.F.

[email protected]

www.edicioneselmilagro.com.mx

Fotografía de portada: Rodrigo Moya

ISBN:978-607-409-031-4

Impreso y hecho en México

El presente volumen constituye la primera

aportación del cuerpo académico Poética Literaria Hispanoamericana

de la Universidad Veracruzana a los estudios de poética dramática.

Este libro forma parte del proyecto de investigación

 Manifestaciones estéticasde la risa en la literarura

hispanoamericana avalado por Conacyt (núm.

80204).

PRESENTACIÓN

Las mujeres han tenido una participación decisiva en el

teatro mexicano, no solo como actrices sino también co

mo directoras, escenógrafas y dramaturgas, aunque esto

no siempre se vea claramente reflejado en las historias o

antologías que dan cuenta de la vida teatral en nuestro

país. Por esta razón decidimos conjuntar el esfuerzo y

la imaginación crítica de escritores, académicos y gente

dedicada al teatro, para que juntos volviéramos lamirada

hacia el fenómeno dramático en México, donde, si bien

la figura femenina ha sido importante, no siempre se le

ha prestado la atención que merece. El presente libro esel

resultado de un trabajo de relectura y reflexión conjuntas.

Evidentemente, ante la imposibilidad de ser exhausti

vos, hemos debido hacer una selección de las autoras

y los temas tratados. El lector podrá advertir ausencias

significativas, pero hay algo que sí encontrará: atención

a autoras injustamente olvidadas, lecturas de dramatur

gas muy conocidas que aquí merecen una mirada crí

tica renovadora y la inclusión de otras manifestaciones

dramáticas populares, con frecuencia desdeñadas por los

críticos académicos.

Las mu j eresy la d ramatu rg ia me xic ana del s ig loXX en

tonces, intenta presentar un paisaje más justo en el que

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Presentación

aparezcan las voces femeninas que destacaron en la his

toria del teatro mexicano del siglo pasado; mujeres que

diversificaron y enriquecieron nuestro patrimonio cultu

ral y que no solo incursionaron en la creación artística y

literaria de su tiempo, sino que supieron transformarla.

Si la literatura es el espacio en el que se construyen

nuevos imaginarios, no es extraño que en ellalasmujeres

hayan encontrado otra forma deestar en el mundo, como

tampoco lo es que en muchas de sus obras se reflexione,

desde un punto de vista ajeno al dominante, sobre la

condición femenina, sus limitaciones y posibilidades. Por

lo demás, desde el horizonte de los estudios literarios, las

obras dramáticas escritas por mujeres han sufrido una es

pecie de marginación doble: en cuanto textos creados pa

ra la escena y en cuanto escritos por mujeres. Es bastante

claro, me parece, que el género dramático ha sido poco

atendido por los estudios literarios, salvo en el honroso

caso de los clásicos y de los Siglos de Oro para la tradi

ción hispana; solo en las últimas décadas la literatura

femenina se ha vuelto centro de la atención de críticos

e historiadores.

Sin olvidar que el teatro es un fenómeno artístico es

pectacular que no puede reducirse al discurso verbal, y

partiendo del rompimiento del paradigma metonímico

que tomaba al texto por el teatro, es necesario -si no in

dispensable- volver a ocuparnos analítica y críticamente

del texto dramático en cuanto texto literario y texto para

laescena. Cada obra es, por lomenos en principio, lo uno

y lo otro conjuntamente.

Aunque algunas de las dramaturgas de las que se ocu

pa esta colección de ensayos han sido objeto de interesan

tes y reveladores trabajos críticos, nos parece que una de

ClaudiaGidi

las aportaciones importantes de este libro es justamente

la mirada en perspectiva que ofrece; es decir, la posibili

dad de una visión de conjunto que dé cuenta de los diver

sos rumbos que ha seguido el teatro escrito por mujeres,

además de que señala algunos aspectos poco estudiados

de estas dramaturgias, que esperan ulteriores revisiones

analíticas. El corpus de ensayos aquí reunidos pretende,

pues, sumarse a los esfuerzos por construir una historia

de la dramaturgia femenina mexicana, que propicie re

flexiones futuras y contribuya al estudio de una tradición

en la que todos, hombres y mujeres, podamos mirarnos

críticamente.

En el trabajo con el que se abre esta compilación, 01-

ga Martha Peña Doria, profesora de la Universidad de

Guadalajara, investiga la trayectoria de las dramaturgas

mexicanas de las primeras cuatro décadas del siglo XX.

Se trata de un periodo que, a pesar de haber sido muy

poco estudiado, esespecialmente importante para la con

solidación de un teatro mexicano, con características pro

pias, en el que confluyen -nos dice la autora- las tres

corrientes que le dieron forma: el teatro de influencia

española, la corriente vanguardista y el incipiente teatro

mexicanista. Peña Doria señala, además, que muchas de

las dramaturgas de los años veinte y treinta tuvieron una

importante participación en la promoción del cambio de

la situación de la mujer en México. De inicios tímidos,

poco a poco estas autoras se fueron ocupando de asun

tos vedados por el teatro tradicional y silenciados por la

sociedad en general. Se trata, en muchos casos, de voces

dramáticas que hicieron moverse a la sociedad cerrada y

machista de los años veinte y treinta, y que hoy son las

voces desconocidas del teatro mexicano.

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Presentación

En elsegundo ensayodel presente volumen, Nidia Vin

cent seocupa de Leonora Carrington, escritora y pintora

de origen inglés que desde muy joven emigró a México,

donde ha participado activamente durante más de cin

cuenta años en la vida intelectual y cultural. En México

ha creado la mayor parte de su obra y ha recibido, en

tre otras distinciones, el Premio Nacional de Ciencias y

Artes

2005

Leonora Carrington, llamada la última de

los surrealistas'', es una figura importante y hasta cierto

punto estudiada solo por su aportación al ámbito de las

artes plásticas, pero prácticamente se la ha relegado al

olvido en el ámbito teatral mexicano. En su trabajo, Ni

dia Vincent, académica de la Universidad Veracruzana,

centra sumirada en una breve obra dramática:

El

príncipe

azul Cucú, farsa escrita por Carrington durante los años

sesenta, y así se adentra en un mundo complejo en el que

conviven fantasía, mito, vanguardia, alquimia, humor y

crueldad.

Una figura importante en el teatro mexicano es, sin

duda, Luisa Josefina Hernández, tanto por su aportación

a la literatura como por sus contribuciones a la teoría

dramática y su labor docente en la ya mítica cátedra de

 Teoría y composición dramática'', de laFacultad de Filo

sofíay Letras de laUNAM. En el presente volumen, Con

suelo Garrido, escritora y guionista, hace un repaso de

una de las contribuciones a la teoría de géneros propues

ta por Luisa Josefina Hernández y su maestro Rodolfo

Usigli: la incorporación del género pieza al sistema de

clasificaciones manejado por teóricos como Eric Bendey.

Es importante aclarar que la maestra Hernández no ha

dejado por escrito su teoría de géneros y solo podemos

acceder a ella, de manera fragmentaria, a través de algu-

Claudia Gidi

nos de sus prólogos o de lo escrito por sus discípulos. En

esta ocasión, Consuelo Garrido, que fue alumna suya

durante muchos años, hace una detallada revisión de las

características composicionales y artísticas más signifi

cativas del género pieza, al tiempo que incluye comen

tarios que ilustran dichas características en dos obras de

la propia Luisa Josefina y en dos más del dramaturgo

norteamericano Eugene O'Neill.

Rosario Castellanos es una de las figuras más notables

de las letras mexicanas. Sus inquietudes sobre la condi

ción de la mujer se han manifestado en muchas de sus

obras literarias y ensayísticas. La farsa El eternofemenino

fue la última expresión de su visión feminista, y de ella

se ocupa Dahlia Antonio Romero, quien se propone una

comprensión orgánica del texto de Castellanos, en la que

se analizan, de forma articulada, los aspectos composi

cionales y temáticos de la obra. La estudiosa centra su

mirada en el género farsa como el elemento articulador

de los diferentes recursos estético-humorísticos. Para em

prender esta tarea, Dahlia Antonio hace una revisión de

poética histórica del género que le permite reconocer las

características principales que constituyen una especie de

 tronco-matriz de la farsa, presentes en la obra de Caste

llanos. La búsqueda de un nuevo lenguaje dramático que

pusiera en duda un orden establecido, señala Antonio,

llevó a Rosario Castellanos a reencontrarse y reelaborar

un añejo género teatral. En resumen, el trabajo de la in

vestigadora nos ofrece una revisión detenida y profunda

de esta obra que conserva las raíces del género como nú

cleo de su poética.

La producción dramática de Elena Garro es una de

lasmás sólidas y deslumbrantes del siglo

XX

en Hispano-

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Presentación

américa. Sin embargo, no ha tenido ni la difusión ni las

publicaciones y puestas en escena que merece. Se trata,

como advierte David Olguín, de una voz original que

guarda vínculos tanto con elteatro del absurdo como con

el de García Lorca, Valle-Inclán y elgran teatro del Siglo

de Oro español. Ajena al teatro realista -Garro piensa

en Calderón, Lope y Sófocles como autores que hicie

ron teatro político en el más alto sentido de la palabra-,

la autora dialogó con la tradición clásica al tiempo que

hizo suya la escritura teatral más desafiante de su época.

En su ensayo, David Olguín, dramaturgo y director de

escena, hace un penetrante recorrido por la obra dra

mática de Elena Garro: desmonta sus rasgos de poética

más destacados y analiza su amplia gama de recursos, al

tiempo que repasa su vida -sin caer jamás en la mirada

reduccionista- para entender la relación emocional de

Elena Garro con la escena y los motivos que la llevaron

a un prematuro silencio.

Entre las múltiples voces de la escena mexicana con

temporánea destaca, sin duda, lade Sabina Berman. En el

año

2000

Sandra Félixllevóal escenario

Feli z nuevo s ig lo ,

doktor Freud .

Con él, Berman teatraliza, polémicamente,

uno de los primeros casos clínicos de Sigmund Freud.

Se trata de un estudio famoso y controvertido, punto de

referencia obligado para la historia del psicoanálisis, que

además ha trascendido el discurso académico para vol

verse objeto de arte. En este ensayo Claudia Gidi busca

dar respuesta a algunas de las interrogantes que surgen

ante la recreación dramática del casoDora'' realizada por

Sabina Berman: intenta encontrar el sentido y la función

de construir una obra dramática en la que se llevan a

escena, estableciendo un diálogo polémico, algunas ideas

[12]

ClaudiaGidi

lrcudianas sobre la histeria femenina; analiza la forma

en que lo hace la autora, para finalmente descubrir qué

aporta al teatro mexicano contemporáneo. Para ello fue

necesario que la estudiosa revisara, de manera contras

tada, la dramatización de Berman y el relato clínico de

Freud, así como las ideas que sobre la histeria femenina

imperaban en laViena de 1900y que, en cierto sentido,

marcan todavía el destino de las mujeres. Esta lectura

rescata no solo los asuntos de orden temático sino que

valora las propuestas artísticas de la autora.

La investigadora norteamericana Jacqueline Bixler, de

laUniversidad de Virginia Tech, sepropone examinar la

representación de la pareja, ligada siempre a las ideas de

sexoy poder, en tres obras de tres dramaturgas mexicanas

contemporáneas: Sabina Berman, Ximena Escalante y

Carmina Narro; autoras que no solo subvierten los dis

cursos dominantes sobre la pareja, sino que cuestionan

la idea misma del amor . La pareja, advierte Bixler, ha

servido durante sigloscomo base del conflicto dramático,

y

sigue siéndolo en laactualidad; ello seadvierte con clari

dad en elteatro latinoamericano, y el teatro mexicano no

es la excepción. En las visiones femeninas que Bixler es

tudia destacan varios aspectos: el tratamiento juguetón y

subversivo de

Entre Vi lla

y

una mu je r desnuda

de Berman,

obra en la que la pareja dispareja esvista como metáfora

de un campo de batalla; la apropiación de personajes clá

sicos por parte de Ximena Escalante para construir en

And rómaca r ea l

un drama contemporáneo de amores y

desamores, traiciones y venganzas, y, finalmente, el tríp

tico Qu ím ic os p ar a e l amor de Carmina Narro, donde se

concibe el amor como una enfermedad que hay que cu

rar y se construye una propuesta escénica en un espacio

[ 1 3 ]

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Presentación

no convencional que liga de manera significativa, afirma

Bixler, a los espectadores con el mundo recreado.

El último ensayo de los que conforman este volumen

es de Gastón Alzate, de la California State University

de Los Ángeles. El investigador centra su mirada en las

propuestas escénicas de Jesusa Rodríguez, con su hábil

mezcla de géneros dramáticos, como la tragedia griega, el

cabaret alemán de posguerra y su apropiación de algunas

iconografías y mitos prehispánicos, junto con elementos

del

sta nd u p c om ed y

estadounidense y de la tradición de

carpa mexicana de principios del siglo XX. Sin embargo,

elestudioso seocupa de manera especial del cabaret ma

sivo , de supropuesta estética y política, y conjetura sobre

sus orígenes. Desde el punto de vista del investigador, el

cabaret masivo esconsecuencia lógica tanto del desarrollo

artístico deJesusa Rodríguez, enriquecido por Liliana Fe

lipe hacia fines de los años ochenta, así como de impor

tantes acontecimientos políticos del México de princi

pios del siglo

XXI,

concretamente la disputada elección

presidencial de 2006

Como puede apreciarse, este libro no pretende ofre

cer una mirada panorámica, sino apenas pasar revista a

algunos momentos fundamentales para comprender de

manera más abarcadora el fenómeno teatral en México.

Hemos procurado que los ensayos resulten agradables a la

lectura de los ojos no especializados, sin descuidar nues

tro compromiso con la seriedad y el rigor académicos.

Para terminar, solo nos resta agradecer profundamen

te la generosa colaboración de los investigadores aquí

reunidos, quienes no solo ofrecieron trabajos inéditos

sino demostraron en todo momento su disposición para

hacer correcciones y ajustes a sus textos. Agradecemos de

[14]

ClaudiaGidi

manera especial a la Dra. Martha Elena Munguía, inves

tigadora de la Universidad Veracruzana, por su mirada

crfrica y su apoyo constante en el proceso de elaboración

de este libro. Por último, reconocemos a la Dra. Rita

l

'lancarte, directora de laDivisión de Humanidades y Be

 

lasArtes de laUniversidad de Sonora, por haber acogido

este proyecto de investigación de manera tan generosa.

Estamos seguras de que la participación conjunta de las

distintas instituciones de educación superior garantiza la

solidez académica de este trabajo colectivo.

CLAUDIA GIDI

[ 1 5 ]

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LA DRAMATURGIA FEMENINA

MEXICANA, 1900-1940

OLGA MARTHA PEÑA DORIA

UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA

El panorama teatral de las primeras décadas del siglo XX

en México se vio enriquecido con la presencia de una

cantidad considerable de mujeres que escribieron para

teatro. En el presente artículo se hará un recorrido por

la trayectoria de las dramaturgas mexicanas durante los

primeros cuarenta años del siglo

XX;

se aclara, sin embar

go, que muchas de ellas publicaron tardíamente su obra

o bien solo la escribieron en los años treinta. Aunque se

desconoce la fecha de nacimiento de varias de las autoras

que inician la lista, sí se cuenta con la mayoría de las

fechas en que publicaron sus textos en libros, revistas o

periódicos, según la circunstancia. Es pertinente señalar

que las primeras autoras de teatro mexicano no confor

maron una generación ni rompieron reglas con su obra,

sino que presentaron a lamujer siguiendo los parámetros

de la época. Por ello el recorrido se hará partiendo de la

primera autora que publicó en el siglo XX para el teatro y

continuará con las que formaron una generación, como

las escritoras de los años veinte y treinta, a las que se

considera las iniciadoras del cambio en la dramaturgia

femenina mexicana.

[17]

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_

_ _ . .

_

_ _ . .

NO SER HÉROES

APUNTES EN TORNO A LA PIEZA EN

ALGUNASCLASESDE TEORÍA DRAMÁTICA

DE LUISAJOSEFINA HERNÁNDEZ

CONSUELO GARRIDO

  1 odo aquello que no es tragedia es una mala tragedia,

parece decirnos Aristóteles. La arbitrariedad es clara,

pl'ro formó el criterio de los estudiosos durante siglos ,

.ipunta Luisa Josefina Hernández en el prólogo de su

1 raducción

de E l j a rd ín d e lo s c er ezo s 2003: 7). Quizá

por eso, cuando aparecieron las obras de Anton Chéjov,

algunos se apresuraron a llamarlas tragedias modernas .

Sin embargo, no todos apoyaron aquel criterio: si

L a g a

uiota

era el

Hamlet

ruso, qué caso tenía referirse a ella

como tragedia moderna , a no ser que fuera por haber

sido escrita en los últimos años del siglo XIX. Tampoco

era oportuno decir que lo erael

T ío Van ia ,

que seguía una

trayectoria distinta a la del héroe trágico. Junto con su

maestro Rodolfo Usigli, Luisa Josefina Hernández acuñó

el término

pieza

para hablar de una serie de obras que,

como algunas de Chéjov, presentaban constantes dramá

ticas peculiares. De este modo agregaron un nuevo gé

nero al sistema de clasificaciones que manejaban algu

nos teóricos del drama, como Eric Bentley,' para quienes

aquellas obras eran y siguen siendo tragicomedias. Pero

r Que enumera cinco: tragedia, comedia, tragicomedia, melodrama

y

farsa.

[97]

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No s 1T hé r oe s

Luisa Josefina Hernández las considera un género aparte,

que ha incluido y desplegado en su teoría dramática, qui

zá la más importante de nuestro país en estos tiempos. La

maestra impartió su teoría durante cuarenta años en la cá

tedra que Usigli le heredó en la Universidad Nacional.

No se ha escrito tanto sobre este aspecto deslumbran

te de Luisa Josefina Hernández como sobre sus novelas

(más de dieciséis) o sus obras de teatro (más de cuarenta).

Ella misma solo nos ha dejado leer parte de las ideas de

su teoría en las introducciones que acompañan algunas

traducciones de Shakespeare, Chéjov, Beckett o Stern

heirn, así que todos anhelamos que la maestra publique

su esperada Biblia de los siete géneros .

LA CÁTEDRA

Luisa Josefina Hernández fue, junto con Emilio Carba

llido, Sergio Magaña y Jorge Ibargüengoitia, sus compa

ñeros en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM,

parte de una brillante generación de dramaturgos que

empezaron a destacar en los años cincuenta. La joven

aurora de teatro, que estudió Letras Inglesas y Teatro,

llamó la atención desde 1951, cuando su obra Aguardien-

te de caña

fue premiada en el Concurso de Primavera de

Bellas Artes. El mismo Emilio Carballido anotaba:

Una mujer aparecía, situándose de igual a igual con los

autores varones. Se rompía esa división con las auroras

femeninas que había sido fomentada por comedias como

las de Catalina D'Erzell y Julia Guzmán, entre otras,

especializadas en enfoques domésticos y en el mundo

de la mujer. La nueva autora presentaba a sus hombres

[98]

Consuelo Garrido

y sus mujeres como seres humanos dentro de la misma

circunstancia y si había de ocuparse, más de una vez en

su carrera, de lasituación de la mujer en lasociedad, no

lo haría con más femineidad que Ibsen (198T 2).

l· :n 1952 Luisa Josefina se convirtió en la primera mu-

1cr

becada por el Centro Mexicano de Escritores, donde

escribió al lado de Juan Rulfo, Ricardo Garibay y Alí

< .hurnacero, entre otros. Y dos años después recibió ese

mismo apoyo, junto con Rosario Castellanos. También

••htuvo en 1955 la Beca Rockefeller para asistir a las cla

\c·s de Eric Bentley, en la Universidad de Columbia, en

Nueva York. Y un año más tarde, en 1956, relevó a Ro

' lolfo Usigli como profesora de Teoría y composición

 1

rumática . Inició así una trayectoria como maestra de

v.uias generaciones de alumnos de la Facultad de Filo

'ºfía y Letras.

Lo importante en aquellas clases, como ella misma

dijo en una entrevista, era

la teoría, no la composición. La composición depende

del talento personal, y la teoría puede enseñarse. Y esa

teoría, en realidad, es esto que les voy a decir: esateoría

no es una receta, sino que es un código de palabras para

designar fenómenos que más o menos pueden encon

trarse en forma constante en diferentes obras de teatro

(Malina: 41-42).

 \

iniciar su carrera como profesora, Luisa Josefina Her

n.indez tal vez no imaginó que iba a estar al frente de

. iquella

cátedra por cuatro décadas, ni que en 1991 re

 ibiría el nombramiento de maestra emérita de la Uni

versidad Nacional. Seis años antes, en el salón 108 de la

[99]

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No ser héroes

Facultad de Filosofía y Letras, donde impartía esa ma

teria, no cabía un alumno más, así que los últimos eran

los primeros, porque seacomodaban en latarima, a unos

pasos de la mesita y la silla destinadas a la maestra. Ella

llegaba puntualmente y, después de lanzar una mirada

escudriñadora por todo el salón, soltaba un a ver us

ted . El elegido searrojaba a decir, por ejemplo, yo creo

que la obra es una tragedia , y explicaba por qué. Y ella

emprendía un interrogatorio que orillaba a dilucidar el

género de la obra que se había leído.

Comparto aquí algunas de mis anotaciones de lo que

sedijo en esa célebre cátedra, en distintos años, acerca de

la pieza y sobre algunos personajes de Eugene O'Neill. E

incluyo también comentarios relativos a otros que apare

cen en dos piezas de la maestra, de muy diferente época

cada una.

LA TABLA PERIÓDICA DE

LOS ELEMENTOS DRAMÁTICOS

En 1980 John Kenneth Knowles publica su tesis sobre la

teoría de Luisa Josefina Hernández y,en el prólogo, To

más Espinosa menciona que, entre los teóricos del teatro

en México, el único caso sólido, fructífero (diseminado

por la cátedra), coherente y

rara avis

de precisión es el

de Luisa Josefina Hernández y su teoría del drama -de la

que todo el mundo habla y que muy pocos privilegiados

conocen a ciencia cierta...

? .

Knowles puntualizaba

entonces que, según la maestra, toda obra puede ma

nifestarse bajo una de siete formas: tragedia, comedia,

pieza, tragicomedia, melodrama, farsa y teatro didáctico

( teatro de compromiso , para Bentley). Lo que parece

[roo]

Consuelo Garrido

1

1

1

1

1

1

.krcrminar a qué género pertenece cada pieza teatral esla

I.urna

en que se combinan ciertos elementos: Estos ele

nicntos, comunes a todo drama, son el personaje, la tra

vccroria

de lafigura dramática en laobra, el tono, la con

  cpc ión

y la relación que existe entre el público y laobra

I<

nowles:

18 .

El texto de Knowles fue durante muchos años laúnica

lorma de acercarse a las ideas que constituyeron la piedra

.111gularen las clases de Luisa Josefina Hernández. Solo

hasta 2006 Juan Tovar puso la lente de aumento sobre

esta teoría con su Doble vista, indispensable para conocer

aquella, al tiempo que la de él mismo. La teoría de los

siete géneros de Luisa Josefina Hernández ha dado mu

cho que pensar y que decir, pues, corno el mismo Tovar

menciona: nada impide que haya tantos géneros como

obras. Pero conviene tener algún sistema de clasifica-

ción, y la teoría de los siete géneros es el más amplio, el

más divulgado y el mejor razonado de cuantos andan

por ahí 60 .

En su libro imprescindible, Tovar ahonda en aquella

teoría y también presenta el esquema de la doctrina que

recibió, corno él dice, en mis tiempos de joven cuentis

ta , y de la que ha sido fiel divulgador (57). Algunos

años después, en la clasedel 7 de marzo de 1985, la maes

tra Luisa Josefina presentó a sus alumnos una variante de

aquel esquema (veásela tabla de las páginas siguientes).

2 No es la intención de este artículo explicar siquiera someramente

esta rosa de los vientos, sino solo mostrar los puntos que secon

sideraban para el análisis. Para acercarse más a estas ideas pueden

consultarse los libros de Tovar

y

de Knowles.

[101]

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11\llLA PERIÓDICA DE LOS ELEMENTOS DRAMÁTICOS,

SEGÚN LUISA JOSEFINA HERNANDEZ

GÉNERO

CONCEPCIÓN

TONO

 

Trágico. Intenso.

 

TRAGEDIA

Temática.

De acuerdo con

los hechos.

<

. . . ¡

1 -< 1

~

1

Cómico.

<

Magnificación,

COMEDIA

Anecdótica.

minimización

~

o sustitución de

.. ¡

o

sucesos.

<

~

Medio, serio

~

¡ : . .

Formal.

cotidiano.

PIEZA

(Puede tener ribetes

trágicosy/o córnicos.)

 

Patético

<I

MELODRAMA

Anecdótica.

(exageración

1 -< 1

~

de las reacciones).

 

. . . ¡

~

~

. . . ¡

TRAGICOMEDIA Anecdótica.

Cómico y serio.

<

 

~

o~

~

• •

o

OBRA

1

Lógica.

Informativo.

DIDÁCTICA

z

i

1

 

Grotesco. Doble.

.. ¡

~

Risa-enojo.

La del

  Risa-vergüenza.

FARSA

subgénero.

,

Risa-dolor.

~

1

Risa-escándalo.

• 11

,\\ H~TORIA COMPOSICIÓN

EFECTO

llSONAJES

DE CARÁCTER

PÚBLICO

1· l1LIJC

va a:

Complejo.

 k t rucción

Mayor cantidad de

cualidades, más un

Catártico.

o

defecto, que se une

.ul- lim ación .

a la circunstancia.

11 io castigo

1

Simple.

Moral.

Vicio con lente

l' sibilidad

deaumento y una

(Reformador

t rclorma) .

pequeña cualidad.

de la sociedad.)

No tiene

Complejo.

etaria

exterior

Cualidades

Catártico.

no

interior

+defectos

1

son equivalentes).

1

uy compleja.

Simple

Diversión. No hay

(sereshumanos

comprorn1so.

iamuy rica que,

que ilustran

Ejercicio de

al, afirma algo.

contraposición).

senrirnienros.

era positiva o

Simple

Sabiduría,

eta negativa.

o

nqueza

complejo.

espiritual.

cao melodrama-

Drquese trata de

1

Exigeposición y,

distanciamiento

Simple.

por ende, acción:

.nte para pensar.

Vicio-cualidad.

1

nos obliga a

isa más premisa:

tornar posición.

:onclusión.

J\

  t

M

 

l. ,1.

. 1 if IL-

l

 

c r

Las de los

subgéneros.

 

Catarsis farsica.

Shock.

Mera

liberación sin culpa.

Simbólicos,

simples o

complejos.

Page 14: Gidi - Mujeres Dramaturgia XX

8/17/2019 Gidi - Mujeres Dramaturgia XX

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N o se r h éro es

La última línea de este cuadro, que corresponde a la

farsa, no fue apuntada en aquella sesión por la maestra,

pero lahe incluido a partir de las notas que ellamisma dio

sobre este género en las clases del 2 de agosto de 1988.

En esta Tabla periódica de los elementos dramáticos ,

en laque LuisaJosefina Hernández sintetizaba por enton

ces su teoría, seencuentran los elementos que menciona

ba Knowles, y que los alumnos tomaban en cuenta para

conducir su análisis de las obras y deducir si pertenecían

a uno u otro género.

Era conveniente preguntarnos, para empezar, siel dra

maturgo presentaba un conjunto de sucesos probables,

posibles o imposibfes.   Luisa Josefina Hernández propo

nía que los tres géneros que manejan material realista,

es decir situaciones probables, eran la tragedia (con per

sonajes que, aunque dioses y en contacto con el cosmos,

tienen las mismas pasiones que nosotros y también un

gran defecto de carácter; de modo que, bajo una circuns

tancia precisa, su juicio se ve oscurecido y hasta cegado

por una pasión que los llevaa cometer un error trágico),

la comedia (que nos muestra vicios tan semejantes a los

nuestros -caso aparte es el de las comedias de enredos,

de final feliz, donde no encontramos vicios en sí, sino

meras peculiaridades de personalidad) y la pieza (el más

 Esta idea de lo probable ha sido sin duda muy fértil en cuanto

a sus diferentes aplicaciones dentro de la literatura, tanto que,

cuando nos referimos alrealismo como corriente literaria, está im

plícita yala idea de una selección de hechos probables que han de

darnos inevitablemente la equivalencia de la realidad. Esto viene

al caso a causa de lageneralización aristotélica referente tanto a la

comedia como a la tragedia: nutridas ambas de sucesos probables,

resultan lógicamente géneros realistas (Hernández, 1977' 6).

[104]

Consuelo Garrido

  .111.1,que se nutre de los hechos de la vida cotidiana);

, , 1111hiol melodrama (con todas sus exageraciones y

, ..111..lcncias y su recomendación o condena de ciertas

, ,'' 111<:1s Hernández, 1966: rol , la

tragicomedia

(con

  ..l.xt.iculos y peripecias) y la obra didác t ica (que puede

11 1.1colación una cofradía de mendigos organizados,

, .·1111en La ó pera de tres centavos) echan mano de un

tr

t

.11,11:tlue tan solo esposible; finalmente, el género que

•, 11111e de material

imposible

es la

farsa

(al modo del

1111111<o en el que casi todos se han vuelto perisodáctilos,

,.•11111n El r inoceron te de Ionesco).

1kspués, ya hurgando abiertamente en el esquema,

, 111nrramos respuestas a preguntas como estas: ¿Cómo

l 1111:1oncepción de la obra? ¿Se escribió a partir de un

1.111.1esdecir, vade lo general a lo particular), o más bien

, 1.1111ore apegó, principalmente, a desplegar su material

, 1111molde dramático aristotélico (presentación, desa-

11.llo, nudo y desenlace)? ¿Quizá prefirió dejarse llevar

I

•runa trama anecdótica o se inclinó por la exposición

,\11material dramático en una secuencia lógica didáctica

1.111110n las obras de Brecht, que nos llevan a tomar una

¡ 111siciónnte lo que vemos)? ¿Cuál es el tono general? ¿El

.111or exagera,minimiza, prefiere la intensidad o seacerca

111:is lo que percibimos en la vida cotidiana? ¿Cómo

1.rcciamos la

composición

del personaje? ¿Con más cua

l1<.rdes que defectos, más fuerzas que debilidades? ¿O

¡ .rcsenta una combinación equilibrada de ambas? ¿Qué

1111yectoriarecorre? ¿Vade una situación favorable a una

.1ciagao al revés?¿O quizá, aparentemente, termina en

1.1misma situación en la que estaba al inicio de la obra,

.11illquepor dentro haya sufrido un cambio? ¿Qué efecto

¡iroduce estaobra en elpúblico? ¿Seda una catarsis donde

[105]

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DAHLIA ANTONIO ROMERO

UNIVERSIDAD VERACRUZANA

¡

LAESTÉTICA DESENMASCARADORA

ru: LA FARSA EN EL ETERNO FEMENINO

DE ROSARIO CASTELLANOS

l~ s.irio Castellanos

(1925-1974)

expresó su inquietud

I >1 la condición de la mujer desde la tesis con que se

 '.1.1duóde maestra en filosofía: Sobre cultura femeni-

11.1 (1950) y, posteriormente, continuó hilando textos

  I ·

diversa índole -cuentos, novelas, poemas, ensayos y

.111culos periodísticos- en torno al mismo tópico; sin

'111hargo, quizá el reconocimiento internacional como

1'111inista lo deba al volumen de ensayos Mujer que sabe

l .rt in (1973).

Es común la opinión de que la escritora tenía

t.u.ilidad

para el ensayo; en cambio, no ocurría así, como

, lla misma decía, con el teatro.' Pero, dada su temprana

1

Castellanos escribió algunos textos dramáticos antes de

El eterno

[emcnino,

aunque llegó a decir que el teatro no era su forma de

expresión. Durante una estancia en Chiapas, en 1952, ensayó la

escritura de los poemas dramáticos [udirh y Salomé , los cuales

sepublicarían por separado en 1952y r956, y juntos, en 1959. Una

tentativa más: Tabl er o d e d ama s (con dedicatoria a Luisa josefina

Hernández), se publicó en el número 68 de

América

(marzo de

r953). Otros tirulos dramáticos que corrieron con menos suerte

-ninguno publicado, quizá por ser considerados intentos falli

dos- fueron un drama poético en un acto, Eva; otro en dos actos,

Vo ca c ió n d e

Sorjuana.

y uno más en tres anos,

Ln

creciente. Ella

misma -en la conferencia aurobiografica aparecida en

los narra-

d or es a nt e e l p úh i c o- menciona otro drama suyo, esteen prosa (al

parecer tampoco publicado), Casa de gobi e rno .

[129)

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 ¡

nl mdescumascaradora de  af1rst1 en

El eterno femenino ...

Dahlia Antonio Romero

muerte, la farsa El eternofémenino (1975) fue la última

expresión de su inquietud feminista y, a decir verdad, en

ella no se extraña el ácido humor y la excelente pluma

de sus ensayos.

Castellanos, recelosa por lo que consideró descalabros

dramáticos anteriores, se mostró un tanto reacia a acep

tar la invitación que en

1970

le hicieron la actriz Emma

Teresa Armendáriz y el director teatral Rafael López

Miarnau para escribir una obra de teatro que planteara

los problemas de ser mujer en un mundo condicionado

por varones (Ortiz: 9); sin embargo, cuando en 1973

ocupaba el puesro de embajadora en Israel, la obra al fin

adquirió cuerpo. Fue así como, bajo el título de

El

eterno

femenino,

la escritora llevó a cabo un proyecto anunciado

en La participación de la mujer mexicana en la educa

ción formal : la desacralización de las costumbres, en las

que se sustentaban las relaciones entre hombres y muje

res, a través de la risa (Castellanos,

2005:

888). El texto

se publicó en 1975, un año después de su muerte, y en

abril de

1976

la actriz y el director montaron la obra en

el Teatro Hidalgo.

2

2

En una entrevista deJavier Gal indo Ulloa a Emrna Teresa Arrnen

dáriz en 1996, esta cuenta que tiempo después de la muerte de

Castellanos: Manolo F<ibregasse interesó por

El eternofemenino

para producirla. Y laestrenamos en elTeatro Hidalgo el9 de abril

de r976. Yo era la protagonista y el elenco estaba conformado

por Isabela Corona, Marrha Ofelia Galindo y Alejandro Aura.

La escenografía era de Julio Prieto. Única111entepresentamos el

primer y tercer actos de toda la obra (35). Quizá esta representa

ción selectiva obedezca a laextensión de laobra, pues aunque las

farsassolían ser muy brevesen laantigüedad, sevolvieron extensas

con el paso del tiempo, principalmcnre a partir de la renovación

vanguardista del género.

Dado el sentido de

El eterno

 emenino las interpreta

' rones feministas sobre él no faltaron entre los críticos.

1 s el caso de aquellos que, sin pasar por alto la innegable

, omposición humorística del texto, se concentran en la

1 cmát ica feminista;

3

en contraste, otros privilegiaron el

, siudio de la función del humor en el desenmascaramien-

1

o Je discurso patriarcal.

4

La revisión de diversas lecturas

, riricas sobre El eternofemenino me permite señalar, en

primer lugar, que estas reconocen en la obra una inver

sión del tradicional papel pasivo de la mujer. En segundo

l11gar,varios de los críticos observan la búsqueda de un

lenguaje teatral afín a la vanguardia y a las intenciones

ICministas de la autora; un lenguaje que superaría la es-

1ructura clásica del drama y la dialéctica de los discursos

que sostienen el orden patriarcal. En tercer lugar, aunque

L 1

obra es una farsa, la crítica ha atendido, más bien de

manera aislada, sus tonos humorísticos -sátira, parodia,

ironía-, privilegiando su estudio sobre el del género en

el que esta se inscribe; como resultado, su arquitectónica

humorística no se ha apreciado de manera orgánica sino

lragmentaria. Así, por ejemplo, Barbara Bockus Aponte

anota entre sus conclusiones: Del haber hablado de la

sátira y la ironía, sin tocar posibles elementos fársicos y

Los artículos escritos por Sandra Messenger Cypess, Mónica Szur

rnuk, Car Good, Amalia Gladhart, Alicia Rivera-Poner, Rana

Lee Maughan, Sharon Sieber, María Silvina Persino yJoséRamón

Alcánrara Mejía siguen esta línea feminista.

4 Entre ellos puede mencionarse elcapítulo cuarto de Rosario

Caste-

llanos: un t1rgocamino a [airania.

deNahum Megged, losartículos

de Barbara Bockus Aponte, Juan José Pulido Jiménez, Rebecca E.

Biron, Ana Bundgárd, Lydia Barovero, Steven L. Torres, Diana

Amador y el libro de Javier Galindo Ulloa.

[130] [131

 

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/,,¡ < Si tim

dcsenmascaradorade lafarsa en

El eterno femenino,..

paródicos en la obra no sedebe inferir su ausencia, sino,

sencillamente, que sejuzgan menos importantes para la

impresión total (56).

Si bien es cierto que la farsa tradicional tiene una rela

ción originaria con lasátira, principalmente lade costum

bres (Rojo: 87 , considero que

El

eternofemenino no jus

tifica un estudio reduccionista, pues hacerlo dejaría fuera

los otros elementos fársicos que la conforman (ironía,

parodia, grotesco, caricatura, etc.). Es probable que gran

parte del descuido del estudio del género en el que se

inscribe la obra esté relacionado con la escasez de análi

sis teóricos al respecto; esto, a su vez, sederivaría de una

visión sesgada de los llamados géneros menores en la es

tética racionalista.

5

Así, el problema que plantea la inter

pretación de El eternofemenino es cómo lograr su com

prensión orgánica en la que no seestudie aisladamente lo

satírico, loirónico o lo paródico. Mi propuesta esque una

comprensión de esta naturaleza puede lograrse si vemos

el género como elemento articulador de los diferentes

recursos estético-humorísticos operantes en la obra. Mas,

para tener una perspectiva semejante, es necesario pre

sentar ciertos elementos de la vida histórica del género

latentes en la farsa de Castellanos.

1 :

La ideología occidental, influida por la añeja división alma-cuer

po, ha privilegiado las cuestiones espirituales y mentales sobre

aquellas que, como la risa, están vinculadas al rnerpo; sin embar

go, laexclusión de esta del espectro de cuestiones epistemológicas

y expresiones artísticas serias , y su marginación al ámbito de lo

lúdico o lo grotesco, es tan cuestionable corno la división misma

que ha motivado su marginación. El correlato estético de lamar

ginación de larisa ha sido el tradicional desprecio con que seveía

a los géneros menores, la farsa entre ellos, hasta hace unos años.

[132]

Dahlia Antonio Romero

 

l·.Itérmino farsa seempleó en la Francia del siglo

XIII

1 1 •steriores para designar piezas cómicas breves interca

l.1<i.1sn un misterio o que acompañaban a otro tipo de

.l1.111uitúrgico.

6

Aunque el género adquirió ese estatus

. 11L1Edad Media, se nutrió de la antigua tradición có-

11w;1, griega

y

latina.7 Tonalidades de la risa tales como

l..s;ítira,8 la parodia

y

la ironía, al igual que recursos co-

1,

l.os latinos llamabanfercire a un tipo de masa condimentada que

se utilizaba para rellenar trozos de carne; el término francés

[arce

proviene del francés medieval [arse En lengua francesa existe el

sustantivo

járs

(rellenado, relleno) y el verbo

forcir

(rellenar), de

los cuales

[arce

sería el femenino y el participio, respectivamente

(Cororninas,

Diccionario crítico etimológico castellanoe hispánico,

romo n). La primera farsa registrada como tal es

Le garron et

l aveugle,

que fue representada en Tournai hacia

1270

(García

Peinado:

27).

En la Francia medieval se representaron alrededor

de mil farsas cuya extensión oscila entre doscientos y quinientos

versos-una minoría comprende entre cuatrocientos y mil versos-,

generalmente se componían de coplas octosílabas cuyo tiempo

de actuación duraba cinco o diez minutos; al ser obras cortas,

no tenían actos ni escenas sino que la acción se interrumpía por

medio de pausas breves (García Peinado: 44-45).

7 Para la interpretación de los diversos datos del género farsa con

sidero fundamentales algunos trabajos de Mijail Bajtín que apa

recen referidos en el cuerpo del texto: La palabra en la novela ,

 De laprehistoria de lapalabra novelesca , Las formas del tiempo

y del cronotopo en la novela , recopilados en

Teoríay estética de

la novela, Trabajosde investigación y La cultura popular en laEdad

Media y el Renacimiento. El contexto de FrancoisRabelais.

8 Entre la sátira antigua y la sátira moderna media una diferencia.

En laprimera, como en eldrama satírico o lasátira menipea, lari

sa es universal y tiene que ver con un acercamiento al cuerpo, la

tierra y lo bajo, entendidos estos dentro de una lógica festiva que

veremos con puntualidad más adelante. Por su universalidad, en

ella no existe esa escisión entre un sujeto que utiliza la risa para

[133]

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La estética descnmascaradora de la [arsa en

El eterno femenino ...

mo la puesta en escena de personajes tipo y situaciones

de la vida cotidiana ya estaban presentes en los géneros

cómicos antiguos: el drama satírico, la comedia (antigua,

media y nueva), la sátira menipea, la paliara, la atelana y

elmimo, entre otros. Las mismas tonalidades y recursos

están presentes en otros géneros, más o menos contem

poráneos a la farsa, con los que esta comparte un aire de

familia: elfobliaux, lasottie,el sermonjoyeux, elmonólogo

dramático, los mandamientos y testamentos burlescos,

los pasos y entremeses españoles, etcétera.

Más allá de este fondo común de tonalidades y recur

sos de los géneros cómicos antiguos, los medievales y los

renacentistas, la farsa comparte con aquellos tres caracte

rísticas principales que constituyen una suerte de tronco

matriz y que aún podemos identificar en una farsa como

El eternofemenino. Tales características son: un origen

festivo; el rebajamiento de los discursos serios y los gé

neros altos -relacionados con el régimen oficial- a través

de estilizaciones del lenguaje como la parodia y la ironía;

la presentación de estereotipos sociales sustentada en la

denostar losvicios o defectos de otro -el cual viene aser una suerte

de objeto-, como ocurre en la sátira moderna.

9 En la farsa permanecerá esa organización gue la risa daba a los

géneros cómicos antiguos

 

gue consistía en la ridiculización del

lenguaje

 

lasintenciones del discurso ajeno (Bajtín, Prehistoria :

420-421). Estos géneros, de los que se nurrió la farsa, tienen en

común la ridiculización de los géneros directos (mito, tragedia);

en ellos priva la estilización   objetualización del lenguaje aje

no, es decir, su uso indirecto, entre comillas , en este caso hu

morísticas. Como veremos después, estas técnicas facilitaron el

distanciamiento del autor respecto al discurso ajeno, lo cual, a su

vez, favoreció el desenmascaramiento del lenguaje asociado a los

géneros parodiados.

[134]

Dahlia Antonio Romero

t x:1geraciónde sus características (a menudo grotesca), y

, 11su oralidad y giros dialectales. A excepción del origen

k-;tivo, las otras dos características se conservaron en la

l:1rsamoderna.

Recordemos que, como muchos otros géneros cómicos

populares de laEdad Media, lafarsasurgió en elmarco de

h-; fiestas y celebraciones populares en las que predomi-

11:1bao que el teórico ruso Mijail Bajtín ha denominado

 una visión carnavalesca del mundo .1º De acuerdo con

él, los pueblos enteros se involucraban en este proceso fes

' ivo en elque privaba laidea del renacimiento del mundo,

el cual se forjaba sobre principios tales como la libertad,

1:1gualdad y la abundancia, cuya posibilidad dependía

de la abolición provisional de las relaciones jerárquicas

que configuraban el estricro y opresivo régimen oficial.

En

consecuencia, la óptica del mundo se invertía, dando

lugar a permutaciones de lo alto y lo bajo, del frente y

del revés, que se manifestaban a través de parodias, in-

10

Véase al respecto el detenido estudio sobre la estética del carnaval

que

Bajtín

realiza en

La cultura popular en la Edad Media y el Re-

nacimiento. El contexto de FrancoisRabelais.

rr Las fiestas, religiosas

 

profanas, ocupaban un lugar muy impor

tante en la vida extraoficial de los pueblos medievales   renacen

tistas, tanto por su duración como por el ambiente de libertad o

la posibilidad de escape que ofrecían a la gente sometida por el

estricto régimen feudal. Anthony Gash destaca la importancia de

dichas fiestas para lanegociación simbólica de conflictos entre gru

pos opuestos de lajerarquía medieval: Particular festivals played

an imporranr role in symbolically negotiating conflicts between

opposing status groups such as masters and servants (Christmas),

arisrocracy and artisans (Carnival), townspeople and landowners

(Mayday and Midsumrncr), husbands and wives (Hock-ride) and

rival guilds (Corpus Chrisri) (apudWeissberger: 601).

[135]

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L a e sté tic a d es en ma sc ar ad or a d e la f a rs a e n El eterno femenino ...

Dahlia Antonio Romero

versiones, degradaciones, profanaciones, derrocamientos

y coronaciones bufonescas (Bajtín, 1987: 16). La visión

carnavalesca del mundo impactó en los géneros cómicos

populares, la farsa entre ellos, y motivó una literatura y

dramaturgia carnavalizadas, con características análogas

a esta fiesta popular.

Por ejemplo, una faceta no literaria y sí plenamente

carnavalesca de la inversión de la subordinación femeni

na, casiabsoluta en elMedievo, era laconcesión otorgada

a las mujeres para golpear a sus esposos en algunas fiestas

de mayo celebradas en la Inglaterra y Escocia medievales

(Weissberger: 605 . En la literatura carnavalizada, sobre

todo en algunas farsas, dicha inversión se expresó en la

temática del marido burlado.

12

Estas farsas eran derroca

mientos literarios del poder y autoridad absolutos que el

marido ejercía sobre la esposa durante el Medievo. En

ellas, la estética grotesca del carnaval:

prender la posibilidad de un orden distinto del mundo

 Bajtín,

1987= 37) .

.11   L eternofemenino esta tradicional inversión carnava

lesca del orden oficial que permite comprender la posi-

1 >iidad de un orden distinto del mundo puede leerse en

t crmjnos

de una inversión o rebajamiento del discurso

1

iatriarca]

y

sus diversas manifestaciones. A semejanza de

losgéneros cómicos antiguos y las farsasmedievales, en la

obra de Castellanos la risatiene un papel fundamental en

el rebajamiento del lenguaje y las intenciones del discurso

.ijcno,

en este caso el patriarcal, al ridiculizarlos.

Como indiqué antes, en elensayo La participación de

la mujer mexicana en la educación formal , la escritora

había concebido el proyecto de ridiculizar las costurn

hres

en las que se asienta el orden patriarcal.

13

No está

de más decir que en los tres actos de El eternofemenino

Castellanos pone en práctica su anunciado proyecto. La

ridiculización, paródica o irónica, se logra con base en

la estilización y objetualización del lenguaje del patriar

cado; lo cual pone en juego una condición de la palabra

cómica, característica de la farsa, sumamente importante:

[rllumina la osadía inventiva, permite asociar elemen

tos heterogéneos, aproximar lo que está lejano, ayuda

a librarse de ideas convencionales sobre el mundo, y

de elementos banales y habituales; permite mirar con

nuevos ojos el universo, comprender hasta qué punto lo

existente es relativo, y, en consecuencia, permite corn-

1 3

La estrategia que Castellanos adopta para superar el lenguaje dia

léctico de la opresión femenina, la complicidad entre elverdugo

y lavíctima, tan vieja que es imposible distinguir quién esquién

( Participación : 888), es la risa; en el mismo ensayo sugiere no

arremeter contra las costumbres con la espada flamígera de la in

dignación ni con el trémolo lamentable del llanto sino poner en

evidencia lo que tienen de ridículas, de obsoletas, de cursis y de

imbéciles. Les aseguro que tenernos un material inagotable para

larisa. ¡Ynecesitarnos tanto reír porque la risaes laforma más in

mediata de laliberación de lo que nos oprime, del distanciamiento

de lo que nos aprisiona ( Participación : 888).

12

La mayoría de los argumentos de las farsas medievales giraba en

torno a relaciones conflictivas, de ahí que sus núcleos temáticos

fuesen las relaciones entre marido y mujer, los infortunios amoro

sos o las relaciones en que la desventaja de uno de los personajes

pudiera dar pie a situaciones risibles. En otras ocasiones las obras

se basaban en juegos verbales =repcticiones, enumeraciones inter

minables, peroratas, equívocos, diálogos cortados, aliteraciones,

retruécanos, etc.- o confusiones del lenguaje que provocaban la

hilaridad de los espectadores (Wright: 61; Spang: 166).

[136]

[137]

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la estéticadesenmascaradora de lafársa en

El eterno femenino ...

 labivocalidad interna de lapalabra . En lapalabra cóm i

ca suenan lasvoces de dos hablantes: lavoz ridiculizada

y lavoz ridiculizadora; de este modo, hay en ellados con

cepciones del mundo, dos intenciones, dos voces, dos

sentidos y dos expresiones (Bajtín, Palabra : 141-142)

que se relacionan de manera dialógica. En

ELeterno fe-

menino

este contrapunteo de voces se da en las diversas

estilizaciones del discurso patriarcal organizadas por la

risa bajo la forma de parodia o ironía. Esta ridiculización

del lenguaje del patriarcado provoca que laobra tenga un

efecto satírico global.

El mismo título de la obra constituye una parodia. El

origen de la expresión eterno femenino seremonta a una

idealización romántica de las mujeres en la cual estas son

concebidas como seresen losque lamateria seespiritualiza.

En cuanto seres espiritualizados, las mujeres tienen como

misión comunicar la luz divina a los hombres. Así, son

el vehículo, por excelencia, de redención de los hombres

caídos en el pecado. Los versos con los que Goethe cierra

su Fausto (1832) se consideran el paradigma de dicha con

cepción: Todo lo perecedero no es

más

que figura. Aquí

lo Inaccesible se convierte en hecho; aquí se realiza lo Ine

fable. Lo Eterno-femenino nos atrae a lo alto 400 .

Los personajes de

ELeterno femenino

no son las espiri

tualizadas protagonistas de las novelas románticas; todo

lo contrario, son estereotipos trazados a partir de la exage

ración, a menudo caricaturesca y esquemática, de ciertos

rasgos de su personalidad, oralidad, aspecto o situación

social. No son caracteres que expresen una individualidad

compleja sino el resultado de una suma de lugares comu

nes llevados al exceso. Como resultado, el lector/espec-

[138]

Dahlia Antonio Romero

¡ 1

 

1

¡1 1

¡1 1

¡1

 I

1

 

I

r.idor percibe el efecto paródico, irónico o satírico de los

discursos que han modelado esos lugares comunes.

El tratamiento de los personajes de ELeterno femenino

,·sráestrechamente relacionado con el de los héroes en las

rcelaboracionesparódicas de losgéneros altos,muy cornu

ncs en los géneros cómicos antiguos. En ellos privaba la

c.rracterjzación de estos personajes a partir de sus apetitos

sensuales, en contraposición a lasaltas preocupaciones es

pirituales de los héroes en los géneros serios.1 4 Lo anterior

iha de la mano de una simultánea degradación del len

huaje poético en el que estaban escritas lasversiones paro

diadas; de ahí que los vulgarismos, las groserías,las obsce

nidades del mercado y la taberna pasaran a formar parte

importante del vocabulario cómico.

Entre este lenguaje vulgar -o, en el mejor de los ca

sos, cotidiano- y los personajes de los géneros cómicos

antiguos hay una estrecha relación. A las reelaboraciones

paródicas de los héroes trágicos y míticos siguió el do

minio, en dichos géneros, de personajes inspirados en la

vida cotidiana -aunque caricaturescos, exagerados- y de

las clasesbajas; en su caracterización tenía un papel fun

damental la oralidad, definida, a su vez, por la clasesocial.

A menudo los estereotipos de la farsa medieval sebasaron

en la situación conyugal, doméstica o profesional, pero

en su caracterización siempre se exageraron ciertos rasgos

que los hacían fácilmente reconocibles por los espectado

res. Así, quedaron grabados en la memoria del género:

mujeres astutas, maridos burlados, sacerdotes libidinosos,

abogados sin escrúpulos, criados estúpidos, soldados fan-

1 4

No hay que perder devista que, en todas estas reelaboraciones, no

se parodiaba, estrictamente, a los héroes, sino al lenguaje utilizado

en los géneros reclaborados.

[139]

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8/17/2019 Gidi - Mujeres Dramaturgia XX

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La estética desenmascaradora de la jársa en

El eterno femenino ...

farrones, comerciantes deshonestos, minusválidos físicos

y

psíquicos, enamorados, curas, charlatanes, embaucadores,

entre otros (Spang: 165-166; García Peinado: 46-47).

En El eternofemenino hay estereotipos configurados

;1

partir de personajes cotidianos: la patrona, la criada me

tiche, el vendedor, el macho mexicano, la novia, la sue

gra, la madre, la esposa engañada, la hija, la secretaria y

amante, la abuela, la solterona, la prostituta, la mujer de

acción , la científica, la académica, la burguesa, el locu

tor, el animador de televisión, el merolico, etc. También

hay, como en las más antiguas reelaboraciones paródicas,

personajes tipo del mito religioso -Eva, Adán, la serpien

te- e históricos -Cortés, la Malinche, Sor Juana, joseía

Ortiz de Domínguez, Carlota, la Adelita, etc. La puesta

en escena de estos estereotipos está relacionada con la re

elaboración paródica de los discursos, de tono patriarcal,

que los sostienen. Además, como algunos críticos ya han

señalado, el uso de estereotipos forma parte de las estra

tegias con las que Castellanos buscó el extrañamiento de

los espectadores respecto a la acción dramática, o, según

anota Barbara Bockus, objetivizar la escena de tal forma

que el espectador no pueda identificarse con un personaje

o con una situación (51).

Castellanos pone en escena los mencionados estereoti

pos a propósito de una trama sencilla: Lupita, una joven

de clase media próxima a casarse, va a arreglarse el cabello.

La protagonista acude a un salón de belleza sin saber que

será el conejillo de Indias de un experimento. Antes de

su llegada, la dueña del salón acepta probar lo último en

productos de belleza: un aparato que, adaptado al secador

de pelo, impide el peligro de que las mujeres, sin darse

cuenta, sepusieran a pensar (1975: 28). Conforme trans-

 l i

  :

[140]

Dahlia Antonio Romero

, 11re la obra aparece frente a Lupita una serie de cuadros

-uefios provocados por el aparato- que le revelan las

¡ 1nsibilidades de su futuro. Este sistema de cajas chinas,

•' historias dentro de la historia, que la autora pone en

»pcración ha motivado que algunos críticos señalen la

uicrateatralidad inherente a la obra (Bockus, Gladhart,

IZivero-Potter, Biron).

Como he señalado, en toda la obra la aparición de los

¡

.crsonajes estereotipados va de la mano de la parodia de

, 1 iversos discursos que sustentan el orden patriarcal; en

,.¡

caso del primer acto, las reelaboraciones burlescas son

principalmente de la cultura mexicana de masas =rni-

1 os, cine, televisión- (Bundgárd, Torres) y también de

 las prácticas culturales que determinan los papeles de la

mujer dentro de la clase media mexicana'' (Szurmuk: 39).

1

'ero la parodia no es, en estricto sentido, de los perso

najes, sino del tratamiento que se da a estos en la cultura

de masas. La reelaboración burlesca de los discursos que

[a constituyen permite que aquellos sean llevados al ex-

1

remo del estereotipo caricaturesco.

r5 Ya en 1968, en el ensayo La mujer y su imagen , Castellanos

había tratado con un rano igualmente irónico, pero más mesurado

-dadas las características del género-, laignorancia de las mujeres

respecto a sí mismas, el hecho de que no conocieran su cuerpo ni

por referencias (568) y que estuvieran sujetas al descubrimiento

de sí mismas a travésdel hombre. Laaurora apunta: Laosadía de

indagar sobre sí misma; la necesidad de hacerse consciente acerca

del significado de la propia existencia corporal o la inaudita pre

tensión de conferirle un significado a lapropia existencia espiritual

es duramente reprimida y castigada por el aparato social. Este ha

dictaminado de una vez y para siempre que la única acritud lícita

de la feminidad es la espera (569).

[141]