episodios nacionales. trafalgar - wordpress.com...episodios nacionales trafalgar obra reproducida...

337
Episodios Nacionales Trafalgar Benito Pérez Galdós Obra reproducida sin responsabilidad editorial

Upload: others

Post on 11-Mar-2020

32 views

Category:

Documents


1 download

TRANSCRIPT

Page 1: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Episodios NacionalesTrafalgar

Benito Pérez Galdós

Obr

a re

prod

ucid

a si

n re

spon

sabi

lidad

edi

toria

l

Page 2: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Advertencia de Luarna Ediciones

Este es un libro de dominio público en tantoque los derechos de autor, según la legislaciónespañola han caducado.

Luarna lo presenta aquí como un obsequio asus clientes, dejando claro que:

1) La edición no está supervisada pornuestro departamento editorial, de for-ma que no nos responsabilizamos de lafidelidad del contenido del mismo.

2) Luarna sólo ha adaptado la obra paraque pueda ser fácilmente visible en loshabituales readers de seis pulgadas.

3) A todos los efectos no debe considerarsecomo un libro editado por Luarna.

www.luarna.com

Page 3: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

-I-Se me permitirá que antes de referir el gran

suceso de que fui testigo, diga algunas palabrassobre mi infancia, explicando por qué extrañamanera me llevaron los azares de la vida a pre-senciar la terrible catástrofe de nuestra marina.

Al hablar de mi nacimiento, no imitaré a lamayor parte de los que cuentan hechos de supropia vida, quienes empiezan nombrando suparentela, las más veces noble, siempre hidalgapor lo menos, si no se dicen descendientes delmismo Emperador de Trapisonda. Yo, en estaparte, no puedo adornar mi libro con sonorosapellidos; y fuera de mi madre, a quien conocípor poco tiempo, no tengo noticia de ningunode mis ascendientes, si no es de Adán, cuyoparentesco me parece indiscutible. Doy princi-pio, pues, a mi historia como Pablos, el buscónde Segovia: afortunadamente Dios ha queridoque en esto sólo nos parezcamos.

Page 4: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Yo nací en Cádiz, y en el famoso barrio de laViña, que no es hoy, ni menos era entonces,academia de buenas costumbres. La memoriano me da luz alguna sobre mi persona y misacciones en la niñez, sino desde la edad de seisaños; y si recuerdo esta fecha, es porque la aso-cio a un suceso naval de que oí hablar entonces:el combate del cabo de San Vicente, acaecido en1797.

Dirigiendo una mirada hacia lo que fue, conla curiosidad y el interés propios de quien seobserva, imagen confusa y borrosa, en el cua-dro de las cosas pasadas, me veo jugando en laCaleta con otros chicos de mi edad poco más omenos. Aquello era para mí la vida entera; másaún, la vida normal de nuestra privilegiadaespecie; y los que no vivían como yo, me parec-ían seres excepcionales del humano linaje, puesen mi infantil inocencia y desconocimiento delmundo yo tenía la creencia de que el hombrehabía sido criado para la mar, habiéndole asig-

Page 5: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

nado la Providencia, como supremo ejercicio desu cuerpo, la natación, y como constante em-pleo de su espíritu el buscar y coger cangrejos,ya para arrancarles y vender sus estimadasbocas, que llaman de la Isla, ya para propiasatisfacción y regalo, mezclando así lo agrada-ble con lo útil.

La sociedad en que yo me crié era, pues, delo más rudo, incipiente y soez que puede ima-ginarse, hasta tal punto, que los chicos de laCaleta éramos considerados como más canallasque los que ejercían igual industria y desafia-ban con igual brío los elementos en Puntales; ypor esta diferencia, uno y otro bando nos con-siderábamos rivales, y a veces medíamos nues-tras fuerzas en la Puerta de Tierra con grandesy ruidosas pedreas, que manchaban el suelo deheroica sangre.

Cuando tuve edad para meterme de cabezaen los negocios por cuenta propia, con objetode ganar honradamente algunos cuartos, re-

Page 6: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

cuerdo que lucí mi travesura en el muelle, sir-viendo de introductor de embajadores a losmuchos ingleses que entonces como ahora nosvisitaban. El muelle era una escuela ateniensepara despabilarse en pocos años, y yo no fui delos alumnos menos aprovechados en aquel vas-to ramo del saber humano, así como tampocodejé de sobresalir en el merodeo de la fruta,para lo cual ofrecía ancho campo a nuestra ini-ciativa y altas especulaciones la plaza de SanJuan de Dios. Pero quiero poner punto en estaparte de mi historia, pues hoy recuerdo convergüenza tan grande envilecimiento, y doygracias a Dios de que me librara pronto de élllevándome por más noble camino.

Entre las impresiones que conservo, estámuy fijo en mi memoria el placer entusiastaque me causaba la vista de los barcos de guerra,cuando se fondeaban frente a Cádiz o en SanFernando. Como nunca pude satisfacer mi cu-riosidad, viendo de cerca aquellas formidables

Page 7: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

máquinas, yo me las representaba de un modofantástico y absurdo, suponiéndolas llenas demisterios.

Afanosos para imitar las grandes cosas delos hombres, los chicos hacíamos también nues-tras escuadras, con pequeñas naves, rudamentetalladas, a que poníamos velas de papel o tra-po, marinándolas con mucha decisión y serie-dad en cualquier charco de Puntales o la Caleta.Para que todo fuera completo, cuando veníaalgún cuarto a nuestras manos por cualquierade las vías industriales que nos eran propias,comprábamos pólvora en casa de la tía Coscojade la calle del Torno de Santa María, y con esteingrediente hacíamos una completa fiesta na-val. Nuestras flotas se lanzaban a tomar vientoen océanos de tres varas de ancho; disparabansus piezas de caña; se chocaban remedandosangrientos abordajes, en que se batía con glo-ria su imaginaria tripulación; cubríalas elhumo, dejando ver las banderas, hechas con el

Page 8: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

primer trapo de color encontrado en los basure-ros; y en tanto nosotros bailábamos de regocijoen la costa, al estruendo de la artillería, fi-gurándonos ser las naciones a que correspond-ían aquellos barcos, y creyendo que en el mun-do de los hombres y de las cosas grandes, lasnaciones bailarían lo mismo presenciando lavictoria de sus queridas escuadras. Los chicosven todo de un modo singular.

Aquélla era época de grandes combates na-vales, pues había uno cada año, y alguna esca-ramuza cada mes. Yo me figuraba que las es-cuadras se batían unas con otras pura y sim-plemente porque les daba la gana, o con objetode probar su valor, como dos guapos que secitan fuera de puertas para darse de navajazos.Me río recordando mis extravagantes ideasrespecto a las cosas de aquel tiempo. Oía hablarmucho de Napoleón, ¿y cómo creen ustedesque yo me lo figuraba? Pues nada menos queigual en todo a los contrabandistas que, proce-

Page 9: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

dentes del campo de Gibraltar, se veían en elbarrio de la Viña con harta frecuencia; me lofiguraba caballero en un potro jerezano, con sumanta, polainas, sombrero de fieltro y el co-rrespondiente trabuco. Según mis ideas, coneste pergenio, y seguido de otros aventurerosdel mismo empaque, aquel hombre, que todospintaban como extraordinario, conquistaba laEuropa, es decir, una gran isla, dentro de lacual estaban otras islas, que eran las naciones, asaber: Inglaterra, Génova, Londres, Francia,Malta, la tierra del Moro, América, Gibraltar,Mahón, Rusia, Tolón, etc. Yo había formadoesta geografía a mi antojo, según las proceden-cias más frecuentes de los barcos, con cuyospasajeros hacía algún trato; y no necesito decirque entre todas estas naciones o islas Españaera la mejorcita, por lo cual los ingleses, unos amodo de salteadores de caminos, queríancogérsela para sí. Hablando de esto y otrosasuntos diplomáticos, yo y mis colegas de la

Page 10: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Caleta decíamos mil frases inspiradas en el másardiente patriotismo.

Pero no quiero cansar al lector con pormeno-res que sólo se refieren a mis particulares im-presiones, y voy a concluir de hablar de mí. Elúnico ser que compensaba la miseria de miexistencia con un desinteresado afecto, era mimadre. Sólo recuerdo de ella que era muy her-mosa, o al menos a mí me lo parecía. Desde quequedó viuda, se mantenía y me mantenía la-vando y componiendo la ropa de algunos ma-rineros. Su amor por mí debía de ser muygrande. Caí gravemente enfermo de la fiebreamarilla, que entonces asolaba a Andalucía, ycuando me puse bueno me llevó como en pro-cesión a oír misa a la Catedral vieja, por cuyopavimento me hizo andar de rodillas más deuna hora, y en el mismo retablo en que la oímospuso, en calidad de ex-voto, un niño de ceraque yo creí mi perfecto retrato.

Page 11: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Mi madre tenía un hermano, y si aquélla erabuena, éste era malo y muy cruel por añadidu-ra. No puedo recordar a mi tío sin espanto, ypor algunos incidentes sueltos que conservo enla memoria, colijo que aquel hombre debió dehaber cometido un crimen en la época a que merefiero. Era marinero, y cuando estaba en Cádizy en tierra, venía a casa borracho como unacuba y nos trataba fieramente, a su hermana depalabra, diciéndole los más horrendos voca-blos, y a mí de obra, castigándome sin motivo.

Mi madre debió padecer mucho con lasatrocidades de su hermano, y esto, unido altrabajo tan penoso como mezquinamente retri-buido, aceleró su fin, el cual dejó indeleble im-presión en mi espíritu, aunque mi memoriapuede hoy apreciarlo sólo de un modo vago.

En aquella edad de miseria y vagancia, yono me ocupaba más que en jugar junto a la maro en correr por las calles. Mis únicas contrarie-dades eran las que pudieran ocasionarme un

Page 12: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

bofetón de mi tío, un regaño de mi madre ocualquier contratiempo en la organización demis escuadras. Mi espíritu no había conocidoaún ninguna emoción fuerte y verdaderamentehonda, hasta que la pérdida de mi madre mepresentó a la vida humana bajo un aspecto muydistinto del que hasta entonces había tenidopara mí. Por eso la impresión sentida no se haborrado nunca de mi alma. Transcurridos tan-tos años, recuerdo aún, como se recuerdan lasmedrosas imágenes de un mal sueño, que mimadre yacía postrada con no sé qué padeci-miento; recuerdo haber visto entrar en casaunas mujeres, cuyos nombres y condición nopuedo decir; recuerdo oír lamentos de dolor, ysentirme yo mismo en los brazos de mi madre;recuerdo también, refiriéndolo a todo mi cuer-po, el contacto de unas manos muy frías, peromuy frías. Creo que después me sacaron de allí,y con estas indecisas memorias se asocia la vis-ta de unas velas amarillas que daban pavorosaclaridad en medio del día, el rumor de unos

Page 13: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

rezos, el cuchicheo de unas viejas charlatanas,las carcajadas de marineros ebrios, y despuésde esto la triste noción de la orfandad, la ideade hallarme solo y abandonado en el mundo,idea que embargó mi pobre espíritu por algúntiempo.

No tengo presente lo que hizo mi tío enaquellos días. Sólo sé que sus crueldades con-migo se redoblaron hasta tal punto, quecansándome de sus malos tratos, me evadí de lacasa deseoso de buscar fortuna. Me fui a SanFernando; de allí a Puerto Real. Junteme con lagente más perdida de aquellas playas, fecundasen héroes de encrucijada, y no sé cómo ni porqué motivo fui a parar con ellos a Medinasido-nia, donde hallándonos cierto día en una taber-na se presentaron algunos soldados de Marinaque hacían la leva, y nos desbandamos, refu-giándose cada cual donde pudo. Mi buena es-trella me llevó a cierta casa, cuyos dueños seapiadaron de mí, mostrándome gran interés,

Page 14: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

sin duda por el relato que de rodillas, bañadoen lágrimas y con ademán suplicante, hice demi triste estado, de mi vida, y sobre todo demis desgracias.

Aquellos señores me tomaron bajo su pro-tección, librándome de la leva, y desde enton-ces quedé a su servicio. Con ellos me trasladé aVejer de la Frontera, lugar de su residencia,pues sólo estaban de paso en Medinasidonia.

Mis ángeles tutelares fueron D. Alonso Gu-tiérrez de Cisniega, capitán de navío, retiradodel servicio, y su mujer, ambos de avanzadaedad. Enseñáronme muchas cosas que no sabía,y como me tomaran cariño, al poco tiempo ad-quirí la plaza de paje del Sr. Don Alonso, alcual acompañaba en su paseo diario, pues elbuen inválido no movía el brazo derecho y conmucho trabajo la pierna correspondiente. No séqué hallaron en mí para despertar su interés.Sin duda mis pocos años, mi orfandad y tam-bién la docilidad con que les obedecía, fueron

Page 15: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

parte a merecer una benevolencia a que he vi-vido siempre profundamente agradecido. Hayque añadir a las causas de aquel cariño, aunqueme esté mal el decirlo, que yo, no obstantehaber vivido hasta entonces en contacto con lamás desarrapada canalla, tenía cierta cultura odelicadeza ingénita que en poco tiempo mehizo cambiar de modales, hasta el punto de quealgunos años después, a pesar de la falta detodo estudio, hallábame en disposición de po-der pasar por persona bien nacida.

Cuatro años hacía que estaba en la casacuando ocurrió lo que voy a referir. No me exijael lector una exactitud que tengo por imposible,tratándose de sucesos ocurridos en la primeraedad y narrados en el ocaso de la existencia,cuando cercano a mi fin, después de una largavida, siento que el hielo de la senectud entorpe-ce mi mano al manejar la pluma, mientras elentendimiento aterido intenta engañarse, bus-cando en el regalo de dulces o ardientes memo-

Page 16: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

rias un pasajero rejuvenecimiento. Como aque-llos viejos verdes que creen despertar su volup-tuosidad dormida engañando los sentidos conla contemplación de hermosuras pintadas, asíintentaré dar interés y lozanía a los mustiospensamientos de mi ancianidad, recalentándo-los con la representación de antiguas grande-zas.

Y el efecto es inmediato. ¡Maravillosa super-chería de la imaginación! Como quien repasahojas hace tiempo dobladas de un libro que seleyó, así miro con curiosidad y asombro losaños que fueron; y mientras dura el embelesode esta contemplación, parece que un genioamigo viene y me quita de encima la pesadum-bre de los años, aligerando la carga de mi an-cianidad, que tanto agobia el cuerpo como elalma. Esta sangre, tibio y perezoso humor quehoy apenas presta escasa animación a mi cadu-co organismo, se enardece, se agita, circula,bulle, corre y palpita en mis venas con acelera-

Page 17: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

da pulsación. Parece que en mi cerebro entra deimproviso una gran luz que ilumina y da formaa mil ignorados prodigios, como la antorcha delviajero que, esclareciendo la obscura cueva, daa conocer las maravillas de la geología tan derepente, que parece que las crea. Y al mismotiempo mi corazón, muerto para las grandessensaciones, se levanta, Lázaro llamado por vozdivina, y se me sacude en el pecho, causándo-me a la vez dolor y alegría.

Soy joven; el tiempo no ha pasado; tengofrente a mí los principales hechos de mi moce-dad; estrecho la mano de antiguos amigos; enmi ánimo se reproducen las emociones dulces oterribles de la juventud, el ardor del triunfo, elpesar de la derrota, las grandes alegrías, asícomo las grandes penas, asociadas en los re-cuerdos como lo están en la vida. Sobre todosmis sentimientos domina uno, el que dirigiósiempre mis acciones durante aquel azarosoperiodo comprendido entre 1805 y 1834. Cerca-

Page 18: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

no al sepulcro, y considerándome el más inútilde los hombres, ¡aún haces brotar lágrimas demis ojos, amor santo de la patria! En cambio yoaún puedo consagrarte una palabra, maldicien-do al ruin escéptico que te niega, y al filósofocorrompido que te confunde con los interesesde un día.

A este sentimiento consagré mi edad viril y aél consagro esta faena de mis últimos años, po-niéndole por genio tutelar o ángel custodio demi existencia escrita, ya que lo fue de mi exis-tencia real. Muchas cosas voy a contar. ¡Trafal-gar, Bailén, Madrid, Zaragoza, Gerona, Arapi-les!... De todo esto diré alguna cosa, si no osfalta la paciencia. Mi relato no será tan bellocomo debiera, pero haré todo lo posible paraque sea verdadero.

Page 19: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

-II-En uno de los primeros días de Octubre de

aquel año funesto (1805), mi noble amo mellamó a su cuarto, y mirándome con su habitualseveridad (cualidad tan sólo aparente, pues sucarácter era sumamente blando), me dijo:

«Gabriel, ¿eres tú hombre de valor?»

No supe al principio qué contestar, porque,a decir verdad, en mis catorce años de vida nose me había presentado aún ocasión de asom-brar al mundo con ningún hecho heroico; peroel oírme llamar hombre me llenó de orgullo, ypareciéndome al mismo tiempo indecorosonegar mi valor ante persona que lo tenía en tanalto grado, contesté con pueril arrogancia:

«Sí, mi amo: soy hombre de valor».

Entonces aquel insigne varón, que había de-rramado su sangre en cien combates gloriosos,sin que por esto se desdeñara de tratar confia-

Page 20: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

damente a su leal criado, sonrió ante mí, hízo-me seña de que me sentara, y ya iba a poner enmi conocimiento alguna importante resolución,cuando su esposa y mi ama Doña Franciscaentró de súbito en el despacho para dar mayorinterés a la conferencia, y comenzó a hablardestempladamente en estos términos:

-No, no irás... te aseguro que no irás a la es-cuadra. ¡Pues no faltaba más!... ¡A tus años ycuando te has retirado del servicio por viejo!...¡Ay, Alonsito, has llegado a los setenta y ya noestás para fiestas!

Me parece que aún estoy viendo a aquellarespetable cuanto iracunda señora con su granpapalina, su saya de organdí, sus rizos blancosy su lunar peludo a un lado de la barba. Citoestos cuatro detalles heterogéneos, porque sinellos no puede representársela mi memoria. Erauna mujer hermosa en la vejez, como la SantaAna de Murillo; y su belleza respetable habríasido perfecta, y la comparación con la madre de

Page 21: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

la Virgen exacta, si mi ama hubiera sido mudacomo una pintura.

D. Alonso, algo acobardado, como de cos-tumbre, siempre que la oía, le contestó:

«Necesito ir, Paquita. Según la carta queacabo de recibir de ese buen Churruca, la es-cuadra combinada debe, o salir de Cádiz pro-vocando el combate con los ingleses, o esperar-les en la bahía, si se atreven a entrar. De todosmodos, la cosa va a ser sonada».

-Bueno, me alegro -repuso Doña Francisca-.Ahí están Gravina, Valdés, Cisneros, Churruca,Alcalá Galiano y Álava. Que machaquen durosobre esos perros ingleses. Pero tú estás hechoun trasto viejo, que no sirves para maldita deDios la cosa. Todavía no puedes mover el brazoizquierdo que te dislocaron en el cabo de SanVicente.

Page 22: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Mi amo movió el brazo izquierdo con ungesto académico y guerrero, para probar que lotenía expedito. Pero Doña Francisca, no con-vencida con tan endeble argumento, continuóchillando en estos términos:

«No, no irás a la escuadra, porque allí nohacen falta estantiguas como tú. Si tuvierascuarenta años, como cuando fuiste a la tierradel Fuego y me trajiste aquellos collares verdesde los indios... Pero ahora... Ya sé yo que esecalzonazos de Marcial te ha calentado los cas-cos anoche y esta mañana, hablándote de bata-llas. Me parece que el Sr. Marcial y yo tenemosque reñir... Vuélvase él a los barcos si quiere,para que le quiten la pierna que le queda... ¡Oh,San José bendito! Si en mis quince hubiera sa-bido yo lo que era la gente de mar... ¡Qué tor-mento! ¡Ni un día de reposo! Se casa una paravivir con su marido, y a lo mejor viene un des-pacho de Madrid que en dos palotadas me lomanda qué sé yo a dónde, a la Patagonia, al

Page 23: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Japón o al mismo infierno. Está una diez o docemeses sin verle, y al fin, si no se le comen losseñores salvajes, vuelve hecho una miseria, tanenfermo y amarillo que no sabe una qué hacerpara volverle a su color natural... Pero pájaroviejo no entra en jaula, y de repente viene otrodespachito de Madrid... Vaya usted a Tolón, aBrest, a Nápoles, acá o acullá, donde le da lagana al bribonazo del Primer Cónsul... ¡Ah!, sitodos hicieran lo que yo digo, ¡qué pronto laspagaría todas juntas ese caballerito que trae tanrevuelto al mundo!»

Mi amo miró sonriendo una mala estampaclavada en la pared, y que, torpemente ilumi-nada por ignoto artista, representaba al Empe-rador Napoleón, caballero en un corcel verde,con el célebre redingote embadurnado de ber-mellón. Sin duda la impresión que dejó en míaquella obra de arte, que contemplé durantecuatro años, fue causa de que modificara misideas respecto al traje de contrabandista del

Page 24: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

grande hombre, y en lo sucesivo me lo repre-senté vestido de cardenal y montado en un ca-ballo verde.

«Esto no es vivir -continuó Doña Franciscaagitando los brazos-. Dios me perdone; peroaborrezco el mar, aunque dicen que es una desus mejores obras. ¡No sé para qué sirve la San-ta Inquisición si no convierte en cenizas esosendiablados barcos de guerra! Pero vengan acáy díganme: ¿Para qué es eso de estarse arrojan-do balas y más balas, sin más ni más, puestossobre cuatro tablas que, si se quiebran, arrojanal mar centenares de infelices? ¿No es esto ten-tar a Dios? ¡Y estos hombres se vuelven locoscuando oyen un cañonazo! ¡Bonita gracia! A míse me estremecen las carnes cuando los oigo, ysi todos pensaran como yo, no habría más gue-rras en el mar... y todos los cañones se conver-tirían en campanas. Mira, Alonso -añadió dete-niéndose ante su marido-, me parece que ya oshan derrotado bastantes veces. ¿Queréis otra?

Page 25: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Tú y esos otros tan locos como tú, ¿no estáissatisfechos después de la del 14?.

D. Alonso apretó los puños al oír aquel tristerecuerdo, y no profirió un juramento de marinopor respeto a su esposa.

«La culpa de tu obstinación en ir a la escua-dra -añadió la dama cada vez más furiosa-, latiene el picarón de Marcial, ese endiablado ma-rinero, que debió ahogarse cien veces, y cienveces se ha salvado para tormento mío. Si élquiere volver a embarcarse con su pierna depalo, su brazo roto, su ojo de menos y sus cin-cuenta heridas, que vaya en buen hora, y Diosquiera que no vuelva a parecer por aquí...; perotú no irás, Alonso, tú no irás, porque estás en-fermo y porque has servido bastante al Rey,quien por cierto te ha recompensado muy mal;y yo que tú, le tiraría a la cara al señor Gene-ralísimo de mar y tierra los galones de capitánde navío que tienes desde hace diez años... A feque debían haberte hecho almirante cuando

Page 26: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

menos, que harto lo merecías cuando fuiste a laexpedición de África y me trajiste aquellascuentas azules que, con los collares de los indi-os, me sirvieron para adornar la urna de la Vir-gen del Carmen.

-Sea o no almirante, yo debo ir a la escuadra,Paquita -dijo mi amo-. Yo no puedo faltar a esecombate. Tengo que cobrar a los ingleses ciertacuenta atrasada.

-Bueno estás tú para cobrar estas cuentas -contestó mi ama-: un hombre enfermo y mediobaldado...

-Gabriel irá conmigo -añadió D. Alonso,mirándome de un modo que infundía valor.

Yo hice un gesto que indicaba mi conformi-dad con tan heroico proyecto; pero cuidé deque no me viera Doña Francisca, la cual mehabría hecho notar el irresistible peso de sumano si observara mis disposiciones belicosas.

Page 27: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Ésta, al ver que su esposo parecía resuelto,se enfureció más; juró que si volviera a nacer,no se casaría con ningún marino; dijo mil pestesdel Emperador, de nuestro amado Rey, delPríncipe de la Paz, de todos los signatarios deltratado de subsidios, y terminó asegurando alvaliente marino que Dios le castigaría por suinsensata temeridad.

Durante el diálogo que he referido, sin res-ponder de su exactitud, pues sólo me fundo envagos recuerdos, una tos recia y perruna, reso-nando en la habitación inmediata, anunciabaque Marcial, el mareante viejo, oía desde muycerca la ardiente declamación de mi ama, que lehabía citado bastantes veces con comentariospoco benévolos. Deseoso de tomar parte en laconversación, para lo cual le autorizaba la con-fianza que tenía en la casa, abrió la puerta y sepresentó en el cuarto de mi amo.

Antes de pasar adelante, quiero dar de éstealgunas noticias, así como de su hidalga con-

Page 28: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

sorte, para mejor conocimiento de lo que va apasar.

-III-D. Alonso Gutiérrez de Cisniega pertenecía

a una antigua familia del mismo Vejer. Con-sagráronle a la carrera naval, y desde su juven-tud, siendo guardia marina, se distinguió hon-rosamente en el ataque que los ingleses dirigie-ron contra la Habana en 1748. Formó parte dela expedición que salió de Cartagena contraArgel en 1775, y también se halló en el ataquede Gibraltar por el Duque de Crillon en 1782.Embarcose más tarde para la expedición al es-trecho de Magallanes en la corbeta Santa Maríade la Cabeza, que mandaba Don Antonio deCórdova; también se halló en los gloriososcombates que sostuvo la escuadra anglo-española contra la francesa delante de Tolón en1793, y, por último, terminó su gloriosa carrera

Page 29: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

en el desastroso encuentro del cabo de San Vi-cente, mandando el navío Mejicano, uno de losque tuvieron que rendirse.

Desde entonces, mi amo, que no había as-cendido conforme a su trabajosa y dilatada ca-rrera, se retiró del servicio. De resultas de lasheridas recibidas en aquella triste jornada, cayóenfermo del cuerpo, y más gravemente del al-ma, a consecuencia del pesar de la derrota.Curábale su esposa con amor, aunque no singritos, pues el maldecir a la marina y a los na-vegantes era en su boca tan habitual como losdulces nombres de Jesús y María en boca de undevoto.

Era Doña Francisca una señora excelente,ejemplar, de noble origen, devota y temerosade Dios, como todas las hembras de aqueltiempo; caritativa y discreta, pero con el másarisco y endemoniado genio que he conocidoen mi vida. Francamente, yo no considero comoingénito aquel iracundo temperamento, sino,

Page 30: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

antes bien, creado por los disgustos que la oca-sionó la desabrida profesión de su esposo; y espreciso confesar que no se quejaba sin razón,pues aquel matrimonio, que durante cincuentaaños habría podido dar veinte hijos al mundo ya Dios, tuvo que contentarse con uno solo: laencantadora y sin par Rosita, de quien hablarédespués. Por éstas y otras razones, Doña Fran-cisca pedía al cielo en sus diarias oraciones elaniquilamiento de todas las escuadras europe-as.

En tanto, el héroe se consumía tristementeen Vejer viendo sus laureles apolillados y roí-dos de ratones, y meditaba y discurría a todashoras sobre un tema importante, es decir: que siCórdova, comandante de nuestra escuadra,hubiera mandado orzar a babor en vez de or-denar la maniobra a estribor, los navíos Mejica-no, San José, San Nicolás y San Isidro no habríancaído en poder de los ingleses, y el almiranteinglés Jerwis habría sido derrotado. Su mujer,

Page 31: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Marcial, hasta yo mismo, extralimitándome enmis atribuciones, le decíamos que la cosa notenía duda, a ver si dándonos por convencidosse templaba el vivo ardor de su manía; pero nipor ésas: su manía le acompañó al sepulcro.

Pasaron ocho años después de aquel desas-tre, y la noticia de que la escuadra combinadaiba a tener un encuentro decisivo con los ingle-ses, produjo en él cierta excitación que parecíarejuvenecerle. Dio, pues, en la flor de que habíade ir a la escuadra para presenciar la indudablederrota de sus mortales enemigos; y aunque suesposa trataba de disuadirle, como he dicho,era imposible desviarle de tan estrafalariopropósito. Para dar a comprender cuán ve-hemente era su deseo, basta decir que osabacontrariar, aunque evitando toda disputa, lafirme voluntad de Doña Francisca; y debo ad-vertir, para que se tenga idea de la obstinaciónde mi amo, que éste no tenía miedo a los ingle-ses, ni a los franceses, ni a los argelinos, ni a los

Page 32: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

salvajes del estrecho de Magallanes, ni al marirritado, ni a los monstruos acuáticos, ni a laruidosa tempestad, ni al cielo, ni a la tierra: notenía miedo a cosa alguna creada por Dios, másque a su bendita mujer.

Réstame hablar ahora del marinero Marcial,objeto del odio más vivo por parte de DoñaFrancisca; pero cariñosa y fraternalmente ama-do por mi amo D. Alonso, con quien había ser-vido.

Marcial (nunca supe su apellido), llamadoentre los marineros Medio-hombre, había sidocontramaestre en barcos de guerra durante cua-renta años. En la época de mi narración, la fa-cha de este héroe de los mares era de lo mássingular que puede imaginarse. Figúrense us-tedes, señores míos, un hombre viejo, más bienalto que bajo, con una pierna de palo, el brazoizquierdo cortado a cercén más abajo del codo,un ojo menos, la cara garabateada por multitudde chirlos en todas direcciones y con desorden

Page 33: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

trazados por armas enemigas de diferentes cla-ses, con la tez morena y curtida como la de to-dos los marinos viejos, con una voz ronca, hue-ca y perezosa que no se parecía a la de ningúnhabitante racional de tierra firme, y podránformarse idea de este personaje, cuyo recuerdome hace deplorar la sequedad de mi paleta,pues a fe que merece ser pintado por un diestroretratista. No puedo decir si su aspecto hacíareír o imponía respeto: creo que ambas cosas ala vez, y según como se le mirase.

Puede decirse que su vida era la historia dela marina española en la última parte del siglopasado y principios del presente; historia encuyas páginas las gloriosas acciones alternancon lamentables desdichas. Marcial había na-vegado en el Conde de Regla, en el San Joaquín,en el Real Carlos, en el Trinidad, y en otrosheroicos y desgraciados barcos que, al parecerderrotados con honra o destruidos con alevosía,sumergieron con sus viejas tablas el poderío

Page 34: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

naval de España. Además de las campañas enque tomó parte con mi amo, Medio-hombrehabía asistido a otras muchas, tales como laexpedición a la Martinica, la acción de Finiste-rre y antes el terrible episodio del Estrecho, enla noche del 12 de julio de 1801, y al combatedel cabo de Santa María, en 5 de octubre de1804.

A la edad de sesenta y seis años se retiró delservicio, mas no por falta de bríos, sino porqueya se hallaba completamente desarbolado yfuera de combate. Él y mi amo eran en tierrados buenos amigos; y como la hija única delcontramaestre se hallase casada con un antiguocriado de la casa, resultando de esta unión unnieto, Medio-hombre se decidió a echar parasiempre el ancla, como un viejo pontón inútilpara la guerra, y hasta llegó a hacerse la ilusiónde que le gustaba la paz. Bastaba verle paracomprender que el empleo más difícil que pod-ía darse a aquel resto glorioso de un héroe era

Page 35: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

el de cuidar chiquillos; y en efecto, Marcial nohacía otra cosa que cargar, distraer y dormir asu nieto, para cuya faena le bastaban sus can-ciones marineras sazonadas con algún juramen-to, propio del oficio.

Mas al saber que la escuadra combinada seapercibía para un gran combate, sintió renaceren su pecho el amortiguado entusiasmo, y soñóque se hallaba mandando la marinería en elalcázar de proa del Santísima Trinidad. Comonotase en D. Alonso iguales síntomas de recru-decimiento, se franqueó con él, y desde enton-ces pasaban gran parte del día y de la nochecomunicándose, así las noticias recibidas comolas propias sensaciones, refiriendo hechos pa-sados, haciendo conjeturas sobre los veniderosy soñando despiertos, como dos grumetes queen íntima confidencia calculan el modo de lle-gar a almirantes.

En estas encerronas, que traían a Doña Fran-cisca muy alarmada, nació el proyecto de em-

Page 36: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

barcarse en la escuadra para presenciar elpróximo combate. Ya saben ustedes la opiniónde mi ama y las mil picardías que dijo del ma-rinero embaucador; ya saben que D. Alonsoinsistía en poner en ejecución tan atrevido pen-samiento, acompañado de su paje, y ahora meresta referir lo que todos dijeron cuando Mar-cial se presentó a defender la guerra contra elvergonzoso statu quo de Doña Francisca.

-IV-«Señor Marcial -dijo ésta con redoblado fu-

ror: -si quiere usted ir a la escuadra a que le denla última mano, puede embarcar cuando quie-ra; pero lo que es este no irá.

-Bueno -contestó el marinero, que se habíasentado en el borde de una silla, ocupando sóloel espacio necesario para sostenerse-: iré yo

Page 37: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

solo. El demonio me lleve, si me quedo sinechar el catalejo a la fiesta.»

Después añadió con expresión de júbilo:

«Tenemos quince navíos, y los francesitosveinticinco barcos. Si todos fueran nuestros, noera preciso tanto... ¡Cuarenta buques y muchocorazón embarcado!»

Como se comunica el fuego de una mecha aotra que está cercana, así el entusiasmo queirradió del ojo de Marcial encendió los dos, yapor la edad amortiguados, de mi buen amo.

«Pero el Señorito -continuó Medio-hombre-,traerá muchos también. Así me gustan a mí lasfunciones: mucha madera donde mandar balas,y mucho jumo de pólvora que caliente el airecuando hace frío.»

Se me había olvidado decir que Marcial, co-mo casi todos los marinos, usaba un vocabula-

Page 38: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

rio formado por los más peregrinos termina-chos, pues es costumbre en la gente de mar detodos los países desfigurar la lengua patria has-ta convertirla en caricatura. Observando la ma-yor parte de las voces usadas por los navegan-tes, se ve que son simplemente corruptelas delas palabras más comunes, adaptadas a su tem-peramento arrebatado y enérgico, siempre pro-penso a abreviar todas las funciones de la vida,y especialmente el lenguaje. Oyéndoles hablar,me ha parecido a veces que la lengua es unórgano que les estorba.

Marcial, como digo, convertía los nombresen verbos, y éstos en nombres, sin consultar conla Academia. Asimismo aplicaba el vocabulariode la navegación a todos los actos de la vida,asimilando el navío con el hombre, en virtud deuna forzada analogía entre las partes de aquél ylos miembros de éste. Por ejemplo, hablando dela pérdida de su ojo, decía que había cerrado elportalón de estribor; y para expresar la rotura del

Page 39: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

brazo, decía que se había quedado sin la serviolade babor. Para él el corazón, residencia del valory del heroísmo, era el pañol de la pólvora, asícomo el estómago el pañol del viscocho. Al me-nos estas frases las entendían los marineros;pero había otras, hijas de su propia inventivafilológica, de él sólo conocidas y en todo suvalor apreciadas. ¿Quién podría comprender loque significaban patigurbiar, chingurria y otrosferoces nombres del mismo jaez? Yo creo, aun-que no lo aseguro, que con el primero signifi-caba dudar, y con el segundo tristeza. La acciónde embriagarse la denominaba de mil manerasdistintas, y entre éstas la más común era ponersela casaca, idiotismo cuyo sentido no hallaránmis lectores, si no les explico que, habiéndolemerecido los marinos ingleses el dictado decasacones, sin duda a causa de su uniforme, aldecir ponerse la casaca por emborracharse, quer-ía significar Marcial una acción común y co-rriente entre sus enemigos. A los almirantesextranjeros los llamaba con estrafalarios nom-

Page 40: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

bres, ya creados por él, ya traducidos a su ma-nera, fijándose en semejanzas de sonido. A Nel-son le llamaba el Señorito, voz que indicabacierta consideración o respeto; a Collingwoodel tío Calambre, frase que a él le parecía exactatraducción del inglés; a Jerwis le nombrabacomo los mismos ingleses, esto es, viejo zorro; aCalder el tío Perol, porque encontraba mucharelación entre las dos voces; y siguiendo unsistema lingüístico enteramente opuesto, de-signaba a Villeneuve, jefe de la escuadra com-binada, con el apodo de Monsieur Corneta,nombre tomado de un sainete a cuya represen-tación asistió Marcial en Cádiz. En fin, taleseran los disparates que salían de su boca, queme veré obligado, para evitar explicacionesenojosas, a sustituir sus frases con las usuales,cuando refiera las conversaciones que de élrecuerdo.

Sigamos ahora. Doña Francisca, haciéndosecruces, dijo así:

Page 41: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

«¡Cuarenta navíos! Eso es tentar a la DivinaProvidencia. ¡Jesús!, y lo menos tendrán cua-renta mil cañones, para que estos enemigos sematen unos a otros.

-Lo que es como Mr. Corneta tenga bienprovistos los pañoles de la pólvora -contestóMarcial señalando al corazón-, ya se van a reíresos señores casacones. No será ésta como ladel cabo de San Vicente.

-Hay que tener en cuenta -dijo mi amo conplacer, viendo mencionado su tema favorito-,que si el almirante Córdova hubiera mandadovirar a babor a los navíos San José y Mejicano, elSr. de Jerwis no se habría llamado Lord Conde deSan Vicente. De eso estoy bien seguro, y tengodatos para asegurar que con la maniobra a ba-bor, hubiéramos salido victoriosos.

-¡Victoriosos! -exclamó con desdén DoñaFrancisca-. Si pueden ellos más... Estos bravu-cones parece que se quieren comer el mundo, y

Page 42: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

en cuanto salen al mar parece que no tienenbastantes costillas para recibir los porrazos delos ingleses.

-¡No! -dijo Medio-hombre enérgicamente ycerrando el puño con gesto amenazador-. ¡Si nofuera por sus muchas astucias y picardías!...Nosotros vamos siempre contra ellos con elalma a un largo, pues, con nobleza, banderaizada y manos limpias. El inglés no se larguea, ysiempre ataca por sorpresa, buscando las aguasmalas y las horas de cerrazón. Así fue la delEstrecho, que nos tienen que pagar. Nosotrosnavegábamos confiados, porque ni de perrosherejes moros se teme la traición, cuantimás deun inglés que es civil y al modo de cristiano.Pero no: el que ataca a traición no es cristiano,sino un salteador de caminos. Figúrese usted,señora -añadió dirigiéndose a Doña Franciscapara obtener su benevolencia-, que salimos deCádiz para auxiliar a la escuadra francesa quese había refugiado en Algeciras, perseguida por

Page 43: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

los ingleses. Hace de esto cuatro años, y entavíatengo tal coraje que la sangre se me emborbotacuando lo recuerdo. Yo iba en el Real Carlos, de112 cañones, que mandaba Ezguerra, y ademásllevábamos el San Hermenegildo, de 112 tam-bién; el San Fernando, el Argonauta, el SanAgustín y la fragata Sabina. Unidos con la es-cuadra francesa, que tenía cuatro navíos, tresfragatas y un bergantín, salimos de Algeciraspara Cádiz a las doce del día, y como el tiempoera flojo, nos anocheció más acá de punta Car-nero. La noche estaba más negra que un barrilde chapapote; pero como el tiempo era bueno,no nos importaba navegar a obscuras. Casi todala tripulación dormía: me acuerdo que estabayo en el castillo de proa hablando con mi primoPepe Débora, que me contaba las perradas desu suegra, y desde allí vi las luces del San Her-menegildo, que navegaba a estribor como a tirode cañón. Los demás barcos iban delante. Pus-que lo que menos creíamos era que los casaco-nes habían salido de Gibraltar tras de nosotros

Page 44: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

y nos daban caza. ¿Ni cómo los habíamos dever, si tenían apagadas las luces y se nos acer-caban sin que nos percatáramos de ello? Derepente, y anque la noche estaba muy obscura,me pareció ver... yo siempre he tenido un farolcomo un lince... me pareció que un barco pasa-ba entre nosotros y el San Hermenegildo. «JoséDébora -dije a mi compañero-; o yo estoy vien-do pantasmas, o tenemos un barco inglés porestribor».

José Débora miró y me dijo:

«Que el palo mayor se caiga por la fogona-dura y me parta, si hay por estribor más barcoque el San Hermenegildo.

-Pues por sí o por no -dije-, voy a avisarle aloficial que está de cuarto».

No había acabado de decirlo, cuando pa-taplús... sentimos el musiqueo de toda una an-danada que nos soplaron por el costado. En un

Page 45: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

minuto la tripulación se levantó... cada uno a supuesto... ¡Qué batahola, señora Doña Francisca!Me alegrara de que usted lo hubiera visto paraque supiera cómo son estas cosas. Todos jurá-bamos como demonios y pedíamos a Dios quenos pusiera un cañón en cada dedo para contes-tar al ataque. Ezguerra subió al alcázar ymandó disparar la andanada de estribor... ¡za-pataplús! La andanada de estribor disparó enseguida, y al poco rato nos contestaron... Peroen aquella trapisonda no vimos que con el pri-mer disparo nos habían soplado a bordo unasendiabladas materias comestibles (combustiblesquería decir), que cayeron sobre el buque comosi estuviera lloviendo fuego. Al ver que ardíanuestro navío, se nos redobló la rabia y carga-mos de nuevo la andanada, y otra, y otra. ¡Ah,señora Doña Francisca! ¡Bonito se puso aque-llo!... Nuestro comandante mandó meter sobreestribor para atacar al abordaje al buque ene-migo. Aquí te quiero ver... Yo estaba en misglorias... En un guiñar del ojo preparamos las

Page 46: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

hachas y picas para el abordaje... el barco ene-migo se nos venía encima, lo cual me encabrilló(me alegró) el alma, porque así nos enredaría-mos más pronto... Mete, mete a estribor... ¡quéjulepe! Principiaba a amanecer: ya los penolesse besaban; ya estaban dispuestos los grupos,cuando oímos juramentos españoles a bordodel buque enemigo. Entonces nos quedamostodos tiesos de espanto, porque vimos que elbarco con que nos batíamos era el mismo SanHermenegildo.

-Eso sí que estuvo bueno -dijo Doña Francis-ca mostrando algún interés en la narración-. ¿Ycómo fueron tan burros que uno y otro...?

-Diré a usted: no tuvimos tiempo de andarcon palabreo. El fuego del Real Carlos se pasó alSan Hermenegildo, y entonces... ¡Virgen delCarmen, la que se armó! ¡A las lanchas!, grita-ron muchos. El fuego estaba ya ras con ras conla Santa Bárbara, y esta señora no se anda conbromas... Nosotros jurábamos, gritábamos in-

Page 47: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

sultando a Dios, a la Virgen y a todos los san-tos, porque así parece que se desahoga unocuando está lleno de coraje hasta la escotilla.

-¡Jesús, María y José!, ¡qué horror! -exclamómi ama-. ¿Y se salvaron?

-Nos salvamos cuarenta en la falúa y seis osiete en el chinchorro: éstos recogieron al se-gundo del San Hermenegildo. José Débora seaferró a un pedazo de palo y arribó más muertoque vivo a las playas de Marruecos.

-¿Y los demás?

-Los demás... la mar es grande y en ella cabemucha gente. Dos mil hombres apagaron fuegosaquel día, entre ellos nuestro comandante Ez-guerra, y Emparán el del otro barco.

-Válgame Dios -dijo Doña Francisca-. Aun-que bien empleado les está, por andarse en esos

Page 48: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

juegos. Si se estuvieran quietecitos en sus casascomo Dios manda...

-Pues la causa de este desastre -dijo DonAlonso, que gustaba de interesar a su mujer entan dramáticos sucesos-, fue la siguiente. Losingleses, validos de la obscuridad de la noche,dispusieron que el navío Soberbio, el más ligerode los que traían, apagara sus luces y se coloca-ra entre nuestros dos hermosos barcos. Así lohizo: disparó sus dos andanadas, puso su apa-rejo en facha con mucha presteza, orzando almismo tiempo para librarse de la contestación.El Real Carlos y el San Hermenegildo, viéndoseatacados inesperadamente, hicieron fuego; perose estuvieron batiendo el uno contra el otro,hasta que cerca del amanecer y estando a puntode abordarse, se reconocieron y ocurrió lo quetan detalladamente te ha contado Marcial.

-¡Oh!, ¡y qué bien os la jugaron! -dijo la da-ma-. Estuvo bueno, aunque eso no es de gentenoble.

Page 49: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

-Qué ha de ser -añadió Medio-hombre-. En-tonces yo no los quería bien; pero dende esanoche... Si están ellos en el Cielo, no quiero ir alCielo, manque me condene para toda la enterni-dad...

-¿Pues y la captura de las cuatro fragatasque venían del Río de la Plata? -dijo D. Alonsoanimando a Marcial para que continuara susnarraciones.

-También en esa me encontré -contestó elmarino-, y allí me dejaron sin pierna. Tambiénentonces nos cogieron desprevenidos, y comoestábamos en tiempo de paz, navegábamosmuy tranquilos, contando ya las horas que nosfaltaban para llegar, cuando de pronto... Le diréa usted cómo fue, señora Doña Francisca, paraque vea las mañas de esa gente. Después de lodel Estrecho, me embarqué en la Fama paraMontevideo, y ya hacía mucho tiempo queestábamos allí, cuando el jefe de la escuadrarecibió orden de traer a España los caudales de

Page 50: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Lima y Buenos Aires. El viaje fue muy bueno, yno tuvimos más percance que unas calenturi-llas, que no mataron ni tanto así de hombre...Traíamos mucho dinero del Rey y de particula-res, y también lo que llamamos la caja de solda-das, que son los ahorrillos de la tropa que sirveen las Américas. Por junto, si no me engaño,eran cosa de cinco millones de pesos, comoquien no dice nada, y además traíamos pielesde lobo, lana de vicuña, cascarilla, barras deestaño y cobre y maderas finas... Pues, señor,después de cincuenta días de navegación, el 5de Octubre, vimos tierra, y ya contábamos en-trar en Cádiz al día siguiente, cuando cátateque hacia el Nordeste se nos presentan cuatroseñoras fragatas. Anque era tiempo de paz, ynuestro capitán, D. Miguel de Zapiaín, parecíano tener maldito recelo, yo, que soy perro viejoen la mar, llamé a Débora y le dije que el tiem-po me olía a pólvora... Bueno: cuando las fraga-tas inglesas estuvieron cerca, el general mandóhacer zafarrancho; la Fama iba delante, y al po-

Page 51: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

co rato nos encontramos a tiro de pistola de unade las inglesas por barlovento.

Entonces el capitán inglés nos habló con subocina y nos dijo... ¡pues mire usted que megustó la franqueza!... nos dijo que nos pusiéra-mos en facha porque nos iba a atacar. Hizo milpreguntas; pero le dijimos que no nos daba lagana de contestar. A todo esto, las otras tresfragatas enemigas se habían acercado a lasnuestras, de tal manera que cada una de lasinglesas tenía otra española por el costado desotavento.

-Su posición no podía ser mejor -apuntó miamo.

-Eso digo yo -continuó Marcial-. El jefe denuestra escuadra, D. José Bustamante, anduvopoco listo, que si hubiera sido yo... Pues, señor,el comodón (quería decir el comodoro) inglésenvió a bordo de la Medea un oficialillo de estosde cola de abadejo, el cual, sin andarse en chi-

Page 52: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

quitas, dijo que anque no estaba declarada laguerra, el comodón tenía orden de apresarnos.Esto sí que se llama ser inglés. El combate em-pezó al poco rato; nuestra fragata recibió laprimera andanada por babor; se le contestó alsaludo, y cañonazo va, cañonazo viene... lo cier-to del caso es que no metimos en un puño aaquellos herejes por mor de que el demonio fuey pegó fuego a la Santa Bárbara de la Mercedes,que se voló en un suspiro, ¡y todos con estesuceso, nos afligimos tanto, sintiéndonos tanapocados...!, no por falta de valor, sino poraquello que dicen... en la moral... pues... denqueel mismo momento nos vimos perdidos. Nues-tra fragata tenía las velas con más agujeros quecapa vieja, los cabos rotos, cinco pies de aguaen bodega, el palo de mesana tendido, tres ba-lazos a flor de agua y bastantes muertos y heri-dos. A pesar de esto, seguíamos la cuchipandacon el inglés; pero cuando vimos que la Medea yla Clara, no pudiendo resistir la chamusquina,arriaban bandera, forzamos de vela y nos reti-

Page 53: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

ramos defendiéndonos como podíamos. Lamaldita fragata inglesa nos daba caza, y comoera más velera que la nuestra, no pudimos za-farnos y tuvimos también que arriar el trapo alas tres de la tarde, cuando ya nos habían ma-tado mucha gente, y yo estaba medio muertosobre el sollao porque a una bala le dio la ganade quitarme la pierna. Aquellos condenadosnos llevaron a Inglaterra, no como presos, sinocomo detenidos; pero carta va, carta viene entreLondres y Madrid, lo cierto es que se quedaroncon el dinero, y me parece que cuando a mí menazca otra pierna, entonces el Rey de Españales verá la punta del pelo a los cinco millonesde pesos.

-¡Pobre hombre!... ¿y entonces perdiste la pa-ta? -le dijo compasivamente Doña Francisca.

-Sí señora: los ingleses, sabiendo que yo noera bailarín, creyeron que tenía bastante conuna. En la travesía me curaron bien: en un pue-blo que llaman Plinmuf (Plymouth) estuve seis

Page 54: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

meses en el pontón, con el petate liado y la pa-tente para el otro mundo en el bolsillo... PeroDios quiso que no me fuera a pique tan pronto:un físico inglés me puso esta pierna de palo,que es mejor que la otra, porque aquélla medolía de la condenada reúma, y ésta, a Diosgracias, no duele aunque la echen una descargade metralla. En cuanto a dureza, creo que latiene, aunque entavía no se me ha puesto delantela popa de ningún inglés para probarla.

-Muy bravo estás -dijo mi ama-; quiera Diosno pierdas también la otra. «El que busca elpeligro...»

Concluida la relación de Marcial, se trabó denuevo la disputa sobre si mi amo iría o no a laescuadra. Persistía Doña Francisca en la negati-va, y D. Alonso, que en presencia de su dignaesposa era manso como un cordero, buscabapretextos y alegaba toda clase de razones paraconvencerla.

Page 55: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

«Iremos sólo a ver, mujer; nada más que aver -decía el héroe con mirada suplicante.

-Dejémonos de fiestas -le contestaba su es-posa-. Buen par de esperpentos estáis los dos.

-La escuadra combinada -dijo Marcial-, sequedará en Cádiz, y ellos tratarán de forzar laentrada.

-Pues entonces -añadió mi ama-, pueden verla función desde la muralla de Cádiz; pero loque es en los barquitos... Digo que no y que no,Alonso. En cuarenta años de casados no me hasvisto enojada (la veía todos los días); pero aho-ra te juro que si vas a bordo... haz cuenta deque Paquita no existe para ti.

-¡Mujer! -exclamó con aflicción mi amo-. ¡Yhe de morirme sin tener ese gusto!

-¡Bonito gusto, hombre de Dios! ¡Ver cómose matan esos locos! Si el Rey de las Españas

Page 56: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

me hiciera caso, mandaría a paseo a los inglesesy les diría: «Mis vasallos queridos no están aquípara que ustedes se diviertan con ellos. Métan-se ustedes en faena unos con otros si quierenjuego». ¿Qué creen? Yo, aunque tonta, bien sélo que hay aquí, y es que el Primer Cónsul,Emperador, Sultán, o lo que sea, quiere acome-ter a los ingleses, y como no tiene hombres dealma para el caso, ha embaucado a nuestrobuen Rey para que le preste los suyos, y la ver-dad es que nos está fastidiando con sus guerrasmarítimas. Díganme ustedes: ¿a España qué leva ni le viene en esto? ¿Por qué ha de estar to-dos los días cañonazo y más cañonazo por unasimpleza? Antes de esas picardías que Marcialha contado, ¿qué daño nos habían hecho losingleses? ¡Ah, si hicieran caso de lo que yo di-go, el señor de Bonaparte armaría la guerrasolo, o si no que no la armara!

-Es verdad -dijo mi amo-, que la alianza conFrancia nos está haciendo mucho daño, pues si

Page 57: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

algún provecho resulta es para nuestra aliada,mientras todos los desastres son para nosotros.

-Entonces, tontos rematados, ¿para qué se oscalientan las pajarillas con esta guerra?

-El honor de nuestra nación está empeñado -contestó D. Alonso-, y una vez metidos en ladanza, sería una mengua volver atrás. Cuandoestuve el mes pasado en Cádiz en el bautizo dela hija de mi primo, me decía Churruca: «Estaalianza con Francia, y el maldito tratado de SanIldefonso, que por la astucia de Bonaparte y ladebilidad de Godoy se ha convertido en tratadode subsidios, serán nuestra ruina, serán la ruinade nuestra escuadra, si Dios no lo remedia, y,por tanto, la ruina de nuestras colonias y delcomercio español en América. Pero, a pesar detodo, es preciso seguir adelante».

-Bien digo yo -añadió doña Francisca-, queese Príncipe de la Paz se está metiendo en cosasque no entiende. Ya se ve, ¡un hombre sin estu-

Page 58: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

dios! Mi hermano el arcediano, que es partida-rio del príncipe Fernando, dice que ese señorGodoy es un alma de cántaro, y que no ha es-tudiado latín ni teología, pues todo su saber sereduce a tocar la guitarra y a conocer los vein-tidós modos de bailar la gavota. Parece que porsu linda cara le han hecho, primer ministro. Asíandan las cosas de España; luego, hambre ymás hambre... todo tan caro... la fiebre amarillaasolando a Andalucía... Está esto bonito, sí,señor... Y de ello tienen ustedes la culpa -continuó engrosando la voz y poniéndose muyencarnada-, sí señor, ustedes que ofenden aDios matando tanta gente; ustedes, que si envez de meterse en esos endiablados barcos, sefueran a la iglesia a rezar el rosario, no andaríaPatillas tan suelto por España haciendo diablu-ras.

-Tú irás a Cádiz también -dijo D. Alonso an-sioso de despertar el entusiasmo en el pecho desu mujer-; irás a casa de Flora, y desde el mira-

Page 59: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

dor podrás ver cómodamente el combate, elhumo, los fogonazos, las banderas... Es cosamuy bonita.

-¡Gracias, gracias! Me caería muerta de mie-do. Aquí nos estaremos quietos, que el quebusca el peligro en él perece.

Así terminó aquel diálogo, cuyos pormeno-res he conservado en mi memoria, a pesar deltiempo transcurrido. Mas acontece con frecuen-cia que los hechos muy remotos, correspon-dientes a nuestra infancia, permanecen graba-dos en la imaginación con mayor fijeza que lospresenciados en edad madura, y cuando pre-domina sobre todas las facultades la razón.

Aquella noche D. Alonso y Marcial siguie-ron conferenciando en los pocos ratos que larecelosa Doña Francisca los dejaba solos.Cuando ésta fue a la parroquia para asistir a lanovena, según su piadosa costumbre, los dosmarinos respiraron con libertad como escolares

Page 60: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

bulliciosos que pierden de vista al maestro.Encerráronse en el despacho, sacaron unos ma-pas y estuvieron examinándolos con gran aten-ción; luego leyeron ciertos papeles en que habíaapuntados los nombres de muchos barcos in-gleses con la cifra de sus cañones y tripulantes,y durante su calurosa conferencia, en que alter-naba la lectura con los más enérgicos comenta-rios, noté que ideaban el plan de un combatenaval.

Marcial imitaba con los gestos de su brazo ymedio la marcha de las escuadras, la explosiónde las andanadas; con su cabeza, el balance delos barcos combatientes; con su cuerpo, la caídade costado del buque que se va a pique; con sumano, el subir y bajar de las banderas de señal;con un ligero silbido, el mando del contramaes-tre; con los porrazos de su pie de palo contra elsuelo, el estruendo del cañón; con su lenguaestropajosa, los juramentos y singulares vocesdel combate; y como mi amo le secundase en

Page 61: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

esta tarea con la mayor gravedad, quise yotambién echar mi cuarto a espadas, alentadopor el ejemplo, y dando natural desahogo a esanecesidad devoradora de meter ruido que do-mina el temperamento de los chicos con absolu-to imperio. Sin poderme contener, viendo elentusiasmo de los dos marinos, comencé a darvueltas por la habitación, pues la confianza conque por mi amo era tratado me autorizaba aello; remedé con la cabeza y los brazos la dis-posición de una nave que ciñe el viento, y almismo tiempo profería, ahuecando la voz, losretumbantes monosílabos que más se parecenal ruido de un cañonazo, tales como ¡bum,bum, bum!... Mi respetable amo, el mutiladomarinero, tan niños como yo en aquella oca-sión, no pararon mientes en lo que yo hacía,pues harto les embargaban sus propios pensa-mientos. ¡Cuánto me he reído después recor-dando aquella escena, y cuán cierto es, por loque respecta a mis compañeros en aquel juego,que el entusiasmo de la ancianidad convierte a

Page 62: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

los viejos en niños, renovando las travesuras dela cuna al borde mismo del sepulcro!

Muy enfrascados estaban ellos en su confe-rencia, cuando sintieron los pasos de DoñaFrancisca que volvía de la novena.

«¡Qué viene! -exclamó Marcial con terror.

Y al punto guardaron los planos, disimulan-do su excitación, y pusiéronse a hablar de cosasindiferentes. Pero yo, bien porque la sangrejuvenil no podía aplacarse fácilmente, bienporque no observé a tiempo la entrada de miama, seguí en medio del cuarto demostrandomi enajenación con frases como éstas, pronun-ciadas con el mayor desparpajo: ¡la mura a es-tribor!... ¡orza!... ¡la andanada de sotavento!...¡fuego!... ¡bum, bum!... Ella se llegó a mí furio-sa, y sin previo aviso me descargó en la popa laandanada de su mano derecha con tan buenapuntería, que me hizo ver las estrellas.

Page 63: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

«¡También tú! -gritó vapuleándome sincompasión-. Ya ves -añadió mirando a su mari-do con centelleantes ojos-: tú le enseñas a quepierda el respeto... ¿Te has creído que estás to-davía en la Caleta, pedazo de zascandil?

La zurra continuó en la forma siguiente: yocaminando a la cocina, lloroso y avergonzado,después de arriada la bandera de mi dignidad,y sin pensar en defenderme contra tan superiorenemigo; Doña Francisca detrás dándome cazay poniendo a prueba mi pescuezo con los repe-tidos golpes de su mano. En la cocina eché elancla, lloroso, considerando cuán mal habíaconcluido mi combate naval.

-V-Para oponerse a la insensata determinación

de su marido, Doña Francisca no se fundabasólo en las razones anteriormente expuestas;

Page 64: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

tenía, además de aquéllas, otra poderosísima,que no indicó en el diálogo anterior, quizá pordemasiado sabida.

Pero el lector no la sabe y voy a decírsela.Creo haber escrito que mis amos tenían unahija. Pues bien: esta hija se llamaba Rosita, deedad poco mayor que la mía, pues apenas pa-saba de los quince años, y ya estaba concertadosu matrimonio con un joven oficial de Artilleríallamado Malespina, de una familia de Medina-sidonia, lejanamente emparentada con la de miama. Habíase fijado la boda para fin de Octu-bre, y ya se comprende que la ausencia del pa-dre de la novia habría sido inconveniente entan solemnes días.

Voy a decir algo de mi señorita, de su novio,de sus amores, de su proyectado enlace y... ¡ay!,aquí mis recuerdos toman un tinte melancólico,evocando en mi fantasía imágenes importunasy exóticas como si vinieran de otro mundo,despertando en mi cansado pecho sensaciones

Page 65: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

que, a decir verdad, ignoro si traen a mi espíri-tu alegría o tristeza. Estas ardientes memorias,que parecen agostarse hoy en mi cerebro, comoflores tropicales trasplantadas al Norte helado,me hacen a veces reír, y a veces me hacen pen-sar... Pero contemos, que el lector se cansa dereflexiones enojosas sobre lo que a un solo mor-tal interesa.

Rosita era lindísima. Recuerdo perfectamen-te su hermosura, aunque me sería muy difícildescribir sus facciones. Parece que la veo son-reír delante de mí. La singular expresión de surostro, a la de ningún otro parecida, es para mí,por la claridad con que se ofrece a mi entendi-miento, como una de esas nociones primitivas,que parece hemos traído de otro mundo, o noshan sido infundidas por misterioso poder des-de la cuna. Y sin embargo, no respondo de po-derlo pintar, porque lo que fue real ha quedadocomo una idea indeterminada en mi cabeza, ynada nos fascina tanto, así como nada se escapa

Page 66: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

tan sutilmente a toda apreciación descriptiva,como un ideal querido.

Al entrar en la casa, creí que Rosita perte-necía a un orden de criaturas superior. Expli-caré mis pensamientos para que se admirenustedes de mi simpleza. Cuando somos niños, yun nuevo ser viene al mundo en nuestra casa,las personas mayores nos dicen que le han traí-do de Francia, de París o de Inglaterra. Enga-ñado yo como todos acerca de tan singular mo-do de perpetuar la especie, creía que los niñosvenían por encargo, empaquetados en un ca-joncito, como un fardo de quincalla. Pues bien:contemplando por primera vez a la hija de misamos, discurrí que tan bella persona no podíahaber venido de la fábrica de donde venimostodos, es decir, de París o de Inglaterra, y mepersuadí de la existencia de alguna región en-cantadora, donde artífices divinos sabían labrartan hermosos ejemplares de la persona huma-na.

Page 67: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Como niños ambos, aunque de distinta con-dición, pronto nos tratamos con la confianzapropia de la edad, y mi mayor dicha consistíaen jugar con ella, sufriendo todas sus imperti-nencias, que eran muchas, pues en nuestrosjuegos nunca se confundían las clases: ella erasiempre señorita, y yo siempre criado; así esque yo llevaba la peor parte, y si había golpes,no es preciso indicar aquí quién los recibía.

Ir a buscarla al salir de la escuela para]acompañarla a casa, era mi sueno de oro; ycuando por alguna ocupación imprevista seencargaba a otra persona tan dulce comisión,mi pena era tan profunda, que yo la equiparabaa las mayores penas que pueden pasarse en lavida, siendo hombre, y decía: «Es imposibleque cuando yo sea grande experimente desgra-cia mayor». Subir por orden suya al naranjo delpatio para coger los azahares de las más altasramas, era para mí la mayor de las delicias,posición o preeminencia superior a la del mejor

Page 68: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

rey de la tierra subido en su trono de oro; y norecuerdo alborozo comparable al que me cau-saba obligándome a correr tras ella en ese divi-no e inmortal juego que llaman escondite. Siella corría como una gacela, yo volaba como unpájaro para cogerla más pronto, asiéndola porla parte de su cuerpo que encontraba más amano. Cuando se trocaban los papeles, cuandoella era la perseguidora y a mí me correspondíael ser cogido, se duplicaban las inocentes y pu-ras delicias de aquel juego sublime, y el parajemás obscuro y feo, donde yo, encogido y palpi-tante, esperaba la impresión de sus brazos an-siosos de estrecharme, era para mí un verdade-ro paraíso. Añadiré que jamás, durante aquellasescenas, tuve un pensamiento, una sensación,que no emanara del más refinado idealismo.

¿Y qué diré de su canto? Desde muy niñaacostumbraba a cantar el olé y las cañas, con lamaestría de los ruiseñores, que lo saben todo enmateria de música sin haber aprendido nada.

Page 69: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Todos le alababan aquella habilidad, y forma-ban corro para oírla; pero a mí me ofendían losaplausos de sus admiradores, y hubiera desea-do que enmudeciera para los demás. Era aquelcanto un gorjeo melancólico, aun moduladopor su voz infantil. La nota, que repercutía so-bre sí misma, enredándose y desenredándose,como un hilo sonoro, se perdía subiendo y sedesvanecía alejándose para volver descendien-do con timbre grave. Parecía emitida por unavecilla, que se remontara primero al Cielo, yque después cantara en nuestro propio oído. Elalma, si se me permite emplear un símil vulgar,parecía que se alargaba siguiendo el sonido, yse contraía después retrocediendo ante él, perosiempre pendiente de la melodía y asociando lamúsica a la hermosa cantora. Tan singular erael efecto, que para mí el oírla cantar, sobre todoen presencia de otras personas, era casi unamortificación.

Page 70: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Teníamos la misma edad, poco más o me-nos, como he dicho, pues sólo excedía la suya ala mía en unos ocho o nueve meses. Pero yo erapequeñuelo y raquítico, mientras ella se des-arrollaba con mucha lozanía, y así, al cumplirselos tres años de mi residencia en la casa, ellaparecía de mucha más edad que yo. Estos tresaños se pasaron sin sospechar nosotros queíbamos creciendo, y nuestros juegos no se inte-rrumpían, pues ella era más traviesa que yo, ysu madre la reñía, procurando sujetarla yhacerla trabajar.

Al cabo de lo tres años advertí que las for-mas de mi idolatrada señorita se ensanchaban yredondeaban, completando la hermosura de sucuerpo: su rostro se puso más encendido, máslleno, más tibio; sus grandes ojos más vivos, sibien con la mirada menos errátil y voluble; suandar más reposado; sus movimientos no sé simás o menos ligeros, pero ciertamente distin-tos, aunque no podía entonces ni puedo ahora

Page 71: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

apreciar en qué consistía la diferencia. Peroninguno de estos accidentes me confundió tan-to como la transformación de su voz, que ad-quirió cierta sonora gravedad bien distinta deaquel travieso y alegre chillido con que me lla-maba antes, trastornándome el juicio, yobligándome a olvidar mis quehaceres, paraacudir al juego. El capullo se convertía en rosay la crisálida en mariposa.

Un día mil veces funesto, mil veces lúgubre,mi amita se presentó ante mí con traje bajo.Aquella transfiguración produjo en mí tal im-presión, que en todo el día no hablé una pala-bra. Estaba serio como un hombre que ha sidovilmente engañado, y mi enojo contra ella eratan grande, que en mis soliloquios probaba confuertes razones que el rápido crecimiento de miamita era una felonía. Se despertó en mí la fie-bre del raciocinar, y sobre aquel tema contro-vertía apasionadamente conmigo mismo en elsilencio de mis insomnios. Lo que más me

Page 72: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

aturdía era ver que con unas cuantas varas detela había variado por completo su carácter.Aquel día, mil veces desgraciado, me habló entono ceremonioso, ordenándome con gravedady hasta con displicencia las faenas que menosme gustaban; y ella, que tantas veces fuecómplice y encubridora de mi holgazanería, mereprendía entonces por perezoso. ¡Y a todaséstas, ni una sonrisa, ni un salto, ni una mona-da, ni una veloz carrera, ni un poco de olé, niesconderse de mí para que la buscara, ni fingir-se enfadada para reírse después, ni una disputi-lla, ni siquiera un pescozón con su blanda ma-necita! ¡Terribles crisis de la existencia! ¡Ella sehabía convertido en mujer, y yo continuabasiendo niño!

No necesito decir que se acabaron los reto-zos y los juegos; ya no volví a subir al naranjo,cuyos azahares crecieron tranquilos, libres demi enamorada rapacidad, desarrollando conlozanía sus hojas y con todo lujo su provocativa

Page 73: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

fragancia; ya no corrimos más por el patio, nihice más viajes a la escuela, para traerla a casa,tan orgulloso de mi comisión que la hubieradefendido contra un ejército, si éste hubieraintentado quitármela. Desde entonces Rositaandaba con la mayor circunspección y grave-dad; varias veces noté que al subir una escaleradelante de mí, cuidaba de no mostrar ni unalínea ni una pulgada más arriba de su hermosotobillo, y este sistema de fraudulenta ocultaciónera una ofensa a la dignidad de aquel cuyosojos habían visto algo más arriba. Ahora me ríoconsiderando cómo se me partía el corazón conaquellas cosas.

Pero aún habían de ocurrir más terriblesdesventuras. Al año de su transformación, la tíaMartina, Rosario la cocinera, Marcial y otrospersonajes de la servidumbre, se ocupaban undía de cierto grave asunto. Aplicando mi dili-gente oído, luego me enteré de que corrían ru-mores alarmantes: la señorita se iba a casar. La

Page 74: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

cosa era inaudita, porque yo no le conocíaningún novio. Pero entonces lo arreglaban todolos padres, y lo raro es que a veces no salía deltodo mal.

Pues un joven de gran familia pidió su ma-no, y mis amos se la concedieron. Este jovenvino a casa acompañado de sus padres, queeran una especie de condes o marqueses, conun título retumbante. El pretendiente traía suuniforme de Marina, en cuyo honroso Cuerposervía; pero a pesar de tan elegante jaez, su fa-cha era muy poco agradable. Así debió parecer-le a mi amita, pues desde un principio mostrórepugnancia hacia aquella boda. Su madre tra-taba de convencerla, pero inútilmente, y le hac-ía la más acabada pintura de las buenas pren-das del novio, de su alto linaje y grandes rique-zas. La niña no se convencía, y a estas razonesoponía otras muy cuerdas.

Pero la pícara se callaba lo principal, y loprincipal era que tenía otro novio, a quien de

Page 75: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

veras amaba. Este otro era un oficial de Artiller-ía, llamado D. Rafael Malespina, de muy buenapresencia y gentil figura. Mi amita le había co-nocido en la iglesia, y el pérfido amor se apo-deró de ella, mientras rezaba; pues siempre fueel templo lugar muy a propósito, por su poéticoy misterioso recinto, para abrir de par en par alamor las puertas del alma. Malespina rondabala casa, lo cual observé yo varias veces; y tantose habló en Vejer de estos amores, que el otro losupo, y se desafiaron. Mis amos supieron todocuando llegó a casa la noticia de que Malespinahabía herido mortalmente a su rival.

El escándalo fue grande. La religiosidad demis amos se escandalizó tanto con aquel hecho,que no pudieron disimular su enojo, y Rositafue la víctima principal. Pero pasaron meses ymás meses; el herido curó, y como Malespinafuese también persona bien nacida y rica, senotaron en la atmósfera política de la casa ba-rruntos de que el joven D. Rafael iba a entrar en

Page 76: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

ella. Renunciaron al enlace los padres del heri-do, y en cambio el del vencedor se presentó encasa a pedir para su hijo la mano de mi queridaamita. Después de algunas dilaciones, se laconcedieron.

Me acuerdo de cuando fue allí el viejo Ma-lespina. Era un señor muy seco y estirado, conchupa de treinta colores, muchos colgajos en elreloj, gran coleto, y una nariz muy larga y afi-lada, con la cual parecía olfatear a las personasque le sostenían la conversación. Hablaba porlos codos y no dejaba meter baza a los demás: élse lo decía todo, y no se podía elogiar cosa al-guna, porque al punto salía diciendo que teníaotra mejor. Desde entonces le taché por hombrevanidoso y mentirosísimo, como tuve ocasiónde ver claramente más tarde. Mis amos le reci-bieron con agasajo, lo mismo que a su hijo, quecon él venía. Desde entonces, el novio siguióyendo a casa todos los días, sólo o en compañíade su padre.

Page 77: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Nueva transformación de mi amita. Su indi-ferencia hacia mí era tan marcada, que tocabalos límites del menosprecio. Entonces eché dever claramente por primera vez, maldiciéndola,la humildad de mi condición; trataba de expli-carme el derecho que tenían a la superioridadlos que realmente eran superiores, y me pre-guntaba, lleno de angustia, si era justo queotros fueran nobles y ricos y sabios, mientras yotenía por abolengo la Caleta, por única fortunami persona, y apenas sabía leer. Viendo la re-compensa que tenía mi ardiente cariño, com-prendí que a nada podría aspirar en el mundo,y sólo más tarde adquirí la firme convicción deque un grande y constante esfuerzo mío medaría quizás todo aquello que no poseía.

En vista del despego con que ella me trataba,perdí la confianza; no me atrevía a desplegarlos labios en su presencia, y me infundía muchomás respeto que sus padres. Entre tanto, yoobservaba con atención los indicios del amor

Page 78: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

que la dominaba. Cuando él tardaba, yo la veíaimpaciente y triste; al menor rumor que indica-se la aproximación de alguno, se encendía suhermoso semblante, y sus negros ojos brillabancon ansiedad y esperanza. Si él entraba al fin, leera imposible a ella disimular su alegría, y lue-go se estaban charlando horas y más horas,siempre en presencia de Doña Francisca, pues ami señorita no se le consentían coloquios a so-las ni por las rejas.

También había correspondencia larga, y lopeor del caso es que yo era el correo de los dosamantes. ¡Aquello me daba una rabia...! Segúnla consigna, yo salía a la plaza, y allí encontra-ba, más puntual que un reloj, al señorito Ma-lespina, el cual me daba una esquela para en-tregarla a mi señorita. Cumplía mi encargo, yella me daba otra para llevarla a él. ¡Cuántasveces sentía tentaciones de quemar aquellascartas, no llevándolas a su destino! Pero por mi

Page 79: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

suerte, tuve serenidad para dominar tan feopropósito.

No necesito decir que yo odiaba a Malespi-na. Desde que le veía entrar sentía mi sangreenardecida, y siempre que me ordenaba algo,hacíalo con los peores modos posibles, deseosode significarle mi alto enojo. Este despego que aellos les parecía mala crianza y a mí un arran-que de entereza, propio de elevados corazones,me proporcionó algunas reprimendas y, sobretodo, dio origen a una frase de mi señorita, quese me clavó en el corazón como una dolorosaespina. En cierta ocasión le oí decir:

«Este chico está tan echado a perder, queserá preciso mandarle fuera de casa».

Al fin se fijó el día para la boda, y unoscuantos antes del señalado ocurrió lo que yaconté y el proyecto de mi amo. Por esto secomprenderá que Doña Francisca tenía razones

Page 80: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

poderosas, además de la poca salud de su ma-rido, para impedirle ir a la escuadra.

-VI-Recuerdo muy bien que al día siguiente de

los pescozones que me aplicó D. Francisca, mo-vida del espectáculo de mi irreverencia y de suprofundo odio a las guerras marítimas, salíacompañando a mi amo en su paseo de me-diodía. Él me daba el brazo, y a su lado ibaMarcial: los tres caminábamos lentamente, con-forme al flojo andar de D. Alonso y a la pocadestreza de la pierna postiza del marinero. Pa-recía aquello una de esas procesiones en quemarcha, sobre vacilante palanquín, un grupo desantos viejos y apolillados, que amenazan ve-nirse al suelo en cuanto se acelere un poco elpaso de los que les llevan. Los dos viejos notenían expedito y vividor más que el corazón,que funcionaba como una máquina recién sali-

Page 81: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

da del taller. Era una aguja imantada, que apesar de su fuerte potencia y exacto movimien-to, no podía hacer navegar bien el casco viejo yaveriado en que iba embarcada.

Durante el paseo, mi amo, después de haberasegurado con su habitual aplomo que si elalmirante Córdova, en vez de mandar virar aestribor hubiera mandado virar a babor, la ba-talla del 14 no se habría perdido, entabló laconversación sobre el famoso proyecto, y aun-que no dijeron claramente su propósito, sinduda por estar yo delante, comprendí por al-gunas palabras sueltas que trataban de ponerloen ejecución a cencerros tapados, marchándosede la casa lindamente una mañana, sin que miama lo advirtiese.

Regresamos a la casa y allí se habló de cosasmuy distintas. Mi amo, que siempre era com-placiente con su mujer, lo fue aquel día másque nunca. No decía Doña Francisca cosa algu-na, aunque fuera insignificante, sin que él lo

Page 82: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

celebrara con risas inoportunas. Hasta me pare-ce que la regaló algunas fruslerías, demostran-do en todos sus actos el deseo de tenerla con-tenta; sin duda por esta misma complacenciaoficiosa mi ama estaba díscola y regañona cualnunca la había yo visto. No era posible transac-ción honrosa. Por no sé qué fútil motivo, riñócon Marcial, intimándole la inmediata salida dela casa; también dijo terribles cosas a su marido;y durante la comida, aunque éste celebrabatodos los platos con desusado calor, la impla-cable dama no cesaba de gruñir.

Llegada la hora de rezar el rosario, acto so-lemne que se verificaba en el comedor con asis-tencia de todos los de la casa, mi amo, que otrasveces solía dormirse, murmurando perezosa-mente los Pater-noster, lo cual le valía algunasreprimendas, estuvo aquella noche muy despa-bilado y rezó con verdadero empeño, haciendoque su voz se oyera entre todas las demás.

Page 83: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Otra cosa pasó que se me ha quedado muypresente. Las paredes de la casa hallábanseadornadas con dos clases de objetos: estampasde santos y mapas; la Corte celestial por unlado, y todos los derroteros de Europa y Amé-rica por otro. Después de comer, mi amo estabaen la galería contemplando una carta de nave-gación, y recorría con su vacilante dedo laslíneas, cuando Doña Francisca, que algo sospe-chaba del proyecto de escapatoria, y ademásponía el grito en el Cielo siempre que sorprend-ía a su marido en flagrante delito de entusias-mo náutico, llegó por detrás, y abriendo losbrazos exclamó:

«¡Hombre de Dios! Cuando digo que tú meandas buscando... Pues te juro que si me bus-cas, me encontrarás.

-Pero, mujer -repuso temblando mi amo-, es-taba aquí mirando el derrotero de Alcalá Galia-no y de Valdés en las goletas Sutil y Mejicana,cuando fueron a reconocer el estrecho de Fuca.

Page 84: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Es un viaje muy bonito: me parece que te lo hecontado.

-Cuando digo que voy a quemar todos esospapelotes -añadió Doña Francisca-. Mal hayanlos viajes y el perro judío que los inventó. Mejorpensaras en las cosas de Dios, que al fin y alcabo no eres ningún niño. ¡Qué hombre, SantoDios, qué hombre!»

No pasó de esto. Yo andaba también por allícerca; pero no recuerdo bien si mi ama des-ahogó su furor en mi humilde persona, de-mostrándome una vez más la elasticidad demis orejas y la ligereza de sus manos. Ello esque estas caricias menudeaban tanto, que nohago memoria de si recibí alguna en aquellaocasión: lo que sí recuerdo es que mi señor, apesar de haber redoblado sus amabilidades, noconsiguió ablandar a su consorte.

No he dicho nada de mi amita. Pues sépaseque estaba muy triste, porque el señor de Ma-

Page 85: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

lespina no había parecido aquel día, ni escritocarta alguna, siendo inútiles todas mis pesqui-sas para hallarle en la plaza. Llegó la noche, ycon ella la tristeza al alma de Rosita, pues ya nohabía esperanza de verle hasta el día siguiente.Mas de pronto, y cuando se había dado ordenpara la cena, sonaron fuertes aldabonazos en lapuerta; fui a abrir corriendo, y era él. Antes deabrirle, mi odio le había conocido.

Aún me parece que le estoy viendo, cuandose presentó delante de mí, sacudiendo su capa,mojada por la lluvia. Siempre que le traigo a lamemoria, se me representa como le vi en aque-lla ocasión. Hablando con imparcialidad, diréque era un joven realmente hermoso, de pre-sencia noble, modales airosos, mirada afable,algo frío y reservado en apariencia, poco risue-ño y sumamente cortés, con aquella cortesíagrave y un poco finchada de los nobles de an-taño. Traía aquella noche la chaqueta faldona-da, el calzón corto con botas, el sombrero por-

Page 86: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

tugués y riquísima capa de grana con forros deseda, que era la prenda más elegante entre losseñoritos de la época.

Desde que entró, conocí que algo graveocurría. Pasó al comedor, y todos se maravilla-ron de verle a tal hora, pues jamás había venidode noche. Mi amita no tuvo de alegría más queel tiempo necesario para comprender que elmotivo de visita tan inesperada no podía serlisonjero.

«Vengo a despedirme», dijo Malespina.

Todos se quedaron como lelos, y Rosita másblanca que el papel en que escribo; despuésencendida como la grana, y luego pálida otravez como una muerta.

«¿Pues qué pasa? ¿A dónde va usted, señorD. Rafael?», le preguntó mi ama.

Page 87: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Debo de haber dicho que Malespina era ofi-cial de Artillería, pero no que estaba de guarni-ción en Cádiz y con licencia en Vejer.

«Como la escuadra carece de personal-añadió-, han dado orden para que nos embar-quemos con objeto de hacer allí el servicio. Secree que el combate es inevitable, y la mayorparte de los navíos tienen falta de artilleros.

-¡Jesús, María y José! -exclamó Doña Fran-cisca más muerta que viva-. ¿También a ustedse le llevan? Pues me gusta. Pero usted es detierra, amiguito. Dígales usted que se entiendanellos; que si no tienen gente, que la busquen.Pues a fe que es bonita la broma.

-¿Pero, mujer -dijo tímidamente D. Alonso-,no ves que es preciso?...».

No pudo seguir, porque Doña Francisca, quesentía desbordarse el vaso de su enojo, apos-trofó a todas las Potencias terrestres.

Page 88: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

«A ti todo te parece bien con tal que sea paralos dichosos barcos de guerra. ¿Pero quién, pe-ro quién es el demonio del Infierno que hamandado vayan a bordo los oficiales de tierra?A mí que no me digan: eso es cosa del señor deBonaparte. Ninguno de acá puede haber inven-tado tal diablura. Pero vaya usted y diga que seva a casar. A ver -añadió dirigiéndose a su ma-rido-, escribe a Gravina diciéndole que estejoven no puede ir a la escuadra».

Y como viera que su marido se encogía dehombros indicando que la cosa era sumamentegrave, exclamó:

«No sirves para nada. ¡Jesús! Si yo gastaracalzones, me plantaba en Cádiz y le sacaba austed del apuro».

Rosita no decía palabra. Yo, que la observa-ba atentamente, conocí la gran turbación de suespíritu. No quitaba los ojos de su novio, y a noimpedírselo la etiqueta y el buen parecer,

Page 89: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

habría llorado ruidosamente, desahogando lapena de su corazón oprimido.

«Los militares -dijo D. Alonso-, son esclavosde su deber, y la patria exige a este joven que seembarque para defenderla. En el próximo com-bate alcanzará usted mucha gloria e ilustrará sunombre con alguna hazaña que quede en lahistoria para ejemplo de las generaciones futu-ras.

-Sí, eso, eso -dijo Doña Francisca remedandoel tono grandilocuente con que mi amo habíapronunciado las anteriores palabras-. Sí: ¿y to-do por qué? Porque se les antoja a esos zánga-nos de Madrid. Que vengan ellos a disparar loscañones y a hacer la guerra... ¿Y cuándo marchausted?

-Mañana mismo. Me han retirado la licencia,ordenándome que me presente al instante enCádiz».

Page 90: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Imposible pintar con palabras ni por escritolo que vi en el semblante de mi señorita cuandoaquellas frases oyó. Los dos novios se miraron,y un largo y triste silencio siguió al anuncio dela próxima partida.

«Esto no se puede sufrir -dijo Doña Francis-ca-. Por último, llevarán a los paisanos, y si seles antoja, también a las mujeres... Señor-prosiguió mirando al Cielo con ademán depitonisa-, no creo ofenderte si digo que malditosea el que inventó los barcos, maldito el mar enque navegan, y más maldito el que hizo el pri-mer cañón para dar esos estampidos que lavuelven a una loca, y para matar a tantos po-brecitos que no han hecho ningún daño».

D. Alonso miró a Malespina, buscando en susemblante una expresión de protesta contra losinsultos dirigidos a la noble artillería. Despuésdijo:

Page 91: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

«Lo malo será que los navíos carezcan tam-bién de buen material; y sería lamentable...»

Marcial, que oía la conversación desde lapuerta, no pudo contenerse y entró diciendo:

«¿Qué ha de faltar? El Trinidad 140 cañones:32 de a 36, 34 de a 24, 36 de a 12, 18 de a 30, y 10obuses de a 24. El Príncipe de Asturias 118, elSanta Ana 120, el Rayo 100, el Nepomuceno, elSan...

-¿Quién le mete a usted aquí, Sr. Marcial-chilló Doña Francisca-, ni qué nos importa sitienen cincuenta u ochenta?»

Marcial continuó, a pesar de esto, su guerre-ra estadística, pero en voz baja, dirigiéndosesólo a mi amo, el cual no se atrevía a expresarsu aprobación.

Ella siguió hablando así:

Page 92: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

«Pero, D. Rafael, no vaya usted, por Dios.Diga usted que es de tierra; que se va a casar. SiNapoleón quiere guerra, que la haga él solo;que venga y diga: «Aquí estoy yo: mátenmeustedes, señores ingleses, o déjense matar pormí». ¿Por qué ha de estar España sujeta a losantojos de ese caballero?

-Verdaderamente -dijo Malespina-, nuestraunión con Francia ha sido hasta ahora desastro-sa.

-¿Pues para qué la han hecho? Bien dicenque ese Godoy es hombre sin estudios. ¡Si cre-erá él que se gobierna una nación tocando laguitarra!

-Después de la paz de Basilea -continuó eljoven-, nos vimos obligados a enemistarnos conlos ingleses, que batieron nuestra escuadra enel cabo de San Vicente.

Page 93: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

-Alto allá -declaró D. Alonso, dando un fuer-te puñetazo en la mesa-. Si el almirante Córdo-va hubiera mandado orzar sobre babor a losnavíos de la vanguardia, según lo que pedíanlas más vulgares leyes de la estrategia, la victo-ria hubiera sido nuestra. Eso lo tengo probadohasta la saciedad, y en el momento del combatehice constar mi opinión. Quede, pues, cada cualen su lugar.

-Lo cierto es que se perdió la batalla-prosiguió Malespina-. Este desastre no habríasido de grandes consecuencias, si después laCorte de España no hubiera celebrado con laRepública francesa el tratado de San Ildefonso,que nos puso a merced del Primer Cónsul,obligándonos a prestarle ayuda en guerras quea él solo y a su grande ambición interesaban. Lapaz de Amiens no fue más que una tregua. In-glaterra y Francia volvieron a declararse la gue-rra, y entonces Napoleón exigió nuestra ayuda.Quisimos ser neutrales, pues aquel convenio a

Page 94: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

nada obligaba en la segunda guerra; pero él contanta energía solicitó nuestra cooperación, quepara aplacarle, tuvo el Rey que convenir en dara Francia un subsidio de cien millones de re-ales, lo que equivalía a comprar a peso de oro laneutralidad. Pero ni aun así la compramos. Apesar de tan gran sacrificio, fuimos arrastradosa la guerra. Inglaterra nos obligó a ello, apre-sando inoportunamente cuatro fragatas quevenían de América cargadas de caudales. Des-pués de aquel acto de piratería, la Corte deMadrid no tuvo más remedio que echarse enbrazos de Napoleón, el cual no deseaba otracosa. Nuestra marina quedó al arbitrio del Pri-mer Cónsul, ya Emperador, quien, aspirando avencer por el engaño a los ingleses, dispuso quela escuadra combinada partiese a la Martinica,con objeto de alejar de Europa a los marinos dela Gran Bretaña. Con esta estratagema pensabarealizar su anhelado desembarco en esta isla;mas tan hábil plan no sirvió sino para demos-trar la impericia y cobardía del almirante

Page 95: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

francés, el cual, de regreso a Europa, no quisocompartir con nuestros navíos la gloria delcombate de Finisterre. Ahora, según las órde-nes del Emperador, la escuadra combinadadebía hallarse en Brest. Dícese que Napoleónestá furioso con su almirante, y que piensa re-levarle inmediatamente.

-Pero, según dicen -indicó Marcial-, Mr.Corneta quiere pintarla y busca una acción deguerra que haga olvidar sus faltas. Yo me ale-gro, pues de ese modo se verá quién puede yquién no puede.

-Lo indudable -prosiguió Malespina-, es quela escuadra inglesa anda cerca y con intento debloquear a Cádiz. Los marinos españoles opi-nan que nuestra escuadra no debe salir de labahía, donde hay probabilidades de que venza.Mas el francés parece que se obstina en salir.

-Veremos -dijo mi amo-. De todos modos, elcombate será glorioso.

Page 96: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

-Glorioso, sí -contestó Malespina-. ¿Peroquién asegura que sea afortunado? Los marinosse forjan ilusiones, y quizás por estar demasia-do cerca, no conocen la inferioridad de nuestroarmamento frente al de los ingleses. Estos,además de una soberbia artillería, tienen todolo necesario para reponer prontamente susaverías. No digamos nada en cuanto al perso-nal: el de nuestros enemigos es inmejorable,compuesto todo de viejos y muy expertos ma-rinos, mientras que muchos de los navíos espa-ñoles están tripulados en gran parte por gentede leva, siempre holgazana y que apenas sabeel oficio; el cuerpo de infantería tampoco es unmodelo, pues las plazas vacantes se han llenadocon tropa de tierra muy valerosa, sin duda,pero que se marea.

-En fin -dijo mi amo-, dentro de algunos díassabremos lo que ha de resultar de esto.

-Lo que ha de resultar ya lo sé yo -observóDoña Francisca-. Que esos caballeros, sin dejar

Page 97: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

de decir que han alcanzado mucha gloria, vol-verán a casa con la cabeza rota.

-Mujer, ¿tú qué entiendes de eso? -dijo D.Alonso sin poder contener un arrebato de eno-jo, que sólo duró un instante.

-¡Más que tú! -contestó vivamente ella-. PeroDios querrá preservarle a usted, señor D. Rafa-el, para que vuelva sano y salvo».

Esta conversación ocurría durante la cena, lacual fue muy triste; y después de lo referido, loscuatro personajes no dijeron una palabra. Con-cluida aquélla, se verificó la despedida, que fuetiernísima, y por un favor especial, propio deaquella ocasión solemne, los bondadosos pa-dres dejaron solos a los novios, permitiéndolesdespedirse a sus anchas y sin testigos para queel disimulo no les obligara a omitir algún acci-dente que fuera desahogo a su profunda pena.Por más que hice no pude asistir al acto, y mees, por tanto desconocido lo que en él pasó;

Page 98: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

pero es fácil presumir que habría todas las ter-nezas imaginables por una y otra parte.

Cuando Malespina salió del cuarto, estabamás pálido que un difunto. Despidiose a todaprisa de mis amos, que le abrazaron con el ma-yor cariño, y se fue. Cuando acudimos a dondeestaba mi amita, la encontramos hecha un marde lágrimas: tan grande era su dolor, que loscariñosos padres no pudieron calmar su espíri-tu con ingeniosas razones, ni atemperar sucuerpo con los cordiales que traje a toda prisade la botica. Confieso que, profundamente ape-nado, yo también, al ver la desgracia de lospobres amantes, se amortiguó en mi pecho elrencorcillo que me inspiraba Malespina. El co-razón de un niño perdona fácilmente, y el míono era el menos dispuesto a los sentimientosdulces y expansivos.

Page 99: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

-VII-A la mañana siguiente se me preparaba una

gran sorpresa, y a mi ama el más fuerte berrin-che que creo tuvo en su vida. Cuando me le-vanté vi que D. Alonso estaba amabilísimo, ysu esposa más irritada que de costumbre.Cuando ésta se fue a misa con Rosita, advertíque el señor se daba gran prisa por meter enuna maleta algunas camisas y otras prendas devestir, entre las cuales iba su uniforme. Yo leayudé y aquello me olió a escapatoria, aunqueme sorprendía no ver a Marcial por ningunaparte. No tardé, sin embargo, en explicarme suausencia, pues D. Alonso, una vez arreglado subreve equipaje, se mostró muy impaciente, has-ta que al fin apareció el marinero diciendo:«Ahí está el coche. Vámonos antes que ellavenga.»

Cargué la maleta, y en un santiamén DonAlonso, Marcial y yo salimos por la puerta del

Page 100: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

corral para no ser vistos; nos subimos a la cale-sa, y esta partió tan a escape como lo permitíala escualidez del rocín que la arrastraba, y laprocelosa configuración del camino. Este, sipara caballerías era malo, para coches perverso;pero a pesar de los fuertes tumbos y arcadas,apretamos el paso, y hasta que no perdimos devista el pueblo, no se alivió algún tanto el mar-tirio de nuestros cuerpos.

Aquel viaje me gustaba extraordinariamen-te, porque a los chicos toda novedad les tras-torna el juicio. Marcial no cabía en sí de gozo, ymi amo, que al principio manifestó su alborozocasi con menos gravedad que yo, se entristecióbastante cuando dejó de ver el pueblo. Decuando en cuando decía:

«¡Y ella tan ajena a esto! ¡Qué dirá cuandollegue a casa y no nos encuentre!

A mí se me ensanchaba el pecho con la vistadel paisaje, con la alegría y frescura de la ma-

Page 101: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

ñana y, sobre todo, con la idea de ver pronto aCádiz y su incomparable bahía poblada de na-ves; sus calles bulliciosas y alegres; su Caleta,que simbolizaba para mí en un tiempo lo máshermoso de la vida, la libertad; su plaza, sumuelle y demás sitios para mí muy amados. Nohabíamos andado tres leguas cuando alcanza-mos a ver dos caballeros montados en sober-bios alazanes, que viniendo tras nosotros se nosjuntaron en poco tiempo. Al punto reconocimosa Malespina y a su padre, aquel señor alto, esti-rado y muy charlatán, de quien antes hablé.Ambos se asombraron de ver a D. Alonso, ymucho más cuando este les dijo que iba a Cádizpara embarcarse. Recibió la noticia con pesa-dumbre el hijo; mas el padre, que, según enton-ces comprendí, era un rematado fanfarrón, feli-citó a mi amo muy campanudamente, llamán-dole flor de los navegantes, espejo de los mari-nos y honra de la patria.

Page 102: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Nos detuvimos para comer en el parador deConil. A los señores les dieron lo que había, y aMarcial y a mí lo que sobraba, que no era mu-cho. Como yo servía la mesa, pude oír la con-versación, y entonces conocí mejor el carácterdel viejo Malespina, quien si primero pasó amis ojos como un embustero lleno de vanidad,después me pareció el más gracioso charlatánque he oído en mi vida.

El futuro suegro de mi amita, D. José MaríaMalespina, que no tenía parentesco con el céle-bre marino del mismo apellido, era coronel deArtillería retirado, y cifraba todo su orgullo enconocer a fondo aquella terrible arma y mane-jarla como nadie. Tratando de este asunto eracomo más lucía su imaginación y gran despar-pajo para mentir.

«Los artilleros -decía sin suspender por unmomento la acción de engullir-, hacen muchafalta a bordo. ¿Qué es de un barco sin artillería?Pero donde hay que ver los efectos de esta in-

Page 103: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

vención admirable de la humana inteligencia esen tierra, Sr. D. Alonso. Cuando la guerra delRosellón... ya sabe usted que tomé parte enaquella campaña y que todos los triunfos sedebieron a mi acierto en el manejo de la Arti-llería... La batalla de Masdeu, ¿por qué creeusted que se ganó? El general Ricardos me si-tuó en una colina con cuatro piezas, mandán-dome que no hiciera fuego sino cuando él me loordenara. Pero yo, que veía las cosas de otramanera, me estuve callandito hasta que unacolumna francesa vino a colocarse delante demí en tal disposición, que mis disparos podíanenfilarla de un extremo a otro. Los francesesforman la línea con gran perfección. Tomé bienla puntería con una de las piezas, dirigiendo lamira a la cabeza del primer soldado... ¿Com-prende usted?... Como la línea era tan perfecta,disparé, y ¡zas!, la bala se llevó ciento cuarentay dos cabezas, y no cayeron más porque el ex-tremo de la línea se movió un poco. Aquelloprodujo gran consternación en los enemigos;

Page 104: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

pero como éstos no comprendían mi estrategiani podían verme en el sitio donde estaba, envia-ron otra columna a atacar las tropas que esta-ban a mi derecha, y aquella columna tuvo lamisma suerte, y otra, y otra, hasta que se ganóla batalla.

-Es maravilloso -dijo mi amo, quien, cono-ciendo la magnitud de la bola, no quiso, sinembargo, desmentir a su amigo.

-Pues en la segunda campaña, al mando delConde de la Unión, también escarmenté de lolindo a los republicanos. La defensa de Boulou,no nos salió bien, porque se nos acabaron lasmuniciones: yo, con todo hice un gran destrozocargando una pieza con las llaves de la iglesia;pero éstas no eran muchas, y al fin, como unrecurso de desesperación, metí en el ánima delcañón mis llaves, mi reloj, mi dinero, cuantasbaratijas encontré en los bolsillos, y, por último,hasta mis cruces. Lo particular es que una deestas fue a estamparse en el pecho de un gene-

Page 105: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

ral francés, donde se le quedó como pegada ysin hacerle daño. Él la conservó, y cuando fue aParís, la Convención le condenó no sé si amuerte o a destierro por haber admitido conde-coraciones de un Gobierno enemigo.

-¡Qué diablura! -murmuró mi amo recreán-dose con tan chuscas invenciones.

-Cuando estuve en Inglaterra... -continuó elviejo Malespina-, ya sabe usted que el Gobiernoinglés me mandó llamar para perfeccionar laArtillería de aquel país... Todos los días comíacon Pitt, con Burke, con Lord North, con el ge-neral Conwallis y otros personajes importantesque me llamaban el chistoso español. Recuerdoque una vez, estando en Palacio, me suplicaronque les mostrase cómo era una corrida de toros,y tuve que capear, picar y matar una silla, locual divirtió mucho a toda la Corte, especial-mente al Rey Jorge III, quien era muy amigotemío y siempre me decía que le mandase a bus-car a mi tierra aceitunas buenas. ¡Oh!, tenía

Page 106: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

mucha confianza conmigo. Todo su empeño eraque le enseñase palabras de español y, sobretodo algunas de ésta nuestra graciosa Andaluc-ía; pero nunca pudo aprender más que otro toroy vengan esos cinco, frase con que me saludabatodos los días cuando iba a almorzar con élpescadillas y unas cañitas de Jerez.

-¿Eso almorzaba?

-Era lo que le gustaba más. Yo hacía llevarde Cádiz embotellada la pescadilla: conservá-base muy bien con un específico que inventé,cuya receta tengo en casa.

-Maravilloso. ¿Y reformó usted la Artilleríainglesa? -preguntó mi amo, alentándole a se-guir, porque le divertía mucho.

-Completamente. Allí inventé un cañón queno llegó a dispararse, porque todo Londres,incluso la Corte y los Ministros, vinieron a su-plicarme que no hiciera la prueba por temor a

Page 107: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

que del estremecimiento cayeran al suelo mu-chas casas.

-¿De modo que tan gran pieza ha quedadorelegada al olvido?

-Quiso comprarla el Emperador de Rusia;pero no fue posible moverla del sitio en queestaba.

-Pues bien podía usted sacarnos del apuroinventando un cañón que destruyera de undisparo la escuadra inglesa.

-¡Oh! -contestó Malespina-. En eso estoypensando, y creo que podré realizar mi pensa-miento. Ya le mostraré a usted los cálculos quetengo hechos, no sólo para aumentar hasta unextremo fabuloso el calibre de las piezas deArtillería, sino para construir placas de resis-tencia que defiendan los barcos y los castillos.Es el pensamiento de toda mi vida».

Page 108: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

A todas éstas habían concluido de comer.Nos zampamos en un santiamén Marcial y yolas sobras, y seguimos el viaje, ellos a caballo,marchando al estribo, y nosotros como antes,en nuestra derrengada calesa. La comida y losfrecuentes tragos con que la roció excitaron másaún la vena inventora del viejo Malespina,quien por todo el camino siguió espetándonossus grandes paparruchas. La conversación vol-vió al tema por donde había empezado: a laguerra del Rosellón; y como D. José se apresu-rara a referir nuevas proezas, mi amo, cansadoya de tanto mentir, quiso desviarle de aquellamateria, y dijo:

«Guerra desastrosa e impolítica. ¡Más noshubiera valido no haberla emprendido!

-¡Oh! -exclamó Malespina-. El Conde deAranda, como usted sabe, condenó desde elprincipio esta funesta guerra con la República.¡Cuánto hemos hablado de esta cuestión!... por-que somos amigos desde la infancia. Cuando

Page 109: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

yo estuve en Aragón, pasamos siete meses jun-tos cazando en el Moncayo. Precisamente hiceconstruir para él una escopeta singular...

-Sí: Aranda se opuso siempre -dijo mi amo,atajándole en el peligroso camino de la balísti-ca.

-En efecto -continuó el mentiroso-, y si aquelhombre eminente defendió con tanto calor lapaz con los republicanos, fue porque yo se loaconsejé, convenciéndole antes de la inoportu-nidad de la guerra. Mas Godoy, que ya enton-ces era Valido, se obstinó en proseguirla, sólopor llevarme la contraria, según he entendidodespués. Lo más gracioso es que el mismo Go-doy se vio obligado a concluir la guerra en elverano del 95, cuando comprendió su inefica-cia, y entonces se adjudicó a sí mismo el retum-bante título de Príncipe de la Paz.

-¡Qué faltos estamos, amigo D. José María-dijo mi amo-, de un buen hombre de Estado a

Page 110: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

la altura de las circunstancias, un hombre queno nos entrometa en guerras inútiles y manten-ga incólume la dignidad de la Corona!

-Pues cuando yo estuve en Madrid el añoúltimo -prosiguió el embustero-, me hicieronproposiciones para desempeñar la Secretaría deEstado. La Reina tenía gran empeño en ello, y elRey no dijo nada... Todos los días le acompaña-ba al Pardo para tirar un par de tiros... Hasta elmismo Godoy se hubiera conformado, cono-ciendo mi superioridad; y si no, no me habríafaltado un castillito donde encerrarle para queno me diera que hacer. Pero yo rehusé, prefi-riendo vivir tranquilo en mi pueblo, y dejé losnegocios públicos en manos de Godoy. Ahítiene usted un hombre cuyo padre fue mozo demulas en la dehesa que mi suegro tenía en Ex-tremadura.

-No sabía... -dijo D. Alonso-. Aunque hom-bre obscuro, yo creí que el Príncipe de la Paz

Page 111: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

pertenecía a una familia de hidalgos, de escasafortuna, pero de buenos principios».

Así continuó el diálogo, el Sr. Malespina sol-tando unas bolas como templos, y mi amooyéndolas con santa calma, pareciendo unasveces enfadado y otras complacido de escuchartanto disparate. Si mal no recuerdo, tambiéndijo D. José María que había aconsejado a Na-poleón el atrevido hecho del 18 brumario.

Con éstas y otras cosas nos anocheció enChiclana, y mi amo, atrozmente quebrantado ymolido a causa del movimiento del fementidocalesín, se quedó en dicho pueblo, mientras losdemás siguieron, deseosos de llegar a Cádiz enla misma noche. Mientras cenaron, endilgó Ma-lespina nuevas mentiras, y pude observar quesu hijo las oía con pena, como abochornado detener por padre el más grande embustero quecrió la tierra. Despidiéronse ellos; nosotros des-cansamos hasta el día siguiente por la madru-gada, hora en que proseguimos nuestro cami-

Page 112: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

no; y como éste era mucho más cómodo y ex-pedito desde Chiclana a Cádiz que en el tramorecorrido, llegamos al término de nuestro viajea eso de las once del día, sin novedad en la sa-lud y con el alma alegre.

-VIII-No puedo describir el entusiasmo que des-

pertó en mi alma la vuelta a Cádiz. En cuantopude disponer de un rato de libertad, despuésque mi amo quedó instalado en casa de su pri-ma, salí a las calles y corrí por ellas sin direc-ción fija, embriagado con la atmósfera de miciudad querida.

Después de ausencia tan larga, lo que habíavisto tantas veces embelesaba mi atención comocosa nueva y extremadamente hermosa. Encuantas personas encontraba al paso veía unrostro amigo, y todo era para mí simpático y

Page 113: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

risueño: los hombres, las mujeres, los viejos, losniños, los perros, hasta las casas, pues mi ima-ginación juvenil observaba en ello no sé qué depersonal y animado, se me representaban comoseres sensibles; parecíame que participaban delgeneral contento por mi llegada, remedando ensus balcones y ventanas las facciones de unsemblante alborozado. Mi espíritu veía reflejaren todo lo exterior su propia alegría.

Corría por las calles con gran ansiedad, co-mo si en un minuto quisiera verlas todas. En laplaza de San Juan de Dios compré algunas go-losinas, más que por el gusto de comerlas, porla satisfacción de presentarme regenerado antelas vendedoras, a quienes me dirigí como anti-guo amigo, reconociendo a algunas como favo-recedoras en mi anterior miseria, y a otras co-mo víctimas, aún no aplacadas, de mi inocenteafición al merodeo. Las más no se acordaban demí; pero algunas me recibieron con injurias,recordando las proezas de mi niñez y haciendo

Page 114: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

comentarios tan chistosos sobre mi nuevo em-paque y la gravedad de mi persona, que tuveque alejarme a toda prisa, no sin que lastimaranmi decoro algunas cáscaras de frutas lanzadaspor experta mano contra mi traje nuevo. Comotenía la conciencia de mi formalidad, estas bur-las más bien me causaron orgullo que pena.

Recorrí luego la muralla y conté todos losbarcos fondeados a la vista. Hablé con cuantosmarineros hallé al paso, diciéndoles que yotambién iba a la escuadra, y preguntándolescon tono muy enfático si había recalado la es-cuadra de Nelson. Después les dije que Mr.Corneta era un cobarde, y que la próxima fun-ción sería buena.

Llegué por fin a la Caleta, y allí mi alegría notuvo límites. Bajé a la playa, y quitándome loszapatos, salté de peñasco en peñasco; busqué amis antiguos amigos de ambos sexos, mas noencontré sino muy pocos: unos eran ya hom-bres y habían abrazado mejor carrera; otros

Page 115: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

habían sido embarcados por la leva, y los quequedaban apenas me reconocieron. La moviblesuperficie del agua despertaba en mi pechosensaciones voluptuosas. Sin poder resistir latentación, y compelido por la misteriosa atrac-ción del mar, cuyo elocuente rumor me ha pa-recido siempre, no sé por qué, una voz que so-licita dulcemente en la bonanza, o llama conimperiosa cólera en la tempestad, me desnudéa toda prisa y me lancé en él como quien searroja en los brazos de una persona querida.

Nadé más de una hora, experimentando unplacer indecible, y vistiéndome luego, seguí mipaseo hacia el barrio de la Viña, en cuyas edifi-cantes tabernas encontré algunos de los máscélebres perdidos de mi glorioso tiempo.Hablando con ellos, yo me las echaba de hom-bre de pro, y como tal gasté en obsequiarles lospocos cuartos que tenía. Preguntéles por mi tío,mas no me dieron noticia alguna de su señoría;y luego que hubimos charlado un poco, me

Page 116: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

hicieron beber una copa de aguardiente que alpunto dio con mi pobre cuerpo en tierra.

Durante el periodo más fuerte de mi em-briaguez, creo que aquellos tunantes se rieronde mí cuanto les dio la gana; pero una vez queme serené un poco, salí avergonzadísimo de lataberna. Aunque andaba muy difícilmente,quise pasar por mi antigua casa, y vi en la puer-ta a una mujer andrajosa que freía sangre ytripas. Conmovido en presencia de mi moradanatal, no pude contener el llanto, lo cual, vistopor aquella mujer sin entrañas, se le figuró bur-la o estratagema para robarle sus frituras. Tuve,por tanto, que librarme de sus manos con laligereza de mis pies, dejando para mejor oca-sión el desahogo de mis sentimientos.

Quise ver después la catedral vieja, a la cualse refería uno de los más tiernos recuerdos demi niñez, y entré en ella: su recinto me parecióencantador, y jamás he recorrido las naves detemplo alguno con tan religiosa veneración.

Page 117: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Creo que me dieron fuertes ganas de rezar, yque lo hice en efecto, arrodillándome en el altardonde mi madre había puesto un ex-voto pormi salvación. El personaje de cera que yo creíami perfecto retrato estaba allí colgado, y ocu-paba su puesto con la gravedad de las cosassantas; pero se me parecía como un huevo auna castaña. Aquel muñequito, que simboliza-ba la piedad y el amor materno, me infundía,sin embargo, el respeto más vivo. Recé un ratode rodillas acordándome de los padecimientosy de la muerte de mi buena madre, que ya go-zaba de Dios en el Cielo; pero como mi cabezano estaba buena, a causa de los vapores delmaldito aguardiente, al levantarme me caí, y unsacristán empedernido me puso bonitamenteen la calle. En pocas zancadas me trasladé a ladel Fideo, donde residíamos, y mi amo, al ver-me entrar, me reprendió por mi larga ausencia.Si aquella falta hubiera sido cometida ante Do-ña Francisca, no me habría librado de una fuer-te paliza; pero mi amo era tolerante, y no me

Page 118: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

castigaba nunca, quizás porque tenía la con-ciencia de ser tan niño como yo.

Habíamos ido a residir en casa de la primade mi amo, la cual era una señora, a quien ellector me permitirá describir con alguna proli-jidad, por ser tipo que lo merece. Doña Flora deCisniega era una vieja que se empeñaba enpermanecer joven: tenía más de cincuenta años;pero ponía en práctica todos los artificios ima-ginables para engañar al mundo, aparentandola mitad de aquella cifra aterradora. Decir cuán-to inventaba la ciencia y el arte en armónicoconsorcio para conseguir tal objeto, no es em-presa que corresponde a mis escasas fuerzas.Enumerar los rizos, moñas, lazos, trapos, ado-bos, bermellones, aguas y demás extrañoscuerpos que concurrían a la grande obra de sumonumental restauración, fatigaría la más dies-tra fantasía: quédese esto, pues, para las plu-mas de los novelistas, si es que la historia, bus-cadora de las grandes cosas, no se apropia tan

Page 119: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

hermoso asunto. Respecto a su físico, lo máspresente que tengo es el conjunto de su rostro,en que parecían haber puesto su rosicler todoslos pinceles de las Academias presentes ypretéritas. También recuerdo que al hablar hac-ía con los labios un mohín, un repliegue, unmimo, cuyo objeto era, o achicar con gracia ladescomunal boca, o tapar el estrago de la den-tadura, de cuyas filas desertaban todos los añosun par de dientes; pero aquella supina estrata-gema de la presunción era tan poco afortunada,que antes la afeaba que la embellecía.

Vestía con lujo, y en su peinado se gastabanlos polvos por almudes, y como no tenía malascarnes, a juzgar por lo que pregonaba el anchoescote y por lo que dejaban transparentar lasgasas, todo su empeño consistía en lucir aque-llas partes menos sensibles a la injuriosa accióndel tiempo, para cuyo objeto tenía un arte ma-ravilloso.

Page 120: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Era Doña Flora persona muy prendada delas cosas antiguas; muy devota, aunque no conla santa piedad de mi Doña Francisca, y gran-demente se diferenciaba de mi ama, pues asícomo ésta aborrecía las glorias navales, aquéllaera entusiasta por todos los hombres de guerraen general y por los marinos en particular. In-flamada en amor patriótico, ya que en la madu-rez de su existencia no podía aspirar al calorci-llo de otro amor, y orgullosa en extremo comomujer y como dama española, el sentimientonacional se asociaba en su espíritu al estampidode los cañones, y creía que la grandeza de lospueblos se medía por libras de pólvora. Comono tenía hijos, ocupaban su vida los chismes devecinos, traídos y llevados en pequeño círculopor dos o tres cotorrones como ella, y se dis-traía también con su sistemática afición a hablarde las cosas públicas. Entonces no había perió-dicos, y las ideas políticas, así como las noticias,circulaban de viva voz, desfigurándose enton-

Page 121: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

ces más que ahora, porque siempre fue la pala-bra más mentirosa que la imprenta.

En todas las ciudades populosas, y espe-cialmente en Cádiz, que era entonces la másculta, había muchas personas desocupadas queeran depositarias de las noticias de Madrid yParís, y las llevaban y traían diligentes vehícu-los, enorgulleciéndose con una misión que lesdaba gran importancia. Algunos de éstos, amodo de vivientes periódicos, concurrían acasa de aquella señora por las tardes, y esto,además del buen chocolate y mejores bollos,atraía a otros ansiosos de saber lo que pasaba.Doña Flora, ya que no podía inspirar una pa-sión formal, ni quitarse de encima la gravosapesadumbre de sus cincuenta años, no hubieratrocado aquel papel por otro alguno, pues elcentro general de las noticias casi equivalía enaquel tiempo a la majestad de un trono.

Doña Flora y Doña Francisca se aborrecíancordialmente, como comprenderá quien consi-

Page 122: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

dere el exaltado militarismo de la una y el pací-fico apocamiento de la otra. Por esto, hablandocon su primo en el día de nuestra llegada, ledecía la vieja:

«Si tú hubieras hecho caso siempre de tumujer, todavía serías guardia marina. ¡Quécarácter! Si yo fuera hombre y casado con mujersemejante, reventaría como una bomba. Hashecho bien en no seguir su consejo y en venir ala escuadra. Todavía eres joven, Alonsito; to-davía puedes alcanzar el grado de brigadier,que tendrías ya de seguro si Paca no te hubieseechado una calza como a los pollos para que nosalgan del corral».

Después, como mi amo, impulsado por sugran curiosidad, le pidiese noticias, ella le dijo:

«Lo principal es que todos los marinos deaquí están muy descontentos del almirantefrancés, que ha probado su ineptitud en el viajea la Martinica y en el combate de Finisterre. Tal

Page 123: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

es su timidez, y el miedo que tiene a los ingle-ses, que al entrar aquí la escuadra combinadaen Agosto último no se atrevió a apresar el cru-cero inglés mandado por Collingwood, y quesólo constaba de tres navíos. Toda nuestra ofi-cialidad está muy mal por verse obligada a ser-vir a las órdenes de semejante hombre. FueGravina a Madrid a decírselo a Godoy, pre-viendo grandes desaires si no ponía al frente dela escuadra un hombre más apto; pero el Minis-tro le contestó cualquier cosa, porque no seatreve a resolver nada; y como Bonaparte andametido con los austriacos, mientras él no deci-da... Dicen que éste también está muy descon-tento de Villeneuve y que ha determinado des-tituirle; pero entre tanto... ¡Ah! Napoleón debi-era confiar el mando de la escuadra a algúnespañol, a ti por ejemplo, Alonsito, dándote treso cuatro grados de mogollón, que a fe bien me-recidos los tienes...

Page 124: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

-¡Oh!, yo no soy para eso -dijo mi amo consu habitual modestia.

-O a Gravina o a Churruca, que dicen que estan buen marino. Si no, me temo que esto aca-bará mal. Aquí no pueden ver a los franceses.Figúrate que cuando llegaron los barcos de Vi-lleneuve carecían de víveres y municiones, y enel arsenal no se las quisieron dar. Acudieron enqueja a Madrid; y como Godoy no hace másque lo que quiere el embajador francés, Mr. deBernouville, dio orden para que se entregara anuestros aliados cuanto necesitasen. Mas ni poresas. El intendente de marina y el comandantede artillería dicen que no darán nada mientrasVilleneuve no lo pague en moneda contante ysonante. Así, así: me parece que está muy bienparlado. ¡Pues no falta más sino que esos seño-res con sus manos lavadas se fueran a llevar lopoco que tenemos! ¡Bonitos están los tiempos!Ahora cuesta todo un ojo de la cara; la fiebreamarilla por un lado y los malos tiempos por

Page 125: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

otro han puesto a Andalucía en tal estado, quetoda ella no vale una aljofifa; y luego añadausted a esto los desastres de la guerra. Verdades que el honor nacional es lo primero, y es pre-ciso seguir adelante para vengar los agraviosrecibidos. No me quiero acordar de lo del cabode Finisterre, donde por la cobardía de nuestrosaliados perdimos el Firme y el Rafael, dos navíoscomo dos soles, ni de la voladura del Real Car-los, que fue una traición tal, que ni entre morosberberiscos pasaría igual, ni del robo de lascuatro fragatas, ni del combate del cabo de...

-Lo que es eso -dijo mi amo interrumpiéndo-la vivamente...-. Es preciso que cada cual quedeen su lugar. Si el almirante Córdova hubieramandado virar por...

-Sí, sí, ya sé -dijo Doña Flora, que había oídomuchas veces lo mismo en boca de mi amo-.Habrá que darles la gran paliza, y se la daréis.Me parece que vas a cubrirte de gloria. Asíharemos rabiar a Paca.

Page 126: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

-Yo no sirvo para el combate -dijo mi amocon tristeza-. Vengo tan sólo a presenciarlo, porpura afición y por el entusiasmo que me inspi-ran nuestras queridas banderas».

Al día siguiente de nuestra llegada recibiómi amo la visita de un brigadier de marina,amigo antiguo, cuya fisonomía no olvidaréjamás, a pesar de no haberle visto más que enaquella ocasión. Era un hombre como de cua-renta y cinco años, de semblante hermoso yafable, con tal expresión de tristeza, que eraimposible verle sin sentir irresistible inclinacióna amarle. No usaba peluca, y sus abundantescabellos rubios, no martirizados por las tenazasdel peluquero para tomar la forma de ala depichón, se recogían con cierto abandono en unagran coleta, y estaban inundados de polvos conmenos arte del que la presunción propia de laépoca exigía. Eran grandes y azules sus ojos; sunariz muy fina, de perfecta forma y un pocolarga, sin que esto le afeara, antes bien, parecía

Page 127: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

ennoblecer su expresivo semblante. Su barba,afeitada con esmero, era algo puntiaguda, au-mentando así el conjunto melancólico de surostro oval, que indicaba más bien delicadezaque energía. Este noble continente era realzadopor una urbanidad en los modales, por unagrave cortesanía de que ustedes no puedenformar idea por la estirada fatuidad de los se-ñores del día, ni por la movible elegancia denuestra dorada juventud. Tenía el cuerpo pe-queño, delgado y como enfermizo. Más queguerrero, aparentaba ser hombre de estudio, ysu frente, que sin duda encerraba altos y deli-cados pensamientos, no parecía la más propiapara arrostrar los horrores de una batalla. Suendeble constitución, que sin duda contenía unespíritu privilegiado, parecía destinada a su-cumbir conmovida al primer choque. Y, sinembargo, según después supe, aquel hombretenía tanto corazón como inteligencia. Era Chu-rruca.

Page 128: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

El uniforme del héroe demostraba, sin serviejo ni raído, algunos años de honroso servi-cio. Después, cuando le oí decir, por cierto sintono de queja, que el Gobierno le debía nuevepagas, me expliqué aquel deterioro. Mi amo lepreguntó por su mujer, y de su contestacióndeduje que se había casado poco antes, por cu-ya razón le compadecí, pareciéndome muyatroz que se le mandara al combate en tan feli-ces días. Habló luego de su barco, el San JuanNepomuceno, al que mostró igual cariño que asu joven esposa, pues según dijo, él lo habíacompuesto y arreglado a su gusto, por privile-gio especial, haciendo de él uno de los primerosbarcos de la armada española.

Hablaron luego del tema ordinario en aque-llos días, de si salía o no salía la escuadra, y elmarino se expresó largamente con estas pala-bras, cuya substancia guardo en la memoria, yque después con datos y noticias históricas hepodido restablecer con la posible exactitud:

Page 129: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

«El almirante francés -dijo Churruca-, no sa-biendo qué resolución tomar, y deseando haceralgo que ponga en olvido sus errores, se hamostrado, desde que estamos aquí, partidariode salir en busca de los ingleses. El 8 de octubreescribió a Gravina, diciéndole que deseaba ce-lebrar a bordo del Bucentauro un consejo deguerra para acordar lo que fuera más conve-niente. En efecto, Gravina acudió al consejo,llevando al teniente general Álava, a los jefes deescuadra Escaño y Cisneros, al brigadier Galla-no y a mí. De la escuadra francesa estaban losalmirantes Dumanoir y Magon, y los capitanesde navío Cosmao, Maistral, Villiegris y Prigny.

»Habiendo mostrado Villeneuve el deseo desalir, nos opusimos todos los españoles. La dis-cusión fue muy viva y acalorada, y Alcalá Ga-liano cruzó con el almirante Magon palabrasbastante duras, que ocasionarán un lance dehonor si antes no les ponemos en paz. Muchodisgustó a Villeneuve nuestra oposición, y

Page 130: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

también en el calor de la discusión dijo frasesdescompuestas, a que contestó Gravina delmodo más enérgico... Es curioso el empeño deesos señores de hacerse a la mar en busca de unenemigo poderoso, cuando en el combate deFinisterre nos abandonaron, quitándonos laocasión de vencer si nos auxiliaran a tiempo.Además hay otras razones, que yo expuse en elconsejo, y son que la estación avanza; que laposición más ventajosa para nosotros es per-manecer en la bahía, obligándoles a un bloqueoque no podrán resistir, mayormente si bloque-an también a Tolón y a Cartagena. Es precisoque confesemos con dolor la superioridad de lamarina inglesa, por la perfección del armamen-to, por la excelente dotación de sus buques y,sobre todo, por la unidad con que operan susescuadras. Nosotros, con gente en gran partemenos diestra, con armamento imperfecto ymandados por un jefe que descontenta a todos,podríamos, sin embargo, hacer la guerra a ladefensiva dentro de la bahía. Pero será preciso

Page 131: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

obedecer, conforme a la ciega sumisión de laCorte de Madrid, y poner barcos y marinos amerced de los planes de Bonaparte, que no nosha dado en cambio de esta esclavitud un jefedigno de tantos sacrificios. Saldremos, si seempeña Villeneuve; pero si los resultados sondesastrosos, quedará consignada para descargonuestro la oposición que hemos hecho al insen-sato proyecto del jefe de la escuadra combina-da. Villeneuve se ha entregado a la desespera-ción; su amo le ha dicho cosas muy duras, y lanoticia de que va a ser relevado le induce a co-meter las mayores locuras, esperando recon-quistar en un día su perdida reputación por lavictoria o por la muerte».

Así se expresó el amigo de mi amo. Sus pa-labras hicieron en mí grande impresión, puescon ser niño, yo prestaba gran interés a aque-llos sucesos, y después, leyendo en la historia lomismo de que fui testigo, he auxiliado mi me-

Page 132: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

moria con datos auténticos, y puedo narrar conbastante exactitud.

Cuando Churruca se marchó, Doña Flora ymi amo hicieron de él grandes elogios, enco-miando sobre todo su expedición a la AméricaMeridional, para hacer el mapa de aquellosmares. Según les oí decir, los méritos de Chu-rruca como sabio y como marino eran tantos,que el mismo Napoleón le hizo un preciosoregalo y le colmó de atenciones. Pero dejemosal marino y volvamos a Doña Flora.

A los dos días de estar allí noté un fenómenoque me disgustó sobremanera, y fue que laprima de mi amo comenzó a prendarse de mí,es decir, que me encontró pintiparado para sersu paje. No cesaba de hacerme toda clase decaricias, y al saber que yo también iba a la es-cuadra, se lamentó de ello, jurando que seríauna lástima que perdiese un brazo, pierna oalguna otra parte no menos importante de mipersona, si no perdía la vida. Aquella antipa-

Page 133: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

triótica compasión me indignó, y aun creo quedije algunas palabras para expresar que estabainflamado en guerrero ardor. Mis baladronadashicieron gracia a la vieja, y me dio mil golosinaspara quitarme el mal humor.

Al día siguiente me obligó a limpiar la jaulade su loro; discreto animal, que hablaba comoun teólogo y nos despertaba a todos por la ma-ñana, gritando: perro inglés, perro inglés. Luegome llevó consigo a misa, haciéndome cargar labanqueta, y en la iglesia no cesaba de volver lacabeza para ver si estaba por allí. Después mehizo asistir a su tocador, ante cuya operaciónme quedé espantado, viendo el catafalco derizos y moños que el peluquero armó en sucabeza. Advirtiendo el indiscreto estupor conque yo contemplaba la habilidad del maestro,verdadero arquitecto de las cabezas, Doña Flo-ra se rió mucho, y me dijo que en vez de pensaren ir a la escuadra, debía quedarme con ellapara ser su paje; añadió que debía aprender a

Page 134: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

peinarla, y que con el oficio de maestro pelu-quero podía ganarme la vida y ser un verdade-ro personaje. No me sedujeron tales proposi-ciones, y le dije con cierta rudeza que más quer-ía ser soldado que peluquero. Esto le agradó; ycomo le daba el peine por las cosas patrióticas ymilitares, redobló su afecto hacia mí. A pesarde que allí se me trataba con mimo, confiesoque me cargaba a más no poder la tal DoñaFlora, y que a sus almibaradas finezas preferíalos rudos pescozones de mi iracunda DoñaFrancisca.

Era natural: su intempestivo cariño, susdengues, la insistencia con que solicitaba micompañía, diciendo que le encantaba mi con-versación y persona, me impedían seguir a miamo en sus visitas a bordo. Le acompañaba entan dulce ocupación un criado de su prima, yen tanto yo, sin libertad para correr por Cádiz,como hubiera deseado, me aburría en la casa,en compañía del loro de Doña Flora y de los

Page 135: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

señores que iban allá por las tardes a decir sisaldría o no la escuadra, y otras cosas menosmanoseadas, si bien más frívolas.

Mi disgusto llegó a la desesperación cuandovi que Marcial venía a casa y que con él iba miamo a bordo, aunque no para embarcarse defi-nitivamente; y cuando esto ocurría, y cuandomi alma atribulada acariciaba aún la débil espe-ranza de formar parte de aquella expedición,Doña Flora se empeñó en llevarme a pasear a laalameda, y también al Carmen a rezar vísperas.

Esto me era insoportable, tanto más cuantoque yo soñaba con poner en ejecución ciertoatrevido proyectillo, que consistía en ir a visitarpor cuenta propia uno de los navíos, llevadopor algún marinero conocido, que esperabaencontrar en el muelle. Salí con la vieja, y alpasar por la muralla deteníame para ver losbarcos; mas no me era posible entregarme a lasdelicias de aquel espectáculo, por tener quecontestar a las mil preguntas de Doña Flora,

Page 136: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

que ya me tenía mareado. Durante el paseo sele unieron algunos jóvenes y señores mayores.Parecían muy encopetados, y eran las personasa la moda en Cádiz, todos muy discretos y ele-gantes. Alguno de ellos era poeta, o, mejor di-cho, todos hacían versos, aunque malos, y meparece que les oí hablar de cierta Academia enque se reunían para tirotearse con sus estrofas,entretenimiento que no hacía daño a nadie.

Como yo observaba todo, me fijé en la ex-traña figura de aquellos hombres, en sus afe-minados gestos y, sobre todo, en sus trajes, queme parecieron extravagantísimos. No eran mu-chas las personas que vestían de aquella mane-ra en Cádiz, y pensando después en la diferen-cia que había entre aquellos arreos y los ordina-rios de la gente que yo había visto siempre,comprendí que consistía en que éstos vestían ala española, y los amigos de Doña Flora con-forme a la moda de Madrid y de París. Lo queprimero atrajo mis miradas fue la extrañeza de

Page 137: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

sus bastones, que eran unos garrotes retorcidosy con gruesísimos nudos. No se les veía la bar-ba, porque la tapaba la corbata, especie de chal,que dando varias vueltas alrededor del cuello yprolongándose ante los labios, formaba unaespecie de cesta, una bandeja, o más bien bacíaen que descansaba la cara. El peinado consistíaen un artificioso desorden, y más que con pei-ne, parecía que se lo habían aderezado con unaescoba; las puntas del sombrero les tocaban loshombros; las casacas, altísimas de talle, casibarrían el suelo con sus faldones; las botas ter-minaban en punta; de los bolsillos de su chale-co pendían multitud de dijes y sellos; sus cal-zones listados se atacaban a la rodilla con unenorme lazo, y para que tales figuras fuerancompletos mamarrachos, todos llevaban unlente, que durante la conversación acercabanrepetidas veces al ojo derecho, cerrando el si-niestro, aunque en entrambos tuvieran muybuena vista.

Page 138: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

La conversación de aquellos personajesversó sobre la salida de la escuadra, alternandocon este asunto la relación de no sé qué baile ofiesta que ponderaron mucho, siendo uno deellos objeto de grandes alabanzas por lo bienque hacía trenzas con sus ligeras piernas bai-lando la gavota.

Después de haber charlado mucho, entraroncon Doña Flora en la iglesia del Carmen, y allí,sacando cada cual su rosario, rezaron que se laspelaban un buen espacio de tiempo, y algunode ellos me aplicó lindamente un coscorrón enla coronilla, porque en vez de orar tan devota-mente como ellos, prestaba demasiada atencióna dos moscas que revoloteaban alrededor delrizo culminante del peinado de Doña Flora.Salimos, después de haber oído un enojososermón, que ellos celebraron como obra maes-tra; paseamos de nuevo; continuó la charla másvivamente, porque se nos unieron unas damasvestidas por el mismo estilo, y entre todos se

Page 139: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

armó tan ruidosa algazara de galanterías, frasesy sutilezas, mezcladas con algún verso insulso,que no puedo recordarlas.

¡Y en tanto Marcial y mi querido amo trata-ban de fijar día y hora para trasladarse definiti-vamente a bordo! ¡Y yo estaba expuesto a que-darme en tierra, sujeto a los antojos de aquellavieja que me empalagaba con su insulso cariño!¿Creerán ustedes que aquella noche insistió enque debía quedarme para siempre a su servi-cio? ¿Creerán ustedes que aseguró que mequería mucho, y me dio como prueba algunosafectuosos abrazos y besos, ordenándome queno lo dijera a nadie? ¡Horribles contradiccionesde la vida!, pensaba yo al considerar cuán felizhabría sido si mi amita me hubiera tratado deaquella manera. Yo, turbado hasta lo sumo, ledije que quería ir a la escuadra, y que cuandovolviese me podría querer a su antojo; pero quesi no me dejaba realizar mi deseo, la aborrecería

Page 140: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

tanto así, y extendí los brazos para expresaruna cantidad muy grande de aborrecimiento.

Luego, como entrase inesperadamente miamo, yo, juzgando llegada la ocasión de lograrmi objeto por medio de un arranque oratorio,que había cuidado de preparar, me arrodillédelante de él, diciéndole en el tono más patéticoque si no me llevaba a bordo, me arrojaría des-esperado al mar.

Mi amo se rió de la ocurrencia; su prima,haciendo mimos con la boca, fingió cierta hila-ridad que le afeaba el rostro amojamado, y con-sintió al fin. Diome mil golosinas para que co-miese a bordo; me encargó que huyese de lossitios de peligro, y no dijo una palabra más con-traria a mi embarque, que se verificó a la ma-ñana siguiente muy temprano.

Page 141: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

-IX-Octubre era el mes, y 18 el día. De esta fecha

no me queda duda, porque al día siguiente sa-lió la escuadra. Nos levantamos muy tempranoy fuimos al muelle, donde esperaba un boteque nos condujo a bordo.

Figúrense ustedes cuál sería mi estupor, ¡quédigo estupor!, mi entusiasmo, mi enajenación,cuando me vi cerca del Santísima Trinidad, elmayor barco del mundo, aquel alcázar de ma-dera, que visto de lejos se representaba en miimaginación como una fábrica portentosa, so-brenatural, único monstruo digno de la majes-tad de los mares. Cuando nuestro bote pasabajunto a un navío, yo le examinaba con ciertoreligioso asombro, admirado de ver tan gran-des los cascos que me parecían tan pequeñitosdesde la muralla; en otras ocasiones me parec-ían más chicos de lo que mi fantasía los habíaforjado. El inquieto entusiasmo de que estaba

Page 142: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

poseído me expuso a caer al agua cuando con-templaba con arrobamiento un figurón de proa,objeto que más que otro alguno fascinaba miatención.

Por fin llegamos al Trinidad. A medida quenos acercábamos, las formas de aquel colosoiban aumentando, y cuando la lancha se pusoal costado, confundida en el espacio de mardonde se proyectaba, cual en negro y horriblecristal, la sombra del navío; cuando vi cómo sesumergía el inmóvil casco en el agua sombríaque azotaba suavemente los costados; cuandoalcé la vista y vi las tres filas de cañones aso-mando sus bocas amenazadoras por las portas,mi entusiasmo se trocó en miedo, púseme páli-do, y quedé sin movimiento asido al brazo demi amo.

Pero en cuanto subimos y me hallé sobre cu-bierta, se me ensanchó el corazón. La airosa yaltísima arboladura, la animación del alcázar, lavista del cielo y la bahía, el admirable orden de

Page 143: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

cuantos objetos ocupaban la cubierta, desde loscoys puestos en fila sobre la obra muerta, hastalos cabrestantes, bombas, mangas, escotillas; lavariedad de uniformes; todo, en fin, me sus-pendió de tal modo, que por un buen rato estu-ve absorto en la contemplación de tan hermosamáquina, sin acordarme de nada más.

Los presentes no pueden hacerse cargo deaquellos magníficos barcos, ni menos del Santí-sima Trinidad, por las malas estampas en que loshan visto representados. Tampoco se parecennada a los buques guerreros de hoy, cubiertoscon su pesado arnés de hierro, largos, monóto-nos, negros, y sin accidentes muy visibles en suvasta extensión, por lo cual me han parecido aveces inmensos ataúdes flotantes. Creados poruna época positivista, y adecuados a la ciencianáutico-militar de estos tiempos, que medianteel vapor ha anulado las maniobras, fiando eléxito del combate al poder y empuje de los nav-íos, los barcos de hoy son simples máquinas de

Page 144: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

guerra, mientras los de aquel tiempo eran elguerrero mismo, armado de todas armas deataque y defensa, pero confiando principalmen-te en su destreza y valor.

Yo, que observo cuanto veo, he tenido siem-pre la costumbre de asociar, hasta un extremoexagerado, ideas con imágenes, cosas con per-sonas, aunque pertenezcan a las más inasocia-bles categorías. Viendo más tarde las catedralesllamadas góticas de nuestra Castilla, y las deFlandes, y observando con qué imponente ma-jestad se destaca su compleja y sutil fábricaentre las construcciones del gusto moderno,levantadas por la utilidad, tales como bancos,hospitales y cuarteles, no he podido menos detraer a la memoria las distintas clases de navesque he visto en mi larga vida, y he comparadolas antiguas con las catedrales góticas. Sus for-mas, que se prolongan hacia arriba; el predo-minio de las líneas verticales sobre las horizon-tales; cierto inexplicable idealismo, algo de

Page 145: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

histórico y religioso a la vez, mezclado con lacomplicación de líneas y el juego de colores quecombina a su capricho el sol, han determinadoesta asociación extravagante, que yo me explicopor la huella de romanticismo que dejan en elespíritu las impresiones de la niñez.

El Santísima Trinidad era un navío de cuatropuentes. Los mayores del mundo eran de tres.Aquel coloso, construido en La Habana, con lasmás ricas maderas de Cuba en 1769, contabatreinta y seis años de honrosos servicios. Tenía220 pies (61 metros) de eslora, es decir, de popaa proa; 58 pies de manga (ancho), y 28 de pun-tal (altura desde la quilla a la cubierta), dimen-siones extraordinarias que entonces no teníaningún buque del mundo. Sus poderosas cua-dernas, que eran un verdadero bosque, susten-taban cuatro pisos. En sus costados, que eranfortísimas murallas de madera, se habían abier-to al construirlo 116 troneras: cuando se le re-formó, agradándolo en 1796, se le abrieron 130,

Page 146: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

y artillado de nuevo en 1805, tenía sobre suscostados, cuando yo le vi, 140 bocas de fuego,entre cañones y carronadas. El interior era ma-ravilloso por la distribución de los diversoscompartimientos, ya fuesen puentes para laartillería, sollados para la tripulación, pañolespara depósitos de víveres, cámaras para losjefes, cocinas, enfermería y demás servicios. Mequedé absorto recorriendo las galerías y demásescondrijos de aquel Escorial de los mares. Lascámaras situadas a popa eran un pequeño pala-cio por dentro, y por fuera una especie defantástico alcázar; los balconajes, los pabellonesde las esquinas de popa, semejantes a las lin-ternas de un castillo ojival, eran como grandesjaulas abiertas al mar, y desde donde la vistapodía recorrer las tres cuartas partes del hori-zonte.

Nada más grandioso que la arboladura,aquellos mástiles gigantescos, lanzados hacia elcielo, como un reto a la tempestad. Parecía que

Page 147: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

el viento no había de tener fuerza para impul-sar sus enormes gavias. La vista se mareaba yse perdía contemplando la inmensa madeja queformaban en la arboladura los obenques, estáis,brazas, burdas, amantillos y drizas que servíanpara sostener y mover el velamen.

Yo estaba absorto en la contemplación detanta maravilla, cuando sentí un fuerte golpe enla nuca. Creí que el palo mayor se me habíacaído encima. Volví la vista atontado y lancéuna exclamación de horror al ver a un hombreque me tiraba de las orejas como si quisieralevantarme en el aire. Era mi tío.

«¿Qué buscas tú aquí, lombriz? -me dijo enel suave tono que le era habitual-. ¿Quieresaprender el oficio? Oye, Juan -añadió dirigién-dose a un marinero de feroz aspecto-, súbeme aeste galápago a la verga mayor para que se pa-see por ella».

Page 148: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Yo eludí como pude el compromiso de pase-ar por la verga, y le expliqué con la mayor cor-tesía que hallándome al servicio de D. AlonsoGutiérrez de Cisniega, había venido a bordo ensu compañía. Tres o cuatro marineros, amigosde mi simpático tío, quisieron maltratarme, porlo que resolví alejarme de tan distinguida so-ciedad, y me marché a la cámara en busca demi amo. Los oficiales hacían su tocado, no me-nos difícil a bordo que en tierra, y cuando yoveía a los pajes ocupados en empolvar las cabe-zas de los héroes a quienes servían, me pre-gunté si aquella operación no era la menos apropósito dentro de un buque, donde todos losinstantes son preciosos y donde estorba siem-pre todo lo que no sea de inmediata necesidadpara el servicio.

Pero la moda era entonces tan tirana comoahora, y aun en aquel tiempo imponía de unmodo apremiante sus enfadosas ridiculeces.Hasta el soldado tenía que emplear un tiempo

Page 149: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

precioso en hacerse el coleto. ¡Pobres hombres!Yo les vi puestos en fila unos tras otros, arre-glando cada cual el coleto del que tenía delante,medio ingenioso que remataba la operación enpoco tiempo. Después se encasquetaban elsombrero de pieles, pesada mole, cuyo objetonunca me pude explicar, y luego iban a suspuestos si tenían que hacer guardia, o a pasear-se por el combés si estaban libres de servicio.Los marineros no usaban aquel ridículo apén-dice capilar, y su sencillo traje me parece queno se ha modificado mucho desde aquella fe-cha.

En la cámara, mi amo hablaba acalorada-mente con el comandante del buque, Don Fran-cisco Javier de Uriarte, y con el jefe de escuadra,Don Baltasar Hidalgo de Cisneros. Según lopoco que oí, no me quedó duda de que el Gene-ral francés había dado orden de salida para lamañana siguiente.

Page 150: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Esto alegró mucho a Marcial, que junto conotros viejos marineros en el castillo de proa,disertaba ampulosamente sobre el próximocombate. Tal sociedad me agradaba más que lade mi interesante tío, porque los colegas deMedio-hombre no se permitían bromas pesadascon mi persona. Esta sola diferencia hacía com-prender la diversa procedencia de los tripulan-tes, pues mientras unos eran marineros de puraraza, llevados allí por la matrícula o enganchevoluntario, los otros eran gente de leva, casisiempre holgazana, díscola, de perversas cos-tumbres, y mal conocedora del oficio.

Con los primeros hacía yo mejores migasque con los segundos, y asistía a todas las con-ferencias de Marcial. Si no temiera cansar allector, le referiría la explicación que éste dio delas causas diplomáticas y políticas de la guerra,parafraseando del modo más cómico posible loque había oído algunas noches antes de boca deMalespina en casa de mis amos. Por él supe que

Page 151: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

el novio de mi amita se había embarcado en elNepomuceno.

Todas las conferencias terminaban en un so-lo punto, el próximo combate. La escuadradebía salir al día siguiente, ¡qué placer! Nave-gar en aquel gigantesco barco, el mayor delmundo; presenciar una batalla en medio de losmares; ver cómo era la batalla, cómo se dispa-raban los cañones, cómo se apresaban los bu-ques enemigos... ¡qué hermosa fiesta!, y luegovolver a Cádiz cubiertos de gloria... Decir acuantos quisieran oírme: «yo estuve en la es-cuadra, lo vi todo...», decírselo también a miamita, contándole la grandiosa escena, y exci-tando su atención, su curiosidad, su interés...decirle también: «yo me hallé en los sitios demayor peligro, y no temblaba por eso»; vercómo se altera, cómo palidece y se asustaoyendo referir los horrores del combate, y lue-go mirar con desdén a todos los que digan:«¡contad, Gabrielito, esa cosa tan tremenda!...»

Page 152: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

¡Oh!, esto era más de lo que necesitaba mi ima-ginación para enloquecer... Digo francamenteque en aquel día no me hubiera cambiado porNelson.

Amaneció el 19, que fue para mí felicísimo, yno había aún amanecido, cuando yo estaba enel alcázar de popa con mi amo, que quiso pre-senciar la maniobra. Después del baldeo co-menzó la operación de levar el buque. Se izaronlas grandes gavias, y el pesado molinete, giran-do con su agudo chirrido, arrancaba la podero-sa áncora del fondo de la bahía. Corrían losmarineros por las vergas; manejaban otros lasbrazas, prontos a la voz del contramaestre, ytodas las voces del navío, antes mudas, llena-ban el aire con espantosa algarabía. Los pitos, lacampana de proa, el discorde concierto de milvoces humanas, mezcladas con el rechinar delos motones; el crujido de los cabos, el trapeode las velas azotando los palos antes de hen-chirse impelidas por el viento, todos estos va-

Page 153: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

riados sones acompañaron los primeros pasosdel colosal navío.

Pequeñas olas acariciaban sus costados, y lamole majestuosa comenzó a deslizarse por labahía sin dar la menor cabezada, sin ningúnvaivén de costado, con marcha grave y solem-ne, que sólo podía apreciarse comparativamen-te, observando la traslación imaginaria de losbuques mercantes anclados y del paisaje.

Al mismo tiempo se dirigía la vista en de-rredor, y ¡qué espectáculo, Dios mío!, treinta ydos navíos, cinco fragatas y dos bergantines,entre españoles y franceses, colocados delante,detrás y a nuestro costado, se cubrían de velasy marchaban también impelidos por el escasoviento. No he visto mañana más hermosa. Elsol inundaba de luz la magnífica rada; un ligeromatiz de púrpura teñía la superficie de lasaguas hacia Oriente, y la cadena de colinas ylejanos montes que limitan el horizonte hacia laparte del Puerto permanecían aún encendidos

Page 154: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

por el fuego de la pasada aurora; el cielo limpioapenas tenía algunas nubes rojas y doradas porLevante; el mar azul estaba tranquilo, y sobreeste mar y bajo aquel cielo las cuarenta velas,con sus blancos velámenes, emprendían lamarcha, formando el más vistoso escuadrónque puede presentarse ante humanos ojos.

No andaban todos los bajeles con igual paso.Unos se adelantaban, otros tardaron mucho enmoverse; pasaban algunos junto a nosotros,mientras los había que se quedaban detrás. Lalentitud de su marcha; la altura de su aparejo,cubierto de lona; cierta misteriosa armonía quemis oídos de niño percibían como saliendo delos gloriosos cascos, especie de himno que sinduda resonaba dentro de mí mismo; la claridaddel día, la frescura del ambiente, la belleza delmar, que fuera de la bahía parecía agitarse congentil alborozo a la aproximación de la flota,formaban el más imponente cuadro que puedeimaginarse.

Page 155: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Cádiz, en tanto, como un panorama girato-rio, se escorzaba a nuestra vista presentándo-nos sucesivamente las distintas facetas de suvasto circuito. El sol, encendiendo los vidriosde sus mil miradores, salpicaba la ciudad conpolvos de oro, y su blanca mole se destacabatan limpia y pura sobre las aguas, que parecíahaber sido creada en aquel momento, o sacadadel mar como la fantástica ciudad de San Gena-ro. Vi el desarrollo de la muralla desde el mue-lle hasta el castillo de Santa Catalina; reconocíel baluarte del Bonete, el baluarte del Orejón, laCaleta, y me llené de orgullo considerando dedónde había salido y dónde estaba.

Al mismo tiempo llegaba a mis oídos comomúsica misteriosa el son de las campanas de laciudad medio despierta, tocando a misa, conesa algazara charlatana de las campanas de ungran pueblo. Ya expresaban alegría, como unsaludo de buen viaje, y yo escuchaba el rumorcual si fuese de humanas voces que nos daban

Page 156: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

la despedida; ya me parecían sonar tristes yacongojadas anunciándonos una desgracia, y amedida que nos alejábamos, aquella música seiba apagando hasta que se extinguió difundidaen el inmenso espacio.

La escuadra salía lentamente: algunos barcosemplearon muchas horas para hallarse fuera.Marcial, durante la salida, iba haciendo comen-tarios sobre cada buque, observando su mar-cha, motejándoles si eran pesados, animándolescon paternales consejos si eran ligeros y zarpa-ban pronto.

«¡Qué pesado está D. Federico! -decía obser-vando el Príncipe de Asturias, mandado porGravina-. Allá va Mr. Corneta -exclamaba mi-rando al Bucentauro, navío general-. Bien haigaquien te puso Rayo -decía irónicamente miran-do al navío de este nombre, que era el más pe-sado de toda la escuadra... -Bien por papá Igna-cio -añadía dirigiéndose al Santa Ana, que mon-taba Álava-. Echa toda la gavia, pedazo de to-

Page 157: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

nina -decía contemplando el navío de Duma-noir-; este gabacho tiene un peluquero pararizar la gavia, y carga las velas con tenacillas».

El cielo se enturbió por la tarde, y al anoche-cer, hallándonos ya a gran distancia, vimos aCádiz perderse poco a poco entre la bruma,hasta que se confundieron con las tintas de lanoche sus últimos contornos. La escuadra tomórumbo al Sur.

Por la noche no me separé de él, una vez quedejé a mi amo muy bien arrellanado en su ca-marote. Rodeado de dos colegas y admirado-res, les explicaba el plan de Villeneuve del mo-do siguiente:

«Mr. Corneta ha dividido la escuadra encuatro cuerpos. La vanguardia, que es manda-da por Álava, tiene siete navíos; el centro, quelleva siete y lo manda Mr. Corneta en persona;la retaguardia, también de siete, que va man-dada por Dumanoir, y el cuerpo de reserva,

Page 158: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

compuesto de doce navíos, que manda DonFederico. No me parece que está esto mal pen-sado. Por supuesto que van los barcos españo-les mezclados con los gabachos, para que nonos dejen en las astas del toro, como sucedió enFinisterre.

»Según me ha referido D. Alonso, el francésha dicho que si el enemigo se nos presenta asotavento, formaremos la línea de batalla y cae-remos sobre él... Esto está muy guapo, dicho enel camarote; pero ya... ¿El Señorito va a ser tanbuey que se nos presente a sotavento?... Sí,porque tiene poco farol (inteligencia) su señoríapara dejarse pescar así... Veremos a ver si vemoslo que espera el francés... Si el enemigo se pre-senta a barlovento y nos ataca, debemos espe-rarle en línea de batalla; y como tendrá quedividirse para atacarnos, si no consigue rompernuestra línea, nos será muy fácil vencerle. A eseseñor todo le parece fácil. (Rumores.) Dice tam-bién que no hará señales y que todo lo espera

Page 159: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

de cada capitán. ¡Si iremos a ver lo que yo ven-go predicando desde que se hicieron esos mal-ditos tratados de sursillos, y es que... más valecallar... quiera Dios...! Ya les he dicho a ustedesque Mr. Corneta no sabe lo que tiene entre ma-nos, y que no le caben cincuenta barcos en lacabeza. Cuidado con un almirante que llama asus capitanes el día antes de una batalla, y lesdice que haga cada uno lo que le diere la gana...Pos pá eso... (Grandes muestras de asentimien-to.) En fin, allá veremos... Pero vengan acá us-tedes y díganme: si nosotros los españoles que-remos defondar a unos cuantos barcos ingleses,¿no nos bastamos y nos sobramos para ello?¿Pues a cuenta qué hemos de juntarnos con fran-ceses que no nos dejan hacer lo que nos sale dedentro, sino que hemos de ir al remolque de susseñorías? Siempre di cuando fuimos con ellos,siempre di cuando salimos destaponados... En fin...Dios y la Virgen del Carmen vayan con noso-tros, y nos libren de amigos franceses porsiempre jamás amén». (Grandes aplausos.)

Page 160: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Todos asintieron a su opinión. Su conferen-cia duró hasta hora avanzada, elevándose des-de la profesión naval hasta la ciencia diplomá-tica. La noche fue serena y navegábamos conviento fresco. Se me permitirá que al hablar dela escuadra diga nosotros. Yo estaba tan orgullo-so de encontrarme a bordo del Santísima Trini-dad, que me llegué a figurar que iba a desem-peñar algún papel importante en tan alta oca-sión, y por eso no dejaba de gallardearme conlos marineros, haciéndoles ver que yo estabaallí para alguna cosa útil.

-X-Al amanecer del día 20, el viento soplaba

con mucha fuerza, y por esta causa los navíosestaban muy distantes unos de otros. Mashabiéndose calmado el viento poco después demediodía, el buque almirante hizo señales deque se formasen las cinco columnas: vanguar-

Page 161: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

dia, centro, retaguardia y los dos cuerpos quecomponían la reserva.

Yo me deleitaba viendo cómo acudíandócilmente a la formación aquellas moles, yaunque, a causa de la diversidad de sus condi-ciones marineras, las maniobras no eran muyrápidas y las líneas formadas poco perfectas,siempre causaba admiración contemplar aquelejercicio. El viento soplaba del SO., según dijoMarcial, que lo había profetizado desde por lamañana, y la escuadra, recibiéndole por estri-bor, marchó en dirección del Estrecho. Por lanoche se vieron algunas luces, y al amanecerdel 21 vimos veintisiete navíos por barlovento,entre los cuales Marcial designó siete de trespuentes. A eso de las ocho, los treinta y tresbarcos de la flota enemiga estaban a la vistaformados en dos columnas. Nuestra escuadraformaba una larguísima línea, y según las apa-riencias, las dos columnas de Nelson, dispues-tas en forma de cuña, avanzaban como si qui-

Page 162: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

sieran cortar nuestra línea por el centro y reta-guardia.

Tal era la situación de ambos contendientes,cuando el Bucentauro hizo señal de virar en re-dondo. Ustedes quizá no entiendan esto; peroles diré que consistía en variar diametralmentede rumbo, es decir, que si antes el viento im-pulsaba nuestros navíos por estribor, despuésde aquel movimiento nos daba por babor, demodo que marchábamos en dirección casiopuesta a la que antes teníamos. Las proas sedirigían al Norte, y este movimiento, cuyo obje-to era tener a Cádiz bajo el viento, para arribara él en caso de desgracia, fue muy criticado abordo del Trinidad, y especialmente por Mar-cial, que decía:

«Ya se esparrancló la línea de batalla, que an-tes era mala y ahora es peor».

Efectivamente, la vanguardia se convirtió enretaguardia, y la escuadra de reserva, que era la

Page 163: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

mejor, según oí decir, quedó a la cola. Como elviento era flojo, los barcos de diversa andaduray la tripulación poco diestra, la nueva línea nopudo formarse ni con rapidez ni con precisión:unos navíos andaban muy a prisa y se precipi-taban sobre el delantero; otros marchaban poco,rezagándose, o se desviaban, dejando un granclaro que rompía la línea, antes de que el ene-migo se tomase el trabajo de hacerlo.

Se mandó restablecer el orden; pero porobediente que sea un buque, no es tan fácil demanejar como un caballo. Con este motivo, yobservando las maniobras de los barcos máscercanos, Medio-hombre decía:

«La línea es más larga que el camino de San-tiago. Si el Señorito la corta, adiós mi bandera:perderíamos hasta el modo de andar, manquelos pelos se nos hicieran cañones. Señores, nosvan a dar julepe por el centro. ¿Cómo puedenvenir a ayudarnos el San Juan y el Bahama, queestán a la cola, ni el Neptuno ni el Rayo, que

Page 164: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

están a la cabeza? (Rumores de aprobación.)Además, estamos a sotavento, y los casaconespueden elegir el punto que quieran para ata-carnos. Bastante haremos nosotros con defen-dernos como podamos. Lo que digo es queDios nos saque bien, y nos libre de francesespor siempre jamás amén Jesús».

El sol avanzaba hacia el zenit, y el enemigoestaba ya encima.

«¿Les parece a ustedes que ésta es hora deempezar un combate? ¡Las doce del día!» ex-clamaba con ira el marinero aunque no seatrevía a hacer demasiado pública su demos-tración, ni estas conferencias pasaban de unpequeño círculo, dentro del cual yo, llevado demi sempiterna insaciable curiosidad, me habíainjerido.

No sé por qué me pareció advertir en todoslos semblantes cierta expresión de disgusto. Losoficiales en el alcázar de popa y los marineros y

Page 165: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

contramaestres en el de proa, observaban losnavíos sotaventados y fuera de línea, entre loscuales había cuatro pertenecientes al centro.

Se me había olvidado mencionar una opera-ción preliminar del combate, en la cual toméparte. Hecho por la mañana el zafarrancho,preparado ya todo lo concerniente al serviciode piezas y lo relativo a maniobras, oí que dije-ron:

«La arena, extender la arena».

Marcial me tiró de la oreja, y llevándome auna escotilla, me hizo colocar en línea con al-gunos marinerillos de leva, grumetes y gentede poco más o menos. Desde la escotilla hastael fondo de la bodega se habían colocado, esca-lonados en los entrepuentes, algunos marine-ros, y de este modo iban sacando los sacos dearena. Uno se lo daba al que tenía al lado, ésteal siguiente, y de este modo se sacaba rápida-mente y sin trabajo cuanto se quisiera. Pasando

Page 166: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

de mano en mano, subieron de la bodega multi-tud de sacos, y mi sorpresa fue grande cuandovi que los vaciaban sobre la cubierta, sobre elalcázar y castillos, extendiendo la arena hastacubrir toda la superficie de los tablones. Lomismo hicieron en los entrepuentes. Por satis-facer mi curiosidad, pregunté al grumete quetenía al lado.

«Es para la sangre -me contestó con indife-rencia.

-¡Para la sangre!» repetí yo sin poder repri-mir un estremecimiento de terror.

Miré la arena; miré a los marineros, que congran algazara se ocupaban en aquella faena, ypor un instante me sentí cobarde. Sin embargo,la imaginación, que entonces predominaba enmí, alejó de mi espíritu todo temor, y no pensémás que en triunfos y agradables sorpresas.

Page 167: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

El servicio de los cañones estaba listo, y ad-vertí también que las municiones pasaban delos pañoles al entrepuente por medio de unacadena humana semejante a la que había saca-do la arena del fondo del buque.

Los ingleses avanzaban para atacarnos endos grupos. Uno se dirigía hacia nosotros, ytraía en su cabeza, o en el vértice de la cuña, ungran navío con insignia de almirante. Despuéssupe que era el Victory y que lo mandaba Nel-son. El otro traía a su frente el Royal Sovereign,mandado por Collingwood.

Todos estos hombres, así como las particula-ridades estratégicas del combate, han sido es-tudiados por mí más tarde.

Mis recuerdos, que son clarísimos en todo lopintoresco y material, apenas me sirven en lorelativo a operaciones que entonces no com-prendía. Lo que oí con frecuencia de boca deMarcial, unido a lo que después he sabido, pu-

Page 168: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

do darme a conocer la formación de nuestraescuadra; y para que ustedes lo comprendanbien, les pongo aquí una lista de nuestros nav-íos, indicando los desviados, que dejaban unclaro, la nacionalidad y la forma en que fuimosatacados. Poco más o menos, era así:

Page 169: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones
Page 170: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Eran las doce menos cuarto. El terrible ins-tante se aproximaba. La ansiedad era general, yno digo esto juzgando por lo que pasaba en miespíritu, pues atento a los movimientos delnavío en que se decía estaba Nelson, no pudepor un buen rato darme cuenta de lo que pasa-ba a mi alrededor.

De repente nuestro comandante dio una or-den terrible. La repitieron los contramaestres.Los marineros corrieron hacia los cabos, chilla-ron los motones, trapearon las gavias.

«¡En facha, en facha! -exclamó Marcial, lan-zando con energía un juramento-. Ese conde-nado se nos quiere meter por la popa».

Al punto comprendí que se había mandadodetener la marcha del Trinidad para estrecharlecontra el Bucentauro, que venía detrás, porqueel Victory parecía venir dispuesto a cortar lalínea por entre los dos navíos.

Page 171: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Al ver la maniobra de nuestro buque, pudeobservar que gran parte de la tripulación notenía toda aquella desenvoltura propia de losmarineros, familiarizados como Marcial con laguerra y con la tempestad. Entre los soldadosvi algunos que sentían el malestar del mareo, yse agarraban a los obenques para no caer. Ver-dad es que había gente muy decidida, espe-cialmente en la clase de voluntarios; pero por locomún todos eran de leva, obedecían las órde-nes como de mala gana, y estoy seguro de queno tenían ni el más leve sentimiento de patrio-tismo. No les hizo dignos del combate más queel combate mismo, como advertí después. Apesar del distinto temple moral de aquelloshombres, creo que en los solemnes momentosque precedieron al primer cañonazo, la idea deDios estaba en todas las cabezas.

Por lo que a mí toca, en toda la vida ha expe-rimentado mi alma sensaciones iguales a las deaquel momento. A pesar de mis pocos años, me

Page 172: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

hallaba en disposición de comprender la gra-vedad del suceso, y por primera vez, despuésque existía, altas concepciones, elevadas imá-genes y generosos pensamientos ocuparon mimente. La persuasión de la victoria estaba tanarraigada en mi ánimo, que me inspiraban cier-ta lástima los ingleses, y les admiraba al verlesbuscar con tanto afán una muerte segura.

Por primera vez entonces percibí con com-pleta claridad la idea de la patria, y mi corazónrespondió a ella con espontáneos sentimientos,nuevos hasta aquel momento en mi alma. Has-ta entonces la patria se me representaba en laspersonas que gobernaban la nación, tales comoel Rey y su célebre Ministro, a quienes no con-sideraba con igual respeto. Como yo no sabíamás historia que la que aprendí en la Caleta,para mí era de ley que debía uno entusiasmarseal oír que los españoles habían matado muchosmoros primero, y gran pacotilla de ingleses yfranceses después. Me representaba, pues, a mi

Page 173: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

país como muy valiente; pero el valor que yoconcebía era tan parecido a la barbarie como unhuevo a otro huevo. Con tales pensamientos, elpatriotismo no era para mí más que el orgullode pertenecer a aquella casta de matadores demoros.

Pero en el momento que precedió al comba-te, comprendí todo lo que aquella divina pala-bra significaba, y la idea de nacionalidad seabrió paso en mi espíritu, iluminándolo y des-cubriendo infinitas maravillas, como el sol quedisipa la noche, y saca de la obscuridad unhermoso paisaje. Me representé a mi país comouna inmensa tierra poblada de gentes, todosfraternalmente unidos; me representé la socie-dad dividida en familias, en las cuales habíaesposas que mantener, hijos que educar,hacienda que conservar, honra que defender;me hice cargo de un pacto establecido entretantos seres para ayudarse y sostenerse contraun ataque de fuera, y comprendí que por todos

Page 174: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

habían sido hechos aquellos barcos para defen-der la patria, es decir, el terreno en que poníansus plantas, el surco regado con su sudor, lacasa donde vivían sus ancianos padres, el huer-to donde jugaban sus hijos, la colonia descu-bierta y conquistada por sus ascendientes, elpuerto donde amarraban su embarcación fati-gada del largo viaje; el almacén donde deposi-taban sus riquezas; la iglesia, sarcófago de susmayores, habitáculo de sus santos y arca de suscreencias; la plaza, recinto de sus alegres pasa-tiempos; el hogar doméstico, cuyos antiguosmuebles, transmitidos de generación en gene-ración, parecen el símbolo de la perpetuidad delas naciones; la cocina, en cuyas paredes ahu-madas parece que no se extingue nunca el ecode los cuentos con que las abuelas amansan latravesura e inquietud de los nietos; la calle,donde se ven desfilar caras amigas; el campo, elmar, el cielo; todo cuanto desde el nacer se aso-cia a nuestra existencia, desde el pesebre de unanimal querido hasta el trono de reyes patriar-

Page 175: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

cales; todos los objetos en que vive prolongán-dose nuestra alma, como si el propio cuerpo nole bastara.

Yo creía también que las cuestiones que Es-paña tenía con Francia o con Inglaterra eransiempre porque alguna de estas naciones queríaquitarnos algo, en lo cual no iba del todo des-caminado. Parecíame, por tanto, tan legítima ladefensa como brutal la agresión; y como habíaoído decir que la justicia triunfaba siempre, nodudaba de la victoria. Mirando nuestras bande-ras rojas y amarillas, los colores combinadosque mejor representan al fuego, sentí que mipecho se ensanchaba; no pude contener algunaslágrimas de entusiasmo; me acordé de Cádiz,de Vejer; me acordé de todos los españoles, aquienes consideraba asomados a una gran azo-tea, contemplándonos con ansiedad; y todasestas ideas y sensaciones llevaron finalmentemi espíritu hasta Dios, a quien dirigí una ora-ción que no era Padre-nuestro ni Ave-María,

Page 176: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

sino algo nuevo que a mí se me ocurrió enton-ces. Un repentino estruendo me sacó de miarrobamiento, haciéndome estremecer con vio-lentísima sacudida. Había sonado el primercañonazo.

-XI-Un navío de la retaguardia disparó el primer

tiro contra el Royal Sovereign, que mandaba Co-llingwood. Mientras trababa combate con esteel Santa Ana, el Victory se dirigía contra noso-tros. En el Trinidad todos demostraban granansiedad por comenzar el fuego; pero nuestrocomandante esperaba el momento más favora-ble. Como si unos navíos se lo comunicaran alos otros, cual piezas pirotécnicas enlazadas poruna mecha común, el fuego se corrió desde elSanta Ana hasta los dos extremos de la línea.

El Victory atacó primero al Redoutablefrancés, y rechazado por este, vino a quedar

Page 177: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

frente a nuestro costado por barlovento. Elmomento terrible había llegado: cien voces dije-ron ¡fuego!, repitiendo como un eco infernal ladel comandante, y la andanada lanzó cincuentaproyectiles sobre el navío inglés. Por un instan-te el humo me quitó la vista del enemigo. Peroéste, ciego de coraje, se venía sobre nosotrosviento en popa. Al llegar a tiro de fusil, orzó ynos descargó su andanada. En el tiempo quemedió de uno a otro disparo, la tripulación, quehabía podido observar el daño hecho al enemi-go, redobló su entusiasmo. Los cañones se serv-ían con presteza, aunque no sin cierto entorpe-cimiento, hijo de la poca práctica de algunoscabos de cañón. Marcial hubiera tomado por sucuenta de buena gana la empresa de servir unade las piezas de cubierta; pero su cuerpo muti-lado no era capaz de responder al heroísmo desu alma. Se contentaba con vigilar el servicio dela cartuchería, y con su voz y con su gesto alen-taba a los que servían las piezas.

Page 178: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

El Bucentauro, que estaba a nuestra popa,hacía fuego igualmente sobre el Victory y elTemerary, otro poderoso navío inglés. Parecíaque el navío de Nelson iba a caer en nuestropoder, porque la artillería del Trinidad le habíadestrozado el aparejo, y vimos con orgullo queperdía su palo de mesana.

En el ardor de aquel primer encuentro, ape-nas advertí que algunos de nuestros marineroscaían heridos o muertos. Yo, puesto en el lugardonde creía estorbar menos, no cesaba de con-templar al comandante, que mandaba desde elalcázar con serenidad heroica, y me admirabade ver a mi amo con menos calma, pero conmás entusiasmo, alentando a oficiales y mari-neros con su ronca vocecilla.

«¡Ah! -dije yo para mí-. ¡Si te viera ahoraDoña Francisca!»

Confesaré que yo tenía momentos de unmiedo terrible, en que me hubiera escondido

Page 179: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

nada menos que en el mismo fondo de la bode-ga, y otros de cierto delirante arrojo en que mearriesgaba a ver desde los sitios de mayor peli-gro aquel gran espectáculo. Pero, dejando a unlado mi humilde persona, voy a narrar el mo-mento más terrible de nuestra lucha con el Vic-tory. El Trinidad le destrozaba con mucha fortu-na, cuando el Temerary, ejecutando una habilí-sima maniobra, se interpuso entre los dos com-batientes, salvando a su compañero de nuestrasbalas. En seguida se dirigió a cortar la línea porla popa del Trinidad, y como el Bucentauro, du-rante el fuego, se había estrechado contra estehasta el punto de tocarse los penoles, resultó ungran claro, por donde se precipitó el Temerary,que viró prontamente, y colocándose a nuestraaleta de babor, nos disparó por aquel costado,hasta entonces ileso. Al mismo tiempo, el Nep-tune, otro poderoso navío inglés, colocose don-de antes estaba el Victory; éste se sotaventó, demodo que en un momento el Trinidad se en-

Page 180: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

contró rodeado de enemigos que le acribillabanpor todos lados.

En el semblante de mi amo, en la sublimecólera de Uriarte, en los juramentos de los ma-rineros amigos de Marcial, conocí que estába-mos perdidos, y la idea de la derrota angustiómi alma. La línea de la escuadra combinada sehallaba rota por varios puntos, y al orden im-perfecto con que se había formado después dela vira en redondo sucedió el más terrible des-orden. Estábamos envueltos por el enemigo,cuya artillería lanzaba una espantosa lluvia debalas y de metralla sobre nuestro navío, lomismo que sobre el Bucentauro. El Agustín, elHerós y el Leandro se batían lejos de nosotros, enposición algo desahogada, mientras el Trinidad,lo mismo que el navío almirante, sin poder dis-poner de sus movimientos, cogidos en terribleescaramuza por el genio del gran Nelson, lu-chaban heroicamente, no ya buscando una vic-

Page 181: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

toria imposible, sino movidos por el afán deperecer con honra.

Los cabellos blancos que hoy cubren mi ca-beza se erizan todavía al recordar aquellas tre-mendas horas, principalmente desde las dos alas cuatro de la tarde. Se me representan losbarcos, no como ciegas máquinas de guerra,obedientes al hombre, sino como verdaderosgigantes, seres vivos y monstruosos que lucha-ban por sí, poniendo en acción, como ágilesmiembros, su velamen, y cual terribles armas,la poderosa artillería de sus costados. Mirándo-los, mi imaginación no podía menos de perso-nalizarlos, y aun ahora me parece que los veoacercarse, desafiarse, orzar con ímpetu paradescargar su andanada, lanzarse al abordajecon ademán provocativo, retroceder con ar-diente coraje para tomar más fuerza, mofarsedel enemigo, increparle; me parece que les veoexpresar el dolor de la herida, o exhalar noble-mente el gemido de la muerte, como el gladia-

Page 182: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

dor que no olvida el decoro de la agonía; meparece oír el rumor de las tripulaciones, comola voz que sale de un pecho irritado, a vecesalarido de entusiasmo, a veces sordo mugidode desesperación, precursor de exterminio;ahora himno de júbilo que indica la victoria;después algazara rabiosa que se pierde en elespacio, haciendo lugar a un terrible silencioque anuncia la vergüenza de la derrota.

El espectáculo que ofrecía el interior delSantísima Trinidad era el de un infierno. Lasmaniobras habían sido abandonadas, porque elbarco no se movía ni podía moverse. Todo elempeño consistía en servir las piezas con lamayor presteza posible, correspondiendo así alestrago que hacían los proyectiles enemigos. Lametralla inglesa rasgaba el velamen como sigrandes e invisibles uñas le hicieran trizas. Lospedazos de obra muerta, los trozos de madera,los gruesos obenques segados cual haces deespigas, los motones que caían, los trozos de

Page 183: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

velamen, los hierros, cabos y demás despojosarrancados de su sitio por el cañón enemigo,llenaban la cubierta, donde apenas había espa-cio para moverse. De minuto en minuto caían alsuelo o al mar multitud de hombres llenos devida; las blasfemias de los combatientes semezclaban a los lamentos de los heridos, de talmodo que no era posible distinguir si insulta-ban a Dios los que morían, o le llamaban conangustia los que luchaban.

Yo tuve que prestar auxilio en una faenatristísima, cual era la de transportar heridos a labodega, donde estaba la enfermería. Algunosmorían antes de llegar a ella, y otros tenían quesufrir dolorosas operaciones antes de poderreposar un momento su cuerpo fatigado. Tam-bién tuve la indecible satisfacción de ayudar alos carpinteros, que a toda prisa procurabanaplicar tapones a los agujeros hechos en el cas-co; pero por causa de mi poca fuerza, no eran

Page 184: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

aquellos auxilios tan eficaces como yo habríadeseado.

La sangre corría en abundancia por la cu-bierta y los puentes, y a pesar de la arena, elmovimiento del buque la llevaba de aquí paraallí, formando fatídicos dibujos. Las balas decañón, de tan cerca disparadas, mutilabanhorriblemente los cuerpos, y era frecuente verrodar a alguno, arrancada a cercén la cabeza,cuando la violencia del proyectil no arrojaba lavíctima al mar, entre cuyas ondas debía perder-se casi sin dolor la última noción de la vida.Otras balas rebotaban contra un palo o contra laobra muerta, levantando granizada de astillasque herían como flechas. La fusilería de las co-fas y la metralla de las carronadas esparcíanotra muerte menos rápida y más dolorosa, y fueraro el que no salió marcado más o menos gra-vemente por el plomo y el hierro de nuestrosenemigos.

Page 185: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

De tal suerte combatida y sin poder deningún modo devolver iguales destrozos, latripulación, aquella alma del buque, se sentíaperecer, agonizaba con desesperado coraje, y elnavío mismo, aquel cuerpo glorioso, retembla-ba al golpe de las balas. Yo le sentía estremecer-se en la terrible lucha: crujían sus cuadernas,estallaban sus baos, rechinaban sus puntales amanera de miembros que retuerce el dolor, y lacubierta trepidaba bajo mis pies con ruidosapalpitación, como si a todo el inmenso cuerpodel buque se comunicara la indignación y losdolores de sus tripulantes. En tanto, el aguapenetraba por los mil agujeros y grietas delcasco acribillado, y comenzaba a inundar labodega.

El Bucentauro, navío general, se rindió anuestra vista. Villeneuve había arriado bande-ra. Una vez entregado el jefe de la escuadra,¿qué esperanza quedaba a los buques? El pa-bellón francés desapareció de la popa de aquel

Page 186: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

gallardo navío, y cesaron sus fuegos. El SanAgustín y el Herós se sostenían todavía, y elRayo y el Neptuno, pertenecientes a la vanguar-dia, que habían venido a auxiliarnos, intentaronen vano salvarnos de los navíos enemigos quenos asediaban. Yo pude observar la parte delcombate más inmediata al Santísima Trinidad,porque del resto de la línea no era posible vernada. El viento parecía haberse detenido, y elhumo se quedaba sobre nuestras cabezas, en-volviéndonos en su espesa blancura, que lasmiradas no podían penetrar. Distinguíamos tansólo el aparejo de algunos buques lejanos, au-mentados de un modo inexplicable por no séqué efecto óptico o porque el pavor de aquelsublime momento agrandaba todos los objetos.

Disipose por un momento la densa penum-bra, ¡pero de qué manera tan terrible! Detona-ción espantosa, más fuerte que la de los milcañones de la escuadra disparando a un tiem-po, paralizó a todos, produciendo general te-

Page 187: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

rror. Cuando el oído recibió tan fuerte impre-sión, claridad vivísima había iluminado el an-cho espacio ocupado por las dos flotas, rasgan-do el velo de humo, y presentose a nuestrosojos todo el panorama del combate. La terribleexplosión había ocurrido hacia el Sur, en el sitioocupado antes por la retaguardia.

«Se ha volado un navío», dijeron todos.

Las opiniones fueron diversas, y se dudabasi el buque volado era el Santa Ana, el Argonau-ta, el Ildefonso o el Bahama. Después se supo quehabía sido el francés nombrado Achilles. La ex-pansión de los gases desparramó por mar ycielo en pedazos mil cuanto momentos antesconstituía un hermoso navío con 74 cañones y600 hombres de tripulación.

Algunos segundos después de la explosión,ya no pensábamos más que en nosotros mis-mos.

Page 188: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Rendido el Bucentauro, todo el fuego enemi-go se dirigió contra nuestro navío, cuya pérdi-da era ya segura. El entusiasmo de los primerosmomentos se había apagado en mí, y mi co-razón se llenó de un terror que me paralizaba,ahogando todas las funciones de mi espíritu,excepto la curiosidad. Esta era tan irresistible,que me obligó a salir a los sitios de mayor peli-gro. De poco servía ya mi escaso auxilio, puesni aun se trasladaban los heridos a la bodega,por ser muchos, y las piezas exigían el serviciode cuantos conservaban un poco de fuerza.Entre éstos vi a Marcial, que se multiplicabagritando y moviéndose conforme a su pocaagilidad, y era a la vez contramaestre, marine-ro, artillero, carpintero y cuanto había que seren tan terribles instantes. Nunca creí que des-empeñara funciones correspondientes a tantoshombres el que no podía considerarse sino co-mo la mitad de un cuerpo humano. Un astillazole había herido en la cabeza, y la sangre, tiñén-dole la cara, le daba horrible aspecto. Yo le vi

Page 189: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

agitar sus labios, bebiendo aquel líquido, y lue-go lo escupía con furia fuera del portalón, comosi también quisiera herir a salivazos a nuestrosenemigos.

Lo que más me asombraba, causándomecierto espanto, era que Marcial, aun en aquellaescena de desolación, profería frases de buenhumor, no sé si por alentar a sus decaídoscompañeros o porque de este modo acostum-braba alentarse a sí mismo.

Cayó con estruendo el palo de trinquete,ocupando el castillo de proa con la balumba desu aparejo, y Marcial dijo:

«Muchachos, vengan las hachas. Metamoseste mueble en la alcoba».

Al punto se cortaron los cabos, y el mástilcayó al mar.

Page 190: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Y viendo que arreciaba el fuego, gritó diri-giéndose a un pañolero que se había convertidoen cabo de cañón:

«Pero Abad, mándales el vino a esos casaco-nes para que nos dejen en paz».

Y a un soldado que yacía como muerto, porel dolor de sus heridas y la angustia del mareo,le dijo aplicándole el botafuego a la nariz:

«Huele una hojita de azahar, camarada, paraque se te pase el desmayo. ¿Quieres dar un pa-seo en bote? Anda: Nelson nos convida a echarunas cañas».

Esto pasaba en el combés. Alcé la vista alalcázar de popa, y vi que el general Cisneroshabía caído. Precipitadamente le bajaron dosmarineros a la cámara. Mi amo continuaba in-móvil en su puesto; pero de su brazo izquierdomanaba mucha sangre. Corrí hacia él para auxi-liarle, y antes que yo llegase, un oficial se le

Page 191: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

acercó, intentando convencerle de que debíabajar a la cámara. No había éste pronunciadodos palabras, cuando una bala le llevó la mitadde la cabeza, y su sangre salpicó mi rostro. En-tonces, D. Alonso se retiró, tan pálido como elcadáver de su amigo, que yacía mutilado en elpiso del alcázar.

Cuando bajó mi amo, el comandante quedósolo arriba, con tal presencia de ánimo que nopude menos de contemplarle un rato, asom-brado de tanto valor. Con la cabeza descubier-ta, el rostro pálido, la mirada ardiente, la acciónenérgica, permanecía en su puesto dirigiendoaquella acción desesperada que no podía ga-narse ya. Tan horroroso desastre había de veri-ficarse con orden, y el comandante era la auto-ridad que reglamentaba el heroísmo. Su vozdirigía a la tripulación en aquella contienda delhonor y la muerte.

Un oficial que mandaba en la primera bater-ía subió a tomar órdenes, y antes de hablar

Page 192: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

cayó muerto a los pies de su jefe; otro guardiamarina que estaba a su lado cayó también malherido, y Uriarte quedó al fin enteramente soloen el alcázar, cubierto de muertos y heridos. Niaun entonces se apartó su vista de los barcosingleses ni de los movimientos de nuestra arti-llería; y el imponente aspecto del alcázar y tol-dilla, donde agonizaban sus amigos y subalter-nos, no conmovió su pecho varonil ni que-brantó su enérgica resolución de sostener elfuego hasta perecer. ¡Ah!, recordando yo des-pués la serenidad y estoicismo de D. FranciscoJavier Uriarte, he podido comprender todo loque nos cuentan de los heroicos capitanes de laantigüedad. Entonces no conocía yo la palabrasublimidad; pero viendo a nuestro comandantecomprendí que todos los idiomas deben tenerun hermoso vocablo para expresar aquellagrandeza de alma que me parecía favor raravez otorgado por Dios al hombre miserable.

Page 193: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Entre tanto, gran parte de los cañones habíacesado de hacer fuego, porque la mitad de lagente estaba fuera de combate. Tal vez no mehubiera fijado en esta circunstancia, si habiendosalido de la cámara, impulsado por mi curiosi-dad, no sintiera una voz que con acento terribleme dijo: «¡Gabrielillo, aquí!»

Marcial me llamaba: acudí prontamente, y lehallé empeñado en servir uno de los cañonesque habían quedado sin gente. Una bala habíallevado a Medio-hombre la punta de su piernade palo, lo cual le hacía decir:

«Si llego a traer la de carne y hueso...»

Dos marinos muertos yacían a su lado; untercero, gravemente herido, se esforzaba enseguir sirviendo la pieza.

«Compadre -le dijo Marcial-, ya tú no pue-des ni encender una colilla».

Page 194: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Arrancó el botafuego de manos del herido yme lo entregó diciendo:

«Toma, Gabrielillo; si tienes miedo, vas alagua».

Esto diciendo, cargó el cañón con toda laprisa que le fue posible, ayudado de un grume-te que estaba casi ileso; lo cebaron y apuntaron;ambos exclamaron «fuego»; acerqué la mecha,y el cañón disparó.

Se repitió la operación por segunda y terceravez, y el ruido del cañón, disparado por mí,retumbó de un modo extraordinario en mi al-ma. El considerarme, no ya espectador, sinoactor decidido en tan grandiosa tragedia, disipópor un instante el miedo, y me sentí con gran-des bríos, al menos con la firme resolución deaparentarlos. Desde entonces conocí que elheroísmo es casi siempre una forma del pun-donor. Marcial y otros me miraban: era precisoque me hiciera digno de fijar su atención.

Page 195: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

«¡Ah! -decía yo para mí con orgullo-. Si miamita pudiera verme ahora... ¡Qué valiente es-toy disparando cañonazos como un hombre!...Lo menos habré mandado al otro mundo dosdocenas de ingleses».

Pero estos nobles pensamientos me ocupa-ron muy poco tiempo, porque Marcial, cuyafatigada naturaleza comenzaba a rendirse des-pués de su esfuerzo, respiro con ansia, se secóla sangre que afluía en abundancia de su cabe-za, cerró los ojos, sus brazos se extendieron condesmayo, y dijo:

«No puedo más: se me sube la pólvora a latoldilla (la cabeza). Gabriel, tráeme agua».

Corrí a buscar el agua, y cuando se la traje,bebió con ansia. Pareció tomar con esto nuevasfuerzas: íbamos a seguir, cuando un gran estré-pito nos dejó sin movimiento. El palo mayor,tronchado por la fogonadura, cayo sobre elcombés, y tras él el de mesana. El navío quedó

Page 196: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

lleno de escombros y el desorden fue espanto-so.

Felizmente quedé en hueco y sin recibir másque una ligera herida en la cabeza, la cual, aun-que me aturdió al principio, no me impidióapartar los trozos de vela y cabos que habíancaído sobre mí. Los marineros y soldados decubierta pugnaban por desalojar tan enormemasa de cuerpos inútiles, y desde entonces sólola artillería de las baterías bajas sostuvo el fue-go. Salí como pude, busqué a Marcial, no lehallé, y habiendo fijado mis ojos en el alcázar,noté que el comandante ya no estaba allí. Gra-vemente herido de un astillazo en la cabeza,había caído exánime, y al punto dos marinerossubieron para trasladarle a la cámara. Corrítambién allá, y entonces un casco de metrallame hirió en el hombro, lo que me asustó enextremo, creyendo que mi herida era mortal yque iba a exhalar el último suspiro. Mi turba-ción no me impidió entrar en la cámara, donde

Page 197: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

por la mucha sangre que brotaba de mi heridame debilité, quedando por un momento desva-necido.

En aquel pasajero letargo, seguí oyendo elestrépito de los cañones de la segunda y tercerabatería, y después una voz que decía con furia:

«¡Abordaje!... ¡las picas!... ¡las hachas!»

Después la confusión fue tan grande, que nopude distinguir lo que pertenecía a las voceshumanas en tal descomunal concierto. Pero nosé cómo, sin salir de aquel estado de somnolen-cia, me hice cargo de que se creía todo perdido,y de que los oficiales se hallaban reunidos en lacámara para acordar la rendición; y tambiénpuedo asegurar que si no fue invento de mifantasía, entonces trastornada, resonó en elcombés una voz que decía: «¡El Trinidad no serinde». De fijo fue la voz de Marcial, si es querealmente dijo alguien tal cosa.

Page 198: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Me sentí despertar, y vi a mi amo arrojadosobre uno de los sofás de la cámara, con la ca-beza oculta entre las manos en ademán de de-sesperación y sin cuidarse de su herida.

Acerqueme a él, y el infeliz anciano no hallómejor modo de expresar su desconsuelo queabrazándome paternalmente, como si ambosestuviéramos cercanos a la muerte. Él, por lomenos, creo que se consideraba próximo a mo-rir de puro dolor, porque su herida no tenía lamenor gravedad. Yo le consolé como pude,diciendo que si la acción no se había ganado, nofue porque yo dejara de matar bastante inglesescon mi cañoncito, y añadí que para otra vezseríamos más afortunados; pueriles razonesque no calmaron su agitación.

Saliendo afuera en busca de agua para miamo, presencié el acto de arriar la bandera, queaún flotaba en la cangreja, uno de los pocosrestos de arboladura que con el tronco de me-sana quedaban en pie. Aquel lienzo glorioso, ya

Page 199: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

agujereado por mil partes, señal de nuestrahonra, que congregaba bajo sus pliegues a to-dos los combatientes, descendió del mástil parano izarse más. La idea de un orgullo abatido, deun ánimo esforzado que sucumbe ante fuerzassuperiores, no puede encontrar imagen másperfecta para representarse a los ojos humanosque la de aquel oriflama que se abate y desapa-rece como un sol que se pone. El de aquellatarde tristísima, tocando al término de su carre-ra en el momento de nuestra rendición, iluminónuestra bandera con su último rayo.

El fuego cesó y los ingleses penetraron en elbarco vencido.

-XII-Cuando el espíritu, reposando de la agita-

ción del combate, tuvo tiempo de dar paso a lacompasión, al frío terror producido por la vista

Page 200: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

de tan grande estrago, se presentó a los ojos decuantos quedamos vivos la escena del navío entoda su horrenda majestad. Hasta entonces losánimos no se habían ocupado más que de ladefensa; mas cuando el fuego cesó, se pudoadvertir el gran destrozo del casco, que, dandoentrada al agua por sus mil averías, se hundía,amenazando sepultarnos a todos, vivos ymuertos, en el fondo del mar. Apenas entraronen él los ingleses, un grito resonó unánime,proferido por nuestros marinos:

«¡A las bombas!»

Todos los que podíamos acudimos a ellas ytrabajamos con ardor; pero aquellas máquinasimperfectas desalojaban una cantidad de aguabastante menor que la que entraba. De repenteun grito, aún más terrible que el anterior, nosllenó de espanto. Ya dije que los heridos sehabían transportado al último sollado, lugarque, por hallarse bajo la línea de flotación, estálibre de la acción de las balas. El agua invadía

Page 201: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

rápidamente aquel recinto, y algunos marinosasomaron por la escotilla gritando:

«¡Que se ahogan los heridos!»

La mayor parte de la tripulación vaciló entreseguir desalojando el agua y acudir en socorrode aquellos desgraciados; y no sé qué habríasido de ellos, si la gente de un navío inglés nohubiera acudido en nuestro auxilio. Estos nosólo transportaron los heridos a la tercera y a lasegunda batería, sino que también pusieronmano a las bombas, mientras sus carpinterostrataban de reparar algunas de las averías delcasco.

Rendido de cansancio, y juzgando que DonAlonso podía necesitar de mí, fui a la cámara.Entonces vi a algunos ingleses ocupados enponer el pabellón británico en la popa del Santí-sima Trinidad. Como cuento con que el lectorbenévolo me ha de perdonar que apunte aquímis impresiones, diré que aquello me hizo pen-

Page 202: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

sar un poco. Siempre se me habían representa-do los ingleses como verdaderos piratas o sal-teadores de los mares, gentezuela aventureraque no constituía nación y que vivía del mero-deo. Cuando vi el orgullo con que enarbolaronsu pabellón, saludándole con vivas aclamacio-nes; cuando advertí el gozo y la satisfacciónque les causaba haber apresado el más grande yglorioso barco que hasta entonces surcó losmares, pensé que también ellos tendrían supatria querida, que ésta les habría confiado ladefensa de su honor; me pareció que en aquellatierra, para mí misteriosa, que se llamaba Ingla-terra, habían de existir, como en España, mu-chas gentes honradas, un rey paternal, y lasmadres, las hijas, las esposas, las hermanas detan valientes marinos, los cuales, esperando conansiedad su vuelta, rogarían a Dios que les con-cediera la victoria.

En la cámara encontré a mi señor más tran-quilo. Los oficiales ingleses que habían entrado

Page 203: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

allí trataban a los nuestros con delicada cortes-ía, y según entendí, querían trasbordar losheridos a algún barco enemigo. Uno de aque-llos oficiales se acercó a mi amo como querien-do reconocerle, y le saludó en español media-namente correcto, recordándole una amistadantigua. Contestó D. Alonso a sus finuras congravedad, y después quiso enterarse por él delos pormenores del combate.

«¿Pero qué ha sido de la reserva? ¿Qué hahecho Gravina? -preguntó mi amo.

-Gravina se ha retirado con algunos navíos -contestó el inglés.

-De la vanguardia sólo han venido a auxi-liarnos el Rayo y el Neptuno.

-Los cuatro franceses, Duguay-Trouin, Mont-Blanc, Scipion y Formidable, son los únicos queno han entrado en acción.

Page 204: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

-Pero Gravina, Gravina, ¿qué es de Gravina?-insistió mi amo.

-Se ha retirado en el Príncipe de Asturias; mascomo se le ha dado caza, ignoro si habrá llega-do a Cádiz.

-¿Y el San Ildefonso?

-Ha sido apresado.

-¿Y el Santa Ana?

-También ha sido apresado.

-¡Vive Dios! -exclamó D. Alonso sin poderdisimular su enojo-. Apuesto a que no ha sidoapresado el Nepomuceno.

-También lo ha sido.

-¡Oh!, ¿está usted seguro de ello? ¿Y Churru-ca?

Page 205: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

-Ha muerto -contestó el inglés con tristeza.

-¡Oh! ¡Ha muerto! ¡Ha muerto Churruca! -exclamó mi amo con angustiosa perplejidad-.Pero el Bahama se habrá salvado, el Bahamahabrá vuelto ileso a Cádiz.

-También ha sido apresado.

-¡También! ¿Y Galiano? Galiano es un héroey un sabio.

-Sí -repuso sombríamente el inglés-; pero hamuerto también.

-¿Y qué es del Montañés? ¿Qué ha sido deAlcedo?

-Alcedo... también ha muerto».

Mi amo no pudo reprimir la expresión de suprofunda pena; y como la avanzada edadamenguaba en él la presencia de ánimo propiade tan terribles momentos, hubo de pasar por la

Page 206: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

pequeña mengua de derramar algunas lágri-mas, triste obsequio a sus compañeros. No esimpropio el llanto en las grandes almas; antesbien, indica el consorcio fecundo de la delica-deza de sentimientos con la energía de carácter.Mi amo lloró como hombre, después de habercumplido con su deber como marino; mas re-poniéndose de aquel abatimiento, y buscandoalguna razón con que devolver al inglés la pe-sadumbre que este le causara, dijo:

«Pero ustedes no habrán sufrido menos quenosotros. Nuestros enemigos habrán tenidopérdidas de consideración.

-Una sobre todo irreparable -contestó elinglés con tanta congoja como la de D. Alonso-.Hemos perdido al primero de nuestros mari-nos, al valiente entre los valientes, al heroico, aldivino, al sublime almirante Nelson».

Y con tan poca entereza como mi amo, el ofi-cial inglés no se cuidó de disimular su inmensa

Page 207: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

pena: cubriose la cara con las manos y lloró,con toda la expresiva franqueza del verdaderodolor, al jefe, al protector y al amigo.

Nelson, herido mortalmente en mitad delcombate, según después supe, por una bala defusil que le atravesó el pecho y se fijó en la es-pina dorsal, dijo al capitán Hardy: «Se acabó; alfin lo han conseguido». Su agonía se prolongóhasta el caer de la tarde; no perdió ninguno delos pormenores del combate, ni se extinguió sugenio de militar y de marino sino cuando laúltima fugitiva palpitación de la vida se disipóen su cuerpo herido. Atormentado por horri-bles dolores, no dejó de dictar órdenes, en-terándose de los movimientos de ambas escua-dras, y cuando se le hizo saber el triunfo de lasuya, exclamó: «Bendito sea Dios; he cumplidocon mi deber».

Un cuarto de hora después expiraba el pri-mer marino de nuestro siglo.

Page 208: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Perdóneseme la digresión. El lector extra-ñará que no conociéramos la suerte de muchosbuques de la escuadra combinada. Nada másnatural que nuestra ignorancia, por causa de ladesmesurada longitud de la línea de combate, yademás el sistema de luchas parciales adoptadopor los ingleses. Sus navíos se habían mezcladocon los nuestros, y como la contienda era a tirode fusil, el buque enemigo que nos batía ocul-taba la vista del resto de la escuadra, además deque el humo espesísimo nos impedía ver cuan-to no se hallara en paraje cercano.

Al anochecer, y cuando aún el cañoneo nohabía cesado, distinguíamos algunos navíos,que pasaban a un largo como fantasmas, unoscon media arboladura, otros completamentedesarbolados. La bruma, el humo, el mismoaturdimiento de nuestras cabezas, nos impedíadistinguir si eran españoles o enemigos; ycuando la luz de un fogonazo lejano iluminabaa trechos aquel panorama temeroso, notábamos

Page 209: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

que aún seguía la lucha con encarnizamientoentre grupos de navíos aislados; que otros corr-ían sin concierto ni rumbo, llevados por el tem-poral, y que alguno de los nuestros era remol-cado por otro inglés en dirección al Sur.

Vino la noche, y con ella aumentó la grave-dad y el horror de nuestra situación. Parecíaque la Naturaleza había de sernos propiciadespués de tantas desgracias; pero, por el con-trario, desencadenáronse con furia los elemen-tos, como si el Cielo creyera que aún no erabastante grande el número de nuestras desdi-chas. Desatose un recio temporal, y viento yagua, hondamente agitados, azotaron el buque,que, incapaz de maniobra, fluctuaba a mercedde las olas. Los vaivenes eran tan fuertes que sehacía difícil el trabajo, lo cual, unido al cansan-cio de la tripulación, empeoraba nuestro estadode hora en hora. Un navío inglés, que despuéssupe se llamaba Prince, trató de remolcar alTrinidad; pero sus esfuerzos fueron inútiles, y

Page 210: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

tuvo que alejarse por temor a un choque, quehabría sido funesto para ambos buques.

Entre tanto no era posible tomar alimentoalguno, y yo me moría de hambre, porque losdemás, indiferentes a todo lo que no fuera elpeligro, apenas se cuidaban de cosa tan impor-tante. No me atrevía a pedir un pedazo de panpor temor de parecer importuno, y al mismotiempo, sin vergüenza lo confieso, dirigía miescrutadora observación a todos los sitios don-de colegía que podían existir provisiones deboca. Apretado por la necesidad, me arriesguéa hacer una visita a los pañoles del bizcocho, y¿cuál sería mi asombro cuando vi que Marcialestaba allí, trasegando a su estómago lo prime-ro que encontró a mano? El anciano estabaherido de poca gravedad, y aunque una bala lehabía llevado el pie derecho, como este no eraotra cosa que la extremidad de la pierna depalo, el cuerpo de Marcial sólo estaba con talpercance un poco más cojo.

Page 211: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

«Toma, Gabrielillo -me dijo, llenándome elseno de galletas-: barco sin lastre no navega».

En seguida empinó una botella y bebió condelicia.

Salimos del pañol, y vi que no éramos noso-tros solos los que visitaban aquel lugar, puestodo indicaba que un desordenado pillaje habíaocurrido allí momentos antes.

Reparadas mis fuerzas, pude pensar en ser-vir de algo, poniendo mano a las bombas oayudando a los carpinteros. Trabajosamente seenmendaron algunas averías con auxilio de losingleses, que vigilaban todo, y según despuéscomprendí, no perdían de vista a algunos denuestros marineros, porque temían que se sub-levasen, represando el navío, en lo cual losenemigos demostraban más suspicacia quebuen sentido, pues menester era haber perdidoel juicio para intentar represar un buque en tal

Page 212: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

estado. Ello es que los casacones acudían a todaspartes y no perdían movimiento alguno.

Entrada la noche, y hallándome transido defrío, abandoné la cubierta, donde apenas podíatenerme, y corría además el peligro de ser arre-batado por un golpe de mar, y me retiré a lacámara. Mi primera intención fue dormir unpoco; pero ¿quién dormía en aquella noche?

En la cámara todo era confusión, lo mismoque en el combés. Los sanos asistían a los heri-dos, y éstos, molestados a la vez por sus dolo-res y por el movimiento del buque, que les im-pedía todo reposo, ofrecían tan triste aspecto,que a su vista era imposible entregarse al des-canso. En un lado de la cámara yacían, cubier-tos con el pabellón nacional, los oficiales muer-tos. Entre tanta desolación, ante el espectáculode tantos dolores, había en aquellos cadáveresno sé qué de envidiable: ellos solos descansa-ban a bordo del Trinidad, y todo les era ajeno,fatigas y penas, la vergüenza de la derrota y los

Page 213: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

padecimientos físicos. La bandera que les servíade ilustre mortaja parecía ponerles fuera deaquella esfera de responsabilidad, de mengua ydesesperación en que todos nos encontrába-mos. Nada les afectaba el peligro que corría lanave, porque ésta no era ya más que su ataúd.

Los oficiales muertos eran: D. Juan Cisniega,teniente de navío, el cual no tenía parentescocon mi amo a pesar de la identidad de apellido;D. Joaquín de Salas y D. Juan Matute, tambiéntenientes de navío; el teniente coronel de ejérci-to D. José Graullé, el teniente de fragata Urías yel guardia marina Don Antonio de Bobadilla.Los marineros y soldados muertos, cuyos cadá-veres yacían sin orden en las baterías y sobrecubierta, ascendían a la terrible suma de cua-trocientos.

No olvidaré jamás el momento en que aque-llos cuerpos fueron arrojados al mar por ordendel oficial inglés que custodiaba el navío. Veri-ficose la triste ceremonia al amanecer del día

Page 214: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

22, hora en que el temporal parece que arrecióexprofeso, para aumentar la pavura de seme-jante escena. Sacados sobre cubierta los cuerposde los oficiales, el cura rezó un responso a todaprisa, porque no era ocasión de andarse en di-bujos, e inmediatamente se procedió al actosolemne. Envueltos en su bandera, y con unabala atada a los pies, fueron arrojados al mar,sin que esto, que ordinariamente hubiera pro-ducido en todos tristeza y consternación, con-moviera entonces a los que lo presenciaron.¡Tan hechos estaban los ánimos a la desgracia,que el espectáculo de la muerte les era pocomenos que indiferente! Las exequias del marson más tristes que las de la tierra. Se da sepul-tura a un cadáver, y allí queda: las personas aquienes interesa saben que hay un rincón detierra donde existen aquellos restos, y puedenmarcarlos con una losa, con una cruz o con unapiedra. Pero en el mar... se arrojan los cuerposen la movible inmensidad, y parece que dejande existir en el momento de caer; la imagina-

Page 215: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

ción no puede seguirlos en su viaje al profundoabismo, y es difícil suponer que estén en algunaparte estando en el fondo del Océano. Estasreflexiones hacía yo viendo cómo desaparecíanlos cuerpos de aquellos ilustres guerreros, undía antes llenos de vida, gloria de su patria yencanto de sus familias.

Los marineros muertos eran arrojados conmenos ceremonia: la Ordenanza manda que seles envuelva en el coy; pero en aquella ocasiónno había tiempo para entretenerse en cumplirla Ordenanza. A algunos se les amortajó comoestá mandado; pero la mayor parte fueronechados al mar sin ningún atavío y sin bala alos pies, por la sencilla razón de que no habíapara todos. Eran cuatrocientos, próximamente,y a fin de terminar pronto la operación de dar-les sepultura, fue preciso que pusieran mano ala obra todos los hombres útiles que a bordohabía para despachar más pronto. Muy a dis-gusto mío tuve que ofrecer mi cooperación para

Page 216: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

tan triste servicio, y algunos cuerpos cayeron almar soltados desde la borda por mi mano,puesta en ayuda de otras más vigorosas.

Entonces ocurrió un hecho, una coincidenciaque me causó mucho terror. Un cadáver horri-blemente desfigurado, fue cogido entre dosmarineros, y en el momento de levantarlo enalto, algunos de los circunstantes se permitie-ron groseras burlas, que en toda ocasiónhabrían sido importunas, y en aquel momentoinfames. No sé por qué el cuerpo de aquel des-graciado fue el único que les movió a perdercon tal descaro el respeto a la muerte, y decían:«Ya las ha pagado todas juntas...; no volverá ahacer de las suyas», y otras groserías del mismojaez. Aquello me indignó; pero mi indignaciónse trocó en asombro y en un sentimiento inde-finible, mezcla de respeto, de pena y de miedo,cuando observando atentamente las faccionesmutiladas de aquel cadáver, reconocí en él a mitío... Cerré los ojos con espanto, y no los abrí

Page 217: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

hasta que el violento salpicar del agua me in-dicó que había desaparecido para siempre antela vista humana.

Aquel hombre había sido muy malo para mí,muy malo para su hermana; pero era mi pa-riente cercano, hermano de mi madre; la sangreque corría por mis venas era su sangre, y esavoz interna que nos incita a ser benévolos conlas faltas de los nuestros, no podía permanecercallada después de la escena que pasó ante misojos. Al mismo tiempo, yo había podido reco-nocer en la cara ensangrentada de mi tío algu-nos rasgos fisonómicos de la cara de mi madre,y esto aumentó mi aflicción. En aquel momentono me acordé de que había sido un gran crimi-nal, ni menos de las crueldades que usó conmi-go durante mi infortunada niñez. Yo les asegu-ro a ustedes, y no dudo en decir esto, aunquesea en elogio mío, que le perdoné con toda mialma y que elevé el pensamiento a Dios, pi-diéndole que le perdonara todas sus culpas.

Page 218: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Después supe que se había portado heroi-camente en el combate, sin que por esto alcan-zara las simpatías de sus compañeros, quienes,reputándole como el más bellaco de los hom-bres, no tuvieron para él una palabra de afectoo conmiseración, ni aun en el momento supre-mo en que toda falta se perdona, porque sesupone al criminal dando cuenta de sus actosante Dios.

Avanzado el día, intentó de nuevo el navíoPince remolcar al Santísima Trinidad; pero contan poca fortuna como en la noche anterior. Lasituación no empeoraba, a pesar de que seguíael temporal con igual fuerza, pues se habíanreparado muchas averías, y se creía que, unavez calmado el tiempo, podría salvarse el casco.Los ingleses tenían gran empeño en ello, por-que querían llevar por trofeo a Gibraltar el másgrande navío hasta entonces construido. Poresta razón trabajaban con tanto ahínco en las

Page 219: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

bombas noche y día, permitiéndonos descansaralgún rato.

Durante todo el día 22 la mar se revolvía confrenesí, llevando y trayendo el casco del navíocual si fuera endeble lancha de pescadores; yaquella montaña de madera probaba la fuertetrabazón de sus sólidas cuadernas, cuando nose rompía en mil pedazos al recibir el tremendogolpear de las olas. Había momentos en que,aplanándose el mar, parecía que el navío iba ahundirse para siempre; pero inflamándose laola como al impulso de profundo torbellino,levantaba aquél su orgullosa proa, adornadacon el león de Castilla, y entonces respirábamoscon la esperanza de salvarnos.

Por todos lados descubríamos navíos dis-persos, la mayor parte ingleses, no sin grandesaverías y procurando todos alcanzar la costapara refugiarse. También los vimos españoles yfranceses, unos desarbolados, otros remolcadospor algún barco enemigo. Marcial reconoció en

Page 220: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

uno de éstos al San Ildefonso. Vimos flotando enel agua multitud de restos y despojos, comomasteleros, cofas, lanchas rotas, escotillas, tro-zos de balconaje, portas, y, por último, avista-mos dos infelices marinos que, mal embarcadosen un gran palo, eran llevados por las olas, yhabrían perecido si los ingleses no corrieran alinstante a darles auxilio. Traídos a bordo delTrinidad, volvieron a la vida, que, recobradadespués de sentirse en los brazos de la muerte,equivale a nacer de nuevo.

El día pasó entre agonías y esperanzas: yanos parecía que era indispensable el trasbordoa un buque inglés para salvarnos, ya creíamosposible conservar el nuestro. De todos modos,la idea de ser llevados a Gibraltar como prisio-neros era terrible, si no para mí, para los hom-bres pundonorosos y obstinados como mi amo,cuyos padecimientos morales debieron de serinauditos aquel día. Pero estas dolorosas alter-nativas cesaron por la tarde, y a la hora en que

Page 221: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

fue unánime la idea de que si no trasbordába-mos pereceríamos todos en el buque, que yatenía quince pies de agua en la bodega. Iriarteay Cisneros recibieron aquella noticia con calmay serenidad, demostrando que no hallaban grandiferencia entre morir en la casa propia o serprisioneros en la extraña. Acto continuo co-menzó el trasbordo a la escasa luz del crepús-culo, lo cual no era cosa fácil, habiendo preci-sión de embarcar cerca de trescientos heridos.La tripulación sana constaba de unos quinien-tos hombres, cifra a que quedaron reducidoslos mil ciento quince individuos de que secomponía antes del combate.

Comenzó precipitadamente el trasbordo conlas lanchas del Trinidad, las del Pince y las deotros tres buques de la escuadra inglesa. Dios lapreferencia a los heridos; mas aunque se tratóde evitarles toda molestia, fue imposible levan-tarles de donde estaban sin mortificarles, y al-gunos pedían con fuertes gritos que los dejasen

Page 222: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

tranquilos, prefiriendo la muerte a un viaje querecrudecía sus dolores. La premura no dabalugar a la compasión, y eran conducidos a laslanchas tan sin piedad como arrojados al marfueron los fríos cadáveres de sus compañeros.

El comandante Iriartea y el jefe de escuadra,Cisneros se embarcaron en los botes de la ofi-cialidad inglesa; y habiendo instado a mi amopara que entrase también en ellos, éste se negóresueltamente, diciendo que deseaba ser elúltimo en abandonar el Trinidad. Esto no dejóde contrariarme, porque desvanecidos en mílos efluvios de patriotismo, que al principio medieron cierto arrojo, no pensaba ya más que ensalvar mi vida, y no era lo más a propósito paraeste noble fin el permanecer a bordo de un bu-que que se hundía por momentos.

Mis temores no fueron vanos, pues aún noestaba fuera la mitad de la tripulación cuandoun sordo rumor de alarma y pavor resonó ennuestro navío.

Page 223: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

«¡Que nos vamos a pique!... ¡a las lanchas, alas lanchas!», exclamaron algunos, mientrasdominados todos por el instinto de conserva-ción, corrían hacia la borda, buscando con ávi-dos ojos las lanchas que volvían. Se abandonótodo trabajo; no se pensó más en los heridos, ymuchos de éstos, sacados ya sobre cubierta, searrastraban por ella con delirante extravío, bus-cando un portalón por donde arrojarse al mar.Por las escotillas salía un lastimero clamor, queaún parece resonar en mi cerebro, helando lasangre en mis venas y erizando mis cabellos.Eran los heridos que quedaban en la primerabatería, los cuales, sintiéndose anegados por elagua, que ya invadía aquel sitio, clamaban pi-diendo socorro no sé si a Dios o a los hombres.

A éstos se lo pedían en vano, porque nopensaban sino en la propia salvación. Se arroja-ron precipitadamente a las lanchas, y esta con-fusión en la lobreguez de la noche, entorpecíael trasbordo. Un solo hombre, impasible ante

Page 224: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

tan gran peligro, permanecía en el alcázar sinatender a lo que pasaba a su alrededor, y sepaseaba preocupado y meditabundo, como siaquellas tablas donde ponía su pie no estuvie-ran solicitadas por el inmenso abismo. Era miamo.

Corrí hacia él despavorido, y le dije:

«¡Señor, que nos ahogamos!»

D. Alonso no me hizo caso, y aun creo, si lamemoria no me es infiel, que sin abandonar suactitud pronunció palabras tan ajenas a la si-tuación como éstas:

«¡Oh! Cómo se va a reír Paca cuando yovuelva a casa después de esta gran derrota.

-¡Señor, que el barco se va a pique!» exclaméde nuevo, no ya pintando el peligro, sino supli-cando con gestos y voces.

Page 225: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Mi amo miró al mar, a las lanchas, a loshombres que, desesperados y ciegos, se lanza-ban a ellas; y yo busqué con ansiosos ojos aMarcial, y le llamé con toda la fuerza de mispulmones. Entonces paréceme que perdí la sen-sación de lo que ocurría, me aturdí, se nublaronmis ojos y no sé lo que pasó. Para contar cómome salvé, no puedo fundarme sino en recuer-dos muy vagos, semejantes a las imágenes deun sueño, pues sin duda el terror me quitó elconocimiento. Me parece que un marinero seacercó a D. Alonso cuando yo le hablaba, y leasió con sus vigorosos brazos. Yo mismo mesentí transportado, y cuando mi nublado espíri-tu se aclaró un poco, me vi en una lancha, re-costado sobre las rodillas de mi amo, el cualtenía mi cabeza entre sus manos con paternalcariño. Marcial empuñaba la caña del timón; lalancha estaba llena de gente.

Alcé la vista y vi como a cuatro o cinco varasde distancia, a mi derecha, el negro costado del

Page 226: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

navío, próximo a hundirse; por los portalones aque aún no había llegado el agua, salía unadébil claridad, la de la lámpara encendida alanochecer, y que aún velaba, guardián incansa-ble, sobre los restos del buque abandonado.También hirieron mis oídos algunos lamentosque salían por las troneras: eran los pobresheridos que no había sido posible salvar y sehallaban suspendidos sobre el abismo, mientrasaquella triste luz les permitía mirarse, comu-nicándose con los ojos la angustia de los cora-zones.

Mi imaginación se trasladó de nuevo al in-terior del buque: una pulgada de agua faltabano más para romper el endeble equilibrio queaún le sostenía. ¡Cómo presenciarían aquellosinfelices el crecimiento de la inundación! ¡Quédirían en aquel momento terrible! Y si vieron alos que huían en las lanchas, si sintieron elchasquido de los remos, ¡con cuánta amarguragemirían sus almas atribuladas! Pero también

Page 227: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

es cierto que aquel atroz martirio las purificó detoda culpa, y que la misericordia de Dios llenótodo el ámbito del navío en el momento de su-mergirse para siempre.

La lancha se alejó: yo seguí viendo aquellagran masa informe, aunque sospecho que erami fantasía, no mis ojos, la que miraba el Trini-dad en la obscuridad de la noche, y hasta creídistinguir en el negro cielo un gran brazo quedescendía hasta la superficie de las aguas. Fuesin duda la imagen de mis pensamientos re-producida por los sentidos.

-XIII-La lancha se dirigió... ¿a dónde? Ni el mismo

Marcial sabía a dónde nos dirigíamos. La obs-curidad era tan fuerte, que perdimos de vistalas demás lanchas, y las luces del navío Pince sedesvanecieron tras la niebla, como si un soplo

Page 228: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

las hubiera extinguido. Las olas eran tan grue-sas, y el vendaval tan recio, que la débil embar-cación avanzaba muy poco, y gracias a unahábil dirección no zozobró más de una vez.Todos callábamos, y los más fijaban una tristemirada en el sitio donde se suponía que nues-tros compañeros abandonados luchaban enaquel instante con la muerte en espantosa agon-ía.

No acabó aquella travesía sin hacer, confor-me a mi costumbre, algunas reflexiones, quebien puedo aventurarme a llamar filosóficas.Alguien se reirá de un filósofo de catorce años;pero yo no me turbaré ante las burlas, y tendréel atrevimiento de escribir aquí mis reflexionesde entonces. Los niños también suelen pensargrandes cosas; y en aquella ocasión, ante aquelespectáculo, ¿qué cerebro, como no fuera el deun idiota, podría permanecer en calma?

Pues bien: en nuestras lanchas iban españo-les e ingleses, aunque era mayor el número de

Page 229: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

los primeros, y era curioso observar cómo fra-ternizaban, amparándose unos a otros en elcomún peligro, sin recordar que el día anteriorse mataban en horrenda lucha, más parecidos afieras que a hombres. Yo miraba a los ingleses,remando con tanta decisión como los nuestros;yo observaba en sus semblantes las mismasseñales de terror o de esperanza, y, sobre todo,la expresión propia del santo sentimiento dehumanidad y caridad, que era el móvil de unosy otros. Con estos pensamientos, decía para mí:«¿Para qué son las guerras, Dios mío? ¿Por quéestos hombres no han de ser amigos en todaslas ocasiones de la vida como lo son en las depeligro? Esto que veo, ¿no prueba que todos loshombres son hermanos?».

Pero venía de improviso a cortar estas con-sideraciones, la idea de nacionalidad, aquelsistema de islas que yo había forjado, y enton-ces decía: «Pero ya: esto de que las islas han dequerer quitarse unas a otras algún pedazo de

Page 230: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

tierra, lo echa todo a perder, y sin duda en to-das ellas debe de haber hombres muy malos,que son los que arman las guerras para su pro-vecho particular, bien porque son ambiciosos yquieren mandar, bien porque son avaros y an-helan ser ricos. Estos hombres malos son losque engañan a los demás, a todos estos infelicesque van a pelear; y para que el engaño seacompleto, les impulsan a odiar a otras naciones;siembran la discordia, fomentan la envidia, yaquí tienen ustedes el resultado. Yo estoy segu-ro -añadí-, de que esto no puede durar: apuestodoble contra sencillo a que dentro de poco loshombres de unas y otras islas se han de con-vencer de que hacen un gran disparate arman-do tan terribles guerras, y llegará un día en quese abrazarán, conviniendo todos en no formarmás que una sola familia».

Así pensaba yo. Después de esto he vividosetenta años, y no he visto llegar ese día.

Page 231: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

La lancha avanzaba trabajosamente por eltempestuoso mar. Yo creo que Marcial, si miamo se lo hubiera permitido, habría consuma-do la siguiente hazaña: echar al agua a los in-gleses y poner la proa a Cádiz o a la costa, auncon la probabilidad casi ineludible de perecerahogados en la travesía. Algo de esto me pareceque indicó a mi amo, hablándole quedamenteal oído, y D. Alonso debió de darle una lecciónde caballerosidad, porque le oí decir:

«Somos prisioneros, Marcial; somos prisio-neros».

Lo peor del caso es que no divisábamosningún barco.

El Pince se había apartado de donde estaba;ninguna luz nos indicaba la presencia de unbuque enemigo. Por último, divisamos una, yun rato después la mole confusa de un navíoque corría el temporal por barlovento, y apa-recía en dirección contraria a la nuestra. Unos le

Page 232: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

creyeron francés, otros inglés, y Marcial sostu-vo que era español. Forzaron los remeros, y nosin trabajo llegamos a ponernos al habla.

«¡Ah del navío!», gritaron los nuestros.

Al punto contestaron en español:

«Es el San Agustín -dijo Marcial.

-El San Agustín se ha ido a pique -contestó D.Alonso-. Me parece que será el Santa Ana, quetambién está apresado».

Efectivamente, al acercanos, todos recono-cieron al Santa Ana, mandado en el combate porel teniente general Álava. Al punto los inglesesque lo custodiaban dispusieron prestarnosauxilio, y no tardamos en hallarnos todos sanosy salvos sobre cubierta.

El Santa Ana, navío de 112 cañones, había su-frido también grandes averías, aunque no tangraves como las del Santísima Trinidad; y si bien

Page 233: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

estaba desarbolado de todos sus palos y sintimón, el casco no se conservaba mal. El SantaAna vivió once años más después de Trafalgar,y aún habría vivido más si por falta de carenano se hubiera ido a pique en la bahía de laHabana en 1816. Su acción en las jornadas querefiero fue gloriosísima. Mandábalo, como hedicho, el teniente general Álava, jefe de la van-guardia, que, trocado el orden de batalla, vino aquedar a retaguardia. Ya saben ustedes que lacolumna mandada por Collingwood se dirigióa combatir la retaguardia, mientras Nelsonmarchó contra el centro. El Santa Ana, ampara-do sólo por el Fougueux, francés, tuvo que batir-se con el Royal Sovereign y otros cuatro ingleses;y a pesar de la desigualdad de fuerzas, tantopadecieron los unos como los otros, siendo elnavío de Collingwood el primero que quedófuera de combate, por lo cual tuvo aquél quetrasladarse a la fragata Eurygalus. Según allírefirieron, la lucha había sido horrorosa, y losdos poderosos navíos, cuyos penoles se toca-

Page 234: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

ban, estuvieron destrozándose por espacio deseis horas, hasta que herido el general Álava,herido el comandante Gardoqui, muertos cincooficiales y noventa y siete marineros, con másde ciento cincuenta heridos, tuvo que rendirseel Santa Ana. Apresado por los ingleses, era casiimposible manejarlo a causa del mal estado ydel furioso vendaval que se desencadenó en lanoche del 21; así es que cuando entramos en élse encontraba en situación bien crítica, aunqueno desesperada, y flotaba a merced de las olas,sin poder tomar dirección alguna.

Desde luego me sirvió de consuelo el verque los semblantes de toda aquella gente reve-laban el temor de una próxima muerte. Estabantristes y tranquilos, soportando con gravedad lapena del vencimiento y el bochorno de hallarseprisioneros. Un detalle advertí también quellamó mi atención, y fue que los oficiales ingle-ses que custodiaban el buque no eran, ni conmucho, tan complacientes y bondadosos como

Page 235: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

los que desempeñaron igual cargo a bordo delTrinidad. Por el contrario, eran los del Santa Anaunos caballeros muy foscos y antipáticos, ymortificaban con exceso a los nuestros, exage-rando su propia autoridad y poniendo reparosa todo con suma impertinencia. Esto parecíadisgustar mucho a la tripulación prisionera,especialmente a la marinería, y hasta me pare-ció advertir murmullos alarmantes, que nohabrían sido muy tranquilizadores para losingleses si éstos los hubieran oído.

Por lo demás, no quiero referir incidentes dela navegación de aquella noche, si puede lla-marse navegación el vagar a la ventura, a mer-ced de las olas, sin velamen ni timón. No quie-ro, pues, fastidiar a mis lectores repitiendohechos que ya presenciamos a bordo del Trini-dad, y paso a contarles otros enteramente nue-vos y que sorprenderán a ustedes tanto comome sorprendieron a mí.

Page 236: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Yo había perdido mi afición a andar por elcombés y alcázar de proa, y así, desde que meencontré a bordo del Santa Ana, me refugié conmi amo en la cámara, donde pude descansar unpoco y alimentarme, pues de ambas cosas esta-ba muy necesitado. Había allí, sin embargo,muchos heridos a quienes era preciso curar, yesta ocupación, muy grata para mí, no me per-mitió todo el reposo que mi agobiado cuerpoexigía. Hallábame ocupado en poner a D. Alon-so una venda en el brazo, cuando sentí queapoyaban una mano en mi hombro; me volví yencaré con un joven alto, embozado en luengocapote azul, y al pronto, como suele suceder, nole reconocí; mas contemplándole con atenciónpor espacio de algunos segundos, lancé unaexclamación de asombro: era el joven D. RafaelMalespina, novio de mi amita.

Abrazole D. Alonso con mucho cariño, y élse sentó a nuestro lado. Estaba herido en unamano, y tan pálido por la fatiga y la pérdida de

Page 237: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

la sangre, que la demacración le desfigurabacompletamente el rostro. Su presencia produjoen mi espíritu sensaciones muy raras, y he deconfesarlas todas, aunque alguna de ellas mehaga poco favor. Al punto experimenté ciertaalegría viendo a una persona conocida que hab-ía salido ilesa del horroroso luchar; un instantedespués el odio antiguo que aquel sujeto meinspiraba se despertó en mi pecho como doloradormecido que vuelve a mortificarnos tras unperiodo de alivio. Con vergüenza lo confieso:sentí cierta pena de verle sano y salvo; perodiré también en descargo mío que aquella penafue una sensación momentánea y fugaz comoun relámpago, verdadero relámpago negro queobscureció mi alma, o mejor dicho, leve eclipsede la luz de mi conciencia, que no tardó en bri-llar con esplendorosa claridad.

La parte perversa de mi individuo me do-minó un instante; en un instante también supe

Page 238: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

acallarla, acorralándola en el fondo de mi ser.¿Podrán todos decir lo mismo?

Después de este combate moral vi a Males-pina con gozo porque estaba vivo, y con lásti-ma porque estaba herido; y aún recuerdo conorgullo que hice esfuerzos para demostrarleestos dos sentimientos. ¡Pobre amita mía! ¡Cuángrande había de ser su angustia en aquellosmomentos! Mi corazón concluía siempre porllenarse de bondad; yo hubiera corrido a Vejerpara decirle: «Señorita Doña Rosa, vuestro D.Rafael está bueno y sano».

El pobre Malespina había sido transportadoal Santa Ana desde el Nepomuceno, navío apre-sado también, donde era tal el número de heri-dos, que fue preciso, según dijo, repartirlospara que no perecieran todos de abandono. Encuanto suegro y yerno cambiaron los primerossaludos, consagrando algunas palabras a lasfamilias ausentes, la conversación recayó sobre

Page 239: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

la batalla: mi amo contó lo ocurrido en el Santí-sima Trinidad, y después añadió:

«Pero nadie me dice a punto fijo dónde estáGravina. ¿Ha caído prisionero, o se retiró aCádiz?

-El general -contestó Malespina-, sostuvo unhorroroso fuego contra el Defiance y el Revenge.Le auxiliaron el Neptune, francés, y el San Ilde-fonso y el San Justo, nuestros; pero las fuerzas delos enemigos se duplicaron con la ayuda delDreadnoutgh, del Thunderer y del Poliphemus,después de lo cual fue imposible toda resisten-cia. Hallándose el Príncipe de Asturias con todaslas jarcias cortadas, sin palos, acribillado a ba-lazos, y habiendo caído herido el general Gra-vina y su mayor general Escaño, resolvieronabandonar la lucha, porque toda resistencia erainsensata y la batalla estaba perdida. En unresto de arboladura puso Gravina la señal deretirada, y acompañado del San Justo, el SanLeandro, el Montañés, el Indomptable, el Neptune

Page 240: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

y el Argonauta, se dirigió a Cádiz, con la penade no haber podido rescatar el San Ildefonso,que ha quedado en poder de los enemigos.

-Cuénteme usted lo que ha pasado en el Ne-pomuceno -dijo mi amo con el mayor interés-.Aún me cuesta trabajo creer que ha muertoChurruca, y a pesar de que todos lo dan comocosa cierta, yo tengo la creencia de que aquelhombre divino ha de estar vivo en alguna par-te».

Malespina dijo que desgraciadamente élhabía presenciado la muerte de Churruca, yprometió contarlo puntualmente. Formaroncorro en torno suyo algunos oficiales, y yo, máscurioso que ellos, me volví todo oídos para noperder una sílaba.

«Desde que salimos de Cádiz -dijo Malespi-na-, Churruca tenía el presentimiento de estegran desastre. Él había opinado contra la salida,porque conocía la inferioridad de nuestras

Page 241: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

fuerzas, y además confiaba poco en la inteli-gencia del jefe Villeneuve. Todos sus pronósti-cos han salido ciertos; todos, hasta el de sumuerte, pues es indudable que la presentía,seguro como estaba de no alcanzar la victoria.El 19 dijo a su cuñado Apodaca: «Antes querendir mi navío, lo he de volar o echar a pique.Este es el deber de los que sirven al Rey y a lapatria». El mismo día escribió a un amigo suyo,diciéndole: «Si llegas a saber que mi navío hasido hecho prisionero, di que he muerto».

»Ya se conocía en la grave tristeza de susemblante que preveía un desastroso resultado.Yo creo que esta certeza y la imposibilidad ma-terial de evitarlo, sintiéndose con fuerzas paraello, perturbaron profundamente su alma, ca-paz de las grandes acciones, así como de losgrandes pensamientos.

»Churruca era hombre religioso, porque eraun hombre superior. El 21, a las once de la ma-ñana, mandó subir toda la tropa y marinería;

Page 242: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

hizo que se pusieran de rodillas, y dijo al ca-pellán con solemne acento: «Cumpla usted,padre, con su ministerio, y absuelva a esos va-lientes que ignoran lo que les espera en el com-bate». Concluida la ceremonia religiosa, lesmandó poner en pie, y hablando en tono per-suasivo y firme, exclamó: «¡Hijos míos: ennombre de Dios, prometo la bienaventuranza alque muera cumpliendo con sus deberes! Si al-guno faltase a ellos, le haré fusilar inmediata-mente, y si escapase a mis miradas o a las de losvalientes oficiales que tengo el honor de man-dar, sus remordimientos le seguirán mientrasarrastre el resto de sus días miserable y desgra-ciado».

»Esta arenga, tan elocuente como sencilla,que hermanaba el cumplimiento del deber mili-tar con la idea religiosa, causó entusiasmo entoda la dotación del Nepomuceno. ¡Qué lástimade valor! Todo se perdió como un tesoro quecae al fondo del mar. Avistados los ingleses,

Page 243: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Churruca vio con el mayor desagrado las pri-meras maniobras dispuestas por Villeneuve, ycuando éste hizo señales de que la escuadravirase en redondo, lo cual, como todos saben,desconcertó el orden de batalla, manifestó a susegundo que ya consideraba perdida la accióncon tan torpe estrategia. Desde luego compren-dió el aventurado plan de Nelson, que consistíaen cortar nuestra línea por el centro y retaguar-dia, envolviendo la escuadra combinada y ba-tiendo parcialmente sus buques, en tal disposi-ción, que éstos no pudieran prestarse auxilio.

»El Nepomuceno vino a quedar al extremo dela línea. Rompiose el fuego entre el Santa Ana yRoyal Sovereign, y sucesivamente todos losnavíos fueron entrando en el combate. Cinconavíos ingleses de la división de Collingwoodse dirigieron contra el San Juan; pero dos deellos siguieron adelante, y Churruca no tuvoque hacer frente más que a fuerzas triples.

Page 244: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

»Nos sostuvimos enérgicamente contra tansuperiores enemigos hasta las dos de la tarde,sufriendo mucho; pero devolviendo doble es-trago a nuestros contrarios. El grande espíritude nuestro heroico jefe parecía haberse comuni-cado a soldados y marineros, y las maniobras,así como los disparos, se hacían con una pronti-tud pasmosa. La gente de leva se había educa-do en el heroísmo, sin más que dos horas deaprendizaje, y nuestro navío, por su defensagloriosa, no sólo era el terror, sino el asombrode los ingleses.

»Estos necesitaron nuevos refuerzos: necesi-taron seis contra uno. Volvieron los dos navíosque nos habían atacado primero, y el Dread-noutgh se puso al costado del San Juan, parabatirnos a medio tiro de pistola. Figúrense us-tedes el fuego de estos seis colosos, vomitandobalas y metralla sobre un buque de 74 cañones.Parecía que nuestro navío se agrandaba, cre-ciendo en tamaño, conforme crecía el arrojo de

Page 245: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

sus defensores. Las proporciones gigantescasque tomaban las almas, parecía que las toma-ban también los cuerpos; y al ver cómo infund-íamos pavor a fuerzas seis veces superiores, noscreíamos algo más que hombres.

»Entre tanto, Churruca, que era nuestro pen-samiento, dirigía la acción con serenidad asom-brosa. Comprendiendo que la destreza había desuplir a la fuerza, economizaba los tiros, y lofiaba todo a la buena puntería, consiguiendo asíque cada bala hiciera un estrago positivo en losenemigos. A todo atendía, todo lo disponía, y lametralla y las balas corrían sobre su cabeza, sinque ni una sola vez se inmutara. Aquel hombre,débil y enfermizo, cuyo hermoso y triste sem-blante no parecía nacido para arrostrar escenastan espantosas, nos infundía a todos misteriosoardor, sólo con el rayo de su mirada.

»Pero Dios no quiso que saliera vivo de laterrible porfía. Viendo que no era posible hosti-lizar a un navío que por la proa molestaba al

Page 246: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

San Juan impunemente, fue él mismo a apuntarel cañón, y logró desarbolar al contrario. Volvíaal alcázar de popa, cuando una bala de cañón lealcanzó en la pierna derecha, con tal acierto,que casi se la desprendió del modo más doloro-so por la parte alta del muslo. Corrimos a sos-tenerlo, y el héroe cayó en mis brazos. ¡Quéterrible momento! Aún me parece que sientobajo mi mano el violento palpitar de un co-razón, que hasta en aquel instante terrible nolatía sino por la patria. Su decaimiento físicofue rapidísimo: le vi esforzándose por erguir lacabeza, que se le inclinaba sobre el pecho, le vitratando de reanimar con una sonrisa su sem-blante, cubierto ya de mortal palidez, mientrascon voz apenas alterada, exclamó: Esto no esnada. Siga el fuego.

»Su espíritu se rebelaba contra la muerte, di-simulando el fuerte dolor de un cuerpo mutila-do, cuyas postreras palpitaciones se extinguíande segundo en segundo. Tratamos de bajarle a

Page 247: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

la cámara; pero no fue posible arrancarle delalcázar. Al fin, cediendo a nuestros ruegos,comprendió que era preciso abandonar elmando. Llamó a Moyna, su segundo, y le dije-ron que había muerto; llamó al comandante dela primera batería, y éste, aunque gravementeherido, subió al alcázar y tomó posesión delmando.

»Desde aquel momento la tripulación seachicó: de gigante se convirtió en enano; des-apareció el valor, y comprendimos que era in-dispensable rendirse. La consternación de queyo estaba poseído desde que recibí en mis bra-zos al héroe del San Juan, no me impidió obser-var el terrible efecto causado en los ánimos detodos por aquella desgracia. Como si una re-pentina parálisis moral y física hubiera invadi-do la tripulación, así se quedaron todos heladosy mudos, sin que el dolor ocasionado por lapérdida de hombre tan querido diera lugar albochorno de la rendición.

Page 248: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

»La mitad de la gente estaba muerta o heri-da; la mayor parte de los cañones desmontados;la arboladura, excepto el palo de trinquete,había caído, y el timón no funcionaba. En tanlamentable estado, aún se quiso hacer un es-fuerzo para seguir al Príncipe de Asturias, quehabía izado la señal de retirada; pero el Nepo-muceno, herido de muerte, no pudo gobernar endirección alguna. Y a pesar de la ruina y des-trozo del buque; a pesar del desmayo de la tri-pulación; a pesar de concurrir en nuestro dañocircunstancias tan desfavorables, ninguno delos seis navíos ingleses se atrevió a intentar unabordaje. Temían a nuestro navío, aun despuésde vencerlo.

»Churruca, en el paroxismo de su agonía,mandaba clavar la bandera, y que no se rindie-ra el navío mientras él viviese. El plazo nopodía menos de ser desgraciadamente muycorto, porque Churruca se moría a toda prisa, ycuantos le asistíamos nos asombrábamos de

Page 249: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

que alentara todavía un cuerpo en tal estado; yera que le conservaba así la fuerza del espíritu,apegado con irresistible empeño a la vida, por-que para él en aquella ocasión vivir era un de-ber. No perdió el conocimiento hasta los últi-mos instantes; no se quejó de sus dolores, nimostró pesar por su fin cercano; antes bien,todo su empeño consistía sobre todo en que laoficialidad no conociera la gravedad de su es-tado, y en que ninguno faltase a su deber. Diolas gracias a la tripulación por su heroico com-portamiento; dirigió algunas palabras a su cu-ñado Ruiz de Apodaca, y después de consagrarun recuerdo a su joven esposa, y de elevar elpensamiento a Dios, cuyo nombre oímos pro-nunciado varias veces tenuemente por sus se-cos labios, expiró con la tranquilidad de losjustos y la entereza de los héroes, sin la satisfac-ción de la victoria, pero también sin el resenti-miento del vencido; asociando el deber a ladignidad, y haciendo de la disciplina una reli-gión; firme como militar, sereno como hombre,

Page 250: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

sin pronunciar una queja, ni acusar a nadie, contanta dignidad en la muerte como en la vida.Nosotros contemplábamos su cadáver aún ca-liente, y nos parecía mentira; creíamos quehabía de despertar para mandamos de nuevo, ytuvimos para llorarle menos entereza que élpara morir, pues al expirar se llevó todo el va-lor, todo el entusiasmo que nos había infundi-do.

»Rindiose el San Juan, y cuando subieron abordo los oficiales de las seis naves que lo hab-ían destrozado, cada uno pretendía para sí elhonor de recibir la espada del brigadier muerto.Todos decían: «se ha rendido a mi navío», y porun instante disputaron reclamando el honor dela victoria para uno u otro de los buques a quepertenecían. Quisieron que el comandante ac-cidental del San Juan decidiera la cuestión, di-ciendo a cuál de los navíos ingleses se habíarendido, y aquél respondió: «A todos, que auno solo jamás se hubiera rendido el San Juan».

Page 251: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

»Ante el cadáver del malogrado Churruca,los ingleses, que le conocían por la fama de suvalor y entendimiento, mostraron gran pena, yuno de ellos dijo esto o cosa parecida: «Varonesilustres como éste, no debían estar expuestos alos azares de un combate, y sí conservados paralos progresos de la ciencia de la navegación».Luego dispusieron que las exequias se hicieranformando la tropa y marinería inglesa al ladode la española, y en todos sus actos se mostra-ron caballeros, magnánimos y generosos.

»El número de heridos a bordo del San Juanera tan considerable, que nos transportaron aotros barcos suyos o prisioneros. A mí me tocópasar a éste, que ha sido de los más maltrata-dos; pero ellos cuentan poderlo remolcar a Gi-braltar antes que ningún otro, ya que no pue-den llevarse al Trinidad, el mayor y el más ape-tecido de nuestros navíos».

Aquí terminó Malespina, el cual fue oídocon viva atención durante el relato de lo que

Page 252: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

había presenciado. Por lo que oí, pude com-prender que a bordo de cada navío había ocu-rrido una tragedia tan espantosa como la queyo mismo había presenciado, y dije para mí:

«¡Cuánto desastre, Santo Dios, causado porlas torpezas de un solo hombre!». Y aunque yoera entonces un chiquillo, recuerdo que pensélo siguiente: «Un hombre tonto no es capaz dehacer en ningún momento de su vida los dispa-rates que hacen a veces las naciones, dirigidaspor centenares de hombres de talento».

-XIV-Buena parte de la noche se pasó con la rela-

ción de Malespina y de otros oficiales. El interésde aquellas narraciones me mantuvo despiertoy tan excitado, que ni aun mucho después pudeconciliar el sueño. No podía apartar de mi me-moria la imagen de Churruca, tal y como le vi

Page 253: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

bueno y sano en casa de Doña Flora. Y en efec-to, en aquella ocasión me había causado sorpre-sa la intensa tristeza que expresaba el semblan-te del ilustre marino, como si presagiara su do-loroso y cercano fin. Aquella noble vida sehabía extinguido a los cuarenta y cuatro añosde edad, después de veintinueve de honrososservicios en la armada, como sabio, como mili-tar y como navegante, pues todo lo era Churru-ca, además de perfecto caballero.

En estas y otras cosas pensaba yo, cuando alfin mi cuerpo se rindió a la fatiga, y me quedédormido al amanecer del 23, habiendo vencidomi naturaleza juvenil a mi curiosidad. Duranteel sueño, que debió de ser largo y no tranquilo,antes bien agitado por las imágenes y pesadi-llas propias de la excitación de mi cerebro, sent-ía el estruendo de los cañonazos, las voces de labatalla, el ruido de las agitadas olas. Al mismotiempo soñaba que yo disparaba las piezas, quesubía a la arboladura, que recorría las baterías

Page 254: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

alentando a los artilleros, y hasta que mandabala maniobra en el alcázar de popa como un al-mirante. Excuso decir que en aquel reñidocombate forjado dentro de mi propio cerebro,derroté a todos los ingleses habidos y porhaber, con más facilidad que si sus barcos fue-ran de cartón, y de miga de pan sus balas. Yotenía bajo mi insignia como unos mil navíos,mayores todos que el Trinidad, y se movían ami antojo con tanta precisión como los juguetescon que mis amigos y yo nos divertíamos en loscharcos de la Caleta.

Mas al fin, todas estas glorias se desvanecie-ron; lo cual, siendo como eran puramente so-ñadas, nada tiene de extraño, cuando vemosque también las reales se desvanecen. Todo seacabó, cuando abrí los ojos y advertí mi peque-ñez, asociada con la magnitud de los desastresa que había asistido. Pero ¡cosa singular!, des-pierto, sentí también cañonazos; sentí el espan-toso rumor de la refriega, y gritos que anuncia-

Page 255: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

ban una gran actividad en la tripulación. Creísoñar todavía; me incorporé en el canapé don-de había dormido, atendí con todo cuidado, y,en efecto, un atronador grito de viva el Rey hiriómis oídos, no dejándome duda de que el navíoSanta Ana se estaba batiendo de nuevo.

Salí fuera, y pude hacerme cargo de la situa-ción. El tiempo había calmado bastante: porbarlovento se veían algunos navíos desmante-lados, y dos de ellos, ingleses, hacían fuegosobre el Santa Ana, que se defendía al amparode otros dos, un español y un francés. No meexplicaba aquel cambio repentino en nuestrasituación de prisioneros; miré a popa, y vinuestra bandera flotando en lugar de la inglesa.¿Qué había pasado?, o mejor, ¿qué pasaba?

En el alcázar de popa estaba uno que com-prendí era el general Álava, y, aunque heridoen varias partes de su cuerpo, mostraba fuerzasbastantes para dirigir aquel segundo combate,destinado quizá a hacer olvidar respecto al San-

Page 256: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

ta Ana las desventuras del primero. Los oficia-les alentaban a la marinería; ésta cargaba y dis-paraba las piezas que habían quedado servi-bles, mientras algunos se ocupaban en custo-diar, teniéndoles a raya, a los ingleses, que hab-ían sido desarmados y acorralados en el primerentrepuente. Los oficiales de esta nación, queantes eran nuestros guardianes, se habían con-vertido en prisioneros.

Todo lo comprendí. El heroico comandantedel Santa Ana, D. Ignacio M. de Álava, viendoque se aproximaban algunos navíos españoles,salidos de Cádiz, con objeto de represar losbuques prisioneros y salvar la tripulación delos próximos a naufragar, se dirigió con lengua-je patriótico a su abatida tripulación. Esta res-pondió a la voz de su jefe con un supremo es-fuerzo; obligaron a rendirse a los ingleses quecustodiaban el barco; enarbolaron de nuevo labandera española, y el Santa Ana quedó libre,

Page 257: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

aunque comprometido en nueva lucha, máspeligrosa quizás que la primera.

Este singular atrevimiento, uno de los epi-sodios más honrosos de la jornada de Trafalgar,se llevó a cabo en un buque desarbolado, sintimón, con la mitad de su gente muerta o heri-da, y el resto en una situación moral y físicaenteramente lamentable. Preciso fue, una vezconsumado aquel acto, arrostrar sus conse-cuencias: dos navíos ingleses, también muy malparados, hacían fuego sobre el Santa Ana; peroéste era socorrido oportunamente por el Asís, elMontañés y el Rayo, tres de los que se retiraroncon Gravina el día 21, y que habían vuelto asalir para rescatar a los apresados. Aquellosnobles inválidos trabaron nueva y desesperadalucha, quizás con más coraje que la primera,porque las heridas no restañadas avivan la fu-ria en el alma de los combatientes, y éstos pare-ce que riñen con más ardor, porque tienen me-nos vida que perder.

Page 258: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Las peripecias todas del terrible día 21 se re-novaron a mis ojos: el entusiasmo era grande;pero la gente escasa, por lo cual fue precisoduplicar el esfuerzo. Sensible es que hecho tanheroico no haya ocupado en nuestra historiamás que una breve página, si bien es verdadque junto al gran suceso que hoy se conoce conel nombre de Combate de Trafalgar, estos episo-dios se achican, y casi desaparecen como débi-les resplandores en una horrenda noche.

Entonces presencié un hecho que me hizoderramar lágrimas. No encontrando a mi amopor ninguna parte, y temiendo que corrieraalgún peligro, bajé a la primera batería y lehallé ocupado en apuntar un cañón. Su manotrémula había recogido el botafuego de las deun marinero herido, y con la debilitada vista desu ojo derecho, buscaba el infeliz el punto adonde quería mandar la bala. Cuando la piezase disparó, se volvió hacia mí, trémulo de gozo,y con voz que apenas pude entender, me dijo:

Page 259: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

«¡Ah!, ahora Paca no se reirá de mí. Entra-remos triunfantes en Cádiz».

En resumen, la lucha terminó felizmente,porque los ingleses comprendieron la imposibi-lidad de represar al Santa Ana, a quien favorec-ían, a más de los tres navíos indicados, otrosdos franceses y una fragata, que llegaron en lomás recio de la pelea.

Estábamos libres de la manera más gloriosa;pero en el punto en que concluyó aquella haza-ña, comenzó a verse claro el peligro en que nosencontrábamos, pues el Santa Ana debía serremolcado hasta Cádiz, a causa del mal estadode su casco. La fragata francesa Themis echó uncable y puso la proa al Norte; pero ¿qué fuerzapodía tener aquel barco para remolcar otro tanpesado como el Santa Ana, y que sólo podíaayudarse con las velas desgarradas que queda-ban en el palo del trinquete? Los navíos quenos habían rescatado, esto es, el Rayo, el Mon-tañés y el San Francisco de Asís, quisieron llevar

Page 260: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

más adelante su proeza, y forzaron de vela pararescatar también al San Juan y al Bahama, queiban marinados por los ingleses. Nos queda-mos, pues, solos, sin más amparo que el de lafragata que nos arrastraba, niño que conducíaun gigante. ¿Qué sería de nosotros si los ingle-ses, como era de suponer, se reponían de sudescalabro y volvían con nuevos refuerzos aperseguirnos? En tanto, parece que la Provi-dencia nos favorecía, pues el viento, propicio ala marcha que llevábamos, impulsaba a nuestrafragata, y tras ella, conducido amorosamente, elnavío se acercaba a Cádiz.

Cinco leguas nos separaban del puerto.

¡Qué indecible satisfacción! Pronto concluir-ían nuestras penas; pronto pondríamos el pieen suelo seguro, y si llevábamos la noticia degrandes desastres, también llevábamos la feli-cidad a muchos corazones que padecían mortalangustia creyendo perdidos para siempre a losque volvían con vida y con salud.

Page 261: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

La intrepidez de los navíos españoles no tu-vo más éxito que el rescate del Santa Ana, puesles cargó el tiempo y tuvieron que retrocedersin poder dar caza a los navíos ingleses quecustodiaban al San Juan, al Bahama y al San Ilde-fonso. Aún distábamos cuatro leguas del térmi-no de nuestro viaje cuando los vimos retroce-der. El vendaval había arreciado, y fue opinióngeneral a bordo del Santa Ana que, si tardába-mos en llegar, pasaríamos muy mal rato. Nue-vos y más terribles apuros. Otra vez la esperan-za perdida a la vista del puerto, y cuando unoscuantos pasos más sobre el terrible elementonos habrían puesto en completa seguridad de-ntro de la bahía.

A todas éstas se venía la noche encima conmalísimo aspecto: el cielo, cargado de nubesnegras, parecía haberse aplanado sobre el mar,y las exhalaciones eléctricas, que lo inflamabancon breves intervalos, daban al crepúsculo untinte pavoroso. La mar, cada vez más turbulen-

Page 262: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

ta, furia aún no aplacada con tanta víctima,bramaba con ira, y su insaciable voracidad ped-ía mayor número de presas. Los despojos de lamás numerosa escuadra que por aquel tiempohabía desafiado su furor juntamente con el delos enemigos, no se escapaban a la cólera delelemento, irritado como un dios antiguo, sincompasión hasta el último instante, tan cruelante la fortuna como ante la desdicha.

Yo observé señales de profunda tristeza lomismo en el semblante de mi amo que en el delgeneral Álava, quien, a pesar de sus heridas,estaba en todo, y mandaba hacer señales a lafragata Themis para que acelerase su marcha siera posible. Lejos de corresponder a su justaimpaciencia, nuestra remolcadora se preparabaa tomar rizos y a cargar muchas de sus velas,para aguantar mejor el furioso levante. Yo par-ticipé de la general tristeza, y en mis adentrosconsideraba cuán fácilmente se burla el destinode nuestras previsiones mejor fundadas, y con

Page 263: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

cuánta rapidez se pasa de la mayor suerte a laúltima desgracia. Pero allí estábamos sobre elmar, emblema majestuoso de la humana vida.Un poco de viento le transforma; la ola mansaque golpea el buque con blando azote, se truecaen montaña líquida que le quebranta y le sacu-de; el grato sonido que forman durante la bo-nanza las leves ondulaciones del agua, es luegouna voz que se enronquece y grita, injuriando ala frágil embarcación; y ésta, despeñada, se su-merge sintiendo que le falta el sostén de su qui-lla, para levantarse luego lanzada hacia arribapor la ola que sube. Un día sereno trae espanto-sa noche, o por el contrario, una luna que her-mosea el espacio y serena el espíritu suele pre-ceder a un sol terrible, ante cuya claridad laNaturaleza se descompone con formidable tras-torno.

Nosotros experimentábamos la desdicha deestas alternativas, y además la que proviene delas propias obras del hombre. Tras un combate

Page 264: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

habíamos sufrido un naufragio; salvados deéste, nos vimos nuevamente empeñados en unalucha, que fue afortunada, y luego, cuando noscreímos al fin de tantas penas, cuando saludá-bamos a Cádiz llenos de alegría, nos vimos denuevo en poder de la tempestad, que hacia fue-ra nos atraía, ansiosa de rematarnos. Esta seriede desventuras parecía absurda, ¿no es verdad?Era como la cruel aberración de una divinidadempeñada en causar todo el mal posible a seresextraviados... pero no: era la lógica del mar,unida a la lógica de la guerra. Asociados estosdos elementos terribles, ¿no es un imbécil elque se asombre de verles engendrar las mayo-res desventuras?

Una nueva circunstancia aumentó para mí ypara mi amo las tristezas de aquella tarde. Des-de que se rescató el Santa Ana no habíamos vis-to al joven Malespina. Por último, después debuscarle mucho, le encontré acurrucado en unode los canapés de la cámara.

Page 265: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Acerqueme a él y le vi muy demudado; leinterrogué y no pudo contestarme. Quiso le-vantarse y volvió a caer sin aliento.

«¡Está usted herido! -dije-: Llamaré para quele curen.

-No es nada -contestó-. ¿Querrás traerme unpoco de agua?»

Al punto llamé a mi amo.

«¿Qué es eso, la herida de la mano?-preguntó éste examinando al joven.

-No, es algo más», repuso D. Rafael con tris-teza, y señaló a su costado derecho cerca de lacintura.

Luego, como si el esfuerzo empleado enmostrar su herida y en decir aquellas pocaspalabras fuera excesivo para su naturaleza de-bilitada, cerró los ojos y quedó sin habla ni mo-vimiento por algún tiempo.

Page 266: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

«¡Oh!, esto parece grave -dijo D. Alonso condesaliento.

-¡Y más que grave!», añadió un cirujano quehabía acudido a examinarle.

Malespina, poseído de profunda tristeza alverse en tal estado, y creyendo que no habíaremedio para él, ni siquiera dio cuenta de suherida y se retiró a aquel sitio, donde le detu-vieron sus pensamientos y sus recuerdos.Creyéndose próximo a morir, se negaba a quese le hiciera la cura. El cirujano dijo que aunquegrave, la herida no parecía mortal; pero añadióque si no llegábamos a Cádiz aquella nochepara que fuese convenientemente asistido entierra, la vida de aquél, así como la de otrosheridos, corría gran peligro. El Santa Ana habíatenido en el combate del 21 noventa y sietemuertos y ciento cuarenta heridos: se habíanagotado los recursos de la enfermería, y algu-nos medicamentos indispensables faltaban porcompleto. La desgracia de Malespina no fue la

Page 267: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

única después del rescate, y Dios quiso que otrapersona para mí muy querida sufriese igualsuerte. Marcial cayó herido, si bien en los pri-meros instantes apenas sintió dolor y abati-miento, porque su vigoroso espíritu le sostenía.No tardó, sin embargo, en bajar al sollado, di-ciendo que se sentía muy mal. Mi amo envió alcirujano para que le asistiese, y éste se limitó adecir que la herida no habría tenido importan-cia alguna en un joven de veinticuatro años:Medio-hombre tenía más de sesenta.

En tanto, el navío Rayo pasaba por babor y alhabla. Álava mandó que se le preguntase a lafragata Themis si creía poder entrar en Cádiz, yhabiendo contestado rotundamente que no, sehizo igual pregunta al Rayo, que hallándose casiileso, contaba con arribar seguramente al puer-to. Entonces, reunidos varios oficiales, acorda-ron trasladar a aquel navío al comandante Gar-doqui, gravemente herido, y a otros muchosoficiales de mar y tierra, entre los cuales se con-

Page 268: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

taba el novio de mi amita. D. Alonso consiguióque Marcial fuese también trasladado, en aten-ción a que su mucha edad le agravaba conside-rablemente, y a mí me hizo el encargo deacompañarles como paje o enfermero, or-denándome que no me apartase ni un instantede su lado, hasta que no les dejase en Cádiz oen Vejer en poder de su familia. Me dispuse aobedecer, intenté persuadir a mi amo de que éltambién debía transbordarse al Rayo por sermás seguro; pero ni siquiera quiso oír tal pro-posición.

«La suerte -dijo-, me ha traído a este buque,y en él estaré hasta que Dios decida si nos sal-vamos o no. Álava está muy mal; la mayor par-te de la oficialidad se halla herida, y aquí puedoprestar algunos servicios. No soy de los queabandonan el peligro: al contrario, le buscodesde el 21, y deseo encontrar ocasión de quemi presencia en la escuadra sea de provecho. Sillegas antes que yo, como espero, di a Paca que

Page 269: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

el buen marino es esclavo de su patria, y que yohe hecho muy bien en venir aquí, y que estoymuy contento de haber venido, y que no mepesa, no señor, no me pesa... al contrario... Dileque se alegrará cuando me vea, y que de seguromis compañeros me habrían echado de menossi no hubiera venido... ¿Cómo había de faltar?¿No te parece a ti que hice bien en venir?

-Pues es claro: ¿eso qué duda tiene?-respondí procurando calmar su agitación, lacual era tan grande, que no le dejaba ver la in-conveniencia de consultar con un mísero pajecuestión tan grave.

-Veo que tú eres una persona razonable-añadió sintiéndose consolado con mi aproba-ción-; veo que tienes miras elevadas y patrióti-cas... Pero Paca no ve las cosas más que por ellado de su egoísmo; y como tiene un genio tanraro, y como se le ha metido en la cabeza quelas escuadras y los cañones no sirven para na-da, no puede comprender que yo... En fin... sé

Page 270: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

que se pondrá furiosa cuando vuelva, pues...como no hemos ganado, dirá esto y lo otro... mevolverá loco... pero quiá... yo no le haré caso.¿Qué te parece a ti? ¿No es verdad que no debohacerla caso?

-Ya lo creo -contesté-. Usía ha hecho muybien en venir: eso prueba que es un valientemarino.

-Pues vete con esas razones a Paca, y veráslo que te contesta -replicó él cada vez más agi-tado-. En fin, dile que estoy bueno y sano, y quemi presencia aquí ha sido muy necesaria. Laverdad es que en el rescate del Santa Ana hetomado parte muy principal. Si yo no hubieraapuntado tan bien aquellos cañones, quién sa-be, quién sabe... ¿Y qué crees tú? Aún puedeque haga algo más; aún puede ser que si elviento nos es favorable, rescatemos mañana unpar de navíos... Sí, señor... Aquí estoy meditan-do cierto plan... Veremos, veremos... Con que

Page 271: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

adiós, Gabrielillo. Cuidado con lo que le dices aPaca.

-No, no me olvidaré. Ya sabrá que si no espor usía no se represa el Santa Ana, y sabrátambién que puede ser que a lo mejor nos trai-ga a Cádiz dos docenas de navíos.

-Dos docenas, no, hombre -dijo-; eso es mu-cho. Dos navíos, o quizás tres. En fin, yo creoque he hecho muy bien en venir a la escuadra.Ella estará furiosa y me volverá loco cuandoregrese; pero... yo creo, lo repito, que he hechomuy bien en embarcarme».

Dicho esto se apartó de mí. Un instante des-pués le vi sentado en un rincón de la cámara.Estaba rezando, y movía las cuentas del rosariocon mucho disimulo, porque no quería que levieran ocupado en tan devoto ejercicio. Yo pre-sumí por sus últimas palabras que mi amo hab-ía perdido el seso, y viéndole rezar me hicecargo de la debilidad de su espíritu, que en

Page 272: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

vano se había esforzado por sobreponerse a laedad cansada, y no pudiendo sostener la lucha,se dirigía a Dios en busca de misericordia. Do-ña Francisca tenía razón. Mi amo, desde hacemuchos años, no servía más que para rezar.

Conforme a lo acordado nos trasbordamos.D. Rafael y Marcial, como los demás oficialesheridos, fueron bajados en brazos a una de laslanchas, con mucho trabajo, por robustos mari-neros. Las fuertes olas estorbaban mucho estaoperación; pero al fin se hizo, y las dos embar-caciones se dirigieron al Rayo. La travesía de unnavío a otro fue malísima; mas, al fin, aunquehubo momentos en que a mí me parecía que laembarcación iba a desaparecer para siempre,llegamos al costado del Rayo, y con muchísimotrabajo subimos la escala.

Page 273: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

-XV-«Hemos salido de Guatemala para entrar en

Guatepeor -dijo Marcial cuando le pusieronsobre cubierta-. Pero donde manda capitán nomanda marinero. A este condenado le pusieronRayo por mal nombre. Él dice que entrará enCádiz antes de media noche, y yo digo que noentra. Veremos a ver.

-¿Qué dice usted, Marcial, que no llegare-mos? -pregunté con mucho afán.

-Usted, Sr. Gabrielito, no entiende de esto.

-Es que cuando mi señor D. Alonso y los ofi-ciales del Santa Ana creen que el Rayo entraráesta noche, por fuerza tiene que entrar. Ellosque lo dicen, bien sabido se lo tendrán.

-Y tú no sabes, sardiniya, que esos señores depopa se candilean (se equivocan) más fácilmenteque nosotros los marinos de combés. Si no, ahí

Page 274: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

tienes al jefe de toda la escuadra, Mr. Corneta,que cargue el diablo con él. Ya ves como no hatenido ni tanto así de idea para mandar la ac-ción. ¿Piensas tú que si Mr. Corneta hubierahecho lo que yo decía se hubiera perdido labatalla?

-¿Y usted cree que no llegaremos a Cádiz?

-Digo que este navío es más pesado que elmismo plomo, y además traicionero. Tiene ma-la andadura, gobierna mal y parece que estácojo, tuerto y manco como yo, pues si le echanla caña para aquí, él va para allí».

En efecto: el Rayo, según opinión general, eraun barco de malísimas condiciones marineras.Pero a pesar de esto y de su avanzada edad,que frisaba en los cincuenta y seis años, comose hallaba en buen estado, no parecía correrpeligro alguno, pues si el vendaval era cada vezmayor, también el puerto estaba cerca. De to-dos modos, ¿no era lógico suponer que mayor

Page 275: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

peligro corría el Santa Ana, desarbolado, sintimón, y obligado a marchar a remolque de unafragata?

Marcial fue puesto en el sollado, y Malespi-na en la cámara. Cuando le dejamos allí con losdemás oficiales heridos, escuché una voz quereconocí, aunque al punto no pude darmecuenta de la persona a quien pertenecía. Acer-queme al grupo de donde salía aquella charlaretumbante, que dominaba las demás voces, yquedé asombrado, reconociendo al mismo D.José María Malespina en persona. Corrí a élpara decirle que estaba su hijo, y el buen padresuspendió la sarta de mentiras que estaba con-tando para acudir al lado del joven herido.Grande fue su alegría encontrándole vivo, pueshabía salido de Cádiz porque la impaciencia ledevoraba, y quería saber su paradero a todotrance.

«Eso que tienes no es nada -dijo abrazando asu hijo-: un simple rasguño. Tú no estás acos-

Page 276: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

tumbrado a sentir heridas; eres una dama, Ra-fael. ¡Oh!, si cuando la guerra del Rosellónhubieras estado en edad de ir allá conmigo,habrías visto lo bueno. Aquéllas sí eran heridas.Ya sabes que una bala me entró por el antebra-zo, subió hacia el hombro, dio la vuelta portoda la espalda, y vino a salir por la cintura.¡Oh, qué herida tan singular!, pero a los tresdías estaba sano, mandando la artillería en elataque de Bellegarde».

Después explicó el motivo de su presencia abordo del Rayo, de este modo:

«El 21 por la noche supimos en Cádiz el éxi-to del combate. Lo dicho, señores: no se quisohacer caso de mí cuando hablé de las reformasde la artillería, y aquí tienen los resultados.Pues bien: en cuanto lo supe y me enteré de quehabía llegado en retirada Gravina con unoscuantos navíos, fui a ver si entre ellos venía elSan Juan, donde estabas tú; pero me dijeron quehabía sido apresado. No puedo pintar a ustedes

Page 277: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

mi ansiedad: casi no me quedaba duda de tumuerte, mayormente desde que supe el grannúmero de bajas ocurridas en tu navío. Pero yosoy hombre que llevo las cosas hasta el fin, ysabiendo que se había dispuesto la salida dealgunos navíos con objeto de recoger los des-mantelados y rescatar los prisioneros, deter-miné salir pronto de dudas, embarcándome enuno de ellos. Expuse mi pretensión a Solano, ydespués al mayor general de la escuadra, miantiguo amigo Escaño, y no sin escrúpulo medejaron venir. A bordo del Rayo, donde me em-barqué esta mañana, pregunté por ti, por el SanJuan; mas nada consolador me dijeron, sino, porel contrario, que Churruca había muerto, y quesu navío, después de batirse con gloria, habíacaído en poder de los enemigos. ¡Figúrate cuálsería mi ansiedad! ¡Qué lejos estaba hoy, cuan-do rescatamos al Santa Ana, de que tú te halla-bas en él! A saberlo con certeza, hubiera redo-blado mis esfuerzos en las disposiciones que di

Page 278: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

con permiso de estos señores, y el navío deÁlava habría quedado libre en dos minutos».

Los oficiales que le rodeaban mirábanle consorna oyendo el último jactancioso concepto deD. José María. Por sus risas y cuchicheos com-prendí que durante todo el día se habían diver-tido con los embustes de aquel buen señor,quien no ponía freno a su voluble lengua, niaun en las circunstancias más críticas y doloro-sas.

El cirujano dijo que convenía dejar reposaral herido, y no sostener en su presencia conver-sación alguna, sobre todo si ésta se refería alpasado desastre. D. José María, que tal oyó,aseguró que, por el contrario, convenía reani-mar el espíritu del enfermo con la conversa-ción.

«En la guerra del Rosellón, los heridos gra-ves (y yo lo estuve varias veces) mandábamos alos soldados que bailasen y tocasen la guitarra

Page 279: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

en la enfermería, y seguro estoy de que estetratamiento nos curó más pronto que todos losemplastos y botiquines.

-Pues en las guerras de la República francesa-dijo un oficial andaluz que quería confundir aD. José María-, se estableció que en las ambu-lancias de los heridos fuese un cuerpo de bailecompleto y una compañía de ópera, y con estose ahorraron los médicos y boticarios, pues conun par de arias y dos docenas de trenzados ensexta se quedaban todos como nuevos.

-¡Alto ahí! -exclamó Malespina-. Esa es gri-lla, caballerito. ¿Cómo puede ser que con músi-ca y baile se curen las heridas?

-Usted lo ha dicho.

-Sí; pero eso no ha pasado más que una vez,ni es fácil que vuelva a pasar. ¿Es acaso proba-ble que vuelva a haber una guerra como la delRosellón, la más sangrienta, la más hábil, la

Page 280: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

más estratégica que ha visto el mundo desdeEpaminondas? Claro es que no; pues allí todofue extraordinario, y puedo dar fe de ello, quela presencié desde el Introito hasta el Ite misa est.A aquella guerra debo mi conocimiento de laartillería; ¿usted no ha oído hablar de mí? Estoyseguro de que me conocerá de nombre. Puessepa usted que aquí traigo en la cabeza un pro-yecto grandioso, y tal que si algún día llega aser realidad, no volverán a ocurrir desastrescomo éste del 21. Sí, señores -añadió mirandocon gravedad y suficiencia a los tres o cuatrooficiales que le oían-: es preciso hacer algo porla patria; urge inventar algo sorprendente, queen un periquete nos devuelva todo lo perdido yasegure a nuestra marina la victoria por siem-pre jamás amén.

-A ver, Sr. D. José María -dijo un oficial-;explíquenos usted cuál es su invento.

-Pues ahora me ocupo del modo de construircañones de a 300.

Page 281: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

-¡Hombre, de a 300! -exclamaron los oficialescon aspavientos de risa y burla-. Los mayoresque tenemos a bordo son de 36.

-Esos son juguetes de chicos. Figúrese ustedel destrozo que harían esas piezas de 300 dispa-rando sobre la escuadra enemiga -dijo Malespi-na-. Pero ¿qué demonios es esto? -añadióagarrándose para no rodar por el suelo, pueslos balanceos del Rayo eran tales que muy difí-cilmente podía uno tenerse derecho.

-El vendaval arrecia y me parece que estanoche no entramos en Cádiz», dijo un oficialretirándose.

Quedaron sólo dos, y el mentiroso continuósu perorata en estos términos:

«Lo primero que habría que hacer era cons-truir barcos de 95 a 100 varas de largo.

Page 282: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

-¡Caracoles! ¿Sabe usted que la lanchita seríaregular? -indicó un oficial-. ¡Cien varas! El Tri-nidad, que santa gloria haya, tenía setenta, y atodos parecía demasiado largo. Ya sabe ustedque viraba mal, y que todas las maniobras sehacían en él muy difícilmente.

-Veo que usted se asusta por poca cosa, ca-ballerito -prosiguió Malespina-. ¿Qué son 100varas? Aún podrían construirse barcos muchomayores. Y he de advertir a ustedes que yo losconstruiría de hierro.

-¡De hierro! -exclamaron los dos oyentes sinpoder contener la risa.

-De hierro, sí. ¿Por ventura no conoce ustedla ciencia de la hidrostática? Con arreglo a ella,yo construiría un barco de hierro de 7.000 tone-ladas.

-¡Y el Trinidad no tenía más que 4.000!-indicó un oficial-, lo cual parecía excesivo. ¿Pe-

Page 283: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

ro no comprende usted que para mover esamole sería preciso un aparejo tan colosal, queno habría fuerzas humanas capaces de manio-brar en él?

-¡Bicoca!... ¡Oh!, señor marino, ¿y quién ledice a usted que yo sería tan torpe que movieraese buque por medio del viento? Usted no meconoce. Si supiera usted que tengo aquí unaidea... Pero no quiero explicársela a ustedes,porque no me entenderían».

Al llegar a este punto de su charla, D. JoséMaría dio tal tumbo que se quedó en cuatropies. Pero ni por esas cerró el pico. Marchóseotro de los oficiales, y quedó sólo uno, el cualtuvo que seguir sosteniendo la conversación.

«¡Qué vaivenes! -continuó diciendo el viejo-.No parece sino que nos vamos a estrellar contrala costa... Pues bien: como dije, yo movería esagran mole de mi invención por medio del... ¿Aque no lo adivina usted?... Por medio del vapor

Page 284: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

de agua. Para esto se construiría una máquinasingular, donde el vapor, comprimido y dilata-do alternativamente dentro de dos cilindros,pusiera en movimiento unas ruedas... pues...».

El oficial no quiso oír más; y aunque no teníapuesto en el buque, ni estaba de servicio, porser de los recogidos, fue a ayudar a sus compa-ñeros, bastante atareados con el creciente tem-poral. Malespina se quedó solo conmigo, y en-tonces creí que iba a callar por no juzgarmepersona a propósito para sostener la conversa-ción. Pero mi desgracia quiso que él me tuvieraen más de lo que yo valía, y la emprendió con-migo en los siguientes términos:

«¿Usted comprende bien lo que quiero de-cir? Siete mil toneladas, el vapor, dos ruedas...pues.

-Sí, señor, comprendo perfectamente-contesté a ver si se callaba, pues ni teníahumor de oírle, ni los violentos balances del

Page 285: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

buque, anunciando un gran peligro, disponíanel ánimo a disertar sobre el engrandecimientode la marina.

-Veo que usted me conoce y se hace cargo demis invenciones -continuó él-. Ya comprenderáque el buque que imagino sería invencible, lomismo atacando que defendiendo. Él solohabría derrotado con cuatro o cinco tiros lostreinta navíos ingleses.

-¿Pero los cañones de éstos no le harían dañotambién? -manifesté con timidez, arguyéndolemás bien por cortesía que porque el asunto meinteresase.

-¡Oh! La observación de usted, caballerito, esatinadísima, y prueba que comprende y aprecialas grandes invenciones. Para evitar el efecto dela artillería enemiga, yo forraría mi barco congruesas planchas de acero; es decir, le pondríauna coraza, como las que usaban los antiguosguerreros. Con este medio, podría atacar, sin

Page 286: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

que los proyectiles enemigos hicieran en suscostados más efecto que el que haría una anda-nada de bolitas de pan, lanzadas por la manode un niño. Es una idea maravillosa la que yohe tenido. Figúrese usted que nuestra nacióntuviera dos o tres barcos de esos. ¿Dónde iría aparar la escuadra inglesa con todos sus Nelso-nes y Collingwoodes?

-Pero en caso de que se pudieran hacer aquíesos barcos -dije yo con viveza, conociendo lafuerza de mi argumento-, los ingleses los haríantambién, y entonces las proporciones de la lu-cha serían las mismas».

D. José María se quedó como alelado con es-ta razón, y por un instante estuvo perplejo, sinsaber qué decir; mas su vena inagotable notardó en sugerirle nuevas ideas, y contestó conmal humor:

«¿Y quién le ha dicho a usted, mozalbeteatrevido, que yo sería capaz de divulgar mi

Page 287: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

secreto? Los buques se fabricarían con el mayorsigilo y sin decir palotada a nadie. Supongamosque ocurría una nueva guerra. Nos provocabanlos ingleses, y les decíamos: «Sí, señor, prontoestamos; nos batiremos». Salían al mar losnavíos ordinarios, empezaba la pelea, y a lomejor cátate que aparecen en las aguas delcombate dos o tres de esos monstruos de hie-rro, vomitando humo y marchando acá o allásin hacer caso del viento; se meten por dondequieren, hacen astillas con el empuje de su afi-lada proa a los barcos contrarios, y con un parde cañonazos... figúrese usted, todo se acababaen un cuarto de hora».

No quise hacer más objeciones, porque laidea de que corríamos un gran peligro me im-pedía ocupar la mente con pensamientos con-trarios a los propios de tan crítica situación. Novolví a acordarme más del formidable buqueimaginario, hasta que treinta años más tardesupe la aplicación del vapor a la navegación, y

Page 288: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

más aún, cuando al cabo de medio siglo vi ennuestra gloriosa fragata Numancia la acabadarealización de los estrafalarios proyectos delmentiroso de Trafalgar.

Medio siglo después me acordé de D. JoséMaría Malespina, y dije: «Parece mentira quelas extravagancias ideadas por un loco o unembustero lleguen a ser realidades maravillo-sas con el transcurso del tiempo».

Desde que observé esta coincidencia, nocondeno en absoluto ninguna utopía, y todoslos mentirosos me parecen hombres de genio.

Dejé a D. José María para ver lo que pasaba,y en cuanto puse los pies fuera de la cámara,me enteré de la comprometida situación en quese encontraba el Rayo. El vendaval, no sólo leimpedía la entrada en Cádiz, sino que le impul-saba hacia la costa, donde encallaría de seguro,estrellándose contra las rocas. Por mala quefuera la suerte del Santa Ana, que habíamos

Page 289: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

abandonado, no podía ser peor que la nuestra.Yo observé con afán los rostros de oficiales ymarineros, por ver si encontraba alguno queindicase esperanza; pero, por mi desgracia, entodos vi señales de gran desaliento. Consulté elcielo, y lo vi pavorosamente feo; consulté lamar, y la encontré muy sañuda: no era posiblevolverse más que a Dios, ¡y Éste estaba tan po-co propicio con nosotros desde el 21!...

El Rayo corría hacia el Norte. Según las indi-caciones que iban haciendo los marineros, juntoa quienes estaba yo, pasábamos frente al bancode Marrajotes, de Hazte Afuera, de Juan Bola,frente al Torregorda, y, por último, frente alcastillo de Cádiz. En vano se ejecutaron todaslas maniobras necesarias para poner la proahacia el interior de la bahía. El viejo navío, co-mo un corcel espantado, se negaba a obedecer;el viento y el mar, que corrían con impetuosafuria de Sur a Norte, lo arrastraban, sin que laciencia náutica pudiese nada para impedirlo.

Page 290: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

No tardamos en rebasar de la bahía. A nues-tra derecha quedó bien pronto Rota, PuntaCandor, Punta de Meca, Regla y Chipiona. Noquedaba duda de que el Rayo iba derecho aestrellarse inevitablemente en la costa cercana ala embocadura del Guadalquivir. No necesitodecir que las velas habían sido cargadas, y queno bastando este recurso contra tan fuerte tem-poral, se bajaron también los masteleros. Porúltimo, también se creyó necesario picar lospalos, para evitar que el navío se precipitarabajo las olas. En las grandes tempestades elbarco necesita achicarse, de alta encina quiereconvertirse en humilde hierba, y como susmástiles no pueden plegarse cual las ramas deun árbol, se ve en la dolorosa precisión de am-putarlos, quedándose sin miembros por salvarla vida.

La pérdida del buque era ya inevitable. Pi-cados los palos mayor y de mesana, se le aban-donó, y la única esperanza consistía en poderlo

Page 291: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

fondear cerca de la costa, para lo cual se prepa-raron las áncoras, reforzando las amarras. Dis-paró dos cañonazos para pedir auxilio a la pla-ya ya cercana, y como se distinguieran clara-mente algunas hogueras en la costa, nos ale-gramos, creyendo que no faltaría quien nosdiera auxilio. Muchos opinaron que algúnnavío español o inglés había encallado allí, yque las hogueras que veíamos eran encendidaspor la tripulación náufraga. Nuestra ansiedadcrecía por momentos; y respecto a mí, debodecir que me creí cercano a un fin desastroso.Ni ponía atención a lo que a bordo pasaba, nien la turbación de mi espíritu podía ocuparmemás que de la muerte, que juzgaba inevitable.Si el buque se estrellaba, ¿quién podía salvar elespacio de agua que le separaría de la tierra? Ellugar más terrible de una tempestad es aquel enque las olas se revuelven contra la tierra, y pa-rece que están cavando en ella para llevarsepedazos de playa al profundo abismo. El em-puje de la ola al avanzar y la violencia con que

Page 292: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

se arrastra al retirarse son tales, que ningunafuerza humana puede vencerlos.

Por último, después de algunas horas demortal angustia, la quilla del Rayo tocó en unbanco de arena y se paró. El casco todo y losrestos de su arboladura retemblaron un instan-te: parecía que intentaban vencer el obstáculointerpuesto en su camino; pero éste fue mayor,y el buque, inclinándose sucesivamente de unoy otro costado, hundió su popa, y después deun espantoso crujido, quedó sin movimiento.

Todo había concluido, y ya no era posibleocuparse más que de salvar la vida, atravesan-do el espacio de mar que de la costa nos sepa-raba. Esto pareció casi imposible de realizar enlas embarcaciones que a bordo teníamos; mashabía esperanzas de que nos enviaran auxiliode tierra, pues era evidente que la tripulaciónde un buque recién naufragado vivaqueaba enella, y no podía estar lejos alguna de las balan-dras de guerra cuya salida para tales casos deb-

Page 293: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

ía haber dispuesto la autoridad naval deCádiz... El Rayo hizo nuevos disparos, y espe-ramos socorros con la mayor impaciencia, por-que, de no venir pronto, pereceríamos todoscon el navío. Este infeliz inválido, cuyo fondose había abierto al encallar, amenazaba despe-dazarse por sus propias convulsiones, y nopodía tardar el momento en que, desquiciada laclavazón de algunas de sus cuadernas, quedar-íamos a merced de las olas, sin más apoyo queel que nos dieran los desordenados restos delbuque.

Los de tierra no podían darnos auxilio; peroDios quiso que oyera los cañonazos de alarmauna balandra que se había hecho a la mar desdeChipiona, y se nos acercó por la proa, mante-niéndose a buena distancia. Desde que avista-mos su gran vela mayor vimos segura nuestrasalvación, y el comandante del Rayo dio lasórdenes para que el trasbordo se verificara sinatropello en tan peligrosos momentos.

Page 294: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Mi primera intención, cuando vi que se tra-taba de trasbordar, fue correr al lado de las dospersonas que allí me interesaban: el señoritoMalespina y Marcial, ambos heridos, aunque elsegundo no lo estaba de gravedad. Encontré aloficial de artillería en bastante mal estado, ydecía a los que le rodeaban:

«No me muevan; déjenme morir aquí».

Marcial había sido llevado sobre cubierta, yyacía en el suelo con tal postración y abatimien-to, que me inspiró verdadero miedo su sem-blante. Alzó la vista cuando me acerqué a él, ytomándome la mano, dijo con voz conmovida:

«Gabrielillo, no me abandones.

-¡A tierra! ¡Todos vamos a tierra!», exclaméyo procurando reanimarle; pero él, moviendola cabeza con triste ademán, parecía presagiaralguna desgracia.

Page 295: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Traté de ayudarle para que se levantara; pe-ro después del primer esfuerzo, su cuerpo vol-vió a caer exánime, y al fin dijo: «No puedo».

Las vendas de su herida se habían caído, yen el desorden de aquella apurada situación noencontró quien se las aplicara de nuevo. Yo lecuré como pude, consolándole con palabras deesperanza; y hasta procuré reír ridiculizando sufacha, para ver si de este modo le reanimaba.Pero el pobre viejo no desplegó sus labios; an-tes bien inclinaba la cabeza con gesto sombrío,insensible a mis bromas lo mismo que a misconsuelos.

Ocupado en esto, no advertí que había co-menzado el embarque en las lanchas. Casi delos primeros que a ellas bajaron fueron D. JoséMaría Malespina y su hijo. Mi primer impulsofue ir tras ellos siguiendo las órdenes de miamo; pero la imagen del marinero herido yabandonado me contuvo. Malespina no necesi-taba de mí, mientras que Marcial, casi conside-

Page 296: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

rado como muerto, estrechaba con su heladamano la mía, diciéndome: «Gabriel, no meabandones».

Las lanchas atracaban difícilmente; pero apesar de esto, una vez trasbordados los heridos,el embarco fue fácil, porque los marineros seprecipitaban en ellas deslizándose por unacuerda, o arrojándose de un salto. Muchos seechaban al agua para alcanzarlas a nado. Pormi imaginación cruzó como un problema terri-ble la idea de cuál de aquellos dos procedi-mientos emplearía para salvarme. No habíatiempo que perder, porque el Rayo se desbara-taba: casi toda la popa estaba hundida, y losestallidos de los baos y de las cuadernas mediopodridas anunciaban que bien pronto aquellamole iba a dejar de ser un barco. Todos corríancon presteza hacia las lanchas, y la balandra,que se mantenía a cierta distancia, maniobran-do con habilidad para resistir la mar, les recog-

Page 297: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

ía. Las embarcaciones volvían vacías al pocotiempo, pero no tardaban en llenarse de nuevo.

Yo observé el abandono en que estaba Me-dio-hombre, y me dirigí sofocado y llorando aalgunos marineros, rogándoles que cargaran aMarcial para salvarle. Pero harto hacían elloscon salvarse a sí propios. En un momento dedesesperación traté yo mismo de echármele acuestas; pero mis escasas fuerzas apenas logra-ron alzar del suelo sus brazos desmayados.Corrí por toda la cubierta buscando un almacaritativa, y algunos estuvieron a punto de ce-der a mis ruegos; mas el peligro les distrajo detan buen pensamiento. Para comprender estainhumana crueldad, es preciso haberse encon-trado en trances tan terribles: el sentimiento yla caridad desaparecen ante el instinto de con-servación que domina el ser por completo, asi-milándole a veces a una fiera.

«¡Oh, esos malvados no quieren salvarte,Marcial! -exclamé con vivo dolor.

Page 298: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

-Déjales -me contestó-. Lo mismo da a bordoque en tierra. Márchate tú; corre, chiquillo, quete dejan aquí».

No sé qué idea mortificó más mi mente: si lade quedarme a bordo, donde perecería sin re-medio, o la de salir dejando solo a aquel des-graciado. Por último, más pudo la voz de lanaturaleza que otra fuerza alguna, y di unoscuantos pasos hacia la borda. Retrocedí paraabrazar al pobre viejo, y corrí luego velozmentehacia el punto en que se embarcaban los últi-mos marineros. Eran cuatro: cuando llegué, vique los cuatro se habían lanzado al mar y seacercaban nadando a la embarcación, que esta-ba como a unas diez o doce varas de distancia.

«¿Y yo? -exclamé con angustia, viendo queme dejaban-. ¡Yo voy también, yo también!».

Grité con todas mis fuerzas; pero no me oye-ron o no quisieron hacerme caso. A pesar de laobscuridad, vi la lancha; les vi subir a ella, aun-

Page 299: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

que esta operación apenas podía apreciarse porla vista. Me dispuse a arrojarme al agua paraseguir la misma suerte; pero en el instantemismo en que se determinó en mi voluntadesta resolución, mis ojos dejaron de ver lanchay marineros, y ante mí no había más que lahorrenda obscuridad del agua.

Todo medio de salvación había desapareci-do. Volví los ojos a todos lados, y no vi más quelas olas que sacudían los restos del barco; en elcielo ni una estrella, en la costa ni una luz. Labalandra había desaparecido también. Bajo mispies, que pataleaban con ira, el casco del Rayose quebraba en pedazos, y sólo se conservabaunida y entera la parte de proa, con la cubiertallena de despojos. Me encontraba sobre unabalsa informe que amenazaba desbaratarse pormomentos.

Al verme en tal situación, corrí hacia Marcialdiciendo:

Page 300: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

«¡Me han dejado, nos han dejado!».

El anciano se incorporó con muchísimo tra-bajo, apoyado en su mano; levantó la cabeza yrecorrió con su turbada vista el lóbrego espacioque nos rodeaba.

«¡Nada! -exclamó-; no se ve nada. Ni lan-chas, ni tierra, ni luces, ni costa. No volverán».

Al decir esto, un terrible chasquido sonó ba-jo nuestros pies en lo profundo del sollado deproa, ya enteramente anegado. El alcázar seinclinó violentamente de un lado, y fue precisoque nos agarráramos fuertemente a la base deun molinete para no caer al agua. El piso nosfaltaba; el último resto del Rayo iba a ser traga-do por las olas. Mas como la esperanza noabandona nunca, yo aún creí posible que aque-lla situación se prolongase hasta el amanecersin empeorarse, y me consoló ver que el palodel trinquete aún estaba en pie. Con el propósi-to firme de subirme a él cuando el casco acaba-

Page 301: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

ra de hundirse, miré aquel árbol orgulloso enque flotaban trozos de cabos y harapos de ve-las, y que resistía, coloso desgreñado por ladesesperación, pidiendo al cielo misericordia.

Marcial se dejó caer en la cubierta, y luegodijo:

«Ya no hay esperanza, Gabrielillo. Ni ellosquerrán volver, ni la mar les dejaría si lo inten-taran. Puesto que Dios lo quiere, aquí hemos demorir los dos. Por mí nada me importa: soy unviejo y no sirvo para maldita la cosa... Pero tú...tú eres un niño, y...»

Al decir esto su voz se hizo ininteligible porla emoción y la ronquera. Poco después le oíclaramente estas palabras:

«Tú no tienes pecados, porque eres un niño.Pero yo... Bien que cuando uno se muere así...vamos al decir... así, al modo de perro o gato,no necesita de que un cura venga y le dé la so-

Page 302: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

lución, sino que basta y sobra con que unomismo se entienda con Dios. ¿No has oído túeso?».

Yo no sé lo que contesté; creo que no dijenada, y me puse a llorar sin consuelo.

«Ánimo, Gabrielillo -prosiguió-. El hombredebe ser hombre, y ahora es cuando se conocequién tiene alma y quién no la tiene. Tú no tie-nes pecados; pero yo sí. Dicen que cuando unose muere y no halla cura con quien confesarse,debe decir lo que tiene en la conciencia al pri-mero que encuentre. Pues yo te digo, Gabrieli-llo, que me confieso contigo, y que te voy a de-cir mis pecados, y cuenta con que Dios me estáoyendo detrás de ti, y que me va a perdonar».

Mudo por el espanto y por las solemnes pa-labras que acababa de oír, me abracé al anciano,que continuó de este modo:

Page 303: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

«Pues digo que siempre he sido cristianocatólico, postólico, romano, y que siempre hesido y soy devoto de la Virgen del Carmen, aquien llamo en mi ayuda en este momento; ydigo también que, si hace veinte años que no heconfesado ni comulgado, no fue por mí, sinopor mor del maldito servicio, y porque siemprelo va uno dejando para el domingo que viene.Pero ahora me pesa de no haberlo hecho, y di-go, y declaro, y perjuro, que quiero a Dios y a laVirgen y a todos los santos; y que por todo loque les haya ofendido me castiguen, pues si nome confesé y comulgué este año fue por aquélde los malditos casacones, que me hicieron saliral mar cuando tenía el proeto de cumplir con laIglesia. Jamás he robado ni la punta de un alfi-ler, ni he dicho más mentiras que alguna queotra para bromear. De los palos que le daba ami mujer hace treinta años, me arrepiento, aun-que creo que bien dados estuvieron, porque eramás mala que las churras, y con un genio máspicón que un alacrán. No he faltado ni tanto así

Page 304: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

a lo que manda la Ordenanza; no aborrezco anadie más que a los casacones, a quienes hubieraquerido ver hechos picadillo; pero pues dicenque todos somos hijos de Dios, yo les perdono,y así mismamente perdono a los franceses, quenos han traído esta guerra. Y no digo más, por-que me parece que me voy a toda vela. Yo amoa Dios y estoy tranquilo. Gabrielillo, abrázateconmigo, y apriétate bien contra mí. Tú no tie-nes pecados, y vas a andar finiqueleando con losángeles divinos. Más vale morirse a tu edadque vivir en este emperrado mundo... Con queánimo, chiquillo, que esto se acaba. El aguasube, y el Rayo se acabó para siempre. La muer-te del que se ahoga es muy buena: no te asus-tes... abrázate conmigo. Dentro de un ratitoestaremos libres de pesadumbres, yo dandocuenta a Dios de mis pecadillos, y tú contentocomo unas pascuas danzando por el Cielo, queestá alfombrado con estrellas, y allí parece quela felicidad no se acaba nunca, porque es eter-

Page 305: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

na, que es como dijo el otro, mañana y mañanay mañana, y al otro y siempre...»

No pudo hablar más. Yo me agarré fuerte-mente al cuerpo de Medio-hombre. Un violentogolpe de mar sacudió la proa del navío, y sentíel azote del agua sobre mi espalda. Cerré losojos y pensé en Dios. En el mismo instanteperdí toda sensación, y no supe lo que ocurrió.

-XVI-Volvió, no sé cuándo, a iluminar turbiamen-

te mi espíritu la noción de la vida; sentí un fríointensísimo, y sólo este accidente me dio a co-nocer la propia existencia, pues ningún recuer-do de lo pasado conservaba mi mente, ni podíahacerme cargo de mi nueva situación. Cuandomis ideas se fueron aclarando y se desvanecíael letargo de mis sentidos, me encontré tendidoen la playa. Algunos hombres estaban en de-

Page 306: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

rredor mío, observándome con interés. Lo pri-mero que oí, fue: «¡Pobrecito...!, ya vuelve ensí».

Poco a poco fui volviendo a la vida, y conella al recuerdo de lo pasado. Me acordé deMarcial, y creo que las primeras palabras arti-culadas por mis labios fueron para preguntarpor él. Nadie supo contestarme. Entre los queme rodeaban reconocí a algunos marineros delRayo, les pregunté por Medio-hombre, y todosconvinieron en que había perecido. Despuésquise enterarme de cómo me habían salvado;pero tampoco me dieron razón.

Diéronme a beber no sé qué; me llevaron auna casa cercana, y allí, junto al fuego, y cuida-do por una vieja, recobré la salud, aunque nolas fuerzas. Entonces me dijeron que habiendosalido otra balandra a reconocer los restos delRayo, y los de un navío francés que corrió igualsuerte, me encontraron junto a Marcial, y pu-dieron salvarme la vida. Mi compañero de

Page 307: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

agonía estaba muerto. También supe que en latravesía del barco naufragado a la costa habíanperecido algunos infelices.

Quise saber qué había sido de Malespina, yno hubo quien me diera razón del padre ni delhijo. Pregunté por el Santa Ana, y me dijeronque había llegado felizmente a Cádiz, por cuyanoticia resolví ponerme inmediatamente encamino para reunirme con mi amo. Me encon-traba a bastante distancia de Cádiz, en la costaque corresponde a la orilla derecha del Gua-dalquivir. Necesitaba, pues, emprender la mar-cha inmediatamente para recorrer lo más pron-to posible tan largo proyecto. Esperé dos díasmás para reponerme, y al fin, acompañado deun marinero que llevaba el mismo camino, mepuse en marcha hacia Sanlúcar. En la mañanadel 27 recuerdo que atravesamos el río, y luegoseguimos nuestro viaje a pie sin abandonar lacosta. Como el marinero que me acompañabaera francote y alegre, el viaje fue todo lo agra-

Page 308: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

dable que yo podía esperar, dada la situaciónde mi espíritu, aún abatido por la muerte deMarcial y por las últimas escenas de que fuitestigo a bordo. Por el camino íbamos depar-tiendo sobre el combate y los naufragios que lesucedieron.

«Buen marino era Medio-hombre -decía micompañero de viaje-. ¿Pero quién le metió asalir a la mar con un cargamento de más desesenta años? Bien empleado le está el fin queha tenido.

-Era un valiente marinero -dije yo-; y tan afi-cionado a la guerra, que ni sus achaques learredraron cuando intentó venir a la escuadra.

-Pues de ésta me despido -prosiguió el ma-rinero-. No quiero más batallas en la mar. ElRey paga mal, y después, si queda uno cojo obaldado, le dan las buenas noches, y si te hevisto no me acuerdo. Parece mentira que el Reytrate tan mal a los que le sirven. ¿Qué cree us-

Page 309: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

ted? La mayor parte de los comandantes denavío que se han batido el 21, hace muchosmeses que no cobran sus pagas. El año pasadoestuvo en Cádiz un capitán de navío que, nosabiendo cómo mantenerse y mantener a sushijos, se puso a servir en una posada. Sus ami-gos le descubrieron, aunque él trataba de disi-mular su miseria, y, por último, lograron sacar-le de tan vil estado. Esto no pasa en ningunanación del mundo; ¡y luego se espantan de quenos venzan los ingleses! Pues no digo nada delarmamento. Los arsenales están vacíos, y pormás que se pide dinero a Madrid, ni un cuarto.Verdad es que todos los tesoros del Rey se em-plean en pagar sus sueldos a los señores de laCorte, y entre éstos el que más come es elPríncipe de la Paz, que reúne 40.000 durazoscomo Consejero de Estado, como Secretario deEstado, como Capitán General y como Sargentomayor de guardias... Lo dicho, no quiero serviral Rey. A mi casa me voy con mi mujer y mis

Page 310: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

hijos, pues ya he cumplido, y dentro de unosdías me han de dar la licencia.

-Pues no podrá usted quejarse, amiguito, sile tocó ir en el Rayo, navío que apenas entró enacción.

-Yo no estaba en el Rayo, sino en el Bahama,que sin duda fue de los barcos que mejor y pormás tiempo pelearon.

-Ha sido apresado, y su comandante murió,si no recuerdo mal.

-Así fue -contestó-. Y todavía me dan ganasde llorar cuando me acuerdo de Don DionisioAlcalá Galiano, el más valiente brigadier de laarmada. Eso sí: tenía el genio fuerte y no con-sentía la más pequeña falta; pero su muchorigor nos obligaba a quererle más, porque elcapitán que se hace temer por severo, si a laseveridad acompaña la justicia, infunde respe-to, y, por último, se conquista el cariño de la

Page 311: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

gente. También puede decirse que otro máscaballero y más generoso que D. Dionisio Al-calá Galiano no ha nacido en el mundo. Así esque cuando quería obsequiar a sus amigos, nose andaba por las ramas, y una vez en la Haba-na gastó diez mil duros en cierto convite quedio a bordo de su buque.

-También oí que era hombre muy sabio en lanáutica.

-¿En la náutica? Sabía más que Merlín y quetodos los doctores de la Iglesia. ¡Si había hechoun sinfín de mapas y había descubierto no séqué tierras que están allá por el mismo infierno!¡Y hombres así los mandan a una batalla paraque perezcan como un grumete! Le contaré austed lo que pasó en el Bahama. Desde que em-pezó la batalla, D. Dionisio Alcalá Galiano sab-ía que la habíamos de perder, porque aquellamaldita virada en redondo... Nosotros estába-mos en la reserva y nos quedamos a la cola.Nelson, que no era ningún rana, vio nuestra

Page 312: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

línea y dijo: «Pues si la corto por dos puntosdistintos, y les cojo entre dos fuegos, no se meescapa ni tanto así de navío». Así lo hizo elmaldito, y como nuestra línea era tan larga, lacabeza no podía ir en auxilio de la cola. Nos derrotópor partes, atacándonos en dos fuertes colum-nas dispuestas al modo de cuña, que es, segúndicen, el modo de combatir que usaba el ca-pitán moro Alejandro Magno, y que hoy dicenusa también Napoleón. Lo cierto es que nosenvolvió y nos dividió y nos fue rematandobarco a barco de tal modo, que no podíamosayudarnos unos a otros, y cada navío se veíaobligado a combatir con tres o cuatro.

»Pues verá usted: el Bahama fue de los queprimero entraron en fuego. Alcalá Galiano re-vistó la tripulación al mediodía, examinó lasbaterías, y nos echó una arenga en que dijo,señalando la bandera: «Señores: estén ustedestodos en la inteligencia de que esa bandera estáclavada». Ya sabíamos qué clase de hombre nos

Page 313: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

mandaba; y así, no nos asombró aquel lenguaje.Después le dijo al guardia marina D. AlonsoButrón, encargado de ella: «Cuida de defender-la. Ningún Galiano se rinde, y tampoco unButrón debe hacerlo».

-Lástima es -dije yo-, que estos hombres nohayan tenido un jefe digno de su valor, ya queno se les encargó del mando de la escuadra.

-Sí que es lástima, y verá usted lo que pasó.Empezó la refriega, que ya sabrá usted fue cosabuena, si estuvo a bordo del Trinidad. Tres nav-íos nos acribillaron a balazos por babor y estri-bor. Desde los primeros momentos caían comomoscas los heridos, y el mismo comandanterecibió una fuerte contusión en la pierna, ydespués un astillazo en la cabeza, que le hizomucho daño. ¿Pero usted cree que se acobardó,ni que anduvo con ungüentos ni parches?¡Quiá! Seguía en el alcázar como si tal cosa,aunque personas muy queridas para él caían asu lado para no levantarse más. Alcalá Galiano

Page 314: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

mandaba la maniobra y la artillería como sihubiéramos estado haciendo el saludo frente auna plaza. Una balita de poca cosa le llevó elanteojo, y esto le hizo sonreír. Aún me pareceque le estoy viendo. La sangre de las heridas lemanchaba el uniforme y las manos; pero él nose cuidaba de esto más que si fueran gotas deagua salada salpicadas por el mar. Como sucarácter era algo arrebatado y su genio vivo,daba las órdenes gritando y con tanto coraje,que si no las obedeciéramos porque era nuestrodeber, las hubiéramos obedecido por miedo...Pero al fin todo se acabó de repente, cuandouna bala de medio calibre le cogió la cabeza,dejándole muerto en el acto.

»Con esto concluyó el entusiasmo, si no lalucha. Cuando cayó muerto nuestro queridocomandante, le ocultaron para que no le viéra-mos; pero nadie dejó de comprender lo quehabía pasado, y después de una lucha desespe-rada sostenida por el honor de la bandera, el

Page 315: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Bahama se rindió a los ingleses, que se lo lle-varán a Gibraltar si antes no se les va a pique,como sospecho».

Al concluir su relación, y después de contarcómo había pasado del Bahama al Santa Ana, micompañero dio un fuerte suspiro y calló pormucho tiempo. Pero como el camino se hacíalargo y pesado, yo intenté trabar de nuevo laconversación, y principié contándole lo quehabía visto, y, por último, mi traslado a bordodel Rayo con el joven Malespina.

«¡Ah! -dijo-. ¿Es un joven oficial de artilleríaque fue transportado a la balandra y de la ba-landra a tierra en la noche del 23?

-El mismo -conteste-, y por cierto que nadieme ha dado razón de su paradero.

-Pues ese fue de los que perecieron en la se-gunda lancha, que no pudo tocar a tierra. Delos sanos se salvaron algunos, entre ellos el

Page 316: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

padre de ese señor oficial de artillería; pero losheridos se ahogaron todos, como es fácil com-prender, no pudiendo los infelices ganar a nadola costa».

Me quedé absorto al saber la muerte del jo-ven Malespina, y la idea del pesar que aguar-daba a mi infeliz e idolatrada amita llenó mialma, ahogando todo resentimiento.

«¡Qué horrible desgracia! -exclamé-. ¿Y seréyo quien lleve tan triste noticia a su afligidafamilia? ¿Pero, señor, está usted seguro de loque dice?

-He visto con estos ojos al padre de ese jo-ven, quejándose amargamente, y refiriendo lospormenores de la desgracia con tanta angustiaque partía el corazón. Según decía, él habíasalvado a todos los de la lancha, y asegurabaque si hubiera querido salvar sólo a su hijo, lohabría logrado a costa de la vida de todos losdemás. Prefirió con todo dar la vida al mayor

Page 317: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

número, aun sacrificando la de su hijo en bene-ficio de muchos, y así lo hizo. Parece que eshombre de mucha alma, y sumamente diestro yvaleroso».

Esto me entristeció tanto, que no hablé másdel asunto. ¡Muerto Marcial, muerto Malespina!¡Qué terribles nuevas llevaba yo a casa de miamo! Casi estuve por un momento decidido ano volver a Cádiz, dejando que el azar o la vozpública llevaran tan penosa comisión al senodel hogar, donde tantos corazones palpitabande inquietud. Sin embargo, era preciso que mepresentase a D. Alonso para darle cuenta de miconducta.

Llegamos por fin a Rota, y allí nos embar-camos para Cádiz. No pueden ustedes figurar-se qué alborotado estaba el vecindario con lanoticia de los desastres de la escuadra. Poco apoco iban llegando las nuevas de lo sucedido, yya se sabía la suerte de la mayor parte de losbuques, aunque de muchos marineros y tripu-

Page 318: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

lantes se ignoraba todavía el paradero. En lascalles ocurrían a cada momento escenas de de-solación, cuando un recién llegado daba cuentade los muertos que conocía, y nombraba laspersonas que no habían de volver. La multitudinvadía el muelle para reconocer los heridos,esperando encontrar al padre, al hermano, alhijo o al marido. Presencié escenas de frenéticaalegría, mezcladas con lances dolorosos y terri-bles desconsuelos. Las esperanzas se desvanec-ían, las sospechas se confirmaban las más de lasveces, y el número de los que ganaban en aquelagonioso juego de la suerte era bien pequeño,comparado con el de los que perdían. Loscadáveres que aparecieron en la costa de SantaMaría sacaban de dudas a muchas familias, yotras esperaban aún encontrar entre los prisio-neros conducidos a Gibraltar a la persona ama-da.

En honor del pueblo de Cádiz, debo decirque jamás vecindario alguno ha tomado con

Page 319: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

tanto empeño el auxilio de los heridos, no dis-tinguiendo entre nacionales y enemigos, antesbien equiparando a todos bajo el amplio pa-bellón de la caridad. Collingwood consignó ensus memorias esta generosidad de mis paisa-nos. Quizás la magnitud del desastre apagótodos los resentimientos. ¿No es triste conside-rar que sólo la desgracia hace a los hombreshermanos?

En Cádiz pude conocer en su conjunto la ac-ción de guerra que yo, a pesar de haber asistidoa ella, no conocía sino por casos particulares,pues lo largo de la línea, lo complicado de losmovimientos y la diversa suerte de los navíos,no permitían otra cosa. Según allí me dijeron,además del Trinidad, se habían ido a pique elArgonauta, de 92, mandado por D. Antonio Pa-reja, y el San Agustín, de 80, mandado por D.Felipe Cajigal. Con Gravina, en el Príncipe deAsturias, habían vuelto a Cádiz el Montañés, de80, comandante Alcedo, que murió en el com-

Page 320: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

bate en unión del segundo Castaños; el SanJusto, de 76, mandado por D. Miguel Gastón; elSan Leandro, de 74, mandado por D. José Que-vedo; el San Francisco, de 74, mandado por D.Luis Flores; el Rayo, de 100, que mandaba Mac-donell. De éstos, salieron el 23, para represar lasnaves que estaban a la vista, el Montañés, el SanJusto, el San Francisco y el Rayo; pero los dosúltimos se perdieron en la costa, lo mismo queel Monarca, de 74, mandado por Argumosa, y elNeptuno, de 80, cuyo heroico comandante, D.Cayetano Valdés, ya célebre por la jornada del14, estuvo a punto de perecer. Quedaron apre-sados el Bahama, que se deshizo antes de llegara Gibraltar; el San Ildefonso, de 74, comandanteVargas, que fue conducido a Inglaterra, y elNepomuceno, que por muchos años permanecióen Gibraltar, conservado como un objeto deveneración o sagrada reliquia. El Santa Anallegó felizmente a Cádiz en la misma noche enque le abandonamos. Los ingleses tambiénperdieron algunos de sus fuertes navíos, y no

Page 321: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

pocos de sus oficiales generales compartieron elglorioso fin del almirante Nelson.

En cuanto a los franceses, no es necesariodecir que tuvieron tantas pérdidas como noso-tros. A excepción de los cuatro navíos que seretiraron con Dumanoir sin entrar en fuego,mancha que en mucho tiempo no pudo quitar-se de encima la marina imperial, nuestros alia-dos se condujeron heroicamente en la batalla.Villeneuve, deseando que se olvidaran en undía sus faltas, peleó hasta el fin denodadamen-te, y fue llevado prisionero a Gibraltar. Otrosmuchos comandantes cayeron en poder de losingleses, y algunos murieron. Sus navíos corrie-ron igual suerte que los nuestros: unos se reti-raron con Gravina; otros fueron apresados, ymuchos se perdieron en las costas. El Achilles sevoló en medio del combate, como indiqué enmi relación.

Pero a pesar de estos desastres, nuestra alia-da, la orgullosa Francia, no pagó tan caro como

Page 322: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

España las consecuencias de aquella guerra. Siperdía lo más florido de su marina, en tierraalcanzaba en aquellos mismos días ruidosostriunfos. Napoleón había transportado en pocotiempo el gran ejército desde las orillas del Ca-nal de la Mancha a la Europa central, y poníaen ejecución su colosal plan de campaña contrael Austria. El 20 de Octubre, un día antes deTrafalgar, Napoleón presenciaba en el campode Ulm el desfile de las tropas austriacas, cuyosgenerales le entregaban su espada, y dos mesesdespués, el 2 de Diciembre del mismo año, ga-naba en los campos de Austerlitz la más bri-llante acción de su reinado.

Estos triunfos atenuaron en Francia lapérdida de Trafalgar; el mismo Napoleónmandó a los periódicos que no se hablara delasunto, y cuando se le dio cuenta de la victoriade sus implacables enemigos los ingleses, secontentó con encogerse de hombros diciendo:«Yo no puedo estar en todas partes».

Page 323: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

-XVII-Traté de retardar el momento de presentar-

me a mi amo; pero, al fin, el hambre, la desnu-dez en que me hallaba y la falta de asilo, meobligaron a ir. Mi corazón, al aproximarme a lacasa de Doña Flora, palpitaba con tanta fuerza,que a cada paso me detenía para tomar aliento.La inmensa pena que iba a causar anunciandola muerte del joven Malespina, gravitaba sobremi alma con tan atroz pesadumbre, que si yohubiera sido responsable de aquel desastre, nome habría sentido más angustiado. Llegué porfin, y entré en la casa. Mi presencia en el patioprodujo gran sensación; sentí fuertes pasos enlas galerías altas, y aún no había tenido tiempode decir una palabra, cuando me abrazaronestrechamente. No tardé en reconocer el rostrode Doña Flora, más pintorreado aquel día queun retablo, y ferozmente desfigurado con laalegría que mi presencia causó en el espíritu dela excelente vieja. Los dulces nombres de pimpo-

Page 324: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

llo, remono, angelito, y otros que me prodigó contoda largueza, no me hicieron sonreír. Subí, ytodos estaban en movimiento. Oí a mi amo quedecía: «¡Ahí está! Gracias a Dios». Entré en lasala, y Doña Francisca se adelantó hacia mípreguntándome con mortal ansiedad:

«¿Y D. Rafael? ¿Qué ha sido de D. Rafael?»

Permanecí confuso por largo rato. La voz seahogaba en mi garganta y no tenía valor paradecir la fatal noticia. Repitieron la pregunta, yentonces vi a mi amita que salía de una piezainmediata, con el rostro pálido, espantados losojos y mostrando en su ademán la angustia quela poseía. Su vista me hizo prorrumpir enamargo llanto, y no necesité pronunciar unapalabra. Rosita lanzó un grito terrible y cayódesmayada. D. Alonso y su esposa corrieron aauxiliarla, ocultando su pesar en el fondo delalma. Doña Flora se entristeció, y llamándomeaparte para cerciorarse de que mi personavolvía completa, me dijo:

Page 325: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

«¿Con que ha muerto ese caballerito? Ya melo figuraba yo, y así se lo he dicho a Paca; peroella, reza que te reza, ha creído que lo podíasalvar. Si cuando está de Dios una cosa... Y túbueno y sano, ¡qué placer! ¿No has perdidonada?»

La consternación que reinaba en la casa esimposible de pintar. Por espacio de un cuartode hora no se oyeron más que llantos, gritos ysollozos, porque la familia de Malespina estabaallí también. ¡Pero qué singulares cosas permiteDios para sus fines! Había pasado, como hedicho, un cuarto de hora desde que di la noti-cia, cuando una ruidosa y chillona voz hiriómis oídos. Era la de D. José María Malespina,que vociferaba en el patio, llamando a su mujer,a D. Alonso y a mi amita. Lo que más me sor-prendió fue que la voz del embustero parecíatan alegre como de costumbre, lo cual me pa-recía altamente indecoroso después de la des-

Page 326: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

gracia ocurrida. Corrimos a su encuentro, y memaravillé viéndole gozoso como unas pascuas.

«Pero D. Rafael... -le dijo mi amo con asom-bro.

-Bueno y sano -contestó D. José María-. Esdecir, sano, no; pero fuera de peligro sí, porquesu herida ya no ofrece cuidado. El bruto delcirujano opinaba que se moría; pero bien sabíayo que no. ¡Cirujanitos a mí! Yo lo he curado,señores; yo, yo, por un procedimiento nuevo,inusitado, que yo solo conozco».

Estas palabras, que repentinamente cambia-ban de un modo tan radical la situación, deja-ron atónitos a mis amos; después una vivaalegría sucedió a la anterior tristeza, y, porúltimo, cuando la fuerte emoción les permitióreflexionar sobre el engaño, me interpelaroncon severidad, reprendiéndome por el gransusto que les había ocasionado. Yo me disculpédiciendo que me lo habían contado tal como lo

Page 327: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

referí, y D. José María se puso furioso, llamán-dome zascandil, embustero y enredador.

Efectivamente, D. Rafael vivía y estaba fuerade peligro; mas se había quedado en Sanlúcaren casa de gente conocida, mientras su padrevino a Cádiz en busca de su familia para llevar-la al lado del herido. El lector no comprenderáel origen de la equivocación que me hizo anun-ciar con tan buena fe la muerte del joven; peroapuesto a que cuantos lean esto sospechan quealgún estupendo embuste del viejo Malespinahizo llegar a mis oídos la noticia de una desgra-cia supuesta. Así fue, ni más ni menos. Según loque supe después al ir a Sanlúcar acompañan-do a la familia, D. José María había forjado unanovela de heroísmo y habilidad por parte suya;en diversos corrillos refirió el extraño caso de lamuerte de su hijo, suponiendo pormenores,circunstancias tan dramáticas, que por algunosdías el fingido protagonista fue objeto de lasalabanzas de todos por su abnegación y valent-

Page 328: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

ía. Contó que, habiendo zozobrado la lancha, éltuvo que optar entre la salvación de su hijo y lade todos los demás, decidiéndose por estoúltimo, en razón de ser más generoso y huma-nitario. Adornó su leyenda con detalles tanperegrinos, tan interesantes y a la vez tan ve-rosímiles, que muchos se lo creyeron. Pero lasuperchería se descubrió pronto y el engaño noduró mucho tiempo, aunque sí el necesariopara que llegase a mis oídos, obligándome atransmitirlo a la familia. Aunque tenía muymala idea de la veracidad del viejo Malespina,jamás pude creer que se permitiera mentir enasuntos tan serios.

Pasadas aquellas fuertes emociones, mi amocayó en profunda melancolía; apenas hablaba;diríase que su alma, perdida la última ilusión,había liquidado toda clase de cuentas con elmundo y se preparaba para el último viaje. Ladefinitiva ausencia de Marcial le quitaba el úni-co amigo de aquella su infantil senectud, y no

Page 329: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

teniendo con quién jugar a los barquitos, seconsumía en honda tristeza. Ni aun viéndoletan abatido cejó Doña Francisca en su tarea demortificación, y el día de mi llegada oí que ledecía:

«Bonita la habéis hecho... ¿Qué te pare-ce?¿Aún no estás satisfecho? Anda, anda a laescuadra. ¿Tenía yo razón o no la tenía? ¡Oh!, sise hiciera caso de mí... ¿Aprenderás ahora?¿Ves cómo te ha castigado Dios?

-Mujer, déjame en paz -contestaba doloridomi amo.

-Y ahora nos hemos quedado sin escuadra,sin marinos, y nos quedaremos hasta sin modode andar si seguimos unidos con los franceses...Quiera Dios que estos señores no nos den unmal pago. El que se ha lucido es el Sr. Villeneu-ve. Vamos, que también Gravina, si se hubieraopuesto a la salida de la escuadra, como opina-

Page 330: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

ban Churruca y Alcalá Galiano, habría evitadoeste desastre que parte el corazón.

-Mujer... ¿qué entiendes tú de eso? No memortifiques -dijo mi amo muy contrariado.

-¿Pues no he de entender? Más que tú. Sí,señor, lo repito. Gravina será muy caballero ymuy valiente; pero lo que es ahora... buena laha hecho.

-Ha hecho lo que debía. ¿Te parece bien quehubiéramos pasado por cobardes?

-Por cobardes no, pero sí por prudentes. Esoes. Lo digo y lo repito. La escuadra española nodebía salir de Cádiz, cediendo a las genialida-des y al egoísmo de M. Villeneuve. Aquí se hacontado que Gravina opinó, como sus compa-ñeros, que no debían salir. Pero Villeneuve, queestaba decidido a ello, por hacer una hombradaque le reconciliase con su amo, trató de herir elamor propio de los nuestros. Parece que una de

Page 331: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

las razones que alegó Gravina fue el mal tiem-po, y mirando el barómetro de la cámara, dijo:«¿No ven ustedes que el barómetro anunciamal tiempo? ¿No ven ustedes cómo baja?». En-tonces Villeneuve dijo secamente: «Lo que bajaaquí es el valor». Al oír este insulto, Gravina selevantó ciego de ira y echó en cara al francés sucobarde comportamiento en el cabo de Finiste-rre. Se cruzaron palabritas un poco fuertes, y,por último, exclamó nuestro almirante: «¡A lamar mañana mismo!». Pero yo creo que Gravi-na no debía haber hecho caso de las baladrona-das del francés, no, señor; que antes que nadaes la prudencia, y más conociendo, como co-nocía, que la escuadra combinada no tenía con-diciones para luchar con la de Inglaterra».

Esta opinión, que entonces me pareció undesacato a la honra nacional, más tarde me pa-reció muy bien fundada. Doña Francisca teníarazón. Gravina no debió haber cedido a la exi-gencia de Villeneuve. Y digo esto, menosca-

Page 332: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

bando quizás la aureola que el pueblo puso enlas sienes del jefe de la escuadra española enaquella memorable ocasión.

Sin negar el mérito de Gravina, yo creohiperbólicas las alabanzas de que fue objetodespués del combate y en los días de su muer-te. Todo indicaba que Gravina era un cumplidocaballero y un valiente marino; pero quizás pordemasiado cortesano carecía de aquella resolu-ción que da el constante hábito de la guerra, ytambién de la superioridad que en carreras tandifíciles como la de la Marina se alcanza sólo enel cultivo asiduo de las ciencias que la constitu-yen. Gravina era un buen jefe de división; peronada más. La previsión, la serenidad, la inque-brantable firmeza, caracteres propios de lasorganizaciones destinadas al mando de grandesejércitos, no las tuvieron sino D. Cosme DamiánChurruca y D. Dionisio Alcalá Galiano.

Mi señor D. Alonso contestó a las últimaspalabras de su mujer; y cuando ésta salió, ob-

Page 333: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

servé que el pobre anciano rezaba con tantapiedad como en la cámara del Santa Ana la no-che de nuestra separación. Desde aquel día, elSr. de Cisniega no hizo más que rezar, y rezan-do se pasó el resto de su vida, hasta que se em-barcó en la nave que no vuelve más.

Murió mucho después de que su hija se ca-sara con D. Rafael Malespina, acontecimientoque hubo de efectuarse dos meses después dela gran función naval que los españoles llama-ron la del 21 y los ingleses Combate de Trafalgar,por haber ocurrido cerca del cabo de este nom-bre. Mi amita se casó en Vejer al amanecer deun día hermoso, aunque de invierno, y al puntopartieron para Medinasidonia, donde les teníanpreparada la casa. Yo fui testigo de su felicidaddurante los días que precedieron a la boda; masella no advirtió la profunda tristeza que medominaba, ni advirtiéndola hubiera conocido lacausa. Cada vez se crecía ella más ante mis ojos,y cada vez me encontraba yo más humillado

Page 334: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

ante la doble superioridad de su hermosura yde su clase. Acostumbrándome a la idea de quetan admirable conjunto de gracias no podía nidebía ser para mí, llegué a tranquilizarme, por-que la resignación, renunciando a toda espe-ranza, es un consuelo parecido a la muerte, ypor eso es un gran consuelo.

Se casaron, y el mismo día en que partieronpara Medinasidonia, Doña Francisca me or-denó que fuera yo también allá para ponermeal servicio de los desposados. Fui por la noche,y durante mi viaje solitario iba luchando conmis ideas y sensaciones, que oscilaban entreaceptar un puesto en la casa de los novios, orechazarlo para siempre. Llegué a la mañanasiguiente, me acerqué a la casa, entré en eljardín, puse el pie en el primer escalón de lapuerta y allí me detuve, porque mis pensa-mientos absorbían todo mi ser y necesitabaestar inmóvil para meditar mejor. Creo que

Page 335: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

permanecí en aquella actitud más de mediahora.

Silencio profundo reinaba en la casa. Los dosesposos, casados el día antes, dormían sin dudael primer sueño de su tranquilo amor, no tur-bado aún por ninguna pena. No pude menosde traer a la memoria las escenas de aquelloslejanos días en que ella y yo jugábamos juntos.Para mí, era Rosita entonces lo primero delmundo. Para ella, era yo, si no lo primero, almenos algo que se ama y que se echa de menosdurante ausencias de una hora. En tan pocotiempo, ¡cuánta mudanza!

Todo lo que estaba viendo me parecía expre-sar la felicidad de los esposos y como un insul-to a mi soledad. Aunque era invierno, se mefiguraba que los árboles todos del jardín secubrían de follaje, y que el emparrado que dabasombra a la puerta se llenaba inopinadamentede pámpanos para guarecerles cuando salierande paseo. El sol era muy fuerte y el aire se enti-

Page 336: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

biaba, oreando aquel nido cuyas primeras pajashabía ayudado a reunir yo mismo cuando fuimensajero de sus amores. Los rosales ateridosse me representaban cubiertos de rosas, y losnaranjos de azahares y frutas que mil pájarosvenían a picotear, participando del festín de laboda. Mis meditaciones y mis visiones no seinterrumpieron sino cuando el profundo silen-cio que reinaba en la casa se interrumpió por elsonido de una fresca voz, que retumbó en mialma, haciéndome estremecer. Aquella voz ale-gre me produjo una sensación indefinible, unasensación no sé si de miedo o de vergüenza: loque sí puedo asegurar es que una resoluciónsúbita me arrancó de la puerta, y salí del jardíncorriendo, como un ladrón que teme ser descu-bierto.

Mi propósito era inquebrantable. Sin perdertiempo salí de Medinasidonia, decidido a noservir ni en aquella casa ni en la de Vejer. Des-pués de reflexionar un poco, determiné ir a

Page 337: Episodios Nacionales. Trafalgar - WordPress.com...Episodios Nacionales Trafalgar Obra reproducida sin responsabilidad editorial Benito Pérez Galdós Advertencia de Luarna Ediciones

Cádiz para desde allí trasladarme a Madrid.Así lo hice, venciendo los halagos de Doña[267] Flora, que trató de atarme con una cadenaformada de las marchitas rosas de su amor; ydesde aquel día, ¡cuántas cosas me han pasadodignas de ser referidas! Mi destino, que ya mehabía llevado a Trafalgar, llevome después aotros escenarios gloriosos o menguados, perotodos dignos de memoria. ¿Queréis saber mivida entera? Pues aguardad un poco, y os diréalgo más en otro libro.

Madrid, enero-febrero 1873.

FIN DE TRAFALGAR