entrevista con eric howsband

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VIGENTE

EL campo de accin

DEL MARXISMO

Entrevista con Eric Hobsbawm

IVANA COSTA

El prestigioso historiador INGLS, analiza el futuro de la democracia en un mundo imperial. Al cabo de una vida de intensa militancia, reflexiona sobre la vigencia actual del marxismo y de su concepcin de la historia, centrada en las dificultades de una disciplina acechada por el escepticismo y el conformismo de la permanente especializacin.Hobsbawm tiene hoy 90 aos y todava escribe artculos, publica libros y responde largas entrevistas telefnicas, sigue estando ah. Desconfa de la perdurabilidad del imperio estadounidense, seala las ingenuidades de la utopa altermundista, piensa que es preciso ser un historiador escptico y, a la vez, esperar lo mejor del proyecto liberador del marxismo, el que sin duda reivindica.El mundo, que de nuevo se transforma mientras avanza la globalizacin capitalista, no ver desaparecer las unidades polticas reconocibles. Por ahora, al menos afirma Hobsbawm, no ver desaparecer los Estados nacionales. La globalizacin debilit muchos poderes del Estado. Hay una tendencia a globalizar la economa, la ciencia, las comunicaciones, pero no a crear grandes organizaciones supranacionales. Muchos Estados son irrelevantes o existen en funcin de la globalizacin (viven del turismo o como parasos fiscales), pero hay cinco o seis que determinan lo que pasa en el mundo y otros, ms chicos, son importantes porque imponen lmites a la globalizacin. La globalizacin capitalista, por ejemplo, insista en el libre movimiento de todos los factores de la produccin dinero, bienes, sin restriccin y por todo el mundo, pero la mano de obra es un factor de la produccin que no ha instaurado el libre movimiento y una de las razones es poltica (los Estados no lo permiten porque podra crear enormes problemas polticos a nivel nacional). El Estado no est desapareciendo; coexiste con la globalizacin, o sea, con un puado de corporaciones, pero no desaparece.En una entrevista para Libration afirmaba que hay que devolver al marxismo su elemento mesinico. A pesar de que el pensamiento poltico (sobre todo el marxismo) aspira a salvar a grandes porciones de la humanidad, la tendencia secular es a evitar el mesianismo. La utopa marxista tiene an una oportunidad mesinica en este siglo?No en la forma en que creamos en ella, es decir, la de una economa planificada en forma centralizada que prcticamente eliminaba el mercado, sino bajo la forma de un sistema deliberadamente orientado a incrementar la libertad humana y el desarrollo de las habilidades humanas. Creo que, as, el marxismo todava tiene un campo de accin considerable.Y las utopas altermundistas?Lo positivo es que son anticapitalistas y han vuelto a plantear la cuestin de que el capitalismo en su totalidad debe ser criticado. Lo negativo es cierta falta de realismo. Respecto de la globalizacin, por ejemplo: se le puede controlar en parte, pero no puede decirse que va a revertirse. Veo varias utopas en el movimiento altermundista, pero, por ahora, ninguna que sea universalmente aplicable como las aspiraciones socialistas de los siglos XIX y XX. Mucho del utopismo altermundista est ms cerca de los viejos anarquistas, que decan: acabemos con el capitalismo, acabemos con el rgimen malvado y despus, de alguna manera, todo resultar bien. Hay versiones polticamente ms tiles: algunas ONG aprendieron a actuar globalmente y pueden ejercer verdadera presin en campos importantes como el ambiental.En su ltimo libro, Guerra y paz en el siglo XXI, afirma que la democracia est rodeada de retrica vaca: se ha convertido en un concepto incuestionable que, sin embargo, enmascara situaciones inaceptables de injusticia. Sera posible recuperar un sentido autntico de democracia? Tendra sentido?La retrica vaca de la democracia sirve de justificacin a las conquistas imperiales, pero la crtica principal a la democracia como retrica de propaganda es ms amplia. En general, se usa para justificar las estructuras existentes de clase y poder: Ustedes son el pueblo y su soberana consiste en tener elecciones cada cuatro o seis aos y eso significa que nosotros, el gobierno, somos legtimos aun para los que no nos votaron. Hasta la prxima eleccin no es mucho lo que pueden hacer por s mismos. Entretanto, nosotros los gobernamos porque representamos al pueblo y lo que hacemos es para bien de la nacin. Una crtica:la democracia queda reducida a una participacin ocasional en las elecciones, porque oficialmente en una democracia uno no est autorizado a emprender otras acciones polticas que no sean las legtimas y pacficas.Varios politlogos franceses piensan mejorar la democracia fortaleciendo el debate institucional.S, pero mi objecin es mucho ms amplia: no digo nicamente que la democracia no puede quedar reducida slo a las elecciones, tampoco puede quedar reducida al debate. Lo que el pueblo hace y es debe influir en el gobierno, de formas variadas. Su influencia no puede quedar reducida a una forma particular de Constitucin. Por otra parte, muchos problemas del siglo XXI escapan al marco de los Estados nacionales. La democracia existe slo dentro de los Estados nacionales as que nos guste o no tenemos que encontrar otras formas de abordar problemas globales. Es difcil saber cules van a ser porque, hasta ahora, nada reemplaz a los Estados.Cuando habla de pueblo, piensa en movimientos sociales como los de Argentina, por ejemplo?Por supuesto, cualquier movimiento es sumamente importante, siempre que el gobierno tome en cuenta la opinin del pueblo.Usted estudi la forma en que histricamente muchos movimientos perdieron eficacia al convertirse en sujetos del clientelismo, usados por el populismo.Populismo es un trmino que se usa en sentido demasiado general. La mayora piensa que el populismo est asociado a la derecha poltica, pero tambin puede estar asociado a la izquierda o al centro. Populismo, simplemente, quiere decir gobiernos que tratan de hablar directamente con la gente; lo pueden hacer con diferentes propsitos. Pern era populista en un sentido y Chvez, en otro. No dira que necesariamente el populismo como tal debe ser aceptado por completo o rechazado. La esencia de la democracia es que el gobierno tiene que tomar en cuenta lo que el pueblo quiere y no quiere. No hay ningn mecanismo eficaz para hacerlo: el gobierno representativo no es muy eficaz. A veces funcionan mejor la prensa o los movimientos directos.Tiene futuro la multitud entendida como sujeto poltico, tal como piensa Toni Negri?Debo decirle que no soy un gran admirador de l. No tengo muy buena opinin de Negri y creo que el trmino multitud es demasiado general. Hay que definir qu se entiende por multitud. Se le podra estructurar por clases, por nacionalidad o de otras formas, pero decir multitud no nos lleva muy lejos.El concepto de clase social tambin fue objetado (Philip Furbank lo atac sociolgica e histricamente). En qu cifrara la importancia poltica del concepto de clase?Es un concepto que de hecho se mantiene. Cualquiera que analice resultados electorales ver que se les descompone por clase, seccin y nivel de educacin (hoy da esto tambin significa clase). Hoy, la poltica no est dominada por movimientos conscientes de que representen una clase, pero eso no significa que la clase haya dejado de ser importante. Algunas clases son hoy menos relevantes (la clase industrial trabajadora), pero eso no quiere decir que las clases hayan dejado de existir. Es un gran error subestimar la importancia de la clase y es un gran error suponer que una clase representa a las otras.El proyecto de Unin Europea, dice, es todava dudoso. Cules son los aspectos ms dudosos?No hay una identidad europea. En la UE, los gobiernos nacionales toman las decisiones. Las elecciones, incluso las europeas, se llevan a cabo en trminos de poltica nacional. La expansin de la UE a 27 Estados lo hace an ms evidente: no creo que tenga futuro como Estado federal nico y, hasta que no lo tenga, no tendr un electorado efectivo ni ser la base efectiva de la democracia. Eso no quiere decir que sea una mala organizacin. Al contrario, parece buena.Una grandeza econmica.Econmica y algo ms: ha logrado establecer ciertos patrones comunes en materia de leyes aceptadas como superiores a las leyes nacionales de los Estados. Quiz lo ms cercano a una federacin.La Unin Europea acaba de sancionar una ley que castiga a quien niegue el Holocausto. Usted estuvo en contra del juicio al historiador David Irving (acusado de negar la solucin final): La misma expresin dijo pertenece a una era en la que la condena moral reemplaz a la historiografa. Qu opina de esta ley?No creo que se pueda establecer o negar la verdad histrica por medio de la legislacin. Fue un error sancionar leyes que consideren un delito negar el Holocausto. Es un error de los franceses tratar de promulgar una ley sobre el genocidio de los armenios y fue un error del gobierno de Chirac insistir en que hay que ensear que el imperio francs fue positivo. Es la opinin general de los historiadores profesionales; no hace falta aclarar que difcilmente tengamos simpata alguna por los nazis o la masacre de los armenios por los turcos. Slo que sa no es la manera de establecer la verdad.Usa un ejemplo futbolstico para sealar diferencias entre Estados Unidos y el antiguo imperio britnico. Le gusta el futbol?No soy fantico, pero todos somos parte de una cultura futbolstica. Lo que digo es que hay un conflicto bsico entre la lgica del mercado, una lgica global y el hecho de que las emociones de la gente estn atadas al equipo nacional. Por un lado, los clubes y la competencia entre los principales clubes de los principales pases europeos son los que dan el dinero. Pero all no hay nada nacional (como sabe, hubo un momento en que mi equipo, el Arsenal, no tena prcticamente ningn jugador nacido en Inglaterra). Para estos grandes clubes, las selecciones nacionales son una distraccin. No les gusta prestar a sus jugadores para que entrenen con sus selecciones, pero las selecciones nacionales tienen que entrenar. Por lo tanto, para los clubes empresas capitalistas, naturalmente la seleccin nacional es una distraccin y sin embargo no pueden prescindir de ella porque lo que mantiene al futbol en funcionamiento es la competencia internacional.Esa distraccin y las tensiones que plantea son un atractivo mayor. Los partidos no seran tan intensos si no estuvieran esas emociones en juego.S. En muchos sentidos, muchos pases que antes no tenan identidad, como algunos de frica, adquieren identidad a travs de esto porque es ms fcil imaginarse como parte de una gran unidad a travs de once personas en una cancha que a travs de abstracciones.Cmo influyen las emociones en su oficio de historiador?El historiador tiene que ser infinitamente curioso; tiene que poder imaginar las emociones de personas que no se le parecen. No se puede llegar al fondo de un periodo histrico si no se trata de averiguar cmo era. Alguien dijo una vez, muy acertadamente, que el pasado es otro pas. Los historiadores son, de alguna manera, escritores, novelistas: tienen que imaginar, pero no pueden inventar; deben guiarse por los hechos y el historiador tiene sus propios sentimientos, pero ellos no deben interferir con las pruebas. En este sentido, el gran modelo es el francs Marc Bloch. No slo era un maravilloso historiador: en su primer gran libro tambin imagin una sociedad que crea que el rey estaba en contacto directo con el cielo y que, por eso, la mano del rey poda curar sus males. Bloch tena sus propias emociones; se uni a la Resistencia y muri a manos de los alemanes durante la guerra. No era en absoluto una persona neutral.El historiador no inventa los hechos, pero descubre en los textos, en los documentos, en el anlisis cosas que estaban all y nadie haba visto. Descubrir e inventar son palabras muy prximas, aun etimolgicamente. Descubrir o inventar el Big Bang no es lo mismo?Creo que los historiadores comienzan con ciertos problemas que surgen de cmo han sido criados, cmo piensan, etctera. No llegan a la historia como cmaras que slo filman (hasta las cmaras deben ser dirigidas hacia algo) y, adems, los historiadores producen algo definitivo, permanente. No se pueden discutir las pruebas; s las interpretaciones. Alguno cree que Elvis Presley no muri: est equivocado. Quien niega el Holocausto est equivocado. De ah partimos. Qu piense usted de Elvis, cmo interpreta el Holocausto, hay infinitas discusiones posibles.Su concepcin de la historia cambi en todos estos aos?Bsicamente no ha cambiado.Trabaja con el tiempo: alguna vez pens qu es el tiempo?Bueno, ahora pienso que tenemos que expandir nuestros horizontes por fuera de la vida humana. La humanidad abarca una pequea porcin de la historia del mundo, siguiendo patrones astronmicos o incluso geolgicos. La agricultura se invent hace quiz 10 mil aos, pero uno debe tratar de ver el cuadro completo. Uno de los grandes aciertos de Marx fue tratar de ver el desarrollo completo de la raza humana en perspectiva, desde que sali de las cavernas hasta el desarrollo de las sociedades. Eso no significa que uno no se pueda concentrar en periodos ms breves. De hecho, uno debe hacerlo: los antroplogos solan entrenarse haciendo trabajo de campo sobre un determinado pueblo y los historiadores se entrenan eligiendo determinado tema. Pero hoy el gran peligro de la historia es la excesiva especializacin y que se ensee la historia no como un progreso general de la especie humana, sino como una serie de retazos elegidos segn un criterio cualquiera y es muy importante que los historiadores se comuniquen, que escriban para que se les pueda entender, no slo para otros especialistas.Entrevista originalmente publicada en el diario Clarn, 9 de junio de 2007, Argentina (http://www.clarin.com/suplementos/cultura/2007/06/09/u-00711.htm).

Ecologa y costes de produccin

Immanuel walesteirn

Casi todo el mundo acepta hoy que durante los ltimos 30 aos se ha producido una grave degradacin del entorno natural en que vivimos, a forteriori si hablamos de los ltimos cien o quinientos aos. As es, a pesar de los frecuentes e importantes inventos tecnolgicos y de una expansin del conocimiento cientfico que podran habernos hecho creer que conduciran hacia una consecuencia totalmente opuesta. Uno de los resultados de esto es que actualmente, a diferencia de lo que ocurra hace 30, 100 o 500 aos, la ecologa se ha convertido en un problema poltico importante en muchas partes del mundo. Incluso, existen movimientos polticos razonablemente significativos organizados esencialmente en torno a la defensa del medio ambiente para impedir una mayor degradacin e intentar revertir la situacin en la medida en que sea posible.

Evidentemente, la gravedad atribuida a este problema contemporneo oscila entre la opinin de aquellos que creen inminente el da del juicio final y la de quienes consideran que puede estar cercana una solucin tcnica. Creo que la mayora de las personas tienen una postura situada entre esas dos opiniones extremas. Yo no estoy en posicin adecuada para hablar de este tema desde un punto de vista cientfico, pero aceptar como plausible esa apreciacin intermedia y me dedicar a analizar la relevancia de este asunto para la economa poltica del sistema-mundo.

Por supuesto, el universo se encuentra en un incesante cambio, por lo que el mero hecho de que las cosas ya no sean como eran antes es tan banal que no merece que se le preste ninguna atencin. Adems, dentro de esta constante turbulencia hay modelos de renovacin estructural, a los que llamamos vida. Los fenmenos vivos, u orgnicos, tienen comienzo y fin para cada existencia individual, pero en el proceso se produce procreacin, de forma que las especies tienden a conservarse. Pero esta renovacin cclica nunca es perfecta, y, por lo tanto, la ecologa global nunca se mantiene esttica. Por otra parte, todos los fenmenos vivos ingieren de alguna forma productos procedentes del exterior, entre los que se encuentran la mayora de las veces otros fenmenos vivos, y la proporcin predador/presa no es nunca perfecta, por lo que el medio biolgico est en constante evolucin.

Ms an, los venenos tambin son fenmenos naturales y juegan un papel en el equilibrio ecolgico desde mucho antes de que los seres humanos entraran en juego. El que hoy sepamos mucha ms qumica y biologa que nuestros antepasados quiz nos haga ms conscientes de la presencia de toxinas en nuestro medio ambiente, aunque tambin podra no ser as, ya que actualmente estamos enterndonos de cuan sofisticados eran los pueblos pre-alfabetizados en lo que se refera a toxinas y antitoxinas. Nosotros aprendemos todas estas cosas en la escuela y en la enseanza secundaria, as como en la simple observacin de la vida cotidiana. No obstante, frecuentemente tendemos a despreciar estas obvias limitaciones cuando hablamos de la poltica relacionada con los temas ecolgicos.

Plantearse estos problemas slo tiene sentido si creemos que en los ltimos aos ha ocurrido algo especial o adicional, aumentando el peligro, y si, al mismo tiempo, creemos que es posible hacer algo frente a ese peligro incrementado. Generalmente, el planteamiento de los verdes y de otros movimientos ecologistas incluye ambos aspectos: nivel creciente de peligro (por ejemplo, agujeros en la capa de ozono, efecto invernadero, fusiones atmicas) y soluciones potenciales.

Como dije, estoy dispuesto a tomar como punto de partida la suposicin de que resulta razonable plantearse que estamos ante una amenaza creciente, que requiere alguna reaccin urgente. Sin embargo, a fin de reaccionar con inteligencia frente a esa amenaza, debemos hacernos dos preguntas: quin est en peligro?, por qu existe esta mayor amenaza? A su vez, la pregunta "peligro para quin" tiene dos componentes: quin entre los seres humanos y quin entre los seres vivos. La primera pregunta saca a relucir la comparacin entre las actitudes del Norte y del Sur frente a los problemas ecolgicos. La segunda afecta a la ecologa profunda. Pero ambas preguntas implican, de hecho, aspectos relativos a la naturaleza de la civilizacin capitalista y al funcionamiento de la economa-mundo capitalista, lo que significa que antes de poder dar respuesta al "quin est en peligro" debemos analizar mejor cul es la fuente del peligro.

Comencemos recordando dos aspectos elementales del capitalismo histrico. Uno es bien conocido: el capitalismo es un sistema que tiene una necesidad imperiosa de expansin en trminos de produccin total y en trminos geogrficos, a fin de mantener su objetivo principal, la acumulacin incesante. El segundo aspecto se toma en cuenta menos frecuentemente. Para los capitalistas, sobre todo para los grandes capitalistas, un elemento esencial en la acumulacin de capital es dejar sin pagar sus cuentas. Esto es lo que yo llamo los trapos sucios [dirty secret] del capitalismo.

Permtanme desarrollar estos dos aspectos. El primero, la expansin constante de la economa-mundo capitalista, es admitido por todos. Los defensores del capitalismo venden esto como una de sus grandes virtudes. Sin embargo, las personas comprometidas con los problemas ecolgicos lo presentan como uno de sus grandes vicios, y, en particular, frecuentemente cuestionan uno de los puntales ideolgicos de esta expansin, la afirmacin del derecho (en realidad, deber) de los seres humanos "a conquistar la naturaleza." Ahora bien, ciertamente, ni la expansin ni la conquista de la naturaleza eran desconocidas antes de los inicios de la economa-mundo capitalista durante el siglo XVI. Pero, al igual que muchos otros fenmenos sociales anteriores a esta poca, en los sistemas histricos precedentes no tenan prioridad existencial. Lo que el capitalismo histrico hizo fue poner en primer plano ambos temas (la expansin real y su justificacin ideolgica), permitiendo a los capitalistas pasar por alto las objeciones sociales a este terrible do.

sta es la verdadera diferencia entre el capitalismo histrico y los sistemas histricos previos. Todos los valores de la civilizacin capitalista son milenarios, pero tambin lo son otros valores contradictorios. Como capitalismo histrico entendemos un sistema en el que las instituciones que se construyeron posibilitan que los valores capitalistas tomen prioridad, de forma que la economa-mundo en su conjunto tom el camino de la mercantilizacin de todas las cosas haciendo de la acumulacin incesante de capital su objeto propio.

Evidentemente, el efecto de esto no se experimenta en un da o incluso en un siglo. La expansin tiene un efecto acumulativo. Lleva tiempo derribar los rboles. Los rboles de Irlanda fueron cortados todos durante el Siglo XVII. Pero haba otros rboles en otros lugares. Hoy, hablamos de la selva amaznica como de la ltima extensin realmente poblada de rboles, y parece que est desapareciendo rpidamente. Lleva tiempo verter toxinas en los ros o en la atmsfera. Hace slo 50 aos, el smog era una palabra reciente, inventada para describir las inusitadas condiciones de Los ngeles. Estaba pensada para describir la vida en una localidad que mostr una cruel desatencin hacia la calidad de vida y la cultura. Hoy, el smog est en todos los lados, e infecta Atenas y Pars. Y la economa-mundo capitalista sigue expandindose con una imprudente velocidad. Incluso en la actual onda descendente (Kondratieff-B), omos hablar de notables tasas de crecimiento en el Este y el Sudeste de Asia. Qu podemos esperar de la siguiente onda ascendente Kondratieff-A?

Adems, la democratizacin del mundo, y ha habido una democratizacin, ha implicado que esta expansin siga siendo increblemente popular en muchas partes del mundo. Probablemente, es ms popular que nunca lo haya sido. Hay ms personas reclamando sus derechos, y stos incluyen, muy destacadamente, el derecho a un trozo del pastel. Pero un trozo del pastel para un porcentaje grande de la poblacin mundial exige necesariamente ms produccin, sin mencionar el hecho de que esa poblacin mundial sigue creciendo todava. As que no son solamente los capitalistas quienes quieren la expansin, sino tambin mucha gente corriente. Esto no impide que mucha de esta misma gente quiera tambin detener la degradacin del medio ambiente en el mundo. Pero esto simplemente prueba que estamos metidos en otra contradiccin de este sistema histrico. Mucha gente quiere tener ms rboles y ms bienes materiales, y gran parte de ella se limita a separar en sus mentes ambas demandas.

Desde el punto de vista de los capitalistas, como sabemos, el objetivo de la produccin creciente es obtener ganancias. Haciendo una distincin que no creo que est anticuada, esto implica una produccin para el cambio y no una produccin para el uso.

Las ganancias obtenidas en una nica operacin son iguales al margen existente entre el precio de venta y el coste total de produccin, es decir, el coste de todo aquello que es necesario para colocar ese producto en el punto de venta. Por supuesto, las ganancias reales sobre la totalidad de las operaciones realizadas por un capitalista se calculan multiplicando este margen por la cantidad de operaciones de venta realizadas. Por tanto, el "mercado" limita los precios de venta, en cierta medida, porque si el precio aumenta demasiado puede ocurrir que las ganancias totales obtenidas al vender sean menores que con precios ms bajos.

Pero qu cosas limitan los costes totales? En esto, juega un papel importante el precio del trabajo, que, evidentemente, incluye el precio del trabajo incorporado en los diferentes inputs. Sin embargo, el precio establecido en el mercado de trabajo no depende exclusivamente de la relacin entre oferta y demanda, sino tambin del poder negociador del movimiento obrero. ste es un tema complicado, pues son muchos los factores que influyen sobre la fuerza de ese poder negociador. Lo que puede decirse es que, a lo largo de la historia de la economa-mundo capitalista, ese poder de negociacin ha aumentado como tendencia secular, a pesar de las subidas y bajadas propias de sus ritmos cclicos. Hoy, a la entrada del Siglo XXI, esta fuerza est a punto de iniciar un movimiento singular ascendente, a causa de la desruralizacin del mundo.

La desruralizacin es crucial para el precio del trabajo. En trminos de poder negociador, hay diferentes tipos de ejrcito laboral de reserva. El grupo ms dbil ha sido siempre el formado por personas residentes en reas rurales y que se trasladan por primera vez a reas urbanas para buscar un trabajo asalariado. En general, para estas personas el salario urbano, incluso si es extremadamente bajo respecto a los estndares mundiales o locales, suele ser econmicamente ms ventajoso que la permanencia en las reas rurales. Probablemente, harn falta veinte o treinta aos para que estas personas modifiquen su sistema econmico de referencia y lleguen a ser totalmente conscientes de su poder potencial en un puesto de trabajo urbano, comenzando a comprometerse en algn tipo de accin sindical para tratar de obtener salarios ms altos. Las personas residentes desde hace largo tiempo en reas urbanas reclaman, en lneas generales, niveles salariales ms altos para aceptar un trabajo asalariado, incluso si carecen de empleo en la economa formal y viven en terribles condiciones insalubres. Esto se debe a que ya han aprendido a obtener, a travs de fuentes alternativas propias del centro urbano, un nivel mnimo de ingresos que es ms alto que el ofrecido a los inmigrantes rurales recin llegados.

As, aunque queda todava un enorme ejrcito laboral de reserva en el sistema-mundo, la rpida desruralizacin del sistema provoca un rpido aumento del precio medio del trabajo, lo que, a su vez, implica que tasa media de ganancia debe ir bajando necesariamente. Esta disminucin de la tasa de ganancia hace mucho ms importante la reduccin de otros costes no laborales. Pero, por supuesto, todos los inputs que intervienen en la produccin son afectados por el incremento de los costes laborales. Aunque las innovaciones tcnicas pueden continuar reduciendo el coste de algunos inputs y los gobiernos pueden continuar instituyendo y defendiendo posiciones monopolsticas de algunas empresas, facilitando as el mantenimiento de precios de venta elevados, no por ello deja de ser absolutamente crucial para los capitalistas seguir descargando sobre otros parte de sus costes.

Evidentemente, esos "otros" son el Estado o, si no es ste directamente, la "sociedad". Permtanme investigar cmo se hace eso y cmo se paga la factura. Hay dos vas distintas para que los Estados paguen los costes. Los gobiernos pueden aceptar formalmente ese papel, a travs de subvenciones de algn tipo. Sin embargo, las subvenciones son cada vez ms visibles e impopulares, provocando fuertes protestas de las empresas competidoras y de los contribuyentes. Las subvenciones plantean problemas polticos. Pero hay otro camino, ms importante y polticamente menos dificultoso para los gobiernos, porque todo lo que requiere es una no-accin. A lo largo de la historia del capitalismo histrico, los gobiernos han permitido que las empresas no asuman muchos de sus costes, renunciando a requerirles que lo hagan. Los gobiernos hacen esto, en parte, poniendo infraestructuras a su disposicin, y, posiblemente en mayor parte, no insistiendo en que una operacin productiva debe incluir el coste de restaurar el medio ambiente para que ste sea "preservado".

Hay dos tipos diferentes de operaciones para la preservacin del medio ambiente. El primero consiste en limpiar los efectos negativos de una actividad productiva (por ejemplo, combatiendo las toxinas qumicas subproducto de la produccin, o eliminando los residuos no biodegradables). El segundo tipo consiste en invertir en la renovacin de los recursos naturales que han sido utilizados (por ejemplo, replantando rboles). Los movimientos ecologistas han planteado una larga serie de propuestas especficas dirigidas hacia esos objetivos. En general, estas propuestas encuentran una resistencia considerable por parte de las empresas que podran ser afectadas por ellas, porque estas medidas son muy costosas y, por tanto, llevaran a una reduccin de produccin.

La verdad es que las empresas tienen esencialmente razn. Estas medidas son, desde luego, demasiado costosas, si se plantea el problema en trminos de mantener la actual tasa media de ganancia a nivel mundial. S, son extremadamente costosas. Dada la desruralizacin del mundo y sus ya importantes efectos sobre la acumulacin de capital, la puesta en prctica de medidas ecolgicas significativas y seriamente llevadas a cabo, podra ser el golpe de gracia a la viabilidad de la economa-mundo capitalista. Por lo tanto, con independencia de las posiciones que sobre estos temas expresen los departamentos de relaciones pblicas de determinadas empresas, lo nico que podemos esperar de los capitalistas en general es un constante hacerse el remoln.

De hecho, estamos ante tres alternativas:

Una, los gobiernos pueden insistir en que todas las empresas deben internalizar todos los costes, y nos encontraramos de inmediato con una aguda disminucin de beneficios.

Dos, los gobiernos pueden pagar la factura de las medidas ecolgicas (limpieza y restauracin ms prevencin), utilizando impuestos para ello. Pero si se aumentan los impuestos, entonces, o bien se aumentan sobre las empresas, lo que conducira a la misma reduccin de las ganancias, o bien se aumentan sobre el resto de la gente, lo que posiblemente conducira a una intensa rebelin fiscal.

Tres, podemos no hacer prcticamente nada, lo que conducira a las diversas catstrofes ecolgicas de las que los movimientos ecologistas nos han alertado.

Hasta ahora, la tercera alternativa es la que ha predominado. En cualquier caso, esto explica por qu digo que "no hay salida", queriendo decir que no hay salida dentro del entramado del sistema histrico existente.

Por supuesto, si bien los gobiernos rechazan la primera alternativa -requerir la internalizacin de costes-, pueden intentar comprar tiempo, que es, precisamente, lo que muchos han hecho. Una de las maneras principales de "comprar tiempo" es intentar desplazar el problema desde los polticamente fuertes hacia los polticamente dbiles, esto es, del Norte hacia el Sur, lo que puede hacerse de dos formas. La primera de ellas es descargar todos los residuos en el Sur, comprando un poco de tiempo para el Norte sin afectar a la acumulacin mundial. La otra consiste en tratar de imponer al Sur la posposicin de su "desarrollo", forzndole a aceptar severas limitaciones a la produccin industrial o la utilizacin de formas de produccin ecolgicamente ms saludables, pero tambin ms caras. Esto plantea inmediatamente la pregunta de quin paga el precio de las restricciones globales y la de si, en cualquier caso, podrn funcionar. Por ejemplo, si China aceptase reducir el uso de combustibles fsiles, cmo afectara esto a las perspectivas de China como parte en expansin del mercado mundial, y, por tanto, tambin a las perspectivas de la acumulacin de capital? Terminamos volviendo al mismo punto.

Francamente, probablemente sea una suerte que el descargar los problemas sobre el Sur no sea ya una solucin real a largo plazo para estos dilemas. Podra decirse que durante los ltimos 500 aos eso formaba parte del procedimiento establecido. Pero la expansin de la economa-mundo ha sido tan grande, y el consiguiente nivel de degradacin tan grave, que no queda espacio para arreglar significativamente la situacin exportndola a la periferia. Estamos obligados a volver a los fundamentos. Es un asunto de economa poltica, en primer lugar, y, por tanto, de opciones morales y polticas.

Los dilemas ambientales que encaramos hoy son resultado directo de la economa-mundo capitalista. Mientras que todos los sistemas histricos anteriores transformaron la ecologa, y algunos de ellos llegaron a destruir la posibilidad de mantener en reas determinadas un equilibrio viable que asegurase la supervivencia del sistema histrico localmente existente, solamente el capitalismo histrico ha llegado a ser una amenaza para la posibilidad de una existencia futura viable de la humanidad, por haber sido el primer sistema histrico que ha englobado toda la Tierra y que ha expandido la produccin y la poblacin ms all de todo lo previamente imaginable.

Hemos llegado a esta situacin porque en este sistema los capitalistas han conseguido hacer ineficaz la capacidad de otras fuerzas para imponer lmites a la actividad de los capitalistas en nombre de valores diferentes al de la acumulacin incesante de capital. El problema ha sido, precisamente, Prometeo desencadenado.

Pero Prometeo desencadenado no es algo inherente a la sociedad humana. Este desencadenamiento, del que alardean los defensores del actual sistema, fue l mismo un difcil logro, cuyas ventajas a medio plazo estn siendo ahora superadas abrumadoramente por sus desventajas a largo plazo. La economa poltica de la actual situacin consiste en que el capitalismo histrico est, de hecho, en crisis precisamente porque no puede encontrar soluciones razonables a sus dilemas actuales, entre los que la incapacidad para contener la destruccin ecolgica es uno de los mayores, aunque no el nico.

De este anlisis, saco varias conclusiones. La primera es que la legislacin reformista tiene lmites inherentes. Si la medida del xito de esa legislacin es el grado en que logre disminuir apreciablemente la degradacin ambiental mundial en los prximos 10-20 aos, yo predecira que ser muy pequeo, pues la oposicin poltica ser feroz, dado el impacto que tal legislacin tiene sobre la acumulacin de capital. Sin embargo, eso no quiere decir que sea intil realizar esos esfuerzos. Todo lo contrario, muy probablemente. La presin poltica en favor de tal legislacin puede aumentar los dilemas del sistema capitalista. Puede facilitar la cristalizacin de los verdaderos problemas polticos que estn en juego, a condicin de que esos problemas se planteen correctamente.

Los empresarios han argumentado esencialmente que la opcin es empleos versus romanticismo, o humanos versus naturaleza. En gran medida, muchas de las personas comprometidas con la problemtica ecologista han cado en la trampa, respondiendo de dos maneras diferentes que, a mi entender, son ambas incorrectas. Unos han dicho que "una puntada a tiempo ahorra nueve", sugiriendo que, dentro de la estructura del sistema actual, es formalmente racional para los gobiernos gastar una cantidad x ahora para no gastar despus cantidades mucho mayores. Esta es una lnea argumental que tiene sentido dentro de la estructura de un sistema determinado. Pero acabo de argumentar que, desde el punto de vista de los capitalistas, tal "dar puntadas a tiempo," si son lo suficientemente amplias para detener el dao, no resultan racionales, ya que amenazara de manera fundamental la posibilidad de una continua acumulacin de capital.

Tambin considero polticamente impracticable la segunda respuesta dada a los empresarios, basada en las virtudes de la naturaleza y las maldades de la ciencia. En la prctica, esto se traduce en la defensa de una obscura fauna de la que la mayora de la gente no ha odo hablar nunca y respecto a la cual se siente indiferente, lo que conduce a que responsabilice de la destruccin de empleo a unos intelectuales de clase media urbana. As, la atencin queda desplazada de los problemas principales, que son y deben seguir siendo dos. El primero es que los capitalistas no pagan su cuenta. El segundo es que la incesante acumulacin de capital es un objetivo materialmente irracional, ante el que existe una alternativa bsica consistente en sopesar y comparar las ventajas de los diversos factores (incluyendo las de la produccin) en trminos de racionalidad material colectiva.

Ha habido una desafortunada tendencia a hacer de la ciencia y de la tecnologa el enemigo, cuando la verdadera raz genrica del problema es el capitalismo. Ciertamente, el capitalismo ha utilizado el esplendor del interminable avance tecnolgico como una de sus justificaciones. Y ha respaldado una determinada visin de la ciencia -ciencia newtoniana, determinista-, utilizada como mortaja cultural y aval del argumento poltico que pretende que los seres humanos deben "conquistar" la naturaleza, que pueden hacerlo y que todos los efectos negativos de la expansin econmica podran ser contrarrestados por el inevitable progreso cientfico.

Sabemos hoy que esta visin y esta versin de ciencia tienen una aplicabilidad limitada y universal. Esta versin de la ciencia se enfrenta al desafo fundamental planteado desde la propia comunidad cientfica, en particular desde el amplio grupo dedicado a lo que denominan como "estudios sobre la complejidad". Las ciencias de la complejidad son muy diferentes de la ciencia newtoniana en muy diversos aspectos: rechazo de la posibilidad intrnseca de predicibilidad; afirmacin de la normalidad de los sistemas alejados del equilibrio, con sus inevitables bifurcaciones; centralidad de la flecha del tiempo. Pero lo que quiz sea ms relevante para el tema que estamos tratando es el nfasis puesto en la creatividad autoconstituyente de los procesos naturales y en la inseparabilidad entre seres humanos y naturaleza, lo que conduce a afirmar que la ciencia es parte integrante de la cultura. Desaparece la idea de una actividad intelectual desarraigada que aspire a una verdad eterna subyacente a todo lo existente. En su lugar, surge la visin de un mundo de realidad descubrible, pero en el que no puede descubrirse el futuro, porque el futuro est todava sin crear. El futuro no est inscrito en el presente, aunque pueda estar circunscrito por el pasado.

Me parecen muy claras las implicaciones polticas de esta visin de la ciencia. El presente es siempre toma de decisiones, pero, cmo alguien dijo una vez, aunque nosotros hagamos nuestra propia historia, no la hacemos tal y como la hemos escogido. Pero la hacemos. El presente es siempre toma de decisiones, pero la gama de opciones se expande considerablemente en los perodos que preceden inmediatamente a una bifurcacin, cuando el sistema est ms alejado del equilibrio, porque en ese momento inputs pequeos provocan grandes outputs (a diferencia de lo que ocurre cerca del equilibrio, cuando grandes inputs producen pequeos outputs).

Volvamos ahora al tema de la ecologa, al que he situado dentro de la estructura de la economa poltica del sistema-mundo. He explicado que la fuente de la destruccin ecolgica es la necesidad de externalizar costos que sienten los empresarios y, por tanto, la ausencia de incentivos para tomar decisiones ecolgicamente sensibles. He explicado tambin, sin embargo, que este problema es ms grave que nunca a causa de la crisis sistmica en que hemos entrado, ya que sta ha limitado de varias formas las posibilidades de acumulacin de capital, quedando la externalizacin de costes como uno de los principales y ms accesibles remedios paliativos. De ah he deducido que hoy es ms difcil que nunca obtener un asentimiento serio de los grupos empresariales a la adopcin de medidas para luchar contra la degradacin ecolgica.

Todo esto puede traducirse en el lenguaje de la complejidad muy fcilmente. Estamos en el perodo inmediatamente precedente a una bifurcacin. El sistema histrico actual est, de hecho, en crisis terminal. El problema que se nos plantea es qu es lo que lo reemplazar. Esta es la discusin poltica central de los prximos 25-50 aos. El tema de la degradacin ecolgica es un escenario central para esta discusin, aunque no el nico. Pienso que todo lo que tenemos que decir es que el debate es sobre la racionalidad material, y que estamos luchando por una solucin o por un sistema que sea materialmente racional.

El concepto de racionalidad material presupone que en todas las decisiones sociales hay conflictos entre valores diferentes y entre grupos diferentes que, frecuentemente, hablan en nombre de valores opuestos. Presupone tambin que no existe ningn sistema que pueda satisfacer simultneamente todos esos conjuntos de valores, incluso aunque creysemos que todos ellos se lo merecen. Para ser materialmente racional hay que hacer elecciones que den como resultado una combinacin ptima. Pero qu significa ptimo? En parte, podramos definirlo con el viejo lema de Jeremy Bentham, lo mejor para la mayora. El problema es que este lema, aunque nos coloca en el camino adecuado (el resultado), tiene muchos puntos dbiles.

Por ejemplo, quines son la mayora? El problema ecolgico nos hace muy sensibles ante esta pregunta. Est claro que, cuando hablamos de degradacin ecolgica, no podemos hablar de un nico pas. Ni siquiera podemos limitarnos a nuestro planeta. Tambin hay que tomar en cuenta la cuestin generacional. Lo mejor para la actual generacin podra ser muy nocivo para los intereses de las generaciones futuras. Por otra parte, la generacin actual tambin tiene sus derechos. En realidad, estamos ya en medio de este debate que afecta a personas realmente existentes: qu porcentaje de los gastos sociales dedicar a los nios, a los trabajadores adultos y a las personas mayores? Si aadimos a los an no nacidos, no resulta en absoluto fcil llegar a una distribucin justa.

Pero precisamente este es el tipo de sistema social alternativo que debemos tratar de construir, un sistema que discuta, sopese y decida colectivamente este tipo de asuntos fundamentales. La produccin es importante. Necesitamos usar los rboles como madera y como combustible, tambin los necesitamos para que den sombra y belleza esttica. Y necesitamos seguir teniendo rboles en el futuro para todos estos usos. El argumento tradicional de los empresarios es que esas decisiones sociales se toman mejor por acumulacin de decisiones individuales, pues, en su opinin, no existe un mecanismo mejor que permita alcanzar decisiones colectivas. Sin embargo, por plausible que esa lnea de razonamiento pueda ser, no justifica una situacin en la que una persona toma una decisin que es lucrativa para ella al precio de hacer caer impresionantes costes sobre otros que carecen de la posibilidad de conseguir que sus opiniones, preferencias o intereses sean tomados en cuenta al tomar la decisin. Pero esto es, precisamente, lo que la externalizacin de costes hace.

No hay salida? No hay salida dentro de la estructura del sistema histrico existente. Pero resulta que estamos en el proceso de salir de este sistema. La verdadera pregunta que se nos plantea es la de a dnde llegaremos como resultado de este proceso?. Aqu y ahora debemos levantar el estandarte de la racionalidad material, en torno al cual debemos agruparnos. Una vez que aceptemos la importancia de recorrer el camino de la racionalidad material, debemos ser conscientes de que es un camino largo y arduo. Involucra no solamente un nuevo sistema social, sino tambin nuevas estructuras de conocimiento, en las que la filosofa y las ciencias no podrn seguir divorciadas, y retornaremos a la epistemologa singular en pos del conocimiento utilizada con anterioridad a la creacin de la economa-mundo capitalista. Si comenzamos a recorrer este camino, tanto en lo que se refiere al sistema social en que vivimos como en cuanto a las estructuras de conocimiento que usamos para interpretarlo, necesitamos ser muy conscientes de que estamos ante un comienzo, no, de ninguna manera, ante un final. Los comienzos son inciertos, audaces y difciles, pero ofrecen una promesa, que es lo mximo.

---Prof. Immanuel [email protected]. of SociologyYale University

Globalizacin: Transnacionalizacin de la economaSamir AminThierd Wordl Forum, Dakar

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EL RETO DE LA MUNDIALIZACION LA MUNDIALIZACION, COARTADA DEL CAPITALISMO SALVAJE

El discurso dominante hace de la mundializacin una "obligacin absoluta, una "ley incuestionable" contra la que no se puede hacer nada. An ms, la mundializacin slo tendra un aspecto, la que se nos propone en su nombre, siendo todas las dems forzosamente utopas.

Ahora bien, la historia nos muestra exactamente lo contrario. La historia no est dirigida por el despliegue infalible de las "leyes de la economa pura" tal como lo imaginan los idelogos del sistema. Se construye por las reacciones sociales a las tendencias que estas leyes expresan, las cuales definen a su vez las relaciones sociales concretas en el marco en que estas leyes operan. Este rechazo organizado, coherente y eficaz de la sumisin unilateral y total a las exigencias de estas supuestas leyes modela la verdadera historia as como la lgica "pura" de la acumulacin capitalista. Dirigen las posibilidades y las formas de la expansin que se desarrolla por tanto en aquellos marcos en que imponen su organizacin.

Los retos a los que los pueblos se enfrentan hoy da son, sin duda, diferentes a los de ayer. Hay novedades. Son el resultado del conjunto de las transformacin que han sufrido las relaciones sociales y las relaciones internacionales. Estas relaciones haban sido construidas al finalizar la segunda guerra mundial sobre la base de la derrota del fascismo. En Occidente, esto haba creado una relacin de fuerzas considerablemente ms favorable para la clase obrera como no lo haba sido nunca en la historia precedente. Esta nueva relacin constituye la clave que permite comprender el compromiso histrico capital-trabajo del Estado socialdemcrata. Igualmente, la victoria de la Unin Sovitica y de la revolucin china crearon unas condiciones que estimularon el desarrollo obligando precisamente al capital a ajustarse al compromiso histrico socialdemcrata. El debate sobre la naturaleza social de este desarrollo - socialista o no- y sus contradicciones internas en el origen de su derrumbe no debe hacernos olvidar este efecto estimulante de la competencia poltica Oeste Este. Simultneamente el ascenso de los movimientos de liberacin en el Tercer Mundo - la liquidacin de la colonizacin- y la capacidad de los regmenes salidos de estas victorias para movilizar en su provecho los conflictos Este-Oeste han favorecido el crecimiento de las economas del Sur, crecimiento prodigioso en muchos de sus aspectos.

Por lo tanto, la expansin de la postguerra se produjo por el reajuste de las estrategias del capital ante las condiciones sociales que las fuerzas democrticas y populares le imponan. Justo lo contrario de las llamadas polticas de reajuste de nuestra poca. Pero el perodo posterior a la guerra (1945-1990) es tambin el de la erosin progresiva de los equilibrios sobre los que se asentaba su sistema. Por una parte es, en efecto, el de la industrializacin de las periferias, y por la otra, el desmantelamiento progresivo de los sistemas productivos nacionales centralizados y su recomposicin en tanto que elementos constitutivos de un sistema productivo mundial integrado. Esta doble erosin es la nueva manifestacin de la profundizacin de la mundializacin. Esta ha carcomido progresivamente la eficacia de las gestiones de la modernizacin por el Estado nacional a la vez que aparecan nuevas dimensiones del problema, mundiales de golpe (el desafo del medio ambiente a escala planetaria). El sistema mundial ha entrado entonces en una fase de crisis estructural a partir de 1968-1971, crisis de la cual no ha salido an un cuarto de siglo ms tarde, expresndose por la vuelta masiva y tenaz del paro en Occidente, la cada de los regmenes del sovietismo, graves involuciones en ciertas regiones del tercer mundo generalmente acompaadas por una endeudamiento exterior insoportable.

Es as como se han recreado unas condiciones favorables para la puesta en marcha de la lgica unilateral del capital. La mundializacin es hoy da la coartada detrs de la cual se esconde esta ofensiva del capital, que quiere aprovecharse de las nuevas relaciones de fuerza que le son ms favorables para aniquilar las conquistas histricas de las clases obreras y de los pueblos. Lo que aqu decimos sobre la mundializacin se aplica igualmente al proyecto europeo porque tambin se nos presente el proyecto europeo bajo un aspecto exclusivo, el de un "mercado comn" privado de cualquier dimensin social progresista. En estas condiciones, este proyecto sirve igualmente de excusa para desmantelar el orden social producido por las socialdemocracias nacionales sin que le sustituya un compromiso capital/trabajo anlogo a escala europea.

LA GESTION CAPITALISTA DE LA CRISIS MUNDIAL

La crisis se expresa por el hecho que los beneficios obtenidos de la produccin no encuentran salidas suficientes en inversiones rentables financieramente susceptibles de desarrollar las capacidades de produccin. La gestin de la crisis consiste entonces en encontrar "otros mercados" a este excedente de capitales flotantes, para evitar su desvalorizacin masiva y brutal, tal como ya se produjo en los aos 30.

La mundializacin exige que la gestin de la crisis opere a este nivel. La liberacin de las transferencias internacionales de capitales, la adopcin de cambios flotantes, las tasas de inters elevadas, las polticas de dficit sistemtico de la balanza de pagos americana, la deuda exterior del tercer mundo, las privatizaciones, constituyen en conjunto una poltica perfectamente racional que ofrece a estos capitales flotantes la salida de una huida hacia delante en la inversin financiera especulativa, descartando por ah mismo el peligro mayor, el de una desvalorizacin masiva del excedente de capitales. Se puede hacer una idea de la enormidad de la grandeza de este excedente uniendo dos cifras: la del comercio mundial, que es del orden de 3.000 millones de dlares por ao y el de los movimientos internacionales de capitales flotantes, que es del orden de 80 a 100.000 millones, o sea, treinta veces ms importante.

En este marco de gestin de la crisis las instituciones internacionales son instrumentalizadas, para servir especialmente para controlar las relaciones Oeste-Sur y las nuevas relaciones Oeste-Este. Los programas de reajuste estructural impuestos en este marco no son pues en absoluto lo que su nombre quisiera sugerir. No se trata de transformar las estructuras de una manera que permitiera seguidamente un nuevo impulso general y la expansin de los mercados. No se trata ms que de adaptaciones coyunturales sometidas a las lgicas a corto plazo de gestin de la crisis, en particular a las exigencias de la garanta de la rentabilidad financiera de los capitales excedentes.

Las exigencias de la gestin de la crisis estn en el origen de la "financiarizacin" del sistema. La proteccin prioritaria de la rentabilidad de las inversiones financieras, sea en detrimento de las inversiones productivas, agrava la desigualdad en la reparticin de los beneficios tanto en las escalas nacionales como en la mundial, y encierra en una espiral de estancamiento que hace difcil la salida de la crisis. Por el contrario, eso implicara la modificacin de las reglas sociales que dirigen el reparto del beneficio, el consumo, las decisiones de inversin, la gestin financiera, es decir, otro proyecto social distinto al que prevalece actualmente.

OTROS ASPECTOS DE LA MUNDIALIZACION SON NECESARIOS Y POSIBLES

El capitalismo es un sistema mundial y la ofensiva del capitalismo salvaje tambin lo es. La respuesta a esto, la solucin del problema por tanto debe serlo tambin. Pero el socialismo mundial - la nica respuesta humana al desafo- no es para maana, hay que actuar desde ahora mismo en un sentido que favorezca una evolucin favorable a ms largo plazo, saber insertarse en los mrgenes de accin posibles - por tenues que sean- para reforzar las capacidades de eleccin en un futuro. Sin duda estas posibilidades son diferentes en cada pas, pero se inscriben en una misma perspectiva porque, en definitiva, las polticas del capital son las mismas al Norte que al Sur, en todas parten producen el paro, la pobreza y la exclusin, incluso si la herencia histrica y la posicin ocupada en la jerarqua mundial dan dimensiones ms o menos dramticas a la catstrofe social. Existe pues una base objetiva sobre la cual puede y debe erigirse el internacionalismo de los pueblos, frente al del capital.

Si el mundo no puede gestionarse como un "mercado mundial", el hecho de lo que la mundializacin representa no puede ya ser rechazado y negado. Nunca es posible "remontar hacia atrs" el curso de la historia. Volver a los modelos de la expansin de postguerra implicara regresiones econmicas y de otros tipos insostenibles. Es por lo que las ideologas del pasado que niegan el carcter irreversible de la evolucin recorrida, necesariamente son llamadas a funcionar como fascismos, es decir, a someterse de hecho a las exigencias de las nuevas condiciones impuestas por la mundializacin mientras que se pretende liberarse de las mismas. Estn pues fundadas sobre el engao y la mentira, y es por lo que nicamente pueden funcionar mediante la negacin de la democracia. Por lo tanto, ellas estn abocadas a movilizar a las sociedades sobre falsos problemas - la emigracin, la pureza tnica, la sumisin a leyes supuestamente religiosas - y a instrumentalizar estos mtodos para imponer sus dictaduras mediante el terror o la manipulacin del chovinismo.

Por tanto, ahora el reto consiste en conciliar la interdependencia que la mundializacin implica y las desigualdades de poder frente a esta mundializacin que, como se dice, caracterizan los diferentes "compaeros sociales" y los diferentes "compaeros nacionales". Hay que partir de esta evidencia banal: el mundo es a la vez nico y diverso. Pero cuidado, la diversidad no es nicamente - o incluso principalmente- cultural. El acento puesto sobre esta ltima relega a un segundo plano la diversidad mayor, la de las posiciones ocupadas en la jerarqua econmica del capitalismo mundializado. Es a esta ltima a la que hay que combatir en primer lugar. No solamente sta se manifiesta en las desigualdades entre los pueblos sino tambin en las desigualdades sociales internas. No habr solucin a la crisis en tanto que no sean reforzadas las posiciones de todos los "dbiles" del sistema: los pueblos de las periferias, las clases sociales dominadas en todos los pases de los centros y de las periferias. Dicho de otra manera, salir del "colonialismo global" y de los mitos liberales, rechazar los repliegues neo-fascistas ilusorios. Tales son los grandes principios a partir de los cuales se puede desarrollar una reflexin util para la construccin de un contra proyecto humanista, universalista y preocupado por respetar las diversidades (pero no las desigualdades), democrtico.

La realizacin de un proyecto tal implica la construccin de un sistema poltico mundial, no "al servicio" del mercado mundial sino definiendo el marco de operacin de ste, como el Estado nacional a representado histricamente no el campo de despliegue del mercado nacional sino el marco social de este despliegue. Un sistema poltico mundial que tendra pues mayores responsabilidades en cada uno de los cuatro dominios siguientes:

(I) La organizacin de un desarme global en los niveles apropiados, liberando a la humanidad de la amenaza de holocaustos nucleares y otros.

(II) La organizacin de un acceso equitativo, cada vez menos desigual, en el uso de los recursos del planeta, y la puesta en marcha de sistemas mundiales de decisin en este terreno, incluido un arancel de los recursos que imponga la reduccin del despilfarro y el reparto del valor y de la renta asignada a estos recursos, iniciando por ah incluso los elementos de un sistema fiscal mundializado.

(III) La negociacin de relaciones econmicas flexibles, abiertas pero controladas entre las grandes regiones del mundo; desarrolladas desigualmente, reduciendo progresivamente los monopolios tecnolgicos y financieros de los centros.

(IV) La organizacin de negociaciones que permitan una gestin correcta del conflicto dialctico mundial/nacional en los terrenos de la comunicacin, de la cultura y de la poltica. Esta gestin implica la creacin de instituciones polticas que permitan la representacin de los intereses sociales que operan a escala mundial, de alguna manera el inicio de un "Parlamento mundial", dejando atrs el concepto de las instituciones inter-Estados en vigor hasta ahora.

Resulta ms que evidente que los objetivos del proyecto humanista evocado no constituye el centro inmediato de los conflictos en curso. No nos asombra e incluso nos sorprendera si fuera as. La erosin del antiguo sistema de la mundializacin no prepara por s misma su propia superacin y no puede desembocar en lo inmediata ms que en el caos. Las fuerzas dominantes inscriben su accin en este caos, buscando nicamente obtener la cobertura para su beneficio a corto plazo, agravando por eso mismo el caos. Las respuestas inmediatas de los pueblos a la degradacin de sus condiciones no son ya necesariamente positivas; en el desconcierto de las respuestas ilusorias, como son los repliegues fundamentalistas o chovinistas, pueden movilizar fuerzas importantes. Nos toca construir en la teora y en la prctica las condiciones de la respuesta humanista al desafo. A falta de ello y hasta que sea as, involuciones regresivas - y criminales- seguirn estando dentro de lo posible.

TRADUCCION: Milagros C. Carbonell

THEORIA | Proyecto Crtico de Ciencias Sociales - Universidad Complutense de MadridInmmanuel Wallerstein: El capitalismo se acaba

Antoine Reverchon (Le Monde/Rebelin/Koey)Firmante del manifiesto del Foro Social de Porto Alegre ("Doce propuestas para otro mundo posible"), en 2005, usted es considerado como uno de los inspiradores del movimiento altermundialista. Usted fund y dirigi el Centro Fernand-Braudel para el estudio de la economa de los sistemas histricos y de las civilizaciones de la Universidad del Estado de Nueva York, en Binghamton. Cmo sita la crisis econmica y financiera actual en el "tiempo largo" de la historia del capitalismo"? Fernand Braudel (1902-1985) distingua el tiempo de "larga duracin", que ve la sucesin en la historia humana de sistema que rigen las relaciones del hombre con su entorno material, y, al interior de esas fases, del tiempo de los ciclos ms coyunturales, descritos por economistas como Nicolas Kondratieff (1982-1930) o Joseph Schumpeter (1883-1950). Actualmente estamos evidentemente en una fase B de un ciclo de Kondratieff que ha comenzado entre hace treinta y treinta y cinco aos, despus de una fase A que ha sido la ms larga (de 1945 a 1975) de los quinientos aos de historia del sistema capitalista. En una fase A, el beneficio es generado por la produccin material, industrial u otra; en una fase B, el capitalismo debe, para seguir generando beneficios, refinanciarse y refugiarse en la especulacin. Desde hace ms de treinta aos, las empresas, los Estados y las economas familiares se endeudan, de modo masivo. Actualmente estamos en la ltima parte de una fase B de Kondratieff, cuando la decadencia virtual se hace real, y las burbujas revientan las unas tras las otras: las bancarrotas se multiplican, la concentracin del capital aumenta, la desocupacin progresa, y la economa conoce una situacin real de deflacin. Pero, hoy en da, ese momento de ciclo coyuntural coincide con, y por consecuencia agrava, un perodo de transicin entre dos sistemas de larga duracin. Pienso en efecto que hemos entrado despus de treinta aos en la fase terminal del sistema capital. Lo que diferencia fundamentalmente esa fase de la sucesin ininterrumpida de los ciclos coyunturales anteriores, es que el capitalismo ya no llega a "hacer sistema", en el sentido en el que lo entiende el fsico y qumico Ilya Prigogine (1917-2003): cuando un sistema, biolgico, qumico o social, se desva demasiado y demasiado a menudo de su situacin de estabilidad, ya no llega a encontrar el equilibrio, y se asiste entonces a una bifurcacin. La situacin se hace catica, incontrolable por las fuerzas que la han dominado hasta ese momento, y se ve aparecer una lucha, y no entre los poseedores y adversarios del sistema, sino entre todos los actores, para determinar lo que lo va a reemplazar. Reservo el uso de la palabra "crisis" a ese tipo de perodo. Ahora bien, estamos en crisis. El capitalismo se acaba. Por qu no se tratara ms bien de una nueva mutacin del capitalismo, que ya ha conocido, despus de todo, el paso del capitalismo mercantil al capitalismo industrial, despus del capitalismo industrial al capitalismo financiero? El capitalismo es omnvoro, capta el beneficio donde es ms importante en un momento dado; no se contenta con pequeos beneficios marginales; al contrario, los maximiza constituyendo monopolios ha probado de hacerlo ltimamente una vez ms en las biotecnologas y en las tecnologas de la informacin. Pero pienso que las posibilidades de acumulacin real del sistema han llegado a su lmite. El capitalismo, desde su nacimiento en la segunda mitad del Siglo XVI, se alimenta de la diferencia de riqueza entre un centro, en el que convergen los beneficios, y periferias (no necesariamente geogrficas) cada vez ms empobrecidas. Al respecto, la recuperacin econmica de Asia del Este, de India, de Amrica Latina, constituye un desafo insalvable para la "economa-mundo" creada por Occidente, que ya no llega a controlar los costes de la acumulacin. Desde hace decenios las tres curvas mundiales de precios de la mano de obra, de las materias primas y de los impuestos estn en todas partes en una fuerte alza. El breve perodo neoliberal que se est terminando slo ha invertido de modo provisorio la tendencia: a fines de los aos noventa, esos costes eran ciertamente menos elevados que en 1970, pero eran mucho ms altos que en 1945. De hecho, el ltimo perodo de acumulacin real los "gloriosos treinta"- slo fue posible porque los Estados keynesianos pusieron sus fuerzas al servicio del capital. Pero en este caso tambin se lleg al lmite! Hay precedentes de la fase actual, tal como usted la describe? Ha habido muchos en la historia de la humanidad, contrariamente a lo que refleja la representacin, forjada a mediados del Siglo XIX, de un progreso continuo e inevitable, incluida en su versin marxista. Yo prefiero limitarme a la tesis de la posibilidad del progreso, y no a su carcter ineluctable. Por cierto, el capitalismo es el sistema que ha sabido producir, de manera extraordinaria y notable, el mximo de bienes y riquezas. Pero hay que considerar tambin la suma de las prdidas que ha engendrado: para el medio ambiente, para las sociedades. El nico bien, es el que permite obtener para el mayor nmero posible una vida racional e inteligente. Ahora bien, la crisis reciente similar a la actual es el derrumbe del sistema feudal en Europa, entre mediados del Siglo XV y del Siglo XVI, y su reemplazo por el sistema capitalista. Ese perodo, que culmina con las guerras de religin, vio el derrumbe de la influencia de las autoridades reales, seoriales y religiosas sobre las comunidades campesinas ms ricas y sobre las ciudades. Fue entonces cuando se construyeron, mediante tanteos sucesivos y de modo inconsciente, soluciones inesperadas cuyo xito termin por "hacer sistema" extendindose poco a poco, bajo la forma del capitalismo.

Cunto tiempo debera durar la transicin actual, y en qu podra desembocar? El perodo de destruccin de valor que cierra la fase B de un ciclo Kondratieff dura generalmente entre dos y cinco aos antes de que se renan las condiciones de ingreso a una fase A, en las que se puede extraer nuevamente un beneficio real de nuevas producciones materiales descritas por Schumpeter. Pero el hecho de que esta fase corresponda actualmente a una crisis de sistema nos ha hecho entrar en un perodo de caos poltico en el cual los actores predominantes, a la cabeza de empresas y de Estados occidentales, van a hacer todo lo que sea tcnicamente posible por volver encontrar el equilibrio, pero es muy probable que no lo logren. Los ms inteligentes, ya han comprendido que haba que establecer algo enteramente nuevo. Pero numerosos actores ya se mueven, de manera desordenada e inconsciente, para hacer emerger nuevas soluciones, sin que se sepa todava qu sistema saldr de esos tanteos. Nos encontramos en un perodo, bastante raro en el que la crisis y la impotencia de los poderosos dejan sitio al libre albedro de cada cual: hoy existe un lapso de tiempo durante el cual cada uno de nosotros tiene la posibilidad de influenciar el futuro a travs de su accin individual. Pero como ese futuro ser la suma de una cantidad incalculable de esas acciones, es absolutamente imposible prever qu modelo terminar por prevalecer. Dentro de diez aos, tal vez se vea ms claro; en treinta o cuarenta aos, habr emergido un nuevo sistema. Creo que, por desgracia, es igual de posible que se presencie la instalacin de un sistema de explotacin an ms violento que el capitalismo, como que se establezca un modelo ms igualitario y redistributivo. Las mutaciones anteriores del capitalismo han terminado a menudo en un desplazamiento del centro de "la economa-mundo", por ejemplo de la cuenca mediterrnea hacia la costa Atlntica de Europa, y ms adelante hacia la de Estados Unidos. Se centrar en China el sistema por venir? La crisis que estamos viviendo corresponde tambin al fin de un ciclo poltico, el de la hegemona estadounidense, iniciada igualmente en los aos setenta. EE.UU. seguir siendo un actor importante, pero jams podr reconquistar su posicin dominante frente a la multiplicacin de los centros del poder, en Europa Occidental, China, Brasil, India. Un nuevo poder hegemnico, si uno de se refiere al tiempo largo braudeliano, puede tomar todava cincuenta aos para imponerse. Pero se ignora cual sera. Mientras tanto, las consecuencias polticas de la crisis actual sern enormes, en la medida en la que los dueos del sistema intentarn encontrar chivos expiatorios por el derrumbe de su hegemona. Pienso que la mitad del pueblo estadounidense no aceptar lo que est sucediendo. Por lo tanto, los conflictos internos se exacerbarn en EE.UU., que est convirtindose en el pas ms inestable del mundo desde el punto de vista poltico. Y no hay que olvidar que nosotros, los estadounidenses, vamos todos armados...

Immanuel Wallerstein es investigador del departamento de sociologa de la Universidad de Yale, ex presidente de la Asociacin Internacional de Sociologa.La depresin, una visin a largo plazo

Immanuel Wallerstein (La Jornada)

La depresin ya empez. Algo cohibidos, los periodistas siguen preguntndoles a los economistas si ser que tal vez slo estamos entrando a una mera recesin. No lo crean ni por un minuto. Estamos ya en el comienzo de una depresin mundial de gran envergadura con desempleo masivo en casi todas partes. Puede asumir la forma de una deflacin nominal clsica, con todas sus consecuencias negativas para la gente comn. Es un poquito menos probable que asuma la forma de inflacin galopante, que es simplemente otro modo en que los valores se desploman, y que es incluso peor para la gente comn. La larga marcha de la crisis econmica capitalista

Por supuesto que todo el mundo se pregunta qu fue lo que dispar esta depresin. Sern los instrumentos derivados, que Warren Buffett llama armas financieras de destruccin masiva? O son acaso las hipotecas de segundo grado? O los especuladores del petrleo? Jugar a las culpas no tiene importancia real. Eso es concentrarse en el polvo, como Fernand Braudel le llamaba, de los eventos de corta duracin. Si queremos entender lo que est ocurriendo necesitamos echar un vistazo a otras dos temporalidades, que son mucho ms reveladoras. Una es la de los vaivenes cclicos de media duracin. La otra es aquella de las tendencias estructurales de larga duracin.La economa-mundo capitalista ha tenido, durante varios cientos de aos, por lo menos, dos formas importantes de vaivenes cclicos. Uno son los llamados ciclos de Kondratieff que histricamente tenan una duracin de unos 50-60 aos. Y otros son los ciclos hegemnicos que son mucho ms largos.En trminos de los ciclos hegemnicos, Estados Unidos fue un contendiente emergente de dicha hegemona por ah de 1873, logr su dominacin hegemnica en 1945 y ha ido declinando desde los aos 70. Las locuras de George W. Bush han transformado ese lento declinar en uno precipitado. Y ahora, estamos ya lejos de cualquier asomo de hegemona estadunidense. Hemos entrado, como ocurre normalmente, en un mundo multipolar. Estados Unidos permanece como potencia fuerte, tal vez la ms fuerte, pero continuar declinando en relacin con otras potencias en las dcadas venideras. No hay mucho que nadie pueda hacer para cambiar eso.Los ciclos de Kondratieff tienen una temporalidad diferente. El mundo sali de la ltima fase B del ciclo Kondratieff en 1945, y entonces vino el vuelco ms fuerte hacia la fase A en la historia del sistema-mundo moderno. Lleg a su clmax cerca de 1967-1973, y comenz su descenso. Esta fase B ha sido mucho ms larga que las fases B previas y seguimos en ella.Las caractersticas de una fase B de Kondratieff son bien conocidas y coinciden con lo que la economa-mundo ha experimentado desde los aos 70. Las tasas de ganancia en las actividades productivas bajan, especialmente en aquellos tipos de produccin que han sido ms rentables. En consecuencia, los capitalistas que deseen niveles de ganancia realmente altos se inclinan hacia el mbito financiero, y se involucran en lo que bsicamente es especulacin. Para que las actividades productivas no se vuelvan tan poco redituables, tienden a moverse de las zonas centrales a otras partes del sistema-mundo, negociando costos menores de transaccin por costos menores de personal. Es por eso que comienzan a desaparecer los empleos en Detroit, Essen y Nagoya, y que se expanden las fbricas en China, India y Brasil.En cuanto a las burbujas especulativas, algunas personas siempre hacen mucho dinero con ellas. Pero tarde o temprano las burbujas especulativas siempre revientan. Si uno se pregunta por qu esta fase B del ciclo Kondratieff ha durado tanto, es porque los poderes existentes el Departamento del Tesoro y el Banco de la Reserva Federal estadunidenses, el Fondo Monetario Internacional, y sus colaboradores en Europa occidental y Japn han intervenido en el mercado de modo regular e importante para llevar a puerto la economa-mundo en 1987, al desplomarse el mercado de la bolsa; en 1989, en el colapso de los prstamos y ahorros en Estados Unidos; en 1997, en la cada financiera de Asia oriental; en 1998, por los malos manejos del llamado fondo de manejo de capitales de largo plazo (mundialmente conocido por su nombre en ingls Long Term Capital Management); en 2001-2002, con Enron. Aprendieron las lecciones de las previas fases B de Kondratieff, y los poderes existentes pensaron que podan vencer al sistema. Pero hay lmites intrnsecos para hacer esto. Y ahora hemos llegado a ellos, como Henry Paulson y Ben Bernanke lo estn aprendiendo para su vergenza y tal vez para su asombro. Esta vez no ser tan fcil, probablemente sea imposible, evitar lo peor.En el pasado, una vez que una depresin daba rienda suelta a sus estragos, la economa-mundo se levantaba, sobre la base de innovaciones que podan ser cuasi monopolizadas por un tiempo. As que cuando la gente dice que el mercado de la bolsa de valores se volver a levantar, es esto en lo piensa que ocurrir, esta vez como en el pasado, despus de que las poblaciones del mundo hayan resentido todo el dao causado. Y tal vez as sea, en unos pocos aos o as.Hay sin embargo algo nuevo que puede interferir con este bonito patrn cclico que ha sostenido al sistema capitalista por unos 500 aos. Las tendencias estructurales pueden interferir con las tendencias cclicas. Los rasgos estructurales bsicos del capitalismo como sistema-mundo operan mediante ciertas reglas que pueden trazarse en una grfica como un equilibrio en movimiento ascendente. El problema, como con todos los equilibrios estructurales de todos los sistemas, es que con el tiempo las curvas se mueven mucho ms all del equilibrio y se torna imposible regresarlas a ste.Qu ha hecho que el sistema se mueva tan lejos del equilibrio? En breve, lo que ocurre es que a lo largo de 500 aos los tres costos bsicos de la produccin capitalista personal, insumos e impuestos han subido constantemente como porcentaje de los precios posibles de venta, de tal modo que hoy hacen imposible obtener grandes ganancias de la produccin cuasi monoplica que siempre fue la base de la acumulacin capitalista significativa. No es porque el capitalismo est fallando en lo que hace mejor. Es precisamente porque lo ha estado haciendo tan bien que finalmente min la base de acumulaciones futuras.Lo que ocurre cuando alcanzamos un punto as es que el sistema se bifurca (en el lenguaje de los estudios de la complejidad). Las consecuencias inmediatas son una turbulencia altamente catica, que nuestro sistema-mundo est experimentando en este momento y que seguir experimentando por unos 20-50 aos. Como todos empujan en cualquier direccin que piensan que es mejor en lo inmediato para cada quien, emerger un orden del caos en uno de los dos muy diferentes senderos alternos.Podemos aseverar con confianza que el presente sistema no sobrevivir. Lo que no podemos predecir es cul nuevo orden ser el elegido para remplazarlo, porque ste ser el resultado de una infinidad de presiones individuales. Pero tarde o temprano, un nuevo sistema se instalar. No ser un sistema capitalista pero puede ser algo mucho peor (aun ms polarizado y jerrquico) o algo mucho mejor (relativamente democrtico y relativamente igualitario) que dicho sistema. Decidir un nuevo sistema es la lucha poltica mundial ms importante de nuestros tiempos.En cuanto a las perspectivas inmediatas de corta duracin ad interim, es claro lo que ocurre en todas partes. Nos hemos estado moviendo hacia un mundo proteccionista (olvdense de la llamada globalizacin). Nos hemos estado moviendo hacia un papel mucho mayor del gobierno en la produccin. Aun Estados Unidos y Gran Bretaa estn nacionalizando parcialmente los bancos y las moribundas grandes empresas. Nos movemos hacia una distribucin populista conducida por el gobierno, que puede asumir modos socialdemcratas a la izquierda del centro o formas autoritarias de extrema derecha. Y nos movemos hacia conflictos sociales agudos al interior de algunos estados, debido a que todo el mundo compite por un pastel ms pequeo. En el corto plazo, no es, de ningn modo, un panorama agradable.Traduccin: Ramn Vera Herrera

19/10/08