ensenanzas para las asambleas de oracion

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ENSEANZAS PARA LAS ASAMBLEAS DE ORACIN

RENOVACIN CARISMTICA CATLICA DE BIZKAIA AO 2004

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INDICE1. La Renovacin Carismtica en la Iglesia Catlica..................................................... 3 2. La Iglesia primitiva fue carismtica ........................................................................... 15 3. Dos etapas iniciales para el crecimiento en el Espritu .............................................. 23 4. Medios prcticos para crecer en la vida en el Espritu............................................... 27 5. El Espritu y sus dones ................................................................................................ 33 6. Aspectos a potenciar en la efusin del Espritu.......................................................... 39 7. El servidor del grupo en la Renovacin Carismtica Catlica .................................. 45 8. El acompaamiento espiritual, medio de crecimiento ............................................... 47 9. Qu significa la palabra carisma? ............................................................................. 53 10. Qu dice San Pablo sobre los carismas?................................................................... 59 11. Aspirad a los carismas superiores............................................................................... 73 12. La oracin.................................................................................................................... 79 13. Orar en lenguas, un modo de amar a Dios.................................................................. 83 14. El canto en la asamblea de oracin............................................................................. 87 15. Tentaciones contra la alabanza ................................................................................... 91 16. El Seor sana los corazones enfermos........................................................................ 95 17. Encuentro con Cristo en los sacramentos: momento para el arrepentimiento, la conversin y la curacin ............................................................................................. 99 18. Los Seminarios de la Vida en el Espritu ...................................................................107 19. Seminario sobre crecimiento espiritual ......................................................................117

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LA RENOVACIN CARISMTICA EN LA IGLESIA CATLICAEntre los modelos de una Iglesia viva incluye Walbert Bhlmann el movimiento pentecostal catlico. En estos modelos de vitalidad eclesial, ve l la victoria de la espontaneidad sobre las formas rgidas, y afirma: Hoy, para la religin en general, es cuestin de vida o muerte reconocer estos signos de los tiempos, afirmarlos y vivificar de este modo las estructuras propias1. De hecho, si la religin no es simplemente un universal abstracto sino algo que afecta y embarga concretamente a los individuos, todos aquellos que han entrado en contacto con el movimiento pentecostal dan testimonio de la profunda renovacin que ha supuesto para ellos su insercin en este modelo concreto de Iglesia viva. Las pginas que siguen quieren ser una presentacin de las lneas fundamentales que definen la Renovacin Carismtica2 en la Iglesia Catlica. La Iglesia moderna conoce mltiples movimientos de renovacin. Pinsese, por ejemplo, en la Legin de Mara, Mundo Mejor, Comunidades de Base, Comunidades Neocatecumenales, Cursillos de Cristiandad, Focolarinos, etc. Los miembros de la Renovacin Carismtica rechazan la denominacin de movimiento que a veces se les da, porque consideran que la Renovacin debe invadir y fecundar todos los estamentos y rdenes eclesiales. Seran as un supra-movimiento que los comprende y abarca a todos. De hecho, es fcilmente constatable la presencia de seglares, religiosos, sacerdotes, obispos, e incluso al menos un cardenal, comprometidos en la Renovacin Carismtica. Al principio de este artculo preferimos no dar definicin alguna de la Renovacin Carismtica. En lneas generales se puede decir que es una conversin nueva al Seor por medio de un sometimiento dcil y obediente a la accin del Espritu Santo. Son estos rasgos amplios que convienen tambin a otros movimientos cristianos. Lo especfico de la Renovacin Carismtica ir apareciendo a lo largo de este artculo. Nuestra exposicin constar de tres partes: I.-Rasgos que definen a la Renovacin Carismtica. II.-Datos de su desarrollo histrico.1

Walbert BiJHLMANN, La tercera Iglesia a las puertas. Un anlisis del presente y del futuro eclesiales. Paulinas. :Madrid 1976, pp. 235-243, la cita en p. 235 . BIBLIOGRAFA FUNDAMENTAL sobre el tema: Kevin y Dorothy RA NAcHAN, Pentecostales Catlicos. Logos International. Plainfield, N. J. 1969; Edward D. O' CONNOR, La renovacin carismtica en la Iglesia Catlica. Laser Press. Mxico 1973' (ttulo original: The Pentecostal Alovement in the Catholic Church); Card. SuENENs, Un nuevo Pentecosts? DDB. Bilbao 1975: Serafino FALVO, Creemos en el Espritu? Paulinas. :Madrid 1975; Walter SMET, Yo hago un mundo nuevo. Renovacin Carismtica de la Iglesia. Editorial Roma. Barcelona 1975; Salvador CARRILLO ALDAY, Renovacin cristiana en el Espritu Santo. Instituto de Sagrada Escritura. Mxico 19755: Id., El Bautismo en el Espritu Santo. El don de lenguas. Instituto de Sagrada Escritura. V:xico 1975+; Id., La Renovacin casismticaylas comunidades religiosas. Instituto de Sagrada Escritura. Mxico 19752

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III.-Orientaciones del Magisterio eclesistico sobre la Renovacin Carismtica. I.- RASGOS QUE DEFINEN LA RENOVACION CARISMTICA Prcticamente en todas las latitudes se vive la Renovacin con unos rasgos ms o menos idnticos, que expresan los elementos esenciales que la integran. Fundamentalmente se reducen a los siguientes: los grupos de oracin, el llamado Bautismo en el Espritu y los carismas. a) GRUPOS DE ORACIN En ellos se ora carismticamente. En seguida explicaremos en qu consiste. Pero antes hemos de aclarar el principio cristolgico que sustenta tales grupos. Se trata de la presencia prometida por el Seor en Mt 18,20: Donde estn dos o tres reunidos en mi nombre, all estoy Yo en medio de ellos. Este texto juega un papel decisivo en las comunidades carismticas, como debiera tambin tener una importancia capital en cualquier otro grupo de cristianos que se rena en nombre del Seor. Por lo que se refiere a dichos grupos, en ellos se vive realmente la presencia del Seor. Decimos que se trata de oracin carismtica. Y ante todo, hay que desmontar un equvoco. El trmino carismtico ha gozado y contina gozando en determinados ambientes eclesisticos de mal cartel. En tales ambientes, por carismtico se entenda uno que acta segn le viene en ganas y no se somete a disciplina alguna. Va siendo hora de desprenderse de tales esquemas mentales apriorsticos, lo mismo en el caso presente que en otros muchos campos. Oracin carismtica no significa, pues, que uno pueda pensar, decir o hacer lo primero que se le ocurra, de forma que contribuya a crear en el grupo de oracin un verdadero caos y algaraba. Sera una manera muy superficial y errnea de entenderla. La oracin es carismtica porque los participantes en ella permanecen totalmente abiertos y disponibles al Espritu Santo, lo cual supone fundamentalmente dos cosas. En primer lugar, la oracin carismtica es epicltica, es decir, se invoca insistentemente una efusin siempre nueva y mayor del Espritu sobre el grupo. Es ste uno de los aspectos que la hacen eclesial y, por lo mismo, recomendable. Recurdese cmo la Iglesia invoca de continuo sobre s y sobre el mundo una constante venida del Parclito. En segundo lugar, superando todos los bloqueos interiores, cada participante se pone en actitud de apertura y disponibilidad a la accin del Espritu para dejarse llevar y conducir por l, disponibles a recibir los carismas que el Espritu quiera conceder y, lo que es ms, dispuestos a utilizarlos en bien y provecho de la comunidad. Estos dos aspectos son los que hacen carismtica la oracin de que tratamos. Entindase que esos dos requisitos pertenecen a las disposiciones subjetivas del grupo en cuanto tal y de sus componentes. El Espritu es soberanamente libre y no somete su actividad a ningn condicionamiento. Podramos recordar aqu los Ejercicios Espirituales, en los cuales toda la labor del ejercitante est en prepararse y disponerse en vistas a una posible comunicacin de Dios. Con lo que llevamos dicho no queda an descrito un grupo de oracin. Se podra distinguir entre la dinmica interna espiritual de la experiencia que se vive en la comunidad de oracin y el desarrollo externo o los elementos que integran desde el punto de vista formal un grupo de oracin.4

Por lo que se refiere al primer aspecto, que sin duda es el ms importante, quisiera servirme de mi participacin en los grupos de oracin y de los mltiples testimonios odos a personas que habitualmente participan en grupos semanales de oracin. Se trata de una experiencia trinitaria vivida comunitariamente. Podra describirse as: A Cristo se le siente, se le vive y se le experimenta vivo en la comunidad de oracin. Numerosos testimonios manifiestan cmo los participantes advierten en s mismos una sensibilidad nueva para captar la presencia del Seor en medio de su pueblo, segn la promesa de Mt 18,20. Esto mismo constituye uno de los grandes atractivos de los grupos de oracin. De aqu tambin la urgencia de una mayor fidelidad al Seor y de un sincero retorno a l. No menos se da una sensibilizacin a la presencia inmerecida del Padre en la comunidad. El Padre nos ama. Somos parte de su pueblo. Se cobra conciencia progresiva de esta pertenencia a l. Por ello, no resulta extrao or comentarios, de una u otra forma expresados, pero coincidentes siempre en el deseo de que llegue el encuentro semanal de oracin para estar con Dios, alabarle y bendecirle porque es bueno y se ha experimentado su amor. Justamente la oracin de alabanza puede considerarse una de las aportaciones especficas de la Renovacin Carismtica a la espiritualidad cristiana actual. Ciertamente supone un descubrimiento nuevo para los cristianos seglares; pero no menos tambin para los clrigos, religiosos y religiosas que entran en contacto con la Renovacin. De ella reciben una fuerte revitalizacin de su vida de oracin y, en general, de toda su vida espiritual. La apertura e iniciacin a la oracin de alabanza libera y pacifica internamente. Pero no es slo su efecto psicolgico; tambin descubre un camino nuevo de oracin y de encuentro con Dios. Y un gozo jams experimentado anteriormente. 3 El Espritu de Jess es invocado frecuentemente y casi a todo lo largo del encuentro de oracin. Muestra su presencia en el grupo por los dones que derrama; el don de lenguas; las profecas abundantes y consoladoras; a veces, el anuncio doloroso, pero no por ello menos consolador, de la conduccin del grupo hacia un camino difcil, con la certeza slo de que Dios preceder la marcha del grupo. Con estos trazos hemos intentado describir sumariamente la dinmica espiritual interna del grupo de oracin. Nos detendremos tambin en la descripcin de los elementos que desde un punto de vista formal integran externamente un grupo de oracin. La ponencia que precede a nuestro trabajo en este mismo libro explica abundantemente todos los elementos que tienen cabida en el grupo de oracin. Dado que no siempre concurren todos, nosotros describiremos en este apartado el aspecto y desarrollo externo de la reunin de oracin. Los asistentes se encuentran sentados en crculo. La experiencia comprueba la conveniencia de que el crculo central no sea muy amplio para no dar sensacin de dispersin. Omito ahora la descripcin de algunas formalidades que aparecern en elSe alaba a Dios en reconocimiento y seal de los bienes naturales y sobrenaturales que hemos recibido de El. Se le alaba porque El es bueno, grande, santo. Porque nos ama. Porque nos ha reunido en el nombre de su Hijo. De aqu que a un observador extrao, por no decir superficial, le parezca sta una oracin infantil, alienante y una evasin de los acuciantes problemas de la realidad. Sin embargo, la finalidad exclusiva de estos encuentros de oracin es precisamente la alabanza a Cristo, el Seor, y al Padre desde la propia situacin, desde las preocupaciones de la vida, con nuestra propia personalidad sin ocultar el rostro. Cfr. lo que hemos escrito sobre la alabanza en La Renovacin Carismtica y los Ejercicios Espirituales, MANRESA 48 (1976, oct-dic) pp. 323-3363

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esquema que ofrecer al final de este apartado. La oracin es espontnea, con la sencillez de lo improvisado. Cada participante expresa en voz alta su oracin al Seor. No se guarda un orden en las diversas intervenciones, aunque es evidente cmo ninguno debe acaparar esta libertad para discursear ni adoctrinar a los dems. De aqu que las intervenciones deben ser breves. Ya hemos indicado antes cmo una caracterstica de la oracin carismtica es la alabanza. Junto a ella, llama la atencin la frecuencia y el fervor con el que se invoca una venida efusiva y abundante del Espritu Santo sobre los orantes. Precisamente estamos asistiendo a un grupo de oracin carismtica y es normal se precise la presencia del Dador de los carismas. El grupo est abierto a esta posible venida del Espritu y utilizar los dones que l derrame. No es extrao observar en estos grupos de oracin cmo efectivamente se utilizan una serie de carismas correspondientes a los enumerados en el NT (1Cor 12-14; Rom 12,6-8; Ef 4,11; 1Petr 4,11). Lo ms frecuente es la utilizacin de los carismas de profecas y lenguas, cuyo sentido procuraremos perfilar ms adelante en el curso de este mismo artculo. En un ambiente de gran libertad y de mucha flexibilidad, la atmsfera humana creada es sumamente acogedora, sin tensiones nerviosas, con el equilibrio armnico de la alegra y la meditacin, los cnticos y el silencio, donde el hilo conductor es siempre la alabanza a Dios. Algo tpico de estos encuentros son los gestos. Se ora con las manos extendidas y abiertas, implorantes, esperndolo todo del Seor. Tambin se mantiene esa misma postura a lo largo de la oracin, pero apoyando las manos sobre las rodillas. Los cantos tambin suelen ir acompaados de gestos, los brazos en alto o tocando las palmas al ritmo de las canciones. Conviene dejar constancia del lugar tan relevante que ocupa la lectura de breves pasajes de la Escritura. Y hay que valorar la utilizacin que se hace de los textos del A.T. Ms tarde tendremos ocasin de aludir al influjo de la Renovacin Carismtica en un mayor aprecio y utilizacin de la Biblia en la vida cristiana de cada da. Con lo que llevamos dicho tenemos ya una idea bastante aproximativa de lo que observa en el grupo de oracin carismtica el que lo visita por primera vez. Quizs pueda ser til presentar un esquema que, sin ser rgido, oriente sobre el orden a llevar en un grupo que se est iniciando. La duracin de un encuentro de oracin puede variar de una a dos horas, segn se disponga de ms o menos tiempo. Como esquema vale el siguiente:1. 2. 3. 4. 5. 6. 7.

Todos en pie inician el encuentro de oracin con un cntico. El lder saluda a todos y explica brevemente cmo se han reunido para alabar a nuestro Padre Dios. Puede invocar al-Espritu. Sentados se escucha la lectura de un texto bblico. Unos minutos de silencio para serenarse y ponerse en presencia de Cristo. Comienza el lder (o algn otro) pidiendo perdn al Seor e invocando la potencia de su Espritu para alabar con verdad al Padre. Comienzan espontneamente a alabar a Dios, sin que haya que guardar orden de preeminencia. A lo largo de la oracin conviene invocar repetidamente la efusin del Espritu, incluso con cantos.

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Cuando hay una mayor densidad de oracin es quizs el momento (as suele ocurrir) de utilizar los diversos carismas. No se olvide cmo el Espritu se reserva tambin sus propios tiempos. El ltimo espacio de tiempo se dedica a las peticiones y a la accin de gracias. S es caracterstica la insistencia en la oracin, cuando se pide la curacin de algn enfermo. Valga como reparto proporcional del tiempo la siguiente orientacin: si la oracin durase una hora, tres cuartos de hora debieran dedicarse a la alabanza. Se termina siempre con el Padrenuestro y un cntico.

b) BAUTISMO EN EL ESPRITU En los crculos carismticos es frecuentsimo el empleo del trmino Bautismo en el Espritu. Pero con la intencin de evitar toda clase de equvocos, se est introduciendo paulatinamente el uso de una expresin distinta: Efusin del Espritu. No vamos a discutir la utilidad de emplear una u otra frmula. De la primera sabemos que es un trmino bblico. En efecto, en el NT encontramos una serie de textos que hablan del Bautismo en el Espritu (Mc 1,8; Mt 3,11; Lc 3,16; Jn 1,33; Act 1,5; 11,16). Una primera constatacin es que en esos pasajes se presenta el Bautismo en el Espritu como contrapuesto al bautismo de agua del Bautista. Pero adems se puede establecer lo siguiente. 1. Mt 3,11 y Lc 3,16 reproducen con ms fidelidad la profeca del Bautista sobre Jess: El os bautizar en Espritu Santo y fuego. Espritu Santo significa aqu poder divino en sentido veterotestamentario. Fuego hace referencia al juicio inminente de Dios. La preposicin griega en, que se utiliza en estos textos, se interpreta como instrumental con cierta connotacin local. Se puede, por tanto, decir bautismo con/en Espritu. 2. Mc 1,8 y Jn 1,33 son una interpretacin cristiana de la profeca del Bautista, y, por lo mismo, slo se habla en ella del bautismo en el Espritu que realizar el Mesas, en cumplimiento de la efusin del Espritu prometida en el AT (cfr. Is 32,15s; 44,3s; Ez 36,26; 39,29; Joel 3,1-5). Ahora bien, segn Jn 4,1, Jess no bautiza durante su vida, sino que el evento anunciado acontece en la plenitud de la Pascua (cfr. Jn 19,30.34; 20,22). Lucas presentar el cumplimiento de la profeca del Bautista (cfr. Act 1,5; 11,16) en Pentecosts (Act 2,1-4), como evento abierto y nuevamente repetible (cfr. Act 10,47; 11,15-16). De lo que llevamos dicho y de un estudio de la significacin de Bautismo en el Espritu en los Hechos de los Apstoles, tal como lo realiza F. A. Sullivan 4, encontramos dos sentidos del trmino: a) en sentido activo equivale a enviar, derramar, dar; b) en sentido pasivo significa ser revestido con, recibir, ser llenado, venir, caer sobre. Fundamentalmente se trata, pues, de una donacin o envo del Espritu. Esa es la4 Francis A. SuLLrvAN, Baptism in the Holy Spirit: A Catholic Interpretation of the Pentecostal Experience. GREGORIANUM 55 (1974) 49-68.

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conclusin si nos limitamos a una determinada teologa neotestamentaria. Pero teniendo en cuenta la pluralidad de teologas existentes en el NT y que en algunos de sus escritos slo se menciona al Espritu de forma espordica, hay que tener presente la siguiente sugerencia de P. Schoonenberg: Es, por tanto, posible que la venida del Espritu sea descrita en otros trminos, por ejemplo, como la obra del Seor Jess (Mc 16,19s) o como Cristo todo en todos (Col 3,11-17). Adems, en los pasajes en que se menciona al Espritu o se trata de l con amplitud se manifiestan tambin concepciones diferentes o, al menos, diversos acentos.5 As mientras en Actos a travs del don de lenguas (cfr. Act 2,4; 10,46; 19,6) se hara referencia a la accin misionera del Espritu, en Pablo se insistira en la multiplicidad de carismas para edificacin y provecho del cuerpo de la Iglesia (cfr. 1Cor 12,7; Ef 4,12; 1Petr 4,10), aunque sin excluir la actividad misionera (cfr.. 1Cor 12,24ss) pero subrayando sobre todo el don supremo de la caridad (1Cor 13), sin la cual los carismas no tienen valor. En Juan se atiende al nuevo nacimiento (cfr. Jn 3,5) y al Espritu como testigo ante el mundo (cfr. Jn 15,25; 16,8; tambin Mt 10,19s; Act 4,8; 7,55).6 Basten estas notas para una visin de conjunto sobre el Bautismo en el Espritu segn los datos que aporta el NT. Antes de pasar a la descripcin que de este acontecimiento se da en la Renovacin Carismtica, hay que dejar bien claro que todo cristiano, por el hecho de serlo, ha recibido al Espritu Santo y, por tanto, puede decir que ha sido bautizado en el Espritu. Segn Rom 8,9 quien no tiene el Espritu de Cristo no es cristiano. Es decir, no se es cristiano sin el Espritu. La iniciacin cristiana supone la recepcin del Espritu. Sin embargo, hay que reconocer cmo ha sido el movimiento pentecostal el que ha sacado a nueva luz la realidad bblica del Bautismo en el Espritu. Cuando en la Renovacin Carismtica se habla del Bautismo en el Espritu se hace referencia a una experiencia espiritual acontecida normalmente en el curso de una oracin en la que junto a la imposicin de manos (cfr. Act 6,6; 8,17; 9,17; 19,6) se pide para el individuo, por el que se ora, una apertura y disponibilidad total al Espritu de Dios, que ya habita en l por el Bautismo y la Confirmacin. Como descripcin amplia y prescindiendo de detalles, puede tomarse la que propone F. A. Sullivan: Una experiencia religiosa que inicia un sentido decididamente nuevo de la presencia y de la actuacin poderosas de Dios en la propia vida. Por lo general, esta actividad de Dios implica uno o ms dones carismticos 7 Esta descripcin la admiten todos. Los telogos catlicos al describir la experiencia normalmente la ponen en relacin con el Bautismo y la Confirmacin. De hecho, el Espritu vive en nosotros, pero frecuentemente por los obstculos que le ponemos y por la poca atencin que le prestamos est como dormido. A travs de un nuevo compromiso con Cristo y de la apertura a su Espritu se producir en nuestras vidas una renovacin de los sacramentos de la iniciacin actualizando los dones ya recibidos en potencia. Algunos hablan de una liberacin del Espritu (release of the Spirit) recibido en los sacramentos.8 S. Tugwell habla de la manifestacin del Espritu5

Piet SCHGGNENBERG, El Bautismo con Espritu Santo, CONCILIUM noviembre 1974, 59-81, la cita en p. 66. 6 Cfr. P. SOHOONENBERG, Ibid., pp. 66-67 7 F. A. SULLIVAN, Ibid, p. 49 8 Cfr. COLOQUIO DE MALINAS, Le Renouveau charismatique. Orientations thologiques et pastorales (21-26 mayo 1974), LUMEN VITAE 29 (1974). El texto final de este documento est elaborado y firmado por Killian Me DONELL, OSB, Carlos ALDUNATE, SJ, Salvador CARRILLO ALDAY, MSPS, Ralph MARTIN, A. de

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y sus dones en la experiencia consciente como constitutivo de la experiencia pentecostal. 9 Como experiencia ntima del poder del Espritu que satura y transforma, E. D. O'Connor subraya cmo, segn resulta de la experiencia pentecostal, el Bautismo en el Espritu asume diferentes formas y causa efectos distintos en los individuos. Prescindiendo de la descripcin que hace sobre un bautismo visible y otro invisible segn que comporte una manifestacin carismtica o no, la experiencia religiosa del Bautismo en el Espritu implica, segn E. D. O'Connor, al menos las siguientes caractersticas: 1. El Bautismo en el Espritu tiene el carcter de un nuevo principio, un renacimiento, un ingreso en una forma de vida dirigida y sostenida por el Espritu Santo de una manera ms o menos manifiesta. 2. Siempre comprende una transformacin moral. No es slo una experiencia gozosa, sino que lleva a cabo una modificacin en la forma de pensar y actuar. Este cambio puede no ser permanente, ya que el sujeto es susceptible de caer. Sin embargo, el bautismo en s, siempre provoca un cambio. 3. La experiencia, por lo menos cuando es consciente, posee un carcter de plenitud. 10 Es interesante la explicacin dada por F. A. Sullivan en una lnea distinta a la de otros telogos catlicos. Toma como base la doctrina de Santo Toms sobre la misin del Espritu Santo.11 La misin o envo de una Persona Divina no implica movimiento, cambio de un lugar a otro. Las Personas Divinas estn presentes en todas partes. En la misin se trata, por tanto, de un nuevo modo de presencia. La criatura comienza a tener una nueva relacin con Dios, un modo de estar unido con Dios, un amor nuevo y, por lo mismo, un tipo de conocimiento experimental de Dios. Cuando Santo Toms habla de la misin del Espritu en nosotros utiliza los trminos de inhabitatio e innovatio. Aqu se plantea una pregunta: recibindose el Espritu en el sacramento del bautismo, tiene sentido hablar de otro envo del Espritu a la misma persona? La teologa sacramental da la respuesta. La Confirmacin y el Orden son sacramentos de vivos y se interpretan como una nueva venida del Espritu con nuevos dones que la persona no tena antes. Ahora bien, los dones que enumera Santo Toms en esta teologa sacramental son desconcertantes: obrar milagros, profetizar, el martirio, la renuncia a los bienes y otros actos hericos. Vemos que estos dones ms que sacramentales son gracias carismticas. Supone en la persona una nueva factura innovatio- y un nuevo modo de inhabitatio del Espritu. Con estos datos, F. A. Sullivan interpreta la experiencia pentecostal ms que como la donacin de carismas, como un nuevo modo de inhabitacin y una innovacin real de las relaciones con el Espritu Inhabitante, lo cual comporta un conocimiento ms ntimo y experiencial de Dios presente en el alma, conocimiento que estalla en un amor ms ardiente a Dios.12 A travs de lo que precede hemos podido adquirir una idea bastante amplia de la realidad significada por el Bautismo en el Espritu, tal como se vive en el mbito de la Renovacin Carismtica.

MONLEON OP, Heribert MIILEN, Vernica O'BRIEN, L. RANAGHAN. Existe una traduccin castellana publicada por Nueva Vida, Puerto Rico 1974. Cfr. tambin un resumen del mismo en SELECCIONES DE TEOLOGIA 14 (1975) 215-230. Recomendamos vivamente la lectura del documento. 9 Cfr. F. A. SULLIVAN, Ibid., p. 53 rmite a Simn TUGWELL, OP, Did you receive the Spirit?, Darton, Longman and Todd, London 1972, pp. 5059.91 10 E. D. O'CONNOR, La renovacin carismtica en la Iglesia Catlica, p. 122. 11 Summa Theologica I q. 43 12 Cfr. F.A. SULLIVAN, Ibid, p.66; cfr. Summa Theologica I q. 43 a.5 ad 2.

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Puede resultar de notable inters para nuestros lectores conocer el esquema catequtico desarrollado en muchos de los grupos carismticos como preparacin al Bautismo en el Espritu. La iniciacin se desarrolla en siete semanas, y consta de los siguientes elementos: una catequesis a la semana, ms la oracin individual que cada sujeto ir haciendo diariamente sobre determinados textos bblicos acompaados de un breve comentario. Este material est recogido en un folleto y a cada participante se le entrega un ejemplar. A partir de la segunda catequesis se deja un espacio para la oracin comunitaria y para el intercambio de la experiencia que se ha comenzado a vivir. As va naciendo en ellos una fuerte cohesin y un vinculante sentido de comunidad cristiana El temario de las catequesis correspondientes a cada semana es el siguiente: El amor de Dios. Se insiste en el aspecto personal de ese amor. Dios quiere hacer Alianza contigo. Jess nos da una vida nueva. Por medio de su Espritu la posibilita en nosotros. Preparacin al Bautismo en el Espritu. Tema: conversin al Seor y arrepentimiento. 5. Tema: La vida nueva en el Espritu que es el poder de Dios en nosotros. (En este da conviene tener un retiro en el que se har la imposicin de manos y la oracin pidiendo al Seor bautice El en el Espritu al candidato) 6. Crecimiento en la oracin con Cristo y en la vida en el Espritu. Se insiste en la oracin, el estudio de la Palabra de Dios, el encuentro regular con otros que vienen de la misma experiencia, y el servicio cristiano primariamente entendido como compartir la nueva vida. 7. Transformacin progresiva en Cristo. Insercin en la Iglesia, Cuerpo de Cristo. 1. 2. 3. 4.

c) LOS CARISMAS La presencia de los carismas es el captulo ms caracterstico del movimiento pentecostal. Hasta tal punto es esto as que la versin catlica de este movimiento se denomina Renovacin Carismtica. Con todo, se puede notar cmo la actualizacin, independientemente del movimiento pentecostal, de los trminos carisma y carismtico ha invadido los ambientes eclesisticos y especialmente las rdenes e Institutos religiosos, hablndose muy frecuentemente en ellos del carisma fundacional de dicha Orden o Congregacin y del carisma de la vida religiosa. Si por mucho tiempo no se hablaba del tema en la Iglesia, el Vaticano II ha reivindicado cmo a la esencia de la Iglesia pertenece la dimensin carismtica.13 Decamos que la experiencia del llamado Bautismo en el Espritu comporta normalmente la presencia o la colacin de algunos de los carismas del Espritu. Antes de presentar algunos de los ms conocidos en la Renovacin Carismtica, puede ser de inters que nos asomemos a la doctrina del NT sobre el tema.

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Lumen Gentium 4,7,12; Apostolicam Actuositatem 3; Ad Gentes 4,23. Puede verse el discurso con que el Card. Suenens, en defensa de la dimensin carismtica de la Iglesia, respondi al Card. Rufini que pretenda, por su parte, enterrar honorablemente los carismas como pertenecientes al pasado de la Iglesia. Card. SuENENs, Dimensin carismtica de la Iglesia, en Discursos Conciliares, Editados por Y. Congar, H. Kng, D. O'Hanlon. Cristiandad. Madrid 1964, pp. 33-38.

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Como es sabido, el trmino jrisma aparece slo 17 veces en el NT, de las cuales 16 en Pablo y 1 vez en 1Petr 4,10.14 Se trata de un trmino tcnico forjado por Pablo para expresar las manifestaciones del Espritu Santo en la Iglesia.15 En realidad, el trmino es tan amplio que comprende desde la vocacin a la vida cristiana hasta el don de la vida eterna. Digamos que en la vida cristiana todo es don, todo es gracia, todo es carisma. Hay en los escritos paulinos cuatro textos que presentan directamente la enumeracin de una serie de carismas. Tales listas se encuentran en 1Cor 12,4-10.28-30; Rom 12,6-8; Ef 4,11. De estos textos, Ef 4,11 presenta como don, y no con el trmino carisma, al apstol, al profeta y al maestro. Ms directamente nos interesan los textos de 1Cor. Probablemente aqu Pablo utiliza el trmino en el mismo sentido que los corintios, como dones manifiestos y espectaculares pertenecientes a la economa del Pneuma.16 Tales manifestaciones son funciones dentro del organismo que es el Cuerpo de Cristo, y su valor depende precisamente de la utilidad que aporte al bien comn del Cuerpo. Se orientan, por tanto, al servicio de la comunidad. De una u otra forma, a lo largo de la historia de la Iglesia siempre ha habido personalidades carismticas. Cada poca ha gozado de alguno de estos seres privilegiados, pinsese, por ejemplo, en Bernardo, Francisco de Ass, Catalina de Siena, Ignacio de Loyola, Teresa de Avila, Juan de la Cruz, el Cura de Ars, Juan XXIII, etc. La gran diferencia respecto al movimiento pentecostal radica en que antes los carismas iban asociados a grandes personalidades y ahora se presentan como dones de la comunidad. Con la referencia que hemos hecho al NT, es suficiente para comprobar que la actualizacin de los carismas en la Renovacin Carismtica tiene un serio fundamento bblico. Nos detendremos solamente en la presentacin de dos dones muy frecuentes en la actualidad: el carisma de lenguas y el de profeca. Carisma de lenguas El carisma de lenguas es un don propiamente de oracin. Quizs sea el carisma ms llamativo y el que hace ms vulnerable a la Renovacin Carismtica para aquellos que la juzgan desde fuera. Para entenderlo hay que partir de los datos de Pablo en 1Cor. En efecto, se trata de un carisma cuya realidad bblica es incontestable. Pablo le dedica algunas consideraciones decisivas en 1Cor 12-14. Conviene recogerlas porque el don de lenguas, tal como se da en la Renovacin Carismtica, es sustancialmente idntico a la glosolalia de la comunidad cristiana de Corinto. A esta cuestin ha dedicado el P. Sullivan un mesurado y orientador artculo cuya exposicin intentaremos resumir .17 S es importante tener en cuenta antes de tratar esta cuestin, que es intil por carecer de importancia espiritual y teolgica, la pregunta de si los gloslalos hablan una lengua verdadera existente en la actualidad o en el pasado.18 Segn los datos paulinos, este supuesto, la glosolalia corintia, era una expresin verbal que se asemejaba a un lenguaje humano real,19 ininteligible tanto para el gloslalo como para los oyentes,20 hasta tal1415

Cfr. Alfred SCIINOLLER, Handkonkordanz zum griechischen Neuen Testament, en art. jrisma.

Sobre este tema, el iluminador artculo de B. N. WAMEACQ, Le mot 'charisme', NOUVELLE REVUE THEOLOGIQUE 97 (1975) 345-355 16 Cfr. B. N. WAMBACQ, Ibid., p. 349.17 18 19

F. A. SULLNAN, Ils parlent en langues..., LUMEN VITAE 31 (1974) 21-46. Cfr. al respecto Peter HOCKEN en LA VIE SPIRITUELLE 128 (1974) 31-42.1Cor 14,5-19; I Cor 1, 1, cfr. SULLIVAN, Its parlet... pg. 24.

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punto que su interpretacin exiga un don carismtico distinto.21 Este carisma es ante todo un don de oracin, una manera de orar, incluso una manera 'excelente' de orar (cfr. 1Cor 14,17), practicada por el mismo Pablo (cfr. 1Cor 14,18) y a la que invita, segn la interpretacin que de 1Cor 14,28 propone el P. Sullivan. En la Renovacin Carismtica, el don de lenguas se presenta como don de oracin, practicado frecuentemente tanto en los grupos de oracin como en la oracin personal privada. Vale la misma descripcin que acabamos de dar siguiendo a San Pablo. Aunque la glosolalia carismtica no sea una lengua, segn establecen los estudios de lingistas como W. J. Camarn22 y J. R. Jaquith,23 sin embargo, no se puede poner en duda que a travs de ella se expresa todo un mundo de sentimientos y el impulso interior de orar alabando a Dios. Justamente aqu radica la significacin espiritual de este carisma: ser un don de oracin cuyo valor como lenguaje de alabanza no depende de lo que digan los lingistas. El valor de este don parece estar en que permite al espritu humano expresar con ayuda del cuerpo lo que es impotente para expresar con las palabras ordinarias. Se ha comparado al don de lgrimas.24 Los efectos de este don, segn confirman los diversos testimonios, son un abandono en las manos del Seor, un desprendimiento de s mismo, un desbloqueo y liberacin interior ante Dios y ante los hombres. Y cuando se ejerce en pblico es un acto de humildad. Valgan estas breves indicaciones para conocer los datos fundamentales sobre el don de lenguas. La interpretacin espiritual que hemos dado podra ayudarnos a franquear el bloqueo que nos impide frecuentemente aceptarlo e incorporarlo a nuestra propia vida espiritual. Carisma de profeca La profeca no es primariamente una prediccin del futuro temporal, -es se un aspecto secundario- sino que es trasmisin de la palabra de Dios, del mensaje de Dios a un individuo o a un grupo. El ministerio proftico juega un papel muy importante en la Iglesia primitiva. Dir San Pablo que la Iglesia est fundada sobre el cimiento de los apstoles y profetas (Ef 2,20). De hecho, junto al ministerio del apostolado aparece el del profeta ocupando un segundo puesto (1Cor 12,28; Efe 2,20; 3,5; 4,11; Apoc 18,20). Don frecuente en la Iglesia apostlica (Act 11,27s; 13,1; 21,10s), hay que estimarlo y no despreciarlo (1Tes 5,19-20). Ms an, hay que desearlo (1Cor 14,1.5.39). La funcin del ministerio

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1Cor 14,13-14; SULLIVAN, Its parlent, p. 25. 1Cor 14,27-28; SULLIVAN, Its parlent, p. 25. 22 W. J. SAMARIN, Tongue of Men and Angels. The Religious Language of Pentecostalism. MacMillan Company. New York 1972 23 J. R. JAQUITH, Toward a Typology of Formal Communicative Behaviors: Glossolalia, ANTHROPOLOGICAL LINGUISTICS 9 (1967) 1-7. 24

Cfr. Card. SUENENS, Un nuevo Pentecosts?, p. 104-105; R. LAURENTIN, Pentecostalismo Catlico, p. 130; SULLIVAN, Ils parlent, p. 45 y el siguiente texto: Le parler en langues est un vrai don de la grce, un charisme, lorsqu'il vrifie cette sorte d'efficacit quasi sacramentelle qui consiste signifier et intensifier un lan intrieur de prire et, plus particulirement, de louange. On se trouve incapable de trouver les mots apropris pour exalter le Seigneur; mais cela n'empche pas de dormer ce surgissement de la louange une expression sonore. Il suffit de laisser se dployer sans entraves de ]angage de louange avec cette confance qu'il s'agit la d'une authentique glorification de Dieu, de mme que les ]armes peuvent signifier authentiquement la contrition du coeur (p. 46).

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proftico se orienta a edificar, exhortar y consolar la comunidad (1Cor 14,3). Con su palabra el profeta edifica, es decir, construye la comunidad (1Cor 14,4) En la Renovacin Carismtica es muy frecuente el don de profeca. Comnmente se entiende como edificacin, exhortacin y consolacin de la comunidad, en el sentido paulino. La manera concreta como se lleva a cabo en los grupos de oracin, es al estilo de los orculos profticos de la Biblia. Se utilizan normalmente expresiones como as habla el Seor, y luego se expresa el mensaje en primera persona como portavoz de Dios. Con esto es claro que no se pretende aadir nada nuevo a la Revelacin. Trascribo uno de estos mensajes profticos: Pueblo mo, Yo soy tu Dios. Yo te he reunido en este lugar. Algrate, goza y exulta de jbilo en M. Yo te amo, Yo sano tu corazn y tu cuerpo. Algrate, Yo soy tu Pastor y tu Dios. Esta profeca anotada en el curso de un grupo de oracin son fcilmente reconocibles los rasgos, e incluso las palabras, de las profecas bblicas. Es evidente que tales palabras producen consuelo y estimulan a todo el grupo de oracin Ahora bien, cmo reconocer la verdad de un mensaje? Para ello hay que acudir al don de discernimiento. En lneas generales, podemos establecer lo siguiente: dirigida al grupo, l mismo puede juzgar si la palabra viene del Seor. Sabemos que su palabra es eficaz y los que escuchan el mensaje advierten la vida y la potencia que comunica. En lnea con el sentido de la Palabra de Dios, la profeca nunca destruye la unidad de la comunidad sino que la construye y edifica.25 En la Renovacin Carismtica se dan muchos carismas, con la abundancia inagotable del Espritu que los proporciona. Es siempre el mismo Espritu quien suscita tanto aquellos carismas atestiguados en el NT como estos otros, que coinciden prcticamente con aquellos. Nosotros hemos presentado aqu solamente una muestra de ellos: el don de lenguas y el de profecas. Pero lo mismo podramos haber tratado los dones de magisterio, discernimiento, curacin, interpretacin de lenguas, obras de caridad y servicio, etctera, tal como surgen en la actualidad de la Renovacin Carismtica. Aunque sta hable particularmente de algunos carismas es consciente de que la mayora de ellos abundan en la vida de la Iglesia bajo rasgos sencillos y comunes.

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Cfr. Bruce Yocum, La prophitie, Il est vivant. Cahiers du Renouveau n.0 5, decembre 1975, pp. 13-15.

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La Iglesia primitiva fue carismticaAlejandro Diez Macho, M. S.C.1

Despus del destierro ces la profeca en Israel; nicamente qued el "eco de la profeca" y se esperaba con ansia la llegada del Mesas para que de nuevo la profeca y sus fenmenos concomitantes se derramasen sobre todo el pueblo mesinico, no slo sobre algunos privilegiados. Lo haba profetizado Joel 3. Efectivamente, el da de Pentecosts, fiesta de la "clausura" de la Pascua, los judos celebraban la donacin de la Ley en el Sina y la constitucin de la Alianza o Antiguo Testamento. Lo celebraban particularmente las clases sacerdotales y los esenios. Pero era una fiesta de carcter nacional, y por eso se llenaba Jerusaln de peregrinos llegados de la dispora. Espritu de Jess Ese da de fiesta fue el escogido por el Seor para enviar al Espritu Santo que haba prometido. Espritu santo significa para el judasmo sobre todo espritu de profeca, y este sentido tiene muchas veces en el Nuevo Testamento. Pero para los cristianos signific, adems, todos los dones comunicados por Dios e incluso lo que llamamos el Espritu Santo con maysculas, es decir la Tercera Persona de la Santsima Trinidad. Jess ascendi al cielo, es decir, ces de comunicar su presencia visible a los cristianos, para enviar al Espritu Santo. Hasta el siglo IV, la fiesta de la Ascensin se celebr junto con la fiesta de Pentecosts, con lo que se subrayaba una finalidad importante de la Ascensin del Seor, o sea, el envo del Espritu Santo, tambin llamado en el Nuevo Testamento "Espritu de Jess. Vino el Espritu Santo el da de Pentecosts judo, y se comunic con tal abundancia y extensin que Pedro, en su primera alocucin a los judos en tal fiesta tom como texto la famosa profeca de Joel, en la que se profetizaba la donacin del Espritu de Dios a todo el pueblo mesinico. Desde ese da, tambin fundacional de la Nueva Alianza o Nuevo Testamento, los dones del Espritu Santo se comunicaron a todo el pueblo cristiano, no solamente a algunos individuos, particularmente agraciados con el don de profeca.

Koinonia, 33-34 pp 4-7 El P. Alejandro Dez Macho pertenece a los Misioneros deL Sagrado Corazn y actualmente es catedrtico de Filologa Bblica en la Facultad de Filologa de la Universidad Complutense de Madrid. Desde el ao 1939 hasta el 1973 fue profesor de Lengua y Literatura Hebrea en la Universidad Civil de Barcelona, y es Doctor Honoris Causa por la Facultad de Teologa, tanto de la Catlica como de la Protestante, de Estrasburgo. Forma parte del grupo de la R.C. "Ntra. Sra. del Sgdo. Corazn " de Madrid.

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El sugestivo tema de los carismas La Iglesia cristiana comenz as a ser carismtica. Los dones que acompaan a la recepcin del Espritu Santo se llaman carismas (jarismata en griego) cuya definicin es dones del Espritu Santo para la edificacin de la comunidad. Esa es la diferencia bsica respecto a los seis dones (en la Vulgata son siete, pues se aade el don de la piedad), que recibir el Germen de David, el Mesas, y tras l, los cristianos. Dones que menciona Is 11, 2: don de sabidura, de inteligencia, de consejo, de ciencia, de fortaleza, de temor de Dios. Estos dones se ordenan a la santificacin del cristiano que los recibe. Son -dicen los telogos- unos hbitos que acompaan al Espritu Santo en el alma, a la gracia santificante, y que la habilitan para seguir las mociones del Espritu aun en situaciones o circunstancias difciles. Estos dones exigen la gracia santificante; los carismas, por s mismos no la exigen. Por ejemplo, Caifs profetiz que convena que muriese un hombre para salvar al pueblo, y Balaam pronunci, en contra de su voluntad, verdaderas profecas. Tanto Caifs corno Balaam son prototipos de personajes perversos. No todas las comunidades cristianas primitivas recibieron en la misma medida los carismas, que aparecan preferentemente en las asambleas litrgicas comunitarias. La comunidad ms carismtica fue la de Corinto. Corinto, la comunidad carismtica Pablo habla de los carismas, sobre todo en el cap. 12 de la Primera Carta a los Corintios, y hace la valoracin de uno de ellos, el de lenguas -muy apreciado por aquella comunidad- en el captulo 14. La comunidad de Corinto era "rica en toda cosa, en toda palabra y conocimiento" (1, 5); "no le falta ningn carisma" (1, 7). Era la comunidad carismtica por excelencia. La Primera Carta a los Corintios es polmica. Pablo se enfrenta, parece, a los cristianos gnsticos de la comunidad, que se crean "perfectos" precisamente por la "gnosis", por el "conocimiento" de los misterios divinos y por el "xtasis". En consecuencia se consideraban llegados a la perfecta libertad cristiana, permitindose atentados contra la tica y desatenciones con otros cristianos dbiles, cosas que Pablo no poda tolerar. De entrada, Pablo recuerda a los corintios, en gran parte cristianos procedentes de la gentilidad, que, cuando eran paganos, el "xtasis" los sacaba fuera de s, de su libre albedro, en el culto de los "dioses mudos". Tambin en el culto cristiano de Corinto ocurran fenmenos extticos, extraos. Producidos por poderes demonacos o por el Espritu Santo? La comunidad necesitaba un criterio para discernir la accin demonaca de la accin del Espritu. Y Pablo lo proporciona: un cristiano verdadero no puede decir "maldito sea Jess", como quiz -es la opinin de Smithals- algunos gnsticos cristianos decan refirindose a "Jess" en cuanto hombre, pues, segn ellos, Jess-hombre nada tena que16

ver con Cristo y, por tanto, con el Espritu Santo. Por eso se atreveran a maldecir de Jess-hombre esos gnsticos que profesaban que Cristo no haba venido en carne. Eran los mismos que rechazaban la resurreccin corporal de los muertos, precisamente por ser corporal; los que decan que la resurreccin es puramente espiritual, y que haba acontecido ya. Tales gnsticos -viene a decirnos Pablo-, a pesar de su ciencia y de sus manifestaciones extticas, no tienen el Espritu Santo. Las cosas del Espritu En cambio, los cristianos que confiesan que "Jess es el Seor", el Kyrios, que admiran su encarnacin, muerte y resurreccin, stos s que tienen el Espritu Santo. Esa confesin, ese credo rudimentario, que fue uno de los primeros credos de la Iglesia primitiva, no puede profesarse sin el Espritu Santo. Los de Corinto consultaron a Pablo acerca de las "cosas del Espritu". De ellas habla 1Co 12-14. Pablo dice que los dones del Espritu son muchos, y que todos proceden del Espritu Santo. La fuente de esos dones espirituales es nica, Dios uno y trino; la distribucin (o variedad?) de los carismas se atribuye al Espritu Santo; la de los servicios o ministerios a la comunidad, al Seor Jesucristo; la de actividades (sinnimo de jarismata en 1Co 12, 9.10), a Dios Padre, quien es el que "obra todo en todos". Esta formulacin ternaria, frecuente en el apstol, es una manera de hacer intervenir en los dones, en los carismas del Espritu Santo, a las tres personas divinas; pero no pretende acotar el campo de cada Persona, como si cada una solamente interviniera en una clase de carismas. Lo que Pablo ensea es esto: carismas, servicios (o ministerios) y operaciones, todo procede del Padre a travs de Jess, quien lo otorga por medio del Espritu Santo, tambin llamado Espritu de Jess. Por eso en 1Co 12,6 se dice que "Dios (el Padre) obra en todos". Y en 12,11 que "todas estas cosas las obra un mismo y solo Espritu repartiendo a cada uno segn quiere". Cada cristiano, un carisma Los carismas son dones del Espritu Santo para la edificacin de la comunidad (12,7). Este es, segn Pablo, el criterio para saber qu don del Espritu merece el nombre de carisma, y para valorar la mayor o menor importancia del don: el servicio de la comunidad, el mayor o menor servicio de la misma. No olvidemos que cada cristiano tiene una "manifestacin del Espritu", un carisma (1Co 12,71 l). A uno se le da el lenguaje de sabidura; a otro, el lenguaje de ciencia. En qu se distinguen estos dos carismas? Se diferencian de verdad o son dos maneras de expresar el mismo don? No se puede responder con certeza. Se trata de uno o dos carismas de conocimiento y, por tanto, muy apreciados por los corintios, particularmente por sus gnsticos, que ponan la perfeccin en la "gnosis", en la "sabidura". Pablo tena este carisma y hablaba, sirvindose de l, a los "perfectos (1Co 2,6), a los cristianos del

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espritu, a los que realmente tenan este don. Un don que consista en un conocimiento de las "profundidades" de Dios (1Co 2,10), de su misterioso plan salvfico. Otros cristianos estn dotados del carisma de la fe. La palabra "fe" no significa aqu, al parecer, simplemente la fe teologal ms desarrollada, sino una fe capaz de trasladar montaas, es decir, e don de hacer milagros, de hacer imposibles, que eso significa la expresin hebrea "trasladar montaas". Sigue el don de curaciones de enfermedades, el don de "obras" milagrosas, tal vez exorcismos, y el carisma de la profeca. Qu es el carisma de profeca? Es el don de predicar la penitencia y el juicio como los antiguos profetas, la penitencia y el juicio escatolgico, o sea, profeca concerniente al presente de la comunidad o de sus miembros, y tambin el futuro. En 1Co 14,3, Pablo detalla funciones de la profeca: "El que profetiza habla a los hombres para su edificacin, exhortacin y consolacin." Segn 14, 24-25, el profeta descubre los secretos del hombre, lo pone de manifiesto y as lo convierte. Sigue ensanchndose la lista de los carismas: la discrecin de espritus. Es la capacidad de discernir si el carismtico habla en nombre del Espritu Santo o movido por el mal espritu. En el captulo 14 San Pablo dice: "Si uno profetiza, los otros 'disciernan': o todo el grupo carismtico o el que tenga el carisma de discernimiento" (14,29). Termina la enumeracin con el carisma de hablar variedad de lenguas y de interpretarlas. El don de las lenguas era el ms estimado por los cristianos de Corinto, pero Pablo lo relega de intencin al ltimo lugar. Su valoracin la reserva para el captulo 14. La variedad de lenguas hace referencia a la plural manifestacin de este fenmeno. Una variedad es la lengua de los ngeles; en las religiones helensticas se crea que los ngeles se dirigan a la divinidad en una lengua especial. La conclusin de Pablo tras la enumeracin de los carismas es que "todas estas cosas las obra un mismo y solo Espritu, que reparte en particular a cada uno segn El quiere". Como entre parntesis El don de lenguas consista, y consiste en el movimiento carismtico contemporneo, en orar mediante sonidos inarticulados o articulados, en slabas o palabras normalmente ininteligibles y sin significado aun para el que las profiere, pues no son palabras de lenguas conocidas, vivas o muertas. Parece que en contados casos el habla corresponde a alguna lengua existente, del presente o del pasado, pero desconocida para el gloslalo. Lo corriente es que sea a modo oracin, pero puede ocurrir que tal lenguaje sea portador de un mensaje para la comunidad. Entonces precisa de interpretacin. El fenmeno de hablar lenguas ha existido en religiones no cristianas. Hay constancia de que se hablaban lenguas no conocidas en religiones paganas de

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Mesopotamia casi dos mil aos antes Cristo. Se hablaron en Fenicia, Cana entre los Hititas, en Egipto, en las religiones mistricas del tiempo de Pablo. El que sea, o pueda ser un fenmeno natural, no quiere decir que el Espritu Santo no pueda valerse de l y convertirlo en carisma autntico, a beneficio del que lo recibe o de la comunidad. Cuerpo mstico Pablo pasa seguidamente a exponer la doctrina del cuerpo mstico de Cristo, alegora conocida por el aplogo de Menenio Agripa y porque fue usada frecuentemente en la antigedad para describir las relaciones del cuerpo social. Pablo pretende subrayar que cristianos forman un cuerpo, una unidad, dentro de la cual hay variedad funciones, y que el funcionamiento de ese cuerpo depende del cumplimiento de la funcin de cada miembro. Nadie pretenda, pues, acaparar todos los carismas, nadie tenga el suyo en poca consideracin. En la Iglesia -sigue Pablo aplicando la alegora del cuerpo mstico- Dios ha puesto en primer lugar a unos como apstoles; en segundo lugar los profetas, en tercer lugar los doctores. Este es un grupo de privilegiados, nombrados por orden, un grupo especial de carismticos. En Ef 4,11 se vuelve a nombrar el grupo, aumentado: apstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros. Hay quien cree que profetas, doctores y evangelistas eran misioneros peregrinantes de comunidad a comunidad. Esto no excluye que algunos estuvieran incardinados en una comunidad. Hemos considerado la funcin de los profetas. Los maestros y doctores eran los "transmisores e intrpretes de la tradicin de Cristo, los que enseaban los mandamientos y artculos de la fe (H. Fr. von Campenhausen); adems, los que cuidaban de la catequesis de los nefitos (Althaus). Pablo era, en una pieza, apstol, profeta y maestro, amn de hablar lenguas, de haber tenido xtasis y revelaciones. Tras esta trada de carismticos, Pablo empalma una nueva lista detallando otros carismas, sin orden ni jerarqua. Sin embargo, vuelve a poner en la cola el carisma de hablar lenguas. Observamos que Pablo pone entre los carismas las "obras de ayuda" al prjimo y el "gobierno" de la comunidad. La caridad Pablo intercala en el captulo 13 una pgina maravillosa acerca de la caridad, que no es un carisma, pero que est en la base y sobre todos los carismas, y es el camino ms excelente, el modo de comportarse ms perfecto, al que los carismas se ordenan como los medios al fin. En este captulo 13 vuelven a aparecer los carismas para parangonarlos a la caridad; para decir que los carismas no son nada, que no aprovechan nada sin la caridad. Empieza Pablo dicha contraposicin por los carismas del lenguaje: Si hablando lenguas de hombres y de ngeles no tengo caridad, soy como bronce que suena y19

cmbalo que retie. Y si teniendo el don de profeca y conociendo todos los misterios y toda la ciencia y tanta fe que trasladase los montes, si no tengo caridad, no soy nada." Establecido en el captulo 13 que la caridad est por encima de todos los carismas y que su relacin con la caridad les da a stos mayor o menor valor, Pablo pasa, en el captulo 14, a establecer el orden de importancia de dos carismas: profeca y don de lenguas. Entre lneas se lee que los corintos preferan el don de lenguas a la profeca, es decir, que preferan lo exttico, lo incomprensible, lo que les pareca obra superior del Espritu. La profeca, ofrecida en palabras asequibles, les pareca carisma inferior. El apstol mantiene todo lo contrario: al que reza en lenguas le entiende Dios, pero no los hombres; por lo mismo, no edifica a la comunidad, a menos que l u otro reciba el don de interpretar tal glosolala y as la comunidad se enriquezca con su mensaje. La profeca, por el contrario, habla a la comunidad palabras de edificacin, de exhortacin, de consolacin. Ms tarde, en el versculo 24, Pablo atribuye tambin a la profeca el desenmascarar el interior, manifestar lo que es propio del hombre. No es que Pablo, con esto, se oponga al carisma de lenguas; al contrario, deseara -as dice- que todos hablasen lenguas. Lo que ensea es que la profeca es carisma superior, a menos que el gloslalo, l mismo u otro, interprete, y as edifique a la comunidad. Esto supone que puede hablar en lenguas y al mismo tiempo recibir el carisma de la interpretacin. Estos dos carismas -glosala e interpretacin-, en todo caso, figuran como dones otorgados a personas distintas. Hablar en lenguas sin interpretacin no aporta edificacin. Qu provecho -contina el apstol- representara que yo os empezase a hablar en lenguas, si no os aportara alguna revelacin, conocimiento, profeca o enseanza?". Pablo prefiere hablar en la comunidad cinco palabras con seso, dando instruccin a los dems, que diez mil palabras en lengua (14,59). Hablar en lenguas no es carisma apto para convertir a incrdulos; stos tacharn el gloslalo de loco. Es nicamente para creyentes. Lo que convence y convierte a los incrdulos es la profeca, pues sondea y descubre su interior y los hace confesar al Seor. La asamblea Finalmente, Pablo, despus de evaluar profeca y lenguas, establece normas prcticas para el uso de los carismas en las asambleas comunitarias. Supone Pablo que todos los participantes en la asamblea comunitaria tienen algo que aportar. Cada uno aporta algo: un salmo, una enseanza, una revelacin, una lengua, una interpretacin. El apstol permite hablar en lenguas a dos o tres, con tal de que siga interpretacin y que no hablen a la vez, sino uno tras otro. Lo mismo a los profetas: dos o tres, y que los dems dictaminen si la profeca es de Dios o del enemigo. Si entretanto surge una revelacin, que calle el profeta, pues puede controlar su profeca, y d paso a esa revelacin. Todo debe proceder en paz y en orden, pues Dios es "Dios de paz.20

(Ledo este ltimo pargrafo, y fuera de las hojas transcritas de las revistas Koinonia y Nuevo Pentecosts, aadimos aqu que, dado que no son fenmenos excesivamente frecuentes en nuestras asambleas, simplemente se anime a que cada uno est a la escucha del Seor para ponerlo al servicio de los dems, pero que siempre se deje al discernimiento de los servidores del grupo cmo ha de realizarse este intercambio de palabra recibida y en qu momento de la oracin conviene hacerlo Tal vez sea un tema que debiramos comentar entre nosotros.)

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DOS ETAPAS INICIALES PARA EL CRECIMIENTO EN EL ESPIRITUFrancisco Lpez1 Respecto a los hermanos que comienzan a venir a los grupos de oracin observamos que hay muchos que desconocen la vida en el Espritu y que deben descubrirla y empezarla a vivir. Para ellos es necesario un plan de iniciacin y de integracin. PRIMERA ETAPA: INICIACION A LA VIDA EN EL ESPIRITU Esta etapa implica dos aspectos importantes y simultneos: informacin y experiencia en la vida del espritu. Los dos van ntimamente unidos y si atendemos solamente a uno no habr verdadera iniciacin. Es lo mismo que ocurra con el catecumenado cristiano de los primeros siglos, que pona el acento en la conversacin y en la catequesis. La forma ms comn de realizar esta etapa es a travs del Seminario de las siete semanas sobre la vida en el Espritu, que de ordinario exigir que sean ms de siete semanas para ampliar y profundizar ms en los temas. El Seminario quedar completado con el retiro de dos o tres das, con que acaba, y en el que se recibe la Efusin del Espritu. En el Seminario, a la vez que se exponen los temas principales, se va dando informacin sobre los aspectos ms importantes de la vida en el Espritu: fundamentalmente sobre la Efusin del Espritu y todo lo que es la R.C., sobre el valor y la prctica de la oracin, que deber ser una de las preocupaciones ms importantes del semanista hasta llegar a hallar gusto y facilidad para la oracin. La Renovacin es fundamentalmente una experiencia del Espritu a travs de la oracin. Por tanto al hermano nuevo hay que aconsejarle un tiempo determinado de oracin, que al principio debe ser breve para que resulte fcil de cumplir. El dirigente o acompaante debe orientarle y revisarle este compromiso. Para empezar, es de aconsejar que no se adquieran otros compromisos ms que el de la fidelidad a la oracin. Si se quieren adquirir otros, que sean de forma que no les perturbe en su vida de oracin. Este compromiso de oracin deber estar animado y protegido con ciertas prcticas ascticas, por ejemplo, vigilias de oracin, servicios prestados a los hermanos, obras de misericordia, y hasta el ayuno practicado algn da, pues hay que tener muy presente que la vida del Espritu es una lucha decidida contra todo lo que representa el mundo, la carne y el demonio (Rm 8,5; Ga5,16). Por esto necesitamos espiritualizar1

Koinonia, 27 pp.10-11

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nuestro cuerpo, hacerlo gil y obediente a las exigencias del Espritu, no en plan de guerra, sino de adiestramiento para la lucha contra las fuerzas del mal y de nuestro propio egosmo. Las dificultades que van a encontrar los nuevos van a ser tentacin para abandonar el camino emprendido, que es un camino de conversin, personas que califican la Renovacin como algo raro o extravagante, falta de tiempo para la oracin, desconfianza y dudas sobre la misma Renovacin. Por esto se aconseja que un dirigente o un servidor se encargue del acompaamiento espiritual de los hermanos iniciados y les vaya aclarando las dificultades que se les van presentando. Esto es ya una forma de discipulado en el seguimiento del Seor. Una vez hecho el Seminario se celebra el retiro para que se llegue a la verdadera experiencia de fe y de vida en el Espritu. Se ha de procurar prevenir a los nuevos contra las emociones, pues fcilmente se da un engao al confundir el estado emocional con la experiencia del Seor. Todo lo que sea emocional es muy transitorio y no deja cambio permanente en la persona ni llega a cambiar una vida. Despus habr que fomentar las convivencias y encuentros para conseguir unas relaciones personales profundas, muy necesarias para el proceso de integracin en el grupo. Si se presenta la oportunidad tambin es bueno asistir a otros retiros o convivencias de otros grupos para un mayor enriquecimiento. En esta primera etapa no se aconseja dar a los iniciados puestos de responsabilidad en el grupo, por muy admirable que nos parezca su conversin, ya que la falta de conocimiento y experiencia podran crear problemas tanto para los dirigentes como para el mismo grupo. En cambio s que pueden ayudar en alguno de los servicios. Despus conviene seguir dando instruccin. A algunos habr que adiestrarlos en el manejo de la Biblia y ensearles a gustar y amar la Palabra de Dios que es luz y vida. Ser til, para el que sea posible, asistir a cursillos o cursos completos sobre la Biblia. Tambin se debe leer libros que completen la formacin, literatura sobre la Renovacin, sobre la oracin, los carismas, la vida espiritual, y hasta utilizar folletos, cassettes, cantos, etc. En cuanto a la enseanza se deber aclarar los temas fundamentales y repetirlos una y otra vez: qu es la Renovacin, la oracin de alabanza, la intercesin, la liberacin y la curacin, la oracin en lenguas, el bautismo en el Espritu, las principales tentaciones y dificultades, la necesidad de comprometerse con el Seor y los hermanos y de caminar juntos, etc. La duracin de esta etapa puede llevar un par de aos. Los dirigentes discernirn si el hermano deber pasar a la siguiente.

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SEGUNDA ETAPA: INTEGRACION Y CRECIMIENTO Esta segunda etapa se da cuando el hermano, convencido ya de que este es el camino claro para la realizacin de su vida cristiana, y habiendo sido orientado y discernido por los dirigentes, desea seguir en su crecimiento de la vida en el Espritu. Desea formar parte de un grupo en el que se sienta plenamente aceptado, y que pueda integrarse. Deber tener ya una cierta garanta de fidelidad a la oracin, tanto personal, como de constancia y asiduidad en el grupo. Aceptar a los dirigentes en sus orientaciones, pensando que el Seor los ha puesto en su camino para su crecimiento espiritual. Deber dar muestras de espritu de servicio y de disponibilidad al grupo. Se debern fomentar mucho las convivencias en el grupo a fin de crecer en las relaciones humanas con todos y cada uno de los hermanos. En cuanto a la formacin, tendr como objetivo: el llegar a conocer ms profundamente a Jess y por tanto a su plena aceptacin, o mejor, a entregarle plenamente la vida. Esta enseanza se puede dividir en los siguientes periodos: 1.-Purificacin y desmonte de la fe, hasta llegar a una verdadera liberacin de todo aquello que es obstculo para aceptar a Jess, como nico Salvador y Seor. Podemos seguir unos textos bblicos que nos presentan los diccionarios bblicos. 2.-Construccin y fortalecimiento de la fe, mediante la insistencia sobre el terna de Jess. Conocerlo ms profundamente, para terminar con una aceptacin de su vida. 3.-De crecimiento en la fe, insistiendo en los temas: frutos y carismas del Espritu, vida en el Espritu, lo que supone dejarse guiar por l y ser llenados de sus dones. Otros temas que se pueden tratar en la enseanza son los Sacramentos, y de modo especial la Confirmacin. Al trmino de cada uno de estos periodos, se deber tener un retiro, con un una celebracin o rito de compromiso. Al final del primero con una renuncia especial a todo lo que significa el pecado, el demonio, el mal. En el segundo, haciendo una profesin de fe, con la aceptacin de Dios, Padre, Hijo y Espritu Santo. Y al finalizar el tercero, recibiendo el sacramento de la Confirmacin, para los que no lo hayan recibido, o renovando la Efusin del Espritu, o recibindola por primera vez. La duracin de esta etapa puede ser de dos o ms aos.

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Los hermanos irn sintiendo la necesidad de un mayor compromiso, de un mayor crecimiento en la vida del Espritu. Los compromisos de esta segunda etapa sern de una mayor fidelidad a la oracin, tanto personal como comunitaria. Ms integracin en el grupo, ms transparencia y espritu de disponibilidad en algn servicio o ministerio del grupo. Tambin podrn aceptar algunos servicios y compromisos fuera del grupo, como pueden ser en las parroquias, y tambin habr que iniciar ya alguna forma de compartir bienes en el grupo. Estas son las que podramos llamar etapas iniciales, pues an podemos distinguir otras dos siguientes: etapa de grupos de profundizacin y etapa de comunidad de alianza.

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MEDIOS PRCTICOS PARA CRECER EN LA VIDA DEL ESPRITUAlejandro Balbs Sinobas1

Todo caminar, como todo desarrollo, supone un punto de partida, un origen. De este modo ser un caminar consciente, con sentido y con perspectiva de futuro. En nuestro caso, por tanto, todo crecimiento en la vida del Espritu ya supone la vida del Espritu. As, al hablar del caminar o del crecimiento, afirmamos una consecuencia lgica y honrada. Suponemos que ha habido un encuentro y experiencia personal, como fuera, con Jess, que es quien cambia y transforma nuestras vidas por su Espritu. Afirmamos la efusin del Espritu Santo y la opcin clara y decidida por Jess para que sea real y personalmente Camino, Verdad y Vida. (Jn 14-6) Considerando los sacramentos como un encuentro personal y tambin comunitario con Cristo, se reavivar y fortalecer dicho encuentro con la eucarista y el sacramento de la reconciliacin por amor, fuerza, oblacin y tambin ante la propia debilidad. Solamente as podremos hablar de caminar y de crecer. Y es as como nos fundamentamos en la Renovacin Carismtica, abriendo nuestras vida a la accin del Espritu Santo para poder ser luz y sal de la tierra, para responder a la llamada urgente de Jess: "Id, id, id ... ." (Mt 28, 19). El futuro de nuestros grupos y comunidades est en que sean transparentes de su identidad carismtica por la vida pletrica y dinmica de sus miembros. Partiendo, pues, de Jn 15,5: "Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en M y yo en l, se da mucho fruto; porque separados de M no podis hacer nada", presentamos los pasos, o medios prcticos, para solidificar, hacer perdurar con eficacia lo que se comenz, y crecer as en la vida del Espritu. 1.-ORACIN PERSONAL: EL TRATO CON EL SEOR "De madrugada, cuando todava estaba muy oscuro, se levant, sali y fue a un lugar solitario y all se puso a hacer oracin. Simn y sus compaeros vinieron en su busca; al encontrarle, le dicen: Todos te buscan" (Mc 1,35-37). Estamos ante un modo de orar, que creo atae a nuestro caso. Siguiendo a Jess tendremos que levantarnos de lo ordinario, de lo corriente, tal vez de la comodidad, y salirnos de la multitud, del vivir "pagano" de la gente y marcharnos a solas con Dios. Tendremos que ir donde est Dios. "T, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, despus de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que est all, en lo1

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escondido; y tu Padre que ve en lo secreto, te recompensar (Mt 6,6). Dios no se deja "atrapar" con nuestras cosas y nuestro bullicio y nuestros los. Es necesario ir donde est Dios, donde todo es puro y donde se deja or. Es decir, Dios ve en lo escondido, en la sencillez de la verdad, donde a uno nada le estorba ni le oculta. All habla Dios y da su recompensa. La oracin es Dios con nosotros, que nos recibe y se nos comunica. Dios se desborda en su paternidad, en su amor y tambin en su llamada. La oracin es poder llamar a Dios Padre y esto es vlido en cuanto que nosotros, al estar unidos a Jess, su nico Hijo, hacemos nuestra su oracin y terminamos siempre en la voluntad del Padre. Hemos de buscar siempre su voluntad por encima de nuestro bienestar personal. As la oracin es un don, cuando es movida y guiada por el Espritu Santo. "El Espritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabernos cmo pedir para orar como conviene; mas el Espritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables" (Rm 8,26). No pequemos de palabreros que oculten el verdadero rostro de Dios. l es quien tiene que construir. Por nuestra parte haya una apertura confiada y esperanzada siempre. Tampoco consideremos la oracin como un simple acto piadoso que responda, o bien a una obligacin que tengo que cumplir, o bien a un gusto subjetivo. Es Dios mismo quien nos ama, nos llama y quiere construirnos y transformarnos en su Hijo por el Espritu. Toda la alabanza sea para l. Necesitamos orar, pues en este caso del crecimiento la efusin del Espritu no se agot ni en los sacramentos ni en el da de la oracin de los hermanos. Y es precisamente la oracin un medio por el que seguir derramndose en Espritu con sus dones y frutos. 2.- EN COMUNIN COMO MIEMBROS DE UN MISMO CUERPO Recuerdo haber ledo, creo que de Ralph Martin, que en la Renovacin Carismtica nada es obligatorio, pero que recibida la efusin del Espritu no se puede menos de buscar y vivir en grupo, en comunidad. Es claro que Dios nos quiere caminando unidos. La doctrina de S. Pablo, voluntad de Dios, reflejo de una realidad, es clarsima: Todos hemos sido bautizados con el nico Espritu para formar un solo cuerpo y sobre todos se ha derramado el nico Espritu (1Co 12,13). Del mismo captulo 12 de la I Corintios se deduce clarsimamente el objetivo de comunidad. Hablando de la variedad de carismas, dice que, sin embargo, todos proceden del mismo y nico Espritu para la edificacin comn. Y a continuacin habla de la variedad de personas, que teniendo todos el nico y mismo Espritu, han de formar un solo cuerpo.

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Creo que todo esto ms que ulteriores explicaciones y razonamientos lo que necesita es mucha oracin, oracin autntica y llena de generosidad por nuestra parte. Para que la efusin del Espritu no resulte nula, es necesario el grupo, la comunidad, que apoye y confirme a los que desean vivir la vida en el Espritu. Porque tratar de vivir la vida cristiana aisladamente es una forma de espiritualidad egosta, no del Espritu. Hablando de la fe, es igualmente nuestro caso, un autor francs, Lig, dice: La fe o ser fraterna, es decir, vivida en comunidad, o no ser fe". Las relaciones interpersonales constituyen un medio necesario de crecimiento comunitario. Han de ser en nombre del Seor, selladas con su Espritu y, por tanto, limpias de todo egosmo, conveniencias o gustos personalistas. Cada hermano ha de procurar ser hermano de todos los dems. Ello no excluye el que haya que buscar las relaciones siempre que cada uno las necesite para s. Y entonces, tampoco habr que esperar a que vayan los dems, amparado en un egocentrismo aislante. Salir de uno mismo es apertura, comunin, comunidad. El someterse es seal tambin de comunin y de crecimiento. El sometimiento es fundamental. La vida y el crecimiento de un cuerpo se lleva a cabo contando siempre con el sometimiento de todos sus miembros, que producen la unidad. Someterse es corresponsabilidad y enriquecimiento mutuo. Someterse es contribuir a la construccin y desarrollo del grupo, del cuerpo de Cristo, segn S. Pablo. Someterse es negarse uno a s mismo, primera condicin que pone Jess a sus seguidores (Mt 16,24). Someterse es ponerse en actitud de bsqueda y dar con la voluntad de Dios, juntamente con los otros hermanos, prueba de mayor garanta. Libertad s, la de los hijos de Dios guiados por su Espritu; independencia no. En comunin. Es un proceso constante y necesario. 3.- COMPROMETIDOS EN EL SERVICIO Y EN EL COMPARTIR El compromiso es sntoma y expresin de crecimiento. Me refiero ahora al compromiso con los dems hermanos del grupo y sus derivaciones o exigencias. No trato aqu del compromiso expreso y pretendido de evangelizar. Podemos considerarlo, pues, en una doble dimensin: el servicio y el compartir. Ambas manifestaciones demuestran la seriedad de la opcin por Jess, la fuerza de su amor y la accin del Espritu. "Vosotros me llamis el Maestro y el Seor, y decs bien, porque lo soy. Pues si Yo, el Seor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros tambin debis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que tambin vosotros hagis como Yo he hecho con vosotros" (Jn 13,13-15). Lo propio del discpulo de Jess, del que le ha dicho "s", es seguirle en el servir, en el amar, en el ser til a los dems. El servicio desborda los lmites de las meras obligaciones y sobre todo si no pasan de ser meramente asistenciales. El servicio supone o exige de nosotros la generosidad, la amplitud de espritu, el corazn nuevo que se mueve a favor de los29

dems y cuya fuerza es el mismo Espritu. Con sentido de corresponsabilidad los que son movidos por el Espritu van haciendo de su vida una verdadera prestacin personal espontnea. El crecimiento de su vida en el Espritu se va manifestando en algunos de los ms variados servicios que van siendo necesarios en el grupo y que pueden ir desde el preparar el local para la reunin de oracin, pasando por un compartir oracin, y llegar hasta una asistencia personal. Igualmente se manifiesta colaborando en algn ministerio: msica, secretara, acogida, biblioteca, etc. Todos estos compromisos, siendo vida, servirn adems para una mayor integracin en el grupo y para ir descubriendo su propia vocacin cristiana dentro de la comunidad. La otra dimensin del compromiso es la de compartir. Cuando Dios ha irrumpido en un alma, en una vida, es muy difcil guardarlo a solas. Cuando uno busca al Seor de verdad movido por su Espritu, necesita de los hermanos, de su misma actitud o situacin para alabar o dar gracias, para dejarse as construirse por el Seor. El poderse reunir dos o ms en el nombre del Seor (Mt 18,20), es una invasin amorosa y de poder del Seor, es una plataforma bsica de lanzamiento, de crecimiento. El apstol Santiago (5,6) nos ensea a orar juntos e incluso a confesamos mutuamente nuestras faltas y encontrar as curacin. Necesitamos compartir nuestras vidas, pero por encima de la simple, aunque buena, amistad, de la frialdad del acto u obligacin. Pueden darse grupos pequeos de compartir. Pero siempre habrn de ser cauce de crecimiento, no ghetos, y tampoco meta o simple necesidad psicolgica. Seran espontneos e informales. Para un compromiso ms serio y de crecimiento no slo personal, sino del grupo est el llamado grupo de profundizacin. Su reunin tendr como base la oracin, la enseanza y el compartir las propias experiencias de vida. El Espritu del Seor se ha de mover necesariamente, habiendo un clima de fe y de unidad. Esas vidas en una transformacin enriquecedora llegarn a ser una levadura en todo el grupo, crecer todo l, el Espritu derramar sus dones, ser muy alabado el Seor y otros muchos hermanos podrn descubrir al Seor. 4.- EL ESTUDIO COMO FORMA DE ENSEANZA Nos lamentamos frecuentemente de la ignorancia de los cristianos. Constatamos, por otra parte, los grandes deseos de formacin de los hermanos de nuestros grupos. Es que la enseanza, el estudio, de mil formas, es necesario. Todo grupo sin enseanza languidece y la persona sin el debido y adecuado estudio no crece. En el mandato que deja Jess, segn Mt 28,19-20, queda constancia no slo de hacer discpulos, sino de ensear cuanto l les haba mandado. Y ya S. Lucas en los Hechos 2,42 nos dice cmo aquellos primeros cristianos perseveraban en la enseanza de los apstoles. Por eso, Ralph Martin, hablando de esta cuestin, dice que la efusin del Espritu Santo es tan solo una parte del largo proceso de la formacin cristiana. De todo30

lo cual se deduce que no es suficiente para crecer en la vida del Espritu la sola evangelizacin primera, es decir, la aceptacin de la Buena Nueva de Jess como Seor y Salvador, que tambin es necesario. Traducido a nuestro caso equivaldra a decir que las catequesis de iniciacin para la efusin del Espritu nunca son una meta, un fin de curso, sino que exigen una enseanza posterior y constante. En el caso de los primeros cristianos, repito, se dice claramente que perseveraban, acudan asiduamente en la enseanza de los apstoles. Por parte del que ensea habr de haber discernido sobre las personas y el grupo. En qu situacin estn? Qu es lo que necesitan? Cmo hay que presentrselo? No caer en el peligro de una bella exposicin y poco fruto. La enseanza ha de ir en orden no de una simple frustracin, sino de una profundidad prctica y progresiva, de tal modo que se identifiquen con la enseanza, queden enriquecidos y se d una verdadera transformacin, aunque lenta, firme. Todos necesitan enseanza. En todos ha de haber una preocupacin e inters especiales, que han de traducirse en acciones, tiempos, instrumentos, personas, libros, revistas, etc. Es peligrosa la autosuficiencia. No podemos contentarnos con que ya lo s todo o que ya somos un grupo promocionado. Qu bien que todos los grupos dispusieran de una biblioteca adecuada y que se pudiera preguntar a cada uno qu libro ests leyendo? y nos pudiera contestar favorablemente. La Palabra de Dios merece una atencin especial al tratar del estudio. Uno de los frutos de la efusin del Espritu es el amor y lectura de la Palabra de Dios. Jess alababa a los judos el que estudiaran las Escrituras y les interpelaba a que le descubrieran a l en ellas, pues daban testimonio de l, (Jn 5,39). Ningn da sin meditar, sin orar sobre las Sagradas Escrituras. Glosando 1Tes 2,13, en la Palabra de Dios hemos de ver y reconocer al mismo Dios que habla. No es palabra de hombre, no es mera idea o doctrina, sino vida de Dios, el Hijo de Dios, la Fuerza de Dios, el mensaje de Dios de salvacin revestido de palabra humana. Por nuestra parte sea bien acogida para que sea operante (Is 55,10-1). Oremos personalmente con la Biblia y su lectura sea, a su vez, oracionada. Acudamos a la Biblia, a Dios, en nuestra circunstancia difcil, en nuestro problema agobiante o encrucijada de indecisin. El nos dar su Palabra. Sepamos tambin mostrar a otros la riqueza de la Biblia que es revelacin de Dios y revelacin del hombre. Para vivir, para crecer y luchar, sea segn Jer 15,16: "Cuando reciba tus palabras (Yahv), las devoraba; tu palabra era mi gozo y mi alegra ntima; yo llevaba tu nombre, Seor, Dios de los ejrcitos".

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EL ESPIRITU Y SUS DONESJuan Manuel Martn-Moreno, S. J.1 La especulacin teolgica medieval construy sobre la arena movediza de una exgesis arbitraria de un texto de Isaas un grandioso edificio doctrinal sumamente elaborado, acerca de los siete dones del Espritu Santo. Los materiales bien endebles con los que se llevaba a cabo esta construccin consistan en aplicar el anlisis de objetos formales a cada uno de los dones mencionados en el texto. Si a esto se suma que haba que dejar espacio para la gracia santificante, las gracias actuales, las siete virtudes infusas y los doce frutos del Espritu, nos vemos un poco perdidos en una jungla conceptual muy lejana de nuestra sensibilidad moderna y bien lejana tambin del mundo de nuestras experiencias del Espritu. Quiere decir esto que toda aquella construccin teolgica es algo inservible que haya que relegar a la historia? Pensamos que no. De las ruinas de aquel edificio que hoy da no puede tenerse en pie, podemos rescatar elementos e intuiciones muy valiosas para una mejor comprensin de nuestra experiencia del Espritu y de nuestra vida de transformacin en Cristo. Esto es lo que pretendemos hacer en estas breves lneas, a la manera como de las ruinas de los antiguos templos se han aprovechado columnas y materiales para integrar en nuevas construcciones enmarcadas en el estilo de la nueva poca. I.- El texto de Isaas Decamos que la piedra angular de aquel edificio doctrinal sobre los siete dones del Espritu Santo era el texto de Isaas 11, 1 -3 a: "Saldr un vstago del tronco de Jes y un retoo de sus races brotar. Reposar sobre l el Espritu de Yahv: espritu de sabidura e inteligencia, espritu de consejo y fortaleza, espritu de ciencia y temor de Yahv. Y le inspirar en el temor de Yahv. En el texto hebreo original slo aparecen seis dones, estando repetido dos veces el temor de Yahv. El sptimo don, o don de piedad, slo aparece en la traduccin griega de los LXX y en la Vulgata latina. Es slo apoyndose en estas traducciones como el texto ha podido servir de fundamento para una teologa de los siete dones. Adems, el texto de Isaas tiene un sentido mesinico, y se refiere primariamente al futuro Rey que establecer el perfecto Reinado de Dios. Los dones del Espritu son dones del Mesas, y por eso el Nuevo Testamento aplicar este texto a Jess en el momento de su uncin mesinica, al ser bautizado en el Jordn (Mt 3,16; Mc 1,10). Slo en un sentido muy secundario se puede aplicar este texto a los cristianos, en la medida en que participan del don de Jess Mesas y concurren por su vocacin a1

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realizar el Reino de Dios. Pero aqu hay una nueva dificultad. En el texto de Isaas se habla de dones del Espritu para la tarea de la construccin del mundo y la sociedad nueva. En cambio en la teologa clsica los siete dones tenan como finalidad la santificacin personal, y se contraponan a los carismas que eran los que s ayudaban para la construccin de la nueva comunidad. Por todo ello vemos que el citado texto de Isaas mal puede dar pie para una teologa de siete dones de santificacin personal de cada cristiano. Prescindiremos de este texto y reflexionemos sobre otros textos bblicos que nos parecen ms relevantes para el tema. Prescindiremos de numerar los dones, del nmero siete o de cualquier otro nmero concreto, y no trataremos de delimitar con exactitud el rea correspondiente a cada uno de ellos. II.- Si conocieras el don de Dios Antes de hablar de la pluralidad de los dones convendra fijarse en todo el poder de sugerencia que tiene el trmino don, regalo. En el discurso de Pedro el da de Pentecosts se exhorta a la multitud: "Que cada uno se haga bautizar y recibiris el don del Espritu Santo" (Hch 2,38). Se nos habla del don as, en singular, ese don del agua del Espritu del que Jess hablaba tambin en singular a la Samaritana: "Si conocieras el don de Dios... (Jn 4,10). Antes de diversificarse en un haz de dones concretos, el gran don de Dios es su mismo Espritu, que nos viene dado como manifestacin de su amor y de su generosidad. De la misma manera que el rayo de luz blanca, al refractarse en el prisma, da lugar a un haz de diversos colores, as tambin el don del Espritu en nosotros se diversifica en un haz multicolor de dones concretos, Pero el mayor regalo que una persona puede hacer es el don de s. Y esto es lo que hace el Padre con nosotros, infinitamente mejor que esos padres que siendo malos saben dar cosas buenas a sus hijos (cf. Mt 7,11 ). El que nos entreg a su propio Hijo, cmo no nos dar todas las otras cosas juntamente con El? (Rm 8,32). Padre e Hijo nos hacen donacin de su mismo Espritu por el que son Uno, para hacernos vivir de su misma vida. Pero para acoger el don de Dios hace falta una conversin previa. Hace falta estar abierto a recibir. Una espiritualidad demasiado voluntarista ha centrado todo en el esfuerzo del hombre, en el mrito humano, en el precio que pagamos para recibir los dones de Dios. La Renovacin Carismtica quiere subrayar la gratuidad del don divino. La sociedad nos envuelve en sus hbitos mercantilistas. Las cosas valen por lo que cuestan. Estamos habituados a pensar que lo que no cuesta no tiene valor. Por eso hay que convertirse para apreciar el don de Dios. Hay que llegar a comprender que las cosas verdaderamente valiosas no cuestan nada, que una puesta de sol es ms bella que el ms lujoso espectculo. Qu hay tan valioso como el aire? Sin embargo no cuesta nada. Ah est gratis; slo hace falta abrir los pulmones para acogerlo. Qu hay tan valioso como el agua? Ah est gratis, siempre dispuesta a satisfacer nuestra sed. Pero habitualmente apreciamos las cosas por su precio o por nuestro esfuerzo en conseguirlas. Y hay que convertirse de esta actitud, para poder conocer el don, apreciarlo y acogerlo en su gratuidad. Y para acoger la vida como don gratuito hay que sentirse pobre y renunciar definitivamente a nuestros esquemas mercantiles en nuestro trato con Dios. "Oh, todos los sedientos venid por agua, y los que no tenis plata, venid, comprad y comed sin plata, y sin pagar, vino y leche. Por qu gastar plata en lo34

que no es pan y vuestro jornal en lo que no sacia?" (Is 55,1-2). Venid al mundo nuevo en el que no hay dinero, en el que "todo es gracia". El concepto de gratuidad viene reforzado por el trmino infuso que la teologa medieval aplicaba a los dones del Espritu. Infuso quiere decir infundido, derramado, y hace alusin al agua derramada en el bautismo, que es el momento en que recibimos estos dones. Junto con el agua que se derrama sobre nuestras cabezas, son derramados los dones del Espritu. Y este concepto de infusin se opone radicalmente a cualquier idea de adquisicin, de logro, de compra o de mrito. Se oponen estos dones infusos a las virtudes que uno puede ir adquiriendo poco a poco a base de ejercicio, de constancia, de asctica, de esfuerzo humano. Hay evidentemente en la vida unas virtudes que vamos adquiriendo poco a poco como fruto de nuestro esfuerzo. Pero no nos referimos a ellas al hablar de los dones, sino a un regalo gratuito de quien "nos am primero". "Pues habis sido salvados por la gracia mediante la fe; y esto no viene de vosotros, sino que es don de Dios; tampoco viene de las obras para que nadie se glore." (Ef 1,8-9). III.- Dones de Santificacin Otro elemento vlido e iluminador de la teologa medieval era la distincin que haca entre los dones santificantes (los siete dones) y los carismas o gracias "gratis datae". Segn esto habra que distinguir, en el plano de la gracia, unos dones preferentemente destinados a la santificacin personal del cristiano, y otros destinados a la edificacin del cuerpo de la Iglesia (carismas). No conviene insistir demasiado en esta diferencia, ya que se da una relacin mutua entre ambos. Una persona santa (interiormente abierta a la accin del Espritu) ser forzosamente un instrumento ms apto para acoger los carismas en la tarea de la construccin de la Iglesia. Sin embargo s puede ser til sealar la diversidad de funciones entre dones y carismas. Hay que resaltar primariamente la llamada del cristiano a la santidad. Qu es santidad? En el Nuevo Testamento santidad significa consagracin. Los santos son aquellos que estn consagrados para el servicio de Dios. El Santo de Dios es Jess, consagrado por el Padre. sellado con la uncin del Espritu, para realizar la misin salvadora que el Padre le confi. El cristiano en su bautismo es tambin escogido, consagrado por el Espritu para asimilarse a Cristo. revestirse de Cristo, conformarse a su imagen. El ideal de santidad es entrar en el misterio pascual de Jess, en su profunda actitud de despojo interior para la entrega al amor de los hermanos. Santidad es emprender el xodo que nos saca de este mundo y sus criterios. para vivir a la luz de las bienaventuranzas: A los que de antemano conoci los predestin a reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera El el primognito entre muchos hermanos" (Rm 8,29). El Espritu Santo nos consagra con sus dones, nos aparta para una dedicacin exclusiva al servicio de Dios, nos reviste de la misma entrega de Cristo por amor, y nos da un corazn nuevo, manso. pobre y limpio, hambriento de justicia. paciente y misericordioso, instrumento de paz. Y esta accin del Espritu se interioriza en el hombre. Adems de las llamadas gracias actuales o inspiraciones pasajeras, hay en el

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hombre nuevo una disposicin permanente de docilidad de prontitud para dejarse moldear segn la imagen de Jess. Es como una segunda naturaleza. La santidad es una vocacin, una llamada que tiene su propio dinamismo, que se va desplegando en el tiempo y va creciendo hasta llegar al estado del hombre perfecto, a la madurez de la plenitud en Cristo (Ef 4.133). Es un proceso en el que nos vamos despojando del hombre viejo y revistiendo del nuevo. Pues bien, todo este proceso y dinamismo tiene dos polos: uno exterior al hombre. que son las gracias y ayudas concretas que vienen de Dios, y otro interiorizado dentro del cristiano, que son los dones como capacidad de respuesta, como facilidad y agilidad del hombre interior para dejarse conducir por el Espritu en su tarea de recrear en nosotros el hombre nuevo. Esta facilidad y capacidad permanente de respuesta interior en sus diversos aspectos es lo que llamamos dones del Espritu Santo. IV.- Docilidad al Espritu Definamos, pues, los dones como docilidad interior y permanente a la obra del Espritu en nosotros. Decamos que esta actitud no es adquirida sino infusa, otorgada. Podemos explicarla mejor con algn ejemplo. Hay personas que nacen con buen odo y con una capacidad especial para gustar la msica. Este buen odo no se puede adquirir ni aprender, y no es fruto de mucho trabajo o de muchos estudios. Se nace con l; es un don de la naturaleza, que capacita al hombre para gustar la msica, para componer melodas nuevas o interpretarlas. Es un don permanente, habitual que hay que distinguir de los momentos pasajeros de inspiracin para componer una meloda. La inspiracin es pasajera, pero la facilidad para la msica es habitual. En la vida del Espritu ocurre algo semejante. Por qu hay personas que se aburren habitualmente en la oracin, a quienes la Biblia no les dice nada, incapaces de vibrar o emocionarse ante la belleza de las bienaventuranzas, torpes para captar la vocacin o los impulsos con los que Dios quiere ir conduciendo su vida? En el fondo es la carencia de los dones del Espritu la que lleva a esta situacin de pasividad y aburrimiento, semejante a la que siente en un concierto un hombre que no tiene ningn inters ni facilidad para la msica. Tardos de corazn para creer (Lc 24,25), incapaces de comprender las cosas que son de arriba Un 3,12), sin sentido del misterio, sin capacidad de maravillarse y extasiarse. Lo que ocurre sencillamente es que elhombre animal no tiene sensibilidad para el Espritu. (1Co 2,14). Es romo, zafio, insensible, tosco, superficial. Se aburre, bosteza, no capta los matices, no es capaz de ilusionarse. En el fondo es que no hay en l esa sensibilidad, ese don interior que le haga vibrar y resonar en armona con la accin del Espritu. En cambio el hombre espiritual muestra una gran connaturalidad con las mociones espirituales, que conlleva facilidad, gusto, agilidad, sensibilidad a los detalles, perspicacia, agudeza intuitiva, profundidad, docilidad y abandono. Son estos dones interiorizados los que posibilitan que el hombre pueda responder de una manera dinmica y crecer e