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1 EL MÉTODO KOUSMINE Asociación Médica Kousmine El desinterés de la medicina clásica por la alimentación, la modificación de los hábitos alimentarios y la falta de responsabilidad del propio paciente en cuanto a su recuperación se han visto reflejados en los últimos años en una disminución progresiva de la inmunidad humana. El método Kousmine, interesado en el mantenimiento del bienestar vital, constituye un tratamiento que se dirige al paciente en su totalidad para que su organismo pueda encontrar la capacidad de responder a las demandas inmunitarias.

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EL MÉTODO KOUSMINE Asociación Médica Kousmine

El desinterés de la medicina clásica por la alimentación, la modificación de los hábitos alimentarios y la falta de responsabilidad del propio paciente en cuanto a su recuperación se han visto reflejados en los últimos años en una disminución progresiva de la inmunidad humana. El método Kousmine, interesado en el mantenimiento del bienestar vital, constituye un tratamiento que se dirige al paciente en su totalidad para que su organismo pueda encontrar la capacidad de responder a las demandas inmunitarias.

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El Método Kousmine

El método Kousmine ha demostrado que patologías consideradas incurables se han estabilizado o curado mediante una alimentación sana, los complementos nutritivos, la higiene intestinal, la lucha contra la acidificación, la cura de vacunas y la inmunomodulación.

ASOCIACIÓN MÉDICA KOUSMINE

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EL MÉTODO KOUSMINE ASOCIACIÓN MÉDICA KOUSMINE

Doctora Catherine Kousmine Doctores Philippe-Gaston Besson, Alain Bondil, Francois Choffat,

André Denjean, Jean-Pierre Lablanchy, Luc Moudon, Patrick Paillard Conclusión: Lydia Muller

El método Kousmine EDICIONES URANO

Argentina - Colombia - España - México - Venezuela

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IndiceEl método Kousmine . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

Prefacio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

El método Kousmine . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15

La alimentación actual y sus consecuencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21

Las bases de una alimentación sana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45

Función de las vitaminas y de los oligoelementos en el organismo . . . . . . . . . . . . . . . 59

Los minerales y los oligoelementos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73

Linus Pauling y la vitamina C en dosis fuertes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81

Para suprimir las carencias: la prescripción médica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89

Higiene intestinal y lavados rectales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97

El equilibrio del pH urinario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111

La cura de vacunas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121

Implicaciones psicológicas del método Kousmine . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 129

La consulta «Kousmine» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139

En busca de la inmunidad perdida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145

Enfoque alimentario e inmunitario del sida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149

Preguntas y respuestas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163

Conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173

Apéndices . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 175

¿Dónde encontrar las vitaminas y los minerales? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 177

Alimentos alcalinizantes y acidificantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 193

Intoxicación por metales pesados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 199

La Asociación médica Kousmine . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 207

Catherine Kousmine . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 209

Una vida dedicada a la investigación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 209

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Prólogo

del editor de la edición francesa

¿Y si la causa esencial de nuestras enfermedades radicara en nuestros errores alimentarios? ¿Y si el estado de salud de cada persona dependiera de que cada cual asumiera su propio caso? ¿Y si el restablecimiento de la salud se lograra mediante el reequilibrio de las funciones de asimilación, de eliminación y de defensa?

Sobre estos «si» es como la doctora Kousmine ha elaborado, desde los años cuarenta, su método de prevención y curación de las enfermedades degenerativas así como de mantenimiento del bienestar vital.

Durante mucho tiempo la doctora Kousmine condujo sus investiga-ciones en solitario, tan revolucionarias y anticonformistas parecían sus teorías en relación con la doctrina aceptada entonces. Y mucho tuvo que padecer para que su mensaje fuese aceptado, mensaje de esperanza por cuanto cada uno puede intervenir en su salud reformando su alimentación y su modo de vida. Propagó sus ideas mediante escritos, conferencias e intervenciones científicas, y sobre todo formando médicos especialistas en su método, para que pudiesen aplicarlo en su práctica cotidiana. De este modo, numerosos médicos, provenientes de diferentes escuelas de medicina y de diversos países (Francia, Suiza, Bélgica, Canadá, Italia, Alemania), han seguido sus enseñanzas, y se encuentran hoy agrupados en la Asociación Médica Kousmine.

Esta obra es precisamente el primer testimonio público de que los tra-bajos y el método de la doctora Kousmine se han transmitido de forma adecuada, y que continuarán extendiéndose, haciendo evolucionar el pen-samiento médico, y llevando la curación y el aliento a numerosos enfermos. La doctora Kousmine puede estar orgullosa al comprobar que un equipo de médicos jóvenes y dinámicos ha empuñado la antorcha.

Este libro pretende presentar en una óptica global y concisa, el método Kousmine y sus implicaciones médicas y psicológicas. Se dirige tanto al profesional deseoso de familiarizarse con el método, como al particular interesado en preservar su salud y la de sus familiares. Para no recargar el

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texto, algunos pasajes, que se dirigen más particularmente a los especialistas debido a su tecnicismo, se han compuesto en una tipografía más pequeña.

Algunos artículos provienen de intervenciones realizadas en los dos primeros Congresos internacionales de la Asociación médica Kousmine. Otros han sido redactados especialmente para esta obra. En todos los casos, cada artículo sólo compromete la responsabilidad de su autor.

Editions Jouvence desean dejar constancia de que los derechos de autor de esta obra van íntegramente a la Asociación médica Kousmine, con la intención de divulgar el mensaje de la doctora Kousmine. Expresa su agradecimiento a los autores de los diversos artículos, así como a la revista Nutrition Évolutive, por su colaboración, y manifiesta su gratitud de forma muy especial al doctor Philippe-Gaston Besson, artífice de esta obra.

Esperamos que el “Método Kousmine” permita a cada uno poner en práctica el mensaje de la doctora Kousmine.

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Prefacio

Doctora Catherine Kousmine

Los que escriban sobre la historia de la evolución de la salud en la segunda mitad del siglo XX, ciertamente se asombrarán por el cisma producido en esta época en las ciencias de la salud.

En la primera mitad de este siglo, la medicina se fue desinteresando cada vez más de la nutrición, juzgando que lo fundamental ya era conocido por todos y además se enseñaba en la enseñanza media, careciendo de interés, por consiguiente, en el nivel universitario. Fue un error. No se dio cuenta de que la industria asumía cada vez más el servicio de suministro público y modificaba no sólo los hábitos alimentarios, sino también la estructura química de algunos alimentos.

Aunque con esto hubo innegables ventajas materiales, en especial en el plano económico, el estado de salud de la población empeoró: se mul-tiplicaron las enfermedades degenerativas y se fueron manifestando en personas cada vez más jóvenes. Aumentaron los casos de esterilidad y de malformaciones. Se necesitaron treinta años para convencerse de la relación existente entre estos dos fenómenos y comprender que nuestro organismo no podía adaptarse a estas alteraciones, fuentes de carencias bioquímicas.

Al comprobar que la medicina oficial recurría a medicamentos y méto-dos agresivos, con efectos secundarios indeseables y molestos, y que los resultados positivos a menudo sólo eran pasajeros, el público se dirigió cada vez más hacia las medicinas alternativas, también llamadas suaves.

De este modo se multiplicaron los naturistas, los naturópatas, los auricu-loterapeutas, los reflexólogos, etc. Fenómeno grave, por cuanto todas esas “medicinas suaves” se ejercen por lo general sin ningún control médico.

En el campo de la nutrición, la facultad de Medicina debería estar infor-mada, y debería haber colaboración entre ella y algunos naturópatas con buena formación, que podrían aliviar el trabajo de los médicos de cabecera. Porque el mérito y el éxito de algunos de ellos se debe fundamentalmente al interés que demuestran por la forma en que se alimentan sus pacientes, y al trabajo que se dan para corregir sus errores, para disminuir el imperio

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de la industria alimentaria y llevarlos hacia una alimentación más normal, en su mayor parte viva y fresca.

Habiéndome interesado en el problema del cáncer, intenté comprender las causas de su aparición. Fui al Instituto Curie, de París, para buscar ratas de pura raza, de las que un 90 por ciento presentaban espontáneamente un cáncer de mama a los 4 meses de vida. Las alimentaban mediante un dispositivo automático que les proporcionaba, por una parte agua, por otra un comprimido que contenía TODO lo que necesitaban. Yo carecía de semejante dispositivo, como también de los comprimidos, pero en reali-dad no es muy difícil alimentar una rata. Las instalé en jaulas provistas de biberones con agua, en los que introducía, alternativamente, pan seco, que había quedado sin vender en las panaderías, y trigo natural y no tratado, comprado en una granja agrícola; una vez por semana zanahorias crudas, y también una vez a la semana levadura fresca comprada en la panadería. ¡El porcentaje de enfermas de cáncer bajó al 45 por ciento! Me fueron necesarios muchos años para comprender que el factor que había protegido del cáncer a ese 45 por ciento era el factor VIDA, presente en el trigo, y que ese factor era indispensable a todo ser vivo.

¡Esto lo estudian los naturóparas, pero no los médicos! El médico sólo se preocupa de factores vitales parciales y disociados, vitaminas, oli-goelementos. Por cierto que su aporte completo y abundante ayudará al enfermo a recuperar su salud. Pero nos es indispensable una alimentación viva, y este es el precio para curar las enfermedades degenerativas. Ahora bien, el aporte de factores vivos sólo se puede realizar mediante alimentos vivos y crudos.

La realidad de semejante factor ha sido recientemente puesta en evi-dencia por Marcel Violet. Produjo agua químicamente pura mediante la combustión de hidrógeno. Sumergido en esta agua, un renacuajo moría de inmediato, aunque se hubiese hecho circular previamente un chorro de aire en el interior del agua. Pero si la misma agua, encerrada en una redoma de vidrio sellada, se exponía un tiempo suficientemente prolon-gado al sol, entonces el renacuajo continuaba vivo. Bajo la influencia de los rayos solares, había cambiado físicamente y adquiría una propiedad

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nueva, la de mantener la vida, propiedad de naturaleza vibratoria de la cual guarda la memoria.

La medicina actual mejora un poco las enfermedades crónicas, pero no las cura, porque no respeta las reglas inmutables que rigen la conservación de nuestra existencia. Se produce así un fenómeno extraño: el acceso a los estudios de medicina se ha vuelto más fácil. Hay más médicos diplomados, faltan plazas para la indispensable formación junto al enfermo. Se procura que los enfermos estén el menor tiempo posible en los hospitales, cada día más caros, y hay médicos en el paro, siendo así que la cantidad de enfermos que necesitan ayuda es enorme, y que hay métodos excelentes que los podrían aliviar pero que no se aplican.

He intentado aportar mi ayuda en este campo. He traído sucesivamente 87 médicos jóvenes a mi consulta. Les he enseñado casos de enfermedades consideradas como incurables, progresivas y crónicas en medicina clásica, que se han estabilizado o curado mediante los métodos que aplico.

Habiendo empleado estos métodos en sus respectivas consultas y obte-nido los mismos resultados que yo, han formado una asociación para, a lo largo de los años, intercambiar sus experiencias y propagar mi método.

En 1980, 1983 y 1987 he publicado tres libros1 para difundir las nociones adquiridas entre el público y los colegas interesados. Los tres títulos han llegado a la facultad de Naturopatía de Bobigny, en París, y son recomen-dados por los docentes como libro de trabajo a los alumnos. No era ésa mi intención, pero al menos no caerán en el olvido ni se habrá perdido el esfuerzo de 40 años de trabajo.

He descrito en esos libros muchos casos gravísimos, como el primer caso que traté, en 1949, un enfermo de 51 años con un sarcoma generalizado y que, en contra de lo que se podía prever, ha celebrado el 26 de agosto del presente año (1988); ¡sus 90 años!

A continuación vinieron muchísimos casos análogos, como el de una persona con esclerosis múltiple, que después de nueve años de estar enfermo

1. Soyez bien dans votre assiette jusqu’a 80 ans et plus, Éditions Sand, París. 1980; La sclérose en plaques est guérissable, Éd. Delachaux & Niestlé, Lausanne, 1983; Sauvez votre corps, Éditions Robert Laffont, París. 1987 (hay traducción al castellano: Salve su cuerpo, Javier Vergara Edi-tores, Buenos Aires, 1988).

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dependía por entero de los demás, y que ahora, 25 años después, vuelve a trabajar como albañil; o el de otra persona, con esclerodermia, que había quedado totalmente inválida en 1966 y que hoy se ha recuperado lo sufi-ciente como para continuar encargándose de su granja, etcétera.

En efecto, sólo uniendo el método de reparación del terreno —que supone en primer lugar, pero no únicamente, un cambio en la alimenta-ción— a los métodos clásicos de destrucción del tumor o de los procesos inmunitarios anormales, etc., es cómo se podrá obtener los mejores resul-tados en el tratamiento de esas enfermedades tan difíciles.

Ojalá vengan pronto los tiempos en los que los procedimientos que he elaborado y que son tan beneficiosos, sean reconocidos y empleados por todos.

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El método Kousmine

Dr. Philippe-Gaston Besson

Es curioso comprobar cómo, durante los últimos siglos, el mundo médico occidental se ha visto enfrentado a enfermedades muy variadas en su forma y aspectos, pero todas con una característica común: una relación directa con una disminución general y progresiva de la inmunidad humana.

La evolución de las enfermedades debidas a parásitos y bacilos (prin-cipalmente sífilis, lepra y tuberculosis), así como la de las enfermedades causadas por bacterias (neumonía, infecciones diversas, etc.), ha sido influida de modo considerable por el descubrimiento de los antibióticos.

Pero más tarde, como consecuencia de la evolución de la civilización, ha habido un aumento importante del cáncer y de las enfermedades psí-quicas. Ambas enfermedades difieren de las precedentes en cuanto no son contagiosas, y para combatirlas ha sido necesario desarrollar métodos terapéuticos más agresivos (quimioterapia y radioterapia para el cáncer; neurolépticos y psicotrópicos para las otras).

En este fin de siglo aparecen nuevas enfermedades ligadas a los virus y, junto con ellas, enfermedades denominadas “de sistema”: las enfermedades autoinmunes. Resulta muy verosímil que ambas estén ligadas; esta situa-ción refleja un descenso general de la inmunidad de las razas civilizadas.

Si bien reconocemos que los sistemas terapéuticos han sido muy eficaces, e incluso radicales, frente a las enfermedades infecciosas, hay que recono-cer también que lo son mucho menos para el cáncer y las enfermedades psíquicas, de forma que, en vez de ser curativas, son sólo paliativas. Y para el tercer grupo, estamos prácticamente sin remedios.

Sucede como si los tratamientos que se proponen fuesen insuficientes e incompletos. Al parecer, además, se debe recurrir a las propias fuerzas de curación del organismo, mediante tratamientos llamados “inmunomo-dulantes”, que podrán estimular esas fuerzas. Pero para esto es necesario que el organismo pueda encontrar en sí mismo la capacidad para responder a las demandas inmunitarias de los tratamientos. (¡Es imposible que un coche sin gasolina pueda ponerse en marcha, aunque se pise el acelerador

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a fondo… !) Pero sucede que el organismo de la mayoría de nosotros se muestra incapaz de responder de manera correcta a cualquier estimulación que haga un llamamiento a sus fuerzas. Enfocar la enfermedad sólo como tal, sin tomar en cuenta el propio organismo en su totalidad, para ayudarlo a encontrar energías que le permitan luchar contra la enfermedad, se revela a menudo poco eficaz en el tratamiento de patologías graves y crónicas.

Un tratamiento experimentado desde hace cincuenta años Sucede que, desde hace cincuenta años, un médico aplica a sus pacientes

un tratamiento básico que intenta devolverle al organismo sus propias fuerzas de curación. Este médico es una mujer que muy pronto se distin-guió entre sus colegas por el enfoque global de los tratamientos que pre-conizaba para sus pacientes. La doctora Catherine Kousmine comprendió que no podía haber resultados reales y duraderos en el tratamiento de las enfermedades de nuestra época sin una modificación radical de nuestra alimentación. De hecho, se trata de volver a la alimentación sana que hemos perdido.

Pero, aunque un simple cambio de alimentación permite mejorar des-arreglos funcionales poco afianzados en el organismo, no es suficiente, en cambio, cuando se trata de enfermedades graves que se han ido desarro-llando desde hace años. En este caso es necesario asociarle una serie de medidas que completen las medidas anteriores. Estos medios son sencillos y lógicos, y en la práctica se han mostrado eficaces.

El conjunto constituye los llamados cuatro pilares del tratamiento de la doctora Kousmine, que abren el camino al quinto, la inmunomodulación, que no puede intervenir sino después de varios meses de preparación.

¿ Cuáles son?

Primer pilar: una alimentación sana Muchas enfermedades actuales experimentan un crecimiento constante,

en parte a causa de las modificaciones que ha sufrido nuestra alimentación. • Algunos alimentos indispensables para el mantenimiento de una

buena salud han desaparecido paulatinamente de nuestra mesa: cereales completos, aceites prensados en frío y ricos en ácidos gra-

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sos insaturados. De esta forma han aparecido carencias crónicas de ciertas vitaminas (las del grupo B y las F) y oligoelementos.

• Por otra parte, se han multiplicado alimentos que no es necesario consumir en tal cantidad: proteínas animales, azúcar, grasas ani-males responsables al mismo tiempo de sobrecargas y de caren-cias. Sabemos que una alimentación demasiado rica en proteínas y en grasas es responsable de esteatorrea (exceso de grasa en las heces), que a la larga provoca una pérdida de vitamina B12 y de calcio.

Segundo pilar: un complemenro nutritivo La primera etapa consistía en tener buen juicio en lo relativo a nues-

tra alimentación, para reequilibrarla. Pero una alimentación equivocada desde hace años ha provocado carencias importantes en el organismo, que necesita el aporte suplementario de diversas vitaminas y oligoelementos, Además, la enfermedad provoca en el organismo una mayor exigencia de esos alimentos para luchar contra ella. De aquí que sea necesario pro-porcionarle un complemento de vitaminas y de oligoelementos, que una alimentación por sí sola, por sana que sea, no puede ya proporcionarle en cantidad adecuada.

Tercer pilar: la higiene intestinal Esta alimentación demasiado rica en azúcar y en proteínas ha modifi-

cado la flora normal del intestino y ha favorecido el desarrollo de una flora de putrefacción patógena, agresiva para el organismo por las toxinas que contiene. Esto repercute en el estado general y agrava las enfermedades del sistema al favorecer el desequilibrio del sistema inmunitario.

De este modo, en un enfermo no basta la sola corrección de su alimen-tación y es preciso recurrir a lavados rectales, operación sencilla y fácil y de mucha eficacia. Después del lavado habrá que realizar una instilación de 60 ml. de aceite virgen rico en vitaminas F.

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Cuarto pilar: luchar contra la acidificación anormal del organismo Por último, la falta crónica de algunas vitaminas y oligoelementos ha

provocado, a la larga, una acidificación del organismo (por obstrucción de las cadenas del catabolismo respecto a ciertos ácidos, que no logran elaborar los productos terminales por falta de catalizadores), ocasionando así una fragilidad del organismo que provoca fatiga crónica, mayor sensibilidad a las infecciones y exacerbación de los fenómenos dolorosos.

Para ganar tiempo y aumentar el impacto terapéutico, la toma diaria de citratos alcalinos en polvo permite corregir poco a poco esta acidificación de los tejidos.

Quinto pilar: la cura de vacunas En algunos casos particulares, la doctora Kousmine ha agregado este

quinto pilar: la cura de vacunas. Se trata de una técnica de desviación de los anticuerpos y de inmuno-

modulación suave, muy eficaz para la estabilización de ciertas patologías reumáticas y respiratorias.

Esta es, en forma esquemática, la base del tratamiento, que permite entonces asociarle cualquiera otra terapia de tipo sintomático, volviéndola así mucho más eficaz, y permitiendo la utilización de dosis menores y un tratamiento más corto, con un resultado a menudo superior.

Si se quita uno solo de los cuatro pilares, toda la estrategia terapéutica se ve condenada al fracaso. Si se aplican todos de modo escrupuloso, aumenta sensiblemente el resultado de cualquier tratamiento asociado, acorta el tiempo de la enfermedad y acelera su curación o su estabilización. Permite. por fin, reencontrar un estado general e inmunitario que posibilita luchar de forma conveniente contra cualquier nueva agresión y evitar las recaídas.

Conciencia y responsabilidad Es ilusorio pretender cambiar el mundo y a los demás. En cambio,

comprender que primero hay que cambiarse uno mismo es actuar con cordura. Ahora bien, el cambio comienza por asumir una mayor conciencia respecto a la propia alimentación. Es responsabilizarse de la salud.

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Conciencia y responsabilidad han de convertirse en la expresión consigna de nuestra época en lo referente a nuestra salud. Esta responsabilidad, primero individual —alimentación y vida sanas, toma de vitaminas y de oligoelementos en los cambios de estación para contrarrestar las presiones de la vida moderna (estrés, contaminaciones diversas, alimentación no biológica…)—, tendrá que llegar a ser familiar. Enseñar a los hijos una alimentación sana, que preserve su salud ahora y en el futuro es actuar con conciencia y no sólo con sentimientos. Por último, esta responsabilidad podrá ser social, colectiva, únicamente si permite corregir ciertos factores agresivos de nuestra inmunidad: contaminantes, herbicidas, colorantes, conservantes, tóxicos diversos.

Ha sido preciso que la capa de ozono que protege la Tierra se vea seriamente amenazada por los aerosoles de todo tipo para que se tomen medidas a gran escala, prohibiendo dichos productos. Pues bien: henos aquí enfrentados con nuestra salud; aparecen nuevas enfermedades, favore-cidas por un debilitamiento de nuestra inmunidad, y una de las principales causas de este debilitamiento radica en nuestro comportamiento general, y en particular en nuestro comportamiento alimentario.

Pero, por desgracia, nadie siente que esto le concierna, hasta que una grave enfermedad afecta a un pariente con el que se siente afectivamente ligado…

El mensaje de la doctora Kousmine se dirige, pues, ante todo al médico. Él puede hacer del sistema inmunitario un aliado en el proceso curativo más que un enemigo, y puede utilizar la alimentación como un arma terapéutica eficaz. Sólo depende de él mismo. Muy probablemente, todo esto será evidente dentro de algunos años. ¿Ha venido entonces Kousmine demasiado pronto? No, pero sucede a menudo con los que aportan una idea nueva: al principio son poco comprendidos y se los combate.

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La alimentación actual y sus consecuencias

Dr. Alain Bondil

Estamos en una época de explosión de nuestros conocimientos. Vivimos hoy una formidable evolución tecnológica y científica. En menos de un siglo, hemos pasado de la utilización del petróleo a la energía nuclear, del automóvil al transbordador espacial y, en el campo de la medicina, del descubrimiento de los virus a las manipulaciones, genéticas. Nuestras condiciones de vida han mejorado de manera notable. Hemos visto des-aparecer de nuestros países superdesarrollados esas antiguas plagas de la humanidad: el hambre y las epidemias. Pero, ¿no nos hemos convertido en las víctimas de nuestra propia tecnología? Porque simultáneamente han aparecido las enfermedades recidivantes, llamadas “enfermedades de civilización”, cada vez más difíciles de combatir a pesar de una medicina muy avanzada y muy cara.

Hay en ello una paradoja evidente, que la doctora Kousmine analiza muy bien estudiando las modificaciones de nuestras costumbres alimentarias. El caso de la caries dental es un ejemplo. Jamás la adición de flúor y de otros productos sintéticos podrá igualar a la supresión del azúcar blanco y la utilización moderada del azúcar completo (véanse los trabajos del Dr. Beghin). Esta patología ha llegado a ser tan común que no sólo ya no es considerada como una enfermedad, sino que a muchos les parece inevitable.

i Las enfermedades degenerativas parecen normales! Cada vez son más numerosos los casos de reumatismos, alergias, varices,

hemorroides, fibromas, pólipos, hipertensión, sin que esto nos asom-bre. Sin embargo, estas enfermedades podrían no ser más que los signos precursores de desórdenes inmunitarios que se instalan y que anuncian patologías más graves: poliartritis crónica evolutiva, esclerosis múltiple, infarto del miocardio, edema pulmonar agudo, tumores cancerosos… ¡Sida! Además, nunca ha sido tan importante la frecuencia de las enfermedades degenerativas. Por otra parte, en la actualidad, es muy difícil comprobar un caso de deceso por muerte natural, y lo que es aún más inquietante:

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todos estamos amenazados por esas enfermedades degenerativas, y cada vez más deprisa de una generación a otra.

¿Cómo comprender esta progresiva fragilidad de la raza humana si no es mediante el análisis de nuestro modo de vivir y aceptando modificar nuestro comportamiento?

Nuestro cuerpo está formado por un número impresionante de células (1012, es decir 10 billones), que constituyen otros tantos organismos vivos autónomos. Cada célula está formada:

1. por una membrana, “que en realidad no sería una, sino sólo una delgada capa de moléculas de lípidos y de lipoides, con una tensión superficial menor que el resto del protoplasmas” (Dr. Henri Bernard);

2. por un protoplasma, verdadera fábrica química que recibe los pro-ductos conducidos por la sangre, la linfa (medicamentos, agentes infecciosos, agentes nutritivos, hormonas…), los transforma y luego expulsa sus desechos al exterior;

3. por un núcleo, sede del alto mando de la célula, portador del código genético.

Cada célula vive de forma independiente, pero en armonía con el conjunto de las demás células del cuerpo. Recibe y transmite informaciones (en especial, mediante las hormonas). La salud depende del equilibrio entre la célula y su entorno (el medio exterior, las otras células).

La enfermedad puede, por tanto, comprenderse: • ya como una agresión desde el medio exterior con rotura de la

membrana celular; • ya como un desequilibrio interno de la célula por imposibilidad

de transformar o de asimilar las sustancias ingeridas. De aquí se sigue una acumulación en el protoplasma de desechos no asimila-bles y, a la larga, un debilitamiento del sistema inmunitario.

Ahora bien, la agresión que proviene del medio exterior comienza con las consecuencias de nuestro desarrollo industrial.

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Las consecuencias del desarrollo industrial sobre la salud Actualmente, es imposible escapar a las múltiples influencias producidas

por nuestra tecnología. Nuestro impulso industrial ha tenido como conse-cuencia la producción cada vez mayor de desechos y agentes contaminantes (lodos rojos de la Montedison, smog de Londres y Los Ángeles, humos tóxicos del Rhur, transformadores a base de piraleno, dioxina de Seveso, sin olvidar los accidentes de Three Mile Island, Bohpal, Chernobyl),

En el mercado han aparecido productos químicos cada vez más potentes y tóxicos (pesticidas, herbicidas, abonos sintéticos). Del futuro de esos productos una vez en el interior de nuestro cuerpo lo ignoramos todo.

Existen hoy unos 35.000 productos pesticidas cuyos efectos secundarios distan de ser conocidos. El estado de California, que emplea estos productos en gran cantidad en sus cultivos agrícolas, tiene tasas de malformaciones congénitas, leucemias, cánceres y enfermedades cardiacas mucho más altas que los demás estados del país. En 1979 las autoridades federales de California prohibieron el dibromocloro-propano (DBCP12); ha quedado demostrado, desde 1974, que este pesticida es responsable de esterilidad y de cáncer. A pesar de ello, entre 1974 y 1979 se emplearon 3.000 toneladas de este producto en la agricultura. ¡En los últimos 20 años, se han utilizado 2 millones de toneladas de DBCP12!

Reacciones químicas imprevistas De forma paralela a todo esto, en el proceso de industrialización de

los alimentos se utiliza a diario una cantidad importante de colorantes, agentes artificiales para el sabor o el aroma, antioxidantes o conservantes, emulsionantes, levaduras químicas y otros productos sintéticos. Ha habido que establecer una reglamentación para limitar el empleo de esas sustancias que podrían ser peligrosas, o incluso cancerígenas.

Es muy difícil conocer las consecuencias exactas producidas por la utilización de estos productos químicos. No siempre son evidentes las rela-ciones de causa y efecto. Para un producto incriminado, aparecen cantidad de otros que también serán condenados, o que ni siquiera se sospecha que puedan ser tóxicos (la talidomida, el talco Morange).

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Un ejemplo edificante

Mujer de 50 años que acude a nuestra consulta en 1982. Su enfermedad comenzó en 1985. Cáncer en 1978. Siete intervenciones quirúrgicas para extirpar tumores cada vez más voluminosos. 1955 Quiste en el pecho izquierdo del tamaño de un hueso de cereza.

Ablación. Control: tumor benigno. 1969 Nuevo quiste benigno en el pecho izquierdo, que desaparece

por sí solo. 1972 Quiste en el pecho derecho del tamaño de un hueso de meloco-

tón. Ablación: tumor benigno. 1973 Ablación de un quiste benigno en el pecho izquierdo, del tamaño

de un hueso de melocotón. 1975 Nuevo quiste benigno en el pecho izquierdo, del tamaño de una

nuez. Ablación. 1978 Masa del tamaño de un albaricoque en el pecho izquierdo. Ope-

ración inmediata y ablación completa del pecho (mastectomía) por cáncer.

1981 Nueva intervención y ablación de nueve ganglios cancerosos en la axila; radioterapia complementaria.

Mayo 1981 Examen completo. Estado general y exámenes paraclínicos satisfactorios.

Dic. 1981 Descubrimiento de un tumor canceroso en el ovario izquierdo y presencia de tres ganglios cancerosos en el intestino.

Acude a la consulta acompañada por su hermana menor, que se supone goza de buena salud. Se trata de tres hermanas cuyo padre falleció a los 75 años a causa de un cáncer de páncreas. La hermana mayor tiene un cáncer de mama y ha sufrido una histerectomía total. La paciente ha tenido un cáncer de mama, de un ovario, y por dos veces afección de los ganglios. A pesar de mejorar su forma de vivir y de alimentarse, su hermana menor, aparentemente en buena salud en julio, se verá afectada por un cáncer de páncreas en septiembre.

¡Morirá antes que sus dos hermanas, dos meses más tarde!

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Oligoelementos, catalizadores o enzimas, vitaminas, todos son indis-pensables para la vida de la célula. Su misión es permitir que el cuerpo pueda efectuar rápidamente, a la temperatura de 37ºC, complejas reacciones químicas que exigirían, en otras condiciones, temperaturas imposibles de ser soportadas. Es decir, facilitan y aceleran los procesos químicos en nuestro cuerpo. Cuando faltan estas substancias las cadenas metabólicas se paralizan y se produce una acumulación de productos no degradados (en especial cuerpos ácidos).

Incluso la medicina recurre cada vez más a las moléculas sintéticas. Esta sobrecarga química viene a añadirse a las precedentes, y todo ello acarrea consecuencias a un hígado ya debilitado.

La multiplicidad de los productos utilizados (35.000 pesticidas, de 2.000 a 3.000 aditivos, de 8.000 a 10.000 medicamentos) complica la situación y aumenta el número de combinaciones posibles: otras tantas combinaciones químicas imprevistas.

Por último, estos abonos, pesticidas, herbicidas, destruyen el humus, penetran en el subsuelo y llegan hasta las capas freáticas, reservas de agua pura. “La intoxicación de las aguas de consumo por los nitratos no ha dejado de aumentar, hasta el punto de que las aguas potables de algunas comunidades tienen porcentajes de nitratos dos veces superiores a la norma ya muy amplia de 50 mg/litro, admitida por la OMS… Se estima que los nitratos —transformados en el cuerpo en nitritos y luego en nitrosaminas— son agentes cancerígenos particularmente peligrosos. Los nitritos provienen de los abonos químicos utilizados por la agricultura moderna” (Tribune de Genève, 11-7-84). El agua es indispensable para la vida y representa el 70 por ciento del peso de nuestro cuerpo (nuestras células están sumergidas en agua como los peces en el mar). Contaminar el agua es, de este modo, con-taminar la célula. Lo cual es tanto más peligroso cuanto que el agua potable sufre un tratamiento fundamentalmente a base de cloro (desinfección con lejía). De aquí se produce un aporte de proteínas ambivalente, tanto ácidas como básicas, proteinatos de cloro o cloruro de proteína, que se añadirán a los ácidos metabólicos producidos por el mal funcionamiento celular (véase más adelante el capítulo sobre el control del PH). El cuerpo tendrá que recurrir a artificios para neutralizar estas sustancias.

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La modificación de nuestros alimentos perturba nuestro funcionamiento celular.

Las modificaciones con mayores consecuencias se refieren a los aceites y sus derivados: “las grasas vegetales”. Desde la Segunda Guerra Mundial, la extracción de los aceites se hace en caliente (mediante vapor de agua a 160ºC o 200ºC). Esto ha permitido duplicar el rendimiento y extraer aproximadamente un 70 por ciento de los cuerpos grasos contenidos en los granos. Los aceites que se obtienen mediante este procedimiento tie-nen un color pronunciado, y un olor fuerte y desagradable. Es necesario refinarlos y quitarles el olor. En la actualidad, para conseguir una mayor rentabilidad, se le añade un prensado en frío, después de mezclar el grano con un disolvente (hexano), lo que permite recoger el 100 por ciento de los cuerpos grasos. A continuación se separa el aceite del disolvente mediante destilación (véase esquema en la página 30). Aunque el hexano es un pro-ducto volátil, es imposible recuperarlo por completo. Catherine Kousmine, que había sumergido zanahorias en un baño de éter para extraerles el caroreno, confesaba, recientemente, que había intentado eliminar el éter, producto extraordinariamente volátil, mediante evaporación al vacío. Pues bien, tres semanas después de esta operación, el caroteno obtenido aún olía a éter. Los disolventes se adhieren a los cuerpos grasos y es imposible eliminarlos del todo. Cuando hay dos productos que son muy solubles recíprocamente, es imposible separarlos a continuación.

Los aceites obtenidos mediante disolvente son aún más malolientes y coloreados que los anteriores. Además, contienen sustancias inadecuadas para el consumo (ceras o mucílagos, por ejemplo). Esto obliga a múltiples procesos de refinación, alabados por la publicidad. Se trata de una necesidad, pero en absoluto de un criterio de calidad. La única ventaja de estos métodos es producir más y vender de este modo el aceite a precios más baratos.

Aceites muertos y aceites VIVOS Estos aceites carecen de sabor y de olor, y se conservan sin mayor

problema en botellas de plástico o de vidrio. ¡Se trata de aceites muertos! Antiguamente, los aceites se obtenían mediante prensado en frío, a

continuación se decantaban y luego se filtraban mediante procedimientos,

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físicos (con papel o con tejido) sin que la química interviniese para nada. Se los llamaba “aceites de primera presión en frío”. Son aceites que se vuelven

Preparación industrial de los aceites En este esquema falta la adición de hexano, utilizado como disolvente, y

que tiene lugar en el momento de prensado en frío, es decir, ocurre previa-mente a las fases aquí mostradas. Por otra parte, tampoco se hace mención de las temperaturas a las que se efectúan estas transformaciones y que son del orden de 160 a 200 grados. Todo esto interviene en las modificaciones en isómeros cis y trans.

(Lipides et SaINé. Que/les vérités? tUpidos y salud: ¿qué hay de (ierro)] Éd. Lesieur.)

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rancios y se alteran por la luz. Es imprescindible guardarlos en botellas opacas, y conservarlos en el refrigerador una vez abierta la botella. Son aceites vivos. Según su origen, contienen una proporción mayor o menor de ácidos grasos poliinsarutados, a los que aún se los denomina “vitaminas F”.

Son: el ácido linoleico, los ácidos alfa y gammalinolénico2, el ácido dihomogammalinolénico y el ácido araquidónico.

A estos cinco ácidos grasos poliinsaturados se les da el nombre de “esenciales”, porque realizan funciones vitales en el ser humano. Inter-vienen, sobre todo:

1. en la estructura y estanqueidad de las membranas celulares; 2. en la síntesis de las prostaglandinas (elemento importante de las

defensas inmunitarias), así como de la lecitina y de la mielina.

La calidad alimentaria de los cuerpos grasos es tanto más fundamental cuanto que los ácidos linoleicos y linolélicos no pueden ser sintetizados por el ser humano, de modo que éste debe encontrarlos en cantidad suficiente en su alimentación. Los ácidos linoleico y linolélico de origen nutricional son, pues, indispensables para el ser humano.

Las vitaminas “F”son ácidos grasos con largas cadenas de 18 a 20 áto-mos de carbono. Se les llama poliinsaturados porque contienen al menos

2. El ácido gammalinolénico existe en estado preformado en el aceite de onagra y de borraja. Se comercializa en los establecimientos dietéticos.

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dos enlaces dobles (los ácidos grasos monoinsaturados sólo tienen uno, y los saturados ninguno).

Las vitaminas F son sensibles a la oxidación La presencia de esos enlaces doble en los ácidos grasos poliinsaturados

es lo que favorece el fenómeno de oxidación, que es la causa de la ranciedad de esos aceites. La vitamina “E”(tocoferol), presente en forma natural en los aceites de primera presión en frío, asegura la acción antioxidante. Ahora bien, cuando se destruye la vitamina “E”, los ácidos grasos poliinsaturados se vuelven mucho más sensibles a las reacciones de hiperoxidación des-encadenadas por la presencia de “radicales libres”. Estos radicales libres

PORCenTAje de áCIdO gRASO en LOS ACeITeS

Girasol 24 % ác. grasos monoinsaturados 65 % ác. grasos poliinsaturados 11 % ác. grasos saturados Maíz

27 % ác grasos monoinsaturados 60 % ác. grasos poliinsaturados 13 % ác. grasos saturados

Soja

22 % ác. grasos monoinsaturados 63 % ác. grasos poliinsaturados 15 % ác. grasos saturados Semilla de uva

16% ác. grasos monoinsaturados 72 % ác. grasos poliinsaturados 12 % ác. grasos saturados

Los aceites de cacahuete, de oliva, de colza, de gran consumo, son especialmente ricos en ácidos grasos monoinsaturados y poco en poliinsaturados.

Cacahuete

50 % ác. grasos monoinsaturados 30 % ác. grasos poliinsaturados 20 % ác. grasos saturados Colza

60 % ác. grasos monoinsaturados 30 % ác. grasos poliinsaturados 10% ác. grasos saturados

Oliva

75 % ác. grasos monoinsaturados 10 % ác. grasos poliinsaturados 15 % :íc. grasos saturados

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son moléculas que poseen un electrón (o varios) de valor libre, llamado todavía “electrón soltero”, muy inestables, y que buscan con avidez un lugar donde fijarse, un “compañero”. El organismo controla y neutraliza los radicales libres mediante enzimas (superoxidodismutasa, catalasa, glutatión-peroxidasa), y mediante la pareja vitamina “E” y vitamina “C”. Sin la presencia de estas vitaminas, los dobles enlaces de los ácidos grasos poliinsaturados son muy vulnerables frente a los radicales libres. «La insuficiencia de estos mecanismos muy posiblemente tiene que ver con el envejecimiento y con numerosas patologías (isquemia cerebral, quemaduras, cirrosis etílica, arteriosclerosis, cáncer, alergia, inflamación), (Profesor A. Castres de Paulet, Lipides el Santé). Ahora bien, el calentamiento de los aceites durante su preparación industrial destruye la vitamina “E” natural, y para estabilizar esos cuerpos grasos necesita de operaciones químicas:

• adición de vitamina “E” sintética; • hidrogenación.

La adición de hidrógeno modifica de forma fundamental la consistencia de estos aceites, convirtiéndolos en materias grasas de mayor o menor solidez según el grado de saturación de los dobles enlaces. Pero estas materias grasas, llamadas “grasas vegetales” no son productos totalmente extraños a la naturaleza.

“En los cuerpos grasos alimentarios naturales, vegetales y animales (excepto los rumiantes), todos los dobles enlaces de un ácido graso poliin-saturado son de forma cis. Sólo los cuerpos grasos (visibles o invisibles) provenientes de los rumiantes, o parcialmente hidrogenados por la indus-tria, encierran una proporción muy débil de ácidos grasos poliinsaturados, algunos de cuyos doble enlaces son de forma trans.

“Y también, a propósito de los ácidos grasos monoinsaturados, a excep-ción de las materias grasas de los rumiantes y de las que han sido sometidas a una hidrogenación parcial de origen industrial, los isómeros trans no se encuentran en los demás cuerpos grasos alimentarios; sólo están presentes los isómeros cis.” (Prof. B. Entressangles.)

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el tratamiento de los aceites modifica sus propiedades Resulta, pues, que el tratamiento industrial de los aceites, esencialmente

su hidrogenación, transforma una parte de las moléculas cis en moléculas trans. Una de las claves del valor de estos aceites radica en este detalle de extraordinaria importancia. Especialmente los aceites de primer prensado en frío de estructura cis serían vivos y biológicamente activos gracias a la presencia de ácidos grasos indispensables (ácidos linoleico y linólico), en cambio los cuerpos grasos (aceite y “grasas vegetales”) de forma trans no lo

En presencia de un catalizador (cinc o níquel) y a una presión de 8 a 12 atmósferas, es decir a una presión muy alta, hay adición de hidrógeno a la molécula de ácido graso, lo que permite, o bien reducir (hidrogenación parcial), o suprimir (hidrogenación total) la insaturación de un cuerpo graso… En la industria de los cuerpos grasos, la hidrogenación de los aceites muy insaturados permite transformarlos en materias grasas con un punto de fusión más alto y con las características reológicas (de consistencia) deseadas, junto con aumentar su estabilidad en la oxidación. La elevación del punto de fusión proviene no sólo de la disminución de la insaturación media, sino también del hecho de que algunos de los doble enlaces no hidrogenados han pasado de la forma cis a la forma trans.

(Prof. B. Entrcssangles, Lipides et santé. Quellés vérités? Éd. Lesieur)

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serían. Esta rotación espacial de la molécula sobre su eje en el doble enlace bastaría por sí sola para modificar de manera fundamental sus propiedades.

Esta molécula trans ya no posee la configuración espacial correcta que le permitiría integrarse en nuestras cadenas metabólicas. Sucede como si en un rompecabezas una de las piezas estuviese invertida.

Esas moléculas serían entonces reconocidas como inadaptadas, o incluso extrañas. De ello sobrevendrá, por cierto, una sobrecarga del organismo debida a la presencia de desechos más o menos asimilables, y sobre todo una carencia de ácidos grasos indispensables (ácidos linoleico y linolénico).

Las margarinas Las margarinas se obtienen a partir de “esas materias grasas vegetales”

por emulsión con un 16 por ciento de agua. Según el grado de hidrogenación, y por consiguiente de saturación, de esas “grasas vegetales”, obtendremos productos de mayor o menor consistencia y con determinado punto de fusión. Presentadas como productos más equilibrados que la mantequilla en ácidos grasos saturados, mono y poliinsaturados, esas margarinas llama-das “vegetales” ya no son un producto natural. Su estructura ha quedado profundamente alterada por todas esas operaciones químicas, como nos lo cuenta en su artículo Pascale Gruaz, periodista de 24 horas de Lausanne (véanse páginas 36-37).

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esto no es natural

(Artículo de Pascale Gruaz, 24 h de Lausanne, 17 de junio 1987)

Hace tres años, una revista de información publicaba en Francia un estudio titulado “La margarina y el cáncer”. El sindicato de la industria de la margarina montó en cólera y llevó el asunto a los tribunales de justicia. Mal le ha ido: hace un mes, el tribunal de apelación de París ha dado la razón al autor y condenado a los sindicalistas a pagar las costas del juicio.

¿Qué es lo que se había atrevido a publicar L’Ère Nouvelle? Que la margarina es cualquier cosa excepto un producto natural.

“Si vuestro médico os aconseja consumir preferentemente marga-rinas, preguntadle si sabe qué tratamiento químico reciben”: ésta era la frase impresa en la cubierta de la revista L’Ère Nouvelle. Eviden-temente, en el interior venía una descripción precisa de las diferentes etapas de la fabricación de las margarinas. Helas aquí:

Primeramente, hay que remover, descortezar, triturar y moler las semillas oleaginosas para permitir que las materias grasas que contienen entren bien en contacto con el disolvente que va a permitir extraerlas. Este disolvente es, por lo general, el hexano, un derivado del petró-leo que, además de ser barato, tiene la ventaja de poderse recuperar casi por completo después de la operación. Tenemos así aceite bruto. Como contiene cierto número de sustancias indeseables (fosfolípidos, mucílagos…), después de la extracción viene el desengomado. Esta segunda operación consiste en calentar el aceite bruto agregándole agua y a veces ácido fosfórico. Las sustancias que se desea eliminar se hidratan y es fácil entonces eliminadas mediante centrifugado. Tercera etapa: la refinación, que suprime los ácidos grasos “libres” responsables del enranciamiento. Se añade al aceite una mezcla de sosa y carbonato de sodio y se mezcla todo. Una vez obtenida la reacción química, se vuelve a centrifugar.

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Cocido y archicocido En este estadio, los aceites obtenidos aún pueden considerarse

como naturales. Pero, por desgracia, tienen un color muy subido (de amarillo intenso a moreno) y presentan un sabor poco discreto, por lo que es necesario decolorarlo y desodorizarlo, dos operaciones muy bestiales. En la primera, se pone en contacto el aceite con una sustancia absorbente (arcilla, carbón). a menudo tratada con ácido sulfúrico o clorhídrico. En la segunda se calienta el aceite a más de 200º durante 30 a 60 minutos, lo que reduce prácticamente a cero la actividad de la vitamina E presente en el aceite original (le será agregada artificialmente al producto final).

Por último, para cerrar el proceso, queda una última etapa: la hidrogenación parcial, que da a las grasas vegetales propiedades físico-químicas adaptadas a las necesidades de la industria alimentaria (especialmente una duración mayor).

La reacción química se realiza nuevamente a alta temperatura (de 120 a 210ºC), en presencia de hidrógeno bajo presión controlada, y de un catalizador (por lo general níquel).

el derecho a dudar ¿Dónde está el mal en todo esto? Según la revista ya citada, que ha

compulsado abundante literatura científica, durante los tratamientos químicos que sufren los aceites destinados a la fabricación de margarinas, se forman ácidos grasos desnaturalizados de configuración “trans”, cuyos efectos sobre las células humanas se desconocen.

“Estas nuevas sustancias deberían considerarse como verdaderos aditivos alimentarios y ser vigilados como tales”, escribe L’Ère Nouve-lle. Al haber ganado el juicio, L’Ère Nouvelle ha adquirido el derecho a emitir públicamente sus dudas sobre las cualidades de un producto corriente de alimentación…

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el exceso de mantequilla La mantequilla, antaño un artículo de lujo, está ahora presente en todas

las mesas desde el desayuno. Pues bien, contiene un permeabilizante de la pared intestinal, el “ácido butírico”, que degrada la vitamina “F” y se transforma así en cuerpo neutro, la lecitina. Nuestro cuerpo puede tolerar un consumo diario de 20 a 30 gramos de mantequilla; el consumo demencial de algunas personas, con ingestiones diarias de 200 g. o aun más, no puede durar sin consecuencias para el organismo.

En efecto, la mantequilla está presente en:• la leche entera: 400 gramos por litro; • la leche semidescremada: 200 gramos por litro; • la crema de leche o nata líquida: 300 gramos por litro; • los quesos: 30 gramos por cada 100 gramos en promedio.

¡Pero también está presente en la carne! Según las conclusiones de los profesores Rampal y Paccalin, en las conferencias sobre nutrición de la facultad de Niza (marzo de 1985), un bistec de 100 gramos contiene de 20 a 40 gramos de materia grasa animal, equivalente a la mantequilla. Y añaden: “Este consumo de carne está directamente ligado a la frecuencia de cáncer de colon. Estadísticamente, los países con mayor consumo indi-vidual de materia grasa y de azúcar, son también aquellos donde es más alta la frecuencia de cáncer de mama”.

Las otras modificaciones importantes se refieren a: • El azúcar; • los cereales, cuya refinación ha hecho desaparecer las vitaminas y

oligoelementos.

El azúcar blanco extraído de la remolacha ha reemplazado al azúcar de caña importado de los países tropicales. De esta forma se ha trivializado el consumo de un producto cada vez más refinado.

Los cereales son cernidos, es decir, descascarillados y privados de las envolturas que los protegen. Una harina recién molida pierde en 15 días un

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50% de sus vitaminas. Pasado un mes, todas las harinas se convierten en productos muertos que llenan el estómago, pero no alimentan al cuerpo.

Todas estas transformaciones que sufren nuestros alimentos traerán diversas consecuencias.

debilitamiento de la membrana de las células La vitamina F interviene para asegurar la estanqueidad de las membranas.

La ausencia de los ácidos grasos poliinsaturados favorece la penetración de

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los agentes agresores en la célula. Para Catherine Kousmine este fenómeno sería particularmente importante en el intestino.

En efecto, la mucosa intestinal está formada por una sola capa de célu-las. Representa aproximadamente una superficie de 42m2 de un grosor de 25 milésimas de milímetro. Aunque nuestro cuerpo se protege del medio exterior mediante múltiples capas de células (como, por ejemplo, en la piel), en el intestino sólo 25 milésimas de milímetro separan la sangre del medio exterior (el alimento).

Ahora bien, en circunstancias normales, el intestino alberga 100 billo-nes (1013) de bacterias, parte de las cuales son patógenas. Hay ahí, por consiguiente, un foco permanente de infección, que moviliza por sí solo buena parte de las defensas inmunitarias. Por este motivo, la naturaleza, preocupada por la limpieza, renueva cada dos días nuestra mucosa. Pero para esto el cuerpo requiere los materiales necesarios. De aquí la importancia de una alimentación sana y completa, porque en especial la estanqueidad de la pared intestinal dependerá del aporte suficiente de los ácidos grasos indispensables.

En situación normal, existe siempre un débil paso de agentes infec-ciosos desde el intestino a la sangre y la linfa. Todo esto llegará después al hígado para su purificación. El hígado es, pues, semejante a un filtro destinado a evitar una invasión del organismo por sustancias indeseables provenientes del intestino. Para cumplir esta función eliminará los agentes tóxicos e infecciosos mediante emuntorios, cuya finalidad es la de expulsar los desechos del cuerpo al exterior (la piel mediante la transpiración, el pulmón mediante la respiración, el sistema urogenital mediante la orina y las reglas, la sangre mediante la circulación, los intestinos mediante las materias fecales). Estos emuntorios son verdaderas “válvulas”. Si el hígado se encuentra desbordado, o cuando estos emuntorios funcionan mal o no funcionan (como consecuencia de una operación quirúrgica, por ejemplo), el cuerpo necesariamente tendrá que fabricar otras “válvulas” para sobrevivir. Con esto se inicia un proceso solapado de la enfermedad que, a menos que lo pongamos en orden, desembocará en la enfermedad crónica y degenerativa.

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Perturbaciones en la síntesis de las prostaglandinas Las prostaglandinas son sustancias biológicamente activas derivadas de

los ácidos grasos poliinsaturados. Son fabricadas e inmediatamente liberadas por la mayoría de las células del cuerpo humano (con excepción de los gló-bulos rojos) en cuanto se produce una estimulación de la membrana celular. Son sustancias con una vida muy corta (menos de 5 minutos). Se conocen unos 15 tipos de prostaglandinas, que se designan mediante una letra (de A a H) según la fórmula química que la caracterice, y una cifra (de 1 a 3).

Todavía no conocemos por completo la función de las prostaglandinas. S. K. Bergstrom, B. Samuelson y J. Vane obtuvieron el premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1982 por su trabajo sobre las prostaglandinas, lo que demuestra el interés que la comunidad científica internacional concede a estas sustancias. Sin lugar a dudas, las medicinas del siglo XXI provendrán de los progresos realizados en este campo.

El texto del cuadro expuesto en las páginas siguientes muestra la impor-tancia de las prostaglandinas en nuestro cuerpo. Se podrá comprender así sin dificultad que cualquier alteración de la calidad de los cuerpos grasos (en especial la modificación de los isómeros cis en isómeros trans) tendrá efectos retardados en el organismo. El desequilibrio así producido va a generar un efecto de “bola de nieve”, cuyas consecuencias ha medido cuidadosamente la doctora Kousmine. Para ella, que estudia desde hace 45 años los aceites y las enfermedades degenerativas, todo esto se inscribe en una lógica implacable. De este modo, podemos enfocar las enfermeda-des como un desequilibrio del sistema inmunitario, prioritariamente con exceso de PGE2 y déficit de PGEl.

el papel de las prostaglandinas Los actuales conocimientos, aunque incompletos. permiten adjudicar las siguientes funciones a las prostaglandinas:

1. La inflamación Cualquier ataque a la membrana celular implica la producción inmediata de PGE2, y luego, en una segunda fase, de leucotrienos. Estas dos sus-

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tancias derivan del ácido araquidónico. Desde el primer momento de una inflamación (fase vascular), la PGE2 actuará sobre la microcirculación, favoreciendo el edema, la vasodilatación y el aumento de la permeabilidad de los capilares. Incidirá igualmente en el dolor (acción sobre los neuro-mediadores de las fibras nerviosas) y en la fiebre. En la fase celular de la inflamación (inflamación instalada), los lecucotrienos serán responsables de las reacciones alérgicas y de los efectos de bronco y vasoconstricciones.

PGE2 y leucotrienos son regulados en sus acciones mediante la producción a partir del ácido gammalinolénico, de otra prostaglandina la PGE1.

De forma muy lógica, la doctora Kousmine ha dado a la PGE2 el nombre de prostaglandina “de guerra”, y a la PGE1 el de prostaglandina “de paz”. Inmediatamente se puede ver cómo, cuando hay una carencia de ácidos grasos indispensables, desaparece la acción frenadora de la PGE1, dejando el campo libre a la PGE2, que ya no puede ser regulada. Así como no puede existir un motor sin sistema de frenado, tampoco PGE2 y PGE1 son complementarias en su acción ni interdependientes.

2. La hemostasis El tromboxano A2 (TXA2) y la prostaciclina (PGI2) derivan del

ácido araquidónico. Tienen efectos antagónicos. Las plaquetas san-guíneas producen el TXA2 (tromboxano A2), que tiene un efecto vasoconstrictor y agregante de las plaquetas (coagulación de la sangre).

El endotelio de los vasos sanguíneos produce la prostaciclina, vaso-dilatadora y antiagregante plaquetario (anticoagulante). Cuando hay una herida en algún vaso, las plaquetas se adhieren inmediatamente a la herida y secretan tromboxano A2, que favorecerá el cierre de la herida y detendrá Ia hemorragia. Alrededor de la herida, las células endoteliales secretarán la PGI2, cuyo efecto consiste en limitar la agregación de las plaquetas y circunscribirla exclusivamente al sitio de la herida vascular.

Esta concepción del equilibrio entre los dos antagonistas sólo es una explicación parcial del fenómeno. El antagonismo tromboxano

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A2 y PGI2 no es, por cierto, la única influencia que rige la hemostasis y la trombosis.

La PGE1 tiene un efecto vasodilatador y antiagregante plaquetario.

3. El aparato gastrointestinal Digamos simplemente que los PGE y PGA son poderosos inhibido-res de la mucosa digestiva en el estómago, así como protectores de la secreción ácida (jugos biliares, cortisona, antiinflamatorios).

4. El sistema cardiovascular La PGE1 es conocida por su acción vasodilatadora, que complementa la acción antiagregante de las plaquetas propia de la prostaciclina.

5. El sistema respiratorio La PGE1 tiene una acción broncodilatadora, por oposición al efecto broncoconstrictor de los leucotrienos derivados del ácido araquidónico.

6. La función renal La prostaglandinas son vasodilatadoras y antagonistas del sistema vasoconstricror angiotensina II y noradrenalina; tienen, además, una acción reguladora sobre la vasopresina (hormona antidiurética).

7. Aparato genital y fertilidad Las prostaglandinas también desempeñan un papel en la fertilidad

y el aparato genital.

Perturbaciones en el sistema inmunitario Todo lo anterior puede traducirse del siguiente modo:

• Inmunidad deficiente: es el caso, en especial, de esos niños o adultos constantemente enfermos, que nada más curarse de una enfermedad contraen otra. Todos se desesperan al verlos siempre frágiles y enfermos. Es urgente permitirles reconstituir sus defen-

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sas inmunitarias, sin lo cual el proceso de cualquier enfermedad no podrá sino empeorar.

• Cuando la reacción de defensa inmunitaria se acelera, asistimos a una inmunidad exuberante. Frente a un agente agresor, la respuesta inmunitaria es desproporcionada en relación con el ataque. ¡Es como aplastar una mosca con un guante de boxeo! Es lo que ocurre con las alergias y el reumatismo. Esta situación se origina por un exceso de PGE2 y un déficit de PGE1. El cuerpo pone en acción medios de defensa inmunitarios que luego no puede controlar.

• Inmunidad desviada o perversa, que encontramos en los tumores benignos primero, y luego malignos (cáncer).

Cómo comprender la enfermedad llamada cáncer Doctora Kousmine

Frente a una agresión, el organismo intenta liberarse de los agentes agresores, especialmente mediante el hígado y mediante “válvulas” que miran hacia el exterior, constituidas por:

• la piel • los pulmones • el sistema urogenital • la sangre • los intestinos

Este estado “centrífugo recibe el nombre de “psore” por los homeópa-tas, que consideran a la enfermedad como una eliminación de “toxinas” desde el interior hacia el exterior.

Cuando la agresión se hace muy importante y crónica, especialmente en el intestino, favorecida además por:

• Una alimentación rica en mantequilla y derivados, pobre en vitamina F y en cereales completos, que a menudo produce desórdenes digestivos (diarrea, estreñimiento).

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¡Ya en 1980 Catherine Kousmine sostenía la tesis de que el cáncer ayuda al cuerpo a vivir (¡así como suena¡) y que lo lógico era suprimir la necesidad del cáncer antes que suprimir el cáncer mismo!

• Inmunidad aberrante: cuando un tejido retiene agentes agre-sores, puede suceder a veces que el organismo ya no reconozca ese tejido como parte integrante de sí mismo sino como agente agresor. Al ser un extraño, el cuerpo tiene que destruirlo. Es lo que ocurre en las enfermedades autoinmunes: miopatía, esclero-dermia, lupus eritematoso, esclerosis múltiple…

• Inmunidad perdida: el sida. Para la doctora Kousmine, la enfer-medad del sida se inscribe en la consecuencia lógica de las pertur-

• Una intoxicación química, cuyas causas son múltiples (ali-mentación adulterada, condiciones de vida, medicamentos).

• Una intoxicación psíquica debida al estrés (nuestra sociedad lo sabe producir a diario).

¡Entonces el cuerpo debe equilibrarse como sea! Al no poder eliminar correctamente hacia el exterior, el cuerpo debe

entonces encontrar en él el medio de neutralizar los agentes tóxicos. Así es como fabrica un tumor, cuya función consistiría en captar los agentes agresores antes de poderlos destruir.

El tumor, primero benigno y luego maligno, haría así las veces de “cubo de basura” en el cual el organismo arroja sus desperdicios. Este estado “centrípeto” (opuesto al precedente) corresponde a la “sicosis” (no confundir con la psicosis) de los homeópatas, que reagrupa las enfermedades del sistema reticuloendotelial.

Esto permite comprender por qué puede producirse la recons-trucción de tejidos cancerosos (metástasis) después de la ablación del tumor primitivo, si no se han modificado para nada las condiciones en las que se formó el cáncer. Una alimentación correcta es una de las condiciones esenciales para que el tumor no vuelva a reproducirse.

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baciones inmunitarias debidas a nuestros errores alimentarios. Se llega así a la ausencia de defensas o anergia (véase más adelante el capítulo sobre el sida por la doctora Kousmine).

Conclusión Por todo lo dicho, es necesario y urgente que modifiquemos nuestra aJi-mentación, y volvamos a poner orden cuanto antes en el organismo. Para esto, además de la alimentación, acudiremos:

• A los lavados intestinales, con instilación por la noche en el intestino de 4 cucharadas soperas de aceite de girasol de primera presión en frío.

• Al control del pH de la orina; • A las vitaminas y medicinas apropiadas al estado del enfermo. El método Kousmine es, por consiguiente, una terapia global del indi-

viduo, y no una simple modificación de la alimentación.

el sida Doctora Kousmins Al ser el sida una enfermedad viral de evolución lenta, Supone un mecanismo de des.lrrollo de la enfermedad comple-tamente diferente de las otras enfermedades virales, que tienen una incubación de pocos tijas.

Según estas hipótesis, parecería que, una vez reconocido ti virus, los linfocitos inducen la producción de anticuerpos, y sólo cuando se produce otro contacto con el virus se declara la enfermedad dado que las defensas inmunitarias están debilitadas.

La presencia del virus con ocasión de una segunda conrarninari,’,;, vendría seguida por una producción masiva de PGE2.

¡Ésta es la que desencadenaría la muerte del linfocito, y no la mul-tiplicación del virus en la célula!

Esta teoría subraya ante todo la importancia de la acción modera-dora de la PGE I Y la necesidad de la vitamina F, pero también permite comprender la existencia de «portadores sanos:..

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Las bases de una alimentación sana

Doctor André Denjean

La nutrición es el pilar central del método Kousmine. Sin una buena nutrición hay pocas esperanzas de modificar, en el buen sentido, nuestro sistema inmunitario, nuestras defensas o nuestro terreno.

Para mantenerse con buena salud o para sanar, nuestro cuerpo necesita cierta cantidad de proteínas, glúcidos, lípidos, vitaminas, sales minerales, enzimas, hormonas, provenientes de los tres reinos: mineral, vegetal y animal.

Los consejos de la doctora Kousmine son sencillos y fáciles de realizar para todos. Desde hace 40 años han demostrado su valor terapéutico en gran número de pacientes que han visto estabilizados, mejorados o sanados sus problemas funcionales, orgánicos o degenerativos.

Las relaciones calorías / catalizadores, crudo / cocido, dieta / nutrición, son muy importantes, así como el equilibrio cronobiológico, es decir, los horarios de comida que, de preferencia, han de tomarse a una hora fija, determinados por cada uno.

Cada comida es importante En lo referente a la cantidad de comida, nos gusta esta fórmula: desa-

yuno de rey, comida de príncipe, cena de pobre.

Desayuno de rey: la crema Budwig: La receta completa la tiene en la página xx.

Comida de príncipe: Recomendamos comenzar por ensalada de diversas hortalizas frescas, con salsa cruda a base de 2 cucharaditas (de las de’ café) de aceite virgen de primera presión en frío (rico en ácido graso poliinsaturado en forma “cis-cis”). Después, verduras frescas, cocidas al vapor suave el menor tiempo posible, como guarnición para acompañar carnes o despojos, o pescado, o mariscos, o huevo, o queso, o leguminosas, variando cada día.

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Receta de la crema dudwig

1. Batir hasta obtener tina crema: 4 cucharaditas (de las de café) de requesón (con 0 a 20% de materia grasa) y 2 cucharaditas de aceite de girasol, de germen de trigo o aceite de linaza, con garantía de no haber excedido los 45ºC en el prensado. La emulsión debe ser completa, para lo cual el requesón y el aceite deben batirse con bastante vigor en un bol con un tenedor o en una batidora.

2. Añadir: — el zumo de medio limón — un plátano bien maduro machacado, o 2 cucharaditas de miel, o 2

cucharaditas de azúcar integral o de frutos secos. — 2 cucharaditas de granos oleaginosos crudos y recién molidos (a

elegir entre lino, girasol, sésamo, nueces, avellanas, almendras, pipas de calabaza, nuez de Cayú [o “coquitos”], etc.)

— 4 cc de requesón magro al 0% — 2 cc de aceite de primera presión en frío (girasol, germen de trigo, lino).

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Batir bien. Observación: Para moler los granos oleaginosos y los cereales se necesita un molinillo eléctrico de los de moler café que tenga una cuchilla lo bastante fuerte para soportar el impacto de los cereales.

Comida del mediodía

Salsas crudas: ideas • 2 ce aceite primera presión • germen de trigo • trigo germinado triturado • limón o vinagre de sidra • tamari • zumo de verduras fresco • requesón magro

• hierbas aromáticas frescas • oleaginosas molidas • cereales crudos • agua • granos de pimienta recién

molida

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Cena

Cenar: • Temprano, 3 horas antes de ir a la cama • Liviano • Sin carne • Sin otra proteína animal para los sedentarios

Si no hay apetito por la mañana: reducir la cena: • 1 pieza de fruta + 1 yogur, • o potaje de cereales recién molidos, • o ensalada de hortalizas crudas

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Consumir cada día —y esto es primordial— una buena ración de cereales integrales en forma de «crépes», o tortas, o bistec de cereales (hervidos, en grano o como pan).

Cena de pobre: Conviene cenar lo más temprano posible. La cena debe ser ligera, sin carne, siguiendo los mismos principios que

la comida de mediodía. Si hay poco apetito por la mañana, quiere decir que la cena ha sido demasiado abundante o tomada muy tarde. Las personas sedentarias necesitan sólo dos comidas al día, por la mañana y al mediodía; el complemento de la tarde debe ser modesto: frutas y yogur, o frutas y frutos oleaginosos, o potaje de verduras con cereales, aliñados con una cucharadita de aceite crudo.

Una comida demasiado abundante por la tarde puede provocar malestar, hinchazón, gases, dificultades para conciliar el sueño o pesadillas durante el sueño. Se despierta con un aliento fuerte, la lengua cubierta por una gruesa capa de color castaño, falta de apetito, y la solución (aparente) es tomarse un café, lo que no pasa de ser un mal reflejo.

Estos malestares son muy frecuentes, se convierten en crónicos y son testigos de un malísimo funcionamiento digestivo por sobrecarga alimen-taria. Son también responsables de una proliferación microbiana intestinal. Persisten mientras no se respeten las reglas, y son el punto de partida de enfermedades degenerativas.

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Alimentos que deben evitarse Nada de conservas: preferir los alimentos frescos y biológicos (véase el cuadro comparativo de la cantidad de sodio en alimentos naturales y en alimentos desnaturalizados, en la pág. 58). Se recomienda conservar las hortalizas mediante fermentación láctica.

Poca sal: la necesidad diaria es de 1.000 mg. Queda satisfecha con el esquema diario que proponemos, sin necesidad de añadir más sal. De todos modos, preferir la sal completa, o algas en polvo, que contienen grandes cantidades de otras sales y de oligoelementos, y no sólo sodio.

Nada de azúcar blanco: reemplazarlo por azúcar integral (moreno). El Dr. Béguin ha estudiado y completado los trabajos de los dentistas Weston Price y Roos. Sus trabajos han sido verificados por la Asocia-ción francesa de odontoestomalología preventiva. El Dr. Béguin va en contra de la corriente actual en materia de prevención de las caries. Consumido en forma integral, el azúcar no sólo no es cariogeno sino que constituye un elemento esencial en la prevención de esta enfermedad degenerativa. La acción del azúcar integral, asociada a una alimenta-ción integral, es muy superior a la absorción de flúor en materia de prevención de las caries.

Nada de caramelos, bombones, dulces: reemplazar por frutos secos o frescos (higos, uvas, plátanos, albaricoques, manzanas, melocotones, nectarinas, peras, dátiles, etc.).

Nada de zumos de frutas comerciales, ni de gaseosas, colas o bebidas azu-caradas: No olvide que estas bebidas tienen en promedio 100 gramos de azúcar blanco por litro, y que una persona consume 500 vasos al año. A este ritmo, ya puede imaginarse cómo se va perfilando lenta y seguramente la diabetes, la hipoglucemia, la caries y otras enfermedades carenciales. Consuma zumos frescos.

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Nada de alcohol ni de tabaco: Los médicos conocen sus efectos perni-ciosos, y usted también. No hay que contar con nuestros gobernantes, pues el interés económico es demasiado importante para que se realice una verdadera campaña antialcohol y antitabaco. Cada uno debe tomar su propia decisión.

Nada de sustancias excitantes y acidificantes como el café o el té: a la larga, agotan las glándulas suprarrenales y el páncreas.

Nada de aceites comerciales corrientes: es un punto capital en el método si se desea un aporte suficiente de vitamina F. Aconsejamos aceite de gira-sol, de cártamo, de nueces, de germen de trigo, de lino, todos de primera presión en frío y con granos biológicos no calentados previamente. La temperatura de prensado no debe exceder los 30ºC. No debe emplearse ningún disolvente.

Poca mantequilla: se pueden tolerar de 10 a 30g de mantequilla cruda al día. Nada de margarina sintética. Nada de margarina garantizada a base de ácidos grasos no hidrogenados: en su fabricación se le agregan grasas de palma ricas en ácidos grasos muy saturados. Para untar el pan, usted mismo puede fabricarse mantequilla de nueces, de avellanas, etc. Basta con moler los granos, y añadirles muy poca agua para obtener una pasta que sirva para untar.

Nada de pan blanco, ni de pan integral no biológico: el pan blanco es pobre en vitaminas B y E, así como en fibras, tan útiles para la digestión. El pan integral no biológico contiene los insecticidas y pesticidas presentes en el salvado. Utilizar toda la gama de cereales completos y biológicos: arroz, trigo, centeno, avena, cebada, mijo, trigo sarraceno o alforfón, maíz, espelta.

Pocas galletas y pastas del comercio: aprender a fabricarlas con harinas recién molidas, azúcar integral, miel, oleaginosas, frutos secos.

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Alimentación integral

Reemplazar por

Zumos de frutas comerciales gaseosos, colas, bebidas azuca-radas

Zumo de frutas fresco

Azúcar blanco Azúcar moreno (integral)

Caramelos, bombones Frutos secados naturalmente, miel, polen, oleaginosas recién descortezadas

Harinas blancas y con más de 10 días, sémolas, copos

Harinas completas biológicas recién molidas

Pastas (azúcar, margarina, mantequilla)

Tortas de harina fresca completada con miel cruda, frutos oleaginosos enteros o recién molidos

Pan blanco Pan integral de harina fresca y biológica

Sal refinada Sal marina o polvo de algas

Conservas (sal) Hortalizas frescas biológicas no tratadas, no ionizadas

Aceites comerciales, margarina, grasa vegetal Aceites crudos prensados en frío

Leche, queso, exceso de grasa, crema

No sobrepasar 30 g de mantequilla cruda por día

Carne, huevos, pescado, leguminosas

1 vez al día, a mediodía, muy poco cocidos (al vapor). Hacer germinar las leguminosas antes de cocerlas al vapor

Cocción: fritura, hervido, microondas

Cocer poco y al vapor suave: esto conserva gusto y propiedades vitales

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En cuanto a la leche, quesos, grasas animales, no sobrepasar 40 g de grasa al día, sabiendo que:

1 dl de leche contiene . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40 g.100 g de queso, . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45 g.100 g de crema de leche, o nata líquida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35 g.100 g de carne de buey, . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20 g.

Esto obliga a limitar el empleo de estos productos.

Las proteínas animales: carne, pollo, huevo, leche, deben ser de excelente calidad nutritiva y poco cocidas, prefiriendo una cocción a baja temperatura.

La calidad de la carne es un punto delicado, puesto que depende de la propia nutrición del animal. No estará de más observar que el color de la carne de buey es rojo y no blanco.

La cocción de las proteínas animales vuelve acidificante el alimento para el ser humano. Por esto es aconsejable cocerla muy poco; lo mejor es utilizar el vapor suave, como para el cuscús. Hay que evitar las parrilladas. Consumir la carne poco hecha, el pescado rosado en la parte que toca

¿Leche cruda o leche uperizada? juzgue usted mismo:

Experiencia relatada por el profesor Blanc en el Congreso Kousmine’88. Dos grupos de 8 ratas: • El primero alimentado con leche cruda (A). • El segundo con leche uperizada (B).

Se les provoca una infección haciéndoles absorber 1 millón de salmo-nellas vivas y patógenas:

• El grupo A resiste sin mostrar indicios de patología. No hay indicios de salmonella en sus bazos.

• El grupo B muestra una infección mortal al sexto día; salmo-nellas vivas en sus bazos.

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la espina, el huevo pasado por agua, o crudo mezclado con los cereales. Requesón magro, con 20 por ciento de materia grasa, crudo y con poca sal.

Las leguminosas: ricas en proteínas, son muy bien digeridas cuando están germinadas. Cocerlas al vapor suave.

Preferir los alimentos biológicos Como conclusión: dar preferencia a la calidad sobre la cantidad. Compre productos frescos en cooperativas de alimentos biológicos. Cada vez son más numerosas. Usted ignora cuán nocivos son todos los productos sinté-ticos utilizados en la agricultura y en la conservación de alimentos frescos.

Exija productos sanos, sin abonos sintéticos, sin tratamientos después de ser cosechados, y, en cuanto sea posible, cultivados en un suelo según los sistemas de cultivo llamados agrobiológicos.

Busque las marcas de aceites ricos en ácidos grasos poliinsaturados, con temperatura de prensado inferior a 30°; carnes provenientes de cultivo biológico sin tratamiento antibiótico. Busque marcas biológicas.

Cómo utilizar los cereales Tortas o “crépes” de trigo sarraceno, arroz, centeno, cebada, trigo, maíz.

Moler el cereal con un molinillo de cereales, o uno de café. Añadir a la harina un poco de agua y sal, hierbas aromáticas o almendras, o uvas pasas, para conseguir la consistencia de una masa, o más líquida, si se pre-fiere hacer “créps”. Cocer en un aparato para barquillos, o en una sartén antiadherente.

Cereales enteros en grano Remojar los granos enteros en dos veces y media su volumen de agua; los granos se reblandecen al absorber agua. Cuatro horas para el trigo sarraceno, 6 a 8 para el mijo, 12 horas para el trigo, el centeno y la cebada, 24 horas para el arroz. Cocer de 10 a 20 minutos al vapor, sin olvidar de enjuagarlos previamente. Servir con hortalizas y añadir los sabores deseados (azafrán, comino, jugo de verduras).

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Cantidad de sodio en alimentos frescos y alimentos tratados (mg/100 g)

bistec 40 bistec congelado 1300

lomo de cerdo 290 salchicha 1100

pollo 50 tocino 680

salmón fresco 48 salmón ahumado 520

platija, lenguado 80 sardina en tomate 400

ostras 73 vieiras congeladas 206

col 20 col fermentada en conserva 240

espárragos 2 espárragos en conserva 750

tomates 3 ketchup 1040

guisantes 1 guisantes en conserva 230

cacahuetes 5 mantequilla de cacahuete 600

patatas 3 patatas fritas 1000

cebolla 10 cebollitas en vinagre 1420

potaje de verduras con sal al gusto 60 potaje de verduras en conserva 400

palomitas de maíz al natural 3 palomitas de maíz saladas 1940

harina de trigo integral 2 galletas saladas 670

harina de trigo refinada 2 bizcochos o galletas dulces 1680

germen de trigo 3 levadura 1080

arroz blanco 1 arroz hinchado (crispies) 360

leche de vaca entera 50 queso cremoso 700

leche materna 16 tarritos para bebés 300

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Bistec de cereales Moler los granos remojados en el molinillo, y añadir, al gusto, aromas, hierbas, requesón…, moldear y pasar por la sartén, en lo posible sin aceite o con muy poca cantidad.

Granos germinados Crudos, pueden incorporarse a las ensaladas. Es conveniente hacer curas periódicas de 4 semanas, 2 cucharaditas por persona.

Pan casero Tomar ½ kg. de harina recién molida, 50 g. de levadura de cerveza, una cucharadita de sal marina. Desleír la levadura en media taza de agua tibia, agregar un poco de harina hasta que adquiera la consistencia de una pasta espesa. Dejar en un lugar cálido (aproximadamente a 20ºC, o al sol), hasta que haya duplicado su volumen. Mezclarlo con el resto de la harina, la sal y el agua, y amasar durante 20 a 30 minutos. Cubrirla con un paño y dejarla reposar hasta que doble su volumen, volver a amasar durante 10 minutos, poner en molde para bizcocho, cubrir con un paño y dejarla reposar otros 30 minutos. Calentar previamente el horno a 250ºC, pasarlo a 175ºC en el momento de poner la pasta, cocer durante 45 minutos. Al sacarlo del horno, untar rápidamente su superficie con un pincel mojado en agua fría para que la corteza no se vuelva demasiado dura.

Potaje de cereales hervidos Agregar los cereales recién molidos al potaje y cocer durante algunos minutos.

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ejemplo de tratamiento en caso de enfermedad En caso de enfermedad, valen los mismos consejos, pero los “un poco de” habrá que reemplazarlos por “nada de”. Según la gravedad de la enfermedad, y con el consejo de su médico, será bueno comenzar por un tratamiento de 21 días en 3 etapas. Esta cura deberá repetirse cada vez que haya una crisis seria de la enfermedad.

Análisis comparados de tres tipos de azúcar por cada 100 g. según los trabajos del dr. Béguin

Azúcar completo Azúcar bruto Azúcar blancoSacarosa 74-92 g 96-97 g 99,6 g Glucosa 2-11 g 0-1 g 0 g Fructosa 3-12 g 0-1 g 0 g Proteína 0,4-1,1 g 0 g 0 g Sales minerales 1500-2900 mg 260-500 mg 30-50 mg Potasio 600-1100 mg 15-150 mg 3-5 mg Magnesio 100-180 mg 13-20 mg 0 mg Calcio 50-170 mg 75-95 mg 10-15 mg Fósforo 14-80 mg 3-4 mg 0,3 mg Hierro 3-5 mg 0,5-1.3 mg 0,1 mg

Vitaminas Provir, A 3,9 mg 0 mg 0 mg B1 0,14 mg 0,01 mg 0 mg B2 0,14 mg 0,006 mg 0 mg B6 0,4 mg 0 mg 0 mg Nicotinamida 0,2 mg 0,03 mg 0 mg Pantotenato 1,2 mg 0 mg 0 mg Vitamina C 38 mg 0 mg 0 mg

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Primera semana Habrá que alimentarse de frutos frescos y crudos en pequeña cantidad, de zumos de frutas recién exprimidas, repartidos en varias tomas. Masticar bien. Lavado intestinal por la noche, seguida de una instilación de aceite rico en vitamina F (véase el capítulo sobre higiene intestinal).

Segunda semana Repartir tres comidas a lo largo del día. Sólo se compondrá de alimentos crudos. Frutos frescos: zumo de frutas, frutos secos, granos oleaginosos, cereales molidos y crudos, miel, polen, yema de huevo cruda, requesón casero, yogur casero con leche cruda semidescremada, leche cruda, aceites vírgenes, hortalizas crudas.

He aquí una base para un menú cotidiano: Desayuno: crema Budwig y 150 g. de frutas. Comida: hortalizas crudas con un poco de aceite y una cucharadira de

cereales molidos y crudos, requesón casero o 2 yemas de huevo crudas. Cena: 2 cucharaditas de polen, 2 cucharaditas de miel, algunas nueces, o

una fruta + yogur y una cucharadita de aceite, o una fruta y algunas oleaginosas.

Tercera semana Una vez al día se añadirán cereales y verduras cocidas. En los dos meses siguientes es aconsejable un régimen sin carne, al que seguirán las reglas básicas necesarias.

Las enfermedades crónicas y degenerativas se presentan como con-secuencia de patologías funcionales descuidadas durante mucho tiempo, como problemas digestivos o urinarios, infecciones repetidas, etc. Estos problemas funcionales están ligados, por una parte, a un mal equilibrio alimentario debido al exceso de calorías y a insuficiencia en oligoelementos, y, por otra, a la desnaturalización de esos alimentos.

El hombre moderno debe comprender estas sencillas reglas alimenta-rias y escoger la prevención de su salud, en lugar de consumir su capital hereditario.

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Función de las vitaminas y de los oligoelementos en el organismo

Doctor Luc Moudotl

LAS VITAMINAS

Las vitaminas, o aminas vitales, constituyen el conjunto de moléculas indispensables para las funciones vitales. El organismo no puede realizar la síntesis de algunas, de modo que debe buscarlas en aportes alimentarios externos. Son sustancias indispensables para las reacciones químicas del cuerpo, en el que actúan como catalizadores de reacciones perfectamente delimitadas; cada vitamina tiene una función muy precisa.

La diferencia entre vitaminas y hormonas reside en que éstas pueden ser sintetizadas por el organismo, en cambio aquellas no. En este sentido, hay una dependencia del organismo respecto a su entorno alimentario.

Las vitaminas se pueden agrupar en dos clases: • Liposolubles (solubles en grasas): vitaminas A, D, E, F, K. • Hidrosolubles (solubles en agua): vitamina C, el conjunto de las

vitaminas del grupo B, la nicotinamida, el ácido fólico, el ácido pantoténico, la colina, el inositol, los flavones, etc.

La importancia de las vitaminas en los productos alimentarios se ha ido reconociendo progresivamente a lo largo de los siglos, de forma específica para cada subgrupo.

En lo referente a los síntomas clínicos, las primeras observaciones se remontan a la Antigüedad. Descripciones más precisas, como la de la deficiencia de vitamina C y su tratamiento, datan de la Edad Media. Pero sólo a partir de la década de 1950, con el desarrollo de la bioquímica, es cuando se han comprendido los mecanismos bioquímicos precisos de esas sustancias y se han podido describir sus estructuras moleculares. Por último, sólo en los últimos diez años se ha podido medir con precisión el contenido en vitaminas de los distintos alimentos y su concentración en

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la sangre, aclarando así los diversos problemas de absorción intestinal de estas sustancias. En efecto, mientras que las vitaminas del grupo hidro-soluble son de fácil absorción por el intestino, las vitaminas liposolubles requieren la integridad de las funciones de absorción intestinal específicas de los cuerpos grasos. Así es corno se ha podido diagnosticar avitaminosis por mala absorción, noción muy reciente.

Los contenidos en vitaminas de los productos alimentarios son mínimos, y habitualmente se miden en miligramos. Además, las fuentes alimentarias consideradas como tradicionales para algunas vitaminas han disminuido recientemente (concentración pobre de vitamina C en las frutas maduradas artificialmente, en las hortalizas conservadas, en los aceites producidos con altas temperaturas y con débil cantidad de vitaminas E y F, por sólo citar estos tres ejemplos). Por otra parte, la aparición de agentes conservantes, y sobre todo de agentes contaminantes utilizados como abono, o simple-mente presentes en nuestro entorno “moderno”, disminuyen la absorción intestinal de ciertas vitaminas o su correcta utilización por el organismo. Estas son dos observaciones fundamentales para evaluar las dosificaciones terapéuticas en las avitaminosis clínicas o subclínicas.

Vamos a describir aquí en forma sucinta la función de cada vitamina, pero hay que tener presente que, tanto para las vitaminas como para los oligoelementos, estamos en presencia de una intrincada red: por ejemplo, la carencia de una vitamina puede ser compensada mediante la presencia o exceso de otra (la vitamina C tiene múltiples funciones), o la importan-cia de la presencia de un oligoelemento en la función de una vitamina, y recíprocamente (vitamina E y selenio).

Se han descrito los excesos o sobredosis vitamínica para la vitamina A y la D; para los demás, no parece que exista tal sobredosis. Sin embargo, hace poco se ha descrito una dependencia del organismo a sobredosis de vitamina C, y una disminución de los receptores celulares respecto a la vitamina C en caso de sobredosis durante largo tiempo. Parece lógico, por tanto, para ciertas vitaminas específicas (en especial del grupo hidrosolu-ble), variar la dosificación cada semana. También hay que tener presente que algunas vitaminas del grupo B son producidas por la flora intestinal del intestino grueso.

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Vitaminas liposolubles

Vitaminas A Bajo el término de vitamina A se agrupa el conjunto de retinoides, unos cincuenta, cuya estructura bioquímica es muy similar, y de los que tan sólo tres son particularmente importantes: el beta-caroteno (precursor), el retinol, el 13-cis ácido retinoico.

El beta-caroteno se encuentra principalmente en los vegetales, y se oxida en el hígado para transformarse en retinol. Se le encuentra en muchas hortalizas verdes (espinacas, lechugas, etc.), y en el tomate, zanahoria, coliflor, calabaza y calabacines. El exceso de beta-caroteno da una colo-ración naranja a la piel.

El retinol se encuentra principalmente en los productos de origen ani-mal: aceite de hígado de bacalao o de rodaballo, yema de huevo, despojos y entrañas (hígado, criadillas, médula, etc.).

La función de la vitamina A no está todavía comprendida: en un comienzo, se asociaba la vitamina A sólo a la función de la vista, puesto que los pigmentos retinianos sensibles a la luz, por fuerza deben encon-trar su precursor en el retinol. Por esto es que se han descrito mejoras de la visión relacionadas con la ingestión de zanahorias o de tomates. Sólo recientemente se ha descrito la importancia fundamental de la vitamina A en la maduración y diferenciación de las células, de donde proviene su importancia para los tejidos de alta reproducción celular (todos los epi-telios, glóbulos rojos y blancos —de aquí su importancia en la función antiinfecciosa—, células germinales masculinas y femeninas, tejidos de reparación, fibras, cartílagos de crecimiento…).

En el plano patológico, la vitamina A tiene que ver con la maduración de las células cancerosas; los cánceres menos diferenciados y más agresivos son los más sensibles a la vitamina A. En este sentido, esta vitamina ha sido descrita recientemente como importante agente anticanceroso. Por último, y en uso externo, la vitamina A desempeña un papel de limpieza de la piel al disminuir la capa córnea.

Actualmente se comprende la importancia fundamental de la vitamina A en todos los estadios de la vida, desde el crecimiento a la prevención

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del cáncer. Al ser liposoluble, necesita un proceso de absorción intestinal similar al de las grasas: por eso, aunque la cantidad ingerida en la alimen-tación sea suficiente, su nivel en el suero puede ser rebajado. Ingerida en exceso, puede ser tóxica para el hígado, donde se acumula —aunque esta afirmación se ha discutido recientemente—.

Las necesidades de vitamina A se sitúan entre 5.000 y 25.000 Ul al día para un adulto. En algunos casos patológicos se han tolerado muy bien dosis superiores (bajo control médico).

Vitamina D El calciferol es la vitamina de los huesos, y su carencia provoca raqui-

tismo en el niño y osteomalacia en el adulto. El metabolismo de la vitamina D es complejo: necesita que funcionen bien numerosos órganos (intesti-nos, pechos, piel y exposición a los rayos ultravioletas) además de estar presente en la alimentación. Asimismo, su acción está coordinada con el metabolismo del calcio, del fósforo y del flúor.

Las fuentes alimentarias se encuentran en cantidad desdeñable en los productos vegetales, excepto en el cacao, y comprenden principalmente los aceites de hígado de algunos peces (como el rodaballo, el bacalao, el salmón), la carne de anguila, de atún, de sardina, y el hígado de cerdo y de buey.

Por otra parte, esta vitamina necesita ser fijada mediante la piel, lo que se realiza por la formación previa de la provitamina D o de una grasa deri-vada del colesterol en la forma activa de la vitamina D. Nunca se insistirá bastante en la importancia de la exposición de la piel al sol, especialmente en los meses de invierno.

Las funciones de la vitamina D se relacionan principalmente con el esqueleto, con una acción directa sobre las células óseas, y una acción indirecta mediante el metabolismo del calcio, del fósforo y del flúor.

La falta de vitamina D se traduce por raquitismo (retraso en el creci-miento, irregularidades en los huesos, retardo en la edad ósea, en el desa-rrollo dental, caries dentales, fatigas, etc.). En el adulto, principalmente una desmineralización de los huesos en forma de osteomalacia.

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Las necesidades de vitamina D se estiman entre 200 y 400 Ul al día, y son particularmente importantes durante los meses de invierno y durante la lactancia.

No es aconsejable la vitamina D en los casos de cálculos renales, exceso de calcio en la sangre o en la orina e hipertensión arterial.

Vitamina E El alfatocoferol es un importante antioxidante, que hace unos cincuenta años fue descrito como la vitamina de la fecundidad, por su acción en las células germinales, pero cuya importancia es muy clara como vitamina de “prevención del envejecimiento”. Esta vitamina necesita la presencia de selenio para su acción antioxidante.

Los radicales libres o peróxidos son grasas “superoxidadas”, con un nivel de oxígeno particularmente alto. Estas grasas se conservan en el interior de las células, su concentración media aumenta con la edad, y son muy tóxicas. Uno de sus efectos, si no el principal, es el de catalizar esas grasas y eliminarlas. Por ello comúnmente se le atribuye la capacidad de prevenir el envejecimiento. Sin embargo, esta propiedad tiene consecuencias más generales en la función de los diferentes órganos y glándulas del organismo.

Las fuentes alimentarias de la vitamina E se encuentran principalmente en los cereales completos y los aceites vegetales (girasol, lino, pepita de uva, etc.), prensados en frío. Esto último es fundamental dada la sensibi-lidad del alfatocoferol al calor. Las fuentes animales de la vitamina E son prácticamente desdeñables.

La funciones de los tocoferoles, en especial su propiedad antioxidante, se realiza sobre el conjunto de las células del organismo. Tiene especial relación con el hígado, los músculos, el tejido conjuntivo y la piel, así como con las glándulas sexuales. Tradicionalmente, se utiliza la vitamina E en los casos de esterilidad masculina o femenina, en los trastornos del tejido conjuntivo, de la cicatrización de los músculos y de la piel. También se ha descrito la importancia de la vitamina E en los casos de arteriosclerosis, en los problemas de crecimiento, en las enfermedades de autoinmunización, etc. En Estados Unidos es una vitamina muy popular en cuanto agente para retardar el envejecimiento.

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Las necesidades diarias son muy controvertidas. Personalmente, creo que para el equilibrio armónico de las funciones celulares del cuerpo, son necesarias dosis entre los 300 y los 700 mg diarios.

No se conoce toxicidad de los tocoferoles.

Vitamina F Bajo este nombre se agrupan una serie de ácidos grasos poliinsaturados, de los cuales los tres principales son los ácidos linoleico, linolénico y araquidónico. Estos ácidos tienen una configuración espacial “cis-” o “trans-”, es decir, dos formas en espejo: las formas cis son muy favorables bioquímicamente, en tanto que las formas trans han sido descritas como potencialmente tóxicas. Su importancia fundamental fue describa en los años cincuenta por la doctora Kousmine, pero sólo recientemente los trabajos bioquímicos han demostrado su papel en la inmunidad. Efectivamente, estos tres ácidos, en su forma cis, son precursores de las prostaglandinas, hormonas celulares esenciales para las defensas del cuerpo. Hay que subra-yar que la noción de sistema de defensas del cuerpo incluye, además de las infecciones, virales o bacterianas, la defensa contra los procesos de atipia celular, entre los que se cuenta el cáncer.

Las fuentes alimentarias de la vitamina F la constituyen principalmente las semillas oleaginosas y los aceites de primera presión en frío provenientes de esas semillas (girasol, lino, onagra, borraja). Es capital que estos aceites hayan sido prensados en frío dado el deterioro de la vitamina F por el calor.

La función de la vitamina F no está aún del todo comprendida. Es cierto que las formas cis son las más importantes, e incluso se ha dicho que las formas trans serían tóxicas para el organismo. Los ácidos linoleico, linolénico y araquidónico actúan como precursores de las prostaglandinas, hormonas celulares fundamentales para mantener la inmunidad. También tienen una función importante respecto a las membranas celulares (en lo que toca a la permeabilidad de esas membranas). Aunque todavía no se ha aclarado completamente el conjunto de las funciones de estos ácidos, está claro que su función bioquímica es fundamental para la inmunidad. Hay que destacar que los ácidos grasos libres de la vitamina F requieren de los procesos intestinales de absorción de las grasas. Al parecer, estos ácidos

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entran en competencia con las grasas animales, en cuanto a la absorción intestinal, cuando son ingeridos en la misma comida. Esto es muy impor-tante, puesto que una alimentación rica en los aceites mencionados puede que carezca de efecto metabólico por falta de absorción de esta vitamina F, al entrar en conflicto en el intestino con las grasas animales.

El consumo mínimo de vitamina F se sitúa entre 25 y 30 g al día, y debe aumentarse en los casos de: deficiencia inmunitaria, durante las reglas y en la prevención de los procesos de envejecimiento. No se conoce toxicidad de la vitamina F. Los signos clínicos de falta de vitamina F son descritos clásicamente: como “piel de elefante”, o falta de suavidad en la piel, primero en las extremidades inferiores, luego en la espalda y finalmente en todo el cuerpo; también, disminución de la inmunidad en las zonas habitualmente más expuestas (oído, nariz, garganta, órganos de la respiración, sistema urogenital).

Vitamina K Esta vitamina tiene que ver con la coagulación (k por koagulación) y

tiene propiedades antihemorrágicas. Se distinguen siete subgrupos, de los que sólo tres son importantes.

Las fuentes alimentarias se encuentran en las plantas superiores, las bacterias, los peces y el hígado de animales. También se halla en los cereales germinados, aceite de soja, trigo, zanahoria, etc.

La función de la vitamina K está centrada en la coagulación, en lo refe-rente a la protrombina. La avitaminosis K está normalmente en relación con problemas heparobiliares: hepatitis, colecistitis, fístula biliar, etc.

Al estar presente en numerosos productos alimenticios, los problemas de coagulación tendrán su origen en una mala absorción. Era un problema importante antes del descubrimiento de la vitamina K sintética inyectable, pero ya no supone ningún problema grave.

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Vitaminas hidrosolubles

Vitamina B1 La tiamina, cuya carencia se ha puesto en relación con la enfermedad

del beriberi («tengo sed»), es una vitamina cuya importancia está actual-mente bien demostrada.

Fuentes alimentarias: Son principalmente las levaduras, los cereales completos, entre las que se cuenta ti arroz integral, la yema de huevo. Es una vitamina sensible al calor; el calor disminuye el aporte alimentario de la vitamina B1.

Funciones principales: en particular las del metabolismo de los azúca-res, pero también, en menor medida; el metabolismo de las grasas y de las proteínas. Las células nerviosas tienen su fuente principal de energía en el azúcar, y de aquí la importancia de la tiamina en su metabolismo. La vitamina B1 es también esencial a todas las células del cuerpo, porque (Odas necesitan metabolizar los glúcidos (azúcar) como fuente de energía.

Las necesidades de vitamina B1 son de 2 a 5 mg al día, pero a veces es aconsejable un consumo entre 10 y 20 mg (bajo control médico).

Cuando hay carencia de vitamina B1 se presentan síndromes de fatiga muscular, polineuritis con entumecimiento de los miembros, trastornos de la atención y de la memoria. Se ha observado que el alcohol inhibe la utilización de la tiamina, así como el consumo de tabaco. En las enferme-dades mentales importantes, dosis fuertes de tiamina no han cambiado el curso de la enfermedad.

Vitamina B2 La riboflavina proporciona el color amarillo característico de la orina,

de donde proviene su nombre (flavus = amarillo). Esta vitamina es extraor-dinariamente sensible a la luz, puesto que se degrada en menos de una hora de exposición.

La función de la riboflavina se sitúa principalmente en los mecanismos de respiración celular y de oxidación de los alimentos. Por este motivo, es indispensable para el crecimiento de los tejidos, en especial de los teji-dos con acentuada renovación celular: las mucosas, los tejidos epiteliales

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y las células de origen sanguíneo. Participa también en los mecanismos bioquímicos de la visión.

La fuente alimentaria de la riboflavina se encuentra principalmente en la leche; antiguamente se la llamaba lactoflavina. Sin embargo, también se la encuentra en el hígado de buey, de cerdo, en el germen de trigo y en la levadura de cerveza.

Las necesidades específicas de riboflavina son mínimas, de 2 a 3 mg diarios.

La carencia de riboflavina se traduce por inflamaciones de los tejidos epiteliales, especialmente en los labios, la lengua y la conjuntiva de los ojos. Aunque su actividad es esencial para el conjunto de las células del cuerpo, por su función en los procesos de respiración celular y de oxidación de los alimentos no tiene acción específica sobre un órgano preciso.

Vitamina B5 El ácido pantoténico debe su nombre a su presencia en todas las célu-

las vivas. Forma parte del coenzima A, y de ahí su función esencial en el metabolismo energético, en la síntesis de las grasas y del colesterol, y en la producción de las hormonas esteroideas (cortisol, etc.) y sexuales.

Las fuentes alimentarias de la vitamina B5 se encuentran principalmente en las huevas de pescado y en la jalea real. La mayor parte de las células vivas la sintetizan, por lo que es raro que se conozcan casos de deficiencia.

Su función es esencial en la síntesis de los lípidos, del colesterol, de las hormonas de la inflamación y sexuales, así lomo en el metabolismo energético. Se la encuentra en altas dosis en el tejido nervioso central. de donde las descripciones de fatiga, insomnio y pérdida de memoria en relación con carencias supuestas. Las carencias manifiestas de vitamina B5 se traducen en dolores abdominales, calambres, síndrome de los «pies hirviendo», caída del cabello, etc.

Vitamina B6 Bajo el nombre de vitamina B6 se designan tres formas bioquímicas

aparentes, siendo la principal la piridoxina. Es una vitamina fundamental

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para el conjunto del metabolismo de las proteínas, para la síntesis del ácido nucleico, y para el metabolismo de los ácidos aminados.

Las fuentes alimentarias de la piridoxina se encuentran en los cereales completos, la leche, las carnes, el hígado, las levaduras. Es una vitamina particularmente resistente al calor, de modo que no es destruida por la cocción.

Su función es muy compleja, en lo referente al núcleo de las células, síntesis de las proteínas, metabolismo de los ácidos aminados, de los cro-mosomas, y en la estructuración de las membranas celulares. Está presente en rodas las células del organismo.

Las carencias de vitamina B6 se asociaban a deficiencias del sistema nervioso central, por falta de síntesis de los neurotransmisores. Incluso algunos la han relacionado con la enfermedad de Parkinson. Se la utiliza contra el mareo y ciertos vértigos. También se han descrito perturbaciones en la piel, del tipo seborreico.

Por último, una utilización reciente de la vitamina B6, en dosis medianas y asociada al cinc, ha dado buenos resultados en los síndromes de tensión premenstrual.

Vitamina B12 La importancia de esta vitamina se descubrió hace unos cincuenta años.

De hecho, el aporte de vitamina B12 se divide en un factor extrínseco, de origen alimentario, y un factor intrínseco, proveniente del jugo gástrico. En caso de disminución de la producción de este último, y a pesar de una alimentación correcta, puede disminuir el nivel de vitamina B12. Siempre está asociada al ácido fólico, que es su complemento.

Fuentes alimentarias: Se la encuentra principalmente en las hojas ver-des, el hígado, el arroz, la levadura de cerveza y los despojos y entrañas.

La función de la vitamina B12 es importante para el creci miento celular. Tiene que ver con el funcionamiento de todas las células del organismo, especialmente con los tejidos de metabolismo rápido. Los glóbulos rojos de la sangre son particularmente sensibles a su presencia, y la falta de vitamina B12 y de ácido fólico produce anemia. Por último, desempeña

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un papel de protección para el hígado y los tejidos de grasa, y actúa en el metabolismo de los azúcares y de las grasas.

Las carencias de vitamina B12 están habitualmente asociadas con una ausencia de jugo gástrico, o una falta de absor ción en el intestino delgado. Los primeros signos de carencia son los de una anemia con glóbulos rojos de tamaño mayor. Una falta crónica de vitamina B12 puede provocar trastornos psíquicos, neuritis, esclerosis ocular, y aparece en los síndro-mes de psicosis.

En altas dosis se la utiliza como analgésico.

Ácido fólico Agrupa tres componentes químicos, y actúa como enzima en numero-

sos sistemas, especialmente en el sistema nervioso y en el sanguíneo. Está íntimamente ligado al metabolismo de la vitamina B12.

Vitamina C (ácido ascórbico) La vitamina «antiescorbuto» es, sin duda, la vitamina hidroso luble

mejor descrita. Unas pocas especies animales, entre las que se cuenta al ser humano, son incapaces de sintetizar el ácido ascórbico. Todos los primates superiores, que no lo sin tetizan, consumen, según Linus Pauling, de 2 a 4 g. al día, lo que parece ser la dosis conveniente para el ser humano.

La vitamina C se encuentra en numerosos alimentos, y po see muchas funciones bioquímicas. Hasta puede reemplazar deficiencias de otras vitaminas y oligoelementos durante cierto tiempo, y enmascarar síntomas clínicos. Es una vitamina que está presente en la mayor parte de los tejidos del organismo, en los que se reparte con facilidad. La creencia común mente aceptada de que se excretaría por la orina dos horas después de ser injerida, es completamente errónea. Sólo se ha medido un 20 por ciento en la orina, y dosis inferiores al 10 por ciento en los casos de cáncer.

La vitamina C ha sido sintetizada, y se discute mucho acerca de su eficacia en relación con su forma natural. No hay una conclusión deter-minante hasta la fecha.

Las fuentes alimentarias son bien conocidas: frutas, horta lizas, en la medida en que hayan sido bien conservadas y no maduradas artificialmente.

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Las exigencias comerciales han obligado a consumir frutas u hortalizas muy pobres en vitaminas al utilizar métodos de conservación que las destruyen. Por este motivo, los aportes alimentarios de vitamina C no parece que puedan cubrir las necesidades del organismo.

Sus funciones son múltiples y están bien descritas. Sólo mencionamos los títulos de capítulo:

• vitamina del estrés • vitamina de la curación de llagas • vitamina antiinfecciosa • actúa contra el envejecimiento celular • junto con la vitamina B12 actúa como antianémico • actúa sobre los ácidos animados, las mitocondrias, la

síntesis de las proteínas, las cadenas respiratorias • actúa en las regulaciones metabólicas y hormonales • actúa sobre el colesterol y sobre el interferón • actúa en los casos de cáncer y de problemas nerviosos…

No podemos describir en detalle cada uno de estos capítu los. El lector puede consultar los escritos de la doctora Kous mine y de Linus Pauling (véase el capítulo siguiente).

Sus necesidades: se estiman entre 1 y 4 gramos al día para un organismo sano. En caso de enfermedades —cáncer, reu matismo, enfermedades dege-nerativas— se han dado dosis de 6 a 10 gramos diarios.

Las otras vitaminas Es difícil dar la lista completa de todos los componentes bio químicos que

el organismo necesita y no puede sintetizar. No pretendemos describir cada uno de estos compuestos. Sin em bargo, tenemos que mencionar algunos.

Vitamina PP (nicotinamida) Tiene relación con la respiración celular y las hormonas.

Colina Tiene relación con el metabolismo de las grasas.

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Inositol Tiene relación con el metabolismo de las grasas y del hígado.

Las lecitinas Tienen relación con las membranas celulares y las fibras ner viosas.

Vitamina B15 (ácido pangámico) Utilizada por los deportistas.

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Los minerales y los oligoelementos

En este grupo incluimos algunos elementos encontrados en cantidades fácilmente dosificables (hierro, yodo, calcio, fós foro…), los oligoelementos, en forma de minerales en dosis ínfimas (una parte por millón o por mil millones: cobre, magnesio, cobalto, selenio, litio, aluminio) y los oligoele-mentos tóxicos (plomo, mercurio, cadmio).

Estos minerales o metaloides son esenciales por su presen cia, o por su ausencia (oligoelementos tóxicos), para el buen funcionamiento del organismo. En efecto, muchas enzimas poseen un elemento metálico que las permite efectuar su reacción bioquímica. Algunos de esos minerales son muy es pecíficos (el selenio para el glutatión-peroxidasa, el cinc, que actúa sobre aproximadamente 112 metalo-enzimas…). Nunca se ponderará suficientemente la importancia de estos oligoelementos, puesto que son los reguladores esenciales del meta bolismo del organismo.

La descripción que viene a continuación es incompleta. De hecho, podría citarse la tabla periódica de Mendeleiev completa, desde los meta-les más comunes a los más excepcio nales. Cada uno tiene su importancia, y el desarrollo de mé todos analíticos que pueden detectar cantidades infinitesima les (una parte por mil millones) de algunos demuestran la importancia de su presencia.

Calcio Es un elemento muy conocido: tiene numerosas funciones con relación

a las membranas celulares, la contracción muscular, etc. Está presente en la sangre, en el líquido extracelular, en las membranas celulares y en ciertos componentes intracelulares.

Sus fuentes alimentarias se encuentran principalmente en la leche y los productos lácteos. Los cereales y la carne son po bres en calcio.

Sus funciones se encuentran en diferentes niveles: • metabolismo de los huesos • crecimiento • contracción muscular • espasmofilia

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• irritabilidad nerviosa • equilibrio químico de las membranas celulares

El metabolismo del calcio está en relación con el del equi librio, de la vitamina D, del flúor y del fósforo.

Sus necesidades se estiman en 800 mg diarios. Un cuarto de esta cantidad es secretada por la orina, y otro cuarto por los excrementos.

Flúor Tiene una función esencial en la dentición y protección contra las caries.

En menor medida es empleado en asociación con el calcio para luchar contra la osteoporosis.

Magnesio Es un elemento conocido desde hace muchos siglos, y su nombre

proviene de una ciudad turca, Magnesia. Su metabo lismo se halla estre-chamente ligado al del calcio, al del fósforo y al del potasio. Un 70 por ciento del magnesio se encuentra combinado con el calcio y el fósforo en sales complejas, en los huesos. Son muy importantes las concentraciones de magne sio en los músculos y tejidos nerviosos. Está en relación con la permeabilidad celular y los equilibrios bioeléctricos de las membranas.

Las fuentes alimentarias del magnesio se encuentran en los cereales completos, las semillas oleaginosas, las leguminosas, algunas algas, las habas, los garbanzos. Los cereales, el azúcar y los aceites refinados no contienen magnesio, o lo contienen en pequeñas cantidades. Por último, algunos agentes conservantes se unen al magnesio, y se vuelve así utilizable por el organismo.

La función del magnesio es múltiple: • en relación con el equilibrio bioeléctrico de la mem brana celular,

especialmente la de los músculos esqueléticos y del corazón • para la regulación del tejido nervioso • e incluso, según ciertos autores, en la prevención de los cálculos

renales.

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Las necesidades de magnesio son muy discutidas. Varían de una persona a otra, y han sido estimadas entre 200 y 750 mg al día.

Hierro Desempeña un papel esencial en el conjunto de los procesos bioquímicos

de nuestro cuerpo, para todas las células. Es un elemento fundamental, muy a menudo descuidado. Tiene exigencias de absorción intestinal sumamente complejas, y está sometido a pérdidas importantes en caso de estados inflamatorios crónicos, de lucha del organismo, de menstruación excesiva.

Ingerido en exceso puede ser tóxico, pues se deposita en el hígado, el corazón y el páncreas.

Sus fuentes alimentarias son, sobre todo, las carnes ma gras, los cereales integrales, el hígado, los menudillos (o despojos), las entrañas, los frutos secos. A pesar de contar con fuentes alimentarias adecuadas, la absorción intestinal puede ser insuficiente por falta de oxidación.

El papel fundamental del hierro se muestra en relación con todas las células, en especial las de renovación rápida, como los epitelios, las células sanguíneas y las mucosas. Está implicado en numerosas reacciones bioquí-micas intracelula res, en particular las que tienen relación con la respiración ce lular. Por otra parte, se une a la hemoglobina en los glóbulos rojos para transportar el oxígeno de los pulmones a los dife rentes órganos.

Las necesidades de hierro son muy variables de un indivi duo a otro según los tejidos estén o no en fase de crecimiento o de inflamación; también está asociado con la menstruación, con el nivel de absorción, etc. Es difícil dar una estimación general de las necesidades individuales.

Cobre Se trata de un elemento esencial para los enzimas ligados al metabo-

lismo oxidativo. Por consiguiente, es indispensable para el crecimiento de las células y la formación de hemoglo bina, donde desempeña una función metabólica clave. Está contenido principalmente en el hígado, que lo alma-cena, y lo excreta por la bilis. El contenido hepático en cobre es mucho más bajo en el adulto que en el niño; en éste está considerado como un estimulante cerebral.

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las fuentes alimentarias del cobre son principalmente el hígado de ternera, cordero, buey, y también el vino (sulfato de cobre) y, en menor medida, el agua caliente que ha que dado detenida en tuberías de cobre.

La función del cobre está ante todo ligado al metabolismo de la oxida-ción. Por tanto, tiene un papel esencial en la ma yor parte de las células del cuerpo. Los antídotos del cobre son el cinc y la vitamina C. Por último, digamos que el cobre par ticipa en la oxidación del hierro en el estómago y facilita su absorción. En efecto, algunas anemias ferropénicas pueden tratarse mediante el cobre y la vitamina C añadidos a alimen tos de por sí ricos en hierro.

La toxicidad del cobre es sobre todo hepática, cerebral y ocular. Se trata de la enfermedad de Wilson, que está en rela ción con una falta de proteínas vectoras del cobre: en caso de estrés, entre otros, hay un aumento sérico del cobre y una dis minución del cinc y de la vitamina B6.

El cobre se utiliza a veces con éxito en forma de pulseras, colgantes, etc., para problemas articulares. En los casos en que ha tenido un efecto beneficioso, no se ha logrado com prender su mecanismo.

Cinc El cinc es un metal esencial para el equilibrio de la salud del organismo.

Aunque sólo contiene de 2 a 3 gramos, el cinc ac túa sobre un centenar de enzimas que intervienen en el meta bolismo de las grasas, de los hidratos de carbono, de las pro teínas y ácidos nucleicos. Por otra parte, estabiliza la estructura de numerosas proteínas en su correcto enrollamien to En cuanto a las membranas celulares, el cinc puede tener una acción beneficiosa al luchar contra los radicales libres (véase vitamina E).

Por todo esto, el cinc es un metal esencial, polivalente y muy a menudo subestimado.

Las fuentes alimentarias del cinc son múltiples. Al parecer necesitamos unos 15 mg diarios, que podemos encontrar en los cereales integrales, la yema de huevo, la carne, los garban zos y las judías.

El cuadro clínico de un déficit de cinc incluye los siguientes fenómenos: problemas en el crecimiento, retraso de las reglas, tensión premenstrual (en sinergia con la vitamina B6), disminución de la movilidad de los esperma-

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tozoides, dismi nución de la producción de hormonas sexuales, manchas blan cas en las uñas, problemas en el crecimiento de los huesos, de los cartílagos y de la piel, dificultades en la cicatrización, dolores articulares, problemas de la circulación e infecciones re petidas (cutáneas, otorrino-laringológicas, respiratorias). El cinc tiene un efecto fundamental en la hormona del timo, que actúa como reguladora de la inmunidad. Además, se lo ha relacionado con numerosas enfermedades, lo que podría explicarse por el hecho de que se trata de un metal ligado a numerosos enzimas de funciones muy diferentes.

Manganeso Se trata de un elemento que existe en cantidades infinitesi males (una

parte por mil millones), y que actúa a través de los enzimas sobre diferentes funciones del cuerpo. Dadas las proporciones tan pequeñas y la dificultad para detectarlos, esos enzimas no han sido estudiados en su totalidad.

Las fuentes alimentarias de manganeso son a la vez anima les (carne, despojos) y vegetales (la mayor parte de las varduras y frutas).

La función del manganeso se manifiesta en diferentes ni veles: síntesis de los tejidos conjuntivos, regulación del azú car, protección de las membranas celulares, regulación de los neurotransmisores cerebrales. Además actúa sobre los ácidos nucleicos de los cromosomas, en su síntesis; en sinergia con la vitamina K actúa sobre la coagulación.

El manganeso actúa en conjunción con el cinc y la vitami na B6. Las dosis óptimas diarias son de 2 a 5 mg, pero pueden aumentarse en

caso de carencias (trastornos del crecimiento, cartílago de crecimiento doloroso, enfermedades mentales, trastorno metabólico de la glucosa, etc.). Se han efectuado pocas investigaciones sobre la toxicidad del manganeso.

Selenio El selenio es un elemento que, en cantidades infinitesimales (partes por

miles de millones), sólo tiene una función: activar el enzima glutatión-peroxidasa. Actúa en sinergia con la vita mina E en la eliminación de los radicales libres y en su acción antioxidante.

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El selenio es, pues, fundamental para la acción de la vita mina E. Actúa a diferentes niveles del metabolismo, y se lo ha puesto en relación con procesos de envejecimiento. Las ne cesidades de selenio son ínfimas, y las fuentes alimentarias son principalmente el arroz integral, los cereales completos, la levadura de cerveza y las proteínas de origen animal.

Aunque las necesidades alimentarias son muy débiles, los síndromes de carencia de selenio, detectados por tasas muy bajas en el suero, pueden incluir todo tipo de trastornos fun cionales clínicos en relación con las enfermedades llamadas degenerativas.

Cobalto El cobalto es un metal que ocupa el centro de la molécula de la vitamina

B12. Por ello es esencial para su actividad, que es principalmente antiané-mica. Asociado con el hierro y el níquel parece fundamental para el niño y la mujer embarazada.

Los metales pesados: agentes tóxicos Los tres agentes principales contaminantes de nuestro entorno son el

mercurio, el plomo y el cadmio. (Véase también el cua dro sobre los metales tóxicos en el Apéndice.)

Plomo El plomo es un veneno enzimático que actúa principalmente sobre el

sistema nervioso y la médula ósea, productora de las células sanguíneas. Su toxicidad ya había sido descrita por los egipcios y luego por los romanos, que lo utilizaban para sus conducciones de agua y recipientes. Actualmente el plomo es un aditivo de las gasolinas, y su concentración es terrible en las ciudades, a lo largo de las carreteras y autopistas. Entre un 90 y un 95 % del plomo se fija en los huesos.

Los procesos bioquímicos de eliminación del plomo son limitados; su toxicidad se manifiesta por perturbaciones gastrointestinales, lesiones renales y anemias. ¡Atención los prac ticantes de jogging que se entrenan a lo largo de las carre teras!

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Mercurio Este metal tóxico ya había sido detectado en la Antigüedad, pero actual-

mente se ha desarrollado mucho su utilización in dustrial en termómetros, pilas eléctricas y, sobre todo, ¡en los empastes dentarios!

El mercurio metílico, especialmente tóxico, se encuentra en los tejidos de los peces intoxicados, que, al ser ingeridos por el ser humano, actúa sobre la vaina de las fibras nerviosas y sobre el sistema nervioso central.

Cadmio Este contaminante tóxico es empleado como desinfectante y puede

contaminar los alimentos envasados en plástico o en otros materiales. El cadmio no produce manifestación clínica aguda, pero actúa con lentitud reemplazando al cinc en los enzimas descritos más arriba, impidiéndoles así su acción. En este sentido, la intoxicación por cadmio puede ofrecer signos que se superponen a los de deficiencia de cinc, con el cuadro clínico correspondiente.

Se han ensayado tentativas terapéuticas aumentando el aporte de cinc y de cobre.

Conclusión Este resumen sólo pretende ser un bosquejo de la importancia de las

vitaminas y de los oligoelementos. Es difícil compren der la razón por la cual la medicina llamada tradicional los ha ignorado en gran medida hasta ahora. Es evidente que no he mos podido desarrollar en detalle cada una de las funciones de las vitaminas conocidas, ni siquiera mencionar el aporte para la nutrición de los compuestos bioquímicos fundamenta les, o inversamente fundamentales por su toxicidad, para el hombre. Remito al lector a obras especializadas, como la de la doctora Kousmine Sauver votre corps.3

3. Hay traducción al castellano: Salve su cuerpo, Javier Vergara Editor. Buenos Aires, 1988

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Linus Pauling y la vitamina C en dosis fuertes Doctor Alain Bondil

Linus Pauling. Premio Nobel de Química (1954). Premio No bel de la Paz (1962). Sin duda una tarjeta de visita imponen te y con motivos de sobra para que demos crédito a los escri tos de este hombre.

Esto podría suceder en Europa, pero sin duda no en Esta dos Unidos, Allí nada se da por adquirido de modo definiti vo. Todo se merece y se obtiene mediante una duda sistemá tica de los conocimientos y del valor de cada persona. Es un sistema duro. Pero así es como la emulación de cada cual per mite que en los puestos de responsabilidad estén los mejores, y los que saben conservarlos.

Cuando Linus Pauling publica su primera obra sobre la vi tamina C y el cáncer, alcanza la suficiente resonancia como para provocar una polémica en torno a este tema, y no sólo de la vitamina C, sino de las concepciones de vanguardia de este hombre inquieto (lo que él llama a partir de 1968 con el nombre un poro bárbaro de «la medicina on ortomolecular»). La idea de tratar a los enfermos restableciendo su equilibrio fisiológico mediante sustancias naturalmente presentes en el organismo, es de vanguardia. Va a contracorriente de la concepción habitual: una enfermedad se cura con medicinas.

Por este motivo se contradice a I.inus Pauling, se critican sus demos-traciones, incluso con argumentos —como lo demuestra en su última obra— que no respetan ni la forma ni el fondo de sus escritos. Por esto reincide e insiste en la obra How to live longer and feel better,4 una obra sólida. Un trabajo cuidado, con una bibliografía impresionante (como para dar jaqueca). Este hombre por cierto, sabe de lo que habla. Ha estudiado el problema, ha leído sobre él y ha comprendido. Cada argumento tiene su fundamentación, y las afirmaciones contra sus detractores caen como cuchillas de guillotina.

4. Hay traducción al castellano. Cómo vivir más y sentirse mejor. Barcelona, Planeta 1987

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Polémica sobre el empleo de vitamina C en dosis fuertes Así es como en 1969 Linus Pauling se encontró mezclado en una

polémica sobre el empleo de la vitamina C en dosis fuer tes. La revista Mademoiselle cita el doctor Frederik J. Stare, a quien presenta como uno de los grandes nombres de la nutrición en Estados Unidos, quien refuta la utilidad de la vitamina C para el resfriado. Para esto se apoya en un estudio hecho en la universidad de Minesotta, en el cual 2.500 estudiantes habrían tomado vitamina C durante 2 años, mientras otros 2.500 tomaban un placebo.

Pauling demuestra que el estudio al que hace referencia el doctor Stare: • fue publicado de hecho en 1912 (por Conan, Dichl y Baker); • se trataba de 400 estudiantes y no de 5.000; • el estudio duró 6 meses y no 2 años; • se administraron 200 mg diarios de vitamina C, y no dosis altas.

Sin embargo, los autores señalan también un 31 % menos de tiempo de enfermedad por sujeto en cada uno de los que tornaron la vitamina C. Este «detalle», muy positivo a pesar de la dosis pequeña, ¡es silenciado por el doctor Stare!

En 1976, Pauling publica, con Evan Carneron, un estudio hecho en el hospital Vale uf Leven sobre el nivel de supervi vencia de 100 pacientes enfermos de cáncer en fase terminal, a los que se les administra vitamina C, con un grupo testigo de 1.000 pacientes en un estado inicial similar, tratados por los mismos médicos, en el mismo hospital y de forma idéntica, excepto en lo relativo a la vitamina C. Las comprobaciones son sorpren-dentes, puesto que «los 100 pacientes tratados con el ascorbato (vit. C) han vivido, por término medio, 300 días más que los otros, y nos parece que han vivido más felices durante esta fase terminal. Algunos de ellos están aún vivos y toman diariamente su dosis de ascorbato de sodio; algunos pueden considerarse como sanados de su enfermedad, en el sentido que ya no tienen síntomas manifiestos de cáncer y lle van una vida normal» (Pauling).

Un estudio similar se realizó a partir del 1 de enero 1973, durante 5 años, en el hospital Fukuoka Torikai de Japón (Mo rishige y Murata).

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Obtuvieron los mismos resultados que los que había obtenido Pauling en el hospital Vale of Leven. Por el contrario, trabajos realizados en la clínica Mayo obtuvieron como resultado un efecto protector débil de la vitamina C. Después de analizar los resultados, Pauling demostró que:

• los enfermos de la clínica Mayo ya habían recibido ante riormente fuertes dosis de medicamentos citotóxicos (quimio terapia);

• ¡que el lote testigo recibía una dosis de vitamina C mucho más elevada que en los otros dos casos (Vale of Leven y Japón)!

En un segundo estudio de la clínica Mayo (Moertel y col., 1985), Pau-ling observa que la ingestión de vitamina C sólo se mantuvo durante 10 semanas promedio, y que los «pacientes con vitamina C» ya no recibían vitamina C desde diez meses antes de su fallecimiento...

En vista de estas anomalías en la experimentación, más o menos deli-beradas, tenemos derecho a preguntarnos si no hay en ello una voluntad de no querer reconocer lo evidente…

Desinterés por una sustancia natural Según dice el propio Pauling:

Podemos preguntarnos por qué médicos y autoridades en nu trición se muestran tan poco entusiastas respecto a una sustan cia de la que se ha señalado, hace más ele 40 años, que dismi nuía las afecciones debidas al res-friado en un 31 por ciento, a condición de ser tomada de forma regular en cantidades diarias relativamente débiles. Muchos factores han contribui do a esta falta de entusiasmo. Cuando se busca un medica mento para combatir una enfermedad, se ponen en marcha muchos medios para encontrar uno que sea eficaz al cien por cien. (Debo confesar que no comprendo por qué Cowan, Diehl y Baker no repitieron su experiencia utilizando dosis diarias mayores de vitamina C.) A pesar de una toxicidad su mamente baja, al pare-cer predominaba la idea de que el aporte de vitamina C debía mantenerse lo más bajo posible. Es una actitud muy adecuada con los medicamentos, en cuan to sustancias que no están presentes normalmente en el cuer po humano y que tienen casi siempre una toxicidad muy elevada, lo que no se aplica a la vitamina C. Otro factor ha sido, probablemente, la falta de

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interés por parte de las com pañías farmacéuticas para una sustancia natural que se obtie ne a un precio bajo y que se puede fabricar sin necesidad de licencia especial. ¡Qué pena! Porque aquí tenemos una sus tancia capaz de eliminar el resfriado de la existencia humana.

¡Es evidente que Pauling tiene toda la razón! ¿Toda? No necesariamente, y de hecho podemos no estar de acuerdo

con las megadosis que preconiza (18 g. e incluso 200 g. al día). Pero se trata de casos excepcionales. (Por otra parte, los estadounidenses nos han acostumbrado a semejantes extravagancias en todos los dominios y su alimentación sufre tal grado de carencias, que no es extraño que puedan so portar semejantes dosis.)

Por lo demás, la experiencia de Pauling sobrepasa en mu cho la de sus detractores. Como lo dijo muy claramente, las necesidades de cada cual son diferentes según su herencia, su modo de vida, su enfermedad. ¿Quién podría conocer real mente las cifras exactas de nuestras necesidades de vita-minas?. En este campo todo son suposiciones, estadísticas, deduccio nes… Sólo Linus Pauling ha realizado un verdadero trabajo de experimentación, y por tanto merece respeto y considera ción. Entonces, ¿por qué falsificar sus conclusiones?

La doctora Kousmine utiliza los trabajos de Pauling La doctora Kousmine comprendió muy pronto el interés de los trabajos

de Pauling. Aconseja a sus pacientes graves las megadosis de vitamina C que recomienda Pauling. En efecto, la experiencia le ha hecho comprobar que los enfermos no sólo soportan muy bien los 10 g diarios de vitamina C, sino, y sobre todo, que se sienten mejor. Nos ha enseñado a acon sejar la vitamina C, y es corriente prescribir de 2 a 5 g diarios a los enfermos depresivos, con estrés, con infecciones crónicas del árbol bronquial o infecciones del tracto urinario, etc.

Por ejemplo, la dieta, la higiene intestinal y la vitamina C son un trío extraordinario para el tratamiento del resfriado. Por otra parte, he podido comprobar personalmente que las encías que sangran al lavarse los dientes,

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mejoran con mucha rapidez al consumir al menos un gramo de vitamina C cada día.

En contra de las ideas que se oyen aquí o allí, no se ha comprobado ningún efecto desagradable en nuestros enfermos, con excepción de una mayor o menor tolerancia gástrica, aunque no hay que olvidar que se trata de dosis altas. Para esos enfermos, un medio de esquivar el problema es reemplazar el ácido ascórbico por ascorbato de sodio. Pero si se añade una pizca de bicarbonato de sodio, se mantiene el pH de la solución de vitamina C. A veces, los enfermos acusan una aceleración del tránsito intestinal, lo que es una bendición para los estreñidos crónicos. Basta con reducir la dosis para que todo vuelva a sus cauces normales sin mayores problemas.

Algunas personas son extraordinariamente sensibles a la vitamina C y no pueden soportar ni siquiera 1 gramo al día. ¿Se trata de una verdadera hiperreacción, o tan sólo de un efecto psicológico? En estos casos prescri-bimos dosis homeopáticas de vitamina C, asociándola a otras vitaminas, Parece que de esta manera se consiguen también excelentes resultados.

Por último, algunos señalan riesgos de cálculos urinarios, que se verían favorecidos por el estado de acidificación provo cado por la ingestión de vitamina C en dosis altas. El proble ma no se presenta tomando ascorbato de sodio, pero hay que verificar que no se tome con algún medicamento que tenga contraindicado la administración de sodio (como la cortisona). Debemos añadir que nuestra alimentación actual es en sí mis ma muy acidificante (exceso de productos animales, azúcar re finada, alimentos refinados). Es, por tanto, evidente que no es deseable acentuar un estado de desequilibrio orgánico preexistente, pero hay que precisar que la doctora Kousmine evita este riesgo vigilando y corrigiendo el equilibrio del pH urinario aconsejado por ella. Los enfermos que tratamos con patologías importantes —algunos desde hace muchos años — no han presentado hasta ahora ningún efecto secundario a es tas megadosis de vitamina C.

el enfermo y su agresor Nuestros enfermos se asombran a veces de que, además de la alimen-

tación sana y variada que les aconsejamos, les demos cantidades impor-tantes de vitaminas diversas (tanto por boca como mediante inyecciones

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intravenosas). Debemos explicar cada vez que la enfermedad se desarrolla fundamentalmente por ciertas debilidades y predisposiciones de una persona, más que por la presencia de un microbio. Como decía Claude Bernard, «el microbio no cuenta, lo que cuenta es el terreno». Más que el microbio, el responsable de la enfermedad es de hecho la deficiencia de las defensas inmunitarias. Hay una re lación de fuerza entre el sistema inmunitario de un individuo y el agente agresor. Por tanto, es importante modificar el terreno en el que se va a mover el agente agresor, mediante la higiene intestinal y el control del pH urinario, pero también hay que reforzar las defensas inmunitarias mediante una ali mentación sana y un aporte de vitaminas asociadas. Se limita de esta forma la importancia del desequilibrio de las fuerzas entre el enfermo y su agresor. El empleo de vitaminas admi nistradas a la vez por vía oral y en inyecciones permite actuar en dos niveles:

• Los diferentes órganos, salvo el hígado, tienen un servicio prefe-rente gracias a las inyecciones.

• Con la toma por vía oral se recarga el hígado, que lue go libera el excedente.

Esta forma de tomar las vitaminas parece la más eficaz.

La alimentación actual tiene carencias También hay que explicar a nuestros enfermos que, en contra de las

apariencias, debidas sobre todo a la abundancia de productos que están a nuestra disposición, nuestra alimentación anual sufre de muchísimas caren-cias. Las técnicas industriales que vemos desarrollarse cada día más, tanto en cuanto al cul tivo como a la distribución de los alimentos, desembocan en una alteración de la calidad de esos productos en relación con los que se obtienen mediante métodos tradicionales.

Este punto de vista ya lo subrayaba Henri-Charles Geffroy, fundador de la Vie Claire, cuando escribía, hace ya algu nos años:

Uno de los principales factores del desarrollo del alcoholismo debido al consumo de vino, es el aumento del consumo de carne.

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Mientras más carne se come, más necesidad se tiene de be ber, y de beber bebidas fuertemente alcoholizadas.

Es muy conocido el hecho que la carne, cuya digestión es muy rápida, produce en el organismo, en cuanto comienza su asimilación, una excita-ción debida a las purinas que encierra, una especie de «latigazo» que hace creer en la existencia de fuerzas, en detrimento de las reservas, e impone al corazón un esfuerzo que lo desgasta prematuramente. El consumidor de carne necesita beber debido a la sed resultante de la asimi lación de la carne y del llamamiento de los riñones, que se encuentran en ese momento sobreagotados. Pero prefiere las bebidas alcohólicas al agua o a la fruta, porque sus células nerviosas y cerebrales sufren la desnutrición (carencia de sales minerales, especialmente de magnesio y fósforo).

Ahora bien, el consumo de carne comenzó a aumentar el día que el pan, privado de sus elementos esenciales, dejó de ser el alimento básico, el alimento específico que era en el siglo pasado, y su consumo ha bajado de forma progresiva para situarse en lo que es ahora.

Como se puede ver, todos los problemas están ligados y deberían ser abordados al mismo tiempo, o al menos en el orden en que aparecen: el pan blanco, con carencias, favorece el consumo de carne; el consumo de carne trae consigo el con sumo de vino y de alcohol. Es inútil combatir el problema del alcoholismo si no se comienza por combatir el proble ma del pan.

Es posible que la consecuencia más funesta de la mala ali mentación actual sea el desarrollo espectacular del cáncer, en fermedad contra la que la medicina es casi impotente.

Conclusiones idénticas por vías diferentes Este análisis es más actual que nunca. Catherine Kousmine comparte

este punto de vista, después de estar verificando desde hace más de 45 años la importancia de una alimentación sana. Esto explica por qué acon-sejamos buscar productos sanos. También es evidente que, frente a los desequilibrios producidos por productos alimentarios en su mayor parte con serias carencias, tomar complementos vitamínicos sea una necesidad.

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En un momento en que se descubre la importancia de la memoria del agua (trabajos de Benveniste), lo que revolucio na los datos de la ciencia y la medicina, es hora de redescubrir la importancia de las vitaminas y de la higiene alimentaria. Tal vez no sea una casualidad que Linus Pauling con la vita mina C. y C. Kousmine con la vitamina F (ácidos grasos po liinsarurados esenciales) lleguen a conclusiones idénticas a tra vés de caminos diferentes.

Tal vez todo esto ha sucedido porque es indispensable evolucionar en este sentido para permitir que la humanidad salga del callejón sin salida en que se ha metido. Todo esto debería ser comprendido por la mayor parte, pues, corno de cía Platón, «no es vivir conforme a la ciencia lo que produce la felicidad, ni siquiera reunir todas las ciencias a la vez sino poseer la ciencia única del bien y del mal».

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Para suprimir las carencias: la prescripción médica

Dr. Patrick Paillard

El método elaborado por la doctora Catherine Kousmine está funda-mentado sobre cuatro pilares que, en la medida de lo posible, conviene no disociar:

1. Reforma alimentaria con supresión de las grasas in dustriales llamadas vegetales y sus derivados, como la margarina. Reintroducción de los productos vegetales (cereales, verduras y hortalizas, leguminosas, aceites vegetales de primera presión en frío, ricos en vitamina F) en sustitución de los productos animales;

2. Monodietas y lavados, es decir, higiene intestinal e ins tilación de aceite virgen de girasol en el intestino;

3. Equilibrios ácido/base y del potencial de oxirreduc ción, control del pH de la orina;

4. Compensación de todas las carencias (vitaminas, oligo elementos, etc.)

Los puntos tercero y cuarto constituyen la prescripción far macológica. La prescripción médica, tal como puede ser elaborada según los con-

ceptos derivados de los trabajos de la doctora Kousmine, incluye diversos pasos; no es obligatorio que estén todos presentes, pero los resumiremos para mayor claridad tanto de pacientes como de médicos, en diversos apartados.

En este campo podemos comparar los trabajos de Catheri nc Kousmine con las afirmaciones de la «medicina ortomole cular» que se desarrolló en los años sesenta en Estados Unidos como consecuencia de los trabajos de Linus Pauling, premio Nobel de Química y de la Paz. Los trabajos de Pauling, poste riores a los de la doctora Kousmine, se referían en particu lar a la vitamina C y el cáncer, y los principios de la medi cina ortomolecular tenían como fundamento terapéutico la ingestión de elementos vitales, bien en estado natural en los alimentos (en la medida de lo posible), o bien mediante com plementos de vitaminas, oligoelementos y aminoácidos

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esen ciales, de los que nuestro organismo tiene necesidad, y todo esto a veces en dosis «suprafisiológicas».

Junto con estos ejes que buscan equilibrar las vitaminas y los oligoele-mentos, la prescripción médica debe preocuparse por los otros ejes de equilibrio, como son:

• el eje neuropsicológico • el neuroendocrino • el neuroinmunitario • el neurodigestivo • el hepatodigestivo • el ácido base • las potencialidades de los emuntorios, etc.

Todo esto puede llevarnos, en algunos casos graves, a formular pres-cripciones bastante largas.

Comencemos ahora por detallar los diversos pasos.

La vía parenteral

Inyección intravenosa Su frecuencia varía según el grado de gravedad, pudiendo ser diaria en

un comienzo; lo habitual es de 2 a 3 a la semana, y luego se va espaciando de forma progresiva, incluso hasta su desaparición.

Cóctel vitamínico. En Suiza5 se pueden encontrar produc tos que la doctora Kousmine emplea habitualmente:

AscodyneR (especialmente en casos de esclerosis múl tiple). DynaplexR (se reserva sobre todo para el cáncer, debido al aporte de

metionina, aminoácido azufrado indispen sable y muy útil). Como estos medicamentos no están disponibles en Francia, la mayoría

de las veces debemos asociar otros productos, que se mezclan en la jerin-guilla a fin de acercarnos lo más posible a esos dos productos. Esta es una

5. La mayoría de estos productos no se comercializan en España. En los casos en que existen, lo indicamos entre corchetes. En todo caso, respetar la norma de no autorrecetarse sin contar con el parecer de un médico.

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lista, aunque no exhaustiva, de los medicamentos que empleo normalmente en diversas dosis:

• BecozymeR, 1 o 2 ampollas. [En España, Becozyme C Force, en comprimidos y en gotas.]

• LaroscorbineR 500 o 1000, 1 ampolla. • CalcibronatR 5 ml, 1 ampolla, o bien (no asociar) Mag 2R, 1 ampo-

lla. [En España sólo en comprimidos.] • Heparophal 250R, 1 ampolla, o EpuramR fuerte, 1 am polla

(extracto de hígado y aporte de vitamina B12). [En España, Hepa-tocyl.]

• CoA 1000R, 1 ampolla.

El interés fundamental de esta prescripción estriba en el aporte masivo y directo de vitaminas, evitando el paso a través de las membranas del sistema digestivo, que podría, por di versos motivos, verse obstaculizado. Además, una parte no despreciable se distribuye en el organismo antes que efectúe su paso por el hígado.

El problema de la alergia digestiva. A veces, especialmente en caso de alergia digestiva manifiesta, prescribimos, sin mayor problema inyeccio-nes intravenosas de thiosulfato de magnesio, que presenta propiedades detoxicantes y desensibilizadoras interesantes.

Inyección intramuscular Por otra parte, la doctora Kousmine prescribe a veces in yecciones

intramusculares de vitamina F que, por las mismas razones que con las intravenosas, aportan de forma rápida en el organismo una cantidad no despreciable de esta vitamina.

Por desgracia, la vitamina F inyectable no se comercializa en Francia.

Autohemoterapia Aunque no forme parte de las prescripciones habituales de la doctora

Kousmine, quisiera mencionar esta antigua técnica terapéutica, que posee una actividad inmunomoduladora no despreciable en algunas afecciones autoinmunes o inmunode ficitarias, según el modo de prescripción. En la

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misma línea, comenzar un tratamiento a base de DuctonR o de Coryne-bacterium parvumR merecería un estudio más a fondo.

Inyecciones subcutáneas La técnica de las vacunas elaboradas a partir de pruebas cutá neas, muy

útil en caso de poliartriris reurnatoide o de espon diliartritis anquilosante, merecería mayores investigaciones para otras afecciones (véase el capítulo «La cura de vacunas»).

Aporte vitamínico

Polivitaminas Casi siempre es necesario un complejo vitamínico, al menos por dos

razones: • Es un complemento alimentario indispensable en una época de

múltiples carencias. • Las vitaminas actúan en sinergia unas respecto de otras.

Según las indicaciones, por lo general se asocian diversas vitaminas en dosis a veces masivas. Pienso sobre todo en las vitaminas liposolubles A y D, que pueden convertirse en tóxi cas cuando hay aporte excesivo sin consejo médico; por una parte, no hay que descuidarse en respetar las precauciones de empleo, pero por otra son necesarias en caso de enfer-medades degenerativas graves. De aquí la importancia del control mé dico, que deberá estar atento a cierras constantes de la sangre: hierro, calcio, magnesio, creatinina, perfil hepático, etcétera.

Igualmente, el ácido ascórbico, adicionado con bicarbona to de potasio, por ejemplo (para mantener su pH), a veces debe prescribirse, según las observaciones de Linus Pauling, hasta dosis de 10 g diarios, e incluso más, pero hay que cuidar de ir aumentando la dosis de forma progresiva, 1 g cada 2 o 3 días, y estar atento a la tolerancia, en especial la digestiva: la vitamina C suele tener efectos laxantes. Hay que indicarle previamente al enfermo que no debe interrumpir bruscamen te el tratamiento, sino que

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debe proceder de forma gradual, como los submarinistas que practican la inmersión: deben as cender lentamente.

El aceite de onagra Además del aporte diario obligatorio de ácido cis-cis linoleico (vitamina

F) en forma de aceite de primera presión en frío, como el extraído de los granos de girasol (o incluso el aceite de linaza de primera presión en frío, prohibido en Francia, que presenta el interés de contener el ácido alfa-linolénico, otro ácido graso esencial), a veces es necesario añadir otros componentes oleicos muy ricos en vitamina F, como el aceite de onagra, por ejemplo, que contiene ácido gamma linolénico, que el organismo sano puede fabricar a partir del ácido cis-cis linoleico gracias al enzima delta-6 desaturasa, pero que se hace necesario procurarle cuando este enzima se encuentra «bloqueado» por diversas afecciones degenerativas como el cáncer, el sida, el alcoholismo… Esta etapa enzimáti ca es un factor que limita el proceso de regulación de las transformaciones de la vitamina F en determinadas prosta glandinas.

En las afecciones ateromatosas y cardiovasculares, es indis pensable añadir otros ácidos grasos esenciales, como el EPA o el DHA, que se encuentran en los aceites de algunos peces de los mares boreales.

Otros modos de absorción de las vitaminas Ante todo pienso en la forma de supositorio, que no debemos despreciar;

por ejemplo, supositorios de LivéroïlR, o prepa ración de supositorios a base de aceite virgen de girasol. Otro modo de absorción de las vitaminas que puede a veces ser útil y merece nuestra atención, es la vía transcutánea. La vitamina F, especialmente en forma de aceite de onagra o de rubi rubi-gina ol., siempre que en la fórmula de preparación tenga un «vehículo» apropiado que permita a las vitaminas entrar en la circulación sanguínea, puede ser una ayuda muy interesan te, si podemos contar con la ayuda de un buen farmacéutico, fundamental para esto. La finalidad terapéutica no es un aporte estético local, sino un complemento para todo el organismo.

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Aporte de sales minerales Igualmente fundamental pero más complejo para su adminis tración, el

aporte de sales minerales necesita previamente exámenes biológicos, clínica y conocimiento de las propiedades de los minerales.

Entre los que se prescriben más corrientemente, en dosis ponderables, citemos, entre otros, el magnesio, el calcio, el hierro, y también el potasio, el fósforo, la sílice, el sodio…

Asimismo hay que citar el selenio, el cinc, el manganeso, el cobre, el cobalto, el azufre, el yodo, etc., en forma de grá nulos, oligosoles, micro-soles, etc.

Mención aparte merece el aporte de agua de mar en forma de IonylR o de BiocéaneR, dado que nuestro plasma, o «mar» interior, presenta una composición mineral probablemente muy próxima a la del agua de mar; ésta le aporta un conjunto de oligoelementos, como las tierras raras por ejemplo, de las que nuestro organismo muy probablemente tiene necesidad en forma de cantidades mínimas.

Otro modo de intentar la regulación de los diversos sis temas fisio-lógicos mediante los oligoelementos consiste en prescribirlos según las hipótesis desarrolladas por el doctor Ménestrier, teniendo en cuenta las diatesis. Pienso especial mente en las asociaciones clásicas cobre-ora-plata, manganeso-cobre, cinc-cobre… Las vías de investigación al respecto están abiertas.

Citemos también, para que no queden en el olvido, las sales de Schüssler.

equilibrio ácido/base y control del pH en la orina Un capítulo especial está dedicado a este tema tan complejo. La receta deberá contener a menudo una prescripción de citratos en

forma de SorbocitrylR o de Citrare de bétaïneR, por ejemplo, o incluso de citratos compuestos, dado que ya no se encuentra en Francia el RébasitR.

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Medicamentos para el hígado, el páncreas y la digestión

Medicamentos hepatoprotectores

Son múltiples, según los gustos de cada médico. Personal mente, prescribo diversos medicamentos, como fracciones antitóxicas de hígado (que en altas dosis pueden ser tóxicas), HepaclemR, CholéodoronR, algunos aminoácidos como la metionina, etcétera.

Regulación del tránsito Hay que regular dos factores fundamentales: • La pared intestinal: es una de las funciones fundamentales de las

monodietas y lavados intestinales con instilación de aceite de gira-sol, principal prescripción para restaurar la mucosa intestinal;

• El ecosistema intraluminal, en el que una buena salud consiste en un reequilibrio de la flora intestinal. Pueden pres cribirse diversos tratamientos de orden alimentario, fitorerápi ca, etc. Por ejemplo, puede ser útil un laxante como la ga seosa purgativa de Godfrin al mismo tiempo que se está en el período de monodieta. Algu-nas «vacunas» intestinales pres tan a veces grandes servicios, y lamentamos profundamente que se hayan retirado del comercio la mayor parte de estos medicamentos, corno las anfovacunas, por ejemplo. Bacilos como UltrafloreR o BactisubtilR pueden dar buenos resulta dos como reequilibrantes en algunos casos, y probablemente presentan propiedades inmuno-moduladoras que merecerían investigaciones más a fondo.

Otras terapias Pueden acompañar a esta base común para el tratamiento de un conjunto

de enfermedades degenerativas, en función del problema que se quiera tratar y de las orientaciones terapéuti cas del médico.

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Conclusión Como conclusión, dejo la pluma a la doctora Kousmine, que nos

muestra lo complejo que es el ser humano, lo que debe invitarnos a ser humildes en nuestro arte:

La necesidad de catalizadores diversos depende de nuestra constitucion, de nuestras capacidades de absorción, de nuestro modo de vida, del esfuerzo que desarrollamos; varía según cada persona, según el sexo, etcétera.

La sangre es un líquido muy complejo, y es imposible analizar todos sus elementos.

El sutil juego de sustancias diversas, cuyas acciones se in terfieren unas con otras y cuyo destino en el organismo no po demos trazar, sobrepasa con mucho nuestro entendimiento. Incluso aunque llegáramos a proporcionar esos diversos mate riales podría no ser suficiente, porque aún nos faltaría que el cuerpo supiera servirse correctamente de ellos y fabricar, a partir de los mismos, las sustancias que le son necesarias.

(Soyez bien dans votre assiette, págs. 284-286)

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Higiene intestinal y lavados rectales

Dr. Philippe-Gaston Besson

¿Qué? ¿Que tengo que hacerme lavados rectales?… ¿Cuán tos? ¿Dos veces por semana durante varios meses?… ¿Es que no hay actualmente medicamentos tan eficaces que eviten esta práctica humillante de un lavado rectal de dos litros? ¿No es cierto, doctor? O si no, podría utilizar esos pequeños lava dos evacuadores que se venden en las farmacias. ¿No es así?

Esta es una de las clásicas frases que escuchamos en con sulta cuando llegamos al cuarto pilar del tratamiento de la doctora Kousmine: los lava-dos rectales.

Es cierto que las lavativas formaban parte, junto con las sangrías, de las principales armas terapéuticas que utilizaban los médicos en tiempos de Molière. Es cierto que esto puede chocar a algunos pacientes que, con una enfermedad crónica degenerativa que les hace sufrir, no entienden por qué debe rían además martirizarse haciéndose lavados rectales. Y, en un primer momento, parece muy comprensible. Pero cuando hayan comprendido el porqué y el cómo del lavado, que ha yan ensayado y comprendido que se trata de una técnica muy sencilla y sobre todo eficaz, que les ayudará, como comple mento del tratamiento, a estabilizar su enfermedad hasta el punto de dejar de sufrir por ella, verán que han juzgado de forma dema-siado apresurada —como suele suceder a menu do— antes de conocer lo que se les pide.

Función del intestinoNuestros sentidos nos ponen en contacto sobre todo con el mundo

exterior. La superficie corporal que nos pone en contacto con ese mundo es inferior a 2 m2. Por el contrario, no tenemos conciencia de hasta qué punto estamos en contacto con nuestro medio interior, y en especial con el contenido de nuestro tubo digestivo y nuestros intestinos. La superficie de estos últimos es de aproximadamente 50 m2.

Esto quiere decir que nos debería importar lo que sucede en nuestros intestinos, y en especial en el colon. Éste es un órgano excretor, que por

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consiguiente no secreta jugos diges tivos. Constituye la última etapa del tránsito digestivo. Su función principal es la de conducir hacia el exterior los ele mentos no asimilables por el organismo. Pero su función principal es la de reabsorber el agua con el fin de concentrar las materias fecales. «El mecanismo de concentración de las materias fecales es de una preci-sión asombrosa. Para que la deposición tenga una consistencia normal, es preciso que sea reabsorbido un 86 por ciento del agua. Si se reabsorbe el 88 por ciento, la deposición es demasiado dura, y con un 82 por ciento de reabsorción se vuelve demasiado fluida», explica la doctora Kousmine.

La mucosa que cubre el intestino está formada por una sola capa celular de unas 25 a 30 milésimas de milímetro de espesor. Inmediatamenre detrás de este revestimiento se en cuentran los capilares sanguíneos y linfáticos. Es decir, las ma terias contenidas en el intestino delgado sólo están separadas de la sangre de los capilares por una membrana muy fina, frá gil, que se renueva cada dos días.

el estado del intestino y las consecuencias sobre la salud La mayor parte de los enfermos que nos visitan y que padecen enferme-

dades crónicas degenerativas, presentan problemas intestinales desde hace muchos años, mucho antes que se declarase la enfermedad que los llevó a ver al médico. El principal síntoma es el estreñimiento crónico, que los lleva a utilizar laxantes. La finalidad de los laxantes —incluidos los com-puestos de plantas— es la de estimular químicamente las membranas del intestino, obligándolas a funcionar. Por consiguiente, el colon se debilita cada vez más, volviéndose así dependiente de los laxantes. Son muy pocas las personas que tienen un tránsito intestinal normal.

Pero vamos al grano: ¿son graves las perturbaciones intes tinales cró-nicas? Sí, y por muchas razones:

1. El intestino necesita de 18 a 24 horas para eliminar los restos de los alimentos ingeridos. Basta el menor problema en el tránsito para que se depositen desechos en las paredes intestinales, que poco a poco las irán tapizando en algunos lugares. Según lrons: «Estos depósitos de materias fecales pueden alcanzar de 5 a 7 cm de espesor y adquirir la consis tencia de un neumático (!). A la larga, estos desechos pueden

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impedir la absorción y la penetración en el organismo de las vita-minas y sales minerales. De esta forma, los problemas in testinales crónicos pueden estar en el origen de una carencia en la nutrición, independientemente de la calidad de ésta o de la cantidad de vita-minas absorbidas». Sería una pena que mientras uno se preocupa por corregir la forma de alimentarse y toma vitaminas, limite su eficacia simplemente por descuidar los lavados.

2. El exceso de mucus oculta síntomas alérgicos. En estos últimos años se ha demostrado que demasiadas proteínas ali mentarias podían ser las responsables de muchos problemas físicos y psicológicos. El

Los bacilos y el intestino Hay una relación directa entre la actividad de las bacterias y el tiempo

del tránsito por el colon. Cuando el tránsito es lento, es decir cuando hay estreñimiento, las heces son demasiado secas (la reabsorción del agua por el colon es del orden de 900 a 1.400 ml cada 24 horas) y los lactobacilos desaparecen. Los lactobacilos forman parte de lo que se llama flora intestinal «ácida», que constituye una barrera natural contra los microbios de la descomposición, provenientes de la putrefacción, que se desarrollan más bien en un medio alcalino. Con su desaparición, también desaparecerá la barrera de protección ácida. Al disminuir la flora acidófila, aumentan los gérmenes de putrefacción en el intestino delgado, se desarrollan y provocan la fermentación responsable de meteorismo, hinchazón debida a gases y formación de aminas: las tomaínas, extraordinariamente tóxicas.

La mala alimentación actual, con exceso de carne y azúcar, la mala masticación ligada a la prisa con que se come, son responsables de materias intestinales ricas en proteínas mal digeridas, propicias al desarrollo de una flora microbiana agresiva (en especial el Clostridium perfringens).

A partir de estas proteínas mal digeridas, muchos aminoácidos sufren una decarboxilación que produce las aminas tóxicas:

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H

R-C-NH2 - - - (decarboxilasa

COOH bacteriana) - - -> RCH2NH2+CO2

tomaína

La histidina se transforma en histamina La tirosina se transforma en tiramina La lisina se transforma en cadaverina La ornitina se transforma en putrescina La orginina se transforma agmatina La cistina (cisteína) se traósforma en mercaptán El triptófano se transforma en indol y escatol

Muchas de estas aminas son potentes vasoconstrictores. El indol y el escatol (metilindol) son las sustancias particularmente responsables del mal olor de las heces.

Bacterias y sales biliares Las bacteroides, las bifidobacterias y los clostridium producen

hidrolasas capaces de desenlazar o «desconjugar» las sales biliares y producir sales biliares libres. Entre éstas, el metilclorantreno es un hidrocarburo muy cancerígeno.

sales biliares ácidos biliaresglicocolato o taurocolato + glicina y taurinaácido cólico ácido desoxicólicoácido quenodesoxicólico ácido litocólicoácidos biliares Clostridium paraputrificum metilclorantreno (aromatización)

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Una alimentación rica en grasas provoca la pérdida del equilibrio bacteriano del intestino en favor de la flora de putrefacción: se produ-cirá una insuficiencia relativa de la flora acidófila con elevación del pH intestinal. De forma paralela se producirá un aumento de la secreción biliar ligado al exceso de grasas, lo que contribuirá a la alcanización del intestino en el sector del duodeno. Esto favorecerá el alimento de los gérmenes patógenos en ese sector (Clostridium paraputrificum), que transformarán los ácidos biliares por deshidrogenación nuclear en cocarcinógenos y carcinógenos (cáncer del colon).

Bacterias y esteroides hormonales Algunas bacterias son también capaces de desenlazar o «desconjugar»

los esteroides para producir esteroides activos, de donde se produce un ciclo enterohepático muy complejo. Se conocen en la actualidad dos hidroxilasas, ocho oxidorreductasas y dos «desconjugasas» bacterianas.

Esta formación de estrógenos activos a partir de cienos alimentos podría favorecer el desarrollo de mastosis.

Bacterias, alimentos y cáncer Algunos elementos precarcinógenos se encuentran en los alimentos y

en los conservantes, colorantes y aditivos alimentarios, y en los factores contaminantes. La flora del colon es muy activa metabólicamente, y produce numerosos enzimas que pueden facilitar las transformaciones de los precarcinógenos en carcinógenos activos: beta-glucuronidasa, bera-glucosidasa, beta-galactosidasa, nitrorreductasa, azorreductasa, 7-alfa-deshidroxilasa, colesterol deshidrogenasa.

El uso constante en la alimentación de un producto que contenga un precarcinógeno induce la selección de la población bacteriana que transforma los precarcinógenos; el cáncer sobrevendrá después de un tiempo más o menos prolongado.

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consumo excesivo de un alimento es una de las principales causas de alergias alimentarias. Cual quier alimento consumido a diario puede provocar alergias, sobre todo si se tiene la impresión de que no se puede pres cindir de él… Esto es particularmente cierto para los alimen tos deficientes desde un punto de vista nutritivo (chocolate, harina y azúcar blancos, colorantes…). El cuerpo secreta entonces mucus para protegerse contra esas sustancias irritantes. Esta capa de mucus intestinal reduce la absorción de las sustancias alérgenas, protegiendo de este modo al individuo, pero es entonces cuando las alergias ocultas reemplazan a las reacciones alérgicas manifiestas que podrían sobrevenir con la ingestión de un alérgeno.

3. Otra consecuencia es la irritación de las paredes intesti nales por el estancamiento de las materias, lo que produce inflamación y espas-mos. Esto va a perturbar aún más el tránsito y agravará las carencias en materia de nutrición.

Bacterias y colesterol Las bacterias intestinales intervienen en el metabolismo del coles-

terol y provocan la formación del coprostanol, forma reducida menos soluble y menos absorbible. En esta molécula no hay doble enlace entre los átomos de carbono 5 y 6. y la orientación de los ciclos A y B alrededor del eje de los átomos de carbono 5 y 10 es cis, cuando en el colesterol era trans.

Por último, la bilis destruida por los Clostridium no podrá realizar su trabajo. Sobrevendrá una esteatorrea crónica, acarreando una eli-minación masiva de vitamina B12 y de calcio. De este modo, el exceso de alimentos grasos y demasiado ricos en proteínas desembocará en carencias debidas a eliminación intestinal de los elementos minerales y vitamínicos; por el contrario, una alimentación menos rica significará una mejor asimilación de esos elementos. Este es el motivo por el que vemos carencias vitamínicas en personas sobrealimentadas.

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4. Pero la consecuencia más grave es, sin duda, el envene namiento crónico debido a las toxinas, ligado al desarrollo de los gérmenes patógenos. Se produce así una verdadera autointoxicación.

La mala alimentación actual, con exceso de carne y azúcar, la mala masticación ligada a comidas apresuradas, son respon sables de materias intestinales ricas en proteínas mal digeri das, propicias al desarrollo de una flora microbiana agresiva. Esta flora produce toxinas y gases nocivos.

El exceso de mantequilla y de grasas animales, y sobre todo de vege-tales artificiales y muertos, así como la carencia de aceites vírgenes ricos en ácidos grasos poliinsaturados, vuel ven más frágiles las membranas de todo el organismo, y en especial las del intestino, que, como ya lo hemos visto, son particularmente frágiles.

«Cuando la delgada membrana del intestino conserva su estructura normal, estamos lo bastante protegidos contra la reabsorción eventual de microbios y toxinas, pero cuando nos alimentamos mal, esta delicada membrana se vuelve anormalmente porosa y deja pasar gran cantidad de bacterias y venenos. El hígado, que recibe la sangre, y los ganglios linfá-ticos, a los cuales llega la sangre que proviene de los intesti nos, funcionan como filtros. Si logran detener y neutralizar los gérmenes y las toxinas, no sucederá nada, pero si están crónicamente desbordados, aparecerán enfermedades graves» (doctora Kousmine).

Por lo tanto, no es sorprendente que las personas que su fren de pro-blemas digestivos crónicos experimenten paulati namente algunos sín-tomas como fatiga, insomnio, problemas nerviosos y mentales, dolores menstruales, artritis. El mal funcionamiento del tránsito intestinal puede incluso desem bocar en enfermedades cardíacas, cáncer, reumatismos graves, alteración degenerativa del tejido nervioso, etcétera.

«¡Si no limpia su intestino, nunca gozará de buena salud! Nunca logrará liberarse de sus enfermedades crónicas» (Irons).

Alimentación e intestino Ante todo, hay que beber lo suficiente. De lo contrario las deposiciones

serán demasiado secas y se producirá un estreñi miento.

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Los alimentos enemigos del intestino El azúcar blanco. Favorece la proliferación bacteriana en el in testino, y

en particular la flora colibacilar. Favorece la produc ción de ácido oxálico, generador de reumatismos.

El alcohol. Según estudios recientes realizados en Norue ga, sería el responsable de algunos cánceres de colon y del recto.

La carne. Carece de fibras de celulosa. Al ser mal mastica da, es mal digerida y es así responsable de putrefacciones intestinales. En los países grandes consumidores de carne ha aumentado el número de cánceres de colon.

Las grasas saturadas (grasas animales, aceites corrientes, margarinas). Las grasas saturadas estimulan anormalmente la producción de bilis, lo que provoca una mayor producción de ácidos biliares. Además, la abun-dancia de grasas saturadas modifica la flora intestinal y aumenta su nivel de bacterias, que tienden a favorecer la conversión de las sales biliares en sustancias cancerígenas. Las grasas vegetales sólidas, extrañas a la naturaleza, aumentan la necesidad de vitamina F y perturban los procesos inmunitarios.

El gluten. «En los granos de trigo crudo, de cebada, de centeno, de avena o de trigo sarraceno. el gluten se halla equilibrado gracias a la vitamina E; cuando el grano se muele para hacer harina y se cuece, la vitamina E se destruye. El gluten forma entonces una sustancia pastosa y pegajo sa que se adhiere a la pared intestinal. Retarda el tránsito de los alimentos, favorece las putrefacciones intestinales e impide la absorción de las vitaminas del grupo B» (doctor Soleil).

Las harinas refinadas. Favorecen el endurecimiento de las deposiciones, especialmente si la alimentación es pobre en alimentos naturales: frutas y hortalizas.

Crema de leche y mantequilla. Provocan que la pared del intestino se vuelva porosa y permeable a las bacterias que se encuentran ahí.

Alimentos favorables al intestino Las grasas no saturadas (aceites totalmente prensados en frío). Refuerzan

la impermeabilidad de la pared intestinal.

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Las fibras vegetales ricas en celulosa. La celulosa hace las veces de lastre para el bolo alimenticio que atraviesa el intestino. Es una materia sólida que no es asimilada por el organis mo, pero que estimula el intestino y permite su buen funcio namiento.

«Desde hace algunos años, varios trabajos epidemiológicos han llamado la atención sobre los riesgos de una alimentación desprovista de fibras. Su ausencia hace que el tránsito intesti nal se haga notablemente más lento, lo que favorecería la aparición de divertículos en el colon. Por lo demás, existe una correlación muy significativa entre la frecuencia creciente de cánceres del colon en los países industriales y la alimen tación pobre en fibras. La prevención de esta dolencia parece, pues, que pasa por un consumo de fibras vegetales» (doctor A. Mossé).

Pero aunque la forma de alimentarse sea la causa principal de un mal funcionamiento del intestino, no basta con una buena alimentación. En efecto, una persona que se alimenta mal durante años ha estropeado su intestino, y no basta con modificar sus hábitos alimentarios para resolver el problema. Ninguna afección crónica podrá desaparecer en tanto que el colon no quede totalmente limpio mediante lavados rectales regulares durante un tiempo suficiente, lo que sólo el médico podrá juzgar en función de los criterios clínicos que ha enseñado la doctora Kousmine.

Las deposiciones normales Cuando el intestino está sano, hay que hacer de vientre dos veces al día,

y las deposiciones deben tener una buena consistencia. «La materia fecal normal debe tener la forma de una sal chicha de 15 a

20 cm de longitud por 4 cm de grosor» (docto ra Kousmine). Su color varía en función de la alimentación. De color pardo en caso de

alimentación carnívora, es más clara en caso de régimen lacto-vegetariano. La deposición debe salir fácilmente, sin esfuerzos y sin tardanza.

«Las heces normales están formadas principalmente por la descamación del epitelio intestinal, por una masa más o me nos importante de bacterias, por sustancias de las que el orga nismo se desprende mediante la bilis, por jugo pancreático y por desechos excretados a través de la mucosa intes-tinal. Con tiene además fibras vegetales formadas por celulosa y lignina,

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muy resistentes a la acción de las bacterias. Es homogénea, con excepción de restos vegetales duros y no digeribles, como la piel de las uvas o de las almendras, y restos vegetales mal masticados» (doctora Kousmine).

Cuando la alimentación es correcta, las deposiciones casi no tienen olor.

Técnica del lavado rectal Al comienzo ha de hacerse una o dos veces a la semana, du rante 2 a 3

meses, según lo que indique el médico.

Material: 1. Un irrigador de 2 litros, con tubo de goma, cánula y llave de paso; 2. Una pera para lavado rectal de bebé, de 60 ml.

Es importante la forma de proceder: Preparar una tisana de manzanilla, haciendo hervir duran te la minutos

5 bolsitas, o bien 8 sumidades floridas en 2 li tros de agua. Dejar enfriar hasta una temperatura conveniente (35ºC-37ºC).

Ponerse a cuatro patas en la bañera, la cabeza hacia abajo y el trasero levantado (si no se ve posible, tenderse boca aba jo y a lo ancho de la cama, dejando que cuelgue la mitad su perior del cuerpo), el irrigador a unos 50 cm aproximadamen te por encima del nivel del ano, procurando evitar el sifón producido por un tubo generalmente demasiado largo.

Después de haber introducido la cánula, abrir la llave de paso y dejar que salga todo el líquido antes de cualquier eva cuación. Es importante respirar con el abdomen, y hacerse masajes en el vientre durante todo el tiempo que esté entran do la infusión, a fin de evitar los espasmos dolorosos durante el lavado.

Con una mano, darse masajes sobre el colon en la parte más baja del abdomen, sobre una superficie de 6 a 7 centíme tros. Utilice sus dedos como si estuviese practicando escalas en el piano, o como si estuviese amasando pan. Presione con fuerza la mano cuando encuentre alguna bola o parte rígida: son los depósitos de materia fecal que deben ser elimina-dos. Continúe con el masaje subiendo de forma progresiva a lo lar go de la parte izquierda del abdomen hasta llegar a las costi llas. Continúe con el

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masaje alrededor del ombligo, y luego en el lado derecho hasta llegar a las costillas. Vuelva a comenzar del mismo modo hasta que hayan entrado los dos litros. Si se producen calambres, espasmos o necesidad intempestiva de evacuar durante el lavado, asegúrese ante todo que el agua esté a la temperatura conveniente. Un agua demasiado calien te o demasiado fría provoca indefectiblemente espasmos dolo rosos o desagradables. O tam-bién, practique la respiración abdominal llamada «del cachorro», análoga a la que se les enseña a las parturientas. Mientras más deprisa se respire, más rápidamente desaparece el espasmo.

Terminado el lavado, se puede evacuar de inmediato el lí quido, lo que se produce en varios períodos a lo largo de una veintena de minutos (aproximadamente).

A continuación llenar la pera con 4 cucharadas de las de sopa (60 ml) con aceite de girasol de primera presión en frío, previamente templado a 35°C-37ºC. Introducir la cánula en el ano e inyectar el aceite como si se tratara de un «supositorio líquido». El organismo guardará el aceite, no lo expulsará. Por esto es preferible realizar tanto el lavado como la insti-lación de aceite por la noche, al acostarse, para así conseguir una mayor permanencia del aceite en el organismo.

Al cabo de un cierto número de lavados, el aceite deja de ser absorbido por el organismo y es devuelto, en todo o en parte, por la mañana. Se continuará entonces con los lavados sin la instilación de aceite.

Este lavado puede hacerse cada día durante una semana, o incluso durante 10 días al comienzo de ciertos tratamientos que necesitan una acción terapéutica inmediata y rápida. Es el caso, por ejemplo, de un cáncer agudo de rápida evolución, de una crisis de esclerosis múltiple, o de una crisis de paliartritis crónica evolutiva.

Si se logra dominar la crisis, o si la patología en cuestión no necesita una intervención urgente, el lavado ha de hacerse de manera sistemática dos veces a la semana, con toda regula ridad, incluso aunque el enfermo no presente problemas di gestivos manifiestos.

La duración debe determinarla el médico especialista en función de ciertos criterios clínicos: aspecto de la lengua, regularización del tránsito intestinal, estado general, etcétera.

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Por lo general, se necesitan de dos a cuatro meses de lava dos regula-res para conseguir una acción terapéutica palpable. Los lavados pueden interrumpirse entonces, de acuerdo con el médico que lo atiende, pero el paciente debe reiniciarlos es pontáneamente en caso de reaparición de ciertas perturbaciones:

• Recaída evolutiva de la enfermedad, • heces con mal olor, • reaparición de trastornos intestinales: estreñimiento, diarrea, • hinchazón debida a gases, gases hediondos, • no seguimiento de la alimentación sana, hasta entonces seguida

fielmente.

Por ejemplo, en caso de invitaciones donde, por conveniencia social, no se puede rehusar la alimentación ofrecida, en casos de aniversarios, de fiestas de familia, etc. Conviene entonces realizar un lavado al día siguiente, junto con una monodieta de manzanas crudas o de arroz.

Al cabo de cierto tiempo, ya no es necesario continuar con los lavados. Pero entonces hay que cuidar de reiniciarlos du rante algún tiempo en cuanto se manifiestan los síntomas citados anteriormente. En efecto, indican en el intestino la pre sencia de una flora microbiana de putrefacción, que es patógena y que puede ser el anuncio de una nueva crisis evo lutiva de la enfermedad si el intestino no es liberado rápida mente.

Los lavados rectales son de una importancia capital en el tratamiento de la poliartriris crónica evolutiva; antes de comenzar una cura a base de vacunas es indispensable haber he cho una buena limpieza intestinal. De lo contrario, se corre el peligro de tener una recaída durante el tratamiento, ligada a una hiperestimulación inmunitaria (fenómeno de escape).

Otra técnica: la irrigación del colon La irrigación del colon consiste en un lavado con mucha agua de todo

el colon mediante un aparato conectado al agua co rriente y provisto de un filtro. El agua es introducida en el colon por el recto mediante una cánula de doble circuito, que permite que el agua entre y salga sin que la persona tenga que moverse.

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Las irrigaciones del colon tienen como finalidad permitir una limpieza del colon con agua a la temperatura del cuerpo, y además reforzar el tono muscular de las paredes intestinales. Esta irrigación dura aproximadamente una hora y necesita varias decenas de litros de agua.

Al circular el agua por todo el colon, esta irrigación limpia y desin-toxica profundamente sus mucosas y libera al colon de desechos que se acumulaban en él a veces durante años.

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El equilibrio del pH urinario

Doctor Jean-Pierre Lablanchy Doctor Patrick Paillard

El pH (potencial hidrógeno) es la unidad para medir el grado de acidez o de alcalinidad de un líquido. Un pH 7 representa el equilibrio en el hombre: por debajo, hay exceso de acidez; por encima de 7, exceso de alcalinidad.

Los procesos normales de nuestro organismo no pueden desarrollarse normalmente sino cuando el pH está estabiliza do alrededor de 7. Diferentes sistemas bioquímicos (sistemas amortiguadores o reguladores, llamados sistemas «tampón») permiten esta estabilización neutralizando tanto un exceso de acidez como un exceso de alcalinidad.

Por otra parte, la transformación de las sustancias que ab sorbemos mediante la alimentación necesita de la interven ción de enzimas, que son activados por los oligoelementos y las vitaminas. Cuando faltan debido a una alimentación con carencias, no puede realizarse normalmente esta transforma ción y se produce un exceso de acidez. Para lograr mantener el pH alrededor de 7, los sistemas tampón evacuan el exceso de acidez por los riñones, acidificando así la orina, que en es tado normal debería tener un pH sensiblemente igual al de la sangre (entre 7 y 7,5). Mediante la medición del pH urina rio, es posible darse cuenta entonces del exceso de acidifica ción del organismo, ligado a la carencia de oligoelementos y de vitaminas.

Para ayudar al organismo a reencontrar su equilibrio, ade más del aporte de oligoelementos y de vitaminas, conviene añadir citratos alcalinos a la alimentación y preferir los ali mentos no ácidos (véase cuadros en el Anexo).

Los fenómenos vitales sólo pueden desarrollarse en una zona muy limitada del pH, fuera de la cual cualquier tipo de vida, desde el microor-ganismo más elemental hasta el ser hu mano, queda paralizada.

Semejante sensibilidad a las variaciones del pH necesita, entonces, una posibilidad de regulación muy eficaz. Los me dios biológicos poseen sistemas tampón. Así sucede con el agua de los mares y océanos: la vida allí sólo es posible si el pH está entre 7,5 y 8. En los animales superiores

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y en el hombre, el pH del medio intracelular está en torno a 6,98; el del líquido cefalorraquídeo (LCR), en torno a 7,9: el del plasma arterial entre 7,38 y 7,43. Los sistemas tampón se oponen de manera inmediata a las variaciones del pH, y sólo en un segundo tiempo pueden intervenir los órganos (riñones y pulmón) cuya entrada en acción es más lenta.

Los medios biológicos mantienen el equilibrio para man tener las reac-ciones bioquímicas vitales en una zona de equili brio ácido/base favorable a la actividad de las enzimas. Su ac tividad depende del pH. La actividad encuentra su punto máximo cuando se da un determinado valor del pH (pH ópti mo), variable según la naturaleza del enzima y su origen. Añadamos que esta actividad depende también de la presen cia de oligoelementos y vitaminas.

Un ejemplo clásico muestra que el músculo del diafragma de rata aislado, con un pH normal de 7,4, produce sólo un 63 % de los lactatos cuando el pH baja a 7,1.

nociones elementales sobre el equilibrio ácido/base Antes de abordar el interés fisiológico y médico del control del pH en la

orina, se hace necesario recordar brevemente al gunas nociones elementales del equilibrio ácido/base.

Según Bjerrum: • un ácido es un proveedor de protones (H+): • una base es un aceptador de protones, o un proveedor de un par

de electrones (oxidante); • una antibase es un aceptador de un par de electrones (reductor), o

de una base.

Como vemos, la noción de equilibrio ácido/base está así en íntima rela-ción con la noción de reacciones de oxirreduc ción (pensamos en particular en las cadenas oxidativas, mito condriales generadoras de ATP, en el ciclo de Krebs…) que, en sí misma, no puede concebirse sin un conocimiento de los principios de la termodinámica.

Muchas reacciones de oxirreducción hacen intervenir a los protones. Por lo tanto, el potencial de este sistema depende estrechamente del pH.

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Recordemos al respecto el papel pri mordial del agua como disolvente biológico, que en este equilibrio ácido/base tiene un papel activo gracias a su carácter anfótero. El agua se disocia muy débilmente en cantidades iguales de iones H+ y OH+ y, en una primera aproxima ción, la acidez de una solución depende de su concentración en iones H+. El pH es así una medida del estado de acidez de una solución que contiene, biológicamente, una mezcla de ácidos y bases. Esta medición se define por la expresión mate mática: pH = —log a H+ (logaritmo decimal negativo de la actividad de iones hidrógeno de una solución), en la cual a H+ representa la actividad del catión hidrógeno (protón) en la solución considerada.

el funcionamiento del organismo es generador de ácidos Existe una tendencia fisiológica a la acidosis metabólica, debi do a la

producción y acumulación de ácidos no volátiles, pro ductos del metabo-lismo intermediario. Se puede decir que el cuerpo en su funcionamiento, normal, y con mayor razón en su funcionamiento patológico, se presenta como un auténtico generador de ácidos. La acidosis debe entenderse como una perturbación del equilibrio ácido/base que llevaría aparejada una caída del pH si no interviniese algún mecanismo com pensador. En efecto, una gran parte de los productos termina les son ácidos: un adulto sedentario produce en gas carbónico el equivalente de 13 a 15 litros de ácido clorhí-drico puro (es decir, 13.000 a 15.000 nmol de iones hidrógenos diarios). Este gas se hidrata muy deprisa, convirtiéndose en ácido carbónico, debido a la presencia en el eritrocito de un enzima: la anhidrasa carbónica. En condiciones normales no debe pro ducirse ninguna acumulación, pues el pulmón se preocupa de su eliminación en su forma gaseosa. Pero no sucede lo mismo con los productos terminales llamados «ácidos fijos» no volá tiles.

En un régimen alimentario «normal», el principal ácido no volátil que debe ser eliminado es el sulfúrico, formado durante la oxidación de los aminoácidos azufrados de las proteí nas: metionina, cistina y cisteína. También debe ser excretada una cantidad apreciable de ácido fosfórico, proveniente de la oxidación de los ácidos nucleicos, de los fosfolípidos, y de las fosfoproteínas como la caseína y la albúmina del huevo. Los ácidos orgánicos de origen alimentario aportan su propia con tribución. La cantidad

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de esos ácidos no volátiles producidos por una persona normal depende fundamentalmente del aporte alimentario, en particular de proteínas, y es del orden de 100 nmol por día. Aunque esta cantidad parece débil en relación con la producción de gas carbónico, este equivalente de 100 cc de ácido clorhídrico plantea el problema de una adición a la sangre de ácidos que vacían la reserva de bases tampón. La enfermedad, debido a la anoxia de los tejidos que comporta, agrava considerablemente estos problemas y aumenta la tendencia a la acidosis metabólica.

Una situación tan sencilla como el ayuno, por ejemplo, también tendrá tendencia a acidificar el organismo. Hay otros factores que también pue-den provocar una acidificación del organismo, como una vida demasiado sedentaria, las infecciones, el estrés (entre otros problemas, genera una tensión mus cular que de suyo es productora de ácidos orgánicos…), y que puede así explicar ciertos tipos de dolores, que pueden corregirse mediante la simple absorción de productos alcalinos.

Otros factores pueden ser algunos medicamentos acidificantes (en especial los antiinflamatorios como el ácido salicílico, que es un ácido carboxílico fuerte). Su utilización tiene una primera fase de mejoría, gracias a su efecto antiinflamatorio (debido a la inhibición de la producción de prostaglan dinas por los antiinflamatorios no esteroideos, por ejemplo), pero luego viene una fase de agravamiento al aumentar la producción de ácidos fijos. Todo esto produce, la mayoría de las veces, una anulación del efecto positivo, lo que se traduce en un aumento gradual de las dosis, con lo que la producción de ácidos no volátiles provoca una acidosis metabólica más importante… Doy este ejemplo para mostrar la importancia de la regulación terapéutica del equilibrio ácido/base y para que se procure ayudar al orga-nismo a mantener el equilibrio en caso de utilización de antiinflamatorios. Esto es más importante aún por el hecho de que con frecuencia se trata el dolor con antiinflamatorios, y que el dolor se ve aumentado por el hecho mismo de la sensibilidad del sistema nervioso a los ácidos.

Mención aparte debemos hacer a la alimentación dado su carácter diversificado y modificable, con lo que puede provo car en el organismo grandes variaciones de acidez o de alcali nidad. Cuando se hace necesario intervenir, lo más sencillo es hacerlo sobre el carácter ácido.

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Por lo general, un régimen vegetariano puede proporcio nar una gran cantidad de bases que provienen de las sales al calinas de los ácidos orgánicos.

Para conservar su pH estable, el organismo debe, por con siguiente, regular el sistema. Ahora es cuando interviene un órgano fundamental: los riñones, único órgano capaz de eli minar los iones H+ ligados a aniones no volátiles, adaptando su excreción para mantener constante el pH del plasma. Esto, sin olvidar el papel muy importante de los pulmones y del sis tema de ventilación respecto a los ácidos volátiles.

Remitimos a obras de fisiología para las nociones sobre la ley de Hendelsohn-Hasselbach, la proporcionalidad en tre la concentración de CO2 en el plasma y la pCO2, el dia grama de Davenport y el interés de estos conceptos en la me dicina de urgencia y de reanimación.

Las dos categorías de los sistemas tampón Los sistemas tampón son numerosos; clásicamente se distin guen dos

categorías: los tampones plasmáticos y los tampones globulares. Veamos primero:

Los tampones plasmáticos 1. Los fosfatos bimetálicos y monometálicos, entre los cuales se cuenta

el pH = 6,8, constituyen un buen tampón teórico con un pH similar al de los medios fisiológicos, pero poco eficaz debido a su débil concentración en el plasma. Sin embargo, constituye el principal regulador de la orina, y su papel es más importante en la medida en que hay una acidosis prolongada. Es la ocasión de recordar el «poder tampón» de los huesos. El fosfato de calcio, presente en la porción inorgánica del hueso en forma de hidroxiapatita, es relativa mente insoluble en condiciones normales, pero su solubilidad aumenta a medida que baja el pH, es decir, cuando aumenta la acidez. Por lo tanto, si el pH cae por debajo de su valor normal, el fosfato de calcio del hueso se disuelve y aumentan los niveles plasmáticos de calcio y de fosfato. De esta forma, se puede considerar que el fosfato del hueso es una especie de «reserva alcalina», a la que se recurre cuando baja el pH. Esto es particularmente importante en las patologías

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osreoarti culares, porque la anoxia de los tejidos agrava esos fenóme-nos, con lo que aumenta la pérdida de sustancia ósea, sin es peranza de que pueda mejorar por la simple ingestión de calcio.

2. Los proteinatos plasmáticos. Con el pH de la sangre, las proteínas se comportan como polianiones. Los grupos carboxílicos libres de los ácidos aspártico y glutámico pue den existir en dos formas: COONa+ y COOH. Constituyen, por lo tanto, un sistema tampón cuya eficacia se ve, sin em bargo, limitada por el débil valor del pH medio (aproximada mente 5).

Los tampones globulares En los hematíes intervienen tres sistemas fundamentales: bi carbonatos/

ácido carbónico, fosfatos bi y monometálicos, y proteínas. El sistema de las proteínas corresponde sobre todo a la he moglobina,

que actúa en el equilibrio del pH no sólo por su poder tampón, sino también por su capacidad de transpor te del CO2. Una parte del CO2 de la sangre queda fijado en los grupos básicos de la hemoglobina según la reacción R-NH2 + CO2 = R-NH-COO- + H+. La fijación de CO2 en la hemoglobina libera de este modo los iones H+. En presencia del pH de la sangre, la hemoglobina reducida (Hb) y la oxihemoglobina (HbO2) se comportan como ácidos débi les que existen parcialmente en forma de sales. Se pueden distinguir dos sistemas tampón: hemoglobinatos/hemoglo bina y oxihemoglobinato/oxihemoglobina. Estos dos sistemas interactúan recíprocamente. En efecto, la oxihemoglobina es un ácido más fuerte que la hemoglobina: cuando ésta se oxigena en los pulmones, libera iones H+; a la inversa, en los tejidos la oxihemoglobina se ve reducida y libera bases. Bajo estas diferentes formas, la hemoglobina tiene una fun ción tampón importante en la sangre: es un factor que hay que tener en cuenta, y la doctora Kousmine insiste en el con trol de la hemoglobina y del hierro en el organismo. En cuan to a las proteínas en general, la cadena lateral imida-zol de la histidina, con un pH de 6 a 7, es la más adaptada para lograr un equilibrio de pH 7,4. A este grupo deben su poder equili brante la mayor parte de las proteínas, y la hemoglobina, con sus 36 residuos por molécula en histidina, no constituye una excepción.

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La pareja bicarbonato/ácido carbónico merece un lugar aparte, porque es ciertamente el sistema tampón más impor tante en las situaciones de urgencia, cuando la vida corre peli gro. Esto se debe principalmente al hecho que la composición ácido anhidro —el gas carbónico— es volátil y puede ser regulado por el pulmón (importancia de los quemorreceptores y de los centros respiratorios) y que el bicarbonato —su base conjugada— puede ser regulada de forma independiente por los riñones, aunque este meca-nismo no es muy rápido. Existe una cantidad muy grande de este tampón, ya que el gas car bónico es el producto terminal normal de la oxidación de los lípidos y glúcidos. Este sistema bicarbonato/ácido carbónico es el mejor tampón normal en los líquidos extracelulares, y cualquier pérdida de bicarbonato debe considerarse como un hecho potencialmente grave.

Ya hemos mencionado el caso de los tampones fosfatados. Una palabra sobre el amoniaco (NH3), desecho nitrogenado, uno de los productos terminales del catabolismo proteico junto con la urea, y que le da el olor «amoniacal» a la orina. Cumple una función no despreciable en la excreción de los iones NH+ en forma de amonio NH4

+. Cuando se trata de una regulación a largo plazo, los fenómenos parecen

más complejos. El estudio del pH intracelular, que es donde tienen lugar la mayor parte de los metabolis mos, es actualmente difícil de realizar, motivo por el cual son más difíciles de comprender los mecanismos de regulación. Cuando se trata de afecciones degenerativas diversas (cáncer, poliartritis reumatoide, miopatías, esclerosis múltiple), los procesos metabólicos van más lentamente. De aquí se sigue una acumulación lenta y progresiva de metabolitos ácidos que el organismo debe neutralizar (cualquier enfermedad crónica va acompañada de cierta anoxia de los tejidos).

Ya hemos visto que los huesos tienen una función tampón importante en presencia de condiciones patológicas, especial mente por fijación de cantidades a veces considerables de cloro (pueden consultarse al respecto las obras de la doctora Kousmine).

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Restablecer el equilibrio ácido/base Esto nos lleva a exponer ahora el papel fundamental del NaCl en una

regulación a largo plazo del equilibrio ácido/base, cuestión que la doctora Kousmine aborda de forma original.

Cuando hay una acidificación «crónica», anormal para el organismo, el cloro contenido en el plasma, que es una base muy débil del ácido fuerte HCl, pasa del compartimiento extracelular al compartimiento intracelu-lar, donde es captado por las proteínas. Se concentra en forma especial en el tejido conjuntivo (colágeno, repartido por todo el organismo y muy abundante, entre otros tejidos, en el tejido subcutáneo). En el esqueleto y las fascias, el cloro se fija al fosfato de cal para formar la cloroapatita, que progresivamente reemplaza a la hidroxiapatita.

El sodio (Na+) que queda, ácido muy débil de una base fuerte (OH-), queda entonces disponible gracias al líquido extracelular, para neutralizar los ácidos en exceso y facilitar su eliminación.

Terminado este proceso, llegamos a una situación paradó jica en la que las sales alcalinas, formadas por una base fuerte y un ácido débil, hacen que el pH del plasma se vuelva alcali no. De este modo, como dice la doctora Kousmine, «un exce so de ácidos orgánicos conduce a una alcalinización del plas ma. Esta situación será corregida por un aporte alcalino, y agravada por un aporte ácido, lo que, en un primer momen to, parece lo más indicado».

El estudio del pH en la orina nos da indicaciones preciosas sobre la lucha que realiza el organismo para conservar su equilibrio, reflejo ciertamente lejano del metabolismo, pero fácil de verificar por uno mismo mediante papeles reactivos.

Notemos, al respecto, que existe una cronobiología en la fisiología de la secreción urinaria: es «normal» que el pH de la orina de la noche (emitida por la mañana al levantarse) sea ácido, y que el de la orina del día esté muy cerca del pH del plasma. Por esto aconsejamos a los pacientes que midan regu larmente —tres veces al día— el pH de la orina, y que anoten el resultado. Posteriormente, el mejor conocimiento del cuer po así adquirido permitirá determinar previamente la influen cia de alguna comida muy ácida, de una situación de estrés, de algún acontecimiento…, y anticiparse aportando los ele mentos correctores de forma preventiva.

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A corto y medio plazo, el bicarbonato de sodio (y el agua de Vichy, por ejemplo) es probablemente el medio más eficaz para regular un exceso de acidez. Hace mucho tiempo que se conoce esta propiedad, y no hay botiquín familiar, por pe queño que sea, que carezca de este producto.

La seguridad de utilización de los bicarbonatos, y mejor aún de los citratos, para ayudar al organismo a tamponar sus ácidos, está ligada a una sola verificación: que no exista insuficiencia renal.

En efecto, el riñón normal secreta muy rápidamente el ex ceso de bases en cuanto se traspasa el umbral. Parece como si el organismo humano regulase muy fácilmente el exceso de bases y muy difícilmente el exceso de ácido. Los riñones sanos están tan bien adaptados a secretar el exceso de bicarbonato (en cuanto se traspasa el umbral renal) que en la práctica es muy difícil provocar una alcalosis a una persona normal por la simple administración de bicarbonatos o de citratos; el ci trato es metabolizado en el ciclo de Krebs y se transforma en CO2, que es hidratado para formar bicarbonato.

En las situaciones habituales, el organismo debe eliminar su exceso de ácidos no volátiles por los riñones; la secreción de iones H+ da, de este modo, una orina ligeramente ácida. Una vez más, tenemos que precisar que el pH de la orina depende en gran medida del régimen alimentario. Cuando se dice que el pH «normal» de la orina es de aproximadamente 5,5 en la población en general, hay que agregar que se trata de personas cuya alimentación y modo de vida se consideran como normales por la sociedad: es un valor estadístico que se refiere a individuos carnívoros y por lo general con estrés.

En la práctica, sólo la presencia de una infección urinaria, de una per-turbación del metabolismo del calcio, o la presen cia de cristales y cálculos, debe conducir a que se tomen las precauciones que se acostumbra tomar en estos casos para buscar el reequilibrio ácido/base.

A largo plazo, debido a las relaciones recíprocas anterior mente citadas entre equilibrio ácido/base, equilibrio hidro electrolito y potencial RED-OX, el aporte de citratos es a la vez simple y eficaz, debido a que el ión citrato entra en la cadena oxidativa dentro del ciclo de Krebs, y alimenta o relanza la cadena oxidativa.

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Por lo demás, el ácido cítrico tiene un papel no desprecia ble en la hemostasis, pero desarrollar este punto nos apartaría de nuestro tema.

En una estrategia terapéutica, es muy común aconsejar al paciente la toma de citratos, varias veces al día, con control del pH urinario. También es normal añadir un aporte multivitamínico y sales minerales. Por sistema preguntamos a nues tros pacientes sobre sus costumbres alimentarias, y luego les damos consejos sobre cómo reformarlas.

Cuando se siguen estos consejos, se consigue una mejoría relativamente rápida del estado general del paciente, y en particular una clara disminu-ción de la sensación de fatiga. Por término medio se necesitan dos años de reequilibrio regular del pH de la orina, muy cerca de la neutralidad sin necesidad de añadir citratos. La simple observancia de las reglas de hi giene alimentaria y de lucha contra el sedentarismo basta, pues, para su mantenimiento.

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La cura de vacunas

Doctor Philippe-Gaston Besson

Algunas patologías en las que interviene un desarrollo del sis tema inmunitario (alergias, enfermedades autoinmunes) exi gen que se utilicen productos más específicos. Se trata de in troducir en el organismo canti-dades muy pequeñas de sustancias que permitan una mejor regulación de ese sistema inmunitario. Estas sustancias, obtenidas por lo general a partir de las vacunas comerciales, se seleccionan en función del paciente con la finalidad de desplazar la reacción agresiva y errónea del sistema inmunitario.

Esta técnica se llama «cura de vacunas». Constituye el quinto pilar del tratamiento de la doctora Kousmine, y se in dica para ciertas patologías especiales como el asma, la rinitis crónica alérgica, la artrosis, las poliartritis crónicas evolutivas, las espondilartritis anquilosantes, etcétera.

Finalidad de la cura de vacunas ¿Qué queremos conseguir mediante este sistema? Queremos encontrar un medio que nos permita despla zar la reacción

autoinmune antígeno-anticuerpo, que, en una poliartritis reumatoide, por ejemplo, se sitúa en las articula ciones creando una inflamación crónica y una deformación articular progresiva. Para esto, a la doctora Kousmine se le ocurrió utilizar cepas microbianas existentes en el comercio, vacunas o peptonas cárnicas, sustancias todas ellas capaces de provocar una reacción antigénica.

Con este fin, en un comienzo utilizó siete cepas: • Tuberculina • Staphypan (en Francia, Divasta): estafilococos • Colítico Astier: colibacilos • C.C.B.: estreptococos, neumococos, Neisseria catarrhalis • Annexina: gonococos, estreptococos, estafilococos • Pertussin: vacuna contra la tosferina • Peptona pancreática: aunque no es una cepa microbiana, a veces

actúa como un antígeno.

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Para las pruebas cutáneas, las cepas se utilizan diluidas al 1/10° (D1), excepto la tuberculina, que se diluye a D3, debi do a las reacciones a veces muy fuertes que podría provocar utilizada en D1. Para la peptona pan-creática, se utiliza una solución estéril al 20%.

Como en algunos casos las reacciones observadas durante las pruebas eran insuficientes, se me ocurrió añadir otras cepas a las siete propuestas por la doctora Kousmine:

• Candidina • Klebsiella pneumoniae • Salmonella enteritidis • Corynebacterium cutis • Proteus morganii

Utilizados también en D1 (la concentración original corres ponde a la de las ampollas de Divasta), excepción hecha de la candidina, que, al igual que la tuberculina, se utiliza en D3.

Con estas cepas, el médico realiza pruebas cutáneas análo gas a las que realiza un médico alergólogo. Se trata de una serie de inyecciones intradér-micas de 0.1 cc de cada producto, a fin de determinar las cepas que serán utilizadas para la fa bricación de la vacuna.

La lectura de estas pruebas se realiza de forma más o me nos rápida según la cepa:

• al cabo de algunas horas para: Peptona • entre 12 y 24 horas Proteus Klebsiella Salmonella • entre 24 y 36 horas para: Pertussin Staphypan C.C.B. Annexine • entre 36 y 72 horas para: Tuberculina Candidina Corynebacter

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Se seleccionan las cepas que provocan una mayor reacción (como máximo 3 o 4) para fabricar las vacunas para el tratamiento. Los criterios de selección serán la amplitud de las placas eritematosas, la induración y, a veces, el dolor.

La finalidad de esta técnica no es la de encontrar un agente específico de la enfermedad, sino hallar una mezcla de alergenos lo bastante activos para, por una parte, inducir durante el tratamiento un desplazamiento en la piel, en el lugar de la inyección, de una reacción antígeno-anticuerpo y, por otra parte, provocar, tanto como se pueda, una defensa inmunitaria normal. Con la variedad de las cepas utilizadas. a veces es posible encontrar al agente causal de la enfermedad y poder así realizar un tratamiento más específico. Así sucede en particular con ciertas asmas con Klebsiellae Pulm, con algunos reumatismos con Annexine, y con algunas rinitis vasomotoras con Tuberculina.

Según las indicaciones dadas por las pruebas, se prepara una serie de seis frascos de 20 ml, numerados de 1 a 6, con una mezcla de las cepas prescritas por el médico, en dilución dinamizada creciente en la siguiente forma:

frasco nº 6 dilución D8 frasco nº 5 dilución D7 frasco nº 4 dilución D6 frasco nº 3 dilución D5 frasco nº 2 dilución D4 frasco nº 1 dilución D3

Si la, o las reacciones a las pruebas son muy importantes (enrojecimiento marcado, induraciones, dolores, flictenas…), se comenzará el tratamiento con una disolución más alta: D10 para el frasco 6 en vez de D8.

Si la reacción a la tuberculina es muy intensa, habrá que someter al paciente a un tratamiento de tres meses de antibio terapia específica antes de comenzar con la cura de vacunas. Hay que tener presente que puede producirse una intensifica ción de los síntomas durante el tratamiento con antibióticos. Sólo después podrá realizarse la cura de vacunas.

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Si la reacción a la candidina es muy intensa, se aconseja también hacer un tratamiento específico antifúngico antes de comenzar con la cura de vacunas.

Si no hay reacción a las pruebas, o la hay muy débil, quiere decir que ninguna de las cepas es capaz de inducir una reacción inmunitaria (lo que es muy raro: puede suceder con enfermos en tratamiemo con cortisonas, por ejemplo), o que el enfermo ya no es capaz de responder a una incitación antigénica (¡desconfiar del sida!). En este caso, es preciso tratar primero la anergia y rehacer las pruebas después de 2 a 4 meses.

Protocolo de la cura de vacunas Realizar 2 inyecciones subcutáneas por semana, comenzando con una

dosis de 0,5 cc, y aumentándola en 0,5 cc cada semana (1ª semana, 2 inyec-ciones de 0,5 cc; 2ª semana, 2 inyec ciones de 1 cc; 3ª semana, 2 inyecciones de 1,5 cc, etc.). Co menzar con el frasco núm. 6, y proceder del mismo modo con el frasco núm. 5, luego con el 4, etc., hasta obtener la dosis de reacción (véase más abajo).

¡No es indispensable vaciar los frascos! Si la dosis de 1,5 cc del frasco núm. 6 no produce reacción, pasar al frasco núm. 5 sin necesidad de ter-minar el frasco núm. 6.

Se procede así hasta obtener la dosis de reacción. Ésta se alcanza cuando la inyección produce alguna reacción: si se nota cansancio, si se produce una mancha roja en el lugar de la inyección) si se agravan los síntomas. Cuando se alcanza esta dosis, hay que espaciar las inyecciones, y esperar a que la reacción de la inyección precedente haya pasado antes de proceder a la siguiente.

Luego se repite la misma dosis (o una dosis menor si la reacción ha sido muy intensa) hasta que no se produzca ya ninguna reacción con una misma dosis.

Una vez que se ha alcanzado la dosis de reacción, hay que aumentar más lentamente las dosis: 0,25 cc cada vez.

Cuando la dosis de 1,5 cc de un frasco deja de producir una reacción, se puede pasar al frasco siguiente, aunque el anterior no se haya terminado.

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Por último, para el frasco núm. 1, hay que aumentar las dosis muy lentamente, por décimas de cc (0,1 cc, 0,2 cc, 0,3 cc…). hasta llegar a 1,5 cc. La cura de vacunas se ha ter minado cuando la inyección de 1,5 cc del frasco núm. 1 no produce ya reacción alguna.

Los frascos deben conservarse en el refrigerador. Sólo utilizar los frascos si el líquido está perfectamente claro y el cierre

en perfecto estado.

Quiero añadir ahora algunas precisiones: La noción de «dosis de reacción» se revela muy imprecisa en la práctica,

en especial para la enfermera encargada de aplicar el tratamiento. Parece que los pacientes quieren acabar el tratamiento cuanto antes y sobrepasan esta dosis. Aparecen entonces diversas «reacciones», cuya señal más evi-dente es una sensación de fatiga, y la reaparición o intensificación de los síntomas. Por lo general, cuando se consulta al médico, la dosis de reacción ha sido sobrepasada hace varias semanas y el tratamiento ha continuado con el mismo ritmo…

Sin embargo, en la mayor parte de los casos, el tratamien to se desarrolla sin mayores problemas, y la mejoría se acentúa de forma paulatina hasta el final del tratamiento.

El médico debe estar especialmente atento durante este tratamiento, que dura de seis a ocho meses, e incluso más. Tiene tiempo para seguir de cerca y controlar el estado de su paciente y sus resultados biológicos.

En cuanto aparece sensación de fatiga o intensificación de los síntomas, y sin importar el número del frasco que pueda ser el responsable, hay que comenzar a espaciar las inyecciones. En este momento hay que dejar definitivamente el protocolo de comienzo de dos inyecciones semanales para estar atento a las reacciones propias del paciente. Es necesario que los pacientes (y sobre todo las enfermeras) comprendan que este tratamiento no es una carrera contra el tiempo, y que su finalidad no es obligatoria-mente alcanzar cuanto antes la meta y obtener la curación. El ritmo de las inyecciones debe adaptarse a cada cual: algunos pacientes, por ejemplo, se en cuentran mejor con una inyección cada 15 días a partir del frasco núm. 3, manteniendo la misma dosis. Esta dosis debe aumentarse progresiva y

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prudentemente si el efecto de la do sis precedente parece agotarse, y sólo en este caso. Recuerdo el caso de una mujer asmática que se sentía muy bien con una inyección de 0,5 ml del frasco núm. 2 cada 53 días, durante 3 años.

La mayor parte de los tratamientos producen una mejoría progresiva y una desaparición de los síntomas. Hay que vigilar de manera especial cuando se utilizan cepas como la tubercu lina y la candina. En estos casos particulares, para evitar un agravamiento o un estado de fatiga producido por el trata miento, es muy recomendable, como propone la doctora Kousmine, realizar un tratamiento antituberculoso de tres meses, o un tratamiento antifúngico de tres semanas, antes de comenzar el tratamiento de vacunas, especialmente si las reac ciones de las pruebas han sido impor-tantes. También se acon seja comenzar con una disolución D10 o D12 en estos dos ca sos, y espaciar inmediatamente las inyecciones en cuanto se deje sentir una sensación de fatiga.

Quinto pilar del tratamiento de la doctora Kousmine, la cura de vacu-nas bien llevada es muy eficaz y de resul tados espectaculares. No se debe comenzar si hay una veloci dad de sedimentación muy alta, o si el intestino no ha sido previamente limpiado. No se la puede separar, por tanto, del tratamiento completo, tal como ha sido descrito anterior mente

Un estudio de 42 casos de poliartritis crónica realizado en 1987, muestra los siguientes resultados:

A) Mejoría subjetiva de los dolores, de la rigidez matinal y de la anqui-losis:

• buen resultado (con una estimación superior al 70% de mejoría): 52 %

• resultado regular (20 al 70% de mejoría): 28% • ningún resultado (entre 0 y 20% de mejoría): 20%

B) Mejoría objetiva: • buen resultado (mejoría del Látex y del Waaler Rose, nor-

malización de la velocidad de sedimentación, supre sión de los antiinflamatorios): 20%

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• resultado regular (descenso de la velocidad ele sedimen-tación entre un 30 y un 50%, disminución de los an tiinflamarorios en más de la mitad de la dosis): 60%;

• ningún resultado (ninguna mejoría dc los índices biológi-cos, mantenimiento de la dosis de antiinflamatorios: 20%

En estos 42 casos, las cepas más frecuentemente utilizadas fueron: • Staphypan 17,33 % • Klebsiella pulmon. 16,00 %• Pertussin 13,33 % • Candidina 8,88 % • Proteus motganii 10,67 % • Tuberculina 10,67 % • C.C.B. 8,00 % • Annexine 5,33 % • Salmonella typh. 2,67 % • Corynebacteriurn 2,67 %

Para paliar el débil impacto antigénico de las últimas cepas, nuevas cepas están actualmente en estudio. Son:

• Ribomunyl • Pyocyanique • Ducton • Diribiotine • Vaccineurine

La técnica propuesta por la doctora Kousmine es sencilla, obedece a un protocolo riguroso y reproducible por cada paciente, y jamás ha provocado agravamientos importantes: como mucho una fatiga pasajera, o una leve intensificación de los síntomas, siempre de corta duración (señal de que se ha alcanzado la dosis de reacción y que hay que espaciar las inyecciones).

Es una técnica flexible fácil de prescribir a pacientes que viven lejos. Cualquier enfermera es capaz de llevarlo bien. Da, la mayoría de las veces, excelentes resultados y es de fiar.

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L1: Corynebacterium cutis L2: Salmonellae typhi. L3: Anncxine L4: Pertussin L5: Klebsiella pulmon.

R1: Tuberculina R2: C.C.B. R3: Staphypan R4: Candidina R5: Proteus morganii

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Implicaciones psicológicas del método Kousmine

Doctor François Choffat

Nuestras costumbres alimentarias hunden sus raíces en nues tra historia personal e íntima, al tiempo que son también un signo de pertenencia a nuestro grupo social. Esto quiere decir que el enfermo que acepta cambiar de forma radical su alimentación debe, al mismo tiempo, renunciar a una parte de sí mismo y sacrificar ciertas costumbres sociales. Una decisión de este calibre sólo se toma cuando hay un conjunto de condi ciones psi-cológicas suficientes para provocar su motivación. Esta elección positiva es la que servirá de apoyo a la dinámica de la curación.

Las reflexiones que vienen a continuación se inspiran en mi experiencia con dos tipos de enfermos que podríamos llamar «característicos» del método Kousmine: los enfermos que sufren de esclerosis múltiple, y los enfermos de cán cer que han agotado los recursos curativos de la medi-cina con vencional. Para esta última, estos pacientes tienen en común la perspectiva de un empeoramiento más o menos rápido, que los conducirá a unos a la invalidez, a otros a la muerte. Han sido abandonados por los médicos, que no les ofrecen ni tratamiento ni esperanzas.

Vamos a ver cómo el enfermo y su terapeuta se encuen tran ambos implicados psíquicamente por el tratamiento Kousmine, y cómo esta implicación va a repercutir en su relación. Analizaremos este problema bajo tres aspectos complementarios: la motivación, la influencia sobre la enfermedad de una dinámica psíquica positiva, la preparación a la muerte cuando ésta es inevitable.

Por último, estudiaremos una cuestión subsidiaria: la evaluación científica de un tratamiento en el que se imbrican fac tores bioquímicos y psicológicos.

Importancia de la relación entre paciente y terapeuta Aceptar un cambio radical en la alimentación sólo puede ser, como ya

hemos dicho, fruto de una motivación muy sólida. El primer factor de esta

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motivación es la gravedad de la enfermedad. Un diagnóstico de esclerosis múltiple o de cáncer tras torna todas las ideas que una persona tiene de su salud y de su vida. El pasado, y sus queridas costumbres alimentarias, se enfoca ahora de forma crítica, y el futuro debe reinventarse.

Para mí es evidente que el enfermo debe conocer el diag nóstico exacto de su enfermedad, y que debe tener la seguri dad de que lo mantendré al corriente de la evolución de su enfermedad, sea favorable o no. Un engaño por parte del mé dico significa que ya no cree en la capacidad del enfermo de asumir su destino y luchar; esta falta de confianza no hará más que perjudicar al enfermo, a corto o a largo plazo.

El impacto del diagnóstico puede ser suficiente para motivar la conver-sión alimentaria, siempre que el enfermo reciba una visión optimista de las posibilidades que le ofrece este tratamiento. Aquí interviene la convicción del terapeuta. Ahora bien, sabemos que un médico que bebe no puede ayu-dar a un alcohólico, un fumador no puede convencer a otro fumador de que deje el tabaco y el que necesita somníferos no tendrá problemas para recetar este tipo de productos a sus pacientes. Es decir, para estar conven-cido y ser convincente, el médico tiene que haber experimentado él mismo los efec tos, así como las dificultades, de semejante régimen. Habrá tenido que superar su repugnancia a hacerse lavados intestinales y prescribirlos. Deberá estar disponible, tener paciencia y saber renunciar a una medicina técnica más prestigiosa. Tendrá que desprenderse del poder que le confiere su estatuto so cial para poder compartir sus experiencias. Encontrarse con otros enfermos que siguen el mismo régimen refuerza la mo tivación, y de aquí el interés que hay en organizar intercam bios entre los enfermos, sea en grupos constituidos, sea sim plemente en demostraciones culinarias.

También intervienen algunos factores negativos, que difi cultan la motivación. Ante todo, la oposición que manifiestan ciertos especialistas a cualquier medida que no hayan prescrito ellos mismos y que desconocen. El enfermo se siente tironea do entre dos puntos de vista presentados como incompatibles, y que sin embargo son complementarios. Pero la mayor difi cultad para algunos enfermos hay que buscarla en los benefi cios secun-darios de su enfermedad. Algunos cancerosos son suicidas inconscientes, que tiran la esponja ante responsabili dades o problemas insuperables.

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Igualmente, para otros la es clerosis múltiple representa un refugio hacia la regresión y la dependencia.

Cuando nos consultan enfermos de este tipo, por lo general es por la presión de sus parientes cercanos, pero no están dispuestos a colaborar: aceptan mal el régimen, las lavativas, los lavados les parecen torturas, la vitaminoterapia provoca efectos secundarios insuperables… y muy a menudo el enfer mo ya no vuelve. Cualquier terapia que parezca ser eficaz es rechazada inconscientemente como una amenaza, y la pers pectiva de invalidez o de la muerte es menos terrible que la posibilidad de volver a enfrentarse con los problemas de la vida activa. Hay que saber reconocer a tiempo estos problemas, presentes en diversos grados en los enfermos. Hay que permitirle tomar conciencia de ellos y darle la ocasión de to mar su propia decisión de vivir o de volver a vivir. Si esto se viera imposible, es mejor aceptar nuestra impotencia y renun ciar a querer el bien del paciente contra su voluntad, so pena de una relación terapéutica destructiva.

Los estudios sobre la esclerosis múltiple describen esta enfermedad como euforizante en un 25 % de los casos. Pues bien, entre las pocas decenas de enfermos que atiendo, sólo conozco a uno francamente eufórico, y no es una casualidad que sea el caso más grave y cuya evolución es la peor, porque es el menos motivado para seguir su tratamiento, convencido de que todo marcha bien para él. Su familia es la que lo obli ga a seguir el tratamiento en la medida de sus medios, por que han comprobado los resultados. Estos enfermos eufóricos no tienen motivos para consultar a los alumnos de la doctora Kousmine, de tal modo que nuestros resultados no reflejan el porcentaje de víctimas de esta enfermedad.

dinámica psíquica positiva En la medicina convencional, los enfermos que sufren de es clerosis

múltiple o de cáncer avanzado, sufren pasivamente medidas técnicas, a menudo inútiles y desagradables. El mé dico, que se supone tiene en sus manos la clave de la cura ción, oculta a menudo su intranquilidad detrás de palabras reconfortantes. El enfermo no encuentra nada que le permita mirar hacia el futuro con esperanza; sólo debe esperar, lleno de inseguridad y angustia. No hay nada más desesperante que la actitud de esos especialistas

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que rechazan cualquier suge rencia del enfermo destinada a participar en su propio trata miento, de la forma que sea.

Por el contrario, la terapia Kousmine compromete al en fermo en un proceso activo. Cada comida, cada renuncia, cada cambio de costumbre, le permite afirmar su deseo de sanar. Esos actos movilizan el pensamiento, sostienen la volun tad, modifican la imagen subjetiva de la enfermedad, dan un nuevo color al futuro. Cada día atiendo a pacientes que vienen a mi consulta por una gripe que no acaba de desaparecer, o por un lumbago, etc., y que luego se extrañan de que su dolencia ha comenzado a mejorar desde el día en que han concertado la visita. No es una coincidencia: la decisión de hacerse cuidar, de participar en el proceso de sanar tomándose el tiempo de ir a consultar a un médico, ha desencadena do el proceso de curación. Este mecanismo también es válido para las enfermedades crónicas, pero la «voluntad de sanar» debe ser renovada cada día.

Después de las publicaciones de Carl y Stéphanie Simon ton, conocemos mejor el efecto objetivo del pensamiento po sitivo en la curación del cáncer. Al lado de las técnicas específicas que proponen los Simonton, se puede decir que lo que hace el enfermo por sí mismo: el régimen en primer lugar, pero también el yoga, la sofrología, la oración, el cambio de vida, diversas curas, etc., todo contribuye a sostener este pen samiento portador de salud.

La disposición positiva del enfermo con relación a su salud es una de las dos componentes del efecto placebo. El otro corresponde al médico, y está asociado a su fe en el tratamiento y a su deseo real de sanar al enfermo. El médico es responsa ble de la calidad de su efecto placebo, lo que supone un me jor conocimiento de su carácter, así como una presencia y una aten-ción sostenidas en la relación terapéutica. Esto supone también el dominio de su técnica, en este caso, sus conoci mientos en materia de nutrición, a fin de tener la convicción de disponer del mejor método y de ser lo más competente que le sea posible.

La cercanía de la muerte A menudo los enfermos de cáncer nos consultan demasiado tarde, e

incluso en el caso de que podamos mejorar la dura ción o la calidad de lo que les queda de vida, la objetividad nos obliga a considerar la posibilidad

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de un desenlace fatal. Personalmente, creo que la terapia del cáncer avan-zado impli ca una reflexión sobre la muerte. Primero, porque mi práctica del método Kousmine atrae un número desusado de enfer mos de cáncer y he tenido que acompañar a muchos en este difícil paso. Y luego porque el cáncer, en nuestra sociedad, va siempre acompañado por la amenaza de la muerte, y hay que afrontar esta idea con el enfermo para neutralizar emo ciones negativas. Todos tenemos el derecho de abordar la pro pia muerte en plena conciencia; la idea que nos hacemos de la muerte es lo que finalmente sella nuestra vida. Actualmente, más que el sacerdote, es el personal médico el que está presente hasta los últimos momentos de la vida, y demasiado a menudo nuestras intervenciones privan al enfermo de su propia muerte, sea por nuestras desesperadas técnicas de reanimación, o por los tranquilizantes, nuestra agitación, nuestro rechazo de un diálogo o nuestras mentiras. Sin embargo, en esta última prueba, enfermo y terapeuta pueden vivir la relación más densa y más enriquecedora. Si aceptan com-partir estos momentos, aquí es donde están más íntimamente impli cados el uno en el otro. Pero entonces, ¿cómo conciliar el necesario optimismo con la preparación al fracaso del tratamiento? De hecho, sólo hay dos tipos de relación: en el pri mero, el enfermo obedece al terapeuta y sigue pasivamente el tratamiento; en el segundo, se comunica al enfermo cuál es su estado real, cuáles son las posibilidades terapéuticas que se le ofrecen, y participa de forma activa en todo lo que piensa que le conviene. En este segundo tipo de conducta, que se co rresponde mejor con mi sensibilidad, la información positiva se introduce en una primera fase, al tiempo que se establece una relación de confianza en la que el enfermo tiene la segu ridad que le diré toda la verdad, cualquiera sea la evolución de su enfermedad. Este contrato moral es a menudo muy bien aceptado.

Cuando los efectos terapéuticos basados en comprobaciones objetivas fracasan objetivamente, intento llevar al paciente a que considere la posi-bilidad de un desenlace fatal, pero sin perder la esperanza de una mejoría siempre posible. Esta am bivalencia es realista, es el corazón mismo de la condición hu mana: cada día corremos el peligro de morir, y cada día que-remos vivir, el riesgo simplemente es más acentuado en algunas condiciones.

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Para comprender las reacciones del enfermo, debemos acudir a los trabajos de Elisabeth Kübler-Ross, que describe cinco fases psicológicas sucesivas por las que pasa cuando se le anuncia un desenlace fatal, fases que están presentes en cualquier situación penosa:

• Rechazo: se considera que la información es falsa, se niega la realidad.

• Rebelión: la realidad es inaceptable; fase de emociones violentas, de cólera.

• Regateo: fase del «sí, pero…», «no inmediatamente», «tal vez puede que se descubra otro tratamiento dentro de poco…».

• Depresión: resignación en medio de un sufrimiento atroz. • Aceptación: con ella viene la serenidad; el enfermo se convierte en

alguien que irradia en medio de los demás.

Si se sigue el proceso con atención, se ve cómo el enfermo evoluciona de una fase a la siguiente; hay que procurar no contrariar el proceso. El acompañante debe permitir que: se sobrepase el rechazo, aceptar la rebelión, prolongar el regateo mientras haya una débil esperanza en los recursos del enfermo o en el tratamiento, pero evitando la ilusión de fal-sas terapias milagrosas y, por último, ayudarle a llegar al término de este difícil camino, sabiendo que al final se encuentra la sereni dad. Aquí el acompañante no puede engañar, también él debe haber resuelto en parte sus propias angustias, su propia rebelión frente a la muerte. También él puede compartir sus dudas, y el enfermo, a su vez, lo podrá ayudar. Confieso que cada experiencia me ha ayudado a avanzar respecto a la pers pectiva de mi propia muerte.

¿es posible evaluar científicamente este método? ¿Cómo evaluar científicamente un método que tiene tantos componen-

tes psicológicos? Sin tocar para nada sus efectos psicológicos positivos, la terapia respecto a la nutrición de Kous mine ha sido calificada por la medicina tradicional corno un método «no científicamente reconocido». Uno de los motivos de este rechazo reside en las ideas epistemológicas en curso. Sólo se reconoce como científica la descripción de un fenóme no

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aislado, reproducible, exterior al observador y provocado por una sola causa. El determinismo monofactorial es uno de los principales funda-mentos del pensamiento científico y de la medicina contemporánea. Los conocimientos médicos, obtenidos mediante experiencias in vitro y en animales, se aplican al ser humano por extrapolación.

Esta visión se ha mostrado muy eficaz para las especialida des técnicas de la medicina, en especial para la cirugía y la reanimación, pero parece impotente, o al menos insuficiente, para los problemas de medicina prác-tica, y en particular para las enfermedades crónicas o degenerativas. Desde hace unos veinte o treinta años, la medicina no sólo no ha progresado en el tratamiento de la esclerosis múltiple o del cáncer, sino que asiste impotente a un sensible aumento del predominio de estas afecciones en nuestra sociedad.

Entre otros aspectos, se le reprocha al método Kousmine actuar sobre una cantidad casi ilimitada de factores modifi cando la alimentación e introduciendo complementos nutriti vos. Con mayor razón, ¿cuál sería la apreciación oficial si se reconociesen los efectos positivos de las implica-ciones psicoló gicas de esta terapia? Me parece evidente que el método tiene su propia eficacia, con independencia de sus efectos psicológi cos, como lo he podido observar en enfermos obligados a se guir el tratamiento sin su consentimiento.

La medicina tradicional desprecia el efecto placebo y mueve cielo y tierra para eliminarlo (¿tal vez porque no se ven de?). Para evaluar un tratamiento, se las ingenia para supri mir los dos componentes del efecto placebo, vale decir, la confianza del enfermo, por una parte, y la convicción del mé dico, por otra. Es la justificación de las pruebas de «doble cie go», pero ¿es realmente necesario que enfermo y médico sean ambos ciegos? ¿Objetos desprovistos de emoción? En las ciencias de la materia se ha sobrepasado el principio de determi nación, en la física de las partículas se sabe que los fenómenos observados dependen de la presencia y de la observación del experimentador y, entonces, ¿cómo podría no ser igual en las ciencias de la vida?

Despreciar el efecto placebo es condenarse a la ignorancia en lo que es más rico, más original, más prometedor del ser humano. Así también,

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cuando se logra la curación de un cán cer en contra del pronóstico médico, se cree resolver el enigma calificándolo de «curación espontánea». Es pretender, de modo implícito, que ese fenómeno no tiene causa, lo que va contra la actitud científica y cierra las puertas a una investiga ción en una nueva dirección.

Creo que hay que «reivindicar» el efecto placebo, es decir, estudiarlo con seriedad como una de las causas de curación, y reforzarlo en la medida de lo posible. No debe constituir una mentira, sino estar fundado en un optimismo sólido y ra zonable. No hay que renunciar a él sino en situacio-nes excepcionales, como cuando se trata de llevar a un enfermo al quinto grado de la escala de Kübler-Ross, el de la aceptación. En ese momento, presentarle al enfermo la ilusión de una po sible curación es correr el riesgo de devolverlo a los sufrimien tos de los estadios anteriores.

Creo que se puede afirmar que es realmente toda la medi cina práctica la que está «científicamente no reconocida». Es imposible reducir a con-cepciones mecanicistas trasnochadas toda la complejidad del equilibrio y de la evolución de un ser humano en su salud. ¿Por qué rechazar una terapia, sea cual sea, en nombre del dogma científico? Los médicos no son los sacerdotes del dios Ciencia, sino seres humanos para quienes todos los medios para ayudar a los enfermos deberían ser bienvenidos.

Ya es tiempo de adoptar ideas nuevas que permitan enfo car cualquier terapia desde el punto de vista de su efecto so bre el ser humano en su integridad, sin prejuzgar acerca de las hipótesis sobre las que se apoyan. Estas concepciones glo bales de la salud son ya familiares a la mayor parte de las medicinas complementarias como la homeopatía, la acupuntura o la osteopatía. Están agrupadas bajo el nombre de medicina holística. Tienen mucho campo para su futuro desarrollo; de momento, sus líneas directrices están bien delineadas y se in tegran en el marco del pensamiento sistémico.

Conclusión Gracias a la doctora Kousmine, tenernos la suerte de disponer de un

método que nos permite ayudar, de forma especial, a pacientes con enfer-medades graves en las que los procedimientos clásicos son inoperantes.

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Pero, mejor aún, gracias a su aspecto preventivo, permite limitar el avance de estas enfermedades.

Este método, muy sencillo en el plano técnico, exige, para que rinda todos sus frutos, que se conozcan bien sus implica ciones psicológicas en el enfermo, y un compromiso personal a veces intenso en el médico. Mediante una relación terapéu tica original, puede ser la ocasión de un enriquecimiento mutuo.

La terapia por la nutrición nos invita no sólo a perfeccio nar nuestros conocimientos sobre la química de la vida, sino sobre todo a progresar en la exploración de nosotros mismos. Por último, nos proyecta en una nueva visión de la medicina, el paradigma holístico, que es una maravillosa herramienta de reflexión, un reino por descubrir.

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La consulta «Kousmine» Doctor André Denjean

El método Kousmine es una medicina total, una medicina holísta (del griego holos, todo, totalidad) que engloba al enfermo y la enfermedad en su totalidad.

El ser humano, en todos los estadios de su vida, depende de su medio ambiente y de la forma en que lo utiliza:

• Alimentos • Oxígeno-aire • Actividad-movimiento • Reposo-sueño • Ritmo-biorritmo

También dependerá de su pensamiento y del modo en que lo utiliza: • De forma positiva, con fe, esperanza, confianza, inteli gencia (en el

sentido de una adecuada comprensión de las leyes naturales); • De forma negativa, es decir, lo contrario de lo anterior.

Catherine Kousmine cree firmemente que el «Dios Natu raleza» tiene la bondad y la preocupación de poner a nuestra disposición una solución simple y natural para sanar todos nuestros males. No hay más que buscarla.

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El método de la doctora Kousmine es una medicina global

Estas soluciones simples y naturales, redescubiertas por la doctora Kousmine, están presentes en todas las tradiciones es pirituales.

Esta sabiduría profunda constituye el fundamento de la medicina global. «Método Kousmine» suele ser sinónimo de crema Budwig, lo que no

pasa de ser un juicio muy apresurado. Basta con asistir a su consulta para darse cuenta que ella utiliza, como agente terapéutico, todas las terapias biológicas y todas las fuerzas de la Naturaleza:

• Se recomienda hacer diariamente una caminata y deportes al aire libre, como mínimo 1 hora diaria, o 7 horas a la semana.

• Reposo suficiente y respeto de los ritmos (horas de las comidas, de levantarse y acostarse). A cada uno corres ponde restablecer la regularidad de su biorritmo.

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• La alimentación continúa siendo el centro de toda nues tra estra-tegia.

• La relación personal con el paciente y la confianza en las leyes naturales que hay que transmitirle proporcionan el impulso primordial y la dinámica que sitúan al enfermo en el camino de la curación.

• La utilización, según las necesidades del enfermo, de una tera-pia biológica adecuada (vitaminorerapia, equili brio ácido/base. homeopatía, neuroterapia, vacunotera pia, osteopatía, fitoterapia, etc.).

Cada médico llevará la consulta a su manera, adaptándo se, claro está, a la petición que se le hace, pero deberá anotar muchos aspectos:

Antecedentes médicos: enfermedades de la infancia, en fermedades infecciosas repetidas (otorrinolaringológicas, cutá neas, urogenitales), vacunaciones y sus efectos. Anotar los an tecedentes, recordando que cual-quier penetración antigénica en el organismo puede iniciar una patología autoinmune.

Antecedentes quirúrgicos, procurando conocer la causa. Por ejemplo, una apendicitis simple no tendrá el mismo efec to sobre

el sistema inmunitario que una apendicitis complica da con peritonitis; la cicatriz de una operación puede ser el punto de partida de una patología a distancia (neuralterapia).

Traumatismos: cualquier traumatismo puede dejar una huella en nuestros tejidos que será oportuno estudiar con téc nicas específicas (osteopatía).

Los traumatismos psicológicos no del todo «digeridos» exi girán diver-sos trámites.

Antecedentes familiares: la investigación de la doctora Kousmine al respecto es muy reveladora en cuanto a la evolu ción de la enfermedades degenerativas (véase su obra Salve su cuerpo).

Las costumbres alimentarias serán estudiadas de forma de tallada y precisa en cuanto al origen y marca de ciertos pro ductos (pan, aceite, mantequilla, pastas, etc.). El interroga torio investigará cualquier mal funcionamiento.

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Hay que analizar todas las funciones (digestiva, respiratoria, cardiovas-cular, urogenital, cutánea, articular, vigilia/sueño).

Hay que hacer un examen clínico completo, individualiza do según la patología degenerativa (reumatología, neurolo gía, oncología), tomando en cuenta los criterios clínicos más usuales. Se pedirán los exámenes clí-nicos necesarios para la in vestigación de una función defectuosa (función hepática, fun ción renal). La biología ha evolucionado rápidamente estos últimos años, y es posible hacer diagnósticos precoces de en fermedades autoinmunes que no presentan ningún signo clí nico. Conociendo el papel preventivo del método Kousmine, los perfiles proteicos y los exámenes de inmunidad celular ad quieren una importancia capital en lo que respecta al diag nóstico predictivo.

Habrá que repetir los exámenes cada 2, 4 o 6 meses según la evolución de la patología, para poder captar la menor señal de estabilización o de mejoría. Esto animará al paciente. En caso contrario, el agravamiento lo volverá más vigilante aún.

El interrogatorio, el oír con atención, la observación, la palpación, el examen general nos permitirán saber si el pa ciente se encuentra dentro de lo que definimos como las con diciones clínicas óptimas de curación: piel correcta, cabellos correctos, uñas correctas, lengua correcta, dientes correctos, intestino correcto, músculos correctos.

La piel Nos puede informar sobre una posible y muy frecuente falta de vitamina

F. Cuanto mayor sea el déficit, tanto más seca estará desde las extremidades hacia la raíz de los miembros. Escamosa y asociada a una sed importante, será señal, sin duda, de un déficit que tardará muchos meses en superarse. También podrá informarnos sobre la existencia de una infec ción tóxica intestinal (espinillas, acné).

Los cabellos Tienen que tener cuerpo y ser vigorosos. En caso contrario, podría

tratarse de una falta de minerales o de un déficit de vitamina B. Su caída

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está a menudo asociada con carencias múltiples y variadas (vitamina F). Su aspecto graso, a un exce so de consumo de azúcar y grasas.

Las uñas Tienen que ser duras, lisas, rosadas, sin estrías, sin durezas, sin defor-

maciones, sin manchas blancas. Uñas blandas, frági les y con manchas son signo de una hiperacidez o de una falta de minerales (calcio, fósforo, cinc, vitamina D). Una micosis ungular deberá llevar a investigar una posible micosis digesti va. A menudo es sinónimo de acidez y de exceso de azúcar o de gluten.

La lengua Extensos tratados médicos han hablado de este estudio clínico. Recor-

demos que una lengua sucia, con una capa espesa y parduzca en la base indica una infección tóxica y una sobre carga intestinal: necesidad clarísima de una dieta y de lavados intestinales. La lengua ha de estar limpia, rosada, sin sedi mentos. Adelle Davis, en su libro Les vitamines ont leurs se crets, hace un estudio clínico completo y muy interesante res pecto al color de la lengua y los déficits de vitamina B.

Los dientes La cantidad de caries, tratadas o no, está en relación con la falta de

minerales, el exceso de acidez y la infección tóxica intestinal. Los focos infecciosos que se buscan de forma sistemá tica mediante la radiología pueden mantener o ser el punto de partida de una enfermedad autoinmune Su tratamiento por un neuroterapeuta dental será en este caso milagroso.

El intestino Demasiado a menudo se acepta el estreñimiento como un estado nor-

mal. Hay que saber que a veces se lo trata durante años mediante aceites de parafina que fijan todas las vitami nas liposolubles (A, D, E, K) y las eliminan con las heces.

A menudo el estreñimiento es la causa de una infección tóxica intestinal crónica, y alimenta de esta forma una enfer medad autoinmune. En todos

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los casos habrá que regularizar el funcionamiento del intestino grueso: esto es fundamental. Lo normal es hacer de vientre una o dos veces al día. A menu do la deposición es matinal, y está formada por un excremen to de cierta consistencia, de color pardo, de 20 a 30 cm de longitud y de 3 a 4 cm de diámetro; corresponde a la comida de la mañana y del mediodía de la víspera, y termina con un excremento más blando correspondiente a la comida de la tar de de la víspera. El peso de las heces, para una alimentación normal y natural, debe fluctuar entre los 250 y 550 g; de he cho, la mayor parte de la población occidental está entre 80 y 120 g (Burkitt).

Los músculos Su palpación nos informa sobre el equilibrio ácido/base. En efecto, se

debería poder palpar los trapecios, los escalenos, el cuádriceps, y poder hundir los dedos hasta llegar al hueso sin que haya dolor. En caso con-trario, hay exceso de acidez del medio interior. Los lumbagos, a menudo acompañados de una inflamación de los psoas, se deben a exceso de ácido en estos músculos.

Este examen clínico deberá hacerse como mínimo cada seis meses para poder afirmar que nuestro paciente ha logrado las «condiciones clínicas óptimas de curación». Se controlará tam bién si se encuentra en las con-diciones biológicas óptimas de curación mediante exámenes hepáticos, renales y vasculares.

Si no se han conseguido estas condiciones, el médico de berá buscar sus causas, y ayudar mediante sus consejos o me diante un tratamiento más específico.

El interés psicológico de esta consulta Kousmine es evi dente. Este sim-ple acercamiento clínico es una terapia en sí mismo. Por ningún motivo debe ser subestimada.

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En busca de la inmunidad perdida

Doctor Patrick Paillard

Texto remitido por el doctor Patrick Paillard a algunos de sus pacientes para permitirles comprender mejor el compromiso terapéutico que entraña la consulta médica según el método Kousmine.

1. eliminación de los factores de riesgo A) Supresión lenta de toda clase de drogas (tabaco, marihuana, alcohol) (café, té, refrescos artificiales)

B) Supresión progresiva de los medicamentos potencialmente tóxicos (en la medida de lo posible), reemplazándolos por terapias que pro-curan reequilibrar los diversos sistemas fi siológicos:

• Aroma-fitoterapia • Oligovitaminoterapia dietética • Técnicas psico- y kinesiterápicas…

C) Reforma alimentaria • Supresión progresiva de los alimentos industriales o refinados. • La primera finalidad no es obligatoriamente la supresión de la

carne, sino más bien la utilización de productos de origen vegetal. • Reemplazo de las bebidas excitantes por bebidas sanas. • Sustitución de los aceites refinados por aceites biológicos de pri-

mera presión en frío, ricos en ácidos cis-cis linolei ca (vitamina F). • Reemplazar los cereales refinados por cereales completos de cul-

tivo biológico. • Reemplazar el desayuno matinal basado en calorías va cías por la

«crema Budwig», elaborada por la doctora Kousmine, o por fru-tas frescas, oleaginosas y cereales re cientemente molidos.

• Comenzar las comidas por verduras y hortalizas crudas en forma de ensalada, o por fruta fresca. Evitar concluir una comida abun-

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dante con postres azucarados. La costumbre de comer lo crudo antes que lo cocido asegura una mejor digestión y disminuye la sensación de somnolencia que puede aparecer después de una comida compuesta únicamente por alimentos cocidos.

• La búsqueda de una alimentación sana debe realizarse con buen sentido, e incluso con prudencia. Buscar ante todo un bienestar físico y psíquico en un contexto de equilibrio.

• A veces, en la medida de lo posible, es aconsejable cam biar de residencia.

2. Fase de desintoxicación• Por lo general, se necesita un lugar especializado, bajo riguroso

control médico, con una duración de un mes o un mes y medio, donde se pueda realizar tina monodieta, generalmente a base de fruta (poder antitóxico, diu rético, antioxidante…). Puede alter-narse esta dieta con zumos de frutas y de verduras.

• Hay que tener en cuenta repercusiones psíquicas, crisis de elimi-nación (nerviosismo, insomnios, dolores pasa jeros…).

• Largos paseos por el campo, baños de sol moderados, ejercicios de relajación, respiración, yoga, son a menudo preciosas ayudas.

3. Fase de regeneración y refuerzo del sistema inmunitario • Buscar la alimentación más sana posible a base de pro ductos bio-

lógicos frescos, sin abonos químicos ni insecti cidas. • Duración: de 2 a 3 años. • La finalidad esencial es la alcalinización de la sangre y la mejora

de la viscosidad de la sangre. • Luchar contra el estreñimiento. La dieta tiene un carác ter cru-

dívoro, que aporta un máximo de vitaminas, oligoelementos y fer-mentos: frutas, verduras, semillas, ce reales integrales, productos lácteos frescos y en pequeña cantidad, azúcar no refinado, aceites de primera presión en frío ricos en vitamina F…

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• La vitamina C posee un gran poder inmunizante: beber zumos de fruta frescos a base de naranja, limón, pome lo, piña tropical, papaya, kiwi, etc.

• El diente de león, el berro, la col, la remolacha roja cru da en forma de zumo, son activadores importantes de nuestros sistemas de defensa. El ajo y la cebolla tienen propiedades antisépticas.

• Curas como la helio, hidro, eolo, geo o talasoterapia son comple-mentos muy a menudo beneficiosos, así como cepillados en seco, frotamientos fríos, drenajes linfáticos…

• A menudo, con esta modificación que se realiza en uno, se crea una apertura sobre la vida interior, con meditaciones y oraciones.

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Enfoque alimentario e inmunitario del sida

Doctora Catherine Kousmine

Después de la Segunda Guerra Mundial, se generalizó cada vez más el consumo de grasas calentadas en su preparación hasta 160ºC y 200ºC con lo que se alteraban y quedaban muertas. El consumo de aceites vír-genes, que se consumían crudos y eran de uso diario antes de 1940, casi desapareció, por desconocimiento de la importancia fundamental de ese gesto tradicional que consistía en mezclar, una o dos veces al día, un poco de aceite virgen a los alimentos servidos en el plato.

La transformación de la calidad de los aceites Durante la Segunda Guerra Mundial, hubo racionamiento y temor

de hambruna. Se invitó a las almazaras a producir más aceites a partir de los granos disponibles. Mediante una pre sión en caliente, el rendimiento aumentó casi al doble. Las nuevas técnicas proporcionaron productos impecables desde el punto de vista comercial, más estables y con mayor tiempo de conservación.

Terminada la guerra, raros fueron los productores que vol vieron a las antiguas técnicas de presión en frío, es decir por debajo de los 40ºC, y sin adición de disolvente.

El mercado mundial se empobreció peligrosamente en áci do cis-cis linoleico, forma natural biológicamente activa de la vitamina F. Fue susti-tuido abundantemente por la forma cis-trans, que no sólo es inactiva, sino que además aumenta la necesidad de vitamina F. Resulta así un estado de carencia, que se manifiesta por una multiplicación y una multiplicidad de enfermedades degenerativas, difíciles de dominar de otro modo que no sea mediante un aporte abundante de vitamina F biológicamente activa y la supresión de grasas técnicamente desnaturalizadas, a las que pertenecen, en particular las grasas llamadas vegetales, formadas por moléculas extrañas a la na turaleza, y por las margarinas que provienen de ellas.

La carencia de vitamina F se manifiesta por una piel anor malmente rugosa, seca, con fácil descamación, presente hoy en día en la mayor

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parte de nuestros contemporáneos, segui da de una sed exagerada debido a pérdida excesiva de agua o transpiración.

La vitamina F se encuentra en todas las membranas celula res y asegura su estanqueidad normal. Además, es la materia prima a partir de la cual se producen las prostaglandinas PGE; la PGE2 sirve para la defensa contra los agentes agreso res, y la PGE1 vigila que esta defensa se adapte a la necesidad momentánea y no sea excesiva, lo que provocaría, en los casos extremos, la muerte celular.

Por cierto que esta protección contra el mundo exterior, tanto respecto a la estanqueidad como a la reacción de defen sa, es indispensable para mantener el equilibrio inmunitario.

La destrucción sistemática de la vitamina F biológicamente activa, debía, de este modo, llevar necesariamente a la multi plicación de las enfermedades de la inmunidad.

el desequilibrio inmunitario está en la base de las enfermedades degenerativas

Estudiando las enfermedades degenerativas modernas, llamadas de la civilización, me he convencido de que en su base había siempre un desequilibrio inmunitario y que respondían todas favorablemente a idénticas medidas terapéuticas que tendían a restablecer este equilibrio. Este tratamiento intenta suprimir todos los excesos y todas las carencias alimentarias, comenzan do por las de la vitamina F: incluye un amplio aporte de di versos catalizadores, naturales y farmacéuticos, la supresión de la acidosis metabólica, la normalización de la función intesti nal, debido a que este órgano, en ausencia de las cantidades normales de vitamina F, se convierte en fuente permanente de intoxicación.

De este modo he logrado repartir las enfermedades dege nerativas en grupos según el desorden inmunitario que las ca racteriza:

Grupo 1: inmunidad deficiente, en niños o adultos que pasan de una infección benigna a otra, por lo general en las vías respiratorias superio-res (rinitis, faringitis, sinusitis, angi nas, bronquitis) o en las vías urinarias (cistitis, recidivas).

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Grupo 2: inmunidad exuberante en los alérgicos y reumá ticos.

Grupo 3: inmunidad desviada o perversa, en los fenóme nos de tumores, benignos primero, malignos después.

Grupo 4: inmunidad aberrante, en las enfermedades autoinmunes, en las que determinado tejido que ha fijado una toxina o un virus es considerado como extraño por el or ganismo, que tiene que destruirlo (esclerosis múlti-ple, esclerodermia, lupus que afecta a los riñones o al cerebro, miopa tías, algunas diabetes, etc.),

Con esta forma de enfocar el problema, era evidente que el sida, nueva enfermedad, sólo era una manifestación nueva de desorden inmunitario, que vendría a constituir el

Grupo 5: el de la inmunidad perdida. Era entonces interesante ver cómo reaccionarían los infectados con el

retrovirus de esta enfermedad a este mismo tratamiento, y si era posible, también con ellos, normalizar las res puestas inmunitarias.

Caso 1: Niña de dos años y medio El 14 de enero de 1986 trajeron a mi consulta a una niña de aproxima-

damente dos años y medio, cuya madre había falle cido a causa del sida a comienzos de 1985. Había llegado a Suiza el 6 de agosto de 1985. El análisis dio VHI positivo (VHI: Virus Humano de Inmunodeficiencia) y fue atendida por el servirlo médico universitario. Recibió un tratamiento basado en antibióticos y perfusiones bimensuales de inmunoglobulinas. Su estado no dejó de agravarse, y el médico advir tió a su madre adoptiva que cabía esperar un desenlace fatal para las próximas semanas.

Llegó a mi consulta el 14 de enero 1986: Peso: 10,8 kg (déficit de 500 g en relación a su talla). Talla: 82 cm (déficit

de 12 cm en relación a la talla normal). Numerosos glóbulos rojos en el sedimento urinario. La niña estaba

postrada, agotada.

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Lo que más llamaba la atención era la extraordinaria se quedad de su piel que, especialmente en las piernas, estaba arrugada, con estrías muy finas, como en los ancianos. Tenía todo el cuerpo sembrado de minúsculas pápulas, con aspecto de ser un sarcoma de Kaposi. Sometidas a biopsia el 5 de fe brero, es decir después de tres semanas de haber iniciado mi trata-miento, sólo se encontró tejido cicatricial.

Desde hacía varias semanas sufría de diarreas y de tos, con roncus y sibilantes en ambos pulmones, y crisis de fiebre de 40ºC. El hígado y el bazo se podían palpar a 4 cm por deba jo de las costillas; los ganglios lin-fáticos estaban ligeramente hinchados.

En 1923, en clase de fisiología, el ya fallecido profesor Arthus nos quiso demostrar la acción impresionante de la vi tamina B1 en la avitami-nosis experimental del palomo. Había sido alimentado únicamente con arroz blanco, refinado, el que compramos en las tiendas de alimentación. El animal ya cía inerte, tendido sobre un costado, y parecía a punto de morir. El profesor le inyectó una fracción de miligramo de vitamina B1 farmacéutica. Dos o tres minutos más tarde el pa lomo se irguió y agitó las alas. Esta experiencia fue tan impre sionante que hoy, 65 años después, aún la recuerdo.

La niña con sida se parecía a esta experiencia más que a ninguna otra cosa,

La niña vuelve a la vidaSe sabe que el retrovirus del sida bloquea el crecimiento de los niños.

Era el caso de mi pequeña enferma con su déficit de talla de 12 cm. Su crecimiento volvió a activarse desde el primer mes de tratamiento, y a un ritmo muy acelerado de 1,5 cm el primer mes, 15 cm en diez meses y medio. Después se hizo más lento, 6 cm en nueve meses (norma 5). Todos es taban admirados al ver la rapidez con que volvía a la vida. Después de un mes de tratamiento, y por primera vez en toda su vida, la niña comenzó a correr.

La diarrea desapareció en cuanto se hicieron las lavativas vespertinas, seguidos por la instilación de 10 ml de aceite de girasol prensado en frío, y 5 ml de vitamina F. Esto cada atar decer durante dos semanas, y luego dos veces a la semana. La infección de las vías respiratorias, que había comenzado el 20 de diciembre 1985, presente aún el 14 de enero 1986 a

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pesar de los antibióticos, desapareció el 4 de febrero 1986. El bazo volvió a su volumen normal, y luego le tocó al hígado. En oc tubre 1986, aunque todavía anémica (64% de hemoglobina la niña aparenta buena salud. Las salmonellas presentes en las heces, a pesar de los desinfectantes intesti-nales, han desapare cido por fin después de un tratamiento con Bioflorin, norma lizador de la flora intestinal. Los glóbulos rojos desaparecieron del sedimento urinario.

En julio 1986 las perfusiones de gammaglobulina se espa ciaron a la cadencia de una al mes.

En diciembre 1987, su hermano adoptivo tuvo una gripe fuerte con fiebre. Por primera vez, la pequeña no se contami nó al estar en contacto con él: se había restablecido su capaci dad inmunitaria.

El 15 de marzo de 1989, la niña va a la escuela con toda normalidad, y su estado de salud es del todo satisfactorio.

Es el único caso infantil que he podido observar. Ha sido una suerte haber tenido la posibilidad de tratar un caso de «sida puro». Los otros diez casos que vinieron después fueron, uno de una mujer embarazada (ARC), y los otros nueve, to dos de «malos chicos», todos homosexua-les, la mayor parte fumadores, con historia de enfermedades venéreas, y algunos drogadictos.

Caso 5: un enfermo condenado a corto plazo Un enfermo de 40 años, con el sida en el mismo estadio que la niña,

vino a mi consulta el 2 de julio 1987, un año y medio después que le des-cubrieran su seropositividad.

A partir de ese momento se siente cada vez peor, tiene un estado subfe-bril, la tez gris, ha perdido 10 kg en seis meses. En Mayo de 1987 aparecen en su piel numerosos tumores pequeños, muy firmes, hemorrágicos; el mayor, en el pómulo dere cho, mide unos 15 mm. Se trata de helangiosarcomas de Ka posi. El 2 de julio contamos treinta en su cuerpo, de los cuales tres en el paladar. Tiene tos. La radiografía pulmonar revela manchas sospechosas de ser sarcomas de Kaposi. Desde hace cinco o seis años tiene agrietadas las comisuras de los la bios, testimonio de una carencia ele vitamina B o de hierro. El 12 de junio 1987 deja definitivamente de trabajar.

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Desde el 15 de junio recibe inyecciones diarias intramus culares de interferón (35 millones de unidades). Reacciona con un aumento de la fiebre a 39,5ºC. A pesar del trata miento, los tumores se duplican en 15 dias.

Su alimentación sufre un desequilibrio desde hace años. Por la mañana desayuna con un bocadillo de jamón y marga rina; a mediodía, cinco días a la semana come en un restau rante (alimentos preparados con grasa lla-mada vegetal y con aceites refinados); por la noche se contenta con pan, queso o carne.

Es decir, abundante aporte de carne, de grasa vegetal y otros aceites sin vida. Ninguna fuente de ácido linoleico bio lógicamente activo. Muy escasas verduras y frutas frescas; nada de cereales integrales. Bebe 10 tazas de café y fuma un pa quete de cigarrillos al día.

Al no tener cubierta su necesidad de vitamina P, su piel es extraordi-nariamente seca y su tez es gris. Le prescribo un tratamiento el 2 de julio 1987, pero sólo lo comienza el 10 de julio. Entre el 10 y el 22 de julio, la piel comienza a po nerse sedosa en algunos sitios, la lengua aparece limpia, el pequeño tumor de la mejilla derecha sufre una regresión. No aparece ningún tumor nuevo.

Su aspecto mejora. El 30 de julio le suspenden el trata miento con interferón por juzgarlo inútil. Del 12 al 27 de agosto tiene que ser hospi-talizado: fiebre de 40,5; neumonía pneumocystii, tratada con Bactrimen perfusión. Pierde 3,5 kg. Mi tratamiento se suspende durante este período. Irradiación de los focos pulmonares en un campo que mide 20 x 20 cm. Disminución de la tos.

A partir del 5 de septiembre, Retrovir, 1.600 mg diarios en 4 tomas: es un virostático, antimetabolito de la timidina. Los primeros días se siente mejor, pero muy pronto hay que reducir la dosis a 1.000 mg diarios porque no lo tolera bien.

En cinco semanas, a pesar de las transfusiones, el número de glóbulos rojos ha caído de 4 millones a 2 millones, debido a hemólisis. El enfermo no volvió a mi consulta; murió el 28 de junio de 1988. Es evidente que mi tratamiento no puede ser eficaz en ese estadio, y sobre todo en paralelo con las me dicaciones actuales tan agresivas, de las cuales la primera, el interferón, produce accesos de fiebre diarios, agotadores, y el segundo, el

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Retrovir, reduce los glóbulos rojos a la mitad, disminuyendo así el aporte de oxígeno.

Entre los otros casos, había una mujer embarazada, a la que vi una sola vez en estado de pre-sida, y que prefirió abortar (caso 9).

Sesenta meses de observación Vamos a considerar primero los casos 2, 3, 4, 6, 7 y 8, que en conjunto

suponen sesenta meses de observación. Se trata de tres hombres, que no llegan a los 30 años, y otros tres, entre

39 y 53 años, todos homosexuales. El caso 2 sigue un régimen lactovegetariano desde hace años. Después de leer mis libros, los tres más jóvenes han más o menos

coqueteado con la crema Budwig. El caso 4 durante mucho tiempo comía en el restaurante universitario. Los tres eran grandes fumadores, pero sólo bebían un poco de cerveza o de vino.

Los tres mayores comían regularmente en restaurantes de 4 a 7 veces por semana. No son fumadores, beben más alcohol (vino), pero sin excesos.

De los seis, dos han tenido sífilis, uno hepatitis B (lo que significa uti-lización de drogas); entre los mayores, dos han su frido una o dos veces de blenorragia.

Todos tienen la piel anormalmente seca, pero nunca tanto como los casos 1 y 5.

Hemos comenzado el tratamiento con todos con uno o dos días de ayuno, a base de frutas y verduras, seguido por tres o cinco días de frutos crudos, a fin de cambiar la flora in testinal.

Durante dos semanas seguidas se les ha practicado lavati vas vespertinas, seguidas por la instilación en el intestino de 60 ml de aceite de girasol, tibio, que quedaba retenido du rante toda la noche, lo que se reveló como el método más rá pido de revitaminización F (las inyecciones intramusculares están actualmente retiradas de la venta).

A partir de la segunda semana, comenzaron a alimentarse como aparece en mis libros: crema Budwig en el desayuno, cereales completos cada día, mucha fruta y verdura, en parte cruda. El único cuerpo graso: aceites ricos en vitamina F, cru dos, totalmente prensados en frío y sin disolventes. Absten-

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ción temporal de carne (de dos a tres meses). Ninguno tuvo problemas intestinales: su piel se volvió más sedosa, sin llegar a ser completamente normal, durante el corto tiempo de ob servación.

Los casos 7 y 8 eran portadores de sarcomas de Kaposi desde hacía siete a ocho meses. El caso 7 tenía varios sarco mas importantes en ambos tobillos, y siete grupos de sarcomas muy pequeños en la espalda; estos últimos desaparecieron casi por completo en dos meses de tratamiento; los de los tobillos se redujeron, dejaron de crecer, y luego desaparecieron des pués de cinco sesiones de radioterapia local (último control el 30 de agosto 1988).

No hubo ninguna pérdida de peso inquietante durante los sesenta meses de observación. El caso 2, demasiado flaco, recuperó 6 kg en 17 meses. Todos tenían una polimicroadenopatía, que no se agravó en ninguno de ellos, y que en algu nos sufrió una regresión.

Entre las cosas positivas, hay que mencionar en el caso 2 la desapari-ción de una coloración rojo-violácea en forma de mariposa en las mejillas, base de la nariz y centro del men tón, análoga a la que se da en los casos de lupus eritematoso. Calambres vespertinos en los miembros inferiores, muy dolo rosos, desaparecieron totalmente en el caso 6 durante el cuar to mes de tratamiento: igual sucedió con las jaquecas del caso 8, a partir del segundo mes.

En el caso 3, las uñas, deformadas desde hacía siete años y hendidas en el centro en ambos pulgares, señal de mala sa lud, se normalizaron lenta-mente a partir del décimo mes de tratamiento.

Cuando vinieron por primera vez, la lengua la tenían to dos más o menos sucia, blanca o amarilla; poco después esta ba limpia.

Estas observaciones se refieren todas a un tiempo demasia do corto. Sin embargo, con excepción del caso 5, que siguió con tratamiento oficial, agresivo, y que muy pronto hubo que darlo por perdido, los seis enfermos declararon todos sentirse mucho mejor, menos cansados, o incluso sentirse en plena forma y capaces de volver a hacer deporte. Ninguno empeoró.

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Otros dos casos El 16 de febrero 1988 vinieron otros dos amigos, los dos con el sida,

los dos de 33 años y los dos A.T.S. Uno de ellos había sido un antiguo paciente mío, cuyo historial aún

conservaba en mi archivo. Su madre me lo había traído a los 9 años debido a su falta de resistencia frente a in fecciones menores: se sucedían las anginas, las otitis, bronqui tis, bronconeumonías, diarreas… A los 2 años le habían extirpado vegetaciones adenoides, y a los 12 las amígdalas.

Su madre siguió escrupulosamente mis indicaciones ali mentarias; mejoró, y lo perdí de vista. Desde 1964 a 1973 fue alimentado correctamente. De 1973 a 1984 hizo prácticas y luego ejerció como ATS en el hospital; comía allí. Contrajo una blenorragia dos veces, a los 24 y a los 26 años.

A partir de 1980 comenzó a probar toda clase de drogas. Primero marihuana y hachís, en 1985 el LSD, etc. En 1982 se expone

al sida. A los 19 años fuma 20 cigarrillos, poco des pués 30 al día. En 1985 se encuentra con su actual compañero, un parien te lejano y

que, como él, está reducido al estado de piltrafa humana. Los dos marchan a la India por un año, y allá se re cuperan moralmente en un ashram. En 1986 vuelven a Suiza y son acogidos por un centro religioso, que sigue mi sistema alimentario, introducido por uno de mis discípulos. La vida está reglamentada: seis horas de gran esfuerzo físico al aire li bre, tres horas de meditación. Le gusta y se siente muy bien. En noviembre-diciembre 1986 y enero 1987 vive en un mo nasterio católico, donde la alimentación es malsana, a base de conservas y muy grasa. Sufre de estreñimiento y se siente mal.

En febrero 1987 vive en su casa, tiene una alimentación correcta, se siente mejor y vuelve al instituto religioso, donde se come con normalidad. Se siente bien hasta octubre 1987, cuando empieza a tener fiebre. Sufre grandes diarreas; el 22 de diciembre 1987 se hace examinar por un centro médico, que confirma la existencia del sida en él y en su compañero.

Lo hospitalizan y recibe Retrovir a razón de 1.600 mg diarios, durante un mes. Debido a la hemólisis causada tan a menudo (70% de los casos) por este medicamento altamente agresivo, los médicos controlan su fórmula sanguínea cada se mana, pero no detectan nada. El Retrovir, de tan mala

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fama, es soportado perfectamente en presencia de una dosis correcta de ácido linoleico en la alimentación. Desaparece la diarrea. Se reduce la dosis a 800 mg diarios (que es la dosis de mante nimiento, ¡a continuar durante toda la vida!) el 24 de enero 1988.

El 16 de febrero 1988, cuando lo examino, tiene la piel sedosa, excepto en los pies y las manos. Es el único del grupo cuyos ganglios no se han inflamado.

La historia de su amigo es análoga: como su compañero, ha probado todas las drogas, cocaína y «majhoun» marroquí incluidos. Diagnosticado de seropositivo el 23 de diciembre 1987, ha sido declarado «portador sano» y lo dejan ir sin trata miento. Su piel está completamente seca y áspera. Sus gan glios están hinchados. Se queja de dolores muy agudos de tipo rematoide en la nuca, Tiene mayor carencia de vitamina F que su amigo y, para mí, está más enfermo que él.

Primera consulta el 16 de febrero 1988. El 21 de junio se sien te perfec-tamente bien, Los dolores en la nuca (Bechteren) han desaparecido. Los ganglios están normales.

errores de comportamiento Los enfermos de sida homosexuales tiene en común la ausen cia de una

familia estructurada, la falta de una mujer que cui de que la alimentación sea equilibrada. Prácticamente todos comen en restaurantes, y los de más edad una o dos veces los días laborables. Actualmente son muy pocos los restaurantes que hayan renunciado a la utilización de las grasas llamadas vegetales, de las margarinas que provienen de ellas, y de los aceites pren-sados en caliente para aliñar sus ensaladas.

¿Cuándo habrá algunos que, habiendo comprendido el problema, corri-jan su forma de proceder y lo anuncien al público en beneficio de todos y especialmente de los enfermos de sida que viven solos? Hay tiendas die-téticas en las que es posible comprar lo necesario para que la alimentación sea sana. La mejor ayuda a los enfermos de sida es el restableci miento de una inmunidad normal, y ésta no puede existir sin un aporte suficiente de vitamina F biológicamente activa.

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Cuando se compara el comportamiento del retrovirus del sida con el de los otros virus que pululan por doquier, los del sarampión, de la varicela, de las paperas, de la poliomieli tis, etc., queda uno asombrado por su poca virulencia, por la escasa reacción de defensa que suscita, y que se traduce en el tiempo tan largo de enfermedad no aparente.

La vitamina F es indispensable para que funcione el sistema inmunitario. Un poco más de energía por parte del atacado y ese virus sería vencido

por sus macrófagos, al parecer. Pero para que se despliegue esta energía, es indispensable que funcione el sistema inmunitario y para que lo haga correctamente, es in dispensable la presencia de la vitamina F. Sin vitamina F en cantidad suficiente, la puerta queda abierta a cualquier manifestación desequilibrio inmunitario, y esto es lo que sucede con los enfermos de sida.

De nuestros nueve enfermos adultos, tres eran portadores de tumores malignos, sarcomatosos; cinco tenían una eosino filia más o menos mar-cada, ¡que en dos de ellos alcanzaba del 10 al 20%! (lo normal está entre un 2 al 4 %); uno tenía sarcoidosis medíastínica (probable enfermedad de inmunodefi ciencia), dos tenían micosis, etc.

Ningún otro grupo social acumula de momento tantos errores de conducta como los portadores de sida, pero nadie nos puede asegurar, si continuamos con nuestros errores ali mentarios, que no aparezca mañana otro virus que nos ataque a todos.

Porque nuestra raza se debilita cada vez más. Respecto a la dosificación de los marcadores de la sangre, los labo-

ratorios, inicialmente, no estaban preparados para que los pudiéramos obtener con facilidad.

Sin embargo, pudimos comprobar que no había necesaria mente para-lelismo entre los valores encontrados y las lesiones clínicamente compro-badas. En la mayoría de nuestros enfer mos el número de linfocitos T4 era bajo, tanto en valor abso luto como en porcentaje, y sin embargo el de los linfocitos T8 y los índices de las betamicroglobulinas aumentaban. En el caso 7, aunque clasificado como sida IV D, con sarcomas de Kaposi, ¡los marcadores eran normales! (T4 = 54 %; número absoluto = 1.112/mm3). Los valores para los linfocitos, T8 apenas habían aumentado en porcentaje:

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38% (normal = 26 ± 6%), y normales en cifras absolutas: 782 (normal: 302 a 1.005).

En el caso 2, el porcentaje de los T3 subió del 31 % al 48% después de un mes de tratamiento; en el caso 3, del 32 al 37% en tres meses. Pero es aún muy pronto para sacar con clusiones definitivas basándonos en estas cifras,

En esta enfermedad vemos que, en un momento dado, de saparecen los linfocitos T4, indispensables para el buen fun cionamiento del sis-tema inmunitario, y el individuo sucumbe frente a cualquier enfermedad oportunista, que aunque benigna, se convierte en mortal. Pero también podemos imaginarnos que los linfocitos T4, en un momento dado, des-pués de x contactos con el virus a lo largo de meses y años de infec ción, se han vuelto hipersensibles y reaccionan con demasiada violencia frente a un nuevo contacto, en cierta forma como «kamikazes». Convertidos en hiperérgicos, abren su lizosoma y se autolizan mediante este mecanismo de defensa excesiva.

Este razonamiento fue el que me llevó a prescribir a todos los enfermos de sida aceite de onagra, a razón de 6 a 8 cápsu las de 500 mg diarios, con el fin de favorecer en ellos la pro ducción de prostaglandina de paz PGE1 (véase más arriba, pág. 41), mediante un aporte de ácido gammalinolénico preformado y frenar así la prostaglandina de guerra PGE2.

El tiempo que llevamos de observación es demasiado corto, pero cuando esos jóvenes vienen a la consulta cada trimes tre y me dicen: «Me siento muy bien», «estoy en plena for ma», “he podido volver a practicar todos mis ejercicios», o después de cuatro meses de tratamiento en los casos de tumo res sarcomatosos de Kaposi: «No me han salido nuevos bul tos», siendo así que en los cuatro meses precedentes habían aparecido 35, que su cara ya no es de color gris sino que tie nen un aspecto resplandeciente, todo esto significa una pro mesa muy hermosa.

Mi forma de proceder Para concluir, vuelvo a explicar cuál es mi forma de proceder con mis

enfermos. Hay que centrar el esfuerzo, por una parte, en la alimen tación, y, por

otra, en la función intestinal.

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Eliminar todas las grasas y sólo prescribir aceites prensados en frío, obtenidos solamente por compresión, sin adición de disolventes, ricos en vitamina F activa y bajo control.

Después de dos días de ayuno a base de zumo de frutas y verduras, alimentarse durante cinco días exclusivamente de frutos crudos (y even-tualmente de frutas no jugosas, plátanos, dátiles, etc.), Luego, y esto de por vida, seguir las reglas ali mentarias indicadas en mis libros. Abstenerse de carne duran te tres meses.

Desde el primer día y durante 15 días, hacerse cada noche un lavado intestinal evacuador, seguido por una instilación de 60 ml de aceite de girasol templado, que debe conservarse toda la noche (puede efectuarse mediante una jeringa grande de plástico de 100 ml, o una pera para lava-tivas de bebés). Estas instilaciones de aceite deberán realizarse luego una vez a la semana, hasta conseguir una piel sedosa hasta la punta de los pies.

Aporte abundante, al menos dos veces a la semana, de vitaminas por vía intravenosa.

Las necesidades de sus cuerpos enfermos son mayores que las de los que gozan de buena salud, y nunca se cubren por la sola alimentación. Suministrarles vitamina C, de 1 a 10 g al día (las dosis muy altas, según las enseñanzas de Pauling, deberán reservarse para los afectados por el sarcoma de Kapo si). Complejo vitamínico B. Vitaminas A y E. Magnesio. Ostras liofilizadas en cápsulas (POP) debido al conjunto de oligoelementos propios del agua marina que contienen; o bien algas marinas en polvo, por la misma razón. Aceite de onagra en cápsulas (de gelatina) de 500 mg, 6 a 8 al día.

Vigilar el pH de la orina y regularlo a lo largo del día entre 7,0 y 7,5 mediante citratos alcalinos, a fin de facilitar la eliminación de metabolitos de desechos ácidos, siempre pre sentes en exceso en los enfermos crónicos,

Por supuesto que los enfermos de sida deben seguir las re glas elementales de higiene, tener un mínimo de ocho horas y media de reposo nocturno; pasar un mínimo de una hora diaria, o siete horas a la semana, al aire libre, y practicar de portes, sin excederse.

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Infundir esperanza La desesperación que sufren los enfermos de sida es muy grande. Se

encuentran rechazados por la sociedad de los «no sidáticos», que les tiene miedo, e incluso por sus amigos. Sa bedores de lo que les espera a corto o muy corto plazo, con una certeza terrible, están alertas a cada síntoma de agrava miento, a cada enfermedad oportunista.

De modo que cuando ven que su estado mejora, aunque más tarde se compruebe que se trataba de una mejoría sólo transitoria, les produce un bienestar extraordinario, que les infunde ánimo y esperanza, lo que en sí mismo ya es curativo y aumenta la inmunidad.

En algunos casos será útil recurrir a un psicoterapeuta. En el caso de la niña, se trataba de un caso «puro», sin ninguna de las complicaciones psicológicas del adulto, y la mejoría ha sido rápida y espectacular. ¿Cuáles serán, a largo plazo, los resultados en adultos que han acumulado errores alimentarios con toda clase de intoxicaciones y enfermedades? Sólo el futuro nos lo podrá decir.

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Preguntas y respuestas

Doctor Philippe-Gaston Besson

Los dos ácidos grasos esenciales para el ser humano son el ácido lino-leico y el ácido alfalinolénico. A partir de estos dos precursores vegetales, el organismo normal es capaz de sintetizar los homólogos superiores (ácido gammalinolénico y dihomogammalinolénico), precursores de las prostaglandinas.

El aceite de nueces, el de girasol, de maíz, de soja, de germen de trigo, de cártamo y de linaza son los únicos aceites corrientes de los que puede decirse que son ricos en ácidos grasos esenciales. Y esto, a condición de que no hayan sido calentados, lo que transformaría la forma biológicamente activa cis-cis en forma inactiva cis-trans.

¿ Cuál sería el aceite ideal? ¡El aceite ideal no existe! Habría que «fabricarlo», utilizando una mezcla

de diferentes aceites vírgenes, que podría ser por ejemplo la siguiente, y que se debe conservar en el refrige rador:

1 dl de aceite de nuez 1 dl de aceite de colza 1 dl de aceite de soja }MEZCLA 11 dl de aceite de germen de trigo 1 dl de aceite de linaza

Luego:5 dl de la Mezcla 1 5 dl de aceite de cártamo }MEZCLA 2

Luego:1 litro de la Mezcla 2 1 litro de aceite de cártamo

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¿Es absolutamente indispensable el aceite de linaza?Hay que distinguir la alimentación «terapéutica» en la que es tán pre-

sentes todas las condiciones que pueden contribuir a mejorar la salud, y una alimentación sana de una persona con buena salud.

En el primer caso, es esencial procurarse los aceites más «terapéuticos». Para ser más eficaz en el tratamiento de una patología grave, que afecte al sistema nervioso por ejemplo, es necesario utilizar en la alimentación aceites ricos en ácidos grasos libres y de doble enlace.

En el segundo caso, se puede utilizar un aceite no tan per fecto, a con-dición de que aporte una cantidad suficiente de vitamina F, aunque no tenga la misma concentración en ácido alfalinolénico que el aceite de lino.

Cuando no se encuentra aceite de linaza, ¿por cuáles aceites se lo puede reemplazar?

El aceite de linaza está prohibido en algunos países debido a su facilidad para oxidarse, para volverse rancio y producir así radicales libres peligrosos. Se evita este problema previniendo las causas de oxidación de los aceites en general, y del aceite de linaza en particular, mediante:

• La conservación del aceite al abrigo de la luz (los aceites de pri-mera presión en frío se venden por lo general en botellas metáli-cas, o en botellas de vidrio de colores os curos.

• La conservación del aceite en el refrigerador, una vez abierta la botella.

• La renovación frecuente de la botella de aceite, en espe cial el de linaza (conviene comprarlo en envases de 250 a 500 ml).

La doctora Kousmine recomienda utilizar el aceite de linaza únicamente para fabricar la crema Budwig. En su defecto, se lo puede reemplazar por aceite de cártamo, de girasol o de germen de trigo. Pero conviene saber que el aceite de girasol y el de lino poseen fórmulas completamente diferentes en lo que respecta a los ácidos grasos, esenciales o no.

Los dos ácidos grasos esenciales para el hombre son el ácido linoleico (C18:2, n-6) y el ácido alfalinolénico (C18: 3, n-3), di- y triinsaturados respectivamente. El primero perte nece a la familia «omega 6», y el segundo a la familia «ome ga 3». A partir de estos dos precursores vegetales, el

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organismo normal es capaz de sintetizar los homólogos superiores, que se venden muy caros en forma de aceite de onagra o aceite de borraja (ácido gammalinolénico).

El aceite de linaza contiene 45 a 50% de ácido alfalinolénico, y aproxi-madamente 15% de ácido linoleico. En cambio, el aceite de girasol sólo contiene 0,2 a 0,7% de ácido alfalinolénico, y de 52 a 68% de ácido linoleico. Por tanto, estos dos aceites, más que intercambiables, son complementarios. A su vez, el aceite de germen de trigo contiene 8% de ácido alfalinolénico, y de 60 a 65% de ácido linoleico, lo que significa que está muy equilibrado,

¿ Qué aceite debe emplearse para la cocción? Con el calor, el aceite se transforma y pierde sus cualidades vitamínicas,

conservando sólo sus cualidades calóricas. Hay que escoger entonces un aceite que soporte bien el calor, como el aceite de cacahuete.

¿ Qué cantidad de aceite debe consumirse al día? Nuestra necesidad diaria de vitamina F es de 12 a 25 g, lo que corres-

ponde aproximadamente a 2 cucharadas soperas al día (o 6 cucharaditas de las de café). Como hay ya 2 cucharaditas de aceite de linaza en la crema Budwig, se necesitan 2 cucharaditas de aceite de girasol virgen, crudo, por persona, duran te las comidas del mediodía y de la noche, en las verduras u hortalizas, para que sea posible una verdadera recarga vitamínica F. No basta con emplear aceite virgen para aliñar la ensa lada, porque la cantidad utilizada se reparte entre todos los comensales, y la mayor parte queda en la ensaladera. Hay que echar las 2 cucharaditas en cada plato. Para aliñar la ensalada puede utilizarse aceite de oliva, pobre en vitamina F, pero a menudo apreciado por su sabor.

Características de los aceites esenciales En un comienzo, los aceites tenían una garantía casi absoluta en cuanto

a su calidad. Naturales, poco abundantes, ofre cían un aporte calórico moderado y una reserva energética de segundo grado, sin crear ni sobre-carga ni déficits meta bólicos.

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En la actualidad, estos aceites poco a poco vuelven a aparecer, en gran parte debido, al menos en nuestra región, a la labor incansable de la doc-tora Kousmine, quien se había comprometido en este sentido desde hacía largo tiempo.

Un aceite crudo, natural, vivo, debe observar necesaria mente las siguientes exigencias:

• Provenir de semillas perfectamente maduras, en lo posi ble sin abonos y procedentes de cosechas recientes.

• Las semillas, enteras, no deben someterse (al baño Ma ría) a tem-peraturas que superen los 30-35ºC.

• Las semillas deben ser exprimidas en frío, una sola vez sin otro aumento de temperatura que el que genera el propio procedi-miento (45-50ºC).

• El aceite debe sufrir una decantación normal durante 24 a 48 horas, y ser filtrado mediante papel y no amianto.

• No debe ser refinado ni neutralizado. • No debe mezclarse. • Debe guardarse en depósitos no expuestos al aire ni a la luz, y

éstos ser llenados hasta el borde.

Un aceite así merecerá el nombre de «crudo y natural», y presentará las siguientes características:

• Sabor específico de la semilla de la cual procede. • Nivel intacto de ácidos grasos esenciales (distintos según los

granos). • Nivel intacto de vitamina E (25 a 30 mg por 30 g de aceite). • Presencia de todos sus elementos aromáticos. • Optimo nivel de lecitina. • Radiactividad nula (2 Becquerel por litro como má ximo).

Un aceite así, metabólicamente activo, se integra a la per fección en cualquier línea alimentaria de prevención y rehabi litación.

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Estas características, ligadas a otros aportes calóricos controlados, adaptados a las necesidades reales y exentos de lípi dos saturados, permitirá evitar al máximo las secuelas de un consumo excesivo de lípidos corrientes.

Ácidos linoleico, vitamina E y lecitina desempeñan igual mente un papel esencial en el ciclo del colesterol y neutrali zan su propensión a depositarse, y luego a fijarse, en las venas y arterias, o, al menos, limitan esta tendencia, comienzo ineluctable de la ateromatosis. Estos diferentes elementos constituyen, entonces, los criterios objetivos para evaluar los lípidos en general, y los aceites en particular.

Contenido medio de los aceites en ácidos grasos (en %) Ácidos grasos esenciales

Saturados MonoinsaturadosLinoleico

diinsaturado (omega 6)

Alfalinolénico triinsaturado

(omega 3)

Linaza 11 25 15 49

Girasol 12 22 65 1 Germen de trigo 15 15 62 8 Nuez 9 17 60 14 Soja 16 24 53 7 Cártamo 10 13 76 1Colza 8 62 10 0 Oliva 16 74 10 0 Cacahuete 20 50 30 0 Almendra 9 70 21 0 Copra (nuez de coco) 95 5 0 0 Calabaza 18,9 35 46 0,1 Maiz 13 30 57 0 Avellana 8 86 6 0 Adormidera 12 14.5 72 1,5 Palma 47 43 8 2 Palmito 83 14 9,5 2,5 Sésamo 16,5 42 41 0,5

El aceite de colza debe tener menos de 5 % de ácido erúcico

Quede claro que semejante aceite no debería servir en ningún caso para freír, asar o cocinar en caliente, operaciones que hacen desprenderse acroleínas y modifican sus equilibrios estructurales, provocando pérdida de

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facilidad metabólica, inercia digestiva, obstrucción vascular, perturbación y proble mas hepáticos.

A propósito de los cereales

¿Qué cereales se deben utilizarse en la crema Budwig? Hay que evitar las mezclas de cereales. La doctora Kousmine siempre

las ha desaconsejado, aunque no fuera más que para saber, en caso de into-lerancia digestiva, a cuál se debe. Es me jor alternarlos, y luego seleccionar los que convienen mejor a cada cual.

También hay que evitar el centeno y el trigo para preparar la crema Budwig, por cuanto, al ser demasiado ricos en glu ten, podrían ser respon-sables de hinchazón de vientre y gases en algunas personas más sensibles.

A menudo he encontrado estos problemas en pacientes que tenían problemas digestivos y que los atribuían a la crema Budwig, cuando lo que sucedía era que la preparaban mal.

Nunca hay que utilizar cereales en forma de copos o de harinas ya preparadas. Los cereales recién molidos son ricos en auxinas, hormonas vegetales de crecimiento, excelentes para la salud de las encías.

Para los niños, que pueden beneficiarse con la crema Bud wig desde los seis meses, se utilizará preferentemente alforfón o avena.

Para las personas estreñidas, se utilizará cebada o avena. Para los que sufren de diarreas, alforfón.

A propósito de las vitaminas ¿Qué vitaminas aconseja la doctora Kousmine? En todos los casos de enfermedades degenerativas graves, hay que

tomarse todo el alfabeto de vitaminas: A, B, C, D, E, F. Y, según la patología, calcio, magnesio, selenio, cinc… En es tos casos, el

organismo necesita con urgencia estas vitaminas, y es importante tomarlas todas de forma oral. El médico es quien decidirá la duración de este trata-miento. Se comple mentan con complejos vitamínicos inyectables, por vía endovenosa, dos veces a la semana.

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¿ Es posible encontrar estas vitaminas en la alimentación? Por supuesto que sí. Una persona sana, que ha reformado su alimentación, puede encon-trar los elementos indispensables para mantener su buena salud en la ali-mentación. Pero un enfermo ya no está capacitado. Las dosis de vitamina que ne cesita sobrepasan considerablemente las cantidades que nues tra alimentación actual puede aportar. Incluso cambiando de alimentación, el déficit de arrastre es demasiado grande, y necesita una terapia vitamínica de apoyo durante varios meses.

¿Con qué dosis de vitaminas no se corre peligro de que se presenten pro-blemas a largo plazo, en particular con la vitamina A?

Si se trata de un organismo que se supone sano, la alimenta ción sana tal como la propone la doctora Kousmine, debe bastar para proporcionar al organismo las vitaminas y oligoe lementos indispensables.

Cuando el organismo está enfermo, pero no con una en fermedad degene-rativa grave, la vitaminoterapia, tal como la propone la doctora Kousmine, debe incluir «ventanas tera péuticas», es decir, períodos sin tratamiento.

Por el contrario, para un organismo con una enfermedad degenerativa grave (cáncer, esclerosis múltiple, poliartriris cró nica evolutiva, etc.), es necesario prescribir vitaminas de forma ininterrumpida durante varios meses.

¿Qué vitaminas se utilizan? La doctora Kousmine utiliza desde hace muchos años dos pro ductos

inyectables: La Ascodyne (vitaminas del complejo B con vitamina C, calcio y mag-

nesio), principalmente para las siguientes patolo gías: • distonía neurovegetativa, • depresión reactiva, • esclerosis múltiple, • enfermedades degenerativas del sistema nervioso, • períodos postoperatorios, • fatiga de crecimiento; por agotamiento profesional, • espasmofilia, tetania.

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• artrosis osteoporótica, • alergias.

El Dynaplex (vitaminas del grupo B, con vitamina C y metionina), utilizado principalmente en las siguientes enfermedades:

• cáncer (sobre todo como apoyo durante la quimiotera pia o la radioterapia),

• enfermedades degenerativas del trato digestivo (rectocolitis ulcero-hemorrágica, enfermedad de Crohn)

• consecuencias de hepatitis, • precancerosos, • insuficiencia hepática, • alcoholismo, • fatiga debida a excesos.

Estos productos sólo se encuentran en Suiza. En Francia, Italia u otros países, hay que prescribir «cócteles»: Bécozyrn, Laroscorbine 1000, Cal-cibronat. Mezclar en la jeringa una ampolla de cada uno.

¿Por qué tiene que ser por vía intravenosa? ¿Es indispensable? ¿No es posible tomar estas vitaminas de otra manera?

La vía intravenosa es indispensable… Le dirán que las vitaminas, el calcio y el magnesio inyecta dos son

eliminados inmediatamente, que no tienen ningún efecto y son, por lo tanto, inútiles. Sucede como si la célula (especialmente la célula nerviosa) se volviese impermeable a esos elementos, precisamente cuando más los necesita, Pues bien, mediante una inyección intravenosa se provoca una concentración sérica importante de esos diferentes productos. Durante el tiempo que dura la inyección, las células están su mergidas en un ambiente concentrado de esos diferentes pro ductos. De este modo las células enfermas se ven obligadas a aceptar la penetración de esas sustancias indispensables para su equilibrio, y esto sólo durante el tiempo que dura la inyec ción. Por esto se recomienda inyectarla muy lentamente. Sólo son realmente activos durante este tiempo. A veces son nece sarios largos meses, a razón

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de dos inyecciones intravenosas a la semana, para que el conjunto de las células del organismo reencuentre su equilibrio.

Este resultado no se podría obtener utilizando la vía intramuscular, por ejemplo, y menos aún mediante comprimidos vitamínicos aislados,

A propósito de los lavados intestinales

¿No existe un peligro en realizar lavados rectales de 2 litros con tanta frecuencia y durante tanto tiempo? ¿No modifica esto la flora microbiana del intestino? ¿O no provoca una irritación del intestino a largo plazo?

¡ No! Hay que comprender que lo que se persigue es precisa mente eliminar cuanto antes esta flora, que en vez de ser comensal y saprofita, se ha convertido en patógena con el correr de los años. El lavado rectal permite evacuar rápidamente una gran parte de las materias fecales que están estan cadas en el intestino. y con ellas, la flora de putrefacción. ¡Se destruye más nuestra flora intestinal tomando un antibiótico que hacién-dose lavados rectales!

La alimentación sana propuesta por la doctora Kousmine permite sembrar nuevamente y de forma progresiva el intesti no con lactobacilos y gérmenes no agresivos.

Al no ser la presión del agua demasiado fuerte, no hay pe ligro de per-forar la pared del colon en algún lugar de menor resistencia. La mucosa intestinal está protegida por la manza nilla, que tiene propiedades antiin-flamatorias, y por la intro ducción de aceite de girasol virgen, que es ger-micida y cicatri zante, y además alimenta y refuerza la mucosa intestinal. La doctora Kousmine recomienda a sus pacientes que realicen los lavados rectales desde hace más de 50 años, y jamás ha tenido problemas.

¿Se puede utilizar otra cosa que no sea manzanilla? ¿Malva, café, agua salada, jugo de trigo, arcilla romero, espliego…?

Sí, pero a largo plazo, y con la perspectiva que da la experien cia, la manzanilla es la que mejor conviene a los lavados recta les con fines tera-péuticos durante varias semanas.

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¿ El lavado rectal conviene a todos? Las enfermedades intestinales no son una contraindicación. La colitis,

por ejemplo, es fruto de la irritación de las mucosas intestinales por heces duras no expulsadas u otros deshechos putrefactos. Los lavados rectales van a liberar el organismo de esas heces duras, deshechos putrefactos y restablecer la tranquilidad en el intestino irritado.

La edad no constituye en sí misma una contraindicación, pero según la edad hay que adaptar el volumen de la lavativa. Por desgracia, encontramos actualmente niños de 9 años que padecen enfermedades degenerativas graves (poliartriris cróni ca evolutiva, cáncer...) y hay que prescribirles lavativas.

Parece ser que las lavativas me cansan… ¿es posible? Es posible, en efecto, que las lavativas produzcan cansancio y hasta

estreñimiento (!). Esto ocurre a veces, sobre todo en en fermos de escle-rosis múltiple. Hay que espaciarlas, entonces, a razón de una lavativa por semana o cada 10 días, Y, sobre todo, no olvidar la reintroducción de aceite virgen después de la lavativa. Este inconveniente se debe a que la mucosa intestinal está como paralizada desde hace demasiado tiempo por trastornos crónicos ligados a la mala nutrición de muchos años. El esfuerzo que se le pide al organismo para recuperar una eliminación normal le cansa. Es preciso mostrarse pacien te y espaciar la estimulación de las lavativas hasta la normali zación progresiva del tránsito.

¿Se pueden realizar los lavados a un bebé? Sí, utilizando la pera para lavativas de bebés, de 60 ml.

¿Cómo se realiza la instilación de aceite después de los la vados? Las instilaciones de aceite en el intestino se facilitan utilizan do una

jeringa de plástico de 100 ml. La dosificación es más precisa, y la instilación se realiza sin peligro de que entre aire en el intestino dado que no hay que aspirar, como en el caso de las peras para lavativas. Además, es más fácil de limpiar y más higiénica. Se le encuentra sin problema en las farmacias.

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Conclusión

Lydia Muller

El mensaje de la doctora Catherine Kousmine, cuya importancia se impone poco a poco, es el fruto de un enorme traba jo de investigación realizado a lo largo de cuarenta años; se apoya en una gran cantidad de observaciones realizadas tanto en numerosos enfermos que estaban a su cargo como en expe rimentos con ratones. La finalidad de esta investigación era comprender los motivos de la disminución de nuestra inmunidad y encontrar las reglas que condicionan su restableci miento. Sin embargo, incluso cuarenta años de investigacio nes no bastan para captar un problema tan central como el cubo de una rueda; hace falta para eso una inteligencia ge nial. Y, en efecto, la doctora Kousmine ha abierto un nuevo capítulo en la medicina y ha aportado una solución a los pro blemas producidos por la evolución de la industria alimenta ria a lo largo de los últimos decenios.

Es muy importante observar que uno de los elementos de su terapéutica exige la participación del enfermo. De este modo se desplaza el centro de gravedad: la medicina oficial lucha prioritariamente contra la enfermedad, y el paciente tiene un papel pasivo; la doctora Kousmine sitúa el centro de gravedad en la salud, y el enfermo es quien debe reconquis tarla.

El médico no está presente más que para observar, explicar y aconsejar, y sólo interviene cuando el problema excede la capacidad del enfermo. ¿Qué consecuencias psíquicas aporta esta situación al enfermo? Se siente valorado, se le habla de igual a igual, uno se dirige a lo que hay de mejor en él. Es decir que, como adulto responsable, forma equipo con su médico. Y aunque no todos los enfermos pueden acceder a una actitud adulta, muchos son ciertamente educables. En es tos casos la colaboración del cónyuge o de los padres es a me nudo indispensable. No puedo dejar de pensar que semejante actitud, aunque no sea general, si al menos es seguida por una mayoría importante, tendría enormes repercusiones en el mantenimiento y restablecimiento de la salud en un país.

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Apéndices

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Ofrecemos al lector tres cuadros que podrán guiarlo en la elección de algunos alimentos especiales, o en ciertos complementos alimentarios, de acuerdo a las indicaciones, del médico,

El primer cuadro «¿Dónde encontrar las vitaminas y los minerales?», es una lista que permite escoger los alimentos más ricos en determinada vitamina.

El segundo cuadro, «Alimentos alcalinizantes y acidificantes», per-mite orientar la propia alimentación hacia una acidificación o hacia una alcalinización.

El tercer cuadro: «Intoxicación por metales pesados», ofrece algunos consejos relativos a los riesgos de contaminación por metales pesados, y los medios para ponerles remedio.

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¿Dónde encontrar las vitaminas y los minerales?

Vitamina C De 100 a 200 mg por 100 g

• perejil • grosella negra o casís • escaramujo • rábano blanco • pimiento • berro

De 50 a 60 mg por 100 g • fresa • naranja • limón • col

De 30 a 50 mg por 100 g • pomelo • grosella • diente de león • tomate • rábano

Vitamina P por orden decreciente de concentración

• grosella negra o casís • cítricos (agrios) • frutas en general • alforfón (trigo sarraceno)

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Vitamina PP (niacina, B3) De 20 a 40 mg por 100 g

• levadura de cerveza • salvado de trigo • salvado de arroz

De 10 a 20 mg por 100 g • hígado de ternera • hígado de cordero • cacahuete • atún en lata

De 4 a 10 mg por 100 g • germen de trigo • pan integral

Vitamina B6 De 1 a 2,5 mg por 100 g

• levadura de cerveza • semilla de girasol • germen de trigo • nueces

De 2 mg por 100 g • leche

De 0,5 a 1 mg por 100 g • hígado de cordero • hígado de ternera • carne fresca • cereales integrales • leguminosas • plátano

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Vitamina A6 U. I. por 100 g

• aceite de hígado de bacalao 85.000• hígado de cordero 50.500• hígado de ternera 22.500• mantequilla 3.300• yema cruda de huevo 1.140• queso camembert 1.020• leche 140

Equivalente en retinol • diente de león fresco 13.650• zanahoria fresca 12.000• espinacas 9.420• perejil 8.420• melón 3.420• endibia 3.000• albaricoque fresco 2.790• melocotón 880• germen de trigo 650

Vitamina e7 Por orden decreciente de concentración

• aceite de germen de trigo • aceite de girasol prensado en frío • aceites vegetales prensados en frío • frutas oleaginosas • germen de trigo • verduras de hojas verdes • hígado

6. Para los productos vegetales. las cantidades se expresan en equivalente retinol, es decir, toman-do en cuenta el caroteno con su coeficiente de conversión de 6 nanogramos de caroteno por 1 nanogramo de retinol.

7. En el comercio hay cápsulas de gelatina de vitamina E de alta concentración: 200, 400, 800 y 1.000 mg,

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• huevo entero • cereales integrales

Vitamina B15 Por orden decreciente de concentración

• levadura de cerveza • carne de buey cruda • arroz integral • semilla de girasol • pepitas de calabaza • semilla de sésamo

Vitamina B12 Por orden decreciente de concentración

• hígado de ternera • hígado de pescado • despojos • pescado • huevo • leche y productos lácteos • quesos fermentados

ácido fólico Por orden decreciente de concentración

• Verduras de hojas verdes • hortalizas de raíces • despojos (hígado…) • huevo • levadura de cerveza • cereales integrales

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Vitamina B1 De 3 a 20 mg por 100 g

• levadura de cerveza • germen de trigo

De 0,5 a 3 mg por 100 g • despojos (hígado…) • arroz integral • trigo integral • judías tiernas • lentejas • frutos oleaginosos (nueces, almendras, avellanas, ctc.) • yema de huevo • naranja • leguminosas

Vitamina B2 De 1 a 5 mg por 100 g

• levadura de cerveza • leche • germen de trigo • despojos (hígado…)

De 0,15 a 0,3 mg por 100 g • yema de huevo • leguminosas • frutos oleaginosos (nueces, almendras, avellanas, etc.) • cereales integrales

ácido pantoténico (B5) Por orden decreciente de concentración

• levadura de cerveza • despojos (hígados) • yema de huevo

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• germen de trigo • leguminosas

Biotina (B8 o H) Por orden decreciente de concentración

• levadura de cerveza • despojos (hígado…) • huevo entero • arroz integral • cereales integrales • leguminosas

ácido paraaminobenzoico Por orden decreciente de concentración

• levadura de cerveza seca • despojos (hígado…) • setas • germen de trigo • yogur

Vitamina dPor orden decreciente de concentración

• aceite de hígado de rodaballo • huevo entero • sardinas • arenques • higadillos de pollo • despojos • aceite de hígado de bacalao • leche y productos lácteos • germen de trigo • huesos pulverizados

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Vitamina K Por orden decreciente de concentración

• verduras de hojas verdes • yema de huevo • tomate • aceite de cártamo • coliflor • semillas de soja

Vitamina F Por orden decreciente de concentración

• aceite de lino • aceite de cártamo • aceite de girasol • otros aceites vegetales prensados en frío • semillas de girasol • frutos oleaginosos

Colina Por orden decreciente de concentración

• yema de huevo • despojos (hígado...) • levadura de cerveza • germen de trigo • soja • pescado • leguminosas • col de Bruselas

Inositol Por orden decreciente de concentración

• germen de trigo • cereales integrales • cítricos (agrios)

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• despojos (hígado...) • col • levadura de cerveza • leche • frutos oleaginosos (almendras, nueces, etc.) • lecitina

Calcio • huesos pulverizados, dolomita8

De 118 a 1.160 g por 100 g • semillas de sésamo no descortezadas • quesos de pasta dura • sardinas • diente de león • higos secos • almendras, nueces, avellanas • legumbres (secas) • leche

Flúor • té • huesos pulverizados

Fósforo Por orden decreciente de concentración

• levadura de cerveza • yema de huevo • almendras, nueces, avellanas, leguminosas (lentejas, soja, guisan-

tes...) • queso • chocolate

8. Existe como complemento alimentario.

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• pescado, carne, aves • cereales sin descascarillar • leche • huesos pulverizados

Magnesio De 120 a 410 mg por 100 g

• cacao • soja • almendras • cacahuete • judías secas • nueces, avellanas • copos de avena • maíz cultivado biológicamente

De 70 a 90 mg por 100 g • pan integral • lentejas • higos • dátiles

Potasio De 600 a 1.900 mg por 100 g

• levadura de cerveza seca • albaricoque seco • lentejas • higos secos • guisantes secos • almendras • uvas pasas • dátiles • nueces • avellanas

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De 110 a 520 mg por 100 g • setas • sardinas • patatas • atún • plátano • col, zanahoria • tomates • albaricoque fresco • frutas diversas • manzana

Sodio Por orden decreciente de concentración

• clara de huevo • sardinas • productos del mar • apio • algas

Azufre Por orden decreciente de concentración

• col • rábano de piel negra • cebolla • ajo • espárragos, puerros • pescado • huevos • carne

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Cinc9 De 100 a 143 mg por 100 g

• ostras • arenques

De 50 a 60 mg por 100 g • setas• levadura de cerveza

De 13 a 14 mg por 100 g • salvado de trigo • avena integral • germen de trigo

De 3,4 a 9 mg por 100 g • hígado de cerdo • hígado de ternera • cordero • guisantes • carne de buey• nueces variadas

Manganeso10 Más de 15 mg por 100 g

• té • clavo de olor • jengibre

9. En el caso de los cereales, la presencia de fitato de calcio puede impedir la absorción del cinc. Los alimentos y bebidas ricos en cobre pueden, por otra parte, dificultar la absorción de buena parte del cinc alimentario.

10. Los vegetales con hojas no tratados constituyen nuestra principal fuente de manganeso. Pero cuanto más alcalino es el suelo, a causa del rendimiento, menos manganeso se encuentra en las hojas.El germen o el salvado de la semilla contienen más manganeso, pero se pierde en el proceso de la molturación.

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De 3 a 15 mg por 100 g • salvado de arroz • nueces • espinacas • salvado de trigo • cereales sin descascarillar • piña

De 0,5 a 2 mg por 100 g • leguminosas • verduras de hojas verdes

Cromo De 100 a 220 mcg11 por 100 g

• levadura de cerveza

De 52 a 175 mcg por 100 g • trigo sin descascarillar • germen de trigo • patata de cultivo biológico • huevo entero

De 17 a 43 mcg por 100 g hígado • centeno • queso • maíz integral • cebollas maduras • dátiles • cebada integral • avena integral

11. mcg (o también µg): microgramo(s), millonésima parte de un gramo.

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Yodo De 0,10 a 700 mg por 100 g

• algas marinas • bacalao fresco • arenque ahumado • soja

De 0,02 a 0,05 mg por 100 g • arenques frescos • cangrejo • langosta • bogavante • judías verdes • cebolla

níquel De 148 a 1.370 mcg por 100 g

• espinacas • semillas de soja • habas • pimienta negra • avena sin descascarillar • judías secas • lentejas guisantes verdes • centeno sin descascarillar • arroz integral • perejil

Selenio De 1.200 a 4.800 mcg por 100 g

• semillas de sésamo • maíz integral • trigo integral • cebollas

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• cebada sin descascarillar • avena sin descascarillar • leguminosas

De 50 a 1.000 mcg por 100 g • espárragos • huevo • coco • carne roja • ajo seco • levadura de cerveza

Molibdeno De 103 a 400 mcg por 100 g

• alforfón • fríjoles • legumbres • germen de trigo • lentejas • semilla de girasol

Cobalto De 327 a 500 mcg. por 100 g

• judías secas • langosta • yema de huevo • mejillones • rábanos • chuletas de cordero • remolacha roja, col • higos

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Vanadio De 95 a 1.523 mcg por 100 g

• aceite de oliva de primera presión en frío • aceite dc cacahuete de primera presión en frío • aceitunas negras a la griega (con aceite de oliva y tomillo) • lentejas • guisantes no tratados

De 95 a 200 mg por 100 g • espinacas • avena • patatas • vinagre natural • col • naranjas, uvas • bacalao fresco • aceitunas verdes

Hierro De 10 a 15 mg por 100 mg

• soja • cacao • hígado de buey despojos • vino tinto

De xx a xx mg por 100 mg• judías secas • lentejas • ostras • yema de huevo • guisantes secos • hígado de ternera

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De 2 a 4 mg por 100 g • frutas secas • espinacas • perejil • carne • pan integral • higos secos • avellanas • almendras secas • berro

Cobre De 14 a 17 mg por 100 g

• ostras

De 1,07 a 7,90 mg por 100 g • hígado de ternera • hígado de cordero • levadura seca • cacao • té • germen de trigo • salvado de trigo • semilla de girasol • nueces • soja • curry • setas • pimienta

FUENTE: Pfeiffer y Gonthier, Équilibre psycho-biologique et oligoélé-ments, Éd. Debard-Équilibre.

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Alimentos alcalinizantes y acidificantes (según Jean Gauthier, «Nature et vie»)

Frutas ácidas

Clementina Alcal. Granada Alcal. Grosella Alcal. Limón Alcal. Mandarina Alcal. Naranja Alcal. Piña Alcal. Pomelo Alcal.

Frutas semiácidas Albaricoque Acid Cereza Alcal. Ciruela Acid Fresón Alcal. Manzana Alcal. Melocotón Alcal. Pera Alcal. Tomate Alcal. Uva Alcal.

Frutas dulces Dátil Alcal. Higo Alcal. Manzana dulce Alcal. Plátano Alcal. Uva dulce Alcal.

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Frutos secos Ciruelas pasas Acid Higos secos Alcal. Orejones de albaricoque Acid Orejones de manzana Alcal.Orejones de pera Alcal. Plátano maduro seco Alcal. Uvas pasas Alcal.

Frutas neutras Melón Alcal. Sandía Alcal.

Frutos oleaginosos Almendra seca Alcal. Avellanas Acid. Nueces secas Acid Pistacho Acid

Hortalizas Con poco almidón

Acedera Acid. Achicoria Alcal. Berenjena Alcal. Berro Alcal. Brécol Alcal. Calabacín Alcal. Calabaza Alcal. Calabaza gigante Alcal.

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Canónigo Alcal. Cardo Alcal. Cebollino Alcal. Col Alcal. Coliflor Alcal. Endibia Alcal. Escarola Alcal. Espárrago Alcal. Espinaca Alcal. Judías verdes Alcal. Lechuga Alcal. Pepinillo Alcal. Pepino Alcal. Pimiento morrón Alcal. Puerro Acid. Rábano Alcal. Ruibarbo Acid.

Con más almidón Alcachofa Alcal. Apio nabo Acid. Cebolla Acid. Chalote Acid.Chitivía Alcal. Col de Bruselas Alcal. Colinabo Alcal. Diente de león Alcal. Guisantes frescos Alcal. Nabo (raíz) Alcal. Perejil Alcal.

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Remolacha (raíz) Alcal. Salsifí Alcal. Zanahoria Alcal.

Con mucho almidón Aguaturma Alcal. Castaña Alcal. Patata Alcal.

Lípidos Aguacate Alcal. Aceituna Alcal.

glúcidos Miel Acid.

Alimentos de compromiso Legumbres secas Guisantes secos Acid. Habas Acid Judías secas Acid. Lentejas secas Acid. Soja Acid

Cereales y derivados Alforfón Acid. Arroz integral Acid. Avena Acid. Cebada integral Acid. Centeno integral Acid

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Fécula de patatas Acid. Harina blanca Acid. Harina de avena Acid. Harina de maíz Acid. Maíz Acid. Pan blanco Acid.Pan integral Acid.Pastas Acid.Sémola Acid.Trigo integral Acid.

Productos lácteos Lípidos

Crema de leche o nata de leche Acid.Leche humana Alcal. Leche de vaca entera Alcal. Leche de vaca descremada Acid.Mantequilla Acid.

Proteínas magras Requesón-Cuajada Alcal. Requesón escurrido Alcal. Yogur descremado Alcal.

Proteínas grasas Queso Comté Acid. Queso Emmenthal Acid. Queso Gruyère Acid Queso St Paulin Acid. Queso de cabra Alcal.

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Huevos Yema Alcal. Clara Acid.

Alimentos degenerativos Productos animales Carne de buey Acid. Corazón de buey Acid Sesos de buey Acid. Aves y caza Acid. Pescados Acid. Crustáceos Acid.

Varios Alcohol Acid. Azúcar artificial Acid, Cacao Acid.Condimentos Acid. Especias Acid. Repostería Acid.

en resumen: Acidificantes Alcalinizantes

Carnes LecheHuevos Verduras y HortalizasCereales Frutas

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Intoxicación por metales pesados

ARSénICO

Riesgos de intoxicación debidos al medio ambiente • estufas a carbón • pesticidas, insecticidas, herbicidas, defoliantes • fábricas de vidrio, de espejos

Efectos tóxicos del arsénico en el adulto • fatiga, falta de vitalidad • pérdida del cabello • gastroenteritis

Tratamiento • vitamina C • selenio

Consejos en materia de alimentación • judías, leguminosas • alimentos ricos en aminoácidos azufrados

PLOMO

Riesgos de intoxicación debidos al medio ambiente • gases emitidos por los vehículos, atmósfera de las ciudades • pinturas a base de plomo • contaminación debida a las fundiciones • conducciones para el agua de plomo, tuberías de plomo • pilas y acumuladores de plomo • aditivos a la gasolina • esmaltes y cerámica esmaltada • soldaduras • revestimientos diversos

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• lápices • papel de diario • soldados de plomo • cenizas, polvo • hortalizas y verduras cultivadas cerca de las carreteras • venta de alimentos al aire libre, al borde de las carreteras • insecticidas • harina de huesos • vino • cigarrillos • tintes para el cabello • masilla • vidrios con plomo • tipos de imprenta• materiales de construcción • yeso • municiones, accesorios para el tiro al blanco • talleres de artesanos, zonas industriales

Efectos tóxicos del plomo para el ser humano Sistema digestivo: estreñimiento, diarreas, pérdida de apetito, decolo-

ración de las encías, náuseas, cólicos. Sangre: anemia, hemoglobina baja, glóbulos rojos puntuados, hipe-

ruricemia. Articulaciones y músculos: fatiga muscular, atonía y calambres, temblores,

esclerosis de los nervios motores, artritis, gota, atrofias óseas y articulares. Cerebro y nervios: retraso mental, depresión, irritabilidad, confusión,

insomnio, dolores de cabeza, agitación, inestabilidad emocional, gusto metálico en la boca, vértigos, parálisis,

Hiperactividad y dificultades para estudiar en los niños: nerviosismo excesivo, en líneas generales.

Tratamiento Suprimir las causas de intoxicación

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Cinc y calcio, que favorecen la excreción del plomo. El plomo tiende a reemplazar de modo progresivo el calcio deficiente de nuestros huesos. Una alimentación rica en calcio previene contra este riesgo. La vitamina C y la vitamina B reducen la toxicidad del plomo. La lecitina protege el tejido nervioso.

Consejos en materia de alimentación Leguminosas y algas, que activan la función intestinal del plomo. Ajo,

judías, frutos agrios ricos en vitamina C.

MeRCURIO

Riesgos de intoxicación debido al medio ambiente • combustión de carbón • empastes dentarios • acumuladores, pilas • ungüentos y cosméticos • fungicidas y pesticidas • papeles y adhesivos • materiales para fotografía o cine • fieltros y vestidos • antisépticos • ceras para madera • pinturas al agua • abonos químicos • tubos de neón • pescados provenientes de sectores contaminados • manipulación de productos derivados del petróleo • barómetros, termómetros

Efectos tóxicos del mercurio en el adulto • perturbaciones, de las funciones cerebrales, sensibilidad emotiva

no acostumbrada. • astenia, pérdida de apetito, enflaquecimiento.

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• perturbaciones en la visión • parálisis • convulsiones, pérdida del sentido del dolor • albuminuria debida a lesiones renales • inflamaciones de las encías • dificultad para masticar, para tragar

Tratamiento• suprimir las causas de la intoxicación • selenio, que es un antídoto del mercurio • vitaminas C, E, A, que reducen sus efectos tóxicos • calcio, que lo neutraliza y facilita su eliminación • lecitina

Consejos en materia de alimentación • alimentos ricos en aminoácidos azufrados (cisteína) • alimentos ricos en vitamina C, en selenio • patatas y judías estofadas

CAdMIO

Riesgos de intoxicación debidos al medio ambiente • fundiciones de cinc, de plomo, de cobre • agua potable contaminada, tuberías galvanizadas con cadmio • partículas de neumáticos • harina blanca • cacerolas esmaltadas • bombones y embutidos • incineración del caucho, de plásticos y de colorantes • máquinas expendedoras de bebidas • café instantáneo y bebidas gaseosas, té • ostras y mariscos contaminados, pesquerías próximas a zonas • industriales • aceites industriales y gases de vehículos

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• abonos fosfatados • productos para la limpieza de la plata • cigarrillos, humo del tabaco • pinturas industriales • alimentación con carencia de cinc

Efectos tóxicos del cadmio en el adulto • hipertensión • lesiones renales • arteriosclerosis, enfermedades cardiovasculares • alteración del corazón y del sistema vascular • bronquitis crónicas (fumadores) • enfisemas • inapetencia • disminución del olfato • tumores cancerosos • disminución de la longevidad por envenenamiento celular

Tratamiento • vitamina C y E • selenio • cinc y vitamina B6

Consejos en materia de alimentación • evitar las harinas refinadas • evitar beber agua del grifo • evitar las marmitas esmaltadas, con alto nivel de cadmio • comer ajo, huevos, judías • comer agrios, ricos en vitamina C (limones, naranjas, etc.) • comer alimentos ricos en cinc y en calcio

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ALUMInIO

Comentarios El aluminio es un oligoelemento repartido en cantidades variables en el

organismo. Ejerce una acción tónica sobre el sistema nervioso y regulariza el sueño. Es un inhibidor de la transpiración.

Se lo utiliza en dosis terapéuticas contra la atonía y el insomnio, lentitud en la formación de las ideas. Mejora de forma importante la situación de niños con retraso escolar, ligado a dificultades para comprender y a pro-blemas de la memoria (retraso en el desarrollo intelectual). Debido a su acción benéfica sobre el sistema nervioso central, está igualmente indicado en los casos de mongolismo, secuelas de encefalopatías debidas a vacunas, lentitud cerebral, problemas en la memoria de personas de edad avanzada.

Riesgos de intoxicación debidos al medio ambiente • papel de envolver de aluminio • baterías de cocina de fundición y aluminio • medicamentos antiácidos para el estómago • desodorantes y antitranspirantes • diálisis renales

Efecto: tóxicos en el ser humano La fijación del aluminio tiene lugar en los huesos, cerebro y estómago,

En presencia de dosis tóxicas encontrarnos los siguientes efectos: • náuseas, estreñimiento, cólicos, espasmos digestivos • calambres musculares en las piernas, transpiración abundante, • parálisis • trastornos en la formación de los huesos • senilidad precoz • pérdida de memoria (enfermedad de Alzheimer) • algunas psoriasis • algunas epilepsias

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Tratamiento • magnesio • vitaminas A y B6 • extractos corticosuprarrenales • suprimir el riesgo de intoxicación

Consejos en materia de alimentación • judías verdes estofadas • ajo • huevos • cítricos (agrios), ricos en vitamina C

COBRe

Comentarios El cobre es un elemento esencial para la salud humana. Su nivel normal

en la sangre varía entre 80 y 110 microgramos/100 ml. Es un catalizador de la vitamina C, que actúa sobre las carencias de calcio. Participa en la fijación del hierro en los hematíes. Regulador de la tiroides y de las supra-rrenales. Acción protectora sobre el estrés a través de la ceruloplasmina, que destruye las aminas biógenas liberadas durante el estrés.

Aporte diario promedio: de 2 a 5 mg. Necesidades mínimas: 30 mcg/kg,

Riesgos de intoxicación debidos al medio ambiente • agua dulce (ácida) • piscinas • máquinas expendedoras de bebidas • algicidas (piscinas, depósitos de agua) • hemodiálisis • anticonceptivos DIU • píldoras anticonceptivas (uso prolongado) • tuberías para el agua de cobre • baterías de cocina de cobre

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Patologías en las que el nivel de cobre es elevado • enfermedad de Wilson • coronariopatías del grupo A • depresiones o nerviosismo • psicosis, autismo infantil • esquizofrenia histaminopénica • insomnios • hiperactividad infantil • trastornos de la percepción • arteriosclerosis • hipertensión • trastornos hepáticos • trastornos renales • enfermedades del colágeno: artritis, poliartritis reumatoide • jaquecas • cáncer, leucemia • carencias dc cinc (síndrome de estrés) • senilidad • anemia por deficiencia de hierro • tuberculosis • toxemia gravídica

Tratamiento• suprimir la causa de la intoxicación • vitaminas C y B6 • cinc • manganeso • molibdeno • metionina y extractos corticosuprarrenales.

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La Asociación médica Kousmine

La Asociación médica Kousmine (Association médicale Kousmine, A.M.K.) fue fundada el 21 de octubre 1985 en París, «con la finalidad de verificar las hipótesis de la doctora Catherine Kousmine y ayudar en la difusión de su pensamiento» mediante:

• La oferta de un servicio de información, relación, asistencia y organización para sus miembros.

• La puesta a disposición de locales y de todo el material técnico necesario para las reuniones y actividades diversas de sus miem-bros.

• La organización de cursos, seminarios, conferencias, simposios, congresos y cualquier otro medio de enseñanza y de formación, en los locales de la asociación o en cualquier otro lugar.

• La organización y asistencia de grupos de estudio y de cualquier actividad de reflexión o investigación.

• La utilización de cualquier medio de difusión e información, la publicación de obras y estudios.

• La reunión y puesta a disposición de toda la documentación nece-saria para las actividades de los miembros.

• La organización de viajes de estudio. • La puesta a disposición de cualquier organización, asociación o

sociedad que lo desee, tanto en Francia como en el extranjero, de conferencias, animadores y organizadores.

Su sede actual es: 178, Bd Dumesnil, 75012 París Secretaría: Tel. 94 43 97 55 (Var)

La Asociación médica Kousmine reúne alumnos de diferentes países formados por la doctora Kousmine personalmente (84 alumnos en total) y por todos aquellos que desean perfeccionarse y ayudar a difundir su mensaje.

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Alumnos y simpatizantes vienen de diversos países. Por orden de impor-tancia: Francia, Suiza, Bélgica, Canadá. Existen contactos con Alemania, Italia, Turquía y España.

La A.M.K. ha organizado varios congresos (fines de abril- comienzos de mayo):

En 1987 en Sainte-Maxime (Var). En 1988 en Montreux (Suiza). En 1989 en Dijon (Côte d’Or).

Desde diciembre 1988, la Asociación médica Kousmine está ligada a la Fondation Docteur Catherine Kousmine (B. P. 240, 1095 Lutry, Suiza, tel. (21) 25 97 77), de la que forma su departamento médico. Madame Kousmine define así la vocación de su Fundación:

Su finalidad consiste en la difusión, mantenimiento, protección y desarrollo de los principios alimentarios, médico-alimentarios y médicos elaborados por mí y aplicados desde hace muchos años.

En la medida de sus medios, la Fundación podrá crear servicios de cuidados, casas de cura y reposo, restaurantes y comedores de empresas y en escuelas los que se pondrán en práctica los métodos y principios desarrollados en mis escritos.

Lo Fundación debe sobrevivirme. Hoy día, después de 45 años de investigaciones y de aplicaciones parti-

cularmente fructíferas, me he rodeado de un equipo de médicos y amigos jóvenes para que puedan transmitir, ahora y a las generaciones futuras, el arte de administrar su capital de salud.

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Catherine Kousmine: Una vida dedicada a la investigación

Catherine Kousmine nació en Rusia, al borde del Valga. En 1904, cuando la pequeña abre sus ojos, la Rusia de los zares está en guerra contra Japón. En el país se nota una agitación social episódica, pero nada permite prever por entonces la revolución.

La familia Kousmine es de clase acomodada. Desde 1908, su padre, pequeño industrial, la lleva a pasar el invierno en Suiza. Alquila un apar-tamento en Lausanne por 10 años. Elección muy prudente: en 1916, y debido a la guerra, se instalan a orillas del lago Léman y se quedan ahí definitivamente. En 1918 la revolución causa estragos en la vieja Rusia. Los bienes de Kousmine son confiscados. Imposible volver al país. Comienza entonces para Carherine Kousmine una vida de lucha por la supervivencia y por sus ideas.

época de estudios Ante todo, hay que continuar los estudios comenzados bajo otro sis-

tema. Catherine entra en la enseñanza media. Tiene que recuperar el latín. Se enfrenta con La guerra de las Galias de César: tres semanas para des-cifrar la primera página, y tres días para la segunda. Mismo ritmo cuando tenga que ponerse al día en matemáticas en el «gimnasium» científico de los muchachos. ¡Después de un trimestre, la futura doctora es la primera en matemáticas! Su padre está siempre a su lado para animarla y aconse-jarla. Cuando tiene que escoger un oficio, le aconsejan el magisterio, en circunstancias en que las mujeres sólo se dedican a ser amas de casa. Pero las matemáticas le han formado su espíritu a una disciplina que no le inte-resa. Escoge la medicina para ganarse la vida. Los estudios son caros. Hay que procurarse dinero como sea. Es la época de las muñecas de lana que servían como amuleto, «Nenettes et Rintintins». ¡También es el tiempo de las clases de alemán dadas a siamesas que sólo comprendían el inglés!

Después de seis años, que le parecieron una eternidad, en 1928 Cathe-rine Kousmine recibe su diploma de medicina FMH (pediatría) en Zürich,

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donde gana la mitad de lo que gana un hombre en un puesto similar. Esta desventaja, común en la época, la supera un día rectificando por dos veces consecutivas el diagnóstico de los jefes de clínica.

La promueven inmediatamente y percibe el mismo salario que los hom-bres. Cuando puede instalarse en Lausanne, su especialidad de pediatría no es reconocida. ¡Las consultas se pagan a la mitad de la tarifa para adultos! y claro, hay que vivir… Se dedica entonces a la medicina general.

Cáncer y alimentaciónComo en los años cuarenta aumentaba la proporción de enfermos de

cáncer, me dije a mí misma que sería útil comprender esta enfermedad. Con dos compañeros de camino, un farmacéutico y un alto cargo de la industria farmacéutica, instalamos un laboratorio en una cocina desocupada de mi apartamento, y ahí me dediqué a estudiar los ratones durante diecisiete años (17.000 ratones).

En el Instituto Curie, laboratorio moderno completamente automati-zado, los ratones recibían comprimidos nutritivos.

Yo, por el contrario, para que la alimentación resultase más barata, reco-rría las panaderías recogiendo pan añejo. Les daba a los ratones pan añejo un día de cada dos, un día a la semana zanahorias crudas, otro día levadura de cerveza. Dicho de otra forma, un día cada dos tenía un alimento sano. previsto por la naturaleza, y el otro día nuestro alimento, desvitalizado. La proporción de 50 % de buena alimentación y 50% de mala, provocó la disminución de la frecuencia de los cánceres en un 50%.

Esto sólo lo comprendí mucho más tarde. Leí un grueso libro que resumía todo lo que se sabía sobre el cáncer en aquella época. Todo lo que se sabía era dudoso, nada servía. Había que comenzar desde cero.

estudiar las moléculas propias del cuerpo Orientamos nuestras investigaciones hacia lo que hoy día se llama

medicina ortomolecular, que hace malabarismos con las moléculas pro-pias de cada cuerpo. Dimos a los ratones cancerosos todos los productos

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biológicos accesibles en el mercado y observamos cómo evolucionaban sus cánceres en relación con los ratones cancerosos no tratados.

Durante varios años, los investigadores prosiguieron su trabajo, cla-sificando las vitaminas y otros productos biológicos según sus efectos en útiles, indiferentes o nocivos.

Investigadores independientes y sin subvención, el equipo Kousmine proseguía sus experiencias, demostrando especialmente que la presencia de un tumor aumenta la resistencia de los animales a las toxinas microbianas inyectadas por vía intravenosa.

Mientras tanto, la doctora Kousmine había pasado de los animales al ser humano.

Un buen día, en 1949, unos amigos que sabían de nuestras investigacio-nes, me enviaron el primer enfermo canceroso. Tenía un reticulosarcoma generalizado y, según las estadísticas de la época, habría debido morir en 1951. Hoy día, aún visito a este hombre de 89 años dos veces al año. En un comienzo, intentó varias veces volver a su alimentación errónea, y cada vez reaccionaba con un brote de sarcoma. Desde hace veintinueve años sigue las reglas alimentarias impuestas por la naturaleza: su sarcoma no ha vuelto a reaparecer.

Una experiencia para el servicio de los demás Nuestra alimentación occidental es una alimentación de lujo que impone

a nuestro organismo un esfuerzo diario excesivo de digestión y asimila-ción. Si fuésemos más sobrios, tendríamos más resistencia y mejor salud.

La doctora Kousmine pone una experiencia de sesenta años de obser-vaciones a disposición de los terapeutas y de un público actualmente muy sensibilizado. Su gran fuerza reside en la calidad de su trabajo, cartesiano y pragmático a la vez. Su calidad de médico le ha permitido tratar a enfermos graves; ha sanado a muchos considerados como casos perdidos.

¡Sí, Catherine Kousmine es un ser excepcional! Desde hace muchos decenios, esta pequeña mujer, delgada y más bien solitaria, a pesar de una notoriedad creciente y numerosos éxitos, lucha de manera encarnizada contra las enfermedades de los demás. Adulada o puesta en entredicho,

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adorada por unos o criticada por otros, prosigue sus investigaciones, cura, mejora y sana y clama en voz alta cuáles son nuestras responsabilidades poniendo en la picota nuestras costumbres alimentarias.

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Colección La nueva Salud

Otros títulos:

dr. Michel Odent LA SALUD y LOS ÁCIDOS GRASOS ESENCIALES Los ácidos grasos esenciales son indispensables para la nutrición, pero

nuestro cuerpo no puede elaborarlos, de modo que deben formar parte de nuestra dicta.

Christopher Vasey LAS TOXINAS: CÓMO ELIMINARLAS DEL ORGANISMO

Nuestro equilibrio biológico se ve alterado por una alimentación equi-vocada y por la creciente invasión química del medio que nos rodea. De aquí la importancia de unas técnicas de desintoxicación corporal que complementen una alimentación adecuada.

Martine Catani NUTRIRSE y VIVIR Una alimentación adecuada consiste, ante todo, en el respeto al cuerpo,

a la salud, y en la gestión óptima de la energía vital. Responsabilizándonos de lo que comemos, empezamos un camino de autoconocimiento y cambio.

En preparación:

Caroline Wheater EL BETACAROTENO y LA SALUD

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