el malogrado - thomas bernhard

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Reclamado por el suicidio de su mejor amigo, un hombre viaja hasta su antiguo hogar y rememora su comn pasin por el piano. Da cuenta de la turbia amistad que les uni, trastocada tras conocer al virtuoso Glenn Gould. A travs de sus pensamientos se ir deshilando un discurso en torno a la infelicidad, la existencia y la pulsin nihilista que acompaa una ambicin desmedida. Novela que reflexiona sobre el sentimiento ambiguo de admiracin y frustracin que implica percibir al genio en otro, su desarrollo nos muestra la erosin gradual del carcter de quienes son incapaces de asumir su condicin. Pero tras la inflexibilidad despiadada del artista malogrado se desprende una extraa compasin. El estilo preciso de Thomas Bernhard nos adentra sin rodeos en los motivos ms complejos de la psicologa humana. Ambientado en el contexto de una Europa central ya decada, este libro tambin supone una puesta en cuestin de los valores de superacin y excelencia tan caractersticos de nuestras sociedades.Ttulo original:Der Untergeher 1983, Thomas Bernhard Traduccin: Miguel SenzUn suicidio largo tiempo calculado, pens, no un acto de desesperacin espontneo.Tambin Glenn Gould, nuestro amigo y el ms importante virtuoso del piano de este siglo, lleg solo a los cincuenta y un aos, pens al entrar en el mesn. Slo que l no se mat como Wertheimer sino que, como suele decirse, muri de muerte natural. Cuatro meses y medio Nueva York y, una y otra vez, las Goldbergvariationen yDie Kunst der Fuge, cuatro meses y medio Klavierexerzitien, como deca Glenn Gould, una y otra vez, slo en alemn, pens. Haca exactamente veintiocho aos habamos vivido en Leopoldskron y estudiado con Horowitz, y (por lo que se refiere a Wertheimer y a m, pero no, como es natural, a Glenn Gould) habamos aprendido ms de Horowitz, durante un verano totalmente echado a perder por la lluvia, que en los ocho aos anteriores de Mozarteum y Wiener Akademie. Horowitz haba dejado a todos nuestros profesores nulos y sin efecto. Pero aquellos profesores horribles haban sido necesarios para comprender a Horowitz. Durante dos meses y medio llovi ininterrumpidamente, y nos habamos encerrado en nuestras habitaciones de Leopoldskron y trabajamos da y noche, el insomnio (de Glenn Gould!) se haba convertido en nuestro estado decisivo, y profundizbamos de noche en lo que Horowitz nos haba enseado de da. No comamos casi nada y tampoco tuvimos en todo el tiempo dolores de espalda, que por lo dems nos haban atormentado siempre cuando estudiamos con nuestros viejos profesores; con Horowitz esos dolores de espalda no aparecan, porque estudibamos con tal intensidad que no podan aparecer. Cuando hubimos terminado las lecciones con Horowitz, fue evidente que Glenn era ya mejor pianista que el propio Horowitz, de pronto yo haba tenido la impresin de que Glenn tocaba mejor que Horowitz y, a partir de ese momento, Glenn fue para m el ms importante virtuoso del piano del mundo entero, por muchospianistas que escuchara a partir de ese momento, ninguno tocaba como Glenn, y ni siquiera Rubinstein, al que yo haba amado siempre, era mejor. Wertheimer y yo ramos igual de buenos, y tambin Wertheimer deca una y otra vez que Glenn era el mejor, aunque todava no nos atrevamos a decir que fuera el mejor del siglo. Cuando Glenn se volvi al Canad, perdimos realmente a nuestro amigo canadiense, no pensbamos volver a verlo jams, l estaba obsesionado por su arte de tal forma que, tenamos que suponer, no podra prolongar ya ese estado mucho tiempo y morira en plazo breve. Pero dos aos despus de haber estudiado con l bajo Horowitz, Glenn toc en los Festivales de Salzburgo las variaciones Goldberg, que dos aos antes haba practicado da y noche y repetido una y otra vez con nosotros en el Mozarteum. Los peridicos escribieron despus de su concierto que ningn pianista haba tocado tan artsticamente las variaciones Goldberg, as pues, escribieron despus de su concierto de Salzburgo lo que nosotros habamos afirmado y sabido dos aos antes. Nos habamos citado con Glenn despus de su concierto, en elGanshof de Maxglan, un mesn antiguo y querido por m. Bebimos agua y no hablamos de nada. Sin vacilar, al volver a vernos yo le haba dicho a Glenn que nosotros, Wertheimer (que haba venido a Salzburgo desde Viena) y yo, no habamos credo ni por un momento que lo volveramos a ver a l, Glenn, siempre habamos pensado nicamente que, despus de volver de Salzburgo al Canad, perecera rpidamente, por suobsesin artstica por suradicalismo pianstico. Realmente, yo haba dicho radicalismo pianstico. Miradicalismo pianstico, deca Glenn luego, una y otra vez, y s que utilizaba tambin esa expresin, una y otra vez, en el Canad y los Estados Unidos. Ya en aquella poca, o sea, casi treinta aos antes de su muerte, Glenn no amaba a ningn otro compositor ms que a Bach, y en segundo lugar a Handel, a Beethoven lo despreciaba, y ni siquiera Mozart era aquel que yo amaba ms que a ningn otro, cuando l hablaba de l, pens al entrar en el mesn. Ni una sola nota toc Glenn jams sin cantarla al mismo tiempo, pens, ningn otro pianista tuvo esa costumbre jams. l hablaba de su enfermedad pulmonar como si fuera su segundo arte. Que habamos tenido al mismo tiempo la misma enfermedad y la habamos tenido luego siempre, pens, y en fin de cuentas tambinWertheimer contrajo esa enfermedad nuestra. Pero Glenn no pereci por esa enfermedad pulmonar, pens. Lo mat la falta de soluciones en la que, durante casi cuarenta aos, se meti tocando, pens. No renunci al piano, pens, como es natural, mientras que Wertheimer y yo renunciamos al piano, porque no lo convertimos en la misma monstruosidad que Glenn, que no sali ya de esa monstruosidad, y que tampoco quiso en absoluto salir de esa monstruosidad. Wertheimer hizo que subastaran su piano de cola Bsendorfer en el Dorotheum[1], yo regal un da mi Steinway a una nia de nueve aos, hija de un maestro de Neukirchen, junto a Altmnster, para que ese piano no me atormentase ms. La hija del maestro ech a perder mi Steinway en el plazo ms breve, y a m el hecho no me doli, al contrario, observ aquella destruccin estpida con perverso placer. Wertheimer, segn deca l mismo una y otra vez, haba penetrado en la ciencia del espritu, y yo haba iniciado miproceso de atrofia. Sin la msica, que de la noche a la maana no pude soportar ya, me atrofi, sin la msica prctica, la terica haba tenido slo en m, desde el primer momento, un efecto devastador. En un momento, haba odiado el piano, mi propio piano, no haba podido orme ya tocar; no quera maltratar ya ms mi instrumento. Por eso, un da fui a ver al maestro para anunciarle mi regalo, mi Steinway, haba odo que su hija estaba dotada para el piano, le haba dicho, y le haba anunciado el transporte a su casa del Steinway. Yo haba llegado a tiempo al convencimiento de que yo mismo no tena cualidades para hacer una carrera de virtuoso, le haba dicho al maestro, y como siempre quera en todo slo lo ms alto, tena que separarme de mi instrumento, porque con l no alcanzara con toda seguridad, como de pronto haba comprendido, lo ms alto, y por eso era lgico que pusiera mi piano a la disposicin de su dotada hija, ni una sola vez volver a abrir la tapa de mi piano, le haba dicho al desconcertado maestro, un hombre bastante primitivo, casado con una mujer ms primitiva an, igualmente de Neukirchen, junto a Altmnster. Los gastos de transporte correran como era lgico de mi cuenta! le haba dicho al maestro, al que conozco y con el que estoy familiarizado desde la infancia, como tambin con su simplicidad, por no decir su tontera. El maestro acept mi regalo inmediatamente, pens al entrar en el mesn. Yo no haba credo ni por un momento en eltalento de su hija; de todos los nios de los maestros del campo se dice siempre que tienen talento, sobre todo talento musical, pero en verdad no tienen talento para nada, todos esos nios son siempre totalmente carentes de talento, y el que uno de esos nios sepa soplar en una flauta o puntear en una ctara o teclear en un piano no es ninguna prueba de talento. Saba que abandonaba mi precioso instrumento a la indignidad absoluta, y precisamente por eso hice que se lo llevaran al maestro. La hija del maestro, en el plazo ms breve, ech a perder, dej intil mi instrumento, uno de los mejores en general, uno de los ms raros y por consiguiente ms buscados y por consiguiente ms caros tambin. Pero la verdad era que yo haba querido precisamente ese proceso de echar a perder mi amado Steinway. Wertheimer entr en las ciencias del espritu, como deca una y otra vez, y yo entr en mi proceso de atrofia y, al llevar mi instrumento a casa del maestro, inici ese proceso del mejor modo posible, Wertheimer, sin embargo, aos an despus de haber regalado yo mi Steinway a la hija del maestro, haba tocado el piano, porque sigui creyendo durante aos que poda convertirse en virtuoso del piano. Por lo dems, tocaba mil veces mejor que la mayora de nuestros virtuosos del piano que se presentan en pblico, pero en definitiva no le haba satisfecho ser, en el mejor de los casos, un virtuoso del piano como todos los dems de Europa, y dej de tocar y entr en las ciencias del espritu. Yo mismo, segn creo, haba tocado mejor an que Wertheimer, pero no hubiera podido tocar jams como Glenn y, por esa razn (es decir, por la misma razn que Wertheimer!) renunci en un momento a tocar el piano. Hubiera tenido que tocar mejor que Glenn, pero eso no era posible, quedaba excluido, y por consiguiente renunci en un momento a tocar el piano. Me despert un da de abril, no s ya exactamente cual, y me dije se acab el piano. Y la verdad es que no volv a acercarme al instrumento. Fui inmediatamente a casa del maestro y le anunci el transporte del piano. A partir de ahora me dedicar a lo filosfico, pensaba mientras iba a casa del maestro, aunque, como es natural, tampoco poda tener la menor idea de qu era eso de filosfico. No soy en absoluto un virtuoso del piano, me dije, no soy un intrprete, no soy un artista reproductor. Ni un artista siquiera. Lo degenerado de aquel pensamiento me haba atrado en seguida. Todo el tiempo, mientrasiba a casa del maestro, haba dicho, una y otra vez, esas palabras:Ni un artista siquiera! Ni un artista siquiera! Ni un artista siquiera! Si no hubiera conocido a Glenn Gould, probablemente no habra renunciado a tocar el piano y me habra convertido en virtuoso del piano y quiz, incluso, en uno de los mejores virtuosos de piano del mundo, pens en el mesn. Cuando encontramos al mejor, tenemos que renunciar, pens. A Glenn, curiosamente, lo haba conocido en el Monchsberg, la montaa de mi infancia. Desde luego, lo haba visto ya antes en el Mozarteum, pero no haba cruzado con l palabra antes de ese encuentro en el Monchsberg, al que llaman tambin monte del suicidio, porque se presta al suicidio ms que nada y la verdad es que todas las semanas se precipitan desde l en el abismo tres o cuatro por lo menos. Los suicidas suben a l en el ascensor del interior del monte, dan unos pasos y se precipitan a la ciudad que hay abajo. Las personas reventadas en la calle me han fascinado siempre y yo mismo ( como, por lo dems, tambin Wertheimer!) he subido muy a menudo al Monchsberg, a pie o en ascensor, con la intencin de precipitarme desde l, pero no me he precipitado desde l (como tampoco Wertheimer! ). Varias veces (como tambin Wertheimer! ) me haba preparado ya para saltar, pero, como Wertheimer, no salt. Me di la vuelta. Naturalmente, hasta ahora son ms los que se han dado la vuelta que los que han saltado, pens. A Glenn lo encontr en el Monchsberg en el llamado Alto de los jueces, desde donde se tiene la mejor vista de Alemania. Yo le haba dirigido la palabra, le haba dicho los dos estudiamos con Horowitz. S, haba respondido l. Miramos hacia abajo, a las llanuras alemanas, y Glenn comenz en seguida a ocuparse delArte de la fuga. He dado con un hombre de ciencia sumamente inteligente, haba pensado yo. l tena una beca Rockefeller, dijo. Por lo dems, su padre era rico. Cueros, pieles, dijo, y hablaba alemn mejor que nuestros compaeros de las provincias austracas. Es una suerte que Salzburgo est aqu y no cuatro kilmetros ms abajo, en Alemania, dijo, a Alemania no hubiera ido. Fue, desde el primer momento, una amistad espiritual. La mayora de los pianistas, incluso los ms famosos de todos, no tenan idea de su arte, dijo. Pero as ocurre con todos los papeles artsticos, dije yo, exactamente lo mismo en pintura, en literatura, dije, y tampoco los filsofos saben nada de filosofa. La mayorade los artistas no saben nada de su arte. Tienen una concepcin artstica diletante y se quedan durante toda su vida en el diletantismo, hasta los ms famosos del mundo. Nos habamos comprendido en seguida, desde el primer momento, tengo que decirlo, nos habamos sentido atrados por nuestras opiniones contrarias, que eran realmente, las ms contrarias dentro de nuestra concepcin artstica, lgicamente igual. Slo unos das despus de ese encuentro en el Monchsberg tropez Wertheimer con nosotros. Glenn, Wertheimer y yo, que habamos vivido separados las dos primeras semanas, todos en alojamientos totalmente deficientes de la Ciudad Vieja, alquilamos finalmente para todo nuestro curso con Horowitz una casa en Leopoldskron, en la que podamos hacer lo que quisiramos. En la Ciudad Vieja, todo nos haba producido un efecto paralizador, el aire no se poda respirar, las personas no se podan soportar, la humedad de los muros nos haba debilitado a nosotros y a nuestros instrumentos. En general, slo habamos podido continuar el curso con Horowitz porque nos habamos marchado de la ciudad, que en el fondo es la ms hostil al arte y al espritu que se puede imaginar, un estpido poblacho de provincia con personas tontas y muros fros, en el que, con el tiempo, todo se convierte en estupidez, sin excepcin. Nuestra salvacin fue agarrar lo que poseamos y mudarnos a Leopoldskron, que en aquella poca era todava una campia verde, en la que pastaban las vacas y cientos de miles de pjaros tenan su hogar. La ciudad de Salzburgo misma, que hoy, recin pintada hasta el ltimo rincn, es todava mucho ms horrible an de lo que era entonces, hace veintiocho aos, era y es contraria a todo lo que hay en un ser humano y lo aniquila con el tiempo, de eso nos dimos cuenta en seguida y nos fuimos de ella a Leopoldskron. Los salzburgueses fueron siempre horrendos, como su clima, y si hoy llego a esa ciudad no slo se confirma mi opinin, sino que todo es todava mucho ms horrendo. Pero estudiar con Horowitz precisamente en esa ciudad enemiga del espritu y del arte era, sin duda, la mayor de las ventajas. Si el entorno en que estudiamos nos es hostil, estudiamos mejor que en un entorno acogedor, y el que estudia har siempre bien en elegir para sus estudios un lugar que le sea hostil, no uno que le sea acogedor, porque el lugar acogedor le quitar una gran parte de su concentracin en el estudio, y en cambio elhostil le permitir estudiar al ciento por ciento, porque tendr que concentrarse en ese estudio para no desesperar, y en ese sentido Salzburgo es probablemente, como todas las que se llaman ciudades hermosas, absolutamente recomendable, de todos modos slo para un carcter fuerte, porque uno dbil perecer irremisiblemente en el plazo ms breve. Tres das haba estado Glenn, me dijo, enamorado del encanto de esa ciudad, luego haba comprendido de pronto que ese encanto, como se dice, estaba podrido, que esa belleza, en el fondo, era repulsiva y que los seres humanos que haba en esa belleza repulsiva eran abyectos. El clima prealpino hace apticos a los hombres, que caen muy pronto ya en el embrutecimiento y, con el tiempo se vuelven malvados, dije yo. Quien vive aqu, lo sabe, si es sincero, quien vieneaqu, lo comprende al cabo de poco tiempo y, antes de que sea demasiado tarde para l, tiene que volver a marcharse, si no quiere llegar a ser como esos embrutecidos habitantes, como esos apticos salzburgueses, que con su embrutecimiento matan lentamente todo lo que no es an como ellos. Al principio haba pensado, dijo, qu hermoso era crecer aqu, pero dos o tres das despus de su llegada le pareci ya una pesadilla haber nacido y tener que crecer, hacerse adulto aqu. Este clima y estos muros matan lentamente la sensibilidad, dijo. Yo no haba tenido nada ms que aadir. En Leopoldskron la falta de espritu de esta ciudad no poda sernos ya peligrosa, pens al entrar en el mesn. En el fondo, no era slo Horowitz quien me enseaba a tocar el piano con la ms alta consecuencia, era el trato diario con Glenn Gould durante mis estudios con Horowitz, pens. Fueron los dos los que me hicieron posible siquiera la msica, el concepto de la msica, pens. Mi ltimo maestro antes de Horowitz haba sido Whrer, uno de esos maestros que lo asfixian a uno en la mediocridad, por no hablar de aquellos con los que haba estudiado antes, que tienen todos, como suele decirse, nombres destacados, aparecen en pblico a cada momento en las grandes ciudades y tienen ctedras bien dotadas en nuestras famosas academias, pero no son ms que personas que hacen perecer a los que tocan el piano, que no tienen idea del concepto de la msica, pens. Por todas partes tocan y ensean esos profesores de msica y echan a perder a miles y cientos de miles de alumnos de msica, como si la labor de su vida fuera ahogar en la cuna los talentos extraordinarios de los jvenes seres musicales. En ninguna parte reina una irresponsabilidad tan grande como en nuestras academias de msica, que recientemente se llamanuniversidades de msica, pens. Entre veinte mil profesores de msica, slo uno es el profesor ideal. Horowitz era ese profesor ideal, pens. Glenn hubiera sido, si se hubiera dedicado a ello, uno de esos profesores. Glenn tena, como Horowitz, la sensibilidad ideal y la comprensin ideal para esa enseanza, para ese fin de comunicacin artstica. Todos los aos, decenas de millares de alumnos de escuelas superiores de msica recorran el camino del embrutecimiento de las escuelas superiores de msica y perecan a causa de sus incompetentes profesores, pens. Hasta llegan a hacerse famosos y, sin embargo, no han comprendido nada, pens al entrar en el mesn. Se convierten en Gulda o Brendel y, sin embargo, no son nada. Se convierten en Gilels y, sin embargo, no son nada. Tambin Wertheimer, si no hubiera encontrado a Glenn, se habra convertido sin duda en uno de nuestros ms importantes virtuosos del piano, pens, no habra tenido que abusar de las ciencias del espritu como yo, por decirlo as, de lo filosfico, porque lo mismo que yo, desde hace decenios, de la filosofa o lo filosfico, abus Wertheimer hasta el fin de lasllamadas ciencias del espritu. No habra llenado sus papeles con su escritura, pens, como yo no hubiera llenado mis manuscritos, crmenes del espritu, como pens al entrar en el mesn. Comenzamos como virtuosos del piano y nos convertimos en hocicadores y agitadores de las ciencias del espritu y de la filosofa, y degeneramos. Porque no llegamos hasta lo ms extremo y ms all de lo ms extremo, pens, y renunciamos ante un genio en nuestra especialidad. Pero, si soy sincero, la verdad es que tampoco hubiera podido ser jams un virtuoso del piano, porque en el fondo no quise ser jams un virtuoso del piano, porque siempre tuve en contra las mayores reservas y slo abus de la virtuosidad pianstica en mi proceso de atrofia, en efecto, consider siempre a quien toca el piano, desde el principio, como ridculo; seducido por mi talento totalmente extraordinario para el piano, lo utilic para tocar el piano y luego, despus de decenio y medio de tortura, lo ahuyent, sbitamente y sin escrpulos. No es mi estilo sacrificar mi existencia al sentimentalismo. Solt la carcajada e hice llevar el piano a casa del maestro y, durante das enteros, me divert con mis propias carcajadas por el transporte del piano, sa es la verdad, me burl de mi carrera de virtuoso del piano, destrozada por m en un momento. Y probablemente esa carrera de virtuoso del piano destrozada por m de repente fue una parte necesaria de mi proceso de atrofia, pens al entrar en el mesn. Probamos todo lo posible y lo interrumpimos una y otra vez, arrojamos sbitamente decenios al montn de la basura. Wertheimer fue siempre ms lento, no tan decidido en sus decisiones como yo, slo arroj su virtuosismo pianstico al montn de la basura aos despus de m y, a diferencia de m, no lo super, jams, una y otra vez lo o lamentarse de que no hubiera debido renunciar a tocar el piano, de que hubiera debido continuar, yo era hasta cierto punto el culpable, haba sido siempre su modelo en las cuestiones importantes, en las decisiones existenciales, eso dijo una vez, pens al entrar en el mesn. La asistencia a las lecciones de Horowitz fue para m, como para Wertheimer, mortal, para Glenn, sin embargo, lo fue su genio. No haba sido Horowitz quien nos haba matado a Wertheimer y a m, en lo referente al virtuosismo pianstico y, en el fondo, a la msica en general, sino Glenn, pens. Glenn nos hizo imposible el virtuosismo pianstico ya en un momento en que los dos habamos credo an firmemente en nuestro virtuosismo pianstico. Aos an despus de nuestro curso con Horowitz habamos credo en nuestro virtuosismo, cuando la verdad es que muri ya en el momento en que habamos conocido a Glenn. Quin sabe si yo, si no hubiera ido a Horowitz, es decir, si hubiera escuchado a mi maestro Whrer, no sera hoy, despus de todo, un virtuoso del piano, uno, pens, de esos famosos que, durante todo el ao, viajan de un lado a otro entre Buenos Aires y Viena con su arte. Ytambin Wertheimer. En seguida, sin embargo, me dije a m mismo un no decidido, porque yo odiaba desde el principio el virtuosismo con sus fenmenos concomitantes, odiaba sobre todo presentarme ante la multitud y odiaba ms que nada los aplausos, no los soportaba, durante mucho tiempo no supe si no soportaba el aire viciado de las salas de conciertos o los aplausos o ninguna de las dos cosas, hasta que me result evidente que no poda soportar elvirtuosismo en s y, sobre todo, el virtuosismo pianstico. Porque odiaba ms que nada al pblico y a todo lo relacionado con ese pblico y, por consiguiente, odiaba 'tambin al virtuoso (y a los virtuosos). Y la verdad es que Glenn slo toc dos o tres aos en pblico, luego no lo soport ms y se qued en casa, convirtindose all, en su casa de Norteamrica, en el mejor y ms importante de todos los pianistas. Cuando, hace doce aos, lo visitamos por ltima vez, llevaba ya diez aos sin dar conciertos en pblico. Entretanto, se haba convertido en el ms clarividente de todos los bufones. Haba alcanzado la cumbre de su arte y era slo cuestin del plazo ms breve que le diera un ataque cerebral. Wertheimer tuvo entonces la misma sensacin de que a Glenn slo le quedaba el tiempo de vida ms breve, de que le dara un ataque, me haba dicho. Estuvimos dos semanas y media en casa de Glenn, en donde l se haba arreglado unestudio. Lo mismo que durante el curso con Horowitz en Salzburgo, tocaba el piano ms o menos da y noche. Durante aos, durante un decenio. He dado treinta y cuatro conciertos en dos aos, eso me basta para toda la vida, haba dicho Glenn. Wertheimer y yo tocamos con Glenn Brahms, desde las dos de la tarde hasta la una de la madrugada. Glenn haba situado tres guardianes alrededor de su casa, que le mantenan a la gente alejada. Al principio no habamos querido molestarlo quedndonos a dormir ni una sola noche, pero luego nos quedamos dos semanas y media y a Wertheimer y a m nos result otra vez evidente lo acertado que haba sido renunciar al virtuosismo pianstico. Mi querido malogrado, haba saludado Glenn a Wertheimer, con frialdad norteamericanocanadiense, siempre haba calificado a Wertheimer de malogrado , y a m siempre, muy secamente, de filsofo, lo que no me importaba. Wertheimer, el Malogrado, se malograba siempre para Glenn, se malograba ininterrumpidamente, y yo, para Glenn, tena siempre en los labios y probablemente con insoportable regularidad, la palabra filsofo, de forma que ramos para l, de forma muy natural, elMalogrado y elFilsofo, pens al entrar en el mesn. ElMalogrado y elFilsofo haban ido a Norteamrica para volver a ver a Glenn, virtuoso del piano, y con ningn otro fin. Y para pasar cuatro meses y medio en Nueva York. En gran parte, con Glenn. De Europa no senta ninguna nostalgia, haba dicho Glenn en seguida como saludo. Paral, Europa no se planteaba ya. Se haba parapetado en su casa. Para toda la vida. El deseo de parapetarnos lo habamos tenido siempre los tres durante toda la vida. Los tres ramos fanticos natos del parapeto. Glenn, sin embargo, era el que haba llevado ms lejos su fanatismo del parapeto. En Nueva York vivamos cerca del Hotel Taft, mejor situacin para nuestros fines no haba. Glenn se haba hecho colocar en una habitacin interior del Taft un Steinway, y tocaba all diariamente de ocho a diez horas, a menudo tambin de noche. No pasaba da sin tocar el piano. A Wertheimer y a m nos gust Nueva York desde el principio. Es la ciudad ms hermosa del mundo, y al mismo tiempo tiene el aire ms puro, decamos una y otra vez, en ninguna parte del mundo hemos respirado un aire ms puro. Glenn confirm lo que nosotros sentamos: Nueva York es la nica ciudad del mundo en que un hombre de espritu respira sin trabas en cuanto la pisa. Cada tres semanas, Glenn vena a vernos, y nos enseaba los rincones escondidos de Manhattan. El Mozarteum .era una mala escuela, pens al entrar en el mesn, pero por otra parte, precisamente para nosotros, la mejor, porque nos abri los ojos. Todas las escuelas superiores son malas y aquella a la que acudimos es siempre la peor, si no nos abre los ojos. Qu profesores ms detestables tuvimos que soportar, y maltrataron nuestras cabezas. Exorcistas del arte eran todos, aniquiladores del arte, asesinos de espritus, verdugos de estudiantes. Horowitz era una excepcin, Markewitsch, Vegh, pens. Pero un Horowitz no basta para hacer una academia de primera clase, pens. Los chapuceros dominaban en el edificio, que era ms famoso que cualquier otro del mundo y lo es an; si digo que procedo del Mozarteum, a la gente se le saltan los ojos. Wertheimer, como Glenn, era hijo de padres ricos, no slo acomodados. Yo mismo tampoco tena ninguna clase de preocupaciones econmicas. Siempre es ventajoso tener amigos del mismo ambiente y de la misma situacin econmica, pens al entrar en el mesn. Como, en el fondo, no tenamos preocupaciones de dinero, nos fue posible dedicarnos exclusivamente a nuestros estudios, impulsarlos tan radicalmente como era posible, tampoco tenamos nada ms en la cabeza, slo tenamos que apartar continuamente de nuestro camino a los que estorbaban nuestro desarrollo, a nuestros profesores y sus mediocridades y atrocidades. El Mozarteum sigue siendo hoy mundialmente famoso, pero es la peor escuela superior de msica imaginable, pens. Pero si no hubiera ido al Mozarteum, no habra conocido nunca a Wertheimer y a Glenn, pens, los amigos de toda mi vida. Hoy no puedo decir ya cmo llegu a la msica, todos en mi familia eran poco musicales, antiartsticos, nada haban odiado ms durante toda su vida que el arte y el espritu, eso, sin embargo, fue probablemente lo decisivo para m, enamorarme un da del piano que al principio slo odiaba ycambiar un viejo Ehrbar familiar por un Steinway realmente maravilloso, para dar una leccin a mi odiada familia y seguir el camino que, desde el principio, los haba estremecido. No haba sido el arte, ni la msica, ni el tocar el piano, sino slo la oposicin a los mos, pens. Haba odiado tocar el piano en el Ehrbar, mis padres me lo haban impuesto como a todos los dems de la familia, el Ehrbar haba sido su centro artstico y haban llegado en l hasta las ltimas piezas de Brahms y de Reger. A ese centro artstico familiar lo haba odiado yo, pero al Steinway arrancado por m a mi padre y hecho venir de Pars en las circunstancias ms horribles lo haba amado. Tuve que ir al Mozarteum para darles una leccin, la verdad es que no tena absolutamente ninguna concepcin de la msica y tocar el piano no fue nunca para m una pasin, pero lo utilic como medio con el fin de actuar contra mis padres y contra toda mi familia, lo aprovech contra ellos y comenc a dominarlo en contra de ellos, de da en da ms, de ao en ao con virtuosismo mayor an. Fui contra ellos al Mozarteum, pens en el mesn. Nuestro Ehrbar estaba en la llamada sala de msica y era su centro artstico, en el que triunfaban las tardes de los sbados. El Steinway lo evitaron, la gente no vena, el Steinway haba acabado con la poca del Ehrbar. Desde el da en que empec a tocar el Steinway, no hubo ya en casa de mis padres ningn centro artstico. El Steinway, pens de pie en el mesn y mirando a mi alrededor, estaba dirigido contra los mos. Fui al Mozarteum para vengarme de ellos, por ninguna otra razn, para castigarlos por el crimen que haban perpetrado contra m. Ahora tenan por hijo un artista, un personaje execrable desde su punto de vista. Y abus del Mozarteum, en contra de ellos, utilic todos sus medios contra ellos. Si me hubiera hecho cargo de sus fbricas de ladrillos y hubiera tocado toda la vida su viejo Ehrbar, habran estado contentos, por eso me haba separado de ellos mediante el Steinway colocado en la sala de msica, que haba costado una fortuna y, realmente, haba habido que transportar de Pars a nuestra casa. Al principio, haba insistido en el Steinway, luego, como corresponda al Steinway, en el Mozarteum. No toleraba, como hoy tengo que decir, ninguna contradiccin. Me haba decidido de la noche a la maana a ser artista y lo exiga todo. Les haba ganado por la mano, pens, mirando a m alrededor en el mesn. El Steinway era mi baluarte contra ellos, contra su mundo, contra la estupidez familiar y contra la del mundo. Yo no haba nacido, como haba nacido Glenn y quiz incluso Wertheimer, lo que no puedo decir con toda seguridad, para ser virtuoso del piano, pero sencillamente me obligu a ello, me convenc, me acostumbr, tengo que decir, con la mayor brutalidad hacia ellos. Con el Steinway me fue posible de pronto actuar contra ellos. Por desesperacin contra ellos me haba convertido en artista, que haba sido lo ms fcil, en virtuoso del piano, aser posible en seguida en virtuoso mundial del piano, el odiado Ehrbar de nuestra sala de msica me haba dado la idea y desarroll esa idea provechosamente, como arma contra ellos, hasta la ms alta y ms altsima perfeccin. Pero en el caso de Glenn no ocurri de otro modo, y tampoco en el de Wertheimer, que slo estudi arte y, por consiguiente, msica para herir a su padre, como me consta, pens en el mesn. Que yo estudie piano es una catstrofe para mi padre, me dijo Wertheimer. Glenn lo deca ms radicalmente: me odian a m y a mi piano. Si hablo de Bach, estn a punto de vomitar, deca Glenn. Cuando era ya mundialmente famoso, sus padres seguan irreconciliables. Pero mientras l fue consecuente y, en fin de cuentas aunque no hasta dos o tres aos antes de su muerte, pudo convencerlos de su genio, Wertheimer y yo les habamos dado la razn a nuestros padres, al fracasar en nuestro virtuosismo, y fracasamos ya muy pronto, de la forma ms vergonzosa, como tuve que or a menudo de mi padre. Pero a m la circunstancia de mi fracaso como virtuoso del piano no me oprima tanto como le oprima a Wertheimer, que durante toda su vida, hasta el final, sufri por haber renunciado, por haberse entregado a las ciencias del espritu, de las que hasta el final no supo qu eran realmente, lo mismo que hasta hoy no s qu es lo filosfico, la filosofa en general. Glenn es el triunfador, nosotros somos los fracasados, pens en el mesn. Glenn termin su existencia en el nico momento acertado, pens. Y no la extingui por s mismo, es decir, por su propia mano, como Wertheimer, que no tena otra eleccin y que tuvo que ahorcarse, pens. Lo mismo que el final de Glenn haba podido preverse desde haca tiempo, tambin el final de Wertheimer pudo preverse desde haca tiempo, pens. Glenn sufri al parecer un ataque en mitad de las variaciones Goldberg. Wertheimer no soport la muerte de Glenn. Se avergonzaba despus de la muerte de Glenn de seguir con vida, de haber, por decirlo as, sobrevivido al genio, eso lo atorment todo elltimo ao, como me consta. Dos das despus de haber ledo en el peridico que Glenn haba muerto, recibimos telegramas del padre de Glenn en los que nos comunicaba la muerte de su hijo. Apenas se sentaba Glenn al piano, se encoga sobre s mismo, pens, pareca un animal, mirndolo mejor, un invlido, pero mirndolo mejor an, la persona inteligente y hermosa que siempre fue. De su abuela materna aprendi l, Glenn, el alemn, que, como ya he sealado, hablaba de corrido. Avergonzaba con su pronunciacin a todos nuestros compaeros de estudios alemanes y austracos, que hablaban un alemn totalmente desastrado y que hablan ese alemn totalmente desastrado durante toda su vida, porque no tienen sensibilidad para su idioma. Pero cmo puede un artista no tener sensibilidad para su idioma materno!, deca Glenn a menudo. Llevaba ao tras ao pantalones iguales, aunque no los mismos, sus andares eran giles, mi padre hubiera dicho: seoriales. Le gustaban las definiciones claras y odiaba lo impreciso. Una palabra favorita suya era la palabra autodisciplina, la pronunciaba una y otra vez, tambin durante las lecciones con Horowitz, como recuerdo. Lo que ms le gustaba era andar todava por las calles poco despus de medianoche o, en cualquier caso, salir de casa, eso lo haba observado ya en Leopoldskron. Tenemos que proporcionarnos continuamente aire puro, deca, si no, no podremos avanzar, nos veremos paralizados en nuestro propsito de alcanzar lo ms alto. Era el hombre ms despiadado hacia s mismo. No se permita ninguna imprecisin. Slo a partir del pensamiento desarrollaba su discurso. Aborreca a los hombres que decan lo que no haban pensado hasta el fin, es decir, aborreca a casi toda la humanidad. Y de esa humanidad aborrecida se apart finalmente hace ya ms de veinte aos. Era el nico virtuoso del piano de importancia mundial que aborreca a su pblico y que, real y definitivamente, se apart de ese pblico aborrecido. No lo necesitaba. Se compr la casa del bosque y se instal en esa casa y se perfeccion. El y Bach vivieron en esa casa de Norteamrica hasta su muerte. Era unfantico del orden. Todo era orden en su casa. Cuando entr en ella por primera vez con Wertheimer, no pens ms que en su propio concepto de la autodisciplina. Despus de haber entrado nosotros en su casa, no nos pregunt, por ejemplo, si tenamos sed, sino que se sent al Steinway y nos toc la parte de las variaciones Goldberg que nos haba tocado en Leopoldskron un da antes de su marcha al Canad. Su forma de tocar era ahora tan perfecta como entonces. En ese instante me result evidente que nadie ms que l tocaba as en el mundo entero. Se encogi sobre s mismo y comenz. Tocaba de abajo arriba, por decirlo as, y no, como todos los dems, de arriba abajo. Ese era su secreto. Durante aos me haba torturado yo con el pensamiento de si sera acertado visitarlo en Norteamrica. Un pensamiento lastimoso. Wertheimer no quera al principio, y en definitiva tuve que convencerlo. La hermana de Wertheimer estaba en contra de que su hermano visitara al mundialmente famoso y para l, como ella opinaba, peligroso Glenn Gould. Wertheimer, sin embargo, se impuso finalmente a su hermana y fue conmigo a Norteamrica y a ver a Glenn. Una y otra vez me haba dicho yo que era la ltima posibilidad de ver a Glenn. Realmente esperaba su muerte y haba querido verlo sin falta otra vez, orlo tocar, pens, mientras estaba de pie en el mesn, respirando el mal olor del mesn, que conoca de antes. Conoca Wankham. Siempre me haba alojado en Wankham en aquel mesn, cuando visitaba a Wertheimer, porque en casa de Wertheimer no poda pasar la noche, l no soportaba huspedes que pasaran la noche. Mir a mi alrededor buscando a la patrona, pero no se oa nada. Wertheimer odiaba a los huspedes que pasaban la noche, los aborreca. A los huspedes en general, daba igual quienes fueran, los reciba y, apenas estaban all, volva a acompaarlos a la puerta, no es que me hubiera acompaado a m tambin en seguida a la puerta, para eso era yo demasiado amigo suyo, pero al cabo de unas horas prefera que yo desapareciera en lugar de quedarme y pasar la noche. Nunca pas la noche en su casa, no se me hubiera ocurrido nunca, pens, buscando con la vista a la patrona.Glenn era un hombre de la gran ciudad, como, por lo dems, tambin yo, como Wertheimer, en el fondo nos gustaba todo lo de la gran ciudad y odibamos el campo, que sin embargo (como tambin, por lo dems, la gran ciudad, a su modo) aprovechbamos al mximo. Wertheimer y Glenn fueron en definitiva al campo a causa de sus pulmones enfermos, Wertheimer todava ms a disgusto que Glenn, Glenn, en ltima instancia, porque en definitiva no poda soportar ya a la humanidad entera, Wertheimer a causa de sus continuos ataques de tos en la ciudad y porque su internista le dijo que, en la gran ciudad, no tena posibilidades de sobrevivir. Wertheimer, durante ms de dos decenios, encontr refugio en casa de su hermana en el Kohlmarkt, en una de las viviendas mayores y ms lujosas de Viena. Pero en definitiva su hermana se cas con lo que se llama un gran industrial suizo y se fue a casa de su esposo a Zizers, junto a Chur. Precisamente en Suiza y precisamente con el propietario de un consorcio de productos qumicos, como se expres Wertheimer, hablando conmigo. Un enlace catastrfico. Ella me dej en la estacada, se lamentaba Wertheimer una y otra vez. En aquella vivienda, de pronto vaca, estuvo los primeros tiempos como paralizado, despus de la partida de su hermana permaneca das enteros sin moverse de un silln, corra luego como loco por las habitaciones, una y otra vez de un lado a otro, y finalmente se retir al pabelln de caza paterno, en Traich. Al fin y al cabo, despus de la muerte de sus padres vivi veinte aos con su hermana y tiraniz a esa hermana, como me consta, durante aos hizo imposible que ella tuviera contacto con hombres y, en general, con seres humanos, la protegi, la encaden a s mismo, por decirlo as. Pero ella se evadi y lo abandon con sus muebles viejos y desvencijados, que haban heredado juntos. Cmo ha podido hacerme esto, me dijo, pens. Yo lo he hecho todo por ella, me he sacrificado por ella y ella me abandona, me deja sencillamente, corre a Suiza tras ese tipo nuevo rico, ese personaje espantoso, dijo Wertheimer, pens en el mesn. Precisamente a Chur, a esa horrible comarca, en donde el hedor del Catolicismo llega realmente hasta el cielo. Zizers, qu nombre ms horroroso para un pueblo!, exclam, y me pregunt si haba estado alguna vez en Zizers y yo record que, de camino a Sankt Moritz, haba pasado varias veces por Zizers, pens. Estupidez, conventos y consorcios de productos qumicos, y nada ms, dijo. Se atrevi a hacer varias veces la afirmacin de que haba renunciado a su virtuosismo pianstico a causa de su hermana, por ella termin, sacrifiqu mi carrera, dijo, sacrifiqu todo lo que haba sido todo para m. As trataba de salir de su desesperacin mintindose, pens. La vivienda del Kohlmarkt tena tres pisos y estaba abarrotada de todas las obras de arte imaginables, lo que me impresionaba siempre que visitaba a mi amigo. El mismo afirmaba odiar esas obras de arte, lashaba acumulado su hermana, l las odiaba, no le importaban lo ms mnimo, culpaba en general de toda su infelicidad a su hermana, que lo haba dejado en la estacada por un suizo megalmano. Una vez me dijo en serio que se haba imaginado envejecer con su hermana en aquella vivienda del Kohlmarkt, me har viejo con ella, en estas habitaciones, me dijo una vez. Todo fue de otra forma, su hermana se le desmand, le volvi la espalda, posiblemente en el ltimo momento, pens. Hasta meses despus de haberse casado su hermana no volvi a salir l a la calle, no se convirti otra vez, por decirlo as, de sedentario en caminante. En sus mejores tiempos, iba del Kohlmarkt al Distrito XX y desde ste al XXI y volva al I a travs de Leopoldstadt, y caminaba luego an de un lado a otro por el I, durante horas, hasta no poder ms. En el campo se senta como paralizado. All daba apenas algunos pasos por el bosque. El campo me fastidia, deca una y otra vez. Glenn tiene razn cuando me llama siempre caminante del asfalto, dijo Wertheimer, slo camino por el asfalto, por el campo no camino, me aburre infinitamente y me quedo en mi choza. Calificaba de choza el pabelln de caza heredado de sus padres, que tena catorce habitaciones. La realidad es que, en ese pabelln de caza, se vesta de madrugada como si se propusiera caminar cincuenta o sesenta kilmetros, con zapatos altos de cordones, traje grueso de loden y una gorra de fieltro en la cabeza. Pero slo sala afuera para comprobar que no tena ninguna gana de caminar y volva a desvestirse y se sentaba en la habitacin de abajo, mirando fijamente la pared de enfrente. El internista dice que en la ciudad no tengo ninguna probabilidad, deca, pero es aqu donde no tengo absolutamente ninguna probabilidad. Odio el campo. Por otra parte, estoy dispuesto a seguir las rdenes del internista, para no tener que hacerme reproches. Pero andar y, en general, andar por el campo no puedo hacerlo. Para m es lo ms absurdo y no cometer ese absurdo, el crimen de esa locura no lo cometer. Regularmente me visto, deca, y salgo de casa y me doy la vuelta y me desvisto otra vez, da igual en qu poca del ao, siempre es igual. Por lo menos nadie observa mi locura, deca, pens en el mesn. Lo mismo que Glenn, tampoco Wertheimer toleraba a nadie a su alrededor. Por eso, con el tiempo, se volvi insoportable. Pero tampoco yo, pens de pie en el mesn, sera capaz de vivir en el campo, y la verdad es que por eso vivo en Madrid y no pienso marcharme de Madrid, de esa ciudad, la ms maravillosa de todas las ciudades, en la que tengo todo lo que el mundo puede ofrecer. Quien vive en el campo se entontece con el tiempo, sin darse cuenta, durante algn tiempo cree que eso es algo original y beneficioso para su salud, pero vivir en el campo no es en absoluto original sino una insulsez para cualquiera que no haya nacido en el campo y para el campo, y slo le resulta perjudicialpara la salud. Las personas que van al campo se extinguen en el campo y llevan una existencia por lo menos grotesca, que los conduce primero al entontecimiento y luego a una muerte ridcula. Recomendar a un hombre de la gran ciudad que vaya al campo para sobrevivir es una vileza internista, pens. Todos esos ejemplos de personas que fueron de la gran ciudad al campo, para vivir all ms tiempo y mejor, son slo ejemplos horribles, pens. Pero la verdad es que, en definitiva, Wertheimer no fue slo vctima de su internista, sino ms an vctima de su conviccin de que su hermana slo exista para l. Realmente dijo muchas veces que su hermana haba nacido para l, para quedarse a su lado, por decirlo as para protegerlo. Nadie me ha decepcionado tanto como mi hermana!, exclam una vez, pens. Se acostumbr mortalmente a su hermana, pens. El da en que su hermana lo dej, jur odiarla eternamente y corri todas las cortinas de la vivienda del Kohlmarkt, para no volver a abrirlas. Despus de todo, pudo mantener quince das su propsito, y al decimoquinto da volvi a abrir las cortinas de la vivienda del Kohlmarkt y se precipit como un loco a la calle, hambriento de comida y seres humanos. Sin embargo, el Malogrado se derrumb ya en el Graben, como me consta. Slo a la suerte de que un pariente pasara precisamente por all tiene que agradecer que lo llevaran otra vez en seguida a su vivienda, pens, porque de otro modo probablemente lo hubieran internado en el manicomio de Steinhof, ya que su aspecto era de demente. No era Glenn el ms difcil de nosotros, lo era Wertheimer. Glenn era fuerte, Wertheimer era el ms dbil de nosotros. Glenn no estaba loco, como una y otra vez se ha afirmado y se afirma, sino que lo estaba Wertheimer, como afirmo yo. Durante veinte aos pudo atar a s a su hermana, con miles, con cientos de miles de ataduras, y entonces ella se le escap y, segn creo, hasta hizo un buen casamiento, como suele decirse. Aquella hermana rica por naturaleza se cas con un suizo inmensamente rico. No poda or ya la palabra hermana ni la palabra Chur, segn Wertheimer cuando lo vi por ltima vez. Ni siquiera una carta me escribi, deca, pens en el mesn, mirando a mi alrededor. Ella se haba escapado de l en secreto y lo haba dejado todo en la vivienda tal y como estaba. no se haba llevado absolutamente nada, deca l una y otra vez. Aunque me haba prometido que no me dejara, jams, segn l, pens. Y por aadidura mi hermana es la convertida, cmo se expresaba l, profundamente catlica, catlica sin remisin, deca. Pero as son esas personas profundamente religiosas, profundamente catlicas, convertidas, deca, no retroceden ante nada y ni siquiera ante los mayores crmenes, abandonan a su propio hermano y se:: arrojan en brazos de cualquier ser vestido de mezclilla de seda que se presenta y que, casualmente y por su falta deescrpulos, ha hecho dinero, segn dijo en mi ltima visita, pens. Lo veo ante m, oigo muy bien lo que dice, con aquellas frases entrecortadas que siempre utilizaba y que tan bien le iban. Nuestro Malogrado es un fantico, dijo Glenn una vez, se muere casi ininterrumpidamente de lstima de s mismo, todava veo a Glenn, cmo lo dice, oigo cmo lo dice, fue en el Monchsberg, en el llamado Alto de los jueces, donde estuve muy a menudo con Glenn pero no con Wertheimer, cuando Wertheimer, por alguna razn, quera estar solo, sin nosotros, muy a menudo por sentirse ofendido. De El Mortificado lo calificaba yo una y otra vez. Despus de la marcha de su hermana, sola retirarse, con intervalos cada vez ms breves, a Traich, porque Traich me resulta odioso, segn l. En la vivienda del Kohlmarkt se acumulaba el polvo, porque en su ausencia no dejaba entrar a nadie. En Traich se quedaba a veces das enteros en casa, slo se haca traer una jarra de leche por su trabajador forestal, mantequilla, pan, algn pedazo de carne ahumada. Y lea a sus filsofos, Schopenhauer, Kant, Spinoza. Tambin en Traich, durante casi todo el tiempo que estaba all, tena corridas las cortinas. Una vez pens, me comprar otra vez un Bsendorfer, deca, pero luego renunci otra vez a esa idea, la verdad es que sera una locura. Por lo dems, desde hace quince aos no me he acercado a un piano, deca, pens en el mesn, indeciso sobre si deba llamar o no. Fue el mayor de los errores creer que yo poda ser artista, llevar una existencia de artista. Pero tampoco hubiera podido refugiarme en seguida en las ciencias del espritu, tuve que dar ese rodeo por el arte, deca. Crees que me habra convertido en un gran virtuoso del piano? me pregunt, sin esperar como es natural ninguna respuesta de m, y solt, rindose, un horrible jams. T s, dijo, pero yo no. T tenas madera, dijo, eso lo vea efectivamente, unos compases tuyos y me result claro, t s, pero yo no. Y en el caso de Glenn resultaba claro de antemano que es un genio. Nuestro genio norteamericanocanadiense. Cada uno de nosotros fracas por una razn opuesta deca Wertheimer, pens. Yo no tena nada que demostrar, slo todo que perder, deca, pens. Nuestras fortunas fueron probablemente nuestra desgracia, deca, pero en seguida: a Glenn no lo mat su fortuna, sino que le permiti convertirse en genio. S, si no hubiramos encontrado a Glenn, deca Wertheimer. Si el nombre de Horowitz no hubiera significado nada para nosotros. Si no hubiramos ido siquiera a Salzburgo!, deca. En esa ciudad nos buscamos la muerte, al estudiar con Horowitz y conocer a Glenn Gould. Nuestro amigo signific nuestra muerte. La verdad es que ramos mejores que todos los dems que estudiaban con Horowitz, pero Glenn era mejor que el propio Horowitz, deca Wertheimer, todava le oigo, pens. Por otra parte, deca, nosotros vivimos an, y l no. Tantas personas haban muerto hasta entonces en su entorno, tantosparientes, amigos, conocidos, ninguna de esas muertes le haba conmovido lo ms mnimo, y sin embargo la muerte de Glenn le haba afectado mortalmente, pronunci mortalmente con monstruosa precisin. La verdad es que no hace falta que convivamos con una persona para estar ms unidos a ella que a cualquier otra, dijo. La muerte de Glenn le haba afectado profundsimamente, pens, de pie en el mesn. Aunque esa muerte poda preverse ms que cualquier otra, era algo lgico, segn l. A pesar de todo, no locomprendemos, lo entendemos pero no lo comprendemos. Glenn haba sentido la mayor predileccin por la palabra y el concepto de Malogrado, me acuerdo muy bien, se le ocurri el Malogrado en la Sigmund Haffnergasse. Slo vemos, cuando miramos a los hombres, mutilados, nos dijo Glenn una vez, exterior o interiormente, o interior y exteriormente mutilados, no hay otros, pens. Cuanto ms miramos a un hombre tanto ms mutilado nos parece, porque est tan mutilado que no queremos reconocerlo, como es sin embargo el caso. El mundo est lleno de mutilados. Vamos por la calle y slo encontramos mutilados. Invitamos a un hombre y tenemos en casa un mutilado, segn Glenn, pens. Realmente yo mismo he hecho una y otra vez esa observacin y slo he podido darle la razn a Glenn. Wertheimer, Glenn, yo, todos mutilados, pens. Amistad, artistas! pens, Dios santo, qu locura! Yo soy el superviviente! Ahora estoy solo, pens, porque, si digo la verdad, slo hubo dos hombres en mi vida que significaron para m esa vida: Glenn y Wertheimer. Ahora Glenn y Wertheimer estn muertos y tengo que sobreponerme a ese hecho. El mesn me daba una impresin de degeneracin, como en todos los mesones de esta comarca, todo en l era sucio y el aire, como suele decirse, se poda cortar. La asquerosidad reinaba por todas partes. Hubiera podido llamar haca tiempo a la patrona, a la que conoca, pero no la llam. Al parecer, Wertheimer durmi varias veces con la patrona, naturalmente en el mesn de ella, no en el pabelln de caza de l, segn cuentan, pens. En el fondo, Glenn slo haba tocado las Variaciones Goldberg y elArte de la Fuga, incluso cuando tocaba algo distinto, por ejemplo Brahms o Mozart, Schonberg o Webern, del que tena la ms alta opinin, aunque pona a Schonberg por encima de Webern, y no a la inversa, como se quiere creer, Wertheimer invit a Glenn varias veces a Traich, pero Glenn no volvi nunca ms a Europa despus de su concierto en los Festivales de Salzburgo. Tampoco mantenamos correspondencia, porque las cartas que en esos muchos aos nos enviamos no se pueden calificar de correspondencia. Glenn nos enviaba regularmente sus discos y nosotros le dbamos las gracias, eso era todo. En el fondo, nos una la falta total de sentimentalismo de nuestra amistad, la verdad es que tampoco Wertheimer tena nada de sentimental, aunque a menudo pareciera lo contrario. Cuando se lamentaba, no era sentimentalismo, sino premeditacin, clculo. La idea de, despus de la muerte de Wertheimer, querer ver otra vez su pabelln de caza me pareci de repente absurda, y me llev las manos a la cabeza, sin hacerlo realmente. Sin embargo, mi forma de actuar no tiene nada de sentimental, pens, mirando a mi alrededor en el mesn. Al principio slo haba querido visitar la vivienda del Kohlmarkt de Viena, pero luego me decid a ir primero a Traich, para inspeccionar otra vez el pabelln decaza en el que Wertheimer pas los dos ltimos aos, en las ms horribles circunstancias, como me consta. Despus del casamiento de su hermana, l haba aguantado en Viena tres meses ms, slo con esfuerzo, y haba vagado por la ciudad, como puedo imaginarme, en medio de continuas maldiciones contra su hermana, hasta el momento en que, sencillamente, tuvo que marcharse de Viena para esconderse en Traich. Su ltima postal a Madrid me haba espantado. Su escritura era la escritura de un anciano, no se poda pasar por alto en aquella postal, que comunicaba cosas inconexas, signos de locura. Pero yo no haba tenido la intencin de ir a Austria, estaba demasiado intensamente ocupado en mi piso de la calle del Prado con mi trabajo Sobre Glenn Gould, ese trabajo no lo hubiera interrumpido por ningn concepto, porque de otro modo lo hubiera perdido, cosa que no quera arriesgar, de forma que no respond ya a Wertheimer su postal, que me pareci inmediatamente sospechosa mientras la lea. Wertheimer haba tenido la idea de ir en avin a los Estados Unidos para el entierro de Glenn, sin embargo yo me haba negado, y l solo no lo hizo. Hasta tres das despus de haberse ahorcado Wertheimer no me di cuenta de que l, como Glenn, haba llegado a los cincuenta y un aos. Cuando hemos sobrepasado los cincuenta, nos parecemos viles y faltos de carcter, pens, la cuestin es saber cunto tiempo aguantaremos ese estado. Muchos se matan a los cincuenta y un aos, pens. Muchos a los cincuenta y dos, pero ms a los cincuenta y uno. Da igual que se maten a los cincuenta y uno o que a los cincuenta y uno mueran, como suele decirse, de muerte natural, igual que mueran como Glenn o que mueran como Wertheimer. La causa es, muy a menudo, la vergenza de haber sobrepasado un lmite que siente la persona de cincuenta aos cuando ha vivido su quincuagsimo ao. Porque cincuenta aos bastan absolutamente, pens. Nos volvemos viles cuando sobrepasamos los cincuenta y seguimos viviendo, seguimos existiendo. Somos cobardes que han sobrepasado el lmite, pens, y que se han vuelto doblemente lastimosos cuando han vivido ya su quincuagsimo ao. Ahora soy yo el desvergonzado, pens. Envidiaba a los muertos. Por un momento los odi a causa de su superioridad. Consider un error el hecho de haber ido a Traich por curiosidad, por la ms ftil de todas las razones, de pie en el mesn, detestando el mesn, me detestaba a m mismo de la forma ms profunda. Y quin sabe, pens, si habr alguien siquiera que me deje entrar en el pabelln de caza, porque indudablemente los nuevos propietarios estarn en l desde hace tiempo y no recibirn a nadie, y mucho menos a m, que siempre les he resultado odioso, como me consta, porque la verdad es que Wertheimer me haba pintado siempre ante sus parientes de tal modo, que tena que suponer que me odiaban tanto como a l y que me consideraban ahora, probablemente con razn, elms inoportuno de los intrusos, pens. Hubiera debido volver a Madrid en avin y no emprender aquel viaje a Traich, totalmente superfluo, pens. Me he metido en una situacin desvergonzada, pens. De repente sent como un saqueo de cadveres lo que me propona, a saber, inspeccionar el pabelln de caza, entrar en todas las habitaciones del pabelln de caza, no omitir absolutamente nada y hacerme una idea al respecto. Soy un ser horrible, pens, repulsivo, repugnante, mientras quera llamar a la patrona, pero sin llamarla en el ltimo momento, de repente tuve miedo de que apareciera demasiado pronto, es decir, demasiado pronto para mis fines, y me cortara el hilo de los pensamientos, me aniquilara lo pensado aqu de repente, aquellas divagaciones sobre Glenn y Wertheimer que de repente me permita. Realmente haba tenido la intencin y la tengo ahora todava de inspeccionar quiz los escritos dejados por Wertheimer. Wertheimer hablaba a menudo de escritos que haba redactado con el paso del tiempo. Insensateces, segn l, pero Wertheimer era tambin orgulloso, lo que me haca suponer que, en el caso de esas insensateces, se trataba de algo valioso, en cualquier caso de pensamientos de Wertheimer que merecan ser conservados, reunidos, salvados, ordenados, pens, viendo ya todo un montn de cuadernos (y papeles) de contenido ms o menos matemtico-filosfico. Pero los herederos no soltarn esos cuadernos (y papeles), todos esos escritos (y papeles), pens. No me dejarn entrar siquiera en el pabelln de caza. Me preguntarn quin soy, y cuando diga quien soy me darn con la puerta en las narices. Mi reputacin es tan nefasta, que volvern a cerrar en seguida sus puertas y a echar el cerrojo, pens. Aquella idea demencial de visitar el pabelln de caza la haba tenido ya en Madrid. La verdad es que, posiblemente, Wertheimer no habl a nadie ms que a m de sus escritos (y papeles), pens, y los escondi en alguna parte, de forma que le debo el descubrir y conservar esos cuadernos (y papeles), en las condiciones que sea. De Glenn, realmente, no se conserv nada, Glenn no tomaba ninguna clase de notas, pens, pero Wertheimer, por el contrario, escribi ininterrumpidamente, durante aos, durante decenios. Especialmente sobre Glenn encontrar alguna cosa interesante, pens, en cualquier caso, una y otra vez, sobre nosotros tres, sobre la poca de nuestros estudios, sobre nuestro profesor, sobre nuestro desarrollo y sobre todo el desarrollo mundial, pens de pie en el mesn y mirando por la ventana de la cocina, tras la cual, sin embargo, no se poda ver nada, porque los cristales de la ventana estaban negros de suciedad. En esa cocina sucia se cocina, pens, de esa cocina sucia sale la comida para los huspedes de la sala, pens. Los mesones austracos estn todos sucios y son asquerosos, pens, difcilmente se consigue en uno de esos mesones unmantel limpio en la mesa, por no hablar de una servilleta de tela, lo que en Suiza, por ejemplo, es algo lgico. Hasta en el ms pequeo mesn de Suiza todo es limpio y apetitoso, pero incluso en nuestros hoteles austracos todo es sucio y asqueroso. Y sobre todo en las habitaciones!, pens. A menudo planchan por encima otra vez las sbanas ya utilizadas, para el husped siguiente, y no es raro que en los lavabos queden todava los mechones de pelo del ltimo. Siempre me han dado asco los mesones austracos, pens. Los platos no estn limpios y, mirndolos bien, los cubiertos estn casi siempre sucios. Pero Wertheimer iba a comer muy a menudo a ese mesn, por lo menos una vez al da quiero ver gente, deca, aunque slo sea a esa patrona degenerada, desastrada y sucia. As salgo de una jaula para entrar en otra, segn dijo Wertheimer una vez, de la vivienda del Kohlmarkt a Traich y vuelta otra vez, dijo, pens. De la catastrfica jaula de la gran ciudad a la catastrfica jaula del bosque. Unas veces me escondo aqu y otras all, unas veces en la perversin del Kohlmarkt, y otras en la perversin del bosque, en el campo. Salgo de una para meterme en la otra. Durante toda la vida. Pero ese proceso se ha convertido para m en costumbre de tal manera, que no puedo imaginarme ya otro, dijo. Glenn se encerr en su jaula norteamericana, yo en mi jaula de la Alta Austria, dijo Wertheimer, pens. El con su megalomana, yo con mi desesperacin. Los tres con nuestra desesperacin, deca, pens. Le habl a Glenn de nuestro pabelln de caza, deca Wertheimer, y estoy convencido de que eso fue lo que hizo que l mismo se construyera su casa en el bosque, su estudio, su mquina de desesperacin, dijo una vez Wertheimer, pens. Semejante locura, arreglarme una casa con un estudio para msica, en medio del bosque y protegida de todos los hombres, a kilmetros de distancia de todo, slo la comete un loco, un demente, segn Wertheimer. Y o no necesitaba siquiera construirme mi estudio de desesperacin, lo tena ya en Traich. Lo hered de mi padre, que aguant aqu solo durante aos, menos mimado que yo, menos quejumbroso que yo, menos lastimoso que yo, menos ridculo que yo, segn Wertheimer una vez. T enemas una hermana que es ideal para nosotros, y nos deja en el peor momento, de una forma totalmente carente de escrpulos, deca Wertheimer. Se va a Suiza, en la que todo est degenerado, Suiza es el pas con menos carcter de Europa, deca, en Suiza he tenido siempre la sensacin de estar en un burdel, deca. Todo emputecido, tanto en las ciudades como en el campo, deca. Sankt Moritz, Saas Fee, Gstaad, todo casas pblicas, por no hablar de Zurich, Basilea, burdeles mundiales, dijo Wertheimer varias veces, burdeles mundiales, nada ms que burdeles mundiales. Esa sombra ciudad de Chur, en la que, todava hoy, el Arzobispo da los buenos das y las buenas noches! All se va mi hermana, huyendo de m, su cruel hermano, elaniquilador de su vida y de su existencia! deca Wertheimer, pens. A Zizers, donde el hedor del Catolicismo llega hasta el cielo! La muerte de Glenn me afecta en lo ms hondo, le oa decir ahora otra vez con claridad, mientras estaba de pie en la sala del mesn, todava en el mismo sitio, entretanto slo haba puesto mi bolsa en el suelo. Wertheimer tuvo que matarse, me dije, no tena ya futuro. Haba vivido hasta el final, haba existido por completo. Era muy propio de l el haber dormido con la patrona en casa de ella, pens, y mir al techo de la sala, suponiendo que los dos se habran unido precisamente sobre aquella sala, en la cama de la patrona. El superesteta en una cama sucia, pens. El sensibilista, que continuamente crea poder vivir slo con Schopenhauer, Kant y Spinoza, a intervalos mayores o menores, con la patrona de Wankham bajo un spero edredn de plumas de gallina. Al principio haba tenido que soltar la carcajada, pero luego me dio asco. Tampoco haba odo nadie mi carcajada. La patrona segua estando invisible. El saln se volva cada vez ms sucio mientras lo observaba, el mesn entero ms irrazonable. Pero no tena otra opcin, slo haba y hay ese mesn en la comarca. Glenn, pens, no toc nunca a Chopin. Rechaz todas las invitaciones, los ms altos honorarios. Convenca siempre a todos de que era un ser infeliz, pero era el ms feliz, el ms afortunado. Msica/ obsesin/sed de gloria/Glenn, haba haba anotado yo una vez, en mi primer cuaderno madrileo. Esas gentes de la Puerta del Sol, que le describ a Glenn en una carta en mil novecientos sesenta y tres, despus de haber descubierto Lhardy. Descripcin de una corrida de toros, reflexiones en el parque del Retiro, pens, de las que Glenn nunca me acus recibo. Wertheimer invit a Glenn con frecuencia a ir a Traich, que le gustara el pabelln de caza, pens Wertheimer, pero Glenn no acept nunca, ni siquiera Wertheimer era un hombre de pabelln de caza, pero mucho menos Glenn Gould. Horowitz no era un matemtico como lo era Glenn Gould. Era. Decimos es, y de repente, era, ese horrible era, pens. Wertheimer me interrumpa cuando, por ejemplo, me enfrentaba con Schonberg, Glenn jams. No soportaba que otro supiera ms que l, no aguantaba que uno explicara lo que l no poda saber. Vergenza de no saber, pens, de pie en el mesn, esperando a la patrona. Por otra parte, Wertheimer era el lector, no Glenn, no yo, yo no lea mucho y, cuando lea, siempre lo mismo, los mismos libros de los mismos escritores, los mismos filsofos una y otra vez, como si fueran siempre totalmente distintos. Yo tena muy desarrollado, hasta un grado alto, fantsticamente alto, el arte de asimilar lo mismo, una y otra vez, como algo totalmente distinto, ni Wertheimer ni Glenn tenan esa ventaja. Glenn no lea casi nada, aborreca la literatura, lo que era muy propio de l. Slo lo que sirve a mi verdadero fin, dijo una vez, a mi arte. De Bach lo tena todo en la cabeza, eigualmente de Handel, mucho de Mozart, todo tambin de Bartk, y poda sentarse a interpretar durante horas, segn su propio calificativo, de forma impecable, naturalmente, glennialmente, como lo expresaba Wertheimer. En el fondo, ya en el primer instante de mi encuentro con Glenn en el Monchsberg me result claro que se trataba del hombre ms extraordinario que haba encontrado jams en mi vida. El fisonomista que hay en m no se equivoc. Y luego, aos despus, por decirlo as la confirmacin del mundo, que sin embargo me result penosa, como todas las confirmaciones de los peridicos. Somos, no tenemos otra opcin, segn Glenn una vez. Una insensatez total, que soportamos, tambin l, pens, y tambin la muerte de Wertheimer se haba podido prever, pens. Curiosamente, sin embargo, Wertheimer deca una y otra vez que yo me matara, que me ahorcara en el bosque, en tu querido parque del Retiro, dijo una vez, pens. El que me hubiera escapado y me hubiera ido a Madrid, sin decir palabra a nadie y dejndolo todo en Austria, no me lo perdonaba. Se haba acostumbrado a que fuera con l por Viena, durante aos, durante un decenio, en cualquier caso por sus caminos y no por los mos, pens. Siempre andaba ms deprisa que yo, y slo con esfuerzo poda seguirlo, aunque era l el enfermo, no yo, precisamente porque era l el enfermo iba siempre delante, pens, ya desde el principio me haba dejado siempre atrs. El Malogrado es un hallazgo genial de Glenn Gould, pens. Glenn, ya desde el primer momento, cal a Wertheimer, a todas las personas que vea por primera vez, las calaba por completo en seguida. Wertheimer se levantaba a las cinco de la maana, yo a las cinco y media, mientras que Glenn no se levantaba nunca hasta las nueve y media, porque se haba acostado hacia las cuatro de la maana, no para dormir, segn Glenn, sino para hacer que el agotamiento se fuera extinguiendo. Matarme, pens, despus de que Glenn est muerto y Wertheimer se ha matado, mientras miraba a mi alrededor en el mesn. La humedad de losmesones austracos la temi tambin siempre Glenn, tena miedo de buscarse la muerte en esos mesones austracos, que estn siempre mal ventilados o que no lo estn en absoluto. Realmente, muchos se buscan la muerte en nuestros mesones, los patrones no abren las ventanas, ni siquiera en verano, de forma que la humedad puede fijarse a los muros para siempre. Y esa nueva falta de gusto que se extiende por todas partes, pens, la proletarizacin total hasta de nuestros mesones ms bellos, pens, sigue avanzando. Ninguna palabra se me ha vuelto ms repugnante que la palabra Socialismo, cuando pienso en lo que se ha hecho con ese concepto. Por todas partes ese abyecto Socialismo de nuestros abyectos socialistas, que explotan el Socialismo en contra del pueblo y, con el tiempo, lo han hecho tan vil cmo ellos mismos. Por todas partes, a dondequiera que miremos, se puede ver, sentir, ese Socialismo vil y mortal, loha impregnado todo. Las habitaciones de este mesn las conozco, pens, y producen la muerte. El pensamiento de que, slo con el fin de ver otra vez el pabelln de caza, hubiera venido a Wankham me pareci en aquel momento infame. Por otra parte, me dije en seguida otra vez, le debo eso a Wertheimer, dije exactamente esa frase para mis adentros, le debo eso a Wertheimer, dije en voz alta para m. Una mentira tras otra. La curiosidad, que ha sido siempre mi caracterstica ms destacada, se haba apoderado de m por completo. Posiblemente los herederos habrn vaciado ya totalmente el pabelln de caza, pens, lo habrn cambiado ya por completo, los herederos actan a menudo rpidamente con una falta de escrpulos que no nos imaginamos. Vacan la casa a menudo horas slo despus de la muerte del causante, como suele decirse, lo sacan todo y no dejan que nadie se acerque siquiera. Nadie presentaba a sus parientes bajo una luz ms espantosa que Wertheimer, los pona por los suelos. Odiaba a padre, madre, a su hermana, les echaba a todos ellos la culpa de su infelicidad. Les reprochaba ininterrumpidamente tener que existir, que lo hubieran arrojado por arriba a la horrible mquina de la existencia, para que volviera a salir por abajo totalmente destrozado. Defenderse no sirve de nada, segn l una y otra vez. El nio haba sido arrojado a aquella mquina de la existencia por su madre, y el padre mantuvo en funcionamiento durante toda su vida aquella mquina de la existencia, que despedaz a su hijo de forma consecuente. Los padres saben muy bien que prolongan en sus hijos la infelicidad que son ellos mismos, actan con crueldad al hacer nios y arrojarlos a la mquina de la existencia, segn l, pens, mientras inspeccionaba la sala. Vi a Wertheimer por primera vez en la Nussdorferstrasse, delante del mercado. El hubiera debido ser comerciante, como su padre, pero en el fondo tampoco se convirti en lo que l, Wertheimer, quera, en msico, sino que fue destruido por las llamadas ciencias del espritu, segn l mismo. Huimos de una cosa a la otra y nos destruimos, segn l. Slo nos vamos siempre, hasta que hemos cesado. Predileccin por los cementerios, como yo, pens, durante das enteros solo en los cementerios de Dobling y de Neustift am Wald, pens. La nostalgia, de toda su vida, de querer estar solo una y otra vez, pens, que tambin yo siento. Wertheimer no era viajero, como yo. No era una persona apasionada por cambiar de lugar. Una vez con sus padres a Egipto, eso fue todo. Mientras que yo, sin embargo, he aprovechado todas las oportunidades para viajar, a donde fuera, y me escap por primera vez a Venecia con el maletn de mdico de mi abuelo y ciento cincuenta chelines para diez das, que adems estuvieron llenos de visitas diarias a la Academia y de representaciones en la Fenice. Tancredi por primera vez en la Fenice, pens, por primera vez el deseo de intentar la msica. Wertheimerfue siempre slo el Malogrado. Nadie ha recorrido tantas calles de Viena como l, todas en todas las direcciones y otra vez de vuelta hasta el agotamiento total. Maniobras de diversin, pens. l tena un consumo inmenso de zapatos. Fetichista de zapatos le llam tambin Glenn a Wertheimer, creo que tena cientos de pares de zapatos en su vivienda del Kohlmarkt, y tambin al respecto haba empujado a su hermana al borde de la locura. Adoraba, amaba incluso a su hermana, pens, y con el tiempo la volvi loca. En el ltimo momento, ella se escap de l y se fue a Zizers, junto a Chur, no volvi a dar seales de vida, y lo dej atrs. El dej sus vestidos, tal como ella los haba abandonado, en sus armarios. No toc ya absolutamente nada de ella. En el fondo, slo para pasar las hojas he abusado de mi hermana, dijo una vez, pens. Nadie saba pasar las hojas tan bien, yo se lo ense a mi forma despiadada, dijo una vez, la verdad es que, en un principio, ella no saba leer una sola nota. Mi genial pasadora de hojas, dijo una vez, pens. Degrad a su hermana convirtindola en pasadora de hojas, y eso, a la larga, a ella no le gust. Elella no encontrar un hombre jams haba resultado ser un cruel error de l, pens. Wertheimer haba construido para su hermana un presidio totalmente seguro, un presidio totalmente a prueba de evasiones, y ella se escap, de la noche a la maana, como suele decirse. Eso tuvo en Wertheimer el efecto de avergonzado espantosamente. Sentado en su silln, no haba pensado ya ms que en matarse, segn l mismo, pens, haba cavilado durante das en la manera, pero sin embargo no lo haba hecho. La muerte de Glenn haba convertido ya en l el pensamiento del suicidio en un estado permanente, y la huida de su hermana reforz ese estado permanente. Con toda la violencia de los hechos, haba cobrado conciencia de su fracaso con la muerte de Glenn. Pero en lo que se refera a su hermana, haba sido la vileza de ella, su abyeccin, al dejarlo solo, en la mayor tribulacin, por un suizo mediocre de pies a cabeza, que lleva una gabardina de mal gusto, de solapas puntiagudas, y zapatos de Bally con hebillas de latn, pens. No hubiera debido dejar que ella fuera a Horch, ese horrendo internista (el mdico de ella! ), dijo, porque all conoci al suizo. Los mdicos pactan con los propietarios de consorcios de productos qumicos, dijo, pens. No hubiera debido dejar que fuera, dijo hablando de su hermana de cuarenta y seis aos, pens. Aquella mujer de cuarenta y seis aos tena que pedirle permiso para salir, pens, tena que darle cuenta de cada una de sus visitas. Al principio l, Wertheimer, haba credo que el suizo, al que haba juzgado en seguida de hombre despiadadamente calculador, se haba casado con ella por su riqueza, pero la verdad era que luego se haba revelado que el suizo era mucho ms rico todava que los dos juntos, es decir,inmensamente rico, helvticamente rico, lo que quiere decir muchas veces ms rico que austracamente rico, segn l. El padre de aquel hombre (del suizo), segn Wertheimer, haba sido uno de los directores del Zrcher Bank Leu, imagnate, segn Wertheimer, y el hijo posee uno de los mayores consorcios de productos qumicos! La primera mujer del suizo haba muerto de una forma poco clara, nadie saba la verdad. Mi hermana, segunda mujer de un advenedizo, segn Wertheimer, pens. Una vez haba estado l ocho horas sentado en la iglesia de San Esteban, fra como el hielo, mirando fijamente al altar, y el sacristn lo haba echado de la iglesia de San Esteban con las palabras:seor, vamos a cerrar. Al salir le haba dado al sacristn un billete de cien chelines, un impulso, segn Wertheimer. Tena ganas de quedarme sentado en la iglesia de San Esteban hasta caer muerto, segn l. Pero no lo consegu, ni siquiera concentrndome al mximo en ese deseo. No tena posibilidad de concentrarme en ello al mximo, dijo, y nuestros deseos slo se cumplen cuando ponemos en ello la mxima concentracin. Desde su niez haba tenido el deseo de morir, de matarse, como se suele decir, pero jams haba puesto en ello la mxima concentracin. No haba podido hacer frente al hecho de haber sido echado a un mundo que, en el fondo y en todas y cada una de las cosas, slo le haba sido siempre repulsivo, desde el principio mismo. Se hizo mayor y crey que ese deseo de morir, de repente, no existira ya, pero sin embargo ese deseo se hizo ms intenso de ao en ao, aunque no con la mxima intensidad y concentracin, segn l. Mi continua curiosidad me impeda el suicidio, segn l, pens. A nuestro padre no le perdonamos que nos haya hecho, a nuestra madre que nos haya parido, deca, a nuestra hermana que sea continuamente testigo de nuestra desgracia. Existir no significa al fin y al cabo otra cosa que: nos desesperamos, segn l. Cuando me levanto, pienso en m con horror y me aterra todo lo que me espera. Cuando me acuesto, no tengo otro deseo que morir, no despertarme ms, pero entonces me despierto otra vez y ese espantoso proceso se repite, se repite en definitiva durante cincuenta aos, segn l. Si pensamos que, durante cincuenta aos, no hemos deseado otra cosa que estar muertos, y que seguimos viviendo an y no podemos cambiar nada, porque somos totalmente inconsecuentes, segn l. Porque somos la miseria misma, la bajeza misma. Sin talento musical!, exclamaba, sin talento para existir! Somos tan altaneros que creemos que estudiar msica es lo que importa, cuando ni siquiera somos capaces de vivir, ni siquiera estamos en condiciones de existir, porque la verdad es que no existimos, no existen!, as dijo una vez en la Wahringerstrasse, despus de haber caminado los dos cuatro horas y media por Brigittenau[2], hasta el agotamiento total. Antes nos pasbamos la mitad de la noche en la Koralle, dijo ahora nisiquiera vamos ya alKolosseum!, segn l, cmo se ha transformado todo en lo absolutamente inconveniente. Creemos que tenemos un amigo y, sin embargo, vemos con el tiempo que no tenemos ningn amigo, porque no tenemos absolutamente a nadie, sa es la verdad, segn l. Aferrado al Bsendorfer, con el tiempo todo se ha revelado como un error y como algo espantoso. Glenn haba tenido la suerte, dijo, de derrumbarse sobre su Steinway, en plenas variaciones Goldberg. El intentaba desde haca aos derrumbarse, sin xito. Muchas veces iba con su hermana a la llamada avenida principal del Prater, para mejorar el estado de salud de ella, segn l, a fin de que pudiera respirar aire puro, pero ella no haca honor a esas salidas, por qu slo a la avenida principal del Prater y no a Kreuzenstein o Retz, nunca se la poda contentar, yo lo haca todo por ella, poda comprarse el vestido que quisiera, segn l. La mimaba, segn l. En el punto ms alto de esos mimos, segn l, ella se escap, a Zizers, junto a Chur, a esa espantosa comarca.Todos huyen a Suiza cuando ya no saben qu hacer, segn l, pens. Pero entonces Suiza es, para todos, un presidio mortal, poco a poco se ahogan en Suiza como consecuencia de Suiza, lo mismo que mi hermana se ahogar como consecuencia de Suiza, l lo prevea, Zizers la matar, el suizo la matar, Suiza la matar, segn l, pens. Y precisamente a Zizers, a esa perversa creacin verbal! segn l, pens. Posiblemente se trata de una concepcin de nuestros padres, dijo, mi hermana y yo, durante toda la vida, un clculo de nuestros padres. Esa concepcin de nuestros padres, sin embargo, ese clculo de nuestros padres no ha salido bien. Haremos un hijo, pensaron quiz nuestros padres, y adems una hija, y los dos existirn entonces hasta el fin de su vida, apoyndose mutuamente, aniquilndose mutuamente, posiblemente fue se el pensamiento de nuestros padres, el diablico pensamiento de nuestros padres, segn l. Los padres tienen una concepcin, pero esa concepcin, como es natural, no puede resultar bien, segn l. Mi hermana no se atuvo a esa concepcin, ella es la ms fuerte, segn l, yo he sido siempre el dbil, la parte absolutamente dbil, segn Wertheimer. l se quedaba casi sin aliento cuesta arriba y, sin embargo, se me adelantaba. No poda subir escaleras y, sin embargo, estaba en el tercer piso antes que yo, todo intentos de suicidio, pens ahora, observando la sala del mesn, intentos intiles de escapar al existir. Una vez haba ido con su hermana a Passau, porque su padre lo haba convencido de que Passau era una ciudad hermosa, una ciudad reposada, una ciudad extraordinaria, pero ya cuando llegaron a Passau haban visto que, en el caso de Passau, se trataba de una de las ciudades ms feas, en general, de una ciudad que emulaba a Salzburgo, de una ciudad rebosante de torpeza y fealdad, y repugnante rusticidad, que, con perversa altanera, se llama ciudad de los tres ros. Slo haban caminado un corto trecho por esa ciudad de los tres ros y se haban dado pronto la vuelta y, como en varias horas no haba ningn tren que volviera a Viena, haban vuelto a Viena en taxi. Despus de esa experiencia en Passau haban renunciado a todo proyecto de viaje durante aos, pens. Si la hermana formulaba el deseo de viajar en los aos que siguieron, Wertheimer slo le deca: piensa en Passau.! y con ello ahogaba ya en la cuna cualquier discusin sobre viajes entre su hermana y l. En el lugar del subastado piano de cola Bsendorfer haban puesto un escritorio josefino, pens. Pero la verdad es que no tenemos por qu querer estudiar siempre algo, pens, la verdad es que basta por completo si pensamos slo, si pensamos nada ms y dejamos, sencillamente, libre curso al pensamiento. Con que cedamos a nuestra cosmovisin y, sencillamente, nos entreguemos a esa cosmovisin, pero eso es lo ms difcil, pens. Wertheimer no estaba entonces todava, cuando hizo subastar su Bsendorfer, en esa situacin, ni tampoco luego, adiferencia de m, que estaba en condiciones de ello, pens. Esa ventaja me permiti tambin desaparecer un da de Austria slo con una pequea bolsa de viaje, para ir primero a Portugal y luego a Espaa, e instalarme en la calle del Prado, al lado mismo de Sotheby. De repente y, por decirlo as, de la noche a la maana, me convert en unartista de la cosmovisin. Tuve que soltar la carcajada ante esa creacin verbal ma en ese momento. Di unos pasos hacia la ventana de la cocina, pero de antemano haba sabido que por la ventana de la cocina no puedes ver nada, porque, como queda dicho, est sucia de arriba abajo. Las ventanas de 'cocina austracas estn todas totalmente sucias y no se puede ver nada por ellas y como es natural, pens, es la mayor de las ventajas no poder ver nada por ellas, porque si no, se vera directamente la catstrofe, el caos de la suciedad de las cocinas austracas. De forma que retroced los pasos que haba dado hacia la ventana de la cocina, y me qued otra vez de pie donde haba estado todo el tiempo. Glenn muri en el momento ms favorable para l, pens, pero Wertheimer no se mat en el momento ms favorable para l, quien se mata no se mata nunca en el momento ms favorable para l, pero la llamada muerte natural es siempre la que se produce en el momento ms favorable. Wertheimer haba querido emular a Glenn, pens, y al mismo tiempo darle una leccin a su hermana, pagrselo todo con creces, al ahorcarse precisamente a slo cien pasos de la casa de ella en Zizers. Se compr un billete para Zizers, junto a Chur, y se fue a Zizers y se ahorc a cien pasos de la casa de su hermana. A la persona que encontraron no la reconocieron en muchos das como quien era. Hasta cuatro o cinco das despus de encontrarlo no le llam la atencin el nombre de Wertheimer a un funcionario del hospital de Chur, que relacion ese nombre de Wertheimer con la mujer del propietario del consorcio de productos qumicos, a la que conoca como ex seora Wertheimer, y el funcionario, perplejo, haba preguntado en Zizers si exista alguna relacin entre el suicida Wertheimer que yaca en la sala de diseccin y la mujer del propietario del consorcio de productos qumicos de Zizers. La hermana de Wertheimer, que no saba en absoluto que, a cien pasos de su casa, se hubiera ahorcado alguien, fue en seguida a Chur, a la sala de diseccin, y haba identificado a su hermano, como suele decirse. A Wertheimer le haba salido bien el clculo: por el modo y manera y por la eleccin del lugar de su suicidio, precipit a su hermana en un sentimiento de culpa para toda la vida, pens. Ese clculo es muy propio de Wertheimer, pens. Pero con ello result lamentable. Se fue de Traich ya con la intencin de ahorcarse de un rbol, a cien pasos de la casa de su hermana, pens. Un suicidio largo tiempo calculado, pens, no un acto de desesperacin espontneo. Desde Madrid yo no hubiera ido a su entierro en Chur, pens, pero como estabaya en Viena, era lgico que fuera a Chur. Y de Chur a Traich. Sin embargo, ahora dudaba bastante de si no hubiera sido mejor ir directamente de Chur a Viena, sin detenerse en Traich, en aquel momento no me resultaba claro qu buscaba aqu, salvo aquella satisfaccin, totalmente ftil, de mi curiosidad, porque de que aqu fuera yo necesario slo trataba de convencerme, me lo finga, esa necesidad me la simulaba. La verdad era que a la hermana de Wertheimer no le haba dicho que tuviera la intencin de ir a Traich, y la verdad era que en Chur tampoco haba tenido en absoluto esa intencin, hasta el tren no haba tenido la idea de bajar en Attnang Puchheim e ir a Traich, pasando la noche en Wankham, como al fin y al cabo estaba acostumbrado a hacer por mis anteriores visitas a Traich, pens. Siempre pens que un da ira al entierro de Wertheimer, como es natural no supe nunca cundo, pero s que sera as, aunque nunca habl de esos pensamientos, sobre todo no con el propio Wertheimer, mientras que l, Wertheimer, me dijo muy a menudo que l ira un da a mi entierro, en eso pensaba mientras segua esperando a la patrona. Y yo estaba seguro de que Wertheimer se matara un da, por todas esas razones que tena ininterrumpidamente presentes. La muerte de Glenn, como se ha visto luego, no fue decisiva para su suicidio, tuvo que abandonarlo su hermana, pero la muerte de Glenn fue ya el comienzo de su fin, y el momento desencadenante el casamiento de su hermana con el suizo. Mediante un deambular sin pausa por Viena trat Wertheimer de salvarse, pero fracas en ese intento, la salvacin no era ya posible. Visitas al barrio obrero que amaba, a los distritos XX y XXI, al Brigittenau sobre todo, a Kaisermhlen sobre todo, al Prater con sus indecencias, la Zirkusgasse, la Schttelstrasse, la Radetzkystrasse, etctera. Durante meses anduvo por Viena, da y noche, hasta que se derrumb. De nada sirvi ya. Pero tambin el pabelln de caza de Traich, considerado por l al principio an como salvacin para su existencia, haba resultado ser un sofisma; como me consta, primero se encerr tres semanas en el pabelln de caza y luego fue a ver a los trabajadores forestales y los importun con sus problemas. Sin embargo, las gentes sencillas no comprenden a las complicadas y las rechazan, ms despiadadamente que todas las dems, pens. El mayor error consiste en creer que las llamadas gentes sencillas lo salvarn a uno. Uno va a ellas, en la mayor necesidad, y les mendiga casi que lo salven, y ellas lo arrojan a uno todava ms profundamente a la desesperacin. Y cmo podran salvar al extravagante en su extravagancia, pens. Wertheimer no tena otra opcin que matarse, despus de haberlo abandonado su hermana, pens. l quera publicar un libro, pero no lo logr, porque cambiaba una y otra vez su manuscrito, lo cambi tan a menudo y tanto tiempo que delmanuscrito no qued nada, los cambios de su manuscrito no fueron otra cosa que la completa reduccin del manuscrito, del que finalmente no qued ms que el ttulo El Malogrado. Ahora no tengo ms que el ttulo, me dijo, y eso est bien. No s si tendr fuerzas para escribir otro libro, no creo, haba dicho, si hubiera aparecido El Malogrado, dijo, pens, hubiera tenido que matarme. Pero por otra parte era un hombre de papeles, llen miles, decenas de miles de papeles, y apil esos papeles en su vivienda del Kohlmarkt lo mismo que en el pabelln de caza de Traich. Quiz sean realmente los papeles los que te interesan y los que te han hecho bajar en Attnang Puchheim, pens. O quiz sea slo una tctica dilatoria, porque Viena te horroriza. Miles de sus papeles yuxtapuestos, pens, y publicados con el ttulo El Malogrado. Absurdo. Yo haba calculado que l habra aniquilado todos esos papeles en Traich y Viena. No dejar huella fue, al fin y al cabo, una de sus mximas. Cuando un amigo ha muerto, lo clavamos con sus propias mximas y declaraciones, lo matamos con sus propias armas. Por una parte, vive en lo que, durante toda su vida, nos dijo a nosotros (y a los dems), por otra lo matamos con ello. Somos de lo ms despiadado ( con l! ) en lo que a sus declaraciones se refiere, a sus notas, pens, si no tenemos ya notas, porque l, prudentemente, las ha aniquilado, acudimos a sus declaraciones para aniquilarlo, pens. Explotamos su legado para aniquilar an ms lo que nos ha legado, para matar an ms al muerto y, si no nos deja el legado correspondiente para su aniquilacin, inventamos un legado as, inventamos sencillamente declaraciones contra l, etc., pens. Los herederos son atroces, los que quedan no tienen la menor consideracin, pens. Buscamos testimonios contra l y a nuestro favor, pens. Saqueamos todo lo que puede ser utilizado contra l para mejorar nuestra situacin, pens, sa es la verdad. Wertheimer fue siempre un candidato al suicidio, pero se pas de la cuenta, hubiera debido matarse aos antes de su suicidio real, mucho antes de Glenn, pens. Por eso es penoso su suicidio, envilecido sobre todo por el hecho de que se matara precisamente delante de la casa de su hermana en Zizers, pens para contrarrestar sobre todo mi mala conciencia, que todava no haba podido hacer frente al hecho de no haber contestado a las cartas de Wertheimer, y haberlo dejado solo ms o menos ignominiosamente, el que yo no pudiera dejar Madrid haba sido al fin y al cabo slo una vil mentira, que utilic para no tener que entregarme a mi amigo, el cual, como ahora comprendo, haba esperado de m su ltima posibilidad de sobrevivir, y que antes de su suicidio me escribi a Madrid cuatro cartas, que no contest, slo al recibir la quinta le escrib que me era absolutamente imposible ausentarme, que no poda aniquilar mi trabajo slo por un viaje a Austria, cualquiera que fuera su objeto. Haba pretextado Sobre GlennGould, ese ensayo fracasado que inmediatamente, como pens ahora, despus de volver a Madrid, tirar al fuego, porque no tiene el menor valor. Dej a Wertheimer solo ignominiosamente, pens, le volv la espalda en su mayor tribulacin. Pero reprim con vehemencia el pensamiento de cualquier culpa por mi parte en su suicidio, yo no le hubiera servido ya de nada, me dije, no hubiera podido salvarlo, al fin y al cabo estaba ya maduro para el suicidio. Tuvo que ser la escuela superior, pens, y por aadidura la escuela superiorde msica! Al principio de todo, la idea de hacernos famosos y, de hecho, de la forma ms simple y con la mayor rapidez posible, para lo que, como es natural, una escuela superior de msica es el trampoln ideal, eso habamos pensado los tres. Glenn, Wertheimer y yo. Pero slo Glenn consigui lo que los tres nos habamos propuesto, y Glenn, en fin de cuentas, abus incluso de nosotros para alcanzar su fin, pens, abus de todo, aunque fuera inconscientemente, para convertirse en Glenn Gould, pens. Nosotros, Wertheimer y yo, habamos tenido que renunciar para dejar campo libre a Glenn. Esa idea no la consideraba en absoluto en aquel momento como el absurdo que ahora me parece, pens. Pero Glenn, cuando vino a Europa y asisti al curso de Horowitz, era ya el genio, y nosotros, en esa misma poca, ramos ya los fracasados, pens. En el fondo, yo no haba querido convertirme en virtuoso del piano, todo lo relativo al Mozarteum y sus contextos haba sido para m slo un subterfugio para liberarme de mi autntico aburrimiento del mundo, de mi, ya muy temprano, hasto de la vida. Y, en el fondo, Wertheimer actuaba como yo, y por eso, como suele decirse, no fuimos nadie, porque no habamos pensado en absoluto en querer ser alguien, a diferencia de Glenn, que quera ser Glenn Gould a toda costa y tuvo que venir a Europa nada ms que para abusar de Horowitz, para ser el genio que ansiaba y anhelaba ms que cualquier otra cosa, por decirlo as, unpasmo mundial del piano. Me gust la expresinpasmo mundial, mientras segua de pie en la sala del mesn esperando a la patrona, que, segn pens, estaba probablemente detrs del mesn ocupada en dar de comer a los cerdos, a juzgar por los ruidos que venan de esa parte de atrs del mesn. Por mi parte, nunca haba sentido la necesidad de ser un pasmo mundial, y tampoco Wertheimer, pens. La cabeza de Wertheimer era ms semejante a la ma que la cabeza de Glenn, pens, quien llevaba sobre los hombros una cabeza absolutamente de virtuoso, a diferencia de Wertheimer y de m, que ramos cabezas de entendimiento. Pero si tuviera que decir ahora qu es una cabeza de virtuoso, podra decirlo tan mal como si tuviera que decir qu es una cabeza de entendimiento. No fue Wertheimer quien se hizo amigo de Glenn Gould, sino yo, yo me haba acercado a Glenn y me haba hecho amigo de l, y slo entonces se reuni Wertheimer con nosotros y, en el fondo, tambin con nosotros fue siempre un extrao Wertheimer. Sin embargo, los tres fuimos, como puede decirse, una amistad para toda la vida, pens. Wertheimer, slo por el hecho de haberse matado, ha perjudicado gravemente a su hermana, pens, ese poblacho provinciano que es Zizers le achacar siempre a la mujer del propietario del consorcio de productos qumicos, a _partir de ahora, el suicidio de su hermano, pens, y la insolencia de ahorcarse de un rbol frente a la casa de su hermanarepercutir ms pesadamente an contra ella. Wertheimer no daba ninguna importancia a las ceremonias fnebres, pens, pero tampoco las hub