el grito de libertad de yauco de 1897

Upload: gonzolive

Post on 07-Jul-2015

336 views

Category:

Documents


2 download

TRANSCRIPT

El Grito de Libertad de Yauco de 1897Juan Antonio Corretjer ___________________El 24 de marzo de 1897 estall una insurrecci libertadora en Yauco a la cual ni se le ha rendido n el homenaje que, como hecho en si merece, ni se alado el profundo significado de su repercusi n hist rica. Hasta Lidio Cruz Monclova ni siquiera mereci una menci honrosa. En la tercera parte n del Tercer Tomo de su HISTORIA DE PUERTO RICO (Siglo XIX), tan generosa en la oferta de datos y referencias, el notable historiador gana tambin el laudo y nuestra gratitud, al dedicarle diez macizas p ginas. En su obra, Flix Matos Bernier, Su vida y su obra publicada en Mxico en 1956, Do Carmen R. Daz de Olano, al referirse a ese hecho con respecto al cual fue detenido en Ponce su a biografiado, nos da algunos datos de la conspiraci Tambin el Sr. G. Ros Laviena, rese n. a ligeramente el significativo suceso, en su trabajo, Yauco a travs de su historia incluido en la , historia Ilustrada de Yauco publicado en 1925. , Crame el lector que con cierto sonrojo, la verdad me obligue a se alar que el primer intento para una hermenutica del Grito de Yauco tuvo que esperar hasta 1949, cuando el autor de este artculo lo intenta en su libro Lucha por la Independencia de Puerto Rico La . Nos parece que, por lo que ahora mismo ocurre en Puerto Rico, una nueva rese y un examen a crtico, aunque brevsimo, del hist rico suceso, ayude a la nueva generaci a salvarse, con respecto a n Yauco, de lo que en todo ha sido condenado nuestro pueblo: a los efectos de una pedagoga del olvido. Al aliento de los nacionalistas puertorrique que trabajan en la emigraci (Betances desde Pars os n y los organizados en Nueva York, e imantados a la emulaci por la guerra de Cuba, precipita en n Puerto Rico un fermento revolucionario cuyo qumica hist rica tendrsu m alta expresi en la s n insurrecci del 24 de marzo de 1897. Su jefe militar sera agricultor del Barrio Susa don Fidel n Vlez. movimiento El ,... escribira Sotero Figueroa posteriormente- fue, por decirlo as, el preliminar anticipo de un movimiento revolucionario fraguado en Nueva York, que debi dar como consecuencia el levantamiento de numerosas partidas rebeldes en Puerto Rico, si hubiera sido posible llevar a cabo a ella en aquellos momentos, los pertrechos de guerra que en el extranjero se arbitraban. El Comit Revolucionario de Nueva York obtuvo del se Estrada Palma promesa formal del armamento y or municiones necesarios para los primeros expedicionarios y puso a disposici de nuestro Comit 500 n rifles, quinientos mil cartuchos y otros utensilios guerreros. Don Francisco Javier Cisneros hizo el donativo valiossimo de un vapor completamente tripulado para transportar a los expedicionarios, que se haban inscrito en el nmero de doscientos; y el General don Agustn M. Morales (dominicano, J.A.C.) se ofreci para conducir a los invasores. Todo estaba preparado para efectuar la salida y el desembarco de la expedici a principios de diciembre de 1897, en combinaci con numerosos n n correligionarios residentes en la Peque Antilla, aunque muchos adeptos abandonaron la revoluci a n atrados por las seductoras promesas del nuevo rgimen instaurado por Espa . a Acen la Isla , comenta Cruz Monclova- el movimiento revolucionario, centrado en torno de don Antonio Mattei Lluveras, quien desde fines de 1896 estaba en relaci con la Junta de Nueva York, se n extendi r pidamente desde Yauco a los pueblos de San Germ Guayanilla, Cabo Rojo, A n, asco, Juana Daz, Coamo, Pe uelas y Ponce, donde se organizaron los correspondientes comits en los que figuraban, entre otros, don Teodosio Niglaglioni, L de Prado, don Flix Matos Vernier, don Luis pez Caballer Mendoza, don Eduardo Lugo Vi don Celedonio Carbonell Toro, don Eduardo Porrata, a, don Rodrigo Ramrez Vigo, don Emilio Gonz don Juan Rossy, y don Manuel Guzm lez, n Rodrguez. El de Yauco compr en Alemania treinta mil machetes, los que, vencida la resistencia de la Aduana, fueron introducidos y distribuidos por conducto de la casa comercial de Mattei Lluveras en los comits de los dem pueblos. Don Guillermo Velasco estableci en una finca de su propiedad, s sitiada en el barrio Susa, un campo de adiestramiento donde servan de instructores a los apalabrados los cubanos don Jos y don Manuel Budet Rivera. Al mismo tiempo, que invitados por los comits,

recorran la Isla don Gerardo Forest Vlez y don Agustn Morales, quienes adem de realizar labor s general de propaganda hubieron de verificar sendas conferencias con algunos prohombres del pas. Pero, inesperadamente, tal y como haba ocurrido en 1838, y 1868, la conspiraci dej de ser un n secreto para el alcalde de Yauco, don Francisco Lluch Barreras, a consecuencia de la debilidad de uno de los comprometidos, quien haba hecho en Gu amplias confidencias a don Eduardo Qui nez; nica ste las trasmiti al alcalde y el alcalde a su vez al general Marn Gonz quien a la saz se lez, n hallaba de visita en el pueblo. Y ya al punto, el Gobernador procedi a dictar secretamente las primeras medidas para evitar el golpe. No obstante el inteligente disimulo que para el movimiento de sus tropas hiciera el general Marn, con la intenci de desorientar a los revolucionarios, stos se percataron de que haban sido n descubiertos. Se entrab inmediatamente el tradicional debate entre cautelosos y resueltos. Vlez y otros sostuvieron la necesidad de antelar el golpe. Don Juan Roig Febr y un grupo propusieron posponerlo. Vlez sostuvo que lanzarse era el nico recurso disponible para neutralizar, por lo menos en parte, la movilizaci del gobierno. Roig lo contradeca sosteniendo que no haba posibilidad n alguna de triunfo ante un gobierno ya sobre aviso. Pero Vlez testimonia Cruz Monclova- y sus compa eros, siguiendo la misma lnea de conducta que los revolucionarios de 1868, mantuvieron su decisi Y, pr n. ximas las diez de la noche del mircoles 24 de marzo (1897), parta desde el barrio Susa un grupo de sesenta o setenta hombres armados, algunos con escopetas y rev lveres y los m con machetes portando la bandera adoptada s por la Secci Revolucionaria puertorrique de Nueva York, (el abanderado fue Higinio Rivera, n a J.A.C.) con el prop sito de apoderarse del pueblo de Yauco y de las armas depositadas en el cuartelillo de la Guardia Civil . Pero, como en El Pepino 29 a antes, la tropa espa os ola, esta vez mejor maniobrada y en mayor nmero que la que carg contra los patriotas en Lares, le sali al paso y el joven ejrcito patriota fue desbandado. La voluntad de lucha no haba desaparecido, sin embargo. Soldados libertadores se reponen y regresan. Penetran en Yauco y tratando de sembrar desorden del que valerse, ponen fuego al pueblo en las casas de recalcitrantes ricachos antipatriotas. El nuevo intento no lleva a parte alguna. Dos das despus una partida patriota, compuesta de alrededor de cincuenta hombres, se levanta en armas en el Barrio Quebradas, al mando de don Jos Nicol Qui nez Torres, y padece s igual desenlace. Ciento treinta son capturados o detenidos. Cosa de la mitad son internados en El castillo de Ponce. Los otros en la c de Yauco. Entre los primeros estdon Rafael Matos rcel Bernier. Todos son luego trasladados al Presidio Provincial en San Juan. Don Fidel Vlez burla todas los esfuerzos de captura y poco despus, ayudado por don Francisco Jimnez, sale a San Thomas.

Carmelo Rosario Natal en su documentada obra Puerto Rico y la Crisis de la Guerra Hispanoamericana hace la siguiente observaci la altura de 1897 es aceptada por todos , n: A que la revoluci deba ser importada, y que las operaciones militares deberan asumir n caractersticas opuestas al sistema de guerrillas que se utilizaba en Cuba .Por el car cter implcitamente antiindependentista del libro de Rosario Natal la palabra importada merece aclaraci Rosario Natal se refiere a que seguira el patr cubano de n. n expediciones patriotas llegadas del extranjero para hacer contacto con las fuerzas organizadas dentro del pas. Hay, s, un cambio en el concepto, como el mismo autor reconoce al citar la carta del general Morales a Betances (9 de marzo de 1897, en Bonafoux, p. 35-38), en el sentido de que cualquier esperanza de xito dependera de una ofensiva rel mpago que produjera golpes sorpresivos y fulminantes al enemigo (Carta cit.) Ya Mart, recordando la experiencia de la Guerra Grande . (1868-1878) haba querido tambin que la nueva guerra cubana tuviese tal car cter. Pero a Mart le frustra el plan el llamado desastre de la Fernandina maniobra del espionaje yanki encaminado a , frustrarlo. La derrota de los libertadores yaucanos se atribuye, por lo tanto, a la precipitaci a que n Vlez se ve obligado por la delaci guanique n a. Pero, habra sido de otro modo? En carta fechada en SamanR.D., el 11 de mayo de 1896, Aurelio Mndez Martnez, paciente y , detalladamente, instruye al clandestinaje puertorrique sobre la organizaci del levantamiento... El o n contenido de la carta le fue comunicado a Mu Rivera por Mattei en junio de ese mismo a en oz o Yauco. torno de la mesa de Mattei En escribe Mu Rivera- y a la hora de apurar las copas de oz champagne, hablaba l siempre, con viril entusiasmo, de sus prop sitos y de sus medios. Segn sus

c lculos, que no profundic ni analic nunca muy a fondo, ( para qu, si se los estaban diciendo!, J.A.C.), un desembarco en Salinas, en Fajardo, en Gu nica, o en Cabo Rojo, sobre ser muy f se cil, estaba preparando en aquellos das. All (en su casa), y an en nuestros paseos nocturnos, habl bamos de los pr cticos, conocedores de la costa, que facilitaran el acceso a la Isla; de los fusiles ya adquiridos; de los hombres, ya prontos en Nueva York y Santo Domingo. Recurdese la fecha, junio y julio de 1896. A la saz burl n, ndose de la Polica secreta y de la Guardia Civil, recorran la Isla varios agentes de los patriotas que trabajaban en las Amricas de Norte y del Sur (Mu . oz Rivera, Obras Completas, Tomo III, editadas p stumamente por Luis Mu Marn, Madrid). oz Mu bien saba el valor de estas terribles confidencias. Por insistencia de los conspiradores, de oz Mattei, posiblemente con mayor inters, el m importante de esos s agentes del patriotismo que recorran secretamente la Isla, Gerardo Foret, se entrevista con Mu tratando de atraerlo al campo oz independentista, Mu rehusa. Pospone su decisi para despus que sus gestiones autonomistas en oz n Madrid fracasen. Mu maniobra de manera que esas confidencias le sirvan para sus gestiones y oz hasta trata de conseguir, a travs de Fournier, una carta de la Junta de Nueva York, para exhibirla en Madrid. (Edward G. Wilson: Political Development of Puerto Rico, The Struggle for Autonomy , 1905.) Las actividades independentistas en Santo Domingo son delatadas en Democracia La , Mu se entrevista con el general Marn Gonz en Ro Piedras y de ah sale, llevando cartas del oz lez general, para el Presidente del Consejo de Ministros, Canovas; para el Ministro de Ultramar, Castellanos, y la tercera para Sagasta. La autonoma era un hecho. El Capit general de Puerto n Rico, Sab Marn Gonz tena s lez razones muy srias . Resumiendo, en 1898 Puerto Rico es atenazado por la contradicci que representan, de un lado, n quienes, como los autonomistas, quieren retener en Puerto Rico la bandera espa por oportunismo ola y los quintacolumnistas infiltrados en la Junta de Nueva York que interesan lo mismo para dar a Estados Unidos la ocasi de invadir a Puerto Rico. En esa orga de sarcasmos, Yauco rubrica con la n firma de Fidel Vlez la voluntad puertorrique de ser nosotros mismos. Y ese es el sentido m a s profundo del 24 de marzo de 1897.