el amor conyugal entre la vida y la muerte-sintesis

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EL AMOR CONYUGAL ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE. PEDRO JUAN VILADRICH José Nelson Pineda Una de las grandes realidades, desde que el hombre convive como ser, es, en su relación de pareja y que a través de la historia ha sido un misterio este tipo de unión. "Grande es este misterio". Término que uso el apóstol Pablo hace más de 1900 años, haciendo referencia de esta unión como una semejanza referida a la unión entre Jesucristo y la Iglesia. Y que movida por dos seres donde se cubre una relación entrelazada por dos cuerpos en primera estancia, es su relación conyugal atraída y seducida por su pasión, estableciendo un lazo de unidad. “Potencialmente unitiva y co-biográfico”. Donde surge una gran actividad de “dinámicas” entre las cuales el Dr. Enuncia cinco de ellas, de cómo la relación conyugal va promoviéndose desde su relación primigenia de los dos cuerpos sumergidos en su madre naturaleza, extasiados, donde su peor enemigo será el futuro de cómo esta relación perdurara. Hasta que en cada una de estas dinámicas se van entretejiendo un lazo irrompible pero que a su vez, el Dr. también nos presenta desde una concepción dualista entre lo que es natural y lo que es persona atribuyéndole carácter espiritual del ser para así dejar un conocimiento de que no solamente en el amor conyugal en su expresión natural implicando lo biológico, social y cultural: se quede paralizado, ininterrumpido en una alteración constante sin ningún bien, nada más que el “bien atractivo”. El ser “persona” va más allá de toda la primera instancia de lo natural; el ser libres, en lo cualitativo, y el uso del tiempo forjado y aguzado entre el proceso estructurado del vínculo del amor. La capacidad de poder apreciar este “valor” como un don apreciado tanto en su primera estancia como en su bien benevolente de la vida conyugal intrínseca, es así, entonces cuando se verá una vida de unión sana unitiva. En el cual el concepto de plenitud co-biográfica intima, “el amor que se tiene a uno mismo es el amor que será de su esposa”. Esto implica que el ser como tal requiere amaestrarse como persona y no pasar por ser un ser que solo satisface lo natural, y no caer en dar vueltas en el mismo circulo. Pues se pierde y se muere. No poder pretender acometer todo el futuro por el solo hecho de un bien atractivo, enclaustrados en una deficiente estación del bien unitivo. Es por eso que la virtud de la pureza conyugal es médula de la integridad de la persona y la integridad del don y en ella la sexualidad es parte de la personal y verdaderamente humana cuando está integrada en la relación de “persona a persona”, “el co-ser”, el don sincero dándose y acogiéndose, en el don mutuo “entero” total y temporalmente inmenso e

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Page 1: El Amor Conyugal Entre La Vida y La Muerte-sintesis

EL AMOR CONYUGAL ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE. PEDRO JUAN VILADRICHJosé Nelson PinedaUna de las grandes realidades, desde que el hombre convive como ser, es, en su relación de pareja y que a través de la historia ha sido un misterio este tipo de unión. "Grande es este misterio". Término que uso el apóstol Pablo hace más de 1900 años, haciendo referencia de esta unión como una semejanza referida a la unión entre Jesucristo y la Iglesia. Y que movida por dos seres donde se cubre una relación entrelazada por dos cuerpos en primera estancia, es su relación conyugal atraída y seducida por su pasión, estableciendo un lazo de unidad. “Potencialmente unitiva y co-biográfico”. Donde surge una gran actividad de “dinámicas” entre las cuales el Dr. Enuncia cinco de ellas, de cómo la relación conyugal va promoviéndose desde su relación primigenia de los dos cuerpos sumergidos en su madre naturaleza, extasiados, donde su peor enemigo será el futuro de cómo esta relación perdurara. Hasta que en cada una de estas dinámicas se van entretejiendo un lazo irrompible pero que a su vez, el Dr. también nos presenta desde una concepción dualista entre lo que es natural y lo que es persona atribuyéndole carácter espiritual del ser para así dejar un conocimiento de que no solamente en el amor conyugal en su expresión natural implicando lo biológico, social y cultural: se quede paralizado, ininterrumpido en una alteración constante sin ningún bien, nada más que el “bien atractivo”. El ser “persona” va más allá de toda la primera instancia de lo natural; el ser libres, en lo cualitativo, y el uso del tiempo forjado y aguzado entre el proceso estructurado del vínculo del amor. La capacidad de poder apreciar este “valor” como un don apreciado tanto en su primera estancia como en su bien benevolente de la vida conyugal intrínseca, es así, entonces cuando se verá una vida de unión sana unitiva. En el cual el concepto de plenitud co-biográfica intima, “el amor que se tiene a uno mismo es el amor que será de su esposa”. Esto implica que el ser como tal requiere amaestrarse como persona y no pasar por ser un ser que solo satisface lo natural, y no caer en dar vueltas en el mismo circulo. Pues se pierde y se muere. No poder pretender acometer todo el futuro por el solo hecho de un bien atractivo, enclaustrados en una deficiente estación del bien unitivo. Es por eso que la virtud de la pureza conyugal es médula de la integridad de la persona y la integridad del don y en ella la sexualidad es parte de la personal y verdaderamente humana cuando está integrada en la relación de “persona a persona”, “el co-ser”, el don sincero dándose y acogiéndose, en el don mutuo “entero” total y temporalmente inmenso e indisolublemente del hombre y de la mujer. Esta virtud, en cuanto se refiere a las relaciones íntimas de los esposos, o esponsales, “requiere que se mantenga íntegro y fidedigno en el sentido del don mutuo y de la procreación humana en el contexto del amor verdadero. Por eso, entre los principios morales fundamentales de la vida conyugal, es necesario recordar la inherente conexión que Dios ha querido y que el hombre no puede romper por su propia iniciativa, entre los dos significados del acto conyugal: el significado unitivo y el significado progenitor; “cohesión intergeneracional” como enfoca el Dr. El cíclico y el espiritual “.Y entre el “sacramento del matrimonio”. El tercer principio, lo divino. Sin duda alguna aquí se pronuncia una “tercera estancia” donde el Dr. Viladrich elucida que en esta transformación es sin destruir, ni reprimir, ni opacarlo. Sino que se adentra más y más en su unión de bienes. Algo más que dos partes de una vida en unidad, “capaz de transformar lo inédito”, en la madurez o plenitud y no solo acoyuntada porque es aquí donde surge la comunicación eficaz conyugal, en todos los niveles, lo que nos prepara para la familia, para el hogar, donde en suma se vincula todo lo de “estado civil”, versus la vinculación según justicia, “la validez”, atributo a lo natural, a lo indivisible, a lo incomerciable e irrenunciable; “la unión conyugada abre su propio adentramiento hacia su nivel de madurez o plenitud” trascendiendo todos los términos jurídicos. “Nosotros podemos encontrar e incorporar en lo que nos pasa y se pasa aquello que nunca pasa”. Un principio muy razonado por el Dr. Viladrich.