Download - QUERIDA ALEJANDRIA

Transcript

i .6q6

Q,,.ri,1u Alcjarrrlría:l loy ctrnrplo t ' ¡ lor t c ' ¡ t ios y mc hat l c l i t l l t r

(lLtc v{ )\¡ ¡ (-¿ls¡rn.l("' l t 'kr

t 'sc ' r i l to t l t l l l scnt ' i l lcz t ' cot l , tst ln l l l ro.

(-orr l ¡ mist . ¡r¿r at : t i l r r t l p cst ut l r t l ) ' ¡ ( l ( 'Pté,csboz¡ lrr lo t l l l¿ sol l r is i l ) ¡ cx(r t ¡s i í l r ( lomc Para

ir ¡ rcf l t 'x iorr¿t-a ln i l l¿[¡ i t¿t ' i t i t l , r lo l rr lc l r r l

hal i t l t ¡c jor l r ¡ l rer i t t lc ref lcxic l l r¿r r l l tc l r ' t t cr

rc¡ l i r l ¡ r l t r r r v ic i () at lhckr: t : t>l¡ t ' l tz-ar ' r cst : r ib i r

nr i vrr l ¡ ( r r t - t t t i t c¿r l ¡ inagotablc t 'o l l t l t l r lcs-

l i n ¡ l ¡ r r i o t ' x t t ' ¡ r c i o t ta l , t ú1 , ¡ l t i t i t l r l ¡ t l .

Nl i m¡r l r t ' ar lo l l l iva Oct¡vi¡ , st t l l t ' t ' l l l i t t l t r

Augttsto r ' l , t t 's l losrt t lc cst t ' , I - iv i¿ ' t lc h¿r lr

Xlaríu García Esptrón

llamarlo para decirme que no viviré más en la casadel Palatino, no tr¡maré más lecciones con el pre_ceptor griego y, ya que soy hija de una rcina, iranpensado que eJ único consorte digno cle mí es el hi¡.ode un rey.

Los hijos de reyes que vivimos en Rr¡ma somosextranleros.

Es irónico: a pesar de la nobleza de nuestra sangre,podríamos considerarnos esclavos, porqr," no ,orio,libres.

Me explico, Alejandría. No debemos fie.gar los mo_saicos de lc¡s atrios rri ir por agua a la fuente ni ali_mentar a los cerdos ni peinar a las matronas. Losesclavos y libertos h¿cen eso por nosolros. pero nopodemos ir a dónde nos plazca, ni cambiar dc resi_dencia ni regresar a nuestra patria.

Roma nos tiene. Es nuestra dueña. Del mismo mo_do.comr¡ se guardan en algunas casas nobles esplén_didas panteras encadenaclas.

Somos sus príncipes esclavos.Cuando llegué a la ciuclad del l.íber con mi her_

mano ¡¡emelo, Alejandro Helios, y el bebé, .lblomeo,

yo tenía diez años.Mis hermanos y yo fuvimos que desfilar ante la

muititud de rostro inclistinguible, bajo r.rn sol ardiente,arrastrando pesaclas cadenas de oro.

Eso era un símbolo.Egipto vencido, dominado y cargado cle cacleiras.EI... ccastigo?, la ¿humillación? no eran para no_

10

Qlrrr ir l rr ,4lr jrurdr ir

sotros, sino p, lr , l nr l( 'stros ¡ lar lr t 's.. . y cl los ya noc Krs t i(r n.

I l ¡ [r í¡n nrucrto, Alcjarrdría, lú ]o sabcs... pcro r lcsrlctcl primcn.r al riltir¡o rlc k¡s romalros cslaban persuarli-rkrs r lc qtt t ' , acorl¡rt los t ' ¡r los nri l rrkrrcs ck' l¿r t¡ lut 'r tc, srrssotnlrras ('n tr"islo(]i( la s rrrntcrrrplaban su (lcn'ota ]. r'x)sn¡ir¿b¿n r-¡ l l t i l l l r bajo una l luvia r le pélalos r lc f lorcs,( aricil l)¿r,r krs r¡cncnrlcs vial()riosos, p¿r,r nos()lros,l lLlvi¿ r lc i l r t l r- t i r lum[rn', r lc zozolrr¡ \ ' ( lc cspa]r lo.

Si lrc r lc scr sin.( 'r(1, lc conl ieso, Alcjanrlría, quctlcsputls r lcl <lcsf i lc trrr.urfal r lc Octavio cn l¿s c¿l lcs clcRonra, rlonrlc rlt'bíamos rcpr"cscnl.lr cl ¡ra¡rcl (lc ven-cirkrs y l-rumil lar los cachorros cgipcios, r ' l tralo qucnos rlicron los rrolrlt's rorn(rnos fuet rcspch:oso.

Algunos nricmbr{)s r le la famil ia clc ios vcncrlorcscxtrcmilr()n su siml)¡ l ía hasta prctcncier susti luir, ctrlrucslro af ir :kr, ¿ krs parlrcs quc habíanros pert l ickr ya nL¡esl ro ltcl-m¡nO ¿ls('stlta(lo.

Y <rrmo hc cmprt 'ndir lo l¿ vía dc la sinccriclarl ,iaml¡ión tc crrnficso quc cl joven mijs noblt- clc Rc¡m¡,N4¿rcclo, lirc rn;ís cariiloso conmigo r¡uc lo firr:ra mihcrmano mavrlr.

Y quc Orlavia, la t lam¿r más en<:umbr.¡t la clc Ro-ma, ht:nnan¿r dtl /rnprrnlor y viuda ambigr.ra ck: mipaclrc, clcrramti sobrc mrcstras caltczas más lcrnur¿tqt¡c nu('slr¿ propia matlr"r:,

T l l i t v , r ) , l l ¡ , r . ¡ r r r r ¡ r , u l t ' s .

l le qrrcrir lo vt 'r tcr sol¡re t i la cal¡rata imparablc dcmis rcc:t¡crr los.

11

María García Esptrón

Escribirte estas cartas que no han de cesar mienlrasvlva, porque te extraño y só que no volveré a vefte.Porqr,re te extraño y sé que vas a desaparecen que tuspalacios han sido arrasados, fu faro se derrumbará,el cuerpo incorruptible de Alejandro será echado dcsu vilrina cle micl y eterniclad y tr-rs sabios y poetasse lanzarán de cabeza al mar; desesperados al cons-tatar la muerte de su mundo.

Porque como te extraño, te sueño y rcculstruyotus calles y tus fragancias y los gritos cle tus vende-dores y tir lengua sorprendida en la encrucijacla clek¡s dioses. le sueño y mc fatigo porque terrgo queinventarte y por un instante de felicidacl intolera-ble te habitc¡... y clespicrto y lloro sobrc el recuerdoinasible del sueño. Y miro a través de la ventana yprenso que, más allá de los pinos de los bosquesromanos y del Mar Latino, éstá el Delta dd Nilo yestás iú, Egipcia y Maccdonia, l.araónica y lblomea,lectora insaciable de {u propia biblioteca, ciudacl her-mosa, ciurlad para siempre mia.

Tú siguc viva, AlcjandríaHazlo por miY toma nota de cuanto de peregrino y sorpren-

dente veas-Yo te enviaré estas cartas y te diré, a veces susu-

rrando, y a veces lloranclo, en qué se ha converlidoel mundc¡. EscrÍbelo tu, si pucdes, en memoriososrollos de papiro que enriquezcan tu sin par Biblio-teca. Cuéntalo a las mujeres en cl mercaclo y a loscstucliosos en lu Musco, nárralo a los méclicbs y a las

12

Qutrifu AIrjnntlrít

sat'rclr¡tisas tle Isis, ¿l los carniccros y a los sastres, a

krs ctulut'os y a las dont:cllt¡s. Cr-rérrtales a los niños

rni hrstoria pi)r¿r qlte scpatl qtle lcjos cle li, qtlc cres

mi cit¡rl¡cl, mi (rt¡na, mi maclre constclacla cle pcr[et:-

t : ioncs y bt: l lcz¡s. rni nostalgia . . , l ient lo puc'ntcs cle

palabras p¿ri) lrlrrtca pt'rtlct'tc, Akjanclría, par¿1 c(ms-

trr.rirtc Lrajo olros cic'los y cltras tempcrattlras, p¡ra

hac.crtc tlcspat'io, dcstlc los cimicntos y dcstlc la cn-

traña misma dr'l sttt:ño.Y quc tllos scp¿ltl cltlc atltt en cl sttrc-o prcñaclo cle

nrucrlt: puctlc lcv¡trl¿rsc li¡ mal¿ iicnr¿r y vcrtle tlc la

vicla y r¡trc cn l¡s mismas calleiuclas tle la rlerrola, con

trrr puñal slrs¡retrrlklc.r sobrc la cabez¿1, con cl csligma

rlc scr l¡ hija tlc (.leopatr¿r vivicntlo cn la c:ittclatl qttc

aborrccc sL¡ tncmori¿, ptlerlc brotar cl Amor, qtttl cs un

asombro y url Privil(rgio y una rcali(la(l inclurliblc'' lc

hc tlit:lro qtlc v()y il (lñsclfrlitc cotl Lln PrínciPe'

Irtrc elcgirlo para mí por mis prolcctores.

l.os protcclorcs qttc ftteron cnemigos cle mis pa-

clrcs, l.r gran (.leopatra Si'ptima y M¿rc() AtrtoLrio, el

nr¿ís atnaclo gcncral dc los rom¿rnos

Ellos -los cncmiSos- eligicron para mí un prúl<:ipc,

sin sabcr quc ól 1' ),o nos habíamos elegido anles

N,lt¡cho ;¡rrtcs <lel clr:slilc cle la victoria, cle la tlcrrota

nav¿l dc At:litrm, cuyas vicisituclcs a¡rrctrrletr los ni-

ños t'n las lcctioncs tlc hisloria r()miln¿ l'cclelltc'

Anles clt' mi nacimientr¡.Antcs rlc rluc C.ósar cngcnclrara el stteño cle Alejan-

dnr cn cl vit'rrtrc clc (ilcopalra, sin s¿lbcr qLle cngen-

clraba para l¿ mucrte.

l " t

Aütía Garc[a Espcón

Antes..- en un lugar sin ticmpo o en un tiemposin luga4 mi alma vagabunda encontró la suya y ensilencio aceptamos nuestro destino.

Un destino de dolor, veteado cle espcranza.Un amor cercado de puñales. Un increíble instan-

te cie bclieza. Una belleza amenazada por la traicidrn,por la venganza y la muerte.

C-omo hr belleza.El príncipe que me destinan mis proteclores, sin

saber que ellos son los instrumentos del clestino, esmuy hermoso.

Más hermoso que yo.Yo no soy hermosa, Alejanclría.Mi madre tampoco lo era.(Pero todos creían que lo era, tan efectivo fue su

sortilegio).No me parezco a mi madre.Soy el retrato vivo y femenino de Marco Anto-

nio. Recuerda el mentón del general y su nariz deáguila. Evoca su cabellera indómita y pon esos ras-gos bajo un tocado de doncella romana y tendrásmi verdadero retrato. No poseo la feminidad hechi-cera de Cleopatra y, si tc he de ser sincera, mi ta-lante me asemeia más a las matronas rle la antiguaRepública que a la seductora Isis viva que fue mimadre.

En cambio, un joven dios es el príncipe cle mi des-tino, cleseado por muchas damas romanas, tanto poraquellas que se las cian cle ligeras como por las quese han construiclo una fachada de virtud.

14

Quu'ith Akjanrlrín

Durantc estos años él ha aceptaclo a algunas y

clcsrlcñatlo ¿l otras, no rehtts¿ín<losc a rcnclir tributo

en el alt¡r rle Vetrtls, pcro guardanrlo stt mcjor alicn-

to p¡r¿r str pasión vcrdaclcra: el cotrocimicnto 'lbl

pn'.,,a q.,,, cl ,nt¡nclc, cntcro fttcra un libro cscrito en

un lorgiraic qut': solamentc ól pue<1e t-ompretrcler y

quc solametrtc a ól rcselwa clelicias y sclrpresas Es un

f ikisofc¡ nrt:ticlo ctr cl c:ucrpo bellísimo de Alt:ibíachs'

Es t¡r.t csLaluario y bruñido arqucro cotr ojos tlc no-

chc intcns.l. Es trrla csplónclicl¿r ficra dc mancras pa-

tricrias. Ils un sr.tfiimietr[c¡ tlepositaclo como sacriftcio

cn cl altar <lc Ias maravillas tlcl munclo Una sensual

notlrc afiic.l¡ra ct.tvtlclta cn los sercnos plicgucs de la

toSa r0m¿n¡. . .lmagino qut' sonrícs y pieLrsas qlle clsk)y cnamo-

ra,lu .,rm,rr.,t.'n 1,,,,a. Quc el r-riño Amor f'ra obnr'rbila-

cto tlis sttLrtitios v qtle lnc empcño en acarrc¿r sobrc

la figtrra tlc mi pronrcticJo tor-las las pcrliccioncs dcl

orbc.No trs así.Yo lo amo.Pcro no e slol' tlnamoracla'

P¡ra cstar cll;tlnoratlo lray qr'r e ser jovt'n' o tcncr

joven d r:spír'itr'r, y allnqtlc lroy cumplo c¡torct: años

s()) 'un¿ atrci¿ na.

l'.n catorcc años hc viviclo varias viclas porque htl

tr.rrsit¿rdo ptlr nrttcllas nlLlcrtcs' Uu c¿ltttcrio crucl

<lttcmo en mí la posibiliclad clcl asombro p¡ra pcrml-

lirmc sobrevivir y ctn'cnti crr rni espíritr'r cl cnamo-

r¡mitnto i¡.1tlo t¡ stlt:t¡ t'tl tc cl el flirteo dcsprerlc-tt paclo'

t5

Mría Garcia EsPrón

'l'e lo iré contando toclo

Poco a Poco.Amoneáandr¡ los recuerdos, aunque duelan' de tal

manera que los escuches derramarse sobre la mesa

infinita de la memoria... como monedas que quisie-

ran comprar un poco de olvido y un Poco cle sosic-

go y un mucho de esperanza en el poruenir'

Cuando leas cstas cadas de clesgracias y traicioncs'

cJe reyes niños asesinados y dioses rotos, de Amor

acodado en las vcntanas de la Muerte ", ten presen-

te, Aleiandría, que alrnque comenzaré por el princi-

pio, te escribo desde cl final'

Un final clolorosamentc feliz o felizmente dolo-

roso.Un final que tambión es un principio, porque es

una boda.La tlc luba, el último rcy de ios númidas' y Selene'

la úrltima Cleopatra.

,r

De la boda, Alejandría, te contaré más tarde'

Para hablarte de mis esponsales clebo serenarme

y reflexionar... Son tantas cosas que han sucedido'

ianto ir y venir cle matronas apresuradas, las lágri-

mas contenidas cle Oclavia, la sonrisa fiía de Au-

gusto, la máscara inclescifrable clel rostro de Livia' cl

ielo azafranaclo sobre mi cabeza y el ritLral del rapto

(pues luba y yo nos casamos a la romana antigua) '

qu. no ha habic'lo en mi mente espacio para decirme

a mí misma qlle en este instante soy la csposa de

16

Qrroida; l l r jor idr i r

r lu icn l i rcra mim;rr lo jovcn cle la st¡ t icr l ¡ r l roman¿ y

t :n c l prcsr:nt t ' , rey r lc Nlatrr i tania.

[ \ r r ¿lror¡ , lcr tg,o ncccsic lat l c lc uar lar l racia c l pa-

s¡rlo t'omo si cl licmpo fitcrir trn ¡rl,Ít:icio cstatrr¡tte

r lorrr lc sc a[rrcn f lor" t 's t le Iolo y t lu: i r te c¡t tc mi pr inrer

r t l t ¡cr tkr hrvo st ' r ' l lvuclvt ' t ' t l las l lanral i t t las v iolrras

rkr un ct tpúst ulo t ' l r los jardintrs tJt ' l palacio t lc mi

nrat lrc.

Nli hcrmano ). )'() tcníalnos trcs ¿ritos y, trscoltatlos

por nucslras l r i l j t ' r ¡s, r l . rs cmpc(l jn i íbanros clr t lcsl i -

z,rrnos bajo l ¡s rrr l ¡s st : tn lrrat l ¡s t lc ojos dc los pavos

rt'a It's.I ] ¡s i l io, nr.rcslro t 'unur-o, t l ¡ lLr¡ pcr l t tct ios gr i los agtt-

c los 1, sobrc¡ras¿[r¡ co¡r st l act l t l t< l prol t ' t 'k t ra l i t lc l i -

v i r lar l , ya r l t ¡ lu sí sobrt 'at t t ¡ar l ¡ , tk: las ni i rcras qt l t '

[ r ' r l í¿n vcr casl igat lo s(]vcramcrr lc t - t t t ' l las ct t , t lqt t i<:r

¿ccir lcnl t ' quc sobrt 'v i t r iet"a a los Jrt 'qt tcños 1tr í rrc i ¡r t 'scon f l ¡ r Ios ¿ sr.¡ t : r - r i r l ¡ r lo.

En Roma aprcrt t l imos i l r to mtt t ( t iot t¿tr a t t t t ( rstro

crrrrrco. T rrt'r ¡rlir a [rlcnrt'ir tc ¡lir ra lrosol ros, ¡ l ttotl bril r-

kr qr lovocrí l rar l os ulr c¿tscabt ' l r l t : r isas, t r rr¡r t s i ht l -

[ r i11r¡nros (1) l r l , r ( ] ( ) t tn [ rut ' t l t ' l r is lc. [ : r r l \ lc jart t l r ' í ; t cra

cor.nún l i r ¡ rrcscncia t l t ' t 'sos cscl¡r 'os r l t tc, pr iva<los

cn la r l , ís l ic t 'n¡ in l¿¡rci¡ t l t ' str st 'xrr , sc ( 'ot tv( ' r l í¿l l

cn l os r ¡ , í s f i c l cs g t ra r t l i a r r t s r l c k rs r r i ños 1 ' r l c l as

rk rn r r l l ¿s . l -¿ h i s to r i ¡ r l c k rs ' l i r l o t l cos po r l í a l r ab la r

r l c n ¡ , í s r k ' Ln r ( ' unu ( ( ) q t r c ( ' o l l s t t s t t t t t sc jos agu t l os

v cr ¡r t ' r i t rcn lat los cr¿ cl vcrt l ¡ t lcro pot lcr r l t ' t r i is <lc l

n.r{)n(rr(¡ o c lc l ¡ rc i rr¡ cn t t ¡ rrr{) . I -os l r t ¡bo l r ic i rkrs 1 ', l ln i )n1( 's r l t 'sLr put ' l rkr r t los hLttro lúcic los 1' pcrvcr-

17

,üIaría García Esperón

sos. Diríase que la energía que los seres humanosdestinan al Amor es desviacla en los eunucos hacialas intrigas de la política. Como el famoso potino,que conspiró contra mi madre, Cleopatra Séptima, afavor de los hermanos de esta,

-lolomeo y Arsinoe, y

por esa causa fue asesinado por orden de César.Pero ese no era el caso de Basilio.Él habfa sido bendecido por los clioscs con Lrn ta_

lante afectivo orientado a la esfera familiar. Su cievo_ciórr llegaba a tal punto que se hubiera dejado matarpor nosotros sin dejar de sonreír y recomendarnosque bebiéramos nuestra leche.

I-o que finalmente ocurrió. _.Pero no dejaré por ahora que la nube de Ia muer_

te ensombrezca esos minutos de oro y violeta en elpalacio de Cieopatra, en el que rodábamos sob¡e lahierba y percibíamos el sol poniente a través clel plu_maje de los pavos reales y cuando, niños al fin, sinlenguaje todavía para devanar las memorias que enesos momentos tejíamos, aguardábamos sin saberlola l legoda de nuesfro parlre.

Que era todo un acontecimiento, pues no lo co_nocíamos.

No había atestiguado nuestra llegacJa al muncioni nos había levantado en brazos para reconocernosy hacernos genuinos a la manera romana, ni.noshabía hecho r:eír ensayando pueriles muecas con sllrostro de soldado, ni había clejado que con nuestrasmanos de bebés tiráramos de sus negros rizos comok¡ habíamos hecho con la peluca cie Basilio.

1B

Quu'itla Akinür{t

Nacia rlc eso había octtrriclo, porqrtc cttando atin

est¿íbamos crr cl vicntrc dc t-tttcstra matlre, la rt'itra clc

Egipkr, ól había contraír-lc) romallos espttnsalcs cotr

una virh¡os¿r clam¡ romall¿1, lrcrmana <lc stt rtlmano

enemigo, para g¿ralr l lzar t lna paz romana

É1, Mar<n Antonit¡, enamorado de la reina C-lcopa-

tra ric Egipto, había accerlido a casarse con l¿ noble

Octavi¿, hct"m¿na dc quicn fucra dcsignado por el

grarr lulio Cósar cn stl lest¿lmento como su hereclero:

Oclavir¡.Otlavio, cl r<t¡nano quc tcnía la mira pttesta en

Egipto y qLre sc lrabía jurado exterminar a la rcina, a la

que llamaba "serpienlc clcl Nilo" y a su clescenclencia

1)rincipalmcntc a (lesarión

Clesaricjll, lrttcslro hermano mayor, Ilamado más

correctamcnte'lt¡lomeo Clésar.

El hijo clc Iulio Cós¿r y la reina (-leopatra'

El únicn hijo dc Julir¡ César. Su verclaclero hereclercr

ante los ojos implacables dcl I {aclo

Aunque el gran patricio no hr'¡biera mencionaclo

al hijo de st¡s tror:hes alejandrinas en su testamcll[o,

cor-rfiatio al 'l'emplo cle las Vestales en Roma' y que fire-

ra leíclo por mi padre Marco Antonio ante el pueblo

romar"lo enardecirlo, a la vista ciel cad¿íver cle Césat

apuñalacio veintitrés veces por un grtlpo de romanos

qrrc sc soñatrrn p,r lr iolas y sc vivieron ¡ lscslr los'

Por sttpttcsto que csto no lo sabíamos, porque só-

lamente teníamos trcs años cuando vimos llegar a

nuestra maclrc, racliante, vestida con una túnica he-

19

I4aría García Espnón

cha de hilos de oro, del brazo de un sonriente ge-neral romano, cuyas pisadas asustaron a los pavosreales y que ríendo se arrojó sobre la hierba doradadel atardecer para revolcarse con nosotros como unleón con sus cachorros, y hacernos cosquillas y ha_blarnos en un idioma que no comprendíamos to_clavía y levantarnos en brazos para hacernos senli4ahora sí príncipes herederos del mundo.

-iNi siquiera Basilio los ha mimado tantol _dijoriendo mi madre y su sonrisa iluminó aún más, sieso era posible, su celebrada belleza.

Basilio se había apartado de la escena conmove_dora, sintiendo que la llegada de ese paclre exultanteiba a robarle a "sus' niños.

-iCleopatra Selene! -me dijo Marco Antonio clibu_ianclo mis facciones con su grueso cieclo ínclice acos-tumbrado a manclar a los cjércitos de Roma. iCleo_patral iSerás la gloria de tu padre! iya brillas como laluna de Alejandría, sin menciona¡ porque es obvio,que los dioses te bendijeron con mi mentón romano!iAlejandro Helios! ile pareces a iu madre! ila mismanariz de los lblomeosl Serás un Sol de Maceclonia yRoma cuando te ponga fu primera coraza cle guerre_ro. Pero, itomal Si sois gcmelos... Zpor qué sois tanclistintos?

Basilio, que había pasado lar¡;as horas de estuclioen la Biblioteca y era su fascinaciórr el escrutinio dela Naturaleza, se animó a aproximarse al general paraexplicarle que los gemelos pueden parecersc o no, sison univitelinos o bivjtclinos porque. . .

20

QurritlLt Akjandría

-iPor Bacol -lo intcrrumpió <lespcctivamente cl

hnptrtlor-. rMrmos tr aburrirnos or estc palacio con

insttlsas rliscrtaciones? ison Sclene y t{clios! iLa I-una

y el Soll Si lo sabré yo, quc adcmás cle cngendrarlos

t-n una soltcran¿, lcs tli nombres como no extsten

cn cl mundo. T-os nombres cle de icladcs gcmclas stts-

pcn<lirlas cn cl {irmamcnto que se pareccn y dificren'

p,-,',, q.,.,, cn txiuncli<in, altlmbran la glorlo de Mar-

co Arrtt¡nio y rle la rcúra de Egipto l)d Diónisos y

Afiodita, l.te ¿rcrtcrcl¿rs, Clcopatra?

Ntlcstro padt'c, cn csos Ínomcntos más locltrz que

la reir-ra, quc parecía guardar sus palabras Para cs-

criirirlas .i-, pi.,l.u cle cterniclarl y no erl la tela clel

vicnto, le tlirigía trna miracla que prctendía rcvivir

la compliciclarl cle stts amorcs, qttc fueron lcytrrda

,.nr.,nl y valicntc en un¿r ciur.lad valie nte y sensual

fbrjarlora dtt leycntlas, hasla verse interrumpitlos por

la particla clcl Intpcralor y sr-r bodtr rom¿lna''Marco Anlonio gustaba de compararse con el clir¡s

gricgo cltr la cmbriaguez y los cxccsos, cl coronado

ii" pi,llpon"t Djcinisos. Cleopatra, por convicción'

,l.,riinn y en esos lcjanos días iucgo, era la pcrsorifi-

cac:i<ín tic Isis, la Afiodita de Egipto, la scnsual diosa

clcl amor qttc es al rnismo ticmpo la protcctora ma-

dre del infantc llorursl)cmasiad¿ mitologí4.Más tar<le pagarían cl costo de haber preten-

ciiclo cncarn¿rr los mitos pues, como enscñan los

filósofcrs csloic:os cn cl Museo, la muerte clísi¡e]ve

los átr¡mos tlel alma y los dioses, alrnqlle existen'

21

,\[aría García Espuút

muestran una félicidacl icleal qrre no pueclc scr imi_tada.

_,^ltl :TO::q:, en ese jarclín de la rarcle tlor¿rcla, Di¡j_

llllj: 1i't n:l:::

¡ Selene eran esftemececloramenre1.,.r."r.y su fblicidacl poseía Ia

""r,,."1.;;-l;;;.;,;trémula rle un rayo .t" luz o ,t.l d.;;;;J** il.llposa.Fclicidad hecha en el tie

mera. mPo y, por Io tanto, efi_

_..j'1*".0 sí pcro pcrsistentc, Alcjanclría, cn tu re_cue¡do.

*

,.,- auun:t,, Deífobo, el precrpkrr griego que nos clabtrclase en la casa de Octavi,ram os cre -.*o riu .i.., o: ;nff :::'.ffii:::,:::

prendió visiblemente al coá- n"ri", ."^;; HH::":i ;::;:':iHT.memona.-lornaron leccioncs cr-había cricho Mart-cro, .Jr:'rI::.:

de. Alejanctría

.,,-yji:.,i1.":-#;::lllil"j""lil,'.'J,11,,i,,,otec-rslete años niño eternr

::t"" i. :, Í,;:; i; ; ::;ff :"':liH. J.1#::17quc-en él veía al herederc, cle Ar_rgusü- ----- ¡ v'I',ur¡!,

-Mi ma<Jre dir:e _terció 1niños en Atejanctría ."b". :l:T:]an'4ayor-,que

los

R.ma. m¿ls que los scnaclorcs cle

Ank.¡ni.r, rnás parecitla Ima^o, rrabía nacido un.oJil_q'.t

mi propi. her-, clespuós rle nosoll.os, los

22

gcmclos. Era nttcstr¿ mcrlia hermatra' l'rija <lc Marco

Antolrio )' tlc la noblc Oct¿lvta-Lo cierto cs qtlt: ltls alcjanclrinos liencn ¿r su dis-

posit:iírn los liblos rle ['r l]ibliotcca -dijo Jtrlio Atrtrt-

nio.Iulio Anlonio tenía catorce años cuando llegamos

a Roma Alt'jarrrlro I lclios y yo Era hijo. <le mte-slro

¡rticlt-e y tle la gran -y tt:rrible, scgún mucüos-.Fr"rlvia'

iu l't,,r.onr, mayor, Antilo, había sucr-rmbido atrte

.'rpu,lo, ,c,tu,..,, crr las jorlraclas sarrgrierrtas cle AIe-

i , ' r r , l ¡ ' 1 , t . l r r l i , , A n l o l l i ' r e t ' t ' t l t g t ' ) ' s t ' l t t t l r ' r t t ' m ' I

, , , , a t t r , ' l p , r r l l r ' 1 ' l 1 { } v ( ' i ' l l ' l o p ' r t l t t n i ' l ' t ' l d c , l i l r e t i l t s e

, l t ' l , r g c r t l i l l ( ' r t ' I ( i r r c ' l t u l c l ' l ' l c ( ) t l ' r v i ' l y ( l ' l r l l e n r l a

suclt¿ a stts imptrlsos cle joven Diírnisos'

-Y los mcjorcs m¿cstros' sitr of'entlcr a nllclstro

preccl)tor -dijo Jtrlia (lol1 tllril sonrisa etrc¿ln ttrt krra'

Jtrlia ttlrril r ltcz años y cra hija dt: Octavio y stt

¡lrimtrra espt>sa, Escriboni¿' Si las [¿tlcic¡res (lc stt l¡t:

, l r . . , rn, t provcrbialmcntc l inas' l¿s sr ' ly¿s Parcclal l

firriatlas por un clivino tlscultot clt: nrttñct:¿ts' 'lbtlos

,la,,íu,', qr.,,', aru triña, al creccr' tcnclrí¿'r a Roma comlen-

rlo tlc stl mallo, como una ficra renclida'

-ilis cicrto cltrc Alci¿n(lro Magno dornría con la

IlÍrrln tlt:bajo tlc l¡ ¡tnrohacla? -prcgtrntó Antoni¡ la

]\.'lcno¡ cltre telría st'is ¡lios,v no t:es¿ba dc haccr prc-

gunt¡s.Ot:tavi¡ h¿rbí¡ rr:utrirlo bajo su tt't-ho a srts ¡rro-

gr ios hi jos, a la hi ja r lc st l l rcrmano y a los hi jos ql tc

l\'la rco Arrtonio ll¡bía lerritlo a lo largct tlc str virltr

cxubcralrlt'. Ill rcsull¿<lo er¡ Lln g,rtlPO prriximo y

María Gucía EsPrÚrr

dista nte a la vez, una combinación de nostálgiclos

. l si l . n, i . , .o. r 'on hul l i t iostrs y r tcspreot t lp' tdos' r l t '

í - . t¡ i . , . .1. venccclorcs corr hi i .s dc vencir los ul l mun -

dá en miniatura tomanclo lecciones dc un maestro

uricqo cn un i,rrrlin [ulTl¡ll-lo"" l i , , 'u.. , . i rnn . l gran Aleianrlro hubit ' ra podrt lo

conciliar el sueño coi los rollos tlel Poema de LIo-

-... ü"1. su cabcza -clijo Marcelo' guiñánciome e1

oir-. ft"g" para mí quc eso formó parte cle su pro-

pagancla.' "El rrrecepto, hubiera qucrido tomar el control de

l,r . lnr., per,-, est,rb'r apabtr l lat lo por el. r .onot imien-

ttr que mi hcrm¡tto y yo teníamos dcl poema ctc

Llomcro. Murmuró que los métodos peclagógicos

alejanclrinos, a pesar rle su reconociclo prestÍgio' no

".or-, ,-,a.aru.¡u,.rtcnte los más recomendables- Pcro ya

f-t"f-,á i.-.¿" yo la palabrtr para responcler al gcntil

Marcelo.' '-¡;.; el gran Aleianclro' fr'rndador de mi ciudad' la

Ilí¿rda era algo más que unos rolios Su hóroe' Aqui-

ler, fu. .l *á,i.lo de su vicla Quiso imitarlo cn lodo'

Qtr iso su¡crarl ' r , Y lo logrt i '* -jt p"t qué tu ciuctad sc llama Alejanclría? -me

preg,rntó Anlonia la Menor'li'crr Alejanclro, tonta -respondió Antonia la Ma-

yor r l inr lol t ' un co' l ' tzo , : r ̂ ^r-. .-' Lo M.nor" se echó a llorar y abanclonó la clase

en busca dc Oclavia, para que consolase stl pena y

¿rliviase el pórficlo morete que el afilaclo coclo (1e st

hermana l. habfo dciaclo e n el costado'

24

Qrrcridrl ;'l lLjrrlrdril

l lc í l i rbo ctrv i t i la mir¿rt ia ¡ l c i t ' lo pcnsatr t lo stgr- t -

lamcrrlc qr.tc t'l llti 'totlo pt'rlagogitr clc ¡.lrczt:lar c<la-

t lcs tatr r l ispart 's ( ' t r t l l ra l r istna lc( 'c ióI1 cra cl pcor

r I c l , r r l , ' s .

La sombr¡ t lc l \ lc iar l t l ro, i t tvot :ar l ' ¡ P()r t l l l ( )s l r l -

ños hcrt ' t l t ' r t ls ct l a lgt l r ra mct l i t l ¡ r lc st l sLlc i i ( ) 'v sLls

rr(( ' i ( )n( 's, qt t t r l r i { r t ' t - t rola t l t l r l t ' l r cscr iar<l í t t rotr lano

v sc apost: l r lc i ctr t l l r r i l r ( i l r r lc I ¡ mt ' t r lc t lc l jovcn

Ñ' lnr, , , ' i , , , qr .r t ' r l r . rcr ía imit¡r , t ¡mbi( ' r r ' a l e l t ' rnamcl l t t :

i l l \ t l l ( ( , l l , l l l i \ l , l ' l ' ' l l l l ' t ' ' t l ' r l l i ' t '

{ r ' t t l r r l l l i l ' ' r , l l . , \ 1 , i , r r r ' l t i l( 'ot lo l \1¡r t rr Alr lotr io qt t t sc soir t i r t ly r lc Oriet l lc

v cn l t rs c¡ l lcs r l t 's l i l t i a l ¡v iat lo cotr la pt t rpLtra qt tc

¡r ' ¡ r i t i ¡ l ¡ p i t ' l r lc los l r l ( ) l r ( ! l - ( ' i ls ' t lcspcr l t r t rc lo a st t

contat ' {o l ¡ r l iv in¿l l r - raic 's lat l ,v t ' t l t r r l t l t iónr lol¡r a l ro-

t t r r s l t j , t r l s t l l t n r ' l , l l ¡ s ¡ ' r r r i . l s " s

[ r r c l i i t r t lúr r l t ' ( ) r t ¡v ia ' l l i hcrt l ¡ l ro ) / yo l ros st ' l r -

táb¡r los t ' t l b¡ t l t r ls r l< ' tn¿cl t ' ra mi( ' l l l ras ¡st l lnbr¿ib¡-

nros al pt 'ctr l r t t ) f ( ( )11 l l t l ( 's tro t rr t l t l t : i l l ic l l to r l t l poc-

t¡r¡ tlc I k rnrcrr I

I t t ' r .o ¿qtt t ' l l ¡ nr¡ñ¡tr¿, Alc janr l r ía '

Acl t tc l la rr , lñana Alcial l t l ro T Ic l ios y )¡() l ros st- l r ta-

r¡ , rs t 'n l r r t t l t ls t lc t l r t l V f i t i t l . los t ' t l r<l l l ¡c l t ls r t : ,vcs'' l i ' ¡ r í ¡ tnos si t ' l t ' a ños

St 'g,Lt íanros sictrr lo t ' l Sol 1 ' la l ' t l l la ' la . ; r lcgría.

c lc l

pnlu, , i , , 1 'c l rcgtt t i io r lc la c i t t t l¿r l . Y ¡c lcm;ís ' l r t lcslros

¡rn, l rar , t , , : ; l r¿l l l í¿l l t l ¡ r lo t l l l hcr l11¡ l l ( ) mctror ' a l qt tc

pusicron cl t ronr l l rc t lc l i r lonlco Fi lat lc l fo

I-¡ rc i l r ¡ v c l l r t t ¡crr t lor st ' l r¿bí¡n at lsct t laclo por

mcscs c{ l lc st ' t :ot lv i r t i t ' ro l l ' ctr c l t : ¡so <l t l Nl¿rc:o Alr-

)'t

.Mnría García Esperón

tonro, en años y, como ya teníamos eclad de compren-der, nos explicaron que estaba empeñado en unacampafra gloriosa contra varios pueblos enemigos,principalmente contra los partos.

Partia era tradicionalmente un país rebelde quequerían sojuzgado tanto lc¡s romanos como los deAntioquía y los egipcios.

Basilio nos dijo quc esa campaña militar la h¿bíandiseñado conjuntamente Clcopatra y Antonio duran-le qu permdnenc ia e r r Ar r l ioqur , t .

-fambién nos contó una anécdota cle esos clías:

se hallaba Marco Antonio pescando Írliz y relajadoa la orilla del mar cuancio íue sorprencliclo por lareina, quien mandó a un buzo audaz que, sin que elgeneral se diera cuenta, pnsiera en el extrcmo cle suanzuelo un arenque salado, como los que verrden enel mercaclo, y tirara cle él lcvemente.

De modo quc Marco Antonir¡ sacó riel mar unpez salado por un pescadero y fue saludaclo por lasrisas de Cleopatra, quien le dijo:

-Mi señor, deja que seamos los habitanles clc lasmarismas quienes nos cleciiquemos a la pesca_

'l-úr

hazlo solamente por placer, clespués de que hayasconquistado países e imperros.

A Alejandro Flelios el cuento cle Basilio le hacíareír. A mí me proclucía sentimientos cxtraños, comosi me doliera la burla que había hecho Cleopatra demi paclre. Como si cn un suceso tan trivial se rcve-lara que ella era la fuerte, la reina, y Antonio, cl niñograndc al que convenía regañar cle vez en cuanck¡.

26

Qrl riila rllcf rlrrdrit

[1'ro ltr it]c¿r rlc h¿ccrnos reycs file tlc l\4arco An-

krnio.N4i martre Ia sct'tllrrki, prltrsatrrlo s(lgllr'lmclrtc qLt(l

la i t lco <k'prcscnt, l r ¡ tod¡ Llna f¿lmi l ia corotra<l¡ t - t r

(Jricr¡lc t'ir¡ltraría a la po<lcrclsa Rt¡nta ctr sr'¡s nr¿is

prolLtrr los t imit t t r tos.

Ur tlt'sfilc, ttna t:ct-cmonia, es algo cliscñado para

quc los otros [(: vci] ll.(-uatrclo t't-t:s tú nr isma la protagonisla, picrdr:s la

r i imcnsir in c lc la mirada para solamct. t tc imagirrar

crimo tc mir¿s o uitlo los tlcm¿ís tc miran Yo nriró a

krs tlcmás, Pcro llo me nriró a mí misma sitlo lrasta

ahora qr.te ¡tersigo rtr:uerc-los para hacerlos pender

11e tus ortjas conro pcrlas clc oricntc ilrmatlr¡ladrl'

l)rin¡crc mirí'a nri nratlrc, Ck:c¡ratra, alaviada c(nl

las insignias jncon [ i ¡n<l ib lcs de la t ] iosa Is is, a quien

gustaba <lc clrcarnall l-a ttinit:a blanca borlacla cn

()f(), l() (l)rona solar cnm¿lrtlacla cn clr¡s liricls y, cln stl

mano, el símbolo qtlc cs la llavc clc la virla Scntarla

cn su ¡lt() lrolltl <lt: ()ro, cra la imagen tle t:uanlo

clivino puctlc tcner la maicstacl. iRtrina dc Reyr:s!' la

proclatnri cl Itttpr'rrtlor 1' la at:lamaron milcs clc g'ar-

gantas. Una sotrrisa [iLra, inclesc:ifrat-rle, trazatla por

ios pincclcs tlc mclantrlía con los que cl Ilackr e rr-

ticnrlc la bcllcza, sc rlibuir'r en el rostrc¡ dc Clcopalra

Isis.Dcsptrtls miró ¿i nri paclrc, ivlarco Anlolrio, scnt¿l-

ckr junto ¿r l¡ rcilr.r ('n tln trono igualmente clew¿rclo

N{ir'ó st¡ coraza tlt- or() y stl cabcza altiva y

sa quc trotrqttislab¡ Ias voluntadcs y qttc:

sLl soll l ' l-

grarrjcaba

)7

I[aría García Espctín

amrgos y amores. Escuché su voz cle metal sono_ro, repattienclo territorios como si cl mtrndo fucrasu propio cuerpo, ccdienclr¡ tierras y pucblos por cilconquistaclos y ctriclánclose cJe preserrtarse .o,n., fo*raón o como rey. Ccínsul, sí. lntprtttor, sí. Atttocrutorvestidr¡ clc púrpura, soñacürr rle sí mismo en un suc_ño sin límites, en el que su perfil tomaba los rasgosde Alejandro de Maceclonia, cle I lércules y cle Dicxi_sos cc¡ronado dc pámpanos.

Y miré a mi lrcrmano mayot a César .lolomeo,qtrt ' l t -rs alr. j ,rndr. irros y | . )s rom,lno\ y el or.bc lorloI l , t m d l ) d n C e s , l r i r i n , r ' l p c q ¡ t . ñ , r ( i r s , r r . . . .

- l c n í ¿ t i l f ' r c c

años y era la viva cslampa c.le sr,r paclre julio. Los ale_jandrinos lo sabían y por eso lo amaban. I_os roma_nos.lo sabían y por eso qucrí;rn malarlo. Porquer er;rel hijo clel más grancle clc los romanos y de ia máspoclcrostr dc las rcinas orient¿les. Irorque Marco An_tonio lo proclamír Rey de Reyes y porque su imagcnera la cle un esbelto ijorus ascencjicnclo al reinirlcrdcl munclo al lado cie la mac.lre Isis, bajo esa estr.ellainvisible y pesacla que era cl alma clel gran Julio._

Miré a mi gcmclo, Alejanclro f Ielios,-a taviado conel atuendo cle los reyes medas, con un suntuoso h.ajede tela bordacla y la alta tiara rematada .,r,., plr',rná,cle pavo rcal, sus ojos cloraclos enccncliclos ,¡,,i los lu_(c\ ( lc su propia magnif ir .cnci¡, ct.renlon¡osr) y s(,f i () ,pcnsanclo quizás que hubiera prcférido lr"rti. .,nucoraza igual a la cle nuestro pacire. Rey cle Armenia.Rcy_cle Meclia. Rcy cie partia. La geogralía orien{al setendía sobre los eslrcchos hombios dc mi hermano,

28

Quu'ida Altjandrít

que imaginaba soldaclos cle juguete y gatos vivara-tüos para distracr cl tcdio de la ceremonia.

Y miró a mi hcrmano menor, el pequcño -lblomeo

l]iladelfo, bebé clc dos años cn brazos de su aya. Rcymaccdonio en miniatura, envuelto en una diminutaclámicle púrpr.rra, cnvueltos los pies en botas y sucabeza enfunclacla cn cl ¿1orro rcal. A ese tierno en-voltorio que tlemarrrlaba leche lo proclamaba MarcoAntonio rey de Siria, de Fcnicia y de Cilicia.

Yo no mc miró y por miís que busco cn el túnelde los recuerdc¡s no lo¿¡ro encontrar la tcla de mivcstido, el oro o la palma clc mis sanclalias, las perlaso las cucnt¿rs dc vidrio que pu<licron habcr [ren-zadr¡ cn mis cabellos. Si cicrrc¡ los ojos y trato deinvocar esa mañ¿lna cn cl Gimnasio de Alejarrdría,las mcmori¿rs poclcrosas cle mis gcntcs se yergLlerlantc mí con los trajes y las expresioncs que porta-ban. Irero cuanclo trato clc cnfbcar el recuerclo haciaChopatra Sclcnc, tan sólo aparecc cl color blanco yl¡n deslumbrante vacío.

'I'al vcz era blanco mi vcsti-

clo, como cl rlc mi maclre que era Isis. lal vcz teníapLlcsta una corona dc oro quc me proclamaba reinarle Libia y Cirenaica, como dijo Marco Antonio consu voz inolviclal¡le.

Aqu í Alejandría, internrmpo esttr carta, porquelas lágrim;rs me ahogan y el dokrr sc ha cnroscadopor sorpresa r:n la pu nta dc mi cálamo impidiéndo-mc lr¿zar las lctras. Porquc hc mirado hat:ia atrás ylrc vistr¡ espléncliclos y bcllos;r mis paclrcs y a mis

29

María García Esptrón

hcrmanos, sentacbs sobre trol-los de oro y ciñenclocoronas. Vi sonreír a L-leopatra y exultar cle orgulloa Marco Antonio. Corrtemplé el ¿rlma de Julio Césarasomada a los ojos clc mi hermano mayor. Me reflejéen los sueños clorados cle Alejandro llclios y sostuvecontra mi pccho a lblomeo, el pcqueño maceclor.lio.

Lloro sobre el papiro, Alejanclría, y hago ilegiblela despedida, porc¡ue sobre esa mañana de los tronosde oro, sobre escls niños, csc adolescente, esa reinay ese esplénclido Imprator pasó el aliento inexorablede la muerte, respetando solamente -Zpara qué?- a ladueña de esta mano quc te escribe, tu hija, ClrcpatraSelene.

50

P,,,'t, ti",.,.,p,, tlcspr.rés tlc nL¡cstra tcro-nacit in, Alcjarrr lr í¿, ht¡ lro ur¡a b¿tal la.

l.a nriís r-n rcl clt' totlas. I-a miis t:orta. l.ar¡uc canrbirí cl curso r le I¡ I i is loria.

Fuc un¡r l¡¡ lal l ;r n¿val.Rom¿ r:orrtra Egipkr, qr.rr: c¡r mur:hos scnti-

dos ora Rom¿ t:r¡ntra Roma. Iirctrtc a las cos-t¿s clc (]rcci¡, cn un sitio ctryo nombrc set¡nvirt ici cn sinónimo de latalklad.

A(' trum.i\4¡ rco Antolrio había rcpucliatlo a Od¿ivi¿1,

su cspos¡ r()trrani], y, cn la rctl tlc hilos polí-t i rrrs en la quc esla[r;rn alr. tparkrs, eso equi-

t\Iaría García Esptrón .\

valía a una declaración cic 6uerra contril sr¡ poclero_so cuñaclo: Octavio, el heredero rle Julio Cósar. Estcaprestó la guerra y Marco Anionio, acompañarlo clcla reina Cleopatra, comenzó a plancar sus estrategiascle batalla.

Los niños nos quedamos en el mar gen cte la IJis-loria, en los jarclines cic Alejanclría, en nuestras lec_cic¡nes cotidianas en las que aprenclíamos a rccitar aHomero, en la lerraza clesclc la que, parar_los cle pun*tillas sobre los bancos cle mármol, po,,líum.rs avistu.el Faro, esa Maravilla.

Ahí me acodaba durante horas esperanclo ver las

:d".r d:l regreso de los galeones cle Cleopatra. Alc*

jandro llelios jugaba a mi laclo y lograba strspcnclerlas cavilaciones cn torno a la batailá ql.re ,. i'ibrubulejos de nosotros y se entregaba a la peisecución go_zosa de un gato o a la construcción rlc una paql,aiiogalera con pedazos de maclcra que habían sic,lo ialla_dos a propósilo por el indush.ioso Basiljo.

Yo no podía dejtrr de pensar en mis paclres, sobrctodo

11 Marco Antonio, que cn ,u .alicla.l rle Inrpc

rafor debía cslar más expuesto a los proyectilcs clelenemi¡;o quc la reina. Aunque Cleopatra no durlaríacn vestir la cr¡raza cle guerrcra y cl casco azul dc los[a raorrt.s-gerreralcs egipcios.

, -Basilio, Zqué ocurriría si los romanos ganaran la

batalla? -le pre.gtrnté cuanclo los sentjmicnt'os aprcn_rir:r..r.. me salieron dcl pechr_r como urla pu.rruclu cl.pajarilkrs asustados.

Qurrida Altjnrdrío

-Eso no ocurrir¿í, princresa -mc contcstó-. I-os clio-scs protcgen a Egiplo.

-Pcro lr¡s romanos son muy buenos solclarlos -cli-

jo Alejanclro llelios-. Mi paclre me ha conlado quevivcn para la gut:rra.

-Enlonccs, poclclis cstar tranqr"rilos, pues cl cjérc'itorie Marco Antor.rio se compone cle valientes romanosy no mcnos valicntcs alejandrinos.

-Pcro -insislí-, tlqué pasaría colr rrosotrc¡s si losromanos ganan? zSi C)ctavio César vence a MarcoAnlonio?

Basilio grrardó urr largo sik:rrcio, c¡ue percibí surca-do por cl vuclci clc las negras aves del presentimiento.

-T-o que ocurre con los reyes vencirios, CleopatraSelene.

Sabjcnclo quc Rasilio no diría más, mc rcfugió enla contcrnplaciirn clcl mar, fijanclo los ojos cn el puer-io clel buerr regreso, Eunostos, el que atrría el corazóndc Alcjanclría a los b¿ircos quc llegaban guiados porcl Faro.

Yo sabía qué les pasaba a lt.rs re1'es vencidos, puesel mismo Ilasilio mc había narrado urra lección clel-ristoria.

Cuanclo [ileopatra Séptima rccuperdr su trono, hu-bo rlc lnchar apoyacja por ]ulio César, en contra desus ho"rnanos Arsinoe y lblomeo. Este, que era unrriño, murió en cl lranscurso de una balalla, tal vezl'ruycnclo. Arsinoe fue capturada y exhibida en Romacomo tofco, cn cl ckrsfile triunfal cn cl que Julio &lsar

35

María García Esputiu

maniféstó ante el pueblo romano sus viclorias en lasGalias y en África. C-lcopatra atestiguó su vcrgürenzadcscle un palco privilcgiacir¡, en el que como invit¿rclade César asistió a la humillación cle su propia her-mana.

Pocos lazos afbcluosc¡s había enlrc esos hcrm¿nosr.rr¡cidos clc clifercnte madle y rle mi abuelo,

'lblomco

Auletes. Los romanos se horrorizan cuanclo revis¿rnla historia tle nuestra familia y encucntran suspica-cias y asesinatos. ¿No lrabía Auletcs ejecutado a supropia hija, a Bcrenice? lNo había orden¿do (_leopa-tra Sóptima que Arsinoe füera a.justiciada, a pesar deque Julio César le ¡rerdon<í la vicla?

El aprencliza.jc ile esas muertcs constituyó parle denuestr¿r educación rle príncipes. La clir-rastía T.ágirla,a la que pertenezco, vivió en el pocler como quienintenta clormir a la orilla de un abismo. Si entre losmiembros cle l¿r misma familia estaba el puñal pron-1o, cl vencno cJispuesto, zqué podía esperarse cle losconquistadorcs ex tranjeros?

-Sé qué les ocurre a los reycs vencidos, Ilasilio -di-je clespuós de un largo silencio-. I-os que no mllerenson corrverticlos en trofeos y obligados a desfilar antccl ( i l rro de urr gent 'ral vi t lor i t¡so.

-ZAunque scamos niños? -preguntó Alejandro [lc-lios, abandonando el armaclo rle su ban:o de ju¿¡,rele,con un relámpago de angLlslia en sus ojos cloradosqr.re no he olviclado y nunca olviclaré.

llasilio g,rardci silencio y yo rccordé que él mismomer había cc¡nt¿rdo que en cl triunfb en qtrc mi lía

36

Quu'ida Akjanrlrít

Arsinoc arrastrti las caclenas cle la vcrgiienza, fr.re obli-gaclo a dcsfilar"un niño de cinco años, el príncipe

Iuba, hijo clc r,rn rey afiicano que había ¡rrclericlo stti-

cidarsc arrtcs dc entrcgar slt clerrota a las implacablesmanos romalli'ls.

-Aquí no habrá rcyes vetrcidos.l''uc la voz clc Cesarión la qtte intcrrumpió la 1n-

f;rusta pliítica.l labía cs<:uchaclo lo suficiente para c'omprcnrler

que slrs hr:rm¿rnos pcqueños scntí¿rn la itrminenciade la dcrrcta flotar cn el aire y quería convencerse

), convtrrcerk¡s clc que esta no se encontraba cn la

posibilidadcs de Alejandría.-Vengo dcl Mr,¡scion -dijo al ticmpo etr quc se

sent¿rb¿r or el suelo al lado cle Alejandro llelios paraayuclarie a armar la pueril galera*. Es consenso cn-tre los sabios y krs ncgot:iantes quc Marco Ankrniolrará hasta lo irnposible p.lr venccr a Octavir¡. Va alograrlo, ticne el apoyo de nr¡estra maclre y Ia lealtad<lc sus soldados, antc quiencs la figura clc Octavio no

inspira la mcnor simpatítr.Aunqtre las palabras cle C--csariirn ibatt dirigiclas

más a Basilio qllc a sus perqr-reños lrermanos, fr,ri yol,r r lLrt rc¡ l i t r i .

-tCrecs quc cl alrna rle tr-r patlre, cl gran iulio, pro-tegcrá las galcras tlc Cleopatra?

Iesaririn sonriri, animanclo la mclancolía habitualclc st¡ se mblanlc. Pcrm¿neció en ttn silcncio quc crar¡na conccsirin a mi prt'gunta.

Ilasilio k:rció:

7:7

tMtrría García Esperón

-Julio César amaba a Egipto. Aprcnclió a conocer-lo gracias a la reina C-leopatra. y tuvo un sueño másgrande que su vicla: unir Orientc y Occiclcrrte, Rrtmay Egiplo, en un s¡lo porler

jl'ú cres cse sueño, Cesarión -le dijc ech;índole losbrazos al cuello.

-Y eso lo sabe Octavio clemasiaclo bicn -scntencióBasilio.

Yo amaba a mi merlio hcrm.lno con un cariño tanvivo quc para mí cran irrcomprensiblcs las historiasdc odios fraternales que salpicaban nuestra clinastía.Me sorprcnclía por: su esbellcz y su allura, sus inlen-sos olos negros y sus rasgos, lan parecirlos a lcls deC-ósan tallados en la piel con el cincel de la melanco-lía. Los alejanrJrinos lo querían como a su espcran-za, se habían acosfu¡mbraclo a mirarlo representaciocn ios relicves como el espléndido lJorus junto a ladiosa Isis que era Cleopatra. Un dios egipcio que craademás el hijo de un general romano. Del InrprraÍlirpor cxcelcncia. Del gran Julio Césan

La pequcña galera cle madera su rgía cle las manosdc Cesarión y Alejandro flelios.

-Solamcnte lc falta una vela *scñaló mi hcrmancrmenot:

-Que sca una vela blanca -dije yo.-Para que el vicnto la lieve a Eunostos, el puerto

dcl bucn retorno *dijo Cesarión en una voz tan bajaquc parecía un pcnsamiento.

3',¿

Quuitilt Altiantlrít

Qtrcrida Alcjanclría:Al rcpasar l¡ t:art¿l anterior, caí cn ]a rlucnta clc quc

hit:c mclrcitilr ric lt¡ba a propósito dcl riesfile trlun-

f¿l clt: Jt¡lio C('sar sirr intcnt¿rr siqtrier.r urra rcllcxión

¡<:t'rt:a clc csa t¡ot¿blc t:oinc:iclcnt:ia cntrc'cl quc alrora

crs tni martclo 1' 1'o.Ambos somos hiios dc re1'cs tlerrotatlos

Ambos f i¡ imos obl igaclos a dcsfi l ¡r conro vivicl t-

1cs trclurs, cttmo vivictrtcs monLlmclltos a la ht¡mi-

l lacir ' rn y a l¿ vit tor la.El tkrsfilti t otl t'itrt-o ¿ños ct-¡¿rntlo yo rro habítr tta-

ct(1() .A mí mc lot'ti l¡¡t'crlo cotr <licz, itrnlo a mis her-

urilnos, lrrt(r l¡ nrir¿rl¿ clc Ronr¿ cntcra, bajo r-ttr sol

abrasar lor y Jt t t l tatrr lo cc)t l t ln¿ t l is teza latr granr l t '

r r rnlo c l t l t 's t i t ro t lc t t t r prt t ' l l lo r lurotar io, in lposibl t l

t l t 'cargar por t t t ra t r i i ia.

Nlutlros ronl¿tt()s compasivos httll rlir:hcl 11r-re 1'cr

no poclía t'otnprcn< It'rlo, clcbi<lo a mi ccrt¿l e<lacl'

l)cro st' t'tlttivocarot-t. l-o t om¡lrcrltlí,t. l)ltt-tto ¡ror

punkr, lc l ra ¡ror lctr . r . Y así, Alc iarrdrí , l , i t r lctrs¿rmt- l l t t '

kr sLr f i-í¿.

Lo sLrf i í ¡ t ¡ lcs r lc c¡ t tc st tcct l icra y ct tal t t l r l st¡ t 'cr l i t i '

l -o st t f ro.

l)or t'so qttit'ro ('s( rillirlc )' rccr'rrclar'

l t¿r¡ c t t r ¡r l t t t ' ) ' ( ' t l f ¡ r lc. l ) ¡ r¿ t ' t t r¿r a tnis tnt l t hos

l l lLrcrt()s ctr l r ¡ l i l tb lc 's: a Clt ' t r l latra 1 ' N{art :o Alr totr io '

¡ \ ( -csar i r i l l . A Alciarrr l ro I lc l ios, r l t rc t ' r ¡ ¡ni Sol ' '¿\

l i rkrnrco |r l ¡ t lc l l i r . ¿\ l lasr l io. A t i , oh rni c i t r r lad, mi

nostalgia, t r ¡ i f¿lro, l ¡ i a i rorat l ¡ nraravi l l , r .

)9

Marín García Esprón

Acoclados err el parapeto de la terraza preferida

de Cleopatra, miramos entrar a Eunostos las galeras

e.gipcias, procedentcs de Actium. Los espejos que ha-

cían del Faro una autorcha viva en pleno clía pare-

cían reír ante el sortilegio invocado por Cleopatra.

Basilio sonreía- Alejandro Helios agitaba los bra-

zos y daba voces para llamar la atención rle nuestra

madre que, allá eir la galcra que había nombrado

Antonia, era un diminuto punb de oro.

La noclriza hacía subir y bajar en sus brazos al

pequeño Tolomeo, mirando alborozada recortarse

su figura contra el ciclo azul.Las ¡¡aleras cle Cleopatra regresaban de la batalla

de Adium adornaclas con gallarcletes y guirnaldas.

Para la muchedumbrc agolpada en el puerto, las

galeras de Cleopatra regresaban victoriosas.

César Tolomeo, que llamaban C-esarión los roma-

nos y los alejandrinos, apretaba las mandíbt¡las

Clec-rpatra Selene no podía alegrarse ni sonreír

como Basilio.César lblomeo sabía.Selene era presa cle intr.riciones oscuras que ponían

pesadu mhre sohre su corazón.Cesarirjn y yo llo crcímos cn la victoria que nues-

tra madre planeó proyectar como un espectáculo

para los alejandrinos. Pero estaba de regreso, y era 1o

que a mí me importaba en csos momentos.No pasó mucho tiempo para qug nos enterásemos

de que mi padre no la acompañaba. No venía en su

galera. No e ra pasajero de la ,Anforlin.

40

QrrLr ida ;llt'jarrdr ir

l )otrrs r l i rs t l t 'splr( 's t lc la I lcgat la c l t : la f lota , l l Pucr-to rk 'bucn rcr()r l to, t l t t ic t ' tcs v i torc¡b¿lr la l lcgat la r lc

krs bart :os t ' t rgalat tat I rs st t l l icrc l t t quc, al vcr la st¡cr lc

trJr ;rr l¿ crr c l mar gr i t 'go, l ¡ rc i t r ¡ orr lc l r t i l ¡ rc l i r ¡ t la

r lc su f lo l ¡ . Rol t l ¡ t ¡os lucl-r¡ l l ¡ l r col l l r l l rot t l r l t . tos r l t .

b,rrco ¿ l rart 'o, i t r l t t r t ¡ t lb i ¡ t r r lo morl í f i ' ros pl- tx ' t r ' l i l t 's

cncclrr l i r los, azot¡ t t t lo las cs¡ralr las r lc los g,al t :otcs,

inccnr l i ¡nt lo ) ' t ) , t la( lc¡ l l ( l ( ) c l s¿bor sal¿t lo c lc l l l ¡ t ,

qLrc par(t mLrtlrc.rs fi¡c cl clc l¡ mt¡crlc. I\'lartrr A¡rtotricr

m,rklcr : í ¡ ¿ rot l rs krs c l ioscs, a los r lc Rom¿ y a krs rk:

Alcjauclr í4, r1r. tc lo habíal l dcjat lo solo, conk' t lp laba

pur¡rlcjo ctitr.to stls c¡lnar¿rcl¡s sc pasaLratr al banrlcl

cncnr igo, vcía al t ' iarst 'su l i r rh¡na, st t palr ia, st l am-

bici t in,v, ¡ror Úl t i r ro, su rei l r¿. Alr tc sus ojos strrct i la

b<l la galcr i r t ¡ t tc l lcvaba st l t rombrc, l lcv¿í l l r losc el orcr

rk 'sLt v i ¡ l ¡ <lc rcgrcso a[ or ictr l t : qtre, scgún st ls nt l -

mcros()s <l t ' t r ¡c lorcs rolr t ¡ l los, lo h¿bía cr l r r t lnrpi<l t r

h¿sta cl l r r t t 'so.

N4i ma<lrt' llt'gri a su palacio c.trbicrla tlc oro y

<'rxorurrl¿ clt: llorcs. l)ccrt'tti lrcs tlías tle licsta para

cclt'br¡r qut: la lLrta rcgr(ls¡ba intact¡.-Qr-rc los r()mittr()s lloretr a stts mt¡crltls -mils('Ll-

l lc i anlc su l r i jo mavor, quc la miraba co¡r la l i iakla<l

in tc l igcrr tc r l ' l ( i ls¿ r l

I Ic r lc cscr ibir lc la vcrdacl toda, Alc ianclr ía, aLtnqtre

sca tarr tlttloros¡ cn cl rctlttcrtlo: tni m¿drc, en cs(ls

clías dc l¿ t:clebrat:irjtr lingicla, evitti vcr a sus gcmelos,

no sostuv() crt stls tlrazcls al peqtrcño 'lblomeo,

rles-

pic l i i r a i rar la a l l ¡s i l io, qt : t ' lc strpl ic:c i postraclo cn cl

su(lo qttc tr';r rrqtrilizar.r nLlcstros cordzoncs irrl¡rltilcs

4 l

A4aría García Eslttrúr

con su palabra de reina y con su abrazo clc maclre,hizo azotar a la nodriza de mi pequeño hermanoporque este se desper:ló llorando a gritos en medic¡cle la noche.

Alejandría, cantabas y rcías siguiendo el dictadocle tu rcina mientras nosotros, con cl corazón opri-miclo, buscábamos consuelo en el cielo estrellaclo,en el aroma de una rosa, cn el vuelo de una golon-drina. Basilio, el entrañable Basilio, inter-rtaba entre-tcnernos y nos narraba histr¡rias que no alcanza-ban a levarrtar el ánimo tle unos niños cnfermos dcmieclo.

Ahora sé, Alcjandría, que si mi madre se alcjó clenosotros en esos tristes días, fue para {ener el cora-zón frk¡ y lograr salvarnos. Prürcipalmcnte a L-esa-rión. No porque lo quisiera més -que finalmente asícra- sino porque sabía que, entre todos sus hi.los, élera el objertivo de Octavio. Un hijo de la carnc y de Iasangre cle Julio César poclía conmover los cimientosclel mundo y ocupar el lugar natural c-lel sucesor delgran hombre. Aunque Jt¡lio César, en su testamento,nombró como su hercclero a O<lavio, una dáusulasigilosa como una scrpiente contcmplaba a "un hijogue pudiera naccr cle mli

-lbda Roma sabía que csc

hijo era Cesarión. Quc su maclrc era una rcina. Y quecl recuerdo ensangrcntado del gran lulio era una lia-ga abicrta sobre las colinas romanas.

Cleopatra clesplego lc.rs mapas que lc habían con-feccionado los mós doctos geógrafos del Museion,

42

Quu'itla Akjmdria

no pcrr0 clisponur a krs cjórcitos en bat¿ll¿, como ha-

bía hu:ho v¿rias vcces en stt vicl¿, sino para errcon-trar Lrn rirxrln en el mttndrt cloudc poner a salvo a

sus hi jos.l)rimcro (-csari<in.( r:sarirín primcro.-A la lrrclia -qr.riziÍ pensó la reina- sigtriendo la

rut¿ rlcl gran Alcjar-rrlro, tlisimulatlo por el polvo tle

las c¿lravarras, ctr crl más lcjatro rr:ino dotrde rrtl pttccla

¿lcanzarlo csc pórfirlo rom¿rno, clonrle la cstrtlla <lt:

Julio clcscrcntl¡ s<¡bre su pctfio para lrat:crlc cumplirsu cab¿l <lestino. Li'sarión, rr:y cle rcycs. Ciesarión, rcy

rlcl mt¡rrrlo. (lcs¡ritín Bicorlre, como Aleianclro, co-ronacla [u r:¿lbcza t:or-l el crccicnlc quc ftrn<lc Oricnte

con Occiclcnlt:, cl nacimícl-tlo y la muertc clcl Sol con

la ctcrniciacl iíurt:a para la quc fitiste clestinado. A

]os clioscs tro pucclt:rr nacctlcs hombrcs. f)ero a los

l.rombrcs sí pr-rcdcn u¿cerlcs clioses. 'l'ú

crcs un dios,

Ce saririn. . . No putrJcs morir. No ptteclcs morir ani-

qui lado por lrr-r insípido burt icrat¿r romano...Sobrc cl mapa, la versitin rlomesticacla rlel gran

lerjn clcl mun<lo, (-lcopatra paseó los oios hacia occi-

clcntc cn busca rkr una gr.taricla para los gemelos...I-as Galias... clomcñacl¡rs por l tr l io César, no clcbían

albergar part ir lar ios r lc Octavio. En ese lugar po-

rlrí¡rr mcclrar sus hijos gracias al oro tle ligipto. Pcro,

agr,rarda, hay trn lr-rgrr mcior quc l¿ls Galias, cl fin

rle la ticrr¿, cir.rntlc sc encucntra l¡ ftrentc de la in-

mort¿l icl¡cl , si cs qtrt ' existtr. . . i l l ispania! El rcmotcr

+)

,Murín Cucía E7ttrón

finis ttrrar. . . Ella, la reina, llevaría ahí a sus príncipespcrson;rlmente y armaría un tcmible ejércilo con losfie ros cántabros y los enemigos clc C)ctavio.

Y sí torlo cl C)riente en el Occidente vcrclaclero, le-jos dcl aullido pavoroso clc la loba romana... iL-ómoi[r;r a imaginar Cleopatra Séptima que sus gemelosserían prár:ticamente adoptados por f)ctavio a travésde su generosa hermana! E1 sueño de las Galias yel de llispania, el sueño dc la Inclia, se convertiríancn una atroz pesaclilla, en la realiclad más espantosaque pueda vislumbrar una madre, se¿ altiva rcina cresclava ínfima. Si alguien me ht¡bicra clicho en esosdías cle presentimicntos infaustos lo que iba a ocurrir,mc hubiera lanzado a corrcr por el Heptaestadicin,la lengua clc ticrra que une Alejandría ccnl la islaclc Faros, para perlir la protección cle las divinidaclcsmarinas o el olviclo y la clemencia clcl fondo rlclmar Si ahún adivino me hubicra rcvelaclo el firturoinmccliato, mi grito de clolor hubiera llegaclo hastala mat'lre Isis, que de inmediato abandonaría cl cieloestrcllacio para tomarme en strs brazos y mecermecomo i'¡ Lin¿r niña pcqueña. Pero nacla cle eso ocurrió.No supe quó suceclería y tuve que conlbrmarme concl gusto amargo cle la inccrtidumbre, colr la tenazpcrsccuciórr clel presentimicnto que interrumpía misrecitados de Homcro y mis iuegos con clelicadas mu-ñecas.

A veces me pregr¡llto cómo vivió esos clías Alc-jarrdro Helios. Lkgo a la conclusión dc quc no pen-saba demasiacio en cl futuro. A pesar de ser gcmelos,

44

Quoidu Altjnntlríl,

i¡ clif-ercltcia en nueslros c.]r¿rcteres cra notable. yo,aprorsiva y tlcsconliarla. É1, rlesprcrrcu paclo y carcntecler c'uriosirlarl cclrr rcspccto al porvenir. Fuc más f clizquc yo en los lrrcvcs clías cle sc'gtrridari c]e nuestr¿rilrlanr:i¿1. Fue nr¿ís lcliz quc yo y ac¿rso nrás valientc...y eligiri un cxtraño clcstir-lo.

Pcro cso or:r¡rri¡i mtrcho clcspr,rés, ya en Roma..¡.

J-os curiosos alcja ndrir-ros pasa ron la notjcia rlcLroc¡ cn boc¿.

iAntr¡nio haLrí¿ rlcsembarcacio cn la cstre<1ra pe-nínsul¿r dc la antigua vi l la rk: los lolomcosl Srgura-lnorlc no sc alrcví¿ it prcscntalrsc anlc l¿l reina. Ncrhabía cllviado rringuna r:¿rrla ¡li a entisario alguno.No inc¡uiría por los ¡¡cmclos ni por cl pcqucrio 'lb-

lomco l;rlar lclf ir.'lhn

sírk¡ sc litnitri a a rrc¿Jl;rr Lrn po(-() cl lugar parainmcrl ial¿mcntc baul izarlo como el Tirnor¡r lnl, cn ho-rror clc'l'imrin, cl cólcbrc mis.íntropo. Acompañarlcrrkr un par r ir : amrgos,v cle los reslos cle su guarcl iapersonal, hizo sabcr qr.te cstaba rlcclicaclo a la lechrrarlc l)latrin y a la cnnsirlcrar:ión cle la amargura y fir-t i l i r l¿rl clc la vi<l¿.

Si Alcjan<lrr ir . Dcl mismo moclo quc mi madrchabía prcpararlo un rlontajc tcah.al para cotlvcltcer¿ st¡s sribdilos tlc un triurrfb incxishnle, mi paclrcsc prcsrltaba t.nvuclto elr las vesticluras rlcl filrjsofopar.r ha<r'r l l t 'gar a (- lcopatra cl merrsaje r l t 'sr¡ l r is-It:z¿. T-os rkrs, granclt,s ar:Iorcs, lrer:tsilaban rlc t¡n.r

1:)

.María García Esptrón

audiencia. Y los alejarrdrinos se preslaban a sentarseen las graclas para asisür al clescnvolvimie nto de laúrltima tragerJia.

A nosotros los niños sc nos acaLraba el tiempc_r.Estaba a punto cle llegar cl final abrupto clc nucslrainfancía. Además de los hijos de Cleopatra, en cl pa_lacio vagaba Antilo, el Irijo de Marco Antonio y Ful-via, quc estaba a punto de tomar Ia viril vesticlura,scgún las costumbres romanas. Finalmcnte, mi paclrese cansó cle represcnlar el papel clel filósofb y volvidral palacio cle L-leopatra. Ella lo recibió con un¿.¡ son_risa y con una atroz sabiduría. Irudo clecirle a MarcoAntonio que ella tenía lo que ól necesitaba: una nue_va sociedad: Ia socitdad tfu los qtr ltuff t ut cotr1ttñía.

Y la rcina y su esposo se rJccljc¿rron a clisfit¡ t.lr lc¡splaceres de la vi,:la, si es que los placercs cle ja viclapuedcn disfrutarsc con el rostro clc la mucrte tancercano y cierto. Esta actitud los alcjó más _si cabe_c.le nosotros, sus hijos.

Pasaban largas scmanas sin que los vióramos. Nosacostumbramos ¿¡ ellr¡, como se ar:ostumbran los ni_ños, refugiánckrnos cn nuestros juegos y en l3asilio,que había agudizaclo sus senticlos ¿rl extremo cle nonecesitar clel sueño. Basilio vclaba por si un puñalpagaclo por Octavio pudiera atravcsar los vclos eir*canlaclorcs y purpúrreos que nimbaban n¡lcstro dor_mir.

Esl¿íbamos sitiaclos por el mieclo y por la fa taliclacl,que no [trrdaría en prcsentarse en forma de galcraromana.

46

Quuida Alrjnrdrío

l\rr t 'sos r l ías, o<'urr ió qtrc Anti lo, mi merl io hcr-mano, quc lcnía cl ict: ist l is ¿ños, buscó la oportuniclaclr l t 'h¿L¡l¡rn¡c a sr >las.

- lQuicrcs c¡ue tt ' r l iga u¡r sccrcto?Ast'ntí mir i írrrkr lo f i jamcntc. No ac¡baba cle f iarme

rle Antikr. Algo cn su mirarl¿r me ponía err guarrla.N o s c ¡ i r r c r ú r , r i \ l , l r , o A n l o n i o y ¡ ) r . l t ! r . l ' n u l l r ' , t v i

un relralo t lc su r lar l rc, pr:crkr ast 'gurar"quc t ' r . r l i rv iva lnragcl t ) , c l l ( tmPcramcl l to dc Ir t t lv ia, la lcrr ib lcr l ¡ r¡a ror¡rana c¡uc f i rc ca¡raz r l t ' r ' lavar un ¿l f l l t ' r orla lcngua r lc ( iccrr in, r 'u¿rr¡r lo t 's l t ' lut : ascsinar lo, porhabcr osar lo v i l r . rpcra r la.

-Pensiinrlolo bit'n -rlijo Antilo <:olt rlt'srlólr-, crcsclcnrasi¡r lo ¡rcqucña. No pucr lo t rrmparl i r cslo con( i 'sar i r in, porquc r l t 'sr lc r luc ha sir lo rromlrrark> rcyr ic rcvr:s sc sicr tc vn l ro ulr rnon¡r( 'a, s i r . ro t rrr r l ios.Alcjant l ro l le l ios t 's un t ' r ío. N4i hcrt lano ]r i l io An-Io¡t io sr ' ( 'ncLr( 'ntr¡ c¡r Rrx¡a. Y mi par l re. . . dAcasolcngo par I rr ' , )

( i r r rprcrrr l í ( luc / \n lr lo habl¿ba consigo ln isnlo ) /quc sc había arrcpor l i r lo <lc l r t r rrcrmc su r :onl l r l t 'n lc.Rcsolví jLrgar s lr j t rcgo.

' lh l vcz e' i rostro qlro c()mpuse

sobrc n¡is ras,qos r¡trcría s('r liln scvcr() qrrt- ptrrt't íarr imicr, ¡ rcro lc r l i je .

I )ucr l t 's rr l r f l ¡ r c l r nr i-En tonrt 's, a rr rnr pi íña ntc.Lln ¡r io l t 'sccntc ' lom¿uro )¡ t ¡na niña ak' janr l r i r ra,

por nr i ís r¡rr l io l rcr tn¡ l ros clut ' fu i ' ran, ( ' r '¿¡r t ln i r l l ;1-r t ' j r r ¡uc por l ía susci tar las suspir lcras r lc I lasi l io, qucmc vigi laba t 'orr . lo s i luvi t ' ra los t : i t 'n ojos t l t 'Arqos.

A4nría García Esprón

Así que Anülo me llevó a uno de los célebrcs pasa-dizos secretos del palacio de.l Brucheion. Lle¡lamos acaminar en completa oscuridad y, antes de que meciiera tiempo de asombrarme clel conocimiento qucAntilo tenía de los pasillos que habían sido usadospara la irrl.riga, el espionaje e incluso el asesinato si-giloso, me vi paracla junto a mi hermano cn unareducida cámara que tenía mirillas en uno de susmuros, abiertas al Salón de los Festines.

Quienes planearon el escondite indiscrcto habíanconsiderado la acústica. El sonido de la música queamenizaba el banquele, las voces y las risas llega-ban hasta nosotros con una sorprenclcntc nitidez.Por cstar ubicada la pequeña cámara a un nivel másalto, las mirillas se encontraban casi a ras cle suek.r,de modo que nos tenc.limos cle bruces para mirar loque sucedía debajo de nuestra curiosidad.

-He venido aquí las últimas siete noches -susurró

Antilo-. Y he asistic.lo a espectáculos sorprenclenles. ..-No estoy segura de guerer mirar sin scr miradtr

-le dijc, arrcpcntida cle haberlo seguido.-lPor qué, Selene? Después clc todo, es exactamen-

te lo que hacen los clioses. Nos miran sin que noso-tros los veamos.

Suspiranclo, me apliqr-ré a mirar dcsdc mi escon-dite.

Y mirando, acabé de comprcnder por qué mi ma-dre se había ausentado del'inilivamente cle las habi-taciones de los niños durante esos días, por qué An-tilo vagaba por los subtcrráncr¡s del palacio en busca

48

Quu idt r'lltjnulúa

<lc un parlrc v por qucl ( i .sarión sc había rcfugiarlcrcn un hosco s i lc¡rcio.

EI banqtrctc ¡pcn¿s comenzaba y Martrr Antonicrcslab¿r rctr)sta(lo cn un r l iv¿ílr , t :oronaclo dc pám-pan()s y tcn' i¿t l¿ sobrc cl pcr: l-ro la picl r lc urr t igr i-l lo. A su larftr , rni nraclrc, la gran (. lcr¡talr-a Sóplinra,porlantlo un lr¿jc qLrc r-omperrcl iab;t cl ref i l ramtcnlot lc rkrs <' ivi l iz¡c io¡rcs: I¡ gricga y la cgipcia. [ .os nu-m('rosc)s i l rvi tarJos proclur:ían el nrr¡rmulkr clc unacolmcna rk' tolrversa<:iont 's y de r isas.

A ur¡¡ scñal r lc l¡ rcina, l i re l lcvaclo hasta suspics trrr l rorntrre vt 'sl i rkr dc miscralr lcs antlrajos. Unar:rcalr iz purulcnta lc ct-uzaba la espalt la y el cabc,l lo sucio y grasicnto sc lc pegaba a las sitncs. Fueoblis¡r|r a ¡rrodi l l ¡rsc y un homl)re al que yo rrcrconocí¡, pcro qu('por su indumcntaria ¡rarccía unr¡ót i ico, sc aprorirnci ¿ ól rrtn un vaso cn Ia rnalto.I-o ol l l isr i a l tcbcr <lt ' r i l , micnlr¿rs el hombre sr: clc-batía, t th¿ntlo cspunrarajos por la boca y tcrr iblcsmal( l iciones.

Al callo rle poc'os minutos, cl clcsclitüarlo se agi-lal¡¿r rrr corlvulsioncs inco¡rlrolables micntras la piel¡ ie su rctstro sc lr lrn¡b¡ azul. No sé cuántos minrr loslr¿l nscu rrierorr. . . Obsi:rvé que mi padre miraba ha-cia otr() larb y c¡r.tc los invilaclos no ccsaban clc reíry (lc p¿rlotcalt como si la agonía rlc ese scr humanorro tr¡vjcra lr¡q¿r a Lrs pics <lc la reirra, cn meclio clelba nquctc.

|l hornbrt muriri y Antilo me clijo al oíckr:-A csto n-rc rcfel'í¿.

49

Maria Carcía Esptótr

-lQué está ocurriendo? -le clijc con la respiraciónentrecortada.

-lir madre, gue prucba venenos.Mc tapé los ojos con las manos, y mi pueril acción

parccici afinarme el oído, pucs escuché claramente lavoz de mi madre.

-Este veneno no sirwe- Dcscompone el crrerpo yconviertc en grotesco el noble arte de morir.

-tPor qué prueba venenos? -pregunté a Antilo ymi voz estaba a punto cle quebrarsc.

-Para suir:idarse, Sclene -clijo el muchacho fiía-mente-. Cuando krclo estó perdido, tu maclre se qui-tará la vicla. Mi padre hará lo mismo. pero ól morirápor la espada, como Lln romano.

-<tY qué será de nosotros? -le dije, llorando.*Vat victis... iAy de los venciclos! -respondiri Antilo

y se encogió de hombros.

t<

Recorda¡ Alejandría, puede resultar un oficio clo,loroso.

Comprcnclo que haber decirliclo e mpezar a escri-birte cl <lía en que supe que me cas¿lría con Juba fueun mc¡do de rcsucita¡ el pasado y darle una bucrramueñe, para pocler nacer a una nueva -y espero quebucna- vida.

'fiene que ser ¿sí. . . lNo es Juba el más magntínimo

de los príncipes? ZAcaso albcrga rencor corrtra Romaporque esta venciri a su padre y lo hizo clesfilar a í'l

50

Quu.ida Alrjandría

mismo t:omo un lrofcc¡ vivicntc a los cit.¡co .rñc¡s?No. luba tor¡r¿r lo mrjor clc Roma y lo cn¿ltct:e, c¡mo

cspcro hat'rlo yo, al6irn t1ía. Aunque cn mi caso, csuna larca m¿ís ¿rrrlua, pttcs Octavjo )'sus escritoresh¿n lrc<:ho rlcl r¡<lio a (.leopatra Séptima un c:apítulcren las lc<r:iorrcs rkr I lislc¡ri¿.

¿No existc narlic a la sombra rle las sieter colinasql¡c tcn8,l u rr,r palabra clc sirnpatía para la rerina clclcleslino r:r'tu'l?

Clcopatra Séptinra se ¡trevió a lcvarltar cl clcslt-llcr:ientc t'ucrpo tlcl inrncnso Egipto a l¿r altura cle lac:¿beza rc¡man¿r.'lbnía orgtrllo. Orgullo rlacedonio yfar-aólrit-o. Y tuvo grantleza ante la clerrola.

[)ur¿ntc csos rlías, cn el palacrio y en el Muscion,

crr cl nrcrt:acio y cn la l.iibliote<ra, se palaclcaba clalnargo sabor rlc l¿ victoria romana. l.os alejanciri-nos t'slab¡n clispr-rcstos a acomoclar su suerte a l<rquc la Sr.rcrtc clct:irlicra. [)cro la senteru:ia ilc la rcina,<lc Mtrrco Alrtonit¡ y rlc sus hi.los ya esiaba pronun-ciarla por l¿ boca r lcl l )est ino.

Para paliar l¿r inminorcia clcl final, la reina dccretórlí¿s rlc flcst¡. C-r.ralquicr motivo poclía cr¡nvcrlirse enun¿ cclcbr¿t:icjrr. rtQue mi paclre cumplía ¿ños? il)í¿de rcgor: i jo nacjonal!¿Anti lo cntr¿ba en la edad vir i l?iSe entonaban c¿ínticos cn la orilla rlel Nilo! lCesa*rión, clic:r'is('is ¿ños/ iSe cxlcnrlieron invitacioncs alos mismos ci ioscsl

Por esos ciías nosotros, los gcmclos, lros conver-timos l¿mbitln crr cspcctár:ulo: rliez años dc cdacl y

51

tllarín G ar cía Es¡t tr ó n

teslrmonio vivo de la cor-rjuncir5n cle dos seres exlra_ordinarios: Cleopatra y Marco Antonio. De clos ma_neras de ser en el mundo: Roma y Egipto.

En el descanso somnoliento enke dos fiestas, seanlrnció la visita del rey Ilerodes, provenientc cle Ju_dea. La provincia era un cstaclo vasallo cle Roma ycorría el rumor de que, con ocasión cle una brevevisita que había hech¡¡ la reina al monarca, este ha_bía querido envencnarla. Su¡ron¿1o quc el solo rumorbastaba para poner en guardia a Cleopatra y avivarsus instintos de fiera inteligcnte.

Los rasgos faciales dei príncipe asmonco cauliva_ron mi atención de preadolescente.

Era un hombr-e extraordinariamente hcrmoso, lajnter-rsicJad de su mirada solamente pucde ser com_parada-con la de mi esposo Juba, pero toclo lo queen cl alricano es ensoñación y tolerancia, en el juclíoera dcterminacitin y fiialdad.

I lerodes, que sería llamaclo el Grande por su sa*gacidad política y porque transformó la laz cle laJudea con múltiplcs construcciones exqLrisitas, llegóal palacio cle Cleopatra manifbstánclose p..o..,puJopor la suertc de la reina y de Antonio ante Roma,ofrecicnclo a la pareja una alianza.

Pero Herodes no era más que un acJelantado cleOctavio. Quizá un espía. I_a reina y el hn¡ttrator nopodían fiarsc del astuto asmonco, pero sí <lar cré<1itoa sus noticias, que no podían ser pe()res:

Oclavio, desde Roma, había reuniclo un cjércitocolosal para dar el golpe defirritivo. El ejército ya cs_

Qutrifu Akjandrít

taba cr-t cl Asia Menor y sus guerrcras naves crantransporlailas por cl istmo rle Corinlo.

(-leopalra palicleció, comprenclicndo que su adver-sario cra su propkr cspejo ncgro. Secreiamente, eilahabía hccho transp()rlar sus propias navcs catgadasclc tcsoros ¡ror cnt:inra dcl istmo de Sucz, donde se-rían lransportad¿s sobre carros hasta el mar Rojo.l.a rcina sabía que sol¿mcnte el primcr rravíc¡ habíapc>clitlo cruzar r:on tixito solrre ese cxtraño mar dctierra, porquc los dcmás habían caír_lo cn manos clclos ¿lrabcs quc, dcspr-rris dc apropiarsc dc los tesorosalcjanclrinos, habíarr quemaclo las embarcaciones.

l)c istr¡o a istmo, clt' m¿rr a tierra, los movimientosclcl ronrano ar:c¡rral¿rb¡rn a l¿ rcina. El jucgo cstaba ¿rpunlo rlt' lkgar a su latal rlesenlacc, ¿1 nlenos qL¡c...

-Ankrnio, r:or.rvicrtc a [gipto cn una provincia cleRoma -lc susurr(r I Terodcs al oído a nri padre-. l)ecstc morkr rcconrlr,r istarás l.r voluntad de los roma-nos. Ellos tc acloraban, pero fircron convcncickts porOc tavio dc quc tú l¡¿s traicionaclo ¿l Roma y te hasconvcrtirk¡ en r:gipcio y en pcrro de Clcopatra. l.Sa-bes qtrc tc c()mp¿r¿n <'on l[órcu]cs?

-I)cscriclrt Io clc ITórculcs, I lcnrr lcs, t 'omo tú des-r: icnt lcs t l t ' Antí¡talo.

-Rcc-ut'rrl¿ quc los judíos no (--recmos cn vueslros(ll()s('s.

-No mc rlolt'sta quc mc con1parfl1 trrrr Htintulcs.-l-o só. Pt'lo tc comparan rr¡n I Iércuics cuandc_r

csluvo sc¡rncl i t1rr por Ia rcjna On¡f¿lc c hi laba l¡n¡

¡rara cl la.- le lar ' l ral l clc ¿l i :minaclo y mutl le.

53

A4aría Carcía Espu ótr

-La propagancla cle Oclavio ha sido eficaz. Paraseguir argumentanclo contigo, noble llcrocles, supon-

¡1amos que planteo a Cleopatra el convertir a Egipto enprovincia romana. ZCrees que ella cstará de acuerclo?

-No necesitas su asentimjcnto, noble Antonio. llayorros cammos.

-ZCómo cu¿iles? ZQu( no la conoces? El senticlo clc suvida es un Egipto soberano, nunca vast¡llo dc Roma.

-Escucha, amigo. Egipto está perdido. Y tu lo esta-rés si no parlamcntas con (Jctavio. Ofrécele Egiptoen una bandeja. No le queclará más remedio qr-re re-instaurar el triunvira to.

-Pero, la reina. . .-Antonio... La política y la superwivencia exigcn

ciertos sacrifi cios. ¿Me comprendes?No. Antonio no comprenclía. La serpicnte asmo-

nca tuvo que decirle con toclas sus letras la únicasalida que a su juicio veía:

-Haz ascsinar a la re ina.Mi paclre, Alejandría, cstuvo a punto de matar a

I Icrodes ahí mismo. Pero se contuvo milagrosamen-te para no ocasionar un clesastrc mayor.

-illerodcs! iAbomino cie ti! ZAcaso tir y toda hrcaterva de traidores clesconocen el significado de lapalabra lealtad, de la palabra amor? Herodes, Zhasamado algu na vczl

El príncipe balbució una disculpa. Y sí I lcrodesamaba. Amaba proíundamerrte a la bcllísima Ma-riamne, a quien sus cortesanos aconsejaban asesinaIacusándola dc intrigar cn sL¡ contra. Herodes transfc-

54

Quu iLIa Afujtndrít

r ía t 'n Ankr lr io st t prr ip ia at tgt tst iosa si t t la< iótr ' Am¿l-

b¿ a t 'sa rntr jcr y l i t ¡nr¡r í¿¡ l r ¡ rst¡ e l [ i r r t lc l t ls l ienrpos,

pcro al cabo, Alciarrtlría, l(l nlarl(l¡rí,1 cjct:trtarr Y tal

vcz t ' l r l Í ¡ t ' t r c l t t t ' mttr ió N4¡r i¿rmlrc r t r :orr l r i l¿ vr¡z

¿irat l ¡ r t l t 'N1¡rtrr Atr tolr io, r lcfcnr l ic¡ l rkr a srr nrr-r icr , la

n: ina (- l t r ¡ ra l ra.- l : l amor c¡tr icrc la v ir l¿ r lc lo.Jr. lc am¡ Yr¡ amo i l

( . lct4ralra. El ¡ l ror cs t ' lcrnl t l ¡ r l , rn¿ís ¿l l t í dc las tnisc-

r ias r lc csl¿ vir l l . Ntt sc1 si Ot ' l ¡v io pt tcr la com¡rrcn<lcr

cs[() , p()rqt tc r t t r t ' l t ' ¡ l r¿l ¿tnr i t t l r ¡ ; l t lar l ic. ' l ; rmpotrr

ha

sir lo ¿nr¡r lo. l .a poslcr i r lat l t l i r i í q l rc N{¡r<rr Alr to¡r i t r

v iv i r i par ' , r t ' l i t tnor 1 ' para l i l gnt:rra. l )ara la v ir l ¡ '

iVcnus, l l t l t r t t lcs , r ' I ) i t i l r isos, tn is t lú lnc' t rcs t t t lc l ¡ rcs,

nrc r t t ib i r ' , ín ctr l ¡ tnucrt t ' l Y t 'st : t l tJra bi t ' t r csto ' I lc-

ro r l cs , l r i j o t l c An t í ¡ t a l c r l n ro r i ró tom¡ t l o r l t ' l ¡ m¡ t r t r

r lc (- lco¡ratra. I ) i lc a qtr icr l tc ctrv i í r , c l i l lnoblc Or: ta-

vio, r1r. t t ' Nl¡r t o Al l lo l l io t ro ba ja la cal l t :za, , r ' latn-

poco lo har i í l ig i ¡ t to.

z\ lc janr l r ía, , lst l t t t l i r i csl¡ l ( l ( ) l r V( ' rSi l ( l i t i l r c l l l ¡ rc¿r

l i r l ¡ r l o cn mis st t t .ños pr lst t ' r ic l rcs? No kr só, t ¡ t l t t l

la t ' t rsoñ¡t : i r i t r ) ' I¿ r- t '¿ l ic l ¡ t l sc hat l conl i l l r ¡ l i t lo l -cr

cicr to cs qrr t ' l \1,r l t 'o Ánlol . t io no tr¡ ic i t ¡ l t i a ( ' lco-

pal f¡ ) ' qu( ' [atrpotrr lc i l r f i r r rnr i t lc l p i ' r f ic lo cotrst l jcr

r luc l rabí,r t rai lo T lcror- l t 's cn st l b i lga jc t lc l r r í r rc ipevia jcro. [ : l ¡srr ] () t t ( \ ) ¡ l roct t r t i rct i rarst ' i l rmct l ia tatnctr

lc, J lu( 's ( orn[)r t ' t tc l í i t r ¡ t tc ¡ \ l r tonio st : habí¿ t ]onr i l r¿-

t l t> i t r lur¡s pcr l ¡s \ / qt lc cst¿ba ctr tocl¡ l¿ enlotrat i t i t r

r l t ' apl i t tar ( ' t r st l l ) ( ' rsolra sr.r prt4-r io corrscjo.

l lcror lcs sc t l i r ig i t ' r i l rnrct l i¿ 1a l r t : t . t l t ' a Rt lma para

cubrir a Ot ' t ¡v io t l t ' l t 'soros v ( lc pal ,1l)ras halagi ic-

55

A4aría Cncíd Esperón

ñas. El palacio de Alejarrdría temblaba anle la men-

ción de su solo nombre, todo estaba clisprtesto para

la victoria. Egipto sería, por fin, provirrcia romana.Las embajadas cie Herocies le rindieron fiuto. Oc-

tavio lc confirmó en su trono y regrcsó a Jerusalén,donde su hcrmana Salomé le exhibió las pruebas dc

la traición cle su csposa. Mariamne mnriría cle¡pllarla

ante sus ojos, por su propia orclen, un año clespués de

la lratalla de Actium, que era cl de la Olimpiada 1BZ

*

Qucrida Alejandría:

Juba aüsba sobre mi hombro, lee las lctras que

gi'rrrapateo y me pregunta si escribo un diario o me

cstoy volvicndo historiadora. Los historiadores re-

gistran hechos y ícchas y los Ilaman anales. Yo sctla-

mente persigo recuerdc¡s y trato de escribirlos, lo que

es tarea ardua, porque los recuerdos cambian con cl

que los recuercla y por el solo hecho cle suscilarlos-o resucitarlos- toman sangre y cokrr y, cle al¡pnamancr¿ mistcriosa, vida.

No, Iuba, no pueclo ser historiadora, porque ten-

dría que estar dcsprovista cle pasión y sentimientos.Y cuando reúno estas memoLias, agito sentimicntoscle venganza y cle odio contra quien csl.í sobrc no-

sotros, el hombre que te clio tu ecluctlción y lu lrono,

el hombre que tc hizo mi csposo, i(-ómo olvidar que(lctavio tramó la perclicicin cle mis paclrcs? tCómcr

pas¿r por alto que puso una cac'lena de v¿rsallo cn el

cr-rcllo miienario de Egipto?'

56

Qrrrr iJrr ,4ftjrtrtdr rrr

l-a visi l¿ rkr I lcrodcs añ¡t l ió rrn matiz a la sonrisacstoir:a rlc (.lt'opatra y avivri kts ímpctus guct'l'erosr l t 'A l r ton io .

l l izo trat 'r- los nrapas y ptr l i r sr"r bcl la armacllra.(krrrt :cnlni su ¡tcnr: ir in cn las lr¿iotrcs romanas qucaún stguíarr cn Siria y en Asia Mcnor, proyeclancloconvcntrrl¿s par¿r sLr causi), etn ¿ rclcciónclola s con sucakrr gucrrt'ro. Sc ¡ruso inmecliatamelr lc cn caminoal Asi l Nlcnor y avislr i los orr lcn¿rclos campamenlos,ci bri l lo r lc l¿s armas, r ' l c:¡nclcar r lc los estantlartcs yl¡ ckrtt'rmir.r¿r irin rlc las tiguilas.

l-a tr'¡r< irin csperuba a Anlonio y cuando con suvoz inf lamatl¡ rk: r lcscsperación y sucños arcngó alas lcgioncs, rl gcneral Gallrrs, qtrc lrabía scrvickr bajcrstrs rirclelrcs, hizo sonar las trom¡retas para acallar lav r r z r i t l m , ¡ l l l , l r l , l r h ) / , , t 1 , ¿ r i ¡ l ( x

Anlonio rcprimir i ur-ra l t ígr ima y cnfi ló hacia Sir i¡ ,donde milcs rlc gladiaclores eslaban apostnrlos. ( orr-firi cn su carisma y cllos rcconocieron en su vr¡z lavoz dc I ltlrr:r¡lcs. (ilt csas formic]¿rbles mtíquinas hu-man¡s sc tlirigiri a Lgi[)to. Pc]ro otr¿t vcz el clestino sele aparcciri a Ankl-rio cn ligura cle general romilno.Iin esia r¡r:¿sitin ftrc Dirlio cl errt:ar¡aclo clc haccr sa*bcr a los glacliarlcirts qr-re la batalla cstaba perclida clcilntemano, quc cl cj(lrcito cle Octavio hací¿r tcmblarla lio'ra y riur', incxoriiblemente, se acercaba. Sin le*giorrcs y sin gladiadorcs, mi paclrc regresó a ti, Alc-ja n clría.

l-a rt-'ina vio llt:gar a Antonicr. Su arm¿cltrra brilla-ba con opacos augurios. El ¡;trcrrcro parer:ía clo-rum-

57

IIaría García EsPrón

bado sobrc su montura. Sus palabras eran lentas El

clic¡s lo abandonaba, vaciándole el entusiasmo de ias

venas.-Hay que fortificar la capital -diio Arrtonio- Oc-

tavio se acerca y tal vcz entre por cl estc

Cleopatra se mordió los labios. Había llegado cl

firral.Primcro Cesarión. Después cl Sol y la Lur-ra Des-

pués el pequeño 'lblomco. Pcro a todos había qtre

ciarlcs un refü¡1io, una pc,rsibilidacl clc salvación'-Que dc Antilo sc ocupe Marco Antonio, aunqLlc

no cs a ól a quien Octavio busca con apetencia cJe

muertc -dijo la reina sin voz.

llubo r-rna noche cntre las noches, Alejandría Mc

dcsperté con la fiente suclorosa y, descalza, abando-

ní: mi habi{ación. Un sueño interrumpiclo me envió

a las habitacioncs de C-esarión, qlle encontré iltrmi-

naclas. La silucta de mi hermano se tlibuiaba en la

penumbra, ataviaclo de exlraña manera.

Cubierto con el ropaic de los becluinos, sus far:cio-

nes rom¿inas acusaban una bellcza insólila, c1e algo

muy gra rrcle quc estaba a pullto de scr tragndo por

la injusta marea dc las venganzas... I-as meiill'rs muy

hunrlidas y los ojos alumbrados por cl alma clc Có-

sar, que csa noche se h¿bía tlesprencliclo clel firma-

menio para habitar cn la miracla dc su hijo'-iPor gué estas vestido así, Cesarión? -le pre¡pntÓ,

, r t Inq t tc s , rh ia la r t ' sp t tcs l , r '-C)Lredczco órclcnes cle la reina y pongo a salvo

pafte rie Egipto. "liala de scr valiente, Sclenc, lienes

5B

Quu'iLltr Akjantlría

milncra tlc lrcreclar l¿ valentía. Ocr'rrr¡ lo qLle ocllrra'

nulrc¿ olvitlcs c¡uc tu maclrc es la reina m;ís grancle'

Quc 1r,r paclre els un valicnte gencral Y que cres la

hermana <le César 'lirkrmco, nombra(k) rcy <lc reyes'

hoy firg,itivo.Y n',i l'.-.n-tn,t,,, mibcllo hcrmano disfiazaclo como

un mcrcaclcr ¿ír¡be, me abrazó y besó mi fiente'

inuncliíntlola c:on l¿r lttz irí¿ dc l¡ clespeclicla Como

Lrn comela atr¿rvies¿r cl flrmamcnto, pasti Cesaritit't

antc mis ojos. ' lc l l ía cl iccisicte años y bajo str ropa¡c

<lc Lrcclr,tino llcvaba cl alma tlc Egipto'

Queritla Alcianclría, hay cosas qtre irrernetlialrle-

mcntc sc pit:rclcrr. Cosas bcllas y lucrtcs que fitcron

soñac'l¿s par¡ scr ctcrn¿rs. César"lolomco se llcvaba

a Egiplo cntrc los pliegr"res cle stts vcsticluras y Egipttl

.,ro,.''lu, clir¡¿stías, las pirámicles, el incesantc Nilo '

pcto lambión la gratr matlre Maceclonia' la cl¡ími-

clc ,1c Alc;arrdro, cl f antasma de Aquiles' el brillo clcl

l'aro, la bienverrrid¿r ¡lc Bttnosfo, el saber dr: los cu¿-

trocicnlos mil volúmencs, la escrilura sagrtrcla' la t:o-

mún lengua gricga, cl alrraz.o rle César y Cleopatra' la

arm¿rtltrra áltrctl de lv4arco Antonio, las mcditaciones

cle los fikisofbs y el saber dc los asLrírrrolnos' César'lblomco se llcvti es¡ noclre también mi alma' se lle-

vti a Clcopatra y clcjó a Selcne sola, baio la luna fiía'

cn l¡ t-tothc sitl rcsptleslas, en la víspera dc la dt-'rrota

y ctr ltr anlcs.lla clel llanto.

59

r. , ¡ f r t l ' , ¡ ¡ ¡ , l t , t ¡ t r t ' ¡ , t t t t l , r , l , , s i . r l s ¡ t t r r s r l r '

[antos ¡ños, lrc logratlo l i<l iar corr la ¡uscnr: iar lc (. t 's¿r I i r lonrco. l .c rcs¡rotrr l í clue fuc tantc)el rkr lor ¡culnLrla(l() cn p(xc)s rJías qrrc lal vezalgr,rnl r l iv init lacl corn¡rasiva ar:ertr i a mis l¿r-bios, sirr quc )'o mc clicra cucnl¡, la copa rk'lolvir lo. QLrt ' t¡ l vt 'z ¿lpuna r lcir l¡rr l mc arlmi-rr isl l r i a.qua sagrarl ,r r lcl l .etco, el iago r lcl quc,scgr.rn krs pi lagóricos, bctrcn las almas parirolvir lar 1, rcgfcsar clc nucvo ¡ l ¡¡unrkr r lc losvivos. . .

[sloy viva, Ak'jarrrlrí¡, viva 1' colonacla dc¿ust 'nc' ias. Aunqur: i lntc mí sc abrc la posi-

María García Esptrón

bilidad de la felicidad. Así como no me qucdó másremedio que aceptar la desgracia, debo sacudirmeesa corona para asumir la r¡tra: reina african¿r casaclacon un ser humano excepcional, un rey que es aclc-más un filósofo.

Quien ha hecho posible mi füturo fue cl t-ausantede mis desgracias pasaclas. Quien ordenó cerccnarla cabeza de mi dinastra me da la oportuniclacl dciniciar otra.

Irero vayamos por partes y apuremos cuanto an-tes la que es quizá la parte más dolorosa del licor clelos recuerdos.

Con el palacio vacío de Cesarión y Octavio cJcsem-barcado en Egipto, el tiempo se había agotado. Mimadre inició el tránsito cle riquezas a su cripta fune-raria, conskuida al estilo de los antepasados y a ori-llas del mar, Ante nuestros ojos desfilaron alfombrasde primor increíble, vasos de oro, mucbles de ébancrcon incrustaciones áureas, telas, vesticlos clignos delos clioses. . .

-La reina se está ocupanclo de su sepulcro -musi-tó Basilio y su rostro terría la palidez del alabastro.

-zY por qué no se ocupa cle nosotros? -exploté,bañada en lágrimas, mientras Alejanriro Helios apre-taba entre sus manos la galera de sus juegos.

*Sclene -di.jo nuestro ayo-, tienes que ser fu crtey dcmostrar qrre ercs l-rija de quien eres. Egipto hasido cicrrotado por Ronra. De un momento a otroeslarán aquí los emisarios de Oclavio, con la con-s ign l r l c l r ¡ r ' c r , l I¿ re in¿ su pr is ionero , p , t rd mo\ l r¿r

64

Quu itln Akjtndrít

srr humil lacir irr cn las cal les t lc Roma, cn un clesf i lc

t r iun la l .-No putr lc scr -di jo Aleiandro I lel ios t-otr una

v()z roltca.-l.a rc¿litlacl, ¿tlor¡clos prirt:ipes, no pr-tedc scr

c:ambiada. Potlcrnos mcrltir, tralar de octtltarla, disi-

mul¿rla <lrr palabras... Acaba por cmerger sobre elhorizontc, tlno cl tlistro sagratlo del Sol. La realirlatl,

Akrjanclro I Iclios y (ileopatra Selener, nos mttestra ho1'

a Rom¿r vir'loriosa. Vucstra maclre no cs solamentcvucstr¿r maclrc, es I¿r rt'in¿l Clcopatra Strptirna, la últi-ma r('present¿rnlc de la grandeza dc Egipto. No ptrecle

pe nlitirsc cacr en maltos cle Roma, a l;r qtte conocc

<lcm.lsiatlo bicrt. lr¡i ¿¡l encucntro clc su mttcrtc.-rtY nucslro ¡radrc? -clljo Ahjandro I lclios.-El Aukr<:rator trmb¿ltc en estos mr¡mcntos a la

c¿b¿llcría ckr Oct¿vio. fIa lrt:c:ho clcspliegue clc bra-vtrra y rliccn los cmisarios que la battrlla se rcsolviír

cn su lavor. Pcro nr¡ quicro engañaros. I-os solclaclosronlanos qur: lrasta lrace poco eran lcalcs a Marc:o

Antc¡nio sc han pasatlo al cnemigo. La sucrtc de Ale-jandría, prircipcs, cst¿í cchacla.

-Nos m¿rl¡r¿ín -dije, y mc sorprcnclió la scrcnidaclclc mi voz <lt'niñ¡ frcnte al hs'ho in<:r¡n trovcrtiblc:, l r l ; r mr re t l c .

No lo h¡r¿ín, Sclcrre -clijo Il¿silio-. Vuestra vicl¿

cs prccioso ¡rara Oclavio. Viviréis en Roma, seróis

trataclc¡s con cl respclo clctridcl a vucstro rallgo y enunos años os scr¿i rcstituitlo el trono, como reyes

vasallos. l\4i corazórl sangra al revelar antc los oítlr¡s

65

.A,I aría G nr cía Esp er ón

cle mis príncipes, a quicncs vi llorar y ¡cír en la cuna,verclacles tan dolorosas. Pero el clestino de los reyeses clif'erente al de los demás mortales.

-lY Cesarión? *pregurrtó Alejanclro HeJios.-Fue puesto a salvo gracias a proviclencias toma-

rJas por la reina. Su vicla sí cstá amcrrazada rlircc-tamenle, pues es el hijo de César. (Jclavio teme queen los airos por venir forme un particlo en Romae, invocando la poclerosa mcmoria rJe su ¡raclre, learrebate el pocier.

Mi memoria se vuelve opaca, Alejandría. Ignorosi comprenclíamos las razone s quc nos daba llasilioo si la angustia ante nuestra inminente situación cleorfandad ponía un anillo oprcsivo cn nllcstros co-razones. Los clías subsecuentes a esa conversaciónse convirtieron cn un rcclucto clc silencio y sombra,intcrrumpidos por la confirmación de la desgracia:

Marcc¡ Antc¡nio, creyenclo que la reina estabamuerta, se había clavackr en el esti-rmago su propiacspada.

Nadie hizo el menor intento cie ocultarnos la ver-clacl.

Nuestro padre, agonizante, fue ba.jado en una bur*da camilla a la cripta doncle Cleopatra, sus esclavasfieles y los tesoros cle los

'lblomeos agtrardabarr la

muerte. En e.l momento en que Antonio agonizaba,Ios emis¿rios dc Ortnvio enlrarol l en l¡s habi l¿cionescle los príncipes, buscancio furiosamente a Cesarión.

Alcjandro I Iclios y yo estábamos al lado clc Ba-silio, leyendo el poema de Homero, juslamente en

66

Qunida Abiandría

la partc en quc T léctor se despicle de su esposa- Alt-

clrómaca para ir a ltlc:har con Aquiles al pie clc las

murallas. i.os cmisarios dc Octavio entraron sin lla-

mar ni antrncjarsc. Basilio no se inmutó y continuó

lcycr-r<1o.-De pie, cr,rnuco -cliio uno tle ellos, t--r'tyo uombre

ciesaprcndí, par¿l no alimentar las serpientes del rcn-

cor y la \(ng¡nza.-ltrtcrrttmpt:n la lección rle los prircipes -musiló

B¿silio-. <lAc¿rsr¡ lo que tiencn que rJecir su¡rera los

vcrsos tlc I lomcro/jl'errcmr¡s órrlencs cie llcvar a los prírrcipes a la

prcseucia derl clivino Octavio -dijo otro mcnsalero

clc ltr clt:sgrat:ia.-Los príncipes pcrmaneccrán en su palacio y

a6,utrrdar;írr, <lc acttcrdo a su ratrSo, la visita de vucs-

trc hnpottfor -diio Basilio interponienclo su cuerpo

cntrc los rom¡tlos Y llosotros.

Fuerotr sus úllimas palabras. Una espacla romana

sin nombrc, Aleianclría, porque así lo dcciclo, scgti la

vicla clel fiel llas¡lio, qr.re querló tcnclido cn las habita-

ciones r.ic los prhcipcs, stt sangre un¿r flor roja sobrc

sus vesticiur¿s bla trc:¡s.

l-lcgó cl clía largamcntc lemldo y mls nermdllos y

vo firimos llevaclos a la prcsencitr del clivino Otltavio'

El encrnigo C)ctavio.El cncrnig,o l-r¡bía erllraclo en la ciuclacl v, l'lo cree-

rías, Alejanclrí.r1, firt: vitorcaclo por la mtrltitud anó-

clíahrg,,rmctttc temicio y mis hermanos y

67

A4aría Garc[a Esprórr

nima porque hizo su aparición escoltaclo por uno c1enLlestros filósofos, el estoico Arios.

-No temas, Alejanclría -dijo en griego el romanoOctavio-. No espere s daño de mi pues eres la hijadel sucño de Alejandro.

Acto seguido, pitlió ser llevado al Soma, que era elmausoleo del gran macec.lonio. Paseó por sus jardinesy se refrescó en sus fucntes hasttr lle.gar a la tumbadel Grande. Pidió que firera abicrta para mejor con*tcmplar el heroico rostro momificado. Siguienrb unimpulso inexplicirble para sus mós allegaclos, colocósu mano sobre la cara del cadáver A su ct.¡ntaclo, elrostro del héroe irrspirador cle héroes crujió con unmacabro sonido y comenzó a haccrse polvo. Asus-tado, f)ctavio rctjró la palma de su mano y no acer-tó a decir palabra.

-lan sólo contcmplaba el polvo

que había sido Alejanclro Magno, adherido a su picl,como se adhiercn a la mano de un niño las escamasde las alas cle la mariposa que ha alrapacio.-.

Sobrecogido por haber pr,resto la mano en el um-bral que separa a los muertos dc los vivos, Octaviosintió secarse sll garganta cuando Arios le propusollevarlo a conocer los sepulcros dc los faraones To-lomeos.

-lie veniclo a ver un rey, no cadáveres -farfulló

frotando la mano contra su túrnica, para librarse delpolvo de Alejandro.

Y cuando cortésmcnte fue invitado a visitar clsanhrario del bucy Apis, contcstó con desprecio cal-culado:

68

Qutrith Alrjandrít

-Yr¡ vt'ncro a los clioses, no a las bcstias.liuimos pr.rcs llcvados a la presencia dcl divino

[)davio, clcl c¡uc vino a Alejandría a vcr rcycs y nocacl¿Ívcrcs, ricl que veneraba clioscs y no animales,rlcl c¡.r c quuría st'r cjcmplar y rlenrentc a la mane-ra cltl gran Julio. I)c:Lrimos hacer algúrrr cfbcto sobreó1, con nt¡cslros rostros clesencajaclos clcl asombroante la mucrtc, scnr:ill¿rmcnle vcstitlos, sin coronasni cspaclas ni átrrr:os atavíos, sr¡lamente tres Iriñosastrstarlos. Ytr sostcní¿l enlrc mis brazos al pcqueño'lblomco

T;il¡rlclfó quc rto crsaba tle llorart 1¿iladran-rlo los oírlr¡s y lal vcz la cont:icncia ck'l venceclor

- lJi jos r l t 'Antolr io, vucstr¿l madre, la reina r lc Egip-to, h¡ rnucrto. Mc nc,qti la oporfunidarl clc s¿lvar suvicla. Ahora pi:rlcntr:óis a Roma, pr.tes vucslro paclre,dunquc riescarriarlo, li¡c ¿urtc lorlr¡ ut.l romano. En¿lclrcir'rn a vucstro lir-raje, os entrc.g.rr(: cn l¿s manosrlc rni prt¡rra lrt'rmana, la noblc Or1¡via, que firer l;rlcgít irra csposa r lc Anlonio.

iNucslr¿ r¡¿<lrc l-r¡lría nrr¡crlo! Poco rlcspttt<s nosl i¡ imos cnlcranrkr r lc l¡ vcrd¿cl, r lesl i lar la cn gotas lr i-r iortcs... O< t¿vir¡ sc prcsr 'r .r t( i en i ' l scpult:ro dc ia rci-n¿, rkrrrr lc t '11,r l t 'pir l i r i por la vir la clc sus l-r i jos. Sc lchizo un invt 'rr tario r lcl tesoro y arralrcó dc ( leopatral.r prurmcsa <lc quc no alcntaría ('ontra su virla. iT-.anct:csit¿b¡ ¡rara proclamar su lr iunfcr! Pt:ro l rcinahabí,r l razarkr ya su r lcsignio,v hcclro trncr op()r l tr-ndl lcnl( ' l¿ ¡.nucrlc'r lLr lce, cnroscarl¿ cn la c¡nasta dchigos c¡r-rc un f lcl scrvrr lor purlo lr l t :r ' e l lcgar a pcsarrlc la vigi lant ' ia r( )nl¡ n a.

(¡()

María Gmcía Esptrón

J-a muefte de Cleopatra Séptima fue su triunfo su-premo. Roma misma haría de esa imagcn el atavíode la Ettrnidad, pues la reina se hizo poner por susesclavas fieles sus vestiduras sagradas y, más c.liosaque humana, ofreció su seno a la mordida f¿ tal dclpequeño áspid.

Cleopatra Sépüma, victoriosa en su muerte. L-leo-patra Séptima, muerta en su lecho de victoria. La do-ble corona de Egipto ciñéndole las sienes. Escoltadapor sus esclavas fieles a través c.lel río cle las sombras,mientras sus hijos se aprcstaban a abordar una ga-lera romana y a ver, por última vez, la luz clcl Faros( 'brc cl ptrerlo de Alcjandrr,r.

Pero, antes de partiq, nos aguardaba el último dolor-lQué he de hacer con él? -es fama que un dubi-

tativo Oclavio dijo cuando fue informado de que susespías habían localizado a Cesarión.

Y Arios, el alejandrino. Arios, el filósofo estoico, elque c.liera la bienvenicla al clominador, al conquista-dor, al enemigo..., musitó cn sus oídos una frase deIIomero, adaptárrclola al lenguaje romano:

-No conviene que haya demasiadc¡s césares.Fue la sentencia de muefte cle C'esarión.Como había preclicho Basilio, Octavio no podía

permiür que siguicra respiranclo en el mundo eJ hijoverdadero de lulio César Era cl momento de dar clgolpe dcfinitivo.

Ya Antilo, mi medio hermano, el hijoAntonio y Fulvia, sangre romana sobremana... , había muerto.

7O

de MarcosanSre ro-

Qurifu lltjLurulrín

I;rrr ' ¡ scsin¡t k r t ' rr z\ l t janc Jr ' ía, a brazirrk r ¡ las r:oiu ¡n_lr¡s r lcl n.tont¡n.rcnlo ¡ Jul io ( ósar, prlr rotranos ( luchabí¿n hcrl lo r lcl orl io ¿r N,1nrr.o ¡\ntorr i¡r y a la rcinacgi l tcrtr la rnol ivi tr : i r in r le su vir la solr lar i t :sc,r. Roma_no ¿scsin¡rkr p()r r{)n1¡nos r.¡t cl coraztj l r t lc Alt jarr_rlr ía, srguir i a su ¡rarlrc cn la mLlcrtc rou r l i lcrcnci¿ dcpocirs ltora s.

l..slos trislcs sr¡(.(.s()s lnc hat.n po-ts;tr c¡trr: al larktdc la galu'a r lc bri l l ¡r t t s colgarl trr ls t lorrclc rcf ir lgía clJ) i(¡) { lc ()ro r lc I¡ ts ¿íprr i las rol l i i l t i ts, había un Lrarcosombrío r.n t.l quc sc t.ongrcgairarr las ¿rlnras cle nrisn' lLr( 'r1()s. lVl¡rco Al l tonic¡, ( leopatra, I lasi l io, Antikr yCcsalicjn, la t 'spcranza clc Alcjanciría, zarpaban jun_los sobrc las agrras r lc l .r tnucrtc, quizi5 nri ís (.omp()_sivas ). mcnos <krlorosas qut las agt:as t lc Ia vir la,sobr<'cuvo r lorso nrr. r lesl izat la vo.

Engañarkr por falsas palabr.rs dt.cr¡rcorcl ia, (hsi l_ririn ¿ttrlitj () cnlrcvist¿trsc r:on Or:lavio cn cl pLt(,rt(.)r lc l lcrt 'nict ' . I)¡ra rrrrrsLlnrar cl orsaño, al avislar sugalcr,t, la fkrl¡ rom¿n¿ Ic rinrli<i honorcs rt:¿kts. N4ihcnn¿ln() sint i t i rcnartr-el ave f ir l r ix t lc la cspo-trrrza1, pcnsti quc la sangrc ric Julio (_-e!sar que llc-vaba eltl¡s vclras cra su garanlía. Sí Egiplo h¿bía mucrli¡ cor.r(- leopalra... , pcro cxistía Ia posibi l ic lad clc quc cn r l lflorcr:icr¡ Rorra. l)csptrés rle lorlo, su patlrc habíatiesisn¡r lo a Octi¡vio r.omo hijo y hcrerlcro. Era lícitoespcrd r (lc ól agrarltr:imien to.

Agrar Jcr: im icn lo.( lonfiarrz¡.

l .calt¡ci .

71

A4aría García Esptrón

Nc-rl-rles pensamientos, Alejandría... Ellos nubla-ron la c-abeza de César lblomeo y su claro djscerni-micrrto. Se entregó como una víctima al sacrificio y,cuando su sanclalia se posó en la tierra egipci.i, cua-tro espaclas romanas se lcvantaron conlra é1, c¡mohacía tantos años vcintitrés puñales se clavaron en elpecho y los costados <le Julio César.

No conviutt t1ut haya dunasiatlos césarts.Su mue fte fue rápida.No I'rubo lugar para la clesconiianza.'l ampoco para la ingratitud.

l-a traición no pasó por la mente de César lblo-meo.

Solamcntc la esperanza.

*

*Se ll¿ma Sprs, o sea, Esperanza -le clijo la nobleOctavia a Alejandro l{elios micntras acariciaba la ca-bcza de un perro dcl color cie la miel-. Es para ti.

Nos cnconlrábamos ct1 el atrio de la casa clc quienfüera esposa de Antorrio. Una esclava dc edad avan-zada entró, poftadora cle una jaula cn la que habíaun gorriorrcillo.

-El nombre dcl ave es Pnx -me dijo Octavia-. Esmi rcgalo y mi bienvcnida.

-Zlruedo sacarlo cle la jaula? -clije y me parccióver quc la dama escrutaba cn mi rostro la sombra deurra cloble inlencirin.

-Puccles hacer con c<l lo que quieras, es tuyo -me

dijo m iriíndomc con bond.rd.

72

Quuida Allnnlrítr

Para'lokrmeo liiladclfb tcnía reservaclo una aclo_raLrle galita, ll¿rnar.la Librrlo.s, pcro mi pequeño hcr_mano no cslaba cn condir:iot.lcs dc jugal ptres lahavcsía había rcsult¿cio clemasiaclo pesad;r parra susaiurl y cstal¡a or c¿lr1¿l c()n ficbre, cuiclaclo por Eu_rLrro, cl mótlit:o de Octavi¿.

l-a hcrm¿¡rr¿ rlel vencerkrr sc cslr¡rz.rba hasl¿r icrinclecilrlc para lrac.cr menos amal3os nuestros pri*nrcros tlías cn Ronr¿r. pero era ltrrea arrlua porquccra inmilr¡'ntc l.r cclclrración chl triunfb de (Jctaviosobrc Egipto, rlonclc <lcbíamos dcsfilar enc¿clcna<los,sin quc imporlaran rri nucstra corta cclacl, ni la cn_firmcclad rlcl pcqucño Filarlclfo.

Si por Ot:tavia fr-¡cra, no cles filarí¿lnos. Str scnsibi*lid¿rl lc llacía iltkrlerablc la perspectiva. Ircnsar quelos he rmanos cle sus l-rijos scrían sonretickx n r.-"-jarr le lrunri l laci<in lc qtr i taba el sucño.

-Es un¿ rlc las nr¿ís imporl¿rntcs lraciicionr:s deRoma *lc habí¿ cli<l-ro Livia, la esposa dc Octavio_.A noscth'as lros krc'a rlar cl ejcmplo y ser firerlcs. A míl,rmbitlr.t mc partcn c[ alm¿r esos pobrcs niños, sobretc¡rlc¡ cl bebc... ¿trimo se llama?

-Sc l l¿m¿'l ir lor¡co Fi ladcl[o. y cst¿í seriamcnk.en_lcrnro. Somt:lr:rlo al sol ardiente puetle rcsultar fbtalpara su f r i ígi l salurl .

-llablas c'omo si ft¡cran a p¿rsar mcses clesfilandc¡.Ser¿í srilo Llt montclllo. Roma lo mcrecc. . . y los re_compcnsará con crcccs. y¡ ves al príncipe Juba, unpcqucño pascfllo fi.cntc al carro clel divino julio yqurnt:c años des¡trtis aquí lo tiencs, het-ho toclo un

73

Alaría García Esprtin

patricio romano y con brillantes expectativas para su

fuluro político. Est'r, sin contar con quc tocla Roma lo

aclora. Lo mismo ocurrirá con tus egipcios-Nc¡ son nri-s egipcios, J-ivia, sirro los hijos cle Mar-

co Antonio, un hombre que suPO selwir a Roma, en

su momcnto.-iY que manifestó su voluntacl cle ser enterrado

crr Alejanclría! Eso todaví¿ no 1o perclona Rom¿. Por

cierto, a todos asombra 1r-r capaciclacl de perdón,

qucricla. ZCómo pudiste tolerar que Antonio te reprt-

diara para casarse con Cleopatra? No 1o entiendo. Es

dccir, Roma no 1o entiende. Ytr tampoco.jlal vez, queric.la Livia, porque Iro acostumbro a

darme importancia. Yo accetlí al matrimonio con An-

tonio en momentos en que era necesaria ttna alianza

cntre tu mariclo y el mío. No estaba enamoracla cle él

Lo hice por Roma. Y aprcnclí a apreciarlo, a pcsar de

sus defcctos. Era un hombre Seneroso y ale¡ye quc

amaba intensamente la vicla. . . -clijo Octavia con

una miracla cargacla de recuerdos.-Pcor para é1, porque la perdió y de muy fea ma-

ncra -dijo l-ivia arrebujánr.lose en su cstola-. En fin,

querida, cuicia bien del pequeño egiptrio para que

pr,reda hacer su paftc y desfilar con los otros niños

en cl triunfb cle tu hermano. No krs mimes clema-

siado, hay que convertirlos cn auténticos romanos.

Por cicrto, nos sentarcmos junlas. Y por fávor, di a tu

csclava Thespis que mirc bien cómo tc peina, la otra

vez en casa dc Valerio Crispo parccías 1a csposa de

un tintorero y no la hermana de Augusto.

74

Qutritla AltjtmdriL'

-¿Atlgtrsto? -sc extrañó Ot:tavta

-iiir-ri'r'.'i intliscrct¿r' En fin' la k:trgua mc ha.trar

.i.rnni,r. ¡t scnatlo of rccerá a tu hermano cl título dc

Attgtt sltl."-;;

". la pucrta, Livia ie guiñó un ojo a la pcnsa-

tiva Ociavia:"'-lr, *.ior. qtrc el tíftrlo cle rey' Zrro crces? Y a no

rl-rcla rlo, m;i s tluraclcrtl

*

I)icer-r que el prirner clesfile triunfal fuc trl organi-

zadu por it,i*.,it', el fünt1ackrr de la cir'rclad'

üi'erpíritu alcilnclrit-to' irnbuiclo cle una actitucl

crítica, ha sitlo lo b¿sl¿rute librc para poner ctr cluda

la existt:ncia Iristtirica clel fiu'rtlaclot: Lo tlomparo con

Al , ion , ln , c l h "ml r r t d t ' c ' t r t le 1 ' l t t te to y h t rc l l l s

f , r f , ' , t , , ' . t , , , t ' ' r tg is l r ' t r las ¡ r r r l r s l t i sk r r i ;111¡ ¡ ¡s ' q t tc

iirn,l.i mi triutlatl, la brillante Alciandría Por supuer

,o 1.,., tr,l oso mcnt:iolrar cste pensamienlt f]:l::

cle lirb¿r, quc ¿ ratos ffle pc]rcrlc más rtlmantl quc trls

.,)n-,].t,'.t pcsar cle su tlolor atezado y dc sLls ar-

clicr-rtcs oios clc prircipc del c'lesierto'

Rom¡ cs u'-'rn t-'-t¿tl" sccltlckrra clc voluntaclcs quc

corlvence vctrt:icnclo y vcllcc al cotrvctrtler. Etl poccls

,lli,;, r"t-r;c., Alt'janrlro iltliu' tottto yo firimos.alec<:io-

n¡rlos dc la itnportatrcta cle participar en cl trit¡nfo

rlc Octavitr ('11 llueslr¡ t:alid¿d de noblcs eltremlg'os

r t n t i r l ¡ , s N o l t , l l r l , l m ' ' s | ' r r l i t i p ' r r I r c n n i t t g t t r t ' t l l ' t -

l , t l l . r t r i ¡ , ' r l í ; r r n r r \ { r ) l n p ' l r ' l r l l { ) s ( { ) l l t r l r t ) q ( i l u t l l l l o s '

;',;;" .i galo Vcrcingi:iorix' que había clcsfilaclo en

75

,trLaría Garcfu Espuórr

el famoso triun fo dc Julio César p¿rra ser eiecuta-

clo ¿l término del mismo; ni siquicra con nuestr¿r tia

Arsinoe, que había vestido la coraza dc Suerrcr¿l en

aquellos lejanos tiempcrs en los qr.re Cleopatra com-

balió al laclo de César en las gucrras dc Alejanclría y

concibió al añoraclo Ccsarión.(bn quien sí podíamos estableccr un punto dc

comparación era con el príncipe númida Juba, cuyo

padre se había suicidado Para no c¿er en las cesá-

reas manos ni apareccr como lroféo vivientc en esc

triunfo inolviclal¡le en cl que las parlcs cle] munclo

vencidas eran simbolizaclas por los conspiuos pri-

sioncros cargados clc caclelras. Si las Galias venciclas

eran el humillaclo Vercingétorix, si el Egipto plegaclcr

a la voluntad roman¿r era la tambaleatrtc Arsinoe, e1

África estaría reprcsentacla por el heredcro cle Juba,

el csbelto y adorable niiro de cabello ensortijaclo que

füe ¿rrancaclo dcl lecho sangricnto dc su padre, el

suicicla altivo.Pcro eso había ocurrido hacía muc]ros años. Juba

era un refinado ioven muy aficionado al cultivo dc

las letras y las cicncias- C)clavio lo haLría distirrguido

con su predilccción y ocuparía un sitio de honor en c.l

gradcrío, al lado de la lamilia dcl Intprrnror vcncedor'

Esa era Roma. Un c1ía, prínci¡le venciclo, cargaclo

dc caclenas. Otro, romano convencirlo, clispuesto a

vitorc¿rr a su mismo vencedor. ZOcurriría lo mismcl

conmigo? Aun hoy, Alejanclría, que gracias a Roma

soy la reina de urr cst¿clo vasallo cle Roma, no lo

pucclo contcstar.

76

QutritlLt Akinndrío

T.a agilacitin por t'l tlesfile triunftrl cra tan granclc

n ,-rr.,.r*, ¿lrcrlulor qr.tc at:abti por contttgiart-ros So-

brc totlo a Alciantlrti l{elios, qr-rc rct'orclab¿r cotr bc-

neplát:ito cl brillo tlc l¡ ¿rrmadttra rlc Marco Anlonirr

,, i,,, tr,ur-,p.ru, tlcl triunftr cn cl qttt' nttt:strtl padrc

lorlct i nucstr¡s frctrtcs ck'(oronas efímeras Octavia

se cttt argr'r rlc cxplicarttos paciclrtcmelrtc t:l or<lcn tlcl

triunfir y sc sorprctrditi ¿1 clrtntrtr¿rr clr llLlcslras I'c¿lc-

cio¡lt's tltl l l Prcmaltlri) sallidt r rí¡ '- -Er,, yn lt, salrt:,¡,,s, noble Octavi¡ -tlijo Alcjarrrlrcr

llclios-. l)rirncr() aparccen los carros t:at¡acltls cotl t-l

lesotrr tlc 1,,, u.,,,,i,k" y lLrcgo los bucl'es para cl sa-

cri l ic io.-(.otno a ¡t.tinr¡lt's sig,ttctr los ¡nillaltls -llroscg'r'tí

vo-. Inmcri i¡ l ¡mctrtc clt :spr-tós t lcsl l l ¡rán cotloclr i lc ls

l l . ' l Ni l , , , t 'amcllos cl<l t lcsicrto, r lcl icat l t¡s ibis \¡ qt l iz¿i

,lt,'1,.l,-tt,,, -tlijt:1'o ¡'ccorclanclo la cargil dc ¡t-rinralcs

t g i ¡ r r i r r s t l l t ' l ¡ l l t l l o ' l t A l t i ' r l l ' l r l ' l '

- [ s l , i l r i t l l l l t l i ' r , - vS t l l l c - so t t r i ' i ( ) ( l i l v l ' l - l \ ' ) l l c

olv ic lat lo c l t r i t r r l f i r sobrc cl rcy <le Artncnia qtre ' a la

rr1¡lrcril ronr¡l1l' orgitrtizó vttcstro parlrc en Alcjanrlría'

i\'1t: cot.nplacc cotnpt-obar qttc rls ¡rot-tiíis tonro lt.r c¡tte

sois, los ¡',r-ílrci¡,cs clc l:giplo' I)crtl' l.tttr vco clr el ¡rctro-

so t lcbcr r lc ar lvcr l i ros t t l r l ret l ro imprlr tatr lc ' Pietrscr

qttc si lo s¡b('is <lc ¡IIt('l.l1illlo scr¿i n¡tltos tlolorostl'

dV¡lt ¿r ¡z-trL¿rlrt)s ('otllo ¡ lcls c¿b¡lltls? -prlgurltti

Alc jarrr l ro l lc l ios totr c l nr iccl t l t l l tzarz¡tL¡ ctr la voz'

- iNol l l ) t 'n i t rgrt t ra matrcra! -rcspont l i t i Ot ' tavia y

sus ojos s(' illrils¡rol1 tlc ltigrinras- l'o qtltl c¡tttcrrr

t lcci tos cs. . .

A4aría ()arcía EsPtón

La hermana del venceclor cle Antonio y Clcopalra

suspiró profunclamc-nte y nos tomó de la mano a mi

hermano y a mi.-Se ha acordaclo presentar en el clesfile una efigie

de vuestra maclre. Las reacciones de la plebc pucclen

resultar altamente ol'ensivas y, como mis queridos

príncipes egipcios han siclo instruidos en nuestra len-

gua latina, mc temo que comprenderéis las sancleccs

y malclicioncs que proferirán mil bocas en conlra cle

la gran reina CleoPatra SéPtima--Noble Octavia, Zpor qr-ré eres tan buena? -h dije

tratando de contener ios sollozos.-No s<.ry bucna, pero no estoy cegada por el odio'

IIe estudiaclo la l-ristoria de Egiplo y admiro a vucs-

tra maclre porque se comportó comr¡ el más sabio

de los monarcas. l.Qué hizo? L)esear lo meior para su

país. Roma debcrí¿r rendirle homenaje, pero por Llna

multitrrcl de causas oscuras, su efi¡iie recibirá insultos'

No quiero que los escuchen sus hijos- Y para cllo' l-re

ideado un plan.Octavia se clirigiti a una encantadora mesita clon-

cle había una arqueta de madera. De ella extraio una

pasta ambarina y empezó a moldearl¿r con sus ma-

nos.-Alejanclro Helbs, Cleopatr¿r Seletre ' l'rct:orcláis

qué hizo ei héroe Ulises cuando escuchó cant¿r a las

sirenas?-iSe hizo atar al mástil dc su embart:acicinl -clijo

Alejandro Llclios entusiasmado.-Así cs -cncomió Octavia-, ly qué mas?

78

Quu'itltt AkjtnLIr[o

- l ) isptrso qLlc st ls t :ompañcros sc tapi l ran los oí-

.lo,.ar'', ccra, p¡r¡ l'ltl t:ecicr ¿l t:anto cle l¿¡s sirenas '

-rli1c yo, cornprcntlicntlo la compasivtt iclca cle Oc:-

tavia.-No nos am¿rlr l rcmos ¿l m¿íst i l -c l i jo la t lama- '

nert¡ st-ll¡rcmos tlrtcstros tlítlos para no estlchar ttn

,-antt, mtl,üc-, mcnos scclutltor r¡ttc el tlc las sirenas

No potlnlis t'crr¿r los ojos, pcro sí los oíclos' t:on,lo

cluc el stlfiimicntrr, qttcridos príncipcs' scrá tlt¡nsidc-

rablct¡e nte mcnclr'-<lQué pasarti t:orr'lirlomeo F ilaclclli r? -prcgutrté-'

Es nrtry pequcno Para soportar urr clcslile y además

sc ctl(:tlclllra cnlcrmo'rlr¿í en brazos tlc una noclriza y lo llcvartrnos a

cas¡r inmecliat¿llnctrtc tlespr:és tlcl tril¡nlb tlc nri her-

mano -r l i jo Oct¿rvia.

l)utlc tlbscrval qllc tl11¿'l arruga cle cclntraricclatl

nublaba stl lientc

*

Salimcls tlt'l (-ampo Marcio Utra nc¡driz'r cargaba

al pcqtre ño Tril¿dclfb miclrtras tros ecüaban sobre los

l',,,'.' ' 'üa,,, catlcnas tle oro, eil atent:i<in a nuestra cali-

tlatl tic prirt:ipcls vctrt:itlos l'a noclriza tlel bebti aca-

bó cargando iambióll sus caclenas' como una maclrc

, , t rg, , ' 1, , . ¡up,t t t l t s ' l ' ' s t t h i i r r ' l ) t m¿si ' l r l r r l t rb i l ¡ ' t t ' t

l lor¡r , rni pcqtt t 'ño l lcrm'tnn p' t rccí ' t ' l i i rón olv i t l ' t t1t t

clc tln stlcño.

Ot1¿rvia h¿bí¿ scll¿clo lrtleslros oíclos t-on la com-

pasii;n tlc la t:ertt ,r' ent:argaclo a la cle por sí abruma-

79

tMaría Carcía [spuótr

cla nodriza que estuviera atenta a cualquier cambioclc instrucciones en la march¿ para hacérnoslo sa-ber.

Si Alejanclría era brillarrte y coloricla en sus feste-jos, Roma aportaba una dignidad y una ftlerza a laque no füimos inmunes. Se scntía en los poros cle lapiel, vibraba en el espíritu. Princesa vencida, sentrael peso de Roma en las cadenas cle oro que enroje,cieron mis hombros y sacarclrl una ampolla bajo minuca.

Vi al frente del triurrfo a la mrbe de los senadores.Sus vestiduras l-¡lancas orlaclas de púrpura agitaronplie¿ues de mi alma. Lo que había en mí clc MarcoAntonio sc cimbró al contemplar al compacto grupoqr,re simbolizaba cl corazrin y la mente clc Roma. ilossenadorcsl Sus cabezas pasaron debajo de la Puer-ta liiunlal. Imbuiclos dc su dignidad, se convcncíancle quc con la victoria de Actium habían tcrminaclolas atroces guerras civiles, clue habían clesgarrado atoclas las familias romanas, enlicntar-ulo a hijos con-lra padres y a hermanos contra hermanos.

-lbdos

habían sufrido alguna pérclida y veíarr con bene-plácito llegar, por fin, la paz. Era L)ctavio quicn latraía. Octavio, el m¿lrmóreo Odavio, el hrrprralor queclclegaba en otros el ardor de las batallas, para lasque no cstaba clotado, qr-re había confiado en Agripaerl liderazgo de Actium, no sienclc¡ defrauclacio por elcurticlo solcl¿rdo.

l-as trompetas hirieron el airc con sus ¿íurcas vo-ces. Los carrr:s cargados con los opulentos tesoros

BO

Qutrida Akjandría

<le Alcjandría maravillaban tr krs cspectaclores En

esos carros rct'o t¡<tcí¿ tnos algunos objebs' Dcbajo

rle aquc[ mttcble c'lc mac]eras finas nos habí¿lmos es-

crnrlickr, crr csc en()rmc espejo cle broncc pulimenta-

dc¡ mc habí¿ miraclo algr:na vcz, csa tc'la dc scda tor-

nasolac'la lrabía cnvtrelto cl cuerpo dc Cleopatra La

dol¡lc corona de Egipto, las insignias, los estanr.lartes,

las pcqr.rcñas csfin¿ics cle ortl, las avcs clc alabastro,

los chacalcs clc ttbatro incrustaclos rlc esmeraldas, lc¡s

cofrcs colm¡clos dc perlas, cl alma de los fhraoncs

crujía como las ruecl¿ls de los carrcls abrumaclos ¡rorel peso dcl tcsoro.

I-os blant:os bucycs clel s¿rcrificio ensayaban su

paso corrsino, inclil'crelrtcs al bullic:io y a la trasccn-

clt'ncia tristóric¡ clcl triunlb dc Octavio. Ellos serían

clcgollaclos .l lii usallza antigtta etr el 'l'emplo cle Jú-

piler (.apitolio y sLl sangrc complaccría ¿r ltls clioscs

clc Roma.Alcjanclro I lclios y yo clcscul¡rimos al mismo hcm-

po el simttlat:ro tlt:l qtrc ¡ros h¡rbía hablado C)ctavia'

Solrrcí. Era una cstatua clc [sis a mcdio ccxrcluir' De

Isis, la strprcma dciclad lemorina a la que Cleopa-

1ra sc h¿rbí¿ ¿rsimilacitl. Eligicron bicn los romanos'

lsis encaciotacltr ctr el lugar rie la rcina invicta cn

su nlLre rte. Ellos rnismos arrastraban a la r-leidad sin

s;rbcr c¡r.te csla sc a¡rotlerarí¿ dc Roma, quc su cultil

acalr¿rría por rlt:splazar al dcl mismo lúpikr porque

sería abrazatlo por to<Jas las mtrjcres: por las escla-

vas y las m¿rlrotlas, las alt¿rs clamas y las proslitulas,

Ias m¿rclres y las clc vientre estéril.

B1

Alaría Carcía Esprón

Egiplo estaba en Roma.Jsis estaba en Roma.Tambiór-r lo cstaba yo, Cleopatra Sclene

A la vista cle la cliosa arrastracla como troleo, la

parte cle los 'lblomeos que había en mí encendió e'l

culto a las cstrellas y dccirlí asociar a mi nombre la

estrclla de Isis, que cs Sirio, la resplandecicnte. Di*

bujaría mi nombre como un jeroglífico: la luna en

creciente enmarcando la estrella.Detrás dcl simulacro acabamos por caminar mls

hermanos y yo, arrastrando nuestras cac]enas

Conscrvanclo una dist¿rnc-ia pruclenle para no pi-

sarnos los talones, marchaban los lidores, con las

orgullosas fasces de Roma envueltas en el laurcl de

la victoria.Detrás cle los lictores, sol¡re una csplérrclicla carro-

za circular tirada por cuatro caballos, iba el lrnprrafor

en persona. Augu sto cubierto con una armaclura de

oro, agitando al vicnto sLl capa teñida con Ia púrpu-

ra cle Mauritania, cn su mano derech¡ una rama dc

laurel y un cetro en su mano izquierda. l-as sienes rie(Jctavio estaban ceñidas por una guirnalda de laurel

quc acentuaba la palitJez de sus rasgos. A su oíclc¡ un

magistrado murmuraba vanas frases que intentaban

rccordarle al general friunlantc que era solamcnte un

hombre.Si 1a victoria cs la mezcla sagrarJa rJe hombrc y

de dic¡s, nunca estuvo hombre alguno tan cercallo

cle paladear la divinidad como CJctavio en cl triunftr

que le dcdicó Roma para celebrar su victoria en Ac-

82

Qutr'ítlLt AI{andría

tium. Ot:t¿lvio era cl lrombre precleslinarlo' cl naciclo

para gobcrnat' sobrc tc¡das l¿rs naciones' cl autóntico

i,,,.,,ti..u clcl gran Julio Octavio sc elervaba por cnci-

ma clel CapitJlio y su ficr-rtc tocaba la fiía mano cle

las cstrcll¿rs.Como tro tcrlía hijos, ft¡erorr Marcelo' erl iovcn

hijo tlc stt hermnn¡ O<1avia, y -l'iberio' el tacitrtrno

primogónito tle su csptlsa Livia, quier-res cabalgaron

cletr¿ís clc til para sttmar a su homenaie la fircrza r]e

los varoncs dc su f¿lmil ia.

lin t'sl¡ ftrrmat:i<itr pasanros por cl [.irctl Fl¿rminio'

r:l Circo N4¿ixin¡o, la Vía S¿cra Ciapital y por fin llega-

mos, exhattstos Sclcrrc y tlclios, al 'lempb de lúpiter

( iapitoho.

i-,,, b,-,"1'c, ftrcrolr sacrificados siguicndo las prcs-

cripcioncs tlcl rilttal.

i)r:t¡vict fitc at l¿nr¡clo por el orbc univcrso comcr

el vcnt:ctlor rle Antonio y Cleopatra y el conqutsta-

clor cle ligiPtrr''lics,lirs rlcsptrés tlcl triunfcr oct¿viano' el pcqltc-

ño'lblonrco Filaclcllir fr.te a reunirsc (:ol1 sLls mayores

cn cl camPo t lc l trs sombras'

I.a fiebr"c que no lo h¡bía abarrdontrtlcl se agravÓ

crr la ionratlu clcl tr iunfo y mtrr ió, cobi jado por la

in,r¡nst:icncia lliatlosa cle su inf¿ncia' cll cl rcgazo dc

C)t ' tavia.

B"¡

DELTA

Q,, ' r i , ln A lc i , r r r , l r i r , / c r ¡ , i l t l o rh r l r r r p t rc -dc so¡rortar rrn scr humanor)

Iir los lir ncrales cle 'lblomco

|ilaclclfb,t:uanckr las plañiclcras roffr¿nas ]rerían cl airccon slrs {¡rilos, me relirgió en mis alcsor¿rlosrccucrclos para construirlc a mi hcrmtrncrLnra cr¡ l l¿ r lc si lenc:io que pláciclamcnte lcrllcv¡ra a la l:terniclad. C)i1¿vi¿ lloraba t:omosi cl pcqucño

'lblomct¡ hubicra sido su pr-o-

pio hijo. lvlis ojos estab¿ln sccros, por(JLre meclrtrctrní¡r cn un rlcsesperado coloquio conmis sombras qrreri t las, porqtrc imaginaba a(-lec4ratra y a Antortio cnlazatlos ycndo al

.hlarín Ctrcía Esptrón

encuentro clel niño, <lispensárrdole su atención y susmimos. La ensoñación fue tan fuerte que, desprencii-cla de mi lacultad imaginal iva y como adquir ienclc,rvolunt¿rl propia, la lenue sombra de mi maclre sacóuna pelota de oro de sus vestidos y la hizo roclarsobre el suelo para quc la alcanzara cl pcqucño

-lb-

Iomeo. "lirrio alborozo, el niño siguió el brillo cle lapclota, quc lc cra arrcbatacla por la gatita librrlrrs...En mi imaginación quise intcrvcnir para rcsl i Iuir ami hermano el r i¡rarlo . jugur{e y ahi en la habit¿cir indcl luto y dcl clolor, mc vi juganclo con mis paclrcsy hcrmano en un espacio sin espacio y fuera de laslcycs clcl ticmpo.

La vicla que Otlavia quiso construir para nosotroscn su casa si¡pió su ctrrsr¡. A vcccs mc parccía qucnuestra generosa tutora quería clctener cl tiempo ymantcncrnos cn la infáncia al lado clc los clcmás ni-ños que le había iilo dcjarrclo la virl¿i. Pcro cn Rom¿rse crer:ía riipicla mcntc. . . pronto Marcclo abandonrjel banco cle las let:ciones de l)eíÍbbo y vistió la togaviril. Sc rlccí;r quc Octavio lo contcmplaba con ojoscle parlre, prefiriónclolo indusr¡ a I'ibcrio, cl hijo de suürfluycntc csposa.

l{ubo urr tiempo err que deseé clejar, ccrmo Marce*lo, las lecciones cle Deífbbo, porque la escuela cle no-blcs jirvcncs clc Octavi¿r era el lugar clondc sc poníamás empeño en enseilar la Jris{oria romana rec-iente.lorJo parccía construirsc cn torno a ]a victoria clcOctavio en Actium, sobre Antonio y (-leopatra. Elabrumado preceptor griigo trataba sin i:xito dc aho-

88

Qurrido Ahjandría

rrarnos ¿r Alcjanclro Ilelios y a mí el mal trago, y decvitar que Julio Antonio y las dos Antonias rccorcla-ran a su paclrc como t¡n traidor a la pah'ia.

Pcro su tarca era imposiblc. hrtentó cumplirla l)e-vánclor.los a una visita al recién inaugurado Altar ala Victoria que Odavio había hecho construir en unextremo cle la Casa Serratorial. De esta mancra poclíaostent¿lr antc Octavio que cumplía a la perfccciónsus clel-¡r:res de preccptor y r-lcjar quc las imágenes ylos objetos ¿lcumularlos en el Altar Victorioso habla-ran por sí mismos, e vitánclolc la pena tle conciliar loinconciliable.

Alcianclro I Ielios, las tlos Antonias, Julio Antonioy la rubia lLrlia y yo nos vimos parados lrente a lacstatua rle tamaño nafural que sobre una platalormacxtcndía sus alas. I)cífol¡o nos cxplicó que esa repre-sentación rlc l¿ Victoria había sido ganacla por losromanos en'l¿rrclrto lracía más de closcientos años.

-iVlirad krs clespojos clc Egipto, cuya anexitin aRoma lúe posiblc gracias al arrojo y decisión dcnuestro .rm;rclo Augusto.

C-¡r.la vez quc lrllcstro sulrido preceptor llamaba aOcl¿rvio t:on cl lítulo que le había sido r:onfcrido porel Senado y d puelrlo romanos, mc parccía rccono-ccr clr su voz cicrta inflexión ir<irrica.

-El pcrsonalnrcntc clriclil que nunca laltcn cn elaltar dc la Vidoria ni cl vino ni cl i rrcierrso...

'lbclos los niñr¡s volvimos la c¿lreza, ¡rara avcri-

gr:a r quiérr h¡bí¿ lrablado. De ífubo saludci al recitinllcgaclo.

89

A/Ltría C ar cía Lsp cr tirr

-El noble Juba ha clegiclo el momcnto más propi-cio para acuclir al Altar dc la Vickrria. No pudimosclesear mejor compañía que la del jovor más instrui-do cle Rc¡ma.

-Deífbbo, Deífobo... no mc presentes antc' los ni-ños de Octavia como un insoportaLrle pedante. Eneste día y csla hora he acudidr¡ al Altar cle la Victoriasiguienclo cl llam¿do de la bcllcza.

-ll'e refieres a la cstatua alacla? -prcgunti¡ Deífo-bo-. Sus proporciones son verdacicra mer-rte exquisi-tas, aunque algunos la han clefiniclo colno un granpájaro, la mezcla tle buitre y diosa.

A esta altura clc la conversación, los r.lemás se ha-bían alejado entregánclose a juegos propios cle niños.Yo me qucdó clavacla en mi sitio admiranclo dcsdemis docc años la aposturra clc Juba.

-No me refiero a la estatua... 'lampoco a los tris-

tes clespojos dc un noble país venciclo...Aurrquc Juba lrablaba con Deífobo, me miraba

con una intensidacl quc hizo brotar el n¡bor en mismejillas. Una cmr¡ción totalmentc desconocida mcsorprcnclió fren te al altar clc Augusto.

-lA qué belleza te refiercs, noble luba? -prcguntir

I)eífobo, ligeramenle alarmado al sorprender la mi-racla del jovcn.

-A la belleza dc las cosas y los sueños perdidos-scntcnció Juba.

Un silcncio nos envolvió a los tres, baio las alasde la Victoria. Juba sonrió y sc inclinó levcmcnleanle mí:

90

Quuitilr Allandrío

-Ir¡rtotrr.si ¿¡r.s diosn o nlorlnl crinhtr¿, ntns -si hnbil¿-s aca-

so lo.s v¿llrs tlt ltt 'fitrrt,

b¿r¡dilos s¿ort Iu patlrt y lrr tndrt,

b¿lrdilos furs hrrl r¡arlos.Me cstrt'mccí al rc<nnocer las palabras con qlle

Uliscs salucl¿ ¡ N¡usit'aa, pronun<:iaclas cn un gricgo

cspltrnrlickr y cargatlas clc intcrrcicin. Sirr qlre yo lcr

meditara, mc vitricron a los labios las palabras con

c¡uc la print:t-'sa rt'spcln<le al héroc:-Quirn rns, clrr¡o lo dir¡¡ tu cabtat y Iu drnll.

l)cífirbo cst¡ba conmovido, pc-rrqr're comprcrrclía

qur: cl pri-rtripc núnrid¿ lrabía act¡cliclo al Altt¡r dc la

Victrrri¿ ¡ rcrrdir tribu to a la vcncicia majestad dcl

E¡¡ ipto alcjantlr irro.I-a grácil cstalu.) sc aparecici dc pronto alrlc mis

ojos t:omo un avc t.lc rapiira dispucsta a roclcar mi

cut'llo trrtr st¡s garras. I-a bclleza qtre Jtrba cvocaba

rro cst¿ba cn el ¡ll¿rr dc Atrguslo, sitlcl en ul.t lugar sin

rromt¡rc, silltatlo ctrtrtt cl sr¡cño y la espcratrza.-No cs l¿ primcra vcz qtle te vco -mc diio cl prín-

r: ipc núnri<la ctr voz baja nricntras l)eífobo tr¿laba

sin i'xito rlc trrtrgrcg.tr a sus jóvr:ncs altllnnos

I-o só lc cotrtcslí'-. N,{c vistt'etl t'l tritrnfir rlc Au-

gusto. l 'uvt 'qtrc r lcsl i lar. i \4 t l cl i j t l ror l qt lc hat:c tntt-

r:hos ¡ños lú lr i t : istc kr mismo.-'lc cquivo<'as, St'lclle. La primcra vt'z qr.lc [e vi

estab¡s <r 'r t¡ t l ¡) JX)r 1¡t l t , ls <lcsgracias qt¡c trts oJos

sc h¡bían vttcl lo ¡tarcialmt' l r lc ci t 'gos. ' lc vi err Alcjarr-

drí¡, cn cl palat io clc t t l matlrc clr cl lJr lrcücit¡n Yo

lurnrpañi '¡ Ar.tgtrslo t-ol l l ¡ sct ' l 'c la cspt 'ranza t lc

visi tar la l l ibl iolcca ) 'corlvcrsar colr los s¡bios ¡ l t ' -

9 I

,Llaría García Esptón

janclrinos. Y lo hice. Me embriagué con la sabiduríaacumul¿¡cla en los cuatrocientos mil vohimenes ycon cl c¡lor incr¡nfirnriible del papiro. Me avergtienzaconfesar qtrc, mientras caía el imperio cle los lolo_meos, yo mc embebía cn la lectura de un minuciosotratadc¡ de astronomía . . .

-lirdos sal¡en cle tu amor por cl estrrclio y cie tu cu_riosiclad insaciablc, príncipe Juba -le clijc tratanclo clcalejar mis recuerdos de aqucllos días, que amenazabansucedcrse en kopc'l por las lacleras clc mi mcmoria_

*Dcspués fui al Soma a intentar ver cl cuerpo in-corrupto de Alejancü-o. perr¡ el venceclor había pa_saclo antes... los guardias romanos me impiclieionentrar Fuí a otro sitio que no pueclo revelar y vaguésirr rumbo por las calles dc la ciudad hasta que clcs_cubrí el cacláver de tu hermano Antilo, abanclonarloen el monumento al divino Jt¡lio. Entonr:es clcspertée¡r la realidad. Fuera clc la Biblioteca y <le los sibiospapiros acontecía la sangrienta victoria.

Suspiré, clesviamlo mi mirarla. luba comprenc.lióquc mc lastimaba.

-Perclona. . . no fuc mi inlención reavivar fu clolor;sino recuperar el mío. yo cra demasiaclo pequeñocuando mi paclre, cl rey Juba, se suiciriir puio ,.,oconvertirsc en troíeo.

-C-omo mi madre... -le dije, asombrada clel graclcrdc intimiclacl que había alcanzaclo nucstra coÁver_sacirin.

-Nuestros clcstinos cstán misteriosamente urri<,los,Selcrre. Cuando Marco Antonir¡ te hizo reina niña

92

Qutrifu ilkjntdría

rlc Ál i i r '¿r aclLrt i si l r r lLrr la guiatkr por cl r l ios r lc lasprof cr ' ías.

-rt( lu11 quicrcs r lccir/ - l t ' prcgu u ló t 'xtr¡ñ¡r la.-No putrkr h¡bl¿rr nr¿ís. lkr t l¿rkr mi palabra.-r:A quión?Jul¡¡r t trrr i krs ojos, súbi lamcnlc r:ansarkr. I)cseé

qut' krs abricro, para r({rupcr¿r su bel lcza.-<t( lui inkrs ¿i los l icncs, Sclt nc,) -mc prcguntt i

abru l t tatnt 'nl t ' .I)occ lc r r rn lt.s lti.

-En Ronra cs l¿ cr l¡r l r l t ' l¿s novras.lLr[r¡ sonrit j ] ' s( 'nl í mis nr( ' j i l las ar( lcr cou f i tcgo

insr4rorlablc.Er¿ t ' l Arlor; urrrro la Victoria, ¿l¿t lo.

.¡-

Qucrit l ,r Alclarrr lr ía, csa nochc no pudc t lormirMis ojos st'cnrpccirraban ('n p('rmanecer alricrtos,

conlemplanrlo cl l rrJro y los roscloncs r lc las rrrnri-s¡s. Nlc h¡bí¿ l l t ' rrarlr l ¡ l mirarla r lc los r¡sgos r l t 'Jubay tttc juró c¡uc cl roslnt rktl ¡rrircipe scría nti tcsorcrnrrjor gua rriitrlo.

( onrparl ict l lo mi irrsomnio, Alcjatt lr .o I lcl iosab¡tt(i()l't(i sr.r k'r'ho )¡ sc scntó sobrc mi c¿rma.

-Estaba scgu rc.r cic que rro rlormías, Sclcnc -mc dij<.r.Nr¡cslros r i lm<¡s vi l¿lcs ¿r mcntrrk¡ sc acompasa-

b¿rn, rcconltínrlon( )s nLtestr¿ nristtr"iosa rnnclit.irirr tle¡,crnt l , ,s

- i( lu¿i l ts I¡ c¿us¿ r lc tu Ll l ta clc sucño, I lcl ios? - leprcgr.r ntó.

María García Esptón

-T-os riespo.jos de Egipto acumulaclos al pic rJe unacstatua fría -me dijo y creí ver que los ojos dc mihermano relampagueaban en la clscuriclacl.

Nacido para ser rey, Alcjanclro flelios era un niñotolerraclo por la compasión romana.

-Egipto ha mucrto -lc clije con serer-riclad.-No es verclad -me respondió-. Egiplo vive en

noso os.Mc llcvé el declo hclice a los labios para rccomen-

darle que bajara la voz.-Cesarión y Antilo cstán muertos -susurré-. Mu-

ricron porque los romanos consideraron que po-clrían encabezar rebeliones. A nosotros nos hicierongracia de la vida en consideración a nuesira edad.Pero, hermano, aticncle bien lo qr.re te digo: si sor-prencJerr en ti una chispa de sangre tolomea ciescon-tcnta con la t-lerrota y dispuesta a rcbclarse, no clu-darán cn matarle con sus afiladas espad;is o conun lazo escurridizo en torno a tu cuclkr... Prometequc scrás discreto y esperarás junto a mí mejoresliempos. Promete que intcntariís ser romano. Imitael ejemplo del prircipe luba, como nosotros, hijo dereyes vencidos. Como nosotros, adoptackr por susvenceclores.

-Juba cs un cobarde -clijo Helios y scrrlí que meabo[e teaba.

-lPor qué te a freves a afirmar eso?-Salta a la vista. Se crrmporta como un pcrro cle

los romanos.

94

Quu'iLILt Ahjntlrírt

-L,sctr<lra, ITel ios. Juba es romano. No por naci-

rnicnto, sino por clctrión y por destino (--omo lcl

sc:r'cmos ttosotros, si l-to es qttc ya kl somos'-Yo no. Renicgo dc mi parte romalra. So1' tln

'lb-

lomco y mc ll¡mo Alt'.1anch'o, <ltc tlas t:ucnta? 'l'e

ir'rro,(-lcopatra Selcne, qr-re cuando sca mayor ret--uperaré

cl trono dc ligipkr. Volveremos a vivir cn nuestro

palacio y tú rcin¿rrás t:onmigo Screnlos f¿lr¿rones: cl

SoL y la l-trtl¡, crtmo quisieron nuestros padres Sc-

rcmos C)siris c lsis y haremos arroclillarse a Roma

¡nte nucstt-o trttno llanqueaclo por las alas clc orcr

clcl halcón I Iortrs.Alcjanclro I lcl ios l loraba. Fantasmas imposibles

lo tortur¿lran en csa not:hel en qtlc yo había clcscr-r-

bicrto que amaba a juba. Comprendí que lruestrcl

lazo rle gcmckrs tlmcttzaba a acus¿lr ttna tlivergen-

cia.Él qucría rt:ctrpcrar EgiPto.

Yo solamctrtc qLlcrí.r a Juba

*

No volví a vcr a mi prfu<ipc númicla ticspués de

nucstr¿ c()1r vcl's¿rtlititr en el Alt¿rr cle la Victori¿ Por

Odavia stt¡tt: tlttc Jltba acompañaría a Attgusto cn stt

campatia m¡lil¡r cl-l llispania. iT-a gtlerra! iDc nucvo

l¿s b¿rtall¿sl l.as llcchas ensombrecictrclo el ciclo, la

sangrc empapallrlo las túnicas cortas dc los solda-

ck¡s, muslos clcsgtrrratlos' micmbros cerccnados, in-

leccioncs ¿troccs, viud¿s y hutlrfancls. . .

qq

Alaría ()arda EsPerón

Los c.íntabros y los asbrcs, pucblos altivos e i¡r-

domeñablcs, moslraban hosülidad para con los ro-

manos. Au¿lttsto mismo se puso cn marclta Para rc-

ducir a esos fieros larrzadores cle jabalirra y maestros

cle las emboscadasJ-a montaña, ios arroyos, las tltevas cle stt agrcste

y bello país cran sus mejores aliados

I-legaron noticjas a Roma clc que Attgltsto' exte-

,-,.,a,lo p,,. Ios lrabaios y las ciuras rlonrlicic¡re s cli-

m¿itjcas, con el ánimo clcprimido al ver que los sol-

<laclos romanos cran superiorcs a cántabros y astltrcs

en nútmero, pero inferiorcs cn arrojo, asttrcia y' Zpor

qué no rleciilo?, heroísmo, cayó gravemctrte- en fer-

mo. (Mi marido me ha n¿rraclo rienclo qttcl C)ctavio

acostumbr¿rba cacr ctrfermo cuando las batallas se

complicaban).Ilubo atlcmás otro acontecimicntcl que fuc ocul-

tadr¡ clurante mr'rcho ticmpo, pues amelrazaba la

esencia misma clcl personaie serni clivino en el que

se fue convirtienclo Augusto. Aunclue me ente ré por

una conversación ultrc Octavia y Livia' quc escuché

incliscretamet¡ te, rlespr'rés me füe rescñaclo por Jtlba'

que en su calida<i cle testigo presencial mc brindó

una clescripción cletallada cle lo quc ocurrió en Can-

tabria.l)espués dc una iornada parlicu larmcntc cllllcll'

cuanclo los más experimentados ¡lcneralcs romanos

sc rompían la cabeza tratandcl clc anticipar los movi-

mienlcx c-lc esa frttstrante gtterra de guerrillas' Attgt'ts-

particularmcntc

1o salió a clar ttn pasco fi¡era de su tienda El tiempo

L)6

clifícil,

Qwrídtt AbjLrntlría

cstaba despejatlo y sc aleió un poco del campamcn-

1o, cronversantlo c:on iu[¡a, cuya compañía había

l¡uscaclo para qttc la rica col.¡vcrsación dcl príncipe

ntimicl¿ lc dcspcjara la cabcza cle las preocupaciones

de la guerra,Pronto stt vicron en un cicscampaclo y, a la vista

dc ttnas ntlbes cle formación vertical, comenzaron

una clis<rusión ¿ccrt:a cle la pertinencia cle los fucgos

clcl ciclo como mensaicrr¡s rle la voltrntaci de lúpiter'

Jtrba, que cntonces estuc.liaba el atomismo cle Demó-

crito, ensayir tlna explicación cle la ac:tiviclad cle los

átomos en el interior de las nubes' -lirvo

que irrte-

rrumpirse porqile sintió qtie los abundanfts vellos

cle sus brazos -qLle no depilaba a la mancra roma-

na- sc erizabatr. En ltna fracción de scgundo, e mpujó

violcntamentc a Ar.rgusto y lo hizo tlar con cl cuerpo

en ticrra. lusto a titlrnpo, plles Lln rayo caía a tlos

pasos cle la pcrsona cle Octavio. Si hubiera estadr¡ dc

pi., r,-g.,.n,.,-,.ntc qtte la historia clel mundo h¿bría

toma.l,., otro cllrso y -fikrsofaba luba-, por voluntad

clc Iúpiter o por la confábulación cle los átomos' para

el c¿rso lrttbiera claclo lo mismo

El rayo tt:rminir tlc minar'1a estabilidad dcl pot:o

Éiucrrcr() y aplomado Augttsto.

I)ara httscar la salutl perclida se retiró a 'lhrragona'

Juba, que h¡bí¡ siclo llam¿rclo cobardc por mi irre-

llcxivo hcrm¡tro Alcjandro Flclios y por mttt:hos que

envicliaban stl apostura e intcligcncia, per,maneció

en cl campo tic l'ratalla, bajo las órclenes cld general

Cayo Arrtislio.

97

Alaría ()arcía Esptótr

En los campos dc batalla, pr.res krs astures y loscántabros abrían innumerables frentes y caían so-Lrre ]os romanos cuando mcnos eran esperados. Elslgilo y una cleterminación animal actuaban a su fa-vor mientras dcfenclían esas montañas, csas rocas yesos arroyos cle agua tan pura quc eran su patria.No tenían palacios los astures r-ri templos cloradoslos cántabros, pero defendieron su patria como so-lamente lo hacen quicncs cr¡nsideran a la f ierra supropia maclre.

Años después, el poela Horacio -favc¡rito cle luba,el mío sicmpre ha sitl¡ Clatulo* escribió "Cttnt¡bn.nu

ittdoctutn iugt Jerrc ¡tostra". . . Nunca aprenclieron a lle-var el yugo romano esos jinetcs dc larga cabelleraque gucrreaban cantanclo y que, al scr crucificaclosen el temic.lo suplicio romano, cntonaban un himnoqlre era en honor de la guerra y tle la muerte y quesabía literalmente a sangrc y que concluía con sttúltimo suspiro.

Juba nunca ha cesaclo de atlmirarlos y hace pocrome conl'esó que se sentía inl'crior a ellos, cr¡n sussuaves manos clc patricio y su cabeza llena clc versosy datos. . .

-No nos engañemos, Sclene. Roma no qucría pa-cificar Cantabria, sino lom¿r cómoclamcntc cl oro clelos astures y el hierro cle los cántabros. Para lograrlo,no dudaron cn cnviar siele legiorres. iSctenta mil sol-ciaclos! iSetenta mil soldaclos pucstos en jagr.re por unptrñaclo dc mc¡ntañesesl Eso es valor. . . Lástima qr-reel divino Julio, mi pacire adoplivo, no haya hecho

9B

Qrrrridn Alrjrrrrdrúr

csa campañ.t. 'li:rr<lrí.l

rnos tlc stt pttño y lctra la gtre-

rra rt:clivivit crl rttr nlanLtscl-itcl quc haría crlrnpañÍa a

l¿r (,tu:t'ra tk: las (,alias o a l.ls (ltterras Civilcs '

Augr-tsto, t'fir:tiva rncnte, no er¿ )ulio (-ósar' Ni tam-

poco Marto Antor. l io. El los bri l lab¿n cn las batal las,

sc r:onvt'rlíatr clr soltls clt'la gtlr:rra enlre stts lcgio-

¡r¡r ios, sc cmbria.qalran rtc ambi<:ión e irrf t l l ldí¡n a

sus subort l i l rar los la chispa dcl valor r l iv ino qtrc los

posr'ía.Octavio, t'tr c ¡rntrio, sc postrri cn stt lcclro cle cn-

lcrmo cn 'larrag,otra, cotrtcn t¿íllclosc: ctln rcc:ibir ntlti-

f i ¡5 1' pur-rtr. talt 's i l l f i rrmes de (ayo Anlist io

Eslc tomti Ia t'stratt'gia tltl t't'tvolvcr Catrtabria etr

cl ¡br¿zo irrf lcxiblc t lc l¿s trt :s trr l t l lnl l ¡¡s t ' l r qr ' tc hizo

rlcs¡r lcgar cl ci í ' rc: i to. I-a bat¿l la l i rn¡ir lable sc l ibrt ' r al

¡r ic t lc las rnrtr¡ l l ls r lc I ,r r : i rrr l¡ t l r lc Vcl l ica No htlLrtr

I lomcro t l t tc la t at l lara, ¡ lcrr l los romanos l t l t t 'ot l

AqLri lcs y kts r ' ; í l r [ ¡ l l r r rs f t lcrolr l le<t: lor ' l 'or l i r r lc l lcgt i

I ¡ v i t ' tor i¿ a ( l ¡vo l \ l l { ist io } ' Ios ( 'á l r t¿bros sol l rcvi-

v icnlcs sc rc l t rgiat-rr l r c l r l¿s ¿l t t l ras, c¡si ctr la t ' i t l t r

r lc l N. '1o¡r lc Vi l r r l io, ctr los I) ic¡rs t lc I i t t ro l la, c lonr l t -

g,rilaron hasla t'tr rotrrltl e ('('r qtlc "arrlcs llcgaríarr las

ol¡s t lc l r .n¿r ql lc l ¡s ¡r tnas t l t 'Rt ln¡¡ ' l

No l lcgarorr l ¡s ol¿s, pcro l lcgr i t ' l o loiro 1 ' con

tll, r'l firo. l-os ronlatlos (\'r('¡roll Ia lllolll¡ñ¿ <r¡mcr

s( ' ( ' ( ' r ( ( l t t t r i l t ' iLt t l¿r l ) ' lc ls t i í t l ta[ l ros t ' r t t j icrot l tu lntr

l ro jas scras. El t ' ¡ r í lo,qo tr¡ l rst t l r r i t i ct l c l t : ¡s l ro c¿in

l¡bro t lc Ar¡ t : i l l t lnr , t t 'a l r ¡r t lc l rcroísnro y r1c tcmplc '

rkrrr lc krs r l t r ros tnolr l l lñt 'scs (r l ) ¡crol l s i r l pt ' t l i r " rnisc-

r i rorr l ia, los par l r t 's pir l icr t r lo a sus l r i jos v¡ron( 's qt le

99

A4aría Garcín EsPrtln

les clavaran la espada en el coraz<in para cvitar caer

prisioncros y los hiios cumplicndo ese último y atroz

rlcber filial para, clespués y coll sus manos' acatr¿rr

con su propia vidaqueiicla- Alc¡andría, de csta Suerra cspañola' tan

clifcrente a las que se libraron bajo [a luz de tu Faro'

yo rccibía páliclos informes que acrecental¡an mi in-

quietucl por la segtr riclacl clc Juba, cuya vicltr me era

pr..ioro. Lo sabía extremadamente curioso por ios

modos clc vicla cle los pueblos someticlos por Roma

y me imaginaba que scría capaz de tocar a la puerta

á" .tr',a mo.adu circular cánt¿bra y desplegar su en-

cantaclora sonrisa para sentarsc en torno al hogar e

iniciar a señas una convcrsaci<it.t con Ia csposa cle un

fiero jefe que llegaría a matarlo sin piedad' tiñcndo

cle púrpura su blanca hlnica'

Ñu.L ¿. cso suceclió y, para vi¡flar los tcrritorios

clominaclos, Roma deió apostada a la Lcgiórr lV Ma-

cedónica- x

Pensanclo en la seguritlacl cle Juba cumplí trcce

años y después catorce. Supe que había regresado

..,,tr-,.io Augusto ordcnó ccrrar el templo cle Iatlo y

decretó cl comienzo de su larga paz SerÍa cterna'

pues los vaticinios cle los augures así lo aseguraban

al .sc.,-¡tur las entrañas clc las vít:timas y el vr'rclo cle

las aves. Se clecía, pues lo había afirmatlo mistcrio-

samcntc la Sibila, que Augusto cra el Niño l)ivino

anunciaclo por las diferentes tracliciones religiosas'

100

Qutrida ,llt¡mdríd

Alcjan<lro l lc l ios v yo sot l rcíatnos l r istc lnctr tc al cs-

r :uchar t 'sc ascr lo, l ) t l ( 's l r t tcstr¿r i l r f i l r t ' ia al t ' janr l r i -

n¡ había tr¡ t rst ' t t r r i r lo escl t t l rat l t lo qt tc ( i 'sar i t i t r cra

prccisamcnlc cso pt ' rsotrajc, cn str t :a l i r iat l r lc hi jcr

pr imogórr i to r l t ' ( - lct tpatra ls is, Sabí¿nros qt¡c sr ' ls rc-

¡rr t 'scrr tacioncs ctr pict l ra al laclo t lc l ¡ rc i l ra l ral l í ¡n

sol¡rcviv i rkr cn Alcjalr( l r í¿, ¡ t r ' tcs Ia orr lctr r lc t lcstrut : -

ci<in rlc inriig,cncs llaLrí¿ sitlo lilnilacla a las t'ligics tlc

i \4¡r t :o Alr t r t l r io.

Niño I) iv ino o tro, Attgt ts lo había sobrc¡rasa<lo la

trc int t :na y str csPosa I . iv ia no l t - 'había t lat lo hi jos. Str

única hcrcr lcr¡ conl inu¿rba sienclo la rr-rbia l t l l ia, qtr t l

hal¡í¡ trrntr¡ítlo mtrlrimot.tio con M¿lrcelo, cl hijo tie

( )ctavi¡ .

A los niños t tc l ¡s lcct iones cle Dcíf i rbr> lcs había

l lcgar lo la er lar l <lc casarse, y se r t lmoreaba qtrc la s i-

guicntc st'ría yo. Mi cnlact clcbía satislact'r los plancs

políticos rlc Ot:t¿rvio, quc tlo sc había pronunciadtl

clr e'sc senlirlr¡ colr rcsPc(1o a Alcjandro I lclios. 'lal

vcz prcfcría no l)cns¡r etr ól ¡rorque l¿r mirad¿ altiva

de mi ]rerm¿rro lc rcttorcl¿b¿r f¿¡ntasmas qtte qtrt-ría

olv i t iar y t rnt igtras i r t just i t : ias t :omct ic las

I Tclios sc había tonsag,racltl con vertladcra pa-

sitin a los t'jcrt:it:ios físicos y se esl¿ira tlonvirtientlcr

clr un cslatLrario atlcta. Yo lro mc ejcrcilaba física-

m{rrlc, p('r() cra la prcferitla tle Dtlífirl-ro para tlis

cut i r l r istor i ¡ ) ' l i ler¡ tura. Se scntía orgul loso de mis

pr()grcsos y atJmiraba rni facilirlacl para aprenclcr

Iengr-tas extratrjcr-as, habilklad hercdacla sin clucl¿ cle

mi maclre.

101

tr4aría García Esperón

Mi hermano me dejaba c.liscuticnclo con Deílbboy se concentraba en su fort¿lecimiento físico ani-maclo por la tenacidad de un pensamicnto que meocultaba. Había dejado dc confiar ciegamente en mícuando supo que amaba a Iuba y dedujo qlre meconvertiría en romana. No lenía opciírn, Akjandría,mc fui deslizando a través cle la lengua latina, de lasconversaciones con mi prcceptot de la amabilicladcle Orlavia y dc aguellos días que eran los de latransfbrmación de la ciudad de maclcra en la urbedc mármol que había profctizaclo Augusto. Nuncame olvidé de ti, ni lo haré mientras viva, pero sirrproponérmelo decidí no cultivar las scrpientes clelodio y la venganza.

Mi hermano Flelios marchó por otro camino. Eloclio y la vcnganza son sentimientos negativos, perotambién c-onstituyen una füerza, una pulsión vital.En esc oclic,r fueron amama¡ltacios Amílcar y AníbalBarca, los heroicos cartagineses a la postrc venciclospor Roma. En sec-l clc venganza que cra sed cle jus-ticia, ardierorr los cántabrc¡s y cl odio a Roma fuc laanestcsia que calmó sus c.lolorcs de crucifica<los y losllcvó a esc lugar más allá dc la vicJa donrle cloncell¿sde trenzas mbias alegran cl corazón de los guerrerosmientras lcs escancian aguamiel.

Alejanclro Flclios estaba marcaclo por su rrombre,y durante los dc¡s años quc cluraron las guerras es-pañolas de Auglsto y su efímcra aclolescencia, escul-pió a un héroe en su interior.. Se gar-ró la confi¿rnzade nuestros benelactores y su conducta fue irrepro-

r02

QunitlLr Akiantlrít

chable. Si N{¿rcr:lo y Julio Ar-rtonio alborotabarr por

l¡s c¿rllcs tlc Rom¡' Alejandro [ltlios permanct:Ía cn

lir casa ric Od¿lvia lcycnclo hasta altas horas de Ia

nothc.iQui' lcía Alcjanclro Hclios?

I-a llí¿r¡la clc I lomcro y la Circ4rrdin tle Jcnofontc'

Qucría a tr¿vcls rie csos clos libros cr¡nverttrse en un

lrt¡mbre qtre lircrtr un hórot', cluc fuera un "rcy

y qtlc

fir cr¿r t¡n ilios. Strcrclamentc sr: inició err el aprcrrcli-

zajc <.[el pcrsa a travós r]e ttn r¡scuro esdavo clc la

casa, el cntlarga<lo tlc: las t¿¡ rc¿rs m¿ls bajas' qttc nunca

trablaba latíri y qtrc accedió a revelar a mi hermanc'r

las palabras tlc stt lt'ngua'

Vr lo mirab¿ haccr y no lc <1aba in-rportanci¿ a la

p<:uliar ilrslrutlcititl que a sí mismcl sc estaba pro-

cur¿nclo.'llvieron (ltlc pasar muchos años para que

me tlicra utcnl¿r cltl kl quc ocur"rió ante rnis ojos y

anter los ojos ilt: los romanos, truestros bcnclactores:

en la trasa tlc Ot:t¡via, el hijo cle Antonio y Cleopatra

sc es[¿tr¿'t t:otrvirticnclo en Alt:jantlro'

l)ciatra atriis a Altrianclro llclios' el niño enfcrmo

,ic mi.l,lo antc l¿ inccrticlumbre y la posibilitlad rlc la

mllcrtc, quc aprt:taba convtllsamcntc cntre sus ma-

nos Lln¿l galera,lc iLtguetc err l¿rs Úrltimas t¿rrdes clcl

palacio tli: Ilr-ucht:ic¡n. I)ía a clía, se¡lttnclo a segttnclo'

ic cclucaba Para scr otro Alcianclro'

Alcjantlro cl Clrande, el de Macedonia''l'u ltrndadr¡r, Aleja nclr"ía'

10."r

t\4aría García Esptrón

No cabe ducla de que cacla quicn üerre su clesiino.En el caso de mi gemelo, algu na vez pens¿rmos

quc los hilos cle nuestra cxishncia se clevanaban clcuna sola macleja. Pero al aceplar a luba de Numicliacomo mi esposo, pfl'(lí a Alcjandro Helios.

Augusto quiso recompcnsar al príncipe por losserwicios prcstaclos en la ¡¡uerra cspañola (aunqr.re

Juba sc reía de esa recompcnsa erüando hacia atrásla cal¡eza y mostrando los b]ancos clientcs, alcgandoque la única hazaña que efcctuó fire arrojarse conAugusto a tierra la tarde cn que cayó el rayo). Qui-so recompensarlo y clevolvcrlc ostcntosamente losterritorios que a su padre, el gran Juba l, arrebataraJulio C-ésar

Le retornaría su reino ¿crecentado ), lo nombraría- ^ , , , l - A l - , , - ; + - ^ ; -

-No rcinarás solo, much¿cho -k dijo-. lle pensacloque un rey clebe tencr una reina. Una reina a la altu-ra cle ttr sangre.

-Quiero adelantar al noble Augusto que su volun-tacl es la mía. Pcro siendo la conversación placcntera,quisiera prolongarla aclivinando quión scrá mi reirra.

-Apuesto a que no ticncs idea -dijo Oclavio, sin-ceramcnte divertido.

-Siento contraclecir a mi noble protector -repusc)

Juba-. Sc trata sin cluda de Cleopatra Sclcnc, que hacrecido en la casa de tu hermana Octavi¿r y por cu-yds vcnas (orre ld sangrc ' le cierr reyes.

-ZCómo lo supiste? l.l'e haces ascsorar por brujosr¡rientales? Con esa manía que tienes de preguntar

104

Quu'irla Abjandría

por la causa clc todo, no cludo clc que hayas convcr-ti<lo a los l¡cchit:t'ros dc Roma cn tus ali¿dos.

-lTa sido u¡r¿ ilrtuiciótr, sol¿mcntc. Me pregr,rntosi la prinr:t'sa csl¿rrá cie a<:uerclo cn unir su deslinoal nr ío.

[] torro ilc Oclavio sc endurccic'r súbitamente.-Su c4riniórr no ('ucnta -clijo congelanclo la sorr*

ris.r cn cl roslro rlc Juba-. Además, cle cst¿ Ír¿lueritholrro cl lcstamcnto dc

'lblomeo Ar-rletes, sí t l padrc

<1e L-lcopatra Stlplinra. Como tu seguramerrlc sabcs, él<:onfiti ¿ Ronla su tcsoro y a sus clcscetnclic.n les.

El asunkr cle nr-¡cslras nupr:ias fi,¡e tomario o, másbicn, acapararJo por l-ivia. l-e emociolr¿lLra la perspec-tiva tlc manr:jal'a sr¡ .tntojo las vidas dc los ck:rn¡is.Una jovcn clc cakrrcc años y un prhr:ipc dc vcinti-cinco eran un autónticr-r fcstín para ella. Se c¡nsó clcprorlamar ¡ los cr.t¿tro viclrtt¡s la bo¡rcl¿cl dc Augus-[o, qLrc ¿ una prirrttsa vencida trataba con una mag-n¿nimirlarl nr¡ visltr rlcs<l: tir:mpos clc Julio César, yqLrc al hi jo r lc urt rcy r lernrtat lo y suicicla rest i luía untcn'itorio csplítnrlirlo y dotaba clc un porvenir envi-di¿blc. I trr supucslc) quc lo que más la cnhrsiasmabacra la posibi l i r la<l r l t : lcnernos l{os clc l ;r urbe.

-iRc1, ¡l¡ t¡n cstarlo vas¿rlkrl -excl¿nrii AkrjandroI Iclios cu¿ntlo l¿ krt¡litl¡d cle los plancs cle Augr,rs-to fue dc su torlrcimicnto-. I-c ll¿lma rey y dcburíal lamarlc csrl¡vo, par¡ no l¿l l tar a la vert la<I.. .

' le clan

un nrarido 1'urr rcino como l imosna y porque enrc¡l i<lad rrr¡ s¿rbclr qu(t hact:r r :ontigo... rro sabcn qutiit;lt't'r crln nosolros.

105

hI ar í a G ttr cía E sP r r tin

-l lelios. . . Helios. . . hablas como nueslra madre'

pero en el sitio y cn el tiemp() inatlecuaclos No esta-

mos en Aleiandría sino en Roma--Y pr.,nt , eslarás en Mauritani¿l l{ace mucho ca-

tor, ,licen. l.as costumbres son bárbaras y tc harán

dormir en cl suelo. l'cndrás cliez hijos y parirás a

lomo c]e camcllo.-lQué estás clicienc'lo? ZQué sabes tú clc parir

hijos?-Lo mismo que sé cle camellos Sclene' lÍc das cucn-

ta cle 1o que está a punto cle ocurrir? l"e arrancarán cle

mi larlo y ,-t,,, t-t.u porJremos regresar a Aleiandría .-Peciiré a Augttsto que te <leje marcl¡ar conmlSo

No me lo n.gotá. Tú mismo has dicho quc no saben

qué hacer cotr nosotros' De este modo no nos scpa-

rarcmos.Alejanclro I lelios movió la c¿rbeza y aprctó los

clientes. Aclmiré su cabello cloraclo y sus profttndos

ojos. Lo mejor de los 'lblomcos, la belleza indrimita

cle los Lágiclas sc maniféstaba en mi hermano'-No, Sihne. No iré contigo a Mauritania'

Un silencio pesaclo accntuó la distancia enlre los

clos. Alejanclro Flelios fuc el primero cn romperkr',

-lhmpocc.r mc queclaré en Roma- Vcrlveré a Ale-

tut'ltll ,r.,, cómo, Alcjandro Hclios.

de morlo enigmátit:o.

Quericla Alejanclría,

absorta pensat'trlo en

10ó

Por entrc sus esPesas pcstañas doradas'me mlro

rsa tarcle me encontraba lan

mi próxima boda con luba Y

Quuitln lbjrrndrío

t ' l rc l rsectrcnlc v iaic a Mar- l r i tania, qt tc no ' r l t :a l r t :ó a

cor.r.r ¡rrcnt lcr qtrc llclios sc hatlía tlt¡t¡vcrlitltl trtr tlll

Ir,rml,,rt: 1, tltit: los illstatrltls pasatlos al lado rltl mi

hcrm¡no t.ratl Jlt-ccitlsrls y tlo sc rcpctirian

Qucrir la Áleianclr í4, cuat lc lo cmpccó a cs< r ib ir lc cs

l,rs ('itrt¡s fitc prt't'is;l tncn tc cl clí¡ tlt' mi curnplcaños

nrimt ' ro t ¡ lor t ' t ' , tL l¿t t l t lo mis tLl torcs mt i l l lbrnr¡ron

r lc l ¡ dct is i t in qtrc habÍ ln tomi l<lo t lc t larmc ¡ l t t r cs-

poso al f r t l t t ro rc,r ' t l t ' l \44 Lrr i l i t t r ia.

I )ura¡r tc los t l ías quc sigt l icro! l a rni pr imcra

cpístola, i r r tcrr t tnr¡r í l ¡ cst : r i lura porqt lc los ¿colr-

t t r imicntos ¡nc l 'c l l ¡ ls¿rol l l )csptrós r l i i l r ic io a tni

v i r la r le t lsar la, l r r i rncro ctr Rom¿ y l t rcgo crr Áf i ica'

s iguicr l r r lo al nr ist l lo l ionpo cl paso r lc mis rct t lct-r los '

El t ' jcn ' ic io r lc rct 'orr l ¡ r l ra ¡r t tcsto ct t scgtt t r r l t l p lat lcr

c l Prcsctrr t ' ) ' ( l ( ' l ) r ( ) l r t ( ) r lcsct lbro qr ' r c c l t icrnl lo nr l

st ' t l t :1 i t ' r t t ' ) ' qt lc l l t l ( 's l l ls ¡ t t l iot l t ls lo t rr l r f i r r t l . t ¡ t r t le

lTl i l l l ( ' l - i l l l l (-( 'S(l l l t ("

l \ r r cso clr t icro ¡ l rora l ral l l ¡ r tc r lc Alc¡ant l ro l lc-

l ios, pt ' r -o rro t l t 'ar l t tct pccl t t r 'ño alc jarrr i r ino cl l l t : l -nrcr

r l t ' t ¡ i t r lo y l t ' tnblr t roso atr lc c l porvcnir , s ino t lc l io-

vcn t 'splétrr l t t lo ( ' l r qLl( 'se colrv ir l i t i a sí mismo y qt t t ' '

cn los r l í t rs prtv ios a mi l ¡ocl¡ crr t l l t lb¿, ar lopl t i ac-

t i l t r r lcs l¿t ' i t t t r t r i ls , t r r t ¡ [ i t i l ¡ t losc sol¡ l l t ' t r tc ¡ ] cscl¿vtr

l )crsa, ¡ ( lLI ic l l ¡ l l lc l lL l ( lo l l ¡ t ' ía ¡nts lcr i r )s()s c l1( ' ( ]13()s

r¡ut ' t l honrbrt ' t r lnrpl ía t ' t l l ¡ c i t l r lat l '

Ni Oct¡r , i ¡ r r i yo lc pcr l íamos t ' t tcr t las a Alcjatr-

r l ro l lc l ios porqttc anrbas t 'st¿iLranros al lsortas ctr los

l()7

María Carcía Esqtlrtitt

preparativos dc la boda y porquc yo solamente {eníaojos y mentc para luba. Por cso lo que succclió des-pués me tomó desprcverrida y mc hizo vat:ilar a esa¿lfura de mi vit l ,r como anle un prct ipici tr .

Va sienclo tiempo cle quc tc diga el nombre delcsclavo persa.

Farses se llamaba y, si por mi educacitin <1e prin-cesa y de patricia mc cra natural ignorar a los es-clavos y no considcrarlos personas con pensamicn-to independienle e irreductible liberlaci intcrior, losacontecimientos mc enseñaron t¡rutalmente a c¿rm-bi¿r mi actiftrd.

En el palacio dc C--leopatra los esclavos cran es-tatuas vivientes a los que la reina no poclía desccn-der a tocar, debido a su origen divino. Un simplepaso dado de manera airacla l'rentr a una esc]avaque había sido torpe podía signil'icar un castigosevero.

En la casa de Octavia, los esclavos cran una fuer-za de lr ,rhajo r uy,t pal,rhr,r y o¡r inión n.r crdn reque-ridas. Si bien la hermana dc Augusto sc caracterizabapor su actitud compasiva, las cliferencias nunca seolviclaban, como su ceclía en todo el lmperio, comohabía sr-rccclido en Grecia y cn Egipto, cloncle los es-clavos eran, por lo general, los cxlranjeros.

Y extranjero era Farses, tl persa--l'e

dije que se ocupaba cle las más bajas tareas, dellavado cie 1as lctrinas, clel espulgado c.le los pe rros, delimpiar los corrales y llevar los clesechos al basurero.Su túrrica parda estaba continuamentc impregnada

108

Qrrrr irlrr /llcjnrrilr ir

tlc r.ttr tlcsagritr l¡blt' olor, lo c¡rtc hacil (ltlc filcra cvi-

larkr por los t lcm¿ís cst ' lavos'

La extraira asot'ilt ititr tltte c:ompotrí'tn mi espl('n-

rlirlo lrcrnr.rtlo v t'l torvo pcrsa <lcbr<i haLrr:r llamaclc¡

l¡ atcnt:itilr clc Ot:tavia. Pcrtl no lo hizo y cso clcscln-

frocti err tttr itrcsllcrarlo dcscnl¿¡t:tl a l¡ lutcl¿r qtrc eicr-

ciri sr¡brc los hips rlc sr.l csposo y ltr rcina dc Egiplo'

*

-aS¡ottrlcsrrt?

-Sportr l ro.

].,lru y t,, t:ot-t't pronretimt ls ntlcstl'as viclas elr la

ccrcmor.li¡ <lt'los t's¡ronsalcs c intercambiamos pre-

s r ' t l l c s . Y , l r ' , l i t n ¡ t r ' n t l , t r l l l l l l t ' \ l r ( t ( 1 'mPr r )m i \ t '

una pcrlut'ñtt t:rttz t'gi¡rcia cle ort¡' c-l sírnbolo <lc la

virl¡. Él mc r(rgalo tltr¿l Pcincta de plata que había

tra ír lo t lc l l isPatt ia.

Es¿ tardc crr c l jar t l ín

Iuz dcl sol cll stl ()caso

tcirorcs Y (lc sucños Y

clc Octavia, bañados Por la

sobrc Roma, hai¡lamos rle

nos clcjatnos llevtrr Por la

109

espcr(lllz¿1.

luba cstaba t ottscictlle cle que su rcino scrͿr va-

s¿llo clc Rotn¡r. Pcro qucría trprovct:har la coyttt'tlura

polítir:a para afl,)nz¿r en cl nortc dr: Álric¿ los valorcs

cr,ltr,ral,:s )'artísticos dc sr¡ amacla culttrra griega'

-(lorno cn Alcjant lr'ía, Sclcnc -lnc dijo' crnbargatlcr

rlc clrtusi¿snro-, o mtljor, h¿lremos tltra nttcva Alc-

janth-ía, pcro llam¿rcmos ¿l lrucstra ciuclacl C}:sarea'

cn rcc,.t.'rcl., tlcl g,rarl lrombrc quc pasti por nucstT¿rs

vidas.

Muría García Esprórt

jl'c aclmiro, Iuba, por la capacidad quc liencs de

conc--ili¿r los fantasmas clel pasaclo. César fuc l¿ causa

clc la muertc cle tu Paclre.-Y fue la causa del nacimiento cle tu herm¿no

mayor. Vida y mucrte fueron los grandes polos cn

los quc oscilaba d enigmático clcstino clel gran iulio'

Adcmás, mi par-lre levantó su prc-rpia mano colrtra sí

mismo, Cós¿r hubiera siclo clemcnte con ól-Pero no lc l-rubicra ahorraclo la humillaciírn '-Es cuestión cle cnfbqtres. Yo nulrca me sentí hu-

millac'lo, aLlnqllc participé como vencido en el famo-

sc¡ rlesfile dcl triunft¡ clc César en África.-Eras un niño muY Pequeño, luba.-Duranle los años quc siguicron, los rom¡nos mt:

hicieron sentir el torrente dc su generosidacl. Roma

es mi hogar, aunqlle nací clr utra tiencl¿r nilmada, en

rneclio de las arcnas afric.rnas. Los dioscs mc bencli-

jcron con l¿r l'acultacl de percbnar, ccxr la capac-iclacl

rle agraclecer-.. Por eso, en África construiré Alcjan-

cirías, Atenas y Rornas. Y lo haré contigt'r, Cleopatra

Selcnc.

*

Es¿r noche, dt:spr,rés cle un inquieto r'lormit la rea-

lidad y cl sucño sc me confunrlieron durantc algu-

nos segunclos cn que vi a Alciarrdro ckr Macccloni¿r

parado a los pies cle mi c¿¡maEra é1, no me cabe la menor riuda, con la clámide

y la (iara cle los reyes macedonios y esa miracla clc

tristeza infinita por los mundos pcrilidrls. En el sue-

110

Qrrcridu Alrjnrldrirt

ño mc t:s<ltlclré afirmar que Alciandro cra mí anlc-

n,r , . , " f , , l l t ) l i lL l ( l l lL l ( h ' rs gcncaI rg is l ( ls ' ( ) l1s i ( , lc r ' l l ) r l l l

1, , , . ' , , i , i t , , ' , r l l t r t t ' l ' r rL r l t ' m i d i l r ¡ s l r ' r ' l r ' t l r i ' l s i r k I

ilccli,, hcrm¡no cle Alcianclro el Gr¡nrle

l)cspr-rós cl sucño sc tr¿nsformir cn pesarlilla' sentí

trna oircsión crr el pt'cho y luché por de spert¿rr'

Era Alci.indro I lclirts quien intcntaba dcspcrt¿]rme'

-S,,t.'.r" cscutrh¿r' Nunca tc he peditlo l1:lo tn

n,r*trr. a. nttcslros paclres' Ahora lo hago Víslete y

acomP;iñamc.-<:A cltindc/-No debcs PreÉl,tl ntar'

,tf"¡t-r,ir.., ritf ros estaba envuello cn una caPcr de

vialcro.'- l.lrc ho, vttclto loco? ZPiensas esc¿lpar?

-No lo hagas m¡ís clilícil 'l'ú clebes venir conmtgo'

Regrcsal-eln,,s ¿ll aln'rnccer -dijo tlelicx con un tono

;;;;;;, qu. nre rcveló que cstaba miLrticnd.'

Mr' lev, l r l lc P( ns¡ l l l ( l ( ) t ¡ t r t los ¡u ' r r t l ias. t le l ' t r asa

i l ¡ ( ) r l , t v i , r n " l t " ' ' l c i ' t r í ' l l t d ' t r t t n p ' t s o l u t r ' l t l c l ' t

rcsirlcntlia. Se sttscltarla un escáIrclalo' mi hcrmatro

perck:ría libcrtatlcs y se ganaría rrna sobcrana reprt-

m.n<ln y yo llo mc casaría tlon lr-rba' quc cra lo qtle

nre imPclrtaba ' '

Mc'vcstí mielrlras I lelios mc aguarclaba- ftle ra cle

,-.r-ti'irot-ti,o,¡,in y, con cl corazón sol¡resaltaclo' me

arrcbtrjé cn tttra amplia capa .r:t.n árn entcra rlormí¿l' cruzamos cl nfriurn y me dI

ttuorl¿ clc qr-re cl portcro rclncab¿'¡ pesadamente sobrc

r:l sttclo, lo qltc mc parcció sobrcmanera sosp(:choso

i 1 l

María Garcia Esprr(vr

Fuera dc la casa aguarclaba un carruaje descu-bierto. Cualro caballos piafaban nerviosamente y unhombre surgió cie las sombras.

Pucle clarme cuenta cle quc estaba atavi¿clo a lamanera de los becluinos, i:on abrigadoras y lujosasropas de viajcro.

-liaía el rostro cubicrto, pero tlesta-

c¡ban sr¡s inlensos njos rrcgros, í lu( ' me p,trt t ieronvaga mente familiares.

liaté cle volver sobre mis pasos y rt-.gresar a la pro-teccicin cle Ia moracla cle Oclavia. Alcjandro I Ieliosmc empujó firmemenle hacia el carro.

-lA dóndc vamos? -dije con un hilo de voz.-A abordar un barco en el Portus clcl ]'íber -res-

pondió en griego el hombrc cmbozaclo. l'enía una(-ento extraño.

-¿Por orclen clc quién? -dije pcrcntoria, rccobran-do mi sangre fría.

-Por vr¡luntad póstuma de la rcina C-leopatra, aquien juré protcger a sus hijos. No percJamos tiempo,princesa. Sube al c¿¡rro y en unas horas estaremosrravcgando. No sc,ry yo solamcrrte. Un grupo dc lea-Ies se ha iuramentacJo para poner a los últimos lb-lomcos fuera del ¿rlcance de Roma.

-eQuión eres? -le dijc y mi vr¡z sonir comr¡ la clcC)clavia.

-ZNo reconoces al csclavo Farses? -rcviró el hom-brc.

iFarses!¿Era Farses cse altivo personaje? ZEsa barba de

príncipc oriental y esos ojos clccididos e imperiosos

112

Qurridt Akjandría

cr¿ln los rlt'l cstlavo qtrc limpiaba los más bajos cles-

pcrr l ic ios?I-a darirl¡rl se ¡briti p¿)so erl mi mcnte.Farscs lrabÍa rcpresenlacJo durante años tln¡ co-

merl ia para r: trrnpl ir krs clcsignios clc l¡na muerta...Sc:ntí rlue el momcnkr había llcgado y qttc la matrcrck:scanrarla clc rni maclre sc levantaba clc str hipogcopara intcrponcrsc cntre la hija que llcvaba stl nom-brc y Juba. . .

-Clcopatra Sóptima me encomenclri a sus hijos-prosigtrrri l"¿rst's . (-olno yo hay urr grupo tlc gtrc-rrr:nrs clt'c-idirlos a toclo quc los llevartin no a Alej;rn-clrí.r, qrrc cs prcsa rlc Roma, sino ¿l l¿ lrrclia. Setguirc-mr¡s l¿¡ rula clt ' las cat¿vi¡t l i ls.. . Pcro es aprcmiante<1r,rc alr;urrloncnros Rtltna.

'lratrl rlc rc('ullcr¿r' ltr calma, alrrrquc lr-rchaba con

el ¿sombro cl.rc mc proclucía comprob.rr qr"re yo ha-bía er:hac'kr raít'r:s ctr Roma y t:tr el muntlo rom¿llro.l-¿ libcrt¡tl tic Ja c¡uc me halrlatr¿¡ liarscs mc pare-cía una krrlrr¡. La rt:solucitit-t quc rcflcjaban los o.iosrk: nri hermano nrt' rcsult¿rba cxtraña y aLromirrable.i l -raicic.rn¡r a Rom¡l i ' l ' raiciotrar a Octavi¡! i" l iaicir¡-nar la ¡ralabra r l¡r l¿ ¡ Jubal Eran i t lcas nrorlstr l tosas,prorluc to r ler una ¡rcsatJí l la.

l)cro vo s¡[ría que estaba Lricn rlcspicrta \/ qtte no

h¿bí¡ ¡ruclro l icnrpo. Si órarnos sorprctrcl idos l icntc

¡ Ia t:as¡ rlc Or'l¡via, Ii¿rrscs sería torfttr¡rL¡ y c:r:ucil-i-c,rrlo o cubriríalr su cucrp() cc¡r mjcl para qtrc flcralc'nt¿mcnlc r lcvor¿ckr ¡ror las lrormigas. Si Attgtrstcrst ' c¡rtcr¿b¿ t lc nut 'slro i tr tclr to clc hr¡kl¿r, l to sr:ría

11 ;

Mnría Gttrcía Esptrón

clemente. El recuerdo de la muerte cie Ccsarión pasópor mi mentc como un escalofrío. De modo que, encucstión ,:ie segunclos, decidí mi viria.

-Yo también soy una reina y me llamo Cleopatra.Decicio quedarme en Roma y te ordcno, tarses, quelleves a mi hcrmano Alejantiro Helios al buen puer-to que dices, que lo libres cle la perseución y de lamucrtc para que ejecute las noblers hazañas para lasque ftrc engenclrado.

Y dirigiéndome a mi he rmano, hacienclo sobrehtr-manos csfuerzos para no romper en llanto, le clijc:

-Adiós, Alcjandro Helios. Somos hcrmanos, hiiosde Egipto y Roma.

-l'e clejo libre para que abraces tu

vocacicin y tu dcstino. Déjamc libre para scguir e1mio.

Alejanc.lro guarcló silencio y apretó las manclíbu-las. Estaba lleno de resolución y comprenclió quc yoestaba perltctamente dcciclicla.

-Sea como diccs, Seler"re. Que los dioses dc Egiptote protclan.

-Que los dioscs de Roma guícn tus pasos, amadohermano mío.

Sin volver la mirada, Aleiandro Fle.lios subió al ca-rruajr, seg,uido de Farses.

Los escasos lr ,rnsetinlcs pettsrtron quc en stt in-terior viajaban Marcelo y lulio Antonio, dispuestosa pasar una noche dc diversiórr, crrtre histrioncs ycortesanas.

r74

EPSITON

.A,Iarí a G ar cí a Esp tr tin

Pascó mclancólicamente por las Lrien trazadasaveniclas clel jardín, miré solitario el lugar de nuestras lecciones y me dolió contempiar cl banco clonclclantas veces se había scntado Alcjandro Ilclios.

Trató cle realizar mis acciones coticlianas. 'lbmé

elclesayuno en compañía dc Antonia la Mcnor, quc noccsaba de hacerme presllntas corr respecto a luba y alas que contestaba yo distraíd¿r men le. l3usqué a Deí-fobo y lc hicc algunos comentarios a propósito clclTinl¿o de Platirn y por firr me enconlré cr¡n C)cl¿viacn cl ¿rlrir¡¡rt. I Iabía cslado cle visita en la casa de Au-

¡1uslo, oltrcionon,lo ,r los r crr incros quc ptr '¡ar,tr ioncl banquctc de bodas.

-lHas visto a tu hermano? -me preSunló con unasonrisa.

Negué cc,rn la cabeza.-Es cxtraño, no clurmió en la c¿rsa. Me pregunto

si por fin nuestro rJisciplirraclo I lclios ha decidiclcrabrazar la vida féstiva cle los jóvenes rle Roma.

I)isimulé mi turiración lo mcjor quc puclc.En cuestión dc horas, todos sabrían quc Akrjan-

clro Helios se había escapi:clo.Oclavia mc sonrcía con afccto.-Querida -me dijo-. Es tiempo de que te manifies-

te que me hace muy feliz el destino que los cli()scs tehan dcparaclo tlcspuós dc cluras pruebas.

-[-os dioscs ÉlLrstan c1c tcmplar cl mctal, noblc f)c-tavia -le responclí-.'lambién es tiempo cle que te digaquc ha siclo un honor vivir en tu casa y ql¡c reservopara ti cn mi cr¡r¿lzón cl noble ftr"rlo de madre.

11B

Nos distrajo un

y la sangrc se helír

SCS.

Qutrítltt Akimdría

rumor clc Pasos. Volví la cabeza

cn mis vcnas al reconoccr a Far-

Farscs, vcsticlo con su parda y sucia túnica'

Farses, t:on su carar:terística presencia maicllicnle'

El cst l , tvo sc , lrr tr ió ' l los pics r lc Ot l¡vi ' l - .

-Algo lcrr iLr lc lr¡ oct lrr ido Mi st 'ñor Alel ' rndro

llelios sc ha alrogaclo en el l'íber'

Oclavi¿r me tomó fuertementc del brazo Yo sentÍ

qu. .t,-tu invisible m¿l no de hierro me apretaba la

gargdnta." -¿t rt,it scgtlro,' -lc ¡irité como dcsde

un sLleño atrozIiarscs mc miró con una intensida<l

dora.

c¡l fondo tle

sobret:oge-

B¿io sus harapos y su cabello Srasiento'

l,rs ops tle príniipe oriental quc yo habíarelucieronentrcvlsto

la nochc antcrior'-- -¡.U¿n recuperanclo el cuerpo Pcro no lo podrás

reconoccl', Clcopatra Selene l-os pcccs clcvoraron su

rostro. . .-iD.rti,,o crucl! -cxclamó Octavia' que se había

pucsto cxtrematlamcn te ptílitla'' Yo ,.,ntí qr.rc tcldo se oscurecía ¿r mi alrec'ledor

y compr.r-'cli qtre estaba a punto de dcsmayarme'

í'.r., ., nn intr.¡ición sc abría paso clcnocladamcnte

a h'avés de mi cerebro, una revelación qtre había

captado a tr¿rviis clc l¿i ar<liente mirada de Farses y

;,'i. ;. ntantuvo c1e pie, como una lanz-a clavacia

en el suelo.

119

hl,aría G orcía l:sP crón

Rccorclé Ia última conversación quc ttlve con ml

hermano.Reviví su clccisión tlc regresar a Alejandría y cl

brillo cn sus oios clorac-los. Evoqué el f¿rnt¿rsma cle

Alejandro y supe qlrc vivía en mi hermano'

Entouces. . .Su muerte era fir-rgicla

Su muertc rcpresenttrba su libcraciól't'

Pero... de ser así... Zquicin cra cl ahogado del 1'í-

berl

*

El cacláver rctluperaclo corresponclía <:n eclac]'

complexión y estalr-rla a mi hermano Estaba desfi-

g., raio p,r. las morclklas de los pcces, pcro llevaba

ioclavía una lúnica que conocíamos bien' porque

había perteneciclo a Alcjanclro Hclios'

El dolor que mostré fle seco, pcro convlnccnte

f)ctavia lloraba y me estrechaba entre sus br;rzos'

al tiempo en clue lamcntaba que mi hocla con Juba

fucra ntülacla ptlr acontecimiento tan clesgraciado'

Debo confcsarle, Alciandría, qlle Para Augusl<-r

y Livia la muerte cle Alejanclro l lclios significó un

motivo tle h'anquiliclacl. No tcnían por quó quercrlo

y su sola vista suscitaba cn Octavio rccuerclos que

quería aleiar partr siempre cle su mente'

Se limitarr¡n a manifest.lrme tibiamcntc su com-

pasión y acorclamos pospoller la bocla lo suficientc

pu.o q.t. se guar<Jara el luto clebido 'rl herm¿rno cle

I¿r novÍa.

r20

QutridLt AkjLrntlríd

Mc guartlé clc sostclrer una convcrsación privada

con Ttarscs. Sin h¡btlr ct'uz-aclo palabra cotr él' sostc-

,ín*u. unn tlol-tspiraciót.t l'a vicla de mi hcrmano' l¿l

sir,va y la mía propia rlcpcnrlían tlc nucstro silent--io

v tlt: nut:slra Pat:it:nt:i't'No umcsitalra prttcbas rlc ningiur tipo' pues po-

scía cl cotrocitnictrto interno dc quc mi hcrmalro tls-

l¿lt¡¡ vivo, qtrtl catla jornacla srgnificaba ull-avancc

r r i s , r t l cs t ¡ r t ' l l s r l v i , l i c y q r r ' l l cg ' l r í ' l ' l l ' l l r l r l i ' r ' . ' l

l , r t n ' , , t , , t i t l l , rm i t t ' l l r l t ' t r l t ' l o r i t ' n l c ' ( l { ' l l ( l c l l ( } n l l ( l r l

l l ( 'g, ,1| nu( s l t r r l r t ' l n l , l t t , ' nr '1y( ' r ' ( l mlr lu¡n¡ ' l t t , r t rs l ;1.

1 , r 1 , ,m , , , , , l l , l i ¡ r l i t t i l t l r l q t t c c t t l t ' c v i r i A l c j ' r t r d r t ' t l t '

M¿cctlonja y quc lro purlo estrccüar cntre sus bra-

zos <le gucrrcrt), POTcJL¡c stts t:clm¡rañcros- lo obliga-

rorr a rcgrcsar )'Porqllc sc le acabó la vkia

Pcro l ¡ hrr l ia kr estaba cspcranrJo'

Y A l . j , r r r ' l r i r N l ' r g t r " l l cg ' l r t ' r '

Llcgaría a travis clt: su rlcsct:Lrciictrte' Aleiandro cle

Egiplo, qtrc cra cl Sol '"

J. , t ,n la" s()s lLlvo thtralr lc l ¡s u ' r" t 'molr i ¡s lúnc-

bres.( r r , r l , L , l , l s r t ' l t i , t , l s r l c l ' l l l oH ' l r I r l i l c r t t l l r c r oH i ' l ' l t

( ' t l t t t l , t l l l n , l ¡ l l ' v ' r ' l ' r : ' r l i ' r r ' l i r r r L ' ( ) r l ' t v i ' l ' t l ' r n t l t

cs¡rt:raríatr srt traslatlo a Nlatrritarlia' Pllcs yo lnc l¿ls

l l t lvarír , l t r l ta y,vo tr()s lopam()s t¡n I iarses

Usl¿ba ¡rr i l l rc¿nt lo nral¡s ycrbas y rnir t i t lc lcojc l

, r l t r l r , r . S , r t l r l t l l r l í r l l l ' l ( l l i s P ' l ¡ l c t ¡ l l l t l r l i t n i t - l t l r I , t ' t t -

I t l c l l , , t v l n t l \ , 1 \ { ; ¡ r . r l ' l t l c t t l c l ' r l ' " ' i l r i l i ' l ' r ' l r l c

qr- rc r r - r i ¡ l t r l rnct i t lo cstuv i t ' ra c t r tcr ¡ tk l t l t l r t r t t : t r t t l t l t :

h t r i t l a .

121

fuIaría Carcía Esperón

Decidí confiar plcnamente en Juba.*Hay algo quc debo decirte -comencé.

Itrba puso su mano sobre mi boca y recorrió mislabios como si subrayara una línea de alguno cle susqucrirlos libros.

-Sr' f t 'nr ' , confrb en lu si lcl l r io.-IJay algo quc clcbo clecirte... -insistí

En ese momcnto atraves¿ibamos una avenicla derosalcs plantados por la mano de Oclavia. Juba scdetrrvo.

-Dúnekr baio las rosas.L-omprendí su delicada alusi<in a la forrnula que

en Roma irrdica lo que debc pcrmanecer secrek).Bajo la rosa se dice lo que está solamcnte destinarloa unos oídos que sabrtín cscuchar y a una boca quesabrá permanet:er r :a Ilacla.

-Ale.jandro I Iclios no ha muerto.El rostro cle Juba permancció tranquilo.-T.o só. . .Gt¡arclí: silcncio.Juba me eslrec-hó contra su pecho y escuché su

corazón. Su corazón cle ni.¡macla y dc romano, clesalvaje y clc patricio, cle amantc y clc hermano.

*

Alejandría, lo supc toclo.En conversaciones sucesiv.ls con Juba, cn el jardírr

dc Octavia, enlre las rosas.

r22

Qrrtr irlrr llcirrrrdrúr

Sott t r t rmt ' rosos los vc¡ lúmcnt 's qr ' rc la crt l r l ic ic i l r

r lc Jub¡ l ic¡r t ' t l t l t ¡ t . l rz¡c los Si bicn lc apasionarl la

gcogralía )'los ft'lrtimcl.tos crislnicos' la hislt¡ria n¡ttt-

,r,1 y lu but,íni,'¿, las vicjsitlrrlcs dc los rcitrc¡s' cl stlr-

girr i icrr t , r ) ' l¿ t '¿ l í t l¿ t lc las t laciotres l lat la l r ig, t ta lnrcn-

te su ¡ tcn( ' i (111.

I)cst le los t l í ¡s c lc l ¡ <:aícla t lc Alc janr l r ía ' t : t r ¡ t l< lrr

I t : toct i c l t st tcr lc acottrpañ¿r a Octavi t l , ctnprcnt l i t i

la rct l , tct i t i ¡ r c lc t l l los volúmcnes sr lbrc l ¡ r c l inastía t l t :

Ios ' l

ok rmcos.'litvo

rtt¡rst'ict¡t'i¡ tlc st:r tcstigo prcscl-tci¿l clc la

r :aír la t lc l rei t ro orgul loso qut Prctcn( l í¿ t¡r l i f i t ¡ r l ¡

mi lcnar ia l rat l i t : i r i l r cf l , ipcia ( . ln c l cspír i lu helólr icr¡ .

N, l icntr¡s Nl¿rco Alrk lnio sc t : lavaba utra t 'spat la cn

cl v ictr l rc para morir ( lon1o LlTl romano, Jub¡ i l rda-

gaba ctrtrc Lrs rollos tlc la Ilibliolt'ca v sc tlcscs¡lt-'raba

1r, ,a ,4, , , tu l- ( 'o l1 Po( ' () t icnrpo y nt l poclcr ct lp iar los

tgoístamcrrttt pctrsti c¡ttt: csc tcsoro inigr-ralablc pasa-

rí¿r a firrmar partc y Lrotín dc Roma'

linlotrccs, trrlrot'ici ¡ Fal'st¡s.

Estt' enigrntítit:o Personaie sabía qtlión cra ltrila y

pu<lo hablarlc .l solas en las scren¿¡s sal¿s de la lli-

tlinr..n, r.r-tictttr¿s (.lcopatra Séptirna sc hací¡ morclcr

por nn áspitl p¡ri¡ cscilPar cle Rc¡nra por Ios inalcan-

zal'rlcs pasarlizos <lc la Etcrnitlad-Prínt : ipt 'dc Ntrrr ic l ia, tcrr ib lcs (ns¿ls est¿i l r a Pt ln-

to rlc sr,ltttlcr mit'trlr¿s tú tc extraví¿s cn vicjos ma-

r-rust:rilos.-l.a st¡crte tlc Alcjantlría cstrí cclracl¿' clcsc:onociclo'

I)cro Att¡|lslo scrá clcmente cc¡tr ttt cittclad'

12"¡

A\oría García Espertit

-No es mi ciuclad. Ar.rnque soy su prolcctor.-iSu protector? -le prtguntó luba extrañado.-Soy uno dc sus protectr¡rcs. Escucha, príncipe

Juba. l'enemos muy poco ticmpo. No tarclarán enllegar los lugartenicntcs de Octavio para pcdirte cluc:hagas el invenlario de los tesoros de Clcopatra.

-ZNo se los entregará ella personalmcnte al Inrprrtttor?

-A esta hora la rcina se cncuenlr¿r err ¡rrcscncla dcOsiris. T-e llevé cn Llna canasta cle higos escondido unáspicl y con ó1, la muerte dulce. l-a muerle de una rci-na. L-omo tu padre, prircipe Juba, C-lcopatra Sóptimano eslxvo dispucsta a la derrofa ni a la humillaciótr.

*ePor qué mc dices todo esto? <tNo temes que ter'lclate ante Octavio?

-No. 1'ú no eres un traiclor: [res como nosotros...-lNc¡sotros?-Nosotros, sí los príncipcs venciclos por Roma.

l-os hereclcros no ya dc los reinos quc ostentan lamarLa romana, sino del icleal humano por excclcn,cia, la libertad. Y tu, príncipe núrmida prisionero cleRoma, tiencs que ayudamos.

jl'e cscucho, pero haznre la gracia cle lu nombrc.-Soy Farses, clesciendo cle la antigr.ra nobleza per-

sa, rlc la casa cle Darío, ve ncicla noblemente por Alc-jandro, Por Alejanclro, que perdonó y honrci la vidacle la lamilia clc su cncmigo, cl rey dc reyes, por Alc-jandro clerrotado. Gr¿xias a su perrlón, gracias a suclemencia cle grande entre los grandes, pude naceryo, al calro cle las gorcracioncs. Y como y() hay otros,

124

Qwrifu Ahjnndría

clispr.restos a pagar 1a deurla contraída por el Grande

Nos hacetnos llamar los 5eguidores" ' los Verdade-

ros Seguidores dc Aleiandro''"j.tb"";;" través de Farses que mi padre Marco

Antonio había hecho contacto con ellos en los leja-

ilñ;;; su Snciedacl rle Ia Vida lnimitable'""'A;;qt.

nunca los tomó en serio' se sometió a

su iniciación mistérica y accedió a dar al primer hiio

q". i.t.* con Cleopatra el nombre del fundaclor

de Aleiandría.Por'st puesto, mi madre estaba al tanto de la mi-

sión de lás Seguiclores y' al dar a luz gemelos' tt-tvo

la iclea dc ponernos como sobrenombres los del So1

v cle la l-una: Helios Y Selene't -io,

V.r,tu,t.ros Sqluidores creían firmemente que

1'oü;* i{g'd" era lneclio hermano de Aleiandro'

b. ..a. *.r¿i' a 1o largo de más de trescientos años'

il't".g* ¿a rey clel mundo se había preservado en

las generaciones de 'lblomeos'

-tilolomco hermano de Aleianclro? -había inte-

rru,mpiclo Juba a Farses' dejándose llevar por su es-

píritu de investiSaclor' r^i dos era sorprenclente -le-El Parecicio entre los

,.rpo.,iio Farses-' Las mismas ondas en el cabello'

i.rl¡., g*.ats, claros y con refleps dorados En la-s

Át"ia"t que los muestran a los dos' el perfil es cast

iJJ*i-. Y, por trescientos años' eso ha sido certeza

." i"t .af.i cie Aleianclría El padre de Tllom;o 1o

f-t"ú.á tt¿. cl general macedonio l-agos' sino el mts-

;t;;tt.y lihpo, ei padre de Aleiandro Magno'

125

Itlaría García Esprórr

-ZQué quieres cle mí y por c¡uó me haces cs¿ls re-vel¿c:ioncs? -se cxtrañó Julra.

-Quiero que te inicics en la cofi"adía y que acl-qu ieras sus compromisos.

-He cscogido la lealtacl a Roma -repuso Juba cle-cidido.

-No te pido quc la traicioncs.'lan sólo quc refierr-des tu compromiso con la libcrtad y quc protejas .rlos hijos dc C-leopatra y Marco Antonio.

La cercmonia dc iniciación dc krs Vcrclaclcros Se-guitlores dcmanclab¿ cl compromiso de la vida.Mientras Octavio cra infc¡rmaclo de la mucrte deCleopatra, el hijo dcl rey cle Numiclia siguió a Farsesa través cle los subterráncos clel tcmplo cle Serapis,:krn<lc se convirlió en uno cle los Vcrciaclcros Segui-clorers cle Alcjanclro el Magno. Su sangre goleó solrrclos ¡rics del dios que tenía un rostro inspirado en cllrijo r1e Filipo y en el rJe Zcus Olím¡rico, y una gotarcsbalír sobrc el terriblc cancerberro iie pieclra quecstaba reprcserrtado a los pies cle la dcidad.

Antes cle convertirse e n hermano clc Farses, por lamentc clc luba pasci la posil-rilidacl cle que sc tratabaclc urra traición para ascsintrrlo. Perr¡ decicljci corrcrel ricsgo y aceptó ser, sin conocerme a mí ni a misherma nos, nuestro protcctor

Se despidió de Farscs en una dc las bibliotccasacl.juntas al

'l'emplo cle Serapis y se promctió a sí mis-

mo escribir esta histori¿ cn un volumcn consagracloa Alejandría. Iiormó parte de las obras oc:ultas de

12ó

Qutritla Abjandrít

Juba, por conteller temas que no eran clel agraclo de

Áuguru, y la clio a lcer solamente al grupo de sus

amigos más selectos, muchos años ciespués'

Etirtíun en Alejandría, en Juclea' en Persia y en

Maccclonia compactas y fucrtcs células cle la socie-

tlacl dc los Vcrdicleros Seguiclores 'Irabajaban en la

oscuriclad y tenían paciencia- Observaban de lejos la

eclucación ,1. Al.¡ot"t,lto Liclios y algunos se habían

estalrlccido en Roma.

Me admiré dc la osadía de

príncipc Persa cumPlítr tareas

C)ctavta.

Farses, que siendo un

serviles en la casa de

*

-i Qtricin era cl ioven mLrerto en ltrgar de mi her-

mano?Iuba apret<i krs clclgados labios y su boca se con-

virtió en una lina lúrc¡a

El clía siguienlt sería el clel matrimonio y Octavia

se compl¿tclía en nucstras largas convcrsactones'

La noble dama crcía que iuba me consolaba por

l,r pénl ir l ,r t lc mi ht 'rmano, ignor'-rrrdo. quc en cicr la

m¡nt ' rJ ( ' l ¡ lnos t l l l pdr ' le t onspi radorcs y ' ( l ( 's ( le

cicrto punto cle vista, unos traidores Pero nuestro

ol,¡*i"o no era minar el Imperio Romano ni destruir

la obra pacificaclora tle Augusto' sino mantelternos

con vicli para prolongar la que perdieron. nuestros

nn,1rc, p.,r.rn . i ' t ' t Rom'r que al dia sigrr ienlc urr i-

t- io n,. , ,*rr, , , l r l , l l l r)s ( ' l l la pafr i t i ' r t l rcmoni ' t dt ' l¿

cort/arrralitt.

r27

. Iarítt \arcfu Esptnfir

-iQuién murió en lugar de mi hcrmano? -volví apreguntarl alror¿¡ en un susrlrro.

-Selene... Si cn Alcjarrdría se verreraba al funda-tlor c-omo una auténtica cleiclacl, Znunca has pcnsaclcrlo que ocurrió, lo c¡ue ocurre cr1 Maccclonia?

No. Nunc¿r había pensado en Maceclonia.Juba síL-omo pensaba en cl munclo entr:ro.No ¡rara conquistarlo, sino para conr¡ccrlo.-El recucrclo clc Alcjanclro en Macecior.lia es más

quc un mito. Aquiles, Uiises, I)ionredcs. . . son hóroestal vcz invcrrtaclos o tan lejanos quc sc han mczclaclounos con olros, cclnvirtiénclose err leyenrlas o sue ños.Alejanclro fue un hombre, nar:iclo cle mr:jcr y clc va-rón, que a krs vcintc años salió a conquistar no unaciuclacl amurallacla como 1ioya, sino erl mundo. iElmundo! I-os pucblos, Selene... las lenguas clivcrsas,las cr¡stumbres, los animales exlraños, las hcrmosasmujeres, los fieros I'ucrreros ), los sacerdotes ir.rcom-prcnsibles. Ese lréroe más quc Lrn hóroc, cse hombremás que un cl ios porque murió como un hombrc...nació en Mat:eclonia.

jlbclaví¿r no comprcnrlo, Juba. . .-l)éjamc tcrminar, Selene, y lo comprenclerás cla-

ramente. En Macedonia, no pasaron trabajo los Ve r-clacleros Segr"riclorcs cuanclo buscaron a un jovcn qucftrcr;r pareciclo a Alejandro llclios y quc por su pro-pia volurrtarl ilccplar¿r ciar su vida, en el momenlr.rcn que fuera ncccsario, para que tu hermano vivicra.Su clevr¡ción por el recuerdo dcl Magno y su valcntí¿r

I2t\

Qutritlo Akiandría

corrían parcias. Se llamaba también Alejandro y tal

r,,,,r a.o ut't parienti: lcjano tlc vosotros' los"lolomeos'

hijos clc lo *ir','ru m¿clre N4aceclonia Lo aloií: en mi

casa, cionclc pcrmaneció octtlto durante mi humilclc

partic:ipaciciri t'n Ia gucrra española Sc eiel'cilaba cn

.t gi-nario 1' lcía a llomcro y a lcnotbtrtc ..'-Cln.,, mi lrcrlnatro -dijc en ttn murmttllo'

-Selcne, cn bttena metlicla somos los libros qtte

lcemos... (-t lanclo volví dc l l ispania me etrcontré

colr un lrótrc <lu-iilirlo a ver su deslino a la cara''lr.rvc qtie hactt- acrrpio cle valor csa nochc' t:Llantlcr

run barco tlccitlido lranspnrlaba a tu hermatro por

cl r lorso t lcl ' l ' íbcr

1'a mi lado c¿rminaba Alejanclro'

c¡ut'ofict:iti sll sdllgrc P¿lra Pt'escrvar la tle Ahianclro

Vesría la iúni<:a rlc ttt hcrmano y tttvo que luchar

contra su ft¡rt¿lcz¿ para deiar:sc venccr por el río

Rct:ttértlalo sictnprc, queritla Sclctrc' t:omo lcl ret:or-

claré yo, con ¡tlmiracitin y gratitLrd Etr mi rct:tterdcr

y cn cl voltlmcll qttc rcclatllo cl¡rí'a ese jovcn cl

s,rbrcncrrr-rbrc tltl pr"irncr 'lolomur' el fr'lr¡dacbl' tlc tu

rl i rrastía:-Sott ' r -cl i jc,vo, tratantlo r lc t 'ol l tcner las lágri-

nl¡ s.

Alcjarrclro Solcr.Alcjantlro cl Salr'¡tlor'

l"arses rl<'sapartlcici clc l¿r casa dc Oct¿lvia cl dí¡ rle

mi borla t'olr Jtlba. I-a stlcrtc rlc utl cstlavo rc¡ma-

rro lirgilivo er¡ tcrriblt', pcro cl pt'r-sa t¡nt¿ba ct¡n la

pr,,t.i,'i,i,.t <lc st-ts cofiacltls y había abanrlotraclo l0

r29

María García Esperón

identjdad servil y se había hecho pasar por un ricocomerc:iante hebreo cn viaje de negocios hacia Juclea.Sr.rpe que había ido al encuentro rJc Alciarrclro Heliosy que no lenía prisa. Había esperado pacientementc,en silencio y trabaiando, en la dura vicla clel esclavo,a que la ltrrea Roma se clistrajera y él pucliera sacarde entre sus garras a Alcjandro.

Mi negativa de marchar con ellos en la noche in_olviclable no lo había sorprcnriido, pues mc habíavisto crecer en la casa de C)ctavia.

Crecer y haccrme romana.Crecer y llegar hasta luba como un río cncuentra

a o l ro para h lnd i r . r 'en u l l m ismo r . , l r ¡ t t , .

Quericla Alejanclría:El día de mi bocla con Juba, antcs clc la salicla <lcl

sol, se tomaron los auspicios, quc resultaron fbvo*rables.

Al vestir; ayuclacla por Octavia, r-ura resplande_cientc túnica blanca, me llené de fervorosa esperdnzay creí superados para siempre los clías dcl clolor, clela lraición y de la muerle.

No pestañeó cuando 1'hespis, la peinaclora deOctavia, partió mi cabeilo cn scis guecicias con lapunta rle una lanza, colno era costumbre entre lasnovias romanas. Ritual extraño y sin explicación,quc paraclójicamcnte suscitaba en mí la sensacióncle lo ya visto, dc lo ya viviclo en otra vida o en otrosucño.

150

Qutrifu AIrjtnilrío

ElJa y O<1avia pusicron r:intas elr mi cabcza y, ani-rnatlos strs nrovinriclrtos colt riita cxtrañ¡ solcm¡ri-dacl, mc vcl¿ron crlr c,l flmnrcum,la srrave y lr¿nspa-fentc tcla ticl rrrlor rlcl azafrón, quc cs el del all¡a.

I-os r-trnrcrcsos invita<los sc l¡abíirn r:ongr<tg.xloen la casa rlc Au{¿r¡slo, que enlre trnLr más cle suspapeles quiso r('prcsortar cl clc paclre r'le l¿ novia.

ILrba y yo pronurrr:iamos las palabras sagraclas dela cort/itrrurtf io, crr ¡rrcscncia rle Octavio, cn sr.r calicladrlc Ponlíficc M;íximo, y Octavia, en su caliclad deptottttltrt 1' a <1uicn h¿lría ftrmaclo yo (]omo modelocle vida, juntci solcnrncmente nLtestr¿rs manos y nosllcvti al ¿ll¿r rlc la casa, donclc oficcirnos en sacrificioulra vaca, tnr cctr'kl y una ovcja.

El saccrdotc re¡retía una oscura plegaria micntrasJuba y yo, torn¿rclos de la marro, cl¿ibamos vt¡ehas cnlorno ¿l al la r

-iFdicitr! -cxclamaron lr¡s invitados. . . y cn susrostros comcnzaron a dibujarse las sortrisas. Eranvicjos patricios quc habíar-r <:onrbatido contra M¿r-co Antonio, oraclorcs que habían lanzado invectivasponzoñosas contra Clcopatra, la serpicntc cle Egiplo,matronas quc habían ric.nigraclo su lama clc gober*rlantc y su legcrrdaria y misteriosa lrcllcza. . .

iFdicitrr!En csc momento todo t:llo se olviclaba y los invi-

tados se complacían con la ;rpostura de la parcja qr"rel-rabía ftrrmaclo Augr.rsto. I"a guerra, la separación yel oclio quciiaban atr¿ís. Ya Augusto habia ccrratlo eltemplo clc Janc¡. Er¿ cl momento de la paz, la fiesh

151

María Carcía Esptrón

de la concorc.lia, la unión de lo clifirente... cl matri-monio,

Aparcció en e I cielo la cstrella Véspero y la señala-ron los invitados, como conviclánclola a la reunión.Su aparición marcaba mi clcfinitivct carnbio de hogat:De la casa de Octavia al rcino de Jtrba. Aquí hubo decumplirse la parte cle la ceremonia que más me aver-gonzaba, pucs siendo alejanclrirra, scrrtía que fingirun rapto a la mancra romalta era pucril e irrisorio.

El asunto se remontaba al recuerclo de las sabinasraptaclas por los romanos, así que, para acalar lalradicicin, tuve que ¿rbrazar a C)ctavia mientras Jubay sus compañcros me arrancalr¿ur cle sus brazos.

Aunquc me habían recomendaclo cnc¿recida,mente que gritara y llorara, f Lri irrcapaz tlc hacerlo.Julia y Antonia la Menor 1o hacíalt por mi porqueesta parte cle la coslumbre lenía como [unción alejarel mal cle ojo. Una novia rluc cstrrviera clemasi¿ldcrItliz podía atraer la o.jeriza de los lristes y llcvar unaexislencia matrimonial dcsdicüacla.

Luego, cn una cspecie dc marea humana, litcral-mente me vi arraslrada hasta la casa clc Juba.

'lbclo

esto es tan romano... Primcro se dejan ahogar porla pesarla losa dc la sc¡lemniclac.l y despr,rés rícn acarcajaclas, como lruhanes dcsarrapackrs que robarrrfru ta y escupen semillas al sol.

I-os gritos de ilaft¡s-siol afbrturracl¿mcnte opac¿rronmás cle un broma procaz micntras Juba lanzaba pu-ñados clc nLleces ¿r los c'hiquillos quc alborozatla*mentc nos seguian.

132

Qutritla Ah:iantlría

Al llegar a la casa cle Juba cste se separó de la co-

mitiva y se inlroclujo en su morada.

Qucdé escoltada por tres jóvenes, a los que poctr

lrabía visto, pero quc gozaban cle la amistad de mi

novio. Uno cle cllos porlaba una antorcha dc palo

rle espino, los clemás alttmbraban la procesión con

antorchas.-Es una luz viv¿ -diio alguien señalanclo la antor-

cl'ra de espino-. El augurio es afbftunado'

Dos sirvicntas cle Octavia portaban una rueca y

un huso para hilar. Sería reina, pcro el trabaio de la

lana cnnobhcía y cra el símtrolo dc la virtud domés-

trca.Ante mí se lcvantaba el portal cle l¿ casa de Juba'

Murmuré urra ple.garia a las divinidades del umbral

al tiempo en quc pensaba en ti, Alejandría, como el

umbral que crucé para vivir viclas diferentes y al que

volveré cuanclo se apague mi estrella.

Mc tocó entonces untar de aceite y cnvolver con

cint¿ls cle lana los pilarcs de la puerta. Después, los

amigos cle Juba me levantaron en vilo para fran-

quear el umbral con obieto dc que no tropezase nl

mis pies tocaran algún objelo que significara un pre-

sagio fatal.Alcjanclría, casi te miro sonreír cuando lces el re-

cucnto ile las complir:adas ccremclnias matrimonia-

les icle¿lclas por los clominarlores del mttndo'

Debo riecirte que Para ellos tienen mucho senticlo

1', a fin clc cucnt¿rs' str objetivo es proteger cl matri-

monio y patlar cie alglna mancra cr¡n cl futuro'

r33

.NI arí a G ar cíu Esp er tin

Las cosas humanas requicren cle actos pladosc_rsy eso lo aprenrlí en Roma. De actos piadosos queayuclen a soporlar el tiem¡ro, sol¡re toclo cl¡anclo estese concentra en vivcncías exlraorclinarias, como laque tuve durante los segunclos en qllc en brazos clejóvencs romanos crucé cl umbral que mc separabade mi vicla de dc¡'rcella.

Sobre cse umbral y en csos segundos el tiempo-mi tiempo y el de mis ancestros, trr tie mpo, Alejan-clría- se hizo una nubc de lüego cn la quc se suce-dían escenas pasaclas y venicleras: la tarde violetay oro clel palacio cle Cleopatra, cl sol inccndiado ala vera clel l.aro, la galera c.lisfrazada cle triunfc.r, clpolvo de qr.ricn había sido cl magnífico Alejanclro,urra lágrima en los ojos dr: Scrapis, Farses barricn-clo el suelo en la casa de Octavia, iuba filosofandcren cl Altar clc la Victoria; yo, scntacla al lado cle micsposo cn rrn inimaginablc trono afiicano. Vi en lanube cle fuego una extraña mone<la que cle un laclomostrab¿r 1a efigie de Juba y del otro, la meclia lunay la estrclla: en cl anverso, la leyenda en latín R¿x/uba y en el reverso cn griego Bnsilisso Clrcpatrn. Yiuna luna velacla y otra vcz la cabcza de Serapisbajo el agua, con los serenos oios abicrtos, vi mitumba junto al ma¡ monumenlo circular sin cesarlabrado por el vienlo y, más allá cle corclillcras y ríossalvajes, vi a Alejandro Hclios, los cloraclos cal¡ellosal viento, cubierto con la cl.imide maceclonia quesirvió para trazarle, Aleiandría, gobernanclo pucbk)sque sc proslÉrnaban ante él cr¡mo ante un hombrr:

134

Qutritla Akiantlrítt

que fuera un lréroe, que füera un sueño, que fucra

un c l ios . . .La nube dc Ítcgo se extendió en mi mente y puse

mis sanclahas cn sut:lo sagrado: el hogar dc iuba'

Lo vi de pie, cn el atrio clc sll casa, envuelto en la

toga patricia, su errsortiiado cabello ceñido por ttna

barrcla púrpura.Su sonrisa.Mc escuché clccit", como qttietr viene de muy leios'

las palabras cle las csposas romanas:-Ubi tur (hí[s, ryo GoiL-Bienvenicla, Cleopatra Selene. "l'e ofrezcr¡, en esta

vida y en las quc sigtrieren, el agua y el ftlego

Iuba y yo nos tomamos cle la mano y camtnalros

en silcncio hacia cl inlerior de la morada'

135

Ln u¡,1,r r lc ( lcop¡lr,r St ' l t 'nt ' , que fuera

reina cle la M¿ruritania romana desdc el 25

a.Cl. hasta prctbablcmentc el 5 clc nttestra era,

cuanrlo ocurrió su mueftc, ha sido opacada

por el brillo dc su madre, la gran Cleopatra

Srrptima.Sclenc h¿ permanecido en Ia soml¡ra de la

ric.r l l is l , rr i ,r mr'di lcl r , ine,t dc esos ¡ños, , l t¡n-

qr.re el rcino que presidió a la vera de Juba II

lavorcció la c:ultura y 1as artes y fue uno cie

los centros más importantes del helenismo

floreciclo bajo el dominio de Roma.

tllaría () arcítr EspcrLir

, Descubría C)copatra Selenc en la biografía cle EmilI-urlwrg sobre Cleopatra Séptima.Quisc cncontrar su vrvcz cuancro mecrité e',ñ,L'il,1:ii5rujil,il.i:

hercder.a de un rlesven{uiaclo lina¡c ;;;;;;catorce años, sus protcctores ro*uno, t" ouunaio_

íüi{ ::,8 ffi;:..; ::iTH,il iTilrcomo ella, dc Roma.las cartas cle Selene se

::,:i::ill;: ; ;: ;',:'"'5:ll!il;'l :lli:ili":;:*: l t tq."] l ' iul¿rr ¡r, l ,r .rnl igu,r Afci,rn, l f l¿ . 'e , l iv id¡.r crronr:o. distritos: Afir, cllugar cle bs palacios, .1..1 ñ;;y dc Ia Biblioteca. ljrl¿r, j barrio ¿" fn u.ira.r"i;n.1",rcsiclentes griegrs habitab¿ur cn Gar¡rrrra y fu, ot*rr;.-ros -persas, juclíc.rs, sirios_, er.r lldf¿r, mjcntras ,lu. ¿;;ír,,era el distrito cie los naciclos m l-gipto.

,..,j:_*tl narración, 1os personajcs sorr histór.icos,cxccpto cl eunllco Basilio, el macstro Deífirbo y l.h,.r;;cl persa.

_ Sr¡n ficción taml¡ión la Sociec]arl rle los Ver<lac]erosScguidores y la lruícla cJc Alejar.rclro Fjelios a f"lr,f".

- los histirriadores romanos harr clejado ." ,il;;j;el clestüro de los hermanos

Heli's y lt¡lomco Filarlelfo. $^c-lcolarra' Alejanclro

ql¡e murleron en la i'fant:i, 5e asume por lo general

rcspecto. 'l' puro no hay t:crteza al

.^._ Yn? cle los doncs gue mc brinclrj cscribir estar-rovct a f ue rescatar a AlcjancJro Hclios cle l. *";;.r;

140


Top Related