Transcript
  • Traduccion de

    SILVIA FEHRMANN

    EN BUSCADEL FUTURO PERDIDO

    Cultura y memoria en tiempos

    de globalizaci6n

    GOETHE tf!j 0INSTITUT~

    FONDO DE CULTURA ECONOMICAMEXICO

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    El tiempo y la memoria, la identidad nacional y el trauma

    hist6rico, la vanguardia y el modernismo, las ciudades, los

    medios y la representaci6n han sido centrales en mi trabajo

    critico sobre literatura, arte y cultura desde la decada de

    1960. Los ensayos que integran este libro fueron escritos en

    la decada de 1990, decada en la que se asisti6 en el mundo

    entero a una explosi6n sin precedentes de la cultura de la

    memoria. La decada que sigui6 al colapso de la Uni6n Sovie-

    tica y al fin de la Guerra Fria, a la caida del muro de Berlin

    y a la reunificaci6n alemana, al fin de las dictaduras milita- .

    res latinoamericanas y del apartheid, nos depar6 internet,

    los mercados globales y una triunfante ideologia neoliberal.

    Pero tambien engendr6 nuevos nacionalismos asesinos y

    destructivos con su secuela de limpiezas etnicas, gener6 fun-

    damentalismos religiosos, fuimos testigos de guerras libra-

    das en nombre de la memoria y de los derechos humanos.

    En cambio, este fin de siglo no gener6 una nueva visi6n del

    futuro. Da la sensaci6n de que en la actualidad el pasado es

    evocado para proveer aquello que no 10gr6brindar el futuro

    en los imaginarios previos del siglo xx. A su vez, una de las

    expectativas que se albergan hoy con respecto al porvenir es

    que corrija los vejamenes y las violaciones a los derechos

    humanos sufridos en el pas ado.

    AI mismo tiempo, sin embargo, seguimos careciendo de

    una interpretaci6n convincente y te6ricamente fundamen-

    tada que de cuenta de la reciente expansi6n de las culturas

    de la memoria en sus variados contextos nacionales 0 regio-

    nales. Los ensayos que reline este libro, si bien centrados en

    primera linea en las geografias del Atlantico Norte y en for-

    mas y medios especificos de la cultura de la memoria, bus-

    can esbozar esa interpretaci6n.

    Mis deudas intelectuales se han vuelto demasiado nume-

    Se prohibe la reproducci6n total 0 parcial de esta obra

    -incluido el disefio tipogratico y de portada-,

    sea cual fuere el medio, electr6nico 0 mecanico,sin el consentimiento por escrito del editor.

    D. R. 2002, FONDO DE CULTURA ECONOMICA DE ARGENTINA, S. A.D. R. 2002, FONDO DE CULTURA ECON6MICACarretera Picacho-Ajusco, 227; 14200 Mexico, D. F.

  • significativo que el aviso de Deutsche Telekom no pueda

    prescindir de un monumento nacional: las Puertas de Bran-

    denburgo como marca registrada del made in Germany.

    Queda por ver si el tnifico de informaciones hacia el futuro

    se dara realmente por la via rapida 0 si habra de generar un

    embotellamiento cerebral a escala monumental. S610el fu-

    turo dira si vali6 la pena dejarse seducir.

    7. EL VACIO REMEMORADO:

    BERLIN COMO ESPACIO EN BLANCO

    CASIUNADECADADESPUESde la caida del Muro y poco antes

    de que la sede del gobierno federal aleman fuera trasla-

    dada de las orillas del Rin a orillas del Spree, el texto urbano

    de Berlin.se escribe a nuevo con el mayor de los esfuerzos,

    pero con un minimo de imaginaci6n. Despues de que Berlin

    hubo agotado su heroico papel de foco algido de la guerra

    fria (un papel que conllevaba a ambos lados del Muro una

    inevitable provincializaci6n) y desde que se ve obligada a

    proyectarse como capital de la naci6n reunificada, la ciudad

    funciona como una suerte de prisma que permite enfocar te-

    mas como el urbanismo y la arquitectura hoy, la identidad

    nacional y el Estado, la memoria hist6rica y el olvido. Desde

    siempre, la arquitectura ha contribuido a dar forma alas

    identidades politicas y nacionales y no constituye la excep-

    ci6n esa gran obra en construcci6n que es Berlin. Da una

    idea del estado de animo aleman en la actualidad, y a la vez

    permite hacerse un panorama de 10que habra de venir.

    En tanto que critico literario y cultural, me fascina el con-

    cepto de la ciudad como texto y su lectura como un espacio

    de signos. Desde Las ciudades invisibles, aquella pequeiia

    obra maestra de halo Calvino, sabemos c6mo en nuestra

    imaginaci6n, los espacios reales y los imaginarios se con-

    dens an en imagenes de ciudades especificas. Donde sea que

    uno comience el analisis (en la lectura de Victor Hugo de la

    ciudad de Paris como libro de piedra en Notre-Dame de Pa-

    ris; en el montaje de los mas diversos discursos urbanos en

    Berlin Alexanderplatz, de Alfred Dablin, donde los discursos

    entran en un torbellino como peatones en una calle ajetrea-

    da; en el (lcmeur de Walter Benjamin, quien en Infancia en

  • Berlin pone en texto los objetos del espacio urbano en una

    meditaci6n conmemorativa; en Siegfried Krakauer, que lee

    la Berlin de la decada de 1920 como un suerro angustia~e;

    en el goce populista de Roberto Venturi con la arquitectura

    como soporte de la imagen, de la significaci6n y de la comu-

    nicaci6n; en la ciudad semi6tica del reino de los signos de

    Roland Barthes, en la ciudad-pantalla de Pynchon 0 en la

    transfiguraci6n estetica de una Nueva York inmaterial de

    Baudrillard, hay algo que no debemos olvidar: el tropo de la

    ciudad como texto existe desde que hay una literatura urba-

    na moderna. Ese tropo no es nuevo, ni especificamente pos-

    moderno. Por cierto, uno podria preguntarse a que se debe

    la popularidad de la ciudad como texto y como sistema de

    signos en los discursos arquitect6nicos de las decadas de 1970

    y 1980, una epoca se diria obsesionada con la semi6tica, la

    retorica y las teorias de la codificaci6n. El caso es que la ciu-

    dad como texto fue central en el debate de aquellos arros so-

    bre la arquitectura posmoderna. Sea cual fuere la causa de

    ese desmesurado interes por los signos y por la textualidad,

    el discurso actual de la arquitectura se ha alejado claramen-

    te de los modelos lingiiisticos y textuales. En vista de las no-

    visimas tecnicas digitales y graficas, los criticos hablan en-

    tretanto de un pictorial turn, de un "giro pictorico"que sucede

    allinguistic turn, el "giro lingiiistico" de las decadas de 1960

    y 1970. Si se tiene en cuenta la vinculacion inherente e ine-

    xorable de la imagen con el signa, de la visualidad con el

    lenguaje, no sorprende empero que el concepto de la ciudad

    como espacio de signos siga siendo relevante, aunque medie

    un significativo desplazamiento de los aspectos textuales a

    los pict6ricos. Sin embargo, ese cambio en la relacion de fuer-

    zas, ese desplazamiento de la escritura a la imagen, repre-

    senta mas que el solo problema academico del punto de par-

    tida teorico. Ese desplazamiento tiene su precio. El discurso

    sobre la ciudad como texto de la decada de 1970 circulaba

    sobre todo entre arquitectos, criticos literarios, planificado-

    res urbanos y filosofos a la busqueda de un nuevo vocabula-

    rio de los espacios urbanos posterior al fin de la modernidad

    clasica de la arquitectura. En cambio, el discurso actual so-

    bre la ciudad como image es el discurso de los concejales, de

    los politicos, de los planificadores y developer a la caza del

    redito. El turismo masivo, las convenciones y los megaeven-

    tos, el alquiler de oficinas y negocios, todo depende de la ima-

    gen de la ciudad. Una nueva forma de politica urbana orga-

    niza el consumo cultural, da 10 mismo el shopping 0 el museo.

    Los shows de exito masivo, los festivales y las megaatraccio-

    nes estan a la orden del dia con el fin de atraer en masa a

    esos exponentes de la especie humana que son los turistas y

    vacacionantes urbanos. De manera sintomatica, hoy la fla-nerie del dandy, que ya en tiempos de Benjamin era una

    nostalgia decimon6nica, ha sido remplazada por ese aconte-

    cimiento organizado a escala masiva que son las maratones

    a traves de la ciudad. El turismo a la metropoli es tan de-

    seado como rechazada su contraparte, la inmigracion, que

    sigue pareciendo una amenaza.

    Los aspectos negativos de curro totalmente distinto de esa

    novedosa atenci6n concedida a la imagen de las metropolis

    se me plantearon con claridad recientemente, alleer un ar-

    ticulo de The New York Times en el cual elcritico de arte del

    diario celebraba el Times Square, librado de sex shops y de

    drogadictos y limpiado con ayuda de la Disney, como una

    obra culminante de una billboard culture, una cultura de

    avisos publicitarios luminosos que, seg(J.ndicho observador,

    no se diferencia ya del arte verdadero.1 Ante tamarro triun-

    falismo, que tan s6lo refleja malamente los extasis de ima-

    genes publicitarias del Times Square, s6lo resta esperar que

    la mutaci6n del Time Square, que de paraiso de las drogas

    pas6 a ser instalaci6n pop art, no sea un anticipo de la ente-

    ra Inusealizacion de Manhattan. De hecho, ya hay un par-

    que tematico sobre Nueva York, aunque por ahora s6lo exis-

    ta en Las Vegas. El proceso de musealizaci6n, incluso, esta

    mucho mas avanzado en algunas metropolis europeas. Cabe

    preguntarse que esta sucediendo cuando una ciudad del si-

    glo xx se transforma en museo ...

    1 Michael Kimmelman, "That Flashing Crazy Quilt of Signs? It's Art",The New York Times, 31 de diciembre de 1996, p. A 1.

  • Pero volvamos a Berlin, una ciudad celebre con justa ra-

    z6n por sus incomparables museos, pero mucho menos ex-

    puesta al riesgo de la musealizaci6n que los centros ~e R?:na,

    Paris 0 incluso Londres en virtud de su descentrahzaclOn y

    su extensi6n en el espacio. En realidad, no sorprende que el

    turismo berlines haya mermado notablemente tras un breve

    boom a comienzos de la decada de 1990. Clarq que esa mer-

    ma tambien puede deberse a que los potenciales turistas

    berlineses simplemente esten queriendo evitar las grandes

    obras en construcci6n, con toda la suciedad y el ruido, los

    inevitables desvios y embotellamientos que transforman todo

    mapa del centro en papel descartable. En cambio, Berlin re-

    sulta fascinante para los contemporaneos interesados en la

    arquitectura y en la transformaci6n urbana, precisamente

    porque el paisaje urbano cambia mes a mesoProbablemen~e,

    los laureles otorgados por anticipado por los sectores oficIa-

    les de Berlin contribuyan con 10 suyo a la idea de que Berlin

    ocupara por fin ellugar que se merece como capital europea

    junto a Londres y Paris. Ahora bien, l~or que habria ?e ~er

    asi? AI fin y al cabo, Berlin se diferencIa de manera slgmfi-

    cativa de las demas metr6polis europeas, tanto por 10 querespecta a su historia como capital y centro industrial mas

    bien discontinua, cuanto por su sustrato arquitect6nico, que

    por razones conocidas ha demostrado ser muc~lO~as efi~e-

    ro que el de Londres, Paris 0 Roma. No en ultlma mstancla,

    a causa de la crisis generalizada de la arquitectura y el ur-

    banismo a fin de este siglo, parecen fuera de lugar las des-

    mesuradas esperanzas de Berlin como capital del siglo XXI;

    no son sino un juego de proyecciones y vanidades que, aun-

    que promovidas por la politica centrada en la imagen berli-

    nesa, probablemente terminen revelandose com~ una bur-

    buja de aire. A la vez, las desmesuradas expectatlvas sobre

    Berlin se enfrentan con las objeciones e inseguridades de

    Bonn, que a toda costa busca evitar que el diseno d~ Berlin

    transmita la impresi6n de una politica de Alemama como

    gran potencia. Esa mezcla maniaco-depresiva no ~e h~c.e

    bien ala ciudad. Berlin parece ser hoy ellugar paradlgmatl-

    co en el que se puede leer c6mo el interes por la ciudad en

    tanto imagen y en tanto signa impide posibles nuevos enfo-

    ques creativos y programa un ingreso fallido en el siglo XXI.

    Se esta perdiendo una oportunidad. La nueva Berlin podria

    devenir en cifra del desvanecimiento del urbanismo y de la ar-

    quitectura del siglo xx -una entropia de la modernidad ur-

    bana que muta en cultura del consumo e imagineria virtual.

    Ciudad signada y marcada a fuego por el siglo xx, Berlin es

    unica en su tipo entre las urbes de Europa Occidental. En

    este siglo tan caracterizado por la violencia politica, el texto

    urbano de Berlin ha sido escrito, borrado y reescrito una y

    otra vez. Su legibilidad reside tanto en las marcas visibles

    del espacio edificado comoen imagenes y recuerdos reprimi-

    dos 0 interrumpidos por acontecimientos traumaticos. En

    parte palimpsesto, en parte blockmaravilloso, Berlin se en-

    trega, desde comienzos de la decada de 1990, a una embria-

    guez de imagenes futuristicas, pero pronto se ve alcanzada

    por el pasado y confrontada con la cuesti6n de c6mo proce-

    der con la herencia del nazismo y de la RDA. En ninglin otro

    lugar de AIemania estas cuestiones se plantean de modo tan

    tangible y concreto como en Berlin. En medio de un boom de

    la construcci6n de proporciones verdaderamente monumen-

    tales, la ciudad misma esta obsesionada por debates en tor-

    no de la arquitectura y del urbanismo. En ese marco, las

    proyecciones sobre el futuro, la memoria y el olvido estable-

    cen las relaciones mas extranas.

    Naturalmente, Berlin es en primer a linea un texto hist6-

    rico, mas signado incluso por 10 que ya no es visible (la Can-

    cilleria del Reich) que por la presencia visible del pasado,

    desde la iglesia Gedachtniskirche, pasando por el Banco del

    Reich y el Ministerio de la Aviaci6n de Goering, hasta los

    rastros de disparos y esquirlas en las paredes de tantas ca-

    sas. En los meses posteriores al colapso del Estado germano

    oriental, el grado de conciencia de la historia de Berlin lleg6

    al sumum. Cada caminata por esa ciudad, que como ningu-

  • na otra marc6 la historia politica del siglo xx, se transform~-

    ba en una travesia llena de revelaciones. El imperio del kai-

    ser, la guerra y la revoluci6n, la democracia, el fascismo, el

    estalinismo y la guerra fria, todo habia ocurrido alli. La no-

    ci6n de Berlin como capital de una historia discontinua, in-

    terrumpida, la nocion del colapso de cuatro estados alema-

    nes sucesivos, ha quedado inscrita de manera imborrable en

    la memoria colectiva: Berlin como escenario del expresionis-

    mo literario y de la revuelta contra el orden imperial; Berlin

    como epicentro de una vanguardia internacional sedienta

    de utopias y de su eliminaci6n por los nazis; Berlin como

    central de mando de dos guerras mundiales y del Holocaus-

    to; y, no por ultimo, Berlin como simbolo de la confrontacion

    de Este y Oeste en la era nuclear, cuando los tanques sovie-

    ticos y estadunidenses se enfrentaban como paralizados en

    el Checkpoint Charlie, el mismo lugar que hoy se transfor-

    ma en un centro de negocios estadunidense bajo la atenta

    mirada de Philip Johnson y de una Estatua de la Libertad,

    bastante encogida pero en compensaci6n dorada, que en

    1995 adornaba la torre de vigilancia abandonada y pronto

    se disolvi6 placidamente en la nada.

    En aquellos excitantes meses posteriores ala caida del

    Muro, el pasado de Berlin parecia estar en el aire, practica-

    mente al alcance de la mano. Berlin era una ciudad abierta

    al Este y al Oeste, tan abierta al pasado como al porvenir.

    Desde entonces, claro esta, se ha expandido una politica de

    olvido deliberado que se dirige en primera linea contra la

    RDA, es decir, contra aquellos que hicieron posible la reuni-

    ficaci6n. Asi sucedi6 con los debates por la denominacion de

    las calles, en que se eliminaron los nombres socialistas en

    favor de los patronimicos anteriores, a menudo decidida-

    mente antisocialistas; asi sucedi6 con las estatuas y los mo-

    numentos socialistas que fueron retirados, y, finalmente, con

    la inenarrable discusi6n en torno de la demolici6n del Pala-

    cio de la Republica en favor de una reconstruccion del Pa-

    lacio de los Hohenzollern. Aunque, en ultima instancia, no

    todos esos intent os de demolicion tuvieron exito, hay que re-

    cordar que tales maniobras no constituyen tan s610una edi-

    ci6n estilistica del texto comunista de la ciudad. Mas bien

    fueron pura estrategia de poder, una ultima erupci6n de la

    ideologia de la Guerra Fria, estrategia perseguida por me-

    dio de una politica de los signos que, claro esta, termin6 vol-

    viendose ~ontra sus propios autores. El exito del partido

    poscomulllsta PDS y la creciente nostalgia por la RDA fueron

    consecuencias inmediatas en el seno de una poblaci6n que, a

    p~sar de tod~ la euforia por la reunificacion, queria seguir

    slendo consclente de su diferente historia de vida. Entre

    otras razones, ello tambien se debi6 al hecho de que la des-

    trucci6n de la memoria en el espacio urbano contrastaba

    con la selectiva mania recordatoria occidental con respecto

    al servicio secreta STASI.

    Naturalmente, tambien en el Oeste mismo se hallaron es-

    trategias del olvido, como sucedi6 por ejemplo con una cam-

    pana publicitaria que en 1996 cubrio las paredes de los sub-

    terraneos y de la ciudad con afiches que rezaban: Berlin

    wird, "Berlin sera". Sera que, se preguntara ellector moles-

    to con.el agujero de esa formulaci6n eliptica. A la vez, parece

    plausIble la falta de un predicativo. De hecho, en el actual

    caos de la planificaci6n publica y semipublica, politicas con-

    tradictorias e incertidumbres financieras con respecto a

    mUltiples proyectos a gran escala (la isla del rio Spree, Ale-

    xanderplatz), no es posible decir que 0 c6mo sera Berlin.

    Aun asi, resulta clara la intenci6n del subtexto de esa for-

    mulacion. La elipsis busca ser optimist a y diferenciarse asi

    de manera radical del pesimismo cultural de esa queja tan

    frecuentemente citada de Karl Scheffler, quien en 1910 la-

    mentaba que el destino tragico de Berlin consistiera en su

    perpetuo devenir, en que nunca llega a ser.2 jSi tan solo hu-

    biera hoy en Berlin tanta energia y tanto futuro como hubo

    en t~empos de Scheffler! En lugar de ella, la mirada se dirige

    al gIgantesco pozo de las obras en construccion en Potsda-

    merlLeipziger Platz, sobre el enorme crater en Berlin Mitte

    en el centro de Berlin, sobre el vacio. Aun cuando entretant~

    2 Karl Scheffler, Berlin-ein Stadtschicksal [Berlin, destino de una ciu-dad] [1910], Berlin, 1989 (reimpresi6n), p. 219.

  • se haya rellenado el pozo: el vacio y el espacio en blanco no

    parecen inadecuados para describir el estado de Berlin en la

    decada de 1990. En este sentido, el eliptico eslogan de "Ber-

    lin sera" dio en el meollo del asunto.

    medios y metodos de representaci6n, y por ende tambien

    nuevos.medios y metodos en la arquitectura. "Funci6n" devi-

    no un termino clave de la arquitectura moderna.

    Algo mas de una decada despues, el nacionalsocialismo

    10gr6 transformar a Berlin en el vacio que ha quedado en

    nuestro recuerdo como el paisaje de ruinas de 1945. Las

    cuadrillas de demolici6n del proyecto Germania de Albert

    Speer, junto con las fiotas de bombarderos angloestaduni-

    denses, cumplieron con su cometido, sobre todo en el centro

    de Berlin. Germania nunca se lleg6 a construir, pero la crea-

    ci6n de espacios vacios sigui6 en la decada de 1950 bajo el

    lema del saneamiento. Barrios enteros de la antigua Berlin

    fueron demolidos para dejar lugar alas versiones epigona-

    les de la arquitectura moderna, cuyos bloques habitacionales

    de hormig6n mas adelante habrian de crearle una mala repu-

    taci6n a la modernidad. Pero incluso el mayor proyecto cons-

    tructivo de la posguerra, el Muro, conocido tambien como

    Muro de la Verguenza 0 comomuralla protector a antifascis-

    ta, necesitaba de mas espacio en blanco en la ciudad: la tie-

    rra de nadie de los campos minados que serpenteaban por el

    centro de Berlin con sus torres de vigilancia y que abraza-

    ban el sector occidental de la ciudad como una boa constric-

    tor. En los mapas socialistas, Berlin Occidental aparecia du-

    rante la Guerra Fria como un agujero: el agujero del queso

    realmente existente. Por su parte, los mapas meteoro16gicos

    de la televisi6n germanoccidental solian representar la en-

    tonces "asi llamada", hoy "ex" RDAcomouna ausencia, como

    un vacio sin inscripciones alrededor de la ciudad de frontera

    Berlin, como queso capitalista en medio del agujero real-

    mente existente.

    Luego, cuando el Muro mismo comenz6 a llenarse de agu-

    jeros, Berlin continu6 su relato del vacio con otro capitulo

    que conjuraba los espiritus del pas ado y los espectros fan-

    tasmales. Durante un par de aiios, ese centro de Berlin con-

    sisti a en casi siete hectareas de terrenos baldios que iban

    desde la Puerta de Brandenburgo hasta las superficies va-

    cias de las otrora plazas de Potsdam y Leipzig, un ancho co-

    rredor de arena, pasta y restos de pavimento antiguo bajo

    Berlin como espacio en blanco y como vacio es mas que una

    mera metafora. En tanto expresi6n de la experiencia vivida,

    tiene una tradici6n sobre la que vale la pen a refiexionar. El

    miedo al vacio no s610aparece en los breves textos en prosa

    de Kracauer sobre las calles de Berlin; la agorafobia como

    patologia urbana acomparr6 el proceso de urbanizaci6n des-

    de fines del siglo XIX. En su libro Erbschaft dieser Zeit, de

    1935, Ernst Bloch describe la vida en la Berlin republicana

    comofunciones dentro del espacio en blanco.3 Se estaba refi-

    riendo a ese vacio dejado por el colapso de la cultura bur-

    guesa del siglo XIX, una cultura que habia encontrado su ex-

    presi6n edilicia en la arquitectura ornamental de piedra de

    las grandes casas de alquiler, con incontables patios trase-

    ros y pasadizos en forma de tuneles que unian los patios.

    Para Bloch, el vacio que sigui6 ala derrota y a la revoluci6n

    fracasada se llenaba de digresiones funcionalistas e insus-

    tanciosas: la modernidad de Weimar y la nueva arquitectu-

    ra, los cines palaciegos y las carreras ciclistas de los seis

    dias, la cultura de la diversi6n de 10que se ha dado en lla-

    mar la fase de estabilizaci6n de la Republica de Weimar an-

    tes del gran crash de la Bolsa en octubre de 1929. La formu-

    laci6n de Bloch sobre las funciones en el espacio en blanco

    tambien indicaba que en la era del capitalismo monop6lico,

    el espacio urbano edificado ya no podia cumplir con la mi-

    si6n de la representaci6n publica tal comohabia sido posible

    aun en el siglo XIX. En aquellos arros, Brecht solia decir que

    la realidad se habia deslizado hacia 10funcional, 10que exi-

    gia (segUnBrecht y otros vanguardistas de la epoca) nuevos

    3 Ernst Bloch, Erbschaft dieser Zeit [Ellegado de este tiempoJ, Frankfurt

    del Meno, 1973, pp. 212-228.

  • un cielo inmenso y vacio, tanto mas inmenso y vacio por

    cuanto Berlin carece de los rascacielos caracteristicos de las

    metr6polis comparables. Con carino, los berlineses bautiza-

    ron ese espacio como su "maravillosa estepa urbana", su

    "pradera de la historia".4 Ese espacio se volvia alin mas fas-

    cinante por el temor secreto a que Berlin misma se transfor-

    mara en una estepa tras la apertura del Este de la.ciudad.

    El espiritu de la historia parecia flotar sobre ese vacio, un

    vacio laberintico, atravesado en todas las direcciones por

    senderos que no llevaban a ninguna parte -el ultimo lugar

    ut6pico en sentido literal, la utopia en grado de desvaneci-

    miento, donde el ya-no-mas del pasado de los constructores

    de Germania y del Muro entraba en una productiva colisi6n

    con el todavia-no de una Berlin futura-. Una suave eleva-

    ci6n del terreno senalaba los restos de un bunker de la es-

    colta ss de Hitler. Accesible durante un breve periodo poste-

    rior a la caida del Muro, pronto fue cubierto para evitar que

    se transformara en un lugar de culto de las peregrinaciones

    neonazis. En esos terrenos baldios, que poco tiempo atras

    servian de cintur6n minado entre un duble Muro y que se

    usaban entonces como escenario para grandes conciertos de

    rock, el flaneur se veia llevado a pensar casi automatica-

    mente que esa tabula rasa habia sido en otros tiempos sede

    de la monumental Cancilleria de Hitler. Por alIi iba a pasar

    el megalomaniaco eje Norte-Sur de Speer, con el gran Recin-

    to en el Norte yel gigantesco Arco de Triunfo de Hitler en el

    Sur, centro del poder del Reich de los Mil Afios, cuya conclu-

    si6n estaba prevista para el ano 1950.

    En el verano europeo de 1991, cuando el Muro ya habia

    sido desmantelado en su mayor parte, subastado 0 vendido

    a los turistas en forma de pequenos escombros, el area ente-

    ra qued6 sembrada, a distancias irregulares, de las semioxi-

    dadas vigas de acero del hormig6n arm ado del Muro que ha-

    bian dejado en pie quienes 10 habian desmantelado. En laspuntas de las vigas, triangulos de papel multicolor se agita-

    ban al viento, instalaci6n espontanea y an6nima que signa-

    ba el vacio en el medio de Berlin como una segunda natura-

    leza y como lugar conmemorativo. Reforzaba la inquietante

    sensaci6n de 10 inquietante y siniestro, de 10 unheimlich: un

    espacio en blanco lleno de historia invisible, con recuerdos

    de arquitectura edificada y sin edificar. Surgi6 la idea de

    que ese lugar debia seguir siendo tan ut6pico como 10 era a

    la saz6n. Ellugar conmemorativo como pagina en blanco en

    el centro de la ciudad reunificada, en aquella zona de Berlin

    Mitte que desde siempre marc6 el umbral entre ellado orien-

    tal y el occidental de la ciudad. En ese entonces, tras la des-

    aparici6n del Muro, ese lugar parecia destin ado a senalar

    aquel muro en la cabeza que separaba a las personas del Es-

    te y del Oeste, a los Ossies de losWessies, tal como10 anticip6

    el escritor Peter Schneider en su libro El saltador del muro

    (Der Mauerspringer) mucho antes de la caida del Muro.5

    Claro est a que desde aquel verano tan memorable, los

    planes arquitect6nicos para aquella area mas bien han vuel-

    to a ahuyentar los pensamientos sobre el pasado. Con el Ba-

    rrio del Gobierno en el Spreebogen cerca del Reichstag y de

    las Puertas de Brandenburgo (el modelo de Axel Schultes), y

    con los desarrollos edilicios de las grandes corporaciones en

    Potsdamer y Leipziger Platz, el espacio en blanco de Berlin

    es llenado con centros de poder del capital y de la politi ca.

    Ambos determinaran con su impronta la imagen de la nue-

    va Berlin. i,Pero cuan importante es en realidad el centro de

    la ciudad para la ciudad del futuro? Finalmente, suele con-

    siderarse que la ciudad como centro y la ciudad organizada

    alrededor de un centro constituyen un modelo que pront6

    sera perimido. Por ejemplo, el arquitecto vanguardista Ber-

    nard Tschumi se pregunta: "Si el papel hist6rico de la arqui-

    tectura consisti6 en establecer la apariencia de imagenes es-

    tables (monumentos, orden, etc.), i,c6mopuede op~rar hoy la

    arquitectura con una cultura de la desaparici6n, de image-

    nes inestables (cine, video, computadoras)?".6 Para los nave-

    4 Citado segun Francesca Rogier, "Growing Pains: From the Opening of

    the Wall to the Wrapping ofthe Reichstag" [Dolores que crecen: de la caidadel Muro a la envoltura del Reichstag], en Assemblage, nlim. 29, 1996, p. 50.

    5 Peter Schneider, El saltador del muro, Barcelona, Anagrama, 1985.

    6 Bernard Tschumi, Event-Cities: Praxis [Ciudades-eventos: praxis],

    Cambridge MA, 1994, p. 367.

  • gantes de Internet y los flaneurs virtuales, incluso la ciudad

    edificada se ha vuelto entretanto obsoleta. Sin embargo, los

    observadores mas criticos, como Saskia Sassen, la urbanista

    neoyorkina, 0 Dieter Hoffmann-Axthelm, critico de arqui-

    tectura en Berlin, aducen en cambio que precisamente la di-

    fusi6n de las telecomunicaciones globales y la posible redis-

    tribuci6n de la poblaci6n y de los recursos provo

  • tracultura de la decada de 1970. En ese entonces, la cultura

    c~ntestataria se habia instal ado en los edificios antiguos ve-

    mdos a menos, pero aun solidos, de los barrios aledaiios al

    Muro, ~omo ~reuzberg, y habia dado que hablar por sus

    ocupaClOnesllegales. En la decada de 1980, esas ocupacio-

    nes fueron parcialmente legalizadas, y el concepto del Kiez

    se transfor~o en la idea directriz de la IBA y de la politica

    u:bana ofi.cIal.Con puntos de partida e intenciones progre-slstas y onentados en principio hacia los intereses de los ha-

    bitantes de la ciudad, en el interin los aspectos centrales del

    concepto del Kiez determinan un nuevo conservadurismo en

    el debate arquitectonico. Ahora bien, la vida urbana en el

    Kiez sigu~ teniendo naturalmente sus atractivos y no puede

    ser reduclda a la nostalgia. Lo que a mi me interesa es de

    o~roo~den: se trata de todo 10 que es excluido por ese tradi-

    clOnahsmo programatico. Han caido en el olvido la arquitec-

    tura y los experimentos urhanisticos de la decada de 1920

    las grandes vlviendas sociales, las famosas Siedlungen d~

    Bruno Traut y Martin Wagner. Ha sido olvidada 0 bien re-

    pri~ida la arquitectura del periodo nazi, de la cual sigue

    hablendo en Berlin ejemplos representativos, como el esta-

    dio olimpico 0 el Ministerio de la Aviacion de Goering en las

    cer~anias del Le~pziger Platz. Tambien ha sido ignorada y

    olvldada la arqmtectura de la RDA, a la que se querria ver

    dem?lida ya mismo en su totalidad, desde Alexanderplatz y

    Stalmallee hasta las ciudades satelite comoMarzahn 0 Ho-

    h~ns~honhausen.lO En su lugar, la recordacion historica pri-

    vllegIa una mezcla particular de romanticismo arrabalero

    originariamente de izquierda, con una etica vecinal de l~

    parcela del siglo XIX, como si ese tipo de estructura pudiera

    determinar el paisaje urbano en su totalidad. En eso consis-

    te sin embargo el meollo de 10 que burocratas como Stim-

    10Entretanto, los inmensos edificios de viviendas en la avenida Stalina-

    llee,.luego Karl-Marx-Allee, han encontrado apologistas como Aldo Rossi y

    Ph1hp Johnson, en virtud de 10 cualla Stalinallee no esta siendo demolida

    smo restaurada como precursora de la posmodernidad. Cf. Michael Z. Wi-

    se, Capital Dilemma: Germany's Search for a New Architecture in Demo-cracy [Dilema capital: la busqueda alemana de una nueva arquitectura endemocracia], Nueva York, 1998.

    mann y teoricos como Hoffman-Axthelm celebran como re-

    construccion critica. Las rigidas normativas que se conjuran

    como un ritual (la construccion en blocks, los tradicionales

    frentes con ventanas, la altura maxima de cornisas de 22

    metros) y la construccion en piedra se defienden contra toda

    evidencia de que a fines de este siglo tal tradicionalismo no

    puede sino parecer anacronico. Construir en piedra no es sin

    embargo mas que una metafora en estos tiempos en que por

    buenas razones economicas y constructivas, en todo caso se

    aplica un delgado revestimiento de piedra sobre un esquele-

    to de hormigon armado.

    Por mas aferrada a 10 imaginario que se presente la parte

    tradicional del debate, hay mucho menos para decir de la

    otra parte. Tenemos alIi high-tech internacional, un posmo-

    derno extasis de las fachadas, la preferencia por las torres

    banales y torrentes de imagenes computarizadas en movi-

    miento que buscan convencernos de la inexorabilidad del fu-

    turo. Sin embargo, esa oposicion aparentemente irreconci-

    liable entre la edad de piedra y la edad cibernetica lleva a la

    confusion. El nucleo de 10 que est a en discusion para ambas

    partes consiste en 10 visual, en la imagen. La nueva senci-

    llez, codificada en terminos nacionales, depende en la mis-

    ma medida de la imagen, como 10 hacen los extasis visuales

    de las empresas high-tech: las imagenes banales de un pasa-

    do nacional venido a menos se enfrentancon las imagenes

    igualmente banales de un futuro global. La Berlin real de

    hoy, con sus confl.ictosy sus esperanzas, funciona en camhio

    comoun vacio en un debate al que le falta imaginacion para

    idear alternativas.

    Detengamonos por ejemplo en Hans Stimmann y Viktor

    Lampugnani. Lampugnani se desata en improperios contra

    las imagenes chatas y las impresiones superficiales de la ar-

    quitectura contemporanea.ll Stimmann por su parte sostie-

    ne indignado que Learning from las Vegas no tiene nada que

    huscar en una ciudad centroeuropea, afirmacion program a-

    11Citado en Dagmar Richter, "Spazieren in Berlin" [Pasear en Berlin],

    Assemblage, mim. 29, 1996, p. 80.

  • tica que se dirige tan claramente contra la arquitectura pos-

    moderna, cuanto se inscribe en la tradici6n de la critica cul-

    tural alemana por su decidida actitud contra los EstadosU'd 12 S'mos. m embargo, ese ataque contra uno de los textos

    fun?amentales de la posmodernidad, escrito hace 25 alios,

    esta fuera de lugar como fuera de tiempo. La posmoderni-

    dad.a la Las Vegas fue enterrada y olvidada hace tiempo y

    nadle propuso seriamente que Berlin fuera transformada en

    una ciudad de casinos. GPorque entonces ese miedo a Las Ve-

    gas? Acaso esa protest a moralizante esconda el miedo a Ber-

    lin, a la Berlin de la decada de 1920, una ciudad que en aquel

    entonces definia su modernidad en clave estadunidense y se

    enorgullecia de ello: Berlin como una Chicago a orillas del

    rio Spree, y, en ese senti do, radicalmente diferente de otras

    capitales europeas mas antiguas, diferente de la Berlin im-

    per~al. En la decada de 1920, el entusiasmo por los Estados

    Umdos era la admiraci6n de una pragmatica modernidad

    tecnol6gica, del funcionalismo y la cultura de masas del ob-

    jetivism? y l~ democracia. A esa Berlin convulsionad'a por la

    ~ode:mzaCl?n, los Estados Unidos Ie ofrecian imagenes

    Idenbficatonas que contribuyeron de manera decisiva a la

    vitalidad de la cultura de Weimar. Sin embargo, los nombres

    de los arquitectos de Weimar (Mendelsohn, Gropius y la

    Bauhaus, Bruno Taut, Martin Wagner, Hannes Meyer, Mies

    vander Rohe) brillan por su ausencia en el debate contem-

    poraneo sobre la arquitectura de Berlin. Con su aversi6n

    h~cia la modernidad del periodo entre las dos guerras mun-

    dlales, los tradicionalistas hacen causa comun con los pos-

    modernos. que su~len den ostar. Por eso, no sorprende que la

    preferencla de Stlmmann por la reconstrucci6n critica se in-

    tere~e. en .prim~ra instancia en la imagen y en el potencial

    publlCltano: la Imagen de la solidez y de la identidad tradicio-

    nales de Berlin, cuyos espacios en blanco deben ser llenados ,

    y aquella imagen, tan dificil de aprehender y a la vez tan de-

    cisiva en terminos econ6micos, de la ciudad en tiempos de

    empresas de servicios globalizadas, de turismo metropolita-

    no internacional, de competencia cultural y de nuevas con-

    centraciones de riqueza y de poder. Sin embargo, se pretende

    que la imagen deseada encuentre su fundamento en la epoca

    previa a 1914. Los reconstruccionistas criticos fantasean con

    una segunda era de progreso, como la posterior a la unidad

    alemana en 1871. Claro esta que la primera colaps6 ya en

    1873 con un crash bursatil que dio comienzo a una larga ola

    de depresi6n econ6mica. Memoria selectiva por donde se mire.

    Ahora bien, ir6nicamente los fen6menos en el centro de

    Berlin se dejan describir muy bien con el Learning from Las

    Vegas de Venturi, Scott Brown e Izenour. En ultima instan-

    cia, de 10 que se trata es de remozar visualmente y de deco-

    rar los edificios de la politica y del capital en forma tal que

    se suscite la atenci6n internacional. Lo que esta en cuesti6n

    no es la ciudad como texto codificado de manera heterogenea

    que se llena de vida gracias a la praxis cotidiana de sus ha-

    bitantes. Se trata mas bien de la ciudad como imagen y como

    diselio en aras de la autorrepresentaci6n del poder y dellu-

    cro. Hay un proyecto en Leipziger Platz que persigue ese ob-

    jetivo de manera paradigmatica: la INFO BOX, una gigantesca

    caja roja sobre zancos negros de varios pisos, con ventanales

    y una terraza en el techo desde la cual se puede admirar el

    panorama de pozos y gruas de las obras en construcci6n.

    Esa INFO BOX, construida con suma celeridad en 1995, absor-

    be desde entonces cerca de 5000 visitantes por dia y volvera

    a desaparecer dentro de poco tiempo. Con sus paredes mul-

    timediaticas y sus computadoras interactivas, la INFO BOX es

    en primera linea una superficie visual, una sofisticada ins-

    talaci6n para promocionar los megaproyectos de Potsdamer

    Platz, es decir para servir a los fines publicitarios de Merce-

    des, Sony y A&T Investment Group. Videowalls permiten al

    visit ante deambular como un cyber-flaneur por la "Berlin

    virtual del alio 2002", recorrer los nuevos desarrollos en

    Potsdamer y Leipziger Platz 0 simular que arriba en trenes

    de alta velocidad a la futura estaci6n Lehrter Bahnhof. En

    12 Hans.Stimmann, "Conclusion: From Building Boom to Building Type"

    [ConclusIOn: del boom de la construcClon a construir tipologiasJ, en Anne-

    gret Burg, Downtown Berlm: Buddmg the Metropolitan Mix/Berlin Mitte:

    Dw Enstehung emer urbanen Architektur [El Centro de Berlin: el surgi-mlento de una arquitectura urbana], Berlin, 1995.

  • la INFO BOX tambien se mira embelesado las obras en cons-

    truccion que van agrupandose en un semicirculo alrededor

    del espectador, en una pantalla preparada para una percep-

    cion tridimensional. El espectador debe soportar con resig-

    nacion los comentarios exultantes de un disneyficado go-

    rrion berlines gigante, que pronuncia el texto publicitario

    con ese proverbial tonito impertinente caracteristico de los

    berlineses, mientras vuela hacia el futuro. Volar y mirar el

    mundo a vuelo de pajaro parecen ser las formas de percep-

    cion del futuro -por 10menos, si fuera por las computado-

    ras-. Naturalmente, tambien hay bustos en yeso de los ar-

    quitectos que estan construyendo sus proyectos en Berlin,

    destinados a la comunidad de arquitectos: el culto al maes-

    tro mayor de obras sobrevive como simulacro en yeso en un

    tiempo en que los arquitectos se transform an cada vez mas

    en apendices del mundo de los megaproyectos constructivos.

    Mas bien Image Box que INFO BOX, ese dispositivo de acero y

    vidrio ofrece el paradigma de los multiples miradores que la

    ciudad de Berlin instala cada verano en las obras mas im-

    portantes. La metropoli berlinesa misma suele ser promo-

    cionada como un vasto mirador bajo ellema de "escenarios,

    obras, bulevares"; todos los veranos organiza un programa

    cultural con incontables visitas guiadas a y dentro de las

    obras, y cientos de horas de musica, acrobacia y pantomima

    en varios escenarios al aire libre. Por 10tanto, en lugar de

    vacio nos encontramos con imagen y puesta en escena, ima-

    genes en el vacio -Berlin sera-. Berlin sera imagen.

    "Sera solo por malicia y pedanteria intelectual que a uno,

    ante la vista desde la terraza de la INFO BOX, Ie viene a la

    mente esa otra vista, la que se tenia desde aquella platafor-

    ma elevada, relativamente primitiva (de madera primero,

    de acero despues) en el Potsdamer Platz, desde la cuallos

    visitantes occidentales podian mirar mas alla del Muro y de

    la mortal tierra de nadie, hacia el gris totalitario de Berlin

    Oriental? Naturalmente hay diferencias. No obstante, el re-

    cuerdo de aquella plataforma panoramica que siempre pare-

    cia mas bien un puesto de caza ideo16gicose niega a desva-

    necerse tan facilmente. Es que aquella plataforma comparte

    con la INFO BOX un vanidoso triunfalismo: el triunfalismo del

    libremercado y de la globalizacion economica es el heredero

    contemporaneo del triunfalismo politico del mundo libre en

    la Guerra Fria.

    Quizas la INFO BOX Y la pantalla sean verdaderamente

    nuestro futuro. AImenos, los edificios que acaban de termi-

    narse en la calle Friedrichstrasse, al sur de Unter den Lin-

    den, se parecen de manera alarmante a sus simulaciones

    computarizadas. Con una diferencia, sin embargo: 10que pa-

    rece diafano, espacioso y elegante en las graficas y simula-

    ciones digitales gracias a los trucos visuales, ha mutado en

    la monumentalidad de una ciudadela fortificada: masiva,

    rechazante y por 10menos un talle demasiado grande para

    la trama vial tradicional, relativamente angosta. Llamemos-

    10la venganza de la realidad. Otrora una arteria de gran vi-

    talidad y de usos de 10mas diversos, ahora la calle Frie-

    drichstrasse se transformara, mucho me temo, en un desierto

    consumista, cuyo exito economicoincluso sigue estando fuer-

    temente en cuestion. Analogos son mis temores para Pots-

    damer y Leipziger Platz: asi como la INFO BOX inmoviliza al

    flaneur frente a la pantalla, de la misma manera la nueva

    arquitectura corporativa, a pesar de sus esfuerzos desgana-

    dos por crear espacios publicos, tiende a encerrar a sus visi-

    tantes y a limitar su libertad de movimiento. En lugar de un

    espacio urbano abierto y codificado de manera heterogenea,

    como fue caracteristico de ese centro nodal del transito en-

    tre el Este )\ el Oeste de la ciudad, Helmut Jahn nos depara

    su foro cultural con un techo translucido por encima de la

    plaza central, que recuerda una rueda radial 0 la carpa de

    un circo. Pero por mas vueltas que se Ie de al asunto, un pa-

    tio en un shopping no es una plaza urbana. La pequefia dife-

    rencia no 10es tanto: se trata de la diferencia entre ciudad y

    no-ciudad.

    Es asi como el vacio en el centro de Berlin se va tapando ca-

    da vez mas. Solo en el recuerdo persiste con insistencia el

  • vacio. Daniel Libeskind es el unico arquitecto que tuvo sen-

    sibilidad para esa especial calidad del espacio como vacio.

    En 1992 hizo la siguiente propuesta:

    Rilke dijo alguna vez que todo esta ya en el mundo. S6lo necesi-

    tamos verlo y darle amparo. Se trata por 10 tanto de desarrollar

    una sensibilidad para aquellos lugares, aquellas calles y casas

    que necesitan de nuestro apoyo. Por ejemplo, la superficie libre

    en el Potsdamer Platz. Propongo un espacio silvestre de un ki16-

    metro de largo donde todo pueda quedar tal como es. Que la calle

    termine en arbustos, jmaravilloso! Finalmente, esa superficie es

    el resultado de las leyes naturales de origen divino de hoy: nadie

    la quiso, nadie la planific6, y, aun asi, esta presente con claridad

    en todas las mentes. Y alIi quedara esta imagen del Potsdamer

    Platz vado por varias decadas, porque algo asi no es tan facil de

    borrar, por mas que se construya sobre el terreno mismo.13

    ra judio-alemana de Berlin por los nazis. El proyecto delMuseo Judio de Libeskind constituye aqui uno de los pocosproyectos arquitectonicos berlineses imaginativos. No soloconfiere una nueva dimension concreta al tapas de Berlincomo vacio en vista de la memoria y de la historia. Tambienplantea en la forma compleja de su arquitectura interrogan-

    tes ineludibles sobre problemas de la identidad nacionalalemana, sobre la identidad de Berlin y sobre la relacion conla historia alemana. Mientras, inexorablemente, todas lasobras en construccion en Berlin de una u otra manera lle-van la impronta del pas ado, unicamente la obra de Libes-kind intenta dar cuenta en terminos arquitectonicos de lamemoria historica y de nuestra relacion con ella.

    Lo que Libeskind denomina con picardia las "leyes natura-les de origen divino" no es otra cosa que la presion de la his-toria, que es la que cre6 ese vacio con el nombre de PotsdamerPlatz: los bombardeos masivos de 1944/1945, que destruye-ron en su mayor parte los edificios del antiguo PotsdamerPlatz; la construcci6n del Muro en agosto de 1961, que 10gr6que se despejaran los pocos restos; y finalmente la caida delMuro, que transform6 el area entera, desde BrandenburgerTor hasta llegar al Potsdamer Platz, en aquel paisaje hist6-rico vacio que los berlineses dieron en llamar de maneracertera su pradera de la historia. Soy mas esceptico que Li-beskind en 10que hace a la persistencia del recuerdo de eseespacio. Pero a la luz de los propios disenos arquitect6nicos

    de Libeskind, cuyo objetivo es una arquitectura de la memo-ria que busca articular la relaci6n entre espacio edificado y

    tiempo experimentado, su propuesta misma de preservar elespacio en blanco de Berlin como vacio no tiene nada de fri-

    volo 0 de meramente romantico. Es que Libeskind dio formaarquitect6nica a otro vacio que pesa sobre Berlin, es decir alvacio hist6rico que dej6 la destrucci6n casi total de la cultu-

    Algunos meses antes de la caida del Muro en el ano 1989

    Libeskind gan6 sorpresivamente un concurso para el Anex~

    del Berliner Museum con el Museo Judio, tal como se 10ha

    dado en llamar de forma complicada y sintomatica. El Berli-

    ner Museum fue fundado en 1962 comomuseo para la histo-

    ria de Berlin. El motivo salta a la vista con facilidad. Antes

    funcionaba comomuseo de la ciudad el Markische Museum,

    inaccesible ala saz6n debido ala construcci6n del Muro -por

    eso la nueva fundaci6n-. Desde 1975 el Berliner Museum

    contaba con un Departamento Judio en el que se documen-

    taba la his tori a de los judios alemanes en Berlin. En 1988 el

    Senado berlines otorg6 los recursos para un Museo Judio

    que quedaria bajo la administraci6n del Berliner Museum a

    modo de anexo, pero contando con su propio edificio aut6no-

    mo. Segun la convocatoria oficial, ese complejo de museos,

    concebido tanto integrada como separadamente, estaba des-

    tinado a cumplir con tres objetivos: representar la historia

    general de Berlin desde 1870 hast a el presente, representar

    la historia de los judios berlineses y, finalmente, articular

    un espacio intermedio para la tematica de los judios en la

    sociedad alemana, en el que se expresaran las conexiones y

    relaciones entre los dos componentes anteriores. Por mas

    13 Daniel Libeskind, "Daniel Libeskind mit Daniel Libeskind: Potsdamer

    Platz" (1992), en Alois Martin Muller (ed.), Radix-Matrix: Architekturen

    und Schriften [Radix-Matrix: arquitecturas y escriturasJ, Munich/Nueva

    York, 1994, p. 149.

  • ria, una historia interrumpida sin continuidad que la atra-

    viese: la historia de los judios en Alemania, de los judios ale-

    manes, y con ello la historia de Alemania misma, que no

    puede pensarse separada de la historia judia en Alemania.

    De esta manera, ese vacio cumpIe con uno de los requisitos

    de las bases del concurso, consistente en un espacio que in-

    termedie entre la historia berlinesa y la historia judia en

    Berlin, aunque 10hace en una forma radical que segura-

    mente no fue pensada asi por los organizadores. En la me-

    dida en que Libeskind deja vacio ese espacio intermedio, la

    arquitectura del museD impide la posibilidad de falsas rear-

    monizaciones judio-alemanas de la historia, sobre la base de

    modelos de asimilaci6n 0 incluso de simbiosis. Pero tambien

    impide el otro extremo, es decir aquella opini6n para la cual

    el Holocausto fue el telos 16gicode la historia alemana. La

    vida judia en Alemania, que cambi6 desde sus cimientos a

    partir del Holocausto y fue practicamente invisible hasta

    entrada la decada de 1970, ha vuelto a constituir una parte

    vital de la cultura publica de Alemania. El vacio se transfor-

    ma asi en un espacio que, de maneras diferentes, vuelve po-

    sible para judios y alemanes la reflexi6n y la memoria. Re-

    mite a una ausencia que constituye un peso terrible, a una

    ruptura de la civilizaci6n que deja su impronta en la vida de

    todos los que han nacido con posterioridad a ella. En tanto

    vacio persistente, ese espacio se sustrae al uso como sala de

    exposiciones. Su negatividad epistemo16gica no se deja ab-

    sorber por las narrativas que ocuparan a los visitantes en las

    salas con objetos del Museo, instalaciones y puestas en esce-

    na. El vacio sigue presente sin embargo en la conciencia de

    los asistentes cada vez que son confrontados con el desde los

    cruces en forma de puentes. Es asi como los visitantes mis-

    mos se mueven en sentido literal, es decir espacial, entre las

    !ineas. Atravesado por un vacio sin imagenes, el edificio de

    Libeskind se transforma asi en escritura. El edificio mismo

    escribe en lenguaje arquitect6nico el relato interrumpido de

    Berlin y, a la vez, 10inscribe en el movimiento fisico de quien

    visita el Museo. De esa manera, abre un espacio para la me-

    moria que se articula y se puede leer entre !ineas.

    problematico que pueda parecer ese planteo, Libeskind en-

    contr6 una brill ante soluci6n; su edificio anexo esta pr6ximo

    a ser terminado, tras haber tenido que superar una serie de

    resistencias po!iticas, esteticas y financieras como conse-

    cuencia de la reunificaci6n alemana.

    El Anexo se ubica junto al antiguo Berliner Museum, un

    palacio barroco que albergaba la Ca~ara de Justicia berli-

    nesa antes de ser refuncionalizado comoMuseo en 1962. El

    ala antigua y el ala nueva quedan separadas una de otra.

    Desde el Museo originario, s610se puede acceder al Anexo

    por via subterranea. La estructura del edificio ha sido des-

    crita con frecuencia como zig-zag, como relampago 0 como

    estrella de David quebrada. Libeskind describe su edificio

    como"entre las !ineas". La deliberada ambigiiedad de la sig-

    nificacion espacial arquitect6nica y de la literal (uno lee en-

    tre !ineas) remite de manera certera al nucleo del planteo

    arquitect6nico. De hecho, su estructura fundamental ha de

    encontrarse en la relaci6n entre dos !ineas, una recta, pero

    fragmentada, mientras la otra va cambiando de direcci6n en

    varios ailgulos obtusos y agudos y es en principio infinita.14

    En terminos arquitect6nicos, ese eje longitudinal se traduce

    en un plano angosto de espacio vacio que corta varias veces

    el rumbo de la estructura en zig-zag, llegando desde el piso

    hasta el techo. Surgen asi cinco "voids", como los llama Li-

    beskind, espacios en blanco complementados por un voided

    void [vaciovaciado] fuera del edificio principal. Ese vacio no

    es accesible desde las salas de exposici6n del Museo. S610se

    10puede ver desde los angostos puentes que 10cruzan en

    cada nivel. Un abismo se abre a la mirada, tanto hacia arri-

    ba comohacia abajo, seglin cual sea el nivel en el que uno se

    encuentre. Ahora bien, ese vacio interrumpido y fragmenta-

    do una y otra vez forma la espina dorsal arquitectonica del

    edificio. Hay que comprenderlo tanto en terminos literales

    como conceptuales. En tanto vacio, remite a 10ausente, a la

    ausencia de los judios berlineses que fueron victim as del

    Holocausto. En tanto vacio interrumpido, remite a la histo-

  • Con todo, soy plenamente consciente de que el Museo Ju-

    dio no puede constituir un modelo para el espacio urbano.

    La especificidad del proyecto de un museDpermite al arqui-

    tecto una serie de libertades formales y conceptuales que no

    podrian aplicarse 0 repetirse en el diseiio de un espacio ur-

    bano como el de Potsdamer Platz. Si no obstante ello esta-

    blezco una relaci6n entre el vacio construido del museD de

    Libeskind con el vacio tapado con edificios de Potsdamer

    Platz, es porque aquel proyecto pone en cuesti6n de manera

    muy productiva la fascinaci6n que provoca la megaobra en

    construcci6n. EI recuerdo y el olvido aparecen inextricable-

    mente ligados. Naturalmente, ambas formas del vacio se di-

    ferencian radicalmente entre sf. Una es un espacio urbano

    abierto resultante de la guerra, de la demolici6n y de la his-

    toria del Muro. La otra es un espacio arquitect6nico cons-

    truido a conciencia y en esencia autorreflexivo. Cierto es que

    ambos espacios generan la memoria. lPero la memoria de

    qui en? EI concepto mismo del vacfo tendni un significado

    distinto para los judios que para los alemanes. Dificilmente

    puede evitarse el peligro de romantizar 0 de naturalizar el

    centro vacio de Berlin. De la misma manera, el museD de Li-

    beskind debe enfrentarse con el reproche de que estetiza y

    monumentaliza el vacio, de que induso 10 hace caer en mala

    metafisica. Derrida seiial6 ese punto cuando en dialogo con

    Libeskind advirti6 sobre el peligro de una 16gicade la ejem-

    plaridad.15 Por otra parte, el edificio del Museo muestra que

    Libeskind es de hecho plenamente consciente del riesgo de

    la monumentalizaci6n: es cierto que el Anexo es gigantesco,

    sobre todo en comparaci6n con el edificio barroco originario.

    Pero en contraste con la arquitectura monumental conven-

    cional, se sustrae por compIeto a una mirada totalizante que

    10 abarque, imprescindible para el efecto monumental. Lo

    mismo vale para el vacio que recorre el edificio, como tam-

    bien para la fachada, a la que Ie faltan tanto la entrada cen-

    tral como la escalinata usual en los museos tradicionales.

    Tal monumentalidad antimonumental, con la que el Museo

    15 Cf. Daniel Libeskind, "Jacques Derrida zu 'Between the Lines"', en

    Muller, op. cit., pp. 115-120.

    busca articular la vida judia en Berlin y el hecho hist6rico

    del Holocausto, se opone de la manera mas contundente al

    recordatorio oficial del Holocausto que se erigira en el extre-

    mo norte de aquel vacio entre la Puerta de Brandenburgo y

    la Potsdamer Platz. Si uno pone en duda, creo yo con buenas

    razones, la capacidad de los monumentos convencionales

    para mantener viva 0 induso para promover la memoria pu-

    blica 0 colectiva, entonces el anexo de Libeskind al Berliner

    Museum quizas constituya un mejor recordatorio de la his-

    toria alemana y judia, de la historia de los vivos y de los

    muertos, que 10 que pueda llegar a ser nunca ninglin monu-

    mento oficial al duelo por el Holocausto.

    Para conduir, habria que seiialar que en el marco del ac-

    tual boom de la construcci6n en Berlin, el edificio de Libes-

    kind es el unico proyecto que explicita temas de la historia

    nacional y local de manera relevante para la Alemania re-

    unificada. En este sentido, ni la renovaci6n del Reichstag por

    Noman Foster ni el plan ciertamente atractivo de Axel Schul-

    tes para el Barrio del Gobierno en el Spreebogen pueden

    compararse con la obra de Libeskind. Con su enfasis articu-

    lado arquitect6nicamente sobre las rupturas y discontinui-

    dades de la historia alemana y judio-alemana, el Museo Ju-

    dio se opone a los intentos de los reconstructores criticos de

    acoplarse sin intersticios con la arquitectura y el urbanismo

    del Reich imperial, que sencillamente dejan librada al olvi-

    do la arquitectura de Weimar, del nazismo y de la RDA. En

    tanto arquitectura de la memoria, se opone tambien al pos-

    nacionalismo de la arquitectura corporativa global a la ma-

    nera de Potsdamer Platz, una forma de construir y de plani-

    ficar que carece tanto de memoria como de sentido enfatico

    del lugar en el que se emplaza. Es asi como este edificio,

    diseiiado antes de 1989, sin querer se transform6 en la deca-

    da de 1990 en un manifiesto contra ese otro vacio que se ex-

    tiende desde una concepci6n nostalgica de la Berlin del 1900

    hasta una entropia urbana corporativa pos-2002. Aun no ha

    concluido el relato de Berlin como vacio. Pero, quizas, esa

    ciudad tan vital y llena de energia logre incluso incorporar

    en el tejido urbano el ultimisimo elefante blanco de Potsda-

  • mer y Leipziger Platz. Paris 10gr6 convivir con Sacre Coeur.

    i,Por que Berlin no habria de poder vivir con Sony Corp?

    Cuando haya mermado la actual tormenta de imagenes,

    cuando se haya vuelto obsoleta la INFOBOX,cuando se haya

    olvidado la reconstrucci6n critica, podria Uegar a imponerse

    la concepci6n de la capital como montaje de las mas diver-

    sas formas y espacios hist6ricos; el compromiso con la im-

    prescindible textura palimpsestica de los espacios urbanos

    podria llevar entonces algun dia a formas arquitect6nicas

    nuevas, hoy inconcebibles. Esperemos que asi sea.

    8. MIEDO AL RATON:

    LAS TRANSFORMACIONES

    DE TIMES SQUARE

    PORMAs QUE "CATS",el espectaculo que bate el record de

    permanencia en Broadway, estESen su decimosexto ano en

    cartel en el Wintergarden Theater, unas cuantas calles al

    norte de Times Square, el miedo a un rat6n se transform6

    en el tropo dominante en el debate actual sobre la revitali-

    zaci6n urbana de Times Square. Cuando oigo determinadas

    criticas exasperadas y apocalipticas sobre los efectos de la

    invasi6n de Disney en el santuario de la cultura popular de

    Nueva York no puedo sino recordar c6mo 10snazis detesta-

    ban al rat6n Mickey. Para ellos, ese personaje simbolizaba la

    contaminaci6n de la autentica cultura alemana; el rat6n era

    oscuro, sucio, portador de enfermedades, una amenaza para

    el cuerpo politico y para el cuerpo de la naci6n.1 En la Ale-

    mania de la decada de 1930 el rat6n era, claro esta, el judio.

    En el film propagandistico de 1940 Eljudio eterno, la diaspo-

    rajudia era representada por enjambres de roedores migran-

    tes, que invadian, destruian y controlaban hasta el ultimo re-

    ducto del globo terraqueo. Una teoria de la globalizaci6n

    avant la lettre: intensamente paranoica, conspirativa y ase-

    sinamente ideo16gica. Como reacci6n al exito de las pelicu-

    las de Disney en Alemania, los nazis hicieron foco en el color

    negro de Mickey, alertaron sobre la "negroidizaci6n" (Vernig-

    gerung) de la cultura alemana y de esta manera fusionaron

    a Disney con un ataque al jazz como aquella otra modalidad

    de la cultura estadunidense -por ende, contraria a la ger-

    manidad- que debia ser extirpada. Louis Armstrong Y

    1 Sobre Disney en Alemania, vease J. P. Storm y M. Dressler, 1m Reicheder Mickey Mouse: Walt Disney in Deutschland, 1927-1945 [En el remo delRaton Mickey: Walt Disney en Alemania, 1927-1945], Berlin, Henschel, 1991.

  • 11. Vista este a traves de la obra en construcci6n de Pots-

    damer Platz con Info Box. Foto: Elisabeth Felicella, 1995.

    12. Albert Speer. Eje norte-sur. Maqueta. Foto: gentileza

    de la Universidad de Columbia.

    13. Instalaci6n en el vacio. Foto del auto!, 1991.

    14. Helmut Jahn, Edificio Sony. Potsdamer Platz, maque-

    ta. Foto: gentileza de la Universidad de Columbia.

    15. Henry N. Cobb, Edificio Quartier 206, en Friedrichs-

    trasse. Foto: Berlin, Visionen werden Realitat, 1996.

    16. Jean Nouvel, Edificio Quartier 207, en Friedrichstras-

    se. Foto: Berlin, Visionen werden Realitat, 1996.

    17. Richard Rogers, Edificio de oficinas, Linkstrasse (Pots-

    darner Platz). Maqueta. Foto: Berlin, Visionen werden Reali-tat, 1996.

    18. Museo Judio, anexo al Museo de la Ciudad de Berlin.

    Maqueta, por Daniel Libeskind. Foto: estudio Daniel Libes-kind.

    19. Museo Judio, anexo al Museo de la Ciudad de Berlin.

    Plano, por Daniel Libeskind. Foto: estudio Daniel Libeskind.

    20. Museo Judio. Vista del espacio con puentes. Foto delautor.

    21. Albert Speer, Gran Hall en el eje norte-sur. Maqueta.

    Foto: gentileza de la Universidad de Columbia.

    22. Museo Judio. Vista del espacio. Foto del autor.

    23. Christo. El Reichstag con envoltura (r). Foto tomada

    de un peri6dico de la epoca.

    24,.Christo. El Reichstag con envoltura (II). Foto tomada

    de un peri6dico de la epoca.

    I. MEMORIA: GLOBAL, NACIONAL, MUSEOL6GICA

    [11]

    1. Preteritos presentes: medios, politica, amnesia

    2. Escapar de la amnesia: los museos como medio

    de masas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    II. HOLOCAUSTO: IMAGEN, c6Mrc, MONUMENTO

    [77]

    3. Anselm Kiefer: el terror de la historia y la tent a-

    ci6n del mito .

    4. El Holocausto como historieta. Una lectura de

    Maus de Spiegelman. . . . . . . . . . . . . . . . .

    5. Monumentos y memoria del Holocausto en la era

    de los medios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    III. ESPACIO URBANO Y TEl'vlPORALJDAD

    [165]

    6. Monumental seducci6n: Christo, Speer, Wagner.

    7. El vacio rememorado: Berlin como espacio en

    blanco . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    8. Miedo al rat6n: las transformaciones de Times

    Square ... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

  • IV. UTopiAS DEL PASADO, RECUERDOS DEL FUTURO

    [225]

    9. Palimpsesto 1968: Estados Unidos/Alemania.

    10. Recuerdos de la utopia . . .

    Fuentes bibliognificas de capitulos

    fndice de ilustraciones . . . . . . .

    227

    252 Este libro se tennino de imprimir en mayo de2002 en los talleres de Impresora y Encua-demadora Progreso, S. A. de C. v. (IEPSA),Calz. San Lorenzo, 244; 09830 Mexico, D. F.

    En su composicion, parada en el Taller de

    Composicion Electronica del FeE, se emplea-

    ron tipos New Century de 10:12 puntos. La

    edicion consta de 2 000 ejemplares.

    279

    281


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