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M A R

I N T E R I O R

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HISTORIA

Tres culturas que amanecen. Tres moonstruos de fuego. Tres personajes de inacabado destino abocan al Mar Interior. Sus límites traspasan los limites: La Cristiandad. Su cultura atraviesa el tiempo inmovilizando el espacio: El Islam. Su civilización, no mortal sobrevive a los avatares: El universo ortodoxo. Sus divergencias inventan las cruzadas para rivalizar. En la piel del mar quedan impresos los choques sordos y violentos de estas bestias potentes.

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Un mar maltratado por las flotas enemigas; bruñido de maderos y lienzos milenarios. De palabras que no devuelven el sonido. De olas que miden sus fuerzas con los riscos. De espumas blancas como pastel de bodas. Desde el alba de nuestra Historia todas las razas regresan al mar; con olor a pinos y palmeras, con orgullo de ser hombres o de sentirse personas. Ciudades esplendorosas engrandecieron las aldeas costeras, embriagándose de juegos, de placeres y fortaleciéndose el vino en las odres.

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HERENCIA De pleno centro del mar surge este Movimiento de heredad, curado de fracturas, revivido después de un largo sopor. La distancia muerta acercándonos a su principio. Los milenios se aproximan, se hacen nuestros, flotando en el tiempo inmortalizado. El Mediterráneo trasforma el alma de la carne. Su mar enigmática ... Ventana abierta que asoma desde la eternidad. Con susurro de abrojos que se entremezclan en el silencio. Su costa fermentada…. muestra mesura en el orden y la armonia. Donde las aves duermen acechando el regreso del intruso hacia los suyos.

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Y el agua se mece en su letargo, mientras, la luna se asoma vigilando su sueño. Se desnuda dejando ver su rostro vehemente. Vehemente al sol que embebe los colores. Vehemente a los perfumes del jardín de Adonis. Vehemente al viento y al paisaje que le baña. ¡Mar arcano! Oue asoma los matorrales oscuros de unas tierras ocres y blancas. Oue erige sus pilares en el silencio y la soledad, al borde de un mar indigente y parsimonioso. Oue alberga los sonidos cuando la noche despide a la luz. Que marca en la arena de sus costas, el sudor y la sed. Que a sus gentes, ebrias de mar, de frutos y aves, se les sube a la cabeza el sabor a sal y a ova fresca; el sonido de bemoles

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y corcheas, que en la luna de Agosto suenan en la costa de Cartagena.

FIN Mª Dolores Madrid

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A LOS FAROS DE CARTAGENA Curra y Navidad a la sombra de colinas, con ojos celadores, alumbran, las noches solitarias, por las celdillas. Espumas de espesa nata azotan sus pedestales, quedando sabor salobre en las abruptas y empinadas moles. Erguidos en centenarias piedras orientan con armonía, las rutas en los cielos y en el mar las travesías. Torre redonda de encopado quinqué, cañón de luces verdi-rojas de centelleos en vaivén. Mares bravíos estrellan sus batidas aguas en los rompientes brazos en reposo,

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donde el mar caprichoso, riza un tirabuzón a sus olas. Cartagena su testa humilla para cantar a sus faros con ritmo de marea viva, un cántico de amor y poesía. Bravo le canta el mar a sus faros. Tambien le canta el mar sereno, y aún, sin brillar la luz al día, sus cantos se vuelven ecos. Acompasa sus sonidos con la fuerza de su pétreo cuerpo, convirtiendo una tormenta en música de concierto. Como caña mecida por el viento silban en susurro su lamento, y las aves en su desnudo vuelo transforman en gama de colores, los bronceados reflejos de sus reflejos. Redonda la noche junto a manantiales de estrellas, iluminan, el plateado y hondo lecho de sus huellas. Torres gemelas cubiertas de nubes de algodón y humo;

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artífice paladín de secretos para compartir bellas soledades en los ardientes besos. Garganta estrecha en lo más alto. Si mira hacia la tierra en la nocturnidad de la noche, vuelca su cálido aliento, quedando los gritos ahogados en la frialdad del asfalto negro. Ciudad oculta que descubre a los vientos. Salvando obstáculos, con sus ojos encendidos girando sobre sus pasos. Rumores de silencios. Motores que avante avanzan entre hinchados vientos. Su acento, gris como la tarde, agoniza lento, muy lento. ¡Entonces huyen los silencios! Linterna de foco constante. De lenguaje pausado. De calmado movimiento y de andar quedo. Ni un gesto por el aire.

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Ni movido por el viento. Sólo dos faros erguidos, erectos, y yo, mirándoles de hito en hito, ¡Circunspecto!

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CARTAGENA SUFRE Sé que me quieres Señor. Sé que un corazón bueno, sostenido de Tu Madre en Sus brazos, te duele su dolor y sus súplicas complaces. Cartagena sufre. Cartagena siente angustia. ¿Te lo ha dicho Tu Madre? Los cartageneros le contamos los secretos. En el vértice del amor nací manchada de culpa. Mas Tu aliento me límpia, me da gozo y la alegría de colores pinta. Permíteme Señor, que ahora que Tu Madre, mi Madre, está tan cerca, le cuente mi zozobra adversa. Tragando el limón amargo que me ofrece la vida, quiero ver tu rostro al alcance de mi mano. Quiero sentir tu peso en mi hombro.

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Peso que no pesa. Quiero pasear contigo bajo el azul ileso. Te llevaré por los caminos que pisan mis pasos. Como noticia voceada en gala de luces, se extiende tu salida por veredas y plazas. Todos quieren sentirte. Todos quieren verte. Una mirada, una sonrisa, una lágrima, una saeta y un íGuapa! De una lista de peticiones se cubren Tus sienes y Tu cuerpo. El tic - tac del reloj no suena. Los segundos no andan. El tiempo ocioso, se para en el bronceado aire de la mañana. Los corazones se alteran cuando asomas Tu cara a los ojos ávidos de besos. Los que te llevan a hombros congelan el momento, para que no pase el tiempo. Las mujeres, de luto en sus ropas y en sus entrañas

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piden, amén de perdones, el beneficio de fuerzas larqas. Señora, sola, soy un nombre y entre la gente me pierdo. Sola, también medito. ¡No me abandones! Si Te hablo, Madre no me respondas con el silencio. Hazme fuerte, firme, resuelta y sin miedo. Mira, Señora, ¿ves mis manos? Las utilizo, para manipular objetos diversos y para ensombrecer la nívea hoja de este cuaderno. Quiero Señora y Madre mía que busques en el almacén del cielo un alma pura, un corazón sin rudezas, sin rencores ni desafectos. Quiero estrenar un alma nueva en éste burdo cuerpo.

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SEMANA SANTA EN JEREZ

JUEVES SANTO Un grito en la noche se ahoga. La cabeza delatora se hunde en Su mejilla y palos y espadas en las Colinas se expanden. Una huella de pisadas divinas aguarda a los hombres de sombras, que se esconden en las tinieblas pretendiendo ocultarse. La noche se hace noche pura y larga. Jesús, maniatado, derrama, a su paso lágrimas candentes. Bocas abiertas como crateres, echan por sus labios la ardiente lava de perdones, quebrando de dolor los pechos por las miserias vergonzantes. Un frío gélido cala los huesos. Miles de personas siguen sus pasos por estrechas calles; un pequeño,

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temeroso, yerto, se cobija en el seno de su madre hecho caricia. Dolientes criaturas se horrorizan de sí. De sus manos, maldicen asir el martillo y los clavos que atravesaron sus miembros. En torvos improperios se desatan pretendiendo el olvido y la inocencia. Su corazón aprisionado de espinos se inclina sonriente buscando hombres, que descargan su tristeza en sueño desolado. ¡Cristo de la salud! Tu enciendes rostros y corazones de mármol. A pesar del temblor de Tu cuerpo, te seguimos flagelando. LA PASIÓN ¡Semana de pasion! En miles ojos de viento se dibujan las mujeres con mantilla. Haciendo de la noche cobijo,

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oculto mi rostro y mi cuerpo. Brisa ancha y luto en mi corazón de negro asfalto, al paso de la Vera Cruz, La Lanzada, la Oración del Huerto y el Mayor Dolor. Me inclino con fervor ante este gran abismo de Hombre. Cuando mi cabeza alzada hacia arriba mira su iris de nácar siento que no me salvo del miedo. Cristo de la Salud. Despojo de Divina Carne seguido con amargo corazón, por miles de pies heridos. Una voz se ensancha con fuerza acompasada, para lanzar al aire con desgarro en su garganta, una saeta que separa los labios del que canta al Crucifijo de San Miguel. Anuncio de escalofríos, silencio puro en la magnética calma. La yedra en las Puertas del Sol, la noche de Jesús agiganta. Me siento indivisible, mi corazón, de todos los Pasos

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da Gloria declarada. Más, las gentes, compartir no pueden a un tiempo al Señor de la Via Crucis, Al Nazareno y la Buena Muerte; Mientras, ellos, avanzan y avanzan. Seis hermandades quedan, y les crecerá la rabia, les crecerá la impotencia por perderse el Perdón, La Concepción, Loreto, el Cristo y Mª del Valle, Soledad y el Descendimiento. No puedo con los vertiginosos ojos que de frente me miran. Ojos, que, en la noche hablan. Espuma de bilis clamando perdones a los que hieren como ortigas, al cuerpo sin vida del Hombre en la Piedad. Jinetes de angustia y muerte le acompañan royendo el hueso pálido de primaveras sembradas; Extiendo mi mano vacía. Y en mi silencio de brumas no puedo evitar un temblor ante el Santo Entierro del que buscaba.

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Pega el golpe del día y broto en mis raíces que se vierten en presencia de mí, sintiendo que ardo con hondas nostalgias de ti. Siento un halo de céfiro en mi cuerpo, traspasado por una órbita infinita. Siento que Dios, ha besado por dos veces mi indigna megilla.

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A LA VIRGEN DE LA CARIDAD Párpados de cielo, ojos de mar al mediodía, boca de luna llena; Lirio de Mayo, Tu corazón, cansado de tan golpeado. En tu pedestal alto y aquí abajo, callada e inmensa, Tu cara nos mira con fijeza. ¡Ningún reproche! Tu resplandor ensombrece el azul intacto. Cartagena, cual paloma inquieta, vocea cantos de amor filial, y nosotras, todas en una nos unimos a su canto.

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CARTAGENA CON ISAAC PERAL

Luz angosta de mañanas ilumina el callejón de Zorrilla; ¡Presagio de campos de eternidades! Tras los muros de Sª Mª de Gracia, en el clamor de su llanto bautismal, cantan los ecos el nombre de su nombre. ¡CARTAGENA E ISAAC PERAL! Crecen en cercanas calles los veneros de su sangre; brota el pensamiento en su mente recibiendo dádivas de mieles adolescentes. Por su Patria elimina sombras y miserias, bramando mudo entre sus dientes. A galope en sus estudios, descubre ráfagas de luz donde solo hallaba nubes. En su pozo de ideas vivas bullen lágrimas de acero:

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navegar bajo las aguas donde el sol no toque el hierro. Frente al hueso de su frente el Observatorio Astronómico; agitan su cabeza sangrantes geometrías ciencias y físicas calculísticas. Tornalunas a sus tesis, y contradictorias teorías, robustecen con entusiasmo la extenuada sangre de su eximia anatomía. Detractores de paja y estropajo despliegan largo pergamino. Retrogradando su camino dan vueltas a las vueltas con argumentos peregrinos. En la España debilitada brota un volcan de alegrías; Ceñudos,sus hombres-guia, divisan cuerpos en movimiento de preguntas sin respuestas; arrojan con premura cinco mil dineros, en su pañuelo húmedo de llanto y desaliento. El arsenal de la Carraca

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estruendoso resuena, y el viento extiende por España, con laureles, el éxito en sus gargantas. Cartagena vibra de gozo; sus pechos se ensanchan, y su cabeza erguida mira para siempre el azul celeste y sus colínas. Ya no tendrá de qué avergonzarse; ya no mirará de reojo al alba; más, sobre el alma de Peral se vierte zumo de limón ácido con saña. Vetustos espectros con faldones largos, hacinan su invención; arrebatan la esperanza que abrigó dentro de su alma. ISAAC PERAL que buscó en la nada y halló luz sin menoscabo. Celando nieblas. Celando auroras, enterró mentiras, sepultó envidias de luto que flotaban en las aguas, para ver nacer la semilla de la nave estanca, que en equilibrio perfecto pululaba. Cuán poco duró

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su corazón henchido de gozo. Cuán corto el calor de su hoguera viva. En espera y más espera su salud deslustra su gloria terrena. Su franca sonrisa articula un gesto de ahogado grito. Su alma sencilla palidece hasta extinguirse. Más, en el espacio de su espacio, contra el peso de su peso, vertical su cabeza se yergue; retoma mañanas sin limites, y su nombre se engrandece entre las luces terrestres.

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BRISA CÁLIDA

A FLOR DE SAL He amarrado a tu puerto el corazón cual bajel cansado de orillar hasta recular de ti mar mío. ¡ Oh mar! Gozosamente tu nombre paladeo integrándome en toda tu belleza. Como si arrebatarte tu azul fuera, con el alma en alto me acerco a contemplarte. He querido cambiarme en algo tuyo, y que a mi vez yo a ti te poseyera para tenerte inmenso, poderoso, y no tomar de ti más que la espuma. Si al arrecife llegas, con el airado acento de un arcángel y tu furor descargas en los rompientes…., no existe una belleza comparable.

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Puedes en escarpadas lumbres levantarte, oscurecer en púrpuras de ocaso y hacer nacer el sol desde tus aguas. ¿Por qué tu furia en el acantilado? Cuando tus cicatrices de sal muestras. A flor de piel, a flor de caracola, dejas crecer tu voz en la borrasca, tan amarga y tan sola… Te debates como un gigante que yaciera preso víctima de traición. Obstinado en romper tus ataduras, invades las arenas, deshecho de pasión, loco de furia. ¿Acaso temes mar, que he de acercarme a expoliarte los azules?, ¿a burlarme de tu fiero dolor?; solo quiero de todo tu esplendor, esas espumas.

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A UNA POETISA (Josefina Soria)

Allí, en tu muralla del mar, por milenarias piedras amuralladas, avocada al horizonte de tus sueños, no lejos del rumor de borrascas, ¡Tú! Apagando tu sed, la cristalina agua del puerto. Sed de ansiosos amantes, necesitados de sentir sus canciones y lamentos, de bañarse en espuma, dibujando en el paisaje sus cuerpos. Ráfagas de musas, baten sus alas llenas de resonancias; Trayendo un arco iris en una rama de dorados laureles. Una brecha abierta en sus entrañas, canta a media voz tus versos…. Sin evocar fantasmas.

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Recuerdan la dulce belleza de tu raza, desprecian fisuras, sin vagar en el vacío profundo involuntario de las almas.

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MIRARÉ DE FRENTE No miraré de soslayo. Miraré de frente las hojas trasparentes; Miraré también las que no lo son; Las escudriñaré, ahondaré en ellas con mi mirada, y las fundiré con mi fulgor. Escupiré ese corazón viejo y el joven sacaré del pecho; Ahora, siendo el mismo, me siento mucho más lejos. Fue necesario. Yo cumplí. Quien me mire desde lejos, me hallará mucho más cerca. Una distancia mágica descubre mi destino demorado.

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