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PENSAMIENTO POPULAR. ANALISIS, INTERPRETACIONES, DESAFÍOS.

ANCESTROS CARNAVALEROS EN “TURKAÑA”: EL “APRIORI CORPORATIVO” EN LA CELEBRACIÓN A LOS MUERTOS EN LLAMERÍAS, PUNA DE JUJUY.

Mario Vilca1 Universidad Nacional de Jujuy

INTRODUCCIÓN Los muertos han formado parte de la cotidianidad en la vida de los pueblos andinos. Su culto en forma colectiva constituye una de las importantes continuidades de la historia andina, las otras son el culto al sol y el uso de alucinógenos (Pérez Gollán, 2000)2. Los antepasados, históricos o transhistóricos, son considerados los fundadores de ayllus en tanto grupos enlazados por el parentesco, los cuales administran recursos y estrategias asociadas a un territorio (Nielsen, 2007). El culto a los muertos constituye entonces un marco institucional que afirma las identidades comunitarias, reproduce estructuras axiológico-políticas y afirma los derechos sobre los territorios.

1 Integrante de la UPLAIeI. 2 “Para el estudio de la religión prehispánica del NOA hay tres (3)

temas que merecen ser abordados: la adoración del sol, el uso de alucinógenos y el culto a los antepasados. Pueden ser investigados en un marco estrictamente arqueológico y a la vez están históricamente vinculados entre sí como parte de los procesos sociales de los Andes, arraigados profundamente en el entramado de la sociedad indígena” (Pérez Gollán, 2000: 237).

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En la participación en el culto a los difuntos, que se celebra en el mes de noviembre, y en entrevistas con pobladores de Llamerías y pueblo de Puesto del Marqués, hemos advertido la presencia de la práctica de “turkaña” (intercambio recíproco). Esta práctica reproduce y actualiza un valor que he denominado “a priori corporativo”. Lo comunitario, lo colectivo, se tematiza en tanto valor transversal a los imaginarios y las prácticas locales, y constituye una importante persistencia frente a los cambios propulsados por la modernidad que pone énfasis en lo individual. Nos hemos preguntado cómo se dan las relaciones de “turkaña” con lo corporativo en los contextos prácticos, teniendo presente que el momento de la producción de la acción es también un momento de reproducción, y que los agentes humanos siempre saben lo que hacen en el nivel de una conciencia discursiva. Para el desarrollo de la cuestión se toman los dos momentos de la reproducción sistémica, sólo analíticamente separados, como son la integración social e integración sistémica (Giddens, 1984). Abordaremos los diferentes niveles de agencias que van de los no-humanos a los humanos, pasando por los cuasi objetos (Latour), denominados “turcus”, en tanto “ofrendas” a los difuntos; a fin de reflexionar sobre su poder de direccionar las acciones y valoraciones prácticas de los sujetos implicados. De acá abordaremos la estructura corporativa (“a priori corporativo”) de los no-humanos, denominados “almas” por los pobladores, y cuya representación reproduce claramente la línea católica que ha sido registrada por los extirpadores de idolatrías y que encontramos vigentes en la puna de Jujuy. Reflexionaremos finalmente sobre la relación entre valores y prácticas corporativas en este culto, advirtiéndonos que la constitución de agentes y de estructuras no son dos aspectos separados sino que forman una dualidad. La celebración de Todos santos y fieles difuntos en 1 y 2 de noviembre, según el santoral católico, que describimos se realiza

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en Llamerías, “wara”-sur3, de Puesto del Marqués, departamento Cochinoca, puna de Jujuy. Varios pobladores señalan que el pueblo de Puesto está compuesto de dos sectores, cuyo centro lo constituye la iglesia del pueblo; al sur se extiende Llamerías y al norte Puesto del Marqués4. Se encuentra a aprox. 3600 msnm, altiplanicie fría, cuyos pobladores crían vacas, ovejas y llamas. Los momentos que van conformando la co-presencia entre humanos y no humanos van desde la espera de las almas hasta su “despacho”. El día anterior a la celebración 31 de octubre, se arma la mesa para las almas. Ello implicó que toda la semana se aprovisiona de leña para el horneado, tolas en grandes cantidades, que han sido cortadas en los campos de pastoreo; se acondiciona el horno de barro; se compra todo lo necesario para la confección de los panes, velas, coca, flores, coronas, golosinas y se preparan las comidas y bebidas necesarias. Un telón negro es el fondo de la mesa, en la parte de arriba se extiende el cielo celeste de tela. A la noche se reza el rosario. El 1 de noviembre a la mañana se asan las carnes en el horno. Por la tarde se asiste a misa en el cementerio, y visita la tumba de los finaditos. Se reza y se invita a tomar con las almas, se visitan entre familiares saludándose, rezando e invitando coca, cigarro y bebidas. El 2 de noviembre. A mediodía se procede a levantar la mesa, o sea se reparten las bebidas y comidas a todos los presentes. A quienes les hayan tocado las “guaguas” de pan, o rezadores, eligen a quienes serán sus comadres y compadres y procederán a su “bautizo”. Finalmente se va a “despachar” al campo, detrás de la casa, en dirección oeste.

3 “Wara”, así se refiere Valentin Cussi a “otra región” o “otra

costumbre”. Entrevista noviembre, 2009. En Lara, J, (2001) “waraqa”: s. Costal. Bolsa grande; también “waranqa”: adj. Mil. “waraqa” nos hace pensar en el dicho “es harina de otro costal”, es decir que una pauta cultural, o costumbre corresponde a otra región, a otra “wara”.

4 En enero de 2011, en las olimpiadas del pueblo, presencié futbol de chicos, de mujeres y de veteranos. El clásico era Llamerías vs. Puesto del Marqués.

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VUELVEN LAS ALMAS… Diversos espacios son considerados como la morada de las almas. En la sierra central del Perú, las almas caminan hacia sus pacarina (lugar de origen), a fin de descansar allí; o hacia upaimarca, que para Taylor, corresponde al zamayhuaci (casas de descanso). La extirpación de las idolatrías ha convertido la “casa de las animas de los muertos”, “la casa de las sombras” en “casa del diablo” (Taylor, 2000: 25). En otras regiones andinas, por ejemplo en el sudoeste de Oruro, para los uru chipaya ese lugar está en asapa, donde los muertos trabajan (Condori y Pawels, 1998: 54). En Carangas el mas allá es wiñay marka, donde las almas levantan una iglesia de piedra que nunca pueden terminar (López Ulpian, 1998:129). Similar condición de trabajo forzado, sustentan los aymara del lago Titicaca, aunque el lugar parece ser puliyanu (Fernández Juárez, 1999: 142). Como veremos después el despacho de las almas se hace para el lado oeste de las casas. Esto indica que las almas se van por esa dirección. El oeste es el espacio donde se pierde el sol y desde donde se alargan las sombras de las cosas y por ende de los humanos. Es el lugar o “el país de las sombras”; recordemos que otro de los significados de “supa” es “sombra” (Taylor, Ib.) En Puesto del Marqués, la abuela Amadea nos dice: “Los agüelos decían que las almas vienen del cielo, pue. En compañía, llegaban a la casa, y que venían ya.”5 Enseñaban los “aguelos” que el lugar desde donde parten almas es el “cielo”, y vienen acompañadas. Para don José: “Nosotros sabemos que (las almas) viene del cielo, hay tá el infierno, y ahi ‘ta la gloria.”6

5 Amadea Chiliguay, 78 años, Puesto del Marqués, enero 2011. En

adelante (A.CH.). 6 José Vilca, Llamerías, 65 años, Puesto del Marqués, julio 2011. En

adelante (J.V.).

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Doña Mabel, por su parte, distingue los espacios de donde viene el alma “según sus pecados”: “Las almas vienen según sus pecados. Pueden venir del cielo, del purgatorio y del infierno...”7. El 1 de noviembre, Dios les “abre las puertas” o “da permiso” para que vuelvan a la tierra. Los espacios de donde provienen las almas para los pobladores son: “cielo”, más comúnmente llamado “la gloria”; y el “infierno” (en el caso de las almas condenadas). MÁSCARAS DE LO NO-HUMANO La presencia de los difuntos, de almas, de condenados en el mundo andino se materializa de diferentes modos: moscas azules, mariposas, pajaritos, polillas, nubes, viento. Una de las formas que en Puesto de Marqués adquiere el alma a fines de octubre, es el remolino. Al respecto don Pedro Mamaní de 87 años, un poco sordo y enfermo nos decía: “Será como…respiro sabrá ser, como viento sabrá ser pue, qué vamo a ver nosotros, espíritu nomás pue. Nosotros no lo vemos. Viene como espíritu, remolino”8 Don Pedro agrega otras connotaciones más para la apariencia del alma: “respiro”, “viento”, “espíritu”, y también “remolino”. Hace referencia a la imposibilidad de que los humanos puedan percibir su presencia. Los términos “será”, “sabrá ser” indican que su saber es falible respecto a la naturaleza de estas entidades. Doña Eufemia, hace referencia a lo que “se dice” de ellas: “Dicen que es como aire. Hay como un aire, ese es que viene. Porque vos vés cuando ya falta un mes, quince días hay unos remolinos delgaditos. Decía mi mamá que esos son las almitas, decía.”9

7 Mabel Vilte ,74 años, Puesto del Marques, noviembre 2010. 8 Pedro Mamaní, 87 años, Puesto del Marques, enero 2011. En

adelante (P.M.) 9 Eufemia Mamani, 70 años, Llamerías, noviembre 2009. En adelante

(E.M.)

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Los “remolinos delgaditos” son su correlato material. Por su parte don José Vilca deja entrever que el remolino está asociado, por un lado a las almas y por otro a los diablos: “Ah!, ese vientito, remolino. Cuando ya vienen las doce ya...sssss. Y otros dicen que es el diablo. Lo agarran con lazo, le meten un guascazo... así sabía pegar mi mamá (Gregoria Tolaba).Venias…, venían a la cocina por ahí, mierda, diablo de mierda...perseguía (mi mamá). Perdía y ya aparecía, allá; pegando se perdía y ya aparecía allá...qué carajo. Era chiquitito, asisito… Pero para Todos Santos ya decían que era el alma...”10 En primer término el remolino es el diablo, el “diablo de mierda”. Este entra a la cocina de leña, que siempre se ubica en la parte delantera de las casas en la puna, generalmente es la cocina de afuera, hecha de ramas de tola, circular y sin techo. Su mamá agarra el látigo persigue al diablo para castigarle, el remolino aparece, desaparece y vuelve a aparecer. Es de baja estatura, “Era chiquitito, asisito”. Para los tiempos de inicios de lluvia, tiempo de espera de las almas a fines de octubre, el remolino ya es la personificación del alma: “Pero para Todos Santos ya decían que era el alma…” El remolino está asociado al demonio (wak’a de los indios, en tanto ancestro) en documentos de persecución de idolatrías: “El modo de aparecerse a estos indios el demonio era, algunas veces, en un remolino de viento y aire, y luego una figura de pequeña estatua como indios, de mala y espantosa figura, otros como negrillos feos, otros como inga.” (Taylor, 2000:30). Así el objeto-remolino contiene la agencia de ser el correlato material de un ser poderoso. El diablo en forma de remolino es perseguido a latigazos por la cocina, en tiempos no rituales. Finalmente es expulsado de la casa (de la cocina). En tiempos cercanos a la celebración de los difuntos, el remolino encarna a las almas que llegan. Se los agasaja, y se teme ser “soplados” (no en forma física, sino espiritual). Estos, en tanto almas, están andando por las casas, sirviéndose e invitando a otras almas. 10 (J.V.)

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Entonces almas y diablos, no-humanos, están íntimamente enlazados en la forma remolino (Vilca, 2010). Se considera que las almas dan fuerza, salud, lluvias, buenos pastos para que vacas, ovejas y llamas se críen y tengan multiplico. Pero a su vez estas almas pueden despojar de todos estos dones, si no han sido esperadas. Se dice entonces “Dejan soplando. Y al año no tenés nada.” Y doña Amadea: “Dice que nos dejan soplando, que no tenimos nada. Así decían por eso costumbre, era de poner, de dejar. De poner, todos los años siquiera un poquito.” “TURCOS”: MATERIALIDAD CON “ÁNIMU” La mesa para las almas es denominada “turcos” o “turcus”: “Aquí en Llamerías antes cuando yo era chica donde se hacía las cinco o seis se levantaban los “turcus”…”11 Laime Pairumani (2004) traduce en aymara “turkaña” como “cambio, permuta”. El término “turkt’asuña” connota el “cambiar recíprocamente”. Esto nos hace pensar que los humanos “intercambian recíprocamente” con los no- humanos (almas), ¿qué intercambian? Los “turcos”son también llamados “ofrendas” que “hay que poner” como un mandato implícito que proviene de la moral de los “abuelos”: “…Por eso hay que poner las ofrendas (turcos) para el que se ha muerto, primer año, poner mucho. De todo. Lo que sabía comer él, sabía tomar vino, sabía tomar chicha, qué comida sabía comer, picante o nó, conservas. Todo, qué comían, chicha. Mi mamá (Santusa Gaspar) hacía mucha ofrenda. No hacía como hacimos nosotros, hacia una bolsa de harina, llenito la mesa.”12 Se hacen “de a pares”, de “dos en dos, cuatro o seis” .Pone énfasis en que el alma “nueva”, o “fresca” necesita tener mucha 11 (E.M.) noviembre 2008. 12 Geronima Chiliguay, (G.CH) 82 años, nacida en Puesto del Marqués.

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abundancia. Y todo de acuerdo a sus preferencias cuando estaba vivo. Se le pone airampo “sino, no recibe”. Es decir el alma no acepta si el “turco” no está con airampo color rojo. El color del airampo es el rojo. Esto sería contradictorio si se observa que no se ponen colores que tengan rojo para el alma nueva. Pero el airampo es una medicina considerada “fría”, se utiliza para la fiebre, las hemorragias menstruales, o sea que previene la pérdida de sangre. Esto parece ser congruente con los castigos del alma al poblador que trata de probar su inexistencia, los que consisten en ocasionar pérdida de sangre por nariz y boca. Doña Gerónima señala el cambio de las costumbres, antes “hacía mucha ofrenda”, es decir que se “daba mucho” las almas: “llenito la mesa”. Hoy, parece señalar, los humanos se exponen al castigo de las almas, en forma de escasez. Al preguntarle a doña Amadea en qué ayudan las almas, nos dice: “En todo pue, si no nos soplan, dicen. El almita nos ayudan en todo, valor, pa que tengamos hacienda, nuestro trabajo. Todo, así. Eso dicen.” Los no humanos intercambian (turkaña) con los humanos “valor” o sea fuerza, animu, para la producción, para poder trabajar. “Todo”, sintetiza Amadea. Es decir que su agencia sobre la vida de los pobladores abarca “todas” las dimensiones de la existencia, tanto de los acontecimientos importantes como de las actividades cotidianas. Un aspecto central de este juego de intercambios lo constituye el hecho de que las almas se han alimentado, no con la materialidad de los “turcos” sino con su “ánimu” 13 Es en el despacho, en el modo en que los sujetos, los objetos y la espacialidad se disponen, que se podrá avizorar más claramente los dones de las almas.

13 Sobre la importancia del ánimu de los productos, ver (Bugallo-Vilca,

2011) Este aspecto ha sido obviado expresamente en las interpretaciones del culto a las almas, especialmente en los procesos de persecución de las idolatrías S XVI-XVII.

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Veremos entonces los niveles sociales en que se desarrollan las reciprocidades (entre no-humanos, entre humanos y no-humanos, y entre humanos). TURKAÑA ENTRE NO- HUMANOS Las almas llegan “como carnaval” y las de los dueños de casa invitan a servirse a las otras. Vienen sus compadres, sus hermanos, sus tíos y abuelos. Estas otras almas harán lo mismo, invitando a sus casas. Un permanente convite entre ellas: “Ellas sí vienen. Ya ayer (31 de octubre) ya han llegao. Ya les largan, que vengan a visitar. Son dice, así como nosotros en carnaval invitamos a todos. Dice que andan juntos. ‘Ahora yo te invito a mi casa´, es que dice.”14 Los abuelos enseñan la espera, el convite colectivo: “…los abuelos decían que hay que esperar a las almas…hay que hacer ofrendas, hay que hacer chicha…ellas van a salir allá con sus compañeras, con sus amigos, con sus compadres…comadres, van a venir todos juntos aquí…”15 La colectividad está formada por parientes, compadres y comadres y demás muertos de la comunidad. Asimismo, en su retorno, las “almas nuevas” deben llevar mucho de lo ofrecido por los humanos a fin de ser aceptadas por la colectividad de los muertos, donde pertenecerán; deberán hacer su “invitación”, dar muestras su poder social, y por ende de su potencia espiritual. TURKAÑA ENTRE HUMANOS Y NO-HUMANOS Nos referimos con esta expresión a la invitación por parte de los humanos a las almas al banquete de ánimus de los alimentos. “Las almas deben servirse primero” este es una regla que contiene a la vez el sentido de la jerarquía y la diferencia ontológica entre humanos y almas; pero esta regla conlleva implícitamente la sanción, en caso de que alguien se sirva antes

14 (E.M.) 15 (G.CH.)

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que ellas. Los humanos sólo pueden servirse antes que las almas comidas o “turcos” defectuosos, quemadas o preparadas especialmente para ellos, o para la invitación a los visitantes o familiares humanos. Se comparte el banquete entre humanos y no-humanos, también a través del coqueo (quemando hojas de coca en la llama de las velas), fumando, convidándose: “Coqueaban, coqueaban, dan con sus chuspas, todos coqueaban, quemando, quemando la coca, ese es el zumo pa las almas, decían. Asi coqueaban. Fumando y coqueando (con las almas) toda la noche tiene que estar, así para que sea el día…”16 Entre humanos se dan “con sus chuspas”, no en la mano, como un signo de confianza y fraternidad, pero fundamentalmente para que el otro humano se sirva la cantidad que desee, es decir el otro es el que decide cuánto tomar del convido de coca. Para las almas queman la coca, para que sea su “zumo”, su vapor o su ánimu el que coqueen ellas. Es interesante notar que la combustión de los alimentos es otro modo de agasajar al alma. Estas, así como los seres sagrados en el altiplano boliviano, consumen los alimentos en forma de humo (Fernández Juárez, 1997) La almas rechazan el agua (de ahí el sentido de las “plumas” en los “turcos”, como un modo de significar que pueden volar, atravesar las aguas del río, la mar o la lagunas del más allá). Toda la noche deben intimar almas y humanos, humanos y no humanos. Hasta el amanecer, hora en que se empieza a repartir para los participantes. También otros elementos u objetos son importantes: “La cebollita que tiene toncorito, para que las almas lleven al cielo para tomar la chicha, eso es para ellos…decía mi mamá…así sabrá ser. La escalera es para subir el cielo, pisan, pisan, van al cielo. El tocoro para que tomen el vino, la chicha”17 El “toncorito”, también llamado “tocoro”, “tukuru”, o “toncore”, es el objeto a través del cual las almas beben, consiste en el tallo

16 (G.CH.) 17 (G.CH.)

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de cebolla que se cultiva especialmente para esta celebración. Algunos expresan que es la “cantimplora” del alma, o que es su “troje”, que lleva su bebida para el camino o para el convite en el más allá. Los participantes también comen y beben de modo abundante “pa las almas”. Se come mucho, especialmente si es “nueva” el alma pues tienen que “invitar” a las demás almas, y así obtener prestigio social en la nueva comunidad, y recibir la reciprocidad correspondiente. Y para darle fuerza espiritual (“valor”) en su camino. Y por lo tanto potencia fecundante para las necesidades de los humanos. En el sur de Oruro los muertos y los vivos intercambian (“turkaña”) “regalos”: “En el mes de noviembre, llegaba del oeste, bien cansado, con ropas de trabajo bien viejas, cargado de cebolla, un poco de ají. Al encontrarse en la sepultura, entre ellos se regalaban. Ambas partes se encontraban cargaditas, dicen.”18 Del oeste las almas vienen con cargamento de cebollas, de ají; por su parte los humanos entregan los “turcos”: “entre ellos se regalaban”. La profusión de comidas y bebidas, que los humanos han servido y que van ingiriendo a nombre de las almas, hacen que esta se embriaguen (“se machaban”). Se machan con los humanos: “…había mucha bebida, si servían, diz que tomaban, diz iban quedando. No caminaban rápido, ya cuando la hora de irse. Algunas almas se machaban, diz qui si iban quedando. Así contaban los agüelitos.”19 Ello constituye un honor para los humanos, pues las almas serán más generosas con ellos, y no se relacionará con ellos desde la lógica del cálculo, sino de la reciprocidad generosa. La comunicación con los muertos se hace en estado de embriaguez, coqueando y fumando tabaco. Otros relatos cuentan que las “almas viejas pueden quedarse más tiempo”, pero las nuevas

18 (Condori y Pawels ,1998) 19 (A.CH.)

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(recién fallecidos) no. Se dice que Dios les ha dado “permiso” por determinado tiempo, y “tiene que presentarse” puntualmente. La pauta de que las “almas viejas” puedan quedarse más tiempo, nos hace pensar en que estos “antiguos” o “antiagüelos” puedan estar colaborando con sus fuerzas, “valor” como dice Amadea en la provisión de lluvias, nacimiento de crías, provisión de leche, de quesos, carne, lana, cueros. En suma, “todo”. DERRAMAMIENTO DE SANGRE, CASTIGO DE ALMAS Uno de los modos de sancionar el descreimiento en las almas es la circulación de relatos sobre experiencias que algunos humanos han intentado a fin de desmentir su presencia: “Yo va a esperar el alma” dice que decía el hombre. “Meta gastar, poner todo, yo va a esperar el alma ahi debajo al mesa a ver si dentra o no dentra”. Después cuando taban todos rezando… tan! ha salio gritando el hombre de ahi, nariz con sangre...boca y todo. Se ha desmayao. “Qué te ha pasao?” “Han venío todos lo que se han muerto, han venío. me han agarrao. Por eso me hecho así”, dice que decía.20 “El hombre” representa al sujeto que prioriza los valores del no dar, del ahorro, “meta gastar, poner todo”. Para él la espera a las almas conlleva “gastar” y “poner todo”. Niega el intercambio y la reciprocidad. El sujeto escéptico se esconde debajo de la mesa para ver si llegan o no las almas: “a ver si dentra o no dentra”. Mientras los otros, que rezan, sí creen en su llegada. De pronto el hombre sale de debajo la mesa, gritando y ensangrentado: “Han venío todos los que se han muerto, han venío…” Y agrega: “Po eso me hecho así”. El mismo sujeto descreído señala la causa de su desangramiento: las almas. La regla que enseña que las almas llegan implica también el tipo de castigo específico (Giddens, 1984: 55).

20 (G.CH.)

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TURKAÑA ENTRE HUMANOS . LA CO-PRESENCIA Y DISTRIBUCIÓN Se procede a “levantar” la mesa. Todos los que han participado con rezos, oraciones y cantos son invitados a participar del levantamiento de la mesa. El dueño de casa “entrega” la mesa a los rezadores para que “dispongan” de ella. En caso de alma “nueva” los parientes directos no pueden acercarse a la mesa ni repartir. Se determinan a los encargados de repartir los panes, las comidas, las bebidas. Sentados los participantes niños, adultos y abuelos, en círculo, cada uno munido con sus respectivas bolsas reciben los “turcus” de acuerdo a un orden de rigurosa equidad. Algunos reciben para familiares ausentes. Los participantes deben estar “atentos” a cualquier falta o equivocación en el reparto y solicitar que se castigue con “multa” a los repartidores. Esta “multa” consiste en un vaso de vino, cerveza, chicha u otra bebida alcohólica. O en caso de que los repartidores, se descuiden y alguno de los invitados “robe” algo de la mesa, que ellos están obligados a cuidar. Todo ello en un clima de risas, de bromas. LAS “GUAGUAS” DE PAN Y EL “COMPADRAZGO” Los dueños de casa entregan la pareja de guaguas de pan (también llamados rezadores) a determinadas personas. Estas deben elegir “padrino” y “madrina” de su “guagua”. Un integrante oficia de cura, generalmente una persona mayor, varón o mujer. La pareja debe elegir nombre de su guagua. Generalmente nombres graciosos, antiguos o no habituales: “Fulgencia”, “Pancracio”, “Pepita de Durazno”, “Florcita”. El cura llena de cenizas los rostros, y en vez de incienso pone ají en sahumador que hace estornudar: “Llevaba alzao ante el cura, ya el cura empezaba a bautizar. Esta bautizando… después hostia que sería pue, un plato de ceniza, un platito, de ceniza el cura, cuando esta bautizando… Fuuu…todos

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secaba a sus ojos, Y todo era chiste! Gracioso. De reírse. Como diversión”21 Todo transcurre en un ambiente de bromas y risas. Los contrayentes se hacen compadres, expresándose mutuamente: “Seremos compadres en esta vida y en la otra”, decían. Porque ese pan es de dios, entonces “han hecho el bautismo para que se respetemos. Como si fuera yo te he dao mi hijo”, decían, “somos compadres”22. Se institucionaliza el compadrazgo. Este es un compromiso que se considera “más que el bautizo de la misa” como se dice. En otras regiones andinas estos panes reciben diversos nombres, por ejemplo, t’ant’a wawas y t’ant’a achachis (t’ant’a=pan, wawas=guaguas; achachis= abuelos) los llaman los aymara que viven en el Titicaca, (Fernández Juárez,1999: 130); idéntica denominación entre los aymara de Tarapacá (Van Kessel,1999). En el noroeste argentino se los denomina también “masaguaguas” (Reyes Gajardo, 1952). Esta institución se actualiza entre bromas y risas, en un ambiente totalmente, lúdico y de embriaguez, dada la pauta obligatoria de “beber para las almas”. Llama la atención cómo en este rito, como en los velatorios, el humor, la risa y los juegos son parte estructural de la celebraciones y generan lazos de mayor consistencia que los realizados en contextos de circunspección, tal como lo instituye, la tradición cristiana o también la “constitución moderna” (Latour). En otras regiones andinas se considera que estos “ahijados” de pan protegerán al “padrino” en el otro mundo (Ricard Lanata, 2007). Las guaguas de pan constituyen objetos-sujetos, a partir de cuya mediación de reafirman los lazos sociales.

21 (A.CH.) 22 (G.CH.)

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SOBRE EL CAMINO DEL SOL NACIENTE: EL “DESPACHO” Al termino del “bautismo” nos encaminamos al “despacho” de las almas. Caminamos hacia el poniente por detrás de la casa hasta el campo. Se procede a abrir un agujero, se manda a los niños que vayan a juntar piedritas blancas. Se pide permiso a los presentes (humanos y no humanos) y se procede a dar de comer, beber, coquear y fumar a pachamama. Se dice que “vamos a hacer salud con la almita Yaqueta Yumpe”. ¿Qué sentidos podemos encontrar en el nombre del alma Yaqueta Yumpe? Bertonio, L. (1612) anota: “llaquitha”: “entristecerse por algo”. “Yaqueta” (como pronuncia Valentín) está relacionado con “llaquitha”, el alma triste. Por su parte “Yumpe” tiene relaciones con los términos “llumppitha” que es “arrastrar el vestido”, que para nosotros refiere al vestido que lleva el alma triste. También “llumppithatatha”, significa “rebosar el río”. Este rebosar el río también parece relacionarse con el llanto asociado a “llaquitha”, el estar triste. ¿Qué connotaciones tiene este “rebosar el río” para el poblador de la Puna? (Vilca, 2009). “Nosotros hacemos salud con el alma Yaqueta yumpe. Antes cuando era chica hacían en todos lados. Ahora nadie, por ahí alguno hace algún despacho, pero ya no”, dice doña Eufemia. Si bien el nombre de Yaqueta Yumpe está relacionado a la despedida de las almas, llamativamente la boca de la tierra y todas las propiciaciones al alma Yaqueta, están orientados hacia el este. De tal modo que los celebrantes, ya no están enfrentados al oeste, de donde vienen las almas, y hacia donde vuelven, sino al este; es decir en dirección a la salida del sol. En el cementerio del pueblo los difuntos adultos están con la cabeza en dirección donde se muere el sol, mientras que en el despacho el alma Yaqueta se ubica en sentido contrario, la cabeza hacia el este. Por otro lado se bebe a su salud, y de a dos, en tanto dualidad. La agencia de Yaqueta parece entonces concretarse en relación con la separación del mundo de los muertos, la reafirmación de los lazos sociales, las fuerzas vitales (piedras blancas se relacionan

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con la grasa, con el semen, con las nieves y con el engorde (Bugallo, 2010), y el “rebosar” del río. Otra posible derivación del sentido de “yumpe” sería “yumpi”, o “llumpi”, lo cual nos lleva al término “chullumpi”, directamente relacionado al origen de los camélidos en los ojos de agua o lagunas (Flores Ochoa). Habría que indagar continuidades y/o diferencias con el “alma tispachu” (el despacho del alma) referida por Fernández Juárez para los aymaras del lago Titicaca (1999: 149); y con el “alma mundo” de los aymaras de Tarapacá, Chile (Van Kessel, 1999:201). Yaqueta parece ser un antepasado común de la “wara” de Puesto del Marqués, dado que no parece ser sólo de Llamerías. Por otro lado, todos los despachos están situados al lado oeste del pueblo de Puesto. Las entrevistas mencionan espacios desde donde vienen y van las almas (cielo, infierno, purgatorio), mientras que las prácticas siguen el régimen del “taki” (camino) del sol. Es decir va inscribiendo, reinscribiendo y actualizando los valores ancestrales en los cuerpos y las memorias la significatividad espiritual del sol, así como de la tierra, en la vida cotidiana de los pobladores. Nos hace pensar que el relato y la narrativa están atravesados por la colonialidad, mientras que las prácticas nos comunican la presencia de antiguas persistencias. En las prácticas se actualizan los valores del intercambio y de lo corporativo (como veremos), muy asociado al parentesco. EL “A PRIORI” CORPORATIVO Denominamos “a priori corporativo” a la modalidad de un valor que está presente en los relatos, en las representaciones, en el imaginario y se reactualiza en las prácticas rituales principales de la comunidad. En este caso en la celebración a las almas, en noviembre. Este valor hace referencia a lo grupal, comunitario o colectivo, es decir que incluye a diferentes niveles del “nosotros”. Pensamos que está presente en varios de los niveles ontológicos y en las relaciones entre las alteridades presentes (y ausentes) en la celebración. Se actualiza en la práctica del intercambio

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(turkaña) entre almas, entre almas y humanos, y entre humanos. Lo corporativo en la práctica se aprecia en los modos de colaborar, por ejemplo, cuando hay un “alma nueva”, los vecinos y parientes, aunque estén distantes colaboran con muchos elementos para que el alma que es “nueva” (y que invita a las demás) pueda ser también reconocida socialmente, tal como se hacen los pasantes religiosos o también presidentes de las comparsas de carnaval. También en el banquete que se sirve a las almas, o en la “invitación” que se hacen las almas entre sí. Doña Lidia Cussi dice: “…Ahora yaaa, los jóvenes ya casi nada, yá. Como años saliamos ya del cementerio te invitaban aqui a la casa del otro vecino, ibas, no era preciso de invitar. Ya sabias que era nuevo tenias que ir a rezar. Rezabas de ahi salias de ahi, te ibas a otro, rezabas de ahi ibas al otro. Amanecían rezando.”23 “No era preciso invitar”, puesto que hay un a priori, un supuesto de que están todos invitados, o es una obligación ineludible la participación. En el nivel de lo no-humano, lo corporativo aparece en la dimensión de las representaciones sobre el modo en que las almas vienen “como carnaval”, es decir todas juntas. Vienen “compadres y comadres”, abuelos, tíos, parientes y también “almas olvidadas” (de las que forman parte los “antiguos”); unas invitan a otras, tal como se hace actualmente en las “invitaciones” que se hacen para carnavales: “…como “carnaval dicen que hacen. Así invitan ellas. Van a una casa, después a otra, después a otra. Así dicen que andan…”24 “…ellas van a salir allá con sus compañeras, con sus amigos, con sus compadres, comadres, van a venir todos juntos aquí”25 No sólo en el espacio humano se comportan de modo corporativo sino en el espacio metafísico en el que habitan. El

23 Doña Lidia Cussi, 72 años, Puesto del Marqués, enero 2011. En

adelante (L.C.) 24 (E.M.) 25 (G.CH.)

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alma, cuando llega al más allá (al lugar donde moran las almas) se dice que tiene que llevar con qué invitar a los demás muertos (comida, bebida, coca) (Mercado, 1997). El llevar comida a la otra vida se recoge en los relatos de extirpación de idolatrías: “… asi mesmo delante del difunto quemaban cuyes coca y sebo y las orejas de la llama y los párpados de los ojos y mais negro y blanco con sangre de la llama y chicha y desian que aquella era la mircapa o comida para que el dicho difunto comiese en la otra vida; y asi aquellas senisas que quedaban del sachrificio quemado se las llevaban a la iglesia y en la mesma sepoltura las echaban con el difunto…” (Duviols, 1986:183-184). La comida para que los muertos lleven a la otra vida es llamada mircapa (que incluye partes y sangre de llama, maíz, coca, grasa y chicha. Existe una jerarquía de poderes que va de los no-humanos (Dios, la Pachamama) como agencias primarias, a los no-humanos (colectivo de almas, Yaqueta Yumpe) agentes mediadores, y de éstos a los humanos (colectivos o waras); los seres humanos no ejercen agencias de castigo o imposición de normas a los otros dos niveles. Sin embargo pueden delimitar los espacios y tiempos humanos mediante actos también específicos (espera, convite, despedida) utilizando para ello determinado tipo de palabras, colores en la vestimenta, música, y direcciones rituales, derecha-izquierda, este-oeste, entre otros. Los pobladores tienen clara conciencia de los cambios en las costumbres, de los modos de preparar los alimentos y las bebidas, del tiempo que antes se destinaba a ello y del “apuro” con que se hace actualmente. También de la actitud de las jóvenes generaciones respecto de las tradiciones celebratorias, como expresa dona Lidia: “…Ahora yaa, los jóvenes ya casi nada, yá. Como años saliamos ya del cementerio te invitaban aquí a la casa del otro vecino, ibas. No era preciso de invitar.” Los cambios socioeconómicos, la apropiación de sus tierras de modo fraudulento, y las luchas por su recuperación, el impacto de tener que ir a trabajar al ingenio azucarero, la llegada del

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ferrocarril, entre algunos factores, les hizo tomar distancia de sus tradiciones, así como afecta los valores comunitarios y “el compartir”. Don Pedro relata: “…después m’he ido a trabajar de chico. Gente de pocos recursos, que vamo hacer. Al ramal, Orán, San Martín, por ahi pasaba, trabajar, ganar el pan del día. Todos, todos ibamos. Una lástima. No tener que comer a veces. Trabajamos, ganábamos 2 pesos. Un chico ganaba un peso, apenas pa la comida. Trabajabamos como burro. Ingenio Tabacal, San Martin. Nadie conocía alpargatas, pié pila, ojotas de cuero, meta mote, calape nomás. No había pan, ni tomar mate., no sabiamos nada.” Don Pedro nos trasmite su experiencia del trabajo corporativo (“todos íbamos”) enajenado en los ingenios de la caña de azúcar y del impacto de los valores centrados en la producción capitalista. DESPACHANDO ESTE TEXTO… Los muertos, en tanto agentes activos en la vida cotidiana de los humanos, actualizan y reproducen los valores del corporativismo en la práctica del intercambio (turkaña). Intercambio y corporativismo constituyen lo “a priori” histórico e imaginario que in-forma la cultura local. Este régimen apriorístico es reactualizado permanentemente en las diversas celebraciones y puesto en práctica en la cotidianidad y convivencia con alteridades no-humanas. Modos de pensar su inscripción en el espacio- tiempo de los cuerpos y las potencias humanas y no humanas, de actualizar los contenidos no discursivos de la memoria, de construir futuros a partir de continuidades y fragmentos. En suma, modos de persistencia de los cuales la práctica celebratoria a los muertos constituye un sendero primordial. Bibliografía Bertonio, L. (2007/1620) Vocabulario de la lengua aymara, La Paz, Ed. El Lector.

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