diario de un plantabosques (versión Íntegra)

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ecologia y sentido comun

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Jos Luis Deltell Usalln nace en Madrid en 1953. Pronto se siente atrado por laNaturalezaylavidaencontactoconella.EslicenciadoenCiencias GeolgicasyfueprofesorenlaUniversidadComplutensedeMadridy profesor de Ciencias Naturales en el Instituto Oficial de RTVE. Fue miembro activodediversasasociacionesdedicadasalestudioyconservacindela Naturaleza destacando principalmente por sus aportaciones a la recuperacin del bosque autctono en el Macizo de Aylln. FuecolaboradorycoordinadorgeneraldelManifiestoenfavordela recuperacin de los bosques, que ley ante losmedios decomunicacin el6 denoviembre de 1996, en el Real Jardn Botnico de Madrid. Algunosdesus artculossobrerepoblacinconespeciesautctonassepublicaronenla revista Quercus. Actualmente sigue repoblando, ahora, en la campia segoviana. OBRAS DEL AUTOR: Poesa: - Emociones, enseanzas y sentimientos (ao 2000) - Caminando por los senderos (ao 2002) - Palabras para un atardecer (ao 2008) Narrativa: - Cuentos de unNaturalista I parte (ao 1998) - Cuentos de unNaturalista II parte (ao 2003) - Diario de un plantabosques (ao 2013) EN PREPARACIN: - Cuentos y Narraciones - Poesa ElDiariodeunplantabosquesnoesundiariocualquiera,esundiario noveladoescritoporunpoetaenamoradodelanaturalezaydesualtruista laborrepobladora.Enlnosdescribesutenaztrabajo,peripeciasy aventuras,siempreimpulsadoporunagranilusinygenerosidadsinlas cuales no hubiera podido realizar su tarea. Este diario nos ensea que para repoblar con xito las especies de frondosas enelSistemaCentral(MacizodeAylln)nohacenfaltagrandesmedios econmicos,nimaquinariapesada,niabrirpistasforestales...sinoser constante,amareimitaralanaturaleza(lasconocidasyalavezolvidadas seriesdelciclodelasucesinecolgica);esdecir,repoblartalycomola naturaleza lo hace pero, claro est, acelerando notablemente el proceso. El libro es interesante, ameno e incluso muy divertido; sus pginas rebosan de naturaleza, de ilusin, de amor a una hermosa y sacrificada tarea... Una bella leccin de altruismo. Es un diario que todos deberamos leer. Diario de un plantabosques (Una desbordada ilusin derramada por las umbras) Diario de un plantabosques (Una desbordada ilusin derramada por las umbras) TOMO I Jos Luis Deltell Usalln ILUSTRACIONES, PORTADA Y CONTRAPORTADA: Jos Luis Deltell Usalln 2015 Edita [email protected] diario de un plantabosques I_Maquetacin 117/07/1411:40Pgina 6 OBRAREGISTRADAen RegistroTerritorialdelaPropiedadIntelectualdela Comunidad de Madrid (Espaa) Elautor,titulardelapropiedadintelectualdeestaobraysusderechosderivados, autorizalareproducciny/odifusin,libresygratuitas,deestelibrodigitalensu formatooriginalPDF,siemprecitandosuorigen,ypormediosexclusivamente digitales, nunca grficos o impresos, sin consentir la menor alteracin de su forma y contenido, ni su explotacin lucrativa por terceros. Edita:ARENISCAS ROJAS Maquetacin: Enrique EstebanDigitalizacin: FJ Barbadillo

Ao 2015 diario de un plantabosques I_Maquetacin 117/07/1411:40Pgina 7 Plantar un rbol es hermoso; verle crecer, una gran satisfaccinobservar, muchos aos despus, a una avecilla hacer su nido en l, ciertamente conmovedor. Entonces cmo sera ver crecer a todo un bosque que plantaste con tus propias manos? Wung Chin Yu Pensador chinodiario de un plantabosques I_Maquetacin 117/07/1411:40Pgina 8 PRESENTACI N El libro que tienes en las manos, amigo lector, es un libro distinto, dife- rente,porqueno es un diario a la vieja usanzaen el quese enumeran unos hechosounasvivenciasacaecidasenunasdeterminadasfechas;no,noes eso, es mucho ms: es un libro cientfico, literario y potico. Es cientfico porque es un estudio experimental, desarrollado durante casi 15 aos a base de tenacidad, de pruebas, recogida de datos, experiencias, ob- servaciones y conclusiones... llevadas a cabo todas ellas segn el modelo y principios de la sucesin ecolgica (los procesos de regeneracin natural), es decir, tal y como suceden en el orden de la naturaleza, imitndola, pues, para que los resultados estn en armona con ella y sean parte de ella. Pretende, por tanto y con toda humildad, ensear a repoblar correctamente las especies arbreas autctonas de estos valles del Macizo de Aylln, de forma ecolgica y sin ningn impacto ambiental; tal y como la naturaleza lo hubiera hecho sola. Plantar as significa acelerar este proceso natural y esa es su ventaja. Es literario porque, en su mayor parte, est escrito a modo de novela, con unos personajes propios que aparecen o nos acompaan por toda la narracin, dialogando y aportando sus comentarios e ideas; es decir, se trata de un diario novelado. Y es potico, porque este diario est lleno, rebosa poesa y no me refiero solamente a los muchos poemas que aparecen insertados entre sus pginas... Poesa que dimana de la naturaleza: los latidos del bosque, las caricias del viento, la msica del silencio, la hermosa compaa de la soledad o la sorpren- dente bondad altruista del ser humano... que el autor capta admirablemente. Parallevaracaboloshechosquerelataestediario,esevidentequese hannecesitadodemuchas dosisdetenacidadyconstancia,deesfuerzo,de determinacin frente a la adversidad y la dureza de la montaa, de sufrimien- tos y mil peripecias vividas all, en las repoblaciones, en medio de estos mon- tes apartados... pero sobre todo se ha necesitado de amor, de mucho amor a la naturaleza y a lo que hacan: su altruista y bella labor repobladora, inten- tandodejarunbosque,devolverelbosquequeaquellasladerastuvierony que, fundamentalmente, el hombre le arrebat. Este diario es la historia de los hechos de estos esforzados plantabosques que, a fuerza de amor, derramaron su desbordada ilusin sobre unas umbras. Wung Chin Yudiario de un plantabosques I_Maquetacin 117/07/1411:40Pgina 9 PRLOGO Hace ya muchos aos que llevo saliendo al campo asiduamente, en rea- lidad toda mi vida he estado ms o menos vinculado a l, pero me refiero, es- pecialmente, a estos ltimos 30 aos; y lo hago porque me gusta, porque lo necesito, amo la naturaleza, pues en ella me siento realmente bien, muy bien... lejosdelhorribleajetreodiariodelasciudades, delestrsydel ruidocada vez ms espantoso que las envuelve, sobre todo de ese castigo constante del odo y de los nervios que son los bocinas de los coches y autobuses. En cambio,enelcampo,encuentrotodo lo contrario:tranquilidad...en forma de sosiego, naturalidad, pureza. Y en lugar de ruido percibes su msica: la meloda de las avecillas, que cantan entonando, alegres, sus ms bellos tri- nos y reclamos; la voz de los rboles, a los que la brisa tambin hace cantar acariciando susfrondas consus vaporososcfiros; losrumores del bosque, que nos traen a los odos voces, secretos, misterios desde sus ms recnditos rincones; los murmullos del arroyo, que parece hablarnos dulce y suavemente cuando caminas cerca de l o descansas plcidamente a su orilla... y tambin, cmono?,lamaravillosamsicadelsilencioquesedejasentirespecial- mente en las soledades: los vastos espacios abiertos, las cavernas o las altas cumbres de las cordilleras, all donde el silencio fund su trono... He recorrido montaas, praderas, mesetas, estepas, dehesas, bosques, cos- tas, acantilados, playas... y en todos esos lugares he disfrutado de todos los encantos que la naturaleza me brindaba: la belleza de sus paisajes, la alegra, cada primavera, al ver brotar nuevamente las flores y al ver llegar, otra vez, alasgolondrinasyotrasmultitudesdeaves;gozandodelatardecerdesde algn suave cerro observando el ocaso del sol y contemplando las magnficas luminosidades que ste obsequia a las nubes o el admirable cielo estrellado en la calma de una agradable noche de verano; qu decir de la coloracin in- creble de los bosques caducifolios cuando, cada otoo, se encienden con sus mejores galas para despedirse amorosamente de nosotros o cmo no recordar el ambiente, fro y callado, cuando paseas por un bosque dormido, hundiendo lasbotasenunainmaculadanievequeantesnadiepis,allenloslargos meses del invierno... S, he experimentado todas estas vivencias y, sin embargo, pese a mi cons- tante admiracin al ver tanta belleza y vivir tanta emocin, tambin era cons- ciente, igualmente, del deterioro natural, cada vez mayor, de nuestro entorno y de la naturaleza toda. Es entonces, al salir al campo y ver el tapiz vegetal de muchas regiones, tan castigado, tan pobre, tan deforestado!, cuando sien- tes una amarga sensacin de decepcin, de tristeza y quisieras hacer algo ms por l que slo lamentarte. Por otra parte, tambin observas las repoblaciones forestales que, desde la Administracin, se han venido realizando en muchos lugares, generalmente enserranasdecomarcasmsbiendespobladasy,enestepunto,alverlas, tambin sientes una amarga sensacin de decepcin y tristeza pero sobre todo de indignacin... Porque no se puede hacer peor ni con tanto agravio a la na- turaleza. Empleo de especies inadecuadas, de maquinaria pesada con tcnicas de gran impacto ambiental: grandes erosiones, aterrazado de terrenos, aline- amiento de los nuevos arbolados y eliminacin sistemtica de la flora autc- tona, que conlleva la de la fauna y la modificacin del paisaje, produciendo masas vegetales artificiales y sin ningn valor ecolgico. Es lo que se ha dado en llamar monocultivos forestales. Y te duele ms cuando reflexionas y ves que la Administracin, con me- dios suficientes y personal en teora cualificado para hacer bien las cosas,... ha hecho eso. Un desastre. Por eso cuando en los montes, allpor otoo, veatantas bellotasen el suelo cadas bajo las encinas, los quejigos, los melojos... que se iban a malo- grar o a ser consumidas por los animales -que tambin, no lo olvidemos, es partedesufuncin-,mellegabanirremediablementebuenassensacionese impulsos de pasar a la accin con ellas... Y por qu no? -me deca mirndolas y sonriendo al ver en mi imagi- nacin a todo un bosque en potencia... que slo necesita de un empujoncito en forma de constancia, azada y mucha ilusin. nimo!-medeca-,cuandoamaslanaturalezatienesquehacerpor ella algo ms que slo admirarla: tienes que defenderla, ayudarla, cuidarla! Dejar un nuevo bosque a nuestros descendientes y, en definitiva, una na- turalezamejorquelaquenosotroshemosrecibido,apartedegeneroso,es una filosofa y un modo de proceder que todos debiramos practicar y los go- biernos inculcar de palabra y de obra. Y esto incluso a sabiendas de que no veremos el bosque que estamos plantando -ya me conformara con ver los r- boles crecer hasta 2, 3, 4 metros de altura ya hechos y consolidados y fuera delpeligrodeserdevoradosoramoneadosporlosherbvoros-. Adems,estodeberamoshacerlodeunmodoaltruista,deunaforma noble. Creo que todos tendramos que hacer algo en la vida, lo que sea!, altruis- tamente. Es bonito hacer algo por alguien o por algo de una forma despren- dida, en la que slo nos gue el amor. Posiblemente ah radique la clave: en hacer las cosas con amor y libremente y no por un sueldo, de manera indife- rente o de mala gana como posiblemente se hicieron esas repoblaciones de la Administracin alas queantes alud. Cuando no se amalo quehacesy no tienes ilusin en ello, difcilmente pueden salir bien las cosas; en la vida hacen falta grandes dosis de ilusin, de amor y... de creer en lo que se hace. Poresomehedecidido a plantar bosques, o un bosqueo unosrboles, porque amo los rboles, el bosque, los bosques; porque me siento muy bien hacindolo -soy feliz hacindolo- y percibo, al mismo tiempo, una gran com- placenciaviendo cmo crecen, s-lo reconozco-,mesiento como un padre viendo crecer a sus hijos sanos y fuertes en la ladera de un monte y eso da una gran satisfaccin... sta, pues, que os presento, es la historia de mis experiencias plantando rboles para el futuro, pretendiendo, en mi nimo, dejar un bosque creciendo, en marcha... stas son las memorias de un plantabosques, mi diario. El autor UNA I NTRODUCCI N QUE DEBE SER LE DA Este diario que tienes en las manos, amigo lector, comprende los hechos y actividades que, de forma altruista y con el nimo de ayudar a la naturaleza y de restaurar la vegetacin autctona, por otra parte tan castigada y desam- parada, me llevaron a emprender una tarea en favor de algunos de estos tapi- cesvegetalestandesfavorecidos. Aunqueesindudablequeemprendesta andadura repobladora bastante antes, pues ya tuve inquietudes y hechos en- caminados en este sentido, he decidido, sin embargo, comenzar el diario de mi actividad repobladora en otoo de 1990, pues se remontan hasta aquellos das los datos y apuntes ms antiguos de que tengo constancia escrita de las mismas; por tanto, hasta el da de hoy, 23 de Junio de 2005, en que me siento a recopilarlos, incluyen casi quince aos de trabajo repoblador. El diario, aunque bastante completo, no es, sin embargo, exhaustivo, pues faltan jornadas que, desgraciadamente, no quedaron reflejadas en mi cuaderno de campo a lo largo de estos quince aos. Quince aos de viajes, de salidas a losmontes,deobservacin,estudioyrecogidadedatos,derecoleccinde semillas, de formacin de semilleros y viveros, de azadas, de grandes cami- natas, de pasar fro, calor y hasta calamidades en medio de grandes soledades; de plantar semillas, arbolitos y rboles en lugares bien apartados, de regarles de manera harto trabajosa e incmoda, y realizar su posterior seguimiento por parajes generalmente empinados, escabrosos y no siempre de fcil acceso... etc, etc, etc. Y todo esto por qu? No lo s... slo s que me gusta lo que hago, que me siento bien hacin- dolo. Supongo que cada uno escribe con sus hechos su propia historia y yo me encuentro bien escribiendo esta historia, desempeando este papel. Es esta la buena obra, mi buena obra, que hago por los dems, por la na- turaleza...? No lo s, tal vez; slo puedo decir que me encuentro bien hacin- dolo porque amo la naturaleza. No os lo imaginis?... dejar para las generaciones venideras un bosque joven y vigoroso! creciendo sano en las laderas de los montes que antes es- taban desprovistas de arbolado, su genuino arbolado... Desde el principio en que me lo plante, lo estim como el trabajo altruista ideal para m, en el que todo su ejercicio y desarrollo al aire libre me agradaba, as como todo lo que conlleva (estudio, proteccin de la naturaleza y convi- vencia con ella) por tanto me volqu en esta encantadora actividad con gran- des dosis de ilusin y de entrega; me involucr en ella convencido de querer hacerlo. Naturalmente, todos los trabajos los desarrollaba -y los desarrollo- en mi tiempo libre (fines de semana, das libres, puentes...) aunque, bien es verdad, que todos los das pensaba en ello. La labor, a da de hoy, por supuesto, no est terminada y prosigue su ac- tividad... hasta cundo? Quinlo sabe.LaactividadmegustaymientrasDiosmedfuerzasy salud... Bueno... y qu ms puedo contaros en esta breve introduccin? En este punto, ciertamente, slo me resta deciros que he experimentado momentos de gran felicidad; sobre todo, al ver nacer los arbolitos en el vivero, de sus propias semillas; o al ir al monte a verlos, despus de plantarlos en l, a su suerte, y encontrarlos vivos, sanos, llenos de verdes y lustrosas hojas... Estos son recuerdos inolvidables de un bosque que ahora est ah, creciendo, y al que siempre, una y otra vez, tengo ganas de volver a ver, de acariciar sus hojas,dehablarasus rbolesydesentarmeunrato asuladomientras les contemplo con cario... Jos Luis Deltell SUMARI O Captulos y hechos ms destacados I. Prolegmenos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25 II.Una ilusin en marcha . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37 III.No se deben plantar directamente los hayucos en el monte . . . . . . 59 IV. Nuevamente rebrota la ilusin y renovados bros repobladores vuelven a impulsar mis pasos a las soledades del Macizo de Aylln... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69 V.Nuevas tcnicas: botella de riego rabe . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71 VI.Plantacin de hayas de gran tamao: otra forma de llevar nuestra ilusin a los montes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103 VII. Primer gran descubrimiento:debajo de los brezos no se congela el suelo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131 VIII. Empezamos a plantar las hayitas debajo de los brezos . . . . . . . . . 145 IX. Comienzan a plantarse cientos de hayas de 1 savia. . . . . . . . . . . . 151 X. Nace el Grupo del Haya de ARBA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161 XI. Informes 1 y 2 sobre el estado actual del haya y la recuperacin de esta especie en el Macizo de Aylln . . . . . . . . . . 163 XII.Construccin y elaboracin de un semillero forestal. As obtuvimos nuestras hayas y robles para las repoblaciones . . . . 191 XIII. Principal fauna observable en el Macizo de Aylln. . . . . . . . . . 199 XIV. Documentos denuncia: Poltica forestal, urbanizaciones, pistas de montaa, vehculos 4x4 y motos. Dibujos protesta . . . . . . . . 203 XV.Colaboraciones del Grupo del Haya (ARBA). . . . . . . . . . . . . . 219 XVI.Formacin de un semillero de abedul . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 225 XVIITestimonios recogidos a Rodolfo Serrano. . . . . . . . . . . . . . . . . 229 XVIII.Charlas: "El estado actual del haya y la recuperacin de esta especie en el Macizo de Aylln. Nuestras experiencias repobladoras." En las sedes de COMADEN, ARBA Y GREENPEACE. . . . . . . . . . 245 XIX.Conclusiones generales a las que el Grupo del Haya ha llegado para las repoblaciones con hayas en el Macizo de Aylln durante el ao 1995. Las series del ciclo de la sucesin ecolgica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 247 XX.Hoy hay ms hayas que hace 20 aos. Esta especie va a ms y no a menos en el Macizo de Aylln. . . . . . . . . . . . . . . . . 259 XXI.Fases de desarrollo de un hayuco germinado . . . . . . . . . . . . . . . 265 XXII. A modo de recapitulacin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 269 XXIII.Hallazgo!: Descubrimiento y constatacin de las pruebas naturales que haca tiempo buscbamos: Las hayas, inicialmente, crecen favorecidas bajo la sombra, abrigo y proteccin de los brezos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 271 DIARIO I. Prolegmenos Diario de un plantabosquesTomo I IPROLEGMENOS 23/Sept/90: Estuve en el monte de El Pardo de Madrid para recoger bellotas dealcornoque(Quercus suber) deunos ejemplaresgrandesy aislados,en- trando en el monte segn se viene desde Fuencarral. Cog bastantes bellotas. Los rboles mostraban su tronco rojizo oscuro, pues les haban arrancado su corteza para apoderarse del corcho. Cuando les veo as, descortezados, siento pena por ellos inevitablemente... Dicen que no les pasa nada, que lo soportan bien, y que es una operacin que repiten cada 7, 8 9 aos, pero estoy seguro de que, si el rbol pudiera hablar, dira que no se lo hicieran ms... La "boina" o caperuza de las bellotas de alcornoque es muy caracterstica con unas pilo- sidades yrizaduras delas quecarecen lasde encina, por ejemplo. Despus fuia buscar bellotasde encina, aotro lugar no lejano delos alcornoques y queconozcobien;tambin juntunbuenmontnde ellas.Las tomabadel suelo, puesto que las que ya se han desprendido del rbol, lo han hecho por encontrarse maduras. Las met en un saquito de camo que llevo para estas ocasiones, ya que as pueden transpirar perfectamente, e igualmente proced con otro, para las bellotas de alcornoque. El da fue soleado con temperatura agradable.Vidosabubillas(Upupaepops),carbonerocomn(Parus major),petirrojo(Erithacusrubecula),variasurracas(Picapica)yoel canto inconfundible de los estorninos y el melodioso y aflautado del mirlo. 30/Sept/90: Fui en bus a recoger nueces a la zona del valle del Tajua. Esta es una gran extensin de cereales y olivares en la vega con buenos ejemplares de nogal (Juglans regia) dispersados, y a ellos acud. Por lo general, ya pre- sentaban algunas nueces en el suelo pero, an, muchas ms en el rbol. As que fui recogiendo unas cuantas de las que se hallaban cadas, algunas todava envueltas en su caperuza verde, otras desprendindose de ella, ya ne- gruzca y descompuesta. Pas all el da, que fue agradable, y presentaba blan- casy"algodonosas"nubesdecmulosconlasqueimaginabacuriosos parecidos jugando con sus cambiantes formas. Cog unas pocas uvas que me sirvieron de postre y que espero su dueo me sabr perdonar, as como dos panochas de maz que llev conmigo a casa. ViunamaravillosamariposaVanessaatalantaque,noporsercomn, dejadeserpreciosayencantadora.Estuvorevoloteandolargoratocerca de m, 26 Tomo ICaptulo I posndose frecuentemente en el suelo con sus alas extendidas para captar el sol,fuifelizcontemplndola.Vialgunascogujadas(Galeridacristata)y pudecontemplarelpasodeunabandadadecoloridosjilgueros(Carduelis carduelis) entre los maizales y picoteando entre los cardos. 4/Oct/90: Pas la maana en el Aula Huerto de San Fermn. Este es un taller, algo destartalado, que hay en este barrio de Madrid en la zona sur de la ciudad y cerca del ro Manzanares. Con esta Aula Huerto pretende el Ayuntamiento, especialmente, acoger y ayudar a la juventud, y tenerla ocupada en actividades provechosas. Hay taller de carpintera, electricidad, una pequea biblioteca, una sala de lectura y de reuniones, algunas instalaciones deportivas, jardines y... un pequeo huerto. En ste conoc casualmente a un joven -Mario- que trabajaba en l. Me dijo que le gustaba ocuparse del huerto y que cultivaba plantas y cuidaba el jardn. Yo le coment sobre la posibilidad de formar un vivero de rboles au- tctonos para despus repoblar con ellos y a l le pareci muy bien. Por tanto as lo hicimos. Nos encargamos de preparar el lugar, no muy grande pero suficiente, re- movimos la tierra y fuimos plantando en ella todas las semillas que fuimos recogiendo.Dividimoselterrenoenbancalesconunpasilloenmedioya cada uno le asignamos la especie concreta a plantar en l. Adems pusimos un letrero en cada bancal con el nombre comn y cientfico de la especie que contena. Los letreros los hicimos en el taller de carpintera y quedaron muy vistosos. Octubre/Noviembre 90: Durante estos dos meses fui bastantes veces al Aula Huerto de San Fermn. All hice semilleros, plant semillas en los correspon- dientes bancales, hicimos los letreros, aprend acerca de la huerta con Mario, paseaba por el jardn y por las tristemente sucias orillas del Manzanares. Vi muchas aves, incluso gaviotas (gaviota reidora) que se remontaban por el ro yseadaptaban acomerdelosbasureros.El AulaHuertoengeneral estaba bienyenteoradebera cumplir su cometido ldico, educativo, social y de entretenimiento para la juventud, aunque tambin venan personas adultas a los talleres y a pasear por los jardines, pero en la prctica, desgraciadamente, tambin haba mucha droga, robos -desaparecan muchos libros de la biblio- teca-, ensuciaban estpidamente los locales con frecuentes actos de gambe- 27 Diario de un plantabosquesTomo I rrismo y de deterioro y estropicio de los mismos... El barrio de San Fermn seencuentraalasafueras deMadrid, al surcomoosdije,ycreoqueenel AulaHuerto,porlastardes,tambinhabaunaulaparaayudarytratarde rehabilitarapersonasadictasalasdrogas...Enfin,yoibaporallyme centraba en lo mo: las semillas, los rboles, el vivero, el jardn, la huerta, el vuelodelasmariposas,elcantodelasaves...ytambin,ojeabaalgunos libros de la biblioteca de los que, cada vez, quedaban menos... 12/Oct/90: Fui al hayedo de Montejo solo y en autobs, pues ahora no tengo coche;y...hayunabuenacaminatadesdelalocalidaddeMontejodela Sierrahastaelhayedoquelarecorrcompletaapie. All,yaenelbosque, conoc a David, Rubn y Eva que se encontraban paseando por l y tomaban datosensuscuadernosdecampodetodoloquevean;comconellosy pasamos el da juntos. Fui a coger hayucos para plantarlos en el semillero de hayasdelhuertodeSanFermn,sinembargo,todoslosqueencontrse hallaban huecos... Se ve que aquel ao era de hayucos vanos. Ya sabis que las hayas son "veceras" y slo cada varios aos (2-3) dan buenas cosechas de semillas. El hayedo estaba precioso con su atrayente colorido otoal aunque, seguramente, an lo estara ms dentro de unos das. Vimos y omos muchas avecillas:Carboneros,herrerillos,trepadores,mosquiteros,picapinos... Ciertamenteesmaravillosopasearporunhayedo,escucharsusilencio,sus murmullos, su msica; si adems lo haces en otoo, su atractivo se multiplica y pareces encontrarte encantado preso del hechizo de su belleza... Ellos, qu suerte!,sequedaronaacampar,yotuvequevolveraMadrid,asquenos despedimos. Sin embargo, la buena suerte se vino conmigo, pues al poco de caminar deregresoporlacarreteraparuncocheysuamableconductormellev hasta Madrid. Noviembre 90: He pasado bastantes maanas y das enteros en el Aula Huerto "LaSemilla"deSanFermn,preparandobancalesdetierra,parcelndolos, haciendo los letreros que bamos a poner en ellos, etc. A lo largo de este mes hemos plantado en el Huerto de San Fermn entre Mario y yo las siguientes especies arbreas: Roble comn (Quercus robur), roble albar (Q. petraea), encina (Q. ilex ballota),alcornoque(Q.suber),haya(Fagussylvaticavar.purpurea), castao 28 Tomo ICaptulo I (Castanea sativa), nogal (Juglans regia), castao de Indias (Aesculus hippo- castanum),almez(Celtisaustralis),avellano(Corylusavellana),ginkgo (Ginkgo biloba) y arce sicmoro (Acer pseudoplatanus). Tambin he plantado Oxalis articulata, y faltan an algunas especies de pinos. Seplantaronmuchasbellotas,castaas,hayucos,nueces,piones,ave- llanas, smaras, etc. Ahora a esperar a que crezcan! 12/Feb/91: Fui a pasar el da a la Casa de Campo. Primero estuve en la zona de los viveros municipales para ver a mis dos queridos robles carbayos de la esquinadelparque.Estabanbien,robustosy durmiendosusueo invernal, esperando a la dulce primavera que les despertar. Despus, pasadas las pistas detenismunicipales,meinternentresusencinares. Cuntas encinas!... y algunas de ellas tienen un porte magnfico; muchas, adems, son centenarias y da gusto contemplarlas con su copa tan compacta y sanas, sin apenas ramas secas... Qusuerte!-pens-,tenerunparqueenMadridcomolaCasade Campo, tan cerca, tan extenso y con tantas encinas y fresnos tan hermosos... Debera venir ms a menudo a disfrutar de este bosque, algo adehesado, pero todava bien conservado. Vi urracas, un pito real, carboneros, una curruca ca- becinegra y tres conejos. 14/Mar/91: Me fui hasta El Pardo en el bus Llorente para pasear por el ro y ver el bosque de galera. Vi patos, nades reales macho y hembra que echaron a volar en cuanto se percataron de mi presencia. La primavera parece que em- pieza a anunciarse con sus primeras flores, vi jaramagos y algunas pequeas y encantadoras vernicas. Los fresnos y sauces, as como los chopos, siguen dormidos, tambin los espinos, rosales silvestres, majuelos y zarzas, aunque todosellosvanengrosandolasyemas.Eldafuesoleado ytranquilo ylas nubes, altocmulos principalmente, amenizaban el cielo con sus cambiantes decorados. 24/Abr/91: Estuve nuevamente en mi querido "bosque" de pltanos y robles de la Casa de Campo. El suelo, su pradera, estaba muy verde y mis dos robles amigos, muy hermosos y ya llenos de hojas de un nuevo y alegre tono verde 29 Diario de un plantabosquesTomo I claro, muchas de ellas an no haban alcanzado su tamao adulto por lo que seguan creciendo. Distingulaliliceamatacandil(Ornithogallumumbellatum),yenlos muros crecan ya floridas muchas Cymbalaria muralis, adems de varias es- peciesdecrasulceascomo las siemprevivas. Entreloscspedeshaba: fu- marias, vernicas, Hieracium sp., margaritas (Bellis perenne), diente de len (Taraxacum oficinalis), geraniceas sp., malvas reales y varias crucferas. Es- tabaelcampomuyfloridoyandabaconprecaucin paraevitarpisar atan hermosas y coloreadas seoritas... Adems, mirando al cielo, pude comprobar, feliz, que ya haban llegado los vencejos, aviones comunes y golondrinas. Pas un da muy agradable pa- seando y observando los obsequios con que, cada ao, nos regala la prima- vera... Finalmente vi mirlos y grupos de estorninos encaramados a las altas ramas de los pltanos de paseo, emitiendo sus agradables y melodiosos cantos al caer la tarde. Meses de Mayo y Junio del 91: Voy mucho al Parque de Atenas, Cuesta de la Vega, Jardines de las Vistillas, Casa de Campo y al parque que est detrs de la Iglesia de San Francisco el Grande: el Parque de la Cornisa. 13/May/91: Estuve en el Aula Huerto de San Fermn. Ya han crecido muchos arbolitos de las semillas que plantamos!. Efecti- vamente, recorriendo los bancales, pude observar que unos estaban ms po- bladosyadelantadosqueotros;porejemplo,elbancalderoblecomn presentaba muy buen aspecto con ms de treinta arbolitos creciendo... los ms altosydesarrolladosalcanzabanhastacasiquincecentmetros,perootros, slo la mitad y algunos ahora empezaban a brotar. Las hojas ms recientes y tiernas son de color rojizo y al desarrollarse se tornan de un color verde claro; la verdad es que el roble comn crece muy bien y no suelen fallar sus bellotas como ya haba comprobado anteriormente otros aos... por algo es el rey del bosque! Tambin haba varios nogalitos en su parcelita creciendo alegres y tiernos; castaos! cinco, seis, siete... Cmo me gustan los castaos!; y aqu, en este otro bancal, castaos de Indias... Las castaas recogidas en El Retiro nos han servido. Por aqu tambin crecen unas cuantas encinitas, qu pequeas estn! 30 Tomo ICaptulo I Y por aqu hay tres... 4 alcornoques!, son muy parecidos a las encinas. Veamos, roble albar, nada, no ha crecido nada, ni hayas tampoco hay nin- guna... Los hayucos de las hayas purpreas del Parque de la Fuente del Berro no habrn germinado? Bueno, vamos a darles tiempo... Tampoco hay nada en el bancal del almez ni en el de pino pionero, ni en el de avellano... Aqu s, hay pinitos de Pinus sylvestris, sus plantitas ahora, cuando son tan peque- as, no parecen pinos. Tampoco hay nada en la parcela del ginkgo, ni en la de los arces sicmoros. Pas el da observando los arbolitos crecidos con gran felicidad, despus regu todos los bancales y arranqu las malas hierbas pues haba muchsimas creciendo por todo el vivero y los bancales. 20/May/91: Fui al Aula Huerto San Fermn. Vi a Mario regando los arbolitos y me ense los primeros pinos pioneros que haban nacido y una pareja de arces sicmoros. Tambin haban nacido ms arbolitos en las parcelas que ya tenan rboles y estos nuevos parecan pimpollitos tiernos entre sus hermanos ms adelantados. Pas all toda la maana, y luego baj hasta las orillas del ro Manzanares a dar un paseo, todo estaba verde y florido!: amapolas, vicias o arvejas, jaramagos,malvas, fumarias, cardos marianos, dientes de leny, por otra parte, cantidad de aviones comunes sobrevolaban el ro, tambin vi algunas gaviotas y... un chochn, que se desplazaba a saltitos escondido entre unas zarzas. 11/Jun/91: Estuve en el Aula Huerto de San Fermn, al igual que todos estos das pasados, viendo los arbolitos, regndolos, limpiando sus parcelas de plan- tas invasoras que crecen continuamente; sin embargo, hoy, me he encontrado la sala de reuniones y el taller de carpintera del Aula en un lamentable estado. Desgraciadamente, tambin acuden al Aula Huerto gamberros, drogadictos y genteasyayernoche,porloqueseve,tuvieronuna"fiestecita"...Estaba todo el suelo sucio de lquidos, cervezas, vasos de plstico, las sillas estaban tiradas por el suelo y tambin haban hecho pintadas en las paredes, adems haban roto los cristales de las ventanas; tambin estuvieron en la biblioteca y no precisamente para leer... y adems de ver libros rotos y pginas sueltas dispersas por el piso, creo que tambin faltaban varios ejemplares... Desde luego, algo de esto me esperaba pues otras veces vi gente por el 31 Diario de un plantabosquesTomo I Aula que "no me gustaba" y ya me imaginaba y me tema que algn da po- dan pasar cosas as... De repente me dije: los arbolitos! y sal corriendo al vivero... Afortuna- damente "la fiesta" no transcurri por las zonas verdes y todo estaba en orden, allnohabapasadonada,comotampocoenelhuertoquecuidahabitual- mente Mario. Sin embargo, aquel da me fui bastante preocupado por la suerte que podra correr el vivero, sobre todo despus de meditar lo que all haba ocurrido. 14/Jun/91: Fui nuevamente al vivero, vi a Mario y coment con l los hechos vandlicos del ltimo da. Me dijo que haban sido los "drogatas" que acuden por la noche y que l tambin estaba harto de que se produjeran actos as... pero que es difcil evitarlo porque, aunque se cierre la puerta, se cuelan por la ventana... Vimos los arbolitos y parece que no van a crecer las hayas purpreas ni losroblespetraeanilosginkgos.Hastaahoranohagerminadoningn almez,nitampocohaynadaenlaparceladelosavellanos...Menosmal queelcampoestllenodeflores!,deamapolasyjaramagosqueparecen abrazarse, eh, tambin hay dispersas entre ellas preciosas centaureas! y grupos de vicias, margaritas, malvas y vernicas, de fumarias y dientes de len, de correhuelas, derojosmurajes,geraniosdeSanRobertoyencantadores cardosdeflores de un malva intenso. Sobre todas ellas, de flor en flor, zumbaban los insectos y las mariposas formando una agradable estampa primaveral. 4/Jul/91:Llegelverano. Y conl los fuertescaloresyloscielos siempre azulesdeMadrid.Estuveenel AulaHuerto,terminamostodoslosletreros de las distintas especies de rboles plantados, tambin atend el huerto; regu los arbolitos y comprob que, definitivamente, no crecieron hayas purpreas, robles petraea, ginkgos, ni avellanos, pero creci un almez... En definitiva crecan, y muy bien, los robles comunes, los castaos y cas- taos de Indias, los nogales, tambin las encinas y alcornoques aunque algu- nos de estos ltimos presentan hojas con indicios de sequedad(?). Tambin crecen, despacio, los Pinus sylvestris y hay algunos pinos pioneros y arces sicmoros y un almez. 32 Tomo ICaptulo I Estuve paseando por los jardines y por el ro y en sus proximidades pude observar los lentos desplazamientos de un sapo comn (Bufo bufo). Mes de Julio 91: En general, este mes he paseado bastante por mis parques favoritos y tambin por la Casa de Campo buscando sus sombras y sus flores. Es frecuente en ella ver conejos, sobre todo si te sientas un rato bajo una en- cina y permaneces en silencio. Entonces es fcil verles correr. Agosto 91: Llegaron mis vacaciones, y con gran expectacin y deseos de co- rrer aventuras, me march solo a Oviedo en el tren y all alquil un coche... Recorr bosques, montaas,braas, aldeas, acantilados,playas recnditas y escondidas. Dorm all donde me caa la noche, sirvindome perfectamente: la rusticidad de solitarios pajares, la hospitalidad de los oscuros y viejos h- rreos, la copa de algn frondoso roble o el hermoso cielo estrellado de una nocheserenacuandomimantusueolosplcidoscantosdelosgrillos,el ululantegritodeloscrabosoelacogedormurmullodeunarroyoquete brinda su conversacin y compaa. Aoranzas... Quin estuviera en Asturias y pasear el viejo Oviedo,yo que ahora no puedo ni ver tus bosques y tus ras. Cuando alarguen la luz sus das me internar en el hayedo, all donde tan prendado quedo y beber de tus aguas fras. Cuntos das de osada aventura, rodeados de extrema belleza y encanto que me relaja y cura; 33 Diario de un plantabosquesTomo I a los montes subiremos con destreza, y del mar admiremos su bravura... despiertos, soaremos con certeza. Pas das y experiencias inolvidables y anot muchos lugares y direccio- nes de personas entraables a las que volv a visitar otros aos. 5/Sept/91: Fui a ver el vivero al Aula de San Fermn. Qu gran decepcin! Aquello era una ruina... Todos los rboles estaban prcticamente secos, con evidentes sntomas de abandono, las parcelas estaban invadidas de malas hier- bas, tanto, que casi no se vea a los arbolitos. Haban desaparecido muchos letrerosdelasparcelasascomolascuerdasquedelimitabanlosdistintos bancales. Tampoco pude ver a Mario... Vi con amargura el fracaso y la muerte de muchos de los rboles y la ruina de muchos ms; cuando comprend que aquello estaba perdido y que all no poda seguirms; aquel Aulano era elmejorlugarpara instalarunvivero, las plantas corran muchos peligros, y el vandalismo que, desgraciadamente, sacuda a aquel lugar era evidente. As que me fui y no volv ms por all. 26/Sept/91: Este da ocurri algo muy importante para m: compr un coche, mi VolkswagenPoloblancoque,comoparecaunafurgonetitaysusletras de matrcula eran MP, la llam Mari Pili... Eso significaba que iban a cambiar mis hbitos de vida, otra vez volvera a salir al campo asiduamente... como antes! La Sierra, la Sierra Pobre, el hayedo de Montejo, y tantos, tantos lugares que visitar... Nuevamente un horizonte esperanzador se abra delante de m. Y lleg el otoo... Octubre91:DeboexplicarenestepuntoquelallamadaSierraPobre,es decir, el territorio localizado al norte de la provincia de Madrid y que linda con Segovia al N y con Guadalajara al E, adentrndose por sta en la Sierra de Aylln; es un territorio montaoso, spero, muy deshabitado de poblacio- nes y personas y que encierra, precisamente por esta causa, y tambin, evi- dentemente,porsupropianaturaleza,lugaresdegranvalorecolgico, 34 Tomo ICaptulo I geolgico, botnico y paisajstico. Altas montaas, inhspitos roquedos, cau- dalososros,bosquesencantadores,fauna,soledad,silencio,pureza...son para m un reclamo suficientemente atractivo y sugerente; reclamo que, como sisetrataradeun granymgicoimn,no dejadeatraermehacial unay otra vez. Y as fue. Esta Sierra Pobre-Macizo de Aylln, que ya conoca sobrada- mente desde aos atrs, se convirti, de nuevo, en un territorio prioritario y objetivo principal de mis salidas al campo, demis encuentros con la amada naturaleza. 2/Oct/91:El mircoles2 deOctubre fui a COMADEN-Coordinadora Ma- drilea de Defensa de la Naturaleza- como sola, en aquel entonces estaba en la c/Coln, 1er piso. Y aquel da, entre la mesa de hojas informativas de gru- pos ecologistas, de campaas de defensa de la naturaleza, de actividades, etc., encontr un panfleto informativo y alargado de color marrn que deca: "ASCIATE CON LOS RBOLES" ARBA (Asociacin para la Recu- peracin del Bosque Autctono). Lo le con gran inters y al terminar me dije: Si esto es lo mo, es lo que yo andaba buscando! Pronto me puse en contacto con ellos y me hice socio al da siguiente. Das despus fui a conocer las instalaciones y el vivero de ARBA que se encontraba,igualquehoy,enel AlbergueJuvenilRichardShirmanndela Casa de Campo. All vi la carpa de plstico del invernadero y muchas especies de arbolitos que crecan en envases de tetra-brik de leche -una buena forma de reutilizarlos-. Sin embargo observ un gran desorden y revoltijo, pues los diferentes tipos de arbolitos estaban todos agrupados y revueltos sin parcela- ciones ni cartel indicador alguno de las correspondientes especies a que per- tenecan,locualmesorprendi,puesesperabamsordenentodauna organizacin legal ecologista y naturalista como era ARBA! y, cunto ms, despus de haber formado un vivero, fallido s, pero tan coqueto y ordenado como el que hicimos Mario y yo en el Aula Huerto de San Fermn. As que decid darles la sorpresa y, una semana despus, solo, divid con barritas de hierro, que pint de blanco, y cordn, las distintas parcelas que asign a cada especie y puse en cada una de ellas el cartel con su nombre comn y cient- fico; luego las llen con los respectivos tetrabriks, por ltimo, todo parcelado 35 Diario de un plantabosquesTomo I y ordenado, y con los pasillos para caminar entre las parcelas, puse un gran cartel blanco con el logotipo de ARBA pintado en negro y me fui. Creoque loscompaerossellevaron una agradablesorpresacuando lo vieron. Y se preguntaban quin lo habra hecho... Esa fue mi primera aportacin a ARBA. 12/Oct/91:FuialhayedodeMontejoymeintrodujeenlporlapartede arriba. Ya s que lo que hice est ahora prohibido, pero conseguir los pases es difcil y el recorrido que se hace con el pblico es corto e insuficiente; te acompaa un gua que te dice cuatro vulgaridades que yo ya s de sobra, no te dejan salirte del sendero y tienes que ir en compaa de nios muchas veces escandalosos y correteadores y seores y seoras que, generalmente, pregun- tan tonteras o hacen comentarios frvolos y balads porque en realidad les da igual visitar el hayedo o el parque de su barrio o una sala de bingo...: Ah, y estas son las hayas?!, y qu tienen de especial?, son rboles como otros cualquiera..., para ver rboles tambin los hay en El Retiro... Pues vaya barro que hay aqu!; cuidado, nios, no os manchis de barro... uy, y encima va a llover!... Yo necesitaba ms, necesitaba ir solo e internarme en sus espesuras, oler elaromadelbosque,pisar suhojarasca,percibirsussensaciones, susmur- mullos, dejarme abrazar por sus ramas, ver a sus criaturas, or a las avecillas cantar... Y all, solo,enmediodel bosque,rodeado desusfrondasyomesenta comotransportado,encantado,embelesado...porqueestabaenamoradodel bosque. Estas sensaciones maravillosas las he experimentado muchas veces al ca- minar en silencio, admirado por el bosque, en lugares selvticos y solitarios, poblados por viejos rboles centenarios cubierta su corteza de verdes musgos y colgando lquenes de sus ramas, lugares generalmente hmedos, donde la umbra, el frescor, la alta condensacin del aire y la pureza de su atmsfera, hacen posible la formacin de tenues y vaporosas nieblas que parecen jugar alesconditeconlosvenerablesyvetustosrobles,o conlasaltas,esbeltas hayas, reinas del bosque... 36 II. Unailusin enmarcha Diario de un plantabosquesTomo I I I . UNA I LUSI N EN MARCHA 19/Oct/91: Fui al hayedo de Montejo de la Sierra, y me introduje en l por la partedearriba.Elbosque estabapreciosoencontrndosetalvezenelmo- mentolgidodesubelleza.Elhayedo-robledalde Montejose hallaba"en- cantado" por la llegada del otoo y la explosiva profusin de sus colores de gala: ocres, rojizos, amarillos, anaranjados con que la naturaleza viste a estos bosques caducifolios en la fiesta de despedida que cada ao nos regala... Era admirable, inolvidable! Caminaba por el bosque, maravillado y embelesado ante tal sinfona cro- mtica vegetal, cuando llegu frente a un haya magnfica y centenaria de gran porte; quedclavado, inmvil.Su aspecto eraarrebatador y su belleza cro- mtica deslumbrante, tanto que, una vez observada y admirada, casi no podas apartar la mirada de ella. Me encamin bajo su copa y no s si palpndola, tocndolao tal vez acaricindolacreoquehabl con ella,despusmirando abajo, a su espeso manto de hojarasca, me di cuenta de que haba hayucos... muchos hayucos!, de forma que, inclinndome hacia ellos, extend mi mano y cog uno y, observndolo, comprend, sent un gran deseo de extender las semillas de este maravilloso rbol que tal espectculo de color y belleza pro- porcionaba... S, algo dentro de m ordenaba encaminar mis pasos a sembrar hayucos; a plantar un haya, dos hayas, muchas hayas, un bosque de hayas!... y comenc a recoger sus semillas sin parar, pues haba muchsimos hayucos entre la hojarasca. Me cay la noche en la faena. Despus dorm all mismo, junto al bosque, arropado por el ulular de los crabos. Al llegar el otoo Al llegar el otoo se repite cada ao, lo mismo hoy como antao, un rito de gran belleza: El haya se viste de reina. Se recrea, se engalana, nos seduce la mirada... 38 Tomo I Captulo II Quin no vibra al contemplar sus copas ocres y rojas, antes de caer las hojas? Te preguntars: Es esto real? Te parecer soar. Elhaya(Fagussylvatica)esunrboldelafamiliadelasFagceasde gran porte, que puede alcanzar hasta los 30 ms metros de altura, de corteza lisa y gris, yemas delgadas y alargadas y frutos trgonos (hayucos) encerrados en una cpula espinosa, y que tiende a formar bosques puros, esto es, mono- especficos u ocupados solo por esta especie arbrea (hayedos); aunque tam- binesfrecuentequecompartanestosbosquesotrasespeciescomo acompaantes: robles, acebos, tejos, serbales, cerezos, etc. El haya es una especie genuinamente europea, parece que tiene su origen en centroeuropa y desde all se ha extendido por el norte hasta el sur de Es- candinavia y sur de Gran Bretaa; por el este se refugia en los Balcanes, norte de Grecia, llanuras de Polonia y sur de Rusia, y por el sur ocupa la Pennsula Itlica, las islas de Crcega y Sicilia y penetra en la Pennsula Ibrica por los Pirineos extendindose, por un lado, hacia el este hasta Gerona y, por el otro, por toda la Cordillera Cantbrica hacia el oeste, y llega a entrar tmidamente en Galicia donde apenas avanza. Y descendiendo por el centro de la pennsula hacia el sur por la Cordillera Ibrica, Sierra de la Demanda, Cameros, Urbin y Moncayo hasta alcanzar el Sistema Central en su sector ms oriental (Macizo de Aylln: Tejera Negra, puerto de La Quesera y Montejo de la Sierra). Tambin se expansiona hacia el este hasta alcanzar los puertos de Beceite entre Teruel y Tarragona. Asimismo, se piensa que el haya debi de extenderse probablemente por la Cordillera Central hacia el oeste llegando hasta Gredos y Salamanca (Sierra de Pea de Francia), pero seguramente la accin antrpica en estos ltimos siglos ha acabado con estas manifestaciones del Sistema Central. 24/Oct/91: Volv a ir al hayedo de Montejo. Quera coger muchos ms hayu- cos, pues se me haba metido en la cabeza plantar un gran bosque de hayas... aunque an no saba dnde. Volv por tanto bajo la copa de mi haya favorita y segu recogiendo hayucos, as como de otras prximas que tambin presen- 39 Diario de un plantabosquesTomo I taban gran porte. Ese ao 91 vena cargado de semillas y haba que aprovechar laocasin,yaquesabidoesquelashayasson"veceras" yslodanbuena carga de semillas cada varios aos. Pas el resto del da en el bosque reco- giendo hayucos aqu y all rodeado de su magnfica frondosidad otoal; me senta privilegiado al estar all, solo, en medio de aquel paraje extraordinario, radiante de belleza, casi mgico...; aunque no estaba solo, me acompaaban las hayas, los robles, los acebos, los cerezos silvestres, los majuelos y muchas avecillasentrelasquepudedistinguiraun trepador azulque,inquieto,as- cenda escudriador por la corteza de un enorme y vetusto melojo; tambin vi mirlos, arrendajos, carboneros, pinzones, mosquiteros, papamoscas cerro- jillo...yun solitario petirrojo que,valientey confiado, parecaquerer acer- carse a m... Despus fui a dormir a mi sitio junto al bosque y, mirando las estrellas, me dorm..., cmo no?!, acompaado por los dispersos cantos de algn que otro crabo. 2/Nov/91: Volv a ir al hayedo para recoger hayucos. El bosque ya haba per- dido buena parte de sus galas otoales y solamente algunos melojos todava presentaban un encendido manto dorado; aun as, el bosque siempre es bello. Lashayasyaparecan dormir susueo invernal, despojadas desus hojas y mostrando, ahora claramente, sus grises y lisos troncos que, como columnas de un templo erigido a la naturaleza, apuntaban al cielo desde la prolongacin de sus esbeltas ramas. All, solo, una vez ms, me encontraba rebuscando hayucos entre la ho- jarasca. Pero aquel da fui sorprendido. Efectivamente,unmonitordelhayedoascendaporunsenderoconun grupo de visitantes; saba que el monitor me haba visto y por unos instantes dudquhacer,finalmentedecidcontinuarallconmilaborcomosital cosa... El monitor se acerc a m pausadamente y me dijo: Buenas tardes, qu est usted haciendo por aqu? Entonces,conaplomoysinningunaprisa,levantlacabeza,dirigmi mirada hacia l y le contest: Ah, hola!, qu tal? Es usted gua del hayedo? S -me contest-, pero qu est haciendo? -insisti. 40 Tomo I Captulo II Una buena obra -le contest-. Pretendemos plantar un bosque, un bosque de hayas, por eso estoy recogiendo semillas. Pertenezco a ARBA, la Asocia- cinparalaRecuperacindelBosque Autctono,quetrabajadeformaal- truista y voluntaria a favor de la recuperacin de los bosques, sabe? Ah, s, ya os conozco! Y aqu tengo mi carnet de la asociacin... Y mientras hurgaba en mis bolsillos me dijo: No, no hace falta que me lo ensees, vale, vale..., pero la prxima vez que vengas psate por recepcin y nos lo dices. As lo hice -le contest-, pero llegu temprano y no vi a nadie... Vale, vale..., tengo que seguir con mi grupo de visitantes... Hale, hasta luego! Y se fue. Despus all segua, otra vez solo, mientras meditaba: "Es lo mejor, para otra vez que me ocurra o que alguien te sorprenda hayquedecirsiemprelaverdad...;yaloves...,paraqumentirosalirhu- yendo... Adems, qu narices!, no estoy haciendo nada malo... Todo lo con- trario,esunabuenaobraquealgndaserreconocida!ymuchosse alegrarn de ver un bosque donde antes no lo haba..." Y sonrea satisfecho, recrendome en mis buenas intenciones cuando ca en que: "Bueno,dijeunamentirijillacuandolecontestquepasporrecep- cin..., pero si tengo que perder el tiempo en decir quin eres, en declarar lo que haces, pedir permisos... se me puede pasar el da en explicaciones e igual, incluso, se ponen bordes y me ponen mil inconvenientes... Nada, nada, cuanto ms annimo pase mejor." Despus, parecindome que ya haba recogido muchos hayucos, y empe- zando la tarde a oscurecer, decid abandonar el hayedo y, tras disfrutar de las ltimas luces del da, del aire limpio y de aquel silencio relajador y cautivador, me fui a dormir all cerca. 3/Nov/91: Al da siguiente de mi ltima incursin en el hayedo, y mientras paseaba feliz por l, deseaba saber con impaciencia de cuntos hayucos dis- pona. As que march a Madrid. Ya en casa, saqu de la nevera las semillas recolectadas los dos primeros das y las junt con las tradas hoy. Las volqu todas juntas en la mesa y... 41 Diario de un plantabosquesTomo I Vaya montn! S que haba cogido semillas, ya lo creo! Y viendo tantos hayucos, me pregunt: Y ahora cmo los cuento, de uno en uno? Cuando, de repente, se me encendi la bombilla en el "coco": ya est, con un vaso. Lleno un vaso de hayucos hasta arriba, lo raseo bien y los cuento. Sabiendo cuntos hayucos llenan un vaso, solo tengo que ir llenando vasos y a multiplicar..., bien sencillo! A este vaso o aparato para contar hayucos lo llam hayucmetro, y cont 5.426 hayucos, despus los met todos en la nevera en una malla de plstico, pues as se conservan muy bien. 16/Nov/91: Fui al Macizo de Aylln y decid hacer una incursin por un valle alto,enigmtico,cerradoenVyquesiempremeatrajoporsusoledady agreste belleza: El valle del Berbellido. Pastodo eldareconocindolo,caminandopor susinclinadasladeras, com y descans en medio de un gran silencio slo alterado por el lejano mur- mullo del ro del mismo nombre, los cantos de las avecillas o los tambin le- janos "ladridos" de un corzo que all, escondido entre el melojar o los espesos brezales, deba encontrarse. Tambin tuve ocasin de ver sobrevolar con su imponente majestad y dominio en el arte del planeo (o vuelo con el mnimo gasto de energa) a unos pocos buitres leonados. Ya atardeciendo saboreaba la maravillosa quietud de aquel valle que pareca dormido, distante y olvidado de todos... "Qu bien -pens-, as me gusta encontrarme en la naturaleza, tranquilo, solitario, sin que nadie me perturbe ni me moleste!" Y mientrasregresaba,conunabuenacaminata,alcoche,ibapensando queestevallereunaunas magnficascualidadesparadesarrollarenluna buena labor de repoblacin. "S-pensaba-,aqu,entodaestaladeradesolanadesarbolada,entre estas retamas, poda empezar a repoblar, por qu no?" Y, mirndola, ya me imaginaba el bosque que all comenzabaa crecer... altiempoquerecreabamimiradaportodoelvalle.Y as,esperanzado,y conunagranilusinporcomenzarmitrabajorepoblador,mefuideaquel tan recndito y apartado valle. Haba encontrado el lugar adecuado, y arda 42 Tomo I Captulo II endeseosdecomenzarmilabordeplantabosques...Larepoblacinibaa comenzar! 24/Nov/91: Me hice con una buena cantidad de castaas, gordas y suculen- tas... Dmelas bien hermosas que son para plantar!... -le dije al frutero. stas lo son, fjese qu tamao tienen -contest el frutero. Y de dnde vienen? -le pregunt. De vila -me contest. Siempre me gustaron los castaos. Es un rbol que puede formar espesos bosques, alcanzar enorme tamao y edades muy longevas, es rbol a la vez sobrio y hermoso, de bella coloracin otoal que produce sombra abundante, sabrosas y alimenticias castaas, muy buena y resistente madera -para el que la usa, yo por supuesto prefiero verlos vivos e imponentes medrando felices en los montes- y que, adems, si se corta vuelve a brotar de su tocn con re- novado vigor y fortaleza... Vamos: que es un gran rbol este Castanea sativa, ya lo veis! Despus pens: "Pero introducirlo en aquel apartado valle del Macizo de Aylln, donde no he visto castaos..." "Bueno, al fin y al cabo -me deca- las castaas vienen de los montes de vila,quees otro sector del SistemaCentral, as que estamosenlamisma cordillera,consimilaresrocasdecomposicinsilceayclimasfrescosy fros... hum!, creo que no es tan grave introducirlos, podrn vivir! Adems los castaos siempre son castaos!, rboles nobles, majestuosos, que mag- nifican, que engrandecen, revalorizan y honran los lugares all donde crecen... Nada, nada, a plantarlas." Me dirig al valle del Berbellido, con mi bolsa de castaas y una estaca que recog del suelo all prxima... "Hum!,vayaestacaquehayaqu...,lallevarconmigo,nuncase sabe..." Luegomeencaminalasolanaderetamasquereservparael"futuro bosque de castaos" y con mi martillo de gelogo en la mano comenc a cavar agujeros por aqu y por all y a plantar en ellos las castaas, bien tumbaditas y tapadas con tres dedos de tierra. Despus de 2 horas de trabajo haba plan- tado 100 castaas dispersas por una extensin de terreno como de dos hect- 43 Diario de un plantabosquesTomo I reas. Me senta feliz y satisfecho... No estaba mal para empezar! Despusmepuse acomercercadel ro y beb desus frescasy limpias aguas disfrutando de la soledad y belleza de aquel paraje. Aunque, aquel da, nomeencontrdel todo solo pues, mientras mehallaba plantando martillo en mano, advert, s, me di cuenta, de que alguien observaba mis movimien- tos:eraunpastor deovejasqueestaba all con surebao,lejos,pero enel valle, y desde la lejana pude ver que se haba percatado de mi solitaria pre- sencia y que me miraba de vez en cuando con sus prismticos!, pues yo tam- bin le vi a l con los mos... Algn tiempo despus supe que ese pastor era Marcelino, de Pealba de la Sierra, y hoy nos conocemos de sobra y es amigo mo. Pero, seguramente, aquel 24 de Noviembre debi de llamarle la atencin mi solitaria presencia all, en el valle, y no menos mi extraa y misteriosa actividad. 1/Dic/91: Nuevamente me dirig al valle del Berbellido, cerca de las retamas de la solana donde estuve el primer da, pero esta vez sub ms ro arriba. Estuve paseando por su magnfico bosque de melojos y bajo ellos busqu gruesas ybrillantes bellotas.Recorr unabuena extensin sobresumullida hojarasca alfombrada que daba gusto hollar; oa los mirlos que, al percatarse de mi presencia, gritaban sus alarmas informando al resto del bosque; el aire era limpio; el ambiente, fresco y silencioso; el paisaje, magnfico y yo, rode- ado de tanto parabin, me senta feliz. Iba atento, buscando bellotas y reco- gindolas en mi bolsa. Cuando cont 100 hermosas bellotas, sal del bosque y, ro abajo, donde los melojos terminaron, comenc a plantarlas con el mar- tillo,comosiempredispersas,aquyall,en"desordenadoorden",dando rienda suelta a mi aversin por los antinaturales y artificiosos alineamientos o hileras de rboles a los que tanto recurren algunos jardineros y la Adminis- tracin en sus nefastas repoblaciones forestales... Es que cuesta tanto imitar a la sabia naturaleza?... Los bosques naturales no crecen en hileras de rboles!, a que no? Cuando termin el trabajo, cmo no, satisfecho, pint en mi mapa la zona donde plant las bellotas, aproximadamente otras dos hectreas, y apunt los datos en el cuaderno de campo de las repoblaciones, que empec a tal efecto, anotando el lugar, la fecha y la plantacin de 100 bellotas de Q. pyrenaica, y, 44 Tomo I Captulo II tras pasar el resto del da entre la soledad del lugar, los cantos de algunas ave- cillas, las caricias de la brisa y los murmullos del arroyo, me fui feliz a casa. 6/Dic/91: Volvamivalle. Almismolugarque lavezanteriorycontinu plantando,ms valleabajo, otras 100 bellotasde roble melojo. Mi idea era expansionar el bosque de melojo que se hallaba, magnfico, ms ro arriba y que, seguramente, tambin se extenda sobre la parte de ladera que estaba re- poblando,pero...elhombreconsustalas,incendios,pastoreos,etc.,haba hecho desaparecer. Este da me llam la atencin la gran cantidad de buitres que vi sobrevolar cerca de m y a baja altura, incluso pude ver que descendan y se posaban en el suelo... Llevado de mi curiosidad quise acercarme a ver los buitres ms de cerca, avanc despacio, sigiloso y, cuando estaba prudente y suficientemente cerca,medetuve;desdeall,conlosprismticos,pudedescubrirlacausa: haba una vaca griscea clara, muerta junto al ro, y alrededor de ella se con- gregaban unos 15 buitres y haba otros tantos sobrevolando bajo. Eratalelsilenciodellugarquecualquiersonidoseoaclaramentey, mientras todo lo miraba atento con los prismticos, un buitre planeaba espec- tacular por encima de mi cabeza como a 10 12 mts. de altura y pude percibir con gran nitidez el sonido limpio de su vuelo cortando el aire con sus alas, lo recuerdo perfectamente, fue algo inolvidable. Estaba contentsimo viendo aquella escena y tantos buitres leonados tan cerca, pues, mirndoles con los prismticos, pareca que estaban a mi lado y poda observarles con todo detalle, vea la expresin de sus ojos, expectantes ante el festn que tenan delante, su gran pico, su penacho de blancas plumas, su enorme tamao, y tantos!... Pas all, quieto, un buen rato recrendome en aquel inesperado espect- culo natural, hasta que el fro y la hora ya avanzada aconsejaron que me fuera retirando ya que el sol iba cayendo con celeridad. Mientras me iba, fui ascendiendo altura hasta llegar al estrecho sendero; una vez en l, descans brevemente. Desde all segua contemplando, abajo, lasevolucionesdelosbuitres,eirremediablementerelajabamimiradaen toda la extensin del cerrado valle, que a mis ojos se ofreca... "Qu hermoso valle!" -pensaba, admirado ante su quietud encantadora, su agreste roquedo y la altitud considerable de las montaas que culminaban 45 Diario de un plantabosquesTomo I ambas vertientes..., despus ca en el marcado contraste de luz que acusaban ambas laderas: la que tena enfrente de m que miraba al E ya llevaba toda la tarde ocupada por la sombra, mientras que en la que yo me situaba y que mira al O an estaba iluminada por el sol excepto abajo, junto al ro, donde ya co- menzaba a escalar la sombra, y me dije sorprendido: Vaya ladera de umbra que tengo enfrente de mysin rboles!, pues slocrecenherbceasyarbustos:retamas,zarzalesysobretodobrezosde Erica arborea y E. australis... Y de repente se me encendi la bombilla: Los hayucos que tengo! Esta umbra de montaa es un lugar ideal para plantar el hayedo... y vaya extensin de ladera que alcanza, pero si esto es enorme!..., hay muchsimo sitio para que se extienda el hayedo... s! Y tantas veces como miraba la ladera, ya me imaginaba ver crecer el ha- yedo, un joven y vigoroso bosque de hayas que, con denodado bro, se apre- suraba a medrar y extenderse lleno de vida y verdor... S,qufeliz!,qufelizmeencontrabaenesosmomentosobservando aquella laderay soando despierto en ella tanto proyectorepoblador... Con mis ojos llenos, repletos de ilusin, ya estaba viendo crecer: el hayedo del Berbellido!... ElvalledelBerbellido,comodespusse veren losInformes1 y 2 sobreelestadoactualdelhayaenelMacizode Aylln,esunestrechoy abruptovalle situado en el mismo corazndel Macizo de Aylln que, dada suproximidadalaltovalledelJarama(eldelhayedodeMontejo),as comoporsussimilarescaractersticasdealtitud,litologa,orientaciny exposicinal sol en marcadasumbray solana,de microclimacerradode acentuadahumedadambiental,ascomoporcriteriosdevegetacinpo- tencialoporloscortejosflorsticosacompaanteshalladosenl,dapie todo ello a pensarque este valle estuvo,casi con toda seguridad,ocupado porhayedoso,almenos,porbosquetesogruposdehayasenuntiempo no muy lejano. Tambinapoyanestatesisloscriteriostoponmicos,puespocotiempo despus supimos que el lugar es conocido por los viejos lugareos de Boc- gano y Pealba como: "El Aedo"... No puede ser ms claro su parecido con "El Hayedo"!, que el habla an- tigua del vulgo antes denominaba "Aedo". Adems, en comarcas montaosas 46 Tomo I Captulo II de Burgos, lava y La Rioja, tambin se denomina "Aedos" a estos lugares de umbra ocupados por hayedos. 12/Dic/91: Fui al valle del Berbellido acompaado de mi bolsita de hayucos y,comoatradopormigrandeseodecomenzararepoblarconellos,muy pronto llegu al lugar de solana donde plant las castaas. Tena que llegar a la umbra, justamente enfrente de donde ahora me si- tuaba, as que descend hasta el ro y no tuve ms remedio que cruzarlo. Fue imposible encontrar un paso entre piedras para intentar vadearlo en seco de forma que, al resultar infructuosos todos mis intentos, no tuve ms remedio quequitarmelas botas, remangarmelospantalones y cruzarlo apiepor un vado. El agua estaba muy fra y al llegar a la otra orilla, unos 5 metros, casi no senta los pies y haba que frotarlos para reanimarlos. Una vez superado el ro, estando en la umbra, y recuperados ya los pies, tom la bolsa de hayucos, de aquellos que cog en Noviembre del hayedo de Montejo,y,martillodegelogoenmano,comencasubirladeraarriba. Cuando me pareci que ya haba ganado suficiente altura, me di la vuelta para ver el paisaje; vi enfrente de m la solana de retamas donde das atrs plant lascastaas,abajocorraelBerbellidofroycaudalosoy,aderechaeiz- quierda y arriba de m, tena tanta ladera abrupta e inclinada como para har- tarmedeplantar.sta,comoyadije,sehallabacubiertasolamentepor vegetacin herbcea y arbustos de pequeo tamao a base de brezos de Erica arboreaprincipalmente,completabanlosarbustosalgunasretamas, Adeno- carpus sp., zarzales, espineras de majuelos, etc. Seleccion100hayucosyemplelasiguientehoraenplantarlos. Cuandotermin,comoviqueantenatiempoyloshayucosseplantan bien y rpidamente, decid plantar otros 100. stos los plant a continuacin de los anteriores caminandopor la ladera ro arriba. Y a la vez ganando al- tura. Y yasabiscmo:aquyall,dispersos,evitandoalineacionesyca- vandoun poquito,lo suficientecomopara dejar el hayucotumbado,sobre la tierra removiday finalmentetapadopor 2 dedos de tierra y escondidoy disimulado con hojarasca y otros restos vegetales. Plantados los ltimos 100 hayucos,me pareci que para aquel da ya era bastante,as que me sent a descansarymientrascomaymerecreabaenelpaisaje,mesentafelizy satisfecho: 47 Diario de un plantabosquesTomo I "Bien, ya tenemos 200 hayucos plantados en esta umbra, crecern 200 hayas de ellos? Bueno, ya sabes que siempre hay bajas -me contest-, pero a buen seguro que crecern bastantes. Lo importante es que la semilla ya est puesta, ahora a esperar que germinen." La tierra estaba hmeda, y era fina, oscura y esponjosa, incluso ola muy bien, tena todo el aspecto de ser bastante frtil. "Tierra de brezo! la venden enlosviveros-medije-;adems-razon-:sicomomeimaginoestevalle debi de estar antao cubierto de espesos bosques de robles y hayas aunque ahora stos no se encontraran dejaran, sin embargo, durante siglos, sus capas de hojas todos los otoos, que se iran acumulando en el suelo y transformn- dose poco a poco en humus hasta quedar definitivamente integrado constitu- yendo la capa edfica de este valle." "S, creo que este valle tiene muy buena tierra" -reflexionaba feliz mien- tras oa los cantos de notas ascendentes de algunas totovas y el incesante y grato rumor del ro que, desde abajo y limpio, muy limpio, se esforzaba en regalarme los odos con su msica. Y mirndole le dije: "S, ya voy, ahora tendr que cruzarte otra vez". Poco despus me fui de all. Aqueldatuvieronsuorigenlasrepoblacionesdehayas,ytodoloque vino despus... Planta un haya! Planta un haya,para que maana haya! Pero es mejor en montaas y zonas fras, plantar miles en las umbras. Pasa de ciudad y movida... y Pon un bosque en tu vida! 19/Dic/91: AcudnuevamentealvalledelBerbellido.Eldaerafroycu- bierto, pero intua que acabara abriendo y saliendo el sol, como as fue. Me dirig a la umbra con el nimo resuelto de seguir la repoblacin y, tres horas 48 Tomo I Captulo II ms tarde, finalic mi trabajo: Haba 200 nuevos hayucos plantados un poco ms ro arriba de donde lo dej el da anterior. "Me gusta esta actividad -meditaba en silencio, satisfecho- plantar r- boles,intentarquecrezcaunbosque!...;hacequemesientabien. Adems, qu labor tan entraable, sana y al aire libre..., creo que es un ejercicio salu- dable. Incluso el agua del ro hoy no me ha parecido tan fra como el da an- terior. Si todos hiciramos lo mismo, sera maravilloso...: creceran bosques por todas partes!" Otra vez estaba en la ladera de solana el rebao de ovejas pero por ms que miraba no vea al pastor... "Las habr dejado al cuidado de sus perros" -deduje-, a los que s oa de vez en cuando ladrar en la lejana. Aquel da pas el resto de la jornada caminando por el valle, ro arriba, y explorando todos sus rincones. Vi bastantes grupos de abedules junto a la ori- lla y tambin subiendo ladera arriba, en la umbra, siempre junto a los arro- yuelosylugaresmshmedos.Tambinexisteunarepoblacindepino, afortunadamente no muy grande y tampoco apreci aterrazamiento. "Menos mal!,claro,contantainclinacin nopudieronmeter lasmquinas!"...-me dije. Asimismo apreci parajes muy rocosos donde afloraban grandes rocas de esquistos micceos y cuarcitas. Haba muestras muy interesantes de esquistos micceos con estaurolitas unos y con granates otros, algunas de las primeras se presentaban cristalizadas con la tpica macla de la cruz de San Andrs, lo cualmealegr muchoel verlas; as como cuarcitas con micropliegues evi- dentes. Tambin vi algunos filones y pequeos diques de cuarzo, pero en ellos noviningnbuenejemplarcristalizado... Y esoquelosbusqu,osloase- guro. Esta zona, adems, para m, tiene el aliciente aadido de ser interesante desde el punto de vista geolgico, sobre todo si te gustan las rocas metamr- ficas... qu feliz me senta! A las rocas del camino Recorriendo los montes y las sierras en las rocas quise fijar mi atencin, 49 Diario de un plantabosquesTomo I siempre tan olvidadas, ignoradas...mas, cuando os mir, sent gran impresin sois dignas de admiracin!: foliadas pizarras, brillantes esquistos micceos, ah, altivas cresteras de dura cuarcita!... Cuando camine las asperezas del Berbellido, oh, hermosas!, all tenemos nuestra cita. 10/Feb/92:FuinuevamentealvalledelBerbellido. Y yatenaganasdeir, pues pas algn tiempo sin que pudiera volver. An quedaban restos de nieve de las ltimas nevadas cadas, pero se poda caminar bien, sin problemas. Me encamin derecho a la "umbra de las hayas" y pude saludar por la senda a unaspocasvacas que allcercasehallabanpastando. Tambinvilasilueta de un ratonero comn, que describa lentamente en su planear crculos en el cielo. Comencadescender haciael roy...acruzarlo!Bajaba muy crecido, con gran mpetu, y el agua estaba muy fra pero, raudo, alcanc la otra orilla... Ay, qu fra, qu fra!... Enseguida me puse a trabajar, sin pausa pero sin prisa, y al cabo de unas tres horas plant otros 200 hayucos; finalizado el trabajo, todava me qued tiempo para comer tranquilo (aunque a la sombra, mientras miraba con cierta envidia sana la otra ladera an bien soleada; y es que estando quieto se dejaba sentir cierto fro). Pronto me fui buscando el sol de la ladera de enfrente, nue- vamente cruc el ro..., ay, qu fra!, y rpidamente me puse al calor del re- confortante sol como si fuera un lagarto. Despus, despacio, fui ascendiendo ladera arriba hasta alcanzar la senda y por sta, tras despedirme de mi querida zona de repoblacin, me di mi buena caminata por el resto del valle hasta llegar al coche. El da fue fro, pero no llovi y pude disfrutar algo del sol... Entonces, qu ms quiero? 1/Mar/92:FuinuevamentealvalledelBerbellido...,otravez?Y lasque me quedan por ir! En efecto, ya me conozco perfectamente el valle... bueno, la parte en la que me muevo, pues an no he culminado todo el valle hasta arriba, que ter- mina en el circo y cara sur del pico del Lobo, la mayor altitud del Macizo de 50 Tomo I Captulo II Aylln con 2.273 mts. El da era soleado, pero con viento. Me encamin a la umbra, mi zona de trabajo, y ya no os cuento cmo cruc el ro..., ay, qu fra estaba!, y, empuando mi fiel martillo, me puse a plantar hayucos, aqu, all, siempre ro arriba, valle arriba. Avanzadalamaana,terminmilabor:plantotros200hayucos.Se siente una gran satisfaccin cuando plantas las semillas, sobre todo si ests pensando en el bosque que esperas ver crecer... As que imaginaba ver toda esa ladera de umbra cubierta de jvenesy vigorosashayas, ya con ms de metro y medio de altura, y enfrente de ellas, en la solana, otros tantos bos- quetesderoblesmelojos,decastaos...,osimaginis?,asmesentayo de feliz. Hojas otoales en el Macizo de Aylln 15/Mar/92: Una vez ms sal solo, aunque acompaado de mis hayucos, al valle del Berbellido. En mi caminar por la ladera solanera del cerrado valle, y en la curva topogrfica por la que descenda un pequeo arroyuelo, vi po- sadaenloaltodeundesnudomelojoaunacoloreadatarabillacomnque cantaba, alegre, su meloda. Me caus tal alegra encontrarla all que no poda apartar mi mirada de ella y all estuve, encantado, mirando a la avecilla, hasta que finalmente ech a volar y se fue. Nunca me haba topado con una tarabilla en este valle y creo que las l- timas que vi fue en Asturias, cerca de los acantilados marinos, posadas en las estacas de las vallas que delimitan los prados; por eso all las suelen llamar familiarmente: "cagaestaques". 51 Diario de un plantabosquesTomo I Fue todo un placer encontrarla; y segu mi camino. Al cabo de un rato ya tena ante m la umbra de repoblacin, mi cita con el futuro bosque de hayas... Descend, cruc el ro por el vado habitual..., huy, qu fra!, y ya estaba en ella. Pronto me organic, camin valle arriba y llegu al lugar donde deba proseguir mi trabajo; martillo de gelogo en mano, me puse a plantar. Como tres horas despus de esforzado y, a la vez, amoroso trabajo, haba enterrado dispersos aqu y all otros 200 hayucos. Me senta cansado, pero satisfecho; con hambre, pero ilusionado, y sediento, pero muy feliz. La sed enseguida la saci en una acequia de agua fra y cristalina que no muy lejos de m se en- contraba; del hambre, tambin pronto me ocup y de paso descargu buena partedelpesodemi mochilay,en cuanto al cansancio, metumbun buen rato, despus de comer, sobre la verde hierba que, abundante y entre los bre- zos, coloreaba el cerrado valle. "Ya estamos!, la sombra me quita el sol!" Efectivamente, rauda, una vez ms, la sombra descenda por el valle su- miendo entre fras penumbras la empinada ladera. 52 Tomo I Captulo II "Bueno ya es hora de que me vaya en busca del sol." Y tras el breve pero reconfortante descanso, me puse en marcha descen- diendo por entre los brezos hasta alcanzar mi cita con el ro: el vado; y tras refrescarme los pies, alcanc la orilla, el sol, un poco de sosiego y... una nueva cuesta que subir. Estalaculmintranquilo,suavemente,sinprisas,relajandomimirada entrelassoledadesdelvalle,llenandomispulmonesdeairelimpio,ycol- mando mi alma de pureza, de serenidad, de paz, como solamente puede en- contrarse en tales lugares hermosos y apartados. Ya atardeca, as que decid volver a bajar a Pealba para dormir all. Esta vez s vi a algunos de sus habitantes y, tras saludarles amablemente y hablando con ellos, me dijeron que, mejor que en el coche, poda dormir en el Ayunta- miento. ste no era sino una casa de dos plantas en la plaza, que se empleaba de almacn de sacos de pienso, y de alguna muy ocasional junta de sus esca- sos vecinos. As lo hice y, tras pasear bajo la noche por los alrededores del pueblo, me met en el Ayuntamiento, sub al piso de arriba, de tablas de ma- dera, y en la habitacin que me pareci ms limpia -y no estaban sucias- me instal: extend un plstico, hinch la colchoneta, puse sobre ella el conforta- ble saco y me tumb cmodo y relajado esperando al sueo que, entre tanto magnfico silencio, no tard en llegar, pero... de madrugada, me despert alar- mado: o pasos abajo y despus percib que suban por la escalera, creo que ms de uno... Ay, Dios mo!, quines sern?, y est completamente oscuro... y yo sin lentillas! -(pues la tenue luz pblica que entraba por la ventana desapare- ci; se apagan a partir de las 2 de la maana) O pasos, ahora ms evidentes, sobre el piso de tablas de madera...- que no entren en esta habitacin, que no entren!, pero afortunadamente nadie entr en la habitacin donde yo me en- contraba; por ltimo desaparecieron las pisadas y volvi a reinar el silencio el resto de la noche que, como podis imaginar, no volv a pegar ojo. Y as termin esta extraa y oscura aventura de los pasos en el Ayunta- miento pealbs... Al da siguiente coment con los vecinos los pasos que o en la noche y quines podan haber sido..., pero ellos me dijeron que quin iba a ser a esas horas? y que si no lo haba soado. Risas..., bulla..., guasa... 53 Diario de un plantabosquesTomo I 22/Mar/92: Nuevamente sal a plantar a mi abrupto y apartado valle. Esta vez, cerca del hayedo de Montejo, me top con un chico que andaba por all dibujando y, como me llam la atencin, me detuve para hablar con l. Me explic que era naturalistay que le interesabanmucho las aves. Me ense su cuaderno de campo, que estaba muy bellamente ilustrado con di- bujos de gran calidad. Yo le expliqu mi cometido repoblador y, muy intere- sado,sevinoconmigo.LlegamosalBerbellidoysobrelamarchame explicaba casi todo acerca de las aves que nos salan al paso; yo por mi parte le coment acerca de mis experiencias desarrolladas en estas sierras y en este valle. Llegamos a la zona de repoblacin, plantamos 200 hayucos entre los dos y pasamos el resto de la tarde juntos. Al atardecer, concluida toda nuestra ac- tividad, nos separamos, pues l tena que volver a Madrid y, como en ese mo- mento pasaba un coche en sentido a Montejo, par y l se fue con ellos. Deaqueljovendequiennorecuerdosunombre,otalveznolodijo, nunca ms volv a saber y solamente me quedan en la memoria las andanzas de aquel da y... que dibujaba muy bien... Yaotravezsolo,decidbajarnuevamenteaPealbaparapernoctar. Cuandollegualaplazaestabanallalgunos"pealberos"bajoelnogal. Como ya me conocan del ltimo da y saban que vena de plantar hayucos, me preguntaron si tambin me quedara esta noche a dormir en la aldea, y les dije que s. Insistieronen sidormiraenel Ayuntamientocomolavezpasadayles dije que s... o tal vez en el coche... Entonces un peculiar abuelo que all se encontraba, y que se llamaba Ro- dolfo, bajito, con jersey verde oscuro de cuello alto y cremallera, bastn en la mano y boina sobre sus blancos cabellos dijo: Bueno, si quieres puedes dormir en nuestra casa, que estars mejor que en el coche o en el Ayuntamiento y as tampoco tendrs miedo... No-respondsonriendo-,sinotengomiedodedormirenel Ayunta- miento... Ya, ya -sonrieron todos y creo recordar que eran, adems de Rodolfo, Jess, Marcelino y Cirilo. Y as fue como dorm por primera vez en casa de Rodolfo y de sus hijos Luis e Isaas, a quienes poco despus conoc; los cuales siempre me regalaron, 54 Tomo I Captulo II generosos, su hospitalidad, humildad y amistad hasta el da de hoy, y a quienes cuento entre mis mejores amigos. 12/Abr/92: Fuimos una 25 personas de ARBA y COMADEN (Coordinadora Madrilea de Defensa de la Naturaleza, ya extinguida y absorbida por Eco- logistas en Accin) a plantar hayucos al valle del Berbellido. Entre ellos se encontraban,tambin,misamigosFernandovilayJavierBarbadillo,as como Rafael Moro, un ingeniero de Montes del Ministerio de Agricultura y que haba escrito una Gua de los rboles de Espaa. Fuimos por Bocgano, valle adelante,para no tener que cruzar el ro. Plantamos entre todos unos 4500 hayucos, todos los que me quedaban, y el da transcurri, como suele ocurrir en estos casos de "muchedumbres", en un tono de festividad. Previamente a la plantacin, y sobre el terreno, expliqu a todos las ca- ractersticas de este proyecto de repoblacin: porqu en este valle y porqu conhayas,elorigendeloshayucosy,asimismo,eltiempoqueyallevaba plantando ms o menos en solitario. La verdad es que a m nunca me ha gustado ir al campo en multitud (todo lo que sea ms de 4 5 personas) porque entiendo que as se rompe la inti- midad y armona con la naturaleza (siempre hay ruido, voces, risas o humo detabaco),yalcampohayqueirensilencio,biendespierto,siemprecon nimo observador y captador de impresiones, de imgenes, de sonidos y pro- curando no alterar nada ni molestar a nadie all por donde pasemos. Pero esta excursin sali as pues haba compaeros de ARBA que que- ran conocer las repoblaciones del valle del Berbellido seguramente al or el entusiasmo de mis explicaciones, e igualmente ocurri con la gente de CO- MADEN, mis amigos y todos los que all se juntaron. Por ltimo, avanzada la tarde, la gente empez a despedirse y a marcharse mientras que mis amigos y yo an permanecamos en aquellas apartadas um- bras. El valle retomaba su pulso: la tranquilidad y el sosiego volvan a im- perar, las aves otra vez cantaban... A la totova Parda, humilde totova, avecilla sencilla, modesta, 55 Diario de un plantabosquesTomo I que habitas la escasa floresta nadie te cant todava? Eres compaa de mi soledad, en apartados oteros y descampados austeros,donde, al repoblar, hallo la felicidad. All, ante los azules montes que diviso en lontananza, tu voz a mis odos alcanza... Oh, permanece, el vuelo no remontes!, teruego,aladacriatura, y hblame con tu meloda que me colma de alegra; pues mi alma tu amistad procura. All, en medio de la soledad que estos valles inunda, donde tanto el sosiego abunda, tu cancin mece la serenidad. 19/Abr/92: Fuimos Julio y yo a Pealba de la Sierra. Julio era un chico que conoc a la puerta de una iglesia evanglica y que, sin saber an cmo, se em- barc conmigo en un viaje repoblador hacia las speras umbras. Salimos con 20 plantones de haya de una savia, casi recin brotadas, de las que sembr en tetrabrik en el vivero de ARBA en el Albergue de la Casa de Campo. Las hayitas, tan pequeitas y ya con sus hojitas verdes, estaban preciosas. Las plantamos, dispersas, en el bosque de la Dehesa de Pealba y en uno de sus arroyos, bien a la sombra y cerca del agua. Vino con nosotros Isaas,dePealba,quienseentregconentusiasmoalarepoblacin,bus- cando los lugares adecuados, escondidos y hmedos y cavando hoyos con la azada. No as Julio quien, perezoso y desinteresado, apenas movi un dedo y se tumbaba tranquilamente a la sombra mientras nosotros trabajbamos sin 56 Tomo I Captulo II descanso plantando las hayitas. Haba llegado la primavera, las aves cantaban alegres sin cesar y el monte nos regalaba la mirada obsequindonos a cada paso con vistosas primaveras (Primula veris), menudas violetas (Viola sp.), elegantes jacintos (Hyacintoides hispanicus), encantadoras trinitarias (Hepatica nobilis) con sus corolas colo- readas de un vivo azul, asprulas (Galiun odoratum) y humildes y graciosos narcisitos (Narcissus bulbocodium) que a veces se les hallaba muy abundantes por las hmedas praderas expuestas al sol. Dormimos en Pealba en casa de Isaas y por la noche, a la lumbre de la chimenea, hubo tiempo para "arreglar el pas y el gobierno" entre alegres con- versaciones y agudas observaciones salpicadas con las graciosas y oportunas coplas de Rodolfo. Pues debis saber, queridos lectores, que Luis e Isaas son grandes con- versadores, especialmente Luis, culto y ledo y muy versado en temas de po- ltica e historia de Espaa. Isaas, que, con especial habilidad, se encarga de "sacar punta" a todos los temas de actualidad. Y Rodolfo..., ay Rodolfo!, qu abuelo tan singular y entraable, de todo se re y canta coplas que vienen muy a cuento con lo que se departa; le gusta hablar de sus tiempos mozos, de sus viajes trashumantes a pie con las ovejas a Extremadura, de sus amoros y del hambre y las necesidades pasadas... Pero que no se hable de la pasada Guerra Civil!,delaquefuesufridoyesforzadocombatiente republicano,o delos insufribles polticos de turno porque, entonces, monta en clera y se enciende como un volcn... Ay, ay, ay!... 26/Abr/92: Salimos Julio y yo de nuevo; esta vez al valle del Berbellido. Lle- vbamos simblicamente solo 2 plantones de hayita, pues pesan los tetrabriks y la marcha era larga como para llevar ms. Adems el objetivo de aquel da era recorrer la zona de plantacin y ver si comenzaban a germinar y crecer los hayucos plantados durante el invierno. Duranteel recorrido por lasintrincadas sendas y campo a travs, Julio, urbanita l y poco dado a las caminatas y a los montes, no haca ms que que- jarse: Pero por dnde me llevas, to,... si por aqu no van ni las cabras... Y cunto falta para llegar?..., y todo el camino es as? Y qu decir cuando hubo que cruzar el ro!... Podis imaginaros el trago 57 Diario de un plantabosquesTomo I que supuso para l... quien, una vez cruzado, se tumb a la bartola, pasando olmpicamente de buscar hayitas entre todos los hayucos por all sembrados. Naturalmente, no volvi a llamarme, ni yo volv a saber ms de l. Qu tendr el trabajar, y ms altruistamente, que cuando hay que dar el callo la gente se escaquea, se va, desaparece...? Y en cuanto a la bsqueda de plntulas de haya, el da result aciago y adverso, pues no encontr ni una sola. "Bueno -pens-, este valle es muy fro y es posible que vaya todo retra- sado, habr que esperar ms..." Por fortuna, s se dejaban encontrar, y de qu manera!, las flores silves- tres, sobre todo las violetas y las preciosas y azules Hepatica nobilis con sus hojastrilobuladastancaractersticas,ellasfueronmimayoralegraaquel da! y, al menos, ya s que no es mucho, tambin plant 2 hayitas. 58 III. No se debenplantar directamente los hayucos enel monte Diario de un plantabosquesTomo I I I I . NO SE DEBEN PLANTAR DI RECTAMENTE LOS HAYUCOS EN EL MONTE Mayo/92: Fui al valle del Berbellido solo, con el objetivo de buscar plntulas de hayas en la zona de repoblacin. Dediqu varias horas a la bsqueda y re- corr dos o tres veces toda aquella extensin de terreno inclinado de umbra -devariashectreasdeextensin,aunquenosabradecircuntas-;miraba atentamente, buscaba con ilusin deseando encontrar en cada rincn la grcil y delicada silueta de una hayita con 4 5 hojitas tiernas coloreadas de un ale- gre verde y dicindome: Hola, aqu estoy!, o su primera fase: la sugerente "mariposa" con sus dos cotiledones al aire, pero no encontraba nada, absolu- tamente nada, ninguna... slo vea brezos de mediano tamao y en flor, eso s, por lo que se podan distinguir bien las dos especies arbustivas: de Erica arborea con sus ramilletes de flores blancas y E. australis sub. aragoniensis con sus ramilletes de flores moraditas o lilas, tambin me alegraban la vista lasabundantes matitas de Arenaria montana que estaban preciosas llenas de flores blancas y, mientras tanto, meditaba: "Por qu no han brotado las hayas? Ya estamos en Mayo... plant mal los hayucos?, claro, seguro que plan- taron mal los hayucos el da que vino tanta gente a plantar! Y ese da se plan- taron la mayor parte de los hayucos que recog... Pero no..., por qu iban a plantar mal los hayucos?..., es muy sencillo; adems, les dije cmo hacerlo y, por otra parte, eran gente de ARBA y CO- MADENqueyahanplantadoarbolitos,semillasybellotasmuchasotras veces... No, no puede ser esa la causa. Estaban las semillas en mal estado?, no creo, los hayucos no estaban huecos ni vanos y a todos los presionaba al recogerlos y estaban bien duros, algunos incluso me los com, y estaban bue- nos y maduros... Se habrn estropeado al conservarlos algn tiempo en la nevera?; tam- poco lo creo, siempre he ledo que es un buen sistema para conservarlos al- gunos meses durante el invierno. Entonces por qu no brotan?" Y en aquel momento me recorri un escalofro por la espalda: "Se habrn comido los hayucos los ratones, jabales, corzos, etc., que son tan vidos en encontrarlos? 60 Tomo ICaptulo III Perotodos?,msde5000hayucos!,ademstampocoheencontrado cscarasrotas, mordisqueadaso huecas de ningn hayuco. Qu ha pasado con mis hayucos, por qu no brotan?" Y sin resolver aquel interrogante, pas el resto del da buscando plntulas de hayita sin encontrar nada... Me senta triste, desolado y ni siquiera la con- templacin del cerrado valle, florido y lleno de aromas, ni su soledad, ni su quietud maravillosas, me podan consolar del fracaso de tanto trabajo ni de tanta, tanta ilusin depositada en l... Finalmente me fui a Pealba y en casa de Isaas conversamos sobre los hayucos del Berbellido y qu les poda haber pasado, y all nos encontrbamos reunidos Rodolfo, Isaas y yo alrededor de la reconfortante chimenea, aunque ahora sin necesidad de encender fuego... ya no haca fro. ltimos de Mayo 92: Otra vez me dirig, y solo, al valle del Berbellido. Tena que insistir en la bsqueda de plntulas de haya. Aunque remota, an tena la esperanza de que todava podan brotar; al fin y al cabo, aunque tarde, est- bamosaltimosdeMayoylascondicionesfrasdelvalledelBerbellido, efectivamente podan retrasar la germinacin de los hayucos. El valle estaba muy florido, las aves cantaban unas, revoloteaban otras, los melojos ya haban florecido -son los ltimos rboles de la zona en abrir sus hojas a la primavera- tal vez, listos ellos, conocen bien las peligrosas y traidoras heladas tardas de Abril-Mayo que tanto les pueden perjudicar. La vida y efusin de la primavera haba llegado y era evidente y palpable en todas sus manifestaciones... excepto en mis anheladas y deseadas hayitas que no aparecan por ninguna parte. Buscaba y buscaba, recorra, suba, ba- jaba...perono encontraba ni una sola.Cansadodemi decepcin, mirala solana, enfrente de m, y record que tambin plant bellotas de melojo y cas- taas; as que, sin dudarlo un instante, cruc el ro y me dirig en su bsqueda. Mas, una hora despus, tambin aqu, comenz a apoderarse de m la des- esperanza,puesnohallniunsolocastaitoyrecordabaperfectamenteel lugar por donde plant las castaas... "Nada, ni un arbolito!,... pero qu pasa aqu?!... y plant 100 casta- as!..." De la misma manera ocurri despus de ir ms ro arriba, al lugar de los melojos... 61 Diario de un plantabosquesTomo I Buscabaybuscabamelojitos,chiquitos,conhojitasmuyvellosasein- cluso con hojas todava rojizas y rosadas, pero todo resultaba en balde... "Pero si fueaqu, estoycompletamenteseguro, miraaquellas piedras quemeservandereferenciay aquellaparejasolitaria demelojosgrandes. S, es aqu... y no veo ni un solo melojo nacido... por qu, por qu?... Tantos viajes y tanta ilusin vertida para nada?" Podis imaginaros, lectores, cmo me senta aquel da... Era la viva ima- gen del fracaso, de la frustracin y de la impotencia y... no quise seguir bus- cando ms. Pas el resto del da meditando a la orilla del ro Berbellido viendo desfilar ante m sus limpias y siempre fras aguas, y preguntando a todas las plantas que alrededor de m se encontraban: Cmo lo habis hecho?, cmo lo habis logrado? Cmo habis con- seguido crecer aqu?, cmo, cmo? Decdmelo, decdmelo! Junio 92: Me dirig a Pealba de la Sierra. Era un da radiante de luz, de pri- mavera ya bien adentrada, madura, incluso en los fros territorios del Macizo de Aylln. El calor ya se dejaba sentir y todos los vegetales se haban dado cuenta: las herbceas se sucedan con profusin dibujando los paisajes de verdor y de atrayente colorido; las flores, las encantadoras y humildes flores silvestres, sonrean gozosas al sol, y tenan motivos para hacerlo: vivan sus das felices. Tambin los arbustos: campos enteros de moradas lavandas alternaban y competan en belleza con las floridas retamas amarillas de los cambrones y otros Adenocarpus; tambin entre los herbazales sobresalan, altos, los albos Asphodelos, igualmente continuaban su bella floracin los brezos blancos de Ericaarborea,ylosrosadosdeEricaaustralis.Losrbolesyaestaban todosbrotados, verdes, luciendo un renovado aspecto maravilloso, rotundo, incluidoslosroblesmelojos,siemprelosltimosdelazonaenabriry desarrollarsusfrondasydelosquesolamentelosmsrezagadosan presentaban parte de sus yemas cerradas, aunque muy abultadas. Ya haban llegado las golondrinas -casi tres meses antes-, que sobrevola- ban raudas los prados y las abiertas campias; entre el melojar, los pinzones, carboneros, petirrojos y currucas llenaban su fondo de amena msica, a los que se unan, espordicamente, los cantos del mirlo, del arrendajo o del lejano cuco, tambin me llegaba la insinuante voz de una oropndola encaramada 62 Tomo ICaptulo III en los altos lamos negros. Llegu a la plaza del pueblo y vi un grupo de vencejos y algunos aviones comunes que volaban veloces sobre el nogal y la torre de la iglesia. Hombre, Jos Luis, ya ests por aqu! -me salud Marcelino. S, ya llegu -le contest-. Qu tal ests?, todo bien? S, hombre, por aqu estamos sin novedad. Hombre, Piones! -me grit Jess cuando me vio. Que no son piones, son hayucos lo que planto! -le contest. Poco despus se acerc Luis: Qu?, qu tal las plantaciones? Mal -le contest-, no veo brotar nada en el Berbellido. Nada?, pues ya estamos en Junio. S, eso es lo malo, que, si todava no han brotado, me temo lo peor. Bueno, vamos a ver,... has visto mis hayas? No, qu hayas? Las traje del puerto de La Quesera... Me ense dos hayas magnficas de 1 metro de alto cada una, fuertes y vi- gorosas. Una la plant a la entrada del pueblo y otra como un km. carretera arriba junto a un regato. Las cogi arrancndolas a tirn en el mes de Febrero y protegi la del pueblo contra las vacas y otros animales con una empalizada triangular "made in Luis". La del re