de la guerrilla liberal a la guerrilla comunista

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Texto que realiza una contextualización social de los origenes de la Violencia en Colombia.

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Portada: Guadalupe Salceda. Carlos Neira leyendo el discurso de entrega de armas del Llano en Las Delicias el 15 IX 53.

Contraportada: Alfonso Cano, Manuel Marulanda, Jacobo Arenas y Raúl Reyes, dirigentes de las FARC.

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ULISES CASAS

DE

LA GUERRILLA LIBERAL A

LA GUERRILLA COMUNISTA

BOGOTA, 1987 www.escuelaideologica.org

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Al glorioso y combativo campesinado de Colombia de cuya entraña salí

y al que sigo teniendo el honor de pertenecer y defender hasta

la muerte

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INTRODUCCION

El pueblo colombiano ha sido un pueblo de combatien- tes por la libertad y la independencia. La conquista espa- ñola a sangre, fuego y cruz llevada a cabo por aventureros y maleantes de todos los pelajes encontró en nuestras co- munidades indfgenas una resistencia tenaz y heróica en la cual sucumbieron muchas de ellas y solo la superioridad de las armas del conquistador pudo vencer.

La mezcla del espafiol y el indígena produjo un pueblo de características especificas y su combatividad asume nue- vos rumbos así sea dirigida contra la Corona Española a fin de lograr la independencia. El mestizaje apoyó la gesta in- dependentista porque era la expresión de su necesidad libertaria hacia otros niveles de su producción. Pero los sobrevivientes indígenas rechazaron a los criollos indepen- dentistas porque representaban su explotación mediante la expropiación de sus tierras comunales. Ni la promesa de libertad a los mestizos, ni la libertad a los esclavos, ni la de tierra a los indígenas para que apoyara a los criollos pudo cumplirse porque estos tenían que devenir en clase dominante y explotadora.

Al contrario, la casta criolla ya victoriosa e independien- te del dominio español resuelve sus contradicciones me- diante la lucha armada cuyo alimento es el enfrentamiento entre los mismos explotados en las numerosas contiendas subsiguientes a la consolidación de la Independencia de España, llamadas "guerras civiles" y luego mediante lo que se conoce como la "violencia".

Los dos partidos tradicionales de la casta criolla, el con- servador y el liberal, han sido capaces de distorsionar la

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real lucha de clases de la sociedad colombiana. En este fenómeno tiene participación la concepción revisionista de las clases sociales en nuestro país. Las condiciones objeti- vas para el avance del proceso de la lucha de clases y, en consecuencia, del proceso revolucionario se encuentran dadas hace buen tiempo; pero las condiciones subjetivas, las de organización de la clase obrera, el campesinado y demás sectores populares, no han podido consolidarse. El análisis de este fenómeno daría para más de un tratado político pero en este estudio lo vislumbraremos en lo ge- neral.

El proceso de la lucha de clases en nuestro país es rico en enseñanzas histórico-sociales. Desentrañar la esencia del mismo, analizar la diversidad en sus manifestaciones, ha de ser una tarea de todo revolucionario ya que solo procedien: do así podremos orientar en forma acertada la lucha del presente con el fin de que sea la clase obrera y el campesi- nado, y los sectores populares, los que representados en su organización u organizaciones de clase, obtengan su total y definitiva independencia. Este estudio y análisis tiene que hacerse con el método del materialismo dialéctico y el ma- terialismo histórico para que tenga eficacia científica. De no hacerse así, nos quedaremos en el camino de las inter- pretaciones idealistas, metafísicas, propias de la burguesía a través de sus ideólogos, historiadores, sociólogos y filó- sofos, quienes van acomodándose en sus tesis de reformas o de cambios de mantenimiento del sistema que represen- tan. Siempre sostienen "nuevas teorías", "nuevas tesis", cuando en su esencia no son otra cosa que una forma de seguir engañando a sus pupilos de Universidad o de diser- tacione

s

en foros de intelectuales. El objeto de este estudio es el fenómeno de la lucha

guerrillera de nuestro pueblo, enmarcada ella en el proceso de la lucha de clases y en particular el hacer énfasis en el período denominado de la "Violencia" en el cual aparece la guerrilla liberal como hecho predominante y la guerrilla comunista como fenómeno en nacimiento, para luego con- vertirse este último en predominante y desaparecer el pri- mero. Pero como cualquier fenómeno social y político no es espontáneo sino la consecuencia de la causalidad, es ne- 8

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cesario asumir la visión de todo el cuadro histórico así sea muy general en algunos períodos.

La guemlla, en nuestro país, ha existido desde el mismo momento en que el español inició la depredación humana y material de lo que iba encontrando. Dentro de esta gene- ralidad ahondaremos en la particularización de la guerrilla liberal y la guerrilla comunista aunque también haya habi- do o haya guerrilla conservadora. Porque la guerrilla liberal y la conservadora han formado, en algunas ocasiones de nuestra historia, polos de una contradicción que se encubre con la máscara del partidismo tradicional liberal-conser- vador.

La guerrilla liberal que vamos a estudiar, lo mismo que la guemlla comunista, llevan en su esencia un contenido de clase, pero éste no es consciente. Esto es lo que les impide llegar al poder. La guerrilla comunista puede afirmar, en un momento determinado, que expresa intereses de clase, que tiene conciencia de clase; pero la práctica es la que co- rrobora o niega esa afirmación verbal, teórica o documen- tal. Si la guerrilla comunista no posee una línea política correcta, lo que incluye su práctica, tampoco puede acce- der al poder. Ahí se encuentra el fondo del problema: la guerrilla liberal no tiene conciencia de clase pero en la práctica, por estar conformada por campesinos puros, asume formas organizativas de clase. Como no posee teóri- camente la conciencia de clase, no puede trascender la ideología liberal dominante. La guerrilla comunista puede poseer la conciencia de clase teórica, pero no asume las formas orgánicas de clase y de ahí su expresión reformista de contenido liberal, más que de contenido comunista, pre- dominantemente.

Todo esto nos tiene que llevar al abordaje, en términos de generalidad, del proceso histórico. Debemos conocer el origen, el desarrollo y el estado actual de nuestra historia para poderlo comprender acertadamente. Más aún, debe- mos ser participes de él.

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PRIMERA PARTE

LA GUERRILLA

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CAPITULO I

GENERALIDADES

La guerrilla es un fenómeno político producido por la lucha de clases'manifestado en forma armada. La guemlla es lo elemental, lo Sencillo, lo particular de la forma arma- da tanto de la lucha de clases de una sociedad determinada, como de la lucha entre naciones en guerra. La distingue de la guerra regular o de posiciones, su movilidad e infor- malidad, su dispersión y su autonomía en su actuación. Surge del mismo pueblo y por ello goza de su apoyo y sim- patía sin lo cual no puede subsistir. La guerrilla verdadera goza del fervor popular del cual no goza el ejército regular. Esto se debe a que no causa al pueblo perjuicio alguno y se compenetra con él gracias a su reducido número y al trato sencillo e igualitario con él. Una guerrilla puede llegar a una casa campesina, obtener comida e información de ella, pagarle y dejarle un mensaje de libertad, mientras una es- cuadra o batallón no podrá hacer lo mismo y cualquier gasto que exija causa una verdadera ruina familiar de cual- quier forma que actúe.

El guerrillero se siente más libre que el soldado o el mili- ciano del ejército revolucionario y esto le abre la posibi- lidad de ser más creativo. En muchas ocasiones los jóvenes ,prefieren estar en la guerrilla a estar en el ejército porque en éste se trata con mayor disciplina y dentro de un plan que impide su iniciativa. Esto en términos generales.

La lucha guerrillera lleva el germen de las grandes trans- formaciones; es como la avanzada de la lucha de clases de los pueblos y esto la hace más romántica. Podríamos decir que el combate guerrillero es el anticipo de las grandes ba- tallas, ya sea entre las clases sociales antagónicas internas

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de un pueblo, o entre un país y otro que se lanzan a la guerra en calidad de agresor y agredido. La guerrilla va formando el ambiente para la estructuración de un ejército y su sencillez y agilidad producen el medio para una capa- citación de mayor contenido ideológico desde el punto de vista de lo intenso y profundo.

El guerrillero tiene más espacios para su formación como cuadro militar o como cuadro político según el caso. En efecto, en la guerrilla es necesario solucionar todos los problemas con menos gente que en cualquier otra forma- ción social. El guerrillero tiene que ser militar, político, médico, abogado, economista, ingeniero, agitador, escritor, fiscal, etc., etc. Todas las manifestaciones sociales se dan en la guerrilla dentro de un .contexto reducido de personas y de espacio material. Esto lleva a que el guerrillero se capa- cite en todos los campos y sea más eficiente en el de sus cualidades especiales.

Pero la guerrilla, para que tenga proyección en el espacio y en el tiempo, debe tener un centro político. Sin este requisito no puede avanzar ni proyectarse históricamente. Lo político es lo determinante y lo militar lo determinado.

Para que la guerrilla tenga posibilidades es necesario que tenga su esencia, su ser, en los intereses materiales de los oprimidos y explotados y es entonces cuando ella es la ex- presión política de esos intereses. Ya Lenin escribía al r e s -pecto y en forma dialéctica este principio así:

"La lucha guerrillera es una forma de lucha inevitable en tiempos en que el movimiento de masas ha llegado ya, de hecho, hasta la misma insurrección y en que se abren inter- valos más o menos grandes entre las "grandes batallas" de la guerra civil".

Y agrega luego:

"Lo que desorganiza el movimiento no son las acciones gue- rrilleras, sino la debilidad del partido, que no sabe tomar en sus manos estas acciones. Por eso, entre nosotros, los rusos, los anatemas lanzados contra la actuación guerrillera van generalmente aparejados a acciones guerrilleras secretas, fortuitas y no organizadas que realmente desorganizan el Partido. lncapaces de comprender cuáles son las condicio-

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nes históricas que provocan esta lucha, somos también im- potentes para contrarrestar sus lados perjudiciales. Pero la lucha sigue su curso, a pesar de todo. Esa lucha responde a causas económicas y políticas. No está en nuestras manos hacer desaparecer esta lucha. Nuestras quejas acerca de la lucha guerrillera son, en realidad, quejas acerca de la debili- dad de nuestro partido, en lo tocante a la insurrección". (Lenin - Engels. Principio y fin de la violencia. Ediciones Pepe. Medellín).

Lo que los clásicos del marxismo escribían acerca de la guerrilla y la guerra civil nos sirve para entender la generali- dad mas no la particularidad. Ellos 'mismos lo afirman cuando se especifica que las formas de lucha revoluciona- ria obedecen a las condiciones concretas de cada pueblo en particular. En nuestros paises las condiciones son diferen- tes a las de cualquiera otro. La conquista española impuso un modo de producción diferente, un idioma determinado, unas costumbres especificas. Los movimieiitos rebeldes conio el comunero, el de Tupac Amarú, rolo tienen de común con los de otros pueblos el objetivo de la libertad y la independencia. Al respecto anota el "Che" Guevara en su libro Guerra de guerrillas y Guerra de guerrillas un mé- todo :

"La victoria armada del pueblo cubano sobre la dictadura batistiana ha sido, además del triunfo épico recogida por los noticieros del mundo entero, un modificador de viejos dogmas-sobre la conducta de las masas populares de la América Latina, demostrando palpablemente la capacidad del pueblo para liberarse de un gobierno que lo atenaza, a través de la lucha guerrillera".

El desarrollo de la lucha de clases implica diversidad de formas de acuerdo a las particularidades de cada pueblo. Por ello es incorrecto el copiar las experiencias de otros pueblos por más valiosas que ellas sean. Cuando las condi- ciones de la lucha exigen pasar del movimiento de masas, del movimiento político al movimiento armado, a la gue- rrilla, es importante y necesario efectuar un análisis mate- rialista y dialéctico para determinar muy bien el cuadro social dentro del cual se va a desarrollar. Porque esto no

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quiere decir que el movimiento de masas y su dirección politica cedan el paso al moviniiento armado, a la guerrilla; esto sería idealismo. El movimiento armado aparece como consecuencia del desarrollo de la política revolucionaria de las masas y por lo mismo como una decisión de su organi- zación politica. Esto por el hecho de que las clases sociales se expresan, en su lucha politica, a través de sus respectivos partidos. Para que la guerrilla tenga una perspectiva real, debe obedecer a una linea política partidista y revolucio- nana. A esto es que se refiere Lenin en la cita antes referi- da. Y al respecto anota:

"Es completamente natural e inevitable que la insurrección revista las formas más altas y complicadas de una larga guerra civil extensiva a todo el pais, es decir, de una lucha armada entre dos partes del pueblo. Esta guerra no pode- mos concebirla más que como una serie de grandes batallas separadas unas de otras por períodos de tiempo relativa- mente largos, y una gran cantidad de pequenos encuentros librados a lo largo de estos intervalos. Y siendo esto así -como así es, indudablemente-, la socialdemocracia debe indefectiblemente plantearse como tarea la creación de or- ganizaciones capaces en el mayor grado posible de dirigir a las masas tanto en las grandes batallas como, dentro de lo posible, en los pequeños encuentros. La socialdemocracia, en una época en que la lucha entre las clases se agudiza hasta llegar a la guerra civil, debe plantearse como tarea, no solamente participar en esta guerra civil, sino asumir el papel dirigente en ella. La socialdemocracia debe educar y preparar a sus organizaciones para que realmente puedan actuar como parte combatiente, sin dejar pasar ni una sola ocasión para inflingir daños de consideración al adversa- no" (Idem).

En nuestro país, la guerrilla ha obedecido casi siempre a lineamientos partidistas así su estructura orgánica no hu- biese sido la mejor. Las circunstancias sociales de la lucha llevan a que la guemlla se articule en más o en menos dentro de ese cuadro partidista. Nos referimos, claro está, a la guerrilla liberal y también a la conservadora como a la comunista. La guerrilla sin partido no ha logrado un eficaz desarrollo político dentro de la lucha revolucionaria co- 16

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lombiana y ha quedado, casi siempre, al margen del criterio político de las grandes masas, en particular la clase obrera y el campesinado. Si subsiste es debido a las condiciones geográficas, físicas e intelectuales de sus militantes. La gue- rrilla sin partido es inestable y por ello muchas veces casi se extingue para volver a renacer en un proceso cíclico dentro del cual es la juventud su principal motor. Por esto, sus componentes adquieren muy difícilmente la conciencia de clase produciéndose frecuentemente l a deserción, el paso al enemigo y otras desviaciones que impiden su máxi- mo desarrollo.

La guerrilla moderna adquiere características especiales de acuerdo a la situación social que produzca su aparición y desarrollo. En los movimientos de liberación nacionál encuentra un medio muy propicio para su propio avance. Lo mismo sucede cuando se trata del dominio político y militar en un régimen de dictadura desembozada. Pero muy diferente es el caso en donde hay regímenes que encubren su dominación con una careta democrática. En estos, la existencia de formas políticas amplias, como la electoral, impiden que la inmensa masa de la población pueda ver la esencia del dominio de la clase capitalista y por ello su apoyo al movimiento armado tiene mayores dificultades. Veamos, en particular estas situaciones.

1. Régimen colonial y neocolonial

Se entiende por régimen colonial aquel eii el cual la potencia colonialista ejerce su dominio económico, políti- co, militar y cultural en forma directa sobre un pueblo de- terminado. Ejemplos son los pueblos dominados por Ingla- terra, Francia, España, Portugal y otros, sobre los pueblos de Asia, Africa y América Latina en siglos anteriores.

El régimen colonial dio paso al neocolonialismo. Este consiste en un dominio indirecto sobre los pueblos: ya no tiene la potencia sus propios gobernantes sino que los escoge dentro de la población nativa para que sirvan sus intereses económicos, políticos y culturales. Esta moda- lidad del colonialismo se produce a finales del siglo pasado y comienzos del presente. En este régimen el domiiiio es

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menos visible para la mayoria de la población y sólo son conscientes de él los sectores más avanzados. Estos luchan contra ese dominio a fin de obtener una completa indepen- dencia para sus pueblos. La casta que se presta para el do- minio neocolonialista reprime a su pueblo para mantenerse en el poder, pero cuenta con mejores medios para ello.

En el régimen colonial la lucha por la independencia asume formas diversas que van desde la propuesta por la igualdad con la potencia, hasta la guerra liberadora que aglutina al movimiento de liberación nacional. Esas luchas han conformado la historia de los pueblos en los siglos XVIII, el XIX y parte del presente.

En esta lucha anticolonialista la guerrilla asume sus particularidades en cada país, pero el objetivo es similar. La lucha contra el régimen español en nuestro continente toma la forma de una guerra de liberación, pero los llama- dos "ejércitos libertadores" solo tenían de "ejército", el nombre. En realidad, eran montoneras de hombres que iban a la guerra porque los dirigentes criollos prometían una libertad abstracta y una igualdad ideal que producia un ideal de lucha entre amplias masas de la población oprimida. La composición de estos ejércitos se debatía entre cuerpo de ejército y partidas de guerrilleros. Pero la guerrilla existia siempre y era el apoyo fundamental tanto para el triunfo del "ejército" como para su mantenimiento. Quien intentó formar un verdadero ejército, al estilo euro- peo, fue el general de San Martin en la Argentina, pero no pudo lograr este objetivo a cabalidad porque las condicio- nes sociales se lo impedían. Bolivar, con su táctica de gue- rra y guerrillas obtuvo más resonantes victorias en el con- tinente americano.

En este contexto colonialista, la guerra de guemllas d e mayor eficacia es la que libran los pueblos del Viet- Nam, Laos, Camboya y otros del continente asiático. En estos paises, la guerrilla, dirigida por sus respectivos parti- dos revolucionarios, fue el instrumento mediante el cual se pasó a la guerra regular o de posiciones en un proceso dentro del cual el enemigo colonialista e imperialista fue derrotado contundentemente. El pueblo vietnamita tiene el honor de haber vencido a la mayor potencia militar de la tierra. 18

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La guerra anticolonialista moderna fue victoriosa en el Viet-Nam por su enfoque político y partidista. Al respecto Vo Nguyen Giap, afirma:

"La línea militar del partido es una parte orgánica de su linea política; es la aplicación creadora de la doctrina marxista-leninista sobre la guerra y el ejército a las condi- ciones concretas de nuestro país, sintetiza las ricas experien- cias prácticas de levantamiento popular y de guerra del pueblo de la revolución vietnamita, continúa y desarrolla, llevándola a un nivel y calidad nueva, la larga tradición mi- litar de nuestra nación, y al mismo tiempo asimila las mejo- res experiencias de lucha militar de la revolución mundial. "Esta línea, antes, ahora y después ha sido y será siempre la bandera de combates y victorias de nuestras fuerzas arma- dasy nuestro pueblo': (Guerra de Liberación).

La guerra popular moderna debe fundamentarse en las fuerzas políticas para lograr el triunfo por cuanto la socie- dad qiie los revolucionarios pretendemos construir es la sociedad socialista. Ho Chi Minh dijo:

"Recién nacido nuestro partido organizó y dirigió la valien- te lucha del movimiento de los soviets de Nghe An-Ha Tinh. A los doce años organizó el movimiento guerrillero antifrancés y antijaponés. A los quince años organizó y diri- gio el triunfo de la revolución de Agosto. A los diecisiete dirigió la guerra de resistencia, y a los veinticuatro esta guerra de resistencia triunfó" (Idem).

La lucha de clases de la sociedad capitalista es la que da- fine la posibilidad del socialismo científico y es por esto que las formas oganizativas de esas clases tienen un con- tenido más definido. Y dentro de las condiciones históri- cas del imperialismo, el colonialismo produce, necesaria- mente, la liberación de los pueblos oprimidos hacia la sociedad socialista. Es lo que nos enseña la experiencia de los pueblos colonizados de Asia, Africa y América Latina.

En los regímenes de tipo neocolonial el problema de la lucha revolucionaria es mas compleja debido a que la casta criolla gobierna aparentemente independiente. El imperia-

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lismo domina en el terreno económico y sostiene ese do- minio con el instrumento politico y militar nativo. Las masas explotadas adquieren más difícilmente. la concien- cia anti-imperialista y antioligárquica. Eritonces, la lucha de masas y la lucha politica son de naturaleza diferente y es más necesario aún, la conducción orgánica partidista.

2. Régimen Dictatorial

Cuando la clase dominante de un país determinado es incapaz de sostener la estabilidad de su poder, acude al golpe militar instaurando la dictadura militar que tenga a raya las aspiraciones de las clases oprimidas. Pero las dic- taduras militares tienden a salirse de los parámetros clasis- tas tradicionales elevándose a rango de castas relativamente independientes de las clases existentes. La centralización del capital produce la centralización del poder politico, pero este, a su vez, tiende a centralizar más aún el capital en un proceso dialéctico de mutua interdependencia.

Esta clase de regirnenes ha sido conocida particularmen- te en los paises que sufrieron el proceso colonialista o neo- colonial. La década de los años de 1950 fue rica en esta clase de regirnenes en toda la América Latina. Circunstan- cias mundiales propiciaron este fenómeno al agregarse a las condiciones internas en las que las oligarquías no podían sostenerse ante las contradicciones sociales existen- tes. Lo internacional era de derrota del imperialismo y el capitalismo en paises como los de Europa Oriental que surgen al socialismo como consecuencia de la agresión nazi y la Segunda Guerra Mundial, y la Revolución China que nace de su lucha antijaponesa. El pánico anticomunista se expande por toda la órbita del mundo capitalista y para la contención del avance "comunista" considera, el impe- rialismo y las oligarquías, la necesidad de las dictaduras militares.

Dentro de un régimen de dictadura militar la guerrilla obtiene óptimas condiciones de desarrollo y actividad revo- lucionaria. Pero en este caso, puede darse el fenómeno de que la guerrilla no tenga el carácter de revolucionaria. En efecto, al centralizar el poder económico la dictadura mili- 20

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tar, produce un desplazamiento clasista que lleva al campo de la oposición a importantes sectores de la clase capitalis- ta. Estos sectores entran a apoyar la lucha armada y por lo mismo a darle un carácter más amplio, de alianza política policlasista. La guemlla antidictatorial puede obtener el apoyo de sectores propietarios lesionados por la política económica del régimen que sirve a intereses de grupo y no clasistas. Es decir, la dictadura crea un grupo de beneficia- rios del poder que desplaza a la dirigencia clasista capitalis- ta y terrateniente y esto lleva a que ésta asuma la oposición al régimen. Pero la oposición de esta clase no tiene la característica de la oposición popular ya que ella no es reprimida en la misma forma, es decir, con encarcelados, torturados y muertos. Entonces, lo que esa clase hace es dar apoyo material y político a la verdadera oposición popular y revolucionaria. Ejemplos los tenemos en el caso de Rojas Piniila en el que los dirigentes liberales ofrecieron apoyo material y político a las guerrillas liberales; el caso de la dictadura de Batista en Cuba, de Somoza en Nicara- gua, de Trujillo en Santo Domingo y, en general, el de todas las dictaduras latinoamericanas. Una vez es derroca- do el dictador, la oligarqufa asume, nuevamente, su papel dominante. Si la oposición no pudo formarse polftica y militarmente, sigue en el mismo nivel de dominación. Cuando esa oposición toma la forma política y militar acertada, el poder cambia de clase: Cuba es el ejemplo primero en América Latina y ahora Nicaragua.

La guerrilla antidictatorial tiene más espacio político y por ello debe tener en cuenta a qué clase obedece en lo fundamental. De lo contrario, puede convertirse en ins- trumento de los intereses de las mismas clases dominantes tradicionales. La guerrilla que combatió la dictadura de Rojas Pinilla tuvo un papel importante en su comienzo, pero cuando la oligarquía asume el papel opositor, ella se convierte en un factor secundario ya que no había podido dominar el cuadro político nacional aún. Aquí, la oligarquía no dio tiempo para que la guemlla tuviera la dominación política.

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3. Régimen representativo d e elección popular

La oligarquía de los países dependientes posee diferen- tes grados de capacidad para sostener'su dominio de clase sobre los obreros, campesinos y sectores populares. La colombiana es una de las más capaces en ese aspecto.

En los regímenes de elección popular, comúnmente llamados "democráticos", la guerrilla tiene muchas difi- cultades para desarrollarse. Las gentes se sienten libres por el solo hecho de que se les permite votar cada número determinado de años, Cree, la mayoría de la población, que con el voto ejerce parte del poder político; otra parte no vota pero tampoco enfrenta el régimen en forma activa siendo indiferente a la clase de gobierno existente ya que éste no le toca directamente sus intereses vitales.

En nuestro Continente la guerrilla en regímenes de tipo representativo toma forma a raíz de la Revolución Cubana. Se cuestiona a partir de ella la "representatividad" de estos gobiemos oligárquicos con razones de diferente naturaleza: que no son elegidos ni siquiera por la mayoria ya que la abstención llega al 70% o más, que son corruptos y dila- pidan el tesoro nacional, que entregan la soberanía nacio- nal al imperialismo, en particular el norteamericano, etc. Al carecer de representatividad, estos gobiemos ejercen, de hecho, un poder dictatorial.

Al no ser aparente el dominio dictatorial de clase, los explotados y oprimidos creen que los gobiernos son de- mocráticos y que permiten las libertades de expresión, de comercio, de trabajo y otras muchas. Dentro de estas condiciones agitar la lucha armada revolucionaria es muy difícil y ella solamente tiene mayor eco en los sectores jóvenes del estudiantado, capaces de entender el dominio imperialista y oligárquico. La guerrilla se compone, enton- ces, de elementos de la "pequeña" y "mediana," burguesía, lo que le impide su penetración real y efectiva entre la clase obrera y el campesinado más combativo. Una parte de la población apoya la guerrilla en muchas ocasiones por temor o por una simpatía romántica y esto no es sufi- ciente para su avance. Los que colaboran por tenior lo hacen también con el ejército y la policía enemigos. Y los que lo hacen por simple simpatía no son garantía de es- 22

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tabiiidad en su papel. Asi, la guemlla no tiene estructura polftica que le permita su desarrollo a formas más elevadas, la de la guerra de posiciones y la insurrección general.

Sin embargo, hay algunos paises de nuestro continente y en especial el nuestro, que vienen presenciando la exis- tencia de la guerrilla desde hace muchos años. Ella no podrá ser exterminada mientras subsistan las condiciones materiales de existencia de las clases explotadas, el prole- tariado, y en especial el campesinado que se debate en la más espantosa miseria. El mismo régimen oligárquico reconoce su impotencia para terminar materialmente con la .guerrilla y los altos oficiales comprometidos por años en su enfrentamiento reconocen esa incapacidad.

Para que el movimiento guemllero obtenga desarrollo en los regimenes de esta naturaleza es necesario que obe- dezca a criterios profundamente políticos e ideológicos. Esto solo puede lograrse a través de un partido u organiza- ción polftica revolucionaria, es decir, que lleve en su línea política los elementos del materialismo dialéctico y el materialismo histórico aplicados a su particular realidad económica, polftica y cultural, a su propia historia. De lo contrario, la guemlla podrá subsistir por mucho tiempo pero no se convertirá en alternativa de poder ni a mediano ni a largo plazo. La clase dominante podrh propiciar y apo- yar otros movimientos mediante los cuales prolongará su poder mediante reformas inclusive audaces para esa misma clase olighrquica. Si los elementos más esclarecidos de ésta acuerdan llevar a cabo reformas algo profundas, su domi- nio contará con mayor tiempo.

Dentro de un régimen de representación "popular" la acción de masas, cada vez más combativa, puede acelerar y agudizar la contradicción de clase llevandola a la confron- tación violenta. Es cuando se producen manifestaciones de gran envergadura. Si el gobierno se encuentra en manos de los menos capaces representantes de la oligarquia, acude a la represión desenfrenada. Entonces, agudizada la con- tradicción, el terreno se torna propicio a la lucha armada ya que el espacio político abierto desaparece para'la lucha de la clase oprimida. Es, precisamente, en este momento cuando la organización revolucionaria ha de tener el acier- to de llevar la lucha hasta su final, la victoria completa. Si

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un nuevo gobierno tiende la mano al movimiento armado para incorporar nuevamente su lucha política revoluciona- ria a los canales políticos abiertos, otro momentohistórico propicio se ha perdido.

Lo común en estos regímenes es el confrontamiento ideológico y político ya que se permite la discusión y los planteamientos revolucionarios a través de cualquier medio que tenga la posibilidad de utilizarla organización u orga- nizaciones revolucionarias. Entonces, la respuesta armada al planteamiento político y a la acción política del gobier- no se toma poco eficaz. El grueso de las masas no estará de acuerdo con la lucha armada y ésta se aisla de ellas per- diendo su piso. Más aún, el reformismo rodeará al gobierno así éste reprima a sus militantes. Se torna necesario esperar a que la contradicción vuelva a agudizarse.

Al distanciarse el movimiento armado de las masas, y en particular de la clase obrera como tal, y del campesinado, la oligarquía obtiene espacios políticos para llevar a cabo sus reformas dilatorias de su caída. Esto es lo que nos indi- ca la necesidad de que lo político ha de estar presente en

la lucha a todos los niveles y lo político se hace presente a través de la organización, a través del partido, único ins- trumento que puede analizar cientfficamente los niveles y estados de la lucha de clases acudiendo al método del materialismo dialéctico y del materialismo histórico. Este carácter del partido es lo que garantiza que el nuevo Estado llegue a ser revolucionario y no rcformista.

Aquí se centra el debate ideológico: o se tiene como objetivo estratégico la toma del poder por la clase obrera y el campesinado a través de su partido político, o se convive con las reformas del partido o partidos dominan- tes de las clases capitalista y terrateniente. El método em- pleado en la lucha de clases es el reflejo del contenido o esencia del partido que las canalice. Y en el proceso de esa lucha de clases, la práctica va demostrando lo acertado o lo desacertado porque ella es el criterio de la verdad. Por esto, la historia de los partidos y organizaciones nos indican en dónde estuvo el error y en dónde los aciertos.

Los regímenes representativos modernos son de relativa corta duración y la dictadura es, generalmente, su conse- cuencia. Esto se debe a que ellos no pueden solucionar la 24

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contradicción de clase y solo, cuando más, llevan a cabo reformas. Pero una reforma exige, necesariamente, otra re- forma y asf en forma indefinida de manera que se van acu- mulando las reivindicaciones y en consecuencia las luchas amplias. Estas, al ser dejadas libres por el gobierno de turno, producen una conmoción general que la clase capi- talista no puede soportar. Si no se les contiene, amenazan la estabilidad del régimen y por ello se torna necesaria su represión. Pero los partidos que sostienen ese régimen representativo no pueden perder su imagen "democrática" y entonces permiten a sus fuerzas armadas acceder al poder haciendo creer al pueblo que las fuerzas armadas son algo diferente a ellos. Asf, la historia de la dictadura vuelve a re- petirse y la lucha revolucionaria asume nuevamente su papel. Es lo que hemos venido viendo en nuestros paises durante cientos de años. Conocer las causas de este fenó- meno histórico se hace indispensable a fin de lograr los elementos que puedan conducir a una acertada lucha revo- lucionaria. De lo contrario, seguiremos siendo juguetes políticos de las oligarqufas latinoamericanas.

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CAPITULO II

LA GUERRILLA: ¿ESTRATEGIA O TACTICA?

La guerrilla no es necesariamente revolucionana. En la historia de los pueblos encontramos esa forma de lucha utilizada por las clases dominantes y en nuestro país la hemos tenido. Lo que caracteriza a la guerrilla revolucio- nana es su estrategia de poder revolucionario y el apoyo de las masas explotadas como consecuencia de ello. Sin em- bargo, la guerrilla contrarrevolucionana no es lo general en esa forma de lucha ya que las clases-dominantes tienen su ejército, su policía y sus servicios secretos, que las sostie- nen. La contraguemilla la forman elementos pagados por el régimen para obtener mejores resultados en su lucha contra el movimiento armado, pero esto no lo ha logrado.

Entonces, la utiiización de la guemilla hay que enmar- carla siempre dentro de lo político y ahí es en donde hemos de profundizar si ella se plantea como estrategia o como táctica. La respuesta tiene que dárnosla el análisis político. Mao Tse-tung al analizar el fenómeno de la gue- rrilla afirma:

"¿Cuál es la relación entre la guerra de guerrillas y el pue- blo? Sin objetivo político, la guerra de guerrillas fracasará, como lo hará también si sus objetivos no coinciden con las aspiraciones del pueblo y no pueden ganarse su simpatía, cooperación y ayuda. La esencia de la guerra de guerrillas es así de carácter revolucionano. Por otra parte, en una guerra de naturaleza contrarrevolucionaria no caben las hostilidades de guerrillas. Dado que la guerra de guerrillas deriva básicamente de las masas y es apoyada por ellas, no puede existir ni florecer si se aparta de sus simpatías y coo- peración". (Mao Tse-tung. Cuerra de guerrillas).

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En la lucha d e l pueblo chino contra e l invasor japonés, la guerra d e guerrillas fue elevada p o r M a o Tse-tung al nivel d e estrategia:

"En la guerra de resistencia contra el lapón, la guerra regu- lar es lo principal y la guerra de guerrillas lo auxiliar. Ya hemos resuelto correctamente este punto. Si solamente existen problemas tácticos en la guerra de guerrillas, enton- ces ¿por qué planteamos la cuestión de la estrategia? "Si China fuera un pequeño país donde la guerra de guerri- llas no desempeñase sino el papel de apoyar directamente y a corta distancia las operaciones de las tropas regulares en sus campañas, es evidente que habría tan solo problemas tácticos y no problemas estratégicos. Por otra parte, si China fuera un país tan poderoso como la Unión Soviética y pudiera expulsar rápidamente al invasor, o si, aunque le Uevara cierto tiempo el hacerlo, las zonas ocupadas por el enemigo no fuesen extensas, entonces la guerra de perrillas también representaría un mero papel de apoyo en las cam- nañas, y naturalmente solo habría problemas tácticos y no problemas estratégicos. "La cuestión de la estrategia en la guerra de guerrillas sur- ge en las siguientes circunstancias: China no es un pais pequeño ni un país como la Unión Soviética, sino un país grande pero débil. Este país grande y débil se ve atacado por otro pais pequeño pero fuerte; no obstante, el país grande y débil se encuentra en una era de progreso. Este es el origen de todo el problema. Es en estas circunstancias que el enemigo ha podido ocupar vastas zonas y que la guerra se ha convertido en una guerra prolongada. El ene- migo ocupa extensas zonas de este gran país nuestro, pero el Japón es un pais pequeño, no tiene suficientes soldados y deja muchos claros dentro de las zonas ocupadas, de ma- nera que nuestra guerra de guerrillas contra el Japón consis- te, principalmente, no en operaciones en las líneas interio- res para apoyar campañas de las tropas regulares, sino en operaciones independientes en las líneas exteriores. Además, como China ha entrado en una época de progreso, es decir, posee un fuerte ejército y amplias masas populares dirigidas por el Partido Comunista, la guerra de guerrillas contra el Japón no es una guerra en pequeña, sino en gran escala. De ahí que nazca toda una serie de problemas, como la defensa estratégica, el ataque estratégico, etc. El carácter prolongado de la guerra y su consiguiente encarnizamiento,

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han hecho imperativo que la guerra de guerrillas realice muchas tareas desacostumbradas. De ahí surgen los proble- mas de las bases de apoyo, de la transformación de la guerra de guerrillas en guerra de movimientos: etc. Debido a todo esto, la guerra de guerrillas contra el Japón en China rebasa los límites de la táctica para golpear la puerta de la estra- tegia y exige que se la examine desde el punto de vista estratégico. Merece nuestra especial atención el hecho de que una guerra de guerrillas tan extensa y prolongada es un fenómeno bastante nuevo en toda la historia de las guerras. Esto no puede separarse de la época en que vivimos -las dé- cadas del 30 y del 40 del siglo XX- ni de la existencia del Partido Comunista y el Ejército Rojo. Aquí radica el quid de la cuestión. Es probable que nuestro enemigo aún acaricie el sueño dorado de emular con la dmastía Yuan que some- tió a la dinastía Sung, con la dinastía Chig que derrocó a la dinastía Ming, con Inglaterra que ocupó América del Norte y la India, con los países latinos que ocuparon América Central y del Sur, etc. Pero tales sueños no tienen valor práctico en la China actual, porque hay en ella ciertos factores que no existían en los acontecimientos históricos evocados. Uno de esos factores es la guerra de guerrillas, un fenómeno bastante nuevo. Si nuestro enemigo no tiene esto en cuenta, habrá de pagarlo caro. "Estos son los motivos por los cuales la guerra de guerrillas contra el Japón, aunque desempeña un papel auxiliar en el conjunto de la Guerra de Resistencia, debe ser examinada desde el punto de vista estratégico. "Entonces, ¿por qué no aplicar a la guerra de guerrillas los principios estratégicos generales de la Guerra de Resistencia? "La cuestión de la estrategia en la guerra de guerrillas, contra el Japón está, por cierto, estrechamente ligada a la cuestión de la estrategia en la Guerra de Resistencia en su, conjunto, y ambas tienen mucho de común. Sin embargo, la guerra de guerrillas se diferencia de la guerra regular y tiene sus propias particularidades; de ahí que la estrategia en la guerra de guerrillas presente numerosos elementos peculiares. Es imposible aplicar sin modificaciones los prin- cipios estratégicos generales de la Guerra de Resistencia a la guerra de guerrillas, que posee características propias" (Mao Tse-tung. Obras escogidas. Tomo II. Ediciones en Lenguas extranjeras. Pekin 1968).

La extensión de la anterior transcripción es necesaria a fin de entender a fondo el fenómeno de la guerra de guerri- 28

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llas desde el punto de vista estratégico. Lo estratégico de la guerrilla era su identificación con la guerra regular en sus objetivos estratégicos.

En el caso de un país en diferentes condiciones históri- cas, el fenómeno de la guerrilla tiene diferentes particulari- dades. Por esto, ha de examinarse esas condiciones históri- cas a fin de encausar la guerrilla en consecuencia a ellas.

Dentro de la lucha de clases interna, la guerrilla es una de las formas de ella y asume un carácter táctico predomi- nantemente. Lo estratégico lo establece el Partido Político de la clase revolucionaria. La guerrilla es táctica porque no se enmarca dentro de la totalidad de la lucha de clases sino dentro de una forma de ella. En la lucha de clases el enemi- go es interno, forma parte de la sociedad dividida en clases, es lo contrario dentro de la unidad. Entonces, la lucha de clases se da en un terreno, en un espacio común: la clase obrera y el campesinado en alianza estratégica, enfrentan directamente a los capitalistas y terratenientes en el terre- no de sus propias reivindicaciones. Las luchas económicas conducen a tomar conciencia de clase, a organizarse políti- camente y a elevar sus formas de lucha.

Cuando no hay conflicto real con una potencia invasora o agresora, la guerrilla es predominantemente táctica. Es un instrumento más para enfrentar la lucha de clases. Por esto, la guerrilla no puede ser la organización rectora de la lucha política sino su auxiliar. Aquí, el Partido u Organiza- ción Revolucionaria y la lucha que él o ella llevan adelante conforman lo estratégico, y la guerrilla, así como otras manifestaciones de esas luchas son tácticas dentro de la línea política.

Lo anterior por cuanto lo estratégico es lo general y lo táctico lo particular. Lo político es lo general, es lo que predomina en la lucha de clases. Todo lo que sirve al obje- tivo político es táctico. El objetivo de la lurha política es la toma o la conservación del poder. En al caso de la clase obrera y el campesinado es la destrucción del Estado capi- talista y la construcción del Estado socialista. Los medios para obtener ese objetivo constituye.. la táctica. En la guerra, la estrategia consiste en la eliminación del enemigo, pero esa eliminación tiene como objetivo, en el caso de la guerra revolucionaria, la construcción de una nueva socie-

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dad. Así, la sola derrota del enemigo no constituye el final de la lucha; la derrota del enemigo significa que se ha elimi- nado un obstáculo de los que impedían la toma del poder. Pero con el triunfo revolucionario no se elimina automáti- ca y mecánicamente la clase dominante y sus rezagos ideo- lógicos. Solo en un proceso se logra esto. En la guerra, la estrategia está constituida por la comprensión del con- junto de ella, de lo que constituye lo general a fin de ganarla, conociendo las fuerzas y los medios del enemigo y las nuestras. Conociendo lo general podemos entender las partes y su utilización a fin de que sirvan a lo general, lo estratégico. En la lucha de clases interna no existe una situación de guerra, entendida ésta en el aspecto militar y por ello la guerrilla no puede ser considerada dentro de lo estratégico sino dentro de lo táctico ya que ella consti- tuye una de las formas de la lucha revolucionaria. Dentro del contexto de la lucha de clases, lo estratégico está cons- tituido por el todo, entendiendo por ese todo, las diversas manifestaciones del enfrentamiento de una clase contra otra, en el caso particular del sistema capitalista, el de la clase obrera a la clase capitalista. Y en este sentido, lo es- tratégico lo constituye la lucha de la clase obrera en gene- ral, no la lucha o guerra de guemllas ya que ésta no puede considerarse como la expresión de la lucha por los intereses de clase. Esa representación clasista solo la puede expresar un partido político de clase. A este respecto es que se refiere Lenin en su artículo sobre Las enseñanzas de la in- surrección de Moscú de 1905:

"...La tercera gran lección que nos ha dado Moscú se refiere a la táctica y a la organización de las fuerzas para la insu- rrección. La táctica militar depende del nivel de la técnica militar. Engels ha remachado esta verdad y la ha dado masticada a la boca de los marxistas. La técnica militar no es hoy lo que era a mediados del siglo XIX. Oponer muche- dumbres a la artillería y defender las barricadas a tiros de revólver sería estúpido. Kautsky tenia razón cuando escri- bía que ya es hora, después de Moscú, de revisar las conclu- siones de Engels, y que Moscú ha hecho aparecer una 'nueva táctica de las barricadas'. Esta táctica era la táctica de gue- rrillas. La organización de dicha táctica suponía eran los destacamentos móviles y extraordinariamente pequeños:

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prupos de diez, tres, incluso dos. Entre nosotros se puede con frecuencia encontrar ahora a socialdemócratas que se ríen burlonamente cuando se habla de esos grupos de cinco u de tres. Pero las risas burlonas no son más que un medio barato de cerrar los ojos ante esta nueva cuestión de la tác- tica y de la organización reclamadas por el combate de calle dada la técnica militar moderna. Leed atentamente el rela- to de la insurrección de Moscú, señores, y comprenderéis ia relación existente entre los 'grupos de cinco' y la cuestión de la 'nueva táctica de las barricadas' ".

Esta era la guerrilla urbana por cuanto las condiciones particulares de la revolución rusa así lo exigían como tác- tica. Pero otra cosa sucede en los demás pueolos, allí en donde el desarrollo capitalista es diferente o en donde el capitalismo es dependiente y el campo asume un papel im- portante en el proceso de la lucha de clases. Sin embargo, aquí también la guerrilla asume un carácter táctico debido a que se trata de la lucha de clases interna y no al fenóme- no ya mencionado de la agresión externa.

De n o tenerse claro el carácter de la guerrilla dentro del cuadro de la lucha de clases, se desvía la dirección de la misma en el enfrentamiento asumiendo el papel del todo y perdiendo eficacia política; incluso se puede caer en lo que Lenin afirma en el mismo artículo como "apachesco", es decir en su lumpenización, como lo llamaríamos hoy. Fue el caso de mucha parte de la guerrilla liberal al pactar los partidos tradicionales el "Frente Nacional" y algunos casos de la guerrilla de los últimos tiempos.

La guerrilla asume carácter "totalizador" cuando no expresa intereses políticos de clase sino de sector de clase. Es el caso de la guerrilla compuesta por elementos no pro- letarios en su dirección, es decir, dirección cuya ideología y política no representan los intereses de la clase obrera y el campesinado actuales. Aquellas organizaciones compues- tas por personajes de la llamada "pequefia burguesía" o de sectores medios de la sociedad, poseen una ideología no propiamente proletaria y una política policlasista. En esas condiciones se alejan de las masas y fundamentalmente de la clase obrera como tal, es decir, de su ideologia. Así, se cae en el "aventurerismo de izquierda". En este sentido es que Enver Hoxha afirma conceptos, que aunque no com-

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partimos completamente es importante q u e se conozcan p o r formar parte d e las diferencias en el campo revolucio- n a n o mundial:

"...Ustedes conocen mejor (se refiere a una delegación del "Partido Comunista M-L del Ecuador") que nosotros estas teorías, el peligro que representan y los pe juicios que oca- sionan. Che Guevara, por ejemplo, fue asesinado. Esto natu- ralmente puede ocurrir, porque un revolucionario puede ser asesinado. Pero Che Guevara fue víctima de sus propios puntos de vista no marxistas-leninistas. ''¿Quién era Che Guevara? Cuando hablamos de Guevara, pensamos también en algún otro que se hace pasar por marxista y, en mi opinión, comparado con éste, Guevara era hombre sobrio de palabras. Era un rebelde, un revoluciona- rio pero no un marxista-leninista, como se pretende presen- tarlo. Puede ser que me equivoque, como latinoamericanos ustedes conocen mejor a Che Guevara, pero estimo que él fue un combatiente de izquierda. Su izquierdismo es un izquierdismo burgués y pequeño-burgués, entrelazado con algunas ideas progresistas pero al mismo tiempo también anarquistas, lo que en fin de cuentas conduce al aventure- rismo. "Los puntos de vista de Che Guevara y de algún otro que se hace pasar por marxista y 'padre' de estas ideas, jamás han tenido ni tienen nada que ver con el marxismo-leninis- mo. Así mismo Guevara ha tenido, por así decirlo, algunos éclaircies en la adopción de algunos principios del marxis- mo-leninismo, pero que aún no habían llegado a ser su concepción filosófica del mundo, de modo que le impulsa- ran a realizar actos verdaderamente revolucionarios. "No podemos decir que Che Guevara y sus compaiieros fuesen cobardes. ¡No, en absoluto! Por el contrario, eran valerosos. También hay burgueses valientes. Pero heroes, revolucionarios proletarios, hombres valientes verdadera- mente grandes son únicamente los que se guían por los principios filosóficos marxistas-leninistas y se proponen en cuerpo y alma al servicio del proletariado mundial y de la liberación de los pueblos del yugo imperialista, feudal, etc. "Hemos defendido la Revolución Cubana porque estaba dirigida contra el imperialismo norteamericano. Como marxistas-leninistas, detengámonos un momento para ana- lizar esta revolución y las ideas que la inspiraron. La revolu- ción cubana no se inició sobre la base del mamismo-leninis-

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mo ni se desarrolló según las leyes de la revolución proleta- ria, por las cuales se rige un partido marxista-leninista. Tampoco después de la liberación del país, Castro se encausó por el camino marxista-leninista, sino que por el contrario, continuó inspirándose en las ideas liberales. Es un hecho, y nadie puede negarlo, que los integrantes de esta revolución empuñaron las armas y ganaron las montañas, pero también es un hecho incontestable que no lucharon como marxistas-leninistas. Eran combatientes libertadores que se levantaron en lucha contra la camarilla de Batista y la vencieron, precisamente porque ésta constituía un esla- bón débil del capitalismo. Batista era un dócil lacayo del imperialismo que oprimía al pueblo cubano, y éste se le- vantó en lucha contra esta camarilla y contra el imperialis- mo yanqui y los derrotó ... "En nuestra opinión, la teoría de que la revolución la hacen unos cuantos 'héroes', representa un peligro para el marxis- mo-leninismo, particularmente para los países de América Latina. En su continente del sur existen grandes tradiciones revolucionarias, pero, como acabamos de señalar, también hay otras que son revolucionarias de apariencia, pero que en realidad no siguen la verdadera línea de la revolución. ¡Cualquier pusch que se perpetre allí es considerado como

una revolución! Pero jamás un pusch puede ser una revolu- ción, porque el lugar de la camarilla derrocada pasa a ocu- parlo otra, es decir que todo sigue igual que antes. A los núcleos de las corrientes antimarxistas que existen aún en el seno de los viejos partidos que se han puesto al servicio de la contrarrevolución, se ha sumado en la actualidad otra corriente a la que calificamos de aventurerismo de izquier- da"' Enver Hoxha. (Discurso a la delegación del P. C. - M.L. del Ecuador. Obras completas).

La guerrilla no se condena p o r ser guerrilla s ino p o r con- vertirse en partido, e n expresión d e clase, única posibilidad para un par t ido político d e carácter revolucionario, es decir, d e ins t rumento d e lucha d e la clase obrera y e l cam- pesinado, como clases antagónicas a la clase capitalista y terrateniente.

Entender m u y bien las leyes del materialismo dialéctico y del materialismo histórico e s requisito sin el cual n o se puede comprender el carácter q u e h a d e tener la guerrilla d e n t r o del con tex to d e la lucha d e clases d e cada pa í s e n particular.

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CAPITULO III

GUERRILLA RURAL Y GUERRILLA URBANA

El carácter rural o urbano de la guemlla lo dan las con- diciones materiales y sociales de cada pueblo. Ya vimos lo escrito por Lenin al referirse a la guemlla en las condicio- nes particulares de Rusia y en concreto la ciudad de Moscú. Eran esas condiciones las que llevaban a efectuar el análisis concreto y las medidas a tomar para una situación insurreccional urbana.

En un país industrial, fundamentalmente urbano, de grandes ciudades, la guerrilla urbana seria lo que en un pafs, predominantemente mral, es la guemlla rural. Pero la guemlla urbana en un pafs industrializado no podrá jugar el mismo papel de la guerrilla mral ya que las grandes con- centraciones urbanas tienen como eje principal la organiza- ción obrera ya desarrollada políticamente. Esto, natural- mente con un partido revolucionario que interprete sus intereses de clase realmente.

La guerrilla que nos interesa es la guemlla mral ya que nuestro país, como ya se ha dicho muchas veces, tiene una tradición histórica de luchas a ese nivel debido a la predo- minancia del factor campesino. La guerrilla mral es la que mayor espacio puede tener dentro de la lucha de clases en paises con extenso temtorio y en donde ha sido el campe- sinado la clase que ha cargado con el mayor peso de la ex- plotación y la represión. Esta guerrilla tiene la experiencia de cientos y miles de años en la humanidad y de muchos años en nuestro pais. Son los continentes de Asia, Africa y América Latina los que han sido escenarios de esa clase de lucha revolucionaria, continentes que han sufrido el

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coloniaje y el neocoloniaje de Euro'pa y Estados Unidos de Norteamérica.

La guemlla, como cualquier fenómeno social, tiene sus propias leyes y es por esto que esas leyes deben ser cono- cidas para poder obtener el triunfo. Pero así como hay leyes generales aplicables a la guerra de guerrillas, hay leyes particulares a cada país e n donde ella se dé.

El Che Guevara dijo en su libro Guerra de Guerrillas:

"Consideramos que tres aportaciones fundamentales hizo la Revolución Cubana a la mecánica de los movimientos revo- lucionarios en América Latina; son ellas: 1. Las fuerzas populares pueden ganar una guerra contra el

ejército. 2. No siempre hay que esperar a que se den todas las con-

diciones para la revolución; el foco insurreccional puede crearlas.

3. En la América subdesarrollada, el terreno de la lucha ar- mada debe ser fundamentalmente el campo".

La práctica del mismo Guevara le demostró que la se- gunda n o es cierta y la práctica de los movimientos guerri- lleros del Perú, Ecuador, Uruguay, Argentina y la de algu- nas organizaciones nuestras, también lo demostró.

Siguiendo la línea de Guevara, Carlos Marighella, en Brasil, afirmaba:

"Además de esta inapreciable importancia, la guerrilla ha asumido en estos momentos una nueva dimensión al serle atribuido el papel estratégico decisivo en la liberación de los pueblos. Esto quiere decir que la guerrilla se ha incorpo- rado definitivamente a la vida de los pueblos como estra- tegia propia para su liberación, camino fundamental y único para expulsar al imperialismo, destruir las oligarquías y llevar a las masas al poder". (Diez puntos sobre la guerrilla).

La experiencia de Marighella demostró que ese plantea- miento es erróneo. La guerrilla n o puede suplantar ni a las masas ni a su instrumento político el partido político que exprese sus intereses y su ideología.

En el mismo sentido se ha demostrado en Colombia que la teoría del foco no puede ser tesis válida para el desarro-

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llo consecuente de la revolución. La misma dirigencia del Partido Comunista de Colombia (ML) ha reconocido el error de esa tesis:

"...siempre hemos reconocido que las desviaciones del ML en nuestras filas son consecuencias de las deficiencias en la formación ML; por ejemplo en los 64 y 65 cuando se reali- zaron las primeras incursiones militares éstas se vieron vicia- das de las influencias foquistas que a nivel latinoamericano irradió la experiencia cubana y las teorías del Che Guevara". (Fabiola Calvo O. EPL. Diez hombres un ejército uno historia. ECOE. 1985).

En Colombia, el movimiento guemllero hunde sus raíces profundamente en su historia y por ello ha de tenerse en cuenta ese hecho para situarlo en su verdadero papel mo- derno. El foco pudo tener vigencia en Cuba, dadas sus condiciones particulares y porque la lucha allí no se hizo con las tesis marxistas-leninistas. En nuestro país la situa- ción es diferente y los elementos con los cuales contamos nos permiten acudir al mamismo-leninismo para llevar ade- lante el proceso revolucionario.

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SEGUNDA PARTE

LA GUERRILLA EN COLOMBIA

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CAPITULO I

LARESISTENCIA INDIGENA

La guerrilla no es un fenómeno social que aparece de un momento a otro, sino el resultado de las luchas que han ca- racterizado a la humanidad a partir del momento en que la sociedad se dividió en clases antagónicas, en el que una parte de ella, la minoría, asumió el proceso de la explota- ción sobre la mayoría mediante la violencia que posterior- mente se legitima mediante las instituciones del Estado.

En nuestro pals, como parte del conjunto de los países del continente americano conquistado por los españoles, habla tribus dominantes y tnbus dominadas y por lo mis- mo había luchas entre ellas. Aunque el modo de produc- ción de nuestros indlgenas fuese, en lo predominante, co- munitario, esto era más válido dentro de cada una de las comunidades, pues las más desarrolladas imponían su dominio sobre otras a las que mantenían tributando. Sin embargo, el dominio de las comunidades más desarrolladas sobre las tnbus más débiles no logró el fenómeno de las grandes conquistas de los pueblos asiáticos y europeos sobre otros más débiles. En nuestro continente no tuvimos el caso de un Gengis Kan o de un Atila, Tamerlán u otros guerreros similares.

La invasión y conquista de nuestro país no encontró en nuestros indlgenas la pasividad que algunos le han endil- gado para justificar la imposición religiosa o cultural. Los indígenas se levantaron contra el invasor y su agresor. En un comienzo, algunas comunidades recibieron, sorprendi- das, al recién llegado y le ofrecieron hospitalidad creyén- dolos, aunque superiores, iguales como seres humanos. Los mitos religiosos ayudaron a crear en el conquistador la ima-

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gen de dioses y de ahí el respeto y la deferencia con ellos. Pero cuando el conquistador descubre el verdadero objeti- vo de su presencia y, en consecuencia, inicia el saqueo del oro de los indios y su destrucción física, estos se defienden con valor mediante sus rudimentarios instrumentos de defensa y ataque y que no eran otras cosas que las flechas y las lanzas. Creen los indios que a un agresor de tan pocos elementos humanos se le podía vencer con oleadas de hom- bres. Entonces, sus ataques son masivos: miles de indios se lanzan contra el español, pero éste dispone de las mejores armas y no se deja vencer fácilmente. Entonces, los indios cambian de táctica y comienzan a hostigar a su enemigo mediante pequefios grupos: ahí nace la guerrilla.

La historia de la resistencia indígena es rica en experien- cias guerreras que nos indican el cambio de táctica de acuerdo a como se desarrolla el proceso de la conquista:

"El reino de los chibchas estaba gobernado por dos señores: el zipa de Bogotá: Tisquesuza y el zaque de Tunja: Qui- muinchatecha. En cuanto aparecen los españoles, el zipa manda vigilar sus movimientos de día y de noche y dice a su gente: 'vosotros que me tomáis y traéis las aves que por el aire van volando y los venados que en la tierra por su mucha ligereza no hay animal que se les compare, y soléis domar y tomar a manos a otros muchos ferocísimos animales ... no seréis ahora poderosos para a ese poco y pequeño número de extraña gente que por mi tierra tan atrevidamente se meten, sujetarlos y traérmelos aquí presos...'. 'Puesto sobre unas andas cubiertas de esmeraldas en hombros de indios que lo traían' envuelto en un manto rojo, color de luto, se enfrenta a los españoles. Perdida la batalla, se retiran acom- pañando unos al jefe hacia Cajicá, otros, para evitar que los sigan los españoles, se hacen fuertes en las casas de Bogotá donde son cercados". (Josefina Oliva de Coll. La resistencia indígena ante la conquista. Siglo XXI editores. 4a. edición 1983).

El cacique considera que puede enfrentar a un reducido número de agresores, porque no tiene elementos para poder evaluar la calidad. Su elementalidad y atraso, como a cualquier persona, le impide distinguir la cantidad de la calidad. Los indígenas no poseían aún los elementos nece- 40 www.escuelaideologica.org

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sanos para conocer a un enemigo q u e se presentaba d e im- proviso, proveniente d e una m u y diferente cultura.

E n la conquista d e la Nueva Granada t o d o el r e comdo del conquistador fue objeto d e ataques po r parte d e los indios, especialmente d e aquellas t r ibus que a ú n no habían Uegado a su sedentarización. Ent re las más aguemdas y que utilizaron esa táctica d e atacar y huir, el d e la guerrilla, se encuentran las Caribes q u e n o cejaron un momento e n su hostilización y e n el empleo d e los más sofisticados medios para ello:

"Había entre la Serranía de Santa Marta, bajando hasta la Ramada y la mar del Norte, muy estrechas angosturas, por las cuales habían forzosamente de pasar los españoles, cuyos pasos los naturales o indios les tenían tomados con mucha cantidad de flecheros que les estorbasen el paso; y como a los españoles les era forzoso pasar por aquellas an- gosturas y estrechuras cubiertas de monte, iban sujetos a todo el daño que los indios les quisiesen hacer y ansí pasa- ron como por contadero. Como iban pasando los iban los indios flechando y maltratando; y ansí, por asegurar algu- nos pasos, le era forzoso a don Alonso (Alonso Luis de Lugo, hijo del gobernador de Santa Marta, don Pedro Fer- nández de Lugo) entretenerse en algunas partes usando de ardides con los indios para descuidarlos y tener lugar de pasar con menos daños de los suyos; y en otras eran con continuas arremetidas y acometimientos de los indios damnificados. Todos estos daños y males causaba la ponzo- ñosa hierba que en sus puntas traían las flechas que los in- dios tiraban; porque, como algunas veces habré apuntado, solamente que la flecha hiciese un pequeño rasguño en la carne de que tocase o saliese sangre, era irremediable el mal y herida; porque, cundiendo la ponzoña por la sangre adelante, les llegaba dentro de veinticuatro horas al co- razón, donde reinando con más fuerza la ponzoña de la hierba, causa en los hombres unos temblores y alborota- miento de cuerpo y privación de juicio que les hacía decir cosas temerarias y espantosas y de fe dudosa para hombres que se estaban muriendo, y al fin morfanconunamanera de desesperación que incitaba a los vivos antes a darse ellos propios la muerte que esperarla de aquella suerte ...' '...y es cierto que algunos de estos malvados bárbaros han usado o inventado otro género de hierba que con el vigor de su ponzoña causa que las carnes del propio herido en vida se le

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van cayendo a pedazos, dejando los huesos descarnados de todo punto, y perdiendo la humana carne su propio color, se convierte en otro como azul y morado, que cuasi no se deja entender' ". (Fray Pedro Aguado. Conquista del Nuevo Reino de Granada. Historiadores de Indias. Los Clásicos. W . M. Jackson, Inc.).

Enviado Jiménez de Quesada hacia el interior del país por parte del gobernador citado, por todo territorio habita- d o por indios hubo ataques permanentes y causaron gran- des daños al conquistador. Es ya en temtorios en que los indios se han sedentarizado en donde las condiciones para el conquistador cambian y puede echar mano del engaño. En efecto, al poder hablar con ellos esa arma le es útil. Un caso de estos lo encontramos ya en la región del Opón:

"La guía Uevó a nuestros españoles a dar en un lugarejo y pueblo de hasta ocho o diez casas, donde, por no tener los moradores noticia de los españoles, estaban algo descuida- dos, y se tomaron una docena de personas varones y hem- bras, entre los cuales había una india que parece que con más amor que los demás se aficionó a los españoles, y o porque ella debía estar mal con su cacique, o por la poca fe que estos bárbaros suelen tener con sus mayores y compa- fieros, habló con la lengua o intérprete que llevaban y le dijo: "Dí a esta gente que, pues nos han preso a nosotros, vayan también a prender a nuestro principal y cacique, que bien cerca de aquí está en ciertos regocijos' ".(ldem).

Y los españoles cayeron sobre los indios traicionados por aquella indígena. Sin embargo, el cacique preparó una emboscada a los españoles conduciéndolos aparentemente a su reino. La india que conocía el camino comunicó al español del engaño y lo que les preparaba el cacique y se previnieron, castigaron al cacique y lo obligaron a colabo- rarles.

El engaño sigue siendo el arma del español ya en la sabana de Bogotá con los indios de Guachetá, Suesca y demás poblaciones chibchas.

El enemigo que se presenta al indígena no es el producto de un proceso social natural, sino u n fenómeno externo de traslación mecánica que obedece a, ese sí, un proceso natu- 42 www.escuelaideologica.org

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ral de expansión de las sociedades precapitalistas y mercan- tiles europeas. El diferente nivel de desarrollo económico produce que el más avanzado venza al atrasado a pesar de ser éste, cuantitativamente superior.

Podría decirse que el grupo español, por su cantidad, podría tener las características de la guemlla, pero su supe- rioridad técnica-militar es lo que permite que el nativo su- cumba. Pero el nombre de guemlla no sería el apropiado para el invasor ya que ésta surge de una unidad de contra- nos y en el caso de la conquista son dos fuerzas extrañas las que se enfrentan por la posesión de las riquezas. Sin embargo, el fenómeno es digno de tenerse en cuenta ya que el invasor, por ser minoritario en hombres, tiene que adoptar tácticas que le sean eficaces en un temtono desco- nocido y ante un enemigo que también tiene el poder. La movilidad y la permanente observación que tiene que utili- zar el invasor, se asimilan a las de la guerrilla.

Pero una vez que el español se impone, las condiciones cambian: el español domina la situación y los indígenas se convierten en atacantes movilizando sus fuerzas por todo el temtorio conquistado. En este proceso, lo hacen algunas veces en grupos pequefios, otras reagrupándose:

"...Tisquesuza, retirado a una 'sierra muy agra' inquieta a los conquistadores. Les llega la noticia de que posee una casa toda de oro y deciden ir a buscarlo, así les cueste daños y pérdidas. Saben que está en un bosque en las cercanías de Facatativá. Al cuarto del alba caen sobre ellos. Quesada no fue hacia el zipa como un general a una guerra. Fue como un cazador. Lo cercó de lazos y de trampas en medio de la noche...'. "En Sogamoso encontraron el pueblo desierto, el palacio del cacique-sacerdote Sugamuxi representante del dios Bochica, abierto de par en par, con los tesoros intactos. El templo de Itaca, abierto también y en medio de él, guardán- dolo inmóvil como una estatua, el jeque guardián, un ancia- no de barbas blancas, las únicas que vieran los españoles por esas tierras. El templo contenía gran cantidad de momias de los antepasados, llenas según costumbre de joyas de oro, perlas y esmeraldas. Las paredes refulgían también en plan- chas de oro y pedrería y el suelo estaba tapizado de una estepa de 'sutilísimo esparto'.

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"Era ya de noche cuando llegaron los conquistadores y Quesada decidió el saqueo para el día siguiente, a plena luz. Con dos soldados provistos de antorchas dejados como guardas, se retiraron a descansar los españoles. Mas de pronto ardió el templo y el fuego duró semanas ... Al regreso, el cacique Tundama les esperaba en el camino...". (Idem).

La resistencia tomaba, entonces; o t ros rumbos ante el avasallador poder del conquistador. E n otras partes, e n donde los indios n o habían logrado el nivel d e desarrollo d e los chibchas, el a taque al invasor t en ía otras caracterís- ticas:

"No fueron solo los oídos de Jiménez de Quesada los que oyeron el dorado canto de la sirena; otros dos aventureros fueron hechizados. El alemán Federman deja Venezuela en pos de la misma ilusión que le hace invadir los terrenos pro- hibidos de la Nueva Granada, y Sebastián de Belalcázar, desde Quito, va avanzando en busca de lo mismo: 'el Dora- do que ha sido ocasión de dejar a tantos no solo desdorados, sino perdidas sus haciendas, casas y vidas'. La enorme ex- tensión que atraviesa le ofrece resistencia tan constante, que no pasa "día sin tener batalla con los indios, cuyas acometi- das eran importunas, porque no pocas veces embestían todos, sino en diversas bandas y en diferentes horas de ma- nera que siempre convenía estar con las armas en las manos y caminar con mucho aviso por sierras ásperas y pasos dificultosos, a donde eran resistidos". (Idem. La autora cita pasajes de los cronistas españoles como Fray Pedro Sirmón y Herrera).

Encontramos la ofensiva indígena e n forma d e "ban- das", es decir, los grupos q u e atacan y huyen, c o m o se usa e n la táctica guerrillera q u e acosa al enemigo disminuyén- dole sus fuerzas y hostigándole e n e l camino d e la conquis- t a definitiva.

La Cacica Gaitana emplea la misma táctica d e atacar y replegarse. Esta dirigente indígena fue capaz d e llevar a c a b o la confederación d e diversas tribus que habitaban las riberas del Magdalena. Lo interesante d e esa confederación consiste e n q u e anteriormente esas tribus guerreaban entre s í por las tierras q u e poseían y an te el enemigo externo 44 www.escuelaideologica.org

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fueron unidas por la convicción que la cacica ejerció sobre ellas.

La táctica de las tribus que unió la Cacica era favorecida por la diversidad de tnbus existentes por esas regiones y por su vida nómada que llevaban aún. Precisamente, la si- tuación más difícil que encontraron los españoles en su empresa conquistadora, fue con esas comunidades o tnbus que aún n o se habían establecido en forma sedentaria. Un ejemplo de ello lo constituye la conquista de la provincia del Guane, en los alrededores de Vélez. Aquí los españoles encontraron tenaz y astuta resistencia de los indígenas; el cacique Tiquisoque recibe a los españoles en son de paz y agasajo para dejarlos en su casa y partir con el pretexto de preparar a los indios a fin de darles un mejor recibimiento trayéndoles venados y osos:

" ... Y después que nos hayamos entretenido en esto, les diréis lo que os pareciere, decía el indio, y haber servido con lo que tengo en mi rancho se os traerá el oro a satisfac- ción de vuestro gusto: dormid con mucho esta noche que muy de mañana seré aquí con vosotros...". "2. Despidiéndose con esto engañándolos con la verdad de la caza que iba a trazar de sus personas; aunque luego los comenzaron a desengañar temores de que no era, como dicen, agua limpia lo que decía el bárbaro. Y así el Benito Carco dijo a los demás: 'No me parece bien, señores, la plática y regalos que nos hace este indio. Quiera Dios no lo vengamos a pagar todo junto, cogiéndonos en alguna trampa que nos tengan armado o cerrándonos los caminos para que no podamos volver, o procurando cogemos des- cuidados -y- dar sobre nosotros, que somos nadie para con la multitud que de ellos se puede juntar, y no vive más el leal, de cuanto quiere el traidor. Pero ya que inconside- radamente nos hemos metido en el peligro, no es bien nos descuidemos un punto, porque en eso será posible suce- dernos lo que podemos temer. Esté el caballo ensillado y el perro de traílla y todos en centinela pues tengo por cierto que lo están también los indios para hacer de las suyas cuan- do menos pensemos". "Las sospechas y miedos de todos, hizo parecer bien el aviso a todos, y así estuvieron con él y con harta vigilancia toda la noche, como también la tenía Tiquisoque, no dur- miendo ni dejando dormir a sus indios con las prevenciones

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que les mandó hacer para dar a la mañana sobre los españo- les y con el aviso que hizo dar para la misma a todos los ca- ciques comarcanos, en especial el Saboyá, bien deseoso de que le vinieran a las manos tales ocasiones, y aun por ventu- ra, según se sospechó, fue el principal que urdió esta tela y el primero que dio el consejo y traza". (Fray Pedro Simón. Noticias historiales de los conquistas de tierra firme en las indias occidentales. Tomo IV. Biblioteca Banco Popular).

Las estribaciones de la cordillera oriental, tanto hacia el occidente como hacia el oriente, eran asiento de numerosas tribus guerreras que sostuvieron incesante hostilización al, conquistador causándole innumerables bajas y destrucción de sus haberes.

Estas tribus son las que desarrollan una táctica más ágil en el ataque y a las que podríamos denominar combatien- tes guerrilleras de ese entonces. Los ardides utilizados eran ingeniosos, como el sembrar los caminos con puyas o puntas de palos en los cuales tropezaban y pisaban los es- pañoles causándose profundas heridas, muchas de las cuales, al infectarse, les causaban la muerte:

"...Porque todo lo demás, fuera de estos caminos, estaba sembrado de ellas (las puntas) y ocasionado por todas partes a muertes trabajosas en los que con ellas se empuya- sen, que es un ardid de que estos naturales usan peligrosísi- mo y de riesgo para que sus enemigos, sin terierlo ellos ningún trabajo. Porque suelen con sola una vecezuela que envían a poner estas puntas en pasos estrechos de los cami- nos por donde es forzoso o coyuntura que han de pasar los que les siguen, hacer mayor guerra y matar más gente que en una guerra campal. Como sucedió en ésta que, no habiendo muerto ningún soldado en la pelea, murieron cuantos se empuyaron pisando las venenosas puntas en el alcance, sin que les aprovechara cura ninguna, fuera de Diego Ortiz, a quien socorrieron con cuidado, aunque con cura rigurosa, pues fue cortando con una navaja el punto la carne que se picó con el veneno, y caldeándola después con hierro ardiendo, que es la más principal y acertada cura que se ha hallado para el caso". (Idem).

Son estas tretas o ardides lo que caracteriza la lucha de los pueblos débiles, agredidos por fuerzas superiores que, 46 www.escuelaideologica.org

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en última vencen, porque toda guerra justa se gana. Si en el caso español los indios no ganaron, fue porque los extermi- naron en una guerra completamente desigual y por fuerzas de mayor avance social. Pero lo importante es aprender que la historia de nuestros indígenas, la táctica del ataque guerrillero o por grupos pequeños que hostilizan al agresor o dominante, era la expresión de su rebeldía.

Numerosos ejemplos podríamos traer, no solo de los nuestros, sino de todos los pueblos de nuestra América, invadida por las fuerzas españolas, portuguesas, alemanas, etc. Pero de lo que se trata es de conocer el origen mismo de la táctica de lucha que hoy ha asumido niveles muy ele- vados dentro del contexto de la lucha de clases y, que para ese entonces, correspondían a la resistencia de los pueblos ante el conquistador colonialista y cruel que iba arrazando con vidas, bienes y cultura que encontraba a su paso para imponerse en forma definitiva. El español, como el norte- americano en Vietnam, encontró ingenio y destreza en sus víctimas. En el primer caso venció porque encontró una civilización de miles de años inferior y abandonada a sí misma; en el segundo caso, fue vencido porque ya no se trataba de las mismas circunstancias debido a que la civili- zación y el pueblo del Vietnam, no solamente es más anti- gua a la norteamericana, sino que su pueblo recibió la soli- daridad de todos los pueblos progresistas del mundo. Pero, en mucho, las tácticas y las tretas y ardides de los agredi- dos, han tenido similitudes de acuerdo a su desarrollo y condiciones materiales en los que la lucha se ha dado.

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CAPITULO II

REBELION E INDEPENDENCIA

La consolidación del dominio español no significó, de manera alguna, que la resistencia indígena hubiese desapa- recido. Durante todo el dominio de lo que se vino a llamar "la colonia" hubo levantamientos, insurgencias locales y toda clase de manifestaciones contra ese dominio colonia- lista; jamás encontró el conquistador una completa sumi- sión en los indigenas. Sólo las formas de la resistencia fueron cambiando.

Los indigenas respondieron según sus propias condicio- nes y por esto encontramos algunas comunidades más avanzadas y otras cuya resistencia y lucha tuvo menos tras- cendencia histórica, sin que ello quiera decir que hubiesen aceptado completamente el dominio del conquistador.

1. Las Rebeliones

En términos generales podemos definir como rebelión a las manifestaciones indigenas contra el dominio español ya consolidado. Esto por cuanto, en su forma, esas mani- festaciones no cuestionaron el régimen sino su expresión en elevados tributos, en tratamiento social a las comunida- des y en la explotación que en general se hacia a las mismas.

Estas manifestaciones de rebeldia toman cuerpo a me- diados del siglo XVII en todo el temtono dominado por España, desde Méjico hasta la Patagonia. Y en estas insu- rrecciones la guerra adquiere diversidad de manifestacio- nes, desde la casi tradicional hasta la de la guerrilla.

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Las rebeliones que mayor trascendencia histórica han tenido en América del Sur, son la comandada por el inca Túpac Amarú y la rebelión de Los Comuneros. En la pri- mera, aunque aparentemente se produjese por la explota- ción que las autoridades cnloniales hacían de las comunida- des indígenas, el fondo de la misma tenía como objetivo la restauración del Imperio Incaico. En la segunda, lo predo- minante y también en el fondo tuvo como objetivo la cues- tión tributaria. Sin embargo, ambas se enmarcan dentro de un cuadro insurreccional de mutuas relaciones que no es del caso analizar aquí.

a. La Rebelión Comunera

La rebelión comunera tiene, como manifestación gue- rrera, las formas de las insurrecciones. Son las amplias masas del pueblo las que asumen la iniciativa y el peso de la insurrección. En El Socorro, la multitud se amotina contra el edicto real de más y mayores tributos. Las masas populares, en este caso, predominantemente mestizas, no soportan ya la carga impositiva y los abusos de las autori- dades coloniales. Por tratarse de una multitud, el fenóme- no adquiere características especiales. Es necesario poner al frente una dirección, y ésta es difícil de conseguir dentro de la misma multitud. Se acude, entonces, a quienes se supone tienen posibilidades para dirigir el levantamiento. En las condiciones históricas del caso, no pueden ser otros que aquellos que sin ser autoridad colonial, tienen algún poder económico y cultural y que de una u otra manera se cree tienen contradicciones con ese poder colonial. Como se trata de un movimiento de tipo fiscal, cualquiera que tenga que pagar ese tributo puede entrar en el movimiento. Los comerciantes y los propietarios criollos, sin autoridad del Rey o de las autoridades virreynales, puede ser candi- dato a jefe. Así, sucede y se nombra, obligatoriamente, por la multitud, a Francisco Berbeo y Salvador Plata, dos acau- dalados comerciantes de El Socorro. Principalmente Plata era el menos indicado y por ello fue el primero en oponer- se en las formas que consideró más oportunas, a la insu- rrección. En efecto, Plata era uno de los más ricos comer- ciantes y en él la cuestión impositiva no tenia mayores

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incidencias ya que todo lo cargaba a la clientela y la insurrección lo que le traía era, precisamente, conflictos.

Al tener carácter multitudinano el levantamiento, su consecuencia en el enfrentamiento con las autoridades coloniales era el de conformar una especie de ejército en el que lo cuantitativo era lo predominante. En efecto, se constituye una "junta de capitanes" con el fii de enfrentar la fuerza militar de Bogotá. Mediante esa fuerza militar, que en el fondo solo su cantidad podía ser persuasiva ante la debilidad de la fuerza real de la Corona, se logra la pri- mera y única victoria sobre las autoridades de Santa Fe. En Puente Real los comuneros toman prisioneros a todos los integrantes del batallón enviado a detenerlos. Con esta victoria, se constituye un Consejo Supremo de Guerra y a Berbeo se le nombra Superintendente y Comandante Ge- neral. Para este momento ya Salvador Plata había salido de la dirigencia fingiéndose loco a fin de evitar compromiso alguno con el régimen.

A partir de la conformación de ese Consejo Supremo de Guerra, la marcha es hacia la capital, Santa Fe. La marcha se va engrosando con los efectivos de todas las regiones que se encuentran entre la provincia de Socorro y Zipaquirá y de todos los pueblos van saliendo los grupos al mando de capitanes. Un Comandante General (Berbeo), cuatro Te- nientes Generales (José Simón Villarreal, Javier Tello, Juan de Azuero y Nicolás José de Vezga) y ochenta y tres capi- tanes de 66 pueblos de los actuales departamentos de San- tander, Boyacá y Cundinamarca, fueron los protagonistas y dirigentes de alrededor de 20.000 hombres que formaron la fuerza comunera que llegó a los campamentos de Zipa- quirá. 121 capitanes más no concumeron a Zipaquirá y estaban al frente.

Como se puede ver, dadas las características del levanta- miento, el método de las partidas que atacan o incursionan dentro del territorio del enemigo no fue necesario ya que las multitudes colmaban ese temtorio y el dominio era absoluto.

Fue ya en Zipaquirá, cuando se supo de la huida del re- gente, cuando el mismo Berbeo decidió enviar una fuerza de 150 hombres al mando del capitán José Antonio Galán para que le diera captura en la vía por el río Magdalena. 50

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Pero Galán, fundamentalmente se dedicó a sublevar las poblaciones por donde pasaba a fin de darle mayor fuerza a la rebelión. La táctica de Galán fue organizar en las po- blaciones levantamientos similares a los de las poblaciones en donde la insurrección se inició.

A pesar de que el enfrentamiento se hizo en la forma re- lacionada, es de anotar que en las poblaciones las gentes se levantaban bajo la dirección de pequeños grupos formados por quienes mayor prestancia tenían sobre ellas. Y esas personas no eran otras que aquellas que tenían más poder económico. En efecto, la dirección de la rebelión comune- ra no estuvo bajo el poder de los más pobres que formaban la mayoría, sino de aquellos que poseían las mayores ex- tensiones de tierra y los mejores comercios.

Y esto es natural ya que los enfrentamientos clasistas son dirigidos por lo más expresivo de la clase que enfrenta a la dominante. En el caso de los Comuneros, aunque no era un movimiento propiamente de clases, quienes lo acau- dillaron sí iban en proceso de conformar una clase social. En efecto, los criollos sí tenían ya, para ese entonces, una estructura económica que exigía la independencia de Es- paña. Pero esa estructura necesita aún liberarse de las cargas impositivas a fin de lograr un mayor nivel. La debi- lidad de esa estructura no permitía enfrentar la lucha por la independencia en forma protuberante y es por ello que si hubo algún germen de intento independentista, éste no tuvo mayor incidencia en el movimiento comunero. Lo predominante fue la carga impositiva.

La guerra masiva no se gana por la heterogeneidad de in- tereses que en ella se dan. La rebelión comunera se gana con el arma de la crítica. Bastó emplear las armas ideológi- cas para que el régimen colonial venciera a los comuneros. El Arzobispo Caballero y Góngora hizo de francotirador eficiente y con el instrumento de la religión, que incluye el engaño, la mentira, logró dispersar a los veinte mil hombres con sus capitanes y generales. La guerra terminó con la dispersión de los amotinados bajo el agua "bendita" de un Te Deum. Lo que viene luego es su consecuencia: juicios, sentencias, ajusticiamientos y destierros de quienes partici- paron en el levantamiento. La triste historia de siempre que se pacta.

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Cuando la situación queda definida a favor del régimen, y éste asume nuevamente su papel represivo, Galán y algu- nos compañeros deciden levantarse militarmente, pero ya las condiciones no le son propicias. Trató de conformar un pequeño gmpo militar que incursionara las regiones propi- cias para un nuevo levantamiento masivo. Era el pequeñog r u p o armado similar a la guemlla que intentaba crear un foco insurreccional. Pero ya la coyuntura histórica había pasado y el comerciante Salvador Plata se encargó, a la manera de una fuerza paramilitar, de terminar con él.

b. La Rebelión Incaica

Muy diferente fue la rebelión de los incas pemanos. En ésta, dirigida por Túpac Amam, descendiente directo de los grandes reyes incas, lo que se pretendía no era simple- mente la abolición o rebaja impositiva, sino la restauración del imperio incaico. La situación que favorecía este objeti- vo era la existencia casi intacta de la comunidad indígena. Es así que el levantamiento no tuvo aquí la espontaneidad del movimiento comunero sino la preparación consciente de una guerra contra el invasor. De acuerdo a documentos y testimonios, el levantamiento incaico se preparó durante diez años.

"Hasta el momento, estamos lejos de poder señalar todos los eslabones de la red organizatoria formada por Túpac Amarú para preparar la rebelión. Pero es necesario destacar que, en contraposición a los otros movimientos rebeldes, la organización tupamansta no fue descubierta nunca, lo que reafirma el alto concepto que hemos expresado sobre su jefe, cuya capacidad como conspirador reconocen todos sus colaboradores, tanto los forzados como los voluntarios. Debido a lo antedicho, aun las muy escasas noticias del período preparatorio de la sublevación proceden de las causas sumarias formadas a los jefes indígenas, a quienes los jueces españoles querían arrancar, precisamente, los secre- tos acerca de la forma como fue preparado el movimiento. Pero, a juzgar por los documentos conocidos, no tuvieron éxito; ni siquiera les fue de mucha utilidad la serie de con- fesiones justificatorias de los secretarios voluntarios u obli- gados de la jefatura de la rebelión, porque, simplemente,

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ignoraban los hechos más importantes". (Boleslao Lewin. La Rebelión de Túpac Amarú. Pag. 341). "Ignacio Flores, presidente de la Audiencia de Charchas, dice: "por la Confesión de la Mujer de Tupa Catari llamada Virreyna, q. e se prendió en el Alto de la Paz a los Tres días de mi llegada, resulta q. e su Marido Julian Apasa hizo Tres Viajes al pueblo de Tungasuca p. ra. tratar y comunicar a Gabriel Tupac-Amaro, y le oyo decir muchas veces, se estaba premeditando diez años antes la sublevación". (Idem pág. 344).

En el caso de la rebelión tupamarista, el ejército indíge- na tuvo una mayor formación y su organización obedece a una estmctura de guerra convencional. Es por esto que puede triunfar fácilmente sobre un ejército de la misma es- tructura pero dominante.

La derrota tupamarista no se debe a su debilidad orgáni- ca sino a su falta de decisión. No quiso destruir completa- mente al enemigo cuando tenía la correlación de fuerzas a su favor y luego dio tiempo para que se reabasteciera. La indecisión del jefe lo llevó a su derrota.

Mucho hay que decir sobre el levantamiento incaico, pero solo nos interesa que se tenga esta visión muy general para entender que los indígenas entendieron el fenómeno de la guerra y lo practicaron de acuerdo a su nivel de desarrollo económico-social y político.

2. La Independencia

Derrotada en toda la línea la rebelión comunera y des- cartada la vía mestiza de liberación, el criollaje, compuesto por elementos nacidos de padres españoles en estas colo- nias, asume la dirección de la independencia de España. Como casta y clase en nacimiento, su insurgencia la hace mediante los instrumentos ideológicos. Los precursores son individuos de elevada cultura para su tiempo, entendidos en el proceso histórico, no solo de las colonias sino de las luchas mundiales de los pueblos. Esto es lo que produce personajes de la talla de Antonio Nariño, Francisco Miran- da y otros en lo que se comprendía por la Nueva Granada. Narifio, inicia la lucha con el documento libertario cono- cido como La declaración de los Derechos del hombre y

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el ciudadano. carta fundamental de la Revolución France- sa y que él traduce y difunde en la capital, Santa Fe de Bogotá. Ya para estas fechas en que Nariiío incursiona como precursor, la Revolución Francesa se ha consolidado como victoria sobre el feudalismo, y la Independencia de los Estados Unidos de Norteamérica del dominio de Ingla- terra también ha logrado su victoria.

El ambiente tanto interno como externo para la in- dependencia de las colonias de España es propicio. Sin embargo, la lucha no es fácil. Al utilizarse como arma fundamental la ideologia, la lucha adquiere nuevas carac- terísticas: ya no se trata de pedir una rebaja de impuestos y una libertad de producción, sino de asumir la necesidad del poder político, como consecuencia del poder económi- co que ya poseía el criollaje americano. La clase dominan- te, el feudalismo colonialista, representado en estos paises por los virreyes, oidores, consejeros y demás autoridades españolas, no admite el arma ideológica porque no está dispuesta a ceder por la simple exposición teórica. Repri- me, entonces, a quienes hacen planteamientos ideológicos. Y la España colonialista ya tiene la experiencia de sus veci- nos, Francia en particular, en donde la burguesía había dado al traste con la monarquia feudal. Nuestro Precursor, Antonio Nariño es, pues, llevado a la cárcel y con él sus seguidores.

Largos años de cárcel y penosas jornadas de lucha tienen que afrontar los independentistas porque no poseían la fuerza de las masas populares. Los criollos son elementos de una clase en nacimiento, pero esa clase no tiene canti- dad. Se distingue de la burguesia clásica, la cual tiene a su lado a amplias masas populares que se benefician del desarrollo capitalista de producción. Los criollos no gene- ran producción porque son una casta burócrata y comer- ciante que consume productos europeos y los distribuyen. Por esto, los criollos exigían, en primer término represen- tación gubernamental y en segundo lugar una relativa liber- tad de comercio. No exigían libertad de producción ya que no eran fuerza productiva en contradicción con el modo de producción feudal y colonialista. Los criollos eran terrate- nientes y comerciantes pero no industriales. Las masas no estaban interesadas en apoyar a elementos minoritarios que 54 www.escuelaideologica.org

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en nada prometían cambiar sus condiciones materiales de existencia. Los criollos lucharon, en primera instancia, casi solitarios contra el coloniaje español por su independencia política fundamentalmente.

Una coyuntura internacional histórica crea condiciones favorables al movimiento criollo de independencia: Francia invade a España e impone un régimen bonapartista. Al desaparecer el Rey español, tanto el pueblo como las colo- nias quedan sin poder legitimo. El usurpador francés no tiene legitimidad ni sobre el pueblo español ni sobre las colonias. Este fenómeno es aprovechado por las castas criollas para establecer "Juntas de Gobierno" que se erigen en autoridad representativa del Rey derrocado. Posterior- mente, de esas juntas salen las declaraciones de Independen- cia y se constituyen gobiernos criollos que tratan de expresar los intereses materiales de los mismos.

El 20 de julio de 1810 no es constitutivo de Indepen- dencia sino de reconocimiento de la autoridad del rey español derrocado. La legitimidad real es objeto de declara- ción solemne por parte de la Junta constituida ese día en Bogotá. Solo el 11 de noviembre de 181 1 se declara, en Cartagena, la independencia de España; posteriormente, en 18 12 se hace en Bogotá y para Cundinamarca en particular.

La declaración de independencia no fue el resultado de un proceso de lucha antagónica entre la potencia colonial y sus dominios. Fue, simplemente, un fenómeno casual que se articulaba a una situación internacional, por una parte, y a la facilidad con que los criollos encontraron la posibilidad de ejercer su propio gobierno y política. Pero, por este mismo hecho, los criollos tienen que resolver sus propias contradicciones por medio de la guerra. En efecto, el criollaje no era homogéneo en sus condiciones materiales e intelectuales o teóricas: una parte, vinculada a la burocra- cia y el comercio tenía intereses que exigían un gobierno de tipo centralista; otra parte, vinculada a la tierra, casta aristocrática de similitudes feudales, exigía un gobierno de tipo federalista que le permitiera ejercer su dominio sobre masas de esclavos y hombres explotados en sus latifundios y haciendas en una forma más completa.

En este enfrentamiento criollo, sus dirigentes combaten mediante la tradicional forma de la guerra de ejércitos y

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solo en forma secundaria mediante destacamentos muy escasos de guerrillas. El combate más importante y el decisivo entre centralistas y federalistas se llevó a cabo en la misma capital, Bogotá y, en lo fundamental, se limitó a escaramuzas tan infantiles que se convirtieron en un semi- llero de anécdotas para contar posteriormente al calor de las visitas hogareñas de las mismas familias contendientes para gozo de jóvenes, niños y viejos. Los pocos muertos y heridos se contaron entre las gentes de la servidumbre urbana y rural de las dos partes en contienda.

Es posteriormente, cuando la Corona recupera su liber- tad, derrotando al invasor francés, que el ejército realista reconquista el dominio de los pueblos "independizados". El "pacificador" Morillo asume la tarea de exterminar hasta el Último vestigio de independencia: cientos de hombres y mujeres que tuvieron que ver con las declara- ciones y expresiones de independencia fueron pasados por las armas de los nuevos "conquistadores". Aquí es en donde comienza a gestarse la verdadera lucha por la inde- pendencia porque la contradicción se va a resolver por la vía violenta que exige un nuevo fenómeno.

3. La Reconquista

Cuando la monarquía española logra la derrota de los ejércitos franceses y obtiene nuevamente la posibilidad de ejercer su dominio colonial, envfa un ejército al mando del general Moriilo con todos los poderes del caso para obtener la obediencia de sus súbditos rebeldes. El ejército español, proveniente de batallas de importancia contra el ejército de Napoleón, llegó con el propósito expreso de "extermi- nar" a cuanto elemento hubiese estado comprometido en la desobediencia al Rey. Y como ejército, su poder era muy elevado en el camino de la represión generalizada.

A nuestro temtorio, Morillo entra por Cartagena a la cual sitia durante 106 días en los cuales fue diezman- do su población por el hambre y la miseria más espantosa antes conocida. Los patriotas sitiados no supieron enfren- tar al "pacificador" y fueron vencidos ya casi totalmente exterminados por el hambre. Con esta acción, reemprende su camino hacia el interior por varios costados: por el 56

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Chocó con tropas al mando de Julián Bayer; por Antioquia y el Cauca con tropas al mando de Francisco Warleta; por el río Magdalena con el ejército de Donato Santacruz y por las regiones de Ocaña con la comandancia de Miguel de la Madrid.

El Reconquistador encuentra a su paso un fenómeno que aunque no generalizado sí es de tener en cuenta. Las gentes salían eufóricas y alegres a recibir al ejército espa- ñol. Esas gentes eran lo más pobre de la población, los que no poseían extensiones de tierras ni comercios de impor- tancia. Es decir, quienes no habían sido parte activa del "grito de independencia" del 20 de julio de 181 0. Como veremos más adelante, quienes se enmotan y forman guerrillas contra el ejército español, pertenecen a sectores propietarios interesados económicamente en la indepen- dencia real. Este fenómeno tiene explicación en el hecho de que el dominio criollo produjo guerras entre centralistas y federalistas que en nada beneficiaron a las amplias masas campesinas y por el contrario les perjudicaron. Entonces veían en el español una especie de guardián de su tranquili- dad social. Además, los criollos eran sus explotadores directos como terratenientes y comerciantes y en el lapso "independiente" como gobernantes. Es por esto que tam- bién en Santa Fe, aunque aquí hubiese habido un factor de oportunismo también, se le preparaba un gran recibi- miento a Morillo y éste lo evadió presentándose la víspera y de incógnito:

"El Pacificador don Pablo Morillo llegó a Santa Fe el 26 de mayo de 1816, sin aceptar el grán recibimiento que la capi- tal realista había preparado con arcos de triunfo y banque- tes de celebridad ..." (Manual de Historia II. Colcultura).

El Pacificador, dueño de la Nueva Granada se empeñó en "exterminar" a los criollos. Creó tres clases de Tribuna- les: "El Consejo Permanente de Guerra", el "Consejo de Purificación" y la "Junta de Secuestros". Con el primero fusilaba, con el segundo recibía los bienes de algunos com- prometidos a cambio del indulto o su no persecución y Con el tercero expropiaba a los demás rebeldes del total de sus bienes materiales.

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El fusilamiento de lo más representativo del cnollaje es un hecho: Don Camilo Torres, Francisco José de Caldas, Joaquín Camacho, Frutos Joaquín Gutiérrez, Jorge Tadeo Lozano, Antonio Villavicencio, Manuel Rodríguez Torices, José María Cabal, Policarpa Salavarrieta, Antonia Santos, Liborio Mejía, Antonio Baraya, José Cayetano Vásquez y otros más. Muy pocos se escaparon de las horcas del paci- ficador.

Ante esta situación, los criollos, o enfrentan la guerra o terminan como clase o germen de clase social. No hay al- ternativa posible entre la muerte o la sobrevivencia median- te la guerra. Y la guerra se inicia contra el español. Pero ahora había nuevos elementos económicos e ideológicos, los que no poseían los indígenas ni los mestizos.

a. La Organización guerrera de los criollos

Los criollos se dividieron en la estrategia y la táctica de enfrentar al "Pacificador" Morillo. Mientras unos y con éstos el presidente opinaban retirarse hacia el Sur en donde consideraban tener mayores oportunidades de reagrupa- ción militar, otros eran de opinión-que el retiro debía ser hacia los llanos orientales para iniciar desde allí movimien- tos de partidas, es decir, guerrillas contra el ejército es- pañol.

Quienes se retiraron hacia los llanos lo hicieron bajo el mando de Serviez y Santander. Ya veremos las acciones guerrilleras de estos hombres y su importancia en el contexto global de la guerra independentista.

Lo que predominó en las esferas criollas fue el repliegue hacia el sur en donde se enfrentan, como ejército, al espa- ñol. Las derrotas que sufren las describen los vencedores en sus respectivas oportunidades. El enfrentamiento de Cachi- rí el 22 de febrero de 1816, el de la cuchilla del Tambo y el de la Plata ponen fin a las esperanzas guerreras de los patriotas. El vencedor Sámano describe así en su parte:

"Con esta operación se sacrificó el enemigo, el que acabó de desconcertarse con las descargas por su retaguardia que le hicieron los patianos emboscados, como dije anterior- mente, sin que lo notasen felizmente los enemigos, los que

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empezaron a retirarse, conociendo la imposibilidad de su empresa...". " ...y su caballería se salvó por no haberla podi- do seguir tan pronto la nuestra; pero tan desfallecida y atur- dida, que algunos de ellos fueron muertos a palos por los indios de Pagua, a donde llegamos en su alcance...".

Aquí vemos la eficacia de las guerrillas realistas al lado del ejército espaiiol que supo muy bien utilizar a los indios en su empresa de dominio.

Ante semejante derrota sufrida por los patriotas, todos sus efectivos quedan reducidos a simples "partidas" que en forma dispersa comienzan a defenderse y atacar al español:

"Las tres derrotas de Cachirí, el Tambo y la Plata desmo- ronaron lo que quedaba de la república y acabaron con la incipiente estructura militar que se había formado en esos seis años primeros de la independencia. La resistencia en lo sucesivo tendría que hacerse subrepticiamente, en guerra de partidas, en la clandestinidad, en oposición callada pero no menos eficaz, ya que la acción de las guerrillas puso en constante aprieto a la autoridad española, minó la lealtad de las tropas reales y las obligó a movimientos que las ago- taron en detalle sin ofrecerles nunca una gran batalla campal". (Oswaldo Díaz Díaz. Los Almeydas, episodios de la resistencia patriota contra el ejército pacificador de tierra firme. Editorial A.B.C. Bogotá 1962).

La situación es tan desesperada que Bolívar se ve obliga- do a dictar su famoso decreto de guerra a muerte:

"Españoles y canarios, contad con la muerte aún siendo in- diferentes si no obráis activamente, en obsequio de la liber- tad de Venezuela; americanos, contad con la vida, aún cuando seáis culpables" (Trujillo, 15 de junio de 18 13).

Aunque el anterior decreto fuese dictado tres años antes de la reconquista, su vigencia asumia actualidad ya que la situación era aún peor ante el avance de los ejércitos paci- ficadores.

Los criollos quedan a merced del enemigo y su estrate- gia tiene que dirigirse en otras direcciones para poder con- seguir la victoria. Sigue siendo la constitución de un ejérci- to que tenga el suficiente poder para hacerle frente al de la

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Corona. En los criollos nunca se dio la concepción militar de iniciar la resistencia con un movimiento guemllero que luego se convirtiera; en un proceso de cualificación y cuan- tificación, en ejército. Las guerrillas surgen en forma espontánea como lo vamos a ver, y de la entraña de los sectores más populares como generalidad. Sin embargo, como el español expropia a los patriotas que considera más comprometidos, estos se ven e n la necesidad de inte- grarse al movimiento guemllero con todos sus bienes y per- sonas.

b. El movimiento guerrillero patriota y popular

Así como en el momento de la conquista, nuestros indi- genas hicieron resistencia al español en las formas más variadas e ingeniosas, los mestizos, campesinos e incluso criollos, fueron resistiendo la reconquista del general Mo- rillo. El mismo 18 de marzo de 181 6, cuando Serviez y Santander deciden huir hacia Casanare, el primero deja este mensaje.

"De aquí a pocos días tendrá Calzada guerrillas a su espal- da. Su hospital, sus bagajes, sus partidas sueltas serán destro- zadas y percibirá el incauto que quien no puede defenderse abiertamente sabe perjudicar en la sombra; y que los so- corranos también saben exterminar a los que vienen profa- nando los templos, deshonrando las vírgenes y mutilando a los patriotas. Esta fue la conducta que siguieron los españo- les en su tierra para libertada del yugo francés. Aquí tene- mos hombres tan intrépidos como el Empecinado; ellos lo han experimentado ya en la raya de Pamplona". (Citado de "La antigua provincia del Socorro y la Independencia de Rodríguez Plata, por Oswaido Díaz Díaz. Historia extensa de Colombia, Vol. VI - 2).

Era que ya Juan Esteban Ramfrez había reunido 15 hombres en Piedecuesta y formado una guemlla para inter- ceptar al enemigo que viene de Pamplona y con ella hosti- gando al ejército de Morillo llama la atención por su auda- cia e intrepidez.

Y en Charalá es en donde, según el historiador Rodrí- guez Plata se forma la primera guemlla: 60 www.escuelaideologica.org

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"1816. Abril. Guerrilla de Charalá. Esta fue la primera gue- rrilla que contra los invasores españoles se organizó en el territorio de la provincia del Socorro, y es curioso anotar que no solo fue la más numerosa y mejor organizada, sino la que sin cejar un solo día, peleó bravamente durante los tres años de la reconquista". (Citado por Díaz Diaz en His- toria Extensa de Colombia antes citada).

La mayor diversidad y combatividad de la guemlla se da al norte, en lo que son los departamentos de Santander y norte de Boyacá debido a que era la ruta obligada del conquistador y ahora "pacificador". Otra guerrilla de gran movilidad es la de Fábita, Gámbita o de los Calvo; eran los hermanos Calvo sus máximos dirigentes, pero esa guerrilla peleaba en combinación con otras de las regiones aledañas; logró reunir doscientos hombres y tener en jaque a Sámano y sus lugartenientes. De la guerrilla de Guadalupe dice Rodríguez Plata en su obra:

"1818. Diciembre 19. Guerrilla de Guadaiupe. Una guerri- lla que desde hacía varios meses venía operando en esta región y en combinación con la de Chima, Oiba y Simacota, atacó la. plaza de Guadaiupe defendida por Bausá. En la refriega hubo varios muertos de parte y parte y parece que quienes comandaban a los guerrilleros eran los hermanos Antonio y Justo Salazar".

Al norte de Boyacá en Soatá se destaca otra guerrilla. Cayo Leonidas Peñuela, citado por Díaz Díaz en la obra antes dicha, afirma:

"Una guerrilla de corta duración pero que conturbó grande- mente a los realistas en 1818 en los alrededores de Soatá, fue la que levantaron los señores Ignacio Basilio Ruiz, caba- llero bogotano casado y domiciliado en Soatá, don Juan José Leiva, el doctor Pedro José Vargas y el presbítero Agapito Soler, en número de unos cincuenta campesinos a quienes armaron con algunas lanzas y flechas...".

Y la famosa guerrilla de "La Niebla" que algunos histo- riadores creen eran el seudónimo de algún guerrillero, pero que otros consideran se trata del movimiento guerrillero

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que operaba en todo el norte de Boyacá y límites con Santander en el cual había varias guerrillas que por su mo- vilidad se colocaron ese nombre y a cuyo frente se encon- traban diversos jefes. Entre esos jefes se identifica a los hermanos Juan y Miguel Ruiz. Pero también encontramos la guerrilla de Chima dirigida por Juan Ignacio Casas, la guemlla de Onzaga, la de Chitaraque, las que se movían por Chita, El Cocuy y toda esa región antes referida.

El español estaba acosado en forma permanente por esta zona, pero también en el interior del reino la guemlla no le daba descanso. La guemlla de José Antonio Olaya opera en toda la zona que comprende La Mesa, Zipacón, El Tigre y el Portillo. Relacionada con esta guerrilla estaba al occi- dente de Cundinamarca, la del "Mosca" Rodríguez. Pero en todo el occidente de este departamento se combate con la guerrilla al español y ella se extiende al norte, a Lengua- zaque, Guachetá, Ráquira y sus alrededores en donde dirige Agustín Torres del Lobo; y en Guaduas y La Palma, otras guemllas se unen al combate patriota.

En la región occidental del país, la guemlla lidera la lucha contra el español, dirigida por el venezolano José Hilario Mora excombatiente de la Cuchilla del Tambo quien se toma en Cali el cuartel y el hospital de donde saca con sus hombres las armas y se dirige al Chocó con 70 hombres. Aquí da importante lucha hasta caer prisionero en Nóvita para ser luego fusilado.

Una guerrilla que es importante de anotar es la que los hermanos Almeyda armaron en la sabana de Bogotá y que combatió en todo el oriente de Cundinamarca, la zona de Manta, Guateque, Chocontá y sus alrededores. Los Almey- da era una familia de inmensa fortuna que había venido de Cúcuta de donde era oriunda y establecida en Santa Fe se hizo a grandes propiedades. La hacienda llamada Tibabu- yes que comprendía alrededor de 30 kilómetros superfi- ciarios, abarcaba lo que es hoy el municipio de Suba hasta la población de Funza. Por otra parte era propietaria de una excelente y aristocrática residencia sobre la carrera sexta con calle once en donde se reunía lo más elitista de la casta criolla y luego los conspiradores contra los "pacifica- dores" que expropiaron a la familia y terminaron por encarcelar a los hermanos Almeyda. 62

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Ya en la cárcel, su dinero pudo hacer que pudieran huir con guardián y todo y dirigirse hacia el oriente en donde lograron reunir hasta trescientos hombres. Con este contin- gente se tomaron a Chocontá y solamente con la fuerza superior de Carlos Tolrá pudieron ser desalojadas de allí. Pero antes le hablan propinado una tremenda derrota a las tropas que habían sido enviadas de Bogotá dando muerte a su comandante y puesto en fuga al resto de soldados.

Cabe destacar que precisamente fue un guerrillero realis- ta quien tuvo la mayor parte en la derrota de la guerrilla de los Almeydas en Chocontá, el coronel Simón Muñoz oriundo del Cauca. Por su experiencia fue comisionado por Tolrá para perseguir y aprehender a los Almeyda, pero le fue imposible dado el conocimiento y el apoyo que estos tenían en la región por donde escaparon a los Llanos para incorporarse al ejército bolivariano. Así narra Ambrosio Almeyda su escape:

'Tomamos el camino hacia Garagoa para llegar a los Llanos de donde siempre esperamos aquella buena acogida que los americanos valientes guerreros han dispensado a sus com- patriotas. En Tenza tuvimos noticias que Ortega mandaba una partida por el camino de Gachalá a cortarnos la retira- da. Abreviamos la marcha antes de que el destacamento de Miraflores tomase a Garagoa, pero a causa de una mala com- binación en los godos se había replegado hacia Tunja dicho destacamento que consistía en 42 hombres. Esta disposi- ción nos dejó franco el paso de Upía a Gámeza a donde lle- gamos con 26 hombres militares". (Díaz Díaz en Los Al- meyda, pág. 167).

Que una familia tan acaudalada como la de los Almeyda se hubiese comprometido en la guemlla significa el nivel a que había alcanzado la contradicción entre el español y el criollo. La guerra era a muerte y de clase. Es que el criolla- je optó por la guerra y por la guerrilla como táctica necesa- ria ante su inminente desaparición o extinción como clase. Siempre los criollos intentaron formar ejércitos, pero los soldados se les desertaban. Es que si no hay Estado no puede haber ejército. El mismo Bolívar es un improvisado militar a pesar de haber formado en las tropas del Rey; sin

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embargo poseía en forma profunda la ideología de clase y esto es lo que lo lleva a ser militar y a formar ejército:

"Bolívar mismo, más tarde jefe y alma de la Revolución de Independencia, fue improvisado en la carrera de las armas, siendo su primer cargo coronel, comandante del castillo y plaza de Puerto Cabelio. Había conducido ya un batallón al sitio y toma de Valencia, a órdenes de Miranda. Fue conspi- rador desde 1810, fundador de la Sociedad patriótica y mi- nistro diplomático en Londres. Pero militar de largo seivicio no había sido nunca y jamás tuvo instructores militares. Aprendió en la escuela práctica de la guerra. Los errores que cometió en ese orden se deben a su falta de prepara- ción; sus éxitos y su manera peculiar de guerrear iueron debidos a su genio. El inventó una guerra especialmente americana. Andando el tiempo se hizo un militar experi- mentado y conocedor de todas las teorías, pero el sello personal de su concepción guerrera, acordada al medio de América, siempre marcó sus campañas". (Cartas de Bolívar. Notas de Blanco Fombona, pág. 49. Citado en "Campaña del Ejército Libertador Colombiano en 1819. Ejército de Colombia. Estado Mayor General. Bogotá. Colombia. 1919).

Y aunque fuesen montoneras de hombres, los criollos organizaban siempre en esa forma sus "ejércitos" y todo su interés iba a ello. Pero la imposibilidad de hacerlo lleva a Bolívar a reclutar extranjeros:

"Entre 18 17 y 18 19 llegaron más de 5.000 soldados ingle- ses, con quienes constituyó la Legión Británica que inter- vino en la Campaña Liberadora de 1819 ...". (Manual de His- toria II. Colcultura),

Por esto, los criollos utilizan la guerrilla con mucha cau- tela, y ella les trae problemas:

"...el pueblo granadino se defendió en las guerrillas insur- gentes llamadas por los realistas 'grupos de bandidos' o 'ladrones'; algunas unieron al ejército libertador en el Paso de los Andes; otras impidieron a los españoles realizar la unión de las tropas, para presentar un frente común a los patriotas; y otras colaboraron en el seivicio secreto en la Guerra de Independencia". (ldem).

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No hay un reconocimiento más real del papel del movi- miento guerrillero y se presenta el camino de los libertado- res de los Llanos al Puente de Boyacá como algo que no hubiese contado con todo ese movimiento de guerrillas que hemos reseñado breve y en forma general. La prevención contra la guerrilla es expresada en algunas notas de los diri- gentes criollos:

"Aquí se me ha presentado el ciudadano Manuel Eslava, que viene de Mogotes, en jurisdicción del Socorro. Da la noticia de que el Socorro fue ocupado por Santos, Tobar y Calvo el jueves o viernes de la semana pasada. Le he preve- nido pase a presentarse a vuestra excelencia". (Díaz Díaz. Historia Extensa de Colombia. Vol VI).

Es una nota del general Carlos Soublette al Libertador, escrita desde Sátiva.

Pero lo más significativo en la actitud de los grandes diri- gentes político-militares de la guerra independentista respecto al movimiento guerrillero nos los indica el decreto de Bolívar cuando se encontraba en Duitama el 28 de julio de 18 19 y que dice en su artículo 40.:

"Todo hombre de los comprendidos en el art. 1 (de 15 a 40 años de edad) que pasadas las 24 horas de la publicación no se presentase, será fusilado". (Memorias del General Oleary. Citado en Compaña del Ejército Libertador Colombiano).

Si el general Bolívar hubiese tenido confianza en el mo- vimiento guerrillero qué mejor hubiese sido que su integra- ción al ejército. Y precisamente, era la zona por donde entró el ejército la que tenía mayor número de guerrillas y guerrilleros de ya vieja experiencia y de audacia e ingenio incomparables, inigualables a las condiciones de los solda- dos que obligatoriamente tuvieron que atravesar el paso de los Andes, el páramo de Pisba.

La prevención contra la guerrilla por parte de la dirigen- cia política criolla tiene carácter de clase. En efecto, la mayor parte de la dirigencia guerrillera pertenece a estratos de propietarios medios, pero la mayor parte de los elemen- tos guerrilleros pertenecen al pueblo no propietario. En-

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tonces, no es garantía de clase la existencia de la guerrilla. Además, la guerrilla tiene mayor independencia que las es- cuadras y unidades tradicionales de ejercito y esto s í ga- rantiza la dirección clasista del mismo. Bolívar no podía permitir que se discutiera n o tanto su dirección como la constitución d e u n Estado concreto que en su pensamiento venia estructurando de acuerdo a los intereses de clase aris- tocrática que representaba. El Bolívar vencedor no es el Bolívar vencido de los primeros intentos de independencia. Inglaterra y otros paises europeos, líderes en el desarrollo capitalista, ya habían hecho huella en el pensamiento bolivariano y a la vez Bolivar había adquirido compromi- sos económicos, politicos, y e n consecuencia, ideológicos.

Pero la guerrilla no era solamente la que resistía la re- conquista, sino la que defendía la causa realista. Ya vimos en Chocontá un guerrillero patiano al frente del ejército realista de Carlos Tolrá. Este mismo Muiíoz es citado por Tomás Cipnano de Mosquera en su Memoria sobre Bolívar, refiriéndose a la campaña de "pacificación" en el Sur y a cuyo frente se encontraba Calzada y Warleta:

"...inmediatamente contramarchó (Simón Mufioz) por Buga y Cali y de allí a Popayán; en esta marcha no encontró ejér- cito con quien combatir, sino algunas guerrillas que se for- maron para mortificar a Calzada...".

Y en el Norte del país el fenómeno de la guerrilla realis- ta era un hecho:

"...El coronel Montilla tomó mucho empeño en Riobacha para transmitir al interior estas noticias (se refiere a la rebelión del general Riego en España al frente de un ejército numeroso que iba a reforzar el de Morillo), que darían con- fianza a los colombianos. Regresaron la mayor parte de los que habían abandonado la ciudad, y prestaron útiles servi- cios al Comandante General. Un indio, Miguel Gómez, con sus parientes formó unas guerrillas y comenzó a hostilizar a los patriotas; pero siempre que se acercaban a la ciudad fueron batidos". (Idem).

Pero es el Sur, en donde la guerrilla realista tiene profun- da significación y eficacia, Nariño cae prisionero no del 66 www.escuelaideologica.org

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ejército realista sino de la población pastusa. Y el máximo guerrillero, Agualongo muere gritando ¡Viva Fernando VII, Rey de España!. El general José Hilario López, en sus "Memorias", nos cuenta así el fenómeno de la guerrilla realista:

"Al día siguiente supimos que era la partida de guerrilla mandada por el famoso Simón Muñoz que había venido a observarnos en unión de un tal Lino Hurtado ...". "..Al se- gundo día nos proporcionó esta misma guerrilla una diver- sión entre Paniquitá y Palacé Alto: se había emboscado en una altura que dominaba el camino por donde nosotros marchábamos, y repentinamente nos hizo una descarga de carabinas y continuó su fuego graneado, sin habernos cau- sado otro mal que dos soldados heridos...".

Y agrega que todos los indígenas se aglutinaban alre- dedor del español al que apoyaban preparando su victoria:

"Mientras que se aportaban todos los elementos suficientes para seguir operaciones, mi cuerpo, reforzado algunas veces por otros, como siempre, obraban con obstinación, sacando partido del terreno tan a propósito para el efecto; pero pro- curando evitar las ocasiones que pudieran costarles algo caro. La guerra se hacía entonces a muerte entre los guerri- lleros, y estos, a su turno, no perdonaban uno solo que ca- yese en su poder". (Idem).

La explicación a la conducta de los indígenas está en el hecho económico: los criollos eran los directamente res- ponsables de su explotación mediante la expropiación de sus resguardos, la violencia a sus costumbres y cultura. Los criollos podían formar ejércitos con los campesinos que ex- plotaban en sus latifundios, pero encontraban la resistencia de los indfgenas que aún mantenían algunos rasgos de su primitiva comunidad. El débil, el indígena, utiliza la guerri- lla, el poderoso, el criollo, forma ejércitos así estos estén compuestos por hombres sin preparación alguna y vayan directo a la muerte; al jefe criollo no le importa la vida de sus soldados sino el prestigio de su jefatura. Los indígenas luchaban en guerrilla contra los cnollos terratenientes y es- clavistas. Para ellos el Rey era una imagen, algo remoto y

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que les había sido pintado como un protector de sus vidas y costumbres. No veían al Rey como propietario terrate- niente ni a sus cohortes. Al criollo sí lo tenían todos los días sobre sus predios coméndoles las cercas y persiguién- doles para exterminarles.

Resumiendo, el movimiento guerrillero formado como respuesta a la empresa de la reconquista, abarcó práctica- mente todo el territorio nacional, fue más fuerte y comba- tivo al Norte por donde entraba el ejército "pacificador", pero también en los alrededores de la capital tuvo signifi- cación de importancia. En departamentos como el Tolima y colindantes también la guerrilla hizo presencia.

Las guemllas debilitaron y distrajeron a las tropas rea- listas y esto permitió que el ejército de los patriotas criollos pudiera desenvolverse en mejor forma. Las tropas de Barreiro no sucumbieron ante el ejército libertador porque le fueran inferiores, sino porque el hostigamiento de varios años las tenían exhaustas y desmoralizadas. No fue sólo la batalla del Pantano de Vargas y la subsiguiente del Puente de Boyacá, las que determinaron la derrota del imperio español. Estas sólo fueron la consecuencia de un proceso de levantamiento armado general dentro del cual las guerrillas fueron desgastándolo. Y si la historia que se ensefia en escuelas y colegios solo hace alusión a esas bata- llas es porque a la casta criolla dominante hoy, la oligar- quía colombiana, le sirve esa clase de enseñanza. En efecto, malas consecuencias le traería una enseñanza histórica en la cual se destacara el movimiento guerrillero; el alumno relacionaría el actual nivel de las luchas populares con la historia pasada y sacaría como conclusión que el actual movimiento guemllero no es sino la continuidad de las luchas de nuestro pueblo por su real y definitiva indepen- dencia. Eso fue lo que pudieron evitar los criollos del siglo pasado y esto es lo que quieren evitar sus descendientes del presente.

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LAS GUERRAS CIVILES

Sellada la Independencia y consolidados los criollos en el poder político, vuelven a manifestarse las contradiccio- nes entre ellos por causas similares a las que produjeron su división entre centralistas y federalistas y que en el fondo obedecen a situaciones materiales en la producción entre sectores terratenientes y sectores comerciantes.

Primero se produce el desmembramiento de lo que se venia llamando "La Gran Colombia" y luego en Colombia se produce la contradicción entre sectores que vienen a lla- marse politicamente como "liberales" y "conservadores". Las contradicciones llegan a un nivel que exige su solución mediante la guerra. Estas contradicciones las resume Manuel María Madiedo a grandes rasgos así:

"El partido liberal, en 1830, oprimió al Congreso de Colom- bia y lo hizo votar por magistrados del sabor de una barra tumultuaria. "El partido conservador conspiró en julio de 1833 y en octubre de 1834, contra la legalidad. El Partido liberal se alzó contra esa misma legalidad desde 1839 a 1842, y en 1849 repitió la zambra de la barra del Congreso Colombiano de 1830, oprimiendo al Congreso na- cional para arrancarle un presidente de su agrado. El partido conservador conspiró y se rebeló contra el go- bierno legal de 185 l . El partido liberal conspiró y se rebeló contra el gobierno legal de 1854". (Ideas fundamentales de los partidos políti- cos de la Nueva Granada. Orígenes de los partidos políticos en Colombia. Biblioteca Básica Colombiana pág. 41. Col- cultura).

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Cada cuatro o menos años se producfa algún fenómeno guerrero entre quienes detentaban el poder y quienes, tem- poralmente, estaban por fuera de él. La cuestión era en- frentada por la guerra y asi fue pasando el siglo XVIII en nuestro país. Las guerras entre liberales y conservadores, entre gobernantes y no gobernantes, se libraban con mon- toneras llamadas "ejércitos", reclutados mediante la in- fluencia de los jefes liberales terratenientes y comerciantes y de los conservadores también económicamente podero- sos para poderlo hacer. Aunque lo predominante en esas guerras era las formaciones de ese tipo de ejército, las guerrillas eran su complemento y en muchas ocasiones, cuando el número de estas era ya grande, se incorporaban o formaban el primer embrión de ejército. Es por esto que el fenómeno guerrillero siempre ha ido al lado del de las guerras con ejércitos o montoneras.

De todas estas guerras y "guemtas" entre liberales y conservadores por imponer sus criterios politicos en fun- ción de sus intereses económicos, la que más se recuerda es la llamada "Guerra de los mil días". Es por haber sido la Última de todas y la que más tiempo duró y más cuestiones decisivas tuvo en lo que se refiere a la situación politica de los dos partidos politicos de la oligarquía colombiana. Por esto merece un anilisis más profundo ya que aquf el fenó- meno de la guerrilla tiene mis documentación.

La Guerra de los mil días

Con esta guerra, así denominada, las dos comentes de la casta criolla oligárquica terminan su centenaria lucha armada para enfrentar nuevas condiciones sociales, surgidas del desarrollo económico tanto nacional como internacio- nal. La economia mundial habia llegado a un grado tal que los nuevos mercados abiertos en las antiguas colonias exi- gfan vías de comunicación cada vez más funcionales. Sobre esta clase de actividad, principalmente, surge un proleta- riado de particulares condiciones sociales al lado del tradi- cional existente en la actividad minera y en especial en la explotación de los hidrocarburos. También surge actividad económica en semiindustrias de alimentos y bebidas y en la industria textil. Pero las contradicciones principales en lo 70 www.escuelaideologica.org

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político siguen siendo entre los jefes liberales y los jefes conservadores. Es en este marco en donde la guerra de los mil días tiene similitudes y es la continuación y termina- cion de las guerras civiles del siglo XVIII.

La Guerra de los mil días comienza como todas las ante- riores guerras civiles, por causas de los intereses económi- cos y políticos de las dos fracciones criollas de la oligar- quía. Y esos jefes toman los cientos de dependientes para formar sus propios ejércitos:

"Algo que se hace obvio en todas las regiones del país es que el servicio militar forzado sobre los arrendatarios por los gamonales y grandes terratenientes era una especie de servicio que se esperaba de los residentes como contrapres- tación del derecho a la parcela. Mientras más tierras y "pro- tegidos" tuviera un terrateniente podia obtener un ejército más numeroso. Si en una región se unían dos o tres terrate- nientes, ya estaban reunidas las condiciones mínimas para dar lugar a un levantamiento que se podía contagiar a otras regiones". (Jorge Villegas. José Yunis. La Guerra de los Mil Días).

Lo que distingue a esta guerra de las anteriores es, como ya se dijo, su duración en el tiempo y por esto se le conoce con ese nombre. En realidad, las anteriores eran de una duración muy corta y definían la cuestión del poder polí- tico en forma rápida en uno u otro sentido. Pero también tiene una serie de particularidades: la calidad de los jefes y sus relaciones entre si de un bando y otro. En efecto, en esta guerra hubo una correspondencia y connivencia entre los alzados contra el régimen y el ministro de guerra de éste. También hubo combates en que con la mitad de efec- tivos del bando contrario se ganaron. Tal fue la batalla entre los "ejércitos" de los generales Gómez Pinzón y Al- bornoz compuestos por 1 .500 hombres y el del general Hernández de 800, ganada por éste.

La iniciación de esta "guerra" se hace a la manera tradi- cional, es decir con cuerpos de ejército. El general Uribe Uribe ataca a Bucaramanga con su ejército, pero sufre una estruendosa derrota por su incapacidad y es llamado cobar- de por su copartidario Vargas Santos:

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"Que el general Uribe suele eclipsarse en los momentos más críticos y de mayor peligro, lo prueban los siguientes hechos: En Bucaramanga, el fuego comenzó a las 5 a.m. aproximadamente, y antes de las 12, ya el general en jefe estaba en Arbol-Solo, almorzando con la mayor serenidad, en casa del sr. Ruperto Serrano; ese mismo día a buena hora llegaba a Tona a 7 leguas mortales de Bucaramanga". (trans- crito por Jorge Villegas. losé Yunis. Idem).

La batalla de Peralonso, en la que el gobierno enfrenta diez mil de sus efectivos ante cinco mil de los liberales, tiene oscuras circunstancias en las que puede entreverse connivencia de los generales gobiemistas. En esta el general Uribe se reivindica de sus anteriores derrotas en Bucara- manga. . Pero en el combate de Palonegro queda sellada la derro- ta liberal y desde este momento se inician las transacciones entre alzados y gobierno a fin de llegar a un acuerdo políti- co. Al verse derrotado el partido liberal y no tener un ejér- cito capaz de seguir la guerra, las conversaciones tienen que abrirse paso ya que el pueblo había desarrollado, en forma importante, la guerra de guemllas. En efecto, Uribe veía con preocupación cómo, en la misma medida en que él era derrotado al frente de su ejército, el movimiento guerrille- ro lo iba reemplazando y no tenía para nada en cuenta su jefatura política. Uribe condena las guemllas y en forma inmediata lo hace el gobierno, lo que quiere decir cómo el peligro para las dos fracciones de la oligarquía es el mismo, ya que si el pueblo se arma y lucha, no es una de ellas la que puede perder sino ambas. Y precisamente, es allf en donde los campesinos se encuentran en condiciones orgánicas más propicias y por lo tanto en donde sus luchas contra los terratenientes han adquirido mayor relievancia, en donde el movimiento guemllero adquiere sus más hondas raíces. Los departamentos del Huila, Tolima y el occidente de Cundinamarca son los escenarios más impor- tantes del movimiento guerrillero.

El general Avelino Rosas, quien había estado en Cuba, luchando al lado de Maceo, se puso al frente de las huestes liberales derrotadas y organiza la lucha utilizando el méto-, do de las guemllas. Al efecto escribió su &digo de guerri- llas al que denominó Código de Maceo en honor al héroe 72 www.escuelaideologica.org

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cubano. Rosas organiza las derrotadas fuerzas liberales pero comete el error de agrupar a los "jefes" liberales acos- tumbrados a ser solamente oficiales al mando sobre campe- sinos dependientes de los gamonales. A estos jefes no les gusta el trato igualitario de la guerrilla y se convierten en sus más encarnizados enemigos. Lo califican de "loco" cuando estorba sus planes y de "cuerdo" cuando los favo- rece. Al producirse el total descalabro liberal, son las gue- rrillas las que sostienen el conflicto armado.

Otro famoso guerrillero en este episodio de la Guerra de los mil días es Tulio Varón, el legendario combatiente toli- mense:

"Tulio Varón nació el año de 1860, en El Paraíso, que pertenecía a su padre y había sido de su abuelo paterno. Fue el segundo de los nueve hijos que hubo en el matri- monio de don Anacleto Varón y doña Tránsito Perilla. En la misma casa aprendió las primeras letras y cuando ya era mozo hizo algunos estudios en el Colegio de San Simón de lbagué". (Gonzalo París Lozano. Guerrilleros del Tolima.).

Como puede verse, Varón. no es un elemento del cam- 'pesinado pobre sino del campesinado rico:

"Sus labores como hacendado lo habían aeostumbrado a gobernar hombres y lo habían hecho apto para asumir res- pensabilidades". (Idem).

Lo que hizo famoso a Tulio Varón fue sus tácticas guerri- lleras las cuales supo coordinar con los tradicionales jefes liberales y su táctica de ejércitos liberales:

"...tenía predilección por la guerra de guerrillas, la folie guerre que decía el viejo mariscal francés, esa misma que paraliza toda estrategia y derrota todas las fórmulas tácticas y cuyas sorpresas, cuyas inquietudes, cuyas vueltas y revuel- tas brotan en la mente del caudillo con desconcertante ra- pidez y pasan a la ejecución de manera igualmente rápida". (Idem).

El caudillo no es u n elemento de clase campesina u obre- ra y ni siquiera de lo que llamamos "pueblo"; el caudillo

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sale, generalmente, de la entraña d e medianos o pequeños propietarios q u e pueden enviar a sus hijos a establecimien- tos mfnimamente medios d e ensefianza. Sin embargo, este hecho n o demerita en este instante histórico, la calidad del guerrero y revolucionario para la época. S u carácter pro- gresista l o amerita históricamente. Y el guerrillero Tulio Varón fue, desde m u y joven, u n militante de la tendencia progresista del proceso histórico colombiano:

"Hizo Tulio sus primeras armas en la guerra de 1876. Siendo casi un chicuelo se enroló entonces, como la flor de la juventud ibaguereña, al batallón Vezga, organizado en lbagué por el doctor Aníbal Galindo. Ese cuerpo marchó al norte del Tolima, donde se preparaba la gran batalla entre las tropas antioqueñas y tolimenses, conservadoras, al mando del general Marceliano Vélez, y las tropas del gobier- no, liberales. mandadas por el general Santos Acosta; batalla que vino a darse el 20 de noviembre de aquel año, en el célebre llano de Garrapata". En 1885 tomó las armas, en servicio de su partido, que iba a perder el poder para un lapso de medio siglo. Ocurrió en- tonces el famoso episodio de la entrada de Luis Caycedo con su guerrilla conservadora, 'a beber agua en la pila de Ibagué'. Tdio hallábase de centinela en el cuartel estableci- do en el edificio de San Simón, cuando la guerrilla de Cay- cedo entró hacia la plaza principal, donde se hallaba la pila. De dos cuadras de distancia, de la esquina donde se encuen- tra hoy la intersección de la calle 11 con la carrera 5, Cay- cedo hizo que su cometa tocara ¡'Que feo'! al cuartel libe- ral. Tulio conoció en seguida a su gran amigo personal Cay- cedo, y no quiso disparar sobre él, siendo como era un magnífico tirador, explicando: 'Yo no mato a Luis'. "En 1895 levantó tropas e incorporado al ejército que, for- mado por contingentes de todo el Tolima, donde lucían en especial los batallones de Campoalegre y Purificación, se presentó sobre Ibagué, llevó su parte en la aplastante derrota de El Papayo, derrota que Tulio previó desde el comienzo de la batalla y que quiso evitar, haciendo al gene- ral Rafael Camacho L., comandante-en jefe oportunas indi- caciones que no fueron atendidas. "Al lanzarse a la revuelta, en 1899, había recibido del gene- ral Cenón Figueredo, comisionado de la llamada Dirección de la guerra para preparar el levantamiento en el Tolima, el despacho de general". (Idem).

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Está, pues, reflejada aquf toda la vida de un hombre que, aunque fuese un hacendado, la dedicó al servicio de su pueblo al que se crefa firmemente ligado. No importa que sus jefes liberales no respondiesen al anhelo de ese pueblo; Tulio Varón fue siempre un guemllero y como tal un hom- bre del pueblo. En esa calidad fue siempre un combatiente por lo que consideraba la libertad. Si sus guerrillas fueron factor secundario al lado de los "ejércitos" de su partido, ello significa que ellas representaban realmente los inteie- ses del pueblo y el "ejército", aunque compuesto por hom- bres del pueblo, se organizaba al servicio de los intereses de la oligarqufa liberal.

Muchos otros personajes de este tipo son citados por los historiadores colombianos que han desentrañado los archi- vos de nuestra iiistoria; claro que esos historiadores no son los de la Academia de Historia, dedicados a homenajearse mutuamente y hacer la apología de los dirigentes de la oli- garquía. La guerrilla es, entonces, un fenómeno de primor- dial importancia en la contienda de la Guerra de los mil días y ella es objeto de polémica entre los generales que la dirigen. Ya dijimos cómo el general Uribe Uribe condena la guerrilla por considerarla extraña a sus propósitos y así se pronuncia:

"A comienzos de 1901, Uribe lanza un manifiesto en que las rechaza, considerando cuadrilla de malhechores a quie- nes no se presenten ante él para organizar cuerpos de combate regular (lo que equivale a ser fusilado en caso de no aceptarlo)". (Villegas-Yunis. La Guerra de los mil días).

En el mismo sentido y, como coincidiendo, el gobiemo dicta un decreto del siguiente tenor:

"...considerando: que muchos individuos prevalecidos de la condición de guerrilleros rebeldes, cometen delitos graves, y que es necesario el inmediato castigo de estos, para que se produzca su saludable escarmiento. Decreta: Serán juzgados por medio de consejos de guerra verbales los siguientes deli- tos cometidos por individuos que se hallaren en armas contra el gobiemo: el incendio, el asalto, el homicidio, el robo, las heridas que causen mutilación, los maltratamien- tos que se cometan contra los templos católicos, la fuerza y

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violencia contra las mujeres y los daños en las propieda- des ajenas. Contra las sentencias que dicten dicho; consejos de guerra no habrá lugar a recurso alguno". (Idem).

Lo que caracteriza la guerrilla de la Guerra de los mil días es que surge de las derrotas de los "ejércitos" liberales y con el objetivo de luchar contra el gobierno, es decir, proseguir la que su partido llevaba a cabo. Al formarse las guerrillas, el proceso de cuantificación las va llevando, nue- vamente al punto de que los jefes liberales las organizan como ejército para nuevas derrotas. Es el proceso dialécti- co de la calidad a la cantidad y viceversa.

Por el carácter secundario que tiene la guerrilla en la guerra, no tiene relievancia política. Cuando, luego de la derrota partidista, los jefes entran a conversar con su ad- versario, la guerrilla no tiene papel alguno en ello: son los jefes liberales que hacían de generales los que se sientan a la mesa de las negociaciones, los Uribe Uribe, los Aquileos Parra y demás altos jefes liberales. Mientras todo esto ha sucedido, también la alta oligarquía ha ganado llámese libe- ral o conservadora, porque sus fortunas se han acrecen- tado:

"Las fortunas familiares corren suertes distintas en los vai- venes de la guerra. Algunas de las tradicionales se arruinan. Otras, especialmente las que logran mantenerse unidas al poder, sobreviven y se acrecientan: tal es el caso de los Holguín, Reyes, Marroquín, Zalamea, etc. Finalmente, otros sitúan sus dineros en oro en el exterior, a espera de la paz, entre ellos los Samper Uribe y don Pedro A. López. Este oro, al término de la guerra, se habrá multiplicado en relación con el depreciado papel moneda. "Por último, los 'hombres nuevos', los que al calor de la guerra amasan fortunas surgidas de la nada, tendrán un peso político decisorio en el nuevo gobierno que surgirá al fin del conflicto. Los más notables: Pepe Sierra y sus herma- nos, Félix Salazar, Nemesio Camacho, el general Victor M. Salazar, el general Vásquez Cobo, etc.". (La Guerra de los mil días. Idem).

Al finalizar la guerra, cientos o miles de guerrilleros que intentaron llevar a la victoria sus ideales, quedan en la mí- sera cobacha campesina rumiando el recuerdo de sus 76 www.escuelaideologica.org

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combates y batallas. Los grandes jefes quedan con las glorias de sus derrotas y el suculento plato del poder poli- tico y económico.

En esta de los Mil Días, el pacto tiene u n tercer invitado: el imperialismo norteamericano que alquila su barco el "Wisconsin" para que los contendientes, sus siervos, firmen el final de la guerra. El imperialismo estaba al acecho del Canal de Panamá y así lo deja ver el general Herrera al res- ponder los "propósitos patriotas" de don Lucas Caballero, Secretario general de la guerra a quien responde:

"Todas las razones que usted me expone son muy podero- sas, pero las supera la relativa al peligro en que está nuestra soberania. Vamos, pues, a firmar el sacrificio, y como sin duda será usted a quien encargaremos la redacción de lo que convengamos, en forma discreta consigne en la introducción del pacto, como motivo, la libertad para el arreglo del asun- to del Canal: el tratado lo suscribimos en casa del hermano León". (Lucas Caballero. La Guerra de los Mil Días Biblio- teca Básica Colombiana. Instituto Colombiano de Cultura).

Lo que la oligarquía llama "soberania" es la sumisión al dictado del amo yanqui. Dos años después, éste arrebata el Canal y se quedaba con la presa que veintidós años después pagaria con una irrisoria suma de dólares. Entre tanto, las guerrillas iban a ser disueltas y sus efectivos yol- verian a su pobreza, sobre el surco árido de tierras del patrón a esperar que otra ocasión exigiera nuevamente su formación.

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CAPITULO IV

EL SIGLO XX Y EL CAPITALISMO

La Guerra de los mil dfas no fue la última entre libera- les y conservadores porque ellos así lo hubiesen determi- nado. El desarrollo económico del país ya era de tal natu- raleza que no habfa lugar para guerras partidistas entre la misma oligarqufa. La producción, en sus diferentes ramas, y la construcción de una infraestructura para el co- mercio, hicieron surgir una clase obrera que, unida al cam- pesinado que luchaba por la tierra y por no dejarse despo- jar de la poca que poseía, hacia frente a la oligarqufa de los dos partidos políticos existentes.

La guerrilla no era atacada por los grandes jefes y gene- rales de los partidos Únicamente porque no entraba a sus " ejércitos", sino, fundamentalmente, porque ella represen- taba lo más aguemdo y combativo del pueblo por su propia existencia material. Quienes, sin ser auténticamente campesinos medios o pobres se erigían en guerrilleros al estilo de Tulio Varón, representaban en gran medida los intereses de estos y siempre estaban a su lado. Es lo que nunca podian hacer los grandes generales al estilo de Uribe Uribe, Herrera y demás próceres de la oligarquía. La guerri- lla ha sido la esperanza y la imagen ideal de los pobres, y esto en todas partes del mundo. La oligarquía tiene que proponerse terminar con la guerrilla antes de que ella se desarrolle y crezca, pues de llegar a producirse ese fenóme- no, el siguiente paso es la guerra regular.

Con el desarrollo de la clase obrera, su organización gremial se hace un hecho y en la misma forma lo hace el campesinado nucleado en las grandes haciendas contra los terratenientes. Los conflictos clasistas comienzan a tomar 78

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forma, se va polarizando cada una de las clases: la oligar- quía comerciante y la terrateniente por una parte, y los trabajadores y los campesinos por la otra. Claro que las contradicciones interoligárquicas no desaparecen: habrá amagos de "guerra" en otras ocasiones, pero no pasa de las palabras y las amenazas. La oligarquía tiene ya ante s í un enemigo común y no puede distraer sus fuerzas entre sí con el peligro de fortalecer a su verdadero enemigo de clase.

Dentro de estas nuevas condiciones económico-sociales, la guerrilla toma presencia en los grandes conflictos clasis- tas, en las grandes explotaciones de las plantaciones capita- listas extranjeras y en los complejos petroleros.

El siglo XX es escenario del desarrollo del capitalismo dependiente en nuestro continente y en particular en nues- tro país. La oligarquía colombiana asume con mucho inte- rés ese papel ya que toda su experiencia histórica ha sido dependiente. Para la oligarquía comerciante y en plan industrial el intervencionismo de Estado'es un instrumen- to para aumentar su capital. El mismo jefe liberal que había afirmado su rechazo a la guerrilla cuando era general, ahora como jefe político plantea conceptos acordes con su clase:

"Pero ahora quiero ir más lejos: en vez de rechazar, acepto la imputación de socialista de Estado y la reivindicaré en adelante como un título. No soy partidario del socialismo de abajo para arriba que niega la propiedad, ataca el capital, denigra de la religión, procura subvertir el régimen legal y degenera, con lamentable frecuencia, en la propaganda por el hecho; pero declaro profesar el socialismo de arriba a abajo, por la amplitud de las funciones del Estado en la forma precisa que paso a expresar". (Gerardo Molina. His- toria de las ideas liberales en Colombia).

Con esta palabrería confusa para las masas populares, solo lo de "socialismo" les queda como algo que halaga sus deseos de cambio y 'mejoramiento en sus condiciones de vida. Con estas tesis demagógicas, el liberalismo asume la "defensa" de los trabajadores y campesinos y se le presenta como su redentor. Es tal la influencia de las ideas de los liberales en todos los sectores sociales del país, que la fun-

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dación del "Partido Socialista" se produce con una plata- forma y un enfoque puramente liberales; cuando, luego se funda el "Partido Socialista Revolucionario" -PSR- el 2 de diciembre de 1926, sus militantes surgen de un Congre- so Obrero.

Los instrumentos de lucha de la nueva clase obrera son fundamentalmente diferentes a los que los campesinos venían empleando en sus luchas contra los terratenientes y el mismo Estado policial. La huelga es el arma natural de los obreros. Pero la huelga es enfrentada por los capitalistas y el gobierno con la fuerza policiva. Sin embargo, los tra- bajadores no son una clase aislada del resto del país; el campesinado es su cuna y sigue siendo su aliado principal. Por esto, las luchas obreras no pueden desligarse, mecánica- mente, de las luchas del campesinado. Hay una relación dialéctica entre esas dos clases sociales y por ello veremos cómo la guemlla y el enfrentamiento violento también son fenómenos presentes en las luchas de los obreros.

El 5 de enero de 1927 se declara la huelga por parte de los trabajadores del petróleo en Barrancabermeja, a seme- janza de la que ya habían llevado a cabo en octubre de 1924 y cuyas consecuencias fueron la cárcel, el despido y la persecución por campos y veredas a los obreros que se salvaron; de la misma manera, el asesinato de dirigentes era frecuente. En la huelga del año 27 las condiciones son mejores para los obreros y, de nuevo, el dirigente Raúl Mahecha se encuentra al frente de sus luchas en Barranca- bermeja. Este dirigente obrero suscribe este parte:

"Bucaramanga, enero 6 de 1927. Tiempo. Espectador. Co- mité Ejecutivo Socialista. Bogotá. Ayer Alcalde ordenó obrerismo colocarse dentro leyes huelga, fue atendido y obreros regresaron trabajos, elevando por conducto Alcalde memorial (pliego) petición aumento de salarios, obras, casas, y nombrando como sus delegados a Isaac Gutierrez, lsidro Mena y Antonio Tobón, ante Gerente Compañía. Hoy al presentarse delegados obreros puerta gerencia ... fueron puestos presos orden Jefe Policía Nacional ... Alcal- de, visto atropello, fue Policía ordenó libertad delegados. Gerente, burlándose leyes rigen sobre huelga, limitóse fijar avisos negándose aceptar peticiones trabajadores y decla- rando sólo entenderse con Alcalde.

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"Este inicuo proceder del Gerente ha hecho exaltar ánimos de hijos país viendo esta tierra convertida en un protectora- do ... Envíoles hoja circula estos momentos y pliego peticio- nes hechas obrerismo, por lo cual notará así mismo, la suerte miserable del comercio de esta región hoy boicotea- da por la Empresa Tropical Oil Company. Obrerismo háse declarado nuevamente en huelga general...". (Torres Giral- do. Los inconformes).

El enfrentamiento violento no deja esperarse porque los obreros no pueden dejar pasar impasiblemente la represión policial ordenada por el mismo gerente de la empresa capi- talista extranjera. El diario El Correo de Colombia de Me- dellín, anota el 21 de enero:

"Anoche se trabó en Barranca una lucha entre policiales y huelguistas, lucha en que se hicieron vanos disparos y se usaron toda clase de armas. De la refriega resultaron dos huelguistas muertos y tres heridos. De los miembros de la policía también quedaron cinco heridos, de ellos dos de suma gravedad . Hasta ahora no se ha apelado a la interven- ción del Ejército, pero siempre se ordenó reforzar la tropa que se halla en el lugar en previsión de cualquier evento. Además, el cañonero 'Colombia' permanece en el puerto listo para lo que pueda ocumr". (Idem).

La lucha de los obreros ael petróleo es secundada por la mayoría de las organizaciones obreras existentes ya en el país. Pero además, y como expresión del internacionalismo proletario, la huelga de los obreros petroleros se relacionó con la lucha que los patriotas nicaragüenses libraban contra el imperialismo norteamericano.

La movilización nacional en apoyo de la huelga de los petroleros alertó al gobierno y éste lanzó todo su poder contra los dirigentes obreros: quienes se dejaron capturar fueron llevados a diferentes cárceles del país y el movi- miento fue sofocado mediante el terror policial. Pero la situación n o puede ser completamente dominada porque es un imposible político. En septiembre del mismo año de 1927, en la misma cárcel de La Dorada, e n donde se en- cuentra la alta dirigencia obrera, sesiona la Convención del

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Partido Socialista Revolucionano. De sus conclusiones salen los siguientes puntos:

"La situación política del país llegaría al momento de ine- vitables acciones armadas, por cuanto el pueblo no podría soportar indefinidamente la agresión oficial; estas acciones había que organizarlas, planearlas como lucha coordinada y darles como perspectiva la extensión de una insurrección nacional capaz de destruir el régimen imperante". (Torres Giraldo).

Es la perspectiva política de lucha armada ya dentro de un contexto clasista por cuanto el Partido Socialista Revo- lucionario se presenta como expresión política de la clase obrera y el campesinado colombianos.

Inmediatamente se produce el conflicto obrero-patronal de la zona bananera en poder de la empresa norteamerica- na "United Fruit Company" y por lo mismo la situación social y política consecuente que se había previsto por el Partido Socialista Revolucionario:

"Siguiendo la perspectiva, estimada por la Convención, sobre el desemboque de la situación en acciones armadas, y en desarrollo de la tarea consiguiente de planear y organizar tales acciones en conexión con los liberales revolucionarios, con los veteranos guerrilleros en primer término, el Secre- tariado General había construido todo un aparato conspira- tivo nacional que descansaba sobre una tupida red de 'hom- bres de confianza' -en las provincias y que, por escalas de control en los comandos de zona, dependía de un Consejo Central Conspirativo (CCC)". (Idem).

Hay, entonces otro concepto sobre la lucha armada, fun- damentado y ligado a la acción de masas, a la actividad huelguística de los obreros. Sin embargo, los lazos con los liberales no pueden cortarse y en lugar de convertirlos en lazos de tipo ideológico para atraerlos a la revolución se les considera simplemente como aliados. La insurrección, como criterio revolucionario fundamenta la acción conspirativa de la lucha obrera y los sectores populares. Pero no se contempla la lucha del campesinado a pesar de que las huelgas más combativas se encuentran en el sector de la

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producción agrfcola como las bananeras: La huelga de las bananeras se produce el 13 de noviembre de 1928 en un clima de profunda agitación social y polftica porque, inclu- so, los liberales venfan amenazando con volver nuevamente a la guerra civil.

"...en la misma noche del 5 al 6, estando congregada una masa de huelguistas y simpatizantes, de la ciudad de Ciéna- ga, en actitud de pacífica protesta por la agresión oficial, la tropa acantonada ahí emplazó ametralladoras, alineó fusile- ros, y a la orden del sombrío asesino General Cortés Vargas disparó sobre la multitud hasta dejar el campo cubierto de cadáveres...". (Idem).

La masacre gubernamental sobre los obreros de las bana- neras fue tomada, también, como pretexto para desatar la más feroz represión sobre todos los sectores en lucha. Mientras tanto el Partido Socialista Revolucionario optó por la participación en las elecciones decretadas para fe- brero de 1929. Tanto liberales como socialistas se dividie- ron entre sí en lo de participar o no en dichas elecciones. Jorge Eiiécer Gaitán afirmaba:

"Soy enemigo de la abstención porque en las actuales cir- cunstancias no la considero sino una deserción. La política de 'no hacer' predicada por la gente honorable, equivale a la política de 'hacer' para la gente no honorable...". (Idem).

Los días 8 y 9 de junio de 1929 son de grandes manifes- taciones populares en Bogotá, y numerosos estudiantes son abaleados en las calles. Las condiciones politicas llevaron que el CCC resolviera ir a la insurrección y fijara la fecha del 28 de julio para su iniciación. Posterior a esta decisión se llegó a la conclusión de que no era correcto y se desistió de ella. Se comunicó a todas las partes, pero por circuns- tancias geográficas, a algunas no alcanzó a llegar dicha co- municación y en estas el levantamiento se produjo:

"Los más vigorosos levantamientos del 28 de julio tuvieron lugar en el Tolima, Santander del Sur, Cundinamarca, Bo- yacá y, con menos intensidad, en el Valle del Cauca. En el Libano hubo asalto a la ciudad, combate con varios muer-

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tos y numerosos heridos, y después repliegue de los suble- vados a la región de 'Murillo' en donde empezaron a operar organizados en guerrillas. Pronto hubo también guerrillas en los distritos de Lérida, Ambalema y Armero" (Idem).

Dentro de este ambiente "insurreccional" se produjeron asaltos guerrilleros en "La Gómez", Santander del Sur, San Vicente, La Dorada, en Suba (Cundinamarca) y en cone- xión con una huelga de mineros que se extiende a La Pal- ma y Yacopí; en el Valle del Cauca hay asaltos guerrilleros en Dagua, Candelaria, Pradera y Palmira, y

"...tampoco se publicaron -ni se han dado después- infor- mes que permitan saber la intensidad de los actos insurrec- cionales de algunas regiones de Boyacá, y de la actividad de las guerrillas de Casanare...". (Idem).

Pero, por el predominio político liberal, la conducción política de este momento histórico, sigue en manos del partido, liberal que aprovecha la confusión de las corrientes socialistas. Sin embargo, la guemlla sigue siendo vigente en el contexto general de la lucha política de las masas popu- lares.

Si la ideología liberal sigue manteniéndose al frente de estas luchas es precisamente por la incoherencia ideológica del Partido Socialista Revolucionario. Esto quiere decir, que este Partido no había salido aún del cascarón liberal y esto es lo que ha permitido que el Partido Liberal colom- biano siga sosteniendo la tesis y la conducción de las luchas populares. La alianza de que antes hicimos mención es la resultante de la falta de tesis propias y revolucionarias del Partido Socialista Revolucionario.

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CAPITULO V

LOS GOBIERNOS LIBERALES

La gran crisis del capitalismo mundial de finales de 1929 y del año 30 produce repercusiones de suma importancia en el proceso del desarrollo de los países dependientes de ese capitalismo internacional. En efecto, como consecuen- cia de la recesión económica, los paises dependientes, como el nuestro, se ven obligados a proveer a sus propios mercados. Con la estructura existente se ven en la necesi- dad de producir el máximo de bienes tanto de consumo como de los más elementales instrumentos de producción. La baja pronunciada de las exportaciones produjo la consi- guiente escasez de divisas y por lo mismo, la imposibilidad de importar maquinaria y mercancías no necesarias. Sobre una economfa reprimida y sobre unos gobiernos profunda- mente reaccionarios, se produce un cambio en la conduc- ción del Estado. El Partido Liberal gana las elecciones sobre un conservatismo dividido electoralmente.

Dentro de este cuadro económico, social, polftico e in- ternacional, los gobiernos liberales van a asumir conductas que van desde criterios conservadores hasta criterios am- pliamente liberales, pero todos dentro de un relativo in- tervencionismo de Estado que sirve a los intereses de la clase capitalista en sus ramas comerciales, industriales y financieras.

La contradicción de mayor importancia política se daba entre la clase obrera profundamente perseguida y cuyo clímax fue la masacre de las bananeras, el campesinado en lucha por la tierra y en contra de los terratenientes, por una parte, y estos terratenientes representados en el gobier- no conservador que también estaba al servicio del capital

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extranjero de las grandes compañías agrícolas (las banane- ras) y petroleras y mineras por la otra.

Esta situación es muy bien comprendida por la oligar- quía liberal para enfocar su política sobre las promesas de solucionar ese conflicto clasista. Los candidatos liberales ofrecen reducir el desempleo, ampliar la producción, pro- tección a las fuerzas laborales y una reforma agraria que diera tierra y crédito al campesinado en lucha. Contra la larga hegemonía conservadora y la violencia ejercida por ese partido, la mayoría del pueblo colombiano votó por el candidato liberal. El triunfo de Olaya Herrera garantizaba al imperialismo norteamericano la salvaguarda de sus inte- reses y al mismo tiempo el inicio de algunas reformas, es- pecialmente en lo político para distensionar el conflicto clasista.

Se inicia un período dentro del cual hay una especie de pausa en las luchas obreras, primero porque se dictan algu- nas leyes que sirven los intereses organizativos de clase, se da canal político a las huelgas y no se reprime a la manera de los gobiernos conservadores; en segundo lugar, porque las promesas liberales siguen pesando sobre la clase obrera y el campesinado. Sin embargo, los efectos de los conflictos armados no se eliminan de la noche a la mañana y subsis- ten brotes de violencia en gran parte del país, especialmen- te allí en donde las pugnas partidistas habían sido más pro- fundas. Los liberales se consideran en el poder para cobrar recientes y viejas violencias y la venganza adquiere presen- cia política.

La violencia partidista se caracteriza, ahora y durante la administración política presidida por Olaya Herrera, por ser predominantemente electoral. Es durante las campañas electorales y alrededor de los eventos de esa naturaleza, cuando los conservadores utilizan bandas fascistas para tratar de imponerse luego de su derrota:

"...En Tunja, para frustrar una concentración liberal, con- ducen multitudes fanáticas de Runta, y corre sangre del pueblo; en Capitanejo provocan un choque con manifesta- ciones liberales, y también corre sangre del pueblo; en el Guamo, para impedir que hablara Felipe Lleras Camargo en una demostración de fervor liberal, encienden una trifulca

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en la cual hubo bala, garrote y piedra, y como saldo siete heridos y numerosos contusos...". (Torres Gualdo).

Numerosos son los muertos con ocasión de la contienda electoral del año de 193 1:

"...De los sucesos de sangre del primero de febrero fueron sus focos: Montería con 26 muertos, 60 heridos y la pobla- ción incendiada por orden de los jefes conservadores Jeró- nimo Jiménez y Horacio Guzmán; Piedecuesta, con 10 muertos y numerosos heridos; Cité, con S niuertos; Coper, con 4 ; Lorica, con 1; Arboleda, con I...". (Idem).

Para la siguiente elección aumenta la violencia partidis- ta y pareciera que la posibilidad de una nueva guerra civil pudiera darse:

"...La violencia crece en Cundinamarca, Boyacá y los San- tanderes, con tendencia a convertir extensas zonas del norte colombiano en permanentes focos de guerra civil...". (Idem).

Pero una nueva guerra civil era ya imposible de repetirse debido a que los jefes de los dos partidos ya no están para esos acaeceres; son las masas fanatizadas por ellos que se lanzan a una lucha fratricida que solo beneficios reporta a esos jefes. Estos no irán más, jamás, a colocarse al frente de sus "ejércitos" de siervos, jornaleros y arrendatarios para hacer la guerra. Ahora, ellos disfrutarán de los privilegios del poder sin arriesgar sus pellejos.

Las noticias periodísticas de la época nos dan a conocer la naturaleza de esta nueva clase de violencia entre las masas y en la que el gobierno interviene algunas veces, pero en otras solo ejerce un papel de espectador a través de su policía y ejército:

"Bogotá, Agosto 12 de 1931. Comunican de Capitanejo que ayer se registró un nuevo encuentro a bala entre dos grupos liberales y conservadores, los cuales se encontraban atrin- cherados en el Chicamocha ..." "...Bogotá, agosto 14 de 1931. Comunicaciones llegadas al gobierno anuncian que fueron capturados ayer 24 cabeci- llas comunistas en Capitanejo ...". (Tomadas de El Colom- biano por Torres Gualdo. Idem).

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"...Bogotá, diciembre 5 de 1931. Comunican de Málaga que a las dos de la tarde ocurrió un choque sangriento entre el pueblo conservador, la policía y el resguardo de las rentas. Quedaron cuatro muertos y diez heridos. Se ignoran verda- deras causas del conflicto. El tiroteo se prolongó durante la tarde. Los últimos despachos dicen que el ejército permane- ce impasible ante la situación". (El Colombiano. Idem). "...Bogotá, marzo 30 de 1931. Comunicaciones de Bucara- manga dicen que se libró un sangriento combate en Guaca, entre liberales y conservadores, el cual duró seis horas (sic), del que resultaron muertos quince conservadores y treinta casas incendiadas. Se ignoran más detalles...". (Idem).

De manera, pues, que los grandes jefes no vuelven a diri- gir a sus dependientes. Por el contratio, gozan de verlos matarse entre sí y sacan sus propias ganancias.

El clero asume la violencia como elemento fundamental del partido conservador y de la reacción nacional e interna- cional, unas veces insitando desde sus púlpitos y otras diri- giendo bandas de fanáticos. El gobierno responde a la vio- lencia conservadora con la creación de una especie de milicia partidista a la que le dio el nombre de "Guardia Civil Liberal" al frente de la cual se colocó el general Juan B. Castaño, antiguo dirigente militar de la Guerra de los mil días. Estos son los rescoldos de esa guerra partidista que ronda por sus recuerdos; pero esto ya no tiene importancia y es como algo folclórico. Este cuerpo armado no solo fue lanzado contra los violentos conservadores, sino que se uti- lizó también para agredir y reprimir las manifestaciones po- pulares que exigían del gobierno liberal el cumplimiento de sus promesas o que simplemente seguían el camino de sus luchas seculares; es el caso de Viotá en donde el referido cuerpo armado reprimió las manifestaciones de los campe- sinos organizados. Y para enfrentar la dicha "guardia", el partido conservador también creó sus "Milicias conservado- ras". Eran las escaramuzas del recuerdo de las antiguas guerras civiles que como un fantasma recorría las mentes calenturientas de los viejecillos ya, jefes liberal-conservado- res. Y como contrapartida, los comunistas anunciaron la creación de "Milicias Rojas". Es la aparición de un nuevo factor político que entraba al juego político del nuevo

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siglo en que las clases sociales en Colombia iban tomando forma orgánica.

La oligarquía tiene sus defensas internacionales. En efec- to, como para desviar este proceso de radicalización políti- ca que amenazaba con extenderse a la vía armada, se pro- duce el conflicto bélico con el Perú. Esta nueva situación torna el conflicto interno en algo secundario y pasa a primer término el conflicto externo. A su vez, el origen del conflicto externo tiene similar origen al interno de nuestro país: En el Perú una sangrienta dictadura militar sostiene una represión constante a las masas populares y el conflic- to con Colombia puede ser un sofisma de distracción: El dictador Sánchez Cerro se beneficia de la guerra contra Colombia y el gobierno colombiano se beneficia con ese suceso. Nos encontramos ante un fenómeno de interrela- ción de conflictos sociales en los cuales una casta oligár- qiuca, la del Perú, logra "apaciguar" su situación social y al mismo tiempo logra lo mismo con la de la casta oligárqui- ca colombiana. En todo caso, de la guerra internacional Perú-Colombia, los Únicos perdedores fueron sus propios pueblos y sus oligarquías, lógicamente, sus ganadores. Con la muerte del dictador peruano a manos de un militante del Partido Aprista, se termina el conflicto peruano-colom- biano.

Con el ascenso al poder del liberal Alfonso López hi- marejo, las masas populares, la clase obrera y el campesi- nado, son engañadas con las promesas de siempre, pero en particular con el señuelo de la Reforma Agraria. Y en reali- dad el gobierno lopista logra aprobar una reforma agraria, concretada en la Ley 200 de 1936. Esa ley abre enormes espectativas entre las grandes masas campesinas que desde decenios venían propugnando por ella. Las reformas lopis- tas polarizan las luchas partidistas, pero 'ya las amplias masas apoyaban al presidente. López fue el personaje que expresaba con mayor exactitud los intereses de la oligar- qufa progresista de ese entonces y por lo mismo el que podía abrirle el camino a nuevas fuerzas productivas. Así lo define Torres Giraldo:

"Cuando el desarrollo histórico de la nación necesita de un golpe de timón, de un salto adelante en la bruma semi-

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feudal y semi-colonial de su complejo destino, López -consciente de ese destino- reúne lo que hay de revolucio- nano en la tradición del liberalismo colombiano, en sus masas populares saturadas todavía del espíritu de Santan- der, de Obando, del primer López, de Muriiio Toro y de Uribe Uribe, para dar ese golpe de timón, ese salto adelan- te...".

Nuestro escritor comunista lo sitúa, entonces, dentro del cuadro reformista de lo avanzado de la oligarqufa asf:

"Pero, a pesar de que López actúa sobre una amplia base popular de masas revolucionarias, 61 solo es un liberal pro- gresista, un reformista de lo que todavía supervive de la colonia española. López, como el sector avanzado de su clase, tiene actitudes de soberanía colombianista ante los abusos de las compañías imperialistas, tiene actitudes anti- feudales ante los abusos de los terratenientes. Pero no rompe con el imperialismo y la feudalidad porque su clase vive una etapa de compromiso. Y López no puede en tales condiciones, dar el salto adelante sobre un plano de mayor extensión: ¡Porque ello significaría una extensión mayor del movimiento de las masas, perspectiva que asusta la natu- raleza raquítica de la burguesía!".

Claro que el movimiento d e las masas no tiene lfmite en su extensión. Lo que López n o podfa llevar más adelante era precisamente esas mismas reformas que decretaba; esto por cuanto ellas eran las de su clase, las que necesitaba la oligarqufa progresista del momento histórico; por ello López queda históricamente como el reformador del medio siglo y posiblemente del siglo XX. Pero es el prime- ro y es el último porque él agotó las reformas que su clase puede dar. De ahf en adelante, es a la clase obrera y al cam- pesinado, en alianza estratégica clasista, que corresponde proseguir el avance histórico. De este momento en adelan- te, la oligarqufa, en cualquiera de sus estamentos, se con- vierte en conservadora y reaccionaria. Ahí fallaron las corrientes polfticas de la izquierda colombiana y hasta nuestro historiador revolucionario, Torres Gualdo, se deja contagiar del fervor lopista, convirtiéndose en su panegi- rista desde la izquierda. Pero n o solo él cae en el lopismo, 90 www.escuelaideologica.org

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sino toda la izquierda colombiana que aún rememora con nostalgia los dias del "primer López", pero que también apoyó al "segundo López" que en realidad son el segundo y el tercero si incluimos el del siglo pasado, don José Hila- n o López y su régimen también reformista y de apertura al golpe del general Melo y las "Sociedades democráticas" de mediados del siglo.

Pero eran circunstancias muy especiales las que rodearon el gobierno de López en su primera administración y esto confundió en sumo grado al movimiento revolucionario. La oligarquia liberal exigía desarrollo económico y esto solo era posible rompiendo los moldes y estructuras de tipo semifeudal y reaccionario existentes que favorecian a terratenientes y clero católico; éste se llenaba sus panzas con instituciones tan anacrónicas como el "diezmo" y la "primicia" y los terratenientes acumulaban riqueza con el trabajo de jornaleros, terrasgueros, siervos, arrendatarios y demás dependientes. A este esquema y estructura tenia que oponerse la clase obrera y el campesinado y López sig- nificaba un instrumento en ese enfrentamiento.

Esto llevaba a crear contradicciones entre la oligarquia conservadora y la liberal, pero ésta llevaba en la lucha el apoyo de las amplias masas populares. A esa contradicción interna se sumaba el fenómeno de la amenaza fascista en Europa y López estuvo al lado de los "Frentes Populares" que se crearon ante ese peligro. La reacción conservadora y el clero se alinearon al lado del fascismo y López y los liberales, unos más otros menos, al lado de las fuerzas pro- gresistas, sin ser revolucionanos. La reforma constitucional del 36 levanta la agresividad de la reacción que llama a la guerra religiosa contra las fuerzas progresistas:

"El proyecto aprobado por las Cámaras cambia la fisonomía de una Constitución netamente cristiana, para un pueblo cristiano, por la de una Constitución atea...".

Es la afirmación del clero a fin de justificar el alzamien- to que en forma inmediata inicia el conservatismo en el sur del Pais. La conspiración es debelada, pero la reacción no cesa en sus intentos de desestabilizar al régimen liberal y a todo lo que represente, en este momento, lo progresista y

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democrático. Es así como en los días en que sesionaba el Segundo Congreso Obrero en Medellín, turbas fanáticas conservadoras son lanzadas contra sus delegados produ- ciendo verdaderos combates callejeros en los que hubo muertos y heridos de parte y parte. Es el papel de la reac- ción: hacer que las masas luchen contra las masas agitando la cuestión religiosa.

Pero ya el pasado no podía revivir. Los enfrentamientos violentos van disniinuyendo y si los enfrentamientos entre el niismo pueblo seguían un curso descendente, el gobier- no no se atrevía a reprimir las manifestaciones de masas por sus reivindicaciones.

El gobierno liberal de López Pumarejo se puede caracte- rizar por su reformismo en un momento en que las refor- mas eran necesarias al desarrollo de su propia clase; en este contexto no puede ser represor. En el otro lado, la reac- ción no puede tolerar las reformas y pasa a oponerse: es el conservatismo y el clero lo más agresivo contra el gobierno, pero también dentro del mismo estamento liberal hay un sector opositor que se organiza bajo la sigla de la APEN. Entonces, el enfrentamiento clasista e interclasista sigue dándose dentro de unos términos políticos en más o en menos violentamente. Porque los muertos y los ataques armados siguen en los campos e incluso en las ciudades.

Las reformas, como tales, tienen un limite. La oligar- quía no puede dejar puerta abierta a ellas porque rebasa- rían los niveles de las estructuras económicas y por lo mismo las politicas. En consecuencia, la oligarquía liberal presionada por su sector más reaccionario, intenta llevar nuevamente a la presidencia a Olaya Herrera; como éste muriese, se presenta con Eduardo Santos y su gobierno lleva a cabo una tregua a las reformas, tregua que en realidad es la desviación de las reformas lopistas y la deten- ción del proceso' de las luchas obrero-campesinas. La iz- quierda, despistada por la demagogia de Darío Echandía intenta llevar a éste como candidato, pero tanto Santos como Echandía eran liberales y su diferencia era simple- mente de matices liberales; acuerdan estos dirimir su con- troversia en las elecciones parlamentarias de 1937 y estas son ganadas por el sector de Santos. Esto implica una derrota a la política del gobierno de López; este mismo 92

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plantea su renuncia, pero ella no se produce al verse apoya- do por el movimiento de las masas populares cuyos diri- gentes recuerdan la posibilidad de enfrentar la lucha al nivel de lo armado.

Con la presidencia de Santos el movimiento de masas entra en reflujo; la misma situación internacional lleva a que la atención se desvíe de lo puramente nacional. El triunfo del fascismo en Europa, la guerra civil española y la inminencia de la Segunda Guerra Mundial, exigen que la dirigencia democrática y revolucionaria ajuste sus propósi- tos y sus organizaciones en defensa de lo poco de liberta- des políticas existente. Era imprescindible la defensa del socialismo y por lo mismo el rodear a los gobiernos no alia- dos al fascismo para apoyar a las fuerzas progresistas mun- diales. La tarea principal para la izquierda era defender las débiles democracias burguesas a través 'de los "Frentes Po- pulares". La oligarquía liberal gobernante tuvo a su favor el apoyo de las amplias masas y sus reivindicaciones econó- micas se supeditaron al sostenimiento de las relativas liber- tades políticas amenazadas por la derecha. 'A tal punto llegó la situación de apoyo al liberalismo gobernante que el Partido Comunista cedió sus posiciones en la Central obre- ra a los liberales con el fin de mantener con ellos un clima de convivencia política estable.

El gobierno de Eduardo Santos tuvo el agrado de los sectores conservadores de su partido y la tolerancia del par- tido conservador. Pero es la Segunda Guerra Mundial la que viene a dominar el panorama de este gobierno y el de todos los países del mundo. La mayoría de los países se aunan al lado de los "aliados" para enfrentar el "eje" Berlfn-Roma-Tokio. Colombia se sitúa al lado de los "aliados" y una de las consecuencias de esta posición es el embargo de los bienes alemanes existentes en el país. La situación internacional influye en la política del gobierno y en las posiciones y criterios políticos y sociales de los movimientos revolucionarios. La izquierda, sin dejar del todo sus luchas de clases, prepara la posibilidad de la vuelta de López al poder. Esta posibilidad se convierte en realidad al lograr darse un amplio movimiento popular que lo elige nuevamente presidente de la República al confrontar su go-

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bierno pasado y el de Santos. Las masas rechazaban el gobierno santista con su apoyo a la vuelta de López.

El segundo gobierno de López no podía ser la continua- ción del primero en forma alguna porque ya la oligarquía liberal había agotado económicamente el espacio para las reformas. Quienes se hicieron ilusiones sobre la posibilidad de más reformas no podían entender el fenómeno del de- sarrollo de las fuerzas productivas en un país de capitalis- mo dependiente. La concentración del capital exigía un gobierno autoritario, las fuerzas conservadoras de ambos partidos se unieron contra los intentos reformistas de López en todos los terrenos y las fuerzas de izquierda no lograron desligarse del personaje liberal. La situación se tornó tensa y su desenlace temporal fue el intento de golpe militar llevado a cabo por lo más reaccionario del Ejército al apresar al presidente en la ciudad de Pasto en 1944. (julio 10).

Era apenas la mitad de su período y las masas aún apoyaban al presidente. Grandes movilizaciones se produje- ron en su apoyo y el golpe fracasó. El apoyo fue tan radi- cal que el mismo Partido Comunista declaró:

"Los comunistas tenemos que ser los primeros, los mejores y más heroicos combatientes por la salvación de Colombia y del régimen liberal". (citado por Gerardo Molina. Las ideas liberales en Colombia de 1935 a la iniciación del Frente Nacional).

La confrontación clasista va tomando radicalidad y López no es el personaje que puede dar una salida demo- crática; en efecto, una salida democrática es descartable en estas nuevas condiciones tanto nacionales como internacio- nales. En consecuencia, López renuncia y deja en la presi- dencia a Alberto Lleras Camargo, eminencia gris del capita- lismo nacional e internacional. Lleras es el personaje de confianza del imperialismo norteamericano no sólo para Colombia sino para América Latina.

Con la presidencia de Lleras Camargo se da comienzo a la edificación del piso político de la violencia. Lleras pone mano dura a los conflictos sociales y no permite que las huelgas salgan de sus cauces puramente legalistas. Para Lle- 94 www.escuelaideologica.org

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ras, l o principal era la seguridad y el orden, pero esto signi- fica para la oligarquía, seguridad en sus ganancias y sumi- sión social de los trabajadores y campesinos. Incluso la violencia es justificable para mantener el orden y la seguri- dad de la clase dominante. Con este criterio sofocó la huel- ga de los trabajadores del r ío Magdalena y destruyó los sindicatos más combativos de la clase obrera colombiana.

La represión se presenta como una necesidad para man- tener el proceso de acumulación de capital y el sosteni- miento de las relaciones sociales de producción existentes. López no se atreve a dar ese paso y así lo manifiesta en un discurso cuando renuncia a la presidencia:

"He venido llamando vuestra atención al contraste que ofrece una situación nacional satisfactoria en lo económico, en lo fiscal, en lo social, en lo militar y, una situación poli-

. tica cada día más confusa, mantenida por un permanente clima de conspiraciones contra el orden público, que no producen ni la debida alarma ni la necesaria reacción entre un pueblo de trabajadores, al cual solo desconcierto y mise- ria pueden traerle esas torpes maquinaciones. Entiendo que estáis de acuerdo conmigo en que es urgente conjurar y liquidar todo motivo de Perturbación de la normalidad republicana. Sabéis que existe un sistemático propósito de fomentar malestar y zozobra. Esperáis que el gobierno pre- sente iniciativas legales al Congreso para poner remedio a esta deformación del ánimo político. Esto solo debería bas- tarme, si yo estuviera buscando, como se ha dicho, forzar la adhesión vuestra a mis opiniones para obtener leyes drás- ticas de represión y prevención que me permitieran, como también se ha llegado a sugerir, gobernar dictatorialmente contra la voluntad popular. No. Yo no empleo estos méto- dos políticos". (Gerardo Molina. Idem).

Si algunos personajes n o acuden a medidas necesarias desde el punto de vista d e los intereses de su clase, ésta tiene muchos que s í lo hacen y este es el caso de Lleras.

En resumen, el período de gobiernos liberales n o estuvo excento de la violencia. Lo que sucede es que hay perio- dos, algunas veces relativamente largos, en los cuales la violencia adquiere otras formas. Ya no es el combate con las armas entre los organismos representativos d e las clases sociales en contradicción, sino las mismas clases en su acti-

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vidad puramente política las que dominan el panorama his- tórico. La violencia de clase tiene desde el bajo salario con el cual se mata a los niños y a los obreros, hasta la repre- sión de la huelga con muertos, heridos y encarcelados. En unos períodos esto es más destacado que en otros, pero, en todos hay violencia. El mismo presidente López lo afir- ma en lo transcrito anteriormente y él fue objeto de la violencia militar de su propio ejército de clase.

La permanente conspiración contra los gobiernos libera- les por parte de las fuerzas reaccionarias conservadoras y el clero, no alcanzó a formar organizaciones de la magnitud de "ejércitos", pero s í produjo centenares de muertos entre las masas fanatizadas y las masas de trabajadores y campesinos progresistas. Sin embargo, situaciones de "guerras civiles" no volvieron a presentarse. El desarrollo de las fuerzas productivas ya estaba muy avanzado y la producción toma mayor predominancia en el sector manu- facturero, lo que estructura otra clase de fuerzas sociales como son las de la clase obrera. En esta forma, la oligar- quía ya no podía contar con formar ejércitos con sus peones, arrendatarios, terrasgueros y demás dependientes de su dominio terrateniente.

Las mismas reformas liberales, removían los frenos a las fuerzas sociales hacia otros rumbos y dentro de estos crecían incesantemente produciendo los fenómenos socia- les de la huelga, las movilizaciones de masas. En esta clase de lucha también hay enfrentamientos violentos contra el régimen, pero estos no conducen, necesariamente, a la gue- mlla o al enfrentamiento armado por parte de la clase obrera y los sectores populares. Sin embargo, la continui- dad histórica nos lleva de atrás hacia adelante, en un proce- so en el cual ese pasado tiene incidencia para determinar las particularidades de la lucha de nuestro pueblo a seme- janza de la herencia genética que va perpetuando determi- nados rasgos característicos de las anteriores generaciones.

'El régimen liberal es una especie de "pausa" en determi- nadas formas de lucha de nuestro pueblo. Con el fin de dicho régimen, se terminan las reformas y en su lugar viene la represión de la reacción conservadora. Esta reacción es la que va a determinar que el pueblo retome el hilo histórico de sus anteriores luchas, de su carácter de combatiente por

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la libertad. Nuevamente, este pueblo que luchó por déca- das, asumirá su defensa y pasará a la ofensiva por sí mismo en muchos casos. A la vez, este periodo que vamos a anali- zar sienta bases particulares para la situación que vivimos hoy. Los pueblos van marcando su proceso histórico inde- fectiblemente hacia su liberación y lo que analizamos forma parte de ella.

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TERCERA PARTE

VIOLENCIA CONSERVADORA

Y GUERRILLA LIBERAL

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CAPITULO I

EL GOBIERNO CONSERVADOR

A través de una supuesta división liberal se abre camino "legal", nuevamente, el Partido Conservador al poder; lo encabeza y dirige el ingeniero industrial Mariano Ospina Pérez, hijo de presidentes y dirigentes conservadores. Ospina es el ideólogo y político de lo que él mismo vino a llamar "hombres de trabajo" y que en la realidad social son los agrupados en la Sociedad de Agricultores de Colombia -SAC-, Federación Nacional de Cafeteros, la Asociación Nacional de Industriales -ANDI-, Federación Nacional de Comerciantes -FENALCO- y similares agremiaciones capitalistas, comerciantes, financieras y agrícolas que con- forman la clase capitalista y terrateniente de Colombia. La estrategia política del grupo conservador dirigido por Ospina consiste en obtener "la colaboración entre el capi- tal y el trabajo", consistente en que los obreros le "colabo- ren" al capitalista y así éste pueda crear permanentemente nuevas fuentes y puestos de trabajo; con esta tesis el pais estará en un permanente "progreso" y bienestar sociales. Para estos "hombres de trabajo", toda huelga, toda pro- puesta de reformas, toda manifestación de descontento, es atentatorio de la estabilidad y la buena marcha del país, desestabilizante de las instituciones cristianas y la cultura occidental; por lo mismo ha de ser reprimido ya que no es otra cosa que la penetración de las "ideas foráneas" del comunismo internacional.

Para las tesis conservadoras, incluso el liberalismo lleva ya en sí el germen del mal, las ideas libertarias ateas y co- munistas atentatorias de la cultura y costumbres occiden- tales. Por esto, desde el mismo momento de la llegada al

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poder, el conservatismo se dedica a terminar con los libera- les que habían colocado, entre las dos fracciones, la mayo- ría de los votos en las elecciones que perdieron.

Así como Olaya Herrera había sido una especie de puente de transición entre el largo período de hegemonía conservadora y el que el liberalismo iniciaba, Lleras Camar- go fue otro enlace entre un período de relativas libertades políticas hacia otro de desaparición de éstas; Lleras inicia en forma hábil la represión sindical para ir sentando la divi- sión de la organización obrera y popular y así, el terreno para el nuevo gobierno conservador presenta condiciones favorables para profundizar la represión y la división en la clase obrera, el campesinado y demás sectores populares:

"Los departamentos de Nariíío, Boyacá y Norte de Santan- der son los primeros en sufrir el flagelo de la violencia polí- tica. Los jefes encargados de "conservatizarlos", de recons- truirlos como bases electorales, como trampas de fraude, extorsionan o asesinan a los modestos dirigentes liberales de aldeas y veredas: a los que mueven la masa y la reúnen en sus habitaciones y la conducen a las mesas de votación. iY atemorizan a las sencillas gentes, les requisan sus bienes,

les incendian sus moradas y les matan también! La pobla- ción que sobrevive huye a las ciudades grandes, a refugiarse bajo las fachadas de la 'unión nacional', o emigra como apá- trida a países vecinos, Venezuela, Ecuador y Panamá, prin- cipalmente. "En 1947 la violencia se extiende, además, sobre regiones de Santander, de Cundinamarca, del Tolima, de Caldas y el Valle...". (Torres Giraldo).

La consigna conservadora es lograr que las masas libera- les se conservaticen; si esto no es posible, se hace necesario exterminarlas porque es lo que lleva en sí el mal, la pro- puesta atea que mina la civilización occidental. La tesis fascista es la de que el pueblo tiene que unificarse alrede- dor de una creencia común y totalizadora; por lo mismo, toda idea contraria hay que erradicarla a como dé lugar.

La violencia sobre las gentes toma un camino ascendente que explota con el asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948. Este acontecimiento marca un punto decisivo en la historia del país. A partir de este 102 www.escuelaideologica.org

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momento la violencia se generaliza en todo el país. El cau- dillo dirigía un gran movimiento de masas, pero ese movi- miento era simplemente liberal, no era un movimiento clasista: Gaitán había asumido la Dirección del Partido Liberal y por ello mismo la de un partido policlasista pero en el fondo un partido de la oligarquía colombiana, no de la clase obrera y el campesinado como tales así fuese apo- yado por las amplias masas obreras y campesinas. Y así, como el caudillo había dicho: "Si retrocedo, empujadme, si avanzo, seguidme, si me matan vengadme", esto sucedió. Las muchedumbres se lanzaron a "vengar" al caudillo; la anarquia y el caos reinan, especialmente en las grandes capitales del país y en particular en Bogotá. La muerte del caudillo sume en la más profunda confusión política a las masas que le seguían.

En muchos pueblos se constituyen "Juntas Revoluciona- rias" que toman el poder local y lo defienden de las autori- dades policivas. Pero. el presidente Ospina es hábil, por una parte, y por la otra toma las medidas de clase que el mo- mento exigía: convoca a la dirigencia liberal para ofrecerle un "gobierno de unidad nacional". La oligarquía, ante la "furia" popular, entiende que la situación no es para man- tenerse desunida sino para unirse ante su enemigo común: el pueblo. El jefe de mayor prestancia liberal, por sus supuestas ideas de izquierda, Darío Echandía, es llamado al Ministerio de Gobierno, y la Dirección Liberal hace un llamado a respetar la legitimidad de las autoridades nacio- nales, departamentales y municipales. Las "Juntas Revolu- cionarias" quedan sin piso polftico y las que no quisieron obedecer la dirección dada por la dirigencia liberal son reprimidas y disueltas.

Las "Juntas Revolucionarias" son un fenómeno políti- co que nos indica cómo el pueblo, llegado el momento crucial de su historia, asume su propia dirección. Ellas fue- ron constituidas a espaldas de las direcciones liberales en donde se dieron y establecieron una administración de tipo colectivo. La experiencia de mayor enseñanza nos la dio la de Barrancabermeja. En este puerto petrolero y centro sin- dical de alta combatividad, se constituyó la "Junta Revolu- cionaria" y nombró como alcalde al dirigente liberal Rafael Rangel Gómez. Este personaje gaitanista ya había sido al-

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calde de esta ciudad con anterioridad al gobierno conser- vador. Se formó una milicia popular y el gobierno popular se tomó todas las dependencias municipales para adminis- trar revolucionariamente:

"Con inagotable energía Rangel reclutó a media población. En cada asamblea popular los exhortaba a prepararse para la inevitable confrontación con el régimen y, consecuente con ese planteamiento, ordenó la fabricación de armas para pre- parar la resistencia. Su objetivo era hacer de Barranca un fortín inexpugnable por agua, aire y tierra". (Gustavo Almario Salazar. Historia de los trabajadores petroleros).

La Junta Revolucionaria de Barrancabermeja fue confor- mada por personajes que se distinguían por su actividad sindical: Antonio Pérez (sindicalista); Leonardo Rios (diri- gente sindical); Juan Villa (dirigente sindical); Simón Yepes (diligente sindical), y el capitán Arenas (retirado del ejército y jefe de servicio de la Shell). (Idem).

La Junta, pues, era la expresión de los intereses de la clase obrera petrolera y, como tal, se constituia en gobier- no popular. Los obreros se convirtieron en milicianos y la actividad productiva y laboral siguió su curso normal dentro de las nuevas condiciones políticas nacionales y lo- cales. Pero, jamás un gobierno popular puede sostenerse localmente dentro de un país determinado. La esencia ideológica de estas formas políticas de los obreros era de carácter liberal. Cuando el Partido Liberal se convirtió en colaboracionista del gobierno, la Junta perdió piso político y tenia que disolverse, así tuviese que hacer manifestación de protesta.

"La de Barranca sería la última Junta Revolucionaria en entregarse, debido fundamentalmente al radicalismo de Rangel. Cuando el gobierno les conminó a que bombardea- ría a Barranca si no se deponían las armas, la Junta amena- zó con inmolarse volando la refinería con todos sus ocupan- tes. Así que dada la crítica situación del país, al régimen no le quedó otra alternativa distinta que la de intentar una ne- gociación de entrega pacífica con los jefes de la resistencia, lo cual propuso sin atenuantes, pero con la astucia del viejo zorro lo hicieron por intermedio de los mismos jefes libera-

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les quienes les argumentaron con sobrado cinismo que Ospina era un cautivo en palacio y que la revolución había triunfado". (ldem).

Y el desenlace d e es te exper imento polít ico y revolucio- nario, n o s lo cuenta Diego Montaña Cuéllar e n la siguiente forma:

"...El general Ocampo, Ministro de Guerra, fue a donde es- taban refugiados Zalamea y Diego Montaña Cuéllar, cuyas cabezas eran pedidas por los fascistas auxiliadores de Ospina, instalados en el palacio presidencial (Echandía nos tenía refugiados en su casa, diciendo que solo ahí podía darnos garantías) para proponer que nos dirigiéramos a los trabaja- dores para pedirles que no volaran la refinería. "Aceptamos hablar por radio a los trabajadores sobre la base de que el general diera la orden al ejército de no entrar en Barrancabermeja ... Los comisionados (Salazar Ferro, Ortiz Márquez y el general Lloreda) obtuvieron el acuerdo hacia la reanudación del trabajo y la entrega de las instala- ciones y embarcaciones, sobre la base del nombramiento como Alcalde al Dr. Vesga Villamizar, quien había sido presidente de la Junta Revolucionaria, y el compromiso de no tomar represalias. Los comisionados obrando de buena fe y con la única finalidad de impedir que los trabajadores y los dirigentes populares fueran objeto de retaliaciones que ya se anunciaban. Parece que el doctor Echandía también tenia los mismos sentimientos, y que posteriormente fue dada la orden en contrario sin consultárselo. La realidad fue que algunas semanas después del regreso al trabajo y restitu- ción a las empresas de los campos petroleros y SUS instala- ciones, el ejército fue movilizado desde Bucaramanga, ocu- pada militarmente la ciudad, destituido el alcalde Vesga Viüamizar y nombrado jefe civil y militar el comandante del ejército". (Citado por el mismo Gustavo Almario).

L o q u e viene luego, e s l o q u e siempre e n casos similares sucede a los movimientos revolucionarios que ceden e n sus pretensiones: represión generalizada contra t o d o s los q u e participaron en e l movimiento, asesinato d e sus dirigentes y consejos verbales d e guerra p o r "rebelión", "piratería" y demás tipificaciones jurfdicas que la burguesía t iene e n sus códigos para estos fenómenos d e la lucha d e clases. La

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violencia se enseñorea del pais y los perseguidos no tienen otro camino que el del monte para defender sus vidas:

"En cuanto a Rangel, dejaba atrás el puerto petrolero, y acompañado de varios miles de hombres, iniciaría una guerra de guerrillas aunque sin dirección y sin objetivos...". (Idem).

Las amplias y mayoritarias masas liberales quedan sin brújula ni destino; los jefes liberales siguen pensando en la posibilidad de detener la violencia mediante los diálogos con el gobierno conservador. Ante el desconcierto, algunos organizan un "Comité Nacional de Resistencia"; este comité elabora un plan idealista que consiste en crear zonas en donde se podrían formar gobiernos provisionales y otras en donde se haría resistencia a la represión. Pero ésta no da descanso., El año de 1949 se distingue por el aumento de la violencia en extensas zonas del pais pero particularmente en los departamentos de Santander, Toli- ma, Huila y Valle.

Los perseguidos dan inicio a su organización en medio de profundas confusiones pero siempre dentro de los cau- ces partidistas liberal-conservador: masas liberales que se defienden de la matanza ejercida por un gobierno conser- vador. Este ni siquiera tiene necesidad de acudir a la consigna de matar comunistas porque estos habían queda- do por fuera del juego político al haberse convertido en enemigos de Gaitán y ser los gaitanistas los blancos más apetecidos por la represión gobiernista y conservadora. En aquellos municipios en donde el gaitanismo tenía sus más seguros partidarios, la violencia se ejerció con mayor cru- deza. En el resto del pais, todo liberal era candidato al ase- sinato, a la cárcel y a la expropiación de sus bienes.

La represión antiliberal toma forma de masacres como la ocurrida en Ceilán en Bugalagrande cuando son asesinadas 150 personas, como la de la casa liberal de Cali el 22 de octubre de 1949 en donde son asesinadas centenares de personas asistentes a un acto politico y la cual fue dirigí- da por el entonces oficial Gustavo Rojas Pinilla. En este mismo año de 1949 el presidente Ospina cierra el Congreso y así termina con la verborrea de los representantes libera- 106 www.escuelaideologica.org

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les que solo hablaban pero no actuaban para defender a sus copartidarios diariamente asesinados en pueblos y veredas a donde acostumbraban a visitarlos para que les dieran su voto.

La situación adquiere características de una real guerra en 1950 con la elección presidencial en la que, con la abs- tención de los liberales, es elegido el jefe conservador fascista Laureano Gómez. Los liberales se lanzaron a decir que el nuevo gobernante era ilegítimo:

"La elección fue ilegítima, ilegítimos e insólitos sus resul- tados. Así lo declaramos desde el 28 de octubre de 1949, y esa declaración que pertenece a la historia ya no puede ser alterada por nosotros, como no podemos alterar los hechos que la provocaron. Ayer, hoy y mañana, ha sido, es y será cierto que la autoridad ejercida por Laureano Gómez sobre el país no se deriva de un título jurídico, sino de la imposi- ción de la fuerza". (Citado por Germán Guzmán Campos. La violencia en Colombia).

Los asesinatos de liberales se multiplican día a día y el gobierno de Urdaneta Arbeláez intensifica el exterminio en su afán de limpiar el país de cuanto elemento liberal haya.

Ante esta situación las gentes liberales no tienen otra alternativa que organizarse o perecer. La única forma de organizarse para sobrevivir es la guerrilla. La tradición his- tórica de nuestro pueblo lleva a que tome un nuevo nivel organizativo de sus luchas. Ya no hay jefes libe- rales que se pongan al frente de la lucha armada, las guerras del siglo pasado no pueden volver a repetirse; ahora es el mismo pueblo el que tiene que elegir, de entre sus propias gentes, a aquellos que considere capaces de defen- derlo. Ni siquiera el incendio de las residencias de los dos más altos jefes liberales, Carlos Lleras Restrepo y Alfonso López Pumarejo tiene el poder para que estos se pongan al frente de sus partidarios en la guerra que se les ha decla- rado. Ya no es la hora de los grandes caudillos para la guerra.

Los campesinos perseguidos se organizan, primero, para defenderse y luego para pasar a la ofensiva. Pero el fondo de su lucha es por la sobrevivencia y el derecho a vivir. No hay una estrategia, es decir, un objetivo concreto en lo que

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pudiera referirse a la organización social nacional. No hay una ideología politica de poder popular siquiera. Los cam- pesinos, abandonados por su partido político, el liberal, no podían ni material ni intelectualmente conformar una organización política y solamente los unió el instinto dc conservación. Sin embargo, sus ideas partidistas liberales sostenían en ellos la esperanza de que sus jefes y su partido estarían al frente de esta lucha. Los jefes medios interce- dían ante los grandes jefes y se producían conversaciones de las cuales solo orientaciones abstractas y contradictorias salían; sin embargo las masas liberales entendían que el solo hecho de que sus más inmediatos copartidarios tuvie- ran entrevistas con los grandes jefes era un respaldo a su lucha. La guerrilla era, entonces, como una organización liberal que creía que tenia que lucharse por la "libertad". Y esta "libertad" era algo abstracto, algo ideal, algo que había antes y que el partido conservador en el gobierno había arrebatado al pueblo por ser liberal.

En el pais el movimiento guemllero va tomando forma, pero es particularmente en los Llanos Orientales en donde ese fenómeno adquiere mayor relievancia. Por esto, nos centraremos en el análisis de las guerrillas del Llano para efectuar un contraste con las que van surgiendo en otras partes del país y ver cómo la guerrilla del Llano es la que mayor estructura politica y social adquiere en este proceso de lucha contra el gobierno conservador. Al mismo tiempo, ver cómo a pesar de esta característica, la guerrilla del Llano es la que con mayor entusiasmo recibe el gobierno militar y entrega sus armas y dispersa a sus militantes.

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CAPITULO II

LAS GUERRILLAS DEL LLANO

Para comprender el movimiento guemllero de los Llanos Orientales es necesario tener en cuenta las caracterfsticas tanto de la región como las de sus habitantes. Las grandes extensiones de los Llanos producen en sus habitantes una sensación de libertad; en la realidad esa sensación se convierte en una lucha contra la naturaleza y contra los que dominan las grandes extensiones que producen la idea libertaria. Los grandes ganaderos son liberales porque para ellos es precisamente esa "libertad" la que sostiene su poder sobre todos aquellos que les trabajan. Y esos grandes ganaderos son los primeros en ponerse al frente del movi- miento armado, no porque amaran la libertad sino porque la situación política de violencia incomodaba sus activida- des ganaderas. En efecto, con muertos a diario el negocio ganadero no rentaba y ellos mismos se veían amenazados en sus vidas por el solo hecho de ser liberales. La situación económica de estos ganaderos, dueños de extensas dehesas de ganados y caballos, amos de gentes a las cuales no pagan prestaciones sociales de clase alguna sino simplemente les dan cualquier cosa para que les trabajen, no era la mejor. Su "libertad" consistente en hacer lo que les da la gana, era lesionada y sus intereses disminuidos y gravemente amena- zados. Esos intereses son los que hacen del ganadero lla- nero un cacique y gamonal político. Su lucha no tiene nada de altruista porque en esencia defiende sus intereses económicos personales o de grupo.

Por lo anterior, la "rebelión" de los ganaderos termina cuando sus siervos y dependientes van tomando parte acti- va en el conflicto y a través de la guerrilla van expresando

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no tanto sus "ideas liberales", sino también sus propias reivindicaciones sociales. Aquí, las expresiones t o m a n un sentido realmente popular p o r q u e sus integrantes son del pueblo. Entonces , los amos se resienten contra sus siervos, y su resentimiento es, t a l vez, más violento q u e la misma represión gubernamental . Los grandes ganaderos producen e n Sogamoso u n a declaración q u e así lo expresa:

"El alcalde militar, que tiene al pueblo a régimen de abaleos nocturnos, circel, azotes y lavadas con excrementos, pasa una citación a todos los ganaderos para que se congreguen en el recinto de la Sociedad de Mejoras Públicas. Allí deben exponer sus ideas y proposiciones para sellar la paz de los Llanos antes de iniciarse nuevas operaciones ganaderas. Corren. Les han tocado la parte noble: está en peligro la próxima ganadería. Se reúnen de prisa, mis de ochenta entre viejos y jóvenes. "El coronel Luis Castillo, dirige la asamblea. Pronuncia un discurso lleno de miel y promesas, propiciando un ambiente cálido de amistad y libertad para exponer el pensamiento. La armonía es completa, todos los padecimientos y humi- llaciones sufridas en Sogamoso se esfuman por arte de magia. "Se llega la hora de dejar constancia de aquella reunión. Hay que firmar un pliego, 'unas declaraciones', dice Casti- llo. Que las escriba alguno. Y naturalmente alguno las . escribe. "-Que se lea y se firme -ordena Castillo-. Quien se opon- ea a ello será considerado como bandolero. "La frase cae como una bomba. Las puertas del recinto están guardadas por la policía. Sin embargo hay resistencia, reato de conciencia y furia por el engaño. No quieren fu- mar. Entonces saltan los de la rosca, estilográfica en mano, estampando sus rúbricas e imponiendo además una contri- bución en metálico 'para retribuir a la tropa que se sacrifi- cará haciendo la pacificación'. La cuestión es con dinero. Resistencia a ese postulado significa cárcel y ruina. La ruina por delante, los policías con sus fusiles, miradas y yataganes apostados en la puerta. Adentro, los de la rosca. empujan, convencen, ofrecen sus plumas fuentes, prestan dinero, extienden cheques. "El coronel Castillo recoge el documento. Colombia supo que la rebelión de los llaneros era un tráfico de bandoleros.

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Lo dice una declaración de propietarios liberales que el pueblo lee en letras de molde. "Nunca se supo lo que dijo uno de los de la redada, después de consumado el hecho, camino de la calle. con el corazón entristecido, Luis Francisco Barrera, propietario hijo del pueblo: Acabamos de firmar la sentencia de muerte de nuestra gente...". (Eduardo Franco Isaza. Las guerrillas del Llano. Citado por Guzmán en La violencia en Colombia).

Y para cumplir con esta declaración, los ganaderos del llano se convierten en los mejores aliados y colaboradores del ejército y la policía para matar llaneros humildes y combativos que se han alzado contra la violencia conserva- dora para defender su vida y la de sus familiares. El ejército forma la "contraguerrilla", horda de asesinos y verdugos que inicia su viaje por el llano para matar conuqueros, ve- gueros y demás trabajadores si no pasan al lado del gobier- no y se convierten en soplones o guías para exterminar a la guemlla liberal.

La guemlla de los llanos pasa a otra etapa. Son los ver- daderos llaneros los que pasan a ser sus dirigentes. Pero esta situación material no es teorizada por cuanto carecen de los elementos ideológicos y políticos que la puedan re- flejar a ese nivel. La ideologfa sigue siendo la misma, la ideologia liberal, asi no responda a los intereses de los nuevos dirigentes guerrilleros. Esa ideología, que es la here- dada de muchas generaciones anteriores, es una barrera in- franqueable por ellos para asumir la ideología revoluciona- ria que puede dar conciencia de clase. La ideología liberal es completamente contraria a la ideologia revolucionaria, pero para sostenerse tiene que emplear la fraseología revo- lucionaria que es la que responde a los intereses inmediatos del pueblo. Veamos un ejemplo de ello:

"Sogamoso, a diecinueve de junio de mil novecientos cin- cuenta. Se reunieron en un lugar de este glorioso terruño, los infrascritos ciudadanos, presididos por el señor Carlos Julio Monroy, en su carácter de delegado de los revolucio- narios y con la autoridad que su comisión le confiere, procedió a recibir los juramentos con todas las solemnida- des, de los asistentes, y después de una ardiente exhortación en que solicitaba el concurso de todos para que con un gran

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sentido de responsabilidad, cada uno tome la gran causa de los revolucionarios de Casanare como suya y multiplique sus esfuerzos en favor de esta gran causa revolucionaria, a fin de acelerar el proceso de descomposición y lograr el derroca- miento de este régimen oprobioso...". (El basilisco en ac- ción. Fidelis. Citado por Guzmán Campos. Idem).

Con estas expresiones, similares a las que un movimiento realmente revolucionano utiliza, se enfrenta el rompimien- to del régimen conservador dirigido por Laureano Gómez y conducido por Urdaneta Arbeláez en la presidencia de la Nación. Pero la expresión verbal no iba más allá, no tras- cendía en la realidad los simples parámetros liberales y por esto, en el fondo, la pretensión era volver al régimen ante- rior a 1946. Pero la vuelta a un régimen liberal ya no tenía sentido histórico y esto es lo que produce la "ausencia" de los grandes jefes liberales: estos ya estaban inmersos en un régimen en el cual lo liberal y lo conservador eran la expre- sión de la misma estructura económico-social clasista de la oligarquía colombiana.

Pero para las gentes del pueblo s í era válida la ideología liberal porque le significa la época de las grandes reformas y las grandes esperanzas de redención social que le prome- tia en sus discursos; especialmente para el campesinado era válida esa ideologia porque, como clase, no se había nu- cleado aún. Los campesinos componían un mosaico de estamentos o sectores y no aparecía por parte alguna su aliada estratégica, la clase obrera, en esta lucha. Y el cam- pesinado no tiene perspectiva revolucionaria sin su aliada que le puede dar la ideología revolucionaria. Al no darse esta condición política, no hay posibilidad estratégica de toma del poder. La visión de un cambio de estructuras eco- nómicas es la única garantía de acertar en la conducción política hacia el poder.

Mientras tanto, veamos cómo se desarrolla la lucha en otras regiones del país, para comprender el conjunto.

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CAPITULO III

LA GUERRILLA EN OTRAS REGIONES

E n Antioquia son los liberales d e Pavón al mando d e Juan de J. Franco, los d e Comarrusia c o n Manuel Giraldo, Arturo Rodríguez y Aníbal Pineda, y los d e Sabanalarga, vereda "El Placer", mediante la "autodefensa", los que organizan los primeros grupos armados que se enfrentan a la policía y al ejército del régimen. Es la violencia conserva- dora la causante de este fenómeno organizativo armado d e los campesinos de este departamento colombiano y así lo expresa el jefe guemllero Franco en carta del l o . de julio de 1953:

"Por las aldeas y poblaciones de Colombia, comenzaron a verse, por primera vez, caras hostiles, gentes extrañas impor- tadas a sueldo del gobierno, las cuales, amaestradas por ins- tructores traídos especialmente de España, se dedicaban a recorrer valles y montañas y dondequiera que llegaban la emprendían contra los ciudadanos de filiación liberal, a quienes ultrajaban, requisaban y decomisaban sus cédulas para inhabilitarlas electoralmente. Era la falange en acción. "Después siguieron las depredaciones y como cada día traía su afán, otros sistemas aparecían y para aplicarlos, la poli- cía, fusil a l hombro, entró a los campos, no propiamente en son de paz, sino con el ánimo de ejercer venganzas, sembrar el terror y arrasar poblados; en fin, exterminio desorbitado de vidas y haciendas. Así caían asesinados honrados y pací- ficos campesinos, humildes labriegos que no habían cometi- do 'otro delito', así podría llamarse, que el de profesar ideas contrarias a las de los que eran dueños de la fuerza. "Mis ojos, señor Gobernador, vieron muchas cosas. Me tocó presenciar cómo a las ciudades llegaban hombres mutilados,

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mujeres violadas, niños flagelados y heridos. Vi a un hom- bre a quien le cercenaron la lengua, y refieren los testigos que, amarrados a un árbol presenciaban esa escena dantesca, que los policías que ejecutaban ese acto decían: 'Te la cor- tamos para que no volvas a gritar vivas al partido liberal, manzanillo h. p.'. Y a algunos les amputaron los órganos genitales para que no procrearan más liberales; a otros les amputaban las piernas y los brazos y, sangrantes, los hacían caminar de rodillas. Y supe de campesinos a quienes mante- nían sujetados mientras que otros policías y civiles conser- vadores, por turnos rigurosos, violaban a sus esposas y a sus hijas. También supe del incendio de la histórica y gallarda ciudad de Rionegro, por tratarse de que era la meca del li- beralismo antioqueño. Era el desarrollo de un preconcebido plan de exterminio. "Sobre todo, las gentes humildes del liberalismo eran vícti- mas de la sevicia y de las depredaciones de esos agentes uni- formados. Se fusilaban mujeres, ancianos y niños. a plena luz pública. Los agentes oficiales se posesionaban de las fincas de dueños liberales. Mataban a sus propietarios, re- quisaban sus guarnieles y disponían del dinero, de sus bestias, de todo cuanto les proporcionaba el sustento de sus familiares. Era un zafarrancho de pillaje y orgía de sangre lo que cometían. "La impunidad y las sombras de la noche cobijaban esos atroces procederes, estimulados por altos funcionarios del gobierno. Y todo eso se cometía en el falso nombre de Dios, con escapularios en el bolsillo y sin remordimiento. Los principales actores del sangriento drama eran policías secundados por civiles conservadores. "Si me detuviera a contarle los más atroces crímenes que cometió la policía a nombre del gobierno y del partido con- servador, me haría interminable. Solo las aguas de los ríos podrán decirle cuántos liberales hallaron su tumba en sus corrientes. De la cárcel de Salgar se sacaron más de cien presos políticos y liberales y fueron asesinados y sus cadá- veres rodaron por despeñaderos y vertientes. En Morelia se colgó del techo de la cárcel a numerosos copartidanos. Otros contemplaban aterrorizados la consumación del cri- men, mientras esperaban su turno. En La Vargas, paraje ne- tamente liberal del municipio de Betulia, el capitán de la policía, Arturo Velásquez, se sació en la matanza horroro- sa de campesinos. A pesar de las numerosas denuncias com- probadas que existen contra este tristemente célebre fun-

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cionario de policía, aún continúa en su puesto, matando y cometiendo toda clase de atropellos". (Citado por Guzmán Campos. Idem).

En Antioquia el movimiento guerrillero no adquiere las mismas características de las guemllas del llano; la geogra- fía antioqueña es diferente y sus gentes tienen diferentes condiciones de vida. El liberal antioqueño no tiene las mis- mas motivaciones del liberal llanero; por el contrario, el antioqueño es tradicionalista y religioso porque su medio es el del minifundio y el del gamonalismo que le impiden agitar las mismas banderas de libertad e igualdad del llane- ro. Su espacio es más reducido en todos los órdenes. Al campesino antioqueño le interesan sus tradiciones, y entre ellas está su herencia partidista de sus padres y abuelos que se tildaron de liberales cuando el comercio y la pequeña industria exigía plantear las ideas liberales; esto en cuanto a los propietarios. En cuanto a las gentes pobres era la obligatoria servidumbre partidista lo que los titulaba de liberales. En este marco tradicional es la estupidez política del gobierno falangista conservador, la que lleva a perseguir a estos campesinos y producir su rebeldia armada para sal- vaguardar su vida y bienes.

En el Tolima, el conflicto armado tiene, también sus propias particularidades. Aquí, una gran parte de su pobla- cion tiene raíces indigenas. Los terratenientes han reprimi- do y expropiado a esas masas campesinas y éstas han res- pondido con legendarias luchas agrarias y revolucionarias en procura de hacer valer sus derechos y su trabajo. Por otra parte, la tradición histórica del Tolima en cuanto se refiere a las guerras civiles del siglo pasado hace que la vio- lencia tenga similitudes y se extienda a zonas de gran con- tenido poblacional y de tierras fértiles y productivas.

Hombres como el indio Quintín Lame, Tulio Varón y Eutimio Sandoval han adquirido la dimensión de la leyen- da y el mito entre la población tolimense y otras regiones limítrofes; incluso a nivel nacional Quintín Lame es un símbolo de la lucha de los indígenas colombianos por sus tierras y sus tradiciones culturales, En este sentido quienes han estudiado estas tradiciones afirman estas caracterís- ticas:

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"En la guerra el olor de pólvora, el traquetear de las ametra- lladoras, la sangre, el grito de combate, el desafío, le des- piertan al tolimense los instintos del pijao que lleva por dentro y se toma feroz, sanguinario e invencible; el amigo de ayer es hoy su enemigo, si no piensa como él en materia política; la caridad, la humildad, la moral, todo desaparece en la vorágine de la guerra y no hay una sola cuarta de tierra tolimense en donde no se levante una tumba. El toli- mense es el primero en tomar las armas y el Último en sol- tarlas". (Víctor Bedoya. Etnología y conquista del Tolima y la hora del Quindío. Citado por Guzmán Campos. Idem).

Regiones como Anzoátegui, Santa Isabel, El Líbano, Falan, El Fresno, al Norte, Ibagué, y Rovira al centro, Villarrica, Icononzo, Purificación, al oriente, Chaparral-Rio- blanco, Natagaima, Alpujarra, Dolores, Coyaima y Ataco, fueron casi diezmadas por la violencia partidista conserva- dora, pero a su vez se levantaron también con la violencia para defenderse y sobrevivir, primero a través de su defen- sa, y luego con sus guemllas combativas y audaces.

La guerrilla tolimense sí logra entrever el fondo del con- flicto desde el punto de vista clasista; sus condiciones materiales en el fenómeno de la lucha de clases, la lleva a tomar la ideologia comunista e incluso enfrentarse a la gue- mlla liberal; pero, aquí también se produce el fenómeno de la guerrilla conservadora. Todo esto nos lleva a ver el conflicto clasista en sus más radicales expresiones en esta región, por lo antes anotado. El enfrentamiento entre la guerrilla liberal y la guerrilla comunista es algo que no se conoció en las otras regiones del país. Las condiciones económico-sociales llevan a que los liberales no puedan tolerar un movimiento que cuestione la propiedad privada de los grandes terratenientes y propietarios ricos. Por esto la guemlla liberal se autotitula como "los limpios" y deno- mina a los comunistas como "los comunes". Veamos un diálogo de estos dos bandos: Dicen los "comunes" a los "limpios" o liberales:

"Ustedes dicen que su movimiento es para que se refugien todos los perseguidos. La verdad es que en él no caben sino ladrones y asesinos. Basta que recuerden las matazones de Herrera donde ustedes dieron muerte a ciudadanos de allí

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mismo, como Miguel Calderón y Miguel Tovar, únicamente por apoderarse de sus economías. En el cañón del Saldaña se encuentran a diario cadáveres de los mismos que hacen parte del movimiento. 'Culebrín' asesinaba a cantidades de liberales, 'Saltarín' mató a una señorita liberal de Praga por el solo hecho de no dejarse seducir por él. Muchas mujeres se levantan a protestar contra ustedes por la violación de sus hijas".

Y los "limpios" contestan:

"No importa que tengamos que estar soportando la propa- ganda mendaz del enemigo más peligroso que tiene en la actualidad el partido liberal como son los comunes. Son los más peligrosos porque están escudados en nuestra gloriosa bandera, y abusando de nuestro nombre nos desprestigian y fragmentan. Debemos estar más vigilantes y listos a rechazar sus ataques en la forma que sea. Bandoleros son ellos que afirman que todo es para todos y que las cosas no son del dueño sino del que las necesita". (Guzmán Campos. Idem)

Como se puede ver, lo que más preocupa a los liberales es que se cuestione el asunto de la propiedad. No lo que se les acusa respecto de los delitos que cometen, sino lo de que se piense que la propiedad debe desempeñar una función comunitaria.

La guerrilla en el Tolima no logra dominar la tendencia liberal porque las condiciones políticas no lo permitían en este momento. En efecto, la violencia es conservadora y se ejerce contra todo elemento que sea liberal; es esta la ten- dencia predominante no solo en el Tolima sino en todo el país. Incluso la guemlla "comunista" de este momento se limita a sostener la tesis de la "Autodefensa", tesis que en el fondo n o es revolucionaria, sino conservadora. Porque el plantearse la autodefensa se está indicando que hay que sostener el statu quo, la situación existente. Es defender la situación que se padece, la situación política de dominio oligárquico. Y de los 13 Comandos guerrilleros del Tolima, la mayoría son de pura estirpe y condición liberales.

La predominancia del elemento indígena en la guemlla tolimense nos lo indica la naturaleza misma de sus jefes. Isauro Yosa, Jacobo Prías Alape, son nombres de jefes

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guerrilleros y, a la vez, dirigentes indígenas nacidos d e las comunidades tolimenses. Isauro Yosa narra así su vida d e guerrillero:

"Sí, a mí me alcanzaron a quemar la casa. Mi familia se salvó de morir quemada porque Luis Alejandro Londoño, que era un vecino mío ahí de Irco, se enteró por pura casua- lidad en Chaparra1 de que el alcalde iba a mandar al día siguiente una cuadrilla de la Chulavita a quemar todo Irco, y entonces despachó un arriero para que le dijera a mi ma- yordomo que sacara a mi familia esa misma madrugada. Yo no estaba ahí porque ya me había ido para el monte. A las seis y media habían sacado a mi familia entre el arriero y el mayordomo y a las ocho llegó la comisión de chulavitas a quemarlo todo y a matar".

Es d e observar q u e este personaje indígena es y a un mediano propietario q u e t iene a su servicio un "mayordo- mo". Es esta situación la q u e produce q u e su ideología sea liberal hasta el m i s m o m o m e n t o e n q u e la violencia conser- vadora le toca. Así, él sigue narrando en este sentido su vida d e combatiente:

"Nosotros nos habíamos organizado en guerrilla en Irco pero sin realizar acciones, porque a los tres meses, cuando comenzábamos a defendernos, la existencia de nuestro mo- vimiento fue conocido por Gerardo Loayza quien mandó una comisión para que se enterara de lo que nosotros está- bamos haciendo. Los Loayza y los García estaban en esos días en Rioblanco, Planadas y Praga. Después de un inter- cambio de comisiones, nosotros nos fuimos para Rioblanco con los guerrilleros liberales de los Loayza. Antes de esos contactos con los Loayza, nosotros habíamos marchado desde Ambeima y Chicalá en busca de la cordillera para refugiarnos, pero los militares iban siguiéndonos. Nosotros les hacíamos tiros y ellos nos respondían pero nuestro fuego era casi inocuo porque solo teníamos escopetas de fisto y lanzas fabricadas con palos y machetes. En uno de esos momentos una patrulla del ejército logró adelantamos, y entonces cuando nuestros compañeros de la avanzada los detectaron, les lanzaron una bomba hecha con tubos y pól- vora. La bomba estalló y mató a uno de los niilitares y entonces los otros se replegaron hacia una veguita. Uno de

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nuestros compañeros avanzó por el arma del muerto. Era una carabina checa nuevecita. Tenía también ciento cin- cuenta tiros. Pero resulta que el compañero no la sabía manejar y entonces salió corriendo a ver quién la podía hacer funcionar. Yo le trabajé por algún tiempo hasta que llegó el teniente Canario, que era un negrito muy guapo y además familiar de Efrain Arboleda. El la manejó hasta que lo mataron en combate. Esa fue la primera arma moderna que cogimos, la cual se fue multiplicando hasta que nos ar- mamos bien. "Nuestra marcha hasta Rioblanco, hacia donde los Loayza, duró quince días. Cuando llegamos a l Cambrín o Anami- chú, como también se llama la región, hablamos con los Loayza y acordamos actuar conjuntamente. Se nombró una dirección de quince miembros con mayoría nuestra. Ya por entonces estaban funcionando los grupos de Ciro Trujillo y de Jacobo Prías Alape o sea Charro Negro. A m í me tocó marchar hacia donde ellos operaban, a la región de El Táma- ro, donde más tarde se fundaría Marquetalia. Entre Ciro y Charro tenían como treinta hombres pero ellos solo pesca- ban conservadores. Nos reunimos, hablamos y los invitamos a venirse para El Davis, donde ya nosotros estábamos ac- tuando conjuntamente con los liberales de Loayza y García. Primero se vino Charro y después lo hizo Ciro. Así estuvi- mos trabajando unidos durante algún tiempo pero después los Loayza dijeron que ellos se volvían a independizar. Llegó el momento en que ya no sabían cómo hacernos rom- per la alianza con Ciro y Charro Negro. Los Loayza estaban siendo trabajados por las directivas liberales del Valle. Los halagaban dándoles armas, parque y dinero para que rom- pieran con nosotros hasta que lo lograron. Ya por esos tiem- pos Manuel Marulanda Vélez entró a relacionarse con nosotros. Los Loayza trataron también por todos los me- dios de ganárselo pero tampoco pudieron. El enfrentamien- to con ellos se agravó por el problema de un fusil que se había conquistado en uno de los combates que libramos conjuntamente contra el ejército. Ellos lo cogieron prime- ro, y se acordó que ellos lo tendrían un tiempo y después nosotros otro tiempo. Sin embargo, Baltasar, que era uno de los dirigentes nuestros, ordenó una vez que le fuera quitado ese fusil al liberal y de ahí vino el problema. Ese día casi hay plomo porque los compañeros se lo quitaron a las malas al liberal. Yo me mostré en desacuerdo con esa actitud porque no valía la pena agrandar los problemas por un fusil, siendo que ya teníamos suficientes. Se formó el

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lío y elios comenzaron a asaltarnos. Asaltaban nuestras co- misiones y correos. Frente a esta situación nosotros tuvimos que reducir la cantidad de comandos que teníamos, que eran dieciocho en total, porque se nos dificultaba bastante nuestros desplazamientos debido al asedio de los Loayza. De ahí para acá Manuel Marulanda, Ciro Trujillo y Charro Negro se pusieron definitivamente de parte nuestra. Tuvi- mos muchos enfrentamientos con un total de cuarenta y siete muertos de ellos veinticinco nuestros. Entre los que nosotrosles tumbamos figuraron Terro Loayza, Tarzán Loay- za, Calvario Loayza y Agarre Loayza. Entre los que nos tumbaron ellos a nosotros, figura el teniente Canario, en un asalto que nos hicieron en El Davis...". (FARC. Veinte años de Marquetalia a La Uribe. Carlos Arango. Ediciones Aurora).

Es necesario citar es te extenso d o c u m e n t o p o r cuanto es la única manera y la más directa, p o r q u e se trata del mismo protagonista, de comprender realmente el proceso d e la guerrilla tolimense que d e liberal se v a convir t iendo e n gue- mlla comunista y así extenderse por territorios aledaños y luego p o r t o d o el país.

Esta guerrilla tolimense, hasta el golpe mili tar d e Rojas Pinilla, es predominante y casi comple tamente liberal. Así lo sigue refir iendo el anter iormente c i tado en la obra rese-

-fiada:

"En represalia al ataque de ellos a El Davis, nosotros nos fuimos a atacarlos a su comando de El Cambrín. Una maña- na les caímos y les dimos candela. Eran ya las dos de la tarde y nosotros seguíamos dándoles bala, hasta que les llegó una comisión de refuerzo como de sesenta y entonces nosotros tuvimos que retirarnos. Ellos tenían trincheras y subterráneos y por eso pudieron resistir. Pero si no les llega el refuerzo, nosotros los habríamos acabado. En ese comba- te fué herido Ciro Trujillo que estaba peleando al lado nues- tro. Así transcurría la cosa hasta que vino el trece de junio que llevó a Rojas Pinilla al poder. Nosotros seguimos tra- bajando en El Davis con nuestra orientación, hasta que Uegó Martín Camargo. Hicimos una conferencia regional a la cual asistieron delegados del Norte del Tolima, Chaparral y otros municipios, y con la presencia del teniente Arboleda y Mariachi, en representación de los comandos de Amoyá y Ambeima". (Idem).

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Hasta aquí, pues hay una etapa. A partir del golpe rojis- ta veremos la evolución política de esta guerrilla tolimense como generadora de lo que son hoy las FARC.

Otras son las características del movimiento guemllero en Santander. En este departamento el liberalismo poseía una fortaleza de mayor poder y contaba con elementos de dirección en la clase obrera que en esta región tiene un gran pasado histórico de luchas revolucionarias. Ya vimos el caso de Rafael Rangel Gómez que, como gaitanista, dirigió el movimiento popular el 9 de abril en Barranca. Este mismo personaje abre frentes guerrilleros sobre las riberas del r ío Magdalena, el Carare y zonas aledafias en donde tenía influencia política:

"El 27 de noviembre de 1949, 700 hombres asaltan a San Vicente con saldo de 200 muertos entre varones, mujeres y niños. Ya el 17 de septiembre habían acaecido encuentros en La Ceiba entre revolucionarios y policía...". (Gennán Campos. Idem).

La violencia en Santander tiene similares características a la que se desarrolla en el resto del país: asesinatos, viola- ciones, asaltos a las casas d e los liberales. En estas circuns- tancias el dirigente Rangel puede nuclear a quienes no tienen otra salida que ingresar a la guerrilla:

"Andando el tiempo la guerrilla de Rangel creció tanto, que extendió sus retenes y cuerpos de asalto hasta la Dorada y Puerto Wilches. De todas partes de la República le venia gente desesperada y arrojada de las ciudades y aldeas por la ferocidad hidrófoba de los uniformados. A él acudieron los fugitivos de Santa Helena del Opón, borrada del mapa por el incendio y el saqueo. Sus parcelas, sus casas, sus ganados, se vendieron a vil precio a los nuevos dueños. A Rangel acu- dieron los despojados del Carare. A él, aldeanos, campesi- nos y pequefios rentistas de La Gloria, Gamarra, Carmen de Santander, Ocafia, Convención, Wilches, Barrancabermeja y de todas las poblaciones, villas y aldeas azotadas por la Peste Azul. A él, los pequeños propietarios, colonos y mo- zos de campo de la orilla del río obligados a vender a precio de remate sus parcelas para el provecho de los enfermos de hidrofobia...".

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En el departamento de Caldas, la violencia y la oganiza- ción tienen otras particularidades. En este departamento que constituia un territorio que hoy tienen los de Risaral- da y Quindío, el 9 de abiil se constituyeron Juntas Re- volucionarias en varios municipios y en ese carácter asu- mieron gobiernos de tipo gaitanista. Ante esta situación es allf en donde la policfa del régimen, la "chulavita" lleva a cabo un mayor recrudecimiento de los asesinatos y las torturas a las gentes liberales. La población va viendo que se diezma sin contemplación a los liberales. Antes de las

. elecciones de 1949, se encuentran situaciones como las que protagoniza el alcalde de Calarcá quien urge al gobernador en la siguiente forma:

"...en las veredas de la Bella, la Alsacia y la Albania, sabe- mos ya positivamente que se está organizando un núcleo de elementos revolucionarios que pasan de 200 hombres, em- peñados en atacar a las autoridades...". (Carlos Miguel Ortiz. Estado y subversión en Colombia. La violencia en el Quindío aflos 50).

En forma directa las autoridades asumen la represión antiliberal y las gentes del campo no tienen defensa alguna por cuanto los dirigentes liberales no dan pauta alguna para enfrentarla. La situación social de este departamento es conflictiva por cuanto allí el cultivo del café produce gran- des dividendos económicos al caciquismo y éste se encarga de que la violencia los aumente. Son los gamonales y los grandes comerciantes los que tienen interés en eliminar a cuanto competidor se encuentre en su camino.

La oligarquía manizalita ha detentado la dirección de las grandes entidades como FEDECAFE y FENALCO. En efecto, los gobernadores de Caldas entre 1949 y 1953 salie- ron de esas dos entidades, expresión de los grandes gamo- nales y los más poderosos comerciantes de ese departamen- t o pero de incidencia en la conducción del Estado.

La vecindad de este departamento al del Valle, produce que las gentes que huyen de la violencia en éste lleguen alli y las autoridades descargan con otro motivo mayor repre- sión:

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"En mayo .de 1950 es el Gobernador en persona quien, por medio del telegrama No. 781, encarece al alcalde de Calarcá una especial vigilancia y energía frente a los trashumantes del Valle, mezclando ambiguamente los elementos partidis- tas con los delictivos: Causa batida contra maleantes estánse verificando departamento del Valle por ejército y policía zonas limítrofes Quindío y Occidente de Caldas corren peligro ser invadidas por esos elementos antisociales desplazados de su actual centro de operaciones. Por tal razón exíjoles máxima vigilancia y rigurosas medidas pre- ventivas para evitar nuestro Departamento reciba esa ava- lancha de forajidos, cuatreros y hampones que perturbarán seguridad social y tranquilidad pública las cuales estamos consolidando con desvelo constante. Conviene investigar antecedentes forasteros sospechosos y proceder con energía aplicar ley contra vagos, rateros y maleantes ... Hemos decla- rado guerra sin cuartel al crimen. Esperomanténganse infor- mados si estiman conveniente dar batidas en algunos lugares por si existen cuadrillas malhechores ruégoles avisarme in- mediatamente. Gobernador...". (Carlos Miguel Ortiz. Esta- do y subversión en Colombia. La violencia en el Quindío años 50.).

La situación en el Quindío asume caracteres intensos en lo que se refiere a la violencia y llega hasta los maestros de las escuelas a los cuales se les califica de comunistas:

"Permítame comunicarle ... maestro escuela fracción de Quebradanegra esta jurisdicción encuéntrase dedicado acti- vidades disociadoras de agitación comunista organizando sindicatos impidiendo labores recolección cosechas esta próspera región mégole poner fm remédiese grave irregulari- dad. Calarcá, 21 de abril de 1950".

El anterior telegrama está firmado por el Alcalde de esta población y dirigido al director de Educación de Caldas. (Citado por Carlos Ortiz en la obra citada).

Ahí se ve claramente cómo la represión tiende a exter- minar cualquier síntoma de organización de los amplios sectores sociales de cosecheros, y trabajadores del café, producto que era la base fundamental de la economia de la región y sobre cuyo renglón la violencia tenia que repor- tar grandes utilidades a gamonales y comerciantes con el

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instrumento de la violencia que las autoridades manejaban completamente. Esto produce que las gentes, al defenderse, se organicen. Pero aquí la organización guerrillera n o ad- quiere las mismas características de las otras regiones. La vindicta personal o familiar es lo que particulariza la vio- lencia en esta región. También el clero toma parte en el fenómeno insitando contra las gentes liberales a las que califica de comunistas. Por ser este departamento funda- mentalmente minifundista, sus habitantes tienen más pro- fundamente arraigados los conceptos religiosos y por ende el fanatismo puede producir mayores estragos en el enfren- tamiento político. Es un obispo quien comanda las huestes falangistas y se dirige a la población en términos de exter- minio de los que él denomina ateos:

"Prepárense los jefes de hogar para que defiendan el honor de sus esposas y de sus hijos y de su patrimonio. Y que ellas, madres y doncellas, cobren cato y de su propia mano, si es preciso, el precio de su vida, de s u honor y su virtud. La defensa personal y la colectiva es permitida según todo derecho divino y humano, y a veces, obligatoria. Por tanto, tengan presente los católicos que en el momento del ataque deben defender su hogar, sus templos y sus altares, los con- ventos que exoman sus poblados, las personas sagradas, sa- cerdotes, religiosos y monjas, sus colegios, y a las legítimas autoiidades. "...se pedirá y se recibirá a los fieles reunidos en el teniplo o en la plaza. como a eso dc las cuatro de la tarde. el iuramen- . . to de defender su religión, su patria y sus hogares, cueste lo que cueste, aún la sangre y la vida".

Y para responsabilizar de la violencia se dirige al libera- lismo en la siguiente forma:

"¿Y quienes fueron los autores de tantos y tan grandes ma- les? ¿Los conservadores? No. ¿Los comunistas solos? No. Queremos y es nuestro deber hablar claro: el comunismo planeó y organizó los horrendos desafueros pero no estuvo solo: el verdadero autor de la hecatombe es el liberalismo colombiano, vestido de comunismo, que concibió y realizó el movimiento. Y damos las pruebas ... ... El golpe del 9 de abril se produjo por la organización que le dio el comunismo, repetimos; pero fue concebido y eje-

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cutado por el liberalismo". (citado por Carlos Ortiz. Idem. pág. 197-198).

Es de Caldas de donde salen los grupos más agresivos como respuesta a esta clase de violencia e insinuación a ella por parte de autoridades civiles, militares y eclesiásticas. Aquí no se produce el movimiento armado al estilo del de otras regiones, sino que asume el carácter casi bandoleril por el carácter tan criminal de la agresión a los campesinos liberales. El fenómeno de un "Desquite", un "Chispas" o un "Sangrenegra" lo da el medio social producido por los intereses económicos de los grandes gamonales cafeteros y comerciantes caldenses. Se salvan de caer en el bandoleris- mo, aquellos jefes guerrilleros que emigran hacia el Tolima u otras regiones en donde la respuesta a la violencia fue di- ferente. Es el caso de Manuel Marulanda Vélez que se des- plaza de esta región hacia el Tolima y el Huila posteriormen- te y entra a otra clase de medio económico-social.

En otras regiones del país, como en el Valle, la violencia tiene otras características e incluso en algunos esa violen- cia no tuvo mayor trascendencia como en el caso de los departamentos de la costa. El factor económico allí no determinaba conflictos sociales de significación en las es- tructuras económicas del pais en general.

Sintetizando, la guerrilla es de carácter fundamental- mente liberal y esto es lo lógico dentro de las condiciones económicas y políticas del pais. Pero los jefes guerrilleros no son personajes conocidos en el mundo de la polftica nacional; son simples campesinos que por las circunstancias de la represión y su carácter se convierten en jefes guerrille- ros, casi como en continuación de esa trayectoria histórica de las guerras civiles del siglo pasado. La semblanza de algunos de ellos nos indica su origen y condiciones socio- políticas: Eliseo Velásquez es un hombre que vivía del transporte fluvial en los Llanos Orientales y a quien afecta profundamente el asesinato de Gaitán ya que éste le había defendido judicialmente en un proceso por homicidio. A esto se agrega el hecho de que un ahijado suyo fue asesina- do y su compadre enloqueció. Estos hechos lo tornan vio- lento y este carácter lo enfoca hacia todo lo que sea conservador. Es reclutado por el capitán Silva para el ata-

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que a Puerto López y en él se desempeiia eficientemente. Luego prosigue en una serie de tomas de poblaciones c r e ciendo como un aventurero liberal:

"...el hombre se regocijú y celebró nii acierto con una car- cajada ... Velásquez estaba contento aquel día. Habló de Puerto López y del capitán Alfredo Silva, que lo habia traicionado, de las muchas fuerzas de que disponía y de los armamentos que estaban por llegarle. Mientras examinaba y accionaba el mecanismo de la pistola, con el cañón vuelto hacia mi, refinó sus hazañas personales, concediendo poca importancia a la revolución. Me dijo que habían llegado trescientos hombres del Cocuy a ponerse a sus órdenes, que del ejército querían pasar muchos soldados a sus filas y que de un momento a otro se movilizaría con toda su gente, reservándose el rumbo. Y que estaba un poco disgus- tado con la gente del Llano, porque si no le acataban sus órdenes tendría que irse para otro lado, pues lugares donde pelear le sobraban. "-¿Y cómo le parecen todos los jefes que hay? "-Aquí no hay más jefes que yo!, dijo categóricamente. Andan por ahí unos jefecitos que saben mucho y que no han peleado, como yo lo hice en Puerto López. "-Los Villamarines, cortó punzante 'Minuto', han peleado más que nadie desde el Cocuy hasta los páramos; día tras día de puro plomo y no de cuentos. "- ¡Esto es!, gritó Velásquez, han peleado mucho, pero no han derrotado a nadie como yo, que los m-té a todos. Y me vienen ahora a imponer y enseñar. ... Aquí lo que hay es envidia y regionalismo. Los Villamarines, los Esguerras, los Delgados y todos son la misma cosa, y no obedecen mis ór- denes. Yo se lo avisaré a la Dirección Nacional Liberal y me iré otra vez para la Intendencia del Meta, en donde tengo gente que sabe lo que valgo. ¿A qué vine aquí! (Franco Isaza. Las guerrillas del Llano).

Encontramos el real tipo liberal de las llanuras en donde el medio en que se desenvuelve el hombre le permite hacer lo que le da la gana. Pero quien realmente puede hacer lo que le da la gana es el que tiene medios, el que tiene pro- piedad. Por esto los jefes son los que poseen, los dueflos del ganado y de la tierra, los comerciantes que tienen poder económico. 126

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Y Velásquez es u n hombre reivindicado por los liberales para resistir la violencia goda. No más. Por esto amenaza con dirigirse a la dirección liberal. Porque esta dirección fomentaba de apariencia la resistencia antigoda. En los Llanos fue diferente la persecución y por lo mismo los jefes guerrilleros.

En el Tolima el personaje es diferente. Dice Leopoldo García:

"...Yo les sacaba el cuerpo a los perseguidores. Pero en esas llegó a Rioblanco la policía, la chulavita. Yo trabajaba arreando mulas desde Rioblanco a Chaparral. La policía golpeaba a los campesinos, encarcelaba cachiporros y asesi- naba presos ... "-¿Ustedes permanecieron unidos? "-No. Nos dividimos. En el Limón había un comando y resolvimos con Loayza irnos hasta allá para reunir fuerzas mayores. Después estuvimos juntos con esa gente, ellos nos dijeron que no debíamos seguir ni la politica liberal ni la conservadora. Nosotros comprendimos por donde era la cosa y no quisimos "jalarle" ...

La predominancia liberal subsistirá hasta el golpe militar de Rojas y d e ahí que éste pudiese imponer la política que luego analizaremos.

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CAPITULO N

LAS NORMAS DEL MOVIMIENTO GUERRILLERO LIBERAL

Cuando el conflicto armado tiende a estabilizarse por cuanto no se puede vislumbrar una solución a corto térmi- no, se presenta la necesidad de "normatizar" la vida de las regiones en donde ese fenómeno se presenta. En el caso del movimiento armado colombiano es la región de los Llanos Orientales la que presenta esas condiciones. Las causas ya fueron analizadas, pero en sfntesis son su extensión, la clase de economía fundamentalmente ganadera que dis- persa las comunidades sociales y las hace incontrolables para el régimen y la predominancia de la ideologfa liberal en sus habitantes.

El desarrollo, en cantidad, del movimiento guerrillero de los Llanos Orientales está demostrado por las firmas que tiene la "Primera Ley del Llano". Se le denominó "Coman- do Guerrillero de los Llanos Orientales'" ahí se encuen- tran firmando: Eduardo Franco Isaza, 3. Guadalupe Sal- cedo, José R. Mogollón, Luis Eduardo Fonseca, Bernar- do Giraldo, Plutarco Calderón, Julio Téllez, Gabriel Ruiz, Tomás Zambrano, Segundo Téllez, Eduardo Nossa, Carlos E. Rodríguez, Rafael Sandoval Medina, Luis Francisco San- doval, Luis Alberto Parra, Rosendo Colmenares, Alejandro Chaparro, Marco A. Torres, Marco Tulio González, Miguel Trujillo, Vitelio Castrillón, Luis E. Arenas, Jorge Fonseca, Eulogio Fonseca, Pedro A. Lara, Alfonso Guerrero, Jorge E. Agudelo, Pedro A. Bocanegra, Pedro A. Reyes, Alvaro Parra, Dumar Aljure, Dimas Hernández, Jorge Reina, Hidelbrando Plazas, Jorge González, Marcho Achagua, Rei- naldo Rodríguez, Paulino Hernández ... "Y otras más ilegi- bles en un documento incautado a uno de los guerrilleros". 128 www.escuelaideologica.org

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(Eduardo Umafia Luna. La violencia en Colombia. Tomo II).

El primer problema que enfrenta u n grupo social es la cuestión d e su seguridad y ésta depende d e su m o d o y formas de producción. Cuando hay comunidad e n Ia pro- ducción y la distribución, la seguridad económica está garantizada; pero cuando aparece la propiedad privada sobre la producción y la distribución, la seguridad se torna e n un problema. Y este problema tiene su fiel reflejo e n la injusticia social. Contemplando esta situación social es que el movimiento armado d e los Llanos Orientales motiva su "Primera Ley del Llano" e n los siguientes términos:

"Debido a la ineptitud en la Adminisfración de Justicia por parte de la Dictadura que rige hoy en día los destinos de nuestra Patria, sistema que quedó abolido en los Llanos de Casanare, lo mismo que en las demás regiones donde impera la ideología liberal, gran parte de sus miembros ac- tivos dentro del proletariado se levantaron en armas para reclamar el imperio de la justicia y libertad, teniendo hoy en su poder, a base de luchas, experiencias y sufrimientos, bajo nuestro control la Llanura y sus habitantes que viven pendientes del riimo, orientación, Justicia y demás que que- remos imponerles, está de nuestro sagrado deber proyectar y reglamentar la vida civil, jurídica y militar, teniendo en cuenta las siguientes consideraciones: "a) que no habiendo reglamentación, acuerdo, decretos u ordenanzas que guíen el comportamiento y la adminis- tración de justicia en la zona que dominamos, tanto las autoridades como el pueblo están en perfecto descontrol y desacuerdo, imperando el desconcierto y la anarquía en cada sector; "b) Que debido a lo anteriormente expuesto, los distintos Comandos han venido procediendo con diferente criterio, lo cual ha creado problemas de gran magnitud; "c) Que el pueblo desamparado y desorientado por tales consecuencias se halla agobiado en gran parte, sin saber a qué atenerse; "d) Que los problemas a que nos referimos anteriormente abarcan en toda su extensión la vida, honra y bienes de los asociados, como son la agricultura, ganadería, moralidad, etc., y la administración de Justicia Civil y Jurídica sin re- glamentación ni nomas de ninguna naturaleza, y

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"e) Que debido a la falta de experiencia y capacidad para poder reglamentar y organizar debidamente la administra- ción pública en todos sus aspectos, los Comandos Guerrille- ros de los Llanos Orientales propendiendo por el bienestar común y en reunión general de Jefes y Comandos, fue apro- bado por unanimidad y como aparece el presente proyecto". (Idem. pág. 62).

Aunque la norma se caracterice como profundamente liberal y aluda a "la ideología liberal", se utiliza la palabra "proletariado" queriendo significar un contenido social diferente a las clases propietarias y quienes la redactan tienen elementos políticos que pueden definir límites al conflicto de clases. Los grandes propietarios quedan por fuera del cuadro social demarcado en la motivación.de la norma.

Lo que permite y exige la normatización de la vida civil y militar es, en primer lugar, la extensión temtorial y en segundo lugar el control que los comandos guemlleros ejercen sobre ella. Si no hubiese sido así, cualquier norma quedaría en el vacío porque no tendría fuerza capaz de hacerla cumplir. Con este mismo hecho se configura el germen de un posible "Estado", es decir, una organización económica-social y política que posee la naturaleza de un gobierno. Esto es lo que posibilita el nombramiento de "autoridades" que hagan cumplir las normas y que esas autoridades formen una estructura jerarquizada. Con esto, el gobierno de la región es posible.

El nombramiento' de autoridades se Fundamenta en la calidad de los posibles candidatos; pero se tiene como base un criterio ampliamente democrático, precisamente por tratarse de un movimiento y una organización esencial- mente populares:

"Para efectuar el nombramiento de las Autoridades antes dichas, se procederá a la manera más popular y democrá- tica, teniendo en cuenta como primera medida la capacidad civil, buena conducta, honradez y voluntad del pueblo y servicios prestados al movimiento revolucionario".

La frase "movimiento revolucionario" proviene del arraigo popular del mismo, pero las normas no podían ir

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más allá, por ahora, del modd de producción basado en la propiedad privada existente y por consiguiente de las leyes imperantes en el país: ,

"Para la administración de la Justicia civil se tendrán en cuenta las normas y procedimientos contenidos en el C. de P.C. (Código de Procedimiento Civil. U.C.), en concor- dancia con las del C. J. (Código Judicial. Nota de U. C.) y demás concordantes".

En este aparte, los legisladores guemlleros demuestran su ignorancia jurídica, pero era imposible tener entre ellos a juristas de profesión ya que la represión se dirigió princi- pal y predominantemente contra el pueblo liberal y no contra los profesionales, en sus inicios. Y los guemlleros liberales que dirigieron el movimiento fueron hombres de puro pueblo, más aún, de procedencia y estancia campe- sinos.

Pero la guerra lleva a que la economía tenga que amol- darse a sus requerimientos, a la exigencia de una "econo- mía de guerra". En este sentido tiene que legislar el movi- miento armado y lo hace asf:

"Art. 1. Todos los habitantes del territorio de la jurisdic- ción militar de la Revolución quedan en la obligación de in- tensificar la agricultura en todos y cada uno de los distintos tópicos que la constituyen y propender para que ella obten- ga el máximo de producción y rendimiento. Art. 2. Queda así, terminantemente prohibido mantener encerrados en extensión supermayor a las capacidades de trabajo del poseedor y que tales encerrados permanezcan en abandono, sin cultivos y convertidos en charrascales. Quien tenga un encerrado debe cultivarlo integramente con pro- ductos agrícolas y pastos artificiales. Si así no lo verifica, salvo fuerza mayor ocasionada por la anormalidad y el blo- queo que impiden el buen desarrollo del trabajo. Art. 3. Los agricultores que posean encerrados quedan obli- gados a mantener en perfecto estado de seguridad todas las cercas que le encierran, cercas tales que no permitan la penetración de ganados vacunos, caballares y de cerda; por consiguiente, la cerca en la parte inferior o pie debe ser construida de una vara de alto de modo que impida la penetración por éste respecto...".

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Y es que en una "economia de guerra" no Se puede per- mitir el despilfarro o las actividades improductivas ya que el interés social acentúa su primacía sobre el interés parti- cular. Esto mismo es lo que lleva a que toda actividad eco- nómica sea de interés para el movimiento y la violación a este principio ha de ser sancionada ejemplarmente. En este sentido la norma afirma:

"Art. 6. Los conucos, topacheras y demás que sean abando- nados por más de un año por sus dueños, éstos perderán el derecho de posesión y podrán ser adjudicados a cualquier solicitud que Uene las condiciones requeridas. Art. 7. Las solicitudes de desmontes, rocerías, etc., se harán directamente al Comisario del lugar y éste tendrá en cuenta la conducta, capacidad. honradez y trabajo, como también la opinión del vecindario, especialmente de aquellos secto- res muy poblados".

Encontramos en esta norma una especie de "socializa- ción" de la producción en la que lo determinante d e la pro- piedad es su utilidad para el conglomerado social al cual hay que consultar; pero este conglomerado social es parte indisoluble del movimiento revolucionario en acción. Por esto, las personas en las que el germen de estado revolucio- nario tiene interés son aquellas que trabajan y están dentro de la lucha que se libra: hombres y mujeres de "conducta correcta", "honradez" y "trabajo". Es lo que pretende que sea el hombre nuevo del Estado Socialista.

Por esto mismo el trabajo se impone en su modalidad de colectivo y así se legisla:

"Art. 9. Para efecto de los trabajos a que se refieren los artículos anteriores, se establecen las siguientes nomas: "a) La realización de trabajos se hará por convite o por el sistema de trabajo prestado. b) Una vez recogida la cosecha podrán efectuarse los pagos con los mismos usufructos. c) Se establecerá el intercambio comercial de artículos agri- colas por ganado, sal y otros elementos".

En una economía de guerra, como esta, el trueque se impone sobre el curso de la moneda ya que aunque ya es u n estado e n germen, aún n o tiene la estructura como para

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emitir moneda y regular las transacciones sobre esos niveles de desarrollo.

Nos encontramos ante unas formas de producción que, sin trascender el modo de producción capitalista o semica- pitalista, s i tienen visos del carácter socialista en lo que se refiere a la producción, distribución y el carácter del trabajo y del mismo trabajador. Es más, el naciente "Esta- do" en guerra, colectiviza y socializa mediante normas con fuerza de ley:

"Art. 10. Por medio de este Decreto se establece la forma- ción de Colonias y Granjas Agrícolas por cuenta y propie- dad de la Revolución en cada una de las jurisdicciones que estén bajo su control".

Aunque las "Colonias" a que se refiere el Decreto, eran lugares de penalización de la delincuencia, se trata aquí de un avance en las formas de trabajo que el sistema capi- talista no tiene en cuenta ni siquiera para la rehabilitación del delincuente. La norma tiene en cuenta que dentro del estado de guerra en que vive la región, los casos de viola- ción a cualquiera de las normas son algo natural dentro de la población. Y por esto se legisla sobre la forma como esos elementos tienen que trabajar:

"Art. 14. Para efectuar los trabajos correspondientes, se destinarán todos aquellos elementos Civiles y Militares que en castigo de sus faltas e infracciones sean destinados a tal fin".

A pesar de ser una necesidad de la guerra el trabajo pro- ductivo, el criterio que se tiene para la sanción del delin- cuente o infractor es el de rehabilitación social mediante el trabajo así no se diga expresamente. Al castigado o sancio- nado se le rehabilita mediante el trabajo productivo y en el caso del movimiento guerrillero él tiene que servir a la causa de la lucha.

E n cuanto a lo que se refiere a la ganadería, otra rama de la producción de gran importancia en la subsistencia de la región, las normas son similares en el sentido de que ella sima los intereses de la Revolución:

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"Art. 3. Los hatos cuyos dueños no hayan cumplido con su deber pagando el impuesto, quedarán absolutamente con- trolados por la Revoiución y los encargados bajo órdenes de las autoridades Civiles y Militares hasta por el término de seis meses contados a partir de la fecha del presente, y una vez cumplido el término, será dictado un Decreto especial sobre confiscación de bienes. Art. 4. En estos hatos no se dará permiso para hacer ningu- na clase de trabajos, ni dar, etc., y el ganado para el sosteni- miento de la Revolución será sacado de preferencia de estos, sin que por ello queden exentos del impuesto".

Legislar en el sentido de "confiscación", significa estado de guerra y transformación, así sea temporalmente, de estructuras productivas. También en la guerras de lndepen- dencia los criollos confiscaron y legislaron en este sentido porque la lucha revolucionaria así lo exige en todos los tiempos. Pero aquí ya no son los representantes de la pro- piedad temtorial o comercial los que hablan de "expro- piar", sino que son los que no han tenido esa clase de propiedad y que hoy tienen en sus manos las armas con las que pretenden liberarse. El hecho de que sean los grandes hatos los centros de abastecimiento del movimiento guerri- llero implica que se produzca una contradicción con los ganaderos y que se coloque en cuestionamiento la propie- dad privada sobre ellos.

Muchos otros aspectos de la vida en la región dominada por el movimiento guerrillero fueron normatizados, pero el objetivo fundamental estaba centrado sobre lo que se iba presentando en el proceso de la lucha así no tuviese una nieta definida, una estrategia política o militar concreta; en efecto, de la defensiva se pasó a la ofensiva pero siempre bajo los principios liberales que a todo momento eran ex- presados por los comandantes y por todos los participantes en esta clase de lucha. Se decían y llamaban revoluciona- rios porque no encontraron otro vocablo que respondiese a la realidad de su lucha política y con ello expresaban su deseo de dembar el régimen conservador que les perseguia y pretendía exterminarlos. Pero que la palabra "revolu- ción" y la de "proletario" estuviesen en los labios y los escritos de los dirigentes guerrilleros y sus militantes, quie- re decir que ellos s i eran la expresión de reales intereses 134

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populares; no era la lucha de la clase obrera que enfrenta a la clase capitalista porque las condiciones materiales de los combatientes no eran las de esa clase, pero si era el campe- sinado enfrentado a los grandes terratenientes, representa- dos en el régimen represivo conservador. Por esto, el golpe de Rojas Pinilla iba a significar una especie de liberación y posibilidades de volver a la situación anterior al régimen de terror conservador. Lo que no podian analizar los comandantes guerrilleros era que el nuevo dictador no era otra cosa que parte del mismo sistema, del mismo régimen y de la misma clase dominante antipopular. No se produ- cía sino un cambio de personajes en la escena política y trágica del país.

Sobre estas circunstancias es que al expedirse la "Segun- da Ley del Llano", mucho más coherente y avanzada que la anterior, debido al avance en calidad y cantidad del movimiento guemllero, el nuevo gobierno imposibilita su aplicación porque ha quitado el piso a la causa de la lucha armada, como veremos luego.

La Segunda Ley del Llano

Esta ley sí es realmente una normatización de mayor contenido político y de clase porque respondia a niveles superiores en la cualificación del movimiento guerrillero de los Llanos Orientales. Cuenta el movimiento, para este mo- mento, con un abogado que posee elementos avanzados de la ideología revolucionaria. Firman esta ley, el abogado José Alviar Restrepo como. presidente del Congreso, su secretario general Humberto Paredes y sancionada por el Comandante en Jefe José Guadalupe Salcedo U. Esta ley fue titulada como la "Ley que organiza la Revolución en los Llanos Orientales de Colombia".

Para este momento ya existe en la práctica un verdadero gobierno en toda la región dominada predominantemente por el movimiento guemllero liberal. Es por esto que puede conformarse un Congreso a la manera de un Estado moderno. Su encabezamiento reafirma el concepto del Estado representativo en la siguiente forma:

"El Congreso Revolucionario, en uso de las facultades que le 135

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confiere la representación del pueblo y de las Fuerzas Ar- madas, y considerando: 1.) Que es necesario fijar normas de obligatorio cumpli- miento de los deiechos y deberes del pueblo civil y de las Fuerzas Armadas en el territorio controlado por la Revolu- ción; organizar la Administración de Justicia y crear las autondades encargadas de aplicadas, así como también for- mar el Gobierno Revolucionario, a cuyo cargo estará el mantenimiento del orden, del cumplimiento de las Leyes y la penonería de los intereses comunes; 2.) Que dichas nomas deben regir en todo el territorio de la Revolución a fin de unificar la conducta del movimiento y las garantías, tanto del pueblo como del personal en armas, Y 3.) Que al respecto se han puesto de acuerdo los coman- dantes de los distintos grupos revolucionarios, los represen- tantes del personal de tropa y los de la población civil".

Con lo anterior se está plasmando la estmctura económi- ca y social de la región en una supraesímztura jurídica que completa una unidad social independiente. Es una comuni- dad gobernada dentro de las condiciones de la guerra, pero que se autogobierna democráticamente mediante órganos de poder modernos en los que le población civil y las fuer- zas militares tienen normas precisas y las autondades unas funciones también específicas.

Al normatizar lo referente a la población civil se tiene que tener en cuenta la producción, que por las circunstan- cias tiene diferente carácter a la. del resto del país. Es por esto que la ley define la función que tienen los bienes materiales en el conglomerado social:

"4.) Los bienes de consumo que pertenecen a la Revolución como carne, etc., serán distribuidos dentro de los habitan- tes del territorio, en forma de atender sus necesidades, con- forme a los planes que harán las respectivas juntas de vereda y que se pondrán en práctica, tan pronto como sean aproba- dos por el Comandante de la Zona. 5 .) Las tierras, aguas, herramientas y deniás medios de pio- ducción de riqueza serán distribuidos entre los miembros de la población de acuerdo con los planes de trabajo y previsión y harán las Juntas de las veredas y que regirán

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cuando sean aprobados por el respectivo Comandante de Zona. 6.) Los productos serán distribuidos de acuerdo con las ne- cesidades de cada cual, una vez separada la participación necesaria para el sostenimiento de las Fuerzas Armadas".

Conceptos como "medios de producción" indican el alto grado ideológico que los revolucionarios tenían al re- dactar esta clase de normas. Pero es que aquí ya se estable- ce el principio de "cada quien según sus capacidades, a cada quien según sus necesidades". La situación de guerra y la claridad política de los revolucionarios pudieron producir esta clase de normas. El mismo hecho de funda- mentar la producción en las Juntas de Vereda nos indica el tipo de organización colectiva de la población bajo la influencia del movimiento armado.

En lo que se refiere a la vida de la familia se normatiza por fuera del control religioso y así se establece:

"1 6.) El matrimonio civil consiste en la libre unión del hom- bre y la mujer, y será reconocido y autorizado y al efecto se llevará la anotación en el registro. El matrimonio católico será respetado y reconocido igualmente para los efectos civiles. 17.) El matrimonio no es indisoluble. Por el contrario: las parejas pueden separarse cuando así lo resuelvan de acuer- do, y, en tales casos lo avisarán a la Junta de Vereda y esa al Comando para el registro del divorcio para fijar obligaciones de los padres con los hijos, según las circunstancias. 18). Cuando uno de los cónyuges solicite el divorcio ante el Comando, se le dará la protección del caso, a fin de que no sea obligado a continuar la unión contra su voluntad. 19.) Todos los hijos son legítimos y todos los hombres son iguales ante la Revolución. Las mujeres son iguales en dere- chos a los hombres".

El carácter del trabajo también es contemplado por la ley para darle su significado revolucionario en las condicio- nes que se viven:

"21 .) La principal obligación de la población civil es el tra- bajo, el cual se realizará según lo disponga la Junta de Vere- da conforme al plan que apruebe el Comandante de la Zona".

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En el socialismo, "quien no trabaja no come" y esto es lo que la norma indica en este caso como obligación de la población civil sometida a la Revolución. La economia, la producción, como fundamento de la existencia material de la población que habita el territorio de la Revolución es lo que tiene como fundamento la ley. Y por esto mismo, los bienes producidos cumplen la función social de la comuni- dad:

"23.) Es deber de los Comandantes de Zona y de las Juntas de Vereda liacer todo lo posible, buscando la cooperación de todos, para mantener las existencias de los productos y elementos necesarios para el abastecimiento de la pobla- ción civil y de las Fuerzas Armadas y para el crecimiento de la Revolución, y esto le da el derecho de ordenar todo lo que sea conducente para tal fin. 24.) Si algún sujeto alegando ser dueño de productos, artículos y elementos que sean necesarios para las Fuerzas Armadas o para alguno de los fines de la Revolución, se ne- gare a suministrarlos, o exigiere algún precio exagerado por ellos, podrá el Comandante, el Jefe o el Comandante de Zona, de acuerdo con la Junta de Vereda, expropiar los ele- mentos en cuestión, señalando la compensación que consi- dere justa, o sin indemnización alguna, según el caso".

Vuelve el criterio de utilidad social que han de tener íos bienes materiales dejando muy atrás el de la propiedad pri- vada.

Normatizados los deberes de los Comandantes en primer lugar, por estar en guerra, se pasa a determinar quién ejerce el gobierno y qué carácter ha de tener. Es, en consecuen- cia, un gobierno eminentemente popular ya que allí no hay sino pueblo. Los ricos han emigrado de la región o son per- sonajes que desde fuera de ella apoyan políticamente el movimiento con la esperanza de recuperar sus viejos privi- legios. Así, pues, el conglomerado social que abarca el movimiento es homogéneo relativamente y más en lo que respecta a la propiedad. Esto es lo que permite la constitu- ción de las "Juntas de Vereda" como centro de poder popular:

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"43.) El gobierno de la población civil se hará en primer grado por la Junta de Vereda; en segundo, por los Coman- dantes de Zona, y, por último término, por el Estado Mayor General y el Congreso, en la forma y del modo que se deter- minan en las disposiciones siguientes: el Comandante en Jefe tiene también algunas funciones de Gobierno. 44.) En cada vecindario o vereda habrá una junta de tres personas, elegidas libremente por el pueblo para un período de un año; a cuyo cargo estará el Gobierno del vecindario respectivo. 45.) Para ser elegido miembro de la Junta de Vereda se necesita: A) Ser mayor de veintiún años; b) No tener cuen- tas pendientes con la Justicia de la Revolución y c) Gozar de buena fama en materia de honradez, de prudencia, de lealtad a la Revolución.

Y para determinar lo que es o se entiende por "vereda" se tiene en cuenta el producto fundamental de la econo- mía, la carne:

"48.) Se entiende por vereda o vecindario el grupo de po- blación que se surte de carne en un mismo sitio de matan- za"

Es la determinación social por medio de la producción aceptando lo material como base de lo social.

Estas Juntas de Vereda son una especie de colectivos alrededor de los cuales gira el gobierno de nuevo tipo y tie- nen una reunión mensual para evaluar sus vivencias (art. 35) y en ella dar opiniones y hacer las críticas que corres- pondan utilizando el sistema de "cabildos abiertos". Como órganos de gobierno sus funciones son variadas y así las establece la ley:

"49.) Las Juntas de Vereda tienen las siguientes funciones: a) Organizar de acuerdo con el Comandante de la Zona los servicios de vigilancia o guardia civil en el vecindario, de patrullas y espionaje, de estafetas y comunicaciones, de baquianos, transporte y comercio, y todos los demás que sean necesarios; b) Mantener el orden en la vereda y orga- nizar la Policía de la misma, nombrando y removiendo libremente Agentes y Comisario; c) Hacer de acuerdo con el Comandante de la Zona los planes de cultivos y organizar

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todos los trabajos y la distribución de los productos; ch) Dar aviso al Comandante de la Zona de todos los frutos que se recojan en las cosechas, de todos los animales y demás bienes de la Revolución, existentes o que resulten en la vereda, y convenir con él o sus recomendados la contribu- ción del vecindario, para el sostenimiento de las Fuerzas Amadas y demás necesidades de la lucha; d) Solicitar del Comandante de la Zona los auxilios necesarios para la buena administración y el cuidado de las ganaderías, bri- gadas, etc.; f) Dar aviso inmediato al Comandante de Zona de cualquier indicio que se tenga del enemigo, o presencia de comisiones, etc.; g) Organizar el vecindario para su ocul- tación o huida, en casos de peligro; h) Organizar y hacer la enseñanza revolucionaria y la instrucción militar obligato- ria, de acuerdo con el plan que hará el Estado Mayor Gene- ral; i) Organizar los jurados que deben dictaminar sobre los delitos que se cometan en la vereda y pronunciar las senten- cias de primera o única instancia, conforme a lo que se esta- blece en los títulos sobre los delitos y las penas y adminis- tración de justicia en esta ley; j) Ordenar la detención preventiva de los sindicados por los delitos de cualquier clase que se cometan en el vecindario, o cuando los sindi- cados se refugien en él y mantenerlos con las seguridades del caso; k) Juzgar y decidir en todos los asuntos de desavenen- cias domésticas y en todas las diferencias por intereses par- ticulares, que se susciten entre los habitantes del vecindario; cuando la cuantía pase de mil pesos, la sentencia será apela- ble ante el Comandante de Zona; 1) Proveer los auxilios necesarios de las familias de otras veredas que necesiten refugiarse, y atender, de acuerdo con el Comando de la Zona a las viudas, huérfanos, inválidos, etc. y según lo esta- blecido en los artículos 10 y 11; 11) Organizar el comercio exterior e interior de la Revolución en la vereda y hacer efectivo el control de precios, todo conforme al plan del Estado Mayor General y a las disposiciones del Comandante de Zona; m) Cumplir y hacer que se cumplan las recomen- daciones sobre higiene que hará el Estado Mayor General y distribuir las drogas para enfermos cuando puedan suminis- trarse; n) Reunir cada mes los cabildos abiertos del pueblo de que trata el artículo No. 35, mantener informados a todos los vecinos sobre las medidas que se adopten y mos- trarles y explicarles las propagandas de la Revolución; ñ) Organizar la matanza, cuidando de que no se sacrifiquen reses hembras que sirvan para la reproducción y disponer la

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distribución de carne, en forma equitativa para todos; o) Mantener en comunicación con las demás Juntas de Vereda y con el Comandante de Zona; a fin de mantener información sobre los problemas generales y obrar de acuer- do en todo lo relativo a promover la acción revolucionaria y la conveniencia de todos en el vecindario; p) Controlar, de acuerdo con el Comandante de Zona, el tránsito a los pueblos y la entrega de individuos o familias al enemigo, dando parte inmediatamente en cada caso de que tenga noticia; q) Reunir a los vecinos el primero de abril de cada año para que hagan la elección de representantes al Congre- so que se reunirá el primero de mayo siguiente".

Tenemos en estas disposiciones la esencia de un gobier- no completamente popular y revolucionario en el que el campesinado mismo es la fuente y la representación de su propia historia en todos los órdenes de la vida social y económica. Es una práctica social generada en una situa- ción particular, pero que de haberse llevado al triunfo del movimiento, la sociedad colombiana hubiese tenido un cambio revolucionario en su estructura económica, y la formación social aquí desarrollada hubiese sido el pilar de la nueva sociedad, la sociedad socialista.

La caracterización que de la Revolución hace el movi- miento armado no es muy clara y es por esto que su con- tinuidad se circunscribía a los acontecimientos que sobre- viniesen a nivel nacional. En efecto así es definida:

"34.) La Revolución es un movimiento de liberación; por lo mismo, es obra de todos los que participan en ella. En consecuencia; toda persona del pueblo tiene derecho y está en el deber de proponer al Estado Mayor General, al Co- mandante en Jefe, al Comandante de la Zona o a las Juntas de Vereda, las ideas e iniciativas que considere convenien- tes, para que sean estudiadas".

Un movimiento de liberación responde a condiciones de penetración o invasión extranjera y tiene consecuencias políticas muy diferentes. El movimiento armado guerrille- ro de los Llanos Orientales, y en general el de todo el país, obedecía a una situación interna de contradicciones antagónicas en lo que se refiere a sus fuerzas productivas y

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por consiguiente a sus clases sociales en lo político, lo so- cial, lo cultural y lo miiitar. Que la violencia se amparase en el fenómeno partidista conservador-liberal, es apenas la forma en que se presentaba la contradicción en este mo- mento histórico concreto; el contenido de la lucha inter- partidista se encuentra en los intereses económicos de clase encubiertos por la ideología conservadora y la liberal. Esto explica el que los grandes jefes liberales no se hubiesen colocado al frente de la resistencia primero, y luego en la ofensiva del movimiento guerrillero; su conducta fue

.doble: por un lado hacían manifestaciones de apoyo "moral" al movimiento armado, pero soterradamente es- taban incitando a algunos sectores de las Fuerzas Armadas del régimen para que produjeran un golpe militar. Esa doble conducta era el resultado de la polarización de fuerzas y del poderío que iba adquiriendo la lucha armada de los campesinos bajo la dirección de ellos mismos, lo que amenazaba la conducción y el dominio político de la oli- garquía en sus dos ramas políticas, la conservadora y la li- beral. El "apoyo moral" solo era un recurso para mantener los hilos conductores. de su dominio ideológico sobre los guerrilleros liberales que mantenía siempre su vista puesta en la Dirección Nacional Liberal.

Ese dominio ideológico de carácter liberal es el que no permite que el movimiento tenga perspectivas realmente revolucionarias a pesar de lo avanzado de las normas que anteriormente hemos transcrito en sus partes que conside- ramos de mayor importancia para el análisis que hacemos aquí. Y esa dependencia política liberal es la que lleva a que el gestor y director de esas normas, al oponerse a la amnistía que el golpista Rojas Pinilla ofrece al movimiento guerrillero, sea ahogado por sus propios compafieros de lucha revolucionaria. Por este mismo fenómeno político es que la guerrilla de los hermanos Bautista es diezmada y ellos asesinados; la guerrilla de estos campesinos se alejaba cada vez más de la orientación liberal para asumir un carác- ter verdaderamente popular y por esto los otros dirigentes guerrilleros liberales no podían soportarlo y tramaron su desaparición. En los Llanos Orientales no podía prosperar, por las condiciones sociales antes analizadas, una guerrilla en vía hacia supolitizacióncomunista.

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Cuando todo esto sucedía tanto en el movimiento gue- rrillero de los Llanos Orientales, como en el del resto del país, cuando su ascenso ya era incontenible, se produce el golpe militar del General Rojas Pinilla. El golpe rojista salva a la oligarquía conservadora-liberal colombiana. En efecto, contiene el avance popular del movimiento guerri- llero que de liberal se estaba convirtiendo en revoluciona- rio; el golpe, como lo analizamos en seguida, desvía las luchas populares.

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CAPITULO V

LA DICTADURA

1. Contenido del gobierno dictatorial

Para caracterizar al gobierno dictatorial del general Rojas Pinilla es necesario conocer qué fuerzas económico- sociales y políticas representaba el personaje.

Rojas Pinilla era un elemento militar oriundo del depar- tamento de Boyacá y de filiación conservadora, natural- mente. Se había distinguido por su preparación militar y los conceptos políticos que manejaba.; además, era de absoluta confianza de las fuerzas belicistas norteamericanas bajo cuya dirección había recibido cursos como todo oficial en estos países dependientes del imperialismo norteamericano. Rojas no se distinguía de los demás generalotes que en ese momento detentaban el poder polí- tico en los otros países del continente latinoamericano incitados por el Pentágono; por esto, era la ficha que se podía utilizar para la política anticomunista norteamerica- na para nuestro país, política que se extendía a toda el área geográfica de su influencia. La década de los años 50 fue de una agresividad, no conocida antes, por parte del imperialismo ante la consolidación del bloque socialista y del triunfo de la Revolución China. Por esto era necesario reforzar sus "traspatios" como llama a los países de nues- tro continente. La década del 50 fue casi completamente caracterizada por gobiernos militares en América Latina.

Estas circunstancias tenían que producir un gobierno rojista de corte anticomunista cuyo objetivo fundamental era de "campos arrasados" en donde quiera se detectara movimiento "comunista". La mayoría de los grupos polí- 144

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ticos y lógicamente las guerrillas liberales no podían si- quiera imaginar la esencia política del general; en efecto, lo predominante del enfrentamiento violento era la lucha in- terpartidista conservadora-liberal en la que lo conservador tenía el poder y la mayor fuerza represiva. El comunismo no era fuerza notable dentro del enfrentamiento y por esto la represión conservadora no era marcadamente anticomu- nista sino contra los liberales. No es la circunstancia de que Rojas hubiese sido el Comandante militar cuando se asaltó la casa liberal de Cali y se masacró a las masas liberales, ni que hubiese sido ferviente partidario de llevar el Ejército colombiano a la guerra de Corea, o de que participase en la cesión de "Los Monjes" a Venezuela, lo que lo hubiese caracterizado como conservador anticomunista en su go- bierno. Son los intereses económicos y su consiguiente ideología lo que produce un gobierno anticomunista y re- presivo en cabeza del general, sus áulicos y su familia. Con estos elementos se produce el golpe militar al gobierno conservador que venía sosteniendo con las armas.

Tanto la oligarquía conservadora en el poder como la oligarquía liberal desplazada temporalmente de él no podían tener contradicciones antagónicas con los intereses económicos que representaba el general. Las Fuerzas Armadas son el brazo militar de una clase determinada y, en el caso concreto, esa clase de la cual lo era el ejército, era la oligarquía conservadora-liberal. El pueblo, en franca lucha contra el régimen, contra el gobierno conservador, no lo estaba contra la clase dominante como tal; la guerri- lla campesina y popular había nacido para defender a los perseguidos no para derrocar a las clases dominantes, a la oligarquía como clase. Rojas representaba a la clase domi- nante como totalidad no como parte y -por esto obtuvo el consenso de los dirigentes políticos más representativos de ella. Si el dirigente ideológico de la oligarquía liberal Dario Echandía calificó el golpe rojista como "golpe de opinión", fue, precisamente, porque favorecía los intereses generales de la clase dominante, los grandes industriales, comerciantes y terratenientes, las entidades bancarias y financieras del capital colombiano y extranjero. El pueblo, las grandes masas, recibieron el golpe como un alivio a su situación de violencia que era en ese momento lo más sen-

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tido por ellas. El consenso al golpe fue casi unánime por la globalidad del contexto político que no era de enfrenta- miento clasista expreso sino encubierto por la careta parti- dista.

En otro plano, y teniendo en cuenta que los golpes pala- ciegos y militares llevan en forma predominante el ascenso familiar, hay que tener en cuenta que la familia Rojas per- tenecía a esos estratos medios que se encuentran en per- manente asecho a fin de lograr subir "escalas" sociales y equipararse a la clase dominante. En este contexto, un golpe político hace creer a esa clase de familias que el hecho es algo providencial, algo de tipo mítico o religioso. Estos estratos medios son profundamente supersticiosos y utilizan lo religioso para justificar su conducta en todos los órdenes, mayormente en el del ascenso social. Rojas creyó que era la Providencia quien lo había situado en la silla presidencial para salvar a "su" pueblo.

Con el golpe rojista, las guerrillas replantearon su lucha por cuanto no podían entender sus jefes la real naturaleza del golpe, y porque, como ya se dijo, no se pretendía tomar el poder político y dar una alternativa nacional al existente, sino que, por el contrario, se buscaba derrocar el gobierno para volver al de tipo liberal que asumiera las posiciones de los años 30 al 45. Esto es lo que explica por- qué:

"...dos días con sus noches el pueblo bailó, cantó en las calles y brindó por la caída del aborrecido régimen de la dictadura gomista". (Enrique Cuéllar Vargas. 13 años de violencia).

Veamos, entonces, las consecuencias del golpe en el mo- vimiento guerrillero y, en especial, en el de los Llanos

. Orientales, el de mayor poder nacional en ese momento.

2. La Guerrilla y el Golpe Rojista

"Salimos de la Mata de la Perdida el 19 de junio del 53. Del golpe del 13 de junio del General Rojas no sabíamos nada.

. Arrancarnos en grupos para nuestros diversos frentes y, con

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planes bien determinados. Empezaron a revolotear avione- tas arrojando una lluvia de papelitos por todas partes. Era un boletín informativo de la Presidencia de la República. Anunciaba la caída del doctor Laureano Gómez y Roberto Arbeláez. El gobierno era militar. El General Gustavo Rojas Pinilla había tomado el poder. Mandaba en la República y pedía paz anunciando justicia y libertad para quienes depu- sieran las armas. En Venezuela se 'suspenden las negociaciones con Pérez Ji- ménez para comprar armamento a cambio de ganado para fundaciones de exiliados, porque ya hay gobierno militar en Colombia. En Puerto López, el cojo Laurentino Rodríguez (comprometido en el asesinato de los hermanos Bautista) y González Olmos (quien se negó a asistir al Congreso) y Campo Elías Ruiz toman la iniciativa y se van a Sabanalarga a convencer a Guadalupe Salcedo, el recién nombrado Co- mandante General, a que vaya con ellos a Puerto López a entrevistarse con el coronel Olivo Torres Mojica, comandan- te del Batallón Vargas 21 de Apiay. Entran al batallón y son muy bien atendidos por el ejército. Hay derroche de trago, brandy y whisky. Sin consultarle a nadie, Guadalupe se compromete a entregar las armas sin más. Llega la noticia a sus tropas guerrilleras que se disper- san dejando las armas con un cuidandero, en un rancho en la Angelereña. Nuestro jefe máximo seguía derrochando presencia en los puestos militares y los militares que se habían enriquecido moviendo ganados, derrochaban licores por todas partes. Los hermanos Fonseca, que se habían reti- rado violentamente del Congreso, ahora procedían con audacia para organizar la entrega incondicional y fracciona- da de las guerrillas. Ante tal anarquía y desconcierto, yo como vicepresidente del Congreso Revolucionario y como secretario de las guerri- llas de los hermanos Bautista y como combatiente de esas guerrillas formadas bajo el mando de Tulio Bautista y en Sabanalarga y Aguaclara, sin consultarle a nadie procedí por la gravedad de las circunstancias y del derecho que me asis- tía, a escribir al periódico 'El Tiempo', al comandante del Batallón Vargas 21 y al General Gustavo Rojas Pinilla, para comunicarles que si había voluntad para hacer la paz y nor- malizar la República, en las filas revolucionarias había moti- vos y suficiente patriotismo para hacerlo, precisamente por- que no eramos simples bandoleros como nos venía tildando toda la prensa". (Carlos Neira Rodríguez. Reportaje. Revis- ta Trópicos No. 6).

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Esta es la radiografía exacta de la ideología del movi- miento Guerrillero de los Llanos Orientales. Un movimiento de tipo popular con ideología liberal no podía tener otra perspectiva que la de caer en lo que el entrevistado y actor fundamental del movimiento cuenta en la revista muchos afíos'después, cuando el tiempo ha podido decantar los acontecimientos. Escribir al periódico de la oligarquía, "El Tiempo", al mismo General, y ofrecer sus sentimientos de "patriotismo", son las expresiones típicas del hombre del pueblo completamente desorientado ideológica y política- mente. El único personaje de importancia que se opone a lo que los demás dirigentes hacen, el presidente del Congre- so, a pesar de su investidura no logra absolutamente nada en favor de sus tesis. Es el abogado Alviar Restrepo, el autor de la ley que analizamos, el hombre que entiende el fondo de la problemática, pero trágicamente solo en este maremagnum liberal. El es víctima de la ideología liberal del movimiento que lo colocó en la presidencia de su Con- greso:

"Viajé luego al campamento del Almacén en Iguaro, al pie del cerro. Allí me encontré con el doctor Alviar Restrepo, mientras que Guadalupe Salcedo, González Olmos, Campo Elías Ruiz, el cojo Laurentino Rodríguez ya estaban nego- ciando verbalmente la paz. .. Ellos se hicieron trasladar a Monterrey en un Douglas de la Fuerza Aérea. Desde allí nos mandaron llamar al Almacén donde nos encontrábamos con el doctor Alviar Restrepo y cien hombres armados con fusi- les. Llegamos a Monterrey y salió a recibimos el comandan- te del puesto, el sargento Caicedo (el mismo que comanda- ba el puesto militar de Caño Arenoso en la vía San Luis de Gaceno y que los tres grupos de los hermanos habíamos atacado el 5 de agosto de 1952, con poco éxito para noso- tros). Entrando al puesto el doctor Alviar increpaba al ejér- cito de traidor y de falso al gobierno militar. El doctor Alviar no quería la paz, la consideraba como una traición, como un engaño para poder matar más fácilmente a los jefes liberales (y no se equivocaba porque poco después Vi- llarrica y otras regiones fueron brutalmente arrasadas y asesinados los mejores jefes de las guerrillas llaneras) ... "...Salirnos del puesto militar de Monterrey, volvimos al Al- macén (donde hoy es Villacarola, caserío fundado en honor a la esposa del general Rojas). Allí nos reunimos a deliberar

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muchos jefes guerrilleros, bajo la dirección del doctor Alviar Restrepo, sobre cómo se debía hacer la paz y si se entrega- ban las armas o no. El doctor sostiene que las armas no se deben entregar porque sería una traición al partido liberal, puesto que era seguro de que los godos no cumplirían ningún pacto como ya estaba probado y menos estando Pabón Núñez, exrninistro de guerra, de por medio. Yo me acordaba de la paz grande del doctor López Pumarejo, firmada y bien pactada con plenipotenciarios internaciona- les como testigos. "En estas andanzas y conversaciones andaban las guerrillas por el llano. Guadalupe Salcedo y yo, Carlos Neira, acom- pañados por militares resolvimos recorrer todos los coman- dos, uno por uno, para realizar consultas. Volamos a la An- gelereña, a las Delicias, a Orocué, a las bocas del Tomi, a Tame, a Arauca, a San Martín. Todos los chusmeros estaban de acuerdo en hacer la paz y entregar las armas; pero a la hora de recoger las conclusiones nos faltaba nuestro dirigen- te intelectual: el doctor Alviar Restrepo lo habían ahogado o lo habían dejado ahogar (?) en el río Guayuriba, cuando iban a Puerto López a sacar unas copias de la ley revolucio- naria. Lo cierto es que desde hacía rato el coronel Torres Mojica venía sugiriendo que le entregáramos amarrado al doctor Alviar para meterlo en Sibaté o enjuiciarlo. El mayor de marina Millán puso una lancha a buscarlo y encontraron su cadáver enredado en un caramero de madera. En Marayal se le dio sepultura como a un simple soldado. Alvaro Parra fue el único jefe guerrillero presente que lloró su desapari- ción para desgracia del pueblo colombiano". (Idem).

Vemos cómo el mismo abogado sostenía la palabra libe- ral para reafirmar conceptos revolucionarios; y el jefe gue- rrillero entrevistado añora las épocas liberales de López Pumarejo. Si esto se daba en los jefes, encontrar que las masas pudiesen entender otra cosa, es algo ilusorio, idealis- ta. Si el "dirigente intelectual" era liberal, también, la dife- rencia con los otros jefes liberales del momento estribaba en que él sí se había colocado al frente de las masas libera- les, a la manera de los miticos jefes de las guerras civiles del siglo pasado, pero sin los "ilustres" apellidos de esos jerar- cas y patricios de la tierra y el comercio dieciochescos. Si hubiese tenido los apellidos de los "Acosta" los "Uribe", Mosquera o Santos, sus criterios se hubiesen impuesto y la guerra hubiese sido una realidad, pero no una realidad

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revolucionaria sino una realidad liberal. Su muerte es la consecuencia del igualitarismo liberal idealista que no le permitió siquiera ser jefe militar:

"Por tal motivo buscarían la forma de deshacerse de él, lo que hicieron ahogándolo en el río Guayuriba, porque como dijera el Coronel Torres Mojica, era '...el obstáculo que se presentaba para la entrega de armas...'. Sobre este hecho, continúa la revista citada: '...para realizar la entrega se debió a la misteriosa muerte de ese señor que se llamaba Alviar Restrepo. Eso dicen los que navegaban con él esa noche por el río Meta ... con él iban Humberto Paredes y Alvaro Parra ... En la orilla del río se encontraban algunas personas a esas horas de la noche, frente a Puenteadero. Y en el momento en que accidentaron la muerte de él, al voltear la canoa, y cuando se dio cuenta que era una muer- te premeditada y les conoció la traición, les gritó: ¿por qué me traicionan ... por qué no me salvan hijueputas, porqué me traicion an... ? Los otros lograron salir. Se salva- ron. El fracasó...". (Citado por Justo Casas en La violencia en los Llanos Orientales. Comando Hermanos Bautista. Ecoe).

Y la guerrilla de los Llanos Orientales se entregó porque sus banderas habían sido arriadas, sus pretensiones eran acogidas y dejaba de tener el piso que le dio vida:

"A las 10 en punto zumbaron los aviones y empezaron a de- sembarcar oficiales de toda graduación con M2 terciados y curiosos de conocer el Estado Mayor de la chusma, que eran sus indomables enemigos. Se nos hizo formar en dos filas al frente de una tribuna improvisada. Allí se instalaron Duarte Blum, Alberto Muñoz, Sáiz Montoya, Torres Mojica y otros oficiales que nos señalaban con el dedo a cada uno de nosotros como identificándonos. "Tomó la palabra Duarte Blum: -buenos días, guerrilleros (no nos dijo ni chusmeros, ni bandoleros, ni nada parecido). Luego se bajó de la tribuna y empezó a estrechar la mano de cada uno. Volvió luego a hablar: con calma repitió las promesas del general Rojas Pinilla, empeñando su palabra de honor de que si se deponían las armas cesaría toda per- secución, se disfrutaría de toda libertad". (Trópicos. Idem).

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La ideologia liberal se expresa en el documento que desde "Farallones" le envían Jorge Enrique Fonseca Galán, Eulogio Fonseca Galán, Carlos Roas Carreño, Saúl Sar- miento, Luis Obdulio González R., Julio Alberto Téllez D., Segundo Antonio Téllez D., Juan de Jesús Romero y Eduardo Vicente Fonseca Galán, al general Rojas Pinilla:

"Excelentísimo Señor: Con relación a los acontecimientos sucedidos el día 13 de los corrientes en los cuales Vuestra Excelencia asumió la Presidencia de la República, los suscritos Comandantes Revolucionarios de las Fuerzas que actúan en la zona com- prendida entre los ríos Unete y Chitamena en los Llanos y Unete y Túa en el Cerro, incluyendo la zona de la carrete- ra de Sogamoso-Agua Azul, manifestamos: "1. Estar de acuerdo con las tesis que Vuestra Excelencia anunció al pueblo colombiano al asumir la Presidencia de la República. "2. Estar dispuestos a tratar con el Gobierno que preside Vuestra Excelencia, lo relacionado con la pacificación de esta región sobre las siguientes bases: a) Que el Gobierno garantice al pueblo de Colombia' el pleno goce de sus derechos ciudadanos y colectivos consa- grados en nuestra Constitución. b) Que el Gobierno decrete una Ley de Amnistía para los delitos políticos cometidos a partir del 9 de abril de 1948. c) Que el gobierno facilite con plenas garantías el pronto re- tomo al país de los exiliados políticos. d) Que se destine una suma de dinero suficiente para reme- diar la penosa situación económica que afronta la totalidad de los habitantes de las regiones afectadas por la violencia. "3. Al enteramos del cambio de gobierno y de las garantías ofrecidas por Vuestra Excelencia ordenamos suspender hostilidades contra las Fuerzas Armadas del Gobierno que ocupaban Tauramena, Recetor, Chámeza, Vado-Hondo, Ranchería, Corinto, Huerta Vieja, Pajarito, Boquerón y Cupiagua. Al presentar a Vuestra Excelencia, nuestro respetuoso salu- do, hacemos votos porque la paz, la justicia y la libertad reinen en Colombia cuanto antes, como todos los hombres de buena voluntad lo deseamos". (Eduardo Umaña Luna. Colección Guzmán. La violencia en Colombia. Tomo II).

Quien hasta el día anterior estaba al frente de las Fuerzas Armadas del Gobierno represivo y fascista, se con-

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vierte, al otro dia, en "Su Excelencia", garante de las ,libertades del hombre y de sus derechos ciudadanos. El concepto de "los hombres de buen? voluntad" sirve para los análisis del humanismo idealista pero no puede encon- trarse en las condiciones de la guerra revolucionaria y ni siquiera de la guerra defensiva. Se considera al general como algo que fuese suelto dentro de lo social, como una pieza suelta dentro del engranaje del sistema y del gobierno que terminaba su período por el golpe del mismo elemento que lo sustentaba en todas sus manifestaciones. Un "res- petuoso saludo" se envía a quien llevaba años de saludar al pueblo liberal a punta de cañonazos, fusil y bayoneta. ¿Podrá haber mayor desorientación politica que ésta? Claro que el suceso lo veremos reproducido más tarde.

Y la entrega de las armas se lleva a cabo dentro de un ambiente de regocijo entre las partes contendientes porque cada una entendía en forma diferente lo que había alcan- zado: El Gobierno, representante de la oligarquía liberal- conservadora, entendía que había vencido a los campesinos "revoltosos", a la "chusma", a los "bandoleros"; y los guerrilleros pensaban y creían que habían logrado la "paz", e1 derecho a una vida mejor, a la tranquilidad y al derecho al trabajo.

"Llegó el 15 de septiembre de 1953, un día esplendoroso de sol y mucha tristeza en nuestras almas. Se cubrió el cam- po de aviones y una multitud de oficiales y civiles. Había periodistas, profesores, hermanas de la caridad, cruz roja, doctores ... En una gran portada de palma un letrero que decía 'Monterrey llave de la guerra y sello de la paz'. De pronto un toque de corneta y a lo lejos empezaron a desfi- lar saliendo del monte las filas de hombres, mujeres y niños, con sus armas, en un chorro interminable. Gente y más gente armada que llenó de asombro a los militares que creían que ya el llano estaba despoblado y las guerrillas casi derrotadas. Que solo en Monterrey se presentaron más de tres mil civiles y unos ochocientos guerrilleros ... fuera de las entregas que hubo posteriormente en cada comando por separado: unos siete mil guerrilleros en total. Estos desfiles fueron una demostración de que el Llano hubiera sido invencible si hubiera tenido cabezas intelectuales al frente y con capacidad política para derrotar a la dictadura con- servadora.

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Al frente de las guerrillas se pusieron Guadalupe Salcedo, Dumar Aljure, Marcos Parrales, Luis Torres, Ignacio Gonzá- lez, González Olmos, Rafael Calderón, Araminta Arias, Lau- rentino Rodríguez en muletas. A la cabeza de los civiles me puse yo, Carlos Neira Rodríguez. González Olmos se dirigió al general Duarte Blum y dijo: general, señores y señoras, en representación de las guerri- llas de la séptima zona, hago entrega de estas armas bajo el pabellón de la República. Hubo aplausos de militares, gue- rrilleros y civiles. Luegome tocó a mi leer un discurso en nombre de toda la población llanera en el que pedía que el gobierno cumpliera su palabra y que además mirara por la libertad de los presos políticos y por una reforma agraria con cooperativas y colegios y universidades. Al terminar, un periodista me pidió el texto. Yo se lo alar-

. gué; pero el general Duarte exclamó: tráigame ese discurso que yo tengo que sacarle una copia. Nunca se dio a la publi- cidad. Escenas como estas se volverían a repetir en Cupiagua, donde los hermanos Calderón entregaron las armas de 533 guerri- lleros, en Cantaclaro (San Martín) donde se presentó Dumar Aljure con su gente, en Tame, en Orocué, en Nunchía ... Fue así como se abrió. de par en par una nueva era: abigeato por el Ejército que daba al traste con la industria ganadera, las vegas de los ríos plagadas de minifundio miserable, arraza- miento de la flora y la fauna, mucho aguardiente y más corrupción ... ahora emporio de la coca y la marihuana. Nuestros jefes fueron cayendo asesinados uno a uno. Eso fue así?'. (Carlos Neira Rodríguez. Trópicos No. 6).

Un total de 3 1 "cabecillas bandoleros" se entregaron según la lista del coronel Hernán Padilla Silva, en Monte- rrey, encabezados por el jefe de la Revolución de los Llanos, Guadalupe Salcedo Unda (a. El terror del Llano, como le apellidaban los militares y el gobierno).

Entre los militares había unos que seguían considerando a los guerrilleros como criminales y bandidos, mientras los de más alta jerarquia y ya'en el gobierno militar con funciones políticas, los trataban en forma diplomática llamándolos "guerrilleros". Es la forma a fin de obtener de ellos la máxima confianza y luego eliminarlos bajo diferen- tes pretextos.

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Con la transcripción y análisis de los documentos antes relacionados queda muy nítido la esencia ideológica y polí- tica del gran movimiento armado de los Llanos Orientales y consecuentemente la razón de su entrega. La ideología liberal, la de la propiedad privada sobre los medios e ins- trumentos de producción y trabajo, guiaba fundamental- mente la lucha de estos hombres y mujeres organizados a esos niveles. Lo de la "socialización" de la producción y la economía en las regiones dominadas por el movimiento obedecía a las condiciones particulares de la guerra; termi- nada ésta por los motivos ya dichos, las formas comunita- rias de la economía desaparecen porque desaparece su causa.

No pasó mucho tiempo para que todos los que participa- ron en el movimiento guerrillero de los Llanos pasasen de la euforia de la amnistía a la desilusión y la amargura ante las promesas gubernamentales incumplidas; la represión a los descontentos se produce rápidamente a la manera de aquellos comuneros de El Socorro que capitularon en Zipa- quirá 124 años atrás. Reiniciar la lucha contra la dictadura rojista exigía ya otros elementos y la oligarquía ya estaba prevenida, de manera que el pueblo tenía que esperar otra oportunidad.

En las otras regiones del país, en donde las guerrillas tenían otras manifestaciones también hubo entrega de armas y acogimientos a la amnistía de la dictadura. Y en donde algunos grupos no aceptaron la entrega de las armas, los jefes liberales pasaron a ser apoyo incondicional del nuevo régimen en la persecución a los desobedientes. Pero, en todo caso, la tendencia predominante fue la entrega porque el movimiento guerrillero seguía siendo liberal.

Sin embargo, la excepción también se da en esta clase de fenómenos sociales. En el Tolima quedan algunos grupos guerrilleros que no creen en las promesas del nuevo gobier- no y, por el contrario, consideran que será más represivo. Entre quienes se acogen y entregan sus armas se puede citar a la guerrilla de Emilio Gordillo (a. sargento "Vene- no") y Leonidas Borja ("El Lobo"). Incluso la guerrilla de Juan de la Cruz Varela se entrega.

En Santander, la guerrilla de Rangel Gómez también entrega sus armas; con las guerrillas de Maceo, Ité, Puerto

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Nare y Anorí comandadas por Trino García ("Sombrane- gra") y Piedrahita que también se entregan, se desmantela el movimiento en esta región; en Cundinarnarca se entrega la guerrilla de Drigelio Olarte en Yacopí.

La guerrilla comunista del Sur del Tolima sigue el proceso de excepción como lo cuenta Guaraca:

"Nosotros, dice Guaraca, salimos en comisión hacia el Huila con Charro Negro que era nuestro Comandante en El Davis. Por allá nos sorprendió el golpe militar que llevó a Rojas Pinilla al poder. Se produjo la amnistía para todos los levan- tados en armas. "Cuando regresábamos en busca de El Davis, nos encontra- mos con los miembros de ese comando que se había reple- gado a un sitio que se llama Montalvo. Ibamos como unos ochenta guerrilleros en junta del Comandante Manuel Maru- landa. En la dirrección de El Davis venían Isauro Yosa, que era el Comandante General; Melco, Timochenco, Ave Negra y muchos otros del Estado Mayor. Ellos eran como ciento cincuenta. Estaban acampados a orillas del río Montalvo. Al día siguiente ellos llamaron a Charro Negro y a Manuel Marulanda y estuvieron reunidos tres días, v acordaron una serie de planes sobre los cuales iban a seguir luchando de ahí en adelante. Al siguiente, el propio Charro Negro fue a donde estábamos y nos hizo formar a todos. Seguidamente nos dijo: -Se acaba de posesionar un gobierno militar presidido por el General Gustavo Rojas Pinilla. El ha decretado un indulto para todos los levantados en armas. La dirección del movi- miento tiene planes a seguir. En consecuencia a nosotros nos corresponde cumplir parte de esos planes. Pero como todos ustedes tienen sus familias en El Davis, quien quiera ir por ellas y dejarlas en las fincas, pueden hacerlo. Y quienes quieran seguir en la lucha con nosotros, pueden también ha- cerlo, pero que sea en forma voluntaria y consciente para que más adelante no se arrepientan. Los que quieran seguir en la lucha con nosotros, que den un paso al frente. En formación estaban ochenta guerrilleros que iban con Charro Negro y Marulanda Vélez. Solo nueve dieron un paso al frente, entre ellos Jaime Guaraca. Entre los ochenta estaban también los hermanos de Jaime: Marco Antonio y Jesús. Ellos manifestaron su deseo de irse de nuevo a El Davis por sus padres y hermanas. Entonces solo quedaron nueve gue- rrilleros en compañía de Charro Negro y Marulanda Vélez,

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en ese momento. De los que se fueron a El Davis muchos se quedaron y solo unos pocos regresaron a continuar en la lucha. Charro Negro fue claro: "Nosotros hemos decidido continuar en la lucha porque sabemos que este no es el gobierno que necesitamos los co- lombianos. Son los militares quienes han tomado el poder y por lo tanto ellos también nos van a seguir persiguiendo. Eso va a suceder en un tiempo muy corto. La amnistía o indulto es solo una jugada y una trampa para tratar de acabar con el movimiento guerrillero, para ver quienes caen en esa trampa, para acabamos por medio del engaño ya que no nos han podido acabar por medio de la persecución y la fuerza. Por eso nosotros hemos decidido seguir en la lucha y no caer en la trampa '. (Carlos Arango- Z. FARC. Veinte Años. De Marquetalia a la Uribe. Ediciones Aurora. Bogotá).

Nos encontramos aquí con otra clase de movimiento guerrillero. En primer lugar su dirección colectiva en ddnde para tomar una decisión hay reunión y discusión como lo afirma Guaraca. Tres días para deliberar sobre la nueva situación política del país, a diferencia de la decisión personal de Guadalupe Salcedo en los Llanos. Y un criterio claro y revolucionario sobre el carácter del nuevo gobiernoy el engaño que se puede ver en la amnistía. A estos guerri- a",-..-

gUUA.-

lleros sí les sirvió la historia de las amnistías en nuestro país. Por otra parte la notificación a los guerrilleros de que la nueva etapa requiere una voluntad consciente para poder seguir la lucha.

Ante la negativa de los guerrilleros comunistas o "comu- nes" como los llamaban los guerrilleros liberales que se titulaban "limpios", la persecución se inicia y son estos mismos "limpios" los que se colocan al frente del ejército del gobierno para llevarla a cabo. Los guerrilleros liberales Leopoldo García, capitán "Peligro" y Jesús María Oviedo, "Mariachi", asumen la dirección de la persecución a los " comunes". Como estos guerrilleros liberales tenían la in- fluencia suficiente sobre los campesinos y el apoyo y finan- ciación de los dirigentes liberales del departamento, la situación para los que se negaron a la entrega se tornó muy difícil. No pudieron sostenerse en las áreas en donde'se venían desempeñando y tuvieron que huir hacia el sur, pe- netrar en lo más profundo de las montañas' del Cauca,

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alejados de todo contacto con la civilización. Allí se ubica- ron Charro Negro y Manuel Marulanda a quienes acompa- ñaba Guaraca. Por allí los volveremos a encontrar más ade- lante.

3. La represión dictatorial rojista

El problema de la violencia y del movimiento guerriilero no era, y no lo ha sido nunca, de gobernantes o de qué partido es el que gobierna. El problema de la violencia y del movimiento guerrillero es el producto de la lucha de clases de nuestro país en su particularidad. Si ese movi- miento crece o se disuelve temporalmente, es algo que tiene que ver con Ias condiciones orgánicas de las clases antagónicas a la clase capitalista y terrateniente liberal- conservadora. La historia de las amnistías a quienes se levantan contra la opresión en movimientos armados, es la historia de los hitos en la lucha del campesinado persegui- do por la oligarquía. Momentos históricos particulares están signados por la lucha armada de nuestro pueblo.

El general Rojas no podía terminar, ni con la violencia ni con el movimiento guerriilero, así dijera que gobernaba en nombre de Cristo y que era el enviado de la Providencia. Cuando los campesinos manifestaron y expresaron sus reivindicaciones, la dictadura rojista no tuvo contemplacio- nes para reprimirlos con la fuerza de sus armas y sus hombres.

El gobierno rojista se inició con los mismos personajes políticos que venían dirigiendo la violencia antiliberal y con la misma oficialidad que venía empeñada en terminar con las guerrillas liberales. Solamente había cambiado el titular de la Presidencia. Esa camarilla gobernante vio abiertas las puertas del enriquecimiento personal, no el de clase. El mismo Rojas fue objeto de inmensas y variadas donaciones, particularmente en el ramo de la ganadería y la tierra. Sus secuaces y familiares medraron a su alrededor y quien se opusiese a sus designios y latrocinios era elimi- nado o desterrado. Cualquier cabo del ejército se creía con derecho para cometer toda clase de tropelías porque "los militares estamos mandando". El imperio de la bota militar

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se extendía por todo el país como un virus mortal. Y como Rojas era un conservador de partido, la violencia guberna- mental volvió a ser antiliberal. El ambiente social se torna cada día más conflictivo. La agitación antidictatorial se agudiza por la combatividad estudiantil y hace crisis en las manifestaciones del 8 y 9 de junio de 1954 con ocasión de las tradicionales conmemoraciones del estudiantado en re- cuerdo de sus mártires. En esos dos días fueron asesinados por las tropas de la dictadura trece estudiantes y heridos muchos. Inmediatamente el régimen colocó como blanco de la represión a los "comunistas" y los arrestos y torturas no se hicieron esperar más.

"En noviembre de 1954 empezó la persecución militar contra los campesinos del oriente del Tolima. Allí, sobre todo en la región de Villarrica. zona de colonización cafete- ra, se había formado un movimiento campesino amplio influido por el Partido Comunista. Con el pretexto de la persecución a los comunistas la dictadura de Rojas sometió a la numerosa población campesina a una verdadera guerra de destrucción. El 4 de abril de 1955 el gobierno, mediante decreto, declaró "zona de operaciones militares" a los mu- nicipios de Villarrica, Cabrera, Cunday, Pandi, Icononzo, Carmen de Apicalá, Venecia y Melgar. Después de una resis- tencia prolongada contra la ofensiva militar llevada a cabo por seis batallones apoyados por la aviación, el campesinado se vio obligado a replegarse luego de haber sufrido inconta- bles pérdidas humanas y materiales...". (Medófilo Medina. La protesta Urbana en Colombia en el siglo veinte. Edicio- nes Aurora. 1984. Pág. 90).

El general se consideró y constituyó en el nuevo "salva- dor" y empleó a fondo todos sus recursos bélicos a fin de exterminar todo conato de protesta. El método para deshacerse de sus enemigos no podla ser otro que el asesi- nato y para ello, la casta militar organizó bandas de ase- sinos a sueldo que posteriormente la gente llamó "pájaros" por el hecho de que eran mercenarios que iban de un lugar a otro, como "volando" a cumplir su misión criminal de exterminar a todo aquel que no fuese adicto a los milita- res en el poder. Se comenzó con los comunistas, prosiguió

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la tarea con los liberales y se llegó a los conservadores que cuestionaran el régimen dictatorial.

Para este entonces las ciudades poseían una población muy elevada como efecto de la violencia anterior; el cam- pesinado perseguido carecía de dirigentes que asumieran su defensa y dirección; más aún, la dirección de la lucha polí- tica contra la dictadura la toma la misma oligarquía con el pretexto de que el país es "civilista". La oligarquía toma esta actitud, no porque la dictadura le perjudicase material- mente sus intereses, sino porque la casta familiar y militar del dictador, le disputaba su dirección política. En efecto, la familia presidencial y las de sus áulicos iban tomándose las posiciones tradicionales de la oligarquía tanto en lo po- lítico como en lo social y lo cultural. Ante esta situación, la clase oligárquica tenía que reaccionar y así lo hizo orga- nizando un movimiento en contra del régimen dictatorial con los elementos políticos de sus "tradiciones democráti- cas". La oligarquía liberal y la oligarquía conservadora convergen ante quienes disputan su dominio ideológico, político, social y cultural.

Mientras en el Tolima se resistía la violenta arremetida de las Fuerzas Armadas, en el Valle los "pájaros", protegi- dos y auspiciados por oficiales, suboficiales y autoridades civiles y eclesiásticas, van dejando un reguero de muertos, especialmente liberales y comunistas. El clima de violencia va en permanente aumento y en los Llanos Orientales algu- nos quisieron reorganizar el movimiento guerrillero para lo cual se dirigieron al excomandante Guadalupe Salcedo en la siguiente nota:

"Unión Revolucionaria, enero 8 de 1957. Villavicencio. Sr. Capitán Revolucionario: Guadalupe Salcedo Unda. "Estimado señor y amigo: El movimiento denominado 'Unión Revolucionaria' presen- ta a Ud. su cordial saludo de Año Nuevo, deseando que éste sea el año de la adquisición de las libertades tan deseadas por los hombres del Llano como todos los demócratas. Y sea esta la oportunidad para someter a su consideración al- gunos aspectos que consideramos requieren el estudio cuidadoso de todas las fuerzas revolucionarias de esta sec- ción del país...". (La violencia en Colombia. Tomo II).

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Luego de hacer un recuento de la situación de las gentes del llano y del "robo" del ganando a manos de la oficiali- dad del ejército del gobierno y de la complicidad de éste a través de la entidad denominada "SENDAS" que compra- ba ese mismo ganado, cuestiona la política del gobierno rojista que ha intensificado la violencia en todo el territo- rio del país y en especial en el departamento del Tolima en donde la situación de los campesinos es angustiosa:

"... A nuestro juicio, son estas las causas que han determina- do el renacimiento de la acción guerrillera en algunas seccio- nes del país y muy especialmente en el Tolima, donde, a petición de garantías que formula el campesinado se le res- ponde con el renacimiento de las anteriormente llamadas 'guerrillas de paz' pues no otra cosa significa la alocución de Año Nuevo del Gobernador del Tolima cuando afirma: ':..a defenderse los labriegos con las armas que les está dando al gobierno ... Y los soldados a disparar contra las chusmas homicidas ..." (Idem).

Los firmantes invitan al comandante Guadalupe a unirse con elios para volver a enfrentar la violencia gobiernista, hoy d'e la dictadura militar.

Y el 28 de febrero de 1957 se produce un documento firmado por Guadalupe, Campo Elías Ruiz, los hermanos Calderón, Alvaro Parra, Dumar Aljure, Veneno, Tirofijo, Fantasma, Eleuterio Silva, Marco Gutiérrez, Marco T. Gon- zález, Humb erto Paredes, Eduardo Fonseca, Vitelio Castri- llón y otros en el cual enfrentan la situación de violencia que azota al país, tratando o dando a entender un alista- miento para la lucha del mismo carácter a la anterior:

" lo. Analizada la situación de orden público que ha venido padeciendo el departamento del Tolima, Sumapaz, y demás zonas afectadas por la violencia, reconocemos que ante la gravísima situación que han venido afrontando esas comar- cas de la Patria, nuestro silencio como antiguos guerrilleros de la libertad sería injustificable, por lo cual declaramos desde ahora nuestra total solidaridad con los movimientos alzados en armas y en cuanto se unifiquen la impostergable defensa de los derechos de la libertad de los asociados. Para tal efecto comisionamos al capitán Guadalupe Salcedo

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Unda, para que remita un comunicado con carácter urgente a cada uno de los Comandantes de las zonas afectadas por la violencia, manifestando nuestro sentimiento solidario aquí expresado. 20. Conocidos los de los delegados del Tolima que se hicie- ron presentes en la asamblea y estudiado un manifiesto de Juan de la Cruz Varela, comandante de los guerrilleros de Sumapaz, traído y explicado por el delegado de Bogotá, dirigido al Comandante de la Brigada de Institutos Milita- res, coronel Turriago, declaramos: Que en líneas generales compartimos ese justo y angustiado llamamiento de quien, al frente de sus hombres, hace tres años, ha soportado heroicamente la más cruel y encarnizada persecución de las fuerzas oficiales; igualmente se hace indispensable manifes- tar nuestra voz de solidaridad con los distintos comandos guerrilleros del Tolima, facultando al capitán Salcedo para remitir a nuestro nombre las comisiones respectivas. 30. Oído el informe del delegado del Comité Nacional Revolucionario, aceptamos la necesidad de una inmediata coordinación de los sectores democráticos del país y princi- palmente a los comandos alzados en armas y la posibilidad de acuerdos para la acción conjunta de la unificación de todas las fuerzas vivas del país, recuperación republicana de Colombia. Para estos fines autorizamos al capitán Salcedo para fijar fechas de realización de la asamblea donde han de reunirse las personas y delegados de todos los sectores alza- dos en armas y los comandos civiles, asamblea que ha de ser constitutiva del gobierno provisional revolucionario, con co- mando nacional, civil y de la guerra. Para las ponencias a este respecto se solicita la redacción de los proyectos a los delegados de Bogotá...". (Guzmán. Idem).

Ahí tenemos, de nuevo la ilusión, la idea de un gobierno revolucionario sobre ideas liberales. Posiblemente se hubie- se dado un paso adelante con respecto a la situación ante- rior y el ''jefe" Guadalupe, asesorado por personajes simi- lares a su anterior colaborador Alviar Restrepo, le hubiesen dado un rumbo más avanzado al movimiento. Es una hipó- tesis. Pero el hecho real es el de que la oligarquía se le ade- lantó al movimiento popular y creó el "Frente Civil", algo más sutil, más engañoso para las masas a las que lo militar significaba la opresión, la represión, el asesinato por los mercenarios del régimen. La oligarquía no podía permi-

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tir el resurgimiento del movimiento guerrillero porque sobre la experiencia pasada podía elevar su lucha al plano de lo realmente revolucionario en momentos en que la situación internacional era favorable a los movimien- tos de liberación nacional. Y ahora, no era la oligarquía conservadora directamente la que estaba dirigiendo la represión, si no su brazo armado; y su brazo armado se había desligado, aparentamente, de su conducción política. Entonces, era más fácil hacer creer a las gentes que los militares habían usurpado el poder civil y era legitimo derrocarlos. En este sentido la oligarquía co- lombiana ha manejado muy bien su política y la población cree que Colombia "es tierra estéril para las dictaduras".

Los exguerrilleros de los Llanos Orientales expresaban sus posiciones en un momento en el cual las guerrillas del Tolima y Sur-oriente de Cundinamarca crecían cuantitativa y cualitativamente. Las guerrillas de "los comunes" del período anterior habían crecido por la represión militar rojista contra las regiones campesinas bajo su influencia política y este movimiento armado de los campesinos tras- cendía el campo meramente liberal. Esto, naturalmente, inquietaba y ponía sobre aviso a la dirección política de la oligarquía liberal-conservadora y de ahí que se presentaba la necesidad, para ella, de derrocar el régimen militar.

El "Frente Civil", convertido luego en "Frente Nacio- nal" logra un paro patronal que el 10 de mayo de 1957 da al traste con la dictadura rojista sin derramamiento de san- gre por parte de quienes lo llevaron a cabo y, para que el traspaso del poder no fuese inmediato, se nombró una Junta Militar de cinco miembros, de los mismos que venían asesinando campesinos, que se encargó de seguir los pasos dictados por los dirigentes de la oligarquía encabezados por Alberto Lleras Camargo y Laureano Gómez.

Ahora, la desmovilización guerrillera adquiere un carác- ter más profundo ya que por ser un régimen civil que ha derrocado una dictadura, el espacio político se torna más amplio y la lucha armada adquiere visos de ser improce- dente. La misma guerrilla comunista o de los "comunes" se convierte en un movimiento agrario de tipo reivindicativo predominantemente y secundariamente de "autodefensa de masas". Las guerrillas de estirpe liberal quedan sin ban- 162 www.escuelaideologica.org

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deras partidistas y solamente algunas reciben apoyo del Movimiento Revolucionario Liberal, particularmente del sector más izquierdista del mismo que defendía y apoyaba la Revolución Cubana. Sin embargo, los políticos del M.R.L. sólo en forma oportunista daban apoyo a esos grupos guerrilleros a fin de obtener una buena votación en las zonas en donde ellos influenciaban a los campesinos. Pero, en todo caso, los grupos guerrilleros sobrevivientes fueron eliminados poco a poco, primero por la Junta Militar y luego por el gobierno de Lleras Camargo quien utilizó medios políticos e ideológicos para ello a más de algunos auxilios económicos para las llamadas "zonas-de rehabilitación". Personajes de renombre guerrillero como "Desquite", "Chispas" y "Sangrenegra", fueron eliminados mediante una táctica esencialmente política por parte del "Frente Nacional".

La maniobra política del "Frente Nacional" fue en grado sumo óptima por cuanto en Centro América avanza- ban los movimientos revolucionarios y en Cuba el Movi- miento 26 de Julio amenazaba seriamente la estabilidad del gobierno dictatorial del sargento Fulgencio Batista.

El movimiento guerrillero pierde vigencia liberal en este momento y por esto la siguiente etapa asume un carácter completamente diferente en todo sentido en lo que se re- fiere al movimiento armado. Diríamos que la década del 50 es la sepultura, en Colombia, para la guerrilla liberal y para la guerrilla conservadora. Ahora seguirá una lucha clara- mente clasista, así, la guerrilla exprese, unas veces intereses sectoriales de clase y otras intereses campesinos fundamen- talmente.

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CUARTA PARTE

LA GUERRILLA REVOLUCIONARIA

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CAPITULO I

INFLUENCIA DE LA REVOLUCION CUBANA

El primero de enero de 1959 culminaba exitosamente la lucha del pueblo cubano para derrocar la dictadura de Ful- gencio Batista. Este dictadorzuelo sostenido y apoyado por el imperialismo norteamericano había permitido que los gringos se apoderasen del setenta por ciento de las tierras dedicadas al cultivo de la caña de azúcar, del sector predo- minante del comercio y de los grandes casinos y hoteles de la Isla.

El Movimiento 26 de Julio produjo su primera acción ar- mada en 1953 cuando atacó el Cuartel Moncada. Posterior- mente sus actores fueron detenidos y juzgados y Fidel se traslada a Méjico en donde se organiza el grupo que desem- barca en la Isla para iniciar la gesta guerrillera de la Sierra Maestra. Con un amplio apoyo campesino y popular, el movimiento guerrillero logra el derrocamiento del régimen militar.

Pero el Movimiento 26 de Julio no se presenta como or- ganización de carácter comunista. Sus tesis son de tipo liberal y antidictatorial, por el restablecimiento de las liber- tades democráticas conculcadas por la dictadura. Ni siquie- ra se hace énfasis en el antiimperialismo. Por esto, su real esencia o contenido político no pudo desentrañaise durante el proceso de la lucha. El imperialismo y las clases dominantes en Cuba creyeron que después del triunfo vol- vería a instaurarse una "democracia" liberal de aquellas a las que acostumbran las oligarquías acudir para sostener su dominio económico, político, cultural y militar.

La sorpresa la tiene el imperialismo y las oligarquías latinoamericanas cuando se proclama como primer Estado

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Socialista de América. La ira y la agresión imperialista se hacen presentes en el bloqueo y la alerta en los demás países latinoamericanos. Lo más grave para el imperialismo y las oligarquías latinas es el ejemplo de la Revolución Cu- bana que levanta las simpatías de amplias masas y en espe- cial en el campesinado que se identifica con los logros de aquella. El imperialismo y las oligarquías latinoamericanas convocan la llamada "Conferencia de Punta del Este" a fin de contrarrestar los efectos políticos de la Revolución Cu- bana con un programa que llamaron "Alianza para el Pro- greso". Pero esa "alianza" no fue otra cosa que fuente de enriquecimiento de las mismas oligarquías y empobreci- miento de los pueblos bajo su explotación.

En nuestro país, como en todos los latinoamericanos, el fenómeno revolucionario cubano, es asumido por los secto- res revolucionarios como algo a imitar y seguir mecánica- mente. La juventud, en particular, se lanza a la guerrilla con la ilusión de que a corto plazo era posible derrocar a la oligarquía así como en Cuba se había derrocado la dictadu- ra. Y como se salía de la etapa de la violencia y la lucha contra la dictadura rojista, se hizo contacto con los restos de las guerrillas liberales para elevarlas al terreno de lo revolucionario.

Se organiza el "Frente Unido de Acción Revoluciona- ria". -FUAR- a la cabeza del cual se encuentra la hija del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán y su esposo Luis Emi- ro Valencia; editan un periódico llamado "Tribuna del Pue- blo" y llevan a cabo acciones armadas de carácter guerrille- ro. Pero como los elementos que entran a formar parte de esa organización venían de las guerrillas liberales, el experi- mento tenia que fracasar por no corresponder a ese conte- nido político.

El "Movimiento Obrero Estudiantil Campesino" MOEC- obtiene mejores resultados políticos que el anterior debido a que en su composición había personajes de larga relación con el movimiento guerrillero liberal y además tenían ele- mentos políticos más acordes con el momento histórico. Sus dirigentes eran estudiantes con nexos familiares y polí- ticos con guerrilleros liberales. Antonio Larrota es su máxi- mo dirigente, pero a su lado estaban dirigentes como Armando Valenzuela, Eduardo Aristizábal, Efrain García,

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Alejandro Páez y Hernando García, quienes mantenían nexos profundos con el movimiento guerrillero del Tolima. Al respecto dice un informe policial:

"En Ibagué, Alejandro Escobar despliega gran actividad en favor del Movimiento 7 de enero entre las guerrillas y los estudiantes de segunda enseñanza y creando cuadros para activar la campaña proselitista; se realizan viajes a todos los municipios del Tolima organizando comités y repartiendo propaganda e intervienen en todos los problemas laborales. Escobar contaba para su obra con radioperiódicos en Iba- gué, pero fue despedido en consideración a su actividad y colaboración que le prestara EPIFANIO MORA, coordina- dor en Ibagué de las guerrillas". "En el mes de enero de 1960, en casa de Epifanio Mora, en Ibagué, se produce una reunión de dirigentes del MOEC y de guerrilleros de la región y en la que se discute sobre la oportunidad de poner en actividad las guerrillas. Hubo dis- crepancias entre el grupo de dirigentes del MOEC y los gue- rrilleros de una parte y el director del movimiento en el departamento del Tolima, pues los primeros confiados en los ofrecimientos de Antonio Larrota desde Cuba y el apoyo de la embajada cubana, opinaban que se debía actuar inmediatamente con el fin de demostrar a los dirigentes foráneos que se estaba trabajando y que en realidad la sub- versión contaba con un personal suficiente y decidido, mientras que el segundo sostenía que no era tiempo ya que no se tenía el material necesario y que muchos de los acor- dados todavía se encontraban en plan de ofrecimiento". (Alonso Moncada Abello. Un aspecto de la violencia. Este libro es una apología del anticomunismo y una síntesis po- licial del mismo).

La ingenuidad política de Larrota lo lleva a situarse en el Cauca y reclutar exguerrilleros liberales como uno llamado "Aguililla" que fue infiltrado con la misión de asesinar al revolucionario. Así lo hizo, y el movimiento perdió a su mejor dirigente. Otro guerrillero liberal al cual se quiso reclutar para el movimiento fue William Aranguren, llama- do "Desquite". Pero las condiciones políticas para tratar de revivir la guerrilla liberal y convertirla en revolucionaria no daban esa posibilidad. Por otra parte, se había fundado el Movimiento Revolucionario Liberal -MRL- por parte

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de un representante del gran capital financiero, Alfonso López Michelsen; con este movimiento se canalizó toda la opinión progresista hacia sus tesis. Incluso el apoyo a la Revolución Cubana fue una de sus banderas y en esa forma, los verdaderos movimientos revolucionarios tuvieron que plegarse a ese fenómeno, haciendo alianzas con él, como es el caso del Partido Comunista. Las sobrevivientes guernllas liberales fueron influidas por ese movimiento y poco a poco fueron entregadas a las fuerzas policiales hasta desa- parecer completamente como simples bandoleros.

El ejemplo de la Revolución Cubana cubre, pues, todo el panorama político de la izquierda colombiana e incluso la misma, oligarquía, como el caso anotado del MRL aprove- cha para hacer demagogia y desviar a las amplias masas populares de sus verdaderas y representativas organizacio- nes de clase. Del MRL salieron muchos personajes en viaje hacia Cuba e incluso algunos hicieron el curso de guernllas teniendo al Che Guevara como su maestro. Posteriormente, estos elementos reingresaron al Partido Liberal en calidad de altos funcionarios y otros en la modalidad de informan- tes del régimen.

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CAPITULO II

EL FOQUISMO

La teoría del "foco" guerrillero consiste en sostener que al abrir un frente guerrillero, éste se reproduce en un pro- ceso de intensificación de la lucha armada guerrillera; en ese proceso de reproducción guerrillera se llega al nivel de poder conformar un ejército revolucionario que pasaría a la etapa de la guerra regular o de movimientos para luego superar al enemigo y vencerlo.

Fue lo que se propusieron los dirigentes del FUAR y del MOEC ya analizado anteriormente. Pero si esas dos organi- zaciones fueron disueltas, quedó otra que con diferente táctica logró sobrevivir y hoy tiene presencia nacional. Es el "Ejército de Liberación Nacional" -ELN-. La existen- cia del ELN se confunde en su origen con la del MOEC. Militantes de las dos organizaciones estuvieron en Cuba y llegaron a no distinguirse los unos de los otros como lo narra uno de los fundadores del primero, el guerrillero Lara Parada:

"El día 11 de noviembre de 1962 tiene lugar una reunión memorable en La Habana. Ese día dimos por construida la Brigada pro-liberación José Antonio Galán. Aquí en Colom- bia, cuando aparece la organización con la toma de Simaco- ta ya el nombre era el "ELN ...". "...Yo fui el último en llegar a Colombia, en enero de 1964. Fabio regresó a Cuba y me dijo que teníamos un grave pro- blema. Al grupo de los diez se suman dos 'cubanos' -Juan Martín y otro hermano de Antonio Larrota-, que aparecen como cubanos. Dicen que se vienen con nosotros, a nivel de base. Cuando se vienen todos, aquí descubren que no solo son colombianos sino que pertenecen al MOEC. Lo que

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querían meternos al MOEC, cuando nosotros pensábamos en un trabajo independiente, sentando línea de unidad revo- lucionaria. Que más adelante, si lo exigía el desarrollo de la lucha, podría participarse en un Frente. También Ramiro Cruz era del MOEC. Pero no lo plantearon. Ibarra resultó del PC y finalmente renunció al proyecto. Mauricio Agredo y Merchán se van. De trece quedamos Medina, Fabio, el cap. Mano Hernández, Rovira, Martínez, Espitia y R. Lara. "Yo creo que los cubanos sí sabían la cosa. Llega pues Fabio y me cuenta todo. Reunión con el Che. Va Fabio y José Villamizar, la de la JMRL, de un grupo de ponepetar- dos. Tanto le sonaron las bombas que se tuvo que ir para Cuba. Tal vez estuvo Eduardo Franco Isaza, por el MOEC, pero Fabio se opone y yo lo apoyo. Conclusión: cada uno por su lado. Villamizar y Fabio, por sugerencia del Che, dicen que s í pueden llegar a la unidad de los dos grupos. -¿Por qué no querían la unidad con el MOEC? -Más que por diferencias políticas, por el antecedente de deshonestidad, por querer hacer centrismo". (Lara Parada. Trópicos. No. 3).

Como se puede notar, es el entusiasmo el que lleva a esta juventud a imitar mecánicamente el proceso guerrillero de la Revolución Cubana. En efecto, no se debate ideas sino que se cree en ilusiones, en imágenes; podrían creer en un socialismo espontáneo, abstracto. Pero, en todo caso, el ideario liberal s í había sido superado y la tarea guerrillera se situaba en otros planos. Sin embargo se anclaban en la tesis del "foco" que el mismo Lara explica así años más tarde al calor de la reflexión sobre su práctica:

"El ELN nació por analogía de situaciones entre Cuba y Colombia, así como la concepción de la guerra foquista. Nosotros fuimos unilaterales, obviamente. Han pasado 18 años desde entonces. Los hechos han demostrado que está- bamos equivocados. Hoy debemos revisar seriamente esas posiciones. Es cierto que cuando el pueblo se incorpora masivamente al proceso que Fidel dirigía, la bota militar de Batista no era cualquier cosa parecida. Era una dictadura similar a la de Pinochet y Videla. Pero Batista siendo un sal- vaje, un incapaz y un represor compulsivo. Existía por ejemplo, una organización paramilitar llamada los Tigres de Manseneros, una organización impúdicamente criminal, al estilo nazi...". (Idem).

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Lara Parada, fundador del ELN con sus compañeros citados, crea posteriormente un movimiento electoral en el Magdalena medio y es asesinado, según parece como ajusti- ciamiento de sus antiguos compañeros. Pero el análisis que hace de su organización es puramente político no ideoló- gico. Cuando se encontraba preso en la cárcel de La Picota en Bogotá le propusieron hiciese un análisis marxista de los errores de su organización y respondió que no tenía elementos de ese carácter para hacerlo y que tampoco tenía tiempo de estudiar el marxismo ya que le tocaba tra- bajar allí para ayudar a su madre y a su novia. Pero fue que su ingreso a la guerrilla fue producto de sus sentimientos y emotividad y no de la posesión de contenidos revoluciona- rios, de comprensión ideológica del proceso revolucionario. Y por esto siempre se equivocó cuando de analizar lo polí- tico se trataba. Así nos narra su experiencia política en la siguiente forma:

"Surgen las luchas estudiantiles y la preocupación de estos compañeros por hacer proselitismo político entre el estu- diantado. Contacto a Juan de Dios Aguilera, hijo de un obrero de Barranca. Vivimos juntos. Entramos en polémica política. Dice él que Alberto Lleras es un reaccionario, ene- migo del pueblo. Le discuto. Que no, que Lleras es un tipo que ha logrado ser presidente por esfuerzo propio, que no es de la oligarquía, que por eso es un hombre sano, que cualquier decisión que tome respecto a la lucha obrera en Barranca será para beneficiar a la clase obrera. Aguilera diciente. Los hechos, le digo, demostrarán la realidad. Pero la realidad es aue a los dos días se desencadena una violenta represión contra la huelga de Barranca. Se ilegaliza el sindi- cato, la USO...".

Con este modo de pensar sobre el proceso histórico y los personajes que actúan en él, Lara Parada viaja a Cuba a en- trenarse para la guerra revolucionaria y llega a ser fundador del ELN.

Pero el hecho concreto es que la guerrilla de nuevo tipo hace su aparición y lo que nos interesa, en este momento, es su existencia en el proceso de las luchas populares eleva- das a otros niveles. Y para el instante histórico esa guerrilla ya no es de tipo liberal, así tenga en su seno algo, pero no

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predominante, de esa ideología. Sus integrantes venían de familias liberales, pero su accionar ya no se hace dentro de los marcos partidistas de ese tipo. De la guerrilla liberal les queda a estos jóvenes el recuerdo:

"...rememorábamos el desarrollo de las guerrillas liberales de Antioquia, Santander, Los Llanos Orientales, el Tolima y el Huila". "Personalmente Fabio conocía lo del Quindío y el ánimo de los campesinos solidarios con Cuba. Fabio desciende de campesinos, él y su familia, víctimas de la violencia, tienen que abandonar el campo. Se va para Pereira. Fabio se em- plea en un banco. Antonio hace un curso de contabilidad y Manuel estudios en la Universidad Libre en Bogotá (es abo- gado). Fabio no había participado en luchas políticas. Me dice que solo conoce la historia reciente de la violencia bipartidista. Que él la sintió en carne propia. Que luego tuvo contacto con campesinos de la zona (su familia tenía tierras por allá)". (Idem).

Por cuanto no se produce aún una polarización profun- da de la lucha de clases para este momento, el movimiento guerrillero es disperso y confuso en sus objetivos políticos concretos. Al lado del MOEC y del ELN subsisten guerri- llas liberales sobrevivientes a la implantación del Frente Nacional, pero en su mayoría han derivado hacia el bando- lerismo por falta de apoyo o simpatía partidista. La guerri- lla revolucionaria, sin embargo, contacta a algunos de sus dirigentes con el objetivo de orientarlos hacia la lucha armada revolucionaria. Pero estos si apenas simpatizan con esa clase de lucha sin poderla entender políticamente.

Con la muerte del dirigente máximo del MOEC, su her- mano Ramón se integra al grupo que comanda el médico Tulio Bayer; éste se traslada a los Llanos Orientales y en Santa Rita establece un frente o foco guerrillero en el cual incorpora a antiguos guerrilleros liberales; entre estos se encuentran los hermanos Barney y Rosendo Colmenares (a. "Minuto"). A finales de septiembre de 196 1, el coman- do guerrillero de Bayer toma prisioneros a un grupo de la infantería de Marina. Una serie de escaramusas se dan entre guerrilleros y ejército del gobierno; se toman algunas po-

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blaciones y se embosca a la tropa, pero, al final los guerri- lleros, con su jefe, son hechos prisioneros.

Lo que caracteriza estos primeros pasos de la guerrilla revolucionaria es su composición humana: sus dirigentes o jefes pertenecen a los sectores de la llamada "pequeña bur- guesía"; son de la misma extracción social de la cual pro- cedían los que formaron el Movimiento 26 de Julio en Cuba. Ya vimos quién era Fabio Vásquez Castaño y sus hermanos guerrilleros; lo mismo se puede afirmar de Antonio Larrota y su hermano, de Robinson Jiménez, Armando Valenzuela Ruiz, Efraín García y demás dirigen- tes del MOEC; de Gloria Gaitán y su esposo Luis Emiro Valencia se puede decir igual concepto. Del médico Tulio Bayer se puede agregar más:

"...descendiente de una familia conservadora de Sonsón, Antioquia. De sus innumerables tías, nada menos que nueve se metieron de monjas...". "Después de graduarse en la Universidad de Antioquia, hizo su medicatura rural en varios pueblitos de la Montaña...". "...enseñó en la Universidad de Caldas y fue, en tiempos de Rojas Pinilla, secretario de salud pública de su departamen- to. Un día ordenó el arresto de un alcalde. Tulio Bayer había comprobado que en la hacienda del alcalde se vendía leche adulterada...". "...en 1957 viajó a los Estados Unidos para seguir un curso en la Universidad de Harvard ...". (La Nueva Prensa. No. 26. oct. 11 a1 17/61).

Bayer representa la inquietud revolucionaria de nuestros pueblos que, influida por la Revolución Cubana, abandera sus ideales así no se tenga las precisiones de un análisis materialista de la historia desde el punto de vista dialécti- co. Esto es lo que les impide militar en un Partido Comu- nista y así entran a la lucha armada provistos de sus pro- pios ideales. No es el guerrillero liberal tradicional, sino el intelectual, al estilo de Fidel, que se lanza a la aventura de la guerra revolucionaria. A su lado, naturalmente, habrá guerrilleros liberales porque estos llevan la praxis de aque- lla así no la ideología de la nueva etapa histórica. Sus com- pañeros fueron los antes citados, liberales de la anterior etapa y esto lo hace notar el gobierno en sus comunicados:

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"En los últimos días algunos órganos de prensa, tanto en Colombia como en Venezuela, han informado de las activi- dades de un grupo armado en la región fronteriza entre ambos países, que actúa en territorio colombiano y está integrado por colombianos. El teatro de las operaciones de este grupo ha sido, principalmente, la población de Santa Rita, sobre el río Vichada y en jurisdicción de la Comisaría del mismo nombre. Parece ser dirigido por elementos que formaron parte de las guerrillas de los Llanos. "Entre ellos figuran, principalmente, Rosendo Colmenares (alias 'Minuto'), Alfredo Marín y Flavio Barney. Aparece también como dirigente, el médico Tulio Bayer, quien ejerció por algún tiempo el cargo de cónsul de Colombia en Puerto Ayacucho, Venezuela, y fue destituido por graves irregularidades. El grupo de hombres armados parece res- ponsable de muertes violentas y ejerce intimidación sobre los colonos establecidos, que tienen, con el trabajo de los indí- genas y el suyo propio, plantaciones de arroz y explotan algunas fibras que envían al interior del país por la carretera a Villavicencio. "Los jefes actúan en combinación con Leonidas Castañeda, de quien se dice que es el agente comunista de la región del Guaviare, y dicen pertenecer a sectores políticos de extrema izquierda. Han tenido encuentros con las autoridades y, por último, controlaron la población de Santa Rita, aprovechan- do la insuficiencia de las comunicaciones con la capital de la Comisaría, Puerto Carreño. "Las autoridades militares que intentaron establecer un puesto en la región, encontraron oposición abierta de los grupos armados. Actualmente se toman medidas para resta- blecer el orden y reducir a los revoltosos. Aunque estos dicen tener conexiones y apoyo en otros sitios de los Llanos Orientales y en el interior de la República, especialmente de carácter político, el Gobierno no ha podido determinar si ellas existen. Al contrario, en todos los territorios de la lla- nura oriental, distintos de este lugar, hay tranquilidad. Los informes existentes aseguran que a la sombra de las activida- des comerciales de las personas mencionadas, han logrado conseguir armas en el exterior, por la vía del Brasil y otras provenientes del interior de la República". (Idem).

Aunque el comunicado del gobierno aparenta un estado controlado de la situación, de acuerdo a la misma prensa esta no es de mucha tranquilidad:

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"1. Una Partida de veinte soldados, al mando de un capitán, fue desarmada por los hombres de Tulio Bayer. Los solda- dos están de vuelta y cuentan que la guerrilla los trató muy bien. Bayer les dio medicinas, trago, y les hizo escuchar mú- sica llanera. "2. Descendió en el lugar un avión Catalina, y sus tripulan- tes -que también elogian el trato recibido- fueron informa- dos de que allí reina el orden y más valdría no turbarlo. "3. Tulio Bayer ha reunido unos cuatrocientos hombres bien armados. En Santa Rita no hay más autoridad que la suya. "4. Hay un embarcadero en la costa colombiana y otro en la venezolana. Muchos compatriotas nuestros se internan en Venezuela, con un pase que les expide Tulio Bayer. "5. El gobierno vacila en despachar fuerzas de represión. 'Si matamos un llanero todo el llano se nos viene encima', se oyó decir en Palacio". (Idem).

Pero la situación nacional es de violencia; en la semana correspondiente al 29 de septiembre y 6 de octubre de 196 1, hubo 57 muertos y 34 heridos en el país y este ba- lance semanal ha venido dándose durante todo el año. Los efectos de la violencia de los años 50 y de la dictadura rojaspinillista seguían existiendo ya que la materialidad que los producía estaba ahí, en la situación económica del campesinado y de las amplias masas populares; por el con- trario, ella se agravaba ya que no se producía una reforma agraria que pudiera satisfacer necesidades mínimas o un empleo en las grandes ciudades como respuesta a las masas que en ellas aumentaban.

El gobierno lleva adelante a través de su ejército lo que vino a llamarse "rehabilitación" y con campañas de presta- ción de minimos servicios, que denominaba "cívico-mili- tares", intenta quitar piso a las banderas del movimiento armado.

La influencia de la Revolución Cubana sigue penetrando entre las masas y viene a nuestra historia otro personaje parecido a Bayer; Federico Arango Fonnegra, descendiente de influyentes y poderosas familias de Bogotá, se instala con hombres que habían pertenecido a las guerrillas libe- rales en el Territorio de Vásquez. Pero Federico era un hombre idealista, un hombre de universidad que impulsa-

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do por la emotividad creyó que abrir un frente guerrillero era cuestión fácil. Sus guerrilleros habían pertenecido, al- gunos, a la guerrilla comandada por "Sangrenegra" y otros a otras guerrillas del Tolima. Entablado un enfrentamiento con el ejército por el rescate de un rico hacendado, Federi- co se entrega y ya desarmado es asesinado.

En esa forma, van desapareciendo estos primeros brotes foquistas guerrilleros, motivados por ese ideal libertario de la juventud moderna, honesta y humanista. Al mismo tiem- po, los restos de la guerrilla liberal van degenerando en sim- ples bandas que el régimen va liquidando en un proceso de limpieza. Entre los más famosos jefes de esta guerrilla se cuentan "Chispas", "Zarpazo", "Ave Negra", "Ceniza", "Capitán Veneno" y otros más.

De los intentos "foquistas" el que ha perdurado es el del ELN -organización revolucionaria de la cual ya hemos dado cuenta. Esta organización ha tenido una mayor pro- yección por haber sido la que albergó al sacerdote Camilo Torres Restrepo, dirigente de masas en momentos en los cuales los partidos politicos tradicionales eran ya repudia- dos por ellas. Camilo, con su ejemplo, logra interesar a los sectores más progresistas de la juventud y de las masas po- pulares en la lucha revolucionaria dando un carácter más estable a dicha organización. Por otra parte, en ella siguen militando varios sacerdotes y personas que creen que el cristianismo puede ser una motivación válída para la lucha revolucionaria.

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CAPITULO III

LA GUERRILLA COMUNISTA

1. Partido Político y lucha armada revolucionaria

Dentro de los marcos del marxismo-leninismo la lucha armada es consecuencia del proceso de la lucha política 'cuando ésta ha llegado a un nivel determinado. Por esto es la política la que determina en qué momento y en qué con- diciones la lucha armada debe asumir vigencia y qué papel debe desempeñar en el enfrentamiento de la lucha de clases. La guerra revolucionaria adquiere, dentro de este contexto, un significado de respuesta a la elevación de la lucha de clases o de respuesta al proceso de liberación nacional cuando de agresión externa se trata.

La guerrilla comunista no resulta ser un fenómeno exter- no al Partido Comunista que es el partido político de tipo revolucionario, marxista-leninista. Es el partido el que da existencia a la guerrilla en base al momento histórico con- creto y particular por el cual atraviesa la lucha de clases en un país determinado. La guerrilla comunista obedece a la linea politica del Partido Comupista. Y cuando hablamos de Partido Comunista nos referimos no sólo al que tenga este nombre, sino a la organización o partido que en la realidad de cada país, expresa acertadamente los intereses de la clase obrera y el campesinado propios. La guerrilla comunista, a diferencia de la guerrilla foquista, se enmarca dentro de su respectivo partido politico revolucionario. La guerrilla foquista no admite ser brazo o instrumento de partido politico alguno.

Por lo anterior, el estudio de la guerrilla comunista, y de la particular de nuestro país, va unido al del Partido Comu-

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nista Colombiano -PCC- y al de su división -el Partido Comunista Colombiano (M.L.)-. La guerrilla comunista es un fenómeno político propio de los procesos modernos del movimiento de liberación nacional y por ello la encontra- mos, fundamentalmente, en los países dominados e invadi- dos por el colonialismo imperialista. El ejemplo de mayor prestancia es el del Vietnam. Aquí, Partido, Guerrilla y Frente de Liberación conformaron una unidad que dio al traste con el imperialismo de mayor poder que ha conoci- do la historia de la humanidad, el imperialismo norteameri- cano. El movimiento de liberación nacional de los pueblos de Asia, Africa y América Latina son ricos en experiencias de la lucha armada revolucionaria y su ejemplo es válido para las luchas revolucionarias que siguen el curso que la historia marca por la liberación definitiva de las clases ex- plotadas.

Y dentro de este contexto, los Partidos u Organizaciones Revolucionarias han desempeñado el papel fundamental; sin ellos y su orientación marxista no se puede garantizar el triunfo.

2. El Partido Comunista Colombiano y su posición ante el movimiento armado

El Partido Comunista Colombiano toma una posición en lo que se refiere a la guerrilla cuando ya el movimiento guerrillero liberal había obtenido un alto desarrollo orgáni- co y político. El cierre del Congreso coge a este partido por sorpresa en 1949:

"La casa del Partido en Bogotá fue ocupada por la policía y se expidió orden de captura contra los miembros del Comi- té Central, que tuvieron que pasar a la ilegalidad. Una situa- ción semejante y aún más grave se creó en otras ciudades y regiones, donde una serie de organizaciones del Partido se disgregaron, porque los militantes se dispersaban huyendo de un lugar a otro junto con miles de exiliados". (Treinta años de lucha del Partido Comunista de Colombia).

Dentro de la dictadura fascistoide de Laureano Gómez como presidente, a partir del aña 1950, la lucha de masas 180 www.escuelaideologica.org

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llevaba implícito el asesinato de sus mejores dirigentes y ya para este momento la guerrilla liberal se había estructurado orgánicamente en forma relativamente eficaz para respon- der al exterminio ordenado desde el poder. Ante esta nueva realidad, el Partido ordenó la creación de "Comités de resistencia contra la Dictadura" y en los cuales se admi- tía a personas de filiación liberal. Los liberales que ingre- saban a esos comités se desilusionaban rápidamente y se marchaban a las guerrillas de su partido. El Partido, desde el 22 de octubre de 1949, había lanzado la consigna de "autodefensa de masas", y en el XIII Pleno del Comité Central, de fines de 1950 se hizo el siguiente señalamiento:

"La necesidad de defenderse, replicando a la violencia de los bandidos falangistas con la violencia organizada de las masas. Los comunistas deben proceder a organizar la AU- TODEFENSA de los trabajadores en todas las regiones amenazadas por ataques reaccionarios. Pero las acciones ar- madas no deben considerarse todavía, como la forma fun- damental de lucha ya que en este período lo más importan- te es impulsar y organizar la resistencia de las amplias masas".

Pero es que "las amplias masas" estaban constituidas por gentes'liberales de todos los estratos y clases sociales incluso, que huían apresuradamente de los campos para no ser exterminadas; y su parte más consciente se organizaba en la guerrilla liberal como forma fundamental de hacer frente a dicho exterminio. Porque es que el fenómeno social iba más allá de la simple violencia, a la extinción de todo lo que fuese liberal. El Partido no consideraba aún importante la guemlla y solo la consideraba como una ex- .

presión de los liberales perseguidos. En el 14 Pleno se afir- mó que:

"La lucha armada que se ha librado y se libra en algunas re- giones, es una expresión heroica de la resistencia de nuestro pueblo contra la represión terrorista de la dictadura y contra la violencia de las bandas reaccionarias.

En este 14 Pleno se libró una lucha ideológica entre dos tendencias: la que consideraba necesario y fundamental la

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acción guerrillera, y la que sostenia como principal y fun- damental el incremento de la lucha de masas. A la primera se le llamó "extremo-izquierdista". Luego se dijo:

"En la lucha interna contra las tendencias extremistas y aventureras, que se libraron en un plano ideológico la Direc- ción del Partido subestimó en cierto momento la impor- tancia de la acción guerrillera, que fue la más heroica mani- festación del pueblo colombiano contra las dictaduras reaccionarias y sus amos yanquis". (Idem).

Las tesis antiguerrilleras del Partido lo llevaron a partici- par en las elecciones y, en consecuencia, a exponer la vida de valiosos militantes de sus filas:

"La participación del Partido Comunista en esas elecciones le permitió muy temporalmente hacer propaganda y agita- ción legales, que aprovechó de modo especial para combatir el envío de tropas a Corea y toda la política de guerra de la dictadura. Pero a la larga esa participación fue más negativa que positiva, no solamente porque costó la vida de los camaradas indígenas Roque Chango y Jorge Biuche, asesi- nados en Coyaima porque quisieron ejercer el 'derecho al sufragio', sino también porque expuso al Partido a nuevos golpes represivos, al hacer actuar abiertamente a cuadros que trabajaban clandestinamente. En este sentido, aunque las contradicciones internas del régimen no le habían permi- tido ilegalizar jurídicamente al Partido Comunista hasta en- tonces, de hecho nuestro Partido como todo el movimiento democrático, estaba en la ilegalidad y debía haberse cuida- do, en consecuencia, por preservar mejor su organización y sus cuadros". (Idem).

Como se puede deducir de lo anterior, la política del Partido es la de la lucha de masas, fundamentalmente, en cualquier condición por la que atraviese la lucha de clases en el país. Una linea política que en el fondo es acertada es generalizada cayéndose en la mecanización de la lucha. Aún, en 1952, cuando era incontenible el avance del movi- miento armado guerrillero liberal, el Partido sostenia que:

"las guerrillas no serían un factor decisivo en la lucha por la liberación del pueblo colombiano mientras no puedan fun-

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dirse con un movimiento popular que se exprese en la lucha de MASAS".

Y reafirmó que el Partido debía insistir en su política de AUTODEFENSA DE MASAS CONTRA LA VIOLENCIA OFICIAL Y REACCIONARIA. Se criticaba a los camara- das que proponían que "la totalidad de nuestro esfuerzo debe dirigirse al campesinado, al que no vacilaban algunos en calificar de vanguardia de la revolución". (Idem).

Para este momento histórico de la lucha contra el régimen represivo conservador, 'en el Llano las guerrillas liberales ya se daban leyes, como las que analizamos anteriormente. Y la violencia del régimen golpeaba a la militancia del Partido ya no por su participación en la lucha guerrillera sino simplemente por el anticomunismo que se había desatado en todo el mundo occidental y liderado por la política de los Estados Unidos de Norte- américa. Sin embargo, el Partido no se decidía por la lucha armada.

Cuando el golpe militar del 13 de junio desmonta el mo- vimiento guerrillero liberal, el Partido recomienda que:

"Si es hostilizado por las fuerzas armadas oficiales, el mo- vimiento debería considerar la conveniencia de transfor- marse en AUTODEFENSA DE MASAS para garantizar su trabajo pacífico, luchar por la tierra para quienes la traba- jaban y por la defensa de los derechos del pueblo contra toda clase de arbitrariedades". (Idem).

Sin embargo y contra la orientación general del Partido, las guerrillas tolimenses de "los comunes", enfrentadas a las liberales toman decisiones propias en circunstancias en que es manifiesta su debilidad orgánica como lo narra uno de sus comandantes, hoy al frente de las "Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. FARC".

El mismo Manuel Marulanda Vélez cuenta cómo se pro- dujo el desprendimiento político y orgánico de la guerrilla liberal en la siguiente forma:

"Yo hacía parte del Estado Mayor de la guerrilla liberal. Por esa época estaba en el gobierno Urdaneta Arbeláez. De pronto los principales jefes de la guerrilla liberal, por ejem-

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plo los Loayza, los García y los Rada, convocaron a una asamblea de guerrilleros liberales. Por ese tiempo a m í me habían correspondido las áreas de Planadas y Gaitania y parte de Ataco. Yo me fui a la asamblea con todo el perso- nal que estaba a mi cargo. Nos reunimos en un punto que se llama La Ocasión. Queríamos saber de qué se trataba. Cuan- do llegamos se convocó a una reunión previa del Estado Mayor de la guerrilla liberal. Gerardo Loayza, que entonces era el jefe superior, planteó los objetivos de la asamblea. El dijo: 'Los objetivos de esta reunión son los de estudiar la posibilidad de desarrollar aún más la lucha contra los comu- nistas, porque el comunismo está amenazando al país y en Colombia no se puede dar el comunismo. Eso estará bien para Rusia, pero aquí no hay un terreno adecuado para esas doctrinas foráneas y ateas". (Carlos Arango. FARC. Veinte años. De Marquetalia a la Uribe. Ediciones Aurora).

Marulanda se opone a la tesis de los Loayza y su grupo pero queda aislado y se ve enfrentado a liberales, conserva- dores y comunistas. Es posteriormente que en el proceso de la misma lucha termina uniéndose a las guerrillas comu- nistas. Esta guerrilla comunista viene, entonces, de una ges- tación en la que aunque la tesis de la "autodefensa de masas" es acatada formalmente, se le aplica en diferente condición a la realidad concreta por parte de los comunis- tas de Chaparral:

"El primer Comando de Autodefensa lo fundamos alegre- mente en Chicalá, donde estaba la sede del Comité Comu- nista de Chaparral. Contemporáneamente fundamos los de otras regiones: Buenos Aires, Irco, La Marina, Horizonte, Ambeima. Más tarde organizamos los de otras regiones y veredas. Así sembramos de Comandos todo este flanco de la Cordillera. Junto con Eliseo Oviedo y los hermanos Balvue- na, nos acompañaron en esa tarea los dirigentes Pedro Ramos, Eliseo Manjarrés, Marco Aurelio Restrepo, Luis Alfonso Castañeda, Jorge Peñuela, Enrique Cedeño y otros. Un poco después cooperó Isauro Yosa, posteriormente Lister. Por suerte algunos de estos habían sido concejales de Chaparral". (Idem. E l Excomandante Olimpo).

Pero, incluso, estos hombres habían pertenecido 'al par- tido liberal; lo que los diferenciaba de cualquier liberal era 184 www.escuelaideologica.org

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su larga trayectoria de lucha por las tierras comunales; este hecho posibilitaba su elevación al plano de lo revoluciona- rio, el plano del comunismo. La misma región ha sido origen de personajes históricos que han hecho propuestas políticas al país de profundo contenido social para su mo- mento: El general Melo con sus simpatías por los artesanos organizados en las "Sociedades Democráticas" de media- dos del siglo pasado, el liberal Manuel Murillo Toro con sus tesis radicales, Darío Echandía con sus veleidades "marxis- tas". Sobre esta tradición de luchas es que se posibilita la formación de la guerrilla comunista en los finales de los años 40 y las décadas siguientes hasta llegar a las "Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC" de hoy.

La dictadura rojista, con su "Constituyente" de bolsillo ilegalizó al Partido Comunista. Dentro de esta nueva situa- ción el 18 pleno del Comité Central al analizar el auge del movimiento armado sostuvo :

"Hoy en día no podemos frenar el desarrollo natural de una lucha que responde a las necesidades de las masas y que cuenta con su respaldo. Sin ceder en nuestra posición de principios contra e1 aventurerismo y el 'guerrillerismo'; como tendencias pequeño-burguesas que tratan de sustituir la lucha de masas y la organización de las masas subordi- nándolo todo a la acción de pequeños grupos audaces, debemos damos cuenta de que se ha abierto la perspectiva del crecimiento de la resistencia armada popular y del mo- vimiento guerrillero, las que son saludadas con profunda emoción por la clase obrera y el pueblo laborioso y miradas con simpatía por algunos jefes y sectores liberales". (30 años de lucha del Partido Comunista de Colombia).

Para enfrentar la dictadura rojista, el P. C. propone un "Frente Democrático" dentro del cual puede entrar cual- quier sector social del país, incluso el sector conservador opositor a la dictadura. Se coloca en primer plano de la lucha las "libertades democráticas". La embestida criminal de la dictadura contra las regiones campesinas del Tolima y el departamento de Cundinamarca en junio de 1955 lleva a que el P. C. aconseje la conversión de la "auto- defensa" en guerrillas móviles; por otro lado a acudir a la negociación para un arreglo pacífico de la situación

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mediante las alianzas políticas- En 1956 Rojas regla- menta la ilegalización del Partido Comunista mediante el Decreto 0434 y numerosos comunistas son sometidos a consejos verbales de guerra y confiscados muchos elemen- tos de la propaganda. La dictadura lleva la represión a las ciudades en donde los estudiantes son masacrados en las calles y en circo de toros el público es golpeado con las armas policiales. En los campos, especialmente en el Toli- ma, y en la región de Sumapaz, el movimiento guerrillero se desarrolló en todos los aspectos. Sin embargo, el 19 Pleno del Comité Central, celebrado en agosto de 1956, sostiene su línea de masas en contra de las tendencias que afirmaban la tesis de intensificar la acción guerrillera. La oligarquía ya había formado el denominado "Frente Civil" contra la dictadura militar y el Partido invitó a la forma- ción del FRENTE NACIONAL Y DEMOCRATICO CON- TRA LA DICTADURA. Una evaluación de esta consigna politica se hace en la obra referida de la siguiente manera:

"Es posible que la consigna de FRENTE NACIONAL Y DEMOCRATICO expresara una politica acertada, lo que solo puede saberse cuando se encarna en una acción de masas efectiva. Dada la situación de postración que sufría el movimiento obrero de largos años atrás, agravada por la clandestinidad del Partido y su escasa penetración en los centros proletarios, los esfuerzos por la realización de aquella línea politica fueron muy limitados".

Salta a la vista la concepción "obrerista" que impide ver el papel que de tanta importancia politica estaba jugando el campesinado levantado en armas. Y no es, precisamente, el Frente Nacional y Democrático contra la Dictadura el que da al traste con ella, sino el "Frente Nacional" de la oligarquía mediante un paro patronal.

Con la caída del dictador, el Partido se "legaliza" y se da comienzo a una nueva etapa en la que predomina, como siempre, su línea politica de lucha por las libertades demo- cráticas:

"Nuestro Partido apoyó las justas peticiones de los guerri- lleros y les aconsejó nuevamente la transformación de sus destacamentos de combate en organizaciones de autodefen-

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sa de masas para defender el trabajo pacífico de los campe- sinos contra la violencia y el bandolerismo de todos los orígenes". (Idem).

En el VIII Congreso, reunido en diciembre de 1958, el Partido define claramente sus objetivos políticos principa- les así:

"La Resolución Política traza con sencillez y claridad la TACTICA del Partido en las nuevas condiciones. En ella se señala como tarea principal la reconstrucción legal del Par- tido en todo el país y se indica como tareas fundamentales la organización y unidad de la clase obrera; la alianza obrero-campesina y la organización de masas del campesi- nado; la campaña en pro de la formación de amplios movi- mientos por la paz y la independencia nacional". (Idem).

El período del "Frente Nacional" trae la aniquilación de las guerrillas y "cuadrillas" liberales y conservadoras. El auge de la lucha de masas se hace evidente ante la crisis del régimen en lo económico. El Partido entra, como política predominante, a efectuar alianzas con las corrientes libera- les de izquierda, concretamente con el denominado "Movi- miento Revolucionario Liberal MRL-". Este movimiento había sido fundado por el liberal Alfonso López Michelsen, hijo del expresidente Alfonso López Pumarejo. López Mi- chelsen ha sido el representante más sobresaliente del capi- tal financiero y en ese momento cuestionó al "Frente Na- cional" como un nuevo partido de las oligarquías colom- bianas que monopolizaba el poder político, económico, social y cultural en el país; en consecuencia, era lo más antidemocrático posible. Se pronuncia en favor de la Revo- lución Cubana, e incluso manifiesta su simpatía por el movimiento guerrillero colombiano. La militancia del Par- tido se puso al servicio de la agitación electoral del MRL e incluso guerrilleros como Rangel Gómez en Santander y Juan de la Cruz Varela en Cundinamarca fueron a las cor- poraciones de elección popular como miembros de ese mo- vimiento.

En 1964 y luego de un ablandamiento de la opinión na- cional mediante una campaña del periódico "El Siglo" contra las llamadas "repúblicas independientes" de Mar-

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quetaiia, Guayavero. Río Chiquito y El Pato, el régimen lanza una ofensiva militar de grandes proporciones contra esas regiones en donde se mantenía la organización de autodefensa de masas y del movimiento agrario. Ya en 196 1, en la Primera Conferencia de Autodefensa y a ins- tancia del Partido, se había determinado:

"En el caso de que fuerzas armadas oficiales ataquen a una región campesina a pesar de los esfuerzos que se hayan hecho por impedirlo, se debe organizar la más amplia solida- ridad nacional a través de la organización y contando con sus directivas. Lo primero en materia de solidaridad con una región que sea colocada en tales condiciones, es una campa- ña nacional denunciando la agresión por todos los medios de la propaganda y de la acción política. Seguidamente, las directivas, resolverán las medidas concretas a tomar para ayudar a la región afectada". (Ciro. Págnas de su vida. Edi- ciones Abejón Mono).

En esta tarea de la denuncia el Partido movilizó todas sus relaciones nacionales e internacionales y así lo reconoce el guerrillero Ciro Trujillo Castaño en la obra citada cuando afirma:

"Desarrollando estas iniciativas de la Conferencia, con mo- tivo de la agresión contra Marquetalia, nuestro Partido promovió la más amplia campaña de solidaridad que tuvo saludables repercusiones internacionales al ser también le- vantada por partidos y movimientos revolucionarios herma- nos. Esta campaña llevó a sectores del estudiantado, de la pequeña burguesía, a parlamentarios y otras personalida- des, pero fundamentalmente a sectores obreros indepen- dientes a expresar su solidaridad en múltiples formas, que van desde la protesta simple y limitada, hasta acciones masivas y manifestaciones más elevadas, la recolección y envío de medicinas, ropas, dinero y otros elementos que han servido de estímulo a la resistencia". (Idem).

En todos los Congresos del Partido se toca el fenómeno del movimiento armado porque él forma parte indisoluble de las luchas de nuestro pueblo; pero el criterio que se tiene, siempre, sobre el mismo no varía en su esencia: se le toma como una de las tantas manifestaciones de la lucha 188 www.escuelaideologica.org

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de masas. Así, en el 10 y 1 1 Congresos se reitera la misma tesis. En el 11 se dice:

"7. La significación del movimiento guerrillero. Nuestro Décimo Congreso hizo un profundo análisis de las luchas armadas en el campo, en la nueva etapa que se inició en 1964 con la llamada 'Operación Marquetalia' y elaboró im- portantes tesis sobre el movimiento guerrillero, que mantie- nen su vigencia. En el período posterior el movimiento gue- rrillero colembiano, en su conjunto, ha perdido combatien- tes muy valiosos, que cayeron heroicamente en sus puestos de lucha y a quienes rendimos nuestro sobrio homenaje revolucionario. Podemos comprobar que el movimiento guerrillero ha sabido reponerse de esas pérdidas y ha preser- vado la continuidad de inextinguibles focos de insurgencia revolucionaria. El movimiento guerrillero de las FARC se ha mantenido y desarrollado en estos años con singular firme- za, haciendo frente a condiciones muy difíciles, determina- das no por la potencia del enemigo sino por determinados cambios transitorios en la situación política nacional. La solidez de este movimiento demuestra que la persistencia de esta forma de lucha responde a realidades sociales y políti- cas de nuestro país. Cuando se reunió el Décimo Congreso, el movimiento gue- rrillero había entrado en una etapa efectivamente nueva y superior de sus prolongadas luchas. Nuestro Congreso, sin disminuir en nada su importancia, no consideró que la guerra de guerrillas se hubiera constituido en la forma de lucha principal en ese período, pues declaró expresamente que "la gran mayoría del pueblo sigue utilizando como forma principal de lucha la acción de masas cada día más amplia, variada y enérgica que se expresa en huelgas obreras y estudiantiles, en movilizaciones y grandes paros cívicos, en la ocupación de terrenos ociosos para resolver en alguna forma el problema de la vivienda y en la ocupación de lati- fundios por los campesinos". (Resolución Política del X Congreso).

En el 1 1 Congreso, reunido en 1971 se hacía referencia al anterior para enfatizar la posición del Partido al respec- to, pero en todos los Congresos se toca el tema para soste- ner la política de masas como forma casi única de enfren- tamiento al régimen. En algunos Congresos se dedica más y en otros menos al fenómeno armado. Así, en el 12 Con-

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greso se le 'dedica menos y se le equipara a la lucha de masas:

"Nuestro Partido ha sostenido y sostiene que las guerrillas que operan en el campo son una forma de la lucha de masas; que esas guerrillas son invencibles cuando expresan los intereses de grandes masas campesinas y ganan, en consecuencia, su activo- respaldo. Nuestro Partido considera que esa elevada forma de lucha es justificada y que consti- tuye muy importante respuesta popular a la violencia terro- rista de los grandes latifundistas, de las fuerzas armadas a su servicio y de sus amos yanquis".

Y agrega para referirse a la situación posterior al 11 Con- greso:

"Después del 11 Congreso, el régimen ha lanzado nuevas ofensivas militares de exterminio contra el movimiento guerrillero, estableciendo cercos y ocupaciones de vastas zonas del territorio, en las cuales se ha impuesto un régimen de terror sobre amplios sectores campesinos. Sin embargo, el objetivo de liquidar este movimiento no ha podido cum- plirse. A pesar de todo el despliegue bélico, el movimiento que dirigen las FARC ha seguido desarrollándose. La prácti- ca continúa confirmando que allí donde el movimiento de- fiende sus vínculos con el campesinado y se guía por una acertada política de clase, acrecienta su autoridad entre las masas campesinas y es un factor de desarrollo de la lucha y la organización popular". (Idem).

Para 1975 la situación parecía ser propicia al avance de las conquistas populares ya que el antiguo jefe del Movi- miento Revolucionario Liberal MRL- había accedido al poder; se añoraba los años de las alianzas del Partido con ese jefe y ese movimiento político. Se creía en las grandes reformas, de pronto en aquella famosa frase que agitaba en esos años de que "Los grandes días están por venir" con la cual engañaba a la izquierda. Pero esto no sucedió. Por el contrario, en su período presidencial la crisis económica y social se agudiza porque como representante del capital fi- nanciero su política es la especulación y el agiotismo. El paro del 14 de septiembre de 1977 era la expresión del des- contento de las amplias masas populares del país con la 190 www.escuelaideologica.org

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política expoliadora del régimen. lopista. La respuesta fue la bala, la cárcel y el asesinato de los manifestantes. Ha sido el paro más sangriento del período del Frente Nacio- nal. El mismo López lo calificó como un 9 de abril de menor calibre. López le deja como herencia a Turbay el auge de la lucha de masas y éste la enfrenta de entrada con el "Estatuto de Seguridad" cuya realización práctica encomendó a su ministro de guerra, Camacho Leyva. El binomio Turbay-Camacho entroniza el imperio de la tortura y la cárcel para los dirigentes revolucionarios. Las cárceles se llenaron de presos políticos y el Partido Comunista y demás comentes democráticas inician una lucha por las "libertades democráticas" y los derechos humanos.

El 19 de diciembre de 1979 se firma la "Plataforma del Frente Democrático", conformado por el "Movimiento Firmes", "Unión Nacional de Oposición. UNO", Partido Comunista Colombiano. "Movimiento Independiente Libe- ral MIL". "Alianza Nacional de Oposición ANAPO". Se acuerdan los siguientes puntos fundamentales:

"1. Lucha por la defensa de los derechos humanos y las libertades democráticas,. contra el auge del militarismo ex- presado en la permanencia del estado de sitio, el estatuto de seguridad y la institucionalización de la tortura. Por la liber- tad de los presos políticos...". "3. Oposición decidida al régimen que actualmente enca- beza Turbay Ayala y al curso reaccionario que toma, cada vez con más fuerza, acentuando la militarización que sopor- tan amplios sectores del pueblo...". (Documentos Políti- cos No. 140. Enero - Febrero, 1980).

El aumento de la represión ocasiona, consecuentemente, el desarrollo del movimiento revolucionario y dentro del régimen turbayista las luchas armadas ascienden cuantita- tivamente. El Movimiento 19 de Abril M-1 9 logra adquirir mucha influencia entre los sectores populares, en especial aquellos en los que la Alianza Nacional Popular ANAPO tenía su causa electoral. La represión toca a dirigentes im- portantes del Partido Comunista como fue el caso de Alvaro Vásquez del Real, miembro del Comité Ejecutivo del mismo, llevado a la cárcel por algún tiempo acusado de

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vinculación con el movimiento armado de las FARC. La respuesta a todo es por parte del Partido dice:

"Los comunistas no nos equivocamos de país ni de momen- to histórico. Sabemos que no estamos en la Cuba de la Sierra Maestra, ni en la Nicaragua de Somoza. Nuestra con- signa aquí y ahora no es el asalto armado al poder; quere- mos, por el contrario, alejar el espectro de la guerra civil, de la estrategia de la tensión que tanto cultivan los reacciona- rios. Y si bien trabajamos, en última instancia, para cons- truir una formación social en la que el gobierno de los hom- bres sea sustituído por la administración de las cosas, donde toda opresión política y social desaparezca, lo que propone- mos a esta Colombia de hoy no es ni siquiera el socialismo, pero s í la vía segura que a él acerca en las condiciones de este país: el reciente Congreso del PCC fijó como la tarea central del momento 'obtener un viraje que conduzca a la apertura democrática' ... 'En síntesis, frente a la amenaza fascista que crece en el hemisferio y ante la acentuación del carácter retrógrado de la política del presidente Turbay , los comunistas proponemos un objetivo perfectamente realista: la democracia. Y un método para su realización lejos de todo lo que pueda hacer el juego a la estrategia de la ten- sión: unidad popular, lucha de masas y nada de aventuras". (Alberto Rojas Puyo. Editorial. Documentos Políticos No. 146. Abril 5 de 1981).

A la política fascista de Turbay se contestó con la pro- puesta de la "apertura democrática", cuando el movimien- to armado crecía incesantemente por todo el territorio nacional. Turbay jugó su período y deja a Betancur una situación altamente polarizada entre régimen-fuerzas arma- das y movimientos revolucionarios-lucha armada. Cuando la mayoría de las fuerzas progresistas, incluido el Partido Comunista, consideraban que un gobierno conservador profundizaría la represión sostenida por Turbay, Betancur causa una gran sorpresa al iniciar su gobierno con una amnistía incondicional prácticamente que aceptan todos los grupos perseguidos. La polarización se distiende y tanto gobierno como organizaciones revolucionarias se aprestan para el "diálogo". El elemento político entra a desempeñar el papel del nuevo gobierno al iniciarse las respectivas con- versaciones entre "comisiones de paz" del gobierno y

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comisiones en representación de los alzados en armas. En editorial de la revista antes citada en artículo titulado "Del XIII al XIV CONGRESO del PC" se afirma:

"Mérito del XIII Congreso es haber entrevisto una salida diferente a la que guisaban las esferas regresivas. Sintetizan- do la experiencia de la lucha contra el peligroso curso que se le había impuesto al país, el Congreso destacó la existen- cia de grandes reservas democráticas potenciales, capaces de imprimirle un rumbo distinto. Afirmó que no es fatal el deterioro de las reformas democráticas y concluyó tajante- mente que el fascismo no es inevitable, a condición de unir, organizar y movilizar a extensas masas del proletariado, los campesinos, las capas medias urbanas y elementos democrá- ticos de la burguesía en un solo frente, donde el peso de los obreros fuera cada vez mayor. "El balance posterior al Congreso ha confirmado este enfo- que, sin que la situación se haya resuelto, es evidente sin embargo que la apertura democrática viene avanzando en medio de un proceso contradictorio y difícil, marcado por flujos y reflujos. La dictadura desembozada no ha podido abrirse paso. Cayó el estatuto de seguridad, obra maestra del militarismo y la reacción política. Las contradicciones en el seno del actual gobierno, la presión de las masas y de la opinión democrática determinaron la caída del ministro de Defensa, general Landazábal. La arninistía cobró vigencia.

, Hoy se habla del indulto para los jefes guerrilleros no cobi- jados por elia. "Y ante todo, comenzó a operar la tregua entre el Gobierno y las FARC-EP, estimulando la posibilidad de acuerdos similares con otras organizaciones en armas, todo contra la resistencia de los generales más reaccionarios y de redoma- dos voceros de la ultraderecha bipartidista. En resumen, no es aventurado afirmar que por el momento las contradiccio- nes tienden a resolverse en favor de los círculos democrá- ticos". (Documentos Políticos No. 159. 1 984).

Dentro de este nuevo ambiente político se lleva a cabo el XIV Congreso del Partido y allí se protocoliza una vez más su posición respecto al movimiento armado revolucio- nario. Se propone que la lucha tenga como objetivo la conquista de una "Democracia avanzada", y para ello, el movimiento armado ha de cambiar su carácter funda- mental:

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"Ya las FARC han planteado que si se dan nuevas condicio- nes el movimiento guerrillero, sin entregar las armas, cam- biará de formas de lucha, manteniéndose en capacidad de responder a nuevas situaciones si es el caso".

El gobierno belisarista plantea circunstancias políticas inesperadas pero que en el fondo llevan a la distención. Esto produce una apariencia de democracia que el docu- mento referido recoge en la siguiente forma:

"Pero debemos ser conscientes que atravesamos una etapa de desarrollo de las fuerzas democráticas y revolucionarias, en la cual pueden producirse saltos, siempre y cuando que logremos fortalecer los destacamentos revolucionarios y en primer lugar al Partido Comunista, contrarrestando las ma- niobras de la oligarquía y haciendo de las consignas de apertura democrática y reformas políticas y sociales la llave para conquistar una democracia avanzada". (14o. Congreso- Informe Central).

Se ve la posibilidad de que la lucha armada se convierta en forma principal pero en seguida hace la salvedad de que el objetivo fundamental seguirá siendo la democracia:

"...El planteamiento de anteriores congresos del Partido de que un golpe militar o una salida dictatorial, así conserve un ropaje 'civil' conduciría a un nuevo incremento de la lucha armada en un nuevo nivel, en combinación con múltiples formas de la lucha de masas, tiene plena validez, en momen- tos en que el militarismo, la reacción y el imperialismo conspiran para imponer una salida de derecho. Una tal salida podría conducir a que la lucha armada se convierta en la forma principal de lucha del pueblo colombiano. "Pero en esas condiciones, la democracia y las libertades se- guirán siendo el objetivo fundamental, como único camino hacia las transformaciones revolucionarias que conduzcan al socialismo". (Idem).

Aquí se desvirtúa y se descarta la tesis fundamental del marxismo-leninismo de la "Dictadura del Proletariado"; en efecto, si la lucha armada revolucionaria se convierte en la forma principal, lo natural es que el objetivo ha de ser la toma del poder y la implantación de la dictadura del prole- 194 www.escuelaideologica.org

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tariado ya que tener como objetivo la "democracia" no sería otra cosa que retroceder en el proceso histórico del pueblo colombiano. ¿Cómo se podría considerar que luego de una lucha armada revolucionaria conducente al poder se planteara la "democracia", si por democracia se viene en- tendiendo la participación de todos los estamentos sociales incluida la burguesía?

Lo que viene posteriormente es la formación de un mo- vimiento político al cual se le denomina "Unión Patrióti- ca" UP. cuyo objetivo es el logro de la unificación de las corrientes de izquierda a su alrededor a fin de obtener una amplia participación en las Corporaciones de elección popular en las alcaldías municipales. A similitud de ante- riores experimentos de esta naturaleza política como el "Frente Democrático. FD", la "Unión Nacional de Oposi- ción UNO", se sigue la línea tradicional de alianza de iz- quierda con objetivos electorales para "denunciar" en el Parlamento al régimen. En este proceso, el movimiento guerrillero adquiere un carácter más que secundario en el proceso revolucionario.

3. La División del Partido Comunista Colombiano

La división del Movimiento Comunista Internacional protocolizado por las tesis y posiciones de Íos dos partidos comunistas más importantes, el Partido Comunista de la Unión Soviética y el Partido Comunista de la República Popular China lleva a que los partidos comunistas del resto del mundo también asumiesen posiciones que se identifica- ban ya con uno ya con otro de aquellos. El XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética sienta las tesis de la posibilidad de la vía pacífica en el triunfo de la revolución socialista, sin guerra civil y sin intervención ex- tranjera. Con esta tesis, la que se agrega a la tradicional de la "coexistencia pacífica" entre Estados de diferentes siste- mas y con la cual se le confunde generalmente, se da inicio a la división del Movimiento Comunista Internacional. La tesis de la transición pacífica es sistematizada en los subsi- guientes congresos, y en el XXII se afirma:

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CEMACO
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"Gracias a la victoria del socialismo en la URSS y la conso- lidación de la unidad de la sociedad soviética, el Partido Comunista de la clase obrera se ha convertido en la vanguar- dia del pueblo soviético, es hoy el partido de todo el pueblo".

Esta tesis es rechazada en forma total por el Partido Co- munista de la República Popular China y la polémica se convierte, cada día más, en posiciones casi antagónicas* hasta llegar a afirmarse por parte de los chinos que en la Unión Soviética había renacido el capitalismo y que se había convertido en el "social-imperialismo".

En lo que se refiere a la tesis de la "transición pacífica", la delegación del Partido Comunista de China presenta al C.C. del PCUS, el 10 de noviembre de 1957 la siguiente posición:

"1. Respecto al problema de la transición del capitalismo al socialismo, corresponde señalar las dos posibilidades, la pacífica y la no pacífica, en lugar de seííalar una sola. Esto será más flexible, y nos dará la posibilidad de mantener la iniciativa política en todo momento. a) Señalar la posibilidad de la transición pacífica demuestra que para nosotros, el empleo de la violencia es ante todo una cuestión para nosotros, el empleo de la violencia es ante todo una cuestión de defensa propia. Esto permitirá que los Partidos Comunistas de los países capitaiistas eviten ser atacados sobre este problema, y es políticamente ventajoso, o sea, ventajoso para ganar a las masas, también para privar a la burguesía de sus pretextos, y aislarla. b) En el futuro, si surgiera en países aislados la posibilidad práctica de una transición pacífica, cuando se operen can- bios drásticos en la situación internacional o interna, podríamos entonces hacer uso a tiempo de esta oportunidad para ganamos el apoyo de las masas y resolver por medios pacíficos el problema del poder estatai. c) Sin embargo no debemos atarnos las manos a causa de este deseo. La burguesía no se retirará por su propia volun- tad del escenario de la historia. Esta es una ley universal de la lucha de clases. El proletariado y el Partido Comunista de ningún país, no deben aflojar jamás ni lo más mínimo sus preparativos para la revolución. Deben estar preparados en todo momento para rechazar los asaltos de la contrarre-

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volución y, en el momento crítico de la revolución, cuando la clase obrera esté tomándose el poder, derrocar a la bur- guesía por la fuerza de las armas en caso que esta recurra a las armas para reprimir la revolución popular (lo que, por regla general, es inevitable). II. En la actual situación del movimiento comunista inter- nacional, es ventajoso, desde el punto de vista táctico, señalar nuestro deseo de la transición pacífica. Sin embargo, no conviene destacar con exceso la pasibilidad de la transi- ción pacífica, porque: a) Posibilidad y realidad, el deseo y si se puede lograrlo, son dos cosas distintas. Debemos referirnos al deseo de la transi- ción pacífica, pero no debemos cifrar nuestras esperanzas principalmente en ella; por eso, no debemos destacarlo excesivamente. b) Si se pone demasiado énfasis en la posibilidad de la tran- sición pacífica y, sobre todo, en la de conquistar el poder estatal mediante la conquista de une mayoría parlamenta- ria, esto puede conducir fácilmente al debilitamiento de la voluntad revolucionaria del proletariado, del pueblo trabaja- dor y del Partido Comunista, y a su desarme ideológico. c) Hasta donde sepamos, no existe todavía ningún país en que semejante posibilidad tenga algún significado práctico. Incluso si en algunos paises aislados esta posibilidad fuese algo más aparente, tampoco convendría destacarla excesiva- mente, pues ella no corresponde a la realidad de la inmensa mayoría de los países. Aun si semejante posibilidad apare- ciese realmente en algún país, el Partido Comunista allí debe, por un lado, esforzarse por realizarla y , por el otro, estar preparado en todo momento para rechazar los ataques armados de la burguesía. d) Con subrayar esta posibilidad no se logrará debilitar la naturaleza reaccionaria de la burguesía, ni adormecerla. e) Tampoco se iogrará con ello hacer un poco más de revolucionarios a los partidos socialdemócratas. f ) Tampoco se puede hacer con ello más fuertes a los Parti- dos Comunistas. Por el contrario, si algunos Partidos Comu- nistas ocultan su fisonomía revolucionaria por esta causa y se confunden así con los partidos socialdemócratas a los ojos de las masas, solo se debilitarían a s í mismo. g) La acumulacióp de fuerzas y la preparación para la revo- lución son tareas sumamente arduas, en tanto que, después de todo, la lucha parlamentaria es relativamente más fácil. Debemos aprovechar plenamente la forma parlamentaria de

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lucha, pero su papel es limitado. Lo más importante es trabajar duro para acumular fuerzas revolucionarias. III. La conquista de una mayoría parlamentaria no equivale a la destrucción de la vieja máquina estatal (principalmente las fuerzas armadas) ni el establecimiento de una nueva má- quina estatal (principalmente las fuerzas armadas). Sin la destrucción de la máquina estatal militar-burocrática de la burguesía, la mayoría del proletariado y sus aliados de con- fianza en el Parlamento es, o bien imposible (pues la burgue- sía puede enmendar la Constitución, toda vez que le sea necesario, con el objeto de facilitar el afianzamiento de su dictadura), o bien insegura (por ejemplo, la burguesía, puede declarar nulas las elecciones, declarar ilegal al Partido Comunista, disolver el Parlamento, etc.). IV. No se debe interpretar la transición pacífica al socialis- mo meramente como la transición mediante una mayoría parlamentaria. Lo principal es el problema de la máquina estatal. En la década del 70 del siglo XIX, MARX consideró posible la victoria del socialismo en Inglaterra por medios pacíficos, porque Inglaterra era entonces el país en que se manifestaban en el menor grado la casta militar y el buro- cratismo. Por algún tiempo después de la Revolución de Febrero, LENIN esperó que la revolución se desarrollaría pacíficamente y triunfaría, mediante el paso de 'todo el poder a los Soviets', porque en ese entonces las armas esta- ban en manos del pueblo. Ni MARX ni LENIN querían decir que la transición pacífica podía efectuarse mediante la utilización de la vieja máquina estatal. LENIN explicó repe- tidas veces la conocida frase de MARX y ENGELS de que 'la clase obrera no puede simplemente tomar posesión de la máquina estatal existente y ponerla en marcha para sus propios fines'. V. Los partidos socialdemócratas no son partidos del socia- lismo. A excepción de ciertas alas de izquierda, son partidos servidores de la burguesía y el capitalismo. Constituyen una variante de los partidos burgueses. En el problema de la revolución socialista, nuestra posición es fundamentalmente distinta de la de los partidos socialdemócratas. No se debe ocultar esta diferencia. Ocultar esta diferencia ayuda a los dirigentes de los partidos socialdemócratas a engañar a las masas y nos impide conquistar a las masas que se encuen- tran bajo la influencia de dichos partidos. Sin embargo, no cabe duda de que es muy importante fortalecer nuestra labor con relación a los partidos socialdemócratas y esfor-

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zarnos por establecer un frente único con sus grupos de iz- quierda y de centro. VI. Así entendemos nosotros este problema. Sostenemos opiniones diferentes. Atendiendo a diversas consideracio- nes, no manifestamos nuestras opiniones acerca de este problema después del XX Congreso del PCUS. Ahora, como se va a hacer pública una declaración conjunta, no podemos menos que exponer nuestros puntos de vista. Esto, sin em- bargo, no impide que encontremos un lenguaje común en el Proyecto de Declaración. Para mostrar una conexión entre la formulación de este problema en el Proyecto de Decla- ración y la del XX Congreso del PCUS, estamos de acuerdo en tomar como base el proyecto presentado hoy por el CC del PCUS, proponiendo algunas enmiendas en ciertos pasajes".

Hasta aqui los puntos expuestos no eran aún muy profundos en sus diferencias ideológicas como luego vino a profundizarse al punto antes expuesto.

Las tesis del Partido Comunista de la Unión Soviética fueron compartidas por las tendencias reformistas de los Partidos Comunistas existentes y las tendencias izquierdis- tas de los mismos se separaron para fundar los Partidos comunistas marxistas leninistas como dieron en llamarse a partir de la división.

En nuestro país, la división tuvo lugar como en la mayo- ría de los casos, cuando la división se agudizó; ella se protocoliza en el X Congreso del cual se titula poseedor cada uno de los dos partidos. El Partido Comunista (M.L.) sienta la tesis de la vía armada como principal en su Con- greso. Lo principal a destacar de esas tesis es lo siguiente:

"a) Somos un país capitalista; nuestra revolución es, por lo tanto, socialista de inmediato; b) La Revolución latinoamericana es una sola; no existen revoluciones nacionales; c) En los países de América Latina, incluso Colombia, no existe burguesía nacional; d) La clase obrera colombiana está alienada por la ideología burguesa y entregada al régimen capitalista; por consiguien- te, no será capaz de dirigir nuestra revolución; e) La guerrilla, de por sí, como unidad político-militar, crea las condiciones de la revolución.

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Al mismo tiempo, el Congreso define el camino de la revolución como armado y determina que:

"La guerrilla será la forma principal de organización armada inicialmente. La forma guerrillera de enfrentamiento con el enemigo será el medio principal de combate en la primera fase. El desarrollo de la guerrilla y de las milicias campesinas re- volucionarias nos permitirá la creación del Ejército Popular de Liberación como fuerza armada revolucionaria regular con la cual será posible destruir al ejército enemigo y lograr . la victoria de la revolución". (III Pleno del Comite Central del Partido Comunista de Colombia (ml).

Aunque se le denomine como Décimo, este Cogreso es el primero del nuevo Partido y así se expresa en su "Resolu- ción Política":

"Colocar como tarea central la construcción del Partido Comunista (Marxista-Leninista) con la calidad de auténtica vanguardia del proletariado de la ciudad y del campo, para garantizarle a este la hegemonía de la revolución y hacer posibles todas las demás tareas".

Y agrega:

"Determinar la lucha armada como la forma principal de lucha, lo que significa poner todas las demás formas de lucha a su servicio, desarrollar el brazo armado del Partido y avanzar en la construcción del Ejército Popular de Libera- ción, brazo armado del Frente Patriótico de Liberación".

La construcción del Ejército Popular de Liberación tuvo muchas dificultades-por las divisiones y deserciones de los militantes del Partido:

"En 1965 comenzó a entrar la gente al Noroeste a trabajar y a crear las condiciones para los levantamientos. Lógica- mente que en este trabajo se corrigieron los errores de foquismo, pero continuó la influencia negativa de la teoría de Mao Tse-tung sobre la guerra popular prolongada. "Comenzamos a trabajar en pro de los levantamientos cam- pesinos. A raíz de estos movimientos y encabezado por cua-

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dros del partido, se constituyó el primer frente de guerra. FRANCISCO GARNICA y se creó el EJERCITO POPU- LAR DE LIBERACION. "Allí, en el Noroeste .prestamos juramento los primeros combatientes. En ese entonces éramos alrededor de 10 hombres, pero el destacamento creció rápidamente debido al auge de compañeros que salieron del movimiento campe- sino, de los levantamientos". (Fabiola Calvo O. Reportaje a Caraballo en: EPL. Diez Hombres. Un Ejército. Una Histo- ria. Ecoe Ediciones. Bogotá).

Y la acción armada es caracterizada, en sus comienzos como levantamiento contra los terratenientes:

"El primer levantamiento campesino fue encabezado por Fulvio Ferreira Grandet. "En esta acción participaron campesinos del Llano del Tigre, del Sinú y de Río Verde, quienes se concentraron ini- cialmente en la finca de Luis Manco para recibir instruccio- nes. Era prácticamente el comienzo del levantamiento contra los terratenientes y la explotación capitalista". (Reportaje a Carlos Evelio. Idem).

La diferencia, en lo que se refiere a la guerrilla, entre el Partido Comunista de Colombia PCC y el Partido Comunis- ta de Colombia (ml), está en que el primero considera que ella es parte de la autodefensa de las masas campesinas ante la violencia de los terratenientes y del régimen, y el segun- do crea la guerrilla como Ejército para la toma del poder politico. Por esto, la creación del Ejército Popular de Libe- ración EPL es consecuencia de la formación del Partido, elemento consustancial del mismo. La dirigencia del Parti- do es la misma dirigencia de la guemlla. Diversidad de incidentes políticos e ideológicos matizan el proceso de este Partido y esta guerrilla en su ya larga vida, pero al final y en el gobierno de Betancur, se entra en el cuadro de la llamada '(tregua" y "cese al fuego". Hay diferencias de matices en los documentos de las diversas organizaciones armadas, pero en el fondo todas desean condiciones polí- ticas favorables para llevar a cabo su agitación y proselitis- mo. Incluso hay una declaración conjunta de las FARC-EP

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y el Partido Comunista de Colombia M-L y su Ejército Popular de Liberación (EPL) que dice así:

"Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejér- cito del Pueblo (FARC-EP) y el Partido Comunista de Colombia M-L y su Ejército Popular de Liberación (EPL), hemos realizado una importante reunión en la cual el inter- cambio de opiniones, en un gran ambiente de fraternidad y un alto espíritu de unidad, nos ha permitido identificar la amplia base de coincidencias entre nuestras organizaciones frente al actual momento político y concluir en el compro- miso de dar continuidad a los intercambios políticos y mi- litares, de desarrollo de un trabajo de unidad de acción y de labor mancomunada al lado de los compañeros del M-19, del ELN y del ADO para fortalecer la unidad que permita una coordinación general del movimiento guerrillero colom- biano, dando pasos efectivos tales como la preparación de una reunión conjunta de las Organizaciones populares alza- das en armas. Nos hemos identificado en que los Acuerdos de la Uribe ratificados por el Presidente de la República, así como el Acuerdo del PC M-L, su EPL y el M-19 con el gobierno nacional, representan una valiosa conquista del pueblo colombiano, a diario amenazada por la acción abierta y soterrada de los enemigos de la paz. Los sectores más reaccionarios del país están empeñados en sabotear los Acuerdos y buscan por todos los medios impe- dir el funcionamiento de la Comisión Nacicnal de Verifica- ción y el desarrollo del diálogo nacional; para ello, ejecutan acciones ofensivas militares y de hostigamiento en las zonas de guerrilla, promueven actos de provocación como el asesi- nato del compañero' Carlos Toledo Plata e intensifican la acción y la creación de nuevos grupos paramilitares, cuyos actos contrarrevolucionarios pretenden incluso difundirlos como enfrentamientos armados entre las FARC y el EPL. Todos estos actos así como las ofensivas propagandísticas de algunos medios de comunicación, contrarios a la paz, muestran con toda evidencia que el Cese del Fuego no puede consolidarse en Colombia mientras el gobierno no tome las medidas necesarias que le pongan freno y permitan una cabal aplicación de los Acuerdos en que se ha compro- metido con las Organizaciones guerrilleras. El levantamiento del estado se sitio es una exigencia inapla- zable, sin lo cual es imposible dar un curso y desarrollo al

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Cese del Fuego, por cuanto con él las fuerzas militares justi- fican su comportamiento y asumen actividades que no le corresponden, y más aún, cuando la vigencia del Estado de Sitio pisotea los mínimos derechos ciudadanos y coarta las libertades populares. Hemos coincidido en que el diálogo nacional, es una impor- tante oportunidad para que el pueblo se exprese y gane una real libertad de lucha por sus exigencias. El diálogo nacional debe ser ante todo un gran debate político, un amplio mo- vimiento de opinión que permita analizar y decidir con la participación popular los cambios políticos, económicos y sociales que requiere el país. . La lucha por una verdadera apertura democrática es actual- mente la tarea prioritaria para el movimiento obrero y po- pular, que exige la más extensa unidad de acción de todas las fuerzas revolucionarias, democráticas y progresistas del país. Estamos convencidos que solo la unidad y la lucha de la inmensa mayoría del pueblo, puede hacer posible la Apertura democrática. Consideramos que el aspecto central para materializar la Apertura democrática que anhela el pueblo colombiano, debe ser una reforma constitucional que liquide el autorita- rismo y el militarismo, válidos por la concepción fascista de la política de Seguridad que guía actualmente la Constitu- ción y las costumbres políticas en Colombia. Una reforma que permita la vigencia de amplias libertades políticas y de la soberanía para el pueblo, que suprima el bipartidismo y asegure unas claras y auténticas garantías políticas para el ejercicio de un amplio derecho al sufragio universal. Luchamos por una reforma agraria, sobre la base de la expropiación sin indemnización de los grandes latifundios improductivos y de ganadería extensiva, para entregar la tierra a los campesinos que la trabajan, formando unidades económicas y asegurando por parte del Estado asistencia técnica adecuada, créditos y condiciones de mercadeo. Abogamos por una reforma laboral que asegure la vigencia de una real libertad sindical sin injerencia estatal, que ampare el derecho de asociación, huelga, negociación y con- tratación colectiva, sin restricciones; una reforma laboral, que ampare el derecho al trabajo, salvaguarde la estabilidad y establezca un subsidio estatal para los desempleados. La reforma fiscal que necesita el país, debe basarse en la definición de una política tributaria que guarde correspon- dencia real con los ingresos y el capital de los contribuyen-

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tes. Es urgente redistribuir el presupuesto nacional, redu- ciendo las partidas militares y ampliando los recursos para los sectores de función social tales como los de salud y edu- cación. Así mismo, se debe establecer un congelamiento en las tarifas de los servicios públicos y crear los medios nece- sanos para subsanar las demandas populares en este sentido. La deuda externa es uno de los problemas que con mayor fuerza afecta al país y los intereses populares, ante las im- posiciones de la banca imperialista con el asentimiento del gobierno. Estamos por una congelación de la deuda externa, lo que implica la suspensión de las amortizaciones y del pago de intereses sin que estos sufran ningún incremento. También estamos por la definición de una reforma urbana, universitaria y educativa, en la administración de justicia y de salud que sirvan a los intereses populares. Hacemos un llamamiento a todas las organizaciones popula- res alzadas en armas, a todas las fuerzas y organizaciones políticas, sindicales y populares, a las personas demócratas y progresistas, para que aunemos esfuerzos en la lucha por una verdadera apertura democrática".

Por el PC de Colombia (M-L) y el EPL: (Fdo). Francisco Caraballo Secretario del Partido y Comisario Político del EPL

(Fdo.) Ernesto Rojas Comandante del EPL

(Fdo.) Oscar William Calvo Comisionado oficial

Por el Estado Mayor Central de las FARC-EP: (Fdo.) Manuel Marulanda Vélez

(Fdo.) Jacobo Arenas (Fdo.) Jaime Guaraca

(Fdo.) Raúl Reyes (Fdo.) Alfonso Cano

Montañas de Colombia, 19 de agosto de 1984".

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Acontecimientos políticos diversos llevaron a que el EPL y el M-1 9 afirmasen que el gobierno había roto' la tregua. La consecuencia fue la vuelta al accionar guerrillero sin embargo de lo cual adelantan actividades amplias de masas en donde hacen presencia sus tesis políticas.

Así, pues, de la primigenia tesis de que sólo la lucha ar- mada y la guerrilla eran la principal forma revolucionaria, el Partido Comunista M-L viene a sostener la posibilidad de una Constituyente y la participación en la elección popular de alcaldes.

La historia guerrillera de este Partido es parte indisolu- ble del mismo a diferencia de las guerrillas de las FARC que aparecen como consecuencia de diversas circunstancias propias del campesinado y en especial de aquel que ha vivi- do en la parte sur del país. Por otra parte, las FARC son expresión mayormente clasista; sus máximos dirigentes y las dirigencias de los diversos frentes, están en cabeza de genuinos campesinos, forjados en la prática más que en la teoría; mientras tanto, los jefes de los otros grupos guerri- lleros son de extracción pequeño-burguesa en su inmensa mayoría.

4. Surgimiento y desarrollo del Movimiento Armado Comunista

Retomamos el relato que traíamos de boca de uno de los fundadores del Movimiento Armado Guerrillero, hoy las FARC, el Comandante Olimpo:

"...nos proponíamos hacer contacto y alianza con los gue- rrilleros liberales de los Loayza, que habían sostenido com- bates con la policía y con el ejército. Ellos a través de Arnulfo Villa como vocero de los Loayza, nos habían man- dado llamar para que los organizaramos militarmente, pues sabían de nuestras actividades combativas. Otra comisión representada por Fidel Rico (Joselito) había estado entre nosotros ratificando los deseos de los Loayza, en el sentido de que nos trasladáramos hacia sus dominios en el corrigi- miento de Rioblanco. De modo que nos dirigimos hacia allá. Durante esta marcha, que fue muy penosa, se nos mu- rieron varios niños y un anciano, por falta de recursos mé-

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dicos y alímenticios apropiados. Nos era supremamente difícil atender a los baquianos, a los constructores de trochas, a la avanzada, a la vanguardia, a la retaguardia de La Columna, al mismo tiempo que a mujeres, ancianos, niños y a sus bártulos. Sin embargo cruzamos varios filos encumbrados, páramos, laderas, cañadones, ríos, todo por la selva virgen. "Fue así como, después de casi un mes de marcha forzada, repuntamos el cañón del río Cambrín en una vereda llama- da La Lindosa. Nos recibieron en una-finca de un señor de apellido Hernández ...".

La integración de la guerrilla comunista a la guerrilla li- beral es beneficiosa cuantitativamente para enfrentar al enemigo y cualitativamente en cuanto da las pautas para integrarse con la lucha de masas campesinas y orientar su organización. Mientras el enemigo era común porque ata- caba tanto a liberales y comunistas (era en los gobiernos de Gómez y Urdaneta), pero más que todo a los primeros, el frente era homogéneo y todo marchaba muy bien:

"Entonces fue cuando nos trasladamos a ese nido de ilu- siones que es El Davis, por iniciativa de ellos (los Loayza). Allí establecimos la sede del Estado Mayor Unificado del Sur, llamado Comando de El Davis por las gentes de la región. Dicho sitio dio nombre al más famoso movimiento guerrillero de los años 50 en todo el país. Aiií formamos un verdadero poblado, una ciudadela, con toda su organi- zación social, política, militar, económica y cultural...". "Desde la cumbre de El Davis organizamos todos los des- tacamentos guerrilleros de ese entonces: recuerdo los de Bilbao, el otro Horizonte, La Ocasión, La Quebrada, Rio- verde, El Agarre, El Socorro, Herrera bajo el mando de los Loayza. El Paujil, Peñarrica, Sur de Atá, Córdoba, Sucre, Amoyá o El Davis II, Cambrín, Saldaña o El Infierno, Calarma, bajo nuestra dirección. También desde El Davis reforzamos las organizaciones de masas de Yaguará y de otros municipios, como Coyaima, Ortega, etc.".

En la medida en que el proceso avanza dentro de su curso natural y los comunistas van implantando formas or- ganizativas de carácter socialista, contrarias el individualis- mo liberal, surgen las contradicciones: 206 www.escuelaideologica.org

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"Por ejemplo -continúa el Comandante Olimpo- ellos nunca pudieron estar de acuerdo en que no se debe agredir a nadie por ser conservador. Nunca entendieron que los tra- bajadores, de filiación liberal o conservadora, no tienennada que ver con la política oligárquica de las direcciones de sus partidos. No convenían con que en el Destacamento de El Davis mantuviéramos a conservadores. Tampoco compar- tían que no se debe eliminar a un liberal por quitarle una buena arma que tenga, cosa que ellos hacían usualmente. No aceptaban que la lucha no era para enriquecerse sino para objetivos nobles y avanzados, como el derrocamiento de la dictadura de entonces. No admitían que las armas con- quistadas en combate fueran de propiedad del movimiento. Ellos practicaban el lema que nosotros llamamos del garra- patero: el que agarra, agarra, como parece decir esta ave de rapiña. Ellos sostenían 'si yo agarro un fusil, ese fusil es mío' ".

Surgen, entonces, las denominaciones de "limpios" que se adjudican a sí mismos los liberales y el de "comunes" que les adjudican a los comunistas y la división adquiere forma.

Son los dirigentes del Partido Liberal los que ven el peli- gro para su partido en la unidad de acción de las guerrillas liberales y las comunistas y por eso alertan a sus copartida- rios y dirigidos sobre ello; esa alerta llega en el momento preciso, cuando en la convivencia afloran las contradiccio- nes que produce la ideología y que el guerrillero Olimpo nos ha narrado en forma tan sencilla. El mismo continúa su relato al respecto:

"Así andaba la discordia, dentro del entendimiento y la cooperación, cuando Gerardo Loayza recibió una carta del Directorio Liberal de Ibagué. Decía entre otras cosas: 'Us- tedes son liberales limpios y los otros son los 'comunes' o comunistas, y con ellos no podemos unirnos porque somos enemigos a morir: los comunistas son adversarios de la propiedad que nosotros los liberales defendemos; los comu- nistas son enemigos de Dios y nosotros somos creyentes católicos. Por eso ustedes no pueden ni deben seguir aliados con ellos. Inmediatamente se debe romper esa unidad. Los liberales nos vamos a tomar el gobierno para acabar con los comunistas' ".

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El movimiento guerrillero comunista sigue un proceso dentro del cual se producen fenómenos políticos de toda clase, incluso la división o la liquidación del mismo como el caso de Martfn Camargo al cual se le acusa de ser agente del enemigo y producir un desarme del Estado Mayor.

Con el golpe de Rojas Pinilla, la guerrilla liberal se entre- ga, como ya vimos, pero los comunistas no lo hacen. Ahí comienza otra etapa que los sorprende sin planes con- cretos:

"...eso quiere decir que para nosotros no significó nada la amnistía de Rojas Pinilla. Eso fue una lucha directa, porque entre otras cosas fuimos el único movimiento armado que quedó haciéndola frente a la dictadura militar de Rojas Pinilla". (Jaime Guaraca -FARC- Veinte años...).

El mismo Guaraca cuenta que hubo que desplazarse hacia el Cauca en donde se empezó de nuevo con un traba- jo muy difícil entre los indígenas y dentro de su desplaza- miento sufrieron el ataque del ejército que les causó muchos males materiales.

Y Ciro cuenta la desbandada bajo el régimen rojista:

"Recuerdo el caso, después, de la llegada al poder de la dic- tadura de Rojas Pinilla, cuando con tres compañeros más emprendimos camino desde Villarrica hacia el Cauca. En el Oriente del Tolima habíamos permanecido cerca de un año en condiciones muy difíciles porque la dictadura rojista perseguía a todos los jefes guerrilleros que no creíamos en sus promesas, para asesinarnos. Cansados de vivir semi- ocultos resolvimos abrirnos paso y buscar de los campesinos ayuda, orientación, organización, en nuevas formas. En octubre del 53 nos habíamos abierto en distintas direccio- nes todos los guerrilleros bajo nuestra dirección. Nadie había vuelto a saber la suerte de los demás. Unos se habían quedado en el Sur del Tolima, otros habían pasado a depar- tamentos vecinos. Los guerrilleros liberales se habían entre- gado, habían entregado sus armas y estaban comprometidos . a liquidar a todo aquel que no se hubiera entregado, o cuan- do menos a delatarlo. En el camino nos teníamos que ocul- tar del ejército, de la policía, de los sapos, y hasta de los guerrilleros liberales colaboradores del gobierno de Rojas. Al entrar a terrenos del Sur del Tolima, fuimos descubier-

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tos. La salvación consistió en que nadie sabía la ruta que llevábamos. Leopoldo García (Peligro) nos buscaba 'pei- nando' el terreno en comisiones mixtas con el ejército. A veces nos encontrábamos con guerrilleros liberales entrega- dos que estaban dedicados a labores agrícolas. Algunos nos suministraban comida pero informaban a sus compañeros de nuestra presencia. Nos ayudaba el que portáramos bue- nas armas, y en cierta medida, aquellos ya desarmados nos tenían miedo. Nosotros descubrimos esto y los preveníamos de que algo malo podría ocurrirles si llegaban a delatar nuestra presencia en su zona. No teníamos comunicación con la ciudad, no sabíamos noticias, ignorábamos cual era la situación política. Nos decían que Rojas había puesto fuera de ley al comunismo y que había decretado el exterminio de los comunistas y sus organizaciones, completaban su infor- me los campesinos por donde pasábamos, diciéndonos que Villarrica había sido atacada y que se desarrollaba una feroz guerra contra el movimiento agrario del lugar. Algunos nos decían que estábamos perdidos, que nos entregáramos. A pesar de todo; llegamos. Jacobo Prías se encontraba en Riochiquito con una comisión de las que llamábamos roda- das. Estudiaba el terreno en esta zona del Cauca, porque él y Manuel (mi amigo Pedro Antonio Marín) habían decidido fundar Marquetaliá unos' kilómetros más arriba de nuestro antiguo destacamento de San Miguel-Peñarrica, utilizando la riqueza de la Hoya del Río Atá y favorable ubicación mili- tar". (Ciro. Páginas de su vida).

La dictadura rojista produce varios fenómenos sociales y politicos: en primer lugar desplaza numerosa población de unos lugares a otros, y de otra parte obliga a reorganizar el movimiento guerrillero que ya, necesariamente, tiene que situarse a niveles superiores al puramente liberal anterior. Pero el corto periodo de la dictadura no da lugar a una es- tructuración más avanzada del movimiento guerrillero. Si la oligarquia no hubiese tenido el tino de constituir el Frente Nacional, el movimiento armado hubiera asumido la dirección de la lucha antidictatorial y otro hubiese sido el rumbo tomado por el pais. El movimiento armado gue- rrillero, situado principalmente en las regiones de Marque- talia, El Pato, Guayabero y Riochiquito, se convierte en un movimiento agrario y sus componentes quedan en libertad de volver a sus regiones:

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"Se opera un cambio en la vida política del país y entonces los movimientos guerrilleros de Marquetalia, Riochiquito, La Símbola y otros, modifican su táctica cambiando la dirección guerrillera por una dirección agraria. Dicho en otros términos, el movimiento guerrillero se convierte en movimiento agrario. Se acaba la estructura militar, se aca- ban los grados y las denominaciones militares y todo el mundo se 'dedica a trabajar la tierra. Entonces se dijo en una conferencia el movimiento de Marquetalia, que todo aquel que quisiera quedarse en la región trabajando, podía hacerlo y quien quisiera retornar a su lugar de origen también que- daba en libertad de hacerlo". "...La asamblea de antiguos guerrilleros, que en adelante eran dirigentes agrarios, labriegos, trabajadores del campo terminó con una gran fiesta a la que se le dio el nombre de 'fiesta de la despedida' ". (Jaime Guaraca. Idem).

El Frente Nacional produce la desmovilización del movi- miento armado comunista y por varios años la situación de la guerrila solo se manifiesta esporádicamente a nivel na- cional. Como ya se vio, la Revolución Cubana solo movili- za al sector de la juventud que sale en su defensa y llega a constituir la guerrilla revolucionaria que antes estudia- mos. En los grupos comunistas no tiene influencia, máxime cuando Fidel Castro descalifica en los primeros años de poder revolucionario a los Partidos Comunistas tradicio- nales.

Es años más tarde cuando el periódico conservador El Siglo inicia una serie de artículos politicos sobre la situa- ción social de las regiones de Marquetalia, Guayabero, El Pato y Riochiquito, que vuelve el tema de movimiento guerrillero comunista. Pero no como forma de ofensiva revolucionaria al tenor de los otros grupos existentes ya, sino como resultado de una feroz represión a esas zonas a las que se llamó "Repúblicas Independientes".

La invasión militar de Marquetalia lleva a la conforma- ción de la guerrilla móvil. Quienes estuvieron en condicio- nes de formarla enfrentan al ejército gobiernista causándo- le numerosas pérdidas en hombres y material para dejarle la región completamente devastada y trasladarse a otras. A raíz de esta agresión se convocó la Primera Conferzncia

. Guerrillera del Bloque Sur. Luego, el régimen prosigue la 210 www.escuelaideologica.org

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agresión a las otras regiones antes referidas y esto produce la realización de la Segunda Conferencia en la cual se puso el nombre de Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colom- bia, -FARC.

"Esta conferencia nos dio un documento básico para el ma- nejo interno del movimiento, nos dio un reglamento. No Teníamos estatutos ni reglamento y aprobamos un solo documento que se llamó reglamento interno de FARC. En las conferencias posteriores hemos venido elaborando los otros documentos y normas. En esa conferencia no tenía- mos tampoco la modalidad de frentes como ahora sino de destacamentos guerrilleros de FARC. Uno estaba al mando de Ciro Trujillo. Otro destacamento al mando de Manuel Marulanda Vélez. Otro destacamento al mando de Joselo, otro al mando de Rigoberto Lozada, otro al mando de Carmelo López, otro al mando de un vagabundo que des- pues se puso al servicio del ejército y que se llama Cartage- na. Había otros destacamentos al mando de otros coman- dantes que se desplazaron a diversas zonas del país a iniciar o a continuar la lucha. Esa es, en términos generales, la historia de las FARC". (Jacobo Arenas. FARC Veinte años. De Marquetalia a la Uribe. Carlos Arango Z . Ediciones Aurora).

Las nuevas condiciones nacionales se expresan en diver- sidad de movimientos u organizaciones armadas: no sola- mente el más antiguo de los grupos "foquistas" como el ELN, sino el EPL como brazo armado del Partido Comu- nista (ml) y otros que surgen, llevan a que la lucha guerri- llera tienda a generalizarse en el pafs y el régimen a repri- mirla. En estas condiciones, las FARC, incursionan periódi- camente durante todos los años siguientes a su fundación. En 1966 ernboscan al ejército en el cañón de San Miguel y en Nuevo Mundo; en Baraya (Huila), se produce un gran enfrentamiento en el cual rompen un cerco tendido con más de cinco mil soldados. En 1967, combaten en Piedras de Moler (Cartago), Rfoblanco (Tolima). En 1968, hay enfrentamiento en Tello (Huila). En 197 1, emboscan por repetidas ocasiones al norte del Huila a pesar de su milita- rización. En 1972 se producen más combates. En 1973, las FARC atacan al ejército en San Pedro de Urabá (Antio- quia), en el norte y sur del Tolima. Se toman la población

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de Colombia (Huila) por más de 5 horas y al final del año rompen otro de los cercos gigantes del ejercito. En 1974, se reúne la IV Conferencia y entre las conclusiones se dice: "hay que golpear al enemigo en los centros neurálgicos de su economía. Hay que sacar los tiros a la luz". "No somos un movimiento campesino, pues no estamos luchando solo por la tierra sino por la toma del poder ..." (Alternativa No. 22 y 23. dic. 15 - enero 15 de 1974-75). Aparecen en Boyacá atacando en Albania, Froilán y Briceño. El 11 de junio se toman Algeciras y luego emboscan al ejército en el Cañón de la Perdiz. Siguen los combates en Bcyacá y en el Huila. Para finales de 1975 las FARC producían comunica- dos del siguiente tenor:

"El Movimiento Guerrillero de las FARC en su continua lucha política y militar ha logrado el apoyo de las masas. Es por esto que el crecimiento de las filas guerrilleras, se ha acelerado, su labor política y organizativa ha encontrado eco favorable entre las masas populares, sus acciones mili- tares son cada vez más fuertes como en: Algeciras (Huila), Pto. Rico (Caquetá), Mutatá (Antioquia), Guadualito (Cun- dinamarca); y el ajusticiamiento de 'pájaros' y servicios de inteligencia en Urabá, Medio Magdalena y Cordillera Central. "Es así, como a pesar de la arremetida de las fuerzas reac- cionarias contra el Movimiento Guerrillero, la tortura y ase- sinato de cientos de campesinos, el recorte de las libertades democráticas, etc., las masas continúan dando su apoyo a la política que desarrolla el Movimiento Guerrillero pues en- cuentran en ella la realización de sus justas aspiraciones, tales como: la naciunalización de las riquezas naturales; en- trega gratuita de la rierra a los campesinos que la necesitan y la quieran trabajar en forma organizada, con ayuda por parte del Estado ... La existencia del Movimiento Guerri- llero de las FARC en Antioquia, Boyacá, Caquetá, Cauca, Cundinamarca, Chocó, Huila, Córdoba, Santander, Tolima y el Valle del Cauca demuestra que ha fracasado la campaña de los mandos militeres por ocultar la existencia del Movi- miento Guerrillero ante la opinión pública nacional e inter- nacional...". (Transcnto de la revista Resistencia de las FARC por la revista Alternativa No. 63. Dic. 8 a 15 de 1975).

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El movimiento guerrillero sigue creciendo dentro del go- bierno reaccionario de López Michelsen porque la repre- sión contra el movimiento campesino y obrero aumentó bajo banderas demagógicamente liberales. En julio de 1977, visperas del gran paro nacional de septiembre, el órgano de las FARC "Resistencia", llamaba a la unidad del movimiento guerrillero:

"Ultimamente los diversos movimientos guerrilleros del país, tratan sobre acuerdos para la unidad de acción. Esta idea está planteada en mi reportaje para 'E1 Excelsior' de Méjico y, luego, corroborada por Jacobo Arenas en su do- cumento para 'Alternativa'. De la misma manera se expre- san los compañeros del ELN, en su último boletín de Insu- rrección. Otro tanto vienen haciendo los compañeros de los núcleos de Replanteamiento y también el M-19 ...".

Este artículo de "Resistencia" lo escribe Marulanda Vélez y también hace un llamamiento de apoyo al paro nacional convocado por la CSTC.

El movimiento guerrillero sigue su avance a través del gobierno lopista y cuando entra a gobernar Turbay Ayala se intensifica debido a que en éste la represión aumenta con medidas como el llamado "Estatuto de Seguridad", mediante el cual se le dio via libre a las fuerzas armadas del Régimen para encarcelar, torturar, asesinar y desaparecer a los revolucionarios consecuentes.

En estas condiciones, la guerrilla de las FARC, prosiguen su curso en la línea demarcada de luchar por la conquista del poder, en parecida forma a lo planteado por el resto del movimiento guerrillero. Hacia el final del gobierno turba- yista el militarismo hacia tabla rasa de las libertades y dere- chos individuales y se perfilaba su aumento. En un informe del Comité Ejecutivo al Pleno del Comité Central del PCC, se hacia un análisis de este fenómeno invitando a am- pliar la lucha por las libertades democráticas mediante la lucha de masas contra la pendiente fascista del régimen. Al analizar las perspectivas políticas se analizaba las candida- turas de Galán y López Michelsen situando a éste dentro de un continuismo y hace alusión al idealismo de un Garcia Márquez que cree en una salida democrática con un

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gobierno lopista. Al pronunciarse sobre las candidaturas conservadoras, el informe dice:

"Tanto belisaristas como alvaristas han aguzado sus críticas al gobierno y respaldado a la actuación independiente de las fuerzas armadas como 'salvadoras del orden' en su lucha contra la 'subversión'. Este reacomodamiento a la derecha del conjunto de la cumbre conservadora, indica que se apresta a jugarse el todo por el todo para ganar el gobierno, aplicar su'propio rasero en el reparto del botín burocrático apuntalando los elementos más reaccionarios del poder y del militarismo. El continuismo conservador es la 'otra cara' del lopismo. Por eso, la extrema derecha se apresta a desem- peñar un papel todavía más decisivo con una u otra de las opciones continuistas de los partidos tradicionales". (Revis- ta Documentos Políticos No. 148-149.1981).

La política de Belisario Betancur fue una sorpresa para todos los sectores politicos al propiciar una "amnistía" in- condícional que ofreció la libertad de casi todos los presos políticos. Y el nombramiento de una Comisión para enta- blar conversaciones con los grupos armados fue el comienzo de su gestión hacia lo que vino a llamarse "aperturademocrá-. tica" y "tregua". El Secretario del Partido Comunista intervino en su curul de representante a la Cámara para afirmar que su partido no era el inspirador o director de las FARC y produjo el siguiente documento: .

"Ya que me refiero a las FARC quiero responder a las alu- siones de algunos colegas sobre las relaciones entre el Par- tido Comunista Colombiano y las FARC. "Es evidente que en las luchas guerrilleras desde la primera etapa, de 1949 a 1953, participaron muchos comunistas al lado de muchísimos liberales. En la segunda etapa de 1954 a 1957, participaron militantes comunistas agrarios, puesto que esta lucha se desarrolla en el teatro natural de la geografía colombiana, en el campo. "Esto significa que el Partido Comunista ha mirado con simpatía y con respeto a las guerrillas colombianas, que considera que esta es una lucha heroica de nuestro pueblo, que con esta forma de lucha el pueblo responde a la violen- cia institucionalizda que aflige a nuestro país. Pero en manera alguna el Partido Comunista Colombiano ha consi-

. derado a las guerrillas de las FARC como su dependencia.

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"Aquí mantuvimos un debate con el señor general Camacho Leyva quien nos decía que las FARC eran el brazo armado del Partido Comunista.Y le dijimos que no había ningún do- cumento del PCC que contuviera semejante concepto depri- mente para las FARC. El PC ha analizado al movimiento guerrillero en documentos públicos. El actual comandante del ejército, general Lema Henao, se ha entretenido citando párrafos truncados de documentos del PC en relación con el movimiento guerrillero. Sólo que el general Lema Henao se ha quedado muy retrasado y no ha hecho conocer de los televidentes los planteamientos del PC en los días actuales. Lástima!, porque sería bueno que el general Lema Henao siguiera haciéndole propaganda al Partido Comunista. "Las FARC no son el brazo armado del PC. Son un movi- miento revolucionario autónomo en el cual sin duda hay comunistas, como hay liberales y talvez elementos de otros partidos, porque representa ante todo un movimiento de clase, un movimiento antiiatifundista, un movimiento contra la violencia latifundista y militarista en Colombia. "Tendría un triste concepto de las FARC el Partido Comu- nista si declarara que son su brazo armado, su instrumento. El PC admira y respeta a los combatientes de las FARC pero ciertamente no comparte muchas de sus actuaciones, y en el momento actual el Partido Comunista está interesado en que los dirigentes de las FARC reflexionen sobre la situa- ción política nueva que hay en el país y consideren la posi- bilidad de cambiar sus formas de lucha armada por otras formas de lucha democrática". (Documentos Políticos, 153. Revista del Partido Comunista Colombiano).

Esto quiere decir que de acuerdo a este Partido, el movi- miento armado no lleva a cabo una lucha democrática y por ello no lo puede reivindicar como propio, por el con- trario, expresa que es incompatible así se le admire.

Pero el hecho concretd es que las FARC entran a la pro- puesta del gobierno belisarista y en un comunicado conjun- to con la "Comisión de Paz" nombrada por él mismo se plasma el comienzo de las conversaciones de paz el 30 de enero de 1983. Luego de diferentes diálogos, se llega al lla- mado "Acuerdo de la Uribe" el cual es aprobado por el presidente Betancur. La concepción política a que obedece este "acuerdo" puede deducirse de su simple lectura y por esto es importante conocerlo en su totalidad:

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"Con el fin de afianzar la paz nacional, que es pre-requisito indispensable para la prosperidad general del pueblo colom- biano, y para lograr el desarrollo de la actividad social y eco- nómica sobre bases de libertad y de justicia, la Comisión de Paz y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP) acuerdan los siguientes puntos: 1. Las FARC-EP ordenarán el cese del fuego y demás ope- rativo~ militares a todos sus frentes en el país, a partir del 28 de mayo de 1984 a las 0:00 horas, fecha que podrá posponerse, como máximo, hasta por dos meses, si fuere necesario. La orden de que antes se habla se mantendrá indefinida- mente si el señor Presidente de la República, doctor Beli- sario Betancur, corresponde a este gesto efectivo de paz con una orden semejante suya, dada a todas las autoridades civiles y militares bajo su jurisdicción, en la oportunidad debida. 2. Las FARC-EP condenarán y desautorizarán nuevamente el secuestro, la extorsión y el terrorismo en todas sus for- mas y contribuirán a que termine su práctica, como atenta- dos que son contra la libertad y la dignidad humanas. 3. La orden del señor Presidente de la República se cumpli- rá únicamente respecto de los grupos y personas que acaten y respeten estas bases y no infrinjan la ley penal. 4. Una Comisión Nacional amplia y representativa de las fuerzas implicadas en los enfrentamientos, designada por el señor Presidente de la República, será encargada de la veri- ficación de todas las disposiciones contenidas en este Acuerdo, con la finalidad de consolidar el proceso de paci- ficación. La Comisión creará subcomisiones en Florencia (Caquetá), Vistahermosa (Meta), Barrancabcrmeja (Santan- der), Saravena (Arauca), Santa Marta (Magdalena), Mede- llín (Antioquia), Neiva (Huila), Orito (Putumayo) y Cali (Valle), y podrá asesorarse de personas extrañas a ella para estudiar, con su concurso, en las regiones o sitios en que fueren conducentes sus servicios, las quejas o reclamos por hechos que pudieren interferir el anhelo nacional de paz y seguridad. La Comisión funcionará por todo el tiempo que fuere necesario y podrá acordar sus propios regla- mentos. 5. La Comisión Nacional de Verificación funcionará en Bogotá y se trasladará periódicamente para sesionar, con plenas garantías de acceso y libre tránsito, a una de las si- guientes localidades, a elección del señor Presidente de la

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República: a) San Juan de Arama, Granada o Vistahermo- sa, en el Meta; b) San Vicente del Caguán (Caquetá), c) Colombia (Huila); d) Dolores y Prado (Tolima); y e) La Uri- be (Meta), El gobierno dotará a la Comisión de todos los elementos ne- cesarios de comunicación para el mejor desempeño de sus funciones y expedirá a sus miembros las credenciales indis- pensables para garantizar su libre tránsito y seguridad. 6. Cuando a juicio de la Comisión Nacional de Verifica- ción, hayan cesado los enfrentarnientos armados, se abrirá un período de prueba o espera de un (1) año para que los integrantes de la agrupación hasta ahora denominada Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP) puedan organizarse política, económica y socialmente, según su libre decisión. El gobierno les otorgará, de acuerdo con la Constitución y las leyes, las garantías y los estímulos pertinentes. Durante este mismo período el gobierno tomará las medidas necesarias para restablecer en las zonas de violencia la nor- malidad civil. 7. Los integrantes de las FARC-EP podrán acogerse a los beneficios de la Ley 35 de 1982 y decretos complementa- rios, cuando llenen las condiciones en ella y en ellos estable- cidos. En el plan Nacional de Rehabilitación el gobierno dará pre- lacibn a los colombianos que han padecido, directa o indi- rectamente, los estragos de la violencia y estimulará la crea- cibn de los medios jurídicos necesarios para el restableci- miento de derechos injustamente conculcados como conse- cuencia de la alteración del orden público y la inseguridad social. 8. La Comisión de Paz da fe de que el gobierno tiene una amplia voluntad de: a) Promover la modernización de las instituciones políticas, dirigida a enriquecer la. vida democrática de la nación, e insistir ante las Cámaras en la pronta tramitación de los proyectos sobre reforma política, garantías a la oposición, eleccibn popular de alcaldes, reforma electoral, acceso ade- acuado de las fuerzas políticas a los medios de información, control político de la actividad estatal, eficacia de la admi- nistración de justicia, impulso al proceso de mejoramiento de la administración pública y nuevas iniciativas encamina- das a fortalecer las funciones constitucionales del Estado y a procurar la constante elevación de la moral pública.

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b) Impulsar vigorosamente la aplicación de una política de reforma agraria en reconocimiento a que los problemas de la tierra están presentes en los actuales conflictos sociales, y las demás acciones de las agencias del Estado dirigidas a ampliar permanentemente los servicios al campesinado para mejorar la calidad de su vida y la normal producción de ali- mentos y de materias primas para la industria para lo cual dispone del instrumento jurídico contenido en el art. 32 de la Constitución Nacional, que establece la dirección de la economía por el Estado. c) Robustecer y facilitar la organización comunal, de usua- rios campesinos y de indígenas, las asociaciones cooperati- vas y sindicales en favor de todos los trabajadores urbanos y rurales, así como sus organizaciones políticas. d) Hacer constantes esfuerzos por el incremento de la edu- cación a todos sus niveles, así como de la salud, la vivienda y el empleo. e) Mantener su propósito indeclinable de que para la pro- tección de los derechos que en favor de los ciudadanos consagran la Constitución y las leyes para la conservación y restablecimiento del orden público, sólo existan las fuer- zas institucionales del Estado, de cuyo profesionalismo y permanente mejoramiento depende la tranquilidad ciuda- dana. f) Promover, una vez restablecida la paz, y tal como ocurrió en otras oportunidades, iniciativas para fortalecer las mejo- res condiciones de la fraternidad democrática, que requie- ren perdón y olvido, y del mejor estar en lo económico, político y social de todo el pueblo colombiano, 9. La Comisión de Paz estima que los enunciados anteriores representan un notable mejoramiento de las condiciones objetivas para la acción política y electoral y reitera su invitación a los sectores comprometidos en acciones distur- badoras del orden público, a que se acojan a la normalidad y apliquen sus talentos y prestigio a la conquista de la opi- nión pública por procedimientos democráticos y pacíficos. 10. El presente Acuerdo será válido respecto de cualquier otro grupo alzado en armas que exprese su decisión de aco- gerse a él, previa manifestación de tal voluntad hecha al go- bierno por intermedio de la Comisión de Paz. Para facilitar la adhesión a este Acuerdo de los grupos que deseen hacer- lo, se realizará una reunión con todos ellos en el lugar y la fecha que las partes convengan.

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11. Este acuerdo, para su validez, requiere la ratificación del Señor Presidente de la República. Para constancia se firma el presente documento en La Uri- be, Municipio de Mesetas, departamento del Meta, a los 28 días del mes de marzo de 1984. Firmado por la Comisión de Paz. John Agudelo Ríos, Presidente; Rafael Rivas Posada, Samuel Hoyos Arango, César Gómez Estrada, Alberto Rojas Puyo, Margarita Vidal de Puyo. Por el Estado Mayor de las FARC-UP: Manuel Marulanda Vélez, Jacobo Arenas, Jaime Guaraca, Raúl Reyes, Alfon- so Cano". (Cese el Fuego. Una historia política de las FARC. Jacobo Arenas. Editorial Oveja Negra).

En el anterior documento encontramos las firmas de lo más connotado de la oligarquía industrial, financiera y terrateniente, la misma que durante años ha causado el hambre y la miseria de nuestro pueblo, la responsable de más de trescientos mil muertes en el período de "La Vio- lencia" y miles más hasta el presente.

Desde el punto de vista del marxismo-leninismo este hecho no puede ser revolucionario sino conciliacionista de clase. La contradicción con la oligarquía colombiana es una contradicción antagónica cuya única solución es de carácter cualitativo mediante el salto revolucionario que implica el derrocamiento de la misma por parte de su clase antagónica, la clase obrera y el campesinado en alianza es- tratégica. Pero en nuestro caso con la acción revolucionaria de lo más cualificado del campesinado como actor princi- pal que ha sido en el proceso de nuestra propia historia y como ha quedado demostrado en este estudio. Por esto, repetimos, las FARC son lo más representativo del mismo y su misión no es otra que la que en alguna ocasión propu- so de pasar de la guerrilla y la guerra de movimientos a la guerra de posiciones o guerra regular apoyadas por las masas y dirigidas por un Partido realmente revolucionario.

El desenvolvimiento de los hechos ha venido a confir- mar que los pactos solo eran algo ilusorio, algo utópico como paso al avance de las conquistas populares. El régi- men exige al movimiento guerrillero su desarme para luego degollarlo físicamente mediante el exterminio de sus diri- gentes ya desarmados. El asesinato de cientos de militan-

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tes del movimiento denominado "Unión Patriótica" así nos lo confirma y esas muertes son un precio muy elevado que un Partido u Organización Revolucionaria no deben jamás pagar y menos en aras de la conciliación de clases.

El régimen no cejará en exigir el desarme del movimien- to guerrillero como es natural, pues le representa una per- manente amenaza. Los dirigentes guerrilleros no están dis- puestos a desarmar sus destacamentos y esto es correc'to; pero el equilibrio tiene que desatarse en cualquier momen- to: ya ha comenzado el proceso de ruptura de ese equili- brio. Entonces, la lucha se reanuda: el régimen alega que no puede soportar a la guerrilla y lanza sus tradicionales campañas de exterminio; el movimiento guerrillero respon- de enfrentándolas. La perspectiva no es otra que la de avanzar en la lucha revolucionaria. En manos del movi- miento guerrillero está el próximo capítulo de nuestra his- toria y él no puede ser otro que el del triunfo de la lucha revolucionaria de nuestro pueblo: la historia siempre va hacia lo nuevo, hacia lo justo, hacia formas más elevadas de organización social, hacia el socialismo. La muerte del modo de producción capitalista y de la dependencia co- menzó ya hace algunos años. El futuro es promisorio.

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CONTENIDO

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Introducción . 7

PRIMERA PARTE LA GUERRILLA

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Capítulo I . Generalidades 13 . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 . Régimen Colonial y Neocolonial . 17

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 . Régimen Dictatorial .. 20 . . . . . . . . . . . 3 . Régimen representativo de Elección Popular 22

. . . . . . . . . . . . Capítulo II . La guerrilla: ¿estrategia o táctica? 26

Capítulo III . Guerrilla Rural y Guerrilla Urbana . . . . . . . . . . . 34

SEGUNDA PARTE LA GUERRILLA EN COLOMBIA

Capítulo I . La Resistencia Indígena . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39

Capítulo .I I. Rebelión e Independencia . . . . . . . . . . . . . . . . . 48 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 . Las Rebeliones 48

. . . . . . . . . . . . . . . . . . a . La Rebelión Comunera ..... 4 9 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

. 52 b La Rebelión Incaica

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 . La Independencia 53 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 . La Reconquista 56

. . . . . . . . . . . . a . La Organización guerrera de los criollos 58 . . . . . . . . . b . El movimiento guerrillero patriota y popular 60

Capítulo III . Las guerras civiles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La Guerra de los mil días 70

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. . . . . . . . . . . . . . . Capítulo IV . El Siglo XX y el Capitalismo 78

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . Capítulo V . Los gobiernos liberales 85

TERCERA PARTE VIOLENCIA CONSERVADORA Y GUERRILLA LIBERAL

. . . . . . . . . . . . . . . . . Capítulo I . El Gobierno Conservador . 101

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . Capítulo II . Las guerrillas del Llano 109

. . . . . . . . . . . . . . . Capítulo III . La guerrilla en otras regiones 113

Capítulo IV . Las normas del Movimiento Guerrillero Liberal . . . 128 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La Segunda Ley del Llano 135

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Capítulo V La Dictadura 144 . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 . Contenido del Gobierno Dictatorial 144

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 . La Guerrilla y el Golpe Rojista 146 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 . La Represión Dictatorial Rojista 157

CUARTA PARTE LA GUERRILLA REVOLUCIONARIA

. . . . . . . . . . . Capítulo I . Influencia de la Revolución Cubana 167

171 ........................... Capítulo II . El Foquismo 1 1

Capítulo III . La Guerrilla Comunista .................. 179

1 . Partido Político y Lucha Armada Revolucionaria . . . . . . . . 179 2 . El Partido Comunista Colombiano y su posición ante el

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Movimiento Armado 180 3 . La División del Partido Comunista Colombiano . . . . . . . . . 195 4 . Surgimiento y desarrollo del Movimiento Armado Comu-

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DEL MISMO AUTOR

La Propiedad Privada ante la delincuencia. 1982.2a. Edición.

La rebelión latinoamericana. 1980. 3a. Edición.

La lucha de clases en Colombia. 198 1.

Origen y desarrollo del Movimiento Revolucionario Colombiano. 1980.

Los comuneros en el contexto de la lucha de clases. 1983.

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