cuentos de donald barthelme

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LA NIÑA Donald BARTHELME Lo primero que hizo mal la niña fue arrancar hojas de sus libros, de modo que pusimos por norma que, cada vez que arrancara una hoja de algún libro, tenía que pasar cuatro horas sola en su habitación con la puerta cerrada. Solía arrancar alrededor de una hoja por día, al principio, de modo que la norma funcionó bastante bien, aunque el llanto y los alaridos procedentes del otro lado de la puerta cerrada nos ponían nerviosos. Razonamos que era el precio que debíamos pagar o al menos una parte de ese precio. Entonces, al aumentar su fuerza, empezó a arrancar dos hojas de una vez; eso suponía pasar ocho horas sola en su habitación, con la puerta cerrada, con lo cual se duplicaron las molestias para todos, pero no dejó de hacerlo y, a medida que fue pasando el tiempo, comenzó a haber días en los que arrancaba tres o cuatro hojas, con que tenía que estar sola en su habitación hasta dieciséis horas seguidas, pero eso impedía una alimentación normal y preocupaba a mi esposa. Sin embargo, a mí me parecía que, si establecías una norma, tenías que cumplirla, ser coherente, porque, si no, se hacían una idea equivocada. Ella tenía unos catorce o quince meses en ese momento. A menudo, claro está, se quedaba dormida, al cabo de una hora de chillar, más o menos: una bendición. Su habitación era muy bonita, con un precioso caballito de balancín de madera y casi un centenar de muñecos y animalitos de peluche. Había muchísimas cosas para hacer en esa habitación, si uno administraba el tiempo sabiamente, rompecabezas y cosas así. Por desgracia, a veces, cuando abríamos la puerta, veíamos que, mientras estaba dentro,

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Page 1: Cuentos de Donald Barthelme

LA NIÑA Donald BARTHELME 

               Lo primero que hizo mal la niña fue arrancar hojas de sus libros, de modo que pusimos por norma que, cada vez que arrancara una hoja de algún libro, tenía que pasar cuatro horas sola en su habitación con la puerta cerrada. Solía arrancar alrededor de una hoja por día, al principio, de modo que la norma funcionó bastante bien, aunque el llanto y los alaridos procedentes del otro lado de la puerta cerrada nos ponían nerviosos. Razonamos que era el precio que debíamos pagar o al menos una parte de ese precio. Entonces, al aumentar su fuerza, empezó a arrancar dos hojas de una vez; eso suponía pasar ocho horas sola en su habitación, con la puerta cerrada, con lo cual se duplicaron las molestias para todos, pero no dejó de hacerlo y, a medida que fue pasando el tiempo, comenzó a haber días en los que arrancaba tres o cuatro hojas, con que tenía que estar sola en su habitación hasta dieciséis horas seguidas, pero eso impedía una alimentación normal y preocupaba a mi esposa. Sin embargo, a mí me parecía que, si establecías una norma, tenías que cumplirla, ser coherente, porque, si no, se hacían una idea equivocada. Ella tenía unos catorce o quince meses en ese momento. A menudo, claro está, se quedaba dormida, al cabo de una hora de chillar, más o menos: una bendición. Su habitación era muy bonita, con un precioso caballito de balancín de madera y casi un centenar de muñecos y animalitos de peluche. Había muchísimas cosas para hacer en esa habitación, si uno administraba el tiempo sabiamente, rompecabezas y cosas así. Por desgracia, a veces, cuando abríamos la puerta, veíamos que, mientras estaba dentro, había arrancado más hojas de más libros y había que sumar esas páginas al total, para ser justos.

Page 2: Cuentos de Donald Barthelme

          La niña se llamaba Zara Banda. Le dimos un poco de nuestro vino, rojo, blanco y azul y hablamos seriamente con ella, pero no sirvió de nada.

          He de reconocer que llegó a ser muy hábil. Si te acercabas a ella, adonde estaba jugando en el suelo, en las raras ocasiones en las que salía de su habitación, y tenía un libro abierto a su lado y te ponías a observarlo, parecía que estaba perfecto, pero, si lo mirabas con más detenimiento, te dabas cuenta de que a alguna hoja le habían arrancado una esquinita, que fácilmente podía pasar por desgaste natura, aunque yo sabía lo que había hecho: había arrancado esa esquinita y se la había tragado. Había que tenerlo en cuenta y así se hacía. Son capaces de cualquier cosa con tal de llevarte la contraria. Mi esposa decía que tal vez fuéramos demasiado estrictos y que la niña estaba perdiendo peso, pero le hice notar que la niña tenía una larga vida por delante y debía vivir en el mundo con otras personas, debía vivir en un mundo en donde había muchas, muchísimas normas y que, si no aprendía a respetar esas normas, quedaría excluida, sin carácter, y todos la rechazarían y la condenarían al ostracismo. Lo máximo que la tuvimos en la habitación fueron ochenta y ocho horas seguidas, que concluyeron cuando mi esposa sacó la puerta de sus goznes con una palanca, aunque la niña seguía debiéndonos doce horas, porque tenía que compensar veinticinco hojas. Volví a colocar la puerta en sus goznes, añadí una cerradura grande, que sólo se abría con una tarjeta magnética que se introducía en una ranura, y me guardé la tarjeta.

          Sin embargo, la situación no mejoró. La niña solía salir de su habitación como un murciélago del infierno, abalanzarse hacia el libro más cercano,Goodnight Moon o el que fuera, y ponerse a arrancarle hojas a espuertas. Quiero decir que era capaz de esparcir treinta y cuatro hojas de Goodnight Moon por el suelo en diez segundos, además de las tapas. Empecé a preocuparme un poco. Cuando me puse a sumar su deuda en términos de horas, me di cuenta de que no iba a salir de su habitación hasta 1992, por lo menos. Además, estaba bastante pálida. Llevaba varias semanas sin ir al parque. Teníamos en nuestras manos algo así como una crisis ética.

Page 3: Cuentos de Donald Barthelme

          La resolví declarando que estaba bien arrancar hojas de los libros y, además, que estaba bien haber arrancado hojas de los libros en el pasado. Es una de las ventajas de ser padre: que tienen muchos recursos, todos buenísimos. La niña y yo nos sentamos en el suelo de lo más contentos, uno al lado del otro, a arrancar las hojas de los libros y, de vez en cuando, simplemente para divertirnos, salimos a la calle y destrozamos juntos algunos parabrisas.

“The Baby”, 1987.40 relatos (Forty Stories, 1987), trad. Alejandra Devoto,

Barcelona, Reverso, 2006, págs. 303-305.

La escuela. Donald Barthelme

Bueno, nosotros tuvimos todos esos chicos plantando árboles, vea, porque nosotros nos figurábamos que... aquello era parte de su educación, o sea, usted sabe, lo de la vegetación y las raíces... y además el sentido de la responsabilidad, cuidando las cosas, siendo individualmente responsables. Entiende lo que quiero decir. Y todos los árboles se murieron. Eran árboles naranjas. Yo no sé por qué se murieron, solamente se murieron. Algo mal en el suelo posiblemente o quizá el material que trajimos del invernadero no era el mejor. Nos quejamos sobre eso. De modo que hemos tenido treinta chicos allí, cada chico tenía su arbolito que plantar, y nosotros treinta arbolitos muertos. Todos esos chicos mirando esos palos castaños, era deprimente.Eso no sería tan malo excepto porque un par de semanas después del asunto de los árboles, murieron las serpientes. Pero yo pienso que lo de las serpientes; bueno, la razón por la que las serpientes espicharon fue que... usted recordará, la caldera del agua estuvo parada cuatro días por la huelga, y eso lo explicaba. Era algo que uno podría explicar a los chicos, lo de la huelga. Quiero decir, ninguno de sus familiares los dejaron cruzar y molestar en la línea policial, de manera que así ellos supieron qué era una huelga y qué es lo que significa. Entonces cuando las cosas recomenzaron y encontramos las serpientes muertas, ellos no estaban muy trastornados.Con lo de las gardenias fue probablemente un caso de exceso de riego, y al menos, ellos ahora saben que no hay que regarlas demasiado. Los chicos eran muy conscientes con las gardenias y sus probabilidades de... usted sabe, equivocarse al deslizar un pequeña cantidad extra de agua. O quizá... bueno, no quiero pensar en sabotaje, si bien nos ocurrió. Quiero decir, algo así pasó por nuestras mentes. Estábamos pensando que fue el camino probable porque antes de que los gerbos murieran, y los ratones blancos murieran, y las salamandras... bueno, ahora ellos saben que no hay que arrastarlos por ahí en bolsas de plástico.Por supuesto que nosotros esperábamos ya que los peces tropicales murieran, eso no fue una

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sorpresa. Todos ellos destrozados, estaban panza arriba en la superficie del agua. Pero la lección decía que lo llamemos “el gasto total de la energía de los peces”, allí no había nada que pudiéramos hacer, pasa todos los años, sólo que tiene prisa en pasar.Jamás nos propusimos tener un cachorro.Jamás nos propusimos tener uno, sólo fue un cachorro que la chica Murdoch encontró debajo del camión de Gristede y ella tuvo miedo de que el camión le pasara por encima al cachorro cuando el conductor hiciera su descubrimiento, así que ella lo escondió en su mochila y lo trajo a la escuela. Entonces tuvimos un cachorro. Tan rápido como vi el cachorro, pensé, Oh, Cristo, ojalá viva por lo menos dos semanas, y entonces... Y aquello ha pasado. No se supone que ocurrió en el aula del todo, hay cierta clase de regulación sobre eso, pero uno no puede decirles que no pueden tener un cachorro cuando el cachorro ya está allí, justo enfrente de ellos, corriendo por el piso y gimoteando. Ellos lo llamaron Edgar (eso es, le pusieron nombre a mis espaldas). Se divirtieron a lo grande corriendo atrás de él y gritando: “¡Aquí, Edgar! ¡Lindo Edgar!” En aquel entonces ellos reían como el infierno. Ellos disfrutaban la ambigüedad. Yo disfrutaba de mí mismo. No imagino que fuera broma. Ellos fabricaron una pequeña casa para el cachorro en el placard suplementario que hay y eso fue todo. No sé por qué murió. Falta de aclimatación, supongo. Es probable que no haya habido ningún francotirador. Me quedé fuera de allí antes de que los chicos llegaran a la escuela. Yo chequeaba el placard suplementario cada mañana, por rutina, porque yo sabía que esto iba a pasar. Le entregué el cadáver al custodio.Y después estuvo el huérfano coreano que la clase adoptó a través del Programa de Ayuda a los Niños, todos los chicos lo traían un cuatrimeste, esa era la idea. Fue una cosa desafortunada, el nombre del chico era Kim y quizá nosotros lo adoptamos demasiado tarde o algo así. La causa de la muerte no estaba especificada en la carta que recibimos, ellos nos sugerían que adoptemos otro chico a cambio y nos enviaron un montón de historiales de chicos, pero nosotros no tuvimos corazón. La clase lo tomó muy duramente, ellos comenzaron -yo lo creo así, aunque nadie jamás me dijo nada directamente- a sentir que quizá había algo malo en la escuela. Pero yo no pienso que haya algo malo en la escuela, particularmente, yo he visto tiempos mejores y peores. Fue sólo una racha de mala suerte. Tuvimos un extraordinario número de padres que fallecieron, por ejemplo. Hubo, yo creo, dos ataques al corazón y dos suicidios, un ahogado, y cuatro muertos en accidentes de automóvil. Un quebrado. Y tuvimos el usual alto índice de mortalidad entre abuelos, o quizá fue muy duro este año para todos, me parece. Y finalmente la tragedia.La tragedia ocurrió cuando Matthew Wein y Tony Mavrogordo estaban jugando sobre la excavación que se hacía para el nuevo edificio de la oficina federal. Estaban esas grandes vigas amontonadas, usted sabe, hacia el final de la excavación. Hay un caso del tribunal sobre eso, ahora, los padres reclaman que las vigas estaban negligentemente amontonadas. Yo no sé cuál es la verdad y cuál no. Ha sido un año extraño.Olvidé mencionar al padre de Billy Brandt, quien fue acuchillado fatalmente cuando él enfrentó a un intruso enmascarado en su casa.Un día tuvimos una discusión en clase. Ellos me preguntaron, ¿Dónde fueron? Los árboles, la salamandra, el pez tropical, Edgar, los papis y las mamis, Matthew y Tony, ¿dónde fueron? Y yo dije, No lo sé, no lo sé. Y ellos dijeron, ¿Quién lo sabe?, y yo dije, Nadie sabe. Y ellos dijeron, ¿Es la muerte la que le da sentido a la vida? Y yo dije, No, es la vida la que le da sentido a la vida. Entonces ellos dijeron, pero si no es la muerte, considerada como dato fundamental, el sentido por el cual damos por sentado que la trivialidad de todos los días podría ser trascendida en la dirección de...Yo dije, Sí, podría ser.Ellos dijeron, no nos gusta.Yo dije, Así suena.Ellos dijeron, ¡es una vergüenza sangrienta!Yo dije, Así es.Ellos dijeron, ¿haría el amor con Helen (nuestra asistente de estudios) de modo que podamos ver cómo todo ha sido hecho? Nosotros sabemos que a usted le gusta Helen.Sí me gusta Helen pero dije que yo no podría.Hemos oído mucho sobre éso, dijeron, pero nunca hemos visto el inicio de la vida.Dije que podría ser despedido y que nunca o casi nunca haría una demostración. Helen miraba a través de la ventana.

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Ellos dijeron, por favor, por favor haga el amor con Helen, nosotros necesitamos una afirmación del valor de alguien, nosotros estamos asustados.Yo dije que ellos no deberían estar asustados (aunque yo suelo asustarme) y que había valor en todas partes. Helen vino y me abrazó. La besé algunas veces en la frente. Nos tomamos el uno al otro. Los chicos estaban excitados.Entonces, hubo un golpe en la puerta, yo la abrí, y el nuevo gerbo venía caminando hacia nosotros. Y los chicos chillaron salvajemente.

Donald Barthelmede “Sixty stories”, 1981Traducción: Patricia Suárez

Dos cuentos de Donald Barthelme

El auge del capitalismo

Lo primero que hice fue un error. Pensé que entendía el capitalismo, pero lo que había hecho era asumir una actitud- tristeza melancólica- hacia eso. Ésta actitud no es adecuada. Afortunadamente, tu carta llegó, en ese momento ‘‘Querido Rupert, te amo cada día. Tú eres el mundo, que es vida. Te amo, te adoro, estoy loca por ti. Con amor, Marta’’ Leyendo entre líneas, comprendí tu crítica de mi actitud hacia el capitalismo. Siempre atento a que el crítico debe ‘‘studiare da un punto di vista formalistico e semiologico il rapporto fra lingua di un testo e codificazione di un -- "* pero aquí un gran

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pulgar mancha el texto- el pulgar del capitalismo, bajo el cual estamos todos. Caídas en la oscuridad. Mi vecino sigue cometiendo suicidio, una vez cada quincena. Tengo estos suicidios engranados en mi itinerario porque mi rol es el de salvarlo; en una ocasión llegué tarde y se quedó dos días inconsciente en el piso. Pero ahora que comprendí que no entendía el capitalismo, quizás una posición menos ambigua hacia ello puede ser ‘‘elaborada’’. Mi hija necesita más Sr. Burbujas para el baño. Los barcos de camarones bajan sus redes. Un libro del siglo XVII llamado Los Humoristas es publicado.

*Estudiar desde un punto de vista formalista y semiótico la relación entre la lengua de un texto y la codificación de un--

El capitalismo coloca a cada hombre en competición con sus semejantes por una parte de la riqueza disponible. Unas pocas personas acumulan grandes montones, pero la mayoría no lo hace. El sentido de comunidad cae víctima de esta lucha. La abundancia aumentada y la prosperidad son atadas a la creciente ‘‘productividad’’. Una jerarquía de funcionarios se interpone entre la gente y sus líderes. El bien de las corporaciones privadas es visto como prioridad antes que el bien público. El sistema del mercado mundial atenaza el control en los países capitalistas y aterroriza al tercer mundo. Todas las cosas son manipuladas con esos fines. El rey de Jordania se sienta en su radio de jamón, invitando forasteros al palacio. Visito mi asistente amante. ‘‘Bueno, Azalea’’ le digo, sentado en la mejor silla. ‘‘¿Qué te pasó desde mi última visita? ’’ Azalea me cuenta lo que le pasó. Ha cubierto un sofá, y ha escrito una novela. Jack se ha comportado mal. Roger ha perdido su trabajo (reemplazado por una célula fotoeléctrica). Los niños de Gigi están en el hospital siendo desintoxicados, todos tres. Azalea está muriendo de amor. Acaricio sus nalgas, que son la perfección, si puedes tener la perfección, bajo el sistema capitalista. ‘‘Mejor casarse que quemarse’’dijo San Pablo, pero San Pablo está muy desacreditado ahora, la rudeza de sus opiniones no concuerda con la experiencia de sociedades industriales avanzadas. Fumo un cigarrillo, para desobligar al gato.

Mientras tanto, Marta se ha enfadado ‘‘Rupert’’ dice ella ‘‘no eres mejor que un maldito perro. Un perro normal tiene más sensibilidad que vos, cuando llega al corazón de una mujer’’ Trato de explicarle que no es mi culpa sino del capitalismo. Ella no quiere saber nada de eso. ‘‘yo respaldo el sistema capitalista’’ dice Marta ‘‘nos ha dado todo lo que tenemos- las calles, los parques, las grandiosas avenidas y bulevares, los paseos y centros comerciales- y, también, otras cosas, que no recuerdo ahora’’ Pero, ¿Qué ha estado haciendo el mercado? Exploro la lista de las quince acciones más apreciadas:

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Mascota de occidente 983.100 28 5/8 + 3 ¾

Natomas 912.300 58 3/8 + 18 ½

¡Qué disgusto! ¿Por qué no estaba yo en Natomas, como ropa fina, que gana crédito social cuando la usas? No soy rico, de nuevo, esta mañana. Puse mi cabeza entre los pechos de Marta, para ocultar mi vergüenza.

Honoré de Balzac fue al cine. Estaba viendo una de sus películas favoritas, El auge del capitalismo, con Simone Simon y Raymond Radiguet. Cuando terminó de ver la película, salió y compró una planta de impresión por cincuenta mil francos. ‘‘De ahora en adelante’’ dijo ‘‘Me publicaré en hermosas y caras ediciones de lujo, ediciones baratas, ediciones extranjeras, duodécimo, sexdécimo, octodécimo. También publicaré atlas, álbumes de sellos, sermones, volúmenes de educación sexual, comentarios, memorias, diarios, itinerarios de trenes, periódicos, guías telefónicas, manifiestos, libretos, abecedarios, trabajos sobre acupuntura y libros de cocina. ’’ Y luego salió, se emborrachó y visitó la casa de su novia. Y rugiendo y pisando fuerte la escalera, le dio un susto de muerte al marido. Y el marido fue enterrado y todos se pararon en silencio alrededor de la tumba, pensando de dónde habían venido y hacia dónde iban, y los últimos puñados de tierra húmeda fueron echados sobre la tumba y Honoré se arrepintió.

Los logros del capitalismo:

1. La pared de cortina

2. La lluvia artificial

3. El centro Rockefeller

4. Los canales

5. La mistificación

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‘‘El capitalismo, seguro, es soleado’’ gritó el desempleado obrero especializado en la fabricación de herramientas, mientras yo estaba afuera caminando, por las calles de Laredo. ‘‘Nada de esos nocivos Europeos centrales para nosotros’’ y, de verdad, todo lo que veo acerca de mí parece soportar esa posición. A Laredo le está yendo muy bien ahora, gracias a la aplicación de los brillantes principios del ‘‘Nuevo capitalismo’’. El producto bruto de Laredo está en aumento, y sus contradicciones internas están decayendo. La agricultura Catfish, una nueva iniciativa en el sector agroindustrial, ha funcionado de maravilla. La casa-dracma y la casa de tarjeta son cada diecinueve historias altas. ‘‘No importa’’ dice Azalea ‘‘Sigues siendo un maldito perro, incluso si has ‘‘revelado la existencia’’. ’’ En el Laredo Country Club, hombres y mujeres hablan de las catedrales de Francia, donde todos ellos acaban de estar. Algunos buenos tours, en Lyon, en Clermont. ‘‘El temor piadoso de Dios se hace sentir en este punto’’

El capitalismo surgió y se quitó las piyamas. Otro día, otro dólar. Cada hombre es valorado por lo que traerá al mercado. El significado ha sido drenado del trabajo y, en lugar, asignado a la remuneración. El desempleo borra el mundo del individuo en paro. El subdesarrollo cultural del trabajador, como una técnica de dominación, es hallado por todas partes bajo el capitalismo tardío. El auténtico auto-control de los individuos es frustrado. La falsa conciencia creada y atendida por la cultura de masas perpetúa la ignorancia y la impotencia. Hebras de cabello negro flotando en la superficie del Ganges… ¿Por qué no pueden limpiar el Ganges? Si los ricos capitalistas que operan las fábricas de pelucas en el Ganges fueran obligados instalar los tamices en las desembocaduras de sus plantas… Y ahora el sagrado Ganges está ahogado con pelo, y el río ya no sabe dónde poner su flujo, y la luz de la luna fue tragada por el pelo, y el agua se oscurece. ¡Por Visnú! ¡Esta situación es intolerable! ¿No debería hacerse algo al respecto?

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¡Amigos para la cena! Los crudités están preparados, verdes y frescos… Las servilletas de papel están dispuestas… Todo el mundo está hablando del capitalismo (aunque algunas personas hablan de la psicología del envejecimiento, algunos sobre el uso humano de los seres humanos, y otros sobre la política de la experiencia) ‘‘¿Cómo podés decir eso?’’ grita Azalea, y Marta grita ‘‘¿Qué pasa con el aire?’’ Tal como una flor se mueve hacia la florista, las mujeres se mueven hacia hombres que no son buenos para ellas. La auto-realización no se consigue en términos de otra persona, pero tú no sabes eso, cuando empiezas. La negación de la negación está basada en una lectura correcta de los libros inadecuados. La inminente muerte calorífica del universo no es algo malo, porque está muy lejos. El caos es una posición, aunque una débil, en relación al‘‘desfocamiento’’ del cual me he olvidado de hablar. ¡Y ahora los santos vienen marchando, santo sobre santo, a entregar su mensaje! Aquí está San Alberto (que enseñó a Tomás de Aquino), y San Almaquio (martirizado tratando de poner fin a los combates de gladiadores), y San Amadour (el ermitaño), y San Andrés de Creta (cuyo ‘Gran Canon’’ se ejecuta a doscientas cincuenta estrofas), y San Antonio Del Pilar, y muchos otros. ¡Escucha! Dicen los santos ‘‘El que desee el verdadero descanso y la felicidad debe aumentar su esperanza de las cosas que perecen y se van, y colocarla en la palabra de Dios, para que, manteniéndose unido a lo que permanece pueda permanecer con ella para siempre’’ ¡Ay! Es el mensaje de siempre. ‘‘Rupert’’ dice Marta ‘‘El aburguesamiento de toda clase de hombres a llegado a su punto más bajo en tu caso. Un maldito puerco tiene más sentido que vos. Por lo menos un maldito puerco no va por ‘La bala envuelta en azúcar’’ como dicen los chinos. ’’ Ella tiene razón.

Humo, lluvia, abulia. ¿Qué pueden hacer los ciudadanos comprometidos contra el auge del capitalismo, en su propia comunidad? El estudio de las mareas de conflicto y de poder en un sistema en el cual hay desigualdad, es una tarea importante. El estudio de la historia intelectual europea desde 1789 provee una base útil. La pasión ayuda, especialmente esos tipos de pasión que son ilícitas. La duda es una condición previa necesaria para una acción significativa. El miedo es el gran motor, a la final.

Page 10: Cuentos de Donald Barthelme

Escribió una carta…

Le escribí una carta al presidente de la luna, preguntándole si tenían zonas de remolque allá arriba. Los policías habían remolcado mi Honda y eso no me gustó. Me costaba setenta y cinco dólares recuperarlo, más la salud mental. ¿Usted alguna vez ha notado cómo las grúas remolcan en breve los pequeños carros? ¿Alguna vez ha visto el acarreo de un Chrysler imperial? No, Usted no lo ha visto.

El presidente de la luna replicó muy cortésmente que no tenían zonas de remolque cualesquiera que éstas fueran. La salud mental en la luna, añadió, costaba sólo un dólar. Bueno, yo necesitaba con urgencia salud mental esa semana, entonces le contesté diciendo que pensaba que podría llegar allá para la primavera del 81, si el transbordador espacial cumplía su promesa de porcelana, y que guardara alguna salud mental caliente para mí que la necesitaba, y yo, ¿podría interesarlo en un cubo de costillas con salsa roja? La cual podría llevarle con gusto allá si él lo deseaba.

El presidente de la luna contestó que estaría encantado de tener un cubo de costillas en salsa roja, y que su código postal, si lo necesitaba, era 10011000000000.

Le telegrafié que le llevaría seis paquetes de cerveza Rolling Rock para beber con las costillas en salsa roja, y, a propósito, ¿cómo era la situación inmobiliaria allá?

Que era mala, respondió por la placa platidinum, los apartamentos estaban a cerca de un dólar por año, sabía que era costoso pero, ¿qué podía hacer? Eran apartamentos de cuatro cuartos, dijo, con tres baños, biblioteca, sala de billar, sótano y vista al Mar de la Prosperidad. Tal vez él podría conseguirme una rebaja en el alquiler, porque yo era un amigo de la luna.

La luna empezó a sonar como un lugar bastante agradable. Envié un dólar a la Fundación de Urgencia del Transbordador Espacial.

Tamborileando ferozmente en un tronco hueco con una ranura longitudinal sintonizada a las frecuencias de la luna, le pregunté por el empleo, la cobertura médica, los beneficios de jubilación, los impuestos de hospedaje, las tarjetas de conveniencia y las cuentas del Club de Navidad.

Tengo entendido, respondió, que un dólar lo cubre todo y si no lo tienes te lo podemos enviar a través del Mecanismo de Desarrollo Para La Más Próspera Luna.

¿Qué pasaba con la guerra y la paz? Pregunté por medio de pequeños circuitos rizados ALGOL Que había tejido yo mismo por medio de mi ordenador Apple.

El presidente de la luna respondió (por medio de la metáfora MIRV’D) que tatetí había ido tan lejos en esa dirección como ellos habían podido, y tan lejos como irían, si él tuviera algo para decir acerca de eso.

Page 11: Cuentos de Donald Barthelme

Le dije a través de los vuelos de los ángeles con instrucciones especiales que me parecía que él tenía las cosas muy bien allá arriba y si había algún chance de que considerara ser nuestro presidente. ¿Medio tiempo si era necesario?

Dijo que no (en una lluvia de asteroides de carros usados con stickers azules y verdes en los bompers), nuestras campañas presidenciales parecían destruir a los candidatos, herirlos. Empiezan golpeándose unos a otros en la cabeza con neumáticos rusos, o diciendo cosas definitivamente tontas con respecto a los árboles. A él no le importaría ser Dizzy Gillespie, dijo.

Traducción: J.E. López Rendón.

Lo primero que la bebé hizo mal...

Lo primero que la bebé hizo mal fue arrancar páginas de sus libros. Por eso pusimos

una regla: que cada vez que rompiera una página tenía que quedarse sola en su

cuarto cuatro horas seguidas con la puerta cerrada con llave. Al principio rompía una

página al día y la regla funcionaba bien aunque los gritos y el llanto que salía de

detrás de la puerta nos destrozaban los nervios. Razonamos que ese era el precio que

había que pagar. O parte del precio. Pero conforme mejoraba su habilidad manual

empezó a romper dos páginas al día lo que significaba ocho horas sola en su

habitación a puerta cerrada. Lo que representaba el doble de problemas para todos.

Pero aún así no dejaba de hacerlo. Y después, conforme pasaba el tiempo, había días

en que rompía tres o cuatro páginas lo que la llevaba a su habitación hasta dieciséis

horas de una vez, interfiriendo con su rutina alimenticia y preocupando a mi esposa.

Pero yo sentía que si se ha puesto una regla hay que apegarse a ella, ser consistente.

Si no, no se logra el efecto deseado. Tenía catorce o quince meses por aquellos días.

Con frecuencia, por supuesto, se quedaba dormida tras una hora de llanto y era un

alivio. Su habitación estaba bastante bien. Tenía un maravilloso caballo-balancín de

madera y casi cien muñecas y peluches. Había miles de cosas que hacer en esa

habitación si se hacía buen uso del tiempo. Había rompecabezas y cosas así. A veces,

por desgracia, descubríamos, al abrir la puerta que había roto más páginas de más

libros mientras estaba dentro y que, para ser justos, había que añadir esas páginas al

total.

Page 12: Cuentos de Donald Barthelme

La bebé se llamaba Nacida Bailando. Le dimos a la bebé de nuestro vino, del tinto, del

blanco, del azul y le hablamos con sinceridad. Pero no funcionó.

Debo decir que era realmente inteligente. Te acercabas hasta donde estaba jugando

en el suelo, en una de esas raras ocasiones en que estaba fuera de su habitación, y

había un libro abierto junto a ella y lo inspeccionabas y parecía que estaba perfecto.

Pero si te fijabas más, descubrías que una de las páginas tenía una esquina rota, algo

que podría pasar por el desgaste típico. Pero yo sabía lo que había hecho. Ella había

roto esa esquina y se la había tragado. Tenía que contar y así lo hacía. Era capaz de

llegar a cualquier extremo con tal de engañarme. Mi mujer dijo que tal vez estábamos

siendo demasiado rígidos y que la bebé estaba empezando a perder peso. Pero yo le

replicaba que la bebé aún tenía mucha vida por delante y que tenía que convivir en el

mundo con los otros, que tenía que vivir en un mundo donde había muchas, muchas,

muchas reglas, que si no aprendes a jugar con las reglas estás condenado a no tener

personalidad en el mundo, marginado por los demás, en el ostracismo. Lo máximo que

llegamos a tenerla encerrada en la habitación fue de ochenta y ocho horas y terminó

cuando mi esposa abrió la puerta forzándola con una palanca aunque la bebé aún nos

debía doce horas porque había roto veinticinco páginas. Volví a colocar la puerta en

su marco y le añadí un candado enorme, de esos que sólo se abre con una tarjeta

magnética y me guardé la tarjeta.

Pero las cosas no mejoraron. La bebé salía de su habitación como un murciélago que

saliera del infierno y corría hasta el libro más cercano, Buenas noches, Luna o algo

parecido, y comenzaba a arrancar páginas a lo loco. Quiero decir, había treinta y

cuatro páginas de Buenas noches, Luna en el suelo en diez segundos. Y la portada y la

contraportada. Cuando sumamos todas sus deudas, en horas, vimos que no iba a salir

de su habitación hasta 1992, si acaso. Y estaba empezando a estar bastante delgada y

pálida. No había salido al parque en semanas. Teníamos lo más parecido a una crisis

ética en nuestras manos.

La resolví declarando que estaba bien eso de arrancar las páginas de los libros y que,

más aún, había estado bien lo de arrancar páginas en el pasado. Eso es algo de lo más

maravilloso de ser padre. Que tienes un montón de oportunidades para tomar

decisiones, cada una tan importante como el oro. La bebé y yo nos sentamos felices en

el suelo, uno al lado del otro, arrancamos páginas de los libros y, a veces, sólo para

divertirnos, salimos a la calle y juntos destrozamos un parabrisas.

Page 13: Cuentos de Donald Barthelme

La fiestaUn cuento de Donald Barthelme

Page 14: Cuentos de Donald Barthelme

©CarmencitaWolf

*

Fui a una fiesta y corregí cierta pronunciación. El hombre cuya voz

acababa de corregir regresó a la cocina. Elogié un Bonnard. En

realidad no era un Bonnard. Son mis lentes nuevos, expliqué, y

estoy muy apenado, pero a veces no me doy cuenta de detalles

importantes, el vodka me deja exhausto, fui joven alguna vez, los

servicios esenciales son los únicos que se mantienen. Tambores,

tambores, tambores, afuera de las ventanas. Pensé que si podía

Page 15: Cuentos de Donald Barthelme

convencerte de que dijeras “No”, mi responsabilidad se limitaría o

cambiaría, otro tipo de vida sería posible, diferente de la que ya

teníamos y que escépticamente disfrutábamos juntos. Pero tú ya

te habías ido a otro cuarto, vagamente, comprobando ante los

miembros del público los efectos de tu blusa de holanes y de tu

falda larga color magenta. Unas grandes manos cubiertas de

espeso pelo negro entraban por la ventana. Sí, era King Kong de

regreso a la acción y todos los invitados se quejaron con fatiga y

asco, examinando la situación según sus propias emociones y

necesidades, esperando que el simio fuera real o de papel maché

dependiendo de sus temperamentos, o bien, esperando con ansias

las posibles emociones de esa fresca y blanca noche.

“¿Lo viste?”

“Recemos.”

Las tareas más importantes de una sociedad usualmente se les

confían a las personas con los peores defectos. Claro que lo hemos

intentado todo, era lo más inteligente que se podía hacer, los

esfuerzos más extraordinarios eran rutina. Tu entusiasmo era y

sigue siendo admirable. Pero utilizar en la vida privada actitudes

que han tenido éxito en el campo de la administración pública no

es, en ningún momento, una buena idea. El entusiasmo no divierte

a todos. Estoy consciente de que los roles cambian. El mismo Kong

es ahora profesor de tiempo parcial de historia del arte en Rutgers,

co-autor de un artículo sobre esculturas en algunas tumbas; si

decidió venir a una fiesta y entrar por la ventana simplemente se

está haciendo el interesante. Una señora comenzó a hablarme,

llevaba en las manos unas orquídeas, eran cattleyas, “Quería ser

amable”, dijo, “pero con estas personas es casi como intentar

enseñar al hierro a nadar”. El entusiasmo no es divertido para

Page 16: Cuentos de Donald Barthelme

todos. Cuando las golondrinas trinaban, tú contestabas. Y

entonces, yo salía con una linterna y recorría de arriba abajo las

calles, tocando cada puerta, preguntándoles a perfectos

desconocidos si te habían visto. OK. Ciertamente esa es una

manera de hacerlo. Esto no es una queja. ¿No sería mejor aceptar

abiertamente tu confianza absoluta en el trabajo, en especial en

las indicaciones formuladas con mucho cuidado, aceptando que sí,

una cierta cantidad de anestesia deriva de lo que otras personas

considerarían una profesión? Destaca si eso quieres, pero recuerda

que hay vacíos. Me dijiste que habías pensado, cuando eras una

niña, que la masturbación “era sólo para hombres”. ¿No podrías

también estar equivocada en otras cosas?

Las dos hermanas estaban en la recámara viendo televisión

acostadas en la cama, rodeadas de abrigos y sombreros,

sombrillas y maletas. Le ofrecí a cada una un trago y vimos el

partido juntos, el Osservatore Romano vs. la Dieta de los gusanos.

Los gusanos llevaban seis puntos de ventaja. Nunca en mi vida

había visto ponche color khaki. La anfitriona dijo que después

habría juegos de palabras y que algunas de las personas que

estaban fuera de la habitación estaban invitadas, se serviría

comida campesina en grandes recipientes de madera —vino, pollo,

aceite de oliva, pan. Todo mejoraría, dijo. Todavía podía oír, afuera,

los tambores; se habían agregado silbidos, ambos sonaban:

silbidos y tambores. Estaba sorprendido. La era actual con todo y

el énfasis que se le da al control de costos emocionales, así como a

su insistente, aunque también odiosa lucidez, no favorece a los

disidentes porque no pueden ganar. Las pequeñas manifestaciones

colectivas están bien hasta que muestran “estrías” —indicios de

tensión que demuestran que las políticas públicas no son tan lisas

y perfectas como un huevo, más bien, han sido producidas por

legisladores mediante algún costo. Kong se puso de pie. “Louise

Page 17: Cuentos de Donald Barthelme

me ama”, dijo señalando a una chica, “pero preferiría acostarme

con Cynthia Garmonsway. Son ese tipo de cosas. La experiencia

humana es diferente, de algunas maneras, a la experiencia del

simio, pero eso no significa que no me gusten las noches

perfumadas.” Sé a lo que se refiere. La mente te lleva a otros

lugares, lejos de lo que se supone que debes de hacer, hacia cosas

que no pueden ser explicadas racionalmente, hacia la dificultad, la

ausencia de claridad, la luz de ya entrada la tarde.

“Francesca, ¿Quieres irte?”

“Quiero quedarme.”

Ahora las hermanas han comenzado a tomar sus interminables

baños, ambos cuartos están conectados, yo debo escoger entre

fingir no conocerlas o asumir la responsabilidad de estar ahí. En las

habitaciones más grandes, tiernos colores rosas y cafés

reemplazaron los colores tristes y apagados de un rato antes. Noté

que se habían agregado ruidos y aullidos a los tambores y

silbidos. ¿Es esto algún tipo de revolución? Tal vez una revolución

del gusto, como cuando el Manierismo dejó atrás al Barroco.

Cynthia Garmonsway estaba cepillando a Kong. Sostenía en su

mano derecha un cepillo de metal, el cual jalaba suavemente para

cepillar el pelo grueso y oscuro. Cynthia, en un inicio creía en la

“asombrosa diversidad de las cosas”; ahora cree en Kong. El

hombre al cual le había corregido la pronunciación salió de la

cocina. “Probablemente eso sea música”, dijo, asintiendo con la

mirada fija en las ventanas, “la nueva música que incluso nosotros

somos muy viejos para entender.”

Claro que tú nunca me dirías algo como eso a mi, pero has dicho

cosas peores. Dijiste que Kafka no era un pensador y que

aproximarse genéticamente a su obra solamente revelaría que

Page 18: Cuentos de Donald Barthelme

mucho de ésta sólo es un lamento creado con mucha imaginación.

Todo esto fue dicho durante el tiempo en el que estabas hecha un

manojo de nervios, sintiéndote, supongo, que la integridad de tus

procesos mentales se mantendría a salvo si nos atacabas de

maneras tan diversas que nunca olvidaríamos. En aquellos días

realmente causaste una gran impresión en todos los demás: tu

blusa de holanes, tu larga falda magenta abierta desde la rodilla,

un puñal que se podía ver en el interior de tu bota. “¿Eso es una

metáfora?”, pregunté, señalando el puñal; moviste la cabeza,

sonreíste, dijiste que no. Ahora que al parecer has cambiado de

corazón y que te nos uniste para encontrar a Kafka y también a

Kleist y que llegamos a un acuerdo de lo increíbles que son; ahora

los miembros de la vieja facultad vuelven a sentirse cómodos

contigo y están listos para ascenderte o inclusive casarse contigo,

si ése es tu deseo. Pero no necesitas organizar tu mente esta

noche. Relájate y disfruta la fiesta lo más que puedas; aún no

termina. El partido ha terminado, un programa de noticias acaba

de iniciar. “Han sido nacionalizadas las minas de esmeraldas en el

noroeste.” Un grupo de jóvenes en una pradera se toman de las

manos y cantan. ¿Puede toda la vida de una época retratarse en

un anuncio? ¿Acaso así es en todas las praderas del mundo?

¿Y dónde están todas esas personas a las que yo vine a conocer?

Sólo he conocido a un niña perdida, vestida con harapos,

verdaderos harapos, que sostenía un gancho de metal atado a una

cuerda de quince metros. Le dije “¿Para qué es eso?”. Ella no dijo

nada, sólo puso con cautela el gancho a mis pies, abrió una botella

y tragó veinte aspirinas.¿Tener seis años es una edad muy

temprana para un intento de suicidio? Le dimos leche, la hicimos

vomitar, la policía llegó en unos minutos. Cuando uno ha hablado

demasiado, en realidad ha utilizado todas las ideas que le

quedaban. Debes de cambiar a las personas con las que estás

Page 19: Cuentos de Donald Barthelme

hablando para que así parezcas, o al menos aún te sientas, con

vida. Pero aquí la gente no parece ser nueva; de hecho, parecen

dueños de minas de esmeraldas o de otro sector económico al que

algo malo le ha pasado. Tengo miedo de acercarme a ellos y

decirles “¡Vivan la vida!” con una sonrisa y que esto no signifique

nada para ellos. ¿Por qué me han pedido que los haga felices

cuando es obvio que eso va más allá de mis límites? Francesca,

conmigo te equivocaste de compañero. Cometiste el error hace

tiempo atrás. Ahora ni siquiera estoy seguro de que me gustes.

Pero lo que sí es verdad es que no puedo dejar de pensar en ti, que

cualquier problema cotidiano —Nunca seré elegido en la Academia,

Richelieu está en mi contra y D’Alembert es poco entusiasta— lo

examino pensando en tus reacciones o en tu posible desagrado. En

un momento dices que la Academia es una broma, en otro que

estás trabajando industriosamente para atraer el interés de

Webster en mi trabajo. ¡Maldita caprichosa! En el silencio, un

cuerno suena. Después, el sonido otra vez, tambores, silbidos,

aullidos, ruidos y sonidos de cuerno. Los asistentes colocan velos

morados muy pesados y sudarios sobre las estatuas, las sillas, la

mesa de buffet, los miembros de la orquesta. La gente se agrupa

afuera de los baños sosteniendo toallas finas, compitiendo para

secar a las bellas hermanas. Las toallas se mueven sensualmente

sobre las hermosas superficies. Yo también podría emocionarme

con este tejido.

Querida Francesca, dime, desde tu punto de vista, ¿esta es una

fiesta exitosa? ¿Es esto lo mejor que podemos hacer? Yo sé que

siempre habías querido conocer a Kong; ahora que lo has conocido

y que te ha dicho lo que te haya dicho (te vi sonriendo), ¿podemos

irnos a casa? Quiero decir, tú a tu casa y yo a mi casa y todos ellos

a sus respectivas ¿casas, celdas, cajas? Me siento un poco

cansado. ¿Qué nos hizo creer que podíamos escapar de cosas

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como la bancarrota, el alcoholismo, estar decepcionados y tener

hijos? Dime “No,” confróntame de una vez por todas, déjame

probar algo nuevo. Claro que hicimos todo bien, al menos hasta

donde nos imaginamos lo que era estar bien. ¿Es realmente

importante saber que esta película es buena y aquella horrible y

discutir inteligentemente sobre las diferencias? ¡Qué elegancia tan

maravillosa! ¡No nos sirve de nada!

El globo

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El GloboEl globo, comenzando en un punto de la Calle Catorce, cuyo emplazamiento exacto no puedo revelar, se fue extendiendo hacia el norte durante toda la noche, mientras la gente dormía, hasta llegar al Parque. Allí lo detuve; al alba su extremo norte descansaba sobre la Plaza; su movimiento libre y flotante resultaba gracioso y agradable. Pero experimenté una leve irritación al detenerlo aun cuando fuese para proteger los árboles; y no hallando razón alguna que impidiera al globo expandirse hacia arriba, hacia el «espacio aéreo» de las zonas de la ciudad que ya cubría, pedí a los ingenieros que se ocuparan de ello. Esta expansión tuvo lugar a lo largo de la mañana, un suave e imperceptible gemir del gas a través de las válvulas. El globo cubría ya cuarenta y cinco manzanas en dirección norte sur y un área irregular en dirección este-oeste, que llegaba a abarcar en algunas partes hasta seis manzanas transversales a ambos lados de la Avenida. Tal era la situación, entonces.Pero es erróneo hablar de situaciones, porque éstas implican series de acontecimientos que se dirigen a un fin, a un alivio de tensión; no había situaciones, simplemente el globo flotaba allí marrones y grises sobrios y pesados predominantemente, contrastando con tonos nogal y amarillo suave. Una deliberada falta de acabado, realzada por un habilidoso montaje, daba a su superficie un aspecto tosco y descuidado; los contrapesos que se balanceaban en su parte interior, cuidadosamente ajustados, anclaban aquella enorme y multiforme masa en varios puntos. Ya habíamos tenido. una avalancha de ideas originales en todos los medios de comunicación, obras de singular belleza e hitos significativos en la historia de la aerostática, pero en aquel momento sólo existía aquel globo, particular y concreto, colgando allí. Hubo reacciones, algunos encontraban el globo «interesante». Como respuesta no parecía ajustarse a la inmensidad del globo, a su súbita aparición sobre la ciudad; por otra parte, en ausencia de histeria o de otra ansiedad socialmente inducida, debe considerarse una respuesta tranquila y «madura». Hubo al principio cierto número de polémicas sobre el «significado» del globo; todo esto se dejó de lado, porque hemos aprendido a no insistir en los significados, y ahora rara vez se buscan, salvo que se trate de los más simples e inofensivos fenómenos. Se concluyó que puesto que nunca podría conocerse totalmente el significado del globo, la discusión no tenía objeto, y que desde luego era menos positiva que, por ejemplo, las actividades de los que colgaban farolillos de papel verdes y azules de su capa inferior cálida y gris, en ciertas calles, o aprovechaban la ocasión para escribir mensajes en la superficie, anunciando su disponibilidad para realizar actos antinaturales, o la disponibilidad para entablar relaciones.Algunos niños atrevidos saltaban a él, especialmente en aquellos sitios donde el globo se, aproximaba mucho a un edificio, hasta el punto de que la distancia entre globo y edificio era de unos centímetros, o en los puntos en que el globo realmente tocaba el edificio, ejerciendo una ligerísima presión sobre el costado de éste, de modo que globo y edificio parecían una unidad. La superficie superior estaba estructurada de forma tal que semejaba un «paisaje», pequeños valles y también leves lomas y montículos; una vez arriba se podía dar una vuelta, e incluso hacer un viaje, de un punto a otro. Era un placer poder correr inclinado hacia abajo, después subir a la loma opuesta, arabas estaban delicadamente graduadas, o saltar de una a otra. Al ser la superficie neumática, era posible rebotar, y también dejarse caer, si se quería. Todos estos variados movimientos, y muchos otros, estaban al alcance de cualquiera. El recorrer el lado superior del globo era extraordinariamente emocionante para los niños, acostumbrados a la piel lisa y dura de la ciudad. Pero el objetivo del globo no era el de entretener a los niños.Además, el número de personas, tanto niños corno adultos, que aprovechó las oportunidades descritas no fue tan grande como podría haber sido: se percibía una innegable timidez, una falta de confianza en el globo. Y también, una cierta hostilidad, debido a que habíamos ocultado las bombas que alimentaban de helio el interior, y a que la superficie era tan vasta que las autoridades no podían determinar el punto de

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entrada es decir, el punto por el que se inyectaba el gas era patente una cierta frustración entre los funcionarios de la ciudad en cuya jurisdicción sucedían normalmente tales fenómenos. La visible falta de propósito del globo era ultrajante (como lo era el simple hecho de que estuviera «allí»). Si hubiésemos escrito, con grandes letras «PRUEBA DE LABORATORIO» o « 18% MÁS EFECTIVO» en los lados del globo, esta dificultad se hubiese salvado. Pero yo no podía apoyar que se hiciese eso. En definitiva, aquellos funcionarios eran notablemente tolerantes, si consideramos las dimensiones de la anomalía, y esta tolerancia era resultado, en primer lugar, de las pruebas secretas realizadas durante la noche que les convencieron de que poco o nada podía hacerse para trasladar o destruir el globo; y en segundo, de que en el ciudadano común se había desarrollado (sin que lo empañaran chispazos de la hostilidad anteriormente mencionada) un cierto cariño hacia el globo.Al igual que un solo globo puede significar toda una vida de meditación sobre los globos, así cada ciudadano reflejaba, en la actitud que elegía, un complejo de actitudes. Un hombre podría considerar el globo relacionado con la noción manchar, como en la frase El gran globo manchaba el habitualmente claro y radiante cielo, de Manhattan. Es decir, el globo era, desde el punto de vista de este hombre, una impostura, algo inferior que se interponía entre la gente y su «cielo». Pero en realidad estábamos en enero, el cielo era feo y oscuro; no era un cielo que se pudiera contemplar, tendido de espaldas en la calle, con placer, a menos que para ti el placer se derivase de sentirte amenazado, de sentirte maltratado. Y resultaba agradable contemplar el lado inferior del globo, ver aquellos grises y marrones sobrios que predominaban, y que contrastaban con los tonos nuez y con los amarillos suaves y desvaídos. Y así, aunque aquel hombre pensaba mancha, había de todos modos una mezcla de placentero entendimiento en su pensar, en lucha con la percepción original.Otro, por ejemplo, veía el globo como. parte de una serie de recompensas insólitas, como si un patrono llegara y dijera: «Aquí tienes, Henry, este fajo de billetes que he dispuesto para ti, porque nos ha ido muy bien en el negocio, y me gusta mucho la forma en que machacas los tulipanes, sin tu trabajo esta sección no hubiese sido un éxito, o no sería el éxito que es.» Para este hombre el globo podría ser una experiencia brillantemente heroica de «valor y músculo», aunque una experiencia pobremente entendida.Otro podría decir: « Sin el ejemplo de que es dudoso que, existiese hoy en su forma actual», y encontrar muchos que estuvieran de acuerdo con él, o que discutieran con él. Se introdujeron las ideas de «hinchar» y de «flotar», al tiempo que conceptos de sueño y responsabilidad. Otros se enredaron en fantasías notablemente detalladas en torno al deseo de perderse en el globo, o de engullirlo. El carácter privado de estos deseos, de sus orígenes, profundamente enterrados y desconocidos, era tan acusado que apenas se hablaba de ellos; existen, sin embargo, pruebas de que estaban muy extendidos. También se discutió la idea de que lo más importante era lo que sentías cuando estabas bajo el globo; algunas personas proclamaban que se sentían cobijadas, abrigadas, como nunca se habían sentido antes, mientras los enemigos del globo se sentían, o decían sentirse, oprimidos, con una sensación de «pesadez». Las opiniones de los críticos estaban divididas «Monstruosos abultamientos» «Arpa» «Ciertas contradicciones con las porciones más oscuras» «Alegría interior» «Esquinas grandes, cuadradas» «El eclecticismo conservador que ha regido durante tanto tiempo el diseñoModerno de globos» «Vigor anormal» «Cálidos, suaves, lánguidos pasajes» « ¿Ha sido sacrificada la unidad en aras de la expansión?» «Quvlle catastrophe!» «Puro parloteo» La gente comenzó, de modo curioso, a situarse en relación a aspectos del globo: «Será en aquel lugar donde se hunde en la Calle Cuarenta y Siete, casi junto a la acera, de tálamo Chile Elouse », o, « ¿Por qué no subirnos arriba y tomamos el aire, y si nos apetece darlos un paseíto, donde forma una línea gruesa y curvada con la fachada del Museo de Arte Moderno...?» Las intersecciones marginales ofrecían accesos durante un tiempo determinado, así como «cálidos, suaves y lánguidos pasajes» en los que... Pero es un

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error hablar de «intersecciones marginales», todas las intersecciones eran cruciales, no podía ignorarse ninguna (como si, caminando, allí, no pudieras encontrar a nadie capaz de volver tu atención, en un instante, de viejos ejercicios a nuevos ejercicios, riesgos y escaladas). Toda intersección era crucial, unión de globo y edificio, unión de globo y hombre, unión de globo y globo. Se sugirió que, lo que se admiraba en el globo era en definitiva esto: que no estaba limitado o definido. A veces un abultamiento comba, o sub-sección se desplazaba hacia el este en dirección al río por su propia iniciativa, al modo de las maniobras militares sobre un mapa, tal como se ven desde el cuartel general lejos del combate. Después aquella porción sería, de algún modo, arrojada otra vez atrás, o retrocedería a otras posiciones nuevas; a la mañana siguiente, aquella porción habría hecho otra salida, o desaparecido totalmente. Esta capacidad del globo para cambiar de forma, para transformarse, resultaba muy agradable, sobre todo para los que tenían sus vidas estructuradas de modo rígido, aquéllos para los que el cambio., aunque deseado, era inasequible.El globo, durante los veintidós días de su existencia, brindó la oportunidad, con sus caprichos, de un vuelo libre, del yo, en contraposición con la red de senderos precisos, rectangulares que había bajo nuestros pies. El volumen de práctica y de especialización necesarias, y el consecuente, deseo de tareas a largo plazo, se deben a la importancia siempre creciente de una compleja maquinaria, prácticamente en todos los tipos de operaciones; dado que tal tendencia se incrementa, cada vez se volverá más gente, en un desesperado desajuste, hacia soluciones de las que el globo podría considerarse, un prototipo, o «borrador».Yo te encontré bajo el globo, con ocasión de tu regreso de Noruega; me preguntaste si era mío; te dije que sí. El globo, dije, es un desbordamiento autobiográfico espontáneo, que tiene relación con lo incómodo que me siento cuando estás ausente, y con la abstinencia sexual, pero ahora que tu visita a Bergen ha terminado, no es ya ni necesario ni adecuado. El traslado del globo fue fácil; camiones de remolque transportaron el armazón desarmado, que está almacenado ahora en West Virginia, aguardando otro período de infelicidad, quizás algún otro día en que nos enfademos.