cornwell, bernard - sajones, vikingos y normandos 02 - svein, el del caballo blanco (2006)

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    - SVEIN; EL DEL CABALLO BLANCO

    (Sajones, Vikingos y Sajones, Libro 2)

    By Bernard Cornwell

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    Svein, El del Caballo Blanco est dedicado a George MacDonald Fraser, con toda mi admiracin.

    Ac her jorp; berad; filgelas singad, gylled grceghama. Pues aqu empieza la guerra, cantan las aves carroeras y allan los lobos grises. (De El fragmento de Finnsburh)

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    Topnimos La ortografa de los topnimos en la Inglaterra anglosajona era un asunto

    incierto, incoherente y en el que no hay acuerdo siquiera en el propio nombre. As, Londres poda aparecer de cualquiera de las siguientes maneras: Lundonia, Lundenberg, Lundenne, Lundene, Lundenwic, Lundenceaster y Lundres. Sin duda, algunos lectores preferirn otras versiones de los nombres enumerados abajo, pero he empleado normalmente la ortografa citada en el Oxford Dictionary of English Place Names [Diccionario Oxford de topnimos ingleses] durante los aos ms cercanos o pertenecientes al reinado de Alfredo el Grande, 871-899 d. de C, pero ni siquiera esa solucin es infalible. La isla Hayling, en 956, se escriba tanto Heilincigae como Haeglingaiggae. Ni tampoco yo he sido totalmente coherente; he preferido el moderno Inglaterra a Englaland y he utilizado Northumbria en lugar de Norhymbralond para evitar sugerir que los lmites del antiguo reino coinciden con los del actual condado. As que esta lista, como la ortografa misma de los nombres, es caprichosa:

    bbanduna - Abingdon, Berkshire sc, colina de - Ashdown, Berkshire Badum (se pronuncia Bathum) - Bath, Avon Basengas - Basing, Hampshire Beamfleot - Benfleet, Essex Beardastopol Barnstable, Devon Bebbanburg - Bamburgh Castle, Northumbria Berrocscire - Berkshire Blaland - Norte de frica Cantucton - Cannington, Somerset Cetreht - Catterick, Yorkshire Cippanhamin - Chippenham, Wiltshire Cirrenceastre - Cirencester, Gloucestershire Contwaraburg - Canterbury, Kent Cornwalum - Cornualles Cridianton - Crediton, Devon Cynuit - Fortaleza de Cynuit, cerca de Cannington, Somerset Dalriada - oeste de Escocia Defnascir - Devonshire Deoraby - Derby, Derbyshire Dic - Diss, Norfolk Dunholm - Durham, condado de Durham Eoferwic - York (tambin la danesa Jorvic, que se pronuncia Yorvik) Exanceaster - Exeter, Devon Fromtun - Frampton on Severn, Gloucestershire Gegnesburh - Gainsborough, Lincolnshire el Gewsc - el Wash Gleawecestre - Gloucester, Gloucestershire Gyruum - Jarrow, condado de Durham Haithabu - Hedeby, ciudad comercial en el sur de Dinamarca Hamanfunta - Havant, Hampshire Heilincigae - isla de Hayling, Hampshire Hreapandune Repton, Derbyshire

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    Kenet - ro Kennet Ledecestre - Leicester, Leicestershire Lindisfarena - Lindisfarne (isla sagrada), Northumbria Lundene - Londres Mereton - Marten, Wiltshire Meslach - Matlock, Derbyshire Pedredan - ro Parrett Pictland - este de Escocia el Poole - baha de Poole, Dorset Readingum - Reading, Berkshire Sfern - ro Severn Scireburnan - Sherborne, Dorset Snotengaham - Nottingham, Nottinghamshire Solente - Solent Streonshall - Strensall, Yorkshire Sumorste - Somerset Suth Seaxa - Sussex (sajones del sur) Synningthwait - Swinithwaite, Yorkshire Temes - ro Tmesis Thornsta - Dorset Tine - ro Tyne Trente - ro Trent Tuede - ro Tweed Twyfyrde - Tiverton, Devon Uisc - ro Exe Werham - Wareham, Dorset Wiht - isla de Wight Wiire - ro Wear Wiltun - Wilton, Wiltshire Wiltunscir - Wiltshire Winburnan - Wimborne Minster, Dorset Wintanceaster - Winchester, Hampshire

    CAPTULO I Estos das miro a los jvenes de veinte aos y se me antojan patticamente

    imberbes, apenas destetados de los pechos de sus madres. Con todo, cuando yo tena esa edad me consideraba un hombre hecho y derecho. Haba tenido un hijo, luchado en un muro de escudos, y detestaba dejarme aconsejar por nadie. Por no alargarlo, era arrogante, estpido e indomeable. Motivo por el cual, tras nuestra victoria en Cynuit, obr equivocadamente.

    Habamos luchado contra los daneses junto al ocano, donde desemboca el ro procedente del enorme pantano y el mar del Safern lame una orilla fangosa, y all los habamos derrotado. Fue una gran matanza, y yo, Uhtred de Bebbanburg, haba cumplido con la parte que me corresponda. Incluso fui ms all de lo que me corresponda, pues al final de la batalla, cuando el gran Ubba Lothbrokson, el ms temido de los jefes daneses, se abri paso entre nuestro muro de escudos con su gran hacha de guerra, me enfrent a l, lo venc, y lo envi a unirse con los einherjar, el ejrcito de los inertes que festeja y retoza en el saln de los muertos de Odn.

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    Lo que tendra que haber hecho entonces, lo que Leofric me dijo que hiciera, era dirigirme a toda prisa a Exanceaster, donde Alfredo, rey de los sajones del oeste, asediaba a Guthrum. Tendra que haber llegado en el corazn de la noche, despertado al rey de su sueo, y haber tendido el estandarte de batalla de Ubba con el cuervo negro y su enorme hacha de guerra, an impregnada de sangre seca, a los pies de Alindo. Tendra que haberle dado al rey las buenas noticias de que el ejrcito dans haba sido vencido, de que los pocos supervivientes se haban precipitado a sus barcos con cabeza de dragn, de que Wessex estaba a salvo, y de que yo, Uhtred de Bebbanburg, haba conseguido todas esas cosas.

    Pero lo que hice fue regresar junto a mi mujer y mi hijo. A los veinte aos prefera trabajarme los campos de Mildrith que recoger la

    recompensa de mi buena fortuna, y eso es lo que hice mal, aunque, en retrospectiva, tengo poco de lo que arrepentirme. El destino es inexorable, y Mildrith, aunque haba sido obligado a casarme con ella y acabara aborrecindola, era un dulce campo que trabajarse.

    De modo que, aquella tarda primavera del ao 877, dediqu el sbado a cabalgar hasta Cridianton en lugar de ir a ver a Alfredo. Me llev veinte hombres conmigo, le promet a Leofric que estara en Exanceaster a medioda del domingo y que me asegurara de que Alfredo supiera que habamos ganado su batalla y salvado su reino.

    Odda el Joven estar all ahora me advirti Leofric, quien me doblaba casi en edad, un guerrero endurecido por aos de lucha contra los daneses. Me ests escuchando? me pregunt cuando yo no respond. Odda el Joven estar ya all repiti, y es un pedazo de mierda de ganso que se va a llevar toda la gloria.

    La verdad no puede ocultarse repuse con arrogancia. Leofric se burl de la apreciacin. Era un pedazo de bruto con barba que

    tendra que haber comandado la flota de Alfredo, pero no era de alta cuna y Alfredo me haba encomendado de mala gana los doce barcos por ser ealdorman, un noble, y lo que corresponda era que un ricohombre comandara la flota de los sajones del oeste, aunque fuera tan raqutica que no sirviera para enfrentarse a la enorme concentracin de barcos daneses que haba llegado por la costa sur de Wessex.

    Hay ocasiones rezong Leofric en las que eres un autntico earsling. Un earsling era algo que haba sido expulsado por los cuartos traseros de alguna criatura, y uno de los insultos preferidos de Leofric. ramos amigos.

    Veremos a Alfredo maana repuse. Y Odda el Joven repuso Leofric con paciencia lo har esta noche. Odda el Joven era hijo de Odda el Viejo, quien haba proporcionado cobijo a

    mi esposa; al hijo no le gustaba yo mucho. No le gustaba porque quera beneficiarse a Mildrith, motivo suficiente para que yo le disgustara. Tambin era, como Leofric haba dicho, un pedazo de mierda de ganso, ladino y muy poco de fiar, motivo suficiente para que a m me disgustara l.

    Veremos a Alfredo maana repet, y a la maana siguiente cabalgamos todos hasta Exanceaster; mis hombres escoltaban a Mildrith, a nuestro hijo y a su aya, y dimos con Alfredo en la parte norte de la ciudad, donde el estandarte verdiblanco del dragn ondeaba sobre sus tiendas. Otros estandartes se agitaban con virulencia al viento hmedo: un abigarrado despliegue de bestias, cruces, santos y armas que anunciaban que los grandes hombres de Wessex apoyaban a su rey. Uno de aquellos estandartes luca un venado negro, lo que confirmaba las suposiciones de Leofric: Odda el Joven estaba all, en el sur de Defnascir. Fuera del campamento, entre la linde sur y las murallas de la ciudad, haba un gran pabelln

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    de lona y postes sujetos con vientos, lo que me indic que Alfredo, en lugar de pelear con Guthrum, estaba entablando negociaciones. Haba propuesto una tregua, aunque aquel da, dado que era domingo, Alfredo decidi posponer cualquier encuentro. Lo encontr hincado de hinojos en una iglesia provisional, tambin de lona y postes, con todos sus nobles y jefes dispuestos detrs de l, y algunos de aquellos hombres se dieron la vuelta al or los cascos de nuestros caballos. Odda el Joven era uno de los que se volvi, y en su rostro estrecho detect temor.

    El obispo encargado del servicio se detuvo para que la congregacin pudiera responder, y eso le proporcion a Odda una excusa para apartar la mirada. Estaba arrodillado cerca de Alfredo, muy cerca, lo que sugera que gozaba del favor del rey, y no dud ni por un instante que haba llevado a Exanceaster el estandarte del cuervo y el hacha de guerra del cadver de Ubba, y que se haba atribuido el mrito de la batalla junto al mar.

    Un da le dije a Leofric voy a rajar a ese cabrn desde la ingle hasta la garganta, y bailar luego sobre sus vsceras.

    Tendras que haberlo hecho ayer. Haba un cura arrodillado junto al altar, uno de los muchos que siempre

    acompaaban a Alfredo, y al verme, se escabull tan sigilosamente como pudo hasta poder ponerse de pie y venir a toda prisa hacia m. Tena el pelo rojo, la mano izquierda paralizada y era bizco; su feo rostro dibujaba una expresin de alegra perpleja.

    Uhtred! grit mientras corra hacia nuestros caballos. Uhtred! Pensbamos que habas muerto!

    Yo? sonre socarrn al cura. Muerto? Eras un rehn! Haba sido uno de la docena de rehenes ingleses retenidos en Werham, pero

    mientras los otros haban sido asesinados por Guthrum, yo haba salvado la vida gracias al conde Ragnar, un jefe guerrero dans que era para m como un hermano.

    Pues no la palm, padre le contest al cura, que atenda a la gracia de Beocca, y me sorprende que no lo sepis.

    Cmo iba a saberlo? Porque estuve en Cynuit, padre, y Odda el Joven os podra haber dicho que

    estuve all y que estaba vivo. Miraba a Odda mientras hablaba y Beocca capt el tono lgubre de mi voz. Estuviste en Cynuit? me pregunt nervioso. Es que Odda el Joven no os lo ha contado? No dijo nada. Nada! Espole al caballo, de modo que avanz entre los hombres

    arrodillados y me acerc ms a Odda. Beocca intent detenerme, pero yo apart su mano de mis riendas. Leofric, ms sabio que yo, se mantuvo detrs, pero yo met el caballo entre las ltimas filas de la congregacin hasta que ya no pude avanzar ms, y entonces mir a Odda mientras hablaba con Beocca. No describi la muerte de Ubba? pregunt en voz alta.

    Dijo que Ubba muri en el muro de escudos respondi Beocca, y su voz era un susurro para no perturbar la misa, y que muchos hombres contribuyeron a su muerte.

    Eso os ha contado? Dijo que l mismo se enfrent a Ubba repuso Beocca.

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    As que quin creen los hombres que mat a Ubba Lothbrokson? pregunt.

    Beocca presinti los problemas e intent calmarme. Podemos hablar de estas cosas despus dijo, pero ahora, Uhtred, nete

    a nosotros en oracin. Emple mi nombre en lugar de llamarme seor porque me conoca desde que era nio. Beocca, como yo, era de Northumbria, y haba sido el cura de mi padre, pero cuando los daneses invadieron nuestro pas, haba venido a Wessex para unirse a aquellos sajones que an se resistan a los invasores. Este es un momento de oracin insisti, no de peleas.

    Pero yo estaba para peleas. Quin dicen los hombres que mat a Ubba Lothbrokson? volv a

    preguntar. Dan gracias a Dios porque el pagano haya muerto. Beocca evit la

    pregunta e intent acallarme con gestos desesperados de la mano tonta. Quin creis que mat a Ubba? pregunt, y cuando Beocca no contest,

    le proporcion yo la respuesta. Creis que lo mat Odda el Joven?Era obvio que Beocca as lo crea, y la ira se apoder de m. Ubba luch conmigo cuerpo a cuerpo prosegu, en voz demasiado alta ya, hombre contra hombre, slo l y yo. Mi espada contra su hacha. Estaba inclume cuando empez la batalla, padre, y al final estaba muerto. Se reuni con sus hermanos en el saln de los muertos.

    Estaba furioso y mi voz se haba elevado hasta los gritos. La congregacin al completo, alertada, se volvi para mirarme. El obispo, al que reconoc como el obispo de Exanceaster, el mismo hombre que me haba casado con Mildrith, puso mala cara preso del nerviosismo. Slo Alfredo pareca no inmutarse por la interrupcin, pero entonces, de mala gana, se puso en pie y se dio la vuelta mientras su esposa, lswith, la carita de amargada, le susurr algo al odo.

    Hay aqu algn hombre segua gritando que niegue que yo, Uhtred de Bebbanburg, mat a Ubba Lothbrokson en combate hombre a hombre?

    Se hizo el silencio. No tena intencin de interrumpir el servicio, pero mi orgullo desaforado y mi ira indomable me empujaban al desafo. Los rostros me miraban, los estandartes ondeaban con desgana al viento, y una fina lluvia goteaba de los bordes del toldo de lona. Seguan sin responderme, pero los hombres vieron que estaba mirando a Odda el Joven y algunos buscaron una respuesta en su cara. El, sin embargo, pareca haberse quedado mudo.

    Quin mat a Ubba? le grit. Esto no es apropiado intervino Alfredo enfadado. Esto mat a Ubba! declar, y desenvain a Hlito-de-Serpiente. Y se fue mi siguiente error.

    * * * Mientras yo pasaba el invierno encerrado en Werham como uno de los

    rehenes entregados a Guthrum, se haba aprobado una nueva ley en Wessex, una ley que decretaba que ningn hombre, salvo la guardia real, poda empuar un arma en presencia del rey. La ley no era slo para proteger a Alfredo, sino tambin para prevenir que las peleas entres sus hombres se volvieran letales y, al desenvainar a Hlito-de-Serpiente, haba infringido la ley sin ser consciente de ello, de modo que sus tropas me rodearon repentinamente con lanzas y espadas, hasta que Alfredo, con capa roja y la cabeza descubierta, grit a todo el mundo que se quedara quieto.

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    Entonces camin hacia m y vi la ira en su cara. Tena un rostro estrecho, de nariz y barbilla alargadas, la frente alta y los labios finos. Normalmente iba perfectamente afeitado, pero se haba dejado crecer una barba corta que lo haca parecer mayor. An no tena treinta aos, y ya pareca estar cerca de los cuarenta. Era dolorosamente delgado, y sus frecuentes dolencias haban dado a su rostro una expresin amarga. Pareca ms un cura que el rey de los sajones del oeste, pues posea la expresin irritada y plida del hombre que pasa demasiado tiempo lejos del sol abocado a los libros, aunque sus ojos despedan una autoridad indudable. Eran ojos muy claros, tan grises como la cota de malla, implacables.

    Has perturbado mi paz dijo y ofendido la paz de Cristo. Envain a Hlito-de-Serpiente, ms que nada porque Beocca me haba

    susurrado que dejara de hacer el imbcil y guardara mi espada, y ahora me tiraba de la pierna derecha, intentando indicarme que desmontara y me arrodillara ante Alfredo, a quien adoraba. lswith, la esposa de Alfredo, me observaba con autntico desprecio.

    Debera ser castigado grit. Ve ah dijo el rey sealando una de sus tiendas y espera mi veredicto. No tena otra eleccin que obedecer, pues sus tropas, todos armados con

    cotas y cascos, me empujaron hasta sacarme de all; me condujeron a la tienda, donde desmont y me agach para entrar. El ambiente ola a hierba aplastada y hmeda. La lluvia salpicaba el lienzo del techo, y algunas gotas caan sobre un altar con un crucifijo y dos portavelas vacos. La tienda era evidentemente la capilla privada del rey, y Alfredo me hizo esperar all un buen rato. La congregacin se dispers, la lluvia ces, y un sol acuoso surgi de entre las nubes. Un arpa sonaba en alguna parte, quiz para entretener a Alfredo y su esposa mientras coman. Un perro entr en la tienda, se me qued mirando, levant la pata delante del altar y volvi a salir. El sol se desvaneci tras una nube, y la lluvia volvi a salpicar la lona; entonces vi que la abertura de la tienda se mova y entraron dos hombres. Uno de ellos era Etelwoldo, el sobrino del rey y el hombre que tendra que haber heredado el trono de Wessex de su padre; sin embargo, se haba considerado que era demasiado joven, y la corona haba ido a parar a manos de su to. Me sonri con cierto aire borreguil y dej que hablara el segundo hombre, que era robusto, luca una espesa barba y tena diez aos ms que Etelwoldo. Se present estornudando, sonndose en la mano y limpindose los mocos en el jubn de cuero.

    La primavera farfull; despus me mir con expresin malhumorada. Lluvia del demonio que no para nunca

    Sabes quin soy? Wulfhere repuse, ealdorman de Wiltunscir. Era primo del rey y uno de

    los poderes de Wessex. Asinti. Y sabes quin es este mamarracho? pregunt sealando a Etelwoldo,

    que cargaba con un hatillo de tela blanca. Nos conocemos contest. Etelwoldo no era mucho ms joven que yo, un

    mes o as, y tena suerte, supongo, de que su to Alfredo fuera tan buen cristiano, pues lo lgico es que le hubiera correspondido una daga en mitad de la noche. Tena mucho mejor aspecto que Alfredo, pero era un insensato, un cabeza de chorlito, y sola estar borracho, aunque aquella maana de domingo pareca bastante sobrio.

    Ahora estoy a cargo de Etelwoldo prosigui Wulfhere, y de ti. Y el rey

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    me ha enviado para castigarte. Rumi sobre el asunto un instante Lo que su esposa quiere que haga es sacarte las tripas por ese culo apestoso tuyo y echrselas a los cerdos. Su mirada era de odio. Sabes cul es la pena por desenvainar en presencia del rey?

    Una multa? supuse. La muerte, tocino, la muerte! Desde que se instaur la nueva ley el mes

    pasado. Y cmo iba yo a saberlo? Pero Alfredo se siente misericordioso. Wulfhere hizo caso omiso de mi

    pregunta. As que no vas a colgar de una horca. Por lo menos, no va a ser hoy. Pero quiere que le asegures que mantendrs la paz.

    Qu paz? Cul va a ser, merluzo? La suya propia! Quiere que peleemos contra los

    daneses, no que nos rebanemos el cuello entre nosotros. As que, por el momento, tienes que jurar que vas a mantener la paz.

    Por el momento? Por el momento repuso en tono neutro, y yo me limit a encogerme de

    hombros. Lo interpret como una aceptacin. As que despachaste a Ubba? me pregunt.

    Vaya que s. Eso me han dicho Volvi a estornudar. Conoces a Edor? Lo conozco repuse. Edor era uno de los jefes de batalla del ealdorman

    Odda, un guerrero de los hombres de Defnascir, y haba luchado a nuestro lado en Cynuit.

    Edor me cont todo lo que pas prosigui Wulfhere, pero slo porque confa en m. Por el amor de Dios, deja de incordiar! Este ltimo grito iba dirigido a Etelwoldo, que estaba investigando debajo del mantel del altar, presumiblemente en busca de algo valioso. Alfredo, en lugar de asesinar a su sobrino, pareca empeado en aburrirlo hasta la muerte. A Etelwoldo no le estaba permitido luchar, no fuera a labrarse una reputacin; as que lo haba obligado a aprender a leer, cosa que l detestaba, de modo que perda el tiempo cazando, bebiendo, putaeando y llenndose de resentimiento por no ser el rey. Slo qudate quieto un rato, muchacho le gru.

    Edor os lo cont... inquir, incapaz de suprimir la indignacin de mi voz porque confa en vos? Queris decir que lo que ocurri en Cynuit es un secreto? Mil hombres me vieron matar a Ubba!

    Pero Odda el Joven se ha llevado la gloria respondi Wulfhere, y su padre est muy malherido; si muere, Odda el Joven se convertir en uno de los hombres ms ricos de Wessex, y comandar ms tropas y pagar ms curas de los que t podrs permitirte nunca, as que los hombres no quieren ofenderle, te parece lo suficientemente lgico? Fingirn que le creen, para que siga siendo generoso. El rey le cree ya, y por qu no debera hacerlo? Odda lleg aqu con el estandarte de Ubba Lothbrokson y su hacha de guerra. Los tendi a los pies de Alfredo, se arrodill, dio gracias al Seor y prometi construir una iglesia y un monasterio en Cynuit; en cambio t... qu hiciste t? Meterte con un caballo en misa y sacar la espada de los cojones. Desde luego, no es lo ms inteligente con Alfredo.

    Casi sonre ante eso, porque Wulfhere tena razn. Alfredo era exageradamente po, y una manera segura de tener xito en Wessex era darle coba a esa piedad, imitarla, y atribuir toda la buena suerte a Dios.

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    Odda es un capullo rezong Wulfhere, cosa que me sorprendi, pero ahora es el capullo de Alfredo; y no vas a cambiar eso.

    Pero yo he matado a... Ya s que lo has hecho! me interrumpi Wulfhere. Y Alfredo

    probablemente sospecha que dices la verdad, pero cree que Odda lo hizo posible. Piensa que tanto t como Odda luchasteis contra Ubba. Probablemente ni siquiera le importe que ninguno lo hiciera en realidad, salvo porque Ubba est muerto y eso es una buena noticia; fue Odda quien trajo esa noticia, as que el sol sale y brilla por el culo de Odda, y si lo que quieres es que las tropas del rey te cuelguen de una rama bien alta, pues adelante, ve y monta un folln con Odda. Me entiendes?

    S. Wulfhere suspir. Leofric me haba dicho que recobraras el juicio si te sacuda lo suficiente. Quiero ver a Leofric. No puedes espet Wulfhere. Lo devuelven a Hamtun, se es su lugar.

    Pero t no vas a volver. La flota quedar al mando de algn otro. Tienes que mostrar arrepentimiento.

    Por un momento, pens que lo haba entendido mal. Que tengo que hacer qu? pregunt. Vas a tener que postrarte. Etelwoldo habl por primera vez. Con sonrisa

    socarrona. No ramos amigos exactamente, pero nos habamos emborrachado juntos suficientes veces y pareca gustarle. Vas a tener que vestirte como una chica prosigui Etelwoldo, hincarte de hinojos y ser humillado.

    Y vas a tener que hacerlo ahora mismo aadi Wulfhere. Que me aspen si...! Te van a aspar lo mismo rugi Wulfhere, que le arrebat el hatillo blanco

    a Etelwoldo y me lo tir a los pies. Era un hbito de penitente, y lo dej en el suelo. Por el amor de Dios, chico dijo Wulfhere, ten un poco de sentido comn. Tienes mujer y tierras aqu, no? Qu pasar si no obedeces sus rdenes? Quieres que te proscriban? Quieres que metan a tu mujer en un convento? Quieres que la Iglesia se quede con tus tierras?

    Me lo qued mirando. Lo nico que he hecho es matar a Ubba y contar la verdad. Wulfhere suspir. Eres de Northumbria prosigui, y no s cmo sern las cosas all, pero

    esto es el Wessex de Alfredo. Puedes hacer lo que quieras en Wessex menos mearte en su iglesia, y eso es justo lo que acabas de hacer. Te has meado encima, hijo, y ahora la Iglesia te va a mear encima a ti. Hizo una mueca cuando la lluvia golpe con ms fuerza sobre la tienda. Despus frunci el ceo mientras miraba el charco que se extenda en la entrada. Se qued callado durante un largo rato, antes de darse la vuelta y mirarme de un modo extrao. Piensas que algo de esto es importante?

    Lo pensaba, pero estaba tan sorprendido por su pregunta, hecha en un tono quedo y cargado de amargura, que me qued sin habla.

    Piensas que la muerte de Ubba supone alguna diferencia? pregunt, y de nuevo volv a pensar que no haba comprendido bien. Incluso si Guthrum firma la paz prosigui, crees que hemos ganado? Su tosco rostro pareca de repente salvaje. Cunto tiempo ser rey Alfredo? Cunto pasar antes de que los daneses gobiernen aqu?

    Segua sin tener nada que decir. Etelwoldo, me percat, lo escuchaba con

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    atencin. Anhelaba ser rey, pero no tena seguidores, y Wulfhere haba sido claramente nombrado su guardin para evitar que diera problemas. Pero las palabras de Wulfhere sugeran que los problemas surgiran igualmente.

    Limtate a hacer lo que quiere Alfredo me aconsej el noble, y despus busca un modo de mantenerte con vida. Es lo nico que podemos hacer todos. Si Wessex cae, todos buscaremos un modo de seguir con vida, pero mientras tanto, ponte el hbito de los cojones y terminemos de una vez con esto.

    Nos lo pondremos los dos intervino Etelwoldo, que recogi el hatillo y lo abri, mostrndome dos hbitos.

    T tambin? le gru Wulfhere. Ests borracho? Me arrepiento de haber estado borracho. O estaba borracho y ahora estoy

    arrepentido. Me sonri socarrn, despus se puso el hbito por la cabeza. Acompaar a Uhtred al altar dijo con la voz amortiguada por la ropa.

    Wulfhere no poda impedirlo, pero Wulfhere saba, como yo, que Etelwoldo se burlaba del rito. Y yo saba que Etelwoldo me estaba haciendo un favor, aunque por lo que yo saba no me deba ninguno. Aun as, se lo agradec, de modo que me puse el hbito de los cojones y, mano a mano con el sobrino del rey, me dirig a mi humillacin pblica.

    * * *

    Significaba poco para Alfredo. Contaba con una veintena de grandes seores

    en Wessex, y al otro lado de la frontera, en Mercia, haba an ms seores y jefes que vivan bajo el yugo dans, pero que lucharan por Wessex si Alfredo les daba la oportunidad. Todos aquellos grandes seores le podan proporcionar soldados, podran unir espadas y lanzas al estandarte del dragn de Wessex, mientras que yo nada poda darle salvo mi espada, Hlito-de-Serpiente. Cierto, era un seor, pero estaba lejos de Northumbria y no comandaba hombres, de modo que mi nico valor para l se situaba en un futuro lejano. Eso an no lo comprenda. A su debido tiempo, a medida que el mandato de Wessex se extendiera hacia el norte, mi valor aumentara, pero entonces, en el 877, cuando no era ms que un veinteaero cabreado, no saba nada, nada aparte de mis propias ambiciones.

    Y aprend humillacin. Incluso hoy, toda una vida despus, recuerdo la amargura de aquella postracin penitente. Por qu me oblig Alfredo a algo as? Le haba conseguido una gran victoria, y aun as insista en avergonzarme, por qu? Porque haba interrumpido un servicio eclesistico? En parte por eso, pero slo en parte. Amaba a su dios, amaba la Iglesia, y crea apasionadamente que la supervivencia de Wessex dependa de la obediencia a la Iglesia, as que la protegera con tanta fiereza como luchara por su pas. Y amaba el orden. Haba un lugar para todas las cosas, yo no encajaba, y l crea genuinamente que si consegua de m la obediencia a Dios, podra formar parte de su bienamado orden. En pocas palabras, me consideraba un cachorro rebelde que necesitaba unos buenos azotes antes de unirme a la disciplinada jaura.

    As que fui obligado a postrarme. Y Etelwoldo se puso en ridculo. No al principio. Al principio fue todo solemnidad. Todos los hombres del

    ejrcito de Alfredo estaban all para ser testigos, y formaron dos filas bajo la lluvia. Las filas llegaban hasta el altar bajo las lonas donde Alfredo y su esposa esperaban con el obispo y la caterva de curas.

    De rodillas me dijo Wulfhere. Tienes que ir de rodillas insisti con

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    tono neutro, y arrastrarte hasta el altar. Besa el mantel del altar, y despus te quedas tumbado boca abajo.

    Y despus qu? Despus Dios y el rey te perdonarn me mir fijamente. Hazlo y punto

    gru. As que lo hice. Me hinqu de rodillas y me arrastr por el barro; las filas de

    hombres en silencio me observaron, y entonces Etelwoldo, bien cerca de m, empez a desgaitarse acusndose de ser un pecador. Levant los brazos al cielo, se dej caer de bruces, aull que se arrepenta y se desgait con lo de que era un pecador; al principio los hombres sintieron vergenza, pero despus empezaron a divertirse.

    He conocido mujeres! grit Etelwoldo a la lluvia. Y eran mujeres malas! Perdonadme!

    Alfredo pareca furioso, pero no poda evitar que un hombre se pusiera en ridculo ante Dios. Quiz pensara que el remordimiento de Etelwoldo era genuino.

    He perdido la cuenta de cuntas mujeres! se desgaitaba Etelwoldo, y golpeaba el barro con los puos. Oh, Dios, me encantan las tetas! Dios, adoro a las mujeres desnudas. Dios, perdname por eso! La risa empez a extenderse, y todos los hombres debieron de recordar que Alfredo, antes de que la piedad se apoderara de l, haba sido famoso por todas las mujeres que persegua. Tienes que ayudarme, Dios! berreaba Etelwoldo mientras nos arrastrbamos hacia el altar. Envame un ngel!

    Para tirrtelo? grit alguien desde la multitud, y la risa se convirti en carcajada.

    lswith fue despachada con premura, no fuera a or algo indecoroso. Los curas susurraban, pero la penitencia de Etelwoldo, aunque extravagante, pareca real. Estaba llorando. Yo saba que por dentro se parta de risa, pero l aullaba como si su alma estuviera agonizando.

    No me enves ms tetas, Dios! berreaba. No ms tetas! Se estaba poniendo en ridculo, pero como los hombres ya lo consideraban ridculo, no le importaba. Mantenme alejado de las tetas, Dios! gritaba, y fue entonces cuando se march Alfredo, consciente de que la solemnidad del da se haba ido al garete, y la mayora de los curas se marcharon con l, de modo que Etelwoldo y yo nos arrastramos hasta un altar vaco, donde Etelwoldo devolvi su hbito manchado de barro y se apoy en la mesa.

    Lo detesto dijo en voz baja, y yo saba que se refera a su to. Lo detesto prosigui, y ahora me debes un favor, Uhtred.

    Vaya que s respond. Ya pensar en algo repuso. Odda el Joven no se haba marchado con Alfredo. Pareca divertido. Mi

    humillacin, que sin duda haba pensado que iba a disfrutar, se haba convertido en una chanza, y era consciente de que los hombres le observaban, juzgaban su veracidad. Se acerc a un hombre enorme que era evidentemente uno de sus guardaespaldas. Aquel hombre era alto y tena un pecho amplsimo, pero era su rostro lo que llamaba la atencin, pues pareca como si le hubieran estirado demasiado la piel de la cara, de modo que era incapaz de cualquier expresin aparte del odio puro y un hambre voraz. La violencia exudaba de aquel hombre como el hedor de un perro mojado, cuando me mir sent los ojos implacables de una bestia y entend instintivamente que aquel sera el hombre que me matara si Odda tena la oportunidad de acabar conmigo. Odda no era nada, el hijo mimado de

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    un hombre rico, pero su dinero le otorgaba poder para mandar sobre asesinos. Entonces Odda tir de la manga del gigante y ambos se dieron la vuelta y se marcharon.

    El padre Beocca era el nico cura que se haba quedado junto al altar. Bsalo me orden, y despus tmbate. En vez de eso, me puse en pie. Besadme vos el culo, padre repliqu. Estaba enfadado, y mi ira asust a

    Beocca, que dio un paso atrs. Pero haba hecho lo que el rey quera. Haba mostrado mi arrepentimiento

    pblicamente.

    * * * El hombre alto que estaba junto a Odda el Joven responda al nombre de

    Steapa. Steapa Snotor, lo llamaban los hombres, o Steapa el Listo. Es un chiste me aclar Wulfhere, mientras yo me arrancaba el hbito y

    me volva a poner la cota. Un chiste? Porque es ms burro que un arado repuso Wulfhere. Tiene sopas en

    lugar de sesos. Es imbcil, pero no es un guerrero imbcil. No lo viste en Cynuit? No repliqu sin ms. Y por qu te interesa Steapa? pregunt Wulfhere. Por nada repuse. Le haba preguntado al ealdorman quin era el

    guardaespaldas de Odda, para saber el nombre del hombre que poda intentar matarme, pero aquel posible asesinato no era asunto de Wulfhere.

    Wulfhere vacil, pues quera indagar ms, pero decidi que mejor se quedaba con aquella respuesta.

    Cuando vengan los daneses dijo, sers bienvenido entre mis hombres. Etelwoldo, el sobrino de Alfredo, sostena mis dos espadas, sac a Hlito-de-

    Serpiente de su vaina, y se qued mirando los dibujos enroscados de la hoja. Si los daneses vienen hablaba con Wulfhere, tenis que dejarme pelear. T no sabes pelear. Pues tenis que ensearme. Volvi a meter a Hlito-de-Serpiente en su

    funda. Wessex necesita un rey que sepa pelear prosigui, en lugar de rezar. Tendras que vigilar esa lengua, muchacho le contest Wulfhere, no te

    la vayan a cortar. Le arrebat las espadas a Etelwoldo y me las tendi. Los daneses vendrn me dijo, as que nete a m cuando lo hagan.

    Asent, pero no dije nada. Cuando los daneses vengan pens, planeo estar con ellos. Me haban criado los daneses tras ser capturado a la edad de diez aos, y podan haberme matado, pero lo que hicieron fue tratarme bien. Haba aprendido su idioma y adorado a sus dioses hasta no saber si era dans o ingls. Si el conde Ragnar el Viejo no hubiese muerto, jams los habra abandonado, pero haba muerto, asesinado en una noche de traicin y fuego, y yo haba huido al sur, hacia Wessex. Ahora regresara. En cuanto los daneses se marcharan de Exanceaster, me unira al hijo de Ragnar, Ragnar el Joven, si es que segua vivo. El barco de Ragnar el Joven se contaba entre los de la flota que haba perecido en la gran tormenta. Veintenas de barcos se haban hundido, y los restos de la flota haban llegado hasta Exanceaster, donde los barcos eran ahora reducidos a cenizas en la orilla, junto a la ciudad. No saba si Ragnar haba sobrevivido. Confiaba en que as fuera, y rec para que pudiera escapar de Exanceaster y ofrecerle mi

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    espada, para cargar con ella contra Alfredo de Wessex. Algn da vestira a Alfredo con un hbito y lo hara reptar de rodillas hasta un altar dedicado a Thor. Despus lo matara.

    Esos eran mis pensamientos camino de Oxton, la hacienda que Mildrith haba aportado a nuestro matrimonio; era un hermoso lugar, pero tan hasta arriba de deudas que supona ms una carga que un placer. La granja se encontraba en las laderas de las colinas que descendan hasta a la amplia desembocadura del Uisc, y tras la casa haba densos bosques de robles y fresnos, de los que fluan arroyos claros que atravesaban los campos de centeno, trigo y cebada. La casa era un edificio lleno de humo construido con barro, boigas, roble y paja de centeno, y tan largo y bajo que pareca un montculo verde cubierto de musgo, del que sala humo por el agujero central del techo. En el corral haba cerdos, gallinas y montaas de estircol tan grandes como la casa. El padre de Mildrith la haba cultivado, ayudado por un administrador llamado Oswald, una verdadera comadreja, y an me caus ms problemas aquel domingo lluvioso de camino a la granja.

    Me senta furioso, resentido y con nimo de venganza. Alfredo me haba humillado, y Oswald tuvo poco acierto al elegir aquella tarde de domingo para bajar un roble de los bosques. Me regocijaba en los placeres de la venganza, dejando que mi caballo tomara el camino del bosque, cuando vi ocho bueyes tirando del enorme tronco hacia el ro. Tres hombres guiaban a los bueyes, y un cuarto, Oswald, iba montado encima del tronco con un ltigo. Me vio y baj de un salto, y por un instante pareci como si quisiera correr hacia los rboles, pero despus repar en que no poda evitarme, as que se limit a esperarme all de pie, hasta que llegu junto al tronco.

    Seor me salud Oswald. Estaba sorprendido de verme. Probablemente crea que haba muerto con los dems rehenes, y esa conviccin lo volvi descuidado.

    Mi caballo estaba nervioso por el hedor a sangre que despedan los costados de los bueyes, y dio unos pasitos nerviosos hacia delante y atrs, hasta que lo calm dndole unas palmadas en el cuello. Entonces mir el tronco de roble, que deba de medir doce metros y era tan grueso como un hombre de alto.

    Buen rbol le dije a Oswald. El mir hacia Mildrith, que vena a nuestro encuentro montando una yegua. Buen da, seora dijo, quitndose el sombrero de lana que llevaba encima

    del frondoso pelo rojo. Un da lluvioso, Oswald le respondi ella. Su padre haba nombrado al

    administrador, y Mildrith tena en l una confianza inocente. He dicho habl ms alto que es un buen rbol. Dnde lo habis talado? Oswald se meti el sombrero en el cinto. Arriba del todo, seor respondi con vaguedad. Arriba del todo... en mis tierras? Vacil. Sin duda se sinti tentado de afirmar que proceda de la tierra de un

    vecino, pero esa mentira pronto se habra descubierto, as que no dijo nada. En mis tierras? volv a preguntar. S, seor admiti. Y adonde va? Volvi a vacilar, pero no tuvo ms remedio que responder. Al molino de Wigulf. Wigulf va a comprarlo? Lo va a partir, seor.

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    No he preguntado qu va a hacer con l repuse, sino si lo va a comprar. Mildrith, al detectar la dureza en mi voz, intervino para comentar que su

    padre enviaba a veces madera al molino de Wigulf, pero yo le ped que se callara. Va a comprarlo? le pregunt de nuevo a Oswald. Necesitamos la madera, seor, para hacer reparaciones repuso el

    administrador, y Wigulf se cobra en tablones. Y le llevas el rbol en domingo? Nada tena que responder a eso. Dime

    prosegu, si necesitamos planchas para reparaciones, por qu no partimos nosotros el rbol? Es que nos faltan hombres? O cuas? O mazos?

    Wigulf lo ha hecho siempre repuso Oswald en tono molesto. Siempre? repet, y Oswald no dijo nada. No vive Wigulf en

    Exanmynster? supuse. Exanmynster quedaba a unos dos kilmetros al norte, y era la aldea ms cercana a Oxton.

    S, seor repuso Oswald. De modo que, si me acerco ahora Exanmynster dije, Wigulf me dir

    cuntos rboles parecidos le has llevado en el ltimo ao. Se hizo el silencio, salvo por la lluvia que goteaba de las hojas y el

    intermitente canto de los pjaros. Acerqu el caballo unos pasos hacia Oswald, que se agarr al mango de su ltigo, como preparndose para azotarme.

    Cuntos? exig, an ms alto. Esposo me grit Mildrith. Silencio! le grit, y Oswald me mir a m, despus a ella y de nuevo a

    m. Y cunto te ha pagado Wigulf? le pregunt. Cunto se saca de un rbol como ste? Ocho chelines? Nueve?

    La ira que tan impetuosamente me haba hecho actuar en el servicio de la iglesia se volvi a despertar. Estaba claro que Oswald estaba robando la madera y sacando dinero de ello, y lo que tendra que haber hecho era acusarlo de robo, y hacerlo comparecer ante un tribunal donde un jurado de hombres decidira sobre su culpabilidad o inocencia, pero no estaba de humor para tanto proceso. Desenvain a Hlito-de-Serpiente y espole a mi caballo. Mildrith grit en protesta, pero yo la ignor. Oswald ech a correr, y eso fue un error, porque lo atrap con facilidad, una nica estocada de Hlito-de-Serpiente y le abr la nuca, de modo que pude verle los sesos y la sangre al caer. Empez a retorcerse sobre el lecho de hojas muertas y, tras obligar a mi caballo a dar la vuelta, le hinqu el arma en la garganta.

    Eso ha sido un asesinato! me grit Mildrith. Eso ha sido justicia le gru yo, algo de lo que Wessex carece escup

    en el cuerpo de Oswald, que segua retorcindose. El muy cabrn ha estado robndonos.

    Mildrith espole a su caballo y condujo al aya que llevaba a nuestro hijo colina arriba. La dej marchar.

    Subid el tronco a la casa orden a los esclavos que guiaban a los bueyes. Si es demasiado grande para subirlo, partidlo aqu y llevad arriba los pedazos.

    Esa tarde registr la casa de Oswald y encontr cincuenta y tres chelines enterrados en el suelo. Me qued con la plata, y confisqu los utensilios de cocina, el espetn, los cuchillos, los cubos, y una capa de piel de ciervo; despus expuls a su esposa y a sus tres hijos de mis tierras. Uhtred haba vuelto a casa.

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    CAPTULO II Mi ira no se vio aplacada por la muerte de Oswald. La muerte de un

    administrador deshonesto no era consuelo para lo que yo perciba como una injusticia monstruosa. Por el momento, Wessex estaba a salvo de los daneses, pero slo porque yo haba matado a Ubba Lothbrokson, y mi recompensa haba sido la humillacin.

    No poda dejar de compadecer a Mildrith. Era una mujer apacible e ingenua que no pensaba mal de nadie, y ahora se vea casada con un guerrero resentido y furibundo. Tema la ira de Alfredo, le aterrorizaba que la Iglesia me castigase por perturbar su paz, y le preocupaba que los familiares de Oswald reclamaran un wergilder a m. Y lo haran. Un wergilder, el precio en sangre que todo hombre, mujer y nio posea. Si matabas a un hombre, debas pagar su precio o morir, y sin duda la familia de Oswald acudira a Odda el Joven, que haba sido nombrado ealdorman de Defnascir porque su padre estaba demasiado malherido para seguir sindolo; sin duda alguna, Odda dara rdenes al alguacil de la comarca para perseguirme y someterme a juicio, pero a m no me importaba. Cazaba ciervos y jabales, le daba vueltas al asunto y esperaba noticias de las negociaciones de Exanceaster. Esperaba que Alfredo hiciera lo que siempre haca, es decir, firmar la paz con los daneses y liberarlos; cuando lo hiciera, ira al encuentro de Ragnar.

    Mientras esperaba, encontr a mi primer vasallo. Era un esclavo y lo descubr en Exanmynster un bonito da de primavera. Haba una feria de mano de obra en la que los hombres buscaban empleo en los atareados das de la cosecha y la siega, y como en todas las ferias haba malabaristas, cuentacuentos, zancudos, msicos y acrbatas. Tambin haba un hombre alto, de pelo blanco, con el rostro arrugado y grave, que venda bolsas de cuero encantadas que convertan el hierro en plata. Nos mostr cmo lo haca: lo vi colocar dos clavos normales en la bolsa y al instante siguiente eran de plata pura. Dijo que tenamos que meter un crucifijo de plata en la bolsa y dormir una noche con ella colgada al cuello para que la magia funcionara. Le pagu tres chelines de plata por una bolsa, y jams funcion. Pas meses buscando al hombre, pero nunca volv a dar con l. Incluso hoy, cuando me cruzo con hombres y mujeres como aqul, vendiendo cajas o bolsas encantadas, los saco de mis tierras a latigazos; pero entonces tena slo veinte aos y no crea ms que en lo que vean mis ojos. Aquel hombre haba atrado a una multitud, pero an haba ms gente reunida junto a la puerta de la iglesia, de donde cada cierto tiempo surgan gritos. Me acerqu con el caballo hasta las ltimas filas, y los que saban que haba matado a Oswald me miraron mal, pero nadie se atrevi a acusarme de asesinato, dado que iba armado tanto con Hlito-de-Serpiente como con Aguijn-de-Avispa.

    Haba un joven junto a la puerta de la iglesia. Estaba desnudo de cintura para arriba, descalzo, lo tenan atado por una soga alrededor del cuello, y sta estaba atada al pilar de la puerta. En la mano llevaba una duela corta y recia. Su pelo era rubio y estaba alborotado, y sus ojos azules expresaban su indmita terquedad; estaba manchado de sangre por todo el pecho, vientre y brazos. Tres hombres lo vigilaban. Tambin ellos eran rubios y de ojos azules, y gritaban con un acento extrao.

    Venid, venid a pelear con el pagano! Tres peniques por hacer sangrar a este cabrn! Venid y pelead!

    Quin es? pregunt. Un dans, seor, un dans pagano. El hombre se quit el sombrero para

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    hablar conmigo, despus regres a la multitud. Venid y pelead con l! Vengaos! Haced sangrar a un dans! Sed buenos

    cristianos! Hacedle dao a un pagano! Los tres hombres eran frisios. Sospech que haban estado en el ejrcito de

    Alfredo, y ahora que negociaba con los daneses en lugar de pelear con ellos, los tres habran desertado. Los frisios venan del otro lado del mar y lo hacan slo por un motivo: dinero; y aquel tro haba conseguido capturar al joven dans y se estaban aprovechando de l mientras durase. Y por lo visto, eso poda llevar un tiempo, pues era bueno. Un joven y fuerte sajn pag tres peniques y recibi una espada. Se abalanz con fiereza contra el prisionero, pero el dans par todos los golpes, las astillas salan despedidas de su duela, y cuando vio un hueco, le asest un golpe en la cabeza a su oponente con suficiente fuerza como para hacerle sangrar un odo. El sajn se apart tambalendose, y el dans arremeti con la duela contra su estmago y, mientras el sajn se doblaba en dos para coger aliento, la duela silb en el aire en un movimiento que le habra abierto la cabeza como un huevo, de no ser porque los frisios tiraron de la cuerda, de modo que el dans cay de espaldas.

    Tenemos algn otro hroe? grit uno de los frisios mientras ayudaban al sajn a levantarse. Venga, chicos! Demostrad vuestra fuerza! Reducid a pulpa a un dans!

    Yo lo reduzco dije. Desmont y me abr paso entre la multitud. Le entregu las riendas de mi caballo a un chico, y desenvain a Hlito-de-Serpiente. Tres peniques? pregunt a los frisios.

    No, seor contest uno de ellos. Por qu no? Porque no queremos un dans muerto, verdad que no? respondi el

    hombre. S lo queremos! jale alguien desde la multitud. No gustaba demasiado a

    las gentes del valle del Uisc, pero los daneses an les gustaban menos, y se relaman ante la perspectiva de ver masacrar a un prisionero.

    Slo podis herirle, seor prosigui el frisio. Y debis usar nuestra espada. Me tendi el arma. Le ech un vistazo, vi el filo romo y escup.

    Debo? pregunt. El frisio no quera discutir. Slo podis hacerle sangrar, seor repuso. El dans se apart el pelo de la cara y me mir de arriba abajo. Mantena la

    duela baja. Estaba tenso, pero no haba miedo en sus ojos. Se haba enfrentado probablemente a ms de cien batallas desde que los frisios lo capturaran, pero aquellos puos slo haban peleado contra hombres que no eran soldados, y deba de saber, por mis dos espadas, que yo era un guerrero. Tena la piel amoratada, surcada de sangre y cicatrices, y seguro que esperaba recibir otra herida de Hlito-de-serpiente, pero estaba decidido a darme guerra.

    Cmo te llamas? le pregunt en dans. Parpade sorprendido. Tu nombre, chico dije. Le llam chico, aunque no era mucho ms joven

    que yo. Haesten repuso. Haesten de quin? Haesten Storrison contest dndome el nombre de su padre. Deja de hablar con l, pelea! grit una voz desde la multitud.

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    Me volv para ver al hombre que haba gritado y fue incapaz de sostener mi mirada, despus me di la vuelta rpido, muy rpido, y golpe con Hlito-de-Serpiente en un barrido rpido que Haesten par instintivamente, de modo que la espada parti la duela como si estuviera podrida. A Haesten le qued un pedazo de madera en la mano, el resto de su arma, un metro de grueso fresno, qued en el suelo.

    Mtalo! grit alguien. Hacedlo sangrar slo, seor pidi el frisio, por favor, seor. No es un

    mal chico, para ser dans. Hacedlo sangrar y os pagaremos. Le di una patada a la vara de fresno para apartarla de Haesten. Recgela le dije. Me mir nervioso. Para recogerla tendra que llegar al lmite de su cuerda y

    agacharse, y en ese momento expondra la espalda a Hlito-de-Serpiente. Me observ, con la mirada cargada de amargura bajo el flequillo sucio, despus pareci convencerse de que no le atacara mientras se agachaba. Se acerc a la vara y, al inclinarse, le di una patada que la separ unos palmos ms.

    Recgela repet. An sostena el pedazo de fresno en la mano y, al dar otro paso, forzando la

    cuerda, se dio la vuelta repentinamente e intent golpearme con l en el estmago. Fue rpido, pero yo medio esperaba el movimiento, y le agarr la mueca con la mano izquierda. Apret fuerte, hasta hacerle dao.

    Recgela repet por tercera vez. Esta vez obedeci, se esforz por llegar a ella y en el movimiento, tens la

    cuerda al mximo. Yo le met un tajo con Hlito-de-Serpiente y la cort, de modo que Haesten, que se estaba inclinando hacia delante para alcanzar la vara, cay de bruces al suelo. Le puse el pie izquierdo en la espalda y dej que la punta de Hlito-de-Serpiente descansara sobre su columna.

    Alfredo le dije a los frisios ha ordenado que todos los prisioneros daneses sean llevados ante l.

    Los tres se me quedaron mirando, sin decir nada. As que, por qu motivo no habis llevado a este hombre al rey? les

    exig. No lo sabamos, seor dijo uno de ellos. Nadie nos lo dijo. Cosa nada

    sorprendente, dado que Alfredo no haba dado esa orden. Lo llevaremos ante el rey ahora mismo, seor me asegur otro. Os evitar la molestia repuse. Levant el pie de encima de Haesten.

    Levntate le dije en dans. Le lanc una moneda al chico que sostena mi caballo y mont. Desde arriba, le ofrec una mano a Haesten. Sube detrs de m le orden.

    Los frisios protestaron y se acercaron a m con las espadas desenvainadas, as que desnud a Aguijn y se la tend a Haesten, que an no haba montado. Entonces volv el caballo hacia los frisios y les sonre.

    Esta gente y seal con Hlito-de-Serpiente a la multitud ya me considera un asesino. Tambin soy el hombre que se enfrent a Ubba Lothbrokson junto al mar y lo mat all mismo. Os lo cuento para que podis fanfarronear de que matasteis a Uhtred de Bebbanburg.

    Baj la espada, de modo que apuntaba con ella al hombre ms cercano, y l retrocedi. Los otros, con tan pocas ganas de luchar como el primero, se unieron a l. Haesten subi conmigo y yo espole a mi caballo entre la multitud, que se apart de mala gana. En cuanto estuvimos lo suficientemente lejos, le dije a

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    Haesten que desmontara y me devolviera a Aguijn-de-Avispa. Cmo te capturaron? le pregunt. Me cont que iba en uno de los barcos de Guthrum que se vieron

    sorprendidos por la tormenta, que se haba hundido, aunque consigui agarrarse a un resto del naufragio y lleg hasta la orilla, donde los frisios lo encontraron.

    ramos dos, seor me dijo, pero mi compaero muri. Ahora eres un hombre libre le respond. Libre? Eres mi hombre le dije, me prestars juramento y yo te dar una

    espada. Por qu? quiso saber. Porque en cierta ocasin un dans me salv la vida le contest, y me

    gustan los daneses. Tambin quera a Haesten porque necesitaba hombres. No confiaba en Odda

    el Joven, y tema a Steapa Snotor, el guerrero de Odda, as que tendra espadas en Oxton. Mildrith, por supuesto, no quera daneses armados en casa. Quera agricultores y campesinos, muchachas para ordear y sirvientes, pero yo le dije que era un seor, y un seor debe tener espadas a su servicio.

    Soy, de hecho, un seor, un seor de Northumbria. Soy Uhtred de Bebbanburg. Mis ancestros, cuyo linaje se remonta al dios Woden, el Odn dans, fueron antao reyes en el norte de Inglaterra, y si mi to no me hubiese arrebatado Bebbanburg cuando no tena ms que diez aos de edad, an vivira all como seor de Northumbria, seguro en la inexpugnable fortaleza baada por el mar. Los daneses haban capturado Northumbria, y su rey pelele, Ricsig, gobernaba en Eoferwic, pero Bebbanburg era demasiado fuerte para los daneses y mi to y lfric gobernaba aquellas tierras, llamndose as mismo ealdorman lfric, de modo que los daneses lo dejaban tranquilo mientras no diera problemas. A menudo soaba con regresar a Northumbria para reclamar mi derecho de nacimiento. Pero cmo? Para capturar Bebbanburg necesitara un ejrcito, y lo nico que tena era un joven dans llamado Haesten.

    Tambin tena otros enemigos en Northumbria. Estaba el conde Kjartan y su hijo Sven, que haba perdido un ojo por mi culpa; ambos me mataran gustosos, y mi to les pagara por ello. As que no tena ningn futuro en Northumbria, no por aquel entonces. Pero regresara. Ese era el deseo de mi alma, y regresara con Ragnar el Joven, mi amigo, que an viva porque su barco haba capeado la tormenta. Lo saba porque se lo haba odo decir a un cura que haba estado presente en las negociaciones de Exanceaster, y estaba seguro de que el conde Ragnar haba sido uno de los seores daneses en la delegacin de Guthrum.

    Un hombre grande me dijo el cura, con un vozarrn. La descripcin me convenci de que Ragnar viva y mi corazn se alegraba por ello, pues saba que mi futuro estaba con l, no con Alfredo, cuando las negociaciones terminaran y se firmara la tregua, los daneses se marcharan sin duda de Exanceaster, y yo le entregara mi espada a Ragnar y cargara con ella contra Alfredo, a quien detestaba. Y no caba duda de que l me detestaba tambin a m.

    Le dije a Mildrith que abandonaramos Defnascir e iramos a encontrarnos con Ragnar, que le ofrecera mi espada y que podra vengarme de mi to y de Kjartan bajo el estandarte del guila de Ragnar, y Mildrith respondi con lgrimas y ms lgrimas.

    No soporto el llanto de una mujer. Mildrith se sinti herida y confundida, y yo me enfad. Nos gritamos como gatos salvajes, la lluvia sigui cayendo, y yo me

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    desesperaba como una bestia enjaulada. Deseaba que Alfredo y Guthrum dejaran de una vez de negociar, porque todos saban que Alfredo dejara marchar a Guthrum, y en cuanto Guthrum se marchara de Exanceaster, yo podra unirme a los daneses. No me importaba si Mildrith me segua o no, mientras mi hijo, que llevaba mi nombre, viniera conmigo. As que de da cazaba, y de noche beba y soaba con la venganza. Hasta que una tarde, al regresar a casa, encontr all al padre Willibald.

    Willibald era un buen hombre. Haba sido el capelln de la flota de Alfredo cuando aquellos doce barcos estaban a mi mando, y me cont que regresaba a Hamtun, pero que pensaba que me gustara saber en qu haban quedado las largas conversaciones entre Alfredo y Guthrum.

    Se ha firmado la paz, seor me dijo. Gracias a Dios haya paz. Gracias a Dios repiti Mildrith. Yo estaba limpiando la sangre de la hoja de una lanza para jabales y no dije

    nada. Pensaba que Ragnar habra sido liberado del sitio y que me podra unir a l. El tratado fue firmado ayer con votos solemnes prosigui Willibald, as

    que tenemos paz. Ya se dieron votos solemnes el ao pasado repliqu con amargura.

    Alfredo y Guthrum haban firmado la paz en Werham, pero Guthrum haba roto la tregua y asesinado a los rehenes que retena como prisioneros. Once de doce haban muerto, y slo yo haba sobrevivido porque Ragnar estaba all para protegerme. Y cules han sido las condiciones? inquir.

    Los daneses van a entregar todos sus caballos me cont Willibald, y se replegarn de nuevo en Mercia.

    Bien, pens, porque all era donde yo ira. No se lo dije a Willibald, pero me burl de que Alfredo los dejara marchar sin ms.

    Por qu no se enfrenta a ellos? pregunt. Porque son demasiados, seor. Porque demasiados hombres moriran en

    ambos bandos. Tendra que matarlos a todos. La paz es mejor que la guerra contest Willibald. Amn core Mildrith. Empec a afilar la lanza, pasando la piedra por la larga hoja. Alfredo me

    pareca absurdamente generoso. Guthrum, despus de todo, era el nico cabecilla de cierto mrito que quedaba en el bando dans, y haba quedado atrapado. De haber sido yo Alfredo, no habra habido condiciones, slo un sitio, y a su fin, el poder dans en el sur de Inglaterra se habra visto truncado. En cambio. Guthrum se marchaba de Exanceaster en paz.

    Es la mano de Dios coment Willibald. Me lo qued mirando. Era unos aos mayor que yo, pero siempre pareca ms

    joven. Era honesto, entusiasta y amable. Haba sido un buen capelln para los doce barcos, aunque el pobre se mareaba siempre, y perda el color al ver la sangre.

    Dios ha firmado la paz? pregunt escptico. Quin envi la tormenta que hundi los barcos de Guthrum? replic

    Willibald con devocin. Quin nos entreg a Ubba? Eso lo hice yo respond. Hizo caso omiso. Tenemos un rey piadoso, seor repuso, y Dios recompensa a quienes le

    sirven fielmente. Alfredo ha derrotado a los daneses! Y ellos son conscientes de que es as! Guthrum es capaz de reconocer la intervencin divina! Ha estado

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    haciendo preguntas sobre Cristo. No dije nada. Nuestro rey cree prosigui el cura que Guthrum no est lejos de ver la

    autntica luz de Cristo. Se inclin hacia delante y me toc en una rodilla. Hemos ayunado, seor dijo, hemos rezado, y el rey cree que los daneses pueden ser trados a Cristo, y cuando eso suceda, la paz ser permanente.

    Estaba convencido de cada una de las palabras que hilaban aquella sarta de tonteras, y, por supuesto, para los odos de Mildrith eran dulce msica. Era una buena cristiana y tena mucha fe en Alfredo, y si el rey crea que su dios le traera la victoria, tambin ella habra de creerlo. A m me pareca toda una locura, pero no dije nada mientras un sirviente nos traa cerveza, pan, caballa ahumada y queso.

    Tendremos una paz cristiana proclam Willibald, y se persign sobre el pan antes de comer, sellada por lo dems con rehenes.

    Hemos vuelto a entregar rehenes a Guthrum? pregunt atnito. No repuso Willibald. Pero l ha accedido a entregrnoslos a nosotros.

    Incluidos seis condes! Dej de afilar la lanza y mir a Willibald. Seis condes? Incluido vuestro amigo Ragnar! Willibald pareca complacido con la idea,

    pero a m me dej descompuesto. Si Ragnar no estaba con los daneses, tampoco yo poda volver con ellos. Era mi amigo, y sus enemigos eran los mos, pero sin la proteccin de Ragnar quedara a merced de Kjartan y Sven, el padre y el hijo que haban asesinado al padre de Ragnar y que estaran encantados de verme muerto. Sin Ragnar, lo saba, no poda abandonar Wessex.

    Ragnar es uno de los rehenes? pregunt. Estis seguro? Por supuesto que estoy seguro. Quedar a cargo del ealdorman Wulfhere.

    Todos los rehenes estarn a cargo de Wulfhere. Durante cunto tiempo? Durante todo el que Alfredo desee, o hasta que Guthrum se bautice.

    Adems, Guthrum ha aceptado que nuestros sacerdotes hablen con sus hombres. Willibald me mir suplicante. Debemos tener fe en Dios prosigui. Debemos darle tiempo a Dios para que haga mella en los corazones de los daneses. Guthrum por fin entiende que nuestro dios tiene poder!

    Me puse en pie y me dirig a la puerta, apart la cortina de cuero y me qued mirando la desembocadura del Uisc. Estaba desesperado. Detestaba a Alfredo, no quera estar en Wessex, y ahora pareca que me condenaban a quedarme all.

    Y yo qu hago? pregunt. El rey os perdonar, seor repuso Willibald. Perdonarme? me volv hacia l. Y qu cree el rey que ocurri en

    Cynuit? Vos estuvisteis all, padre le dije, se lo habis contado? Se lo cont. Y? Sabe que sois un valeroso guerrero, seor repuso Willibald, y que

    vuestra espada es un valor para Wessex. Volver a recibiros, estoy seguro, y os recibir lleno de alegra. Acudid a la iglesia, pagad vuestras deudas, y demostrad que sois un buen hombre de Wessex.

    No soy un sajn del oeste espet. Provengo de Northumbria! Y se era parte del problema. Era un forastero. Hablaba un ingls distinto.

    Los hombres de Wessex estaban ligados por lazos familiares, y yo proceda del desconocido norte; la gente crea que era un pagano, me llamaban asesino por la

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    muerte de Oswald, y a veces, cuando cabalgaba por la hacienda, los hombres se persignaban para alejar el mal que vean en m. Me llamaban Uhtredcerwe, que significaba Uhtred el Prfido, y a m no me desagradaba el insulto, pero a Mildrith s. Les aseguraba que era cristiano, pero con ello menta, y nuestra infelicidad fue enconndose durante todo el verano. Ella rezaba por mi alma, yo me desesperaba por recuperar mi libertad, y cuando me rog que asistiera con ella a la iglesia de Exanmynster, yo le rug que jams volvera a poner un pie en la iglesia en toda mi vida. Cuando le dije aquello, llor, y sus lgrimas me alejaban de la casa; mis caceras duraban cada vez ms, y en ocasiones la persecucin me llevaba hasta el lmite del agua, donde me quedaba observando el Heahengel.

    Estaba embarrancado en la orilla fangosa, las mareas lo elevaban y bajaban una y otra vez, abandonado. Era uno de los barcos de la flota de Alfredo, uno de los doce grandes barcos de guerra que haba construido para hostigar a las embarcaciones danesas que asaltaban la costa de Wessex. Leofric y yo habamos navegado en el Heahengel desde Hamtun, persiguiendo a la flota de Guthrum, habamos sobrevivido a la tormenta que envi a tantos daneses a la tumba, y habamos conseguido que embarrancase all, sin mstil ni vela. Segua en la orilla del Uisc, pudrindose, aparentemente olvidado.

    Arcngel. Eso era lo que significaba su nombre. Alfredo haba elegido el nombre y yo siempre lo haba odiado. Un barco debe tener un nombre orgulloso, no una palabra religiosa que invita al lloriqueo, y debera llevar una bestia en la proa, alta y desafiante, la cabeza de un dragn que desafiara el mar, o un lobo rugiendo para aterrorizar al enemigo. A veces suba a bordo del Heahengel y vea que los aldeanos lo haban despojado de algunos de los tablones superiores; tena el vientre lleno de agua, y yo recordaba sus orgullosos das en el mar: an poda ver cmo el viento azotaba el velamen y or el estrpito de la embestida contra un barco dans.

    Ahora, como a m, dejaban que el Heahengel se pudriera, y en ciertas ocasiones soaba con repararlo, buscarle nuevas jarcias y velas, reunir una tripulacin y sacar su alargado casco al mar. Quera estar en cualquier parte menos donde estaba, quera irme con los daneses, y cada vez que se lo deca a Mildrith, ella se echaba otra vez a llorar.

    No puedes obligarme a vivir entre los daneses! Por qu no? Yo lo hice. Son paganos! Mi hijo no se convertir en un pagano! Es mi hijo tambin repuse, y adorar a los dioses que yo adoro.

    Entonces lloraba an ms, y yo sala furioso de la casa y me llevaba a los perros a los bosques, preguntndome por qu el amor se agriaba como la leche. Tras Cynuit slo deseaba ver a Mildrith, y ahora, sin embargo, no soportaba su tristeza y su mojigatera; ella, por lo dems, no poda soportar mi ira. Lo nico que quera que hiciera era labrar mis campos, ordear mis vacas y recoger la cosecha para pagar la enorme deuda que haba trado con su matrimonio. La deuda proceda de una promesa que haba hecho el padre de Mildrith, una promesa de entregar a la Iglesia los frutos de casi la mitad de sus tierras. Aquella promesa era perpetua, y comprometa tambin a sus herederos, pero los ataques daneses y las malas cosechas haban arruinado la propiedad. Con todo, la Iglesia, venenosa como una serpiente, segua insistiendo en que se pagara la deuda, y decan que si no poda pagarla, la tierra sera ocupada por los monjes. Cada vez que iba a Exanceaster tena que soportar la vida mirada de los curas y monjes, que disfrutaban de la perspectiva de su enriquecimiento. Exanceaster volva a ser inglesa, dado que

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    Guthrum haba entregado a los rehenes y se haba marchado al norte, de modo que una suerte de paz se extenda por Wessex. Los fyrds, los ejrcitos de cada comarca, haban sido disueltos, y los hombres enviados de nuevo a sus granjas. Se entonaban salmos en las iglesias, y Alfredo, para conmemorar su victoria, enviaba regalos a todos los monasterios y conventos. Odda el joven, que era tratado como campen de Wessex, recibi todas las tierras que rodeaban el lugar donde se haba disputado la batalla de Cynuit, y haba ordenado construir una iglesia. Se rumoreaba que la iglesia poseera un altar de oro para dar gracias a Dios por permitir que Wessex sobreviviera.

    Pero por cunto sobrevivira? Guthrum segua vivo, y yo no comparta la creencia cristiana de que Dios haba enviado la paz a Wessex. Y no era el nico, pues para el solsticio de verano Alfredo regres a Exanceaster y convoc a su witan, un consejo del reino compuesto por los thane ms importantes y los hombres de la Iglesia. Wulfhere de Wiltunscir era uno de los hombres convocados. Yo fui a la ciudad una tarde y me dijeron que el ealdorman y sus hombres estaban alojados en El Cisne, una taberna junto a la puerta este. Wulfhere no se encontraba all, pero Etelwoldo, el sobrino de Alfredo, se esforzaba todo lo que poda en acabar con las reservas de cerveza.

    No me jodas que el muy cabrn te ha convocado al witan me salud cargado de amargura. El muy cabrn era Alfredo; Etelwoldo no le perdonaba que le hubiera arrebatado el trono.

    No repuse. He venido a ver a Wulfhere. El ealdorman est en la iglesia aadi, y yo no. Sonri ladino y me

    seal el banco de enfrente. Sintate y bebe. Emborrchate conmigo. Despus nos buscaremos un par de chicas. O tres. Cuatro, si prefieres.

    Olvidas que estoy casado repuse. Como si eso fuera un impedimento. Tom asiento y una de las muchachas me trajo una cerveza. Ests t en el witan? T qu crees? Te parece que ese cabrn quiere mi consejo? Le dira

    Majestad, por qu no os despeis por un acantilado y rezis para que Dios os d alas? Empuj hacia m un plato de costillas de cerdo. Slo estoy aqu para que me puedan tener vigilado. As se aseguran de que no estoy tramando una traicin.

    Y lo ests? Por supuesto sonri. Te vas a unir a m? Me debes un favor. Quieres mi espada a tu servicio? le pregunt. S lo deca en serio. As que estamos t y yo le dije contra todo Wessex. Quin ms se va a

    unir a nosotros? Adopt un semblante pensativo, pero no se le ocurri ningn nombre. Se

    qued mirando a la mesa y me dio pena. Siempre me haba gustado Etelwoldo, pero jams confiara en l porque era tan descuidado como irresponsable. Alfredo pens lo haba juzgado correctamente. Si lo dejaba a su aire, bebera y putaeara hasta la extenuacin.

    Lo que tendra que hacer respondi es unirme a Guthrum. Y por qu no lo haces? Levant su turbia mirada y la clav en m. Quiz conoca la respuesta, que

    Guthrum le dara la bienvenida, le rendira honores, lo utilizara y acabara matndolo. Aun as aqulla era una perspectiva ms digna que su vida actual. Se encogi de hombros y se recost, al tiempo que se apartaba el pelo de la cara. Era

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    un joven sorprendentemente atractivo. Y tambin eso lo perjudicaba, pues las muchachas se sentan atradas por l como los curas por el oro.

    Lo que Wulfhere cree me dijo, y se le engolaba la voz ligeramente es que Guthrum volver para matarnos a todos.

    Probablemente repuse. Y si mi to muere prosigui, sin preocuparse en bajar el tono, aunque

    haba ms de una veintena de hombres en la taberna, su hijo es demasiado joven para ser rey.

    Cierto. As que ser mi turno! sonri. O el de Guthrum. Pues bebe, amigo mo contest, porque estamos todos metidos en la

    mierda. Me sonri, y su encanto se volvi evidente de forma repentina. As que si no vas a luchar por m pregunt, qu propones para devolverme el favor?

    Cmo querras que te lo devolviera? Puedes despachar al abad Hewald? De un modo horrible y lento? Puedo repuse. Hewald era abad en Winburnan, y famoso por la dureza

    con que enseaba a los chicos a leer. Por otro lado prosigui Etelwoldo, me encantara cargarme a ese cabrn

    canijo yo mismo, as que no lo hagas por m. Pensar en algo que disguste a mi to. A ti tampoco te gusta, no es cierto?

    Lo es. Pues ya se nos ocurrir alguna maldad. Oh, Dios. Esta ltima imprecacin

    obedeca a que la voz de Wulfhere se oa ahora perfectamente fuera de la taberna Est cabreado conmigo.

    Por qu? Una de las lecheras est preada. Creo que quera hacerlo l mismo, pero

    yo me la cepill antes. Vaci la cerveza de un trago. Me voy a las Tres Campanas. Te vienes?

    Tengo que hablar con Wulfhere. Etelwoldo sali por la puerta de atrs, al tiempo que el ealdorman entraba por

    la de enfrente. Wulfhere iba acompaado por una docena de thane, pero me vio y cruz la sala para sentarse conmigo.

    Han estado reconsagrando la iglesia del obispo rezong. Horas y horas, demonios! No han hecho otra cosa que cantar y rezar, horas y horas de oraciones para eliminar la mancha pecaminosa de los daneses del lugar. Se sent pesadamente. Era Etelwoldo se que he visto aqu?

    S. Quera que te unieras a su rebelin, no? S. Si ser pollino. Y para qu has venido? A ofrecerme tu espada? Se

    refera a prestarle juramento y convertirme as en uno de sus guerreros. Quiero ver a uno de los rehenes dije, as que he venido a pediros

    permiso. Los rehenes... chasque los dedos para que le trajeran una cerveza. Los

    rehenes de los cojones. He tenido que construir nuevos edificios para alojarlos. Y quin paga por eso?

    Vos? Por supuesto que pago yo. Y tambin tengo que darles de comer?

    Alimentarlos? Vigilarlos? Encerrarlos? Y paga Alfredo algo?

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    Decidle que estis construyendo un monasterio le suger. Se me qued mirando como si estuviera loco, despus comprendi la chanza

    y se ri. Desde luego, entonces s me pagara, vaya que s. Has odo lo del

    monasterio que estn construyendo en Cynuit? Cuentan que tendr un altar de oro. Volvi a rerse. Tambin lo he odo. No me lo creo, pero corre ese rumor. Observ a una

    de las chicas de la taberna que iba de un lado a otro. No es mi permiso el que necesitas para ver a los rehenes dijo, sino el de Alfredo, y sin duda no te lo dar.

    El permiso de Alfredo? pregunt. No son simplemente rehenes prosigui, sino prisioneros. Tengo que

    mantenerlos bajo llave y vigilarlos da y noche. Ordenes de Alfredo. Quiz crea que Dios nos trajo la paz, pero vaya si se ha asegurado de que sean de alto rango. Seis condes! Sabes cunta escolta se han trado? Cuntas mujeres? Cuntas bocas que alimentar?

    Si voy a Wiltunscir le dije, podr ver al conde Ragnar? Wulfhere puso mala cara. Al conde Ragnar? El que arma escndalo? Me gusta. No, chico, no

    puedes, porque a nadie se le permite verlos, salvo a un cura del demonio que habla su idioma. Alfredo lo envi y est intentando convertirlos al cristianismo, y si vas all sin permiso, Alfredo se enterar y me pedir una explicacin. Nadie puede ver a esos pobres cabrones. Se detuvo para cazar un piojo bajo el cuello. Tambin tengo que darle de comer al cura, ni siquiera eso paga Alfredo. No me paga ni para darle de comer a ese mangante de Etelwoldo!

    Cuando estuve en Werham le aclar, el conde Ragnar me salv la vida. Guthrum mat a los dems, pero Ragnar vel por m. Dijo que tendran que matarlo a l antes de matarme a m.

    Pues parece un tipo difcil de matar repuso Wulfhere; sin embargo, si Guthrum ataca Wessex, eso es lo que se supone que tengo que hacer. Cargrmelos a todos. Quiz no haga falta matar a las mujeres. Mir con ojos sombros al patio de la taberna, donde un grupo de sus hombres jugaba a los dados a la luz de la luna Y Guthrum atacar... aadi en voz baja.

    No es eso lo que yo he odo. Me mir con desconfianza. Y qu es lo que has odo, joven? Que Dios nos ha enviado la paz. Wulfhere se ri de mis burlas. Guthrum est en Gleawecestre dijo, y eso no queda ni a medio da de

    marcha de nuestra frontera. Y dicen que cada da llegan ms barcos daneses. Estn en Lundene, en el Humber, en el Gewsesc. Se le agri la expresin. Ms barcos, ms hombres, y Alfredo construyendo iglesias! Adems est el tipo ese, Svein.

    Svein? Ha trado sus barcos de Irlanda. El muy cabrn est ahora en Gales, pero

    no se va a quedar all, te apuestas algo? Vendr a Wessex. Y dicen que se le unen ms daneses desde Irlanda. Medit sobre tan malas noticias. Yo no saba si era cierto, pues tales rumores eran moneda corriente, pero estaba claro que Wulfhere lo crea. Tendramos que atacar Gleawecestre prosigui, y cargrnoslos a todos antes de que ellos intenten acabar con nosotros, pero claro, tenemos un reino gobernado por curas.

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    Eso era cierto, pens, como tambin lo era que Wulfhere no me lo pona fcil para ver a Ragnar.

    Le darais un mensaje a Ragnar? le pregunt. Y cmo podra hacerlo? Yo no hablo dans. Podra pedrselo al cura, pero l

    se lo contar a Alfredo. Tiene Ragnar a una mujer con l? le pregunt. Todos las tienen. Una chica delgada le dije. Pelo oscuro. El rostro como el de un halcn. Asinti con cautela. Eso parece. Una que siempre va con un perro, verdad? Tiene un perro contest, y se llama Nihtgenga. Se encogi de hombros, como para indicar que se la traa al pairo cmo se

    llamaba el perro. Entonces comprendi el significado del nombre. Un nombre ingls? pregunt. Una danesa llama a su perro Duende? No es danesa repuse. Se llama Brida, y es sajona. Se me qued mirando, y despus estall en carcajadas. Menuda zorra ms larga, pues nos ha estado espiando, no es as? Vaya si era larga. Brida haba sido mi primera amante, una muchacha de

    Anglia Oriental que haba sido criada por el padre de Ragnar y que ahora era su amante.

    Hablad con ella le dije, saludadla de mi parte, y decidle que si llega la guerra... me detuve, pues no estaba seguro de qu decir. No tena sentido prometerle que hara lo que pudiera para rescatar a Ragnar, dado que si haba guerra los rehenes seran aniquilados mucho antes de que yo pudiera llegar a ellos.

    Si llega la guerra... me apremi Wulfhere. Si llega la guerra... dije, repitiendo las palabras que l me haba

    transmitido antes de anunciarme mi penitencia todos buscaremos un modo de seguir con vida.

    Wulfhere se me qued mirando de hito en hito y su silencio me indic que, aunque no haba conseguido encontrar un mensaje para Ragnar, s se lo haba entregado a Wulfhere. Dio un trago a su cerveza.

    As que la zorra habla ingls? Es sajona. Como yo lo era, pero yo detestaba a Alfredo y me unira a Ragnar en cuanto

    pudiera, si poda, lo quisiera Mildrith o no, o eso pensaba entonces. Sin embargo, en lo ms hondo de la tierra, donde la serpiente de los muertos roe las races de Yggdrasil, el rbol de la vida, hay tres hilanderas, tres mujeres que determinan nuestro destino. Podemos creer que tomamos decisiones, pero lo cierto es que nuestras vidas estn en manos de las hilanderas. Ellas conforman nuestras vidas, y el destino lo es todo. Los daneses lo saben, incluso los cristianos lo saben. Wyrd bid ful arad, decimos los sajones, el destino es inexorable, y las hilanderas haban decidido mi destino porque, una semana despus de la reunin del witan, cuando Exanceaster estaba de nuevo tranquilo, enviaron un barco en mi busca.

    * * *

    La primera noticia que tuve de su llegada provino de un esclavo que vino

    corriendo desde los campos de Oxton para informar de que haba un barco dans en el estuario del Uisc. Me calc las botas y la malla, agarr las espadas, grit que me ensillaran un caballo y cabalgu hasta el estuario donde el Heahengel se pudra.

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    All, erguido en el largo banco de arena que protege el Uisc del mar, otro barco se aproximaba. Llevaba la vela enrollada en la verga mayor, los remos goteantes suban y bajaban como alas, y su largo casco dejaba una estela que centelleaba argentada bajo el sol naciente. La proa era alta, y all haba un hombre vestido de arriba abajo con malla, casco y lanza; detrs de m, donde vivan unos cuantos pescadores en casuchas junto al barro, la gente se apresuraba hacia las colinas con las escasas pertenencias que pudieron recoger. Le grit a uno de ellos.

    No es dans! Seor? Es un barco sajn les grit, pero no me creyeron y se marcharon a toda

    prisa con el ganado. Llevaban aos haciendo aquello. Vean un barco y salan corriendo, pues los barcos traan daneses, y los daneses traan muerte. Pero aquella embarcacin no llevaba ni dragones, ni lobos ni guilas en la proa. Lo conoca. Era el Eftwyrd, el de mejor nombre de todos los barcos de Alfredo, que solan lucir apelativos meapilas como Heahengel, Apostlo Cristenlic. Eftwyrd significaba Da del Juicio, que, aunque cristiano en inspiracin, describa con precisin lo que haba trado a muchos daneses.

    El hombre de la proa salud con la mano y, por primera vez desde que me postrara de rodillas ante el altar de Alfredo, me anim. Era Leofric. La proa del Eftwyrd var en la playa y el largo casco se detuvo a saltos. Leofric ahuec las manos frente a su boca y grit:

    Hasta dnde llega el cieno? Nada! le contest tambin yo a gritos. No ms de un palmo! Puedo caminar por l? Pues claro que puedes, hombre! Peg un salto, y como ya saba que ocurrira, se hundi hasta los muslos en el

    denso fango negro. Yo solt una carcajada desde mi caballo, y la tripulacin del Eftwyrd la comparti conmigo mientras Leofric maldeca. Nos llev diez minutos sacarlo de la porquera, y para entonces seramos unos veinte los que nos pringamos con la maloliente sustancia. La tripulacin, en su mayora mis antiguos remeros y guerreros, desembarc la cerveza, el pan y la carne seca, y almorzamos junto a la marea que suba lentamente.

    Eres un earsling rezong Leofric mientras se sacaba el barro pegado a los eslabones de su cota.

    Soy un earsling aburrido repuse. Aburrido? pregunt Leofric. Pues nosotros tambin. Pareca que la

    flota no sala a navegar. Haba sido puesta bajo el mando de un hombre llamado Burgweard, un soldado soso y competente cuyo hermano era obispo de Scireburnan, y Burgweard tena rdenes de no perturbar la paz. Si los daneses no costean prosigui Leofric, nosotros tampoco.

    Y qu estis haciendo aqu? Nos han enviado a rescatar este pedazo de mierda y seal con la cabeza

    el Heahengel. Vers, parece que quiere tener otra vez doce barcos. Pensaba que estaban construyendo ms. Estaban, pero tuvieron que parar porque unos ladrones malintencionados

    robaron la madera mientras nosotros pelebamos en Cynuit; por lo visto alguien se acord del Heahengel y aqu estamos. Burgweard no se puede apaar slo con once.

    Pero si no est navegando pregunt, para qu quiere otro barco? Por si acaso tiene que salir me aclar Leofric; si lo hace, entonces

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    quiere doce. No once, ni diez, ni trece, quiere doce. Doce? Por qu? Porque Leofric se detuvo para darle un mordisco a un pedazo de pan,

    porque dice el evangelio que Cristo envi a sus discpulos de dos en dos, y as es como nosotros tenemos que ir, dos barcos juntos, bien bendecidnos, y si slo tenemos once, eso quiere decir que en realidad slo tenemos diez, no s si me sigues.

    Me lo qued mirando, an no muy seguro de si estaba bromeando. Burgweard insiste en que naveguis de dos en dos? Leofric asinti. Eso dice el libro del padre Willibald. El evangelio? Eso nos dice el padre Willibald afirm Leofric completamente serio;

    despus, al ver mi expresin, se encogi de hombros. Lo juro! Y Alfredo est de acuerdo.

    Pues claro que est de acuerdo. Y si hacemos lo que dice el evangelio prosigui Leofric, an serio, nada

    saldr mal, a que no? Nada repuse. As que estis aqu para volver a botar al Heahengel? Mstil nuevo contest Leofric, vela nueva, jarcias nuevas, sustituir la

    madera, calafatear, y despus remolcarlo hasta Hamtun. Podra llevarnos un mes! Por lo menos. Y nunca he sido demasiado bueno construyendo. Sirvo para destruir, eso s,

    y me trasiego tanta cerveza como el ms pintado, pero jams se me han dado demasiado bien los mazos, las cuas o las azuelas. A ellos s. Seal con un gesto a una docena de hombres que eran desconocidos para m.

    Quines son? Carpinteros de ribera. As que ellos harn todo el trabajo? No voy a hacerlo yo! protest Leofric. Yo estoy al mando del Eftwyrd! Entonces, tus planes son beberte mi cerveza y comerte mi comida durante

    un mes mientras esos doce hacen el trabajo? Se te ocurre una idea mejor? Mir el Eftwyrd. Era un barco bien construido, ms largo que los de los

    daneses, y con bordas altas que lo convertan en una buena plataforma en la batalla.

    Qu te ha ordenado Burgweard exactamente? le pregunt. Rezar respondi Leofric con amargura, y ayudar a reparar el Heahengel. He odo decir que hay un nuevo jefe dans en el mar del Saefern le dije

    , y me gustara saber si es verdad. Un hombre llamado Svein. Y tambin he odo que se le estn uniendo ms barcos desde Irlanda.

    Est en Gales, ese tal Svein? Eso he odo. Pues entonces vendr a Wessex repuso Leofric. Si es cierto que est all. As que lo que ests pensando... dijo Leofric; slo entonces se detuvo, al

    darse cuenta realmente de lo que tena en mente. Lo que pienso es que no le hace ningn bien, ni a un barco ni a una

    tripulacin, pasarse un mes en una playa respond, y que podramos sacar algo de botn en el mar del Saefern.

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    Y si Alfredo se entera de que hemos estado luchando por all arriba contest Leofric, nos saca las tripas.

    Seal con la cabeza ro arriba, hacia Exanceaster. Quemaron all arriba un centenar de barcos daneses le dije. Y los restos

    an siguen en la orilla del ro. Una cabeza de dragn habr, por lo menos, para ponrsela en la proa.

    Leofric mir el Eftwyrd. Disfrazarlo? Disfrazarlo contest, porque con una cabeza de dragn, nadie sabra que

    el Eftwyrd era un barco sajn. Lo tomaran por un barco dans, un asaltante martimo, parte de la pesadilla de Inglaterra.

    Leofric sonri. Tampoco necesito rdenes para salir a patrullar, no es cierto? Claro que lo es. Y no hemos peleado desde Cynuit aadi con nostalgia, y si no hay

    pelea, tampoco hay botn. Y la tripulacin? pregunt. La mayora son unos cabrones desalmados dijo. No les importar. Y a

    todos les vendr bien una parte del botn. Y entre nosotros y el mar del Saefern estn los britanos. Y son todos ellos un hatajo de ladrones hijos de perra, todos sin excepcin

    aadi Leofric. Me mir y sonri. As que si Alfredo no va a la guerra, iremos nosotros?

    Se te ocurre una idea mejor? Leofric no respondi durante un buen rato. Tiraba piedrecitas a un barco,

    como para pasar el rato. Yo no dije nada, me limit a quedarme mirando las pequeas salpicaduras y a observar el dibujo de las ondas, y supe que buscaba una seal del destino. Los daneses lanzaban las varillas de runas, nosotros observbamos el vuelo de las aves, intentbamos escuchar los susurros de los dioses, y Leofric miraba las piedras caer para hallar su sino. La ltima golpe una anterior, rebot y cay en el barro, sealando el sur, hacia el mar.

    No contest. No se me ocurre ninguna mejor. Y yo dej de aburrirme, porque bamos a convertirnos en vikingos.

    * * * Encontramos una veintena de cabezas de bestia junto al ro, bajo las murallas

    de Exanceaster, todas ellas parte del naufragio anegado y enmaraado que haba quedado en el lugar donde fue quemada la flota de Guthrum; escogimos un par de las tallas menos chamuscadas y las llevamos a bordo del Eftwyrd. La proa y la popa terminaba en simples postes, y tuvimos que rebajarlos hasta que las dos cabezas encajaron en ellos. La criatura de la popa, la ms pequea de las dos, era una serpiente con las fauces abiertas que probablemente pretenda representar a Comecadveres, el monstruo que devoraba a los muertos en el otro mundo dans, mientras que la que colocamos en la proa era una cabeza de dragn, aunque estaba tan desfigurada que pareca ms la de un caballo. Hurgamos en los ojos hasta encontrar madera intacta, e hicimos lo propio en la boca abierta. Cuando terminamos, aquello tena un aspecto fiero y aterrador.

    Ahora parece un jyrdraca coment Leofric contento. Un dragn de fuego. Los daneses quitaban a voluntad las cabezas de las proas y popas de sus

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    barcos cuando no queran que las horrendas criaturas asustaran a los espritus de las tierras amigas, y slo las mostraban cuando estaban en aguas enemigas. Nosotros hicimos lo propio, y ocultamos nuestras cabezas de jyrdraca y serpiente en las sentinas del Eftwyrd al volver ro abajo, hasta donde los carpinteros de ribera empezaban el trabajo en el Heahengel. Escondimos las cabezas de las bestias porque

    Leofric no quera que se enteraran de que planebamos maldades. se dijo mientras sealaba con la cabeza a un tipo alto, enjuto y con el

    pelo canoso, que estaba al mando de la tarea es ms cristiano que el papa. Ira a lloriquear ante los curas locales si supiera que pensamos ir a enfrentarnos a alguien, los curas se lo contaran a Alfredo, y Burgweard me quitara el Eftwyrd.

    No te gusta Burgweard? Leofric escupi por respuesta. Tenemos suerte de que no haya daneses por la costa. Es cobarde? No es cobarde. Pero piensa que Dios ganar las batallas. Pasamos ms

    tiempo de rodillas que a los remos. Cuando t comandabas la flota, hacamos dinero. Ahora hasta las ratas del barco mendigan migajas.

    Habamos hecho algn buen botn capturando barcos daneses y apropindonos de sus reservas, y aunque ninguno se haba hecho rico, todos tuvimos nuestra plata. Yo an tena suficiente dinero porque guardaba un tesoro en Oxton, un tesoro que era el legado de Ragnar el Viejo, y un tesoro que la Iglesia y los familiares de Oswald haran suyo si pudieran; sin embargo, en lo que a plata respecta, un hombre nunca tiene bastante. La plata compra tierra, la lealtad de los guerreros, es el poder de un seor, y sin plata el hombre debe doblar la rodilla o convertirse en esclavo. Los daneses guiaban a los hombres con la promesa de plata, y nosotros no ramos distintos. Si tena que convertirme en seor, si pretenda lanzarme sbrelas murallas de Bebbanburg, necesitara hombres, y necesitara un gran tesoro para comprar espadas, escudos, lanzas y corazones de guerreros, as que zarparamos en busca de plata, aunque les contamos a los carpinteros que slo planebamos patrullar la costa. Cargamos barriles de cerveza, cajas de pan, quesos, toneles de truchas ahumadas y piezas de beicon.

    Le cont a Mildrith la misma historia, que navegaramos arriba y abajo por las orillas de Defnascir y Thornsaeta.

    Que es lo que tendramos que estar haciendo de todos modos dijo Leofric, por si acaso llegan los daneses.

    Los daneses estn quietecitos le dije. Leofric asinti. Y cuando el dans esta quieto es porque se avecinan problemas. Tena razn. Guthrum no estaba lejos de Wessex, y Svein, si exista, se

    encontraba a un da de viaje de la costa norte. Alfredo podra creer que su tregua aguantara, y que los rehenes la sellaban, pero yo saba desde mi infancia lo hambrientos de tierras que estaban los daneses, y cunto codiciaban los frtiles campos y ricos pastos de Wessex. Vendran, y si Guthrum no los comandaba, otro jefe dans reunira barcos y hombres y traera sus espadas y hachas al reino de Alfredo. Los daneses, despus de todo, gobernaban en los tres reinos ingleses. Posean mi propia Northumbria, traan colonos a la Anglia Oriental, su idioma se extenda hacia el sur por Mercia, y no querran que el ltimo reino ingls floreciera al sur. Eran como lobos: por el momento merodeaban en las sombras, pero slo para observar cmo engordaba el rebao de ovejas.

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    Reclut a once jvenes de mis tierras y los embarqu en el Eftwyrd, y me traje tambin a Haesten, que result til, pues haba pasado buena parte de su juventud a los remos. Slo entonces, en una maana neblinosa, mientras la fuerte marea bajaba en direccin oeste, desembarrancamos el Eftwyrd de la orilla, remamos hasta pasar el banco de arena que protege el Uisc y nos lanzamos a los enrgicos vaivenes del mar. Los remos crujan en sus agujeros forrados de cuero, el pecho de la proa cortaba las olas en dos y despeda espuma blanca a ambos lados del casco, y el timn forcejeaba conmigo. Me anim al sentir la brisa, mir al cielo perlado y di gracias a Thor, Odn, Njord y Hoder.

    Pequeos botes pesqueros faenaban aqu y all, junto a las aguas ms cercanas a la orilla, pero a medida que nos dirigamos al sur y al oeste, lejos de la tierra, el mar se vaci. Me volv para mirar las bajas colinas pardas, moteadas de verde intenso, donde los ros perforaban la costa, hasta que el verde se volvi gris, la tierra una sombra, y nos quedamos solos con los gritos de las aves blancas. Slo entonces sacamos de las sentinas la cabeza de la serpiente y del jyrdraca, y las colocamos en proa y popa, las sujetamos, y viramos rumbo al oeste.

    El Eftwyrd haba desaparecido. Ahora navegaba el Jyrdraca, y buscaba problemas.

    CAPTULO III La tripulacin del Eftwyrd convertido en Jyrdraca haba estado conmigo en

    Cynuit. Eran grandes guerreros, y se sentan muy ofendidos por el hecho de que Odda el Joven se hubiese atribuido el mrito de una batalla que haban ganado ellos. Tambin haban estado ociosos desde entonces. De vez en cuando, me cont Leofric, Burgweard ejercitaba a su flota sacndola al mar, pero la mayor parte del tiempo esperaban en Hamtun.

    Aunque una vez salimos a pescar admiti Leofric. A pescar? El padre Willibald solt un sermn sobre alimentar a cinco mil con dos

    pedazos de pan y un capazo de arenques dijo, as que Burgweard dijo que cogiramos las redes y saliramos a pescar. Vers, quera que alimentramos a la ciudad. Est llena de gente hambrienta.

    Pescasteis algo? Caballa. Kilos de caballa. Y ningn dans? Ni uno solo repuso Leofric, y tampoco arenques, slo caballa. Los

    cabrones de los daneses haban desaparecido. Ms tarde supimos que Guthrum haba dado rdenes de que ningn barco

    dans asaltara las costas de Wessex y rompiera la tregua. Haba que arrullar a Alfredo para hacerle creer que la paz haba llegado, y eso significaba que no haba piratas entre Kent y Cornwalum. La ausencia de barcos daneses en la zona animaba a los comerciantes a salir de las tierras al sur para vender vino o comprar lana. El Jyrdraca se encontr con dos de esos barcos en los primeros cuatro das. Ambos eran barcos francos, de cascos rechonchos y no ms de seis remos por cada lado, y ambos creyeron que el Jyrdraca era un barco vikingo al ver los mascarones y ornos hablar en dans; tambin repararon en mis brazaletes. No matamos a las tripulaciones, slo les robamos las monedas, las armas y la parte de su cargamento que podamos llevar. Uno iba cargado de balas de lana, pues las gentes al otro lado

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    del mar apreciaban el producto sajn, pero slo nos llevamos tres por miedo a aba