compartir espacios, colgar ballenas y apoyar a las universidades

12
Américo Casdlla (cornp) El museo en esce\a Política y cultura en América \"6* P^l#,^?ou Bu.noaifls. B¡rcet.\lo _u.\"

Upload: aalexx17

Post on 01-Dec-2015

77 views

Category:

Documents


1 download

TRANSCRIPT

Américo Casdlla(cornp)

El museo en esce\aPolítica y cultura en América \"6*

P^l#,^?ouBu.noaifls. B¡rcet.\lo_u.\"

¡L

Américo Castilla(comp)

El museo en escenaPolítica y cultura en América Latina

OpuoG65 ANIVEBEABIO

Bu€ncs Aircs . BaEloDÁ . Méico

Elmuseo en 6s@na : pollticá y cullura en Amáicá Latina / compiladoporAmérico Casl¡lla.- 1s ed- Buenos Air6s; Pa¡dós.2010.

264 p. i23x15 cm.- (Paidós Enlornos; 11510)

tsBN 97&950-12-5611$

I . Historiogralla. l. Cestilla, Américo, comp.cDD 907.2

Este libro cuentá con el apoyo de The Thistle Trüst.

Cubier!: Guslavo Macri.

Tmducción @pílulo 9: Arisdm cdci¡.

Rcen¡dos todos ¡os deBhos. Queda risuó$m..1. ptuhibid!, sin I. .uior¡ación .r¡ira d. lGliul6 d.l.¿Ansr?. brjo ¡as wcions csLbl«id6 cn ¡s ley6,I¿ Eprodueión pmia¡ o io.¡td. era ob.a Dor culq¡¡.r medio o pu.dimidlo. incluidc la EpógEñ. y ¡¡ hhi€nro

(] 2010, Fu¡dación TyPA

O 20l0de todas las ediciones en c6tellano,Editorial Paidós SAICF

lndeperdencia 1662,1ó86. Buenos Atr.s Arsenti¡aE-mail: d¡fusion(¡a¡eapaidos.con.ar

$/w.Paidosargentina.com.ú

Qued¡ h@to e1 depósito que prcviene la Ley I I -723

lmprcso en lá Argentina - P/.irted ih A¡genti@

Imp.eso en ftimeÉ Clasc,

Califomia l2l l. Ciudad de Buenos Aires,en septiembre de 20 10.

Tir¿d¡: 1.500 ejempla¡es.

tsBN 978-950-t2-5ót t-6

Indice

l,R .sENrActóN, Amdco Ca¡tilla

IT¡TRoDUCCIóN

LA MEMoRTA coMo CoNSTRUCCIóNPoLil tc{, Amhco Castilb l5

9

53

PA.mE IEL PAsADo. LA A?RoPIACIóN

T)E LA HISTORL{ COMO ruENTE DE DISPT¡IA

t. (i )MPART|R EspACIos, coLGAR BAILFNAS y ApoyAI( A tásUNIVURSIDADES, M¿lr7 Margaret Lopet 39

.1.

NATURA¡,Ez{, CoLECC()NES y MUsEos EN IBERoAMÉRICA(l 7 7 0- 1 85 0), Irina Podgoml

ARr¡: u t sn)Rh. LA F()RMACIóN DE LAs coLECCIor.rEspúBt.l(;As ¡tN BuENos AtREs,Ia ,u Malorcni Costa 7t

lJ / AMú:R|(x) (l^srr¡.1.4 «x)MP.)

PARTE trEDUCACIóN Y E!,IDENCIA MAIERL{L:

LOS OBJETOS EN PR]IVIER PT-ANO

+. MUSEOS Y MATER]ALES DE ENSEÑANZ{ EN LA ARGENIINA(1890-1940), Swaru V Garcw

5. EDUCACTóN EN FOCO. DOS EXPERIENCIAS (:HILF.NAS:

REPLICA5 DF ART} E IYTFRACIT¡DAD CIE\ TI}ICA,

N¿ulia Gareía-Huíhbm dudge .,,,.......................... ............. 111

9l

P¡rte IIIEL FUTURO. POLÍTICA Y MUSEOS

6. ¿Los AReL'rrECTos Y EL ESPECTÁcuLo LES IIACEN ¡IAL

A Los MUSEos?, Nárror García CancLini..........,,

7- DEL MITO DE LAS L{iCES A LA ILUSIóN DE LA MODERMDAD

INTERNACIoNAT EN MÉxlcct, Ana Rosas Mantecón I Grackla

Scbmihbuk.......,,..........

8. Los DEsAFíos DEL MUSEo. Er, (]Aso DEL MusEo DEL BARRO

(PArucuAY), T,r¡ -E ro¿¿l

9. MusEos DE ARTE EN BRASIL: EN'r'ItE Lo MoDERNo Y LoCoNTEMPORT{NEo, fidrltta Motta..............,.....

10. EL MUSEo EN'I'IEMPoS DE coNFLICTo: MElvloRrA. Y

CTUDADANÍA EN CoLoMRt , William Alfonso Ló?ez Rosas .....

ll, K4U,AWAYAt Ptit'llMoN,Io oRAL E INM/ITERIAL DE l-A

IJUMATjtrDAD, Carmm Be¿triz L02a,...............,, -.

12. Los MUSEos EN AMÉPJCA CENTRAT: Los RETos Al tr\,Iclo

DLL SlGLo, Ücar Naoarro Roias ...... ........ ---T,os alrroREs..............

ll1

145

t67

185

207

221

241

253

Presentación

Desde la cent¡alidad del objeto valioso hasta el protagonis-nto del üsitante, este volumen desc¡ibe un arco de estrategiascn la historia de los museos en América Latina. Las razonesquc llevaron a exhibir aquellos objetos en yitrinas fue¡ontlistintas a las que impulsaron el est¿blecimiento de sistemascr»nplejos de interacción para facilitar la participación del visi-l¡nte, pero ambas responden a necesidades juzgadas comoprioritarias en su momento. Desde el período colonial se

intcntó clasifica¡ e interpretar una naturaleza propia del NuevoMundo ¡, en el proceso de su descripción, se generó ur conoci-ruiento que evolucionó hasta abrirle el camino a las nuevas ins-titrrciones. A l¿ vez, esos bienes y esos conocimientos hicie¡onquc los científrcos reclaÍv¡sen no solo Iugáres físicos para traba-jlrr y conservar sus colecciones, sino incluso que los museosadquiriesen urta presencia institucional an simbólica y fonale-citla como la que se deseaba para las universidades, bibliotecas,tcatros o a¡chivos. E¡as instituciones fueron juzgadas necesarias

¡lara consolidar la personalidad de las nuevas naciones.Doscientos años más tarde de aquellas primeras iniciativas,

algunos museos de la región continúan siendo cent¡os cientí-

I

Compartir espacios, colgarballenasyapoyaralas

universidadeslMaria Mtrgaret Lopes

l,iste trabajo se centra en el línculo entre la formación del.¡r rrr¡cvas elites americanas a través de las universidades y el, lt:rllccimiento de museos o colecciones ligados a ellas. Surgi-,l,rs rlcl espíritu de la Revolución Francesa, condensan también,.us ideas por las cuales Leibniz abogó. En esta línea, en los,l,x r¡nrentos fundadores de los primeros museos de los países,rr,larnericanos independientes, aparece el papel educativo y el, ,rr',icter público propio de estas instituciones, una herencia,L ll¡s museos modemos europeos, en cuyos sistemas y redes de,, rrrrrcimiento se integraron.

I,ln 1683, la c¡eación del Ashmolean Museum de Oxford,,lc c¡rácte¡ público, señala la salida de las colecciones del,l,,rninio privado y la entrada de Ia universidad en un período,lc renovación de las prácticas naruralistas. A fines del siglo

¡. Uni versión preliñiñár.le este texto tue publicadá coño Lopcs, M. M.r 'rx)l), "ñluseus e Educaseo ná A¡néria Larir¿r o modclo pansiens€ e c vinculos.. {n rs UniveBidádes", .n Gouvcia, G.; Mar¡ndino. M. y l¡al. M. C. (orss.), ¿/¿-.a,'. )l¡6rr: A N

'nlaio ñinl ¡lo.,fti¡n .d .dtilo dú MBc6 d¿ Cii¡rins fi' ed.l,

lll, (lrl¡neiro, Acess, u ln, pp. ól 82. Este tr¡haio foma pártc de Iá obr¡ colecti-, , (tue háce iños i¡iciámoscon lri¡a Podgomy.

40 / MARI^ lvfARc.{xrr LoPEs

X\4 tI. los gabinetes de historia natural se transformaron en

insmrmentJs para el progteso de las ciencias' en conttaste con

i"r ,t,i*ot *r¡ir"tes di curiosidades privados' creados para

la ¡ecreáción--ul como Lamarck los c¿lificaría-' distánoándo-

." ¿" lrt ar¿i"io""t de la historia natural de los siglos prece-

dentes. Los museos, en tanto espacios públicos.' también

;;;;;;; " *. *.cebidos como necesarios para Ia produc-

ción de conocimiento útil.- pn

"t do-inio d" las instituciones públicas y con el apoyo

del Estado, se establecieron, en 1714, el Museo de San Peters-

ür"1., i"iá f". i¿*. de Leibniz y, en 1753' el Museo Británi-

co. En orincipio, estas nuevas instituciones construían sr¡

i*iJ.i,í"J ",1

tanto como reraro de un individuo o de las

oa'"iaa"n"irt personales de sus promotores: estas debían com-

;i;"',.i. ; 'nr"uo, p.in.ipiui. tales como la definición de

iá""¡J"á". ¿" ,,aciones y una significativa rede6nición de la

iiri.ri, "ra*r * "l maico de las nuevas instituciones cultu-

.ri". áá .igi. xwfu. Esa legitimidad siempre estuvo vincula-

l-, -"

lo, ,'.o-o,ot", de lo-s museos' cu¡o prestigio' -redes

JJ.irt", y'."p".ia.4 de negociacidn con dirigentes poliricos

o.r.iJ"i. [.r". r¿"lante es-tos p'oyectos Se trató de proyec-

Lt ¿"tr*"i1"4". p- ,rnos pocos indiüduos' con capacidad de

r".rion to, ,""*aos para estáblecer o consolidar dichas ins-

".i*.on"r. S" *r," ¿ebeorges Cuüer' fuchard Owen' Fran-

cisco Moreno o Florentino Ameghino, [a interacción entre sus

;;i;;;;; intereses científico-s v ta posibilidad de lograr el

apoyo estatal para institucionalizarlos dcscribe un proceso

¿[.i" fr,¿".¡h"¿ ¿el naruralista desempeña un papel funda-

mental. Pensar en enúdades anónimas' guiadas solo por. el

interés público o por las necesidades de la Nación' consollda

i.rr rr*."n,o. uJlirados por los actores y contribuye a trans-

f.,rma"r en suietos de la historia a las instiruciones creadás bálo

innumerables controversias'" ó"r,1" a.,. Derspectiva, la sansformación dcl Jardin des

pf*i". ." MuléuÁ d'Hisroire Narurelle en l79i -es decir'

C()MPARuR EspA(:ros. co¡.cAR BALLENAS y APoyAR A LAs... / 41

,h l rk¡minio real y privado al dominio nacional y público-.tcrrtr el modelo para la consm¡cción de los primeros museos,L. r\nrérica en la tr¿dición ibérica independiente. La ¡eformarlt l .lrrdin des Plantes, en pleno Térror, no constituyó unar.r¡rcriencia aislada: por el conuario, se integraba al proyectolr(1rl)¡lro de instaurar en Francia instituciones de instrucción yrrrrrtrol público, donde la histo a natural desempeñaría un¡r,r¡rcl preponderante (Spary 1997). El jardín idflico, donde ser,¡hibía el orden racional de la naturaleza, rodeado del caostcinrtnte en París, integraba este proyecto a la supuesta cons-tr r¡r'cirin del ciudadano ide¡l (Outram, 1997). A la instrucción

¡rtrlrlica y los nuevos recursos les correspondía crear un nuevo

¡rrrlrlico para los ideales republicanos. En oposición al Obser-r',rtorio, la Academia de Ciencias y la Sociedad de Agricultura(rrstituciones del Antiguo Régimen), et Muséum surgió comorrrr sitio priülegiado de insmrcción pública. Así, la reificaciónrH Muséum en tanto institución modelo se volüó un elemen-to inscparable de su capacidad de dotar de un local de exposi-lirirr dcl conocimiento y de su imagen como proveedor de un,'rrhcr patriótico (Spary 1997).

( )laro que no faltaban los conflictos y las conuadicciones,, ¡rtrc los cuales se contaba la noción misma de espacio públi-r,,. Si recordamos l¿s críticas de Holmberg a las exposiciones,I.l Museo Público organizadas por Burmeisteq podemoslurr¡rrobar la supervivencia de este tipo de debates a lo largor[ lrr historia de los museos, como espacio compartido por lost¡rtcrcses de los científicos y su definición como institución,hrlic¡da a la instrucción pública de todos los ciudadanos.

l)c manera creciente, en el Muséum (institución pública

¡rrrrtlig'rnática de la historia natural de finales del siglo XVItry rlc la primera mitad del )OX), los espacios abiertos de los¡lrlines pasaron a conüür con los espacios cerrados de las

¡rrlcrías de exposición, de los teatros anatómicos y los an6tea-trN (le las clases. Los espacios del museo se ampliaron, abar-crntlo incluso las áreas de la naturaleza "salvaje", donde los

42 / M^Rra MaR(;aeFr¡ Loprs

naturalistas de campo se dewivían por el armado de nuevascolecciones para la ciencia de los especialistas. A través de lajerarquización de los espacios, las funciones, las especialidadesy los profesionales, los espacios ediñcados del Muséum com-partían su carácter público y privado o doméstico, albergandoa las familias de sus funcionarios. Las galerías y las colecciones--objeto de disputa entre Ias ciencias en consolidación- expan-dían sus espacios a costa de especialidades en retroceso,

Asimismo, los museos se inscribi¡ían en los debates sob¡e elcaúcte¡ de las nuevas nacioles, como ocurrió en Iberoaméri-ca. Los documentos de los diversos museos sud¿mericanosmencionan sistemáticamente el papel educativo propio deesas instituciones. La importancia de las ciencias, la consmrc-ción de espacios de representación de la nación y las convoca-torias pat óticas se mezclaban en la organización de losjardines y en las instn¡cciones dadas para la org:nización deIos museos. A pesar de las cont¡adicciones y los caminosdivergentes, a lo largo del siglo XIX en América Latina se

consolidó el modelo de los museos cientíñcos y públicos alservicio de la instrucción, en un sentido amplio. Los principa-les museos americanos, organizados luego de l¿ disolución delorden colonial, tendieron a esta conjunción de ñ¡nciones cien-tífi cas. simbólicas, educativas y explorarorias.

En el siglo )trX,los museos de historia natural de Iberoa-mérica -a partir de su definición como instituciones de ins-trucción pública- fueron espacios de legitimación de lasn¿ciones en formación, adaptándose a los intereses políticoscambiantes. Sin embargo, la instrucción pública adquirió for-mas y significados múltiples en contextos específicos. Por ello,es preciso entender el carácter amplio de las perspectivas edu-cativas en los dife¡entes contextos locales y coyrrnturales delos diversos países y regiones de América Latina. Los museosse üncularon con la enseñanza superior de distintas mane¡as:muchas veces se instalaron en los edificios de las universida-des; otras, subsidiaron cursos de educación superior. De este

CoMpARnR EspAclos, coLGA¡ BATLENAS y ApoyAx A LAs... / 43

rrxl(, se integrabañ a los proyectos modemizadores donde la¡,lucacjón creaba las perspecdvas del futuro de las nuevasttirt iones.

l,:sPACros co]r0ARTrDos

Uno de los aspectos más carácterísticos de los museos dellrcroamérica es su vinculación con las universidades, posible_rr¡(nlc a.cáusa de la larga tradición universiraria eipañolatr':r¡r\ferida a su imperio americano (prado, 1999). La únirer_r¡rlurl de México (1551), Ia de San Ca¡los de Guatemalar.ló7ó). la de San Felipe de Chile (173g) y posteriormenre la,lc llrrenos Aires, esublecida luego de la Ináependencia, abri_g.rr:irr algunos de los primeros iruseos consrituidos en estasrcgi,rnes desde 6nes del siglo XWII. En el caso brasileño, elAlr¡rco Nacional de Río deJaneiro se ünculó du¡ante toda suttrrycctoria a los cursos de enseñanza superior existentes en la( i)rte. La localización filsica de los museos en esos espaciost¡¡r¡estra.la estrecha ligazón entre los museo. y el papel educa_trvo a ellos adjudicado, así como la concentración espacial del,r,r:rrimiento en esos lugares.

L:rr primeras iniciativas de 1780 para la creación de museosrr Móxico, atribuidas a Francisco Xiüer Claüjero, se üncula_lol con la influencia de Ias ideas ilustradas y el interés por el,,,rroei¡niento del pasado indígena. Ante la falu de espacios¡rr',r¡rios, la Real y Pontificia Universidad de México se con_r cltiría,alrededor de 1790, en un centro recopilador de docu_l|lcn«)s históricos y monumentos arqueológicos. Este caúcter\(ríir retornado en 1825 cuando, gracias a las incentivas del,rt:rs Alamán (primer Presidente de la República), se decretólrr crc¡ción de un Museo N¡cional con las antigüedades exis-tcntcs en la universidad y las del gabinete de Historia Naruralrle .losé Longinos Martíne¿. La universidad debía enconrra¡rrn lugar adccuado para el museo en su propio edificio. Aun-

;l-4 / MARr^ MaRcaRFn Lopr,s

que el museo había sido fundado en 1825, su existencia legalse¡ía reconocida e[ 2l de noviembre de 18] 1, cuando el Con-greso Nacional emitió un dec¡eto proclamando la creacióndel museo y definiendo sus funciones. En 1834, una ley deinstrucción pública modificó el reglamento del museo y esta-bleció Ia unidad del Conservatorio de Antigüedades Mexica-nas y del Gabinete de Histori¿ Natural bajo el nombre de

"Museo Mexicano". Desde entonces, los vínculos del MuseoNacional con la universidad permanecerían constantes, desta-cándose su utilidad como herramienta pa¡a la enseñanza.

El ejemplo del Muséum de Pa¡ís fue retomado en Colom-bia. Chile, México, Argenúna y Brasil para consriruir instiru-ciones capaces de proveer locales para la exposición ybúsqueda de conocimiento, inseparables de los saberes patrió-ticos. Las décadas de 1830 y 1840 marcaron un proceso deestrechamiento de los vínculos con las universidades, como se

aprecia en diversas reformas gubernamentales, en los nuevoslineamientos educacionales y en la pérdida de prestigio insti-tucional de los museos. En esta época, los ministros de Ne-gocios del Imperio y diputados en Brasil discuticron laconveniencia de instalar un curso o una Facultad de CienciasNaturales en el Museo Nacional; esto ocu¡ría en el marco delos debates sobre la c¡eación de una universidad en Brasil,donde se ¡euni¡ían los cursos superiores yá existentes deMedicina, Ingeniería y Derecho. Esta propuesta fue ¡etomadaen 1833, apoyada po¡ las ideas del di¡ector del Museo Nacio-nal de Río de Janciro (Custódio Alves Serráo) acerca de lanecesidad de un "Colégro de Ciéncias Físicas".

Contrariamente al caso brasileño, donde la propuesta dedictar cursos de Ciencias Físicas y Matemáticas decayó enfavor de la Esc'uela Militar, la educación superior en Colombiaatravesó una ¡eforma sustancial en 1847, por la cual las Cien-cias Naturales se equipararon a los estudios médicos y jurídi-cos. En consonancia con su inte¡és por la educación, elgobierno de Mosquera procuró revivir el Museo Nacional. La

CoMPARTTR Es¡AcIos. coI-(;AR BAr,r-ENAs y AroyA¡ A t-As.., / 45

Nfuseo Nacional de Río deJanei¡o, Quinta da Boa \tsta, conienzosdelsislo )C(. Fuent€: Aichivo delMusco Nacional.

lolccción del museo, descuidada hasta entonces, fue traslada-rl:r e una nueva sede y el rector de Ia universidad, Pablo A.( l:rltlerón, procuró conserva¡ los materiales existentes y buscarolr-os nuevos, ¡ecurriendo al apoyo extranjero.2 En l8ó7, conlir creación de la Unive¡sidad Nacional de Bogotá, el antiguollrrsco Nacional se integró a la Escuela de Ciencias Natu¡a-Irs, aunque la pobreza y la dispersión de sus mate¡iales conti-rru¡ron sin ¡emedio.

I,)n Chile, en 1830, el gobierno contrató al fiancés Claude( iuy para comenzar la organización de un gabinete de Histo-t i:t Natural con las principales producciones veget¿les y mine-r';rles locales. 'G¡minó de conform¿rse en 1838 y al añosi¡¡rricnte fue transferido a un nuevo edificio especialmente

l. I,ll DUsco de ll{,¡de¡ux envió uná.oleccni¡ de clnchas exhibida en lá nueq'.,,1, ,1e1 u!co, cn junn) d. 1847. Cuando la C.sa de l¿ Moneda de Londres, enlx'18, p.crriFí ¡ru.stms (1. las nuevrs monedas adoptadas por Nueva Granada enlx.l.', s. dr(lcn(i un conju¡to p¡.a enviarlo al M$co de Rogotá.

46 / MARrA MA¡cA¡x'r LopEs

construido. Al regreso de Gay a Francia en 1842, el museoquedó a cargo de Francibco García Huidobro, y poco tiempomás tarde fue confiado a los decanos de la Facultad de Cien-cias Físicas y Naturales de la Unive¡sidad de Chile.

La c¡eación de la Universidad Nacional de Chile en 1843,moderna y liberal, pero obra de los conservadores, es conside-rada una creación precoz (Prado, 1999). Tirnto Andrés Bello(su primer rector), como su sucesor, Ignacio Domeyko, com-partían una clara concepción sobre el papel educativo de susinstituciones. Para el último, la educación pública debía diü-dirse en dos bloques de acuerdo con la diüsió¡ social ideal: laeducación primaria destinada a las clases trabajadoras y la ins-rucción superior para qüenes desde la infancia tenían la posi-bilidad de participar de la vida pública y formar el cuerpogobernante de la república. Al principio, el objetivo de la uni-versidad se cenraba en la organización del sistem¡ educativonacional, desde la educación p¡imaria y secunda¡ia hasta lasuperioq profesional. En ese contexto de ideas sobre el papelde la educación y de [a universidad, se concibió ta posibilidadde alojar un museo en sus dominios. Como parte del Estado,responsable directo de la educación, se propugnaba la idea dela educación como agente civilizador y de progreso, a travésde la cual podía logra¡se la inserción del Chile modemo en elmundo occidental ciülizado. Ent¡e 1842 y 1879, period,ocorrespondieote a los ¡ectorados de A¡drés Bello y de IgnacioDomeyko, la Universidad de Chile se consolidó como unainstitución modelo y ejemplar tanto para su país como paraonos países sudamericanos, y su influencia fue particularmen-te notable en la Argentina (Camacho, l97t). El naturalistaRodolfo Amando Philippi, director del museo en los siguien-tes cuarenta años, se desempeñó como docente de la universi-dad prácticamente du¡ante todo ese período y también porcierto tiempo en el lnstituto Nacional. Durante su gestión, lascolección del museo fue enriquecida gracias a la incorpora-ción de colecciones y al relevamiento cartográfico del territo-

CoMpAI.nR EspAclos, coLGAR BATLENAS y Ap()yAR A LAs.,. / 47

r r,, chileno que él realizó, en general durante los ¡ecesos esco_l¡r r's.

lin 18óó, el Museo Nacional ocupaba unas salas en el edifi-r ¡o rccién construido para la Universidad. Los problemas der.r¡ncio (por lo general, disputas de espacios políticos delr turrción) abund¿n en los informes de los directores de los¡¡¡r¡scos en relación con las universidades, Cuando se compa-r,r¡r lrx términos de las cartas y de los informes sobre los pro_lrk rrrls de espacio, parecería que los directores de los museoslruhicscn calcado sus cartas de algin manual editado en Fran_lru para promover la gestión del museo moderno.

l,ln Buenos Aires, el espacio expositivo también sería la,.r¡rlcsión de los problemas de la relación ent¡e la universidadI r.l nruseo. Es posible hablar de una refundación de la Uni_rtrsitlad de Buenos Ai¡es en 1852 (Myers, 1992), en funciónrh. los conflictos del período rosista (desarticulación de lallrvcstigación, desorganización de los laboratorios y los gabi_rrt.tcs cientíñcos...). Juan María Gutiérrez, recror d;sde Ig65,rt rir su gran^reformador y bajo su iniciativa se creó el Depar-t¡urcnto de Ciencias Exactas. De esta mane.a, en el marcá de

'rn ¡rn,t'esode renovación del museo público, baio la égida del,r \srriación de Amigos de Ia Hisroria Natural del plara, elrrrsco ñre t¡ansferido al edificio de la universidad.

Los vínculos entre la universidad y el museo, entre larrvcstigación y la enseñanza en Buenos Ai¡es se u¡elven con-llictivos desde que Burmeister, en sus prime¡os años de admi_trislnrción, solicita la completa independencia de las dosrnslin¡ciones, que compartirán el mismo predio hasta 1910.l'ln virtud de su autoridad cientíñca consolidada, Burmeisterrro:rcc¡rta subordina¡se al rector de la Universidad, mante_tticnrlr una relación directa con el ministro. En Brenos Aires,rc corrsolida también un modelo de dispersión de recu¡sos, LaHnrrntí¡ d€ autonomía para el director del Museo significabat¡r¡¡l¡ién el mantenimiento de un gabinete universitarlo donderc irrtcntaba duplicar los especímenes del rnuseo público.

48 / MARrA MA¡GARET LoPEs

Burmeister pasaría sus treinta años en el museo conquis_

tando nuevos ispacios dn el vieio edificio de la universidad'

En su memo¡ia iob¡e el estado del museo, relativa al año de

186ó, señalaba al respecto:

La urgente necesidad de ur lugar para trabajar sobre losobjetos; es

decir, un labo¡atorio. La falta de tal loc¡lidad en nuest¡o Museo es un

imDedimenro muv 'en'ible pára su progreso ) §u aumenro. ca\i una

rmposibrtrdad. I..:l Pero aforrrnada.enre el defecto no es djfícil de

.eÁedia., v de un -"do mu! convenien¡e que me permiro proponer ¡lSuperior ilobierno. Hay un tugar abaio de la nuera sala del Museo'

al iado del zaguán, "na

sala bastante grande v seprada de todos los

orro. Iueare. de Ia Univertidrd, que ¡ctualmen¡e e' ocüp¡do por el

acukor"¡. t tra' Dureil con su raller E.te Señor to hr recibido por

favor del Superior Gobierno, en interés a su Padre, muy meritorio!¡raB¡renos Airei como catedrático de la Universid¡d e ingeniero militar

du¡ante la foniñc¿ción del pueblo. Gmbién el hijo es uila persona muv

re.oet¡ble. con el cu¿l vivo en u¡a buena ami'tad y no c\ mi intenrión

haierle ningrin dari". Pero s¡ el intere. personal cs en oPo\icidn con el

interés púbiico, me parece conveniente que el primero se someta al

.ezundo. tn este ,enrido me permito. proponer al Superior Gobiemo

,"'nu.'o r*.g1" cor ¡sicl tionr el Sr' Duteil ofrecrendo a il una

indemnización, si quiere ceder su taller al Museo público, por un otro

lugr en ora casa dil estado, dando al Museo público l¿ sala menciona-

da pam laborátorio (18ó7: 51).

fuí, Burmeister uansformaba sus intereses pemonales en el

inte¡és del museo. Esta independencia de los museos respecto

de las instituciones universitarias argentinas también sería

tema de conflicto paru e[ directo¡ del Museo de La Plata

quien, en 1906, frente a su incorporación a la recién creada

Universidad Nacional de La Plata, ¡enunció a su cargo' L¿

redefinición del museo como insmtmento de enseñanza de los

futuros profesionales de las ciencias naturules asegurabá su

sosteni;iento, pero atentaba contra la autonomía de su direc-

tor, sujeto ahora a las líneás enu¡ciadas por el presidente de la

universidad, La misma rcndencia -creación de museos cientí-

frcos en e[ seno de la universidad para la formación de profe-

sionales y profesores- se consolidó con la creación del Museo

CoMPARTIR EspAclos. coLGA¡ BATLENAS y ApoyAR A LAs,.. / 49

I tnográfico de la Facultad de Filosofía y Letras de [a Univer-.,¡,|¡rd de Buenos Aires en 1904, que separó las coleccionesIt¡rográficas-anüopológicas de las de historia e histo¡ia natu-rrrl, y se propuso como centro formador de u¡iversitarios.

Museos y universidades convivían también en Lima y San

lr ¡sú de Costa Rica. A pesar de haber gozado de un peíodo der cvitalización, hacia fines de la décad¿ de 1860 Ias colecciones, Museo Nacional de Lima fueron t¡ansferidas a la Facultad,lc Medicina y repartidas ent¡e diversas instituciones. Los his-trrri¡dores de los museos del Perú afirman que, entre 1882 yli)05, este desapa¡eció, y lamentan el expolio sufrido du¡antel,r guerra con Chile, donde hab¡ían te¡minado varias de sus

r,,lccciones arqueológicas. En la primera década del siglo )O(,rc organizó un nuevo Museo de Historia Natural en la Uni-lt,rsid¿d de San Ma¡cos de Lima ¡ a partir de 1918, su boletínr rt »tíñco circuló entre los museos latinoamericanos (Rospi-

¡aliosi, 1938).lin tanto, el Museo Nacional de SanJosé de Cosa fuca fue

llc:rdo el4 de mayo de 1887, en el marco de consolidación der¡n l,lstado nacional liberal que, luego de sucesivos conflictoslor Ia Iglesia, encaminó un conjurto de reformas político-lrlrrcativas y de reorganización de las instituciones, de inspira-r irin positivista. En 1885 fue celebrada la Primera ExposiciónNucional; repetida en los años siguientes como preparaciónrlc la participación del país en la Exposición Universal del':rr'ís de 1889. Además del incentivo del desarrollo de los pro-,lrrctos agropecuarios e industriales, de las exhibiciones y los

¡rtcnrios a las obras literarias, científicas y artísticas, varios de[rs rniemb¡os del comité organizador de aquella primerar.r¡osición integraron la'Junta Administrativa" responsablerlcl cstablecimiento del Museo Nacional. Además, la Bibliote-lir N¡cional se creó en 1888, a partir de Ia antigua bibliotecarlt l¡ Universidad de Santo Tomás. Instalada en el edificio delu rrniversidad, en 1887, el museo recibió una de sus primeraslrrlccciones, impronta de toda la trayecto¡ia de la institución:

50 /MA¡IA I1LARG RET LoPEs

la colección Tioyo, de 3.500 piezas de antigüedades centroa-merica¡as. Anastasio Alfaro, futuro directo¡, tenía entonces 22

años y fue enüado por el gobiemo a los Estados Unidos para

estudiar los principales museos de ese país. Los informesanuales de las actiüdades del Museo Nacional publicados enlos boletines del Ministerio de Fomento permiten acompañardetalladamente la evolución de esta institución ¿ fines delsiglo. A partir de la década de 1930, el museo fue concebidocomo ente educativo y de divulgación científica, especialián-dose en el estudio de la ornitología y la arqueología de CostaRica. En las memorias de Fomento de 1896 y de 1897, las

colecciones del museo contaban co¡r 1.J00 mamíferos, en sumayor parte montados; 10.000 aves disecadas; 10,000 insectosy caracoleq 300 muestras de maderas; 500 especies de plantas;

600 frutas y raíces reproducidas en cera; una buena cantidadde minerales y fósiles y un jardín zoológico en formación.

La incorporación de los museos a las universidades o su

conüvencia no siempre pacífica debe ser comprendida, en losinicios del siglo )G iberoamericano, en el contexto de las pro-fundas mudanzas del papel de los museos, incluidos ahora en

otros sistemas de instituciones y de ideas. Ya no bastaba concentros erigidos en ñrnción de la autonomía de sus investiga-ciones o con el poder evocador de sus colecciones para unpúblico generalizado: la incorporación a las universidades y a

los programas de e¡señanza superior debía t¡ansformar al

museo en un labo¡atorio de formación profesional o de losprofesores destinados a la educación media y superior. EI dis-curso fiancés, que asociaba bien público a historia natural,sobreüvió de distintos modos: por un lado, en las tradicionesde extensión unive¡sitaria y de cultura popular ligadas a la ins-t¡ucción de los trabajadores (García,2009); por otro, gracias a

esta conjunción iberoamericana de museos con universidades

-unión desconocida en París-, a t¡avés de la enseñanza deprofesores y del uso del museo como gabinete de estudiospara los frrturos maesüos. Las colecciones ya no hablarían por

CoMPARTTR EspAc¡()s, C()LGAR BALLENA§ y ApoyAR A t¡s... / 5 I

.r .,¡l¡s: las formas debían estar ¡compañadas por la palabra, cspecialista.l.r¡ ¡elación entre museo y universidad puede analizarse

¡.rrrlriin desde el punto de üsta coyuntu¡al, ia falta de recur_r,'. ¡rlra Ia creación de instiruciones independientes _sueño der.rri,rs de los directo¡es de museos y, como en el caso de los,r,.r¡lt:micos de Córdoba, enüdia de los profesores aquejados¡r,'r'lrs intrigas universitarias- pudo habir conducidá a'estas¡ r¡¡rvivencias no deseadas. El caso argentino quizá sirva para

'r.¡r'rl¡r un camino mucho menos signado po. il control iáeo_|,,¡rc,r del Estado. No hay dudas sobre la creación de un¡rrrlrlico y de ciudadanos a rravés de distintos sistemas de insti_t,r i,in de valores simbólicos comparridos. El papel que,letrnpeñanán los museos de historia narural pare"i",.. *i_rlrnlc. enrre sus ft¡ndadores y promotores. peio para ello serrccesitaban insdruciones abiertas a la üsira de un público oue.r'clcaba con ellos y en estrecha relación

"on ü, si.r"Ár.

r.rtolares. Aunque el caso argentino no refrrerza suñciente_rrcntc la idea de una articulación ent¡e las distintas institucio_llcs como p¿¡a pensar en un sistema de control org"á¡ico,lrlinrla suficientes indicios para explora¡ con m"yo, á"t"ni-rricnto las ¡elaciones entre el desarrollo del turisml, la expan_,¡¡rin del comercio intemacional de libros, objetos emogáhcosI rlc historia natural, de r¡na indust¡ia ediroál y de mie.ialescrcrrlares (Podgorn¡ 2005). Los inte¡cambios áe ideas ace¡ca,lc hrs modelos de museos. de amplia circulación internacio_n.rl, il¡en de la mano del come¡cio de muebles, insmrmentos y¡rÚr)s elemenlos necesarios para que las ballenas de los techos¡lc l¡rs museos de Europa se parecieran a las recolectadas con¡rrisa en las costas del Adántico Sur-

52 / l4aRLA MARGARET LoPEs

BIBLIoGRAFiA

Burmeister, Hermann (18ó7), "Museo", en Mtmoria d¿l Reaorde la Unit¡er¡idad. Memoria de hs dioe'nos Depan¿mcnto¡ de l¿

Adminisffación de la Prooincia de Buenos Aires, 1 de lumunicipalidtdet d.e Conpañe, Buenos Aires, Imprenta delSiglo, pp. 150-152.

Camacho, Horacio H . (197 l), l¿s Cincia¡ N¿mrales en la U¡i-oet¡idad de Baeno¡ Aires, Buenos Ai¡es, Eudeba.

García, Susana V (20O9), Entefunzt cieat(fica y mlara académi-

ca en los iniios d.el Siglo X)(. La Unhtersidad de La Plau y las

cictciat narurales, Rosario, Prohistoria.Myers, Jorge (1992), 'Antecedentes de la conformación del

Complejo Científico y'Ibcnológico, 1850-1958", en Otei-za,H. (ed.), La Polítia de Inoenigación Cimtífca y Timológica

Argatina. Hístoria I poryectioat,B\tenos Nres, Centro Edi-tor de America Latina.

Outram, D. (1997), "Le Muséum national d'Histoi¡e naturelleaprés 1 793 : institution scientifique ou champ de bataille pourles familles et les groupes d'influence?', en Blanckaert, C. yotros (coords.), Le Mu¡éu¡n au pranier iicle de sot bistoire,

País, Editions du Muséum National d'Histoire Natu¡elle.Podgorny, I. (2005), 'La mirada que pasa: museos, educación

pública y visualización de la evidencia cientíñca", en fiitrd-riz, Ciéncia, Saúle-M¿nguinbos, vol. 12, pp.23l-264.

Prado, M. L. C. (1999), "Universidade, Esado e Igreja na Amé-rica Latina", en Prado, M.L. C., Amdca Latiaa no sécalo XD{.Tiwnas, tela e texus, San Pablo, Bauru EDUSP/EDUSC.

Rospigliosi, C.V (1938), "Historia de los Museos en el Peni",e¡ Boletín Museo d,e Hisnria Namral, Lima,vol. 4, pp. 5-15.

Spary E. (1997), "Le spectacle de la nature: contróle du publicet vision républicaine dans le Muséum jacobin", en Blanc-kaert, C. y otros,(coords.) Le Muréum aa prettier siicle de son

histoire, País, Editions du Muséum National d'Histoi¡eNaturelle.

2

Naturaleza, coleccionesy museos en Iberoamérica

(1 770- 1850)

Irina Podgomyt

I-as últimas décadas del siglo XD( testimoniaron la prolife-r'¡rcirin de los museos viajeros o ambulantes que, en una diná_rr¡ic¡ similar a la de los circos o las exhibiciones de feria,lirctrlaron entre distintas ciudades de Europa y América conlolccciones que, muchas veces, se iban enriquéciendo o per-rlicndo por los caminos. Empresas situada. errt

" lo

"o-e""i"I,(l eDtrete¡imie¡to y la educación pública, estos museos¡rrrrbulantes contribuyeron también a la difusión y el inter_lurnhio de objetos y piezas entre los distintos contiáentes.

I lablan también del reconocimiento tácito del museo comot r r r_ rlis¡rositivo atractivo para convocar el interés de los públicosrllsdiversos_y convencerlos, además, de las bondades áe algrínlrr(xlucto, saber o destreza. Los museos ambulantes muesáanquc, a-un en los más remotos destinos, estas inscituciones goza_l¡rn tlc un renombre tal que merecía la pena araresí los

. _ L Iistc trabajo es prne de la obH co¡e.úv, e,nprendida h,ce v¿rios,ños con\l '.'

tlir8¡r.r Lop.s. I-¿ bibtnrgnfía que surtcnta gütr páne rte este trabáio no{ , lL, r,tui. },,( unn|it,¡h } l,uh¡n?,t, (n L,,l!(, ) p,¡tS,;m} r2000r, p,\tB, n} yI ¡'t¡\ r,:(rrtr) v I,,xiKrny (2fi¡er.