castillos y fortalezas del guadalquivir

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Un excelente trabajo sobre los castillos y fortalezas del Guadalquivir.

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  • Castillos y Fortalezas del Valle Medio del

    Guadalquivir

    Gua de Patrimonio Fortificado

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  • Cualquier forma de reproduccin, distribucin, comunicacin pblica o transfor-macin de esta obra solo puede ser realizada con la autorizacin de sus titulares, salvo excepcin prevista por la ley. Dirjase a CEDRO (Centro Espaol de Derechos Reprogrficos) www.cedro.org si necesita fotocopiar o escanear algn fragmento de esta obra.

    Primera Edicin: febrero 2015

    2015 emilio j. navarro martnez

    Editorial Sneca Calle de las Minas, 13. 28.004. [email protected]

    ISBN: 978-84-15128-50-2Depsito Legal: M-467-2015

    Produccin: Noumicon

    Impreso en Espaa. Printed in Spain

    www.editorialseneca.es

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  • Emilio J. Navarro Martnez

    Castillos y Fortalezas del Valle Medio del GuadalquivirGua de Patrimonio

    Fortificado

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  • NDICE

    PRLOGO 9

    AGRADECIMIENTOS 17

    INTRODUCCIN 19

    ANTECEDENTES GEOHISTRICOS. 23

    EVOLUCIN HISTRICA DE LAS VAS DE COMUNICACIN Y SU INFLUENCIA EN EL ESPACIO FORTIFICADO 27

    La ruta terrestre entre Crdoba - Sevilla. 28Los caminos secundarios 37La va navegable 42

    ELEMENTOS FORTIFICADOS DEL VALLE DEL GUADALQUIVIR. 51

    ALMODVARCastillo de Almodvar del Ro 52POSADASTorre de Guadalcabrilla 64Castillo de Posadas 69Torre del Ochavo 71HORNACHUELOSCastillo de Moratalla 74Conjunto fortificado de Hornachuelos 78

    Castillejo del Guadalvacarejo 87Castillo de la Alcarria 90El poblado fortificado de Mosqueros 92

    PALMA DEL ROConjunto fortificado de Palma del Ro. 97

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  • PEAFLORCastillo de Toledillo 118Castillo de Peaflor 127

    Torre de Villadiego 130Almenara 134PUEBLA DE LOS INFANTESCastillo de La Puebla de los Infantes 137LAS NAVAS DE LA CONCEPCINCastillo de La Armada 141LORA DEL ROCastillo de Setefilla 144

    Castillo y muralla de Lora del Ro 151Otras referencias de enclaves defensivos 155

    TRANSFORMACIN DEL ESPACIO DEFENSIVO DEL VALLE DEL GUADALQUIVIR. 159

    BIBLIOGRAFA GENERAL. 163

    SIGLAS 169

    ABREVIATURAS 171

    ANEXO IMGENES 173

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    PRLOGO

    La comarca del Bajo Guadalquivir, en la actual provincia de Crdoba, tuvo durante la Baja Edad Media un destacado protagonismo en la red de comunicaciones que una la propia capital cordobesa con las localidades de su entorno. Por ella transcurra, desde el perodo romano, la ruta terrestre de uso ms habitual para conectar las ciudades de Crdoba y Sevilla, pues durante todo el perodo medieval y hasta el siglo XVIII el camino que segua la orilla derecha del ro a travs de localidades como Almodvar, Posadas, Palma, Lora, Alcal, La Rinconada, La Algaba, muchas de las cuales lucieron junto a su nombre el trmino del Ro para identificar su proximidad a las aguas del Guadalquivir fue mucho ms utilizado que el que transitaba por la margen izquierda, a travs de las localidades de cija y Carmona; primero porque una buena parte de los territorios por los que cruzaba esta segunda va se hallaba muy despoblada, y lo continu estando hasta las repoblaciones carolinas de la decimoctava centuria, y tambin porque el camino de la margen derecha segua ms de cerca el cauce del propio ro, utilizado como va de comunicacin fluvial desde poca antigua.

    Todava en la Baja Edad Media, cuando las condiciones de navegabilidad haban empeorado respecto a las ofrecidas por el Betis mil aos atrs, se mantena en sus aguas un intenso trfico mercantil realizado mediante el empleo de embarcaciones de sirga por los llamados en Sevilla barqueros de Crdoba; exista un importante puerto fluvial de carcter comercial en las cercanas de la capital

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    (El Aguilarejo, junto al cortijo Rubio) donde numerosos productos eran embarcados con destino a los puertos de la Baja Andaluca (sacas de lana, sobre todo) mientras otros eran descargados para el servicio de la capital cordobesa (por ejemplo, el hierro importado del Pas Vasco); y se llevaba a cabo un destacado trfico de madera de pino conducida mediante flotacin, desde su origen en las Sierras de Segura y Cazorla hasta las principales ciudades de su cauce, incluyendo su destino para las atarazanas de Sevilla.

    Adems de destacar por la importancia de las comunicaciones, la comarca del Bajo Guadalquivir jug un papel fundamental entre los siglos XIII y XVI debido al protagonismo alcanzado por las poblaciones concentradas en su entorno. En este mbito se hallaban la villa y fortaleza de Almodvar del Ro, uno de los castillos que controlaba el acceso a la propia capital y que dependi siempre de Crdoba, como bien manifiesta el nombramiento de sus alcaides por el concejo cordobs a lo largo de toda la Baja Edad Media. Era tambin el territorio que enlazaba Crdoba con la localidad de Hornachuelos, el ncleo poblado de mayor importancia de la comarca entre los que dependan directamente de la jurisdiccin de la capital, de forma que los alcaides de su castillo fueron tambin nombrados por el cabildo municipal de Crdoba y la explotacin de su amplio trmino forestal sirvi para surtir a la capital de materias de uso tanto domstico como industrial. Igualmente importante fue el contacto con Palma del Ro, el mayor ncleo habitado del camino entre Crdoba y Sevilla, cuya temprana seorializacin no le impidi actuar como cabecera de la zona y conservar su protagonismo en las comunicaciones entre ambas ciudades y en la explotacin econmica del rea ms occidental de

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    la campia cordobesa. Todo ello justifica la importancia que el dominio estratgico y el control militar de esta zona adquiri para la ciudad de Crdoba, deseosa de asegurar los contactos comerciales con la Baja Andaluca, defender con eficacia la propia capital y aprovechar al mximo las posibilidades de aprovechamiento agropecuario, forestal e hidrulico, ofrecidas por una regin de extraordinaria riqueza natural.

    Este cmulo de circunstancias histricas result determinante para que fuera surgiendo, a lo largo de la Edad Media, un amplio conjunto de puntos fortificados del que constituyeron hitos destacados algunas fortalezas asociadas a las principales poblaciones de la regin (Almodvar del Ro, Posadas, Moratalla, Hornachuelos, Palma del Ro, Peaflor, Lora del Ro), otras de exclusivo carcter estratgico, consagradas al dominio y control visual del espacio (Guadalvacarejo, Alcarria, Mosqueros, Armada, Toledillo, Almenara, Setefilla), y numerosas torres de vigilancia destinadas a servir de enlace visual entre fortificaciones de mayor relieve y a controlar enclaves geogrficos de sealada importancia (Guadalcabrilla, Ochavo, Villadiego).

    Al anlisis de todas estas fortalezas y obras de carcter defensivo ha dedicado Emilio Navarro la obra que el lector tiene entre sus manos. Realizado inicialmente como trabajo de investigacin en el marco del Programa de Doctorado sobre La historia social de Europa y su proyeccin ultramarina, el estudio de Emilio Navarro titulado Fortificaciones medievales en el valle medio del Guadalquivir fue presentado en octubre de 2010 en la Universidad de Crdoba, obteniendo la mxima calificacin acadmica. En esa fecha, su autor era ya colaborador

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    habitual del Departamento de Ciencias de la Antigedad y de la Edad Media, en el rea de Historia Medieval, y miembro del Grupo de Investigacin Meridies (HUM128 del PAI) y haba efectuado numerosas contribuciones en el terreno de la investigacin. Contribuciones que, como muy bien evidencia esta obra, han sabido combinar en todo momento el trabajo de campo, enfocado al estudio arqueolgico de los restos materiales de estos enclaves fortificados, con el trabajo de archivo centrado en el anlisis de la documentacin escrita, y compaginar as esa doble vocacin histrica y arqueolgica, cada da ms necesaria en el terreno de los estudios sobre la Edad Media y que tan slida formacin exige de los investigadores que en ella se adentran.

    La obra destaca por el equilibrio en el tratamiento de los temas planteados al abordar, en primer trmino, la evolucin geohistrica de la comarca y el desarrollo de sus principales vas de comunicacin, puesto que su anlisis resulta bsico para comprender la organizacin del poblamiento y, gracias a ello, el emplazamiento y las funciones de la red castral asociada. Para a continuacin centrarse en el anlisis pormenorizado de las principales fortalezas de las que subsisten restos materiales en la actualidad, ya sea bajo la forma de recintos amurallados y fortificaciones urbanas, castillos estratgicos o torres de vigilancia y comunicacin. Para cada uno de los yacimientos abordados en el libro, el autor realiza un minucioso anlisis documental donde se ponen de manifiesto los orgenes y la evolucin del recinto durante la Edad Media, pero tambin una completa descripcin de los restos arquitectnicos existentes que, en algunas ocasiones, presentan buen estado de conservacin y fcil acceso, pero que otras muchas veces han exigido de Emilio un denodado esfuerzo para acceder a ellos, al

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    hallarse enclavados en alejados mbitos de carcter rural, o para realizar su valoracin, por haber desaparecido casi en su totalidad o hallarse muy ocultos bajo el terreno debido al transcurso del tiempo y a la falta de excavaciones arqueolgicas en casi todos ellos.

    Ello le ha permitido concluir una obra de madurez investigadora que destaca por aportar nuevos puntos de vista e informaciones inditas sobre enclaves que han sido relativamente poco estudiados hasta la fecha y por llenar el notable vaco existente en el conocimiento de una buena parte de las fortalezas analizadas durante el perodo bajomedieval. Vaya desde aqu, por tanto, la enhorabuena para su autor, el agradecimiento para la editorial que publica este trabajo y la celebracin porque vea la luz un estudio llamado, sin duda, a convertirse en una referencia para el conocimiento de la fortificacin medieval en la comarca del Bajo Guadalquivir y en la provincia de Crdoba en su conjunto.

    Ricardo Crdoba de la Llave

    Crdoba, Abril de 2014

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  • A mis padres, Jos y Beln. Orgenes de todo.

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    AGRADECIMIENTOS

    Detrs de la publicacin de este libro existen personas que apoyaron, asesoraron y apostaron por una obra que pretende divulgar y acercar estos monumentos testigos de nuestra historia y patrimonio comn. Por ello, es de justicia recordar sus aportaciones tanto individuales como colectivas. Estas pginas llegan a sus manos con el esfuerzo de la Editorial Sneca, representada por scar Morales, que desde el principio apost por este libro, aportando su conocimiento y experiencia como editor. No puedo olvidar a todo el conjunto de historiadores que han contribuido con investigaciones en las que me he basado para desarrollar la perspectiva de unidad en la diversidad. En este libro hay partes de todos ellos y de otros trabajadores del pasado que me rodean y cuyo recuerdo colectivo tambin mereca alojarse en esta primera pgina. Tampoco podan faltar las menciones individuales a amigos como David Molina y Javier Rama, que me ayudaron en los dibujos y material grfico. En el trabajo de campo, en la bsqueda de las races histricas del territorio agreste y rico de la sierra, he tenido la compaa de su mejor conocedor, Juan Francisco Jimnez Perales, Curro Mesa. An nos quedan muchos pasos por andar en los caminos de la historia. Los consejos y correcciones del profesor Joaqun de Alba me fueron de gran utilidad para organizar los textos de esta obra. Para finalizar, agradezco al profesor Ricardo Crdoba de la Llave su magnfico prlogo, sus tutoras y consejos sobre este conjunto de investigaciones que ahora crecen para convertirse en libro.

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    INTRODUCCIN

    Este libro-gua que ahora os presentamos, es el resultado de la adaptacin y refundicin del trabajo presentado para la consecucin del Diploma de Estudios Avanzados en la Universidad de Crdoba, en noviembre de 20101.

    La temtica sobre la que profundizaremos en el desarrollo de este libro se centra en las fortificaciones medievales y su relacin con un espacio geogrfico que determina su nacimiento, usos y, finalmente, su abandono. Durante la Edad Media, el control del territorio es ejercido por distintos elementos de la arquitectura defensiva que desarrollaron una estrategia militar sobre el terreno, una manera de organizar y controlar el poblamiento e incluso unas tareas econmicas e impositivas2.

    La creacin de una visin de conjunto del espacio coercitivo es necesaria para conocer la evolucin de la comarca en la Edad Media. Esta perspectiva general no se

    1. Mis primeras investigaciones sobre algunos de los castillos que voy a describir comenzaron en los primeros aos de la licenciatura en Historia (El castillo de Toledillo. Revista Saxoferreo. Pg. 10. 2001). Posteriormente colabor con un grupo de investigacin local que gan la beca Saxoferreo - Fundacin El Monte, en el ao 2005, con un trabajo sobre esta serie de fortificaciones. Este proyecto estaba integrado por Juan Antonio Muoz Flores, Mara de los ngeles Leons Aguilar, Mayte y Manolo Velasco Guanche.

    2. Habra que mencionar la posibilidad de que muchos de estos Hisn sirvieran como puntos de control y lugares de recogida de impuestos al trnsito. Esta hiptesis fue apuntada por el Profesor Titular de la Universidad de Sevilla, Dr. Rafael Valencia, en su conferencia: Palma del Ro y su entorno en la primera mitad del siglo XIII , en las Jornadas de Historia Cardenal Portocarrero del ao 2007.

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    haba realizado con los elementos defensivos que surgieron durante el Medievo en el curso medio del ro Guadalquivir. Los lmites que impusimos a este trabajo tenan como referente ms oriental el castillo de Almodvar del Ro. El punto ms meridional estara situado en el nico lugar fortificado que tratamos en la orilla sur del Guadalquivir; y vena justificado por la importancia que posee Palma del Ro en el sistema de comunicaciones de este ro andaluz. El extremo septentrional est representado por baluartes defensivos situados en la zona media de Sierra Morena que despiertan inters por la carencia de estudios sobre atalayas, como el castillo de La Armada, y el indito poblamiento fortificado de Mosqueros. Para terminar, el lmite oeste est situado en un enclave fortificado de primera importancia, como es el yacimiento arqueolgico de Setefilla. (Ver Imagen 1 Mapa de situacin de los elementos fortificados estudiados)

    Tras observar la necesidad de un estudio de conjunto que profundizara en las distintas fases histricas, nos propusimos realizar una aproximacin a dicha cuestin analizando antecedentes, condicionantes histricos, evolucin temporal y, finalmente, estado actual de estos monumentos dispersos que han sufrido distinta suerte. Por ello, este trabajo constituye un primer acercamiento susceptible de ser ampliado mediante investigaciones en profundidad de lugares arqueolgicos poco o parcialmente estudiados, dotando estos estudios de la necesaria perspectiva espacial.

    El mtodo que hemos seguido para desarrollar este libro ha tenido dos etapas. Una primera de trabajo de campo, recogida de datos bibliogrficos, documentacin de archivo y puesta en conjunto de fuentes. Durante la segunda, hemos puesto en comn toda la documentacin recogida, para crear una perspectiva general de cada monumento. Como

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    obra de conjunto, hay que destacar las aportaciones que los investigadores locales realizan sobre cada castillo de esta red de fortificaciones. Estos trabajos de investigacin marcaron la lnea a desarrollar en la descripcin de estos edificios de arquitectura defensiva.

    Para el desarrollo de este proyecto de investigacin y recopilacin, fuimos conscientes de la falta o dispersin de fuentes y datos. Por ello, una investigacin que profundice en los fortines menos estudiados requiere una dedicacin que supera un libro de este formato, que persigue aportar una visin de conjunto. Tambin hay que sealar las dificultades que actualmente existen para realizar el trabajo de campo en algunos de estos enclaves. Resulta complicado acceder para visitar y analizar las fortalezas del tramo medio de Sierra Morena. De hecho, en nuestro objetivo estaba visitar y analizar otras referencias del Catlogo Histrico Artstico y Monumental de la Provincia de Crdoba que existen en la zona de Hornachuelos, como castillo de Uceja, Mesas del Castillo o lugares con toponimia relacionada con elementos defensivos, como la Atalayuela, Atalaya de los Rubios, Cerro de la Torre, Cerro del Castillo, Castillo del Algarrobillo y Castillejo de Barreo, etc. Todos estos lugares, que trascienden los lmites de este libro, quedan apuntados para un trabajo posterior.

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    ANTECEDENTES GEOHISTRICOS

    Cuando nos acercamos al paisaje que va a servir de marco para nuestro estudio, debemos comprender las unidades que configuran el territorio. Desde el punto de vista geogrfico, nos centraremos, en primer lugar, en el Valle del Guadalquivir como arteria natural e histrica. En segundo lugar, nos fijaremos en la zona circundante de Sierra Morena como lugar de explotacin de recursos agropecuarios y minerales y de trnsito hacia la meseta. Tambin debemos tener en cuenta el mbito hdrico o hidrogrfico, donde se nos plantean muchos interrogantes sobre esta cuestin, pues los estudios son escasos desde la perspectiva histrico - geogrfica3.

    La ocupacin humana en los alrededores del Guadalquivir comienza durante la prehistoria, existiendo industrias lticas desde el Paleoltico Inferior en las terrazas colindantes al ro y sus afluentes4.Estos asentamientos tendran la primera constatacin habitacional durante el periodo calcoltico con muestras tan interesantes desde la perspectiva poblacional, como el yacimiento arqueolgico de La Verduga y el

    3. Uno de los estudios pioneros con este enfoque, aunque trata de un periodo posterior, lo constituye la obra de GARCA MARTNEZ, B. BAENA ESCUDERO, R. Evolucin del Ro Guadalquivir en Sevilla durante los ltimos doscientos aos (sector Palma del Ro - Brenes). Investigaciones recientes de la geomorfologa espaola. Barcelona 1998. Pgs. 725 730.

    4. ARAQUE ARANDA, F.A. RUIZ GOMEZ, A.M. El Paleoltico Inferior en la provincia de Crdoba. La Barqueta. Revista Ariadna N 6 ao 1989. Pgs. 103 119.

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    dolmen de la Sierrezuela, en Posadas. Los primeros recintos fortificados tienen en la cuenca del Retortillo, a escasos kilmetros del castillo de Toledillo, uno de los ejemplos ms interesantes en el conjunto arqueolgico del Turuuelo, en el trmino de Peaflor. Este importante yacimiento adolece de una investigacin arqueolgica en profundidad, pues posee varias fases de ocupacin e incluso una muralla perimetral del periodo orientalizante. Los cerros testigos de Almodvar y Setefilla fueron lugares de asentamiento desde la prehistoria reciente. Su horizonte cultural se extiende a lo largo de perodos histricos posteriores. As mismo, la fortaleza de Almenara nos muestra restos de cermica de la Edad del Cobre y el periodo romano en el entorno del castillo. La zona donde se enclava el fortn de Malapi tambin posee restos dispersos de industria ltica.

    Durante la protohistoria, en los momentos histricos orientalizante e ibrico, encontramos repartidos varios yacimientos a ambas orillas del Guadalquivir. Como trataremos posteriormente, los lugares ms interesantes en los instantes previos al advenimiento del imperio romano lo constituyen los lmites espaciales de este trabajo (la zona arqueolgica de Setefilla y el entorno que hoy ocupa el castillo de Almodvar). En este momento histrico, las culturas del mediterrneo oriental comienzan a utilizar la va navegable del Guadalquivir. Fenicios y cartagineses intercambian e influyen en las comunidades indgenas mediante el comercio, situando el Baits (nombre con el que denominaban al Guadalquivir) en el mbito mediterrneo5.

    La llegada de la potencia latina a la pennsula, viene acompaada de una explotacin ms profunda de los

    5. ARTEAGA, O: Paradigmas historicistas en la civilizacin occidental. Los fenicios en las costas mediterrneas de Andaluca. SPAL. 1995.

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    recursos agrarios y minerales del Valle del Guadalquivir y Sierra Morena. De esta manera, comienza a configurarse claramente la base espacial sobre la que profundizaremos en este libro, centrndonos posteriormente en la perspectiva temporal del Medievo. Encontramos en este periodo multitud de centros de embarque del aceite btico y los minerales de Sierra Morena. El ncleo central de estas actividades mercantiles en este tramo del Guadalquivir lo ocupaba la ciudad de Celti (actual Peaflor), cerca de la confluencia del Betis y el Singilis6. Conforme evolucion la historia del imperio romano, esta zona del medio Guadalquivir no permaneci ajena a la decadencia de la antigedad tarda. Para conocer la forma de vida y las costumbres funerarias de una pequea comunidad en las cercanas de la actual va Crdoba Sevilla podemos observar la necrpolis de El Ochavillo, en la pedana de Cspedes, dependiente del municipio Hornachuelos7. (Ver Imagen 2: Mapa ocupacin romana del espacio desde el punto de vista de la produccin de nforas olearias8).

    En este recorrido temporal, paulatinamente, hemos entrado en el umbral cronolgico del Medievo, mbito de nuestro estudio, por lo que nos iremos ciendo en la

    6. El profesor Dr. Jos Remesal Rodrguez ha investigado los centros de produccin de nforas y la comercializacin del aceite btico. Para ms informacin : http://ceipac.gh.ub.es

    7. Esta necrpolis tardoantigua, ha sido excavada en dos intervenciones arqueolgicas distintas. La primera excavacin realizada por MURILLO REDONDO, J.F: La necrpolis tardo antigua de El Ochavillo . Revista Ariadna, n 15 ao 1995. Pgs. 63 131. Y en una segunda fase durante el ao 2007 por ASENSI LLCER, M.J. Nuevos datos sobre la necrpolis tardoantigua de El Ochavillo (Hornachuelos, Crdoba). Romula 7, 2008, 271 298. Artculo realizado junto a RODERO PREZ, S.

    8. REMESAL RODRGUEZ, J: Tres nuevos centros productores de nforas Dressel 20 y 23. Los sellos de Lucius Fabius Cilo. Revista Ariadna n 6. Ao 1989.

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    arquitectura defensiva. No por ello olvidamos algunos estudios arqueolgicos recientes sobre este periodo, que tambin nos sirven para conocer el contexto histrico y espacial que vamos a tratar. La excavacin arqueolgica de una maqbara (necrpolis) en las obras de ampliacin de la carretera A 431 (prxima al trazado de la antigua ruta de Crdoba a Sevilla) nos ha suministrado informacin sobre el poblamiento islmico en la orilla norte del Guadalquivir a su paso por Palma del Ro9. Adems, este cementerio nos presenta interrogantes sobre la distribucin de los asentamientos en el periodo andalus, pues la necrpolis estaba relacionada con alguna alquera o pequea poblacin rural. La considerable distancia de este lugar con el ncleo urbano de Palma del Ro y la barrera natural del ro hacen difcil relacionar estos enterramientos con el primitivo asentamiento de la ciudad palmea. Por esta razn, es lgico pensar que el entorno de la actual ermita de Beln y antiguo alfar romano de SAXOFERREO, sigui estando habitado en poca medieval. (Ver Imagen 3: I.A.U. en el Cerro de Beln de Palma del Ro. Foto Jorge Rodrguez Rivas)

    9. Esta intervencin arqueolgica de urgencia, fue realizada durante la primera mitad del ao 2007 por el arquelogo D. Jorge Rodrguez Rivas, excavando un rea limitada donde se documentaron 131 enterramientos, a escasos quinientos metros del cauce del Guadalquivir.

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    EVOLUCIN HISTRICA DE LAS VAS DE COMUNICACIN Y SU INFLUENCIA EN EL

    ESPACIO FORTIFICADO

    Los elementos arquitectnicos defensivos tenan como uno de sus principales objetivos la defensa de las rutas comerciales que enlazaban las distintas poblaciones, el control de las mercancas, personas y contingentes de tropas. Solan estar situados en puntos estratgicos, zonas conflictivas del itinerario para su inmediata proteccin, en lugares elevados para la vigilancia de puertos de sierra o en el llano, custodiando el trasiego de los valles. Tambin podan controlar demarcaciones territoriales, como los puntos de unin de los distintos distritos poblacionales, as como las zonas fronterizas del pas. Los sistemas defensivos tambin se ocupaban de custodiar las reas de produccin minera y las principales rutas de comercio.

    El sistema defensivo que estudiamos en este trabajo tiene como fin establecer una zona de seguridad capaz de proteger el camino de Crdoba a Sevilla por la margen derecha del Guadalquivir, as como custodiar las principales rutas de acceso al valle de este ro durante distintos periodos del Medievo andaluz. En este espacio fortificado convergen varios intereses que durante la plena y la baja Edad Media sirvieron para configurar este paisaje fortificado. Para conocer uno de los principales factores, debemos analizar el peso de las rutas y vas de comunicacin en la zona del medio Guadalquivir y la comunicacin entre las dos grandes ciudades de la Btica.

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    No podemos olvidar el momento clave de la entrada de contingentes cristianos en el valle durante el tiempo que podemos denominar de frontera. Durante los siglos XII, XIII y, en progresivo declive, en el XIV, este territorio fue lmite difuso entre el islam andalus y el reino de Castilla. Prueba de este importante momento histrico la tenemos simbolizada en los mismos monumentos que vamos a estudiar. Muchos de ellos fueron construidos en periodo Almohade para contener las incursiones cristianas y su funcionalidad no decae tras la conquista cristiana. Esta comarca continu siendo tierra de algaras y aceifas dirigidas por Benimerines y Nazares hasta bien entrado el siglo XIV. El establecimiento de jurisdicciones seoriales, de realengo e incluso la llegada de la orden de San Juan de Jerusaln a Lora del Ro, que tambin supuso el control de fortines como Almenara, es muestra de este tiempo de frontera.

    La ruta terrestre entre Crdoba - SevillaPara encontrar las primeras referencias al nexo terrestre

    entre las dos ciudades de la Btica por el Guadalquivir, tenemos que fijarnos en el Itinerario de Antonino. Esta fuente escrita es una de las ms importantes con las que contamos para el conocimiento de la red viaria romana de la provincia de Crdoba. Este inventario de rutas da a la ciudad de Corduba una importancia central, pues en ella convergen cinco caminos que la ponen en contacto con la capital de la Lusitania, con la zona minera de Cstulo y con las capitales de los otros tres conventos de la Btica. A su vez, la compleja red de comunicaciones le permite quedar enlazada con las restantes provincias de Hispania y del Imperio. La conexin entre la capital de la provincia e Hispalis estaba cimentada en dos vas complementarias,

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    una terrestre y otra fluvial. De la primera nos ocuparemos a continuacin, pues las primeras menciones las tenemos en el Bellum Alexandrinum, donde se nos seala la existencia del camino que por la orilla norte del Guadalquivir una a Corduba e Hispalis. Esta ruta fue utilizada por la Legio Verncula y la Legio XXX en su marcha hacia Sevilla, procedente de Crdoba10.

    Durante el periodo musulmn, este camino pudo constituir el principal nexo de unin entre Qurtuba e Isbiya, al converger en l dos modalidades de transporte, tanto el trnsito terrestre como la va fluvial. Este enlace entre Crdoba y Sevilla se recorra por tierra en tres jornadas, necesarias para cubrir los 130 kilmetros que separan estas dos ciudades11. En el siglo XII, el gegrafo rabe Abu-abd-Allah-Mohamed-Al-Idrisi nos describe el recorrido del camino existente entre Crdoba y Sevilla por la margen derecha del Guadalquivir. De Sevilla se llega a La Rinconada; despus a Marlis; despus al fuerte de Alcolea, donde est la parada. Alcolea est situada en la orilla del Guadalquivir, y se llega a ella por medio de una barca. Desde all se va a al-Gairen; despus a Lora,Desde Lora se va a la aldea de Sadif, De Sadif se llega a Melbl, fuerte situado sobre los bordes del ro de este nombre, que corre por las inmediaciones de Hornachuelos. Desde este puente a Hornachuelos se cuentan 12 millas. Desde el mismo puente se llega a Soxabil, despus al fuerte de Murad (Moratalla), donde hay parada; despus a Aljanadic; despus al fuerte de Almodvar; despus a Crdoba, fin

    10. MELCHOR GIL, E: Vas romanas de la provincia de Crdoba. Crdoba, 1995, publicaciones de la Obra Social y Cultural CAJASUR. Coleccin Mayor.

    11. FERNNDEZ GONZLEZ, R: El castillo de Toledillo. Boletn de la Real Academia de Crdoba N 96, ao 1976.

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    del viaje. La distancia total de Sevilla a Crdoba es, por este camino, 80 millas12. Este gegrafo rabe trabaj en la corte de Ruggiero de Sicilia, donde realiz una geografa del mundo conocido que termin en el ao 1154. Gracias a su obra, titulada con el sugerente nombre de solaz de corazones y prados de contemplacin, Uns al-muhay wa-rawd al-furay, conocemos el esquema de los principales caminos que estaban en uso en el Al-Andalus del siglo XII.

    El sistema defensivo que vamos a estudiar se sita en este entorno para ejercer el control militar, fiscal y poltico de esta ruta entre Crdoba y Sevilla por la margen septentrional del Guadalquivir. Para cruzar el ro en este tramo, existan dos opciones, por el puente de Crdoba o por el vado natural comprendido entre Palma del Ro y Peaflor (aparte de las posibles barcas o cruces artificiales). En ambas zonas se aprecia que la presencia de elementos fortificados es importante. El vado est defendido por las fortalezas de Palma del Ro (Balma) y Peaflor (Al Mudawar Al Sadif), as como por la torre de Al-Charf (El Hoyo), que segn Antonio Arjona Castro pudo estar situada en las cercanas de Peaflor, al mismo borde del Guadalquivir. Estas hiptesis estn abiertas a debate, aunque autores como Saavedra sitan este punto militar en las cercanas de la confluencia del Guadalquivir y el Genil. Para Rafael Fernndez, el castillo de Al-Charf no es otro que el fuerte de Al-Djarf y esta fuente podra referirse al lugar fortificado que en la actualidad ocupa la ermita de Villadiego.

    En las inmediaciones de los pasos naturales del Guadalquivir se encuentran los castillos de Almenara y del

    12. AL-IDRISI, Nuzhat al Musthaq fijtiraq al-afaq. Traduccin de A. Blzquez, op. Cit., 1901, p. 44.

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    Toledillo, situado este ltimo a orillas del ro Retortillo, aguas arriba de un puente romano que cruza este afluente cerca de su desembocadura con el Guadalquivir13. Junto al Retortillo, los principales afluentes del Guadalquivir por la margen derecha en esta zona son el ro Bembzar, junto al que se situaba la desaparecida fortaleza de Moratalla, y el ro Guadiato, en cuyas inmediaciones se encuentra la gran fortaleza de Al - Mudawwar Al-Adna. En el mismo periplo entre Crdoba y Sevilla encontramos el enclave fortificado existente en la actual ermita de Villadiego. Como indicamos anteriormente, algunos historiadores lo relacionan con el topnimo del fuerte de Al-Djarf dado por Al Idrisi. Continuando el camino trazado por este gegrafo, llegaramos al castillo de Setefilla y de este a Lora, que tambin contaba con un espacio fortificado actualmente conservado en su vertiente septentrional. En esta localidad situamos el lmite oeste de nuestro trabajo de perspectiva histrica sobre las fortificaciones del valle y las primeras elevaciones de Sierra Morena.

    En este entorno de trnsito, durante la Edad Media el poder poltico musulmn y luego el cristiano buscaron el control de estas fortalezas como mtodo para ejercer el dominio de las rutas que defendan. Una zona preeminente de este conjunto de espacios defensivos estaba ubicada en el vado que cruzaba el Guadalquivir a la altura de Palma del Ro. Junto a este paso se hallaban las desembocaduras del Genil, el afluente ms importante del Guadalquivir, y el ro Retortillo, arteria de comunicacin con el corazn de Sierra Morena. La disposicin geogrfica de ambos afluentes

    13. MELCHOR GIL, E; LACORT NAVARRO, P: Nuevos vestigios de poca romana en el entorno de Palma del Ro (Crdoba). Ariadna, N 12, 1993, pp. 169-188.

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    influye en el entorno; recordemos que el Genil viene discurriendo en direccin sureste y el Retortillo, durante su cauce, nos seala el noreste. Esta ubicacin nos muestra la importancia estratgica de este sector del cauce medio del Guadalquivir, cuya orientacin noreste sureste crea un vrtice hdrico orientado a los cuatro puntos cardinales.

    A lo largo de toda esta zona haba numerosos puntos de control naturales (atalayas en montes) y elementos arquitectnicos defensivos como los que encontramos en Palma del Ro, Peaflor, la desaparecida Torre de Al-Charf y los castillos de Almenara y Toledillo. Es importante sealar que el trazado de la va que una Astigi y Emerita cruzaba el Guadalquivir entre los actuales trminos de Palma del Ro y Peaflor. De nuevo, una va de comunicacin discurre paralela al curso de un ro, en este caso el Genil, aportando relevancia a este nexo de comunicaciones. Esta ruta secundaria de la Btica caminaba hacia una de las principales ciudades de la Hispania romana y conserv cierta importancia en poca musulmana. El camino parte de cija por la actual carretera cija-Caada del Rosal. Al llegar al molino La Prensa Vega la abandona, encaminndose al cortijo de La Saetilla14. Por un camino en la margen izquierda del Genil contina su recorrido hasta alcanzar el ro Guadalquivir, lo franquea y se dirige a Peaflor.

    A

    partir de aqu, se adentra en Sierra Morena, perdindose el rastro de su trayecto. Las fuentes histricas que nos sealan su trazado son el Itinerario de Antonino y el Annimo de Rvena. Ambas nos confirman su existencia desde el siglo

    14. Los hallazgos epigrficos han permitido ubicar en el trmino de Palma del Ro la ciudad de Segida Augurina, en el cortijo de La Saetilla, donde han aparecido restos arqueolgicos de cierta entidad.

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    III d.C., hasta la disgregacin del Imperio Romano15. En las investigaciones realizadas hasta ahora no se han encontrado restos de la calzada, posiblemente stos han desaparecido a causa de las labores agrcolas. Tal vez, incluso la propia va tena un carcter secundario y slo en los tramos cercanos a las grandes ciudades tena el piso asfaltado16. (Ver Imagen 4: Mapa de Las vas romanas en la provincia de Crdoba17).

    En el proceso general de decadencia del imperio romano, las vas como instrumento del comercio tambin entran en declive. Aunque las comunicaciones siguen utilizndose, las referencias documentales sufren un silencio de siglos. Hasta el siglo IX no tenemos las primeras menciones secundarias del trasiego de tropas por la comarca, cuando Suleiman de Abbu Ayyub movi sus tropas en las cercanas de Balma, en su pugna familiar por el emirato de Crdoba con su sobrino Al Hakam I18.

    El papel jugado por estos territorios del valle medio del Guadalquivir en la geopoltica andalus tiene su punto culminante a finales del siglo XI. En este momento, las tropas del imperio norteafricano de los Almorvides se 15. El Itinerario de Antonino se fecha en el siglo III d.C. El Annimo de Rvena es una obra del siglo VII, inspirado en un mapa del siglo III, que fue actualizado en el siglo V o VI.

    16. MELCHOR GIL, E: Vas romanas de la provincia de Crdoba. Crdoba, 1995, publicaciones de la Obra Social y Cultural CAJASUR. Coleccin Mayor.

    17. MELCHOR GIL, E: La red viaria romana: el suroeste de la provincia de Crdoba. Revista Ariadna, N 4, pp. 27 43.

    18. RAMIREZ DEL RO, J: Entre ulemas y bandidos: la estepa de cija en Al Andalus. Badiyat Istiyya y su entorno. Trabajo de investigacin ganador del II Premio Internacional de Investigacin sobre Cultura e Historia de Al-Andalus. Este interesante trabajo est pendiente de publicacin. Agradezco al profesor Ramrez del Ro su amabilidad al dejarme consultar en su obra lo referente a Palma del Ro y su entorno.

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    encuentran en Balma con el ejrcito castellano enviado para auxiliar a la taifa de Sevilla. Finalmente, en esta batalla las tropas Almorvides vencen a los refuerzos que el reino de Castilla mandaba en socorro de Almutamid. Sin el auxilio de este contingente de tropas, el rey de la taifa de Sevilla es posteriormente derrotado. En este lugar de la vega del Guadalquivir, los Almorvides decantaron su ruta de conquista, repeliendo la incursin castellana y asentando su poder en Al Andalus. De aquella central batalla nos queda el texto del historiador andalus Ibn Al Jatib.

    La importancia histrico - militar de este cruce de caminos contina tiempo despus con la incursin del conde Gimeno, descrita por las crnicas y apodado por los musulmanes El Giboso, en la primavera del ao 1173. Lleg con su tropa miserable al Guadalquivir, y lo cruz con sus infieles y sus batallones por el vado que hay entre el castillo de Palma y el castillo de Al-Yaraf, sobre el sepulcro conocido por sepulcro del mrtir extranjero- y lanz sus algaras por el lado de cija, pasando por ella hacia el sur de Crdoba, y hacia la Campia. Y cogi en esta regin de ovejas unas cincuenta mil cabezas; y de vacas, unas doscientas cabezas; y cautiv ms de ciento cincuenta hombres, y dirigi su camino en su soberbia hacia el vado que hay encima de Crdoba, el conocido por Bulyaris, cerca de Alcocer, y pas por l sus ganados y los cautivos musulmanes con sus guardias19.

    Tambin podemos encontrar otra alusin en las fuentes almohades cuando en Junio de 1189 hace incursin Alfonso VIII en Andaluca y toma las fortalezas de Setefilla y

    19. IBN SAHIB AL-SALA. Al-Mann Bil-Imama. traduccin de A. Huici, pp. 228 a 230.

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    Almenara20. El rey de Castilla y su ejrcito utilizaron los pasos naturales de sierra para irrumpir en la campia del Guadalquivir y para ello deban controlar los dos recintos defensivos anteriormente mencionados. Fernando III enva en el ao 1231 una expedicin al frente de su hermano, el infante don Alfonso, por la baja Andaluca, comenzando con un ataque a Crdoba, et llegaron a Palma et tomaronla por fuera, combatindola muy de rezio de todas partes et mataron quantos moros fallaron dentro, que sol uno non dexaron a uida, continuando hasta el Guadalete, donde fue atacado por Ben Hud, al que derrotaron21. Con la conquista de Palma del Ro, Fernando III se asegur el acceso a toda la campia del valle medio del Guadalquivir y un camino seguro hacia Crdoba. El castillo de Almodvar tambin cay en manos de Fernando III, como la mayora de las poblaciones de la campia cordobesa.

    El camino que une Crdoba con Sevilla por el interior de la campia coincide con el trazado de la Va Augusta. Durante el periodo romano rivalizaba con la ruta del valle en la conexin entre ambas ciudades. La unin de dos formas de comunicacin, terrestre y fluvial, permiti complementar el transporte por el Guadalquivir en poca romana y de manera ms dbil en el periodo musulmn. El ro como arteria de comercio de los productos agrcolas de la Btica (aceite, trigo, etc.) y sus minerales

    20. HUICI MIRANDA, A: Historia Poltica del Imperio Almohade, pg. 345.

    21. GONZLEZ, J. Las conquistas de Fernando III en Andaluca, pg. 63, y Primera Crnica General de Espaa, publicada por MENNDEZ PIDAL, R. ao 1955, pg. 725.

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    nos revela la importancia de esta forma de comunicacin22. Posteriormente, en el periodo musulmn, la relevancia de este itinerario se acrecent, siendo uno de los motivos de la creacin de este sistema defensivo23.Este camino estaba expuesto a las crecidas del cercano Guadalquivir, lo que provoc que en siglos posteriores el denominado camino real fuera paulatinamente sustituido por el conocido como camino de Andaluca , que segua el trazado de la antigua Va Augusta y pasaba por cija24. La Va Augusta de la Btica una a las capitales de los cuatro conventos jurdicos de la provincia y comunicaba a sta con Roma, pasando por la Tarraconense y la Narbonense. Constituy, junto con el Baetis, el eje central de la red de comunicaciones de la Btica romana. El itinerario de esta va es el Item ab Hispalis Corduba, sector de la Va Augusta que pona en contacto a Crdoba, Astigi (cija) e Hispalis (Sevilla). En un principio, la red romana tuvo como finalidad prioritaria asegurar el dominio militar de los territorios conquistados. Posteriormente, se ampliaron caminos para desarrollar actividades administrativas y comerciales, dejando un legado de vas y puentes que convierten al imperio romano en el primer gran articulador del territorio.

    22. Sirva como ejemplo los estudios sobre la produccin de nforas y el aceite btico del profesor Jos Remesal Rodrguez, sus investigaciones y las del Centro para el Estudio de la Interdependencia Provincial en la Antigedad Clsica que coordina en la Universidad de Barcelona. http://ceipac.gh.ub.es/. O la obra clsica del profesor PONSICH, M. (1974): Implantation Rurale Antique sur le Bas-Guadalquivir, vol. I, II, III, IV, Madrid, Publications de la Casa de Velzquez.

    23. Como sealan Antonio Arjona Castro y Manuel Nieto Cumplido, esta ruta fue la ms utilizada para unir Crdoba con Sevilla durante la Edad Media. ARJONA CASTRO, A. Andaluca musulmana: estructura poltico administrativa. Crdoba 1980.NIETO CUMPLIDO, M. Islam y cristianismo. Crdoba 1984.

    24. VILLUGA, J: Repertorio de todos los caminos de Espaa. Valencia. 1545.

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    En el devenir de la historia, la antigua Va Augusta continu utilizndose durante el tiempo andalus, recibiendo el nombre de Al-Rasif. Al Hinyari nos dice en su obra Kitab Ar-Rawd Al-Mitar: cija estaba situada en el arrecife (Al-Rasif) camino de comunicacin de mar a mar25. Los trabajos de Claudio Snchez Albornoz han intentado reconstruir los itinerarios seguidos por los ejrcitos de Tarik y Musa durante la conquista de Hispania. Este autor piensa que los musulmanes, en su avance, debieron utilizar las rutas de comunicacin existentes en el momento, que seran prcticamente las mismas que las del imperio romano. Tras la batalla del ro Guadalete, visigodos y musulmanes se enfrentaron en cija, donde Tarik volvi a vencer. Tras esta victoria, los invasores marcharon a Toledo, evitando pasar por Crdoba. Segn Snchez Albornoz, Tarik tomara una ruta que comunicase Astigi (cija) y Cstulo (Linares), para desde all alcanzar el camino de Toledo. En poca moderna, el camino pas a denominarse El Arrecife (palabra derivada del antiguo nombre rabe de Al Rasif) y fue el ms utilizado como ruta principal entre Crdoba y Sevilla26.

    Los caminos secundariosLa mayora de las vas romanas y rabes lograron mantener

    parte de su trazado hasta poca Moderna solapadas dentro de una red caminera ms reciente. Sobre algunas de ellas, se asentaron los nuevos caminos de poca Moderna y Contempornea; como ocurre con la carretera Crdoba- Sevilla por cija, actualmente la A - IV, que sigue el rastro 25. LEVI PROVENAL, E: op. Cit., 1938, texto p. 15, traduccin p. 21.

    26. SNCHEZ ALBORNOZ, C: Itinerario de la conquista de Espaa por los musulmanes. C.H.E., 10, 1948, pp. 21-74.

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    de la Va Augusta. La reutilizacin del trazado de antiguas calzadas permite al investigador buscar en las fuentes de poca Moderna y Contempornea datos que amplan el conocimiento de la red de comunicaciones romanas.

    El Honrado Concejo de la Mesta fue tejiendo una red de caadas ganaderas que avanzaron hacia el sur de la Pennsula a la par que la conquista castellana. La caada ms importante es la Real Soriana, que atraviesa la ciudad de Crdoba y contina por la margen derecha del Guadalquivir pasando por los trminos de Almodvar, Posadas, Hornachuelos y Palma del Ro. Posteriormente, se interna en la provincia de Sevilla por el trmino de Peaflor siguiendo el antiguo camino romano. Tambin podemos observar los caminos secundarios que se organizaban de forma radial desde Palma o Peaflor, hasta los distintos puntos geogrficos, buscando constantemente el enlace con la caada Real Soriana, que suplant el antiguo camino de Crdoba a Sevilla. Como sealan algunos autores, una mezcla de abandono de las autoridades y la incidencia de inundaciones y otros fenmenos naturales influyeron en el paulatino abandono de la va Crdoba y Sevilla por la orilla norte del Guadalquivir.

    Uno de los elementos ms importantes para el buen funcionamiento de una va de comunicacin terrestre lo constituyen los puentes. En el espacio del cauce que vamos a estudiar, el ro grande no posea en poca histrica ningn puente de importancia. Entre las urbes de Crdoba y Sevilla se cruzaba el ro por vados naturales o barcas en determinadas pocas del ao. Uno de los lugares de paso ms utilizados para vadear el ro estaba situado entre Palma del Ro y Peaflor. Desde antiguo era el cruce de la va entre cija y Mrida. En lo que respecta a nuestro trabajo, la va

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    terrestre que estudiamos entre Crdoba y Sevilla cruzaba el cauce de dos afluentes serranos del Guadalquivir de cierta importancia; el Bembzar y el Retortillo. Ambos son atravesados por los puentes que describimos a continuacin.

    El primero de estos ros, que encontramos partiendo desde Crdoba, es el Bembzar. En poca histrica era un importante afluente del Guadalquivir en su curso medio. La estacionalidad caracterstica de estos ros de Sierra Morena converta temporalmente su cauce final en un sitio difcil de vadear. Para ello, se construy un puente en la baja Edad Media en el lugar donde en tiempos anteriores pudo existir algn paso de la va. En el estudio que realizaron el profesor Jos Luis del Pino y Eva Rojas se profundiza en todos los aspectos histricos de este ro, desde la controversia sobre su nombre en poca islmica (Malbaal Mombassar), hasta su papel en la comunicacin entre Crdoba y Sevilla desde tiempos romanos hasta la Edad Contempornea27. En cuanto a los elementos arquitectnicos que servan para cruzar el Bembzar, tenemos dos grandes puentes; el primero, situado aguas abajo de Hornachuelos y que constituye el elemento ms antiguo, siendo colocado cronolgicamente en el periodo musulmn28. Uno de los primeros en describir este puente fue George Bonsor en su Expedicin arqueolgica a lo largo del Guadalquivir, a comienzos del siglo XX. Esta construccin pudo estar situada en uno de los ramales secundarios que enlazaban el camino entre Crdoba y Sevilla, con una senda de sierra hacia Constantina. Posteriormente, este itinerario se convirti en va pecuaria y

    27. DEL PINO J.L; ROJAS, E. Infraestructura viaria y pontonera Medieval en torno al Bembzar. Estudios de historia y de arqueologa medievales XI (1996): Pg. 365 415.

    28. PAVN MALDONADO, B: Tratado de arquitectura hispanomusulmana, pg. 114.

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    en la actualidad se encuentra parcialmente deslindada. Esta va, que evolucion como camino de trasiego de ganado, posee una infraestructura pontonera secundaria que cruza el ro Guadalvacarejo cerca de los molinos del Cambuco, probablemente construido en la Edad Moderna. Este pontn necesita un proyecto de adecentamiento e investigacin para conocer ms datos sobre su origen. Existe otro puente de naturaleza similar en otro afluente del Bembzar, en este caso el Guadalora, cerca de su desembocadura. Este pequeo puente pudo pertenecer a un ramal secundario de la travesa entre Crdoba - Sevilla, que conectaba el valle con el vado de la Gitana en el Retortillo y el camino hacia la Puebla de los Infantes y Constantina. De esta construccin civil desconocemos publicacin alguna y datacin, aunque tiene apariencia de fbrica moderna.

    Durante la Edad Moderna se construy otro puente en la ribera del Bembzar, entre el pueblo de Hornachuelos y el convento de los ngeles, para facilitar el acceso al pueblo y al monasterio franciscano. Este puente, del que se conservan fotografas antiguas, en la actualidad se encuentra bajo las aguas de la presa de Derivacin del Bembzar. (Ver Imagen 5: Puente sobre el ro Bembzar cerca de Hornachuelos; Imagen 6: Puente sobre el ro Guadalora; Imagen 7:

    Puente sobre el ro Guadalvacarejo).

    En lneas anteriores, hemos descrito los elementos que cruzaban el cauce del Bembzar y sus afluentes integrados dentro de una red de caminos de amplio recorrido histrico. A continuacin, vamos a profundizar en un puente que es eje y elemento central en las comunicaciones de la va que estamos analizando. El puente de Moratalla, desde su creacin a principios del siglo XV, posee una clara fbrica medieval. Nudo de la comunicacin entre Crdoba y Sevilla, cruza un ro que en la actualidad tiene un caudal

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    mnimo por el control de los embalses. Posiblemente, en poca histrica tena un cauce mayor con grandes crecidas y una fuerte corriente por el desnivel que trae desde Sierra Morena29. Prueba de este importante caudal de antao es esta obra arquitectnica de primera entidad.

    El puente estaba levantado sobre ocho arcos, de los que en la actualidad slo conserva un par de ellos completos. Adems, contaba con ocho tajamares en los pilares orientados al norte que servan para controlar las avenidas de la corriente que discurre en direccin norte - sur. Singularmente interesante resulta un tajamar terminado en semicrculo, conservado en el tercer pilar que mira al oeste. La tcnica constructiva demuestra un gran dominio de la sillera. Algunos de estos elementos ptreos conservan marcas de cantera tpicamente medievales. Segn nos indican en su artculo Jos Luis Del Pino y Eva Rojas, el puente pudo estar en uso hasta comienzos del siglo XX. En la actualidad, esta gran obra de infraestructura histrica presenta un aspecto de abandono y ha sido totalmente cubierta por la vegetacin de ribera, siendo casi imposible percibir este magnfico elemento arquitectnico30. (Ver Imagen 8: Planta y alzado puente ro Bembzar. Jos Luis del Pino y Eva Rojas; Imagen 9: Marcas de cantera; Imagen 10: Estado actual del puente).

    Una de las principales arterias comerciales de la Btica fue el ro que le daba nombre, en torno al cual se organiz la

    29. DEL PINO J.L; ROJAS, E: Infraestructura viaria y pontonera Medieval en Torno al Bembzar. Estudios de historia y de arqueologa medievales XI (1996): Pg. 365 415.

    30. Como los autores que desarrollan el artculo, considero que es de primera necesidad someter al puente a actuaciones de limpieza de maleza y conservacin que faciliten su observacin y disfrute. Su cercana a los jardines histricos de Moratalla podra suponer un interesante atractivo a sumar a la zona baja del Bembzar.

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    red de comunicaciones terrestres por la que se transportaban las materias primas para su posterior embarque en puertos fluviales. Destaca en este entramado caminero la va Corduba - Hispalis por la margen derecha del Baetis, que cruza el norte del trmino municipal de Palma del Ro. En el trazado de dicha va, se conservan los restos de un puente sobre el ro Retortillo, de fbrica romana, que viene a confirmar la antigedad de esta ruta. Estos restos pasan desapercibidos, al estar situados entre otros dos puentes ms recientes: el de la carretera comarcal A - 431 y el de la lnea frrea Crdoba-Sevilla. Este puente romano est construido a base de sillares de piedra caliza y contaba originariamente con cinco arcos, de los cuales cuatro han desaparecido, conservndose nicamente los restos de las pilas sobre las que stos se apoyaban31.

    La va navegableEl ro Baetis entre Crdoba y Sevilla salva un desnivel

    de unos 90 metros. Por ello, sus aguas fluyen mansamente, contribuyendo a hacer de l uno de los pocos cauces navegables de la pennsula ibrica. La escasa pendiente y el discurrir por una zona de llanura aluvial han originado la formacin de meandros, el desplazamiento de tierras de una orilla a otra y la variacin del curso fluvial.

    El tramo de ro que estudiamos est dividido por la desembocadura del Genil, el mayor afluente del antiguo

    31. MELCHOR GIL, E; LACORT NAVARRO, P: Nuevos vestigios de poca

    romana en el entorno de Palma del Ro (Crdoba). Ariadna, 12, 1993, pp.

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    Certis32. Este tributario tambin fue utilizado para la navegacin, desde la antigedad, con barcas de poco calado. La travesa fluvial hasta Ilipa (Alcal del Ro) no constitua problemas, llegando a soportar el trfico de barcos de mediano tamao. Sin embargo, la ascensin hasta la desembocadura del Singilis (Genil) slo se emprenda en determinadas pocas del ao, pudiendo llegar hasta Crdoba y singularmente hasta Cstulo. El gegrafo griego Estrabn, en el siglo I a.C., nos deja este texto sobre la navegacin en el Guadalquivir.

    Las orillas del Betis son las ms pobladas; el ro puede remontarse navegando hasta una distancia aproximada de dos mil doscientos estadios, desde el mar hasta Crdoba y hasta algo ms arriba. Las tierras estn cultivadas con gran esmero, tanto las ribereas como las de sus breves islas. Adems, para recreo de la vista, la regin presenta arboledas y plantaciones de todas clases, admirablemente cuidadas. Hasta Hspalis, lo que supone cerca de quinientos estadios, pueden subir navos de gran tamao; hasta las ciudades de ms arriba, como Ilipa, slo los pequeos. Para llegar a Crdoba es preciso usar ya de barcas de ribera, hoy hechas de piezas ensambladas, pero que los antiguos las construan de un solo tronco. Ms arriba de Cstulo el ro deja de ser ya navegable33.

    32. Tito Livio en el cambio de era nos da la noticia de que los habitantes del

    pas llamaban Certis al ro Baetis. ABAD CASAL, L: El Guadalquivir, va fluvial

    romana. Sevilla 1975. Pg. 40.

    33. BLAZQUEZ MARTNEZ, J.M: El Guadalquivir, va comercial. Caminera

    Hispnica. Actas del VII Congreso Internacional, Madrid, Ministerio de Fomento

    y Asociacin Internacional de Caminera, 2006, 1-6.

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    La importancia de esta va fluvial necesit de obras para el cuidado del cauce, e incluso lo que algunos autores han defendido como proyectos de mejora de la navegabilidad del ro mediante presas. Durante el imperio romano se lleg a legislar sobre las vas fluviales, equiparndolas a las terrestres, por lo que no se permitan obras junto al ro que fueran perjudiciales para el comercio fluvial. Tambin se instituy la figura de un funcionario estatal, procurator ad ripam Baetis , que se dedicaba al cuidado y mantenimiento del ro34.

    Desde el punto de vista econmico, la red viaria de nuestra provincia estaba fuertemente ligada al Guadalquivir, principal arteria comercial de la Btica. Por esta razn, existi un entramado de caminos paralelos y transversales al ro por el que discurrieron los productos agrcolas y mineros, para llegar a los puntos de embarque existentes en el Baetis. De esta manera, la red caminera sirvi para dar salida hacia las vas fluviales a todas las materias primas y productos obtenidos lejos de los puntos de embarque. Hemos de tener en cuenta que el transporte fluvial y martimo era ms rpido que el terrestre y permita desplazar en un viaje gran cantidad de mercancas, lo que repercuta en un abaratamiento de los costes originados por el acarreo de las mercaderas.

    El curso del ro Guadalquivir comprendido entre Villa del Ro y Palma del Ro slo fue cruzado por los puentes de Crdoba y Alcolea. La va Astigi Emerita, en el tramo Astigi-Celti (Peaflor), tuvo que afrontar el cruce del Baetis sin la existencia de puentes, por lo que debieron recurrir a un sistema de barcas de pasaje o al uso de vados naturales.

    34. CHIC GARCA, G: La navegacin fluvial en poca romana. Revista de Arqueologa. Nm. 142. 1993. Pg. 28-39

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    El ro Genil era una entrada natural hacia la campia de Sevilla. Plinio nos informa que era navegable hasta Astigi. En sus orillas existen abundantes restos de alfares (figlinae), dedicadas a la fabricacin de nforas globulares hispnicas.

    La evolucin histrica nos lleva al periodo islmico, donde la importancia del cauce fluvial contina siendo grande. Aunque menos utilizado desde el punto de vista econmico, el valor estratgico del curso del Wadi al Quivir es central en la configuracin de la geopoltica de Al Andalus. El gegrafo andalus Al Udri jalona los principales ncleos habitados a orillas del ro entre Crdoba y Sevilla:

    De Sevilla a Crdoba hay tres jornadas. Y hay tres caminos: el de Al - Zambuyar, el de Lora y el del ro. El camino de al-Zambuyar parte de Sevilla a Manzil Aban; luego a Marlis; despus a la fortaleza de Alcolea y all est la estacin (o manzil). Caminando desde Marlis a Alcolea se divisa la fortaleza de Cantillana, a la izquierda. La estacin de Alcolea est en la ribera del ro grande (Guadalquivir) y se cruza h a s t a ella por barco. Desde el Castillo de Alcolea hasta Gayran, al Castillo de Lora que dista del camino como un tiro de f lecha. A la derecha del caminante hay una gran fortaleza construida a la or i l la del Guadalquivir. De Coria a la aldea de Sadif, a la derecha, sobre un monte alto hay un castillo fortificado; este castillo fortaleza se llama Setefilla y es asilo de los bereberes desde tiempo atrs, de Sadif al Castillo de Melbal, que est junto al ro del mismo nombre, que es el ro de la ciudad de Hornachuelos hay doce millas. Desde el puente hasta la aldea de Susibill, que es una aldea grande a orillas del ro de Crdoba, llamado Guadalquivir; desde all hasta el castillo de Moratalla a Al-Janadiq y al castillo

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    de Almodvar; luego a al-Sawani y despus a Crdoba que es la estacin. Entre Sevilla y Crdoba hay ochenta millas por este Camino. Desde el castillo de Hornachuelos, que ya lo hemos mencionado, a Hornachuelos, hay doce millas. Es una ciudad fortificada con muchos huertos y rboles. En sus alrededores tiene minas de plata, en un lugar que se conoce por El Prado. De ella al castillo de Constantina del hierro hay doce millas. Es ste un castillo grande y poblado. En sus montes hay excelentes minas de hierro acreditadas por su bondad. Muchas de ella abastecen a la totalidad de las regiones de Al Andalus. Cerca de l est el castillo de Firrish. Hay en l una gigantesca cantera de mrmol. Dicho mrmol es el mejor veteado, el ms blanco y ms hermoso en cuanto a su superficie, y el de mayor dureza. Desde este castillo a Gibralen hay tres jornadas nada duras.

    Quien quiera ir tambin a Crdoba desde Sevilla, tomar las embarcaciones e ir embarcado por el ro hasta los molinos de Darada, en un recodo de la estacin de Abn, hacia Cantillana, a Lora, al castillo Al Yarf, Susubil, hasta encontrarse con el ro Malbal (por Hornachuelos), el castillo de Almodvar, el ro de la manzana, los molinos de Nasih y Crdoba que es la capital del pas de Al Andalus35.

    Al Udri tambin describe el camino de Crdoba a Sevilla que pasaba por Shant Turrush, cuyo emplazamiento se desconoce, aunque algunos autores lo sitan en el castillo de La Monclova36:

    El camino de Crdoba a Sevilla: de Crdoba hasta

    35. GALVEZ VAZQUEZ, M. E: Chorografia Hispalense. Historia. Instituciones. Documentos. N 9, 1982. Universidad de Sevilla. Pgs. 113 134.

    36. ORDEZ AGULLA S.M, MRQUEZ PREZ J., GARCA-DILS DE LA VEGA S.: Sistemas de informacin geogrfica aplicados al territorio de cija. 3 Congresso de Arqueologa Peninsular. 1999. pgs.85-114.

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    Almudawar Al-Adna (Almodvar del ro) una etapa de camino; desde ella hasta Ambassar (Bembzar) otra etapa; y desde sta hasta Shant Turrush otra distancia igual (Sakat). Desde sta hasta Qarya Bassayr otra etapa (sakat); desde ella hasta Manzil Aban otra etapa y de aqu a Madina Sevilla otra etapa (sakat).

    Por el camino de las caravanas (al-Rifaq): De Crdoba hasta Almudawar al-Sadif una parada (mahalla); desde sta a Qarmuna otra y desde Carmona a Sevilla otra etapa (Mahalla): en total 90 millas37.

    Un poco antes de estas referencias, existe un texto del cordobs Ibn Hayyan donde cita los lugares del Al Mudawar Al Sadif (Peaflor) y Shant Filla (Setefilla).

    Y sali de Crdoba de noche con sus compaeros y viajaron toda la noche, llegando al amanecer al castillo de Shant Fila (Setefilla), que es vecino de Al-Mudawar Al Sadif y en el Ibn Layt Al-Arif. Al solicitar hospedaje, ste lo recibi con marcada deferencia. Coincidi que la casa del bereber Tamanshaka, que resida cerca del lugar, se hallaban los hermanos de Ibn Glib38.

    El gegrafo ceut Al Idrisi nos seala que el trayecto desde Sevilla a Crdoba se poda realizar mediante dos modalidades39. Por ruta terrestre va describiendo los distintos lugares, tomando como referencia de comienzo Lora del Ro, y cita las estaciones, que son las siguientes:

    De Lora se va a la alcara de Sadif (en el uns al muhay esta ruta es: de lora a Wadi sad, y de all a la alquera de 37. AL-UDRI. Fragmentos geogrficos... pp. 108 y 109 del texto rabe.

    38. IBN HAYYN. Al - Muqtabis, Antua, p. 84.

    39. AL IDRISI. Descripcin de frica y Espaa

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    Sadif) a la izquierda del viajero y sobre una alta montaa, existe un hisn fuerte y qal a fortificada que se llama Sant Fila (Setefilla), que pertenece desde tiempo antiguo a los bereberes; De Sadif se va a la qala M.l.bal (nombre que los traductores de la obra Idrisi transcriben Melbal, en el Uns al-Muhay este ltimo topnimo se cita en la forma de Qantarat Wadi Malabal, puente sobre el Retortillo que es la traduccin correcta ) que se alza sobre al Nahr M.l.bal, que es el ro de la ciudad de Hornachuelos; Desde este puente hasta la ciudad de Hornachuelos hay 12 millas ( en el uns al muhay la ruta es: del puente del ro M.l.bal ( Qantarat Wadi M.l.bal ) a la alquera de susabil ), y del puente se va a la alcara grande sobre el ro de Crdoba llamado an Nahr al Kabir ( susabil en las cercanas de Ochavillo del Ro, en la orilla norte del Guadalquivir ) . De aqu se va al hisn o castillo de Murad, donde est la mansin (murad se ha identificado con la actual demarcacin de Moratalla en Hornachuelos). Despus se va a Al Janadiq los barrancos , este punto tiene que ubicarse en la situacin de la actual poblacin de Posadas y ante este nombre actual, pudo existir cierta controversia al poderse interpretar en el texto rabe como Al Fanadig las posadas de grafa parecida. De aqu se llega al hisn de Al Mudawwar (Almodvar del ro).

    De la ruta del ro (tariq al wadi) entre Crdoba y Sevilla queda el siguiente itinerario:

    De Sevilla a al -rawabit; a M.Z.L YAN ; a Marlis ; a Tocina; a Al matabin; a Alcolea del Ro a Algarn; al castillo de Lora del Ro ; a Wadi Sad ( Guadalbacar)

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    , a la alquera de Sadif, al puente del ro malabal ( qantara wadi malabal ) ; a la alquera de Susabil en la orilla del ro; al castillo de Moratalla donde est el parador ( manzil ) hay treinta y dos millas. Del castillo de Moratalla a Al Janadiq al castillo de Almodvar; a Al Sawaqui; a Guadarromn; al castillo de Al Zahra (hins Al Zahra); a crdoba de Al Zahara; el conjunto de esta jornadas es de veinticinco millas. La suma de distancias de esta ruta es de ochenta millas;

    Durante el periodo musulmn, la navegacin por este tramo del ro Guadalquivir no fue tan importante como en el tiempo romano. Los antiguos centros donde se envasaban y embarcaban nforas para el comercio del aceite btico, entraron en desuso en el bajo imperio. Aunque durante la poca andalus la actividad en barcas continu siendo usual, constituy un uso marcadamente menor. El ro, ahora, transportaba maderas y haba sido dedicado a usos relacionados con la molienda y transformacin de rendimientos agrarios mediante molinos. Las mltiples aceas, azudas, represas, canales e infraestructuras hidrulicas musulmanas tambin dificultaron la navegabilidad del ro. Los mejores testimonios de los usos fluviales de transporte los tenemos constatados en el periodo cristiano40. En la baja Edad Media, como seala el profesor Ricardo Crdoba de la Llave, el tramo del Guadalquivir medio era una arteria habitual para el trfico de distintas

    40. CRDOBA DE LA LLAVE, R: Comunicaciones, transportes y albergues en

    el reino de Crdoba a fines de la Edad Media. Pg. 90. Historia, instituciones,

    documentos. N 22. 1995.

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    mercancas41. Existen testimonios que hablan de este comercio entre ambas ciudades mediante barcas42. Adems de los usos reseados, la pesca era tambin una forma de obtener recursos del ro, de la que tambin existe prueba documental43.

    41. CRDOBA DE LA LLAVE, R: Comunicaciones, transportes y albergues

    en el reino de Crdoba a fines de la Edad Media. Pg. 101 - 103. Historia,

    instituciones, documentos. N 22. 1995.

    42. En el Archivo Histrico Municipal de Crdoba tenemos ejemplos de

    este tipo de referencias. AH-08.02.01 Signatura: C -0292-001 / AH 08.02.01

    Signatura: C -0292-018.

    43. AGS RGS, LEG, 149002,138. Iniciativa a Alonso Snchez, alcalde del agua

    de la villa de Peaflor, a peticin de Diego Ruiz, sobre el arrendamiento

    de una pesquera, cerradura y canal que l y su padre tomaron de Luis de

    Puertocarrero, en el ro Guadalquivir, trmino de la villa de Palma. Adems,

    existe en la muralla de Palma del Ro una escena de pesca esgrafiada en el

    interior del torren sur del recinto amurallado, posiblemente marina, pero

    tambin puede ser reflejo de esta actividad de ro.

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    ELEMENTOS FORTIFICADOS DEL VALLE DEL GUADALQUIVIR

    Los lmites geogrficos que nos hemos impuesto han tenido como vrtices, en el extremo este, el castillo de Almodvar. En la orilla meridional del Guadalquivir, el espacio fortificado constituido por el recinto amurallado y el castillo de Palma del Ro. Por el lmite norte, tenemos dos puntos de referencia, el castillo de La Armada y el poblado fortificado de Mosqueros. Para finalizar, en el extremo oeste nos marcamos como lmite el castillo de Setefilla. A continuacin, describiremos los elementos fortificados que componen esta organizacin defensiva del territorio.

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    Castillo de Almodvar del RoEl castillo de la Floresta marca uno de los lmites de este

    trabajo. Por ello, no nos vamos a detener con la minuciosidad que merece este elemento fortificado que se levanta como gran centro de control del valle medio del Guadalquivir. La obra ms amplia y de referencia desde la perspectiva histrica y arqueolgica del fortn de La Floresta, la ha realizado el profesor Francisco Garca del Junco44.

    En este baluarte tenemos un punto de control excepcional de todo el valle, en conexin directa con otros testigos defensivos de la zona de Crdoba, Sierra Morena y la campia. Adems, su posicin elevada junto al ro Guadalquivir sirve para controlar el trnsito por sus aguas. El vnculo con las elevaciones de su entorno es central. El lugar en el que se asienta este castillo es una elevacin adelantada de Sierra Morena. Por ello, guarda relacin con el control de las vas de acceso al valle, como otros elementos fortificados que desarrollaremos en este libro. La versatilidad e importancia que tiene la posicin de este castillo lo coloca como uno de los principales espacios defensivos de Andaluca.

    La fortaleza se sita a unos 250 metros de altura, en las inmediaciones del camino de Crdoba a Sevilla, y es el primer elemento fortificado que encontramos directamente relacionado con esta senda. Previamente, a las afueras de Crdoba y en las cercanas de esta va se emplaz la ciudad fortificada de Medina Azahara, de existencia efmera, y el castillo de la Albaida. Ambas construcciones tambin tenan relacin visual y de control del espacio con Almodvar. El

    44. GARCA DEL JUNCO, F: lectura arqueolgica y proceso de restauracin de una fortaleza medieval. El castillo de Almodvar del Ro, Crdoba. (siglos VIII XX). Servicio de publicaciones de la Universidad de Navarra.

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    lugar arqueolgico que acoge el castillo es ocupado desde antiguo, siendo durante periodo romano donde la antigua Carbula nos da las primeras muestras importantes de cultura material. Posteriormente, en el Medievo andalus recibe el nombre de Al Mudawwar, que significa el redondo, relacionando este apelativo con la forma del cerro otero que acoge al castillo. Durante el siglo XI se le aade el nombre de Al Adna, el cercanopara diferenciar esta poblacin de la otra Al Mudawar, Al Sadif , (Peaflor).

    La estratgica posicin de la fortaleza de Almodvar la hizo prcticamente inexpugnable, de hecho nunca fue conquistado por las armas. Desde este privilegiado lugar a orillas del ro grande se domina gran parte del medio Guadalquivir, las primeras estribaciones de Sierra Morena y la campia. Este punto se puede observar desde varios kilmetros a la redonda y constituye un jaln paisajstico de primer orden. Este castillo controlaba la navegacin por el Guadalquivir, el trasiego de mercancas por el camino de Crdoba a Sevilla, adems de los movimientos por la orilla sur del ro y sus conexiones con la campia. Tampoco podemos olvidar que est situado en un cerro adelantado de Sierra Morena y cerca de l discurre el ro Guadiato, conexin natural con el valle de los Pedroches.

    El castillo de Almodvar est relacionado visualmente con casi todas las fortalezas, torres y atalayas de su entorno. Entre ellas, encontramos la torre de la Casilla del Aire, el castillo de la Albaida, Torrerboles, el castillo del Vacar, el castillo de Alcolea, el castillo de Hornachuelos, la muralla de Palma del Ro y el castillo de Moratalla. Tambin tena conexin con los centros de poder poltico en poca musulmana: las ciudades-palacio de Madinat Al-Zahra, Madinat Al-Zahira y las grandes almunias fortificadas de Alamiriya y Al-Ruzafa.

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    Cuando observamos la distribucin interna de una fortificacin, normalmente se organiza desde el ncleo ubicado en la plaza de armas y a su alrededor se van distribuyendo muros, torres y otros elementos defensivos. En el caso de Almodvar, este espacio central est blindado por murallas y torres. Adems, constituye el lugar de socializacin de la fortaleza con construcciones para alojar la tropa y a los refugiados en tiempo de guerra. Tambin posee una capilla y restos de antiguas edificaciones. Por estos motivos, es el espacio que ha sufrido ms alteraciones durante la historia del castillo.

    Alrededor de la zona central que acoga distintas dependencias, se levantaban los muros y las torres. La ms imponente es la del homenaje y desde sta, van rodeando todo el castillo la torre Pequea, el torren del Moro, la torre Cuadrada, la torre Redonda, la torre de la Escuela, la torre de la Escucha, la torre de las Campanas, o de la Miga, y la torre de la Ceniza.

    La torre del homenaje es uno de los elementos ms caractersticos de esta fortificacin, al convertirse en un bastin defensivo dentro del castillo. Esta atalaya monumental posee una altura de 33 metros y planta cuadrada. Construida en la reforma del siglo XIV, tiene tres alturas: el piso inferior acoge la mazmorra, el intermedio es una sala octogonal y el superior, a diferencia de las dos estancias anteriores de planta octogonal, tiene una planta cuadrada. En esta habitacin perduran restos de pinturas mudjares en algunos de sus muros. La importancia de esa ltima sala, como espacio de representacin y lugar donde se realizaba la ceremonia feudal del homenaje da nombre a la torre.

    La ornamentacin de esta importante habitacin se completa con ocho mnsulas de decoracin vegetal, en

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    conexin con la bveda. La cubierta est realizada sobre pechinas de herradura y los cascos, separados por nervios, estn decorados con labores lobuladas. En el acceso a esta torre podemos observar el escudo de Castilla y Len labrado en la piedra, y decoraciones de tallos estilizados de influencia mudjar.

    El siguiente torren en direccin norte recibe el nombre de torre Pequea y tambin est situada cronolgicamente en el siglo XIV. Est posicionada junto a la puerta del castillo, para proteger y controlar el acceso al interior de la fortaleza. En la actualidad, se puede observar una gran puerta de entrada de bronce y un escudo sobre el arco, ambos realizados en la restauracin de principios del siglo XX.

    El torren del Moro procura la defensa exterior del recinto, adems de la vigilancia interna. Posee un espacio para acoger a la guardia, y el apelativo que recibe est unido con el diseo de los huecos exteriores en forma de arco de herradura relacionados con la cultura rabe.

    La torre Cuadrada tambin posee decoracin de la baja Edad Media de influencia mudjar. La planta superior conserva una bveda de sillarejo sostenida sobre trompas.

    De la torre Redonda tenemos que sealar su importante complejidad arquitectnica, que la diferencia del resto. Su cuerpo es cilndrico, mientras que todas las dems lo tienen prismtico. Sin embargo, su planta es cuadrada. Por ello, tiene una forma en la base y otra distinta en su alzado. Esta singularidad, tambin est relacionada con una cronologa anterior, posiblemente del periodo califal.

    Tras la torre del Homenaje, la torre de la Escuela es la ms grande de todo el permetro defensivo. Desde su

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    posicin se controla tanto la campia como el pie de Sierra Morena. Posee una altura de 27 metros y su planta es cuadrada. Estara situada cronolgicamente en el siglo XIV. Organizada en dos pisos, fue restaurada a principios de siglo XX dotndola de grandes ventanas decoradas con elementos de mobiliario de influencia mudjar. El nombre procede de una curiosa deriva histrica, pues en 1513 se entrega el castillo al maestre de la orden de Calatrava y se comienza a llamar del maestre. Posteriormente, el pueblo la llama del maestro, y finalmente recibe el nombre de la Escuela que ha llegado a nuestros das.

    Pasamos de la segunda gran torre del castillo a la ms pequea, denominada de la Escucha y situada en el noroeste. La utilidad de vigilancia y control de los terrenos circundantes dan nombre a este torren construido en el periodo Almohade del siglo XII. Tambin se diferencia de la anterior en el aspecto de la restauracin, pues en ella apenas se intervino en dichos trabajos de remodelacin.

    La torre denominada de las Campanas, o de la Miga, guarda el extremo oeste del patio de armas. Posee un interesante balcn orientado al sur con tracera neo gtica. Los paramentos conservados tienen relacin con otras partes de la fortaleza levantadas en el siglo XIV.

    La ltima torre que vamos a describir es la llamada de la Ceniza porque sus cimientos fueron encontrados bajo los escombros de las ruinas el primer da de cuaresma de 1902. Su orientacin suroeste seala la zona que buscaba controlar y defender. Al ser la torre peor conservada del recinto, no se tena informacin sobre su altura o aspecto. Por ello, se decidi reconstruir hasta la altura del adarve.

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    Tras describir los puntos fuertes de la defensa materializados en las torres, nos centramos en las murallas. En el castillo existen tramos donde encontramos una lnea de muralla, dos e incluso tres, con una altura variable. La cronologa de construccin y los materiales empleados son distintos en cada tramo. Adems, su planta se adapta a la perfeccin a la plataforma natural donde se asienta el castillo.

    El castillo de Almodvar tambin cuenta con un antemuro que rodea el recinto principal. Se construy en dos fases distintas; la primera va desde la torre de la Miga a la torre Cuadrada, en direccin noroeste. Por su acabado y materiales, esta tapia es ms consistente que la segunda fase constructiva situada en la parte norte del espacio defensivo. La colocacin de los sillares a soga y tizn, buscando una slida unin, fue alterada por el paso del tiempo y es una de las partes que sufri ms perdidas de todo el castillo.

    Tras describir el permetro exterior, nos centraremos en los elementos interiores del castillo. Una de las principales tareas de los constructores de estos fortines pretenda asegurar el abastecimiento de agua de la fortaleza en caso de asedio. Esta bsqueda de autarqua hdrica hizo que se construyeran dos aljibes, uno en la plaza de armas y otro a mayor altura frente al revolcadero.

    El aljibe no era la nica construccin subterrnea del castillo; el de Almodvar cuenta adems con varias galeras abovedadas, poternas, pasadizos y una mazmorra. Alrededor de estas construcciones se han levantado leyendas sobre tesoros y entradas secretas. El tipo de acceso disimulado, llamado poterna, tiene en La Floresta un interesante ejemplo oculto en uno de los extremos del antemuro que rodea la torre de las Campanas.

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    En cuanto a los pasadizos interiores del castillo, existe uno que enlaza la torre Cuadrada y la Redonda. Este serva para ir desde el patio de armas a la liza, sin tener que rodear las murallas. Esta gran sala subterrnea contaba con una bveda y naca desde la planta baja de la torre Redonda, cuyo acceso ha sido modificado. Gracias a este tnel, se comunicaban dos lugares distantes del mismo castillo.

    El otro pasadizo se esconde en la muralla orientada hacia la campia, tras la casa neogtica. En el adarve se encuentra un acceso de apenas 45 x 45 cm, cubierto en la actualidad por una tapa de hierro. Aqu podemos encontrar el inicio de un pozo de descenso de 7.50 metros de profundidad, que conduce a una galera inclinada en direccin al Guadalquivir. Esta oquedad artificial del terreno serva de camino de evacuacin en caso de peligro o contienda.

    Existe otra galera en la muralla sur que no tiene paralelo en otros castillos europeos. Con una longitud de unos veinte metros, discurre por el interior de la muralla, haciendo que sta sea hueca en gran parte, al esconder en su interior esta galera abovedada. Del periodo musulmn, se conservan otros subterrneos de enorme altura que poseen techumbres abovedadas y permitan la salida desde el interior del castillo a la entrada.

    Finalmente, la mazmorra est situada en la parte inferior de la torre del Homenaje, fortaleza en s misma y espacio separado dentro del castillo. Con un nico acceso circular de siete metros de altura, hace imposible la salida sin ayuda del exterior. Est construida con gruesos muros que oscilan entre los 2.40 metros y los 3.50 metros. Adems de soportar los pisos superiores, sus muros resistieron el impacto de un caonazo en su cara norte durante la guerra civil45.

    45. GARCIA DEL JUNCO, F: Los subterrneos del castillo de Almodvar del Ro (Crdoba). Actas del IV congreso de castellologa, pgs. 537 554. Madrid, 2012.

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    Todo el conjunto defensivo posee una interesante coleccin de marcas de cantera que deben ser protegidas y valoradas. En esta labor de investigacin y catalogacin est desarrollando su trabajo la historiadora Dolores Casado Gutirrez.

    El lugar preeminente que posee esta fortaleza suscit las apetencias del poder en distintos momentos histricos. Las primeras referencias a la importancia militar de este lugar nos llegan desde el ao 741, cuando el califa de Damasco nombra emir a Abd al Malik Ben Qatan, que ser el primer seor de Almodvar. Un tiempo despus, en el ao 759 este lugar sirvi de refugio al ltimo gobernador del emirato dependiente de Crdoba, llamado Al Fihr, derrotado finalmente por Abd Al Rahman I.

    Diez aos ms tarde, entre los fortines de Almodvar y Murat (Moratalla) se produjo la batalla de Munbassar (Ro Bembzar). En esta contienda se enfrentaron Abd al Rahman I y su primo Abd Al Malik contra la rebelin comandada por Abd Gafir al Yaman, que avanzaba por el camino del valle desde Sevilla. La derrota del rebelde le fue comunicada en este castillo a Abd Al Rahman, donde le llevaron las cabezas de varios insurgentes. Durante el gobierno del califa Abd Al Rahman III, se realizaron obras de ampliacin de la fortaleza.

    La constante conflictividad interna de los territorios andaluses convirti este castillo en la plaza fuerte del califato cordobs. En el siglo XI ocupar un papel importante en las guerras civiles (fitna) entre musulmanes. Durante las primeras taifas, el castillo oscil entre la taifa cordobesa y la dependencia de la taifa de Carmona, dirigida por Banu Birzal. Posteriormente estuvo bajo la rbita del rey de Toledo Ibn Dinnun, que lleg a utilizarlo como residencia. Finalmente pas a depender de la taifa sevillana,

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    pues Al Mutamid lo control hasta 1090.Tras someter a los reinos de taifas y reinar en Crdoba, Yusuf ben Tachfin se enseore del castillo, simbolizando la entrada de estos territorios en el imperio Almorvide.

    La posicin de esta fortaleza como guarda del acceso a la capital del poder andalus desde Sevilla, nos ha legado varias alusiones. El almeriense Al Udri, durante el siglo XI, seala que desde Crdoba hasta Almodvar hay una jornada de camino. Posteriormente Al Idrisi lo toma como referencia y es uno de los primeros lugares mencionados para describir el camino de Crdoba a Sevilla.

    No podemos olvidar que el cinturn defensivo de la capital cordobesa estaba formado por castillos bien organizados y localizados estratgicamente. Estas fortalezas se encontraban a poca distancia de la urbe, rodendola y protegindola. La de Almodvar era una de las principales. Aunque los castillos del Vacar y de Kant-Hisn (Alcolea) estaban estratgicamente ubicados, sus elementos y su construccin eran considerablemente inferiores. La potencia y firmeza del castillo de la Floresta era superior al resto de castillos de la provincia y uno de los ms fuertes del sur peninsular.

    Durante los ltimos aos del control musulmn del valle del Guadalquivir, en una de las luchas civiles que desangraban el reino Almohade, Al Bayyas de Baeza se coron rey, engrandeciendo este castillo y firmando pactos con el rey castellano. Los almohades cordobeses lo persiguieron, y derrotado busc refugio en este castillo, donde fue asesinado por su propio visir.

    Cuatro aos despus de la conquista de Crdoba, Fernando III toma posesin del castillo. Posiblemente el edificio se encontraba en proceso de ruina y abandonado. Por ello,

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    durante el siglo XIV sufri una gran reforma y ampliacin. Durante ese siglo, la fortaleza fue donada a la ciudad de Crdoba. A pesar de los problemas de conservacin, la actividad defensiva de este enclave no decae, y en el ao 1275, es sitiado por tropas musulmanas. Las crnicas sealan que los Benimerines, al mando de 5.000 jinetes, atacaron el castillo de Almodvar en su razzia por el valle del Guadalquivir. A pesar d