calendarios mayas

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Un breve acercamiento a los calendarios mayas

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Page 1: Calendarios Mayas
Page 2: Calendarios Mayas

Consejo Nacional para la Cultura y las Artes PRESIDENTE

Editorial Raíces, S.A. de C.V. PRESIDENTE

Sergio Autrey Maza

DIRECTORA GENERAL

Consuelo Sáizar

Instituto Nacional de Antropología e Historia DIRECTOR GENERAL María Nieves Noriega de Autrey

Alfonso de Maria y Campos

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EDITOR

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María Nieves Noriega de Autrey

Enrique Vela

Miguel Autrey Noriega

Rogelio Vergara

Fernando Montes de Oca

Daniel Diaz

José Cabezas Herrera

José Luis Alonso, Martín Yáñez Chirino

Samara Velázquez

El isa Ramírez

Ana Cecilia Espinoza

Vicente Salazar

Boris de Swan, Rafael Doniz, Marco Antonio Pacheco,Jorge Pérez de Lara, Oliver Santana, Bob

Schalkwijk,Agustin Uzárraga

Sergio Autrey Maza, Ann Cyphers, Pablo Escalante Gonzalbo, Bernardo García Martinez,

Roberto García Moll, Leonardo López Luján, Eduardo Matos Moctezuma, Maria Nieves

Noriega, José Emilio Pacheco, Nelly M. Robles García, Maria Teresa Uriarte Castañeda,

Gabriela Uruñuela Ladrón de Guevara

Anthony Andrews,Alfredo Barrera Rubio, Claude-F. Baudez, Beatriz Braniff,Johanna Broda,

Robert Cobean, Ma. José Con, Ángel García Cook, Norberto González, Rebecca González

Lauck, Nikolai Grübe, Peter Jiménez,Thomas Lee.Alfredo LópezAustin, Luis Alberto López

W., Linda Manzanilla, Simon Martin, Lorena Mirambell, Dominique Michelet, Mary E. Miller,

Carlos Navarrete,Xavier Noguez, Ponciano Ortiz,Jeffrey R. Parsons, Hans Prem, Rosa Rey na

Robles, Maricarmen Serra Puche, Peter Schmidt, Otto Schondube, Ronald Spores, Barbara

Stark, David S. Stuart. George E. Stuart, Philip Weigand, Marcus Winter

Joaquín Garcia-Bárcena, Alejandro Martínez Muriel, Alba Guadalupe Mastache Flores, Enrique Nalda

Editorial Raíces, S.A. de C. V. ADMINISTRACIÓN Ma. Emilia Lombana

VENTAS Gerardo Ramirez

AslSTENTE DE LA DIRECCIÓN GENERAL Ana Lilia lbarra

CIRCULACIÓN

REPRESENTANTE LEGAL

INFORMACIÓN, VENTAS

Y SUSCRIPCIONES

CORRESPONDENCIA

Maria Eugenia Jiménez.Jesús M. Govela

Angelina Cué

Tel. 5557-5004, Exts. 5 l 20Y 2061, O 1800-4724237

[email protected] Editorial Raíces, Rodolfo Gaona 86.

Col. Lomas de Sotelo, Del. Miguel Hidalgo, C. P. 1 1200,

México, D.F.. Tel. 5557-5004,

Fax 5557-5078 y 5557-5004, Ext. 5163

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© Arqueología Mexicana es una publicación bimestral editada y publicada por Edi torial Raices J Instituto Nacional de Antropología e Historia. Editora responsable: María Nieves

No riega BlancoVigil. Certificado de licitud de Título núm. 7593, Certificado de licitud de Contenido núm. S 123.expedidos en la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas de la Secretaria de Gobernación. Registro postal núm. PP 09-01 51,autorizado por Sepomex. Registro núm. 2626 de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana. Reserva

de uso de título nüm. 1938·93. ISSN O l 88·8218.Preprensa e impresión: Offset Multicolor, S.A. de CV., Calzada de la Viga l 332,C.P.09430, México. D.F .. tel.5633· I 182.Discribución en el Distrito federal: Unión de Voceadores y Expendedores de! D.F. , Despacho Guillermo BenítetVelasco.Av. More los 76, Col.Juárez. México, D.F.. C.P. 06200, tel. 5703· I 00 t .Distribución en los escodas y locales cerrados: INTERMEX,S.A. DE C.V. Lucio Blanco ·435, Col. San Juan Tlihuaca.Azcapoualco. México, D.F.. C.P. 02400. La presentación y disposición en conjunto y de cada página de Arqueologia Mexicana son propiedad del editor. Derechos Reservados © EDITORIAL RAfCES. S.A. DE C.V./ INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA

Queda prohibida la reproducción parcial o total, directa o Indirecta, por cualquier medio o procedimiento, del contenido de la presente obra, sin contar con la autorización previa, expresa y por escrito del editor, en términos de la legislación autoral y, en su caso, de los tratados internacionales a plicables, la persona que infrinja esta disposición, se hará acreedora a las sanciones correspondientes.

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1 ¡ J Circulaci6ncertJficadapoJel iv'm= Insti tuto Verificador de Medios ................ ~ RegistroNo. 087 / 18

REVISTA BIMESTRAL

Noviembre-diciembre de 2012 Volumen XIX, número 118

PORTADA: Las influencias de la Estrella

Grande o Venus. Códice de Dresde, p. 50. REPROGRAFIA: MARCO ANTONIO PACHECO I RAICES

SECCIONES

6

8

14

16

88

Cartas

Noticias

Reseñas

DOCUMENTO Rueda Calendárica No. 5 de Veytia Xavier Noguez

MENTIRAS Y VERDADES ¿Se acabará el mundo en el año 20 l 2, según los presagios mayas? Eduardo Matas Moctezuma

Page 3: Calendarios Mayas

DOSIER

22 Los calendarios mayas. Una introducción general Carlos Pallón Gaya/ Lo que llamamos " calendario maya" representa

en realidad un amplio sistema calendárico,

compuesto de un conjunto de ciclos distintos

aunque íntimamente entrelazados, cada

uno con sus propios propósitos rituales,

astronómicos, agrícolas o de otro orden.

30 La cuenta larga y la máquina del tiempo Guillermo Berna/ Romero En estas páginas se hablará del " calendario

maya", no como una asignación de origen de

dicho elemento cu ltural, sino como el resultado

histórico de la asimi lación y desarrollo que los

mayas hicieron de él.

38 Los ciclos lunares y el calendario maya Stanis/aw lwaniszewski D urante el Clásico los mayas emplearon un

complejo sistema de contar los meses lunares

asociado a las fechas escritas en la llamada

cuenta larga.

43 Mayapán y el tránsito de Venus de 20 12 jesús Galindo Trejo Los mayas fueron minuciosos observadores del

firmamento y mostraron gran maestría en el

registro del tiempo.

46 Orientaciones en la arquitectura maya. Astronomía, calendario y agricultura Pedro Francisco Sánchez Nava, /van Sprajc Es sabido que los templos, palacios y demás

edificios impor tantes que construyeron los

mayas y otros pueblos mesoamericanos fueron

regularmente orientados hacia las salidas y puestas de algunos astros, ante todo del Sol.

www.arqueomex.com

56 El tiempo mít ico en los códices mayas Gabriel/e Vail Los códices mayas contienen importante

información sobre los rituales, la astronomía

y la adivinación.Abordamos ahora un nuevo

nivel de significado, que vincula el mundo maya

del Posclásico con las hazañas y proezas de

divinidades y seres sobrenaturales.

ARQUEOLOGÍA

18 Más reliquias teotihuacanas en ofrendas de Tenochtitlan Leonardo Lopez Luján,

71

Amaranto Argüe/les, Saburo Sugiyama Recientes descubrimientos del Proyecto

Templo Mayor confirman el gran interés

que los mexicas tuvieron por las ruinas de

Teotihuacan y por recuperar la cultura material

de esta civilización del pasado por medio de la

imitación y la reutilización de sus antigüedades.

lxcateopan. Un sitio tributario de la Triple A lianza Raúl Barrera Rodríguez Los trabajos realizados en lxcateopan son

uno de los ejemplos más sobresalientes de la

arqueología en Guerrero, pues han permitido

profundizar y enriquecer el conocimiento de

la dinámica cultural que en el Posclásico Tardío

aconteció en la región norte de la entidad.

64 Nemontemi, "días baldíos". Abismos periódicos del tiempo indígena Patrie Johansson K Los días nemontemi no " contaban" (itech pohui)

desde una perspectiva astrológica, pero sí se

contaban (tlapohua) en términos de cómputo

calendárico, lo que generaba un desfase.

ANTROPOLOGÍA

78 El huexólotl y totolin, alimento sagrado en Tetelcingo, Morelos Edith Yesenta Peña Sánchez,

84

Alfredo Paulo Maya La domesticación del guajolote permitió

no sólo su crianza y el abastecimiento de

carne, plumas y huesos, sino que además se le

otorgó un lugar simbólico en la cosmovisión

de los diversos pueblos indígenas.

EXPOSICIÓN

"Oro: arte prehispánico de Colombia" Frida Montes de Oca Fiol

Page 4: Calendarios Mayas

DOSIER

Los calendarios mayas Una introducción general

CARLOS PALLAN GAYOL

Lo que llamamos "calendario maya" representa en realidad un amplio sistema calendárico,

compuesto de un conjunto de ciclos distintos aunque íntimamente entrelazados, cada uno

con sus propios propósitos rituales, astronómicos, agrícolas o de otro orden. El calendario

maya no puede considerarse un ente homogéneo, pues durante sus largos siglos de historia

no estuvo exento de todo tipo de reformas, innovaciones, variaciones e idiosincrasias ema­

nadas de las distintas tradiciones regionales.

E ste año de 2012, el interés in­ternacional se ha volcado so­bre el calendario maya. En México y Centroamérica,

donde se resguarda lo más vital del patri­monio maya, tal fenómeno cobra un sig­nificado especial. Factores de es te tipo requieren de los investigadores y estudio­sos un esfuerzo adicional de divulgación, a fin de tornar accesible el conocimiento sobre los últimos avances y hallazgos más allá de los círculos académicos, de tal forma qiie permita alcanzar a sectores más am­plios de la sociedad.

Lo que llamamos "calendario maya" re­presenta en realidad un amplio sistema ca­lendárico, compuesto de un conjunto de ciclos distintos aunque íntimamente entre­lazados, cada uno con sus propios propó­sitos rituales, astronómicos, agrícolas o de otro orden. De éstos, entre los más impor­tantes y de uso más difundido figuran la cuenta larga (*tziikhaab'o "cuenta del tiem­po"), el ciclo de 260 dias (tzolk'in), el ciclo de 365 días (*haab) y la serie lunar. A par­tir de ciclos básicos como éstos se deriva­ban o tros, no necesariamente distintos, sino también resultado del entrelazamien­to de los anteriores entre sí o con otros, o bien de su reducción o simplificación. Tal

22 / ARQUEOLOGÍA MEXICANA

es el caso de la llamada rueda calendárica de 52 años, o bien la rueda de los k 'atunes

(o ciclo k'attínico) de 256 años (fig. 2), am­pliamente usada en sitios de Campeche y Yucatán desde el Clásico Terminal hasta la

época colonial, aunque con antecedentes en sitios del Clásico como Copán y Pomo­ná. También aquí cabría considerar a los distintos sis temas de "portadores del año", empleados no sólo en la región maya a lo

1. En la tabla de Marte hay un ciclo sinódico representado mediante 1 O intervalos de 78 días (780 días) equivalentes a tres ciclos de 260 días. Tabla de Marte (detalle). Códice de Dresde, p. 45.

Page 5: Calendarios Mayas

2. Esta rueda calendárica de la época colonial re­:>resenta un ciclo de 13 k 'atunes, cada uno de 7 200 días de duración , equivalentes a 256 años trópicos (13 x 7 200 = 93 600/365.2422 = 256.27). Landa, Relación de las cosas de Yucatán.

largo de los siglos, sino también entre cul­turas del Altiplano Central, Oaxaca, Vera­cruz, Chiapas y otras regiones. Junto con los anteriores - por lo demás comunes a otras grandes tradiciones mesoamerica­nas- destaca una sucesión de nueve días asociada por J. E. S. Thompson y otros in­vestigadores -quizá erróneamente- con los "nueve señores de la noche'', idea más propiadelAltiplanoCentralmexicanopara elPosclásicoTardío (1250-1521 d.C).Adi­cionalmente, los mayas emplearon un am­plio número de ciclos de carácter más cir­cunscrito geográfica o cronológicamente. Entre éstos: el ciclo de 819 días preferido por ciudades como Palenque, Yaxchilán y Copán; el ciclo sinódico venusino de 584 días; el de Marte, estimado en 780 días (fig. 1), o bien, los grandes intervalos de eclip­ses discutidos por el astrónomo Charles H. Smiley, que equivalían a multiplicar 36 ve­ces el ciclo de 260 días (9 360 días) o más frecuentemente, 46 veces (11 960 días).

ORÍGENES Y CICLOS COMUNES CON MESOAMÉRICA

De ningún modo puede considerarse al ca­lendario maya como un ente homogéneo, pues durante sus largos siglos de historia -algunos de sus ciclos continúan aún en uso entre los k'iche' o los kaqchikel en Gua­temala- no estuvo exento de todo tipo de reformas, innovaciones, variaciones e idio-

sincrasias emanadas de las distintas tradi­ciones regionales, donde sus arcanos eran celosamente preservados por sacerdotes especialistas del calendario; llamados anti­guamente aj-k'in, tal y como muestran tex­tos de la región Puuc, como en Xcalumkín o en la portada jeroglífica de H-Wasil, se­gún un estudio conjunto del autor con An­tonio Benavides Castillo (fig. 3). Si bien el sistema calendárico maya en su conjunto puede considerarse único en su tipo, tan­to por el grado de sofisticación de los in­trincados ciclos que lo conformaron como por la magnitud y precisión de sus cómpu­tos -incluyendo las fechas míticas en "tiempo profundo" que involucran millo­

'iWS de. '1.Í\<>"S-, te.<s1.ilt'i'. chrn que emw.ó de una tradición común mesoamericana, re­flejada en la diversidad de culturas que se valieron de múltiples sistemas calendári­cos para registrar fechas significativas, mí­ticas, históricas o astronómicas. De esta forma, varios de los periodos constituyen­tes del calendario maya encuentran claras contrapartes en otros sistemas mesoame­ricanos y por ende, no podemos apresu­rarnos a atribuir a los mayas su invención, aunque sí su armoniosa integración den­tro de un todo coherente y funcional, cu­yas partes fueron susceptibles de articular­se entre sí en formas tan íntimas que aún sorprenden a los investigadores.

La evidencia indica que fue en la región del istmo de Tehuantepec donde tuvo lu­gar la intensa interacción cultural que a la postre derivaría en las diversas manifesta-

• (iJ ®®® <3SÉ>

Teotihuacan Zapoteca

Maya Tajín

DOSIER

3. En la parte inferior de la portada jeroglífica de H-Wasil , Campeche, está esculpido el titulo aj k'in, "el de los días" o "el del tiempo", que quizá haga alusión a los sacerdotes especialistas del calendario. Imagen obtenida con tecnología RTI, por sus siglas en inglés, Ref/ectance Trans­formation lmaging o imágenes de transforma­ción reflectiva.

Ñuiñe Epi-olmeca

JI' T

Xochicalco Mixtequilla

4. El ciclo de 260 días para computar el tiempo fue utilizado por varios pueblos mesoamericanos. Hoy se conocen muchos de los signos empleados para registrarlo.

LOS CALENDARIOS MAYAS / 23

Page 6: Calendarios Mayas

DOSIER

5. La Estela 12 de Monte Albán , Oaxaca, tiene la fecha 594 a.c. , calculada mediante la combina­ción de ciclos de 260 y 365 días. Museo de Sitio de Monte Albán , Oaxaca. FOTO: BORIS DE SWAN f RAICES

ciones que cobrarían los sistemas de nota­ción calendárica desarrollados en Mesoa­mérica. Las primeras de ellas parecen registrar fechas mediante el ciclo de 260 días, ampliamente usado a lo largo de dis­tintos periodos por culturas como la teo­tihuacana, la zapoteca, la mL"'<teca, la ñui­ñe y la mexica, así como por los antiguos habitantes de urbes como Tula, Cacaxtla y Xochicalco (fig. 4) . Sin embargo, algu­nos de los testimonios más tempra-nos hasta ahora descubiertos se re­montan a m e diados del Preclásico Medio (1200-400 a.C.) y fueron elaborados por las culturas olmeca y zapoteca. Se trata de inscripciones glífi­cas que con distintos grados de certeza corresponderían a fechas del ciclo de 260 días, que se han localizado en sitios como Chalcatzingo, Cuicuilco, San José Mogote, Monte Albán y la zona cos­tera del golfo de México. Si bien algunos de estos testimonios podrían provenir de

24 /ARQUEOLOGÍA MEXICANA

fechas tan tempranas como 600 a.C. o an­tes, los primeros registros combinados de los calendarios de 260 y 365 días aparecen en las estelas 12y13 de Monte Albán (fig. 5) y contienen las fechas de 594 y 563 a.C., respectivamente, según ha observado Joy­ce Marcus.

Tampoco el sistema de la cuenta larga habría sido una invención maya, pues la mayoría de los registros más tempranos se atribuyen a la cultura epi-olmeca o ist­meña, perteneciente probablemente a la familia lingüística mixe-zoqueana que flo­reció en Veracruz, Tabasco y el surocci­dente de Chiapas, o bien a grupos relacio­nados con la cultura temprana que controló centros como Izapa y Paso de la Amada. De esta forma, las fechas de cuen­ta larga más tempranas son de finales del ciclo 7 (entre 353 a.C. y 41 d.C) . En orden de antigüedad, la Estela 2 de Tak'alikAb'aj contiene una fecha cuyas primeras dos po­siciones de cuenta larga corresponden a 7 .16 (38 a.C. o antes) y la Estela 2 de Chia­pa de Corzo corresponde a 7.16.3.2.13 (35 a.C.). Asimismo, en la Estela C de Tres Za­potes fue escrita la fecha 7.16.6.16.18 (31 a.C.), combinada con un día 1 caña dentro del calendario de 260 días. Por su parte, la Estela 1 de El Baúl, Guatemala, data de 7.19.15.7.12 (37 d.C), mientras que en la Estela 1 de La Mojarra, Veracruz, se com­bina una fecha de cuenta larga, 8.5.3.3.5, con una rueda calendárica, 12 chikchan, 3

k'i:Yab' (19 / may / 143 d.C), y en la Estatui­lla de Los Tuxtlas, Veracruz, aparece la fe-

7. En el Altar 1 de Polol , Petén , Guatemala, está inscrita la fecha maya en cuenta larga que posi­blemente comienza con las posiciones 7.19.9 (30 d.C.), lo cual la convertiría en la más temprana hasta ahora conocida en las Tierras Bajas mayas. FOTO: GARY W. PAHL, 1979

6. En la Estela 26 de Uaxactún, Guatemala , se registró un final de medio periodo con fecha en cuenta larga 9.0.1 O.O.O, 19 de octubre de 445 d.C. , el cual cayó en un día 7 ajaw dentro del ci­clo tzo/k'in. FOTO: CARLOS PALLAN GAYOL, OBTENIDA CON TECNOLOGIA

RTI. PROYECTO ARQUEOLÓGICO SAHl·UAXACTÚN CON AUTORIZACIÓN DEL MUSEO NACIONAL DE ANTROPOLOG[A Y ETNOLOGÍA DE GUATEMALA

cha 8.6.2.4.17, que cae en un día 8 kab'an,

O kank'in (14/ mar/ 162 d.C). Por su parte, los registros calendári­cos más tempranos cuya producción

puede atribuirse a elites inequívo-camente mayas se remontan también a finale s del Preclási­co Superior y de inicios del P roto clásico (ca . 100-250

d.C.) . Tanto Gary Pahl como Prudence Rice han considerado que el Altar 1 de Polo! en el Pe­

tén central (fig. 7) podría regis-traruna fecha hacia 7. 9 .19. 9 .14 (22

d.C.). Asimismo, en la cueva de Loltún, en Yucatán, aparece una de las fechas más tempranas que registran un final de pe­riodo o ciclo de k 'atun, que Linda Schele

Page 7: Calendarios Mayas

_ -ikolai Grube relacionaron inicialmen­~ con 8.3.0.0.0, 3 ajm1J, 8 x11! (28/ oct/ 100 C. , aunque podría corresponder alter­

- ffi-amente a un ciclo k'at11nico 256 años cerior, 8.16.0.0.0, 3 qjm1J, 8 k 'ank 'in (3 /

= b 357 d.C.). Por su parte, la Estela 2 de - ~lirador muestra numerales de puntos

ras que podrían referirse a una cuen­larga dentro del primer siglo de nues­era, según el fechamiento que le atri­ye Richard Hansen. En el mismo

s::mido, es posible que existan otros mo-= entos con fechas considerablemente

· tempranos que la Estela 29 de Tikal, cual tiene una fecha del Clásico Tem­

rnno: 8.12.14.8.1 5 (292 d.C.), y es tradi­·onalmente aceptado como el monu­e nto de contexto arqueológico

ooocido que registra la fecha de cuenta ga completa más temprana preservada

en las Tierras Bajas. En el actual territo­·o mexicano, las primeras fechas en cuen-

larga descubiertas hasta ahora podrían :er las registradas en las estelas de Can­dzibaantun, en Campeche, reportadas por h-an Sprajc y su equipo hacia 2005 y que ::egistran el final de periodo 8.18.0.0.0 (8/ iul/396 d.C.), aunque es posible que exis­ra otra inscripción del ciclo 7 en un ero­sionado monumento del sitio El Palmar, en el sureste de Campeche, según datos

aunque debemos tener siempre presente la naturaleza sumamente fragmentaria de los datos con que contamos.

LA CUENTA LARGA

Uno de los rasgos más sobresalientes del calendario maya es sin duda el llamado ci­clo de la cuenta larga. Tal sistema consiste en calcular el número de clias transcurridos a partir de una fecha era, es decir, desde el

no de los rasgos más sobresalientes del calendario maya es sin

duda el llamado ciclo de la cuenta larga. Tal sistema consiste en

calcular el número de días transcurridos a partir de una fecha era,

es decir, desde el momento de la última creación del cosmos.

presentados por Kenichiro Tsukamoto, por un lado, y una inspección posterior efectuada por el autor en compañía de r ikolai Grube y Erik Velásquez García. La importancia de encontrar más ejem­plos de fechas anteriores a nuestra erara­dicaría en que los tempranos registros istmeños o mixe-zoqueanos menciona­dos arriba no serían precursores de los mayas, sino contemporáneos, lo cual ten­dría importantes implicaciones en nues­tro entendimiento y reconstrucción de los orígenes del calendario en Mesoamérica,

momento de la última creación del cosmos. Existen numerosas propuestas para esta­blecer una correlación entre la cuenta lar­ga y los calendarios juliano y gregoriano prolépticos (ex trapolados hacia fechas muy anteriores a su implementación). Se les ha buscado sustentar mediante datos etnohistóricos, astronómicos y, en ocasio­nes, evidencia directa de las inscripciones glíficas. Hoy en día la más aceptada es la correlación Goodman-Marúnez-Thomp­son modificada (GMT+2), también cono­cida como correlación "astronómica", la

DOSIER

8. Secuencia b'alu'n piik, "nueve b'aktunes", con jeroglíficos antropomorfos y zoomorfos. Tablero del Palacio, Palenque, Chiapas. Museo de Sitio Alberto Ruz Lhuillier, Palenque, Chiapas. FOTO: JORGE PEREZ DE LARA I AAICES. DIBUJO: LINDA SCHELE

cual considera una constante de 584 285 clias transcurridos desde el llamado clia ju­liano cero (1/ ene/ 4713 a.C.) hasta la fecha era maya, calculada el 13 de agosto de 3114 a.C. para el calendario gregoriano.

Los cómputos de la cuenta larga se ba­san mayormente en el sistema de numera­ción vigesimal. Se compone de cinco dis­tintos periodos de tiempo principales, cada uno 20 veces mayor que el anterior (con excepción del t11n). La unidad básica es el clia (k 'in); le sigue el winalo veintena (*11Ji­nik) de 20 días o k'ines; posteriormente el tun (* haab), que comprende 18 winales (360 días); a su vez, 20 tunes forman un k'atún (*11Jinikhaab), que equivale a 7 200 días o alrededor de 20 años. El quinto ciclo en or­den ascendente es el b'akttín y engloba 20 1vinales o 144 000 días (alrededor de 400 años). La inmensa mayoría de las fechas en cuenta larga registradas sólo contienen esos cinco periodos, pues eran suficientes para indicar un día específico dentro de un gran ciclo que abarcaba 2 880 000 días, o bien 7 885 años trópicos de 365.2422 clias como los nuestros. Cuando los mayas pre­cisaban referirse a intervalos de tiempo aún mayores, tenían a su disposición los ciclos superiores de la cuenta larga, cada uno de los cuales multiplicaba al inmediato infe­rior por un factor de 20. Ello resulta im­portante para iluminar las discusiones ac­tuales sobre el ciclo de los b'aktunes, pues implicaría que el periodo superior, llama­do piktun, contiene en realidad 20 y no 13

LOS CALENDARIOS MAYAS I 25

Page 8: Calendarios Mayas

DOSIER

o mih?/minan?

1 junio

2 cha'

3 ux/ox

4 chan/kan

5 ho'

6 wak

7 huk

8 waxak

9 balun?

10 lajun

11 buluch/ buluk

12 lajunchan

13 ~ uxlajun/ oxlajun dlJ

14 chanlajun

15 ho'lajun

16 waklajun

17 huklajun

18 waxaklajun

19 balunlajun?

9. Numerales mayas del O al 19 anotados con el sistema de puntos y barras y en variantes de cabeza.

b'akt11nes, por lo cual tal ciclo no alcanzaría su "final" (punto de reinicio) en 13.0.0.0, 4 ajal/J, 8 k'ank'in (23 de diciembre de 2012 d.C.), fecha registrada en el Monumento 6 de Tortuguero y recientemente identifi­cada por Marcello Canuto y David Stuart en La Corona, Guatemala, sino hasta 1.0.0.0.0.0, 10ajmv, 13J1axk'in(15/ oct/ 4772

d.C.), con base en evidencia del Templo de las Inscripciones de Palenque, la Es tela N de Copán y los extraordinarios murales de Xultún, recientemente presentados por William Saturno y el propio David Stuart.

Como ejemplo para ilustrar la cuenta larga, la inscripción de la Estela 26 de Ua­xactún (fig. 6) abre con un glifo introduc-

tor de la serie inicial (GIS!) que abarca dos columnas, seguido de una cuenta larga: 9.0.10.0.0. E n este caso, los periodos son indicados mediante jeroglíficos en forma "abstracta" que contrastan con sus varian­tes relacionadas con criaturas míticas. Para registrar toda fecha en cuenta larga, el va­lor de cada periodo se multipli ca por el coeficiente asignado - normalmente entre el O y el 19- , indicado bien mediante "pun­tos y barras" como en este caso, o alter­nativamente, en forma "personificada" mediante variantes de cabeza o sofistica­dos glifos de figura completa (fig. 8) . El valor "cero" podía indicarse mediante dis­tintas formas del signo fonético mi, ya que en la lengua de prestigio ch'olana preferi­da por los escribas mayas, mih significaba "nada" o "ningún" . El total de la opera­ción aritmética resultante para la fecha 9.0.10.0.0 de Uaxactún se expresaría: (9 x 144 000) + (0 x 7 200) + (10 X 360) + (0 X

20) + (O x 1) = 1 299 600. El resultado re­fiere el número de días transcurridos des­de la fecha era o creación vigente del cos­mos acaecida en 31 14 a.C., que en este caso equivaldría al 19 de octubre de 445 d.C., en el Clásico Temprano (ca. 250-500 d.C.). La cuenta Larga de la Estela 26 es segui­da por su posición correspondiente en el ciclo de 260 dias (7 aja1v), según se aborda a continuación.

EL CICLO DE 260 DÍAS

E n Mesoamérica prevaleció un ingenio­so sis tema que entrelazaba íntimamente dos ciclos distintos: el de 260 días, llama­do por los mayas tzolk'in y por los mexi­ca tonalpoh11alli, y el de 365 días, llamado respectivamente haab' por unos y xiuhpo­h11alli por otros. El común denominador de ambos es el intervalo básico de 20 días o veintena (1vinal o *1vinik) que ya hemos visto dentro de la cuenta larga, pues 13 veintenas conforman al tzolk'in y 18 de

10. Fragmento de 20 días consecutivos, desde 7 imix hasta 13 ajaw, de un ciclo del tzolk'in. Mural de los 96 Glifos. Ek Balam, Yucatán.

26 / ARQU EOLOGIA MEXICANA

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ellas al haab', si bien este último requería además que le fuera adicionado un perio­do especial de cinco días llamado 11Jqyeb' (* 11Jahyhaab). Noobstante,laformaenque transcurren los días es muy distinta entre el tzolk'in y el haab'.

El tzolk 'in está conformado por una su­cesión de 20 distintos signos de días que avanzan diariamente junto con sus respec­tivos coeficientes, los cuales corren del 1 al 13 y son expresados mediante notación de puntos y barras (13 x 20 = 260) o bien en sus variantes de cabezas animadas (fig. 9).A fin de ilustrar su funcionamiento, po­cos ejemplos del área maya resultan más claros e ilustrativos que el Mural de los 96 Glifos de Ek Balam, Yucatán (fig. 10), si­tio cuyas inscripciones glíficas han sido exhaustivamente documentadas y desci­fradas por Alfonso Lacadena García-Ga­llo. Allí, un segmento de 20 días consecu­tivos plasma claramente los signos del 1 al 20 (desde el primero, imix, hasta el último, o/t111J) , mientras que sus coeficientes aso­ciados conforman permutaciones con los primeros a partir de la posición inicial de la serie en 7 imix (8 ik', 9 ak'b'al, 10 k'an, 11 chikchan, 12 kimt). Tras alcanzar lapo­sición 13 manik ', mientras que los coefi­cientes reinician su ciclo en uno, los sig­nos continúan su progresión del octavo al vigésimo (1 ak'b'al, 2 nmluk ... ) hasta cul­minar en 13 o/t111J, tras lo cual el ciclo com­pleto reiniciará en 1 imix. Ello refleja el ca­racterístico "desfase" de siete días de diferencia entre coeficientes y signos, el cual_ torna posibles las 260 permutaciones del tzolk 'in.

EL CICLO D E 365 D ÍAS

Dentro de los estudios comparativos, el haab' es también conocido como "calen­dario solar" o bien como el año vago-tam­bién usado por otras culturas antiguas del Viejo Mundo, como la egipcia. Como se

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11. a) Un aspecto de la deidad mixteca de la lluvia, Dzahui, acom­pañada de su nombre glífico calendárico, 9 Viento. Códice Vindo­bonensis, p. 5. b) Figurilla de Venus-Xólotl, quien también tenía el nombre calendárico 9 Viento. Landesmuseum Württemberg de Stuttgart, Alemania.

ha dicho, transcurre diariamente en forna distinta del tzolk'in, pues en el haab' los coeficientes avanzan del O al 19, mientras que los 18 signos corresponden en este caso no a días sino a veintenas, lo cual im­plica que sólo cambian cuando sus coefi­cientes asociados reinician su ciclo (por ejemplo, 1pop,2 pop, 3 pop ... 19 pop, O 1JJO', 111Jo', etc.), con excepción del asimétrico periodo del 11Jqyeb' - comparable en cierta medida con los cinco días "funestos" o ne­montemi de la tradición calendárica mexi­ca-, cuyos coeficientes corren únicamen­te del O al 4, tras los cuales da comienzo el año nuevo en O pop. Es posible que tal asi­metría responda a la necesidad de adaptar o enmendar el arcaico ciclo de 360 días lla­mado tun, con la finalidad de aproximarlo al año trópico solar de 365.2422 días. En todo caso, la diferencia del haab' con este último provocaba un desfase aproximado de un día cada cuatro años, que al acumu­larse durante siglos trastocaba completa-

mente su función como instrumento para regular las faenas del ciclo agrícola o las festividades estacionales de las veintenas. Si bien no existe evidencia clara de que los mayas hayan observado alguna corrección comparable a nuestro año bisiesto, los sa­cerdotes o/ k'ino'ob' parecen haber busca­do compensar en cierta medida tales des­fases mediante ajustes ocasionales. Se ha planteado que las diferencias de un día en­tre los distintos sistemas de "portadores del año" a lo largo del tiempo y la geogra­fía mesoamericanos pudieron quizá ema­nar de esta necesidad.

LA RUEDA CALENDÁRICA

De la combinación de los 260 días del tzolk'in y los 365 días del haab' -o de sus contrapartes mesoamericanas- derivaba a su vez un ciclo mayor llamado rueda ca­lendárica, cada una de cuyas permutacio­nes posibles (por ejemplo, 2 f!ia1JJ, 3 wo)

DIBUJO: ALFONSO LACAOENA GARCÍA-GALLO PROYECTO AROUEOLOGICO EK BALAM. TOMADO DE LACADENA, 2003. FIG. XX (REPORTE EN FUNDACIÓN FAMSI)

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sólo podía repetirse cada 18 980 días o 52 años, es decir, cada ciclo de "atadura de años" (xiuhmolpilli en lengua náhuatl), cuando reiniciaban simultáneamente en su inicio los ciclos mayas del tzolk 'in y del haab', o bien los nahuas del xiuhpohualli y el tonalpohualli. Se halla ampliamente docu­mentada la relación de este ciclo de 52 años con las ceremonias del Fuego Nuevo, aun­que autores como Noguez y López Aus­tin llaman la atención sobre la ceremonia de Fuego Nuevo para conmemorar tam­bién el año nuevo, cada 365 días.

Una característica inherente de los ciclos de 260 y 365 días es que ambos pueden pen­sarse -o subdividirse aritméticamente- en múltiples formas y combinaciones. Por ejemplo, el tzolk 'in y sus contrapartes mesoa­mericanas pudieron también concebirse como una sucesión de cinco periodos de 52 días o bien de 20 trecenas, las cuales forman series donde cada uno de los signos de día comienza con el numeral 1. Enfatizar arre­glos de este tipo es muy común en códices delAltiplano Central como elBor;giao elLLzud.

LOSPORTADORESDELA - 0

En forma similar a la rueda calendárica, otro de los ciclos derivado de la interre­lación entre los ciclos de 260 y 365 días es el sistema de los "portadores del año". En él, normalmente el primero de los días

día, los que se permutarán con guarismos del 1 al 13. Las 52 combinaciones así ob­tenidas (13 x 4 = 52), si bien superficial­mente se asemejan a simples posiciones del ciclo de 260 días, son usadas en cam­bio para denominar a cada uno de los 52 años que comprende una rueda calendá-

Resulta claro que la observación de los astros y fenómenos celes ­

tes desempeñó un papel crucial en la religión y cosmovisión de los

mayas y muchas de las culturas mesoamericanas. Mediante una

observación cuidadosa, llegaron a determinar la duración de los

ciclos de lo s principales cuerpos celestes.

del ciclo de 365 días -el "portador" del año nuevo- toma su nombre de la posi­ción co-rrespondiente del ciclo de 260 días. Las propiedades matemáticas de am­bos ciclos producen una interesante serie que sólo admite cuatro posibles signos de

rica (por ejemplo, 1 ik', 2 manik', 3 eb', 4 kab'an, 5 ik', 6 manik', etc.).

La importancia de este ciclo en Meso­américa no debe subestimarse. Durante el apogeo de Tenochtitlan, los mexicas emplearon un ciclo de portadores del año conformado por los días técpatl, calli, tocht-li y ácatl. De esta forma, el gran héroe

cultural Topiltzin Quetzalcóatl debe su nombre calendárico al haber nacido en un día 9 viento (Chiconahui-Ehé­catl) del año 1 caña (ce ácat!;, según han advertido José Luis Guerrero Rosado y otros estudiosos, con base en la obra de Sahagún (tomo I, p. 225). Ello tam­bién permite entender por qué repre­sentaciones mexicas como la figurilla de Venus-XólotldelMuseo de Stuttgart o la imagen de la deidad mixteca Dza­hui en el Códice Vindobonensis ostentan la fecha 9 viento (figs. 11a, 11b) .

12. Una de las cuatro figuras originales del Panel 1 de Pomoná, Chiapas, identificada por David Stuart como los cuatro portadores del año, sostiene en la palma de la mano derecha un glifo de año nuevo con la fecha 4 kab 'an. Los glifos asociados parecen nombrarlo como ltzam Tuun o Xiiw Tuun.

Por su parte, especialistas como Karl Taube y Gabrielle Vail han discutido re­gistros de portadores del año en los códi­ces del Posclásico de Yucatán; Barbara Tedlock ha hecho lo propio entre comu­nidades de las Tierras Altas de Guatema­la y David Stuart ha detectado un conjun­to de ellos en inscripciones glíficas de sitios como Tikal, Río Azul, Naranjo, La Corona, Copán, Palenque y Pomoná (fig. 12), los cuales muestran que durante el Clásico el año comenzaba con la posición cero o "asiento" de pop en el haab', la cual sólo podía coincidir con los "portadores" o días ik', manik', eb'y kab'an. Este siste-FOTO: CARLOS PALLÁN GAYOL, 2006. ACERVO JEROGLiFICO E ICONOGRÁFICO MAYA DEL JNAH, COORDINACIÓN NACIONAL DE ARQUEOLOGÍA

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ma es el mismo que se usa en las páginas de año nuevo del Códice de Dresde. E n con­rraste, en la región Puuc de Campeche ha :ido detectado otro conjunto distinto que ocurría un día después, en 1 pop (ak 'b'al, lama!, ben y etz'nab) , posiblemente relacio­nado con el ajuste de un día en el coefi­ciente del haab' apreciable en sitios como Edzná y Oxkintok durante el Clásico Tar­dío (ca. 600-800) y Terminal (ca. 800-950 dC.) . Por último, el Códice Madrid exhibe un desfase ulterior, resultado de un ajus­-e a la posición 2 pop del haab' (kan, muluk,

·x y kaivak), quizá fruto de una reforma calendárica en Mayapán y referido en la Crónica de Oxcutzcab, lo cual afectó la for­

a en que transcurren las veintenas del ab', que en lugar de correr del O al 19,

comenzaron a hacerlo del 1 al 20.

'lLGUNOS CICLOS illICIONALES

e ulta claro que la observación de los astros y fenómenos celestes desempeñó :m papel crucial en la religión y cosmo­

. ión de los mayas y muchas de las cul­=as mesoamericanas. Mediante una ob­:errnción cuidadosa que se prolongaba

ruante generaciones, llegaron a deter-;:nillar la duración de los ciclos de los prin­.pales cuerpos celestes. De la misma for­

ma en que el haab' refleja el movimiento el ol, fue desarrollada una "serie lu ­

nar" conformada por 18 lunaciones de .29. - días de duración cada una, subdivi-

·das a su vez en tres semestres lunares. El primero de ellos regido por la joven

·o a lunar (diosa I), el segundo por un ible aspecto del dios jaguar del infra­

undo (dios L) y el tercero relacionado con el dios de la muerte (dios A). Tam­- ién registraron los movimientos de la

ayoría de los planetas observables a :imple vista - Venus, Marte y Júpiter, y • siblemente Saturno. Venus tuvo un pa­:xl importante en la religión, la mitolo­gía el ciclo agrícola y la guerra. Por ende,

nombres para referirlo fueron nume­ro os , entre ellos Chak Ek' ("estrella g-ande") o Xux E k' ("estrella avispa"). Li. tablas de Venus del Códice de Dresde

ignan al ciclo sinódico de Venus un pro­edio de 584 días de duración y los ma­

, pudieron establecer una importante

13. La tabla de los eclipses del Códice de Dresde (pp. 51-58) constituyó un sofisticado instrumento para calcular la ocurrencia de posibles eclipses solares o lunares dentro de un gran ciclo de 11 960 días, que englobaba 405 lunaciones o 46 ciclos del tzolk'in. Para efectuar tales cálculos, los sacerdotes empleaban intervalos de de 177 días {6 lunaciones) y de 148 días {5 lunaciones).

equivalencia entre cinco años venusinos y ocho años solares (5 x 584 = 8 x 365).

Así, los avanzados conocimientos de los sacerdotes del calendario aj-k'ino'ob' les p ermitieron anticipar fenómen os como eclipses y conjunciones planetarias con bas tante exactitud. E l más reciente libro de ikolai Grube sobre el Códice de Dresde aborda las tablas plasmadas en las páginas 51-58 de ese códice, las cuales ex­ponen un ciclo de 405 lunaciones conse­cutivas (fig. 13) , alternando di stintas combinaciones de seis lunaciones (177 días) con otros de ci nco (148 días), para establecer finalmente una fórmula de 405

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lunaciones = 11 960 días. De acuerdo con Anthony Aveni, el hecho de que tal ecua­ción del Códice de Dresde sea tan cercana a los 11 959.89 días que fija la astronomía moderna no fue casual, pues ese sofisti­cado cálculo del Códice de Dresde coincide con otro plasmado en el Templo del Sol de Palenque, por sacerdotes-astrónomos bajo las órdenes del gobernante K'inich K aan B'ahlam II en 692 d.C. , el cual es­tablece que 81lunaciones = 2392 días, es decir, exactamente la quinta parte de la proporción establecida en el Códice de Dres­de. Más aún, gracias a los detallados y pre­cisos registros mayas podemos saber que incluso poco tiempo antes de esta proe­za intelectual, en 9.12.18.5.16, 2 kib', 14

mol (23 de julio de 690 d.C.) los mismos sabios palencanos registraron un evento celes te que involucró el alineamiento de la Luna, Júpiter, Saturno y Marte en con­junción con la constelación de Scorpio, precisamente al mismo tiempo que se de­dicaban los portentosos templos e ins­cripciones del Grupo de las Cruces. §~

Nota: Las transcripciones directas de térmi­nos mayas escritos jeroglíficamente se indican con * y cursivas en el texto.

Carlos Pallán Gayol. Arqueólogo y epigrafista. Desa­rrolló el Acervo Jeroglífico e Iconográfico Maya del INA H (Ajimaya/!NAH). Ha impartido diversos cursos en la ENAH, Dfül, MNA y la Universidad de Bonn, Ale­mania, y colaborado en diversos proyectos arqueoló­gicos, incluidos Edzná, Toniná, Sabana Piletas, la región Puuc, Ux ul y Uaxactún.

PARA LEER MÁS •••

A VAi.A F ALCÓN, Maricela, "El calendario", en Alejan dra Marcínez de Velasco y Ma. Elena Vega (coord.), Los ma·

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