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Buenos Muchachos: La industria del secuestro en la argentina Carlos Juvenal

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Buenos Muchachos: La industria del secuestro en la argentina

Carlos Juvenal

Para Nora

Por todo lo que hizo.�Por ser socia de la Verdad.

INTRODUCCIÓN

ESTAN ENTRE NOSOTROS

Este trabajo, que demando ocho años de

búsqueda de datos, comenzó siendo una simple

recopilación sobre secuestradores. Aspiraba a

probar -y queda probado- que la mayoría de los

secuestros extorsivos de los últimos quince años

fue obra de la misma banda, a veces, con distintos

actores. Al fin, un tema estrictamente policial.

Fue elemental acumular testimonios y documentos

sobre Aníbal Gordon, Raúl Guglielminetti, Eduardo

Ruffo, Rubén Escobar, Leandro Sánchez

Reisse, Arquímedes Puccio, César Enciso, Ernesto

Lorenzo, Alfredo Vidal, César Albarracín, José Ahmed

o Roberto Buletti, del elenco estable de este

delito, y armar la cadena de silogismos. De donde

provenían, si pertenecieron a algún servicio de

inteligencia, cuando comenzaron la carrera delictiva

y quiénes fueron sus jefes. Con seguridad, muchos

de éstos formaron el estado mayor del secuestro.

Son los pocos que saben cómo fueron invertidos los

millones de dólares logrados en concepto de

rescates. No solamente la guerrilla acumulo fortunas

millonarias en la década del setenta. La banda

también. Y sus jefes son hoy empresarios y

estancieros, sin que alguien se anime a buscarlos,

cuando, con el siempre recurso de intentar probar el

enriquecimiento ilícito, mucho se probaría.

Obviamente, esos jefes no son civiles. Son

militares. Con seguridad, hay compañeros de

promoción, jefes o subalternos de esos vulgares

secuestradores, que han comprobado el vertiginoso

enriquecimiento de sus camaradas de armas. Sorprende

que no los segreguen. También que no los denuncien.

El trabajo comienza con las correrías de Raúl

Guglielminetti, un prototipo del aparato represor

armado por el Ejército y sigue con precisiones sobre

Arquímedes Puccio, un secuestrador que trabajo codo

a codo con los militares y López Rega. La reseña

sobre la Triple A fundada por éste demuestra cómo se

fue perfeccionando el aparato y, enseguida, se

detalla quiénes eran algunos de los indultados por

el doctor Duhalde: asesinos a sueldo, secuestradores

y terroristas. Luego se pasa a Aníbal Gordon, un

hampón contratado por Más de un servicio de

inteligencia, uno de los encargados de las tareas

Más sucias en la represión y culpable de Más de cien

delitos comunes, consumados al amparo de la

protección oficial. Acaso sirva para cerrar Más el

tema los casos de los secuestros de los empresarios

Koldobsky, Combal, Sivak y Macri, obra de esta banda

que se diferencia de otras porque es invertebrada.

No siempre sus ejecutores son los mismos. Son

idénticas las cabezas, los métodos y los lugares de

cautiverio de las víctimas.

Las revelaciones sobre cada uno de los hechos

sirven para reforzar un hilo conductor que, cada vez

se hizo Más fuerte: la mayoría de los

secuestradores, implicados en los casos Más

resonantes, no solamente perteneció a la

inteligencia militar o a la policía, sino que formo

parte del Más violento aparato represor que conoció

la historia argentina. Curiosamente, la lectura de

prontuarios y expedientes demuestra que esas

actividades contrainsurgentes, de alguna manera hay

que llamarlas, no comenzaron con el golpe de marzo

de 1976, sino en las últimas etapas de la Revolución

argentina y siguieron con la Triple A de López Rega,

al fin una suerte de macabro entrenamiento para el

proceso militar. Gordon, Guglielminetti y sus

al teres, antes de 1970 trabajaban para el Servicio

de Inteligencia del Ejército, el conocido Batallón

601, máximo órgano ejecutor de la inteligencia

militar, y con el Peronismo en el poder fueron

asimilados prestamente al lado de altos jefes

militares como Valin, Roualdés, Ribeiro, Guerrieri,

Bellene, Tepedino, Marisalda o Visuara. No fueron

contratados casualmente: para trabajos sucios es

imposible convocar a gente honesta. Aníbal Gordon,

una sombra siniestra sobre la memoria de los

argentinos, fue uno de los agentes encargados de las

tareas Más deleznables de la represión: detenciones,

torturas y desapariciones. De las que siempre se

jacto. Por haber hecho esos trabajos sucios, conto

luego con el apoyo de distintos sectores militares.

Nunca lo dejaron solo.

Los casos seguidos, Más la lectura de decenas de

expedientes judiciales, prueban, sin lugar a dudas,

que la inteligencia militar directamente se reforzó

con hampones. Para que sea Más claro: en la década

del cincuenta hubiera reclutado a los Villarino,

Pardo, Prieto, Hidalgo o Gareca. A fines de la del

sesenta incorporo lo que había: ladrones de bancos,

homicidas y hasta pillos de poca monta. Ergo, no se

preparaba para batallas entre caballeros, sino para

lo que fue: una guerra Más que sucia. De otro lado,

FAR, Montoneros y el ERP hicieron lo que esos

servicios de inteligencia previeron: colocaron

bombas, secuestraron y asesinaron. En algunos

casos, hasta es posible que hayan sido los servicios

los que colocaron la zanahoria delante del carro

para que otros avanzaran. La sociedad, poco a poco,

conoció el nombre de las víctimas, pero no el de los

víctimarios. Y esto perduro con el tiempo. Por si

faltara poco, ya en los años setenta, el asesinato

pasó a ser la forma de dirimir el poder dentro del

Peronismo. Las ejecuciones de Ruccci a manos de los

montoneros, y la de Ortega Peña a cargo de la Triple

A son buenos ejemplos.

Frente al terrorismo, que se esperaba y llego,

el Estado no acudió a la fuerza de la ley, sino que,

como lo indicaba la inteligencia militar, respondió

y actuó como sus adversarios; con la ley de la

fuerza. Los mismos métodos de los guerrilleros

fueron usados por quienes los combatieron. La excusa

de la guerra distinta, no convencional, fue

esgrimida para reprimir al terrorismo con sus mismas

armas, Más la tortura, el exterminio y la

desaparición. Esta postura no se exteriorizo desde

el 23 de marzo de 1976. Hasta el golpe militar los

desaparecidos eran Más de seiscientos.

La Justicia quedo a un costado. Hicieron, al

fin, injusticia por propias manos. Mucho Más grave

que el linchamiento. La mayor parte de la prensa se

hizo la distraída, la jerarquía eclesiástica solo

entrego elípticos mensajes de censura -tan elípticos

que pocos los entendieron-, muchos empresarios

acompañaron y la sociedad consintió. Las Fuerzas

Armadas, directas organizadoras del horror, no

estuvieron solas. Por eso pudieron hacer lo que

hicieron.

El Estado fue el responsable de una tragedia

que supero todos los antecedentes. Las consecuencias

de tamaño escarnio son conocidas. Ese aparato

dispuesto a secuestrar, torturar y matar que se

organizó mucho antes de la asunción de Campora en

1973, se puso en marcha y solo paro cuando los

militares, empujados por sus desaciertos, no por el

pueblo, se batieron en retirada. Pero los

ejecutores quedaron. A la espera de tiempos

mejores; pero quedaron.

Sobre la represión, sus métodos y

consecuencias, mucho se investigó y bien. Quedar,

por si faltara algo, un documento irrefutable, el

informe de la Comisión Nacional sobre la

Desaparición de Personas. Pero, casi no se indago,

inclusive en el terreno judicial, sobre los

residuos o sobrantes de esos escuadrones de la

muerte, que fueron los mismos que ejecutaron las

tareas sucias en la lucha contra la guerrilla.

Pocos saben de donde provenían, quiénes los

seleccionaban, cuáles eran sus méritos, desde

cuando trabajaron, donde lo hicieron, en qué casos

de delitos comunes estuvieron involucrados y como

vivieron cuando llego la democracia. Naturalmente,

siempre hicieron lo que sabían: vivir fuera de la

ley. La inteligencia militar eligió bien: en el

caso concreto de la represión, está probado que

fueron muchos los oficiales que ordenaron torturar

y matar, pero no fueron tantos los que arrasaron

con viviendas, empuñaron la picana eléctrica o

asesinaron a sus adversarios. La valoración ética

para el que ordena matar y el que mata es idéntica.

Pero, dar una instrucción detrás de un escritorio,

es bastante Más comodo y fácil que usar una picana

o tirar a un ser indefenso desde un avion. Como

ocurrio. El alarido de la víctima, en todo caso, no

aparecer en la memoria del que no lo escucho. Para

no inmutarse ante esos alaridos estuvieron los

Gordon, Guglielminetti, Gard, Lorenzo, Escobar,

Albarracín, Vidal, Enciso, Recio, Casanova Ferro,

Antich Mas, Ruffo y anda mais.

Todo esto necesita de algunas precisiones o

agregados. Son muchos los factores concurrentes

como para que se consumara la tragedia que se

consumo. Por ejemplo: en los años setenta, la

Policia comenzo a ser desbordada por los secuestros

de empresarios, obra de los Montoneros, el ERP y

otros grupos guerrileros dificiles de neutralizar.

Usaban métodos pocos conocidos y sus codigos eran

distintos a los de los delincuentes comunes.

Operaban de otra forma. Un comando secuestraba,

varios se ocupaban del traslado, con cambios de

vehículos y otros alojaban a las víctimas. Para

comunicarse con los familiares o empresas usaban

teléfonos públicos y no desconocían que los

diálogos debian ser breves para no ser ubicados. A

la hora de pagar los rescates usaban el método de

postas sucesivas que permitia advertir si los

pagadores eran seguidos o no. Esto en el medio de

un caos generalizado, donde la guerrilla no

solamente secuestraba empresarios de las

multinacionales, sino que asesinaba, no solo a

jefes policiales o militares, sino a simples

agentes que caian solo por vestir un uniforme.

Desde mayo de 1971, cuando fue secuestrado el

gerente de la Swift y consul británico en Rosario,

Stanley Sylvester, la cadena fue interminable: en

la provincia de Buenos Aires, la policía llego a

investigar diez secuestros en forma simultánea y la

Federal no disponia de personal suficiente para

armar sus brigadas. Asi, fueron cayendo, entre

otros, OberdaMásallustro, Jan Van der Panne

(Philips), Benito Roggio, Ronald Grove (del grupo

Vestey, de Gran Bretaña), John Thompson

(Firestone), Charles Agnes Lockwood, Normal Lee

(Coca Cola),Enrique Bogger (Fiat), Vicente Russo

(Standard Electric), Victor Brinincombe (Nobleza),

Yves Boisset (Peugeot), el ingeniero Miretsky (Loma

Negra), Alfred Laun (Embajada de los EE.UU), Victor

Samuelson (Esso), David Kraiselburd, los hermanos

Juan y Jorge Born y John Patrick Egan (consul

norteamericano en Córdoba). Egan, que no era

empresario ni millonario, fue asesinado. El

secuestro de Samuelson quedar en los anales de la

guerrilla universal. El ERP logro que la Exxon

pagara 14.000.000 de dolares por su liberacion.

En la provincia de Buenos Aires, un grupo

especial al mando del comisario Julio Blanco

trabajo con métodos simples, casi sin ayuda

tecnologica y tuvo mucho éxito, ya que no tuvieron

pérdidas de vidas de los secuestrados y recuperaron

los rescates. Como referencia, en 1973 fueron

denunciados en la Capital Federal y el Gran Buenos

Aires 173 secuestros. Y los que acudian a la

policia eran minoria. El diario La Opinion contaba

el 20 de febrero de 1973 que en cincuenta dias se

habian denunciado doce secuestros extorsivos. Tan

cierto como que no fueron pocos los empresarios que

simularon secuestros para cobrar seguros. Más allá

de que las primas para este tipo de hechos eran y

son altas, el proceso militar prohibio hacerlos en

el pais, de modo que los que se cubrieron lo

hicieron en el exterior. Y esto perdura: no se

cubren secuestros en la Argentina. Las primas que

se pagaban en la década del setenta fueron

increibles: hasta un veinte por ciento del monto

del seguro. Hoy son Más bajas y son unos cinco mil

los que están cubiertos.

La Policia Federal enfrento otros problemas. En

la mayoria de los casos, los rivales, fueran del

ERP, FAR, FAP o de Montoneros, improvisaban poco.

Sus estructuras eran celulares, conocían de

comunicaciones y eran inteligentes. Por si esto

fuera poco, la apertura masiva de las cárceles en

1973 provoco que volvieran a las andadas los

profesionales. El trabajo policial fue a destajo.

Armaron un equipo antisecuestros y una de las

primeras innovaciones fue la del uso de pequeños

transmisores que se disimulaban en las valijas o

bolsones que conTenían el dinero de los rescates.

Asi, luego de los pagos, resultaba sencillo el

seguimiento. Claro que, casi siempre, los que

cayeron fueron los delincuentes comunes y por un

detalle infimo: asi como asaltaban un banco, se

llevaban medio millon de dolares y caian por

llevarse un Rolex o un encendedor Dupont, en cuanto

cobraban el rescate y comprobaban que la valija era

de primerisima calidad, no la tiraban. La señal,

entonces, seguia. Los guerrilleros rara vez

cayeron en esas trampas. Además, disponian de

modernisimos scanners que les permitian barrer

todas las frecuencias de radio usadas por la

policia, de modo que rápidamente advertian por

donde andaba el enemigo.

De todos modos, algunos éxitos hubo. Cuando cayo

Gordon Roberts, gerente general de Pepsi Cola, los

pagadores del rescate, cinco millones de dolares,

llevaron una gigantesca valija en la que se oculto

un transmisor. La gente de Comunicaciones de la

Federal instalo distintos puestos y detecto que la

señal venia del lado del puerto. En cuanto

llegaron, una pareja se escapaba en el ferry a

Colonia. De todos modos, la señal no se perdia.

Ergo, los que se fueron llevaron parte del dinero,

pero no la valija. Al fin, en Chile y Paseo Colon y

haciéndose pasar por técnicos de Servicios

Eléctricos del Gran Buenos Aires, llegaron al

departamento que ocultaba al dinero y a los

secuestradores. Ahi estaba el dinero y detuvieron

a tres personas. Dos hombres y una mujer. Los

hombres eran Jacobo Grossman y RicardoSergio Ramon

Viera. Grossman fue uno de los tantos incluidos

por Eduardo Duhalde en los indultos que firmo en

febrero de 1991, aunque todo indica que, en este

caso, la medida no fue desacertada. Grossman

provenia de la resistencia Perónista. En la cárcel,

completo sus estudios de Derecho. Hoy es abogado.

El ex vicepresidente, luego gobernador, Eduardo

Duhalde, debe recordarse, fue uno de los que

reclamo la pena de muerte para este tipo de

delitos. Viera, una figura repetida en este libro,

inicio su extenso raid delictivo con el asalto al

Policlinico Bancario en 1963.

La plata dulce fue otro acelerador de malas

conductas. Proliferaban, en la City, las cuevas,

en las que se compraban y vendian dolares al margen

de los controles oficiales. Como movian diariamente

millones de dolares, esos cambistas necesitaban

proteccion. ¨Quienes se la brindaban? Policias en

sus horas extras. Al fin, cuidaban negocios

ilegales. Ya estaban a un costado de la ley. Fue

como colocar zorros para vigilar a los gallineros.

Esos custodios sabian cuanto dinero se movia,

porque eran testigos de muchas operaciones y en la

mayoria de los casos terminaron vendiendo los datos

a amigos secuestradores o, directamente,

secuestrando ellos. Curiosa manera de combatir la

llamada subversion economica. Paralelamente, los

jovenes oficiales contaban mucho dinero.

Demasiado. Las brigadas ya no estaban integradas

por principales e inspectores, sino por muchachos

que solo meses atrás habian salido de la Escuela de

Policia. Encima, vino la lucha contra la

subversion que complico todo: la gente se

descontrolo, pasaron a admitirse sucesivas

atrocidades, parte del personal trabajaba con

agentes de inteligencia militar en operaciones

decididamente ilegales, de modo que las

consecuencias eran previsibles. A mediados de 1978

los investigadores llegaron hasta donde estaba

cautivo el hijo de uno de los dueños de Terrabusi,

de apellido Reyes de Roa. Dos jovenes oficiales,

González y Covino, asesinado poco después, después

de salvar a la víctima, se encontraron en un

dormitorio vecino con un monton de agentes de

inteligencia de la Policia Federal. Se trataba de

unos civiles conocidos como halcones o plumiferos,

que trabajaban en el quinto piso del Departamento

Central y diariamente salian a buscar datos que

necesitaban los investigadores. Fue la primera

señal de que la corrupcion estaba instalada en la

mismisima sede de la Policia Federal. A partir de

ahi cambiaron los ejes de las investigaciones: ya

no se sospechaba de guerrilleros o delincuentes

comunes, sino que habia que agregar a militares,

agentes de los servicios y policias. Es Más, cada

vez que una valija o bolso usado para llevar el

dinero de un rescate aparecia tirado, no les

quedaba dudas de que el tema les era cercano. El

secuestrador era uno de ellos. La guerrilla, en

1978, estaba en retirada, pero los secuestros

siguieron. La misma estructura que sirvio para

consumar en el pais miles de desapariciones, pasó a

hacer negocios ilicitos por su cuenta. La

impunidad, naturalmente, fue total.

Aunque es casi una obviedad, no está de Más

reiterar que las Fuerzas Armadas armaron un equipo

represor donde no abundaban los escrupulos. La

mayoria de los desaparecidos no fueron detenidos,

sino secuestrados. Con armas, uniformes,

credenciales y licencia para matar, la tarea no fue

precisamente obra de valientes. Como decia un

viejo asaltante en Villa Devoto: “Asi,

cualquiera”. De los testimonios de los familiares

de las víctimas y de las pocas que quedaron con

vida, surge otro dato: cada tanto, con autorizacion

expresa, o sin ella, los operativos contra la

subversion solian ser acompañados por robos y

extorsiones. También por secuestros que, en la

mayoria de los casos, fueron ordenados por jefes

militares. Los mismos que se guardaron la parte del

leon y no conocieron cárceles o juzgados. Las

consecuencias son variadisimas: al comenzar la

decada del noventa un coronel dirigia una red de

piratas del asafalto y varios oficiales de

distintas fuerzas se hicieron ricos con las

excepciones al servicio militar. Cuando la

corrupcion se instala, no se va graciosamente. Se

ramifica como la hiedra.

La Policia, además, soporto la participacion

directa de algunos de sus agentes en lo peor de la

contrainsurgencia. Como esto fue tolerado, provoco

una razonable desmoralizacion en el resto y una

suerte de contagio en cuadros que veian diariamente

como varios de sus pares pasaban a ser potentados.

En el ámbito de los servicios de Inteligencia de

las Fuerzas Armadas, el secuestro, la desaparicion

y el homicidio fueron cuestiones rutinarias, de

modo que no cabe hablar de malos ejemplos o

influencias. Y la estructura armada por estos

servicios de Inteligencia no fue para responder a

una conyuntura, sino que se armo pacientemente

mucho antes de la retirada de 1973 para ceder el

poder al Peronismo. Tal vez haya existido la

relacion causa-efecto. Pero, con dedicatoria para

quienes suponen que los militares son todos torpes,

no pensantes y atropellados, de repasarse la

historia se ver que se fueron preparando

pacientemente para lo que vino. Y esto incluye el

adoctrinamiento de los cuadros inferiores en cuanto

a la ideologia del enemigo. Conviene no descuidar

los acontecimientos internacionales ocurridos en

los fines de la década del sesenta, como el virtual

llamado a la insurreccion popular lanzado en

distintas conferencias internacionales.

Básicamente, en las realizadas en La Habana en

1966, la Tricontinental, y en 1967, la de la

Organizacion Latinoamericana de Solidaridad,

OLAS.

El Batallon 601 y la SIDE, con su gigantesco

aparato, dispusieron de viviendas para todo

servicio en la Capital Federal y muchas zonas del

Gran Buenos Aires, alquiladas o compradas mucho

antes del brote guerrillero y colocaron a

disposicion de sus integrantes mucho dinero sobre

el que no habia que rendir muchas cuentas. Además,

queda claro, incorporaron para las tareas Más

sucias a delincuentes comunes. Los Más notorios

fueron Gordon y Guglielminetti. No fueron los

unicos. A eso sumense los servicios de las otras

fuerzas, Más los de cada una de las policias

provinciales y se advertir que la impunidad estaba

asegurada. Para ellos, por supuesto. Eso si, los

que secuestraron para el cuartel o el batallon, un

dia comenzaron a hacerlo para beneficio propio. Y

no pararon.

Hay un caso, el del secuestro en pleno centro

del agente de Bolsa Pedro Zavalía, ocurrido en

junio de 1977, que es esclarecedor: como el primero

en caer como responsable fue un mayor del Ejército

de apellido Hubert, se hizo cargo de la causa la

Justicia militar, que sobreseyo al oficial y no

elevo los antecedentes de los civiles a la Justicia

ordinaria. En el sumario, sustanciado en Córdoba,

aparecen mezclados un tal Joe -¨seria José Ahmed?-,

Aníbal Gordon, Rubén y Enrique Escobar, César

Albarracin, Luis Alberto Martínez, César Enciso,

Antonio Antich Mas, Julio Casanova Ferro, Marta

Garcia Tezanos Pintos y el coronel retirado Juan

Ramon Nieto Moreno, todos agentes de la SIDE. Es

más, el mismisimo jefe del Tercer Cuerpo de

Ejército, Luciano Benjamin Menéndez, comprometido

en multiples detenciones ilegales, homicidios y

torturas, impulso la investigacion. El Consejo de

Guerra Permanente para Jefes y Oficiales de las

Fuerzas Armadas, con la unica oposicion de un

oficial de la Marina de Guerra, sobreseyo

graciosamente la causa con el mismo criterio con el

que dejo libres de culpas y cargos a todos los

responsables de la represion, desde los

Comandantes, para abajo. El oficial acusado quedo

libre de culpa y cargo y el Tribunal se hizo el

desentendido con respecto a los civiles, sustraidos

a la policia bonaerense, que los encontro con las

manos muy cerca de la masa. Como confesaron,

hubiera sido elemental pedir la captura de Gordon y

sus complices. Naturalmente, el Ejército no

solamente no los busco, sino que los protegio. Es

uno de los pocos casos en el que el expediente

existe y prueba la directa relacion entre militares

y delincuentes. En el caso de Zavalía, seria

absurdo hablar de actos de servicio contra la

represion. Es posible que muchos militares estén

planamente convencidos de que la lucha contra la

subversion no admite cuestionamientos. También es

probable de que descrean de miles de testimonios

sobre torturas, homicidios y otras aberraciones. Es

posible. Seria interesante saber qué opinan sobre

estos hechos que, en una corporacion, se divulgan

rápidamente. Los compañeros de promocion de los

socios de Aníbal Gordon, por caso, deben presumir

las razones del r pido enriquecimiento de sus

camaradas. Si ninguno dio un pasó en procura de la

verdad y la decencia, el tema es grave. Uno conoce

muchos casos de almirantes, brigadieres, generales,

capitanes, comodoros y coroneles que viven como lo

que son: argentinos con ingresos medios. ¨Es

posible que ellos no adviertan que algunos de sus

pares se convirtieron en millonarios de la noche a

la mañana? Con ellos se ven en el Centro Naval y

en los circulos Militar y de la Fuerza Aérea.

La lectura de decenas de expedientes judiciales

sustanciados en la Capital Federal y varias

provincias y la consulta con oficiales de la

Policia Federal y de la Provincia permite llegar a

otras conclusiones. En esa década trágica para la

Argentina, prácticamente todos los oficiales

operativos de ambas policias separados por delitos

graves, fueron asimilado por la inteligencia

militar, especialmente por el Batallon 601 y una

porcion no desdeñable se incorporo a la

Inteligencia de la Fuerza Aérea. Con la aclaracion

de que para Villar en la Policia Federal y Camps en

la provincial, no fue grave secuestrar, extorsionar

o matar a cualquier ciudadano que simpatizara con

la izquierda, o reclamase por sus derechos. Son

escasisimos, casi nulos, los casos de oficiales de

las Fuerzas Armadas exonerados por los delitos

cometidos en esos años de plomo. Tal vez sean Más

los casos de oficiales que debieron retirarse por

problemas matrimoniales, divorcios, separaciones o

adulterios. Temas estos que inquietan siempre a la

familia militar. Rep rese que Carlos Suárez Mason

es el unico que perdio la condicion militar por

decision de sus pares, pero no fue por ser culpable

de tormentos u homicidios, todos probados, sino por

no presentarse a declarar ante el Consejo Supremo

de las Fuerzas Armadas. Y esta no es una conclusion

apresurada. Se llego a ella tras la minuciosa

lectura de los listados de los oficiales y

suboficiales de la policia dejados cesantes por

delitos graves y su cotejo con los agentes de los

servicios comprometidos posteriormente con

atentados, extorsiones y secuestros. Echados de la

Policia, fueron a parar a la inteligencia militar.

Otro tanto ocurrio con agentes de la SIDE

exonerados por delitos comunes. Las destituciones

fueron solo para consumo externo, ya que el

Batallon esperaba a los expulsados.

Solo restaba demostrar que con esos policias

exonerados, como Taddei, Auliu, Espinoza o Divano,

convivieron delincuentes con frondoso prontuario,

al estilo de Gordon, Escobar, Ruffo o

Guglielminetti; custodios de algunos sindicalistas,

como Enciso, Gard o Forese, y la estructura de la

Triple A montada por José Lopez Rega. Y a lo largo

del trabajo se va probando. Todos se revolcaron en

el mismo lodo.

Ya en democracia, los coletazos del autoritarismo

sacuden. Atentados, espionaje telefonico,

persecucion ideologica, amenazas, extorsiones,

intentos de golpes de estado y secuestros tienen un

denominador comun: es el aparato represor que

muestra los dientes y, cuando puede, muerde y

lastima. En noviembre de 1993 eran Más de

trescientos los periodistas amenazados y se

lloraba la muerte de uno. Otros fueron

directamente agredidos y el Gobierno no habia

encontrado un solo culpable. Bandas terroristas

muy conocidas, las apadrinadas por el Comando de

Organizacion de Alberto Brito Lima, por ejemplo, no

son ajenas a funcionarios de la administracion de

Carlos Menem, que en su momento no vacilo en

designar al citado Brito Lima como embajador en

Honduras. Una eleccion deplorable.

Este simple recuento va mostrando poco a poco

como esos grupos armados seleccionados entre el

hampa por el Batallon 601 y afines, Más la llamada

patota sindical, sumados a la Triple A, caido el

gobierno de Isabel Perón, fueron rápidamente

asimilados por el aparato represor del proceso

militar, que no tuvo reparos en reclutar a

delincuentes de libro. Tal vez haya sido una

eleccion sabia: no cualquiera podria sumarse a

tamaño horror. Claro que esos Frankesteins,

llegada la democracia, siguen sueltos. Entre las

pérdidas de pruebas, las que ocultan las Fuerzas

Armadas, el Punto Final, la Obediencia Debida y los

indultos, todo está como era entonces, salvo dos o

tres muertes por causas naturales. Y esos hombres

que, con un gobierno elegido por el pueblo, o por

cinco militares, se dedicaron a amenazar, golpear,

secuestrar, torturar, colocar bombas, extorsionar y

matar a los adversarios, llegada la democracia,

algo Tenían que hacer. Antonio Troccoli acuño una

frase que muchos repitieron: “Es la mano de obra

desocupada”. En realidad, tan desocupada no

estaba, porque siguio con los atentados, las

agresiones, los chantajes, las bombas, las amenazas

y los secuestros extorsivos. Obviamente, semejante

impunidad estuvo acompañada por jueces que no

investigaban, fiscales que no acusaron y una

sociedad que acompaño. Contar con una Justicia

complice fue casi imprescindible. Hubo

excepciones, pero las causas investigadas

dignamente fueron pocas. La democracia no alcanzo

para desbaratar este auténtico aparato delictivo y

no son pocos los jueces comprometidos con el

horror, o pusil nimes, que después de las

elecciones de 1983 dieron un pasó al costado, en

algun caso reaparecieron defendiendo a algun

terrorista de ultraderecha y ahora están volviendo

de la mano de algunos al teres del Gobierno.

Lentamente, pero están regresando.

Lamentablemente, a fines de 1991 la opinion

publica fue confundida por las consecuencias del

caso Macri. Pomposamente, fue exhibida la eficacia

de una investigacion que termino con dieciocho

personas detenidas. El ministro Manzano creyo

tocar el cielo con las manos y la sociedad supo que

tres comisarios en actividad formaban parte de la

banda de secuestradores. Nacia la banda de los

comisarios. El tiempo demostrará, seguramente, que

fue una perversa maniobra política. Por Más que

algunos hayan tratado de dibujar pruebas, lo unico

cierto es que intervinieron dos residuos del

proceso, los ex subcomisarios Ahmed y Vidal, ambos

vinculado con la represion y un carapintada de Aldo

Rico. Este ex militar, tan afecto a levantarse,

rendirse y disparar acusaciones contra la

dirigencia política en general, jaMás hablo de su

hermano, médico, que pertenecia a la SIDE, fue

incriminado en secuestros y termino asesinado en

América Central por sus antiguos compañeros

argentinos, acaso por la repartija del botin por un

secuestro. Con el Caso Macri no se desmantelo

nada. Ahmed está preso, tal vez Vidal siga prófugo

toda la vida y al cerrar este trabajo faltaban

recuperar 3.900.000 dolares del pago del rescate.

Una vez más, el maniqueismo salto por encima de la

verdad. Un dislate cuantitativo que,

aparentemente, supero a la cupula de la Policia

Federal. La imagen del comisario Passero en la Casa

Rosada, al lado de Menem y Manzano y de altisimos

jefes de la Policia Federal, exhibiendo la probada

indignidad de algunos y la supuesta de otros, poco

tuvo que ver con una similar, la del comisario

general Juan Angel Pirker en 1987. Agobiado y con

un nudo en la garganta, tuvo que exponer la

realidad sobre un grupo de oficiales y suboficiales

responsables de secuestros y homicidios. Pero,

cuando dijo: “Vamos a investigar hasta las ultimas

consecuencias”, hasta el Más desconfiado le creyo.

También es ilustrativo reparar en el bajisimo

perfil público que adoptó el juez federal Martin

Irurzun, el que investigo el tema Sivak, con la

desmedida popularidad que alcanzo el magistrado

Nerio Bonifati cuando expuso el caso Macri. Vaya

ironia: Irurzun, un hombre insospechable, es

torpedeado desde el poder. Bonifati pasó de juez

de Instruccion a juez federal. Rapidisima carrera

para quien volvio al Poder Judicial por la ventana,

ya que fue designado en comision, sin acuerdo del

Senado, ocho dias después de haber finalizado las

sesiones ordinarias de 1990.

El ex juez nacional de Instruccion Carlos

Alfredo Oliveri, luego fiscal adjunto de la

Fiscalia Nacional de Investigaciones

Administrativas, un hombre del Derecho, la Justicia

y el honor, fue uno de los primeros en procesar a

una banda integrada por policias de Seguridad

Federal y agentes de los servicios. Esto, en pleno

proceso militar. Luego, también con el poder

vestido de uniforme, logro que fueran atrapados en

Suiza los secuestradores del empresario Carlos

Koldobsky. Ya en la Fiscalia, como si fuera una

obsesion, repetia: “Son los mismos grupos, la

misma gente, el mismo origen y si la Justicia se

tomara el trabajo de investigar, se llegaria a los

jefes. No solo a los peones”.

Aníbal Gordon, Leandro S nchez Reisse, José

Ahmed, Alfredo Vidal, Arquimedes Puccio, Luis

Alberto Martínez, Rubén Bufano y Raul Antonio

Guglielminetti eran personajes de segunda linea en

estas asociaciones ilícitas. En modo alguno son

los jefes de las bandas. Otros, los de primera,

daban las ordenes y se llevaban la parte grande de

la tajada. Elementales silogismos podrian conducir

a la verdad. Aqui se recrean algunas de las

andanzas de ellos, antes de la Triple A, con ella y

durante el proceso militar. Hay demasiados

elementos en comun en todos estos grupos como para

suponer que puedan obedecer a la casualidad.

Secuestros que se pagan en la misma esquina,

destinos comunes de policias, militares y agentes

de los servicios y la constante de algunos jefes,

configuran elementos Más que obvios como para que

desde algun lugar de la Justicia alguien intente

probar la existencia de una verdadera asociacion

ilícita, que se descubrir con un recurso casi tan

simple como el de tirar del extremo de un piolin.

Con juntar todos los expedientes, comparar nombres,

lugares, metodologias y declaraciones, se llegar

rápidamente a la verdad. Junto con ello, habr que

pedir los listados del personal de inteligencia de

las Fuerzas Armadas, verificar las fortunas de

varios militares que por alli pasaron, y la

historia cerrar . Asi de simple. Todo lo escrito

en este trabajo está respaldado por documentos que

son pruebas. Las mismas que parte de la Justicia

ignoro y, lamentablemente, ignora. Fueron muchas

las víctimas entrevistadas durante esta

investigacion. También dijeron lo suyo una decena

de policias, todos creibles, por tratarse de

profesionales no comprometidos con alguna de las

atrocidades que le toco vivir a la Argentina.

Cuando no se citan sus nombres es para no

exponerlos. En actividad o retirados, no pueden,

reglamentariamente, exponer en público lo que saben

y muchos aportaron clarisimas referencias sobre ex

pares suyos que secuestraron, torturaron y

asesinaron, luego confirmados por expedientes

judiciales diseminados por todo el pais. Ni un

solo dato proviene de los servicios de

inteligencia. Jamás lo haria. Y en esto empeño mi

palabra; la unica que tengo.

Una víctima de la gavilla, el empresario cordobés

Enrique Carranza, un hombre de bien, fue un

colaborador espont neo, generoso y cordial. Con

envidiable empeño y valentia sigue su lucha en

procura de la verdad sobre esta asociacion ilícita

que trato de destruirlo y solo logro quitarle el

fruto del trabajo de toda una vida.

Pacientemente, arrima Más datos a la Justicia que

los obligados a hacerlo. Otros, que a lo largo de

los años aportaron lo que sabian, lo que Tenían o

lo que padecieron y, en muchos casos, marcaron

equivocaciones o discrepancias, como Mariano

Ciafardini, Aníbal Ibarra, Oscar Ciruzzi, Juan

Maria Ramos Padilla, Horacio Rolando Cattani, Leon

Smoliansky, Pablo Argibay Molina, Luis Brandoni,

Fernando y Guillermo Combal, Mario Lettiere, Martin

Irurzun, Mario Neuman, Julio Goyret, los familiares

de Osvaldo Sivak, Carlos Alfredo Oliveri, Juan

Enrique Guglialmelli, José Luis D'Andrea Mohr, Juan

Angel Pirker y una gloria del periodismo argentino,

Pajarito Garcia Lupo, merecen mi permanente

reconocimiento. El mismo que le debo al periodista

Alejandro Monclá, incapaz de decir que no puede

cuando se le pide un dato y tan eficaz como para

conseguirlo siempre. Todos aportaron algo con

total generosidad.

Alberto Laya, un maestro de periodistas, uno de

los grandes en serio, que juega con el idioma como

un ilusionista, soporto la lectura de los

originales y trato de corregir lo incorregible.

Quiero que sepa que sigo escuchando sus

ocurrencias, ironias y mordacidades con el mismo

deleite con que lo hacia allá por mayo de 1968,

cuando cai a su lado en la vieja, querida y añorada

redaccion de La Nacion. Apreciaré siempre lo que

trato de enseñarme. Seguramente en forma

infructuosa.

Por último, siento necesidad de contar que este

libro llego a ser tal porque mis hijos soportaron

sin quejas, en la parte final de este trabajo,

inevitables desatenciones de su padre y minimizaron

las amenazas que, periodicamente, repitieron los

desconocidos de siempre. Ellos también aprendieron

que esos sujetos, los dueños de la noche, todavia

están entre nosotros.

Carlos Alfredo Juvenal

1. EL ENEMIGO PÚBLICO

“He sido preparado como agente de inteligencia para obrar,

en el noventa por ciento de los casos, al margen de la ley”.

Raul Guglielminetti ante los camaristas Andrés D`Alessio,

Ricardo Gil Lavedra y Jorge Valerga Aráoz, los fiscales Julio

César Strassera y Luis Moreno Ocampo, y el defensor oficial,

Jose Talon, el 5 de mayo de 1987.

La historia de Raul Antonio Guglielminetti es casi un

prototipo. En los últimos años apareció como una mezcla de

falso influyente, burlador de la justicia, confidente de la

policia, espía internacional y super agente. En todo caso, es

una mezcla de todo eso, pero en el marco del subdesarrollo.

Veinte años atrás, hubiese sido un pillo Más, diriase que un

ratero de poca monta, un informante policial con prontuario

por estafas burdas, robo de automotores y contrabando, con

escasas posibilidades de trepar en el mundo del hampa. Entre

otras cosas, porque en ese sotano de la sociedad rechazan a

quienes no respetan uno de sus codigos, el del silencio.

Pero la represion que se venia, la Revolucion Argentina; la

que se organizó, gobierno Perónista entre 1973 y 1976, y la

que sintetizo todo, el Proceso de Reorganizacion Nacional,

termino encumbrando a lumpenes semejantes. Imposible

concretarla con otro tipo de hombres.

Sobre Guglielminetti se contaron muchas cosas, algunas

extravagantes y otras reales, pero la reconstruccion de su

historia no ha sido, por cierto, rica en exactitudes. De

todos modos, se puede intentar una aproximacion con los datos

que, a lo largo de ocho años, uno fue acumulando. No son

completos. Pero rigurosamente exactos. La historia comenzo a

conocerse el el sur: testimonios recogidos en la zona del

Alto Valle de Rio Negro y Neuquén coincidieron en que alli

participo en la represion durante la llamada Revolucion

Argentina, que lo incorporo a la inteligencia militar.

Llegado el Peronismo, en 1973 integro los escuadrones de la

muerte de la Triple A y pasó a ser un personaje en el proceso

militar. Fue un agente operativo, no solo en las rutinarias

detenciones ilegales e interrogatorios, sino que se sumo, con

un rol importante, a los grupos de tareas que actuaron en

América Central. Ayudo a la Contra nicarag•ense, trafico con

armas y, en sus ratos de ocio, organizó algunos secuestros

con otros argentinos, compañeros de trabajo. En tierras

caribeñas, claro. Como para despuntar el vicio. Distintos

autores le atribuyen haber cometido en la zona un par de

homicidios. Imposible confirmarlos.

Al regreso custodio al presidente Bignone. Cuando llego la

democracia no fue un desocupado. Hábil y escurridizo, engaño

a los radicales, para los que hizo algunas tareas de

inteligencia. En todo caso, los funcionarios de Alfonsín que

eligieron a semejante personaje es posible que sean

inimputables por su inocencia. Pero, a veces, la inocencia y

la imbecilidad marchan de la mano y no deben ser atenuantes,

sino agravantes, para los altos funcionarios públicos. Entre

otras cosas, se estaba jugando el prestigio de la democracia.

Lo cierto es que, con lo que está probado ante la Justicia y

la décima parte de lo que le atribuyen haber hecho,

Bairoletto, el Pibe Cabeza, Santos Godino, Villarino y el

loco Prieto, al lado de Guglielminetti, parecieran ser

inocentes caballeros. De todas maneras, para el hampa, el

rasgo predominante de Guglielminetti es el de delator; el del

informante.

Su nombre, sin embargo, solo salio a la luz en marzo de

1985, cuando el dirigente justicialista Herminio Iglesias, ex

intendente de Avellaneda, denunció que en un viaje a Europa

fue seguido por un agente de la SIDE al que identifico como

Raul Antonio Guglielminetti. Enseguida, Hebe de Bonafini y

Maria Adela Antokoletz, dirigentes de las Madres de Plaza de

Mayo, se presentaron ante el ministro del Interior, Antonio

Troccoli, para denunciar que se trataba del mismo hombre que

se habia trasladado en el mismo vuelo que ellas a España en

febrero de 1983. En Barajas fueron recibidas por Matilde

Artés Company, madre de una desaparecida, y Guglielminetti,

que viajaba acompañado por otro sujeto, al que no

identificaron, las observaba atentamente, para terminar

hostig ndolas al llegar a Madrid. Las Madres de Plaza de Mayo

lo fotografiaron. Una copia fue entregada al doctor

Troccoli.

La señora Artés Company, que formo parte de Abuelas de

Plaza de Mayo, una entidad dedicada exclusivamente a

recuperar para sus familias a hijos de desaparecidos, es la

abuela de Carla Rutila Artés, que estaba en poder del

terrorista de derecha Eduardo Ruffo, complice de Aníbal

Gordon en el secuestro de Guillermo Patricio Kelly. Detenido

Ruffo, la niña fue entregada a sus familiares. Carla, hoy,

vive con su abuela en España. Kelly, justamente, se sumo a

las denuncias y preciso que Guglielminetti no solo habia

formado parte de la Triple A, sino que fue complice en muchas

de las tropelias de Aníbal Gordon. que siempre estuvo por

encima de aquél en las escalas jer rquicas. Gordon era un

homicida, con antecedentes de asalto a bancos, y

Guglielminetti un oportunista cuya carrera delictiva, vale

repetirlo, Tenía antecedentes de raterias. En la escala del

hampa mediaba entre ambos una gran diferencia.

En poco tiempo se fueron sumando datos y se destapo la

olla: el terrorista de ultraderecha, que la Democracia heredo

como custodio presidencial, habia ganado la confianza de

algunos funcionarios radicales y termino organizando un grupo

de inteligencia paralelo que funciono en la avenida Leandro

N.Alem 218, a dos cuadras de la Casa Rosada. El visto bueno

para su trabajo partio del subsecretario general de la

Presidencia de la Nacion, Dante Giadone. El grupo opero

durante un breve tiempo, pero cuando se conocio parte de

la verdad el esc ndalo fue mayusculo. Se sospechaba que

Guglielminetti era el jefe de la banda que secuestro el 10 de

abril de 1985 al industrial Enrique Menotti Pescarmona, por

el que se pagaron cuatro millones y medio de dolares de

rescate, y que estaba vinculado con un delito idéntico en

perjuicio del industrial Sergio Meller. Por lo pronto, en su

oficina de Leandro N. Alem habia recibido dinero de la

familia Meller.

Por si faltara algo, estaba procesado por el homicidio de

Emilio Naum, que fue encontrado muerto dentro de su automóvil

BMW en las inmediaciones de la Facultad de Derecho de Buenos

Aires en la mañana del 22 de julio de 1984. Tenía un disparo

en el corazon y todo indicaba que se resistio a ser

secuestrado. De todos modos, tanto horror casi no conmovia a

los argentinos, porque en forma simultánea se conocían los

primeros informes sobre secuestros, torturas, homicidios y

desapariciones consumados durante el gobierno militar.

Cuando Dante Giadone se fue y la oposicion Perónista

denunció la existencia del grupo de inteligencia paralelo de

Alem 218, comenzo a saberse algo Más sobre este hombre que

aparecia en fotos al lado del general Reynaldo Bignone, al

costado de Isabel Perón y Raul Alfonsín, y corriendo detr s

del auto del presidente cuando éste asumio en 1983. Parecia

un super agente secreto, un espía internacional; algo asi

como el hombre que sabia demasiado por su permanencia al lado

del poder.

Lo real, lo que está documentado, es que Guglielminetti se

incorporo oficialmente a la Agrupacion Seguridad e

Inteligencia de la Presidencia de la Nacion el primero de

marzo de 1978. Entonces ya era visto en el Comando del

Primero Cuerpo de Ejército, en Palermo, donde los conscriptos

y suboficiales lo conocían como mayor Guastavino. Su

credencial lo probaba: mayor Rogelio Angel Guastavino.

Respondia al coronel Ferro y entraba en el despacho de Carlos

Suárez Mason como si fuera el propio. Un dia apareció en el

cuartel de Palermo un oficial del Ejército llamado

Guastavino. Enterado de que habia un mayor con ese apellido,

trato de ubicarlo para saber si eran familiares. Con

evasivas, lo convencieron de que lo dejara ahi; que no

averiguara. Un ex conscripto, que durante el servicio militar

obligatorio estuvo destacado en el Primer Cuerpo, contaba que

Guastavino era todo un personaje, que hasta los oficiales lo

trataban de mayor, y que mostraba tener ascendencia sobre

ellos, al punto que solo Ferro y el citado Suárez Mason

parecian ser interloctores v lidos para el agente de

inteligencia. “Hasta que vi sus fotos cuando salto el

esc ndalo en 1985 -concluyo- yo estaba convencido de que se

trataba del mayor Guastavino. Nunca en el Comando escuché

nombrar a Guglielminetti”.

Pese a que en marzo de 1984 fue despedido de la

Presidencia porque aparecieron indicios de su participacion

en la represion ilegal, Guglielminetti volvio. Y es

razonable preguntarse por qué razon no apareció un servicio

de inteligencia que le diera al Gobierno un alerta sobre la

catadura del sujeto que se movia en el area presidencial. Con

el transcurso del tiempo se supo que Giadone encomendo a dos

jovenes oficiales de la Armada, los tenientes de navio

Marcelo Marienhoff y Luis Cagliari, formar un pequeño grupo

para que lo asesoraran en tareas de inteligencia. Los dos

marinos -esto ocurria en junio de 1984- se instalaron en el

edificio de la vieja cochera presidencial, en Alem 218, a

doscientos metros de la Casa Rosada, y lograron que se

contratara a Guglielminetti. Fue asi como el mayor

Guastavino se mudo a esas oficinas. Segun La Nacion del 15

de agosto de 1985, Guglielminetti Tenía el teléfono 33-6812 o

el interno 411 del Conmutador de la Presidencia. ¨Qué hacia

Guglielminetti? Desarrollaba una de sus especialidades. A

los radicales les contaba en qué andaban los residuos de los

servicios de inteligencia, y éstos las intimidades del

poder. Un doble juego que pareciera dominar a la perfecccion.

Como reza en la jerga carcelera, un doble buche.

Es conocido que la SIDE sospecho y que los agentes que

envio, disfrazados de operarios de SEGBA, para instalar

microfonos en Alem 218 fueron descubiertos y desarmados por

Guglielminetti. Este episodio genero grandes disgustos en el

gobierno radical, precipito la renuncia de Giadone y la

disolucion del grupo, que habria funcionado hasta fines de

1984. No hubo suicidios, cosa de anarquistas, ni mayores

explicaciones. Una pena. El agente o ex agente del Batallon

601 sumo a su equipo a Juan Carlos del Cerro, alias Colores,

y a Victor Gard. Colores provenia del sector civil de

inteligencia de la Policia Federal y fue denunciado como

torturador por varios sobrevivientes de distintos centros

clandestinos de detencion, y Gard era menos popular: apenas

se sabia de su amistad con César Alejandro Enciso, con el que

compartio un departamento en French 3591, noveno piso,

departamento A, de la Capital Federal. Enciso, alias Pino,

fue uno de los secuaces de Aníbal Gordon y se desempeño como

custodio de la Union Obrera Metalurgica.

En la puerta de ese edificio de la calle French, esquina

Salguero, Enciso fue baleado por los mismos que mataron a

Jorge Dubchak en la Union Obrera Metalurgica, pero salio con

vida. En el Hospital Fernández, donde fue atendido y le

salvaron la vida, Enciso le conto a sus familiares, a Victor

Gard y a la Justicia que el 25 de julio de 1975, a eso de las

ocho de la noche, llamo por el portero eléctrico Vicente

Carreño, a quien conocia por haber compartido tareas de

seguridad en el sindicato de los metalurgicos. Carreño, ya

en el departamento, ubicado en el noveno piso, le pidio que

lo acompañara a la sede de la UOM, en la calle Hipolito

Irigoyen, donde lo esperaban para conversar de un tema

delicado. Bajaron por la escalera, y cuando llego a la

planta baja los esperaban Juan Carlos Rodriguez y Juan Carlos

Acosta, ambos custodios del gremio, que lo balearon a

quemarropa. Enciso alcanzo a advertir que en la calle estaba

estacionado un Ford Falcon nuevo, verde claro, en el que

esperaba otro custodio apodado Oveja, que no era otro que

Fromigué. También aclaro que el departamento en el que vivia

estaba alquilado por su amigo Gard, también custodio de

Lorenzo Miguel.

A los pocos dias, Eduardo Aníbal Fromigué, otro custodio

de la UOM, procesado en La Plata por atentado y resistencia a

la autoridad, robo de automotor y lesiones en riña, se presto

a una declaracion indagatoria sobre el ataque armado a

Enciso. Explico que nada Tenía que ver con el caso, ya que

ese dia estaba afectado a la custodia de Lorenzo Miguel, y

que eso lo podian confirmar Vicente Carreño y Juan Carlos

Acosta, que estuvieron con él. Propuso, Fromigué, que se

citara a Lorenzo Miguel, que certificaria sus dichos.

Lamentablemente para Fromigué, el juez le concedio la

excarcelacion. La siguiente víctima de un homicidio en esta

reyerta entre bandas fue él.

Estos ajustes de cuentas entre hampones son reveladores.

Osvaldo Forese era otro desconocido, hasta que en abril de

1987, el diputado uruguayo Gonzalo Carámbula denunció que el

ex custodio de la UOM, en ese momento empleado del Congreso

de la Argentina, fue uno de los homicidas de sus compatriotas

Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Nuñez, cuyos cuerpos

aparecieron baleados el 18 de mayo de 1976. El primero fue

senador y el segundo presidente de la Camara de Diputados.

Forese, individualizado como torturador en el centro

clandestino de detencion Automotores Orletti, fue

desprocesado gracias a la Ley de Obediencia Debida, junto con

su jefe, Aníbal Gordon. Hasta fines de 1986 fue chofer del

sindicalista Diego Ibañez, hecho que certifican decenas de

testigos y niega el gremialista. Habria participado en los

asesinatos de Eduardo Aníbal Fromigué, Juan Carlos Acosta y

Graciela Chej Muse, cometidos el 12 de octubre de 1975 en el

restaurante Mi Estancia, ubicado en el cruce de Florencio

Varela. Silvia Lilian Rodriguez, esposa de Fromigué, que

salvo su vida milagrosamente, atribuyó el homicidio a Carlos

Alberto Miranda, alias Pacho; Antonio Jesus, Ricardo Oscar

Calvo, Osvaldo Alberto Forese, Aníbal Gordon, Carlos

Castillo, César Alejandro Enciso y Victor Gard, a los que

identifico. La mujer de Fromigue dejo el testimonio ante una

escribana el 16 de octubre de 1975, por escritura numero

ciento treinta y cinco. El caso de la parrilla Mi Estancia

fue un tipico ajuste de cuentas. Acosta y Fromigué, acusados

del homicidio de Dubchak, comian con sus esposas cerca de la

medianoche, cuando llegaron dos autos con ocho o nueve

hombres armados. Solo Fromigué alcanzo a disparar, pero los

otros eran Más. Al frente de los atacantes estaba Aníbal

Gordon. En la foja 108 de las actuaciones que llevaba el juez

de La Plata Angel Nelky Martínez consta que Fromigué, Enciso

y Forese pertenecian a la Union Obrera Metalurgica y eran

custodios personales de Lorenzo Miguel. Ante otro juez,

Néstor Blondi, consta que entre quienes cuidaban al

secretario general de la UOM estaban los nombrados Más

Vicente Carreño (asesinado al salir de la carcel), Alberto

Cuadrado, Vicente Chentamoli y Ruben Mollon. Gordon se hacia

pasar por el teniente coronel Felipe Silva. Forese

reapareció publicamente en los tumultos de Plaza de Mayo

durante el acto de la CGT del 9 de septiembre de 1988. Esa

tarde fueron destrozados varios negocios de la zona, en

especial la sastreria Modart, de Avenida de Mayo y Peru,

arrasada por una horda. Las fotografias probaban que Forese

fue uno de los provocadores y de los primeros en romper las

vidrieras. Sin embargo, tuvo una coartada casi perfecta y no

fue procesado. A mediados de 1992 Forese se desempeñaba como

asesor paritario del Sindicato de Obreros Maritimos Unidos,

gremio que meses antes habia tomado por la fuerza un grupo

armado en el que estaban, justamente, Forese y Carlos

Castillo, el indio. Es recomendable leer el amplio informe de

cuatro p ginas sobre Forese, escrito por Jorge Lanata, con el

que colaboraron los periodistas Jorge Ciccutin, Nancy Pazos y

Andrea Rodriguez, que público P gina/12 el 16 de octubre de

1988.

La vueltas de la vida: Gard, junto con Juan Martin Ciga

Correa(1), Jose Luis Recio, Julio César Casanova Ferro, Jorge

Allende Flores , Horacio Capelo, Félix Brenes, Jorge Franco,

y el mayor Garcia Cano, compartio tareas en América Central

con Guglielminetti. Ciga Correa, investigo Martin Andersen,

fue uno de los que participo el 30 de septiembre de 1974 en

el atentado que le costo la vida al general chileno Carlos

Prats González y a su esposa, Carmen. Estaban exiliados,

vivian en Belgrano, y una bomba colocada en el auto fue el

método de los terroristas de la Triple A, dirigidos por el

agente chileno Michael Townley, nacido en los Estados Unidos,

hombre de la CIA y de la inteligencia chilena para ultimar al

ex comandante en jefe del Ejército de Chile durante la

gestion de Salvador Allende. Recio, un pistolero, es sobrino

del coronel Bernardo Menéndez, y apareció en América Central

luego de fugarse de Europa, donde lo buscaban por distintos

atentados terroristas de la banda dirigida por Stefano Delle

Chiaie.

Segun Enrique Yepes, en La Contra, una guerra sucia,

Casanova Ferro y Enrique Ambrosio Saglio fueron los que

ultimaron a un agente argentino llamado Antonio Antich Mas,

dilecto amigo de Aníbal Gordon, porque no se pudieron de

acuerdo en el reparto del botin de un secuestro extorsivo.

Los periodistas argentinos Juan José Salinas y Julio

Villalonga, en Gorriar n, La Tablada y las guerras de

inteligencia en América Latina, dieron otra version: un

agente del Batallon 601, de origen croata, fue arrojado desde

un helicoptero en vuelo por Raul Antonio Guglielminetti.

Salinas y Villalonga aportaron otro dato, reiterado en

distintas publicaciones relacionadas con los antisandinistas:

Guglielminetti dispuso de tiempo en Tegucigalpa para

dedicarse a asaltos varios y secuestros extorsivos, y

agregaron que estuvo implicado en el homicidio del médico

Roberto Rico, aparentemente asimilado al Ejército, hermano

del ex militar golpista Aldo Rico. Más adelante se ver que

Casanova Ferro, Antich Mas, Aníbal Gordon, el médico Rico,

Rubén Escobar, alias Rubén Escudero, y César Albarracin,

entre otros, estuvieron acusados por el secuestro del agente

de bolsa Pedro Leon Zavalía, ocurrido en junio de 1977. Esta

causa fue tramitada por los tribunales militares y fue

lastimosamente sobreseida graciosamente por el Consejo

Supremo de las Fuerzas Armadas, pese a que la víctima

identifico a sus captores, y a que varios de sus acusados

confesaron haber participado en el secuestro.

Sobre los nombres de los agentes del Batallon 601, o los

otros sectores de inteligencia, siempre habr que hacer la

reserva de que pueden ser los de cobertura que les fijan para

los trabajos sucios. No solamente les dan, una identidad

ficticia, sino cédulas, documentos nacionales de identidad,

pasaportes y registros de conductor hechos sobre cartillas

originales.

Un precoz delincuente

Quién es Guglielminetti? Nacido el 2 de noviembre de

1941, con libreta de enrolamiento número 4.392.690, a los 16

años, recién cumplidos, conoció la celda de una comisaria

porteña, donde pernocto varias días debido a una tentativa de

estafa. Estuvo en la Escuela Juan Vucetich, la que prepara

oficiales para la policía de la Provincia de Buenos Aires,

pero su pasó fue efímero. Como en un juego tradicional de los

pibes de la época, el poli-ladron, con la letra o sin acento,

como no pudo estar entre los policías integro el otro bando.

Poco a poco fue engrosando su prontuario en distintos puntos

del país y fuera de él, hasta que aterrizo en 1969 en las

obras de El Chocón, la mayor represa hidroeléctrica de la

Argentina, y consiguió un puesto en el sector de seguridad.

Las versiones sobre su llegada a Neuquén son coincidentes. Se

trataba de un buen refugio: el 26 de junio de 1969 el

gobierno del Perú dio a conocer un decreto por el que lo

expulsaba del país por “Daño en agravio de la propiedad

publica”. A Lima llego a fines de 1967, luego de escaparse

de una cárcel de Santo Tomé, Corrientes, donde estaba

cumpliendo una condena por robo calificado. La resolución

del gobierno peruano llevaba el número 7779, y la expulsión

se concretó el mismo día: a las 21 cruzaba la frontera con

Chile. A Buenos Aires no le convenía volver: con captura

recomendada, era mejor un lugar algo Más tranquilo. Seis

meses después era informante del Destacamento de Inteligencia

141, con sede en Neuquén. Su tarea en la empresa Impreglio

Sollazo, en El Chocón, era un tanto sucia: escuchar todo lo

que se decía en las asambleas, armar una red de delatores,

denunciar por subversivos a los obreros quejosos o molestos,

deportarlos si eran chilenos y colaborar con la conducción

nacional del gremio. La cuestión se complicó con la dura

huelga de 1970(2), que no termino en una matanza

indiscriminada por la férrea actitud de monseñor Jaime de

Nevares, que acompaño a los trabajadores en sus

reclamaciones, y se puso al frente de las marchas. En sus

trabajos en las obras de El Chocón, Guglielminetti compartió

tareas con los hermanos Daniel y Alberto Nievas, allegados a

Lorenzo Miguel. Ganaron cierto prestigio entre los militares

por alguna tarea de inteligencia realizada en Chile, y

siguieron en la zona cuando se construía la presa de Alicur.

A los Nievas los protegieron varios jefes de Inteligencia del

Ejército Argentino, y no solamente Patrizio. Por ejemplo,

Hugo Cartagenova y Carlos Farwig, ambos jefes del

Destacamento 141 del Ejército Argentino.

Como consecuencia de sus dos trabajos, Guglielminetti

cosecho amistades en la policía de Neuquén y se incorporo

como cronista de Policiales al diario Sur Argentino,

propiedad de la familia Sapag. Los Sapag, de origen

Peronista, fundaron el Movimiento Popular Neuquino y

gobernaron la provincia. Sin elecciones, con los militares,

y con ellas, con Alfonsín y Menem. El diario en el que

trabajaba Guglielminetti era dirigido por el periodista

Enrique Oliva, ex aspirante a guerrillero foquista que, años

después, se fue a vivir a Paris.

Se sospechaba que Guglielminetti, además, cobraba algún

sueldo como informante de la policía. Los años en El Chocón

no habían pasado en vano, por Más que luego de las huelgas no

le quedó otro remedio que abrirse por temor a represalias. En

la cárcel de Caseros y en la Unidad 22 del Servicio

Penitenciario cuentan que, durante su reclusión, el agente de

inteligencia admitía que lo del Sur había sido muy duro y que

muchas operativos realizados en esos tiempos no los

repetiría. No dio mayores explicaciones, pero no hace falta

una imaginación muy abierta para suponer a que se refería.

También trabajo en el Noticiero de LU 5, Radio Neuquén. Sus

adversarios contaban que Oliva rompió con Guglielminetti al

enterarse de que a la policía de Neuquén habían llegado

distintos pedidos de captura provenientes de Formosa,

Corrientes y Misiones. Todos por delitos comunes. El diario

Rio Negro, de la familia Rajneri, de orientación radical,

desplego el prontuario de Guglielminetti, con detalles de la

fuga de una prisión, para desacreditar a la competencia.

Sea como fuere, no se le detuvo, ni se le envió a Corrientes,

como correspondía, sino que siguió en lo suyo. Ya Tenía

plena protección de los militares. Algo así como una licencia

para delinquir. Para matizar, fue procesado por un escándalo

ocurrido en una confitería neuquina, pero termino sobreseído

por la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

Por esos días, fines de 1971, Guglielminetti ya había

establecido solidos contactos con la SIDE. Como al Sur fue y

volvió muchas veces, dejo sus marcas en dos centros

clandestinos de detención, ambos llamados La Escuelita, que

funcionaron en Neuquén y Bahía Blanca. En esta ciudad, el

muy Peronista general Acdel Alberto Vilas armo una dura

represión, cuyo objetivo primario fue la Universidad Nacional

del Sur.

Guglielminetti fue procesado por aplicación de

tormentos, privaciones ilegales de libertad y homicidios,

pero le correspondieron los beneficios de la Ley de Punto

final(3), sancionada el 23 de diciembre de 1986. Otra

cuestionada norma legal, que amparo a violadores de los

derechos humanos, la de Obediencia Debida, le sirvió para

quedar desprocesado en la causa del Primer Cuerpo de

Ejército, que encabezaba Carlos Guillermo Suárez Mason. El 21

de julio de 1988, la Corte Suprema de Justicia declaro

extinguida la acción penal en esa causa a un numeroso grupo

de militares y civiles. Entre los que no vestían uniforme

estaban Guglielminetti, Juan Carlos Del Cerro, Osvaldo Paqui

Forese, Eduardo Ruffo y Juan Simón, del elenco estable del

secuestro, la tortura y el crimen.

En la nómina de militares desprocesados figuraban Otto

Carlos Paladino, Roberto Roualdés, Enrique Carlos Ferro,

Pedro Alberto Durán Sáenz y Luis Enrique Baraldini. Este

último, poco conocido, hasta por los organismos dedicados a

los derechos humanos. El ex coronel Baraldini participo en la

rebelión del 3 de diciembre de 1990, encabezada por Mohamed

Ali Seineldin y la C mara Federal, el 2 de diciembre de 1991,

fijo su condena en 20 años de reclusión y lo destituyo. El

derecho a la obediencia debida también le hubiera

correspondido a Aníbal Gordon, otro activo homicida y

torturador, uno de los pesados de la Triple A, pero murió

antes. No se enteró del perdón.

Un coronel desmemoriado

Guglielminetti, en su pasó por el Sur, termino casándose

con Fanny Buchiniz, perteneciente a una tradicional y

respetable familia de Cutral Co, curiosamente, con muchos

familiares directos vinculados con el Partido Comunista.

Emigro a Bahía Blanca. Remus Tutu, rector de la Universidad

del Sur, fue su protector. De ahí, de la mano de ese rumano,

un confeso fascista, Raúl Guglielminetti dio el gran salto:

se acercó a los escuadrones de la muerte: la Triple A. Un

oficial del Ejército, entonces mayor, Humberto Orlando

Patrizio( con zeta y sin ese final), superior suyo en el

Destacamento 141 de Inteligencia, de Neuquén, fue su

contacto. Patrizio, ya coronel, trabajo al lado de Jorge

Rafael Videla y le consiguió el traslado al Batallón 601, en

Buenos Aires. Patrizio, ante una consulta judicial de 1988,

pareció no ser muy fuerte de memoria. Tenía pocos recuerdos

sobre Guglielminetti. Reconoció haberlo conocido en Neuquén,

pero solamente aporto un dato: él mismo le había recomendado

en 1973 viajar a Buenos Aires y hacer gestiones para

incorporarse a la inteligencia militar. El Estado Mayor

General del Ejército lo desmintió: Raúl Antonio

Guglielminetti fue agente del Destacamento de Inteligencia

141, de Neuquén, desde el primer día de 1971, con esta

categoría, Cuadro C, subcuadro C-2, IN 14. La designación de

Guglielminetti como cuadro efectivo, con haberes mensuales y

descuentos jubilatorios, fue aprobado por el entonces coronel

Alfredo Sotera con fecha 30 de diciembre de 1970. Ahí, en el

nombramiento, se aclara que,” de acuerdo con lo prescripto

por el artículo 330 del Reglamento para el personal civil de

la Secretaria de Informaciones del Estado y de los servicios

de inteligencia de las Fuerzas Armadas, se identificar con

el seudónimo de Rogelio Ángel Guastavino”. Es decir que,

como la mayoría de los espías vernáculos, Raúl Antonio

Guglielminetti mantuvo sus iniciales, RAG, las mismas de su

altr ego Guastavino. La copia de esa designación enviada a

la Justicia es borrosa, por eso no se reproduce, pero está,

en poder del autor y en un Tribunal de la Capital Federal. Lo

que queda claro es que Patrizio, ante la Justicia, adultero

la verdad. En cuanto al general Sotera, al retirarse instalo

una consultora en la que trabajaron varios agentes del

Batallón, entre ellos Roberto Guillermo Fossa, procesado por

el primer secuestro de Osvaldo Sivak.

La incorporación a la inteligencia militar de individuos

prontuariados por estafas, extorsiones, robo a mano armada y

tenencia de armas de guerra puede tener varias explicaciones.

Dos, elementales: necesitaban gente con pocos escrúpulos, y

entonces Guglielminetti daba el perfil exacto, o ignoraban

quién era. En el primer caso, el Más factible, la elección

aparecería como técnicamente apropiada y éticamente penosa,

porque ayudaría a descalificar aún Más a los servicios de

inteligencia, y al mismo Ejército. Como la selección se hizo

antes del golpe de marzo de 1976, inclusive con anterioridad

a la formación de la Triple A, es lógico inferir que todo lo

que ocurrió estuvo planeado y que, con tiempo, fueron

seleccionando al personal capaz de reprimir como lo hizo. No

está de Más precisar que el reclutamiento de estos hampones

fue hecho en los tramos finales del gobierno del general

Lanusse. El Ejército comenzó a contratarlos para los trabajos

sucios. Muchas de esas tareas, como una suerte de approach, o

de ensayo, fueron realizadas antes de las elecciones de 1973.

Pronto, la Triple A los asimilaría. Si los militares no se

enteraron del historial delictivo de Guglielminetti y sujetos

parecidos, la elección seria risible. Como hipótesis, debe

descartarse. Patrizio, es cierto, lo apadrino para el

desembarco en Buenos Aires, pero antes fue su jefe en el sur,

aunque no lo hubiese admitido ante la Justicia. Patrizio,

además, participó activamente en el desembarco de un numeroso

grupo de delincuentes argentinos en América Central, con

Guglielminetti a la cabeza. Este, desde Miami, hablaba casi

diariamente por teléfono con su viejo amigo, asociado en la

tarea de organizar la lucha contra el sandinismo con otros

oficiales de Inteligencia, Davico, Valin y Ribeiro.

En la Capital Federal, Guglielminetti se integro

rápidamente al Batallón 601 y estuvo destacado en el Primer

Cuerpo de Ejército y en Seguridad Federal. Luego voló a

Estados Unidos para sumarse a la batalla contra los

sandinistas. Por eso, se fue de baja del Batallón. En el

medio de estas historias, se dedicó a cobrar una cuota

mensual a los comerciantes de la calle Libertad. Algo así

como la famosa protección impuesta por los mafiosos de

Manhattan y Chicago. Lo de América Central fue otra muestra

del subdesarrollo. Algún día saldrá a la luz toda la

historia de esa nueva guerra sucia en la que se mezclaron los

argentinos, con otra secuela de extorsiones, secuestros y

homicidios. También la de los millones de dólares que se

evaporaron, muchos de ellos directamente robados por los

agentes que salieron desde Callao y Viamonte. Hay muchos

militares y civiles que estuvieron destacados en la zona del

Caribe que hoy exhiben una llamativa riqueza. Eran empleados

del Estado, lo que hace suponer que se perdió una gran

oportunidad para procesarlos por enriquecimiento ilícito.

También queda demostrado que la preocupación por el honor,

casi ancestral entre los militares de todo el planeta, quedo

a un lado.

En su estada en Miami al lado de Leandro Sánchez Reisse,

al fin un patán medianamente ilustrado, cosecho una víctima

Más: en el consulado argentino conoció al abogado Alberto

Etkin, que vivía en la ciudad de Rio Cuarto, provincia de

Córdoba. En cuanto le explico sus ganancias en Silver

Dollar, Etkin se interesó en el tema. Guglielminetti le

propuso invertir dinero y le ofreció una ganancia del cinco

por ciento mensual. Etkin dejo 35.000 dólares. Al poco

tiempo, Guglielminetti, ya en la Argentina, fue a Rio Cuarto,

le pago la suma acordada en concepto de intereses y pidió que

le cambiara un cheque, de Silver Dollar, por 30.000 dólares.

El abogado riocuartense le dio el dinero, y Guglielminetti

emitió un cheque, con dos firmas, una la suya, con fecha 30

de diciembre de 1981. El cheque volvió rechazado por cuenta

cerrada. Como Etkin no lo encontró en lado alguno, inicio un

juicio. Sabía que trabajaba en la custodia del presidente

Bignone, y aporto ese dato. La Justicia de Rio Cuarto dirigió

un oficio a la Presidencia de la Nación, que contesto el

coronel Nicol s Karanicolas, de la Casa Militar. El militar

respondió: “Raúl Antonio Guglielminetti no revista como

empleado en la Presidencia de la Nación”. La nota Tenía

como fecha el 30 de septiembre de 1983. Varias fotos

certifican que acompañaba siempre al último presidente del

proceso militar, Reynaldo Benito Bignone. Este, cuando

estallo el affaire Guglielminetti, entrego una nota firmada

al periodismo en la que decía: “El señor Guglielminetti fue

empleado de la Agrupación Seguridad e Inteligencia de la

Presidencia desde el primero de marzo de 1983 y el 12 de

marzo de 1984”. Entonces, alguno de los dos militares se

equivoco o falto a la verdad. Desde ya, es curioso que

Karanicolas no conociera a Guglielminetti. Es decir que dos

militares de alta graduación lo cubrieron.

El juicio de Etkin, un conocidísimo militante de la Unión

Cívica Radical, termino en la nada. El presento una

fotocopia del cheque rechazado en Miami. Cuando la Justicia

de Rio Cuarto pidió el original, Etkin había muerto como

consecuencia de las quemaduras sufridas al explotarle una

garrafa de gas en una casa del Valle de Calamuchita. La

víctima, conocido militante radical, sobrevivió una semana,

pese a las graves heridas. Sus hijos no quisieron seguir el

juicio contra Guglielminetti. La causa está sobreseída en

forma definitiva. Sobre el cheque en cuestión,

Guglielminetti, en un par de entrevistas, alego que era de

Silver Dollar, pero no había sido firmado por él. En la

parte documental se verifica que una de las dos firmas que

lleva es, sin dudas, la suya.

Otro caso del que Guglielminetti y Aníbal Gordon lograron

zafar, porque las investigaciones resultaron insuficientes,

fue el de la matanza de General Rodríguez, ocurrida el 2 de

febrero de 1985 en el Acceso Oeste, uno de los lugares

preferidos de la banda de Aníbal Gordon. Ese día, un Renault

18 con siete ocupantes, entre ellos un bebe de 45 días, que

iban a una quinta de fin de semana, fue perseguido por dos

automóviles, un Falcón gris y un Taunus colorado. Como el

conductor del Renault, Antonio Néstor Ruiz, de 24 años, no

detuvo la marcha, sino que acelero, desde los dos autos

comenzaron a dispararle. El Renault 18, lanzado a toda

velocidad, termino chocando contra la baranda de un puente, a

la altura del kilómetro 53. El auto salió disparado, dio

varios tumbos, y recién se detuvo, destrozado, a setenta

metros. El Falcón, que Tenía techo vinílico, se acercó al

lugar, sus ocupantes comprobaron que no había

sobrevivientes, y se fueron a alta velocidad. Y en este

macabro juego de coincidencias, aquí aparecieron algunas Más:

General Rodríguez queda cerca de Mercedes y sobre la misma

ruta. El padre de Ruiz fue integrante de la Cooperativa

Gurruchaga, una entidad crediticia relacionada con personal

de la Armada, en la que algún interés tuvo Guglielminetti.

Ruiz, el de la Cooperativa, se habría apartado de ella

antes de que se produjera una defraudación que motivo un

extenso juicio, que en agosto de 1993 aún no había concluido.

En el mismo lugar en el que vivía Ruiz, padre, Tenía un

departamento el coronel Franco, uno de los integrantes del

llamado Clan Puccio. Por último, en la quinta de

Guglielminetti fueron vistos un Taunus rojo y un Falcón gris,

éste propiedad del pistolero. La causa estaba radicada en el

Juzgado Federal de la doctora María Romilda Servini de

Cubría, alias Chuchi. Lamentablemente, fue el único juzgado

del país donde fue imposible consultar un expediente para un

trabajo periodístico. “Está en trámite”, respondieron en el

Juzgado como excusa. La secretaria privada de la jueza

agrego: “Su señoría tiene un sumario en la Corte por hablar

extensamente ante el periodismo”. Por eso no podemos aceptar

su pedido”. Nadie pretendía hablar con la señora de Cubría,

sino consultar datos, no referidos al desarrollo de la causa,

sino a su iniciación. No menciono, su señoría, el Código

Procesal que, en todo caso, determina que las causas penales,

son secretas salvo para las partes. Hubiera sido una

justificación razonable, pero también un bumeran para ella,

tan afecta en su momento a dialogar con el periodismo y

explicar la marcha de las causas. En todo caso, no se le

solicitaba la diligencia que tuvo para enviar copias de la

instrucción sobre el Yomagate a funcionarios del Gobierno,

sino mostrar la parte inicial del expediente, no su

desarrollo.

Extradición y libertad

Al fin, el tema del Juzgado de la señora jueza federal,

dilecta amiga del fallecido juez García Méndez, mereció un

pedido de reconsideración basado en temas tan elementales

como una ley, la 12908, que ampara el libre acceso a todas

las fuentes de información para el periodista profesional.

Como la Justicia de la Argentina es media lenta, mejor seguir

adelante. El pedido por ahí es contestado con la celeridad

con la que se investigó el tema de los guardapolvos comprados

por el señor Bauza.

A fines de 1984 a Guglielminetti lo buscaban en España y

Francia, pero por Más que el cerco se estrechara, las pistas

se diluían. Tal vez llegue a conocerse la trama de las

solidaridades que encontró en una tierra que recibió a muchos

represores que, al menos hasta las leyes de Punto Final y

Obediencia Debida, se refugiaron en la capital española. Fue

capturado en Marbella el 20 de junio de 1985, acaso por una

torpeza de Juan Carlos Fotea(4), que lo llamo por teléfono

desde Rio de Janeiro a la casa que Guglielminetti alquilaba

en Marbella, ya que en Madrid no podía seguir. No se detecto

con exactitud el número del teléfono, pero si el código de

España, 34, y el prefijo de Marbella, 52. Fotea, un

suboficial de la Policía Federal, denunciado como torturador

en la Escuela de Mecánica de la Armada, donde se lo conocía

como Juan Carlos Linares, acaso haya sido uno de los

cobradores del rescate de Menotti Pescarmona, que se pagó en

la terminal de ómnibus de San Pablo, aunque hay quienes

sostienen que ese fue uno de los mejores golpes de otra

banda, en la que participaba el suboficial Luis Alberto

Martínez, que vivió bastante tiempo en el Brasil. Puede ser.

Claro que Martínez, por esos días, estaba preso en Suiza.

Luego de la llamada, Fotea viajo a Madrid, fue a la casa

de Guglielminetti en Molino de Hoz, en las afueras de la

capital, y volvió a comprometer a su jefe con una

comunicación telefónica. El 20 de junio caían ellos

dos y Daniel Alejandro González, otro parapolicial denunciado

ante los tribunales argentinos. Solo Guglielminetti fue

extraditado, y para responder únicamente por el homicidio de

Emilio Naum. La Justicia de la Argentina no coordino

esfuerzos para enviar a España pedidos por otras causas, tan

graves como la de Naum, y con evidencias Más sólidas. El 24

de diciembre llego a Ezeiza en un vuelo de Aerolíneas

Argentinas. A los dos días, distentido, diríase que

suficiente, se prestaba a declarar ante el juez de

Instrucción Juan Carlos Cardinali. Las fotos e imágenes de

televisión por los pasillos de tribunales, con fuerte

custodia, pero sin llevar esposas. Una prueba de respeto y

confianza. Una distinción que jamás se tiene con un acusado

de homicidio, además prófugo durante un largo tiempo. Con

escasa diferencia testimoniaría Juan Carlos Del Cerro, alias

Colores, que había trabajado con él en las oficinas de Alem

218, y también estaba procesado como torturador en la Causa

del Primer Cuerpo de Ejército. A Guglielminetti lo

asistieron los abogados Prieto y Salmeri y a Del Cerro el

doctor José María Soaje Pinto(5), habitual defensor de

terroristas de ultraderecha. Del Cerro ayudo al viejo amigo,

aunque en su largo monologo lo mezclo en casos de

desapariciones y secuestros. Cardinali estaba preocupado.

Sobre el caso había mucho ruido, pero los elementos que había

en contra de Guglielminetti podían astillarse rápidamente.

No hubo testigos del crimen. Apenas se podía demostrar que,

minutos después de ocurrido, Guglielminetti estaba al lado

del auto de Naum con un transmisor en la mano. No Más. El

terrorista, ante el juez, explico que pasaba con un vehículo

propio, una pick up Toyota, vio varios policías y fue a ver

qué pasaba. Los oficiales de la comisaría 19a. que

realizaban el procedimiento lo reconocieron e, inclusive -

aclaro-, le dieron algunos datos. El jueves 2 de enero de

1986, el primer día de la actividad anual en los Tribunales,

Cardinali volvió a interrogar a Guglielminetti y a dos

testigos. A las 20.05 anuncio que acababa de decidir que

quedará en libertad, Más allá de la prosecución de la causa.

Cardinali fue muy criticado por esta decisión, que no fue

fácil tomar. El tiempo pareció darle la razón, porque se

descubrió que la banda que comandaba Arquímedes Puccio había

sido la autora del asesinato. Claro que Puccio formo parte de

los planteles de la Triple A de López Rega, integro la banda

de Aníbal Gordon en trabajos secundarios, y no es absurdo

suponer que Guglielminetti pudo ser un apoyo en el secuestro

que desemboco en homicidio. Tal vez haya sido una simple

coincidencia. Siempre, a favor de ellos, el beneficio de la

duda. En las horas siguientes, Guglielminetti recibió a

muchos periodistas en su casa, y mostro, orgulloso, varios

símbolos nazis que adornaban las paredes del living.

Lo cierto es que aprovecho varios descuidos sucesivos de

la Justicia y la policía, acaso Más de una complicidad, y

volvió a evaporarse. Un mes después se sucedían los pedidos

de captura a Interpol. En todo caso, vergüenzas para la

Argentina, que se repitieron con Leandro Sánchez Reisse, Luis

Alberto Martínez, Rubén Bufano, todos extraditados por

crímenes y rápidamente liberados por la Justicia. Algo

parecido a lo de Carlos Suárez Mason y Mario Eduardo

Firmenich, enviados desde los Estados Unidos y el Brasil. El

primero esperaba su segura condena a cadena perpetua, y

Firmenich escucho dos sentencias de los jueces Irurzun y Luft

que los condenaron a prisión por toda la vida, pero las

redujeron a treinta años para respetar el acuerdo de

extradición con Brasil. Ambos, Suárez Mason y Firmenich,

quedaron libres gracias a indultos de Carlos Menem.

Promediaba 1986 y Guglielminetti parecía el gran

burlador de la Justicia. Poco se sabía de él aunque uno de

sus automóviles, un Ford Falcón, supero las veinticinco

infracciones por mal estacionamiento en la Avenida Corrientes

al 2300. Acaso iba al aguantadero que el Batallón Tenía en

Uriburu 353. Por esos días apunto bien el fiscal nacional de

Investigaciones Administrativas, Ricardo Molinas, que en

febrero pidió a la entonces jueza de Instrucción María

Romilda Servini de Cubría que investigara el posible

incremento patrimonial del ex agente de los servicios y de

alguno de sus cómplices, por ejemplo, Leandro Sánchez Reisse.

La señora Servini de Cubría, el magistrado, en este caso

magistrada, que Más pedidos de juicio político acumulo en la

Argentina, sobreseyó provisionalmente la causa por entender

que las explicaciones de Guglielminetti sobre el origen de su

riqueza eran convincentes. Por ejemplo, cuando admitió haber

entrado en España con un millón de dólares, que declaro en el

Aeropuerto de Barajas. El mayor Guastavino le explico a la

jueza que eran de un amigo, para menos datos, brasileño, al

que, por supuesto, no identifico. Admitió haber comprado en

Miami una propiedad en 250.000 dólares, y que por ella

entrego 75.000 dólares de anticipo. Molinas apelo este fallo

y la Sala IV de la C mara del Crimen, un tribunal de alzada,

lo revoco el 14 de abril de 1988. Los jueces Alberto Campos,

Oscar Valdovinos y Luis Ameghino Escobar entendieron que la

excusa dada sobre el dinero llevado a España no podía ser

tomada sino como “un efugio carente de incidencia procesal

en esta etapa del sumario”, y ordenaron a la jueza seguir

con las investigaciones. Los camaristas calificaron al

sobreseimiento de prematuro, sobre todo porque la Fiscalía

había pedido una serie de medidas de prueba relacionadas con

los bienes adquiridos por el agente y su esposa. De todos

modos, pasan los años y ese sumario no se cerró. Tal vez

pueda parecer normal que, con un sueldo de los servicios de

inteligencia, un hombre casado y con cuatro hijos tenga un

lujosísimo chalé en Acassuso, un campo y un gigantesco lote

en Mercedes, un par de autos modernos, una casa en España que

vale Más de trescientos mil dólares, y que haya llevado a la

Península un millón de dólares. Para la investigación sobre

el presunto enriquecimiento ilícito de un funcionario

público, el sistema judicial argentino prevé la inversión de

la prueba. El artículo 268, parte segunda, del Código Penal

es claro: el denunciado debe justificar plenamente los

ingresos que le permitieron el enriquecimiento patrimonial.

Si no lo puede hacer, la condena es de 2 a 6 años e

inhabilitación absoluta de 3 a 10.

Plata dulce

Son reveladoras las declaraciones de Guglielminetti a

Servini de Cubría frente a la denuncia por el presunto

enriquecimiento ilícito. Incurrió, naturalmente, en varias

inexactitudes, pero dejo algunos datos que muestran su

desparpajo y también la real cara de los servicios de

inteligencia de los militares. En la parte documental se

reproducen algunos de sus dichos, simplemente porque

parece increíble que, para justificar su enriquecimiento,

hubiera admitido un grueso puñado de irregularidades y

delitos. Vale la pena prestar atención a algunas de las cosas

que le dijo a la magistrada:

* “Comencé a trabajar en el año 1968 para el servicio de

inteligencia militar, y mi cargo era de agente del

Destacamento de Inteligencia de la Provincia de Neuquén. No

recuerdo a cuanto ascendían mis sueldos, ni lo puedo

comparar con otros de las Fuerzas Armadas, pero quiero

aclarar que los sueldos de inteligencia tienen agregados de

cargos secretos, que varían según la misión, de los que no

rinde cuenta, e incluso puede pedir refuerzos”.

* “En el Batallón 601 estuve hasta el año 1979. Pedí la

baja porque se me encomendó una tarea en Estados Unidos.

Percibía mis haberes, en dólares, directamente de la

Presidencia de la Nación. Para dar apoyatura a la historia

ficticia de Estados Unidos se crea Silver Dollar, con sede

en Miami, suministrando el Estado los fondos suficientes

para la creación de esa empresa. Esa era la base, pero las

actividades eran en Centroamérica. Viajé veintiséis veces

desde Miami a El Salvador. Regresé al país en 1981, y entré

contratado a la Casa Militar, a través del decreto 315.

* “A raíz de las múltiples anormalidades acaecidas

durante los procedimientos de aprehensión de personas y

denuncias sobre desaparición de dinero y efectos, el

entonces jefe de la Policía Federal, general Ojeda,

dispuso, mediante un radiograma reservado, que todo el

dinero y objetos de valor, joyas y armas que fueran

incautados en los procedimientos, fueran puestos a

disposición de los jefes de brigadas, para su posterior

entrega a la superioridad. Quiero aclarar que, si bien

durante el cumplimiento de órdenes jamás me apoderé de

suma de dinero alguna, propiedad de las personas a las que

se detenía, varias veces recibí distintas sumas de dinero

obtenido en las investigaciones (sic) sobre el aparato de

finanzas de distintas organizaciones subversivas. No, no

recuerdo ningún hecho en particular. Esas sumas eran

importantes. Las recibí dos o tres veces y eran Más o

menos unos cincuenta mil dólares cada vez”.

* “Sigo percibiendo -abril de 1987- fondos secretos de

la comunidad informativa. La comunidad informativa es la

suma de los elementos de inteligencia que operan en el

país. No, no puedo decir quién es mi enlace, ni a qué

servicio pertenezco”.

* “Si, en la Aduana de España declaré que llevaba un

millón de dólares. Fue un favor que le hice a un amigo, del

que no quiero dar el nombre. Por pedido de ese amigo,

brasileño, deposité parte del dinero en Andorra. Mi amigo,

como retribución, me regalo un Rolex President, que vale

doce mil dólares.

Como le pareció insuficiente esta exposición, el 7 de

junio del año siguiente se presentó ante el juez de

Instrucción Carlos Manuel Caravatti para plantear una

queja: en este proceso se estaba violando la garantía de

defensa en juicio, ya que no se hallaba en condiciones,

como cualquier otro empleado público, de justificar

plenamente su patrimonio, pues el dinero adicional que

recibía provenía de una partida secreta oficial destinada

al Ejército por el Congreso Nacional. Valdría la pena

preguntarle al Ejército cuánto dinero le pago a

Guglielminetti. Una cosa es un fondo reservado y otra

la malversación de fondos.

Los amigos se cotizan

El periodista Alberto Oliva, corresponsal en Paris del

diario Clarín, que firmaba sus artículos como François Lepot,

no olvido al viejo amigo del Sur y el miércoles 23 de julio

de 1986 apareció en la página 12 del matutino porteño una

nota con Guglielminetti, aparentemente lograda en el

Aeropuerto de Orly. Medio mundo lo buscaba y Oliva Tenía la

suerte de encontrarlo casualmente en Paris. Todo un hallazgo

en el que creyeron quienes poco sabían de los personajes en

danza. El concepto fundamental de la nota de Clarín fue el

título:” No estoy prófugo ni hay pedido de captura”, dijo

Guglielminetti. “Llevaba un pasaporte argentino. Vimos -

aseguro Lepot-cuando lo mostraba a la policía”. Según el

cronista, el encuentro fue así:

-Discúlpeme, señor, ¨usted es argentino?

-Sí. Soy argentino, ¨y usted?

-También. Usted, ¨no es...?

-Sí. Soy el que está pensando. Soy Raúl Antonio

Guglielminetti.

Meses después, Guglielminetti conto que esa nota se había

efectuado tiempo atrás y que el compromiso de Oliva había

sido publicarla cuando ya se hubieran disipado los ecos del

mundial de futbol de 1986. El triunfo argentino sobre

Alemania por 3 a 2 en el Estadio Azteca, se recordar , fue el

29 de junio. Si el pacto existió, Oliva lo respeto. Al pacto,

por supuesto. Lo curioso de la nota es la fotografía:

Guglielminetti, en remera oscura y de perfil, con Oliva, en

mangas de camisa, aparentemente en un jardín, con plantas

grandes de fondo. En Orly no existe un paisaje así. Oliva,

sin duda, conocía poco sobre la estrategia y usos y

costumbres de los delatores profesionales.

Frente a la jueza María Romilda Servini de Cubría,

siempre en la causa por el enriquecimiento ilícito,

Guglielminetti aseguro, el 25 de abril de 1987, que la nota

de Clarín fue hecha en su casa de Madrid, no en el aeropuerto

de Orly, y que la nota gráfica se había tomado en el frente

de la vivienda. También informo a la jueza que Oliva le

pidió encarecidamente que no lo desmintiera, porque en Buenos

Aires se había armado mucho revuelo. Esto consta en un

expediente judicial. Oliva fue designado por el presidente

Carlos Menem en una suerte de asesoría para mejorar la

imagen, se supone que del propio Menem, en Europa.

El domingo 27 de Julio del mismo año, Clarín presento la

primera plana del diario con el título: “Guglielminetti fue

visto en España”. En un recuadro que ocupaba Más de media

página, aparecía una fotografía del terrorista leyendo el

diario Ya, del día anterior, en el Aeropuerto de Barajas. Y

esta vez era cierto. Oliva no engaño: se trataba del

aeropuerto madrileño. Según el periodista argentino,

Guglielminetti volvió a mostrarle el pasaporte, con un sello

de renovación algo borroneado y una firma ilegible. La

validez del documento era hasta febrero de 1987, en la

Argentina, y hasta febrero de 1988 fuera del país. Oliva, en

todo caso, se perdió la gran nota: contar las historias de

Guglielminetti en Neuquén. Pocos como él las conocían.

Claro, el cronista de Clarín en momento alguno admitió

haberlo tratado en el Sur, donde fue su jefe.

El coronel Raúl Alberto Gatica, según El Periodista de

Buenos Aires del 20 de noviembre de 1987, no podía dejar

abandonado a los amigos, y fue el que viajo en enero a

Madrid para darle un pasaporte que le permitió escapar de

España antes de que la policía lo capturara. El diario El

País, de Madrid, informo que ese pasaje de Gatica lo pago el

español José Luis Carrasco Fernández, conocido empresario

vinculado con la ultraderecha. Con ese documento se presento

el 13 de abril ante la justicia argentina. El coronel Gatica

habría sido, además, el que consiguió el pequeño avión en

el que Guglielminetti se escapó de la Argentina en los comienzos

de 1986. Gatica, que vivía en Arenales 961, sexto piso,

departamento B, de la Capital Federal, declaro el 19 de

agosto de 1986 ante el juez federal Fernando Archimbal que

conocía a Guglielminetti por haber prestado servicios en el

Primer Cuerpo de Ejército, y que volvió a verlo en 1984. El

coronel visito a su amigo en Alem 218. Por fin, acepto que

era cierto: había estado en España. El viaje fue el 25 de

junio de 1986, y Guglielminetti estaba enterado de su

llegada. En una de las charlas que mantuvieron le conto lo de

la nota del periodista Oliva, la que se publicaría después

del mundial para hacer Más ruido. El coronel se negó a

informar al Tribunal quién le había pagado el pasaje a Madrid

y, naturalmente, desmintió la versión sobre el pasaporte.

Prieto, cuando dejo de ser el abogado de Guglielminetti, fue

uno de los que confirmo la versión sobre el viaje del amigo

coronel con el pasaporte y el pago del pasaje por parte de

Carrasco. Es posible que haya sido por un viejo rencor

originado en honorarios no saldados.

Según El Periodista de Buenos Aires, la mansión de

Molino de la Hoz en la que Guglielminetti se alojaba, valuada

en unos 300.000 dólares, estaba a nombre de Carrasco,

pero sería de Guglielminetti. Carrasco era el dueño

del restaurante Pazo Monterrey, de Alcalá 4, cerca de la

Puerta del Sol. En España, Guglielminetti, Fotea y González

compartían muchas jornadas con compatriotas en desgracia. Por

ejemplo, Jorge Luis Giordano, ex guardaespaldas de López Rega,

que exhibía una credencial que lo acreditaba como corresponsal del

diario Convicción, ese intento periodístico del ex almirante

Massera, cuyo último número salió a la calle el 26 de agosto

de 1983.

A fines de enero de 1987 la policía española detecto que

el escurridizo terrorista argentino estaba en viaje desde Madrid a

Barcelona junto con Giordano, para gestionar la libertad de Roberto

Vázquez, un argentino que participo en julio de 1978 en el llamado

Asalto del Siglo, consumado en la Joyería Bagués, de Barcelona.

El botín fue superior a los seis millones de dólares, y Vázquez

recién fue atrapado tres semanas antes del viaje de Guglielminetti

a Barcelona. Desde allí, el agente argentino huyo a Portugal

y Giordano visito a Vázquez en la prisión de Carabanchel.

También fue visto cerca de Guglielminetti Jorge Suárez, un argentino

retirado como teniente de fragata de la Infantería de Marina. Era uno de

los últimos de la promoción que hizo el viaje de instrucción en 1959.

Luego del retiro, se sumó voluntariamente al grupo de tareas

especializado en la captura de montoneros que operaba en la

Escuela de Mecánica de la Armada durante el proceso militar.

Suárez, conocido, cuando era cadete de la Escuela Naval de

Rio Santiago , como el loco, ya que sus únicas ocurrencias

pasaban por tomarse a golpes con cualquiera, después de su

retiro trabajo en Ford Motors, de la Argentina. Como fue

individualizado por algunas de sus víctimas, se fue a

Madrid a una filial de la misma empresa automotriz

norteamericana. Fue un destacado rugbier, primero en el

equipo de la Escuela Naval, base de un seleccionado de

La Plata que resulto campeón argentino, y luego en Old Philomations.

Alguna vez se sumó a los visitantes Roberto Marcos Chables,

dilecto amigo de Guglielminetti en la SIDE. Los secuestradores

de Carlos Koldobsky, al ser detenidos en Suiza, alegaron obediencia

debida a ordenes de Chables. Giordano y Guglielminetti fueron vistos

varias veces en el estudio del abogado argentino Aldo Darío

Herchhoren, en la calle Montalbán, cerca de las Cibeles. Según Cambio 16

y El País, un grupo ultraderechista español quería comprar

diez mil fusiles FAL 765, quinientos misiles tierra aire y cien

antitanques. ¨Destino?: Angola o la contra nicaragüense.

Los compradores eran Ángel López Montero y Ricardo González

Games. A fines de 1986 el negocio estaba finiquitado. La

operación costaba 1.472.000.000 de pesetas, Más de diez

millones de dólares. Las armas serian adquiridas a través de Silver

Dollar de Miami, propiedad de los argentinos Guglielminetti y

Sánchez Reisse, y la carga partiría de Panamá , dada la buena

relación de éste con el presidente Noriega.

En una reunión celebrada en el Hotel Vilamagna, de Madrid, los

españoles anunciaron que desistían de la compra. Por esos días

estallaba el Irangate, por lo que Guglielminetti y Sánchez

Reisse corrían el riesgo de quedarse sin protectores. Guglielminetti

habría pedido la devolución de 300.000 dólares por el flete

marítimo. No eran pececillos. López Montero fue el abogado

del coronel Tejero(6), en el juicio por el 23-F, por ejemplo. No se los

pagaron y tampoco se dieron por enterados del apriete del agente

argentino. Mientras lo buscaban en Madrid, Guglielminetti vivió algún

tiempo en la calle Barcelona 52, bloque 3, primer piso,

departamento A, de Bañolas, en Gerona, Cataluña. Una suerte de

aguantadero, donde recibía mucha correspondencia. ¨Ser

de él? Si un simple cronista se entera de estos datos, si

las referencias constan en distintos expedientes

judiciales, no está de Más preguntarse el porqué de la

inoperancia de la Justicia, que en muchos casos termina

siendo complicidad. Molestar , pero solo hay dos posibilidades:

jueces cómplices, o jueces miedosos.

Lo cierto es que Raúl Antonio Guglielminetti, un simple

buchón, se dio el gusto de jugar al gato y al ratón. El 13

de abril de 1987 se presentó a las 9.50 en el despacho del

juez federal Eduardo Santiago Pissoni. Vestía un prolijo traje azul,

corbata de parecido tono y camisa blanca. Por su aspecto, había dormido

bien. Pissoni le bajo rápidamente la prisión preventiva por tenencia de

armas de guerra y explosivos. Como pasó con Al Capone, un delito

menor sirvió para mantenerlo entre rejas. Otra causa pequeña,

el asalto a la agencia de viajes VIACOR, de abril de 1977,

sobre la que habrá que extenderse, unificada con la de Mercedes,

provoco la única condena, de seis años y seis meses, dictada

por el juez de Sentencia Rodolfo Eduardo Madariaga. Hay muchas

versiones sobre los motivos que lo impulsaron a presentarse.

Una, bastante creíble: Gordon se estaba muriendo y la banda se quedaba

sin jefe. Quedo en libertad el 15 de agosto de 1991 luego de haber

cumplido cuatro años y cuatro meses de prisión, es decir, dos

tercios de la condena. El descubrimiento del arsenal que le

costo meses de libertad fue hecho el martes 28 de mayo de 1985 en

la quinta que el terrorista posee en Mercedes y en la de un

vecino y amigo, Héctor José Rissola, cuando se investigaba

el secuestro del empresario Enrique Menotti Pescarmona. Enseguida se

ver como fue el único traspié de Guglielminetti.

NOTAS

1 Mayores detalles sobre Juan Martin Ciga Correa, alias

mayor Santa María, se pueden encontrar en La Posguerra sucia,

de Horacio Verbitsky, editado por Legasa en 1985. El autor

revela que Ciga Correa Tenía antecedentes por asociación

ilícita, robos reiterados de automotores, tenencia de armas

de guerra y falsificación de documento, y que

misteriosamente, allá por 1978, se perdió un expediente que

lo incriminaba por delitos cometidos en la Provincia de San

Juan. Preso en Sierra Chica, el Batallón 601 le extendió

documentos a nombre del mayor Mariano Santa María y lo envió

al Caribe. En 1984, ya en la Argentina, fue detenido junto

con José Luis Recio, otro amigo de Guglielminetti, por el

robo de un auto en Mar del Plata. Recio es el mismo que se

menciona en este trabajo por su relación con el nazi Jorge

Cesarsky.

2 En febrero de 1970 se desato una durísima huelga en las

obras de El Chocón, que desemboco en la detención de siete

trabajadores -entre ellos el cura obrero Pascual Rodríguez-,

que fueron enviados a Coordinación Federal, en Buenos Aires.

La policía irrumpió en el obrador, desplazo a los delegados y

coloco en lugar de ellos a amanuenses del Peronista Rogelio

Coria. Regia el estado de sitio y el presidente Ongania no

quería problemas. El obispo Jaime de Nevares medio en el

conflicto, que duro Más de tres semanas, y logro que los

detenidos volvieran a la provincia, pero no que fueran

reincorporados en la empresa. El jueves 19 de marzo el

gobernador, Felipe Sapag, informo que el gobierno nacional

aceptaba un acuerdo: reincorporar a todos los despedidos,

menos a once militantes comunistas. De Nevares, al frente de

las manifestaciones, logro que la empresa concediera ciertas

mejoras en la forma de vida de los obreros, hacinados en

galpones hediondos, y evito la represión que preparaban el

Ejército y la Gendarmería. En julio, con la estructura

sindical que armo la huelga virtualmente desecha, el

Peronismo presento dos listas en la elección interna. Una fue

apoyada por las 62 Organizaciones y la otra por Felipe Sapag.

Perdió por escándalo: 993 votos contra 204 y 171, a manos de

la Lista Verde, la de los huelguistas, que contó con la

adhesión de muchos aliados de Agustín Tosco, un honestísimo

dirigente gremial cordobés que abrevo en el marxismo y fue

perseguido, por igual, tanto por el gobierno Peronista como

por el militar que lo siguió. Tosco murió en la

clandestinidad y puede asegurarse que el gremialismo

argentino aun no le encontró reemplazante.

3 Raúl Guglielminetti quedo desprocesado por la aplicación

de la Ley de Punto Final en la causa 11/86 que sustanciaba la

C mara Federal de Bahía Blanca, por crímenes en la zona de

Rio Negro y Neuquén. Guglielminetti fue visto en dos centros

clandestinos de detención homónimos: La Escuelita. Uno

ubicado en el Camino de Cintura, detrás del V Cuerpo de

Ejército, en Bahía Blanca, y otro en Neuquén, detrás del

Batallón de Construcciones 181. La C mara Federal de Bahía

Blanca siguió investigando las denuncias y mantuvo procesados

a los almirantes Luis María Mendia, Antonio Vañek, Julio

Antonio Torti, Juan José Lombardo, Juan Carlos Malugani y

Raúl Marino, y al general Acdel Edgardo Vilas. El 7 de

octubre de 1989 llego el indulto del presidente Menem para

todos los acusados.

4 Juan Carlos Fotea, alias lobo, o Juan Carlos Linares, fue

uno de los tantos represores identificados por detenidos en

la Escuela de Mecánica de la Armada. Era padrino del hijo de

Pedro Salvia, otro agente de la inteligencia naval, que cayo

por extorsionar a la familia Sivak. El legajo de Fotea en la

Policía Federal, donde en 1977 revistaba como agente, llevaba

el número 4182. En los listados de la CONADEP aparece con el

numero 704 2740 2365. En enero de 1977 pasó en comisión a la

Escuela de Mecánica, y en 1978 revistaba en Seguridad

Federal. Fue retirado en 1984 por padecer “ depresión

ansiosa, depresión con ideas paranoides y síndrome

depresivo”. Por orden del comandante en jefe de la Armada,

almirante Massera, en 1978 recibió dos condecoraciones: al

Herido en combate y por Heroico valor en combate. Fotea y

Juan Carlos del Cerro fueron los que, cuando cumplían tareas

en la Escuela de Mecánica de la Armada, obligaron a un

detenido, el físico Mario Villani, a vender su casa de Ramos

Mejía. Lo acompañaron a una escribanía, donde firmo la

escritura y cobro el dinero, que fue a parar a manos de

sus captores. Fotea, en la Federal, trabajo con varios

conocidos: Alfredo Auliu, Aldo Divano, Mario Bivorlavsky,

José Ahmed, Alfredo Vidal, Carlos Benito y Juan Carlos

Bayarri.

5 El abogado Soaje Pinto fue defensor de Patricio Camps,

Alejandro Biondini, jefe del grupo nazi Alerta Nacional, y

Jorge Dacharry, un terrorista del Batallón 601. Cuando dejo

de atender a éste, lo reemplazo el ex juez Eduardo Marquardt.

El doctor Soaje Pinto también se ocupó de Walter Kutschmann,

alias Pedro Olmo, un criminal nazi refugiado en nuestro país.

A mediados de 1975 la embajada de la República Federal de

Alemania presento un formal pedido de extradición ante los

tribunales argentinos. Kutschmann estuvo detenido unas horas

en Buenos Aires, pero fue liberado rápidamente. La causa se

sustancio en el Juzgado del doctor Jorge Segreto, y estuvo

paralizada entre septiembre de 1976 y junio de 1980. El

gobierno alemano consiguió apoyo del argentino y Kutschmann

se escondió en Miramar. En noviembre de 1985 fue detenido en

la causa de un familiar, en Florida, y murió en agosto de

1986 en el Hospital Fernández. Kutschmann logro la ciudadanía

argentina en 1950 con el nombre de Pedro Olmo que, en

realidad, era un sacerdote español, carmelita descalzo,

nacido en 1906 y muerto en 1969.

En el juicio a los carapintadas, que al mando de Mohamed

Ali Seineldin se rebelaron en Palermo el 3 de diciembre de

1990, Soaje Pinto defendió al ex mayor Esteban Rafael. El 16

de mayo de 1991, cuando declaro el ex presidente Raúl

Alfonsín, Soaje Pinto espero que finalizara la exposición y

grito: “Denunció a Alfonsín por traición a la Patria. Voy a

presentar las pruebas”. Durante su alegato, insistió en que

todo se había limitado a una protesta, pero tuvo un acto

fallido cuando dijo: “El golpe...Perdón, los hechos del 3 de

diciembre”. El mayor Rafael fue condenado a 12 años de

reclusión y destituido. En todo caso, la defensa logro

reducir la sanción que le había aplicado el Consejo Supremo

de las Fuerzas Armadas: 18 años y destitución. La pena mayor

fue para el ex coronel Seineldin: reclusión por tiempo

indeterminado y destitución.

6 El 23 de febrero de 1981 el teniente coronel Antonio

Tejero Molina, de la Guardia Civil, encabezo una asonada en

España que tendía a restablecer el franquismo. A las 18.22,

cuando el Parlamento celebraba la segunda votación para ungir

a Leopoldo Calvo Sotelo como jefe del Gobierno, Tejero

irrumpió en el recinto, obligo a los congresistas a tirarse

al suelo, disparo al techo y mantuvo secuestrado al Gobierno

de España durante 18 horas. Toda España siguió la primera

hora de la ocupación gracias a las c maras de Televisión

Española, y las 18 horas de crisis merced a un micrófono de

la cadena radial SER. El 24 de febrero el Rey Juan Carlos

anunciaba la rendición de los golpistas, que fueron juzgados

por el Consejo Supremo de Justicia Militar. El 3 de junio de

1982 se conocía la sentencia, que fue de 30 años de cárcel

para el teniente general Milans del Bosch y el teniente

coronel Tejero. Milans del Bosch fue indultado en 1988

debido a que su salud era precaria y por su juramento de

respetar la Constitución. En septiembre de 1993 el Tribunal

Supremo, máxima instancia judicial española, voto por 5 a 3

en favor del indulto para el golpista Tejero. A los pocos

días, el Gobierno rechazo la posibilidad del indulto, pero le

otorgo a Tejero, entonces de 61 años, la posibilidad de

incorporarse al régimen carcelario abierto. Solo tiene que ir

a la prisión a dormir. No fue indultado porque no se

arrepintió del golpe, es un reincidente y tampoco manifestó

voluntad de respetar a la Constitución. El perdón para el

teniente coronel de la Guardia Civil había sido solicitado en

noviembre de 1992 por la Archicofradía de la Celeste, Real y

Militar Orden de Nuestra Señora de la Merced. Las

comparaciones son casi ociosas.�

2. CUATRO Años ENTRE REJAS

“Se llegó al límite de que los propios encargados de preservar

el sistema de legalidad y resguardar la seguridad fueron los

encargados de envilecerlo”. Parte del fallo suscripto por el

camarista Juan Manuel Piombo al confirmar la sentencia

a seis años y medio de prisión para Raúl Antonio Guglielminetti.

Los diarios de la época comentaron que en la quinta de

Guglielminetti habían sido encontrados explosivos y armas. El

acta del allanamiento a la quinta de Mercedes fue de tamaño libro.

El juez Pisoni elaboro un minucioso inventario que prueba que ahí no

solo descansaba un terrorista los fines de semana, sino que se trataba

de un verdadero aguantadero al que el poder militar, virtualmente, le

otorgo características de cuartel. La mayoría de las armas eran

legales, sus propietarios pertenecían a fuerzas de seguridad y fueron

piezas claves en secuestros, torturas y desapariciones.

Colaboro con el magistrado el subcomisario Carlos Lorenzatti, otro

nombre reiterado en este relato. Esta vez, Lorenzatti estuvo

del lado de la ley. Por cierto, la lista de lo incautado es selecta y

variada: una marmita de acero inoxidable, un portapistola calibre 22,

dos pares de esposas Smith y Wesson, un silbato policial, una jineta de

cabo de la policía provincial, diecisiete proyectiles de distintos

calibres, un portagranadas, una funda cubre fusil, una pistolera de

cuero, un bolso plástico militar, un portacargador doble, de cuero

marrón, tres paños de carpa, un equipo de buzo y pantalón verdes, una

bombacha de campaña mimetizada, un bolso con el logotipo de la Armada

Argentina, una campera militar, un auricular, una pistolera

negra, un par de esposas marca Bianchi, una pistolera de

la misma marca, un cuchillo de combate, siete elementos y llaves

metálicas para el desarme de ametralladoras Sterling,

un tramo de siete metros de tela mimetizada, una credencial

de la SIDE y otra de la Jefatura II de Inteligencia, una mira

telescópica marca Bushnell, una pistola calibre 22 marca Rubi, dos

revólveres del mismo calibre, una escopeta Winchester calibre 22,

una escopeta calibre 16, una boina camuflada, una boina verde,

un casco blanco con la inscripción Policía Militar, una

carabina 22 marca Ruger, una campera reversible, una camisa camuflada

de equipo militar, un pantalón de combate, dos abrigos militares,

un mameluco mimetizado, un mameluco militar para mecánico

de avión, un piloto militar, una pistolera con portacargador,

doce libras de trotyl, un trozo de cordón detonante,

tres granadas MK2, un motor cohete Albatros, ocho

detonadores, una bomba de estruendo calibre 105 milímetros,

dieciséis detonadores de aluminio, una pistola calibre 22

en desuso, un carné de periodista con la foto de

Aníbal Gordon, pero con el nombre de Felipe Salvador

Silva, y otro de una obra social a nombre de Juana

Antonia Herrador, la segunda mujer de Gordon. Además,

un jeep Willys y un camión International. Algunas

anotaciones merecieron una investigación aparte. Una de

ellas parecía incomprensible para el personal del Juzgado

Federal, pero no para la Policía. Detrás de una tarjeta personal del

general Otto Paladino aparecía esta inscripción:

“Lally Covas, 4535, embute trotyl”. La Policía Federal

sabia quién era la Covas y que en el 4535 de la

calle Mendoza, en Villa Urquiza, Capital Federal, vivió

un par de años con Luis Alberto Martínez, uno de los

secuestradores de Carlos David Koldobsky. Fueron a

esa dirección y en dos escondrijos hallaron cuarenta y nueve

panes del explosivo. También se encontró en Mercedes un

registro de conductor auténtico a nombre de Guillermo

Patricio Kelly, que éste reconoció como el que llevaba

cuando fue secuestrado por la banda de Aníbal Gordon.

Guglielminetti alego que el comisario Lorenzatti podría

certificar que, antes del allanamiento, hombres de la

Policía Federal, concretamente del Departamento de Protección

del Orden Constitucional, POC, habían estado en su finca.

Ellos, probablemente, eran los responsables de la

aparición de esas pruebas. Lorenzatti desmintió la versión del

agente del Batallón 601. Con los años, caería él también por un

secuestro extorsivo seguido de homicidio: el de Osvaldo Sivak.

En la casa de Guglielminetti, a su nombre y el de su

esposa, inscripta como bien de familia y, por lo tanto,

inembargable, en Italia 929, de Acassuso, un aristocrático

barrio del partido de San Isidro, en la zona norte del Gran

Buenos Aires, llamaron la atención una antena de cuarenta

metros y dos equipos transmisores de VHF. Armas no había;

apenas algunos cartuchos. Claro que aparecieron documentos,

una cédula de identidad de la Policía Federal a nombre de

Héctor Giménez Uriburu, con la foto de Guglielminetti; una

credencial del Seguro Social de los Estados Unidos a su

nombre; otra, idéntica, suscripta a favor de Antonio Beleni,

el apellido materno, y un papelito con una breve inscripción:

“Embute armas Lobito”. Lobito es el seudónimo de Juan

Carlos Fotea, uno de sus habituales cómplices. El embute -

escondite- no se encontró, aunque en el allanamiento de la

casa de Fotea, en la calle Bouchard, de Llavallol, en el sur

del Gran Buenos Aires, aparecieron uniformes militares,

granadas, municiones, dos pelucas para hombres, un equipo

transmisor radial, ampollas de clorato de apomorfina,

papelería, medallas con la inscripción Presidencia de la

Nación y armas cortas y largas. El otro socio, Daniel

Alejandro González, también guardaba cosas en su vivienda de

la calle Montiel 134, en la Capital Federal: una granada de

mano, un transceptor VHF, borceguíes y uniformes militares,

un motor cohete de 70 milímetros, papelería de la Presidencia

de la Nación y anotaciones que la Justicia, por supuesto, no

dio a conocer. En Luján, a setenta kilómetros de Buenos

Aires, González había escondido un Renault 12. En el baúl

fueron encontradas algunas cosillas: dos revólveres Magnum y

otro calibre 38. Mientras, en Hipólito Irigoyen 2024,

departamento 2, en la zona del Once, fueron encontrados

detonadores, una libra de trotyl, dos metros de cordón

detonante y una granada de mano. La vivienda era de Arturo

Reich, que a los pocos días ofreció una conferencia de prensa

y señalo que nada Tenía que ver con el caso. Debe quedar

claro sobre los objetos hallados en poder de Guglielminetti.

Durante el gobierno militar, si en un lugar cualquiera de la

Argentina una vivienda era arrasada por un grupo que usaba

uniformes militares, portaba armas de guerra y exhibía

credenciales del Ejército, es casi una perogrullada, pero no

está de Más repetir que, justamente, se trataba de personal

militar, operativos, de inteligencia, o de lo que fuere.

Pero eran militares. Ese fue el handicap, el carné de

impunidad o patente de corso que el poder le otorgo a

malvivientes con el estilo de Gordon o Guglielminetti.

El escandaloso Caso Chavanne

Otro que busco una punta como para acorralar a

Guglielminetti y descubrir las ramificaciones de la

organización dedicada a los secuestros extorsivos fue el juez

federal Néstor Blondi, que renuncio en 1993. En octubre de

1986 le dictó el procesamiento, acusándolo de privación

ilegal de libertad y aplicación de tormentos a varios

empresarios y agentes de bolsa, secuestrados en 1978 y

mantenidos cautivos en Campo de Mayo. Entonces, por informes

originados en la Comisión Nacional de Valores, el Banco

Central y el agente de los servicios Leandro Sánchez Reisse,

el Gobierno decidió investigar por la vía Más fácil las

supuestas maniobras del Banco de Hurlingham e Industrias

Siderúrgicas Grassi: detenciones ilegales, tormentos y

extorsiones. La ilegalidad fue total: desde la privación de

la libertad sin cumplir recaudo legal alguno, al lugar del

encierro y la forma de los interrogatorios. La causa judicial

existía y estaba radicada en el Juzgado Federal a cargo del

abogado Rafael Sarmiento. Los procesados en este caso

fueron Suárez Mason, el coronel Roberto Roualdés, el citado

Sarmiento y se investigaba a los coroneles Gatica y

D'Alessandri y al comandante de Gendarmería Víctor Rey.

En febrero de 1991, Blondi dicto la prisión preventiva y

trabo embargo por mil millones de australes al ex titular de

la Comisión Nacional de Valores Juan Alfredo Etchebarne por

haber participado en la detención ilegal de los empresarios y

banqueros Juan y Marcelo Chavanne, Raúl Aguirre Saravia,

Isidoro de Carabassa, René y Luis Grassi, Luis Pignataro,

Enrique García Mansilla, Alberto Cordeu, Jorge Buleraigh,

Jaime Madero, Sara Dugan, Jorge Tejerina y Enrique García

Mansilla. Los Chavanne habían adquirido parte del Banco de

Hurlingham al grupo Graiver(2) y lo transfirieron al grupo

industrial Grassi. El doctor Blondi considero acreditado que

Etchebarne mantuvo entrevistas en Campo de Mayo con el

general Suárez Mason y los coroneles D' Alessandri y

Roualdés. Otro visitante de la prisión clandestina, de

acuerdo con los testimonios recibidos por el magistrado, fue

René Garris, gerente de Control de Legalidad de la Comisión

Nacional de Valores.

Este caso resulta muy ilustrativo. Etchebarne denunció el

31 de agosto de 1978 presuntas irregularidades en Industrias

Grassi y el Banco de Hurlingham. El primero en ser detenido

fue Juan Carlos Chavanne, secuestrado el 14 de septiembre de

1978 en el estudio del doctor Satanowsky, en Lavalle al 1200,

a metros del Palacio de Justicia. Cuando llego a ese estudio

se encontró con su mujer, Sara Dugan, y con su hermano,

Christian, esposados. El y el doctor Mario Satanowsky fueron

llevados al Primer Cuerpo de Ejército. ¨Quién los secuestro?

Raúl Guglielminetti. Así lo confeso ante Blondi el 5 de mayo

de 1987. Claro que no hablo de secuestro, sino de detención.

En todo caso, para Guglielminetti, llevarse a alguien por la

fuerza, conducirlo a una prisión clandestina, arrancarle

confesiones con distintas torturas, pero dejarlo con vida,

podría aparecer como un pecado venial. Al segundo día de

cautiverio, Chavanne tuvo que acompañar a los coroneles

Gatica y D'Alessandri a su oficina, en la calle Florida al

800. Se apropiaron de documentos sin orden judicial, ni acta

alguna. Luego lo llevaron a Campo de Mayo, donde fue alojado

en una celda de no Más de ochenta centímetros de ancho y

menos de un metro ochenta de altura. Según Chavanne, lo

interrogaban a cualquier hora sobre su vinculación con el

grupo Graiver, por los millones de dólares que el Banco

habría recibido de parte de la subversión, por la compra del

Banco y lo sometían a distintos tipos de torturas.

Obviamente, estaba incomunicado.

Cuando lo cambiaron de lugar y fue a una celda Más amplia,

por una mirilla vio pasar a su mujer y al doctor Satanowsky.

En octubre aparecieron en los calabozos de Campo de Mayo no

menos de treinta personas, entre ellas su hermano, Marcelo, y

los citados anteriormente. El 24 de octubre, la esposa de

René Grassi presentó un escrito ante el juez Sarmiento, en el

que hacia saber que su marido estaba detenido e incomunicado

desde cuarenta días atrás. El juez Sarmiento ordeno, el 6 de

noviembre, librar un oficio al Primer Cuerpo de Ejército para

que informara si Grassi estaba detenido o no. El oficio jamás

fue contestado. Ergo: Su Señoría nada supo del caso.

El coronel Gatica le explico que lo interrogaría personal

de la Comisión Nacional de Valores. Chavanne conto en el

juicio a los comandantes que la única persona que lo

interrogo en Campo de Mayo, aparte de los militares, fue el

doctor Roberto Sol , de la Fiscalía Nacional de

Investigaciones Administrativas, que no le pregunto por el

Banco de Hurlingham, ni por Industrias Grassi, sino por el

funcionamiento de la mesa de dinero del Banco de la Nación.

Chavanne se enteró, en Campo de Mayo, de que los

interrogatorios habían sido observados por un juez federal, y

que pronto serían liberados. Estuvo tres meses incomunicado,

al igual que los otros funcionarios. El 26 de diciembre fue a

parar a Villa Devoto; a la cárcel, por supuesto. Con

distintas acusaciones y en diversos juzgados, siguió preso

hasta que el famoso penalista Sebastián Soler lo defendió.

El 17 de marzo de 1980, Chavanne estaba en libertad. En

septiembre de 1981 le llego el sobreseimiento definitivo. No

hubo juez o c mara que anulara todo lo actuado. Todo lo

contrario, se dio valor probatorio a los interrogatorios bajo

apremios ilegales y sin la presencia de un abogado defensor.

Al mejor estilo de una purga stalinista. Una monstruosidad

jurídica con muchos nombres y apellidos. El Banco Central,

con todos los directivos del banco secuestrados, lo liquido.

Christian José Zimmermann, vicepresidente del Banco Central,

fue claro: “Para el Banco Central de la República Argentina,

el denominado Grupo Graiver siguió siendo hasta hoy, 12 de

enero de 1979, el legítimo titular del paquete mayoritario de

acciones del Banco de Hurlingham”. Naturalmente, no lo pudo

probar.

El coronel Roualdés que, entre junio de 1976 y noviembre de

1979 fue el jefe de Inteligencia del Primer Cuerpo de

Ejército, reconoció, durante al juicio a las Juntas

que, en 1978, el general Suárez Mason le encomendó investigar

el tema del Banco de Hurlingham y el Grupo Chavanne. Para

Roualdés el tema que inquietaba a los militares era de donde

habían salido los diez millones de dólares que Industrias

Grassi había entregado para la compra de una parte del Banco

de Hurlingham. Recordaba el militar que la causa la llevaba

el juez federal Rafael Sarmiento. Admitió las detenciones en

Campo de Mayo y que el juez natural de la causa estaba

enterado de este hecho. Suficiente. Toda una descripción de

época.

En el mismo juicio ante la C mara Federal, el coronel Raúl

Alberto Gatica confirmo varios dichos de Roualdés y preciso

que con éste, el coronel D'Alessandri y el comandante Rey, de

la Gendarmería, fueron los encargados de investigar al Banco

de Hurlingham. También que las detenciones e interrogatorios

eran “actuaciones complementarias de las que realizaba el

juez federal Rafael Sarmiento”. Tal cual. Explicaron, al

fin, que lo hecho fue normal. Es que lo fue. En todo caso,

seguramente se preguntó por qué tanto escándalo si todos

estaban vivos.

Tal vez la clave de este asunto y otros parecidos la haya

dado el propio Leandro Sánchez Reisse cuando, en marzo de

1985, le concedió una extensa entrevista, en Zurich, a Juan

Gasparini, el autor de la Pista Suiza. El tramo que sigue es

revelador: “ En octubre de 1980 fui convocado a una reunión

en Buenos Aires presidida por el señor coronel Gatica, a la

que también asistieron miembros del Batallón 601 y de la

Policía de la Provincia de Buenos Aires, como el mayor

Guastavino, Rubén Osvaldo Bufano y Luis Martínez. Este último

por ser un especialista en operaciones de brigada, entrenado

por el difunto comisario Villar. En esa oportunidad, el

coronel Gatica expreso muy claramente la decisión

impostergable “de aniquilar la subversión económica. Es

así que me fue encomendada la investigación sobre orígenes y

destinos de muchos fondos negros y productos de

malversaciones en diferentes bancos e instituciones

financieras”. Si se repasa una sencilla lista, Chavanne,

Grassi, Sivak, Combal, los Graiver, Koldobsky, Prisant y

varios Más, se ver que no son pocos los propietarios de

bancos o financieras que padecieron el aniquilamiento al que

aludió Sánchez Reisse en Suiza. Es decir que, ante los

informes de inteligencia que indicaban que un empresario

estaba mezclado en temas oscuros, las vías no fueron la

Justicia y las pruebas, sino el secuestro y la tortura. Con

lo cual, si hubieran existido ilegalidades, jamás salieron a

luz. En otro momento del di logo con Gasparini, cuya

transcripción está firmada, hoja por hoja, por entrevistador

y entrevistado, Lenny aludió a negocios comunes entre Combal,

David Graiver, Prisant, Koldobsky y Vicente Mendoza, de la

desaparecida Cooperativa Sáenz Peña. Este último, cuando la

Cooperativa comenzó a tener problemas y fue citado por la

Justicia, frente a la opinión pública fue un prófugo. No fue

así: lo Tenían secuestrado. Exigían un millón de dólares para

dejar todo el tema resuelto. ¨Ser posible, a esta altura de

la historia, creer en casualidades? Y, cuidado:

Guglielminetti y Sánchez Reisse, uno operativo y el otro

informante o delator, Tenían superiores. Hubiese resultado

imposible para ellos cortarse solos. Sánchez Reisse, al

situar la reunión en 1980 y no un par de años antes, también

intento distraer a posibles investigadores. Al fin, la vieja

estrategia de combinar verdades a medias con mentiras

totales. En esos días, fines de 1980, él y Guglielminetti

andaban por el Caribe. La reunión existió, pero fue antes. Y

no fue única.

Otra vez prófugo

Guglielminetti salió con libertad condicional el 15 de

agosto de 1991. No le duro mucho el descanso al ex agente, ya

que el 27 de noviembre de 1991 el juez Nerio Bonifati lo

detuvo por su posible vinculación con el secuestro del

empresario Sergio Meller, ocurrido el 6 de noviembre de 1984.

Pocos días antes de su detención se presentó en la comisaria

sexta, de la calle Venezuela al 1900, para denunciar el

extravió del pasaporte. Con la constancia, fue al

Departamento Central, a unos trescientos metros, para

renovarlo. Fue acompañado por custodios de la Policía

Federal. Hay demasiados testigos como para que alguien

pretenda negarlo. Ese gesto representa una peligrosa

aproximación a la complicidad con la delincuencia de parte de

un importante organismo del Estado. Justamente del cuerpo

encargado de combatirla. Si el episodio fue conocido por el

comisario general Passero, la cuestión es gravísima. Si lo

ignora, también. Como ultima razón, el dinero de los

contribuyentes merece gastarse en faenas Más altruistas que

la de cuidar a un sujeto semejante. Por las dudas, se

reitera: hay varios testigos del suceso. La aclaración está

referida a la molestia que suele experimentarse en altos

niveles oficiales cuando se conoce alguna verdad de este

tipo. El hecho no es el que molesta, por supuesto, sino que

se divulgue.

Osado, burlón, Guglielminetti, concurrió en septiembre de

1993 a la Municipalidad de San Isidro a renovar su registro

de conductor. Era un prófugo de la Justicia, aunque debe

sospecharse que sin pedido de captura. Como al pasar, hablo

con un empleado para dejar una amenaza mortal dirigida a un

comisario mayor retirado que trabaja en la Inspección de esa

comuna. Ese comisario fue a citado a declarar en marzo de

1993 en una causa por asociación ilícita abierta contra todos

estos malvivientes y aporto datos utilísimos. Lo que no es

habitual en jefes policiales, por Más que estén en situación

de retiro. Todo indica, entonces, que Guglielminetti goza de

similar impunidad a la que dispuso durante el proceso

militar. En esos días también fue visto por los alrededores

del Hospital Fernández, por donde debe vivir algún amigo y en

una céntrica confitería. Otros, aseguran haberlo localizado

en Bella Vista. De todos modos, si los que deben buscarlo no

lo hacen, podrá seguir transitando libremente por tierra

argentina, por Más que le reste cumplir una condena y pese

sobre su cabeza la prisión preventiva por extorsión.

Sergio Meller fue liberado el 9 de marzo de 1985 y su

familia pago cuatro millones de dólares. Este caso fue

repentinamente aclarado en septiembre de 1991 cuando se

detuvo a la gavilla que cometió el mismo delito en perjuicio

de Mauricio Macri. Meller, citado a declarar, conto que

Guglielminetti prometió a sus familiares conseguir su

liberación a cambio de dos millones de dólares. El contacto

lo hizo el empresario artístico Alfredo Capalbo, que,

enterado del secuestro de Macri y su relación con el de

Meller, declaro lo que sabía ante la Justicia: él había hecho

el contacto entre los Meller y el agente de inteligencia, que

le dio medio millón de dólares, finalmente devueltos a sus

propietarios. También aquí se perdió el tiempo, porque

Guillermo Patricio Kelly, el 11 de agosto de 1985, si, de

1985, compareció ante el juez federal Eduardo Fégoli e

informo que Guglielminetti había recibido dos millones de

dólares por el rescate del empresario Meller y aclaro que la

información provenía de Carlos Prieto, ex abogado de

Guglielminetti.

Guglielminetti recibió el dinero en su oficina de Alem

218. Claro que la Sala III de la C mara del Crimen entendió

que el delito que se le podía atribuir a Raúl Guglielminetti

era el de estafa, no el de extorsión a los Meller. En buen

romance, como se trataba de una estafa, con pena máxima de

seis años, la causa estaba prescripta. El 6 de abril de 1992,

a las 20.35, volvió a cruzar las escalinatas del Departamento

Central de Policía, camino a la libertad. Un fiscal de

C mara, Ricardo Rongo, apelo y el tema quedo en manos de la

nueva Sala I, formada en el marco de la reestructuración del

sistema judicial argentino. Esta Sala, con los votos de los

doctores Rivarola y Tozzini, entendió que se trataba de una

extorsión. Guglielminetti debía volver a prisión porque el

máximo de la pena por este delito es de 15 años. Transcurría

el último día de noviembre de 1992 y el abogado Álvaro

Fernández, luego de recurrir a la Corte, anuncio que su

defendido estaba fuera del país. Si Guglielminetti se

presentará ante la Justicia, mientras se resuelve el tema de

la extorsión a los Meller, deber cumplir lo que le resta de

la condena unificada de VIACOR y tenencia de armas de guerra.

En el mejor de los casos, lo esperan Más de dos años entre

rejas. Álvaro Fernández fue en queja a la Corte por la

decisión de la C mara, pero el máximo tribunal la rechazo,

simplemente por la condición de prófugo de Guglielminetti.

Uno de los problemas que se le creaban al ex agente de

inteligencia, aparte del judicial, era el referido a su

patrimonio. La quinta de Mercedes la Tenía en caución en el

sumario por enriquecimiento ilícito; su casa de Acassuso está

inscripta como bien de familia, de modo que convertir en

pesos esos bienes se le tornaba imposible en el corto plazo.

Prófugo, no puede pedir trabajo en servicio alguno y la plata

se va. Además, su cobertura no es la de antes, aunque cuenta

con muchos amigos en los servicios y la Policía, dispuestos a

ayudarlo. De hecho lo hacen. Aunque estuviera libre, en temas

de seguridad, no le sería fácil conseguir algún empleo.

Usted, ¨estaría tranquilo con Guglielminetti vigilando su

casa o su empresa? A propósito, ¨algún juez habrá preguntado

a los servicios de inteligencia si Guglielminetti pertenece

al plantel de alguno de ellos? Si nadie lo planteo, no

estaría de Más hacerlo.

Impunidades que matan

Los cuatro años y cuatro meses que Guglielminetti

estuvo preso se debieron a dos delitos menores, al menos

para sujetos con semejante historia: asalto en banda a

la agencia VIACOR y tenencia de armas de guerra, las

descubiertas en su finca de Mercedes. VIACOR fue una

empresa de viajes, con sede en la capital de Córdoba y

sucursal en 25 de Mayo 269, segundo y quinto pisos, en

plena City porteña. El 18 de marzo de 1977, un empleado

de la agencia llevaba 30.000 dólares en un portafolios.

En Corrientes y Reconquista, a las cuatro de la tarde,

frente a una multitud, dos hombres, que dijeron ser

policías, lo palparon de armas y le comunicaron que lo

llevarían al Departamento Central. Alegaron que estaban

detrás de una banda que hacia circular dólares falsos.

Caminaron juntos hacia el bajo y cerca de la Avenida

Leandro N. Alem lo subieron a un Ford Falcón antiguo que

circulaba por Corrientes.

La exhibición de armas que hicieron fue suficiente

como para que no intentara resistencia. El que estaba a

su lado, en el asiento trasero, Tenía una pistola y

adelante veía una Itaka. Lo pasearon por Alem y lo

dejaron en la Plaza de Retiro. Pese a que lo golpearon

con la culata de una pistola 45 y lo amenazaron de

muerte, en la despedida se compadecieron y le

dejaron el portafolios. Vacío, pero con papeles y

documentos. Joven, Tenía solo 25 años y de excelente

memoria visual, Juan Carlos Ponte, el empleado, recordó

a los tres con precisión. Cuando tuvo que declarar ante

el Juzgado de Instrucción del doctor Valerga Aráoz, el

empleado de VIACOR se topó, en la puerta del Tribunal,

con dos de sus asaltantes. Lo comunico de inmediato

y un empleado del Juzgado lo tranquilizo: “No hay

problema”. No le explico para quién no había problemas.

El 4 de abril la maniobra se repitió. Esta vez eran

dos los empleados. La empresa había tomado algunos

recaudos y la instrucción para quienes se movieran con

dinero era no caminar juntos y estar atentos. Ponte fue

a Exprinter, en la Galería Güemes, sobre la calle San

Martin a comprar ocho mil novecientos dólares. Su

acompañante, un cadete, que era menor, esperaba afuera.

Olvidaron la indicación y caminaron juntos. En Cangallo

y 25 de Mayo fueron detenidos por cuatro hombres que

dijeron ser de la División Defraudaciones y Estafas de

la Policía Federal. Una mujer que vio la maniobra

grito:”­ Asaltan a los chicos!”. Un agente de uniforme

la calmo: “No se preocupe; son policías”. Poco a poco

los fueron separando. Con Ponte, que mide un metro

ochenta y siete centímetros, se quedaron tres y el

restante acompaño al cadete, al que soltó. El chico

voló hasta su casa, en Defensa al 500. Bajaron con

Ponte hacia Leandro N. Alem. Al llegar, debajo de la

ochava, lo palparon de armas, mientras se les unía un

hombre parecidísimo a Aníbal Gordon. Tan parecido que

Ponte, el 2 de octubre de 1985, no dudo en presentarse

ante el entonces juez de Instrucción Martin Irurzun para

asegurar que no Tenía duda alguna: al ver las fotos de

Gordon en los diarios, por el caso Kelly, reconoció al

hombre que esa tarde de abril de 1977 apestillo a

Guglielminetti por demorarse en llegar con su Ford

Falcón blanco a la esquina de Alem y Cangallo. Subieron

al empleado de VIACOR y lo soltaron en Alem y Belgrano.

El Falcón Tenía una baliza en el techo. El joven volvió

a la oficina, llamo a Córdoba para avisarle del robo al

presidente de la sociedad, Enrique Carranza; le dio el

número de la patente del Falcón y fue al Departamento de

Policía a denunciar el caso. Con minuciosidad, en Robos

y Hurtos, explico cómo eran los asaltantes, cuanto media

cada uno, cual el corte de pelo y arriesgo

aproximaciones sobre edades. Hecha la denuncia, el

empleado que sufrió el asalto convino con la gente de

Robos y Hurtos en que volvería al otro día para

reconocer fotos de malvivientes dedicados a este tipo de

asaltos. Al salir, metió la mano en un bolsillo del saco

y encontró una caja de fósforos en la que había anotado

la chapa patente del Falcón blanco. Vaya a saberse por

qué, no recordaba bien si en su declaración habían

incorporado ese dato. La patente era B-890.558. Tal

como estaba convenido, a la mañana siguiente volvió.

Caminaba por la calle Moreno, a una cuadra del

Departamento Central de la Policía Federal y vio, en una

playa de estacionamiento privada, justo frente a la

Superintendencia de Seguridad Federal, al Falcón de los

ladrones, con la misma chapa, las dos butacas

delanteras y otros detalles imposibles de olvidar.

Desde un bar vecino llamo a las oficinas de VIACOR. Con

todos los nervios del mundo, le conto a Carranza, que

había llegado de Córdoba, la curiosa novedad. Enseguida

llamo a la gente de Robos y Hurtos. En la policía le

pidieron que se quedara en el bar, que no se moviera;

irían a protegerlo. Tres policías lo cubrieron hasta el

Departamento, casi formando un escudo humano. En su

declaración insistió en que los asaltantes sabían de

quién era la empresa y hasta le dijeron que estaban al

tanto de las gestiones que realizaba para abrir una casa

de cambio en Buenos Aires. “No son robos comunes

-escucho-, porque la mano viene de gente que no quiere

que esa casa de cambios se abra”. Las chapas del

Falcón correspondían a otro auto, un viejo Valían III,

color rojo. Pero el Ford Falcón Tenía número de chasis

y así se supo que originalmente lo había vendido Ford

D'Ambrosio, la empresa en la que trabajaba Aníbal

Gordon. La concesionaria Ford comunico que el comprador

era un señor Ferreri, que se lo había transferido a Raúl

Antonio Guglielminetti. Sobre el Valían III colorado,

pocos indagaron. Una pena: un auto de ese modelo y color

fue usado por la banda de Gordon, a fines de 1983, para

secuestrar al comerciante Alberto Di Nella. En 1983 no

eran muchos los Valían III en circulación y con el dato

del color, la posibilidad de que se tratara del mismo

auto crece. Si alguien se hubiera apurado en localizar

al auto, tal vez lo encontraba sin chapa. El

propietario, en el momento del despojo a VIACOR, era un

anciano, Calixto Silva, que había declarado en el

Registro de Propiedad del Automotor un domicilio

inexistente en Bell Vista. Vaya a saberse por qué, las

patentes llegaban a la casa de un comisario retirado de

la Policía Federal que vivía en esa localidad

bonaerense.

Una cierta complicidad

Una semana después del asalto, en rueda de personas,

a las que veía por una mirilla, Ponte reconoció a uno

de sus asaltantes, el que manejaba el auto y tuvo dudas

con un segundo. Con el tiempo supo que el que

identifico se llamaba Guglielminetti. Claro que él

dijo: “Es ése” y en la declaración policial

escribieron “guarda parecido”. Una pequeña

diferencia que no se atrevió a señalar. Demasiado;

estaba en 1977. Sobre el segundo sospechoso, cuando la

querella pidió datos, Robos y Hurtos informo que se

trataba de un suboficial retirado llamado Raúl Pérez,

que vivía en el sur del país. En realidad, Pérez, una

de las dudas eternas de las víctimas, estaba en

actividad y vivía en el sur, pero del Gran Buenos

Aires. Ante los sumariantes, el agente de los servicios

explico que había dejado el auto una semana atrás en

esa playa, porque no Tenía nafta ni dinero para

comprarla. Tal vez alguien le había cambiado las

chapas. Obvio, alguien le pasaba a Guglielminetti las

declaraciones de las víctimas. Esta opinión fue

compartida por el juez que elaboro la sentencia, el

doctor Madariaga.

Más adelante, Ponte reconocería a Aníbal Gordon,

Eduardo Ruffo y Marcelo Gordon como integrantes de los

grupos que lo asaltaron dos veces. Como anécdota, con

Guglielminetti detenido, un eficiente oficial de Robos

y Hurtos de apellido Tarabanoff, ya fallecido, fue a la

vivienda del reo, en Martínez, y verifico que Tenía

living comedor, cocina, tres dormitorios, dos baños,

comedor diario, garaje, patio cubierto, jardín y pileta

de natación. La dueña de casa, Fanny Ethel Buchiniz,

cédula de identidad número 10.075.119, informo que la

profesión de su marido era la de comerciante y que se

dedicaba a la venta al por mayor de ropa de cuero.

Lo real es que la causa fue sobreseída en forma

provisional en septiembre y que Guglielminetti estuvo

menos de dos días privado de su libertad. Sus amigos

de Seguridad Federal y Robos y Hurtos no le fallaron.

En el Juzgado de Instrucción número 9 le devolvieron

el Falcón a Guglielminetti con las chapas falsas. El

acta, suscripta por el secretario, el abogado Ricardo

Gustavo Wechsler, dice: “Septiembre 7 de 1977. Atento

a las constancias de autos, hágase entrega en calidad

de definitivo el automóvil Ford Falcón chapa B-

1.176.620 al legitimo tenedor y actual depositario

judicial del bien, Raúl Antonio Guglielminetti; a tales

efectos otorgase por secretaria el certificado”.

Luego, Wechsler escribió, de puño y letra: “En la

fecha se hicieron entrega de las chapas patentes,

conste”. Debió haber escrito “se hizo” entrega. Una

nimiedad gramatical. Si uno, un lego, no entiende mal,

las chapas devueltas constituían parte de la prueba del

delito. El 8 de julio de 1982, el doctor Wechsler,

luego juez federal y fiscal, declaro ante el juez

Barbarosch que presumía que las chapas entregadas a

Guglielminetti eran las falsas. Generosamente, podría

decirse que no estuvo muy feliz. Así como devolvió esas

chapas, años después dejo en manos de sus apropiadores

a dos hijos de desaparecidos. Algo Más que un error.

Como descargo para Wechsler, debe señalarse que entre

jueces y camaristas está calificado como un hombre

sencillo, honesto. No hay semejantes coincidencias a

la hora de hablar de su eficiencia.

Más lamentable que esto fue la ayuda que

Guglielminetti encontró en el Departamento de Policía

para demostrar que su auto no había sido usado en el

asalto, apoyo que comenzó con una irregular incautación

del rodado, que permitía cualquier tipo de

adulteraciones. Como Ponte, el empleado robado,

insistió en que el Falcón Tenía butacas delanteras,

Guglielminetti lo desmintió: adelante solo había un

asiento. Las fotografías aportadas a la causa impiden

advertir ese detalle. Como si los vidrios fueran

espejados, la parte en discusión desapareció en cada

toma. La maniobra, grosera, burda y algo Más que

sospechosa, debió, razonablemente, provocar alguna

investigación judicial y otra de parte de la Policía.

En el apéndice documental se exhibe una reproducción de

esas fotos, un intento grosero para despegarlo de la

causa. Guglielminetti Tenía muchos amigos en la

Policía Federal: estuvo destacado en la

Superintendencia de Seguridad Federal entre 1977 y

1979, al lado del coronel Morelli(1) y hoy se lo

recuerda como un informante -buchón, según la jerga

policial- de primera. En esa superintendencia compartió

tareas con varios acusados de secuestradores: Taddei,

Auliu, Fioravanti, Camilletti, Vidal, Ahmed, Espinoza o

Divano, si se quiere hacer corta la lista.

Para Enrique Carranza, la víctima, comenzó en ese

momento un infierno que jamás olvidar : con el mismo

estilo que soporto el Grupo Chavanne, desde el Banco

Central y la Comisión Nacional de Valores le fueron

trabando todas las gestiones para operar como casa de

cambios en Buenos Aires y, al fin, termino preso. Con

detalles curiosos: el Banco Central le abría sumarios y

cuando él pedía referencias para hacer su descargo, le

contestaba que ese trámite era secreto. Casi kafkiano.

Entre Villa Devoto, mayo de 1978 al 10 de agosto de

1979 y Córdoba, 6 de junio de 1980 al 27 de diciembre

de 1982, sumo casi cuatro años en cárceles, Más la

invención de un doble pedido de captura desde Mendoza,

que le provoco Más disgustos y demora en recuperar la

libertad. Ingenuo seria inferir que se trató de una

casualidad. En Buenos Aires, el juez Olivan, que luego

renuncio, fue el que se hizo eco de las denuncias del

abogado René Garris, de la Comisión Nacional de

Valores. Garris es el mismo que todavía, mediados de

1993, estaba procesado por el juez Blondi por su

participación en la privación ilegal de libertad de

varios integrantes del grupo Chavanne. Sobre el juez

Olivan, Carranza asegura tener las pruebas de

gravísimas adulteraciones en el expediente. Esas

pruebas las elevo a la comisión de Acuerdos del Senado,

cuando ésta estudiaba los antecedentes del ex juez para

nombrarlo otra vez mandatario del fuero federal. No

tuvo suerte. En noviembre de 1993, el Senado presto

acuerdo para que Olivan volviera a la Justicia.

Carranza vio cómo su empresa de cambios, a la que

proyectaba convertir en banco había quebrado, lo mismo

que una concesionaria General Motors instalada en

Córdoba. Por si faltara poco perdió muchos bienes y

quedo prácticamente en la ruina. Desde que salió en

libertad lucha para saber la verdad. Con el empuje de

quienes tienen objetivos claros, impulso la

investigación de los dos asaltos, ya que Guglielminetti

gozaba de total libertad y fue recorriendo,

pacientemente, juzgado tras juzgado, para encontrar

episodios similares. De hecho, se convirtió en un

auxiliar de la Justicia, porque descubrió cosas,

demasiadas, que los magistrados ignoraban. La cuestión

está en saber si esos jueces no llegaron a la verdad

porque no quisieron o no pudieron. En ambos casos, la

conclusión es penosa. Como el ex juez Carlos Oliveri,

pensaba que esto de los asaltos impunes, la persecución

a banqueros y cambistas distanciados con el

establishment y los secuestros extorsivos Tenían un

denominador común; tal vez los mismos jefes y

reconstruyo varias historias paralelas. Muchos, como

él, quedaron malheridos, y callaron, porque temieron.

Curioso, pero el motor de todo lo que busco Carranza,

finalmente el único que logro que llegara una condena

para Raúl Antonio Guglielminetti, no fue tratar de

recuperar el dinero perdido, sino la búsqueda de tres

valores que no se cambian con dólares, rupias,

maravedíes o mexicanos de oro: justicia, verdad y

salvar lo que le quedaba: su buen nombre. Es Más, con

Guglielminetti preso, confesaba: “No tengo el menor

ánimo de venganza con este hombre; casi le diría que no

me importa si sale en libertad hoy o mañana. Creo que

él fue un instrumento, porque el jefe de una banda no

maneja el auto en un asalto. Él era un peón. Quiero la

verdad, que esto termine, y demostrarle a los que me

conocen que lo que queda, mi nombre, está intacto”.

Dos sentencias ejemplares

La condena a Guglielminetti, sin duda alguna,

debiera abochornar a aquellos que lo fueron sobreseyendo

a lo largo de su historial criminal, que no es pequeño,

y a los que fueron ignorando los sucesivos pedidos de

captura. El juez Madariaga le otorgo valor a la suma de

indicios, a los que considero Más valiosos que los

argumentos exculpatorios de la defensa y presento una

sentencia inobjetable. La de un magistrado convencido.

El tiempo le dio razón. Una a una rebatió las excusas

del agente de inteligencia. Por ejemplo, Guglielminetti

alego que el día en el que Ponte vio el auto, él había

salido de Martínez a eso de las diez de la mañana y

estacionado en una playa cercana al Departamento de

Policía. En esa playa, alguien había sacado las chapas

originales y colocado las que vio Ponte. La pregunta que

se hizo el juez de Sentencia fue elemental: Si el viaje

desde Martínez, a esa altura de la mañana demanda no

menos de una hora, ¨cómo se puede entender que Ponte

hubiera visto al Ford Falcón a las 11, ya con la chapa

patente cambiada? La sentencia del magistrado, conocida

el 14 de agosto de 1991, ocupa Más de cuarenta carillas.

En la C mara del Crimen, la Sala VII ratifico la

condena. Sin embargo, en el primer voto, el doctor Abel

Bonorino Pero dictamino que había que absolverlo por

falta de pruebas. El doctor Juan Manuel Piombo voto a

favor de la ratificación de la sentencia de primera

instancia y fue acompañado por el doctor Guillermo

Navarro. El juez Piombo, lucidamente, planteo un tema

elemental: el que sentencia no puede mantenerse ajeno a

la época en la que se generaron los hechos a juzgar y

dicto una clase magistral apoyada en el sentido común,

habitualmente, en la Argentina, el menos común de los

sentidos. El camarista preciso:

* “El coche de Guglielminetti fue descubierto por una de las

víctimas en un lugar de estacionamiento instalado frente mismo

a la recordada Superintendencia de Seguridad Federal, uno de

los bastiones en ese entonces de la lucha antisubversiva. El

coche se hallaba cerrado, en la playa no existían constancias

de su permanencia y, para colmo, la incautación no se

protocolizo”.

* “Resulto evidente para los testigos de esa aciaga etapa

-la de la lucha antisubversiva- que las costumbres se fueron

relajando para dar pasó al convencimiento de muchos sectores de

que el fin justifica los medios. El conflicto distorsiono las

reglas bajo aquel sesgo. Las violaciones al orden

constitucional menudearon y, tal como lo han establecido

diversos procesos, se llegó al límite de que los propios

encargados de preservar el sistema de legalidad y resguardar la

seguridad fueron los encargados de envilecerlo, despertando, a

raíz de la impunidad con que parecían obrar, el temor de muchos

que, preocupados por su propia seguridad, sellaron sus

labios”.

*”El hecho de haber conservado el vehículo las chapas

adulteradas, conforme a la experiencia se encarga de

probárnoslo a diario, no es cuestión impensable, toda vez que

parecería existir en estas personas un desprecio por las

consecuencias del mismo y hasta un verdadero desafío a la

suerte, al temor de las víctimas o a la impunidad con la que

creían hallarse Más allá de todo riesgo”.

Frente a semejantes definiciones, las palabras casi están de

Más. Casi. No está de Más repetir el nombre del camarista: Juan

Manuel Piombo.

Un nutrido prontuario

Amén de las graves causas detalladas, con secuestros,

homicidios, robos, estafas y extorsiones, Raúl Antonio

Guglielminetti podría haber colgado en el pecho de su alter

ego, el mayor Rogelio Ángel Guastavino, estas

condecoraciones, que, en la policía, suelen llamarse

antecedentes. Solo con muchos cómplices en el poder pudo

mantenerse libre y como empleado del Estado y no resulta muy

claro como hizo para moverse con tanta comodidad con tantos

pedidos de captura. Los militares, que en 1976 manifestaron

que llegaban para reorganizar el país y frenar la corrupción,

lamentablemente, necesitaron este tipo de cómplices. El mero

hecho de haberlo designado en tareas oficiales representa un

delito. Naturalmente, prescripto. Por las dudas, se aclara

que los datos son oficiales y provienen del Registro Nacional

de Reincidencia y se aportan para esclarecer quién es el

personaje, pintado, por el periodista Oliva, por ejemplo,

como un émulo de James Bond y encubierto por sus jefes en la

inteligencia militar.

Tentativa de estafa. Fue el 14 de octubre de 1958, cuando

Tenía 16 años. Sobreseído el 4 de octubre de 1960 por el

Juzgado de Instrucción número 16 de la Capital.

Apropiación de cosa perdida. Denunciada el primero de mayo de

1960 y sobreseída el 4 de octubre de 1960 por el juzgado

anterior.

Extorsión y contrabando de armas de guerra. Sobreseído el 5

de mayo de 1978 por prescripción de la causa, originada el 26

de abril de 1964. Juzgado Federal de San Salvador de Jujuy.

Robo calificado. Condenado el 5 de mayo de 1967 por este

delito, cometido en junio de 1965 a seis años de prisión. El

juez de Instrucción de Posadas, Ignacio Bergallo Difiori,

redujo la condena a tres años en virtud del tiempo que duro

la prisión preventiva. Salió en libertad condicional a fines

de 1966, antes de conocerse la sentencia.

Robo calificado. Condena de cinco años y medio por el Juzgado

en lo Criminal y Correccional de Santo Tomé, Corrientes. El

delito fue cometido en junio de 1965 y Guglielminetti se

fugo de la cárcel el 13 de diciembre de 1967. En mayo de 1971

la causa fue declarada prescripta.

Estafa, hurto y defraudación. El 28 de diciembre de 1961

fue condenado a un año y seis meses de prisión por el juez de

Instrucción de la Capital Lucas Lennon.

Estafa. Juzgado de Instrucción del doctor Pena, secretaria

Pigretti. Denuncia del 23 de diciembre de 1958. En rebeldía.

Uso de documento público falso. Absuelto de culpa y cargo el

27 de marzo de 1991 por el juez de Sentencia Rodolfo

Madariaga.

Hurto. Sobreseído por prescripción el 21 de julio de 1966. El

delito fue cometido el 16 de mayo de 1959 en Rio Gallegos. El

sobreseimiento lo firmo el juez Enrique Garriga Lacaze.

Privación ilegal de libertad. Caso Kelly. Absuelto el 2 de

noviembre de 1989 por el juez federal Martin Irurzun.

Falsificación de documento público. Sobreseído el 28 de

noviembre de 1989 por el juez federal de San Isidro, doctor

Alberto Piotti.

Estafas reiteradas y extorsión. El 28 de septiembre de 1962

fue condenado a dos años de prisión por el juez del Crimen de

segunda nominación de la ciudad de Rosario, doctor José

Tenedini.

Uso de documento público falso. Absuelto por la C mara

Federal de la Capital Federal el 17 de abril de 1989.�

NOTAS

1. El coronel Manuel Alejandro Morelli fue jefe de la

Superintendencia de Seguridad Federal hasta marzo de 1979

y era visto frecuentemente en la Secretaria de Informaciones

del Estado (SIDE). Obviamente, también trabajaba ahí. Figura

en los listados de la CONADEP con el número 0279/3674 y Marta

Oyhanarte insistió en que fue uno de los organizadores del

secuestro que Osvaldo Sivak, su esposo, sufrió en 1979.

Morelli era hombre de confianza del ex general Carlos Suárez

Mason. Los hijos del desaparecido empresario periodístico

Rafael Perrota -secuestrado el 13 de junio de 1977-, por

precisas instrucciones del ministro del Interior general

Albano Harguindeguy, se entrevistaron con Morelli, que los

atendió en la SIDE, para que les recomendara los pasos a

seguir para ubicar con vida a su padre, que estaba en manos

de una banda de secuestradores. A los pocos días, estuvo en

la casa de la familia Perrota un oficial del Ejército enviado

por el coronel Morelli. Dijo llamarse Arrán y les aconsejo

pagar el rescate pedido, que era de 375.000 dólares. El 17

de julio del mismo año dejaron el dinero del rescate en la

Isla Maciel, muy cerca del lugar en el que, en 1991, se

pagaron seis millones de dólares por Mauricio Macri. Morelli

no los atendió Más y al poco tiempo, el 15 de diciembre de

1979, murió. Perrota jamás apareció. Durante un tiempo fue

el propietario de El Cronista Comercial.

2 El Grupo Graiver llego a acumular una fortuna

incalculable. Las empresas Más conocidas fueron el Banco de

Hurlingham, el Comercial de La Plata, el diario La Opinión,

el Canal 2 de televisión, Bristol Center, en Mar del Plata, y

Papel Prensa. En el exterior, David Graiver concreto las

compras del Century National Bank (Nueva York), Banque pour

L`Amerique du Sud (Bruselas), Swiss Israel Bank (Israel) y

American Bank and Trust (Nueva York). David Graiver recibió

una inversión de catorce millones de dólares de Montoneros,

parte del rescate por el secuestro de los hermanos Born. Les

pagaba Más de 190.000 dólares mensuales de intereses. La

persecución del gobierno militar estuvo dirigida por el

general Ramón Camps. Los Graiver fueron condenados por

asociación ilícita y otros delitos por tribunales militares,

pero la Corte Suprema, en pleno proceso, dejó sin efecto las

sentencias y derivo las causas a la justicia ordinaria.

Fueron absueltos en junio de 1982. En diciembre de 1985 el

gobierno de Raúl Alfonsín acordó con los Graiver la

restitución de 84.000.000 de dólares a modo de reparación por

los bienes confiscados por el proceso militar. Parte de ese

dinero fue devuelto a los montoneros. David Graiver, la

cabeza de este emporio, Tenía solo 35 años cuando murió el 7

de agosto de 1976: el avión taxi que lo llevaba desde Nueva

York a Ciudad de México se estrelló en Chilpacingo. Mientras

Camps y sus socios desconfiaban de que el magnate argentino

hubiera muerto realmente, varias investigaciones, entre ellas

las de los periodistas Martin Andersen y Juan Gasparini, este

último responsable de las finanzas de los montoneros,

intentaron probar con sólidos argumentos que fue un homicidio

organizado por la CIA. La investigación de Gasparini,

minuciosa, y ciertamente creíble, se concretó en un libro, El

crimen de Graiver.

3. PUCCIO, SECUESTRADOR PROFESIONAL

“El señor Pels era muy solvente y nosotros

necesitábamos dinero para el movimiento Peronista”.

El contador Arquímedes Puccio ante el comisario

Miguel Etchecolatz, mientras explicaba, en enero de

1973, por qué había secuestrado a Enrique Pels,

directivo de Bonafide.

El caso del contador Arquímedes Puccio, viejo

vecino del aristocrático barrio de San Isidro, en el

norte del Gran Buenos Aires, es conocido, ya que

encontraron a una secuestrada en su casa y luego se

le probaron otros secuestros y homicidios, pero

pocos lo relacionaron con los de la Triple A, el

Batallón 601(1), otros servicios de inteligencia y

Aníbal Gordon, con lo cual la historia quedo

incompleta. Puccio formo parte de esas estructuras.

En una segunda línea, pero participo. Desde

Bienestar Social y los servicios de inteligencia

militares.

Peronista de la primera hora, amigo de Osinde,

desde 1973 estuvo al lado de José López Rega(2),

participo en la represión de Ezeiza, Tenía amigos en

el Comando de Organización(3) y por primera vez fue

detenido por haber participado en un secuestro

extorsivo. No le faltaba nada. Todo junto. De

haberse hecho justicia con él, acaso Eduardo Aulet,

Emilio Naum y Ricardo Manoukian estarían vivos.

Ese año, el de 1973, el contador de San Isidro

confeso haber secuestrado a Enrique Segismundo Pels,

un alto ejecutivo de Bonafide. Extraños vericuetos

procesales, en el medio de una investigación a la

que generosamente podría calificarse como dudosa,

sirvieron para que un juez que no pidió una sola

medida de prueba lo sobreseyera. Suelto, hizo mucho

daño. Cuando lo detuvieron era funcionario del

Gobierno.

Mejor ser ir por partes. Puccio nació el 14 de

septiembre de 1929, se recibió de contador público

en la Universidad de Buenos Aires y participo en los

primeros años de Tacuara, una organización que algo

tiene que ver con esta historia. Tacuara, una

caña larga, fina y liviana, fue el nombre popular de las

lanzas que usaban los montoneros de Martin Miguel de Güemes;

también la denominación de un grupo católico de ultraderecha,

formado alrededor de 1950, admirador de la falange española,

que se nutrió de algunos desengañados con la Alianza

Libertadora Nacionalista. El comando nacional, en los

comienzos, estuvo a cargo del joven Alberto Ignacio Ezcurra

Uriburu, devenido en sacerdote con el transcurrir de los

años. Oficio su primera misa en el Colegio Champagnat el

domingo 17 de diciembre de 1971. Lo ayudo en la celebración

un conocido cura, el ultranacionalista, fascista y

antisemita Julio Menvielle, muerto al año siguiente. En la

misa estuvo el tirabombas y narcotraficante Juan Ramón

Queralto, fundador de la Alianza.

Los distintivos eran la Cruz de Malta y la bandera roja y

negra con la citada cruz en el medio. Los jóvenes de Tacuara

irrumpían en las facultades con el cabello corto, modos

violentos y un saludo parecidísimo al del fascismo. Tan

parecido que era igual. Fue habitual, por esos días, que los

imberbes de Tacuara entraran en cualquier recinto de la

universidad persiguiendo comunistas. Se estaba acunando el

término bolches. Comunista - y en esto las cosas no cambiaron

mucho- era todo individuo medianamente progresista, aunque

simpatizara con el radicalismo de Balbín y Frondizi. Con el

tiempo se fue formando una corriente de izquierda, expulsada

en el comienzo de la década del sesenta, que tomo el nombre

de Movimiento Nacionalista Revolucionario. Esa fracción era

la de Joe Baxter, al que siguieron José Luis Nell y Rodolfo

Galimberti. El 29 de agosto de 1963 los dos primeros

dirigieron el asalto al Policlínico Bancario. El MNR se llevo

100.000 dólares destinados a pagar los sueldos del personal,

asesinaron a dos custodios e hirieron a un agente policial.

Baxter, que luego ayudo a los Tupamaros, a los guerrilleros

así ticos y al Ejército Revolucionario del Pueblo, murió en

julio de 1973 en un accidente de aviación ocurrido en el

Aeropuerto de Orly.

Tras esta aventura, o en el medio de ella, Puccio

ingreso en el Ministerio de Relaciones Exteriores

con la categoría I por el decreto 31394, de

noviembre de 1947, firmado por Juan Perón. Su padre,

Juan Puccio, trabajo largos años en el Palacio San

Martin y era amigo de Juan Atilio Bramuglia, uno de

los cancilleres del Peronismo. Puccio vivía en

Independencia 630, en San Telmo. A los dos años

aprobó un curso de perfeccionamiento y en 1956, con

la categoría de vicecónsul, fue elegido como correo

diplomático. Entre 1961 y 1963 estuvo destacado en

Madrid, hasta que fue apresado en el Aeropuerto

Internacional de Ezeiza con un cargamento de 250

pistolas Beretta, calibre 22, en su valija

diplomática, que supuestamente debía albergar

documentos. Fue exonerado el 26 de agosto de 1964

por el canciller radical Miguel Ángel Zavala Ortiz.

Una formidable excusa para comentar en el barrio que

era un perseguido político, pero que el Peronismo,

al fin, lo reivindicaría. Algo de razón tuvo.

De la mano de Osinde

Pese a todo, consiguió un conchabo en la empresa

de ómnibus Rojas, de la familia Vázquez. Uno de los

propietarios Más conocidos y no precisamente

colectivero, el médico gastroenterólogo Pedro

Eladio, que solía viajar a Madrid para atender al

general en Puerta de Hierro, fue designado en 1973

secretario de Deportes de la Nación y le dio trabajo

en ese sector a don Arquímedes. El subsecretario del

rea era el coronel Jorge Osinde. Viejo amigo,

Puccio lo ayudo a armar ese asunto de la llegada de

Perón a Ezeiza, no fuera cosa que los zurdos

quisieran copar la parada. Una simplificación

arrojaría este saldo: Vázquez, Osinde y Puccio eran

unos ignorantes absolutos en materia deportiva. Algo

Tenían que hacer en el Ministerio.

Arquímedes Rafael Puccio pasó a ser el

presidente de la FECSYDA, una institución que

agrupaba a las entidades deportivas y culturales de

todo el país no federadas y se hizo cargo del centro

de recreación de Ezeiza, el de las gigantescas

piletas de natación. Simultáneamente, lo nombraron

subdirector general de Deportes de la Municipalidad

de la Ciudad de Buenos Aires. Ya había conocido los

calabozos de Avellaneda por el secuestro de Pels y

Más de una vez fue visto con un delincuente de

prontuario, Aníbal Gordon, que acostumbraba pasear

por el Club Atlético San Isidro en compañía de sus

sobrinos, los hermanos Rizzaro y un tal Eduardo

Ruffo. Toda gente de trabajo. Sin dudas, elegían

clientes futuros.

En la banda que dirigía Puccio en la década del

ochenta participaba Guillermo Fernández Laborde,

también ex miembro de Tacuara. El y Puccio, cuando

cayeron, pertenecían al Servicio de Inteligencia de

la Fuerza Aérea, de fluidas relaciones con Aníbal

Gordon. Horacio Verbitsky escribió en el Periodista

de Buenos Aires el 6 de septiembre de 1985 que

Fernández Laborde integro el Movimiento Nueva

Argentina, junto con Alejandro Giovenco, otro

violento dirigente, proveniente de la Concentración

Nacional Universitaria(4), que murió en febrero de

1974 al explotarle una bomba que llevaba en un

portafolios. Otro conspicuo miembro de la banda era

el veterano coronel Rodolfo Victoriano Franco, que

conoció a Puccio en Tacuara y confirmo ante la

Justicia que su amigo había trabajado activamente

junto con el coronel Osinde en la seguridad de la

recepción a Perón en Ezeiza y que aparte de los

cargos en Bienestar Social y la Municipalidad, sabia

que Arquímedes era agente de la SIDE. Hay quienes

aseguran que el coronel Franco, casi octogenario y

con serias dificultades para caminar, fue un

cómplice inocente; que Puccio lo engaño. El coronel

negó su participación en los secuestros y solo

reconoció que con Puccio y Contempomi solía reunirse

en el estudio del doctor Saa, con el que compartían

ideas nacionalistas.

Roberto Oscar Díaz, mecánico de profesión, estaba

reservado para tareas duras, como matar, por

ejemplo y no Tenía antecedentes en servicios de

inteligencia. Trabajo 32 años en la concesionaria

automotriz de Alberto J. Armando, un popularísimo

presidente de Boca Juniors, del que fue chofer y

guardaespaldas. Kelly insistió en que Díaz formaba

parte de la custodia de Lorenzo Miguel.

Como se recordar , el 23 de agosto de 1985 un

grupo de policías de Defraudaciones y Estafas detuvo

en un café a Arquímedes Puccio, su hijo Daniel, que

Tenía 23 años y a Fernández Laborde, cuando

intentaban cobrar un rescate de medio millón de

dólares para liberar a Nélida Bovini de Prado, dueña

de una empresa de pompas fúnebres. La víctima

estaba en un sótano de la vivienda de Puccio, en

Martin y Omar 554, de San Isidro. Cuando llegaron,

detuvieron a la esposa de Arquímedes, Epifanía

Ángeles Calvo y a Silvia Inés y Alejandro, los otros

hijos del matrimonio. Alejandro era wing tres

cuartos de la primera de rugby del CASI. De

inmediato, la gente del club se movilizo y Florencio

Varela, abogado y ex rugbier, consiguió que Esteban

Vergara, el rata, un prestigioso penalista,

colaborará en la defensa del hijo mayor de

Arquímedes. Rápidamente, los dos profesionales

abandonaron el caso. Como corresponde, para no

violar el secreto profesional, no explicaron por

qué. Lo Más razonable es suponer que terminaron por

no creer en la inocencia de Alejandro y que éste les

oculto la verdad. Pero, hasta ahí, lo de Alejandro

Puccio parecía incomprensible. Su hermano, Daniel,

salió en libertad a fines de enero de 1988. La

señora de Prado estuvo cautiva 32 días en ese sótano

de un metro y medio por tres, sin ventilación, en

una suerte de carpa, rodeada de unos fardos de

alfalfa que pretendían darle al lugar un aspecto

campestre. A media cuadra está la calle 25 de Mayo,

camino casi obligado para los automóviles y

colectivos, por ejemplo el 60, que circulan por el

bajo hacia la Capital Federal. Imposible disimular

ruidos y vibraciones. Una lata de pintura vacía, con

capacidad para 20 litros, servía para las

necesidades de la mujer, que no dispuso de

posibilidad alguna de lavarse. Permanecía encadenada

a una cama y solo podía levantarse una vez por día.

Encima, la alimentaron mal. De todos modos, fue

poco: gracias a la policía está viva.

El viejo Arquímedes, al ser detenido, sostuvo ser

una víctima de la guerrilla, los montoneros y la

Coordinadora radical, autores del secuestro. A

partir de este caso se aclararon otros. Si bien

fueron conocidos por la opinión pública, algunos

errores informativos hubo. Por eso, sirve

resumirlos. El 6 de mayo de 1983 la banda de Puccio

capturo en Santa Fe y Anchorena, en la Capital

Federal, al joven ingeniero Eduardo Aulet. Gustavo

Adolfo Contepomi, unido a la banda, que conocía a la

víctima, le hizo señas para que detuviera su auto y

le rogo que los llevara a él y a Arquímedes Puccio

hasta las inmediaciones de la cancha de River Plate.

En el camino le colocaron a Aulet un cuchillo en la

garganta y lo llevaron a la casa de San Isidro.

Luego de cobrar el rescate de 100.000 dólares, lo

sacaron del sótano y Díaz lo mato de un balazo en

General Rodríguez, ciudad vecina a Luján.

Herculiano Vilca, un albañil boliviano que había

remodelado el sótano de la vivienda de San Isidro,

cavo el pozo donde enterraron a Aulet. La familia de

la víctima grabo las conversaciones telefónicas con

los captores. Una de las voces resultaba

inconfundible. Cuando escucharon a Arquímedes Puccio

hablar por televisión no tuvieron dudas. Era él.

Fernández Laborde, en septiembre de 1987, admitió

haber sido el autor del disparo que mato, en julio

de 1984, a Emilio Naum, el dueño de la sastrería Mac

Taylor, con un elegante salón sobre la calle

Florida. Arquímedes Puccio conocía a Naum porque

actuó como intermediario en la venta de ese local.

El organizador del secuestro fue Puccio y toda la

banda se ocupó de estudiar los movimientos del

empresario. El viernes 22 de junio de 1984,

Arquímedes Puccio espero a Naum cerca de la Facultad

de Derecho y le hizo un gesto para que frenara.

Como Milo Naum lo conocía, no solo se detuvo, sino

que salió del auto para conversar. En ese momento

se le avalanzaron Díaz, Fernández Laborde y

Contepomi, que trataron de llevarlo al Falcón de

Puccio, estacionado a pocos metros. Naurase

resistió, pese a que le pasaron por el cuello una

cadena de las usadas para pasear a perros. Joven,

Tenía 34 años y con una buen condición física,

porque practicaba tenis con asiduidad, inclusive era

amigo de varios conocidos jugadores, como Julián

Ganzábal, Roberto Aubone y José Luis Clerc, Naum no

pudo ser dominado. Fernández Laborde le disparo a

quemarropa con una pistola calibre 11.25 que le

habría dado el coronel Franco. La bala, de punta

hueca, provoco la muerte instantánea del empresario.

En el auto de la víctima apareció un bala de ese

calibre sin disparar, ni signos de haber recibido un

golpe del percutor. ¨Qué ocurrió? Fernández Laborde

ignoraba que había un proyectil en la recámara y por

eso acciono la corredera. La bala que estaba en la

recamara salto. La que le seguía fue la que

Fernández Laborde disparo. Varias fotografías

periodísticas mostraron al BMW con el cuerpo de Naum

tirado en el asiento delantero. En el fondo aparecía

un hombre alto, relativamente joven, con amplias

entradas en la frente, que usaba un transmisor

manual. Resulto ser Raúl Antonio Guglielminetti.

Apuntar las sospechas sobre la suerte de Ricardo

Manoukian, subgerente de Supermercados Tanti, fue

elemental. Su cuerpo fue encontrado con tres balazos

en la cabeza en un despoblado de Escobar el 22 de

julio de 1982. A unos cien metros, en un arroyo,

efluente del rio Luján, apareció la m quina de

escribir portátil con la que escribían los mensajes

para la familia. Según Fernández Laborde, Alejandro

Puccio, amigo de Manoukian, le hizo señas para que

detuviese su automóvil en las inmediaciones del

Hipódromo de San Isidro. En cuanto se detuvo, lo

encapucharon y subieron a otro vehículo. Sus

captores manifestaron ser de un comando

revolucionario, pidieron 600.000 dólares para

soltarlo, pero aceptaron los 50.000 que entrego la

familia. Cautivo en un baño de la casa de los

Puccio, no en el sótano, Manoukian, como Aulet y

Naum, estuvo sentenciado a muerte desde el momento

en que lo capturaron. La víctima Tenía solo 25 años.

¨Cuántos cadáveres más habrán enterrado? Por

cálculo de posibilidades, seguramente varios. Los

casos que saltaron fueron los de amigos o conocidos.

Una pena que, como en otros casos, no se hubiera

avanzado. Un poco. Solo un poco. Además, si es poco

creíble que el resto de la familia no advirtiese que

alguien estaba viviendo en el sótano, se torna

absurdo suponer que se pudiera disimular que en el

baño había encerrado alguien ajeno a la casa.

Alejandro Puccio, con cuatro intentos de

suicidio, el Más grave en noviembre de 1985, cuando

se tiro, esposado, desde el quinto piso del Palacio

de Tribunales, es hoy una imagen patética. Estudia

con suerte variada en el Centro Universitario de

Villa Devoto, perdió su porte atlético e insiste en

que saldrá en libertad. Por cierto que, cuando habla

de su inocencia, sus interlocutores terminan

deseando que sea real. Las pruebas y declaraciones

de los demás implicados, dicen lo contrario. En

todo caso, muchas Más explicaciones que él, tiene

que dar su padre, que ahora trabaja en la Biblioteca

del Penal de Devoto y es despreciado por la mayoría

de los internos. Es sabido que los habitués de las

cárceles respetan algunos códigos. Por ejemplo, en

no elegir como víctimas a niños, ancianos y amigos.

Detestan a quienes quebrantan esas leyes no

escritas.

La revelación sobre los Puccio conmovió a San

Isidro. Aparte de la manía de don Arquímedes de

andar todo el día por la vereda, no había razón

alguna para dudar de ellos. Vivian bien y eran los

dueños de un negocio de finos artículos de deporte

lindero con la vivienda. El conocido periodista

Nicanor González del Solar, ex rugbier del CASI y de

los primeros Pumas, habitante de San Isidro desde

siempre, al salir a la luz el caso de los Puccio,

contaba:: “Es cierto. El viejo Puccio andaba a toda

hora con la escoba en la vereda. Pasabas a las

cinco de la mañana o a la medianoche y ahí estaba.

En los últimos meses lo vi varias veces. Todos

creíamos que estaba mal del bocho. Ahora que lo

pienso, parecía que el tipo vigilaba. Lo de

Alejandro no lo puedo creer”.

Su esposa era una respetable profesora. Sus

amigos, todos muy católicos y Alejandro, como

jugador de rugby, siempre fue correctísimo. Tan

cierto como que en la casa había un sótano que

albergo a secuestrados. No era en el ala derecha de

un castillo. La víctima estaba a metros y

diariamente alguien bajaba a llevarle comida, vaciar

el balde o negociar el pago del rescate. Además,

esas personas no entraban por una chimenea. Se

supone que lo hacían por el garaje. En San Isidro,

por cierto, ignoraban algunas historias no muy

lejanas.

La culpa de los Tupamaros

A fines de octubre de 1973, la Brigada de

Investigaciones de Avellaneda recibió un informe

confidencial sobre un secuestro extorsivo ocurrido

el 23 de enero en Vicente López. Enrique Segismundo

Pels, liberado el 2 de febrero en Pavón y Agüero, de

Avellaneda, era gerente general de la cerealera

Granar y director de Bonafide, una gigantesca

empresa que cubría todo el país con la venta de café

al público. No hizo la denuncia policial: era 1973

y sus captores metían miedo.

A los pocos días, los policías de Avellaneda

dieron con Luis Jofre, de 44 años, un sospechoso, al

que detuvieron en su casa de Quilmes. Al ser

interrogado, Jofre admitió que en el Sindicato de

Prensa, ubicado en Cangallo al 1100, de la Capital

Federal, conoció a Arquímedes Puccio, Roberto

Enrique Martin y al comodoro Arca, quienes le

encargaron conseguir una casa en la zona sur, donde

debían alojar a un secuestrado. Así de simple. Un

amigo, Martin Oscar García, Tenía una vivienda

desocupada en Emilio Castro y Riobamba, Lomas de

Zamora y con él llego a un acuerdo para que cediese

la casa a cambio de una generosa retribución. Jofre

alego no haber participado en el secuestro, aunque

recibió, en febrero, una recompensa de tres millones

de pesos, moneda nacional, enviados por Puccio.

Dicen que, antes de que Ernesto Lorenzo fuera

asimilado a la banda de Gordon, su chofer era Jofre.

Luego cayeron García, de 47 años y Arquímedes Rafael

Puccio, de 49. Palabras Más, palabras menos,

aportaron los mismos datos que Jofre, pero agregaron

que en una reunión realizada en la Bolsa de

Comercio, el comodoro Arca tranquilizo a García,

asegurándole que la casa no la necesitarían para un

secuestro, sino para albergar a perseguidos

políticos. Martin García y Puccio fueron los

encargados de llevar alimentos a esa casa de Lomas.

García reitero que con eso había concluido su tarea,

pero reconoció que fue a ver al comodoro Arca, que

le devolvió las llaves de la finca de Lomas y le

pago diez millones de pesos, moneda nacional.

Seguramente, casi el valor de la propiedad. Puccio,

que se presentó como doctor en Ciencias Económicas,

vivía en la calle Vicente López y Planes, de

Acassuso, en un chalet que -otra desafortunada

coincidencia- compro dos meses después del secuestro

de Pels. Arquímedes, efectivamente, fue el que hizo

las gestiones para conseguir la casa en la zona sur,

pero insistió en que era para ocultar a unos

uruguayos refugiados que eran Tupamaros y que esos

terroristas extranjeros, en realidad, eran los

secuestradores. ­Acabáramos! Doce años después

repetiría el pretexto. En cuanto a Pels, Puccio se

justifico: “Necesitábamos plata para el movimiento

Peronista. Yo lo conocía a Pels; era una persona

muy solvente”. Los policías que lo detuvieron en

Acassuso, dejaron sentado en el sumario que Puccio,

cuando lo estaban por detener, aprovecho un

descuido, saco una pistola y disparo contra el

suboficial Rey. Por suerte para éste, el arma Tenía

el cargador puesto, pero no había balas en la

recámara. La pistola secuestrada era una Beretta,

calibre 22, largo. Remanente, con seguridad, del

contrabando que le costó el puesto en la

Cancillería. Como haría en 1985, el testimonio de

Puccio fue delirante: no conocía a todos los

secuestradores, él y García llevaban comida a la

vivienda de Lomas de Zamora y el intento de disparar

contra los policías que fueron a detenerlo se

produjo porque creyó que eran extremistas

disfrazados.

A Pels se lo llevaron a las siete de la mañana

de su casa de la calle Monasterio al 1400, de

Vicente López, a menos de diez cuadras de la

Residencia Presidencial de Olivos. Se estaba

vistiendo, cuando un hombre, con una ametralladora,

apareció en su dormitorio. Con los nervios, al

intruso se le escapo un tiro y él termino

vistiéndose con pantalón y saco, pero sin camisa y

descalzo. Cerca de la víctima estaban su mujer y

una empleada, ambas maniatadas. Lo encapucharon,

todos unos adelantados en la materia y lo sacaron de

la casa en el Peugeot 404 de su esposa. Luego lo

trasladaron a otro vehículo, que no identifico, pero

era el Ford Falcon de Puccio, chapa C 144.279.

Después de un largo viaje en el que soporto varias

amenazas y sintió los cañones de un par de armas en

las costillas, termino en una casa con una cadena

que le rodeaba el tobillo y la muñeca derechos. El

jefe de la banda le informo que era un comando de

guerrillas y que no querían rescate. Sin embargo, en

su vivienda de Vicente López dejaron una nota en la

que exigían 10.000.000 de pesos Ley 18.188, que

acababa de reemplazar al peso, moneda nacional.

Pels no entendía nada. Lo obligaron a escribir

cartas para su familia. Pasaba el día dentro de una

carpa, pero debajo había un piso de parquet. Carlos

Koldobsky, en 1979, contaba una circunstancia

parecida: una carpa sobre piso de roble. Pels casi

no hablo con sus captores lo alimentaron

frugalmente y prefería no creer en las amenazas de

muerte.

Las actuaciones policiales fueron derivadas a la

Justicia. El instructor fue el comisario inspector

Miguel Etchecolatz(5), jefe de la Brigada de

Investigaciones de Avellaneda, acusado años después

de gravísimas violaciones a los derechos humanos.

Jofre y García designaron defensor al doctor Oscar

Igounet, conocido por asistir a militares y agentes

de inteligencia con problemas judiciales y Puccio al

dirigente justicialista Isidoro Ventura Mayoral,

luego sustituido por el abogado Edgar Sa , familiar

de los conocidos hermanos Rodríguez Saa , los de San

Luis. Ventura Mayoral atendía por esos días los

intereses de Juan Domingo Perón, mientras que Sa ,

dilecto amigo del doctor Julio González, secretario

técnico de la Presidencia durante la gestión de la

señora Isabel Perón, fue apoderado del Ministerio de

Bienestar Social de López Rega, presidente de la

financiera Inverco, una empresa cautiva del grupo

Siam; jefe de Asuntos Legales de Bienestar Social, y

Procurador del Tesoro. Los puestos eran oficiales, y

los ejerció en forma simultánea.

Solo en ese momento, cuando lo citaron a

declarar, Pels admitió el secuestro. Sus captores

habían sido claros: “Si habla lo matamos”. El

rescate, diez millones de pesos Ley 18.188, se pago

en San Isidro, cerca del Hipódromo. A don

Arquímedes no le gustaba viajar.

Como era de esperar, Puccio, en la indagatoria,

cambio todo. Él había sido la víctima de unos

intrusos que entraron en su casa, a los que trato de

repeler con un arma que no funciono. Conocía a

Roberto Enrique Martin, porque éste era el

secretario privado del mayor Alberte, que fue

delegado del general Perón y también al comodoro

Arca(6), jefe de Contraespionaje de la SIDE. Martin

García negó todo lo dicho sobre su casa en Lomas de

Zamora. Como Puccio, hablo de su lucha en la

resistencia Peronista y reconoció su amistad con el

comodoro Arca. En cuanto a sus declaraciones ante

la Policía - viejo truco-, denunció que habían

obedecido a coacciones. Jofre solo dijo que conocía

a Puccio y a García por la común militancia

Peronista y que esta situación lo perjudicaba porque

Emilio Abras, secretario de Prensa y Difusión de la

Presidencia de la Nación, le había ofrecido

coordinar la seguridad en las radios Belgrano,

Splendid y El Mundo y en Bienestar Social, en el

rea de los jubilados. Obvio, la policía lo había

sometido a apremios, lo que es probable y por eso su

declaración anterior. Pero, lo que se saca en limpio

de este caso es que, Puccio pertenecía al elenco de

la Triple A, trabajaba cerquita de López Rega,

cobraba sueldo en la SIDE y conocía bien al comodoro

Arca que, se ver , justamente en la SIDE, cumplía

tareas, codo a codo, con Aníbal Gordon.

Jofre se presentó como de la resistencia

Peronista y explico que vivía en la clandestinidad

porque un hermano suyo había muerto en el

levantamiento del general Juan José Valle, en junio

de 1956. Rodolfo Walsh y Salvador Ferla, que

investigaron a fondo esa historia no mencionaron a

alguien de apellido Jofre, entre los fusilados por

la aplicación de la ley marcial, o los acribillados

en Lanús o José León Suárez. Estos últimos

episodios, fueron un anticipo de los que vendrían

veinte años después.

El juez Mario Raúl Moldes ordeno un

reconocimiento en rueda de presos. Pels, su esposa

y la empleada del servicio doméstico no

individualizaron a persona alguna. Estábamos,

claro, a fines de 1973, con la Triple A funcionando

a toda m quina y con un implicado que trabajaba en

Bienestar Social. En horas, Jofre, Puccio y García

quedaron libres por falta de mérito. Puccio, el

lunes 10 de diciembre de 1973, le agradecía a Jorge

Osinde sus gestiones para que recuperara la

libertad. Suscribieron el sobreseimiento

provisional el juez Moldes, por la secretaria del

doctor Gerardo Pelle. El definitivo llego el 27 de

marzo del año siguiente. Lo firmo el nuevo juez de

la causa, Pablo Peralta Calvo, que se encontró con

hechos consumados y con el tiempo en contra. El

doctor Peralta Calvo es el mismo magistrado que

llevo la causa número 496, caratulada “Homicidios,

lesiones graves y leves en riña, abuso de armas,

tenencia de explosivos y armas de guerra”, Más

conocida como la matanza de Ezeiza del 20 de junio

de 1973, cuando Perón regreso al país en forma

definitiva. La sobreseyó en muy poco tiempo porque

no encontró elementos de juicio necesarios como para

procesar a alguien. Existían y existen testigos,

documentos, fotos periodísticas e imágenes de

televisión. Vale repetirlo: todos vivíamos con la

Triple A suelta.

El 30 de abril de 1974 el fiscal Horacio Daniel

Piombo apeló el fallo y pidió una serie de medidas

de prueba que, sin duda alguna, los jueces de la

causa debieron haber ordenado en su momento: el

reconocimiento de la casa por parte de la víctima,

un interrogatorio entre los vecinos, que declararan

los policías que habían intervenido en la

instrucción e, inclusive, que se librara un oficio a

Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires para

determinar si, como lo había comentado la víctima,

durante una de las jornadas de cautiverio, la casa

se había quedado sin luz eléctrica. Esta diligencia

perdió sentido porque la vivienda de Lomas robaba

energía de los cables que pasaban por su frente. El

tema termino en la C mara de Apelaciones de Lomas de

Zamora que, el 3 de julio de 1975, revoco los

sobreseimientos. En esta instancia, Puccio designo

como codefensor a Rafael Zelaya Mas, un penalista

que fue secuestrado en 1978 y está desaparecido.

¨Habrá sido acreedor de Puccio?

No hay constancia alguna en el expediente

judicial del secuestro de Pels de que se haya hecho

una investigación seria alrededor de la casa de Lomas

de Zamora. Es Más, Pels ni siquiera fue a

reconocerla. Tampoco se supo si los vecinos Tenían

algo para contar. La casa estaba; no había que

buscarla. La indagación sobre el patrimonio de

Arquímedes Puccio resulto una mera formalidad. No se

libro un oficio al Ministerio de Relaciones

Exteriores para saber la razon por la cual se lo

había apartado de la Cancillería; tampoco se

allanaron las viviendas de los acusados en procura de

la m quina de escribir con la que se redactaban los

mensajes para la familia de la víctima, no se citó al

comodoro Arca, personaje clave en la investigación,

ni se averiguo el movimiento bancario de los

acusados. Ni hablar de tareas de inteligencia. Nada.

No se buscó a Roberto Enrique Martin, prófugo desde

el vamos, ni a Martin García, que al salir en

libertad provisional dejo una dirección inexistente.

El doctor Gerardo Domingo Pelle, ya juez, firmo el

sobreseimiento provisional de Puccio y sus consortes

el último día de mayo de 1976. Se convirtió en

definitivo el 12 de julio de 1978, auto rubricado por

el juez en lo Penal Federico Nieva Woodgate.

Olvidaron, también, que un policía declaro que Puccio

trato de dispararle a quemarropa y el tiro no salió.

Una nimiedad: intento de homicidio. Ni siquiera eso

conmovió a Miguel Etchecolatz. Tan hábil para

interrogar a Timerman, Edgardo Sajón, Lidia Papaleo y

otros miembros de la familia Graiver y se le escapo

Puccio. Claro, reprocharle a Etchecolatz lo endeble

de esta investigación, sería como cuestionar a Stalin

y Hitler porque se vestían mal. Deben saber, los

jueces, secretarios y policías que supuestamente

investigaron la causa, que está probado que

Arquímedes Puccio dirigió después una banda que

cometió, al menos, tres asesinatos a sangre fría.

Ellos, tal vez, pudieron haberlos evitado. El resto,

es un problema de conciencia. De toda esa papelería

estéril, el juicio por el secuestro, se puede

rescatar una frase de Arquímedes Puccio, parte final

de un escrito de diecinueve carillas en las que

explico cómo había ganado el dinero con el que compro

su vivienda de Acassuso: “Manifiesto a vuestra

señoría que esta apretada síntesis de mis distintas

tareas, involucran una labor plena de antecedentes, y

de marcada significación por los puestos desempeñados

en la Administración Publica, Profesional, y empresas

privadas, basadas en mi modesta capacidad y amplia

moralidad, como lo atestiguo con las pruebas

acompañadas”.

Si alguien dentro del campo judicial hubiese

movido un dedo, solamente uno, tal vez habría

averiguado que Puccio trabajo con Aníbal Gordon

en la SIDE y conocía muy bien lo que se llama

hotelería dentro del campo del secuestro extorsivo.

Gordon, por esos días, compartía tareas en la SIDE

con el comodoro Arca y no hubo pedido de informe

alguno a esa dependencia. Es de suponer que si la

Justicia, hoy, llegara a pedir un dato tan relevante

para sumar pruebas de una gigantesca asociación

ilícita, la SIDE los aportaría. Razonable es creer

que a Puccio le pareció que la cuota que le pagaban

por ocuparse de cuidar a los cautivos era

insuficiente y se cortó solo. Nadie se preguntó,

aparentemente, algo obvio: las víctimas de Puccio,

cuando actuó por cuenta y riesgo, fueron todas

personas a las que conocía. Como suelen decir los

españoles: “ A lo bestia”. ¨Sería el caso de la

señora de Prado? Si el mundillo del hampa comentaba

que su cochería algo Tenía que ver con la

desaparición de cuerpos durante el proceso militar,

¨por qué no averiguar algo Más? Suele sentirse como

una perversidad investigar a las víctimas. Hasta el

Más necio de los detectives del mundo sabe que es

inevitable hacerlo y que de esas investigaciones

aparecen evidencias. En el caso de los secuestros,

esto es elemental: el entregador siempre es alguien

cercano. Siempre. La primera pregunta es obvia:

¨Conocía la señora de Prado a Aníbal Gordon y

Arquímedes Puccio?

NOTAS

1 El Batallón de Inteligencia 601, ya mencionado muchas

veces, fue el máximo organismo ejecutor de la información

estratégica del Ejército, pero no la cabeza de la

información. Es que, durante el Proceso, se creó la Jefatura

II, Inteligencia, con jerarquía idéntica a las restantes

del arma. El lugar del Batallón, en todo caso, fue el que

antes había ocupado el Servicio de Informaciones del

Ejército. Cada cuerpo del arma conto con su servicio de

inteligencia propia, lo mismo que el ex Comando de Institutos

Militares. Eduardo Medina Gómez, en El periodista de Buenos

Aires, revelo en septiembre de 1985 que llegaron a operar

dieciocho destacamentos de inteligencia y quince secciones

dependientes de ellas, con los que cubrieron todo el país.

Ocho de esos organismos estaban en la provincia de Buenos

Aires. La sede central del batallón estaba y está, aunque con

otro nombre, en la esquina de Callao y Viamonte. Durante el

proceso militar, el tránsito de automotores por la calle

Viamonte se interrumpía por la noche en el tramo entre Callao

y Riobamba. Cerca de la red de espías del Ejército está la

Asamblea Permanente por los Derechos Humanos. En 1983, una

casualidad permitió encontrar en esta institución dedicada a

la defensa de los derechos humanos una red de pequeños

micrófonos y transmisores, que emitían su señal hasta la sede

del Batallón.

Como curiosidad, tanto en las fuerzas de seguridad como en

el Ejército, es común aludir a S-2 para definir al sector de

inteligencia. La letra ese viene de un término muy

británico, Staff Officer, que podría leerse como oficial de

estado mayor. El Batallón, durante el Proceso, Tenía casas

operativas diseminadas por toda la ciudad, inclusive una en

Rodríguez Peña y Tucumán, a doscientos metros de la sede

central. Hasta ahora, nadie se animó a allanarlo, pese a las

evidencias de que ahí se centró, durante largos años, una

verdadera asociación ilícita. Hoy, el Batallón se llama

Centro de Reunión de Inteligencia Militar. Como el jefe del

Ejército, el general Martin Balza, de inobjetable y valerosa

actuación en la Guerra de las Malvinas, tiene en su bagaje

reiterados antecedentes de respeto al estado de derecho, es

de esperar que el CRIMásea hoy otra cosa. Sin embargo, hay

evidencias de que varios de los homicidas de un pasado no muy

lejano, siguen cobrando salarios del Ejército Argentino en

esa dependencia.

2 Durante 1974 y parte de 1975 José López Rega fue el

hombre fuerte de un gobierno tambaleante. Era el hijo único

de una familia española que vivía en el barrio de Saavedra.

En 1942, a los 25 años, caso con Flora Maceda. De ese

matrimonio nació Norma. Entro como agente en la Policía

Federal y cubrió guardias en la residencia presidencial,

ubicada en lo que hoy es la Biblioteca Nacional. Se fue de la

Policía en 1962 como cabo primero. Cantante frustrado, amigo

del oscurantismo, se mezcló en cuanta logia extraña hubo en

la época. El periodista Jorge Ezequiel Sánchez, en una

estupenda biografía publicada en Página/12 el 10 de julio de

1989, sostuvo que llego a Madrid en 1962, como correo de la

logia Anael, y se dedicó pacientemente a buscar algún lugar

en Puerta de Hierro, la residencia de Juan Perón. Vaya si lo

encontró. De valet pasó a ser un monje negro. Su influencia

crecía. Allá por diciembre de 1971, Jorge Daniel Paladino,

que acababa de renunciar como delegado de Perón, puesto que

pasó a ocupar Héctor Cámpora, anuncio en un reportaje

concedido a la revista Primera Plana que los días de López

Rega estaban contados, porque el general sabía que el

astrologo estaba relacionado con organismos internacionales

de espionaje y con la propia CIA. Por cierto que López Rega

no solo se quedó al lado del líder, sino que fue uno de los

inspiradores de la salida vertiginosa de Cámpora del

Gobierno, hizo negocios con Kadafi y fue el mentor de la

penetración de la Logia Propaganda Due en la Argentina. Es

Cierto que el homicidio del coronel Martin Rico, que

investigaba al escuadrón de la muerte, lo enemisto con un

gran sector del Ejército. El ex ministro de Bienestar Social

y creador de la Triple A, el hombre que vivió al lado de

Perón en Madrid, Gaspar Campos y Olivos, partió el 19 de

julio de 1975 como embajador extraordinario, y poco a poco se

oculto. Pasó por España, acaso vivió en Libia, y en 1983 fue

localizado en Suiza. En marzo de 1986, prácticamente se

entrego en Miami, porque fue a renovar su pasaporte. Tal vez

ya no Tenía protectores. El 4 de julio del mismo año volvió a

la Argentina. Murió el 9 de junio de 1989 en la Clínica

Saavedra. El fiscal Aníbal Ibarra había pedido para él cadena

perpetua.

3 Alberto Brito Lima llamo Comando de Organización a un

grupo de choque que fundo a mediados de 1959 y que tendría un

importantísimo rol en la matanza de Ezeiza. Como otros, Brito

Lima, que recluto y recluta violentos en los sectores

marginales, cambio varias veces de lealtades. Apoyado

primero por Vandor, no vacilo en brindarle custodia armada

a María Estela Martínez de Perón, cuando la esposa del líder

exiliado en Madrid viajo en 1965 a Buenos Aires para

neutralizar al caudillo de la UOM, que quería cortarse solo

en las elecciones. Amigo de Felipe Romeo, editor de El

Caudillo, Brito Lima soporto los embates de la Tendencia, que

en enero de 1974 se opuso a que los matones ultraderechistas

participaran en una reunión que Perón organizó para los

sectores juveniles en Olivos.

Mucha gente del Comando mato y fue muerta por sus rivales

de la izquierda Peronista. Se sabe que Brito Lima contaba con

aliados incondicionales en los servicios de inteligencia. En

junio de 1974 fue asesinada por gente del Comando de

Organización una militante de la Juventud Peronista, Elsa

Algañaraz de Román. Su marido fue a la comisaria de Don

Torcuato a retirar el cadáver y termino en un calabozo.

Enemigos de Carlos Menen los del Comando de Organización

dieron Más de una voltereta y lo apoyaron en la interna

contra Cafiero que catapulto al riojano a la presidencia de

la Republica. En los actos del entonces gobernador de La

Rioja, la seguridad estaba a cargo de Brito Lima. Lo último

que hizo Alberto Brito Lima fue negarse a abandonar la sede

diplomática de Honduras cuando el Gobierno lo relevo como

embajador.

4 El mentor de la Concentración Nacional Universitaria

fue el profesor Carlos Di Sandro, un conocido doctor en

Letras que dicto clases en la universidad platense y en la

Escuela de Policía Juan Vucetich. Sus seguidores irrumpían

en forma violenta en las asambleas estudiantiles de la época,

a la manera de sus antecesores de Tacuara dos décadas antes.

Di Sandro, nacido en 1919, cerro su carrera como ideólogo

fascista con el cargo de jefe del Departamento de Letras de

la Facultad de Filosofía de la Universidad de Buenos Aires.

El ministro de Educación era Oscar Ivanisevich y en la

Universidad el rector era Alberto Ottalagano, el mismo que

acuño una frase recordadisima: “Soy fascista, ¨y qué?”. Al

fin, de la estirpe de los elegidos por el Peronismo en todo

el país, como Remus Tutu en Bahía Blanca o Mario Víctor Menso

en Córdoba. Muchos hombres de la CNU, como Carlos Castillo,

Virgilio Fernández Mutilva, Luis Zarattini, Carlos Alberto

Miranda, Miguel Nassif, Osvaldo Protto y Raúl Mendoza, se

hicieron fuertes en La Plata en la década del ochenta y

mantuvieron la organización. Otra joya que dejo la CNU fue

Rubén Gioannini, que trepo en el Sindicato de Luz y Fuerza,

filial Mar del Plata, luego del asesinato de uno de sus

rivales, Víctor Piva. Gioannini, que reapareció al lado de

la señora Norma Pla en las manifestaciones de los jubilados y

se abrió de las protestas luego de una pelea por unos

dinerillos, perteneció, durante la dictadura militar, al

Batallón 601. Su prontuario abarca procesos por el homicidio

de Piva, la tenencia de armas de guerra y asociación ilícita

extorsiva. En todas las causas fue sobreseído. Significa que

es inocente. Varias fotos de época mostraban, en la década

del setenta, a Patricio Fernández Rivero, jefe de la CNU, al

lado de José Rucci y Juan Carlos Gómez, secretario adjunto de

la CGT marplatense, uno de los homicidas de la estudiante

marplatense Silvia Filler. Un amplio informe sobre la CNU,

elaborado por Viviana Gorbato, se publicó el primero de

noviembre de 1988 en el desaparecido semanario El Ciudadano.

De él se extrajeron la mayoría de estos datos. María Seoane y

Héctor Ruiz Núñez, en La noche de los lápices, mencionan como

integrantes del grupo represor que consumo esa tragedia

nacional al indio Castillo, Virgilio Fernández Mutilva, Juan

Rivadeneira y los hermanos Masotta.

5 El comisario mayor Miguel Etchecolatz, identificado como

torturador por varios testigos del juicio a las Juntas, fue

condenado por la C mara Federal de la Capital a 23 años de

prisión, e inhabilitación absoluta perpetua, por ser el autor

de 95 aplicaciones de tormentos a detenidos. El Tribunal no

pudo probar los homicidios ocurridos atribuidos a él y a sus

consortes de causa, como el ex general Camps. El fallo se

conoció el 2 de diciembre de 1986. Fue director de

Investigaciones de la policía bonaerense entre el 15 de junio

de 1976 y el 28 de febrero de 1979, cuando Camps era el jefe

de la repartición. Durante el juicio tuvo un actitud

desafiante con el Tribunal. En la primera sesión, el 25 de

septiembre de 1986, fue sacado a empellones por la policía, y

el 9 de noviembre el presidente de la C mara, doctor

Guillermo Ledesma, interrumpió su alegato, por insultante, y

lo remitió, sin Más, a su celda de la Unidad 22. Etchecolatz

estaba diciendo: “Este es un mero circo romano adaptado a

las exigencias del Siglo XX”. En la sentencia, la C mara

Federal considero que el ex jefe policial no fue un mero

ejecutor de órdenes y recordó que Etchecolatz, en sus

alegatos, reitero que reincidiría en los crímenes si mediaran

circunstancias como las que vivió. Fue uno de los tantos

beneficiados por la Ley de Obediencia Debida, impulsada por

el doctor Raúl Alfonsín para tratar de aquietar las aguas en

el campo militar.

6 El comodoro Arca, oficial de inteligencia, es una

incógnita, porque aparece mencionado en decenas de

expedientes por secuestros y otros delitos, y no consta, tras

revisar Más de cincuenta expedientes, que haya sido convocado

por la Justicia, siquiera como testigo. El policía Divano,

cesanteado por la Federal, declaro que los comodoros Arca y

Schillizzi Moreno se reunían con Aníbal Gordon en unas

oficinas del industrial Spadone. Era un alto jefe del

Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea y, Más allá de

que pudo ser mencionado para confundir, o para difamarlo, dos

detenidos por el secuestro de Enrique Pels lo sindicaron como

organizador de la banda.�

4. LA TRIPLE A

-Puede ser Alianza Anticomunista Argentina -dijo Villlone.

-Es muy largo -contesto López Rega-. La llamaremos Triple A.

Versión de Horacio Salvador Paino sobre el origen del nombre:

Triple A.

La historia de estas asociaciones ilícitas que perduraron

con el tiempo pasa necesariamente por la Triple A de José

López Rega, que empleo en forma sistemática metodologías de

exterminio usadas antes en forma aislada en la Republica.

Fue, sin duda, el terror a cargo del Estado. Las voces que

se alzaron ante atentados y homicidios fueron rápidamente

desmentidas y la esposa de Perón acuño el calificativo de

terrorismo periodístico para descalificar a quienes

insinuaban, solamente insinuaban, el terror montado desde su

Gobierno.

Caído el gobierno de María Estela Martínez de Perón, esa

estructura criminal fue rápidamente incorporada a los

servicios de inteligencia, en especial a la SIDE y al

Batallón 601, la nueva denominación adoptada por el Servicio

de Inteligencia del Ejército. El tema es determinar quiénes

fueron los intermediarios y los ejecutores. Los que impartían

las ordenes en los altísimos niveles son conocidos. Lo que

queda expuesto durante el seguimiento de los hechos es que,

en el tema de la represión, los militares no llegaron para

interrumpir la tarea iniciada por José López Rega, sino para

completarla y que éste fue un aliado. Siempre. Así, fueron

idénticos los métodos, hasta en los pequeños detalles, y

también los ejecutores. Provenían de la estructura armada

por López Rega en Bienestar Social, Coordinación Federal, el

hampa y los servicios de informaciones, en especial el del

Ejército Argentino, que, en la mayoría de los casos se

hicieron cargo del aspecto funcional, sueldos, nueva

identidad, documentos falsos y patente de corso: permiso para

secuestrar, extorsionar, robar y matar en nombre del poder

otorgado por el Estado.

José López Rega, nacido el 17 de octubre de 1916, murió

el 9 de junio de 1989, antes de conocer la sentencia por la

causa de la Triple A. Había elementos suficientes como para

condenarlo a cadena perpetua, pero la gran cantidad de años

transcurridos, desde los asesinatos hasta las

investigaciones, impidió reconstruir debidamente cada crimen

y cada atentado de este escuadrón de la muerte. La Opinión,

el 2 de octubre de 1973, público una extensa información

sobre un documento reservado del Consejo Superior

Justicialista, que declaraba la guerra, sin importar los

métodos, sino los resultados, a los terroristas subversivos

marxistas. Ese documento, según el diario, había recibido la

bendición de Juan Perón. La información jamás fue desmentida;

Más bien fue confirmada. En todo caso, los antecedentes son

claros: cuando la Juventud Peronista envió una delegación de

cuatro miembros, Armando Lizaso, Roberto Ahumada, Juan Carlos

Añon y Juan Carlos Dante Gullo, a la reunión con Perón en la

quinta de Olivos, el 21 de julio de 1973, los jóvenes

salieron con cierta euforia, no solo porque el general los

había escuchado, sino porque convino con ellos en designar a

una persona de su confianza para que fuera un contacto

permanente con los jóvenes. Pensaban que, al fin, habían

roto el cerco que rodeaba a Perón. La esperanza duro poco: el

elegido por el líder para dialogar con ellos fue José López

Rega. Una mezcla de burla y cachetazo. Pocos días después se

conocían la formula Perón-Isabel y la designación de Julio

Yessi y Ana María Sol como representantes de los jóvenes en

el Consejo Superior del Justicialismo. Además, no hay duda

alguna de que la designación de López Rega en el gabinete de

Cámpora fue a instancias de Juan Domingo Perón.

Debe recordarse lo que le ocurrió a la periodista Ana

Guzzetti cuando, el 8 de enero de 1974, durante una

conferencia de prensa realizada en la residencia de Olivos,

enfrento al Presidente.

-Señor presidente. Cuando usted tuvo la primera conferencia

de prensa con nosotros, yo le pregunté qué medidas iba a

tomar el Gobierno para parar la escalada de atentados

fascistas que sufrían los militantes populares. A partir de

los hechos conocidos por todos, de Azul y después de su

mensaje llamando a defender al Gobierno, esa escalada

fascista se ha ampliado mucho Más. En el término de dos

semanas hubo exactamente veinticinco unidades básicas

voladas, que no pertenecen, precisamente, a la

ultraizquierda. Hubo doce militantes muertos y ayer se

descubrió el asesinato de un fotógrafo. Evidentemente, todo

esto está hecho por grupos parapoliciales de ultraderecha.

-¨Usted se hace responsable de lo que dice? Eso de

parapoliciales lo tiene que probar.

Perón, de inmediato, según La Nación del día siguiente, se

dirigió al edecán aeronáutico y le indico: “Tomen los datos

necesarios para que el Ministerio de Justicia inicie la causa

contra esta señorita”. Guzzetti no se amilano. Pregunto qué

medidas tomaría el Gobierno para investigar los atentados y

recibió esta respuesta: “Las que está tomando. Estos son

asuntos policiales que están provocados por la ultraizquierda

y la ultraderecha. La ultraizquierda, que son ustedes, y la

ultraderecha, que son los otros. De manera que arréglense

entre ustedes”. Ana Guzzetti fue secuestrada a los pocos

días y alterno los años siguientes entre los calabozos y la

clandestinidad. En la conferencia de prensa de Perón

represento al diario El Mundo, que apareció en agosto de 1973

y fue clausurado en marzo de 1974. Lo dirigía Manuel Gaggero.

El paso del tiempo borro muchas de las sangrientas pisadas

de la Triple A. Sea como fuere, la Justicia encontró

elementos suficientes como para probar que la organización

montada por el ministro de Bienestar Social de Cámpora, Juan

e Isabel Perón era la autora del atentado al senador radical

Hipólito Solari Irigoyen(1), el 21 de noviembre de 1973,

acaso el estreno del escuadrón de la muerte oficial; el

homicidio del abogado Rodolfo Ortega Peña, diputado nacional

por el Peronismo, el 31 de julio de 1974, en Carlos

Pellegrini y Arenales; las muertes de Silvio Frondizi y su

sobrino, Luis Mendiburu, el 27 de septiembre del mismo año, y

la de Julio Troxler, ultimado una semana antes que aquéllos.

Troxler, designado por el gobernador Bidegain subjefe de la

Policía de la Provincia de Buenos Aires, fue uno de los

escasos sobrevivientes de la matanza de José León Suárez,

investigada por Rodolfo Walsh(2) en Operación Masacre. Con

motivo de los sucesos de Ezeiza, elaboro un informe en el que

responsabilizaba a Osinde, Giovenco e Iñiguez por la matanza.

Llevaba fecha 27 de junio de 1973 y no se lo perdonaron.

El 7 de agosto, siempre en 1974, fue asesinado en su casa

Carlos Ennio Pierini, de la Juventud Trabajadora Peronista.

Su hijo, de doce años, fue testigo de la irrupción de un

grupo de desconocidos que mato a su padre. Cuando Kelly fue

secuestrado y apareció publicada la foto de Aníbal Gordon, el

chico, convertido en adulto, no tuvo duda alguna: ése había

sido el jefe de la gavilla que entro en su casa y el primero

que disparo contra su padre, que no estaba armado. El brazo

de la Triple A era largo. Gordon y Alejandro Enciso fueron

imputados por el homicidio de otros dos gremialistas

platenses, Horacio Ch vez y su hijo Rolando, ocurridos el

mismo día en que fue asesinado Pierini. Como en otras causas,

el tema quedo en el olvido.

Podrían agregarse la bomba que el 7 de septiembre de 1974

mato al hijo de cuatro meses del rector de la Universidad de

Buenos Aires, Pablo Laguzzi, sobre la que López Rega

bromeaba; los sucesos de Ezeiza, o los homicidios de Atilio

López, ex vicegobernador de Córdoba; Julio César Fumarola, un

conocido reportero gráfico, y el sacerdote Carlos Mugica. Uno

de los que disparo sobre Mugica fue el policía Farquarsohn.

Alrededor de dos mil crímenes Más tal vez nunca sean

aclarados. Como consecuencia, es Más que obvio, cientos de

asesinos andan sueltos.

Richard Gillespie, en Soldados de Perón, deja una frase

durísima, pero que vale reproducir por cierta y honesta: “La

Triple A no hubiera podido lograr la mortal eficacia de que

fue capaz de no ser por la tolerancia o la participación

activa del mando de la Policía Federal que hizo posible el

ascenso de Alberto Villar”. Esa verdad lo menos que se

merece es que se la respete con una conclusión elemental:

López Rega no estuvo solo. Para tantos crímenes se

necesitaban muchos criminales. Y esos criminales no

solamente mataron, secuestraron y robaron impunemente, porque

el poder se los permitía, sino que, ausente cualquier tipo de

compromiso ético y a favor de ese poder cedido por el

Gobierno, pasaron a ser cuentapropistas y mataron, robaron y

secuestraron en provecho propio. Lo peor fue que,

desaparecido el Peronismo, los que lo suplantaron -suplantar

es reemplazar con malas artes- asimilaron esa estructura.

Los homicidas de la Triple A, durante este trabajo se

demuestra, pasaron a ser, si no lo eran, agentes de los

servicios y se quedaron. Una pesada carga para la democracia

que llego años después y que no pudo, no quiso o no supo como

penetrar en esa maraña: un allanamiento al Batallón 601, con

todas las de la ley, orden judicial, testigos y prolijidad en

el inventario, seguramente hubiera servido para desmembrar

una estructura delictiva sin antecedentes en la Argentina y

para enterarse de gran parte de la verdad sobre la historia

de los últimos veinticinco años. Esa estructura se mantiene,

y no es improbable que muchos de los agentes que

secuestraron, mataron y extorsionaron sigan hoy en funciones.

Durante el juicio a los comandantes y otros que se

sustanciaron en distintas c maras federales del país, esos

servicios de inteligencia brindaron a los abogados defensores

de los militares procesados información acabada sobre

testigos y víctimas. Una prueba Más de que los archivos sobre

la lucha antisubversiva, o parte de ellos, no fueron

destruidos. Los datos que manejaban esos abogados penalistas

no se encuentran en los archivos de los diarios. En muchos

casos provenían de confesiones de los guerrilleros detenidos

en centros clandestinos de detención. Con solo recordar las

preguntas que el doctor Orgeira, defensor de Roberto Viola en

el juicio a las juntas el hecho debe darse por probado.

Villar, por otra parte, era comisario mayor, retirado

luego de su violentísima actuación en la llamada Revolución

Argentina y fue convocado al servicio por el Peronismo, que

también saco del ostracismo al comisario inspector Luis

Margaride, famoso por los allanamientos a hoteles

alojamientos al comenzar la década del sesenta. El gobierno

de Ongania lo designo el 22 de julio de 1966 custodio moral

de la ciudad, un cargo municipal, con lo que pasó a ser un

controlador de la vida privada de los porteños. Margaride no

se limitó a allanar esos albergues y sacar a las parejas a la

calle, sino que, si identificaba a alguien casado, llamaba a

su esposo, o esposa y le comunicaba la novedad. Y esto no es

una exageración, sino que es tan cierto, que el propio

comisario Villar le exigió terminar con esas prácticas porque

perjudicaban la imagen policial. Esta especifica represión,

obviamente, algo Tenía que ver con la historia personal de

Margaride. Villar, jefe de la Policía Federal, fue asesinado el primero

de

noviembre de 1974 en un atentado organizado por los montoneros

cuando navegaba con su esposa, Elsa Pérez, también muerta, por la

zona del Delta. Una bomba colocada en la lancha, debajo del

tablero de comando y accionada a la distancia fue el método usado

por los terroristas. Sus custodios se salvaron porque, en el

embarcadero, había muchos peones de la guardería náutica y los

montoneros no quisieron que ellos también cayesen. No llegaron a

sentir idéntica compasión por la esposa del Policía. El explosivo

fue plástico, de gran potencia y elaborado por los técnicos de los

montoneros. Una pierna de Villar fue encontrada a la semana y la

esposa, ubicada en la popa de la pequeña embarcación, estaba

calcinada. También en este caso hubo dudas sobre si los autores

del hecho fueron guerrilleros, porque algunos amigos de Villar le

atribuyeron el atentado a López Rega. El comisario Jorge Silvio

Colotto, de origen radical, admirador de Crisologo Larralde,

sostuvo siempre que Villar nada Tenía que ver con López Rega.

Insistía en que su amigo asesinado era frontal, pero incapaz de

armar equipos de parapoliciales y puntualizo que, sugestivamente,

el día del atentado, Carlos Villone iba a salir en la lancha con

el matrimonio Villar y a último momento desistió. No solo fueron

los montoneros los que lo mataron, sino que la operación fue

organizada por Rodolfo Walsh y Carlos Goldenberg, con la

supervisión de Roberto Quieto(3). A Villar lo ubicaron porque no

llegaba en silencio. Todo lo contrario, lo rodeaba el bochinche de

las sirenas de los patrulleros. El operativo de los montoneros se

demoro, e inclusive tuvieron que cambiar la batería al

dispositivo, porque Villar dejo de ir un fin de semana. Un

experto en comunicaciones de la Policía Federal explico ante la

Justicia que el sistema que usaron para accionar el explosivo fue

un simple receptor de radiollamadas, que pudo estallar en

cualquier momento si alguien hubiese usado la misma frecuencia en

esa zona. No es cierto que la detonación hubiese sido provocada

por el calor del motor de la embarcación. El explosivo no fue

instalado en el casco, como en el caso de la fragata misilistica

Santísima Trinidad, simplemente porque no hacía falta. Solo era

una lancha y no fue difícil colocarlo. Varios dirigentes

montoneros coincidieron con el correr de los años en detalles del

operativo y la Policía Federal no tuvo dudas: no fue López Rega.

Fueron los montoneros. La Policía, por otra parte, aporto a la

Justicia datos suficientes que ratifican que la autoría del

atentado debía adjudicarse, sin duda alguna, a Montoneros.

El comisario Villar era un viejo objetivo de la guerrilla. Fue

jefe de Orden Urbano de la Policía Federal y en 1970 organizó las

primeras brigadas antiguerrilleras. En 1971 llevo a Córdoba un

contingente de la Guardia de Infantería para tratar de frenar las

movilizaciones que se venían, impulsadas por los llamados gremios

clasistas, con René Salamaca y Agustín Tosco a la cabeza,

secundados por estudiantes universitarios. Frente a la delegación

de la Policía Federal su grupo detuvo y maltrato a un ciudadano

que cometió el delito de no advertir una valla que impedía el

pasó. Ante el atropello, presento la denuncia en una seccional

local. El comisario inicio el sumario, metió en un calabozo a

cuatro federales y elevo el tema a la Justicia. Villar asalto la

comisaria el 22 de octubre de 1971. Sus hombres casi matan al

comisario. Villar lo golpeo y le arranco las charreteras. En

pocas horas, estaba todo listo para una guerra, porque los

policías provinciales rodearon la sede de los federales. Tropas

del Tercer Cuerpo de Ejército calmaron las cosas. El sumario pasó

a la justicia militar, es decir fue cajoneado y Villar quedo

momentáneamente en disponibilidad.

El 24 de agosto de 1972 irrumpió con carros de asalto y

tanquetas en el local del justicialismo de Avenida La Plata donde

velaban a Eduardo Adolfo Capello, María Angélica Sabelli y Ana

Villarreal de Santucho, tres de las víctimas de la matanza del 22

de agosto en Trelew. Se dijo que trato de evitar, llevándose los

cuerpos, alguna posible autopsia que probase desde donde fueron

disparados los tiros mortales y acaso también demostrara que Ana

Villarreal estaba embarazada. El jefe de la Policía, general Jorge

Cáceres Monié, otro sentenciado y ejecutado por la guerrilla, no

tomo medida alguna en su contra. Un trato similar soportaron los

cortejos fúnebres de Ortega Peña y Silvio Frondizi. Villar fue

retirado durante el gobierno de Héctor Cámpora, pero López Rega lo

coloco a su lado un mes después. El 28 de enero de 1974 fue

designado subjefe de la Policía Federal, detrás del general Miguel

Ángel Iñiguez. El 9 de abril ocupo el lugar de éste, y el 2 de

noviembre del mismo año lo velaban con toda la pompa en el

Departamento Central de Policía. El comisario Villar, Peronista

de la primera hora y ultraderechista, tiene muchos defensores

dentro de la Policía Federal, donde lo recuerdan como a un jefe

que siempre se jugó por sus subordinados. Admiten que es cierto

que fue un violento, que rompió todas las normas cuando encabezo

los ataques a la comisaria cuarta de la ciudad de Córdoba o al

local donde velaban a tres de los asesinados en Trelew, e

inclusive opinan que murió como vivió. Insisten, sin embargo, en

que se hubiera negado a recibir órdenes de López Rega, al que

detestaba. Es probable que Villar tuviera buen trato con el

personal, inclusive que se jugara por él, pero el hecho de ponerse

al frente de sus policías y no detrás de un escritorio, en el

ataque a una comisaria cordobesa, en la clausura del diario

Noticias o en el asalto a un velatorio, no debe cambiar la óptica

del juicio sobre esos actos deleznables, ilegales y violentos, que

no estuvieron a cargo de un grupo de patoteros, sino de quienes

reciben instrucción y armamento del Estado para garantizar el

estado de derecho. En cuanto a la relación con el ministro de

Bienestar Social de Perón e Isabelita, es probable que lo

despreciara, e inclusive que, funcionalmente, no le diese todo el

apoyo. Y esto también es discutible, porque fueron muchos los

enrolados en la triple A que pertenecían a Coordinación Federal.

Tan cierto como que, siendo el jefe de la repartición, no movió un

dedo para investigar una cadena de homicidios que llevaban el

sello de los hombres reclutados por López Rega. Muchos, aportados

por la propia Policía. Esto ya es delictivo. En todo caso, de no

haber sido un cómplice activísimo, afirmación muy discutible y

poco probable, lo fue por su pasividad. Y eso, sea como fuere, lo

coloca nuevamente en el lugar donde se movió con Más comodidad:

fuera de la ley. Es grave, por lo que el hecho representa como

símbolo, que la Policía Federal haya erigido un busto en su

memoria. Al fin, es un homenaje a quien no creyó jamás en la

fuerza de la Justicia.

En cuanto a la matanza de Ezeiza, los defensores de Villar

precisan que la policía instalo un puesto en un camión sin

insignias, que se usó como radioestacion, pero no participo en la

refriega y se limitó a ordenar la desconcentración hacia la

Capital Federal. Esto es rigurosamente cierto. Tanto como que

Villar aun no encabezaba la plana mayor de la repartición.

Un buen ejemplo de la complicidad de sectores militares con

José López Rega es el caso del actor Luis Brandoni. Fue

amenazado por la Triple A y cuando llego el golpe militar de

marzo de 1976 respiro tranquilo. Al poco tiempo se quedó sin

trabajo y fue a parar, junto con Marta Bianchi, su esposa, a

la prisión ilegal Automotores Orletti, prácticamente

regenteada por Aníbal Gordon. Un día, éste le informo que

quedarían libres y le pregunto si Tenía algún amigo en el

Ejército. Brandoni lo negó. Con el tiempo supo que otro

actor, Emilio Alfaro, al enterarse del secuestro, se puso en

contacto con el general Arturo Corbetta. Este salvo la vida

del matrimonio Brandoni. El actor cuenta que, cuando se

entero, era tarde para agradecerle al general: había muerto.

El general Corbetta fue el mismo que pasó en forma efímera

por la jefatura de la Policía Federal. Prometió, al asumir,

que llegaba con la Constitución y las leyes en sus brazos y

que por ellas se regiría. En el medio del Proceso, esta

afirmación de principios casi sonó como subversiva. Otros

artistas, Nacha Guevara, Jorge Cafrune, Héctor Alterio,

Marilina Ros y Pepe Soriano sufrieron similar persecución.

En la elaboración de la lista negra de los artistas participo

activamente Suarez Assin, que fue interventor en Canal 7.

También hubo periodistas que estuvieron en la mira, tan

disimiles ideológicamente como Sergio Villarroel o Carlos

Burone y empresarios del espectáculo, como los hermanos

Hugo y Gerardo Sofovich. Está probado, además, que López Rega

sentía un especial desprecio por Martin Karadajian. Y en este

caso no cabe hablar de motivos políticos, sino en delirios de

un psicópata encumbrado al lado de Juan Perón.

La versión de Paino

Horacio Salvador Paino, un suboficial del Ejército que

llego a teniente primero, fue el primer integrante de la

Triple A que salió a contar como era esa organización, quién

la dirigía y quiénes la integraban. En denuncias públicas y

declaraciones en la C mara de Diputados, aporto una serie de

datos que revelan la estructura montada por López Rega.

Paino se refugió en Uruguay en 1976, público varios artículos

en el diario El País y luego presento un libro bajo el simple

título “Historia de la Triple A”.

Su versión no difirió con otras, menos precisas, y es la de

uno de los tantos delincuentes comunes que encontró amparo en

el poder. En su caso personal, fue reclutado en Bienestar

Social en junio de 1973, a los pocos días del comienzo de la

tercera presidencia de Perón. Su primer contacto fue con

Jorge Conti, asesor de López Rega y conocido por sus

apariciones en los noticieros de Canal 11. Paino pronto

conoció a Carlos Villone, secretario privado de López Rega;

al subcomisario Juan Ramón Morales, jefe de la custodia

y al coronel Jorge Osinde, de la promoción 60 del Colegio

Militar, la del ex presidente Juan Carlos Ongania.

Paino entro en el Ministerio con el cargo de Jefe de

Administración, Organización, Difusión y Relaciones Publicas,

con categoría 23, la penúltima del escalafón de la

administración pública. Con el transcurrir de los días se

movía al lado de René Benelvas, Edwin Farquarsohn, Julio

Yessi, Rubén Benelvas, César Viglino, José Miguel Tarquini y

Rubén Héctor Escobar. Tarquini, que era jefe de Redacción

de la revista el Caudillo y figuraba en el staff de otra

revista, Extra, propiedad de Bernardo Neustadt, que la

dirigía, murió asesinado en Quilmes por los montoneros en

febrero de 1976. Escobar lleva recorrido un largo camino:

nació en 1949, entro en la SIDE en enero de 1973, fue hombre

de la primera hora en la banda de Aníbal Gordon, pareja de la

hija de este famoso pistolero y estuvo acusado en varios

secuestros extorsivos.

Obviamente, Paino también conoció a López Rega, al

matrimonio de Raúl Lastiri y Norma, la hija de López Rega, y

a Pedro Eladio Vázquez. Lastiri, un oscuro personaje, casi

impresentable, un liliputiense mental cercano al

analfabetismo, cuyo antecedente laboral Más importante fue el

de ocupar una portería, fue presidente de la C mara de

Diputados por obra y gracia de una recomendación de López

Rega y un guiño de Perón. El 13 de julio de 1973 asumió el

Poder Ejecutivo en reemplazo de Cámpora y le cedió el

Gobierno a Juan Domingo Perón el 12 de octubre del mismo año.

Cuando murió, su viuda caso con Conti. Según Paino, López

Rega Tenía dos obsesiones: los temas esotéricos y la

necesidad de contar con una organización que combatiera al

terrorismo en su propio terreno, con sus mismas armas y con

su misma falta de ética y moral (sic). La orden para Paino

fue diseñar una estructura militar dentro del Ministerio para

reprimir al terrorismo. A los pocos días, ante el Ministro,

Villone, Conti, Demetrio y Eladio Vázquez y Morales, presento

un esquema, con gráficos incluidos. Villone habría sugerido

llamar a la organización Alianza Anticomunista Argentina y

López Rega replicado que era un nombre muy largo y que mejor

era llamarla Triple A. Si no es verdad, puede serla. El ex

portero de Puerta de Hierro soñaba con ser el primer ministro

de un gobierno encabezado por Juan Perón y en las reuniones

de la Triple A mencionaba varios adversarios a los que había

que eliminar: el padre Mugica, Jorge Cafrune, Ortega Peña e

inclusive al profesor Jordán Bruno Genta, de parecida

ideología a la de López Rega. En el caso de Cafrune, muerto

en un dudoso accidente, las versiones son coincidentes: se

trato de un capricho del ministro.

La organización

Dentro del organigrama básico que Más de una vez repitió

Paino, la parte operativa estaba dividida en ocho grupos

dirigidos por Rodolfo Almirón(4), Coquibus, Miguel Ángel

Rovira, López, Farquarsohn, Pascucci, José Miguel Tarquini y

Rubén Escobar. El enlace entre López Rega y estos grupos era

Jorge Conti. Almirón, otro defenestrado por la Policía

Federal por su visible complicidad con contrabandistas,

traficantes y ladrones, la verdadera pesada de la década del

sesenta, acumulaba además una acusación por homicidio: el 9

de junio de 1964, él y un tal Vicente Lavia fueron detenidos

por el asesinato del teniente Earl Thomas Davies, un

norteamericano de 23 años, en la conocida boite Reviens, de

Olivos. Almirón y Morales en algún momento estuvieron

asociados con la banda del loco Prieto, que murió quemado en

la prisión. Una venganza por sus actividades como delator.

Cada grupo -detallo Paino- estaba integrado originalmente

por un jefe y cinco hombres Más. Mientras lo ponían en

marcha, fueron armando los comandos -de alguna manera hay que

llamarlos- que operarían en grandes ciudades del interior:

Rosario, Córdoba, Bahía Blanca, La Plata, Mar del Plata y

Tucumán. El jefe máximo era López Rega y también estaban

dentro del grupo los hermanos Vázquez, Roballos, Rainieri,

Conti, Yessi y Villone. Si bien la central se hallaba en

Bienestar Social, al costado de la Plaza de Mayo, alquilaron

oficinas en Chacabuco 145 y un departamento en Sáenz Peña y

Carlos Calvo y compartieron aguantaderos con la SIDE,

dirigida por el general Paladino. Compraron en el mercado

negro ametralladoras Steiner con silenciadores, escopetas

Itaka, granadas y fusiles con miras telescópicas. Estas

compras se hicieron en Paraguay y a través de distintos

contactos del italiano Licio Gelli, jefe de la Logia P-2. El

dinero salía de los fondos reservados, pero los compradores

dejaron muchas marcas, que resultaron claves a la hora de

elaborar la instrucción del juicio contra López Rega. Un

ministerio, ni siquiera el de Defensa, no puede comprar

razonablemente ese armamento. Además, hay excesivas

precisiones sobre los automóviles usados. Los dos Ramblers

descriptos por Paino fueron vistos en varios procedimientos

del escuadrón mortal.

Los fondos eran suministrados en forma directa por López

Rega o por Roberto Roballos, que llegaría a ser ministro del

gabinete de Isabel. También es imposible que obedeciera a un

delirio colectivo la coincidencia en señalar a los sótanos

del Ministerio de Bienestar Social como arsenal de la banda.

Otras referencias de Salvador Horacio Paino fueron

confirmadas con el tiempo. Por ejemplo, las que dio sobre

Marta Baz n, una empleada del Ministerio de Bienestar Social,

que hizo una carrera meteórica. Paino señalaba, allá por

1978, que era la amante de un alto jefe naval que se la había

recomendado a López Rega. Varios montoneros contaron que la

Baz n fue una de las tantas guerrilleras detenidas en la

Escuela de Mecánica de la Armada que termino delatando a sus

ex compañeros. También que gozaba de la protección del

almirante Chamorro.

En julio de 1975, La Opinión informo que el Comando

General del Ejército había elevado al Poder Ejecutivo una

denuncia concreta sobre actividades de la Triple A. El diario

de Timerman(5) fue el primero en contar el episodio que le

toco vivir en abril de ese año al teniente primero Juan

Carlos Segura, del Regimiento de Granaderos, que tuvo

problemas mecánicos en el vehículo en el que viajaba en la

Avenida Figueroa Alcorta al 3200. Allí funcionaba, en el

número 3297, una dependencia de Bienestar Social. Segura fue,

simplemente, para hablar por teléfono y pedir ayuda al

regimiento y se encontró con un arsenal. El joven militar

envió un informe al jefe de Granaderos, coronel Jorge Felipe

Sosa Molina, en el que mencionaba a un oficial de la Policía

Federal y a dos civiles, Felipe Romeo y Julio César Casanova

Ferro, que prolongo su actividad de la Triple A en América

Central, al lado de Guglielminetti. Sosa Molina siguió la vía

jerárquica para transmitir la inquietud a los altos mandos.

Nadie podía hacerse el desentendido sin ser un cómplice. Las

sucesivas notas sobre el tema que público el joven periodista

Heriberto Kahn, siempre en La Opinión solo sirvieron como

recuerdo de la valentía periodística del redactor y del

diario. Sosa Molina fue uno de los valiosos testigos que tuvo

la causa, ya que describió como López Rega se jactaba de los

operativos de sus escuadrones mortales. El teniente primero

Segura murió en un accidente el 28 de noviembre de 1979.

Kahn, por causas naturales, mucho antes, el 23 de septiembre

de 1976. En noviembre de 1975 la revista El Caudillo, la de

Felipe Romeo, financiada por el Gobierno, lo amenazo de

muerte y de la peor de las maneras. No hubo un juez o un

fiscal que interviniese ante un claro delito de acción

publica.

Kahn denunció el caso. Sirvió para comprobar que la mano

de los homicidas era muy larga. Nadie fue condenado, ni

siquiera procesado y pasó inadvertida la proclividad del

Peronismo para clausurar revistas y diarios. El libelo que

financiaba Bienestar Social, ni siquiera fue avisado para que

bajará el nivel. López Rega, el 19 de mayo de 1975, envió una

nota al ministro de Defensa, Adolfo Mario Savino, en la que

decía:”He tomado conocimiento de las actuaciones producidas

por el director de Asuntos Policiales del Ministerio del

Interior, mayor retirado Luis A. Lage, a propósito de la

denuncia efectuada por el teniente del Regimiento de

Granaderos D. Juan Segura, en la cual se vinculaba a una

presunta e inexistente secretaria privada del suscripto -de

la cual no se proporcionó el nombre- con la organización

subversiva llamada AAA.

“Las declaraciones tomadas demuestran acabadamente esa

inexistencia -que, por otra parte, es pública y notoria, ya

que jamás he tenido secretaria privada- pero, además, arroja

graves dudas sobre el fin perseguido o la personalidad del

denunciante. Pese a que, desde el punto de vista legal, nada

me incrimina, subsiste en mí el profundo deseo de que nada

quede en un cono de sombra. Por lo tanto, mucho estimaré que

V.E. disponga que los señores Comandantes tomen conocimiento

de todo lo investigado, tal como fueron impuesto de la

información original. A tal efecto, adjunto a V.E. las

fotocopias del caso. Saludo a Ud. con alta consideración.

José López Rega”. En esos tiempos, la señora de Perón

reitero la calificación de “terrorismo periodístico” para

los informes sobre el escuadrón mortal dirigido por López

Rega.

En todo caso, lo de López Rega era previsible. Pero, el 3

de diciembre de ese mismo año llego al despacho del juez

federal Teófilo Lafuente un escrito que decía: “Tengo el

agrado de dirigirme a V.S. en respuesta al oficio cursado en

la Causa 6511, caratulada Radrizzani Goñi, su denuncia,

infracción al artículo 210 del Código Penal (la denuncia

sobre la Triple A) que tramita por ante el Juzgado a vuestro

cargo y Secretaria número 10, del doctor Luis María Ragucci,

pliego por el que se requiere se releve al teniente primero

Juan Carlos Segura, quien presta servicios en el Regimiento

de Granaderos a Caballo General San Martin, de guardar el

secreto profesional con relación a los supuestos hechos

delictivos de que se habría tenido conocimiento al entrar en

el edificio sito en Figueroa Alcorta 3297, en cumplimiento de

actos de servicio, el día 15 de abril ppddo. Ello, a fin de

recibírsele declaración testimonial.

“Al respecto, cumplo en llevar a conocimiento del señor

Juez que no resulta viable para este comando general relevar

del secreto profesional al oficial nombrado, no solamente en

atención a que en la oportunidad aquel procedía, como se

aduce, en cumplimiento de actos de servicio, sino, además,

y en especial, porque el señalado carácter de ese quehacer, a

través de quienes lo llevaron a cabo, concernía la Fuerza

como integralidad, dentro de un marco de responsabilidad

operacional que la autoridad militar no está habilitada a

abrir a la consideración o la indagación de otra

jurisdicción. Dios guarde a V.S.” Del escrito se infiere

que el Ejército no quería que se indagara sobre la Triple A,

que era grande la confusión sobre el alcance del secreto

profesional y que la respuesta del Ejército se aproximaba

peligrosamente a varios delitos: obstruir la acción de la

Justicia, encubrimiento y complicidad con una asociación

ilícita. Firmaba la nota el comandante general del Ejército,

teniente general Jorge Rafael Videla. Varios militares

podrían certificar que López Rega, en distintas giras por el

país, se reunió con la plana mayor de varios regimientos y

dejo un mensaje claro:” Luchen contra la subversión.

Nosotros apoyamos y sabemos que la única alternativa para el

enemigo es la muerte”.

El ex teniente Paino, en su libro, explico varios

operativos de la Triple A, con los nombres de las víctimas.

Al cotejar fechas, la mayoría de los datos que aporta

resultan ciertos, pero desorienta al describir la muerte de

José Ignacio Rucci(6) a manos de un grupo de la Triple A

formado por Rovira, López y Farquarsohn. Coincidió con él el

ex policía Juan Carlos Juncos, que aseguró haber sido el

chofer de uno de los autos del Ministerio de Bienestar Social

usados en el homicidio del secretario general de la CGT.

También confeso, por esos días, haber sido el autor de los

disparos que mataron al cura Mugica el 11 de mayo de 1974.

Sin embargo, las precisiones que Montoneros dio sobre la

muerte de Rucci hacen mucho Más creíble la versión de que

fueron ellos los autores. Otra víctima, que pasó inadvertida,

fue un funcionario de carrera de Bienestar Social, Juan

Carlos Mercado, que se puso a investigar a la patota que

había invadido el Ministerio. Lo asesinaron en Sarandí el 24

de junio de 1974. El 19 de septiembre de 1983 el ya

mencionado Virgilio Fernández Mutilva declaro ante el juez

Dibur que conoció a Mercado en Bienestar Social y que en el

ministerio era un secreto a voces que el asesinado estaba

investigando negociados de amigos de López Rega. Fernández

Mutilva, en 1974, era asesor en el rea de Promoción

Comunitaria de Bienestar Social.

Paino también se refirió a un episodio conocido, pero

nunca aclarado y que aparece en varios tramos de esta

investigación: la muerte de Jorge Hugo Dubchak, alias el

polaco, guardaespaldas de la UOM. Paino conto que Dubchak

fue el que baleo al guerrillero José Luis Nell en Ezeiza, y

no le disparo el tiro de gracia porque lo creyó muerto. Su

versión sobre el homicidio de Dubchak coincide, en líneas

generales, con otras. De acuerdo con el relato de Paino,

suscripto luego por varios testigos, Dubchak, custodio de

Lorenzo Miguel, se disgustó por un acuerdo entre el jefe de

la UOM y el montonero Abal Medina, al que juro matar. Como

la noticia circulo y el condenado a muerte pasó a ser él,

busco ayuda en tres amigos, Julio Jorge Ianantuone, Rodolfo

Antinori, alias el indio y Alfredo Nicol s Orlando. Juntos

fueron a la UOM, entro Dubchak y la espera de los otros tres

fue en vano; desapareció. En otros capítulos se describen las

versiones sobre este asesinato. Todas sostienen que Dubchak

fue acribillado en la UOM, descuartizado y cremado en una

caldera. Eso, precisamente, fue lo que denunció Paino en la

década del setenta. En la citada declaración ante José

Nicasio Dibur, Fernández Mutilva confirmo esos dichos de

Paino y agrego que el médico Federico Kramer fue el que

descuartizo el cadáver. Según Fernández Mutilva, el doctor

Kramer fue luego acribillado a balazos por los amigos de

Dubchak.

El 7 de agosto de 1983 el padre de Dubchak confirmo ante

la Justicia que varios amigos de su hijo le habían confirmado

que fue ajusticiado en la sede de la UOM. También entrego

documentos que probaban la función de custodio de su hijo.

Como Lorenzo Miguel insistió en negar la relación de Dubchak

con la Unión Obrera Metalúrgica, el padre del desaparecido

se presentó como querellante en la causa Triple A,

Concentración Nacional Universitaria y Aníbal Gordon, sobre

asociación ilícita, y denunció que su hijo fue asesinado,

cortado en trozos e incinerado en la sede gremial. “Miguel

miente descaradamente -insistió Dubchak- cuando dice que no

conoció a mi hijo”. En realidad, solo una conspiración puede

conseguir que custodios de distintos gremios, policías y

parapoliciales coincidieran en mencionar a Dubchak como

guardaespaldas de la Unión Obrera Metalúrgica. Todos los que

declararon ante la Justicia por la muerte de Hugo Dubchak

coincidieron en que se trataba de un custodio de la UOM e

integraba los planteles de la Triple A. Hay similitudes sobre

el origen del conflicto. Palabras Más, palabras menos, sus

compañeros dijeron lo mismo: cuando Lorenzo Miguel le regalo

a Juan Manuel Abal Medina un Falcon blindado, acaso parte de

un acuerdo de no agresión, Dubchak estuvo a punto de matar al

dirigente de montoneros y públicamente prometió hacerlo. En

pocos días el que murió asesinado fue él.

Paino Tenía una vinculación familiar con el general Jorge

Suárez Nelson, primo de Suárez Mason y jefe de una compañía

de ejecución de la Triple A. Un día de 1975, con Paino preso

en Villa Devoto, su esposa le comento que la hermana, casada

con Suárez Nelson, había escuchado a su esposo hablar con un

agente de la Triple A al que le sugería sacarse de encima al

abogado Edelmiro Jesús Porto, diputado nacional por el

justicialismo, y padre de Luis, el defensor de Paino. El

agente en cuestión se llamaba Aníbal Gordon. A los pocos días

una ráfaga de ametralladora mato al agente Sánchez, custodio

de Porto. Gordon, para el común de los argentinos, era en

esos momentos un perfecto desconocido. Otra referencia fue

sobre un lumpen, Felipe Romeo, el iletrado fascista que

dirigía la revista El Caudillo, con una prédica nada

subliminal: había que eliminar a los adversarios. “El mejor

enemigo es el enemigo muerto”, escribía en su revista. Y

eso no solamente fue consentido por López Rega. Romeo, socio

de Camps en la edición de un libro escrito por el indultado

ex general, siguió al lado de muchos dirigentes gremiales

que, cada tanto, se exhiben hablando de democracia y en el

proceso electoral de 1983 fue asesor de prensa del consejo

metropolitano del justicialismo.

En declaraciones ante los jueces Lafuente y Marquardt,

Paino detallo como se organizó el asesinato del diputado

Peronista Rodolfo Ortega Peña: la orden provino de López Rega

y fue transmitida por Conti. En su libro reitero los datos y

también entrego precisiones sobre el secuestro y homicidio de

Eduardo Tomás Oxenford, hijo de uno de los principales

accionistas de la Fábrica Argentina de Alpargatas. El joven

solía ir a una casa de reparación de motos en la calle

Suárez, de Barracas; siempre andaba solo y no portaba armas.

Claro que Paino explico que lo secuestraron en un Peugeot 404

rojo y un Dodge 1500 negro y los testigos certificaron que

los captores se movilizaban en un Fiat 128 rojo. También

explico cómo se pagó el rescate, en una versión bastante

ajustada a la realidad y aseguro que lo mantuvieron oculto en

el Batallón de Arsenales 601, de Monte Chingolo y que la

instrucción fue que pareciera un secuestro extorsivo. Sin

embargo, los homicidas de Osvaldo Sivak confesaron en 1987

que a Oxenford lo secuestraron ellos, lo mantuvieron en una

finca de Lomas de Zamora que alquilaron expresamente y hasta

describieron algún detalle sobre el asesinato. De todas

maneras, es razonable preguntarse cómo supo Paino que

Oxenford fue atrapado en Barracas; concretamente en la calle

Suárez. Esto lo conto en 1984, cuando el caso distaba de

estar resuelto. Es de suponer que alguna participación tuvo.

Luego detallo algunos de los asesinatos de la Triple A, entre

ellos los de Raúl Bonafini, uno de los hijos de Hebe de

Bonafini, presidenta de Madres de Plaza de Mayo, y Carlos

Gustavo Cortiñas, hijo de Nora Cortiñas, de Madres de Plaza

de Mayo, Línea Fundadora. Horacio Salvador Paino fue

separado del Ejército en 1956 acusado de robo y por el mismo

delito fue a parar a Villa Devoto en 1975, denunciado por

funcionarios del Ministerio de Bienestar Social. Acaso por

esto salió a denunciar a sus ex cómplices. Obvio, en momento

alguno admitió haber participado en algún admitió haber

participado en un secuestro, atentado u homicidio. En cuanto

comenzó a hablar y a enviar notas a diarios extranjeros,

Paino aporto otro nombre, el de Rodolfo Peregrino Fernández,

uno de los hombres que, caído el Peronismo, se mantuvo dentro

de la estructura de la Triple A. Peregrino Fernández, se

ver , entrego datos coincidentes con los del ex teniente del

Ejército Argentino.

Paino, por fin, detallo varios operativos, los nombres de

los muertos y los de varios de los presuntos asesinos. Lo

curioso de este caso es que, como ocurrió con Control de

Estado, hasta 1955 en manos de Osinde, con los torturadores

de Leyes Especiales o con el estado de guerra interno

decretado por Juan Perón en su segunda presidencia, se

intente distorsionar la historia: la Triple A funcionaba con

Perón vivo y el jefe de la banda era un hombre que estuvo a

su lado en los últimos años de su vida, José López Rega.

Perón lo designo secretario privado y ordeno que fuera

ministro de Bienestar Social, algo así como el Más Peronista

de los ministerios. El viejo general no solo hizo eso, sino

que no le pareció mal promoverlo de cabo retirado a comisario

general, con lo que salteo trece grados. Idéntica

calificación moral merece el haber elegido a Jorge Osinde en

1971 como su principal asesor político y militar. Como

atenuante para el líder, debe recordarse que Osinde, al fin,

fue destinado a una subsecretaria, la de Deportes y no en

tareas vinculadas con la represión. Si junto con López Rega

se las ingenió para ultimar a los rivales, es otra cosa.

Referencias sobre la actuación de Jorge Osinde al lado de

Juan Perón pueden encontrarse en Historia de la tortura y el

orden represivo en la Argentina, de Ricardo Rodríguez Molas.

El turno carapintada

No son desconocidos para la Justicia y aparecen a cada

momento en esta investigación los oficiales del Ejército

Ianantuone y Osvaldo Antinori, citados por Paino y que

pertenecieron también al Batallón 601. En 1971 arrasaron

juntos la Asociación Mutual Israelita de La Plata y fueron

condenados por incendio y estragos. La baja, sin embargo,

llego el 31 de diciembre de 1973, cuando se descubrió que

solían escaparse de la prisión militar de Magdalena para

cometer distintos asaltos. Ambos fueron amnistiados el 26 de

marzo de 1975 y reincorporados como tenientes del Ejército.

Antinori, que viajo a Libia con López Rega y custodiaba a

Herminio Iglesias, cayó en 1984 junto con Jorge Dacharry por

tentativa de robo y un año después fue uno de los acusados de

complotar contra el Gobierno. Como referencia, lo defendió el

abogado José Luis Cordero, que asistió a mucha gente del

Batallón 601 y de la Triple A, entre ellos a Rubén Héctor

Escobar, César Albarracín y Joaquín Pomponi, integrantes de

la banda de Aníbal Gordon. Cordero también defendió a

Enrique Gustavo Barrios, uno de los jefes del grupo nazi

Alerta Nacional. Antinori se jactaba, además, de ser amigo

de un abogado que un par de veces llego a juez, Nerio

Bonifati. Dacharry, en esos tiempos, estaba sometido a un

proceso por extorsión. El denunciante, la víctima, era su

padre. Tal cual.

Ianantuone, compañero de promoción de Aldo Rico, volvió

a caer a fines de 1974 cuando la policía bonaerense detuvo en

Moreno a los ocupantes de un automóvil robado, que Tenía

pedido de secuestro. Los detenidos fueron él, Carlos Alejo

Rongo y Nicol s Alfredo Orlando. Al revisar el auto, en el

baúl encontraron atado al empresario Jorge Oscar Minuto, al

que habían secuestrado horas antes en la Capital Federal.

En 1988, Ianantuone volvió a una celda, esta vez por su

asociación con el teniente coronel González Naya.

En junio de 1988, el comisario general Juan Ángel Pirker,

jefe de la Policía Federal, anuncio que Héctor Ferrer, mayor

en disponibilidad y Antinori, teniente primero en situación

de retiro, habían sido detenidos en el momento en que aquél

retiraba 5000 dólares del umbral de la casa de Antinori, La

Pampa 2649, del barrio de Belgrano, producto de una extorsión

al comerciante Emilio García Nanni. Pirker anuncio también

que el mayor D`Amico, preso en Magdalena por la asonada de

Semana Santa de 1987 que encabezo Aldo Rico, estaba

inequívocamente relacionado con los dos extorsionadores

detenidos. El mayor D`Amico fue uno de los beneficiados por

el indulto presidencial número 1004 del Poder Ejecutivo,

conocido el 7 de octubre de 1989. Ferrer, un carapintada, en

disponibilidad luego de la mencionada sublevación, en 1987,

cayó preso en 1992 por ser cómplice del secuestro de Mauricio

Macri.

En abril, también de 1988, se produjeron varios atentados

en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires y fueron

detenidos algunos delincuentes comunes, entre ellos,

Ianantuone, Enrique Barrios, jefe de Alerta Nacional, una

organización ultraderechista; Eduardo Dacharry y Carlos

Alberto Miranda, alias Pacho. El juez federal Alberto Daniel

Piotti pidió las capturas de Carlos Ernesto Castillo, alias

el indio y Luciano Guazzaroni, alias Lucho. Estos dos

últimos, como se reitera en otros pasajes de este libro,

estuvieron implicados en la masacre de Ezeiza en 1973 y

estaban prófugos en distintas causas judiciales. Cada tanto

reaparecen. Guazzaroni era agente del Batallón 601.

Castillo estuvo un tiempo detenido en abril de 1984 y se

comprobó que era empleado del bloque justicialista de

Diputados de la Nación. En agosto de 1991 la policía

encontró en una vivienda de Avenida Maipú al 2300, en Olivos,

a metros de la residencia presidencial, dos fusiles FAL,

siete cartuchos de dinamita, un cohete autopropulsor, 453

proyectiles para fusiles automáticos, ocho granadas,

cargadores completos de FAL, proyectiles antitanques, 153

balas nueve milímetros, 153 proyectiles 12.70, y equipos

electrónicos. Ese departamento era ocupado por Genaro Luis

Bernal, un suboficial carapintada y Carlos Castillo, el

indio, cuya última ocupación había sido en el Sindicato de

Obreros Marítimos Unidos, codo a codo con Osvaldo Forese.

Como corresponde, la calidad de prófugos no la pierden. Días

después también fueron capturados Pomponi y Escobar, los dos

de la banda de Aníbal Gordon, y apareció en escena parte del

elenco estable de defensores de terroristas de ultraderecha:

Cordero, José María Soaje Pinto y Enrique Escalante Echague.

Este último también fue defensor del dirigente montonero

Mario Eduardo Firmenich.

El jefe del grupo terrorista desbaratado en abril de 1988

era el teniente coronel Arturo González Naya, otro oficial

carapintada, que sería indultado por el presidente Menem. En

los atentados se dejaban mensajes en nombre del Ejército

Nacional en Operaciones. Además, los partidarios de los

carapintadas colocaron bombas en varios cines de la Capital

Federal y dejaban panfletos con las siglas OAS-MRP. Una

mutilo a un oficial de la Brigada de Explosivos de la Policía

Federal, Aníbal Roberts, que perdió una mano y un ojo.

En febrero del mismo año una banda integrada por oficiales

y suboficiales del Ejército fue desbaratada cuando asaltaba

una financiera ubicada en la calle Tucumán 1484. Los

detenidos con mayor grado militar fueron el capitán Víctor

Gallo, también participante en los sucesos de Semana Santa, y

el mayor Alberto Varela, otro del sector carapintada de Aldo

Rico. Varela es de la misma promoción que Ferrer y Gallo un

íntimo amigo de D`Amico. Los otros asaltantes eran el

suboficial principal Rubén Albornoz, los agentes de

Inteligencia del Ejército Antonio Maradei y Carlos Alberto

Rojas y los ex sargentos Armando Páez y Daniel Rica, éste,

dado de baja en el Ejército por haber encubierto un robo. En

octubre de ese año aparecieron en la celda del capitán

Gallo, en Campo de Mayo, ocho pistolas, una carabina con mira

telescópica y un estilete. El entonces juez federal Alberto

Piotti ordenó su traslado a la cárcel de Caseros. El ex

magistrado divulgo este tema ante el periodismo. El mismo

periodismo que pocas veces se enteró de sentencias del hoy

diputado por el menemismo. Obvio: las sentencias no estaban.

Otra reaparición de los servicios fue en mayo de 1991 con

la profanación de tumbas del Cementerio Israelita de

Berazategui. Los detenidos fueron tres: Carlos Chellnast, de

la Agrupación Justicialista 17 de Octubre; Luis Kesseler y

Horacio Carrondi. Este, que al menos hasta 1986 perteneció al

Batallón 601, estuvo mezclado junto con su hermano Ignacio

con el llamado Grupo Defensa, cuya actuación se explica en el

capítulo dedicado a los secuestros que soporto Osvaldo Sivak.

Ignacio Carrandi, amén de ser del Batallón, era informante de

la policía bonaerense. Los Carrondi aparentemente

participaron, o simularon hacerlo, en la investigación del

secuestro de Enrique Menotti Pescarmona. Viajaron con Mario

Aguilar y los subcomisarios Mutti y Grecco al Uruguay.

Kesseler era menos conocido, Tenía 36 años en 1991, pero en

su casa aparecieron un proyectil antitanque, armas cortas y

una picana eléctrica.

Peregrino Fernández denunció

Seguramente, Paino adultero parte de la verdad y es

probable que haya participado en muchos de los operativos que

detallo. Pero hay coincidencias no desechables. Otro

testimonio fue el del ex oficial inspector de la Policía

Federal Rodolfo Peregrino Fernández, nacido el 8 de mayo de

1950, que el 8 de marzo de 1983 se presentó ante la Comisión

Argentina de Derechos Humanos, instalada en Ginebra e hizo

una extensa denuncia sobre las actividades de la Triple A. El

testimonio de Fernández fue transmitido al Centro de Derechos

Humanos de las Naciones Unidas. Sus declaraciones produjeron

aquí y en Europa un gran revuelo. El gobierno militar

descalifico al denunciante por sus antecedentes, tan graves

que habían provocado su retiro de la Policía Federal. Nada se

dijo sobre los dichos, sino sobre la historia del policía que

hablo. Sea como fuere y aunque resultase rigurosamente cierto

que Fernández cometió delitos en el país que le costaron la

carrera policial, su relato ayuda al esclarecimiento de los

hechos y guarda analogías con el de Paino. Fernández aclaro

que peso sobre él una falsa denuncia de estafa, que fue

absuelto por la Justicia y que todo respondió a una venganza

personal de su suegro. El comisario inspector Roberto Alfredo

Tolosa, ex jefe de la Policía Montada, que no habría

soportado que Fernández abandonara a su hija.

Más de una vez se habló del Grupo Villar de la Triple A.

Los nombres que Fernández tiro sobre la mesa fueron los de

los oficiales principales Jorge Muñoz y Bonifacio, los

inspectores Jorge Veyra, Alejandro Alais y Félix Farías; el

subinspector Eduardo Frumega, y el principal retirado Tidio

Durruti. Veyra, que llego a comisario en pleno proceso

militar, estaba destinado en la Superintendencia de Seguridad

Federal. Su legajo policial llevaba el número 14.229 y no hay

denuncia alguna en su contra. Su seudónimo era P jaro loco y

fue uno de los fundadores de la Logia Caras Felices que, una

vez por mes, se reunía en los salones de la Fundación

Salvatori, en Belgrano. Otros integrantes de la logia fueron

los policías Mancino, Muñoz, Farías, Mignorance y Eklund.

Con la designación de López Rega en 1973 fueron

rehabilitados los oficiales Juan Ramón Morales y Rodolfo

Eduardo Almirón, separados del servicio por sus groseras

vinculaciones con bandas de delincuentes. “Morales y

Almirón -preciso Peregrino Fernández- y el principal José

Fam , que era de confianza personal de López Rega por ser

familiar, y sectores parapoliciales reclutados entre

conocidos delincuentes comunes como Antonio Melquiades Vidal,

alias Tony, o antiguos represores como el comisario Héctor

García Rey, conformaron la otra vertiente principal de la

Triple A. Fam alardeaba en la policía por los secuestros y

homicidios de subversivos. Murió relativamente joven.

El 14 de julio de 1975, la señora de Perón y el doctor

Antonio Benítez, ministro del Interior, suscribieron un

decreto por el que enviaban en comisión al exterior a Miguel

Ángel Rovira, Rodolfo Eduardo Almirón, Oscar Miguel Aguirre,

Pablo César Meza, Héctor Montes y Jorge Daniel Ortiz.

El decreto aclaraba que los fondos para la misión en el

extranjero serian provistos por el Ministerio del Interior.

Un puente de plata, como el que cruzo López Rega.

El elegido por Menem

García Rey fue jefe de la Policía de Tucumán durante la

gobernación de Amado Jury. Fue recomendado por Raúl Lastiri y

José López Rega. En octubre de 1973 sus excesos se

convirtieron en intolerables. La población de San Miguel de

Tucumán salió a la calle y tuvo que renunciar. Pero dejo una

estructura de civiles armados, que no se modificó. El

brigadier Lacabanne, entonces, lo llamo desde Córdoba para

que desempeñara idéntica tarea en esa provincia. García Rey,

alias el chacal, organizó el Comando Libertadores de América,

un escuadrón de la muerte al estilo de la Triple A. Su

primer blanco fue el Sindicato de Luz y Fuerza presidido por

Agustín Tosco, que termino funcionando en la clandestinidad.

Primero fueron allanamientos, luego bombas y después muertes.

Lo apoyaban delincuentes comunes reclutados en los bajos

fondos y dirigentes sindicales Peronistas, incapaces de

competir contra la llamada dirigencia clasista. Uno de los

abogados de Tosco era el dirigente radical Hipólito Solari

Irigoyen. Tosco lucho desde la oscuridad. De tanta cárcel y

torturas, murió el 5 de noviembre de 1975. Ni siquiera en ese

momento tuvo paz, ya que cuando el cortejo llego al

cementerio San Jerónimo, desde varios techos vecinos tiraron

sobre la multitud. El autor tuvo la desdicha de ser testigo

de los hechos y de la imponente marcha en la que la ciudad de

Córdoba, pese al terror, honro al líder sindical. Varios de

los dirigentes de Luz y Fuerza que lucharon codo a codo con

él, como Tomás Di Toffino, Hernán Vives, Alberto Caffaratti y

José Brizuela terminaron asesinados. García Rey creció,

porque el 25 de junio de 1975 fue designado subsecretario de

Seguridad Interior. “Aseguro paz y tranquilidad para todos

los argentinos que profesen lo argentino. Nada de paz para

aquellos que deseen algo extraño a nuestro sentido”, fue su

profesión de fe al asumir el cargo. A los pocos días anuncio

que querellaría a La Opinión por una nota que sugería que él

aprobaba los métodos de los escuadrones de la muerte. La

elección del violento comisario la hicieron Raúl Lastiri,

Alberto Rocamora, José María Villone y Adolfo Mario Savino.

Cayo con el gobierno de Isabel Perón, pero en 1983 tuvo una

nueva resurrección, porque Carlos Saúl Menem lo designo jefe

de la Policía de La Rioja. Alfredo Leuco y José Antonio Díaz

contaron, en El heredero de Perón, detalles del fin de García

Rey en La Rioja, cuando la señora Zulema Yoma, en marzo de

1984, luego de una reyerta con su esposo, Carlos Menem, se

refugio en la casa del jefe policial. El comisario García Rey

se recluyo entonces en Alta Gracia, Córdoba. Al morir dejo un

tendal de acreedores entre sus amigos. Solo ahí, parece, se

dieron cuenta de la talla del comisario.

Peregrino Fernández agrego que también participaba en la

Triple A el suboficial Edwin Farquarsohn. Hasta aquí, todo

es coherente. Morales y Almirón eran despreciados por todo

policía decente. Ambos fueron reincorporados a la institución

por un decreto firmado por Raúl Lastiri el 11 de octubre de

1973 y luego ascendidos a comisarios. Dos grados salteo el

primero y cuatro el segundo. Al día siguiente Perón volvía a

ser presidente. Morales fue uno de los objetivos de los

montoneros, pero con él fracasaron. En abril de 1975 lo

emboscaron en la zona de Palermo, fue herido, pero salió con

vida. Murió, en el operativo, el coronel Héctor Horacio

Colombo. Los montoneros admitieron la participación en el

atentado y señalaron a Morales como uno de los jefes de la

Triple A.

El denunciante dio por cierta la vinculación de Alberto

Brito Lima, Norma Kennedy y Julio Yessi con el coronel Jorge

Osinde y confirmo que las primeras víctimas fueron Hipólito

Solari Irigoyen, Rodolfo Ortega Peña, Silvio Frondizi y Julio

Troxler. Para Fernández, en el homicidio del diputado Ortega

Peña habrían intervenido Veyra, el inspector Gustavo Eklund,

el principal Jorge Muñoz y los inspectores Farías y Alais.

Tras una reseña de las actividades del grupo de policías de

la Triple A en Villa Constitución, en la época de conflictos

gremiales, pasó a describir cómo eran los contactos de la

organización con el Ejército. “El nexo visible era el

capitán Mohamed Ali Seineldin(7). Este oficial participo en

la represión de junio de 1973 en Ezeiza”. Aníbal Gordon, el

15 de febrero de 1984 declaro ante un juez: “Seineldin es

uno de los hombres Más probos, honestos -un militar nacional-

que conozco”. Mohamed Ali Seineldin fue imputado por la

desaparición del técnico del Instituto Nacional de Tecnología

Industrial Alfredo Giorgi, visto en el centro clandestino de

detención Olimpo a fines de 1978. Seineldin perdió su grado

militar y está condenado a reclusión perpetua por la rebelión

militar del 3 de diciembre de 1990. Dos años antes había

encabezado otra fracasada revolución que tuvo centro en los

cuarteles de Villa Martelli. Como las previas de Semana

Santa y Monte Caseros, todo termino con el indulto de Menem

para sus responsables.

Seineldin, el enlace

En abril de 1988 el capitán Marco Antonio Morales, un

militar panameño refugiado en Venezuela, denunció en Caracas

que en su patria había pertenecido a una fuerza de tareas

llamada G-16 compuesta por cincuenta oficiales, cuya misión

era hacer desaparecer a opositores al régimen del general

Manuel Noriega. El entonces teniente coronel Seineldin,

agregado militar argentino en Panamá , fue el entrenador de

ese grupo. Morales describió algunos de los operativos

llevados a cabo por el grupo, entre ellos la colocación de

explosivos durante el funeral del ex presidente

constitucional, Arnulfo Arias. Mohamed Ali Seineldin,

además, se desempeñó como instructor de la Guardia Nacional

Panameña, que se rindió sin disparar un tiro cuando los

norteamericanos depusieron a Noriega en diciembre de 1989. El

presidente panameño llego a la nunciatura eclesiástica, donde

se refugió, oculto en un camión recolector de basura.

El siguiente capítulo de Fernández estuvo dedicado a lo

ocurrido luego del golpe de marzo de 1976 y se refirió a los

halcones de la Superintendencia de Seguridad Federal. Se

trataba de personal civil de inteligencia, que usaba nombres

y documentos falsos y se conocían entre sí por seudónimos.

Este grupo, a las órdenes del comisario mayor Lapouyole, se

nutrió, después del golpe de marzo de 1976, con elementos

provenientes de la Triple A.

Entonces, el ministro del Interior, general Harguindeguy

armo un grupo encargado de la represión clandestina, que

estuvo a cargo del subcomisario Icely y Tenía como

subordinados a los oficiales Norberto Cajal y Juan Carlos

Falcon, y los suboficiales Sánchez, alias Saltamontes, y

Herrera, alias Tortuga. Cuando los procedimientos eran de

alto riesgo se recurría a la Dirección de Operaciones de la

Superintendencia de Seguridad Federal, cuyo jefe era el

mencionado Lapouyole. El enlace habría sido el principal

Carlos Gallone.

En cuanto a los grupos de tareas, los explico así: GT 1,

formado por personal militar del Ejército con el apoyo de los

distintos servicios de informaciones. La responsabilidad

máxima era del general Carlos Suárez Mason. Integrado

operativamente a este grupo estaba el Comando de Institutos

Militares. Peregrino Fernández menciono la actuación de los

generales Olivera Rovere y Ramón Camps, los coroneles Trotz,

Roualdés, Rospide y Valin, el teniente coronel Minicucci, el

mayor Seineldin y el mayor retirado Ciro Ahumada. El coronel

Alberto Alfredo Valin, de bajo perfil, fue jefe del Batallón

601 desde el 11 de octubre de 1974 al 27 de octubre de 1977,

cuando fue reemplazado por el coronel Carlos Alberto Roque

Tepedino. Valin, entonces, pasó a ser el número uno de la

Jefatura II, Inteligencia. Ninguno de los nombrados fue un

pez chico.

Del personal policial, Fernández recordó al inspector

Alfredo Auliu y al sargento Luis Alberto Martínez, El

japonés. En una declaración ante la Justicia Suiza, Martínez,

secuestrador de Koldobsky y Combal, menciono a Auliu como uno

de sus jefes en Seguridad Federal. Auliu se convirtió en

prófugo de la Justicia luego del secuestro del empresario

Enrique Dios, el 19 de diciembre de 1977. Un caso clave que

se trata en otro capítulo. Fernández, enseguida, pasó a

hablar sobre los operativos. Del Grupo de Tareas 2, que

dependía de la Fuerza Aérea, solo le constaba la

participación del policía Norberto Cajal y de personal de la

Policía de la Provincia de Buenos Aires. El Grupo 3 era

responsabilidad de la Armada. Suponía -y no estaba

equivocado- que la especialidad de este grupo era la

represión ilegal del grupo Montoneros. El número 4 dependía

orgánicamente de la Policía Federal. La Superintendencia de

Seguridad Federal, con el coronel Morelli como jefe, era la

cabeza de este sector, asistida por personal superior de las

tres fuerzas armadas. Los policías que recordó fueron los

subcomisarios Jorge Veyra y Juan Skarabiuk, los principales

Gallone, De la Llave, Vidal, alias Poroto, y Herrera. Alfredo

Vidal sería el mismo al que varios detenidos en prisiónes

clandestinas reconocieron por el seudónimo de Kung Fu. Acaso

un seudónimo compartido con el principal Falcon. Junto con

su actividad como represor, es sabido que se dedicó a la

rentable industria del secuestro extorsivo.

Cuando llego el gobierno militar, la mayoría de estos

oficiales pasó a la temible Seguridad Federal. Eran cinco o

seis brigadas integradas por un máximo de cinco hombres. La

larga exposición de Rodolfo Peregrino Fernández, hecha siete

meses antes de la llegada de la Democracia, incluyo

referencias sobre centros clandestinos de detención de la

Capital Federal y sus alrededores. Con el tiempo se probó que

todos las cárceles ilegales que menciono, existían y es algo

Más que de público y notorio conocimiento que los

incriminados por haber pertenecido a la Triple A

efectivamente integraron los escuadrones.

La mayoría de los nombres que dio en Ginebra estuvieron

comprometidos en la represión y no fueron pocos los que

aparecieron implicados en delitos comunes. Esto, Más allá de

las condiciones o calidades personales del denunciante, que

no aparecen calificadas por sentencia alguna de un juez.

Aunque así hubiese sido, no quedaría invalidada su

descripción. En todo caso, el jefe mafioso Tommasso Buscetta

testimonio ante distintos tribunales italianos, ayudo a

esclarecer centenares de delitos cometidos por la

organización y a detener a muchas de sus cabezas. Toda Italia

sabía quién era Buscetta, pero su testimonio no fue

descalificado por sus antecedentes delictivos. Todo lo

contrario. Nadie como él para conocer la trama de la Cosa

nostra.

Estaba por caer el gobierno de la esposa de Perón, cuando

hubo una formal presentación sobre la Triple A en los

Tribunales. Antonio Tomás Hernández, ex subdirector de Canal

11, se presentó ante el Juzgado Federal del doctor Eugenio

Zaffaroni y denunció a José López Rega, José María Villone,

Jorge Conti, Javier Lozada (de la subsecretaria de Prensa de

la Presidencia) y Emilio Abras, entonces embajador en Suecia,

a los que acuso de asociación ilícita, instigación y

tentativa de homicidio, abuso de armas, intimidación pública,

abuso de autoridad, violación a los deberes de funcionario

público, amenazas y coacción, todas en concurso real. Estos

delitos, explico Hernández, se perpetraron el 11 de julio de

1974 cuando un grupo armado tomo por asalto el Canal 11. Ese

mismo día, Hernández fue a la Comisaría 18a. a denunciar el

delito y se enteró de que Lozada lo había acusado a él de

desobediencia, porque se rehusó a apoyar la ocupación del

canal, por no tener una orden judicial o del Poder Ejecutivo.

El comisario Nicol s Pedro Di Scala, desorientado, llamo al

jefe de Policía, Alberto Villar, y escucho: “A ese Hernández

sáquelo a patadas”. Consta que el comisario de la seccional

18 le informo a Villar que ya había elevado los antecedentes

a los jueces de turno y que no estaba en condiciones de

cumplir la orden de expulsar a Hernández. El comisario fue

relevado de inmediato, “Usted -le dijo el comisario

Margaride- debe obedecer las órdenes del jefe de Policía; no

las de los jueces”. El doctor Antonio Hernández solicito

también a la Justicia el procesamiento de un gendarme de

apellido Golpe -ni en eso disimulaba-, que en la ocupación

del canal “ostentaba armas de guerra de todo tipo; hasta

granadas de mano”. Las tomas de los canales de televisión,

en las que Conti no estuvo solo, fueron comentadas, lo mismo

que otras actividades de la Triple A, por el ex presidente de

facto Alejandro Agustín Lanusse, no solamente en su libro

Protagonista y Testigo, sino en su declaración en el juicio a

las juntas militares. Jorge Conti, en 1991, fue designado por

el presidente Carlos Menem apoderado del Ingenio Las Palmas,

cuyo interventor estatal era Demetrio Vázquez, sobrino del

médico Pedro Eladio. En septiembre de 1983 Conti apareció en

una reunión mundial de la Secta Moon que se realizó en

Cartagena de Indias, Colombia, y manifestó una gran

preocupación por la suerte de su suegro, José López Rega.

Cuando éste fue extraditado a la Argentina, su defensor fue

el abogado Juan Carlos Ortiz Almonacid, apoderado legal de

los moonies en nuestro país. En La Conspiración Moon, de Pepe

Rodríguez, aparecen directas referencias sobre los argentinos

comprometidos por la secta, que fue uno de los sostenes de la

Triple A, los escuadrones de la muerte de El Salvador, el

Alfa 66 de los anticastristas y de los tecos, un grupo de

integristas mexicanos.

Resta agregar que esta estructura, caído el gobierno

Peronista, rápidamente fue asimilada por el gobierno militar.

En fábricas, universidades y gremios comenzaron a operar los

residuos de la Triple A. La SIDE, con esos datos, producía

un informe diario, con los informes aportados por los agentes

infiltrados, de los operativos, detenciones y detalles sobre

la fuerza de tareas que había intervenido. El primero en

recibirlo era el general Albano Harguindeguy, ministro del

Interior. José López Rega, secretario privado de Isabel

Perón, renuncio el 27 de junio de 1975 y el 10 de julio del

mismo año la presidenta lo designo embajador

plenipotenciario. Se fue del país en el avión presidencial.

Cualquier nómina de miembros de la Triple A debe

incorporar, además, a César Albarracín, Carlos Durich, Miguel

Antonio Famularo, Daniel y Alberto Nievas, Enrique Saglio,

Rubén Gioannini, Rodolfo Antinori, Raúl Antonio

Guglielminetti, Alberto Brito Lima, Jaime Demetrio Lemos,

Eduardo Ruffo, César Enciso, Miguel Save, por supuesto que

Aníbal Gordon, y al comandante de Gendarmería Antonio Menta,

el que porta un arma larga en la recordada foto del palco de

Ezeiza.

Sucursales en el interior

Es de esperar que algún historiador, o un periodista

inquieto pueda agregar a las historias de la Triple A lo que

ocurrió en muchas ciudades del interior del país. En la

provincia de Santa Fe, con el gobierno Peronista y después de

él, actuaron conocidos represores, varias veces mencionados

en este libro, como Otto Paladino, Aníbal Gordon, Pascual

Guerrieri, Raúl Guglielminetti, Osvaldo Ribeiro, Rafael López

Fader, Roberto Guillermo Fossa o Ricardo Taddei.

En Córdoba, cuando el gobierno de Juan Domingo Perón le

dio piedra libre al jefe de la Policía provincial, teniente

coronel Antonio Navarro para usurpar el poder y echar a

Ricardo Obregón Cano y Atilio López, el tema fue gravísimo.

Primero, desde Buenos Aires, las 62 Organizaciones apoyaron

la asonada policial y al interventor, Duilio Brunello. Luego,

asumió el poder como interventor federal el brigadier Raúl

Lacabanne, también apoyado por la llamada burocracia

sindical. El interventor, en poco tiempo, sembró un terror

que la provincia no conocía, ni siquiera en épocas violentas,

como las del Córdobazo. La intervención a la provincia, que

convalidaba el navarrazo, se votó en el Senado el 3 de marzo.

Perón vivía. Fue una política de exterminio que completaron

los militares, pero con los mismos métodos que la central de

Buenos Aires. La Triple A, en Córdoba conocida como Comando

Libertadores de América, se unió a los duros del Ejército, la

Gendarmería y la Policía para limpiar a la provincia de los

militantes de izquierda. De maneras parecidas, al fin,

eliminaron a tres de los dirigentes sindicales Más

significativos del país: Atilio López, Agustín Tosco y René

Salamanca.

López fue asesinado el lunes 16 de septiembre de 1974,

cerca de Capilla del Señor, por un grupo que se movía en

automóviles idénticos a los usados por la policía. El ex

gremialista de la UTA y también ex vicegobernador de

Córdoba, estaba acompañado por el contador Juan Varas, que

fue subsecretario de Hacienda durante su gestión. Cerca de

los cadáveres de ambos, irreconocibles, fueron encontradas

alrededor de 150 cápsulas servidas. Tosco no sobrevivió a los

padecimientos soportados en distintas cárceles del país y

Salamanca fue secuestrado el 24 de marzo de 1976, trasladado

a la prisión clandestina de La Perla, en Córdoba, y es un

desaparecido.

Ese famoso centro clandestino de detención -donde

sobresalía el mayor Ernesto Guillermo Nabo Barreiro, cuya

negativa a someterse a la justicia ordinaria, que lo Tenía

procesado por tormentos y homicidios, provoco el primer

alzamiento del destituido militar Aldo Rico en Semana Santa-

no fue habilitado el 24 de marzo de 1976, sino que era el

centro de reunión, provisto por el Ejército, para el

escuadrón de la muerte cordobés, el Comando Libertadores de

América, organizado por García Rey y la inteligencia militar.

Así como López Rega tuvo un Paino que salió a contar parte de

las atrocidades, el brigadier Lacabanne y el general Luciano

Benjamín Menéndez quedaron algo Más expuestos ante las

confesiones de un represor de apellido Heredia. Desde la

cárcel de encausados, caído el Peronismo, pasó a contar las

atrocidades vividas: nueve estudiantes, la mayoría

extranjeros, sacados de una pensión y ultimados en el camino

a Montecristo, el 4 de diciembre de 1975, el mismo día en el

que el otro bando asesinaba al general Cáceres Monié y a su

esposa en Entre Ríos. Córdoba fue pionera en el tema de los

terroristas o presuntos terroristas a los que aplicaban la

ley de fugas y en la cantidad de detenidos muertos a golpes

en comisarías y cárceles. Los nombres de los represores

fueron los de José Omar Heredia, Amaya, Noriega, Francisco

José Melfi, Jorge Romero, José López, Ricardo Luján, Alfredo

Pinto, Macario Martínez, Ricardo Lardone, Jorge Pereyra, los

comisarios Raúl Telledin y Jorge Choux, los militares Gustavo

Adolfo Alsina, Enrique Pedro Mones Ruiz, Héctor Vergéz y

Ernesto Barreiro y los suboficiales policiales Américo

Romano, Luis Merlo, Grandi, Rocha, u Omar Leurino, que

provenía de la Federal y, de tanto ostentar como mataba a los

zurdos, termino asesinado por la guerrilla en las afueras de

la ciudad.

El capitán Alsina, otro aliado de Aldo Rico, mato a un

anciano médico, José René Moukarzel, detenido a disposición

del Ejército, aplicándole chorros de agua helada en el patio

de la cárcel del Barrio San Martin. Fue en julio de 1976, esa

noche hubo una mínima de cuatro grados bajo cero, y la vida

no valía nada. Un tribunal militar lo juzgo por el homicidio.

La pena para Alsina fue de un mes de prisión. Copia de la

sentencia está radicada en la justicia federal de Córdoba. No

es un delirio de guerrilleros o anarquistas. El que describió

lo ocurrido ante el autor fue el juez federal Gustavo Becerra

Ferrer. Alsina fue beneficiado con la Obediencia Debida. Si

no hubiera otro caso, este sobraría para descalificar esa

ley.

Córdoba, sin duda alguna, vivió un terror

proporcionalmente mayor al de otras ciudades del país.

Heredia y Leurino, según muchos testigos, participaron en la

matanza de la familia Pujadas.

Hay una larga historia hasta ahora no desentrañada por

sociólogos y politólogos. Lo cierto fue que el cinturón

industrial de la capital cordobesa creció vertiginosamente

después del Peronismo y miles de trabajadores pudieron elegir

entre las ofertas de trabajo abiertas luego del gobierno de

Frondizi. La fábrica militar de aviones o la industria

automotriz pergeñada por Perón, con el Institec, una chatita

para cargas pequeñas; el Sedan Graciela, un auto chico, con

motor de dos tiempos, el Rastrojero y la moto Puma no estaban

solas. Córdoba vivió una movilidad social desconocida en el

país. Los delegados gremiales no respondían a la ortodoxia

Peronista, ni siquiera entre quienes veneraban al viejo

líder, y la sociedad se conmovió ante una inédita

transformación: los hijos de peones y obreros, como

trabajadores calificados, no demoraron muchos en convertirse

en propietarios y no por la d diva, sino por el esfuerzo.

Frente a ellos, la vieja sociedad cordobesa, con apellidos

múltiples, atomizaba sus fortunas. Del tatarabuelo con diez

hijos, propietario de cien mil hectáreas, se pasaba a los

bisabuelos, con diez mil cada uno, y a los ocho, nueve o diez

abuelos con mil, o menos, cada uno, y la necesidad de salir a

flote. Frente a ellos, los pobres dejaban de serlo y una

generación de empresarios surgida de la burguesía empujaba.

Créditos livianos, una industria automotriz que crecía, la de

autopartes que acompañaba, Más otras industrias, como las

relacionadas con tractores y material ferroviario, por cierto

que cambiaron el panorama social.

Así, surgieron dirigentes sindicales como los nombrados

Tosco, Di Toffino, Salamanca o Atilio López y delegados

gremiales comprometidos con sus pares. En la Universidad, la

cuna de la Reforma, surgieron dirigentes de primer nivel para

el país. Bueno sería que alguien recordara las polémicas del

estudiante Mario Roberto Santucho con la conducción de Franja

Morada para entender lo que vino. Llego el Córdobazo, la

reacción contra el general Uriburu, conocida como Viborazo y

la irrupción del teniente coronel Antonio Navarro para

derrocar a Obregón Cano. Está dicho, el golpe fue apoyado por

Juan Domingo Perón y el interventor elegido fue a Duilio

Brunello, un hombre de López Rega. Luego llego Lacabanne.

La guerrilla hizo lo suyo. Córdoba vivió el pánico. Por

las noches, los tableteos de ametralladoras y las explosiones

fueron rutinarias. Lacabanne y Menéndez, entonces,

escarnecieron a la provincia con una matanza indiscriminada,

que comenzó mucho antes del 23 de marzo de 1976. Una parte

importante de la red cordobesa se armó a fines de 1973 por

sugerencia de López Rega y el centro de las actividades

estaba en el Pasaje Santa Catalina. Por ahí pasaron los

foráneos Aníbal Gordon, Eduardo Ruffo y Miguel Save, y los

autóctonos Melfi, Heredia, Amaya, Meza, Noriega, Choux,

Telledin y Membrives. No es un dato Más, disparado al voleo,

ni una opinión aventurada: estuvieron y alguien mando a ese

grupo homicida a Córdoba. Eran - y son- hombres capaces de

ultimar al que fuere. Cuasi analfabetos, recitaban el odio

hacia el marxismo sin saber muy bien de qué se trataba. El

apoyo gremial para estos agentes fue otorgado de entrada por

los amanuenses de la conducción nacional de la CGT, para

quienes los gremios cordobeses resultaban ingobernables. De

los fuertes, no pudieron controlar siquiera uno. El contacto

Más importante que tuvieron los ladrones y homicidas que

comenzó a contratar Navarro y mantuvo Lacabanne, fue Mauricio

Labat, un hombre de Lorenzo Miguel. Los Heredia, Melfi y

socios, curiosamente exhibían credenciales y brazaletes del

Ministerio de Bienestar Social de la Nación. El que lo

quiera negar, se llevar un chasco al leer los residuos de

los expedientes judiciales que quedan en la Provincia. Muy

por encima de ellos, de los matones, en la Brigada de Tropas

Aerotransportadas, estaba el general Juan Bautista Sasiaiñ.

Con ellos, los grupos de Inteligencia del Ejército y de la

Gendarmería Nacional, Más la aportada por Choux, el jefe de

Policía. Por las calles de la capital de Córdoba circulaban

estos hombres en autos sin chapa, generalmente Ford Falcon y

Torino. Los operativos eran sencillos. Si se trataba de

ideólogos, los apresaban con facilidad, porque no encontraban

resistencia y ellos llevaban credenciales y armas. Por si

fuera poco los acompañaban policías o militares. Si buscaban

a guerrilleros, el tema era Más práctico: a la madrugada se

apostaban frente a la vivienda del buscado y entraban a

disparar con armas largas. Cuando ventanas y puertas cedían,

era el turno de los granadas. La ultima tarea era la de

buscar los cadáveres. Sasiaiñ estuvo acusado por los

homicidios de doce detenidos en la Unidad Penitenciaria

número uno, de Córdoba, a los que se aplicó la llamada Ley de

fugas. Evasiones simuladas para justificar los disparos por

la espalda. Entre las víctimas estuvo Miguel Hugo Vaca

Narvaja, uno de los hermanos de Fernando Vaca Narvaja, el

jefe montonero indultado por Menem.

Después vino el golpe, para muchos un alivio, porque se

esperaba algo de orden. Las calles, hasta marzo de 1976,

fueron un real campo de batalla, con muchas víctimas

inocentes. Más allá de otras consideraciones, hubiese sido

absurdo que los militares destacados en Córdoba se cruzaran

de brazos ante los ataques de la guerrilla. Como en el resto

del país, se armó un aparato para reprimir, integrado por

delincuentes comunes, pero a esas bandas se sumaron los

esfuerzos que, por un simple espíritu de cuerpo, el Ejército

armo para vengar a sus víctimas. El día después, todo fue

peor. Llego el turno de Menéndez. Para este general no muy

lucido -y esto lo saben bien los cordobeses-, Franja Morada,

el brazo universitario de la Unión Cívica Radical, era un

reducto marxista-leninista, naturalmente subversivo.

Persiguió hasta a socialistas de la línea de Américo Ghioldi

y armo una red de espionaje realmente temible, porque

infiltro gremios, diarios, radios, canales de televisión,

fábricas y oficinas públicas con sujetos de una estatura

intelectual semejante a las de las amebas, que delataron a

cualquiera que no abrazara la causa del exterminio. La cuna

de la reforma universitaria, la Docta, también aglutino en

gran numero a represores por profesión o vocación, émulos del

fascista Menso, rector de la Universidad hasta 1976, de

Lacabanne y del citado general Menéndez, que llego a acusar

de subversivo a un diario, Los Principios, porque un día

público un título en primera página que señalaba:”

Aumentaron la luz, el gas y el teléfono”. El comandante del

Tercer Cuerpo llamo al director y le comunico que estaba

detenido a disposición del Poder Ejecutivo por esa

información. Escucho: “El subversivo es Martínez de Hoz”.

Como el periodista insistió en que no había problemas, que lo

procesara en forma oficial, pero rápidamente, porque había

tomado todos los recaudos para que se supiera que estaba

detenido por el Ejército, Menéndez, solamente superado por

Camps en materia de número de desaparecidos en su

jurisdicción, lo dejo en libertad. Ese diario había

publicado, pese a las muy directas presiones oficiales, las

fotografías de la matanza de los estudiantes y una

información veraz sobre la manifestación popular que acompaño

hasta el Cementerio de San Jerónimo a Agustín Tosco. Tras

advertir que Tosco, ideológicamente, era un adversario, el

periódico dijo lo suyo sobre la estatura moral e intelectual

del dirigente gremial, que fue asesinado de a poco por la

represión montada por Lacabanne y Menéndez.

A fines de 1976, un oficial del estado mayor del Tercer

Cuerpo hablo con el director del diario, le confirmo que en

la prisión militar y en una cárcel clandestina llamada La

Perla se estaba exterminando gente con métodos brutales, y

dejo un claro mensaje: “Menéndez dijo que usted es

subversivo y que se le escapo una vez. De esta opinión, a

que lo secuestren o lo maten, hay minutos, horas, semanas o

días. Pero es una sentencia. Vuelva a Buenos Aires. Estoy

seguro de que usted no me va a comprometer, pero no podría

vivir tranquilo si no se lo advirtiera.”. Ese periodista,

uno de los tantos equivocados que supuso que la llegada del

gobierno militar tras la caída de Isabel Perón podía ayudar a

resolver los temas del país, regreso a Buenos Aires, A los

pocos días el diario fue allanado y varios trabajadores

fueron detenidos y llevados a cárceles del sur del país.

Como viven y lo pudieron contar, la atrocidad pareciera ser

menor. No hubo un solo cargo en contra de ellos, porque eran

inocentes de toda inocencia. Es el momento de agradecerle a

ese oficial del Ejército aquella información que permite,

diecisiete años después, escribir estas líneas.

Las pequeñas o grandes ciudades del interior, de todos

modos, vivieron y viven, con respecto a la Capital Federal y

el Gran Buenos Aires una gran diferencia frente a estos

grupos homicidas. Es distinto el control que los ciudadanos

ejercen en esas sociedades, por lo que los rebrotes de estos

grupos algo Más que autoritarios, en Democracia, fueron

virtualmente inexistentes. El último lastre que se sacaron

de encima fue la banda de Aníbal Gordon, que formo uno delos

más activos escuadrones de la muerte, y prolongo su tarea en

Córdoba con sus actividades habituales: asaltos, extorsiones

y secuestros. La banda de Gordon, que se sepa, se fue de

Córdoba, claro, pero no de la Argentina. La SIDE dirigida por

el señor Anzorreguy, ¨tendrá contratado a alguno de los

residuos de la Brigada Panqueque? Aparte de Brito

Lima, ¨habrá otros hombres de la Triple A desempeñándose

cerca del gobierno de Carlos Menem? Los norteamericanos

suelen denominar a estas dudas como las preguntas del millón.

La Triple A no estaba sola

No fue la Triple A una ínsula represora en medio de un

sistema liberal, pluralista y democrático. Puede hacerse una

breve recopilación de lo ocurrido con el periodismo para que

el tema se refresque. Radio Municipal fue copada al asumir

Cámpora por grupos de ultraderecha que colocaron como

director a un ordenanza. Una de las primeras medidas de éste

fue borrar todo el archivo, en el que había testimonios de

S bato, Borges y Antonio Porchia, por ejemplo. Los que

coparon la radio con el visto bueno del Gobierno, claro,

fueron los mismos que al año siguiente transmitieron el

mundial de futbol de Alemania desde un hotel de Roma.

Viajaron, para el operativo, dieciocho personas. Obviamente,

no Tenían licencia para transmitir el acontecimiento.

La llegada de Perón, el 20 de junio de 1973, fue cubierta

por la cadena nacional de radio y televisión y los argentinos

no se enteraron, siquiera de los pequeños disturbios

ocurridos en Ezeiza. Ni que hablar de los homicidios. No

existieron. El 22 de junio de 1973, con Campora presidente,

el diario La Nación informaba que las radios habían dejado de

difundir temas de Mercedes Sosa, Horacio Guarany, Atahualpa

Yupanqui, Eduardo Falú, Armando Tejada Gómez y Ariel Ramírez.

Cuatro días después, los canales 11 y 13 fueron sancionados

por difundir una conferencia de prensa del jefe del ERP,

Mario Roberto Santucho. El 20 de julio, con Cámpora ya

renunciado, una bomba incendiaria destruyo miles de

ejemplares de la obra El Marxismo, de Henry Lefebvre, en la

Editorial Universitaria de Buenos Aires.

Desde aquí, decididamente, la escuadra mortal de López

Rega no estuvo sola y actuó con absoluta comodidad. Andrew

Graham Yool, en su libro, De Perón a Videla, hizo una prolija

síntesis de lo ocurrido entre 1973 y 1976. Lo Más relevante,

no referido a medidas oficiales, que fueron muchas, sino de

parte de los grupos violentos armados por el Gobierno y los

sindicatos fueron:

El 9 de octubre estallo una bomba en la redacción de la

revista Militancia Peronista para la Liberación, dirigida por

Eduardo Luis Duhalde y Rodolfo Ortega Peña. El 7 de enero la

empresa que soporto un atentado fue COGTAL, donde se

imprimían los diarios El Mundo y Mayoría. El 23 de enero se

produjo un tiroteo frente al diario El Mundo. Veinte

trabajadores fueron detenidos. Liberaron a todos, menos a Ana

Guzzetti. En marzo, soportaron ataques los diarios Córdoba y

La Voz del Interior. En el caso de este último diario, fue

una directa represalia por publicar una carta abierta del ex

gobernador Obregón Cano, destituido por el coronel Navarro.

El 9 de marzo exploto una bomba en la puerta del diario

Noticias y una semana después fue destruida LV2, de Córdoba.

La radio, en esos días, respaldaba a la movilización policial

contra el interventor Duilio Brunello, un hombre de López

Rega. El primero de mayo, cuando los militantes de la

tendencia revolucionario se alejaron de Plaza de Mayo, luego

de escuchar a Perón calificarlos de estúpidos e imberbes, la

televisión no se dio por enterada de los ataques que

soportaron las columnas por parte de parapoliciales y

custodios de sindicalistas. A fines de julio, siempre de

1974, grupos armados ocuparon los canales 9 y 11. La Triple A

apoyaba a los usurpadores. El Gobierno, al fin, legalizaría

la situación, con el apoyo del Congreso. En enero de 1975 una

bomba destruyó la rotativa de La Voz del Interior. La Triple

A no vacilo en reivindicar el atentado. El 19 de mayo

apareció en Ezeiza el cuerpo acribillado del periodista Jorge

Money. El 22 de octubre la víctima fue Ana María Estevao,

cronista del semanario La Voz de Solano, de San Francisco

Solano. Una semana Más tarde fue asesinado el locutor

bahiense Mario Goldberg. El 6 de noviembre el house organ de

la Triple A, El Caudillo, amenazó de muerte a Heriberto Kahn,

de La Opinión. El 19 de ese mes Enrique Raab, del mismo

diario, denunció amenazas y destrozos en su vivienda. El

proceso militar completaría la tarea. Raab es uno de los

desaparecidos del gremio periodístico. En febrero de 1976 se

sucedieron amenazas a periodistas. Entre ellos, Carlos Ovidio

Lagos, de La Capital, de Rosario; Mario Diament, de La

Opinión, y Raúl D'Atri, de La Arena, de La Pampa. La señora

de Perón, ante las críticas a su gestión y a las denuncias

sobre López Rega, acuño la frase: terrorismo periodístico.

Luego llegaría el turno del Proceso para completar la obra.

Esta parte de la historia, que nace en 1973, muestra nombres

reiterados, casi en forma agobiante en otros tramos del

trabajo. Pero conviene repetirlos para ayudar a la memoria:

Gordon, Enciso, Escobar, Almirón, Morales, Taddei, Vidal,

Ahmed, Antinori, Ianantuone, Guazzaroni, Castillo, Miranda,

Pomponi, Eklund, Auliu, Minicucci, Valin, Roualdés, Ferrer,

Luis Alberto Martínez o Mohamed Ali Seineldin. Reaparecer n,

año por año; capitulo por capitulo.�

NOTAS

1 Hipólito Solari Irigoyen, descendiente de Hipólito

Irigoyen y Leandro N. Alem, dos patriarcas de la Unión Cívica

Radical, era senador por Chubut cuando el 21 de noviembre de

1973 estalló una bomba en su auto, un modesto Renault 6. En

abril de 1975 destruyeron con diversos explosivos su casa de

Puerto Madryn, Chubut, pero tuvo suerte ya que ni la mujer ni

los hijos estaban en la vivienda. El sí, pero salió ileso.

El 17 de agosto de 1976 -esto lo cuenta en Todos somos

subversivos, de Carlos Gabetta- fue detenido por personal del

Ejército, que saqueo su casa y destruyo con una bomba su

automóvil, un Renault 12. La orden de detenerlo partió de los

generales René Azpitarte y Acdel Vilas. Junto con él perdió

la libertad el diputado radical Mario Amaya, que murió en la

cárcel de Villa Devoto el 19 de octubre de 1977, luego de

soportar, en el sur, los peores tormentos. Solari Irigoyen,

que conoció las celdas de la Base Almirante Zar, de Trelew;

la comisaria de Viedma, el Quinto Cuerpo de Ejército y la

prisión de Rawson, en mayo de 1977 fue puesto en un avión que

lo llevo a Caracas. Vivió en Venezuela y Paris hasta que

regreso el 12 de junio de 1983. Poco después fue elegido

senador nacional de la UCR por la provincia del Chubut. La

Triple A y el gobierno militar coincidieron en el intento de

eliminarlo. En todo caso podría hablarse de un viejo rencor,

porque el político radical denunció al gobierno de la

Revolución Argentina por una serie de negociados que se

relacionaban con la construcción de la planta de Aluar, la

fábrica de aluminio de Puerto Madryn. Toda una ironía: el

negocio de Aluar fue entre altos jefes militares y el grupo

Graiver.

2 Rodolfo Walsh fue asesinado el 25 de marzo de 1977 por

un grupo de tareas de la Marina de Guerra, que intento

secuestrarlo. Walsh se resistió y lo acribillaron. Su cuerpo

fue llevado a la Escuela de Mecánica de la Armada, en Núñez,

donde lo hicieron desaparecer. Sus libros “Operación

Masacre”, con una profunda investigación de la matanza en

los basurales de José León Suárez en junio de 1956, y

“¨Quien mato a Rosendo?” son los pioneros de un género que

no existía en la Argentina. Oficial montonero, fue jefe de

Policiales en el diario Noticias, aparecido en octubre de

1973 y clausurado en agosto de 1974. Vivió en Cuba, trabajo

en Prensa Latina y, en pleno terror argentino, armo en la

clandestinidad la agencia ANCLA, Agencia de Noticias

Clandestinas. Algún bárbaro se llevó de su vieja casa de

Tigre los originales de todo sus trabajos; inclusive obras

inéditas. La modesta vivienda que ocupaba en San Vicente poco

antes de morir, fue saqueada y demolida. La hija de Rodolfo

Walsh, María Victoria, conocida como Vicky, fue redactora de

la Revista Primera Plana y se suicidó en el balcón de una

casa de la calle Corro, en Floresta. Rodeada de tropas y con

la mayoría de sus compañeros montoneros caídos, enfrento a

los rivales, tiro la ametralladora que uso durante largo

rato y se pegó un tiro en la sien.

3 Relato de Juan Gasparini en Montoneros, final de cuentas,

página 77. El autor también dio precisiones sobre el

asesinato de José Rucci.

4 Rodolfo Almirón, el custodio de María Estela Martínez de

Perón, viajo a Europa junto con López Rega en julio de 1975,

y poco se supo entonces sobre él. Reapareció públicamente

cuando la revista española Cambio 16 revelo, en abril de

1983, que era jefe de seguridad del político derechista

Manuel Fraga Iribarne, que sería luego presidente de la Junta

Autónoma de Galicia. El periodismo de España armo tanto

revuelo que a los pocos días entrego su arma en la Dirección

General de la Guardia Civil. Cambio 16 presento una extensa

nota bajo el título “Así mata Almirón”, y recordó el

homicidio del teniente Davis, según la revista española,

muerto de un disparo de Almirón, con el que se había tomado a

golpes.

5 Jacobo Timerman, uno de los periodistas Más brillantes de

la Argentina, era director y uno de los propietarios del

diario La Opinión, que el invento, cuando fue secuestrado el

15 de abril de 1977 por fuerzas que respondían al Primer

Cuerpo de Ejército, que tuvieron tiempo de robar algunas

joyas de su departamento. Encapuchado y con esposas fue

llevado ante el coronel Ramón Camps y el comisario Miguel

Etchecolatz. A Timerman le consta que Jorge Rafael Videla y

Roberto Viola trataron de que su situación se legalizara para

no tener que enfrentar un escándalo internacional. Por eso, a

los cinco días, se divulgo que estaba detenido a disposición

del Poder Ejecutivo Nacional. Soporto torturas, enfrento a

un Consejo de Guerra y conoció varios lugares clandestinos de

detención, como Puerto Vasco y el COT I, de Martínez, ubicado

sobre la concurrida Avenida del Libertador. También pasó por

la Jefatura de la Policía de la Provincia, en La Plata, y por

el Penal Militar de Magdalena. A fines de septiembre de 1977

el Consejo de Guerra Especial número 2, que sesiono en Buenos

Aires, determino que no había cargos en su contra. Los

militares no se dieron por enterados y lo mantuvieron en

cautiverio. En septiembre de 1979 la Corte Suprema de

Justicia ordeno que fuera dejado en libertad. Tozudos, le

quitaron la ciudadanía, lo despojaron de sus bienes y lo

expulsaron del país. Cuando lo llevaron desde la cárcel al

Aeropuerto de Ezeiza, muchos supusieron que sería asesinado.

A los pocos meses de la asunción de Raúl Alfonsín, Timerman

se hizo cargo de la dirección del diario La Razón, un popular

vespertino. Enseguida lo cerro para intentar la aventura de

un diario matutino. Con una redacción brillante, pero sin

tiempo, por la asfixia económica de la empresa, el diario no

prospero. Además, para poder perdurar, La Razón edito

nuevamente su tradicional diario de la tarde.

El mensaje del diario de Timerman fue progresista y

democrático. El veterano periodista nada se parecía al que,

desde Primera Plana desacredito de todas las maneras posibles

al gobierno de Arturo Illia, en franco plan de apoyo al

sector denominado Azul del Ejército Argentino. Ese apoyo lo

reitero en otro semanario creado por él en 1965: Confirmado.

Más allá de los cuestionamientos, debe aceptarse que acepto

viejos errores, trato de repararlos con hechos y que conoce

el oficio de periodista como pocos.

6 José Ignacio Rucci, secretario general de la CGT,

murió asesinado el 25 de septiembre de 1973, casi a horas de

la asunción presidencial de Juan Domingo Perón. Rucci solía

cambiar de domicilio en previsión de posibles atentados, pero

esa mañana estaba en Avellaneda 2953, lugar al que se había

mudado tres meses antes. Desde distintos edificios vecinos

dispararon con escopetas Itaka y fusiles FAL y arrojaron

granadas. Rucci murió en forma instantánea, con balazos en la

cara, el cuello, la nuca, un hombro, el pecho y las piernas.

Eugenio Méndez, en Confesiones de un Montonero, editado por

Sudamericana Planeta, describe como fue la acción con muchas

precisiones. Uno de los participantes en el operativo que

termino con el homicidio de Rucci, comento ante varios

cronistas, durante el juicio a los comandantes, que no Tenía

la menor duda: el autor del libro había tenido acceso a su

declaración sobre el caso, arrancada bajo torturas, en la

Escuela de Mecánica de la Armada. Otros ex dirigentes

montoneros confirmaron que fueron ellos los que ultimaron al

dirigente gremial, cuya sentencia pareció escribirse cuando

elogio a la represión montada en el palco de Ezeiza el 20 de

junio de 1973, alentó la persecución a los gremios no

alineados con la CGT, y no le disgusto hacer exhibiciones de

su flamante riqueza: departamentos, autos y cuentas en bancos

del extranjero. Méndez, en su libro, nombra a los atacantes

por sus seudónimos. Martin Andersen, aunque no llega a

probarlo, es uno de los serios investigadores que reitera que

los homicidios de Rucci y de Villar no fueron obra de la

guerrilla montonera, sino de la Triple A de López Rega. Como

en los casos de los homicidios de los jerarcas sindicales

Vandor y Alonso, mientras no aparezcan pruebas en contrario,

lo razonable es creer en las versiones de los montoneros.

7 El 6 de agosto de 1987, Página/12 público un extenso

reportaje concedido por Seineldin al periodista argentino

Miguel Bonasso, radicado en México, que guardo la grabación.

En Buenos Aires, el militar argentino desmintió esas

declaraciones, que muestran quién es y cómo piensa. Sobre la

lucha antisubversiva, dijo: “Esta guerra, como todas las

guerras contemporáneas, fue de otro estilo. Esto todos lo

sabemos, y me parece de mala fe pasarlo por alto. Nosotros

tuvimos enfrente a un enemigo cuya idea de la guerra era la

misma que te estoy mencionando. Una guerra larga, de miles y

miles de pequeños combates, en la que vale todo. A ese tipo

de agresión hay que reprimirla con una acción distinta a la

convencional y eso fue lo que hicimos. Si yo no torturaba a

determinados prisióneros no podía seguir la pista y sus

secuaces seguían libres y preparando acciones terroristas.

¨Los niños? Todo esto ha sido muy exagerado; yo comprendo a

las abuelas que los buscan, pero eso es una cosa y otra el

macaneo de la prensa y de los Alfonsinistas. Hubo algunos

casos en que los padres murieron en enfrentamientos y

quedaron los chicos. Este enfrentamiento, a lo mejor, era

necesario mantenerlo oculto. ¨Qué hacíamos con esos pibes?

Hicimos lo lógico: buscar algún matrimonio que no tuviera

hijos y se los dimos. ¨No era eso mejor para los chicos?”.

Al cierre de este trabajo, Seineldin seguía cumpliendo su

condena en el penal militar de Magdalena, donde goza de un

tratamiento preferencial. En los Estados Unidos, mientras,

varios investigadores lo citan como protector de la red de

tráfico de drogas armada por el ex presidente Noriega, en el

que estarían implicados varios argentinos Más: un ex locutor

devenido en periodista, empleado de Emilio Eduardo Massera,

propagandista de los militares, propietario de campos en la

Provincia de Buenos Aires y un multimillonario empresario

radicado en Panamá , con muchos intereses en nuestro país.

Seineldin, ante sus pares, reitera que a la Argentina le hace

falta un baño de sangre Más para eliminar a corruptos y

marxistas. También alude a la necesidad de ultimar a

elementos extranjeros que operan en nuestro país. Por

ejemplo, César Jaroslavsky, Jacobo Timerman, Marcelo y Adolfo

Stubrin, Mario Diament y otros compatriotas judíos. El ex

coronel piensa que con treinta o cuarenta mil muertos o

desaparecidos Más, el país se arreglaría. Comenzó por dirigir

un intento de golpe en el que fueron asesinados varios

camaradas de armas y unos civiles indefensos que viajaban en

un colectivo atropellado por un tanque de guerra en la Ruta

Panamericana. En la prisión militar de Magdalena espera un

indulto.�

5. EL PERDON DE DUHALDE

“Nadie, menos el Gobierno Democrático, posee la aptitud

moral para absolver encubiertamente a los ladrones, los

torturadores y los homicidas”. Carlos Menem, el 9 de

diciembre de 1986, en una columna firmada que público el

diario La Razón.

En octubre de 1990 el vicepresidente Eduardo Duhalde, en

ejercicio de la presidencia, porque Carlos Menem estaba en

Europa, firmo el indulto en beneficio de Luis Antonio Sffaier

y su esposa, María Elena Nin Sarr chaga, prófugos desde 1976

y acusados de haber sido los instigadores del homicidio del

dirigente justicialista de Chacabuco Miguel Máximo Gil,

ocurrido el 27 de abril de 1975. En esa ciudad, al enterarse

de la decisión de Duhalde, se reiteraron las marchas de

protesta, pero la medida quedo firme. El diario La Nación, el

1§ de noviembre de 1990, informo que esos indultos obedecían

a un pedido original del asesor presidencial Carlos Spadone.

El diario de los Mitre preciso que la participación de

Spadone constaba en el expediente número 111-8.922.464-5 de

la Presidencia de la Nación. Concretamente, el 20 de

septiembre anterior partió desde las oficinas de Spadone un

fax dirigido al entonces subsecretario de Justicia, César

Arias, en el que pedía elevar el caso de Sffaeir y su esposa

al secretario Legal y Técnico de la Presidencia, Raúl

Granillo Ocampo. Este, como era de esperar, declaro ante el

periodismo que desconocía el nombre del autor del pedido de

indulto para los criminales de Chacabuco y se animó a algo

Más: A Duhalde,” posiblemente le trajeron una pila de

expedientes, y allí estampo su firma”. Textual.

Algunos memoriosos recordaban que en un sumario

sustanciado por el juez federal de La Plata, doctor De la

Serna, un imputado por el delito de tenencia de dólares

falsos reconoció formar parte de los servicios de

inteligencia y preciso que Aníbal Gordon y los comodoros

Schillizzi Moreno y Arca se reunían en unas oficinas cedidas

por un empresario de apellido Spadone. Tal vez se trate de la

misma persona. Spadone, el de las oficinas, acaso sea,

también, el asesor del presidente Menem mezclado con el tema

de la venta de leche toxica al estado nacional. Por ahí es

solo un homónimo. Una desafortunada coincidencia

El escándalo del perdón al homicida fue mayúsculo cuando

salió a la luz que los tres condenados a prisión perpetua por

ese crimen, Juan Domingo López, Luis Oscar Mao y Sergio Mario

Ibáñez, habían sido indultados antes, el sábado 7 de octubre

del año anterior, por un decreto de Carlos Menem. Por eso,

el Presidente, cuando escucho las críticas por la decisión de

perdonar a los Sffaier, reflexiono: “No es motivo de

preocupación. Si están en libertad los autores materiales del

crimen, no veo por qué tienen que estar bajo proceso los

instigadores”. Tenía razón. Le faltó decir que la decisión

de liberar a homicidas reincidentes, a los que gatillaron las

armas, había sido de él. El 9 de diciembre de 1986, en el

diario La Razón, Carlos Menem, gobernador de La Rioja,

escribía sobre un posible indulto: “Nadie, menos el gobierno

democrático, posee la aptitud moral para absolver

encubiertamente a los ladrones, los torturadores y los

homicidas”.

Lo que no salió a la luz es que los tres homicidas

pertenecieron en su momento a la Triple A. López Tenía como

antecedente el asesinato de un adversario político en la

interna Peronista, Domingo Ambrosio, al que mato el 3 de

enero de 1972 en la Unidad Básica que presidia la víctima y

delante de testigos. Entro en la sede de la calle Bernardo de

Irigoyen 1209, de Lomas de Zamora, y ejecuto a su rival. No

llego a conocer la sentencia, porque salió libre con la

amnistía de mayo de 1973. Como premio por ese crimen pasó a

ser custodio del vicepresidente, el conservador Vicente

Solano Lima. También actuó en el denominado Comando Militar

de Ferrocarriles, junto con sus hermanos Vicente y Raúl (1),

de activa participación en la matanza de Ezeiza de 1973. En

abril de 1975, Juan Domingo López Miguel Srerotola, Sergio

Mario Ibáñez y Omar Guillermo Bustos secuestraron al obrero

naval Enrique Valverde, que estaba en su casa de Don

Torcuato, y lo asesinaron en Boulogne. Detenidos, admitieron

que había sido un crimen por encargo. Queda claro: el señor

Duhalde no soltó a cualquiera.

Juan Domingo López colaboro en la intervención al Sindicato

de Prensa, donde se veía con Arquímedes Puccio. Fue delegado

normalizador de la Juventud Peronista y oficial mayor del

Senado de la Provincia de Buenos Aires. Al ser detenido en

Mar del Plata, en mayo de 1976, López dio los nombres de sus

cómplices y confeso que el crimen de Gil había sido encargado

por los Sffaeir, a cambio de varias prebendas, como manejar,

tanto el juego clandestino en la ciudad como varios locales

nocturnos dedicados a la prostitución y la venta de drogas.

El matrimonio Sffaeir, en 1975, exhibía unas credenciales

firmadas por José López Rega como salvoconducto ante

cualquier problema. Gil fue muerto en un descampado de San

Antonio de Areco. La banda, integrada además por Adalberto

Álvarez y Pablo Márquez, según un comunicado oficial de la

policía bonaerense, fue autora de los secuestros de Martin

Kleiman, Víctor Marangoni, Beto Degrossi y un chatarrero de

Lomas de Zamora de apellido Nigolian. La condena para los

asesinos fue de reclusión perpetua. También confesaron que

estaban vinculados con otra organización, desbaratada en días

Más tarde en La Plata, cuya cabeza visible era el

reiteradamente citado Carlos Ernesto Castillo, alias El

indio, conspicuo dirigente de Concentración Nacional

Universitaria, que, como los hermanos López, estuvo

comprometido en los hechos de Ezeiza. Al ser detenido,

Castillo portaba una credencial de la SIDE, y en su poder se

encontraron una ametralladora, armas cortas, granadas y minas

antipersonas. No está de Más reiterar que Castillo aparece

mezclado en distintos episodios a lo largo de esta crónica.

Indultado, Juan Domingo López salió en libertad y comenzó

a militar en la Liga Federal, la de Eduardo Duhalde, con el

que siempre estuvo vinculado porque sus hermanos, Vicente y

Raúl, eran los custodios del abogado de Lomas Vicente

Masciotra, un estrecho colaborador del hoy gobernador

bonaerense. Horacio Verbitsky, en una columna titulada “El

rey está desnudo”, publicada por Pagina/12 el 6 de noviembre

de 1990, preguntaba si Luis Oscar Mao, uno de los homicidas

perdonados, Tenía algún parentesco con Carlos Mao, al que

definía como secretario privadísimo de Eduardo Duhalde.

Prófugos, Luis Antonio Sffaeir y su esposa vivieron muchos

años en el Uruguay y regresaron para pedir el perdón. Sabían

lo que hacían.

Papelón parecido, al fin, al del secretario de Lucha

contra la Droga, Alberto Lestelle, cuando, desde el Brasil,

un presunto narcotraficante arrepentido, Mario Noguera Vega,

lo acusó de haberle ofrecido 50.000 dólares para asesinar a

otro narcotraficante, el argentino Sergio Di Fiori. Noguera

Vega fue Más allá y acuso a Lestelle de pertenecer a una

banda dedicada al narcotráfico. Lestelle negó conocer a

Noguera Vega, luego reconoció que había efectuado tareas de

inteligencia para la Secretaria, y cuando apareció la copia

de un giro de dinero con destino a Rio de Janeiro, cambio de

tema, aunque insistió en la versión de una confabulación

periodística en su contra.

Nadie tuvo la ocurrencia de preguntarle quién le recomendó

al doctor Granillo Ocampo incluir en el decreto 263-91, por

el que se indultó o conmuto penas a varios delincuentes

comunes, a Mario Noguera Vega. En la nómina, publicada por el

Boletín Oficial número 27045, se lee: Noguera Vega Mario,

Juzgado de Sentencia Letra Y, robo y lesiones leves, robo

automotor, nueve años de condena. Noguera Vega, como

corresponde, cumplió funciones durante el gobierno del

Proceso en la inteligencia militar. Algunos memoriosos

recuerdan que, por su aspecto y su tono con acento guaraní,

solían destinarlo a hacer averiguaciones a distintas villas

del Gran Buenos Aires. Noguera Vega, además, confeso haber

trabajado en su país de origen en los servicios de

información del general Stroessner.

En todo caso, no fue un episodio aislado. El 18 de enero de

1988, varios civiles disfrazados de militares, imágenes

grotescas al estilo de la Armada Brancaleone, que recorrieron

el mundo gracias a un camarógrafo de Canal 11 y a la cronista

Fanny Mandelbaun, que los persiguió con el micrófono, coparon

el Aeroparque de la Ciudad de Buenos Aires, una misión

militarmente poco riesgosa. La toma formo parte de un complot

contra el gobierno democrático, que en la parte militar Tenía

como jefe al comodoro Luis Estrella(2), que huyo en bicicleta

después de fracasar en su intento de sublevar a la guarnición

aérea de Morón. Estrella, un ultraderechista, discípulo de

Jordán Bruno Genta, supuso en enero de 1988 que el jefe de la

Fuerza Aérea, brigadier Ernesto Crespo, estaba dispuesto a

bombardear el cuartel de Monte Caseros, donde se había

amotinado el ex teniente coronel Aldo Rico, y por eso trato

de sublevar a la base de Morón para evitarlo. Fracaso en el

intento y luego del juicio en el Consejo Supremo de las

Fuerzas, que le aplico una pena de doce años, la causa pasó a

la C mara Federal, que ratifico la condena del tribunal

militar. Las otras sanciones fueron para los vicomodoros Juan

Carlos Puy, Ángel Lavella y Horacio Ricciardelli, once años,

y el vicecomodoro Ernesto Lynch, el mayor Higinio Robles y el

suboficial de la Armada Godofredo Buschiazzo, seis años y

ocho meses. Como en el caso de los civiles juzgados cinco

meses antes por el mismo tribunal, al conocerse las

sentencias, los reos adoptaron poses burlonas, y sus

seguidores los imitaron. Fue llamativa la actitud del

Tribunal, doctor Cortelezzi, que no sucumbió ante la

permanente provocación de los procesados. Todos fueron

incluidos en los indultos del presidente Menem.

El líder espiritual, si es que en estas cosas se puede

hablar de espíritu, era el coronel Seineldin. Capturados,

cuatro de los detenidos se presentaron como agentes del

Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea. Eran Oscar Hugo

Calzada, abogado; su hermano, Enrique José, médico; Alberto

Ramón Ferrari y Víctor Telias. El restante, Rafael Cobo,

pertenecía a la inteligencia del Ejército. La C mara Federal

condeno a los cinco el 8 de julio de 1988. Fueron absueltos

un civil, Daniel Cedrés, empleado del Edificio Cóndor, sede

del comando de la Fuerza Aérea, y el cabo Juan José Arvisa,

alias Chocolate, que pocos meses antes había tenido idéntica

fortuna cuando el juez federal de Morón, Juan María Ramos

Padilla, descabezo una célula extremista. En esa causa, la

C mara Federal de San Martin sobreseyó a Ramón Camps y Miguel

Etchecolatz, pero condeno a Juan Carlos Rossi, José Pedro y

Guillermo Fleckestein, todos agentes de inteligencia, autores

del atentado en la vivienda del procurador general de la

Nación, doctor Andrés D'Alessio, ex integrante de la C mara

Federal que juzgo y condeno a las juntas militares. Chocolate

Arvisa, en todo momento, insistió en que solo era un

dirigente justicialista.

Uno de los reos, el médico Calzada, que solía asistir al

almirante Isaac Rojas, y en el juicio mostraba un Rosario en

sus manos y una escarapela en la solapa del saco, escucho una

condena de once años de prisión. Carlos Menem indulto a

todos los golpistas el 7 de octubre de 1989. El sábado 3 de

octubre de 1992 el diario La Nación público una nota referida

al tema de los medicamentos genéricos y reprodujo la opinión

de Enrique José Calzada, definido como médico forense de la

Policía de la Provincia de Buenos Aires y perito de oficio en

los tribunales de la Capital. Es decir que con el indulto no

alcanzo; le consiguieron trabajo. El cambio fue espectacular:

de la celda de la vieja prisión de Caseros a la policía. Algo

así como saltar el mostrador. Obvio es que para la policía

bonaerense y para la Justicia de la Argentina, un indultado

puede trabajar para ellas. El indultado, en este caso, atento

contra la Nación. Ni Más, ni menos. No consta que, luego de

este revelación, el doctor Eduardo Pettigiani, encargado de

la seguridad de los bonaerenses, lo haya exonerado. Con los

hermanos Calzada y sus cómplices, seguidores del comodoro

Estrella y del ex coronel Mohamed Ali Seineldin, se aplico

por primera vez en la Argentina la Ley de Defensa de la

Democracia. Fue un juicio histórico que termino con una

sentencia aleccionadora. Fue la primera vez en la historia

contemporánea en la que jueces civiles castigaron un intento

de golpe de estado. Luego llego el perdón del gobierno de

Menem.�

NOTAS

1 En Ezeiza, Horacio Verbitsky explica en qué forma el

grupo llamado Comando Militar Conjunto removió al

administrador de Ferrocarriles, ingeniero Buthet, e

impuso su ley a la fuerza. Los hermanos Raúl, Vicente y

Juan Domingo López formaban parte del comando, integrado

por Policía Ferroviaria, la Agrupación de Trabajadores de

Prensa Manuel Damiano y un jefe de Seguridad de FF.AA,

Fernando Francisco Manes. Naturalmente, se llevaron el

armamento, un verdadero arsenal, que pusieron a

disposición de las fuerzas del coronel Jorge Manuel

Osinde, que desencadenaron la masacre de Ezeiza al

volver al país Juan Perón el 20 de junio de 1973. La

comisión organizadora para el regreso definitivo de Perón

estaba formada por José Ignacio Rucci, Juan Manuel Abal

Medina, Jorge Osinde, Lorenzo Miguel y Norma Kennedy. Con

el correr de los años se sabría que también Arquímedes

Puccio, Mohamed Ali Seineldin y Aníbal Gordon estuvieron

entre los represores. Además tuvo una activa

participación, pero en el sector de comunicaciones, el

brigadier Raúl Oscar Lacabanne, luego interventor en

Córdoba durante el gobierno Peronista, que armo un

aparato represor que persistio hasta la llegada de

Alfonsín a la presidencia y Angeloz a la gobernación de

Córdoba.

2 El comodoro Luis Estrella, un ultraderechista,

discípulo de Jordán Bruno Genta, supuso en enero de 1988

que el jefe de la Fuerza Aérea, brigadier Ernesto Crespo,

atacaria el cuartel de Monte Caseros, donde estaba

sublevado el ex teniente coronel Aldo Rico, y trato de

sublevar a la Base Aérea de Morón para evitarlo. Fracaso

en el intento, y luego del juicio en el Consejo Supremo

de las Fuerzas que le aplico una pena de doce años; la

causa pasó a la C mara Federal, que ratifico la condena

del tribunal militar. Las otras sanciones fueron para los

vicemodoros Juan Carlos Puy, Ángel Lavella y Horacio

Ricciardelli, once años, y el vicecomodoro Ernesto Lynch,

el mayor Higinio Robles y el suboficial de la Armada

Godofredo Buschiazzo, seis años y ocho meses. Como en el

caso de los civiles juzgados cinco meses antes por el

mismo tribunal, al conocerse las sentencias, los reos

adoptaron poses burlonas, y sus seguidores los imitaron.

Todos fueron incluidos en los indultos del presidente

Menem.�

6. KELLY TENÍA RAZON

“El señor Kelly fue bien tratado. Durante el viaje a Rosario

se le aplicaron compresas y vendajes en las heridas”. Aníbal

Gordon, en Tribunales, el 24 de agosto de 1987.

El jueves 25 de setiembre de 1983 las tapas de todos los

diarios argentinos consignaban como noticia Más importante el

secuestro de Guillermo Patricio Kelly. Los datos coincidían:

el día anterior salió de su casa a las 7.45. Su coche fue

seguido e interceptado por dos hombres que ocupaban un

Renault Fuego. En Cabildo y García del Rio, en Saavedra, casi

logro escapar, pero fue alcanzado en Cabildo y Republiquetas.

Termino en la vereda, sin posibilidades de huir. Los dos

ocupantes del Fuego se subieron a su auto, pero dejaron a

Kelly en el volante. Un patrullero estaba cerca y dos

suboficiales de la Policía Federal se acercaron. Un hombre

que usaba uniforme de coronel del Ejército los convenció de

que se trataba de un incidente menor. Todavía gobernaban los

militares. Kelly, en esos días, había lanzado gruesas

andanadas contra el gremialista Lorenzo Miguel, un

desconocido llamado Aníbal Gordon, al que lanzo a la fama, y

José López Rega. La acusación a Lorenzo Miguel resulto

durísima: Kelly, ante la Justicia, denunció que la fracción

ultraderechista Concentración Nacional Universitaria, CNU,

era la guardia armada de la Unión Obrera Metalúrgica

encabezada por aquél. Aseguraba, además, que Juan Carlos

Gómez, responsable del homicidio de Silvia Filler en la

Universidad de Mar del Plata, hecho ocurrido en diciembre de

1971, se había ocultado en Buenos Aires en la casa de

Alejandro Giovenco, otro dirigente de la CNU, que trabajaba

como custodio del dirigente de los metalúrgicos. En

realidad, Gómez, hombre de la CNU, amnistiado en 1973, estuvo

acusado por el asesinato de la joven marplatense, pero vivió

poco tiempo con Giovenco, ya que éste murió en febrero de

1974, al explotarle una bomba que llevaba en su maletín. Los

montoneros sostuvieron que la bomba que portaba Giovenco la

había retirado de la UOM y estallo cuando fue baleado por

ellos. La noticia de Kelly era vieja: Giovenco fue uno de los

que acompaño a Dardo Cabo(1) cuando en septiembre de 1966

desvió a un avión de Aerolíneas Argentinas a las Islas

Malvinas. Fue guardaespaldas de Lorenzo Miguel y también de

José Rucci. A ambos dirigentes sindicales los acompañaban no

menos de diez pistoleros. Como para complicar un poco Más el

panorama, Miguel, enterado de la captura de Kelly, no tuvo

mejor ocurrencia que opinar públicamente que se trataba de un

auto secuestro para llamar la atención y justificar el

hostigamiento hacia él. En similares términos se expresó el

Partido para la Democracia Social, presidido por Emilio

Eduardo Massera. Bernardo Neustadt, que comento que podría

tratarse de un auto secuestro y que el tal Gordon no existía,

se ganó la antipatía de por vida del ex dirigente de la

Alianza.

Guillermo Patricio Kelly es un saltimbanqui de la vida

argentina, en su juventud un conocido nazi con esvástica

bordada en la manga de su campera negra, se convirtió con los

años en un permanente defensor del Estado de Israel, y

pareciera ser cierto que es agente de los servicios secretos

de esa nación. Sus ocurrencias, reiteradas poco antes de

volver a la democracia, despertaron simpatías. Es Más, fue

uno de los pocos que salió a enfrentar a Massera, Suárez

Mason y otros poderosos cuando el proceso militar aún estaba

vivo. Vaya a saberse por qué, en esos momentos enfrentaba a

los enemigos comunes de la mayoría de los argentinos. Entre

ellos precisamente a los nazis. Pero esto no puede disimular

su turbulento pasado y que se ignora cuáles son sus medios de

vida, aunque se sospecha que Más de una vez pasó por las

ventanillas de servicios de informaciones nacionales y

extranjeros. Lo curioso fue que, al quedar en libertad,

muchos se apresuraron en comentar que lo habían salvado el

gobierno de los Estados Unidos y el servicio secreto de

Israel, el Mossad. Puede ser. Cierto es que, a las seis

horas del secuestro, se recibió en la Casa de Gobierno un

llamado telefónico originado en Ciudad del Vaticano que

despertó gran conmoción. A los pocos minutos, el Batallón 601

sabía que tendría que liberar a la víctima. Contra Su

Santidad no se podía. “No sé de donde saco usted la versión,

que nunca se publicó, pero es cierta. El Papa pidió por

mi”, admitía Kelly en noviembre de 1993. Tan cierto como

que mantenía una cordialísima relación con el nuncio

apostólico, monseñor Ubaldo Calabresi. Otro apoyo

considerable, que le salvo la vida, fue el de la esposa de

Kelly, Irma Mangialavori, que, frente a las c maras de

televisión disparo los nombres de Gordon, Enciso, Ruffo y

Escobar como los responsables del secuestro de su marido. La

mayoría de los datos sobre esos delincuentes, en ese momento

desconocidos, fueron aportados a la Justicia por Virgilio

José Fernández Mutilva.

Nacido en Avellaneda en 1920, hijo de padre irlandés y

madre suiza, Kelly estudio en el Colegio Lasalle y a los 20

años se acercó a la Alianza Libertadora Nacionalista, una

organización de ultraderecha, nazi, antisemita y violenta,

vista con simpatía por sectores del Ejército y la Policía.

Una versión aggiornada de los camisas negras de Benito

Mussolini. Más de una vez fue visto con campera negra y una

esvástica en el brazo y las versiones sobre el tamaño de su

prontuario son coincidentes: no era pequeño. La Alianza no

andaba con muchas vueltas. Hay quienes aseguran que Kelly,

que siempre anduvo armado, se acercó a la Alianza en 1953,

cuando, por la fuerza, desplazo al jefe, Juan Enrique Román

Queralto, a quien le partió la cabeza de un botellazo en la

Confitería La Perla del Once, cuando éste maniobraba para

recuperar la Alianza. Queralto pasó los siguientes años en

el Paraguay. Primero fue diplomático y, a la caída de Perón,

instalo un pequeño negocio en el centro de Asunción. Sus

amigos dicen que vendía chucherías; los neutrales, que era

traficante de drogas y armas, y los adversarios, que siempre

fue materia dispuesta para el primer delito que apareciera

por el aire. Volvió a la Argentina y su última aparición

publica antes de morir fue para apoyar a Herminio Iglesias

cuando éste fue candidato a gobernador de la provincia de

Buenos Aires. Queralto no solo estuvo entre quienes fundaron

la Alianza en 1937, cuando se llamaba Alianza de la Juventud

Nacionalista, sino que integro todos los grupos

ultranacionalistas que la precedieron.

La Alianza fue acusada de haber dirigido a los grupos que

incendiaron la Casa del Pueblo, el Jockey Club y la Casa

Radical en abril de 1953 y la Curia y varios templos

católicos porteños en junio de 1955. Kelly insistió siempre

que todos esos incendios fueron obra de grupos de choque que

respondían a Queralto y contaban con el apoyo de fracciones

conducidas por el teniente coronel Jorge Osinde, jefe de

Coordinación Federal. Lo cierto fue que aquel 13 de abril de

1953, cuando Perón le dijo a la multitud: “Eso de la leña

que ustedes me aconsejan, ¨por qué no empiezan ustedes a

darla?”, encontró un r pido eco. Osinde, por cierto, conocía

bastante sobre esta historia. Fue el que dio las ordenes de

no reprimir, prohibir la salida de los bomberos y de hacerse

los distraídos frente a la turba.

El 20 de septiembre de 1955, con el régimen Peronista

agonizante, la sede central de la ALN, en Corrientes y San

Martin, muy cerca del diario La Nación, fue bombardeada por

tanques Sherman. Caía el Gobierno y Kelly, un símbolo de las

fuerzas ultraderechistas que apoyaron a Perón, fue detenido y

se lo proceso por asociación ilícita, hurto calificado,

homicidio, asalto en banda y algunos minucias Más. Trasladado

al penal de Rio Gallegos, se escapó junto con el empresario

Jorge Antonio, el gremialista José Gerónimo Espejo, el gordo

John William Cooke -un soñador brillante que imagino un

Peronismo de izquierda-, el ex diputado Pedro José Gomis y el

odontólogo Héctor Campora, otro ex legislador, que después de

ser delegado de Perón en 1973 sería un efímero presidente de

la Republica. Con el Bebe Cooke, Más allá de las

discrepancias ideológicas, armo una entrañable amistad. Es

Más, fue en el departamento que Kelly ocupaba en Caracas

donde se llegó al acuerdo entre Perón y los enviados de

Arturo Frondizi, que le permitió a éste llegar a la

presidencia de la Republica en 1958.

Guillermo Patricio Kelly encontró refugio en Chile, pero el

país trasandino aprobó su extradición. Volvió a huir, esta

vez vestido de mujer. El cómplice fue un compatriota, Jorge

Cesarsky(2), un delincuente internacional condenado por

homicidio en España, que lo expulso en 1987 por indeseable.

La fuga de Kelly provoco la destitución de dos ministros

chilenos, los de Justicia y Relaciones Exteriores. Volvió a

la Argentina en 1958 y cada tanto, reaparecía en escándalos

públicos. En 1966 ocupo por la fuerza la sede de la Junta

Coordinadora Nacional del Partido Justicialista y dio a

conocer una violenta proclama contra el dirigente metalúrgico

Augusto Timoteo Vandor, asesinado en 1973. En diciembre de

1968 se subió al campanario de la Iglesia del Pilar, en la

aristocrática Recoleta, y entorpeció el homenaje al general

Arturo Osorio Arana, uno de los jefes de la revolución que

desplazo a Perón, y pocos días antes del secuestro de

Aramburu armo una virulenta campaña en contra del ex

presidente de facto de la Argentina. Dirigía, en esas

jornadas, una revista, Marchar, de aparición discontinua. En

enero de 1975 López Rega ordeno su clausura.

Quién sería ese Gordon?

Y si su vida estuvo rodeada de tempestades, en cuanto

apareció, en la madrugada del jueves 25, todos los

antecedentes fueron superados. Golpeado, con hematomas y

cortes en la cara, Kelly comenzó a hacerse fuerte. Lo dejaron

en Ingeniero Maschwitz, pidio ayuda en una estación de

servicio y fue conducido a la Unidad Regional de Tigre, la

ciudad donde languidece el delta del rio Paran . A las

cuatro de la mañana llego a la comisaría 35a., en el barrio

de Belgrano, donde lo esperaba el juez de Instrucción Lucio

Somoza. Kelly ignoraba, en esos días, la amistad del

magistrado con el general Paladino y Aníbal Gordon, pero no

le gusto la actitud del juez y se limitó a una declaración

formal. Frente al periodismo disparo pocos nombres, pero

prometió futuras revelaciones sobre Gordon y un grupo de

tareas al que llamo Brigada panqueque. Sentía que Tenía

todos los triunfos en la mano, pero no quería mostrar su

juego. Salió de la comisaria y fue directamente a la

Nunciatura, en la Avenida Alvear. Lo esperaba monseñor

Calabresi.

De Gordon, el público solo sabía que figuraba en los

listados de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de las

Personas, CONADEP(3), como represor en el centro clandestino

de detención Pozo de Banfield(4) y que la mayoría de los

sobrevivientes de otra prisión ilegal, Automotores Orletti,

lo reconocieron como virtual jefe de ese lugar. A Kelly,

pocos le creyeron. Podría tratarse de un delirio Más.

Gordon, sin duda alguna, es todo un símbolo de la represión.

Un delincuente común que milito en la Triple A y en la

inteligencia militar y fue responsable de secuestros,

torturas y homicidios. Simultáneamente, como otros elegidos,

gozo de un bill de inmunidad que lo habilito para cometer

distintos delitos en provecho propio. Una manera de

recompensarlo por tanto trabajo sucio encargado por el

Estado. Los testimonios recogidos en Buenos Aires, Rosario,

Córdoba y Tucumán fueron coincidentes: pocos actuaron como

él. Hasta los hampones comunes se asombran con las historias

que se divulgan sobre Aníbal Gordon. Muchos confirmaron,

además, que sufrió varias heridas de bala en enfrentamientos

con extremistas. La Justicia argentina lo proceso por

trescientos sesenta privaciones ilegales de la libertad,

doscientas ochenta casos de tormentos a los detenidos, veinte

reducciones a servidumbre de detenidos ilegales y diez

homicidios calificados. Gordon, si bien siempre fue hombre

del Ejército, perteneció también a la Secretaria de

Informaciones del Estado, SIDE. Debe recordarse que el

decreto 2770, de noviembre de 1975, dispuso que la SIDE

dependiera, funcionalmente, del Consejo de Defensa, siempre

en el marco de la lucha contra la subversión. Es decir que el

control de la SIDE no era la Presidencia de la Nación, sino

las Fuerzas Armadas. Gordon, por si fuera poco, también

trabajo para el Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea.

Kelly conto que había estado 18 horas sometido a malos

tratos, y que alguna de las amenazas recibidas eran para que

no insistiera en denunciar el asesinato de Jorge Hugo

Dubchak, un guardaespaldas de la Unión Obrera Metalúrgica,

según él, perpetrado en la sede gremial. Dubchak, al fin, un

desaparecido, habría sido descuartizado e incinerado en el

mismo lugar por orden de Lorenzo Miguel. Esto no se probó, y

Miguel amenazo con querellas varias a quienes repitieron la

especie.

Paulatinamente, Kelly fue agregando nombres, como el de

Eduardo Ruffo, al que persiguió de todas las maneras

posibles: llamo al periodismo, le golpeo la puerta de la

casa, en Billinghurst y Soler, y lo amenazo. Al fin, lo

expuso ante la opinión pública. Lo que decía era casi

surrealista: hablaba de la Brigada Panqueque, de un brigadier

Guillamondegui, que ocultaba a Gordon en Córdoba, del

homicidio del obrero Dalmiro Flores y de un tal coronel

Mateos, que Tenía una pistola regalada por la Brigada de

Gordon. El escándalo crecía. Kelly agregaba otra referencia:

en la mitad del viaje el grupo se quedó sin apoyo y en la

casa de Rosario, que era de un alto jefe militar, no solo

estuvieron a punto de matarlo, sino que en un momento lo

metieron dentro de un aljibe con varios cartuchos de dinamita

atados a la cintura.

El 16 de septiembre de 1983 la Justicia allano una casa de

Ruffo en Carilo: solo encontraron proyectiles y algunos

documentos. Eso sí, Tenía una casa en un coqueto y nada

barato balneario situado entre Pinamar y Villa Gesell. Poco

después caía en Córdoba Carlos Herrador, hermano de la

segunda mujer de Gordon. Herrador había sido, en 1974,

chofer del brigadier Lacabanne y Tenía en su poder una

credencial auténtica del Servicio de Inteligencia de la

Fuerza Aérea. Junto con él fue detenido Carlos Membrives,

suboficial de la Fuerza Aérea e integrante de la banda de

Gordon.

Kelly seguía agregando nombres: el general Paladino, los

hermanos Rizzaro, Rubén Escobar, que manejaba la pick up azul

en la que lo trasladaron a Rosario; Marcelo Gordon, el hijo

de Aníbal, y Leonardo Miguel Save, uno de los tantos

represores denunciados ante la CONADEP, que pasó por la

cárceles clandestinas El Banco y El Olimpo(5). Apunto

directamente a López Rega y Suárez Mason y reitero que hubo

un pacto entre el entonces almirante Emilio Eduardo Massera,

hoy un civil inhabilitado y el terrorista Mario Eduardo

Firmenich. Tuvo tiempo, además, para refrescar las

relaciones entre varios militares argentinos con el masón

italiano Licio Gelly y la Logia Propaganda Due. Esta vez

Tenía razón. Todo lo que dijo se fue probando con los años.

En noviembre de 1983 el juez Somoza allano las oficinas de

Magister y, según Kelly, se limitó a tomar café con el

general Paladino y el doctor Santangelo, en lugar de

investigar. Pero, casi simultáneamente, el juez Dibur,

siempre cuestionado por Kelly, le bajo las prisiónes

preventivas a Paladino y al comodoro Rodolfo Schillizzi

Moreno, dueño de la agencia de investigaciones Sidip, al que

acuso de tenencia de armas de guerra. Kelly insistió en que

los secuestradores le ofrecieron 600.000 dólares para que

abandonara el país y que Somoza impidió que él pudiera

probarlo. La causa fue por privación ilegal de libertad, un

delito excarcelable. Según la víctima, era un típico caso de

secuestro extorsivo, Más robo calificado. También en este

detalle Kelly acertó. En la caja fuerte del Juzgado Federal

número 5 sigue guardada la cédula de identidad de Kelly

hallada en poder de sus captores. Se la robaron junto con

otros documentos. Que fue un robo es casi de Perogrullo.

Un caso clínico

Antes de caer, el grupo Gordon, en plena democracia,

consumo el último golpe. El 15 de enero de 1984, a las cinco

de la tarde, intercepto en Olivos a José Ricardo Larosa, que,

con un amigo que vivía en Alemania y otro que presto un auto,

estaban grabando un video con lugares típicos de Buenos Aires

y sus alrededores. Contaban con una modernísimo c mara

Hitachi y una grabadora Bosch. Fueron asaltados por tres Ford

Falcon ocupados por ocho o nueve hombres que, con armas

largas, los amenazaron y tomaron el control del automóvil. La

aventura término, con Larosa y sus dos amigos abandonados en

San Fernando, sobre la Panamericana, con el auto, pero sin el

equipo de televisión. Larosa denunció el caso e

individualizo a Aníbal y Marcelo Gordon cuando éstos fueron

detenidos en Córdoba en febrero de 1984. “Esta es la

democracia de Alfonsín”, gritaban cuando se fueron después

de despojarlos de sus equipos.

Ruffo demoro en caer. El sábado 24 de agosto de 1985 un

escueto cable llego a redacciones, radios y canales de

televisión:” Detuvieron a Eduardo Ruffo”. Al autor de este

trabajo, entonces en La Razón, se le ocurrió llamar a la sede

de Abuelas de Plaza de Mayo, por si ellas sabían algo. En

cuanto conto lo que ocurría, del otro lado de la línea una

voz ansiosa pidio el número del diario, para asegurarse de

que no se trataba de una broma Más. A los 20 segundos la

mujer llamo: “Soy la abuela de Carla, la nena que Ruffo

tiene en su poder. Gracias; ya nos movemos” Se movieron. Al

otro día, Matilde Artés Company recuperaba a su nieta. El

juez Martin Irurzun condeno a Ruffo a seis años de prisión

por la supresión de estado civil de una menor. Más allá de la

voluntad de un juez para condenar, la legislación argentina

prevé penas Más severas para quien roba un auto usando armas,

que para el que se apropia de un menor y le cambia la

identidad. El comisario Antonio Roberto Charadia, de la

Comisaria II, de Tigre, detuvo a Ruffo en la quinta La

Susanita, en el kilómetro 48 de la ruta 8, cerca de Pilar.

Estaba con su esposa, Amanda Cordero; Jorge Omar Rizzaro y su

esposa, Liliana Adela Marzialetti; Norberto Héctor Barone; la

esposa de éste, Amanda Segundo de Barone, y José Alfredo

Barone, de 65 años, suboficial del Ejército y padre de

Norberto. La policía secuestro un revolver 38, una pistola 9

milímetros, cincuenta y ocho credenciales de distintos

organismos oficiales, y varios automóviles robados: dos

Renault 18, un jeep IKA, un Renault 18 Break, un Mercedes

Benz y un Ford Sierra. El jeep había sido propiedad de Juan

Luis Unamuno, alias Chato, desaparecido en enero de 1985.

Amanda Segundo de Barone se enojó con la policía porque le

secuestraron los esquíes que le había regalado Jorge Rizzaro.

Pertenecían al escribano Collins, a quienes asaltaron en

la zona de Mercedes. Casi está de Más decir que, salvo en el

caso de Ruffo, el resto, a los pocos días, gozaba de total

libertad, y que, incluido éste, hoy -noviembre de 1993-no

solamente siguen libres, sino que se reúnen en un camping

ubicado en la Avenida Crovara. Tan cierto como que sus socios

de la Concentración Nacional Universitaria también aparecen

juntitos en un céntrico café de la Avenida Córdoba, a metros

del Centro Naval.

El secuestro fue así

El 24 de agosto de 1987, ante la Justicia, Aníbal Gordon

se prestó a hablar sobre el secuestro de Kelly. Más allá de

las mendacidades en las que incurrió para salvar su pellejo y

el lenguaje policiaco de quien tomo la exposición, ayuda a

entender el caso la explicación que dio ante la Justicia, que

se transcribe en sus partes fundamentales:

“Este tema comienza con una entrevista entre Ben Gurion y el

señor Kelly, para el año 1979, en que es reclutado por el

cónsul general de Israel en Nueva York, profesor Mocadi. La

Embajada Argentina advierte a los servicios de inteligencia

de esto. Estos servicios eran la SIDE y Seguridad Federal.

Para ese entonces, Seguridad Federal interroga a Kelly en un

interrogatorio de dieciocho páginas, en el que intervino

personalmente el dicente -Gordon-, ya que en ese momento era

jefe de la Mesa de Contrainteligencia Exterior e Interior,

dependiente de la SIDE. La razón de esta inquietud oficial

respecto de Kelly es que éste formaba parte de los servicios

de inteligencia argentina y estaba por formar parte de un

servicio extranjero como era el de Israel. La declaración de

dieciocho páginas se halla reservada en la caja fuerte del

Juzgado Federal número 5.

“En el año 1980, la SIDE encargo al dicente que fuera a

conversar con Kelly, en un interrogatorio de tipo amable

(sic), que tuvo lugar en el Restaurante Zi

Teresa, en Las Heras y Sánchez de Bustamante, cerca de la

base donde el dicente desempeñaba sus funciones, llamada

Operaciones Tácticas Uno, llamada ahora OT 1000. En este

almuerzo, Kelly ofrece al dicente trabajar con él.

Preguntado por el Tribunal acerca del objeto de la

entrevista, el dicente manifestó: que ahora se referir al

tema. Que cuando alguien se desempeña en un servicio de

inteligencia, debe permanecer vigilado, sus hábitos, si posee

Más dinero, con quién se mueve, etc. En el curso de esta

entrevista, Kelly sospechaba que el dicente Tenía un grabador

en su reloj, a lo cual le dio seguridad de que no, y como

gesto de confianza intercambiaron sus relojes. El del dicente

que era un Citizen y el de su interlocutor, que era un reloj

francés.

“Preguntado por el Tribunal sobre el resultado de la

entrevista dijo el compareciente que Kelly le oferto la suma

de 50.000 dólares. Aclara nuevamente que esta entrevista le

fue ordenada por el subsecretario A, coronel Visuara, que

figuraba como Del Viso en sus tareas. Acto seguido el dicente

se referir a la detención de Kelly en 1983. El dicente

recibió una orden del nombrado Visuara, hallándose en ese

momento a cargo de la secretaria Martínez, que luego fue

reemplazado por Pena. Explica el compareciente que desde sus

comienzos la SIDE dependía directamente y sin intermediación

alguna del señor presidente de la Nación, a sus ordenes

directas, pese a lo cual no sabe si en este caso concreto el

presidente Bignone estaba al tanto de la orden de Visuara.

Solo sabe con seguridad que para esa época el Presidente tuvo

una entrevista con los comandantes en jefe sobre este tema,

lo que sabe en virtud de la característica de sus tareas, que

le permitían un constante acceso a la Casa de Gobierno,

habiéndose llevado a cabo el 24 de agosto a las 18 horas, la

entrevista mencionada de los comandantes. El objetivo de la

detención era interrogar a Kelly por acciones antinacionales,

desviación de información de los tres servicios, ya que

dependía de la Mesa Política del SIDE, del Batallón 601, de

la Mesa Política y Gremial y policía, se rectifica, Seguridad

Federal. En el caso de la SIDE percibía sus salarios a nombre

de Doctor Guillermo, pagándoselo el Subsecretario A en

persona. En la Policía Federal le pagaba el coronel Arias

Duval, superintendente de Seguridad Federal. Por el Batallón

601 el coronel Marisalda, jefe de Interior. Preguntado por el

Tribunal a favor de quien desviaba el señor Kelly la

información, tal como quedara expuesto, dijo que a favor del

Mossad (el servicio secreto de Israel). Agrega que para la

detención de Kelly se creó una fuerza de tareas de dieciséis

miembros, con un jefe de grupo por cada institución. Por la

SIDE, el oficial de Inteligencia Eduardo Ruffo; por Seguridad

Federal, el subcomisario de Inteligencia, y un mayor del

Ejército, cuyo nombre se niega a suministrar debido a que ha

quedado amparado en la Obediencia Debida. La fuerza,

retomando, se componía de 16 oficiales, es decir la

totalidad, todos pertenecientes a Seguridad Federal, el

Batallón 601 y al SIDE, hallándose el declarante a cargo de

todo el grupo. Preguntado por el tribunal como podían

coordinarse instituciones autónomas entre sí, dijo que en

razón del interés de la Presidencia en el tema, y dado que la

Secretaria de Inteligencia en si no tiene poder de detención,

se coordinaron los distintos organismos, que habitualmente

trabajan relacionados, por lo que se apoyan mutuamente, ya

que incluyen algunos agentes pertenecientes a diferentes

servicios, y es así que se organizó este operativo. En ese

momento estaba al mando del Batallón 601 el coronel Julio

César Bellene, y luego fue sucedido por el coronel Tepedino

(6), quien luego fue jefe de la Casa Militar con Bignone. La

Superintendencia de Seguridad Federal se hallaba a cargo del

coronel Argibay (seguramente quiso decir Arias Duval), y de

la Secretaria de Interior de esa dependencia, el coronel

Arizmendi. En la reunión de información que celebraban todos

los servicios de información, tal como es actualmente,

semanalmente en la SIDE, se tomó la decisión de efectuar un

operativo conjunto, en el que cada servicio aportaría agentes

y que estaría a cargo del dicente, dado que Kelly se trataba

de un informante común. Una vez compuesta esta fuerza de

tareas, se afecta a este operativo un helicóptero matricula

LV-EA-150, no recuerda bien el número, que modulaba a su

radio. El helicóptero estaba afectado al II Cuerpo de

Ejército. Esa aeronave debía alertar si había anomalías en

el

camino. La detención de Kelly se produjo antes de las 7.30 en

la intersección de la calle Republiquetas y Cabildo, cuando

se detiene a comprar el periódico. En ese momento se da

cuenta de que es abordado por ambos flancos y arremete contra

un Ford Falcon gris de la Policía Federal y le hunde las dos

puertas y el parante lateral. Los vehículos que integraban el

operativo eran todos Falcon, pertenecientes al Ejército, a la

Policía y a la SIDE. En ese momento, Kelly extrae de entre

sus ropas una pistola 11,25 milímetros y quiere herir a

uno de los oficiales, siendo allí lesionado en la cabeza.

Paralelamente a estos sucesos, al ver tantos vehículos se

detiene un patrullero de la comisaría 35a., al cual se le da

la orden radial de que se retire, dado que era un operativo

especial y había zona liberada ordenada por la Subzona del I

Cuerpo de Ejército. La orden al patrullero fue impartida por

la consola central, con la que el dicente se había comunicado

a tal efecto desde su radio, que posee 500 canales. El

dicente se hallaba vestido de civil, pero portaba la

credencial que lo identificaba como coronel de Inteligencia,

agregando que poseía a raíz de sus funciones, también un

pasaporte diplomático que le había sido otorgado por el

Ministerio de Relaciones Exteriores, para sus miembros al

extranjero. Los nombres que utilizo a estos fines fueron: en

China, el de Bazterrica, aclarando en este acto que todos los

documentos eran oficiales, expedidos por distintos organismos

de la SIDE. En Nicaragua estuvo como Ezcurra y usaba también

el nombre de Carlos Alberto Irigoyen. El dicente desea

aclarar que en todos los medios de prensa leyó que estaba de

uniforme, lo que es inexacto, ya que el declarante estaba de

civil. Una vecina, según sabe, de la vivienda de Kelly

asevero que estaba en el operativo una cupé Fuego, igual a la

que posee el dicente, pero eran todos vehículos Ford Falcon.

Preguntado por el tribunal acerca de la persona que redujo a

Kelly al resistirse éste, dijo que ahora aportar los

nombres. Una vez detenido Kelly, se efectúa una comunicación

a la consola central donde se hace saber de la detención,

recibiendo el dicente la orden de trasladar a Kelly al rea

del II Cuerpo de Ejército. Para ese fin le fueron entregadas

las llaves de una casita en Avenida San Martin al 4800, de la

ciudad de Rosario. Las llaves y las direcciones de detención

las proporciono el jefe de Inteligencia del II Cuerpo,

coronel Marisalda. Esta casa, cree el dicente, que era de uso

del Ejército. Se introduce al señor Kelly en la finca, a la

que recuerda perfectamente, pese a que no sabe el numero

exacto, pero era cerca de mitad de cuadra. Desde el lugar de

detención hasta la llegada a la casa hubo tres paradas en el

camino, y cambios sucesivos de móviles, que siempre, sin

embargo, eran automóviles. Esas paradas fueron en el

kilómetro 176 de la ruta 9, luego en una estación de servicio

Isaura, en Zavala, cruce de Roldán, aproximadamente

kilómetro 250, y la última fue a la entrada de Rosario,

oportunidad en que el dicente se trasladó al comando del

Cuerpo II de Ejército a recibir órdenes. Preguntado por el

Tribunal para que diga por qué intervenía el Segundo Cuerpo,

dijo que era donde estaban dadas las órdenes. Agrega,

asimismo, que, durante el viaje, Kelly iba sentado en uno de

los Falcon, con la cabeza apoyada en la falda de uno de los

oficiales. En el Segundo Cuerpo le fueron entregadas las

llaves y las direcciones a las que aludiera, por el coronel

Marisalda. En este acto el compareciente desea agregar a la

causa un plano que él ha confeccionado sobre esta casa,

ordenando el Tribunal se agregue como se pide, lo que así se

hace. Llegados a la finca se introduce al detenido al

comedor de la casa, con la cabeza gacha, pero sin estar

vendado. Allí se procede al interrogatorio, que fue grabado y

filmado, y lo secuestrado obra en poder de los distintos

servicios de inteligencia. La grabación quedo en poder de la

Jefatura II de Inteligencia y una copia en la SIDE. Por el

Ejército recibe la grabación el coronel Marisalda, por la

Policía Federal el coronel Arias Duval, y por la SIDE el

coronel Visuara. Siendo las 18 horas de ese 24 de agosto,

hallándose Kelly muy nervioso, se le pone un televisor frente

suyo, donde se veía la imagen de su esposa pidiendo a sus

captores que lo liberaran, dando los nombres de los mismos,

dando los nombres de Gordon, Enciso, Ruffo y otros. Esto se

explica de la siguiente forma: existía una lista, que fue

hecha llegar en forma anónima al Juez de Instrucción, por ese

entonces el doctor Somoza. En realidad se trataba de dos

listas, una para el caso de que la detención fuera del

Ejército, y otra por si era de la SIDE. Agrega que estas

listas, primero anónimas, fueron luego presentadas por los

señores Gregorio Dupont e Ibarra, vinculando en ellas a su

hijo Marcelo, con el secuestro y el homicidio de Marcelo

Dupont, hecha llegar al mismo juez. Esta lista es la que

obtuvo también la esposa de Kelly, y de esta manera obtuvo

los nombres que menciono por televisión. A las 20.30 de esa

fecha se termina el interrogatorio, comunicándose ello a la

superioridad, o sea al coronel Marisalda, esperando la

contestación. Se secuestra en el curso del interrogatorio lo

siguiente: que la información del Batallón 601 que Kelly

desviaba se la proporcionaba un oficial de inteligencia,

desleal, de ese batallón, de nombre Jorge Mutilba(7); que la

pistola 11.25 y un revolver calibre 38 corto, secuestrado

abajo del asiento de su vehículo, se las proporciono el

oficial Mutilba, ya aludido, que se le secuestraron

fotografías de agentes de inteligencia infiltrados en

distintos sindicatos, en cantidad de veinte, que pertenecían

al Batallón de Inteligencia y Seguridad Federal, y

documentación ya procesada para ser entregada. A las 21.30 el

declarante se apersona en Sarmiento 1350, sede del Comando

del Segundo Cuerpo, recibiendo como dijo la orden inmediata

de libertad del detenido en presencia del mayor Guzmán, cuyo

verdadero nombre y apellido es Ernesto Lorenzo, que es el

mismo que investigo la filtración de información hacia

Inglaterra a través de los teletipos del Banco de Londres

durante la Guerra de las Malvinas. Aclara que la primitiva

orden era que luego del interrogatorio de Kelly debería ser

entregado a la delegación Rosario de la Policía Federal,

donde iba -presume- a quedar detenido a disposición del Poder

Ejecutivo.

“Presume el declarante que a raíz de reclamos

diplomáticos, o de personalidades como Edward Kennedy, o del

Mossad, se decide la libertad de Kelly, ignorando el

declarante quién tomo la decisión, pero si le fue transmitida

en forma radial y también personal por el coronel Marisalda.

Se arma entonces un convoy de tres vehículos y se lo

transporta hasta el Automóvil Club de Ingeniero Maschwitz, a

eso de las 0.30. Desea agregar que cuando descendió del

vehículo, el señor Kelly le dio un beso y un abrazo al

dicente. Preguntado por el tribunal sobre las condiciones de

detención de Kelly, dijo que fue bien tratado, que durante el

viaje se le aplicaron compresas y vendajes por su herida, que

una de las paradas fue incluso para que pudiera orinar. Por

otro lado, ya en la casa, hasta pidio se elevara el volumen

del televisor para escuchar mejor y, si bien los

interrogadores lo trataban con energía, nunca llegaron a la

agresión física, pensando que Kelly respondió a todo lo que

se le pregunto porque aseveraba constantemente estoy muerto,

o sea, Más por sus temores que por presiones de sus

interrogadores. Brindar ahora al Tribunal los nombres de los

componentes de esta fuerza de tareas: Eduardo Ruffo, César

Alejandro Enciso, Marcelo Gordon, Miguel Save, el dicente, y

once oficiales que ya gozan de los beneficios de la ley de

obediencia debida, cuyos nombres se reserva. Agrega además

que existen personas detenidas por tener una vinculación con

el declarante, como Herrador, por haber ido a comer con él, y

Jorge Omar y Patricio Rizzaro, que son sus sobrinos, en tanto

que Miguel Herrador es cuñado del declarante, pero no se

hallan involucrados en ningún hecho delictivo y se hallan

detenidos por imputaciones de Kelly que solo se basan en la

relación que tienen con el declarante. Desea además agregar

que en este caso, del secuestro de Kelly, Guglielminetti es

totalmente ajeno, conociéndolo hace Más de quince años,

siendo el declarante que los hizo entrar en el Batallón, pero

es totalmente ajeno al hecho de autos. Preguntado por el

Tribunal hasta qué momento presto servicio en la SIDE dijo

que hasta el momento de su detención prestaba servicios, que

fue detenido, tranquilamente en su casa, en medio de una

reunión familiar, vestido de short y pantuflas. Actualmente

si bien no sabe su situación, ya no percibe Más salario por

esas tareas.” Sobre el final, Gordon aclaro que hacia esa

declaración porque deseaba la “reconciliación nacional”.

Esta fue la última declaración de Aníbal Gordon ante los

tribunales argentinos. Poco después, moría. Lo curioso es

que, tras esta exposición y una similar de Marcelo Gordon, el

abogado de ambos, Jorge Juan Ruiz Díaz, renuncio a seguir en

esa función ante la C mara Federal. Disconforme con el

testimonio, en el que Gordon confesaba ser culpable, Más allá

de que buscase el amparo de la Obediencia Debida, el abogado

Ruiz Díaz dejo conceptos duros hacia sus ex defendidos. Hay

un párrafo de la nota, fechada el 26 de agosto, que merece

ser reproducido: “De los esfuerzos y logros en favor de los

señores Gordon hablan los resultados obtenidos estos tres

últimos tres años y medio. Una sola condena -que no se

encuentra firme- precisamente en esta causa y pendientes tan

solo cuatro causas de las tantas que se les enrostrara a los

Gordon”. Le falto aludir, al abogado Ruiz Diaz, a la matanza

en la parrilla La Estancia, el secuestro e intento de

homicidio del empresario Di Nella, los asesinados en

Automotores Orletti y unos cuarenta secuestros extorsivos,

para que se entendiera mejor a quiénes habia salvado de la

prisión. De todos modos, se entendio: logro que se declarara

inocentes a torturadores, secuestradores y homicidas. La gran

pregunta es por qué Gordon, un pesado que conocia de codigos

carcelarios, disparo al viento el nombre de sus jefes:

Visuara, Marisalda, Arias Duval y Bellene.

Un acto de servicio Más

Obvio es que Aníbal Gordon aspiraba a demostrar que habia

recibido ordenes superiores. Si se trataba de un acto de

servicio, le podria haber correspondido la obediencia debida,

que lo habia salvado de responder por crimenes cometidos en

el ámbito del Primer Cuerpo de Ejército. Pero fue la primera

vez que una cabeza visible de la represion confeso haber

consumado un secuestro, y dio nombres de algunos de sus

complices y de sus jefes. También quedo expuesto que detener

a alguien sin una orden judicial le parecia normal. Es que

era habitual y normal. Para otro, admitir lo que admitio,

sería algo así como tirarse al agua con un salvavidas de

cemento armado. Para él, fue todo un descargo. De todos

modos, siempre hablo de operativos, de detención, y al final

se le escapo “secuestro de Kelly”. Llamo la atención, eso

si, que sin que alguien se lo preguntara, tratase de despegar

a Guglielminetti del caso.

Unos años antes, el 3 de junio de 1984, ante el comisario

Mario Fernández, jefe de Defraudaciones y Estafas de la

Policía Federal, Ernesto Lorenzo, el mayor Guzmán, había

contado algo parecido. Solo parecido: “A mediados de agosto

del año pasado Gordon cita al grupo en una confitería

céntrica. Concurrieron Save, Ruffo, Marcelo Gordon, Jorge

Omar y Patricio Rizzaro y Kino. Allí Gordon les informa que

secuestrar n a Guillermo Patricio Kelly con el fin de obtener

de él información respecto a que servicio de inteligencia

extranjero trabajaba. Para ello utilizarían tres vehículos,

dos Ford Falcon y una Renault Fuego ( la de Gordon),

distribuyéndose la gente de la siguiente manera. Gordon y

Ruffo en la Fuego, el primero con uniforme del Ejército

Argentino, el dicente en un Ford Falcon y el resto

distribuido en esos vehículos. El operativo se efectivizaría

cuando Kelly abandonara su domicilio en horas de la mañana.

Las armas utilizadas eran, según recuerda, dos armas largas,

ametralladora y escopeta, Ruffo y Gordon, y el resto cree que

con armas cortas. El dicente portaba en esa oportunidad un

revolver calibre 38 largo. Es así que al salir Kelly de su

domicilio, en un Ford Taunus, es seguido por los tres

rodados, siendo interceptado a una o dos cuadras por uno de

los Falcon, que no es el que conducía el dicente. Al detener

su marcha el rodado de Kelly, ascienden al mismo Ruffo, que

toma el volante, y Gordon. Desde allí se dirigen todos por la

ruta Panamericana, hasta 20 o 30 kilómetros de la General

Paz, lugar donde se contactan con una camioneta de color

verde. A ella ascienden Ruffo, Gordon, Patricio Rizzaro y

Kelly, continuando camino con destino a Santa Fe, abandonando

en ese lugar el vehículo de Kelly. Sabe que estuvieron en las

afueras de la ciudad de Rosario, donde Gordon mantuvo una

conversación con Kelly, desconoce de qué hablaron.

Posteriormente se dirigieron a una vivienda, de la que

desconoce quiénes son sus propietarios, la cual, en su

frente, tiene dos puertas, una para vehículos y otra para

personas. Por el acceso de vehículos ingreso uno de los

Falcon. El resto de los vehículos fueron estacionados a unos

cien metros del lugar, previo a descender Kelly, quien lo

hizo con vendas en los ojos y maniatado. Ya en el interior,

Kelly es colocado en una habitación con mesas y sillas,

siempre custodiado por alguien del grupo. Allí se le efectúa

un interrogatorio, preguntándole para quien trabaja, a lo que

éste responde que para el Servicio de Inteligencia Israeli,

por lo cual recibia dinero. El interrogatorio es llevado por

Aníbal Gordon y el dicente. Es solo esa parte la que

escucha”.

Es decir, la cupé Renault Fuego estuvo; Gordon usaba

uniforme del Ejército Argentino, y los Rizzaro participaron.

El tema del uniforme de coronel cerro con la declaracion de

los suboficiales Paredes y Gualinchay, ocupantes del móvil

235 de la Policía Federal, que coincidieron en que cuando se

acercaron al auto -de Kelly-, un individuo vestido de coronel

del Ejército les dijo que estaba todo resuelto y que sus

presencias eran innecesarias.

Marcelo Aníbal Gordon se sometió voluntariamente a una

ampliación de la indagatoria el 8 de septiembre de 1987. La

torpeza de su exposición fue mayúscula. Aspiraba a que le

creyeran que fue a Rosario, pero no participo en el

interrogatorio, ya que ni siquiera le dejaron ver a Kelly, y

que volvió a Buenos Aires con personal de la Policía y del

Ejército, al que no identifico. Adujo que temió por las

repercusiones del caso, fue a la SIDE y entrego a su jefe, el

coronel Visuara, el arma y su credencial. Los detalles del

operativo los supo porque se los conto su padre, Aníbal, y la

síntesis, Más o menos ésta: Kelly era agente de la SIDE y

filtraba información a los servicios secretos de Israel.

Sobre la captura de Kelly, el joven Gordon, cuya firma denota

que, con mucha suerte, habrá cursado dos o tres años de

colegio primario, pretendió dar una imagen profesional: la de

un agente que interviene en un procedimiento, pero, en lugar

de detención, menciono, como su padre, la palabra secuestro.

Después repitió el libreto, inclusive en la parte referida a

la vestimenta de Aníbal Gordon, y cerro todo aclarando que

“el señor Guglielminetti no intervino en este hecho”.

Tampoco el Tribunal se lo había preguntado. Como en todos los

casos en los que este tipo de sujetos declara ante la

Justicia, primero hay que separar mentiras de verdades, y

leer entre líneas lo que se les escapo, bien por actos

fallidos, o por torpezas.

Ayuda a cerrar Más aun el caso la lectura de la

declaración de Ethel, una empleada de Magister, que mantuvo

un romance con Ruffo. Acaso despechada, declaro el 7 de

noviembre de 1983 como se había hecho el secuestro, y que

participaron los dos Gordon, Ruffo y Paladino, éste en la

parte organizativa. La mujer aporto un dato básico: Ruffo le

había contado que el día anterior al del secuestro sostuvo

una larga reunión con el militar para ajustar los detalles. A

ella le constaba ese encuentro, precisamente porque trabajaba

en Magister. Paladino, requerido por la Justicia, se limitó a

decir que, cuando se desempeñaba como segundo jefe de la

inteligencia militar, conoció a Gordon, con el que trabajo,

primero en Rosario, y después de 1976 en la SIDE. No Más.

Nada sabía el general: no lo coloco en la custodia de Perón,

no lo veía diariamente en Magister y no estuvieron codo a

codo en Automotores Orletti(8), una causa en la que Tenía,

junto con Gordon, prisión preventiva por privación ilegal de

libertad calificada. Tampoco menciono su procesamiento, aun

vigente, en la causa Chavanne.

De todos modos, estaba probado que su hija se había casado

con César Enciso, que los Gordon y Ruffo trabajaban a sus

ordenes en la SIDE y en Magister, que la hija de Gordon,

Tenía un alto cargo en su agencia y que el padre de Rizzaro

era uno de los socios de Magister. También que Kelly había

sido privado de la libertad en forma ilegal por la brigada

panqueque.

El 29 de octubre de 1986 el juez federal Fernando

Archimbal condeno a Aníbal Gordon a 16 años de prisión, y a

su hijo Marcelo a ocho, por privación ilegal de la libertad,

cometida con violencia, en concurso ideal con lesiones y

robo, agravado por haber sido cometido con armas”. Aníbal

Gordon murió en el Hospital Fernández el 13 de septiembre de

1987. El 24 de agosto había presentado un escrito en el

juzgado federal número cinco, ya a cargo de Martin Irurzun,

en el que solicitaba ser incluido dentro de los términos de

la Ley de Obediencia Debida. Alego que había recibido

instrucciones del presidente de la Nación, general Bignone, y

del comandante del Primer Cuerpo de Ejército, general Domingo

Trimarco. En esa presentación admitió no tener

incompatibilidades laborales: cobraba sueldos del Batallón

601, Seguridad Federal y la SIDE. Al fin, sugería que la

responsabilidad del secuestro era del coronel Rubén Víctor

Visuara. En todo caso, a éste también le hubieran

correspondido los beneficios de la cuestionada ley. Visuara,

oficial de Inteligencia, se desempeñó largos años en la SIDE.

El hijo de Gordon, Marcelo, cumplió su condena en la

cárcel de Caseros, donde existe un pabellón especial para

personal policial y de los servicios de inteligencia. En

agosto de 1993 estaba en libertad y el 5 de noviembre de 1992

fue arrestado en Rivadavia y Rodríguez Peña, cuando se

disponía a entregar huevos, pancartas y panfletos a los

jubilados que protestaban frente a la Plaza del Congreso.

Una manera de entretenerse. Estuvo detenido solo unas horas.

Que se sepa, estaba en libertad condicional, porque salió de

la cárcel al cumplir los dos tercios de la condena. Ocurre

que distribuir huevos en una manifestación se aproxima

peligrosamente al delito por desórdenes, tipificado en el

artículo 211 del Código Penal, aunque Más no sea en grado de

tentativa. Pareciera que fiscal alguno se interesó por el

tema, que podía haberlo enviado nuevamente a la cárcel.

Sería interesante saber si está contratado, o no, por algún

servicio de inteligencia. En el ambiente del hampa solo se

lo recuerda por su voz gangosa, baja estatura, y por haber

sido el hijo de Aníbal.

El apellido Gordon volvió a salir a la palestra en

noviembre de 1993, cuando se descubrió que el ex fiscal

federal Jorge Damonte había ocupado ese cargo sin ser

abogado. Damonte, logro un r pido nombramiento como fiscal

porque su madre, Teresa Gordon, sería la tarotista (sic) del

presidente Menem y ella era amiga de varios allegados al

Presidente. ¨Ser Teresa Gordon la prima de Aníbal?

Obviamente, nadie es culpable por tener un pariente

secuestrador y homicida. El dato sería una curiosidad Más.

Otro tema para consultar con los magistrados argentinos,

está referido a la accesoria de reclusión por tiempo

indeterminado. Una clausula, al fin, destinada a los enemigos

públicos. No necesariamente tienen que tener una condena a

prisión perpetua para merecer esa calificación.

Una mano del Consejo Supremo

El caso del agente de bolsa Pedro León Zavala,

secuestrado por la banda de Aníbal Gordon el 14 de junio de

1977, a las seis de la tarde, en Paraguay al 800, de la

Capital Federal, no solamente demuestra cuál era la cadena de

mandos, en la que Gordon era una suerte de jefe operativo,

con varios militares por encima de él, sino que prueba que el

Ejército organizó estas gavillas y las protegió. Por si

faltara poco, los militares se hicieron cargo de varios

integrantes de la banda, detenidos por la Policía de la

Provincia de Buenos Aires, y los dejaron graciosamente

libres. El último toque de esta corrupta cadena estuvo a

cargo del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, que

sobreseyó la causa por falta de pruebas.

A Zavala lo llevaron a una casa operativa de la SIDE, en

Chiclana y Pomar, uno de los aguantaderos de Aníbal Gordon.

Le sacaron todos sus objetos personales, 130.000 pesos, un

reloj Rolex de oro y una lapicera Parker del mismo metal. De

allí, en cuatro autos, el grupo fue a Córdoba. En un Ford

Falcon verde iban Gordon, la víctima, y Marta Susana García

Tezanos Pinto, agente de la SIDE. El resto de los

automóviles, otro Ford Falcon verde, un Peugeot 504 y un Fiat

125 condujo a parte de la banda hasta el barrio Las

Carolinas, detrás del Regimiento de Artillería

Aerotransportada Cuatro. Ese regimiento en el Camino a La

Calera, sobre la mano derecha. Sus instalaciones son las de

la vieja Escuela de Artillería, la misma en la que se instalo

el general Eduardo Lonardi en septiembre de 1955. Allí,

cerca del cuartel, estaba todo preparado. Tres meses antes,

un grupo operativo enviado por el teniente coronel retirado

Nieto Moreno, en ese momento jefe de Contrainteligencia de la

SIDE, se presentó en el citado regimiento. El jefe de la

misión, que se identificó como Ezcurra -Aníbal Gordon-explico

que estaban investigando una red de narcotráfico con sede en

la ciudad de Córdoba. A los pocos dias volvieron y dejaron

dos automóviles propiedad de la SIDE destinados al personal

de la SIDE que eventualmente viajara a Córdoba, y un furgón.

Gordon se ganó la confianza de los oficiales y hasta tuvo el

atrevimiento de dar una aplaudida charla en el casino de

oficiales sobre la lucha antisubversiva.

A los pocos días, el mayor Alberto Juan Hubert, uno de los

participantes de la comida de despedida al general Otto

Paladino cuando éste se alejó de la SIDE, corono con éxito

una serie de gestiones y la banda alquilo un chalet ubicado

en San Cayetano y Luis Güemes, en el barrio Las Carolinas,

vecino al regimiento. Tenía living comedor, tres dormitorios,

dos baños, cocina y antecocina, amplio jardín y un galpón. El

propietario de la vivienda, Arturo Cornelio Granillo

González, acepto arrendarla porque se lo pidio el mayor

Hubert a quien conocía. Hubert le explico que una comisión

militar la necesitaba para un trabajo breve y que requería

una gran reserva. El contrato por el alquiler, pactado en

250.000 pesos por un mes, Más un depósito de 50.000 pesos

para gastos de gas y energía eléctrica, fue suscripto por

Granillo González y un sujeto que se identificó como el

teniente primero Horacio Andrés Ríos. En realidad se trataba

de César Enciso, alias Pino. El falso militar presento la

cédula de identidad 7.976.057 de la Policía Federal. La

cédula de Enciso, nacido el 15 de diciembre de 1950, lleva el

número 7.976.059.

Ya en el chalet, Zavala fue obligado a escribir tres

cartas, dirigidas a su esposa; a su socio, Fernando Acuña, y

a un amigo, Francisco Gradin. A los tres debió indicarles lo

mismo: el rescate era de un millón de dólares. Si no

cobraban, lo ejecutarían. En la casa, los agentes de la SIDE

Tenían un teléfono de campaña, que no funcionaba muy bien,

con el que se comunicaban con el cuartel. Para acelerar los

trámites, lo llevaron varias veces al regimiento. Desde el

despacho del mayor Hubert, según testimonios de varios de los

implicados, Zavalía hablaba con su familia. Ya en libertad,

éste reconoció la voz del oficial del Ejército, al que no

vio, ya que lo llevaban encapuchado. El capitán Galletini

declaro ante la instrucción que él fue el que informo al

mayor Hubert sobre la presencia de un secuestrado en la

vivienda de Las Carolinas, y que éste le dijo que se trababa

de un “delincuente económico”. Lo curioso fue que no se

cito a los familiares o amigos de Zavalía que conversaron con

el telefónicamente mientras éste permanecía en cautiverio.

Hay constancias, en el sumario, de que el propio mayor

Hubert fue el que recibió a secuestradores y secuestrado

cuando llegaron a Córdoba. También de que este oficial comió

varias veces en el chalet de Las Carolinas. Otro oficial del

Ejército que, según los miembros de la banda, estaba al tanto

del secuestro era el capitán Oscar Mario Flamini. Fue

probado, además, que el mayor Hubert no informo debidamente a

la superioridad sobre los reales móviles del grupo Gordon.

También que les dio todas las facilidades para que operara.

El cobro del rescate debía ser el viernes 22 de julio.

Acuña, el socio de Zavalía, debía circular con su automóvil,

un Ford Taunus, por Figueroa Alcorta, Libertador, General Paz

y Panamericana, hasta la ruta 8, donde se haría el pago.

La banda salió en pleno, salvo los que cuidaban a la víctima

en Córdoba. Encabezaba el grupo, en un Ford Falcon Aníbal

Gordon, acompañado por Enrique Osvaldo Escobar y un tal Cri

Cri. En un vehículo similar marchaban César Albarracin,

Antonio Antich Mas, un odontólogo de apellido Gaona, y Quino.

En un Renault 12 viajaban Carlos Martínez Ruiz, alias P jaro,

y Marta Susana García Tezanos Pinto, en un Taunus rojo Rubén

Escobar, mientras que César Enciso conducía una ambulancia

Ford Falcon, que debía servir para que los cobradores se

subieran a él una vez que abandonaran el Taunus rojo. Lo

previsto era estacionar ese Taunus en un costado de la ruta.

Acuña debía dejar su automóvil, subirse al de los

secuestradores, y seguir hacia Pilar, donde seria

interceptado por el Falcon que ocupaba Gordon.

La Brigada de Investigaciones de San Martin estaba atenta.

Como Tenía interceptadas varias líneas telefónicas, armo un

prolijo operativo en la ruta Panamericana. Los dos Falcon

Tenían instalados equipos Motorola, y Gordon usaba un

barredor de frecuencias que le permitía escuchar a la red

policial. Advirtió el procedimiento, escapo, y pudo dar aviso

al otro Falcon, el que manejaba Albarracin. Los que no se

enteraron y cayeron detenidos fueron Martínez Ruiz y Marta

García Tezanos Pinto. Martínez Ruiz, nacido el 15 de julio de

1948, admitió haber sido agente de la SIDE entre 1969 y 1974,

que desde 1976 fue reclutado por Aníbal Gordon para trabajar

en la casa de Chiclana y Pomar, y dio todas las referencias

sobre el secuestro de Zavalía. También los nombres de los

integrantes de la banda: Aníbal Gordon, César Enciso, el

médico Roberto Rico, los hermanos Escobar, Julio Casanova

Ferro, Marcelo Sol , Víctor García, Antich Mas, César

Albarracin, el odontólogo Gaona, y a otros sujetos a los que

identifico por sus seudónimos: Aragón, Pericles, Tato, Cri

Cri, Julio y Payo. Rico, naturalmente, es el mismo que se

menciona en el primer capítulo: fue asesinado por sus

compinches en América Central por problemas en el reparto de

un botín. Idéntica suerte que la de Antich Mas.

Los bandidos que custodiaban a Zavalía llevaban una c mara

fotográfica. Revelado el rollo, vaya sorpresa, aparecieron

varias fotografías tomadas en la finca de Córdoba. Martínez

Ruiz las vio e identifico a Roberto Rico, al odontólogo

Gaona, Rubén Escobar, Pericles y Quino. Esas fotos y sus

negativos desaparecieron del sumario.

De inmediato, la policía bonaerense envió un télex al

Comando del III Cuerpo de Ejército, con sede en Córdoba, en

el que informaba que un secuestrado de apellido Zavalía

permanecía cautivo en una finca vecina a Argüello, custodiado

por varios agentes de la SIDE, entre ellos el médico Roberto

Rico. El comando del regimiento de artillería envió una

comisión al mando del subteniente Ricardo Eduardo Ferrer, de

solo 21 años. El joven oficial rodeo la vivienda e íntimo a

rendirse a los ocupantes. Salieron dos hombres, uno de ellos

el hermano de Aldo Rico, Roberto. Les mostraron credenciales

de la SIDE, e insistieron en que el mayor Hubert estaba al

tanto de los hechos. El subteniente Ferrer entro en la casa,

vio a Zavalía y estaba dispuesto a detener a los captores. De

todos modos, informo a la superioridad. Rápidamente,

llegaron el teniente coronel Horacio Lullo, jefe del Grupo de

Artillería, y el mayor Hubert. Según Zavalía, sus custodios,

al verse rodeados, hablaron al regimiento con el teléfono de

campaña. El único que Tenían. Ferrer escucho una orden muy

precisa: debía retirarse. Consta que, a las pocas horas, el

secuestrado fue llevado a otra vivienda donde permaneció unas

24 horas y que después fue liberado en el Valle de Punilla,

cerca de Huerta Grande.

Zavalía declaro ante el instructor militar que el mayor

Hubert fue el hombre que le fue indicando, en el camino, como

debía proceder al ser liberado. En procedimientos sucesivos,

amplio su declaración, reitero que reconocería a todos los

integrantes de la banda que lo custodiaban en Córdoba, y

reconoció a la vivienda hasta en los mínimos detalles. Por si

esto fuera poco, César Albarracin y los hermanos Rubén y

Enrique Escobar, no solamente confesaron ante la Brigada de

San Martin, sino que confirmaron sus dichos ante el juez de

Instrucción Militar, teniente coronel Ángel Rene Médici,

cuyo sumario, en la primera parte, fue irreprochable. En la

parte documental se reproduce su informe preliminar, con

datos sobre algunas andanzas de Gordon. El teniente coronel

Médici, a poco de abrir el sumario, dicto la prisión

preventiva rigurosa del mayor Hubert por entender que estaba

acreditada su responsabilidad en el secuestro y, en un

minucioso análisis, considero que el jefe de la unidad, el

teniente coronel Lullo solo fue culpable por no informar de

todo lo ocurrido a la superioridad. Médici, además, dio una

lista de los integrantes de la banda: Horacio Martínez Ruiz,

César Albarracin, Rubén Héctor y Enrique Osvaldo Escobar, y

Marta Susana García Tezanos Pinto, todos de la SIDE y

detenidos por la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Los

prófugos eran: Aníbal Gordon, Julio Casanova Ferro, Horacio

Ríos ( en realidad, César Enciso), el doctor Roberto Rico,

Julio Canaris, alias Tato, Cabezon o Luna llena; Marcelo

Sol , alias Musi, y otros que respondían a estos apelativos:

Payo, Gaona, Quino, Cri Cri, Pericles y Uto. Este era Antich

Mas.

El juez militar se enteró que la SIDE ordeno a la policía

bonaerense enviarle a los detenidos, Martínez Ruiz,

Albarracin, los Escobar, y la mujer, Garcia Tezanos Pinto.

También supo que la SIDE libero a Martínez Ruiz porque ya no

pertenecía a la repartición, y dio de baja a los restantes.

Claro: también los soltó. Y asunto terminado. El general

Laidlaw, jefe de la SIDE en noviembre de 1977, informo que

Gordon no pertenecia a esa secretaria, con lo que falto a la

verdad, y que el teniente coronel Nieto Moreno habia

renunciado. Esto era cierto. Como se fueron de baja, “no se

labraron actuaciones de ningun tipo con motivo del hecho que

se investiga”, preciso el jefe militar. El oficio de

Laidlaw se reproduce, simplemente, por ser una de las pruebas

de la complicidad del organismo, y del Estado, con la banda

de Gordon. Es casi una perogrullada, pero no está de Más

reiterar que los miembros de la pandilla separados de la SIDE

fueron incorporados, de inmediato, por el Batallon 601. En

cuanto a los dichos de Laidlaw, basta repasar las

declaraciones de Gordon ante la Justicia para demostrar que

entro en la SIDE con el gobierno de Isabel Perón y siguio

alli durante el proceso militar. Laidlaw, que se sepa, dio

su informacion a un tribunal militar; no a un juez de Paz de

un recondito lugar del pais. Alguien podria preguntarle al

general Laidlaw quién estaba a cargo del aguantadero de la

SIDE de Las Heras y Sánchez de Bustamante, que remplazo a la

base de Chiclana y Pomar. También podrian haber citado al

jefe de Inteligencia del Primer Cuerpo, Roberto Roualdés, que

estaba al tanto de los movimientos de Gordon, o al jefe del

Batallon 601, coronel Tepedino. El escrito de Laidlaw, que se

reproduce, es toda una prueba de la complicidad del Ejército

con una gavilla de delincuentes. No es la unica, por

supuesto.

La Policia de la Provincia de Buenos Aires, por medio de

otro oficio, firmado por su jefe, el coronel Ovidio Pablo

Riccheri, comunico al juez militar que los detenidos fueron

puestos a disposicion de la SIDE por orden superior.

Riccheri, no está de Más repetirlo, fue otro de los

indultados por Menem. El general, en su escrito, incuido en

la parte documental, no aclaro de quién provino la orden

superior. Fue, al fin, un blanqueo para un grupo de socios en

operaciones ilegales.

En octubre de 1977, el teniente coronel Médici envio un

oficio al Primer Cuerpo de Ejército en el que preguntaba si

los sospechosos enviados por la policia provincial a la SIDE

estaban a disposicion del Ejército, cuál era la relacion de

Aníbal Gordon con el teniente coronel Nieto Moreno, y qué

funciones cumplia Aníbal Gordon en el arma. Jamás tuvo

respuesta. Más adelante envio al general Otto Paladino un

extenso cuestionario que giraba alrededor de su relacion con

Gordon y el resto de la pandilla. Paladino lo recibio en su

casa, en la calle Catamarca, en Olivos. Naturalmente, no lo

contesto. Hubert, mientras, se prestó a varias indagatorias,

en las que alego inocencia, y menciono, como al pasar, que

Zavalía Tenía alguna relacion con el Grupo Graiver y que

Tenía un antecedente penal por daños. Menos que una verdad a

medias. Zavalía habia conversado con gente de la SIDE sobre

el tema Graiver, ante la que aporto datos que conocia, pero

jamás fue imputado de tener vinculación con el caso. Todo lo

contrario. En cuanto a la accion penal por daños, es real

que existio, pero con una salvedad: el querellante fue

Zavalía, que denunció a un vecino. Debia tener razon, porque

gano el juicio. El mayor Hubert, en una de sus ultimas

declaraciones deslizo que el general Paladino se habia tenido

que alejar de la SIDE por las acciones delictivas de Gordon y

compañia, y que estaba enterado que el grupo de la SIDE se

aprestaba a construir un boating club en la zona de

Chascomus.

El teniente coronel retirado Juan Ramon Nieto Moreno, que

vivia en San Nicolás, al prestar declaracion testimonial

aclaro varias cosas: cuando él fue jefe de Contrainteligencia

de la SIDE trabajo con Aníbal Gordon, designado por Otto

Paladino para dirigir una base operativa, llamada OT 18, que

dependia del Departamento de Operaciones Tácticas I, dirigida

por el vicecomodoro Guillamondegui. Este, a su vez, respondia

al coronel Carlos Michel, jefe de la Direccion III de la

SIDE. Gordon, segun Nieto Moreno, era “el ejecutor de los

blancos operacionales”. Sobre la base OT 18, el militar

aporto un dato relevante: Gordon era el virtual jefe de esa

base, por encima del personal militar, por ejemplo, los

capitanes Calmon y Cabanillas. Además, reitero que con Gordon

trabajaban el ya nombrado Guillamondegui y los civiles Juan

Rodriguez y Eduardo Ruffo. Agrego algunos nombres de los

agentes que trabajaban a las ordenes de Gordon: Enciso,

Antich Mas, Martínez Ruiz, y algunos que respondian a

seudonimos: Payo, Quino, Julio, Yiyo, Gaston, Puma y Don Din.

En la nómina incluyo a Joe y al Japonés. Los unicos

delincuentes conocidos con esos apodos son José Ahmed y Luis

Alberto Martínez, ambos comprometidos en varios secuestros

extorsivos. Acaso una coincidencia.

Sobre el secuestro de Zavalía, Nieto Moreno delaro que,

enterado del episodio, se comunicó con el director II de la

SIDE, coronel Tepedino, además jefe del Batallon 601, y el

subsecretario A, coronel Terrile, quienes le ordenaron

instruir un sumario. Confirmo los nombres de los agentes

detenidos, como otros vinculo a Zavalía con David Graiver.

Nieto Moreno, al concluir la declaracion, explico que habia

renunciado a la SIDE por razones éticas originadas por el

disgusto ante el accionar del grupo Gordon.

El 27 de julio de 1978, tras concluir el sumario,

el teniente coronel Médici elevo los antecedentes al Comando

del Tercer Cuerpo de Ejército. El sumario llevo la letra 4 I

7, el número 0035 y en el Consejo Supremo de las Fuerzas

Armadas se lo incorporo en la carpeta 10.720, expediente

80.739. El juez instructor insistio en que estaba probada la

responsabilidad del mayor Hubert en el secuestro. El 25 de

agosto del mismo año, el general de division Luciano Benjamin

Menéndez elevo al Comandante en Jefe del Ejército el sumario

elaborado en Córdoba, para que lo elevara a la máxima

tribunal castrense: el Consejo Supremo de las Fuerzas

Armadas. El general Menéndez recalco que compartia la opinion

de Médici sobre los hechos. En otras palabras, entendia que

habia que juzgar al mayor Hubert. Una de las primeras

diligencias del Consejo de Guerra Permanente para Jefes y

Oficiales de las Fuerzas Armadas fue una rueda de personas en

la que Zavalía debia reconocer a uno de sus captores. Sin

vacilar, individualizo a Martínez Ruiz, decididamente confeso

del delito. El tribunal militar, luego de la instruccion

hecha en Córdoba, razonablemente debia pedir la captura de

los prófugos, indagar quién habia sido el jefe de la

operacion delictiva, porque Gordon Tenía superiores, y luego

graduar las condenas. Sin embargo, el fiscal militar, coronel

Ernesto Narciso Valdez, entendio que no estaba probada la

relacion de Hubert con el grupo de la SIDE y, por lo tanto,

pidio la absolucion. No hubo pronunciamiento sobre el resto

de la banda. El Consejo de Guerra, el 18 de noviembre de

1980, hizo suyos los términos del dictamen del fiscal:

absolvio a Hubert. Asi votaron los coroneles Juan José

Ferrari y Juan Rogelio Silveira, los comodoros Alfredo Duprat

y Francisco Olano, el capitán de navio Adolfo Bielsa, y el

presidente del tribunal, brigadier Evergisto Gomez. El unico

juez militar que sostuvo la culpabilidad de Hubert fue el

capitán de navio de Infanteria de Marina Luis A. Mendoza.

Asi termino la historia. El tribunal militar decidio,

graciosamente, no elevar los antecedentes del secuestro a la

justicia ordinaria. Aníbal Gordon y sus complices respiraron

en paz, al igual que sus jefes militares. Siguieron

trabajando en la represion y en estos trabajos extras que

también costaron muchas vidas. Con la causa cerrada, el

abogado José Luis Cordero, con domicilio en Corrientes 1515,

octavo piso, departamento E, solicito al tribunal castrense

certificados que probaran que los hermanos Escobar y Cesar

Albarracin no eran prófugos, ni estaban imputados en esa

causa. Cordero, ya se vio, era un permanente defensor del

personal del Batallon 601. Es de suponer que, junto con la

baja de la SIDE, llego para los delincuentes el alta en el

batallon.

De repasarse el capítulo sobre la Triple A se observaría

que muchos de los apellidos de los hombres de esa

organización aparecieron diez años después: Gordon, Escobar,

Ruffo, Enciso, Albarracin, Paladino y Lorenzo, con el

agregado de los militares dedicados a la inteligencia que

fueron ascendiendo, como Valin, Bellene, Tepedino, Visuara y

Marisalda. La gavilla de Gordon crecía con las

incorporaciones de su hijo, Marcelo, y de los hermanos

Rizzaro y Miguel Save. Todos, como decían los pibes en la

década del cincuenta, son figuritas repetidas.�

NOTAS

1 Dardo Cabo, hijo de Armando, un conocido gremialista del

Peronismo muy cercano a Perón a mediados de la década del

sesenta, tuvo un origen nacionalista, cercano a Tacuara. El

28 de septiembre de 1966 fue uno de los viajeros que copo un

avion, un viejo Douglas DC-4, de Aerolinas Argentinas,

desviado a las Malvinas. Acaso jamás supieron, los del

denominado Comando Condor, que si el avion no hacia tierra en

las islas, todos podrian haber muerto, porque la nave no

Tenía combustible suficiente como para regresar al

continente. Junto con varios jovenes dirigentes creo en 1968

el llamado Comando Descamisado, en el que se alinearon

Horacio Mendizábal y Norberto Habegger. El primero, que fue

uno de los conductores nacionales de Montoneros, murio en

1979 en un supermercado de Munro, un suburbio del partido de

Vicente Lopez. Habegger, que fue subdirector del diario

Noticias, fue secuestrado a fines de julio de 1978 en Rio de

Janeiro y jamás apareció con vida. A fines de 1973, Dardo

Cabo dirigio la revista El Descamisado y decididamente se

integro con los Montoneros. Fue secuestrado en Moron en 1975

y apareció muerto en enero de 1977 junto con Miguel Mosse,

Hugo Vaca Narvaja y Rufino Uriz. El caso fue investigado por

Amnistia Internacional, que considero probado que Cabo fue

asesinado el 19 de septiembre de 1979 en la Unidad

Penitenciaria 9, de La Plata, donde lo balearon por la

espalda y luego simularon un intento de fuga.

2 Jorge Cesarsky Goldstein, hijo de inmigrantes judios que

escaparon de Rusia, es un extraño caso: fue a España porque

admiraba a Franco y se quedó 17 años. Cuando quiso volver, en

noviembre de 1983, el gobierno del socialista Felipe González

le prohibio la entrada por indeseable. La policia española

detecto que, meses antes, Cesarsky habia regresado a la

Argentina para secuestrar al periodista español José ToMás

Oneto, director de la revista Cambio 16, que dio una serie de

conferencias en Buenos Aires. En junio de ese año, Oneto

estaba exponiendo en Buenos Aires cuando irrumpio Cesarsky a

los gritos. Como no tuvo eco en su acusacion de subversivo

contra el periodista español, fue a la Policia y lo denunció

por apologia del delito. Dos patrulleros de la Policia

Federal esperaban a Oneto en la puerta del hotel donde se

alojaba. Acudio a la Embajada de España, que lo protegio y

presento una queja formal ante la Cancilleria Argentina.

En 1978, Cesarsky fue condenado por el tribunal de

Justicia de Madrid a seis años de prisión por el asesinato

del estudiante Arturo Ruiz Garcia, de 19 años, ocurrido

durante la manifestacion del 23 de enero de 1977 por el

centro de la capital española, que reclamaba una amnistia

para los presos politicos. La Justicia entendio que Cesarsky

no habia sido el autor de los disparos mortales, pero si era

culpable de los delitos de terrorismo y tenencia ilícita de

armas con el proposito de atemorizar a los manifestantes.

Queda la sospecha eterna de la participacion de Cesarsky, al

dia siguiente del homicidio de Ruiz, en la Matanza de Atocha,

que dejo un saldo de cinco fusilados a mansalva. En febrero

de 1979 salio en libertad condicional. Con Cesarsky fueron

vistos por esos dias en Madrid Luis Bocardo y José Luis

Recio, dos nazis vernáculos, funcionarios de la Universidad

de Buenos Aires durante la gestion de Alberto Ottalagano y

empleados de los servicios. Cuatro años después de la

prohibicion, Cesarsky se las arregló para entrar en la

Peninsula por la frontera con Portugal. Fue a visitar a su

esposa, Maria Concepcion, que seguia viviendo en Madrid, y

logro que no lo echaran de inmediato porque Tenía visa de

turista.

3 La CONADEP fue creada el 15 de diciembre de 1983 por un

decreto del gobierno del doctor Raul Alfonsín. Sus

integrantes fueron Gregorio Klimovsky, Magdalena Ruiz

Guiñazu, MarshalláMeyer, Carlos Gattinoni, Ricardo Colombres,

Jaime de Nevares, Hilario Fernández Long, Ernesto S bato y

René Favaloro, que al tiempo renuncio. S bato fue elegido

presidente y en marzo de 1984 se incorporaron tres diputados

nacionales, Santiago Marcelino Lopez, Horacio Huarte y Hugo

Piucill, todos de la Union Civica Radical. El Senado debia

elegir tres representantes, pero no lo hizo. La CONADEP tuvo

cinco secretarias, a cargo de Graciela Fernández Meijide,

Daniel Salvador, Raul Aragon, Alberto Mansur y Leopoldo

Silgueira.

El 20 de septiembre de 1984 la Comision entrego al

Presidente de la Republica un amplio informe, con lo que dio

por cumplida su mision. Parte de ese informe se usó para el

libro Nunca Más, cuyo prologo no tiene firma, pero es Más que

obvio, por el estilo y por lo que dice, que fue escrito por

S bato.

4 El Pozo de Banfield estaba ubicado en Siciliano y Vernet,

en Lomas de Zamora, en el sur del Gran Buenos Aires.

Anteriormente funciono en el lugar la Brigada de

Seguridad, Investigaciones e Inteligencia de la Policia de la

Provincia de Buenos Aires. En la planta baja habia un salón

destinado a interrogatorios y torturas. Los calabozos estaban

distribuidos en el primer y segundo pisos. Dependia del

Regimiento de Infanteria Mecanizada, y éste del Comando de

Subzona 11, con reas tan distanciadas como La Plata,

Avellaneda, Campana, Zarate o Navarro.

5 El Banco estuvo instalado en la Avenida Riccheri, el

acceso al Aeropuerto de Ezeiza, y el Camino de Cintura, a

unos doscientos metros del Puente 12. Funciono hasta agosto

de 1978. Dependia del Ejército, pero operaban fuerzas de

inteligencia de la Policia Federal. Varios detenidos vieron

en ese lugar al ex general Carlos Suárez Mason. Entre los

represores individualizados en sus mazmorras estuvieron

Ricardo Taddei, Juan Carlos Del Cerro, Juan Simón y el

comisario Fioravanti. El Olimpo, otra prisión ilegal,

fue, antiguamente, la Division Mantenimiento de

Automotores de la Policia Federal. Estaba en el barrio

de Floresta, Ramon Falcon y Olivera, de la Capital

Federal. Fue habilitado en agosto de 1978 y recibio a

prisioneros provenientes de otro centro clandestino, El

Banco, cuando éste fue demolido.

6 Gordon se confundió o quiso confundir. Bellene,

Libreta de Enrolamiento 6.841.372, fue el jefe del

Batallon 601 desde el 30 de septiembre de 1981.

Tepedino, matricula individual número 5.968.930, ocupo

ese cargo entre el 27 de octubre de 1977 y el 30 de

octubre de 1979.

7 Aludía a Virgilio José Fernández Mutilva, que declaro

ante el juez federal José Nicasio Dibur el primero y el

seis de septiembre de 1983. Conto que en 1974 se

desempeñaba como asesor de la Coordinación del Área de

Promoción Comunitaria del Ministerio de Bienestar Social

y que en junio o julio de ese año apareció muerto en la

Provincia de Buenos Aires un funcionario de apellido

Mercado, que habia denunciado una serie de

irregularidades en el Ministerio. Mercado habia

pertenecido en su juventud a la Alianza Libertadora

Nacionalista. A Aníbal Gordon lo encontraba seguido en

el Ministerio y recordó que cuando se proclamó a la

Formula Cámpora-Solano Lima lo vio en el Hotel Crillon

al lado de “la pesada de Lorenzo Miguel”. Después, el

testigo admitio que tal vez el encuentro de Lorenzo

Miguel con Gordon fue cuando se proclamó la fórmula de

Perón-Isabel Martínez. Fernández Mutilva declaro que,

por informes de policías bonaerenses, se enteró de que

Gordon habia sido el autor del asalto a un camión de

valores que llevaba dinero perteneciente a SOMISA, de

San Nicol s, y que ese robo, ocurrido en 1981, tuvo como

entregador al coronel Juan Ramon Nieto Moreno. Este

oficial retirado trabajo un tiempo en la SIDE y fue uno

de los tantos sobreseídos en la causa en la que se

investigo el secuestro del agente de Bolsa Pedro

Zavalía. Cuando ocurrió ese secuestro, Nieto Moreno

contesto oficios de la justicia militar desde la ciudad

de San Nicol s.

Segun Fernández Multilva, los policias de la

Provincia le comentaron, también, que a Gordon lo

respaldaban el brigadier Julio Santuccione, alias Loco,

y un coronel de apellido Mateos. Santuccione, que fue

jefe de Inteligencia de la Fuerza Aérea y de la policia

mendocina, es un personaje clave. Acaso por eso jamás

fue indagado. Kelly reitero que Santuccione sabe mucho

sobre su secuestro. El testigo, además, dio precisiones

sobre la Concentracion Nacional Universitaria. Todo

indica que él pertenecio a esa organizacion

ultraderechista. Sea como fuere, aporto muchos datos

referidos a delitos cometidos por la banda de Aníbal

Gordon y entrego nombres de varios de sus complices. Fue

el primero, inclusive, en dar extensos detalles sobre el

homicidio de Jorge Dubchak. Debajo de sus declaraciones

aparecen las firmas del juez José Nicaso Dibur y del

secretario Benjamin Zottele. Después de ellas, no hay

constancia alguna de investigaciones serias.

8 En Automotores Orletti fue donde tuvo su centro de

operaciones el grupo Gordon cuando desalojo el local de

Chiclana y Pomar. Orletti era una antigua concesionaria de

automóviles que estaba desocupada. El local lo alquilo la

SIDE, pero el contrato fue suscripto el 10 de junio de 1976

ante el escribano Ricardo C. Blanco, por las siguientes

personas. Por los propietarios, Santiago Cortell, y por los

locadores Felipe Salvador Silva (uno de los seudonimos de

Gordon) y Julio César Cartells. Los fiadores resultaron ser

Juan Rodriguez y Eduardo Ruffo, cédula de identidad numero

4.413.399. Orletti siguio conociéndose con ese nombre, porque

en el frente existia un viejo cartel de la concesionaria.

Estaba en Emilio Lamarca y Venancio Flores, Capital Federal,

con un gran salon de seis metros por treinta en la planta

baja y una planta baja con celdas y c maras destinadas a las

torturas. En ese lugar estuvieron cautivos muchos uruguayos,

que individualizaron al general Paladino, a Ruffo y a Gordon.

También reconocieron a militares y policias uruguayos que

actuaron en esa prisión clandestina.

7. EL CUSTODIO DE PERÓN

“Cuando la hija de Paladino se casó con César Enciso nos

fuimos al Circulo Militar y espíamos. Gordon formo parte de

la guardia de honor. Estaban todos, Videla incluido”. De un

altisimo oficial retirado de la Policia de la Provincia de

Buenos Aires.

Hay algunos episodios menores que indican cu l era el

proceder habitual de Aníbal Gordon: el 12 de octubre de 1971,

mientras era buscado por la Policia, cometio una travesura.

A bordo de una pick up Ford F-100, celeste y blanca, cruzo un

sem foro en rojo por la Avenida Cabildo, en el norte de la

Capital, a la una y media de la madrugada. Termino chocando

a un Chevrolet 400 que circulaba por la calle Aguilar. El

conductor del auto era un muchacho de 19 años, Guillermo

Lipnizky que, atendido en el Sanatorio del Norte, se recupero

rápidamente de los golpes. Una cuadra Más adelante, Gordon

abandono la camioneta, que fue secuestrada por la Policia

Federal. En la Seccional treinta y tres abrieron la cabina

para buscar documentos, y tuvieron una sorpresa: dos cajas de

proyectiles calibre 9 milimetros, Más treinta y nueve

proyectiles sueltos, una granada de mano y un cargador para

pistola ametralladora con quince balas. Esto, cuando aun era

un desconocido agente de los servicios y asaltante de

profesion.

El informe del Registro de la Propiedad Automotor indico

que el vehículo habia sido vendido por La Lucila Motors a

Nélida Beatriz Rizzo de Gordon y Martha Noemi Lemos. La

primera, casada con Aníbal Gordon, vivia en Rivadavia 608, de

San Isidro. La segunda, en la Calle Tercera 708, de San

Martin. La señora de Gordon se presento el 13 de octubre en

la Comisaria 33a; explico que estaba casada desde el 23 de

mayo de 1959, que del matrimonio habian nacido Adriana

Beatriz, de once años, y Marcelo Aníbal, de nueve. Segun la

señora de Gordon, éste se dedicaba a la venta de chatarra, en

sociedad con Pedro Romagnoli, o Pedro Jesus Acosta. En

agosto, Gordon le habria manifestado que debia viajar al

interior, y nunca Más reapareció por su casa. La mujer

preciso que el mes anterior habia sido detenida por la

policia bonaerense, que buscaba a su marido por un robo al

Banco de Rio Negro, sucursal Bariloche. Martha Noemi Lemos,

la copropietaria de la pick up abandonada después del choque,

era la concubina de Acosta o Romagnoli. En la comisaria de

Villa Ballester la señora de Gordon se entero de que Acosta

también estaba buscado por el robo al banco.

El asalto de Bariloche fue el 25 de febrero de 1971. La

banda era dirigida por Gordon y la integraban Acosta, Alcides

Giudice, Héctor Sotelo, Roberto Carrizo y Salvador Mauro,

éste piloto de un avion que los trajo rápidamente a Buenos

Aires. La policia bonaerense busco en los archivos y encontro

datos sobre la participacion de Gordon en dos antiguos robos,

en diciembre de 1951 y enero de 1952, con los que abrio su

carpeta de antecedentes: salio libre con una fianza real.

Eso en la Provincia de Buenos Aires. Tenía 19 años y la causa

llevo el numero 69.937.

Sabian que merodeaba por la zona norte, que Tenía amigos

en Tigre, y poco a poco lo fueron cercando. Al fin, cayo.

Con Aníbal Gordon entre rejas, el comisario Oscar Iopolo, a

cargo de la Comisaria de Villa Ballester, intento avanzar en

la investigacion de la banda. Sabia poco. Gordon se habia

desempeñado como empleado de Ford D'Ambrosio, de la Avenida

Centenario 2216, en Beccar, al norte del Gran Buenos Aires, y

con otro local de ventas en la misma avenida, pero al 100, en

San Isidro. En esa comisaria juntaron suficientes datos para

la instruccion y los enviaron a la justicia ordinaria de la

Capital Federal, donde Tenía algunas cuentas pendientes. El

15 de marzo de 1972 el Juzgado de Sentencia, Letra A lo

condeno a tres años y medio de prisión por robo agravado por

el uso de armas en perjuicio de una joyeria, sentencia

ratificada por la Camara de Apelaciones en lo Penal.

Esperaba, además, la sentencia del tribunal del Sur por el

asalto al banco. Aníbal Gordon, por influencias de amigos

Perónistas como Norma Brunilda Kennedy y el coronel Jorge

Osinde, consiguio sumarse a la amnistia(1) dictada en mayo de

1973 por el gobierno de Héctor Cámpora.

Norma Brunilda Kennedy, que comenzo a militar en el

comunismo a mediados de la década del cincuenta es una mujer

de armas tomar. Participo en un famoso asalto a la

Panificacion Argentina, pero fue salvada por una maniobra de

su hermano Patricio, que coacciono a los damnificados, los

que no se animaron a declarar en su contra, ni siquiera a

reconocerla. Junto con su marido, José Maria Aponte,

sospechado de ser informante de la Policia, participo

activamente en la resistencia Perónista, pero fue acusada de

usar los fondos de la organizacion en provecho personal.

Separada de Aponte, se fue a vivir con Alberto Pocho Rearte,

un militante justicialista con historia. Integro el grupo

guerrillero descubierto el 19 de septiembre de 1968 en Taco

Ralo, Tucum n, uno de los primeros intentos de guerrilla

foquista en la Argentina. Rearte, además, Tenía el

antecedente del asalto a la guardia del Destacamento de la

Aeron utica en el Aeropuerto de Ezeiza, en 1960, y la Policia

de la provincia de Buenos Aires lo buscaba por el homicidio

de dos suboficiales. El jueves 11 de noviembre de 1971, ella,

con 38 años, encabezo junto con Alberto Brito Lima el ataque

contra el Consejo Superior del Justicialismo, en Chile y San

José. Recibio un balazo en un pulmon, pero tuvo Más suerte

que Enrique Castro, que la acompañaba en la intentona y

murio. Uno de los heridos fue Alejandro Giovenco, entonces

con 26 años, defensor del local partidario. La Kennedy se

fue volcando hacia los sectores Más reaccionarios del

Peronismo y se quedo al lado de Lopez Rega y Osinde. Formo

parte de la Triple A y, cuando se acercaba la democracia, fue

habitual verla en un café de Alsina y Matheu, en Buenos

Aires, al lado del lumpen fascista Felipe Romeo, el policia

Morales y Ramon Camps. Cada tanto, vaya a saberse por qué,

compartia alguna charla el dirigente sindical Juan José

Taccone.

Segun la revista Evita Montonera de junio de 1975, cuando

ocurrieron los episodios de Ezeiza, la Kennedy vivia con

Alberto Brito Lima, el jefe del Comando de Organizacion, otro

filo fascista que en el gobierno de Menem fue designado

embajador en Honduras y termino neg ndose a abandonar la sede

diplom tica cuando fue relevado, con lo que produjo un

papelon internacional. La señora Kennedy fue otra de las

beneficiadas con un indulto del presidente Menem. Tenía dos

procesos, ambos en la Justicia de Instruccion de la Capital

Federal, y no por causas políticas, sino delitos comunes.

Uno por fraude a la administracion publica y otro por estafa.

Quedo perdonada el 30 de diciembre de 1990. El mismo dia que

los comandantes, Suárez Mason, Camps, Riccheri y Firmenich.

Las mejores definiciones sobre la Kennedy se encuentran en

Ezeiza, de Verbitsky, y en la coleccion de Primera Plana,

hasta 1970, y referencias sobre sus últimos pasós en los

diarios de julio y agosto de 1993, cuando la señora impulsaba

las usurpaciones de viviendas.

Cuando Gordon salio de la carcel en mayo de 1973,

mezclado con la multitud que vivaba a los terroristas

liberados, cerca de él caminaba Fran‡ois Chiappe, un famoso

delincuente internacional, traficante de armas y de drogas,

miembro de la French Connection, dirigida por el célebre

Auguste-Joseph Ricord, que fundo en América del Sur la

llamada Conexion Latina. Chiappe vino a nuestro pais junto

con Lucien Sarti, en un enroque con Jorge Villarino, el rey

del boleto, un famoso pistolero porteño que fue a probar

suerte en Francia e Italia. Chiappe fue detenido en La

Falda, Córdoba, el 21 de mayo de 1976 y enviado secretamente

a los Estados Unidos en un avion del FBI que partio del

Aeropuerto de Pajas Blancas. Lo juzgaron y fue condenado a

cadena perpetua. Sarti fue muerto por la policia mexicana.

Otro que salio de la prisión al lado de Gordon fue un amigo

con el que compartia muchas ideas. Era de origen croata o

yugoslavo, un tal Antonio Antich Mas. El mismo que participo

en el secuestro del agente de Bolsa Pedro Zavalía, opero con

él en el Uruguay, secuestrando a militantes de izquierda, y

moriria en extrañas circunstancias cuando integraba los

grupos de tareas en América Central.

Gordon, un personaje oscuro, tras un breve pasó por la

Alianza Libertadora Nacionalista, al lado de Guillermo

Patricio Kelly, formo parte de una fraccion del Peronismo que

se unio a la Concentracion Nacional Universitaria, y

rápidamente se integro con la Triple A que dirigia José Lopez

Rega, y a la inteligencia militar. Son muchos los que

sostienen que Gordon era agente de los servicios mucho antes

del asalto al Banco de Bariloche. Lo probado es que, salido

de la prisión de Villa devoto, el general Otto Paladino,

experto en tareas de inteligencia y jefe de la SIDE con el

Peronismo, lo coloco a su lado, y pasó a custodiar nada Más

ni nada menos que a Juan Domingo Perón. Cuando el viejo

general se encontro con el lider radical Ricardo Balbin en la

casa de Gaspar Campos, en Vicente Lopez, detr s de ellos

estaban Lopez Rega, Gordon y Paladino. Esto ocurria el 31 de

julio de 1973. Es curioso, pero el hecho no tuvo la difusion

que merecia; inclusive lo soslayaron, o ignoraron, varios

investigadores del tema de la Triple A. Obviamente, no se le

puede imputar a Perón el haber elegido a semejante personaje.

El cerco sobre el viejo lider no solamente lo ejercia Lopez

Rega, sino que al lado Tenía a un asesino. Queda claro que

Gordon manejo Más de una base operativa de la SIDE y que

militares de alta graduacion le rendian pleitesia. Bases

operativas es algo asi como un eufemismo para denominar a

los aguantaderos en los que se planeaban secuestros,

homicidios y asaltos. Esas bases fueron armadas, en su

mayoria, durante el gobierno que asumio en 1973. El 26 de

agosto de 1983, en un reportaje concedido a La Nacion, el

general Paladino contesto a las imputaciones de Kelly. Sobre

Gordon dijo: “ A Aníbal Gordon lo conoci

circunstancialmente, y hace muchos años que no veo, ni se

nada de él. Adriana, la hija de Gordon, recibio al casarse

una participacion de un familiar que era socio de Magister, y

desde hace siete años trabaja con nosotros. Esa es la unica

relacion”. El diario no comento si Otto Paladino, al hacer

estas declaraciones, se puso colorado; o no.

A Gordon, la amnistia no le quito las mañas, porque entre

el 25 de junio de 1973, al mes de salir perdonado, y el 24 de

abril de 1974, registro cinco pedidos de captura. Es cierto

que trabajo en la SIDE y cobro sueldos en otros servicios,

pero es indudable que siempre fue un hombre del Ejército.

Inclusive, estuvo destacado un tiempo en Tucum n y participo

en acciones contra el ERP. Además, en Buenos Aires, Rosario

y Córdoba fue uno de los especialistas en detenciones

ilegales, homicidios y secuestros, siempre en el marco de la

lucha antisubversiva. Antes de la llegada de los militares,

y con ellos.

Aníbal Gordon fue pieza importante de la Triple A de Lopez

Rega, justamente por el poder que tuvo la SIDE, y con la

impunidad que le daban armas y credenciales, comenzo a hacer

negocios propios en sociedad con sus jefes. Junto con

Joaquin Pomponi, otro hombre de la SIDE, y el comodoro

Rodolfo Schillizzi Moreno, designado segundo jefe de

Operaciones T cticas de la citada secretaria, alquilo en 1973

una propiedad en Soler 4306. Su banda convulsionaba al

barrio con ruidosas llegadas a la madrugada y ostentacion de

armas. Por si esto fuera poco, sus secuaces comenzaron a

asaltar a los vecinos. Si se repasan varios expedientes

judiciales se comprobar que Más de una víctima identifico al

jefe de los ladrones como el coronel. Una familia de

apellido Nuñez que vivia a metros de la base de la brigada de

Gordon, fue asaltada dos veces y no vio presos a los

culpables, que estaban en la misma cuadra. Sin duda alguna,

el brazo del Batallon también llegaba a la Justicia, y no

solamente por presiones. También por contar alli con agentes

a sueldo.

Schillizzi Moreno se alejo de la SIDE cuando llego Otto

Paladino, y hay pruebas de que aporto datos para desmembrar

al grupo Gordon. Cuando Magdalena, la hija de Otto Paladino,

acusado años después de reiteradas violaciones a los derechos

humanos, caso con César Alejandro Enciso, Gordon formo parte

de una suerte de guardia de honor y bailo entusiasmado en la

fiesta realizada en el Circulo Militar, frente a Plaza San

Martin, en Retiro, entonces presidido por el general Flouret.

Muchos jefes militares, con Jorge Rafael Videla a la cabeza,

compartieron la velada. Lamentablemente para quienes niegan

la vinculacion de la contrainsurgencia con delincuentes

comunes, hay fotos que lo certifican. Cuando Paladino

abandono la SIDE fue despedido con una comida servida en Los

años locos, un tradicional restaurante de la Costanera Norte.

Alli estuvieron el ex juez Lucio Somoza, Aníbal Gordon -

organizador del agape-, el capitán Cabanillas, el mayor

Hubert, el teniente coronel Visuara, el mayor Calmon, el

teniente coronel Nieto Moreno y otros integrantes del elenco

estable de la brigada panqueque, como César Enciso, Miguel

Save, Roberto Rico, Osvaldo Forese, los hermanos Escobar y

Martínez Ruiz. Enciso, que aparece en muchos tramos de este

trabajo, es parecidisimo a uno de los atacantes que baleo a

Fernando Solanas. Solia andar, a fines de 1992, comienzos de

1993, por la zona de Chascomus. ¨A que se dedicaria? A

Visuara, cada vez mas pelado, se lo ve seguido por los

alrededores de la SIDE, en 25 de Mayo 11, Capital Federal.

Aquellos policias de la provincia de Buenos Aires que lo

habian detenido por ladron de bancos y conocían otros datos

del prontuario de Aníbal Gordon y sus complices, no lo podian

creer. Enciso registraba antecedentes por atentado y

resistencia a la autoridad, usurpacion de titulos y honores,

tentativa de homicidio y lesiones. Eso cuando pasó a ser el

marido de la hija de un altisimo oficial de Inteligencia del

Ejército Argentino. Paladino no podia ignorar quién era su

yerno, todavia buscado -agosto de 1993- por asociacion

ilícita, secuestro extorsivo y homicidio. El problema no era

solo que ese sujeto entrara en la SIDE o en el Batallon 601.

Lo hacia en su casa. Con lo cuidadosos que suelen ser los

militares en esos temas, ya que los oficiales hasta necesitan

la venia de la superioridad para casarse, el tema resulta, al

menos, curioso. Un hogar occidental y cristiano albergaba a

un asesino. Además, segun la Ley 19.373, la que norma sobre

el personal civil de los servicios de inteligencia, los

agentes deben obligarse a una serie estricta de requisitos,

como los de no militar en política y pedir autorizacion para

casarse. Alguien debe tener ese expediente, donde el prófugo

Enciso pidio le aprobaran el casamiento con la hija del

general. Claro, imputarle a Paladino este desliz, por Más

que figure en el Codigo Penal, seria como acusar a la banda

del loco Prieto por exceso de velocidad en sus autos.

Paladino, pese a sus jinetas, mostraba un respeto casi

reverencial hacia Gordon, que habia ganado prestigio en

muchos operativos antiguerrilleros. “Gordon no tiene

enemigos”, fue el eslogan de la época.” Los que Tenía están

todos muertos”, era la explicacion. Solia ir adelante en los

operativos, participo en muchos tiroteos y no Tenía reparo

alguno en asesinar al que fuera.

Al margen de las tareas en los servicios, Gordon hacia

otras cosas. Una de ellas al lado de Paladino, que compartia

con el coronel Dardo Argentino Oliva y el doctor Carlos

Sant ngelo una agencia de investigaciones llamada Magister,

ubicada en Córdoba al 900, que Tenía Más de 150 empleados.

Los últimos destinos del coronel Oliva fueron el Regimiento

29 de Infanteria de Monte, de Formosa, y el Liceo Militar

General San Martin. Una de las escasas notas graciosas en

esta busqueda de datos fue verificar que el general Paladino

envio un oficio a la Justicia con los datos requeridos sobre

su agencia e incluyo una nomina del personal y de algunos

clientes conocidos. En la lista aparece Ediciones de la

Urraca, Salta 258, de la Capital Federal. Alli se editaban

Humor, entonces y ahora un soplo de aire fresco en la vida de

los argentinos, y El Periodista de Buenos Aires. A Paladino,

este espionaje le salio Más que gratis: los vigilados fueron

los que pagaban.

Por Magister solian pasar el almirante Emilio Eduardo

Massera, el coronel Raul Gatica, el gremialista Lorenzo

Miguel y todo el elenco estable de la Triple A. En todo caso,

lo sorprendente hubiera sido advertir la presencia de algun

personaje público comprometido con la democracia y con el

estado de derecho. La custodia de Miguel se caracterizaba

solo por cambiar de violentos, todos reclutados entre

marginales de la ultraderecha y conocidos homicidas. Asi, al

transcurrir los años pasaron Alejandro Giovenco, Carlos

Castillo, Osvaldo Forese, Patricio Fernández Rivero, Victor

Gard, Jaime Lemos y Hugo Dubckak, el asesinado. Por

izquierda, esos tozudos policias decidieron interceptar las

lineas telefonicas de Aníbal Gordon y Otto Paladino. Asi, con

Gordon prófugo por el secuestro de Guillermo Patricio Kelly,

descubrieron que aquél, desde Córdoba, hablaba reiteradamente

con el militar. Gordon se alojaba en la casa del brigadier

Guillamondegui, hermano de Néstor, el comodoro de la

Inteligencia de la Aeronautica, que habia sido jefe del

pistolero en la SIDE. La propiedad era en la calle Segundo

Congreso 385, de Córdoba. En una de esas charlas, Gordon

prácticamente le ordeno al general que habilitara a su hija,

Adriana, como socia de la agencia. El general acepto.

También se enteraron de que la hija de Gordon, concubina de

otro agente del Batallon 601, Rubén Héctor Escobar, manTenía

una relacion paralela con César Enciso, alias Pino, el yerno

de Paladino. La casa de Guillamondegui, al que llamaban

Guille, fue finalmente comprada por Gordon con un crédito

otorgado por Centro Financiero, una entidad que quebro en el

medio de un esc ndalo que aun no termino. Centro Financiero

estaba vinculado con otra financiera, CONDECOR, donde el jefe

de Relaciones Publicas era el capitán Héctor Pedro Gaston

Vergez, reiteramente denunciado como represor por distintos

organismos dedicados a la defensa de los derechos humanos,

que manTenía una cordial relacion con un politico de su

provincia, Julio César Aráoz. El periodista Enrique Vázquez

denunció en la revista Libre que Aráoz era socio de Vergez en

un conocido comercio de Córdoba, La Bolsa del mueble, donde

vendian muebles pertenecientes a los detenidos en los campos

de concentracion. Araoz probo que a Vergez lo conocia por una

relacion comercial, simplemente porque en su estudio juridico

recibio en pago cheques de Condecor. Sobre la Bolsa del

Mueble aclaro que él y su socio, el conocido abogado Ronald

Troncoso, fueron dueños de una minima parte de esa empresa,

porque una financiera saldo una deuda cediéndole parte de los

derechos sobre el comercio. Segun Aráoz, esa parte la

vendieron en cuarenta dias. Aráoz es recordado en Córdoba

como militante, en los comienzos de la década del setenta, en

los sectores Más progresistas del Peronismo. En poquitos

años cambio de idea, y de militancia.

Gordon, en Córdoba, Tenía el centro de actividades en el

bar y pool Pucar , ubicado en la Avenida Amadeo Sabattini

(Ruta 9) al 1900. El era el dueño, aunque la escritura habria

sido firmada por Patricio Rizzaro. También era un habitual

visitante del general Federico Verplaetsen, jefe de la

Policia de la provincia de Buenos Aires. También un dilecto

amigo del sargento Hanze, mano derecha del jefe policial.

Hanze, que reapareció en el Caso Sivak y en los distintos

affaires en la Aduana de Ezeiza, compartio el techo con el

general cuando éste se separo de su esposa. Vivieron un

tiempo juntos en una casa de Olivos. Hanze Tenía algunos

antecedentes: lesiones (1965), homicidio (1966), extorsion

1967) y averiguacion de contrabando (1989). Dicen que es

millonario y que la pelea que tuvo con el concuñado de Menem,

Ibrahim Al Ibrahim, que lo denunció por amenazas, fue por un

problema de territorio en la Aduana de Ezeiza. A Hanze, con

la llegada del sirio, que solo balbuceaba algunas palabras en

castellano, como virtual delegado presidencial en Ezeiza, le

salio un fuerte competidor. Ibrahim Al Ibrahim no solo

dejaba pasar rápidamente las valijas de sus amigos y,

aparentemente, las de su esposa, esposa, Amira Yoma,

secretaria de Audiencias de la Presidencia de la Nacion, sino

que aspiraba a ganar dinero en forma r pida. Dolar, al fin y

al cabo, es palabra universal.

Gordon manTenía contactos relacionados con operativos

contrainsurgentes con el coronel Carlos Mateos, alias Gaucho,

su jefe en el Batallon y en el Destacamento de Inteligencia

103, de la Capital Federal. Cuando Galtieri decapito

virtualmente ese destacamento, Mateos fue destinado a Rosario

y Gordon lo acompaño.

Aníbal Gordon también se comunicaba, pero con mucha

parquedad, con Ruffo, y con su hijo, Marcelo. “Marcelo,

decile a Miguelito que guarde los cuadros en la casa del

general”, fue una de las instrucciones que Gordon le dio

desde Córdoba a su hijo, y fueron escuchadas por los policias

bonaerenses. Luego dedujeron que los cuadros eran los

sustraidos al Museo Nacional de Bellas Artes y sospechaban

que el general al que aludia era Paladino. Ese robo fue en

la noche del 25 de diciembre de 1980. Los ladrones entraron

en el Palacio Err zuriz por los andamios exteriores usados

para una remodelacion. Los dos serenos fueron dormidos con

narcoticos mezclados con la cena de esa noche de Navidad.

Desaparecieron dieciséis pinturas y siete obras Más, donadas

por Mercedes y Antonio Santamarina. Se perdieron Más de

veinte millones de dolares y trabajos de Renoir, Cezanne y

Degas. Como no entendian de obras de arte, dejaron en el

camino un Degas, La Bailarina, valuado en veinte millones de

dolares. La Revista de La Nacion, del 23 de septiembre de

1990, en un extenso informe recordo que los ladrones comieron

y bebieron dentro del museo y que Guillermo Patricio Kelly

denunciaba, por esos dias, que los cuadros estaban ocultos en

Magister.

Pese a que la causa está prescripta y aunque Más no sea

para intentar recuperar los cuadros, seria interesante que

alguna autoridad del Poder Judicial repare en un detalle:

cuando Gordon fue detenido en La Serranita el 10 de febrero

de 1984, aparecieron varios papeles quemados en una estufa a

leña, un hogar, obviamente no usado en verano. Algo quedo

sin destruir y fue, precisamente, un listado de cuadros,

todos pertenecientes a la coleccion robada en Bellas Artes. A

pocos se les ocurrio relacionar este robo con otros ocurridos

en museos de Rosario, obra de la llamada Conexion Rosaura,

descubierta, pero no desmembrada, cuando el agente Leandro

S nchez Reisse denunció a sus ex complices ante el FBI. Ya se

ver por qué lo hizo y cu les fueron las consecuencias. Lo

extraño es que esos papeles fueron vistos por el juez José

Nicasio Dibur, que los dejo ahi. La nota curiosa la

protagonizo la despampanante Moria Cas n, que trabajo en esa

temporada en una sala de Villa Carlos Paz. Una noche cenaba

con su marido, Mario Castiglione, y se acerco a la mesa un

desconocido.

-Queria saludarlos. Yo soy Aníbal Gordon, el hombre Más

buscado de la Argentina.

-Mucho gusto, yo soy el Rey Faruk, fue la respuesta de

Castiglione.

La pareja, al rato, advirtio que no se trataba de un

ocurrente. Era, sin duda alguna, Aníbal Gordon. La dama,

telefonicamente, lo comento con algunos amigos porteños. A

los pocos dias Kelly y la policia salieron a buscarlo. Llego

primero la policia. Junto con ella, el juez Dibur. Otro

detalle sugestivo ocurrio cuando Gordon fue trasladado a

Buenos Aires. Apareció fotografiado en todos los medios,

esposado en la muñeca izquierda y a cara descubierta. Al fin,

una manera idonea de invalidar cualquier reconocimiento del

delincuente. Cualquier agente policial sabe que a ladrones,

asaltantes y secuestradores, en esos casos, hay que alejarlos

de camarografos y reporteros gr ficos para no perder una

prueba. Gordon, agradecido. El juez Dibur, al tiempo, pasó a

ser asesor del Ejército. Su tarea Más complicada fue despegar

al arma de las andanzas del grupo Gordon.

En el medio de las investigaciones, cuyos informes

seguramente terminarian en algun cesto de basura de la

jefatura de la policia de la provincia, se produjo la

ocupacion de las Islas Malvinas. En Canal 7, ya en Figueroa

Alcorta y Tagle, se organizó una gigantesca colecta, con

Pinky y Jorge Fontana como maestros de ceremonias. Medio pais

estuvo pendiente de la fiesta. Al canal de television

llegaron miles de dolares y joyas. El grupo Gordon planeo un

asalto, que se frustro por una torpeza del jefe. Un agente

policial que custodiaba una puerta le pidio los documentos a

Gordon. Este abrio un cartapacio y se le cayeron varias

credenciales, inclusive militares. Gordon fue trasladado a la

seccional de Policia y rápidamente liberado. Un par de

llamadas telefonicas alcanzo para obviar problemas.

Las escuchas telefonicas sirvieron para enterarse de

alusiones directas al homicidio de Elena Holmberg. Segun la

banda, en el secuestro y homicidio de la diplom tica habia

colaborado un oficial de la Marina de Guerra al que llamaban

Perro. Las revistas Libre y Quorum publicaron, en marzo de

1987, un interesante apunte sobre este tema. Ana Maria

Dunayevich de Martínez denunció que su esposo, un capitán de

fragata llamado Carlos Aurelio Martínez, alias Za Z , del que

estaba separado, usaba un automóvil Chevy, celeste, que era

el mismo que se habia utilizado en el secuestro de la

señorita Holmberg. El coche habria sido del almirante

Chamorro. La mujer también declaro que con su marido habia

vivido en varios lados distintos. Uno de ellos fue un

departamento prestado por Sergio Meller, secuestrado poco

tiempo antes, y que en una larga estada en la ciudad de

Córdoba se le hizo la vida imposible porque frecuentaban su

casa elementos indeseables que planeaban secuestros y

otros delitos.

Entre los visitantes y amigos de Za Z , la mujer recordo a

un tal Aníbal Gordon. En la demanda entablada en el Juzgado

en lo Civil numero 20 de la Capital Federal, a cargo del

doctor César Buedo, por la secretaria Carballido, la señora

de Martínez agrego que su esposo habia hecho abandono del

hogar. No mucho tiempo después de esta presentacion, la

mujer desistio de la demanda. El capitán Martínez fue, en

1975, edec n de Isabel Perón; en 1980, director del Hipodromo

Nacional, el de Palermo, y en 1990, titular de la Direccion

de Migraciones, donde, por pedido de Amira Yoma, decidio en

tiempo récord la radicacion del traficante sirio Monser Al

Kassar. La periodista Gabriela Cerruti revelo en Pagina/12,

el 14 de junio de 1992, que Za Z Martínez, durante el

gobierno militar fue apoderado del partido para la Democracia

Social, el de Emilio Eduardo Massera. Idéntica funcion a la

que desempeñaba el doctor Raul Granillo Ocampo en Córdoba.

Granillo Ocampo, claro, es el mismo que estuvo desde el

comienzo al lado de Carlos Menem, y en 1993 fue promovido a

embajador en los Estados Unidos. Otro conspicuo adherente al

partido de Massera fue el hoy ultramenemista Carlos Cañon,

durante un tiempo jefe de la Central Nacional de Inteligencia

de la Argentina. En la administracion Menem, claro. Otro

menemista que conocia a Massera es Alberto Pierri, que de

vendedor de papel higiénico salto a propietario de una

importante papelera, y presidente de la C mara de Diputados.

Una prueba Más de la movilidad social de la Argentina. O, en

todo caso, de lo que sostiene Rogelio Garcia Lupo: “También

quedaria demostrado que el consumo de papel higiénico es

alto”. Pierri, a mediados de 1993 desmentia su relacion con

Massera y las acusaciones de organizar grupos violentos,

patotas, en el ámbito del Mercado Central. Atribuia esas

informaciones a la oposicion y contaba con el decidido apoyo

de Carlos Menem y Eduardo Duhalde. La campaña de descrédito

sobre Pierri incluia, segun el presidente, las falsas

denuncias sobre un pedido de coima a un grupo empresarial

español relacionado con los negocios del gas. Y el Presidente

debe tener razon, porque la Justicia, de llegar la cuestion

hasta ella, determinar que el legislador es inocente. Y si

algun juez o fiscal llegara a decir lo contrario, rápidamente

ser cambiado de jurisdiccion para permitir la llegada de

otros jueces y otros fiscales que decidir n la inocencia.

La muerte de Dupont

En las escuchas telefonicas, los policias de la provincia

grabaron diálogos con claras referencias sobre Marcelo

Dupont, otra víctima mortal, y escucharon las burlas que el

grupo hacia sobre el robo de equipos a dos periodistas

ingleses que cubrian el tema Malvinas desde Buenos Aires.

Hablaban sobre un uruguayo de apellido Mottola, al que

secuestraron en los alrededores de la Confiteria Status, en

Palermo, y también se jactaban sobre la suerte del obrero

Dalmiro Flores, asesinado el 16 de diciembre de 1982 por el

grupo durante una manifestacion multipartidaria entre el

Congreso y la Plaza de Mayo. Ese dia le jugaron una mala

pasada a Seguridad Federal, porque el Falcon que usaron los

homicidas Tenía la chapa C 870.250, perteneciente a un

vehículo similar de esa dependencia policial, que estaba en

otro lugar de la ciudad. Cuando los hombres de Gordon bajaron

del auto, en Hipolito Irigoyen y Bolivar, cientos de personas

corrian atropelladamente debido a que en la zona de la Plaza

de Mayo fueron disparados gases lacrimogenos. Muchos

testigos vieron cuando del Falcon bajaron dos sujetos

armados. Uno de ellos, casi a quemarropa, apunto con una

Browning calibre 9 milimetros sobre el pecho del indefenso

Flores y apreto la cola del disparador. Al dia siguiente,

los diarios contaron el episodio y dieron el numero de la

patente. Flores era un obrero metalurgico, afiliado a la

UOM.

Lo de 1978 fue de Ripley: cerca de la planta de Ford, en

General Pacheco, una comision policial de la provincia detuvo

a la llamada brigada panqueque, con Gordon a la cabeza, con

las manos en la masa. Regresaban de Rosario después de cobrar

el rescate por el secuestro de un empresario. Enterado de

las capturas, el general Ramon Camps, jefe de la policia

provincial, ordeno llevar a los detenidos al Primer Cuerpo

de Ejército y ponerlos a disposicion del general Carlos

Guillermo Suárez Mason. Fueron a Palermo y entregaron a los

detenidos con la satisfaccion de la tarea cumplida. Al otro

dia reanudaron la escucha telefonica y se enteraron de que

Gordon estaba en su domicilio.

En una de las conversaciones, Gordon, desde Córdoba, le

ordeno a su hijo contactarse con una persona que compraria

una partida de dolares falsos. Primero, se contactaron con

los vendedores en un bar de Sarmiento y Mitre, de Avellaneda.

El presunto comprador era un cabo de apellido Gomez, experto

en el tema, que se presento ante los hombres de Gordon como

un hombre de grandes recursos economicos: un valioso Rolex,

por ejemplo, y un Dupont de oro. Claro que habia que seguir

la tarea en la Capital Federal.

Un comisario de Robos y Hurtos hizo la vista gorda y dejo

operar a los colegas bonaerenses en pleno centro. La cita de

la banda por el tema de los dolares era en el Hotel

Continental, en Diagonal Roque S enz Peña y Maipu. El

subcomisario Ricardo Santo y una mujer policia se alojaron el

hotel de la Diagonal Norte y simularon ser potenciales

compradores. El resto de la brigada llego a tiempo en el

medio de las negociaciones y detuvo a Aldo Oscar Divano, que

Tenía en su poder una credencial de la SIDE a nombre del

comodoro Alfredo Giménez; Hugo Horacio Espinoza, otro agente

de la SIDE, con un carné a nombre del mayor Victor Martínez;

Rogelio Alberto Martínez, agente de la SIDE, cesanteado en la

Policia Federal por un robo, justamente, en la oficina de

Robos y Hurtos; Aníbal Marquez, Ricardo Miguel Pedro Coghlan,

Alfredo Francisco Surjan Trofo y Antonio Parreta. En el

medio del operativo llego al hotel un Ford Falcon celeste con

una baliza en el techo. Trataron de detener a sus ocupantes,

pero éstos se escaparon. Siguieron al auto hasta la

explanada de Rivadavia, en la Casa de Gobierno. Sin

autorizacion de sus superiores y en terreno ajeno, optaron

por irse. De todos modos, al comisario inspector Julio Blanco

no le gustaba la impunidad de esta banda y se las arreglo

para justificar el operativo y llevar a los detenidos, con

los dolares falsos, ante el juez federal de La Plata, doctor

De la Serna.

Este magistrado los condeno por la tentativa de vender

esos dolares y el uso de documentos falsos. La C mara de

Apelaciones de La Plata entendio que el unico delito probado

fue el del uso de los documentos falsificados y solamente

aplico un año de prisión a Divano y Espinoza. Los deMás

salieron absueltos, inclusive Coghlan, con un rico prontuario

por estafas, defraudaciones, cheques sin fondos y delitos

semejantes.

Durante la instruccion, el juez De la Serna pidio informes

a la Fuerza Aérea Argentina. Con la firma del comodoro José

Costanzo, el Servicio de Inteligencia de los aviadores nego

tener vinculaciones con Espinoza o Divano. Curiosamente,

éstos insistieron en que pertenecian a ese sector, dieron el

nombre de su jefe: el comodoro Guillamondegui, otra figurita

repetida, y la direccion exacta -Ituzaingo 558- de la

delegacion del SIFA en Córdoba, donde trabajaba, por ejemplo,

el cuñado de Aníbal Gordon. El comodoro Guillamondegui

respondio a un oficio de la Justicia y coincidio con

Costanzo: no conocia a esos hombres. Sobre las credenciales

de la Fuerza Aérea, Guillamondegui opino que tal vez fueran

autenticas, pero que no eran las de Inteligencia. Divano y

Espinoza, mientras, reiteraban que esos documentos los habian

recibido en Buenos Aires de manos del comodoro Ezcurra.

Obviamente, Ezcurra era Aníbal Gordon, que también trabajo

para la Inteligencia de la Fuerza Aérea.

Blanco, retirado en 1986 con el grado de comisario mayor,

soporto amenazas, escucho grabaciones de los Gordon en la que

sugerian eliminarlo, y una noche le balearon la casa. Por

suerte, no hirieron a nadie. Pero, donde entraron los

proyectiles, dormian sus hijos.

Siguieron las escuchas telefonicas y se enteraron de que

el sargento Hanze y el subcomisario Madrid(2), los dos de la

policia bonaerense, se interesaban por la suerte de los

procesados. También que los que se escondieron en la Casa

Rosada fueron Eduardo Ruffo y Ernesto Lorenzo, el chofer del

Falcon. En el Juzgado Federal de la Plata, Divano, al final,

reconocio haber sido oficial principal de la Policia Federal

y que lo exoneraron por exacciones ilegales, es decir coimas,

pese a que el juez de Instruccion Alfredo Olivan no encontro

elementos suficientes como para condenarlo. La causa que

llevo Olivan Tenía el numero 39009 y fue por hurto y

exacciones ilegales. Resulto sobreseida en mayo de 1978.

Divano también admitio que a Espinoza lo conocia de la

Policia, de la que éste fue separado por un secuestro

extorsivo perpetrado en 1977. También Espinoza, en esa

causa, disfruto de un r pido sobreseimiento(3). El doctor

Olivan es el mismo que, como Guillermo Patricio Kelly pidio

una postergacion para declarar en enero de 1986 como testigo

en la causa por el secuestro del ingeniero Ricardo Lanusse,

porque su segunda esposa estaba gravisima, fue personalmente,

con personal de su Juzgado, para verificar si la mujer se

hallaba en mal estado de salud. Comprobo que Tenía un c ncer

de mamas y que habia soportado una delicada intervencion

quirurgica. La revisacion fue vejatoria; diriase que

inhumana, y desproporciada al hecho: la postergacion de una

declaracion testimonial. La esposa de Kelly, Irma

Mangialavori, murio al poco tiempo. El doctor Olivan,

retirado de la Justicia, defendio al agitador de ultraderecha

Patricio Camps -hijo del ex general- cuando fue acusado en

Moron de integrar una banda dedicada a la intimidacion

publica. También patrocino al gremialista Lorenzo Miguel.

Uno de los secretarios del Juzgado Federal de Olivan era el

doctor Carlos Liporaci, promovido a juez federal en 1983 por

la administracion Menem. Una de las primeras medidas del

abogado Liporaci fue sobreseer, sin investigar, la denuncia

de un particular contra el ex ministro del Interior, José

Luis Manzano, por enriquecimiento ilicito. Dijo, el juez,

que investigar este presunto enriquecimiento significaba “un

desgaste innecesario de la actividad judicial”. También

opino que las averiguaciones patrimoniales pedidas por el

fiscal Jorge Di Lella sobre el ex ministro del Interior

aparecian como “inviables”. Textual. El ministerio

público apelo el sobreseimiento de Liporaci y la C mara

Federal, donde -gracias a Dios- seguia Horacio Rolando

Cattani, un juez intachable, ordeno al magistrado iniciar las

investigaciones. Ser cuestion de averiguar, en 1994,

cuantas providencias ordeno Su señoria. Desde que pidio un

crédito al Banco Hipotecario durante el gobierno de Alfonsín,

porque no Tenía vivienda propia, pasando por las historias

que recreo Verbitsky en “Robo para la corona”, a la

realidad de 1993, cuando alquilaba una lujosa casa y dos

autos en San Diego, California, deber convenirse que el

politico mendocino progreso bastante. Mucho Más que el

argentino promedio, por supuesto. Por ahi, son difamaciones

que por influencias en distintos contratos cobro un millon y

medio de dolares en comisiones, que la casa de Palermo Chico,

Ortiz de Ocampo 2871 es suya, que tiene campos en Mendoza,

Buenos Aires y Santa Fe, y que en la liquidacion del Banco

Building fue el unico que no perdio. En todo caso, aunque al

señor juez le siga pareciendo un dispendio, podria

preguntarse qué escribio José Luis Manzano en la declaracion

jurada ante el Banco Hipotecario cuando solicito su credito.

Podria saberse que bienes poseia, o cu les eran sus ingresos.

No estaria de Más que la Justicia pidiera los antecedentes de

la liquidacion del Banco Building y averiguara, de pasó, si

el ex ministro del Interior saco alli algun crédito. Si es

asi, no seria inadecuado saber si lo pago. Por ahi aparece

alguna sorpresa. Por si Su Señoria considera estéril hacer

las indagaciones, es de esperar que algun fiscal las

promueva.

Los servicios truchos

El enlace de Aldo Divano para entrar en el Servicio de

Inteligencia de la Fuerza Aérea habia sido un amigo, el mayor

Guzm n, que le consiguio el trabajo en 1981. Casi está de

Más aclarar que el mayor Guzm n es Ernesto Lorenzo, uno de

los secuaces de Aníbal Gordon. Le resto aclarar a Divano que,

cuando fue separado en 1977 de la Policia Federal, revistaba

en Seguridad Federal y que entre sus compañeros estaban

Antonio Benito José Fioravanti, José Ahmed, Ricardo Taddei,

Samuel Miara y Héctor Osvaldo Camilletti, todos acusados de

participar alguna vez en secuestros extorsivos.

Ambos insistieron en que el jefe que tuvieron en el

Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aéra, SIFA era el

comodoro Ezcurra, está dicho, uno de los seudonimos de

Gordon. Nadie pregunto por Ezcurra y la Justicia se dio por

satisfecha cuando la Fuerza Aerea aseguro que no conocia a

los imputados. Como en las series norteamericanas

relacionadas con espías, los patrones negaron estar

vinculados con los agentes. Este tipo de hombres de la

inteligencia eran conocidos como pertenecientes a los

servicios truchos. Es decir, nadie se haria responsable por

ellos. Hasta es probable que no figuraran en la nomima,

porque esos servicios manejaban y manejan elevadas cifras en

materia de gastos reservados. El señor Anzorreguy podria

ampliar estas explicaciones y revelar, al fin, cuantos

millones de dolares maneja la SIDE sin rendir cuentas.

Los grupos de represion estaban dirigidos, segun la

version de Divano, por los comodoros Schillizzi Moreno y

Arca, el mismo que apareció mencionado junto con Arquimedes

Puccio en el secuestro de Enrique Pels, en 1973, y que era

amigo de Aníbal Gordon. Los dos aviadores, Más éste,

acostumbraban reunirse en unas oficinas ubicadas en Carlos

Pellegrini y Tucum n que les prestaba un empresario de

apellido Spadone. Sabia, además, que al coronel Montiel lo

habian secuestrado en el Bar Munich, de Moreno, entre Defensa

y Balcarce, y llevado a la cueva que la SIDE Tenía en Las

Heras y S nchez de Bustamante. Desde alli lo trasladaron a

Chascomus y lo asesinaron. Fue cremado junto con dos

detenidos, que pertenecian al Ejército Revolucionario del

Pueblo, ERP. Uno de los homicidas de Montiel fue el conocido

Antich Mas, del Batallon 601. Una muerte parecida a la de

Montiel, secuestrado el 23 de febrero de 1975, fue la del

coronel Martin Rico, destacado en el Estado Mayor, que

investigaba las andanzas de la Triple A. Lo ametrallaron un

dia después en la zona de Constitucion, la terminal del

Ferrocarril Roca, y el atentado fue atribuido al Ejército

Revolucionario del Pueblo.

Otro intento frustrado de los policias provinciales

ocurrio en Chascomus. Alli fue el oficial principal Ramon

Veron en procura de datos sobre uno de los socios de Gordon,

Leonardo Miguel Save. Solo sabian que nacio el 8 de diciembre

de 1940 y que era de la banda de Gordon. Veron se hizo pasar

por comprador de hacienda. El trabajo de inteligencia

marchaba bien, hasta que el coronel Carlos Alberto Antonio

Mateos, destacado en Seguridad Federal, a las ordenes de

Alejandro Arias Duval, llamo desde la Casa de Gobierno al

Director del Area Metropolitana de Investigaciones, con sede

en Banfield, pregunt ndole quién habia autorizado el trabajo

de Veron y del suboficial Domingo Benincasa en Chascomus.

Otra vez fueron obligados a dar marcha atrás. Veron haria

una brillante carrera en la policia. En 1993 era comisario

mayor y jefe de la Unidad Regional de Moron.

Esos policias alguna vez tomaron como una cuestion de amor

propio perseguir a una banda de piratas del asfalto que

operaba en la ruta Panamericana. Por fin, siguieron a un

camion robado e interceptaron a su conductor. Vaya sorpresa,

el que manejaba el vehículo era Luis Abelardo Patti, un

oficial de la fuerza. Es de suponer que Patti estaba en

mision oficial, porque sus colegas lo llevaron a una

seccional y no consta que hubiera sido detenido o procesado.

Patti, y punto

El de Luis Patti es un caso que guarda semejanzas

con todos los expuestos en este trabajo. Figura en los

listados de la CONADEP bajo el numero 2350, como Paty o

Patti, alias El loco, por su actuacion en algun grupo o

seccion en el rea de la Comisaria de Tigre. Tenía

el antecedente de su presunta participacion en los

homicidios de los montoneros Osvaldo Cambiasso y Eduardo

Pereyra Rossi. Ambos fueron secuestrados en Rosario

el 14 de mayo de 1983 y aparecieron acribillados a balazos en la zona de Z rate. La version oficial fue la de un enfrentamiento

con una comision policial integrada por el oficial principal Luis

Abelardo Patti, el cabo Juan Amadeo Spataro y el suboficial Rodolfo

Diéguez. Con ellos estaba, lo cuenta sonriente,

el agente de inteligencia Juan Alberto Imbesi. El 18

de octubre de 1983 el juez Juan Carlos Marchetti, de

San Nicol s, los sobreseyo en forma provisional, y el

4 de noviembre de 1983 la C mara Segunda de Apelaciones

de San Nicol s ratifico esa decision. Una parte del fallo

decia: “El Tribunal no deja de advertir que es posible,

respecto de la conducta de los imputados, que ella, en

cuanto a la argumentada gestacion y din mica del suceso resulte

sospechosa y de débil contextura su credibilidad. Aun asi,

los asertos explicativos de los interesados no pueden ser

descartados en absoluto, ante la falta de pruebas que los

desvirtuen”. Con algunas observaciones que van apareciendo

a medida que se lee el expediente, Pereyra Rossi Tenía

granos de polvora en la region escapular izquierda. Los

médicos forenses Orlando Saturnino González, Héctor Vázquez Fanego,

Horacio Tarantino y Jorge Zonzini, designados por la Corte Suprema

de

Justicia de la Nacion, coincidieron en que el cuerpo de Cambiasso

presentaba lesiones pre morten, “en numero de dieciséis y de

car cter

aquimotico”. El doctor Eduardo Pedace, en la Morgue de la Capital

Federal, comprobo en el cuerpo de Pereyra Rossi alteraciones

microscopicas que respondian al pasaje de corriente eléctrica. Por

si

esto no alcanzara, en el Fiat que supuestamente usaban los dos

montoneros no se encontro c psula servida alguna del arma que,

segun

Patti y sus consortes de causa, uso Cambiasso en el tiroteo.

Eduardo Duhalde, en” El estado terrorista”, aporta

una version anonima suministrada por un integrante del

aparato represor: Cambiasso y Pereyra Rossi fueron

secuestrados, como se probo, en la Confiteria

Magnum, del centro de Rosario, y llevados a un galpon, donde les

habrian aplicado somniferos. Desde Rosario llevaron a

las dos víctimas y al Fiat 1500 de Cambiasso hasta un

lugar cercano a Lima y a Z rate, donde una comision

policial de la Provincia, a cargo de Denardo Patti

estaria esperando. Patti se llama Luis Abelardo. Denardo

pareciera ser una deformacion del segundo nombre del ex

subcomisario e industrial panadero. Dormidos, los dos

secuestrados fueron muertos a balazos.

Patti también fue imputado por la desaparicion de Tilo

Wenner, el 26 de marzo de 1976. La víctima dirigia su

diario, El Actual, de Escobar, y resultaron infructuosas

las gestiones de su esposa, Eliana Naon, ante la Justicia, para

dar con su paradero. En la Comisaria de Escobar le aseguraron que

habia sido

trasladado a la Superintendencia de Seguridad Federal.

El diario P gina/12 rescato del olvido otras imputaciones

a Patti: el primero de octubre de 1976 resulto sobreseido por el

juez

Clodomiro De Luca en la causa numero 11.299 por aplicacion de

tormentos a Julio César Di Battista. Sentencia igual consiguio

en otra investigacion por apremios ilegales (causa 20.653) que

efectuo el Juzgado en lo Criminal de Moron a cargo del

doctor Carreras. En octubre de 1990 el juez en lo

Criminal de San Isidro, Raul Borrino, pidio su captura

ante la certidumbre de que habia torturado a Miguel Angel

Guerrero y Daniel B rsola, detenidos en forma ilegal en la

comisaria de Pilar y sometidos a tormentos, probados por los

forenses

de la Corte de la Provincia de Buenos Aires. Cuando Patti

se presento detenido en San Isidro, el ex intendente de

Pilar durante el proceso militar, Ricardo Lopez Herrera, y

Carlos Decurnex, apoderado de la Fuerza Vecinal de San Isidro,

organizaron manifestaciones ante el Juzgado, en las que

vecinos de Pilar y de otros lugares de la zona norte del

Gran Buenos Aires pedian por la libertad del subcomisario.

Lograron su objetivo. Recusaron al juez Borrino, que

tuvo que apartarse de la causa. Al mes, la C mara de

Apelaciones de San Isidro sobreseyo a Patti en forma

provisional. En el medio de las manifestaciones, el

presidente de la Republica, Carlos Menem, elogio

vivamente al oficial de la policia procesado y dejo esta

frase: “Patti hace todo bien porque limpia

a una zona del Gran Buenos Aires de delincuentes”. Patti,

al fin, dejo sentada su posicion: “Para esclarecer un

hecho, la policia tiene que cometer no menos de cuatro o

cinco hechos delictivos, entre otros privacion ilegal de

libertad, apremios y violacion de domicilio”.

Después de semejantes definiciones, Menem lo envio a Catamarca

para que investigara el homicidio de la joven Maria Soledad

Morales. No tuvo éxito. Aparentemente, no logro el

visto bueno para usar sus métodos. Tampoco sostuvo por

mucho tiempo su publicitado romance con la veterana modelo

Liliana Caldini, ex esposa de Norberto Palese, el

seudonimo de Jorge Fontana, un brillante locutor. A mediados

de 1993 Patti anuncio que abandonaba la policia para

volcarse a la política. Un sector de la Union del Centro

Democr tico bonaerense aspiraba a postularlo como

primer primer candidato a diputado nacional. Lo auspiciaba y

lo auspicia otro ex policia, el diputado nacional Alberto

Albamonte, que en septiembre de 1993 anuncio que

renunciaba al partido fundado por Alvaro Alsogaray. Luego

de perder la interna; por supuesto. De hecho, reiteraba

su adhesion al menemismo. Anuncio que en las elecciones

de octubre votaria por Alberto Pierri. Por esos dias era

agredido por segunda vez el periodista Hern n Lopez

Echag•e, que investigo el tema de las patotas del

Mercado Central. Los servicios de inteligencia intentaron

convencer a la poblacion de que las posibilidades eran

dos: un ataque radical, o una simulacion del periodista.

El presidente Carlos Menem designo al ex subcomisario,

propietario de varias panaderias, como interventor en

ese mercado concentrador.

El mayor Guzmán, chofér

En diciembre de 1992 fueron detenidos en la

plaza San Martin, en Retiro, tres sujetos que,

minutos antes, habian intentado asaltar la sucursal

vecina del Lloyds Bank. Uno de ellos amenazo con hacer

detonar una granada española si la policia no se

alejaba, pero al final desistio. El de la granada era

Carlos Autrec, y sus compañeros el ex representante

olimpico de judo Oscar Str tico y Ernesto Lorenzo. Los

diarios porteños comentaron que Lorenzo habria

formado parte de la banda de Aníbal Gordon. En

realidad, no solo formo parte de esa gavilla, sino

que era el chofer de Gordon, cobraba sueldo en la

SIDE y fue uno de los condenados por el secuestro de

Guillermo Patricio Kelly. No Tenía suerte con ésto de

tener armas y explosivos. El 3 de julio de 1984 cayo preso y

en su casa, Pergamino 1010, encontraron equipos

electronicos de radio, armas largas y granadas de mano.

Como antes, Lorenzo, que en los años de plomo

usaba el nombre de guerra de mayor Guzm n, exhibio

algunas credenciales falsas. La Más notoria fue una que

lo identificaba como periodista de la revista Mundo

Diplom tico. Ese argumento fue el usado por sus

abogados, Juan Misisco y Hugo Massa, para justificar

la presencia del terrorista de ultraderecha en la

plaza San Martin. El juez federal Ricardo Wechsler

no se conmovio ante el pedido: fueron procesados por

intimidacion publica, asociacion ilícita, intento de

robo a mano armada, acopio de armas de guerra y adulteracion de documentos. En los alrededores de la plaza fue

encontrado un Peugeot 505, robado cinco años atrás. En el baul

aparecieron armas cortas y dos granadas como la

que uso Autrec en su amenaza.

Lorenzo volvio, entonces, a un conocido lugar:

la cárcel de Villa Devoto. Nacido el 19 de agosto de

1949, su primer trabajo fue en la adolescencia y como

fotografo. Luego incursiono en la venta de carne, aunque

con suerte diversa. De todos modos, sus andanzas no

fueron Más allá de algunos denuncias por cheques sin

fondos. En 1976, Carlos Patricio Rizzaro, al que

conocio en el aristocr tico Club Atlético San Isidro, el CASI, le

presento a su tio, Aníbal Gordon, que habia sido custodio de varios

jerarcas del Peronismo; era amigo de Otto Paladino, jefe de la SIDE,

y dirigia una de las bases de esta temible reparticion. Allá por San

Isidro, está dicho, Gordon Tenía un viejo compañero de correrias,

Arquimedes Puccio, cuyo hijo mayor, rugbier, jugaba de wing tres

cuartos en la primera del CASI. Puccio, un segundon, les dio una mano

grande, tanto en la Triple A, como después de ella, en la

desaparicion de cadáveres. Algunos propietarios de empresas

funerarias lo ayudaban.

La banda de Gordon, terminada la etapa dura de la

represion en varios centros clandestinos de detencion:

Automotores Orletti, El Vesubio, Club Atlético, Olimpo

y El Banco, hizo varias tropelias, pero en el campo judicial

no sobraban las pruebas para incriminarla. El Vesubio estaba

ubicado en La Tablada, cerca de la Autopista Riccheri y

el Camino de Cintura. Cuentan que lo llamaron asi por la

humareda constante provocada por el incendio de cubiertas de

automotores y gas oil usados para cremar cadáveres. Parecia,

decian los secuaces de Suárez Mason, la erupcion del volc n

vecino a N poles. Lo revelador es que esta prisión destinada

a subversivos no se habilito después del golpe de marzo de

1976, sino cinco meses antes. En cuanto al Club Atlético,

el nombre fue otra ironia: se llamaba Centro

Antisubversivo, y estaba en Paseo Colon y Juan de

Garay. Las siglas C.A. las convirtieron en el nombre

vulgar de la cárcel clandestina. Tenía cuarenta

y un calabozos, todos de dos metros por uno sesenta y unas

celdas, llamadas leoneras, de un metro y medio por sesenta

centimetros.

La impunidad, al menos hasta 1981, fue total. Entonces,

acaso para disparar los últimos cartuchos antes de que

llegara la democracia, dejaron las marcas. Se habian

convertido en los amos y señores de la Panamericana, la

ruta que comunica a Buenos Aires con el norte del pais y

camino obligado hacia la mayoria de los countries y casas

quinta de fin de semana en Pilar, Tortuguitas, Ingeniero

Maschwitz, La Reja, Garin, Pacheco o Escobar. Asaltaban,

robaban autos, extorsionaban y secuestraban. Total, si

alguien los deTenía, podian probar que eran agentes de los

servicios en actividad y que respondian a altisimas

autoridades militares. Por esas zonas el Batallon 601 disponia de distintas

fincas que, tanto sirvieron de aguantaderos, como para retener a

secuestrados. Pero, después de 1983, mucha gente ato cabos y se animo a

denunciar. Una de los primeros que los identifico fue Aldo Edgardo

Cascallar. En agosto de 1979, cuando manejaba un rastrojero, una pick up

gasolera de fabricacion nacional, en Gorostiaga, cerca de

Chivilcoy, provincia de Buenos Aires, fue interceptado por

un Peugeot 504 con cuatro personas a bordo. Lo

amenazaron con armas cortas y largas, de modo que paro. Lo subieron al

Peugeot y lo liberaron en el medio del campo. Al Rastrojero

lo recupero dos meses después. Apareció abandonado en la Capital

Federal. Cascallar, en una rueda de personas hecha cinco

años después, solo reconocio a Marcelo Aníbal Gordon.

El grupo, ya conocido como la brigada panqueque, estaba

formado por Gordon, su hijo Marcelo, Eduardo Ruffo, César Enciso, los

hermanos Jorge Omar y Carlos Patricio Rizzaro, Carlos Miguel

Membrives, Leonardo Miguel Save, Rubén Dario González

Figueredo, Carlos Herrador y un tal Quino, también mezclado

en el secuestro de Pedro Zavalía. Lorenzo, ya fue

dicho, era uno de los choferes. Cada tanto se les sumaban

Héctor Rubén Escobar, Alberto Oscar Iulleirat y César

Estanislao Albarracin, alias Ricardo Burgos.

Dueños de vidas y haciendas

La brigada panqueque no se andaba con vueltas. Los

primeros secuestros fueron bien planeados, con métodos que

habian aprendido de los guerrilleros del ERP. Un grupo capturaba a la

víctima, otro lo alojaba y un tercero se ocupaba de los contactos con los

familiares o socios y de cobrar los rescates. Claro que, como

contaban con muchas facilidades, no se hacian mayor drama si los

identificaban y consideraban exagerado actuar por el sistema de células. A

favor de la impunidad, no solo actuaban a cara descubierta, sino

que, a veces, hasta comian con sus víctimas en conocidos

restaurantes mientras negociaban los rescates. Algo asi como

secuestros al pasó. Naturalmente, disponian de

varias facilidades: permisos para portar armas, credenciales de

las Fuerzas Armadas y autos oficiales.

El dirigente justicialista Julio B rbaro, luego diputado

nacional y secretario de Cultura durante la gestion de Carlos

Menem, fue uno de los que cayo. Lo secuestraron en octubre de 1981 en

su oficina, en Libertad al 500, y con él se llevaron a un amigo, Juan

Carlos Gallego. Gordon le mostro una credencial de la Policia Federal y

dijo cumplir ordenes del coronel Arias Duval, jefe de

Seguridad Federal. Los subieron a un Ford Falcon y pararon

para conversar en el bar Chamaco`s, sobre la Avenida

Libertador, en Vicente Lopez, frente al Circulo de la Aeronautica.

Esperaron

una hora. Llegaron dos autos, lo separaron de Gallego y por la Panamericana

fueron hasta Pacheco. Por un camino de tierra llegaron a las afueras de

Pilar, a unos cincuenta kilometros de la Capital. Los tres autos, dos Ford

Falcon y un Taunus, pararon en un descampado. A B rbaro le sacaron el reloj

y

el cinturon, vendaron sus ojos y lo acostaron en el asiento trasero de uno

de

los vehículos. Gordon, en el asiento delantero derecho, dirigia el

operativo.

El viaje termino en un campo de General Villegas, donde habia un cartel

`Las piedritas”. Ernesto Lorenzo presumia que pertenecia a un militar

de alta graduacion. B rbaro, en 1983, identifico a los dos Gordon y a

Eduardo Ruffo. El que interrogaba era Aníbal Gordon, que, cada tanto,

sumergia la cabeza del politico en un balde con agua, provoc ndole

asfixias parciales. El objetivo era conocer la ideologia de la

víctima. Luego de ocho horas de apremios, decidieron

llevarlo de nuevo a la Capital, y lo soltaron en las cercanias

de Puente Saavedra.

Un ejemplo del descontrol e impunidad fue el secuestro

de un comerciante de apellido Cainelli, dato aportado a

la policia por el propio Lorenzo. Lo secuestraron cuando salia

de su casa, lo subieron a un auto y en el kilometro 40 de

la Panamericana, Gordon le recomendo conseguir 30.000

dolares para el dia siguiente. Caso contrario, lo matarian.

Cainelli pago. A Lorenzo le tocaron tres mil dolares. Otro

operativo, también confirmado por Lorenzo, fue con Vittorio

Mottola, un uruguayo que después de lo sufrido se fue a

vivir a México por un tiempo prudencial y luego

se instalo en Montevideo. Lo secuestraron cerca de

Aeroparque y también fue llevado a General Villegas. La

mujer del cautivo pago 400.000 dolares de rescate en algun lugar de la ruta

Panamericana y Mottola fue liberado en Villa Ballester. Segun Gordon,

Vittorio Romero Mottola era un protegido del comisario Fiorillo,

el de la policia provincial, que le permitia contrabandear

cigarrillos sin problemas. El policia Fiorillo

fue convocado por la Justicia en septiembre de 1993 para

declarar sobre la banda de Gordon y solo dijo que, como habia

pasado mucho tiempo, no recordaba detalle alguno. La mano de la

brigada panqueque también es larga. Fiorillo fue uno de los

implicados en el homicidio del obrero Felipe Vallese.

La larga cadena de coincidencias sumo una Más: un

testigo, Guillermo Manuel Tapia, propietario del campo Media Luna,

de General Villegas, declaro que su campo lindaba con el

del coronel Carlos Mateos y que el militar le

presento a un tal Leonardo Save. Tapia también conocio a

Marcelo Gordon, otro asiduo visitante de Mateos. El coronel

Mateos, que se sepa, solo fue citado por la Justicia como

testigo; jaMás como imputado. Kelly sostiene que, después de su

secuestro, Mateos estuvo detenido unas horas. Imposible confirmarlo.

Aparte del campo en General Villegas, Mateos tendria otro en Chascomus.

Dos semanas después de secuestrar a Mottola, se

llevaron a un cambista, llamado M ximo Intaglieta, al

que persuadieron de que lo mejor para él era pagar 200.000 dolares.

Luego de soportar varios golpes aplicados por Gordon con una

cachiporra, Intaglieta fue liberado y a los pocos dias pago lo

requerido por Gordon. La causa la llevo el juez de Instruccion Alfredo

Oliv n. Solo proceso a Ernesto Lorenzo, que fue absuelto. Las

diligencias ordenadas por el magistrado no fueron muchas. La causa

llevaba el numero 47767 y se sustancio por la secretaria

del doctor Gerlero. Un simple repasó sirve para confirmar

que lo que se investigo fue minimo. El pasó siguiente fue contra un

operador de bolsa llamado Eduardo Alberto Flageat que, a

diferencia de los anteriores, denunció el delito. El 4 de

agosto de 1983 fue secuestrado en un Ford Falcon beige en Santa Fe y

Rodriguez Peña a las nueve de la noche. Luego de varias escalas

se detuvieron en la zona de Ingeniero Maschwitz, donde soporto todo

tipo de apremios, inclusive la aplicacion de una picana eléctrica.

Para acabar con los tormentos prometio pagar 300.000 dolares en

seis cuotas de 50.000. Fue a la policia, le mostraron

fotos de malvivientes y reconocio a Aníbal Gordon.

Intervenidos los teléfonos, la Justicia probo el secuestro y la

extorsion. Debia pagar la primera cuota en San Nicolas. Fue

seguido por la policia y por la brigada. Gordon advirtio

la maniobra y en la ruta Panamericana se escapo. Uno de los autos de la

banda que vigilaba a Flageat era un Renault 12. La Policia anoto la chapa,

C 1.033.745. Estaba a nombre de la esposa de Jorge Omar Rizzaro. Ese

dia, contaba Lorenzo, salio a trabajar casi toda la banda: Aníbal y

Marcelo Gordon, Enciso, Save, los hermanos Rizzaro, Eduardo Ruffo y

Herrador. Gordon -preciso Lorenzo- usaba un receptor radial

con un modernisimo scanner, un barredor especial que le permitia

detectar todas las frecuencias usadas por la policia. Asi, a mediados de

1976, se entero que la Policia de la provincia de Buenos Aires

habia prestado ayuda al Ejército para localizar a un grupo

extremista que Tenía en su poder un arsenal robado en distintos

asaltos a cuarteles. Los policias bonaerenses allanaron

una quinta de Bella Vista. Casi fracasaron en el

intento, hasta que Jorge Dichiara -en 1993 director de la

Escuela Superior de Policia- y el oficial Mario Senopoli encontraron

en el jardin unos recipientes met licos que estaban enterrados.

Dentro de ellos habia armas largas en perfecto estado de

conservacion. Buscaban Más armas cuando apareció un Ford Falcon

con cuatro ocupantes. Uno de ellos, con uniforme de coronel, les

manifesto que las armas debian quedar a disposicion del Primer

Cuerpo de Ejército. Estaban por cederlas cuando el suboficial

Alejandro Atilio Marino, que habia intervenido en la

investigacion del asalto al Banco de Bariloche, les

aviso que el coronel era el mismisimo Aníbal Gordon. Como

los visitantes advirtieron algunos cabildeos,

huyeron rápidamente. Aníbal Gordon, alias coronel Silva, se quedo sin las

armas.

Extorsiones al pasó

Seria tedioso contar todos los delitos de estos agentes de

inteligencia contratados por el Estado que, salvo Gordon, que

murio, están en libertad, pero resultar ilustrativo resumir

los casos Más notables. Con total impunidad, la brigada panqueque

dominaba la Panamericana, por ejemplo, y hubo casos de extorsiones al

pasó. ¨Como? Paraban a lujosos autos y, armas en mano,

pedian dinero. Un fuerte industrial soporto el mal momento y, como no

Tenía efectivo, dejo un cheque por el equivalente de cincuenta mil

dolares. “Ni se te ocurra denunciarlo, porque moris”, le recomendo

Gordon. No lo denunció. Ni al banco, ni a la policia. Al escribano

Collins lo interceptaron en el kilometro 45 del Acceso Oeste cuando

viajaba de vacaciones a un centro de esqui. Primero le robaron

las valijas y, como no Tenía mucho dinero en efectivo, le

ordenaron labrar un cheque. El si hizo la denuncia, pero la

comunicacion bancaria se demoro y el cheque llego por

clearing. Tenía varios endosos. Uno de ellos de un tal

Norberto Barone, detenido el 24 de agosto de 1985, cuando

acompañaba a Eduardo Ruffo y Jorge Omar Rizzaro. Estos

operativos fueron tan frecuentes, que muchos industriales y

empresarios optaron por comprar viejos autos para ir a sus

quintas de fin de semana. Ir con un Mercedes Benz o un BMW era exponerse

a demasiados riesgos.

Pero, sin dudas, el caso Más curioso fue el de Ricardo Daniel

Esposito, ocurrido el 20 de diciembre de 1983. Lo atraparon los dos

Gordon y Save en la playa de estacionamiento de COAS, al lado de la

Avenida 9 de Julio, entre las calles Arenales, Juncal, Cerrito y Carlos

Pellegrini. Dijeron ser policias y comenzaron con el un largo viaje.

Conocían los movimientos financieros de la familia y le exigieron

hablar con su padre, y pedir cien mil dolares por el rescate. Intento

comunicarse desde teléfonos públicos y no lo consiguio. Como si se

tratara de un week end, Gordon lo invito a almorzar en una

parrilla de Tigre, sobre la Avenida Cazon. Le colocaron

anteojos negros, acaso para evitar que lo reconociera algun amigo o

conocido.

Terminaron en Luján, a Más de sesenta kilometros de Buenos

Aires, donde pasaron la noche. El secuestrado se

registro con sus propio nombre, dato verificado dias después por la

policia. Gordon y Lorenzo lo llevaron a una habitacion y, después de

esposarlo, durmieron. Al regresar comieron en un restaurante de la

Panamericana. Ya en la Capital, lo obligaron a hablar con su padre desde

un teléfono público de Santa Fe y Cerrito. Como los 100.000 dolares del

rescate estaban, transmitio la indicacion: ir al baño del sector de

Aerolineas Argentinas en el Aeroparque. Detr s de un espejo encontraria

las instrucciones. Durante el viaje, Gordon comento que era posible que

la policia estuviera busc ndolos, de modo que sugirio liberar a Esposito,

y negociar con él, durante la semana, la forma de pago. La instruccion

fue callar, no identificarlos y prepararse para pagar. Gordon no supuso

que lo seguiria la policia pero intercepto una comunicacion radial entre

dos moviles policiales y opto por desaparecer. Ciertamente con valentia,

Esposito detallo su periplo ante la Justicia e identifico a varios: los

Gordon, Save, Lorenzo y uno de los Rizzaro. Es cierto que la democracia

habia llegado, pero no era usual denunciar a la banda de Gordon, por esos

dias ya conocida como consecuencia del esc ndalo que hizo Guillermo

Patricio Kelly luego de su secuestro.

Lo que le ocurrio a Alberto Di Nella, también a fines de 1983, fue

terrorifico. Su esposa, meses antes, advirtio que alrededor de la casa

habia movimientos sospechosos de automóviles. Anotaron el numero de

la patente de uno de los autos y, como Di Nella Tenía una agencia

dedicada a vender automóviles, no le resulto complicado averiguar que esa

chapa correspondia a un vehículo distinto al que merodeaba su casa.

Fue a la comisaria de Martínez, donde le contestaron que se quedara

tranquilo: ese auto estaba autorizado a operar en la zona. El 16

de diciembre, a las 21, manejaba rumbo a su casa cuando lo

rodearon cuatro autos, un Valiant rojo en mal estado y

cuatro Falcon, que parecian de la policia, al menos Tenían

antenas similares. Alguien ocupo su lugar al volante, él

se quedo a la derecha, y un tercero lo vigilaba en el

asiento de atrás. Al rato estacionaron el Mercedes

cerca de la vieja Catedral de San Isidro. Ya a bordo de uno de los

Falcon, Gordon fue cocreto: “Vamos a hablar claro. ¨Cu nto vale su

vida?”. Di Nella ofrecio entregar lo que Tenía: 20.000

dolares, Más 150.000 pesos, y las alhajas que guardaba en su

casa. En unos minutos, el gerente de su empresa salio

de su casa con el dinero y las joyas. La entrega se

hizo a las pocas cuadras. Con la experiencia anterior en la seccional,

Di Nella opto por callarse, pese a que lo habian despojado del

equivalente a cien mil dolares. Un mes después, a 47 kilometros de

Buenos Aires, Di Nella fue interceptado por la misma banda. Al

reconocerlos intento huir. Lo balearon y perdio el control del auto,

que termino en un costado del camino, con decenas de impactos de

bala. Como vieron que Di Nella y su hijo, Enzo Alfredo,

estaban heridos, los guiaron hasta la Clinica F tima, en

Pilar. Padre e hijo Tenían alojadas en el cuerpo balas calibre nueve

milimetros y reconocieron a los dos Gordon y a Lorenzo. Casi dos años

después, cuando cayeron detenidos Ruffo y el matrimonio

Barone, Di Nella comenzo a entender: Graciela Amanda Segundo

de Barone habia sido empleada en su agencia de autos.

Juan Carlos Caride fue otro que salvo su vida. La

brigada panqueque, el 19 de agosto de 1985, persiguio

su auto por el Acceso Oeste, cuando se iba de vacaciones

a San Martin de los Andes. A la altura del kilometro 45

intentaron detenerlo y logro escapar. Enseguida sintio

el ruido de varios disparos. Uno le revento una rueda

del auto. Se bajo. Enseguida comenzaba a repeler el

ataque con una pistola calibre 9 milimetros. Supuso que

tuvo punteria, porque se escaparon. La policia y la

Justicia verificaron los daños en su automóvil. El auto

de la banda era un Renault Fuego gris metalizado. Con el

tiempo se probo que uno de los ocupantes de esa cupé

Fuego era Eduardo Ruffo.

La condena, ¨para cu ndo?

Hasta aqui, un resumen de los datos que uno

amontono sobre la banda de Gordon o brigada panqueque

que, con no mucho trabajo, se puede ampliar leyendo

expedientes judiciales. La mayoria de estos hechos

forman parte de un expediente por asociacion ilícita,

causa numero 2231, que acumulo mucho polvo en el

despacho de la jueza Maria Romilda Servini de Cubria, y

está a la espera de una sentencia. La acusacion

fiscal, de 96 carillas, fue el 25 de octubre de 1988 y

estuvo a cargo de uno de los Más dignos representantes

del ministerio público que tuvo la Justicia en los

últimos años: Aníbal Ibarra. La causa es contra Oscar

Miguel Herrador, Carlos Antonio Membrives, Ruben Dario

González Figueredo, Otto Carlos Paladino, Marcelo

Aníbal Gordon, Carlos Patricio Rizzaro, Jorge Omar

Rizzaro, Eduardo Alfredo Ruffo y Ernesto Lorenzo.

Estaban procesados, además, Ruben Héctor Escobar,

Alberto Oscar Iulleirat, César Estanislao Albarracin,

Leonardo Miguel Save y César Alejandro Enciso, estos

dos últimos prófugos de la Justicia. Escobar fue

durante un largo tiempo custodio del general Paladino.

Todos integraron el elenco estable de la Triple A.

Iulleirat, desprocesado, confeso haber dado muerte a

Jorge Hugo Dubchak en la Union Obrera Metalurgica, UOM;

luego se desdijo, pero ante el juez Nestor Blondi

explico como fue la muerte del guardaespaldas de

Lorenzo Miguel. La declaracion de Iulleirat fue el

primero de junio de 1984. La carrera de este agente de

inteligencia es por deMás ilustrativa, ya que declaro

ante varios jueces que comenzo militando en el Partido

Justicialista, luego se desempeño en la Mesa de

Seguridad del Estado, dependiente -dijo- del Partido, y

termino trabajando a las ordenes del comisario Garcia

Rey, alias el chacal. Iulleirat también admitio que

los grupos que se peleaban por el control de la

seguridad de la UOM, guerra que costo varias vidas, las

de Dubchak, Fromigué y Carreño, por ejemplo, solo

trabajaron en comun en la Triple A. Segun Guillermo

Patricio Kelly, Iulleirat también fue asesinado.

Resulto imposible confirmar esa version.

Ibarra acuso a los citados de integrar una

asociacion ilícita, comandada por el fallecido

Gordon,” dedicada a la comision de delitos

indiscriminados contra la propiedad, contra la libertad

y contra las personas”, secundando a Gordon, que opero

como jefe del grupo, con excepcion de Paladino, a quien

considero participe de todas estas actividades. Al

analizar la asociacion ilícita, Ibarra considero

probados varios de los delitos que se fueron detallando

en esta cronica. Son los siguientes:

El secuestro de Julio B rbaro y Juan Carlos

Gallego, en el que fueron individualizados como algunos

de sus autores Aníbal Gordon, Marcelo, su hijo, y

Eduardo Ruffo. Esta causa se sustancio en el Juzgado

Federal tres.

La privacion ilegal de libertad y robo de un

Rastrojero que soporto Aldo Eduardo Casacallar, que en

1984, es decir, siete años después de los sucesos,

reconocio a Marcelo Aníbal Gordon.

El robo del Renault 18 de Jorge Alberto Venghi,

ocurrido el 16 de diciembre de 1982 en su inmobiliaria

de Avenida del Libertador al 13.000, en Martínez. El

vehículo fue encontrado en poder de Carlos Antonio

Membrives, por otra parte, miembro de la inteligencia

de la Fuerza Aérea.

Robo del furgon Chevrolet de Horacio Basualdo,

ocurrido el 30 de junio de 1983 en la Avenida Lugones,

a la altura del Tiro Federal y la cancha de River. Ese

vehículo fue usado en el secuestro de Guillermo

Patricio Kelly.

Interrupcion del tr nsito en la Avenida

Panamericana el 3 de agosto de 1983. La banda, con un

Renault Fuego, una combi Volkswagen y un Falcon gris

interrumpio el tr nsito en esa ruta y se dedico a

controlar a los automóvilistas, mientras sus

integrantes exhibian armas cortas y ametralladoras.

Privacion ilegal de libertad, robo de automotor y

lesiones en perjuicio de Guillermo Patricio Kelly. Los

autores fueron Gordon y su hijo, Eduardo Ruffo, Ernesto

Lorenzo, Jorge Omar y Carlos Patricio Rizzaro.

Secuestro extorsivo e intento de homicidio, con

graves lesiones, en perjuicio de Patricio y Alberto Di

Nella, el 16 de diciembre de 1983 y el 19 de enero de

1984. Fueron reconocidos los dos Gordon, Ruffo y

Lorenzo.

Privacion ilegal de libertad de Ricardo Daniel

Esposito, el 20 de diciembre de 1983. El damnificado

reconocio a Gordon, padre e hijo, Leonardo Miguel Save

y Ernesto Lorenzo.

Robo del Ford Falcon, patente C 1.201.354, de

Arlindo Sakamoto, el 17 de febrero de 1984, en la ruta

Panamericana, ramal a Tigre. El auto apareció en poder

de Marcelo Gordon al ser detenido en Córdoba.

Privacion ilegal de la libertad de Elisabeth

Lombardo, en diciembre de 1984, en Centenera y Valle,

de la Capital Federal. Conducia su Mercedes Benz, la

secuestraron, pero su padre se nego a pagar el rescate.

Reconocio a Eduardo Ruffo y a Leonardo Miguel Save.

Privacion ilegal de libertad de Juan Carlos Ferro,

el 9 de octubre de 1984. No se pago rescate y reconocio

a César Alejandro Enciso y a Leonardo Save.

Atentado y robo en perjuicio de Juan Carlos Caride y

el escribano Collins, el 19 de agosto de 1985. A Caride

le balearon el auto en el acceso Oeste y logro huir.

Al escribano Collins le sucedio un episodio similar,

en la misma zona, pero lo detuvieron y robaron. Muchos

objetos suyos aparecieron en la quinta en la que fue

capturado Eduardo Ruffo. Como curiosidad, al ser

detenido, vestia un pijama de Collins. Estas dos causas

se tramitaron en los tribunales de Mercedes.

Privacion ilegal de la libertad de Eduardo Alberto

Flageat, el 4 de agosto de 1983. Reconocio a Aníbal

Gordon, y la investigacion policial determino que uno

de los autos usados por los delincuentes era propiedad

de Jorge Omar Rizzaro.

El fiscal pasó a analizar quién era quién en esta

historia que, cuando la contaba Guillermo Patricio

Kelly, parecia un delirio. No lo era:

Oscar Miguel Herrador, cuñado de Aníbal Gordon. Se

movilizaba en distintos vehículos de la banda, casi

siempre Ford Falcon, se presentaba como capitán de la

Fuerza Aérea y organizaba falsos operativos para robar

dinero y automotores. Herrador usaba credenciales de

la inteligencia militar a nombre de Oscar Luna.

Carlos Antonio Membrives: su esposa testimonio que

ocultaba a Gordon en su casa, asi como también

distintos elementos relacionados con el secuestro de

Kelly. Membrives, suboficial de la Fuerza Aérea,

trabajaba en Inteligencia.

Rubén Dario González Figueredo: estaba procesado en

Rosario por robo con uso de armas, violacion y

privacion ilegal de la libertad. Con Marcelo Gordon,

Rubén Escobar y César Enciso cometio varios delitos en

la zona, segun él, para juntar fondos en la lucha

antisubversiva.

Otto Carlos Paladino: Una empleada de la agencia

Magister, de nombre Ethel, relacionada sentimentalmente

con Ruffo, aporto en sede judicial detalles del

secuestro de Kelly, relatados por aquél y aseguro que

el general Paladino estaba al tanto del operativo de la

banda. Paladino fue detenido el 10 de diciembre de

1983, y solo reconocio que trabajo con Gordon en el

Segundo Cuerpo de Ejército, en Rosario y en la SIDE,

hasta octubre de 1976. Sobre Ruffo, señalo que era

jefe de operaciones de Magister y que lo conocio en la

SIDE.

Ernesto Lorenzo: era, virtualmente, el chofer de

Gordon en la brigada panqueque. Usaba credenciales de

la inteligencia militar a nombre del mayor Ernesto

Javier Pérez Guzm n, y un documento nacional de

identidad falso, con el mismo nombre.

Jorge Omar Rizzaro y Eduardo Ruffo: detenidos en la

casa de Eduardo José Barone, en Pilar. Rizzaro usaba

una credencial auténtica del Ejército a nombre de

Carlos Daniel Saavedra. Ruffo, en el mismo lugar,

exhibio distintos documentos con el nombre de Osvaldo

Luis Aguilar. Menciono el fiscal todos los casos en los

que fueron individualizados. Esto incluye las armas de

guerra secuestradas en las viviendas de ambos y la

apropiacion de una menor, hija de una desaparecida, por

parte de Ruffo.

Al tratar el tema de las responsabilidades, Ibarra

explico que solo Rubén González Figueredo confeso

abiertamente su participacion en la asociacion ilícita,

mientras el resto siempre eligio la negativa, postura

desmentida por los hechos. El grupo se caracterizo por

el uso de uniformes militares, portacion de armas,

simulacion de autoridad publica, uso de documentos

falsos y desplazamientos en autos robados.

En cuanto a los pedido de condenas, fueron éstos:

Marcelo Gordon, Jorge Omar Rizzaro y Ernesto Lorenzo,

once años de prisión; Eduardo Ruffo, nueve años y

medio; Otto Carlos Paladino, Carlos Antonio Membrives y

Carlos Patricio Rizzaro, ocho años, y Rubén González

Figueredo, cuatro años y medio. Ibarra pidio se

decretara la preventiva de Escobar y el sobreseimiento

de Albarracin, por insuficiencia de pruebas. Esto fue

en octubre de 1988. Parece un tiempo razonable como

para esperar la sentencia. Muchos enemigos públicos

siguen sueltos. La encargada de redactar la sentencia,

y con un monton de pruebas como para justificar

condenas, es la jueza federal numero uno, doctora Maria

Romilda Servini de Cubria. Ella sabr . Si tiene dudas,

se le sugiere humildemente a su señoria pedir al

Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas el envio del

expediente sustanciado por el secuestro de Pedro

Zavalía, en junio de 1977. Alli encontrar la mayoria

de los nombres citados por Ibarra. Al fin, también

encontrar uno de los escasos documentos completos

sobre los excesos cometidos por militares y agentes de

los servicios, consentidos por la superioridad.�

Notas

1 La Ley 20.508, del 26 de mayo de 1973, fue un proyecto

del Poder Ejecutivo elaborado por los ministros Righi y

Benitez. Todo el tr mite legislativo se cumplio en menos de

un dia. Entro por el Senado, que lo aprobo por unanimidad

sobre tablas. En Diputados hubo tenues oposiciones, pero se

aprobo. En realidad, la ley se cumplio antes de ser votada

y promulgada, porque las cárceles fueron abiertas casi en

forma indiscriminada, mientras los legisladores aun estaban

debatiendo. Contemplaba una amplia amnistia para delitos

politicos, gremiales, sociales y estudiantiles. La inclusion

de delitos sociales dejo abierta la posibilidad de soltar a

medio mundo. Cuando se público, el lunes 28 de mayo de 1973,

los penales de la Argentina estaban casi desiertos. Es que,

por si faltara algo, hubo fugas masivas.

2 El subcomisario Domingo Luis Madrid, de la policia

bonaerense, fue dado de baja por la democracia. También

estuvo vinculado con el Batallon 601 y era amigo del ya

nombrado sargento Hanze. El 16 de septiembre de 1976 anoto

como propia a una niña, hija de Miguel Angel Gallinari y

Maria Leonor Abinet, secuestrados y desaparecidos en ese

mismo año. La menor fue restituida a sus abuelos en abril de

1987. La investigacion fue realizada por el juez en lo Penal

numero 1 de La Plata, doctor Antonio Borr s.

3 Son numerosos los casos de oficiales y suboficiales de

la policia procesados por la Justicia y absueltos, pero

exonerados de la reparticion. Durante esta investigacion, fue

sencillo comprobar que, en los casos de secuestros

extorsivos, casi todos los implicados fueron expulsados de la

Policia Federal como conclusion de los sumarios internos.

Unos pocos alcanzaron a retirarse antes de que los

sumariaran, o dispusieron de una fuerte proteccion

gubernamental. Tan cierto como la mayoria de los cesanteados

por extorsiones o secuestros en la década del setenta se

incorporaron a la inteligencia militar. No solo al Batallon

601, sino también al SIFA, Servicio de Inteligencia de la

Fuerza Aérea.�

8. SECUESTROS FOR EXPORT

“Roberto Marcos Chables, de la SIDE, me dijo que un preso

politico a disposicion del Poder Ejecutivo Nacional estaria

dispuesto a pagar una suma de dinero a cambio de su libertad.

Esa suma de dinero seria pagada en Europa”. Declaracion del

suboficial de la Policia Federal y agente de la SIDE Luis

Alberto Martínez ante la Policia del Canton de Zurich, Suiza.

El empresario uruguayo Carlos David Koldobsky, propietario

de Cambio América, fue secuestrado dos veces. La primera, el

jueves 4 de enero de 1979, cuando Tenía 28 años. A las siete

y media de la tarde fue interceptado en Rodriguez Peña y

Viamonte por un Ford Falcon verde -a él le parecio que la

chapa era B-1.123.321- en el que viajaban tres personas. Dos

bajaron, y el Más alto, alrededor de 1m85, bronceado, cabello

negro y que usaba pantalon gris y saco azul, se acerco a la

ventanilla de su auto, mostro una chapa o medalla, dijo ser

policia y lo esposo. Luego ocupo su lugar, obviamente

desplaz ndolo al asiento delantero derecho de su Torino. En

Palermo lo pasaron a otro Falcon, verde claro, tapizado

negro. Le taparon los ojos y lo colocaron boca abajo en el

asiento trasero. El viaje duro alrededor de media hora. Le

robaron un Rolex con malla de oro y una lapicera Dupont,

también de oro. Soporto amenazas, golpes e insultos y lo

instalaron en una casa, en el medio de una habitacion con

parquet, pero dentro de una carpa. Estaba en un barrio

tranquilo: escuchaba gritos de chicos que jugaban y ladridos

de perros. Los contactos con sus familiares se cerraron al

dia siguiente, cuando los secuestradores les ordenaron viajar

en un taxi hasta la Avenida Diaz Vélez. Frente al 3461 de

esa calle y debajo de un rbol encontrarian un ladrillo que

ocultaba un mensaje. La instruccion era sencilla, seguir

unos metros hasta el puente del Ferrocarril Sarmiento y

entregar los 600.000 dolares del rescate. Los cobraron sin

problemas, y poco después Koldobsky fue liberado. En ese

mismo lugar de la Capital Federal se pagaron no menos de

veinte rescates por secuestros extorsivos. La familia

Naiberger, por caso, recibio de los secuestradores la

instruccion de circular por la avenida Diaz Vélez y dejar el

dinero al pie de un rbol, fácil de identificar porque en el

tronco tendria una enorme cruz hecha con trozos de cinta

adhesiva. Pasaron varias meses y los familiares de Naiberger,

al pasar por el lugar, Más de una vez vieron en rboles de la

misma avenida cruces similares. La industria no se paraba.

El viaje de regreso de los secuestradores con la víctima

fue breve. En menos de un cuarto de hora lo abandonaron en la

calle Iber , a metros de Cabildo, en el barrio de Nuñez. Lo

que Más lo sorprendio fue que sus captores conocían los

nombres del personal que manejaba las cuentas corrientes de

la casa de cambios, y muchos detalles sobre la empresa. La

denuncia la hizo a fin de mes. La causa fue reabierta en

octubre de 1993 y acumula menos de doscientas fojas. Se

investigo poco y mal, pese a que el cambista dio muchos datos

sobre la vivienda en la que lo retuvieron e, inclusive, sobre

la posible zona donde estaba ubicada. Si desde la casa donde

lo mantuvieron hasta Nuñez demoraron quince minutos, muy

lejos de ese barrio no estuvo. Cerca de alli, en Villa

Urquiza, estaba la vivienda de Luis Alberto Martínez. La

Justicia poco investigo sobre un detalle: Koldobsky recordo

que uno de sus captores usaba en la mano izquierda un

ostentoso y llamativo anillo de oro. Uno parecidisimo solia

usar Raul Guglielminetti y si algun fiscal acudiera a

los archivos de Editorial Atl ntida encontrar fotografias

muy nitidas de Guglielminetti en las que se nota en el anular

izquierdo un adorno que merece, al menos, ser comparado con

el que describio Koldobsky. El expediente está en manos del

juez federal Nerio Bonifati. Antes durmio en el mismo

tribunal, a cargo de la doctora Berraz de Vidal.

En el segundo secuestro, ocurrido el 19 de febrero de 1981,

las exigencias fueron Más elevadas: 1.500.000 dolares que

deberian ser pagados en Suiza. El 5 de marzo de ese año, la

esposa de Koldobsky, Carmen Bernal Prieto, y su hermana,

Marta Koldobsky de Sonin, se alojaban en el Hotel George V,

de Paris, donde debian esperar instrucciones. Mientras, el

millon y medio de dolares habia sido girado a la oficina

central de Zurich del Credit Suisse. Los detalles de este

operativo fueron descriptos con precision por el argentino

Juan Gasparini en” La Pista Suiza”, editada en la Argentina

por Legasa a mediados de 1986.

Las dos damas argentinas eran vigiladas discretamente por

el subcomisario Carmelo Spataro, un experto en delitos

economicos, enviado a Europa a pedido del juez de

Instruccion Carlos Alfredo Oliveri. Las policias de Francia y

Suiza ya estaban alertas. Luego de varios contactos

telefonicos, algunos en español y otros en inglés, las dos

mujeres fueron a Zurich. El jueves 12 recibieron la

instruccion de viajar por tren a Ginebra y alojarse en el

Hotel Bristol. La policia suiza no les perdia pisada. Justo

con la llegada, los investigadores advirtieron que dos

personas que ocupaban un Ford Granada observaban todo con

mucha atencion. Tomaron los datos y pronto recibian la

respuesta: el vehículo habia sido alquilado en Zurich por la

ciudadana argentina Amalia Covas, domiciliada en Mendoza

4535, de Buenos Aires. La mujer y la hermana de Koldobsky

ayudaron a disipar las dudas: la señora Covas era cliente de

Cambio América.

Luego, una cadena de mensajes telefonicos y escritos fue

guiando a las pagadoras del rescate, que debian salir del

hotel llevando el dinero. Los cobradores advirtieron que las

dos mujeres estaban vigiladas y esperaron una mejor ocasion.

Estuvieron a metros, pero desconfiaron. La Policia, mientras,

seguia a los dos sospechosos del Ford Granada. Caia la noche

cuando llego la orden de detenerlos: se trataba de Luis

Alberto Martínez y Rubén Osvaldo Bufano, que vestian gorras

muy coloridas, aparentemente para poder ubicar fácilmente el

uno al otro en el medio de un gentio. Pocas horas después

caian Leandro S nchez Reisse, Mariana Bosch Ach val de

S nchez Reisse y Amalia Covas. Felizmente, el resto de la

banda, que esperaba en Buenos Aires, dejo en libertad a

Carlos David Koldobsky. El 14 de marzo, LA NACION, con un

titulo a cuatro columnas, daba la informacion sobre las

detenciones, pero sin precisar los nombres de los

secuestradores. Acompañaba al texto un informe de la Policia

Federal que no menciono que los detenidos pertenecian a

fuerzas de seguridad argentinas, y un cable de la agencia

France Press que tampoco daba los nombres de los delincuentes

capturados.

El Batallon en pleno

Poco a poco fueron apareciendo evidencias. Rubén Osvaldo

Bufano habia ingresado en el Ejército en 1963 como personal

civil y poco después fue custodio del segundo comandante del

Primer Cuerpo de Ejército, general Leandro Enrique Anaya. Su

hermano, Carlos Daniel, fue, a su vez, chofer del general.

Se fue del Ejército en 1975 luego de que un primo fuera

asesinado por la Triple A, pero volvio en 1977, para

incorporarse al Batallon 601, que es la central de

inteligencia del arma. El batallon fue lo que en su momento

se llamo Servicio de Informaciones del Ejército (SIE). Para

los operativos, Bufano Tenía credenciales a nombre de Mariano

Mendoza y Oscar Brañas.

Segun Gasparini, cuatro generales argentinos avalaron la

incorporacion de Bufano a la inteligencia militar: Julio

Alsogaray, Ovidio Pablo Riccheri, Leandro Anaya y José

Embrioni. Bufano fue custodio del general Acdel Vilas y

luego de otro general, Juan Carlos Ongania. Pertenecio,

formalmente, a la Compañia de Ejecucion B, y poco a poco se

convirtio en una suerte de agente internacional: integro los

grupos de tareas que actuaron en América Central, y fue uno

de los argentinos enviados a Bolivia para apoyar en julio de

1980 el golpe de estado del general Luis Garcia Meza, hoy

condenado por la Justicia de su pais por narcotraficante y

por haber desviado fondos estimados en dos mil millones de

dolares. Las armas para los bolivianos fueron vendidas por

Argenshow, con conocimiento de la CIA. Garcia Meza y su

ministro del Interior, el coronel Luis Arce Gomez, condenado

en los Estados Unidos, fueron protegidos por el gobierno

militar argentino, que concedio créditos por 400.000.000 de

dolares. Arce Gomez, primo del traficante y productor

Roberto Suárez Gomez, estuvo un largo tiempo tiempo detenido

en la Argentina, pero el 18 de noviembre de 1983 el juez José

Nicasio Dibur nego la extradicion solicitada por el gobierno

de los Estados Unidos y dispuso su inmediata libertad. Dibur

sostuvo que la acusacion de delitos comunes contra el militar

boliviano ocultaba los reales moviles politicos del pedido.

La intervencion de los militares argentinos en el pais vecino

provoco disgustos en los Estados Unidos. No parecio excusa

suficiente que repitieran el temor de que Bolivia se

convirtiera en la Cuba del fin de siglo. Pocos ignoraban que

se trataba de militares sin decoro alguno mezclados con el

narcotr fico. Arce Gomez fue enviado a los Estados Unidos

cuando volvio la democracia. En el Norte fue condenado a 15

años de prisión. La valoracion sobre la sentencia de Dibur

queda abierta a las Más variadas interpretaciones. Este ex

magistrado no logro el acuerdo del Senado para seguir como

juez, pero volvio a los primeros planos al ser designado

asesor de Jorge Maiorano, ministro de Justicia de Carlos

Menem.

Los agentes de inteligencia argentinos que viajaron a La

Paz se encontraron varias veces con un anciano con acento

alem n que asesoraba al Ejército en tareas de

Contrainsurgencia. Lo llamaban Klaus Altmann y resulto ser el

famoso criminal nazi Klaus Barbie(1). También Tenía contacto

directo con el italiano Stefano Delle Chiaie(2), asesor en el

Ministerio del Interior. Bufano aclaro que sus jefes en

Inteligencia eran el coronel Raul Gatica, el general Ovidio

Pablo Riccheri y el agente de la Secretaria de Informaciones

del Estado, SIDE(3), Roberto Marcos Chables. Segun Bufano

fue éste el que le encomendo la mision de viajar a Europa a

cobrar el dinero de Koldobsky y el que le ordeno, también,

alquilar la quinta de Tortuguitas donde mantuvieron cautivo

al cambista uruguayo. Esa quinta -insistio Bufano- fue

alquilada para el coronel Gatica. Además preciso que Chables

transmitio la orden de secuestrar, pero que quien la habia

impartido habia sido el citado coronel. Obviamente, no hay

constancia alguna de que se hubiera investigado con alguna

seriedad este dato; que no era nimio.

Un acto de servicio Más

Martínez, en Suiza, fue Más concreto y hablo para

salvarse. Policia a los 18 años, desde 1967 estuvo en

Coordinacion Federal, luego llamada Seguridad Federal. Nego

haber sido torturador, pero explico que tres veces habia

participado en vuelos sobre el Rio de la Plata, al que

arrojaban los cuerpos desvanecidos -por inyecciones- de

terroristas argentinos. Como Bufano, alego que éstos habian

sido, al fin, actos de servicio.

La estrategia de ambos fue clara: contar parte de la

verdad, admitir la actuacion en el cobro del rescate,

derivando la responsabilidad hacia sus jefes, y explicar que,

con sus confesiones, de regresar a la Argentina, eran hombres

muertos. En forma simultánea, hacian gestiones para ser

inclidos en la amnistia, anulada por el Congreso cuando se

recupero la democracia, dictada por el gobierno del general

Bignone.

Martínez fue Más allá y en dos cartas enviadas a Julio

Cort zar prometia revelar detalles sobre el secuestro y

homicidio del escritor Haroldo Conti(4), asi como también

sobre los casos de las monjas francesas Alice Domon y Leoni

Duquet, también desaparecidas. Claro, al mismo tiempo

sugeria apoyar su pedido de asilo politico, alegando que su

detencion obedecia a una venganza de los represores porque él

habia abandonado el servicio. El 8 de noviembre de 1978,

Emilio Eduardo Massera se entrevisto con el presidente de

Francia, Valery Giscard D'Estaing, y le dejo una nomina de

los subditos franceses desaparecidos en nuestro pais. Domon y

Duquet aparecian como desaparecidas en diciembre de 1977, y

Massera aclaro en la nota que el responsable de las

desapariciones era el Primer Cuerpo de Ejército.

S nchez Reisse considero traidores a sus socios, admitio el

intento de cobrar el dinero en Suiza, pero trato de zafar de

la extradicion. Alego, por ejemplo, que cuando Koldobsky fue

secuestrado, él estaba en Miami. Gasparini, en su libro,

reproduce una de las pruebas que ofrecio Lenny a la Justicia

de Suiza. Una carta dirigida a su madre desde Miami, con el

membrete Silver Dollar, fechada el 22 de octubre de 1981,

firmada por un señor que le informaba al tribunal que a él

le constaba que, en febrero, S nchez Reisse, junto con su

mujer e hijos, estaba en Miami, e inclusive aporto un dato al

que califico de anecdotico: durante un paseo en el yate de

Leandro sufrieron un pequeño accidente. El señor que firmaba

la carta se llamaba Raul Antonio Guglielminetti. Es como si

la coartada de un descuartizador fuera una nota suscripta por

un sujeto llamado Jack.

Si lo sabe, cante

En un reportaje aparecido en la revista Humor en julio de

1993, Julio César Strasssera, fiscal de la C mara Nacional de

Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal en el

Juicio a los Comandantes, explicaba que “Más que por la

sentencia, el juicio sirvio por la prueba”. En las causas

por los secuestros de Koldobsky y Combal, hay un testimonio

del 21 de enero de 1983 de Luis Alberto Martínez ante la

policia del Canton de Zurich, encargada del sumario, en la

que el reo cuenta cosas que la mayoria de los argentinos

ignoro hasta el juicio a los comandantes. Esto es lo que uno

de los acusados conto en Suiza, todavia con los militares

argentinos en el poder:

- Segun sus declaraciones, usted es miembro de una unidad

policial en la Argentina. ¨Cu ndo y donde hizo su formacion

policial?

- Aproximadamente en 1963 me presenté en la Policia Federal

de Buenos Aires, en la calle Moreno 1550, para trabajar como

telexista y telefonista. Como condicion para obtener el

puesto Tenía que asistir a la Escuela de Suboficiales de la

Policia, actualmente Alberto Villar, ubicada en la calle

Figueroa Alcorta y Cavia, Ciudad de Buenos Aires. Alli

recibi instruccion en defensa personal y conocimiento de

leyes. Ya no recuerdo el nombre del director de la Escuela.

Tampoco sé el nombre del actual director. Yo no vivia en la

Escuela. El unico instructor cuyo nombre recuerdo es el

suboficial mayor Jord n. No puedo dar Más datos sobre esta

persona, que tendria entonces 45 0 50 años. Cuando termino la

escuela era un policia uniformado.

- ¨A qué unidad policial fue destinado después de esta

formacion?

- Desde aproximadamente 1964 hasta 1967 fui policia en la

Comisaria 26a., en Montes de Oca 780, de Buenos Aires. La

comisaria era un edificio de un piso con ocho habitaciones y

celdas. Esta comisaria pertenecia a la Policia Federal. A

raiz de mis buenas calificaciones fui convocado,

aproximadamente en 1967, a la Oficina de Coordinacion Federal

de la Policia Federal. En este puesto trabajé hasta mi

detencion en Ginebra. Pero a la orden para viajar a Suiza, a

principios de 1981, la recibi del SIDE, Secretaria de

Informaciones del Estado, 25 de Mayo 11, Buenos Aires. Mi

propio lugar de trabajo me autorizo a ejecutar la orden del

SIDE. Tres dias antes del viaje llego la autorizacion. La

oficina de Coordinacion Federal se ocupaba de combatir hechos

subversivos. El nombre y la direccion de mi oficina era:

Coordinacion Federal, Moreno 1147, Buenos Aires. Es un

edificio de diez pisos. En este edificio se encontraba, hasta

mi detencion, mi lugar oficial de trabajo. Ocasionalmente, en

relacion con mi actividad, debia realizar, sin embargo,

viajes al interior y al exterior. Mi actividad principal en

esta oficina era la de vigilar elementos subversivos y

perseguir a los mismos. Se trata, principalmente, de personas

de extrema izquierda que vigil bamos y de aquellas personas

que trabajaban contra el gobierno. Mi superior directo en

esta oficina era el inspector Alfredo Auliu, alias Tiro loco.

El me impartia las ordenes. No sé su numero de teléfono de la

oficina en la Coordinacion Federal. El jefe m ximo era y es

todavia Oscar González, lo era en el momento de mi viaje a

Suiza. Me debo corregir: Oscar González era el jefe del

Servicio T ctico adonde yo pertenecia hasta el momento de mi

viaje a Suiza. No sé su direccion particular. Desde afuera

uno se podia comunicar con él a su oficina con el numero de

teléfono 37 o 38 2990. González era conocido también por el

nombre de Ping•ino. Alfredo Auliu comandaba también un grupo

de alrededor de ocho personas al cual yo también pertenecia.

Sé solamente los nombres de una parte de los miembros de este

grupo: Pablo Jara, Rubén Correa, Alberto Villar(5) y Adolfo

Eklund (6). Jefe de Coordinacion era, en el momento de mi

viaje a Suiza, el coronel Arias Duval. No sé su nombre de

pila. Es un oficial del Ejército.

- Describa su lugar de trabajo en Coordinacion Federal.

- No Tenía un escritorio; ni siquiera una oficina. Tampoco

debia realizar tareas de oficina. Debia solamente perseguir

algunas personas y vigilarlas.

- ¨Donde recibia usted cada una de sus ordenes y de quién?

- Al principio recibia las ordenes en la direccion Riccheri,

Puente 12, de Buenos Aires, de Oscar González, mencionado

recientemente, que también era jefe de esta base. No sé el

numero de teléfono de esta base secreta. Otra base de este

tipo era el Club Atlético, Paseo Colon y Cochabamba, Buenos

Aires, Alli recibia mis misiones de un comisario de nombre

Antonio Fioravanti. Tampoco sé el numero de teléfono de esta

oficina. La ultima base que utilicé antes de mi partida a

Suiza en el año 1981 fue Olimpo, Avenida Olivera y Ramon

Falcon, Buenos Aires. Alli recibia las ordenes del mayor

Minicucci, un mayor del Ejército (7). Tanto Fioravanti,

Antonio, como también Minicucci, estaban bajo las ordenes de

Oscar González.

- ¨Para qué estaban destinados los edificios de las bases

mencionadas Más arriba”.

- Son una especie de cárceles secretas para personas que

habian sido encarceladas por motivos politicos.

- ¨A qué oficina de Coordinacion Federal pertenecia usted

inmediatamente antes de su partida a Europa en 1981?

- Creo que el 10 de diciembre de 1980 fui eximido del

Servicio Exterior de Coordinacion Federal. Me quitaron el

arma. El motivo de esto fue un supuesto esc ndalo de estafa.

Pero que no condujo a una condena de mi parte. Por este

motivo fui trasladado a la oficina PEN, Moreno 1147, quinto

piso, de la Coordinacion Federal. El superior de esta oficina

era Juan Pisante. Alli debia revisar en los registros los

pedidos de pasaporte de ciudadanos argentinos. Alli estaba

con el maximo grado de suboficial, suboficial escribiente.

- ¨Donde vivio en los últimos cinco años en la Argentina?

- Desde 1975 hasta 1977 vivi en Bauness entre Mendoza y

Blanco Encalada, Buenos Aires. Tenía alli un departamento de

mi propiedad de tres ambientes. En 1978 fijé mi domicilio en

la calle Mendoza 4535, Buenos Aires. Se trata de una casa de

familia de un piso. Alli Tenía conexion telefonica. Pero

olvidé el numero de teléfono.

- ¨Cu ndo y de quién recibio la orden de viajar a Europa a

principios de 1981?

- Recibi la orden de la SIDE, como mencionaba recién. Yo no

recuerdo la fecha de la entrega de la orden. Pero fue solo

tres dias antes de partir a Europa. Roberto Marcos Chables me

dio la orden. Chables es un alto funcionario del SIDE. No sé

a que division está destinado. Para recibir la orden debi ir

a la oficina de Chables, que se encontraba entonces en la

calle 25 de Mayo 11. Es un edificio de cuatro o cinco pisos.

La oficina de Chables se encontraba en la planta baja,

entrando a la derecha. Estabamos Chables y yo solos en la

oficina.

- ¨Qué decia la orden de Chables?

- Chables me dijo que un preso politico a disposicion del

Poder Ejecutivo Nacional estaria dispuesto a pagar una suma

de dinero a cambio de su libertad. Esta suma de dinero seria

pagada en Europa. Yo Tenía la orden de cobrar este dinero en

Europa y de transferir esta suma de dinero a un banco en un

pais sin restricciones de divisas para que, al final, Chables

tuviera a mano el dinero y pudiera transferirlo a la

Argentina. En ese momento, Chables no menciono el importe de

la suma de dinero. Aparte del sobrenombre “el bonito”, no

se otro nombre de Chables.

- ¨Le explico Chables donde, cu ndo y como debia recibir el

dinero?

- Primero recibi solamente la orden de viajar a Madrid via

Rio. Las demas instrucciones las recibiria luego en Madrid.

Chables me adjudico como acompañante al capitan Mariano

Mendoza, del Ejército. El nombre verdadero de Mendoza es

Rubén Bufano. A Bufano lo conoci Más o menos un año antes de

viajar a Europa. Bufano trabaja en el Servicio de Informacion

del Ejército. Recibi de Chables la suma de ocho mil dolares

para el viaje y los gastos de alojamiento. Yo mismo debia

comprar el pasaje de avion. Compré el pasaje posiblemente en

una agencia de Aerolineas Argentinas, con la que posiblemente

luego tambien viajé. Con la tarjeta de crédito de mi mujer,

Amalia Covas, compré el pasaje.¨ Cuanto tuve que pagar el

pasaje?. No sé. Al mismo tiempo compré los pasajes a Madrid

para mi mujer y Bufano. Yo tambien pagué el pasaje de Bufano

porque los ocho mil dolares estaban destinados como viaticos

para Bufano y para mi. No recuerdo los numeros de los

pasajes. Viajamos los tres juntos de Buenos Aires a Madrid.

En la escala que hizo el avion en Rio nos quedamos en el

Aeropuerto.

- ¨Por qué motivo recibio usted a Bufano como acompañante?

- Bufano Tenía la orden de vigilarme y yo debia vigilar a

Bufano. Pero yo Tenía el poder de decision en este grupo de

dos personas, Bufano y yo.

- ¨Donde se alojaron en Madrid?

- Ya no recuerdo el dia en que llegamos a Madrid. Los tres

nos alojamos en el Eurobuilding. Creo que fueron tres dias.

Chables decidio que iriamos a ese hotel. El habia hecho

también la reserva. Como Chables no sabia que mi mujer

también viajaria hizo la reserva de una sola habitacion. En

consecuencia, debimos tomar una habitacion mas al momento de

llegar. Yo pagué la cuenta del hotel de los tres con la

tarjeta de crédito de mi mujer, Amalia Covas.

- ¨Donde se alojo el matrimonio Sanchez?

- Se alojaron en el mismo hotel que nosotros. Dos dias

después de haber llegado a Madrid apareció alli también el

matrimonio Sanchez. Bufano y el matrimonio S nchez no se

conocían de antes. Recién en Madrid se conocieron. El

matrimonio S nchez pago su propio alojamiento de hotel.

- ¨Sabia Bufano durante el viaje a Madrid cu l era la tarea

que los esperaba en Europa?

- Si. El sabia lo mismo que yo sobre el motivo del viaje.

- ¨Por qué fue el matrimonio S nchez a Europa?

- Desde España yo debia llamar directamente al señor Chables

por teléfono. Yo no recuerdo su numero de teléfono. Pero esta

anotado en los efectos que me incautaron. Con motivo de una

de estas llamadas telefonicas con Chables que hice desde

Madrid, me enteré que la suma de dinero era l.500.000

dolares. Hasta ese momento era de la idea de que yo

personalmente podria llevar el dinero a la Argentina. Pero

como debia usar los servicios de un banco para tal suma,

solicité al señor Chables la autorizacion de incorporar una

persona de mi confianza. Esto fue autorizado, e hice venir a

Madrid a mi conocido S nchez, a quien conozco desde hace seis

años.

- ¨Quién debia pagar los gastos de la persona incorporada,

S nchez?

- Chables me aseguro, con motivo de su autorizacion para

incorporar a S nchez, que él, Chables, responderia por los

esfuerzos de S nchez.

- ¨Qué datos le refirio usted a S nchez sobre su mision en

Europa?

- Al principio, en Madrid, solamente le di a conocer que yo

debia llevar a cabo una transaccion financiera por orden del

Gobierno Argentino.

- ¨Cu ndo y donde se entero S nchez que se trataba de una

transaccion de una suma de dinero para liberar a una persona?

- De esto se entero S nchez recién cuando estabamos los cinco

en Zurich. Yo le informé todo al respecto. Al enterarse de

que se trataba de una transferencia de una suma de dinero a

cambio de la libertad de una persona, S nchez quiso

inmediatamente renunciar a la empresa.

“Le comuniqué a Chables telefonicamente la intencion.

También le comuniqué a Chables que yo tampoco queria saber

nada mas de este asunto. Chables nos amenazo a mi y a S nchez

con represalias si no realizabamos la orden comenzada.

También amenazo con represalias para nuestras familias. De

las palabras de Chables me di cuenta de que no se vacilaria

en asesinar”.

- ¨Quién le dio la instruccion de que todos viajaran de

Madrid a Paris y quien emitio la correccion segun la cual se

debia ir a Zurich?

- Recibi esta instruccion de Chables con motivo de una

llamada telefonica que hice desde Madrid.

- ¨Podia llamar a Chables siempre al mismo numero de

teléfono?

- Podia llamar a Chables siempre al mismo numero de teléfono.

Yo no tengo presente el numero. Pero lo anoté en los efectos

confiscados por la Policia.

- ¨En qué hicieron el viaje de Madrid a Zurich o Ginebra?

¨En avion?

- Ya no recuerdo en que ciudad aterrizo el avion de Iberia.

Yo compré los pasajes para Bufano, Amalia Covas y para mi.

Al mismo tiempo, S nchez compro en el mismo lugar su pasaje y

el de su mujer. Pagué los pasajes con la tarjeta de crédito

de Amalia Covas. Creo que S nchez uso tambien una tarjeta de

crédito.

- ¨En qué hotel de Zurich se alojaron?

- En el Hotel Savoy, en Zurich. Llegamos alli por la tarde.

No sé ya quién hizo las reservas. De cualquier forma llegamos

al hotel por el camino directo con un taxi. Le indicamos al

chofér el nombre del hotel como destino de nuestro viaje.

Segun lo cual debiamos haber hecho alli las reservas. Pero ya

no recuerdo quién las hizo. S nchez pago la cuenta del hotel

de él y de su mujer con una tarjeta de crédito. Yo pagué, por

el contrario, los gastos mios, de la señora Covas y de Bufano

con la tarjeta de crédito de la señora Covas.

- ¨Quién dio la orden en Zurich de viajar a Laussanne y de

alojarse alli en el Hotel de la Paix?

- No recuerdo ya porque continuamos viaje a Laussanne. No

conocia el nombre del lugar hasta ese momento. Debo suponer,

por eso, que recibi la orden de alguien de viajar a

Laussanne y de alojarme alli en el Hotel de la Paix. Pero ya

no sé quien me dio la orden.

- ¨Quién reservo el Hotel De la Paix?

- Yo, seguramente, no hice la reserva. Desconozco quién hizo

la reserva.

- ¨Por qué pidio primero a S nchez y luego a la señora Covas

que alquilaran un auto?

- Por un lado, porque yo no Tenía el carnet internacional de

conductor, y por otro lado, porque no Tenía ni el dinero

suficiente, ni una tarjeta de crédito.

- ¨Hablo usted con sus acompañantes sobre la sospecha de que

fueran vigilados en el Hotel Savoy, en Zurich?

- Sobre mi sospecha de que éramos vigilados hablé solamente

con Bufano. Tambien Bufano me hizo saber que habia comprobado

que éramos vigilados en el Hotel Savoy, en Zurich. Le

comuniqué a Chables de que habiamos comprobado que nos

vigilaban. Pero no quiso saber nada de una vigilancia. Me

tranquilizo diciendo que a pesar de la vigilancia se trataba

de gente propia.

- ¨A qué hora dejaron el Hotel Savoy, en Zurich?

- Ya no sé a que hora dejamos el Hotel Savoy. Segun recuerdo,

fue por la mañana, después de pernoctar un dia.

- Segun sus declaraciones, usted hablo por teléfono una vez

con la señora Koldobsky, que se encontraba en ese momento en

un hotel de Zurich. ¨De donde hablo por teléfono y a qué

hora?

- Hice esta llamada desde Laussanne o Ginebra. No recuerdo ya

a que hora. Debio ser entre las 12 y las 13 horas. Llamé

desde una cabina publica de una central telefonica.

- ¨De donde conocia el lugar de alojamiento y el nombre de la

señora Koldobsky?

- Chables me puso en conocimiento recién durante mi estadia

en Zurich que una señora Koldobsky entregaria el dinero. El

me menciono tambien el lugar de alojamiento de esta señora,

que en aquel momento era aun Paris. Por Chables me enteré

también que la señora Koldobsky viajaria a Zurich y en que

hotel se alojaria. En Paris se alojaba en el Hotel George V.

Pero alli no tuve jaMás contacto con ella.

- ¨Hubo mas conversaciones con la señora Koldobsky?

- Hablé por teléfono con esta señora solamente la vez que ya

he mencionado. Pero S nchez hablo con esta señora. Creo que

fue durante la misma llamada. Solo hubo una llamada en la que

se pidio a la señora Koldobsky que viajara de Zurich a

Ginebra.

- ¨Quién hizo la reserva de la habitacion para la señora

Koldobsky en el hotel de Zurich y quién le ordeno viajar de

Paris a Zurich?

- Desconozco quién le ordeno a la señora Koldobsky viajar de

Paris a Zurich. Como tampoco sé quién le reservo la

habitacion en Zurich para esta persona.

- ¨Quién le dio a usted la orden de hacer viajar a la señora

Koldobsky de Zurich a Ginebra?

- Recibi la orden de Chables con motivo de una llamada

telefonica que yo hiciera desde una central telefonica en

Laussanne.

- ¨Qué ordenes le dio usted a la señora Koldobsky

relacionadas con el viaje de Zurich a Ginebra?

- Le pedi que viajara en tren a Ginebra. Alli se le habia

reservado una habitacion para ella en el Hotel Bristol. El

señor o la señora S nchez hicieran esta reserva. No le pedi a

la señora Koldobsky que viajara en determinado tren de Zurich

a Ginebra. Solamente le dije que tomara el tren que llegaba a

Ginebra entre las 15 y las 16 horas.

- ¨Quién le dio a usted la orden de comprar gorras de colores

para usted y Bufano?

- Chables me dio la orden de comprar gorras de colores.

Chables fundo la orden solamente diciendo que asi seriamos

reconocidos. Pero Chables no exigio que eligieramos un

determinado color y un determinado tipo de gorra. Esto se nos

dejo a nuestra eleccion. La unica exigencia sobre la gorra

que hizo Chables fue que ambas gorras fueran de un color que

pudiera diferenciarse bien. Desconozco donde estan hoy estas

gorras. Bufano y yo compramos juntos las gorras. Le dije a

Bufano que debiamos comprar las gorras por orden de Chables

para que fuéramos reconocidos. Bufano y yo coincidiamos en

que debiamos comprar y llevar esas gorras para que fuéramos

reconocidos por los agentes del SIDE que nos vigilaban. Pero

yo no debia decirle a Chables que tipo de gorras nos habiamos

comprado.

8. SECUESTROS FOR EXPORT

“Roberto Marcos Chables, de la SIDE, me dijo que un preso

politico a disposicion del Poder Ejecutivo Nacional estaria

dispuesto a pagar una suma de dinero a cambio de su libertad.

Esa suma de dinero seria pagada en Europa”. Declaracion del

suboficial de la Policia Federal y agente de la SIDE Luis

Alberto Martínez ante la Policia del Canton de Zurich, Suiza.

El empresario uruguayo Carlos David Koldobsky, propietario

de Cambio América, fue secuestrado dos veces. La primera, el

jueves 4 de enero de 1979, cuando Tenía 28 años. A las siete

y media de la tarde fue interceptado en Rodriguez Peña y

Viamonte por un Ford Falcon verde -a él le parecio que la

chapa era B-1.123.321- en el que viajaban tres personas. Dos

bajaron, y el Más alto, alrededor de 1m85, bronceado, cabello

negro y que usaba pantalon gris y saco azul, se acerco a la

ventanilla de su auto, mostro una chapa o medalla, dijo ser

policia y lo esposo. Luego ocupo su lugar, obviamente

desplaz ndolo al asiento delantero derecho de su Torino. En

Palermo lo pasaron a otro Falcon, verde claro, tapizado

negro. Le taparon los ojos y lo colocaron boca abajo en el

asiento trasero. El viaje duro alrededor de media hora. Le

robaron un Rolex con malla de oro y una lapicera Dupont,

también de oro. Soporto amenazas, golpes e insultos y lo

instalaron en una casa, en el medio de una habitacion con

parquet, pero dentro de una carpa. Estaba en un barrio

tranquilo: escuchaba gritos de chicos que jugaban y ladridos

de perros. Los contactos con sus familiares se cerraron al

dia siguiente, cuando los secuestradores les ordenaron viajar

en un taxi hasta la Avenida Diaz Vélez. Frente al 3461 de

esa calle y debajo de un rbol encontrarian un ladrillo que

ocultaba un mensaje. La instruccion era sencilla, seguir

unos metros hasta el puente del Ferrocarril Sarmiento y

entregar los 600.000 dolares del rescate. Los cobraron sin

problemas, y poco después Koldobsky fue liberado. En ese

mismo lugar de la Capital Federal se pagaron no menos de

veinte rescates por secuestros extorsivos. La familia

Naiberger, por caso, recibio de los secuestradores la

instruccion de circular por la avenida Diaz Vélez y dejar el

dinero al pie de un rbol, fácil de identificar porque en el

tronco tendria una enorme cruz hecha con trozos de cinta

adhesiva. Pasaron varias meses y los familiares de Naiberger,

al pasar por el lugar, Más de una vez vieron en rboles de la

misma avenida cruces similares. La industria no se paraba.

El viaje de regreso de los secuestradores con la víctima

fue breve. En menos de un cuarto de hora lo abandonaron en la

calle Iber , a metros de Cabildo, en el barrio de Nuñez. Lo

que Más lo sorprendio fue que sus captores conocían los

nombres del personal que manejaba las cuentas corrientes de

la casa de cambios, y muchos detalles sobre la empresa. La

denuncia la hizo a fin de mes. La causa fue reabierta en

octubre de 1993 y acumula menos de doscientas fojas. Se

investigo poco y mal, pese a que el cambista dio muchos datos

sobre la vivienda en la que lo retuvieron e, inclusive, sobre

la posible zona donde estaba ubicada. Si desde la casa donde

lo mantuvieron hasta Nuñez demoraron quince minutos, muy

lejos de ese barrio no estuvo. Cerca de alli, en Villa

Urquiza, estaba la vivienda de Luis Alberto Martínez. La

Justicia poco investigo sobre un detalle: Koldobsky recordo

que uno de sus captores usaba en la mano izquierda un

ostentoso y llamativo anillo de oro. Uno parecidisimo solia

usar Raul Guglielminetti y si algun fiscal acudiera a

los archivos de Editorial Atl ntida encontrar fotografias

muy nitidas de Guglielminetti en las que se nota en el anular

izquierdo un adorno que merece, al menos, ser comparado con

el que describio Koldobsky. El expediente está en manos del

juez federal Nerio Bonifati. Antes durmio en el mismo

tribunal, a cargo de la doctora Berraz de Vidal.

En el segundo secuestro, ocurrido el 19 de febrero de 1981,

las exigencias fueron Más elevadas: 1.500.000 dolares que

deberian ser pagados en Suiza. El 5 de marzo de ese año, la

esposa de Koldobsky, Carmen Bernal Prieto, y su hermana,

Marta Koldobsky de Sonin, se alojaban en el Hotel George V,

de Paris, donde debian esperar instrucciones. Mientras, el

millon y medio de dolares habia sido girado a la oficina

central de Zurich del Credit Suisse. Los detalles de este

operativo fueron descriptos con precision por el argentino

Juan Gasparini en” La Pista Suiza”, editada en la Argentina

por Legasa a mediados de 1986.

Las dos damas argentinas eran vigiladas discretamente por

el subcomisario Carmelo Spataro, un experto en delitos

economicos, enviado a Europa a pedido del juez de

Instruccion Carlos Alfredo Oliveri. Las policias de Francia y

Suiza ya estaban alertas. Luego de varios contactos

telefonicos, algunos en español y otros en inglés, las dos

mujeres fueron a Zurich. El jueves 12 recibieron la

instruccion de viajar por tren a Ginebra y alojarse en el

Hotel Bristol. La policia suiza no les perdia pisada. Justo

con la llegada, los investigadores advirtieron que dos

personas que ocupaban un Ford Granada observaban todo con

mucha atencion. Tomaron los datos y pronto recibian la

respuesta: el vehículo habia sido alquilado en Zurich por la

ciudadana argentina Amalia Covas, domiciliada en Mendoza

4535, de Buenos Aires. La mujer y la hermana de Koldobsky

ayudaron a disipar las dudas: la señora Covas era cliente de

Cambio América.

Luego, una cadena de mensajes telefonicos y escritos fue

guiando a las pagadoras del rescate, que debian salir del

hotel llevando el dinero. Los cobradores advirtieron que las

dos mujeres estaban vigiladas y esperaron una mejor ocasion.

Estuvieron a metros, pero desconfiaron. La Policia, mientras,

seguia a los dos sospechosos del Ford Granada. Caia la noche

cuando llego la orden de detenerlos: se trataba de Luis

Alberto Martínez y Rubén Osvaldo Bufano, que vestian gorras

muy coloridas, aparentemente para poder ubicar fácilmente el

uno al otro en el medio de un gentio. Pocas horas después

caian Leandro S nchez Reisse, Mariana Bosch Ach val de

S nchez Reisse y Amalia Covas. Felizmente, el resto de la

banda, que esperaba en Buenos Aires, dejo en libertad a

Carlos David Koldobsky. El 14 de marzo, LA NACION, con un

titulo a cuatro columnas, daba la informacion sobre las

detenciones, pero sin precisar los nombres de los

secuestradores. Acompañaba al texto un informe de la Policia

Federal que no menciono que los detenidos pertenecian a

fuerzas de seguridad argentinas, y un cable de la agencia

France Press que tampoco daba los nombres de los delincuentes

capturados.

El Batallon en pleno

Poco a poco fueron apareciendo evidencias. Rubén Osvaldo

Bufano habia ingresado en el Ejército en 1963 como personal

civil y poco después fue custodio del segundo comandante del

Primer Cuerpo de Ejército, general Leandro Enrique Anaya. Su

hermano, Carlos Daniel, fue, a su vez, chofer del general.

Se fue del Ejército en 1975 luego de que un primo fuera

asesinado por la Triple A, pero volvio en 1977, para

incorporarse al Batallon 601, que es la central de

inteligencia del arma. El batallon fue lo que en su momento

se llamo Servicio de Informaciones del Ejército (SIE). Para

los operativos, Bufano Tenía credenciales a nombre de Mariano

Mendoza y Oscar Brañas.

Segun Gasparini, cuatro generales argentinos avalaron la

incorporacion de Bufano a la inteligencia militar: Julio

Alsogaray, Ovidio Pablo Riccheri, Leandro Anaya y José

Embrioni. Bufano fue custodio del general Acdel Vilas y

luego de otro general, Juan Carlos Ongania. Pertenecio,

formalmente, a la Compañia de Ejecucion B, y poco a poco se

convirtio en una suerte de agente internacional: integro los

grupos de tareas que actuaron en América Central, y fue uno

de los argentinos enviados a Bolivia para apoyar en julio de

1980 el golpe de estado del general Luis Garcia Meza, hoy

condenado por la Justicia de su pais por narcotraficante y

por haber desviado fondos estimados en dos mil millones de

dolares. Las armas para los bolivianos fueron vendidas por

Argenshow, con conocimiento de la CIA. Garcia Meza y su

ministro del Interior, el coronel Luis Arce Gomez, condenado

en los Estados Unidos, fueron protegidos por el gobierno

militar argentino, que concedio créditos por 400.000.000 de

dolares. Arce Gomez, primo del traficante y productor

Roberto Suárez Gomez, estuvo un largo tiempo tiempo detenido

en la Argentina, pero el 18 de noviembre de 1983 el juez José

Nicasio Dibur nego la extradicion solicitada por el gobierno

de los Estados Unidos y dispuso su inmediata libertad. Dibur

sostuvo que la acusacion de delitos comunes contra el militar

boliviano ocultaba los reales moviles politicos del pedido.

La intervencion de los militares argentinos en el pais vecino

provoco disgustos en los Estados Unidos. No parecio excusa

suficiente que repitieran el temor de que Bolivia se

convirtiera en la Cuba del fin de siglo. Pocos ignoraban que

se trataba de militares sin decoro alguno mezclados con el

narcotr fico. Arce Gomez fue enviado a los Estados Unidos

cuando volvio la democracia. En el Norte fue condenado a 15

años de prisión. La valoracion sobre la sentencia de Dibur

queda abierta a las Más variadas interpretaciones. Este ex

magistrado no logro el acuerdo del Senado para seguir como

juez, pero volvio a los primeros planos al ser designado

asesor de Jorge Maiorano, ministro de Justicia de Carlos

Menem.

Los agentes de inteligencia argentinos que viajaron a La

Paz se encontraron varias veces con un anciano con acento

alem n que asesoraba al Ejército en tareas de

Contrainsurgencia. Lo llamaban Klaus Altmann y resulto ser el

famoso criminal nazi Klaus Barbie(1). También Tenía contacto

directo con el italiano Stefano Delle Chiaie(2), asesor en el

Ministerio del Interior. Bufano aclaro que sus jefes en

Inteligencia eran el coronel Raul Gatica, el general Ovidio

Pablo Riccheri y el agente de la Secretaria de Informaciones

del Estado, SIDE(3), Roberto Marcos Chables. Segun Bufano

fue éste el que le encomendo la mision de viajar a Europa a

cobrar el dinero de Koldobsky y el que le ordeno, también,

alquilar la quinta de Tortuguitas donde mantuvieron cautivo

al cambista uruguayo. Esa quinta -insistio Bufano- fue

alquilada para el coronel Gatica. Además preciso que Chables

transmitio la orden de secuestrar, pero que quien la habia

impartido habia sido el citado coronel. Obviamente, no hay

constancia alguna de que se hubiera investigado con alguna

seriedad este dato; que no era nimio.

Un acto de servicio Más

Martínez, en Suiza, fue Más concreto y hablo para

salvarse. Policia a los 18 años, desde 1967 estuvo en

Coordinacion Federal, luego llamada Seguridad Federal. Nego

haber sido torturador, pero explico que tres veces habia

participado en vuelos sobre el Rio de la Plata, al que

arrojaban los cuerpos desvanecidos -por inyecciones- de

terroristas argentinos. Como Bufano, alego que éstos habian

sido, al fin, actos de servicio.

La estrategia de ambos fue clara: contar parte de la

verdad, admitir la actuacion en el cobro del rescate,

derivando la responsabilidad hacia sus jefes, y explicar que,

con sus confesiones, de regresar a la Argentina, eran hombres

muertos. En forma simultánea, hacian gestiones para ser

inclidos en la amnistia, anulada por el Congreso cuando se

recupero la democracia, dictada por el gobierno del general

Bignone.

Martínez fue Más allá y en dos cartas enviadas a Julio

Cort zar prometia revelar detalles sobre el secuestro y

homicidio del escritor Haroldo Conti(4), asi como también

sobre los casos de las monjas francesas Alice Domon y Leoni

Duquet, también desaparecidas. Claro, al mismo tiempo

sugeria apoyar su pedido de asilo politico, alegando que su

detencion obedecia a una venganza de los represores porque él

habia abandonado el servicio. El 8 de noviembre de 1978,

Emilio Eduardo Massera se entrevisto con el presidente de

Francia, Valery Giscard D'Estaing, y le dejo una nomina de

los subditos franceses desaparecidos en nuestro pais. Domon y

Duquet aparecian como desaparecidas en diciembre de 1977, y

Massera aclaro en la nota que el responsable de las

desapariciones era el Primer Cuerpo de Ejército.

S nchez Reisse considero traidores a sus socios, admitio el

intento de cobrar el dinero en Suiza, pero trato de zafar de

la extradicion. Alego, por ejemplo, que cuando Koldobsky fue

secuestrado, él estaba en Miami. Gasparini, en su libro,

reproduce una de las pruebas que ofrecio Lenny a la Justicia

de Suiza. Una carta dirigida a su madre desde Miami, con el

membrete Silver Dollar, fechada el 22 de octubre de 1981,

firmada por un señor que le informaba al tribunal que a él

le constaba que, en febrero, S nchez Reisse, junto con su

mujer e hijos, estaba en Miami, e inclusive aporto un dato al

que califico de anecdotico: durante un paseo en el yate de

Leandro sufrieron un pequeño accidente. El señor que firmaba

la carta se llamaba Raul Antonio Guglielminetti. Es como si

la coartada de un descuartizador fuera una nota suscripta por

un sujeto llamado Jack.

Si lo sabe, cante

En un reportaje aparecido en la revista Humor en julio de

1993, Julio César Strasssera, fiscal de la C mara Nacional de

Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal en el

Juicio a los Comandantes, explicaba que “Más que por la

sentencia, el juicio sirvio por la prueba”. En las causas

por los secuestros de Koldobsky y Combal, hay un testimonio

del 21 de enero de 1983 de Luis Alberto Martínez ante la

policia del Canton de Zurich, encargada del sumario, en la

que el reo cuenta cosas que la mayoria de los argentinos

ignoro hasta el juicio a los comandantes. Esto es lo que uno

de los acusados conto en Suiza, todavia con los militares

argentinos en el poder:

- Segun sus declaraciones, usted es miembro de una unidad

policial en la Argentina. ¨Cu ndo y donde hizo su formacion

policial?

- Aproximadamente en 1963 me presenté en la Policia Federal

de Buenos Aires, en la calle Moreno 1550, para trabajar como

telexista y telefonista. Como condicion para obtener el

puesto Tenía que asistir a la Escuela de Suboficiales de la

Policia, actualmente Alberto Villar, ubicada en la calle

Figueroa Alcorta y Cavia, Ciudad de Buenos Aires. Alli

recibi instruccion en defensa personal y conocimiento de

leyes. Ya no recuerdo el nombre del director de la Escuela.

Tampoco sé el nombre del actual director. Yo no vivia en la

Escuela. El unico instructor cuyo nombre recuerdo es el

suboficial mayor Jord n. No puedo dar Más datos sobre esta

persona, que tendria entonces 45 0 50 años. Cuando termino la

escuela era un policia uniformado.

- ¨A qué unidad policial fue destinado después de esta

formacion?

- Desde aproximadamente 1964 hasta 1967 fui policia en la

Comisaria 26a., en Montes de Oca 780, de Buenos Aires. La

comisaria era un edificio de un piso con ocho habitaciones y

celdas. Esta comisaria pertenecia a la Policia Federal. A

raiz de mis buenas calificaciones fui convocado,

aproximadamente en 1967, a la Oficina de Coordinacion Federal

de la Policia Federal. En este puesto trabajé hasta mi

detencion en Ginebra. Pero a la orden para viajar a Suiza, a

principios de 1981, la recibi del SIDE, Secretaria de

Informaciones del Estado, 25 de Mayo 11, Buenos Aires. Mi

propio lugar de trabajo me autorizo a ejecutar la orden del

SIDE. Tres dias antes del viaje llego la autorizacion. La

oficina de Coordinacion Federal se ocupaba de combatir hechos

subversivos. El nombre y la direccion de mi oficina era:

Coordinacion Federal, Moreno 1147, Buenos Aires. Es un

edificio de diez pisos. En este edificio se encontraba, hasta

mi detencion, mi lugar oficial de trabajo. Ocasionalmente, en

relacion con mi actividad, debia realizar, sin embargo,

viajes al interior y al exterior. Mi actividad principal en

esta oficina era la de vigilar elementos subversivos y

perseguir a los mismos. Se trata, principalmente, de personas

de extrema izquierda que vigil bamos y de aquellas personas

que trabajaban contra el gobierno. Mi superior directo en

esta oficina era el inspector Alfredo Auliu, alias Tiro loco.

El me impartia las ordenes. No sé su numero de teléfono de la

oficina en la Coordinacion Federal. El jefe m ximo era y es

todavia Oscar González, lo era en el momento de mi viaje a

Suiza. Me debo corregir: Oscar González era el jefe del

Servicio T ctico adonde yo pertenecia hasta el momento de mi

viaje a Suiza. No sé su direccion particular. Desde afuera

uno se podia comunicar con él a su oficina con el numero de

teléfono 37 o 38 2990. González era conocido también por el

nombre de Ping•ino. Alfredo Auliu comandaba también un grupo

de alrededor de ocho personas al cual yo también pertenecia.

Sé solamente los nombres de una parte de los miembros de este

grupo: Pablo Jara, Rubén Correa, Alberto Villar(5) y Adolfo

Eklund (6). Jefe de Coordinacion era, en el momento de mi

viaje a Suiza, el coronel Arias Duval. No sé su nombre de

pila. Es un oficial del Ejército.

- Describa su lugar de trabajo en Coordinacion Federal.

- No Tenía un escritorio; ni siquiera una oficina. Tampoco

debia realizar tareas de oficina. Debia solamente perseguir

algunas personas y vigilarlas.

- ¨Donde recibia usted cada una de sus ordenes y de quién?

- Al principio recibia las ordenes en la direccion Riccheri,

Puente 12, de Buenos Aires, de Oscar González, mencionado

recientemente, que también era jefe de esta base. No sé el

numero de teléfono de esta base secreta. Otra base de este

tipo era el Club Atlético, Paseo Colon y Cochabamba, Buenos

Aires, Alli recibia mis misiones de un comisario de nombre

Antonio Fioravanti. Tampoco sé el numero de teléfono de esta

oficina. La ultima base que utilicé antes de mi partida a

Suiza en el año 1981 fue Olimpo, Avenida Olivera y Ramon

Falcon, Buenos Aires. Alli recibia las ordenes del mayor

Minicucci, un mayor del Ejército (7). Tanto Fioravanti,

Antonio, como también Minicucci, estaban bajo las ordenes de

Oscar González.

- ¨Para qué estaban destinados los edificios de las bases

mencionadas Más arriba”.

- Son una especie de cárceles secretas para personas que

habian sido encarceladas por motivos politicos.

- ¨A qué oficina de Coordinacion Federal pertenecia usted

inmediatamente antes de su partida a Europa en 1981?

- Creo que el 10 de diciembre de 1980 fui eximido del

Servicio Exterior de Coordinacion Federal. Me quitaron el

arma. El motivo de esto fue un supuesto esc ndalo de estafa.

Pero que no condujo a una condena de mi parte. Por este

motivo fui trasladado a la oficina PEN, Moreno 1147, quinto

piso, de la Coordinacion Federal. El superior de esta oficina

era Juan Pisante. Alli debia revisar en los registros los

pedidos de pasaporte de ciudadanos argentinos. Alli estaba

con el maximo grado de suboficial, suboficial escribiente.

- ¨Donde vivio en los últimos cinco años en la Argentina?

- Desde 1975 hasta 1977 vivi en Bauness entre Mendoza y

Blanco Encalada, Buenos Aires. Tenía alli un departamento de

mi propiedad de tres ambientes. En 1978 fijé mi domicilio en

la calle Mendoza 4535, Buenos Aires. Se trata de una casa de

familia de un piso. Alli Tenía conexion telefonica. Pero

olvidé el numero de teléfono.

- ¨Cu ndo y de quién recibio la orden de viajar a Europa a

principios de 1981?

- Recibi la orden de la SIDE, como mencionaba recién. Yo no

recuerdo la fecha de la entrega de la orden. Pero fue solo

tres dias antes de partir a Europa. Roberto Marcos Chables me

dio la orden. Chables es un alto funcionario del SIDE. No sé

a que division está destinado. Para recibir la orden debi ir

a la oficina de Chables, que se encontraba entonces en la

calle 25 de Mayo 11. Es un edificio de cuatro o cinco pisos.

La oficina de Chables se encontraba en la planta baja,

entrando a la derecha. Estabamos Chables y yo solos en la

oficina.

- ¨Qué decia la orden de Chables?

- Chables me dijo que un preso politico a disposicion del

Poder Ejecutivo Nacional estaria dispuesto a pagar una suma

de dinero a cambio de su libertad. Esta suma de dinero seria

pagada en Europa. Yo Tenía la orden de cobrar este dinero en

Europa y de transferir esta suma de dinero a un banco en un

pais sin restricciones de divisas para que, al final, Chables

tuviera a mano el dinero y pudiera transferirlo a la

Argentina. En ese momento, Chables no menciono el importe de

la suma de dinero. Aparte del sobrenombre “el bonito”, no

se otro nombre de Chables.

- ¨Le explico Chables donde, cu ndo y como debia recibir el

dinero?

- Primero recibi solamente la orden de viajar a Madrid via

Rio. Las demas instrucciones las recibiria luego en Madrid.

Chables me adjudico como acompañante al capitan Mariano

Mendoza, del Ejército. El nombre verdadero de Mendoza es

Rubén Bufano. A Bufano lo conoci Más o menos un año antes de

viajar a Europa. Bufano trabaja en el Servicio de Informacion

del Ejército. Recibi de Chables la suma de ocho mil dolares

para el viaje y los gastos de alojamiento. Yo mismo debia

comprar el pasaje de avion. Compré el pasaje posiblemente en

una agencia de Aerolineas Argentinas, con la que posiblemente

luego tambien viajé. Con la tarjeta de crédito de mi mujer,

Amalia Covas, compré el pasaje.¨ Cuanto tuve que pagar el

pasaje?. No sé. Al mismo tiempo compré los pasajes a Madrid

para mi mujer y Bufano. Yo tambien pagué el pasaje de Bufano

porque los ocho mil dolares estaban destinados como viaticos

para Bufano y para mi. No recuerdo los numeros de los

pasajes. Viajamos los tres juntos de Buenos Aires a Madrid.

En la escala que hizo el avion en Rio nos quedamos en el

Aeropuerto.

- ¨Por qué motivo recibio usted a Bufano como acompañante?

- Bufano Tenía la orden de vigilarme y yo debia vigilar a

Bufano. Pero yo Tenía el poder de decision en este grupo de

dos personas, Bufano y yo.

- ¨Donde se alojaron en Madrid?

- Ya no recuerdo el dia en que llegamos a Madrid. Los tres

nos alojamos en el Eurobuilding. Creo que fueron tres dias.

Chables decidio que iriamos a ese hotel. El habia hecho

también la reserva. Como Chables no sabia que mi mujer

también viajaria hizo la reserva de una sola habitacion. En

consecuencia, debimos tomar una habitacion mas al momento de

llegar. Yo pagué la cuenta del hotel de los tres con la

tarjeta de crédito de mi mujer, Amalia Covas.

- ¨Donde se alojo el matrimonio Sanchez?

- Se alojaron en el mismo hotel que nosotros. Dos dias

después de haber llegado a Madrid apareció alli también el

matrimonio Sanchez. Bufano y el matrimonio S nchez no se

conocían de antes. Recién en Madrid se conocieron. El

matrimonio S nchez pago su propio alojamiento de hotel.

- ¨Sabia Bufano durante el viaje a Madrid cu l era la tarea

que los esperaba en Europa?

- Si. El sabia lo mismo que yo sobre el motivo del viaje.

- ¨Por qué fue el matrimonio S nchez a Europa?

- Desde España yo debia llamar directamente al señor Chables

por teléfono. Yo no recuerdo su numero de teléfono. Pero esta

anotado en los efectos que me incautaron. Con motivo de una

de estas llamadas telefonicas con Chables que hice desde

Madrid, me enteré que la suma de dinero era l.500.000

dolares. Hasta ese momento era de la idea de que yo

personalmente podria llevar el dinero a la Argentina. Pero

como debia usar los servicios de un banco para tal suma,

solicité al señor Chables la autorizacion de incorporar una

persona de mi confianza. Esto fue autorizado, e hice venir a

Madrid a mi conocido S nchez, a quien conozco desde hace seis

años.

- ¨Quién debia pagar los gastos de la persona incorporada,

S nchez?

- Chables me aseguro, con motivo de su autorizacion para

incorporar a S nchez, que él, Chables, responderia por los

esfuerzos de S nchez.

- ¨Qué datos le refirio usted a S nchez sobre su mision en

Europa?

- Al principio, en Madrid, solamente le di a conocer que yo

debia llevar a cabo una transaccion financiera por orden del

Gobierno Argentino.

- ¨Cu ndo y donde se entero S nchez que se trataba de una

transaccion de una suma de dinero para liberar a una persona?

- De esto se entero S nchez recién cuando estabamos los cinco

en Zurich. Yo le informé todo al respecto. Al enterarse de

que se trataba de una transferencia de una suma de dinero a

cambio de la libertad de una persona, S nchez quiso

inmediatamente renunciar a la empresa.

“Le comuniqué a Chables telefonicamente la intencion.

También le comuniqué a Chables que yo tampoco queria saber

nada mas de este asunto. Chables nos amenazo a mi y a S nchez

con represalias si no realizabamos la orden comenzada.

También amenazo con represalias para nuestras familias. De

las palabras de Chables me di cuenta de que no se vacilaria

en asesinar”.

- ¨Quién le dio la instruccion de que todos viajaran de

Madrid a Paris y quien emitio la correccion segun la cual se

debia ir a Zurich?

- Recibi esta instruccion de Chables con motivo de una

llamada telefonica que hice desde Madrid.

- ¨Podia llamar a Chables siempre al mismo numero de

teléfono?

- Podia llamar a Chables siempre al mismo numero de teléfono.

Yo no tengo presente el numero. Pero lo anoté en los efectos

confiscados por la Policia.

- ¨En qué hicieron el viaje de Madrid a Zurich o Ginebra?

¨En avion?

- Ya no recuerdo en que ciudad aterrizo el avion de Iberia.

Yo compré los pasajes para Bufano, Amalia Covas y para mi.

Al mismo tiempo, S nchez compro en el mismo lugar su pasaje y

el de su mujer. Pagué los pasajes con la tarjeta de crédito

de Amalia Covas. Creo que S nchez uso tambien una tarjeta de

crédito.

- ¨En qué hotel de Zurich se alojaron?

- En el Hotel Savoy, en Zurich. Llegamos alli por la tarde.

No sé ya quién hizo las reservas. De cualquier forma llegamos

al hotel por el camino directo con un taxi. Le indicamos al

chofér el nombre del hotel como destino de nuestro viaje.

Segun lo cual debiamos haber hecho alli las reservas. Pero ya

no recuerdo quién las hizo. S nchez pago la cuenta del hotel

de él y de su mujer con una tarjeta de crédito. Yo pagué, por

el contrario, los gastos mios, de la señora Covas y de Bufano

con la tarjeta de crédito de la señora Covas.

- ¨Quién dio la orden en Zurich de viajar a Laussanne y de

alojarse alli en el Hotel de la Paix?

- No recuerdo ya porque continuamos viaje a Laussanne. No

conocia el nombre del lugar hasta ese momento. Debo suponer,

por eso, que recibi la orden de alguien de viajar a

Laussanne y de alojarme alli en el Hotel de la Paix. Pero ya

no sé quien me dio la orden.

- ¨Quién reservo el Hotel De la Paix?

- Yo, seguramente, no hice la reserva. Desconozco quién hizo

la reserva.

- ¨Por qué pidio primero a S nchez y luego a la señora Covas

que alquilaran un auto?

- Por un lado, porque yo no Tenía el carnet internacional de

conductor, y por otro lado, porque no Tenía ni el dinero

suficiente, ni una tarjeta de crédito.

- ¨Hablo usted con sus acompañantes sobre la sospecha de que

fueran vigilados en el Hotel Savoy, en Zurich?

- Sobre mi sospecha de que éramos vigilados hablé solamente

con Bufano. Tambien Bufano me hizo saber que habia comprobado

que éramos vigilados en el Hotel Savoy, en Zurich. Le

comuniqué a Chables de que habiamos comprobado que nos

vigilaban. Pero no quiso saber nada de una vigilancia. Me

tranquilizo diciendo que a pesar de la vigilancia se trataba

de gente propia.

- ¨A qué hora dejaron el Hotel Savoy, en Zurich?

- Ya no sé a que hora dejamos el Hotel Savoy. Segun recuerdo,

fue por la mañana, después de pernoctar un dia.

- Segun sus declaraciones, usted hablo por teléfono una vez

con la señora Koldobsky, que se encontraba en ese momento en

un hotel de Zurich. ¨De donde hablo por teléfono y a qué

hora?

- Hice esta llamada desde Laussanne o Ginebra. No recuerdo ya

a que hora. Debio ser entre las 12 y las 13 horas. Llamé

desde una cabina publica de una central telefonica.

- ¨De donde conocia el lugar de alojamiento y el nombre de la

señora Koldobsky?

- Chables me puso en conocimiento recién durante mi estadia

en Zurich que una señora Koldobsky entregaria el dinero. El

me menciono tambien el lugar de alojamiento de esta señora,

que en aquel momento era aun Paris. Por Chables me enteré

también que la señora Koldobsky viajaria a Zurich y en que

hotel se alojaria. En Paris se alojaba en el Hotel George V.

Pero alli no tuve jaMás contacto con ella.

- ¨Hubo mas conversaciones con la señora Koldobsky?

- Hablé por teléfono con esta señora solamente la vez que ya

he mencionado. Pero S nchez hablo con esta señora. Creo que

fue durante la misma llamada. Solo hubo una llamada en la que

se pidio a la señora Koldobsky que viajara de Zurich a

Ginebra.

- ¨Quién hizo la reserva de la habitacion para la señora

Koldobsky en el hotel de Zurich y quién le ordeno viajar de

Paris a Zurich?

- Desconozco quién le ordeno a la señora Koldobsky viajar de

Paris a Zurich. Como tampoco sé quién le reservo la

habitacion en Zurich para esta persona.

- ¨Quién le dio a usted la orden de hacer viajar a la señora

Koldobsky de Zurich a Ginebra?

- Recibi la orden de Chables con motivo de una llamada

telefonica que yo hiciera desde una central telefonica en

Laussanne.

- ¨Qué ordenes le dio usted a la señora Koldobsky

relacionadas con el viaje de Zurich a Ginebra?

- Le pedi que viajara en tren a Ginebra. Alli se le habia

reservado una habitacion para ella en el Hotel Bristol. El

señor o la señora S nchez hicieran esta reserva. No le pedi a

la señora Koldobsky que viajara en determinado tren de Zurich

a Ginebra. Solamente le dije que tomara el tren que llegaba a

Ginebra entre las 15 y las 16 horas.

- ¨Quién le dio a usted la orden de comprar gorras de colores

para usted y Bufano?

- Chables me dio la orden de comprar gorras de colores.

Chables fundo la orden solamente diciendo que asi seriamos

reconocidos. Pero Chables no exigio que eligieramos un

determinado color y un determinado tipo de gorra. Esto se nos

dejo a nuestra eleccion. La unica exigencia sobre la gorra

que hizo Chables fue que ambas gorras fueran de un color que

pudiera diferenciarse bien. Desconozco donde estan hoy estas

gorras. Bufano y yo compramos juntos las gorras. Le dije a

Bufano que debiamos comprar las gorras por orden de Chables

para que fuéramos reconocidos. Bufano y yo coincidiamos en

que debiamos comprar y llevar esas gorras para que fuéramos

reconocidos por los agentes del SIDE que nos vigilaban. Pero

yo no debia decirle a Chables que tipo de gorras nos habiamos

comprado.�

9. UN JUEZ DIGNO

“Estoy convencido: si asoci ramos todas las causas por

secuestros extorsivos de los últimos años comprobariamos que

siempre los secuestradores son los mismos” Carlos Alfredo

Oliveri, ex juez de Instruccion, en septiembre de 1985.

Capturados en Suiza los tres agentes de los servicios que

pretendian cobrar el rescate por el secuestro de Carlos

Koldobsky, el juez Oliveri quiso ir Más allá y sugirio

comparar el modus operandi con el de otros secuestros

ocurridos en la Argentina en los últimos tiempos. Tenía una

idea recurrente, casi obsesiva: las bandas estaban integradas

por los mismos delincuentes, reclutados en sectores

policiales y de los servicios de inteligencia, y dirigidas

por dos o tres jefes. Uno de los secuestros que busco vomo

antecedente era casi idéntico. Estaba desde 1979 en el

Juzgado de Instruccion a cargo del doctor Raul Pierini: el de

Fernando Alberto Combal, capturado el 8 de mayo de 1979 y

liberado al dia siguiente, previo pago de 1.250.000 dolares.

Otro le producia un cierto escozor fue el del empresario

Enrique Dios, que él habia esclarecido en 1978; y que un juez

de Sentencia sobreseyo por defectos formales. El tercero era

el de Osvaldo Sivak, de agosto de 1979, investigado -una

manera de decir- por el juez Fontenla, que sobreseyo la causa

rápidamente, sin ordenar una medida de prueba.

La apertura de ese expediente parece el juego de los diez

errores. El principal Horacio Roberto Belcuore, en su

declaracion, oculto toda la verdad de lo ocurrido cuando,

siguiendo a quienes iban a pagar el rescate, termino

deteniendo a los subcomisarios José Ahmed y Alfredo Poroto

Vidal. Belcuore, con brillantes antecedentes policiales,

mantuvo una larga relacion sentimental con la hermana del

oficial principal Ricardo Taddei, uno de los secuestradores

de Sivak y fue asesinado en octubre de 1974 por el pistolero

José Alberto Bonica, un informante del Batallon 601, que se

atrinchero en un departamento céntrico.

El pincipal Belcuore fue por la noche a detener a Bonica,

atrincherado en un departamento de Hipolito Irigoyen al 1300,

casi esquina Santiago del Estero y, aparentemente, se

descuido: el pistolero tiro un arma al pasillo para demostrar

que estaba desarmado. Cuando Belcuore avanzo, fue asesinado,

al igual que el subcomisario Jorge Roberto Verti, otro

oficial con inmejorable historial. El chaleco antibalas

salvo, además, a dos oficiales Más, uno de la federal y otro

de la policia bonaerense. Bonica y su mujer, Miriam Herrera,

fueron abatidos a la madrugada tras varias horas de tiroteo

en un operativo en el que, inclusive, participo un

helicoptero policial en el que se ubico un tirador.

Sivak conto como y donde lo habian secuestrado, que le

preguntaron por presuntos depositos de grupos extremistas en

su empresa y lo amenazaron con llamar el abuelo para que lo

interrogara si los trataba de engañar. Años después se

enteraria de que el abuelo era Aníbal Gordon. Después de su

declaracion, Osvaldo Sivak volvio a vivir en el Uruguay. Toda

su familia se habia ido como consecuencia de una serie de

atentados y asesinatos de miembros de la Gremial de Abogados,

a manos de la Triple A. La abogada Marta Oyhanarte formaba

parte de esa entidad, que en 1973 contaba con cuatrocientos

afiliados. La señora de Sivak, además, defendio a algunos

presos politicos junto con el dirigente radical Hipolito

Solari Irigoyen.

Como las amenazas se sucedian y Solari Irigoyen fue

secuestrado, el matrimonio Sivak opto por vivir primero en

Punta del Este y luego en Carrasco. Regreso definitivamente

al pais cuando retorno la democracia. En 1979, Osvaldo Sivak

pasaba un par de dias por semana en Buenos Aires, no Más,

para atender asuntos de la empresa. En todo caso, la

amenazada habia sido su mujer. De todos modos, tuvieron

tiempo para seguirlo, estudiar sus movimientos y

secuestrarlo.

El juez Oliveri no tuvo acceso en ese momento al expediente

por el secuestro, el 19 de noviembre de 1980 del empresario

hotelero Julio Ducdoc, por el que su familia pago Más de un

millon de dolares de rescate y que jaMás apareció con vida.

Leandro S nchez Reisse y señora, Mariana Bosch Ach val,

vivian por esos dias en el Hotel Rochester, propiedad de la

víctima en sociedad con su familia. Es Más, muchos empleados

del hotel vieron a Julio Ducdoc conversar amablemente con el

licenciado en administracion de empresas contratado por

el Batallon 601. El dia en el que Ducdoc fue secuestrado

-siempre estas coincidencias- vivia en el Rochester otro

agente de la SIDE y el Batallon 601, Luis Alberto Martínez,

cuya vivienda estaba en Villa Urquiza; no en La Quiaca o

Saliquelo. Seria interesante, a los efectos de la causa por

asociacion ilícita, que la Justicia revisara los libros del

Rochester. Por ahi encuentran que en los dias previos al

secuestro de Julio Ducdoc estuvo alojado en el hotel un

agente de inteligencia que solia usar apellidos y documentos

con los nombres de Ezcurra, Bazterrica, Silva, Irigoyen o

Federico. Su nombre real era Aníbal Gordon. Ducdoc, de 50

años, era casado y Tenía cuatro hijos. El rescate, de

1.050.000 dolares, lo llevo su hermano, Mario, en un bolso,

que tiro en la Avenida General Paz y Hudson, en Villa Lugano.

Esto, segun Mario Ducdoc, recién ocurrio el 9 de agosto del

año siguiente. Mario Ducdoc declaro a La Razon, el 25 de

noviembre de 1987, que la denuncia del secuestro la hicieron

solo después de haber pagado el rescate. La causa la Tenía el

juez Juan Carlos Fontenla y luego quedo en manos de Roberto

Hornos. El juego de las libres convicciones o, si se

prefiere, el Más elemental de los silogismos, indica

fácilmente quiénes fueron los secuestradores y homicidas. Al

menos, por donde comenzar las investigaciones. No hace falta

mayor agudeza para apuntar a los dos agentes del Batallon 601

que vivieron en el hotel de Ducdoc, y también a la banda de

Gordon. Podria cerrar la historia lo que contaron los

detenidos por el secuestro de Mauricio Macri. Es un leading

case que podria servir para llegar a los organizadores de los

secuestros. Hasta ahora, en la mayoria de los casos solamente

se encontro a algunos ejecutores.

Enrique Dios, vicepresidente segundo de Hierromat, fue

secuestrado dos veces, ambas en 1977. En la primera,

mientras discutian el pago del rescate con la empresa, a él

lo paseaban en auto por Buenos Aires. Obviamente, sus

captores no eran extremistas. Finalmente, el rescate se

entrego en Medrano y Corrientes, después de un par de postas,

que incluyeron el recorrido en auto de un tramo de la calle

Humahuaca. El segundo secuestro fue denunciado y los bandidos

dejaron Más de una marca. Lo llevaron a una casa en

Tortuguitas llamada La Cautiva -vaya ironia-, que pertenecia

a la empresa en la que trabajaba la víctima. Alguien fue a

visitar la quinta, y lo sacaron con alguna urgencia. Toda

una astracanada. Termino en un departamento de la calle

Formosa 61, a metros de la Avenida Rivadavia. Negociaron con

el presidente de Hierromat, de apellido Camus, y para dejar

el rescate la primera posta estaba en la Avenida Figueroa

Alcorta y Cavia. Enfrente se halla la Policia Montada. Un

delincuente de libro no se hubiera atrevido a semejante

osadia. Luego, en la calle Las Heras, a metros de una de las

guaridas de Aníbal Gordon, encontraron al Ford Fairlaine de

la víctima. Abrieron el baul y dejaron el dinero. Ese

método, el del auto estacionado, fue usado en los secuestros

de Sivak, Combal y Pels. La policia y el juez se movieron.

Fue reconocido el departamento de la calle Formosa y,

tironeando del espinel, fueron cayendo Daniel Francisco

Guzm n, Walter Enzo Martínez, Héctor Osvaldo Camilletti,

Enrique y Silvestre Blousson y Adolfo Barbieri. Se les

escapo Alfredo Auliu, alias Tiro loco, oficial de la Policia

Federal, un nombre que aparece varias veces en esta

investigacion y un prófugo inveterado. Camilletti también

pertenecia a la Federal. Ambos fueron cesanteados. Como fue

dicho, el Juzgado de Sentencia, Letra C, no condeno a los

acusados, pese a que la prueba acumulada era mucha, por

vicios en la instruccion del sumario. El responsable policial

de ese sumario fue un oficial de apellido Fioravanti, otra

figura reiterada en este trabajo.

Mejor retomar el tema de los capturados en Suiza. Combal

no Tenía dudas: Leandro S nchez Reisse era un viejo conocido

suyo, mezcla de falso influyente, agente secreto, chanta, bon

vivant y vividor. Ex cadete del Liceo Militar, licenciado en

administracion de empresas, recibido en la muy jesuitica

Universidad del Salvador, recomendado por Cosme Beccar

Varela, Cosmin, entonces el numero uno de los ultramontanos

de Tradicion, Familia y Propiedad, al gobierno militar, ahora

la estaba pasando mal. Pese a ello, Tenía respaldos: desde

1976 era asesor del GTE, Grupo de Tareas Exterior del

Batallon 601.

Lenny compraba seguido pasajes cuando Combal era dueño de

Asesoria Turistica, que estaba en el primer piso del edificio

de Avenida Santa Fe 962. S nchez Reisse y su esposa, Mariana

Bosch Ach val, alquilaban el piso undécimo del mismo

edificio. Se dedicaban a la contratacion de artistas. Por ahi

solia verse al nervioso promotor Alfredo Capalbo, que a

comienzos de la década del setenta presento en Buenos Aires a

un cantor catal n casi desconocido: Joan Manuel Serrat. Poco

conocido, entonces, por supuesto. Capalbo fue el que actuo de

intermediario entre la familia de Sergio Meller y Raul

Antonio Guglielminetti, cuando éste pidio dos millones de

dolares a cambio de sus gestiones para liberar al

secuestrado. Ese dinero fue cobrado en las oficinas que

Guglielminetti Tenía en Alem 218. La libertad llego después

de pagar el rescate, no cuando Guglielminetti recibio el

dinero.

Amigos son los amigos

El matrimonio S nchez Reisse, que habia traido a Paul

Williams, intereso en negocios futuros a Combal. Terminaron

asoci ndose en Urbaires, constituida el 21 de marzo de 1978.

Fue un negocio ruinoso. Los S nchez Reisse viajaban seguido a

Europa, supuestamente para contratar artistas. Vivian a lo

grande. Hoteles cinco estrellas, champagne francés y anda

mais. Pagaba Urbaires; Combal, bah. En todo caso, culpa de

él. En uno de esos viajes, aparentemente con el proposito de

contratar a Charles Aznavour y otros artistas franceses,

S nchez Reisse y señora se hospedaron en el Ritz. Combal

viajo unos dias después y el matrimonio siguio viaje.

Fernando Combal debio hacerse cargo de todos los gastos,

inclusive de una suculenta propina a un conserje, al que su

socio contrato para que ubicara a uno, siquiera uno de los

personajes a los que proyectaba entrevistar. No Tenía el

teléfono de ninguna estrella, ni de sus representantes. El

contador del Batallon 601, por recomendacion de Combal,

gestiono un crédito para comprarse un Fiat 125 en una agencia

propiedad de Jaime Prisant. No pago ni una cuota del

préstamo.

La sociedad duro menos de seis meses. Cuando Combal decidio

dejar al matrimonio librado a sus esfuerzos y desapareció de

la empresa, comenzaron a aparecer en las oficinas dos sujetos

a los que presento, ante los empleados, como el japonés y

Piripipi. Cuando S nchez Reisse llamaba telefonicamente al

japonés preguntaba por el señor Monaco.

Combal, obviamente, no podia olvidar que Carlos David

Koldobsky y Jaime Osvaldo Prisant, sus socios en Holfinco,

habian sido secuestrados. Koldobsky en 1979 y 1981, y Prisant

en 1979, poco antes que él; sin duda a manos de los mismos

delincuentes. Por si faltara algun dato, cada vez que

Urbaires necesitaba comprar dolares, lo hacia en Cambio

América, propiedad de Koldobsky. Casi siempre se encargaba

de estas gestiones Mariana Bosch Ach val de S nchez Reisse.

Otra clienta era Amalia Covas, alias Laly.

Oliveri Tenía alguna experiencia en el tema, por el

caso de Enrique Dios, en el que los procesados fueron

policias de Seguridad Federal y agentes de inteligencia.

Este juez, uno de los hombres Más respetables que pasó por la

Justicia argentina, siguio como fiscal adjunto en la Fiscalia

Nacional de Investigaciones Administrativas, a cargo entonces

del doctor Ricardo Molinas. Su trabajo fue optimo. Molinas,

al fin, lo dejo cesante; una decision que lo marcar hasta el

fin de sus dias y que arroja sombras sobre su figura. Como se

recordar , por el mismo medio, la cesantia, el gobierno de

Carlos Menem termino con los dias de Molinas en la Fiscalia,

hoy una entelequia. Desde que asumio el reemplazante de

Molinas, el doctor Pinzon, la Fiscalia no produjo dictamen

alguno sobre los numerosos casos de corrupcion oficial.

Uno de los detalles que Más le llamo la atencion al juez

fue la generosa validez de los pasaportes de algunos de los

reos cautivos en Suiza. Bufano habia gestionado su pasaporte,

numero 6.375.547, el 10 de octubre de 1975 y Tenía nueve años

de vigencia. El de Amalia Covas, numero 5.902.750, del 17 de

julio de 1975, caducaba en idéntico dia y mes de 1982, y el

de S nchez Reisse, tramitado el 2 de junio de 1975, era

v lido hasta el 11 de diciembre de 1982. Para la Policia

Federal, entonces muy estricta en el tema, eran personajes de

importancia. Por esos tiempos, aquellos que estuvieron

detenidos a disposicion del Poder Ejecutivo, o eran simples

opositores al Gobierno, cada vez que pretendian renovar sus

pasaportes soportaban penurias varias.” Equipo dos-

pasaportes”, decia el sello que le colocaban en el

documento. El tratamiento discriminatorio duro hasta la

gestion del comisario Juan Angel Pirker.

Combal, la nueva víctima

El 8 de mayo de 1979, a las nueve menos cuarto de la noche,

Combal se retiro de FINSUR, Tucum n 684. Vaya suerte, en la

puerta estaba estacionado, con las luces amarillas del techo

encendidas, un taxi Peugeot 404. En realidad, ese taxi hacia

veinte minutos que esperaba, y la policia habia recibido

instrucciones de dejar el rea libre para un taxi 404

gasolero. Area libre significaba no molestar; inclusive

apoyarlo. Cerca, estuvieron estacionados un par de horas un

Fiat 128 rojo ocupado por dos hombres que vestian ropas

oscuras y un Falcon verde, en regular estado, con antena en

el techo, como las que usa la policia. El chofer, de unos 35

años, conocia al conductor del 128. Inclusive se bajo para

conversar y le dejo un paquete pequeño.

A metros de la puerta de la financiera aguardaban las

hermanas Liliana y Elida Huber, que acababan de firmar un

préstamo hipotecario. Combal se ofrecio a llevarlas. El

chofer, mucho no conocia de las calles porteñas y le costo

llegar a Santa Fe y Canning. Las clientas bajaron y Combal

volvio por Santa Fe hacia el centro. A los cien metros los

detuvo un sem foro. Distraido, advirtio tarde que dos

personas abordaban el auto. Uno subio adelante, y el otro se

acomodo a su lado. Saco un arma, lo encañono y fue breve:”

Fernando Combal, Arenales 1635, Prisant”. Estaba todo

entendido. Tenía intereses comerciales en comun con Jaime

Prisant, secuestrado dos meses antes y liberado luego de

pagar medio millon de dolares de rescate. Estaba corriendo la

misma suerte.

Obedecio la orden de agachar la cabeza y cerrar los ojos.

Calculo una marcha de diez minutos. El taxi se detuvo, le

pidieron 20.000 pesos para pagar el viaje, y lo subieron a

otro auto, Más amplio. Le colocaron cinta adhesiva sobre los

ojos, encima una capucha y lo taparon con una manta. La

marcha duro menos de una hora. Trato de memorizar, pero

dieron muchas vueltas. Lo cierto es que cruzaron una barrera

de ferrocarril, anduvieron por calles empedradas y se

detuvieron adentro de un garaje. Lo esposaron. Camino sobre

piso de ladrillos y subio por una escalera de caracol, de

unos tres metros y medio. Luego, piso de mosaico y una silla

a la que lo ataron con cables. Querian saber sobre sus

negocios. Sabian lo que preguntaban. Algunos de los datos

que daban solo los conocían sus socios y el Banco Central.

Se entretuvieron peg ndole algunos golpes con una madera

plana o una goma.

Reconocio cuatro voces distintas. Una, con léxico y tono

propio de un militar. Los otros eran Más groseros. De fondo,

escuchaba una radio sintonizada siempre en Radio del Plata.

Asi se enteraba de la hora. A la hora de negociar el rescate

hicieron circular electricidad por su cuerpo. Los cables se

los aplicaban en las rodillas. Convinieron en que quedaria

libre si sus amigos y socios pagaban 1.250.000 pesos, algo

asi como un millon de dolares. A las ocho y cuarto de la

mañana discaron el numero telefonico de Oscar Claudio Prust,

presidente de FINSUR, y le dijeron a Combal que hablara. La

instruccion era ésta: juntar el dinero, comprar dos valijas

tipo avion, volver a la casa de Prust, en Gascon al 400 y

esperar nuevas instrucciones. Al mediodia, Combal volvio a

hablar con Prust, supo que el dinero y las valijas estaban y

transmitio la instruccion: salir con el coche -un Fiat 600-

de Stella Ventorutti, la secretaria de Combal, ir derecho por

Gascon y llegar al Bar El Condor, en Corrientes y Medrano.

Alli, debajo de un inodoro, encontrarian las instrucciones.

El abogado Carlos Font n Balestra, de uno de los estudios Más

prestigiosos de Buenos Aires, ya habia denunciado el hecho en

Defraudaciones y Estafas y en el Banco de los Andes, donde

cobraron un cheque de FINSUR, habian tomado nota de la

numeracion de todos los billetes.

La policia estaba notificada del secuestro, pero solo se

refleja en el sumario que un oficial vigilo la salida de

Prust y Stella Ventorutti. En lado alguno consta un dato que

no es circunstancial: cuando el Fiat 600 circulaba por

Humahuaca al 4200, y era seguido por un auto policial no

identificado como tal, un camion con ladrillos salio de un

deposito e interrumpio el tr nsito. Ese corralon era el de la

f brica de ladrillos Ciurca, de la que Amalia Maria Covas, la

mujer de Luis Alberto Martínez, era socia. En el coche

policial dirigia el operativo el oficial Luis Rubén Mutti, el

mismo que años Más tarde soporto que su casa fuera saqueada,

y no por ladrones. Fue una pena que Mutti no admitiera el

tropiezo que tuvieron con el camion.

Prust y su acompañante estacionaron en el Bar El Condor,

que la policia debia haber vigilado, porque el teléfono del

socio de Combal estaba interceptado. Entro Prust y le llamo

la atencion una mujer rubia que tomaba un café con un hombre

muy obeso. Fue al baño. Habia dos compartimientos con

inodoro. Uno estaba vacio y no habia mensaje alguno. El otro

estaba ocupado. Se hizo el distraido, lavo sus manos y

advirtio que el que salia del baño era un hombre

relativamente joven. Espero que se fuera y el mensaje

estaba.

Combal, mientras, Tenía novedades. Los secuestradores

admitian que eran los mismos que se habian llevado a Prisant,

estaban disconformes con el rescate cobrado - medio millon de

dolares- y enojados porque el secuestro habia sido informado

a la policia. Combal sabia lo que costo convencer a Prisant

para que denunciara el secuestro, por miedo a las

represalias, y que estuvo obligado a hacerlo para justificar

la salida de la empresa de medio millon de dolares.

Al salir del bar, Prust advirtio que el hombre al que habia

visto en el baño estaba sentado a la mesa con la rubia y el

gordo. De la policia, ni noticias. Las postas terminaron en

los alrededores de la vieja cancha de San Lorenzo, en la

calle Rivera, donde aguardaba un Ford Falcon con el baul

abierto. Alli colocaron las dos valijas con el dinero. Los

vigilaba un joven con suéter celeste y jeans. También dejaron

en el baul los mensajes de los secuestradores, aunque Prust,

por los nervios, olvido en un bolsillo un mapa, el que

marcaba el último tramo del viaje y en el que una cruz

señalaba el lugar en que estaria estacionado el Falcon

Al volver a su casa, Prust recibio un nuevo llamado de

Combal. Los secuestradores estaban molestos por el tema del

mapa no devuelto. La instruccion fue la de ir nuevamente al

Bar El Condor y, en forma visible, romperlo. Los estarian

vigilando. Asi lo hicieron. La policia, una vez Más, bien

gracias. Al salir vieron al hombre obeso subir a un Falcon

verde.

Combal, al fin, fue liberado. Le sacaron las esposas y

las ataduras, pero volvieron a colocarle un par de trapos a

manera de venda sobre los ojos, cintas adhesivas y un par de

anteojos negros. El recorrido fue distinto. Usaron otra

escalera, con descanso y lo subieron a un auto estacionado en

el garaje. Cerca se aprestaba a acompañarlos otro vehículo,

aparentemente un Torino, con el motor desinflado. Lo soltaron

cerca del cruce de la General Paz con Avenida del Tejar y le

dejaron dinero para pagar un taxi, con el que fue a la casa

de Prust. Al rato estaba en la suya. Descanso un rato y fue a

Defraudaciones y Estafas a contar su odisea. Insistio en el

tema de las dos escaleras, una de caracol y otra normal, la

diferencia entre los pisos de ambas, trato de explicar como

era el arma con que lo encañonaron y describio como eran los

que abordaron el taxi. Pensaba que al de atrás, al que fue a

su lado, lo identificaria con facilidad. Al otro, tal vez

no. La policia elaboro los photo fits.

Mientras, una comision policial fue a su casa a retirar la

ropa que vestia cuando fue secuestrado, para que la analizara

el Gabinete Quimico de la Policia Federal. El joven oficial

que lo visito se llamaba Roberto Ignacio Buletti, hoy

detenido en la vieja cárcel de Caseros a la espera de una

sentencia de cadena perpetua por los secuestros y homicidios

de Eduardo Oxenford, Benjamin Neuman y Osvaldo Sivak. El

mismo Buletti se ocupo de secuestrar documentacion en sus

empresas. Como en otros casos, parecia que primero se

investigaba a la víctima. Lo cierto es que, tres dias

después, Combal fue detenido y tuvo que dar explicaciones

ante la Comision Nacional de Recuperacion Patrimonial,

CONAREPA. Las preguntas que le hicieron los representantes

oficiales eran exactamente las mismas que menos de una semana

atrás habia recibido de sus secuestradores. Una via

inexplorada por los jueces y por la policia es ésta: hay

muchos industriales y empresarios que cuentan con solidas

fortunas, pero no son tantos los que en horas pueden

conseguir uno o dos millones de dolares sin mayores

esfuerzos. Esa informacion puede lograrse, caso por caso, con

seguimientos e investigaciones, pero es razonable suponer que

Más fácil y expeditivo era contar con informantes en el Banco

Central. ¨Alguien se pregunto y pregunto si alguna autoridad

del Banco Central era amigo o familiar de un secuestrador? Se

aclara que esta referencia no está dirigida a Christian

Zimmermann, pariente muy cercano de Mariana Bosch Ach val.

En esta primera etapa de la investigacion, la unica pista

podia provenir de los billetes. A la semana circulaban por

todo el pais, pero no aparecieron indicios de quiénes los

habian colocado en el mercado. Eran billetes de valores

pequeños, de modo que la tarea no fue fácil.

El 18 de junio de 1988, en la cárcel de Champ Dollon,

Fernando Combal tuvo su chance: detr s de un vidrio, por el

que veia, pero no lo podian ver, le armaron una rueda de

personas, o de presos. Eran catorce: ocho hombres y seis

mujeres. No dudo. El primero y el cuarto de la fila fueron

los que lo secuestraron. Uno, Rubén Osvaldo Bufano, era el

que se ubico adelante en el taxi, y el otro, Luis Alberto

Martínez, el que lo encañono y hablo. En las posiciones

siete y trece estaban sus ex socios, Leandro S nchez Reisse y

Mariana Bosch Ach val. Poco tiempo antes, el 28 de marzo,

Combal, acompañado de los policias Mutti y Spataro y por

Ricardo Tomasevich y Alberto Martínez Blanco, dos víctimas de

secuestros, fue a la casa de Martínez, en la calle Mendoza.

Reconocio una pequeña pendiente en la entrada, la escalera de

caracol, y hasta marco el lugar en el que lo mantuvieron

cautivo. Luego recordo cu l fue el trayecto recorrido cuando

lo estaban liberando, y asi llego a la otra escalera. No tuvo

duda alguna. Las otras dos víctimas declararon que presumian

haber estado ahi, pero que no lo podian asegurar. El

subcomisario Spataro, durante el reconocimiento, recordo

enseñanzas de viejos maestros y miro todo. Por fin, advirtio

una curiosa foto: Amalia Covas, en bikini, recostada en un

Taunus blanco, chapa B 1.231.132, fechada en 1976. Tuvo un

p lpito y la secuestro. Recordaba que cuando Carlos David

Koldobsky fue secuestrado por primera vez, en enero de 1979,

el auto en el que lo llevaron Tenía una chapa igual, o

similar. En Defraudaciones y Estafas comprobo que Koldobsky,

en su declaracion de 1979, aseguro que el automóvil de ese

secuestro Tenía la patente B 1.123.321. Otra coincidencia.

De todos modos, la patente que memorizo Koldobsky

correspondia a un Fiat 128, rojo, modelo 1973. Cuando

Roberto Ignacio Buletti describio el secuestro de Eduardo

Oxenford, ocurrido en 1978, aseguro que al hijo del

presidente de la F brica Argentina de Alpargatas lo habian

interceptado con un Fiat 128, rojo, que Tenía chapas

adulteradas. Nueva casualidad. Frente a la oficina de

Combal, el dia del secuestro, estuvo estacionado un auto de

esa marca, modelo y color.

Camps daba consejos

El policia Spataro conocia bien la casa de la calle

Mendoza. El 12 de marzo, en un allanamiento ordenado por

Oliveri, habia encontrado un arsenal. La lista es clara:

una pistola ametralladora Ingram, con dos silenciadores y

numeracion borrada -identificada por Combal como la que

empuñaba Martínez-, una pistola Colt Commander, un revolver

Magnum, una pistola calibre 635, una carabina Browning, seis

granadas, miles de proyectiles y explosivos pl sticos.

Además, dos caretas de goma, del estilo a las usadas en la

serie Mision Imposible y una credencial de Inspector de la

Policia Federal a nombre de Norberto Gomez Dehoz, con la foto

de Luis Alberto Martínez. La misma fotografia ilustraba una

cédula de identidad atribuida a Norberto Adrian Gomez de Hoz.

También estaban guardadas 30 cartillas en blanco de cédulas

de automotores y once de cédulas de identidad.

Sugestivamente, guardaban prolijos panfletos del Ejército

Revolucionario del Pueblo, en finisimo papel con marcas de

agua y con la imagen del Che Guevara.

Combal se movia aceleradamente. Aspiraba a ver presos a

sus secuestradores. Por fin, recibio una propuesta: no

querellar; callarse. A cambio le devolverian el dinero del

rescate. Si no lo hacia, le prometieron un disparo en la

nuca. La alternativa no era fácil: recibir 1.250.000 dolares

o un tiro. Su esposa le disipo las dudas: “Ni por diez

millones”. Algunos amigos le sugirieron visitar a un general

con poder que vivia en el piso catorce del enorme edificio de

Montevideo y Posadas. Fue, conto sobre la propuesta, y el

general recomendo: “ No tiene alternativa. Cobre el millon

de dolares; le van a pegar un tiro en la cabeza”. El general

se llamaba- se llama- Ramon Camps(1).

Carlos Oliveri, por la secretaria de Susana Marta Pernas,

no dudo: con los elementos de juicio disponibles, las pruebas

y los indicios, amplio las prisiónes preventivas de los

cuatro detenidos en Suiza, responsabiliz ndolos, también, del

secuestro de Combal. Era el 6 de julio de 1981 y el juez

pensaba en la extradicion por el secuestro de Koldobsky y en

su ampliacion por el de Combal. Asi lo hizo.

Amalia Covas y Mariana Ach val de S nchez Reisse

disfrutaron poco después de libertad provisional, previo pago

de diez mil francos suizos, la primera, y cien mil la

segunda. S nchez Reisse también pidio la excarcelacion y

deposito cien mil francos como garantia, pero no tuvo éxito.

El 27 de mayo de 1982, como el tribunal se estaba por expedir

sobre la extradicion, la Justicia de Suiza volvio a

encarcelar a las dos mujeres. El 4 de noviembre de 1982 cayo

el primer baldazo de agua helada. El Tribunal Federal Suizo

resolvia rechazar el pedido de extradicion y que se juzgara a

los cinco reos en su territorio, por los delitos cometidos en

él. Esto es, la tentativa de extorsion. El secuestro fue en

la Argentina. Vaya ironia, estamos, claro, en 1982, el

tribunal helvético tuvo en cuenta que en la Argentina no

existian garantias de un juicio imparcial, dadas las publicas

violaciones a los derechos humanos que aqui se practicaban.

“Tal negativa -a la extradicion, dijeron los suizos en el

fallo- solo procede en caso de que se pueda temer,

objetivamente, y en un contexto preciso, que los extraditados

estén directa y personalmente expuestos al riesgo de que sean

violados los principios generales del derecho

internacional”.

Carlos Oliveri ya habia bloqueado los fondos de los cinco

detenidos en Suiza y agrego los nombres de los presuntos

complices: Mabel Miriam Ontiveros de Bufano, Luis Alvarez,

Carlos Daniel Bufano, Dario Falcon, Arturo Ricardo Silzle,

alias Angel Rubén Sarriez, y Sara Cascone de Silzle.

Informes de Inteligencia señalaban que Silzle, integrante

también del Batallon 601, fue el que interrogo a Koldobsky y

Combal cuando estaban cautivos, junto con un mayor del

Ejército, y los agentes Rubén Bufano y Luis Martínez. De

notable parecido con el asesinado publicista Marcelo Dupont,

la Policia sospechaba que se trataba de la misma persona, que

a favor de esa caracteristica fisica, viajo por Uruguay y

Brasil con los documentos de la víctima, para distraer la

atencion sobre su secuestro y posterior homicidio en pleno

Barrio Parque. El embajador Gregorio Dupont, hermano de la

víctima, declaro reiteradas veces que la muerte de su hermano

se debio a una maniobra de agentes del Batallon 601, donde

actuaba el hombre que se habia hecho pasar por su hermano en

el viaje citado. No hubo manera de probarlo. Tampoco hubo

novedades sobre los otros integrantes de la banda: alguien se

ocupaba de Koldobsky en la quinta de Tortuguitas. Marcelo Carlos Dupont apareció muerto el 8 de octubre de

1982

frente a un edificio en construccion de la calle San Martin de

Tours al 3100, en Palermo Chico, una de las zonas Más

aristocr ticas de Buenos Aires. Dupont habia desaparecido el 30 de

septiembre y todo indica que fue secuestrado cuando regresaba a su

casa, en la zona de Retiro. El cuerpo, ya sin vida, fue arrojado

desde el cuarto piso del edificio. La autopsia demostro que habia

soportado varias torturas, entre ellas la aplicacion de picana

eléctrica. La víctima, que se dedicaba a la publicidad, era

hermano de Gregorio Dupont, un diplom tico que, poco tiempo atrás,

habia comentado en una reunion social que el almirante Emilio

Massera era uno de los responsables del homicidio de la

diplom tica Elena Holmberg, cuyo cuerpo apareció el 11 de enero de

1979 en el rio Luján, en la zona del Delta del Parana. Alguien le

llevo el comentario al jefe de la Armada. Gregorio Dupont,

enseguida separado del servicio exterior por el gobierno militar,

reitero, en todo caso, una informacion publicada por el diario

francés Le Monde sobre una reunion entre el terrorista Mario

Eduardo Firmenich y Massera realizada en el Hotel Sofitel, de

Paris, en la que el almirante entrego a los montoneros un millon

de dolares. Esa informacion él la habia recibido de la propia

Elena Holmberg, que viajo expresamente a Buenos Aires para

informar a la Cancilleria sobre la relacion de la Armada,

organizadora de un centro piloto que funciono en Paris, con

dirigentes montoneros. Dupont volvio al servicio exterior en

1984, cuando gobernaba el doctor Alfonsín y el canciller era Dante

Caputo. Informes de inteligencia indicaron que un agente del

Batallon 601 con los documentos de Dupont viajo al Brasil, de alli

al Uruguay, donde entro por la frontera del Chuy, procedente de

Porto Alegre. Desde Colonia, donde apareció un bolso con efectos

personales y algunos documentos, el sujeto que se hizo pasar por

Marcelo Dupont viajo a Buenos Aires en el ferry. Las sospechas

siempre apuntaron hacia Silzle, vinculado con secuestros

extorsivos. La autopsia demostro que el momento de la muerte de

Dupont habia sido anterior al del viaje de su sosias. La causa

fue investigada sin éxito por el juez Eduardo Raul Gerome, que

inicialmente partio de la hipotesis de un suicidio. Años después,

el doctor Gerome fue codefensor del brigadier Graffigna en el

juicio a los comandantes. Un caso parecido al del ex juez José

Nicasio Dibur, mencionado varias veces en este trabajo, que

llevaba la causa por la desaparicion del diplom tico Héctor

Hidalgo Sol y luego termino defendiendo a los Más duros

represores del gobierno militar. Dibur, por otra parte, fue el

juez que en octubre de 1983 rechazo un h beas corpus preventivo

presentado por el gremialista Raimundo Ongaro, exiliado en España,

que aspiraba a volver al pais, con esta consideracion: “Ongaro

mantiene una estrecha alianza con los gremios combativos y

sectores radicalizados de la juventud Perónista inspirados en una

linea sindical marxista leninista”. La vista al Poder Ejecutivo,

para que opinara sobre el tema Ongaro, fue contestada con un

oficio suscripto por el coronel Carlos Tepedino, del Batallon 601.

Un documento que merece recordarse. Está dicho que, al abandonar

la Justicia, Dibur trabajo para el Ejército y luego para el

gobierno de Menem.

A mediados de 1986 Silzle fue detenido en la cárcel de

Caseros y, como nada probaba que era militar, o paramilitar,

debio compartir celdas y ranchos con delincuentes comunes.

Tuvo suerte, porque ladrones, punguistas y escruchantes

desprecian a los hombres de los servicios, casi tanto como a

los violadores. Aspiraba a ser derivado a un sector reservado

a policias, militares y agentes de los servicios. Fue el

unico condenado por el segundo secuestro de Koldobsky. A los

cuatro años salio en libertad. Gran tranquilidad para la

banda de Gordon, Guglielminetti y S nchez Reisse y para los

militares Mateos, Minicucci y Gatica. Koldobsky no asumio el

rol de querellante. Tampoco en la causa de su primer

secuestro, donde perdio mucho dinero. En el segundo, claro,

lo unico perdido fueron los gastos del viaje de sus

familiares a Suiza.

A la Justicia se le escapo un detalle en la declaracion de

Silzle por el segundo secuestro de Koldobsky, ya que comento

que Alvarez, otro prófugo, le habia asegurado que Luis

Martínez y Rubén Bufano también participaron en el secuestro

de 1979. Demasiadas omisiones para sucesos tan graves.

La condena de los suizos

El 29 de noviembre de 1983 el Tribunal Superior del Canton

de Zurich condeno a Bufano, Martínez y S nchez Reisse a

cuatro años y nueve meses de reclusion y a las dos mujeres a

dos años y medio por la extorsion a la familia Koldobsky,

aclarando, el Tribunal, que era incompetente para juzgarlos

por crimenes cometidos en el extranjero. Directa referencia,

claro, a los dos secuestros, las falsificaciones de

documentos y la tenencia de armas de guerra. La acusacion

habia pedido penas similares por tentativa de chantaje,

mientras que los defensores aceptaron que los reos fueran

declarados culpables, que las penas no superaran los cuatro

años y que no fueran expulsados del pais.

Pese al aparente traspié, varios elementos podrian servir

en el futuro: Bufano y Martínez admitieron que ellos

secuestraron a Koldobsky y que S nchez Reisse fue el que

aporto los datos, el que hizo la investigacion. Quedaba

todavia un largo camino por recorrer. Por ejemplo, el del

procesamiento en la Argentina por el secuestro de Koldobsky,

no por la extorsion que presupone la maniobra desbaratada en

Suiza, y también el juzgamiento de la causa Combal. Mucha

agua correria debajo de los puentes, porque a mediados de

1993 la sentencia por el Caso Combal todavia estaba distante.

Ni hablar del tema Koldobsky. Ni siquiera alcanzo con la

confesion de los agentes del Batallon 601 en Suiza. La

impresion es que solo podrian ser condenados por ese

secuestro si se presentaran espont neamente al Tribunal para

reconocer que cometieron el delito. Un imposible.

La historia siguio asi: el 26 de julio de 1984 la

embajada Argentina en Suiza presento un formal pedido de

extradicion de los cinco reos suscripto por el juez Carlos

Oliveri, en la causa por el secuestro de Combal. Entonces,

Rubén Osvaldo Bufano gozaba del sistema de libertad vigilada

en el Canton de Vaud. Salia de dia y se presentaba en la

prisión por la noche. Martínez y S nchez Reisse, detenidos en

Ginebra y Zurich, respectivamente, gozaban de periodicos

permisos de salida. Las dos mujeres estaban en libertad

condicional.

S nchez Reisse, a toda costa, queria evitar la

extradicion. Su madre, Alcira Gomez, se presento ante el

Tribunal para denunciar que el retiro de fondos por parte de

Oscar Claudio Prust de la Financiera FINSUR habia sido

efectuado horas antes del secuestro de Combal. Esto

confirmaba los dichos de su hijo, que insistia en que Combal

habia fingido un secuestro extorsivo para blanquear dinero.

El tema lo aclaro el Banco Central: FINSUR habia retirado

1.200.000 pesos el 9 de mayo, tal cual lo habia declarado la

víctima. Con esto, los tres agentes del 601 ganaron tiempo.

El 22 de noviembre de 1985 la Justicia de Suiza informaba

que S nchez Reisse, en una de las tantas salidas previstas en

el régimen de libertad vigilada, no habia regresado al penal

de Champ Dollon. Estaba prófugo desde el 5 de noviembre y era

buscado en todo el territorio suizo. En realidad, ya estaba

en España, protegido por la banda de su jefe, Raul

Guglielminetti. Alli intimo con una española que lo llevo a

vivir a su departamento. Cuando S nchez Reisse viajo a los

Estados Unidos, la mujer se encontro con que su visitante

habia sumado mas de 10.000 dolares en comunicaciones

telefonicas, a destinos tan disimiles como Corea del Sur,

Miami, Nueva York y Buenos Aires.

La extradicion de Martínez, Bufano, Mariana Bosch de

S nchez Reisse y Amalia Covas fue concedida recién el 21 de

mayo de 1986. El gobierno suizo precisaba que Martínez y

Bufano estaban ya a disposicion de las autoridades

argentinas y que las dos mujeres aun no habian cumplido con

la condena, por lo que debia aguardarse hasta octubre. Amalia

Maria Covas y Mariana Bosch apelaron a varios subterfugios

para eludir la extradicion y lo lograron(2). Ambas se casaron

con ciudadanos suizos y disfrutaron de algun desencuentro de

la Justicia argentina. La primera no necesito divorciarse,

porque no estaba casada con Martínez, y la señora Bosch

Ach val llego a un r pido acuerdo para romper el vinculo

matrimonial con Leandro S nchez Reisse. Curiosamente, el

unico matrimonio que sobrevivio fue el de Bufano, pese a que

también inicio el tr mite para romper el vinculo matrimonial.

Carlos Oliveri ya estaba en la Fiscalia Nacional de

Investigaciones Administrativas. El nuevo juez era Luis

Niño. Martínez y Bufano llegaban a Ezeiza en un vuelo de

Aerolineas Argentinos el sabado 7 de junio a las 7.50. El

lunes se presentaron para defender a éste los abogados Ismael

Nuñez Irigoyen, Eduardo Alberto Alvarez y Aristobulo Aráoz de

Lamadrid. Los dos primeros fueron defensores de José Lopez

Rega en la causa por la Triple A. Los tres renunciaron a la

defensa de Bufano tres meses Más adelante. Los sucedio Mario

Alberto Barbagallo, que no llego a fin de año y fue

reemplazado por Federico Pinto Kramer y Alvaro Juan

Fernández. A los pocos dias Bufano decidio que siguiera

solamente Fernández. Duro hasta octubre y fue seguido por

Federico González Moreno, hermano de Remigio(3), un discutido

juez de Instruccion. Martínez escogia para la defensa a

Miguel Gambardella -duro tres meses- y Hebe Patricia Elias

Attala. Luego agrego a Roberto Pablo Salmeri, el mismo

abogado que defendia a Raul Guglielminetti. Salmeri se

mantuvo hasta fines de enero de 1987(4), pero como cayo

preso -si, el abogado-, fue sucedido por Eduardo Rodriguez

Lamas y por Alvaro Fernández, el defensor de Bufano, que a

fines de 1992 pasó a ocuparse de la defensa de Raul

Guglielminetti. En los Tribunales podria colocarse algun

cartel, si es que no se ofenden los letrados: Dime quién te

defiende y te diré quién eres.

La morosidad de la causa, teniendo en cuenta que el

secuestro fue en 1979, era exasperante. Claro que el 12 de

febrero de 1987 el juez Niño se entero de que habia razones

para seguir adelante, ya que el propio Juan Angel Pirker,

jefe de la Policia Federal, le comunico que Leandro S nchez

Reisse habia sido detenido en Nueva York. La SIDE habia

detectado que estaba en los Estados Unidos porque Tenía

tomado el teléfono de Guglielminetti, y Lenny, cada tanto, lo

llamaba. En diciembre de 1986, cuando estallo el Irangate,

Carlos Suárez Mason fue a parar a San Francisco y S nchez

Reisse pasó a vivir de hotel en hotel, hasta que cayo. La

policia nortamericana sabia que él habia conseguido el

pasaporte falso con el que Suárez Mason(5) se movia por los

Estados Unidos. Seis meses Más tarde el Gobierno de los

Estados Unidos concedia la extradicion, pero S nchez Reisse

la difirio mediante un h beas corpus.

En el interin, y para conseguir que alguien lo protegiera,

Lenny se ofrecio para testimoniar ante la Subcomision de

Terrorismo, Narcoticos y Operaciones Internacionales del

Senado de los Estados Unidos. El 23 de julio de 1987 hizo una

amplia exposion en la que admitio que el sector del Ejército

que respondia a Carlos Suárez Mason habia recibido dinero del

narcotr fico para financiar sus operaciones en la lucha

contrainsurgente en América Central. “No lo estoy

sugiriendo; lo estoy afirmando”, concreto S nchez Reisse

ante una pregunta del abogado Jack Blum. El manejo de esos

fondos se habria canalizado, segun el declarante, a través de

Argenshow y Silver Dollar, las empresas que él y

Guglielminetti regenteaban en Miami.” El gobierno de los

Estados Unidos - se ocupo en aclarar- estaba al tanto de las

maniobras de las dos empresas”. Las apoyaba la CIA, claro.

Agrego que algunos argentinos ayudaban a la lucha contra los

sandinistas, por ejemplo, Carlos Pedro Blaquier, de Ingenio

Ledesma, que habria transferido 250.000 dolares desde una

cuenta en Suiza. S nchez Reisse admitio que no menos de

30.000.000 de dolares fueron girados, via Panam , con destino

a los antisandinistas y que Argenshow, desde Miami, o Fort

Lauderdale, era la que manejaba esas operaciones, que

incluian circuitos financieros de Suiza, Lichtestein, Bahamas

y las islas Caimanes.

Los militares argentinos no habr n quedado muy contentos

con otra revelacion: “Argenshow entrego al ejército

argentino fondos aportados por el narcotraficante boliviano

Roberto Suárez, con el compromiso de que desde la Argentina

se enviaran armas para las fuerzas del general Garcia Meza,

ya presto para derrocar al gobierno de Lidia Gueiler. Las

armas argentinas para Garcia Meza viajaron por tierra

disimuladas en ambulancias que, naturalmente, no tuvieron

problemas en la frontera. Varias fuentes coincidieron en que

una pieza importante en este operativo fue el comisario

Skarabiuk, de la Superintendencia de Seguridad Federal. El

jefe de Skarabiuk era el comisario Lapouyole, alias Francés,

director de Inteligencia de la Policia Federal. Ambos fueron

mencionados en el capitulo de la Triple A. La presencia de argentinos en Bolivia junto con Garcia Meza

es

otro dato ilustrativo. El 26 de junio de 1983 el diario Hoy, de La

Paz, revelo quiénes fueron los enviados de nuestro pais que

colaboraron con el golpe de Garcia Meza del 17 de julio de 1980,

luego conocido como el golpe de la cocaina, fueron el coronel

Dur n S enz, asesor de Garcia Meza; los coroneles Visuara,

Fernández y Muschietti Molina, el teniente Jorge Patricio Lynch

Jiménez y el mayor Julio Victor Carretto. Este oficial habria sido

el encargado de tomar el Edificio Libertador, la sede principal

del Ejército Argentino, durante el levantamiemto del 3 de

diciembre de 1990. Durante el juicio por esa rebelion, su nombre

se reitero, pero no hubo elementos como para procesarlo. Con el

transcurrir del tiempo, algo cambio: en las elecciones de octubre

de 1993 fue elegido diputado por la Provincia de Buenos Aires en

representacion del MODIN, la fuerza política inspirada por Aldo

Rico. Este ex teniente coronel, luego de los comicios, aclaro ante

el periodismo que su compromiso como legislador era con la

Republica; no con la democracia. Hasta ahora, la Republica lo vio

en Malvinas, donde combatio y fue capturado, y en dos intentos de

golpe de estado que terminaron en rendicion. Su distanciamiento

con la democracia es Más que obvio.

El diario paceño denunció, también, la presencia de varios

civiles, entre ellos Alfredo Mario Mingolla, detenido por el

Ministerio del Interior. Mingolla, otro agente de la inteligencia

militar de nuestro pais, recorrio un largo camino. Fue

colaborador de la central de inteligencia de los Estados Unidos,

alumno de la Escuela de las Américas, militante de la Secta Moon y

mercenario. Entrenado para pelear o torturar, se diferencio de

sus pares por su formacion intelectual. Hay coincidencias en que

conocia al dedillo temas de teologia. Tanto que se infiltro en la

Iglesia Metodista, hasta que fue descubierto. Muschietti Molina

habria sido el organizador del operativo en el que fue asesinado

el secretario general del Partido Socialista Boliviano, Marcelo

Quiroga Santa Cruz. Por el altiplano, pasaron, por esos dias, el

teniente coronel Mohamed Ali Seineldin y el teniente de fragata

Benazzi Berisso, un oficial naval denunciado como torturador en la

Escuela de Mecánica de la Armada. Todo hace suponer que la mayoria

de los militares argentinos uso nombres supuestos. Los

investigadores de la Secta Moon coincidieron en que el mesi nico

coreano Sun Myung Moon apoyo con hombres y dinero el golpe de

Garcia Meza.

Sobre su participacion en el Batallon 601, S nchez Reisse

se limito a decir que sus jefes eran Raul Guglielminetti y

los coroneles Roberto Roualdés, Raul Gatica y Enrique Carlos

Ferro. Como sabia que Suárez Mason habia caido en desgracia,

lo empujo aun mas hacia el abismo, denunciando que habia sido

socio de Garcia Meza en el tr fico de cocaina, dato que se

ajusta a la verdad. Sea como fuere, el 19 de septiembre de

1987, a las 13.12, Leandro S nchez Reisse desembarcaba de un

Boeing 747 de Aerolineas Argentinas en el Aeropuerto de

Ezeiza. Fernando Combal, mientras, reiteraba recusaciones

contra el juez Niño, todas rechazadas. Por fin, denunció al

magistrado por prevaricato, aunque luego desistio de hacerlo.

El querellante entendia que el magistrado habia actuado de

mala fe. El juez Niño abandono la causa, que recalo en el

Juzgado de Instruccion a cargo del juez Luis Cevasco.

S nchez Reisse, asistido por el abogado Emilio Héctor

Trimarchi, años Más tarde asesor del presidente Menem, se

presto a la primera declaracion indagatoria. Desmintio

conocer a Carlos Koldobsky y detallo la historia de su

vinculacion con Fernando Combal. Obviamente, nego haber

participado en el secuestro y sugirio que se trataba de una

maniobra urdida por Combal, al que califico de hampon, para

distraer fondos. No menciono su relacion con el Batallon

601, pero comento que el coronel Gatica le habia encomendado

investigar a varias financieras. Podria haber repetido que

los principales accionistas, o dueños de esas financieras,

eran Koldobsky, Combal, Prisant, Mendoza o Sivak, todos

secuestrados. Nadie le pregunto quién, en el Banco Central,

le daba datos sobre los manejos de fondos de bancos, casas de

cambio y financieras. Porque alguien se los daba.

Falto citar a declarar, aunque Más no fuera por exhorto

diplom tico, a Gasparini. Segun éste, S nchez Reisse le dijo:

“A Koldobsky lo interrogué yo”. Para S nchez Reisse, el

coronel Gatica y Guglielminetti, luego de secuestrar e

interrogar a Carlos Koldobsky, dieron la orden de liberarlo.

Bufano y Martínez habrian aprovechado la ocasion para hacerse

de unos pesos con el rescate. No explico bien, de todos

modos, por qué se habia unido a ellos para cobrarlo. El 30 de

noviembre, previo aviso a algunos periodistas estrechamente

vinculados con los servicios, anuncio que “comienzo por mi

propia desicion (sic) una huelga de hambre que ha de terminar

con el pronunciamiento de la justicia o mi muerte”.

Un nuevo juez tendria que resolver sobre el pedido de

excarcelacion presentado por Martínez y Bufano y definir la

situacion procesal de S nchez Reisse, por ejemplo, dict ndole

el auto de procesamiento y baj ndole la preventiva. El dos

de diciembre, a las 11.40, Luis Cevasco recibia un escrito

del doctor Trimarchi que solicitaba la liberacion de Leandro

S nchez Reisse. Cinco horas después le llegaba el expediente.

Tenía 19 cuerpos (tomos) y un total de 3793 fojas, 7586

carillas, Más un incidente de 55 fojas. Es decir que desde

el momento en que recibio los expedientes, hasta la apertura

del Tribunal, al dia siguiente, el magistrado dispuso de poco

menos de 15 horas, siempre que no haya dormido, para leer y

analizar unas 7600 carillas. Si fue asi, leyo 506 carillas y

media por hora o, si se prefiere, un poquito Más de ocho

carillas por minuto. Es cierto, medio expediente está ocupado

por datos irrelevantes. Entonces, habr leido cuatro carillas

por minuto. Al dia siguiente, por la mañana, Luis Cevasco

dispuso excarcelar a los tres extraditados. Revoco las

prisiónes preventivas de Martínez y Bufano y entendio que no

habia razones suficientes como para procesar a S nchez

Reisse. Debe recordarse: los tres habian sido capturados en

Suiza cuando intentaban cobrar el rescate por el secuestro de

Koldobsky, Combal habia sido socio de S nchez Reisse y

reconocio a Martínez y Bufano como a sus captores y dio datos

precisos sobre las caracteristicas de la vivienda en la que

estuvo cautivo. Como para completar un silogismo aparece el

último dato: Koldobsky, Jaime Prisant y Combal Tenían

intereses comerciales en comun y S nchez Reisse no lo

ignoraba. El 26 de abril de 1988, la Sala III de la C mara

del Crimen, compuesta por Pablo José Laumagne, Oscar Ocampo y

José Massoni, anulo el fallo del doctor Cevasco, con la

siguiente consideracion: “...la decision en crisis, sobre la

base de lo expuesto, presenta un vicio insanable de

procedimiento...” El doctor Cevasco, que se sepa, no se

inmuto ante tamaña desautorizacion y en el Congreso de la

Nacion tampoco se amontonaron datos como para promover un

juicio politico.

Rogelio Pajarito Garcia Lupo, uno de los periodistas Más

respetables y lucidos de la Argentina, revelo en esos dias en

El Periodista que por Buenos Aires habia pasado el veterano

agente de la CIA Francisco Aguirre, nacido en Nicaragua y

ciudadano norteamericano, que se intereso por la libertad de

S nchez Reisse, socio comercial del penúltimo director de la

CIA, William Casey. La razon del interés habria que buscarla

en una devolucion de atenciones: S nchez Reisse se presto a

declarar en la causa del Irangate a cambio de cierta

proteccion una vez que fuera transferido a la jurisdiccion

argentina. Garcia Lupo no quiso ironizar sobre la veloz

lectura del magistrado, pero destaco que Aguirre habia

cumplido con su mision. El diligente Cevasco, rapidisimo como

un bombero, pidio el procesamiento del periodista. En la

presentacion judicial fue acompañado por el ex juez de la

causa Luis Niño. Ambos magistrados consideraron que sostener

que una libertad personal pudo decidirse fuera de la sede

judicial configuraba un notorio desacato.

Disparen contra un periodista

La querella contra Garcia Lupo, extendida a Juan

Gasparini, Rodolfo Matarollo y Carlos Gabetta, que era el

director de El Periodista de Buenos Aires, termino en un

sobreseimiento dictado el 28 de abril de 1988 por la jueza en

lo Correccional Dina Rende de Cajide. Apelado el fallo por la

Fiscalia, la Sala VII de la C mara del Crimen, con la firma

de José Manuel Piombo, Guillermo Ouviña y Guillermo Navarro,

lo ratifico el 8 de julio del mismo año. Como otra sala de la

misma C mara de Apelaciones decreto la nulidad absoluta del

auto del juez Cevasco que otorgo la libertad de S nchez

Reisse, Garcia Lupo, el 6 de mayo de 1989, escribio en El

Periodista: “Me siento sumamente incomodo ante la moderacion

de mis opiniones sobre el juez Cevasco, al compararlas con

las del tribunal superior. La falta total de razonamiento y

la nulidad, absoluta declaradas por la C mara del Crimen son

calificaciones nada corrientes”. Esta vez fue el fiscal

Gustavo Anadon el que pidio se procesara por desacato al

periodista debido al contenido de esta segunda nota. El 24

de abril de 1989 fue absuelto por el juez en lo Correccional

Eduardo Sabatini. Y asunto terminado. La ironia es que dos

magistrados y un fiscal tuvieron energia suficiente como para

pedir el procesamiento de un periodista, pero no el de un

acusado con una pila de pruebas en su contra. Semejante

decision bien podria haberse empleado para investigar a

S nchez Reisse y sus complices.

Cevasco, que ya no es Más juez, cobro nuevamente

notoriedad a fines de julio de 1990 cuando concedio la

libertad por falta de mérito del ingeniero Horacio Santos,

detenido y procesado por el homicidio de dos jovenes que le

robaron un pasacassettes el s bado 16 del mes anterior.

Santos, hijo de un comisario de la Policia Federal, detalle

que curiosamente se oculto, fue detr s de los ladrones en su

auto, los intercepto a veinte cuadras de su casa y con dos

tiros termino la historia. Segun Cevasco, correspondia dejar

libre al homicida, porque “no presenta peligrosidad para si

o para terceros”. Le falto decir, “ salvo que esos

terceros le roben un pasacasetes”.

En todo caso, el presidente de la Republica lo apoyo, el

animador de television Bernardo Neustadt lo bautizo “el

justiciero” y parte de la sociedad argentina entendio como

razonable que el equivalente a un autoestéreo robado fueran

dos vidas. Para el ex magistrado Cevasco, queda claro, tres

secuestradores y un homicida Tenían derecho a circular

libremente por las calles de la Argentina. Lamentable es que

el unico personaje público de la Argentina que

en esos dias embistio contra el magistrado fuera Eduardo

Varela Cid, diputado por el Peronismo, uno de los exégetas

del ex convicto y ex almirante Emilio Eduardo Massera.

Varela Cid, no está de Más recordarlo, fue el editor de un

libro firmado por Massera, al que presento como el sucesor de

Juan Domingo Perón. Claro, la política tiene elasticidades.

¨No?

Total, S nchez Reisse, en mérito a la graciosa ventaja que

le concedio Su Señoria, se escapo a los Estados Unidos.

Ignoraba, por supuesto, qué es lo que podrian hacer por él

sus viejos amigos de la CIA. Compartieron sabotajes,

secuestros, homicidios, extorsiones, pero eso fue el pasado.

Atrevido, se puso en contacto con el FBI y pidio trabajo y un

pasaporte norteamericano a cambio de informacion sobre

ciertos grupos delictivos. Lenny sabia que sus ex socios,

Martínez y los hermanos Rubén y Carlos Daniel Bufano, habian

participado en la llamada Conexion Rosaura, dedicada al robo

de cuadros valiosos que algunos expertos colocaban en

mercados del exterior. Tal vez, el propio S nchez Reisse

integro la gavilla. El detective Dick Keith, conto Héctor

D'Amico en La Nacion del 23 de septiembre de 1990, se

sorprendio al leer el extenso informe de Sanchez Reisse y

consulto el tema con la central de Nueva York. Fue asi como

bajo a Miami la detective Margot Dennedy, una de las

especialistas en obras de arte Más capaces que Tenía el FBI.

Una empresa llamada Arlong Corporation, delato S nchez

Reisse, intentaba vender en el mercado norteamericano cuadros

robados el 24 de marzo de 1987 en el Museo Castagnino, de

Rosario, después de un asalto con uso de armas. La Dennedy

se hizo pasar por compradora, con la asistencia de Lenny, y

el FBI vigilaba. Los vendedores eran argentinos, Juan Carlos

Longo, un comisario retirado del Cuerpo de Bomberos de la

Policia Federal, y su esposa, Hilda Inés Arias. En cuanto

mostraron un Goya, Palomas y pollos, entraron los otros

policias y se acabo la operacion. Longo y señora fueron

extraditados. Como no Tenían antecedentes y contaron con un

buen defensor, el ex juez Marcelo Fainberg, a los seis meses

estaban en libertad. Interpol buscaba a Carlos Daniel

Bufano. Lenny comenzaba a desquitarse de sus ex socios.

Exportacion de secuestradores

Descubierta la Conexion Rosaura, la policia argentina

buscaba a Luis Alberto Ramos, implicado, en 1977, en el

secuestro de Lucchino Revelli Beaumont, el director de Fiat

en Francia, por cuyo rescate se pagaron 2.000.000 de dolares.

En ese secuestro estuvieron comprometidos varios argentinos

Más: Victor Oscar Castillo, Carlos Alberto Arbelos

Mastr ngelo, Héctor Iriarte, Horacio Francisco Rossi y

Alfredo Mario Roca, que habrian participado en el asalto al

Policlinico Bancario, en agosto de 1963. Sobre ese famoso

asalto pocos recordar n un nombre, Ricardo Sergio Viera, uno

de los organizadores. En noviembre de 1985 caia por el

secuestro del joven César Cohen. Viera habia sido condenado

en mayo de 1976 a 25 años de reclusion por el Consejo Supremo

de las Fuerzas Armadas y recupero la libertad en julio de

1984 con la virtual conmutacion de penas de la Ley 23070.

El restante compatriota con problemas en Francia, Héctor

Villalon, que intervino como intermediario en el pago del

rescate, fue procesado, salio libre tras pagar una fianza de

60.000 dolares, y finalmente resulto sobreseido. Villalon,

para los investigadores, fue el que financio la operacion de

sus compatriotas. Juan Gasparini, en Montoneros, final de

cuentas, da una muy creible version sobre el secuestro. La

asociacion de Villalon con S nchez Reisse fue planteada en

una excelente nota de investigacion publicada en Clarin el 27

de octubre de 1991. Lamentablemente, no estaba firmada, pero

no la hizo cualquiera. En la citada declaracion ante el

Senado norteamericano, en el marco de la investigacion por el

Irangate, S nchez Reisse aseguro que Villalon, directamente

relacionado con Anthony Mac Donald, presidente del First City

Federal Bank de Nueva York, propuso contratar a cincuenta

mercenarios argentinos para infiltrarse en Ir n. Partirian

desde una base de la CIA en Egipto, con la anuencia de

Israel, y tratarian de rescatar a los 52 rehenes en poder de

Jomeini. El tema se habria diluido por las exigencias de los

argentinos de contar con un altisimo seguro de vida. Pocos

recordaban que Villalon en 1968 se presentaba como delegado

personal de Juan Perón y exhibia una credencial que lo

probaba. Villalon, inclusive, insistia en que formaba parte

del Comando Superior del Peronismo. Todo indica que Perón a

él le decia que si y al resto también. Es cierto que, junto

con John William Cooke y Alicia Eguren, esposa de éste,

represento al viejo lider en el encuentro con Fidel Castro en

La Habana, en reuniones paralelas a la Tricontinental de

1966, y en la reunion de la Organizacion Latinoameriaca de

Solidaridad, OLAS, celebrada al año siguiente en la capital

de Cuba. Tan cierto como que en agosto de 1964, Augusto

Vandor, Delia Parodi y Alberto Iturbe, entre otros,

estuvieron con Perón en Madrid y regresaron con una estricta

orden del lider: Alberto Iturbe seria su delegado personal y

quedaba proscripto el Movimiento Revolucionario Perónista

inspirado por Villalon.

El articulo de Clarin explicaba que, justamente en las

épocas del secuestro de Revelli Beaumont, habria nacido la

Conexion Rosaura, Básicamente destinada a robar obras de arte

en la Argentina y venderlas en Estados Unidos y Europa. El

primer golpe que sufrio la organizacion en la Argentina fue

en febrero de 1989, cuando en el Hotel Plaza Francia, de la

calle Schiaffino, a metros de la Avenida del Libertador, la

policia intento, vanamente, detener a un pasajero, registrado

como Juan Muñoz, uruguayo, de 43 años, que en su dormitorio

Tenía el cuadro “Retrato de Felipe II”, una copia realizada

por Alfonso S nchez Coello de un oleo de Tiziano. S nchez

Coello, curiosamente, fue el retratista oficial de Felipe II.

El cuadro habia sido robado el 2 de noviembre de 1983

en el museo Firma y Odilio Estévez, de Rosario. El caso Revelli Beaumont es curiosisimo: el rescate se pago

el 24 de junio de 1977 en Ginebra. Un mes después comenzaron a

caer los culpables. Luis Alberto Ramos fue capturado en Madrid

junto con Horacio Rossi, Carlos Arbelos y Héctor Iriarte. Sin

embargo, no hubo suficientes pruebas como para extraditarlo. Los

condenados, años Más tarde, fueron Horacio Rossi (ocho años) y

Héctor Iriarte (seis). Ramos regreso a la Argentina y se radico en

el barrio de Villa Devoto. Asi como habia participado en el grupo

o banda que asalto al Policlinico Bancario, cambio de métodos y se

convirtio en escrushante *. Tras estudiar los movimientos de

lujosas residencias, las saqueaba los fines de semana, o en

tiempos de vacaciones. Cuentan, en la policia, que Ramos comenzo

con esta especialidad en Europa, donde se atrevio a entrar en la

residencia del principe Rainiero con el proposito de robar obras

de arte y joyas renacentistas propiedad de Grace Kelly. Como en

muchos robos tuvo éxito, aprendio lo suficiente del mercado negro

del arte. Por eso participo en la Conexion Rosaura, nombre que tal

vez proviniera del asalto al policlinico de los bancarios, llamado

Operacion Rosaura. * Escrushante es el término del lunfardo que

define a los solitarios desvalijadores de viviendas.

Algunos protectores de Lenny

Otro protector importante de S nchez Reisse en los

Estados Unidos fue Norman Faber, con el que hizo negocios en

los tiempos de Silver Dollar y Argenshow. Por ejemplo, venta

de armas a precios sobrevaluados a la Contra y a los

militares amigos de Garcia Meza. Socio de William Casey, ex

numero uno de la CIA, Faber le presto a Lenny un departamento

en Nueva York. La direccion, 460 Buk Av. 21 floor, New York

1002. En una carta dirigida al Juzgado de Instruccion numero

3, en 1992, S nchez Reisse preciso, antes de los datos sobre

su domicilio, que la vivienda que ocupaba pertenecia a Faber.

Este -afirmo Rogelio Garcia Lupo en El Periodista del 11 de

diciembre de 1987- era copropietario, junto con Casey, de

Hold-Dicker, una empresa fantasma por la que desviaba dinero

para los Contras. William Casey, un millonario que llego a

la CIA de la mano de Ronald Reagan, para suerte de quienes

querian tapar el esc ndalo del Irangate, murio antes de que

la investigacion se encaminara.

No hay dudas de que S nchez Reisse, Martínez y Bufano

intervinieron en los secuestros de Koldobsky y Combal. En el

caso del primero, lo confesaron en Suiza, y en el de Combal

las pruebas son abrumadoras. Con todos los elementos de

juicio disponibles, las historias se pueden reconstruir.

Pero, ¨quién fue el jefe? S nchez Reisse, sin duda alguna,

no. Si fue a cobrar, fue un empleado. Los suboficiales,

descartados. La Justicia, ¨avanzar en este tema?

Seguramente, no.�

NOTAS

1 “Mientras yo fui jefe de Policia de la provincia de

Buenos Aires desaparecieron unas cinco mil personas. A algunas

de ellas yo les di sepultura como NN”. Ante el periodista

Santiago Aroca, de Pueblo, de Madrid, el ex general Ramon Camps,

jefe de la policia bonaerense desde marzo de 1976 a diciembre de

1977, hizo esta revelacion, que luego desmintio. Una copia

grabada de su testimonio, celosamente guardada en Buenos Aires,

prueba que, efectivamente, eso fue lo que le conto al periodista

español. Son innumerables las acusaciones contra este general,

detenido en enero de 1984 en virtud de un decreto del presidente

Alfonsín, posterior a estas declaraciones. Ramon Camps fue

condenado a 25 años de reclusion, inhabilitacion absoluta

perpetua y destitucion por ser autor mediato de setenta y tres

aplicaciones de tormentos a los detenidos. Sus víctimas

preferidas fueron los allegados al empresario David Graiver. Uno

de ellos fue el periodista Jacobo Timerman, al que torturo

personalmente, y lo coloco como personaje central en dos libros:

“Punto final” y “El poder en la sombra”.Este último, editado

en 1983 en sociedad con el iletrado fascista Felipe Romeo, un

sobrante de la Triple A, siempre vinculado con los sindicalistas

fuertes del Peronismo. Timerman, pese a todo, al menos vivio

para contarlo. Otra fue la suerte de Jorge Rubinstein y Edgardo

Sajon, secuestrados y desaparecidos. El 29 de diciembre de

1990, Ramon Camps, que pese a la destitucion seguia alojado en

el Hospital Militar Central, donde se trataba por un c ncer,

recupero la libertad gracias al indulto firmado ese mismo dia

por el presidente Carlos Menem. Ramon Camps, pocos los

recuerdan, hizo su aparicion en la vida publica de los

argentinos el 28 de junio de 1966, cuando anuncio que sus jefes,

Pascual Pistarini y Julio Alsogaray, habian derrocado al doctor

Arturo Illia, y que desde ese momento el presidente seria Juan

Carlos Ongania. En los últimos tiempos dirigio una agencia de

informes y seguridad instalada en su domicilio de la Avenida

Figueroa Alcorta. Perónista como Villar, se lo recuerda, igual

que a éste, por encabezar muchos de los operativos. No fue un

jefe de escritorio: hasta torturo personalmente. La Justicia

probo que dependian de él doce centros clandestinos de

detencion: COT1, de Martínez; Pozo de Quilmes, Pozo de Banfield,

Puesto Vasco, de Quilmes; Arana, en Lisandro Olmos; Arana,

Comisaria 5a., Brigada de Investigaciones, Guardia de Seguridad

de Infanteria y Comando Radioeléctrico, todos de La Plata;

Brigada de Investigaciones de Lanus y Brigada de Investigaciones

de San Justo.

2 Amalia Maria Covas dejo a su concubino, Luis Alberto

Martínez; Mariana Bosch Ach val se divorcio de Leandro S nchez

Reisse. Ambas se casaron con ciudadanos suizos y adquirieron la

nacionalidad, de modo que cualquier pedido de extradicion seria

rechazado. Pero, Más allá de ello, a fines de abril de 1987, el

juez Niño resolvio desistir del pedido de extradicion. La C mara

del Crimen revoco ese fallo un mes Más tarde por entender que

existian pruebas suficientes sobre la responsabilidad de las dos

mujeres. Claro que el fallo de Niño llego rápidamente a Suiza, y

cuando se intento volver a pedir la extradicion la Justicia

Helvética dijo que era imposible acceder al pedido. Las damas

estaban en libertad.

3 El caso González Moreno, conocido por la opinion publica,

se origino cuando el magistrado ordeno un allanamiento en el

Sanatorio G•emes y comprobo que se reciclaban jeringas

descartables y filtros de hemodi lisis. Acusado de secuestro

extorsivo y frente al posible juicio politico, renuncio a su

cargo. El el 2 de agosto de 1990 fue remitido a la prisión de

Villa Devoto, donde compartio un pabellon especial con el

entrenador de futbol Héctor Veira, el dirigente Perónista

Norberto Imbelloni y el empresario José Pirillo. Recupero su

libertad la primera semana de octubre de 1992. El fiscal de

primera instancia, Raul Maria Cavallini, a la hora de presentar

acusacion en esta causa, solicito la absolucion del ex juez. Lo

grave del tema es que, probada la maniobra del sanatorio, todo

lo actuado se anulo por un discutible vicio procesal. Es

interesante leer la causa para comprobar la actuacion que les

cupo a los abogados del estudio Anzorreguy, directamente

vinculados con el presidente Menem, que defendian a las

autoridades del sanatorio. El G•emes se salvo del proceso por

estafa a las obras sociales, a las que cobraba por nuevo el

material reciclado, pero no de una seria crisis economica que se

destapo a mediados de 1993.

4 El 9 de enero de 1987 el abogado Roberto Pablo Salmeri

fue detenido por personal de la Brigada de Investigaciones de

San Martin. En el auto que conducia se encontro una gran

cantidad de billetes falsos de cien australes. Segun el

comisario inspector Osvaldo Bajo, jefe de la Brigada, los

billetes, de impresion imperfecta, aparecieron en Bahia Blanca,

Mar del Plata, La Plata, Dolores, Florencio Varela, San Isidro y

San Martin. Clarin, 24 de enero de 1987.

5 Carlos Suárez Mason, alias Pajarito, fue destituido como

general de division por el Ejército Argentino el 27 de abril de

1984, a diferencia de otros que perdieron la condicion militar

por sentencias de la justicia ordinaria. Se convirtio en

prófugo cuando el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas lo cito

en la causa en que se investigaba la represion ilegal en el

Primer Cuerpo de Ejército. El tribunal militar público muy

visibles edictos en los diarios, con las firmas del coronel

Jorge González Ramirez y el brigadier mayor Luis Maria Fagés,

pero Suárez Mason no apareció.

El ex presidente de facto, teniente general Alejandro

Agustin Lanusse lo acuso publicamente de ser el responsable de

la desaparicion del periodista Edgardo Sajon. Fue capturado en

Foster City, 32 kilometros al sur de San Francisco, en la costa

Oeste de los Estados Unidos, el s bado 24 de enero de 1987. Por

esos dias habia perdido la proteccion que le otorgaba la Secta

Moon. Varios autores escribieron que solia verse con el ex

embajador argentino en Paris, Gerardo Schamis, y con Willie

Reynal. Detenido, contrato a un equipo de abogados en la suma de

cien mil dolares, pagados al contado, pero no pudo evitar la

extradicion, concedida el 27 de abril de 1988 por el juez Lowell

Jensen. El lunes 9 de mayo llegaba a Ezeiza a las 9.20 en un

Jumbo de Aerolineas Argentinas, custodiado por cuatro agentes de

la Policia Federal encabezados por el comisario inspector

Rogelio Barreiro, jefe de la Interpol, Buenos Aires. De ahi fue

trasladado a la alcaidia de los Tribunales en un camion celular.

Bajo, esposado, a las 11.30. No llego a ser condenado por la

C mara Federal: el 29 de diciembre de 1990, mediante el decreto

1002, fue indultado por el presidente Carlos Menem. Antes, en la

misma causa, la numero 450, Menem perdono a los generales

Sigwald, Montes, Sasiaiñ, Ferrero y Olivera Rovere. En los

Estados Unidos, el Juzgado Federal del Distrito Norte del Estado

de California condeno al ex militar a responder civilmente por

los daños causados al abogado argentino Horacio Martínez Baca,

privado de su libertad y torturado a partir del 30 de marzo de

1976 hasta abril de 1980 en dependencias del I Cuerpo de

Ejército. El Tribunal norteamericano justiprecio los daños

morales y fisicos, Más el lucro cesante, en 21.170.699 dolares.

La sentencia fue suscripta por el juez federal Samuel Conti, por

la secretaria a cargo del doctor William Whittaker, y se firmo

el 22 de abril de 1988. Un año después, John Vukasin, juez de

Distrito de San Francisco, lo condeno a pagar sesenta millones

de dolares a los familiares de tres ciudadanos argentinos

detenidos y asesinados por personal a las ordenes de Suárez

Mason: Horacio Rapaport, Angel de Giorgiadis y Néstor Rubén

Antonanzas. La ultima condena que recibio en EE.UU fue el 2 de

mayo de 1990. Otro juez federal de San Francisco lo obligo a

pagar ocho millones de dolares a Deborah Benchoam y Alfredo

Forti. Cuando Menem indulto a Suárez Mason estaba en Buenos

Aires el fiscal adjunto del distrito Norte de California Mark

Zanides, que intervino en el juicio por la extradicion desde los

Estados Unidos a la Argentina. Su opinion fue clarita: “No hay

ningun caso en mi pais de un reo por el que se pidiera la

extradicion para perdonarlo”. En febrero de 1979, cuando era

jefe del Estado Mayor General del Ejército, Suárez Mason se

disgusto porque un juez, Guillermo Ledesma, envio a la prisión

de Villa Devoto a un suboficial que habia generado un violento

esc ndalo en la via publica. La emocion la exteriorizo enviando

a la unidad carcelaria un camion del Ejército lleno de tropas,

que se llevaron al suboficial, llamado Domingo Berrueta. Eso si,

el 23 de febrero envio una nota al juez inform ndole que “en la

fecha se ha ordenado el traslado del suboficial mayor Domingo

Berrueta, detenido por la Policia Federal a raiz de un incidente

en la via publica el 18 de febrero del corriente, desde la

Unidad Penitenciaria de Villa Devoto a los cuarteles de

Palermo”.�

10. SIVAK, UN CASO ESCANDALOSO

“Este operativo es mitad trabajo y mitad negocio”.

Explicacion de los secuestradores del ingeniero Osvaldo Sivak

mientras lo interrogaban, en agosto de 1979.

El empresario Osvaldo Fabio Sivak, ingeniero ferroviario y

presidente de Buenos Aires Building, una empresa dedicada a

préstamos para adquirir viviendas, fue secuestrado a la hora

del crepusculo el 7 de agosto de 1979 en Avenida del

Libertador y Cerrito, cuando regresaba a su casa, en Charcas

al 3100. Manejaba un Dodge Polara. Se detuvo ante un

sem foro y dos individuos armados, a los gritos e insultos,

entraron en su auto. Uno adelante, que ocupo su lugar, y el

otro atrás. Uno de ellos, era pleno invierno, estaba

ligeramente bronceado. Tal vez venia del Caribe. Le

colocaron lentes oscuros y ordenaron mantener los ojos

cerrados. Calculo que el viaje duro unos veinte minutos,

hasta que lo pasaron al asiento trasero de otro auto, Más

antiguo, por la marcha y por los bastones del tapizado.

Esposado, escucho diversas diálogos radiales con un lugar

desde el que contestaban “Aqui base uno”. La deduccion fue

simple: eran policias o militares. Por esos años, la

guerrilla no se hubiera animado a dialogar tanto por una

frecuencia radial. Tampoco el atrevimiento daba como para

secuestrar a alguien en ese lugar y a esa hora.

Este tramo del viaje demando cerca de una hora. Llegaron

a una zona tranquila, con escaso tr nsito. Imposible ver:

Tenía los ojos tapados con algodones, vendas y cintas

adhesivas. Estuvo en una casa grande y, por algunos ruidos

que escucho en la madrugada, penso que podia tratarse de un

cuartel. Se acordo del servicio militar. Obligado, grabo un

cassette con titulos del dia de La Prensa, al fin, una prueba

de que estaba vivo, y otro con un resumen de sus respuestas

sobre los movimientos de fondos de Buenos Aires Building, en

las que dio su total seguridad de que ningun grupo subversivo

operaba con su empresa. De todos modos, le aseguraron que

este operativo era “mitad trabajo y mitad negocio”.

También le quedo claro que lo habian seguido en los últimos

tiempos. Sabian, por ejemplo, que habia ido al teatro junto

con su esposa, durante una fugaz visita de ésta a Buenos

Aires para atenderse con su médico. “Los vimos en el teatro

cuando fueron a ver al zurdo Brandoni”, fue la referencia de

sus captores.

Al otro dia, a eso de las ocho de la noche, le dijeron

que su padre habia hecho macanas denunciando el caso a la

policia. Lo liberarian, pero al dia siguiente Tenía que

tener preparado un millon de dolares dentro de una valija.

Ellos harian el contacto. Terminaron solt ndolo, en Remedios

de Escalada, en el sur del Gran Buenos Aires, después de un

breve viaje. A menos de dos kilometros del lugar, sobre la

calle Perdernera, Tenía una vivienda el oficial principal

de la Policia Federal Ricardo Taddei, alias el cura. La

policia recorrio pacientemente la zona y llego a la

conclusion de que era muy factible que Sivak hubiese estado

en esa casa, porque muchos detalles, calles empedradas, una

de tierra, fueron mencionados por la víctima en su unica

declaracion. Además, Osvaldo Sivak comento, allá por 1979,

que volaban aviones de gran porte a baja altura. La casa de

Taddei, en Remedios de Escalada, está dentro de la zona de

uno de los corredores aéreos hacia el Aeropuerto de Ezeiza.

Tan cierto como que por el lugar está el Batallon de

Arsenales Domingo Viejobueno, donde se supone que estuvieron

alojados algunos empresarios víctimas de secuestros

extorsivos. Es el mismo cuartel de Monte Chingolo que el ERP,

con algunos refuerzos de Montoneros, intento copar en la

Nochebuena de 1975.

Samuel Sivak, el padre de Osvaldo, recibia en su casa, a

las cuatro de la mañana del miércoles, la primera llamada de

los secuestradores. Pedian cinco millones de dolares. Don

Samuel ofrecio uno. Al final llegaron a un acuerdo: dos

millones. Como no era fácil juntar ese dinero en horas, el

comisario Cogorno, de Defraudaciones y Estafas, exonerado

cinco años después por su presunta participacion en el

secuestro y muerte de la empresaria Sara Siganevich, sugirio

ponerse en contacto con Carlos David Koldobsky, de Cambio

América, que entenderia el problema, ya que ese mismo año

habia sido secuestrado. Fue asi como 1.200.000 dolares se

compraron en la empresa de Koldobsky. El resto fue adquirido

en Cambios Baires.

La señora Sara Siganevich, concesionaria en Buenos Aires de

Loteria Chaqueña, es una desaparecida Más. Fue secuestrada y

no apareció con vida, pese a que se pago un rescate de

300.000 dolares. En el pabellon especial de la cárcel de

Caseros, destinado a reos pertenecientes a las fuerzas de

seguridad, estuvieron detenidos el comisario Cogorno, el

principal Dagoberto Nakanichi, el inspector Hugo Alvarez, un

agente del Batallon 601 llamado De Asis y un tal Carlos Dante

Del Bianco, que habria sido el chofer durante el secuestro.

La señora Siganevich estuvo cautiva en una casa de la calle

Virrey Liniers al 1400. La mataron y sus restos fueron

enterrados en algun sector donde se estaba construyendo la

Autopista 25 de Mayo. Lo llamativo del caso es que en charlas

con otros presos, los secuestradores de la señora Siganevich

contaron en la prisión de Caseros que ellos eran los

responsables de dos hechos parecidos, el de Benjamin Neuman y

el del empresario Baltai n, que les salio mal porque la

víctima se resistio y pudo escapar.

Una esquina muy particular

La instruccion de los secuestradores de Sivak fue clara:

Samuel Sivak y Julio Goyret, vicepresidente de la empresa,

debian ir a una confiteria ubicada en la esquina de Rivadavia

y Alberti, esperar unos minutos, tomar el subterr neo hasta

Loria, esperar en un restaurante de la calle Rivadavia, tomar

S nchez de Bustamante, cruzar el puente para peatones sobre

las vias del Ferrocarril Sarmiento. Cerca, encontrarian

estacionado al Dodge Polara de Osvaldo. Solo unos metros de

diferencia con el lugar donde la familia Koldobsky, en enero,

habia entregado 600.000 dolares. Como referencia, en

Más de veinte casos de secuestros extorsivos denunciados a la

policia, los rescates se pagaron en esa esquina de Diaz Vélez

y S nchez de Bustamante. En Buenos Aires hay Más de dos mil

cien calles y unas cinco mil esquinas. El Cálculo de

posibilidades indica que, por azar, que se repita veinte

veces la misma esquina es imposible. Muchisimo Más dificil

que ganar los concursos del PRODE, el LOTO y el Quini Seis el

mismo dia. Ni qué hablar de los obligados pasós por la calle

Humahuaca, o los bares de la zona de Corrientes, entre

Pueyrredon y Medrano. Seria abusurdo hablar de casualidades.

El bolso escocés con los dos millones de dolares adentro

debian dejarlo en el auto y retirarse. En eso estaban cuando

escucharon tiros, carreras y gritos. Llegaron varios moviles

policiales, y ellos, con el dinero, fueron trasladados al

Departamento de Policia. A eso de las cuatro de la mañana,

luego de permanecer encerrados e incomunicados, fueron

dejados en libertad. Acaso no llegaron a advertir en ese

momento que también se estaba decidiendo sobre sus vidas.

¨Qué sentido Tenía retenerlos tantas horas?. Fuentes

policiales que, naturalmente, pidieron reserva, aseguraron

que el tema se resolvio con la llegada del general Juan

Bautista Sasiaiñ, jefe de la Policia Federal, que estaba

dispuesto a todo para castigar a los responsables del

secuestro y que inclusive menciono la palabra fusilamiento.

Luego llego el general Harguindeguy y la cuestion se resolvio

de la peor manera posible. Protegiendo, al fin, a los

delincuentes, pero con la liberacion del secuestrado y de los

pagadores del rescate. Sasiaiñ, cuya hermana, Beatriz

Isabel, fue asesinada el 3 de diciembre de 1975 por la

guerrilla junto con su esposo, el general Jorge Esteban

C ceres Monié, acumulo gravisimas denuncias sobre su

responsabilidad en la represion ilegal, torturas, homicidios

y desapariciones, tanto en Córdoba como en Buenos Aires, pero

no hay indicio alguno de que haya participado en las bandas

que se dedicaban a ese tipo de delitos por moviles

economicos. Harguindeguy, años después, fue procesado por el

secuestro extorsivo en perjuicio de los empresarios Gutheim.

Su consorte de causa fue el ex ministro de Economia, José

Alfredo Martínez de Hoz, también procesado por ese delito.

Como era de esperar, Carlos Menem los indulto. La accion por

daños y perjuicios entablada por los Gutheim, si prospera,

deber pagarla el Estado Nacional. Harguindeguy y Martínez de

Hoz Tenían prisión preventiva por el caso, impulsado por el

ex fiscal Luis Moreno Ocampo, pero el indulto los salvo, no

solo de responder por el delito, sino por el dinero que

perdieron las víctimas.

Con el dinero, y acompañados de dos policias, fueron a la

casa de Samuel Sivak, en la calle Posadas. La escueta

informacion que recibieron fue que Osvaldo volveria a la

mañana. Con ellos se quedaron los jovenes oficiales Carlos

Arias y Roberto Ignacio Buletti, que cada tanto hablaban al

Departamento para saber qué pasaba. Osvaldo Sivak volvio.

Horas Más tarde presto declaracion en Defraudaciones y

Estafas y poco después viajaba al Uruguay. La causa fue

sobreseia rapidamente. De todos modos, media Policia Federal

sabia que tr s el caso Sivak habian pedido el retiro el

comisario Antonio Benito José Fioravanti y los subcomisarios

Carlos Mariano David Troncoso y José Ahmed. Fioravanti era el

jefe de Asuntos Subversivos, y Troncoso su segundo. Además,

solicitaron la baja el subcomisario Alfredo Hugo Vidal, alias

Poroto(1) y el principal Ricardo Taddei(2), alias El Cura.

En la misma fecha se alejaban del Ejército los capitanes

Rafael Félix Lopez Fader y Roberto Guillermo Fossa, alias

Tumba. Alejarse, es una manera de decir, porque rápidamente,

ellos y Taddei se incorporaron al Batallon 601, los tres

recomendados por el general Alfredo Sotera. El jefe del

Batallon, en agosto de 1979, era el coronel Carlos Alberto

Roque Tepedino, que sucedio a Alberto Alfredo Valin. Ante el

juez Hornos, el coronel Tepedino, cédula de identidad

6.240.151 y domicilio en Donato Alvarez 562, tercero A, de la

Capital Federal, se limito a decir que creia que Lopez Fader,

en el año 1979 no estaba en el 601, que a Fossa si lo

conocia, pero no a Ricardo Taddei. El coronel Tepedino fue

otro oficial denunciado por serias violaciones a los derechos

humanos. Estaba procesado en tres juzgados federales por

falso testimonio, destruccion de documentos que hubieran

servido de pruebas ante la Justicia, abuso de autoridad y

falsificacion de documentos públicos y fue indultado el 7 de

octubre de 1989 por el presidente de la Republica. Valin,

seun Martin Andersen el contacto del Ejército con Mario

Firmenich, fue asesor de la Guardia Nacional del presidente

nicarag•ense Anastasio Somoza, un sujeto de tamaña

inmoralidad que termino despreciado por sus protectores

norteamericanos, y fue asesinado en el Paraguay por un grupo

que dirigia Enrique Gorriar n Merlo. Valin fue uno de los

militares argentinos que diagramo la Operacion Calipso, un

fracasado engendro para derrocar al sandinismo, que sirvio a

muchos oficiales argentinos para hacerse de varios cientos de

miles de dolares.

El empresario Fernando Combal se entero al dia siguiente

del revuelo que habia en la City por el aparente secuestro de

un alto funcionario de Buenos Aires Building e intento

averiguar. Un policia amigo le confirmo que se trataba de un

secuestro y fue al Departamento de Policia. Su herida estaba

abierta. Dos meses atrás él habia sido secuestrado. En

Defraudaciones y Estafas le sugirieron esperar un momento Más

oportuno para hablar. Opto por tomar un café en un bar

cercano y advirtio que algo serio ocurria. En menos de una

hora llegaron varios autos oficiales con fuerte custodia.

Solo reconocio al general Ibérico Saint Jean, gobernador de

la provincia de Buenos Aires, y al ministro del Interior,

otro general, Albano Harguindeguy. Sin duda -penso Combal-

estaba ocurriendo algo grave. Y si. Grave fue, pero todo se

tapo.

En octubre de 1985, Guillermo Patricio Kelly se presento

ante el juzgado del doctor Roberto Hornos y entrego una lista

manuscrita con los presuntos autores del secuestro de 1979.

Hornos reabrio la causa y cito a declarar a los policias que

habian intervenido en el operativo de la noche del 9 de

agosto de 1979, y a altos jefes de Defraudaciones y Estafas y

Seguridad Federal. También al ex jefe de la policia, general

Juan Bautista Sasiaiñ y a Albano Harguindeguy. Estos dos

últimos, desmemoriados, declararon no recordar datos

importantes sobre esos dias. Para un jefe de la Policia

Federal y para un ministro del Interior, el pedido de baja o

retiro de cinco policias y dos capitanes del Ejército el

mismo dia en que los familiares de un secuestrado tuvieron

que soportar horas antes de regresar a sus hogares, habia

pasado inadvertido. No es una grave imputacion sospechar que

incurrieron en falso testimonio. No les preguntaron si

recordaban el caso de un punguista que denunció haber sido

sometido a malos tratos. La Justicia queria saber qué pasó en

esos dias de 1979. No lo supo.

El coronel Arias Duval(3) solo admitio que ese dia tuvo un

gran disgusto con Fioravanti, que le habria reconocido que

los dos oficiales estaban en la zona cumpliendo ordenes que

el superintendente ignoraba. Es decir, hablo de un problema

del servicio. Naturalmente, el ex jefe de Seguridad Federal

nada recordaba sobre un secuestro. La referencia Más

importante la dio el comisario inspector retirado Héctor

Pedro Sande, que explico prolijamente en el Juzgado del

doctor Hornos que, si el subcomisario Vidal estaba

desempeñando una tarea de contrainteligencia en la fecha del

secuestro de Sivak, tal como alego, la orden debio ser dada

por el superintendente, Arias Duval, y transmitida por él.

Sande no recordaba haber encomendado esa tarea a Vidal. El

comisario Sande, esto es casi perogrullesco, nada Tenía que

ver con bandas de secuestradores. Luego de repasar cientos de

declaraciones de oficiales de policia y militares ante la

Justicia, cuesta encontrar testimonios tan concretos, solidos

y profesionales como los de este policia retirado.

Otros que aportaron datos de utilidad a la instruccion

fueron los jovenes oficiales Fernando Juli n González, Carlos

Arias, Eduardo Ubaldo Francisco Duarte y Roberto Ignacio

Buletti y los suboficiales Soto, Alberico y Luis Rodriguez:

los oficiales detenidos esa noche eran los subcomisarios

Alfredo Vidal y José Ahmed, ambos de la Superintendencia de

Seguridad Federal, a cargo de Alejandro Agustin Arias

Duval. Estos dos insistieron ante su señoria que estaban en

la zona cumpliendo tareas de inteligencia, porque sospechaban

que en los alrededores del Mercado de Abasto se descargaban

armas para la guerrilla. Fernando Juli n González fue claro:

habia visto detenidos a los dos subcomisarios, que fueron

entregados al subcomisario Cogorno, que fue convocado al

lugar dada la jerarquia de los oficiales apresados. Arias vio

a los portadores del rescate, que llevaban un bolso con

dibujo escocés, acercarse al Dodge Polara estacionado,

advirtio las corridas y se acerco al principal Belcuore

cuando llevaba detenidos a Ahmed y Vidal. Duarte explico que

en los alrededores de Diaz Vélez y S nchez de Bustamante vio

al principal Belcuore corriendo a alguien. Fue en su ayuda y

detuvieron al subcomisario Ahmed, al que el propio Duarte

desarmo. El suboficial Alberico, que corria detras de ellos,

confirmo la version. Rodriguez, al fin, cerro todo: “Corri

a un desconocido y lo detuve. Era el subcomisario Vidal”.

Cogorno, mencionado Más de una vez en este trabajo, al llegar

al lugar le dijo a uno de los detenidos: “¨En qué te

metiste, Poroto?” A la hora de declarar se acordo de un

apellido, Ahmed, pero no del de Poroto. Una curiosidad: en

decenas de expedientes donde declaro personal militar y

policial es raro advertir incongruencias en los suboficiales;

si entre la oficialidad.

Ahmed y Vidal fueron condenados el 5 de enero de 1990 a

siete años de prisión por el juez federal Martin Irurzun. En

el medio del proceso, cuando estaban bajo prisión preventiva,

el burbujeante abogado Guerrero Leconte pidio que sus dos

defendidos fueran incluidos dentro de los términos de la Ley

23.049, conocida como de Obediencia Debida. El ex camarista

hizo la salvedad de que no aceptaba, de manera alguna, la

responsabilidad de sus defendidos en el” pretendido

secuestro extorsivo que se dice ha sido víctima Osvaldo Sivak

el 8 de agosto de 1979”. Pero, segun él, estaban en esa zona

cumpliendo ordenes del comisario Fioravanti. El defensor

puntualizo que eso estaba certificado por los dichos del

coronel Arias Duval. El planteo entro en el Tribunal el

primero de julio de 1987. Dieciséis dias después, el doctor

Hornos lo rechazo con un simple razonamiento: “Nadie puede

ampararse en una causa de justificacion si, al mismo tiempo,

niega intervencion en el suceso de que se trata. Resultan

evidentes la contradiccion y la incongruencia que subyacen al

afirmar no intervine en tal hecho, mientras al mismo tiempo

se sostiene actué obedeciendo ordenes”. Siempre alegre,

Guerrero Leconte, con argumentos no desdeñables, insistia, en

la Sala de Periodistas de Tribunales, en que Ahmed y Vidal

solo eran dos oficiales operativos, a los que habia llegado a

conocer bien, y que estaba convencido de que eran incapaces

de pertenecer a una banda de secuestradores. Fue imposible

ubicar al chispeante abogado Guerrero Leconte luego del Caso

Macri. Seguramente cambio de opinion.

Restaria saber y esta inquietud tiene años, quiénes fueron

los jefes. El que va a cobrar el rescate es eso, un cobrador.

Un simple subalterno. Y si los peones eran subcomisarios, los

reyes debieron ser altos oficiales, y no necesariamente de la

policia.

¨ La banda de los comisarios?

Esta fue la primera marca del grupo que el periodismo

bautizo, años después, como banda de los comisarios, con la

asistencia de gente del Batallon 601 y de la Jefatura II

de la inteligencia militar. José Ahmed, detenido en Villa

Devoto por el Caso Macri, insiste en que nada tuvo que ver

con el secuestro de Sivak en 1979, porque cumplia ordenes

superiores, y Alfredo Hugo Vidal nada cuenta, porque está

prófugo. Por las pruebas conseguidas, deberia llamarse la

banda de los subcomisarios. No hay evidencias de que algun

comisario haya pertenecido al grupo y solo existian

fortisimas sospechas sobre Fioravanti, que no podr

disiparlas, ni confirmarlas, porque murio. Si podria haberse

apuntado a un par de coroneles. Fioravanti, alias Coco, el

tordillo, coronel, o De Luca, figura en los listados de la

CONADEP con el numero 322. Lo denunciaron varios detenidos en

las prisiónes clandestinas El Banco, Club Atlético y Omega.

En este lugar compartia tareas con Raul Antonio

Guglielminetti y el turco Juli n.

Lamentablemente, mientras se investigaba el secuestro de

Sivak de 1979, tuvieron poco eco las declaraciones de dos

militares a proposito de este caso. El mayor Juan Enrique

Guglialmelli, hijo del general homonimo, experto en temas de

estrategia, fallecido en junio de 1983, aseguro ante la

Justicia que estaba convencido de que Rafael Félix Lopez

Fader habia participado en el secuestro; inclusive agrego que

éste se lo admitio, pero alegando que habia cumplido ordenes

superiores. Poco después, el coronel retirado Florencio Diaz

Loza explico que el general Guglialmelli le habia comentado

que en el secuestro de Sivak habia intervenido el ex capitán

Rafael Lopez Fader. Los amigos de Osvaldo Sivak saben,

además, que éste Tenía la plena seguridad de que uno de los

dos que lo detuvieron en Libertador y Cerrito habia sido

Lopez Fader. Personal de custodia de la empresa le dejaba

otro nombre: Mateos.

Cuando se estaba jugando la suerte de Ahmed y Vidal en la

causa por el primer secuestro, comenzo a circular por varios

despachos de Tribunales un extenso escrito, firmado por un

inexistente Carlos Rivas, cuya rubrica era de segundo grado y

su elaboracion casi de profesional universitario. Señalaba,

Básicamente, que en 1985 a Osvaldo Sivak lo habia secuestrado

el Ejército Revolucionario del Pueblo, para recuperar un

dinero invertido en esa empresa. Decia, el libelo, una

perversa mezcla de verdades y difamaciones, que un abogado

del ERP, Jorge Teste, desaparecido en noviembre de 1976,

habia sido el intermediario entre la guerrilla y la empresa

de los Sivak. A mediados de 1992, un alto jefe policial

contaba: “No dispongo de pruebas sobre lo que voy a decirle,

pero tengo la sensacion de que el secuestro de Sivak, en

1979, fue obra de la Jefatura II de Inteligencia del

Ejército. La datos que ellos Tenían sobre un presunto vinculo

de Sivak con la subversion, que habria invertido dinero en

Buenos Aires Building, provenia de una carpeta con 103

nombres de empresarios, que se elaboro en el Primer Cuerpo de

Ejército. Algo similar a lo que ocurrio con los Graiver y el

deposito de Montoneros. La informacion que yo recibi indicaba

que, desbaratado el grupo, al caer los cobradores del

rescate, se les permitio pedir retiros y bajas debido a que

en la policia se enteraron de que habian actuado a las

ordenes de la inteligencia militar”. Claro que todo esto se

enrarece y pierde credibilidad, cuando Ahmed y Vidal son

descubiertos por los secuestros de Macri, Apstein, Wertheim,

Ducdoc y Meller. No resulta tan fácil creer que esa vez, en

1979, trabajaran para el Ejército, cuando está probado que,

en otros casos, actuaron como los delincuentes de Devoto,

aunque el jefe circunstancial fuera un coronel. Sea cual

fuere el jefe, un secuestrador, diria Don José Sensato, es un

secuestrador. En la Policia Federal una gran mayoria opina

que los secuestros y asaltos a empresarios y cambistas

durante el proceso militar solamente pudieron hacerse con la

anuencia del general Harguindeguy, el visto bueno de los

coroneles Morelli, Arias Duval y Mateos y la intervencion de

agentes del Batallon 601 y Seguridad Federal. Podria

agregarse que también resultaba una condicion imprescindible

que la jefatura de la fuerza, en el mejor de los casos,

hiciera la vista gorda. Más razonable es pensar que esa

jefatura fue complice de todo. Absolutamente todo.

De todas maneras, a tal grado llego la descomposicion

ética en la Argentina, que homicidas, torturadores y

secuestradores se ampararon en la excusa del cumplimiento de

ordenes y no hay un expediente judicial en el que los

teoricos impartidores de esas ordenes hayan declarado: “Esa

instruccion la di yo”. La peticion del abogado Guerrero

Leconte para amparar en la obediencia debida a los

secuestradores Ahmed y Vidal es elocuente. Debe leerse: “Son

inocentes, pero, cumpliendo ordenes, hicieron ese secuestro

que no existio”. Seria un grotesco, pero se convierte en

tragedia porque los muertos fueron muchos.

Comisarios, generales, coroneles, almirantes y brigadieres,

frente a la Justicia, mintieron. Ocultar la verdad -repetia

el maestro de periodistas Alberto Laya- es una de las formas

que asume la mentira. No es dificil entender por qué, ante

los jueces, los militares comprometidos en desapariciones,

homicidios, secuestros y extorsiones, como Harguindeguy,

Massera, Agosti, Viola, Videla, Arias Duval, Luciano Benjamin

Menéndez, Roualdés, Valin, Ribeiro, Mateos, Ferro, Tepedino,

Ernesto Barreiro, Seineldin, Alsina, Vergez, Mones Ruiz,

Jorge Acosta, Guillamondegui, Paladino, Dur n S enz, Astiz,

Suárez Mason o Camps, y civiles, como el pistolero de cuarta

categoria Raul Guglielminetti, negaran lo que ocurrio. Todo

los incriminaba y en muchos casos podrian derivarse

responsabilidades hacia sus jefes. Esos superiores, esta

probado, dejaron que, junto con la represion, se hicieran

algunos negocios, como secuestros, robos, asaltos o

extorsiones. Lo curioso es que el espiritu de cuerpo llego a

tanto que, policias y militares ajenos a este tipo de hechos

delictivos, a la hora de testimoniar ante un juez, entre la

verdad y sus camaradas, se quedaron con sus camaradas. Aunque

para eso tuvieran que pisotear ancestrales normas de honor.

Podria entenderse mientras duro el proceso militar. Luego,

no. Los que estudian las corporaciones deben encontrarse,

antes estas realidades, frente a un tema nuevo: ¨Por qué

muchos de sus integrantes, no comprometidos en aberraciones,

terminan mintiendo para salvar a sus pares delincuentes? En

muchos casos, el cuestionamiento es para consumo interno.

“Yo con ese señor no trabajaria nunca”, repetia en 1986 un

coronel en actividad destacado en el Ministerio de Defensa,

con despacho al lado del del ministro. Se referia al

millonario general Balita Ribeiro.�

NOTAS

1 Alfredo Hugo Vidal, alias Poroto, era subcomisario y se

fue de baja luego del primer secuestro de Sivak. Figura en

los listados de la CONADEP y, segun el ex policia Rodolfo

Peregrino Fernández, integro un grupo de tareas de la Triple

A. Comenzo su carrera en la Comisaria 19, llego a Seguridad

Federal en 1968 y volvio en 1975. Condenado a siete años de

prisión por el primer secuestro de Osvaldo Sivak, en un

discutible fallo que entendio que era participe secundario,

salio el libertad al cumplir los dos tercios de la pena y se

convirtio en prófugo por el mismo delito en perjuicio de

Mauricio Macri.

2 A Ricardo Taddei, nacido el 13 de mayo de 1942, libreta de

enrolamiento numero 7.724.103, lo conocían como El cura,

porque, disfrazado de sacerdote, se infiltraba en las

organizaciones de derechos humanos. Varias veces mencionado

en denuncias ante la Comision Nacional sobre Desaparicion de

Personas, actuo en el centro clandestino de detencion El

Banco. Se retiro como oficial principal de la Policia Federal

luego del secuestro de Sivak en 1979 y entro a trabajar en el

Batallon 601. Padrinos de hijos del subcomisario Lorenzatti

y del ex capitán Lopez Fader, aprovecho su momento y, cuando

se lo investigaba, a mediados de 1986, envio a su familia a

España. Después viajo él. La Justicia intercepto llamadas

telefonicas a su casa madrileña en el barrio del Pilar,

hechas por Lopez Fader y Fossa. Está procesado en los dos

secuestros de Sivak. Melba Alicia Méndez de Falcone, madre

de Maria Claudia Falcone, una estudiante secuestrada y

desaparecida cuando Tenía 16 años, en el episodio conocido

como “La noche de los lapices”, recordo en el juicio a los

comandantes su experiencia cuando ella estuvo secuestrada en

el Banco. “Los que alli torturaban eran de la Policia

Federal, porque entre ellos estaba El Cura, que fue uno de

los que me detuvo y Colores, que también pertenecia a la

policia. Colores era Juan Carlos del Cerro, un agente de

inteligencia.

3 Alejandro Agustin Arias Duval, coronel del Ejército, fue

jefe de la Superintendencia de Seguridad Federal desde marzo

de 1979 hasta la llegada de la democracia. Antes tuvo a cargo

la jefatura del Destacamento de Inteligencia 121, con

jurisdiccion sobre La Plata. También figura como represor en

las listas de la CONADEP, con el numero 0777 3674. El

gobierno de Raul Alfonsín lo detuvo en 1985 y lo acuso

de haber participado en un complot militar. Fue defendido por

Jaime Smart y Edgardo Frola. Vivia en Sarandi 140, Capital

Federal, a tres cuadras del Congreso de la Nacion. A mediados

de 1986, en una declaracion indagatoria ante la C mara

Federal, que sustanciaba el juicio contra el ex general Ramon

Camps y otros jefes militares, entre ellos él, conto que se

desempeñaba como asesor del Estado Mayor General del

Ejército.�

11. CON ACENTO CENTROAMERICANO

“De parte del general Valin, tomen. Y a ver como se lo

gastan. Recuerden que esto no es la Operacion Calipso, señalo

sonriente Juan Carlos Galesio al entregar un maletin con cien

mil dolares a otros dos agentes argentinos, Héctor Francés y

Juan Martin Ciga Correa”. Enrique Yepes, La contra, una

guerra sucia.

Los ex capitanes del Ejército Rafael Félix Lopez Fader y

Roberto Guillermo Fossa lograron que el proceso se dilatara.

Primero, negaron haberse visto en los últimos años; mucho

menos en la época del secuestro, mediados de 1979. El tenaz

abogado Victor Guerrero Leconte, ex camarista y dilecto amigo

del almirante Isaac Francisco Rojas, vicepresidente de la

revolucion libertadora, entre 1955 y 1958, por tratar de

favorecer a sus defendidos, Vidal y Ahmed, termino por

facilitar la prueba en contra de los dos ex capitanes del

Ejército. Pidio que el autor de este libro, entonces director

del diario La Razon, fuera citado a prestar declaracion, por

entender que conocia muchisimo sobre el caso. “El señor

Juvenal demuestra tener conocimientos claves para el

esclarecimiento del presunto secuestro extorsivo de Osvaldo

Sivak, a punto tal que V.S. a raiz de un articulo publicado

en La Razon el 9 de septiembre de este año dispuso la

citacion de Fernando Combal, asi como también del abogado del

mismo, Pablo Arbibay Molina...”. Guerrero Leconte aspiraba

a probar que el secuestro no habia existido, que Ahmed y

Vidal nada Tenían que ver con el delito y que el periodista

que escribia sobre el caso en realidad poco sabia. En buen

romance, tocaba de oido. Casi en forma simultánea llegaba a

juzgados y redacciones un anonimo denunciando que el

periodista que se ocupaba de escribir sobre el caso era un

empleado de los Sivak y que el secuestro habia sido obra del

Ejército Revolucionario del Pueblo, ERP. El 15 de enero de

1987, ante el juez Carlos Bourel, se produjo la declaracion

testimonial pedida por el siempre alegre Guerrero Leconte.

Los conceptos fundamentales de la exposicion fueron:

“Estoy realmente sorprendido porque desde fines de 1985

vengo sosteniendo las caracteristicas del grupo que secuestro

a Osvaldo Sivak y solo después de un año se me convoca para

aportar alguna precision, detalle que agradezco al Tribunal.

A mitad del año pasado publiqué que Ricardo Taddei, alias El

Cura, habia participado en los secuestros que Sivak soporto

en 1979 y 1985. Quiero destacar que Ricardo Taddei es hoy un

prófugo de la Justicia”.

“En la Division Asuntos Subversivos de la Superintendencia

de Seguridad Federal y en el Batallon 601 de la inteligencia

militar se decidieron varios secuestros extorsivos, entre

ellos el de Osvaldo Sivak”.

“Sugestivamente, los capitanes Lopez Fader y Fossa, que eran

de Caballeria e Infanteria, respectivamente, y cumplian

funciones, uno en la Agrupacion Tropas del Estado Mayor del

Ejército y otro en el Batallon 601, piden la baja el mismo

dia, 9 de agosto de 1979, en expedientes numerados

correlativamente, y si se hace una pericia se podr

determinar que no solamente fueron hechos el mismo dia, sino

escritos con la misma m quina”.

Con el tiempo, un año después, la pericia se hizo. Quedo

demostrado que Lopez Fader y Fossa, que solo recordaban

haberse visto en el Colegio Militar, pidieron la baja del

Ejército luego del secuestro de Sivak, y lo hicieron el mismo

dia, a la misma hora, en el mismo lugar, y en expedientes

numerados correlativamente. Por si faltara poco, firmaron

los pedidos con el mismo boligrafo. El jefe periodistico de

Guerrero Leconte, Jesus Iglesias Rouco, que seguramente

espera la prescripcion de las causas en su contra para

regresar al pais, porque se convirtio en un prófugo debido a

las numerosos juicios por calumnias e injurias que perdio,

comenzo a publicar en El Informador Público, cuyo sostén

informativo son los servicios de inteligencia, Más agravios

al periodista que, segun lo que determino la Justicia con sus

fallos, Tenía razon.

Estos elementos probatorios sobre los dos capitanes, Más

la intercepcion de diversas llamadas telefonicas, sirvieron

para que el juez Irurzun les bajara las prisiónes

preventivas, a ellos y a Taddei, el 7 de junio de 1989. A

mediados de 1993, sin embargo, seguian en libertad. En

principio, pidieron acogerse a la ley llamada de Punto Final,

solicitud denegada por el juez Irurzun. La C mara, sin

embargo, los libero. La Corte, en abril de 1993, decidio

revocar ese fallo y ordeno a la C mara Federal decidir sobre

la situacion procesal de ambos. Lopez Fader fue pareja de

Susana Beatriz Cassain, empleada de Buenos Aires Building

durante seis años. Pese a su oscuro pedido de baja, pronto se

reincorporo al Ejercito como agente civil en la Jefatura II,

Inteligencia. Con Susana Cassain tuvo una hija. El padrino

fue Ricardo Taddei. Segun Lopez Fader, a éste lo conocio en

1980 en el Hipodromo de Palermo. No era amigo, pero lo

eligio de padrino de porque habia tenido la delicadeza de

visitar a su mujer cuando nacio Maria Eugenia. Los dos ex

capitanes fueron asistidos por el habitual defensor de

agentes del Batallon 601, el abogado Luis Maria Hércules

Casin, con estudio en Florida 622, tercer piso, oficina 9,

que representaba al prófugo Taddei, el mismo que se acerco a

la Sala de Periodistas de Tribunales y sugirio, sonriente,

que le transmitieran a este periodista que se dejara de

molestar. Idéntica inquietud fue transmitida por el

secretario de un Juzgado que manTenía cordiales relaciones

con el Batallon 601. Sentirse amenazado no significa, en este

caso, tener manias persecutorias.

El tenor de las primeras declaraciones de los dos ex

oficiales fue idéntico: hacia diez años que no se veian.

Lopez Fader sostuvo que se fue de baja porque no queria hacer

la Escuela de Guerra; preferia la vida al aire libre (sic) y

proyectaba incorporarse, en 1979, a la inteligencia militar.

Lo hizo en tiempo record y su nombre de cobertura pasó a ser

Ricardo Federico Lagar. Pese al tema del aire libre, los

Sivak detectaron que a mediados de 1986 Tenía un despacho en

el Ministerio de Defensa, en la concurrida avenida Paseo

Colon, una calle con mucho smog, a metros de la Casa de

Gobierno. Lo denunciaron, y al poco tiempo Lopez Fader se

quedo, aparentemente, sin trabajo en la inteligencia militar.

Lopez Fader, entre 1979 y la llegada de la democracia,

compartio tareas con los grupos de mercenarios argentinos, la

mayoria delincuentes comunes, que apoyaron a los Contras en

América Central.

En una de sus declaraciones ante la Justicia, siempre

asistido por el abogado Casin, Lopez Fader prometio iniciar

acciones legales contra el autor de este libro y acuño esta

frase: ҬPuede evaluarse como testigo a una persona a quien

no conozco, ni me conoce?”. Casi está de Más decirle que

si. Tampoco conoci a Villarino, Aníbal Gordon,

Guglielminetti o al Pibe Cabeza. Casi podria asegurarse que

la mejor condicion para un testigo es esa: estar en la vereda

de enfrente. Lamentablemente, Lopez Fader no inicio accion

legal alguna. Hubiera dado la chance de reseñar las

evidencias que lo incriminan. Unos dias después, en las

inmediaciones del Congreso, uno soporto una pateadura que

parecio obra de un cirujano, porque pegaron en los lugares

que Más duelen y menos marcas dejan. Como los atacantes lo

nombraron, la sospecha es que Lopez Fader nada tuvo que ver;

parecio obra de algun enemigo en la interna de los servicios.

A proposito de Lopez Fader, no consta que se le haya

preguntado alguna vez si conocia a Raul Antonio

Guglielminetti. Seguramente habria contestado que el nombre

le sonaba. Estuvieron muy juntos, en Neuquén, cuando Lopez

Fader estaba destinado en el Regimiento de Infanteria de

Montaña 7 y Guglielminetti era agente de inteligencia del

Batallon 601. Después, se fueron juntos a América Central.

Roberto Guillermo Fossa nada conto en sede judicial sobre

su actuacion en la zona de Rosario, en el Destacamento 121 de

Inteligencia, dependiente del Segundo Cuerpo de Ejército,

cuando se lo conocia como Norberto Arrué, y trabajaba al lado

de Taddei y Lopez Fader. El segundo jefe de ese destacamento

era el coronel Pascual Guerrieri, que llego a la jefatura el

30 de septiembre de 1981. Por si faltara poco, la jefatura

de Inteligencia del Segundo Cuerpo estaba en manos del

general Otto Paladino, y también estuvo destacado en la

region el coronel Carlos Mateos, ambos citados Más de una vez

a lo largo de esta investigacion. La inteligencia militar

trabajaba en forma coordinada con el jefe de la policia

provincial, comandante de Gendarmeria Carlos Agustin Feced,

que admitio ante el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas

que en un gigantesco galpon de Rosario se amontonaban

muebles, televisores, electrodomésticos y libros secuestrados

en allanamientos en casas de subversivos y que desconocia el

destino final de esos objetos robados. Feced, famoso por su

frase de 1976: “Con los subversivos solo dialogaremos con el

plomo”, murio en Formosa el 21 de julio de 1986. Fue jefe de

la Policia de Rosario durante los gobiernos de Ongania,

Levingston y Lanusse y volvio a ocupar ese cargo desde abril

de 1976.

También trabajaba a las ordenes del Ejército un civil,

agente de la SIDE y del Batallon 601, llamado Aníbal Gordon.

Este y su hijo Marcelo fueron denunciados ante la CONADEP,

filial Rosario, como integrantes del grupo armado que el 8 de

enero de 1976 secuestro en Villa Constitucion a los

sindicalistas Carlos Tonso, Pedro Reche y Jorge Andino, que

fueron asesinados. Hay suficientes evidencias que prueban que

Gordon y Fossa formaron parte del contingente de 500 hombres

que en la madrugada del 20 de marzo de 1975 marcharon hacia

Villa Constitucion y arrasaron con las viviendas de los

delegados gremiales y obreros huelguistas. Hubo mas de

cuatrocientos detenidos y muchos de los incursores eran

civiles pertenecientes a la Triple A de Lopez Rega. Al menos,

se identificaban con brazaletes provistos por el Ministerio

de Bienestar Social.

Fossa alego que se fue del Ejército en señal de

disconformidad por el manejo del conflicto con Chile por las

islas del Beagle. También él siguio vinculado con el

Batallon 601, que solia y suele incorporar a sujetos

procesados o condenados por delitos comunes. Los dos, Fossa

y Lopez Fader, integraron los grupos de tareas que entrenaban

a los contras en América Central, equipos en los que se

destacaban dos civiles, Leandro S nchez Reisse y Raul Antonio

Guglielminetti. Años después, en el Country Los Lagartos,

donde compro una casa, Fossa solia contar las aventuras

guerreras centroamericanas.

Fossa y Carlos Vivas, alias Jaime Vidal, fueron

denunciados en 1974 como los autores de un atentado a la

comisaria de Villa Constitucion, Provincia de Santa Fe, para

generar desordenes en medio de un grave conflicto gremial en

plantas siderurgicas de la zona, donde el ERP habia armado

una eficaz campaña propagandistica, a favor de los paros y

asambleas de trabajadores. Vivas, nacido el 24 de junio de

1950, reapareceria en escena pocas horas después de pagarse

el rescate de Sivak en agosto de 1985. Seguia en el Batallon

601.

Horas extras en América central

La red de militares argentinos destacados en América

Central estaba encabezada por el coronel Osvaldo Ribeiro,

alias Balita, un oficial de inteligencia que adquirio gran

prestigio entre sus pares por haber sido junto con el coronel

Santiago Hoya el encargado de infiltrar agentes en el ERP y

fue el jefe del operativo de diciembre de 1975 en el que fue

capturado Roberto Quieto(1), famoso lider de las Fuerzas

Armadas Revolucionarias, FAR, luego unidas a Montoneros. Como

ayudante de Ribeiro fue nombrado el citado coronel Hoya, Más

conocido como Santiago Villegas o José Hoyos. Hoya se jactaba

de haber sido uno de los artifices de la captura de Quieto.

Es probable que sea cierto. Tanto como que Quieto fue

torturado, revelo datos importantes sobre la guerrilla, y

luego fue asesinado. Su cadaver aun no se encontro.

Todo indica que Ribeiro fue uno de los continuadores del

Operativo Condor, armado en comun con Chile en los tiempos

del comisario Villar, y que incluyo procedimientos en

distintos paises de América del Sur. Varios muertos en la

Argentina fueron la consecuencia de esa asociacion: el ex

presidente boliviano Juan José Torres, el general chileno

Carlos Prats y los politicos uruguayos Zelmar Michelini y

Héctor Gutiérrez Nuñez. En Washington el caido fue el ex

canciller de Salvador Allende, Orlando Letelier. Alli, en la

capital norteamericana, la DINA chilena actuo en comun con la

CIA.

En América Central, con Ribeiro y Hoya trabajaba un

numeroso grupo de agentes menores destinados tanto a

Honduras como a los paises fronterizos; en El Salvador,

Carlos Alberto Vivas, (Jaime Vidal) y José Benayas (Tito); en

Miami, el agitador de extrema derecha Raul Guglielminetti

(mayor Guastavino), y el no menos activista de extrema

derecha y también conocido Leandro S nchez Reisse (Lenny), y

en Costa Rica Héctor Francés (Estanislao Valdés). Como habia

ocurrido en la Argentina, los hombres de los servicios del

Ejército apostaron todas las fichas a delincuentes comunes.

Es conocida la actividad de los militares argentinos en

América Central. A comienzos de 1981, varios nicarag•enses

fueron entrenados en Buenos Aires, mientras que los coroneles

Ribeiro y Hoya comenzaban a operar en Miami y Guatemala,

aunque luego se instalaron en Honduras. Hoya fue señalado

como integrante de los escuadrones de la muerte que operaban

en Guatemala y El Salvador. Ambos militares argentinos se

encontraron en Miami con Enrique Bermudez, ex coronel de la

guardia de Anastasio Somoza, para coordinar el trabajo con

los Contras. Ribeiro Tenía experiencia en el tema, porque

habia asesorado a los servicios secretos paraguayos. También

colaboro con las fuerzas armadas de Uruguay, Chile y Bolivia

en tareas de contrainsurgencia. Lopez Fader, aparentemente,

actuo en marzo de 1982 en la voladura de dos puentes sobre

los rios Negro y del Gallo, en territorio nicarag•ense. La

operacion fue supervisada por la CIA, que suministro los

explosivos pl sticos. Ribeiro contaba en la zona con un

aliado inapreciable, el general hondureño Gustavo Alvarez,

que aspiraba a comandar a todas las fuerzas armadas de su

pais. Lo consiguio; aunque su retirada final fue un tanto

apresurada. Ribeiro y Alvarez trabajaron juntos en

Tegucigalpa, donde recordaron viejos tiempos pasados en el

Colegio Militar de la Argentina. Es habitual que el Colegio

Militar, la Escuela Naval y la Escuela de Aeronautica de la

Argentina reciban a becados latinoamericanos. Alvarez, al

comenzar la década del sesenta, fue uno de los elegidos.

Los argentinos, pomposamente, se atribuyeron haber volado

la radio Noticias del Continente. La emisora, que Tenía un

potente transmisor, servia para divulgar los partes de los

montoneros. Estaba instalada en Grecia, a unos treinta

kilometros de San José, la capital de Costa Rica. Primero,

intentaron bombardearlo con artefactos de fabricacion casera

lanzados desde un avion salvadoreño. Fracasaron. Luego,

repitieron el ataque, pero con disparos de ametralladora, que

apenas dejaron marcas en las paredes de cemento armado. La

noche del 14 de diciembre de 1980 los Contras, llegados desde

Guatemala, atacaron la radio con bombas Molotov. Con

r fagas de ametralladoras destrozaron los reflectores, pero

soportaron un contraataque durisimo. Perdieron tres hombres,

se quedaron con un solo jeep para escapar y en menos de dos

dias todos los nicarag•enses fueron detenidos. Radio Noticias

del Continente dejo de operar tres meses después por decision

del gobierno de Costa Rica. Cuentan, hondureños y

nicarag•enses que los partes de inteligencia sobre la

seguridad de la emisora radial los elaboro el argentino

Leandro S nchez Reisse, que solo habria tenido un pequeño

éxito cuando un grupo de mercenarios argentinos inutilizo por

horas la antena, reparada velozmente. Lo que si está probado

es que en El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua

aumentaron los secuestros extorsivos y los asaltos estilo

superbandas. También aparecieron términos poco conocidos,

como cárceles clandestinas, fosas comunes y desaparecidos. En

El Salvador, el equipo de antropologia forense dirigido por

el doctor Clide Snow, encontro en 1992 un osario comun con

mas de mil víctimas. Segun Clarin, del 23 de mayo de 1992, el

cuarenta y cinco por ciento de las víctimas Tenía menos de

diez años. Para quienes tengan dudas sobre la accion de los

tres mil Contras subvencionados por la CIA y entrenados en su

mayor parte por los argentinos, nada mejor que los informes

de Amnistia Internacional desde 1979 en adelante. Fue una

exportacion no tradicional: el Batallon 601 estaba

acostumbrado a esto de secuestrar, torturar y asesinar, tanto

a los rivales, como a los ocasionales testigos.

Segun Enrique Yepes, en La Contra, una guerra sucia, en

Callao y Viamonte, sede del Batallon 601, se dieron los

últimos toques a la Operacion Calipso, un plan que consistia

en enviar a agentes por toda América para neutralizar y

eliminar a los guerrilleros argentinos exiliados. La

operacion fue un fracaso, Básicamente porque en pocos meses

se esfumaron los cinco millones de dolares aportados por La

Liga Anticomunista Mundial. El 8 de abril de 1982, un decreto

del general Leopoldo Fortunato Galtieri, que suscribieron los

ministros Amadeo Frugoli (Defensa), Nicanor Costa Méndez

(Relaciones Exteriores) y de Economia (Roberto Alemann)

autorizo el envio de armas por 17.200.000 dolares con destino

a El Salvador. En diciembre del mismo año fueron embarcados

en el Rio Calingasta Más de cuatro mil ochocientos bultos con

destino a El Salvador. La exportacion supero los cuatro

millones de dolares. En noviembre de 1983, con el gobierno

militar en retirada, salia de Buenos Aires el carguero Punta

Brava con treinta y tres contenedores enviados por

Fabricaciones Militares a Honduras. El monto declarado de la

exportacion fue de 9.750.000 dolares.

Osvaldo Ribeiro, afincado en Tegucigalpa y con el titulo de

jefe politico de operaciones, dirigio una amplia red basada

en agentes del Batallon 601, que tuvo entre sus miembros a

los reiteradamente nombrados S nchez Reisse, Guglielminetti,

Benayas, Vivas y dos personajes que ocasionaron grandes

disgustos: Héctor Francés, alias Estanislao Valdés, y el

veterano teniente coronel Hugo Miori Pereyra. Francés cayo

en manos de los sandinistas en mayo de 1983 y éstos optaron

por hacerle confesar las andanzas de los Contras ante una

c mara de television. Esas im genes y sonidos recorrieron el

mundo. Por si faltara poco, estaba al tanto de muchos planes

secretos. Miori Pereyra, un cursillista, secretario del

Congreso Anticomunista Latinoamericano que presidio el

destituido general Carlos Suárez Mason, era el mismo que allá

por 1970 fue reiteradamente acusado por los amigos del

general Pedro Eugenio Aramburu de connivencia con los

montoneros de Firmenich que secuestraron y asesinaron al ex

presidente de facto de la Argentina(2). Miori Pereyra,

oficial de caballeria, retirado en 1957, fue asesor del

general Imaz cuando este fue gobernador de Buenos Aires

después del derrocamiento de Illia, y lo acompaño en el

Ministerio del Interior. Desde alli armo una temible red de

servicios de informaciones, tenebroso antecedente de lo que

vendria en los años setenta.

Reapareció en Bolivia, codo a codo con el terrorista

italiano Stefano Delle Chiaie y el aviador argentino Luis

Estrella, cuando Garcia Meza asalto el poder. Miori Pereyra

siguio su relacion con Delle Chiaie, dilecto amigo del mayor

D'Aubuisson, que conto con la colaboracion de militares y

agentes de inteligencia argentinos, estilo Guglielminetti,

para organizar sus escuadrones de la muerte que asolaron a El

Salvador. El militar salvadoreño fue el organizador del

asesinato, en marzo de 1980, del obispo Oscar Romero, armado

con la colaboracion de los residuos del gobierno del

nicarag•ense Anastasio Somoza.

En 1982, los Contras denunciaron que el veterano coronel

argentino se habia quedado con fondos destinados a sueldos de

los agentes. Poco tiempo después, el 22 de junio de 1982, el

teniente coronel Miori Pereyra murio. Todos los autores que

se ocuparon de la participacion argentina en América Central

coinciden en que Miori Pereyra y Osvaldo Ribeiro se

convirtieron en millonarios en la zona del Caribe(3), y en

que hubo técnicos en contrainsurgencia que intentaron

entrenar a los antisandinistas en sabotajes, detencion de

adversarios, métodos de guerrilla foquista usados por ellos

mismos, y sistemas para arrancar confesiones en breves

minutos. También hay similitud en los relatos sobre los

grupos armados que, vestidos de paisanos, secuestraron y

mataron en Honduras, El Salvador y Guatemala. En todos los

casos, tras el pasó de los argentinos, quedo la experiencia

de secuestros, cárceles ilegales levantadas en las selvas y

cementerios clandestinos. Contaban los mercenarios que el

entrenador Más confiable que tuvieron, muy profesional él,

fue el coronel Roca, un argentino que trabajo intensamente en

Danli, al sur del territorio hondureño. Es curioso, Yepes,

uno de los que investigo a fondo la guerrilla antisandinista,

califico a Ribeiro de virtual delincuente y el general no lo

querello.

El coronel Roca era, obviamente, Oscar Pascual Guerrieri,

alias Jorge Roca, oficial de inteligencia y un nombre

reiterado en esta cronica. Estuvo a cargo a partir de 1979,

cuando era teniente coronel, del centro clandestino de

detencion conocido como Quinta de Funes, en la zona de

Rosario, y desde el 30 de septiembre de 1981 fue jefe de

Inteligencia del Segundo Cuerpo de Ejército. La Justicia

probo que dependian de él otros dos centros de detencion: los

instalados en la F brica de Armas Domingo Matheu, en la

avenida Ovidio Lagos y en Granadero Baigorria. Salinas y

Villalonga, en el libro sobre La Tablada, dedujeron que

Guerrieri seria el Jorge, de la Quinta de Funes, responsable,

junto con Galtieri, del plan para asesinar a Mario Firmenich

en México. Esperaban contar con la ayuda del montonero Tucho

Valenzuela, que los engaño. Valenzuela, esto está explicado

con lujo de detalles en “Recuerdos de la muerte”, de Miguel

Bonasso, acepto ir a México, y alli denunció al gobierno

militar argentino. El montonero, cuya esposa quedo de rehén a

merced de Guerrieri y es una desaparecida, volvio al pais y

se suicido al verse acorralado por tropas del Ejército.

Cuando el proceso militar agonizaba, en la zona controlada

por Guerrieri fueron ultimados los dirigentes montoneros

Osvaldo Cambiasso y Eduardo Pereira Rossi. El ingeniero

Cambiasso, profesor en la Universidad del Litoral, habia

recuperado su libertad meses antes, luego de estar varios

años detenido a disposicion del Poder Ejecutivo. Ambos

fueron secuestrados en Rosario y aparecieron muertos en la

zona de Z rate, donde fue burdamente simulado un

enfrentamiento con una comision policial a cargo del

subcomisario Luis Patti. Alguna participacion en este caso,

vale reiterarlo, tuvo el agente del Batallon Juan Alberto

Imbesi.

En Rosario, en octubre de 1984, fueron robados del

Juzgado de Instruccion del doctor Francisco Martínez

Fermoselle todos los documentos probatorios aportados por la

Comision Nacional sobre Desaparicion de Personas, CONADEP,

para juzgar a los responsables de la represion en esa zona.

La mayoria de las acusaciones estaban referidas a personal

del Destacamento de Inteligencia 121 en el que se habia

desempeñado Guerrieri. En 1985 lo acusaron de estar

implicado en el complot desestabilizador y se fue al

Paraguay, donde fue visto con otro consorte en el caso, Jorge

Vago, que edita Prensa Confidencial, un semanario originado

en los servicios de informaciones. Por esos dias anduvieron

por Asuncion y fueron vistos con Guerrieri algunos politicos

-de alguna manera hay que llamarlos- argentinos: Herminio

Iglesias, Norberto Imbelloni, Luis Salim, Rodolfo Ponce,

Alberto Brito Lima y gente de la Logia Propaganda Due, entre

ellos José Lopez Rega y el italiano Humberto Ortolani,

encargado de las finanzas de la logia. En la causa originada

en la denuncia del Gobierno por el complot desestabilizador,

todos los acusados fueron absueltos por falta de pruebas. En

1988, el coronel Guerrieri se beneficio con la Obediencia

Debida y quedo apartado de cualquier proceso judicial.

Cuando Juan Bautista Jofre asumio en la Secretaria de

Informaciones del Estado lo incorporo como asesor. Segun El

Porteño, noviembre de 1989, el agente de la Secretaria de

Informaciones del Estado Mario Baiz n, además redactor del

diario El Cronista, empeñado en demostrar que todos los males

argentinos nacieron con la UCR, para él una banda terrorista,

defendio esta designacion sosteniendo que a Guerrieri jaMás

se le habia probado un delito. Es cierto: la Obediencia

Debida impidio probar uno, solo uno de los homicidios que le

atribuyen. Eso si, si se hiciera la lista de los argentinos

que cometieron delitos en los últimos años y no se los

probaron, se necesitaria un dossier del estilo de una guia

telefonica. No fue esa, justamente, la mejor defensa.

Guerrieri jaMás se ocupo en desmentir una version

publicada en varios medios de Buenos Aires. Señalaba que fue

expulsado de la Escuela de Guerra por haber comprado sus

ex menes. Una causa que normalmente llega al tribunal de

honor del arma. Todos los militares consultados coincidieron

en la respuesta: el hecho fue cierto. Como puede tratarse de

una difamacion, seria oportuno darle la oportunidad al

militar para desmentirla. Cuando P gina/12 público la

especie, el militar callo. No salio a defender su honor como

aconsejaban los viejos manuales para los cadetes de

institutos militares.

Como experto en inteligencia, Guerrieri, sin dudas, conoce

los nombres de los que colocaban las bombas en 1985, y

agredian a los periodistas en 1993. Guerrieri sabe. Sin duda

alguna. Nadie como él para recordar quienes ordenaron la

campaña terrorista. El problema para ellos, Más allá de las

burdas campañas de accion psicologica que intentaron armar,

casi tan torpes como la propaganda estalinista, son las

evidencias que da la realidad: la SIDE y Control de Estado de

Perón y Osinde, los grupos facciosos, como el Comando de

Organizacion de Brito Lima, la Triple A de Lopez Rega, la

represion indiscriminada armada por los militares y

prolongada por el gobierno Perónista a partir de 1973, los

masseristas pegados al menemismo, los contactos de muchos

allegados al presidente Menem con Mohamed Ali Seineldin, y

las patotas de los millonarios burocratas del gremialistas,

por ejemplo, son evidencias irrefutables. Es imposible

encontrar en la oposicion elementos como para acusarlos de

haber organizado escuadrones de la muerte. Es inimaginable,

por cierto, un simil de la Triple A salido de cualquiera de

las fuerzas de centro izquierda de la Argentina; ni siquiera

de las volcadas ligeramente hacia la derecha. Seria una

tarea improba encontrar entre los delegados gremiales

argentinos, provengan de donde provinieren, delatores al

servicio de la represion como los que hubo entre esos

sindicalistas siempre tan cercanos al poder, que fueron

capaces de marcar a sus opositores. En la gran mayoria de los

casos, y esto es terrible, los marcados, luego desaparecidos,

eran Perónistas. Algunos de esos gremialistas son tan

desmemoriados que en el juicio a los Comandantes no

recordaron la existencia de víctimas entre sus pares, y hasta

resaltaron el buen trato recibido mientras estuvieron

detenidos. En el pais de los seres incombustibles, hasta esas

villanias pasan inadvertidas. Pareceria que es normal que

cuando un sindicalista trepa hasta secretario general, el

pasó siguiente es convertirse en un hombre de fortuna. Lo

fueron, o lo son, Vandor, Rucci, Coria, Miguel, Cavalieri,

Brunelli, Triaca, o Barrionuevo; para hacerla corta. No es

el caso de gremialistas del estilo de Raimundo Ongaro, por

ejemplo, que no surgio de las filas del marxismo o del

socialismo, sino que abrazo siempre las del justicialismo.

El abogado Hugo Anzorreguy, el militar Pascual Guerrieri o

el empleado de la SIDE Mario Baiz n, cabezas visibles de la

red de espías al comenzar la década del noventa, y de todas

las campañas de accion psicologica, ni siquiera pueden poner

como pantalla a los miles de militantes Perónistas

democr ticos, lucidos, no violentos, idoneos y racionales,

porque también éstos son sus adversarios.�

NOTAS

1 Roberto Quieto, un desaparecido desde su detencion

en una playa de San Isidro en los últimos dias de diciembre

de 1975, fue una de las figuras Más importantes de la

guerrilla. De origen marxista, se abrio del PC al comenzar

la década del sesenta y en 1963 pertenecia a la Vanguardia

Revolucionaria, un grupo efimero que termino integr ndose con

el Partido Comunista Revolucionario, el PCR. Estuvo en los

primeros pasós del llamado Frente Argentino de Liberacion,

FAL y fue, junto con Carlos Enrique Olmedo, la figura Más

importante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, FAR, que

terminaron integr ndose con Montoneros. Las FAR fueron las

que tomaron en 1970 el pueblo de Garin. Quieto fue uno de los

cerebros del secuestro de los hermanos Juan y Jorge Born,

atrapados el 19 de septiembre de 1974 en un espectacular

operativo armado en la zona de La Lucila, tras matar a un

chofer y a un empleado de Molinos Rio de la Plata, que

acompañaban a los secuestrados. La suma pagada por el

rescate, Más de 63.000.000 de dolares, no tiene antecedentes

en el mundo. Fue uno de los seis guerrilleros que llegaron a

Chile en agosto de 1972, luego de la fuga del penal de

Rawson, y participo en muchas acciones de la guerrilla, como

el robo de armas de un camion militar (1971), el asalto al

Banco de Galicia, sucursal Gerli (1970), o el copamiento de

la comisaria de Virreyes (1970). Solia usar una pistola

ametralladora regalada por Fidel Castro. Su detencion provoco

un gran colapso en la organizacion montoneros, que lo

enjuicio y lo declaro culpable por el descuido y por no

haberse suicidado con la pastilla de cianuro que todos

llevaban encima, y que no todos usaron al ser cercados. Uno

de los que opto por esa muerte fue Francisco Urondo, un

brillante escritor.

2 El profesor Prospero Germ n Fernández Alvariño, conocido

en sus épocas de comando civil como Capitán Ghandi, incrimino

abiertamente al general Imaz como responsable de la muerte

del general Aramburu. El acusado no acudio a la justicia

ordinaria para aclarar las cosas. En un reportaje aparecido

en la Revista Asi, el 17 de septiembre de 1971, Fernández

Alvariño preciso: “El ex subsecretario del Interior Dario

Sarr cchaga se ocupo de hacer una maniobra de distraccion.

Sarr chaga fue compañero de promocion de Aramburu en el

Colegio Militar y compañero de Imaz en 1930. Ambos -en la

revolucion contra Irigoyen- eran tenientes primeros, jefes de

compañias junto con Juan José Valle y Ossorio Arana. Estos

cuatro, Sarr chaga, Valle, Imaz y Ossorio Arana, condujeron a

los cadetes, entre ellos Alvaro Alsogaray, en la asonada

militar encabezada por Uriburu. Sarr chaga abandono el

Ejército para entrar en el Poder Judicial, después de hacer

campaña proselitista para el general Justo en 1932. Acompaño

a Imaz en la gobernacion de la Provincia de Buenos Aires y no

puede ignorar que Imaz Tenía montada alli una organizacion

para secuestros, que llego a actuar, incluso, para asegurar

éxito en las demandas judiciales de su interés. El señor

Frutos Folgar, demandado por la hija de Imaz, fue secuestrado

por orden de éste. El 29 de mayo por la tarde, Sarr chaga

entretuvo a los amigos de Aramburu, llam ndolos por teléfono,

pero expres ndose contra el general Aramburu, queriéndolos

convencer de que se trataba de un autosecuestro”. Fernández

Alvariño insistio en distintos reportajes aparecidos en La

Razon, El Atl ntico, de Mar del Plata, y la misma revista

Asi, que Miori Pereyra era complice del homicidio de

Aramburu. Similar acusacion fue repetida por el ex jefe de la

Policia de la Provincia de Buenos Aires durante la

administracion del radical Anselmo Marini, doctor Lopez

Aguirre. Imaz fue muy recordado por su relacion con el

comisario Luis Botey, que en 1963 estaba en disponibilidad en

la Policia de la Provincia de Buenos Aires, acusado, entre

otras cosas, por un secuestro extorsivo en perjuicio de un

contrabandista de apellido Fleitas. El periodista

norteamericano Martin Andersen recordo que con Imaz y Botey

trabajaba Juan Ramon Morales, quien finalmente mato al citado

Fleitas. Morales es el mismo que Lopez Rega hizo rehabilitar

para integrarse a la Triple A donde prolongo su cadena de

homicidios.

En mayo de 1971, la comision de homenaje a Pedro Eugenio

Aramburu entrego a la Junta de Comandantes en Jefe un informe

sobre las averiguaciones hechas. Lo suscribieron, entre

otros, Fernández Alvariño, el general Bernardino Labayru y el

capitán de navio Aldo Luis Molinari. Segun los amigos de

Aramburu, se necesitaban treinta millones de pesos, moneda

nacional, entonces equivalentes a diez departamentos de tres

ambientes en una buena zona de la Capital Federal, para

simular un autosecuestro de Aramburu. Los encargados del

operativo serian unos jovenes nacionalistas conocidos

como montoneros. Ellos debian llevar al general hasta Mar

Chiquita y cobrarian el cincuenta por ciento de lo pactado.

Los organizadores, altos funcionarios del gobierno de

Ongania. Secuestrado Aramburu, lo llevaron a una estancia de

Mar Chiquita. El dueño viajo a la Capital a buscar el

dinero. Los montoneros, mientras, escuchan por radio que un

abogado, Hugo Isaac Mendel Malamumud, informo que un cliente

sabia que Aramburu estaba en un campo de la Provincia de

Buenos Aires y que necesitaba garantias para que ese hombre,

al que no identifico, declarara ante la Justicia. Los amigos

de Aramburu, inclusive, ofrecieron una recompensa de

cincuenta millones de pesos. El cliente no apareció, los

montoneros se asustaron, y por eso murio Aramburu. El

estanciero -siguieron los amigos de Aramburu- regreso con el

dinero. Al enterarse de lo ocurrido exige que saquen el

cuerpo de su campo, y los montoneros llevaron el cuerpo,

aparentemente en una avioneta, a un campo, propiedad de la

madre de uno de ellos, Carlos Gustavo Ramus, ubicado en

Timote, partido de Carlos Tejedor, en la provincia de Buenos

Aires.

El estanciero concierta una entrevista con Fernando Abal

Medina y Ramus en un bar de Hurlingham para pagar lo

prometido. A los dos montoneros los esperaba una encerrona

policial. Ambos fueron muertos. Habria sido Norberto Rodolfo

Crocco, un filo nazi de 28 años, estudiante en la Facultad de

Derecho de la Universidad de Buenos Aires, el que vengo a sus

compañeros. El miércoles 20 de enero de 1971 llego en una

camioneta celeste al campo de Mar Chiquita. Al dia siguiente

los diarios informaban que un estanciero, Antonio Romano,

amigo del general Imaz y del coronel Miori Pereyra, habia

sido asesinado en su campo. Su víctimario, Norberto Crocco,

luego del ajuste de cuentas, se suicido. Crocco, cuyo nombre

de guerra era Hugo, en su camioneta marca IKA, Tenía varios

pertrechos militares, armas, explosivos, cartuchos y

comestibles, aparentemente cedidos por un oficial de la

Gendarmeria y no por su cuñado, un joven teniente del

Ejército llamado Aldo Rico, casado con la hermana del

montonero, Noemi. Como en otros casos, los detalles aportados

por los montoneros, en especial el relato hecho por Norma

Arrostito y Mario Firmenich sobre el secuestro y homicidio de

Aramburu, en La Causa Perónista, dejan con poco sustento a

las restantes versiones. Pero, es cierto que Crocco era

montonero, amigo de Firmenich, Abal Medina, Vélez, Maza y

Capuano Martínez, por ejemplo, y que asesino a Romano. La

teoria de la asociacion de los montoneros con el general Imaz

fue defendida hasta hoy por Martin Andersen, que en su libro

Dossier Secreto, detalla las vinculaciones de Firmenich con

los militares. Andersen es uno de los tantos convencidos de

que Mario Eduardo Firmenich siempre fue un doble agente. Con

argumentos no desmentidos, refuerza su teoria con un dato

irrefutable: la casa de la calle Libertad 244, de Martínez,

en la que el jefe guerrillero exhibio ante el periodismo a

Jorge Born, minutos antes de su liberacion, estaba alquilada

por dos agentes de la SIDE, Nelson Romero y Rodolfo

Silchinger, que estaban presentes cuando Firmenich dio

precisiones sobre el operativo y el rescate. Esa famosa

conferencia de prensa le costo cara a Firmenich, porque en la

causa por el secuestro de los Born, varios de los periodistas

convocados declararon ante el juez federal Carlos Luft que

ese dia habian visto juntos a Firmenich y Jorge Born. Entre

los que testimoniaron estaban Pablo Giussani y Andrew Graham

Yool. Por si faltara poco, la Justicia consiguio un video de

la television alemana que registro la conferencia de prensa

de los montoneros. Cerca de Mario Firmenich estaba Francisco

Urondo, Paco, que luego se suicidaria con cianuro para no

caer en manos de los represores. Otro que coincide con

Andersen. Con un rotundo: “Firmenich siempre fue un buchon

de los militares y por eso está vivo”, contesto la pregunta

del autor.

Tampoco se aclaro la desaparicion de varias hojas del

libro de la mesa de entradas del Ministerio del Interior. No

son pocos los que insisten que fue para borrar las marcas de

las frecuentes visitas de Firmenich al general Imaz antes del

asesinato de Aramburu. Esta denuncia fue reiterada por el

profesor Prospero Germ n Fernández Alvariño y el capitán Aldo

Molinari. El periodista y escritor norteamericano sostuvo,

además, que Mario Firmenich fue uno de los entregadores de

Mario Roberto Santucho, el jefe del ERP, muerto en julio de

1976 por un grupo reducido de hombres que entro en un

departamento que alquilaba en Villa Martelli, cerca de la

Avenida General Paz. Comandaba el grupo el capitán del

Ejército Juan Manuel Leonetti, que también murio en el

tiroteo. Idéntica suerte tuvo otro de los lideres del ERP,

Benito Urteaga. Firmenich, durante gran parte del gobierno

militar, se exhibio publicamente en distintas ciudades de

Europa. Los militares fueron hacia él, no para secuestrarlo,

sino para negociar. Lo mismo que hizo el doctor Menem antes

de las elecciones de 1989.

Miori Pereyra, por 1970, acuño esta frase: “Mientras

exista un oficial de las Fuerzas Armadas vivo, Perón no

regresar al pais”. Curiosamente, Miori Pereyra, en 1951,

fue distinguido por Juan Domingo Perón por haber sido uno de

los que reprimio, con éxito, el intento golpista encabezado

por el general Benjamin Menéndez.

3 Referencias concretas sobre la fortuna de Osvaldo

Ribeiro, obtenida luego del pasó por America Central, se

encuentran en el libro La Contra, una guerra sucia, de

Enrique Yepes, que reproduce informaciones brindadas por la

ex esposa del militar, Susana Purcaro.�

12. LA VENGANZA DE 1985

“Estos no son policias; son caricaturas. Le aseguro que

llegaremos al final, y todos pagar n por los homicidios. No

me importan las consecuencias”. Del jefe de la Policia

Federal, comisario general Juan Angel Pirker, al autor, poco

después de encontrar los cadáveres de Sivak y Neuman.

El de Osvaldo Fabio Sivak fue, sin dudas, el secuestro

que Más esc ndalo genero en la sociedad argentina en los

últimos años. Como en otros casos, una maraña de policias y

agentes de inteligencia apareció en el medio. La historia es

bien conocida: Sivak fue secuestrado el mediodia del 29 de

julio de 1985 en los alrededores de Charcas y Virasoro. Dos

dias antes habia llegado de Europa, un viaje de placer que

compartio con su esposa, la abogada Marta Oyhanarte, y sus

cuatro hijas, Camila, Analia, Malena y Maria, entonces de 10,

8, 6 y 3 años. La denuncia fue efectuada poco después en

la Division Defraudaciones y Estafas de la Policia Federal,

donde pidieron total reserva. Tras anotar todos los numeros

telefonicos a los que podrian llamar los secuestradores,

prometieron un permanente seguimiento a los posibles

pagadores del rescate. “No nos pierdan pisada”, fue el

ruego de la mujer ante el jefe de la Division, comisario

Mario Fernández, y el oficial principal José Luis Rossi. A

las pocas horas comenzaban las contrariedades: por distintas

radios se escucho un boletin informando sobre el secuestro.

La informacion salio del Departamento Central de Policia y no

de Defraudaciones y Estafas, sino desde un altisimo nivel: la

jefatura. Diversos testigos lo negaron ante la Justicia, pero

resulta Más que obvio que no fue la familia la que divulgo la

especie. En las redacciones, el parte llego desde la sala de

periodistas del Departamento Central. Que tres años después

no se probara es otra cuestion. Tambien hay crimenes y robos

impunes, con investigaciones confundidas por testigos remisos

o desmemoriados.

Los Sivak, desesperados, se pusieron en contacto con un

oficial que habia intervenido con éxito en el secuestro de

1979, Roberto Ignacio Buletti. Recompensado generosamente por

Samuel Sivak por lo hecho aquella noche, recibio un premio en

dinero, con el que se compro su primera casa, pasó a ser

custodio de la empresa y logro que Buenos Aires Building

contratara al padre y al tio en el sector de seguridad. Es

Más, dicen que su presencia siempre resulto simp tica dentro

de la empresa. Buletti ofrecio su ayuda y recomendo informar

de todas las novedades a la Policia Federal. Existe la

certidumbre de que actuo frente a Sivak a cara descubierta.

Equivalia a una sentencia de muerte. Ese consejo, denunciar

el caso, era la unica respuesta logica que Tenía. Parece una

nimiedad al lado de una declaracion que hizo cuando el caso

se aclaro y estaba preso. “Osvaldo Sivak -admitio- era un

gran tipo”. Buletti fue el que ordeno matarlo.

Los tropiezos siguieron: la policia le sugirio a Marta

Oyhanarte entretener a los secuestradores cuando llamaran por

teléfono. En Defraudaciones y Estafas le aseguraron que con

un minuto de comunicacion les alcanzaba para detectar desde

qué teléfono habian llamado. La conversacion duro cinco

minutos y cuarenta y cinco segundos. Solamente consta que

Observaciones Judiciales, una dependencia de ENTel, la grabo.

Dos años después, el juez Irurzun averiguo que ese primer

llamado habia sido efectuado desde un teléfono público de

caracteristica 392. Poco y tarde. De haberse interceptado la

comunicacion, habria otra historia.

La rural Peugeot 504 marron que manejaba Sivak cuando lo

interceptaron apareció abandonada en Quilmes, sobre una de

las calles que conduce al balneario. El juez de Instruccion

Luis Enrique Velasco habia omitido pedir el secuestro de ese

vehículo. Tampoco investigo a tiempo el deslizamiento

informativo sobre el secuestro, pese a que se habia violado

el secreto del sumario, y esto significa algo Más que

entorpecer la investigacion. En el auto aparecieron colillas

de cigarrillos -Sivak no fumaba-, envoltorios de caramelos,

un chicle masticado y tres boletos de colectivo. El juez

Velasco ordeno una serie de diligencias con respecto a esos

boletos, con respecto al dia en el que fueron cortados, y la

probable zona en la que subieron los pasajeros, pero los

datos que recibio fueron insuficientes como para llegar a una

verdad. Mucho tiempo después, esos boletos servirian para

reforzar pruebas. En las notas de este capitulo se explica

en que forma la Policia averiguo que uno de los pasajeros de

ese colectivo fue el suboficial B ez, uno de los

secuestradores. Y éste fue un éxito de la investigacion

policial.

Luego de varias negociaciones, por medio de avisos

publicados en Clarin y diálogos telefonicos, jaMás

interceptados, y en muchos casos ni siquiera grabados, Julio

Goyret recibio el 8 de agosto de 1985 una llamada telefonica

en la que virtualmente lo coloco en el rol de contacto con

los delincuentes. El teléfono estaba intervenido y supuso

que la policia lo seguiria. Debian ir con Jorge Sivak, el

hermano de Osvaldo, a un bar de Corrientes y Gascon, donde

encontrarian un mensaje. A doscientos metros está el Bar El

Condor, donde en 1979, en un procedimiento similar, los

captores de Fernando Combal dejaron el primer mensaje. La

transcripcion de ese di logo telefonico fue conseguida por el

juez Irurzun dos años después. Alguien se la oculto al juez

Velasco; por cierto que no es su culpa. Cuando Jorge Sivak y

Julio Goyret llegaron al bar, el mensaje no estaba. Dieron

una vuelta y el regresar lo encontraron. Es decir que si la

policia los hubiera seguido, habria visto al menos a uno de

los secuestradores. En el baño del bar estaba la carta de

Osvaldo Sivak pidiendo que negociaran con sus captores, y

dando pruebas de que estaba vivo. Tenía fecha 7 de agosto,

un par de datos sobre titulos de Clarin de ese dia y

reiteraba que habia que negociar. La carta estaba dirigida a

su amigo Julio Goyret y contiene dos frases que acaso hayan

sido un desesperado intento del empresario para salvar su

vida. “No me traiciones” y “ actuen con inteligencia”.

Pareciera que quiso advertirles dos cosas: que habia un

traidor, un entregador, y que habia que pensar. Tal vez las

frases no Tenían sentido. Seria mejor. Como se trataba de un

hombre inteligente, es probable que ahi haya dejado las

claves. El viernes 9, a través del conocido sistema de

llamadas y postas con mensajes escritos a m quina, Jorge

Sivak y Julio Goyret terminaron en un andén de la estacion

Caballito. En una noche cerrada, neblinosa y fria, andaban

con un bolso con 1.100.000 dolares. No hubo contacto, pero

los estaban espíando para comprobar si los seguia la policia.

Cuando volvieron a la casa de un amigo, en Vicente Lopez, los

secuestradores llamaron por teléfono y se dieron el gusto de

hacer bromas sobre el frio que habian pasado en ese andén.

Jorge Sivak y Julio Goyret solo notaron que dos hombres

pasaban cerca de ellos y los miraban con alguna atencion. El

ex suboficial policial Mario Agustin Aguilar, que trabajaba

en el Ministerio de Defensa, aporto meses después un dato a

la Policia: uno de los transeuntes que pasó por el andén de

la estacion Caballito era Federico Ignacio Nievas, agente del

Batallon 601, por entonces novio o concubino de una bella

mujer, la ex miss Argentina, Patricia Charré. Ambos encabezan

una banda detenida en mayo de 1986 por robos, estafas

reiteradas y tenencia de estupefacientes. Con ellos cayeron

Amadeo Luis Rinaldi, Fileno Silveira, Carlos Engelberg y

Marta Cristina Carranza.

Detenido Nievas, la Policia ordeno una rueda de presos y

Goyret lo marco, pese a los nueve largos meses pasados,

como uno de los hombre que vio esa noche en la estacion del

ferrocarril. No hubo otros elementos para incriminarlo, y

Nievas quedo libre. Guillermo Patricio Kelly aseguraba, que

Nievas Tenía un hermano que se llamaba Daniel y que los dos

habian trabajado en el sur junto con Raul Guglielminetti.

Solo consta la existencia de un Alberto Nievas, hermano de

Daniel.

La noche siguiente volvieron a salir. El destino final

fue la playa de maniobras del Ferrocarril Roca, ubicada a la

vera de la cancha de Independiente, en Avellaneda. Horas

antes, el equipo local habia jugado con el de Argentinos

Juniors. Pese a todos los teléfonos interceptados, no hubo

seguimiento policial. Lo grave fue que ninguna de esas

comunicaciones telefonicas sirvio para localizar el lugar de

la llamada, ni aparecieron en el sumario que llevaba el juez

Velasco. Alguien los cajoneo. Aparte, los secuestradores

sabian, con exactitud, a qué teléfonos se podia llamar

libremente. Bien en Observaciones Juiciales de ENTel, o en

Comunicaciones de la Policia Federal, alguien les daba

informacion a los delincuentes.

Al dia siguiente de pagar el rescate, Julio Goyret,

argentino, pero nacido en el Uruguay, recibio un llamado de

los secuestradores. Le sugerian viajar al pais que él sabia.

Ni lo penso y saco pasaje en PLUNA para viajar a Carrasco.

Pese a que el vuelo partio desde el Aeroparque Jorge Newbery,

que sirve a la ciudad de Buenos Aires en vuelos de cabotaje,

con una hora de demora como consecuencia de la amenaza de un

atentado en el aeropuerto uruguayo, la comision policial que

debia seguir sus pasós perdio el avion. A Goyret, en

Montevideo, no lo esperaba nadie, salvo la policia uruguaya,

que lo interrogo sobre los motivos del viaje.

Los viajeros del 601

Vaya casualidad, y tal vez la haya sido, en ese vuelo,

Goyret tuvo como acompañantes a cuatro agentes del Batallon

601. El dia anterior habia viajado a Carrasco Mario Agustin

Aguilar, un ex suboficial de Coordinacion Federal, que se fue

de baja poco después del secuestro que Sivak soporto en 1979

y que en poco tiempo provocaria un gigantesco alboroto

con una extorsion a los Sivak. Aguilar trabajo después en la

inteligencia militar en la Compañia de Ejecucion B,

dependiente del Batallon 601, cuyo jefe era el general Suárez

Nelson, primo de Carlos Suárez Mason. Uno de sus compañeros

de trabajo era Luis Alberto Martínez, alias japonés.

Los cuatro agentes de los servicios que fueron en ese

vuelo de PLUNA eran Alberto José Hanze, cédula de identidad

numero 4.748.166, policia bonaerense; José Aurelio Benayas,

cédula 4.586.138, Carlos Alberto Vivas, cédula 7.549.887, y

Arturo Horacio Poiré, cédula de identidad 2.708.335, médico,

todos agentes del Batallon 601. Citados los cuatro por el

juez Velasco, contaron con la asistencia del doctor Casin.

Los tres primeros coincidieron en manifestar que viajaron ese

dia al Uruguay por razones de negocios y que en el Aeroparque

se encontraron con el doctor Poire, que conocia a Benayas y a

Vivas. El médico Poire, que figuraba en la guia en su

domicilio de la Avenida San Juan al 800, declaro haber

viajado cumpliendo ordenes de la superioridad, pero preciso

de que el viaje nada Tenía que ver con el tema Sivak. Claro,

cuando uno se entera que un médico trabaja como informante

para los servicios de inteligencia del Ejército, se pregunta

algo elemental. Si ese médico hacia visitas domiciliarias y

en una casa veia posters del Che Guevara, o libros de

Gramsci, Marx, Marcusse, o discos de Mercedes Sosa y Victor

Heredia, ¨que hacia? ¨Cumplia con su deber de médico, o hacia

la changa para el 601 y denunciaba? El doctor Poire, antes de

incorporarse a la inteligencia militar, era agente civil de

la Policia Federal. En la jerga, esos agentes eran conocidos

como buchones, plumiferos o halcones. Todos sinonimos de

delatores.

Vivas, nacido el 24 de junio de 1950, era amigo de Ricardo

Taddei, prófugo en las causas por los dos secuestros de Sivak

y -ya fue dicho- trabajo con otro imputado por el primero,

Roberto Guillermo Fossa. Además, junto con José Aurelio

Benayas participo en los grupos de tareas de América Central.

Segun el subcomisario Moreschi, declaracion hecha el 23 de

mayo de 1986 ante el fiscal Ricardo Molinas, Vivas poseia

campos en Córdoba y Entre Rios y Benayas vivia en suntuoso

piso del barrio de Belgrano, amen de tener algunas aeronaves.

Hanze es hoy en prófugo en la causa en la que se

investigan distintos fraudes a la Aduana durante la gestion

del radical Juan Carlos Delconte. Cuando Ibrahim Al Ibrahim,

el marido de Amira Yoma, la hermana de la esposa de Carlos

Menem, se movia como pez en el agua por Ezeiza, solia ser

visto Vivas, Más conocido entre los servicios como Jaime

Vidal. El juez Velasco, con ellos, se limito a ese

interrogatorio formal. Ni una pregunta los inquieto y no hay

constancias en el sumario de que los haya investigado. Una

pena. Tal vez se trato de una coincidencia, pero hubiese sido

bueno probarlo. Lo Más razonable es pensar que los del

Batallon interceptaron los teléfonos, escucharon la llamada,

y fueron detr s del dinero. Tal vez también de los

secuestradores. Es posible que no supieran que el rescate ya

se habia entregado. Hay una regla de oro dentro del submundo

de los servicios de informaciones: apuntar las sospechas

sobre los allegados Más cercanos a las víctimas, y seguir a

la plata. Casi una obviedad.

El subcomisario Moreschi, del POC, Proteccion al Orden

Constitucional, estuvo encargado de la investigacion a

mediados de 1986. El 23 de mayo se presento ante el fiscal

Ricardo Molinas y dejo una lista de sospechosos: Poiré,

Benayas, Vivas, Arias Duval, el coronel Simon, el inspector

Figueroa y los subcomisarios Madrid y Sosa, los tres de la

policia bonaerense. Moreschi también comento que habia tenido

un encuentro con gente del Batallon 601 en la casa del médico

Poire, y que el jefe del Batallon 601, coronel Simon, le

anticipo que tendria problemas con la prensa. El 9 de agosto

de 1986, Horacio Daniel Rodriguez, que firmaba con el

seudonimo de Daniel Lupa, público una nota en La Prensa, en

la que informaba que Moreschi habia sido uno de los tantos

represores que actuaron en la Escuela de Mecánica de la

Armada durante el gobierno militar. El periodista Rodriguez

fue uno de los civiles encarcelados en 1985 por orden del

Gobierno, acusado de formar parte de un complot

desestabilizador y durante años se nutrio de serviciales

informaciones emanadas del Ejército y de sus organismos

de inteligencia. En algunos casos, ese fue un hecho público,

notorio y no desmentido por Rodriguez que, antes de trabajar

en La Prensa, lo hizo en La Razon, cuando era dirigida por

Felix Laiño. El veterano periodista sabia que su diario era

el medio preferido por el Comando en Jefe del Ejército y

siempre lo puso a disposicion de los militares. Con repasar

los ejemplares anteriores al golpe de marzo de 1976, se

disprar cualquier duda.

Guglielminetti lo sabia

Los cronistas que deambulan por los Tribunales

escucharon una mañana al abogado Carlos Prieto, defensor de

Raul Antonio Guglielminetti, contar que, segun sus

informaciones, Osvaldo Sivak habia sido asesinado poco

después de cobrarse el rescate. Idéntica version dio ante un

grupo de amigos el historiador justicialista Enrique Pavon

Pereira. Consultado a mediados de 1986 por el autor de este

libro, Pavon Pereira nego haber comentado esa informacion y

pidio cordialmente que no se le preguntara sobre el tema,

porque le resultaba desagradable. El periodista Jorge

Camarasa, hoy en Clarin, fue el que se entero de esa

afirmacion de Pavon Pereira y trato de ayudar. Los Sivak,

desesperados, se enteraron de que en el Ministerio de Defensa

actuaba un grupo a las ordenes del mayor Puga y el teniente

coronel Sacco, edecanes, por la Fuerza Aérea y el Ejército,

del ministro Carranza. Este grupo, aparentemente, habia

investigado el secuestro de Enrique Menotti Pescarmona, por

el que se pago un rescate de cuatro millones y medio de

dolares. En realidad, lo unico que está probado es que el

teniente coronel Sacco viajo a San Pablo, Brasil, junto con

el abogado de Menotti Pescarmona, el doctor Zavala Ortiz, y

que alli se pago el rescate, sin que se hubiera averiguado

dato alguno sobre los secuestradores. La Policia Federal fue

virtualmente obligada a abrirse de la investigacion, y a

nadie se le ocurrio siquiera fotografiar al que se llevaba el

bolso con el dinero, dejado en un baño de la estacion

terminal de omnibus de San Pablo. Un secreto a voces fue que

el nombre y apellido del secuestrador eran Raul Antonio

Guglielminetti. No es descartable que ese rumor haya sido una

maniobra de distraccion. No son pocos los que tienen alguna

factura para pasarle a Guglielminetti por pequeñas

delaciones.

Mario Agustin Aguilar y Rubén Barrionuevo, alias Roberto

Belén, enviado por la Jefatura II del Ejército, a cargo del

general Osvaldo Ribeiro, se hicieron cargo de la

investigacion. Otro servicio de Ribeiro a la democracia. Eran

dos agentes de cuarta categoria, absolutamente

impresentables, pero que del tema manejaban informacion

suficiente como para que les creyeran. Barrionuevo simulo un

par de viajes al Paraguay, donde supuestamente estaba cautivo

Sivak, y aporto un dato que convencio a la esposa del

empresario: habia estado con Osvaldo y le habia llamado la

atencion lo pequeño de sus pies. El dato era cierto. Con

distintos engaños despojaron a los Sivak de 275.000 dolares,

Más 25.000 entregados por el ministro del Interior, Antonio

Troccoli, que les aseguro que eran aportes de amigos del

partido. Hartos, los Sivak, que llegaron a escuchar en

Defraudaciones y Estafas que el secuestro habia sido obra del

Mossad o de Franja Morada, decidieron convocar a una

conferencia de prensa y dieron los detalles de la ineficacia

en la investigacion y del fraude consumado por el llamado

Grupo Defensa. Fue gracioso porque en la reunion realizada en

Building, casi habia Más agentes de los servicios que

periodistas. Esto termino con una durisima interpelacion de

los diputados al ministro Troccoli, con la renuncia de Germ n

Lopez, titular de Defensa luego de la muerte de Roque

Carranza y con el procesamiento por el secuestro, de Aguilar,

Barrionuevo y Pedro Salvia, un agente de inteligencia de la

Armada, con antecedentes en la represion ilegal y solida

amistad con Juan Carlos Fotea, alias Juan Carlos Linares, uno

de los hombres de Raul Guglielminetti. Entre los tres

armaron una burda patraña, pero jaMás soñaron que serian

acusados por el secuestro. Lo cierto es que pasaban los meses

y la investigacion no avanzaba.

Los Sivak, hartos, decidieron mantener frente a la opinion

publica. El juez Velasco, no muy afortunado en la

investigacion, encontro indicios de que eran complices del

secuestro y los proceso por ese delito. Debe admitirse que

algunos detalles confundieron al magistrado, e inclusive al

periodismo, que supuso que el caso estaba aclarado. Por

ejemplo, Barrionuevo, uno de los procesados, vivia a la

vuelta de la calle por donde Goyret y Jorge Sivak circularon

cuando pagaron el rescate, y su primera esposa Tenía un

departamento en los monoblocks vecinos a la cancha de

Independiente. Desde esos edificios, dedujo Velasco, y la

estimacion era cierta, podrian haber controlado a los

pagadores. Encima, Mario Aguilar estaba en Montevieo cuando

Julio Goyret recibio la instruccion de los secuestradores de

viajar al Uruguay. Finalmente, Barrionuevo y Aguilar

terminaron condenados por otro juez, Martin Irurzun, pero por

extorsion. Era abril de 1986 y la frustracion de los Sivak

era total. El 12 de junio de 1986 renunciaba Antonio Nicol s

Di Vietri, jefe de la Policia Federal. Alego razones de

salud. El subjefe, Dardo Rodriguez, también se fue, pero por

solidaridad con su jefe. Con lo cual quedaba claro que el

retiro de Di Vietri no era por problemas referidos a su

salud. En reemplazo de éstos, el 16 de junio de 1986,

asumieron Juan Angel Pirker y Norberto Alejandro Brotto.

Troccoli también dejaria su cargo y fue reemplazado por un

hombre de total confianza de Raul Alfonsín, Enrique Nosiglia.

Troccoli, en realidad, debio ser procesado por su torpeza:

él, politico, abogado y ministro del Interior, estuvo

enterado de una exaccion ilegal en perjuicio de los Sivak y

no la denunció a la Justicia. Una seria aproximacion al

encubrimiento, con el atenuante de la desesperacion, y

elementales agravantes: se trata de un abogado y de un

ministro del Poder Ejecutivo. La causa, por decision de la

Sala VII de la C mara del Crimen, pasó a manos del juez

federal Martin Irurzun, un joven magistrado, secundado por un

joven secretario, Mario Filozof. Irurzun es hijo de un juez

y el padre de Filozof era policia. Recibieron el sumario el

13 de junio de 1987. En poco tiempo investigaron todo. La

policia Tenía algunos cabos no tan desperdigados: en febrero

de 1987, el oficial principal Roberto Buletti cayo preso en

Or n, Salta, provincia que limita con Bolivia, por tr fico de

drogas. La esposa de Buletti viajo para visitarlo en la

cárcel y fue acompañada por la esposa del suboficial

Bivorlavsky. A su vez, Roberto Buletti era compadre con el

suboficial B ez, retirado en 1985. Ellos, Más el inspector

Galeano, eran socios en un garaje ubicado en la avenida

Honorio Pueyrredon. Irurzun cito a declarar a

Guglielminetti, detenido en la Unidad Penal 22 y el agente de

los servicios sugirio apuntar por el lado de Buletti, que

estuvo un tiempo destacado en Mercedes, un lugar que él

conocia bien. Roberto Buletti fue uno de los policias que

allano la quinta de Guglielminetti en esa ciudad.

Segun el juez, en la investigacion conto con un aliado

incondicional: Norberto C ndido Ruiz, jefe de Defraudaciones

y Estafas, que reemplazo a Mario Fernandez, aunque fuentes

policiales muy creibles coincidieron en que los que llegaron

a la verdad fueron Carlos Gallone y un cuestionado oficial, y

no por su eficacia para investigar, el rufi n Gomez. De todos

modos, el contacto con Iruruzun siempre fue el comisario

Ruiz. Fuera de la Policia -y no precisamente en el ámbito de

los servicios- circulo otra version: pese a que la Justicia

estaba a punto de atrapar a la banda, y la Policia apunto

bien, el caso habria sido aclarado por un grupo de militares

amigos de Jorge Sivak. La especie fue publicada por El

Periodista de Buenos Aires, en la primera semana de noviembre

de 1987, con la firma, seguramente un seudonimo, de Benjamin

Venegas. El titulo lo decia todo: “Un comando militar

entrego a los asesinos”. Los investigadores espont neos,

segun el articulo, eran el coronel Enrique Schinelli Garay y

el mayor Juan Enrique Guglialmelli, ambos vinculados con Aldo

Rico. Lo dos habrian dirigido un grupo que investigo a

Buletti, sospecho de Galeano, que estaba destinado en la

Delegacion Bariloche, de la Federal, y entrego a éste a la

Policia con la confesion incluida. Jorge Sivak desmintio la

informacion, a la que califico de absurda f bula, y Schinelli

Garay dijo que “la version era increible”. Sin embargo, hay

varias certezas: Schinelli Garay, el mismo que le reclamo

publicamente al entonces jefe del Ejército, general José

Caridi que la conduccion del arma se diferenciara de lo

actuado durante el gobierno militar, Tenía muchos contactos

en Bariloche, donde estuvo destacado, y esos amigos le dieron

datos sobre la vida que llevaba el oficial policial en la

ciudad del Sur. Tan cierto como que un oficial del Ejército

viajo a Salta y charlo largamente con Buletti, que estaba

detenido por tr fico de drogas. La verdad, o parte de ella,

la saben unos pocos. Personal de Defraudaciones y Estafas,

los militares que habrian investigado y el propio Galeano.

Juan Enrique Guglialmelli, ante el autor, aporto muchos datos

sobre el caso, muchos conocidos por su amistad con Jorge

Sivak, pero en cuanto llego a este punto, el de la detencion

de Galeano, desmintio que hubiese actuado un grupo de

oficiales del Ejército. El coronel Schinelli Garay, en junio

de 1988 solicito al Ministerio de Defensa y al Ejercito

Argentino la investigacion de secuestros extorsivos en los

que estuviera involucrado personal militar. El militar se

pregunto “si es mas justo y conveniente para el Ejército

actual arrastrar lepras indefendibles (sic) y persistir en

ser rechazados por el pueblo al que pertenecemos, o afrontar

una necesidad de justicia elemental que nos aproxime a la

normalidad en la sociedad argentina”. Tras explicar que

muchos militares saben que los capitanes Lopez Fader y Fossa

se fueron del Ejército porque integraban una banda de

delincuentes comunes, Schinelli Garay insistio en que habia

que investigar la cadena de secuestros extorsivos que, por

versiones periodisticas, podrian tener como responsables a

los citados oficiales, al coronel Simon y al general

Harguindeguy.

Al mismo tiempo, es rigurosamente exacto que el trabajo

de Irurzun y la policia en el último tramo de la

investigacion fue muy r pido; casi a destajo. Apuntaron a

los sospechosos, intervinieron teléfonos, interceptaron

correspondencia, ordenaron decenas de allanamientos y

llegaron al final. Consta en el expediente que se envio un

exhorto al juez federal de Moron, Juan Ramos Padilla, para

que prestara colaboracion para detener a Galeano, que

llegaria a Moron, procedente de Bariloche, en un vuelo de

Lineas Aéreas del Estado. Asi terminaron por caer los

policias Roberto Buletti, Carlos Lorenzatti,(1) Ignacio

B ez(2), Rubén Caeta(3), Mario Rafael Bivorlavsky(4), Félix

Roque Miera(5) y José Benigno Lorea(6). Este último, dado de

baja de la Policia Federal en 1985 por encubrimiento de

contrabando, fue el autor del disparo mortal contra el

indefenso Sivak en el sotano de un local alquilado en Monte

Chingolo. El jefe de la banda habria sido siempre Buletti

que, desde 1978 se desempeño en Defraudaciones y Estafas y

también fue custodio de la familia Oxenford. Inicialmente,

se plantearon varias dudas, no todas resueltas. José Benigno

Lorea declaro haber recibido, del rescate, treinta mil

dolares. Sobre la banda fue escueto:”Buletti me dijo que

Lorenzatti le comento que los hombres importantes eran los

subcomisarios que estan prófugos en la causa en la que se

investiga el secuestro de Sivak en 1979. Ricardo Taddei, al

que le dicen” El cura”, estuvo en una reunion con

Lorenzatti. La reunion fue en secreto, pero yo lo acompañé a

Buletti a la delegacion Mercedes. Afuera habia un BMW y un

Mercedes Benz, cuyos colores no recuerdo”. Los subcomisarios

del primer secuestro eran José Ahmed y Alfredo Vidal y, sobre

ellos, Lorea entrego otra precision: “Una vez Buletti me

comento que uno de estos subcomisarios del primer secuestro

fue a mirar cuando levantaron a Sivak”. Buletti aportaba

otro dato no investigado, aunque en la Federal es un secreto

a voces: “Me mexicanearon un contrabando que Tenía en un

deposito. Vinieron, les ofreci treinta mil dolares para que

me dejaran en paz. Primero se llevaron los dolares y después

me robaron todos los equipos que Tenía para vender”. El

secreto a voces es que el hecho existio. También, quiénes

fueron los responsables.

La ronda macabra descubierta por la policia y la Justicia

siguio con el esclarecimiento de los secuestros y homicidios

de Eduardo Oxenford (noviembre de 1978) y Benjamin Neuman

(febrero de 1982), a manos de la misma banda. El cad ver de

Sivak apareció el 5 de noviembre de 1987 en la zona de

Abasto, al costado del Kilometro 48 de la Ruta 2, la que

conduce a Mar del Plata. Cerca habian enterrado a Neuman, que

fue asesinado en el lugar, prácticamente al borde del pozo

que cavaron previamente. Al empresario Neuman lo retuvieron

en una casa de Talar de Pacheco, y el dia del cobro del

rescate, 30 de marzo de 1982, lo llevaron a la vivienda de

Bombero S nchez 1075, de Quilmes. De ese lugar fue sacado en

un auto manejado por Caeta al que acompañaban Lorea y

Buletti.

Algunos restos del joven Oxenford (7), hijo del presidente

de F brica Argentina de Alpargatas, fueron encontrados

enterrados en una finca que el grupo alquilo en Lomas de

Zamora en 1978. El padre -conto Buletti-los dejo helados

cuando lo llamaron por teléfono para pedirle 750.000 dolares

por el rescate. “Si señor. Ya sé que lo han secuestrado,

pero le diré dos cosas. Una que esa suma no la reuniré

jaMás y la otra es que radiqué la denuncia policial; como

corresponde”. No fue esto lo que decidio la suerte de

Eduardo ToMás Oxenford. Muchos se preguntan por qué algunos

secuestrados fueron devueltos con vida y otros no.

Simplemente porque en los casos de Sivak, Sara Siganevich,

Neumann y Oxenford, gran parte de los captores pertenecian a

Defraudaciones y Estafas, la Division que investiga este tipo

de delitos, asi como Homicidios y Robos y Hurtos tienen sus

tareas especificas. En el caso Oxenford, por ejemplo,

convivieron desde el 8 de enero hasta el 15 de febrero,

cuando lo mataron. El joven escucho voces, seudonimos,

charlas, y es posible que viera alguna cara. Sivak, y esto

lo contaron algunos de los culpables, se tapaba con una

frazada cada vez que alguien entraba en el sotano de Monte

Chingolo y por la noche solia conversar con Bivorlavsky.

Esas voces, esos seudonimos y acaso alguna cara, podian

descubrirlos, justamente en Defraudaciones y Estafas, el

lugar en el que supuestamente estaban investigando el caso.

Descubierto el fin de Sivak, Juan Angel Pirker hizo lo que

correspondia: dio la cara, sostuvo que los autores de los

crimenes eran caricaturas de policias y prometio investigar

hasta las ultimas consecuencias. Más de una vez se le quebro

la voz cuando, a fines de 1986, tuvo que admitir la dura

verdad ante la opinion publica. El gesto valio. En todo caso,

los que habian investigado y apresado a esos policias eran

otros policias. Ese comisario, solteron empedernido,

seguramente fue el jefe de Policia Más querido por la

sociedad. Dentro de la reparticion, donde efectuo una

limpieza inusual; tuvo resistencias, aunque la mayoria admite

que con sus gestos se gano la confianza de la poblacion.

Murio en su despacho el 13 de febrero de 1989.

Martin Irurzun, mientras, siguio con el perfil bajo, y no

apareció en los noticieros de television contando su éxito.

Sin poner en duda la calidad de la investigacion del

magistrado, la recurrente duda es si Roberto Ignacio Buletti,

un oficial principal, efectivamente fue el jefe de la banda

desde el comienzo. Cuando secuestraron al joven Oxenford,

Buletti Tenía solo 24 años. Otra inquietud, y no para

Irurzun justamente, es la de saber si hubo otras víctimas.

Razonablemente, la respuesta debe ser positiva. Habria que

investigar todos los secuestros no esclarecidos a fines de la

década del setenta, hasta mediados de la siguiente. El fiscal

Oliveri, cuando cayo la banda de Buletti, sentencio: “Hasta

ahora cayeron los perejiles”. Varios jueces se disgustaron

con él. Acaso algunas razones Tenía para decir lo que dijo.

El Caso Sivak, que aun no se cerro, tuvo varios coletazos

Más: el 5 de diciembre de 1990 varios obreros que trabajaban

en la construccion del Hotel Hyatt vieron saltar al vacio a

Jorge Sivak, de 45 años, casado, con dos hijos. Jorge Sivak,

activisimo dirigente en sus épocas de estudiante de derecho

en la Universidad de Buenos Aires, defensor de presos

politicos en los años de plomo, habia asumido la direccion de

Buenos Aires Building ante la muerte de su hermano Osvaldo.

Building ya no era solamente una empresa de ahorro y préstamo

para la vivienda, sino que se habia transformado en banco.

El mismo dia de la muerte de Jorge Sivak, el Banco Central

decidia liquidar a Building. Sobre su muerte, el periodismo

desparramo decenas de conjeturas. La unica cierta y probada

es que seguia un tratamiento terapeutico para tratar de

superar una grave depresion. Un dia comprobo que su casa

estaba invadida por una red de microfonos. Supo, una vez Más,

que la mano de los servicios era muy larga.

Los negocios de Jorge Sivak, incluido el Banco, no eran

florecientes y su situacion economica personal era mala.

Encima, muchos capitostes del Gobierno justicialista, que le

debian grandes favores personales, aparte del reconocimiento

por haber colaborado economicamente con la campaña electoral,

le dieron la espalda. Y José Luis Manzano esto lo conoce

mejor que nadie. La cartera inmobiliaria de Building hubiera

permitido operaciones de salvataje; prácticamente desde el

poder lo impidieron. Además, el tema de la muerte de su

hermano era recurrente en él, como en su padre, Samuel, que

solia dejar una reflexion algo Más que matem tica: “Ahora

tengo seis nietos huérfanos”.

Un juez disgustado

Detenidos los culpables, el juez de Instruccion Luis

Enrique Velasco recibio una andanada de criticas de parte de

la familia Sivak y desmintio al autor de este libro en un

reportaje aparecido en la revista Gente el 26 de noviembre de

1987. La especie negada fue la siguiente: un menor,

Christian, vecino de la zona en la que se produjo el

secuestro, reconocio a Ricardo Taddei entre un conjunto de

fotos que le exhibio la Policia. Este procedimiento se

repitio dos veces Más, con el mismo resultado, la ultima en

el Juzgado de Velasco. Hasta que se ordeno un cuarto

reconocimiento, también ante el Tribunal. Ese dia estuvo en

el Tribunal el doctor Luis Maria Hércules Casin, defensor de

Taddei, y el menor, por primera vez, manifesto no estar

seguro.

Haber señalado este detalle y varias fallas del

magistrado durante la instruccion, tuvo como consecuencia una

querella por injurias y calumnias iniciada el 4 de mayo de

1988. Por sorteo actuo la entonces jueza en lo Correccional

Maria Cristina Camiña, hoy camarista. La sentencia se conocio

el 24 de septiembre de 1990 y fue absolutoria. El abogado

Calandra, defensor del brigadier Graffigna en el juicio a las

Juntas Militares, que represento al juez Velasco, junto con

Eduardo Gerome y Eduardo Hernández Agramonte, apelo el fallo.

Hernández Agramonte tiene un digno antecedente: cuando era

juez fue uno de los pocos que considero inconstitucional la

Ley de Pacificacion, esa autoamnistia que se dictaron los

militares en la retirada de 1983. Lo acompañaron, entre

otros, Oliveri, Valerga Aráoz, Garcia Méndez, Bourel,

Bonifati, Zaffaroni, Galli, Mariño, Caminos y Lopez Bolado.

El 18 de abril de 1991 la Sala II de la Camara del Crimen,

Luis Maria Ragucci, Martin Vazquez Acuña y Ricardo Giudice

Bravo, confirmo la sentencia. Empeñoso, Calandra presento un

recurso extraordinario, rechazado, y fue en queja a la Corte

Suprema. Se dio vista al procurador general de la Nacion. El

25 de julio de 1992, el doctor Oscar Lujan Fappiano estimo

que correspondia desestimar la queja y en noviembre de 1992

la Corte la rechazo. Con el juicio terminado, Velasco debia

pagar mil pesos, consecuencia del rechazo de recurso de

queja. Trato de no hacerlo y solicito el beneficio de litigar

sin gastos, una alternativa siempre abierta mientras dure un

juicio. Este, que se sepa, habia concluido. En primera

instancia, su pedido fue rechazado. Velasco -dijo la

Justicia- no puede alegar que sus ingresos son insuficientes

como para negarse a pagar esa suma. El juez presento un

nuevo recurso contra una sentencia judicial, pero luego

desistio de hacerlo.

Mientras, el querellado habia pasado por varios vej menes:

presentarse ante la policia, dejar sus huellas digitales como

si fuera un delincuente comun, que algunos vecinos suyos

fueran consultados sobre sus costumbres y formas de vida, con

el agregado de que nadie explico ante esos vecinos que se

trataba de una querella, no de una investigacion de un robo,

un hurto, una estafa, o el delito que a uno se le ocurriera

imaginar. Por si faltara poco, cuando tuvo que salir del pais

debio pedir autorizacion judicial. Además, que un magistrado

de la Nacion querelle a un periodista por injurias y

calumnias afecta al valor Más importante de ese periodista,

su credibilidad. De todo el juicio, casi un dispendio,

originado por un juez que se disgusto por la simple

enumeracion de errores en la investigacion, enumerados

por testigos que él mismo propuso, vale rescatar una frase de

la sentencia de segunda instancia, escrita por el camarista

Martin Vázquez Acuña: “Aun la critica mas severa, que puede

ser aguda, apasionada e injusta, importa, claramente, el

legitimo ejercicio de un derecho que usado razonablemente,

con objetividad y sin otra intencion que la de informar o

entretener, encuentra amparo en el articulo 14 de la

Constitucion Nacional”. En esos dias, dirigentes de la

Union de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires recordaban

que el juez Velasco fue el mismo que rechazo un recurso de

h beas corpus en favor del desaparecido periodista Enrique

Raab y derivo el tema a la Justicia Militar. “La privacion

de libertad -sostuvo Velasco- en perjuicio de Enrique Raab

pudo estar motivada por que recayeran sobre él sospechas

sobre presuntas actividades subversivas, invocando como

prueba de éstas la labor periodistica por el desarrollada, a

través de la cual habria hecho apreciaciones de tipo

ideologico”. El mismo Velasco, en 1985, declaro

inconstitucional el estado de sitio decretado por el gobierno

de Raul Alfonsín y dejo en libertad a un grupo de militares y

civiles acusados de conspiracion, detenidos como consecuencia

de la implantacion de ese estado de sitio. El gobierno de

Carlos Menem ascendio al abogado Luis Enrique Velasco a

camarista de los tribunales orales.�

13. MACRI, UN CASO MUY DUDOSO

“Lo unico que puedo decirles es que mi marido investigo

Más de lo que Tenía que investigar y por eso mismo está donde

está, en la cárcel. A lo mejor, su vida está Más protegida

adentro que afuera”. Declaracion ante el periodismo de la

profesora Mirta Crotti, esposa del comisario mayor Raul

González, el 12 de diciembre de 1992.

-Jefe. Venga para ac . Apareció Mauricio Macri. Está en la

casa de una mina, en Florida y Paraguay. Lo acabamos de

escuchar por el Movicom. El sistema funciono.

-Está bien. Me visto y salgo.

El comisario mayor Raul González, una vez Más, debio

explicarle a la esposa que su trabajo era asi y que pasada la

medianoche Tenía que volver al trabajo, en este caso, una

casa rodante. “Es la ultima vez”, le escucho Mirta Crotti.

JaMás imagino que esas palabras serian ciertas. Era el

viernes 6 de septiembre, a eso de la una de la mañana.

Mauricio Macri habia sido secuestrado el 24 de agosto a la

una y treinta y la noticia, inclusive en los Más altos

niveles policiales, solo se supo cinco o seis dias después.

El empresario, de 32 años, ingeniero, divorciado de Ivonne

Bordeu, y con tres hijos, no tomaba muchas medidas de

seguridad. Francesco, su padre, estaba decidido a cuidarle

la vida, sin importarle mucho el precio. Y eso incluia

distanciarse de la policia durante la investigacion por el

secuestro, que no fue denunciado.

González tomo un taxi en Luis Maria Campos y Maure,

frente al Hospital Militar, y fue al puesto de intercepcion

de comunicaciones que habia instalado sobre la Avenida

Ant rtida Argentina, detr s de las vias del Ferrocarril

Mitre, a unos trecientos metros de la casa de Francesco

Macri. Ahi, en esa casa rodante sin identificacion, marca

Mercedes Benz, patente C 615.615, con cinco cuchetas, baño y

cocina, habian escuchado una y otra vez la grabacion del

di logo de Mauricio Macri con su padre, por linea telefonica

normal, que registro la SIDE; ilegalmente, por supuesto. El

mismo que poco tiempo después puso en el aire Te Le Fe, Canal

11. La escucharon para reconocer con facilidad las voces de

ambos, mientras barrian las frecuencias de la telefonia

celular.

En el camino hablo con el suboficial de servicio en la

Superintendencia de Comunicaciones y transmitio las

novedades. En cuanto llego, el subcomisario Piazza le

explico que la comunicacion de Mauricio, ya libre, con el

padre, estaba grabada, asi como también dos conversaciones

del ministro del Interior, José Luis Manzano. Aviso a la

jefatura. Allá fueron con Piazza, en el auto de éste. “No te

lo pierdas”, le dijo Piazza. En el viaje escucharon el

cassette. Primero, Mauricio le explicaba a su padre,

Francesco, que estaba bien y que lo acababan de liberar. No

menciono para nada Lomas de Zamora como el lugar en el que

recupero la libertad. Solo dijo que estaba en Florida y

Paraguay, en la casa de Adriana Elisa Ganda, Más conocida por

Dana. Pedia que uno de sus hermanos pasara a buscarlo.

Seria interesante que en el Juzgado Federal numero 6, que hoy

tiene la causa, volvieran a escuchar esa grabacion de

Mauricio Macri con su padre. Quienes la conocen sostienen

que el tono de voz y la falta de emocion que trasuntaba el

hijo son inusuales en una persona que estuvo cautiva en un

sotano Más de quince dias, con una gran incertidumbre por su

suerte. La Justicia considero que está probado que el

secuestro existio. Lo que no se sabe bien es como pasó

Mauricio Macri los dias anteriores a su liberacion. De todos

modos, no es descartable que se trate de un hombre con una

fortaleza espiritual a prueba de balas. No es normal que una

persona que estuvo aislada, en un sotano, con una gran

incertidumbre por su vida y sin ver el sol, muestre un

semblante como el del joven ingeniero cuando esa madrugada

enfrento al periodismo.

Cuentan, algunos viejos policias, que el run run en el

Departamento es que en los cassettes que el comisario mayor

González entrego a Passero y Varela se escuchaba a José Luis

Manzano, exultante, dialogar con Franco Macri.

-Franco, gracias a Dios todo salio bien. Ahora se dejan todos

de joder. No me dejen afuera. Esto lo quiero manejar yo. El

rédito politico es mio. Quiero todo ese rédito para mi. Ya

voy para allá.

-Está bien. Te esperamos.

González no lo podia creer. Claro, Manzano desconocia el

trabajo tardio que hicieron para meterse dentro de las

frecuencias de los teléfonos celulares de los Macri. Es Más,

Movicom, parte de cuyo capital accionario es de los Macri, no

le brindo ayuda alguna. Como el comisario Passero, el jefe de

la Policia Federal le dio el visto bueno, compro dos

Movicom, pero no se los entregaron porque la demanda, con

motivo de las elecciones de septiembre, habia sido

grandisima. La gente de Motorola le resolvio

transitoriamente el problema, prestándole equipos, y un

amigo, ingeniero electronico, lo ayudo a armar el receptor

con el que pensaba interceptar las comunicaciones dirigidas a

los Macri. El subcomisario Eduardo Piazza aportaba un pequeño

scanner de su propiedad con una memoria de treinta canales.

González tropezo con varios problemas Más: Francesco Macri

no queria saber nada de ayudas hasta que Mauricio volviera, e

inclusive cambiaba diariamente de numeros en sus teléfonos

celulares. Era el momento -insistio- en volver a la carga

para desarrollar el sistema de escucha de telefonia celular.

Estaba acostumbrado a los problemas: los narcotraficantes lo

volvian loco. Alquilaban los teléfonos por 48 horas y los

cambiaban. Menos mal que la DEA y la Embajada de Alemania

los habian ayudado, y ya funcionaba un equipo que les

permitia copiar cualquier fax. Pero lo de los teléfonos

celulares lo inquietaba. En el secuestro del hijo de Diego

Ib ñez(1), se les escapo una comunicacion vital porque los

delincuentes llamaron desde un Movicom.

Siguieron viaje hacia el Departamento de Policia y

escuchaban. Apareció una voz parecidisima a la del ministro

del Interior. Con él dialogaba una mujer, joven,

aparentemente una secretaria, llamada Maria Isabel. Nerviosa,

explicaba que Tenían problemas con el cargamento que un avion

llevaria hasta el campo que él sabia, en Mendoza. El policia

penso: “Que el jefe resuelva lo que va a hacer”.

Para despedirse, los policias que estaban en la casa

rodante habian grabado otra conversacion. Un hombre, cuya

voz era idéntica a la de uno de los subsecretarios de

Manzano, Germ n Moldes, hablaba con un amigo y le decia que

habian encontrado un decreto de los militares que les

permitia hacer el negocio y llevarse la comision. Para

rematarla, grabaron un di logo de Manzano con la amiga de

Mauricio Macri: “No digas nada. No abras la boca,

¨entendés?”. ¨Sabr algo que no se puede contar?

González y Piazza fueron al despacho de Passero, le

explicaron lo del cassette y recibieron una calurosa

felicitacion. El jefe de la Federal opinaba que esto era un

trabajo de la mano de obra desocupada. Por las dudas,

hicieron Más de una copia del cassette. Una fue a parar a

manos del subjefe de la Federal, el comisario Juan Beltr n

Varela. Ҭ Vio como funciona? Esto es lo que hacia Hoover

-le dijo González-. Con la grabacion, llamaba al responsable

y le decia que, por el bien de Estados Unidos, debia

renunciar. H ganme caso. Tenemos que tener medios para

interceptar los Movicom. Podemos hacerlo”.

Lo cierto es que pasaban los dias, Mauricio Macri estaba

en libertad, pero la policia no avanzaba en la investigacion.

El rédito politico para Manzano era insignificante para un

ministro cada vez Más inquieto por el anuncio de la inminente

publicacion de Robo para la corona, del periodista Horacio

Verbitsky.

Un policia se tomo el trabajo de repasar las postas

seguidas por los pagadores de los 6.000.000 de dolares del

recate de Mauricio Macri y encontro grandes similitudes con

el caso del empresario periodistico Rafael Perrota,

secuestrado en 1977 y desaparecido desde entonces.

Imposible olvidarlo. En julio de 1977 se les habia escapado

un secuestrador oculto en un bote que cruzo el Riachuelo por

la noche. Casi en el mismo lugar que se dejo el rescate de

Macri. Eran los mismos, o se habian copiado. En el caso de

Mauricio Macri, quienes cruzaron el Riachuelo en bote, luego

de dejar el rescate, fueron Roberto Osvaldo Pascual, chofér

de Mauricio, y Nicol s Martin Caputo, un viejo amigo. Esto

ocurria la noche del 3 de septiembre de 1991.

Hasta que el 26 de noviembre de 1991, en la Casa Rosada,

Manzano se dio el gusto, aunque Carlos Menem le arrebato

parte del cartel francés. Ellos, Más los comisarios Passero,

Varela, Ruiz, Palo, Huber y Castro anunciaron que habian

caido los secuestradores de Macri. Se trataba del comisario

mayor Raul González, los comisarios Hugo Andersen y Juan

Carlos Arza, el subcomisario retirado José Ahmed, los

suboficiales Carlos Benito, Juan Carlos Bayarri y Miguel

Angel Ramirez, y un civil, Alfredo Bellusci, que quedo libre

por falta de mérito una semana después. Bellusci también

pertenecio a la Policia Federal. Prófugos eran Camilo Ahmed,

hermano de José, Juan Carlos Zanone, Ramon Avalos y Alfredo

Vidal, alias Poroto, otro condenado por el caso Sivak. Es

curioso, es el unico cuya foto no apareció. Trat ndose de

alguien con pedido de captura y peligroso para la sociedad

porque se trata de un secuestrador, resultaria util que la

poblacion conociera su cara. A mediados de 1993 se lo veia

por la zona de Munro, con el cabello largo y barba. Que se

sepa, solo Clarin, en los dias posteriores a la liberacion de

Macri, público una fotografia, además de mala calidad, de

Alfredo Hugo Vidal. No son pocos los que sostienen que a

fines de agosto de 1992, con Macri secuestrado, fue visto en

un café de Garay y Entre Rios en animado di logo con un alto

jefe de Defraudaciones y Estafas. Hay quienes aseguran que

también anduvo por Buenos Aires aportando datos Leandro

S nchez Reisse. Inclusive precisan que estuvo reunido con el

comisario Passero. Puede ser una maniobra para desprestigiar

al jefe policial. Pero, en momentos en que se ofrecen

recompensas al estilo del lejano oeste para capturar a

bandidos, sorprende que el mismo empeño en publicar fotos de

Andersen, Arza y Raul González no se haya puesto para

difundir una, solo una, fotografia del prófugo.

El centro operativo de la banda era un departamento

ubicado en Incl n 4278, piso catorce, departamento F, y se

reiteraba que el lugar de cautiverio fue una vieja casona de

la calle Garay 2882. Cerca de esta vivienda hay un taller

mec nico en el que suelen repararse autos de la Policia

Federal. En cuanto a la finca de la calle Garay, es sabido

que fue uno de los lugares que uso la banda de Aníbal Gordon

en la época de la lucha antisubversiva.

“Con esto quedo desmantelada la cupula de la banda que

secuestro a Mauricio Macri. Los secuestradores creian que la

Argentina era una zona franca donde podian tener una

industria del secuestro, pero ahora se han enterado de que no

es asi”, recito Manzano, a la salida, delante de un manojo

de microfonos.

La confesion de José Ahmed es curiosa. Conto que en el

secuestro participaron Juan Carlos Bayarri, Mario, al que

identifico como Enrique Coppola,” un tal Luis” (sic) y su

hermano Camilo. Admitio ser el organizador, pero nego haber

estado en la vieja casona de la calle Garay. “Lo llevé a

Coppola a Dean Funes y Garay y por una instintiva sospecha

profesional di una r pida vuelta y lo vi entrar en Garay

2882”. El rescate, eso si, acepto haberlo cobrado él, junto

con Bayarri. Su parte, junto con la de su hermano Camilo

habria sido de 900.000 dolares. Con el correr de los dias

informo en qué lugar de su casa habia escondido dos millones

de dolares.

En horas, medio pais hablaba de la banda de los

comisarios. Manzano, al fin, conseguia su rédito politico.

Nosiglia, años antes, habia tenido su momento cuando cayeron

los homicidas de Sivak, Neuman y Oxenford. Claro que en este

caso, Macri estaba con vida. Además, Sergio Meller termino

reconociendo a la casa de la calle Garay como el lugar donde

lo mantuvieron cautivo en 1984 y eran muchos los indicios de

que el grupo tambien secuestro a Karina Wertheim, Julio

Ducdoc, Roberto Alejandro Apstein y Sergio Meller. Un

triunfo clamoroso. No era solo un subcomisario condenado

años atrás por la causa Sivak de 1979, sino altos jefes en

actividad. Manzano enfrentaba, euforico, al periodismo. “Ya

sé que hay muchos que alegan inocencia. Pero hay un galpon

de pruebas contra todos”, declaro el miércoles 27 al llegar

a la Casa de Gobierno.

Karina Wertheim fue secuestrada el 14 de junio de 1978 a

las siete y media de la mañana al salir de su casa, en

Pueyrredon al 2300, en la Capital Federal. El rescate

(alrededor de medio millon de dolares) lo pago su madre,

Leonor Lexter, y la víctima fue liberada el 23 de diciembre

de ese año. Reconocio varios detalles de la finca de la

calle Garay. Por los dichos de Ramirez y Bayarri, los

secuestradores fueron Ahmed, Vidal, un tal Andrés y ellos

dos.

Roberto Alejandro Apstein cayo el 17 de julio de 1979

mientras ocupaba un taxi que se detuvo en un sem foro de

Leandro N. Alem y Corrrientes. Lo liberaron el 15 de

noviembre. El rescate, que se pago en la zona de la Boca,

habria sido de 750.000 dolares y estuvo alojado en un

sotano, que al comenzar 1992 solo recordaba por vagos

detalles. Solo Bayari admitio haber participado y señalo a

José Ahmed como uno de los integrantes de la banda. Ahmed,

Miara, Benito, Bellusci y Ramirez negaron su intervencion en

este caso.

En cuanto a Julio Ducdoc, es sabido que lo secuestraron el

25 de noviembre de 1980. Conducia su automóvil por la Avenida

Rivadavia, cerca de Helguera. El vehículo fue abandonado por

tres hombres en Habana y las vias del Ferrocarril Belgrano,

en Valentin Alsina. El caso de Julio Ducdoc, se menciona al

tratar el tema del agente de inteligencia Leandro S nchez

Reisse. JaMás apareció, pese a que sus hermanos pagaron

1.500.000 dolares por el rescate en las inmediaciones de la

autopista 25 de Mayo y la Avenida Carabobo. Ramirez y Bayarri

volvieron a coincidir: los secuestradores fueron ellos, Más

Alfredo Vidal y José Ahmed. Nadie confeso el homicidio.

Sergio Enrique Meller fue secuestrado el 6 de noviembre de

1984 a la salida de la planta industrial de la empresa

familiar, en Carlos Pellegrini 3750, de Valentin Alsina. Lo

detuvo una comision policial -fuera de servicio, claro- que

lo mantuvo recluido en un sotano, y casi pierde la vida con

una inundacion, que no pudo ser controlada con una bomba de

achique. Arriba de una mesa, el agua le llegaba al menton,

cuando los secuestradores lo salvaron, pero sin que él viera

sus rostros. Fue liberado recién el 9 de marzo de 1985. El

rescate habria sido de dos millones de dolares. Bayarri,

Benito y Ramirez tambien fueron confesos de este delito y

marcaron a Ahmed, Vidal y Angel Blois como los coparticipes.

Un secreto a voces en el Departamento de Policia es que

Ahmed y Vidal fueron vistos cerca de la Division

Defraudaciones y Estafas pocos dias antes de que se conociera

parte de la trama del secuestro de Macri. Algunos sostienen

que entregaron el caso. Otros aseguran que fue Vidal el que

hablo y negocio. Esta version la reitero P gina/12 y no fue

desmentida. “Vidal dio el nombre de Ahmed -escribio Gabriel

Pasquini- y algun otro. A cambio, obtuvo un plazo de 72 horas

para marcharse de la ciudad. Firmo un poder general sobre

sus bienes a nombre de su mujer y se fue”. Nadie salio al

cruce de la version de Pasquini, pese a que el cargo no era

liviano, y refuerza la version sobre la presencia de Vidal en

el bar de la calle Entre Rios. Ahmed, una vez trasladado al

pabellon 49 bis de Villa Devoto, donde comparte sus horas con

Juan Carlos Delconte y Mario Caserta, repitio Más de una vez

que él entrego el caso porque algunos de sus complices

querian matar a Macri para que no los reconocieran. El 49

bis es el mismo pabellon que albergo a Mario Eduardo

Firmenich.

Un técnico brillante

El comisario mayor González era el jefe de la Division de

Servicios Técnicos de la Superintendencia de Comunicaciones.

Fue el que desarticulo el aparato de comunicaciones de los

montoneros y el que evito que siguieran interfiriendo las

transmisiones de television con sus equipos port tiles

conocidos como Radio Liberacion: un transceptor, un

transmisor, un grabador y la bateria de una moto servian para

meterse en la frecuencia de cualquier canal y largar sus

mensajes. Con P ssero ascendio a comisario mayor en 1989, con

45 años de edad. Integraba la Junta de Calificaciones desde

la época de Juan Angel Pirker y fue un ferviente impulsor del

sistema de video que la policia puso en pr ctica en las

canchas de futbol para detectar a los revoltosos. González

aprendio en una visita que hizo a Alemania Federal. En

Weisbaden vio como los carros de asalto, en las

manifestaciones, llevaban arriba una c mara de television, y

fue uno de los que le sugirio a Pirker implementar un sistema

similar en la Argentina. Manejaba la cuenta 1092 del Banco de

la Nacion, que permitia compras directas en tiempos breves.

Pocos dias atras habia adquirido un tomografo para el

Hospital Churruca y dono al mismo hospital los 40.000 dolares

de comision que le entregaron, sin recibo, los vendedores. En

marzo de 1992 se difundieron unas declaraciones de Passero,

hechas en el Sur, en las que acusaba a González de represor

en el Primer Cuerpo y de ser un fan tico carapintada. Nadie

le pregunto al alto jefe policial por qué, con esos

antecedentes, lo habia promovido a comisario mayor. Raul

González lo reto a duelo, y el jefe policial replico con una

querella criminal, desestimada por el juez federal Martin

Irurzun. Fue curioso que rápidamente circulara la version de

que González habia sido visto en varios centros clandestinos

de detencion. Todas las averiguaciones confirman que el

comisario mayor Raul González, que siempre pertenecio a

Comunicaciones, a lo sumo participo en reuniones de sectores

de Inteligencia en el Primer Cuerpo de Ejército, donde

informaba sobre las tareas que se que realizaban en el rea

de Comunicaciones del Departamento Central. Hoy, González

cuenta cu l fue su rol en la lucha antisubversiva y ante la

pregunta concreta repite: “No estoy de acuerdo con los

métodos que se usaron”. Y no por una posicion blanda, porque

opina que, como existia la pena de muerte, los terroristas

debian ser sometidos a juicio y, de ser culpables de

homicidios, por ejemplo, la alternativa Más justa era el

fusilamiento. Enseguida, reitero que él, enfrente, tuvo a un

enemigo inteligente, que manejo en forma optima su sistema de

comunicaciones, y que le constaba que el aparato militar

también Tenía técnicos eficaces, porque llegaron a fabricar

explosivos pl sticos y armaron varias granadas caseras de

mortifero poder.

El 22 de noviembre, González estaba en su lugar de trabajo

y el superintendente, comisario general Alfredo Middea, lo

llamo a su despacho. Alli estaban el comisario mayor Ruiz y

el comisario inspector Castro. Middea le informo que por

orden de Juan Beltran Varela debia acompañar a Castro y a

Ruiz a Defraudaciones y Estafas porque debia investigar un

nuevo caso de secuestro extorsivo. En cuanto llegaron a esa

oficina se encontro con el comisario Palo y el subcomisario

Sablich. Palo le hablo.

-¨Qué hiciste, Gonzalito?

-¨Qué hice, qué?,­ pelotudo! ¨De qué me habl s?

Enseguida, Palo le pregunto si habia hablado algo del tema

Macri con Ismael Ahmed, un comisario mayor retirado, ex jefe

de González en la Superintendencia de Comunicaciones. Poco

después, sin mayores explicaciones, lo detuvieron en la

Guardia de Infanteria. Amuraron una ventana, por si

intentaba escaparse, y durante cinco dias no pudo siquiera

usar un baño. Tampoco hubo diálogos, ni preguntas.

Juan Carlos Arza y Hugo Andersen se enteraron de sus

suertes en las comisarias que encabezaban. Arza en la 38, de

Flores, y Andersen en la Sexta, a la vuelta del Departamento

de Policia. El viernes 22 a las diez de la mañana al

comisario Andersen le avisaron que habia sido ascendido a

comisario inspector. Por la tarde estaba en un calabozo de

la Guardia de Infanteria, acusado de secuestrador. Las fotos

de ambos se difundieron rápidamente. La elegida para Arza

fue casi siempre la misma: al lado del ex presidente Raul

Alfonsín, porque trabajo en su custodia. Otro tiro por

elevacion. Arza fue uno de los comisarios, no el jefe, de la

custodia del presidente radical entre 1984 y 1988. Se

encontraron, los tres, en el despacho del juez de Instruccion

Nerio Bonifati. Curiosamente, entre ellos no se conocían.

Sabian qué cargo y destino Tenía cada uno, pero no Más. La

Policia Federal, vale aclararlo, tiene cerca de cuarenta mil

agentes, entre oficiales, suboficiales y personal civil.

Eduardo Larrea, el secretario del Juzgado, cuando les tomo la

indagatoria, insistio ante cada uno: “Tiene derecho a

negarse a declarar”. A Andersen le llamo la atencion que se

lo repitieran tantas veces. Mal que mal, en las comisarias

hay siempre textos de los codigos penal y procesal penal. A

proposito, el doctor Larrea ¨dejo el Poder Judicial? Pasado

el momento de euforia sobre el éxito de la investigacion, los

periodistas que concurrian al Juzgado de Instruccion de Nerio

Bonifati para entrevistar al secretario, recibieron, por

meses, la misma respuesta: “Larrea está con licencia

médica”.

Raul González, ante la insistencia de Larrea, le reitero

que no Tenía inconveniente en contestar todas las preguntas,

asi aclaraba la situacion. Eso si, le llamaba la atencion que

le preguntaran si Tenía un auto importado, cuanto valia su

casa, y otras referencias sobre su patrimonio. Tuvo que

explicar que no Tenía auto importado, ni casa propia. A los

tres les llamo la atencion que el juez Bonifati no

participara activamente de las indagatorias. Entro un par de

veces en el despacho cuando declaraba González, pero no le

hizo pregunta alguna. Es llamativo que, después de escuchar

las declaraciones de González, el juez Bonifati no hubiese

convocado a declarar a la cupula de la Policia Federal para

comprobar si, efectivamente, el comisario de Comunicaciones

estaba cumpliendo ordenes de la superioridad en esa casa

rodante. Hacerlo habria sido casi una obviedad. Bonifati

prefirio dejarlo para mejor ocasion.

Andersen, ya en el penal de Caseros, se entero de que le

habian allanado su hogar: se llevaron dos m quinas de fotos,

un equipo de sonido y una m quina de escribir. El secuestro

del equipo de sonido, generosamente debe calificarse de

incomprensible. Que Andersen a fines de septiembre de 1993

aun no hubiera recuperado lo suyo es lamentable. Arza tuvo

Más suerte. Le dieron vuelta su casa, en Villa Lugano, pero

no se llevaron objeto alguno.

Manzano, como es natural, aparecia en noticiosos, radios,

diarios y revistas. Bonifati, sonriente, no se quedaba atrás,

aunque no altero su costumbre, la de llegar a su despacho al

mediodia. Menem y Duhalde pasaban sus avisos, porque

reclamaban airadamente incorporar la pena de muerte al Codigo

Penal de la Argentina. Inutil explicarles que esto

significaria entrar en un largo proceso, porque la Argentina,

por Ley del Congreso, adhirio a la Convencion Interamericana

de Derechos Humanos, el Pacto de San José de Costa Rica, que

prohibe a sus estados miembros establecer la pena de muerte

para delitos no previstos a la hora de suscribir el acuerdo

internacional. En todo caso, tuvieron a secuestradores y

homicidas entre rejas, y los indultaron.

Los tres comisarios, luego de declarar brevemente, fueron

llevados a la vieja cárcel de Caseros. Ya estaban Bayarri,

Benito, Ramirez, Ahmed y diez Más, a los que tampoco

conocían. Ahmed se apresuro en aclararles que él habia

confesado su participacion, pero que no los habia mencionado.

“Hermano -le dijo a Andersen-, yo no te conozco ni los

vendi y sé que no tienen nada que ver. Lo pueden leer en el

expediente”, . González, por ejemplo, se entero de que el

subcomisario Sablich, el que detuvo a Ahmed, informo que

éste, en el viaje al Departamento de Policia, le habia dicho

que la parte de comunicaciones del secuestro habia estado a

cargo de González, y el apoyo logistico fue de Arza y

Andersen. Ahmed, hoy, sigue negando haber efectuado esas

declaraciones, que no ratifico ante el juez Bonifati. En el

ambiente policial nadie tiene dudas: Ahmed dijo lo que le

atribuyen. La pregunta del millon es por qué lo hizo.

Seguramente algun viejo rencor. El subcomisario Sablich

incorporo esos datos en lo que se llama, o llamaba,

declaracion espont nea, que los policias hacian bajo

declaracion jurada. Con el nuevo codigo procesal penal,

estas espont neas desaparecieron. El oficial Sablich le

atribuyó a Ahmed haber dicho que Arza fue uno de los que

estaban en la combi usada para secuestrar a Macri y que Arza,

ese dia, estaba de guardia en Seguridad Federal. Dificil:

Arza era el jefe de la Seccional 38.

Los tres suboficiales se hallaban en un estado lamentable:

a Benito le faltaban cuatro dientes; Bayarri les conto que lo

habian torturado delante de su padre, que a éste lo

desnudaron y le pasaban la picana eléctrica cerca de los

testiculos. Agrego que mientras declaraba en el juzgado de

Bonifati su condicion fisica era lamentable, pese a lo cual

el acto no se interrumpio. Le dieron una servilleta de papel

para secar una supuracion que provenia de un oido, y lo

siguieron indagando. Hay una investigacion paralela por este

presunto caso de apremios que, naturalmente, comenzo en un

juzgado distinto al de Bonifati. Ramirez, detenido en

Córdoba, le explico a su viejo jefe, Andersen, que nada Tenía

que ver, que seguia siendo pobre y que de tanto golpe

recibido termino por admitir que era complice en el

secuestro. De la casa de Ramirez se llevaron una tarjeta

personal de Andersen y unas fotos en las que el comisario

estaba con su ex suboficial. Andersen recordaba que, ya

retirado, Ramirez se fue a vivir a Córdoba, y alguna vez

volvio porque no Tenía trabajo. Andersen, que durante toda

su carrera trabajo como empleado administrativo en Sylvapen,

porque el sueldo policial no le alcanzaba, le consiguio un

empleo como custodio. A los tres años, Ramirez regreso a

Córdoba y, cada vez que viajaba a Buenos Aires, lo visitaba.

Los dichos en sede judicial de Ramirez y Bayarri no son los

de inocentes; aunque pueden serlo. Son muchas las precisiones

recibidas sobre los secuestros de Meller, Wertheim, Ducdoc y

Macri como para suponer que fueron ajenos a ellos. Por

ejemplo: Bayarri detallo como levantaron a Karina Wertheim,

cu nto recibieron por el rescate, que aseguro haber cobrado

junto con Ahmed. El mismo Bayarri admitio su intervencion en

el Caso Apstein, y sus dichos son coincidentes con los de la

víctima en cuanto al lugar del secuestro y el lugar en el que

se pago el rescate. Sobre el tema de Ducdoc, secuestro y

homicidio, los que hablaron fueron Bayarri y Ramirez. Tambien

hay llamativas coincidencias entre sus declaraciones y las de

los familiares de la víctima. Los dos secuestradores tambien

coincidieron en señalar a Vidal y Ahmed como integrantes del

grupo. Si se coteja la declaracion de Bayarri con la de

Sergio Meller, se encuentran muchas analogias: la vestimenta

policial de sus captores, el lugar en el que lo atraparon, y

las gestiones para cobrar el rescate. Como en los otros

secuestros, involucro a Ahmed y Vidal como activisimos

participantes. Ahmed solamente admitio su participacion en

el caso Macri. Obvio: fue un secuestro extorsivo. El de

Ducdoc fue un homicidio con todos los agravantes. Puede

conducir a sus ejecutores a cadena perpetua. Carlos Benito,

en su indagatoria sobre el secuestro de Meller, aporto las

mismas referencias que Bayarri sobre la intervencion de Ahmed

y Vidal.

Los tres comisarios detenidos coincidian en una cosa: “No

nos dieron chance de hablar. Con un jefe como Pirker la cosa

hubiera sido distinta. Aqui no se hizo investigacion previa.

Si nosotros éramos los culpables, ¨por qué no nos

investigaron a fondo? Mientras, la verdadera banda está

libre”.

La situacion de Andersen y Arza se complico cuando Oscar

Alberto Balmaceda, que se presento como empresario,

periodista, escritor y licenciado en Ciencias Penales (sic)

denunció ante Bonifati que al ver las fotos en los diarios

reconocio a los comisarios Andersen y Arza como a los

individuos que el 22 de mayo, a las cuatro y media de la

tarde, lo habian secuestrado en Liniers. Balmaceda agrego

que lo tuvieron cautivo cuatro dias en la casona de la calle

Juan de Garay, que el secuestro fue para que terminara con

denuncias que él hacia por la FM Continental, de Moron, en la

zona oeste del Gran Buenos Aires, y que su esposa pago ocho

mil dolares de rescate. Esto último no lo ratifico ante el

juez, sino que lo declaro al periodismo. El empresario

Balmaceda, lamento, además, el robo de un reloj Rolex y un

encendedor Dupont, ambos de oro. Para un habitante de un

monoblock de Villa Tessei, un lujo desacostumbrado. Con ese

reloj y ese encendedor, bien podria haber comprado un lugar

algo Más suntuoso. Ahi viven humildes trabajadores, cuyas

preocupaciones no pasan, justamente, por el Rolex de oro, el

Dupont o el BMW. Balmaceda, en el barrio, se hacia pasar por

abogado, y en la puerta de su vivienda coloco una chapa que

decia: “Oscar Alberto Balmaceda, licenciado”.

Con el tiempo se comprobaria que la emisora de Frecuencia

Modulada a la que aludia el denunciante no existe. Además,

Balmaceda reitero que a Andersen lo habia visto el 25 de mayo

por la mañana, cuando fue liberado en los alrededores de la

autopista Perito Moreno e Ingeniero Huergo. Obviamente, en

fecha patria, el comisario se viste de gala y concurre a su

seccional. Por fotos y en rueda de personas, Balmaceda

reconocio a ambos, Andersen y Arza. Cualquier agente de

policia sabe que el reconocimiento por fotos o im genes de la

television es fácil de derrumbar. Por esa razon, cuando

capturan a ladrones, asaltantes, punguistas o narcos, los

sacan con el rostro tapado.

Oscar Alberto Balmaceda... El nombre sonaba, pero los

datos no aparecian. Era dirigente del justicialismo en la

zona de Liniers, apoderado del Movimiento 17 de Octubre de

Esteban Echeverria, pero no Más. Alguien recordo que un cabo

del mismo apellido pertenecio a la policia de la provincia de

Buenos Aires y fue dejado cesante al comprobarse que habia

sido el autor del fusilamiento de cuatro jovenes en San

Francisco Solano. Al mismisimo general Camps le parecio grave

y lo echo. Solo una de las víctimas Tenía antecedentes por

robo. A proposito de robo, casualmente, por la cárcel de

Villa Devoto pasó no hace mucho tiempo un Balmaceda,

condenado a cuatro años y medio de prisión por ese delito.

Tal vez sea una casualidad, o de un homonimo. Oscar Alberto

Balmaceda, segun su esposa un conocido empresario, nacio el

18 de marzo de 1947 en Comodoro Rivadavia, y en 1972 se

incorporo como agente de la Policia de Provincia de Buenos

Aires. Trabajo en el Centro Clandestino de Detencion Pozo de

Banfield, y en las brigadas de Investigaciones de San Martin

y Lanus. Lo llamaban Pistola porque lucia en su cintura un

par de ellas, aparte de la reglamentaria. Su carrera policial

se corto abruptamente en 1977. Ramon Camps decidio su

disponibilidad preventiva. En la Jefatura se hablo de

excesos intolerables. El jefe era Camps, no un humanista.

¨Que seria para Camps un exceso intolerable? Dificil

imaginarlo. No pasaba por él, sin dudas, preocupacion alguna

por los derechos humanos. Es inimaginable que sancionara a un

subordinado por secuestrar, torturar y matar.

El sumario para Oscar Alberto Balmaceda, acaso alguien

que se llamaba igual que el escritor que denunció a los

comisarios Andersen y Arza, llevaba el numero

447087/78. El 19 de marzo de 1979 se conocio el dictamen

policial: fue exonerado por “actitudes incompatibles a las

funciones designadas en compañia de otro camarada”.

Pretender que este tema, además, fuera llevado a la justicia

es algo Más que una desubicacion. Un homicidio Más o menos,

no cambiaria la historia de esos dias. En el Juzgado Federal

de San Isidro, y en el Penal numero 5 de San Martin hay otras

historias sobre Balmaceda.

Conviene no olvidar que era apoderado del Movimiento 17 de

Octubre, liderado por Herminio Iglesias, y busco refugio en

Punta del Este, porque manifesto temer represalias por sus

denuncias ante la Justicia. En todo caso, nadie mejor que

Herminio para protegerlo. Cuando volvio a la Argentina

insistio en que el propio doctor Carlos Menem le habia dado

todas las garantias. Podia presentarse ante el juez Bonifati

sin temor alguno. ¨Ser tan fácil para un ex cabo de la

policia refugiarse en Punta del Este porque conoce

informacion comprometedora y que el propio presidente de la

Republica le otorgue todas las garantias? Por lo visto,

diriase que si.

Oscar Alberto Balmaceda concurrio a la Casa Rosada para

explicarle el tema de su denuncia a José Luis Manzano. Al

entrar se encontro con el comisario general Passero, que lo

escucho un largo rato. El jefe de la Policia Federal le

habria dicho al ministro que le parecia muy poco creible lo

que decia Balmaceda, y que seria Más prudente seguir con las

investigaciones. Manzano se retiro unos minutos, y al

regresar fue claro: “Lleven a Balmaceda a Tribunales.

Bonifati lo está esperando”. Balmaceda, es el mismo que

acompañaba a Rubén Gioannini -está dicho, hombre del Batallon

601- en las concentraciones de Plaza Lavalle. ¨Ser el mismo

que en la puerta de la comisaria tercera sostuvo una dura

discusion con la militante jubilada Norma Pla, que denunciaba

la falta de 10.000 dolares y fue detenido por esc ndalo?

¨Tendrian razon los que sostuvieron que fue marinero de la

Prefectura y suboficial de la policia cuando era pobre, de

toda pobreza? Un veterano comisario, que anduvo ese dia por

la Casa Rosada, fue claro: “El que muñequeo la cosa con

Balmaceda, porque a Chupete se le caia todo, fue Juan Carlos

Mazzon”. Este era el viceministro de Manzano, pero al

comenzar 1992 no le quedo Más remedio que renunciar cuando

alguien desempolvo su procesamiento y condena en 1980, por

fraude al Registro Automotor, en Mendoza. Daniel Capalbo y

Gabriel Pandolfo, en Todo tiene precio, cuentan que, de

inmediato, Mazzon pasó a trabajar en la oficina 125, en el

entrepiso del anexo de la C mara de Diputados. En el

expediente judicial no hay un solo elemento, una declaracion,

que involucre a los dos comisarios con el secuestro de Macri.

Quedaron presos por los dichos de Balmaceda. Con el espiritu

corporativo que suele mostrar la Policia Federal, es por lo

menos curioso que hayan arrojado a Andersen y Arza a las

fieras de ese modo. Por si faltara poco, se sumaron a las

denuncias dos oscuros personajes, Luis Alberto Imbesi, un

lenguaraz, residuo de los servicios, que cada tanto molesta a

la Justicia con denuncias que jaMás puede probar, que en la

mayoria de los casos apuntan a dirigentes del radicalismo, y

Pablo Maciel, ex esposo de la modelo Raquel Satragno. Imbesi

aseguro que González fue uno de los que profano la tumba de

Juan Domingo Perón en la Chacarita, y Maciel reitero ante la

Justicia y el periodismo que habia identificado a los

comisarios Andersen y Arza como los dos sujetos que trataron

de secuestrarlo en Santa Fe y Carlos Pellegrini. Imbesi, un

personaje que no parece un servicio, porque tiene salidas

ocurrentes y llega a ser hasta simp tico, en los primeros

meses de 1993 tuvo un r pido crecimiento social; se viste

bien, usa Movicom y visita periodicamente la Sala de

Periodistas de Tribunales. Como buen servicio,

responsabiliza a la UCR por todos los estragos que sufre la

sociedad, linea argumental sostenida desde la SIDE de

Anzorreguy y Baiz n, y tiene ideas fijas sobre el robo de las

manos de Juan Domingo Perón. La penultima version que dio

sobre este caso es que probablemente esas manos estuvieran en

poder del prófugo Alfredo Hugo Vidal, alias Poroto. Imbesi,

como muestra del subdesarrollo, reitera que es agente de

inteligencia. Como espía, obvio, no sirve. Ninguno de los

famosos se exhibia como tal. Los periodistas conocen como

pocos la tarea de quienes no llevan carné habilitante, están

infiltrados en las redacciones y aportan material a los

distintos servicios de inteligencia. Alguno de esos

delatores, para disimular, está afiliado al MAS o al Partido

Obrero, de modo que hace una tarea doble: informa sobre los

periodistas y el partido. Imbesi, en noviembre de 1985 se

presento en Tribunales para presentar un recurso de amparo en

favor de su amigo Eduardo Ruffo. Adujo temer que el gobierno

radical lo asesinara.

A los pocos dias de su denuncia sobre Andersen y Arza,

Maciel, ex mozo de La Biela, autodefinido como empresario,

apareció herido por una bala de un fusil calibre 22,

disparado por unos intrusos que entraron en su departamento

ubicado en la calle Basavilbaso, en la zona de Retiro. No los

reconocio. Tampoco se trato de un robo. Al fin, otro

episodio que no fue aclarado. Relacionar esos tiros con el

caso Macri, de todas maneras, seria ridiculo. Balmaceda y

Maciel representan dos ejemplos de que en la Argentina se

puede prosperar con cierta rapidez: un ex cabo de la Policia,

y un mozo de confiteria, a fines de 1991 eran empresarios.

Que un ministro se vaya de boca es comun y reiterado en la

Argentina. Lo que no es usual es que la Justicia, por la sola

declaracion de una persona, procese a dos comisarios por

secuestro extorsivo. Hacen falta otros elementos. Otras

pruebas. Con lo que hay en el expediente, al menos que desde

las altas esferas se animen a arrimar otras pruebas

dibujadas, Andersen y Arza deben ser absueltos. Asi lo exige

la seguridad juridica. Si alguno tiene dudas, puede

compararse el caso con el de secuestradores de oficio sobre

los que pesaron muchas Más evidencias, que terminaron

sobreseidos por falta de pruebas, o porque estas resultaron

insuficientes. No se puede condenar porque si. Y el tiempo en

el que los dos comisarios estuvieron presos, Más el obligado

abandono de sus profesiones, es algo Más que una condena.

Arza y Andersen fueron liberados el 24 de febrero de 1992.

Por ahora siguen procesados por la privacion ilegal de la

libertad de Balmaceda, con pruebas que no resisten el menor

an lisis, como la identificacion que hizo éste, luego de que

la foto de Anderesen apareciera no menos de treinta veces en

diarios y revistas. Balmaceda, además, los denunció por

apremios ilegales: picana eléctrica, quemaduras provocadas

por cigarrillos, y asfixias parciales, lesiones que no

verifico ni la Policia ni la Justicia. No está de Más

recordar que los mismos secuestradores, a Mauricio Macri le

compraron remedios para su venérea y un jogging para que

estuviera Más comodo. Un habitante de Manhattan o San Diego,

preguntaria algo asi: Ҭ Usted le prestaria mil dolares a

Balmaceda?”.

Andersen, dentro de la Federal, siempre fue reconocido

como un buen policia, que trabajo fuera de ella, como

empleado, hasta que fue comisario. Arza, que prolonga una

tradicion familiar de policias que lleva Más de cien años en

la Argentina, es famoso por los reiterados sumarios que abrio

a los subordinados que incurrian en pequeñas raterias. Más

allá de elogios o criticas, todos los consultados cerraron el

tema con la misma conclusion: son dos tipos decentes. Cuando

la Justicia dictamine que son inocentes de toda inocencia,

acaso comiencen a conocerse otras verdades. El Estado,

finalmente, pagar caro el apuro por ganar rédito politico de

un secuestro.

Mientras los comisarios salian, a Caseros llegaron otros,

como el mayor Héctor Daniel Ferrer, un conocido carapintada,

ciertamente implicado, que conocio a Ahmed en la cárcel de

Caseros. Ferrer habia ido a parar al viejo penal por la

extorsion consumada junto con el indio Antinori, y Ahmed por

el primer secuestro de Osvaldo Sivak. Ferrer salio antes que

José Ahmed y conocio a Camilo, que visitaba a su hermano en

el presidio. Se hizo amigo de Camilo, que le dio dinero para

comprar un departamento en Aráoz de Lamadrid 410, piso 14,

departamento H, en la Boca. Desde el lugar se divisa

claramente el sector donde los allegados a Macri

estacionaron un Peugeot 505, alquilado. En el baul de ese

auto estaba el dinero del rescate. La lista de detenidos la

completaban Ramon Avalos, el dueño del local de la calle

Garay, y Juan Carlos Zanone, amigo de Avalos. Zanone

administraba unas propiedades del padre de su cuñado, Enrique

Coppola, entonces de 49 años, que vive en Oslo y es ciudadano

noruego. Como en una de esas viviendas se repartio parte del

botin, y la encargada del edificio lo reconocio en una vieja

fotografia, Bonifati pidio la captura. Coppola se presento

tres veces ante la policia noruega para preguntar si habia

algun pedido de extradicion llegado desde la Argentina. La

respuesta siempre fue la misma: Interpol no registraba pedido

de captura para él. Sin embargo, cayo dos semanas después en

el Hotel Yolli, de Messina, Italia, en las Pascuas de 1992 y

clamo por su inocencia. Es Más, hasta el gobierno noruego se

intereso por él, porque sobran las evidencias de que es

inocente. La Cancilleria noruega hizo saber en forma oficial

que Coppola, nacionalizado noruego, no solamente estaba en

ese pais en los dias del secuestro, sino que podia probarlo

con boletas de compras, tickets de su tarjeta de crédito, Más

los testimonios de los empleados, todos noruegos, de su

f brica de pastas ubicada en Bjoerkelagen, en las afueras de

la capital. También podrian probarlo varios funcionarios con

los que estuvo reunido con motivo de la quiebra de su

empresa. Además, mientras Macri estaba secuestrado, Coppola

cometio una infraccion de tr nsito en Oslo. Un equipo de

periodistas de Noruega viajo a la Argentina para cubrir el

caso, trajo un par de fotografias de Coppola que la portera

del edificio no reconocio. Todos eswtos datos no conmovieron

a la Justicia de la Argentina. La extradicion fue concedida a

mediados de agosto de 1993. Al comenzar septiembre llego a

la Argentina y, como era de esperar, tuvo que ser dejado en

libertad por falta de pruebas. La portera lo vio

personalmente y estuvo segura: se trataba de otra persona,

distinta a la que ella vio con los secuestradores. Coppola

reitero en Italia que Tenía pruebas suficientes sobre su

inocencia y que habia demandado al gobierno noruego porque

pregunto en forma oficial sobre su situacion y, como le

contestaron que no habia pedido de captura en su contra, se

fue de vacaciones a Italia, donde pasó un año y medio entre

rejas. Al traer a Coppola y liberarlo rápidamente, el

gobierno argentino consumo otro papelon internacional. Que se

sepa, el judicial es uno de los poderes del Estado y sobran

los elementos que demuestran el estado de sumision de gran

parte de la Justicia a los dictados del Poder Ejecutivo. “No

se pudo probar que Coppola haya estado en la Argentina para

la fecha en que se consumo el rapto”, escribio el juez

Rodolfo Canicobas Corral en el fallo que libero a Coppola. A

menos de que se pensara que Coppola declararia que estuvo en

Buenos Aires, cuando sus abogados y el gobierno noruego

aportaron al tribunal datos sobre su permanencia en Noruega

en los meses anteriores y posteriores al secuestro de Macri,

obligarlo a una detencion de casi un año y medio suena a

gigantesco dislate. Gravisimo, porque lo que le arrebataron

durante tanto tiempo fue su libertad. El 12 de octubre de

1993 Canicobas Corral dicto el sobreseimiento provisional de

Coppola, de acuerdo con el dictamen de los fiscales Carlos

Stornelli y Gerardo Policita.

Ramon Avalos, al ser indagado, admitio ser el que cuidaba

a Mauricio Macri, y le hizo un último favor: “Yo me porté

bien. Fui a la farmacia y le compré el remedio que necesitaba

para curarse de una venérea” A proposito: ¨alguien pregunto

qué médico asistio a Mauricio Macri? Si se trata de

interrogantes, no es el unico. José Ahmed indico que en un

sillon de su casa, en S enz Peña 1164, habia escondido dos

millones de dolares. ¨Mintio Ahmed? Al Juzgado solo fueron

llevados Un millon setecientos mil. Trescientos mil,

entonces, se evaporaron, o están en el sillon. Si de dolares

se trata, la pregunta de los casi cuatro millones es Más que

obvia: ¨donde están los 3.900.000 dolares que faltan? ¨No es

que el caso estaba aclarado? ¨Ser n las partes de Camilo

Ahmed y Alfredo Vidal? De ser asi, muerto Camilo Ahmed,

¨quien habria de quedarse con ese dinero? Alguien del Poder

Judicial de la Argentina, de la Fiscalia Nacional de

Investigaciones Administrativas, se habr preguntado si todos

estos marginales fueron capaces de manejar los millones de

dolares que obtuvieron sin ayuda de un grupo experto en

finanzas.

Otro que pasó rápidamente por la causa, incriminado por los

secuestros, fue el ex subcomisario Samuel Miara. Estaba en

libertad, pese a que se probo que fue el apropiador de dos

hermanos mellizos, hijos de padres desaparecidos. A esos

chicos, hoy llamados Matias Angel y Gonzalo Javier Reggiardo

Tolosa, los recibio del comisario Antonio Benito José

Fioravanti y los anoto fraudulentamente como propios. El

padre, que se llamaba Juan Enrique Reggiardo, fue visto en el

centro clandestino de detencion conocido como La Cacha, cerca

de La Plata. Su esposa, Maria Rosa Tolosa, también estuvo

cautiva en ese lugar y fue llevada a la enfermeria de la

cárcel de Olmos para alumbrar a sus hijos. El dato fue

proporcionado a las Abuelas de Plaza de Mayo por una partera,

luego desaparecida. La partida de nacimiento de los niños

decia que el padre era Samuel Miara, la madre Alicia Beatriz

Castillo, y que habian nacido en el Hospital Penna, donde no

existe constancia alguna de ese parto doble.

Miara fue extraditado desde el Paraguay -donde estuvo dos

años bajo el régimen especial de vigilancia, pero no

detenido- el 3 de mayo de 1989 por los cargos de falsedad

ideologica, falsificacion de documento destinado a acreditar

la identidad de las personas, y retencion de menores. Solo

a fines de 1991, con Miara acusado de secuestrador, el juez

Wechsler lo mando a prisión. Mientras, los mellizos

siguieron hasta noviembre de 1993 con Alicia Beatriz

Castillo, la esposa de Miara. Luego, por disposicion de un

juez en lo Civil, conocieron a sus familiares y quedaron

provisionalmente en manos de una familia sustituta, antes

de volver a su familia. La unica. No hubo pruebas suficientes

sobre la participacion de Miara en los secuestros, de modo

que quedo moment neamente despegado de la causa. Además, no

está detenido en Caseros o en Devoto, sino en dependencias de

la Policia Federal. Una distincion que la reparticion no tuvo

con Raul González, por ejemplo. Miara está procesado por ese

grave delito: apropiacion de dos menores. Y el tema ya fue

demostrado. El mismo reconocio que es culpable. La unica

discusion sobre él es sobre la duracion de la condena. La

Policia Federal no tuvo otra alternativa que dejarlo cesante,

pero lo alberga como a un hijo dilecto. Tal vez, el

reconocimiento a tareas duras -tal vez muy sucias- que otros

no se animaron a realizar. González, que se sepa, tiene el

beneficio de la presuncion de inocencia hasta que llegue una

sentencia que, puede apostarse, ser absolutoria.

Los mellizos, como no se haria con un objeto robado, sea

cual fuere ese objeto, un auto, una joya o una lancha,

tuvieron largos años como depositario o custodio judicial a

uno los participes del robo, la señora del ex policia. Una

aberracion que sumo varios responsables. El último, el ex

juez Wechsler.

En la policia son pocos los que creen que Samuel Miara haya participado en secuestros extorsivos. Con el beneficio de la

duda, pueden repasarse algunas coincidencias. Miara fue custodio

de la familia Moskovitz. Veronica Moskovitz, una adolescente, fue

secuestrada en 1976 y su familia pago 100.000 dolares por el

rescate. Idéntica tarea cumplio Miara con los Apstein. Además, una

hermana de Miara era preceptora del colegio al que

concurrian los hijos de Apstein. Esta familia pago 600.000

dolares de rescate y, cuando se demoraba la liberacion del

secuestrado, la madre, en un di logo con los secuestradores, les

dijo algo asi como: “Diganle a Samuel que se deje de embromar”.

La libertad fue inmediata. Benjamin Neuman, asesinado por la misma

banda que secuestro y mato a Osvaldo Sivak, también Tenía alguna

relacion con Miara. Norma, su hermana, estaba casada con un

empleado de los Neuman. No son elementos decisivos como para

condenarlo. Pero, como en otros casos, la pregunta vale: con estos

antecedentes, ¨usted contrataria a Miara como custodio? El

comisario retirado Jorge Colotto, mencionado varios veces en este

trabajo, amigo del ultraderechista Villar, declaro que Miara y el

general Harguindeguy eran piezas importantes en la cadena de

secuestros extorsivos, muchos de ellos consumados durante el

gobierno militar, y endilgados a las organizaciones guerrilleras.

Lo de Guglielminetti fue el acabose. Cuando salio en libertad

por la condena de VIACOR, Manzano removio cielo y tierra para

averiguar si existia algun indicio para demorarlo. Al poco tiempo

lo Tenía nuevamente en la prisión de Caseros. El ministro aparecia

firme. Hasta que el globo comenzo a desinflarse y son excesivas

las preguntas sin respuestas que danzan por el aire. Una

es elemental: tal como estaban las cosas a fines de 1991, con los

cargos contra Andersen y Arza francamente insostenibles y los

incoados a González a punto de derrumbarse, surgiria que los

jefes de la banda eran José Ahmed y Poroto Vidal. ¨Lo fueron desde

1978? Y se cae en la vieja historia de este trabajo. Algunos de

los empleados cayeron. No otra cosa. Faltan jefes y dolares, y no

es una casualidad. Perogrullo diria que si los dolares

desaparecieron es porque se los llevaron los cabecillas.

El comisario González no lo podia creer. Los elementos

que lo incriminaban eran los que uso para rastrear las

llamadas por orden de sus superiores. Diez personas

trabajaron a su lado, y él fue anotando, en una vieja libreta

sin uso, el esquema de las frecuencias usadas por Movicom en

la zona de la casa de Macri, indicaciones sobre cada sector

de 33 canales dobles, y a las 237 frecuencias que, en total,

se usaban en telefonia celular. La intercepcion era legal, ya

que el juez habia ordenado hacerla, y sus jefes estaban

enterados de todos los pasós seguidos. Que llevara esos

apuntes y dibujado un croquis del lugar era, justamente, lo

normal. Tres dias después de su detencion dieron vuelta su

despacho y encontraron la agenda. El despacho no se precinto.

Estuvo abierto, y el allanamiento lo efectuo el inspector

Marcelo Ricardo Leiva, de Defraudaciones y Estafas. Con una

orden judicial, por supuesto, pero sin la presencia de

personal del Juzgado de Instruccion del doctor Bonifati. En

otro pocedimiento similar, en el departamento de la calle

Incl n, también sin participacion del Juzgado de Bonifati, la

Policia dio cuenta del hallazgo de un papel al que denominan

“trozo de papel con diagramas de frecuencias”. En el acta

no se dio precision alguna sobre esos diagramas. Es razon

suficiente para anular esa supuesta prueba. En el Juzgado

aparecieron dos fotocopias con reproducciones de diagramas

relacionados con el canal de control 343 del sistema celular.

El comisario mayor González, decididamente, entendia cada vez

menos. Ese canal de control, el numero 343, pertenece a la

zona del micro y macrocentro de Buenos Aires. El

correspondiente al rea donde viven los Macri era el canal

335. Controlar la telefonia celular en el microcentro, por

caso, es como buscar una aguja en un pajar. Al menos, durante

el dia. Barrio Parque y Palermo Chico, ofrecen menos

complicaciones. No hay constancias de que el juez Bonifati

hubiera ordenado diligencias para probar quiénes,

eventualmente, pudieron haber entrado en el despacho de

González, que se mantuvo abierto. El juez tampoco pidio a la

Policia Federal un elemento de prueba ciertamente importante:

las cintas registradas por el equipo que dirigia el comisario

González.

Si el nuevo juez, Canicobas Corral decidiera hacerlo, se

supone que el jefe, comisario Passero, tiene una copia en su

poder, y el subjefe, comisario Varela, otra. Es de suponer

que un material tan valioso no fue borrado.

González sabia que todo esto lo podian confirmar los

subomisarios Luis Alberto Villa y Eduardo Piazza y los

comisarios Malugani y Minziotti. En abril de 1992, Piazza, ya

comisario, ratifico todo lo dicho por González sobre el

operativo, los puestos, las frecuencias, los diagramas y el

sistema utilizado para la deteccion. Para Más datos, justicia

y policia podrian pedir los listados de Movicom, que quedan

en los archivos del sistema. Comprobarian a qué numeros llamo

González cuando estuvo ocupado en el caso Macri y de donde

provenian todas las llamadas que recibio la familia de la

víctima. Otra curiosidad es que el juez Bonifati no hubiera

llamado a declarar a los comisarios Passero y Varela. Nadie

mejor que ellos para desmentir o confirmar los dichos de

González. Es Más, en los listados de Movicom aparece

registrado el llamado del comisario mayor González a la casa

de Varela. No se reproduce el numero, de la central 204, para

no perjudicar al segundo jefe de Policia.

En abril de 1992, la Prefectura Naval Argentina, elegida

como perito oficial en el caso, elevo un amplio informe al

doctor Bonifati, que corroboraba los dichos de González sobre

la intercepcion de la red celular y los canales de control.

En la parte final dice: “El canal de control 343, al 6 de

septiembre de 1991, cubria el macro y el microcentro, y no el

domicilio de Macri. El canal de control 335, al 6 de

septiembre de 1991, cubria el domicilio del señor Francisco

Macri, y las frecuencias de radio (VHF , muy alta frecuencia)

se indican con numeros de seis digitos y nunca con tres”.

Esto fue a proposito de unas anotaciones de González, que la

Justicia entendio que correspondian a frecuencias de VHF.

poco antes, la C mara del Crimen ratifico el auto de prisión

preventiva de González, con la disidencia del doctor Oscar

Ocampo, que entendio que correspondia disponer su libertad,

sin perjuicio de seguir con las investigaciones.

La esposa de González, profesora en varios colegios

nacionales, entre ellos el Buenos Aires, no se quedo quieta,

y sugirio que su marido habia averiguado Más de lo que se

podia. Culpo a Passero, reitero que estaba segura de la

inocencia, y pidio proteccion policial porque temia por su

vida. Paciente, y prácticamente disfrazada, anduvo horas por

los pasillos de Tribunales, y Más de una vez vio salir al

juez Bonifati junto con Germ n Moldes, uno de los

subsecretarios de Manzano. En la cárcel, González leia los

diarios y se entero de las referencias a su moderna casa en

Palermo y un campo de un millon de dolares sobre la ruta 8.

Esas informaciones salian del Ministerio del Interior. No lo

podia creer. Si algo lamentaba es no haber comprado una

vivienda; la de Palermo es alquilada. El bendito campo, que

no vale Más de diez mil dolares, está a setenta kilometros de

la Capital Federal, en Exaltacion de la Cruz. Construyeron

un ambiente de tres metros por cuatro, la cocina, un baño, un

pequeño quincho y una pileta de natacion. Al año, siete

meses y dieciocho dias, González salio en libertad. La

C mara del Crimen entendio que solo cabia procesarlo como

mero encubridor. Como Andersen y Arza, no tuvo que dejar

caucion alguna. Alcanzo con su juramento.

Camilo Ahmed, al fin, apareció, pero muerto. Segun la

informacion oficial, se pego un tiro con una pistola calibre

6.35, en el borde de un balcon de un departamento que alquilo

en Bolivar 2118, piso doce, departamento F, de Mar del Plata.

Cayo desde las alturas y algun secreto se llevo a la tumba.

Por ejemplo, conocer quién tiene los dolares que cobro como

integrante de la banda. En el departamento de Mar del Plata

encontraron solamente doce mil. Hay quienes aseguran que

Camilo Ahmed, que no era policia, vive. Otros, insisten en

que lo asesinaron por para que su hermano José callara.

Ante semejante oscuridad, no hay hipotesis descartable,

aunque muchas de las que se barajan hubieran necesitado, para

ser ciertas, una gran cadena de complicidades. Hay otras

inquietudes que acaso hayan sido investigadas por la policia

y la Justicia, pero que no están resueltas o claras frente a

la opinion publica. Hay otro Ahmed, Ismael, altisimo jefe

policial retirado, que poseia una agencia de investigaciones,

y tiene una solida posicion economica. Sobre la agencia,

llamada San Jorge, tampoco se supo si trabajaron en ella

Camilo y José Ahmed. Lo favoreceria que desde algun organismo

del Estado se aclarase que se lo investigo a fondo y que nada

tiene que ver con los delitos de sus hermanos. Todas estas

dudas, naturalmente, arrojan sombras sobre la Policia y la

Justicia. Y esto no es poco. En el caso concreto del señor

Passero, un jefe que eligio la prudencia del bajo perfil

público, su actuacion -Más allá de intenciones-resulta tan

vulnerable como la del primer jefe de la Policia Federal de

la administracion de Alfonsín: el comisario Antonio Nicol s

Di Vietri. Esta es la consecuencia, al menos, fuera de la

Policia Federal. La sociedad percibe que hubo errores y

apresuramientos. Y esto puede ser grave. Si la Justicia

determina, por caso, que González, Andersen y Arza son

inocentes, el cuestionamiento para Passero y la cupula de la

Policia Federal no solo se instalar en la sociedad, sino

dentro de la Policia.

Sobre el pasó de Camilo Ahmed por Mar del Plata puede

agregarse que en la inmobiliaria Vasini, Florio y Compañia,

de larga actuacion en el Balneario, al firmar el contrato,

dijo llamarse Ramiro Nieto. ¨Lo mataron? Las opiniones

están divididas, inclusive dentro de la Policia Federal. En

todo caso, son muchos los secuestradores que murieron en

circunstancias dudosas; diriase que con alto grado de

sospecha. Cabe preguntarse por qué no se fue del pais, o

cu l fue la razon para que hubiese regresado de Miami, donde

estuvo en noviembre. Mar del Plata, en plena temporada, no

pareciera ser el lugar ideal para ocultarse. En todo caso,

Más dudas. Otra inquietud es la referida a las supuestas

grabaciones que los captores registraron en largos

interrogatorios a Mauricio Macri. Todos hablan de ellas, pero

en la causa no aparecieron. Tal vez se trate de una mentira

Más. Como en otros casos de secuestros, los imputados

repitieron la palabra socios. Aludian a otros miembros de la

banda, a los que no identificaron. Hay solo dos

probabilidades: cierto o falso. En todo caso, vale repetir

que no se recuperaron 3.900.000 dolares del rescate.�

NOTAS

1 Guillermo Ib ñez, de 28 años, hijo del sindicalista

Diego Ib ñez, fue secuestrado en la mañana del el 6 de julio

de 1990. Conducia una pick up Ford F-100 en el barrio de

Peralta Ramos, de Mar del Plata, y fue interceptado por un

Torino en el que viajaban cuatro personas. Al dia siguiente

pidieron dos millones de dolares de rescate. Como el tema se

dilato, el 9 de julio lo mataron. Inclusive se probo que

habia sido enterrado cuando aun vivia. Los secuestradores

eran Juan Carlos Molina, viejo amigo de la familia Ib ñez;

Roberto Acerbi, Néstor Ausqui y Carmen Pascual de Ausqui,

quienes fueron detenidos una semana después y confesaron. Fue

un caso atipico, ya que no se trato de delincuentes

profesionales, ni de personal de los servicios de

inteligencia o seguridad, salvo el caso de Acerbi, que

trabajo para la SIDE y fue custodio de José Ignacio Rucci.

Los tres primeros fueron condenados a cadena perpetua. Al

conocerse el fallo, Diego Ib ñez, Carlos Menem y Eduardo

Duhalde exigieron la implantacion de la pena de muerte para

los culpables de este tipo de delitos.�

Documentos. Buenos muchachos � �

EPIGRAFES DE LOS DOCUMENTOS�

� �

CAPITULO 1� � �

1.- Copia al carbonico de la baja de Guglielminetti del

Batallon 601 para trabajar en América Central. El general

Sotera informa que el agente Rogelio Angel� Guastavino

renuncio.� � � � � �

2.- El cheque de Silver Dollar firmado por

Guglielminetti y el acuerdo con el doctor Etkin,� obviamente

estafado.� � � � �

3.- Algunas de las confesiones de Guglielminetti ante�

la jueza Servini de Cubria, que lo sobreseyo.� � � � �

4.- El fallo de la Camara del Crimen que ordeno

revocar la decision de Servini de Cubria y procesar a�

Guglielminetti por enriquecimiento ilicito.� � � � �

5.- El reportaje de Oliva (Lepot) a Guglielminetti�

publicado por Clarin.� � � � �

6.- Guglielminetti, ante Servini, cuenta su verdad�

sobre la nota de Lepot.� �

�CAPITULO 2� �

�7.- Carlos Lorenzatti, prófugo por el secuestro y

homicidio de Sivak, asistio al juez Pisoni en el� allanamiento

a la quinta de Guglielminetti.� � � � �

8.- Las fotos del Falcon de Guglielminetti con las que

pretendieron hacerlo zafar de la Causa VIACOR. El� espejado de

los vidrios impide ver las butacas.� � � � �

�9.- En octubre de 1973, el comisario Etchecolatz

contaba la confesion de los detenidos, entre ellos Arquimedes�

Puccio, por el secuestro de Enrique Pels.� � � � � � 10.-

Diciembre de 1973. Puccio, asistido por Edgar Saa, niega su

participacion en el secuestro y aclara que recibio a los

policias con armas porque los confundio� con delincuentes.� �

CAPITULO 6� �

�11.- Aníbal Gordon admite ante la Justicia haber

secuestrado a Kelly y precisa que Guglielminetti fue� ajeno al

hecho.� � � �

12.- Marcelo Gordon coincide con su padre: Guglielminetti

nada tuvo que ver con el Caso Kelly. Rep rese en la� firma

del declarante.� � � � � � � �

13.- La car tula de las actuaciones de la justicia�

militar sobre el secuestro de Pedro Leon Zavalía.� � � �

14.- El teniente coronel Médici y su informe preliminar

sobre el secuestro. Para el instructor, la situacion� del

mayor Hubert era comprometida.� � � � �

15.- El general Laidlaw informa que los secuestradores

fueron dados de baja de la SIDE y que Gordon no formaba�

parte de la reparticion.� � � � � � � �

16.- El jefe de la policia bonaerense, general Riccheri,

informa al tribunal militar que los detenidos por el

secuestro de Zavalía fueron entregados a la SIDE y que� no

se elevaron las actuaciones a la Justicia.� � �

�17.- El fallo del Consejo de Guerra Permanente para

Jefes y Oficiales de las Fuerzas Armadas que absolvio al�

mayor Hubert.� �

CAPITULO 7� �

18.- El 22 de octubre de 1971 Nélida Beatriz Risso,

la primera esposa de Gordon, explica ante la Justicia

detalles de la compra de la pick up F-100 que estaba a su

nombre. La mujer se mostro sorprendida ante el pedido de

captura que pesaba sobre Aníbal Gordon por el asalto al

Banco de Rio Negro, sucursal Bariloche.� � �

19.- El 22 de octubre de 1971 Aníbal Gordon niega

haber manejado la camioneta abandonada luego de un

choque en el barrio de Belgrano y admite su

participacion� en el asalto al banco rionegrino.� �

20.- Perón y Balbin en Gaspar Campos el 31 de julio de

1973. Detr s de ellos, Aníbal Gordon. El del� costado es

el general Otto Paladino.�

�CAPITULO 9� � � � �

21.- En octubre de 1986 Interpol buscaba a S nchez�

Reisse.� � �

22.- Ultima parte del dictamen del juez Jensen por el

que concedia la extradicion de Suárez Mason, por los cargos�

de 39 homicidios y una falsificacion.�

�CAPITULO 11� �

23.- Susana Beatriz Cassain declara ante la Policia y

compromete a su compañero, Rafael Lopez Fader. Luego,� en

sede judicial, la mujer se desdijo.

�EPILOGO�

El general Galtieri lo felicito (a Lopez Fader) y rechazo su

ofrecimiento de combatir en Malvinas, pues estaba haciendo cosas

muy patrioticas en América Central”. Del dossier secreto que el

abogado Oscar Igounet envio a Carlos Menem para justificar su

pedido de indulto para el ex capitán�Rafael Félix Lopez Fader.� �

� � � � � � Dos dias antes de la Navidad de 1993 P gina/12

público un amplio informe del periodista Roman Lejtman sobre

la situacion del ex capitán Lopez Fader uno de los acusados por el

secuestro de Osvaldo Sivak en 1979. Lejtman aporto tres primicias:

Lopez Fader estaba en libertad, trabajaba para algun sector del

Gobierno y su abogado reclamaba un indulto�del presidente de la

Republica. Dias antes, Lejtman, un joven y brillante periodista,

recibia el calificativo de “Judio piojoso” por parte del

presidente de la C mara de Diputados de la Nacion, Alberto Pierri.

Una muy poco versallesca réplica a las informaciones que aquél

entrego�sobre el Yomagate. Publicado el informe de Lejtman,

Marta Oyhanarte, la viuda de Osvaldo Sivak, llego a sus oficinas

de la organizacion Poder Ciudadano y se entero que desde la

Presidencia querian hablar con ella en forma urgente. Al rato

dialogaba telefonicamente con Carlos Menem, que le aseguro que en

modo alguno firmaria ese perdon. La viuda de Sivak se ocupo

de difundir la promesa presidencial. Una manera de

comprometer aun Más al Presidente. La nota de Lejtman,

seguramente, impidio que el indulto llegara. La efectividad del

hecho consumado, en materia de indultos es bien

conocida. Discutibles y en algunos casos inmorales razones de

Estado se esgrimieron y esgrimir n para justificar los perdones a

jefes militares, carapintadas o lideres montoneros sentenciados

en jucios ecu nimes. Pero, es casi imposible encontrar argumentos

para justificar otros indultos, como los concedidos a vulgares

delincuentes comunes emparentados con el poder. Cuando

secuestradores y homicidas salieron de las cárceles, o dejaron de

ser prófugos, la protesta y la�indignacion llegaron tarde. El

pedido del indulto para Lopez Fader estaba, y la via para llegar

al señor presidente de la Republica fue uno de sus edecanes, Jorge

Igounet, hermano del abogado Oscar Igounet, el defensor de Lopez

Fader. A lo largo de este trabajo, Oscar Igounet aparece en el

capitulo 3 porque fue defensor de Martin Garcia y Luis Jofré,

quienes, en 1973, confesaron ante el comisario Miguel Etchecolatz

haber sido socios de Arquimedes Puccio en el secuestro del

empresario Enrique Pels. Buenos muchachos, por supuesto. El

abogado Igounet, experto en derecho militar, fue defensor de

varios militares carapintadas, y tambien asistio al editor

Jorge Vago, responsable del semanario emanado de los

servicios�Prensa Confidencial. Consultado por Radio del Plata,

el doctor Igounet confirmo que habia elevado el pedido de indulto

al Presidente, pero explico: “El Presidente le da a uno una

palmada en la espalda, y le dice Vamos, métale que se va a

solucionar, pero esto no quiere decir que Lopez Fader ya esté

indultado” Está dicho: casi en forma simultánea, MeneMáse

comprometia a�no perdonar al ex militar ante la viuda de Sivak.

Lopez Fader y su consorte de causa, Roberto Guillermo Fossa, de

todos modos, estaban libres. En el undécimo capitulo se detallan

algunas de las correrias de estos agentes de inteligencia que, se

recordar , en octubre de 1989 disfrutaron de un fallo de la C mara

Federal que los declaro comprendidos en la Ley de Punto Final.

Tres años y medio después, la Corte Suprema de Justicia revoco esa

sentencia y ordeno que se dictara una nueva, firmada el 25 de

junio de 1993. La C mara confirmo las prisiónes preventivas

para ambos, acusados por el secuestro extorsivo de Osvaldo

Sivak. Notificados, Lopez Fader y Fossa se convirtieron en

prófugos. El primero fue detenido en una zona de la que es un

habitué: la Recoleta. Lejtman aporto un dato revelador: pese a

tener pedido de captura, Rafael Félix Lopez Fader entrevisto

al general Augusto Pinochet cuando el comandante del

Ejército chileno estuvo en el invierno en la Argentina. Un oficial

del Ejército argentino a cargo de la custodia del

visitante informo del episodio a sus superiores y el general

Martin Balza habria instruido a la inteligencia militar para

que siguiera el caso. La Policia, segun Lejtman, con los

datos aportados por el Ejército, localizo a Lopez Fader.

Los intachables antecedentes del general Balza convierten a

la version como cierta; creible. Fue esta la segunda vez en la que

Lopez Fader revisto como prófugo, en la anterior, fue detenido por

la Policia Federal cuando se aprestaba a votar, en 1989. Todo

indica, además, que en el secuestro de Sivak, el de 1979, todos

los que actuaron respondieron a sus mandos. No lo hicieron por

iniciativa propia. Ninguno de los detenidos y procesados, Más allá

de que pidieron acogerse a los beneficios de la Obediencia Debida

y el Punto Final,�aporto el nombre del que dio la orden de

secuestrar. Lo que no estaba previsto es que, con sus

antecedentes, Lopez Fader quedara rápidamente en libertad. La

decidio, previo pago de una fianza de 25.000 pesos, el juez

federal Carlos Liporaci. Sorprendio que este magistrado fuera

el encargado de dictaminar en el tema, cuando la causa

principal por el secuestro la lleva su colega Martin Irurzun. La

jugada del abogado Igounet fue perfecta: como Irurzun

investigo seriamente sobre los casos de Lopez Fader y Fossa, y en

su momento les bajo las preventivas por considerar que

estaba acreditada la semiplena prueba de su participacion en

el secuestro, lo recuso. El tr mite en estos casos es simple: otro

juez del mismo fuero debe evaluar si las razones expuestas

justifican la recusacion. Si las considera razonables, el

expediente pasa a la C mara para que esta designe a un nuevo juez.

Si rechaza la recusacion, la causa vuelve al juzgado original. El

que debio decidir fue Liporaci. La recusacion fue rechazada. En el

medio de este tr mite, Igounet pidio la excarcelacion de su

defendido. Ergo, como el expediente lo Tenía Liporaci, él

decidio, Favorablemente para Lopez Fader, por supuesto. Los

fiscales Taiano y Colombo dictaminaron en contra del ex militar

y, conocido el fallo, lo apelaron. Tal cual ocurrio con

otros representantes del Ministerio Público, es probable que

estos funcionarios judiciales sean ascendidos o pasados a

fiscales�de otro fuero. Idéntica actitud, la de apelar, asumio

la querellante, Marta Oyhanarte. Fossa, mientras tanto, seguia

prófugo. A rio revuelto, presento un pedido de eximicion de

prisión. Liporaci lo consintio. Debe quedar claro: eran dos

prófugos de la Justicia y estan acusados por un delito que, segun

el Codigo Penal, tiene un castigo de 5 a 15 años de reclusion

o prisión. El Codigo de Procedimientos indica (articulos 316

y 317) que la exencion de prisión y la excarcelacion

proceden cuando pudiera corresponderle al imputado un m ximo -

de condena- no superior a los ocho años de pena privativa

de libertad. Por si faltara algo el articulo 319 del mismo Codigo

precisa claramente que la exencion de prisión podr denegarse

cuando la conducta del acusado hiciera presumir que intentar

eludir la accion de la Justicia. Que se sepa, Lopez Fader y Fossa

dos veces se convirtieron en prófugos. Es una obviedad, pero un

prófugo es justamente alguien que elude la accion de la Justicia.

De haberse mantenido en esa condicion,�Igounet no habria podido

presentar el pedido de indulto. El juez Liporaci, ex secretario

del doctor Olivan, está mencionado en el capitulo séptimo por su

recordado fallo en que resolvio sobreseer, sin investigar, la

denuncia por enriquecimiento ilicito contra el ex diputado

nacional y ex ministro del Interior José Luis Manzano, y fue

secretario del doctor Olivan. Sobre ambos puede decirse,

respetuosamente, que sobreseyeron a muchos de los integrantes de

la banda en�la que participaba Aníbal Gordon. Rom n Lejtman, en

P gina/12, preciso que Lopez Fader trabaja en operaciones

especiales para la Presidencia de la Nacion diseñadas por la

secretaria general, a cargo de Eduardo Bauz . También, que Carlos

Corach, seretario legal y técnico de la Presidencia, estaba

particularmente interesado en el indulto. La informacion no fue

desmentida. Cabe, entonces, darla por cierta. Se habla de un

sujeto con prisión preventiva por un secuestro extorsivo, que

trabaja para el Estado. Situacion similar, al fin, a la de los

radicales con�Guglielminetti. Quedo claro, en el medio de la

barahunda, que el ministro de Justicia, Jorge Maiorano, y el

secretario de esa misma cartera, Elias Jassan, se oponian al

pedido de Igounet. Otro hallazgo de la nota de Lejtman fue

reproducir algunos de los argumentos que el abogado Igounet acerco

al presidente de la Republica como para justificar el indulto.

Uno de ellos, una joyita: “El general Galtieri lo felicito (a

Lopez Fader) y rechazo su ofrecimiento de combatir en Malvinas,

pues estaba haciendo cosas muy patrioticas en Centroamérica”.

Una lectura elemental de este p rrafo, contenido en la p gina

3 del informe arrimado al presidente Menem, indicaria que,

para Galtieri, un soldado, ex oficial, que aspiraba a combatir

en las Malvinas, era Más util en Nicaragua, donde

mercenarios argentinos trabajaban para la central de inteligencia

de los Estados Unidos en una guerra de guerrillas que aspiraba

a destruir al sandinismo y que provoco en los Estados Unidos

un esc ndalo monumental, una de cuyas puntas fue el Irangate y el

destino de los fondos que la CIA destino para los contratados. En

su momento, Nicaragua llevo el tema a todos los foros

internacionales y la Corte Internacional de Justicia, con sede en

La Haya, condeno duramente la intromision de los Estados Unidos en

los asuntos internos de Nicaragua, por medio de los mercenarios

contratados por la CIA. Casi es ocioso recordar la nomina de

asaltantes, homicidas y secuestradores, con Gordon y

Guglielminetti a la cabeza que el gobierno militar envio a América

Central, resumida en el capitulo 11. Esa tarea de Lopez Fader

para el�abogado Igounet era “patriotica”. Restaria saber cu l

fue la mision concreta que Rafael Félix Lopez Fader desempeño en

la inauguracion de la muestra de la Sociedad Rural Argentina en

agosto de 1993. Ese dia un grupo de patoteros impidio cualquier

exteriorizacion adversa al presidente Menem y agredio a varios

periodistas. El tema fue investigado por Hern n Lopez Echag•e, de

P gina/12, que revelo la asociacion de esos agresores con el

presidente de la C mara de Diputados de la Nacion, el ya

mencionado Alberto Pierri, y con el jefe del ultraderechista

Comando de Organizacion, el embajador Alberto Brito Lima. El

periodista de P gina/12, que luego soporto amenazas y dos

golpizas, obviamente no aclaradas, también informo que los

provocadores habian sido reclutados en el Mercado Central. Rafael

Félix Lopez Fader, ese dia de la apertura de la Rural,

trabajaba para la Presidencia de la Nacion. Los agresores

identificados eran de cuarta categoria, por Más que uno de ellos,

Miguel Arjona, alias Batata, a los pocos dias apareciera en

la asuncion de Carlos Ruckauf besando en la mejilla

al�Presidente. Es decir que en el crespusculo del `93 hubo

novedades sobre la mano de obra desocupada. El sol despuntaba en

el `94 y Eduardo Van der Kooy, en Clarin, contaba que el

capitán retirado Hector Pedro Gaston Vergez y el comisario

Luis Alberto Choux, ex jefe de la Policia de Córdoba durante

la gestion del brigadier Lacabanne, fueron vistos en las Termas de

Rio Hondo dos dias antes de la revuelta popular de Santiago del

Estero, cuyos episodios Más graves ocurrieron el 16 de diciembre,

cuando la multitud arraso e incendio la Gobernacion, la

Legislatura, los Tribunales y otras dependencias publicas y

repitio el procedimiento en las viviendas de varios dirigentes

justicialistas, entre ellos los ex gobernadores Carlos Ju rez y

César Iturre. El periodista de Clarin agrego que Choux, durante

los incidentes en la capital santiagueña, fue individualizado en

las cercanias de la casa de Gobierno, con un transmisor

port til en su poder. La especie fue confirmada el 4 de enero

por Roberto Vozza, corresponsal de La Nacion en Santiago. Van der

Kooy aporto un dato revelador: Choux desempeño un alto cargo en el

sector Seguridad del Ministerio de Salud y Accion Social durante

la gestion de Julio Cesar Aráoz. Debe recordarse que, luego de los

incendios de Santiago, Menem eligio como interventor en esa

provincia a Aráoz, y que Domingo Cavallo se opuso. “No me resulta

confiable”, fue la sintesis del ministro de Economia. El s bado 18

de diciembre�asumia como interventor federal Juan Schiaretti.

Aráoz, se explica en el Capitulo 7, conocia perfectamente a Héctor

Pedro Gaston Vergez. Juntos fueron absueltos en una causa en la

que estaban acusados por comerciar con bienes muebles e inmuebles

pertenecientes a desaparecidos. Aráoz probo que a Vergez solo lo

conocia porque éste -sin fortuna personal y poco Más de 30 años-

era el vicepresidente y jefe de Relaciones Publicas de la

financiera Condecor. El capitán Vergez, notorio carapintada, fue

un activo integrante de la version cordobesa de la Triple A, en la

que sobresalia el comisario Choux. La financiera Condecor, cuya

quiebra genero el esc ndalo comercial Más grande en la Provincia

de Córdoba, estaba directamente relacionada con Centro Financiero,

tanto que fue acusada de derivarle en forma ilegal 25.000.000

de dolares. Esta empresa, Centro Financiero, está dicho, fue

la que le presto dinero a Aníbal Gordon para que comprara

una vivienda en la provincia propiedad del

brigadier Guillamondegui, altisimo jefe del Servicio de

Inteligencia de la Fuerza Aérea. El 4 de enero, Vergez. consultado

por Radio del Plata, nego haber estado en Santiago del Estero y

ser amigo de Aráoz, aunque admitio haber

conocido�“circunstancialmente” (sic) a Choux. Es imposible que

todas estas coincidencias obedezcan a la casualidad o a la

mentalidad febril de un autor. Casi no hace falta apelar al

car cter transitivo para demostrar que los dueños de la noche y

sus socios gozan de buena salud. Suelen moverse en agencias de

seguridad, que les permiten averiguar todo sobre sus futuras

víctimas. Cuidan vidas por una retribucion en dinero. Muchos de

los hombres de Gordon y Guglielminetti se dedican a esos

menesteres. El Estado no solo pareciera incapaz de impedir que un

grupo de indeseables trabaje como custodio, sino que a algunos de

esos sujetos, que tienen permisos oficiales para portar armas de

guerra, los contrata para que colaboren con él. Este libro,

por cierto, no tiene un final, se sigue escribiendo todos

los dias. La historia, lamentablemente, aun no termino,

aunque seria fácil cerrarla. Mientras, no está de Más repetir

que extorsionadores, asaltantes, homicidas, mercenarios

y�secuestradores, están entre nosotros.

� � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � �A� �Abal

Medina, Fernando, 106, 273,�Abal Medina, Juan Manuel, 136,�Abinet,

Maria, 201,�Abras, Emilio, 86, 117,�Acerbi, Roberto, 313�Acosta,

Juan Carlos, 27, 28, 258,�Acuña, Fernando, 157, 158,�Aguilar,

Mario Agustin, 111, 277,�Aguirre, Francisco, 240,�Aguirre, Oscar,

112,�Aguirre Saravia, Raul, 59,�Ahmed, Camilo, 294, 307, 311,

312,�Ahmed, Ismael, 298, 312, Ahmed, José, 9, 16, 19, 20, 52, 69,

125, 165, 185, 219, 252, 254, 256, 257,�261, 300. 307, 311,

312,�Ahumada, Roberto, 94,�Alais, Alejandro, 112, 114,�Alais,

Félix, 218,�Albamonte, Alberto, 189, Albarracin, César, 9, 12, 16,

29, 30, 109, 118, 158, 159, 161, 166, 191, 197,�200,�Albornoz,

Rubén, 114,�Alemann, Roberto, 267,�Alfaro, Emilio, 100,�Alfonsín,

Raul, 24, 25, 31, 53, 91, 127, 167, 185, 231, 245, 259,�Algañaraz

de Rom n, Elsa, 90,�Al Kassar, Monser, 181,�Almiron, Rodolfo, 102,

112, 114, 125, 127,�Alsina, Gustavo, 120, 258,�Alsogaray, Alvaro,

189,�Alsogaray, Julio, 206, 245,�Alterio, Héctor, 100,�Altmann,

Klaus, 206,�Alvarez, Adalberto, 133,�Alvarez, Gustavo,

266,�Alvarez, Hugo, 251,�Alvarez, Luis, 230, 232,�Allende Flores,

Jorge, 29,�Allende, Salvador, 29,�Amaya, Mario, 120, 121,

126,�Ambrosio, Domingo, 132,�Ameghino Escobar, Luis,

41,�Amoresano, comisario, 217,�Anaya, Leandro, 205, 206,�Andersen,

Hugo, 304, 309,�Andersen, Martin, 29, 74, 128, 253, 273,�Andino,

Jorge, 264,�Antich Mas, Antonio, 12, 16, 29, 158, 159, 161, 164,

174, 186,�Antinori, Osvaldo Rodolfo, 106, 109, 118, 125,

306,�Antokoletz, Maria, 24,�Antonanzas, Rubén, 247,�Antonio,

Jorge, 140,�Anzorreguy, Hugo, 123, 186, 304,�Añon, Juan Carlos,

94,�Aponte, José Maria, 173,�Apstein, Roberto Alejandro, 257,

295,�Aragon, Raul, 167,�Aramburu, Pedro Eugenio, 140, 268,�Aráoz

de Lamdrid, Aristobulo, 236,�Aráoz, Julio César, 178,�Arbelos

Mastr ngelo, Carlos, 242, 243,�Arca, comodoro, 81, 83, 86, 87, 88,

91, 132, 186,�Arce Gomez, Luis, 206,�Archimbal, Fernando, 48,

155,�Argibay Molina, Pablo, 21, 261,�Arias, Carlos, 252,

254,�Arias, César, 131, Arias Duval, Alejandro, 146, 148, 151,

186, 192, 209, 254, 255, 257, 258, 259,�Arias, Hilda Inés,

242,�Arrué, Norberto, 264,�Artés, Matilde, 24, 144,�Artés, Carla,

25,�Arvisa, Juan José, 135,�Arza, Juan Carlos, 294, 298, 300,

309,�Attala, Hebe, 236,�Aubone, Roberto, 79,�Aulet, Eduardo, 75,

79, 80,�Auliu, Alfredo, 18, 52, 69, 115, 125, 209, 218,

222,�Ausqui, Carmen Pascual de, 313,�Ausqui, Néstor, 313,�Autrec,

Carlos, 189, 190,�Avalos, Ramon, 294, 306, 307,�Aznavour, Charles,

223,�Azpitarte, René, 126,� � � � �B� �B ez, Ignacio, 289,�Baiz n,

Mario, 270, 304,�Balbin, Ricardo, 76, 174,�Balmaceda, Oscar

Alberto, 302, 304,�Balza, Martin, 89,�Baraldini, Luis Enrique,

32,�Barbagallo, Mario, 236,�B rbaro, Julio, 192, 197,�Barbarosch,

Alfredo, juez, 69,�Barbieri, Adolfo, 222,�Barone, Amanda Segundo

de, 144, 196,�Barone, José Alfredo, 144,�Barone, Norberto,144,

194, 196,�Barredo, Armando, 218,�Barreiro, Ernesto, 119, 120,

258,�Barreiro, Rogelio, 246,�Barrionuevo, Rubén, 281,�Barrios,

Gustavo, 109,�B rsola, Daniel, 188,�Bayarri, Juan Carlos, 52, 294,

300,�Baxter, Joe, 76,�Baz n, Marta, 103,�Bazterrica, 221,�Becerra

Ferrer, Gustavo, 120,�Belcuore, Horacio Roberto, 219, 220,

255,�Belén, Roberto, 281,�Beleni, Antonio, 58,�Beltr n Varela,

Juan, 293, 298,�Bellene, Julio César, 146, 151, 166,

168,�Bellusci, Alfredo, 294,�Benayas, José, 265, 267,

279,�Benchoam, Deborah, 247,�Benelvas, René, 101,�Benincasa,

Domingo, 186,�Benitez, Antonio, 112, 200,�Benito, Carlos, 52, 294,

300,�Berga;;o Difiori, Ignacio, 73,�Bermudez, Enrique,

266,�Bernal, Genaro, 110,�Bernal Prieto, Carmen, 204,�Berrueta,

Domingo, 247,�Bianchi, Marta, 100,�Bielsa, Adolfo, 165,�Bignone,

Reynaldo, 24, 25, 35, 36, 145, 146, 155, 207,�Biondini, Alejandro,

52,�Bivorlavsky, Mario, 52, 283, 284,�Blanco, Julio, 13, 183,

184,�Blanco, Ricardo, 169,�Blaquier, Carlos, 237,�Blois, Angel,

296,�Blondi, Néstor, 28, 58, 70, 197,�Blousson. Enrique,

222,�Blousson, Silvestre, 222,�Blum, Jack, 237,�Bocardo, Luis,

167,�Boisset, Ives, 13,�Bonafini, Hebe, 24, 108,�Bonasso, Miguel,

128,�Bonica, José Alberto, 220,�Bonifati, Nerio, 20, 62, 109, 204,

300, 301, 303, 306, 310,�Bonorino Pero, Abel, 71,�Bordeu,

Ivonne,291,�Born, Jorge, 13, 74, 271,�Born, Juan, 13, 74,

271,�Borr s, Antonio, 301,�Borrino, Raul, 188,�Bosch Ach val,

Mariana, 220, 22, 223, 227, 228, 229, 233, 245,�Botey, Luis,

272,�Bourel, Carlos, 262, 287,�Bovini de Prado, Nélida,

78,�Bramuglia, Juan Atilio, 76,�Brandoni, Luis, 21, 100,

250,�Brañas, Oscar, 206,�Brenes, Félix, 29,�Brinincombe, Victor,

13,�Brito Lima, Alberto, 18, 90, 114, 118, 124, 173,�Brizuela,

José, 113,�Brotto, Norberto Alejandro, 282,�Brunello, Duilio, 119,

121, 125,�Buchiniz, Fanny, 32, 67,�Buedo, César, 181,�Bufano,

Carlos Daniel, 230, 241, 242,�Bufano, Mabel Ontiveros de,

230, Bufano, Rubén, 20, 40, 61, 205, 206, 207, 211, 212, 213, 214,

215, 217, 224,�Buleraigh, Jorge, 59,�Buletti, Roberto, 9, 227,

228, 252, 254,�Burgos, Ricardo, 191,�Burone, Carlos,

100,�Buschiazzo, Godofredo, 134,�Bustos, Omar Guillermo, 32,� � �

� � �C� �Cabanillas, capitan, 164, 176,�Cabo, Armando,166,�Cabo,

Dardo, 138, 166,�C ceres Monié, Jorge, 252,�Caeta, Rubén, 285,

289,�Caffarati, Alberto, 113,�Cafrune, Jorge, 100, 102,�Cagliari,

Luis, 26,�Cajal, Norberto, 115, 116,�Cajide, Dina Rende de,

240,�Calabresi, Ubaldo, 139,�Calandra, Roberto Jorge,

287,�Caldini, Liliana, 189,�Calmon, mayor, 164, 176,�Calvo,

Epifania Angeles, 78,�Calvo, Ricardo, 28,�Calvo Sotelo, Leopoldo,

53,�Calzada, Enrique José, 135,�Calzada, Oscar, 135,�Cambiasso,

Osvaldo, 187, 188,�Camilletti, Héctor, 69. 185, 222,�Camiña, Maria

Cristina, 285,�Cámpora, Héctor, 11, 90, 94, 95, 101, 124, 140,

172,�Campos, Alberto, 41, Camps, Ramon, 17, 52, 74, 91, 107, 115,

123, 127, 135, 173, 182, 228, 229,�245, 258, 259, 302,�Canicovas

Corral, Rodolfo, 307,�Cañon, Carlos, 181,�Capalbo, Alfredo, 63,

222,�Capalbo, Daniel, 304,�Capello, Eduardo, 98,�Caputo, Dante,

231,�Caputo, Nicol s Martin, 294,�Carabassa, Isidoro de,

59,�Carámbula, Gonzalo, 28,�Caravatti, Carlos Manuel,

45,�Cardinali, Juan Carlos, 39, 40,�Caride, Juan Carlos, 196, 198,

199.�Caridi, José, 283,�Carranza, Enrique, 21, 66, 69,

70,�Carranza, Marta, 278,�Carranza, Roque, 280, 282,�Carrasco

Fernández, José Luis, 48, 49,�Carreño, Vicente, 27, 28,

197,�Carreto, Julio Victor, 237,�Carrizo, Roberto Salvador,

172,�Carrondi, Horacio, 111,�Carrondi, Ignacio, 111,�Cartagenova,

Hugo, 31,�Cas n, Moria, 179,�Casanova Ferro, Julio, 12, 16, 29,

103, 158, 161,�Cascallar, Aldo, 191, 198,�Caserta, Mario,

297,�Casey, William, 240, 244,�Casin, Luis Maria Hercules,

263,�Cassain, Susana, 262, 263,�Castellani, Horacio,

217,�Castiglione, Mario, 179,�Castillo, Alicia, 308,�Castillo,

Carlos, 28, 29, 91, 110, 125, 133, 177,�Castillo, Victor,

242,�Castro, Enrique, 173,�Cattani, Horacio, 21, 185,�Cavallini,

Raul, 246,�Cedrés, Daniel, 135,�Cesarsky, Jorge, 51, 140,

167,�Cevasco, Luis, 238, 239, 240,�Ciafardini, Mariano,

21,�Ciccutin, Jorge, 29,�Ciga Correa, Juan Martin, 21. 51,

261,�Ciruzzi, Oscar, 21,�Clerc, José Luis, 79,�Cobo, Rafael,

135,�Coghlan, Ricardo, 183,�Cohen, César, 242,�Colombo, Héctor,

114,�Colombres, Ricardo, 167,�Colotto, Jorge, 97, 309, Combal,

Fernando, 21, 61, 62, 208, 222, 223, 224, 225, 227, 228, 229,

230,�232, 233, 238, 239, 240, 253, 261,�Combal, Guillermo,

21,�Contepomi, Gustavo, 78, 79,�Contreras. Manuel, 216,�Conti,

Haroldo, 207, 217,�Conti, Jorge, 101, 102, 107, 117,�Conti,

Samuel, 247,�Cooke, John William, 140, 243,�Coppola, Enrique,

307,�Coquibus, 102,�Corbetta, Arturo, 100,�Cordero, Amanda,

144,�Cordero, José Luis, 109, 110, 166,�Cordeu, Alberto,

59,�Coria, Rogelio, 51, 271,�Cortell, Santiago, 169,�Cortiñas,

Gustavo, 108,�Cortiñas, Nora, 108,�Costa Méndez, Nicanor,

267,�Costanzo, José, 183,�Covas, Amalia, 205, 211, 212, 213, 223,

224, 226, 228, 229, 233, 245,�Crespo, Ernesto, 134,�Cri Cri, 159,

161,�Crocco, Noemi, 273,�Crocco, Norberto, 273,�Crotti, Mirta,

291,�Cuadrado, Alberto, 28,� � �Ch� � �Chables, Roberto, 50, 203,

207, 211, 212, 213, 214, 215,�Chamorro, almirante, 102,

180,�Charadia, Antonio Roberto, 144,�Charré, Patricia,

278,�Chavanne, Juan, 58, 59, 70, 155,�Chavanne, Marcelo, 59, 60,

69, 155,�Ch vez, Horacio, 96,�Chej Muse, Graciela, 28,�Chellsnet,

Carlos, 111,�Chentamoli, Vicente, 28,�Chiappe, Fran‡ois,

174,�Choux, Luis Alberto, 120, 121, 122,� � � � �D� �Dacharry,

Jorge, 52, 109, 110,�D`Alessandri, coronel, 59, 60, 61,�D`Alessio,

Andrés, 135,�D`Amico, Héctor, 241,�D`Amico, Jorge Alberto, mayor,

109, 111,�D`Andrea Mohr, José Luis, 21,�D`Atri, Raul,

125,�D`Aubisson, Roberto, 268,�Davies, Earl Thomas, 102,�Decurnex,

Carlos, 188,�De Giorgiadis, Angel, 247,�Degrossi, Beto, 133,�De la

Llave. principal, 116,�De la Serna, juez, 131, 183,�Del Bianco,

Carlos, 251,�Del Cerro, Juan Carlos, 27, 32, 39, 52, 168,

259,�Delconte, Juan Carlos, 297,�Delle Chiaie, Stefano, 29,

268,�De Nevares, Jaime de, 31, 51, 167,�Diament, Mario, 125,

129,�Diaz, José Antonio, 113,�Diaz Loza, Florencio, 256�Diaz,

Roberto Oscar, 78, 79,�Di Battista, Julio César, 188,�Dibur, Jose

Nicasio, 105, 106, 143, 168, 169, 179, 180, 206, 231,�Diéguez,

Rodolfo, 187,�Di Fiori, Sergio, 133,�Di Lella, Jorge, 184,�Di

Nella, Alberto, 66, 151, 195, 196, 198,�Di Nella, Enzo, 196,

198,�Dios, Enrique, 116, 219, 221, 223,�Di Sandro, Carlos, 90,�Di

Scala, Nicol s,117,�Divano, Aldo, 18, 52, 69, 91, 183, 184, 185,

186,�Di Vietri, Antonio, 282, 312,�Domon, Alice, 207,�Duarte,

Ubaldo, 254, 255,�Dubchak Jorge Hugo, 106, 107, 142, 169, 177,

197,�Ducdoc, Julio, 220, 221, 257, 301,�Ducdoc, Mario, 221,�Dugan,

Sara, 59,�Duhalde, Eduardo, 10. 14, 131, 133, 181, 188,

313,�Duhalde, Eduardo Luis, 124,�Duprat, Alfredo, 165,�Dupont,

Gregorio, 148, 230,�Dupont, Marcelo, 148, 181, 182, 230,

231,�Duquet, Leoni, 207,�Dur n S enz, Pedro, 32, 237, 258,�Durich,

Carlos, 118,�Durruti, Tidio, 112,� � � �E�Egan, John 13,�Eguren,

Alicia, 243,�Eklund, Gustavo, 112, 114, 125, 209, 218,�Embrioni,

José, 206, Enciso, César, 9, 12, 16, 18, 27, 28, 95, 118, 125,

148, 149, 155, 157, 158,�164, 166, 171, 175, 176, 177, 191, 194,

197, 198, 199,�Engelberg, Carlos, 278,�Escalante Echag•e, Enrique,

110,�Escobar, Enrique, 16, 18, 158, 161, 166, 175, Escobar, Rubén

Héctor, 9, 12, 16, 29, 101, 102, 109, 110, 125, 139, 142,

158,�159, 161, 166, 175, 176, 191, 197, 199,�Escudero, Rubén,

29,�Espejo, Jose Geronimo, 140,�Espinoza, Hugo Horacio, 18, 69,

183, 184,�Esposito, Ricardo Daniel, 195, 198,�Estrella, Luis, 134,

135, 268,�Etchebarne, Juan Alfredo, 59,�Etchecolatz, Miguel, 75,

84, 88, 91, 127, 135,�Etkin, Alberto, 35, 36,�Ezcurra, Alberto

Ignacio, 76,� � �F� �Faber, Norman, 244,�Fabiani, Juan Carlos,

217,�Fagés, Luis, 246,�Fainberg, Marcelo, 242,�Falcon, Dario,

230,�Falcon, Juan Carlos, 115, 116,�Falu, Eduardo, 124,�Fam ,

José, 112,�Famularo, Miguel, 118,�Fappiano, Oscar Luján,

288,�Farias, Félix, 112, 114,�Farquarsohn, Edwin, 96, 101, 102,

105, 114,�Farwig, Carlos, 31,�Feced, Carlos Agustin, 264,�Fégoli,

Eduardo, 63,�Ferla, Salvador, 86,�Fernández Alvariño, Prospero,

272,�Fernández, Alvaro, 64, 236,�Fernández Laborde, Guillermo, 77,

78, 79, 80,�Fernandez Long, Hilario, 167,�Fernández, Mario,

152,�Fernandez Meijide, Graciela, 167,�Fernández Mutilva,

Virgilio, 91, 105, 106, 139, 168,�Fernández Rivero, Patricio, 91,

177, Fernández, Rodolfo Peregrino, 108, 11, 112, 114, 115, 116,

217, 218, 258,�Ferrari, Alberto, 135,�Ferrari, Juan José,

165,�Ferrer, Héctor Daniel, 109, 111, 125, 304, 306,�Ferrer,

Ricardo Eduardo, 159,�Ferro, Enrique Carlos, 26, 32, 238,

258,�Filler, Silvia, 137,�Fiorillo, Juan, 193,�Filosof, Mario,

282, Fioravanti, Antonio, 69, 168, 185, 210, 222, 252, 254, 255,

256, 307,�Firmenich, Mario, 40, 110, 142, 173, 231, 253,�Flageat,

Eduardo Alberto, 193, 199,�Flamini, Oscar Mario, 158,�Fleckestein,

Guillermo, 135,�Flores, Dalmiro, 142, 182,�Fontana, Jorge, 180,

189,�Font n Balestra, Carlos, 225,�Fontenla, Juan Carlos, 219,

221,�Forese, Osvaldo, 18, 28, 19, 32, 110, 176, 177,�Forti,

Alfredo, 247,�Fossa, Roberto Guillermo, 33, 118, 253, 264,

265,�Fossa, coronel, 259, 262,�Fotea, Juan Carlos, 39, 49, 52,

58,�Francés, Héctor, 261, 265, 267,�Franco, Jorge, 29,�Franco,

Victoriano,38, 78, 80,�Frola, Edgardo, 259,�Fromigué, Eduardo, 27,

28, 197,�Frondizi, Arturo, 76, 120, 140,�Frondizi, Silvio, 95, 99,

114,�Frugoli, Amadeo, 267,�Frumega, Eduardo, 112,�Fumarola, Julio,

96,� � � �G� �Gabetta, Carlos, 126, 240,�Gaggero, Manuel,

95,�Galimberti, Rodolfo, 76,�Galtieri, Lepoldo Fortunato, 179,

267,�Gallego, Juan Carlos, 192, 197,�Gallinari, Miguel,

201,�Gallo, Victor, 110, 111,�Gallone, Carlos, 115, 116,

283,�Gambardella, 236,�Ganda, Adriana Elisa, 292,�Ganz bal,

Juli n, 79,�Gaona, odontologo, 158, 159, 161,�Garcia Cano, mayor,

29,�Garcia Lupo, Rogelio, 21, 181, 216, 240, 244,�Garcia Mansilla,

Enrique, 59,�Garcia, Martin, 83, 84, 86, 87,�Garcia Meza, Luis,

206, 215, 237, 238, 244, 268,�Garcia Nanni, Emilio, 109,�Garcia

Rey, Héctor, 112, 113, 119, 197,�Garcia Tezanos Pinto, Marta, 156,

158, 161,�Gard, Victor, 12, 18, 27, 28, 177,�Garriga Lacaze,

Enrique, 73,�Garris, René, 59, 70,�Gasparini, Juan, 61, 62, 74,

126, 204, 206, 208, 217, 239, 240, 242,�Gatica, Raul Alberto, 48,

59, 60, 61, 177, 207, 232, 238, 239,�Gattinoni, Carlos,

167,�Gelli, Licio, 102, 143,�Genta, Jordan Bruno, 102,

134,�Gerome, Eduardo, 231, 287,�Ghioldi, Américo, 122,�Giadone,

Dante, 25, 26, 27,�Gil Lavedra, Ricardo, 23,�Gil, Miguel M ximo,

131, 133,�Gillespie, Richard, 96,�Giménez, Alfredo,

183,�Gioannini, Rubén, 91, 118, 303,�Giordano, Jorge Luis, 49,

50,�Giovenco, Alejandro, 77, 95, 137, 138, 173, 177,�Giudice,

Alcides, 172,�Giudice Bravo, Ricardo, 288,�Giussani, Pablo,

274,�Goldberg, Mario, 125,�Goldenberg, Carlos, 98,�Gomez, Alcira,

233,�Gomez De Hoz, Norberto Adri n, 229,�Gomez Dehoz, Norberto,

229,�Gomez, Evergisto, 165,�Gomez, Juan Carlos, 91, 137,

138,�Gomis, José Pedro, 140,�González, Daniel, 39, 49,

58,�González del Solar, Nicanor, 81,�González, Fernando Juli n,

254,�González Figueredo, Rubén, 191, 197, 200,�González Games,

Raul, 50,�González Moreno, Federico, 236,�González Moreno,

Remigio, 236, 246,�González Naya, Arturo, 110,�González Orlando

Saturnino, 187,�Gonzalez, Oscar, 209, 210,�González Ramirez,

Jorge, 246,�González, Raul,�Gorbato, Viviana, 91, Gordon, Aníbal,

9, 10, 12, 16, 17, 18, 20, 27, 28, 29, 32, 36, 40, 51, 57, 58, 65,

66, 67, 75, 77, 83, 86, 88, 91, 92, 95, 100, 101, 106, 107, 109,

110, 114, 118, 121, 123, 125, 132, 136, 137, 138, 139, 141, 142,

143, 144, 145, 148, 149, 151, 152, 154, 155, 156, 157, 158, 161,

164, 165, 166, 168, 169, 171, 174, 175, 176, 177, 178, 179, 180.

181, 182, 183, 184, 185, 186, 189, 190,�191, 192, 193, 194, 195,

196, 197, 199, 220, 221, 222, 232. 263, 164, Gordon, Marcelo, 67,

142, 148, 151, 154, 155, 191, 193, 194, 195, 197, 198,�199, 200,

264,�Gordon, Nélida de, 171, 172,�Gordon, Teresa, 156,�Gorriar n

Merlo, Enrique, 253,�Goyret, Julio, 21, 251, 277,�Gradin,

Francisco, 157,�Graham Yool, Andrew, 124, 274,�Graiver, David, 61,

62, 74, 165, 245,�Granillo González, Arturo, 157,�Granillo Ocampo,

Raul, 131, 134, 181,�Grassi, Luis, 59,�Grassi, René, 59,

60,�Grossman, Jacobo, 14,�Grove, Ronald, 13,�Guagnini, Diego,

217,�Guarany, Horacio, 124,�Guastavino, Rogelio Angel,26, 33, 41,

61, 72, 265,�Guazzaroni, Luciano, 110, 125,�Guerrero Leconte,

Victor, 255, 257, 261, 262,�Guerrero, Miguel Angel,

188,�Guerrieri, Oscar Pascual, 10, 118. 264, 269,�Guevara, Nacha,

100,�Guglialmelli, Juan Enrique, 21, 256, Guglielminetti, Raul

Antonio, 9, 10, 12, 16, 18, 20, 23, 24, 25, 26, 27, 29, 30, 31,

32, 35, 36, 38, 39, 40, 41, 45, 48, 49, 50, 52, 55, 57, 58, 59,

62, 63, 64, 65, 66, 67, 69, 70, 71, 72, 73, 103, 118, 149, 152,

154, 204, 208, 218, 222, 233, 236, 237, 238, 256, 258, 263, 264,

265, 267, 280, 284, 309,�Guillamondegui, Néstor,�Guillamondegui,

comodoro,�Gullo, Juan Carlos Dante, 94,�Gutiérrez Nuñez, Héctor,

265,�Guzman, Daniel, 222,�Guzm n, mayor, 148, 152, 185, 189,

190,�Guzzetti, Ana, 94, 95,� � � � � �H� � �Habbeger, Norberto,

166,�Hanze, Alberto, 178, 184, 201, 279,�Harguindeguy, Albano, 74,

115, 118, 252, 253, 254, 257, 258, 284,�Herchhoren, Aldo,

50,�Heredia, José Omar, 119, 120, 121,�Hernández Agramonte,

Eduardo,�Hernández, Antonio, 117,�Herrador, Carlos Miguel, 142,

191, 197, 199,�Herrador, Juana, 57,�Hidalgo Sol , Héctor,

231,�Holmberg, Elena, 180, 230, 231,�Hornos, Roberto, 221, 253,

254, 255,�Hours, Carlos, 217,�Hoya, Santiago, 265, 266,�Hoyos,

José, 265,�Huarte, Horacio, 167,�Hubert, Alberto Juan, 157, 158,

159, 161, 164, 165, 176,� � � � � � � �I� �Ianantuone, Julio

Jorge, 106, 109, 110, 125,�Ib ñez, Diego, 28, 313,�Ib ñez,

Guillermo, 313,�Ib ñez, Sergio Mario, 132,�Ibarra, Aníbal, 21, 90,

197, 200,�Ibrahim, Ibrahim Al, 178,�Iglesias, Herminio, 24, 109,

139,�Igounet, Oscar, 84,�Illia, Arturo, 127, 245,�Imaz,Francisco,

268,�Imbelloni, Norberto, 246,�Imbesi, Juan Alberto, 269,

304,�Intaglietta, M ximo, 193,�Iñiguez, Miguel, 95, 99,�Iopolo,

Oscar, 172,�Iriarte, Héctor, 242, 243, 244,�Irigoyen, Carlos,

147,�Irurzun, Martin, 20, 21, 40, 65, 73, 144, 155, 255,

262,�Iturbe, Alberto, 243,�Iulleirat, Alberto, 191,

197,�Ivanisevich, Oscar, 91,� � � � � � � � �J� �Jaroslavsky,

César, 129,�J uregui, Carlos, 216,�Jofre, Juan Bautista,

270,�Jofre, Luis, 81, 83, 84, 86,�Jensen, Lowell, 246,�Jesus,

Antonio,�Juncos, Juan Carlos, 105,�Jury, Amado, 113,� � �K� �Kahn,

Heriberto, 103, 104, 125,�Karadajian, Martin, 100,�Karanikolas,

Nicol s, 36,�Keith, Dick, 241, Kelly, Guillermo Patricio, 25, 57,

63, 65, 73, 78, 95, 137, 138, 139, 140, 141, 142, 143, 144, 145,

146, 147, 148, 149, 152, 155, 168, 174, 175, 177,�179, 180, 184,

189, 193, 195, 197, 198, 199, 253,�Kennedy, Norma Brunilda, 114,

136, 172,�Kesseler, Luis, 111,�Kleiman, Martin, 133,�Klimovsky,

Gregorio, 167, Koldobsky, Carlos, 10, 20, 50, 57, 61, 62, 84, 116,

203, 204, 205, 207, 208,�214, 215, 219, 223, 228, 230, 231, 232,

238, 239, 244, 250, 251,�Kraiselburd, David, 13,�Kramer, Federico,

106,�Kutschmann, Walter, 52, 53,� � � � � � � �L� �Labat,

Mauricio, 121,�Labayru, Bernardino, 272,�Lacabanne, Raul Oscar,

113, 119, 121, 122, 123, 136, 142,�Lafuente, Teofilo, 104,

107,�Lagar, Raul Federico, 263,�Lage, Luis, 104,�Laguzzi, Pablo,

96,�Laidlaw, general, 161,�Lanata, Jorge, 29,�Lanusse, Alejandro

Agustin, 35, 117, 246, 264,�Lanusse, Ricardo, 184,�Lardone,

Ricardo, 120,�Larosa, José Ricardo, 143,�Lastiri, Raul, 101, 113,

114,�Laumagne, Pablo, 239,�Lavella, Angel, 134,�Lavia, Vicente,

102,�Laya, Alberto, 21, 257,�Lee, Agnes, 13,�Leiva, Marcelo

Ricardo, 309,�Lemos, Marta Noemi, 171, 172,�Lemos, Jorge Demetrio,

118, 177�Lennon, Lucas, 73,�Leonetti, Juan Manuel, 274,�Lepot,

Francois, 45,�Lestelle, Alberto, 133,�Letelier, Orlando,

216,�Lettiere, Mario, 21,�Leuco, Alfredo, 113,�Leurino, Omar,

120,�Linares, Juan Carlos, 39, 52, 282,�Lipnizky, Guillermo,

171,�Liporaci, Carlos, 184,�Lizaso, Armando, 94,�Lockwood Charles,

13,�Lombardo, Juan José, 52,�Lombilla, Cipriano, 217,�Longo, Juan

Carlos, 242,�Lopez, Atilio, 96, 118, 119, 121,�Lopez Echag•e,

Hern n, 189,�Lopez Fader, Rafael Félix, 118, 253, 256, 259, 261,

262, 263, 264, 266,�Lopez, Germ n, 282,�Lopez Herrera, Ricardo,

188,�Lopez, Juan Domingo, 132, 133, 136,�Lopez Montero, Angel,

50,�Lopez Rega, José, 10, 18, 40, 49, 75, 84, 86, 89, 90, 93, 94,

96,�Lopez, Santiago Marcelino, 167,�Lopez, Vicente, 136,�Lorea,

José Benigno, 284,�Lorenzatti, Carlos, 55, 57, 258, Lorenzo,

Ernesto, 9, 12, 83, 149, 152, 166, 184, 185, 189, 190, 191, 192,

193,�194, 195, 196, 197, 198, 199,�Lozada, Javier, 117,�Lullo,

Horacio, 159, 161,�Luján, Ricardo, 120,�Lupa, Daniel, 280,�Lynch,

Ernesto, 134,�Lynch Jiménez, Jorge Patricio, 237,� �M�Maceda,

Flora, 89,�Maciel, Pablo, 304,�Macri, Francesco, 297, 311,�Macri,

Mauricio, 10, 63, 74, 110, 221, 257, 258, 304, 311,�Madariaga,

Rodolfo Eduardo, 51, 67, 71, 73,�Madero, Jaime, 59,�Madrid,

Domingo Luis, 184, 201,�Maiorano, Jorge, 206,�Malugani, Juan

Carlos, 52, 310,�Mandelbaum, Fanny,�Mangialavori, Irma, 139,

184,�Manoukian, Ricardo, 75, 80,�Mansur, Alberto, 167,�Manzano,

José Luis, 19, 20, 184, 185, 285, 303, 309, 311,�Mao, Carlos,

133,�Mao, Luis Oscar, 132, 133,�Maradei, Antonio, 111,�Marangoni,

Victor, 133,�Marchetti, Juan Carlos, 187,�Margaride, Luis, 97,

117,�Marienhoff, Marcelo, 26,�Marini, Anselmo, 272,�Marino,

Alejandro Atilio, 194,�Marino, Raul, 52,�Marisalda, coronel,10,

147, 148, 149, 151, 166,�Marquardt, Eduardo, 52, 107,�M rquez,

Aníbal, 183,�M rquez, Pablo, 133,�Martínez, Angel Nelky,

28,�Martínez, Ana Maria Dunayevich de, 180, 181,�Martínez Baca,

Horacio, 247,�Martínez Blanco, Alberto, 228,�Martínez, Carlos

Aurelio, 180,�Martínez de Hoz, José Alfredo, 123, 252,�Martínez

Fermoselle, Francisco, 269, Martínez, Luis Alberto, 16, 20, 39,

40, 57, 61, 116, 125, 165, 203, 204, 205,�208, 217, 218, 221, 226,

228, 229, 230, 232, 233, 236, 239, 245,�Martínez, Macario,

120,�Martínez, Rogelio,183,�Martínez Ruiz, Carlos, 158, 159, 161,

164, 165, 176,�Martínez, Walter, 222,�Marzialetti, Liliana,

144, Massera, Emilio, 49, 52, 128, 138, 142, 177, 181, 207, 208,

230, 231, 241,�258, 264,�Massoni, José, 240,�Matarollo, Rodolfo,

240, Mateos, Carlos Alberto Antonio, 142, 168, 178, 179, 186, 193,

232, 257, 258,�264,�Mauro, Salvador, 172,�Mazzon, Juan Carlos,

303, 304,�Medici, Angel, 159, 161, 164, 165,�Medina Gomez,

Eduardo, 89,�Melfi, José, 120, 121,�Meller, Sergio, 26, 62, 63,

180, 222, 257, 301,�Membrives, Carlos,142, 191, 197, 199,

200,�Mendel Malamud, Hugo, 273,�Méndez, Eugenio, 128,�Mendiz bal,

Horacio, 166,�Mendiburu, Luis, 95,�Mendoza, Luis, 166,�Mendoza,

Mariano, 206, 211,�Mendoza, Raul, 91,�Mendoza, Vicente, 52,

139, Menem, Carlos Saul, 18, 20, 31, 48, 52, 90, 110, 113, 114,

117, 122, 124, 131, 132, 134, 135, 156, 164, 173, 178, 184, 188,

192, 206, 218, 224, 231, 238,�245, 246, 247, 252, 303,

313,�Menéndez, Bernardo, 29,�Menéndez, Luciano Benjamin, 17, 119.

122, 123, 165, 258,�Menotti Pescarmona, Enrique, 25, 39, 51,

111,�Menso, Mario, 91, 122,�Menta, Antonio, 118,�Menvielle, Julio,

76,�Mercado, Juan Carlos, 105,�Merlo, Luis, 120,�Meyer, Marshall,

167,�Miara, Samuel, 185, 307, 309,�Michel, Carlos, 164,�Michelini,

Zelmar, 28,�Middea, Alfredo, 298,�Miera, Felix Roque, 284,�

Miguel, Lorenzo, 27, 28, 31, 78, 106, 121, 136, 137, 138, 142,

168, 177, 184,�197,�Milans del Bosch, 53,�Mingolla, Mario,

238,�Minicucci, Antonio Guillermo, 125, 210, 218, 232,�Minuto,

Jorge Oscar, 109,�Miori Pereyra, Hugo, 267, 268,�Miranda, Carlos,

28, 91, 110, 125,�Moldes, Germ n, 311,�Molinari, Aldo Luis,

272,�Molina, Juan Carlos, 313,�Molinas, Ricardo, 40, 41, 223, 224,

279,�Mollon, Rubén, 28,�Monclá, Alejandro, 21,�Mones Ruiz,

Enrique, 120, 258,�Money, Jorge, 125,�Montiel, coronel,

186,�Morales, Juan Ramon, 101, 102, 112, 114, 125, 173,

272,�Morales, Maria Soledad, 189,�Morelli, Manuel, 69, 74, 116,

257,�Moreno Ocampo, Luis, 252,�Moskovitz, Veronica, 208,�Mosse,

Miguel, 166,�Mottola, Vittorio, 192, 193,�Moyano, Luis Felipe,

218,�Mugica, Carlos, 96, 102, 105,�Muñoz, Jorge, 112, 114,�Muñoz,

Juan, 243,�Mutti, Luis Rubén, 111, 226, 228,� � � � �N�

�Nakanichi, Dagoberto, 251,�Naon, Eliana, 188,�Nassif. Miguel,

91,�Naum, Emilio, 25, 39, 40, 75, 79, 80,�Navarro, Antonio, 118,

121,�Navarro, Guillermo, 71, 240,�Nell, José Luis, 76,

106,�Neuman, Benjamin, 227, 251, 309,�Neuman, Mario, 21,

290,�Neustadt, Bernardo, 101, 138, 241,�Nieto Moreno, Juan, 157,

161, 164, 165,�Nievas, Alberto, 31, 118,�Nievas, Daniel, 31,

118,�Nievas, Federico, 277,�Nieva Woodgate, Federico,�Nieto

Moreno, Juan Ramon, 168, 176,�Noguera Vega, Mario, 133,

134,�Noriega, Manuel, 114, 128,�Nosiglia, Enrique, 282,�Nuñez,

Héctor, 28,�Nuñez Irigoyen, Ismael, 236,� � � � � � �O� �Obregon

Cano, Ricardo, 118, 121, 125,�Ocampo, Oscar, 239, 311,�Olano,

Francisco, 165,�Oliva, Dardo, 177,�Oliva, Enrique, 31, 45, 48, 49,

72,�Olivan, Alfredo, 70, 184, 193,�Olivera Rovere, Jorge, 115,

247, Oliveri, Carlos Alfredo, 20, 21, 70, 205, 218, 219, 220, 223,

228, 229, 230,�233,�Olmedo, Carlos Enrique, 271,�Olmo, Pedro, 52,

53,�Ongania, Juan Carlos, 51, 101, 206, 245, 264,�Ongaro,

Raimundo, 231,�Orgeira, José Maria, 97,�Orlando, Nicol s Alfredo,

106, 109,�Ortega Peña, Rodolfo, 11, 95, 99, 102, 107, 114,

124,�Ortiz Almonacid, Juan Carlos, 118,�Ortolani, Humberto,

270,�Osinde, Jorge, 75, 77, 78, 86, 95, 101, 108, 114, 136, 139,

172, 173,�Ossorio Arana, Arturo, 140, 272,�Ottalagano, Alberto,

91, 167,�Ouviña, Guillermo, 240,�Oxenford, Eduardo ToMás, 107,

227, 228, 286, 290,�Oxenford, Eduardo Valentin, 290,�Oyhanarte,

Marta, 74, 220,� � � � � � � �P�P ez, Armando, 111, Paino, Horacio

Salvador, 100, 101, 102, 103, 105, 106, 107, 108, 109, 111,�112,

119,�Paladino, Jorge Daniel, 90,�Paladino, Magdalena,

175, Paladino, Otto, 32, 57, 102, 118, 141, 142, 143, 154, 164,

166, 169, 171, 174,�175, 176, 177, 179, 190, 197, 199, 200, 258,

264,�Pandolfo, Gabriel, 304,�Papaleo, Lidia, 88,�Parreta, Antonio,

183,�Pascual, Roberto, 294,�Pasquini, Gabriel, 297,�Passero, Jorge

Luis, 19, 62, 303, 310,�Patti, Luis Abelardo, 187, 188,

189,�Patrizio, Humberto Orlando, 33, 35,�Pavon Pereira, Enrique,

281,�Pedace, Eduardo, 187,�Pedro, José, 135,�Pels, Enrique

Segismundo, 75, 77, 81, 83, 84, 86, 87, 92, 186, 222,�Pelle,

Gerardo, 86, 87,�Pereyra Rossi, Eduardo, 187, 188, 269,�Pérez,

Elsa, 97,�Pericles, 159, 161,�Pernas, Marta, 229, Perón, Juan

Domingo, 76, 77, 78, 84, 86, 87, 89, 90, 93, 94, 95, 99, 100,

101, 102, 108, 114, 118, 119, 120, 121, 124, 125, 127, 136, 139,

140, 154, 166,�171, 174, 241, 243, 304, Perón, Isabel, 18, 25, 84,

90, 93, 95, 99, 103, 112, 113, 117, 118, 123, 125,�127, 161,

181,�Perrota, Rafael, 74, 294,�Pettigiani, Eduardo, 135,�Piazza,

Eduardo, 292, 310,�Pierini, Carlos Ennio, 95,�Pierini, Raul,

219,�Pierri, Alberto, 181, 189,�Pignataro, Luis, 59,�Pinky,

180,�Pinto, Alfredo,120,�Pinto Kramer, Federico, 236,�Piombo,

Horacio, 87,�Piombo, Juan Manuel, 71, 72, 240,�Piotti, Alberto

Daniel, 73, 110, 111,�Pirillo, José, 246,�Pirker, Juan Angel, 20,

21, 109, 224, 236, 291, 298, 300,�Pissoni, Eduardo, 50,

55,�Pistarini, Pascual, 245,�Piucill, Hugo, 167,�Pla, Norma, 91,

303,�Poire, Arturo, 279,�Policita, Gerardo, 307,�Pomponi, Joaquin,

109, 110, 125, 175,�Ponce, Rodolfo, 269,�Ponte, Juan Carlos, 65,

67, 69, 71,�Porto, Edelmiro Jesus, 107,�Prats, Carlos, 29, 216,

265,�Prats, Carmen, 29,�Prieto, Carlos, 39, 49, 63, 280,�Prisant,

Jaime, 61, 62, 223, 225, 227, 233,�Protto, Osvaldo, 91,�Prust,

Claudio, 225, 226, 227, 233,�Puccio, Alejandro, 78, 80,

81, Puccio, Arquimedes, 9, 10, 20, 40, 75, 76, 77, 78, 79, 81, 83,

84, 86, 87, 88,�132, 136, 186, 190,�Puccio, Daniel,�Purcaro,

Susana, 274,�Puy, Juan Carlos, 134,� �Q� �Queralto, Juan Enrique,

76, 139,�Quieto, Roberto, 98, 265, 271,� � � � �R� �Rafael,

Esteban, 53,�Ragucci, Luis Maria, 104, 288,�Ramirez, Ariel,

124,�Ramirez, Miguel Angel, 296, 300,�Ramos, Luis, 242, 243,�Ramos

Padilla, Juan, 21, 135,�Ramus, Carlos Gustavo, 273,�Rapaport,

Horacio, 247,�Ratti, Horacio, 217,�Reagan, Roland, 244,�Rearte,

Alberto, 173,�Recio, José Luis, 12, 29, 51, 167,�Reche, Pedro,

264,�Reggiardo, Juan Enrique, 308,�Reggiardo, Gonzalo Javier,

307,�Reggiardo, Matias Angel, 307,�Revelli Beaumont, Lucchino,

242, 243,�Rey, Victor, 59, 61,�Reynal, William, 246,�Ribeiro,

Osvaldo, 10, 118, 258, 265, 266, 267,�Rica, Daniel, 111,�Riccheri,

Ovidio, 161, 164, 173, 206, 207, 210,�Ricciardelli, Horacio,

134,�Rico, Aldo, 19, 29, 109, 111, 119, 120, 134, 159, 237,�Rico,

Martin, 90, 186,�Rico, Roberto, 29, 158, 159, 161, 176,�Ricord,

Auguste Joseph, 174,�Rinaldi, Amadeo, 278,�Rios, Horacio, 157,

161,�Rissola, Héctor José, 51,�Rivas, Carlos, 218,

256,�Rivadeneira, Juan, 91, Rizzaro, Jorge Omar, 77, 142, 143,

149, 152, 154, 155, 166, 191, 197, 198,�199, 200, Rizzaro,

Patricio, 77, 142, 149, 152, 154, 155, 166, 178, 190, 191, 194,

195,�197, 198, 200,�Roballos, Roberto, 102, 103,�Roberts, Aníbal,

110,�Robles, Higinio, 134,�Roca, Alfredo Mario, 242,�Roca,

coronel, 268,�Rocamora, Alberto, 113,�Rodriguez, Dardo,

282,�Rodriguez, Juan Carlos, 27, 164, 169,�Rodriguez, Luis,

254,�Rodriguez Molas, Ricardo, 108,�Rodriguez, Pepe,

118,�Rodriguez, Silvia Lilian, 28,�Roggio, Benito, 13,�Rojas,

Carlos, 111,�Rojas, Isaac Francisco, 135, 261,�Romagnoli, Pedro,

172,�Romano, Américo, 120,�Romano, Antonio, 273,�Romeo, Felipe,

90, 103, 104, 107, 173, 245,�Romero, Nelson, 273,�Romero, Oscar,

268,�Rongo, Carlos, 109,�Rongo, Ricardo, 64,�Ros, Marilina,

100,�Rossi, Horacio, 242, 243, 244,�Rossi, José Luis, 275,�Rossi,

Juan Carlos, 135,�Roualdés, Roberto, 10, 32, 59, 61, 115, 126,

161, 238, 258,�Rovira, Miguel Angel, 102, 105, 112,

275,�Rubinstein, Jorge, 245,�Rucci, Jose Ignacio, 11, 91, 105,

127, 128, 136, 138, 313, Ruffo, Eduardo, 9, 12, 18, 25, 32, 67,

77, 110, 121, 139, 142, 143, 144, 145, 148, 149, 152, 154, 155,

164, 166, 169, 179, 184, 191, 192, 194, 196, 197,�198, 199, 200,

304,�Ruiz Guiñazu, Magdalena, 167,�Ruiz, Norberto C ndido,

283,�Ruiz Nuñez, Héctor, 91,�Russo, Vicente, 13,� � �S� �Saa,

Edgar, 78, 84,�Sabatini, Eduardo, 241,�Sabato, Ernesto, 124,

167, 217,�Sabelli, Maria Angélica, 98,�Sablich, Carlos, 298,

300,�Sacco, Juan Carlos, 280,�Saglio, Enrique, 29, 118,�Saint

Jean, Ibérico, 253,�Sajon, Edgardo, 88, 245,�Salamanca, René, 98,

119. 121,�Salim, Luis, 269,�Salinas, Juan José, 29,�Salmeri,

Roberto Pablo, 39, 236, 246,�Salvia, Pedro, 52,�Sallustro,

Obderdam, 13,�Samuelson, Victor, 13,�S nchez Herrera, Carlos, 212,

213, 214,�S nchez, Jorge Ezequiel, 89, S nchez Reisse, Leandro, 9,

20, 35, 40, 41, 50, 59, 61, 62, 179, 205, 208, 218, 220, 222, 223,

224, 228, 232, 236, 237, 238, 239, 240, 241, 242, 243,�244, 245,

265, 266, 267,�Sande, Héctor Pedro, 254,�Santa Maria, Mariano,

51,�Sant ngelo, Carlos, 143, 177,�Santo, Ricardo, 183,�Santos,

Horacio, 241,�Santuccione, Julio César, 168,�Santucho, Ana

Villarreal de, 98, 99,�Santucho, Mario, 121, 124,�Sapag, Felipe,

51,�Sarmiento, Rafael, 59, 60, 61,�Sarr chaga, Dario,

272,�Sarr chaga, Maria Elena Nin de, 131,�Sarriez, Rubén,

230,�Sarti, Lucien, 174,�Sasiaiñ, Beatriz Isabel, 252,�Sasiaiñ,

Juan Bautista, 122, 218, 247, 252, 254,�Satanowsky, Mario, 59,

60, Save, Leandro Miguel, 118, 121, 142. 152, 166, 176, 186, 191,

193, 194, 195,�197, 198,�Savino, Adolfo, 104, 113,�Scavac, Marta,

217,�Schamis, Gerardo, 246,�Schillizzi Moreno, Rodolfo, 91, 132,

143, 175, 186,�Schinelli Garay, Enrique, 283,�Segura, Juan Carlos,

103, 104, Seineldin, Mohamed Ali, 32, 53, 114, 115, 125, 128, 135,

136, 218, 238, 258,�Servini de Cubria, Maria, 38, 40, 41, 48, 197,

200,�Seoane, Maria, 91,�Sffaeir, Luis, 131, 133,�Siganevich, Sara,

250, 251, 285,�Silchinger, Rodolfo, 273,�Silgueira, Alberto,

167,�Silva, Felipe, 28, 57, 169,�Silva, Calixto, 67,�Silveira,

Juan Rogelio, 165,�Silveira, Fileno, 278,�Silzle, Arturo, 230,

231, 232,�Silzle, Sara Cascone de, 230,�Simon, Juan, 32,

168,�Sivak, Jorge, 277, 282, 286, 287, Sivak, Osvaldo, 10, 21, 33,

57, 61, 74, 107, 111, 178, 219, 220, 222, 227, 239, 249, 250, 251,

252, 254, 255, 256, 258, 259, 261, 262, 265, 267, 278,�279, 280,

281, 306,�Sivak, Samuel, 250, 251, 252, 276,�Skarabiuk, Juan,

116,�Smart, Jaime, 259,�Smoliansky, Leon, 21,�Snow, Clide,

268,�Soaje Pinto, José Maria, 39, 52, 53, 110,�Sofovich, Gerardo,

100,�Sofovich, Hugo, 100,�Sol , Ana Maria, 94,�Sol , Marcelo, 158,

161,�Sol , Roberto, 60,�Solanas, Fernando, 176,�Solari Yrigoyen,

Hipolito, 114, 126, 220,�Soler, Sebasti n, 60,�Somoza, Anastasio,

253, 266,�Somoza, Lucio, 141, 143, 148, 176,�Sonin,

Carmen,�Soriano, Pepe, 100,�Sosa, Mercedes, 124, 279,�Sosa Molina,

José, 103,�Sotelo, Héctor, 172,�Sotera, Alfredo, 33, 253,�Soto,

suboficial, 254,�Spadone, Carlos, 131,�Spataro, Carmelo,

205,�Spataro, Juan, 187,�Srerotola, Miguel, 132,�Strassera, Julio

César, 23,�Str tico, Oscar, 189,�Stornelli, Gerardo, 307,�Stubrin,

Adolfo, 129,�Stubrin, Marcelo, 129,�Suarez Assin, 100,�Suárez,

Jorge, 49,�Suárez Gomez, Roberto, 206, Suárez Mason, Carlos,18,

26, 32, 40, 59, 61, 74, 107, 115, 138, 142, 168, 173,�182, 190.

218, 236, 238, 246, 247, 258, 268, 279,�Suárez Nelson, Jorge, 107,

279,�Surjan Trofo, Alfredo, 183,�Sylvester, Stanley, 12,� �T� �

�Taccone, Juan José, 173, Taddei, Ricardo, 18, 69, 118, 125, 168,

185, 220, 250, 252, 253, 258, 262,�263, 264,�Talon, José,

23,�Tapia, Guillermo Manuel, 193,�Tarantino, Horacio,

187,�Tarquini, José, 101, 102,�Tejada Gomez, Armando,

124,�Tejerina, Jorge, 59,�Tejero Molina, Antonio, 50, 53,�Telias,

Victor, 135,�Telledin, Raul, 120, 121,�Tenedini, José,

73,�Tepedino, Carlos, 10, 115, 146, 165, 166, 168, 231, 253,

258,�Terile, coronel, 165,�Thompson, John,�Timerman, Jacobo, 88,

103, 127, 129, 245,�Tolosa, Maria Rosa, 308,�Tolosa, Roberto

Alfredo, 112,�Tomasevich, Ricardo, 228,�Tonso, Carlos,

264,�Torres, Juan José, 216, 165,�Torti, Antonio, 52,�Tosco,

Agustin, 52, 98, 113, 119, 121, 123,�Townley, Michael,

29,�Trimarchi, Emilio Héctor, 238, 239,�Trimarco, Domingo,

155,�Troccoli, Antonio, 19, 24, 281,�Troncoso, Carlos Mariano,

252,�Troncoso, Ronald, 178,�Troxler, Julio, 95, 114,�Tutu, Remus,

32, 91,� �U� �Unamuno, Juan, 122,�Uriz, Rufino, 166,�Urondo,

Francisco, 272, 274,� � � �V� �Vaca Narvaja, Fernando, 122,�Vaca

Narvaja, Hugo, 166,�Vaca Narvaja, Miguel, 122,�Vago, Jorge,

269,�Valdés, Estanislao, 165, 265, 267,�Valdovinos, Oscar,

41,�Valerga Aráoz, Jorge, 65, 287,�Valin, Alberto Alfredo, 10,

115, 125, 166, 218, 253, 258, 261,�Vallese, Felipe, 193,�Van der

Panne, Jan,�Vandor, Augusto, 90, 128, 140, 243,�Vañek, Antonio,

52,�Varela, Alberto, 111,�Varela Cid, Eduardo, 241,�Varela,

Florencio, 78,�Vázquez Acuña, Martin, 288,�Vázquez, Demetrio, 101,

117,�Vázquez, Enrique, 178,�Vázquez Fanego, Héctor, 187,�Vázquez,

Pedro Eladio, 101,�Vázquez, Roberto, 49,�Veigas, Julio,

218,�Velasco, Luis Enrique, 276, 277,�Ventorutti, Stella, 225,

226,�Ventura Mayoral, Isidro, 84,�Verbitsky, Horacio, 51, 77, 133,

136, 173, 185, 294,�Vergara, Esteban, 78,�Vergez, Héctor Pedro

Gaston, 120, 178, 258,�Veron, Ramon, 186,�Verplaetsen, Federico,

178,�Veyra, Héctor, 246,�Veyra, Jorge, 112, 116, Vidal, Alfredo,

9, 12, 19, 52, 69, 116, 125, 217, 219, 252, 254, 255,256,

258,�261, 294, 301, 304, 307,�Vidal, Jaime, 265, 280,�Videla,

Jorge Rafael, 33, 105, 127, 171, 175, 217, 258,�Viera, Ricardo,

14m 242,�Vilas, Acdel, 32, 52, 126, 206,�Vilca, Herculiano,

79,�Villa, Luis Alberto, 310,�Villalon, Héctor, 242,

243,�Villalonga, Julio, 29,�Villani, Mario, 52, Villar, Alberto,

17, 61, 96, 97, 98, 100, 117, 128, 208, 209, 217, 218,

145,�265,�Villarino, Jorge, 11, 24, 174, 263,�Villarroel, Sergio,

100,�Villegas, Santiago, 265,�Villone, Carlos, 97, 101,

102,�Villone, José Maria, 113, 117,�Viola, Roberto, 97, 127,

258,�Vivas, Carlos, 265, 267, 279,�Visuara, Rubén Victor, 10, 145,

148, 151, 154, 155, 166, 176, 237,�Vukasin, John, 247,� � �W�

�Walsh, Maria Victoria,�Walsh, Rodolfo, 86, 95, 98, 126,�Wechsler,

Ricardo, 69, 190,�Wenner, Tilio, 188,�Wertheim, Karina, 257, 295,

296, 300,�Whittaker, William, 247,� � �Y� � �Yessi, Julio, 94,

101, 102, 114,�Yeves, Enrique, 29, 261, 267, 268,�Yoma, Amira,

181,�Yoma, Zulema, 113,�Yupanqui, Atahualpa, 124,� � �Z�

�Zaffaroni, Eugenio, 117, 287,�Zanides, Mark, 247,�Zanone, Juan

Carlos, 294,�Zarattini, Luis, 91,�Zavala Ortiz, Miguel, 77,

280, Zavalía, Pedro Leon, 16, 17, 30, 156, 157, 158, 159, 164,

165, 168, 174, 191,�200,�Zelaya Más, Rafael, 87,�Zimmermann,

Christian, 60, 61, 227,�Zonzini, Jorge, 187,�Zottele, Benjamin,

169,�Zumstein, Nélida, 217

CONTRATAPA

En enero de 1987 el periodista Carlos Juvenal, citado en

calidad de testigo por el juez Carlos Bourel, aporto datos a la

Justicia que permitieron dictar las prisiónes preventivas de dos

ex capitanes del Ejército por el secuestro extorsivo que Osvaldo

Sivak soporto en 1979. Ante el magistrado, Juvenal insistio: “Si

quieren encontrar secuestradores, investiguen al Batallon 601 y a

la Superintendencia de Seguridad Federal”. Dos años antes habia

comenzado a revisar viejos expedientes y también añejos recortes

con el simple proposito de informar a los lectores de un diario,

La Razon. La tarea se prolongo en el tiempo y la idea de un libro

que resumiera toda esta negra historia nacio cuando, por el

secuestro de Mauricio Macri, caia uno de los secuestradores de

Sivak del `79 y otro se convertia en prófugo. Los datos volcados a

una computadora durante ocho años sirven para mostrar como la

inteligencia militar, a fines de la década del sesenta, comenzo a

incorporar a delincuentes comunes a sus filas para realizar los

tareas Más sucias, que esos agentes produjeron un absoluto record

mundial en materia de secuestros y que siguen en actividad. Los

mejores ejemplos son los de Aníbal Gordon, aparentemente

fallecido, y Raul Guglielminetti, cuyos prontuarios, luego de

grandes esfuerzos para rearmarlos, son exhibidos en este trabajo y

obvian explicaciones. Ambos formaron parte de una banda que sigue

actuando, está entre nosotros, tiene jefes no rozados

por investigacion alguna, y no se desmantelo por elementales

mecanismos de�complicidad que rozan peligrosamente a la Justicia.