boletin "habla, tu siervo oye" nº3

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BIENAVENTURADOS “Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado.” Salmo 32:1. Dichoso no es aquel que ocupa un puesto muy importante en la sociedad, tampoco el que tiene riquezas y menos el que se cree que es bueno o mejor que los demás. No depende de lo que eres externamente, sino de lo que hay dentro de ti. A Dios nadie le puede engañar, él conoce todos nuestros caminos, por tanto nadie puede esconderse de él (Sal.139). Los hay también que confían en su propia sabiduría, justificándose a sí mismos, menospreciando a otros y olvidando que Dios mira el corazón. El Señor Jesucristo lo ilustra por medio de la parábola del fariseo y el publicano (Lc.18:9-14). Estos dos hombres subieron al templo a orar, del primero, que era un religioso, dice “El fariseo, puesto en pie oraba consigo mismo de esta manera: Dios te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aún como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano.” Esto es un hombre orgulloso, exaltándose a sí mismo. Del segundo, un recaudador de impuestos, dice: “Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aún alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios sé propicio a mí pecador”. Aquí está uno que reconoció su condición de pecador y se humilló pidiendo perdón a Dios. Éste pues descendió a su casa justificado antes que el otro (el fariseo). El primer ejemplo es la actitud del hombre que aparenta piedad, escondiéndose bajo una “religión” pensando que Dios le justifica por sus obras, cuando la realidad es que Dios nos justifica gratuitamente por la fe en su Hijo Jesucristo, pues “el que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2Cor.5:21). La verdad es que todos somos pecadores, no importa el nivel social, la raza, la cultura; ante los ojos de Dios tenemos la misma condición de estar destituidos de Su gloria. Por tanto, medita en el ejemplo del Publicano, quién reconoció su pecado y por consiguiente, se humilló delante de Dios. La Escritura dice: “al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.” (Sal.51:17b). Cuando somos quebrantados, se rompe nuestro orgullo, arrogancia, prepotencia, envanecimiento, solo entonces Dios puede obrar en nuestras vidas, cumpliendo sus propósitos en nosotros. El versículo en el encabezado habla de un hombre gozoso, disfrutando de las bendiciones de Dios al ser perdonado, una vez confesada su transgresión (Sal.32:5). No importa quién eres, tú también puedes apropiarte de esta bendición, recuerda que el Señor Jesucristo se humilló viniendo a este mundo para morir en una cruz también por ti. DIANA ZAMBRANO Salmo 119:24 Nº 3, Marzo 2015 “Pues tus testimonios son mis delicias y mis consejeros” www.hablatusiervooye.blogspot.com.es

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Boletín Cristiano

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  • BIENAVENTURADOS

    B i e n a v e n t u r a d o a q u e l c u y a

    transgresin ha sido perdonada, y

    cubierto su pecado. Salmo 32:1.

    Dichoso no es aquel que ocupa un

    puesto muy importante en la sociedad,

    tampoco el que tiene riquezas y menos el

    que se cree que es bueno o mejor que los

    dems. No depende de lo que eres

    externamente, sino de lo que hay dentro

    de ti. A Dios nadie le puede engaar, l

    conoce todos nuestros caminos, por

    tanto nadie puede esconderse de l

    (Sal.139).

    Los hay tambin que confan en su

    propia sabidura, justificndose a s

    mismos, menospreciando a otros y

    olvidando que Dios mira el corazn. El

    Seor Jesucristo lo ilustra por medio de

    la parbola del fariseo y el publicano

    (Lc.18:9-14). Estos dos hombres

    subieron al templo a orar, del primero,

    que era un religioso, dice El fariseo,

    puesto en pie oraba consigo mismo de

    esta manera: Dios te doy gracias porque

    no soy como los otros hombres,

    ladrones, injustos, adlteros, ni an

    como este publicano; ayuno dos veces a

    la semana, doy diezmos de todo lo que

    gano. Esto es un hombre orgulloso,

    exaltndose a s mismo. Del segundo, un

    recaudador de impuestos, dice: Mas el

    publicano, estando lejos, no quera ni

    an alzar los ojos al cielo, sino que se

    golpeaba el pecho, diciendo: Dios s

    propicio a m pecador. Aqu est uno que

    reconoci su condicin de pecador y se

    humill pidiendo perdn a Dios. ste

    pues descendi a su casa justificado

    antes que el otro (el fariseo).

    El primer ejemplo es la actitud del

    hombre que apa ren ta p iedad ,

    escondindose bajo una religin

    pensando que Dios le justifica por sus

    obras, cuando la realidad es que Dios

    nos justifica gratuitamente por la fe en su

    Hijo Jesucristo, pues el que no conoci

    pecado, por nosotros lo hizo pecado,

    para que nosotros fusemos hechos

    justicia de Dios en l (2Cor.5:21).

    La verdad es que todos somos

    pecadores, no importa el nivel social, la

    raza, la cultura; ante los ojos de Dios

    tenemos la misma condicin de estar

    destituidos de Su gloria. Por tanto,

    medita en el ejemplo del Publicano,

    quin reconoci su pecado y por

    consiguiente, se humill delante de Dios.

    La Escritura dice: al corazn contrito y

    humillado no despreciars t, oh Dios.

    ( S a l . 5 1 : 1 7 b ) . C u a n d o s o m o s

    quebrantados, se rompe nuestro orgullo,

    a r r o g a n c i a , p r e p o t e n c i a ,

    envanecimiento, solo entonces Dios

    puede obrar en nuestras vidas,

    cumpliendo sus propsitos en nosotros.

    El versculo en el encabezado habla de

    un hombre gozoso, disfrutando de las

    bendiciones de Dios al ser perdonado,

    una vez confesada su transgresin

    (Sal.32:5).

    No importa quin eres, t tambin

    puedes apropiarte de esta bendicin,

    recuerda que el Seor Jesucristo se

    humill viniendo a este mundo para morir

    en una cruz tambin por ti.

    DIANA ZAMBRANO

    Salmo 119:24

    N 3, Marzo 2015

    Pues tus testimonios son mis delicias y mis consejeros

    www.hablatusiervooye.blogspot.com.es

  • Pg. 2

    Pues tus testimonios son mis delicias y mis consejeros

    Pon guarda a mi boca, oh Jehov;

    guarda la puerta de mis labios

    Salmo 141:3

    La epstola universal de Santiago, los

    salmos de David y los proverbios de

    Salomn, son los tres textos que hablan

    con ms detalles acerca del efecto que

    tienen nuestras palabras. La boca y los

    labios son el medio, y la lengua el

    instrumento para destruir o para edificar.

    PARA DESTRUCCIN. Lo primero a

    considerar es la opinin de Dios respecto

    a este tema. Para l, es aborrecible y

    abominable la mentira y la discordia que

    se siembra cuando mal utilizamos la

    lengua (Prov.6:16-19;12:22). Muchos

    programas de televisin basan sus

    formatos en hablar de otros,

    argumentando que la poblacin tiene

    derecho a estar informada. Esto no es

    sino una cancin de cuna ms que los

    medios de comunicacin tararean

    repetidas veces, hasta convencer a la

    sociedad que lo malo no es tan malo, y lo

    aborrecible para Dios, no lo es tanto,

    porque Quin es Dios para ellos?

    Segundo, lo que sale de la boca, no

    procede sino del corazn (Lc.6:45), de

    manera que la raz del mal est en l, de

    donde tambin vienen los malos

    pensamientos, los homicidios, los

    adulterios, las fornicaciones, los hurtos,

    los falsos testimonios, las blasfemias

    (Mt.15:19); igualmente las maldiciones.

    Tercero, uno de los autores expertos en

    la materia, el apstol Santiago, aade:

    Hermanos mos, esto no debe ser as

    (Stg.3:10). No debe sorprendernos que

    la advertencia sea para los que estamos

    en Cristo Jess, pues la Biblia habla de

    creyentes carnales (1Cor.3:3).

    La lengua descubre la necedad y falta de

    entendimiento personal, destruye el

    testimonio de los salvos, ms aun, los

    labios del necio causan su propia ruina

    (Ecl.10:12). Con nuestros labios

    manchamos el nombre del Seor,

    cuando ms bien merece ser exaltado.

    La lengua rompe amistades, enciende

    fuegos, aviva rencillas, trae contiendas,

    hiere, hace caer, provoca calamidad,

    empobrece, multiplica la vanidad, peca,

    a c a r r e a m u e r t e p o r f a l t a d e

    entendimiento.

    PARA EDIFICACIN. Mas gracias sean

    dadas a Dios cuando hablamos palabras

    de sabidura, de consejo, de prudencia;

    palabra dulce, blanda, refrescante;

    palabra a su tiempo, sazonada; palabra

    de consuelo, de gracia y de verdad. O

    cuando nuestra lengua es guardada del

    mal, y nuestros labios de engao, El que

    cierra sus labios es entendido. El que

    guarda su boca, guarda su alma

    (Prov.17:28;13:3).

    As es como debera ser! No usar

    nuestra lengua para bendecir al Dios y

    Padre y tambin para maldecir a los

    hombres. No para que salga de nuestra

    boca agua dulce y amarga. No para

    producir aceitunas si somos higueras, o

    higos si somos vid.

    Abramos nuestros labios para hablar lo

    recto (Prov.23:16), para alabanza

    (Sal.51:15), para hablar verdad

    (Prov.8:7), para peticin (Sal.21:2), para

    cnticos (Sal.71:23), para contar todos

    los juicios de Jehov (Sal.119:13), para

    apacentar a muchos (Prov.10:21); como

    manantial de vida (Prov.10:11), que

    produce sabidura. Los labios prudentes

    son joya preciosa (Prov.20:15)ANA RUIZ

    PON GUARDA A MI BOCA

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  • PASAR EL JORDN

    Pg. 3

    Pues tus testimonios son mis delicias y mis consejeros

    Pasar el Jordn fue seal de bendicin

    para Israel, las que Dios tena

    preparadas en aquella tierra donde flua

    leche y miel (Ex. 3:17). Moiss no pudo

    disfrutarlas, ni tampoco el pueblo que

    sali de Egipto; sino que los nacidos en el

    desierto, comandados por Josu,

    recibieron prometido hecha a Abraham

    desde el principio.

    En el caso de David, el rey tuvo huir de su

    hijo Absaln, abandonando la tierra que

    Dios le haba concedido (2Sam.5). Una

    vez acabada aquella rebelin, David

    vuelve al lugar de bendicin, pasando el

    Jordn con aquellos que le haban

    seguido (2Sam.19:39). Llega a Gilgal,

    lugar de comunin con Dios, pues en el

    tiempo que Josu, Dios habl diciendo

    que circuncidara por segunda vez a todo

    varn, lo que significaba un nuevo

    comienzo en la relacin con su pueblo.

    David, entonces, llega a ese significativo

    lugar para renovar sus votos, en seal de

    comunin e identificacin con Dios. (Col.

    2:11; Dt. 10:16; Jer. 4:4; Ro. 2:29; Fil.

    3:3).

    Es necesario en nuestra vida, si en algn

    momento hemos dejado atrs las

    bendiciones que Dios tiene preparadas

    para cada uno de nosotros, sea cual sea

    la circunstancia, volver a ellas. Dios

    quiere que pasemos el Jordn y

    lleguemos a Gilgal, con el fin de renovar

    nuestra relacin con l y seguir

    disfrutando de sus promesas: Bendito el

    Dios y Padre de nuestro Seor

    Jesucristo, que segn su grande

    misericordia nos hizo renacer para una

    esperanza viva, por la resurreccin de

    Jesucristo de los muertos, para una

    herencia incorruptible, incontaminada e

    inmarcesible, reserva en los cielos para

    vosotros (1P.1:3,4)

    No debemos olvidar que Dios desea

    bendecirnos, pero tampoco perdamos de

    vista que el enemigo de nuestras almas

    quiere nuestra desdicha y cada. A pesar

    de lo est por delante, puede llegar el

    momento en que desviamos nuestra

    atencin a los beneficios de Dios y nos

    dejamos influenciar muchas veces por

    nuestros propios pensamientos e

    ideales. Esto fue lo que utiliz aquel

    hombre perverso Seba, en los tiempos

    de David, perturbando el corazn de los

    israelitas contra su rey, trayendo como

    consecuencia que le abandonaran

    (2Sam.20:1,2), y no solamente esto, sino

    que caus enemistad entre hermanos

    (1P.5:8; Efe. 4:27; Stg.45:7; Efe.6:11).

    Seamos pues sobrios y mantengamos

    sin fluctuar la profesin de fe que hemos

    hecho. Nuestro Dios desea y tiene lo

    mejor para nosotros. Pablo dice en su

    carta a los Corintios que las tribulaciones

    no son comparables con el eterno peso

    de gloria que est por venir (4:17).

    JOAB CERVINI

    www.hablatusiervooye.blogspot.com.es

  • sus manos (G.1:15).

    Bien poda sencillamente acabar con su

    vida, pues Dios tiene el poder y la

    autoridad para hacerlo; aun as, fue

    escogido para llevar las buenas nuevas a

    muchos.

    En su encuentro con Jess, Pablo

    reconoci quin le hablaba, pues le llam

    Seor. Acto seguido, dice Qu quieres

    que yo haga? Doblega su corazn y con

    una disposicin asombrosa se entrega

    totalmente a la predicacin (Hch.9.3-9).

    Lo dej todo para vivir exclusivamente en

    hacer la voluntad de Dios y su nico

    deseo era anunciar el evangelio y exaltar

    el nombre del Seor. Gracias a su

    entrega, muchos pudieron convertirse de

    las tinieblas a la luz, aunque tal cometido

    le llev a ser perseguido, humillado,

    maltratado, encarcelado y muerto.

    Con todo esto vivi una vida llena de

    gozo, en medio de tantas tribulaciones

    supo reconocer que no hay vida fuera de

    Cristo, porque saba que su Seor

    estaba al control de todo. Un testimonio

    de vida que, desde luego, no deja

    indiferente a nadie, y es a lo que estamos

    llamados todos los que confesamos a

    Cristo como Salvador. ALEXA CASTRO

    Porque para m el vivir es Cristo y el

    morir es ganancia Filipenses 1:12.

    Hermosas palabras pronunciadas por

    Pablo, siervo del Seor, consagrado en

    cuerpo y alma a la obra de Dios. Vivir

    para Cristo es abandonarse en sus

    brazos, confiado y seguro de que el est

    al control de todo lo que nos pasa, sea

    bueno o sea malo. Dejar el yo a un lado,

    negarse a s mismo y vivir para los

    dems; hacer Su voluntad, sabiendo que

    hemos obtenido el favor de Dios, que es

    la vida eterna. Y todo esto para gloria y

    honra de su nombre.

    Pablo era muy conocido y tena una gran

    influencia en su crculo. Deba de ser un

    hombre con carcter y muy cruel, sin

    ningn tipo de compasin por nadie que

    confesara ser creyente; le daba igual que

    fuera mujer, nio, anciano, para hacer

    cualquier tipo de atrocidad. Su misin era

    destruir, acabar con todo lo que tena que

    ver con Jess, Yo de cierto soy judo,

    nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en

    esta ciudad, instruido a los pies de

    Gamaliel, estrictamente conforme a la

    ley de nuestros padres, celoso de Dios,

    como hoy lo sois todos vosotros.

    Persegua yo este Camino hasta la

    muerte, prendiendo y entregando en

    crceles a hombres y mujeres; como el

    sumo sacerdote tambin me es testigo, y

    todos los ancianos, de quienes tambin

    recib cartas para los hermanos, y fui a

    Damasco para traer presos a Jerusaln

    tambin a los que estuviesen all, para

    que fuesen castigados (Hch.22:3-5).

    Pero el poder, amor, y misericordia de

    Dios es tan grande, que aun siendo lo

    que era Pablo, no lo destruy, ni lo

    desech; sino todo lo contrario, lo

    escogi desde que estaba en el vientre

    de su madre para ser instrumento til en

    EL VIVIR ES CRISTO

    Pg. 4

    Pues tus testimonios son mis delicias y mis consejeros

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    YO

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