batracio frogger y el misterio de la pirámide

25

Upload: narval-editores

Post on 13-Mar-2016

226 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Primera entrega de la serie Batracio Frogger. Escrito por Andrei e ilustrado por Jorge Liquete. Publicado por Narval Editores.

TRANSCRIPT

Page 1: Batracio Frogger y el misterio de la pirámide
Page 2: Batracio Frogger y el misterio de la pirámide
Page 3: Batracio Frogger y el misterio de la pirámide

Batracio Frogger y el misterio de la pirámide

Page 4: Batracio Frogger y el misterio de la pirámide
Page 5: Batracio Frogger y el misterio de la pirámide

Batracio Frogger y el misterio de la pirámide

Andrei Jorge Liquete

Page 6: Batracio Frogger y el misterio de la pirámide

© del texto: Andrei, 2010

© de las ilustraciones: Jorge Liquete, 2010

© de esta edición: Narval Editores, [email protected] www.narvaleditores.com

ISBN: 978-84-938293-1-5Depósito LegaL: M-39065-2010

impresión: Elece Industria Gráfica, S.L.

Se permite la reproducción total o parcial de este libro por cual-quier medio, siempre y cuando sea para uso personal y no con

fines comerciales.

Page 7: Batracio Frogger y el misterio de la pirámide

A Laura, por estar siempre ahí.Andrei

A Uli.Jorge Liquete

Page 8: Batracio Frogger y el misterio de la pirámide
Page 9: Batracio Frogger y el misterio de la pirámide

9

Índice

Capítulo 1Una clienta muy especial ....................................... 13Capítulo 2

La villa azul ......................................................... 23Capítulo 3

Por los bajos fondos .......................................... 33Capítulo 4Una pista .................................................................. 41Capítulo 5

Un tipo con suerte ............................................. 49Capítulo 6

Un pequeño dilema ............................................ 55

Page 10: Batracio Frogger y el misterio de la pirámide

10

Capítulo 7El origen de la pirámide .................................... 63

Capítulo 8El asunto se complica ........................................ 69

Capítulo 9De nuevo en las cloacas .................................... 77

Capítulo 10Rodeado por roedores ....................................... 85

Capítulo 11Corriente abajo ................................................... 93

Capítulo 12Tirando del hilo ................................................ 101

Capítulo 13La revelación ..................................................... 105

Capítulo 14Encuentro con los clientes ............................. 111

Capítulo 15Carta desde Nueva Zelanda ............................ 117

Page 11: Batracio Frogger y el misterio de la pirámide

11

Capítulo 1 Una clienta muy especial

Bienvenidos a Ancas City. Hay otras ciudades más importantes o más bonitas, pero, para mí, esta es la mejor. Llegué a ella cuando no era más que un renacuajo y desde entonces vivo aquí. Como en to-das las ciudades, hay varias zonas. Las mansiones de los ricos y famosos están situadas en el valle. En el centro de la ciudad se encuentran las princi-pales oficinas y comercios. Y, por último, queda el extrarradio; a medida que Ancas City ha ido au-mentando de población esta zona ha crecido más y más. Y aquí es donde vivo yo. ¿Dónde?, decís.

Page 12: Batracio Frogger y el misterio de la pirámide

12

Page 13: Batracio Frogger y el misterio de la pirámide

13

Bien, ¿veis esas minipiscinas que desde lejos for-man el dibujo de una hoja? Pues la tercera piscina, empezando por la derecha, es mi actual casa. For-man parte del conjunto de viviendas «La charca feliz». El dueño es un boxeador retirado. Su lema es muy sen-cillo: «Si no pagas, te echo». No se admiten mascotas ni renacuajos. Sé que, vista de cerca, mi piscina no pa-rece gran cosa, pero una buena rana no necesita más para ser feliz. Aunque la loca gente de Ancas City no lo crea; se compran enormes casas con montones de habitaciones que luego ni siquiera usan.

Pero, como diría mi madre, soy un maleducado: ¡ni siquiera me he presentado! Me llamo Frogger, Batracio Frogger. ¿Que a qué me dedico? Soy un honrado detective privado. Y voy a hablaros del úl-timo caso que tuve que resolver...

Todo comenzó una cálida mañana de marzo. Yo estaba, como es habitual a esas horas, chapoteando

Page 14: Batracio Frogger y el misterio de la pirámide

14

en mi piscina y devolviendo, por tercera vez, el ba-lón hinchable a mi vecina, la de la piscina de al lado, ya que sus quince renacuajos no hacían más que tirarlo fuera cada poco (os he dicho ya que en «La charca feliz» no se permiten renacuajos, ¿verdad? Pues esperemos que el dueño tarde en enterarse).

Mi estómago me avisaba de que era hora de tomar una de esas deliciosas ensaladas de moscas y gusanos cuando apareció ella. Y no es que fuera cualquier ella, no. Era ELLA, con mayúsculas. La rana más hermosa de todo Ancas City, y no lo digo yo, ojo. Lo dicen to-das las revistas y la gran mayoría de programas de tele-visión. ¡Una auténtica celebridad en mi propia piscina!

—¿Es usted Batracio Frogger?—Sí, señorita. ¿O debería decir señora?—Se nota que no lee la prensa. Si lo hiciera sa-

bría que fui señora, pero ahora, de nuevo, vuelvo a ser señorita.

Esto último lo dijo mirando de una manera muy peculiar. Yo me repetía una y otra vez: Eres una rana

Page 15: Batracio Frogger y el misterio de la pirámide

15

comprometida, eres una rana comprometida. No te metas en problemas. Pero aquel pensamiento me abandonó al mirar aquellos ojos entre azules y grises.

De un potente salto salí del agua y me dirigí a lo que llamo mi despacho, en realidad, un par de sillas y una humilde mesa de playa colocadas al lado de la piscina, donde suelo atender a mis clientes.

—¿De qué se trata? —pregunté.Ella se sentó frente a mí y entre lágrimas me dijo: —Tengo un problema. Me han robado algo im-

portante.—¿Por qué no va a la policía?—No, no. Nada de policía. Si se enteran los de la

prensa, estaría perdida.—Dígame, ¿qué objeto es? ¿Dinero, alguna joya...?—No. Nada de eso. Es... una pequeña pirámide. —¿Una pirámide? —repetí extrañado. —Sí. Tiene un gran valor sentimental para mí

—dijo mientras cruzaba sus ancas. Y vaya ancas. —¿Sabe quién ha podido robarla?

Page 16: Batracio Frogger y el misterio de la pirámide

16

—Sí... —dijo entre lloros y balbuceos. Y luego, más lloros—. Eso es... lo peor.

Cuando se calmó, mi cliente (de la que no pienso dar su nombre; mi trabajo me obliga a mantener el anoni-mato de mis clientes, así que, por el momento, la llama-ré «Ancas Bonitas») me explicó que sospechaba de...

—... Snif... snif... Creo que ha sido mi antiguo representante.

—¿Y por qué no le pide que se la devuelva?—Es que... ya no me hablo con él... No se tomó

nada bien que cambiara de agente. Aunque todo el asunto me olía a chamusquina, el

estado de mi cuenta bancaria me devolvió a la terrible realidad. Hacía tiempo que no trabajaba y mis aho-rros menguaban rápidamente. No podía decir que no. Y menos cuando vi el fajo de billetes que ella depositó delante de mí. Se podían pagar muchas ensaladas de moscas y gusanos con aquel dineral. ¡Qué charcas!, pen-sé. Solo se trataba de una simple pirámide. Encon-traba a aquel representante, recuperaba la pirámide

Page 17: Batracio Frogger y el misterio de la pirámide

17

Page 18: Batracio Frogger y el misterio de la pirámide

18

y listo. Tardaría menos de lo que se tarda en decir croac. Bueno, quizá no fuera todo tan fácil y habría que convencerle un poco. Pero no sería más difícil que aquella vez que me mandaron encontrar a esa pulga amaestrada en medio de un circo de pulgas amaes-tradas.

—Señorita, acepto su caso —dije, cogiendo rápi-damente el fajo de billetes, antes de que, por ejem-plo, cambiara de idea.

—Gracias. ¿Cuándo la tendrá?—Er... todavía no lo sé. Pronto, supongo.—Es que, verá... me voy de viaje. Voy a rodar

una película fuera de Ancas City.—¿Y cuándo se va?—Mañana por la tarde.—No se preocupe. Cuando regrese ya habré encon-

trado su pirámide —le respondí con total seguridad.—No lo entiende. Yo nunca viajo sin ella. Es mi

amuleto de la suerte, y por eso la necesito para ma-ñana por la tarde.

Page 19: Batracio Frogger y el misterio de la pirámide

19

Decididamente, las cosas no empezaban bien. Una rana sensata habría devuelto el dinero en ese mismo momento y habría rechazado el caso. Pero... ¡qué char-cas! Nunca he dicho que sea una rana sensata.

—No se preocupe. Mañana tendrá su pirámide. Si no es así... le devolveré su dinero.

—No me importa el dinero, quiero mi pirámide —dijo ella levantándose, algo molesta—. Encuén-trela. Mi avión sale a las cinco de la tarde.

—¿Qué tal si, antes de irse, me da la dirección de su agente? Perdón, de su ex agente.

—No tiene pérdida. Lo encontrará en La Villa Azul. Es la casa más lujosa del Valle.

Mientras ella salía de mi piscina, yo sólo podía pensar en una cosa: Si en mi bono bus aún queda-ba algún viaje. Eché un vistazo a mi raída cartera. Soy una rana afortunada, me quedaba uno. Batra-cio Frogger, ¡rumbo al Valle!

Page 20: Batracio Frogger y el misterio de la pirámide
Page 21: Batracio Frogger y el misterio de la pirámide

21

Capítulo 2 La Villa Azul

El Valle era donde vivían las ranas más influyentes, ricas y poderosas de todo Ancas City. Allí vivía el supuesto ladrón de la pirámide. Al parecer, la sepa-ración profesional entre mi clienta y su represen-tante había hecho correr ríos de tinta en la prensa sensacionalista. Se rumoreaba que habían sido algo más que actriz y agente...

Y la verdad es que no había podido sacar mucha más información de aquel diario que alguien ha-bía dejado tirado en el asiento del bus. Esa era una

Page 22: Batracio Frogger y el misterio de la pirámide

22

de mis manías: jamás compraba el periódico. ¿Para qué, si al final siempre alguien lo acaba dejando abandonado en el banco de un parque, y entonces lo puedes leer gratis? Claro que a lo mejor no es del mismo día, pero no me importa leer las noti-cias con un poco de retraso. Al fin y al cabo, las noticias eran siempre más o menos las mismas. La única novedad era que, al parecer, una nueva banda de ladrones atemorizaba Ancas City. Su peculiari-dad: se escondían por el alcantarillado.

El bus llegó al Valle, aunque media hora tarde, como suele ser normal en el transporte público. Una vez allí, no me costó mucho encontrar La Villa Azul: era la más grande y suntuosa de todas las mansiones de la zona, como mi clienta había dicho.

Iba a llamar al timbre cuando, justo en ese mo-mento, la verja se abrió. Estaba a punto de meter mis ancas dentro cuando me topé con un tipo que llevaba una carretilla llena de pesadas cajas.

—Perdone, ¿es usted el dueño?

Page 23: Batracio Frogger y el misterio de la pirámide

23

—No. Está dentro.—¿Sabe si se está mudando?—¿Lo dice por las cajas? No, no se trata de un tras-

lado. Es algo mucho peor, créame: un embargo. No me gusta hacer estas cosas, pero es mi trabajo. Y esto es lo que les pasa a los que no pagan las facturas.

—Es una gran verdad, amigo. —El pobre hombre está ahí dentro. No sé si es-

tará para visitas. ¿Usted también viene a reclamarle algún pago?

—No, la verdad es que no.—Ah, bueno. Entonces a lo mejor le recibe. Por-

que está de un humor de sapos.Avancé por el jardín que conducía hasta la man-

sión. El lujo se notaba por todas partes. De hecho, casi te tropezabas con él a cada paso. Una fuente de oro por acá, una estatua de mármol por allá... Aunque la mayoría eran pedestales vacíos, por lo que supuse que los acreedores ya habían pasado por allí. Después de atravesar media villa, oí unos

Page 24: Batracio Frogger y el misterio de la pirámide

24

Page 25: Batracio Frogger y el misterio de la pirámide

25

sollozos a lo lejos. Siguiéndolos, llegué hasta el dueño.

—¡Malditos! ¡Se lo han llevado todo! —gritaba.Al adentrarme en aquella enorme y vacía habita-

ción, vi que al pobre hombre no le habían dejado ni un simple mueble donde llorar; aquello estaba mucho más vacío que mi nevera a fin de mes.

—¿Es usted... (para mantener su anonimato, tam-poco diré su verdadero nombre; así que, a partir de ahora, también usaré un nombre en clave, «Malas Pulgas», al referirme a él) Malas Pulgas? —pregun-té al verle.

—¡Eh! ¿Qué hace usted en mi villa? —me res-pondió con muy malas pulgas.

—Disculpe. La verja estaba abierta y me he to-mado la libertad de...

—Ya sé a lo que viene, a lo mismo que todos. Adelante, no sea tímido. Pero ha llegado tarde; es poco lo que va a poder llevarse.

—No, se equivoca. No vengo por eso.