alicia, un milagro extraño

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Por: Alicia Molina La aventura de Alicia Cock jamás termina. Siempre en su cabeza está ideando un nuevo mapa, una ruta a seguir. Esta joven paisa, de 36 años, la menor de su familia, es una caja de sorpresas. Entre sus perfiles se destacan la paracaidista, la buceadora, la sobreviviente al Tsunami en el Sudeste Asiático, la doctora Cum Laude en Genética y la viajera sin límites. Alicia detesta la palabra mochilero, porque la lleva a pensar en un hippie de pelo largo. Define a un mochilero como aquel que viaja sin cronograma y arma su ruta según lo que va viviendo. Declara que, de esta forma de viajar, le cautiva la libertad. Como backpacker viajó cinco meses y medio por Asia entre, 2006 y 2007, y luego un mes por Suramérica. Su madre recuerda que es aventurera desde pequeña. “Es una guerrera”, afirma. Su padre resalta la sensibilidad social y su inquietud intelectual: “siempre ha sido una persona muy inquieta e inteligente. Le iba bien con las matemáticas y ayudaba a sus compañeros a prepararse para los exámenes, pensábamos que estudiaría ingeniería o matemáticas, pero tenía vocación de servicio a la humanidad, y por eso, eligió la Medicina”. Una vez terminó el bachillerato, estudió Medicina y tuvo la oportunidad de realizar un intercambio en Heidelberg (Alemania). Allí conoció a Alex, un joven nativo y aventurero como ella. Alex consiguió trabajo en una empresa alemana en Medellín y le propuso matrimonio a Alicia. Luego de la boda, la pareja trazó algunas rutas, entre estas, un viaje por Asia. Alicia soñaba mostrarle su país. La piedra de El Peñol y el Amazonas estaban entre sus planes. Pero sus proyectos se difuminaron, pues Alex sufrió un cáncer que terminó siendo mortal. Un año después de que Alex falleciera, Alicia decidió emprender el viaje que había planeado con él al Sudeste Asiático: “Quería reflexionar un poco, una especie de viaje interior. Conocer otras culturas, otra gente”, relata. Su madre reconoce que sentía temor de que Alicia se fuera, pero su persistencia característica era más fuerte. Días antes de salir, una compañera de medicina de Alicia mencionó que su hermano deseaba hacer ese mismo viaje, “y resultó ser un ángel de la guarda”, cuenta Luz Helena Rada, mamá de Alicia. Este joven la acompañó gran parte del viaje y hasta la ayudaba con el morral que, dice su padre, “era más grande que ella”. Después de recorrer Bangkok, Alicia, un milagro extraño La vida de Alicia es un viaje de mochila, marcado por grandes hazañas. El 26 de diciembre de 2006, un tsunami azotó las costas de más de 10 países, dejando 220 mil muertos. Alicia estuvo cerca de ser uno de ellos.

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Page 1: Alicia, un milagro extraño

Por: Alicia Molina

La aventura de Alicia Cock jamás termina. Siempre en su cabeza está ideando un nuevo mapa, una ruta a seguir. Esta joven paisa, de 36 años, la menor de su familia, es una caja de sorpresas. Entre sus perfiles se destacan la paracaidista, la buceadora, la sobreviviente al Tsunami en el Sudeste Asiático, la doctora Cum Laude en Genética y la viajera sin límites. Alicia detesta la palabra mochilero, porque la lleva a pensar en un hippie de pelo largo. Define a un mochilero como aquel que viaja sin cronograma y arma su ruta según lo que va viviendo. Declara que, de esta forma de viajar, le cautiva la libertad. Como backpacker viajó cinco meses y medio por Asia entre, 2006 y 2007, y luego un mes por Suramérica. Su madre recuerda que es aventurera desde pequeña. “Es una guerrera”, afirma. Su padre

resalta la sensibilidad social y su inquietud intelectual: “siempre ha sido una persona muy inquieta e inteligente. Le iba bien con las matemáticas y ayudaba a sus compañeros a prepararse para los exámenes, pensábamos que estudiaría ingeniería o matemáticas, pero tenía vocación de servicio a la humanidad, y por eso, eligió la Medicina”.Una vez terminó el bachillerato, estudió Medicina y tuvo la oportunidad de realizar un intercambio en Heidelberg (Alemania). Allí conoció a Alex, un joven nativo y aventurero como ella. Alex consiguió trabajo en una empresa alemana en Medellín y le propuso matrimonio a Alicia.Luego de la boda, la pareja trazó algunas rutas, entre estas, un viaje por Asia. Alicia soñaba mostrarle su país. La piedra de El Peñol y el Amazonas estaban entre sus planes. Pero sus

proyectos se difuminaron, pues Alex sufrió un cáncer que terminó siendo mortal.Un año después de que Alex falleciera, Alicia decidió emprender el viaje que había planeado con él al Sudeste Asiático: “Quería reflexionar un poco, una especie de viaje interior. Conocer otras culturas, otra gente”, relata. Su madre reconoce que sentía temor de que Alicia se fuera, pero su persistencia característica era más fuerte.Días antes de salir, una compañera de medicina de Alicia mencionó que su hermano deseaba hacer ese mismo viaje, “y resultó ser un ángel de la guarda”, cuenta Luz Helena Rada, mamá de Alicia. Este joven la acompañó gran parte del viaje y hasta la ayudaba con el morral que, dice su padre, “era más grande que ella”. Después de recorrer Bangkok,

Alicia, un milagro extraño

La vida de Alicia es un viaje de mochila, marcado por grandes hazañas. El 26 de diciembre de 2006, un tsunami azotó las costas de más de 10 países, dejando 220 mil muertos. Alicia estuvo cerca de ser uno de ellos.

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llevando apenas tres semanas de viaje, la brújula señalaba que el siguiente destino era el sur de Tailandia. La costa Andamán de Tailandia es un lugar turístico por sus paisajes y playas cristalinas, por eso, los viajeros decidieron empezar por una isla llamada Koh Phi Phi. Al descender al puerto, Alicia y su amigo, con su nuevo grupo, caminaron admirando las artesanías que vendían allí. Al día siguiente, se encontraban desayunando en el hotel, eran alrededor de las 10:30 de la mañana y habían planeado abordar un barco, una hora más tarde, para dirigirse hacia Koh Lanta, otra isla. Repentinamente la gente del restaurante se paró de sus sillas y fueron hacia la playa, a 20 metros del mar. Todos señalaban el agua y hablaban en tailandés. El grupo de viajeros notó que el escándalo se debía a un fenómeno extraño: las olas se devolvían, en vez de ir hacia la playa, iban en sentido contrario. “El nivel bajo tanto que la gente que estaba nadando quedó en la arena”, narra la aventurera. Recuerda ella que la situación era incluso cómica, porque la gente más que asustada estaba extrañada. En un video de su compañero, se escuchan algunos comentarios: “Aquí está pasando algo raro, ese barco se quedó atrancado, las olas van al revés…”, decía Alicia. Juan Sebastián había visto un programa sobre tsunamis y, al

ver las olas, como dictando una profecía, comenta: “Mientras no sea un tsunami todo está bien”. De repente se formaron remolinos en el agua y, segundos después, vieron que las olas se devolvían subiendo más del nivel normal hasta llegar a sus pies, inundando lo que se encontraban a su paso. En ese momento Alicia preguntó: “¡¿Aquí qué está pasando?!” Al mirar un poco hacia lo lejos, vieron que venía una cantidad de agua sucia a una velocidad inimaginable, “como un rio

desbocado”, describe la joven. El amigo de Alicia, le gritó que corriera y, mientras ella agarraba su mochila en la que llevaba el dinero y sus documentos, su amigo corrió hacia una colina cercana. Alicia tuvo menos suerte, en unos segundos una ola de tres metros la atrapó. “Solo me acuerdo que aguanté la respiración, me tapé la cara y no solté la mochila, el agua me arrojó contra la recepción del hotel y me cayeron cosas encima. Estuve debajo del agua unos segundos eternos, pero ésta disminuyó de nuevo. Me salvó que la ola no viniera de frente, sino de lado”, reflexiona. Alicia quedó enredada en algunos muebles, recuerda que una mujer turca, se agarró en vano de una columna para sacarla.Pensó en Omaira, la niña de Armero y empezó a gritar temiendo correr la misma

“El nivel bajo tanto que la gente que estaba nadando

quedó en la arena”

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suerte. “No sé cuánto tiempo estuve ahí, fueron segundos, pero eternos, los más angustiantes de mi vida, pensaba: ´aquí fue, hasta aquí llegué´”, narra la sobreviviente. Mientras tanto, su amigo al notar su ausencia, se devolvió corriendo, y al distinguirla allí encerrada, retiró algunos muebles y la jaló con fuerza hasta sacarla. Alicia no podía creer que estuviera viva, tenía solo algunas cortadas y rasguños. Los dos viajeros corrieron hacia la colina todavía asustados. Pasado el susto, Alicia tuvo la oportunidad de auxiliar a algunos heridos que se encontraban en el lugar. Inclusive, su vocación la llevó a arriesgarse de nuevo para socorrer a una australiana abajo en la playa. Las dos noches siguientes, Alicia permaneció despierta sin poder dormir. “Me imaginaba que ya venía la ola, a pesar de

que estábamos a 50 metros sobre el nivel del mar, me sentía angustiada y agradecida con la vida por haberme salvado”, recuerda. Al otro lado del océano, la familia Cock acongojada oía las noticias. Veían aumentar el número de muertos y perdían las esperanzas de volver a ver a Alicia. La llamada de la joven, llegó por fin en la noche anunciándoles que aún vivía. “Le preguntamos si quería regresar, respondió: ´ ¡no, ya que me salvé, sigo! todavía me falta mucho por recorrer´”, menciona el padre de Alicia divertido ante la energía de su hija. Después de cinco meses de

viaje, en un crucero por el río Yangtzé, Alicia conoció a Roland, un fotógrafo holandés que se encontraba haciendo un reportaje para la National Geographic. Se enamoraron y se casaron dos años después en las islas de San Bernardo.La pareja colombo-holandesa aún no tiene hijos, pero éste podría ser el próximo destino de los viajeros. Ambos llevan el espíritu mochilero en sus venas, aunque ahora han cambiado la mochila por la bicicleta y sobre dos ruedas han recorrido regiones de Francia. Además, practican el senderismo o trekking, que les obliga a cargar mochila. Alicia, ahora, dirige la Unidad de Genética en la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia y, como investigadora, no termina de explorar: “Tengo siempre algún proyecto, un lugar hacia dónde dirigirme. No siempre es posible alcanzarlo todo, pero pongo mi energía en lograr lo que quiero. Eso siempre me ha movido en la vida, ha sido mi motor”. Así es Alicia, una reina de viajes con una gran mochila al hombro, en ella lleva lo mejor de sus experiencias y lo necesario para enfrentarse a cualquier situación: su equipo de medicina y las ganas para medírsele a cada nueva exploración.

“No sé cuánto tiempo estuve ahí, fueron segundos,

pero eternos...”