7. a torres-mi percepción docente

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“MI PERCEPCIÓN DOCENTE” 2015 AUTOR: ARMANDO TORRES RUIZ UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL. UPN 321. MAESTRÍA EN EDUCACIÓN BÁSICA QUINTA GENERACIÓN |

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“MI PERCEPCIÓN DOCENTE”

2015

AuTOR: Armando Torres Ruiz

UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL. UPN 321. MAESTRÍA EN EDUCACIÓN BÁSICa quinta generación |

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“Mi percepción docente”

Mi ingreso al servicio docente comenzó el 16 de agosto del 2011, esto con poco más de un escaso mes de diferencia en cuanto a mi fecha de egreso de la BENMAC, por lo que el ímpetu de trabajar rápidamente y enfrentarme a aquella temida pero a la vez anhelada realidad educativa estaba a flor de piel. Fueron tiempos de alegría, donde yo percibía solamente los grandes beneficios y las enormes satisfacciones que me iba a llevar con mí recién estrenado trabajo, en donde las situaciones difíciles y contextos agresivos no tenían cabida. Ahora, ya más entrado en el servicio, puedo decir que aquella visión era parte del paisaje al que me enfrento día a día, más no una generalización de lo que significa ser maestro.

Contando el ciclo escolar actual, son ya cinco años al servicio de la niñez mexicana; al servicio del aprendizaje y la educación, por lo que ahora el paisaje educativo del que hablo ha hecho que mi percepción cambie y se fortalezca, se haga más crítica, objetiva y científica. Dicha percepción tampoco ronda solamente sobre los rubros positivos o exitosos que se pueden obtener con el trabajo diario en la escuela, sino que se ha diversificado en diversas direcciones, poniendo mira sobre los aspectos que pueden comprometer nuestro desempeño y obstaculizar la educación de los niños, la relación entre padres y maestros y otras características que debe poseer una buena escuela, un buen salón de clases.

Primeramente, creo que esta percepción generalizada sobre quién soy y qué hago en mi trabajo se ha hecho cada vez más crítica porque he aprendido a anteponer preguntas sobre los porqués, con qué y para qué hacer tal o cual función. He podido aprender a priorizar necesidades y hablar sobre mi propio desempeño en consecuencia con los resultados que se observen; he podido darme cuenta poco a poco de cómo analizarme a mí mismo para poder verificar si lo que hago está hecho correctamente o es necesario hacer modificaciones en ello.

Por otra parte, he aprendido a crear objetivos fijos, medibles y alcanzables poco a poco. Esta es una de las labores que menos fácil ha sido, ya que radica en esa medición la dificultad de cumplirlos y poder alcanzar metas que insistan en la creación de otras nuevas. Con el paso del tiempo la manera en que me desenvuelvo en mi medio de trabajo y respondo a las demandas del mismo también fue centrándose en cumplir con las exigencias del plan y programa y tratar de optimizar lo más posible el tiempo efectivo de clase.

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Por último, ahora puedo decir que mi práctica docente se ha vuelto un tanto más científica, ya que si bien desde el estudio normalista se nos inculca la curiosidad científica y el aprecio por la investigación sobre los temas que forman parte del currículo, no es una costumbre que se pueda generalizar a todo el colegiado docente de la educación básica; por lo que ahora es más prioritario utilizar investigaciones rápidas y concisas para esclarecer terminología, comprender mejor un tema, diversificar fuentes de información, corroborar datos o encontrar herramientas y dispositivos que ayuden a que el propio docente comprenda más ampliamente el tema o bien, encuentre formas innovadoras y útiles para aplicarlas en las clases con los alumnos.

He de mencionar en este punto, que desde que ingresé al servicio docente, me he mantenido en mi puesto de maestro de grupo, rechazando las varias oportunidades que se tuvieron para ocupar el cargo de Asesor Técnico Pedagógico o Director Comisionado. Aquí otro punto a analizar. Los momentos en lo que se rechazó el cargo de director comisionado o de ATP fueron momentos en donde se ponía ante toda acción una reacción de miedo e inseguridad. Se buscaba relacionarse lo menos posible con padres de familia y prácticas específicas que pudieran desencadenar en algún problema.

Ahora en cambio, aunque ya no se me ha ofertado ninguno de los puestos, se posee una mentalidad más abierta al cambio y a los retos, no dejando de realizar actividades nuevas por el miedo al resultado, sino planteando desde el inicio directrices que nos ayuden a dejar menos margen para el fallo y el error, y canalizando nuestra energía hacia el éxito.

Todas las sentencias anteriores, y la recapitulación que para escribirlas he tenido que hacer, me llevan inevitablemente a la reflexión de lo que hasta ahora he logrado y cómo la autopercepción que tengo se ha modificado, alegremente para bien en su mayoría. Preguntarnos por qué hacemos lo que hacemos día a día, para qué lo hacemos y a dónde queremos llegar nos ayuda indudablemente a enfrentarnos con nosotros mismos y poder captar el sentido de nuestro trabajo, del servicio que ofrecemos y la calidad que puede tener el mismo.

Nuestros días de trabajo deben transcurrir tranquilos, pacíficos y agradables, pues el estrés y el agobio diario modifican enormemente el resultado; al decir tranquilo y pacífico debemos sobreentender que antes de esa calma hubo un estudio estructurado sobre el qué y para qué, y que un diseño didáctico adecuado nos respalda. A continuación paso a describir brevemente en qué consiste uno de mis días laborales, independientemente del tema a tratar o la estructura curricular del plan y programas.

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Primeramente, comienzo mis días con algunas actividades permanentes, que me garanticen que el alumno adquiere habilidades complejas pero de manera gradual. Todos los días el primer alumno que lo recuerde y me diga la fecha completa tiene derecho a pasar al frente y tachar en el calendario grupal la fecha que corresponde a ese día, así como mencionar si hay cumpleaños o festividades. Esta acción permanente solo lleva unos minutosde cada día y actúa benéficamente en el manejo de habilidades tan sencillas pero valiosas a la vez. Otras acciones que hago son un saludo diverso, cantos para iniciar bien el día, lectura de algún cuento corto o alguna otra actividad. Por ejemplo, como los niños ya conocen los días de la semana pero todavía no conocen su orden y secuencia, repasamos diariamente esta categoría.Las clases transcurren, según la materia electa para el momento, con algunas actividades de exploración de conocimientos previos y recuperación de saberes que los niños ya tengan más arraigados para así comenzar la clase con el nivel que los niños requieran como base. También trato de proporcionarles (en medida de lo posible y según los requerimientos de la clase) material manipulable de apoyo curricular; ya que yo, como lo he mencionado en varios escritos pasados, soy de la creencia de que un ambiente de aprendizaje apto para la clase se construye en gran parte con las herramientas que estén a nuestro alance.

Uno de los hábitos que he tratado más fervientemente de apropiarme es el de revisar actividades complementarias, ejercicios, sugerencias o documentos de apoyo al tema visto, pues a veces es muy común estar cerrados sólo con una idea para dar una clase, y se nos dificulta diversificar en material y actividades, por lo que en los recesos, para que no pasen como tiempo muerto, he hecho costumbre de leer, revisar o fotocopiar materiales para reforzar el aprendizaje de los niños.

Estas son solamente algunas de las cosas que trato de adaptar diariamente a mi práctica docente, con el fin de mejorar y superarme día a día y poder ser la mejor versión de la profesión que elegí. Mi sentir, pensar y actuar siempre girarán en la misma idea: este es el trabajo que tengo, es lo que me da de comer, me da estabilidad económica y me da grandes satisfacciones emocionales, por lo que debo de cuidarlo al máximo en todo momento.