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INTRODUCCIÓN La comida y la bebida tienen siempre un valor ritual por el lazo que crea entre los reunidos la toma en común de una misma sustancia. La comensalidad es casi siempre el fundamento de la comunidad (Pitt-Rivers, 1983, 172). Los ritos de consumo de alimentos de la sociedad griega han sido caracterizados a menudo como formas de comensalidad, ya que implicaban el consumo de bebidas y comidas por parte de varias personas juntas, reunidas como iguales y en un acto que reforzaba los valores de la comunidad (Murray, 1990, 5). Por una parte, la comensalidad griega reunía muchos de los principios que podemos observar en ritos similares desarrollados por otras culturas. Pero también conllevaba ciertos rituales o costumbres distintivos que la distinguían y otorgaban un papel importante dentro de esta cultura (Murray, 1990, 6). En efecto, el banquete fue una de las instituciones más significativas y representativas de la ciudadanía griega. Importante, como veremos, en la toma de decisiones comunitarias, en la aceptación de nuevos miembros para el grupo, etc., la decisiva 227 QUAD. PREH. ARQ. CAST. 21, 2000 El banquete griego en Occidente. La Galia: alcance y límites de un tipo de comensalidad Susana González Reyero* Resumen Partiendo del significado social del banquete en la Grecia arcaica el presente trabajo analiza la posible expansión de esta celebración por otras zonas del Mediterráneo durante los siglos VI-IV aC. En efecto, la significativa importación de productos griegos a lugares como el sur de la Galia ha sido considerada en ocasiones como un indicio de la adopción o transformación de parte de las pautas sociales asociadas a la vajilla griega. No hay sin embargo que perder de vista otros factores que pudieron influir de manera importante en el proceso, como la existencia de una comensalidad indígena anterior en torno a bebidas alcohólicas autóctonas. Dentro de esta perspectiva, los productos griegos se habrían incorporado a una dinámica preexistente, asimilando o reinterpretando su primitivo sentido y significado. Résumé Tout en prenant considération du sens social du banquet dans la Grèce archaïque, ce travail analyse son probable expansion vers d´autres régions de la mer Méditerranée dans les VI-IV siglo av. J.-C. En effet, l´une des conséquences de l´importation significative des produits grecs vers le sud de la Gaule a pu être l´adoption –ou la transformation- d´une partie des comportements sociaux liés dès l´origine à ces produits grecs. Mais il faut aussi tenir compte d´autres facteurs qui ont pu influer, d´une manière importante, sur ce processus comilímetrose, par exemple, l´existence d´une comilímetrosensalité indigène antérieure autour des boissons alcooliques et autochtones. Dans ce sens-là, les objets d´origine grec auront rejoint à une dynamique préexistante, dont le primitif sens et signification aurait pu changer selon les influences de la Grèce, quand les indigènes assimilaient les nouveaux idées ou, plutôt, les reinterprétaient selon leur coutume. *Universidad Autónoma de Madrid. Ciudad Universitaria de Cantoblanco. E-28049 Madrid. <susana.gonzalez@uam. es>

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Page 1: 16. El banquete griego - Dialnet la institución del banquete en la Grecia arcaica un carácter público por el sentido social que adquiere: En la ciudad arcaica, lo político no 228

INTRODUCCIÓN

La comida y la bebida tienen siempre unvalor ritual por el lazo que crea entre los reunidosla toma en común de una misma sustancia. Lacomensalidad es casi siempre el fundamento de lacomunidad (Pitt-Rivers, 1983, 172).

Los ritos de consumo de alimentos de lasociedad griega han sido caracterizados a menudocomo formas de comensalidad, ya que implicabanel consumo de bebidas y comidas por parte devarias personas juntas, reunidas como iguales y

en un acto que reforzaba los valores de lacomunidad (Murray, 1990, 5). Por una parte, lacomensalidad griega reunía muchos de losprincipios que podemos observar en ritos similaresdesarrollados por otras culturas. Pero tambiénconllevaba ciertos rituales o costumbres distintivosque la distinguían y otorgaban un papel importantedentro de esta cultura (Murray, 1990, 6). En efecto,el banquete fue una de las instituciones mássignificativas y representativas de la ciudadaníagriega. Importante, como veremos, en la toma dedecisiones comunitarias, en la aceptación denuevos miembros para el grupo, etc., la decisiva

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QUAD. PREH. ARQ. CAST. 21, 2000

El banquete griego en Occidente. LaGalia: alcance y límites de un tipo de

comensalidad

Susana González Reyero*

ResumenPartiendo del significado social del banquete en la Grecia arcaica el presente trabajo analiza la posible expansión

de esta celebración por otras zonas del Mediterráneo durante los siglos VI-IV aC. En efecto, la significativa importaciónde productos griegos a lugares como el sur de la Galia ha sido considerada en ocasiones como un indicio de laadopción o transformación de parte de las pautas sociales asociadas a la vajilla griega. No hay sin embargo que perderde vista otros factores que pudieron influir de manera importante en el proceso, como la existencia de una comensalidadindígena anterior en torno a bebidas alcohólicas autóctonas. Dentro de esta perspectiva, los productos griegos sehabrían incorporado a una dinámica preexistente, asimilando o reinterpretando su primitivo sentido y significado.

RésuméTout en prenant considération du sens social du banquet dans la Grèce archaïque, ce travail analyse son

probable expansion vers d´autres régions de la mer Méditerranée dans les VI-IV siglo av. J.-C. En effet, l´une desconséquences de l´importation significative des produits grecs vers le sud de la Gaule a pu être l´adoption –ou latransformation- d´une partie des comportements sociaux liés dès l´origine à ces produits grecs. Mais il faut aussi tenircompte d´autres facteurs qui ont pu influer, d´une manière importante, sur ce processus comilímetrose, par exemple,l´existence d´une comilímetrosensalité indigène antérieure autour des boissons alcooliques et autochtones. Dans cesens-là, les objets d´origine grec auront rejoint à une dynamique préexistante, dont le primitif sens et signification auraitpu changer selon les influences de la Grèce, quand les indigènes assimilaient les nouveaux idées ou, plutôt, lesreinterprétaient selon leur coutume.

*Universidad Autónoma de Madrid. Ciudad Universitaria de Cantoblanco. E-28049 Madrid. <susana.gonzalez@uam. es>

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importancia de esta celebración ha sido abordadapor varios estudios de conjunto (Murray, Tecusan,1995; Schmitt, 1992; Dentzer, 1982; Amouretti,Brun, 1993; Celestino, 1995; 1999; AAVV, 1998).En el siguiente trabajo atendemos fundamental-mente al significado social del banquete en lasociedad griega arcaica, pensando que fue laconcepción de esta práctica en el arcaísmo la queinfluyó en primer lugar en las sociedades delmediterráneo occidental.

El banquete griego arcaico ha sido carac-terizado en ocasiones como una metáfora de laciudad (Schmitt, 1992, 36). En efecto, lograr quese sucediesen de manera correcta los placeres deesta institución, hacer reinar la eunomia y laeuphrosunè, era equiparable al arte de gobernar laciudad: el vocabulario empleado por los antiguospara describir ambas realidades fue el mismo. Porejemplo, Solón comparó la ausencia de equilibriopolítico en la ciudad con la incapacidad de hacersuceder correctamente las alegrías del banquete.Incluso se ha llegado a hablar del banquete comoun microcosmos del mundo político.

Los recientes estudios realizados sobre estainstitución cívica griega han llegado a otorgarle unpapel definitorio para muchos aspectos de estasociedad. Así, por ejemplo, parece que ciertasciudades de la Grecia arcaica hicieron delbanquete en común una institución, un elementode su politeia, una de las señales del paso a laedad adulta y del acceso a la ciudadanía (Schmitt,1992, 90). O. Murray ha indicado también elprotagonismo con que hemos de considerar elbanquete para alcanzar una cierta comprensióndel arte, la literatura y la religión griega, sobre todoen lo que respecta al período arcaico (Murray,1990, 7).

Una de las dificultades con las que contamosa la hora de valorar correctamente el significadodel banquete en la misma sociedad griega es ladisparidad de criteros y opiniones con los que estainstitución ha sido y continúa siendo estudiada porparte de historiadores y arqueólogos. Así, porejemplo, para J. M. Dentzer es necesario eliminarla dimensión religiosa de nuestra valoración delbanquete griego: su significado e importanciafueron sobre todo sociales (Dentzer, 1982). Paraotros autores como P. Schmitt Pantel, siguiendolas ideas de J.-P. Vernant, las esferas de loreligioso y lo “profano”, son tan sólo diferenciablesdesde nuestra mentalidad y no desde la griegaantigua. Por otra parte, trabajos como los de O.Murray han señalado como cualquier intento deexplicar los sistemas sociales solamente desde

una perspectiva meramente funcional no podrá sertotalmente explicativa, ya que el elemento de laritualización es básico para la creación decualquier construcción social (Murray, 1990, 4).

En el espacio geográfico al que nosreferimos (Fig. 1), hoy se admite el hecho de quela ciudad griega de Massalia y otras fundacionesgriegas de época posterior de la costa del sur dela Galia fueron los originadores de actividadescomo la producción de vino y aceite, ciertos tiposconstructivos, el torno de alfarero, nuevos tipos decontenedores cerámicos y de vajillas, la esculturaen piedra, la introducción sucesiva del alfabeto y lamoneda, etc.

El hallazgo de importantes restos relativos alos objetos griegos utilizados en el banquete enmuchos yacimientos del Occidente y del sur de laGalia nos hace pensar en la potencial llegada departe del significado asociado a esta celebracióncon motivo de la expansión griega en Occidente yen su mayor o menor incorporación o reinter-pretación por parte de las sociedades indígenasde la zona (Fig. 7).

Por otra parte, la importancia de los rituales ocostumbres que acompañan las comidas ha sidodestacada por numerosos investigadores. Así, O.Murray recuerda cómo en todas las sociedades, yespecialmente en las sociedades primitivas, comeres un acto que ocupa un puesto señalado en elcuadro cultural y mítico, con sus tabúes y susobligaciones, con todo un lenguaje y costumbresprofundamente arraigadas. Los patrones quegobiernan el consumo de los diferentes alimentosestán casi siempre dominados por símbolosculturales (Murray, 1990, 3). Es por ello que, en losprocesos de aculturación, las costumbres en tornoa la comida resultan ser uno de los elementos másresistentes al cambio (Bats, 1988, 229).

BANQUETES PÚBLICOS Y PRIVADOS ENLA CIUDAD GRIEGA

El banquete en la etapa arcaica griega era,en opinión de autores como P. Schmitt Pantel, unade las prácticas colectivas que, de forma conjunta,definían la ciudadanía. En efecto, en estemomento de conformación de los valoresciudadanos, de establecimiento de las funcionespolít icas, existían varios instrumentos paraexpresar la soberanía política (Schmitt, 1992, 111).

La teoría defendida por esta autora concedea la institución del banquete en la Grecia arcaicaun carácter público por el sentido social queadquiere: En la ciudad arcaica, lo político no

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estaba restringido a dos o tres institucionesprecisas, sino que ejercían esta función todas lasprácticas sociales que servían para definir, calificaro expresar la ciudadanía (Schmitt, 1992, 112). Enefecto, antes de disponerse de unas institucionespúblicas diferenciadas, diversos factores influíanen las decisiones para el conjunto de la comuni-dad: el prestigio, la autoridad, el ascendiente, loshonores, etc. Aún no existía la distinción deépocas posteriores entre el poder social y el poderpolítico, puesto que eran los mismos hombres -siempre un pequeño número- quienes ejercíanambos (Schmitt, 1992, 113). Habría, pues, quecomprender el banquete dentro del sistemaaristocrático del don y contra-don tan significativoen estas etapas. A este respecto, las comidas encomún adquirieron la dimensión de intercambios

entre iguales, reforzando los vínculos que lesunían (Schmitt, 1992, 484).

Por otra parte, el banquete griego era, enesencia, una actividad masculina en la que seadaptó, desde el siglo VIII aC, el uso de la kliné(Murray, 1990, 6). También desde una fechatemprana quedó establecida la separación delbanquete en dos partes diferenciadas: El tiempode la comida - deipnon- y el de la bebida -symposium-. Durante la primera parte delbanquete se procedía a tomar la comida, losalimentos sólidos basados principalmente encereales y carnes cocinados de diferentes formas.El consumo del vino y, con ello la segunda parte,se iniciaba una vez que el apetito se habíacalmado.

EL BANQUETE GRIEGO EN OCCIDENTE. LA GALIA: ALCANCE Y LÍMITES DE UN TIPO DE COMENSALIDAD

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Figura 1. Mapa que muestra la situación de algunos de los yacimientos, tanto griegos como indígenas, más importantesde la zona. 1.- Mailhac; 2.- Ruscino; 3.- Peyriac-de-Mer; 4.- Salses; 5.- Pech Maho; 6.- Montlaurès; 7.- Ensérune; 8.-

Béziers; 9.- La Monédière; 10.- Cessero; 11.- La Ramasse; 12.- Agde; 13.- Lattes; 14.- Tonnerre I; 15.- Plan de la Tour;16.- La Jouffe; 17.- La Rallongue; 18.- Villevieille; 19.- Roque-de-Viou; 20.- La Liquière; 21.- Mauressip; 22.- Nages; 23.-

Nîmes; 24.- Espeyran; 25.- Le Marduel; 26.- La Roche-de-Comps; 27.- Beaucaire; 28.- Arles; 29.- Avignon; 30.- LePègue; 31.- Saint-Blaise; 32.- Martigues (L´Île); 33.- Martigues (L´Arquet); 34.- Martigues (Saint-Pierre); 35.- Martigues(Tamaris); 36.- Massalia; 37.- Les Baoux de Saint Marcel; 38.- Le Mont-Garou; 39.- Six-Fours (Tauroeis); 40.- Ollioules

(La Courtine); 41.- Olbia; 42.- Olbia; 43.- Nice. Según M. Bats (1992, 276).

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Estos dos tiempos se separaban claramentecuando el espacio y el ambiente lo permitían. Deesta forma, las mesas sobre las que se habíapresentado la comida se retiraban y reemplazabanpor otras donde se disponían las copas. En estemomento, los invitados se lavaban las manos, seperfumaban, se coronaban, preparándose así parala parte más larga y más agradable del banquete;el symposium. Era sobre todo esta segunda partedel banquete la que conllevaba una elaboradaritualización. Por ejemplo, la mezcla obligatoria delvino con el agua, los objetos que debían usarse, elorden de quién cantaba o hablaba (Fig. 14), losentretenimientos que comenzaban, etc. (Murray,1990, 6). Un elemento indispensable para elcorrecto discurrir del symposium era la crátera(Lissarrague, 1990, 197). En efecto, en ella teníalugar la mezcla del vino, sin la que el arte de bebersegún las normas del symposium no podíarealizarse. La crátera se representó frecuentemen-te en las escenas de cerámicas que aludían albanquete. En ellas, este objeto ocupaba casisiempre un lugar central entre los bebedores,hasta el punto de que ha llegado a afirmarse quela crátera constituía el elemento organizativo delas imágenes. La causa para este protagonismofue, según algunos autores, que este objeto era elpunto de origen para la distribución del vino eindicaba la importancia de compartir de la maneracorrecta el preciado líquido. De esta forma, lacrátera no era simplemente un objeto técnico, enella convergían algunos valores fundamentales delbanquete griego como la mezcla, la distribución, lalibación, la reserva de parte de la bebida para losdioses, etc. Era, en definitiva, un símbolo de laconvivialidad (Lissarrague, 1990, 201-203).

Así pues, el symposium ha sido definidocomo el momento, posterior a la comidapropiamente dicha, en el que se bebía enconjunto. Sin embargo, hay autores que señalancomo en sentido amplio, y para la etapa arcaica,se puede usar este término para la bebida y lacomida conjunta, ya que era en definitiva unaforma de asociación privada entre individuos(Valenza-Mele, 1981, 117); un grupo de hombresque afirmaba así su identidad. En todo caso,existieron formas diferentes de symposium y no unúnico symposium, una diversidad tan grande comola que ofrecen las comidas y una mayor o menorcercanía al ritual dionisíaco (Murray, 1983, 195).

En definitiva, el banquete griego debíatranscurrir según lo descrito: comer y beber en unasucesión determinada constituían las dos partesindisociables y complementarias de esta

institución griega (Schmitt, 1992, 4). Por otra parte,el consumo ritual y colectivo de la comida fundabao reforzaba los lazos sociales de una comunidad.En muchas ocasiones esta comida en común erael mejor mecanismo para expresar la comunidad.Así por ejemplo, la comida basada en ladistribución de un sacrificio, muy presente en lapoesía elegíaca, constituía la expresión de laigualdad cívica (Schmitt, 1990, 21). Sin embargo,en la mentalidad griega, este componente “social”era, como ya hemos visto, indisociable de unafuerte carga “religiosa” en cuanto a que elconsumo de las carnes, los cereales y la bebidatenían una dimensión sagrada (Schmitt, 1992,483). De esta forma, el hecho de beber vinoconllevaba cierta idea de reconocer al dios,l legando así a cierta identif icación entre elproducto elaborado y la divinidad (Schmitt, 1995,100). En opinión de Píndaro, la comida pertenecíaal contexto más amplio de las relaciones dehospitalidad, institución por otra parte fundamentalen la vida social de la época arcaica. De hecho, lacomida constituía su primer gesto, mostrando másque ningún otro rasgo el evergetismo de loshombres (Schmitt, 1990, 22).

Al mismo tiempo, el banquete griego era“sagrado”, formaba parte de la construcciónsimbólica del mundo que habían elaborado lasgentes de la ciudad alrededor de sus creencias yde sus prácticas religiosas. En el ámbito helenoexistieron muchos comportamientos que sólo eranplenamente comprensibles atendiendo a suinserción dentro de la esfera de lo sagrado. Pero,según hemos visto, en el pensamiento de laantigua Grecia no existía una separación claraentre el placer de beber que se manifestaba en elbanquete y el sentimiento de estar de acuerdo conlos dioses, de pertenecer a una comunidad socialy, en definitiva, de ciertas referencias políticas(Schmitt, 1992, 102).

De acuerdo con la tradición de la antiguaGrecia, los hombres habían aprendido el usoadecuado del vino de Dionisos, así como laimportancia de la mezcla y del correcto reparto.Fue, pues, el dios quien les había transmitido unode los instrumentos principales de la sociabilidad(Schmitt, 1995, 101). A partir de este momento, eluso reglamentado y socializado del vino pasó aser un componente de todo banquete celebradoen la ciudad. Las cuentas de los santuarios, lasprescripciones de las fundaciones, etc., teníanprevisto tanto la compra de animales para lossacrificios como las jarras de vino e incluso enocasiones se especif icaban las cantidades

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requeridas de vino por cada participante (Schmitt,1992, 10). El symposium era, según muchosautores, y más que una reunión para beber, elconsumo ritualizado del vino bajo la mirada deDionisos y de las otras divinidades invocadas en eltranscurso de las libaciones (Schmitt, 1995, 101).El consumo del vino en el symposium aparece eneste sentido como una de las señales del cultorendido a Dionisos.

En cuanto a los alimentos que aparecían deforma más frecuente en los banquetes, L. Bruitseñala cómo la comida podía adquirir significadosdiferentes según su contexto y su organización, sise consumía como parte de una institución cívica,de un contexto ritual o si se convertía en ofrendas,ya fuese en las mesas de los hombres o en losaltares de los dioses (Bruit, 1990, 162). Según lacitada autora, era el contexto festivo, cívico oreligioso que rodeaba el consumo de estos

alimentos la combinación que daba el sentidodefinitivo a lo que era consumido (Bruit, 1990,167).

Igualmente, la ritualización de que era objetoel banquete se manifestaba, por ejemplo, en lapráctica de la libación. Este acto desempañaba unpapel fundamental y otorgaba a esta celebraciónuna cierta dimensión religiosa. Por ejemplo, eranfrecuentes las escenas de l ibación en lasrepresentaciones de partidas, cuando todos losconvidados a un banquete observaban ladespedida (Bruit, 1990, 144). Este acto se asociaen la cerámica generalmente con la presencia deciertos objetos como la jarra, los enócoes, y unrecipiente, la copa o phiale (Fig. 3). No obstante,éstos no eran los únicos objetos susceptibles derecibir la libación. Según L. Bruit todo vaso quesirviese para beber, podía utilizarse con estafinalidad (Bruit, 1990, 134). En las cerámicas

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Figura 2. Mapa que muestra los principales yacimientos en los alrededores de Massalia. 1.- Marsella; 2-5 Martigues; 6.-Saint-Mitre-les-Remparts (Saint-Blaise); 7.- Bouc-Bel-Air (Baou-Roux); 8.- Les Pennes-Mirabeau (Teste-Nègre); 9.- LesPennes-Mirabeau (La Cloche); 10.- Le Rove (Camp de Laure); 11.- Marignane (Notre-Dame de Pitié); 12-13 Marseille;

14.- Mimet (Teste de l´Ost); 15.- Six-Fours-les-Plages (Le Brusc, Taureois); 16.- Mont-Garou; 17.- Evenos; 18.- LaCourtine; 19.- Roquepertuse (Velaux); 20.- Entremont (Aix-en-Provence); 21.- Pertuis; 22.- Eguilles (Pierredon); 23.-

Constantine; 24.- Roquefavour (Ventabren); 25.- La Roque d´Anthéron; 26.- Auriol. Según Arcelin (1992, 307).

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griegas la escena de la libación era tambiéncaracterística, además de por la presencia deestos elementos, por el gesto de verter (Bruit,1990, 133). En definitiva, la libación, la invocación,la oración, el placer, etc., constituían señales delos lazos que existían entre el mundo de los diosesy el de los hombres (Schmitt, 1992, 10).

TESTIMONIOS ESCRITOS RELATIVOS ALA COMENSALIDAD EN LA SOCIEDADESPROTOHISTÓRICAS DEL EXTREMOOCCIDENTAL DEL MEDITERRANEO

Para comprender la visión que los escritoresgriegos nos aportaron sobre otros pueblos y sobresus prácticas de comensalidad hay que tener encuenta, en primer lugar, la manera en que loshelenos elaboraron su propia historia, englobandocon ello el tiempo mítico en que hombres y diosesvivían juntos. Desde el punto de vista griego, noconocer la comensalidad o desarrollarla mal veníaa ser lo mismo (Schmitt, 1992, 491).

El banquete había estado presente en lavida griega de forma determinante desde épocasmuy antiguas. Así, por ejemplo, y según Plutarco,en la época de Homero el rey recogía la opiniónde los héroes con ocasión del banquete (dais),

como constaba que hizo Agamenón durante elasedio de Troya. El mismo autor nos transmite latradición llegada hasta él acerca de la costumbreexistente en tiempos de Homero de comer y beberantes de iniciar una negociación o discusiónimportante. Esta tradición parece subrayar laimportancia del banquete como un elementoestructurador dentro de la sociedad homérica.Posteriormente, la comida continuó siendo el lugarde decisión utilizado en algunas ciudades, sobretodo, como hemos destacado, durante la épocaarcaica. A este respecto, el hecho de que lasescenas de banquete llegasen a ser los motivosmás representados en la cerámica no es meracoincidencia, sino que refleja su importancia social(Rathje, 1990, 279).

En cuanto a la información de los textosreferente al sur de la Galia destacamos en primerlugar los testimonios de Poseidonios de Apamea yde Diodoro de Sicilia (V, 26, 3) que nos recuerdanel aprecio especial de los indígenas hacia el vino ysu alto coste. Así, y contrariamente al uso comúnentre los griegos, los galos lo “beben puro”.También nos explicaba este autor cómo en estazona “aman el vino hasta el exceso bebiendo conuna pasión furiosa”. Respecto al coste resultasignificativo que el mismo Poseidonios nos explicacómo “Lo que se bebe en casa de los ricos, eso esvino”. También Diodoro ya nos indicaba que“muchos comerciantes italianos consideran comoun tesoro el aprecio de los galos hacia el vino. Lollevan por ríos navegables o en carro por víaterrestre y alcanza un precio increíble: por unánfora de vino, reciben un esclavo” (Lauben-heimer, 1990, 58).

Por otra parte, contamos también con eltestimonio de Plinio el Viejo (H. N., XIV, 68) quien,de toda la zona existente de los Alpes a losPirineos, señaló únicamente los vinos producidosen Marsella y en Béziers, todo ello sin dejar deseñalar que “Baeterrarum intra Gallias consistitautoritas” (la reputación de Béziers no sobrepasalas Galias) (Garcia, 1995, 156).

Justino recogió también el célebre eimportante testimonio de Trogo Pompeyo (XLIII, 4,2) respecto a la influencia de los habitantes deMassalia sobre otros pueblos del sur de la Galia,l legando a conseguir que estos últ imos “sehabituasen a tallar la viña y a cultivar el olivo”. Yaen momentos posteriores no podemos olvidar lareferencia de Estrabón del siglo II aC, cuyadescripción de la zona marsellesa pareceremontarse no obstante a época de Poseidonios(Brun, 1987, 313). El citado autor confirmó que la

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Figura 3. Decoración de una copa griega. Una mujerlleva dos de los elementos característicos del banquete:

la phiále y el oínokhóe (colección privada). SegúnLissarrague (1995, 136).

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viña ocupaba en el siglo II aC, un lugarpreponderante en el territorio de la ciudad focea.Se podían encontrar también en ella otros cultivostípicamente mediterráneos, si bien el lugar de loscereales era muy reducido: “La comarca estáplantada de olivos y cubierta de viñas, pero esmuy pobre en trigo a causa del suelo rocoso”(Estrabón, IV, 1, 5). En fechas más recientes laabundancia de viñas en el territorio de Marsellacontinuó siendo destacada. Así, por ejemplo,Paulino de Pella en su poema Eucharisticos,señalaba cómo “estos viñedos son las únicasriquezas que utiliza esta ciudad para abastecersefuera de lo que es indispensable para vivir” (Brun,1993, 313; Bertucchi, 1992).

LOS TESTIMONIOS ARQUEOLÓGICOSSOBRE EL BANQUETE EN EL SUR DE LAGALIA

A partir de finales del siglo VII aC se inicia enel sur de la Galia la llegada de una serie deimportaciones de procedencia etrusca cuyacontrapartida fue en opinión de muchos de losinvestigadores, la obtención de minerales, sobretodo en lo que se refiere al abundante cobre de lazona del Languedoc (Vallet, 1998, 658).

Desde el comienzo de la l legada deproductos importados, los objetos destinados altransporte del vino y a su posterior consumoocuparon un puesto importante dentro de estasmercancías. De esta forma, ya fuese deprocedencia griega o etrusca, el vino se convirtió,desde muy pronto, en un privilegio (Laubenheimer,1990, 57).

LA TRANSMISIÓN DE PAUTAS: LAS VÍASDE PENETRACIÓN Y LA NOCIÓN DETERRITORIO

La colonia de Massalia sirvió, no sólo comoredistribuidor de buena parte del vino importado,sino también, mediante el desarrollo de susviñedos locales, como difusora hacia el interior delterritorio del vino así como de algunos de losobjetos asociados a él en ámbito heleno. Además,su posición de control de la vía que constituía elRódano le proporcionaba una posición estratégicaprivilegiada, controlando unos contactos y uncomercio establecidos hacia el interior del país(Fig. 1). Al mismo tiempo la situación de Marsellaconstituía la salida natural al Mediterráneo de unaamplia zona que conectaba el Ródano, con elLoira y, de allí, al Atlántico (Cunliffe, 1993, 28).

Las vías de comunicación parecen haberdesempeñado en el territorio que nos ocupa unpapel básico en cuanto a la transmisión deobjetos, productos e ideas (Fig. 11). Autores comoL. Vallet han señalado las diferencias existentesentre varias zonas respecto a la transmisión denuevas costumbres y fabricaciones artesanalesdependiendo de su mayor o menor cercanía a lacosta (Fig. 2). Por ejemplo, en algunas zonas delinterior, alejadas de las vías de comunicación quellevaban hacia la costa, se ha constatado una“resistencia total” a las nuevas técnicas y elmantenimiento de los modos tradicionales y de laproducción doméstica, fenómeno confirmadoespecialmente gracias a los trabajos realizados enel Languedoc oriental (Vallet, 1998, 661, 664).

En lo que respecta al tipo de comercio quetenía lugar en las épocas más antiguas, diversosautores han señalado cómo, a través de los peciosconocidos, se puede señalar un t ipo decargamento de los barcos que se calificaría de“mixto”, formado mediante la adquisición deproductos diversos cargados a lo largo de puertossucesivos en la ruta. Sin embargo, también estoscargamentos pudieron tener su origen en losconocidos “port of change”, caso de la mismaMassalia, que actuaba como centro de producción,consumo y redistribuidor hacia nuevos mercados

EL BANQUETE GRIEGO EN OCCIDENTE. LA GALIA: ALCANCE Y LÍMITES DE UN TIPO DE COMENSALIDAD

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Figura 4. Estamno del Louvre. Una mujer sirve la phiálede un guerreros con el oínokhóe que lleva (según

Lissarrague, 1995, 130).

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(Long, Miró, Volpe, 1992, 228). En esta línea, M.Gras ha señalado cómo los pecios de épocaarcaica y clásica, que comienzan a ser ahora másconocidos, muestran un cargamento heterogéneoque es imagen del comercio que se estaballevando a cabo: el navío no se paraba casi nuncaen su viaje sin comprar ni vender. Podía ocurririncluso que, al final, en el punto de llegada, sucargamento no guardase ninguna semejanza conel de partida (Gras, 1995, 113).

Autores como J.-P. Morel señalan sin embar-go que el comercio a larga distancia de Massaliadebió ser poco numeroso cuantitativamente(Morel, 1995, 49). La presencia de las ánforasmassaliotas en otras costas fue en realidad pocosignificatica, los barcos de la ciudad que conoce-mos tenían un tonelaje bastante restringido, etc.Por ejemplo, el pecio de Pointe Lequin 1B,cargado con ánforas massaliotas a principios delsiglo V aC, no podía albergar más de unaveintena, con lo que más bien parecen reflejar unaactividad comercial a corto radio de acción, que selimitaría, según los excavadores, a la zonamassaliota (Long, Miró, Volpe, 1992, 230). Estosejemplos han llevado a pensar en la práctica de uncomercio de cabotaje y redistribución más que engrandes tráficos comerciales (Morel, 1995, 49).

En todo caso, resulta difícil establecer lalógica de un comercio que ha sido calificado enocasiones como aleatorio y selectivo (Ugolini,Olive, 1995, 238), todo ello dentro de mentali-dades que se nos escapan. Ante esta situación,los investigadores han adoptado varias posturas.En primer lugar, se argumentó la llegada al interiorde objetos importados del mediterráneo comoconsecuencia de la acción de comerciantesgriegos. Posteriormente se ha explicado tambiénmediante los propios mecanismos redistributivosde los grupos indígenas. Hay que tener en cuentaigualmente que los vasos áticos pudieron sercargamento de barcos junto a otros productos nogriegos. Éste es el caso supuesto por D. Ugolini yCh. Olive para la zona del Languedoc y para laszonas alejadas de la costa, donde no encontramosánforas griegas pero donde sí están presentes lasibéricas o las púnicas. En este caso, las ánforasibéricas pudieron ser comercializadas conjunta-mente con cerámica griega por una red ibera,púnica o griega (Ugolini, Olive, 1995, 254).

En cuanto a las diferencias en el registroarqueológico entre las zonas costeras y el interiordestacamos los estudios de B. Dedet respecto a lazona oriental del Languedoc. En efecto, en la zonainterior de las Garrigas encontramos desde el siglo

VI aC la presencia de vajilla griega destinada a labebida junto a una escasez de ánforas vinarias, adiferencia de la región costera, donde éstasúltimas sí están presentes. Esta situación parecerevelar que los indígenas no tenían aún en elinterior un acceso habitual al vino (Dedet, 1995,304). Existen varios motivos que pueden explicarestas diferencias entre las dos regiones, como sonla ausencia de oferta, la propia incapacidadindígena para hacer llegar el vino hasta susterritorios o por una razón cultural que les hacíapreferir sus bebidas tradicionales. En todo caso,vemos como el territorio, la noción de región y lamayor o menor accesibilidad jugaron siempre unpapel determinante en el contacto, adopción ytransformación de costumbres extranjeras.

En cualquier caso, y siguiendo la opinión deD. Garcia, entre el 530 y el 400 aC encontramoslas huellas de un comerco vinario masaliota en losyacimientos del valle medio del Hérault -interior dela colonia de Agde-. Se trataba de un comerciomenos activo que en la costa y que en la región deNîmes (Garcia, 1993, 1974), lo que nos indica denuevo las diferencias existentes entre la costa y elinterior.

Otros autores como M. Bats han señalado laimposibilidad de realizar comparaciones entrezonas como la costa provenzal y la del Languedocoriental debido a la falta de datos de quedisponemos (Bats, 1992, 272). En su opinión, sinembargo, es más fácil establecer diferencias sicomparamos la costa y el interior. En efecto, amedida que nos alejamos de la costa o de los ríosaccesibles mediante barcos se percibe unadisminución progresiva. Además, según avanza-mos hacia los puntos menos accesibles, lasimportaciones de ánforas son en generalsuperiores a las de vajilla. Esta particularidad nosindica en cierta forma el comercio que se estabapracticando: se trataría de contactos frecuentes ydirectos con la costa y una difusión lineal hacia elinterior mediante los intermediarios indígenas.Siguiendo la hipótesis de M. Bats entre otros, lospuntos costeros actuaron como zonas de mercadomientras que el interior se constituyó como unazona de reciprocidad y de “gift trade” (Bats, 1992,272). Dentro de este mecanismo de funciona-miento sería no obstante interesante averiguarhasta qué punto la situación era una consecuenciade la acción directa de Marsella y hasta qué puntoeste comercio se debió a la presencia activaindígena.

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CERÁMICA. LOS HALLAZGOS EN TORNO ALA VAJILLA DEL VINO

Las importaciones mediterráneas másantiguas que se han documentado hasta laactualidad en el sur de la Galia son las copas y elenócoe de la necrópolis de Peyrou en Agde y lacopa de la necrópolis de Grand Bassin I enMailhac, todas ellas datables en el tercer cuartodel siglo VII aC (Bats, 1992, 269; 1996, 577). Sinembargo, y como ya hemos mencionado, durantebuena parte del siglo VI aC las importacionesetruscas jugaron en la zona un papel deter-minante. De esta forma, en la misma Massalia, ydurante toda la primera mitad del siglo VI aC, el 25por ciento de la cerámica fina y el 90 por ciento delas ánforas eran de manufactura etrusca. Unaposible explicación para la abundancia de losproductos etruscos es que, como ha sugeridoBats, en sus viajes al este los foceosprobablemente encontraron una red dedistribución etrusca, ya existente, de la que

pasaron a formar parte durante muchas décadas.De esta forma, para algunos autores se puedeadmitir, según los datos actuales, que los etruscosprecedieron a los griegos en las costas del sur dela Galia (Bats, 1992, 268). La otra hipótesisexplicativa consiste en hacer bajar la cronologíade los primeros materiales –etruscos- hastaaproximadamente el año 600 aC, momento en elque ya podrían ser explicados mediante losprimeros contactos foceos (Bats, 1996, 577).

Posteriormente, hacia el 540 aC, se produjoun cambio significativo con la emergencia de laproducción vinícola por parte de la ciudad deMarsella y con el comienzo de la producciónanfórica dedicada al transporte de ese vino. Latipología básica de esta forma de contenedorhabría de perdurar hasta el siglo II aC (Bats, 1996,578). Estos cambios coinciden con el momento enque Massalia tuvo acceso al dominio de unterritorio mayor. En esta segunda mitad del sigloVI tuvieron lugar otros fenómenos de granimportancia para la nueva ciudad. Por una parte,

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Figura 5. Formas cerámicas griegas (copas B2) pertenecientes al pecio de Pointe Lequin 1A (según Long, Miró, Volpe,1992, 206).

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el número de importaciones áticas se incrementóconsiderablemente no sólo en la ciudad deMarsella, sino también en los centros indígenasdel sur de la Galia (Figs. 7, 8), dentro de uncomercio que llegaba hasta la costa y del que esejemplo el pecio Lequin 1A (Porquerolles) (Fig. 5).También las formas cerámicas massaliotascomenzaron una expansión o mayor presencia enel sur de la Galia y otros lugares: así por ejemplo,las ánforas de Massalia han llegado a encontrarseen Etruria, Magna Grecia, Sicilia, Cerdeña y laPenínsula Ibérica (Bats, 1996, 578). Por último,también resulta significativo el que fuese en estaépoca cuando Massalia emprendió la construcciónde su Tesoro en el santuario de Delfos.

Poco después, hacia la primera mitad delsiglo V, las importaciones de vajillas áticas aMarsella sufrieron un descenso. Sin embargo, lallegada de productos griegos pronto se recobró,alcanzando alrededor del año 400 aC altosporcentajes; hasta un 40 por ciento de la vajillafina de mesa. La presencia de cerámicas griegasen los asentamientos indígenas siguió incremen-tándose hasta alcanzar su expansión geográficamás amplia. Este alcance, hasta Lyon-Vaise,Bourges en el Loira y Bragny en la confluencia delSaona y los Doubs, son el testimonio de nuevasrelaciones establecidas (Bats, 1996, 578).

Sin embargo, la procedencia de los objetosque encontramos en los yacimientos no tiene porqué estar indicando exactamente los agentes delcomercio, es decir, las gentes que estabanfrecuentando esas tierras. En efecto, autorescomo Bats han señalado cómo las ánforasetruscas del siglo VI pudieron ser transportadaspor comerciantes de Marsella al igual que lasitálicas del siglo II aC. Por otro lado, la escasapresencia de ánforas massaliotas en Ampurias nodebe hacernos pensar que éste se trataba de unpunto poco frecuentado por los comerciantes de lacolonia de sur francés (Bats, 1992, 268).

Es decir, parece poder afirmarse que lavajilla ática llegó al Languedoc y al sur francéscomo resultado de un comercio diversificado, através de una red ibérica, púnica o griega. Laposibilidad de que la vajilla griega acompañase aproducciones anfóricas púnicas o ibéricas aparececomo especialmente probable, según hemosseñalado, en el caso de las zonas más alejadas dela costa, donde se encuentra siempre vajilla griegay ánforas púnicas e ibéricas, pero no griegas(Ugolini, Olive, 1995, 254).

En cuanto al comercio iniciado desde lacosta hacia los asentamientos del interior, cada

vez se advierte más el subestimado papel de lospropios indígenas como integrantes o activadoresde rutas de comercio o intercambios que habríanllevado, en definitiva, los objetos importados hastalugares situados muy al interior. Podemos recordara este respecto la información que nos propor-ciona Polibio haciendo alusión a la situación queencuentra Aníbal en el momento en que quierecruzar el Ródano (217 aC) en algún lugarindeterminado al norte de Avignon: “Compró todaslas embarcaciones a los situados en la orilla delrío. Había (embarcaciones) en gran número,muchas servían para el transporte de mercancíasdesde el mar” (Polibio, III, 42).

Por otra parte, los notables hallazgos dealgunos pecios de esta época han permitidoconocer cómo eran los cargamentos de los barcosque realizaban el comercio al que nos referimos.Así, por ejemplo, el pecio de Pointe Lequin hapermitido estudiar el cargamento de un barco quese dirigía seguramente hacia Marsella, destacandoen él los centenares de copas, tanto de barniznegro de tipo B2 o de figuras negras de finales delsiglo VI aC. Se trata del t ipo de copas queacompañaban, en opinión de F. Villard, el vinomassaliota a los diversos lugares de la Galiameridional (1991, 296).

También en el asentamiento de Béziers lasimportaciones áticas fueron particularmentenumerosas, sobre todo entre el 480 y 450 aC,período tras el cual disminuyeron si biencontinuaron siendo importantes hasta finales delsiglo V aC. En el citado yacimiento se adquirieronsobre todos vasos utilitarios de barniz negro, deuso cotidiano y, en menor proporción, vasosdecorados, ya fuese porque estos últimos llegabanen cantidades reducidas o eran caros, o porque nointeresaban. En el siglo siguiente, las importacionesfueron disminuyendo hasta llegar al 325 aC, fechaen que se constata en muchos asentamientos de lazona un descenso espectacular de las impor-taciones áticas o incluso su cese definitivo (Ugolini,Olive, 1995, 240).

Respecto al Languedoc oriental podemosdestacar los estudios de B. Dedet en la región delas Garrigas. El autor señala cómo, en el siglo VIaC, la vajilla fina importada que en Grecia seusaba para consumir vino era bastante numerosadentro de las importaciones en esta zona,contrastando con una proporción mucho menorpara las ánforas vinarias y, por tanto, con laimportación de la bebida extranjera (Dedet, 1995,302). Parece, pues, que se trató de un momentoen que lo que más atraía a los indígenas de esta

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Figura 6. Propuesta de reconstrucción de la vajilla utilizada en Mailhac durante el período 525-450 aC (según Gailledrat,1997, 236).

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zona no era el vino, sino los recipientes queservían para beberlo, que podía utilizarse comorecipiente para alguna bebida indígena.

Según el registro arqueológico de la zona delas Garrigas la situación sufrió un cambioimportante en el siglo siguiente, cuando todos loshábitats de la región que han sido objeto deexcavaciones proporcionan numerosas ánforasvinarias, etruscas y, sobre todo, massaliotas, asícomo formas cerámicas asociadas a la vajilla delvino, como cerámicas importadas o, en algunoscasos, otros conjuntos fabricados localmentesiguiendo las técnicas griegas, según veremos. Elregistro arqueológico de la región de las Garrigasparece, pues, indicarnos, que sus habitantespasaron a disfrutar, en el siglo V aC, de unaprovisionamiento de vajilla y de vino aproxima-damente semejante al de la región costera (Dedet,1995, 304).

PRODUCCIONES “GRIEGAS” DEOCCIDENTE

Cada cultura desarrolla unos tipos deproducción, unas formas cerámicas que seadaptan a las funciones que marca la costumbre(Bats, 1987, 213). En ocasiones, la calidadparticular de un determinado producto extranjeropuede hacerlo preferible a las produccionestradicionales. Esta situación, en opinión de autorescomo M. Bats, ha sido detectada en el área objetode estudio en varias ocasiones. En este caso, laspoblaciones locales pudieron adaptar suproducción tradicional a estas nuevas formas oacabados que habían pasado a ser másdemandados. Éste parece haber sido en efecto elcaso del sur francés, donde ya en fechas tantempranas como el siglo VI aC aparecieron tallereslocales de cerámicas a torno que imitaban lasimportaciones o copiaban las formas tradicionalesde la cerámica a mano. Existe no obstante la dudade si los artesanos que integraron estos tallereseran griegos instalados en los medios indígenas yque se adaptaron a los gustos locales o bienartesanos del lugar que aprendieron las técnicasgriegas (Vallet, 1998, 660).

La fabricación local de objetos destinados ala bebida en el Languedoc Occidental alcanzó unagran importancia a juzgar por los porcentajes quehan proporcionado algunos de los yacimientos dela zona. En efecto, esta producción ha sidoestimada recientemente hasta el punto de llegar aapuntar que los vasos áticos representabanalrededor de un tercio del servicio para beber

(Ugolini, Olive, 1991). Los dos tercios restantesestaría compuesto por los vasos grisesmonocromos o por vasos de pasta clara (Ugolini,Olive, 1995, 249).

CERÁMICA GRIS MONOCROMA

La cuestión de quién realizaba estascerámicas, que seguían formas o acabadosgriegos, se ha planteado especialmente en elestudio de la conocida cerámica gris monocroma.Este tipo comenzó a producirse en una época tantemprana como el siglo VI aC y sus característicasvariaron dependiendo de la región del sur francésa la que nos refiramos. En líneas generales, setrata de una cerámica a torno, de cocción oxidantey cuyas principales formas abarcan varios tipos decopas, así como la urna y el enócoe (Garcia, 1993,183-185).

Si bien la fabricación de esta cerámica seatribuyó durante largo tiempo a centros de AsiaMenor (Focea), un estudio calificado de decisivo(Gras, 1995, 113) por parte de Ch. Arcelin-Pradelle (1984), demostró que la casi totalidad dela cerámica gris monocroma del sur de la Galia eraobra de talleres locales, ya fuesen griegos oindígenas. Se puede suponer, siguiendo la opiniónde autores como L. Vallet, que los griegostransmitieron a los indígenas los conocimientosnecesarios para su producción; preparación de lasarcillas, composición de las pastas, construcciónde hornos, la pintura, la cocción (Vallet, 1998,661), etc. Según este razonamiento, el medioindígena -sin excluir aportes poblacionalesgriegos- habría llegado, a través de un procesopaulatino y progresivo de aprendizaje, a lafabricación de la cerámica gris monocroma.

CERÁMICA DE PASTA CLARA MASSALIOTAO DE PRODUCCIÓN LOCAL

En esta ocasión la producción cerámica secaracteriza por su factura a torno, por la pasta finacon presencia de mica y por las categoríasbastante diferentes que existieron dentro delgrupo, según han señalado varios autores (Py,1990, 544; Bats, 1988, 167-168). Se ha apuntadocomo muy probable un centro de fabricaciónmassaliota para estos tipos, si bien no se excluyeque algunos procedan de imitaciones a estasproducciones massaliotas. La cronología de estostipos cerámicos abarca desde el siglo VI al III aC.A pesar de las variedades regionales podemosdestacar que las formas pertenecen mayori-

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Figura 7. Planimetría de las construcciones descubiertas en el centro monumental de Glanum (Saint-Rémy-de-Provence) y datadas en la segunda mitad del siglo II aC (según Arcelin, 1992, 329).

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tariamente, una vez más, a copas destinadas a labebida y a vasos para servir, completando así lasvajillas áticas y de barniz negro, poco numerosas yque tuvieron una utilización similar a la de estasvajillas de pasta clara (Garcia, 1993, 191).

CERÁMICA PSEUDO-JÓNICA PINTADA

Este tipo ha sido hallado sobre todo en elvalle del Ródano y en el Languedoc Oriental encontextos del siglo V aC. Adornada con variostipos de decoraciones, las formas imitaban losrepertorios griegos e indígenas. M. Py hadiferenciado dos subtipos dentro de estaproducción, el “subgeométrico” del Ródano y el delHérault (1990, 546-551). La decoración revelainfluencias diversas pero la inspiración ibéricaparece haber sido la más importante en opinión deautores como D. Garcia (1993, 196), siendo laforma más común la urna ovoide.

CERÁMICA A MANO

Al mismo tiempo, en Marsella y en Olbia seencuentra muy representado un tipo cerámico, amano, fabricado según técnicas indígenas en lacadena montañosa de l´Étoile, pero que toma lasformas de modelos massaliotas. Esta mezcla deelementos griegos y de la tradición indígena hasido interpretado como una fabricación propugnadapor los massaliotas para su propio abastecimientoy uso cotidiano (Morel, 1995, 67-68).

PRODUCCIONES ANFÓRICAS

Durante los primeros contactos establecidoscon los pueblos del centro y este mediterráneo,más de la mitad de las importaciones en la zonasur de Francia eran de factura etrusca. Un lugarimportante lo ocuparon las ánforas vinariasetruscas, que llegaron a representar, en la primeramitad del siglo VI, la mayoría de estoscontenedores. Así por ejemplo, en Bessan, amediados del siglo VI aC, este tipo representabamás del 85 por ciento del total de las ánforas(Garcia, 1995). Las ánforas con origen en laGrecia del este eran aún poco numerosas (Villard,1991, 295).

Hacia el año 540 aC se produjo, con laaparición de las ánforas de fabricación massaliota(Bertucchi, 1979, 1992), el comienzo de un cambiosignif icativo. Autores como M. Bats haninterpretado este cambio como un momento deflorecimiento para Marsella, relacionable con la

toma de Focea y la disminución de las relacionescon esta zona. El área de influencia de la ciudadse situaba en la época en Liguria y alcanzabaparte de Iberia, lugares donde aparecieron,primero, las ánforas jonio-massaliotas y lasmassaliotas después (Bats, 1992, 271).

A partir del análisis de las frecuencias yposibles orígenes de las ánforas varios autoreshan llegado a conclusiones sobre el tipo decomercio que se desarrollaba. Así, por ejemplo, elmapa de distribución de los hallazgos submarinosde ánforas hace aparecer a Agde como el puntode concentración de piezas más importante. Másde la mitad de las piezas se descubrieron en elcurso de inmersiones realizadas en el río a laaltura de Agde, donde se contabilizaron 145 de las166 ánforas descubiertas en el oeste del estanquede Berre. Estos hallazgos han hecho suponer aautores como D. Garcia (1995) que Agde fue unpunto de “ruptura de carga”. En efecto, las ánforasencontradas no parecen haber estado en conjuntorelacionadas con ningún barco, sino que parecentener que ver con una fase posterior a la descargade las naves. En opinión de L. Long, J. Miró y G.Volpe estos hallazgos se comprenden mejorconsiderando la posibil idad de que fuesenarrojados desde la ori l la una vez se habíarealizado el trasvase hacia otro t ipo decontenedores (Long, Miró, Volpe, 1992).

En el valle medio del Hérault, a unos 40kilómetros al interior de Agde, los estudiosrealizados sobre todo por D. Garcia permitenhablar de un comercio vinario (García, 1993, 197)entre el 530 y el 400 aC. Los restos de ánforasmassaliotas que encontramos en los hábitatsprotohistóricos de este valle, testimonios de estecomercio, son sin embargo menos numerosos queen la región de Nîmes y que en la costa (García,1993, 191). Esta menor proporción ha llevado acalificar este comercio vinario, si bien existente,como menos activo en esta zona del interior.

Los hallazgos anfóricos han llevado tambiéna D. Ugolini y Ch. Olive a hablar de la ausencia deun verdadero monopolio comercial en elLanguedoc occidental ya que encontramos engeneral una diversif icación de los envasesanfóricos (Ugolini, Olive, 1995, 254). La únicaexcepción parece ser, por el momento, elasentamiento costero de Salses (Roussillon),donde son casi exclusivas las ánforas ibéricasjunto con las copas llamadas Cástulo, siguiendoasí el mismo modelo de muchos asentamientosibéricos de la península Ibérica. Para estos auto-res, el tipo de comercio que indica el registro

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material es entendible más bien desde la óptica depuntos de l legada de cargamentos ampliosiniciándose entonces, y para la zona objeto deestudio, una redistribución a menor escala.

OBJETOS ASOCIADOS A LA PRODUCCIÓNDEL VINO: PEPITAS, MOLEDERAS, ETC.

A pesar de constituir por lo que conocemosMarsella la principal productora y distribuidora devino (Fig. 10), últimamente se ha visto cómo lacultura asociada a este producto debió expandirsepor otros lugares del sur galo. Así, por ejemplo, sehan encontrado pepitas de uva y cepas de viña envarios yacimientos del Languedoc y la Provenza apartir de finales del siglo V aC. Estos restosparecen probar, en opinión de diferentes autores,el consumo de uvas y la cultura de la viña, si bienno implican necesariamente la producción de vino(Py, 1990, 440).

Entre los asentamientos con hallazgos mássignificativos a este respecto cabe destacar elcaso de Olbia, fundación massaliota de mediados

del siglo IV aC donde se encontró un contrapesode prensa proveniente ya de los niveleshelenísticos. Igualmente otros restos materialesunidos a la producción de vino y aceite se hanencontrado en la orilla del río Hérault, en este casovarios contrapesos de basalto, a la altura delasentamiento de Agde (Brun, 1993, 308).

La producción del vino no requería unainstalación muy específica que sea fácilmenteidentificable a través del registro arqueológico: enefecto, las prensas realizadas casi enteramente demadera, las cubetas y algunas jarras podían sersuficientes (Brun, 1993, 310). La recogida de lasuvas está comprobada por el descubrimientorepetido de pepitas de uvas en los oppida delLanguedoc a partir del siglo V aC.

Si bien esto no confirma la producción delvino, se han realizado otros descubrimientos que,al menos, apuntan a la producción de otro tipo debebidas alcohólicas en medio indígena. Nosreferimos al descubrimiento, en las excavacionesde l’Île de Martigues (Bouches-du-Rhône), depepitas y uvas enteras carbonizadas en un nivel

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Figura 8. Planimetría del oppidum indígena de Entremont (Aix-en-Provence) (según Tréziny, 1992, 340).

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datado en el 400/375 aC J.-P. Brun señala cómoen este caso se trata ciertamente de orujocarbonizado, con lo queda comprobada unaproducción alcohólica a partir de la uva en estosmomentos en un medio indígena (Brun, 1993,310).

Por otra parte, el oppidum de Ensérune haproporcionado varios dolia que llevaban estam-pillas con forma de racimos y grafitos ibéricos enuna probable alusión al vino. El conjunto ha sidointerpretado como posibles cubas de fermentación(Fig. 15). Existen otros testimonios igualmenteinteresantes, si bien más tardíos, como el deLattes, donde el porcentaje de uvas respecto al degranos de cereales crece enormemente a partir definales del siglo III aC, al mismo tiempo que lapresencia de ánforas vinarias decrece. M. Py haplanteado la posibilidad que en este momento seprodujese en Lattes el florecimiento de unaproducción local de vino que habría hecho lacompetencia a las importaciones itál icas ymassaliotas cuyos contenedores habrían comen-zado a ser menos frecuentes (Brun, 1993, 313).

ESCENAS DE BANQUETE EN LASCERÁMICAS GRIEGAS

La cerámica griega que l legaba a losasentamientos indígenas del sur de la Galiaconstituía un elemento de difusión de escenas yconceptos ligados directamente al significadogriego del banquete (Fig. 14). Las imágenes queencontramos sobre las cerámicas no reproducíansin más la realidad. En efecto, la imagen suponíaun trabajo realizado sobre lo real con el fin dellegar a una construcción muy abstracta. De estaforma, la imagen tomaba elementos de lo real, loselegía, los seleccionaba, operaba montajes ytrasposiciones. La iconografía final era el resultadode un proceso de elaboración en absolutoaleatorio (Lissarrague, 1990, 197). De esta forma,informaba en parte sobre la realidad quetranscribía, pero también sobre las formas deobservar y concebir esa realidad. La construcciónde la imagen era finalmente un trabajo abstractoen el que intervenía de forma determinante elpensamiento de la sociedad en cuestión (Schmitt,1992, 19). La “imaginación social” se puededefinir, en este sentido, como el código, el sistemade valores, a través del cual una sociedaddeterminada se ve a sí misma en un momentopreciso de su historia (Lissarrague, 1990, 196).

Estas características explican, creemos, lapropia especificidad de las imágenes respecto a la

sociedad que las ha creado. En efecto, lasimágenes representadas en las cerámicas griegasrecuerdan y muchas veces constituyen nuestroúnico testimonio para muchos aspectos de lacomensalidad griega, incidiendo especialmente ensus funciones sociales y en sus valores cívicos(Schmitt, 1990, 20). En esta línea destacan lasaportaciones de M. Bats, para quien la vajillacerámica no se puede separar de la cultura que lacreó; los objetos que la forman constituyen a lavez la expresión y el vehículo de esa cultura (Bats,1988, 235). Las formas que adquiría lacomensalidad, la manera en que se realizaba ladistribución de comida y bebida públicamente o apequeños grupos constituyen rasgos determinan-tes que definen en buena parte una cultura.Cuando se convertía en un producto de importa-ción la vajilla conservaba su función primitivadependiendo del medio cultural en que seintroducía, ya fuese porque el consumidor laconocía antes o porque, con el tiempo, aprenderíaa usarla en su sentido primitivo. También podíasufrir una adaptación o desviación desde su usooriginario en función de la cercanía cultural de sunuevo destino respecto al ambiente de origen.

En las escenas de banquete plasmadas enla cerámica se puede observar cómo, en unamisma instantánea, se juntan diferentes momentosde esta celebración. En efecto, las escenas dehoplitas, de carros y otras colectivas, de palestra,procesiones, de partida o de preparación para elbanquete no ilustraban un tipo determinado decomida griega, sino, más bien, varios momentosimportantes que se sucedían en el transcurso delbanquete, pero que la imagen representaba demanera simultánea (Schmitt, 1992, 483). Elresultado era la superposición, el collage dediferentes tiempos y gestos; un montaje quematerializaba el pintor y que invalida toda lecturadescriptiva- realista sin más (Schmitt, 1992, 26).

Respecto a las escenas que se repiten conmás asiduidad en la cerámica griega, variosautores han señalado las que destacan la igualdistribución de la comida y del vino, el intercambiode la conversación, el canto o las diferentesformas de placer presentes en el banquete (Fig.4), y la visión de la inclusión de los comensales enun conjunto más amplio de actividades cívicas(Schmitt, 1990, 19). Siguiendo esta idea, lasimágenes arcaicas resultan especialmenteinteresantes ya que, como hemos señalado,fueron éstas las que influyeron primerocronológicamente y de manera determinante enlas sociedades del Occidente mediterráneo.

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Figura 9. Planta de una habitación del yacimiento de Lattes (parte superior) y triclinium del Agora de Atenas (según M.Py, 1990, 159).

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Recientemente se ha señalado cómo estasimágenes tenían un carácter estereotipado,polisémico, que respondían a unos códigosdeterminados de representación. Si bien nopodemos estar seguros de descifrar correctamentela totalidad del código, sí parece seguro el hechoque las imágenes de los pintores arcaicos nosproporcionan diferentes facetas de la convivialidadtal y como eran percibidas y retenidas por el pintor(Schmitt, 1992, 26).

CONTACTOS Y TRANSMISIÓN MEDIANTELA COLONIZACIÓN GRIEGA. LARECEPCIÓN EN LAS SOCIEDADESINDÍGENAS

Las representaciones del banquete colectivocomenzaron a finales del siglo VII aC en lacerámica corintia. Algunos objetos, como lasarmas, presentes en las primeras escenas,abandonaron poco a poco la imagen del banquete.Estas primeras escenas alcanzaron Occidentecomo consecuencia de las navegaciones de laépoca, ya fueran griegas o fenicio-púnicas. Poreste motivo nos parece especialmente importantedetenernos en el signif icado social y en lasociedad que nos transmiten las escenas debanquetes hasta el siglo V aC.

En la época arcaica, las celebraciones entorno al banquete i lustraban la vida de laaristocracia, por lo que han sido consideradasgeneralmente como pertenecientes a la esferaprivada de la vida ciudadana (Fig. 4). Sinembargo, otra perspectiva reciente las contempladesde una reflexión acerca de cuál era, en últimainstancia, la esfera “pública” en esta sociedadarcaica. Es decir, dentro del intento de definir eldominio político en esta etapa histórica (Schmitt,1992, 13-19) y hasta qué punto no estabainfluenciado por las decisiones tomadas en elcurso de estos banquetes aristocráticos.

En este sentido, varios autores como J.-P.Vernant (1962), J. Svenbrö (1975) y M. Detienne(1967) han insistido en la figura del poeta queactuaba en los banquetes como forjador de unamemoria social indispensable para elreconocimiento del estatus del aristos. En suopinión, mediante la poesía se asignaba en lasociedad arcaica el lugar adecuado para cadapersona, proporcionando a la colectividad unconjunto de reglas (Schmitt, 1992, 35).

Al mismo tiempo, la presencia en elbanquete de los jóvenes simbolizaba el paso a laedad adulta. Los regalos que recibían, por

ejemplo, los jóvenes cretenses en este momentoeran altamente indicativos de los derechos quedefinían al ciudadano. En efecto, el buey, la copa yla panoplia simbolizan tres de las principalesprácticas a las que el nuevo ciudadano accedíapor el nuevo rango adquirido: el derecho alsacrificio, el derecho a llevar armas y el derecho aparticipar en las comidas (Schmitt, 1992, 485).

Según anunciaba ya O. Murray en 1990, elestudio sistemático del symposium no ha sidoabordado más que en fechas muy recientes, enlas que las publicaciones han proliferado demanera muy notable. El autor relacionó estemayor número de estudios al desarrollo de variostrabajos históricos y antropológicos que hanservido para reconocer la importancia de laritualización dentro del consumo de la comida y elalcohol (Heath, Cooper, 1981; Douglas, 1988).

Parece claro el hecho de que la nuevabebida, el vino, así como los numerosos objetos aella asociados, despertaron un gran interés entrelos indígenas del sur de Francia entre otras zonas.En este sentido, una las explicaciones mássugerentes ha sido, creemos, la proporcionada porM. Dietler en sucesivos trabajos (1989; 1990;1992). Aludimos a sus teorías ya que, en nuestraopinión, han proporcionado un análisis muy válidosobre el papel político, económico y social delalcohol en el tipo de sociedades objeto de estudio.

El autor parte de la idea, ya expresada porJ.-P. Morel (1981), de que existía un verdaderointerés indígena por adquirir el vino y los objetosque le rodeaban. En este sentido podríamosrecordar que las producciones locales a las quehemos aludido y que imitaron a la cerámica griega(Fig. 13), lo hicieron fundamentalmente de lasformas asociadas al vino como son las copas y losenócoes (cerámica pseudo-jónica, gris monocro-ma, etc.) hecho que parece traducir el interésindígena por obtener un mayor número de piezascon esta funcionalidad (Py, 1971; Arcelin-Pradelle,1984; Dietler, 1990). En contra de esta posturaexisten otras opiniones que aluden al fáciltransporte de estos objetos y al propio interésgriego por vender estos productos en losmercados indígenas. Así, por ejemplo, y según D.Ugolini y Ch. Olive, nada indica que los indígenaspudiesen elegir, en la época que analizamos, entrediferentes tipos o formas cerámicas, sino que aellos llegaba un repertorio de formas más bienlimitado (1995, 251).

Ante este panorama, M. Dietler introdujocomo un mecanismo más de análisis variosestudios etnográficos que creemos de gran interés

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ya que nos recuerdan los mecanismos deactuación del alcohol en varias sociedades, y nosólo en las mediterráneas. Así, por ejemplo, elacto de beber es fundamentalmente, en casi todaslas sociedades donde existe como costumbrearraigada, un acto social (Dietler, 1992, 404).Igualmente tenemos que considerar la íntimarelación existente entre el alcohol y la instituciónde la hospital idad, tan determinante en lasrelaciones sociales de estos momentos. Estaasociación otorga al alcohol un determinante papelsocial, ya que la hospitalidad creaba las relacionesde obligaciones recíprocas que ligaban al huéspedcon el invitado.

En ocasiones el acto de beber podía servircomo integrador al favorecer la solidaridad socialpor medio de su institucionalización encelebraciones comunitarias como fiestas,ceremonias, ritos de paso y ritos religiosos (Bacon,Barry, Child, 1965; Dietler, 1992, 404). Dentro deesta línea se entiende también la hospitalidad, quefacilita en cierta manera la cohesión social. Sinembargo, la hospitalidad establece una obligación

recíproca que, en caso de no poder sercorrespondida, se convierte en una relación desuperioridad e inferioridad. De esta forma, estainstitución puede ser utilizada como un medio deaumentar el prestigio y el poder (Dietler, 1992,404).

Resulta igualmente interesante valorarcorrectamente el papel económico que el alcoholpudo tener en las sociedades denominadastribales. En este sentido nos parece destacable unmecanismo que estuvo muy extendido y quealcanzó una considerable importancia: nosreferimos al “trabajo-fiesta”, uno de los mediosgracias a los que se podía conseguir la fuerza detrabajo necesaria para acometer un proyectocomunitario específico. Según el mecanismo del“trabajo-fiesta”, los integrantes de la comunidad sereunían un día para llevar a cabo una tareaconjunta y, al final, se les invitaba a una fiestadonde se comía y se bebía. No se esperaba otrotipo de pago por el trabajo realizado y éste seconsideraba propiedad de la persona que habíapreparado y pagado la fiesta.

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Figura 10. Vista de las excavaciones llevadas a cabo en el Jardin des Vestiges de la colonia focea de Massalia (foto S.González).

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En opinión de varios autores (Kennedy,1978; Netting, 1964; Dietler, 1989), esta costum-bre del “trabajo-fiesta” estuvo muy extendida antesde la economía monetaria y alcanzó una granimportancia económica en cuanto a la agricultura,la construcción de edificios, el trabajo tributario delt ipo corvea, la producción de hierro en lassociedades igualitarias, etc. (Dietler, 1992, 405).Además, el mecanismo del “trabajo-fiesta” podíaser también uti l izado como una forma deexplotación ya que la bebida se convertía así enun medio de convertir el surplus agrícola entrabajo físico y, por extensión, en prestigio, enpoder político o incluso en objetos importados deotras tierras.

Partiendo de la base antropológica quehemos descrito sumariamente, M. Dietler elaboróuna teoría sobre las consecuencias de laintroducción del vino en el sur de la Galia y, más alinterior, en las zonas de la cultura de Hallstatt(Dietler, 1990, 1992). Su hipótesis se basaba en laíntima relación que encontraba entre las formas enque se desarrollaba la bebida y los procesossociales, económicos y políticos de las sociedadestribales. Según esta idea, los cambios queafectasen a la sociedad debían encontrar sureflejo en las costumbres tradicionales en torno alalcohol (Dietler, 1990). El autor entendía laintroducción de bebidas extranjeras como el vino,y de las costumbres que van asociadas a estenovedoso producto, en función de su posibilidadde utilización dentro de las instituciones socialesexistentes (Dietler, 1992, 406).

Dentro de esta perspectiva, las celebracio-nes en torno a la bebida proporcionaron en laépoca que analizamos un mecanismo sutil para laadquisición de prestigio y de poder, a menudomediante la utilización de una institución valoradacomo la hospitalidad (Dietler, 1992, 408). Elcomercio del vino tuvo como resultado, en unprimer momento, el reforzamiento del papel de los“jefes” indígenas reconocidos como tal. Estaspersonas, en muchas ocasiones los más ancianosdentro de l inajes, pudieron incrementar suprestigio existente mediante el mecanismo de lahospitalidad y la utilización del nuevo alcohol comoun nuevo elemento diferenciador. La ventajarespecto al resto se basaba en un control másgrande de la capacidad agrícola y en una red derelaciones sociales mantenida a través de losintercambios de bienes de prestigio y de losmatrimonios entre las élites. De esta forma selograba un incremento en el prestigio social y, en

la práctica, de la capacidad para reunir una fuerzade trabajo determinada (Dietler, 1992, 408).

Ahora bien, si estos hombres no podíanejercer la autoridad política necesaria para llevar acabo un verdadero monopolio sobre los contactosexteriores, el aprovisionamiento de bebidasextranjeras podía convertirse en una amenazapara su propio poder. En este caso, los grupossociales que se encontraban en desventaja segúnlos medios tradicionales para acceder al poder,podían encontrarse de repente en una buenaposición y conseguir explotar la llegada del vinoextranjero. Esta posibilidad se podía dar por unaproximidad de estos grupos a la fuente queproporcionaba el vino o también por el control delas materias primas que buscaban los mercaderesextranjeros (Dietler, 1992, 408).

El resultado de esta situación social sería, enopinión de Dietler, una competición entre losdiversos grupos, unos amenazados ante la posiblepérdida del poder que disfrutaban antaño y, losotros, utilizando las nuevas formas para adquirirprestigio. En este contexto se habría producido unincremento de la demanda de vino, elemento quepasaría a ser fundamental para la nueva definiciónsocial. Este esquema encaja, según el autor, conlos materiales arqueológicos de la desembocaduradel Ródano, donde abundan los restos anfóricostestimonios de este comercio. Al mismo tiempo, seconstata la falta de cerámicas griegas de másvalor en las tumbas, hecho que podría explicarsepor el éxito de las cerámicas que imitaron lasformas de las importaciones. También lageneralización de estas cerámicas en los hábitatsnos estaría hablando de la generalización de suuso, excluyendo así la idea de un servicioasociado exclusivamente a la élite (Dietler, 1992,408).

El monopolio massaliota del comercioánforas-vino no fue total, si bien se constata cómose fue imponiendo progresivamente (Bats, 1992,272). En efecto, la presencia en el sur de la Galiade ánforas etruscas e ibérico-púnicas testimonia laexistencia de un emporion abierto, que no obstanteMarsella controlaba si bien iba perdiendoimportancia a medida que avanzamos hacia Iberia.Es muy significativa, creemos, la presencia de loscontenedores fabricados en la zona de Marsella enlos asentamientos indígenas situados al interior.Las causas de esta presencia han sido explicadasen ocasiones como un reflejo de la presiónejercida por parte griega sobre los asentamientosindígenas y, al mismo tiempo, debido al desarrollode las fuerzas productivas indígenas, hecho que

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les habría permitido, en últ imo término, laposibilidad de acceder a un consumo más fuerte(Py, 1990). Otros autores, como M. Bats,recuerdan también una importante causaexplicativa para la presencia de contenedoresmassaliotas: los indígenas habrían pasado ademandar una cantidad creciente de vino y de losobjetos necesarios para su consumo (Bats, 1992,272). Esta última interpretación se inscribe dentrode una opinión importante en los últimos años yque tiende a otorgar un mayor protagonismo a losindígenas en el desarrollo de los flujos comerciales(Rouillard, 1992).

Siguiendo las ideas de M. Dietler, B. Dedetseñala en sus estudios sobre las Garrigas delLanguedoc cómo el vino constituyó un elementomuy útil para la diferenciación simbólica, en lasesferas dirigentes, de las costumbres de beber. Enel caso de que los lazos que proporcionaba labebida fuesen muy débiles, los objetos noperecederos pudieron servir para marcar el actode beber como un importante acto simbólico. Ésta

es la situación que B. Dedet señala pudo haberseproducido al norte de los Alpes, concretamente enla cultura de Hallstatt, donde las ánforas pareceser eran excepcionales y donde encontramosvasos destinados a la bebida en las llamadastumbas principescas de los siglos VI y V aC(Dedet, 1995, 305).

El caso de la desembocadura del Ródanofue, en opinión del autor citado, diferente. En unasociedad en principio poco estratif icada, lacapacidad de poder explotar el mecanismo del“trabajo-fiesta” en los términos de Dietler,dependía de la producción de un excedentesusceptible de convertirse en alimentos y bebida.En este contexto intervinieron los diferentesproductos traídos por foceos y etruscos dediversas maneras. En primer lugar, la introduccióndel vino pudo ayudar a reforzar el poder deaquellos que explotaban ya los mecanismos del“trabajo-fiesta”, con la sola condición de mantenerel monopolio de los contactos con quienesproporcionaban este producto extranjero. Si estos

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Figura 11. Vista parcial de las sucesivas fortificaciones en el oppidum de Saint-Blaise (Bouches-du-Rhône). En primertérmino, la conocida muralla helenística del yacimiento indígena sugiere el estrecho contacto existente con Massalia

(foto S. González).

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grupos dirigentes no disponían del suficiente podercomo para mantener este monopolio, la bebidaextranjera podía ser aprovechada por otras gentesque hasta entonces no disponían de los mediostradicionales para organizar el “trabajo-fiesta”.

Como consecuencia de esta situación habríacomenzado una competencia entre las gentesamenazadas con la pérdida de su poder y aquellosque utilizaban los nuevos medios para acceder aél. Todo este proceso habría tenido comoconsecuencia el alza en la demanda de lasbebidas y de los servicios-vajillas, tanto las de tipotradicional como las importadas, puesto que sehabrían incrementado las luchas de identidad y,como consecuencia, las actividades que podíanresolver esas luchas. Esta situación socialexplicaría, en opinión de B. Dedet, el registroarqueológico del valle del Ródano, dondeencontramos gran cantidad de ánforas y de vasospara beber e incluso se crearon gran cantidad deimitaciones locales de las formas destinadas aeste tipo de comensalidad (Dedet, 1995, 305).

CONCLUSIONES. EL USO DE LOSMATERIALES EN AMBIENTE INDÍGENA

El estudio de los diferentes materiales quehemos visto, así como de la circulación de lasánforas en época arcaica, ha llevado a proponer aautores como M.-C. Amouretti que el vino secompró desde el siglo VII a los Etruscos. En estemomento, el vino era sobre todo una bebidaaristocrática y, por lo tanto, de precio muy elevado(Amouretti, 1992, 301). Por otra parte, parece quelos celto-ligures, si bien conocían la viña, nocomenzaron a producir vino hasta mediados delsiglo VI aC. En concreto, habría sido la ciudad deMarsella la que dominaría el comercio de esteproducto con la fabricación anfórica dedicada a ladistribución de su propio vino y del griegoimportado.

A pesar de que siempre se ha relacionado lapresencia de ánforas vinarias con la llegada delvino, parece importante tener en cuenta el hechode que buena parte de este comercio pudorealizarse en envases o recipientes perecederos.Esta salvedad parece especialmente importanteen el caso de los primeros momentos del tráfico alinterior, cuando Marsella aún no había desarro-llado la producción anfórica tan importante por laque se la conocería posteriormente. D. Garcia,entre otros autores, ha indicado la posibleutilización de toneles y odres para conducir el vinohasta zonas del interior del sur francés,

completando así el tráfico realizado mediante lasánforas. Por otra parte, M. Gras y J. P. Morel yahan hablado de posibles puntos “de ruptura decarga”, hipotéticamente situados en Agde y enBessan, donde el vino habría sido trasvasado delas ánforas a estos contenedores perecederos(Morel, 1983, 559; Gras, 1985, 157).

En cualquier caso, y según M. Bats, laaculturación culinaria en la zona objeto de estudiofue un fenómeno tardío e inacabado que parecehaber sido tan deudor de la proximidad geográficacomo de la frecuentación comercial (Bats, 1988,233). También otros autores como D. Ugolini y Ch.Olive recuerdan el hecho de que la mayor o menorpresencia de cerámica griega no constituye en símismo un factor que indique el grado dehelenización de una zona. Algunos asentamientos,como Béziers y Bessan, recibieron lo que sepuede considerar una proporción considerable deestas vajillas y, según los excavadores, utilizaronesta cerámica para usos “corrientes”. Además, sibien sabemos que algunos lugares recibieron altasproporciones de vaji l la ática, ignoramos laproporción total de otros tipos cerámicos queconvivían con las importaciones en el poblado encuestión (Ugolini, Olive, 1995, 251). Por lo tanto,nos falta generalmente el poder establecer unacomparativa con la totalidad de otros t iposcerámicos que convivieron junto con las piezasgriegas (Fig. 6). En este sentido, a veces se hablade la cantidad de importaciones que recibió unlugar determinado, pero desconocemos enrelación a qué.

Por otra parte, dentro de los intercambiospracticados en la Galia meridional, el vaso griegoperdía su simple estatuto de instrumento de vajillapara adquirir otro de objeto precioso. De estaforma, no adoptaba una función idéntica a laoriginaria. Al contrario, su valor se veía aumentadoen el contexto de relaciones de redistribuciónostentatorias (Bats, 1987, 214).

Según el citado autor, las cerámicas noconstituyeron hasta el siglo II aC verdaderosobjetos comerciales (Bats, 1987, 214) y su papelestaba relegado a ser los complementosindispensables al verdadero cargamento de ánfo-ras vinarias. Para los comerciantes massaliotasera el vino el producto fundamental de intercam-bio, a los que se añadían los accesorios para suconsumo en cerámica (Bats, 1988, 233). En estesentido, el pecio del Sec muestra, por la compo-sición de su cargamento, cómo el transporte de lascerámicas era tributario del vino (Bats, 1987, 215).El preciado líquido aparece en este contexto como

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la verdadera moneda de cambio de los comer-ciantes extranjeros en países indígenas. Y, lo quereviste a nuestro entender una gran importancia, lafuente de prestigio para el consumidor indígenaera el vino, no la cerámica (Bats, 1988, 233).

Nos parece importante, l legado estemomento, volver a considerar algunos aspectosdel estudio de las comidas en Grecia. Según losestudios recientes a los que hemos aludido variasveces el banquete en la Grecia arcaica proporcio-na, creemos, un modelo particular de comensali-dad: la participación en esta institución erasinónimo de participación en la ciudadanía. Lafunción política, en opinión de P. Schmitt, estuvopresente en otras prácticas sociales que no eran la“asamblea”, el “tribunal” o las “magistraturas”. Lalimitación de esta función en institucionesparticulares se alcanzó progresivamente yparalelamente a un proceso de abstracción delpensamiento arcaico (Schmitt, 1992, 486). En estesentido, la “funcionalidad” que, en la práctica,alcanzó el banquete dentro de la sociedad griegaarcaica tuvo, creemos, muchas semejanzas con el

papel que las comidas en común alcanzarondentro de otras sociedades occidentales delmediterráneo, incluyendo aquí las culturasindígenas del sur de la Galia.

El banquete griego revestía una función“sagrada” que hay sin embargo que interpretar nocomo una distinción sagrado/profano sino, másbien, dentro de la apreciación de J.-P. Vernant a laque ya hemos aludido. En efecto, el autor haseñalado en diversas ocasiones cómo en el pen-samiento griego “existían formas y grados diversosde lo sagrado más que una polaridad entre losagrado y lo profano” (Vernant, 1979, 11). Laausencia de separación entre lo religioso y otrasesferas de la vida social parece ser también comoun rasgo fundamental en la vida griega antiguapara otros autores como P. Schmitt (1992, 7).

En este sentido, la carne destinada a losbanquetes provenía principalmente de animalessacrificados (según las normas de la Thusia),despiezados, cortados y compartidos ritualmente.De esta forma, los huesos y la grasa se quemabansobre el altar y la carne pasaba al dominio de los

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Figura 12. Vista parcial del recinto amurallado de Entremont (Aix-en-Provence), uno de los oppida indígena cercanos aMassalia (foto S. González).

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hombres. El banquete griego recordaba el tiempoen que dioses y hombres vivían juntos y tomabanparte de grandes banquetes, pero significabatambién la definitiva separación entre el mundo delos dioses y el de los hombres, separación en laque éstos últ imos quedaban destinados aconsumir los alimentos, a trabajar la tierra areproducirse y a morir (Schmitt, 1992, 8). Comohemos visto, en el mundo heleno el hecho decomer juntos, en la misma mesa, significabaentrar, aunque fuese de forma simbólica, en elmismo estatus. El acto de quemar las ofrendasque se conservó en buena parte del occidentemediterráneo tenía el significado en la antiguaGrecia de transformar los alimentos o los objetosen otro modo de existencia, más propia de losdioses (Bruit, 1990, 171).

Siguiendo este planteamiento cabríapreguntarse acerca de la existencia de unacomensalidad anterior a la llegada griega en el surde la Galia, costumbre en la que el uso del vino sehabría acomodado, modificando alguna de lascaracterísticas como el uso de la vajilla griega (Fig.9). Sobre estas costumbres de bebidas alcohólicastenemos información, por ejemplo, cuandoalgunos autores griegos como Diodoro (V, 26) nosrecuerdan la importancia de la apicultura entre losgalos y cómo añadían a veces esta sustancia a labebida fermentada a base de cebada (zyithospurinon). Según M.-C. Amouretti testimonios comoéste corroboran cómo griegos e indígenas seencontraron en este sentido con gustos yactividades comunes (1992, 296). Dentro de estepanorama, el vino podría haberse introducidocomo bien de prestigio y de redistribuciónostentatoria en la sociedad gala (Bats, 1988, 231).

Esta idea creemos se ve apoyada en ciertamanera por algunas de las hipótesis formuladasen los últimos años respecto a la función político-social del banquete en la sociedad arcaica griega.Esta etapa antigua nos parece, como ya hemosseñalado anteriormente, un momento cuyacomprensión resulta especialmente importante yaque coincide con el momento del inicio de laexpansión a Occidente. Por este motivo hemosprocurado atender fundamentalmente a lamentalidad griega de este momento, ya que eldesarrollo posterior del banquete griego fue menossusceptible de afectar al Occidente, o, cuandomenos, lo hizo sobre un substrato ya conformado.En definit iva, y antes de que se creasenorganismos abstractos, “institucionalizados” querepresentasen este papel dentro de la sociedadgriega, la función política estaba formada por todo

aquello que definía la ciudadanía, la caracterizabay permitía su expresión. En este sentido podemosparalelizar con algunas otras prácticas sociales delOccidente Mediterráneo que también cumplíanuna función política de la vida en comunidad.

COMPARACIÓN CON OTRAS ÁREAS:ITALIA

La existencia de un tipo diferente decomensalidad, anterior a la l legada de lasinfluencias griegas al occidente mediterráneo, nosllega también desde algún interesante testimoniode Sicilia. En efecto, y para este territorio, autorescomo R. M. Albanese Procelli han señalado ciertasparticularidades de algunos contenedorescerámicos realizados dentro de la tradiciónindígena de la zona. Estas producciones, datadasalrededor del año 600 aC, presentan laparticularidad de una clase de pico vertedorlocalizado justo por encima de la base de estaespecie de ánfora. Documentada en Ramacca,Caltagirone y Morgantina, la hipótesis apuntadapara su uso es que hubiesen servido comocontenedores-almacenadores de vino o, comoseñalan ciertos autores, para un tipo diferente debebida alcohólica como hidromiel (Albanese, 1996,175).

En cuanto a los datos proporcionados por elcontexto funerario, la abundancia en la zonaetrusca de vajilla de mesa ligada al servicio delvino ha sido una particularidad señalada de formarecurrente en relación a la propia Grecia. Enefecto, en esta zona podemos encontrar una cílicao un enócoe, pero nunca un servicio más o menoscompleto como sucede en Etruria (Adam, 1995,103). Varios autores como A. Pontrandolfo hanseñalado ya en repetidas ocasiones la originalidadde los ritos funerarios en la Magna Greciarespecto a los de la propia Grecia (Pontrandolfo,1988, 183-185).

A partir de finales del siglo VIII aC, seproduce en las grandes necrópolis del Lacio y deEtruria un incremento de estos depósitos en losajuares l igados al banquete, habiendo sidointerpretado como una afirmación de la ideologíaaristocrática (Adam, 1995, 104). Los utensiliospresentes en las tumbas están ligados al consumodel vino, pero también a la preparación y consumode carnes, siguiendo un esquema que se asemejaal del “banquete homérico” (Rathje, 1990). A partirdel siglo VI se produjo una evolución que llevósolamente a representar formas relacionadas conel symposium, es decir, con la bebida (Adam,

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1995, 105). De esta forma, y si bien el depósito delos servicios del vino en las tumbas no era unacostumbre griega, a través de esta vajilla elindígena expresó el valor ideológico que para sucultura representaba la posesión de estosproductos (Adam, 1995, 111).

Los etruscos adoptaron hasta el siglo IV aCuna posición selectiva de cara a las cerámicasimportadas, que combinaban con sus propiosproductos si bien teniendo en cuenta el prestigioen particular de ciertas formas helénicas (caso dela cíl ica o de la crátera, por ejemplo). Laiconografía asociada al banquete se habíaintroducido en Ital ia, según parece, bajo lainfluencia Jonia o Corintia, siendo la represen-tación más antigua los revestimentos arquitectóni-cos de los frisos de Murlo, para los que se admiteuna datación en torno al 575 aC (Rathje, 1990,84). Fue este mismo gusto por lo helénico lo quehizo, en opinión de algunos autores como A.-M.Adam, que los etruscos recreasen, a través de lacomposición del servicio funerario, el ambiente delsymposium y su desarrollo a través de laagrupación de cada uno de los objetos que senecesitaban a cada momento (Adam, 1995, 112).

OTRAS ZONAS: EL INTERIORCONTINENTAL

Un área muy diferente de la que acabamosde comentar es la de la Champaña, estudiadaentre otros por M. Chossenot. El autor interpretalos objetos de la conocida tumba de Vix como losintegrantes de un servicio de vino: una cráterapara mezclar el vino, un enócoe etrusco paraservirlo y dos copas áticas para beberlo(Chossenot, 1990, 81). En esta zona se handocumentado sítulas y cistas cilíndricas queimitaban prototipos metálicos, cráteras indígenasque seguían formas pseudojónicas y escifos ocopas de forma ática o jonia. Algunas tumbas,como la de Sommse-Bionne, con el hallazgo de uncarro, y la de Sept-Saulx, con un enócoe debronce y una copa ática ofrecen algunos de losmodelos más representativos en la zona de losservicios de vino (Chossenot, 1990, 82). Enopinión de autores como B. Bouloumié fue através de las tradiciones de los banquetes (paralos vivos y para los muertos), heredada delsymposium greco-etrusco, como la aristocraciacéltica manifiestó el papel político y simbólico queotorgaba al nuevo producto de lujo: el vino (Bou-loumié, 1988).

También sobre los problemas derivados dela llegada de las vajillas griegas a esta zona delinterior de Europa, J.-P. Morel ha recordado elhecho de que, si bien por una parte los indígenasde Mont-Lassois parecían conocer bien lascostumbres griegas asociadas al symposium(Morel, 1995, 66), otros ejemplos nos muestran lanecesidad de llevar a cabo una aproximación muycautelosa. En efecto, en la misma época en la quelos indígenas preferían, de entre los productosofertados por los griegos, aquellos relacionadoscon el consumo del vino, los habitantes de lugarescomo Hochdorf privi legiaron, del repertoriomediterráneo, aquellos objetos que tenían relacióncon el consumo de carne (Rolley, 1992).

Por otra parte, y pese a la presencia de lasformas asociadas al vino -sobre todo copas- en lastumbas de la zona, no se tiene la absoluta certezade que la bebida consumida fuera vino. El nohallazgo en los primeros momentos de ánforas deMarsella, hizo suponer que el vino era trasvasadoy llegaba a esta zona en otros recipientes comotoneles. Hay que señalar sin embargo que alanalizar la crátera de la tumba principesca deHochdorff (Alemania), el contenido último habíasido hidromiel (Körber-Grohne, 1985, 121), por loque no pueden descartarse celebraciones en tornoa esta bebida.

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Figura 13. Formas cerámicas de pasta clara fabricadasen el entorno de Marsella según las pautas formales

griegas.

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En esta misma zona de la Champaña setiene constancia con más seguridad del consumodel vino a partir de finales del siglo II aC, cuando,además de los depósitos de vajillas para beber enlas sepulturas, encontramos restos de ánforasvinarias en los hábitats (Chossenot, 1990, 84).Este caso creemos pone de manifiesto laimportancia del hallazgo de ánforas vinarias a lasque se puede aplicar análisis de los contenidos, yaque ésta parece la única forma segura para hablarde consumo. Las vajillas griegas encontradas enlas tumbas no testimonian de por sí el consumo devino importado, ya que pudieron adaptarse aantiguas bebidas, y no haber transmitido enabsoluto los valores y costumbres griegasasociados a los recipientes importados.

Por otra parte, nos parece necesariorecordar cómo, aún en la misma Grecia, convivíandiferentes formas de banquete o celebracionessociales, y que, como se ha señalado, no existíauna única forma de symposium, sino varias.Autores como P. Schmitt se muestran partidariosde hablar, más que de una única forma debanquete aristocrático en la antigua Grecia, de“rituales de convivialidad”, preservando de estaforma la riqueza con la que las fuentes griegas nosinforman al respecto y siempre dentro de la ideade que éstos constituirían siempre institucionescívicas dentro de la sociedad (Schmitt, 1990, 23-24). Estos diferentes contextos en los que seconsumía el vino pudieron resultar más parecidosal uso que de esta bebida hicieron otrassociedades mediterráneas.

Así, por ejemplo, dentro de estas otrascelebraciones en las que el alcohol y el vino teníanun lugar destacado, señalamos el glukismos. Estapráctica tenía lugar en un momento dado del díacuando se realizaban fiestas complejas o enactividades en las que el banquete no estabaprevisto o no era posible (Schmitt, 1995, 95). Elglukismos implicaba no sólo la distribución de vinosino quizás también algún acompañamiento ali-menticio. Sin embargo, algunas inscripciones noshacen ver cómo esta práctica no era intercam-biable o semejante a la del banquete. Tenía lugardurante jornadas de fiestas pero, mientras que elbanquete tenía lugar al f inal de la tarde, elglukismos habría sido una especie de aperitivoque permitía, a las personas que habían llegadopronto para tomar parte en el sacrificio, esperarhasta el momento del banquete (Schmitt, 1995, 94).

Un ejemplo de la práctica del glukismos loconstituye la dedicación del bouleuterion de Kymé,en el 130 aC. Archippé, que había financiado la

construcción del edificio, decidió ofrecer a losciudadanos y a los otros habitantes de la ciudadvino dulce, al mismo tiempo que proporcionabauna suma de dinero para el banquete y elsacrificio. Esta celebración se desarrolló en unlugar que no había sido preparado especialmentepara la comida y donde no se disponía de unespacio comparable al necesario para eldespliegue del banquete (Schmitt, 1995, 95). Sibien el glukismos podía tener lugar antes de lacomida propiamente dicha cuando la fiesta durabatoda la jornada, el consumo de vino dulce serealizaba también en el transcurso de festividadesen las que normalmente no había comida como,por ejemplo, en los concursos.

En opinión de varios autores, el glukismosfue mucho más numeroso de lo que nos transmitenciertos textos. No se trataba de una prácticaexcepcional debida al azar ni a una generosidadfortuita. Además, las inscripciones que aluden aesta práctica provienen de diferentes regiones, porlo que resulta imposible aislar este término -y, porlo tanto, esta costumbre- a una regióndeterminada. Algunos autores han señalado laimportancia de esta otra forma de convivialidad,mucho menos conocida (Schmitt, 1995, 96).

Existen, pues, diferentes aproximacionesposibles que creemos pueden modificar nuestraidea acerca del contexto en que se desarrollaronestas relaciones de convivial idad. Así, porejemplo, cada vez se tiende a valorar más larealidad de movil idad constante que debióproducirse en el Mediterráneo. Con esta pers-pectiva, autores como M. Gras han señalado laoportunidad de plantearse posibilidades como losproblemas del abastecimiento en estos siglos. Enefecto, en una cultura que otorgaba un lugarcentral al olivo y al consumo de aceite -tanto en loque se refiere a las prácticas agrícolas como a lascostumbres alimentarias- podríamos plantearnoscómo se afrontó en las colonias griegas elproblema del abastecimiento en aceite durante lasprimeras décadas de la instalación en Occidente(Gras, 1995, 113).

Respecto a los nuevos datos que nosproporcionan los análisis polínicos es destacablela confirmación de la presencia de olivos y viñasantes de la llegada griega al sur de la Galia, sibien no se puede distinguir aún si se trataba deejemplares silvestres o cultivados. En cualquiercaso, para M.-C. Amouretti, y siguiendo el tes-timonio proporcionado por Justino, estosresultados de los análisis no impiden decir que losgriegos introdujeron en esta región la talla y el

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injerto, es decir, de hecho la arboricultura (Amou-retti, 1992, 300).

En este sentido, y para comprender losprocesos de transformación social en la Galia hayque atender en primer lugar, en opinión de M.Dietler, a “la sed céltica y ligur” para estudiar así elpapel social del alcohol en las sociedades depequeña escala (1992). Como ha señalado, porejemplo, J. P. Morel, Dietler sale así al encuentrode una actitud anterior según la cual los indígenasadoptaron el vino de los griegos como un productoexótico, prestigioso y agradable (Morel, 1995, 66).En efecto, el papel social del acto de beber, delalcohol en general ha sido un aspecto pocotratado por parte de una historiografía demasiadoatenta al vino mediterráneo y a él en exclusiva(Morel, 1995, 66). Existe, no obstante, la posi-bilidad de que existiese en la Galia una demandapreexistente a la oferta mediterránea fundada enlas numerosas funciones sociales del alcohol, tal ycomo han sido puestas de relieve por la etnologíaentre los pueblos más diversos (Dietler, 1990, 360-372). Para los pueblos indígenas situados más alinterior parece especialmente probable que labebida alcohólica utilizada derivase de materiastradicionales como los cereales y la miel. Este usopodría hacer comprensible la aparente contra-dicción en los primeros momentos entre el uso devasos exóticos (griegos y etruscos) y la rareza deindicios probados -ánforas- de una importación devino (Morel, 1995, 66).

Algunos de los datos ya comentadosobtenidos gracias a las excavaciones de variosoppida de la Galia, parecen apuntar a que, dentrode las sociedades indígenas del sur de la Galia,existían varias bebidas alcohólicas -cerveza,hidromiel, etc. La recolección atestiguada de uvasen varios oppida del Languedoc, los resultados dela analít ica de la crátera de Hochdorff, lostestimonios que nos proporcionan las fuentes, asícomo la aludida producción documentada en l’Îlede Martigues de orujo parecen confirmarnos estaproducción y una cierta tradición indígena. Lassociedades a las que nos referimos estarían, pues,enmarcadas dentro de una tradición que incluía elconsumo del alcohol dentro de unas costumbrespropias.

En este contexto, el vino se pudo incorporara estas costumbres, con una mayor o menoradopción de las prácticas griegas asociadas a esteproducto. Se hace, pues, necesario paracomprender los procesos que tuvieron lugar elvalorar más el papel social y político que tuvieronlas bebidas alcohólicas en todas las sociedades

que lo conocieron. En este sentido, y segúnPatrice Arcelin, el vino se convirtió pronto dentrode las sociedades indígenas en parte constituyen-te de las nuevas costumbres. El autor destacasobre todo el papel del vino como instrumentoreforzador de las elites o grupos dirigentes,quienes mediante el control de los intercambiosreforzaron su dominio sobre el resto de lapoblación y su capacidad productiva. El vino tuvoun efecto dinamizador sobre las poblacionesindígenas que rodeaban Marsella (Figs. 11; 12),siendo la institución del “trabajo-fiesta” la queejerció como elemento motor, como se haidentificado en el yacimiento de Mont Garou en losniveles del siglo V aC (Arcelin, Arcelin-Pradelle,Gasco, 1992, 308-309).

Considerando la perspectiva al respecto dela antropología cultural, una cultura puede versecomo un sistema formado por un número infinitode subsistemas interrelacionados de tal maneraque cualquier cambio que se produzca en unsubsistema necesita un reajuste sistemático en elsistema hasta que el equil ibrio del total semantenga (Wells, 1980, 4). En este sentido, losnuevos objetos que vemos se introdujeron en lassociedades del sur de la Galia en la protohistoria,los nuevos procesos productivos, las pautasurbanísticas, en definitiva, las nuevas ideas, nopudieron ser simplemente añadidas al sistema

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Figura 14. Escena de symposium procedente de lahydria de Berlín (Foto del Staatl Museum, F 1890).

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cultural existente, sino que tuvieron que serintegradas dentro de un conjunto (Wells, 1980, 86)por fuerza ya transformado.

En definitiva, el significado social que podíantener las ceremonias en torno a las bebidas en lassociedades indígenas pudo no diferir demasiado alque se le daba en la propia Grecia. SegúnBouloumié, en el punto de partida de la imagineríadel banquete griego encontramos el “compañe-rismo” especial que unía a los guerreros y a surey, cuya autoridad guerrera y política se afirmabay consolidaba mediante el banquete (Bouloumié,1988, 345).

Igualmente, los estudios realizados por B.Dedet para la zona de las Garrigas (Languedocoriental) han demostrado, para el transcurso delsiglo VI aC, cómo los contenedores anfóricos noalcanzaban aún estos contextos indígenas. Estehecho parece especialmente significativo sobretodo si tenemos en cuenta que en estos pobladossí aparecen durante el siglo VI los vasos áticosdestinados a la bebida (Dedet, 1995, 304). Laausencia de los contenedores importados queindican la llegada probable del producto -vino-podría estar indicando, en efecto, que las formasgriegas asociadas al banquete se integraron enuna comensalidad diferente que tenía comoproducto principal una bebida indígena. Durante elsiglo V aC esta situación parece haber cambiadoya que los poblados comienzan a proporcionarabundantes restos de ánforas massaliotas quenormalmente asociamos al transporte del vino(Dedet, 1995, 304).

Resulta, creemos, muy interesante valorartambién el papel que el banquete alcanzó en otrasculturas coetáneas con las que los contactos eranmuy frecuentes, si no existía convivencia por partede estos grupos. Así, por ejemplo, valorando elbanquete dentro de la cultura púnica, disponemosde noticias que nos describen cómo los púnicostomaban habitualmente mercenarios ibéricos eincluso celtas. Aristóteles relató, por ejemplo,cómo el poder del “rey” púnico se apoyaba en lossyssities, especie de grupo o cofradía cuyasolidaridad se manifestaba por medio debanquetes. Queda dentro de lo posible, como hanseñalado D. Ugolini y Ch. Olive, el que losmercenarios conocieran estas prácticas y que losservicios de vino de tumbas, por ejemplo, comolos de Ensérune (Fig. 15), fuesen más un símbolodel poder o del estatus que implicaba participar eneste banquete “semita” que un indicio desymposium griego (Ugolini, Olive, 1995, 251).

El significado último en este caso sería noobstante muy parecido al que encontramos para lasociedad arcaica griega y que pudo trasladarse aOccidente, viniendo a sumarse a las costumbresya existentes en estas culturas respecto al uso“social” del alcohol; el banquete como acto dereforzamiento del estatus privi legiado delparticipante o su admisión por primera vez; unareunión, de carácter restringido, celebrada a suvez entre iguales.

Las importaciones mediterráneas se habríanincorporado en este sentido a una dinámicapreexistente. Dentro de las propias culturasindígenas, ya existían costumbres en las que elnuevo tipo de alcohol podía insertarse, dentro delas relaciones de control y poder y de mecanismoque, como hemos visto, utilizaban el alcohol comouno de sus medios integradores y, al mismotiempo, diferenciadores. En este contexto pudointerrumpir el vino como un producto importado,apreciado y que se diferenciaba de las bebidastradicionalmente indígenas como la cerveza y lahidromiel, entre otros factores, por sus cualidadesde conservación con las posibilidades que estoconllevaba de almacenamiento y de transporte(Dietler, 1992, 408, núm. 8).

Sin embargo, los datos de que hoydisponemos gracias a las excavaciones llevadas acabo en contextos indígenas no permiten aún,creemos, esclarecer totalmente el t ipo decomensalidad que se desarrollaba entre losindígenas de la zona en los siglos VI-II aC, aunquesí sabemos que el nuevo producto, el vino, pasó adesempeñar en ella un papel fundamental. Losparalelos etnográficos así como las institucionesasociadas al consumo del alcohol que hemosconsiderado a través fundamentalmente de losestudios de M. Dietler, proporcionan en nuestraopinión nuevas perspectivas desde las queconsiderar la comensalidad indígena. En opiniónde este autor, el comercio del vino se añadió en laGalia a otras formas de beber y a otros repertoriosindígenas, dentro de instituciones sociales yaestablecidas que controlaban el uso del alcohol,entendibles en un contexto sociopolítico muydiferente al griego (Dietler, 1992, 406). En estesentido, hay que considerar el papel que tuvo elbanquete en otras sociedades que pudieron influiren las indígenas como el valor social que alcanzóen la púnica, muy presente en el mediterráneotanto por la acción del comercio como por lapráctica del mercenariado.

No hay tampoco, creemos, que excluir laposibil idad de que se extendiesen por los

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ambientes indígenas otras prácticas griegas entorno a la bebida -el vino- que no conllevabancostumbres tan específicas como el symposiumpropiamente dicho. Nos referimos a la instituciónya aludida de Grecia del glukismos, que habríasido más fácilmente adaptable a las anteriorescostumbres indígenas.

Finalmente, destacar tan sólo que no sepuede minusvalorar y desatender las propiascostumbres en torno al alcohol de las sociedadesindígenas. Los productos del comercio griego,etrusco y púnico, y en especial los asociados albanquete, se habrían insertado así dentro decostumbres anteriores que quizás podríamoscaracterizar de comensalidad. No obstante, lasnuevas influencias y contactos pudieron trans-formar gran parte de estas prácticas sociales enun sentido helénico en momentos posteriores,como sabemos ocurrió en las ciudades etruscas.

La variedad de estas propuestas nos remiteuna vez más a la realidad compleja a la quehacemos referencia, una vez que se ha superadola creencia en una aculturación unidireccionalexclusiva de la cultura griega hacia las sociedadesindígenas. Pero, igualmente, nos indica el carácterprovisorio de las ideas propuestas. Autores comoJ.-P. Morel han señalado la necesidad de estar enguardia contra las “certidumbres” (Morel, 1995,69), palabra que, en su opinión, no se deberíautilizar cuando tratamos un tema tan complejocomo la “aculturación” y que, por otra parte, nospuede conducir a instalar posturas o ideasciertamente equívocas.

La consideración de los diferentes testimo-nios de que disponemos, tanto literarios comoarqueológicos, permiten sugerir que, en elsignificado social si no en las formas, ciertosaspectos del banquete griego l legaron adesarrollarse a través de los sucesivos contactoscon los pueblos del Mediterráneo si es que noexistían ya antes. Así, por ejemplo, muchas de lascaracterísticas que se pueden observar en lasiguiente descripción pueden ser aplicadas,creemos, a gran parte de los contextos indígenasdel Mediterráneo central y occidental. De estaforma, ciertas ideas de la comensalidad arcaicagriega, que quedan descritas sumariamente enesta escena de P. Schmitt, podrían, creemos,extrapolarse a las sociedades indígenas:

“Llegamos a un pueblo de época arcaica yvemos un edificio construido en un lugar eminente,en el corazón del pueblo. Según nos dicen se tratadel syssition. Varios grupos de hombres de edadadulta se dirigen hacia él acompañados de otros

más jóvenes. Entran en su interior mientras que,fuera, siguen todos los habitantes del pueblo: losniños, las mujeres, y la inmensa mayoría de loshombres que, esclavos o extranjeros, no tienenderecho a entrar. La escena se repite cada día.Oímos ruidos de voces, de cantos, podemos sentirlos olores, pero permanecemos fuera. La “casa delos ciudadanos” nos está prohibida. Comprende-mos que el syssition es el instrumento eficaz de unpoder que para inscribirse mejor en el imaginariose impone en lo cotidiano” (Schmitt, 1992, 76).

Me gustaría agradecer a los profs. J. Blán-quez Pérez y A. Domínguez Monedero losconsejos y ayuda prestada en la elaboración deeste trabajo.

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Figura 15. Plato de pescado de barniz negro procedentede la tumba n° 163 de Ensérune (Hérault), principios del

siglo III aC (Musée de Nissan-les-Ensérune). En elmismo oppidum se documentaron varios dolia

estampillados con formas de racimos y grafitos ibéricos.

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