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143 El paradigma perdido de la interdisciplinariedad: volver a los clásicos 1 still believe that Me best formula for sociology ix tu develop strong working nuclei of people, without drawing Me boun- daries too tightly between ourselves and our colleagues in other branches of social scien- ce and social practice. Everett C. Hughes, /954 [1971:464] 1. Introducción Juan José Castillo E ntre los lamentos y quejas más socorridos y repetidos, tanto en la literatura científica, como en la barra del bar del Laboratorio o Facultad, está el de una siempre deseada, y nunca al parecer suficientemente lograda, interdisciplinariedad. Raro será el articulo o libro sobre el asunto que no se queje de esa carencia. Por supuesto diciendo que los otros no lo llevan a cabo. Y se dirá casi sin darse cuenw, como el que hace un gesto de exorcismo, o para los viejos cristia- nos, como el que dice una jaculatoria. La interdisciplinariedad se ha convertido, con tanto abusar de su nombre, como un deseo nunca realizado, en algo así como el comenta- ño inglés sobre el weather: eso de lo que se puede hablar con toda inocencia para poner a todos de acuerdo. Es el tema más adecuado para una educada conversación entre sociólo- gos que aún se desconocen. Para templar y ver por donde respira el otro... Y así se puede hablar con grandilocuencia de la necesidad de interdisciplinariedad desde el primer momen- to: seguro que coincidirán en esto. Aparente- mente, claro. Y, sin embargo, a poco que se profundice en la conversación, las cosas pueden desembocar en un desengaño: cada cual entiende ese para- íso perdido, en el cual, al parecer muchos de los problemas pendientes de las ciencias sociales se resolverían, de un modo diferente. Y en la mayoría de las ocasiones, literalmen- te, como un paraíso perdido, del cual nadie tiene memoria real, sino tan sólo imágenes hermosas. En la práctica se practica poco tal afición. Para subrayar lo que decimos vale la pena mencionar algunas sorpresas mayúsculas, como diría Ortega, cuando se sigue el hilo del debate interdisciplinar. Juan José Castillo, Dpto. de Sociología III, Universidad Complutense de Madrid. Política y Sociedad, 26(1997), Madrid (pp. 143-155)

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El paradigmaperdido de lainterdisciplinariedad:volver a los clásicos

1 still believe that Me best formula forsociology ix tu develop strong workingnuclei ofpeople, without drawing Me boun-daries too tightly between ourselves and ourcolleagues in other branches of social scien-ce andsocial practice.

Everett C. Hughes, /954 [1971:464]

1. Introducción

JuanJoséCastillo E ntre los lamentos y quejas mássocorridosy repetidos,tanto en laliteratura científica, como en la

barradel bar del Laboratorioo Facultad,estáel de unasiempredeseada,y nuncaal parecersuficientementelograda,interdisciplinariedad.Raroseráel articuloo libro sobreel asuntoqueno se queje de esa carencia. Por supuestodiciendoquelosotros no lo llevanacabo.Y sedirácasisindarsecuenw,comoel quehaceungestode exorcismo,o para los viejos cristia-nos, comoel quedice unajaculatoria.

La interdisciplinariedadse ha convertido,contantoabusarde sunombre,comoun deseonuncarealizado,en algoasícomoelcomenta-ño inglés sobreel weather:esode lo que sepuedehablarcon toda inocenciaparaponer atodos de acuerdo.Es el tema más adecuadoparaunaeducadaconversaciónentre sociólo-gosqueaúnsedesconocen.Paratemplary verpor donde respirael otro... Y así se puedehablarcongrandilocuenciade lanecesidaddeinterdisciplinariedaddesdeel primer momen-

to: seguroquecoincidiránen esto. Aparente-mente,claro.

Y, sin embargo,apocoquese profundiceenla conversación,las cosaspuedendesembocaren un desengaño:cadacual entiendeesepara-íso perdido,en el cual, al parecermuchosdelos problemaspendientesde las cienciassocialesse resolverían,de un mododiferente.Y en la mayoría de las ocasiones,literalmen-te, como un paraísoperdido, del cual nadietiene memoria real, sino tan sólo imágeneshermosas.En la prácticase practicapoco talafición.

Parasubrayarlo quedecimosvale la penamencionar algunas sorpresasmayúsculas,como diríaOrtega,cuandosesigueel hilo deldebateinterdisciplinar.

JuanJoséCastillo, Dpto. de SociologíaIII, UniversidadComplutensede Madrid.Política y Sociedad, 26(1997),Madrid (pp. 143-155)

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Paracomenzar,y suponiendoquese tratadesociólogosprofesionales,puedenidealizaresemundoen que trabajaránjuntos, por ejemplo,en la explicacióndel significado del trabajoparalos habitantesdel sigloXXI, especialistasdel trabajo,junto conpsicólogos,o economis-tas,o antropólogos,e inclusourbanistas.Pero,luego si ustedles da a leer un artículo en ita-liano o español,a uno de estosamateursde lainterdisciplinariedadanglófono,puedequenisiquiera se moleste en mirarlo: no leo esosidiomas, sentenciará.Y así, los sociólogossoninterdisciplinares,o sea,frecuentanotrasfami-lias o disciplinas(al menosen sus deseos),ysin embargono conocenni siquieralo quepublicansus colegasde otras lenguas:o sea,no conocena suspropioshermanos1,

Todoslos queno usanel ingléscomolenguahabitualen susescritosconocenestaexperien-cia en sus propias carnes.Y algunos la hanaprendidotan bien, quepara poder crecer,o«trepar»comose diceen España,ya no se pre-ocupande publicar en italiano,pongamosporcaso:sólopublicanen inglés.Lo que,quizálesproporcionemásposibilidadesde ascensoaca-démico: como es sabido el publicar fuera deEspaña,por quedamosen estemi país,es másvaloradoquehacerlo en revistasespañolas,ala horade hacerbalancede los «sexenios»deinvestigaciónquenospremianconun pequeñosobresueldomensual.

2. De ida y vuelta: caminoshacialos clásicos

R eleera nuestrosclásicosessiempreun ejercicio estimulante.De hecho,como hemos enfatizado en otro

lugar2, losclásicospresentan,conla frescuradelprimer descubrimiento,argumentosquedifícil-mentepuedenreflejar en toda su riqueza losmanualesal uso. Poreso,parael estudiantequetodos somos,nada mejor que volver directa-mentea esosclásicosparaliberarlosdel barniz,o de las capasde barniz, estereotipadoqueeltiempoha puestosobreellos.Paradescubrirquealgunasgrandescuestionescentralesen nuestradisciplinafueronyapracticadashacetiempo.

Claro queesteretorno,en cadaunade nues-tras vueltas del camino, se hace desde una

perspectivadistinta, desdeunariquezaperso-nal y teóricadistinta,conpreocupacionespolí-ticasy científicasquehacenquenuestrosojosno seannuncalos mismos.Deahíquetrastan-tas lecturasde Marx, Webero Merton, encon-tremossiemprealgonuevo,algoqueno había-mos visto, entendido, en nuestra anteriorlectura. Porque tampoco nosotrossomos losmismos, porque llevamos hacia ellos unamiradanuevaen un sentidomuy próximo a loque GiambattistaVico llamara una Scienzanuova,unamiradaqueenriquecenuestracapa-cidadde aprender,de encontrar.

De hecho,esto quepareceunaafirmaciónintuitiva, se condensaen la formaen que hoy,realmente, como colectivo de pensamiento,usamosparavolver a los clásicos.

Digámoslocondosconstatacionesmayores:la primeraesla fundamentación,cadavez mássólida y establecidade una Historia de laSociologíaque,obviamente,intentaesclarecerel contexto social, científico, académico ypolíticoen el quenaceny sehacenlasinvesti-gacionespionerasde nuestradisciplina k Esteabordaje,se doblaconun énfasisenunasocio-logia de la sociología, influida, cuando noemparentadadirectamente,con la sociologíadel conocimiento científico, que profundizaaún aquel marco explicativo, vinculando ladisciplina al evolucionar de las restantescien-cias sociales, y al conjunto de saberesseanestoscatalogadoscomo«sociales»o no

Desdeesaplataformacambiantereleer a losclásicosnostraesiempreenriquecimientosqueayudan a entender lo que pasaen nuestrascomplejasrealidadessocialescontemporáne-as.Y puedehacersecomo proponeWallerstein[1991], en cierto modo con la candidezde irdirectamentea labúsquedade nuevosconcep-tosquenos«liberen»de los límitesheredadosde los paradigmasdel siglo pasado.Nuevosconceptosquenos ayudena «aclararla selva»construidasobre los saberesconvertidos ensentidocomúncientífico que nos impide pen-sarhoy con claridad >t

Volvemos a los clásicoscon nuestrospro-blemasde investigaciónactuales,buscandolainspiración, el estimulo intelectual,que sólopuede ser un diálogo creativo, personal ycolectivo,y esavueltano puedesino abolir lasmurallasconstruidaspor las disciplinas,preci-samentecon el argumentode la interdiscipli-nariedad...

El paradigma perd¡do de la interdisciplinariedad: volver a... 145

En la medidaen queesaconstruccióninsti-tucional es reciente, volver a los clásicosesapostarpor la interdisciplinariedadreal, sinesfuerzoalguno, sin necesidadde demostra-ción 6

3. Ilustraciones

P robablementela fórmula quecon-densa el interés que nos muevehacia estaforma de recuperaruna

fonnade abordajede la interdisciplinariedadyde la identidadde laSociologíadel Trabajo,ennuestrocaso,sealaquehapropuestoypuestoenprácticaPierreBouvier(1995):miraralos otros,para verse a sí mismo; para reflexionar sobrenuestrapropia prácticade investigadoresde larealidad social del trabajo; para conocer suslimites, no sólo en cuantoa herramientas,for-masde abordaje,conceptosque podemosenri-quecer(o renovar),sino también,amplitud delcamporeal alquedirigimos nuestrascámaras.

Estepermanenteejerciciode reflexividadloha mostrado,muy lúcidamente,un sociólogofrancéscon quien coincidimosen más de unpunto, en el argumentoaquídesarrollado,aligual queen su forma de plantearel trabajo decampocomo pedagogíade la Sociología delTrabajo.JeanPeneffha mostrado,en un auto-análisisqueestádirectamentevinculadoconelretomo a los clásicos,quetodoel énfasisparavalidar una entrevistabiográfica—por ejem-pío—, sehacesobrela personao los métodoscon que la entrevistase lleva a cabo.Y quesuele faltar por controlar al entrevistadoreintérprete,no sólo en la contextualizaciónpos-terior, sino en el mismo acto de «fabricar» lainformación. Preguntándosepor ese tercerproblema,el sociólogose ve obligadoa hacerno sólo un ejercicioreflexivo sobresuprácticaactual, sino a auto-analizarsu historia, sugénesis,suexperienciacomomiembrode unaclasesocial,como sociólogo.

Lo primeroque uno puedeolvidar, apren-diendode los clásicos,es esacontinúapreten-sión de novedadque tienenuestrasociología.El adjetivo «nuevo» acompañamás a lasinvestigacionesde sociologíadel trabajoquealos anuncios publicitarios. Por supuesto,aligual quea otras«disciplinas»hoy separadas,y con las que se juegaa la interdisciplinarie-

dad,parareforzarlas fronteras másqueparaabolirlas~.

Poresavueltaa los clásicos,y descubriendoquefenómenosquecreíamosproductode las«nuevastecnologías»,o de las «nuevasformasde organizacióndel trabajo»,no son tan nue-vos, habráde buscarseun mododeexplicaciónmáscomplejo,explorandopor qué las condi-cionesde posibilidadde determinadasformasde gestióndel trabajo,por ejemplo, van másallá del simple«descubrimiento».

Una muestrallamativapuedeilustrar lo quedecimos,precisamenteen lo queconciernealaorganizacióndel trabajoen grupos,o equipos,queparalos más«adanistas»de nuestroscole-gas, es prácticamenteuna invención de losañosnoventa,o como mucho de finales de lossetenta.

Charles Manheim, en un trabajo clásicosobrelas obrerasde las fábricasde tabacoenFrancia,publicado en 1902, condensaen lacita que recogemosa continuaciónun buennúmerode problemasidentificadosal hilo dela discusiónsobrelas «nuevasformas»en losaños setenta,sobrela individualización de lasformasde retribución,y sobreotrosproblemasmayores del trabajo en nuestrosdías... queeranplanteadosde forma semejantea princi-pio de siglo por la mejor investigaciónde laépoca:«ciertas tareasexigenel concursodevarios obrerosformandoun equipo», se con-cluyeen elepígrafe«travail combiné»,lo quelleva a un tipo de trabajo que se denomina«travail collectif», «associations»o «briga-des»:«el trabajocolectivotieneevidentemen-te el inconvenientede no permitir tener encuentalas aptitudeso el esfuerzoindividual; elrepartoigual de lo que se ganaperjudicaa losbuenosobrerosy puededesanimarlos;contra-riamente, la asociacióncrea una solidaridadquese traduceen unavigilancia mutuamuyfavorableparala producción»~.

Dos investigadoreshan seguido, en unalíneamuy próxima a lo que aquíproponemos,la suertede un enfoquecanónicoen la socio-logia del trabajo,la relaciónentrela automati-zación y las aún llamadas «consecuenciassociales»de esa innovación. Al final de unlargo viaje tanto temporal como espacial,ysocial, por tanto,que les lleva desdelos añoscincuentaa nuestrosdías, pocoscambiosvenen los paradigmasqueenfrentan,dicotómica-mente, dos modelos, uno antiguo y otro

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moderno,el fordismo y el ohnismoo toyotis-mo,por ejemplo,y proponenmayorcompleji-dad en los modelosadaptadosque permitaninterpretarlas situacionesde trabajoespecifi-cas

Con la mirada renovadapor nuestraspreo-cupacionesde investigación,tanto las «moti-vaciones»o demandassocialescomo aquelloqueel sociólogoo sociólogaintentaconstruircomoproblemaprimeroy explicaciónsocioló-gica después—lo queReed(1992:74)denomí-na «analyticalframeworks»—,volvemosa leera los clásicospara acabarencontrandoentrelos pliegues de sus razonamientos,ideas ointuiciones que nos ayudan a completar oabordarproblemasqueno éramoscapacesdeabarcar en el momento precedente’0.Dehecho,creo,enestasocasioneslos clásicossoncomo un frontón contra el que lanzamos lasideasque estánaún flotando en nuestrorazo-namiento.Y de ellos vuelven más redondasocompletas;a vecestan originalescomosi fue-ran nuevasy hubieranestadoesperandoquelas recogiéramos.

Releeren 1996 a ClaudeLévi-Strauss,porejemplo,esun gozointelectual.Los recuerdosde mi primera lectura, siendo aúnestudiantede cienciaspolíticas y económicas,quedaronfijados en ese bricoleur que contraponíaa lolargo de casi todoel texto de El pensamientosalvaje,al «ingénicur»:dos tipos de conoci-miento que no sólo no eran «superior-infe-rior», sino que,como mostrabacon ironía ycontundenciael maestroLévi-Strauss,podíantenerunarelación invertida,como«cienciadelo concreto».Oeseproustianocapítulooctavo,«Le tempsretrouvé»,dondedice, porejemplo:«El pensamientosalvaje no distingue elmomentode la observacióny el de la interpre-tación,de la mismamaneraqueno seregistranen primerlugar,alobservarlos,los signosemi-tidos por un interlocutorparabuscarinmedia-tamenteel comprenderlos:éstehablay laemi-sión sensibletraeconsigosu significación»it~

Pero donde he encontradoinspiración, enestarelectura,másfructífera, ha sido anteunade las problemáticasplanteadasa laSociologíadel Trabajo,quese reformulay enriqueceeter-namente,casi: lasdemandasdeformaciónpro-fesionalnecesariasalos trabajadores—esaeslahipótesiscasi inevitable—en contextosdecam-bios e innovaciones productivas. Esto es,siempre.

Leera ClaudeLévi-Strausscomoa un clási-co, estoes,no buscandola inspiracióndirecta,sino diferida a través de lá hibridación deaquello que nos sugiere, haciéndolo crecersobreel «mantillo» de nuestrapropia forma-ción como sociólogos, ayuda a enriquecernuestrapreocupaciónde investigaciónactual.En este sentido,algunoscapítulosde La pen-séesauvagepuedenser, literalmenteilumina-doreso enriquecedoresde lasmásactualesdis-cusiones sobre las bases sociales de lacualificación del trabajo, las competenciasrequeridaspor el nuevotrabajadoren sistemascomplejos de fabricación de bienes o servi-cios. Y en los más tradicionalestambién,hoycruzados,casi siempre,por mezclaso briznasde tecnologíasque hace poco, en los añosochenta,llamábamos«nuevas».

Y si no, véase,:«el bricoleur es apto paraejecutarun gran númerode tareasdiversifica-das; pero, a diferenciadel ingeniero,no subor-dinacadaunade ellasa la obtenciónde mate-rias primas y de herramientas,concebidasyconseguidasa la medida de su proyecto: suuniverso instrumental estácerrado,y la reglade su juego es arreglárselassiemprecon los«mediosde a bordo»,queescomo la verdade-ra cualificaciónhabitual de las personas,«elresultadocontingentede todas las ocasionesquesehanpresentadode renovary enriquecerel conjunto [de conocimientosy saberesincor-porados,decimosnosotros].«El conjunto delos mediosdel b,icoleurno es,pues,definiblepor un proyecto(...); se defineúnicamenteporsu instrumentalidad(...); cada elemento [deformación, deformamosnosotros]representaun conjuntode relaciones,ala vez concretasyvirtuales;son operadores,pero utilizables convistas a operacionescualesquieradentrode untipo» 12,

Una tercerailustración de las ventajas devolver a leer a los clásicos nos muestralasevoluciones,las trayectorias,puntos que nosayudan a interpretar las ideas y los autores,aenriquecernuestropunto de vista sobreellos.Y aquí,junto alasobras,muchasveces—comoya hemosdestacadotambiénen SociologíadelTrabajo:un proyectodocente—,las biografías,las memorias,los diarios, todoaquelloquenosabrela puertade lo queRogerCornu ha lla-mado«la cocinade la investigación».

Lo primeroquenosdevuelveestaperspecti-vaes la forma en queseha creadosocialmen-

POUTIC%

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te tanto la disciplina,como sus problemáticaso su institucionalización.En lo queconciernea la interdisciplinariedad,porejemplo,buscan-do los orígenesnorteamericanosde la sociolo-gía del trabajo, nos encontramoscon que lasociologíadel trabajonacióy semantuvoen loquehoy nospareceun paraisoaganar:la inter-disciplinariedadque reune antropología,eco-nomía,cienciapolítica,psicología,geografíaysociología,al menos.

Cuandose lleva a cabola investigacióndeWarner,en los añostreinta,sobre«el sistemasocial de la fábricamoderna»,a partir de unahuelga general en el calzado, la industriadominanteen «YankeeCity», ésta,la investi-gación,es el fruto de «lostrabajoscombinadosy cooperativosde un grupo de antropólogossociales»,«nuestrosentrevistadoresse distri-buyeron por toda la ciudad paraobservarloque la gente hacía y decía. Conocíamosamuchasde estaspersonasintímamentey bien,puesto que habíamosestadoviviendo en laciudad y estudiándoladurante vados añoscuandoocurrió la huelga»I3~

En la edición abreviadade los cinco volú-menesque componenYankeeCity, del queTite tnodernfactoryes el cuarto,Warnernosdice los orígenese influencias en su obra:«La investigaciónde YankeeCity comenzóen 1930 despuésde un estudiode tres añossobrelos aborígenesdel norte de Australia.El trabajo de campo de esta comunidaddeNueva Inglaterrafue llevado a cabopor jóve-nes científicos, la mayoríade ellos estudian-tesde antropologíasocial(1963:vii). «seuti-lizó el mismo enfoque general para larecogidade datos y parasu análisisque elque sirvió parael estudiode campode losaborígenesaustralianos»(p. xiii). Pero,bastaunaojeada—afirma— a los cinco volúmenesde la serieparadetectarquelas teorías, téc-nicasy métodosde la sociologíay de la psi-cología «eran parte fundamentaldel estu-dio».

«Las distintas tradiciones intelectualesdeesteestudio—afirma— nos retrotraeninmedia-tamente y directamentea tales científicoscomo A.R. Radcliffe-Brown, Robert H.Lowie,y Bronislaw Malinowski.La influenciade George Mead, Emile Durkheim, GeorgeSimmel,y JeanPiagetse notaconfuerza.Lostresañosde trabajode campoconlos aboríge-nes australianosestablecieronun modelo de

investigacióny dejaronsumarcaen los resul-tadosde esteestudiode unacomunidadameri-cana»(p.xiii).

Quealgunossigancreyendopoderoponereltrabajode campocontio identificadory separa-dor de perspectivasantropológicasy socioló-gicas,puedediscutirse(y rebatirse)con másfundamento sabiendo quienes son nuestrosclásicos comunes,nuestros orígenes comoperspectivay como método (Platt,1983). Yviendolos trabajosy las investigacionesquesehan venido llevando a cabo en los últimosaños,unono puedepor menosde creerqueenlugarde serel terrain ladiferenciade la antro-pología con la historia o la sociología,comoafirma Daniel Fabre (1992), es un lugar decoincidencia.Y no sólo conesasperspectivas,sino tambiénconla historiao lageografía.Enefecto,cuandose afirma que«la observación(más o menosparticipante)no seríaun mediocomo otro de recogidade datos,sino un ins-trumentode descubrimiento»14 ¿noencontra-mos ya ecoscasi literalmenteidénticosen laobra de JacquesValdour, publicadaen 1914?¿Oen los trabajosde Le Playy suescuela?~

Por no continuarcontodo un filón de investi-gaciones,que si tienenen lacomunidadinter-nacional reconocidosinvestigadores,especi-ficamenteen América Latina no han dejadode constituir toda una floreciente rama deinvestigación16,

4. Ejeid work: lasociologíaqueseenseña

haciéndose

p ero quizálamejormaneradevolvera los clásicos, para aprender deellos —o, como he propuesto,para

enseñara través de ellos, que es casi lomismo-, seael recuperar,graciasalos mismosprocedimientosque hemos indicado en elpunto anterior,su forma real de llevar a cabosus trabajosde investigación,la forma en quese diseñaron,en quese rectificaron los dise-ños, en la práctica, la forma y métodoen quehubieronde limitar susconclusiones.Las for-masen quesehubo de volver al terrenoparacorregirerrores.Enquegraciasa ello seenri-queció la teoría.

Y desdeluego, lo queaquínosinteresaescómo realmentese llevó a cabocadainvesti-gación.No es frecuenteencontrar,en las pro-pias obras una presentaciónde los procedi-mientosdel trabajode campo tal y cómo sehicieron II

Y en másde unaocasiónhabránde buscar-se en otras fuentes:las memorias,los ejerci-cios de reflexiónsobre la prácticaque,mejorquenadie,los maestrospuedenllevar a cabo.Malinowski ha sido uno de esosautoresdelque tanto hemosaprendido,también cuandonosrevelaba,en un Diario, másinformacionesque las ya fundamentalesde su obra sobresupropiométodode investigacióny creación.

La introducción de los Argonautas,sobre«The subject, method and scope of thisínquiry» nos dabaun vívido panoramade laexperienciaquecualquierinvestigadorha sen-tido, ya seaa la entradadel pobladoo de lafábrica: «Imágineseustedmismo»abandona-do en unaplayatropical,entrandoen elpobla-do por vez primera...Esesentimientodedeso-laciónen el queunoquisieraregresara la sillasegura de su despacho,lo hemos sentidomuchos,pero pocoslo confiesancomo luegolo recogeRaymondFirth en la introducciónalDiario, en el que se incluyen muchasconfe-sionesde todo tipo, queno estabandestinadasa la publicación,peroquenos devuelvena uninvestigadorhaciendorealmenteinvestigaciónconcreta ~, Un investigadorque,cómo se pre-guntaMalinowski, no sabebien cual es «thisethnografer’smagic» que le permite contardesdedentro y desdefuerala vida de un pue-blo ~. Trescosas,segúnél, componenel méto-do: la capacidadcientífica; las buenascondi-ciones de trabajo, o sea estar sólo entre losnativos;el aplicarreglascorrectasde recogidade la información.Pero,el etnógrafono debesólo «echarla red en el sitio adecuado»,debe,además,estaral día de suciencia.Y, en últimainstanciadebetambiénsaberabandonartodaslas reglas: «en este tipo de trabajo,es buenoparael etnógrafo,en ocasiones,dejarde ladola cámara,el cuadernode notasy el lápiz, ymezcíarseél m¡smoen lo queestápasando»20~

Siguiendo en la misma vena, William E.Whyte, en el prefacioala edición ampliadadeStreetcomer soc¡e¡y, en 1955, reconoce ladeuda,directae indirecta,tanto en la prepara-ción de los métodos de trabajo de campo,comoen la redacciónfinal del manuscrito,con

W. LLoyd Warner.Y en los agradecimientosestántambién Elton Mayo y EverettC. Hug-hes. Pero,más importante,paralo queahoranos interesa,es el hechode quese incluya enesta edición un apéndice,que ocupa casi lacuarta parte del libro, en el que describe(yreflexionasobre)el propio procesode realiza-ción de la investigación.Estetexto lleva portitulo «Sobre la evolución de «Streetcomersociety», y termina con unas «Reflexionessobreel trabajode campo».

Quieneshan leido y comentadoesteúltimotexto sonHughesy Junker,por un lado. Y porotro unaseriede profesionalesvinculadosconla sociologíaindustrial en la época:de hechoWhyte firma esteprólogocomomiembrode laNew York StateSchoolof IndustrialRelations.Desdesu puntode vista, el largo tiempodedi-cadoa la investigaciónle hapermitidola fami-liaridad íntima con su objeto de estudio, yobservarsus cambiosa lo largo del tiempo.

La razón para preparar este apéndice(1953:279) le vino de la voluntadde enseñaralos estudianteslos métodos de trabajo decampoparaestudiarcomunidadesu organiza-ciones: «pero,generalmente,el informepubli-cadoprestapocaatenciónal procesoreal conel que la investigación fué llevada a cabo»(p. 279). «Unaexplicaciónreal, sin embargo,decomo sehizo la investigaciónimplica unavalor-ción bastantepersonaldecomovivió el investi-gadora lo largo del periododel estudio»2t~

En Men a¿’ work, 1961, se condensanunconjuntode estudiosde Whyte, directamentecentrados en lo que hoy podríamos llamarSociología del Trabajo, y cubriendo,literal-mentetodos los camposque podíacubrir ladisciplinaenestemomento,bajoladenomina-ción, queal autorleparecemásabarcante,«lasrelacionesorganizacionalescomo campo deestudio» (cap. 1, pp. 5-16). La sociologíaindustrialcomodenominaciónno le complace,porqueno sólo, segúnél, las aportacioneshansido hechaspor sociólogos,sino tambiénporantropólogos,psicólogosy economistas(p. 5).Y, desdeluego, comoesbiensabido,tampocoel terrenoconcretolesirvede definición: basterecordaraquísu investigaciónsobrela «indus-tria de la restauración»(cap. 6 y 8 de Men).

En Learningfrorn the fleid, 1984, Whytehaceunarecapitulación,mirandohacialo queha sido su experienciade cincuentaaños detrabajode campo, quedice, «por comodidad,

El paradigmaperdidode la interdisciplinariedad:volver a... 149

los llamaré «métodosantropológicos»,reco-nociendo,porsupuesto,quesonmétodosutili-zados por muchos sociólogos ademásde mimismo»(p. 12).

Y en Social Theoryforaction (1991:1-14),comointroducción,lleva a cabounaespeciede«repaso»asu labordesdesuprimeragranobra,el ya mencionadoclásicoStreetcomersociety,iniciadoen 1936,en un suburbiodeBoston.Ensusdistintostrabajosquehanconcernidotantola industriacomo la agricultura, cree que lapreocupaciónqueunetodosesosestudioses laparticipaciónde los trabajadores22,

5. Otrosaprendizajes,buscandola

interdisciplinariedad

H acer esta lectura de los clásicos,desdela perspectivade la sociolo-gía, supone,también,preguntarse,

y aprendersobrelos procesosmismosdeconoci-miento, sobreaquellos«escarpadoscaminosdela ciencia»queMarx recordabaal ciudadanoLaChátre, preparandola edición francesade FilCapital. Al igual quesobreel cómo narrarlosresultados,sobrelaargumentación,sobrela retó-rica, sobrelaescritura,queno es sino unaparteimportantede esosmismosresultados.Un abor-dajeútil «paraaquellosque estáninteresadosenlos mecanismosdel trabajointelectual»23,

Y, paralelamente,y en tercer lugar, volver—otra vez— a preguntarsesobreel cómo trans-mitir esos conocimientos, sobre como seaprendeel oficio de sociólogo.

Nuevamentelaobrade ClaudeLévi-Straussnossirve de ejemplode lo queadelantamosenel párrafoanteriorsobrela narración.Nos sonahorabien conocidaslas polémicassuscitadaspor suobra,especialmenteafinalesdelos añossesenta,y ello nos puede ayudara entenderalgunosargumentosquedesarrollaenel «Fina-le» de L’hommenu, publicadoen 1971. Aquínosrecuerdaquehabíaescritoen Tristestropi-ques queuna obra como las Mitológicas, detantoempeño,eracomo un «vastoy complejoedificio, él tambiénirisadodemil tintes,quesedespliegabajola miradadel analista,se expan-de lentamentey se cierraparadespeñarsea lolejos comosi no hubieraexistidonunca».

Trasunalargaseriedereferenciaso compa-racionesentremúsicay mito,se inicia un largotexto, de másde diez páginas,un texto hermo-so cuyo principio dice: «nunca, sin duda,elplacermusical fue mejor descritoy analizadoqueen las páginasde Un amourde Swann».Esas páginasque emocionanal lector hoy,igual quehaceveinticincoaños,son«explica-das» por el autor: las digresionesanteriores—dice— tienen su función, que es mostrarqueno desconozcola vida afectiva,como podríahabérseleimputado en el debate sobre elestructuralismo;no, no ladesconozco,afirma;tan sólo me niegoa dimitir ante ella.

El casoes que,como él mismoreconoceacontinuación,esa voluntadhace qué parezca—o sea...—la suyaunaobradondeel hombre,lapersona,no tieneemociones.Loin de lO¡24.

Aunque,aveces,puedepasarlo contrario:quepor querer,en nuestrasformasexpresivasy de transmisiónde los resultadosde nuestrareflexión,mostrara los seresvivos, a las per-sonas,que los economistasoficiales, o seaelpoder,ha convertidoen lejanos signosde susindices de inflación, de productividad o debeneficio,no parezca—o sea...—unasociologíadescalificadapor demasiadoemocional,y portantopairial. Cuando,en verdad,buscao pre-tendeser,tan sólo,unateorizaciónsimplemen-te orientadapor el deseode mejorarlavida dela mayoríade las personas25

Releyendola obra de Marcel Mauss unoencuentraideasque encajanen cadauno delos epígrafesque hemosquerido identificaren estetexto. Primero,con los acontecimien-tos de noviembre y diciembre de 1995 enFranciacomo la negaciónprácticade tantotexto semicultosobre«el fin del valortraba-jo», uno lee las «conclusionesde moral» delEnsayosobreel don, y pareceque se hubie-ran escritoparaayudara abordarla explica-ción de esoshechos,casi trescuartosde sigloantes: «el trabajadorha dado su vida y suesfuerzoa la colectividadde unaparte,a suspatronosde otra, y si debecolaborara la obrade laseguridad,los quesehanbeneficiadodesus serviciosno han cumplido con él con elpago del salario, y el Estadomismo, repre-sentando la comunidad, le debe, con suspatronos,y con su propio concursopersonal,unaciertaseguridaden lavida, contrael paro,contra la enfermedad,contra la vejez,contrala muerte»26

POLI!~jt,~

En cuanto a la enseñanza,el Manual deMauss es una fuente de sugerenciassobreloque debe ser la tierra interdisciplinaria, elconimonground, lo que se da por descontado,sin siquieramencionarlo,basadoen todos lossaberesdisponibles en las ciencias sociales.«El joven etnógrafoquesale hacia el terrenodebesaberlo queya sabe,conel fin de llevara la superficielo queaúnno se sabe»~

Pero, donde, como todos recordamos,Maussnoshabladesdeeseparaísoperdido—alparecer—de la interdisciplinariedad,es,preci-samente,en las «notassobreel métodoa pro-pósito de las que hemos seguido nosotros».ClaudeLévi-Strauss,en su presentaciónapa-sionadadel texto ya nos ha contagiadoparaentonces,como lectores,y entraremosen elEnsayo,como si fuerapor vez primera,conlasensaciónde estar, también,como él escribíaen 1950,al bordede un descubrimientohistó-rico, personaly científico.

Maussafirma: «los hechosquehemosestu-diado son todos, permitásenosla expresión,hechos sociales totales».Y su entusiasmadopresentadornosdejaráunaspáginasbrillanteseinolvidablesdescribiendoun métodocapazdedarcuentadel melanesioconcreto(...y comple-jo), de forma total, desdedentroy desdefuera,incluyendotambiénal observador~. «El estu-dio de lo concreto,quelo esde lo complejo,esposibley máscautivadory másexplicativo aúnen sociología.Nosotrosobservamosreaccionescompletasy complejasde cantidadesnumen-camentedefinidasde hombres,de serescom-pletosy complejos(...): el principio y el fin dela sociologíaes percibir el grupo entero y sucomportamientocompletamenteentero».

6. Aprendiendode losclásicos:ideasparaun trabajo

interdisciplinario

L a línea directriz para volver a losclásicosquepropongoestácentradaen su prácticade investigación,en

cómohicieron suobra. Pero,como he intenta-do destacar,lo más importante es cómo sehace el viaje. No se trata de, simplemente,haceruna lectura«inspirada»,en la que, conlas preocupacionespolíticas,mayoreso meno-

res, y las incognitascientíficasquenosdesve-lan, hallaren esosfilones losmineralesprecio-sos. Y, siguiendo con esa liviana metáfora,convertirseuno en el orfebre que engarza,resalta,y da vida a esas«perlas>~.No haylec-tura si no es personalde los clásicos.

Esa lectura suponeun tipo de práctica defonnaciónpersonaly de investigación,no desegundogrado.Se tratade serun aprendizdehistoriadorqueha hechohistoria, o un urba-nista que ha hecho planificación urbana, alestilo de la propuestaquehaciaelmaestroFer-nandBraudelen Sociologíae Historia, O, porlo menos,lecturasasiduasy estaral día de laliteraturay los debatescientíficos;conocerlasproblemáticas,la configuracióndel campodesaber,de primera mano.

Y, sobretodo, no dejarsellevar enlos deba-tes inter-disciplinasporlaconfrontaciónhuecay general, entre, pongamospor caso, econo-mistasy sociólogos.Como lo han visto conextremalucidezprócticaun conjuntode espe-cialistas queno suelen verselas carasen loscongresos:«no se tratade confrontardiscipli-nas en tanto que tales, sino puntos de vista,problemáticasconstruidasporlos investigado-res dentro de sus disciplinas»29~ Annie Bor-zeix, en un magnífico texto, que forma partedel mismo esfuerzoanterior, y que vinculadirectamente,a la renovaciónnecesariade laSociologíadel Trabajo,insisteen la«observa-ción directa in situx’, y en que,para llevarla acabo,«variospuntosde vistasobreun mismoobjetovalenmásqueuno sólo»3Q

JosianeBoutettieneel mérito,enesteintentode confrontar,de verdad,es decir,hastala raíz,distintosenfoquesy problemáticasde investiga-ción, de ser realista.El procesoes,jugandoconla expresión del psicopatólogo ChristianDejours—queparticipaenel libro-, doloroso,yello en un sentidomuy inmediatoy práctico.Noes un caminode rosasel ponerapruebalos con-ceptosdeunadisciplinaqueestánestabilizados,dentrode otra disciplinadondesu sólonombreya comienzaa producir mido: y le bastaconmencionarlos términos«sentido»e «interpreta-ción» paraun sociólogo,desdeel momentoenqueentranen el universodel lingÍiista.

Una interdisciplinaniedaden serio, no sim-plementeel préstamode algunascitas o refe-rencias,es comosalir al exteriorde la protec-tora naveespacialdisciplinaria,dondemuchascosashabitualespuedenconvertirseen desco-

El paradigmaperdidode la interdisciplinariedad:volver a... 151

nocidos peligros: «confrontarestospuntosdevista -concluye Boutetcon lucidez~— es bus-car lo que la otra disciplina tiene de molesto,de conflictivo frentea lo que se sabeya en ladisciplina,o a aquelloqueaúnno se sabe»32~

Recientementeun organismomeritorioen ladefinición delasproblemáticasdeinvestigaciónen tomo al trabajo,en Francia,ha publicadoun«appeld’offres», estoes unaconvocatoriadefinanciaciónde investigación,sobre«Precarie-dad, trayectoriasy proyectosde vida» W Paradefinir la forma y el alcancede estaconvocato-na, un equipointerdisciplinarha trabajadoa lolargo de un año, convocando,por otro lado,intervencionesen el grupodeotros profesiona-les de distintasciencias,que hancompletadounarevisióny rectificación,a travésde muchassesionesde trabajo ~ Bastaseguirla forma deabordaje,los debatesen eseentorno,y compro-bar ahoralos resultados:parapercibir que,aúnsiendo un camino difícil, sin ese arriesgadocompromisopor discutir y poner a pruebasusseguridades,por partede cada de uno de losprofesionalesparticipantes, no hubiera sidoposible ni siquierarozar la espuma,la superfi-cie, de unaproblemáticatan complejacomo laabordada:«Identidad,salud, inserciónsocial ynuevasformasde empleoy de trabajo».

Desdeluego,experienciascomoéstason unbuen aliciente paraseguirproponiendorecupe-rar el paraísoperdido de la interdisciplinarie-dad. Y, vistos los materialesy las formas deabordaje,de estoscolegas,en los que parecequeestamosasistiendoa un revival denuestrosclásicos,uno no puedesino asegurarsede quenuestrapropuestaes un buencaminopara quepuedan,en un futuro inmediato,fructificar enlaprácticaestasiniciativas,«parapensarfueradelas rutinasde las escuelas,unasociologíacríti-ca de la sociologíaque suponequese hagalahistoriamismade las categoríassociológicas».

7. Resumiendoyconcluyendo

y olver alos clásicos,al menosen loque me concierne,me ha servidopara entender mejor lo que

puedeserla sociologíadel trabajode mañana,interdisciplinaria(¿esquepodría serde otra

manera?),queya ha conocidofasessemejan-tes a lo que ahora le pedimos,en el pasado(Platt, 1 992b).

Se hablade rejuvenecerpuntosde vista,hoy,por ejemplo, con los enfoquesantropológicosdel trabajo. Nuestrosclásicos,íuestrospadresy maestros,eran antropólogos.Nada mejorqueaspiraraserlo queya fuimos. O, al menos,aprendercríticamentede lo quefuimos.

Mi propuesta,buscandoel paradigmaperdi-do de la interdisciplinariedad,esvolver a esosclásicos,quesonnuestrotroncocomún,y tam-bién nuestrasraíces,sin las limitacionesde losencasillarnientosactuales,tantoprofesionales,comodisciplinarioso científicos.Y enriquecerasí nuestramiradacon la lectura,por ejemplo,de Alfred Marshall, de susPrincipiosde eco-nomia política, cuya primera edición es de1890; un hoyeconomistaque hacepropuestassobre estudiosde casos, al comienzo de suobra, enormementepróximosa nuestraspreo-cupacionesactuales(Marshall, 1963, p. 1 y265). 0 que discute sobretiempo de trabajoconmásagudeza,conocimientoy lucidezquemuchos «organizadores»de nuestrosdías.Oqueplanteaun conjuntode reflexionessobrelos contextossocialesde la «atmósferaindus-trial» que han inspirado el resurgir de unanuevaforma dereinterpretarlaculturaproduc-tiva enlos añosnoventa(Castillo,1994;Becat-tini y Rullani, 1996). Volver, en suma, amomentosen quela disciplinaeraen supropiaprácticabastanteinterdisciplinaria...Sin saber-lo, claro ~.

NOTAS

1 Una quejacualificada,queintentaponerunapiedraen esedique,esla deChanlat, 1995,quienselamentadela separaciónque existe entre la literatua francesayanglosajona,en términosde estudiosorganizativos.Si setieneen cuentael lugardesdedondese emiten,Québec,y la persona,un miembro cualificado del Comité deInvestigacióncorrespondientede la AsociaciónInterna-cinal deSociología,estasconsideracionestomansu pesoreal: «el campodel análisisfrancófonode lasorganiza-clonessepresentacomorelativamenteautónomocuandose le comparacon el anglosajón»;«estasdoscientíficas«solitudes”’><1995:67,68). Una excelentecontribuciónrecienteaesanecesidadinglesadeunasociologíasubti-tuladaes Dubois, 1996.

2 VéaseSociología del Trabajo: un proyecto docente,Madrid, Centro de InvestigacionesSociológicas-SigloXXI, 1996. Y «La Sociologíadel Trabajoqueserefundaen tomo a 1960», ponenciapresentadaal II Congreso

POPLTICSy)

Latinoamericanode Sociologíadel Trabajo, Aguas deLindoia, SáoPaulo,Brasil, 1-5 de diciembrede 1996.

Aquí, vale la penaresaltarlos trabajosde JenniferPlatt, como ejemplo avanzado y excelente(Plaít,1983,1992a,1992b). Y el conjuntode reflexionesfomentadopor el Comité de Investigación6, de la Aso-ciación Internacionalde Sociología,que ella lidera, yquese recogenen la Newslerter quepublicanconregu-laridad.

Un marco y forma de reflexión queabre muchasposibilidadesreales para la interdisciplinariedadde laSociologíadel Trabajo,lopresentaDosse,1995,L’empi-re su sens, paraFrancia.Enestelibro, impresionanteporla capacidadde seguir las escuelas,las influencias,loslaboratorios;porhabersido capazderastrearen personalas distintasposibilidadesqueofrecenestossaberescm-zados,curiosamente(i) se identifican muchosde los«laboratorios»que hoy forman parte en Francia delComitéde Redaccióno del deOrientacióndeSociologiedu Travail.

Pero,unalargaestanciarecienteen Franciale poneaunofrenteal hecho,no menos real, deunaenormeproli-feraciónde estudiossobreel trabajo,sobrela precarie-dad, o sobrela inserciónsocial, que se ignoranmutua-mente, a veces estandono más lejos de un piso másarribao abajo.Los problemasde institucionalización,deescuelas,etc. parecenprevalecer,aveces,sobrelasiem-prebuscadainterdisciplinariedad.

A fin de cuentas,para «olvidar» el conceptodedesarrollo, hijo delde revolución industrial, Wallerstein[1991] va a leerotra vez a Marx y aBraudel parasacardelprimerotodo aquelloquele mostrabacomoun resis-tenteantelascienciassocialesdominantesdelmomento.

6 Wallerstein, 1995:271-274,en el capítulo «Ques-tions de paradigines:un appel á débat’>,condensaesteargumentode maneramagistral:«En las cienciassocia-les, el elogio del trabajo interdisciplinario no se haenfrentadoen realidad con la potencia de los apara-tos(..3; enningúncaso,el trabajointerdisciplinariollegaacriticar la fragmentaciónde las cienciassociales».

Un ejemplocasiparadigmáticode lo quedecimosenKalleberg,1995: «Sociologyandeconomics:crossingtheboundaries».

Ch. Manheim, 1902, De la condition des ouvriers...,pp. 91 y 92.

Tertrey Santilli, 1992,Automatisation el travail, p.172. JenniferPlatt haceestamisma tarea,de un modoejemplar,parala historiadel «casestudy»en la sociolo-gía norteamericana,en un texto quevale la penaleer yreleer,1 992b.

lO Los marcosanalíticosde Reed,1992, pensandoenla sociologíade las organizaciones,«proporcionanredesde conceptosqueestánestructuradosen tomo a proble-mase interesescompartidosquesurgende la particularformade ordeno pautasdepensamientoqueson crucia-lespara nuestracomprensiónde los fenómenosorgani-zacionajes»(p. 74).

C. Lévi-Strauss, 1962, La pensée sauvage. cap.VIII.[Traducción de JJCI.

(2 C. Lévi-Strauss,1962, p. 29.“ W.LI. Warner, 1947, The social sysíem..., pp. xv y

5. El trabajode campode estainvestigaciónse llevó acaboentre 1930y 1935, másun complementode inves-tigaciónen 1945.

“ Daniel Pobre, «L’ethnologueet sessources»,inAlthabe,Fabrey Lenclud, 1992,Ethnologie du présent,pp. 43 y 47.

~ VéaseKalaoray Savoye, 1989. Estosautoresnosdescubrenlos ciclos de «olvido» y recuperaciónde LePlay (1 parte,pp. 23 y ss.).

‘<‘ VéaseBurawoy, 1979 y 1992. Y la reciente obraeditadapor FrederickGamst, 1995, Meanings of work.Paraunabibliografíaespléndidamentecomentada,sobreantropologíaindustrial en México, véaseRaúl Nieto,1994. Y paraun buenelenco,y mezcla,deperspectivas,en el másrecientecongresode la AsociaciónLatinoa-mericanade Sociología,Abramo, 1996. En estemismonúmerode Sociología del Trabajo, querecogela reseñade Lais Abramo,se incluyen, además,otras deEnriquede laGarza,sobreel E CongresoMexicanodeSociologíadel Trabajoenmarzode 1996y deElsaPlanelí y CarlosA. Santiago,sobredosencuentros,el Caribeilode Estu-dios del Trabajo,y el EncuentroMundial sobreProble-mas Metodológicos,quetuvo lugaren febrerode ¡996,en Puerto Rico. En todos ellos quedaconstanciade loqueafirmamosenel texto.

‘~ Estamos parafraseandoa A. Gouldner, 1967[1954], Pauerns.... apéndice,pp. 247-269,«Ficíd workprocedures:te socialorganizationof a studentresearchteam».Textoqueya hemoscomentadoenSociología delTrabajo: un proyecto docente.

Una combinaciónde cómose fabricaron las investi-gaciones,y delenseñarsociologíadeltrabajoenseñandoa hacerlases el núcleode ese libro. A mi juicio unabuenasumma deestaposición,quehoy mismonospare-ceenormementeútil, esel libro deBuford Junker,prolo-gadopor EverettHughes,Field work. An introduction tothe social sciences, 1960. Algo muy semejantees lohechoporJeanPeneff, 1995.

LS B. Malinowski, 1967, A diary, p. XVI.B. Malinowski, 1922,pp.p. 6. Véase, también,A

diary. Para una discusión reciente a múltiples voces,véaseDauber,1996.

2(1 E. Malinowski, 1922, p. 21.21 Este tipo de reflexiones es el más indicado para

«comprenderel propioprocesode investigación»,comosubrayaMaría Cátedraen su prólogoa la ediciónespa-ñolade PaulRabinow, 1990:9.Aprovechoestanotaparaagradecerle,a MaríaCátedra,sus lúcidos comentanosaunaprimeraversióndeestetexto.

22 En el capitulo8, Pp. 86 y ss.,«Social researchonorganizationalbehaviourin industry»,recuperala gene-alogíade los trabajossobreel trabajo, desdeMayo enadelante.En las PP. 142-157,da cuentade sus trabajossobrelascooperativasde Mondragón,desde1975,en elPaísVascoespañol.

23 C. Lévi-Strauss,1984, Paroles données, p. 16.24 C. Lévi-Strauss,1971,L’homme nu, p. 620, 586 y

596.Estainspiraciónmetodológica en Proustla recuerdamás de unavez Lévi-Straussconagudezae inspiración,comocuandoevocalos «tipos compuestos».O cuandomencionaesefinal deLe temps retrouvé, enqueeí nove-lista evocasu trabajo con las famosas«paperoles» conciertasimilitud con el de unacostureraquefabricaraunvestido nuevo con fragmentosde otros (Lévi-Strauss,l993,p. lO).

25 Pienso aquí, especialmente,en un texto propio,«A la búsquedadel trabajoperdido.Y de unasociolo-

pflLwt~

gía capazde encontrarlo»,1997.Dondela «indignaciónilustrada»,parausarunafrasequecalifica lasinterven-cionesde Voltaire antedistintosaffaires de su tiempo,le obliga a uno a navegarpor un filo argumentalmuydifícil.

26 M. Mauss, 1923-1924,[1989], p. 261. Sobre losacontecimientosde noviembre-diciembrede 1995 enFranciahayunoscomentariosmínimosenmi nota,depró-xíma publicaciónenWorkand Occupations, «Looking forthe meaningof work». Véase,Putur Antéricur, 1996.

27 La cita bien merecerecordarseen francés: «Lejeuneethnographequi part sur le terrain doit savoircequ»il sait déjá, afin d»amenerñ la surfacece qu»onncsait pasencore»,M.Mauss, 1947, p. 5. Este manual,comonos diceen nota de presentaciónDenisePaulme,es la versión estenográficade los cursosde Mauss de1926 a 1939. El texto definitivo no ha sido, claro está,revisado por el autor. Aunque, cuandoya pensabaenpublicarlo en un futuro, se extendíaun pocomáscadacursoen un tema: tecnologíay estética, 1935-36;fenó-menosjurídicos, 1936-37;religión, 1937-38.

28 Mauss,Socio/ogie et anthropologie, p. 274. Lo dela Introducción de Lévi-Straussesá en las pp. XXVI-XXVII. Lacita siguienteenel texto,deMauss,enp. 276.

~ J. Boutet, 1995, p. 14. La autorapresentaun mág-nifico texto conjunto, resultadodel trabajocomún deergónomos,sociólogos,médicos, lingúistas...sobreLaspalabras en el trabajo. Valga citar aquí,y para los eco-nomistasy sociólogos,tanlejanosenEspaña,la cercaníamásconseguidaen Francia, al contrario,por continuostrabajosabiertosen estamismadirección. El último delos cuales,el editadoporSabineErbés-Seguin,1995.

30 A. Borzeix, 1995, «Laparoleen Sociologiedu tra-vail», pp. 229 y 225.

‘~ J.Boutet, 1995, p. 13.32 Unempeñosemejantepresidióel esfuerzode refle-

xión sobre la noción misma de trabajoqueemprendióMichel Freysseneten 1992,partedel cualhavistola luzen francésrecientementeen el número «Hors Série»,1994, de Sociologie da Travail, presentadopor MichelFreyssenet,junto a PierreDesmarez,«Lesénigmesdutravail». Ahí escribenunalingtiista, un antropólogo,uneconomista,un ingeniero, un sociólogo, un expertoengestión...El texto de Freyssenet,estápublicadoenespa-fbI: 1994.

~“ Sereproduce,completa,enMIRE Info, n. 35,junio1995,pp. 65-69.

3~ El grupo«central»estabacompuestodeun (o una)economista, médico, ergónomo, sociólogo-historiador,psicopatólogo-ergónomo;historiadora,jurista, y cuatrosociólogos;de ellos uno, ademásprofesor.Juntoa ellos,asistíany dirigían un pequeñoequipo de trabajo de laMIRE. Por otro lado participaronen sesionesespecial-menteconvocadasad hoc, dos historiadores,unaergó-noma, un médico del trabajo, varioseconomistas,dossociólogosy un jurista.

El conjuntodeltrabajode lassesiones,resumende lasintervenciones,calendario,etc., se recogenen un textoeditadopor IsabelleBilliard, 1995, Identités..

.

~> Alfred Marshallerauno de aquelloscuatrojinetesde La estructura de la acción social de Talcott Parsons(1949); un «escritoreuropeo».Y nadienos haexplicadoquién ni cómo lo descabalgóde esaposiciónde clásicode lasociología.

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Por una sociologíapráxica

ManuelMontañésSerrano

A modo de introducción

S i al afirmar, tras asistir al pasedeunapelícula,quehemosvisto a tal ocual actor o actriz alguien nos

advienequeen realidadlo percibidono ha sidomás quela imagende unospersonajesproyecta-da enla pantalla—recordemosqueel cineconsis-te enpasarun númerodefotogramasa unavelo-cidad determinada—,no tendremosmás remedioque rendimosante la evidencia,pues los perso-najes de nuestraspelículas nunca tendrán lafacultad del protagonistade La rosapúrpura deEl Cairo parasalir de la pantalla.Si embargo,siesamismaprecisiónse intentatrasladarsobrelapercepcióndela realidadcircundante,nosencon-traremoscon una fuerte resistenciapara queambassituacionesseanequiparadasentresí. Difí-cilmente admitimosunaentidadmediadoraentrelo observadoy nuestraobservación.Olvidamosque nuestraobservaciónesta determinadapornuestrosingularsistemaóptico. Olvidamosquesituviéramosotro sistemafisiológico de visión, elmundopercibidoseñaapreciablementediferente.No obstante,siemprepodemossostenerque esirrelevante tal precisión, dado que del mismomodoquesin la participaciónde los actoresrea-les de carney huesola películano señaposible,tambiénpodemosdecirque,como apuntaEnri-que Luque Baena, «nuestraspercepcionesdelmundocorrespondena algún grado de realidad.Algún gradode isomorfismose da, despuésdetodo, entrela experienciadel mundoy su reali-dad. De otro modo, hubiera sido imposible laadaptacióndelosorganismosasumedioambien-te: todoshubierandesaparecido»(1985: 76).

Si admitimosésterazonamiento,movemosenla realidado en la realidadpercibidaa efectosprácticos careceríade importancia. Desdeunaconcepción idealista, la realidad percibida noseria la cosaen sí (el noúmenokantiano),perono por ello todo lo percibidoobligatoriamentetendñaquesersiempreaparienciaengañosa.Larealidadpercibida,siguiendola filosofía idealis-ta, señael fenómenokantiano,el cual presentapropiedadesquesonde la cosaensí y es objetode experiencia.Como apuntaMiguel Beltrán,«la eventualdiscrepanciano se da entre doscosas(la aparienciay la realidad),sinoentreunacosa(la realidad) y su apariencia,sumodo demanifestarse»(1985: 11 y 12). Comoenel mitode la cavernade Platón,la realidad percibida

Manuel MontañésSerrano,Dpto. deSociologíaII, UniversidadComplutensedeMadrid.Política y Sociedad, 26 (1997), Madrid (pp. 157-175)