14- aravena - los mapuches-warriaches

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5/24/2018 14-Aravena-LosMapuches-warriaches-slidepdf.com http://slidepdf.com/reader/full/14-aravena-los-mapuches-warriaches 1/29 AMÉRICA INDÍGENA Instituto Indigenista Interamericano Organismo Especializado de la OEA México Volumen LIX Número 4 Oct.-Dic.2003

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  • AMRICA INDGENA

    Instituto Indigenista InteramericanoOrganismo Especializado de la OEA

    Mxico

    Volumen LIX Nmero 4 Oct.-Dic.2003

  • AMRICA INDGENAContenido pg

    Volumen LIX Nmero 4 Oct.-Dic 2003

    Arturo Warman Gryj1937-2003

    Presentacin

    Comisin de Verdad Histrica y Nuevo Trato de ChileIntroduccin

    Decreto por el que se crea la Comisinde Verdad Histrica y Nuevo Trato

    Discurso del Presidente Ricardo Lagoscon motivo de la constitucin de la Comisin

    Interpretando el mandato

    La legislacin indgena en Chile desde la Independencia

    Polticas pblicas y desarrollo indgena en Chile

    Tierra y territorio mapuches: un anlisisdesde una perspectiva histrico-jurdica

    Los mapuches-warriaches; procesos migratorioscontemporneos e identidad mapuche urbana

    ANEXORecomendaciones de la Comisin de Verdad Histrica y Nuevo Trato

    (Descarga por separado)

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    MikelHighlight

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    Los mapuches-warriaches; procesos migratorioscontemporneos e identidad mapuche urbana*

    1. Presentacin: procesos de cambio y adaptacin de los mapuches

    Una de las situaciones de mayor alcance en los procesos migratorios que han afectado a AmricaLatina en las ltimas dcadas ha sido la de la urbanizacin y migracin de poblaciones indgenas alos centros urbanos de la regin, principalmente a las grandes ciudades. Las migraciones indgenas,seala Stavenhagen, "constituyen, probablemente, el fenmeno migratorio ms importante enAmrica Latina en este siglo" (Stavenhagen, 1992: 73). Sin embargo, hasta hace poco tiempo,tanto el tema de la migracin indgena como el de la presencia indgena en las ciudades han sidoescasamente repertoriados y poco estudiados a nivel continental. Ello se debe, ciertamente, a laimportancia indiscutible de la presencia indgena en las reas rurales de Amrica Latina, perotambin obedece a la concepcin particular que se ha tenido de la etnicidad, caracterizada por la"ruralidad" y la tradicionalidad", en oposicin a la "urbanidad" y a la "modernidad". Por un lado,la identidad tnica indgena ha sido caracterizada como un atributo exclusivo de la vida en comuni-dades rurales tradicionales. Por otro, se ha pensado que la urbanidad -como el resultado ms visiblede la modernidad asociado a la secularizacin, a la racionalizacin y a la individualizacin de lossujetos-, terminara destruyendo, por medio de la asimilacin y la integracin, las identidadesindias. As como en frica se hablaba de destribalizacin, en Amrica Latina se hablaba deladinizacin. En efecto, para las naciones mestizas la migracin y la urbanizacin eran un paso enel proceso de integracin de los indgenas a la sociedad moderna. En consecuencia, como laurbanizacin terminara con aquellas identidades tnicas indias tercamente vivas, la mayor partede los esfuerzos y estudios destinados al mundo indgena deban concentrarse en programasdirigidos a las comunidades rurales. Durante mucho tiempo, y hasta bien entrada la segunda mitaddel siglo veinte, prevaleci la idea que era indio o indgena solamente aquel que viva en sucomunidad rural de origen, ya que su establecimiento en la ciudad significaba, sine qua non, laprdida de su identidad.

    * Versin corregida y aumentada del artculo de Andrea Aravena R. publicado en Colonizacin,resistencia y mestizaje en las Amricas, varios autores, mayo 2002, Abya-Yala (Quito)/ InstitutoFrancs de Estudios Andinos (Lima). Una versin resumida fue expuesta en el IV CongresoChileno de Antropologa, en noviembre de 2001, y se encuentra pronta a ser publicada. Esteartculo forma parte de una investigacin en la que trabajamos tanto con mapuches migrantescomo con mapuches urbanos. El trabajo se centr en la construccin de la identidad en losmedios urbanos, y por eso encabezamos el artculo con el nombre mapuche-warriache, parareferirnos de este modo al mapuche urbano. Literalmente, significa gente de la tierra - gente dela ciudad, pero se puede interpretar corno la gente de la tierra que es gente de la ciudad delmismo modo que hablamos de los mapuche-huilliches o los mapuche-pehuenches. Warria signi-fica ciudad, al igual que kara y che gente. Como etnnimo, el trmino mapuche-warriache esutilizado ocasionalmente por dirigentes mapuches residentes en Santiago.

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    Definiciones como la siguiente ilustran este punto de vista sobre el indgena, desgraciadamentean demasiado generalizado: El indgena es siempre un rural que vive ya sea de la recoleccin, dela caza y de la pesca, o de actividades ms complejas y elaboradas, pero siempre de tipo agrcola.Reside en aglomeraciones pequeas, situadas sobre las zonas de caza,... al interior del pas. Amenudo, estas aglomeraciones se constituyen y se destruyen al ritmo del agotamiento de lossuelos; se reconstruyen afuera, en tierras vrgenes abiertas a la explotacin. Si el indgena frecuentala ciudad, es solamente para entregar su produccin, y para arreglar los problemas administrativosque le impone la estructura del Estado, de la cual forma parte. Pero siempre se siente extranjero almedio urbano que lo tolera sin aceptarlo totalmente. ... El indio, al dejar el campo y establecerse enCiudad de Mxico, en la Paz o en Lima, no se considera a s mismo ni es ms considerado como tal.El indio viene a inflar esta masa mediana de cholos, de ladinos de rotos, es decir de mestizosya integrados en grados ms o menos importantes a la sociedad nacional" (Favre, 1966: 48;traducido del original en francs).

    De este punto de vista que asimilaba la identidad indgena a una identidad fundamentalmenterural y campesina se desprende un segundo respecto de la migracin, la urbanizacin y la adapta-cin de los indgenas a los medios urbanos. Este punto de vista consiste en sostener que una vezacontecida la migracin -y luego la urbanizacin- el nuevo citadino se integra al medio urbano apartir de su aculturacin y asimilacin progresiva a una identidad de clase -popular y subordinada-olvidando su identidad de origen. De tal modo que si los estudios sobre la migracin indgena, suurbanizacin y sus mecanismos de adaptacin a los medios urbanos son hoy ms abundantes,escasos fueron aquellos que en el siglo XX se interesaron en el tema de la identidad que estosmigrantes trajeron con ellos, y menos an en conocer las diferentes maneras en que dicha identidadlogr no solamente ser reproducida sino tambin recreada.

    El pueblo mapuche no constituye una excepcin a esta tendencia. En otros trabajos hemosanalizado diversas situaciones de contacto entre los mapuches, en tanto pueblo, en proceso deconstruccin y etno-gnesis. En gran medida, dichos procesos de contacto se remiten a situacionesde conflicto que han caracterizado a los mapuches como uno de los pueblos que ha opuesto lamayor de las resistencias a la invasin extranjera que haya conocido la historia. Las situaciones deconflicto a las que los mapuches se adaptaron continuamente no terminaron con su derrota militaren manos del ejrcito chileno a fines del siglo XIX, sino que an se encuentran presentes ennuestros das.

    Pero tambin sabemos que conocieron tiempos de paz y de equilibrio. Cada vez que ganaronbatallas ganaron tiempo sobre el exterminio, sobre la prdida de sus territorios y la defensa de sucultura e identidad. Constantemente amenazados desde el exterior, los tiempos de paz les permi-tieron crecer, autoafirmarse y "construirse". Durante esos perodos llegaron a adaptarse y adesarrollarse, en el sentido de un pueblo que vive en constante proceso de cambio y de adaptacin,sin por ello dejar de conservar una conciencia de unidad, de la historia y del pasado, como todopueblo soberano.

    Inicialmente constituidos por numerosos grupos de parentesco, los mapuches heredaron delcontacto y del conflicto su unidad. Como toda sociedad, experimentaron grandes diferenciasinternas, diferencias que no impidieron se les considerara como una entidad homognea a lo largode la historia. De las diferentes situaciones de contacto que enfrentaron, lograron ciertos beneficiosdesde el punto de vista econmico y cultural, a pesar de los innumerables perjuicios ocasionadospor la guerra y los conflictos polticos. Los beneficios del contacto dicen relacin con el desarrollo

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    de estrategias militares, y la incorporacin de tcnicas y tecnologas extranjeras que les ayudarona adaptarse y a sobrevivir frente a las condiciones siempre desfavorables que les fueron impuestasdesde el exterior. Una frontera simblica entre el interior y el exterior, el nosotros y elellos se cre entonces, y los mapuches se constituyeron en un pueblo que reivindic unaadscripcin identitaria y un tal sentido de pertenencia, tanto como sus fronteras geogrficas,fsicas, lingsticas y culturales se iban cimentando.

    Luego del advenimiento de la independencia chilena y de la integracin jurdica de los mapuchesa la Repblica de Chile, esta identidad, simblicamente encerrada en la reduccin, no sufri sinoprocesos de afirmacin y de reivindicacin, sin llegar a disolverse en la identidad nacional transmi-tida e impuesta por el Estado. Hace menos de una dcada, a travs de la Ley Indgena N 19 253(1993), los indgenas de Chile fueron reconocidos y su status confirmado. A pesar del carcterruralista de dicha Ley, La posibilidad de organizarse, de asociarse y de existir ms all de los lmitesde la comunidad rural les fue reconocida tambin, lo que determina un nuevo contexto en lasrelaciones con el Estado chileno. Ello, en la medida en que no constituyen ms un pueblo conde-nado a residir en las comunidades rurales para ser reconocidos como tal. Recordemos que en lalegislacin antes vigente, todo mapuche que dejaba de pertenecer a una comunidad mapuche-cuando sta se divida- dejaba de ser mapuche por el solo ministerio de la Ley. Hoy, se lesconsidera indgenas urbanos.

    Cerca de los aos 80, cuando la mayora de los estudios sobre los mapuches se centraba en lascondiciones de reproduccin de su sistema de vida en las comunidades rurales, el inters de unospocos investigadores se desplaz hacia el anlisis y la descripcin del fenmeno de pauperizacinque enfrentaban los mapuches en esas comunidades, y en los conflictos que enfrentaban a causa dela escasez de tierras y de la falta de medios para trabajarla. Igualmente en esa poca, los especia-listas en la temtica comienzan a observar una suerte de despoblamiento de las comunidades y elabandono de las mismas por la poblacin joven, especialmente femenina. En efecto, se estabaejerciendo una fuerte presin demogrfica sobre las tierras de posesin ancestral y como, deacuerdo a las normas de la sociedad patrilineal la tierra se transmite por los hombres, si las mujeresno se casaban dentro de la comunidad, no tenan ms opcin que dejarla.

    Tanto los estudios de la poca como los ms recientes, centraron su atencin sobre el xodorural, al tiempo que profetizaban que para los mapuches, la migracin y el abandono de suscomunidades de origen significaba su destruccin y completa asimilacin, en la medida en queacarreaba el fin de la identidad mapuche. Vista de tal manera, la identidad era conceptualizada comola expresin de un conjunto de caractersticas propias de la sociedad mapuche reduccional.Curiosamente, la misma idea sobre la supuesta desaparicin de los mapuches estuvo presente aprincipios del siglo XX, cuando tuvieron que deponer sus armas y fueron confinados a la vida enreducciones. Es lo que nos cuenta Guevara en su estudio Las ltimas familias y costumbresaraucanas (Guevara, 1913), constituyendo un testimonio de la hiptesis cclica que ha existidosobre la desaparicin o extincin de los mapuches.

    La mirada sobre los mapuches como una sociedad que al enfrentar cambios perdera suscaractersticas como pueblo, hasta el punto de la desaparicin de toda su identidad, no es slosigno evidente de un tipo de anlisis esttico que resulta inadecuado e impropio a las cienciassociales contemporneas, sino que adems, ha trado consecuencias negativas en la mirada que setiene sobre los mapuches. Una de ellas es la imposibilidad de comprender el cambio social queviven los mapuches y sus mecanismos de adaptacin a travs del tiempo. Otra, es la confusin queproviene del supuesto que, al tratarse de una sociedad que no es capaz de adaptarse ni evolucionar,

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    se mantendra estancada o encerrada en una especie de pasado congelado, en una tradicininmutable. La consecuencia ms grave, sin embargo, es la representacin que de los mapuches hacela sociedad no mapuche a travs de la opinin pblica en general o, lo que es ms grave, deinvestigadores del pueblo mapuche, perteneciente a la sociedad llamada moderna. Para ellos, losmapuches encerrados en el pasado, se presentan como un obstculo permanente al desarrollo y,aun como un obstculo a la modernizacin. En este contexto, las expresiones contemporneas dela sociedad mapuche llegan a ser interpretadas como las ltimas expresiones de los descendientesde una sociedad primitiva refugiada en su pasado y en su historia.

    Sin embargo, los mapuches continan existiendo, y en un gran nmero han emigrado a lasciudades, y de igual modo como en el pasado, continan reivindicando sus demandas polticas,sociales, econmicas y exigen participacin en la vida poltica del pas, especialmente en aquellosaspectos que les conciernen, sin por ello dejar de ser mapuches. Si bien es cierto en este procesode cambio y adaptacin hay elementos que desaparecen o se transforman, una identidad propia yuna conciencia de pertenencia a un pueblo con una identidad diferente y propia, persisten.

    Estas contestaciones nos remiten a una nueva situacin de los pueblos indgenas, situacin depueblos e individuos que forman parte de un movimiento social presente en la mayora de lospases mestizos y de substrato indgena de Amrica Latina. Se trata de un movimiento indigenista,principalmente urbano, cuyos miembros, hayan o no roto los lazos con sus comunidades deorigen, reivindican su derecho a conservar su identidad mapuche, sin por ello tener que renunciara los supuestos privilegios de la modernidad.

    Pensar en los migrantes indgenas y hablar de la cuestin indgena urbana nos remite a abordarnuestra problemtica a partir de dos criterios. El primero est definido por el contexto quedetermina y permite explicar, en cierta medida, la migracin rural urbana mapuche. El segundo noslleva a la revisin de las consecuencias que el proceso migratorio tiene sobre la sociedad mapucheactual, y cmo sta logra reconstruir su identidad en la ciudad.

    En primer lugar habra que sealar que esta migracin, lejos de significar una evasin de lacomunidad mapuche, constituye un medio de apoyo a la economa mapuche campesina. De talmanera que la migracin, en lugar de representar el abandono de la vida mapuche de la propiacomunidad, constituye un puente entre la ciudad y la comunidad rural. Revisaremos por tanto,desde un punto de vista histrico, cmo se constituy la vida de los mapuches en la reduccin, conel objeto de comprender primero el origen del proceso migratorio.

    En segundo lugar centraremos nuestra atencin en algunas de las consecuencias generadas poreste proceso migratorio. Si bien el contacto entre sociedades diferentes puede enriquecer losmarcadores de diferenciacin entre una sociedad y otra a travs de la alteridad, puede resultartambin tremendamente desestructurante de las relaciones sociales de los individuos que parten.Esta ha sido una de las principales consecuencias del llamado xodo mapuche y es uno de losargumentos ms recurrentes que se ha utilizado para sealar que la identidad del pueblo mapuchedesaparece en el proceso migratorio.

    En tercer lugar, describiremos algunas caractersticas socio-demogrficas de los mapuchesurbanos en Santiago de Chile. Para ello disponemos de un conjunto de datos extrados del Censode Poblacin del ao 1992, datos que esperamos actualizar con el Censo del ao 2002. Con ello,esperamos aportar algunos elementos de informacin al lector no formado en la materia, y a la vezprofundizar en el conocimiento de los mapuches urbanos.

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    Finalmente, analizaremos la relacin existente entre las organizaciones urbanas y la comuni-dad, y el rol que la primera juega en la constitucin de la identidad mapuche urbana.

    2. Sistema reduccional mapuche y migracin: las condiciones estructurales de la emigra-cin

    Como es sabido, a fines de la mal llamada Pacificacin de la Araucana, los mapuches perdieronla autonoma que hasta entonces ejercan y el control de su territorio a travs de la imposicin delsistema reduccional. En las reducciones debieron adaptarse a una nueva situacin desde el puntode vista territorial, econmico, social y poltico. En el contexto del Estado - nacin la cuestinmapuche se transform a partir de entonces en una cuestin de reducciones o comunidades. Estanueva situacin es particularmente relevante, por cuanto la vida reduccional mapuche contribuya determinar un patrn de comportamiento de la sociedad mapuche reduccional, Este, a su vez, fijen la mente de numerosos investigadores y observadores, una forma de identidad mapuche,entonces caracterstica de la vida reduccional,

    De tal manera que, luego que el estado chileno ocupara militarmente el territorio ancestral delos mapuches a fines del siglo XIX, la poblacin mapuche fue reagrupada en comunidades oreducciones indgenas. Este proceso se conoce bajo el nombre de radicacin y el perodo duranteel cual se efectu se conoce como el perodo de la radicacin mapuche (1866 a 1927).

    Desde un punto de vista jurdico, la radicacin de los mapuches en reducciones se formalizcon la asignacin de parte del Estado a las familias indgenas de los llamados Ttulos de Merced.Para tales efectos, el Estado cre una Comisin Radicadora, para asignar a cada familia extensa,mediante Ttulos de Merced, la porcin de tierra efectivamente por ellos ocupada en el momentoen que los funcionarios del Estado, representantes de la Comisin, se constituan en terreno aefectos de mensurar el territorio donde dichas familias podan probar ocupacin desde al menos unao de antigedad. De esta manera, las familias mapuches, que tenan el hbito de desplazarse enun vasto territorio de cerca de diez millones de hectreas, que les permita asegurar su subsistenciaa travs del pastoreo, fueron reducidas a un poco ms de quinientas mil hectreas. De esta manera,perdieron la mayor parte de su territorio y la mayora de ellas fueron radicadas en sectores dondela tierra era de menor calidad, y en general poco apta a la agricultura, por cuanto en dichasporciones de terreno slo habitaban. El resto del territorio, donde cada grupo de familias extensascriaba ganado y cultivaba, pas a manos del Estado. Una parte de ellas fue asignada a colonoschilenos y europeos y el resto adjudicada pblicamente a particulares.

    Con la creacin de las reducciones, el objetivo del Estado era establecer a los mapuches enpequeas extensiones de terreno, permitiendo liberar el resto para integrar el pas y proceder a unacolonizacin efectiva del mismo. De acuerdo a la vasta literatura que trata de este proceso, esteparcelamiento de la propiedad indgena signific que cada mapuches tuviera, hacia el fin delperodo de radicacin, un promedio de seis hectreas 1 . . Durante el mismo perodo, el Estadoasign ms de nueve millones de hectreas a los colonos chilenos y extranjeros, entregndolesporciones de quinientas hectreas a cada uno. El resto de las tierras pas a manos del Estado y apartir de ellas se constituy el latifundio en Chile (Jeannot, 1972: 8). Las reducciones fueronestablecidas principalmente en las regiones del Bo Bo y la Araucana. Un sistema similar seconstituy con las tierras mapuche-huilliches en la regin de Los Lagos, a travs de los llamadosTtulos de Comisario.

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    La radicacin de los mapuches en reducciones produjo su sedentarizacin definitiva, la dismi-nucin y la divisin de su territorio, la prdida del ganado como primera fuente de su economa ysu progresiva transicin hacia la pequea agricultura campesina de autosubsistencia. De estamanera, los mapuches fueron obligados a adaptarse a las nuevas condiciones de vida que les fueronimpuestas, sistema en el cual el patrilinaje de los antiguos lofches o familias extensas, y suparticular modo de produccin, no encontraron mayor incentivo para perpetuarse sino comosistema simblico de ordenamiento social.

    A pesar de ello, la sociedad mapuche persisti en los nuevos lmites de la comunidad reduccional.Es as como los estudiosos de la sociedad mapuche del siglo veinte coinciden en hablar de laexistencia de una "sociedad mapuche reduccional" 2 , que es donde se reproduce el espacio socialde la comunidad. Delimitada de esta manera, la comunidad mapuche fue el espacio de reconstruc-cin del pueblo mapuche durante el siglo XX. Principalmente, durante la primera mitad del sigloy avanzada la segunda mitad, la comunidad se constituy, por una parte, en el lugar de residenciay de reconstruccin social mapuche en relacin a los siglos precedentes y a la derrota militar. Y, porotra parte, se constituy en el lugar de resistencia y de reivindicacin poltica contra la legislacinindigenista que sigui al perodo de radicacin, y contra nuevas y diferentes formas de asimilacinimplementadas para integrar definitivamente a los mapuches a la sociedad chilena. Desde enton-ces, la comunidad mapuche, definida a partir de las reducciones, es reivindicada hasta nuestros dascomo el lugar por excelencia donde se practica la tradicin.

    Desde un punto de vista netamente jurdico, y de acuerdo a la periodicidad que proponenOrmeo y Osses (1972), el perodo de establecimiento de las reducciones fue seguido del llamadoperodo de la divisin. Como su nombre lo indica, este perodo se caracteriz por la promulgacinde nuevas leyes y decretos que tenan por objeto la divisin de los Ttulos de Merced y laconstitucin de la propiedad privada sobre la tierra de los mapuches. Tal situacin persisti hastael rgimen militar. Conviene recordar que una vez que las reducciones eran divididas y los ttulosde propiedad asignados, la tierra poda ser vendida a particulares no indgenas. Privatizacin yventa de tierras no constituan sino dos pasos del mismo proceso: el abandono definitivo de latierra por los mapuches. El espritu de estas medidas legales ha quedado ilustrado en las propiaspalabras del legislador, particularmente en el perodo del presidente Alessandri; este espritupropugnaba establecer las normas jurdicas que permitieran incorporar de una manera definitiva alos mapuches an protegidos por el sistema comunitario de las reducciones, al sistema jurdicoordinario (Ley N 14 511, de 1961; y Alessandri, J., 1959: discurso de promulgacin de la Ley. Verbibliografa).

    En este proceso se distingue finalmente la legislacin indgena del perodo militar (DecretosLeyes N 2 568 y 2 750 de 1979), que contribuyeron a acelerar la divisin de las comunidadesmapuches. Como resultado de la aplicacin de esta poltica, a fines de los aos 80, es decir apenasdiez aos despus de la promulgacin de los referidos decretos, numerosas eran las comunidadesque ya se haban dividido, El Estado, adems, incentiv la divisin de las reducciones, proponien-do a los comuneros todo tipo de crditos, subsidios para la instalacin de viviendas rurales y otrasformas de ayuda social destinada exclusivamente a aquellas familias que accedan a la divisin.Tambin, el deseo de ser propietarios de sus tierras, o ms bien el hecho de tener un ttulo depropiedad individual, frente a los problemas econmicos que enfrentaban, fue otro de los aspectosque contribuyeron a la divisin de las tierras mapuches.

    Sobre las tierras divididas, los mapuches recibieron ttulos individuales de propiedad, Desdeel punto de vista legal, sin embargo, los adjudicatarios de los mismos, dejaban de ser mapuches

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    ipso facto. En efecto, el artculo primero del Decreto N 2 750 sealaba: Las porciones de tierraresultantes de la divisin de las reducciones (las hijuelas) no sern ms consideradas como tierrasindgenas ni como indgenas a sus propietarios y ocupantes. La intencin del legislador quedabaas de manifiesto. Se trataba no solamente de terminar con la propiedad comunitaria mapuche ycon el sistema econmico y social que le estaba asociado, sino que tambin se trataba de decretarel fin de la existencia de los mapuches y los indgenas en Chile. Es por ello que esta legislacin fuecalificada como legislacin etnocida por los integrantes de las organizaciones mapuches de Chiley por numerosos investigadores que estudiaron sus efectos sobre el pueblo mapuche. La leydictada en 1993 puso fin a este horroroso capitulo de la legislacin indgena chilena; an ms, estecuerpo legal estableci la creacin de un fondo para la compra, por parte del Estado, de tierras paraser asignadas a los mapuches y sus comunidades con el propsito de ampliar sus territorios 3 .

    Frente a los mltiples problemas, tanto de deslindes de terrenos como de orden econmico queafect a las familias mapuches durante casi un siglo de vida en las comunidades, el Estado atribuyal rgimen de propiedad comunitaria la pobreza y los conflictos que enfrentaban los mapuches, yno al proceso de reduccin y expoliacin del que haban sido objeto. Para dar una solucin a dichosproblemas, numerosas leyes fueron dictadas durante el siglo veinte, concernientes a la regulariza-cin de la propiedad indgena. Como era de esperar, la solucin al falso problema no aportninguna solucin al problema econmico y social ligado a explotacin del minifundio por parte delos mapuches y a la ausencia de oportunidades laborales para esta poblacin. Estos elementosdeterminan, desde un comienzo, el inicio de fuertes procesos migratorios de jvenes mapuches ala ciudad. En efecto, la reduccin del territorio mapuche y la aplicacin sistemtica de medidasinadecuadas para dar solucin al falso problema, tuvieron como consecuencia el empobrecimientode los mapuches y el xodo rural urbano de numerosos contingentes de personas que dejaron suscomunidades en busca de nuevos medios de subsistencia. De acuerdo a los testimonios que hemosrecogido en nuestro trabajo, la migracin comenz desde el momento mismo de la radicacin. Noobstante ello, a partir de la dcada de los aos 30 sta se intensific, al producirse conflictosinternos en las comunidades, por la divisin y atomizacin de la tierra. Igualmente, la demanda demano de obra barata en los polos de desarrollo urbano se hizo sentir de manera ms fuerte. Laspersonas que emigraron durante esos aos lo hicieron en trminos unipersonales; es decir, migraronsolos, con el propsito principal de trabajar y ayudar a la subsistencia de sus familias, y ensegundo lugar con el fin de perseguir estudios.

    Con el paso del tiempo y ante la relacin inversamente proporcional que se produjo entre elcrecimiento demogrfico de la poblacin y la superficie de tierras per cpta, la emigracin en susdiferentes formas -estacional, de pueblo en ciudad, permanente- se convirti en la nica alternativaviable para los jvenes mapuches y el sustento de la vida familiar. Entre los aos 30 y 50 continala migracin a un ritmo constante, pero esta vez ya no se trata de migracin unipersonal, sino quees comn observar que emigran de la comunidad el padre con el hijo mayor, o el to con el sobrino;como resultado de este proceso, en general el padre regresa con su familia, pero el hijo o el sobrinose queda definitivamente en la ciudad. En el caso de las mujeres contina la migracin unipersonalde adolescentes, que son rpidamente seguidas por sus hermanas menores, para trabajar en elservicio domstico. En el caso de la migracin femenina, rara vez hay retorno permanente. Es decir,la mujer puede volver a visitar a su familia -lo que en general no sucede sino hasta aos e inclusodcadas despus-, pero raramente vuelve a residir en la comunidad. Si bien es efectivo que losproblemas se acentuaron a partir de la segunda mitad del siglo veinte, especialmente en la dcadade los aos 80 con la divisin de las comunidades indgenas y el mejoramiento de los accesos a lasciudades, especialmente hacia la zona central del pas, la insuficiencia en la cabida de tierras, suprogresiva atomizacin y las malas condiciones de trabajo asalariado en el campo.

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    En el caso mapuche se constata una vez ms, que la pequea propiedad y los movimientosmigratorios se encuentran directamente asociados. En nuestros estudios de caso hemos verificadoque la migracin mapuche se explica principalmente por la situacin econmica y social de empo-brecimiento en las comunidades de origen. Ello se explica, como lo hemos sealado, por la degra-dacin sistemtica de las condiciones de vida en el campo, a raz de los lmites impuestos a lapequea propiedad mapuche, la falta de medios econmicos y recursos, la erosin resultante deluso intensivo de la tierra durante largos perodos, la falta de diversificacin de la produccin, laimposibilidad de hacer rotar adecuadamente los cultivos, la persistencia hasta el da de hoy de unaeconoma centrada en la mono-produccin, la falta de apoyo tecnolgico y de fuentes definanciamiento.

    La economa mapuche reduccional, fue definida como una economa frgil, dependiente ydegradada por las condiciones del intercambio. Ms especficamente, como un conjunto de peque-as unidades econmicas que disponen de muy poco equipamiento y recursos, que operan contecnologas simples y utilizan de una manera intensiva su fuerza de trabajo, siendo sta de origenfamiliar. El objetivo de estas unidades de produccin simple, es la subsistencia del grupo familiar,es decir, la satisfaccin de sus necesidades fundamentales (Bengoa, y Valenzuela, 1984: 135). Asdescrita, la economa mapuche reduccional fue considerada como una economa en equilibrio, esdecir que se reproduce sobre ella misma, en los lmites de la reproduccin simple de la existencia:no genera procesos de crecimiento ni de capitalizacin, tampoco procesos de proletarizacin nidesintegracin campesina (ldem: 150). A pesar de la constatacin de este supuesto equilibrio, alprincipio de los aos 80 los investigadores destacan el fuerte proceso migratorio que afecta a losmapuches. Segn Bengoa y Valenzuela, en estas economas el equilibrio entre la tierra y la pobla-cin se encuentra en los movimientos de poblacin, toda vez que el factor tierra no vara (dem:93).

    De tal modo que durante casi todo el siglo veinte, pero especialmente a partir de los aos 30,luego en la dcada de los 50 a los 60 y entre los 80 y los 90, las comunidades mapuches registranlas tasas ms altas de emigracin. La situacin ha sido descrita por algunos investigadores, espe-cialmente Bengoa, y Valenzuela; Moltedo, 1990; Munizaga, 1951 y 1961; Oyarce et al, 1989. Paraellos, las razones de la expulsin de la poblacin mapuche de sus comunidades permanecenconstantes durante todo este perodo. Lo que vara, sin embargo, es la capacidad de absorcin o deintegracin econmica en los pueblos y ciudades, factor que determina sus posibilidades deinstalacin de una manera estable y permanente.

    A pesar de lo sealado, de los mapuches se conoce principalmente su existencia en las comu-nidades. Numerosos y clsicos son ya los estudios que describen con detalle la vida de losmapuches en las reducciones 4 . A partir de estos estudios se lleg a hablar de las caractersticasde la sociedad mapuche contempornea, hasta el punto de creer que la identidad mapuche estabadefinida por aquellas caractersticas. A saber: residir en comunidades relativamente aisladas delresto de la sociedad (frontera geogrfica), tener una economa campesina de autosubsistencia(frontera econmica), hablar el mapudungun (frontera lingstica) e, incluso, el hecho de represen-tar una homogeneidad fsica que los diferenciara del resto de la poblacin mestiza y extranjera(frontera biolgica).

    An hoy, en Chile los mapuches son definidos por las caractersticas que acabamos de sealar,es decir, como una categora discreta, representada por una cultura tradicional determinada poruna frontera geogrfica definida por los lmites de la comunidad indgena, por una frontera econ-

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    mica definida por la economa campesina de autosubsistencia, por una frontera lingstica definidapor el mapudungun y por una frontera biolgica definida por un supuesto fenotipo mapuche o, enel peor de los casos, por connotaciones raciales discriminatorias (cuando se dice los mapuchesson flojos; los mapuches son borrachos; a los mapuches les cuesta aprender; etc.). As definidos,se atribuye a los mapuches una identidad acorde a los lmites de las fronteras que hemos sealado.

    3. La experiencia de la migracin: la llegada, la segregacin la discriminacin

    Del mismo modo que a principios del siglo XX se pronosticaba la desaparicin de los mapuches,una vez constatado el fuerte proceso migratorio que les afectaba, la misma idea surgi al observarseque en las comunidades ya no quedaban ms que nios y viejos. Esta constatacin se basa en laevidencia de las consecuencias a veces brutales que provoca la migracin, tanto en las comunidadesde origen como entre aquellos individuos que comienzan a emigrar en forma masiva. A pesar de quela persona que emigra regresa a visitar a su familia una vez que rene los medios econmicos y quea menudo no corta los lazos con la comunidad, pareciera que la continuidad que se establece entrela ciudad y el campo no es siempre suficiente como medio de apoyo para el migrante. En estecontexto, la migracin, que es un proceso las ms de las veces irreversible, no es deseada a priori.Lejos de ser vista como un medio de acceder a nuevas posibilidades de contacto y enriquecimientocultural, se presenta como un imperativo de orden econmico. De tal forma, es vivida como unasuerte de exilio forzado,

    Moltedo (op. ct.), a partir de una investigacin desarrollada en la dcada de los 80 en comu-nidades mapuches de la Regin del Bo Bo (VII Regin), constata que los principales destinos demigracin de la poblacin mapuche eran las pequeas ciudades prximas (Caete, Lebu) y lasgrandes ciudades del pas (Concepcin y Santiago), En nuestro trabajo con migrantes de la Xregin y de la IX regin, desarrollada entre 1995 y el 2001, constatamos el mismo patrn migrato-rio, tratndose de personas que emigraron entro los aos 1943 y 1975. En el caso de la X regin,los migrantes mapuche-huilliches eligen como destino tanto las ciudades cercanas a sus comunida-des (Osorno, Puerto Mont, etc.), como el Gran Santiago. En el caso de la IX regin, eligenigualmente como destino principal de migracin las ciudades prximas a sus comunidades (Carahue,Nueva Imperial, Villarrica) y los grandes conglomerados urbanos como Temuco y Santiago. Enambos estudios, la partida de la comunidad y el destino de la migracin dependa principalmentede la capacidad de absorcin de mano de obra de las ciudades receptoras. Esta dinmica los hallevado tambin en el ltimo tiempo a emigrar en forma estacional o permanente a las regionescentrales del pas (V, VI y VII), e inclusive a zonas ms extremas y distantes de sus comunidades(regiones XI, XII, II y IV). Igualmente, contina corroborndose una cierta tradicin migratoria,que consiste en el hecho que, una vez alcanzada una cierta estabilidad laboral, cada migranteconstituye una suerte de puente para que otros integrantes de sus familias se les una.

    Por ello, insistimos en el hecho de que con la migracin no necesariamente hay ruptura, sinoms bien continuidad. Asimismo, el llamado xodo mapuche, lejos de significar una evasin de lacomunidad, una huda, no es sino la expresin de un medio de apoyo a la economa mapuchecampesina. Por tanto, quienes dejan sus comunidades no necesariamente las abandonan, puestoque regresan temporalmente en perodos de cesanta, durante el verano, o bien desde la ciudadcontinan ayudando a la economa familiar. En el caso de los jvenes que en los ltimos aos hanmigrado a Santiago por razones de estudio, con los que nos ha tocado trabajar, todos regresan a sushogares durante las vacaciones. Otra constante interesante de desatacar aqu es que si bien todoscoinciden en que las condiciones de vida en el campo son negativas y duras, la gran mayora aspiraa regresar algn da. Obviamente, eso no sucede con sus hijos nacidos en la ciudad, tampoco con

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    sus nietos. En el caso de los hijos y los nietos de los migrantes nacidos en Santiago 5 , existe uninters creciente por conocer el sur del pas, las comunidades de origen de sus padres, abuelos yparientes. Sin embargo, por razones econmicas un porcentaje importante de ellos nunca ha salidode la regin.

    En otro orden de cosas, la migracin mapuche a Santiago genera problemas de adaptacin,especialmente en quienes migran solos y con fines laborales. En este caso, se trata de una migracinprincipalmente econmica y tanto en la dcada de los aos 30 como en el presente los inmigrantesse enfrentan a problemas similares. Entre stos, destacan los problemas asociados a la insercinlaboral en la ciudad, al encuentro de un lugar de residencia permanente (no obstante, en el presentehay mucha gente que llega a la casa de sus parientes), la fuerte atomizacin que sufre la propiafamilia y, especialmente, los problemas asociados a la discriminacin.

    En efecto, si bien la situacin de la migracin indgena y mapuche en Santiago, y en Chile engeneral, es bastante desconocida, investigaciones pioneras sobre el perfil psico-social de losmigrantes, atribuyen al propio proceso migratorio efectos psicolgicos importantes en la conduc-ta de los mapuches urbanos, a raz de los problemas derivados de la desadaptacin (Biedermann,1992; Barra, 1984); y Gonzlez, et al., 1965). Estos estudios, realizados desde una perspectivamdica, destacan la frecuencia de las depresiones y alineaciones que afectaran a los inmigrantes,como resultado de alteraciones en la estructura de la personalidad de los sujetos estudiados.Dichas alteraciones seran una de las consecuencias ms visibles de los conflictos resultantes de laconfrontacin de la identidad primaria en la que fueron socializados y las diferentes formas deidentidad con que se encuentran en la ciudad. Estos conflictos apareceran an ms marcadoscuando se experimenta el rechazo y discriminacin por parte de la sociedad receptora. En AmricaLatina, los llamados estudios desde la perspectiva de la aculturacin han seguido esta lnea. Eneste contexto, nos atrevemos a situar el trabajo de Moltedo ya mencionado.

    Desde esa perspectiva, el principal obstculo para la adaptacin de los mapuches a la vidaurbana provendra tanto del trato discriminatorio que recibiran de la sociedad no indgena como delas dificultades que encontraran para sobre ponerse a la situacin de marginalidad en que les tocadesenvolverse. En el mismo sentido, como seala el lingista Salas, A. (1985), la negacin de losmarcadores de identidad mapuche, como la lengua, cuya negacin se atribuira al hecho de noquerer ser identificado como mapuche en la ciudad, acarreara el rechazo de la propia identidad yel deseo nostlgico de volver a la comunidad donde ya no se puede regresar. Cabe destacar que paraSalas la lengua, el mapudungun, constituye el principal vector en la constitucin de la identidadmapuche.

    Podemos no estar de acuerdo con el connotado lingista respecto de lo que constituye elaspecto central de la identidad mapuche; igualmente, podemos no estar de acuerdo con la utilidadde la perspectiva de la aculturacin para estudiar la migracin y la identidad mapuche urbana; sinembargo no podramos dejar de reconocer la existencia de la discriminacin ni los efectos negativosque sta provoca en cada individuo. Cada una de las personas mapuches con que hemos trabajado,especialmente los pertenecientes a estratos sociales ms bajos, se quejan de haber sufrido ladiscriminacin. No en vano Chile ha sido definido por los propios chilenos como un pas dediscriminaciones (Direccin de Organizaciones Sociales, [DOS] 2000: 7) 6 .

    Entre los mapuches urbanos, lo que nos resulta interesante destacar es la asociacin que sehace entre discriminacin y la voluntad -conciente o inconsciente- del mapuche urbano de escon-der su identidad para lograr una mejor adaptacin. Por ello Montecino (1990), acert

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    conceptualmente al hablar del mapuche urbano como un ser invisible. Sin embargo, la experien-cia de la migracin y la necesidad de adaptacin no siempre conllevan el rechazo u ocultamiento dela identidad. Tampoco el alejamiento de la comunidad conlleva per se, la prdida de la identidadmapuche. El mapuche urbano hoy, ya sea migrante directo o descendiente de migrantes, aunescondiendo individualmente su identidad de origen, no deja de sentirse mapuche, ni de expresarloen trminos de orgullo cada vez que tiene la oportunidad de hacerlo, y no siente el menoscabo y elmenosprecio huinca. Esta situacin se expresa en trminos paradigmticos en el seno de lasorganizaciones mapuches urbanas, que slo en la ciudad de Santiago hoy da alcanzan a casi uncentenar. All se renen quienes luchan por la defensa de su identidad.

    Los barrios perifricos como espacios de marginalidad y segregacin socio - tnica

    La Regin Metropolitana es una zona eminentemente urbana y el centro poltico y administrativode Chile. Histricamente, se trata de una regin que en tanto megpolis crece a costa de ladependencia poltica, econmica y cultural que genera con el resto de las regiones del pas. Deaquellas, se ha encargado de absorberlo todo, inclusive su poblacin, concentrando hoy en da casila mitad de la poblacin del pas, en un proceso de crecimiento desmesurado. Al interior de estaregin, la ciudad de Santiago, su capital, ha sido calficada de ciudad hipertrofiada, creciendo comocentro urbano del pas sin guardar ninguna relacin con el medio ambiente y sin mayor planifica-cin urbanstica, a pesar de los esfuerzos que las autoridades han hecho en la ltima dcada paraintentar controlar esta situacin. En este contexto, la alta concentracin de poblacin en Santiagono es solamente producto del crecimiento demogrfico, menos an de la inmigracin extranjera,sino principalmente es producto de la acelerada urbanizacin del pas y por tanto, del xodorural-urbano,

    La forma de crecer de Santiago, como en la mayora de los pases de Amrica Latina, es a travsde la creacin de cordones poblacionales, llamados precisamente poblaciones. Estas, rodean laciudad , dividiendo los barrios urbanos (centrados en la Provincia de Santiago) de otros ms rurales(centrados en el resto de las provincias de la regin). Estos barrios son alimentados en formaaleatoria de agua y electricidad; solamente sus avenidas y calles principales estn pavimentadas, ypadecen de problemas importantes en lo que respecta al alcoholismo, la drogadiccin, la delincuen-cia, el transporte y otros servicios urbanos. Paradjicamente, las comunas ms pobres de estecordn se encuentran localizadas hacia el poniente, recibiendo toda la contaminacin ambientalde la ciudad. En este contexto residencial es preciso entender la migracin mapuche y situar elhbitat de la mayora de los mapuche migrantes de Chile, insertos en los barrios perifricos deSantiago.

    En el contexto de la metrpolis y de las poblaciones, cada migrante mapuche se inserta comoun individuo perteneciente a una minora nacional. Esta situacin es producto de la negacin quela sociedad no indgena, en tanto sociedad dominante, hace de las minoras, entre las cualescontamos a los pueblos indgenas. En tanto tal, la sociedad mapuche se inserta en el Gran Santiagoen forma dividida y fragmentada, como resultado de un proceso de deslocalizacin geogrfica, dedesestructuracin de los lazos familiares y de marginalizacin en la cadena de las relacioneseconmicas.

    Esta segregacin se representa en la distribucin espacial de la poblacin mapuche de la reginy principalmente, de la provincia de Santiago. El 40% de los mapuches que residen en ella, es decir,140 399 personas (Censo de 1992), lo hacen en las 12 comunas ms pobres y marginales de lamisma (La Pintana, Renca, Pedro Aguirre Cerda, Lo Espejo, Huechuraba, Cerro Navia, San Ra-

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    mn, Lo Prado, La Granja, Conchal, Quilicura y el Bosque) donde la poblacin en situacin depobreza y pobreza extrema es superior al 30% (Casen 2000). Cabe destacar, por tanto, que lascomunas de mayor concentracin de poblacin indgena de la Regin metropolitana coinciden conaquellas donde el porcentaje de poblacin en situacin de pobreza es ms alto. Lo mismo sucedeal interior de la Provincia de Santiago. Ello nos lleva a ver los barrios perifricos de Santiago nosolamente como lugares de concentracin y reproduccin de la pobreza urbana, sino tambin comoespacios de segregacin socio-tnica.

    Una excepcin y caso especial lo constituye la Comuna de Estacin Central. En efecto, lapoblacin mapuche all censada es inferior al resto de las comunas marginales de la Regin. Sinembargo, en Estacin Central, comuna eminentemente urbana donde no existen en forma declaradacampamentos, hay un parque, el ltimo tramo del llamado Parque de las Amricas, donde ao a aoaparecen, como "callampas", decenas de casas, primero de cartn, luego de madera gracias a losaportes del Hogar de Cristo, de parejas y familias mapuches que llegan a la gran ciudad por supuerta de entrada ferroviaria 7 . En efecto, sta es la comuna central donde llegan los trenes y busesdel sur del pas. El lugar en cuestin originalmente era utilizado como centro de acopio de materialde minera por su antiguo propietario; sin embargo, aproximadamente desde 1990 se fueroninstalando diversas familias, cuyo origen corresponde aproximadamente a personas provenientesdel Sur del pas, especialmente descendientes mapuches originarios de Puerto Saavedra, PuertoDomnguez, Tira, Temuco y Contulmo, quienes en su origen trataron, al decir de la asistentesocial del Municipio, de reproducir el mismo hbitat donde vivan, ya que existan crianzas deaves, huertos para el consumo casero, etc 8 . Cuando visitamos por primera vez el campamento,accedimos por una tpica calle residencial de Estacin Central, encontrndonos simplemente conun portn, rodeado de casas. En el portn nos esperaba el dirigente mapuche, don Domingo, quiennos condujo hasta el lugar de la reunin recorriendo un laberinto de precarias callejuelas de tablonesy barro, en torno a las cuales se alineaban ms de noventa mediaguas, una al lado de la otra, dondevivan las 94 familias. La situacin desesperada que se constat en dicho campamento fue tal, queel ao 1999 se conform all la Asociacin Mapuche Epu Rehue, cuya historia organizacionaltermin con la erradicacin del campamento a la comuna de Puente Alto, donde el gobierno entrega sus socios, a travs de los cupos reservados del Ministerio de la Vivienda, departamentos por lava de subsidios habitacionales. A los pocos meses de haber sido erradicado dicho campamento,fuimos testigos de su repoblamiento. Se trataba esta vez de otras familias provenientes del sur delpas, en un 80 % conformadas por mapuches, que esperan desde entonces (ao 2000), unasolucin habitacional definitiva. En el mismo sentido, sorprende la constitucin el ao 2000 de laAsociacin de Allegados Mapuches Antuco, de la Comuna de Puente Alto, conformada casiexclusivamente por migrantes "allegados" a la casa de familiares de la dicha Comuna. De estamanera, la segregacin socio-tnica no solamente se constata en los barrios perifricos, sino que esposible de observarla en comunas donde aparentemente no hay una concentracin de poblacinmapuche tan importante. Lo que sucede en este caso, es que en primer lugar, se trata de poblacinno registrada, por tanto estadsticamente inexistente en la regin y, por otro, se trata de unapoblacin cuyas condiciones de vida se desconocen, toda vez que se encuentran escondidos trasun portn de una comuna donde no es fcil constatar a simple vista la pobreza. Aqu estamos enpresencia de dos factores ms coadyuvantes a la invisibilizacin del mapuche urbano.

    Con todo, es posible afirmar que existe una relacin casi directamente proporcional entrepoblacin mapuche urbana y poblacin en situacin de pobreza y pobreza extrema. Evidentemen-te, en medio milln de personas, existe una cifra absoluta importante de profesionales y sectoresde comerciantes mapuches que no estn sujetos a esta condicin. Sin embargo, ellos constituyenuna minora en Santiago. Es ms, en un estudio realizado por el PET, por encargo de CONADI

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    (CONADI / PET, 1999) 9 , se concluye que existe una relacin inversamente proporcional entrenivel de escolaridad de los mapuches y su insercin laboral. Ello significa que, a menor educacin,mayores posibilidades tienen los mapuches de encontrar un trabajo asalariado en las categorasms bajas de empleo. Es decir, se tratarla de una poblacin que hace el trabajo que al resto no legusta, como sucede en muchos pases con los extranjeros, por ejemplo. Inversamente, a mayornivel de escolaridad, mayor sera la dificultad para los mapuches de encontrar un trabajo acorde asu nivel de educacin. Este ltimo elemento constituye un signo evidente de discriminacin.

    4. Caracterizacin socio-demogrfica de los mapuches urbanos

    Como es sabido, en la historia de Chile independiente, el Censo de Poblacin y Vivienda de 1992es el primer censo del pas en considerar oficialmente a la poblacin indgena nacional, pese a habercontabilizado slo a tres de los ocho pueblos reconocidos legalmente en 1993. Esta iniciativa debeentenderse en el contexto de elaboracin de la Ley indgena 19 253 de 1993, de la aperturademocrtica con la instalacin del primer gobierno electo despus de la dictadura militar y, espe-cialmente, con motivo de la conmemoracin del V Centenario; factores todos que influyeron enque las autoridades estuvieran ms permeables a las exigencias internacionales sobre el derecho queasiste a cada pueblo de conocer su nmero y caractersticas demogrficas.

    Muchos cuestionamientos se han hecho sobre este Censo, especialmente sobre la manera depreguntar sobre la pertenencia a las culturas mapuche, aymara o rapa nui, a travs de laautoidentificacin. Sin embargo, no nos referiremos a este asunto por haberlo tratado ya en otrostrabajos, A pesar de los problemas de orden metodolgico contenidos en la pregunta del censo,tambin hemos afirmado con anterioridad que son los nicos datos cuantitativos de que dispone-mos y los nicos que nos permiten analizar ciertas caractersticas demogrficas de los mapuchesurbanos de la regin metropolitana. Y esto, hasta que no dispongamos de otros instrumentos quenos permitan confirmar estos resultados.

    En conformidad con los resultados del censo, se estima que la poblacin indgena del pasalcanza las 998 379 persones (de 14 aos y ms), es decir, un 10,33% de la poblacin nacional de1992, de los cuales 928 060 seran mapuches (93% del universo indgena de Chile). Del total depoblacin que en el Censo se reconoci como perteneciente a uno de los tres pueblos considerados-mapuche, aymara, rapanui- casi un 80% reside en los medios urbanos, frente al 20% que conti-nuara viviendo en las zonas rurales del pas.

    A su vez, el 43,4% del total de poblacin censada, -433 035 personas- residan en la reginmetropolitana. Su distribucin por pueblo es la siguiente: 409 079 se identifican al pueblo mapuche;12 308 al pueblo aymara y 11 648 al pueblo rapa nui. Estas cifras confirman que la reginmetropolitana es la ms importante, constituye el principal destino de los migrantes indgenas ymapuches y donde reside la mayor cantidad absoluta de poblacin indgena del pas. La IX reginpor su parte, cuya capital es Temuco, contina siendo la regin donde la poblacin mapuche tienemayor presencia relativa, ya que casi un cuarto del total de poblacin de la regin sera mapuche.

    En la Regin Metropolitana, de acuerdo al Censo de 1992, 409 079 personas (de 14 aos yms) se reconocen como mapuches -200 863 hombres y 208 316 mujeres-, representando el 11 %del conjunto de poblacin de la regin (de 14 aos y ms). Cabe destacar la importancia relativaque tiene la poblacin femenina por sobre la masculina (50,9% y 49,1%, respectivamente), lo queno sucede en otras regiones del pas ni corresponde con la tendencia nacional del pueblo mapuche(49,28% de mujeres y 50,72% de hombres). Una explicacin posible de esta situacin podra ser

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    aquella que asocia la alta migracin mapuche femenina a la ciudad de Santiago, a la demanda demano de obra domstica.

    La distribucin etrea de esta poblacin es la siguiente: casi un 40% tiene entre 14 y 29 aos,34% entre 30 y 44 aos, 17% entre 45 y 59 aos y slo 9% ms de 60 aos. Por tanto, se trata deuna poblacin joven, constituida en general por no ms de tres generaciones (abuelo-padre-hijo),a menudo por slo dos, o directamente por inmigrantes. Cabe destacar que el ltimo tramo de edadsealado es el menos significativo, lo que nos demuestra el carcter relativamente reciente de lamigracin como fenmeno masivo, a partir de los aos 50, a pesar de haber existido migracinpermanente pero menos significativa con anterioridad. Por el contrario, el tramo de edad msimportante se sita entre los 25 y los 29 aos, seguido del tramo de los 30 a los 40 aos, y luegode los 20 a los 24. Todos ellos representan, por su edad, que la poblacin mapuche urbana quereside en Santiago se encuentra en su mayora en edad de trabajar, lo que corrobora lo que algunosinvestigadores observaron en la dcada de los aos 90 en el campo: que en las comunidades ruralesresidan principalmente nios y ancianos. No es descartable, sin embargo, que en los ltimos aosse hayan producido algunos regresos, especialmente de poblacin joven, que una vez terminadossus estudios han podido optar por regresar a trabajar la tierra de sus padres,

    El Censo, demasiado general, no nos indica directamente la distribucin por actividad econ-mica de los mapuches urbanos, ni las diferencias que en cada una de ellas hay entre hombres ymujeres. Slo sabernos que del total de poblacin mapuche de la R.M. de 15 aos y ms, 401.842personas constituyen la llamada poblacin en edad de trabajar. El 57.57% de ellas (231.253personas) conforman la poblacin econmicamente activa (PEA) y el 42,43% (170.489 perso-nas) la poblacin no econmicamente activa (PNEA). Si bien ello indica que los entre losmapuches urbanos un porcentaje importante de la poblacin se encuentra inactiva desde el puntovista econmico, la tasa de inactividad que presentan es inferior al promedio de la regin para elmismo ao (47,93%), Igualmente, las estadsticas del Censo nos permiten destacar que un cuartode la poblacin mapuche en edad de trabajar, se dedica a actividades del hogar tratndoseseguramente de poblacin femenina.

    Respecto de la ocupacin o tipo de trabajo, por un estudio encargado por CONADI,sabemos que un porcentaje significativo se inserta en la categora de trabajos no calificados, loque es especialmente importante en el caso de las mujeres. En efecto, un poco ms de un tercio delas mujeres mapuches de la regin (33,86%) constituyen lo que se denomina mano de obra nocalificada (SUR/UAHC, en CONADI, 1995b, 109). Entre los hombres mapuches de la regin, seconstata que un tercio (30,89%), est representado en la categora oficiales, operarios y artesanosde artes mecnicas y otros oficios(Idem: 110). El estudio destaca tambin una alta participacinde la poblacin mapuche de la regin en las categoras empleados de oficina y trabajadores delos servicios y vendedores de comercio y mercado (13,89% y 11,55% respectivamente). Elporcentaje comprendido en ambas categoras alcanza el 25,44% (ldem: 110). Igualmente, se cons-tata la baja participacin de la poblacin mapuche de la regin en la categora miembros del poderejecutivo y legislativo y funcionarios directivos de la administracin pblica, profesionales,cientficos e intelectuales y tcnicos y profesionales medios (5,72%, 4,28% y 5,41 % respec-tivamente).

    Respecto de la categora posicin ocupada en el trabajo los mapuches de la regin metropo-litana, siguiendo de cerca la tendencia nacional, se concentran en primer lugar en la categora detrabajadores asalariados (75% de los trabajadores del pas se encuentran en esta categora contrael 70% de los trabajadores mapuches de la RM) (ldem: 118). En cambio, a diferencia de la

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    tendencia nacional para 1992, se observa que esta categora es segundada por la de trabajadorespor cuenta propia, con un 13,73% de los trabajadores mapuches, relacin que sube a 21,44% siconsideramos a la vez a los trabajadores por cuenta propia y a los patrones o empleadores(7,46%). Este dato es sumamente significativo por cuanto nos est hablando de un alto porcentajede poblacin mapuche de la regin que no es asalariada, pudiendo corresponder a trabajadoresinformales o a micro-empresarios de no ms de un empleado, siendo principalmente los hom-bres los trabajadores independientes (16,03%) y no la mujeres (9,04%). Ello guarda relacin conel alto inters que demuestran todos los dirigentes de ser independientes y no tener que dependerde un patrn que los obligue a trabajar o los trate mal. Por otro lado, tambin nos indica la probableprecariedad de los medios de sustento, como en el caso de los microempresarios, quienes raramen-te consideran dentro de sus egresos gastos de seguridad social y salud. Las mujeres, en cambio, seconcentran en segundo orden de importancia en la categora de trabajadores para servicio doms-tico del hogar" (22,35%), frente a la tendencia nacional de un 15,93%. (Idem: 122).

    Respecto de las ramas de la actividad econmica, de los tres grandes sectores de la actividadeconmica nacional (agricultura, industria y servicios, con sus subdivisiones respectivas) se des-taca que los mapuches de la R.M. se emplean principalmente en la industria manufacturera, en elcomercio y en el servicio domstico. En el caso de los hombres, stos estn presentes principal-mente en la industria manufacturera (28,99%), en el comercio (19,30%) y en la construccin(13,58%). Las mujeres por su partes, estn en primer lugar representadas en el servicio domstico(29,93%), luego en la industria manufacturera (18,87%) y finalmente en el comercio (14,97%).(ldem: 126-127).

    As, el perfil laboral del mapuche urbano correspondera al de baja calificacin, asociado abajos salarios, alta movilidad (especialmente en el caso de los hombres por su trabajo en laconstruccin y en el comercio), jornadas de trabajo extensas, alta discriminacin e, inclusive,maltrato por parte de los patrones (CONADI-PET, 1999: 110). Tanto para los hombres comopara las mujeres, pero especialmente para estas ltimas, los mapuches se ven discriminados porfenotipo, por cuanto uno de los requisitos para ser contratadas como secretarias o para ejercerfunciones de atencin de pblico es contar con buena presencia, requisito que segn los estereo-tipos occidentales dominantes, las mujeres mapuches no reuniran.

    5. La comunidad urbana: un lugar de organizacin social y de construccin identitaria

    As como en la sociedad mapuche de las comunidades rurales el espacio social se construy entorno al sistema reduccional, en la sociedad mapuche post-reduccional urbana, es en la organiza-cin donde se reproduce el espacio social de la comunidad.

    La afirmacin de la identidad y la prctica ritual se dan en el seno de la organizacin mapucheo indgena urbana, la que se constituye en una suerte de comunidad para sus integrantes. Estenuevo espacio -la organizacin mapuche- viene a reemplazar el lugar ocupado por las comunidadesrurales. En nuestro trabajo frente a las organizaciones indgenas urbanas nos encontramos enpresencia de una nueva forma de comunidad mapuche. Esta comunidad urbana se presenta no slocomo un elemento colectivo central, sino como el principal, de actualizacin y de persistencia dela identidad mapuche de los urbanos. No es casualidad que en el mbito de la participacin y de laasociatividad mapuche urbana se de un proceso inverso al del resto de la sociedad chilena, cren-dose en forma permanente distintos tipos de organizacin.

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    Como lo hemos sealado en trabajos anteriores 10 en relacin al tema de la comunidad rural yde la prctica religiosa que all se ejerce, Faron (1969) haba hecho referencia al congregacionismoritual (retomado por Foerster, 1993, 112), para expresar que entre los mapuches las ceremoniasreligiosas organizadas tienen lugar en un contexto de relaciones sociales mantenidas entre losmiembros de los grupos de linaje, relaciones que implican la participacin regular de unidades enuna congregacin ritual de varias reducciones (Faron, 1969, 243). Siguiendo la tesis de Faron, nosproponemos esclarecer nuestro punto de vista sobre el rol de las asociaciones u organizacionesindgenas urbanas, cuando ellas coinciden con lo que podra ser descrito como una comunidadritual. La diferencia con Faron, es que nosotros no atribuimos lmites fijos a la expresin comu-nidad. Para l la comunidad era la reduccin, definida de una forma objetiva. Nuestra forma decomprender la comunidad hace alusin al espacio construido por los propios actores, como lugarde referencia y de afirmacin de s, con independencia de su localizacin geogrfica (rural/urbana).En la prctica de las organizaciones y asociaciones urbanas, es muy difcil separar los aspectos dereivindicacin poltica, cultural, social y econmica, de la prctica ritual. Por eso toda clasificacinresulta arbitraria. En efecto, en la mayor parte de los casos estas comunidades son creadas en elcontexto de un grupo de individuos que se identifica con un pueblo indgena, que han logradoasociarse para trabajar por la identidad y la cultura mapuche, y de tal manera afirmar su existencia.

    Cabe destacar adems, el rol que la organizacin juega en el intercambio simblico de mujeresy de hombres que hacen las familias de los citadinos, al interior de esta comunidad urbana. En elcontexto de las reducciones, a decir de Faron, los grupos de donadores y de receptores demujeres, en relacin los unos con los otros de una forma permanente por los matrimoniosmatrilineares, hacen parte tambin de la comunidad ritual (idem). En el contexto urbano, hemosconstatado que para quienes participan en las organizaciones indgenas, el espacio de la organiza-cin es el lugar ms importante de reencuentro con otros mapuches, y uno de los lugares deencuentro de hombres y mujeres disponibles para constituir alianzas parentales. A pesar de ello,las parejas mixtas, dnde slo una de las dos personas es de origen mapuche, no generan mayorproblema en la organizacin. Al contraro, lejos de poner en peligro la identidad del grupo, lasuniones entre mapuches urbanos y no mapuches permiten una mayor irradiacin y aceptacin dela cultura mapuche.

    En esta agregacin de personas donde el individuo ejerce prcticas rituales y crea la comunidadritual urbana, cada uno entra en contacto con sus pares, hermanos con quienes el comparte unsentido nico, propio, que los diferencia del resto y que al mismo tiempo da un sentido especial asu vida. Luego estn los aspectos que son expresamente creados o acentuados para delimitar lasfronteras entre el mundo mapuche y el mundo no-mapuche. Estos aspectos son tanto la exaltacinde las ceremonias rituales, como la recreacin de nuevas prcticas identitarias y la apropiacin quelos individuos hacen ahora de esas prcticas. Cada vez que los individuos hacen recurso a estasprcticas en el contexto de las organizaciones urbanas, estn afirmando su pertenencia identitaria.Desde este punto de vista, lo religioso jugara tambin un rol, social y poltico; se tratara de unespacio donde se organizan las relaciones sociales de los individuos. La funcin social de estasprcticas sera conectar a los individuos con su pasado y dar sentido a su existencia presente, comotambin afirmar una existencia que en algn momento tuvo que ser negada. Hay una formalidad quees reproducida, la prctica es reproducida con cambios pero, pese a ello, el ritual permanece comoun espacio de construccin de sentido y se transforma en un espacio sagrado. Entonces, laasociatividad y la religiosidad se convierten en espacios de afirmacin y de reconstruccin de laidentidad.

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    A nuestro parecer, las ceremonias practicadas en el contexto de la comunidad ritual ocupan unlugar importante en la afirmacin de la identidad mapuche. A travs de estos ritos los mapuchesurbanos definen en ltimo trmino sus fronteras y sus lmites en relacin a los no-mapuches. Atravs de estos ritos tambin, ellos aportan al mundo contemporneo su propio sistema decreencias. Actualizando sus prcticas, los mapuches urbanos construyen un vnculo con suscomunidades de origen, con sus parientes y con sus ancestros. En este acto, pasado y presente noconstituyen sino un continuum. La identidad mapuche, al decir de Foerster (siguiendo las tesis deGeertz-1987- y las proposiciones de Morand 1984-) 11 , est estrechamente ligada, a riesgo deser confundida, a lo sagrado, lo que comprende el campo de las divinidades y de los ancestros(1993, 11). Foerster constata que son los ritos tradicionales mapuches los que hasta ahora unen losmapuches. Nosotros diramos a este respecto que es la prctica de estos ritos la que une tambina los mapuches, en tanto elemento movilizador de las relaciones sociales y de identificacin. Sinembargo, atribuir a este aspecto la funcin de definir la persistencia de la identidad mapuche, talcomo otros lo hacen utilizando la lengua o el territorio, no nos parece pertinente. A diferencia deFoerster, no podemos ver la prctica del culto como una esencia. En cambio vemos su funcin entanto mecanismo de afirmacin y reivindicacin de la identidad. La comunidad de parientes que noexiste en la gran ciudad, ya que la familia extensa casi no existe, es encontrada en el espacio de laorganizacin. Esta ltima constituye el rasgo de unin de los individuos en una comunidad desentido. En la ciudad no es posible encontrar fcilmente el espacio territorio ni el espacioparental (de la familia extendida), ni el espacio lingstico que han llevado a gran cantidad deinvestigadores a definir as la comunidad mapuche, como un espacio real en el cual se puedeencontrar un grupo real, una etnia, definida por un territorio, una lengua comn, etc. Por elcontrario, en la ciudad encontramos una nueva comunidad de individuos, construida por hombresy mujeres que comparten un supuesto origen comn que los diferencia ante todo de una formaideolgica del no-mapuche y de la sociedad dominante. Esos individuos se unen y crean sentido enuna estrategia de reivindicacin poltica, buscando encontrar un lugar en una sociedad que losrechaza.

    Ceremonias y ritos practicados en la comunidad ritual

    Entre las ceremonias ms importantes, que constituyen un hito en la reconstruccin identitariamapuche en Santiago, sin duda el wetripantu ocupa el lugar de mayor trascendencia, proyeccin yauto identificacin. El wetripantu es la celebracin del comienzo de un nuevo ciclo de la naturaleza,o rito anual de renovacin del equilibrio de la naturaleza, coincidente con el solsticio de invierno.Ha sido traducido por las organizaciones como el ao nuevo mapuche. En Santiago el wetripantu o wool tripantu, se conmemora desde el ao 1995. Hemos tenido el honor de compartirdicha ceremonia en numerosas ocasiones, con diferentes organizaciones mapuches, en la privacidadde sus lugares de reunin y encuentro. El we tripantu tiene su origen desde que se conoce de laexistencia de los mapuches; sin embargo, no renace como festividad propia de los mapuches sinohasta la ltima dcada del siglo XX. Algunos autores describieron su prctica comienzos del siglo(Augusta, 1916; Titiev, 1951, en Foerster, 1993, 101), pero luego la mayor parte de los trabajosque les siguieron la han ignorado, en circunstancias que ella pareciera haber sido integrada a lacelebracin de San Juan, celebracin de la iglesia catlica incorporada de una forma sincrtica porlos mapuches. Hoy da est separada de la fiesta de San Juan y es reivindicada en propiedad comouna fiesta mapuche. Han sido los habitantes de las grandes ciudades, originalmente de Temuco,luego de Santiago, los que han dado nuevamente sentido a esta fecha. De hecho, en nuestro trabajode terreno hemos realizado entrevistas a ms de 20 dirigentes mapuches residentes en Santiago, yla mayora de ellos, a pesar de haber nacido en una comunidad mapuche, no recuerda se haya

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    celebrado el we tripantu. S recuerdan la celebracin de San Juan, y recuerdan tambin que se hacala noche previa al da de San Juan, pudiendo continuar todo el da siguiente, consistiendo ms bienen una celebracin de tipo familiar.

    En estricto rigor, la celebracin del we tripantu corresponde a la noche del 20 al 21 de junio(dependiendo del ao, puede desplazarse hasta la noche del 23), coincidiendo con el solsticio deinvierno en el hemisferio sur, y con el inicio del invierno que marca un nuevo ciclo de la naturaleza.Ya han terminado las cosechas del verano, y habr que preparar nuevamente la tierra para quegerminen las semillas que se sern sembradas en primavera, En la rogativa que caracteriza lacelebracin del we tripantu, se implora a chao negechen (Dios) se invoca el meliwitran mapu (loscuatro puntos de la cosmovisin mapuche) y se pide a la uke mapu (madre tierra) bondades parael nuevo ciclo de la naturaleza que comienza. Igualmente, se agradece por las bondades del aoanterior y se ruega para que el padre sol vuelva con mas fuerza luego de su retiro invernal. Se tratade una celebracin familiar, donde existe un espritu de reencuentro, solidaridad y convivencia. Losdas previos, y especialmente la noche anterior, se preparan los alimentos y al amanecer se realizael nulla mawon o rogativa de agradecimiento y renovacin del ao. En cada we tripantu celebradoen Santiago, el rewe (altar ceremonial; lugar puro, lugar sagrado) y/o las ramas de foye (canelo),constituyen el centro e la rogativa. El muday (bebida hecha de trigo), las sopaipillas, el pan, elmote, el mlke ( harina tostada) y los piones, constituyen la ofrenda. En el altar se colocan loscntaros de greda con el muday, y la comida en los iwe (pequeos platos para la ofrenda). Enalgunas ocasiones, se ofrenda sangre de un cordero sacrificado que se ha encargado al sur. Engeneral, esta ofrenda coincide con la presencia de un machi (chamn) en la ceremonia. Siempre quela machi es mujer, es mandada a buscar al Sur, generalmente a la comunidad de donde es la familiaque oficia de anftriona. No es comn que para los we tripantu se recurra a los machi de Santiago(los hay dos) 12 - ya que cada uno de ellos se encarga de oficiar las ceremonias en el seno de supropia organizacin o en alguna donde es invitado. Una vez realizada la ofrenda, se bendice lacomida -en algunos casos- cuando hay muchos invitados y diferentes familias han participado enla organizacin de la ceremonia y en la preparacin de la comida, el Lonko (jefe, presidente de laorganizacin) prueba pblicamente cada olla y emite su juicio: est bien, est rica, qued salada,est cruda, etc., suelen ser las expresiones que provocan la risa de todos los asistentes 13 . Antes ydespus de cada comida (en la noche, al amanecer, en la maana y luego a medio da), se baila punen torno al rewe al comps de trutrukas, pifilkas, trompe y el infaltable kultrun. Igualmente, se danlargos espacios de presentacin y conversacin o nhtram, donde cada participante se dirige alresto con palabras de solidaridad y buenos deseos.

    Tambin la celebracin del lakutn o ceremonia de bautismo, practicada oficialmente porprimea vez al alba del 15 de junio de 1995 en un parque de la ciudad de Santiago, ha tomado unsentido importante en la identidad mapuche urbana. La celebracin de la ceremonia fue propuestapor un conjunto de organizaciones urbanas, teniendo por meta dar a los infantes nacidos enSantiago, hijos de residentes indgenas, las virtudes de sus ancestros. El evento fue consagrado porun Yatiri (chaman del pueblo Atacameo) con la participacin de miembros de diferentes pueblosindgenas. Los siete nios iniciados pertenecan tambin a diferentes pueblos. El lakutn es prac-ticado tambin en otros contextos (organizaciones, familias, comunidades), pero esta vez la cere-monia fue elaborada para afirmar una pertenencia identitaria no reconocida. Segn cuentan losabuelos en la tradicin mapuche, la ceremonia del lakutn era el traspaso del nombre del abuelopaterno al nieto, quedando establecida entre ellos una profunda relacin. Con el tiempo, deriv enla relacin del nio con un padrino que a su vez tena el mismo nombre. En el mismo sentido, sepractica el kochontn, ceremonia en que se ruega por el nio, se ofrece a la naturaleza, se pideproteccin por l y se establece una relacin entre el nio y sus padrinos y entre los padres y los

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    padrinos que en adelante sern compadres. A su vez, para la nia mapuche se celebra el katanpilun, ceremonia en la cual tambin hemos tenido el privilegio de participar. El katan pilun es laceremonia de apertura de orejas o pilun de las niitas, para el uso de aros o chawal; segn pudimosobservar, el padrino es quien regala los aros y la acompaa, junto a su familia, amigos e invitados.La nia no debe llorar ni mostrar signo de dolor, y para compensar su sacrificio y valor deplegados,se establece una ronda de regalos o pagos en dinero, constituyendo donativos voluntaros de losinvitados que la nia recoge y guarda para s. Una vez terminada la ceremonia, la nia, los padrinos,la familia y los invitados celebran con comida mapuche y bailes.

    Finalmente, no podemos dejar de mencionar el kamarikn, que es una gran ceremonia con lanaturaleza. Lo mas conocido de esta ceremonia, es el nguillatn, que corresponde especficamentea la rogativa o acto de pedir. Se trata de una prctica observada ya por los primeros cronistas, segnlas descripciones proporcionadas por Gernimo de Bibar, Alonso de Ovalle y Pedro de Valdivia(Foerster; 1993, 16-30); a diferencia de las otras ceremonias ms ntimas o familiares, como el wetripantu, el nguillatn ha sido profusamente descrito a lo largo del siglo XX por los estudiosrealizados en comunidades mapuches. El nguillatn es uno de los ritos mapuche ms estudiados,sobre el cual hay diversas interpretaciones hechas por la antropologa y por los mismos mapuches,Por ejemplo, Faron lo describe como un rito agrcola de fertilidad que es normalmente celebradoantes de la poca de cosecha, para suplicar el xito de la cosecha, la proteccin de los animales yla prosperidad y el bien estar de los mapuches. Tambin se celebra despus de la cosecha paraagradecer. (Faron; 1969, 245). En la ceremonia colectiva del kamarikn y en la parte dedicada alnguillatn el objetivo central es la mediacin entre lo sobrenatural y lo humano, expresado poracciones simblicas, teniendo por meta la obtencin de los medios de existencia, que no dependensolamente de las capacidades humanas sino ms bien de un orden divino (Foerster; 1993, 88). Estaceremonia, donde encontramos ofrendas y sacrificios, practicada regularmente en las comunidadesmapuches rurales, ha devenido una prctica recurrente en los medios urbanos. En Santiago diver-sas organizaciones celebran ao a ao rogativas; sin embargo, al menos dos, celebran grandeskamarikn, invitando a la mayor cantidad de organizaciones de la regin. Se trata de los dePudahuel y de La Florida, celebrados entre septiembre y diciembre de cada ao. En estas ceremo-nias s participan los machis residentes en Santiago, y adems pueden invitarse autoridadesreligiosas del Sur. Para entonces se traen caballos, se colocan banderas azules y blancas, colihues(en seal de proteccin) ramas de folle y de eucaliptus, se cuenta con la participacin de machis yse construyen rukas o ramadas en torno a una gran cancha, al estilo de los ngullatn que secelebran en las comunidades mapuches rurales. Pero a diferencia de estas ltimas, en Santiago lasceremonias de nguillatn no pueden ser consideradas como un rito agrcola de fertilidad, puestoque en la ciudad no se realizan cosechas agrcolas. En la ciudad se ruega por la unidad del pueblomapuche, por los problemas de cada uno y por los hermanos mapuches del sur. Conviene entoncesdestacar que el ritual, al cual se asigna siempre la misma significacin, ha sido adaptado a losnuevos contextos urbanos.

    De los casos a que nos hemos referido, lo que nos parece importante destacar es la constata-cin de la presencia del fenmeno ritual, al cual los individuos atribuyen funciones de mediacin yde afirmacin de s mismos, en donde la meta principal es la mediacin entre lo que est bajo elcontrol de los hombres y lo que no lo est. Las ceremonias y ritos son adaptadas a las condiciones,medios y necesidades de la ciudad, manteniendo bsicamente los elementos de las prcticasceremoniales rurales. As, la prctica de estas ceremonias juega un rol importante en la vida delmapuche urbano, organizado y de recreacin identitaria. Se trata tanto de ceremonias caractersti-cas de la vida en reduccin, practicadas fuera del contexto de la comunidad rural y adaptadas a laciudad, como de nuevas manifestaciones interpretadas por los mapuches urbanos como medio delegitimacin de la pertenencia identitaria.

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    Para los mapuches urbanos, el meli wtran mapu, la cosmovisin mapuche no desaparece.Significa entender el mundo de la naturaleza y del entorno. Ello conlleva saber vivir y sabercompartir el espacio con los dems y con distintos seres. Seres sobre naturales que tambin estnpresentes en la ciudad y pueden provocar enfermedades. Para los mapuches urbanos los daos,males o enfermedades provienen del olvido (de ser quienes son), del rechazo de la identidadmapuche y de la envidia o el hecho de observar otras cosas, cosas negativas, dejarse llevar por lavida del huinca sin respetar la propia visin del mundo. Las prctica de las ceremonias, especial-mente el kamarikn y el we tripantu, a que hemos hecho referencia, tienen la finalidad de reunir alas personas, celebrar a la gente de la tierra, afirmar la identidad mapuche y proteger a las personasde los males a los que estn expuestos. En efecto, el kalkutn (hacer dao), que es cuando a uno ledan algo malo, puede suceder en cualquier parte y contexto. Del mismo modo, los kalku (brujos),se transforman en hombres que hacen dao, o inclusive en perros. Por eso es necesario estar enarmona con el entorno y acceder a la renovacin que se produce ao a ao en el we tripantu.

    Estrategias econmicas familiares

    Hemos dicho que cerca de 80 % de la poblacin mapuche de Chile habita en las ciudades y cercade medio milln en Santiago. Algunos autores sostienen que una gran proporcin de ellos puedenno ser verdaderos mapuches, segn las definiciones clsicas de una etnia; otro tanto puede estartransitoriamente en la ciudad. No obstante, de igual forma, un gran nmero permanece en lasgrandes ciudades y est obligado a encontrar una insercin para permanecer all. Para la mayorparte de ellos, la insercin social comienza por el hecho de tener un empleo. Para el migranteindgena, el hecho de encontrar un trabajo ser una factor de xito valorizado, frente a una realidadque se presenta como inevitable en vista que habiendo migrado ha perdido, a menudo, sus derechosen las comunidades. El xito del trabajo estar tambin asociado al hecho que podr ayudar a susparientes de las comunidades rurales.

    Tradicionalmente los estudios que tratan sobre la migracin mapuche les han asignado dosformas de trabajo: las panaderas y el servicio domstico, sea permitindoles ser albergados yalimentados (trabajo domstico), sea permitindoles trabajar durante la noche y dormir durante elda (el oficio de panadero); ambos tendran por funcin principal permitir al nuevo citadino,esconderse del mundo huinca. Este tipo de trabajo parecer ser un primer lugar de refugio desdedonde comienza el conocimiento del mundo urbano; y por ello es ms frecuente en el perodo deinsercin en la ciudad de los migrantes, no de sus hijos ni nietos. En lo que concierne a la segunda,tercera e incluso cuarta generacin de mapuches en la ciudad, otros oficios aparecen como desea-bles, en razn que ellos estn mejor calificados, habiendo tenido acceso a varios aos deescolarizacin. El acceso a la educacin secundaria y universitaria de varios nios, hijos de migrantesde primera generacin, ha permitido su insercin en diversos medios tcnicos y profesionales.Estas diferentes actividades representan, en un cierto modo, el recorrido citadino de una familiamapuche que atraviesa diferentes fases de insercin y de ascensin social desde el momento en queel primero de ellos llega hasta que las generaciones que le suceden se insertan en los mediostcnicos y profesionales.

    En este proceso que no es jams lineal, una cantidad creciente de familias mapuches encontra-das en el curso de nuestro trabajo ejercan una actividad econmico productiva de carcter asocia-tivo, en donde habitualmente varios miembros de la familia compartan una misma actividad. Enefecto, durante nuestro trabajo con migrantes indgenas en la ciudad de Santiago, hemos podidoconstatar que una gran proporcin de familias mapuches aseguraban su subsistencia a travs del

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    ejercicio de un trabajo de tipo informal, principalmente en el comercio, la confeccin y elartesanado. Entre ellos, una mayora reconoca haber ejercido el trabajo domstico, el oficio depanadero y algunos otros de trabajador temporero (o de temporada) al menos una vez en surecorrido migratorio y varias veces cuando se trataba de migraciones escalonadas (es decir de unpueblo a una ciudad y luego a Santiago). Estos trabajos eran percibidos como actividadestransicionales, forzadas, no escogidas, degradantes, no estimadas. Se trataba de activi-dades, entonces, consideradas ocasionales (incluso si ellas se desarrollaban durante aos), tilespara sacar de apuros, pero incapaces de proporcionar la estabilidad deseada.

    Frente a este tipo de trabajo, manifestaban haber tomado la decisin de emprender un trabajoindependiente y compatible con la vida familiar, incluso si en la mayor parte de los casos seencontraban en el lmite de la subsistencia. Siguiendo lo que pareca ser una opcin frente a otrasactividades y apoyndose en una coyuntura nacional que alentaba de una cierta manera las activi-dades informales, los citadinos mapuches sin trabajo encuentran en la pequea industria familiar (omicroempresa) una fuente de trabajo y de sentido, El trabajo informal desarrollado a nivel familiar,es preferido ante las alternativas ms degradantes por diferentes razones, entre las cuales esposible observar la interaccin de tres lgicas: la recomposicin de los vnculos afectivos en unmedio urbano hostil, teniendo por meta la concurrencia de las relaciones parentales para asegurarla mantencin de la familia; la continuidad de una estrategia de trabajo en familia, lo que convienea la cohesin del hogar (especialmente a la educacin de los nios por las mujeres y a la posibilidadde obtener recursos adicionales); y la voluntad de ser independientes de un patrn huinca ono-indgena. En consecuencia, esta actividad econmica representa mucho ms que un simple lugarde trabajo; se trata, en efecto, de un lugar de refugio.

    Por el momento no es posible encontrar redes importantes de pequeos empresarios ind-genas. A fines de 1995 un primer grupo estaba en proceso de constituirse. Su objetivo era intercam-biar su productos y crear as una red de apoyo y de trabajo al migrante. Se trata todava de unnmero reducido de familias que comienzan a tener relaciones y a organizarse para apoyarse en susnegocios. Entonces, si no estamos todava en presencia de una red econmica indgena, nospreguntamos si estamos en presencia de un momento de recomposicin de las relaciones socialesde los indgenas citadinos de primera y segunda generacin, que manifiestan la intencin de trabajaren conjunto. Ellos tienen la voluntad de reunirse en torno a una identidad mapuche y de proyec-tarla. El ejercicio de una actividad econmica no escapa tampoco a esta pretensin. El doblepropsito de esta estrategia tiene al reforzamiento de las estrategias de solidaridad como al retornoa las identidades que un da ellos han debido esconder para mejor adaptarse al mundo urbano.

    6. Conclusiones

    Casi un ochenta por ciento de las personas que en el Censo de 1992 se identificaron en Chile conlos pueblos aymara, mapuche y rapa nui, habitan en las ciudades del pas. No obstante ello,inclusive la poltica especfica del Estado hacia los pueblos indgenas carece de una verdaderaintencionalidad urbana, a excepcin de los recursos que ejecuta la Oficina de Asuntos Indgenas deSantiago que, por su carcter reducido y limitado, tiene un bajo nivel de impacto,

    La cuestin indgena urbana es un tema no abordado, desconocido y las ms de las veces,negado. Esta constatacin ha llevado a algunos investigadores a hablar de la existencia de "seresinvisibles" (Montecino, 1990a) para caracterizar la situacin de los migrantes indgenas en laciudad de Santiago. Dicha invisibilidad sera el producto del rechazo, por parte de la sociedadhegemnica, al hecho mismo de la existencia de indgenas urbanos y, por ende, la negacin que lacomunidad indgena haya podido traspasar los lmites de la comunidad rural.

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    Desde el punto de vista de la migracin, la presencia indgena en las ciudades se reduce al temade la asimilacin y de la aculturacin de los inmigrantes en las grandes ciudades de Chile, principal-mente Santiago. Numerosas son las investigaciones, como lo hemos sealado, que se han consagra-do al estudio de las consecuencias de la migracin y al anlisis de los problemas de los migrantes.Estos problemas son entendidos principalmente como consecuencia del brutal transplante cultu-ral al que estn sometidos, y a la incorporacin de nuevos patrones econmicos, culturales ysociales.

    Sin embargo, hemos insistido en el hecho que para el migrante la mantencin de las relacionescon sus familias y comunidades de origen es la mayor de las veces efectiva, de modo que de ningunamanera podramos afirmar que cuando el individuo emigra rompe con todo su pasado, despren-dindose de su identidad. Lo que si es real, es el hecho que con la migracin el individuo rompe decierta manera con el equilibrio identitario en el cual fue socializado. Es por ello que casi siempre elmigrante ha sido estudiado en relacin a sus caractersticas psicosociales y, especialmente, desdeun punto de vista mdico, para llegar a concluir que se trata de personas que enfrentan gravesproblemas de adaptacin.

    Como consecuencia de ello, y respecto del pueblo mapuche, la migracin es vista por un ladocomo un impedimento para la persistencia de la sociedad mapuche tradicional o rural, dondeslo residiran ancianos. Por otro lado, el shock de identidades que se produce con la migracin,aparece como un obstculo para la adaptacin de cada individuo migrante. ste, para tener xito,debe ocultar o definitivamente reemplazar su identidad mapuche, asimilndose a la sociedaddominante. Desde esta perspectiva, se describe a la sociedad mapuche actual como una sociedadatomizada, fragmentada y marginada, incapaz de reconstruir relaciones sociales y de proyectarseen el mundo contemporneo como un pueblo igualmente contemporneo.

    A su vez, si la migracin y los mecanismos de adaptacin de los mapuches a la vida citadinason aspectos desconocidos por la sociedad no mapuche, el desarrollo de la vida de los descendien-tes de los inmigrantes es prcticamente ignorado.

    De los mapuches que residen en Santiago sabemos, desde hace un buen tiempo, que se dedicana actividades informales en el sector de la produccin y de los servicios, que trabajanmayoritariamente como mano de obra en la construccin en el caso de los hombres o se insertan enel campo de las labores domsticas, en el caso de las mujeres. Los anlisis post-censo vinieron aconfirmar estos datos. Es decir, hoy podemos afirmar con plena certeza que, en su mayora, losmapuches residentes en las ciudades y, particularmente en Santiago, siguen ejerciendo las activida-des laborales de menor remuneracin y las socialmente ms desvalorizadas.

    Se trata de una poblacin cuyos miembros en gran medida continan practicando una actividadeconmica de subsistencia, como asalariados urbanos. Aun contando con remuneraciones bajas,logran ayudar a sus parientes y familiares de la comunidad rural, envindoles dinero, medicamen-tos, alimentos como abarrotes, y principalmente vestimentas. Sus parientes, continan trabajandola tierra, y cada cierto tiempo tambin contribuyen a la economa familiar de los citadinos, envin-doles productos agrcolas, principalmente papa, cebolla, mote, harina, Aqu estamos en presenciade relaciones y de lazos, de estrategias de apoyo familiar que no necesariamente se rompen, desolidaridades familiares que continan expresndose y, tambin, de familias que no logran salir dela marginalidad, pero que se mantienen en el umbral de la sobrevivencia, los unos apoyndose a losotros. En este contexto la migracin, coadyuda al desplazamiento del problema de la pobrezaestructural que afecta a los pueblos y comunidades indgenas de Chile, particularmente los mapuches.

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    Antes del conocimiento, hace casi una dcada, de los resultados del Censo de 1992, se podapensar efectivamente que la cuestin mapuche era una cuestin rural, a pesar de los hechos quecotidianamente iban demostrando lo contrario. La situacin de xodo rural se saba, golpeaba hacalargo tiempo las regiones rurales y las zonas de concentracin de poblacin mapuche, en la mismamedida que las concentraciones urbanas crecan de una manera considerable. Sin embargo la migra-cin no era tenida en cuenta en los estudios y anlisis de la poblacin mapuche, llamada hasta